Vic de mar

VICTORIA (I) VICTORIA (I) Filial, zoo, hetero, polvazo, autosatisfacción femenina, madre e hijo. Un verano c on su madre

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VICTORIA (I) VICTORIA (I) Filial, zoo, hetero, polvazo, autosatisfacción femenina, madre e hijo. Un verano c on su madre al acabar la carrera descubriéndola como mujer y convirtiéndose en su am ante

Aquella mañana me levanté un poco antes de lo normal, estuve preparando mi equipaje mientras amanecía y me tomaba un café, me resultaba raro tomar café fuera de épocas de e xámenes, la verdad es que me merecía aquellas vacaciones como el que más. Cerré la puerta de casa y con mis maletas me dirigí a la estación de autobuses, mi mad re me esperaba en la casa de campo que tenían mis abuelos en un pueblecito del nor te de la península, tenía ganas de ir y de ver aquello, hacía muchos años que no visitab a aquella casa, casi desde que era un niño, y ahora parecía que por fin iba hacerlo. Aquel verano había finalizado mis estudios universitarios, una carrera demasiado larga para mi gusto, se puede decir que desde que empecé a estudiar en serio no ha bía tenido vacaciones, pero aquel año era distinto, me veía obligado a ir por varias r azones, una de ellas y creo que la principal era el haber acabado mi carrera y p or el merecido descanso de tantos años metido entre los libros y otra era que mis padres se habían separado poco más de un año y mi madre estaba ya veraneando en la cas a de campo, ella se había marchado unas semanas antes que yo y no me gustaba la id ea de dejarla sola, ya que mis abuelos fallecieron hace un tiempo y la única dueña d e aquella casa era mi madre. Así pues decidí que aquel verano, el primer verano libr e de estudios que tenía desde que era un niño lo pasaría con mi madre en una enorme ca sa de campo. El viaje no resultó ser muy pesado, así que a media tarde llegué a la casa de mis abue los, aunque ahora sea de mi madre. Al ver a mi madre me estalló una gran alegría y n os abrazamos como sí no nos hubiéramos visto en varios años, pero el secreto de tal ef usivo abrazo fue el simple hecho de que yo acabara la dichosa carrera y el que d ecidiera pasar ese verano con ella. Dejamos mis cosas en la habitación que iba a s er la mía durante unas semanas y mi madre me estuvo enseñando los cambios que había en aquella casa, hacía más de seis años que no me acercaba por aquellos lugares y todo m e parecía igual pero también distinto a su vez, conservaba la gran cocina en la plan ta baja, y el salón con la chimenea justo al lado, las habitaciones estaban todas en la planta superior y mientras bajaba las escaleras de madera llegaron a mí recu erdos de niño al escuchar los crujidos de los tablones del piso superior. Estuve p aseando por el pajar, un enorme establo de vacas y de potros pero ahora converti do en una ordenado almacén de paja, grandes pilas de alpacas de pajar se acumulaba n formando pasillos y esquinas, una especie de laberinto, según mi madre lo tenía al quilado a un hombre mayor, un ganadero de la finca vecina que lo utilizaba como almacén para paja y pienso de sus animales. Me pareció bien la idea, nosotros solo v enimos a esta casa en época de vacaciones y así de alguna manera aquello no quedaría d esaprovechado, además el vecino es muy buena persona y nunca está de más un vistazo a la casa cuando nosotros no estamos aquí. Después de pasarme la tarde caminando aquellas hermosas tierras decidí irme a casa p ara pegarme una ducha y cenar, estaba cansado y necesitaba dormir, ya estaba osc ureciendo y tenía ganas de descansar, había sido un día novedoso para mi. Mi madre estaba haciendo la cena mientras yo me duchaba, cuando me vestí observé que mi ropa ya estaba perfectamente doblada y plegada en sus correspondientes cajon es, incluso tenía una muda, con ropa interior incluida, preparada sobre la cama. Me vestí y bajé a la cocina, le di un beso a mi madre y estuvimos hablando sobre cos as sin importancia, después nos pusimos a cenar e hicimos la digestión viendo un poc o la tele en el salón, yo no tardé mucho en irme a la cama. Por la mañana me levanté nuevo, con una sensación de bienestar y de descanso como hacía tiempo que no había experimentado, me fui a la cocina y encontré una nota que me había escrito mi madre, se había marchado en coche al pueblo mas cercano para comprar, no sabía cuanto tardaría así que me preparé un desayuno con lo que encontré y me dediqué a c uriosear por la casa. Estuve mirando y husmeando por todas las habitaciones, hab itaciones llenas de recuerdos de la infancia que me hacían arrancar sonrisas al ac

ordarme de ellos, escondrijos secretos y sitios claves, sitios donde solía esconde r mis pequeños secretillos de niño, entré en el dormitorio de mi madre y estuve husmea ndo por allí, mi madre tenían ropa interior recién lavada y secada sobre una silla y m ovido por la curiosidad cogí aquellas prendas, me quedé alucinado al comprobar que m i madre gastaba una ropa interior muy bonita y muy sugerente, había braguitas de e sas que apenas tapan nada y algún que otro tanga, mi madre tiene un cuerpo muy bon ito y tiene unas caderas muy bien formadas pero me parecía que aquellas braguitas le irían demasiado ajustadas al cuerpo y por supuesto apenas le taparía nada, estuve calculando más o menos y sí mi madre se ponía aquellas braguitas su espléndido y redond o culo quedaría casi al descubierto, eso sin prestar atención al tanga, porque esta prenda dejaría a mi madre con el trasero al aire nada más ponérselo. También observé que m amá tenía unos libros sobre su mesita de noche, los estuve ojeando por encima y me l lamó la curiosidad uno en especial, era un libro erótico sin duda alguna y tenía frase s subrayadas a lápiz, me pareció de lo más normal que mi madre leyera literatura erótica , es una mujer muy joven y tiene todo el derecho a leer lo que le venga en gana. No me gustaba la idea de estar en su habitación mirando sus cosas así que cogí y me m arché y estuve paseando por los alrededores. De vuelta a casa me pasé por el pajar y pude apreciar lo bien que lo cuidaba el vecino, todas las alpacas de paja estab an perfectamente apiladas, describiendo pasillos altos y rectos, a modo de laber into. Estaba decidido a abandonar el pajar cuando escuché unos ruidillos entre la paja, me encaminé por el pasillo principal de paja hacía el final y torcí a la derecha, al f ondo había una camada de gatos, casi recién nacidos, me acerqué a ellos y los estuve c ontemplando durante unos segundos, al final me fui para casa. Después de comer, mamá y yo nos sentamos delante del televisor para ver las noticias , pero la morriña se apoderó de mi y me quedé dormido a los pocos minutos, cuando desp erté eran casi las seis de la tarde y estaba solo en el salón, mi madre no estaba y la verdad es que no tenía ni idea de donde podía estar, así que decidí salir a tomar un poco el fresco y fumarme un cigarrillo mientras me despejaba por el campo, tenía p ensado ir al pueblo más cercano aquella misma noche para tomarme alguna copa y peg arle un vistazo a los cambios de los últimos años, así pues mis pasos me llevaron casi sin pensarlo al pajar y me acordé de los gatitos, pensé incluso en darme media vuel ta y llevarles algo de leche, sobre todo para la madre, pero estaba demasiado ce rca del pajar y todavía no estaba seguro de que siguieran en el mismo sitio de est a mañana, así que tiré el cigarro y me metí en el pajar cautelosamente, haciendo el mínimo ruido posible. Iba andando con sumo cuidado, torciendo las esquinas de paja casi sin respirar, alerta al más mínimo indicio de algún sonido que pudiera guiarme a la camada de cachor ros allí escondidos, me detenía para concentrarme en los ruidos pero no lograba escu char nada fuera de sitio, al final me pareció escuchar algo, si, otra vez lo escuc hé, eran como pequeños gemidos, como suspiros entrecortados, sin dudarlo me encaminé h acía el origen de aquellos gemidos, muy cauteloso me fui aproximando pero tenía el c amino cortado por una gran alpaca de paja, tenía que rodear casi todo el pajar par a estar al otro lado, estuve mirando pero no había forma, los gemidos parecían cada vez más fuertes, incluso llegó un momento en que parecían muy fuertes, como algo muy r aro, no sabía que unos gatitos pudieran suspirar tan fuerte, pensé en aquellos momen tos. Así que miré al tejado y vi que unas vigas de madera atravesaban todo el pajar, me subí a una, a través de una escalera y caminé por lo alto del pajar hacía el otro la do, pero cual fue mi sorpresa cuando vi la causa de los ruidillos, nada más acerca rme no tuve más reacción que agacharme y esconderme en las sombras del tejado, entre telarañas y maderas medio podridas, me tumbé en la viga y miré hasta el final del esp ectáculo. Yo tumbado en una viga de madera y debajo de mi estaba mi madre, tumbada sobre l a paja, mientras leía un libro sujetado por una mano con la otra se acariciaba su precioso conejito mientras dos de sus dedos se perdían entre los labios de su rico coño, mamá se estaba masturbando, tenía las faldas subidas hasta la cintura, unas bra guitas blancas a la altura de los tobillos, con las piernas totalmente abiertas y regalándose una extraordinaria paja, mamá se movía al compás de su mano, sus tetas med io asomaban del vestido veraniego que llevaba puesto aquel día, gemía y gemía, con los ojos cerrados mientras sus dedos se manchaban de su rico fluido y algunos grito

s de placer le salían de su garganta. Mamá estaba preciosa en aquella pose, me entra ron ganas de dejarme caer de la viga y subirme sobre ella, y penetrarla, mi madr e es una mujer preciosa y tiene un cuerpazo de miedo, además su sexualidad es muy potente y seguro que cualquier hombre disfrutaría con ella como con ninguna. Mamá se doblaba mientras se masturbaba sobre la paja, sus piernas se movían de un lado pa ra otro, las levantaba y su mano se hundía en su entrepierna, su arregladito coño er a precioso, depilado por los lados describía un triángulo perfecto, pequeñito pero ape titoso, yo tenía la polla que me iba a reventar, presionada contra la viga. Mamá ent onces empezó a gritar cada vez más fuerte, yo estaba alucinado, no me lo podía creer, mamá se corría entre gritos de placer, pero gritos como nunca los había oído, se estaba corriendo como una loca, se retorcía y estiraba su cuerpo mientras unos espasmos s e apoderaban de todo su ser, que hermosa mujer, como estaba disfrutando, mi madr e se corrió gritando de una manera que resonó en todo el pajar, después dejó caer el lib ro y se quedó tumbada durante unos minutos, se levantó y se subió las bragas, se metió u no de sus enormes pechos dentro del sujetador y se bajó las falda, cogió el libro y se arregló un poco el pelo, después salió por la puerta del pajar como la mujer mas fa scinante del mundo, moviendo el culo como solo ella sabe moverlo, con su ligero vaivén en los pechos, unos pechos enormes pero preciosos, unas tetas de esas que u no nunca se cansa de mamar y chupar, de tocar y manosear, mi madre tiene un cuer pazo de miedo, es alta y no esta gorda para nada, tiene un peso ideal, sus curva s pronunciadas la hacen una mujer que cuando camina se enciende algo dentro de c ualquier hombre, tiene un culo fabuloso, grande pero redondo y bien formado, una s piernas esbeltas y finas, tiene el cabello moreno y largo, rizado en las punta s, sus ojos son azules y sus labios saben dibujar la sonrisa mas bonita de todas las que uno pueda imaginarse. No tuve mas remedio que masturbarme allí encima, so bre la viga y cuando me corrí dejé saltar toda mi leche hacía el pajar gritando de gus to y sin preocuparme de que alguien me viera, era mi primera paja a la salud de mi madre, en deseo a ella. Mientras salía del pajar pensé, tengo que volver a ver es to, es algo increíble, joder como esta mi madre, como me pone mi propia madre, men udo pedazo de mujer, me encendí un cigarrillo y me lo fumé antes de entrar en casa. Llegó la noche y mamá y yo cenamos como lo hacíamos cada noche, yo la miraba con otros ojos, con ojos de deseo, me quedaba observando cada uno de sus movimientos, com o movía el culo, como se le movían las tetas, sus labios, no dejaba de recordar la e scena en que mamá se estaba corriendo en el pajar y me la imaginaba de la misma ma nera pero mientras me la follaba, la cuestión es que pasó la noche y le dije que me iría al pueblo a dar una vuelta y así lo hice. Cogí el coche y mientras conducía hacía el pueblo mas cercano la figura de mi madre en el pajar se repetía una y otra vez en mi mente, no me lo quitaba de la cabeza, pensaba yo que mi madre aprovecharía todo s los momentos en que estuviese sola en casa para masturbarse y esta noche era l a más idónea para ello, pero que garantías tengo que pillarla otra vez sí ya se ha mastu rbado esta tarde?, no cesaba de calentarme la cabeza con esa idea y al final dec idí dar media vuelta y presentarme en casa sin que ella lo supiera, solo pensaba e n la manera de entrar en la gran casa vieja de mis abuelos sin que ella se diese cuenta de mi presencia, opté por aparcar el coche lejos de la casa y entrar a hur tadillas, y así lo hice. Aparqué bajo unos árboles y me encaminé a casa andando, al ser una casa de campo muy grande los vecinos están un poco retirados así que tampoco suf ría por sí alguien pudiera verme aparcar en aquel sitio y verme como caminaba hacía mi casa. Cuando llegué entré por la puerta de la cocina, una puerta de servicio en la parte t rasera y me quité los zapatos, entré descalzo y observé que en la planta baja no había n adie, subí las escaleras para ir a los dormitorios pensando que mi madre estaría dur miendo, subí con medias ganas de dar marcha atrás e irme por el mismo sitio que había entrado, pero al final subí, cuando no llevaba ni la mitad de las escaleras escuché voces de su dormitorio, mamá tenía un televisor pequeño en su habitación y supuse que es taría en la cama viendo la tele, así que me acerqué a su puerta y mi sorpresa fue cuan do vi que la puerta no estaba cerrada del todo, estaba entreabierta. Una tenue luz azulada salía del dormitorio, me acerqué un poco más y a la fina ranura de la puerta medio cerrada y pegué mi ojo a ella. Mi madre estaba tumbada en la ca ma, la almohada estaba doblada, así la cabeza estaría mas alta de lo normal, tenía el camisón a la altura de la cintura y las piernas dobladas por las rodillas, no llev

aba bragas porque sus muslos estaban totalmente desnudos, tenía una mano metida en la entrepierna, se estaba acariciando el coñito, en la otra mano tenía el mando a d istancia, joder!! pensé yo, otra vez se está masturbando, mi madre no para, menuda c alentura que lleva. Mi madre se lo tocaba lentamente, vi como su mano se metía mas adentro porque mamá levantó el culo un poco y observé como hacía una mueca con su cara, dejó escapar un profundo uufff!! Y siguió con una pierna un poco más levantada de lo normal mientras se tocaba algo, estaba concentrada en algo cuando lanzó por su boc a un largo ohhhhh!!!. Entonces mi madre levantó del todo su pierna izquierda y pro siguió con su entretenimiento, se estaba tocando algo muy profundo, su cara así lo d emostraba, poco a poco, de repente la imagen de la televisión cambió y los colores s e convirtieron en mas brillantes lo que la habitación se iluminó un poco más y entonce s pude ver que mi madre se estaba metiendo dos dedos por el culo, mi madre se es taba masturbando el culo poquito a poquito, moviéndose con delicadeza y describien do círculos con su trasero sobre la cama, levantaba el culo para acomodar la mano y se metía los dedos mientras lanzaba suspiros y se removía sobre las sabanas, de pr onto cambió de tercio y dio un giro sobre ella misma y se colocó boca abajo con su e spléndido culo empinado y en pompa, con su mano entre las piernas y dos dedos a me dio meter en su ano, empezó a meterlos y a sacarlos deprisa mientras gemía cada vez más fuerte, se oía el chasquido de sus flujos vaginales mientras movía la mano y se me tía los deditos en su delicioso culo, de pronto cerró las piernas alzando aún más el tra sero y dijo algo que me dejó helado, mi madre gritó - mi culo, nene, mi culooo..Edua rdo..mi culooo ¡!!- Mi madre había pronunciado mi nombre mientras se pajeaba el culo , acto seguido sacó la mano y se incorporó, se puso las bragas y apagó el televisor, s e quedó a oscuras y se puso a dormir. Yo bajé con el corazón en la boca, me latía mil por hora, el pecho retumbaba mi corazón y durante momentos creía que mi madre me escucharía los latidos, salí por la puerta po r la que había entrado y me puse los zapatos, salí corriendo hacía el coche y senté para coger aire, al cabo de un rato, con las ideas claras en mi cabeza me dispuse pa ra ir al pueblo, ya se me habían pasado los nervios y ahora sí que necesitaba una co pa. Pero por mucho que yo quisiera en aquellos momentos no podía quitármelos de la c abeza, mi madre se masturbaba, incluso por el culo, y encima gritaba mi nombre m ientras lo hacía, creo que necesito no una copa sino dos o tres. A la mañana siguiente me desperté tarde, fue mamá quien me despertó, entró en mi dormitori o y levantó las persianas, entre mimos y pequeños y cariñosos achuchones me decía,-¡venga cariño, que ya vamos a comer, son casi las 2!- ,yo me levanté de la cama pero solo p ude sentarme en ella tapándome la cintura con las sabanas, estaba totalmente empal mado y toda mi polla casi salía de mi slip, no quería que mi madre me viese de aquel la forma, aunque pensándolo mejor podía dejarme ver para ver su reacción, pero estaba demasiado dormido para ello, pero mi madre no es una mujer tonta y se dio cuenta del detalle y me dijo,-¡venga Eduardo, que está la mesa puesta ya, y no tengas mied o que no te voy a quitar ningún trozo de eso que te escondes.!!- mamá salió de mi dorm itorio riendo y me guiñó un ojo cerrando la puerta a sus espaldas, lo último que vi de ella fue su precioso culazo antes de cerrar la puerta y eso lo único que hizo fue incrementar la erección de mi polla. Pasó el día sin más preámbulos, la cosa iba tranquila y de mi cabeza sólo salían imágenes de i madre masturbándose, solo oía su voz mientras decía mi nombre a la vez que se metía ma no ella misma, pero claro está, es mi madre y yo no podía hacer nada al respecto, me sabía muy mal, no estaba bien desear a su propia madre y menos aún pensar la forma de seducirla o de sacarle provecho a la situación de que ella se masturbaba cada día y de mi deseo por ella, yo hacía visitas regulares al baño para masturbarme también, solo la idea me ponía cardiaco. Llegó la noche y después de cenar nos sentamos a ver la tele, mi madre llevaba una c amiseta de esas muy cortitas, sus tetas quedaban aprisionadas y se marcaban exag eradamente, un pequeño pantaloncillo corto se apretaba a sus muslos y a sus cadera s, su culo imponía respeto con solo verlo, tiene un culo soberbio, maravilloso, re dondo y firme, respingón y muy bien proporcionado, es una delicia de trasero, yo l levaba puesto unos pantalones cortos de deporte, eran unos pantalones de esos co n la tela de chándal pero cortados a la altura de las rodillas, mis calzoncillos e

ran unos boxers. Estábamos viendo la tele y yo no hacía nada mas que mirar a mi madr e de reojo, pensaba sí también aquella noche tendría sesión masturbatoria o no, pensaba en irme pronto a la cama para después salir a espiarla, pero me sabía mal, ¿y sí ese tal Eduardo no era yo y era un amigo suyo, o algún amante que mi madre tenía? También era posible, así que opté por pasar del tema, pero no podía, lo sentía del todo pero me era imposible, solo de ver las enormes tetas de mi madre con esos pezones marcados sobre la tela mi polla respondía con una enérgica erección y dado que yo llevaba prend as ligeras mi paquete se marcaba descaradamente, así que yo no hacía más que cambiarme de postura para no despertar sospechas de mi estado. -¿Estas bien, hijo?- me dijo mi madre, viendo que no dejaba de moverme, -¡no te preo cupes mamá, estoy muy bien, será la cena que me ha sentado un poco pesada!-, le dije yo sin saber ni tan siquiera que excusa inventarme ante la pregunta de mi madre ,-¡es que te noto un poco raro Eduardo, no será que tienes demasiada calor??!- yo me quedé un poco extrañado, ¿calor?, pero sí hacía la justa, no era una noche de esas agobia ntes de calor típico de verano, -¡no de verdad mamá, estate tranquila que estoy muy bi en, no tengo mucho calor, no, no se lo que será mamá.!- mamá se puso a reír y soltó de pro nto -¡estos jóvenes...hay gloriosa juventud!- -¿y a que viene eso mamá, que tiene que ve r la juventud con el calor y con que yo esté incómodo o raro como tu dices?- mientra s lanzaba esta pregunta lo pillé todo al vuelo, ya se por donde iban los tiros de mi madre. -¡no hijo mío, sí yo no digo nada, solo que los jóvenes tenéis subidas de calor inesperadas y es lo mas normal del mundo!- ¿subidas de calor??? le dije yo,-¿a que t e refieres con eso mamá?- ¡jolín Eduardo que tengo que explicártelo con pelos y señales o que??, pues me refiero a las subidas de calor de los jóvenes, a esas subidas que o s entran a los hombres de pronto!- y diciéndome eso señaló con los ojos a mi paquete. Yo me quedé mudo, no sabía que decir ante aquello, solo respondí con ponerme colorado y responderle medio nervioso y medio excitado -¡no que vaaa, mamá, no pasa nada!- ¡ya, ya, no pasa nada pero bien acalorado que estas, y tienes que estarlo mucho porq ue hijo mío, se te ve algo muy grande ahí debajo!- mamá volvió a señalar con sus ojos mi p aquete, en ese momento yo también me miré la entrepierna y quedé asombrado ante lo que veía, estaba marcando mi polla a cien por cien, no me había dado cuenta y mi polla se describía a la perfección debajo de mi ropa. Tengo que apuntar que tengo una poll a de considerable tamaño, cuando está en estado máximo de erección me mide cerca de los 24cm, y de un grosor a tener en cuenta, la tengo muy gorda, yo al mirarme el paq uete no sabía que decir en ese momento mi madre dijo entre bromas, -¡pues nada que c uando eras pequeño y yo te lavaba también se te ponía grandota pero veo Eduardo que ya eres todo un hombre y la cosa debe de haber cambiado muchísimo, no es así hijo??- y o no sabía que decirle a mi madre, me limité a responderle con -¡pues si mamá, la cosa p arece que ha cambiado un poco jejeje!- sonreí en voz alta ante mi respuesta, -¡no sí y a te digo yo, que la cosa no es pequeña, no Eduardo, no, la cosa parece ser muy gr ande, tendrás muy contentas a tus amiguitas no hijo?- cada vez que mi madre hablab a me dejaba mas alucinado con sus preguntas e insinuaciones, yo me armé de valor y decidí dar un paso mas y le respondí con total claridad de pensamiento - ¡pues si mamá, las tengo muy contentas, pero ya sabes que cada mujer es un mundo, sí quieres te la enseño y ves tu sí realmente es tan grande como parece ser!!- mamá se echó a reír de go lpe, -¡¿me estas diciendo que sí yo quiero verte la cosota esa tan grande, eso no es c osa mía Eduardo, la cuestión es que sí tu serias capaz de enseñarle eso a tu madre para escuchar mi opinión, esa es la cuestión, cariño!- mamá me dejó mas estupefacto que antes, entonces era mi decisión, sí yo veía bien el hecho de enseñarle la polla a mi madre para ver sí a ella le gustaba el tamaño o no, en cierto modo, no dejaba de tener razón, así que dije, llevándole la contraria a mi madre, -¡ la cuestión mamá, es sí tu quieres verla o no, no tiene nada de malo el que yo te enseñe algo, eres mi madre, que diferenci a hay entre cuando era pequeño o ahora?, yo creo que ninguna, así que la cuestión es sí tu quieres vérmela o no!- mamá me sonrió muy picarona y me dijo entonces.-¡ vaya, parece que te las sabes todas, así que la decisión es mía no?!- ¡si!- le dije yo. Mamá se alzó del sillón y sus tetas se balancearon moviéndose hacia los lados, sus pezon es estaban empezando a marcarse de una manera brutal, estaba excitada, se acomodó un poco mejor y me dijo -¡pues venga hijo, enséñame eso que escondes, vamos a ver sí la tienes tan grande como parece!- yo me quedé mudo, me quedé mirándola durante unos segu ndos y mi madre me despertó del lapsus -¡¿me la enseñas o no??!- -¡tranquila mamá, joder que me has pillado de sorpresa!- mamá se puso a reír mientras decía, -¡venga ya cobardica,

que soy tu madre!- y pensé para mi, por eso mismo, porque eres mi madre, por esa r azón la tengo tan gorda pero ahora me la vas a ver en todo su esplendor. Mamá no apa rtaba la vista de mi paquete y de mis manos, que ya empezaban a bajar el pantalón del chándal corto, al bajarme el pantalón, mi polla levantó el bóxer aún más y mamá dijo, -¡v , vaya con mi Eduardo!-, sus ojos no apartaba la mirada de mi paquete a punto de reventar y entonces agarré la goma de los bóxer y la levanté por encima de mi polla e mpalmada, mi madre aún no podía vérmela, la fui bajando poco a poco hasta dejar mi pol la totalmente al aire, que salió como un resorte a presión, salió totalmente dura y de scribiendo todas sus venas a lo largo y ancho de mi polla, mamá se quedó con los ojo s abiertos, se llevó una mano a la boca y dio un giro y se levantó del sillón, me dio la espalda y después se volvió con la mano aún en la boca y con los ojos clavados en m i polla,- ¡Eduardo, hijo mío que grande la tienes, es increíble mi vida, que cosota ma s grande tienes, pero que tamaño mas hermoso mi vida!- mi madre se dio cuenta de e sto último que dijo y se puso colorada, se acercó a mi y se sentó a mi lado, sin dejar de mirar mi polla de 24cm, que en aquellos momentos no se sí era mas grande, porq ue yo también me la veía realmente enorme, -¡ya ves mamá, que opinas?- -¿qué...que..que opin o??, pero hijo mío sí tienes una cosa enorme y muy bonita, las chicas estarán muy cont entas contigo, mi vida, pero que grande que es, hijo mío que grande la tienes!-, -¡p ero mamá tu crees que con esto yo puedo tener contentas a mi amigas? dime la verda d, como mujer!!- esta pregunta se la hice con mala intención, se la hice con mucha picardía, -¡hijo mío, tu con esto puedes hacer feliz a la mujer que se te antoje, con esta cosota puedes dejar satisfecha a quien se te antoje, por mucho que te pida una chica, con esto la puedes dejar totalmente llena, créeme hijo mío, esto que tie nes tu aquí es una maravilla para cualquier mujer, Eduardo!-, entonces jugué mi última carta para ver la respuesta de mi madre, -¡¿entonces mamá, a ti personalmente te gust a o no??- mi madre se quedó callada por unos segundos, pero después respondió -¡hijo mío, a mi me encanta que mi propio hijo pueda tener semejante pene, me encanta que mi hijo sea un dotado extraordinario, claro que me encanta, tu te crees que no me gusta saber que mi hijo tiene un pene tan hermoso, con esas venas tan gordas y c on esos testículos tan hermosotes, pero cariño, sí tienes un pene fabuloso, claro que me gusta mi vida!- ante la respuesta de mi madre quedé satisfecho pero insistí un po co más- ¡pero mamá me refiero a que sí te gusta el tamaño de mi po..digo mi pene, el tamaño de mi glande, sí lo ves atractivo o no?!!- mi madre me miró a los ojos y me sonrió, -¡ i bas a decir polla..ehhh???, cariño que no te dé corte decir las cosas con naturalida d hijo mío, tienes una polla preciosa, es mas que atractiva, es el sueño de toda muj er y yo como mujer te responderé con sinceridad, vale??- ¡vale, mamá, respóndeme con sin ceridad!-, -¡mira hijo, como mujer te diré que nunca en la vida he visto nada igual a esto y que me parece maravilloso que mi hijo este bien dotado pero como mujer te diré que ...! mi madre se calló en esos momentos y se levantó del sillón, se fue a la cocina y trajo un vaso de agua en la mano, le metió un trago y se lo bebió entero y me dijo, -¡solo con ver lo que acabo de hacer ya deberías saber que opino yo como m ujer de tu polla!!- ¡pues no lo se mamá, no lo pillo!, -¡hijo mío, he tenido que irme a por un vaso de agua porque tengo la boca seca, me he quedado sin habla, saca tu mismo las conclusiones!- ¡pero mamá, eso no es así, no me respondes!- mi madre arrugó el entrecejo y me dijo muy seria,-¡que esperas que te diga, que me encanta tu polla y que como mujer me encantaría tenerla para mi??, es eso lo que esperas oír?, que me encantaría tenerla para mi solita?, pues lo siento hijo mío, pero soy tu madre y es o no puedes sacármelo, no me vas a oír decir eso ¡!- se quedó callada y yo tan solo pude responder con un tímido-¡vale, vale, mamá no te enfades!- ¡hijo, sí no estoy enfadada con tigo, solo es que eres mi hijo y no puedo decirte según que cosas, aunque quieras escucharlas, además tengo sueño y me voy a la cama, buenas noches cielo!- se acercó a mi y me dio un beso de buenas noches, mi polla seguía tiesa y al aire, mi madre me dejó ver su gran escote aprisionando las enormes tetazas mientras me daba el beso de buenas noches,-¡buenas noches Eduardo, y esconde eso que ya te la he visto, gr anuja!!- mi madre se retiró y mientras se iba se subió la goma del pantaloncillo cor to, ajustando aún mas la prenda a su culo, se quedó marcado todo el trasero en su ma s vivo esplendor, sus glúteos aumentaron mi lujuria y mi polla se endureció aún mas, j oder con mi madre, pensé. Me guardé la polla, y tras ver la tele unos minutos mas, decidí irme a la cama, segu ro que mi madre se estaría masturbando como una loca, pero esa noche ya había tenido

bastante, pensé, pasé por al lado de la puerta de su dormitorio, totalmente cerrada , y no escuché ruidos, así que me fui a mi dormitorio, estuve leyendo durante un rat o en la cama, cuando al final apagué la luz y empecé a quedarme dormido, escuché los m uelles de la cama de mi madre, agudicé mi oído y escuché unos gemidos apagados, como a hogados, sin duda alguna mi madre se estaba masturbando en su cama, me levanté y p egué la oreja a la pared, aunque nuestras habitaciones no están unidas, pero algo más se oiría, pensé yo, escuchaba a mi madre gemir de gozo mientras yo me hacía una paja d entro de mi habitación, pensé en salir al pasillo y ponerme tras la puerta de su hab itación pero al final lo dejé pasar, ya tendría mas ocasiones de hacerlo, me corrí como nunca, mientras mamá lanzaba un gemido ahogado y decía mi nombre entrecortadamente. Esa noche me di por satisfecho. Me metí en la cama y me dormí placidamente. A la mañana siguiente me desperté un poco antes de lo habitual, estuve haciendo cosa s sin importancia por casa, mas que otra cosa para mantenerme ocupado y no pensa r en lo que pasó la noche anterior, estaba desayunando cuando mamá entró en la cocina, iba en bragas y llevaba puesta la misma camiseta de anoche, esa tan ajustada qu e marcaba tetas exageradamente, me quedé mirándola y mis ojos se fueron directamente a sus bragas, a sus piernas y a su culo, mamá se reía y me dijo -¡¿qué pasa, no has visto nunca a una mujer en bragas o que ¡!- yo le respondí medio tartamudeando, -¡si claro que si, pero es que nunca te había visto en bragas mamá, y menos aún como esas que lle vas puestas, estas muy bonita mamá!- mi madre se echó a reír y dijo, -¡menos mal, por fi n ha llegado el día en que mi hijo piropea a su madre, has visto?, como anoche yo te dije que estabas muy bien dotado, pues yo hoy me he levantado para que me dig as lo mismo a mi, es que hijo mío, las mujeres somos así, jejeje.!- me gustó la reacción de mi madre, y más aún lo que veía, las braguitas de mi madre apenas le cubrían nada, e ran de esas casi transparentes, muy finitas y de un color blanco sedoso, las tenía bien metidas entre sus piernas, porque se le marcaba toda la raja del coño, se no taba que se las había metido bien en la cintura, porque como ya digo, en la parte de su coño, que por cierto se le transparentaba todo el vello negro pero de una ma nera muy fuerte, y en la parte del culo, las tenía tirantes y ajustadas a mas no p oder, estaba decidida a provocarme la muy calentorra. -¡Y bien que dices Eduardo, te parezco bonita y atractiva, te parece que estoy buena, dime tu opinión como hom bre, ya se que como hijo me vas a decir que soy guapísima, pero quiero que me lo d igas como hombre, tengo 41 años y quiero saber sí estoy buena para un hombre de 24 c omo tu!-, yo no sabía que responderle a mi madre, pensé en hacerle la misma jugarret a que me hizo ella anoche y responderle con las mismas evasivas pero lo pensé mejo r y le respondía con una total caradura -¡quieres que te diga la verdad mamá??, quiere s que no actúe como tu anoche y te diga que pienso yo como hombre o me ando con ro deos??- mi madre se quedó parada ante mi con una taza de café con leche en la mano, se quedó mirándome y dijo -¡no lo sé Eduardo, tengo miedo de que me digas algo que no me guste!-, mi madre se agachó y abrió uno de los cajones de los armarios de la cocina , de esos que se encuentran en la parte de la misma, al agacharse me ofreció la pa norámica de su culazo en pompa apretado con unas finísimas braguitas que no le tapab an ni una tercera parte de sus nalgas, mi polla se endureció como la noche anterio r y se me ocurrió lo que contestarle, -¡pues entonces mamá no preguntes, sí no quieres e scuchar la opinión de tu hijo no la preguntes, vale?- fingí estar molestado por lo q ue mi madre me había dicho pero era parte de mi plan. Nos pusimos a desayunar tran quilamente sin mirarnos a los ojos, ambos estábamos deseando sacar el tema a flote otra vez, al final fue mi madre la que ya no pudo aguantar más, -¡venga Eduardo, di me la verdad, no aguanto esto, dime lo que piensas de mi al verme así, me guste o no, quiero escucharlo!- ¿de verdad quieres escucharlo o me limito a irme por las r amas??- mi madre se puso seria y me dijo,-¡sí lo sé me callo anoche, venga dímelo, en se rio hijo, no me molestaré sí me dices que no te gusto como mujer, es normal, eres un chico joven!-, mi polla estaba a punto de reventar, la situación en mi entrepiern a era insostenible, al final mientras intentaba taparme el bulto le dije, -¡mamá te voy a decir la verdad, me pareces una mujer fantástica, estas buenísima y tienes un cuerpo soberbio, tienes unos pechos y un trasero que volverían loco a cualquier ho mbre, eres una preciosidad y un cuerpo que invita al pecado, es más mamá, te diré una cosa, lo que anoche vistes lo hiciste tu misma!!- mi madre se quedó parada y se ru borizó toda entera, se puso colorada, -¡Eduardo que me dices, que me estas diciendo

hijo mío!!- mi madre tragaba saliva mientras hablaba, -¡si mamá, se me puso así de grand e al ver como tienes las tetas, las tienes tan hermosas, tan apetecibles, son un a locura y tu trasero es una maravilla mamá, esa es la verdad!- mi madre estaba pa ralizada, -¡entonces Eduardo, se te puso así de gorda solo con verme las tetas y el culo??, cariño mío, pues entonces como la tienes ahora, mi cielo??- mamá decía esto como asustada, como avergonzada de ello, entonces sin más miramientos me levanté de la s illa y mi paquete quedó a los ojos de mi madre, -¡Eduardo hijo mío, como estas cariño, n o puede ser verdad que yo te ponga así de grande, pero mi niño, esto es una locura!! - ¡de verdad que quieres vérmela mamá, ya sabes como la tengo, la quieres ver de verda d, quieres ver como la tengo??- mi madre estaba colorada y nerviosa, observé como se mordió el labio inferior, allí sentada en el taburete de la cocina, con sus enorm es tetas pegadas a su camiseta y las piernas desnudas, las braguitas apenas tapánd ole nada de su fabulosa anatomía, estaba callada, yo estaba callado y de pie frent e a ella, con tan solo el bóxer y el pantalón del chándal que llevaba anoche como únicas prendas de vestir, con un bulto enorme en la entrepierna, entonces cogí y me quité el pantalón del chándal, el bóxer quedó totalmente dirigido a mi madre, la erección que es condía formaba una especie de saliente puntiagudo que apuntaba a mi madre, como sí d e una lanza se tratara, yo estaba ardiendo por dentro, mi calentura me desbordab a, entonces mamá dijo,-¡hijo mío enséñamela, solo una vez y se acabó, mi vida!-, mi calzonci llo tipo bóxer tiene una especie de bragueta con un botón que ya no existe, así que pa ra ahorrar tiempo no me quité el bóxer, tan solo tuve que apuntar mi polla hacía dicho corte textil y mi polla salió velozmente, como cortando el aire, mis 24cm de poll a dura y tiesa se levantaron ante mi madre, mis venas estaban aún mas hinchadas qu e la noche anterior, mi capullo estaba brillante y mezclaba un color rosado agra natado, me coloqué las manos en la base de mi polla y estiré hacía mi cuerpo, así salió to da la longitud de mi polla bien derecha y tiesa, parecía mas grande incluso que la noche anterior, mi madre pegó un grito, -¡Eduardo!!!!-, se llevó las manos a la boca, -¡hijo mío que barbaridad de pene que tienes, es una maravilla, lo tienes mas grand e que anoche, esto no puede ser verdad, dime que estoy soñando mi cielo, pero como tienes algo tan grandote ahí, es un pene precioso, Eduardo de mi vida!!- mamá no de jaba de lanzarle piropos a mi polla, yo me acerqué mas a ella y le dije, -¡mamá, sí la q uieres tocar, lo puedes hacer!- mi madre me miró como incrédula ante lo que había acab ado de oír, pero después cambió el semblante de su bonita cara y miró la polla otra vez, estiró una mano como temblorosa,-¡hijo mío esto es un pene como debe de ser!- mi madr e me acarició la polla con los dedos y después cerró su mano abarcando todo el tronco de mi nabo, -¡Eduardo, hijo mío, esta ardiendo, la tienes muy caliente mi vida, esto es un pene como debe de ser, eres un hombre como debe de ser, mi vida, que orgu llosa estoy de ti, cielo, la tienes muy dura y estas venas están para explotar, ni niño, te duele cielo mío??- me dijo mi madre mientras me apretaba la polla con su m ano, sin querer su mano se deslizó sobre mi polla y fue a parar a mi capullo, que lo encerró entre sus dedos, -¡que maravilla hijo mío, por Dios, que cosa tan hermosa t ienes!-¿¿ te gusta mamá??- le dije yo mientras veía a mi madre como disfrutaba tocándome l a polla, me la estaba tocando entera, todo el tronco, el glande, se detenía en el capullo y lo aprisionaba con los dedos, me pasaban los dedos por la base de mi p olla, era como una inspección a que mi polla era de verdad, al final volvió a donde empezó, me la agarró por la parte superior, muy cerquita del glande y comenzó a meneárme la poco a poco, -¡mi niño, que cosota tan hermosa y tan grande que tiene, es una pol la preciosa, Eduardo mío, hijo de mi corazón!!-, mi madre como por instinto empezó a m asturbarme cada vez más deprisa, su respiración se entrecortaba, su pulso se iba ace lerando y me decía como hipnotizada ante mi polla, -¡hijo mío, hijo mío, que cosa tienes , es muy grande Eduardo, muy grande mi cielo!- yo ya estaba completamente alucin ado ante lo que veía, mi madre me estaba haciendo una paja en la cocina, como en e l que no quiere la cosa, me estaba empezando a entrar ese gustazo, el gustazo es e que anuncia un orgasmo, no tuve mas remedio que comenzar a respirar mas fuerte , entonces le dije,-¡mamá....que bien lo haces!-, entonces mi madre despertó de la hip nosis de mi polla y se dio cuenta de lo que me estaba haciendo, se dio cuenta de que me estaba haciendo una paja gloriosa, mi madre rápidamente soltó mi polla y me dijo, -¡hijo mío...no sabía lo que hacía, Eduardo hijo, te la estaba tocando y sin quere r he comenzado a masturbarte, mi niño!!- mamá parecía como confundida ante la situación, yo tenía mi polla ardiendo y a escasos centímetros de su cara,-¡mamá lo siento, pero es

que me estaba empezando a gustar como me estabas tocando y sí hubieras seguido un poco mas, me habría corrido en tus manos!- mi madre se quedó mirándome a la cara y me dijo,- ¿de verdad Eduardo que sí yo hubiese seguido tocándote te habrías corrido en mis manos??-, mi madre se quedó parada al oírse decir aquello, nunca la había escuchado d ecir la palabra corrida o corrido o correrse, como tampoco polla ni coño, ni cosas por el estilo, -¡mamá, pues claro que si, si hubieras seguido un poco mas, seguro q ue te mancho toda entera!!- mientras le decía esto mi madre se levantaba del tabur ete y se reía, -¡vaya con mi Eduardo, que casi se corre en las manos de su madre, pe ro cariño, tanto te excito??- mamá me dijo esto riéndose y subiéndose aún mas las braguita s, ahora marcaba su coño a la perfección, su rajita se mostraba tal y como era, la t ela de las bragas se calcaba a su piel y sus labios vaginales sobresalían de la te la de las braguitas, me quedé mirando a su entrepierna y mi madre se echó a reír, -¡vaya hijo, no hace falta que me contestes, ya se que te excito mucho, veo que tengo todo a un hombre de verdad en casa!!- mi madre se dio la vuelta y me enseñó como el que no quiere la cosa todo su culazo apretado en las finísimas braguitas, los glúteo s los tenía casi al aire por enteros, -¡!anda hijo mío guárdate esa cosota tan bonita qu e al final voy hacer que te corras de verdad y todo!- ¡!entonces ahora si que me p odrás responder lo de anoche, yo ya te he dicho lo que pienso como hombre!!- mi ma dre se giró y me dijo sonriendo, -¡cariño como madre te diré que estoy muy contenta de q ue tengas eso tan grande ahí, y como mujer te diré que aunque sea tu madre, no soy d e piedra, y ahora voy a pegarme una ducha fría que tengo que ir al pueblo a compra r!!-

La mañana la pasé sin mucha cosa que hacer, así que decidí subir al dormitorio de mi mad re para ojear ese libro que estaba leyendo el otro día mientras se masturbaba en e l pajar, aproveché la ausencia de mi madre para pegar un vistazo en las cosas de m i madre, me excitaba poder ver de nuevo su ropa interior, esa ropa tan sexy y ta n provocativa que usaba últimamente. Entré en su dormitorio y todo estaba súper ordena do, abrí unos cajones de su cómoda y vi que allí tenía sus braguitas y sus sujetadores, todo olía a limpio, abrí las prendas y las estuve tocando, -¡mi madre con estas bragas ...joder ¡- pensé mientras encontré en un cajón de su mesita de noche los libros, busqué e l libro erótico y al final lo encontré, estaba colocado el último de todos y tenía esos párrafos subrayados, los estuve leyendo y eran escenas eróticas, en una de ellas un chico joven se frotaba con el culo de una mujer de mayor de edad, lo describía muy bien, y señalaba incluso la calentura que recibía la mujer, al final el chico y la señora acababan follando con todo lujo de detalles dentro del coche del joven, -¡ent onces mi madre se calienta pensando que un chico joven se frota con ella y al fi nal acaban follando, joder que calentorra que es mi madre..!- pensé mientras me reía de mi situación y también de la de mi madre. Llegó la hora de comer y nos sentamos uno en frente del otro, mamá llevaba puesta un a blusa de tirantes, también ajustada al cuerpo, ahora además de marcar tetas ofrecía a mi vista una panorámica espléndida de su fabuloso escote, un escote grande y sucul ento, con algunas pecas al nacimiento de sus dos hermosas tetas, producto del so l veraniego, apenas dijimos nada de lo ocurrido esa misma mañana, pero al final ma má me ofreció sus disculpas por su comportamiento,-¡Eduardo hijo, siento mucho lo de e sta mañana, de verdad, no se ni como ha pasado eso, mientras te tocaba el pene per dí la cabeza y...comencé a masturbarte sin saber lo que hacía..!-, -¡no te preocupes mamá, a mi me encantó que lo hicieras, supongo que debió ser una reacción de instinto, a mi también me hubiese pasado lo mismo en tu lugar, no te preocupes y no le des más vue ltas al tema, que yo ya he olvidado todo y no ha pasado nada de nada, mamá!- mi ma dre me agradeció de nuevo mi comentario y dijo riéndose entre dientes, -¡pero Eduardo, de verdad que lo has olvidado todo, no me fío de ti hijo, jejejeje!!- yo le respo ndí también entre risas y le comenté, -¡nunca has visto un pene como el mío mamá??-, -¡no hij mío, no, nunca en la vida he visto nada igual y eso que penes al natural solo he visto el de tu padre, recuerda que yo me quedé embarazada de ti, cuando tenía solo 1 7 años, y el único hombre desnudo que he visto en mi vida ha sido a tu padre, tu pad re era aficionado a las películas porno y en ellas salían penes grandes, mas grandes que el de tu padre, como el tuyo, nunca!- vaya, vaya con mi madre, pensé yo, ento nces no tiene amante ninguno, la única polla que había visto antes de la mía era la de papá, entonces el supuesto Eduardo que llamaba mientras se corría...era yo, o mi ma

dre mentía, claro está. Acabamos de comer, como sí todo estuviera arreglado y nos sentamos en el sofá para v er el telediario, yo me quedé medio dormido, pero de esas veces en uno abre los oj os cada cinco o seis minutos, entonces observé que mi madre me miraba mucho y en u no de esos momentos en que cerré los ojos por un espacio de tiempo un poco más largo , mamá se levantó y se marchó, yo la escuché salir por la puerta de la cocina y me quedé m irando la tele medio adormilado, me levanté y miré por la ventana de la cocina a ver sí veía a mi madre o no, y ni rastro de ella, así que imaginé perfectamente donde estab a, estaba en el pajar, seguro que si, me apuesto lo que sea a que aprovecha a qu e yo estoy dormido para hacerse una paja en el pajar, allí solita y sin miedo a qu e se le oiga ni se le vea. Salí disparado hacía el pajar, pero siempre con la precau ción de no ser visto, entré por la puerta pequeña de uno de los laterales, no tenía gana s de subirme a la viga como el otro día, entré despacio y caminaba de puntillas, con mi respiración casi ahogada y muy controlada, no quería hacer ningún ruido, me asomé po r varias calles de paja, pero no escuchaba nada, torcí a izquierda y después a derec ha, cuando vi un leve movimiento entre dos alpacas colocadas una sobre la otra, me asomé por un hueco de ellas y vi que mi madre estaba al otro lado, la tenía a 3 m etros de mi, estaba escondida en una callejuela de alpacas de paja que solo deja ba espacio entre las paredes para una persona, pues allí estaba mi madre, totalmen te de pie y apoyada sobre su espalda y esta sobre la pared de paja, con la cabez a inclinada hacía atrás y con las piernas muy separadas, se tocaba el coño por encima de sus bragas, la falda la tenía remangada hasta la cintura, mamá describía unos movim ientos circulares con su trasero mientras su cara mostraba muecas de placer, sus ojos estaban cerrados y su boca la abría para lanzar un gemido tras otro, arrugab a el entrecejo y se metía mas la mano en las braguitas, podía incluso escuchar el ch asquido de sus dedos entre sus labios vaginales repletos de líquido vaginal, mamá pa recía como poseída, la tenía muy cerquita de mi, nunca la había visto tan cerca como aho ra, y sobre todo con la total seguridad de que ella no podía verme, mi madre estab a llegando al final y sus gemidos se convirtieron en gritos que resonaban por to do el pajar, yo me estaba masturbando también a una velocidad inusual, mi madre em pezó entonces a frotarse el clítoris muy deprisa mientras se encogía sobre su vientre y gritaba un largó AAAAHHHHHHHHHH entrecortado, entonces le entraron unos espasmos grandiosos y dejó escapar entre sus labios la palabra -¡! OHHHHHHHHHHH HI..HIJO.JOO OOOO..OHHHHH ¡!!- aquello hizo que me corriera expulsando un manantial de leche qu e me hizo tragarme un grito que hubiese rivalizado con el que lanzó mi madre mient ras se estaba corriendo, se estaba pajeando pensando en mi, mi madre se masturba ba pensando en su propio hijo, tal y como había sospechado, mi madre se sentó en el pajar y vi como se olía la mano que había estado trabajando su precioso coño, yo pring ué un montón de paja con mi semen, me retiré del pajar cuidadosamente e intenté salir co rriendo para ponerme tal y como estaba antes de que mi madre se metiera en el pa jar, pero mientras salía oí que mi madre también salía del pajar por la puerta principal , -¡mierda pensé....me va a pillar!!- entonces viendo lo evidente me encendí un cigarr illo y comencé a pasearme por los alrededores del pajar, como el que no quiere la cosa, mi sorpresa fue que vi a mi madre entrar en casa pero ella no me vio a mi, y también que a lo lejos yo ya vislumbraba la excusa perfecta para mi madre, para explicarle que demonios hacía yo fuera de la casa con el calor que hacía. A lo lejo s vi el perro del vecino, un enorme gran danés de color oscuro, un gigante perraco que no sé que cojones hacía en las tierras de mi madre, así que lo llamé y el perro se acercó a mi, era un animal muy manso, estuve acariciándolo un rato cuando mi madre s alió a la puerta y me llamó, -¡Eduardo, ten cuidado con el perro, que tiene muy malas pulgas ese bicho!!- ¡!tranquila mamá, por eso he salido, porque lo he visto por aquí y no me fiaba de él, pero no hace nada, es muy manso!!-. El perro me había salvado la situación, estuve jugando un poco con el, siempre con el respeto que hace sentir un animal tan grande, la verdad es que no me fiaba del chucho ese ni lo mas mínimo . Al rato el animal levantó las orejas y se quedó fijamente mirando el horizonte, en tre unos árboles asomaba un pastor alemán, este sí que lo conocía, era una perra que mer odeaba muy frecuentemente por allí, ambos perros se miraron y entonces el gran danés salió al trote en busca de la hembra, poco a poco vi como se alejaba de mi y como se iba acercando a la perra, se estuvieron olisqueando los genitales y entonces el gran danés intentó montarla, pero la perra no se dejó y allí se quedaron corriendo u

no detrás del otro, yo me metí para casa e intenté pegarme una siestecilla, mi madre m ientras lavaba los platos, se le veía contenta, no me extraña, después del pajote que se ha pegado, quién no se encuentra a gusto , no?. Aquella misma tarde recibí una llamada de una amiga que hacía muchos años que no había v isto, me había llamado al enterarse de que yo estaba por allí, así que quedamos para c enar y tomar alguna copa. Me arreglé un poco y le di un beso a mamá, le dije que no vendría a cenar, mamá se echó a reír y me dijo, -¡ Carol es una chica estupenda cada año me preguntaba por ti en cuanto me veía, que te lo pases bien cariño, aunque conociéndote ahora seguro que ella se lo va a pasar mejor, jejej!!- ¡!mamá, no seas así, sabes que nunca me ha gustado Carol como chica para salir, es una amiga y ya esta, te pued o asegurar que no pasará nada, además seguro que tiene hasta novio o estará casada ya o yo que sé ¡!- mi madre no dejaba de reír,-¡! Ya, ya...tu di lo que quieras pero como s e entere de lo que tienes ahí abajo, tu no te escapas de Carol ¡!- , nos dimos un be so y me marché en coche al pueblo mas cercano. Ni que decir tiene que Carol seguía tan fea como siempre y además tenía un novio que p arecía un ogro, estuvimos los tres cenando y recordando viejos tiempos, después de u nas copas en un pub de moda nos despedimos y cogí el coche de mi madre y me volví a casa, eran las 2 de la madrugada pasadas y cuando llegué mi madre estaba totalment e dormida, así que yo hice igual, me acosté y me quedé frito en pocos minutos. La mañana transcurrió muy normalita, mamá se paseaba en bragas por casa, llevaba unas braguitas rosadas totalmente ceñidas a sus carnes, su coño se pegaba a la tela como sí fuese parte del mismo cuerpo, vista de frente a mi madre se le notaban los labi os vaginales pegados en las bragas y la tela metida dentro de su rajita, me ponía cachondo perdido y ella lo sabía, sobre el tema no dijimos nada, solo que cruzamos algunas sonrisas picaronas y algún gesto de aprobación sobre todo cuando mi madre s e cogía las gomas de la cintura de las braguitas y se las subía haciendo que aquello se metiera mas adentro de ella, ese día me tuve que hacer dos monumentales pajas impresionantes, y lo mejor de todo es que me las hice en el pajar, y una de esas veces mi madre me vio dirigirme al mismo, con lo que le di a entender a mamá que mis visitas al pajar tenían las mismas intenciones que las suyas, masturbarme hast a correrme de gusto. Serían las 5 de la tarde más o menos cuando salí a pasear por el campo, me pasé por el p ajar, mi madre no estaba en casa, así que pensé que tal vez estaría dándose gusto al cue rpo, pero me equivoqué ya que nada más acercarme vi a mi madre que doblaba la esquin a del pajar a un paso ligero, -¡que pasa mamá, porque corres??- ¡nada hijo, que he est a ahí el perro del vecino con la perra esa que anda por aquí y han empezado a gruñirse uno al otro y me ha dado miedo, no sean que se peleen y yo en medio me llevo un bocado!!- ¡!tranquila mamá, que esos perros no hacen nada, lo que pasa es que el ma cho está en celo y persigue a la hembra para montarla, pero no pasa nada, son muy mansos los dos, vamos a verlos!-¡!ni hablar, yo no me acerco a los perros ni de br oma!!- ¡!bueno mamá sí los perros te huelen que no les tienes miedo no te harán nada, ti enes que ir con seguridad y no te harán nada!!- en eso que me asomé tras la esquina y vi al gran danés intentando montar a la pastor alemán, el perro dejaba colgar una polla realmente enorme, debería medir por lo menos 35cm, era gorda y rosada, con a lgunas manchas negras, le dije a mi madre, -¡mira mamá, ven y mira esto!!- mi madre se asomó agarrándome del brazo y cuando vio el pollon del perro dijo,-¡que barbaridad Eduardo, pobre perra, con eso la va a reventar a la pobre, menuda tranc...menudo pene que tiene el animal!!- yo le miré y le sonreí, casi se le escapa la palabra tr anca y eso me gustaba de mi madre, no solía decir según que palabras pero a mi me da ba mucho morbo escucharla decir aquello., -¡!ven mamá sí no quieres que los veamos des de aquí, podemos entrar en el pajar y a través de la pared los podemos ver aún desde m as cerca!!- ¡!y yo para que quiero ver a dos perros montados??- ¡!venga mamá, ven aquí y los vemos un momento, ya verás como la hembra lo rechaza!!- mi madre sonrió y le co gí de la mano y me la llevé al interior del pajar, nos acercamos a la pared del mism o y a través de una abertura de las maderas con las que están construidas las parede s me asomé, tenía a los perros muy cerquita, a un par de metros, la abertura era un trozo roto de la misma madera, un espacio entre dos tablones del tamaño de mi mano mas o menos, lo que pasa es que solo podíamos mirar uno, no había sitio para los do s, así que tras asomarme yo le dije a mi madre que se asomara, mamá se asomó y en ese

momento el perro empezaba a montar a la perra, pero sin llegar a la penetración, m i madre me decía,-¡mira Eduardo, al final lo va a conseguir el bruto del perro, pobr e perrita, ufffff!!- yo me acerqué a la pared pero no veía nada, para ver tendría que apartar a mi madre del sitio de donde ella estaba, pero me daba cosa hacerlo, así que como yo soy un poco mas alto que ella, me puse justo detrás, al colocarme detrás de mi madre su cuerpo se quedó pegado al mío, yo alzaba la cabeza para ver sí podía ver algo pero mi madre me tapaba, entonces mi madre me dijo, -¡sí me bajo la cabeza los podrás ver, hijo!!- pero mi madre al agachar un poco la cabeza dobló su cuerpo y su culo se pegó a mi bragueta, nos quedamos los dos un momento quietos, yo miraba pe rros pero no veía nada, estaba concentrado en el culazo de mi madre que se pegaba a mi paquete, mamá no le dio importancia, es más se movió un poco y su culo se frotó un poquito contra mi, aquello hizo despertar mi polla y esta comenzó a crecer y a end urecerse rápidamente. El perro tenía su polla ya enderezada contra los cuartos traseros de la hembra y e staba comenzando a penetrarla, mi madre decía,-¡mira Eduardo la va a montar de verda d, lo está haciendo..!!- mientras yo me movía y me pegaba y frotaba al culo de mi ma dre para poder ver algo, los movimientos eran cada vez mas frecuentes e incluso noté que mi madre me seguía con el juego, ella también movía sus caderas para seguirme c on el frote. -¡Mira hijo, el macho ya se la está metiendo, madre mía que cosa tan enor me le va a meter a la pobre perrita!!- ¡!¿¿pobre perrita??, pero sí seguro que se lo va a pasar fenomenal, mamá!!- mi madre se puso a reír y dijo- ¡si, si es verdad hijo, si! !- mientras decía esto noté que su culo se levantaba un poco presionando contra mi, las nalgas de mi madre se pegaba a mi y yo hice un poco de fuerza contra ella, p egando mi polla dura contra su cuerpo, -¡mira Eduardo parece que a la perrita le e sta gustando eso, no se queja!!- yo me asomé por encima de la cabeza de mi madre y al hacerlo paseé toda mi polla por el trasero de mi madre, desde abajo hasta arri ba, lo hice con especial cuidado, para que me sintiera bien, mi madre me respond ió empinando más el culo y siguiendo mi movimiento con su cuerpo, nuestros frotes er an descarados, me quedé quieto entonces y pude apreciar que era mi madre la que se movía ahora, era ella la que movía su trasero contra mi, de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, apretándose contra mi y alzando las nalgas para abarcar toda mi polla con sus vaivenes, yo estaba que me salía de mis casillas,-¡!joder mamá, pare cen que los perros al final lo están haciendo de verdad, ehh???- mi madre se rió y m e afirmó con la cabeza mientras separaba un poco las piernas para no perder el equ ilibrio y empinar mas el culo hacía mi, ahora los movimientos de mi madre eran des carados, era ella la que se movía alrededor de mi paquete, yo comencé a frotarme sin ningún tipo de reparo contra mi madre, lo hacía descaradamente, la agarré de la cintu ra y comenzamos a movernos uno contra el otro, -¡madre mía Eduardo, el perro la va a dejar preñada de por lo menos 5 o 6 cachorrillos, que manera de montarla!!- ¡!si ma má, se lo están pasando en grande estos dos!!-. Con mis manos en la cintura de mamá me frotaba contra ella, poco a poco comencé a subirle la falda y mi madre no puso ni ngún tipo de resistencia, es mas, mientras lo hacía se separó un poco para que la fald a no tropezara entre nuestros cuerpos, le subí la falda hasta la cintura y se la p legué allí mismo, mi madre tenía el trasero tan levantado que la falda se quedó quieta e n su cintura, mi madre estaba doblada, empinando el culo como se lo había visto a ninguna mujer, sus bragas rosadas estaban pegadas a su cuerpo y sus dos preciosa s nalgas mostraban sus carnes casi por entero, comencé unas caricias por toda su p iel mientras le arremetía fuertes y descarados empujones contra el culazo de mamá,-¡Ed uardo hijo...!!- mi madre me dijo con la voz quebrada, imaginé que aquí se acababa t oda nuestra diversión y que mi madre se bajaría la falda y nos iríamos hacía casa,-¡ Eduar do hijo, estos perros parecen máquinas, no se cansan o que, mira como grita la per rita!!- yo al oír aquello me envalentoné un poco mas, oír aquellas palabras de mi madr e eran como sí me dijera que siguiera frotándome con ella, así que como el que no quie re la cosa me bajé los pantalones cortos de deporte y coloqué mi paquete contra mi m adre solo tapado por el slip, metí mis manos por dentro de las bragas y estuve toc ando el culo de mamá con las manos totalmente abiertas, me recreaba tocando y apre tando aquella carne tan deseada, mi madre seguía con sus movimientos de cadera y m e daba pequeños empujones, claras señales de que siguiera con aquello, mamá suspiraba y decía,-¡vaya con los perros!!- ¡!si mamá!!- me limitaba a decir yo, mi madre movió una d e sus manos hacía una de las mías y la agarró y me la apretó, yo estaba en aquellos inst

