2. DUQUE, Felix. Cyborgs...

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DOMINGO HERNANDEZ SANCHEZ (Editor)

ARTE/ CUERPO/ TECNOLOGÍA

Ediciones Universidad

Salamanca

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PIEDAD SOLANS

cree , :se desarrolla y muere. Poco hay de naturaleza en e t ~t..1erpos. Al igual que los cuerpos de Duchamp y Warh 1, ele Ousler Aziz & Cucher o Gillian Wearing, los cuerpo ele los re~ratos ele Yelázquez, Rembranclt o Vermeer - s IS rostros, pura pintura, que aparecen depositados· en la UPerficie del cuadro-- estaban ya plenamente formados: inmersos en una mirada, un mundo ele ausencias y presel)c::ias y una significación.

DE CYBORGS, SUPERHOMBRES Y OTRAS EXAGERACIONES

Félix Duque

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UÉ ES UN CYBORG? Tal como fue ideado en principio, es un hombre corregido en sus defectos y carencias y a la vez potenciado en sus facultades, mediante el empleo y la implantación de tecnología en su cuerpo. A primera vista, esta definición parece demasiado amplia. Según ella, incluso los primeros homínidos debieran ser considerados como cyborgs: basta un tatuaje, una incisión ritual o un piercing para entrar dentro de esa clase. Y todo el que lleve un marcapasos, una prótesis dental o, simplemente, aquel al que se le haya puesto alguna vez una vacuna o una inyección debería ser tenido por un ciberorganismo. Pero la palabra clave en la descripción anterior es tecnología. Y eso cambia radicalmente las cosas. Pues mientras que la técnica puede entenderse como la aplicación de un saber ideal (embutido en una escritura) sobre un objeto material (por caso, mi propio cuerpo), la tecnología es redundante y autorreflexiva. En primer lugar, no se preocupa tanto por la producción de objetos mediante utensilios o máquinas cuanto por la creación, siempre más refinada, de procesos inventivos y de códigos: en la tecnología, el modo

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de información es primario respecto al modo de producción. En segundo lugar, la tecnología tiene necesariamente una tendencia balista: puesto que se basa en una materialización polivalente de algoritmos (signos que no representan ya cosas, sino instrucciones y procedimientos), medra en el interior de un esquema global de asignación de puestos (que es lo constitutivo justamente de toda escritura). Como su propio nombre indica, en la tecnología vienen a coincidir asintóticamente el lógos, el conocimiento ideal, necesario y universal , y la téchne, el incesante proceso de transformación de los cuerpos en circunstancias, prolongaciones y extensiones de mi cuerpo y sus órganos 1 . A tenor de lo indicado, los términos que mejor cuadran a la tecnología son los de retroalimentación, autorregulación y autorreproducción mejorable y corregible. La noción idealista de . autoactividad" (Selbsttatigkeit) viene aquí muy bien. Sólo que no se refiere ya a la autoconciencia, al Yo absoluto fichteano, sino a las máquinas 2 . Al fin, algo parecido quería decir Leibniz cuando hablaba de los autómatas, y sobre todo del automaton spirituale. Pues en esta acepción -la correcta, filológicamente hablando- un autómata es aquel ser que tiene en su interior los principios que rigen sus movimientos. El autómata cumpliría, pues, uno de los requisitos de la libertad: la independencia de toda coerción externa. Si ahora aplicamos estas ideas al ciberorganismo, apreciaremos que "todavía falta un rasgo para definirlo plenamente, a saber: su autonomía. No sólo ha de poder mover su cuerpo (cambiando de ese modo las variaciones ele movimiento de otros cuerpos), sino que también ha de darse a sí mismo, reflexivamente, la Ley. O dicho tecnológicamente: ha de ser susceptible de -relativa-

Véase mi El mundo por de dentro. Barcelona: Serbal, 1995, p. 34 ss. Todo alevín de filósofo tecuerda el asombro y la leve inquietud de su primer contacto con una estación alemana, al anunciar una voz metálica, justo antes de la salida del tren: Vorsicht, Türen scbliessen selbsttatig' (·¡Atención, las puertas se cierran automáticamente!·; pero literalmente traducida la última voz sería: •por su propia actividad·, lo cual nos recuerda inmediatamente, claro, la Selbsttatigkeit de Fichte y los idealistas). r.

