El curriculum moldeado por los profesores 120

Grupo 2.1 UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL Unidad 152 Atizapán LICENCIATURA EN EDUCACIÓN Materia: ANÁLISIS DE LA PRÁCTICA

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Grupo 2.1 UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL Unidad 152 Atizapán LICENCIATURA EN EDUCACIÓN Materia: ANÁLISIS DE LA PRÁCTICA DOCENTE PROPIA Docente: Lic. Jennifer Rodríguez Cantú Alumna: Patricia Romero Rivas

EL CURRÍCULUM MOLDEADO POR LOS PROFESORES LECTURA:

El profesor es un elemento de primer orden en la acumulación de ese proceso, siendo un profesional crítico utiliza el conocimiento y su autonomía para proponer soluciones originales ante cada situación educativa. Tiene el derecho y la obligación de aportar sus propios significados, se convierte en un técnico, cuando deja de ser no sólo el centro de la actividad educativa, sino el intelectual responsable de la misma. Gracias a la mediación organizadora e inteligente de un docente, el texto escolar se convierte en instrumento de enseñanza y aprendizaje. De poco sirve un buen texto sin un buen educador, un educador que lo comprenda, lo domine, lo domestique, lo ponga a su servicio y lo sepa utilizar de manera oportuna, creativa y flexible, lo pueda modificar para adecuarlo a cada circunstancia, lo sepa complementar, enriquecer y mejorar con su propio conocimiento y experiencia. El enfoque constructivista involucra a todos los equipos de trabajo, profesores y asesores pedagógicos, especialistas en contenido, para sumarse a una tarea como un trabajo cooperativo de innovación, investigación y formación permanente. Una cosa es lo que proponen planes y programas de estudio, y otra lo que los estudiantes aprenden en el aula. Esto es lo que separa al currículo propuesto (lo que se programa y se espera que enseñen los profesores y aprendan los alumnos) del currículo efectivo (lo que realmente se enseña). Son, los docentes quienes terminan decidiendo qué y cómo se enseña, pues la enseñanza no es oficio mecánico sino, por el contrario, oficio que exige criterio propio, flexibilidad, creatividad. El peor currículo propuesto puede ser convertido en una oportunidad de enseñanza y aprendizaje relevante, si de por medio está un buen educador. Es el currículo efectivo, en definitiva, el que importa; es aquí donde se juega la calidad de la educación, de la enseñanza y de los aprendizajes, donde se mide - o debería medirse - la validez o no de una propuesta de reforma educativa. Si alguien quisiera tener realmente en cuenta lo que se deriva una y otra vez de estudios y evaluaciones, es que la vía más directa y segura de incidir sobre el currículo efectivo es incidir sobre la selección, la motivación, la formación continua y las condiciones del trabajo docente. Pero esas siguen siendo, justamente, las que suelen ignorarse o dejarse para el final. Ellos son quienes, todos los días, seleccionan qué leer y cómo, definen los énfasis, eligen los ejemplos, manejan los tiempos, adoptan determinados métodos y estrategias de enseñanza, asignan tareas, elaboran pruebas, evalúan, califican, juzgan, premian o sancionan valores, actitudes y rendimientos de los alumnos. El avance en educación; en la calidad y la excelencia de los procesos educativos, no se generan como consecuencia de grandes cambios estructurales o funcionales, se generan más en lo esencial, la calidad educativa depende de la “calidad del ser”, de quienes se comprometen con la educación. Gimeno nos dice que si el currículum es una práctica desarrollada a través de múltiples procesos y en la que se entrecruzan diversos subsistemas o prácticas diferentes, en la actividad pedagógica relacionada con el currículum el profesor es un elemento de primer orden en la realización de ese proceso. El reconocer al currículum como algo que configura una práctica y es a