antes separando sus glúteos y cerrándolos, mi madre estaba muy cachonda, su mano aga rró la mía pero yo seguí con el movimiento de abrir y cerrar sus nalgas, entonces vi c laramente como mi madre separaba un poco las piernas y se ponía de puntillas pegan do su trasero a mi paquete más aún, se restregó sin esconderse de nada, levantó su culo y lo presionó contra mi, la invitación estaba servida, pensé. Mi madre soltó mi mano y yo entonces me fui bajando el slip como pude, ya que estába mos totalmente pegados, poco a poco fui liberando mi nabo tieso del calzoncillo hasta dejarlo fuera del todo, mi madre se puso tensa al sentir la caliente piel de mi polla contra sus nalgas, estaban las carnes desnudas y entonces comencé a fr otarme con total cara dura, agarré a mi madre de la cintura y comencé a frotarme rápid amente contra ella, mamá me seguía en los movimientos, no decíamos nada, solo comentábam os la follada de los perros pero ella me propinaba unos viajes de cadera muy fue rtes, incluso llegamos a separarnos unos centímetros para volver a pegarnos con vi olencia, es como sí estuviéramos follando, yo no podía aguantar más y le cogí las braguita s a mi madre y se las eché a un lado, agarré mi polla y la torcí hacía su coño, que estaba medio tapado por sus bragas, y la metí entre sus piernas, quería que sintiera mi po lla justo en la puerta de su coño, mientras tanto ambos seguíamos dándonos fuertes emp ujones e intensos frotes, los perros estaban pegados uno encima del otro y mamá di jo riendo.-¡mira hijo, los perros se han quedado pegados, pobrecilla la perra, aun que la verdad es que de pobrecilla nada, menuda suerte ha tenido!!- yo empecé a reír me con mamá de la situación de los animales cuando mi madre al sentir mi polla entre sus piernas, bien colocada entre sus nalgas, las cerró poco a poco, encerrándome la polla entre ellas, pero sin dejar de moverse contra mi, ahora tenia una panorámic a de su culo realmente extraordinaria, sus piernas cerradas y su culo en pompa, con unas braguitas echadas aun lado y tapándole solo medio glúteo, mientras mi polla estaba aprisionada entre ambas nalgas, calientes y húmedas, porque mi polla resba laba entre sus caldos, estaba tan mojada que estaba chorreando las piernas abajo . Me armé de valor y entonces le cogí las braguitas y se las eché a un lado todo lo posi ble, metí mi mano entre sus piernas y mamá las separó un poco para facilitarme la tare a, sabía que se la iba a meter, mi madre sabía que la iba a penetrar, no había vuelta atrás, su culo se empinó un poco mas para que yo pudiera retirar las bragas pegadas de su coño, cogí mi polla y la puse en la misma entrada del agujero que una vez me v io salir y ahora iba a entrar de nuevo. Entonces mi madre al sentir el capullo m ojado en la entrada de su vagina, abrió las piernas un poco más y retrocedió con su cu erpo hacía mi poco a poco, yo empujé con sumo cuidado y poco a poco mi polla se iba metiendo en el coño de mamá, nos separamos un poco para consumar la penetración con cu idado y delicadeza, mamá iba retrocediendo centímetro a centímetro, muy despacito y yo desde atrás iba empujando con un cuidado fuera de lo normal, mi capullo se estaba abriendo paso entre los labios vaginales de mamá, mi capullo ya estaba casi dentr o, mamá lanzó un gemido muy hondo y siguió retrocediendo contra mi, yo me agarré con fue rza a sus nalgas y se las separé para poder ver como se la metía a mi madre, eché la c abeza a un lado y contemplé la magnífica penetración entre una madre y su hijo,- ¡!!OOOO OOOOOHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!. gimió mamá, mientras iba entrando dentro de ella, poco a poco mi polla resbalaba en el conejo de mi madre, iba entrando toda entera, yo l ancé un suspiro y abrí mas las nalgas para abrirle más el coño a mamá, -¡!!OOHHHHHHH....así, sí, Eduardo, hijo mio, poquito a poquito que es muy grande...OOOHHHHHHHHHHHHHHH!!! !- era lo primero que mi madre me decía, que le entrase poco a poco, solo habíamos h ablado de los perros, que ya ni estaban allí, no nos habíamos dicho ni una palabra d e nuestros roces y frotes, ni de los empujones de nuestros cuerpos, era lo prime ro que me decía mi madre, que se la metiera poco a poco, y así lo hice, mamá levantó un poco la pierna izquierda y yo le abrí las nalgas lo máximo que pude, que hermosa vis ión, que hermoso coño y que hermoso ano, rodeado con un vello negro muy finito y sua ve, como un remolino alrededor de su culito, pero centré mi atención en mi polla que poco a poco iba desapareciendo dentro del coño de mi madre. Mi madre tenía el coño ap retadísimo, supongo que de tanto tiempo sin follar, iba entrando y notaba como se abría para mi, mi madre tiene un coño ideal, estrechito y acogedor, se iba amoldando a mi polla según entraba, mamá tenía la cabeza de lado y le podía ver la cara, sus ojos cerrados y la boca abierta, mientras gemía y me pedía sollozando con una cara de pl acer indescriptible,-¡Eduardo hijo mío, está dentro de mí, hijo, OHHHHHHHHHHHH..esto es

lo mas grande...que polla tienes cariñooooooo....me estas follando hijo mío, me la e stas metiendo toda enterita...mi vida!!!!- Yo continuaba penetrando hasta que ya no me quedó polla por meter, mi madre tenía dentro mis 24cm de polla, estábamos quiet os, sin movernos, yo dentro de ella, mas no lo podía estar, estaba agarrado a su c intura y mamá estaba como estirada en píe con la pierna izquierda ligeramente levant ada, de puntillas y con su culo en pompa hacía mi, -¡!mamá, estoy dentro de ti, tienes todo eso tan grande dentro de ti!!- le dije mientras le daba unos besos en las mejillas,-¡!hijo mío, estoy empalada a ti, hacía tiempo que nadie entraba por donde ha s entrado tu ahora, y me estoy acomodando a esta maravilla de hijo que tengo,¿me v as a follar verdad Eduardo??!!!- me dijo mamá, me quedé alucinado porque nunca la ha bía oído decir la palabra follar, mi madre también se percató de eso, mientras apretaba sus nalgas y se las separaba del todo abriéndole las carnes y metiendo lo últimos mi límetros de mi polla dentro de ella, le dije-¡!claro que te voy a follar mamá, siempre que quieras te voy a follar,!!!- mi madre con la voz totalmente quebrada, me di jo, -¡!Eduardo, hijo, fóllame, fóllame, fóllate a tu madre como siempre has querido foll artela, demuéstrale a tu madre lo mucho que la quieres!!!- -¡!si mamá, te voy a follar como nunca te ha follado nadie, quiero hacerte feliz, muy feliz mamá, y te voy a follar cada vez que me lo pidas!!- diciéndole esto a mi madre, comencé a retirar mi polla de su coño poquito a poquito, para después volverla a meter, mi madre suspirab a y gemía con los ojos cerrados, yo apenas le podía ver la cara ahora, ya que había ag achado al cabeza, yo empecé a entrar y a salir poco a poco de su coño, mamá empezó también acompañar mis movimientos con sus caderas, me pegaba culazos y su nalgas rebotaba n con furia, yo aceleré la marcha y cada vez iba mas deprisa, mi polla entraba y p erforaba la gruta amatoria de mi madre, estábamos follando cada vez mas deprisa, m amá comenzó entonces a gritar de placer,-¡!! AHHHHHHHHHHAAAAHHH AHHHHA HHHHHAAAAA, EDU ARDO,,OGHHHHHHH..HIJO MÍOOOOOOOOOO..OGGHHHHH AGGHHHHHHH SIIIIII.....ASI...ASI,,,CI ELO DE MI VIDAAAAAA...OGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!- mamá perdió el control sobre sí mism a y se movía como una loca, dando bandazos con sus caderas sobre mi polla mientras yo entraba y salía ahora con mas fuerza que nunca, yo también gritaba de gustazo, n o le solté las caderas porque era algo impresionante ver las nalgas de mi madre co mo chocaban contra mi, sus carnes se movían al chocar, se balanceaban y formaban c omo olas que iban y venían, sus tetas bailaban de un lado para otro, se las intenté agarrar pero mi madre me gritó, -¡!nnooooo...no hijo mío, cógete a mi cintura, quiero se ntirme bien agarrada a ti, quiero sentirte como me entras con tu polla hijo mío... AAGGHHHHHHHHHHHH!!!!- estábamos como locos, yo iba a correrme de un momento a otro cuando mamá gritó..-¡Eduardo hijo...que me corroo, que me vas hacer correr, que no me aguanto mas mi vida..AAAGHHHHHH..ME CORROOOO. ME CORRROOOOO...HIJOOOOOOOOOOO..O OGHHGHHHH,...HOGHGHGHHHHHH...AAAGGHHHHHHHHHHH!!!!- mamá es estaba corriendo entre convulsiones de placer, temblaba a cada acometida mía, su cuerpo sudaba mientras u nos espasmos la llevaban al cielo, yo también comencé a gritar, -¡!MAMAAAA...ME CORROO OO...AHHGHGHGH...MAMAAAAA....ME CORROOOOOOOOOOO..AAAGHGHGHGHGHGH HH HH GG G G HA AAAA AAH!!!- corriendo saqué mi polla de su coño y se la puse encima de su trasero y allí mismo descargué un montón de semen mientras gritaba de gusto, mi madre echó una ma no atrás y me agarró la polla, me apretó el glande mientras este escupía, el placer que experimenté fue el doble, me estaba corriendo aún con más fuerza, el contacto de la ma no de mi madre apretando mi capullo mientras me corría hizo despertar toda la sens ibilidad de mi órgano de nuevo y seguí echando leche sobre la mano de madre. Nos separamos y mamá me abrazó y me dio un largo beso en la boca, nos estuvimos dand o las lenguas durante unos minutos, entonces si que le toqué las tetas, me llenaba las manos de pecho materno, -¡!hijo mío ha sido estupendo, creo que nunca he experi mentado tanto placer!!- ¡!si mamá ha sido magnífico, es una pasada poder follar contig o, me volvía loco mientras entraba dentro de ti, tienes un coño tan estrechito y tan precioso, mamá!!- mi madre se puso roja de golpe y me dijo, -¡oye que clase de pala bras usas con tu madre, granujilla!!!- ¡!pero mamá, si es verdad, sí es que tienes un coño que es una delicia!!!- ¡!vaya con mi Eduardo, no te da vergüenza decirle eso a tu madre??- me dijo mama mientras se reía,-¡!anda calla mamá que antes me has pedido que te follara, y con estas mismas palabras, que te follara!!!-, mi madre se rubori zó, -¡!si mi niño, es que estaba tan salida que no sabía ni lo que decía, pero no te preoc upes, me gusta nombrar a las cosas por su nombre y sí te parece que mi coño es una d elicia a mi me parece que tu polla es una maravilla, y mi cielo, quiero que me f

olles todos los días, quiero que te folles a tu madre como tu solo sabes..¿qué te ha p arecido Eduardo??..!!- me dijo mamá riendo mientras con las bragas en la mano se l impiaba las ingles y el coño, -¡!me parece estupendo mamá!!- ¡!ahora cariño hazme un favor y límpiame el semen que me has dejado en el culo y en los riñones, que me has dejad o perdida, sí vieras como me has dejado la mano de leche, menudo hombretón que tengo en casa!!!- ¡!joder mamá, es que nunca me había corrido así de fuerte y nunca pensé que m i propia madre fuese tan buena folladora y que follase con esa furia con la que follas!!- ¡!!pero vaya con mi hijo, no dejas de echarme piropos ehhh???, pues teng o que admitir que mi Eduardo también folla muy bien, como te mueves dentro de mi.. ehhh??? granuja??, te gusta follarte a tu madre ehh???!!!- ¿¿qué sí me gusta??, mira mamá me encanta dártela, por donde sea, tienes un culo que me vuelve loco...!!!- mi mad re me selló la boca con un dedo y me dijo en voz baja, su cara muy cerca de la mía, -¡!ahora mi niño nos vamos a lavar y ya tendrás tiempo de follarte el culo de mamá, que yo estoy perdida de leche tuya y de lo que no es tuyo y necesito lavarme, corazón! !!- nos dimos un besazo profundo y apasionado, le saqué las tetas de las camiseta de tirantes y comencé a chuparselas mientras mi madre intentaba huir de mi riéndose a carcajadas, salimos corriendo del pajar dirección a casa, mi madre primero y yo detrás, ambos nos íbamos riendo, a mi madre se le veía mucho mas feliz y hermosa que n unca, mientras corría sus tetas se movían de un lado para otro y su culo se movía con gracia y estilo, con elegancia. Aquella noche mamá y yo cenamos en la cocina, íbamos comiendo mientras preparábamos la cena, estábamos deseando acabar de comer para irnos a la cama, entre bromas nos d ecíamos lo que nos íbamos hacer nada mas quitarnos la ropa, esa noche prometía ser una locura, aunque en verdad, todas las noches iban a ser locuras con una mujer com o mi madre. Desde esa noche nuestro vocabulario cambió por completo y nos decíamos l as cosas tal y como las sentíamos, sin tapujos y sin escrúpulos. Nada más acabar de ce nar nos fuimos para arriba y nos metimos en su dormitorio, yo me quité la ropa y t otalmente desnudo me metí en la cama, mamá también se desnudó y se tumbó a mi lado, nada más tumbarse la abracé y nos estuvimos besando un largo rato, mientras nos íbamos tocan do la polla, el coño y las tetas, antes de follarme otra vez a mi madre decidí recre arme mientras la tenía desnuda a mi lado. -¡!Papá es un gilipollas!!- le dije a mi mad re mientras le tocaba las tetas, -¿y eso a que viene ahora??- me dijo mi madre que tenía una de sus manos sobre mis huevos, me los acariciaba meticulosamente, -¿¿qué porq ue??, pues como se puede separar un hombre de una mujer tan especial como tu, ha s visto como estas mamá, estas riquísima, cualquier hombre daría una fortuna por tener te una sola noche en su cama, tienes unas tetas que son la gloria de cualquier h ombre y un culazo que se la levantaría al mas impotente, ni Viagras ni hostias, ma má!!- mi madre se puso a reír al oírme decir aquello, -¡pues mira hijo, tu padre tiene o tras ideas en la cabeza, que no son especialmente como las tuyas, que le vamos h acer, no??, pero ahora deja ese tema en paz y vamos a disfrutar de lo nuestro, q ue tu hablas mucho de mis tetas y mi culo, pero y tu que??, tienes un cuerpo dep ortista, joven y fuerte y esta gloriosa pollaza me vuelve loca,¿quién es el nene que se va a follar a su mamá ahora mismo?? Jajajajaja- me decía mamá riendo mientras me p ajeaba, porque mi polla estaba en permanente estado de erección. Me dediqué a tocarl e las tetas, mamá tiene las tetas enormes, las tiene grandes y preciosas, no son d e esas típicas tetazas caídas, las tiene alzadas, bien puestas y sus aureolas con do s círculos grandes y rosados con unos pezones en su centro preciosos y grandes, ma má tiene unos pezones del tamaño de la primera falange de mi dedo meñique, es decir co mo un dedal más o menos, los tiene deliciosos, me estaba entreteniendo en comerles las tetas a mi madre mientras una mano le acariciaba el coño, lo tenía rapadito por los lados y no tenía mucho vello, el justo para no estorbar en las maniobras manu ales, su clítoris también estaba muy desarrollado, con solo tocárselo ya le arranco a mi madre suspiros de goce que acaban en gemidos de placer, mi madre es una mujer que se corre con mucha facilidad y mientras nos estuvimos besando y toqueteando en la cama se corrió dos veces, me dijo que era multiorgásmica. Le di la vuelta y le abrí los glúteos, me encantaba verle el ano, -¡mamá tienes un ano q ue me vuelve loco, menudo culito precioso que tienes!!- -¿¿te gusta mi culo, cielo, pues sabes que es virgen??, que tu padre nunca me la dio por el culo??- no me lo podía creer, mi padre nunca se la había follado por el culo, con aquel precioso agu

jerito rosado rodeado de un fino vello negro, un ano apretado y estrechito,- ¡no m e digas mamá que papá nunca te ha dado por el culo!!- ¡!nunca Eduardo, tu padre por el culo, nunca!!- ¡!pues yo estoy deseando perderme bien adentro mamá, me dejarás a mi m etertela por el culo??!!- le dije yo a mi madre, -¡!pues claro que si, mi vida, so y toda tuya, pero esta noche no, me tengo que acostumbrar a esa polla tan enorme que tienes primero, pero te puedo asegurar que te follaras a mamá por el culito!! - . No dejábamos de hablarnos melosamente y con voz de niños, no dejábamos de tocarnos y a cariciarnos, mi madre de pronto se dio la vuelta y me quitó las manos y me dijo, -¡h ijo antes de todo, quiero verte esa polla bien tiesa ante mis ojos, que quiero d isfrutarla del todo!!- diciéndome eso mi madre se sentó en la cama y yo me levanté, me puse delante de su cara con la polla apuntando al techo y se la acerqué, mamá gritó d e júbilo al vérmela tan de cerca,-¡Eduardo, hijo mío, esto es glorioso, pero cada vez qu e te la veo, me parece mas grande!!- me la cogió y empezó un suave y lento sube y ba ja, se retiró el pelo hacía atrás y se la acercó a los labios, le dio un beso en la punt a para después darle muchos besitos, cerró los labios y los dejo sobre mi polla, poc o a poco los fue abriendo y fue tragándose mi poderoso capullo, embadurnándolo de sa liva, después se separó de mi polla, un hilillo de saliva colgaba entre mi glande y los labios de mamá, me miró a los ojos y me dijo, -¡te voy hacer una mamada como ningu na chica te la puede hacer!!- y mi madre comenzó a chupar el capullo y a succionar lo con verdadero arte y deleite, no se dejaba nada de polla por chupar, pero hacía especial hincapié en mi glande, -¡cariño menudo glande tienes, parece que se va a sal ir del resto de la polla, parece un champiñón gigante, que bueno que esta, sí es que m e vuelvo loca chupándote la polla, mi vida, seré tu madre y todo, pero esto no se pu ede desperdiciar, o te la chupo bien chupada o a mi me da algo, hijo mío!!- ¡!mamá, no te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo, mi polla es para ti!!-, mi madr e se sacó la polla de la boca y me dijo, -¡!gracias mi vida, quiero que sepas que ta mbién soy tuya, mi coño, mis tetas y mi culo, son para ti, hijo mío!!- y guiñándome un ojo pasó su lengua por el capullo para después comenzar a chuparlo y succionarlo como sí fuera un helado, observé a mi madre mientras hacía aquello y vi que era una mujer fe liz, a mi me estaba transportando al séptimo cielo, pero ella también estaba disfrut ando con la polla de su hijo en la boca. Entonces mi madre comenzó hacerme una mam ada como ella me había dicho, una mamada especial, como nunca la había experimentado antes, chupaba y succionaba mi glande con ansía, me miraba a los ojos y me los gu iñaba con auténtica picardía, se tragó una parte de mi falo y comenzó a sacarlo y meterlo de mi boca cada vez con mas prisa, yo estaba a punto de correrme y le dije, -¡!OHH HHHHH mamá, me voy a correr, como sigas así, estallo ahora mismo ¡!!- mi madre se apar tó de mi polla y me dijo, -¡!!hijo tenemos toda la noche para darnos placer, y quier o que te corras mientras te la chupo, pero ahora mismo preferiría que te corrieras en mi coño, quiero sentirla de nuevo llenándome entera,¿podrás aguantar un poco mas sí me follas un poco??- ¡!por supuesto que si mamá, venga, ábrete de piernas que ahora mism o entro dentro de ti, pero déjame que te coma un poquito el coño, así yo también aguanta ré un poco mas!!- ¡!hijo mío, eres el mejor amante, vamos mi vida cómele el coñito a mamá!!, me decía mi madre con una voz que imitaba a la de una joven mientras se tumbaba e n la cama y abría sus preciosas piernas y me mostraba su rajita totalmente húmeda. Mamá se acomodó, dobló la almohada y colocó la cabeza sobre ella, estaba como medio tumb ada y medio sentada, yo estaba alucinado ante la belleza de mi madre totalmente desnuda, me acerqué a ella y nos besamos intercambiando los sabores de nuestras le nguas,-¡yo también te voy a comer el coño como nadie hasta hoy te lo ha comido!!, mi m adre soltó una carcajada y me dijo,-¡!por muy mal que lo hagas seguro que si, porque tu padre me lo habrá comido un par de veces y mas que comido era besado, hijo mío, así que para mi esto también es nuevo, me vas a comer el coño como nadie me lo ha comi do antes, cielo,!!- fui bajándome hasta la entrepierna de mi madre, me tumbé boca ab ajo y mamá levantó una pierna, flexionándola por la rodilla y abriéndoselas un poco mas, estaba totalmente espatarrada ante mi, su coñito florecía ante mi cara, no me lo po día crees, estaba a punto de comerle el coño a mi propia madre, esto era increíble, re almente increíble. El coño de mi madre es especial, como todo en ella, lo tiene precioso, sus labios no son exageradamente grandes, no es un coño de esos que cuelga los labios, más bien es su rajita lo que va marcando cuando se pone esas bragas tan ajustadas, es de

un color rosado, estrechito y con el vello púbico justo, lo tiene depilado por lo s lados y no tiene ni un pelo en las ingles, sus rizos se concentran en la parte posterior del pubis y aún así no son unos rizos muy marcados, mas bien superficiale s, en otras palabras, que mi madre se depila el coño y además de eso se lo cuida que da gloria meter la boca entre esos labios, su perfume es vigorizante, empalmaría a cualquier hombre que lo oliera ya que mamá no desprende ese olor tan fuerte cuan do está cachonda y mojada como algunas mujeres. Primero comencé a besárselo, empecé como se debe hacer una buena comida de conejo, desde abajo hacia arriba, de vez en c uando soltaba mi lengua para que repasara toda la hendidura, toda la raja, y mamá se estremecía cuando yo hacía aquello, bañaba mi lengua con los fluidos internos de mi madre, poco a poco iba metiendo mi lengua en su interior, comencé a penetrarla co n mi lengua y mamá levantaba el culo para ayudarme a que pudiera hacerlo bien, est aba empezando a gemir y sus manos comenzaban a tocarme la cabeza, sus dedos se e nsortijaban entre mis cabellos y tiraban con delicadeza hacía el coño, estaba claro que a mi madre le gustaba que su propio hijo le comiera el conejo, le estaba emp ezando a gustar la cosa. Estaba repasando con mi lengua toda la raja cuando comencé a meter un dedo dentro, lo metía poco a poco mientras mi lengua buscaba el clítoris de mamá y comencé entonces la comida en sí. Mi madre se volvía loca, estaba gimiendo de placer mientras yo lamía y chupaba su botoncito mágico, ya llevaba dos dedos dentro y hacía especial hincapié e n la parte posterior de la vagina, en el techo de la gruta, me había decidido en b uscar y encontrar el punto G de mi madre, mamá comenzaba a mover las piernas de un lado para otro, las abría y las cerraba cada con mas frecuencia mientras me grita ba, -¡!así Eduardo, esto es maravilloso, me estas comiendo el coño hijo mío, que bien lo haces mi niño, así, sigue así, cómele el coño a mamá, oohhhh OOHHH OOOHHH OOHH OHHH AAHHHHA AHHHHHHHHHHA AHHHH ¡!!- mi madre se estaba poniendo a mil, mientras yo seguía ensal ivando su clítoris con mi lengua, pegándole fuertes viajes con mi lengua, arrancándole gritos de placer que inundaban el dormitorio de mi madre, mamá se retorcía y me tir aba de los pelo fuertemente hacía ella, me cerraba las piernas y me estrujaba la c ara contra su maravilloso coño, levantaba las caderas y la cintura haciéndome que yo también levantara mi cabeza para no abandonar en ningún instante la comida que le e staba haciendo a mi madre en la entrepierna, -¡!me estas matando de gusto hijo mío, me estas matandoooooooo!!!- gritaba mamá, de repente y sin avisar a mi madre le en traron unos espasmos que incluso se levantó de cintura para arriba, se dobló hacía mi sin decir nada, sujetándome la cabeza fuertemente contra su coño, entonces mi madre empezó a gritar como nunca la había oído, se echó hacía atrás gritando victima de unos treme ndos espasmos de placer, mi madre se estaba corriendo como una loca, entonces ma má me miró a la cara levantando las caderas mientras me gritaba,-¡!que me pasa hijo, q ue me pasaaaaaaa!!!- y soltó por su coño un finísimo chorrito de un líquido blanquecino, pero tirando a transparente, que me dio en la cara, al principio creí que se esta ba meando de gusto, pero después mamá gritó más fuerte y soltó otro chorro más grande que en el aire se abrió como un abanico y calló todo entero sobre mi cara, mi madre gritab a como una loca, ahora si que sabía lo que le pasaba, mi madre había tenido una de e sas eyaculaciones femeninas, mi madre se estaba corriendo desesperadamente y sus gritos hacían eco en toda la casa, ¡!! HIJO, HIJO MÍO, NO AGUANTO MAS, ME ESTOY CORRI ENDO OTRA VEZ MI NIÑOOOOOOOOOO, NO PARO DE CORRERME, PERO QUE ME HACESSSS HIJO MÍOOO OOOOOOOOOOOO!!!!!!- había encontrado ese botoncillo nervioso dentro de su cavidad amatoria, el punto G, y se lo estaba frotando con mis dedos mientras mi madre se corría, le entraron mas espasmos y volvió a doblarse contra mi, ahora me agarraba l os pelos con mas fuerza y su cara describió un semblante de placer que casi me cor ro yo también con solo mirar a mi madre, -¡!no aguanto mas hijo, me he corrido no se cuantas veces mi vida, ya no aguanto mas placer, eres mi vida, mi cielo, Eduard o!!!-. Mi madre se quedó tumbada boca arriba, con los ojos abiertos y la boca medio abier ta, las piernas las estiró completamente, mientras yo le daba besos en el pubis, e n el vientre y en sus tetas, -¡!cariño como folles igual que como me comes el coño, yo me muero, yo no aguanto dos semanas en la cama contigo, porque acabas con toda mi energía, Eduardo, mi niño, menuda manera de comerle el coño a mamá, ehh???, ufff, jamás en la vida había sentido nada igual, como me lo has comido, mi rey, de que manera tan gloriosa has hecho que me corra en tu cara, hijo mío!!!- mi madre estaba exha

usta de tanto placer,-¡!mamá sabes lo que te ha pasado mientras te comía el coño??-¡¿qué sí l ??,!!me he corrido un montón de veces y he gritado como una loca, me has comido el coño hijo mío que ha sido una barbaridad, y encima me he meado de gusto, nunca imag iné que una pudiera mearse de placer!!-¡!no mamá, no te has meado, te has corrido, has eyaculado, tu coño ha eyaculado fluido!!-¿¿EYACULADO??, pero sí eso lo hacéis los hombres , yo casi me muero, de verdad, pensaba que no podría aguantar tanto placer y que m e desmayaría de gusto cuando me ha entrado un no se que y es cuando he empezado a soltar ese líquido a chorros, de verdad Eduardo, hijo, yo pensaba que acabaría incon sciente de tanto gusto, estaba incluso mareada de las veces que me he corrido, p ues cariño, sí de verdad he eyaculado, bendito seas, hijo mío, porque yo no sabía que un a mujer pudiera hacerlo y jamás me ha pasado algo ni lo mas remotamente parecido!! -, mi madre hablaba mientras se recuperaba de la fabulosa comida de coño que le ha bía regalado su hijo, o sea yo, -¡!nene, tu no te has corrido, mi vida, y tienes la polla enorme, veo que te lo has pasado muy bien también tu mientras me comía el cone jito, ehhh????, menudo granuja que tengo en casa!!!- ¡!y yo menuda apasionada y ca lentorra amante que también tengo en casa, ehh mamá??, jejeje!!!-. Mi madre se apoyó s obre un lado y se giró hacía mi que estaba tumbado a su derecha, puso cara de pena y me dijo con voz infantil,-¡!te quiere follar a mamá ahora mi niñito??!!- ¡!!estoy desea ndo mamá!!- ¡!pues venga, mi machote, súbete aquí y demuéstrame como me quieres Eduardo, q ue me muero de ganas de sentirme bien follada por ti!!- ¡!pero mamá yo estoy muy exc itado y no se cuanto podré aguantar, igual me corro nada mas entrar, yo te aviso!! -¡!no te preocupes mi niño, que yo solo con tenerte dentro un par de segundos ya me conformo, cariño que hoy me he corrido mas que ninguna vez en toda mi vida, te cre es que yo soy una máquina de follar o que??-¡!pues me encantaría que fueras una máquina de follar, pues si, mamá, me encantaría!!- ¡!y lo seré, cariño, si seguimos a este ritmo y me corro tantas veces como hoy y con esa polla tan preciosa que tienes, me vas a convertir en una máquina de follar, mi vida!!- ambos nos reímos mientras me coloca ba sobre mi madre y esta abría las piernas, me coloqué entre sus muslos, hinqué las ro dillas y mamá levantó las caderas hacía mi, mi polla se exhibía poderosa, estaba a las p uertas del coño de mamá, mamá dobló las rodillas y las dejó suspendidas en el aire y yo me cogí la verga y la puse entre los labios vaginales de mi madre, -¡!ánimo nene, follam e como solo tu sabes, hazme tuya para siempre mi vida, demuéstrale a tu madre como folla su hijo!!- mamá me animaba mientras yo comenzaba a empujar sobre ella, mi p olla comenzó a penetrar la vagina de mi madre y mamá comenzaba a su vez a poner una cara de sorpresa increíble, lanzó un OOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHH escandaloso mientras la iba penetrando,-¡!HIIJOOOOOOOOOOOOOO QUE GRANDEEEEE QUE ES....AAAHHHHHHHHHHHHHH OO HHHHHHHH...AAHHHHH!! antes de tenerla toda entera dentro de mi madre, esta comen zó a moverse violentamente gritando -¡!FOLLAME EDUARDO, FOLLAME DEPRISA, QUE ME CORR OOOOOOOOO HIJO MIO, QUE ME CORROOOOOO!!- mi madre ya estaba a punto de correrse otra vez y yo aún no le había metido toda mi polla, así que de un golpe se la metí toda y comencé a sacarla y a meterla deprisa, tal y como mi madre me pedía. Era de escándalo, yo jamás pensé que una mujer pudiera gritar de aquella manera mientr as follaba o que pudiera disfrutar tanto. Todo era impresionante, ver la cara de mi madre mientras me la follaba era todo un placer, era suficiente para correrm e, pero como ese día ya me había echo dos pajas y ya me había corrido con mamá en el paj ar, pues aguanté un poco mas, pero si no, seguro que me hubiese corrido con solo oír la gritar y verle la cara de goce, desencajada, ojos cerrados, arrugando las cej as y abriendo la boca mientras se le escapaba incluso la baba, sus gritos eran d e verdadero escándalo, resonaban en toda la casa, mi madre se movía como una loca y su cintura seguía a la perfección mis embestidas, sus tetas bailaban al compás de la i ncreíble follada, se movían hacia los lados como dos flanes, sus pezones totalmente tiesos, yo los chupaba como podía mientras embestía con fuerza y mi madre cerraba su s piernas a la altura de mis riñones, mi madre no cesaba de gritar -¡!ME CORRROOOOO HIJO MÍO, ME CORROOOOOO OTRA VEZ AHHHHHH..OHHHHHHH!!!-, yo ya no podía aguantas mas, me corría de un momento a otro, mis huevos golpeaban las nalgas de mi madre y sen tía un ligero placer al sentir las violentas sacudidas de sus nalgas contra mis te stículos, estaba concentrado mientras mi madre, roja como un tomate y totalmente m ojada por el sudor abrió los ojos y me dijo -¡!CORRETE HIJO MÍO, CORRETE DENTRO DE MI! !!- en ese justo momento me vino la descarga de semen, me golpeó en las sienes y e mpecé a ver lucecitas de colores mientras sacaba la polla del coño de mamá y se la col

ocaba sobre su vientre, ahí empecé a soltar toda mi leche caliente, mi madre corrien do me agarró fuertemente el capullo y cerró sus dedos sobre el mismo, ahí es donde yo comencé a gritar como un loco, mientras dejaba leche y mas leche sobre la mano mi madre y sobre su vientre y sus tetas, -¡!!AHHHHHHHH MAMÁ, ME CORROOOOOOOOOOOO, MAMAM AMAAAAAAAAA OHHHHH!!-. Me vacié del todo y mamá me abrazó con la mano llena de mi leche, -¡!Ohhhh hijo mío, mi Ed uardo que se corre como un campeón, como me llenas, mi vida, me follas como un mae stro, no sabes ni las veces que me he corrido, me has dejado satisfecha para dos o tres meses por lo menos, mi niño, pero cariño, quería que te corrieras dentro de mi , quería sentir tu semen dentro de mi, que te ha pasado mi cielo??!!- mi madre me hablaba con una dulzura increíble, yo estaba aún atónito del polvazo y le dije, -¡!mamá, n o quiero dejarte embarazada, por eso no me he corrido dentro!!- ¡!bueno hijo, tien es razón, yo aún puedo quedarme de estado perfectamente, pero no te preocupes que no siempre que te corras dentro de mi quiera decir que me vaya a quedar embarazada !!- los dos nos reímos y nos fuimos a lavar, estábamos reventados de tanto placer, s obre todo mamá. Mientras nos duchábamos mi madre me estuvo lavando la polla a concie ncia, -¡!esta cosota hay que cuidarla muy bien, ehhh??!!- , no dejábamos de bromear con cosas relacionadas con el sexo, siempre teníamos un piropo a mano para dedicar nos el uno al otro, incluso antes de dormirnos, yo le estuve mamando las tetas a mi madre durante casi media hora, decía que le hacía ilusión recordar la época en que y o era un bebé y al final le comí los pezones como sí estuviera haciendo un minucioso t rabajo, mamá acabó por correrse de gusto mientras le mordía los pezones. Esa noche dormimos de maravilla. ((( Esta historia es verídica y está escrita con la conformidad de mi madre, es mas, sí hay mujeres con experiencias similares podéis contactar con ella, solo mujeres, abstenerse bromistas, se utiliza otro nombre por motivos de anonimato, gracias a todos, rachelny (arroba) mixmail.com ))) FIN DE LA PRIMERA ENTREGA VICTORIA (II) Filial, hetero, madre e hijo. Con su hijo se sentía de nuevo una mujer muy deseada A la mañana siguiente mamá y yo nos despertamos casi al mediodía, mamá me estuvo besando mientras nos desperezábamos y decidimos ducharnos y preparar algo de comer, teníamo s un hambre de lobos. Mi madre se puso una falda de esas típicas de verano, ancha y muy finita, no se molestó en ponerse bragas, y una camiseta blanca con tirantes, tampoco se puso sujetador, yo tampoco me puse calzoncillos, me coloqué unos panta lones cortos de deporte que me llegaban a la altura de las rodillas. -¡!Eduardo, hijo, he dormido como nunca, hacía tiempo que no descansaba tan placidam ente, la verdad es que después del trote de follar que nos metimos ayer, no me ext raña que me quedara dormida nada mas cerrar los ojos!!-, -¡!si mamá, yo también he dormi do muy bien, aunque me he despertado en dos ocasiones, y me he visto pegado a tu culo, he estado a punto de despertarte para pedirte mas guerra, jajaj!!!- me reí mientras le manoseaba el trasero a mi madre por encima de la falda, -¡!pues cariño, sí te despiertas a media noche pidiéndome guerra, no lo pienses mas y pídemela que yo te la voy a dar, mi vida!!- ¡¿mamá te quedaste anoche con mas ganas de follar??- pregu nté yo alucinado, -¡!no hijo mío, no, me dejaste bien satisfecha, nunca he estado mas satisfecha en mi vida, pero no quiero que pases hambre estando conmigo, que yo s iempre voy a estar preparada para ti, Eduardo!!- le sonreí y le dije afectuosament e,-¡!gracias mamá, yo también voy a estar dispuesto para ti, siempre que quieras, siem pre que desees follar, solo tienes que decírmelo y yo estaré encantado de darte todo lo que necesites!!- mi madre me agradeció el detalle dándome la lengua en un beso m ientras me acariciaba la polla por encima del pantalón, mi reacción fue rápida, se me puso gorda y empezaba a mostrar un paquete de considerable tamaño entre mis pierna s, mamá que no es tonta se dio cuenta, -¡!Eduardo, como sigamos así todo el verano, me parece que solo vamos a follar y a follar, nada más, porque yo solo de verte la p olla a través del pantalón ya me ponga cachonda!!-, nos estuvimos riendo y nos senta mos a comer unas ensaladas y algo de pollo a la brasa. Mientras comíamos encendimo s el televisor y estuvimos hablando de las cosas que suelen poner en la tele, de

spués vimos las noticias y tomamos un café de sobremesa juntos, entonces mamá me dijo, -¡!Eduardo, te parezco apasionada??, me refiero a que sí te parezco una mujer ardie nte en la cama, vamos que sí follo bien o no!!- yo me quedé mirándola y le dije, -¡!jode r mamá, parece mentira que me digas eso ahora, te lo dije ayer mil veces, me parec es una mujer súper ardiente y muy apasionada, follas de maravilla y solo pienso en follar contigo a cada momento, mira estábamos comiendo y se me estaba pasando por la cabeza de pegar un polvo sin quitar la mesa, yo en mi silla y tu sentada sob re mi, imagínate!!!- ,!!joder Eduardo, eso me halaga, que siempre estés deseando fol lar conmigo, eso me gusta y me hace sentir una mujer deseada, gracias mi niño, tu también follas de maravilla y eres un hombre muy apasionado y ardiente, eres una j oya para cualquier mujer, mi cielo!!- ¡!mamá me encanta ver como te corres y me enca nta oírte como gozas, y te mueves de maravilla, eres una gozada mamá, te lo digo en serio!!- mi madre se sonrojó un poco y me dijo, -¡!coño Eduardo, cállate que al final me voy a enamorar de mi propio hijo, gracias por decirme todo eso, eres un cielo, mi vida, pero me da un poco de vergüenza que me digas eso, de que te gusta ver com o me corro y como grito, yo no me doy cuenta de cómo ni cuanto grito, cuando estam os follando pierdo conexión con la realidad y me pierdo, me abandono a ti y no se ni lo que hago!!- mamá empezó a reírse mientras decía esto, se escuchaba decir aquellas palabras y aún le parecían imposibles, le parecía imposible que estuviera hablando con migo de aquellos temas, que estuviera hablando de cómo se corre conmigo y de cómo le gusta follar conmigo, con su propio hijo, -¡!mamá pero sí es verdad, cuando te corres te pones preciosa, estas mucho más guapa después de haberte corrido, sí te vieras la cara, mientras te estas corriendo tu cara se convierte en un poema, te pones pre ciosa, además te sienta muy bien correrte, estas mucho mas activa, mas bonita, mas buenorra y mas guapa!!- mi madre abrió los ojos mientras le decía yo esto y me dijo mientras se ponía colorada, -¡!pero Eduardo, hijo, no me digas esas cosas, que me d a vergüenza!!- mi madre se quedó callada y después se echó a reír, -¡!que tonta que soy verd ad Eduardo, me comporto como una colegiala contigo, como sí fuese la primera vez q ue follo, aunque a decir verdad tu y yo empezamos ayer, mi vida!!- ¡!y espero segu ir follando contigo siempre mamá!!- ¡!y tanto Eduardo, vas a follar conmigo siempre que quieras, de eso que no te quepa la menor duda, cielo!!-, los dos nos quedamo s viendo una película malísima que daban por la tele, yo estaba cachondo porque de v erle las tetas tan ajustadas a la camiseta se me estaba poniendo la polla morcil lona, así que sin más le dije a mi madre, -¡!mamá!!, ¡!dime cariño!!, ¡!mira que tengo aquí!! diciendo esto me bajé el pantalón de deporte hasta por debajo de los huevos y le ens eñé mi polla totalmente dura, mi madre sonrió y se levantó del sofá, -¡!que cosa tan bonita tiene mi niño...!! me dijo con voz melosa, con la voz con la que se les habla a lo s bebés cuando han hecho algo bueno, y acabando de decirme esto mi madre se acercó a mi polla y le metió un par de chupetones impresionantes en el capullo, mi polla e ntonces adquirió dimensiones bárbaras, se me puso mucho más dura, mamá se retiró al ver qu e yo me levantaba y me quité el pantalón corto y me senté en una silla del salón con mi polla apuntando al techo, mi madre también se levantó y dirigiéndose a mi se levantó la falda, se tocó el coño y dijo, -¡!esta a punto, cariño!! y se sentó sobre mi, soltó la falda y con una mano cogió mi tranca y la puso en la puerta de su coño y poco a poco se l a iba metiendo, yo estaba viendo el paraíso, sus tetas estaban sobre mi boca, las tocaba y se las sacaba de la camiseta mientras se las chupaba con verdadera devo ción, mi madre poquito a poquito se iba metiendo mi polla dentro de ella, poco a p oco se iba colocando encima de mi, yo la agarré de las nalgas y empujé mi nabo tieso hacía dentro, mamá dejó escapar un grito y me sonrió mientras se mordía el labio inferior , la falda de mi madre calló sobre nosotros, pero yo tenía las manos sobre su traser o, agarrando sus glúteos y separándolos mientras mi madre se iba acomodando sobre mi polla, cuando entró toda entera, mamá suspiró fuertemente y me dijo, -¡!mamá quiere monta r a caballito!!- y en esos momentos pegó un viaje de cintura impresionante, cerró lo s ojos y los volvió abrir de nuevo, se mordía el labio mientras yo acababa de sacarl e las tetas de la camiseta, entonces empezamos a movernos al mismo ritmo, las te tas de mi madre se balanceaban de un lado para otro, yo las chupaba y mamá montaba sobre mi polla, que manera de mover el culo, describía círculos sobre mi, primero e ran movimientos ondulatorios, después hacia los lados, cambiaba para ser movimient os clásicos de sube y baja, después se quedaba quieta para recuperar el aliento y se guía clavándose la polla con fuerza mientras me gemía en la misma cara, -¡!OOHHH OOHHHH

HHHHH... EDUARDO HIJO....QUE POLLA TIENES....AAHHH, MUÉVETE ASI...MI VIDAAAAAAAAAA AAA.... ASIIIIII ¡!-, la sexualidad de mi madre no dejaba de proporcionarme sorp resas a cada momento, se movía como una amazona sobre su caballo, estaba cabalgand o de mil maravillas, gritaba mientras nos dábamos las lenguas y nuestras salivas i ncluso salían de las bocas para pringarnos hasta las barbillas, mi madre no tardó en correrse gritando, mientras sus tetas botaban a mil por hora, yo también me corrí a l poco, pero esta vez lo hice dentro de ella, mamá no me dejó sacarla, le bañé todo el i nterior de su vagina con mi leche ardiendo, fue una descarga muy fuerte. -¡!!MAMAA AAA MEEEEEEEEEEEEEE CORROOOOOOOOO, ME CORRROOOO!!¡!!SI CARIÑO MIO..CORRETE...CORRETE DENTRO DE MAMÁ, VAMOS MI VIDA...AOOOOHJHHHHHHHHHH. ..OOGGHHHHHHHHHHHH AAAGGHHHHH..!!-, al final exploté violentamente dentro de mi ma dre, mi madre me besaba y yo no cesaba de tocarles las tetas, de apretárselas y de estrujárselas con lujuria, de pellizcarle los pezones como si mi vida estuviese e n ello,-¡!mi niñooooooo, que se ha corrido dentro de mamá...que biennnnn...mi Eduardo, mi campeón...que corrida mas grande..ehhh, cielo mío!!- ¡!si mamá, ha sido fantástico cor rerme dentro de ti, ha sido insuperable, este polvo ha sido buenísimo!! le decía a m i madre mientras le besaba el cuello y las tetas, mi madre al fin se levantó y mi polla aún medio empalmada salió llena de líquido, mi madre con las faldas cogidas en l a cintura se miró el coño y me dijo,-¡!ves mi niño, como la lechecita de ni nene va sali endo por aquí!! Y era verdad, por sus muslos resbalaban chorros de mi semen que sa lían de su coño, mamá soltó la falda y esta calló, alargó su mano hacía mi polla totalmente m jada y pringada y me la limpió con la mano, acercó su cara a la mía y apretando los di entes me dijo,-¡!esta polla me vuelve loca, pero loca, loca de verdad!!- y entonce s nos dimos un beso. Juntos nos dirigimos al cuarto de baño para ducharnos, no hac e falta decir que en el trayecto del salón al cuarto de baño, nos estuvimos tocando el uno al otro, y mientras nos duchábamos estuve manoseando a mi madre a mi entero antojo. Aquella noche cené por dos veces, la primera fue la cena en la mesa junto a mi mad re, la segunda fue la espectacular comida de coño que le regalé a mi mamá, mientras es taba sentada en el sofá viendo la tele comencé a besarle las ingles y a meterle mano , hasta que ya no pude más y le hice un trabajito en los bajos que nunca olvidará, s e corrió en mi cara mientras juntaba las piernas alrededor de mi cabeza y levanta ba el culo hacía mi. No os podéis imaginar con que ganas me comí el conejo de mamá, mi m adre chillaba de gusto ya que comencé a comerle el coño de una manera profesional, e mpecé por abajo, de abajo hacia arriba, sin tocar el clítoris hasta que mi madre no me lo pidiese, lamiendo todo lo ancho y largo de su raja y de sus labios, chupan do y succionando la totalidad de la almeja de mi madre, bebiendo de sus sabrosos caldos, al final cuando mi madre me lo pidió comencé a torturarla de placer trabajánd ole el clítoris a toda conciencia, mamá pegaba unos saltos impresionantes en el sofá, levantaba sus caderas contra mi cara y su culo se empinaba hacía mi rostro, como sí se quisiera meter dentro de mi boca, entonces aproveché para comerle también el culo y entonces mi madre se corrió gritando, hincando sus uñas en mi cabeza y tirando de mi cabello hacía su entrepierna, estaba como salida, como fuera de si. Aún no estaba recuperada del todo cuando le levanté las piernas y tumbé a mi madre en el sofá, mamá se reía mientras yo la movía de un lado para otro, -¡que pretendes Eduardo, hijo!!-¡!te voy a comer el culo mamá, me pienso recrear comiéndote el culito!!- mi mad re me dijo,-¡!pues hijo, vas a ser el primero que me comas el culo, porque nadie m e ha comido el agujerito negro en mi vida!!- así que le levanté las piernas y se las abrí, pero no pude aguantar mucho con aquella postura ya que era como comerle el coño pero con las piernas y la cintura mas levantada de lo normal, así que opté por tu mbarme en el suelo y que mi madre se quedara sentada en el sofá, pero sentada en e l borde del mismo, es decir, con el culo casi fuera. Desde abajo comencé a comerle el coño de nuevo, mamá suspiraba y se movía mientras mi le ngua hurgaba en sus profundidades, después pasé a su ano. Un exquisito vello muy fin o, de color rubio oscuro se instalaba en la entrada del culo de mi madre, un vel lo en forma de remolino, como sí fuese terciopelo, estuve jugueteando con el culo de mi madre cerca de media hora, mamá se abría los glúteos para que mi boca entrara bi en adentro, al final me pidió que parara porque ya no podía aguantar mas, -¡!hijo mío, o paras ya de chuparme el culo o yo me corro de nuevo!!-¡!¿¿sabes mamá, que empiezas a te

ner el culito dilatado??, lo tienes para perfecto para una sodomización!!- ¡!no se E duardo, nunca he follado por el culo y me da mucho respeto que con esa cosota ta n grande me hagas daño, es que la tienes enorme, mi vida!!-¡!!¿no me vas a dejar meter tela por el culo mamá??- le dije yo con una voz de lastima, como de niño, mi madre s e puso a reír y me dijo, -¡!sí es que yo no puedo negarte nada hijo mío, no puedo,¿¿de verda d que quieres metersela a mamá por el culo??!!- ¡!si mamá, si mamá, es mi gran ilusión, tu culo me vuelve loco mamá!!- ¡!vale mi niño, me vas a follar por el culo, pero aquí no, subiremos a la cama!!- me dijo mi madre, mientras se ponía bien las ropas y apagábam os la tele. Íbamos subiendo las escaleras cuando mi madre me dijo -¿¿de verdad que no te importa follarte a tu madre por el culo, te atreverías a tirarte a tu madre por el culo??? - ¡!joder mamá, pues claro que quiero, lo estoy deseando, me consumo de ganas de fol larte por el culo!!-¡!! lo sé hijo mío, lo que pasa es que me da mucho morbo decirte e stas cosas, jamás hubiese imaginado que acabaría follando por el culo con mi propio hijo, y es algo que me da mucho morbo, algo que quiero experimentar, cariño, es co mo un juego, me excito con estas palabras y con solo pensar en que me la vas a d ar por atrás!!- mi madre subía las escaleras con el culo al aire, la falda la llevab a recogida a la altura de la cintura, sin bragas y contorneando las nalgas a cad a escalón que subía, -¡!entonces a mi niño le gusta el culo de mamá..ehhh???!!- me decía est o mientras movía las caderas y levantaba los glúteos para provocarme, -¡!te gusta el c ulo de mamá, Eduardo????- y mamá volvía a reírse mientras describía círculos en el aire con su impresionante y perfecto pandero. Llegamos a la habitación y sin decir nada la agarré por detrás y mamá sola se puso de r odillas sobre la cama, sin quitarse la falda, puso su culo en pompa y lo movió de izquierda a derecha, -¡!¿¿quién se va a follar este culito virgen ahora mismo??!!- me de cía con voz de picarona totalmente salida, yo me quité el slip y mi polla estaba mas dura que nunca, encendí todas las luces, porque quería ver aquel impresionante espe ctáculo bien visto, el culo de mi madre en pompa y totalmente ofrecido a mi, mi ma dre me ofrecía el culo para que lo sodomizara, esto era un sueño, un sueño de locura. Con mis manos le abrí las nalgas y su agujerito me saludó con aquel precioso vello que rodeaba su ano, coloqué mi polla sobre el solo para divertirme y para ver las dimensiones de mi nabo comparadas con aquel estrecho agujerito, lo tenía cerrado, húmedo por mi saliva pero cerrado, un dedo le entraba bien, pero dos ya era un poc o forzado, mamá me dijo entonces, -¡!Eduardo confío en ti, mi vida, quiero que me la m etas por el culo, pero cariño, ponte algo de crema, mira en el cajón hay un bote de aceite corporal, lléname de eso el culo y después me la metes!!!- y así lo hice, estuv e pringando todo el ano de mi madre con aceite corporal y después me embadurné la po lla con el mismo aceite, mi polla estaba brillante, mas dura que siempre, parecía otra, se la enseñé a mi madre y mi madre me contestó, -¡!follame ahora mismo o me la com o!!!- y empezamos a reírnos de nuestras bromas. Por fin llegó el momento mas esperado, lo mas ansiado por mi, el culo de mi madre, coloqué la punta de mi glande en la entrada del ano y comencé a empujar poco a poco , mamá suspiraba mientras iba empujando, la agarré por los cachetes del culo, por la s nalgas e iba apretando mi falo durísimo contra el ano maternal, cuando la enorme seta que parece mi capullo casi entró por entero mamá lanzó un gemido de placer, -¡!¿¿te du ele mamá. dime sí te hago daño!!- ¡!no hijo mío, sigue, sigue, no me hagas caso, metemela toda entera, la quiero sentir toda entera dentro de mi, Eduardo ¡!-. La penetración fue lenta pero muy placentera, según iba entrando iba sintiendo como las carnes de mi madre se abrían a mi paso, me costaba entrar, pero poco a poco ib a entrando, sentía una especie de flop-flop mientras avanzaba dentro de ella, era su recto que se abría a mi, mamá comenzó a gritar mientras yo salía y volvía pero cada vez un poquito mas adentro, mi respiración se iba acelerando, yo pegaba bocanadas eno rmes y se me escapaban grandes gemidos, el estado de excitación era único, era subli me, me quedaba sin aire cuando veía el ano de mi madre como se tragaba mi polla ca si por entero, como aquel vello anal se arremolinaba alrededor de mi polla y se abría mas y mas ante mis lentos empujones, mi madre estaba cada vez mas cachonda, se quitó la camiseta y dejó sus enormes tetas al descubierto, entonces mamá me sorpren dió cuando me dijo entre suspiros balbuceantes, -¿¿te queda mucho mi niño, queda mucho t rozo por entrar ¿?- ¡!un poquito mamá, sí quieres la saco!!!- le dije temiendo que la pe netración le doliese mas de lo que yo pensaba, mi madre entonces comenzó a mover la

cintura y de un solo golpe, dirigido hacía mi, se sodomizó ella misma, mi polla entró de un solo golpe en el culo de mamá, estaba toda entera dentro, había sentido algo m uy grande mientras entraba con aquella prisa debido al empuje de mamá, casi me mar eo del placer,-¡! Follate a mamá, Eduardo, dame con fuerza y rompeme el culo, hijo mío , vamos ánimo mi machote!!- me dijo mi madre entre gritos mientras me pegaba fuert es vaivenes contra mi cuerpo, entonces me llené de lujuria, le agarré fuertemente la s nalgas, los glúteos, y comencé a meter y sacar con prisa, me la follé con fuerza por el culo, solo de ver mi polla como entraba y como salía me parecía imposible, su ve llo recorría todo mi falo mientras penetraba, sentía un calor inmenso dentro del rec to de mi madre, sentía como se estrechaba contra mi polla y como la aprisionaba co mo succionándola, como tirando de ella mientras yo entraba y salía, mis gemidos eran bestiales, me faltaba el aire y estaba a punto de marearme de tanto placer, me fallaban las piernas de tanto goce, mi madre se movía como una loca, su culo dibuj aba círculos sobre mi rabo tieso dentro de ella, de un lado para otro su cintura a compañaba mis embestidas, mi madre me propinaba fuertes empujes y yo estaba como l oco, gritaba de gusto y mamá parecía estar fuera de sí, la casa entera se llenaron de gritos, mi madre gritaba como nunca la había oído gritar, sollozando y gimiendo de g usto, -¡! AHHHHHH AHHHA HHA AHHHHA HHHHHAAA MI NIÑOOOOOOOOO QUE GUSSSSSSTOOOOO, MI CULO MI CULO.....AHHHHHHH...FOLLAME EDUARDO, HIJOOOOOOOOO OOOOOOOO....AHHHHHHHAAA...MI CULOOOOO!!!- yo le acompañaba con cosa como, -¡!MAMAMAA AAAAAAAAAAAAA POR EL CULOOOOOOOOOOOO...QUE CULLOOOOOO TIENES....ESTO ES LO MAS G RANDEEEEEEEEEE...QUE GUSTAZOOOOOOOOOOOOOOOOOO ¡!!!!La cama chirriaba cosa mala, nos movíamos a mil por hora, y mi polla estaba a punt o de explotar dentro de mi madre, -¡!ASSSIIII FOLLATE A MAMA POR EL CULO, DEMUÉSTRAL E A TU MADRE COMO SE FOLLA POR EL CULO, DEMUÉSTRALE A TU MADRE COMO LA QUIERES FOL LANDOTELA POR EL CULO, HIJO MIOOOOOOOO..AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH..ME CORRRROO OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO HHH!!!!Mamá se corrió de gusto, le vinieron grandes espasmos y ni tan siquiera se había tocad o el coño, el placer de la follada anal la había echo correrse de una manera bestial , yo senti como mi capullo explotaba dentro del recto de mi madre y mientras eya culaba estuve viendo luces de colores alrededor mío, me estaba mareando del placer experimentado, la salida de mi semen fue como una descarga eléctrica, lancé un grit o mientras me pegaba a las nalgas de mi madre y soltaba mi leche dentro de su cu lo, creo que nunca me había corrido tanto. Saqué mi polla pringosa, pero aún morcillona, mamá se tumbó en la cama boca abajo y me m iraba sonriendo y sudando, -¡!vaya hombre que tengo en casa, menuda manera de darl e a su madre por el culo, hijo mío que manera de follar que tienes, eres lo nunca visto, menuda manera de usar la polla con tu madre, me has dejado el culo revent ado, me has desvirgado el culito, mi niño!!!- me acerqué a mi madre y nos besamos ap asionadamente, -¡!tienes un culo mamá, que es una pasada, una delicia, te ha gustado ??- ¿¿qué sí me ha gustado??, ha sido magnifico, nunca pensé que podría disfrutar así por el ulo, me parece mi niño, que de ahora en adelante me lo vas a dilatar mas a menudo, vamos a darle caña a mi culito, quieres mi vida??- ¡!pues claro que quiero mamá, lo d eseo, de ahora en adelante te la daré por el culo siempre que quieras!!-. Mi madre se dio la vuelta y nos quedamos boca arriba, desnudos y sudando, del culo de mi madre salía mi semen, tenía el ano chorreando y estaba manchando las sabanas de la cama, pero pasamos de todo, mi madre se quedó tumbada boca arriba y yo comencé a bes arle los pechos, con una especial atención a sus pezones, mi madre me dejaba hacer hasta que me invitó a ir a la ducha para lavarnos. Después de la ducha nos preparamos algo de comer, unos vasos de leche con galletas de chocolate, después nos metimos en la cama y estuvimos hablando de lo bien que lo habíamos pasado follando por el culo, mientras hablábamos no parábamos de tocarnos y al final nos dieron las 4 de la madrugada, follando otra vez. Yo metido entre las piernas de mi madre mientras mamá chillaba que se corría, así recu erdo el momento en que amaneció esa mañana, nos pasamos toda la noche follando como locos, como dos enfermos de sexo, como dos amantes desesperados. Ese día conseguí co rrerme 6 veces y mi madre creo que nunca lo sabrá, perdió la cuenta a mitad de la pr imera enculada que le di aquella misma noche. (((Para mujeres con experiencias incestuosas con sus hijos, solo mujeres, anunci

o serio, abstenerse bromistas, rachelny (arroba) mixmail.com ))) FIN DE LA SEGUNDA ENTREGA. VICTORIA (III) Filial, zoo, hetero, madre e hijo. Probando sensaciones nuevas con su perrro. Era impresionante, no me lo podía creer, me estaba despertando casi a las 4 de la tarde y estaba tumbado desnudo junto al cuerpo de mi madre, ella estaba de espal das a mi, todavía seguía durmiendo, estaba también totalmente desnuda, sus curvas roza ban mi piel y su esplendoroso culo lo tenía pegado a mi polla, yo desperté con una g ran erección. Aún me sentía con fuerzas para darle otra enculada, la noche anterior le había pegado por atrás dos veces, y la segunda vez fue mejor que la primera, disfru té el culo de mamá mucho mejor y lo saboreé con mas gusto. A los pocos minutos mi madre se despertó también y nos estuvimos besando un rato, h ablamos de lo bien que habíamos dormido y lo mucho que habíamos disfrutado durante t oda la noche anterior, le dije lo mucho que me gustaba metersela por el culo y m i madre ni corta ni perezosa me respondió, -¡!pues Eduardo, hijo, ya sabes, siempre que quieras darme por el culo, solo tienes que pedírmelo, me encanta sentirme tan encajada a ti ¡!Ese día estuvimos comiendo y durmiendo mas que otra cosa, aquella misma noche nos fuimos al pueblo mas cercano para tomarnos algunas copas, volvimos tarde a casa y os podéis imaginar como acabamos, follando en la cama otra vez. Nos pasábamos los días follando, no hacíamos otra cosa que follar y lamernos el cuerpo a cada instante, mi madre como ya he dicho en alguna ocasión no se molestaba en p onerse bragas ni sujetador, en cualquier rincón de la casa comenzaba el ataque sex ual el uno contra el otro, no era la primera vez que a medio comer o a medio cen ar mi madre se levantaba de la silla y se colocaba sobre mi, apartaba la falda m ientras me bajaba el pantaloncillo corto o los calzoncillos y allí mismo comenzábamo s un polvo de esos de campeonato. Todo era posible, no existía problema por ningun a parte, ya fuese viendo la tele o asomada a la ventana mientras yo le daba por atrás, en cualquier momento nos poníamos a follar, mi madre y yo. Nuestras maneras d e hablarnos también habían cambiado mucho, nos decíamos las cosas tal y como son, sin ningún tipo de tabúes, las cosas al natural, no cesábamos de gastarnos bromas y de dec irnos lo mucho que nos gustaba que nos hiciésemos esto o lo otra en el terreno sex ual,-¡!entonces mamá te masturbabas pensando en mi??? Oía como pronunciabas mi nombre en un par de veces mientras te corrías!!!- le dije aquella mañana a mi madre. -¡!yo me masturbaba pensando en ti y tu granuja también lo hacías pensando en mi, que lo se todo, que ese paquete no se puede disimular así por así!!!- me respondió mi madre con toda la naturalidad del mundo, aunque a veces me reconocía que sentía vergüenza, según l o que le dijera, mi madre se ponía colorada cuando le decía algo verdaderamente fuer te, y por supuesto yo ya no dormía en mi habitación, ahora dormíamos siempre juntos y completamente desnudos, follaramos o no, ya que muchas veces a la hora de dormir no teníamos ganas de follar, tal vez porque habíamos estado todo el día dándonos caña sin descansar. Un sitio que frecuentábamos mucho era el pajar, nos encantaba meternos en el y fol lar entre la paja como dos amantes prohibidos, medio escondidos entre los bultos enormes de paja, los dos desnudos nos revolcábamos como locos de lujuria aprovech ando todo tipo de agujeros para darnos placer. Al sexto día después del primer polvo filial estábamos mi madre y yo tumbados en el pa jar, mirando las vigas de madera que cruzan el techo y recordando la primera vez que la vi masturbarse con aquel libro entre las manos, cuando oímos unos ladridos impresionantemente grandes en las puertas del mismo pajar, los dos nos levantam os corriendo y mamá echó mano de su ropa para taparse corriendo, sus enormes tetas s e balanceaban de un lado para otro mientras se levantaba con prisas y se ponía una amplía falda, no llevaba bragas, yo me apresuré a colocarme unos pantalones de esos con bolsillos laterales, estilo ejercito, tampoco llevaba calzoncillos, ¿para que ?, solía decirme mi madre. Salí primero del escondite y me asomé por el portón del pajar que estaba medio abiert o, y vi que el perro del vecino merodeaba por los alrededores. Aquel gran danés de color ceniza estaba buscando no sé que cojones por los rincones del pajar y el bi

cho al verme soltó dos ladridos que hicieron que mi madre se metiera corriendo a n uestro escondrijo. -¡! Eduardo, ten cuidado con el perro ese, vente para acá, que aq uí no entrará ¡!- ¡! Tranquila mamá, que no hace nada, ya verás como se hace amigo nuestro!! - Yo llamé al animal y este no tardó en acercarse de la manera mas mansa posible, ag achaba la cabeza y movía el rabo mientras me miraba con ojos de pena, yo comencé a a cariciarle la cabeza y las orejas, el chucho era todo lo amigable que puede ser un perro y poco a poco se fue metiendo dentro del pajar conmigo, mi madre al ver lo convirtió su rostro en sorpresa y después en pánico, -¡!tranquila mamá, que no hace nad a este perro, ya lo verás, mira tócalo tu misma, sí es muy manso!!- ¡!no me fío de este bi cho Eduardo, me da malas pulgas este animal, te pega un mordisco y es capaz de a rrancarte un brazo ¡!- ¡!joder mamá, no seas tan exagerada, que solo es un perro, no e s ningún oso ¡!-. Mi madre poco a poco iba perdiendo el miedo siguiendo el consejo d e mis palabras y a los pocos minutos mientras le hacíamos mimos al chucho ya estab a acariciándole la nuca al enorme danés. -¡!te acuerdas mamá del pedazo de tranca que ti ene este animal ¿?!!- le dije yo a mi madre, -¡!y tanto que me acuerdo, pobre perra, montó al animal sin compasión y la dejó destrozada!!- -¿no te gustaría vérsela a esta dista ncia mamá, me refiero a que sí te gustaría verle la polla ahora mismo, aquí mismo, nadie nos puede ver ¡!??- le pregunté a mi madre sonriendo y con un tono de picardía y mali cia total, -¡!pero que dices Eduardo, como se te ocurren esas preguntas, que soy t u madre, hijo mío,!!- ¡!lo sé mamá, pero solo es por curiosidad, recuerdas que viendo a este perro follar empezamos nosotros a calentarnos y al final acabamos follando también, lo recuerdas no??!!, de alguna manera le debemos que nosotros hubiésemos ro to el hielo aquel día!!- ¡!mi madre alucinaba con mis palabras, pero en el fondo no era ninguna tontería, eran la verdad, ocurrió así, -¡! Cariño, aunque quisiéramos verle la p olla al perro, no podemos, aquí no hay ninguna perra para excitarlo!!- yo no pude aguantarme mas y solté una carcajada mientras me dejaba caer en la paja y el perro levantaba las orejas y me miraba con cara de sorpresa, mi madre se quedó mirando a mi semblante muy seria y de pronto soltó, -¡!no, no, no, no estarás pensando que yo haga el papel de perra, que quieres que la bestia esta me monte o que, hijo ¿?!!-, -¡!mamá, no hace falta que te monte el perro, solo que sí de verdad queremos verle la polla del todo, como aquel día, se la podemos tocar un poco y ya está, seguro que em palma, y sí no lo hace, pues nada, nos vamos para casa y el chucho este que se pie rda por ahí!!- mi madre meneaba la cabeza de lado a lado, negándome mientras una son risa le nacía de los labios, -¡! Vaya hijo morboso que tengo, me estas pidiendo que le hagamos una paja al perro, pero será posible Eduardo ¡!- mi madre se reía mientras acariciaba al perro en la cabeza, este a su vez la lamía la mano, incluso intentó me ter su cabeza entre las piernas de mi madre, pero esta se apartaba y regañaba al p erro como sí fuese un crío. -¡!la verdad es que el perro es cariñoso, mira como me lame la mano, cada vez que le toco!!- ¡!eso es porque le gustas mamá. El perro no es tont o y sabe reconocer a una buena hembra cuando la ve!!- ¡!si, si...tu di lo que quie ras que yo no le toco a este bicho la polla ni loca ¡!- ¡!bueno pues se la tocaré yo m ismo!!- y diciéndole esto me senté sobre la paja y acerqué mi mano al paquete genital del perro, tenía unos huevos redondos y pequeños, no muy grandes, y su polla tampoco era gran cosa, la tenía toda tapada, mi madre se reía mientras negaba con la cabeza , pero me di cuenta que no perdía detalle de la evolución de la paja animal. La verdad sea dicha, no conseguí nada, no conseguí ni movérsela de la bolsa en que esc onde el pene el perro, es mas se giraba y metía el hocico hacía su entrepierna como insistiendo a que dejara aquello, yo al final desistí y dije en voz alta, -¡!se acabó, no te veremos la polla tiesa, chucho ¡!- mi madre me respondió riendo, -¡!lo tuyo no es tocar pollas hijo, como marica te ibas a ganar muy mal la vida, cariño, jajajaj a, espera y déjame a mi, ya verás como se la levanto!!- me quedé alucinado, mi madre o ptaba por tocarle la polla al perro, optaba por hacerle una paja al animal que h ace unos minutos antes temía de miedo, no quise perderme el espectáculo y me retiré un poco hacía atrás, mi madre estaba tocándole los huevos al animal y este, ante mi sorp resa, se dejaba hacer al antojo de mamá, mi madre me miraba y me sonreía, -¡!has visto hijo, el perro se deja tocar, ya verás como se la pongo de gorda ¡!Mi madre tenía las faldas levantadas en los muslos, estaba agachada, en cuclillas y sus enormes y preciosas tetas le colgaban de una camiseta holgada que tenía pues ta, su mano acariciaba las pelotas y la polla del perro, el animal nos miraba co

