EL MOVIMIENTO OBRERO LATINOAMERICANO. Melgar Bao

MELGAR BAO. EL MOVIMIENTO OBRERO LATINOAMERICANO Hacia mediados del siglo XIX la inserción de América Latina en el merca

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MELGAR BAO. EL MOVIMIENTO OBRERO LATINOAMERICANO Hacia mediados del siglo XIX la inserción de América Latina en el mercado mundial y el papel de las oligarquías propiciaron la emergencia de ciertos antagonismos sociales, a partir de los cuales hemos optado por situar los orígenes del movimiento obrero latinoamericano. La economía latinoamericana resentía los bruscos cambios que llevo adelante Inglaterra. El papel de esta gran potencia europea en la emergencia de las protestas del movimiento obrero artesanal fue decisivo. La inserción de América Latina en el mercado mundial de mediados del siglo XIX se vio subordinada a la lógica del desarrollo de la 2da revolución industrial. La industria y la economía artesanal sucumbieron ante los embates del comercio británico y por las medidas librecambistas promovidas en las republicas latinoamericanas por los terratenientes y la burguesía comercial. En cada republica los ejes de integración mercantil internacional redefinieron el propio espacio económico interior y las practicas productivas que le correspondieron. La inversión extranjera estuvo dirigida a cumplir un triple objetivo: una salida lucrativa para el capital excedente, estimular la exportación de bienes de capital britanico y profundizar la división internacional del trabajo. Los viejos rostros de las ciudades coloniales fueron afectados en sus límites, arquitecturas y servicios urbanos (drenajes, iluminación a gas, ampliación y empedrado de calles). Demográficamente estas ciudades comenzaron su fase de crecimiento cosmopolita. El desarrollo de la industria de la construcción, el transporte y las empresas graficas apuntalaron la conformación de los primeros continentes del proletariado moderno en las ciudades y puertos latinoamericanos. La industria de la construcción favorecida por la iniciativa modernizante del estado liberal-oligárquico, emprendió la edificación de obras

públicas (edificios, parques, etc) impulsando la proletarización y democratización de los oficios. La fragilidad del desarrollo da la industria nacional se expreso a través de la quiebra de las empresas fabriles, por lo general desprotegidas por el estado nacional. La fuerza de trabajo cooptada temporalmente por los establecimientos fabriles modernos era con frecuencia relanzada a la industria a domicilio o a la economía artesanal. A su vez, se sumo la demanda de la burguesía mercantil de estibadores, empleados de comercio, obreros textiles, etc. Aparecieron también los oficinistas cubriendo las exigencias del estado como gestor publico. En la agricultura de exportación la fuerza de trabajo no revistió el perfil de proletariado agrícola moderno. En cambio las ciudades la mano de obra adscrita a la industria a domicilio, la economía artesanal, la industria, las obras públicas se aproximan por su fisonomía social, formas de resistencia, al carácter de un proletariado urbano en formación.

Las oligarquías criollas resentían los vacíos demográficos en sus respectivas republicas. Alberdi decía: “gobernar es poblar”. Con los inmigrantes no solo vino una tradición productiva, sino también un cumulo de experiencias orgánicas de resistencia obrera y campesina, así como ideologías radicales y reformistas. La circulación de la fuerza de trabajo urbano entre la fabrica, la industria a domicilio y el trabajo eventual de jornalero sin oficio favorecieron el desarrollo de sociedades mutuales antes que las de tipo sindical. Motivados, en principio, por las epidemias. El movimiento obrero latinoamericano en el periodo 1850-1880 no pudo dejar de manifestar los límites propios de la cultura artesanal que corresponde a la fase inicial

de constitución estructural de la clase obrera. El movimiento obrero revistió una fisonomía popular artesanal. El naciente proletariado industrial todavía condicionado por las tradiciones previas solo daba evidencias de cohesión e identidades fabril o sectorial, carecía, además, de patrones de organización.

El desarrollo del mutualismo y del cooperativismo constituyo la iniciativa orgánica más importante del periodo. Sin embargo, el mutualismo trascendió las fronteras mismas de la economía artesanal, incorporándose como la forma orgánica dominante de autogestión y resistencia obrera durante el periodo siguiente 1880-1918.