su vez configurado en el proceso de su desarrollo, por lo que nos vemos obligados a analizar los agentes activos en el proceso. El curriculum moldea a los docentes, pero es traducido en la práctica por ellos mismos. La influencia es recíproca. Si el currículum es una práctica, afirma GRUNDY (1987, pág. 68) quiere decir que todos los que participan en ella, son sujetos no objetos, es decir, elementos activos. Se plantea un problema concerniente a la dimensión política, se cuestiona si ha de intervenir o no, en dónde y en qué medida. No se trata sólo de ver cómo los profesores ven y trasladan el currículum a la práctica, sino si tienen el derecho y la obligación de aportar sus propios significados. Es en el docente en quien recaen valores provenientes del conocimiento, tiene obligaciones respecto de sus propios alumnos, del medio social concreto en el que viven, el currículum tiene que ver con la cultura; el profesor, es quien puede analizar los significados más sustanciales de la misma que debe estimular para sus receptores. La razón de que los profesores son un factor condicionante de la educación y más que concretamente, de los aprendizajes en los alumnos, forma parte del pensamiento pedagógico. La preocupación de la investigación pedagógica por considerar su papel mediador en los procesos de enseñanza, dentro de lo que se ha denominado el paradigma mediacional centrado en el profesor. Dicha idea de mediación, introduce al análisis del desarrollo del currículum en la práctica, significa concebir al profesor como un mediador decisivo entre el currículum establecido y los alumnos, un agente activo en el desarrollo curricular, un modelador de los contenidos que se imparten. Por lo que, cualquier estrategia de innovación o de mejora de la calidad de la práctica de la enseñanza, deberá considerar ese poder modelador y transformador de los profesores, que ellos de hecho ejercen en un sentido o en otro, para enriquecer o para empobrecer las propuestas originales. La actividad de los profesores se convierte en una acción que transcurre dentro de una institución. Por esa razón, su práctica está inevitablemente condicionada. La acción observable es fruto de la modelación que realizan los profesores dentro de marcos institucionales de referencia. El profesor no decide su acción en el vacío, sino en el contexto de la realidad de un puesto de trabajo, en una institución que tiene sus normas de funcionamiento marcadas a veces por la administración, por la política curricular, por los órganos de gobierno de un centro o por la simple tradición que se acepta sin discutir. Esto hace, que la profesión docente en su práctica, no sólo sea algo particularmente personal y creativo, sujeto a las posibilidades de la formación y al desarrollo del pensamiento profesional autónomo de los profesores, sino que se ejerce en un marco que predetermina en buena parte el sentido, dirección e instrumentación técnica de su contenido. El profesor se suele encontrar con unos alumnos seleccionados por la propia estructura del sistema educativo, la política curricular se los ordena en niveles a los que adscribe criterios de competencia intelectual y habilidades diversas. El profesor no selecciona las condiciones en las que realizar su trabajo y, en esa medida, tampoco puede elegir muchas veces cómo desarrollarlo, aunque a él siempre le incumbirá representarse la situación y definirse a sí mismo el problema y actuar de diversas formas posibles dentro de unos márgenes. Un cierto discurso idealista en educación, ha difundido la imagen de la profesión docente como algo autónomo, personal y creativo, cuyas coordinadas fija y cierra el profesor con sus decisiones profesionales autónomas, exaltando así la importancia de su capacidad de iniciativa y de la formación para fomentarla. Muy al contrario, el análisis social de la práctica de la enseñanza nos pone en evidencia las consecuencias que tiene el que sea una práctica institucionalizada, definida históricamente al menos en sus coordinadas básicas, por condicionamientos políticos, sociales, organizativos, una tradición de desarrollo curricular, etc.