n la misma mirada de tristeza que al principio, le gustaba aquello, al cabrón del perro le gustaba que mi madre le tocara la polla. -¡!mira Eduardo, hijo, mira!!- me dijo mi madre mientras una punta roja asomaba de la bolsa que escondía la polla del perro, -¡!ya se asoma, has visto??, sí es que no h ay nada como una mujer para tocar pollas, ya sean del bicho que sean, hasta la d e su hijo sí hace falta, jajajajaja ¡!- mamá se reía de mi a la vez que se acomodaba en la paja y el perro empezaba a olisquearle las piernas desnudas, -¡!estate quieto b onito, no te muevas mucho que no podré hacértelo bien, no te gires ¡!- le decía mi madre con mimos al animal, de pronto una larga prolongación de carne rosada comenzó a sal ir de entre las manos de mi madre, -¡!uhhhhhhhhhhhhh...Dios mío, sí esto no para de cr ecer, mira Eduardo, mira como se le pone, que barbaridad...!!- mi madre estaba a sombrada mientras aceleraba sin querer la paja y cada vez se veía más polla, el perr o se giró de golpe y mi madre no tuvo mas remedio que soltarle tranca al animal, e ntonces el chucho metió su hocico entre las piernas de mi madre y su nariz chocó con tra su coño desnudo, -¡!quietooooooooo...oyeeeee..estate quieto, no seas malo, chuch o!!!- mi madre regañaba al animal pero no se apartaba, intentaba apartar la cabeza del perro pero no lo hacía con demasiada fuerza, así que el perro hincaba una y otr a vez el hocico en el pubis de mi madre, que mantenía las piernas cerradas, -¡!mamá lo estas poniendo cachondo, mírale la polla ahora, mira..!!- mi madre soltó un grito a l ver la enorme polla que el animal exhibía al aire, totalmente dura, su polla se balanceaba de arriba abajo, dejando ver un enorme bulto en medio del potente fal o, el perro mientras insistía en los bajos de mamá, -¡!no vas a tener otro remedio que abrir un poco las piernas mamá, has puesto muy cachondo al perro!!- ¡!que te crees tu eso, abro las piernas y este bicho me come el coño, pero a mordiscos, me puede pegar cualquier cosa, vete a saber que ha tenido este animal en la boca ¡!- mi mad re apartaba con la manos la cabeza del perro, yo también intenté quitarle las ideas al animal, pero este tenía mucha fuerza y tras separarlo un poco volvía a la carga, empujando con su cabeza las ingles de mi madre, olisqueando sonoramente el coño de mi madre, -¡!vaya con el perro, pues no me quiere chupar el coño, pero será posible!! -¡!joder mamá, lo has puesto cachondo con tus manoseos, es normal que quiera devolve rte el favor!! Le decía yo mientras me reía de la situación, -¡!Ah si ¿???, pues sí este per ro lo que quiere es verme el coño, al final me lo va a ver, bien visto!!- y dicien do esto mamá se levanto la falda por completo y abrió ligeramente las pierna, el per ro no tardó en hundir su hocico entre la pelambrera de mi madre, olisqueando y mov iendo la nariz ruidosamente, entonces sacó su lengua y le metió dos lenguetazos al c oño de mamá, mi madre soltó un siseo profundo y su boca se abrió levantando los labios y enseñando los dientes, -¡!!ufffffffffff.......el perro!!- dijo mamá,, -¿el perro que, mamá, te ha lamido el coño??--¿¿mira, Eduardo, mira como me lo lame...uffffffff...shshsh ssssssssssssssssssssss...ahhhyyyyyyyy..!!!- soltaba mamá mientras abría un poco mas las piernas y el perro le propinaba con sus lenguetazos mas, -¿¿te gusta mamá, te gust a, como te lo hace el chucho este??- -¡!cariño, tu solo mírale la polla, la tiene como el otro día, es enorme..que barbaridad, y no quiero que me lama mas, porque....ss sssssssshhhhhhhhhhhhhh...uufffffff...aahhhhh!!- me decía mi madre mientras cerraba las piernas y volvía abrirlas para que el perro lamiera poco a poco, mi madre jug aba con el animal, y se notaba que ambos disfrutaban porque el perro levantaba l a cabeza y miraba a mi madre cuando esta le cerraba las piernas y cuando las abría el perro metía su hocico entre ellas y le metía un par de lametones, repasándole toda la rajita que ya empezaba a soltar líquidos y olores propios de una hembra en cel o. -¡!hijo, mira...mira como la tiene...mira como..ahhhhhhhhhhhh....oohhhh...sssss ssssshhhhhhhhhhhssssss....perro malo, no seas travieso..oohhh...OHHHHHHHH...!!!mi madre estaba perdiendo fuerzas contra ella misma, se estaba abandonando al p erro y el tiempo en que mantenía las piernas abiertas era cada vez mas largo. Llegó el momento en que se subió la falda hasta el ombligo y abrió bien las piernas, el pe rro comenzó a lamer desesperadamente, mientras mi madre le agarraba la cabeza e in tentaba separarla, pero en el fondo lo que hacía era conducirla hacía su gruta, sepa rando el hocico de su vagina para después volverlo a guiar, mientras gemía cada vez mas fuerte..-¡!OOHHHH...hijo mío...este perro tiene una..ohhhhh.....cariño, mírale como la tiene, tiene la polla enorme, la tiene que se le sale del cuerpo, oohhhhh..ss ssssssssssssss....ahhhhhhhh ¡!!Mi madre estaba salidísima perdida, y yo también, porque tenía una erección como la del

perro, teniendo en cuenta las proporciones de tamaño, claro está, estaba durísimo, mamá se dejó caer hacia atrás y su espalda tocó la paja, abrió las piernas un poco mas y dobló la pierna izquierda por la rodilla, el perro se lanzó como un loco a lamer el coño d e mi madre, mamá se retorcía de placer mientras gemía con los ojos abiertos y mirándome a la cara, -¡!cariño, este perro no se esta portando bien con mamá, me está dejando...ss hhhssss...aahhhhhhh..OOOHHH AAHHHHHHHHHHHHHHHHH....!!! mi madre comenzó a gritar c omo una desesperada y de pronto arrugó la cara mientras me miraba a la cara y mira ba la enorme polla del perro, -¡!!mi niñooooooo...me corrOOOOO, cariño..OOHHHH..AAAAHH HHHHHHHHHHHHHHH...ME CORROOO. OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO...HHH!!!- entonces sin previo aviso mamá lanzó un chorro de líqui do como el que lanzó la primera vez que le comí el coño, su cara era un poema, su entr ecejo se distorsionaba, mientras su boca abierta y sus ojos en blanco acompañaban a unos impresionantes espasmos y convulsiones que convirtieron su piel en un vol cán, su cara estaba roja como un tomate, mientras el perro no dejaba de lamer el c horro eyaculatorio de mamá, -¡!mi niño..otra..vez, me he corrido otra vez así, mi niño, es te perro ha hecho que me corra así otra vez..OHHHHHHH....!!!!!- mi madre no cesaba de tener convulsiones fuertes y su cintura cada vez se ajustaba mas a los movim ientos de la cabeza del can, entonces el perro levantó la cabeza y se me quedó miran do, como satisfecho por lo que había hecho, mi madre se giró, totalmente tumbada sob re la paja y se puso boca abajo para descansar, dejando su culazo al aire y a la vista del animal. El perro no era tonto en absoluto, mi madre no hizo mas que d arse la vuelta cuando este chucho se puso encima de ella e intentó penetrarla con su enorme estaca, que por cierto mi madre no dejaba ni un solo momento de mirarl a como hipnotizada, así pues el perro intentó metersela a mi madre, pero era imposib le, ni tan siquiera que le rozara el culo con la polla, el animal se limitaba a ejercer los movimientos de una follada canina, se movía como sí estuviera follandose a mamá, pero solo se estaba follando el espacio entre su polla y el culo de mi ma dre que eran como mínimo de un palmo. Mi madre miró al perro y miraba la polla, rosada y con manchas negruzcas, mi miró y me sonrió, -¡! Eduardo, hijo, le damos un poco de gustito al perrito, mi vida??- ¡!tu que quieres hacer, mamá??- quieres que te folle???- le pregunté yo, -¡!no hijo solo le dejaré que la coloque entre mis piernas y que se corra como mejor pueda, levantaré el culo para que la pueda acomodar, abriré un poco las piernas para que me la meta entre los muslos y haremos que soy una perrita!!-¡!mamá te veo muy decidida y cacho nda, te está gustando jugar con el perro, verdad, mamá??- le dije yo mientras me reía, y sacaba mi polla del pantalón corto, yo ya estaba empezando a desnudarme, no se porque, pero algo me decía que iba acabar follándome a mi madre como la cosa siguier a, pero algo me decía también, que me la follaría después del perro, porque seguro que e l perro acababa por follarse a mamá. -¡!Eduardo no me digas esas cosas, que con el j uego del perro mira como he acabado, corriéndome espatarrada delante de el, tu vet e preparando que la cosa no acaba aquí y menos contigo, eso, eso..vete quitando la ropa y sacando la polla que te voy a dar trabajo en el momento que se corra el perro...!!!- me dijo mi madre con una voz de vicio impresionante, nunca había oído h ablar a mi madre así, estaba muy caliente, joder con mi madre, quien iba a decirlo . Mamá comenzó a levantar el culo y la polla del chucho empezó también a tocar la carne de mi madre, tenía una polla increíble este animal, -¡!cariño, esta ardiendo, tiene la pol la ardiendo este perro..!!- dijo mi madre al sentir el pene del animal sobre sus nalgas, me acerqué y ayudé al perro a colocarla entre los muslos de mi madre, pero el bicho pegaba unas embestidas muy fuertes y mi madre no le acompañaba en los mov imientos, mi madre iba demasiado lenta para la furia del perro, el perro babeaba por la boca y me miraba de reojo mientras le cogía la polla, con un poco de asco, y la conduje hacía las piernas de mi madre, pero el animal arremetía con fuerza, así que mamá me dijo con la voz entrecortada y excitada completamente, -¡!hijo...déjalo, y a se buscara el la vida como pueda, déjalo que se corra como pueda!!!- ¡!pero mamá, te n cuidado que como se le resbale la polla y con lo mojada que estas te la mete d entro!!-¡!tranquilo hijo mío, dentro no me la mete, ahora la tengo entre los muslos, cerquita de la entrada pero mira, tengo las piernas bien cerradas como para que me penetrar ¡!-, me dijo mi madre, con parte de su cabello alborotado sobre su ca ra y con la espalda doblada hacía atrás, con su imponente culo en pompa, siempre des

eoso por cualquier macho, ya sea humano o animal, la cuestión es que cualquier mac ho desearía poseer semejante culazo. El perro se movía como loco y mamá, miraba hacía atrás como asustada mientras levantaba el trasero e intentar acompañar al animal es sus desesperados movimientos. Fue entonces cuando mi madre me miró directamente a los ojos y me guiñó uno de ellos, comenzó a morderse los labios inferiores y a levantar aún mas el trasero hacía el perr o, abrió las piernas lentamente ofreciéndose de par en par al perro, ofreciéndole el c oño, levanto exageradamente el culo y entonces fue cuando el perro se acomodó, dobló l a espalda dejando ver todas sus vértebras a través de la piel, abrió las patas trasera s y comenzó a penetrar a mi madre, el perro estaba penetrando a mi madre, el perro se la estaba follando sin piedad, frenéticamente, bestialmente, con unos vaivenes impresionantes, mi madre no era mi madre, nunca imaginé que pudiera gritar de gus to una mujer como estaba gritando mi madre bajo el perro, yo nunca había visto nad a igual, ni tan siquiera imaginado, ni en las películas porno ni en nada existente , mi madre no era mi madre, lo único que se, es que me corrí con solo verla, mi poll a empezó a lanzar chorros de semen que algunos le dieron al perro en un flanco, so lo con ver a mi madre como gozaba, yo ya me corrí de gusto. Los gritos de mi madre eran verdaderamente escandalosos, su piel estaba roja, su rostro era insólito, rojo con los ojos en blanco, moviendo las tetas a un compás in imaginable, estas bailaban como locas mientras el perro bombeaba, mi madre gemía, suspiraba y gritaba de gusto, voy ahorrarme el poner aquí las onomatopeyas de los gritos de mi madre porque harían falta por lo menos 20 o 30 folios para escribirla s, todo eran gritos de voz y garganta, por unos momentos creía que el perro la est aba destrozando por dentro, le metió el bulbo que tienen los perros en medio del c ipote, y mi madre entonces se calló de golpe, para empezar a vociferar cosas que n o se entendían, gemidos del placer mas salvaje, se escuchaban los chapoteos de la constante e intermitente entrada de la polla del perro en el coño de mamá, mi madre chorreaba líquidos por los muslos abajo, ella se movía a la velocidad del perro, había n llegado a lograr la compenetración total en la follada. Mi madre entonces me miró con una cara de placer como nunca se la había visto, mi polla se endureció de nuevo con solo mirarme a los ojos y ver como disfrutaba, entonces el perro comenzó a peg ar unos espasmos, mas que espasmos eran golpes de cintura, el animal se estaba c orriendo dentro de mi madre, mi madre no dejaba de gritarle cosas al perro, y a mi también, sus ayes eran escandalosos, es que no tengo adjetivos para describirlo , fue algo realmente exagerado, creo que sí lo hubiese podido grabar en video, me sacaría una pasta impresionante con vender las cintas. El perro se bajó pero no pudo, se había quedado pegado a mi madre, y se colocaron de manera que sus dos culos estaban unidos, por las piernas de mi madre caían manant iales de líquidos, no sabía diferenciar si eran del perro o de mi madre. Mi madre sollozaba de placer y mi miraba con una cara de satisfacción indescriptib le, -¡!Eduardo, hijo mío, como sigas con estas ideas tuyas me matas de placer, tu me vas a matar de gusto ¡!- yo le sonreí mientras intentaba separar al perro de mi mad re, pero mi madre gritó y me dijo, -¡!no hijo, no la fuerces...que me revientas, mi niño!!!-. Me fumé un cigarrillo mientras esperaba a que al perro se le aflojara la polla, mi madre estaba tumbada boca abajo con la cabeza hundida en la paja y con los ojos clavados en mi, estaba recuperando el aliento y estaba como drogada de tanto pl acer, -¡!estas bien mamá??- le dije yo, -¡!si hijo, no te preocupes, pero ahora mismo estoy...no lo se.. mi niño...no se ni donde estoy ahora mismo...mi nene, mi Eduard o..!!!El perro se separó de mi madre a los 5 o 6 minutos mas o menos, mi madre suspiró de alivio cuando el chucho se la sacó y comenzó una exhaustiva limpieza de su rabo, des pués se acercó a las nalgas de mi madre y comenzó a lamerlas, tanto que al final estab a lamiendo su coño de nuevo, mamá abrió las piernas un poco y dejó que el animal le limp iara toda la zona castigada por la follada, mientras me sonreía con las manos se s eparaba las nalgas, dejando el coño y su ano bien expuestos para que la lengua del perro limpiara todo lo que por allí había, y me decía, -¡!ufff. cariño, esto ha sido algo nuevo para mi....jamás imaginé que yo ...ufff!!!- -¡!lo sé mamá, yo también he disfrutado v iéndote así, yo tampoco creí que tu ...acabarías gozando tanto con un perro, jajaja..!!! -¡! Eres mas granuja...como te gusta ver a tu madre gozar, ehh??? ,disfrutas viend

o como me corro como una loca, verdad hijo, tengo que admitir que el perro tiene una polla gordísima, además su tacto es como un poco áspero y eso al rozarme el clítori s hace que me vuelva loca, nunca creí que esto pudiera ser así ¡!!-¡!pues imagínate mamá, sa bes de sobra y te lo he dicho mil veces que después de correrte estas preciosa, me encanta ver como te corres y verte la cara de goce, con solo pensarlo me pongo cachondísimo, sí por mi fuera estaría todo el día haciendo lo posible para que te corrie ras, quiero ver como te corres al día cien veces, mamá ¡!!- ¡!no me digas eso, cariño, que sabes que me da vergüenza, aunque me encante correrme contigo, pero...soy tu madr e!!- ¡!mi madre, eres mi madre y eres la mujer con las tetas mas hermosas del mund o, con el culo mas tentador de todos los culos femeninos del mundo entero, eso e s lo que eres!!!-¡!!vaya Eduardo, parece que te gusta mi culo mas de lo normal, es tas loco por mi culo hijo, y eso que ya me lo has metido en varias ocasiones, pe ro veo que el culito de mamá se la pone gorda al niño!!-¿¿solo gorda mamá, tu culo es capa z de levantársela a cualquiera, además el ejemplo lo tienes aquí mismo, el perro este, solo has tenido que darte la vuelta, te ha visto el culazo y ya ha intentado fo llarte, para que después me digas que son manías mías..que no mamá, que tu culo merece u n premio, un premio al mejor culo y mas deseado de todos!!!- Estuvimos riendo un rato, los dos tumbados, hasta que el perro acabó de limpiarse la polla. Pasaron unos minutos y acompañé al chucho a la calle, lo saqué del pajar y se fue por donde vino, entré a donde mi madre yacía tumbada y le ayudé a vestirse, después nos fuim os a casa y nos duchamos juntos, le estuve comiendo las tetas como un loco mient ras nos duchábamos y mamá me regaló el detalle del perro con una mamada impresionante, y se tragó toda mi leche, aún con restos de semen en la barbilla y en los labios se levantó y me dijo, -¡!!eres el mejor hijo del mundo, me haces unos regalos que ...c omo sigas así me vas a matar,,,granuja ¡!!-. Esa noche, después de cenar nos fuimos a la cama a descansar y estuvimos durmiendo casi doce horas seguidas, por la mañana al despertarnos le enseñé el nabo tieso a mi madre y ella se volvió de espaldas a mi y comenzó a frotar su trasero contra mi poll a, separé sus nalgas con mis manos y le metí un dedo en el culo, después le metí dos ded os y un poco mas tarde le metí la lengua, le comí el culo con verdadera devoción, creo que nunca le había introducido la lengua tan a fondo dentro de su ano, esos pelil los que adornan la entrada de su culito me vuelven loco y me estuve entreteniend o con ellos todo el tiempo que quise, creo que no hace falta decir que esa mañana comenzamos la jornada con una enculada tremenda. FIN DE LA TERCERA ENTREGA. VICTORIA (IV) Filial, zoo, hetero, madre e hijo. Compró algo a su hijo que se pareciera al pene del perro y que le iba a dar mucho placer Se habían acabado las vacaciones y mamá y yo ya estábamos de nuevo en casa, en Barcelo na, en nuestro piso del centro, un ático precioso de grandes vistas sobre la ciuda d condal, nuestras vidas habían cambiado mucho desde este verano, mi madre y yo éram os amantes de primera, nos hacíamos gozar de una forma impresionante y habíamos desc ubierto el uno en el otro la satisfacción sexual mas grande de todas, por supuesto con esa excitación que produce el morbo de hacérselo con su propia madre o su propi o hijo. Mamá va por casa sin bragas, no se las pone, a no ser que salga a la calle, pero e n el momento de entrar por la puerta de casa se las quita, así estamos listos para cualquier ataque de lujuria que nos entre en cualquier momento. Follamos cada día, y a mi madre le encanta sobre todo que se la meta por el culo, le encanta sentirse empalada por el trasero, hemos tomado por costumbre que casi cada tarde nos regalemos con una sodomización, y no es rara la tarde, como antes he dicho, que no le levante las faldas a mi madre y empiece una lenta y pausada introducción de uno de mis dedos en su ano, para después dejar paso a mi polla, hast a que me corro dentro de ella y el piso se llena de voces de mi madre gozando. Reconozco que nos asusta que los vecinos se enteren de algo, pero vamos con el c uidado necesario para que esto no suceda. Yo me puedo pasar una película entera mientras le chupo las tetas a mi madre, nos

acomodamos en el sofá viendo la tele y como el que no quiere la cosa comienzo a ma marle los pezones hasta que se los pongo bien grandes, debo señalar que desde que realizo este ejercicio a mi madre le han crecido los pezones, no sé sí será debido al ejercicio que los tengo sometidos o que de tanta excitación al final acaban por ag randarse y tener un tamaño mas grande del que tenían, últimamente se le pueden poner d e gordos y de grandes como la primera falange de uno de mis dedos de la mano, a mi polla le pasa algo parecido y al clítoris de mamá también, creo que nuestras zonas erógenas han aumentado de tamaño, es posible que debido a tanto ejercicio y estimula ción, eso se lo dejo para quién conozca el tema y sí sabe algo que me mande un e-mail, muchas gracias. Una mañana mamá vino muy contenta de la compra, traía algo escondido en un pequeño paque te y me dijo que era para mí, que era una sorpresa pero que quién mas la iba a disfr utar era ella, yo la disfrutaría pero viendo como lo disfrutaba ella misma. Al principio pensé que sería algún juguete sexual, un vibrador o algo así, pero cuando s aco lo que vi, no supo que decirle, me quedé a cuadros. -¡!Mira Eduardo que he comprado, una cosa para que te la pongas en la polla!!-¿¿para q ue me la ponga en la polla, mamá, pero eso que es??- en verdad no era mas que un t rozo de tela, una especie de terciopelo, de un tejido un poco áspero. -¡!que quieres que me ponga en la polla, mamá, explícate que no lo entiendo!!- ¡!mira Eduardo, te ex plicaré, te acuerdas este verano cuando me montó el perro aquel, te acuerdas que te dije que tenía una polla muy gorda que casi parecía reventarme el coño y que al princi pio la notaba muy áspera??!!- ¡!Si mamá, lo recuerdo, recuerdo como gritabas de gusto y como te corrías mientras el perro te montaba con aquella furia!!- diciéndole esto comencé a manosearle las tetas a mi madre y a pasarle las manos por el culo, por e ncima del tejano, mi madre se reía y me apartaba las manos, -¡!espérate hijo, espérate q ue te explique, te lo explico y después haces conmigo lo que quieras, pero primero escucha!!- mi madre se sentó en el sofá y yo fui detrás de ella, nos sentamos uno al lado del otro y mamá me preguntó,-¡!Eduardo, cuando follé con el perro, tenía cara de plac er, quiero decir, que sí alguna vez me habías visto así o no??!!-¡! Mamá, la única vez que t e había visto esa cara fue cuando te la di por el culo y estábamos delante de un esp ejo, creo que era la segunda vez que follabamos por el culo, y esa cara que tenías cuando el perro empezó a sacarla y meterla con fuerza y cada vez mas deprisa nunc a te la había visto, además gritabas que incluso llegué a asustarme, estabas como loca !!!-¡!pues hijo mío, esto será una funda que te pondré en esta polla preciosa para así hac erla mas gorda y que se parezca a la del perro, te haré como una especia de condón p ero que solo te cubra el tronco de esta cosota tan maravillosa que tiene mi niño!! !- y diciendo esto mi madre me echó mano al paquete y comenzó a moverme la polla por encima del calzoncillo, -¡!entonces mamá, te gustó que te follara aquel perro??, te l o tenías muy callado ehh???!!- y comencé a reírme en voz alta, mamá se puso colorada y s e tapo la cara con las manos por unos instantes, -¡!calla, callate!!- me decía después riendo,-¡!que estas convirtiendo a tu madre en una viciosa, pues claro que me gus tó que aquel animal me follara, tu sabes lo que sentí cuando aquel perraco me bombea ba con aquella rabia, creí que me volvería loca de gusto, pero sí no dejaba de correrm e Eduardo y tu lo vistes mejor que yo, que se me caía hasta la baba sin darme cuen ta!!- ¡!mamá se te cae la baba cada vez que te la meto por el culo, abres la boca y te cuelga un hilillo de saliva que te llega a las tetas, cuando estas con el cul o en pompa y te la doy con fuerza las babas se balancean de un lado para otro, sí eres una cachondona mamá!!- mi madre no dejaba de ponerse roja y de reírse con ciert a vergüenza. -¡!pero tu te crees que eso se lo puedes decir a tu madre??, esas son m aneras de hablarte a tu madre???!!- me decía mamá, ¡!bueno Eduardo, pues quiero que te pongas esto cuando lo arregle y me follaras con esto puesto, quiero que me veas como aquel día y quiero sentir como el coño se me rompe, pero no mientras me folla un perro, sino mientras me follas tu, mi vida!!- mi madre me decía aquello mientra s me acariciaba el paquete, nos miramos y nos reímos, -¡!pero tendremos que irnos a un hotel, no quiero empezar a gritar y que nos oigan los vecinos, nos iremos a u n hotel, aunque sea un hotel caro y una suite de esas grandes!!!- ¡!vale mamá, lo qu e tu digas, pero cuando me ponga ese pelo alrededor de mi polla, vas a olvidar q ue soy tu hijo, no vas a saber sí soy un perro o un hombre o un caballo, porque te pienso follar con unas ansías que te vas a correr como ninguna mujer se ha corrid o aún!!- mi madre empezó a reírse y me dijo, -¡!este es mi hijo, mi Eduardo, que machote

tengo en casa, anda que el tiempo que hemos desperdiciado cariño, sí lo llego a sab er antes me hubieses estado dando caña pero desde hace mucho tiempo, mi niño!!!-

Aquella misma tarde vi como mi madre, sentada en el sofá del comedor de casa, limp iaba aquella tela que supuestamente iba a proporcionarle mucho placer, al cabo d e un rato mi madre me llamó y me acerqué hasta ella, -¡!dime mamá!!- ¡!cariño sácate la polla que te pruebe esto!!- ni corto ni perezoso me bajé los pantalones del pijama que l levaba puestos y acerqué mi polla flácida a la cara de mi madre, que seguía sentada mi entras yo estaba de pie, -¡!pero cariño, hijo, así no, tienes que tenerla bien dura, c omo voy a saber las medidas que tengo que coser con la pichilla pequeña!!- ¿¿y que qui eres mamá, que mamá la sacuda aquí mismo, delante de ti??quieres que me haga una paja ante tus ojos??, yo prefiero que me la toques tu, que me la pongas bien grande c omo tu solo sabes ponérmela!!. Mi madre me miró fijamente a los ojos y esbozó una sonrisa maliciosa, -¡!claro que si cariño, yo misma te la pongo dura ahora mismo, sabes el placer que siento cuando v eo que con solo tocarte un poco te pongo la polla así de grandota, es un piropo qu e me haces con tu cuerpo sin que lo sepas, tu polla me saluda cada vez que se le vanta ante mi, Eduardo!!-¡! Lo sé, mamá, y tanto que te saluda!!- Mamá dejó las cosas de l a costura a un lado del sofá y comenzó a tocarme la polla con la única sabiduría que ell a conoce, primero empezó a tocármela cálidamente y poco a poco, bajando mi prepucio ar riba y abajo, para entonces mi rabo ya estaba tomando dimensiones fuertes, estab a medio morcillona, de esas veces que la polla se te tuerce hacia un lado y esta a medio levantar, entonces mi madre me agarró los cachetes del culo, levantó su cul o y se sentó en la punta del sofá, tomando posiciones mas altas respecto a mi, y sin manos, ya que las tenía agarradas a mi trasero, comenzó a chupar la polla, la busca ba con la boca y la soltaba después de meterle algunos chupetones fortísimos en la p unta del capullo, mi polla estaba levantándose ya con el poder correspondiente, ma má dejó de sujetarme el culo y entonces me agarró el cipote, tiró de el hacia la base sa cando y forzando todo lo posible mi erección, se me notaban las venas una barbarid ad, entonces agarró mis huevos con una sola mano y cerro los dedos al comienzo de la bolsa que guarda los testículos y tiró hacia debajo de ella, realizando un movimi ento de palanca que hizo que mi polla se levantara aún mas, se llevó un dedo a la bo ca y lo chupó después lo dirigió hacia mi ano y riéndose me dijo, -¡!ahora me toca a mi di sfrutar de tu culito, cariño!!- y me metió un dedo en el culo, tengo que reconocer q ue al principio no me entusiasmó la idea y que al principio incluso me molestaba y a que no lograba entrar, pero después la sensación me gustó y mi polla se endureció aún ma s de lo que estaba. Con mi polla bien erecta, mamá comenzó a pegarle chupetones en la punta, me lamía todo el cilindro de arriba abajo, se detenía con entusiasmo en el capullo que sobresalía muchísimo, -¡!cariño, parece que tienes plantada una enorme seta en la punta, que gla nde mas grandote, que barbaridad, parece que cada día la tienes mas grande, mi vid a!!- ¡!es verdad mamá, yo nunca me la había visto así de grande!!- y la cosa no es broma , creo que la polla me mide algo mas de uno o dos centímetros desde que follo con mi madre y desde que ella se cuida de ella. Entonces mi madre comenzó a succionarm e la punta del glande, como sí fuese un helado, lo succionaba ruidosamente, se det enía en el agujerito por donde los hombres meamos y eyaculamos e intentaba extraer lo que hubiese dentro con auténtica maestría, como sí estuviese chupando la cabeza de una gamba, pues así mas o menos, para que os hagáis una idea, yo estaba que me moría de placer, -¡!ohhhhh mamá, que bien me la chupas ¡!!- ¿¿te gusta lo que te hace mamá en la p olla, mi niño????- nos decíamos entre risas y miradas que invitaban al incesto mas s alvaje. Estaba ya totalmente tiesa, entonces mi madre cogió la áspera tela y abrigó toda mi po lla con ella, se me veía demasiado gorda, mas gorda que la del perro incluso, además , era molesto, tener la polla encerrada de aquella manera, imaginaos, era como p onerte un condón de terciopelo, solo que no cubría la polla por entero, solo el tron co, dejando el glande al aire, -¡!mamá, quieres que lo hagamos con esto??- le dije y o a mi madre, -¡!no cariño, me estoy dando cuenta de que esto va a ser muy incómodo pa ra ti y es posible que incluso no puedas ni metermela, es muy probable que se te escurra esto dentro de mi y me lo dejes dentro!!- me respondió mi madre. -¡!y sí me hicieras unos anillos alrededor de la polla con este pelo??, un par de an

illos no muy grandes, así los notarás y se parecerá en algo al bulto que tenía el perro en medio de la polla!!- le dije mientras mi madre me quitaba la gorda tela de en cima, -¡!a que te refieres??,a que te haga esto pero cortito??, unos anillos que h agan parecer que tienes una polla de perro, con ese bulto en el centro??, pues n o estaría mal la idea, vamos a intentarlo!!-. Mi madre midió la tela con mi polla y comenzó a cortar los trozos de tela áspera, hizo como dos anillos, y me los colocó en la polla, bien exhibida ante nuestros ojos, la verdad es que parecía una polla ali enígena. -¡!UFFFFF, menuda polla que se gasta mi Eduardo, vaya pedazo de polla que tienes h ijo, estoy pensando en levantarme la falda y que aquí mismo me hagas un honor, vid a mía ¡!- me dijo mi madre riendo. Y era verdad, mi polla estaba enorme, adornada co n aquellos anillos de pelo, parecía algo barbaro, yo tengo un glande enorme, que s obresale mucho del resto de la polla, el borde de mi capullo se curva hacía arriba ensanchándolo aún mas, pues imaginaos sí tras dicho borde, sí tras dicho el límite me pon go un anillo alrededor de la polla de un pelo aterciopelado de una longitud de u n dedo y medio mas o menos y de un espesor que se aproxima al grosor de mi dedo meñique, y un poco mas abajo me coloco otro anillo de iguales dimensiones, pero es te un poco mas ancho. Mi polla describía relieves de imaginación sobre su superficie , todas mis venas marcadas al mil por cien, el pelo aterciopelado cubriéndome part e de mi falo y mi glande brillando tras los chupetones de la tetona de mi madre, mamá gritaba de júbilo y alegría al verme la polla así, -¡!si, si, si, vaya cosota que mi niño me va a meter en el coñito de mamá, ehh???Eran las seis de la tarde mas o menos, y por supuesto no nos esperamos para ir a ningún hotel, tras ponerme los anillos, mi madre tenía los ojos como encendidos ant e la visión de mi enorme polla, se levantó la falda y yo mismo le quité la estrecha ca miseta, sus tetas cayeron a plomo por efecto de la gravedad y yo me apresuré a tocár selas y a manoseárselas, -¡!vaya con mi Eduardo, que no pierde ocasión de meterle mano a su madre, como me sobas las tetas hijo, no me extraña que las tenga como las te ngo, no paras de manoseármelas todo el día, no las dejas descansar, están siempre exci tadas, granujilla!!!- yo me recreaba tocándole las tetas a mi madre, se las chupab a con frenesí, le besaba las pecas que lucía en su maravilloso y amplío escote, y los pezones, joder con sus pezones, no tengo palabras para describir sus pezones, so n los mejores pezones del mundo, mi madre se tumbó en el sofá y se abrió de piernas, y o me metí dentro entre ellas y mi madre las volvió a cerrar a la altura de mis riñones , pegando su cuerpo al mío todo lo posible, mi polla estaba descansando sobre su v ientre, pero al pasar la mano por el coño de mi madre noté que lo tenía bastante mojad o, así que sin mas preámbulos puse mi glande en la entrada y comencé a empujar lentame nte, mi madre nada mas notar que le estaba entrando lazó un gemido que sonó por todo el piso, mi glande entró y cuando el anillo atravesaba la puerta vaginal de mi ma dre noté como una pequeña resistencia, pero también entró porque ella misma, mamá, acentuó c on su cintura un movimiento que hizo que mi polla se clavara dentro de ella de u n solo golpe. Sí recordáis como se puso mi madre mientras se la follaba el perro, pues ahora era l o mismo, no voy a explayarme describiendo como mi madre disfrutaba en aquel polv o sobre el sofá, solo sé que nunca había visto a mi madre así, se pone loca cuando me la follo por el culo, pero esto era distinto, se movía con lujuria, al mismo compás no s arremetíamos bestiales empujes uno contra el otro, las tetas de mi madre bailaba n sobre ella y caían hacia los lados, eran como dos flanes que yo no dejaba de chu par y lamer, su cintura me propinaba unos viajes fortísimos y su culo se levantaba para no perder el ritmo de la follada, mi madre gemía y gritaba de placer como lo hacía en el pajar, me daba miedo y corte que se nos oyera desde fuera del piso y seguramente se nos oía, porque esto no era normal, -¡!AHHHHH ....OOOHHHHH...AAAHHYYY Y.. SIIIIII...AY ..AY...AY...AAAAYYYYYYYYYYYYYYY...HIJO MÍOOOOOOOOOOO...SIGUEEEE EEEEEEEEEEEEEE....FOLLAMEEEEEEEEEEEEEE...MI NIÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO...OOHHHH HHHHHHHH..AAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH , AAAAHHHH AY AY AY AY AY AY AYHHHHAH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH AH A!!!!!- Mi madre se corrió con los oj os en blanco y metiéndome terribles espasmos, manchamos la tapicería del sofá de nuest ros fluidos, mi madre es un manantial de líquidos cuando se pone cachonda, yo me c orrí gritando y esta vez lo hice también dentro de ella, cuando me entraron los espa smos de la eyaculación me metí todo lo mas adentro posible de mi madre y allí me vacié g

ritando mientras mi madre cerraba sus músculos vaginales y estrangulaba mi polla d entro de ella, haciendo que soltara todo el semen que guardaba en mis huevos. Ma má es una verdadera maestra ordeñando mi polla con los músculos de su coño, sabe cerrarl os en el momento preciso y me saca lo que creo que ni tengo. Nos quedamos tumbados, uno sobre el otro, sudando como animales tras la, bestial follada, -¡!hijo mío, no se que me das, pero me matas de gusto, esto tuyo no es nor mal, me vuelves loca, mi vida, pero loca de verdad!!- ¡!tu también me vuelves loco m amá, me pones a cien, me encanta follar contigo mamá!!- ¡!a mi también me encanta follar contigo, hijo mío, follar contigo es lo mas maravilloso que ha podido pasarme en la vida, mi cielo!!!Desde aquel día follamos un par de veces a la semana con los anillos de pelo alre dedor de mi polla, según dice mi madre esos pelos le rozan el clítoris muy intensame nte y casi siempre a la quinta o sexta sacudida mi madre ya empiece a correrse. Podía contaros mil cosas de lo que hacemos mi madre y yo, ahora mamá tiene el coño tot almente depilado a petición mía, tiene un conejito precioso, hace unos meses se lo t iñó de color rojo, se depiló los lados para que el tinte no le tocara las zonas mas se nsibles y dejó solo el vello púbico mas exterior, el que se encuentra sobre el Monte de Venus, también se lo tiñó de color anaranjado y de rubio, a mi madre los pezones n o le paran de crecer, tiene pensado ir incluso al médico, aunque las razones supon go que ya las sabemos, pero bueno...nos da morbo saber que nos puede decir un es pecialista. Hemos follado hasta el lugares públicos, le he llegado a meter mano en el metro en hora punta le metí la mano por debajo de la falda y aparté las bragas h acía un lado, al final conseguí meterle dos dedos dentro del coño y uno dentro del cul o, se tuvo que contener y morderse los labios porque se estaba corriendo mientra s me agarraba con fuerza, y una vez mamá me hizo una mamada impresionante viendo u na película en un cine muy céntrico de la ciudad y en mas de una ocasión mi madre esta ba hablando con una vecina por la ventana de cualquier dormitorio mientras yo le comía el coño, agachado sin que nadie me viera, otro día se la metí por el culo mientra s tendía la ropa en el balcón, todo esto muy disimuladamente. Nosotros follamos en c ualquier parte del piso, en el cuarto de baño, en la cocina o en la ducha, sobre l as sillas del comedor o en el sofá, hasta nos hemos ido en mas de una ocasión a un p icadero donde las parejas van a follar en coche y allí nosotros nos hemos puesto a follar sin ningún tipo de perjuicios, sabiendo que es posible que el coche que es té a nuestro lado nos esté viendo, en una ocasión encendí la luz del interior del coche y cuando nos dimos cuenta había una pareja de novios mirando a través del cristal de su propio coche hacía el nuestro, y es que por lo visto, se quedaron alucinados a l verle las tetas a mamá mientras esta votaba sobre mi a todo ritmo, parecía una ama zona cabalgando sobre mi mástil tieso. De nuestro primer encuentro en el pajar ya han pasado varios meses, porque esto pasó en el verano del 2000 y mi madre está muc ho más hermosa que entonces, mas bella y nos cuidamos mucho, estéticamente hablando. Cuando mamá camina por la calle, es inevitable que muchos hombres se den la vuelt a para verle el culo perfecto que tiene, cuando antes de cruzarse con ella no ha n apartado la vista de su pecho, incluso alguna mujer ha llegado a piropearla po r la calle en alguna ocasión. A los dos nos encanta el sexo, y nos va mucho el sexo anal, a mi madre le vuelve loca y como ya he dicho al principio de esta cuarta entrega de mi historia verídi ca, casi cada tarde hago que mi madre se corra mientras le bombeo el ano con mi polla. Su culo es una pasada, estrechito y apretadito, me vuelve loco cuando mi madre aprieta los músculos del recto y me exprime la polla dentro, es casi imposib le moverse dentro de ella entonces, pero ahí está el auténtico placer, porque es cuand o más gusto nos damos, cuando todo está estrecho y es casi imposible avanzar en las penetraciones, solo de verme la polla como entra en su ano me invade una lujuria fuera de lo normal, de verle el vello arremolinado alrededor del ano, y verme c omo sí fuese un espiral que se funde hacia dentro mientras mi madre gime de placer y sus hermosas tetas se balancean de un lado para otro, follar con mi madre es un verdadero placer. Esta historia la he escrito yo, Eduardo, pero el correo es de mi madre, es ella quien lo envía, me dice que ella no sabe escribir tan bien como yo y que yo soy ma s detallista para explicar las cosas, y sobre todo como esta, mientras la iba es

cribiendo mamá iba leyendo los trozos que iba guardando en mi disco duro y en mas de una ocasión me ha llamado para que fuese al ordenador, la única excusa es que se estaba poniendo caliente y necesitaba follar como una loca. Así que esta historia esta escrita con el consentimiento de los dos. A propósito, mi madre siempre me ha deseado como hombre, dice que antes del verano que empezamos a follar ya me había visto masturbarme en alguna ocasión y sabía que lucía un paquete bien grande, por esa razón ella también se masturbaba pensando en mi y diciendo mi nombre mientras se co rría, según ella es terriblemente excitante saber que tienes a un hombre muy bien do tado en casa, y mas aún sí resulta que es su hijo, porque eso da mucho mas morbo, lo digo por otras mujeres que les pase lo mismo, un consejo de mi madre es que no os cortéis y que intentéis provocar la situación, nunca os arrepentiréis. Nos gustaría recibir cartas de mujeres que también follen con sus hijos, que sean ad ictas al sexo anal con sus hijos y que estén dispuestas a entablar una amistad por correo, la idea es de mi madre, y por eso pide que solo sean mujeres las que le escriban, que se abstenga bromistas y gente que solo se dedica a insultarnos. ((Hola soy Victoria, soy la madre de Eduardo y he leído en esta dirección muchos rel atos de incestos que lo escriben las madres que mantienen relaciones sexuales co n sus respectivos hijos, me gustaría poder hablar de estos temas con alguna mujer que experimente lo que yo y que sienta lo que yo, por eso prefiero que seáis vosot ras y no los hijos, porque no he tenido la ocasión de hablar con esto con ninguna otra mujer, podríamos incluso fundar un club de amigas entre nosotras o algo parec ido, tengo dos e-mails, los dejaré los dos para recibir vuestras cartas, es un asu nto serio y esto no es ninguna broma, y no excluyo la posibilidad de conocernos personalmente entre nosotras, un beso a todos, también quería dar consejo a otras ma dres como yo que desean a sus hijos y no se atreven a romper el hielo, estoy dis puesta a guiaros para hacerlo, provocar la situación y ya veréis como acabáis gozando con ellos dentro, un beso y otro muy en especial a Marqueze, enhorabuena por la página, mil gracias a ti.)) rachelny (arroba) mixmail.com rachelny (arroba) eresmas.com Por Mi Salud En el camión tenía dudas sobre la visita al doctor. Pero no era mas que simple miedo y vergüenza. Era un problema del que no quería contar a mis padres, no era nada gra ve, pero simplemente me daba vergüenza hablar de eso con ellos. El médico que trataba mi padre, era el Dr. Castro, era muy bueno, o eso había oído, pe ro simplemente no quería que me tratara él. Digo, que tal si yo iba y me preguntaba "Oye David, ¿cómo va la incontinencia de tu papá?". Hubiera sido bastante traumante. M ucho mas si el parlanchín doctor le contaba de mis problemas a mi padre. Ya en la clínica del gobierno, espere a que me nombraran para que pasara con el médi co especializado. Una vez que me llamaron, me sorprendió que no me diera cuenta qu e era doctora y no doctor cuando hice la cita. Es algo curioso, la mayor parte de los ginecólogos que conozco son hombres... y po r alguna razón la mayor parte de los urólogos también. La Doctora Pineda, de la facult ad de medicina de (¿dónde mas?) la UNAM, era la excepción entre los urólogos, supongo. Me saludo muy cordialmente y me invito a pasar. Nunca he sido bueno para calcula r la edad, pero debía tener mas de 25 pero menos de 30. Era delgada, como si en re alidad fuera gimnasta o bailarina y tenía un rostro precioso. Morena, como de 1.75 m y pelo largo amarrado en la clásica coleta de caballo, bastante informal y casi sin maquillaje, tenía una piel hermosa, una nariz equilibrada y unos preciosos ojo s azules-verdosos que llamaban muchísimo la atención. Con una mujer así de linda, iba a tener mas problemas en explicarme y nada mas ver la ya sentía que me moría de pena. Pero ya era tarde para cancelar la cita y hacer o tra con Castro. En cuanto me senté frente a su escritorio me comenzó a hablar en un tono de lo mas a migable. se dibujo en su cara una sonrisa brillante - ¿quieres que te lla - Muy bien señor... me señor?.

- David esta bien... conteste con pena de mirarla. - Esta bien, mira David ella iba a repetir ese "Mira David" un millón de veces - sé que es difícil hablar de estos temas, pero tenme confianza, estoy aquí para asegurar que te alivies. - Ok... - Bien, ¿en qué te ayudo?. - Pues mire... esto... - ¿Tienes alguna duda sobre el sexo o algo así? - No... no es eso... es algo mas... menos sexual, es algo con mi cuerpo. - Quítate la pena, y platícame. Debimos estar así un par de minutos, ella era agradable pero presionaba, bueno, ha bía otros pacientes esperando. Pensé que estaba perdiendo el tiempo y que no resolve ría nada si no hablaba, así que confesé. - Pues mire doctora... ya se eso de la adolescencia y de los cambios de mi cuerp o y todo aquello, yo me desarrolle en... esas cosas como a los 11 y creo que par a los 13 ya estaba... pues... "crecido" en mis... en los órganos sexuales. La mire. No parecía tener expresión diferente, sonreía con los labios y me miraba casi con ternura. Me dio confianza para continuar. - Bien... hace como... bueno, como a los 12 años me... yo comencé a... ¡Como costaba d ecirlo!. - ¿Empezaste a masturbarte? interrumpió ella. - S.. si... - Ya, tranquilo, no te pasa nada si lo dices ni si lo haces. ¿A los doce? Hmm... c reo que yo también comencé como a esa edad... Esa rápida confesión me dio risa, se notaba que la doctora era bastante sociable y l ocuaz. También me dio confianza para continuar. - Si.. bueno, cuando lo hacia, lo que... "expulsaba", el semen pues... pues era. .. normal. - ¿Qué tan normal? comenzó a tomar un aire mas profesional. - Pues... ya sabe... me sentía como un marrano indecente al decir esas cosas un pa r de chorritos y unas gotas. - Ah... ¿te refieres a la cantidad que expulsabas? comenzó a tomar notas en una libr eta - ¿qué a pasado?. - Mire, yo estoy bastante seguro que esa cantidad es la normal en mi. Pero hace como un mes, cuando... lo hago, expulso muchísimo mas. - ¿Qué tanto?. - Pues... como 4 u 5 chorros... grandes... - Hmm... ya veo ella seguía con la mirada en su libreta y solo levantaba la vista para hacer sus preguntas. Parecía que le estuviera dictado ecuaciones algebraicas. - Y... bueno, es por eso que he venido. ¿tenía que ir con el sexólogo?. - No, no... con él son otro tipo de cosas, esto parece ser mi tema. ¿El semen sale e speso?. - Si, mucho. - ¿No sale mucha "agüita" cuando eyaculas?. - No, es bastante espeso como le dije. - ¿El color es normal?. - Si, como lo era antes de que este cambio pasara. Quizás un poco mas blanco porqu e es mas espeso. - Ya veo... ¿pero no se ve verdoso o amarillento?. - No, para nada. - Antes de eyacular, cuando el pene esta erecto, ¿sale mucho fluido?. - ¿Lubricante? Si, también eso ha aumentado y sigue siendo igual de transparente que antes. - ¿Qué tanto lubricante?. Esto es mas difícil de calcular pero trata de hacer un calcu lo aproximado. - Pues... digamos que... si traigo los calzoncillos puestos, se me moja mucha te la de adelante, como unos cuatro por cinco centímetros. - Ok... mira, parece normal. Voy a hacerte unas preguntas que son algo personale s, pero no te preocupes, que no te voy a juzgar ni nada, es solo para el diagnos tico.

- Esta bien... - A ver... miro el expediente y agarro la forma de la consulta tienes 15 años 8 me ses... masculino por supuesto... 1.65, 60 kilos... Bueno, ¿cada cuanto te masturba s?. - Como... una vez cada dos días mas o menos... - Muy bien... En lo que te ha durado este problema ¿te has masturbado dos veces al día?. - Este... si una vez... la segunda vez el semen salió mas normal, pero ligeramente abundante. - Hmm... ya veo... Se puso a meditar un momento, y a mi me dio algo de pánico y tuve que preguntar. - Oiga doctora... ¿tengo que quitarme la ropa o algo?. - ¿Eh? No, no es necesario, si quieres pero el cuero de la sillas se pega mucho a la piel. Eso me dio algo de risa y sobre todo me tranquilizo. Estar desnudo frente a una mujer tan bonita podría ser motivo de gusto, pero para un chaval como yo de 15 años era casi aterrador. - A ver... aquí van unas mas personales. ¿Cómo cuanto le mide el pene?. - Pues... unos 15 cm parad... (se me trabo la lengua) erecto (corregí). - ¿Crees que te ha crecido el pene en estos dos meses?. - Hmmm... no, creo que sigue igual. - Ok... ¿es normal el tamaño de tus testículos?. - Si, yo creo que si. - ¿haces ejercicio?. - Si, corro un rato en la pista de la escuela después de clase y juego fútbol. levanto la vista y me miro todo el cuerpo no, no estas gordo... ¿Tom - Muy bien... as medicamentos? ¿Testosterona o algo así?. - No, creo que no... ¡Espere! Tomo un suplemento alimenticio, es la marca... (no i mporta), el doctor Ramírez me lo receto para mi crecimiento, la altura... ya sabe. ... - Ya veo... ¿has tenido relaciones sexuales o algún tipo de contacto sexual?. - ....... esa si que era dura no... no he tenido ningún contacto... - Ok... ¿transfusiones? ¿alguna operación?. - No... ninguna... no me a tocado una aguja en 2 o 3 años. Se levanto y me reviso los ojos, la boca y los oídos, como cualquier médico general. Me descubrí el pecho para que escuchara mis pulmones y mi corazón. Cuando termino s e me quedo mirando un momento y volvió a sentarse. - Mira dijo ya mirándome de frente me parece que estas sano. - Bueno... yo seguía teniendo miedo de mirar esos ojos tan brillantes. - Lo mas probable es que esto sigua siendo parte de tu crecimiento... pero también sospecho que puede ser algo que estés comiendo o el suplemento que estas tomando. - Ok, ¿debo dejar de tomarlo?. - Si, y vas tomar este... (me dijo uno impronunciable). Va a hacer lo mismo pero su formula es diferente. Si todo va bien, nos vemos en un mes, pero si notas qu e estas eyaculando más, vuelve antes. - ¿Si eyaculo más dejo de tomar este nuevo suplemento?. - No... bueno, si quieres déjalo pero este no te va hacer nada. Ah... y una instru cción más que te va a gustar mucho... jaja... dejaba el aire profesional y volvía al d e niña juguetona no dejes de masturbarte cada dos días y si puedes, diario, y mide c omo puedas lo que eyacules. Si estas expulsando lo mismo que en los últimos dos me ses, entonces es pura cosa de crecimiento. No me dio tanta risa ese comentario pues era algo personal. Me dio la receta para que la cambiara en la farmacia de abajo y nos despedimos. Al fin de cuentas había resultado ser mas fácil de lo que pensaba. Además, el diagnostico era bastante benévolo. Hacia unos meses que llegue a escuchar las palabras "Cáncer Testicular". Jamás me puse a investigar cuales eran los síntomas , pero en cuanto vi el aumento de mi flujo de semen, lo relacione de inmediato y me entro pánico. Cuando regrese a casa ya habían llegado mis padres y tuve que confesarles que había ido al médico. Mi madre no le dio importancia. Después de la cena se retiraron mi ma

dre y mis hermanos y solo quedamos mi viejo leyendo el periódico y yo bebiendo lec he con chocolate. - ¿A que fuiste al médico, hijo? pregunto el sin desviar la vista del papel. - Pues... tenía un problema... - Ah... ¿fuiste con un especialista?. - Este... sí, con el urólogo. - Ya veo ¿no es nada grave? - No, para nada, me atendió la doctora Pineda. - Hmmm... a mi me atendió durante las vacaciones de Castro. Creo que es buena pero algo seria. - ¿Seria?, a mi me pareció muy agradable y extrovertida. - Hmmm... tal vez el día que fui tenía muchos pacientes... digo, la mayor parte vamo s con Castro y cuando el no esta, se ha de cargar mucho ella. - Si, debió haber sido eso... Terminamos nuestras bebidas y nos fuimos a dormir. El comentario de mi papá me dio algo de alegría. En mi imaginación creía que quizás yo le había gustado a la doctora, pero la ilusioncita de adolescente no me duro mucho pu es recapacité que ella era, mínimo, 10 años mayor que yo. Además que yo solo era un escu incle baboso. (Nadie haga comentarios sobre el "era"). A partir del día siguiente comencé a tomar la nueva "medicina" y olvide a la anterio r. No paso nada en la siguiente semana. Pero para el sábado siguiente, logre poder quedarme a solas en mi casa con una magnifica revista porno de chicas pechugona s que me presto un amigo. Como era prestada, yo no quería manchar la pobre revista con el producto de mis ma sturbaciones, pero aquella ocasión, con solo 3 días de descanso y sin desearlo en ab soluto, eyacule tanto que deje perdida la foto de una exuberante rubia y deje mu y manchada el resto de las páginas, además, por la cantidad de esperma que tenía, los chorros fueron muy altos y esa fue la razón de que se manchara. Tuve que comprarle la revista a mi amigo (bastante cara, por cierto), con tal de no tener que devolverle una revista pringada y arruinada. De inmediato hice otr a cita con la doctora en dos días. Sin embargo, al día siguiente de hacer la cita, me hablaron de la clínica para avisa rme que la doctora había cancelado mi cita para el día siguiente. Pero como sabía que lo mío era urgente (quizás no mucho, pero a mi si me preocupaba), la doctora le había dado instrucciones a la telefonista de que me comunicara que podía verla al día sigu iente en su consultorio particular. Por fortuna, el consultorio estaba cerca de mi casa, pues la telefonista me info rmo que tenía que llegar como a las ocho de la noche y yo no quería regresar muy tar de a mi casa. La doctora tenía todas las demás horas ocupadas con sus pacientes part iculares. Al día siguiente fui a la hora que me señalaron al consultorio. El edificio era una casa que había sido adaptada, como muchísimos otros consultorios de la colonia Roma y otras partes de la ciudad. La recepcionista era una enfermera (supuse que era enfermera por su blusa y pant alón de mezclilla blanca), al entrar, me barrió de arriba abajo con la mirada. - ¿Viene a ver a la Doctora Pineda? preguntó seria. - Eh... Si... ¿cómo lo supo?. - Bueno por fin sonrió unos dientes blancos todos los demás médicos ya se fueron, y me dijo que un muchacho iba a venir en la noche. Tome asiento. La doctora ya esta atendiendo a su último paciente. Me senté en la recepción y para pasar el tiempo, disimuladamente mire a la enfermera que leía un libro. Era todo un bombón. Un poco mas alta que yo, la edad la calcule como de 20 a 25 años basándome en que ya era enfermera... y también en su cuerpo, pero su rostro se veía de 15. Pelo rizado castaño oscuro que le rozaba los hombros, una cara común de piel cobriza, a excepción de unos grandes y vivarachos ojos café oscuro y unas cejas gruesas e interesantes que le daban un aspecto muy sensual a su mir ada. Pero lo mejor era su cuerpo, con todo y la estrecha ropa que llevaba, se no taban unos senos voluminosas, una cintura angosta y unas nalgas respingadas y du ras. Como a los 20 minutos se abrió una puerta y salió un hombre alto canoso, abrazado de

una muchacha joven muy atractiva. Detrás de ellos salió la doctora. En cuanto se fu eron, la doctora me saludo y me invito a pasar, no sin antes lanzarle una mirada a la enfermera, que se levanto y entro después de nosotros. - Siéntate me dijo la doctora sentándose en frente de su escritorio No te preocupes por Claudia, es una tumba para guardar secretos. Voltee a ver la enfermera Claudia, que estaba parada muy solemnemente detrás mío. Es tuve a punto de preguntar porque tenía que estar ella presente, pero me dio algo d e pena. La doctora empezó de golpe. - David, ¿aumento el flujo de semen?. - S... Si, doctora. - ¿Mucho? ¿El doble? abrió su carpeta y se puso a escribir lo que decía. - No... no el doble... me sentía bastante cohibido con la enfermera ahí pero... yo d iría que un 50% mas... y... era mas espeso... - Hmm... ya veo... ¿cuándo te diste cuenta?. - Hace como... voltee a ver la enfermera pero parecía una estatua sin expresiones eso me dio algo de confianza hace como 4 días. - Hmmm... ¿te volviste a masturbar?. - Ejem... si... ayer... y anteayer... el flujo fue igual de abundante... - Ya veo... la primera vez que lo descubriste, ¿cómo te estabas masturbando?. Casi doy un salto de la impresión, ¡esa si que era una pregunta!. Pero supuse que er a necesaria para fines médicos. - Ej... e.... pues... con las manos. - Hmmm... como en la clínica, ella escribía y se mantenía muy profesional - ¿qué estimulac ión tenías? ¿una revista? ¿una película?. - Pues... no ent... bueno, con una revista. - ¿Salpicaste mucho la revista? - Sss... si... eso ya estaba muy salido de contexto. - ¿qué tanto?. - Totalmente empapada... - Hmm... si fue demasiado... Eso último como que me hizo pensar que las preguntas anteriores tenían finalidad. Ad emás, seguía la doctora con un tono muy profesional. - Oye, disculpa me dijo estas últimas preguntas sé que suenan medio fuera de lugar, pero quiero tener una idea de que tan abundante es tu esperma. Sé que te da pena q ue te oiga también Claudia, pero créeme que a ella le da igual todo lo que oye. - Es cierto afirmo Claudia "rompiendo la escultura" y sonriendo Como lo suyo, Da vid, escucho todos los días. Y hay cosas que... ¡Bueno! Si pudiera contárselas lo espa nto. Eso me quito algo de miedo y me sentí menos tenso. Pero la doctora se me quedo mir ando y meditando. Después de un par de minutos de silencio mortal, volvió a hablar. - David, pensé que era el complemento el que te hacia ese efecto. Pero el nuevo qu e te mande, en teoría, debía frenar el flujo y parece que solo te lo aumento y no pa rece tener razón pues no tiene compuestos que hagan ese efecto. - ¿Puede ser grave?. - Hmm... no, no lo creo, como te dije la vez pasada creo que es cosa de crecimie nto... pero... bueno, quiero estar segura, así que... te tengo que pedir que te de svistas para que te revise los órganos. Cuando vi sobre tu cita ya me imaginaba es to, por eso Claudia ha entrado, para que te saque un poco de sangre que voy a en viar a la clínica mañana para que te analicen. No había remedio, si quería estar seguro que mi salud era perfecta, tendría que hacerl o, negarme y salir corriendo sería estúpido, solo que ahora sería peor que en el consu ltorio del gobierno pues ahora no solo tenía una mujer bonita sino también una mucha chona buenirrima. Mi miedo sobre todo, era tener una erección frente a ellas, pues seria muy embarazoso. La doctora me señalo un biombo, donde podía desvestirme detrás de él. Fui para aya mient ras la doctora le hacia una seña a la enfermera y me dijo que me tenía que desvestir completamente. Me había quitado la playera y la camisa, cuando Claudia apareció a mi derecha con un a bata doblada entre sus brazos, se veía preciosa cuando sonreía. Me puse de espaldas a ella pero no me atreví a pedirle que se fuera. Me quite el r

esto de la ropa, Claudia me señalo que también me quitara los calcetines. Trataba de no voltear para que no me viera el pene, pero no me daba cuenta que de hecho le mostraba mi buen culo. Cuando termine me pidió que me volteara, me barrió otra vez de arriba a bajo con sus mirada y extendió la bata para que metiera los brazos y después lo amarro detrás de m i espalda. Salí del biombo y la doctora me indico que me sentara en la cama-taburete. Yo temb laba literalmente de nervios y ella lo noto. Una vez sentado, Claudia me midió la presión y me saco un poquitín de sangre que metió en el refrigerador que estaba en ese mismo cuarto. Ya llegaba el momento de la verdad. Me pidió que levantara la bata y la sostuviera a altura de mi pecho. Con todo y que me moría de miedo, no desestimaba lo erótico q ue resultaba tal examen, al estar con dos mujeres muy bellas, por lo que me cost aba mucha concentración mantener el pene apenas inflamado, pero no erecto. La doctora lo miro un momento, Claudia se inclino también para verme, las dos con caras absolutamente serias y sin morbo. - David me dijo la doctora te voy a esculcar, no te asustes, ponte tranquilo. - E..s... s.. sii... respiraba rápido, o al menos tenía necesidad de hacerlo, pero t ambién me contenía en no hacerlo, de lo contrario estaría aspirando tan rápido que hasta jadearía. Con delicadeza empezó a esculcar mis testículos, el escroto y la base del pene, al s entir sus manos ¿desnudas? En mi miembro, no pude contener mas y mi pene se paro d e golpe. Pero a pesar de lo rápido, ninguna se sorprendió. - P...p-ppeerdón, doctora estaba super apenado disculpe... y.. yo no quise... - No te preocupes concilió la doctora sonriendo es muy normal... mas con Claudia a quí. - Doctora... le dijo en tono amenazante. - ¿Qué no es cierto? A ver David, Claudia esta muy buena ¿o no?. Solo baje la vista y moví la cabeza de forma afirmativa. Ambas soltaron una risita y la doctora continuo esculcándome. Levante un poco la vista, y me tope con los s enos de la enfermera, apretujados dentro de su escote, parecía que a la doctora no le molestara mi erección, así que empecé a verle lo bueno a la situación. Pero no duro mucho, unos segundos después, Claudia se erguía de nuevo. - Bueno doctora dijo si ya no me necesita voy a cambiarme para irme. - ¿Eh?.. si, si, claro, adelante. Claudia salió del cuarto rápidamente y volvió con una maleta, donde supongo llevaba la ropa de calle. Se fue detrás del biombo y comenzó a desvestirse. Ponía su uniforme so bre el biombo mientras se iba desnudando, cuando subió los pantalones, tuve ganas terribles de tirar el mentado pedazo de tela para verla. - Oye Claudia dijo la doctora ven tantito, quiero saber tu opinión. Y de inmediato salió Claudia del biombo, ni la doctora ni yo lo esperábamos. Tenía pue sta una lencería negra preciosa de dos piezas que era un braciere con encaje semitransparente y un tanga tan chico que se podía notar que la enfermera se depilaba muy bien esa zona. Para rematar, unas medias a medio muslo con ligueros, que se sujetaban a la cintura. Me sorprende no haberme corrido al verla. - ¡Claudia! exclamo la doctora - ¡No es tan urgente! Te necesitaba una vez vestida. La enfermera pareció apenas darse cuenta de su poca vestimenta e instintivamente s e tapo los senos y el pubis. Pero a los pocos segundos retiro las manos. - Bueno, no me importa que me vea así un paciente dijo. - Hay Claudia... ¿qué voy a hacer contigo?. Esta se acerco a mi y se inclino para ver mi miembro, de nuevo vi sus senos pero por la reducción de ropa se veían mejor y se podía notar lo grandes que los tenía. - ¿En que le ayudo doctora?. - Bueno, toca aquí... Puse toda mi concentración en no correrme, cuando ambas pusieron sus manos un poco abajo del glande. - ¿Notas algo raro?. - Hmmm... palpo bien no doctora. - Bien, entonces solo era mi imaginación. Me quede mirando tal procedimiento con curiosidad.