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autoprogramación y, por ende, de ser dueño de sus cálculos e intenciones. El cyborg se escribe, se prescribe y se describe a sí mismo. Es un servomecanismo en el cual sólo muy aproximadamente puede decirse que el remitente coincide con el destinatario, ya que el mensaje que va del uno al otro, al ser ejecutado, hace que cambien remite y dirección. El cyborg es así un mecanismo de transición , un origen que se desplaza y repara a sí mismo a través de la implementación ele códigos. Mas como tal mecanismo, no necesita poseer el florón más preciado del idealismo, a saber: conciencia ele lo que está haciendo y voluntad para proponerse libremente fines y alteraciones. Muy al contrario , los inventoreq del término ..cyb.org·, y de los primeros ensayos para su realización, los Doctores Clynes y Kline, proponen una definición precisa en la que se incluye explícitamente el carácter inconsciente del cyborg. Así, dicen: .. Para el organismo complejo, expandido de forma exógena y funcionando inconscientemente como un sistema homeo~tático integrado, proponemos el término Cyborg.3. La idea surgió de un proyecto para la Fuerza Aérea de Estados Unidos: se trataba en efecto de potenciar los órganos vitales del hombre y de alterar sus constantes psicofísicas para robustecer al organismo en condiciones precarias; por ejemplo, en el espacio exterior o en otros planetas, según la visión entre heroica e ingenua que se tenía de los viajes espaciales a mediados de los años cincuenta. Y es interesante poner de relieve que aquí, lo mismo que en Internet, un proyecto de tecnología militar acabará por ser difundido, expandido y modificado en mil formas en su utilización civil. En todo caso, lo primero que hemos de desechar del concepto de ciberorganismo es que éste designe "hombres·, según la concepción heredada. Es más: aun cuando el soporte o el punto de partida sea en algunos casos el cuerpo humano, las características del cyborg están bien alejadas de la concepción vulgar -burguesa- que se tiene del ser humano (un "YO" personal, inteligente, reflexivamente

3· CLYNES , Manfred E. & KUNE, Nathan .S. Cyborgs and Space. En Tbe Cyborg Handbook. Nueva York y Londres: Rourledge, 1995, p. 30.

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consciente de sí, libre, responsable de sus actos y sólo concebible viviendo en sociedad). Así pues, no ghost in the machine, como en la certera descripción del hombre cartesiano por parte ele Gilbert Ryle, sino animal in andas the machine. Por ejemplo, una de las más conocidas especialistas en cibergología, Donna Haraway, propone en su interesante Prólogo a The Cyborg Handbook4 cuatro tipos ele cyborgs: r) Gaia, o sea la Tierra vista -según la difundida y un tanto mística hipótesis de James Lovelock y Lynn Margulis- como un servosistema complejo autopoiético y autorregulaclor, que constantemente está rediseñándose con el fin ele obtener un medio ambiente óptimo para su propio sostén; en este sentido, Gaia cumple con creces todos los requisitos de un ser viviente, aunque en su caso se difuminan no solamente las fronteras entre lo orgánico y lo tecnológico (clifuminación característica ele todo cyborg que se precie), sino entre estos ámbitos y lo geológico. Gaia es así un ser vivo que sirve de habitat natural a otros cyborgs. 2) Terminator, esa criatura ele ficción surgida de las pesadillas apocalípticas de la Postmodernidad, y que Haraway analiza agudamente como un caso claro de transferencia de prácticas militares a la economía civiJ5 y a la industria del espectáculo. 3) Una rata blanca, en puridad el primer cyborg ele la historia. En el Rockland State Hospital de Nueva York (un hospital psiquiátrico, y ello no es baladí) se le implantó con éxito a finales de los años cincuenta a una rata una diminuta bomba osmótica que permitía la inyección regular de diversos productos químicos, con el fin de