Si pudiéramos hablar del margen de autonomía que el sistema educativo y curricular deja en manos de los profesores, sería en relación al campo en el que ellos desarrollarán su profesionalidad. La autonomía siempre existe, pero sus fronteras también. La autonomía profesional de cada profesor individualmente considerado o la de la profesión como grupo de profesionales, es preciso verla dentro del marco de ciertas prácticas. Si bien es cierto, el profesor elige tareas, pero trabaja dentro de un marco en el que unas son posibles y otras no. Los límites de la actuación no siempre son evidentes para los que ejercen dentro del marco dado. La visión del profesor como funcionario, servidor público dependiente, cuya actuación está administrativamente controlada; pareciera alguien que cumple con una tarea establecida desde fuera, hace de su realidad una configuración política de su papel profesional. Quién, si no es el profesor, puede moldear el curriculum en función de las necesidades de unos alumnos determinados, resaltando los significados del mismo para ellos, de acuerdo con sus necesidades personales y sociales dentro de un contexto cultural. La figura del profesor como desarrollador del currículum es contraria a su propia función educativa. El currículum puede exigir el dominio de determinadas destrezas relacionadas con la escritura, por ejemplo, pero sólo el profesor puede elegir los textos más adecuados para despertar el interés por la lectura con un grupo de alumnos. El problema reside en que el ejercicio de la profesión no se ajusta tanto a patrones reguladores intrínsecos como a la actividad misma, exigidos por ello desde un esquema o conceptualización y desde los valores, viene definida social e institucionalmente, porque es una semiprofesión desde el punto de vista sociológico y porque es reclamada por un supuesto de trabajo institucionalizado. Una semiprofesión no dispone de corpus concreto de conocimientos básicos pretendidamente fundamentales, pues obedece a planteamientos muy diversos, se apoya en conocimientos muy dispares, donde quedan amalgamados aspectos científicos, técnicos y administrativos, transmitidos muchas veces como “sabiduría artesanal” entre profesionales más que como procedimientos formalizados. El ámbito de decisiones del profesor es limitado y ello, por dos razones fundamentales: 1) Porque las fuentes de su conocimiento y la retórica profesional explícita del profesor están decisivamente influenciadas por la cultura dominante, no pudiéndose esperar de ellos críticas y respuestas muy provocativas. 2) En segundo lugar, porque las condiciones materiales de su trabajo son más decisivas a la hora de determinar lo que hace que su propia retorica profesional. Normalmente, el profesor no suele tener en sus manos la posibilidad de cambiar tales condiciones y, en esa misma medida, no es el autónomamente quien puede decidir de forma íntegra lo que es y será su práctica profesional.

El currículum, es por tanto, la expresión de la función social de la institución escolar y ello tiene sus consecuencias tanto para el comportamiento de alumnos como para el del profesor: a) En cuanto práctica y expresión de mecatearías y opciones pedagógicas y sociales, el currículum es un esquema director o marco para el comportamiento profesional de los docentes, condicionando las coordinadas del puesto de trabajo del profesor e incluso la estricta practica pedagógica. b) El currículum, como selección de contenidos culturales y destrezas de diferente orden, elaborados pedagógicamente y presentados al profesor por medio de relaciones, guías, libros de texto, materiales diversos, etc.

La emancipación progresiva del puesto de trabajo de los docentes es un objetivo histórico, condición para su propio desarrollo profesional y personal. Y es una consecuencia de concebir la enseñanza como una actividad moral que requiere considerar los fines a los que se dirigen sus prácticas y las consecuencias de utilizar unos determinados medios con seres humanos. Desde el constructivismo psicológico de KELLY (1966) aplicado al profesor, significa concebirlo como alguien que construye significados sobre la realidad pedagógica que le sirven para predecir acontecimientos, que también actúan de guía en su conducta. La visión política y técnica del profesor como ejecutor, parte de una concepción de la naturaleza humana bien diferente o quiere soslayar ese carácter creador de los profesores, en aras del sometimiento al patrón de conducta reclamado por el sistema social escolar en el que opera. El curriculum es muchas cosas a la vez: ideas pedagógicas, estructuración de contenidos de una forma particular, precisión de los mismos, reflejo de aspiraciones educativas más difíciles de plasmar en términos concretos, destrezas a fomentar en los alumnos, etc. Es cierto que la profesión docente es algo abierto e indeterminado, que no tiene señaladas las normas de comportamiento de forma muy precisa, por muchas razones, y que, en esa medida, puede hablarse de una profesión creativa que permite la expresión de quien la ejerce. El docente, como profesional, se encuentra con situaciones únicas, inciertas y conflictivas. Afirma DIORIO (1982) cuanto menos sepamos sobre cómo llevar a cabo una actividad, mayor será la responsabilidad; el práctico para dejarse llevar de su propio juicio y encontrar su propio camino de acción. En este caso, el individuo tiene un amplio grado de autonomía en su práctica. La autonomía del profesor es un hecho reconocido como dato observable, sea cual sea el grado y tipo de control exterior respecto a su actuación y sobre los resultados del sistema educativo, independientemente o a pesar de la visión política que se tenga de su función como servicio público, o al margen del modelo de profesionalidad que se defienda en su técnica profesional. Cuando un profesor juzga un contenido y toma decisiones sobre el mismo y le asigna un determinado énfasis en su enseñanza, está sin duda condicionado por influencias externas, pero también refleja, al tiempo, su propia cultura, sus ponderaciones personales, sus actitudes hacia la enseñanza de ciertas áreas o partes de las mismas, etc. Cualquier profesor tiene experiencia personal, a poco que sea consciente de su propio trabajo, de que dedica más tiempo a unos contenidos que a otros, realiza actividades más variadas en unos que en otros, a él incluso le agradan unos temas más y otros no tanto, etc. Un dato de observación cotidiana pone en evidencia el papel activo del profesor, incluso dentro de un marco de dependencia. Un libro de texto contiene contenidos diversos en una determinada unidad. El libro es ya por sí un mediador muy importante al proponer unos conocimientos y otros, unas actividades de lápiz y papel y otras para realizar fuera del centro, etc. El profesor se dedica en sus clases más a unos que a otros, obliga a realizar unas actividades y no otras en función de valoraciones y opciones personales que él toma: comodidad personal, condiciones del aula, percepción de necesidades en los alumnos de reforzar más unas tareas y aprendizajes que otros, etc. Señala STENHOUSE (1984, pág. 135), otorgamos al profesor el papel de un experto con cierto dominio del conocimiento, sensible a problemas de valor que plantea su trabajo, o será un estudiante más entre estudiantes, aunque siempre con poder deformador, dada la relevancia y autoridad de su puesto.