- Estoy enseñando un poco de urología a Claudia explico la doctora a veces necesito un ayudante, no te preocupes, ella es muy profesional. Retiraron las manos y se me quedaron mirando un momento. Después la doctora intent o decirle algo a Claudia, pero antes de que terminara de pedirlo esta ya movía la cabeza de forma negativa. Por primera vez, la doctora se vio nerviosa, se rasco una ceja, y medito un mome nto mas. - Mira David, te voy a pedir algo... muy especial... mira, es que... el problema es el semen y por lo tanto necesitamos una muestra... - Espere exclame - ¿quiere que me masturbe?. - Pues... si, y necesito que lo hagas enfrente de mi, pues necesito ver como es la eyaculación... Me puse pálido. - ¿No hay otra forma? pregunte. - De hecho sí, pero ni a Claudia ni a mi nos gusta usarla en chicos de tu edad... puede ser traumante, consiste en introducir un tubo de metal en tu ano y aplicar una descarga eléctrica a la próstata... ¿Quieres que lo usemos?. - No... creo que será mas fácil masturbarme. - Muy bien. Claudia, trame un recipiente de muestras. La enfermera se alejo para abrir una gabeta y traer lo pedido. En eso pude ver s u culo que se contoneaba a su caminar, y que la tanga apenas tapaba con hilos no mas anchos que un meñique de bebé. Me dieron el frasco y se acercaron para observar, sin embargo, yo estaba tan, pe ro tan nervioso que el frasco se me cayo 2 veces al suelo y ni podía comenzar con el chaqueteo. Claudia fue por uno limpio. - Estas demasiado nervioso me dijo la doctora estas temblando como gelatina. - Es que... mi respiración era tan rápida que no la podía ocultar me da mucha pena... Volvió Claudia y le lanzo una mirada a la doctora, esta asintió. Claudia sonrió pícara, abrió el recipiente y se sentó a mi lado. - Nunca habías estado con una chica, ¿verdad? me pregunto. - No... - Se nota, estas muy excitado... mira... ¿te puedo masturbar yo?. Si yo estaba pálido antes, debí ponerme transparente después de eso. No pude moverme. - Si quieres, la doctora te lo puede hacer... Moví negativamente la cabeza con mucho trabajo. - ¿Quieres que lo haga yo? Tuve que mover la cabeza con la quijada. para dar mi afirmación. - Muy bien... ¿te gusto? ¿sí?... si quieres puedes verme mientras lo hago... Sin tomar mas tiempo, puso con una mano el envase frente a mi polla, y enrollo e sta con la otra mano, con plena autorización le miraba esos grandes y hermosos pec hos como poseso. Comenzó a mover lentamente su mano por mi rabo, lo que provoco qu e mi respiración llegara un grado tal que los jadeos se convirtieron en "ai... ai. .. ai...". Por mi gran grado de excitación, no pude durar mucho. Menos de un minuto después de empezada la paja, comencé a llenar el envase. La docto ra miraba con mucha atención mi eyaculación. - Muy bien David, bien, lo haces muy bien exclamaba Claudia. No parecieron impresionarse cuando saque los primeros chorros, pero al cuarto, y a no podían creer todo lo que estaba sacando de mis testículos, creo que todos tuvim os miedo de que se desbordara el recipiente. Pero ya cuando estaba lleno a 2/3 t ermine completamente. Entonces cerré los ojos para disfrutar mas la sensación. - ¡Dios! fue lo primero que oí después de tan increíblemente bestial orgasmo, y me asust o bastante. - ¿Pasa algo? pregunte con miedo, saliendo de mi letargo. - No, nada me contesto la doctora, Claudia se limpiaba las manos y mi polla con un pañuelo, pero había sido tan intenso el orgasmo, que no note que me lo seguía tocan do hasta que abrí los ojos. - Es solo que sacaste mucha, David me dijo Claudia ya levantándose y separándose de mi. - Hmmm... - la doctora olió en envase y se lo acerco a Claudia para que lo oliera también normal ¿no?.

- Si, buen olor, me parece normal. - Bueno, a ver que dice el laboratorio... Oye Claudia, ¡Te hubieras puesto la bata ! Te pudiste ensuciar mucho. - Ah no se preocupe, ese tipo de manchas se quitan rápido de esta tela. En cuanto Claudia se volvió a ocultar detrás del biombo, la doctora casi se cae a ca rcajadas. - Esta claudia... me susurro no se da cuenta ni de lo que dice ni de lo que hace ... Pero yo ni lo note, estaba como autista, viendo hacia el frente. - ¿Estas bien? ¿Oye, despierta?. - ¿Eh?... disculpe... me sentía fuera de lugar, bastante extraño, como si me acabaran de poner ahí y no supiera a que vino todo eso, ni como había llegado ahí. - ¿Te sientes bien?. - Si... si... solo que fue algo... fuerte... La doctora me dio un beso en la frente, que me volvió a la vida. - Tranquilo, algún día te iba a pasar ¿o no?. - Si.. supongo que si... - Bueno, ahora cámbiate. En cuanto salió Claudia del biombo ya vestida con ropa de calle, me volví a vestir y o. Entonces los tres nos sentamos de nuevo frente al escritorio. - David comenzó la doctora - ya con lo que he visto y lo que te he examinado, creo que estas muy sano y que el aumento en el flujo de semen se debe a simple creci miento. Miro a su enfermera, esta no hizo ningún gesto, pero algo debieron decirse. - Aun así continuó vamos a ver que dicen los análisis de tu semen y de la sangre. Mañana voy a entregar tus muestras al laboratorio de la clínica. Nos vemos ahí en una sema na. - Eh... doctora... interrumpió Claudia creo que David se sentirá mas a gusto si mejo r nos vemos aquí la próxima semana, y no en la clínica. - Hmmm... ¿qué dices David?. - Esta bien... creo... aquí hay menos gente y me da menos pena... creo... - Acordado entonces, aquí la próxima semana, pero también ven después de las ocho que he tenido todo muy ocupado últimamente. Cerramos la clínica y la doctora se ofreció a darnos un ray, a Claudia a la estación d el metro y a mi, cerca de mi casa. En el auto, después de dejar a Claudia, la doct ora me hablo seriamente. - Oye David... ¿te gusto lo que hizo Claudia?. - Pues... si... creo que sí... - ¿Mucho? - Si... - Esta bien, pero tienes que controlar esos nervios, si de pura casualidad los r esultados del laboratorio saliera mal, tendríamos que tomar otra muestra, pero eso ya lo vas a hacer tú, pues ni Claudia ni yo estudiamos tanto para estarnos dedica ndo a hacer pajas. ¿entendido?. - Si... entendido... - No te estoy regañando, pues solo tienes 15 y es natural que te haya pasado eso, solo tennos respeto, digo, ni siquiera le diste las gracias a Claudia. Era cierto, me había visto muy maleducado en ese sentido, pero en realidad, era qu e todos mis sentidos y pensamientos estaban desfasados, un momento después, baje d el auto, me despedí de la doctora dándole las gracias y camine un par de cuadras has ta mi casa. No hable mucho durante toda la semana siguiente, la experiencia había sido muy fue rte para mi, aun que muy placentera. Pero ya para el tercer día, desperté un poco y le quite importancia hasta el punto que me sentí afortunado por lo pasado y de rep ente, hasta quería que la siguiente semana se repitiera lo ocurrido, pero era muy improbable pues ya tenían todas las muestras y aun que se repitiera, no podía estar usando a una enfermera profesional para que me estuviera haciendo pajas. Eso no le gustaba a la doctora. Volví el día señalado a la hora indicada. Estaba nervioso, sabía que no se iba a repetir la experiencia, pero tenía nervios de ver a Claudia, y no sabía como comportarme ni

que decirle. Al entrar, me saludo cordialmente y me dijo que me sentara. Mire al suelo algo nervioso, Claudia se veía igual de sensual que la semana pasada , pero leía una revista distraídamente, probablemente quería que pasara yo rápido para i r a casa. Como el silencio era mortal para mi, intente hacer algo de conversación, y sobre todo corregir mis modales. - Oye Claudia... - ¿si? me dijo sin voltear a verme. - Quería pedirte perdón por... bueno, por no darte ni siquiera las gracias por lo qu e paso la semana pasada... - ¿por qué? puso la revista un lado y me miro sin comprender, pero un momento después recordó Ah... lo que paso la semana pasada... No te preocupes, a veces es parte de mi trabajo cuando ayudo a la doctora. Además, probablemente fue culpa mía, pues no hubieras estado tan nervioso si yo no me hubiera estado paseando por ahí en ropa i nterior. - De todas maneras, disculpa y muchas gracias. - No hay de que, no fue ninguna molestia. Y volvió a su revista. Un par de minutos después se abrió la puerta del consultorio de la doctora Pineda y salió un hombre como de 35 o 40 años, despidiéndose de la doctora y con receta en mano. Nos dio las buenas noches a mi y a Claudia y se marcho. I gual que la semana pasada, la doctora me invito a pasar y Claudia entro después de nosotros. Esta vez, Claudia se sentó en lugar de mantenerse de pie junto a la puerta. - Hola David saludo la doctora - ¿cómo va el problema?. - Pues igual que la semana pasada, sigo tomando el suplemento pero no parece inc rementarse el flujo de semen. - Si, ya te dije, el complemento no es el culpable. Ya llegaron los resultados d e laboratorio abrió un cajón y saco mi expediente Son buenas noticias, estas complet amente sano, no hay ninguna enfermedad, ni siquiera una gripa, el suplemento te ha ayudado a tener buenos niveles de nutrimientos. La muestra del semen salió bien , tienes una alta concentración de espermas, lo que tranquiliza porque si hubiera sido agua, tal vez se hubiera tratado de otra cosa. - Así que, ¿estoy bien?. - Si, como ya te he dicho varias veces, estoy casi segura de que es pura cuestión de crecimiento y madures sexual. Sin embargo... sigo estando "casi" segura. - Bueno... ¿qué otra cosa podría ser?. - La revisión que te hice la semana pasada en tus genitales fue algo superficial.. . si bien parece que el aumento de semen no es por enfermedad, puede ser por un defecto físico. Así que... bueno, se que te da mucha pena, pero te voy a tener que e xaminar otra vez. Ya con los resultados que tenemos, te puedo hacer otro tipo de prueba, ligeramente diferente a la pasada consulta. - Hmmm... si, no hay problema, sé que es por mi bien. Camine detrás del biombo para desnudarme, lleno de gusto pues volvería a sentir las delicadas manos de la doctora. Como la vez anterior, apareció Claudia un instante después, solo que no llevaba la bata entre las manos. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando Claudia se comenzó a desvestir en frente de mi . Otra vez me dio pánico y no me atreví a preguntar, ella tampoco dijo nada, pero me ayudo a quitarme la camisa y la playera acercando muchos sus pechos a mi. Se qu ito el uniforme, y otra vez volví a verla con el mismo conjunto sexy de la vez ant erior. Una vez que yo estuve completamente desnudo y ella en ropa interior, me t omo del brazo, sonriendo y salimos de la sombra del biombo. Si el hecho de que Claudia se desnudara me había sorprendido, el ver a la doctora también en ropa interior al salir del biombo me dejo perplejo. Podía ver su esbelto y atlético cuerpo, pechos medianos, nalgas chicas, respingadas y duras, piernas largas y llenitas... Una lencería de 2 piezas con encaje azul era su única vestimenta, sin medias ni ninguna clase de zapatos. Al segundo me sentí "i ndecente" al mirarla, y retire mis ojos de ella. El corazón ya palpitaba deprisa. Me indico que me sentara en la cama. - Nnn... no... ¿no voy a usar bata? pregunte tímidamente. - Oh, no contesto la doctora entorpecería los movimientos en este examen... ¿estas n

ervioso?. - Muchísimo. - Se te nota, te tiemblan las piernas. - Doctora interrumpió Claudia - ¿me necesita para algo mas?. - No, ya puedes irte... a menos que quieras quedarte a ayudarme con el tratamien to. - Si, doctora, será un placer. Ambas se arrodillaron erguidas frente a mi, la polla les apuntaba a los pechos. No se si eran mis nervios, mi pánico, mi excitación o todos juntos, pero las rodilla s me temblaban de un modo tal que parecía que tenía artritis mezclada con parkinson. Y por supuesto, no me atrevía a mirarlas, pues sus pechos se me mostraban muy cer ca, grandes, y generosos. La doctora me acaricio una rodilla para tranquilizarme . - Ponte tranquilo David, este es un examen bastante agradable, ¡ponte feliz!, debe s mirarnos, que para eso nos pusimos en tanga. - P-p-p-pero... ¿para.. para qué?. - Mira David, para este examen necesitamos que estés excitado y en estado de erecc ión. Lo normal es inyectarte un medicamento, pero no quiero hacerlo esta vez porqu e podría afectar los resultados. Como nos da flojera traerte revistas o algo así, no s pareció algo mas fácil quitarnos algo de ropa. ¿quieres que intentemos con el medica mento?. - No... así esta bien... mi respiración era muy agitada para articular las palabras correctamente. - Bueno, a continuación te vamos a estimular un poco, este proceso va a tardar var ios minutos, incluso varias horas, ¿quieres hablar a tus padres? ¿Saben dónde estas?. - No... ya les avise... puedo llegar tarde mentí, pues en realidad les había dicho q ue había ido con unos amigos a una fiesta. De hecho iba a ir después de la consulta. - Bien, otra cosa, como te vamos a estimular, puede que te den muchas ganas de e yacular, avísanos lo antes posible si esto pasa, pues.. bueno, no queremos manchar nos. - Sssiii... esta bien... disculpe por tantas molestias doctora... es por mi inex periencia. - No te preocupes, a mi me agrada... "trabajar" con chicos de tu edad, son un po co mas difíciles, pero me gustan mas los retos. Tu no te preocupes de nada, pues n o vas a hacer nada, solo avisarnos cuando te entren ganas de eyacular, ¿ok?. Bueno , Claudia, continua. Claudia se incorporo y se sentó a mi lado cruzando las piernas, con una mano me mo vió mi nerviosa cara y me obligo a mirarle los pechos. - Bonitos ¿no? me dijo no tengas miedo, míramelos, que para algo los tengo, jaja... Ya con su permiso, comencé a comérmela con la mirada, recorrer cada centímetro de sus perfectas curvas y su seductor rostro. Un momento después, tomo mi mano y la poso sobre una de sus rodillas. Se me abrieron los ojos como platos y casi se me escu rría la baba cuando me indujo a acariciársela lentamente, a sentir ese hermoso tacto de la seda de las medias y, a lo lejos, como si fuera una imagen, su suave y te rsa piel. Mi respiración y excitación rompieron los límites que me conocía. - ¿Estas excitado? pregunto claudia - ¿mucho? ¿Cómo cuanto?. Anda, habla, no hay problem a, quítate esos nervios. - Estoy terriblemente excitado.. como nunca lo había estado antes en mi vida... La doctora se levanto, permitiéndome ver su culo parcialmente cubiertos con el tri angulo del tanga, y fue por su estetoscopio en el escritorio. Mientras seguía acar iciando esa preciosura de pierna, ella escucho el estado desbocado de mis pulmon es y la cumbia que tocaba mi corazón, se agacho de nuevo, y escucho la circulación d e mi pene. El frío metal me dio algo de alivio. - Buena circulación dijo la doctora para si misma excitación máxima, taquicardia sexua l, todo bien. De repente, con tanta excitación, fue inevitable que de mi polla brotara un hilill o de lubricante transparente, que la doctora atrapo con sus dedos antes que caye ra al suelo. Al mismo tiempo Claudia estiro sus manos a mi polla para mojarse ta mbién con aquel líquido. Atónito, observe como se metían los dedos a la boca y saboreaba n el fluido.

- Hmm... buena consistencia decía la doctora en su tono profesional buen sabor... ¿C laudia?. - Muy buen sabor, el de un chico sano. - Aun no estamos seguras, Claudia. La enfermera separo mi mano y se hinco a un lado de la doctora. - Te voy a descubrir el glande me dijo la doc. En realidad, el glande ya estaba bastante descubierto, aun así, enrollo su mano en mi polla y tiro para atrás, después hacía adelante para cubrirlo... y otra vez, hiso varias veces el procedimiento. Claudia también quería aprender, así que remplazo las manos de la doctora, haciéndome ll egar a la gloría cubriendo y descubriendo mi glande lentamente. Por suerte no duro mucho, pues estaba a nada de correrme. - Bueno, David volvió a hablar la doctora ahora vamos a empezar con la estimulación oral, esto va a ser muy fuerte, así que avísame lo antes posible cuando te den ganas de correrte. Nada mas al oír "estimulación oral" ya estaba por correrme. Puso su mano izquierda e n la base de mi pene, apretando ligeramente las partes superiores e inferiores c on el índice y pulgar. Con la otra mano dirigió mi polla a su boca, y comenzó a lamerl a completamente. Yo me resistía al 100% para no correrme, pues quería continuar con tan entretenido tratamiento. La doctora no dejo de mirarme, mas que para parpade ar, directamente a los ojos, dejando que me ahogara en ese azul profundo. En cuanto comenzó a chuparme sensualmente la cabeza, no pude resistir mas, le avis e gritando "¡Ya viene! ¡Ya viene!" y cerre los ojos para poder resistir el poderosísim o orgasmo que llegaba... pero no llego... en su lugar sentí la presión del pulgar de bajo de la polla, y un ligero, no tan intenso, pero placentero "micro-orgasmo". La polla se me puso un poco flácida, pero la doctora aprovecho para engullir compl etamente mi miembro en su humeda y cálida boca, apretando fuerte los labios movó la cabeza para atrás. De inmediato, sin mover la mano izquierda, permitió que la pechugona Claudia conti nuara con la estimulación. De inmediato engullo mi polla por completo e igual que la doctora, con una fuerza sorprendente, pero con cierta dulzura, movía la cabeza hacia atrás restregando sus carnosos labios por toda mi polla. Abría la boca, sin to carme, hasta que su nariz casi llegaba a mi pubis, entonces cerraba con fuerza y cerrando los ojos, se movía hacia atrás. Moví mis manos, que sostenían mi cuerpo contra la cama, con intención de acariciarlas, como lo hacían en las películas porno. Pero al notar el movimiento, ambas pararon l a estimulación. tratamos de ser profes - Escuchame David me dijo la doctora con tono autoritario ionales con este tratamiento, se tu también profesional y no te muevas ni hagas na da a menos de que te lo indiquemos, ¿ok?. - S... si... disculpe doctora... En cuanto volví a poner las manos en su lugar, la doctora continuo con la estimula ción, pero ahora distinto, se metía la polla entera en su boca y con rapidez sorpren dente, movía para adelante y para atrás la cabeza sin que sus labios perdieran fuerz a. La sensación era tan increíble que tuve esos "instantes" de placer mas de dos vec es en breves minutos. Pero ya no hacía tantos esfuerzos en contenerme, mientras av isara sentía que podía seguir así para siempre, los pocos esfuerzos que hacía en ese sen tido, era porque después de cada "instante", se me ponía flácida la polla por unos seg undos, y yo quería tenerla siempre en firmes. La mirada de mujer fatal que tenía la doctora, con esos hermosos ojos y con la polla en la boca, eran tan estimulantes como la mamada misma. Paso de nuevo el turno de la hermosa Claudia, que me excitaba 3 veces mas que la doctora, sus pechos se veían perfectos desde mi posición y permitían ver y hasta exag erar a placer el agradable volumen de estos. Claudia no hacía rápidos movimientos, p or lo que era un descanso, pero cerraba los ojos y chupaba con extremo placer, a pretándose los pechos, cuando abría los ojos para mirarme, sus ojos cafes, con esas gruesas y seductoras cejas, me hacían pasar por un "instante" casi al mismo tiempo . Aun que yo duraba en el tratamiento solo por la experiencia manual de la doctora , me sentía como orgulloso macho e infinitamente afortunado, no podía creer la fortu

na que tenía al recibir tal tratamiento. Ellas se pasaban una y otra vez mi miembr o en sus bocas, y creía que podíamos seguir así toda la vida. La doctora, muy profesional, ya detectaba cuando estaba a punto de correrme sin necesidad de que avisara. Y esto ocurría tan seguido, que Claudia tuvo que remplaz arla varias veces. Creí que eso iba a durar toda la noche, o hasta que me muriera de tantos "instantes", pero la cosa se puso aun mejor. Después de varias pasadas, ambas mujeres se pusieron de pie y me indicaron que tam bién me pusiera de pie. Me di cuenta que ambas eran muy limpias, pues solo mi pito estaba mojado, y no ellas ni el suelo a pesar de la espesa saliva con la que me envolvían. - Vamos a tomar un descanso indico la doctora, y sentándose en su escritorio, saco un cigarrillo, una libreta y pluma. Claudia me invito a sentarme en el piso con ella, de frente uno del otro, con la s piernas entrelazadas en el aire. No perdió tiempo en poner sus manos en posición y en cascarme un paja, se detuvo un momento, para llevar mis manos a sus glúteos. - Puedes acariciarme ahí me dijo - pero solo ahí, ¿eh? Jaja... - ¿Qué haces Claudia? pregunto la doctora. - Practico la técnica de retardación eyaculatoria con el paciente, doctora. - Bueno... pero practícalo mucho... y bien... aun nos falta en esta sesión. Por supuesto, ayude a Claudia a que la practicara mucho, al grado que ella ya ta mbién detectaba sin que le avisara, cuándo sentía la leche subir. Pero ya era tanto el gozo, que tuve que pedir que nos detuviéramos, pues me ardían las pelotas y sentía qu e me explotaban. Pero me permitió seguir acariciándola. - Ok, David me hablo la doctora escribiendo en su libreta - ¿cómo va el tratamiento? . - Muy bien doctora dije con seguridad, los nervios y el pánico habían desaparecido, solo me sentía algo cansado. - Muy bien, ¿encuentras placentero el tratamiento?. - Es muy agradable, sin duda. - ¿Le gustaría repetirlo posteriormente?. - Si, muchas veces. - En general ¿le gusta?. - Mucho... - Muy bien... Dio un par de apuntes finales a la libreta antes de cerrarla y continuar con otr o cigarro. Claudia se entretenía pellizcando mis tetillas. - ¿Puedo hacerle una pregunta, doctora? - Si, claro David. - ¿Le gusta a usted hacer este tratamiento?. - Si, claro, es mi favorito. Aun que... solo lo practico con chicos de tu edad.. . o menores, ya sabes, en cuanto producen semen, ya pueden venir con nosotras. Quizás debí asustarme ante tal confesión de pedofilia descarada, pero vamos, no podía ni aun que quisiera. Al fin al cabo, eran bastante dulces y nada violentas o malic iosas. La doctora termino su cigarro. - ¿Te gustan las nalgas de Claudia? pregunto. - Si, muchísimo conteste mirando a Claudia a los ojos, ella me devolvió la mirada y una sonrisa. - ¿Prefieres que ella te haga el tratamiento en lugar de mi?. Eso me preocupo. ¿Celos?. - No tengas miedo en contestar me tranquilizo solo sé honesto, es por tu salud. - Prefiero que las dos lo continúen, sinceramente. - Jajaja... bueno, pero acéptalo, Claudia te excita mas que yo. Anda dilo. Lo dije entre risas, ya todo era muy locuaz para continuar con la farsa. - Muy bien, ahora dime ¿quién da el mejor tratamiento oral de las dos?. - Usted gana por mucho, doctora. - Jaja... ya lo sé, también hago... algunas otras cosas mejor que Claudia. - Entonces interrumpió Claudia si yo te gusto tanto te va a encantar la siguiente parte del tratamiento. Nos pusimos de pie, y Claudia se inclino haciendo escuadra, apoyándose con la cama , levantando y contoneando el culo, invitándome a penetrarla. La doctora me agarro

por atrás la verga, para evitar accidentes. - ¿Voy a penetrarla? pregunté, esperando con ansiedad la afirmativa. - Mira David me volteó la doctora para mirarme a los ojos Si Claudia permite que l a toques fuera del tratamiento, es muy su bronca, pero no somos prostitutas, ¿Enti endes? si quieres sexo, busca una novia o a una puta, nosotras solo vamos a esti mularte para fines médicos, si quieres que te chupen el pito, ve y pága por eso, nos otras no hacemos esas cosas, somos gente decente y educada. Esto es un consultor io médico David, no un cabaret. - Disculpe doctora dije muy avergonzado es solo que no sé que hacer. - Yo te indico, no te preocupes, ya te dije que tu no tienes que hacer nada hast a que te lo indiquemos. - ¡Oh! exclamo Claudia poniéndose de pie espere doctora. Fue a una gaveta y saco una botella con líquido transparente. Se quito sin pudor e l minúsculo tanga, y me mostró su coño depilado, que se veía terriblemente sensual con l as ligas que sostenían las medias. Se aplico el gel transparente en las nalgas, y me lo unto también, aprovechando para darme un par de minutos de paja. Se volvió a poner en posición en cuanto termino. - Mira David me explico la doctora, acercándome a Claudia y poniendo mi verga entr e los cachetes de esta Vamos a hacer un poquito de estimulación posterior, a ver s i lo encuentras placentero. Tu no la puedes tocar, ya sabes, hay que ser profesi onal. - ¿Dónde pongo las manos entonces? - Hmmm... mira ponlas aquí tomo mis manos y las puso sobre sus propio culo si sien tes que te vas a correr, las acaricias y las aprietas fuertemente, mientras tant o no. Empezó otra sesión de ricura absoluta. Estaba furiosamente excitado cuando empezamos , deslizando lentamente mi miembro. Claudia apretaba los cluteos contra mi, y lo s deslizaba a mi largo, cubriendo mi polla en su totalidad con tan suculenta pie l. La doctora vigilaba mi eyaculación con una mano y con la otra mantenía en su curso m i miembro en su deliciosa trayectoria. El placer fue mayor que las mamadas, pues me imaginaba que me follaba a Claudia, y que me la follaba por el culo, además que su carne se sentían casi también como sus labios, y lo que añadía el extra, es que los "instantes" se multiplicaban pues me d aban autorización de apretar fuertemente el duro culo de la doctora. Fue otra experiencia bestial, no paraba de gemir como becerrito y de tener "inst antes" a cada rato, todo era demasiado bueno para creérmela o para no aprovechar e l momento "dizque corriéndome" a cada momento y segundo, sin importar que cada vez , me debilitaba mas y mas. Pero bueno, tenía 15 años. Después de quien sabe cuanto tiempo, Claudia se incorporo, y sin perder un segundo en arrodillarse, me volvió a chupar la polla, esta vez con los ojos bien abiertos , con esa mirada orgasmica y en posición de escuadra para que viera muy bien lo qu e acababa de acariciar. Yo creía que me iba a desmayar en cualquier momento. Mient ras tanto, la doctora se quito su pantaleta, mostrándome su velludo chocho, y se u nto también el gel lubricante en sus nalgas, ya venía su turno. Hicimos la misma posición anterior, solo que enfermera y doctora intercambiaron lu gares. A pesar de que el culo de la doctora no era tan voluminoso, fue aun mejor , pues ella gemía como gatita, y además, prefería apretar el culo de Claudia, que haci a unos segundos apretaba con la polla. Aun mejor fue que Claudia me susurro al oíd o "Cuando te vayas a correr, dejas de acariciarme". Así que apretaba con violencia ese culo y embestía con verdadera fuerza a la doctora que gemía mas fuerte. Cada segundo que pasaba se ponía todo mejor. Encontré la estimulación posterior, increíblemente agradable, y eso que jamás había oído hab lar de ella. Ni siquiera soñado. Cuando la doctora considero suficiente que ya me había dado suficiente estimulación, nos detuvimos y tomamos otro descanso. Tuve que resistirme a la invitación que me hacía Claudia para pajearme en el suelo, pues ya me encontraba demasiado cansado. No podía creer que ante tal experiencia úni ca en mi vida, tenía tantas ganas de dormir. No hubo plática, la doctora se limito reclinarse en su asiento y a fumarse varios

cigarros, y creo que Claudia estaba tan cansada como yo, así que los dos terminamo s por tumbarnos en el suelo y dormitamos unos segundos. No se cuantos, creo habe rme dormido un instante, y al siguiente la doctora me examinaba con estetoscopio de nuevo. - ¿Te sientes bien? preguntó. - De maravilla, solo cansado. - Es normal, este tratamiento es desgastante, pero bueno... hay que tomarlo si q ueremos curarte. A mi ya hasta se me había olvidado a que había ido en primer lugar. La doctora con n aturalidad se despojo de su sujetador, de nuevo se me escurría la baba. Comenzó a aplicarse gel en los senos. Eran unos senos preciosos, perfectos, no exu berantes como los de Claudia, eran simplemente hermosos, lástima que en esos años, n o tenía la edad para apreciarlos tanto como ahora. Un pezón mediano, erecto, con una aureola rosada, invitaban a ser chupados durante días. Lástima que no lo podía hacer. - Nunca habías visto unos pechos, ¿verdad?. - No... me alegra que los primeros que vea sean tan bonitos... - Jajaja... no mientas, que te van a dar ganas de eyacular si llegas a ver los d e Claudia, jajaja. Me levantó del suelo y me sentó de nuevo en la cama, ellas se arrodillaron de nuevo frente a mi. Claudia me comenzó a chupar la polla otra vez para tenerla bien parad a, mientras la doctora hablaba. - Ya es tiempo de la última estimulación. No es tan impresionante como la oral o la posterior, pero... bueno... algunos la encuentran mucho mejor que las dos anteri ores, sobre todo cuando lo hace Claudia. Al oír su nombre, Claudia abrió los ojos con la polla muy profunda, por suerte me te nía bien agarrado. La doctora quería empezar cuanto antes, pero Claudia no quería soltarme. - Ya Claudia, suéltalo. - Por favor, doctora, solo un minuto mas... y volvía a engullirme. Tuvieron que pasar un par de minutos para que ella comprendieron que esa etapa y a había pasado. Llego el momento glorioso, con sus pechos desnudos, y con su mirada asesina, la doctora coloco mi miembro entre sus preciosuras, y comenzó a levantarse y agachars e, apretándome fuertemente. No bromeaba, tal vez sea cuestión de gusto, pero la sensación de esos pechos tan her mosos, gorditos, bien apretados, la piel suave, la calidez, la fricción, el labio fuertemente mordido de la doctora y el hecho de que suspiraba y entre cerraba lo s ojos cada cierto tiempo, hizo del acto una mejor experiencia que las expertas mamadas de la doctora o de la curvilínea Claudia. - Esta es la estimulación mamaria explico Claudia, pues la doctora estaba muy conc entrada en otras cosas ¿te digo un secreto?... es la favorita de la doctora. La sonrisa y la mirada picaras eran suficiente demostración. No fue la paciencia lo que me hizo esperar el turno de Claudia, ni tampoco compl acer a la doctora, simplemente no quería separarme de ahí. Los pechos me cubrían, quizás no a la perfección, pero los apretones ayudaban, y la verdad, era tan hermoso ver a la doctora en esa situación, que una fotografía del acto podía quitarle los deseos suicidas a cualquier deprimido. De poder volver atrás, me hubiera ocupado mas de la doctora. Cuando ella considero suficiente me separo, con trabajo, de ella. Ya con los ojos bien abiertos, Claudia se quito su sostén negro, se veía como la mas fértil y erótica de las diosas de todas las mitologías, con esa mirada obscura letalm ente sensual, y solo vestida con las medias negras. Se había quitado el liguero, a sí que solo tenía eso, y nada mas que eso encima. Sus pechos, grandes, blancos, con un pezón negro pequeño y una gran aureola rosada, eran suficientes para acabarme si no tuviera el apoyo de la doctora. Estaba tan enlelado con la visión, que no fue h asta que tuve un instante que me di cuenta que la doctora me tenía en su boca. Como para cobrarse el tiempo, la doctora continuo varios minutos sus movimientos faciales, y Claudia bamboleaba sus tetas que sabía que yo deseaba tanto como un p residente gringo deseaba la guerra. Ya bien lubricada, se acerco, separo sus pechos para a papacharme, pero al solo

rozarme con ellas, me produjo otro "instante". - Tranquilo sensualmente me dijo no te va doler... Lo intente otra vez, y tuve que separarme, así estuvimos un rato, hasta que logre concentrarme lo suficiente. - ¡Como se nota que tienes 15 años! dijo la doctora. - Déjalo me defendió Claudia me gusta cuando están a punto de turrón. Finalmente conseguí introducirme entre ella. En cuanto me sintió, agito de forma cas i desesperada su torso, apretándome con todas sus fuerzas. La doctora tuvo dificul tades para contenerme. Pues casi me daba otro "instante" en cuanto lograba poner la dura otra vez. No se como sea el cielo, o el Nirvana, pero no puede ser mejor de lo que sentí ese día, rodeado de tanta sensualidad. Mis instantes ya eran tan seguidos, que creo que ya no sentía placer con mi cuerpo , sino solo con la mirada y, tal vez, el alma, las pelotas ya me dolían demasiado. Tan solo ver mi capullo asomarse y desaparecer entre tanto pecho, con la mirada de Claudia y su sonrisa, eran suficientes para rendirme sin oponer resistencia. - Tomemos un descanso interrumpió la doctora, aun así tardamos varios minutos en sep ararnos a Claudia y a mi. No exagero al decir que creo que hubiera muerto si no hubiéramos parado. Como los descansos anteriores, la doctora fue a su escritorio a fumar, pero yo m e acosté en la cama y Claudia se desparramo en una silla. Pasaron unos minutos mas. Hasta que Claudia se vio de nuevo fuerte, y le lanzo u na mirada a la doctora. - Oye David me dijo la doctora, muy seria el tratamiento esta por concluir, pero debo llenar unos papeles antes de que podamos terminarlo, y tengo un problema a lgo grave. Claudia es una niña muy juguetona que no ha madurado, y lo único que quie re hacer todo el día es jugar. Como de hecho ya debió haber salido para poder jugar en su casa y como tu aun eres niño, quiero que juegues un poco con ella. - Claro, será un placer conteste comprendiendo. - Pero algo inocente, Claudia. David es aún un chico muy joven. Juega algo para su edad. - Claro doctora, ¿qué clase de chica creé que soy? se levanto de su asiento y se dirig ió a mi. - ¿A que quieres jugar Claudia? - Oh... bueno... te voy a confesar algo... yo soy una chica muy simple y con poc as ideas. Perdón si soy repetitiva, sé que te puedes aburrir, discúlpame, pero no todo s los días vienen niños tan guapos a jugar conmigo. No sabes el placer que siento al jugar al doctor, y hacer muchas veces el tratamiento que la doctora y yo hacemo s a los niños buenos y guapos como tú. Además, necesito practicar mucho, para llegar a ser tan buena como la doctora y poder hacer las estimulaciones yo sola... - No te preocupes, te entiendo. La chica era repetitiva, pero a mi me encantaba. Me sentó en la cama y puso su cab eza entre mis piernas, apretándome muy fuerte con sus labios, mientras se masturba ba con una mano y me cuidaba con la otra. Ella ya había notado que prefería su excit ante mirada y no dejo de mirarme a los ojos. Abría la boca, me engullía sin tocarme con sus labios, para cuando estuviera totalme nte dentro de ella, los apretara con furia y se retirara lentamente hacia atrás. N o se quién de los dos gemía con mas fuerza. A pesar de que yo ya no tenía que avisarle, ella si me hacía notar sus orgasmos. La doctora se masturbo violentamente mirándonos y también mirándome profundamente con sus ojos aun mas bellos. Nos dejo jugar largo tiempo. Pero si es que aun tenía un apice de fuerzas antes de jugar, cuando terminamos, ya no tenía fuerzas ni para sostenerme con los brazos. Los instantes ya eran doloros os en lugar de placenteros, y el simple hecho de no perder la oportunidad era lo único que me permitía seguir adelante. - Bueno interrumpió la doctora una vez mas, separándonos con trabajos, tenía que estar agradecido por eso ya es hora de terminar. - No doctora... le decía Claudia separándose de mi y apenas con fuerza para ser escu chada no quiero. - Ya tenemos que terminar, Claudia.

- Por favor... piense que estoy aquí cuando podría estar en mi casa... por favor... - Claudia, sepárate o... - Solo 5 minutos mas... por favor... - Hmmm... esta bien... pero solo cinco... Esos últimos 5 minutos fueron los mejores, pues Claudia ahora chupaba con la veloc idad agresiva de la doctora. Finalmente me soltó Pero bien me separé, la doctora me la chupo otro par de minutos. Sin duda estaba a lgo celosa. Por fin habló. - David, ya puedes eyacular, pues necesitamos el semen para hacer un último análisis . Ya me había olvidado de que podía hacer eso. Después de haber pasado por tantas cosas, me parecía un desperdició tener que masturba rme frente a unos envases, pero no había remedio, pues ellas tenían que analizar mi esperma personalmente. Ambas abrieron sus envases y comenzaron a masturbarse aparatosamente. Claudia fu e suficientemente atenta y me hizo un último favor. Me enrollo una última vez en sus tetas, con las que había tenido tanto gusto durante la estimulación, los agito, solo un poco, y la explosión no tardo en venir. Los primeros chorros, blancos, muy espesos, golpearon con fuerza el fondo el roz ado envase de Claudia, conmigo aun entre ella, gruesos chorros blancos. - - Hmmm... se ve rico... dijo la doctora, ya muy urgida. Parecía que el suave envase de Claudia se iba desbordar, pero en una pausa, la doc tora puso su envase húmedo entre mi polla y el de Claudia. Lo hizo con algo de dificultad pues yo quería seguir corriéndome entre la sensualida d de Claudia. Otra vez, chorro tras chorro blanco, largo y espeso lleno el envase de la doctor a, que también estuvo a punto de desbordarse. Cerro su envase antes de que esto pa sara y dejo que lo poco que sobraba hiciera un charco en el canalillo de la enfe rmera. Ahí mismo analizaron el semen en ese instante, cerrando los ojos y fijándose bien en todos sus componentes. Claudia fue la primera en pasar el líquido a su garganta, esparciéndose el de sus pechos en ellos y con una fuerte mueca de placer. En cuant o termino, la doctora capto mi atención, abriendo su envase para que viera en su i nterior, después lo cerro para pasarlo a su garganta, y volvió a abrirlo para que vi era que era una buena chica y no lo había dejado sucio. Les digo que debí fijarme mas en la doctora, era mas guarra. El orgasmo que sentí, no puedo ni siquiera describirlo, puedo intentarlo diciendo que fue como todos los "instantes" anteriores juntos y multiplicados por su cant idad. Ya estaba tan agotado, que en cuanto termino la doctora, me desmaye (o me dormí) sobre la cama. Estoy seguro que dormí algo, cuando menos media hora. Cuando desperté continuaba ten dido en la cama, pero ya estaba vestido, también ellas. La doctora me pidió que me s entara frente a su escritorio, pues quería hacerme unas últimas preguntas. - Bueno David, ¿disfrutaste el tratamiento? escribía en un formulario, recargada sob re su libreta. Su voz era mas profesional y seria que nunca. - Muchísimo doctora, nunca había experimentado algo así... - Hmm... el sujeto encontró agradable el tratamiento decía la doctora mientras escri bía - ¿Cuál fue la estimulación que encontró mas placentera?. - La mamaria que me practico la señorita Claudia. - Hmmm... estimulación mamaria practicada por la asistente, sobresaliente. ¿cuántas ve ces sintió deseos de eyacular? Sin contar su infantil juego con la enfermera. - Como unas treinta... - Hmm... no cabe duda que tiene 15 años. ¿Cómo encontró esos deseos?. - Sorprendentemente y satisfactoriamente orgasmicos, casi violentos. - Hmmm... Extremadamente agradables... Englobando y sin discriminación de los prac ticantes, ¿cuántas veces sintió los deseos en las estimulaciones? - Pues... como 9 con la oral, 6 con la posterior y 15 con la mamaria. - Hmmm... Del uno al cien, ¿qué calificación pondría al desempeño de la doctora? Un 100 absoluto. - Hmmm... cien... ¿el desempeño de la enfermera?.

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Doscientos... Hmmm... otros cien. ¿Desearía repetir el tratamiento?. Muchísimas veces. Hmmm... Si... Mire, de acuerdo a esto, usted puede sufrir de eyaculación precoz. ¿Desea que se le aplique un tratamiento a eso?. - Si. - Eso es bueno, porque según sus propias palabras sobre sus precoses deseos de eya cular, las describe como "Extremadamente agradables" - Hmmm... pensándome bien, mejor no. - Es una lastima, esos deseos pueden causarle un incomodo aumento de placer dura nte el tratamiento. Ultima pregunta, ¿había usted recibido estimulaciones parecidas antes de este día?. - No. - Hmm... ok. La doctora se dirigió ahora a Claudia. - Enfermera, ¿Cómo describiría al paciente?. - Muy guapo y lindo. - Me refiero a su desempeño en el tratamiento. - Fue muy agradable trabajar con él, y se ve que logra progresos rápidamente. Inclus o acepto jugar conmigo. - Hmmm... Buen desempeño, disponibilidad para otras actividades. Siguiente, durant e las estimulaciones, ¿tuvo usted orgasmos? ¿Cuántos?. - Si, como 10. - ¿Cuántas por estimulación?. - Una por la posterior, tres por la mamaria y seis por la oral. Mas o menos. - Hmmm... ¿Cómo encontró el estado del líquido pre-seminal?. - Sabroso, salado, excitante y seductor. - Hmmm... En buen estado, ¿Tuvo orgasmos al analizarlo? ¿Cuántos?. - No, lamentablemente no tuve. - Hmmm... ¿Tuvo deseos de ser penetrada vaginalmente? - Si, infernales deseos. - Hmmm... Bastantes... ¿Tuvo deseos de ser penetrada analmente?. - Demasiados. - Hmmmm... Si... ¿Qué la detuvo?. - La edad del paciente. - Hmm... Edad... ¿Cuál fue la estimulación que disfruto mas?. - Las mamadas, usted sabe que después del sexo es lo que mas me gusta, doctora. - Hmmm... La estimulación oral... Al recibir y analizar la muestra de semen, ¿Tuvo o rgasmos?. - Si, uno muy fuerte. - Hmmm... ¿Cómo encontró el estado del semen?. - Delicioso y terriblemente placentero. - Hmmm... En buen estado... ¿Desearía volver a practicar el tratamiento al mismo pac iente?. - Si, muchas veces, es de los mejores que he tenido. - Hmmm... Si... ¿Estaría dispuesta a practicar la estimulación vaginal y anal cuando e l paciente cumpla mas años?. - Excitadamente dispuesta. - Hmmm... Si... Bueno, eso es todo. Se que nadie me va a creer tal cuestionario, pero la forma parecía muy real. He su puesto durante todo este tiempo que quizás llenar tal forma era parte del juego de la doctora y la enfermera. También puede ser que lo usaran para dar un aire engaños o para pacientes aun mas jóvenes que yo, y que se creyeran que eso era un tratamie nto. Pero quien sabe, tal vez llevaban una especie de registro o algo así. dijo la doctora en un tono aun mas serio del que había usado para la - Bien, David s preguntas ahora que tengo todos los resultados del análisis, y toda la información necesaria, estoy segura de mi diagnostico... y me temo que no es nada bueno... - ¿Qué? otra vez me asalto el pánico, no pude pensar que era parte de todo. - Me temo que usted sufre de una sobre-producción de semen, causada completamente por un complemento alimenticio con grandes contenidos de derivados de la testost

erona y otras hormonas causantes de la producción. Me temo que su enfermedad es in curable, pero tratable a base de tratamientos como los experimentados hoy, a men os de que suspenda el uso del complemento y ya no sea necesario aplicar el trata miento. - Ah... ya veo... me la había olido desde un principio Bueno, deseo continuar con el tratamiento, a ver si me curo. (Cuanta bobada). - Bueno, aplicaremos el tratamiento una vez al mes. Como estamos ocupadas con ot ros pacientes, la enfermera Claudia Lugo se encargara de hacer las correspondien tes estimulaciones y análisis sin participación mía. - ¿Solo una vez al mes?. - ¿Cree aguantar 2 al mes o mas?. - Hmmm... reconsideré el creciente ardor en mis genitales no, una vez estará bien. ¿No podría usted también practicar el tratamiento?. - Bueno, a su petición ayudare a la enfermera Lugo de vez en cuando, sobre todo en el momento del análisis y en ciertas estimulaciones. Espero que en 2 o 3 años usted haya progresado lo suficiente para avanzar a estimulaciones mas efectivas. - Ya veo... quise seguir el juego Disculpe, ¿cuál es la finalidad del tratamiento?. - Reducir su cantidad de semen al mínimo, por supuesto. - Esta bien me puse de pie con las pocas fuerzas que tenía, y me incline al estilo japonés lo mas que pude con las palmas juntas. Doctora, enfermera, muchísimas graci as. - No hay de que, es nuestro trabajo contestaron las dos. No me había fijado en el reloj, ya eran cuarto para las 12. La Doctora se ofreció a llevarnos a nuestras casas. Le agradecí una vez mas de todo corazón, pues probableme nte estaba mas cansada que yo. Sin embargo, me asalto una duda en el camino. - Disculpe doctora pregunté pero creo que tendré que cancelar el tratamiento... pues ... solo tengo mi seguro médico, y no tengo con que pagarle. Ambas mujeres, sentadas al frente del auto, me sonrieron. - No te preocupes David me dijo Claudia no tienes que pagarnos nada, todo es por tu salud. Baje del auto frente a mi casa, y me despedí de ambas mujeres. Apenas si podía camin ar, pues el ardor en mis partes que sentía, era directamente proporcional a todo e l placer que sintieron mis partes hacia unos minutos. Camine con dificultad por varios días, tuve que decirles a mis padres que en la fi esta, tuve una pelea y que me habían golpeado muy fuerte en los testículos y por eso tenía que estar caminando chistoso. Por supuesto, no era nada grave... al menos nada que mi uróloga no pudiera ayudarm e solucionar. Bueno, eso es todo. Espero que les haya gustado este relato. Y bueno, ya saben; dudas, comentarios, felicitaciones, críticas, quejas, mentadas, recordatorios, ame nazas de muerte, reclamos, expiración de seguro, propuestas indecorosas, cobro del banco, recibo de luz, aviso de bomba, dudas de la segunda guerra mundial o cual quier cosa no relacionada con el servicio de salud, pueden escribirme a: binak_a [email protected], intentare responder a todos sus mensajes lo mas pronto posible ... si ser rubia pechugona atractiva, yo responder mas pronto... Ah... y solo para evitarles la molestia. Ya se que esto es una basura. Hola me llamo Juan, tengo 17 años y vivo con mis padres en una ciudad de las afuer as de Madrid. Siempre me he considerado muy afortunado por la vida que tengo, al menos hasta hace unos meses, cuando fui testigo de algo que ha cambiado mi form a de ver las cosas radicalmente. Empezaré por describir a mi familia. Mi padre se llama igual que yo, es un hombre normal, tipico padre de familia que junto a su éxito profesional está criando una in cipiente calva y una buena barriga cervecera. A sus 43 años es todo un ejemplo de hombre de oficina, de vida rutinaria y valores familiares por encima de todo. Mi madre Marta sin embargo es una mujer cuya vida rutinaria no ha mermado ni un áp ice de su feminidad. El gimnasio que tenemos montado en casa ha mantenido su met ro sesenta y siete en perfecta forma y su cuerpo indica 10 años menos de los 38 qu e tiene en realidad. A ese cuerpo se le añade un hermoso rostro de pelo castaño(aunq

ue varia según como se lo tiña), unos enormes ojos negros y unos labios algo finos p ero bonitos. Todo esto junto a su exquisito gusto a la hora de vestir y su plena dedicación a la vida familiar la han convertido a los ojos del vecindario en la m adre y esposa perfecta. Pronto descubriría que tambíen podía ser la zorra perfecta. Todo empezó un día que teníamos en casa una cena familiar, pero por unos motivos u otr os solo confirmaron su asistencia mis abuelos paternos, unos tios que vivian cer ca de nosotros y eran muy plastas y unos tíos míos de Salamanca. Ese día mi padre y yo tuvimos que vestirnos con camisa y corbata y mi madre se pus o una camisa de manga larga negra que dejaba los hombros al descubierto y una fa lda de seda que le subía un palmo por las rodillas, combinando con unos zapatos os curos de tacón. Los primeros en llegar fueron mis abuelos acompañados de mis tios pesados y hubo s aludos muy efusivos por ambas partes. Casi no habíamos cerrado la puerta cuando ll amaron al timbre y aparecieron mis tios. Iba a dar dos besos a mi tia cuando me percaté de una figura que estaba detrás de ella. -Éste es Lucas. Es un amigo mío que ha estado viviendo en EEUU y ha vuelto a Madrid justo hoy. Me ha llamado para quedar, pero le he dicho que tenía cena familiar. Aún así no podía dejarlo cenando sólo en su hotel así que le he invitado. Espero que no sea molestia - explicó mi tio. Se hicieron las presentaciones pertinentes y la verdad es que era un hombre que imponía. Tenía 29 años y su forma de hablar, la confianza en sí mismo, y su corpulencia típica de horas y horas de gimnasio nos dejaron impresionados a todos. Todos estaban hambrientos así que nos sentamos inmediatamente a la mesa que ya est aba servida. Lucas se sentó justo enfrente de mi madre y durante toda la cena se m ostró muy cordial con ella. Además Lucas se convirtió enseguida en el alma de la cena, ya que contínuamente narraba alguna de sus muchas historias que mantenían a todos e n vilo hasta desembocar en una enorme carcajada general. Tenía encandilado a su públ ico, con sus historias de juergas con los amigos y sus conquistas de mujeres en noches locas. A mi no me había encandilado en absoluto. De hecho era una de esas p ersonas tan seguras de si mísmas que no paran de fanfarronear, de creerse irresist ibles para cualquier mujer y que tratan con desdén a aquellos que no son de su "es pecie". Sus constantes miradas a mi madre, que eran de todo menos inocentes no h acían más que acrecentar mi animadversión hacia nuestro invitado. Mi madre reía con sus historias al igual que todo el mundo pero evitaba el contact o visual con Lucas, ya percatada de que la miraba de una forma bastante descarad a. Mi madre ya estaba acostumbrada a que la admirasen, pero ella siempre apartab a la vista en señal de que era una mujer casada, que amaba a su esposo y a su hijo , y que se debía sólo a ellos. Lucas no pareció conforme con la respuesta visual de mi madre y empezó a contar hist orias de mujeres que se le habían resistido pero que habían acabado sucumbiendo a su s "encantos", tratando de incomodar a mi madre, pero ella no parecía afectada en a bsoluto por sus envites. De hecho comenzó a mostrarse ofendida poniéndole pegas a to das las historias de Lucas, diciendo que no todas las mujeres eran como él las pin taba, y que las había que eran fieles en su matrimonio como ella en sus 18 años de m atrimonio, aumentando la tensión que había entre ella y Lucas. Afortunadamente ni mi padre ni nadie a parte de mí se dio cuenta de la situación. Así transcurría la cena has ta que mi tio propuso que brindásemos con un poco de champán. Mi padre mandó a mi madr e a por una botella a la cocina y pude ver como Lucas no perdía detalle de mi madr e saliendo del salón, especialmente de su culo. Era increible el descaro con el qu e lo hacía y más increible me parecía que nadie, en especial mi padre, se hubiese dado cuenta. Cierto es que todos iban ya un poco bebidos por el vino, pero aún así, en e l transcurso de la cena las miradas furtivas a mi madre y a sus tetas habían sido cada vez más frecuentes. En ese momento miré a Lucas con todo el odio que pude, como tratando de decirle: "¿pero tú de qué vas?" pero este ya se estaba levantando de la m esa y si me vio me ignoró por completo. Se excusó diciendo que iba a ayudar a mi mad re pero ninguno de los mayores le oyó. Todos estaban ya algo bebidos y enfrascados entre risas y aplausos en viejas anécdotas y yo era el único que había notado que se ausentaba. Al cabo de un par de minutos no aguanté más y dije que me iba a mi habita ción a tumbarme un rato porque estaba mareado y cuando salí del salón me dirigí directo

a la cocina a través del pasillo. Cuando llegué a la cocina me quedé en la puerta, escondido en la oscuridad. Nuestra cocina es bastante amplia y consta de la zona de cocina separada por una especie de barra de bar de la zona de comedor. Apenas a tres metros de la puerta, Lucas ayudaba a mi madre a elegir la botella de champán, pero lo hacía acercándose cada vez más, una situación que debió incomodarla porque se apartó ligeramente y le dijo que fue ra eligiendo él la botella mientras ella cogía los vasos. A pesar de la obvia incomo didad de mi madre Lucas no dejaba de sonreir y su sonrisa se hizo más socarrona aún cuando ella se agachó para coger las copas de champán que estaban en un estante infe rior. Nerviosa como debía estar ni siquiera se sentó a coger los vasos sino que se i nclinó a coger los vasos, ofreciéndole al cabrón de Lucas una vista magnífica de su tras ero. Mientras mi madre le iba pasando las copas de dos en dos, Lucas se puso a a brir la botella y llenar una copa y beber como si nada. Una vez mi madre hubo sa cado todas las copas y terminaba de cerrar el estante en esa posición tan comprome tedora Lucas se acercó por detrás apoyando su paquete en el culo de mi madre. Ella, asustada se irguió de un brinco quedando situada a escasos centímetros de nuestro in vitado. Aprovechando la confusión de movimientos Lucas tiró la copa encima a mi madr e, empapándola entera. -¿¡P pero, que haces!? exlamó mi madre confundida y enfadada al mismo tiempo. -Perdona Marta. Ha sido sin querer. Estaba nervioso. -¿Nervioso porqué? dijo ella mientras veía como el champán que había manchado su camisa em pezaba a regar su falda. -Por tener un bellezón como té delante de mío contestó Lucas acercándose un paso más. -¿Pero qué estas diciendo? dijo mi madre aún más confusa Dios mira como me has puesto de champán . -No te preocupes. Eso tiene solución y diciendo esto la agarró por los hombros y la atrajo hacia sí. Acto seguido empezó a limpiar los restos de champán que todavía quedaba n en el escote de mi madre con largos lengüetazos. -¡L Lucas! ¿Pero qué haces? ¿ Cómo te atreves ? empezó a gritar mi madre. Pero antes de que era alertar a nadie Lucas estampó un enorme beso en sus labios de varios segundos que debieron dejarla sin aliento porque no volvió a levantar la voz. Estaba apunto de intervenir y salvar a mi madre de semejante atolladero cuando e lla volvió a abrir la boca para pedirle que parase pero esta vez sin gritar, a mod o de súplica. -Tranquila, solo intento deshacer el entuerto. Cuando termine de limpiarte pararé. Te lo prometo. dijo Lucas a la vez que soltaba los hombros de mi madre para col ocarlas bajo sus pechos ayudando así a la "limpieza". -D de ver dad, p..por favor para - continuó suplicando mi madre a la vez que se debatía po r liberarse N..no quiero que me limpies nada oye para Lucas hizo caso omiso de las súplicas de mi madre y siguió con su tarea de limpieza y secado, levantando la camisa por debajo y lamiendo su abdomen. Mi madre intent aba apartar con las manos la cabeza de Lucas pero éste la tenía agarrada de la cintu ra tan fuerte que sus esfuerzos eran en vano. -P..para, te juro que voy a gritar. Se lo diré a mi marido -¿Y qué le dirás, que intenté limpiarte después de mancharte? replicó Lucas con tono burlón -¿Cómo? Pe..perro si me estás e eres un baboso .eres un cerdo - comenzó a decir mi madre pero cas la cortó. -El cerdo es un animal muy limpio. Dicho esto dejó de babosear el ombligo de mi madre para empezar a bajar por ahí hast a llegar a la falda. -Para ya, cerdo, te juro que se lo diré a mi marido y te... ¡ahhh!- Lucas plantó su ca ra en la entrepierna de mamá a través de la falda húmeda por el champán. -Unghhh cu cuando se entere mi marido .te va a . mi madre seguía intentando liberarse pero sus palabras cada vez tenían un tono menos seguro. -No te preocupes preciosa que ya casi he terminado- dijo Lucas levantando la fal da hasta la cintura. Bajo la falda de mi madre aparecía unas braguitas negras de una prestigiosa marca de lencería que yo ya había visto antes haciendo la colada. Empezó a lamer la parte interior de los muslos con sumo cuidado haciendo que mi ma dre se mordiese los labios en lo que yo creía que era un gesto de reacción de asco a

nte la invasión de su intimidad que estaba sufrienda. Tras un buen rato lamiendo l as piernas de mi madre, posó sus manos sobre el culo de ésta y acercó la nariz a la fi na tela negra que separaba su cara y la fruta de mi madre que estaba reservada sól o para mi padre. Cuando la lengua de Lucas tomó contacto con la ropa interior de m i madre ésta lanzo un grito ahogado que al cabo de unos segundos fue seguido por u n suspiro cuyo significado no supe descifrar. -¡Oh dios!¡Unnnghh!¿Cómo te atreves? pero las protestas de mi madre carecían de cualquier convicción en su tono. No podía creer que mi madre se estuviese rindiendo a la estrategia de manoseo de u n mamón al que acabábamos de conocer esta noche y que ni siquiera había sido invitado a la fiesta. Afortunadamente todo aquello acabaría en cuanto Lucas terminase de li mpiar la última gota de champán derramada. Lucas se tomó su tiempo en "limpiar" las br aguitas de mi madre. Mientras tanto ella no paraba de pedir que parase, pero sus súplicas habían pasado a ser más una suerte de gemidos de significado dudoso que una petición para terminar con aquella situación. Al cabo de un rato Lucas separó su cara de las braguitas de mi madrey levantó la vista sonriente. -Bueno princesa. Ya he terminado. ¿No ha sido tan malo no? dijo levantándose. El rostro de mi madre estaba desencajado y tenía las mejillas completamente rubori zadas. Agachaba la mirada y sus labios temblaban ligeramente. Lucas cogió la botel la de la mesa y se la entregó. Despues cogió unas copas y dijo: -Vámonos ya para el salón. Yo llevo los vasos mientras te arreglas un poquito y cuan do estés te vienes con la botella, vale guapa? Yo estaba consternado por la escena y no sabía cómo reaccionar. Lucas se dio la vuel ta y se disponía a salir de la cocina, y probablemente me hubiera pillado allí espia ndo de no haber sido porque mi madre musitó algo. El cerdo de Lucas se dio la vuel ta para preguntarla que había dicho cuando tanto él como yo nos quedamos sorprendido s. Mi madre, todavía con la falda subida, sostenía la botella de champán contra sus pecho s e inclinándola ligeramente empezó a dejar un poco del dorado líquido por entre el ca nalillo. -C creo que aún te queda algo por limpiar dijo no muy segura de sí misma. En su voz ha bía duda, pero también mucha agitación, gracias probablemente a las habilidades de Luc as allá abajo. Lucas se acercó a ella de nuevo. El líquido que caía por entre sus tetas pronto traspa só la delgada tela de la camisa y empezó a calar hasta la falda. Lucas le cogió la bot ella ya medio vacía y dejándola sobre la mesa agarró a mi madre del cuello por detrás pa ra plantarla otro enorme beso. Esta vez mi madre si colaboró abriendo su cavidad b ucal para permitir a su invitado saborear la boca y lengua de su anfitriona, mie ntras sujetaba el rostro de su agresor con caricias. Lucas rápidamente agarró con un a mano las muñecas de mi madre y levantó sus brazos liberando su cara, dejando claro quien era el que mandaba. Mi madre aceptó su nueva posición sin ninguna objeción y co ntinuó besando a su invitado con la misma pasión que antes. Lucas terminó aquel beso c on un buen lametón pasando su enorme lengua por los labios entreabiertos de mi mad re que parecían suplicar por más. Lucas no le dio ese placer y empezó a bajar el cuell o de mi madre a besos mientras seguía sujetando a mi madre por las muñecas. Con la m ano libre comenzó a levantar la camisa de mi madre y se la levantó hasta la altura d e los codos, quedando su rostro parcialmente tapado por la prenda liberando sólo l a boca que no paraba de jadear. Una vez que el torso de mi madre estuvo desnudo (pues la camisa no era para llevar con sujetador) Lucas continuó bajando con sus b esos hasta llegar al canalillo. Cuando comenzo a besar y a lamer las tetas de mi madre los jadeos de ésta fueron hacíendose más rápidos y suplicantes, pero Lucas era un experto en mujeres y la hizo esperar. Además esos pechos merecían ser explorados co ncienzudamente, ya que sin llegar a ser ubres, eran de una buena talla 95 que ac ababan en unos rosados pezones de aureola estrecha. Continuó pasando su boca alred edor de sus pechos sin llegar a tocar los erectos pezones que pedía ser comidos a gritos. Al ver que sus pezones no eran atendidos como su calentón lo exigía en esos momentos, los jadeos pasaron a ser gemidos llenos de súplica. Hasta yo estaba expe ctante, casi deseando en el fondo que le comiese las tetas del todo para observa r la reacción de mi madre. Era sobre todo la curiosidad de ver cómo era el estado de excitación de mi madre, a quien yo siempre asociaba con suaves sonrisas y dulces

palabras y no con calenturas y excitación. En seguida me arrepentí de estos pensamie ntos Contento con los resultados, Lucas decidió abordar por fin los pezones de la hembra que tenía ya a su merced, arrancando profundos suspiros de placer en mi mad re. -¡Oh dios mio! Aangghhh ufff mi madre empezaba a perder el control de sí misma. -Te gusta, ¿eh? dijo complacido Lucas al mismo tiempo que liberaba las muñecas de mi madre para posar ambas manos sobre sus tetas y amasijarlas Vaya tetitas que tie nes, reina. -¡Ufff! Dios, lím límpialas bien ¡así!...si límpiame entera - decía mi madre totalmente perdi ontrol. Se quitó la camisa que cubría su rostro y la lanzó hacia donde yo estaba, lo cual me h izo retroceder instintivamente ante el peligro de ser descubierto. El corazón me l atía a mil. ¿Qué pasaría si me descubrían? Ya no había vuelta atrás. Si quería hacer algo ten e haberlo hecho antes. Irrumpir ahora nos dejaría a los tres, en especial a mí y a m i madre en una situación tremendamente incómoda que ni yo ni ella sabría manejar. Así qu e reprimido por el miedo allí me quedé, escondido tras la puerta, escuchando los chu petones que Lucas daba a las tetas de mi madre y los cada vez menos discretos ja deos de mi madre. De repente un grito tremendo me sacó de mi ensimismamiento y la curiosidad venció al miedo, dándome fuerzas para volver a asomarme por la puerta de la cocina. Desde donde yo estaba, podría haber asomado medio cuerpo y hubiera sido casi imposible que me viesen, pero un miedo irracional a ser descubierto hacía qu e sólo fuese capaz de asomar media cara. Lucas había bajado hasta la entrepierna de mi madre y besaba y lamía la prenda íntima a la vez que ella se tapaba la boca con ambas manos para evitar otro grito que p udiera llamar la atención de los presentes en el salón. -Vaya vaya, ¿que mojado está esto, no? dijo mientras pegaba un enorme lametón de arrib a abajo provocando un rápido movimiento de pelvis acto reflejo del placer que esta ba recibiendo mi madre - ¿Será todo champán o será otra cosa? Je je. -T..Tú limpia lo que sea uuhh todo lo que encuentres pidió mi madre que desde hacía un bue n rato se había dejado a las caricias bucales de su atrevido invitado. -Tranquila reina que te voy a hacer una limpieza a fondo. ¡Slurp! dijo mientras la mía de nuevo Creo que va a haber que limpiar debajo de la alfombra, ¡jajaja! Dicho esto las manos que por debajo de las bragas sobaban con ganas el culo de m i querida madre agarraron los laterales de la tela y las comenzaron a apartar a un lado. Bajo las bragas negras de mi madre se escondía no un vello púvico abundante como me habría esperado, sino un cuidado corte en forma de "v" que permitía una per fecta visión de su sexo. Al fin y al cabo era una mujer, una mujer bella que se cu idaba y yo era el ingenuo al pensar que no reservaría ciertos placeres conyugales a mi padre. Pero ahora mismo no era mi padre quien disfrutaba tales atenciones, sino un capullo presumido que la había seducido sin apenas necesitar cortejarla. E n cuanto los labios de Lucas contactaron con los labios inferiores de mamá está lanzó un tremendo grito que murió ahogado entre sus manos que se apretaban contra su ros tro. El trabajo de limpieza que le estaba realizando Lucas allí abajo parecía volver loca a mi madre, que se retorcía frotando su espalda contra la pared, arqueándose, con una mano tapándose la boca y otra acariciando el cabello de Lucas con fuerza. -Ahhh .diossss .siiii ahhh .Lucas .Lucassss -Eres toda una mujer; une mujer caliente y muy sabrosa dijo mientras sorbía los pr imeros jugos que se deslizaban por el coño de ella. Vamos quítate las bragas Lucas sacó su cabeza de entre las piernas de mi madre y ella presa del placer se l as quitó lo más rápido que pudo, sacándolas primero por un pie y luego por el otro, y la s dejó en el suelo. -Así me gusta. Mmmhhh que bien te huele, Marta le dijo llamándola por su nombre con u na familiaridad casi vomitiva. Acto seguido le introdujo un dedo mientras su len gua seguía explorando los placeres de la vagina de su elegante anfitriona. -Ay dios .¡joder!¡maldito cerdo! gritó a Lucas. Pero en el tono de sus palabras no había re proche alguno. Mi madre cerro los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás dominada por el placer oral que le estaba dando aquel cabrón sin escrúpulos, mientras apenas conseguía reprimir en tre su mano los gemidos de placer que éste le iba arrancando. Tras un buen rato en el que mi madre no pudo reprimir en dos ocasiones las convulsiones que indicaba

n que había llegado al orgasmo Lucas pareció dar por terminado su trabajo de limpiez a y se puso de pie mientras volvía a amasar los pechos de mi madre. Acercó su rostro al de mi madre pero ella casi ni se enteraba de lo que acababa de ocurrir. Cuan do Lucas aprisionó sus labios entre los suyos ella sólo reaccionó cerrando los ojos y entreabriendo los labios para que su besador tuviera libre acceso a esa boquita aristocrática. Cuando el beso terminó Lucas puso sus manos sobre los hombros de mi madre y la hiz o bajar hasta quedarse de rodillas ante él. -Creo que yo también necesito que me hagan un poco de limpieza dijo acercando su p aquete al rostro de mi madre -P..pero..c..creo que deberíamos volver, Lucas - dijo insegura mi madre. A pesar de que era obvio que seguía caliente, el momento de descontrol había pasado y sabía que e n cualquier momento podrían echarlos en falta y parecía no estar dispuesta a arriesg arse a que su esposo a quien de verdad amaba la sorprendiera con el pene de otro hombre en su boca. Lucas se agachó un poco y le acarició la barbilla al mismo tiempo que le plantaba ot ro beso baboso en la boca de ésta. -¿No crees que es lo justo? dijo bajándose la bragueta. -S si pero, ¿y si nos descub ? empezó a decir pero sus palabras murieron en su boca cuando Lucas terminó de bajarse la bragueta y se bajó al mismo tiempo los pantalones y los calzoncillos. Aquello era desde mi punto de vista una de las cosas más impresionantes y repulsiv as que había visto jamás. Comparando frente a frente, esa polla era más larga que la c ara de mamá, que miraba con ojos como platos aquella cosa que aún seguía creciendo ant e sus narices. Su grosor era una barbaridad sólo viéndolo desde donde estaba yo, y t odo el tronco estaba recorrido por unas venas enormes. Mi madre se quedó sin habla admirando ese monstruo que tenía ante si. Divertido por el estado de shock en que se encontraba mi madre, acercó su pene aún más cerca, a una distancia en que juraría que mi madre podía percibir el olor de aquell a bestia de carne en barra. -¿Qué decías? preguntó sonriente. -Oh dios mio .yo .n..nada, no decía nada se apresuró a contestar. Con la mano temblorosa agarró el miembro de Lucas, que ya había llegado a su punto d e máximo esplendor, y tras mirarle a los ojos se introdujo aquella polla en la boc a. Al principio le costó un poco ya que su grosor la obligaba a abrir la boca bastant e. Pero la saliva se convirtió en un magnifico lubricante facilitando la felación. A l principio eran movimientos tímidos pero pronto se convirtieron en rápidos móvimiento s de cabeza acompañados de gemidos procedentes de la ocupada boca de mi madre. Aún a sí, no conseguía meterse en la boca más de un tercio de esa polla por lo que el resto del nabo lo tuvo que cubrir a base de lametones y chupaditas. -Mhh glmphhh..¡¡¡mmhhhhhhh!!! eran los únicos sonidos que salían de la boca de mi madre que parecía no dispuesta a soltar ese miembro varonil. -¡Oaahhh! Joder como te gusta ¿eh? Es toda tuya. -Mmffz ."Gadiaz" fue el agradecimiento que consiguió articular con la boca aún llena d e polla -No hay de que, reina.- y soltó una carcajada Mi madre le miró a la cara desde su posición y correspondió a su carcajada con un esbo zo de sonrisa, todo lo que pudo ofrecerle ya que esa enorme polla tenía su boca re servada para sí sola. Con los ojos aún fijos en los del dueño de esa polla que tan bie n le estaba sabiendo continuó su mamada. Siendo objetivos, mamá no era desde luego u na Jenna Jameson mamando pollas, y la felación estaba resultando bastante monótona. Eso me hizo pensar que en sus 18 años de matrimonio el sexo conyugal no había sido n adá especial y que probablemente con la rutina había acabado siendo un actividad monót ona y tediosa para mis progenitores. Pero con Lucas parecía que era diferente. La pobre no tenía unas técnicas muy depuradas, pero se esforzaba y eso parecía serle sufi ciente a Lucas. Un hombre como él probablemente había probado a decenas de mujeres, algunas de ellas probablemente unas expertas en el tema, y lo único que parecía busc ar en ella era el triunfo de tener a una madre y esposa casi diez años mayor que él, adinerada y con buen status social a sus pies cometiendo su primera infidelidad