alterar sus parámetros fisiológicos. Y 4) Mixotricha paradoxa, una bacteria que habita en el intestino de una termita del Sur de Australia. Este último caso, que en efecto parece provocativamente paradójico, es sin embargo muy apropiado para mostrar la concepción que Haraway tiene del cyborg: un parásito mutante, únicamente posible dentro de una Tierra concebida como una tecnobiosfera. La Mixotricha es, más que un ser unitario, una confederación simbiogenética: el resultado de múltiples recombinaciones genéticas para sobrevivir en el ambiente primigenio ele nuestro mundo, antes ele que se estableciera en él una atmósfera ele oxígeno, resultante en buena medida justamente de esas combinaciones genéticas. Cuatro ejemplos ele cyborgs, a caballo entre las ficciones ele la fantaciencia y de la realidad sociocientífica, sobre todo en medicina y en informática, y que se dan en la interfaz del autómata (máquinas autocontroladas y autogobernaclas) y el ser vivo autónomo (en cuanto capaz de mantenimiento homeostático y de reproducción). Es más: los cuatro ejemplos ele Hara·way pueden entenderse como ciberorganismos de primer

4· ·Cyborgs and Symbionts: Living Together in the ew World Order•. Prólogo a: HABLES GRAY, Chris et al. (eds.). 1be Cyborg Handbook. Ed. cit. , pp. xi-xx. El ensayo más famoso (conscientemente revolucionario ya desde su título) de Haraway es el Manifesto for Cyborgs: Scíence, Technology and Socíalist Femínism in the I98os. Socíalist Revíew, So (1985), 65-108 (ahora recogido , con leves variaciones, en: Simíans, Cyborgs, and Women. 1be Reinvention of Nature. Londres: FAB, 1991, pp. 149-181). 5· Como se ve claramente en otro caso de famoso cyborg de ficción: Robocop. A partir del cuerpo de un policía clínicamente muerto se crea a la Frankenstein un robot humanoide. Lo interesante del film de Paul Verhoeven es que el robot es fabricado por la empresa OrnniConsumerProducts, que es también la dueña ¡del Departamento de Policia de Detroit!

6. En un viaje a Italia he tenido ocasión de conocer por la prensa (LA r8 de abril de 2oor, p. 20) la noticia de un ... ¿cómo llamarlo, si no es ni invención ni descubrimiento?, de un -digamos- injerto realmente sensacional. Normalmente se implantaban mecanismos y artilugios en seres vivos , para crear un cyborg (por eso se llamaba así, con razón: ·ciberorganismo•). Ahora , por vez primera , es una parte -¡y qué parte: el cerebro!- de un ser vivo el que ha sido injertado en un robot (así que habría que hablar aquí más bien ele ·cibermecanismo orgánico•). Se trata del cerebro y médula espinal ele una lamprea, que hacen de •piloto• de un robot con dos •OjOS• electrónicos y dos pequeñas ruedas para desplazarse. Un revelador capta la luz, convertida en señales eléctricas por un microprocesador que envía por cable dichas señales al cerebro, el cual reacciona al estímulo emitiendo actividad nerviosa; cables insertos en la médula espinal de la lamprea captan la actividad y la remiten al microprocesador ·lector· de las señales, haciendo mover las ruedas del robot en la dirección de la luz. Esta fantástica vinculación de la ingeniería a la biología ha sido realizada por Sanclro Mussa-Ivaldi, de la Northwestern University de Chicago, y abre las puertas al estudio en profundidad del .lenguaje· de las sinapsis (se ha empleado el cerebro de tan prehistórico -y sabroso- animal por su similaridad al cerebro humano en lo concerniente a la organización espacial ele los movimientos en condiciones REPUBLICA,

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orden, por cuanto se mueven en el espacio físico y político de nuestro mundo (imaginario o no) 6 . Más interesante es hacer notar la proliferación actual de cyborgs de segundo orden, a saber: las bases de datos genómicos y electrónicos, y los habitantes informáticos del ciberespacio. Los primeros son esos extraños quasi-objetos que, sin poder ser considerados como seres vivos, son sin embargo la condición de posibilidad de la vida social de nuestros días, ya que son ellos los que regulan las configuraciones y preferencias sexuales, los sistemas de trabajo, las organizaciones políticas y religiosas, la banca y el sector de la alimentación, y last but not least la industria del espectáculo y la cultura. En este caso cabe hablar de una ' tendencia universal a la identificación de la escritura, sensu lato, con el cuerpo: un cuerpo generado por el sistema mismo de escritura. Aquí, en una fantástica mutación de la idea marxista sobre la propiedad de los medios de producción, habría que reconocer que el creciente hiato entre clases sociales se debe ahora al acceso a los medios de información. Quien tiene acceso a los databases, es decir, a estos pools de incubación de gigantescos cyborg-bodies, pertenece eo ipso a la clase privilegiada, ,fica· en información. Por el contrario, aquel que se comporta como una máquina, como un subsistema viviente, un apéndice del cyborg, necesario por ahora para su funcionamiento, pertenece a la clase subyugada, "pobre• en información.