SIGNIFICADOS, DILEMAS Y PRAXIS Los profesores disfrutan de márgenes desiguales de “autonomía didáctica” en diferentes estilos de organización del centro, etc. Esos márgenes desiguales se producen en diferentes áreas

del curriculum según su estructura interna. Un profesor de expresión artística dentro de la escolaridad primaria, por ejemplo, tiene pocos criterios objetivos que seguir y poca presión exterior social o de los padres para lograr rendimientos concretos a la hora de decidir su práctica didáctica. El papel mediador del profesor para que los alumnos obtengan resultados y significados concretos, partiendo de los contenidos señalados por el curriculum, es evidente en distintos tipos de métodos, situaciones, etc. Entender cómo los profesores median en el conocimiento que los alumnos aprenden en las instituciones escolares es un factor necesario para que, en educación, se comprenda mejor por qué los estudiantes difieren en lo que aprenden. Éste posee significados adquiridos explícitamente durante su formación y también otros que son resultado de experiencias continuadas y difusas sobre los más variados aspectos que podamos distinguir en un currículum: contenidos, destrezas, orientaciones metodológicas, pautas de evaluación, etc. OLSON (1980) los ha llamado los dilemas prácticos. El curriculum, más que proponer contenidos y sugerencias a implantar, debiera fomentar los dilemas para que estimulen ese espacio problemático que los profesores desarrollan a nivel de pensamiento y de practica cuando se enfrentan con propuestas. TANNER Y TANNER considera que el papel de profesor puede situarse en tres niveles, de acuerdo con el grado de independencia profesional que se le confiere. 1) El nivel de imitación-mantenimiento, en el que los profesores son seguidores de libros de texto, guías, etc. Las innovaciones que se quieren imponer de arriba hacia abajo confían en que los profesores desempeñaran este papel. 2) En un segundo nivel, se ve al profesor como mediador en la adaptación de los materiales. Él conoce los recursos del medio, del centro, las posibilidades de sus alumnos, etc. Con lo que puede realizar una práctica más refinada, interpretando y adaptando, aprovechan do los materiales, textos, conocimiento diversos que trata de aplicar, etc. 3) En un tercer nivel, se sitúa el profesor creativo-generador que, junto a sus compañeros, piensa sobre lo que hace y trata de encontrar mejores soluciones, diagnostica los problemas y formula hipótesis de trabajo que desarrolla posteriormente, elige sus materiales, diseña experiencias, relaciona conocimientos diversos, etc. Aquí el profesor, evalúa, diagnostica, interpreta, adapta, crea, busca nuevos caminos. Finalmente hemos de preguntarnos, si es bastante conformarnos con la idea de que los profesores interpretan el curriculum al tiempo que se les excluye de su formulación, o por el contrario, hay que recomendar que participen activamente en esta última función. El nivel y la calidad de la formación de los profesores es lo que permite, de hecho, la posibilidad de que intervengan o no y de hacerlo en unos temas y otros, una vez que existan canales de participación.