. Tras unos minutos mamando Lucas le sacó la polla de la boca y levantándola de la bar billa la puso de pie al tiempo que terminaba de sacarse los pantalones de los to billos, no sin antes sacarse un condón del bolsillo posterior. Despues de varios minutos tragando polla a mi madre le faltaba el aliento, y sus pechos se movían de forma exagerada al ritmo de su agitada respiración. Agarrándola d e los glúteos la levantó en vilo y la llevó hasta una de las banquetas acolchadas que tenemos en la barra de la cocina para sentarnos a tomar algo rápido. Mi madre soltó un grito de sorpresa al ser izada y otro cuando Lucas la dejó caer sobre la banque ta giratoria. Los dos comenzaron a reir como adolescentes enamorados mientras el la iba desabotonándole la camisa. Cuando desabrochó todos los botones y le abrió la ca misa la cara se le iluminó a mi madre. Un enorme torso, completamente depilado, co n unos amplios pectorales y unos abdominales cuadrados se ofrecían ante ella, y mi madre no dudó un instante en empezar a pasar sus ansiosas manos por ese cuerpo ma sculino. Levantó la vista hacia Lucas con unos ojos que le brillaban de la excitac ión y con sonrisa traviesa acercó sus labios a los de él. Comenzó de nuevo el baile de l enguas, besos con tanta excitación que casi podía sentir sus alientos desde donde es taba. Lucas terminó de quitarse la camisa, y ya completamente desnudo, y sin liberarse d el beso que le estaba dando mi madre la agarró de las nalgas y la recolocó sobre la banqueta. Mi madre sabía lo que venía ahora, y cogiendo el condón de la mano de Lucas lo abrió y se lo puso. Aunque no creo que estuviera muy segura de ser capaz de eng ullir ese pedazo de carne con su coño, excitada ya sólo de ver los esfuerzos que había hecho para ponerle un condón, lo animó a penetrarla. -Ahhh .siiiiii Lucas cariño no me hagas esperar más ahhh -y empezó a pellizcarse los pezones a mostrar su excitación. Yo estaba flipando con esta faceta de guarra que estaba c omenzando a descubrir en mi hasta ahora respetable madre. -Cálmate reina, que esta noche te voy a hacer mía. Vas a ser toda mía hasta tu último su spiro y acercó su polla a la vagina de mi madre, frotándola pero sin llegar a penetr arla Tu vas a ser mi reina .y yo, tu "Rey"¿entendido? Dicho esto la cabeza del monstruo desapareció sin ningún tipo de delicadeza dentro d el coño de mi madre haciendo que ésta gritara buscando algo a lo que agarrarse, clav ando sus uñas en las musculosas espaldas de Lucas. -¡Kiiiaaa!¡Mi Rey! consiguió decir mi madre No tan fuerte más despacio .mi Rey. -Está bien, soy un rey benévolo. aminorando el ritmo fue clavando su estaca poco a p oco en el coño de mi madre, besándola el cuello y haciéndola disfrutar como nunca. -¡Ahhhhh ..asiii! ¡Oh joder que rico! mi madre se relamía de gusto D dios esto es muy gr e.. -Ajajaj, ¿Qué pasa, qué nunca habías probado algo así? siguió metiéndola Pues agárrate po s a ver lo que es una buena polla, reina. -¡Ooohhh diossss! N..no se si esto me puede caber - más de la mitad del nabo de Lucas había entrado en la cueva de mi madre - ¡¡Argggghhh, me estás matandooo!! -¿Quieres que pare, Marta? dijo deteniendo su movimiento penetrador. -¡Oh no por favor! No pares mi Rey, mátame con tu polla, siiii .¡hazlo, cariño! mi madre ag arró los firmes glúteos de Lucas atrayéndolo hacia ella moviendo su cintura tratando d e encontrar acomodo para un poco más de esa polla que la estaba matando de placer. -Pues claro que lo voy a hacer, porque eres una reina a la que le gustan mucho l as pollas, ¿estoy en lo cierto? -Ssiiii, ¡me gustan las pollas! -¿Ah si? ¿Todas las pollas? inquirió Lucas divertido -Yo .yo sólo había probado la de mi marido hasta ahora respondió avergonzada. -Lo suponía. Así que eres una reina a la que le gustan las pollas, pero no una polla cualquiera, ¿verdad? continuó interrogando divertido -No mi Rey. Me gusta - la barrera física ya había sido derribada, pero ahora estaba a punto de caer la barrera psicológica de la infidelidad, donde renegaba de su mari do a favor de su amante me gusta ¡me gusta tu polla Rey! Complacido, sonrió mostrándole su blanca dentadura. -Eso pensaba yo también. Dicho esto clavó el resto de su pollón en el coño de mi madre, abriéndola los ojos que c asi se le salían de las órbitas y sin poder respirar o articular sonido alguno. Allí l

a dejó clavada un buen rato sin sacarla, con mi madre alucinando como nunca lo había hecho. -Y ahora, disfrútalo, reina. Sin darla tiempo a contestar comenzó a sacar parte de su verga para volver a intro ducirla hasta el fondo, arrancando un gritito de mi madre que todavía estaba como en estado de shock. Primero lo hizo lento, dando tiempo a las paredes vaginales de mi madre a amoldarse a tremendo aparato, y los grititos pasaron a jadeos comp lacidos. Pero cuando consideró que ya le había dado tiempo suficiente el ritmo de la s embestidas aumentó sin ningún tipo de misericordia. Los jadeos de mi "pobre" madre pasaron a gritos desenfrenados -¡¡¡¡Kiiiaaaaa!!!! ¡¡Si, mi Rey!! ¡Argghhhhhh! ¡Dios mio vaya cacho de polla!¡Joder, no pares o ! fue todo cuanto pudo decir ya que Lucas le selló la boca con su lengua, temeroso de que alguien pudiera oir sus gritos. Mi madre estaba totalmente descontrolada, rendida ante ese palo de amor que le e staba clavando su "Rey" sin piedad, matándola de gusto. Pero Lucas no tenía intención de ser descubierto, al menos aún, y decidió acallarla con un prolongado beso con len gua, cuyo significado mi madre supo interpretar al cabo de un rato, indicándole co n la mirada que entendía que debía bajar el tono. En un tono más apaciguado, pero carg ada con la misma tensión sexual mi madre comenzó a gemir y a decir cosas impropias d e una señora como ella. -¡Coño vaya pedazo de pollón que tienes cariño! ¡Ohhhh, ahhhhh, mi rey, rey Lucas!¡Por favor haz que me sienta reina! -¡Aghh! Lo tienes prieto,¿eh pedazo de guarra? se la sacó provocándola un pequeño grito al notar como salía esa cabezota de su cueva. Agarrándola de la cintura le dio la vuel ta y puso de espaldas a él, apoyándola contra le mesa de barra de la cocina Si es lo que quieres te voy a hacer sentir como una reina ¡la Reina de las Putas! Diciendo esto le empaló el chocho de un solo golpé por detrás aplastando a mi madre co ntra el borde de la mesa. Mi madre sorprendida agachó la cabeza intentando respira r. Lucas volvió con sus embestidas pero esta vez sin darla tiempo a reponerse. El penetrante ataque que acababa de recibir la estaba destrozando por el aspecto de su cara, pero al cabo de un rato su expresión dolorida pasó a una de placer, con ge stos de doloroso deleite y sonrisas lascivas. -Ummphh, dios .e..eres lo mejor .lo mejor que he sentido jamás dentro de mí ¡ahhhhh! Ohh Rey Lucas, fóllame, ¡FÓLLAME! -¡Aghh, siiii Martaaaa! Eso quieres que te haga, ¿eh?. Jaja parece que el cerdo no e ra yo. ¡Aquí por lo que parece la única cerda que hay eres tú! -¡Ahhnnnngggg! Siiiii Oooh mi Rey, ¿soy soy una cerda? Pero yo aaahhh siiii .yo quiero ser tu ina ¡uuhhnnggg! -¡Wargghh! ¡Marta, desde luego eres la reina de las zorras! Uhh eso no te lo puedo neg ar. las manos que tenía apoyadas en su cintura pasaron a agarrar con fuerza sus te tas, pegando su torso a la espalda de mi madre. Una vez la tuvo en esa posición su s embestidas comenzaron a aumentar en fuerza y velocidad. Mi madre al notar la cercanía de su Rey se apresuró a girar la cara y con la boca ab ierta sacó su lengua buscando la boca de Lucas. Sin poder levantar las manos de la mesa por culpa de las embestidas, y con la lengua de Lucas enredándose en la suya empezó a gemir de forma extraña, indicando que estaba llegando de nuevo al orgasmo. Lucas cada vez más excitado separó sus labios de los de mi madre y comenzó a mordisqu ear su cuello, con un considerable aumento en la velocidad de sus penetraciones. Los bramidos de Lucas indicaban que estaba a punto de correrse y mi madre trata ba de acompañar sus movimientos a pesar de verse prisionare entre la mesa de la ba rra y Lucas. Al minuto Lucas tuvo una convulsión, que indicaba que se estaba corri endo. Mi madre tuvo en ese momento otro orgasmo, y eso era algo que ya podía adivi nar viéndola la cara de zorra que se le había puesto durante la noche cada vez que s e venía. -¡¡Oh dios me corro joder!!¡¡Argh, Marta, Martaaaa!! gritó mientras agarraba las tetas de mi madre con más fuerza cada vez. -¡Ah mi Rey, siiiiiii! ¡¡Eso es, dámelo, soy tuya, tuyaaaa!! echando la cabeza hacia atrás buscaba desesperadamente la boca de Lucas pero este estaba demasiado ocupado co rriéndose como para satisfacerla en ese sentido. -¡Arggggghhh! ¡Siiiiiiiii! Ya .ya está jadeó Lucas dejando caer todo su peso sobre mi madr

e. -Mhhh ha sido grandioso mi Rey con una sonrisa complacida aceptaba ser la almohada de descanso de su Rey después de que éste se corriera. Permanecieron así un buen rato, mientras sus agitadas respiraciones se iban hacien do más y más normales y el sudor resbalaba de sus cuerpos atraídos por la gravedad. La primera en hablar fue mi madre -Ha sido estupendo, mi "Rey" y enfatizó esta última palabra acompañándola de una sonrisa picarona -Tu eres la estupenda, reina mía. diciendo esto se incorporó sacando su arpón del coño d e mi madre, que iba perdiendo tamaño por momentos, hasta quedarse en un todavía buen pedazo de carne pero sin vida ni dureza alguna. Ayudó a mi madre a incorporarse, a la cual todavía le temblaban las piernas, y se fu ndieron en un apasionado beso, dándose todo el tiempo del mundo a saborear las boc as mutuamente mientras uno tocaba los pezones aún duros y la otra pellizcaba ese c ulo duro y firme que tanto le gustaba. Este último beso se me hizo eterno. Como bu enos amantes, demostraban su gratitud hacia el otro a través de dulces presiones l abiales y ansiosos movimientos de sus lenguas. En otras circunstancias tal vez h asta me hubiera parecido erótico, pero resultaba que la amante no era otra que mi madre, a la que yo siempre había creído decente y fiel. Cuando por fin acabaron con su eterno beso Lucas le dio un cachete en el culo a su "reina" y comenzó a vestirs e, no sin antes quitarse el condón lleno de leche que dejó sobre la mesa de barra so bre la que yo desayunaba todas las mañanas. Mi madre todavía admiraba ese magnífico cu erpo que cada vez resultaba menos desnudo, y cuando la visión del pene de Lucas de sapareció bajo sus pantalones se acercó hasta donde yo estaba a recoger la camisa. P or suerte no sospechaba que les pudiera haber visto nadie y no se dio cuenta de que su propio hijo la observaba desde la oscuridad, atónito, con una mezcla de sen timientos de furia, vergüenza e impotencia, mientras recogía su camisa todavía algo húme da por el champán. Cuando se dio la vuelta con la camisa para vestirse junto a Luc as pude observar que tenía las nalgas algo enrojecidas por las brutales embestidas de su maldito Rey. Tras ponerse la camisa recogió las braguitas del suelo y se la s puso, haciendo un gesto de incomodidad al notar que aún retenían algo del espumoso champán que había desencadenado su primera infidelidad. Cuando hizo ademán de bajarse la falda aún enrollada en su cintura Lucas la detuvo. Ella sonrió divertida, y él aún más divertido le enseñó el preservativo medio lleno de semen. Cuando tiró de la gomita de la braga hacia fuera ella comprendió pero cuando intentó reaccionar ya era tarde. L ucas estaba vertiendo el viscoso líquido en las bragas de mamá. Cuando cayó todo el líqu ido cerró las braguitas y le metió el condón vacío en su escote, lo suficientemente abaj o para que no se viera desde fuera. Mi madre no sabía qué hacer ante su nueva situac ión y Lucas le indicó que ya era hora de volver al salón con un cachete en el culo, qu e por la cara que puso, debió hacerla notar todo el líquido que se acumulaba en sus bragas y comenzaba a filtrarse, amenazando con salir a la vista de todos. Mi mad re comenzó a andar hacia la puerta con pasos muy pequeños, primero por la follada qu e le acababan de dar y segundo porque al mínimo movimiento brusco el líquido que había en el interior de sus bragas se precipitaría hacia fuera e iría goteando. Seguro qu e en esos momentos no le hacían tanta gracia los zapatos de tacón. Mientras mi madre hacía malabarismos Lucas ponía diez copas en la bandeja y las llenaba con champán. De bido a que buena parte del envase había sido utilizado para seducir a mi madre, la s copas estaban bastante vacías. Cogió la bandeja y dándole un beso en la mejilla a mi madre le dijo: -Te espero en el salón. No te demores mucho mi reina..jajajaja. Se dirigió a la puerta y yo salí pitando para el salón. Cuando llegué al salón y me senté to dos iban ya bastante borrachos y casi ni se dieron cuenta de que había vuelto. La verdad es que me preguntaba si con el pedo que llevaban se habían dado cuenta de q ue me había ido en algún momento. Al cabo de un segundo apareció Lucas con las copas y las sirvió ante la alegría de mis familiares. Al cabo de un rato apareció mi madre co n actitud avergonzada. La lefa ya había traspasado la tela de sus braguitas y había empezado a escurrirse por la zona interior de sus muslos. Afortunadamente para e lla, todo el mundo iba tan borracho que ni se fijaron en sus piernas. Rápidamente se sentó y volvió a quedar delante de Lucas. Éste levantó su copa y ofreció un brindis por mi madre.

-¡Por Marta, una gran anfitriona y una auténtica reina! Mis familiares ya iban mas ciegos que Diego y sin sospechar el doble sentido de la frase, brindaron todos en honor a mi "magnífica" madre. El resto de la velada t ranscurrió normal, con Lucas igual de vivaracho, contando historias de sus conquis tas, como el de una mujer casada a la que se había trajinado con toda la familia d e ésta en la casa. Mi padre y mis tios se descojonaban, sobre todo porque Lucas pi ntaba a la mujer de su historia como una auténtica golfa. Mi madre se ruborizaba c onstantemente con sus comentarios pero por la expresión de sus ojos sabía que también se estaba calentando. No me lo podía creer. Mi pulcra madre ahora se calentaba cua ndo contaban historias sobre cómo se la habían follado delante de sus seres más querid os. Cosa de las 3, con todo el mundo ya de bajón, decidieron que ya era hora de irse a casa. Mientras todos recogían sus cosas mi madre se dirigió al hall para encender l as lucas y abrir la puerta. Yo ya me subía para mi cuarto, confuso y enfadado por lo que acababa de ver y antes de empezar a subir por las escaleras volví a ver a m i madre pero en esos momentos me daban ganas de echarla en cara lo que había hecho . Iba a subir cuando escuché la voz de Lucas y le vi acercarse a mi madre por detrás . -Vaya que anfitriona más solícita dijo dándole un buen agarrón de nalgas Mi madre se dio la vuelta y le sonrió. -Es lo mínimo que puedo hacer por mi "Rey" y se dejó atraer hacia Lucas cogida por e l culo Lucas acercó su rostro y mi madre no pudo superar la tentación y poniendo sus manos en las mejillas de su Rey comenzó a besarle nuevamente como si no hubiera un mañana. Mi madre, caliente ya desde antes, posó su mano sobre el paquete de Lucas, frotándo lo con deseo. Lucas, para no quedarse corto comenzó a estrujar las tetas de mi mad re mientras ambos aumentaban la intensidad de sus besos. Estuvieron besándose como si no les importara que les pudiesen descubrir, pero por fortuna mi tio iba muy borracho y dando voces, así que cuando les oyeron acercarse se separaron e intent aron aparentar que no pasaba nada. Según iban saliendo de casa se despidieron de mis padres, y el último en hacerlo fue Lucas. Le dio la mano a mi padre y le agradeció la cena -Gracias por todo. Todo estaba muy rico. Y sobre todo tiene una mujer estupenda. -Gracias a ti por venir hombre. Seguro que mi mujer también se ha alegrado de cono certe. Vuelve cuando quieras, machote dijo mi padre quedando como un imbécil frent e a su esposa y al que le acababa de poner unos cuernos como casas. -En cuanto a ti Marta .eres toda una reina - se acercó y le dio un beso completament e inocente comparado con lo que había visto hace unos momentos. -Un placer. Tu también eres un rey le guiño un ojo y le devolvió un beso también por com pleto inocente. Yo estaba flipando. ¿Pero de qué iban? No cabía en mí de rabia. Hasta hace un momento ha bían estado follando como animales, o como cerdos mejor dicho, ¿y ahora iban de modo sitos? Cuando subí a mi cuarto me puse a pensar en lo que había pasado esta noche. Lo cerda que había sido mi madre y la facilidad con que ese hijo de puta se la había camelad o. ¿Era Lucas muy bueno o era mi madre una zorra?¿O ambas cosas? De repente me ví sorp rendido por un comienzo de erección al rememorar las escenas en las que mi madre e ra follada sin cuartel. No podía creer que me estuviera pasando esto, así que me metí en la cama, con la esperanza de que mi madre volviera a ser ella misma, la amant e esposa y modélica madre que siempre había creído tener en casa. Pero pronto descubri ría que estaba muy equivocado. Saludos a todos. En el relato anterior narré cómo fui testigo de la primera infideli dad cometida por mi madre Marta , y aquí estoy para contaros los hechos que ocurri eron a continuación. Me levanté como si tuviera una resaca de quince copas encima y no precisamente de champán. Cuando abrí los ojos todavía no daba crédito a lo ocurrido. Hace apenas unas ho ras, allá abajo en la cocina, con buen parte de mi familia, padre incluido, mi mad re se había convertido gustosa en el postre anticipado de Lucas, un capullo pagado de sí mismo al que esperaba no tener que volver a ver jamás. Claro que ella también h

abía recibido postre de sobra ¿Qué cojones había pasado allí abajo anoche? Miré el reloj. Era las 12:30 pasadas. A estas horas mis padres ya estarían despierto s y preparados para darme la brasa sobre sí dormía en exceso, que si era un vago, qu e si otros chicos de mi edad se levantaban a horas tempranas para hacer algo pro ductivo, etc Me desperecé y medio zombi me arrastré como pude hasta el baño de mi piso. Mi casa es un chalet de 3 pisos mas sótano-garage. En el primer piso estan princi palmente la cocina y el salón. El segundo piso es el de los dormitorios; el mío, el de mis padres y tres más para invitados. En el piso de arriba tenemos una buhardil la a modo de trastero y una amplia habitación con baño sin amueblar al que suelo sub ir con mis amigos a fumar. Me aseé tomándome mi tiempo y bajé a desayunar sin saber muy bien cómo reaccionaría al ver a mi madre. De repente recordé el preservativo lleno de leche que Lucas había depos itado encima de la mesa de desayuno y se me revolvieron las tripas. Iba dar medi a vuelta cuando oí los buenos días de mi padre. Tarde. Ya me había oído. -Hola buenos días papá dije -¿Has dormido bien? Porque tu madre sigue arriba en la cama informó mi padre mientra s pelaba una manzana No recuerdo que tu madre bebiera tanto ayer, pero por lo vi sto está pasando una resaca brutal. -Ya contesté sin saber muy bien que decir. "Beber no sé, pero si vieras todo lo que comió ayer " Bueno voy a subir a ducharme. -¿No desayunas hijo? -Me acabo de despertar, no tengo apetito "y no pienso desayunar sobre esa mesa h asta que venga la chacha y lo limpie" pensé. Entré en mi habitación para coger ropa limpia y me dirigí al baño pero cuando llegué ya es taba ocupado. Estaba a punto de ir al baño de arriba cuando se abrió la puerta y apa reció mi madre con cara somnolienta pero llena de felicidad. Encima llevaba un top a modo de pijama que enseñaba algo de cintura y marcaba sobremanera sus tetas. Ha sta ahora no me había fijado en ello desde un punto de vista sexual, puesto que er a mi madre, pero al ver sus pechos no podía evitar volver a ver las manos de Lucas agarrándolas y estrujándolas. Lo que me sacudió de encima el sueño que me quedaba aún de despertarme fue comprobar que la pieza que complementaba al top en el conjunto d el pijama no era otra cosa que las mismas bragas que había llevado ayer. Todavía se podían distinguir en la tela una gran mancha de una tonalidad negra diferente al r esto, que correspondía a la leche del hijo puta de Lucas. ¡Y la muy guarra había dormi do con las bragas manchadas de semen toda la noche! -Buenos dias cariño dijo dándome un beso en la mejilla -B..buenos días mamá acerté a contestar Me quedé como atontado, sin saber como reaccionar, ni qué decir, si es que debía decir algo en esas circunstancias. Tratando de evitar la mirada de mi madre me fijé en que el lavabo estaba salpicado de agua por todas partes y cuando volví a mirar a m i madre desde luego no tenía la pinta de haberse lavado la cara. Observé que tenía en las manos algunas gotas de agua, y cuando irremediablemente me volví a fijar disim uladamente en su entrepierna deduje que la muy cerda se había estado limpiando el chochete. -¿Ibas a ducharte? inquirió lanzándome una mirada maternal -Eh n.no no, qué va. Sólo quería mear necesitaba escapar de ahí Me voy a mear arriba. -No te preocupes hijo mio. Yo sí me voy a duchar pero tengo que ir al cuarto a por ropa limpia así que puedes aprovechar para mear aquí. Dicho esto se fue tan feliz por el pasillo, echó un vistazo a mi cuarto cuando pas aba por él y se dio la vuelta para sonreirme. Después continuó andando hasta el fondo del pasillo donde se encontraba el cuarto matrimonial. Hasta ahora no me había fij ado en sus andares, con mucha clase, pero contoneando el culo de forma que cualq uier cromosoma XY no podría evitar fijarse en él. No me extrañaba que Lucas hubiera id o a saco a por .¡Pero qué coño estaba pensando! Si, puede que mi madre tuviese un cuerpa zo, pero era mi madre. Y en cuanto a lo de que un capullo como Lucas, el que hub iese forzado la infidelidad de mi madre le convertía en un hijo de puta, por muy a petecible que fuese ésta a ojos de los demás. Meé todo lo rápido que pude y me metí en mi cuarto cerrando la puerta, pensando que la pesadilla no se había acabado anoche. De hecho no había hecho más que comenzar. Cuando bajé a la cocina mi madre ya estaba desayunando como si nada, vestida con u

nos vaqueros ajustados y una camiseta blanca de tirantes al estilo militar tenie nte O´neill aka Demi Moore. Por un momento creí que lo de anoche había sido un desliz de mi madre, que tal vez la ducha la se había llevado a la madre furcia para volve r a dejar a la querida madre de siempre. Allí charlaban mis padres como cada mañana, con mi madre animando a mi padre en sus nuevos proyectos y dedicándose palabras d e cariño y amor. Cuando terminó de desayunar mi padre se fue a trabajar y mi madre salió a despedirle como siempre. Al ver que todo volvía a la normalidad yo también me animé a salir a de spedir a mi padre. Cuando cogió el Audi y desapareció al fondo de la calla mi madre sacó algo de los vaqueros y lo tiró rápidamente en el contenedor de fuera. Yo ya me im aginaba lo que sería pero cuando mi madre se metió dentro de casa pude confirmarlo. Al levantar la tapa del contenedor pude ver tanto las bragas manchadas como el c ondón que Lucas le había metido entre el escote a mi madre. Entonces escuché un coche que se acercaba y cerré el contenedor de golpe. Era el coche de Manuel, el vigilante de la urbanización, al que todos llamaban Man i. Al contrario de lo que la gente pensaba, Mani no era diminutivo de Manuel, si no de "Manitas", xq todo el mundo sabía que se ganaba un dinero extra haciendo de canguro, ayudando a mover muebles o limpiando las piscinas de los chalets. Todos lo sabían pero nadie decía nada porque casi todos usaban sus servicios. Cobraba men os que un profesional y además estaba disponible todo el día. Y los que no usaban su s servicios simplemente les daba igual porque caía bien en general. A excepción de m is padres. Cuando llegamos a la urbanización el Mani no paraba de lanzarle piropos a mi madre y hasta se le insinuó en broma. A mi padre no le hizo ni puta gracia y le echó en cara que lo que tenía que hacer era velar por la seguridad de los reside ntes de la urba y no dedicarse a sacar calderilla haciendo chapuzas de aquí para a cá. Tuvieron una fuerte discusión que acabó con varios hogares que dejaron de solicita r la ayuda del Mani y uno de los maceteros favoritos de mi madre destrozado. Fue imposible demostrar que había sido el Mani pero bastaban dos dedos de frente para saber que había sido él. Mi madre se contuvo la rabia porque no quería empezar otra p elea entre mi padre y el vigilante, pero un día que él no estaba fue a recriminárselo. Éste le dijo que si creía que había sido él que lo demostrara, y si no que se la podía ch upar como buena puta rica que era. Mi madre se puso blanca y con los labios temb lando de ira le mandó a la mierda y desde entonces nunca se han llevado nada bien mis padres y el vigilante. Cuando el coche del Mani pasó por delante mío echó un vistazo lleno de asco a la casa y luego otro a mi. Me pregunté si me había visto urgando en el contenedor. No tuve t iempo de adivinarlo ya escuché la voz de mi madre llamándome desde casa. La mañana pasó tranquila y hasta ayudé a mi madre en algunas tareas domésticas. Lo ciert o es que mi ayuda le vino muy bien porque hacía poco que había dejado de trabajar y se había dedicado por entero a la vida familiar. Antes se dedicaba en exclusiva a proyectos y obras sociales, respaldada por el dinero de mi padre. Pero unas irre gularidades que descubrió en las cuentas de cierta ONG en la que había puesto mucha confianza le hizo replantearse su colaboración con éstas. Así que decidió arreglar las c osas bien en su hogar antes de lanzarse a arreglar el mundo. Desgraciadamente su "hogar" era un chalet enorme de varios pisos más un jardín con pistas de deporte y piscina. Así que con mi ayuda empezamos a ordenar la casa un poco. Lo más divertido fue a la hora de recoger el jardín, donde desempolvamos una vieja m esa de pinpon que mis padres me habían regalado hace unos años. Mi madre me propuso jugar un rato y yo feliz de ver que mi madre volvía a ser la misma de siempre me a nimé. Aunque no soy como los chinos jugando al pinpon sí que soy infinitamente mejor que mi madre y con cierto reproche por lo de ayer la hice sufrir de lo lindo. L e mandé los tiros cruzados haciéndola moverse de un lado a otro de la mesa con la fu erza justa para que pudiese llegar a devolverlas. No pude evitar sertir cierto m orbo con remordimientos al ver cómo las tetas de mi madre botaban escalando por el escote en cada lance del juego. Al cabo de un rato mi madre estaba rendida y su dorosa. Yo apenas tenía un poco de calor y un poco de sudor en la frente. Me fijé en que uno de los tirantes se le había resbalado por el hombro y aumentaba el hondo del escote, ahora perlado por algunas gotas de sudor. En esos momentos se oyó la v erja de casa abriéndose junto al sonido de motores. Mi madre y yo rodeamos la casa y entrando en la casa vimos el Audi de mi padre y el Focus de mis tios salmanti

nos detrás. Saludé a mi padre que bajaba del lujoso automóvil y me disponía a saludar a mis tíos cua ndo una de las puertas traseras del Focus se abrió y apareció la figura de Lucas. Me quedé sin habla. Encima hoy venía de chuloputas, con unos pantalones negros ajustad isimos marcándole el paquete y una camiseta de manga corta también negra tan ajustad a a los músculos de su torso que parecía que se la habían pintado encima. Sin cortarse un pelo se dirigió hacia mi madre. Yo intenté cortarle el paso e hice c omo que trataba de darle la mano pero el muy gilipollas me dio una palmadita en el hombro y diciendo un corto "que tal" me apartó de su camino. Mi madre no sabía dónde mirar. La ví mirando de reojo a mi padre que estaba hablando c on mis tíos y luego a Lucas que se dirigía hacia ella con paso confiado y una sonris a enorme en los labios. Al final sin saber que hacer agachó la vista con las mejil las coloradas. Estó no cortó mucho a Lucas que agarrándola más del culo que de las cader as le estampó dos húmedos besos en las mejillas, tras lo cual se relamió. -Vaya, ¿qué es este sabor? Estás sudando dijo mirándola por encima de las gafas de sol ¿A qué me recuerda eso? Mi madre sonrió pero lo hacía no como señora que era sino como una colegiala a la que está cortejando el chico más popular de clase. Su contestación quedó cortada por mi padr e que se acercaba con mis tíos. -Cariño dijo mi padre Estaba saliendo de la oficina y adivina con quién me he encontr ado; estos tres pillos tomándose unas cervezas en "El Barril", jaja. Ya que no me iban a invitar a sentarme con ellos he decidido que sería yo el que les invitase a sentarse en nuestro salón. -Ah .estupendo cariño respondió mamá no muy convecida Pero no saabía que venían y no tene nada que ofrecerles para cenar. -¡Ah bueno pero no te preocupes! Si yo sólo decía de tomar algo y luego a cenar cada u no a su casa. Además estos dos se vuelven a Salamanca esta noche dijo refiriéndose a mis tíos Vaya estás empapada, ¿qué diablos te ha pasado? -Nada, he estado jugando al pinpon con Juan me acarició el pelo con complicidad. -Así me gusta, madre e hijo vida sana. No como su padre, jajaja rió tocándose la incip iente barriga. -Gracias por invitarme otra vez señor Ruiz. La verdad es que tiene una casa precio sa interrumpió Lucas. -Te gusta nuestra casita, ¿eh? dijo dándole una palmada en la espalda Marta amor mío, ¿p orqué no le guías por la casa un poco? Enséñale la mesa de pinpon y de paso os echais un par de peloteos. Nosotros vamos para dentro. No te preocupes. Me las puedo apañar yo solito para sacar de la nevera un par de cervezas. Mi padre me cogió de los hombros en un gesto paternal y junto a mis tíos andamos hac ia la entrada de casa. Yo intentaba por todos los medios zafarme y continué mirand o hacia atrás. Lucas había puesto gentilmente su mano en la espalda de mi madre invi tándola a encabezar la visita guiada mientras le decía algo al oído y ésta no podía evitar sonreir con algo de vergüenza. Sin ni siquiera volver la cabeza en nuestra direcc ión mamá giró la esquina con Lucas siguiéndola mientras observaba su soberbio culo al cu al se pegaban sus vaqueros del sudor. Ambos desaparecieron de mi vista y mi desesperación creció. Por suerte al llegar al interior de la casa mi padre desapareció por la cocina en busca de cervezas y mis tios se sentaron en los sofás del salón a charlar entre ellos. Ni que decir tiene qu e me faltó tiempo para salir echando leches de la casa y seguir los pasos de mi ma dre y Lucas. Recorrí la pared lateral del chalet y cuando estaba a punto de entrar en el jardín trasero me paré en seco y contuve la respiración. Un poco más y me hubiera estampado contra ellos. Por suerte no me oyeron llegar y continuaron andando mi entras yo les espiaba desde la esquina. Delante de ellos se extendía el ancho y en orme pasillo en el que a los lados estaban colocados los famosos maceteros tamaño gigante que tanto le gustaban a mi madre. Continuaron caminando por el pasillo h ablando de cosas que no parecían muy importantes que acababan en risas estúpidas has ta llegar al límite con la casa de los vecinos y se pararon al lado de la mesa de pinpon. Yo les seguí con facilidad ya que estaban demasiado ocupados en reírse las g racias el uno al otro como para mirar hacia atrás, y me oculté detrás de un macetero q ue había a un lado de la mesa. Era el macetero que el Mani había roto y cuya reconst rucción a base de superglue nos había llevado dos semanas. Su descomunal tamaño me per

mitía ocultarme detrás pues era del tamaño de un cubo de basura pero más grueso y algo más alto. -Vaya sigues empapada de sudor dijo Lucas clavando sus ojos en las perlitas de s udor que adornaban aún la piel de mi madre, en especial el escote.- ¿Es que no hay d uchas en esta casa? preguntó tratando de provocar a mi madre -Es que estaba jugando con mi hijo antes de que llegases, tonto contestó sin entra r al trapo. -Así que esta mesa es la culpable. Eso tiene solución con una sonrisa se plantó delant e de mi madre Pasando el dedo índice por justo encima de las tetas de mi madre recogió algunas got as de sudor y acto seguido se chupó el dedo. -Hmm .no es champán pero a mí me vale Posando sus manos sobre los hombros de mi madre se agachó ligeramente y empezó a pas ar su lengua por donde había pasado el dedo, provocando un fuerte suspiro que se t radujo en un fuerte movimiento torácico que meció las redondas tetas de mi madre. -Aaahhhh .-suspiró mi madre observando como esa lengua ya había empezado a limpiar su sudor. Lucas interpretó el suspiro apagado de mi madre y levantando la cabeza buscó la boca de su guía. El contacto entre las dos bocas hizo volver a suspirar a mi madre con más fuerza mientras apretaba su cara contra la de su amante, abriendo la mandíbula para dar acceso a mayores placeres. Lucas bajó sus manos hasta las tetas sobándolas con fuerza y pronto comenzó a meter su mano por debajo de la camiseta, subiéndola ha sta dejar las tetas de mi madre al aire. La rapidez de la maniobra debió de asusta r a mi madre, que apartando la cara del beso se dio la vuelta y se bajó la camiset a ocultando sus pechos de nuevo. Mi madre intentó apartarse pero Lucas la agarró de la cintura por detrás y la aprisionó así con sus fuertes brazos y comenzó a mordisquear su oreja. -¿Qué te ocurre Marta? continuó babeándole la oreja. -Yo no sé si es buena idea tartamudeó ella. -Pero ¿cómo que no? ¿Acaso ayer no lo pasaste bien? empezó a subir sus manos hasta las t etas de mi madre de nuevo y comenzó a sobarlas suavemente -S sí, pero esto es peligroso ¿y si nos descubren? dijo poniendo sus manos sobre las de Lucas que amasaban sus pechos. -¿De verdad es eso lo que te preocupa? -Uhnnng .aahh ¿C..cómo? mi madre intentaba resistirse pero se notaba que Lucas sabía pulsa r los botones de una mujer. Sentí deseos de ayudar a mi madre pero el mismo miedo del día anterior me paralizaba de pies a cabeza. Lucas bajó una de las manos que sobaban a gusto las tetas de mi madre y comenzó a de sabrochar los vaqueros. -Creo que lo que te preocupa y te asusta es que ya estas mojada con los vaqueros desabrochados intrudujo su mano por dentro arrancándole un gritito a mi madre que doblándose un poco puso sus manos encima de la de Lucas pero por encima de la tel a vaquera Lo que yo decía. Fíjate. Estás chorreando. -Aaahhngggg ..oooh Lucas yo .yo . gimió mi madre removiéndose con la mano de Lucas en su en repierna. -¿Si? dejó de mover la mano que estaba metida en los pantalones de mamá, dándola un resp iro. -Yo soy una mujer casada. Quiero a mi Juanillo(así llama mi madre a mi padre), soy s u mujer. Y soy feliz así, quiero seguir siendo la esposa de mi marido. -Y me parece bien los movimientos de la mano que estaba en la entrepierna de mamá reanudó sus movimientos lentamente - No quiero que dejes de ser la esposa de tu ma rido. Quiero que seas mi reina, mi reina chupapollas. -Uhhngggg, diosssss ..ahhh .ahhhhhh ah ah..- el lado zorrón de mi madre volvía a aflorar y p ara dejar constancia de ello se frotaba ella misma las tetas con ansiedad. -Nunca te he pedido que dejes a tu marido. Para él serás su esposa. Para mí serás mi rei na chupapollas.¿Crees que podrás compaginar ambas actividades? dicho esto aceleró el m ovimiento de su mano obligando a mi madre a abandonar su automasaje de tetas par a volver a poner sus manos sobre la de Lucas. -Aaaahhhnnnnnnngg .sssiiiiiiiiiiii .por ti por supuesto que puedo ser las dos cosas .. ahhhhh siiiiii .si, Lucas, seré tu reina chupapollas ..ahhh siiii - aceptó mi madre fuera d

sí. -Pues actúa como tal liberando sus zarpas del esbelto cuerpo de mi madre comenzó a d esabrocharse sus pantalones que cayeron al suelo junto a sus boxer, dejando a la vista su enorme falo que ya había alcanzado todo su esplendor. -Siii mi Rey ¡Glup! Ungggmmpfff slurp slurp....¡slurp! ¡mmhhnn! Mi madre se agachó con los ojos fijos en aquel enorme aparato. Lo agarró suavemente por debajo con dos manos como si fuera un objeto muy preciado y sacando la lengu a lamió desde el cabezón del pene hasta la base, volviendo a hacer el camino inverso hasta volver a tener ese cabezón frotándola la nariz. Entonces cerró los ojos y abrie ndo la boca todo lo que pudo se metió el pedazo de carne que tenía entre manos con u na cara de felicidad que hacía tiempo no veía en mi madre. Igual que la noche anteri or, no consiguió introducir todo ese manubrio dentro de su boquita, pero por sus g emidos y la expresión de su cara, se notaba que estaba disfrutando cada centímetro d e polla que bailaba con su lengua dentro de su boca. Lucas acariciaba la cabeza de mi madre, recogiéndola el pelo para que no la molestase en su tarea. -Ummmffff .chuuppp chuuup slurrrrp ..me encanta tu sabor Lucas me pone cachonda decía en lo escasos momentos en que sacaba la polla de su boca. -Oh..ohhhh.uoooohhh aggh eres una auténtica reina ¡joder que boca! la animaba Lucas mirand o hacia el techo de gusto. Los suspiros que daba Lucas de gusto parecían ser una especie de combustible que a limentaba el cuello de mi madre, pues cada vez sus vaivenes a través del pene de L ucas eran más rápidos y podía oir la respiración de mi madre por la nariz ya que por la boca era incapaz de hacer otra cosa que chuparle el nabo al hijoputa que se la i ba a volver a follar. Cuando mi madre dejó de chupar polla durante un momento para coger un poco de aire Lucas la hizo levantarse y la puso apoyando las manos contra la mesa de pinpon, con el culo en pompa, dándole la espalda. Con cierta brusquedad le bajó los vaquero s y se le escapó una sonrisa al ver que ese día mi madre había elegido llevar puesto u n tanga azul oscuro, muy simple y sencillo, en el cual se podían distinguir mancha s húmedas que yo sabía que no eran únicamente de sudor. Se lo sacó deslizandolo suavemen te por las piernas y tras tirar la pequeña tela sobre la mesa de pinpon la hizo ab rirse de patas, brindándole una magnifica visión tanto del ano como de la raja. Su c abeza se incrustó en el ángulo superior que formaban las piernas de mi madre y comen zó a recorrer cada esquina con su lengua mientras con los dedos aumentaba la ya de por sí agitada excitación de mi madre introduciéndolo tanto en su vagina como en el a no. Muriéndose de gusto sus brazos ya no pudieron mantenerla apoyada contra la mes a y apoyó todo su torso, aplastando sus tetas contra el aluminio de la mesa, mient ras con las manos estrujaba su sucio tanga mojado. Yo, a escasos dos metros de allí podía escuchar el sonido que hacía la lengua de Lucas al pasar por el mojado coño de mi madre, sorbiendo y tragando a ratos para poder continuar con su trabajo sin ahogarse en ese mar de jugos. En esto le vino el primer orgasmo a mi madre que se dio la vuelta para mirar a l os ojos al hombre que la estaba haciendo gozar de este modo. Me quedé pasmado con la cara de mi madre. Tenía los ojos entrecerrados y no paraba de relamerse los lab ios de forma obscena. Lucas soltó una carcajadae introdujo un dedo en la vagina de mamá, haciendo que exclamase un gritito de placer y se volviese para adelante. Con el dedo todavía en su vagina, rebuscó en un bolsillito que tenía en su camiseta su per ajustada y sacó un preservativo igual que el de la noche anterior. Lucas se le vantó y se lo puso en un abrir y cerrar de ojos. Despues comenzó a apuntar hacia el ojete de mi madre pero por lo visto no conseguía hacerla entrar. -Oh no mi Rey, por ahí no por favor yo por ahí nunca te lo suplico - pidió mi madre -Tranquila, seguro que te gusta dijo colocando el capullo sobre el esfínter para i ntentar el asalto de nuevo. Cuando mi madre notó cómo esa cosa comenzaba a abrirse camino por su ojete apretó la c ara contra la mesa y apretó los puños empezando a lanzar gemidos que casi parecían llo riqueos. Me fijé en Lucas y parecía que la cosa no iba a estar sencilla. Sus continu os intentos y fracasos iban acompañados de momentos de pura tensión en mi madre segu idos de relajamiento pero llenos de temor. Mientras observaba atontado la escena escuché unos ruidos parecidos a chasquidos y observé a mi alrededor. Miré detrás de mí y sólo se abría el inmenso pasillo. A mi derecha estaba la pared, a mi izquierda se ex

tendía el jardín hasta los campos de tenis y delante de mí, o más bien de mi madre y Luc as etaba la verja con matorral que delimitaba nuestro jardín del de los vecinos. T emí que hubieran sido descubiertos pero recordé que estaban de viaje y que no había na die en la casa. Dios mío, me estaba volviendo paranoico. Esos chasquidos serían lo más seguro la polla de Lucas al retozar con los jugos de mi madre. Volví a concentrar me en la escena, que me tenía prisionero, ya no sólo de rabia e impotencia sino tamb ién de fascinación por la nueva madre que estaba conociendo. La cadera de Lucas se arqueó un poco más hacia delante, aumentando la profundidad de penetración anal que mi madre recibía en esos momentos aterrada. Estaba presenciand o una tremenda lucha entre la estrechez anal de mi madre y el poderío del pene de Lucas en un constante intento de penetración que rápidamente quedaba frustrado a otr o intento. -Uuuuuuhhhh -se aquejaba mi madre mientras el pollón trataba de invadirla. Cuando Luc as desistía y la sacaba jadeaba del esfuerzo y la tensión Arf arf -Joder, mierda, en mi vida había visto un culo tan prieto. Parece que el culito qu iere pelea, ¿eh, reina? preguntó Lucas sudando. Pero mi madre ya no podía ni hablar. Sólo podía concentrarse en intentar aguantar el s iguiente asalto lo mejor que pudiese. Lucas, harto de tanta resistencia se escup ió unos buenos gapos en la mano y los untó sobre el condón. Hecho esto apuntó bien en el ano de mi madre y esta vez usó el peso de su cuerpo para penetrarla. Y funcionó. A cada segundo una porción más del nabo del "Rey" iba desapareciendo entre los cachete s de mi madre, y Lucas sonrió triunfante. Pero no habían avanzado más que unos centímetr os cuando mi madre comenzó a soltar alaridos de dolor. Eso no eran gritos de place r. Ese tremendo pollón estaba desgarrando el esfínter de mi madre y la estaba matand o de dolor. Lucas trató de calmarla por todos los medios, incluso le metió el tanga en la boca para ahogar sus gritos pero aún así no fue posible. Resignado se sacó la po lla del culito de mamá y la miró disgustado. -L lo siento Lucas, cariño. Pero tu polla tiene la cabeza muy gorda y lo siento dijo c on un tremendo tono de culpabilidad. -Joder Está bien. Me vale con tu coño de reina. Pero tendrás que compensar de alguna for ma. Mi madre sin rechistar se volvió a dar la vuelta agradecida, en una posición similar a la anterior, y abriéndose todo lo que pudo de piernas se separó los labios vagina les invitándo a Lucas a entrar. Pero Lucas no se movió. Cogiéndola del brazo con ciert o brusquedad, la apartó de la mesa y apoyó su desnudo culo en el borde de ésta y se se ntó. Mi madre estaba confusa pero Lucas se lo aclaró enseguida. -He dicho que tendrás que compensar. Mi polla está dolida porque se ha sentido recha zada dijo con tono serio Ahora tendrás que demostrarle a mi nabo lo mucho que te g usta. De momento no te voy a follar. Tu te follarás mi polla, ¿entendido?. -Por supuesto, mi Rey dijo como si de verdad la polla tuviera sentimientos y nec esitase compensación. Cuando se acercó a Lucas algo cambió en ella. Ya no era la mujer aterrada que había es tado a punto de ser partida en dos. Ahora era una cerda dispuesta a compensar a su Rey su ineptitud anal. Su mirada era pura determinación y deseo. Eso lo debió de notar Lucas porque cuando la tuvo delante la agarró del cuello y la acercó hasta él pa ra darle un buen beso, comiéndole toda la boca de una forma bestial, cómo si estuvie se vertiendo su frustración en ese beso por no haber podido follársela por detrás Cuando terminó el beso los dos estaban sin aliento pero se miraban fijamente a los ojos sin decir palabra. Mi madre cogió el nabo de Lucas y a la vez que lo pajeaba se dio la vuelta poniéndose de espaldas a su Rey. Se acercó al regazo de Lucas pero sin sentarse, frotándose la polla contra el coño. Cuando se lo hubo frotado lo sufi ciente introdujo la cabeza guiándola con los dedos y tras darse la vuelta un segun do para mirar a Lucas, se sentó de golpe clavándosela hasta el fondo. El clavadón pilló a Lucas de sorpresa, al cual parecía que no le llegaba bien el oxígeno por un moment o. Mi madre echó la cabeza hacia atrás al sentir ese empalamiento y sin moverse, con el palo hundido hasta el fondo, comenzó a respirar hondo y con lentitud. Ambos es taban extasiados tratando de recuperarse, aunque fue mi madre la que lo hizo pri mero. Apoyando sus manos en el borde de la mesa se levantó dejando en el interior de su vagina sólo el capullo del nabo. Tras darse media vuelta para sonreír a Lucas volvió a sentarse de golpe para volver a sentir esa polla incrustándose hasta el fon

do de su coño, y de paso arrancó un suspiro de placer a Lucas. Esta vez, sin necesit ar reponerse volvió a semilevantarse y repitió el proceso mientras Lucas le había subi do la camiseta de tirantes por encima de las tetas para poder sobarselas a gusto . Poco a poco las clavadas se fueron haciendo más rápidas aunque también menos profund as pero por lo que estaba viendo el placer no hacía más que aumentar. Mi madre conti nuaba saltando sobre ese enorme trozo de carne sin disminuir el ritmo, animada p or los brutales apretones que Lucas le estaba proporcionando en las tetas, preso del placer que le estaba dando ésta. -¡Ahhh, siiii, joder! Aaaaahhnngg .dios vaya pedazo de polla que tienes, mi Rey decía sin parar de jadear oh Lucas .la siento ¡la siento hasta el fondo! -¡Arrgghh! ¡Tú no te preocupes! ¡Sigue así, siéntela hasta el fondo todo lo que necesites, r eina! ¡¡Oh dios vaya coñoooo!! lo decía con rabia, como si las palabras de mi madre sobra ran en esa conversación vagina-polla que estaban teniendo a saltos. Así estuvieron un buen rato, con mi madre follándose el palo de Lucas y éste preso de la locura por la follada que le estaba dando ese chocho rico. Mi madre comenzaba a sentirse tan cachonda que volvía a estar al borde del orgasmo, y sus saltos se intensificaron junto a sus gritos, tanto que Lucas tuvo que taparla la boca y hu ndir la suya en la espalda de mi madre para evitar que los gritos de ambos alert aran a toda la casa. Con el clímax de mi madre hubo tal movimiento que temí por la i ntegridad de la mesa de pinpon. Cuando mi madre llegó al punto álgido se quedó como pa ralizada, sentada sobre esa enorme polla mientras lamía los dedos que hasta hace u nos segundos habían evitado que sus gritos retumbasen a un kilómetro a la redonda. E n su estado de total relajación se giró como pudo con la polla iniesta de Lucas toda vía en su interior y tomando la cara de Lucas con sus manos le plantó un beso extra largo, y cuando separó sus labios de los de su hombre un hilillo bastante denso unía los labios de éste y la punta de la lengua de mi madre que la mantenía fuera de la boca con gesto lascivo. Lucas la agarró de la cadera y la levantó, dejándola de frente. Pude comprobar que su polla seguía en plenas condiciones y que a mi madre todavía le quedaba polla para ot ro ratito. Agarrándola con ambas manos de las nalgas la elevó y comenzó a comerle las tetas a mi madre, mientras la depositaba sobre la mesa de pinpon. Mi madre, abie rta de patas sobre la mesa, miró lujuriosa a su amante pero éste la empujó dejándola com pletamente tumbada. La cogió de las nalgas y le elevó la posición, tras lo cual se la introdujo sin más. Ante la embestida mi madre se retorció sobre la mesa, mordiéndose e l labio inferior de placer, mientras se agarraba las tetas y las masajeaba al co mpás de la follada que estaba recibiendo. Ahora era Lucas el que tenía el control, el que llevaba el ritmo, y ver(y sentir)cóm o mi madre le había follado la polla le debía haber puesto a mil, porque martilleaba el coño de mi madre por lo menos al doble de velocidad a la que lo hizo la noche anterior. El cuerpo de mi madre era empujado al fondo de la red de pinpon a cada embestida, para luego ser traída otra vez hacia el borde de la mesa por los poder osos brazos del hombre que le estaba follando el coño a placer y con todas sus gan as. -¿Qué reina? ¿Te gusta cómo te estoy follando el chochete?¿Eh, te gusta?¿Entiendes ahora por qué eres una reina de las pollas? -¡Ay dios! Siiii .me gusta .ahh joder .me matas .siii ayyy siii oh dios como te adoro, mi Rey e adoro a ti y a tu pedazo de pollón ¡ay siii! -¡Ah mierda! ¡Joder me corro! ¡¿Lo oyes?! ¡¡Me corroooo maldita cerdaaaa!!- aunmentó aún más locidad de sus pollazos hasta tal punto que mi madre comenzó a arquear la espalda contra la mesa, elevando cada vez más y más sus caderas dispuesta a recibir ese último placer. -¡Ahhh! ¡Si cariño! Córrete .¡Córrete!¡Siiiiiiii! se agarró a la red que tenía encima de su ara recibir los últimos espasmos más poderosos producto del clímas másculino, y el ruido de la mesa al temblar con el folleteo de esos dos animales que tenía enfrente, de los cuales uno era mi madre, se hizo tan escandaloso que casi amortigüaba los gri tos y jadeos de los dos amantes. Dí las gracias a que mi padre había instalado cristales insonorizados después de varia s noches en verano sin poder dormir por culpa de las fiestas que montaba el hijo de nuestros vecinos, porque en una casa normal se habría escuchado todo. Pero si estas ventanas eran capaces de amortiguar el sonido de System of a Down sonando

al máximo volumen, también lo eran de amortiguar los sonidos de un polvo extramatrim onial como éste. Los gemidos de ambos se fueron apagando poco a poco hasta llegar el silencio a e xcepción de los jadeos de mi madre y Lucas que trataban de recobrar el aliento. Lu cas cayó rendido sobre la mesa, encima de mi madre, quedando su cara atrapada entr e las tetas de ésta. Mi madre, con las piernas enroscadas en la cintura de Lucas, sostenía jadeante entre sus manos la red de pinpon que había arrancado en los últimos momentos de furia sexual. Al notar la lengua de Lucas recorriendo su canalillo s oltó la red para hacerle caricias en el pelo mientras su viril amante aplicaba las últimas caricias sexuales post coitum sobre sus aún erectos pezones. Se quedaron así un rato, permitiendo que el sudor se secara y su respiración volviera a la normali dad. Cuando me quise dar cuenta tenía una erección enorme, y sin saber qué hacer traté d e bajármela presionando con la mano, pero eso solo lo empeoró.¿Cómo podía ser tan depravad o cómo para excitarme viendo a mi madre coger con otro tipo que no conocía apenas? E n mi mente busqué todo tipo de excusas, que si era una reacción fisiológica, que nada tenía que ver con mi mente, que nada tenía que ver con el morbo de ver a una mujer c omo mi madre a la que creía santa follar como una descosida. Estaba sumido en estos pensamientos cuando escuché la voz de Lucas. -Ha sido estupendo. Eres genial. Una auténtica reina dijo mientras terminaba de ch uparle el pezón a mi madre y se incorporaba -Hmmm .Siento lo de mi culo, mi Rey - comenzó a disculparse mi madre mientras juguete aba tratando de retener a Lucas. -No te preocupes Marta, creo que tu pequeña "demostración" ha sido suficiente para c ompensar. terminó de incorporarse. Cuando se la sacó del coño a mi madre ya estaba en estado flácido, y el condón colgaba d el pene que hace unos momentos había sido el arma definitiva en la penetración de mu jeres; mujeres como mi madre. Apoyo su lánguida polla sobre el vientre de mi madre y sonrió divertido. -¿De que te ríes mi amor? inquirió mi madre. -Aquí tienes tu premio, reina. dijo con tono travieso. Dicho esto se tiró de la punta del preservativo hasta que éste salió del tirón, dejando un reguero de semen desde el abdomen de mi madre hasta su esternón. El resto de la leche la esparció entre las tetas de mi madre y sostuvo el condón encima del canali llo dejando que goteara sus restos. Al principio mi madre se quedó un poco descolocada, pero enseguida sonrió, feliz de tener la leche de su macho sobre su piel, a pesar de que el semen no era algo qu e la agradaba en especial. Cogió su tanga y fue a limpiarse pero Lucas la agarró de la mano y le negó con la cabe za. Ante la sorpresa de mi madre la levantó de las manos y le bajó la camiseta de ti rantes que aún llevaba subida por encima de las tetas, quedando todo el semen que tenía desde el ombligo hasta sus tetas atrapado entre su camiseta blanca y su piel . Desconcertada fue a levantarse la camiseta para limpiarse de nuevo pero Lucas se lo volvió a impedir, esta vez agarrándola de la muñeca y besándola con ternura al tiemp o que le arrebataba el tanga para evitar nuevos intentos de limpiarse. Mi madre captó el mensaje. Lucas quería que entrase en casa con la leche de su Rey m anchándola el cuerpo, impregnando su olor y viscosidad tanto en la piel como en su camiseta. Mi madre asintió y se dispuso a ponerse el tanga pero otra vez Lucas se lo impidió, indicándola directamente los pantalones. Una sonrisa complice cruzó los l abios de ambos que tras fundirse en otro beso terminaron de vestirse. Yo esperé se ntado a que se fueran y tras esperar cinco minutos salí echando leches por la puer ta de atrás para llegar al baño del piso de abajo. Cuando llegué al salón le dije a mi p adre que había estado hablando por móvil con un amigo y que había preferido hablar en mi habitación para no molestar. Así pues, mi madre entró en casa junto con Lucas con l as tetas llenas de semen y sin nada bajo los pantalones, con el tanga escondido dios sabe dónde. Cuando entraron al salón todos se quedaron mirándolos. Traían un aspecto deplorable; a mbos sucios, con la ropa arrugada y rastros secos de sudor en sus caras. -¿Ya le has enseñado la casa querida? Por dios pero qué habeis hecho, ¡si parece que os acaba de pasar un tanque por encima! quiso mi padre saber todo inocente.