normales de gravedad). Y como en el caso de todos los cyborgs, no se trata de un implante meramente mecánico: la interactividad máquina-cerebro •aprende· de la experiencia, archiva y modifica paulatinamente el sistema. Según el ejemplo de Missa-lvaldi (una niña que toca el piano, y cuyo crecimiento -en brazos y músculos- está condicionado por ese ejercicio): •Noi vogliamo ca pire come m u ti il controllo cerebrale dei movimienti mente cambiano tutte le proprieta dinamiche del braccio•. Naturalmente, en el reportaje se afirma que el objetivo es •compensare lesioni , paralisi, difetti· en los seres humanos. Y aunque siga siendo actualmente descabellado pensar en robots con cerebros implantados (al menos, con cerebros humanos) , dada la pasmosa complejidad de éstos, sin duda se ha dado un paso de gigante en la vinculación entre cerebro y ordenador. Y no hace falta ser muy soñador ni muy pesimista para sospechar qué puede hacer el Poder gracias a esa estrechísima conjunción.

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Ciertamente, Dora Haraway, influida por Deleuze y Guattari y perfumada por unas gotas de Derrida, defiende una interpretación subversiva del cyborg, viendo en la difuminación de las fronteras genéricas en que él necesaria-· mente se mueve una nueva oportunidad de rebelión -ya no de revolución- y de reivindicación de la Mujer-Coyote-Máquina, aprovechando la promiscuidad típicamente postmoderna de una tecnocultura que se comporta como si se tratase de naturaleza viva: una cultura en la que se disuelve la idea de un Sujeto centralizador e idéntico en cuanto trasunto idealizado del varón blanco heterosexual en la que reaparece el instinto animal en el universo del cyborg, siguiendo la profecía nietzscheana, etc. Pero el optimismo latente en este tecnofeminismo (una nueva variante marxista del postmodernismo) no parece ser el elemento dominante en la cultura cibernética actual, dejando a un lado por lo demás lo vago de las consignas de Haraway para cambiar radicalmente el mundo y los ejes de un Poder asentado justamente en la coyunda de la nue.va tecnología informática con el redescubrimiento de la animalidad del cuerpo humano. Lo que algunas tendencias actuales de la cibermanía (más que "cibergología·.) nos presentan deja poco lugar a la esperanza de una rebelión postsocialista -o al menos insumisión, como en Total Recall ( .. Desafío total·.)- de las razas, géneros, y marginados de toda suerte, que se aprovecharan de la expansión del sistema para boicoteado desde dentro. Más bien al contrario, parece que estuviéramos asistiendo en estas postrimerías del siglo y del milenio a una extrañísima suerte de tecnoespiritualidad laica como reacción extrema frente a la más bien empalagosa New Age con sus ensoñaciones sobre la Gran Madre Naturaleza las "buenas vibraciones· cósmicas y demás arrebatos de' los ,hijos de las flores•. En las antípodas de este panteísmo tecnonaturalista, propio de los años sesenta-setenta, encontramos ahora un cyberpunk paradójicamente hipercartesiano, o mejor: decididamente gnóstico, dado el odio que sienten estos nuevos cyborgs por su propio cuerpo humano, y sus proclamas para trascender ese "despojo•, indigno de la nueva era. Presentaré tan sólo tres casos de reescritura del

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. cuerpo con v1stas a su transformación radical: Stelarc, Maclae Orlan y Hans Moravec. m . de ·El cuerpo está obsoleto! .. , Stelarc (para el Ald gnto . "Al re adiou ' ya que los nuevos cyborgs camSte110s mun o, b igual que los monjes), fundador de los b . sus nom res, a1 Jan h Laboratories ' ha llevado al extremo las. S · al Researc urvlv . del body-art. Stelarc trata su cuerpo como s1 tendencias . d diseño, a modo de material básico que fuese un objefto de n ente modificado por la máquina para h d er pro un a 1 a es C 0 amplificado y transhumano, aunque acceder a un uerpb