-El pinpon cariño. Tú mismo nos has sugerido que jugáramos una partida dijo con voz de esposa angelical. -¡Ahh! Cierto cierto. Bueno, ¿y qué tal?- preguntó dirigiéndose a Lucas ¿Quién ha ganado? -Lo cierto es que sólo ha habido peloteo, pero tengo que reconocer que su mujer se mueve muy bien en la mesa bromeó mirando a mi madre. Mi madre no pudo evitar que se le escapara una risita y Lucas se sentó en un sofá co mo si estuviera en casa. Mi madre fue a la cocina y volvió enseguida con una cerve za que ofreció a Lucas. Éste aceptó encantado y la invitó a sentarse a su lado. Ella lo hizo encantada, pero siempre con un ojo en mi padre para ver si se mosqueaba. No habían pasado cinco minutos cuando mi tía dijo: -Madre mía, que raro huele. ¿No lo notais? empezó a olisquear hasta llegar a mi madrePor el amor de dios, dime que no eres tú la que huele tan mal, Marta. -Jiji, perdón. Es qué he sudado mucho jugando al pinpon. De hecho ahora mismo estaba pensando en subir a ducharme. -No pero .no sé. Sí, es sudor, pero no, huele a otra cosa, no se a qué me suena - dijo trata do de recordar Mi madre y Lucas sabían qué era lo que olía y apenas consiguieron retener una fuerte c arcajada ante los comentarios de mi tía. -Jajaja, no te comas la cabeza. Es que también he estado limpiando la casa toda la tarde con Juan, ¿verdad hijo? me quedé en blanco y sólo supe asentir - y debo estar m anchada con todo tipo de guarrerías. Bueno me subo a la ducha. No tardo nada. Pero sí tardó. Después de lo presenciado, estoy convencido que limpiarse no fue lo único que haría. Cuando subió para la ducha juraría que todavía iba empitonada la muy cerda. Yo me subí a mi habitación porque no soportaba estar al lado de Lucas y cuando bajé a la cocina ví al pasar por el salón que los invitados se habían ido. Al cabo de un rato bajó mamá y preguntó donde estaba todo el mundo. Mi padre dijo entre risas que había ta rdado tanto en ducharse que habían decidido irse porque ya era tarde. Mi madre par eció decepcionada pero cuando mi padre dijo que Lucas había dejado algo para ella en la cocina se le iluminaron los ojos. -¿Qué es lo que ha dejado? preguntó sin pensar -¿Cómo voy a saberlo mujer? Yo lo hubiera abierto pero creo que abriré el regalo conti go, jaja. a mi madre se le puso la cara blanca y mi padre lo notó Que es broma muj er, jajaja, si te digo la verdad, ni me interesa ni me importa. A menos que sea un fajo de billetes, jajajaja. Tras dar un beso a mi madre se fue al salón a ver la televisión, como siempre hacía a aquellas horas. Mi madre se fue directa a la cocina y sobre la mesa encontró una b olsa de supermercado enrollada envolviendo algo. Ni siquiera miró a ver si había alg uien, de lo contrario me habría visto asomando a la puerta de la cocina. Desenrolló la bolsa y agitó su contenido hasta que cayó sobre la mesa. Lo que vi a mi no me hiz o mucha gracia, pero por lo visto a mi madre le encantó porque empezó a reír tapándose l a boca con la mano. Allí sobre la mesa había un tanga azul oscuro arrugado y sucio d e cojones y un condón del que todavía pendía un hilacho de semén pegado a la prenda íntima femenina. Esa noche estuve sufriendo en mi habitación con una erección de cojones, sin poder d ormir y pensando en las sucias imágenes de mi madre siendo poseída por el cabronazo de Lucas. En ese momento pensaba que tenía un problema gordo con lo de mi madre y Lucas, pero hasta más tarde no comprendería que eso no era más que la punta del iceber g de mis problemas. Bueno muchas gracias por los comentarios y los apoyos dados desde el primer rela to. Por los comentarios, siento mucho si he decepcionado a alguien que quería ver a mi madre atravesada por el culo, pero os aseguro que tomo nota de todas las su gerencias y las plasmaré sobre la pantalla en algún momento, ya sea en esta serie o en próximas. Una vez más, muchas gracias ¡y espero seguir recibiendo vuestro apoyo y c omentarios! En mi último relato dejé patente que Lucas iba a ser el menor de mis problemas, aunq ue en ese momento le considerara el mal absoluto. Sin embargo qué pronto me di cue nta de que el problema no iba a ser tanto Lucas como los instintos que comenzaba n a aflorar en mi madre.

----------------Tras los sucesos del jardín ya había asimilado que Lucas había sacado el lado más zorrón d e mi madre y que ya no había nada que le impidiese reactivar a la mujer infiel que llevaba dentro para disfrutarla sin ningún tipo de resistencia. Es más, estaba conv encido de que mi madre deseaba que Lucas viniese a sacar ese lado que tanto disf rutaba del sexo extramatrimonial para poder darse placer mutuamente. Se notaba q ue sus indiscreciones le habían añadido un poco de picante a su hasta ahora sosa e i nsípida vida de madre y esposa de manual. Los pollazos recibidos por Lucas la habían afectado incluso en su vida diaria, llevándola a vestir de una forma más ligera, au nque manteniendo siempre la elegancia característica de una señora con su status soc ial. Su comportamiento se había vuelto también más cariñoso tanto conmigo como con mi padre. Ahora era más atenta, se esmeraba más en sus tareas domésticas y se había vuelto mejor a ma de casa de lo que ya era. No sabía si atribuir este cambio al remordimiento que le producía pensar en su infidelidad cometida no una sino dos veces o que simplem ente había vuelto a encontrar alegría en la vida y sus atenciones eran producto de u na mejoría en el estado de ánimo. Mi padre estaba encantado con el sutil cambio producido en mi madre y la verdad es que yo tampoco podía quejarme. Cenas más abundantes y suculentas, menos sermones y exigencias de orden en mi cuarto Y lo mejor es que Lucas parecía desaparecido del mapa. Desde el incidente del jardín no habían vuelto a tener contacto y ya habían pas ado tres días sin que hubiera tenido que volver a ver a mi madre y sus orificios s iendo llenados con el pene de Lucas, lo que resultaba ser un tremendo descanso p sicológico sin tener que luchar contra los contradictorios sentimientos que experi mentaba al verla siendo penetrada por un hombre. Pero la suerte se acabó el miércoles, el día en que mi padre solía ir a jugar un partido de fútbol con los compañeros de la empresa por la tarde. Mi padre había salido temprano por la mañana como siempre tras un espléndido desayuno preparado por su "maravillosa esposa" y tras darla un cariñoso beso en los labios montó en el Audi y salió de casa. Mientras le despedíamos pude ver a lo lejos una figu ra que apoyada en su automóvil observaba la entrañable escena familiar. Por el coche y la postura en que aquella figuraba estaba apoyada supe que era el Mani. No ca bía duda. Esa pose chulesca de gorila de discoteca era inconfundible y hasta podía s entir su aura de odio y complejo hacia la gente de cierto poder adquisitivo. Mi madre, vestida con un pantalón blanco algo acampanado que hacia notable la redonde z de su culo y un chandal de cremallera azul clarito que apenas la abrigaba del fresco de la mañana saludaba a mi padre que se alejaba, sin darse cuenta de que el Mani nos observaba. Mientra seguía a mi madre hacia el interior de la casa decidí no comentarle nada par a evitarla preocupaciones, aunque en momentos sentí la tentación de hacerlo, como ve nganza por lo que le estaba haciendo a mi padre como esposa y a mi como madre. Y o sabía que la sóla mención del Mani le revolvía el estómago en un odio incontenible hacia el imbécil que había destrozado uno de sus maceteros favoritos y no había tenido nari ce a dar la cara. Lo cierto es que a mi tampoco me caía especialmente bien, porque el ser hijo de mis padres me había garantizado malas miradas y mofas por su parte . Mi madre se fue a la cocina y tras ayudarla a fregar los platos me fui al salón pe queño a ver la tele. El salón "pequeño" es el salón que está pegado al recibidor y que uti lizamos en familia, siendo el salón grande el que se utiliza para cuando vienen in vitados. Es como el nodo de conexión entre un montón de estancias, incluidos la coci na y las escaleras que suben a los pisos superiores. Al contrario que el salón gra nde el pequeño sólo tiene dos sofás y una televisión, y los tres muebles forman un curio so triángulo cuando es observado desde el mini descansillo que hay en las escalera s que dan al piso de arriba. Estaban volviendo a echar capítulos de una vieja serie de abogados cuando alguien llamó a la puerta. Con desgana, fui a abrir la puerta y me encontré a mis tíos salmant inos con la ya conocida figura de Lucas detrás suya. Esto ya me parecía de coña. No le s había visto en casi un año y ahora en menos de una semana les veía tres veces. Me pr egunté que cojones podían querer y sobre todo porqué cojones tenían que ir por ahí arrastr ando al mamonazo de Lucas.

-Hola bonito me dijo mi tia a la vez que me daba uno de sus horribles tirones de moflete. -Hola respondí no muy convencido mientras miraba a Lucas que seguía ahí de pie impasib le, con su imborrable sonrisa de chulo playa dibujada en su cara. -Juan, bonito, ¿está tu madre en casa? Antes de que pudiera contestar escuché los pasos de mi madre que venía desde la coci na -¿Matilde? se oyó su voz llena de sorpresa acercándose - ¿Cómo que has veni..? Dejó la frase inacabada al ver a Lucas asomando por entre mis tíos pero enseguida se recuperó con una sonrisa juguetona. -¿Cómo que has venido?¿Pasa algo? -Pues verás querida, no encuentro un pequeño estuche de maquillaje que me regaló este zoquete por mi cumpleaños dijo señalando a mi tío Lo he buscado por todas partes pero hoy me he acordado de que me estuve retocando en vuestro baño y creo que me lo pod ría haber dejado aquí. -Ah pues yo no he visto nada pero supongo que estará en el baño de invitados. Deja q ue eche un vistazo y le dirigió una mirada muy explícita a Lucas. -Marta, ¿te importaría darme un vaso de agua? preguntó con tono familiar -Claro, ya sabes dónde está la cocina. Juan, acompaña a tus tíos al salón mientras yo busc o eso me ordenó mientras se daba la vuelta meneando el culo para deleite de Lucas. -No cariño, tenemos mucha prisa dijo riendo mi tía No intentes enredarnos con tus tés y tus pastitas porque si no acabamos comiendo en tu casa. Y tú Lucas date prisa qu e Marta seguro que también tiene un montón de cosas que hacer. Mi madre parecía contrariada por las prisas de mi tía, pero sin perder la sonrisa le echó una última mirada a Lucas y sin saber muy bien si se dirigía a mis tíos o a Lucas dijo: -Seré rápida diciendo esto comenzó a andar con paso firme y elegante para desaparecer por el pasillo en dirección al baño de invitados. Lucas esperó unos segundos antes de seguir sus pasos aunque en lugar de girar a la derecha como mi madre giró hacia el otro lado y desapareció en la cocina. Mis tíos se pusieron a ver la tele mientras seguían en pie, y mi tía emocionada recordaba los t iempos en que ella había visto esa serie. Fue entonces cuando capté un movimiento po r el rabillo del ojo y cuando me di la vuelta pude ver a Lucas saliendo de la co cina y dirigirse apresuradamente en dirección al baño de invitados. Cómo mis tíos seguían embobados frente a la caja tonta me dispuse yo también a seguir a Lucas. Mientras le seguía sigilosamente veía cómo iba abriendo las puertas a los lados del pasillo una a una esperando encontrar el baño de invitados y a mi madre. Cuando por fín llegó a la s dos últimas puertas del pasillo miró a ambos lados y se decidió por la puerta de la izquierda, produciéndome un nudo en el estómago,ya que esa era la del baño. Con paso i nseguro me acerqué y me asomé al baño, que nisiquiera se habían molestado en cerrar. Lucas se había acercado a mi madre por detrás y posando sus manos sobre sus caderas comenzó a besarla el cuello. Las manos de Lucas comenzaron a bajar la cremallera d el chándal y se dispusieron a manosear las tetas por encima del sujetador deportiv o. Mi madre ya había dirigido su mano hacia la entrepierna de Lucas y junto a su c ulo no paraba de frotar el paquete de éste. -Uhhmm .Cuánto deseaba volver a sentir tus tetas entre mis manos .el olor de tu pelo el sabor de tu piel - confesó Lucas excitado -Ahhh ..cariño .mi Rey, recuerda que has venido con mis cuñados y tenéis prisa - le recordó adre sin dejar de restregar su culo contra el nabo de Lucas -¿Entonces quieres que paremos? preguntó Lucas disgustado, deteniendo su manoseo y g irando su cara en dirección a la de mi madre. -¿Quién ha dicho eso? levantó su mano del paquete de Lucas y usandola para acercar el rostro de éste le besó con la boca muy abierta. Después le lanzó una sonrisa pícara Ya he dicho antes que sería rápida Con Lucas todavía sonriendo, mamá fue bajando al tiempo que restregaba sus tetas con tra el torso de su amante hasta ponerse de rodillas. Sin más dilación le desabrochó el pantalón y metiendo su mano entre los calzoncillos sacó un miembro ya bastante exci tado que palpitaba e iba creciendo en sus manos. Besó el prepucio y elevó su mirada hasta contactar con la de Lucas. Comenzó a pajearlo un poco hasta que alcanzó la ere cción total y abriendo la boca se introdujo una considerable cantidad de polla en

la boca, cerrando sus labios alrededor del tronco y acto seguido comenzó a recorre r ese tremendo instrumento con su boca en rápidos recorridos de ida y vuelta. Chup aba con fruición y de vez en cuando se la sacaba de la boca para lamer las pelotas y aquellas zonas del tronco a las que no llegaba con su boca. Otra vez experimenté aquella sensación que no quería reconocer como excitación al ver a mi madre postrada ante aquella polla, bañándola y limpiándola a conciencia. Se podía oir perfectamente los gemidos de ambos, uno por que un bombón casado se la estaba com iendo y la otra porque estaba degustando un cacho de pollón que no pertenecía a su m arido. Al cabo de un rato mi madre aceleró el ritmo de su mamada al tiempo que mas ajeaba las pelotas de Lucas y le pajeaba con la otra mano el trozo de carne que no entraba en la jurisdicción de su boca. A Lucas le pilló de improviso este cambio de ritmo y exhalando gemidos echó la cabeza hacia atrás mientras agarraba del pelo a mi madre. A pesar de los tirones de pelo mi madre no deceleró en ningún momento, si no que siguio aumentando el ritmo al que le comía el nabo junto a sus "mmuhh" que emitía cada vez que bajaba por aquel tronco. -¡Oh joder, Marta! ¡Ah, ah, ah! decía con voz temblorosa con los ojos cerrados - ¿Tenías g anas, eh? ¡Oh mierda, como chupas, joder!¡La auténtica reina chupapollas, no hay duda! Esas palabras no hacían más que acrecentar la excitación de mi madre, que mamaba con más ahínco, sujatando su viril almuerzo con una mano y tocándose los pechos ya desnudos (se había subido el sujetador deportivo mientras se la mamaba) con la otra. -¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! eran los únicos sonidos producidos por mi madre, que coincidía n con el ritmo de su chupada de pene. Cerró los ojos y dio un último sprint final - ¡M uh! ¡Muh! ¡Muh! ¡Muh! chupaba ignorando las arcadas que ocasionalmente le producía una i nmersión demasiada profunda de aquel submarino en su boca. -¡Ohhhhhh! ¡Mierdaaaaa! Lucas tenía todo el cuerpo en tensión y la boca abierta en una e xpresión de enorme placer. Al cabo de unos segundos comenzó a cerrar los ojos con mu cha fuerza y con voz temblorosa comenzó a decir - ¡Ahhhh Martaaaa! Me .me voy a correr .jo der .¡ya me corro!¡Argghhh! Al escuchar esa declaración mi madre dejó de mamar y se sacó la polla de la boca, salt ando algunas gotas de saliva mezclada a su cara. Continuó masturbándole con una enor me sonrisa en su cara, mezcla de lujuria y felicidad por tener a su macho en ese estado de placer. Lucas no pudo seguir aguantando frente a la paja que le estab a haciendo mi madre y echando las caderas hacia delante se quedó tieso durante un momento. Yo ya sabía lo que venía y por supuesto mi madre también, así que con la polla agarrada con su mano, apuntó hacía sus tetas. -¡Ahhh! ¡Arrrrgggghhhh! con sus exclamaciones salió disparado el primer chorro, y lo h izo con tanta potencia que a pesar de que mi madre sujetaba el pene hacia abajo, el lanzamisiles de carne protestó desviando el chorro hacia su cara. El chorro de espeso líquido blanco se estrelló contra su flequillo con tanta fuerza que le corrió los pelos hacia un lado despejándola la frente. La cola del chorro cayó víctima inevitable de la gravedad en su rostro, creando un hilillo desde su flequi llo "peinado" a un lado hasta la aleta izquierda de su nariz. Puede que mi madre disfrutase siendo follada por Lucas pero por lo visto aún no estaba preparada par a saber apreciar el sabor del líquido viscoso de su macho, y no pudo evitar una ar cada que la enrojeció los ojos, dejándoselos llorosos. Para evitar más sorpresas agarró el miembro de Lucas con ambas manos y acercó su pecho. Un instante después el pene d e Lucas volvía a lanzar otro potente chorro de esperma, pero mi madre estaba mejor preparada esta vez, y la leche calló entre sus tetas. Los dos siguientes chorros terminaron de hacer un terrible gotelé sobre las tetas de mi madre, los cuales ell a recibió con un gemido de placer. Lucas no había abierto la boca en todo el proceso de corrida, sólo siendo capaz de abrir la boca con gesto estúpido y ponerse rojo ha sta las orejas. Cuando pudo arrebatarle el control de su cuerpo a su polla, miró a sombrado a mi madre lo que acababa de ocurrir, que le había hecho correrse como un campeón en apenas unos momentos. No sabía a qué había venido esa mamada y miró con una so nrisa extrañada a la mujer que se arrodillaba ante él. Mi madre le devolvió la sonrisa sujetando su nabo enre las manos sintiendo cómo perdía consistencia y peso por mome ntos. -Ya te dije que sería rápida le explicó con una risita tonta. Lucas comprendió al instante a qué se debía aquella fogosidad y miró una vez más a mi madr

e asombrado. -E Eres única dijo recuperando el aliento. Sin levantarse le limpió los restos de semen que quedaban en el pene con una mano, y con el dorso de la otra se limpió con cuidado el chorro que le había caído en la ca ra. Cuando terminó ambas tareas se restregó el semen que había en sus manos por las te tas, expandiendo como si de crema se tratase los chorros que habían caído allí durante la corrida. Después se puso de pie con las tetas al aire, como enseñándole a su amant e la magnífica obra que había dibujado en ella con su particular pincel. Antes de qu e Lucas dijera nada se recolocó el sujetador deportivo y se subió la cremallera del chándal, dejando ese semen impregnado de nuevo en su cuerpo. -¿Así es como te gusta a ti, no mi Rey? dijo con tono de chiquilla juguetona. -Jajaja, eres estupenda, Marta. Acto seguido se pusieron a buscar el estuche de maquillaje de mi tía y yo abandoné s igilosamente mi puesto de espía y volví al salón. Consulté el reloj del salón. Habrían pasad o a lo sumo diez minutos. Era bastante tiempo para buscar un simple estuche en u n solo baño. Traté de imaginar qué excusa pondría mi madre. Lucas y mi madre aparecieron en el salón con el dichoso estuche. Mis tíos habían estad o embobados viendo al brillante abogado defender sus casos con espectacular ejec ución y dudaba que se hubieran dado cuenta de la tardanza. Ni siquiera les pareció s ospechoso ver entrar a mi madre y a Lucas juntos. Tras darle las gracias a mi madre mis tíos se fueron junto con Lucas, que le dio u na buena agarrada de culo a mi madre cuando mis tíos ya había salido por la puerta c omo regalo de despedida. Yo miraba toda la escena sentado en el sofá, con la tele encendida pero la mente e n otro sitio. Tras cerrar la puerta mi madre se acercó y me dijo que se iba a dar una ducha a lo que asentí mudamente. Observé cómo ascendía por las escaleras y volví a rec ordar su imagen al agarrar la polla de Lucas con ambas manos para recibir su lec he en las tetas. Al cabo de un rato escuché correr el agua de la ducha de arriba y me tumbé en el sofá mientras me acariciaba la polla por encima del pantalón de forma casi inconsciente. Así me quedé dormido. Noté un suave beso en la mejilla que me despertó. Cuando al abrir los ojos vi a mi m adre me entró el pánico por un momento. Al ver sus labios lo primero que me vino a l a mente fue verla arrodillada recibiendo la leche de Lucas. Parpadeé un poco y la volví a mirar. Sentí un alivio enorme. Tenía el pelo limpio y desprendía un olor a champú muy agradable. Se había duchado y ya no quedaba leche de Lucas en su cuerpo. Se ha bía puesto una blusa blanca y una falda algo corta de color beige que le subía algo más de cuatro dedos por encima de las rodillas, confiriéndola un aspecto sexy y eleg ante a la vez. Me dijo que la comida ya estaba hecha y que me diese prisa o se e nfriaría. Tras la comida seguía aturdido así que pensé que lo mejor sería subir al áticoa fumarme un os buenos porros. Le dije a mi madre que iba a mi cuarto pero tras coger el hachís me subí al cuarto vacío de arriba. Durante cosa de una hora no di señales de vida y a l cabo de unos minutos ya llevaba una fumada enorme. Fue entonces cuando sonó el t eléfono abajo y escuché como lo cogía mi madre. Por la forma en que hablaba supe que e ra mi padre el que llamaba y parecía querer hablar conmigo ya que mi madre estaba en el piso de abajo llamándome. Como no me encontraba en mi habitación le dijo a mi padre que creía que me había ido a casa de Javi, un amigo que vivía a diez minutos and ando. El corazón me latía a mil con la posibilidad de que subiese y me pillase fuman do hachís. Pero sabía que era imposible. Jamás se le ocurriría mirar aquí. Suspiré aliviado cuando dejó de hablar por teléfono y escuché sus pasos bajando las escaleras hacia aba jo. Rápidamente guardé el hachís y miré el reloj. Era tarde y mi padre estaría a punto de volver. Tras esperar unos minutos decidí bajar con mi madre. Cuando estaba bajando por las escaleras escuché un ding dong y oí a mi madre abriendo. Me asomé desde el de scansillo de la escalera para ver quién era y allí vi al Mani con una bolsa en la ma no. Era todo un personaje. Con su uniforme de vigilante viejo y desgastado que p arecía reventar contra su musculoso torso, se apoyaba contra la puerta con la mism a soltura que un camello lo haría en su callejón. Su fea cara sonreía a mi madre e hiz o un amago de entrar. Mi madre le detuvo. -¿Qué diablos quiere? preguntó mi madre con bordería - ¿Cómo se atreve a venir aquí? -Tranquilicese. He venido a devolverle algo que creo es suyo sonriendo con malic

ia metió la mano en la bolsa. Lo que sacó de ahí nos dejó tanto a mí como a mi madre helados. Entre los sucios dedos d e ese tipo colgaban las bragas negras que mi madre había llevado la primera noche que fue follada por Lucas, y desde mi altura creía ver las manchas resecas de seme n. Sin darla tiempo a reaccionar soltó la bolsa vacía y le puso las bragas en la cara p or el lado interior, inmovilizándola con el otro brazo. -Dime Martita. ¿Llevabas estas bragas cuando te follaba tu marido? dijo mientras c erraba la puerta con el pie. -¿Q..qué? dijo mi madre confundida Ah s..si. -¿Si? Pues yo creo que no, maldita puerca dijo apretando las bragas aún más fuerte con tra la cara de mi madre Creo que estas bragas estaban en el contenedor por que s on la prueba de que eres una putita infiel que se folla a otros hombres a espald as de su maridito. -¿C..cómo? ¡No! N..no sé de qué me habla - balbuceaba mi madre intentando apartar las bragas manchadas de semen de su cara -¿Sabes una cosa? Desde que recogí estas bragas llevo días masturbándome pensando en ti, en lo furcia que eres. No he parado de observarte, de tomarte fotos para luego hacerme pajas con ellas confesó, ante la repulsa asqueada de mi madre. Comenzó a explicarle cómo le había estado haciendo fotos de su cuerpo sudado mientras jugaba al pinpon conmigo y de cómo se había excitado al ver como empinaba el culito en las bolas cercanas a la red, y se había tenido que poner tras la verja y se había empezado a pajear con las fotos. Al escuchar mi mención me dí cuenta de que estaba allí de pie en el descansillo de la escalera observando como bobo la escena. Me ag aché y me puse a observar tras las barras de seguridad de la escalera. El Mani sig uió explicando a mi madre mientras no paraba de sobarla con la mano que la tenía suj eta. -Ahí estaba yo, haciéndome una paja de campeonato, cuando ¡sorpresa!, oigo jadeos de p utita. Me asomo y mira tú por dónde, la elegante señora está cabalgando como la zorra qu e es a un capullo con suerte esto último lo dijo con desdén. Al menos parecía que no e ra el único que odiaba a Lucas Total que tuve que hacerte unas fotitos para añadirla a mi colección. ¡Jaja! Quitándole por fin las bragas a mi madre de la cara se sacó una cámara digital y se la s enseñó a mi madre, dejándola sin habla. Recordé entonces. Los chasquidos extraños. No er an sonidos biológicos. Era el cabrón del Mani haciendo de voyeur. -Está bien, ¿que diablos quiere a cambio de las fotos? trató de poner voz dura pero le salió fatal y se notó enseguida que estaba asustadísima por las fotos. El Mani sonrió enseñando sus asimétricos dientes y de un empujón la tiró al suelo. Tras de jar la cámara en el suelo se bajó los pantalones del tirón. Entre sus velludas piernas asomaba un trozo de carne impresionante. Tal vez no fuera tan largo como el de Lucas, aunque no era corto para nada. Pero lo que más destacaba era su grosor. Eso sólo podía salir en las pelis porno. Era una polla gruesa y oscura, tan gruesa que dejó a mi madre con los ojos y la boca abiertas. -¿Tú qué crees que quiero, puta? andó a pasos agigantados hasta ponerse delante de mi ma dre que al ver semejante aparato no pudo por menos que sonreir a pesar del asco que le daba el tipo. La sonrisa de mi madre no llegó a completarse ya que la agarró del pelo y le dio un fuerte tirón levantándola la cabeza. Gritó dolorida pero tampoco su gritó llegó a completa rse ya que de otro tirón la obligó a tragarse su polla. Ella no daba abasto con su b oca y la extrema apertura de boca que debía realizar le daban un aspecto casi cómico . Apenas había conseguido adaptar su boca a semejante grosor cuando colocando su m ano en el occipital de ella comenzó a empujar con fuerza haciéndola tragar un poco más de su polla a cada segundo. Cuando llegó a engullir tres cuartos de esa polla mi madre no podía controlar sus arcadas y una lágrima resbalaba ya por su mejilla. El M ani hizo caso omiso de las arcadas de mi madre y de un último empellón le introdujo lo que quedaba de polla en la boca. Ya estaba hecho. Aquella enorme y gruesa pol la estaba al completo sientiendo el calor de la boca de mi madre. Mi madre inten taba liberarse empujando con las manos apoyadas en los muslos del Mani pero éste e ra mucho más fuerte y mantuvo su polla entera en la boca de mi madre durante unos quince segundos. Las arcadas de mi madre cada vez se hacían más frecuentes hasta que

sus arcadas fueron desapareciendo y dejó de ofrecer resistencia. Cerró los ojos y s us labios con fuerza sobre aquel grueso pene y sus aletas nasales comenzaron a m overse graciosamente buscando algo de oxígeno que llevar a los pulmones. El Mani a flojó un poco su presión permitiendo que su polla saliese de la gargante de mi madre durante unos segundos, para volver a hincarla hasta el fondo, provocando de nue vo acusadas arcadas en ella. -Wooohh .vaya boquita más rica que tienes. Es una pena que hasta ahora sólo la hayas u sado para soltarme borderías. Pero yo te voy a enseñar a darle un nuevo uso Tras volver a aflojar la presión, introdujo de nuevo su enorme trozo de carne en l a boca de mi madre cuyo cuello se tensaba de forma exagerada cada vez que notaba el cabezón de esa polla entrando hasta el fondo. El Mani no paraba de recordarle lo mala que había sido mi familia con él mientras continuaba con la rutina de ahogar a mi madre con su pene. -Gluuugghhgg ..¡ueck! soltaba una arcada- ack uunnggghhfff mmpphhhfff . .gggluuuuuuggghh h .. ¡u ueck! era lo único que conseguía decir mi madre con una polla tan gruesa obstruye ndo su boca. Tras innumerables arcadas, mi madre ya se había adaptado a aquella polla. Había comp rendido el mensaje del Mani y lo que quería de ella. Cuando el Mani terminó de enume rar todas las veces que mis padres le habían tratado mal a su parecer, mi madre ya se entroducía aquel vergajo entero en su boca sin ayuda del Mani. Ya no apoyaba s us manos extendidas contra los peludos muslos del Mani tratando de sacar esa pol la de su boca. Ahora se agarraba de los firmes glúteos conseguidos tras horas de g imnasio (el Mani era el típico vigilante que creía que para su profesión necesitaba pa recerse a Stallone) para lograr empujar ese nabo hasta el fondo de su garganta. Los sonidos salidos del fondo de su garganta ya no eran de rechazo, protesta y s ufrimiento. Más bien eran de complaciencia y conformidad. Mi madre engullía esa poll a con eficiencia, haciéndola desaparecer entre sus labios para luego reaparecer br illante y lubricada de saliva. Al ver el Mani la capacidad felatoria de mi madre sonrió de forma maliciosa y agarrándola del pelo tiró con fuerza hasta ponerla de pie . -¡Serás guarra! ¿¡Pero tú te has visto cómo chupas, maldita hija de puta!? -P pero yo creía que.. comenzó a decir mi madre sin entender lo que pasaba -¡Calla coño! dijo dándola la vuelta. De un fuerte tirón le abrió la blusa parcialmente haciendo saltar tres botones. Lo s uficiente para bajarle la blusa dejando sus hombros al descubierto. Ante la visión el Mani pareció volverse loco y como poseído comenzo a lamer y a morder los hombros de mamá, provocándola gritos cuando éste la mordía gruñendo. Con dos tirones más ya le había arrancado la blusa al completo dejándola en falda y sujetador. Mientras seguía proba ndo cada centímetro de los hombros, cuello y espalda de mi madre, sus manos masaje aban sus tetas con brutalidad, provocándola quejidos sin cesar. Cuando se cansó de j ugar con sus tetas le metió una mano por debajo de la falda ansioso por palpar el sexo de aquella mujer que tantas veces había deseado. -¡Maldita sea! ¡Pero si estás que chorreas, vil puta! hizo unos movimientos con la man o bajo de la falda de mi madre, que cada vez estaba más subida. Mi madre soltó un gemido acompañado de una expresión indescifrable en su cara que pron to quedó aclarado. -¡Ñam! Mierda, que calentito se está aquí dentro. ¡Y qué húmedo! Jajaja ese cerdo le estaba ciendo un dedo a mamá y no paraba de hacer movimientos con el brazo mientras que c on el otro la tenía sujeta del cuello contra la pared Pero mírate lo mojada que estás. Cómo las buenas zorras. ¡Jaja! Ante los cada vez más expresivos gemidos de mamá el Mani ya no pudo aguantar más y sac ando su mano de debajo de la falda la volvió a agarrar del pelo y llevándola hasta e l sofá la tiró allí como a una vulgar puta. Poniéndole la polla delante de su cara de nu evo la ordenó que chupara, lo cual mi madre hizo sin dudar, caliente ya como un vo lcán, al tiempo que se iba quitando el sujetador a petición del Mani. Con su nueva téc nica aprendida hizo desaparecer ese trabuco en su boca varias veces, ocasionando una mayor excitación cada vez en su odiado vigilante. Aunque en esos momentos no parecía que le odiase tanto. Cuando estuvo satisfecho con la mamada le sacó la falda a tirones, quedando extasiado con la visión del tanga que llevaba mi madre. Lo ci erto es que a mí también me sorprendió. Era un tanga morado de encaje normal, pero que

en ese maravilloso trasero cobraba una elegancia inesperada para cualquier homb re. Tumbándola boca arriba en el sofá, le sacó el tanga con prisas elevando sus pierna s. Sin dejar caer las piernas, colocó ambas sobre su hombro izquierdo y le puso la punta sobre el coño. -O oye .espera po..ponte un condón por favor - comenzó a suplicar -Pero que condón ni que pollas, ¡a las zorras como tú se las folla uno a pelo! dijo cl avándosela sin darla tiempo a responder Mi madre agarró un cojín como pudo y se lo llevó a la cara para ahogar sus gritos. -¡A .a .ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Dios que bestiaaaa! me llegaban los gritos amort iguados por el cojín -Te gusta, ¿eh putón verbenero? dijo mientras la embestía sin piedad mientras mantenía s us piernas elevadas agarrándola por los tobillos. -¡Aannggghhh! ¡Qué gorda essss, n..no me cabe casi!¡Ounnngghh!¡Siii, me gustaaa! gritaba r etorciéndose de forma salvaje. El Mani decidió que era hora de cambiar de posición y separado sus tobillos la abrió d e piernas sin sacársela. Se introdujo a través de ellas y cuando estuvo encima de el la volvió a golpear con sus caderas la entrepierna de mi madre, haciéndola gozar com o a una cerda. Comenzó a pellizcar sus pezones a la vez que los mordisqueaba con b rutalidad y con sus lameteos parecía que iba a desgastarle las tetas. Las constant es embestidas llevaron a mi madre al orgasmo, cerrando sus piernas alrededor de la cintura del Mani y arqueando la espalda tanto que parecía que iba a partirse en dos. Cuando mi madre se volvió a desplomar sobre el sofá el Mani acercó sus labios pa ra besarla, mostrando sus horrendos dientes y se feo rostro. Mi madre instintiva mente apartó su cara, pues una cosa era su polla y otra su cara. Ante la negativa de mi madre a besarle se la sacó de golpe y volviéndola a agarrar del pelo la lanzó co ntra el suelo. -Así que no quieres besarme, ¿eh, maldita zorra? en su tono de voz se le veía que esta ba claramente dolido por ese feo que le había hecho una mujer a la que consideraba una soberana puta. Cogiéndola con fuerza del cuello le dio la puso de rodillas y le dio la vuelta. De spués la aplastó contra el suelo y una vez la tuvo en esa posición la agarró de la cintu ra y elevó sus caderas. Tras escupirse en la mano untó su saliva en el ano de mamá. El la todavía estaba aturdida por su caida al suelo y para cuando se quiso dar cuenta aquella brutalidad de grosor del Mani ya estaba apuntando a su ojete. Ella fue a protestar pero en lugar de eso se vio obligada a abrir los ojos y la boca todo lo que pudo. Dos segundos después un grito desgarrador llenaba el salón, v ibrando hasta el descansillo, cuya intensidad iba aumentando según el monstruo del Mani se iba hundiendo más y más en su culo. Al cabo de unos segundos, aquel pollón más grueso todavía que el de Lucas yacía enterrado hasta el fondo del culito de mi madre . Aquel pedazo de carne monstruoso se quedó allí clavado durante un buen rato. -¡Jajajajaj! ¿¡Y ahora qué!? ¿Eh? gritaba triunfal el Mani Para ser tan puta tienes un cu ito muy estrecho, ¡jajaja! Mi madre ni le contestó. Estaba demasiado ocupada tratando de respirar, llorar y r elajar su ano al mismo tiempo. Al no encontrar el Mani ninguna conversación con la dueña del culo que ahora le pertenecía, comenzó a bombear. En cada movimiento, en cada centímetro de polla que recorría la polla del Mani ya fu era hacia fuera o hacia dentro mi madre aullaba dolorida, rogándole que parase. -¡¡Kiaaaaaaaaaaaaaa!! ¡¡Aaaahnnngggghh!! ¡P .pa ra ! ¡Dios me estoy muriendo de dolorrr! su entre sollozos - ¡Ah ahh me me arde!¡No aguanto más! ¡Siento que me estás partiendo en dos! -¡Calla zorra de mierda! ¡Esto te pasa por tener un marido tan gilipollas! Anda que no tengo ganas de partirle la cara Pero primero te voy a partir a ti el culo, ¡puta sinvergüenza! y continuó reventándola el ojete sin compasión. Mi madre no paraba de rogarle piedad pero eso al Mani le ponía más cachondo pues sus acometidas eran cada vez más fuetes y rápidas. Y así transcurrió un buen rato, donde ll egué a dejar de mirar y a taparme los oídos porque los gritos de dolor y desgarro de mi madre se me hacían insportables! La escena era tan violenta que hasta había perd ido cualquier sentimiento de excitación anterior. Pero al cabo de un rato dejé de es cuchar gritos y me asomé con la esperanza de que todo hubiera acabado. Pero no. Al lí estaban todavía, con el Mani perforando el ojete de mamá y ella recibiendo el casti go anal con el culo en pompa. Pero algo había cambiado. Mi madre ya no gritaba y t

an sólo emitía gemidos. Su expresión dolorida había dado paso a una expresión placentera q ue era corroborada por los tímidos movimientos con los que intentaba acompañar las p enetraciones de su macho. Mi madre estaba aguantando el dolor que recibía en cada embestida con sumiso placer, obteniendo en su macho la respuesta de una mayor ca dencia en sus movimientos. En un momento dado el Mani agarró de los hombros a mi m adre para poder mantener su ritmo de penetración, el cual mamá parecía exigir que aume ntase por el sonido de sus gemidos. Las lágrimas que seguían brotando de sus ojos pa recían más de felicidada que de dolor por su primera penetración anal y además con semej ante bicharraco. Tras varios minutos sodomizándola, el Mani abandonó sus hombros par a agarrarla del pelo hacíendole una coleta y sus pollazos dentro del culito de mamá se hicieron salvajemente rápidos. Eso sólo podía indicar una cosa. Tirando cada vez más fuerte del pelo la elevó hasta ponerla erguida, y evitó que volvi era a su posición agachada sujetándola de las tetas. -¡Cerda de mierda, me voy a correr dentro de tu culitoooo! avisó -¿Q..qué? No no ahí no yo .- pero las fuertes embestidas del Mani la tenían envuelta en el pl r más absoluto y a punto de llegar a un nuevo orgasmo, y no fue capaz de seguir pr otestando, dándole luz verde con su silencio para que se coriese dentro de su rect o. -¡¡Ooohhhh siiiiiiiiiiii!!¡¡Arrggghhhhhh! tiró del pelo de mi madre hacia atrás tan fuerte ue casi la desnuca, mientras se corría dentro de su culo. Unos segundos despues, con el Mani quieto y sujetándola, llegaba mi madre, y consc iente de ello el Mani aprovechó para volver a acercar su boca a la de ella. Ella m ientras llegaba al clímax se dejó llevar al principio, dejándose lamer los labios pero enseguida intentó apartar la cara. El Mani tiró de su pelo para atrás volviéndola a inm ovilizar la cabeza y comenzó a lamer los labios de ella con obscenidad. Mi madre, llevada por el orgasmo y cansada ante tanto folleteo, abrió inesperadamente sus la bios dejando salir su lengua que salió al encuentro de la asquerosa lengua del Man i. Viendo colaboración, el Mani acercó su asquerosa boca aún más, cerrando sus labios so bre los de mi madre, "forzándola" a un morreo en toda regla. Cuando el Mani retiró s u boca mi madre todavía tenía la boca abierta con la lengua fuera buscando otro revo lcón bucal. Sin embargo el vigilante no estaba dispuesto a complacer así a esa puta que era mi madre, y tras sacarla, le soltó el pelo, dejando que mi madre se desplo mara rendida por el placer en el suelo. Cogió el elegante tanga y lo usó para limpia rse el nabo, y tras encontrar sus pantalones y ponérselos, recogió la cámara del suelo y la hizo una foto tal como estaba, en el suelo, con las rodillas dobladas, el culo en pompa y el ojete con una abertura de un tamaño mayor que una moneda de 2 e uros. -Esta foto es un recuerdo de nuestra primera cita, zorrita. Ya te mandaré una copi a, jajaja se rió y sin decir nada más salió de la casa dejando a mi madre tirada allí en el suelo. Me quedé allí sentado en el descansillo, observando a mi madre con el culo en pompa, tirada allí en el suelo, mientras el semen comenzaba a brotar de su ano mezclado con la sangre que le había producido el vigilante al encularla. No se cuanto tiemp o pasó mientras estuve en esa situación, hasta que sonó el teléfono. Mi madre se incorporó lentamente y andando con pasitos ridículos consiguió llegar hast a el inalámbrico del salón antes de que colgaran. -Hola cariño.¿Qué tal el partido? dijo con voz cansada mientras se frotaba el ojete co n suavidad -¿Comida china? No, no hace falta que compres de camino a casa. De verdad decía con expresión dolorida. La verdad es que acabo de comer algo ahora y no tengo mucha ha mbre. "¿Acabo de comer algo? ¿Pero será .? Pensé alucinado -De hecho, deberías comprar para ti y para Juan. Es que hoy estoy muy cansada y qu iero irme pronto a la cama escuchó a mi padre al otro lado de la línea y luego asint ió Si, vale. Muchas gracias cariño. Eres un amor. Colgó y con lastimosos pasos recogió su ropa tirada por el suelo, y se dirigió a las e scaleras. Yo subí corriendo antes de que notase me descubriese en mi escondite y m e refugié en mi cuarto. Esa noche cené sólo con mi padre escuchándole hablar de lo bien que había jugado el part ido y demás. Yo ni siquiera le escuchaba, tratando de contener la erección que me pr

oducía recordar la forma tan cerda en que se había comportado mi madre con el Mani. Mientras, ella dormía feliz probablemente soñando con los pollazos que había recibido aquella tarde y los que aún le quedaban por recibir. ---------------------------------------------Bueno por fín entró en acción el Mani como muchos me habían pedido y de qué forma, ¿eh? Jaja . Espero que os haya gustado este relato. Aún no sé si mi próximo relato será la continu ación de esta serie o me tomaré un pequeño descanso mientras comienzo otra serie. Espe ro vuestros comentarios al respecto! Gracias a todos! Siempre se ha dicho que el fútbol levanta pasiones, y en los hombres de mi familia eso es algo que está más que comprobado. Mi padre me enseñó todo lo que se tiene que sa ber sobre el deporte rey, y no nos perdemos un partido jamás. Esto, aunque nos une enormemente a mi y a mi padre, siempre ha sido motivo de discusión entre mis padr es, ya que mi madre es anti-fútbol total. Supongo que lo que más le molesta es que c uando hay partido, se siente invisible, pues mi padre y yo nos volcamos tanto en el fútbol que durante esas dos horas no existe otra cosa. Pero quitando eso, somo s una familia feliz de Zaragoza. Yo me llamo Joaquín, tengo 22 años, estoy a punto d e acabar la carrera de químicas y se puede decir que soy un chico normal(o al meno s lo era).Mi padre Pedro tiene 47 años, es algo bruto, pero de los que caen bien a todo el mundo desde el primer instante, y es todo un hombre de familia. Mi madr e Ana tiene 42 años, pero desde luego aparenta estar aún en los treinta, y en muy bu ena forma por cierto. Mantiene un culo prieto, con carne donde agarrar, llenando cualquier pantalón que se pone en una forma perfectamente redonda. Aparte de su c ulo, que ya me gustaría que tuviese mi novia, es muy esbelta en general, y con un rostro del que me gustaría haber heredado algo más que la barbilla. Tiene los rasgos muy finos, con unos ojos color miel que siempre consiguen lo que quieren de mi padre y que además hacen juego con su pelo castaño. Pero lo que más llama la atención so n sus tetas. Tiene unas tetas increíbles, bastante grandes sin ser enormes, y que hoy en día siguen llamando la atención igual que hace 20 años, y que igualmente siguen desafiando a la gravedad, para mantenerse firmes y redondas. Como he dicho, el fútbol nunca había sido su pasión, pero pronto le encontraría el gusto a esto de tocar la pelota. Todo ocurrió un día que volvíamos de visitar a la abuela, y el tráfico estaba horrible, con los tres muertos de hambre y encima mi padre y yo desesperados por no perder nos el Zaragoza-Real Madrid. Al final cuando ya casi habíamos llegado a casa se ha bía hecho tarde, estábamos agotados y mi madre demasiado cansada para cocinar, así que decidimos parar en algún bar del lugar para tomar algo. Entramos primero mi padre y yo porque mi madre quería llamar a la abuela para ver como estaba, y nada más ent rar al bar nos invadió el ambiente de noche de partido, que estaba ya en su segund a parte recién comenzada. Fuimos rápidos a la barra pues no había una sola mesa libre, y pedimos algo de comer para nosotros y también para mi madre. Yo me fui acto seg uido al baño pues tenía que echar una meada, y de paso fumarme un cigarrillo. Por su erte era uno de esos baños con ventana al exterior, y aunque te mosquean mazo porq ue cualquiera de fuera te puede ver meando, viene genial para fumar a escondidas . Al cabo de un rato entro mi madre y parte del bar se quedó callado de repente. E ra un bar de cincuentones, y allí no se veía a ninguna otra mujer que a una señora que había tras la barra que debería tener sobre la edad de mi madre pero allí acababan lo s parecidos, porque a esta sí que le habían pesado los años y hacía que mi madre en vez de aparentar los 35 que suele echarle la gente aparentase 25. Además mi madre ese día iba vestida con unos vaqueros bien prietos que le marcaban el culo a la perfec ción, y encima sólo llevaba un polo rosa algo viejo que había ido encogiendo con los año s, y que marcaba sobremanera sus pechos. A todos los hombres del bar se les caía l a baba al ver a mi madre, y ella, ya acostumbrada a ello cruzó el local decididame nte hasta la barra. Mi padre y yo ya estábamos demasiado absortos en el partido y no le dimos importancia al repentino silencio, y lo mismo hizo todo el mundo por que en seguida ya se llenó el local de nuevo de gritos contra jugadores y árbitros. En ese momento oí un comentario que mosqueó un poco, y al girarme vi a nuestra derec ha, sentados en una mesa dos chavales de mi edad, que no paraban de mirar hacia la barra, donde estaba mi madre, y parecían desvestirla con la mirada. -Coño mira, ¿has visto las tetas de la titi esa? De reojo pude ver como los dos chavales miraban y se reían de los comentarios hech

os por cada uno sobre la anatomía de mi madre. Mi padre no se daba cuenta de nada en ese momento y mi madre o no lo oyó o decidió h acer oídos sordos. Entonces uno de ellos se levantó y se puso al lado de mi madre. -Hola, ¿qué tal? ¿Viendo el partido? dijo decidido -¿Perdón? preguntó mi madre sorprendida. -Hola, soy Sergio. Te preguntaba si estabas viendo el partido. Sergio era un cha val de pelo rizado, de rostro muy anguloso y moreno, y con un cuerpo atlético como el que siempre había querido tener yo. -¡Ah! Hola, yo soy Ana. Y no, no estoy viendo el partido. No me gusta el fútbol. -¿Ah no? ¿Y para qué has venido? -Por mi marido y mi hijo. Teníamos hambre y de paso ellos querían ver el partido. -¿Te puedo invitar a algo? le propuso el chaval. -No gracias, ya hemos pedido algo respondió mi madre con una sonrisa Al ver que uno de ellos había establecido contacto, el otro saltó de su silla y se p uso al otro lado de mi madre, apartándome de un empujón para tenerla flanqueada por los dos lados. -Oye, si no estás viendo el partido, al menos siéntate con nosotros y así hablamos sug irió el recién incorporado. Yo miraba de reojo todo lo que pasaba y mi madre miró primero a los dos chavales, que tenían buena planta y eran guapetes de cara, y tras decidir que además de guapos eran simpáticos, nos dijo a mi padre y a mí que se iba a sentar con ellos. Mi padre contestó un sí vago, completamente absorto en el partido. Yo no contesté, pero eso a mi madre ya le dio igual y se sentó en medio de los dos. Los dos chavales acercaro n sus sillas para estar casi rodilla con rodilla con mi madre, y dejaron de ver el partido, detalle que ella agradeció pues además de suponer para ella una victoria en su batalla personal contra el fútbol habiendo conseguido arrebatarle a dos seg uidores, estos dos le daban conversación, y además centraban toda su atención en ella. La mesa estaba a menos de un metro de donde estaba yo de pie, y no perdía detalle de lo que ocurría entre esos dos listillos y mi madre. -Si tienes razón. Todas las mujeres están cansadas de que los tíos las dejemos por el fútbol .pero míranos a nosotros dos, que preferimos estar hablando contigo que ver est e partido le decía uno a mi madre mientras ponía su brazo ardedor de los hombros de ella. -No te quejarás, que además estamos buenos que te cagas, ¿o no? añadió el otro que se llam aba Carlos. Este era un auténtico maromo, que a pesar de su camiseta de fútbol ancha , se notaba que había pasado unas cuantas horas en el gimnasio. -Jajaja, sois un peligro. Pero sí, tengo que reconocer que estáis bastante buenos se reía mi madre divertida. -Oye por cierto, que tetas más bonitas tienes. ¿Son naturales? preguntó Carlos sin apa rtar sus ojos de los dos globos de mamá. Ella se le quedó mirando durante un segundo con cara de sorpresa para luego romper en una carcajada. -¡Jajaja, pero cómo eres así! dijo mamá dándole una palmada en el muslo. -¡Te cuidado! le advirtió Sergio entre risas Como te descuides le acabas tocando la polla, jaja. -Bueno .¿ya estamos siendo fantasmas? respondió mi madre segura de que era otra broma de ellos. -Te aseguro que yo con eso no bromeo le aseguró Carlos. -Bueno bueno, eso habría que verlo dijo mi madre en broma. -Cuando quieras, Ana, si quieres vamos ahora al baño y te la enseñamos los dos. -Jaja, eso díselo antes a mi marido y a mi hijo que están ahí al lado dijo mi madre seña lándonos. Yo aparte rápidamente la vista porque no quería que creyese que estaba en pl an hijo celoso. -Ellos no tienen porqué enterarse le dijo Sergio. Pero esto lo dijo con un tono di stinto más serio, casi como una proposición, lo que me dejó helado, y por lo visto a m amá también, por la expresión de su cara. Enseguida mi madre apartó su mano del muslo de Carlos y cambió de tema, y entre ello s se miraron e hicieron como que nada había pasado. Pero esa mirada no paraba de m osquearme. Parecía que estuvieran planeando algo. Al cabo de un rato volvían a tener una conversación amistosa, con bromas algo subidas de tono pero de buen rollo. En

tonces vi que Carlos ponía "inocentemente" su mano en el muslo de mamá para que ella se girase porque quería contarle algo, pero desde ese momento no volvió a levantar la mano de la pierna de mamá. Ella no hacia nada que pareciese indicar que le mole staba, y probablemente se sentía halagada por esos dos chicos de la edad de su hij o que trataban de flirtear con ella, y por eso le permitía cierto contacto físico, p orque tal y como ponía su manaza sobre las piernas de mi madre, era imposible que ella no lo notase. La conversación entre los tres fue tornándose cada vez más subida de tono, con Carlos y Sergio tratando de sacarle detalles de su vida sexual a mi madre a cambio de c ontarle toda tipo de detalles de sus encuentros con otras chicas de su edad. Mi padre seguía en su mundo con el partido, y yo empezaba a estar mosqueado de ver a mi madre tan cómoda con cuatro manos tratando de sobarla disimuladamente todo el r ato. La mano de Carlos llevaba ya en su muslo casi 10 minutos y cada segundo par ecía subir un poco más, y por fin para mi alivió mi madre notó que esa mano ya había subid o demasiado, pues casi estaba rozando la ingle. Le apartó la mano pero sin brusque dad y riéndose. -¡Pero bueno! Jaja, ¿a dónde vas con esa mano? le preguntó mamá sin enfadarse, más bien rié se como si le hiciera gracia aquel joven tratando de meterla mano. - ¿A caso te gu staría que te tocase yo tan arriba en el muslo? Diciendo esto puso su mano en el muslo de Carlos, aunque bastante más debajo de do nde él había llegado a tocarla, pero algo encontró allí que le hizo ahogar un "oh dios m io" y apartar la mano enseguida. -Te lo dije Ana. Ya te lo avisé. Carlos no es un cualquiera, ni yo tampoco., jajaj a. Mi madre miraba a ambos una y otra vez, como entre confundida y avergonzada, mie ntras ellos dos se reían. -Venga mujer, no te asustes. Tu tienes unas tetas enormes que me gustaría tocar, y yo tengo una polla enorme que probablemente tú estas deseando volver a tocar. dij o Carlos volviendo a poner su mano sobre el muslo de mamá. Pero afortunadamente mi madre le apartó la mano y levantándose les dijo con apuro: -Yo esto debería volver con mi marido y mi hijo. Encantada de habler hablado con vosot ros. Y diciendo esto se puso otra vez a mi lado en la barra, apoyada de frente, dando la espalda a Carlos y a Sergio. Pude ver que además de confusa, estaba bastante e xcitada, cosa que me molestó bastante, pues no me hacía gracia verla cachonda, aunqu e fuese un poco, por tocar unos nabos de alguien que no fuera mi padre, y en esp ecial si eran chavales de mi edad. Yo iba a decir algo cuando me sentí otra vez em pujado y vi a los dos chavales que volvían a flanquear a mi madre. -¿Qué te pasa Anita? ¿Porqué nos dejas así plantados? le espetó Sergio. -No yo es que - mi madre intentaba decir algo pero se la veía demasiado nerviosa, y ni siquiera se atrevía a girarse. -Has tocado algo demasiado grande que te ha asustado, ¿verdad? le susurró el otro mi entras le comenzaba a acariciar el brazo. Mi madre dio un respingo, y se le puso la cara roja. Yo estaba a punto de decir algo e iba a avisar a mi padre cuando escuché algo que me dejó helado. -Dime Anita, ¿no te gustaría tocar un buen pedazo de carne como el que has tocado an tes? Tanto yo como mi amigo estamos muy bien dotados, y ahora mismo estamos muy cachondos gracias a ti. Sergio había cambiado completamente de tono al hablar a mi madre, de bromista a un tipo confiado que estaba seduciendo a una mujer casada y madre de un hijo que estaba allí mismo Venga sé que quieres tocárnosla, lo estás deseand o, y nosotros también. Queremos que las notas bajo nuestro pantalón. Entonces ambos se pegaron completamente a mi madre, probablemente rozando las pi ernas de mi madre con su entrepierna, deduciendo de la expresión de incomodidad ex citada que pude ver en su cara. Me giré deseando que nadie estuviese viendo semeja nte espectáculo para vergüenza mía y de mi padre, y afortunadamente todos estaban embo bados con el partido. Cuando me volví a girar se me quedó cara de tonto al ver como cada uno de ellos había cogido una mano de mi madre, y las estaban acercando a su entrepierna. Mi madre se resistía pero lógicamente ellos eran más fuertes, y por lo qu e pude ver tampoco se resistió demasiado, y cuando tuvo su mano en total contacto

con ambos paquetes, se quedó con la boca abierta, como si se le hubiera cortado la respiración. -Dime Anita ¿qué te parece ahora? preguntó Sergio mientras llevaba la mano de mamá arriba y debajo de su entrepierna. Mamá no dijo nada y sólo tragó saliva. -¿Son grandes o no?¿Eh? jeje dijo Carlos haciendo lo mismo que Sergio. -Si .sí que son grandes .son enormes si - consiguió responder mi madre. Yo volví a mirar alrededor esperando que nadie se fijase, porque esto ya sí que era humillante. Pero Sergio y Carlos estaban tan pegados a mi madre que había que fija rse para ver el movimiento de manos que había de cintura para abajo, y todo el mun do estaba con el partido. Durante unos minutos nadie dijo nada. Ellos guiaban la s manos de mi madre a través de sus paquetes, mirándose entre sí complacidos, y mi mad re sólo miraba al frente sin saber qué hacer con semejantes paquetes entre sus manos . Al cabo de un rato tanto Sergio como Carlos soltaron sus manos, pero mi madre a pesar de ser libre de dejar de tocarles, siguió con el mismo movimiento que había estado siguiendo junto a la mano de esos dos chicos. Era evidente que estaba per diendo el control sobre ella misma por momentos. Ellos al ver que mi madre ya co operaba se miraron y se guiñaron un ojo. Acercándose, Sergio le dijo: -Bueno veo que te gusta tocarnos el paquete, ¿eh? A nosotros nos apetece tocarte las tetas. Es lo justo, ¿no? mi madre tragó saliva sin saber que decir, pero siguió frotánd oles el paquete. -Venga Anita, que me muero por sobarte esas tetazas. Seguro que tu también te muer es de ganas por que te cojamos tus melones. ¿No te gustaría? Que te tocásemos las teta s, te las estrujásemos, las chupásemos, que te succionasemos esos pezones deliciosos que debes tener Venga, sólo tocaremos un poco .nadie lo va a ver. Fíjate, están todos dem asiado ocupados con el fútbol que tanto odias. Pero el fútbol son más cosas. Como tú tocán donos el paquete, y nosotros tocándote las tetas. Venga, no falta mucho para que a cabe el partido. Sólo te las tocaremos un poco, y si alguien nos ve, pararemos. ¿qué t e parece? Y tu podrás seguir tocándonos el bulto todo lo que quieras, jaja. Sergio se inclinó para besarla, pero ella apartó la cara. -¿Pero qué coño ? Venga zorra, sabes perfectamente que te gusta que te toquen las tetas. No seas tan puta, tú tocándonos la polla, ¿y ni siquiera me dejas besarte? El tono de Sergio cambió radicalmente. Había pasado de tratarla como a una señora casada que fli rteaba a tratarla como a una zorra cualquiera Voy a contar hasta tres, y si no m e dejas probar esa lengua de guarra que tienes, tú te quedas sin tocarnos la polla . Uno .dos . -¡No! le rogó mi madre No aquí no vamos al baño. Los dos se miraron como diciendo: "el plan ha salido a la perfección", y Sergio co gió de la cintura a mamá y empezó a andar hacia los baños. Carlos les seguía, mirando el c ulazo de mamá al andar. Yo me quedé allí con cara de tonto durante unos segundos, sin saber qué hacer. Entonces decidí que tenía que parar aquello como fuera y el baño era pe rfecto, pues así nadie más se enteraría, así que fui directo al baño, pero casi me da un v uelco al corazón al ver que la puerta estaba cerrada. Entonces me acordé de la venta na del baño, y rezando por que no la hubiera cerrado alguien, salí pitando del bar y dando un rodeo, me llené de arañazos atravesando los matorrales pero al fina llegué h asta la ventana. Al asomarme casi se me para el corazón. Pude ver a mi madre besando apasionadament e a Sergio, que la sobaba bien el culo mientras por detrás Carlos le agarraba de l as tetas. Mi madre, mientras ofrecía su boca a Sergio, tenía una mano delante y otra detrás, tocando aquellos paquetes que contenían un enorme tesoro. No podía creerlo. Estaba a punto de ver a mi madre traspasar la línea del tonteo par a llegar al adulterio, y lo estaba haciendo a escasos metros de papá, con dos desc onocidos de mi edad y en el baño de un bar de mala muerte. Sergio metió su mano en la entrepierna de mamá, provocándola un suspiro que interrumpió el intenso beso que se estaban dando, momento que aprovechó el gorila de Carlos pa ra levantarle el polo a mi madre. Aún no le había sacado el polo por la cabeza cuand o Sergio ya le había arrancado el sujetador y estaba chupando en pezón, provocando u n espasmo de placer en mamá. Tras tirar el polo al suelo, Carlos la agarró de la bar billa y la hizo abrir la boca para dar entrada a su lengua, que comenzó a embadurn ar sus morros de saliva, pero ella estaba tan excitada que le daba igual todo. Sól o se concentraba en seguir tocando esos dos bultos que parecían de tamaño imposible.

-Joder Carlos, tienes que probar estas tetas. ¡Coño, no había catado unos pezones así en mucho tiempo! le dijo Sergio a su amigo. Entonces Carlos sacó su enorme lengua de la boca de mamá y la giró, apoyándola contra la pared. Ella puso sus manos sobre su cabeza, rindiéndose ante ellos y ofreciéndoles sus increíbles tetas. Inmediatamente los dos se lanzaron sobre sus pechos, cada un o cogiendo uno de aquellos melones y saboreando cada centímetro de teta que tenían e ntre sus manos. Mamá bajó las manos para acariciar las cabezas de sus dos nuevos ami guitos que estaban dejando sus tetas brillantes de saliva. -Uhmm ..siiii .aahhhh dios cuánto estaba deseando que me comieseis las tetas siiii les de mamá llena de excitación. Cuando tuvo las tetas bien húmedas, agarró suavemente del pelo a esos dos cabrones y consiguió separar sus labios de sus pezones. -Aahhh sii .Buen trabajo chicos. Creo que me van a reventar los pezones dijo mi ma dre sonriendo de placer. -¡Jajaja, ya te digo si están duros tus pezones! se reía Carlos. -¡Dios, vaya tetas! Si llego a saber que tienes unas tetas así, te las como en el ba r delante de todos! Jajaja dijo Sergio. Mamá se reía con los dos con las bromas que hacían de su boca y sus tetas, mientras ella acariciaba sus cabezas y ellos seguían lamiendo sus melones. Yo creí que todo había terminado, pero mucho me equivocaba, porque los tres cruzaron miradas y no hizo falta ni hablar. Ellos empezaron a desabrocharse los pantalon es y ella se puso de rodillas, con la mirada expectante para ver qué tremenda herr amienta podían esconder paquetes como esos. Sergio se la consiguió sacar primero, y lo que pude ver me dejó consternado. Era un pollón enorme, probablemente más del doble que la mía, y que abrió los ojos de mi madre como platos. Miró a Sergio a los ojos, y sin decir palabra agarró la polla de la base y fue acercando la cabeza hasta intr oducirla parcialmente en su boca. Tras saborearla un poco como si de un caramelo se tratara, cerró los ojos y comenzó un movimiento con la cabeza que hizo suspirar a Sergio de placer. -Ohhhh siiii ..Anitaaa madre mía como chupas joder con la mujercita casada . -Glup, glup .slurp .glup..- se oía a mi madre chupar con deleite. Mientras, Carlos por fin liberaba su polla, que nada tenía que envidiar a la de Se rgio, es más, siendo de una longitud aproximada, era mucho más gruesa. Tras un rato de mamársela a Sergio, por fin se la sacó de la boca para tomar aire, pero apenas tu vo tiempo ya que el bruto de Carlos la agarró de la cabeza y le metió la polla en la boca sin darla tiempo ni a coger un suspiro. -¡Ven aquí, guarrilla! Ya esta bien de chupar tanto esa polla. ¡Que aquí tienes otra a t u entera disposición, jaja! Verás, te voy a enseñar a mamar bien este trozo de carne q ue te ofrezco. -¡Uhhnnmmgg!¡Glug!¡Ugh!¡Uhhmmmgg! trataba de gritar mamá protestando por la brusquedad de Carlos. Carlos movía la cabeza de mamá como si se estuviera haciendo una paja a dos manos y ella intentaba mamar como podía, pero apenas conseguía respirar y tragar saliva. Cua ndo parecía que por fín cogía el ritmo, Carlos le agarró de nuca y obligándola a abrir la boca todo lo posible, empezando a meterle toda su polla en la boca, tratando de que se la tragara entera, provocándole arcadas a mi madre. -Venga Anita .tú puedes .jajaja .hasta el fondo quiero notar tu garganta .¡eso es! ¡buena chi hasta el fondo, jajaja! -¡Glaggghh!¡Wuegg .! mi madre estaba a punto de vomitar Cuando el gorila por fin estuvo satisfecho, mi madre sacó su cabeza del nabo de éste lo más rápido que pudo e intentó coger aire. -¡hh joder .casi me ahogo! Menuda cacho de polla ¿no ves que es imposible que me la trague entera, so bruto? le dijo cariñosamente a Carlos mamá. Pero el bruto de Carlos la cogió de la barbilla y levantándola le agarró con brusqueda d de las tetas con ambas manos, mientras le volvía a clavar un beso lleno de babas en la boca de mi hasta ahora querida madre. -¡Deja de quejarte tanto, cerda, y ven que te voy a saborear esa boquita de puta q ue tienes! Mientras tanto Sergio se había agachado y poniéndose detrás había empezado a desabrochar le los vaqueros, y cuando las nalgas de mamá quedaron a la vista de Sergio, dejand

o a la vista un tanga liso blanco inmaculado, éste se lanzó a besarlos y mordisquear cada nalga, mientras le empezaba a bajar el tanga poco a poco para mostrar un c oño perfectamente depilado. Al cabo de unos segundos, mi madre estaba completamente desnuda, con Carlos comién dole la boca y Sergio comiéndole todo desde su ano hasta el coño desde detrás. -¡Qué rico está tu anito, Anita, jajaja! Mmhhh .ñam slurp - le decía Sergio entre lamida y l da. A mí se me caía el alma a los pies al ver a mi madre completamente desnuda entre dos tipos vestidos con las camisetas de fútbol que tanto nos había recriminado a mí y a m i padre por llevar, jugueteando brutalmente con la boca de uno y ofreciendo sus partes más íntimas para deleite del otro. Los gemidos de placer de mi madre se mezclaban con el ambiente de bar que provenía de la puerta situada al otro extremo del baño, lo cual me recordaba que había un mo ntón de personas a escasos metros de donde mi madre se ofrecía gustosa a aquellos do s recién conocidos, pero ella estaba tan cachonda que ya no debía ni oír el murmullo d el partido. En ese momento se oyó un estruendo de voces y gritos de "¡gooooool!", que indicaba q ue el Zaragoza acababa de meter un gol. Tanto Sergio como Carlos dejaron de come rle la boca y el ano a mi madre para empezar a celebrar el gol, gritando sin imp ortar que alguien les pudiera escuchar. Los dos saltaban de alegría, chocando las manos y con gestos de felicidad, y mi madre allí, desnuda, sonreía sin apartar la vi sta de esas dos pollas que se movían de arriba abajo con cada salto de alegría. Tras unos breves momentos de euforia, ambos miraron a mi madre que ahora les miraba sonriente, algo que me sorprendió, pues siempre que yo y mi padre hacíamos lo mismo decía que parecíamos dos monos enjaulados. Con una sonrisa maliciosa, los dos se ace rcaron a mi madre, y por turnos la fueron cogiendo para darle cada uno un intens o morreo que para cuando acabaron tenía a mi madre tratando de coger aire, pero co n una cara de alegría que jamás se me pasó por la cabeza que pudiera exhibir mi madre por esos dos hinchas del deporte que tanto detestaba. -Me alegro por vosotros, de verdad dijo mi madre sonriente y con toda la sinceri dad del mundo. -Pensaba que no te gustaba el fútbol. Que encontrabas los partidos muy aburridos d ijo Sergio. -Si, pero creo que le empiezo a coger el gusto a los partidos. Acabo de descubri r que hay muchas cosas que se pueden hacer en un partido y no había descubierto ha sta ahora explicó mi madre con tono juguetón No sabía que la pasión de los hinchas era t an .excitante. -Jaja, vaya golosa que estás hecha le dijo Carlos. Mi madre se rió por el comentario . -Anita, tenemos una sorpresa para ti anunció Sergio intercambiando miradas con su amigo Para celebrar el gol, te vamos a enseñar lo que es un doblete en condiciones , jeje. Mi madre se mostró confusa por el comentario, porque al igual que yo, creo que ya se olía lo que insinuaban sus dos hinchas favoritos. Carlos se puso detrás de ella, y le dijo: -Sujétate a mi cuello y diciendo esto la cogió por detrás de los muslos y la levantó en vilo, con las patas abiertas, ofreciéndole una magnífica vista de su coño bien depilad o a Sergio, que pasó su dedo por toda la raja, recogiendo los líquidos generados por su excitación mezclados con su saliva, y le introdujo el dedo en el culo. Mi madr e soltó un gemido y se quedo mirando con cara seria a Sergio, sin decir una palabr a. Yo podía notar como temblaba, no sé si de miedo o excitación. -Bien, veo que estás bien mojadita, jaja. Bueno, pues que sepas que te vamos a hac er sentir la pasión del fútbol muy adentro le dijo Sergio con tono severo. -¿Ah si? ¿Y cómo vais a hacérmelo sentir? preguntó mi madre nerviosa pero excitada. -Creo que lo sabes perfectamente le contestó Sergio. Se acercó a ella y la besó en la boca de nuevo, y mi madre devolvió el beso con sensualidad. En ese momento Sergio la cogió por donde Carlos la había estado sujetando, y éste pasó sus manos para posarlas sobre las nalgas de mamá. Con una mano se agarró esa enorme polla que ya estaba a p unto de explotar y apuntó hacia su ojete. Mamá, sabedora de lo que venía, se agarró con más firmeza al cuello de Carlos y se preparó entre murmullos que se apagaban en la b

oca de Sergio. -Bien, allá va, Anita declaró Carlos. Con una leve movimiento levantando y volviendo a bajar a mi madre en vilo, pude ver como aquella punta monstruosa comenzaba a desaparecer por el ojete de mamá, totalmente a merced de los poderosos brazos de C arlos que actuaban como un ascensor para el culo de mamá. -¡¡¡Mmmmhhhhhhhh!!!!¡¡¡¡Mnnnñññññggg!!!! trataba de gritar mamá, pero Sergio se negaba a li , y mientras la seguía besando, sin darla tiempo a haberse acostumbrado a tener es e pollón en su dulce culito, se cogió el nabo y lo situó a la entrada de su vagina. Si n poder liberarse del morreo de Sergio, mi madre abrió los ojos para mirarle como suplicándole, pero tuvo que volver a cerrarlos cuando éste, sin compasión la penetró su coñito rosado. Por un momento los gemidos de mamá cesaron, sólo para volver a reanudarse con más fuer za. Gritaba como una poseída, gritos de dolor y súplica ante esa doble follada que l a estaban dando. -Aahhhhggg ..siiiii ..mierdaaaa .¿te gusta el doblete, Ana?¿te gusta? le preguntaba Carlos de forma retórica. -¡¡Mmmmnnnn!!¡¡Ggggnnnnhhgggg!! gritaba mi madre mientras seguía tratando de liberarse del beso de Sergio para pedirles que parasen. Pero los gritos de mamá apenas duraron un par de minutos. Ya no trataba de liberar se del beso de Sergio. Es más, lo buscaba ella con más ahínco que nunca. Sergio, sorpr endido, le daba a mamá toda su lengua para que pudiera saborear la boca de su foll ador. Carlos intensificó sus embestidas anales, y los gritos y gemidos de mamá empez aron otra vez, pero esta vez ya no denotaban dolor, sino más bien placer. Las embestidas de ambos ya se habían sincronizado, y mamá y Sergio habían liberado sus bocas para buscar algo de aire. -¡¡Oohhhh!!¡Siiiiii!¡Oh si, Carlos!¡Dios mío, penétrame hasta el fondo!¡Ahh .siii .los dos .m y adentro!¡Hacedme sentirlo todo! -¡Uff puta guarra .vaya coñito más caliente que tienes joder .!¡Y vaya tetas!¡Te voy a arranc s pezones! gritaba Sergio extasiado, mientras le succionaba los pezones con tal pasión que parecía que se los iba a arrancar de verdad. -¡Jajaja, cacho de cerda, te voy a dejar el ojete como un balón de fútbol!¡Mira como te gusta el doblete! Parece que no te cansas, ¿eh? se reía Carlos mientras su polla ent raba y salía por el culo de mamá. -¡¡Ahhhhh!!¡¡Nnnngggg!!¡¡Siiii me gusta me encanta el doblete!! decía mamá ya totalmente ca fuera de sí. Así estuvieron un buen rato, mientras esos dos chavales embestían al unísono y las cad eras de mi madre acompañaban al compás de unos gritos y gemidos de placer que me tal adraban los oídos. Desde fuera podía ver el cuerpo sudado de mamá que se retorcía de pla cer entre esos dos forofos que la estaban aleccionando en la cara oculta del fútbo l, y poco a poco las embestidas cobraron mayor ritmo, al tiempo que los bufidos de los chavales y los gemidos de mamá iban en crescendo. -¡Ohhh joder me cago en la puta .ya no aguanto más! gritaba Carlos completamente rojo y con las venas de la cabeza hinchadas. -¡¡Annnnnnggg!! ¡Dámelo dámelo todo! ¡No os cortéis un pelo! ¡Venga, así, así! gritaba mi m ada. Mi propia madre intentaba saltar en el aire para recibir clavadas más profund as, lo cual tenía a Carlos y a Sergio en el paraíso. Y entonces se corrió. Con un bufido como el de un toro su cara quedó paralizada, al igual que su cuerpo. En esos momentos estaba llenándole el culo de leche a mamá, y e lla empezaba a arquear la espalda del placer de sentir esa leche dentro suya, y sus dedos se empezaron a crispar, señal de que estaba a punto de tener un orgasmo. -Ahhhh Carlitos ..que calentita tu leche aah .sii .me gusta .siiii . y acarició la cara de s dándole besitos en la mejilla, mientras éste seguía ahí de pie, con su polla todavía den tro del culo de ella, reteniendo toda su leche en el agujero de mamá. Sergio aumentó el ritmo de sus pollazos, excitado por la escena que estaba presenc iando de ver a mi madre tan guarra, y mi madre volvió a aumentar sus gritos. -¡Yaaaaa! ¡Siiii! ¡Ohhh Sergio, más rápido, más rápido! ¡Yo me .me corrooooo! gritó mamá, g l forma que si cerraba los ojos parecía estar viendo una peli porno. La zorra gemía igual o más que las actrices profesionales. Y era mi madre. Sergio también debió notarlo, porque eso ya fue demasiado para él, y cogiéndola de la nu ca le clavó un pollazo final que incluso empujó a Carlos un paso atrás, y su cuerpo qu

edó en tensión mientras la llenaba de fluído. -¡Arrgghhh! ¡Tómalo entero, Anita maldita puta .esto por zorra! ¡aahhgg! exclamó Sergio cas on odio. Aún no había terminado de correrse dentro de mi madre y de decirle lo puta que era cuando mi madre con un espasmo se agarró repentinamente al cuello de Sergi o, y lanzó un largo y significativo gemido mientras sus caderas daban golpes invol untarios, clavándose en ambos penes. Hasta Sergio se calló la boca. Y allí quedaron lo s tres. Carlos sujetándola todavía del culo, mi madre ensartada en los dos agujeros y abrazada a Sergio con la respiración entrecortada. El primero en reaccionar fue Sergio. -Carlos, baja ya a esta zorra y Carlos obedeciendo la puso de pie en el suelo, c on las pollas aún dentro. Sergio sacó la polla semiflácida del coño de mi madre, y un segundo después lo hacía Carlo s. Ambos tenían las pollas aún chorreando semen, pero no pareció importarles. Mi madre estaba completamente ida, y tuvo que agarrarse a uno de los lavabos para no cae rse de bruces, pues le temblaban las piernas y apenas conseguía mantenerse en pie, con la vista perdida todavía sin creerse lo que acababa de hacer. Sergio encontró s u polo tirado en el suelo del baño, y tras limpiarse la polla con el polo se lo pa só a Carlos que hizo lo mismo. Miraron a mi madre, y vieron que estaba como ida, y decidieron que allí no tenían nada más que hacer. Así que le tiraron el polo manchado d e semen y se dirigieron a la puerta para quitar el cerrojo. -Bueno Anita, espero que lo de hoy te haya servido para algo. Al menos ya no pod rás decir que te has aburrido en un partido le dijo Sergio con sorna antes de abri r la puerta Salieron cerrando la puerta tras de sí, y desde la ventana pude escuchar la risa d e Carlos riéndole la gracia a Sergio. Mi madre seguía allí de pie, con la mirada perdi da, pero tenía un brillo en los ojos que indicaba que aún seguía excitada por la treme nda follada que le habían dado. Temeroso de que pudiese notar mi presencia en la v entana, pues ahora ya no tenía dos enormes pollas que la distrajeran, me escabullí d e nuevo a través de los matorrales que rodeaban el bar y volví andando hasta la entr ada principal. En mi mente no podía parar de ver imágenes de mi madre recibiendo una doble penetración por dos pollas de tamaño descomunal, y ella lejos de quejarse, mo ntándolas con pasión y sin vergüenza alguna. Llegué hasta la puerta y al entrar el parti do ya había acabado. Ni siquiera tuve ganas de mirar el resultado. Me fui al lado de mi padre y le miré con pena. Pobre hombre, tan absorto en el partido que ni se olía lo que había estado haciendo su mujer a escasos metros, en el estrecho baño de aq uel bar. Sergio y Carlos se estaban sentando de nuevo en su mesa con dos cervezas, brinda ndo por lo que parecía ser la victoria del Zaragoza, pero yo sabía que no era eso. N os miraron a mí y a mi padre, y empezaron a sonreír de forma burlona. En ese momento salió mamá del baño, y lo que vi me hizo sentirme como una mierda. Allí estaba ella, se había arreglado un poco, y su expresión era otra vez normal, aunque con el brillo d e la lujuria aún presente, y en su polo rosa había manchas húmedas que yo sabía de que e ran, y a ella no le parecía importarle para nada notar las manchas de semen en su piel. Se acercó y mi padre se giró. -Oye cariño, ya ha acabado el partido. Ya nos vamos a casa. Perdona si te has abur rido le dijo mi padre disculpándose. -Oh, no te preocupes. Al final lo he pasado bien dijo ella inocentemente. -¿De veras? Vaya dijo mi padre sorprendido. Entonces se fijó en las extrañas manchas s obre su polo Cariño, te has manchado de algo. ¿Qué es eso? -No es nada Pedro. Me he manchado un poco en el baño. Mi padre lógicamente creyó que se refería al agua, pero yo sabía que sí, que se había mancha do en el baño, pero no precisamente de agua. -Bueno, pues vámonos a casa ya mi padre pagó la cuenta y nos dirigimos a la puerta. Mi madre salió la última, con todo el bar observando ese culo bambolearse. Antes de que saliese mi madre pude oír un: "hasta luego". Mi madre se giró y vio a Carlos y S ergio sonriéndola, tocándose la camiseta por donde mi madre tenía las manchas, y ella soltó una risita y se despidió de ellos con una sonrisa. Ya de camino a casa en el coche mi padre miró a mi madre con amor. -Cielo, gracias por ser tan comprensiva. Sé que no te gusta el fútbol, pero este par tido era muy importante. Lo siento de veras, ya sé que soy muy pesado con el fútbol

pero -Cariño, ya te he dicho que no te preocupes. Me lo he pasado muy bien. -¿Cómo? preguntó mi padre alegrándose - ¿De verdad? Sabía que te acabaría gustando. Toda es asión .Por fin has sentido la pasión del fútbol, ¿eh?, jejeje le preguntó mi padre ingenuam nte. -Sí. La he sentido profundamente dentro de mí contestó mi madre. Por fin llegamos a casa y mi madre me dio un beso de buenas noches sin que pudie ra apartarme, y se fue directamente a la cama. Yo me quedé con mi padre en el salón viendo el resumen de la jornada, pero por mi cabeza sólo pasaban imágenes de mi madr e y los dos forofos del fútbol que habían conseguido levantar en mi madre el gusto p or el deporte rey. Silvia es, sin duda, una de las mejores amigas de mi mujer, Mar (no Marimar). Cu ando nos llamó y nos contó que lo había dejado con su novio, nos dejó de piedra. Para no sotros hacían una pareja perfecta, y nada nos hizo pensar nunca que se estaban ale jando hasta llegar a la ruptura final. La sospecha de una tercera persona, por p arte de él, parecía más que una posibilidad, por la forma extraña en que su novio le dij o que necesita tiempo para reflexionar y que era mejor que, de momento, dejaran de verse. En realidad, llevaban casi seis meses algo distantes, él se comportaba d e forma extraña, apenas tenían relaciones sexuales (por lo que nos contó), y apenas ha blaban. Hacía una semana de todo esto cuando Silvia nos llamó. Estaba bastante afectada. Nos pidió ir a visitarnos, para poder charlar con nosotros. Se encontraba mal, y nece sitaba compañía. Nosotros vivimos al lado del mar, y en pleno mes de Junio debió pensa r que unas pequeñas vacaciones con nosotros podían ayudarla, si no a olvidar, a hace r un poco más llevaderos esos días tan difíciles después de una separación. Vivimos en una casita justo al lado de la playa, en una urbanización bonita, con piscina, bonito s jardines, etc. En estos casos, prefiero mantenerme al margen. Soy Psicólogo, peor no ejerzo con a migos ni con familiares. Es muy complicado. Nunca he sido capaz de delimitar don de acaba el Jaime-psicólogo y donde empieza el Jaime-amigo, y viceversa. Por eso, mejor dejo que sea mi mujer la que se ocupe como amiga y consejera en estos tema s. El pronóstico meteorológico era inmejorable. Anticiclón, cielos despejados, ausencia d e viento, calor moderado. Podíamos pasar un fin de semana de playa y copas. También a nosotros nos hacía falta. Llegó a casa un viernes por la tarde. Después de los saludos, de deshacer la maleta, nos contó lo difícil que estaban siendo estas días para ella, y después de unas lágrimas, decidimos que ya estaba bien y a Cesar (su novio), que le dieran. Hicimos planes para el día siguiente. Mi mujer, muy clara dijo: -A ti te hace falta una buena polla. Eso está claro. Así que esta noche nos vamos de copas, y mañana nos vamos a una playa nudista que hay cerca de aquí, para que te re crees la vista -Vamos a ver, vamos a ver. Lo de las copas, sin duda, pero lo de la playa eso es muy fuerte. Yo no he estado en ninguna, y yo me pongo en pelotas en ningún sitio. Que corte -No hace falta que te quites nada. En estas playas se pone en pelotas quien quie re. Tu te quedas en bikini, y ya está, y miras el paisaje , que donde vamos a ir hay unas pollas como panes... Pero la idea no la convencía -Ya, ¿y vosotros? ¿Haceis nudismo? Quiero decir, ¿os quitais todo? -Si, a nosotros no nos da ningún corte añadí yo -Pero como vamos a estar allí, ¿en pelotas, delante de todo el mundo? -Te repito: eres libre de quitarte o ponerte lo que quieras. De todos modos, si vas a estar incómoda, mejor vamos a otro sitio. Pero como dice mi mujer, te hace f alta distraer la mente, y mejor si las vistas son bonitas. A esta playa va mucho alemán, mucho ingles, mucho suizo. Te advierto que te va a gustar. Mar, sin ir ma s lejos, no para de hacer comentarios de cómo están, imagínate -¿Y a ti no te molesta? -A mi me da igual. Además, también hay tías, no te olvides. Pero nosotros no vamos de mirones ni a hacer cometarios de cómo está la gente, conste. Simplemente, a veces, n

os apetece ponernos en bolas en la playa. Aquí, en nuestra piscina, lo hacemos sie mpre cuando estamos solos. Por eso nos agradó, cuando me trasladaron a esta zona, saber que aquí cerca había una zona nudista. Como se veía que Silvia estaba incómoda con la conversación, cambiamos de tema. Pero a l rato, quizás 20 minutos después fue ella la que volvió sobre él: -¿De verdad que os ponéis en pelotas en la playa, así sin mas? -No sé por qué le das tanta importancia dijo mi mujer- Yo te he visto desnuda mil vec es, y que yo sepa, no te ha pasado nada. -Ya pero con Jaime delante...pues sí, me moriría de vergüenza -Te aseguro que no. Y si te da vergüenza, te aseguro que te dura tan solo unos min utos. Después, de esos primeros minutos, satisfecha la curiosidad, un pecho, un pe ne, se vuelven tan solo partes del cuerpo como un brazo o un pie. -Si tuviera un cuerpo Danone, pues a lo mejor me lo pensaba, pero es que ahora y a no estoy como cuando tenia 20 años -Mira. Lo que te pasa es que te cuesta aceptarte tal y como eres. -Ya habló el psicólogo dijo mi mujer, que sabía que no me gustaba mezclar trabajo y ami gos -Solo le voy a decir esto, de verdad: si no aprendes a aceptarte, si no te gusta s, no vas a superar nunca el bajón anímico que tienes. Necesitas reafirmarte, sentir te guapa. En primer lugar, porque lo eres. Eres una chica atractiva, tu pelo rub io, tu piel blanquita, tienes un pecho bonito, un tipito agradable. -Yo sé que cuando voy por la calle me dicen cosas, y eso, pero también sé que mi pecho está más caido, tengo cartucheras, he ensanchado algo de caderas -Bueno, antes eras una chica 10 y ahora eres 9,5. Sigues estando muy bien. Además, lo que hayas perdido en físico lo has ganado en otras cosas. A tus 32 años eres una mujer mucho más interesante, tienes una conversación muy agradable, sabes lo que qu ieres. Si te comparas con tu época de veinteañera, has ganado. Mi mujer marta asintió: Es verdad dijo. Creo que mis comentarios contribuyeron a subir su ego. La tensión se rebajó. Ya sonr eía, estaba más Animada. Bromeaba incluso con temas varios. Volvió a sacar el tema: -Pues yo creo que me cortaría muchísimo al desnudarme, Jaime. No te ofendas, pero cr eo que me cortaría mucho contigo. Con Mar, no, pero contigo delante, creo que me m oriría de vergüenza. -Sal de dudas dije yo -. Mira, yo voy a ir a ducharme ahora. La ducha es grande, como sabes. Ven y te duchas conmigo -¿Pero tu le has oido, Mar? ¡Que barbaridad! ¿cómo me voy a duchar yo contigo? -Así sabes si te da corte o no. Además, si lo haces, seguro que mañana en la playa te da ya igual. No te estoy diciendo que nos acostemos juntos: solo que te duches c onmigo, sin mas Mar me miraba sonriendo -Déjala, que se muere de vergüenza -¿Pero es posible? ¿Y tu no dices nada? decia Silvia a mi mujer, escandalizada -A nosotros nos da igual, en serio. Jaime no se va a asustar, y no te va a viola r, en serio -Mira, yo voy a ducharme. Si te decides, vienes, y si no, pues nada, ya se verá maña na si te apetece. Yo entré en la ducha y las dejé hablando a las dos. Silvia estaba escandalizada, per o no me pareció ver que rechazaba totalmente la idea. Solo estaba confundida, abru mada, quizás. Hablaban aunque con el agua cayendo no oía la conversación De repente, al cabo de bastantes minutos, la mámpara se abrió. Silvia apareció desnuda . Bonito cuerpo , pensé, y sonreí. La verdad, aunque sabía que había alguna posibilidad de que accediera, siempre fue demasiado indecisa como para hacer algo así. Era posibl e, pero no probable. Pero en esta ocasión me sorprendió. Desnuda, totalmente desnuda , apareció en la ducha. Se metió en ella y me dijo: -¿Qué? esperando que hiciera alguna valoración sobre su cuerpo -¿Ha sido tan terrible? -Mira, no hagas que me piense lo que estoy haciendo Empezó a caer agua por su cuerpo. Sus pezones empezaron a retraerse, hasta quedar

completamente enhiestos. Tenía los ojos cerrados, y eso me daba la oportunidad de admirar su cuerpo. Ambos nos enjabonábamos. En ese momento, entro mi mujer en el b año, vestida, y corrió la mampara -¿Qué tal? preguntó a Silvia -Rarísima. No preguntes. Estoy aquí duchándome en bolas con tu marido. No me digas que esto es normal, porque no lo es. -¿Te ha violado ya, o todavía no? dijo, sentándose en la taza del baño como espectadora -Ja, ja y ja respondió ella, con cierta sorna que graciosa Cogí la esponja y empecé a enjabonarle la espalda -¿Qué?¿Te pone? -No me pone nada -¿Ves? Hacemos a veces un drama de cosas tan sencillas y naturales como el cuerpo humano desnudo -No sigas, por si acaso. Además, no sé si ponerme de espaldas. Mi ex (era la primera vez que le llamaba su ex ; hasta entonces siempre le habia llamado su novio ) tenía una obsesión con darme por detrás... -Jajaja reía mi mujer todos son iguales -¿Jaime también? -Ya te digo; no paró hasta que metió... -Ah, ¿que ya lo habeis hecho por detrás? -Pues chica, no es que me vuelva loca, pero vamos, tampoco está tan mal -Pues a mi por detrás no me meten ni supositorios dijo Silvia, muy segura de sí misma -¿Por qué no, en vez de estar ahí de espectadora, no te metes aquí con nosotros? dije, mi rando a mi mujer -Ni se te ocurra lo que estás pensando dijo mi mujer, que adivinó de forma inmediata que lo que se me pasaba por la cabeza era un trío que había propuesto muchas veces p ero que siempre había sido rechazada. Y en el baño no pasó nada más. La verdad, una lástima, porque se daba todas las condicio nes para que hubiera pasado algo inolvidable: estábamos los tres, Silvia y yo desn udos, en casa, Mar estaba allí con nosotros y además divirtiéndose. Pero no supe encar rilar el asunto de forma adecuada Por la noche salimos, como habíamos pensado. Un par de sitios de copas, y la cosa se fue animando. La tercera copa, y Silvia ya tenía un puntito muy interesante. Un chico se acercó. Apuntaba maneras. Charlaban animadamente, y Sil se dejaba seduci r. Pero fue torpe. Al chico le entraron las prisas, y cuando iba por buen camino empezó a agobiarla con dar una vuelta por la playa, irse al coche, sino le apetecía pasar un rato interesante. Total, que ella empezó a plegar velas, y volvió a reunir se con nosotros, después de esquivarle diplomática pero enérgicamente. La ultima la tomamos en un sitio más tranquilo, con música a bajo volumen, lo que no s permitía hablar. Y después de una risas y una conversación intrascendente, nos dijo: -Joder, estoy cachondísima, más que una perra en celo. Tanto tontear con el chico es te, casi tres meses sin hacer nada de nada, y encima, este Jaime se me pone a ha cer un numerito en la ducha. Reimos los tres sin darle más importancia al comentario Ya en casa, nos acostamos en seguida. Mi mujer y yo nos quedamos un rato charlan do del día, y concluyendo que veíamos a Silvia más animada. Después, hicimos el amor. Ma r estaba excitada, encendida. En plena acción, mientras ella estaba encima de mi c abalgándome, se arrimó a mi oido y me dijo: -Que? ¿Te hubiera gustado tirarte a Silvia en la ducha? -Por supuesto dije yo, para calentarla un poco más, y sobre todo, para ver cual er a su reacción -Sí? Y que le habrías hecho? -Me hubiera gustado enjabonarla entera, por detrás y por delante. Pero sin esponja . Tocarla las tetas, acariciarle los pezones, comérselos un poquito y acerqué mi boca a su pecho, y me puso a mamárselos Así, como te los estoy comiendo a ti Notaba como Mar se estaba calentando. Había dejado de hablar y solo escuchaba. Com o yo le mamaba lo pezones, pero no hablaba, deslizó su boca de nuevo hasta mi orej a y me dijo: -¿Y que más? -Me hubiera gustado que te desnudaras y te metieras en la ducha con nosotros

-Estuve a punto, pero no cabíamos -Sí que cabemos, un poco apretaditos, pero habríamos cabido Después de un pequeño silencio, añadí: -Me hubiera gustado veros a las dos juntas, haciéndoos cosas -A mi no me van las tías pero simultáneamente aceleró el ritmo de la cabalgada Y que ma s añadió -Me hubiera gustado ver como os morreáis, como te come las tetas. ¿Alguna chica te h a comido las tetas? -De sobra sabes que no -¿Y crees que lo haría bien? -Seguramente sí -Seguro que Silvia te comería las tetas muy bien, te empezaría lamiendo los pezones así yo iba haciendo lo que iba diciendo después te las agarraría así, le dedicaría su tiem o a masajearlos así, las dos tetas a la vez, te agarraría el culo -Para, para un poco que me voy a correr yo deceleré mi ritmo de bombeo, porque era evidente que se estaba excitando mucho con lo que yo le hacía imaginar -Y que más preguntó unos instantes después -Me gustaría ver como se las tocas tú Llevé su mano a mi pecho e hice que lo tocara Chup ame los pezones como le harías a ella Mientras me follaba, me chupaba los pezones. Eso es algo que a mi me gusta pero no me entusiasma, pero solo imaginar que estaba aceptando mentalmente la posibil idad de comerle las tetas a una tía, aumentaba mi fuego interior -¿Te gustaria ver como se las como así? me dijo, calentándome aún más -Me gustaría ver, además, como la tocas su clítoris y bajé una de mis manos hasta su sexo depilado, apartando sus labios y buscando su clítoris - ¿Le has hecho alguna vez un a paja a una chica? -¡Claro que no! Lo sabes de sobra -¿Y crees que sabrías hacerle una paja a Silvia? -No sé...-dudó Bajé una de sus manos hasta su coño, y acerqué su dedo corazón hasta su clítoris, retirand o el mío -Imagina que este es su coño, y no el tuyo Empezó a masturbarse mientras yo la penetraba. Estaba encima de mi, ahora totalmen te erguida. Botaba sobre mi polla, mientras se hacía una paja. Tocaba su pecho con la mano libre, o se lo llevaba a su pelo y jugaba con su melena. Aquello no podía durar mucho. Estaba a punto. Y yo todavía más, viendo que me estaba siguiendo el ju ego. Mis esperanzas de que aquella visita acabara experimentado de una vez por t odas mi ansiada fantasía de montar un trío con alguien, lo mismo me daba chico que c hica (pero si era chica, y además Silvia, miel sobre hojuelas), aumentaban al mism o ritmo que mi excitación, y por supuesto, la excitación de Mar Y estalló en un tremendo orgasmo, gimiendo más de lo habitual, que ya era mucho, sin importarle el hecho de que su amiga dormía en la habitación de al lado. Si estaba d espierta, era seguro que había tenido que oir esa espectacular corrida. Si estaba dormida, lo más fácil es que la hubiéramos despertado. -Perdona, no me he podido aguantar. Me hubiera gustado que te hubieras corrido d entro de mi, a la vez Continuó moviéndose sin sacarla. Yo marqué el ritmo, uno que me permitiera ir subiendo a la velocidad que necesitaba. Me imaginaba a Silvia tocando a mi mujer, besándol a, y a Mar correspondiéndola. No aguanté mucho más. Un minuto después inundé el coño de mi m ujer con un esperma denso, caliente y abundante. Me gusta, tras el coito, acaric iarle la espalda a mi mujer, mientras se va relajando. Pero estaba terriblemente cansado, no estaba en condiciones de mover ni un solo músculo. Así que, mientras Ma r se limpiaba en el baño, creo que caí profundamente dormido Por la mañana decidimos ir a la playa, a la nudista claro. Al llegar había 4 o cinco parejas, algún grupo, y dos chicos gays a los que se veía muy acaramelados. Nos pus imos en nuestro rincón habitual, algo alejados del resto. En realidad la playa es suficientemente grande como para que no tengamos que estar unos encima de otros, lo que nos da cierta intimidad. A Silvia le costó despojarse de todas sus prendas. Primero, se quedó en bikini. Un r atito después, tras mirar a todos lados, se quitó la parte de arriba. Y por fin, a l

a media hora, mas o menos, se quitó el pequeño tanga con el que tapaba esa precioso coño tan arregladito. Ellas empezaron a hablar de depilaciones -¿Cómo te lo haces? preguntó Mar, refiriéndose a la depilación de ingles -Normalmente con cuchilla, pero a veces con pinzas, si no es mucho. ¿Y tu? -Yo me hice con láser, y me dejé una tirita en el centro. Pero en verano me lo afeit o del todo, como ahora dijo, mostrando su sexo depilado con una máquina del cortar e l pelo. Y por abajo, por aquí, por los labios me lo corto con tijeras y con cuchil la de afeitar. Normalmente me lo hace Jaime La conversación me permitía mirar descaradamente a sus coños sin que resultara molesto . Como mi pene empezaba a ponerse morcillón, me tumbé bocabajo. -No sé, yo una vez me lo depilé entero, pero me picaba mucho, así que volví a dejármelo cr ecer -A mi me gusta lo suavecito que se me queda. Parece el culo de un niño y tomado la mano de Silvia la acercó a su coño -¿Ves? Queda muy suave Como esas conversaciones no convenían al estado incontrolable de mi polla, que tie ne vida propia y no entiende de discreción, preferí evadirme de la conversación y conc entrarme en la lectura del libro de Vazquez Figueroa que había comenzado esa seman a. Al cabo de un rato, bastante rato, volví a engancharme de nuevo a ella -La verdad es que esto del nudismo está bien. Pensé que estas playas estaban más concu rridas, y que estabamos pegados unos a otros en bolas. Así, con un poco más de intim idad, es otra cosa -Mira, en plena temporada, la cantidad de gente es muy grande. Ahora no es tempo rada alta, hay mucha gente que todavía no ha empezado sus vacaciones y la verdad, se está bien, cómodos -Aquella pareja dijo, señalando a unos jóvenes que estaban bastante alejados de nosot ros, en un lugar un poco apartado están muy acaramelados. Como sigan así, va a acabar follandosela aquí mismo -Y eso te escandalizaría? dije yo, para ver cual era su respuesta -No sé ... no es el sitio. ¿Vosotros habeis visto a alguna pareja follando por aquí, e n esta playa? -Bueno, así descaradamente no, pero a veces se ponen muy cariñosas dijo Mar, sonriend o Y haciendo una pequeña pausa, añadió: -¿Y vosotros? ¿Habéis follado aquí alguna vez? -No seas indiscreta dije yo, para provocar su ansia de respuesta -No, en serio, ¿habeis follado aquí alguna vez? -Follar no dijo rápidamente Mar pero tontear un poco, eso sí -¿Tontear? -Si, tocarnos un poco, unos calentones, esas cosas. Un día, por ejemplo, le hice u na paja -¿Le hiciste una paja, aquí? dijo Sil asombrada, que llevaba ya un rato intentando qu e la conversación girara y se hiciera algo más picantona. Es posible que el calentón d e la noche anterior todavía durara -Si, ¿qué pasa? ¿tu nunca le has hecho una paja a tu novio? -Muchas veces, pero no en una playa, así, con gente...que corte. ¿Y si os ve alguien ? -Pues no pasa nada. No nos conoce nadie. Seguramente, miraría con discreción, y se l levaríá un calentón para el cuerpo mirando. Además, eso le da mucho morbo al asunto. ¿verd ad? dijo Mar, mirando hacia mi -Verdad, verdad dije yo, con absoluta sinceridad -¿Y como os poneis? -Mira dijo indicando a Silvia yo me pongo como estás tu ahora, uno poco mas girada. Ël se tumba de lado, y así los de este lado, lo que quedan a su espalda no pueden v er nada. Los que quedan a mi espalda, tampoco, lo tapo yo. Y la sombrilla tapa a los de detrás poniéndola baja. Solo desde el frente, y no suele haber nadie, se vería un poco Empezó a pensar y mentalmente trató de componer la situación. Después se cambió de sitio l igeramente, y nos dijo -Mira, así tampoco nos vería nadie. Quiero decir, que no OS vería nadie

-Vale, vale. Pero ahora no me voy a poner a hacerle una paja a Jaime, tranquila -¿No? Pues te aseguro que si yo te colocas aquí, donde estoy yo no te veia ni Dios -Pero ahora estoy tumbada aquí, y no voy a hacerle una paja a Jaime. Joder, si que estás calentona, si Reimos los tres. Yo prefería no intervenir, a pesar de que era parte interesada, i nteresadísima, en el negocio -Házsela tú, si tantas ganas tienes. Si sabes, claro. Y si te atreves -Es tu marido, so putón le dijo a Mar, con cierta sorna -Yo si me atrevo, no tengo ningún problema, y se la he hecho más de una vez aquí. Tú muc ho hablar, pero luego, como con el chico de ayer...a dos velas Mar estaba retando a Silvia. Ojalá reaccionara, y aceptara el reto, por lo que me correspondía. Silvia se colocó un poco. Mar se había vuelto a tumbar y estaba con los ojos cerrados. Parecía que Mar estaba esperando saber si Silvia se atrevería realmen te o no. Y se atrevió. Sin decir nada, se colocó todavía un poco mejor, tapando algo más lo que p udiera verse desde cualquier parte, y después de comprobar una vez más con la vista que no había nadie mirando, observó durante un instante mi pene y...lo cogió con la ma no. Estaba morcillón, no estaba tiesa del todo. Empezó a mover la mano. -¿Así está bien?-preguntó Yo, medio sorprendido, deseando que no se echara para atrás, pero actuando prudent emente ya que estaba casado, le dije a mi mujer: -Mar, para tu información, se ha atrevido. Me está haciendo una paja -Pues a ver si es capaz de acabarla, porque esta es de las que empiezan las cosa s y después tenemos que ir las demás a finalizarlas... Empezó con un ritmo lento, de forma miedosa. Fue cogiendo confianza, y paralelamen te, mi polla fue aumentando de tamaño hasta mostrar todo su esplendor. Silvia nota ba como mi pene crecía en su mano, y apretaba cada vez mas. -¿Qué tal vas? -Bien, bien...-decía yo, de forma entrecortada Me estaba haciendo una paja Silvia, la amiga de mi mujer, con ella delante, simu lando que no le importaba lo que estaba pasando. Yo sabía que no era cierto. Segur amente estaba excitada, seguramente estaba algo celosa, pero el morbo podía con el la. Y Silvia no paraba, parecía dispuesta a hacer que me corriera. Toqué un poco su muslo dijo Silvia Tu marido -Toca lo que quieras, para animarte un poco, no te cortes me está tocando, Mar En ese momento Mar se irguió, para poder ver con todo detalle lo que estaba pasand o. Silvia seguia su ritmo cada vez más acelerado. Yo acariciaba ligera y tímidamente una teta a Silvia, y jugaba con su pezón. Mar nos miraba a los dos. Aceleró un poco más todavía, yo me estremecí, agarré totalmente la teta derecha a Silvia y...me corrí. Me derramé totalmente sobre el muslo de Silvia. -Joder, como te has corrido dijo Silvia, dándose cuenta de la abundante y espesa c orrida que tenía en ese momento sobre su pierna. Espera que me limpio un poco y te la limpio. Se ocupó de su muslo con la toalla, y me secó totalmente la polla. -Espera, que se la limpio yo dijo Mar. Y sacando un clinex de la bolsa de playa, empezó a secarme la polla, hasta comprobar que no quedaba ningún resto de semen por ningún lado. -¿Te ha gustado, guarrete? me dijo Mar, con mi pene en la mano -Sí -Mejor o peor que las mías pregunta con trampa. -Diferente. El ritmo es otro, y aprieta la polla de otra forma. Estoy más acostumb rado a las tuyas, tú me conoces mejor. Pero para una vez, no ha estado mal. Si tuv iera que hacerlo todos los días, tendrías que enseñarla tú Esa era una respuesta políticamente correcta. Dejaba a todo el mundo bien. Pero si me hubiera pedido mi respuesta sincera, la paja que me hizo Silvia fue tremenda . No porque lo hiciera mejor o peor. No por la técnica. Por el morbo. Joder, me ha bía estado haciendo una paja la mejor amiga de mi mujer, que no está nada mal, y enc ima delante de ella. Pasamos el resto del día en la playa, y no volvimos a hablar de ningún tema sexual,

aunque era evidente que todos teníamos en la cabeza lo que había pasado. La cena en casa fue divertida, pero intrascendente. Lo pasamos bien, sin mas. No nos apeteció salir de copas; todos dijimos que estábamos cansados, y que un día enter o de playa cansa mucho. Mar y yo teníamos unas ganas tremendas de encontrarnos a s olas en nuestro dormitorio, porque íbamos a echar un polvo de miedo. Y Silvia tamp oco insistió; vete a saber que pasaba por la cabeza de Silvia. Así que vimos una pelíc ula en la tele, y cuando acabó cada uno fue a su cuarto. Claro, no teníamos ningún sueño. Caímos en la cama ya abrazados, y nos quitamos la ropa con auténtica ansia. Retozamos, nos abrazamos, nos besamos, nos tocamos, como si f uera la primera vez. Estábamos tremendamente excitados. Silvia, con sus conversaci ones y su paja, le había dado un toque a nuestra vida sexual, que como en todas la s parejas, se convierte en rutinaria después de cierto tiempo. Mar me comió la polla como nunca, entreteniéndose en jugar con el glande, chupándome los huevos, masturbánd ome con la mano mientras se metia mis testículos en la boca. Y de postre, una mama da tremenda. Penetrándome con el dedo por el culo, y jugando allí, como sabía que me g ustaba. El ritmo era suficiente como para tenerme a cien, pero sin correrme. Cua ndo lo creí conveniente, empecé yo el juego. Bajé hasta su coño, y empecé a comérselo, ese c oño totalmente depilado, como a mi me gusta. Jugaba con mi lengua por toda su raja y me entretenía en su clítoris. Mar suspiraba. Empecé a chupar su esfínter y a meter un dedo por su culo, para dilatárselo. Hoy tocaba penetración anal, reservada solo par a los días especiales. Cuando ella empezó a notar que estaba a punto de correrse, cogió mi cabeza con las d os manos. Era la señal para que subiera hasta su boca y la penetrara. Ella estaba debajo de mi. Jugué un poco con mi polla haciendo que resbalara por toda su raja. Jugué con la punta estimulando su clítoris, aunque con cuidado, pues esto gusta much o a Mar y podría correrse antes de que se la metiera. Después de unos minutos con es e juego la penetré. Mar emitió un pequeño ruidito y... Apareció Silvia en la habitación, con una camiseta ceñida, y unas braguitas diminutas. Se sentó en el borde de la cama, sin decir nada Mar miró hacia ella, y no dijo nada. Siguió moviéndose con mi polla dentro, pero mirándo la a los ojos. Nadie decía nada, pero yo seguía moviéndome. Era mejor no intervenir. T odos teníamos una batalla dentro: Silvia, no sabía si lanzarse al ruedo, porque no e staba segura y porque no sabía si íbamos a rechazarla o eso iba a molestar a alguien . Mar, que siempre dijo que de tríos nada, ahora que la situación estaba sobre la ca ma dudaba. Y por último yo, que sabía que esa era una ocasión única en mi vida, incluso irrepetible. Había hecho bien mis deberes par llegar hasta ahí; había sido paciente, n o había forzado ninguna situación, no había sido insistente para nada, había excitado su ficientemente a las dos; había pasado muchas horas de gimnasio y privándome de algun as comidas ricas para ser un chico, a mis 35 años, deseable. Y era el momento de r ecoger la cosecha, si tenía unos minutos más de paciencia y si la suerte me acompañaba . Y la suerte, esta vez, se puso de mi lado. Sin decir nada, Mar dejó de moverse, se levantó y besó en los labios a Silvia. Esa era la mejor señal. Silvia era aceptada. S in dejar de besarla, intentó sacarle la camiseta. Después, le besó los pechos tal y co mo habíamos hablado la noche anterior para excitarnos. Silvia cerraba los ojos y s e dejaba llevar... Yo me puse detrás de Mar, sabiendo que todavía no podía intervenir. Mejor si dejaba ha cer a mi mujer. Sus fantasías lesbianas, que seguro las tenía lo reconociera o no, i ban a hacerse realidad, y yo no quería interferir. Acariciaba su pecho, mientras e llas se fundían en mil besos y caricias. Tocaban sus coños con sus manos. Buscaban s us tetas con sus labios, se comían los pezones, los lóbulos de la oreja, los cuellos . Mar se dedicó en cuerpo y alma a masturbar a Silvia, mientras esta empezaba a to mar un papel más pasivo: se lo merecía, a fin de cuentas. Había soportado meses de ten sión en su relación, se había duchado en pelotas conmigo de forma excitante pero respe tuosa, me había hecho una paja en la playa sin esperar nada a cambio. Ahora le toc aba recibir. Su primer orgasmo lo tuvo pocos minutos después. Gritaba, gemía, se retorcía, sujetand o la mano de mi mujer que acariciaba su clítoris. Yo lo veía todo desde la barrera, desde la espalda de mi mujer, mientras frotaba mi pene en su raja. Se besaron ap asionadamente. Cuando dejaron de hacerlo, y se miraron sonrientes, yo dije:

-¿Ves como sabes hacerlo? -¿El qué? dijo Silvia Tuve que explicar a Silvia que la noche anterior habíamos fantaseado con la posibi lidad de follar los tres. Le conté que nuestra duda era que, llegado el caso, si M ar tuviera que masturbarla, o comerle el coño, si sabría hacerlo. -Pues si que sabe, sí -dijo entre sonrisas -¿Te hacemos algo a ti? dije a Mar -Solo con que me roces me corro Pero no me dio tiempo a hacer nada. Silvia, rápidamente, fue bajando su lengua rec orriendo primero el pecho, después el ombligo, se paró unos segundo en eldepilado mo nte de venus, y después se cebó con su clítoris, haciéndole a mi mujer una mamada de las que hacen escuela. Si lo hubiera grabado en video, en las universidades de lesb ianas, si es que hay de eso, lo enseñarían, sería obligatorio. Que forma de comer coño. Lástima que el espectáculo durara tan poco. Como había pronosticado Mar, en menos de u n minuto estaba soltando unos gemidos audibles en toda la ciudad. Que corrida más fabulosa. Mar de rodillas en la cama, mientras Silvia hundía su boca en el coño, tum bada boca arriba. Yo agarraba las tetas de mi mujer y besaba su cuello, desde at rás. Una corrida memorable. Las dos cayeron en la cama. Yo parecía no existir, aunque todavía no había tenido mi m erecido orgasmo. Las dos se besaron y se abrazaron. -¿Te ha gustado? pregunté a mi mujer -¿qué si me ha gustado? ¡Ha sido increíble! ¡Tu no sabes que corrida más larga! Yo besaba a Mar, pero no me atrevía a tocar a Silvia, al menos si no me lo pedía exp resamente mi mujer. No quería estropearlo todo provocando unos celos tan inútiles co mo innecesarios Mar repartía sus besos entre mi boca y la de Silvia. Cuando ambas se calmaron un p oco, Sil dijo a mi mujer: -¿Puedo pedirte un favor? -Lo que quieras, si me prometes volver a comerme el coño así otro día -Es un poco delicado... -No me asustes, so zorra dijo, provocando una pequeña sonrisa de los tres -Me gustaría que Jaime me la metiera... -Claro, seguro que está encantado dijo mirándome a mi -me la metiera...por detrás...ya sabes... -¿Quieres que te dé por el culo? -Quiero probar, y si me duele, que pare. Pero quiero intentarlo. Y quiero que tú m e abraces, me beses y me aprietes fuerte mientras Jaime me la mete Por supuesto, yo estaba encantado con la idea. Aunque no hubo un asentimiento táci to, todos nos colocamos en posición. Mar, erguida en entrenadora, distribuía al equi po. La estrategia sería tipo sanchwich: los tres tumbados de lado, con Silvia en e l centro. Tome mi posición, y ya desde atrás, metí mis dedos en la boca de Silvia, y d espués en la de Mar. Con los dedos húmedos, me dirigí al esfínter de ella, y empecé a trab ajarlo. Metía un dedo, después dos, ensenachaba. Me tomé mi tiempo, trabajando con la mano. Mar, mientras, la entretenía con besos, toques de tetas, y una paja. Parecía q ue yo no existía, pero allí estaba yo, penetrando su culo con mis dedos. Ya eran tre s los que había dentro, y calculé que la dilación era suficiente. Ensalivé mi polla. Hub iera estado bien que una de las dos me la hubiera mamado un poco, pero tampoco e ra cuestión de reclamar nada. Ya estaban bastante bien las cosas así. Así que ensaliva da, apunté. Empujé. No entraba. Silvia estaba tensa. Me acerqué a su oído y le dije que se relajara. Empujé de nuevo. Nada. Entonces se acercó a su oreja mi mujer, y habló. L e dijo que si no relajaba un poco le esfínter, sería difícil y además me haría daño. Dio su resultado. Pude meter un poco la punta. Ella se encogía y se estremecía, pero mi muj er la tenía muy agarrada -Tranquila, así así decía, mientras la besaba la boca, el cuello, la oreja Y de repente, pude meterla toda. Su cara, lo que podía ver de ella, era de dolor. Tenía la boca muy abierta, pero no decía nada. Estaba dispuesta a dejarse encular, a ser penetrada por ese orificio, hasta entonces prohibido. Mi mujer la pajeaba. Yo empezaba a bombear, cada vez con una velocidad más normal, cada vez más seleccion ando yo el ritmo. Los ojos de mi mujer y los mios se encontraron justo cuando yo empezaba a correrme

-Cariño, me estoy corriendo, me estoy corriendo, ajjj dije, e inundé el culo de Silvi a de esperma caliente, en una corrida especialmente intensa, especialmente larga , especial en todos los sentidos. Solo unos segundos después Silvia se unía a mí, en u n orgasmo curioso al ritmo de la mano de mi mujer. Ya más reposados, charlamos un buen rato en la cama, sentados. Todos estábamos muy s atisfechos, muy relajados. Ninguno quería sombras de reproche o cargos de concienc ia -Lo he pasado genial. Sois amigos de verdad. Nunca con nadie me hubiera atrevido a hacer estas cosas, y si las he hecho ha sido porque me he sentido muy a gusto , muy libre de hacer lo que me apetecía en cada momento. Ojala todas las rupturas amorosas se superaran de esta forma dijo Silvia, y los tres sonreímos. Desde luego todos, y no solo yo habíamos cumplido algunas fantasías pendientes... Querida Mama, En primer lugar decirte que estoy muy bien y que, de momento, toda va estupendam ente por Londres. Ya llevo 2 meses, y está resultando una experiencia muy bonita. Como tú bien decías, mis 18 años son un momento estupendo para mejorar mi inglés, que se guro que me viene muy bien el día de mañana. Te escribo porque mi novio Gabi me está pidiendo de forma insistente hacer una cos a, y yo no sé muy bien como hacerlo, así que quiero que me aconsejes. Todo lo que me explicaste en casa el año pasado me está viniendo muy bien, pero como de esto no me dijiste nada, pues no sé que hacer. Él quiere metérme su pito por detrás. Pero no meter mela por mi rajita, desde atrás, como cuando me pongo a cuatro patas y él se coloca detrás de mí y me la mete, tocándome el chochito con la mano. No. Imagínate, quiere metérm ela por el agujero del culo. Yo no sé, yo creo que por ahí no se puede. Yo me acuerd o que cuando tú me metías ese juguetito que tienes y se parece totalmente un pito de hombre, sí, ese que vibraba, para explicarme qué se siente cuando te la mete un hom bre nunca me lo metiste por el culo. Así que no sé, lo mismo no se puede, porque yo lo tengo muy cerradito y me da la impresión de que un pito como el de Gabi no va a caber bien. Gabi es muy agradable y muy bueno, e intenta ayudar a todo el mundo. El otro día s e presentó con un señor que era amigo de su padre. El pobre, figúrate, se había divorcia do de su mujer hacía un año. Como con ella hacía cosas, bueno, ya sabes, se la...metía.. . casi todos los días, y ahora no estaba saliendo con otra, pues los espermas se l e acumulaban en los testículos, y le dolía. El médico le había recomendado que él mismo se hiciera cosas, que se la meneara, para que salieran de allí los espermas (tú ya me entiendes, que se hiciera lo que me enseña ste a hacerle a mi hermano Pablito delante de ti para explicarme por qué él manchaba las sábanas todos los días). Por lo que se ve, le dolía mucho. Pero había tenido un acc idente en casa, y se había dislocado la mano derecha. Qué raro, porque cuando le vi no tenía ninguna venda ni nada. Mi novio me dijo que con la mano izquierda él no se apañaba, no sabía hacérselo, así que yo tenía que ayudarle para que no le dolieran los tes tículos. Siendo amigo de su padre, y pidiéndomelo mi novio, que me quiere con locura y es tan bueno con todo el mundo, pues ya ves, qué le voy a decir, pobrecillo. Lo trajo a casa y en mi habitación estuve meneándosela un poco. Gabi estaba delante, y me dijo que para no mancharme, mejor se lo hiciera con las tetas. Así que metí su p ene entre mis tetas e hice lo que Gabi decía. El señor me agarraba las tetas y me la s apretaba contra su pito, y Gabi me decía que así le daba más calorcito. Al cabo de u n rato, no veas la de esperma que tenía acumulado, el pobrecillo. No me extraña que le doliera. Me puso la cara, las tetas, todo el cuerpo perdido. Pero no creas, que mi novio decía que no le había sacado todo, así que tuvimos que vol ver a empezar. Mi novio me dijo que era mejor que me la metiera en la boca, porq ue después de hacer estado tocándosela con la mano y con las tetas a lo mejor la tenía muy sensible y podía hacerle daño. Se lo hice como tu me enseñaste, con Pablito, lamién dole primero, después besándole la puntita, y después metiéndomela toda en la boca y ayu dándome en los movimientos con la mano. Tardó un poco en volver a tenerla tiesa, per o como yo ya sé hacerlo muy bien, de repente empezó a echar semen otra vez, esta vez en mi boquita. Ya no echó tanto como la primera vez, pero la verdad, aún le quedaba . El señor después se vistió, sacó su cartera y le dio a Gabi un montón de dinero, que según me dijo, se lo enviaba su padre a través de su amigo. Y me ha dicho que mañana prec isamente viene otro amigo de su padre a visitarnos.

También quiero que sepas que te hecho mucho de menos. Todavía me acuerdo de la última noche que pasamos en casa, antes de mi viaje. Allí, en la cama, las dos juntitas. Y cuando empezamos a jugar a lo de las cosquillas. Me acuerdo que a ti solo te h acía cosquillas si te tocaba ahí, en el botoncito. Me acuerdo que me pediste que me pusiera a mamar de tu pecho como una niña pequeña, mientras te hacía cosquillas en tu rajita. Y cuando jugábamos a escondernos cosas. Yo pillé el truco enseguida: tu siem pre te escondías el anillo, las bolas esas que estaban atadas en una cuerda, y tod o lo demás, en el interior de tu rajita, en tu huequecito, para que yo lo buscara allí. Que tonta, siempre lo encontraba. Y me acuerdo de aquel juego que te inventa ste, sí, el de los gatitos. Yo era tu gatita pequeña, y te lamía. Te lamía el pecho, después el ombligo, y después el pelito del chichi, y la rajita. Te la tenía que lamer toda muy muy bien, y cuando empezaba a lamer en otro sitio tú me decías que no, que solo en la rajita. Me acuerd o que me sujetabas mi cabeza, y me decías sigue así, sigue así, cariño, no pares . Y empeza ste a estremecerte, como escalofríos, y yo seguía lamiéndote y lamiéndote. Después, ya me enteré de lo que te había pasado, cuando tú empezaste a lamerme a mi. Al principio yo me imaginaba que eras un gatito, pero después no, me daba igual lo del gato, y sol o sentía tu lengua en mi botón, mi clítoris me dijiste. Como jugabas con él. De repente, empecé a sentir que una cosa me subía, me hacía estar tensa, y tú seguías chupandome y la miéndome. Y de pronto, zás, que sensación, yo estaba como descontrolada, sintiendo com o algo en mi interior me bombeaba, a oleadas rápidas, en una sensación que llegaba d esde el ombligo hasta mi coñito. Ay, que recuerdos. Ahora cuando Gabi viene a verme a mi cuarto y se pone cariñoso, enseguida quiere meter su pito ahí. Pero yo le digo que no, que lo primero de tod o, me tiene que lamer como tu me hiciste aquel día, hasta que tengo esa misma sens ación. Y que bien lo hace ya. Claro, que yo prefiero que me lo hagas tu, como tú nin guna. Bueno, hay una chica aquí en la hamburguesería donde trabajo que una vez me lo ha hecho. Estábamos cambiándonos, y empezó a hablarme de mis tetas, de que grandes la s tenía y que firmes. Como estábamos casi desnudas, cerró la puerta y fijate, sin deci r nada bajó con su boca hasta mis braguitas, me las quitó y empezó a lamerme. No veas que bien lo hace. Seguro que también tiene una madre como tu, que la enseñó muy bien. Pues estuvo allí lamiéndome de rodillas, y yo de pié, hasta que empecé a tener esa sensa ción tan fuerte y casi me caigo al suelo. Después, ella se sentó en el banco que tenem os en los vestuarios, se abrió mucho de piernas, y yo, de rodillas, se lo hice igu alito igualito que te lo hice a ti aquella noche. Ella, después de estremecerse, me dio un montón de besos, en la boca, en las tetitas , en todos los sitios. Ahora somos muy amigas. Se lo conté a mi novio, y dice que quiere conocerla. Seguro que le cae muy bien, con lo buenos y simpáticos que son l os dos. Mi novio insiste mucho en lo de quedar con ella, pero no por ahí para pase ar o tomar algo: quiere que quedemos aquí, en la habitación donde vivimos, y que cha rlemos aquí los tres. Dice que seguro que se nos ocurre algún juego divertido para p asar la tarde. Pues como te decía al principio, el motivo de mi carta es preguntarte si eso que q uiere mi novio, metérmela por detrás, se puede hacer o no. Es tan bueno conmigo que no sé decirle a nada que no, pero es que la tiene grande, y yo tengo el agujero de l culo pequeño, y no sé. El otro día, por ejemplo, ya quería metérmela por ahí, y empujaba y empujaba pero no entró. A mi me da pena verle triste, así que no veas, se la chupé mu cho rato, me la metió todo lo que quiso, de muchas formas que yo ya sabía y de otras que no conocía, una posturas muy raras. Pero aunque me echó esperma dos o tres vece s, yo le sigo viendo triste, porque quiere metérmela por ahí, por el culo y yo no sé h acerlo. Mamá, por favor, ayudame en esto, porque le quiero un montón. Y a ti también. Un beso Tu hija Ella, su culo, su vanidad Lo que hicimos tal ves no tiene perdón, ¿pero como haberme reprimido, como aplacar l a intensidad de tales impulsos? Sí, era mi madre, ¿pero acaso no justificaba mis act os el desahogo en ese mar sublime de goce? Yo sabia de que se trataba desde que el juego empezó ¿Que si era natural que actuara así? Sí, si, aunque yo fuera su hijo

Pero no quiero que piensen que soy un tipo impulsivo, nada que ver, soy muy calm ado, en todos los sentidos, e incluso algo tímido. Y a pesar de lo que aquí lean, qu iero hacerles saber que si yo me he caracterizado por mi juicio, mi madre no se queda atrás. Ella es una mujer que siempre ha merecido respeto, no solo por su atr activo, sino por su carácter amable, por su espontaneidad, sus bromas y su dedicac ión al hogar. Cuando yo tenía 15 años y mi madre 32, sobrevino el divorcio de mis padres en medio de disputas y fuertes alegatos Al final luego de la ruptura, solo nos teníamos el un o al otro. Así, ya con las fichas movidas por el destino me fui convirtiendo en el apoyo de mi madre, en lo mas importante de su vida yo era el hombre de la casa, lo puedo decir con la boca llena, ella me lo repitió mil veces y yo respondí como de bía: interesándome en sus cosas, en lo que sentía, alentándola, haciendo lo necesario pa ra que fuera feliz Pero fue inevitable; nuestra creciente cercanía me arrastro en a nhelos prohibidos. Era su vos, su andar, sus atenciones, los roces "accidentales ", y su cuerpo si ese maravilloso cuerpo los que aceleraban mi pulso, me hacían trag ar grueso, alentaban en mi ideas insanas me aturdían confundiéndome... Quise creer que eran calenturas de mi mente retorcida, creadas por ese contorno tan especial de su figura Pero ella no me ayudaba mucho... Era un suplicio ver a una mujer con el porte de mi madre andar en bragas por la casa, sentir los abraz os que se extendían, lidiar batalla tras batalla por mantener fuera la hinchazón de mi pija por sus mimos. Pero permítanme les cuento desde el principio. Todo se inicio con los efectos de la tristeza en su ánimo, concebidos y madurados en la crisis del divorcio. En el hecho de que mi padre la había dejado por una muc hacha de 19 años. Mi madre se vio desplazada, relegada y culpándose se lleno de críticas sin sentido. Seis meses después de que mi padre nos dejo, un viernes en el que dos de sus amiga s la habían invitado a salir, ella como cosa rara decidido ir. Pero no encontró que ponerse, según decía nada le quedaba bien y allí fue Trolla. Yo me alistaba para quedarme en casas de Carlos, mi mejor amigo, cuando la encon tré en ropa interior llorando desconsolada en su cuarto. Me acerque sentándome a su lado y abrazando sus estrechos hombros le pregunte que sucedía, no respondió, lloraba mientras el cabello de ceda negro caía velando su rostr o. Lloro, hasta que lentamente orientada por mis arrumacos empezó a decirme con vo s afligida que ninguno de los vestidos nuevos le quedaban bien, "que sentido ten ia comprar ropa si nada se amolda a mí". Las lágrimas habían realzado hermosamente la tonalidad clara de sus ojos pero ella d ecía que se sentía la más fea de las mujeres, gorda y despreciada, también decía que sus i lusiones se habían esfumado, que su vida era un desastre Aunque ya no sentía ni amor ni pasión por mi padre, le había roto el alma y no sabía como reponerse . -Fue hace tanto que que ya no se que es ser amada-. Sollozo. Mientras me hablaba no pude evitar notar la voluptuosidad de sus labios acentuad a por el llanto. -Los hombres me cortejaban-, Continuo -Me alagaban algunos decían que no podían vivir sin mí ahora solo me encuentro con tipos vulgares Antes me veía al espejo y veía una mu jer hermosa . Una mujer -¿Antes?- pregunte interrumpiéndola -¿acaso se daño el espejo?-. Me pare animado por la indignación Tu eres una mujer muy bella, ¿para que ponerlo en duda? . Déjame ver como te queda ese vestido-. Señale el más próximo queriendo cortar sus criticas. Ella vacilo. -No vas a dejar que la estupidez de mi padre te haga sentir de una manera que na da tiene que ver con lo que yo y la mayoría vemos . ¡Verdad!- Le dije mirándola convenci do. Quería mostrarle que era bella y mi decisión era evidente... Sonrió en medio de las lágr imas y acepto. Jamás me había puesto a detallar sus atributos, sabia que le molestaba lo que le decía n en la calle, pero para ser honesto muy pocas veces la había visto en ropa interi or. Mientras mi padre estuvo, ella se cuido muy bien de mostrarse por que él se lo prohibía.

Pero ya no estaba mi padre y dadas las circunstancias se levanto sin rodeos con esa gracia que ni la tristeza lograba opacar. Tenía puesta unas bragas que transparentaban su peluchito negro. Delicadamente alg unos bellitos se escapaban. Me puse colorado. Esos pelitos hacían un exquisito con traste con su piel de mármol blanco y las líneas de sus caderas. Con el vestido en la mano esbozó una sonrisa y me dijo que las cosas ya no serian como mi padre hubiera querido y que si me iba a poner como un tomate no podría ayu darla. Giro completamente mirándose al espejo... Sentado, quede frente a frente con la razón por la cual los tipos en la calle la i mportunaban, y de que se sintiera que todo le apretaba. No era su cintura, ni su poco vientre los que la hacían sentir mal, tampoco sus caderas, no señor, era el he cho de que todos sus supuestos problemas de sobre peso se centraban allí, en la zo na de atrás. Ella en esos días se mataba haciendo ejercicio en su cuarto, pero ni así, su trasero no cedía en su tamaño, al contrario parecía que el ejercicio no hacia otra cosa que a limentarlo. Sus nalgas tremendamente colmadas, menguaban a pesar de su estatura el resto de sus proporciones. Impactaban. Yo había oído alguna vez sus quejas al res pecto y lógico que me había percatado que eran bien grandes, pero solo en ese minuto , teniéndolas en primer plano, tome conciencia de sus verdaderas dimensiones. Buscaba motivos para hacerla sentir bien pero me perdí, como explicarle lo que sig nificaba un trasero así unas nalgotas así. Lo que tenia en frente era un espectáCulo qu e no sabia como venderle. Me quede mudo, hechizado Eran de una lozanía exquisita, tan blancas, tan hinchadas t an redondas Si, tan pero tan llenas Entonces paso algo gravísimo, algo que me avergonzó terriblemente y que me hizo roga r para que mi madre no se diera cuenta. Comencé a tener una erección que aumentaba s in tregua mientras la veía como se ponía y luego acomodaba el vestido que no cesaba de ceñirse obstinadamente a su rabioso culo. Disimulando me pellizque la pierna intentando controlarme, sorprendido de que es to me estuviera ocurriendo. - Si ves, este vestido me queda chico- frente al espejo hacia movimientos zigzag ueantes, intentando arreglar la tela. Entonces me observo buscando alguna respuesta. -Mírate tienes una cara- me dijo. Me sobresalte, pero ella sonrió. -Parece que nunca hubieras visto una mujer en calzones ni poniéndose un vestido. Hasta cierto punto era verdad jamás había visto un culazo como aquel tragándose sin pi edad las bragas hasta hacerlas desaparecer, ni riñendo de esa manera con la tela d el vestido que parecía iba a ceder a su volumen. -Es que te ves muy bien, es, es -¿En serio te gusta como se me ve?-. -Si se te ve súper me gusta. Ella miraba en el espejo su perfil de avispa gigantesca. -No te parece que se me ve muy grande. Era obvio que si, pero - ¡Mejor!.., es decir , se ve de lujo, te luce-. Le dije corcoveando, tratando de es conder mi entusiasmo. Noté que le halagaba mi expresión. -¿Sí, me luce?-. Pregunto recorriendo la redondez con sus delicadas manos. -El vesti do es bonito pero es que se me pega mucho -. Agrego apretando un poco aquel colo so, pesando su firmeza. La saliva paso con dificultad por mi garganta. -Mamá no puedes usar por siempre ropa holgada cuando tienes una figura tan bonita. -Estoy segura que tu padre se morirá si me ve así, ja-. Esa idea de inmediato animo su semblante. El vestido era de tono rojizo, de una sola pieza, le llegaba más arriba de la rodi lla. Al pegársele tanto, resultaba bastante atrevido por no decir otra cosa. Agitándose en el vestido me pregunto:

- ¿Se me ve demasiado la celulitis? - Cuantas no querrían que les quedara así el vest . - ¿Se me ve? Me interrumpió levantando su oscura ceja con ese gesto que irradiaba más sensualidad que enojo. - Mamá yo no la veo, fíjate que el color te sienta muy bien . Sin esperármelo, se levantó el vestido, haciendo que la blancura maravillosa de sus n algotas volviera aparecer. -¿Ves la celulitis?-. Me preguntó. Eran dos imperceptibles hoyuelos en una nalga y un pliegue insignificante en la otra, además, ¡quien en su sano juicio con semejante tamaño, iba atender a esa pendeja da! -No se nota, se te ven muy bien- repetí secamente, tratando de pensar en otra cosa para no alentar más a mi verga. Ella debió haber advertido mi ansiedad por que con gesto pícaro, parando sus gigante scas pompas me pidió que me acercara para detallarlas mejor. ¡Mamá!- exclame, sintiendo como los colores y la temperatura de mi rostro cambiaban. -jajaja, mi amor eso no tiene nada de malo soy tu mami, en serio por que no vien es y las tocas Que no pasa nada, no creo que te vayan a morder, jajaja. Yo estaba pasmado. Se detuvo un segundo y fingiendo enojo agregó: -¿O es que te dan asco? - ¡No!..no, Es que no se, no me...-dije disculpándome. - Nada. Dime si aun están duritas. Acercándose tomo mi mano poniéndola en una de sus inabarcables nalgas, divertida por mi reacción. Toque, La piel era tersa, suave. Apreté un poco casi instintivamente. - ¿Como te parece? Volví a apretar. -Se sienten ricas-. Dije convencido. Obviamente también sentía la rigidez de mi hoja. -¿Pero, están blanditas?-. Me pregunto. Negué con la cabeza, mientras ella me miraba por encima del hombro. Quite la mano y se bajo el vestido. Volviéndose al espejo, influenciada por el efecto que la visión de sus escandalosas sentaderas me había causado me dijo que definitivamente el vestido se le veía mejor de lo que ella pensaba y comenzó a juguetear como si fuera una modelo, se notaba a lgo mas segura, posaba y sacaba su fastuoso culote ante el espejo. - No se que mas decirte aparte de que te ves como una diosa. -Mi amor con tu carita lo dices todo me siento mucho mejor... ufff que bobada pon erme así de triste-. Dijo alentándose. Un momento después, con los pellizcos que yo mismo me propinaba en la pierna mi ve rga empezó a calmarse. -Tienes que acabar de arreglarte, tus amigas te esperan-. Dije. -La verdad no tengo muchas ganas de salir con mis amigas- seguía jugueteando ante el espejo- Voy a llamar a patricia para decirle que no voy. -yo también voy a llamar a Juan Camilo, no iré. Mi madre insistió para que fuera. Al ver que yo no cedía me señalo que me dejaría quedar solo si salíamos juntos a comer. Encantado acepte. Se notaba a leguas que su ánimo había mejorado. Pero no quería utilizar aquel vestido, decía que se le veía muy vulgar, sin embargo ha ciendo uso de su nuevo estado le ofrecí un vaso de Ron que me permitió sin demora co nvencerla. Ya listos, nos dirigimos a un centro comercial pequeño y no muy lejano que tenia t oda clase de comidas. Mientras manejaba me dijo que yo nunca sabría cuanto ella ag radecía el tener un hijo como yo a su lado, la mire y le asegure con el corazón infl amado que la amaba demasiado, sus ojos titilaron llenos de lágrimas pero se contuv o habíamos llegado. El lugar estaba lleno. Mientras caminábamos al sitio que habíamos escogido, vi como algunos babosos se la t ragaban con la mirada, pero los peores gestos eran los de aquellos que descubrían su particuloridad... Tal vez ella se daba cuenta, pero los ignoraba.

Antes de entrar se detuvo en una vitrina interesada por unos zapatos, entonces s e me ocurrió alejarme para verla con los ojos de esos extraños. Retrocedí algunos paso s mirando la seguridad con la que se parada, sin indulgencias su abombado culote se forraba al vestido dándole esa apariencia que movía al morbo. Si, no se podía nega r, se veía vulgar, deliciosamente vulgar. A pesar del sobrio color del vestido, ch illonamente sobresalía su colota delineando la raja y los contornos de una manera escandalosa. Un sujeto se le acerco, me adelante unos pasos y al verme se alejo. Es toda para mí, pensé regodeándome. -Se contienen por que voy contigo- comentó mi madre sacándome de mis cavilaciones, es que ya eres todo un hombre mi amor, mira el cuerpote que tienes, jamás se pensaría que tienes 15 años. Tú que dices ¿pareces mi novio? Sonreí sin saber que decir, sorprendido por lo directo de su pregunta Claro que me gustaría no solo parecer sino tener una hembra así pero por dios ¡era mi madre!. - jajaja, mira como te pones, vamos rodéame la cintura con tu brazo. Habíamos decidido comer algo liviano. Nos sentamos a disfrutar de la cena en un es tablecimiento ameno, no muy lleno. Con la comida pidió una cerveza, yo un juguito. Conversamos animadamente hasta que ya al terminar, luego de pagar la cuenta al mesero, se percato que dos pollitas de mi edad me estaban mirando. -Estas niñitas no respetan, nos ven juntos y aun así te coquetean- dijo juguetona Hac iendo una pausa agrego ronroneando -Mi amor no respetan a tu novia-. Un estremec imiento me recorrió desde la nuca hasta la base de los testículos -Deben creer que er es mi amante-. Añadió. Nunca se había dirigido a mí en ese tono, le gustaba bromear, pero esto esto hizo que mi verga reaccionara bruscamente. -¿será?- musite impresionado, sin saber que diablos pasaba. Rápidamente remato en mi oído: "veras como las dejo boquiabiertas", entonces apoyo s u mejilla en la mía y me dio un pico en la comisura de los labios y en un susurro dirigido a ellas modulo Es mío-. Me volvió a besar. Esta vez, sentí sus labios en la m itad de los míos. Me quede tieso. Sonreía triunfante. Ojee a las muchachitas. Miraban notablemente incomodas, pero n o me importo eso Mi verga trepidaba dolorosamente en mi pantalón. Como habíamos terminado de comer mi madre comenzó a pararse. Le dije que esperara un minuto pero lo mal interpreto, parecía celosa, levanto la ceja diciendo en vos ba ja: -¿Te quieres quedar a ver a esas tontas? No supe si jugaba o que. -Espera es, que -. Dije confundido. - ¿Dime si te quieres quedar y nos quedamos? -No, no es eso mamá. -Ah, vas a salir con un cuento como tu padre. Yo no sabia que decir. -Es que tengo un calambre Me miro y pareció creerme. Me pregunto en que pierna y yo le dije que en la derecha, "presiona la pierna co ntra el piso". Ella miraba indagando y yo me tapaba como podía, pero en su rostro vi un pequeño cambio, seguro se había dado cuenta, me dijo que con un masaje se me p asaría más rápido, entonces sonrió y agrego que iba al baño, que ahora que volviera me hac ia un masajito que quitaba calambres. Por Dios que tenia ese gesto de picardía con el que siempre intentaba turbarme. Obviamente cuando regreso, gracias algunos pellizcos, todo estaba en su sitio. Ninguno de los dos teníamos sueño así que me pidió que la acompañara a tomarse algo. Fuimo s aun barcito al aire libre cerca del centro comercial, allí pidió un coctel y una g aseosa para mí. Mientras hablábamos le pregunte si alguna vez volvería a salir con alg uien. Me contesto que no sabía, que siempre tendría la duda de que tal ves estarían de trás del dinero que nos había dejado mi padre. -Además no necesito tampoco salir con nadie, te tengo a ti ¡Cuanto me lleno su afirmación! Entre charla y charla pidió otro coctel y luego otro, como al tercero me dijo que si quería tomarme una cerveza, acepte y seguimos hablando casi hasta las dos de la

mañana. Al final se había tomado casi cinco cocteles y yo dos cervezas. El efecto del alcohol hacia mella en su equilibrio, se notaba lo ida que estaba así que tuve que ayudarla a subirse al carro. Desde los 13 años mi padre me había enseñado a manejar y a pesar del mareíto que me prod ucían las cervezas no seria ningún problema llegar a mi casa. Bueno, eso creí, por que mientras conducía mi madre empezó a decir balbuceante que: "los calambres son malos hijo te amo yo puedo quitárselos", de súbito empezó a apretarme la pierna, preguntando si es a era la encalambrada y riéndose con ganas. Yo le pedía que se quedara quieta, pero ella insistía en sus tanteos, revolviéndose en el asiento. El serpenteo subió su falda dejando ver claramente las bragas y el bl anco rosa de sus apretados muslos. Continúo tocándome la pierna, masajeando suave y torpemente. "Patotas" alcanzaba a balbucear mientras me recorría con su mano llega ndo muy arriba, entonces me abrazo y empezó a besarme el hombro y la cara, Un leve gimoteo lagrimoso se apodero de ella y con la misma rapidez que empezó se desvane ció mientras caía profunda. Sin embargo el daño estaba hecho, mi verga palpitaba enarbolada y yo me engullía la imagen de sus piernas alentado por las dos cervezas, mientras me debatía pensando si la tocaba o no. Era demasiada la tentación. La contundente forma de sus piernas me absorbía, parecían llamarme, querer convencerme de que pecara, su color maravill oso me alienaba pero no ¡Era mi madre! Aun así, al llegar a casa tuve que volver a ayudarla y en el trajín de sacarla del a uto y subirla a su cuarto, no me aguante, disimuladamente me apoye y rose varias veces su voluminoso culote, por encima del vestido. Era macizo, pesado, vibrant e La sangre corría rápida y caliente por mis venas ¿Por qué tenia que tener un cuerpo así con aquel tamaño?... ¡No más!, Un hijo no le hace eso a su madre. Pero la prueba mas dolorosa fue cuando la puse en la cama, fácilmente pude haberla desvestido, haber contemplado su cuerpo sin reservas, tenía todas las justificaci ones del mundo. En su estado perfectamente me hubiese podido guardar el recato y tocarla a placer, ¿pero como hacerle esto a quien me dio la vida?... ¿Acaso ustedes harían algo así?... Me acosté a su lado, viendo su vestido recogido sobre sus caderas. Pensando. La cab eza me daba vueltas. La claridad de su piel hacia visible la voluptuosa prominen cia de sus nalgotas en la penumbra que belleza pensé, se ven tan dulces, son tan gr andes, que bueno seria seria No se cuantas cosas mas pensé El sueño me venció. Soñé con nieve que me perseguía, con extremidades fuertes, esbeltas y glúteos del tamaño d e montañas blanquecinas, había viento, el cabello negro suelto y lizo de mi madre sus labios carnosos, sus besos cálidos tenia mi sueño un llanto lejano ¿o más bien era un ge mido gozoso? fue un sueño roto que me dejo jadeante y sudoroso. Al despertarme esta ba muy cerca de mi madre, me asuste levantándome inmediatamente, fui al baño y me mi re al espejo, el día anterior me parecía tan loco como mi sueño. Esto tenía que parar. Me fui a jugar futbol, pensando que tal ves el cansancio podría disiparme. Jugué cas i todo el día y llegue al atardecer cuando mi madre había servido la comida. Delicio sos espaguetis con pollo, no obstante en toda la cena tuve que hacer esfuerzos a gobiantes, por no fijar mis ojos en los botones sueltos de su escote. No tenía sostén y aunque sus tetas eran de regular tamaño tenía unos pezones enormes que apuntaban sin misericordia alborotando mis hormonas. Yo intentaba pensar en otr a cosa. Pero su mirada la forma como me recorrían sus ojos, me hacia erizar. Gracia s a dios se puso a hablar. Dándome las gracias por haberla cuidado, me pregunto co mo había hecho para bajarla, le dije que había sido fácil por que no pesaba nada, le g usto mucho mi comentario y agrego que debía seguir cuidándose. Después me pregunto por el partido y señalando mis piernas, con una expresión encantadora, me dijo que le e ncantaba como se me veían los músculos, que si ella pudiera jugaría futbol. Involuntar iamente me imagine su exagerado culote rebotando mientras corría detrás del balón, per o inmediatamente me lo recrimine. Ella siguió hablándome de sus ejercicios para tonificar y dijo que como yo estaba fa miliarizado con los deportes la podía ayudar, le asegure que no sabía tanto como sup onía pero la ayudaría en lo que pudiera. Sin querer, cuando se levanto a llevar los

platos, seguí absorto los fecundos derroteros de su cuerpo que el contraste de la luz delataba. Me pare alcanzando rápidamente las escaleras mientras pensaba en lo mal que estaba actuando. Era mi madre y yo solo pensaba en la copiosa carne que delineaba sus formidables posaderas. Fui casi corriendo al baño esperando que el agua fría reposara mi ánimo. Tratando de c almarme me engañe pensando que esto seria algo pasajero. Al terminar me acosté, mi m adre entro y me pregunto si quería ver televisión. Con una sonrisa le dije que iba a leer. Solo quería que llegara el lunes y poder ir al colegio. En las semanas siguientes, la note mas animada, su tristeza parecía haber desapare cido, salía con sus amigas de compras, hacia ejercicios y en las tardes leía asiduam ente unos libros nuevos de superación, mientras yo hacia alguna tarea. Parecía muy c ontenta de poder estar conmigo, frecuentemente veíamos televisión o películas y a vece s hasta nos entreteníamos con los videojuegos. En esa época me conto que sus amigas le decían que se veía radiante, enérgica, encantado ra, le hice saber que yo había visto lo mismo y que me alegraba muchísimo. Entonces emocionada me confeso que su cambio se debía a ideas que había sacado de sus libros nuevos, pero sobretodo y esto me lo dijo mirándome de una manera muy especial, su cambio se debía a mi, a la forma como yo la "fortalecía" y a lo bien que yo la hacia sentir. La abrace feliz de oírla y me dio un pico en los labios Pero aun en medio de la aparente calma y bienestar, seguía en aumento mi agitación a l notar que lo que antes era común y rutinario se iba transformando sigilosamente en verdaderas escenas que enervaba mis sentidos. Sus besos y sus abrazos se hicieron poco a poco tan constantes que ya no pude de tener mi excitación y mis erecciones. Su confianza igualmente llego a un punto tal , que me nalgueaba cada vez que le daba la gana y me pedía abrazos y besitos en la boca a cada momento. En medio de mi agitación hacia esfuerzos por mantener mi compostura pero la rigide z de mi bate aumentaba acorde a lo transgresivo de su proceder. Día a día la ropa de mi madre dejo de ser la usual, ahora se ponía licras que dejaban la forma de su abultado culote expuesto, a mis ojos. Los shorts que no alcanzaba n a tapar los protuberantes cachetes de sus sentaderas, motivaban en mi, gestos (inevitables) que claramente la halagaban Era algo desbordado, Las blusas revelab an el pecho y no ocultaban en su claridad el pezón endurecido, su andar oscilante en bragas era para morirse; y ni que hablar de sus entradas al baño para acabar de arreglarse u orinar por las mañanas mientras yo me duchaba. Pero lo más difícil era c uando se sentaba en mis piernas y podía sentir la carga abrumadora y el peso de su s sentaderas... la infanta inocencia caduco perdida en su desfachatez. Para colmo cuando salí a vacaciones, paso sus ejercicios a la sala. No lo podía evit ar, mientras me pedía algún concejo, me estremecían sus movimientos, me violentaban su s poses, me ahogaban las imperiosas dotes de su cuerpo. Si, la trusa pegada a la opulencia de su culo, a su exuberancia, tensándose o zarandeándose en su demasía sus i nclinaciones, sus brincos era una locura total. En un último intento por escapar, sin decirle nada a mi mamá, llame a mi padre para irme de vacaciones con él, pero dándome una escusa barata me dijo que no. No había remedio y Una noche mientras llovía, entre al cuarto de ella en búsqueda de una cobija extra. Q uede embelesado. Dormía boca abajo semidesnuda, en una pose que dejaba completamen te exhibido su agigantado culote. Quería tocárselo, quería meter mi cara allí, explorarl o, ¿pero como? Así que desesperado corrí a mi baño y me masturbe sin parar, derramando l eche por montones, una y otra ves, siguiendo sin reservas mi destino, pensando e n sus besitos, en sus abrazos, en esa montañosa figura. Desde allí me sentí e estaba jalando la madre y unos videos e momento no conocí

más calmado, comencé a notar que su presencia no me azaraba tanto. M pita cuatro a cinco veces al día ayudado por las imágenes de mi bajados de internet, la mayoría compuesto por nalgonas Hasta es el enorme potencial de carga y descarga de mis testículos.

Algunos días después, dedicado por completo al onanismo a pesar de que no me daba to da la satisfacción que requería, al entrar a la sala de televisión, encontré a mí madre pi ntándose las uñas de los pies. Me saludo distraídamente y continuo con lo que hacia, era raro que me saludara así, pero no le di importancia. Tenía puesta una falda y se hallaba sentada en una de las poltronas ¡Tremendo regalo me tenia! Sus piernas que estaban dobladas, una erguida, la otra acostada, expo nían descuidadamente el paradisiaco panorama de su intimidad. Las bragas de bordad os tenues se pegaban a su vulva moldeando los divinos labios algo abultados y su rcados por la línea que revelaba la entrada a ese exquisito tesoro. Esta vez, pare cía depilada. El cuadro era maravilloso, inédito en mi vida. Aproximadamente media hora estuve disfrutando el izado de mi verga mientras babe a por aquello. Obviamente yo disimulaba. Pero abrió, en su acicalar, otro poquito las piernas y e l calzón, intentando meterse, reveló más. Idiotizado por esa imagen se me olvidó que ell a podía pillarme y al alzar los ojos me encontré con los de ella. Casi me da un infarto. -¿Se me ve algo?- preguntó, asomándose. Negué con la cabeza y agregué tontamente: -Un poquito. -¿Un poquito? Ja, en esta posición me debiste ver todo. -pero fue fue sin intención. La garganta se me seco y me puse pálido. -No te pongas nervioso mi vida- dijo comprensiva- el que siempre le ponía malicia, a ver o mostrar algo, era tu padre, yo no. Con el mismo tono continuo al ver que no dejaba mi expresión de angustia: -¿Sabes lo que leí?, que al cuerpo se le debe honrar considerándolo sabio y bello, y e s verdad, si no lo hacemos se puede terminar odiándose a si mismo o con una terrib le depresión ya viste lo que me paso . Además lo más natural y bonito del mundo es un cue rpo libre de velos, desnudo, eso no tiene nada de malo, todo lo contrario. Asentí, queriéndole dar la razón. -¿Sabes que me preocupa? Me dijo, -Que crezcas sin aceptar tu cuerpo o el de los de más. Como tu padre. A él ni siquiera le gustaba hacer el amor con la luz prendida. A parte que le daba pena desnudarse, ¿puedes creerlo? -Tú sabes que yo no soy a si- dije en tono grave. -¿Y por que te apena ver a tu mami, si es normal que tengas curiosidad?, tu nunca has visto una vagina. Quise decir que sí pero me calle. -No hay nada censurable en que mires, ¿además cuentas veces me has visto desnuda? Yo no recordaba ni una. -Debes estar tranquilo, a mí también a veces me dan ganas de mirar- dijo con total s oltura. -¿En verdad mamá? Ahora si estaba en otra dimensión. -¿Tu crees que no me gusta mirar un cuerpo joven como el tuyo? A ti se te marca el abdomen y tus piernas son tan fuertes, y mira el rostro tan bonito que tienes. Yo te miro pero trato de desechar las prevenciones que tengo mientras lo hago. Q uiero que entiendas que lo malo esta en el recelo que tienes de mirar o de senti r. Hizo un silencio como esperando alguna palabra y lo primero que se me ocurrió fue: -yo yo te miro Te aseguro que no solo a mí me pasa, pero es que tu tienes un ya sabes s i, a veces miro y siento eso cosas , es normal ¿verdad?. -ja,ja,ja ¿te dan cositas al verme mi amor, te emocionas?- pregunto muy animada. Asentí bajando la cabeza. -¿Si?... pero mi amor no debe darte pena decirlo-. Sus ojos relucían, mientras un me chón de cabello lizo caía sobre su rostro dándole un aspecto muy juvenil. Motivado por la forma como me miraba me atreví a decir: -Es que no hay unas como las tuyas. Sonrió juguetona.

-¿unas qué? mi amor. -Tu sabes ¡pompas!- exclamé involuntariamente haciendo un gesto con las manos. Respire conteniendo mi entusiasmo Esta vez sonrió más que encantada y luego apretándose sutilmente los labios dijo: -¿Te emocionas con tu mami?, a ver ¿y que mas haces? -Este me toco-. Mis palabras hicieron que abriera sus ojos hasta el tope, entonce s agregue disimulando. -Pero con películas para adultos. Soltó una risotada y meneando la cabeza dijo: -Quien te ve mi vida Tendrás que mostrarme esas películas. le resultaba divertido el atrevimiento de mi torpeza. Luego, se quedo pensando un momento y aseguro algo mas seria: -El día que me ayudaste, me sentí renovada, tan liberada que pude aceptar que siempr e estuve acomplejada por tener unas nalgas tan grandes. Desde chica me molestaba n, cuantas veces no llore por los apodos que me ponían, o las vulgaridades que me decían en la calle Hizo una pausa y emocionada continúo: - Pero me doy cuenta que es absurdo, ya soy una mujer hecha y derecha, y si a mi h ijo le gusta que sea nalgona, pues con mayor razón yo misma debo estar contenta co n lo que tengo-. Sus ojos ardían. -Tú ese día fuiste honesto y me mostraste lo que sen tías. Me ayudo tu sinceridad. Y quiero que entre nosotros nunca haya barreras que nos obliguen a mentirnos. Cuando uno no tiene culpas es trasparente, puede desnu dar su alma con facilidad, no niega lo que es y descubre lo que puede hacer No qu iero que te culpabilices por lo que sientes o por lo que ves. -Pero mi papá decía . Interrumpiéndome arguyó - Si, tu papá siempre quiso que nos sintiéramos culpables. Por eso no progreso. Si yo mostraba un poquito se enojaba horrible, pero yo no me sient o mal mostrándote, al contrario. Además ¿por que llenarse de pudores culposos por lo q ue se experimenta aquí? (Señalo su corazón). -No quiero que tú caigas en complejos tonto s, mi amor. -¿y que debo hace para no tener complejos?- Pregunte. -Pues lo importante es que te sientas bien, libre y sin tapujos. Uno debe expres arse libremente, aceptarse, estar a gusto con lo que Dios le dio. Con su cuerpo. -¿Por eso tu estas tan cómoda últimamente en bragas? -jajaja, si, pero tu te pones rojo viéndome así. -Es que parece que no voy a poder dejar de mirarte me encanta que sea así tan tan gra ndota. Es que tu co cola es de concurso. Seguramente se me veía el hervor en la cara. - ¡Mi vida!- Exclamó sin duda halagada. - A veces creo que no voy a encontrar una novia como tu. jajaja no te preocupes tienes mas de lo que necesitas-. Explicó visiblemente satis fecha. Luego: -No te imaginas lo dichosa que me hace saber que nuestra relación es abierta, podemos hablar de una forma que ni los esposos lo hacen - Es que eres la mejor tienes lo que cualquiera quiere Si pudiera me casaría contigo -Tu me haces sentir divina, por eso no te puedes avergonzar de nada de esto. Yo nunca había visto la expresión que ahora tenían. -No te imaginas cuanto te quiero su vos me golpeaba haciendo que el aire no cupier a en mis pulmones. -A veces no entiendo lo que me pasa-. Dije evitando otra ves ver su entre pierna . Me miraba de tal manera que me hizo tragar grueso. Entonces sonriendo con picardía exclamo: -Pero tú hablas, me dices muchas cosas y sigues rehuyéndole a ver lo que quieres ver Me sentí nuevamente colgado. Sus exquisitas piernas continuaban accesiblemente abi ertas invitándome a seguirle la idea. . Apretó un poco sus labios. -Mi amor ¿Así como vas a entender lo que te pasa? Sus ojos parecían pedirme que lo hiciera. -Es que es difícil-. Puje. -Mira, tranquilo, soy tu mamí Yo se que puedes-. En su tono ocultaba la ansiedad. Incitado baje los ojos, primero con recato y luego descaradamente, hasta que me

centre en su adorable concha y entonces creí ver un toque de humedad en los bordad os sugestivos que recorrían el centro de sus bragas. Impulsado por la arrechera Exclame: -¡No se ve bien! Mi madre movió su mano hacia sus bragas Y justo en ese instante sonó el timbre. No podía estar mas molesto por la inoportuna interrupción ¿Quién putas podría ser?...pero u n momento ¿Que era lo que yo había creído ver, acaso mi madre iba a correr la delgada tela para mostrarme su vagina o seria solo mi imaginación? Era una de mis tías. Salude y me fui a mi habitación esperando que mi madre llegara pero no, mi tía la inv ito a salir y se fue. Al día siguiente luego de que llegue de jugar futbol y almorcé, mi madre me invito a ver televisión y yo le dije que no, aun estaba molesto por que el día anterior me h abía dejado solo plantado. Ella se dio cuenta que me pasaba algo y comenzó a hacer bromas, como yo no me reía q uiso hacerme cosquillas. Sus dedos intentaban punzar juguetonamente mi cuerpo. E ntre más yo me resistía ella más insistía, comencé a oír sus jadeos, sus manos me recorrían y sus dedos se movían rápidamente sobre mi ropa. Entonces en medio del sobajeo y mi fi ngida oposición a sus juegos mi madre se topo accidentalmente con el hierro de mi poya. Se detuvo aun agitada y me miro pensativa. Muy seria dijo: -¿Sabes? deberías mostrarme las películas que me contaste ayer. -¿Cuales?- dije tratando de adivinar por que me las pedía. -Las de adultos con las que haces cosas- dijo. -Son videos que baje de internet. -y se pueden ver en el DVD? -Si. -Vamos. La seguí a su cuarto. Mientras yo acomodaba todo ella se acostó en la cama boca abajo mirando al televis or. Al terminar de alistar el DVD me hice a su lado boca arriba con mi cabeza de l otro lado. En esa posición su garrafal culo quedaba expuesto a mi escrutinio. Tenía puesto un short de algodón que difícilmente cubría esa sobrecogedora curva. -Bueno ponlos, tengo que estar al tanto de lo que mi hijo ve-. Pude ver su rostr o de perfil dibujando una sonrisa. Sin salida hundí play. El primer video era de una vieja algo nalgona que se la comía entre dos. Mi madre se quedo viéndolo en silencio y yo la contemplaba tratando de sacar algo que me indicara en que pensaba, sin nada, poco a poco comencé a imaginarme que est aba disfrutando del video con cachondez. Cada ves que medio se movía me preguntaba por que lo hacia y la respuesta sin prue bas aparecía, se esta rastrillando la cama o aprieta su vulva al colchón. Yo buscaba cualquier indicio de placer en ella y mi verga me lo acolitaba a toda vela. El ambiente se empezó a llenar con las escenas del televisor. Mi madre en esa posi ción doblando las rodillas levanto los pies y comenzó a jugar con ellos en el aire. Dándole a su culo un tamaño monstruoso. Verla era morir de ganas. -Es muy sensual. Comento mientras veía absorta. En un momento se volteo y me pregunto con una facilidad que aturdía si sus nalgas eran más grandes que la de la protagonista. -Si, claro-. Dije y ella pareció contenta. Tú las tienes más grandes que la más traserona d e estos videos. -¿Si?-. Su cara mostraba incredibilidad. Muéstramela. Puse el video. -Esos señores parecen que la hacen disfrutar mucho-. Dijo -Si, Les encanta-. Dije intentando picarla. -Pero ella es más nalgona que yo-. Aseguro. -A mi no me parece. Mientras ella veía la pantalla yo indigestaba mis sentidos con sus grandes hemisfe

rios posteriores que se salían amotinadamente del short de algodón -¿Cómo hará para que se le mueva así?, lo pone a bailar-. Dijo -No debe ser difícil-. Asegure en parte disimulando mi incestuoso fisgoneo. Entonces mi madre haciendo alarde de su espontaneidad levanto un poco las cadera s y empezó a zangolotear con lentos movimientos su culote, mientras permanecía acost ada bocabajo cada sacudida revelaba sugestivamente el poder de su bien dotada bol ota haciéndome erizar. -¿Así lo hace verdad?-. Bromeo buscando mi aprobación. Dije que si con el corazón en la mano. Pero no pude dejar de pensar que ella lo hacia a propósito ¿Qué buscaba? ¿Por qué me hacia poner así? y en ese momento tuve la certeza de lo que antes solo había soñado, podría l legar a follármela Instintivamente me cogí la verga. Ella seguía mirando la tv. -Debe medirle mucho-. Señalo. -En internet dicen que esa actriz tiene 120 cm (47 pulgadas) de cola-. Revele. -¿Y a mi me medirá tanto? Su expresión retaba a pedirle que se lo midiera. -¿por que no te lo mides? -No se-. Simulo con encantadora indiferencia. Continuo haciéndose rogar e insistí sirviéndome de las palabras que ella uso el día ante rior sin suponer que me pediría algo a cambio. -Pero tú también debes medirte algo-. Su idea le alegro la mirada. -¿Qué cosa?-. Pregunte. mmm tus piernas, si eso. Entonces caí en cuenta que mi erección me pondría en aprietos. -Si...pásame el metro que esta en el closet y medimos. Yo no quería pararme por mi rigidez, pero la mirada de mi madre hacia imposible ne garse. Así que intentando tapar el bulto de mí pantaloneta fui al closet pero con tan mala suerte que no lo encontraba y tuve que estar más tiempo parado del que yo quería. Cuando lo conseguí mi madre se levanto, tomo el metro y empezó a medírselo, pero a los pocos segundos desistió y me pidió que lo hiciera yo. Su enorme posadera parecía nega rse al metro y mi verga me exigía que hiciera algo. Entonces mi madre exclamó. -¡Mira como estas! Yo me senté de un brinco en la cama y ella empezó a reírse a carcajadas º -Corazón te avergüenzas con mucha facilidad jajajajaja No señor venga que usted no ha ter minado de medirme, jajajaja. Me pare nuevamente, acomode el metro, mi madre tenia 130 cm (51 pulgadas) de nal ga. -¡huy si son más grandes!-. Exclamo victoriosa. - Yo sabia-. Apunte. -Seria un éxito en un video de esos- dijo con humor negro. Permanecí mudo. -Te toca-. Dijo tomando el metro y arrodillándose. -No te duele mi amor-. Me pregu nto consoladora, rodeando el metro en mi muslo. Su rostro estaba a pocos centímetros de mi congestionada poya. Me temblaban las ro dillas, la cabeza me daba vueltas de la arrechera. Ella me dijo cuento media mi pierna pero la verdad yo no le preste atención, por q ue mientras lo decía miraba fijamente mi garrote. -Me duele un poco-. Articule con esfuerzo y sin pensar lo que hacia me baje la p antaloneta . Mi verga liberada brillo con la punta lubricada. Vi claramente como pasaba saliva por su garganta.-+

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Ella iba a decir algo pero Enloquecido ciego por el deseo tome su cabeza y la pegue ha mi verga. -¡Qu e.!-. Musito. -Con desespero restregué mi pene en sus labios, su frente, sus mejillas, ella me a parto y se levanto. El miedo en su cara la convirtió en una presa, la empuje contra la cama y me le mo nte en cima. La excitación me trastornaba. -no... que haces.. oh.. no por favor Yo forcejeaba tratando de encontrar donde metérsela, buscando desesperado aferrarm e a sus nalgas. La superaba en fuerza, lo supe mientras oía su jadeo, sus negativa s y sus suplicas. Pero ella no se rendía y el sobajeo de la piel de sus piernas en mi polla hizo que me viniera, en un largo y torrencial espasmo de leche Entonces el remordimiento me embargo con la descarga y me puse a llorar. No se cuento tiempo paso hasta que se acerco también llorando y me sobo la cabeza, diciendo que lo sentía que no sabía por que yo había actuado así si ella nunca me había al ntado. ¿Qué?... ¡Que cinismo!... ¡Cuánta mentira!... me sentí burlado, ¿Cómo puede ? La rabia me inu n estas semanas solo se estaba riendo de mi, alimentando su ego con mi deseo ¡Me es taba viendo la cara de estúpido!". ¡No se lo permitiría!...Y La rabia hizo que mi verg a se levantara nuevamente, dios me perdone, pero pensé: ¡la muy perra me provoca dur ante semanas y me dice ahora esto!... la maldad me poseyó. -Pero creí -. Dije. - Hijo por favor... Yo veía otra cosa en sus ojos. - Como se te ocurre- termino diciéndome. La mire por unos segundos fijamente. -Yo se que tu sientes lo mismo-. Afirme. -Yo te amo pero

-¿Me vas a decir que ahora cuando me viste no sentiste nada? -no se que piensas, pero -Si dices la verdad, ¡mírala! Mi verga petrificada, mantenía sus enormes ganas. Ella se negó furiosa. -¡A veces te dan ganas de mirar!... ¿verdad?- le dije repitiendo sus palabras. -No digas eso .yo -No tiene nada malo mirar- Pronuncie con sarcasmo. Parecía confundida. -¡Mírala! -Ella la miro-. En su rostro permanecía el rubor del forcejeo. -¿Te gusta? -mi amor por favor es mejor que -yo se que te gustaría tocarla, chuparla-. Lo dije con inquina, con deseo. -Como me dices eso soy tu madre.. Tapo su rostro con las manos y se puso a llorar. Vi nuevamente sus lágrimas pero no le creí, sin embargo siguiéndole el juego la abrace arrullándola, le acaricie el cabello mimando con mi otra mano su espalda, luego c orriendo el cabello de su rostro se lo bese y otra vez lo hice en sus labios, mi entras tomaba la mano de mi madre y la conducía a mi polla. -No no ummc no -. Se negó e intento sin decisión cachetearme. Mi rabia aumentó. Forcejeamos otro poco y aunque yo le ganaba en fuerza logro zafarse parándose, me levanté y aprovechando que me daba la espalda me le pegue, sentí mi verga en la raja de su englobado culote. -¿Qué... es esto?... Suéltame...no no Me aferre a su cintura mientras le decía en el oído que la amaba que nadie la podría q uerer como yo. -¡Por favor ya dejammm! Comencé apretar mi polla iracunda contra ella. Mi peso la obligo a apoyara las man os en el mueble del televisor, sacando "sin querer" su culote, haciéndome mas fácil el trabajo. La dureza, el grandor de sus nalgotas en mi verga me enloqueció. ¡Soy tu madre no por favor!... ¡aaaah! Gimió por un segundo con fruición y supe que lo lograría. Pero no se dejaba del todo. Durante un rato lucho y término en la cama boca abajo conmigo encima. Yo me movía restregando mi avigorado nabo desnudo en el canal de s us posaderas, que el short aduras penas protegía. Así permanecimos no se cuantos minutos. -¡no, ahh, no, no, suéltame, aah, no aah!-. Gemía y se negaba. Al mismo tiempo yo le decía con el odio hervido en el caldero de la arrechera, que se dejara, que yo sabia cuento le gustaba: "no no es malo" "rico, así" "se lo que quier e tu culote" Mientras besaba su cuello y con mis manos buscaba debajo de ella sus tetas, su resistencia se comenzó a convertir en el apoyo de mis envestidas, sentía como su culísimo se apretaba levantándose contra mí tranca, sus lamentos dejaban salir acentos de goce, su perfil apoyado en la cama me permitía ver entre los lizos mec hones de cabello negro como se chupaba los labios y cerraba los ojos con gestos de placer Los meses de abstinencia y mis ataques lascivos hacían su efecto. Su oposición desap areció y sobrevino un meno delicioso de su culo. Su dulce boca entre abierta recib ió mi dedo y lo chupo... Vi allí como apretaba la funda de la cama con sus manos y se soltó. -Dámelooo, Si, ¡aahagaaah!-. Reprimió el gemido Supuse que era de placer, pero ahora es toy convencido que se vino. Mi arrechera progreso endemoniadamente encima del acampanado culo de mi madre y en medio del paroxismo y los movimientos de perro, tuve otro orgasmo, untando de esperma por todas partes la tela de algodón de su short. Solo oía su brusca respiración El arrepentimiento intento aprisionarme pero algo suced ió ella se incorporo con el semblante enrarecido, era una expresión animal, sus ojos claros echaban fogonazos, yo esperaba un ataque o algo así, pero en cambio mi madr e, ahora sentada, estaba fija en mi verga que seguía petrificada.

Fue como si algo se hubiese liberado en ella, tomo mi poya con el gesto más lúbrico que he visto en mi vida y comenzó a sobarla, mientras gemía casi desesperada. La sua vidad de su mano era una tortura. La situación exaspero mi lujuria y echándome de es paldas, mientras mi madre recorría desde la base hasta la punta mi hoja con perici a, comencé a agitar las caderas enardecido. -La tienes enorme mi amor. En la posición en que me la meneaba pude agarrar más o menos una de sus nalgototas y empezar a amasársela por enzima del short, su respiración se convirtió en puros gemid os, mi cerebro bullía impresionado por el tamaño que mi mano ceñía. La misma mano comencé a meterla por entre el short e intente bajarlo. Al mismo tie mpo ella me la boleaba mas duro y mas rápido haciendo que la cabeza de mi garrote quisiera estallar. Que los santos me perdonen por expresarme así, pero los gemidos de mi madre parecían de perra en celo... En un momento se detuvo y se quito el short a toda prisa, no tenia calzones, su desnudes era terriblemente excitante no espero se monto sobre mi verga sin introdu cirla. Sentí el calor exterior de su coño, su humedad, su delicada blandura, sentí sus pesadas y suculentas nalgotas. Se mecía con pericia sobándose mi paquete, aumentand o lentamente la velocidad y mi excitación. -Así... oohoh, que bien se siente, assii, asiii-. Empezó a gimotear. Yo pujaba atortolado por la fricción. Era increíble ver la cara que ponía. Era la arrechera personificada en el rostro de mi madre Sus fluidos se escurrían por mis caderas mientras se frotaba contra mí así estu vo un rato luego paro un instante, con la mano derecha tomó mi barra y suavecito . se la fue metiendo . ¡Abrasaba! Su canal húmedo apretujo la hinchada cabeza de mi verga mientras se abría paso con d eliciosa dificultad Sentí el tronco ahorcado por las delicadas paredes de su coño. El acoplamiento, la compatibilidad era absolutamente perfecta entre la vagina de mi madre y mi pene El calor de su interior derritió mi moral su estreches me dio un torrente de dicha que nunca he experimentado con otra mujer Se movió a un ritmo que parecía escrito solo para mí. Sus gigantescas nalgas golpeaban mis piernas y mis pelotas, dándome un placer de reyes. Subía, bajaba, brincaba se l adeaba, se mecía -Aaa deeentro Siii Ooohoooh bieeen oouuoooh-. Continuo mi madre jalando sus caderas par a todos lados mientras yo apuntaba a su fondo. Agitaba su pelvis con fuerza dándole el más vehemente deleite a mi verga. Su meneo e ra espectacular, exprimía el tallo de mi verga pudiendo percibir como palpitaba en el lecho interior que la constreñía. Mi madre por segundos se detenía sabiamente hacién dome sentir su vagina succionándome, pero luego bailaban y bailaban sus caderas de forma primitiva en torno a la presión calenturienta de mi verga insertada hubo un momento en que el presente desapareció, y la conciencia se dilato ilimitada, solo ér amos deleite en movimiento Mi esperma pareció cobrar la energía de su salida en la te nsión erótica de mis músculos, en los poros activos de mi piel . me erice convulsivament e, mi verga se hincho a mas no poder y comencé a vaciarme en un nirvana de leche Al mismo tiempo ella me clavo las uñas en el pecho y cerrando los ojos con fuerza, a ulló de goce -Aaahuaaahaaah-. Había tenido otro orgasmo con su hijo. Se desmonto acomodándose boca abajo, aun era tanta mi arrechera que me tire contra su culote. -Tan bella mami-. Gemí. Pero ella me detuvo, en su cara aun se notaba el hambre. Yo continuaba complemen te erecto con ganas de mucho mas. Parándose se dirijo al baño. Me la manoseé unos segu nditos mientras la veía irse de espaldas. Oí la ducha y movimientos de toalla. Al po co tiempo regreso, acomodándose nuevamente boca abajo a mi lado. ¡Mi madre se lavo para que yo me deleitara en su intimidad! Sus nalgotas desnudas me ofrecían el relieve mas bello del mundo, El corazón me latía rapidísimo, comencé a temblar de la ansiedad al darme cuenta que se veían mucho mas gr andes que aquella noche que la fisgoneé. La lujuria me fustigaba con ese prodigios

o tamaño. Me lance tocando a más no dar, me faltaban manos, amasaba, apretaba y movía toda esa magnitud con la máxima dicha. No me lo creía, el culo que tantos desvelos m e causo era ahora todo mío. Bese muchas veces con devoción mientras lo sostenía con fi rmeza, pero no pude detenerme Descontroladamente me entregue a ese banquete de na lga. Lamí intoxicado por la blancura, por tanto cuerpo, recorriendo la hermosa sup erficie La arrechera me dolía. - Que riiico uummm ummm... uuuf-. Gemía mi madre. El suave y celestial perfume a coño que salía del surco perfecto de su culo me atraj o, abrí sus nalgotas con dificultad por la corpulencia y vi el ano rosado era de una forma tan exquisita que rogar era poco, sus caderas vibraron metí mi cara entre es as dos redondeces y sin pensarlo puse a jugar mi lengua en su divino asterisco, mi madre meneo sus tremendas nalgas por el placer, golpeando mi cara, aprisionándo me yo estaba dispuesto a morir Poco a poco, se levanto mientras yo chupaba su culo, hasta quedar de rodillas co n la cara en la cama... Y su paraíso se develo del todo, ya no solo era su ano aho ra también lengüeteaba su cuca lampiña. -Si, si ¡asiii!, así ¡Umm!- Recitaba con fuego. Mi rostro se fue empapando de fluidos y felicidad, sus Nalgotas bailaban al compás de mi labor. Con las manos apoyadas en su trasero me incorpore, mi verga durísima se esgrimió hacia esas inigualables bolanas de dulzura. Sujetándolas con la mano ap unte a su vagina esta vez fui yo quien dirigió la penetración, pero con una delicadez a que más parecía temor, produciendo en ella estremecimientos de voluptuosidad. Acto seguido ella movió sus cadera en círculos bien pegada a mi eje, sobando su culote e n mi bajo vientre, Lo hacia tan magistralmente, que cada circulo tocaba hasta la ultima fibra nerviosa de mi verga...produciéndome el mas monumental de los placer es. Rápido ahora lento, variando acorde a mis envestidas. Sobando en un amasar rabioso sus nalgotas completamente hipnotizado y arrecho, m is dedos comenzaron a buscar el estriado ano. Separe cada masa pelotuda que form aban sus nalgas esculcando Fue fácil, la lubricación de su vagina había alcanzado ese i mpúdico punto, y el placer estertoroso de mi madre le daba elasticidad, mis dedos se introdujeron por su culo, uno dos y tres dedos a la vez, se abrió ese foso de c ondena sagrada ante mis ojos incestuoso y mi verga suplico por participar, apreté con mucha fuerza uno de sus glúteos y ella pareció entender por que se detuvo, expec tante . Puse la cabeza de mi cetro en la entrada de su ano que visiblemente se abrió, empu je con suavidad y la cabeza se perdió asfixiada en el interior del culo de mi madr e, presione otro poco mis caderas, ella con brusquedad quiso ingerirlo todo, y e l tallo se encamino hasta el fondo, victorioso Ya no había límites, comencé a jalonear sacando y metiéndolo, sin medirme en fuerza, sin consideraciones acompasada ella ba ilaba esa satánica danza que rompía el mas primitivo de los tabúes Si, los gritos de mi madre rebelaban la fuerza pecadora de su alma . ¡Aahuu!, ¡Aahuuu! ¡emm!- brotaba de su boca gimiente. Comencé a sentir en ella, el desquiciamiento activo del estremecimiento que (ahora lo se) antecede al orgasmo, un aullido visceral salió de su garganta, contenido, exploto dándole vos a la cúspide de su goce. - Ummmmm! ¡Aaaaah!! Uuuhuuueuuuggggg! Casi al mismo tiempo mis testículos se encogieron y se disparo un raudal de leche en su interior, hundiéndome en un atemporal mar de éxtasis Permanecí abrazado a su espalda feliz como nunca en mi vida Al sacer mi verga la savia blanca del orgasmo se deslizo con despaciosa eleganci a brotando de su culo, mi madre con respiración agitada volteo su rostro y Supe por su mirada que quería más . Adaptación hecha a unos archivos de audio, tomados de un centro psicológico. Histori a real. RELATO1 Todo comenzó de forma casual, en la primavera en que cumpli los 16 años. En el Instituto nos habian dado una charla sobre educación sexual y nos habian ent regado un libro-folleto en el que venia una amplia descripción de todo lo que nos habian explicado.

Todas las formas de practicar sexo, metodos anticonceptivos, prevención de enferme dades venereas, distintas practicas y opciones sexuales, etc. El libro venia profusamente ilustrado, con dibujos y fotografias, para mejor com prensión. A mi edad, todos estos temas eran apasionantes, ya que, para un chico de 16 años, todo lo relativo al sexo tiene mucha importancia. A esa edad, me excitaba con cualquier cosa y me masturbaba con mucha frecuencia. La charla que nos dieron y el libro, me aclararon muchas dudas y conocí cosas de l as que no tenia la menor idea, pero algunas de estas cosas, simplemente no las e ntendia o no me hacia a la idea de cómo podian ser. A esa edad, no solo era virgen, sino que ni siquiera habia tocado nunca a una mu jer, puesto que era bastante timido y retraido, como buen hijo unico. Mi madre siempre habia sido muy cariñosa conmigo, besos y abrazos cada vez que la apetecia, cosa que a mi me encantaba, me mimaba y me consentia mucho. Era la uni ca mujer, con la que no me ponia nervioso, porque yo no la veia como una mujer. Por aquel entonces, tenia 36 años, se habia casado muy joven, a los 19 años, con mi padre, diez años mayor que ella. Mi madre era una mujer de constitución pequeña, 1,55 m de altura y 50 Kg. de peso, d e buen ver, aunque no era una belleza, tenia buen tipo y se conservaba bastante bien para su edad, a base de gimnasio y dieta rigurosa, que nos imponia tambien a mi padre y a mi. Yo por aquel entonces, media sobre 1,75 y pesaba en torno a 70 kg, de cuerpo atl etico, debido a los distintos deportes que practicaba y a la sana dieta que nos tenia sometidos mi madre. Cuando mi madre descubrió el dichoso libro sobre el sexo, supongo que lo comentari a con mi padre y de mutuo acuerdo, decidieron que fuera ella la que abordará el te ma conmigo, ya que con ella tenia mas confianza. Asi es que me preguntó al respecto y yo le conté lo de la charla y lo del libro. Ella me dijo, que le parecia muy bien, que había "ojeado" el libro y lo encontraba muy adecuado e instructivo, pero que si tenia alguna duda se la planteara, a el la o a mi padre, según los temas, a mi criterio. Ella sabia perfectamente, que yo con quien mas confianza tenia era con ella, ya que me sacaba absolutamente todo lo que queria con la habilidad y celo propios d e madre de hijo unico. Por mi parte, lei y relei varias veces el susodicho libro, pero habia cosas que efectivamente no acababa de comprender y ademas eran de las que mas me interesab an. No entendia muy bien los procesos de excitación de las mujeres, en cambio los de l os hombres los tenia muy claros y ademas en nuestro caso, cuando nos excitabamos se veia a simple vista, mientras que no alcanzaba a comprender como se sabia cu ando una mujer estaba excitada. El libro explicaba los resultados de la excitación femenina, pero no decia nada re specto a como se podian saber estos resultados a simple vista, que era lo que a mi me interesaba. No me veia preguntandole semejante cosa a mi madre, pero por otra parte, tampoco queria perder la oportunidad de enterarme al maximo sobre los distintos aspecto s de la sexualidad femenina, que tanto me apasionaban en aquel momento, asi es q ue decidí hacerme el inocente y empezar por hacer a mi madre preguntas faciles, pa ra ver como reaccionaba y en función a su actitud, ir avanzando con preguntas mas atrevidas. Después de varios dias de darle vueltas al tema y dejando siempre el libro visible , para que mi madre fuera consciente de la importancia que le estaba dando al te ma, decidí dar el primer paso. Le dije a mi madre que habia decidido hacerle algunas preguntas sobre los temas que no entendia, pero que tenia que prometerme que no se lo iba a contar a mi pa dre, porque me daba mucha vergüenza, que si no era así, pues que preferia quedarme c on las dudas. Ella me prometió que todo lo que hablaramos al respecto, seria nuestro secreto. En esto quedamos y yo le dije que le haria las preguntas, cuando lo tuviera clar o y en el momento oportuno, en lo cual ella estuvo de acuerdo.

Por fin, se presentó lo que yo consideré como el momento mas oportuno, ya que mi pad re se marchaba de viaje durante varios dias, por motivos de trabajo, con lo que tendriamos tiempo suficiente para hablar todo lo que quisieramos, sin ningún probl ema. Al dia siguiente de marcharse mi padre, cuando regresé a casa por la tarde, le dij e a mi madre que después de cenar podriamos hablar sobre "lo que ella ya sabia". Mi madre me contestó que le parecia muy bien. Todas las noches, después de cenar, nos poniamos ropa comoda y nos sentabamos en e l salon a ver la televisión, normalmente en pijama o similar, según la epoca del año. En este caso como estabamos a finales de primavera, yo me ponía un pijama de pater as y mangas cortas y mi madre uno de identicas caracteristicas, pero de mujer, q ue tienen las calzonas mas cortas y mas amplias. Como no estaba mi padre, nos sentamos los dos en el sofá y encendimos la tele, com o siempre. Mi madre inició la conversación, diciendome en un tono como de complicidad que comen zara con mis preguntas cuando quisiera. Yo le contesté que a pesar de que me daba mucho corte, estaba dispuesto a hacerlo, siempre que respetara la confidencialidad, con respecto a mi padre. Ella me contesto en el mismo tono de complicidad que todo lo que hablaramos seri a un secreto entre los dos. Yo por mi parte añadí que si alguna de mis preguntas le resultaba violenta, pues que la dejabamos sin mas. Ella me respondió que se habia concienciado de que el tema que ibamos a tratar, da da mi edad y visto el contenido del libro que nos habian facilitado, seria escab roso, pero que estaba dispuesta a resolver todas mis dudas, siempre y cuando ell a supiera las respuestas, dado que tampoco era una experta en sexo. Me habia llevado el libro, como guión y para facilitar mis preguntas, usando en al gún caso las imágenes y fotografias del mismo. La dije si le parecia bien que comenzara explicandole cuales eran mis experienci as respecto al sexo. Supongo que con lo cotilla que era respecto a todos mis asuntos, este, del que h asta ahora no sabia nada, despertaba su mas absoluta curiosidad, asi es que me a premió para que comenzara cuanto antes. La dije que era virgen, que no habia tenido ningún tipo de relación con ninguna muje r, y que mi unico contacto con el sexo femenino eran los besos y abrazos que ell a me daba. Ella, me dijo que lo de mi virginidad era normal a mi edad, y luego en tono de b roma añadió que al menos con los achuchones que ella me daba, habia podido sentir el contacto con el cuerpo de una mujer . Yo la contesté, tambien en tono de broma, que ella no contaba, porque era mi madre y los besos y abrazos que nos dabamos no tenian ningún interes sexual y añadí al meno s para mi . Ella me dijo siguiendo con la broma que efectivamente los besos y abrazos que no s dabamos no tenian ninguna intención sexual consciente por parte de ninguno de lo s dos, pero que según Freud, las madres eran el primer referente sexual de los hij os, aunque en la mayoria de los casos, de forma inconsciente. Yo la contesté ya mas en serio que efectivamente algo de eso habia leido en el lib ro. Lo buscamos y alli estaba todo lo referente al complejo de Edipo . Mientras mi madre leia lo que ponia el libro al respecto, yo comence a mirarla y creo que por primera vez, a verla como era en realidad, primero su cara sonrien te con sus labios moviendose, unos labios carnosos y humedos, después baje mi vist a a sus pechos .. sin sujetador .. con los pezones marcandose a traves de la fina te la de su camiseta .. (Nunca me habia fijado en que los pechos de mi madre tuvieran pezones), seguí con sus piernas .. tenia unos muslos preciosos a traves de la fina t ela de su calzona, se marcaban claramente sus bragas Por un momento, perdí la nocion del tiempo y del espacio, mis ojos se clavaban en cada parte del cuerpo de mi madre .. mi mente estaba traduciendo cada una de esas partes a objetos de deseo, tenia todo lo que me atraia sexualmente de las demas mujeres y ademas estaba alli, a escasos centímetros de mi. Por primera vez veia a mi madre como una mujer y ademas ¡Estaba buenisima ! Casi de

forma automatica noté como me excitaba y con gran preocupación, vi como un pequeño bul to comenzaba a hacerse visible en el pantalón de mi pijama. Instintivamente traté de taparlo, poniendo mis manos encima. Mi madre me sacó de mi atontamiento, finalizando la lectura y diciendome que las t eorias de Froid a pesar que eran muy discutibles tenian un fondo de realidad, ya que los hijos con la primera mujer y como en mi caso hasta cierta edad, con la unica mujer que se relacinan es con su madre, por lo que en muchos casos, son su unico referente del sexo contrario. En el mismo capitulo del libro, yo sabia que seguia hablando sobre el incesto, p ero mi madre, al llegar a ese punto habia dejado de leer, por lo menos en voz al ta, ya que como yo me habia quedado como alelado, pues no habia apreciado el tie mpo que habia trascurrido. Pero de alguna manera, lo que habia leido tambien afectó a mi madre, su voz ya no era tan distendida como antes y su cara se habia puesto seria. Estaba claro que el contexto habia cambiado, desde luego para mi totalmente, mi intención inicial de aclarar dudas, habia dejado paso a una nueva perspectiva, la de sacar el mayor provecho posible de la situación. Las preguntas ahora las haria con una doble intención, por una parte la de aclarac ión y por otra la de ver la reacción de mi madre, el morbo se habia convertido en mi principal objetivo. Mi madre, con ese sexto sentido de las madres, intuyó que algo habia cambiado y ta mbien de forma automatica se puso en guardia. Cerrando el libro, dijo que nos estabamos saliendo del tema, instandome a que co menzara a plantearle mis dudas. Yo como si no hubiera pasado nada, seguí con el tema de mis experiencias sexuales l a dije que me masturbaba . Mi madre, tratando de adoptar una actitud de normalidad, me preguntó que si lo hac ia muy a menudo. La contesté que si, que con bastante frecuencia. Estaba claro que el tema habia despertado su interes, me miraba con cara de comp rensión y siguiendo con el tema, me preguntó con que me excitaba para masturbarme. La contesté que con revistas, con paginas de Internet que tratan temas de sexo y c on mi profesora de lengua, que era mi fantasia sexual preferida. Como yo soy mas alto que ella, la observaba con ventaja, ya que ella tenia que l evantar un poco su cabeza cuando queria mirarme directamente, mientras que yo la podia observar desde mi posición normal. Me dí cuenta que en varias ocasiones habia dirigido su mirada hacia mi entrepierna , donde seguian apoyada mis dos manos, tratando de ocultar el bulto que cada vez era mayor. Ella para dirigirse a mi de nuevo levanto su cabeza, momento que yo aproveché para colocarme el pene, que al ponerse duro se habia quedado atravesado, poniendolo en posición normal, esto hizo que el bulto se hiciera mas evidente, puesto que mi pene casi se salia por la parte superior de mi pijama, dado el tamaño y grosor que estaba adquiriendo. Mi primera reacción fue de nerviosismo, puesto que habia empeorado la situación, per o de pronto, de forma instintiva movi mis manos y dejé de tratar de ocultar lo que ya no tenia remedio. Mi madre, ajena a todo esto, me dijo en tono preocupado, que mi profesora de len gua era una mujer casada y muy mayor para mi (La conocia muy bien, ya que vivia en nuestra misma calle), que podia ser mi madre . De pronto se quedó callada, su cara se puso roja, desvio su vista de mi cara y sup ongo que sin pretenderlo, la posó sobre mi "paquete", todo ocurrio en un instante En su cabeza supongo que se estaban agolpando las ideas, me gustaban las mujeres mayores .. lo del complejo de Edipo y mi mas que evidente excitación Sin decir nada, se levantó, salió del salón y se dirigió a la cocina, donde vi como se t omaba un baso de agua, supongo que para tranquilizarse y ordenar sus ideas. Yo aproveché para levantarme y colocarme bien mi pene, que de momento habia perdid o su dureza y se habia quedado morcillon. Cuando regresó, yo estaba sentado mirando distraidamente la televisión, como si no h ubiera pasado nada.

Ella se sentó, mirandome con una sonrisa un tanto forzada y me dijo, tambien trata ndo de aparentar serenidad, que a mi edad todo lo que le habia contado era norma l, miró hacia mi entrepierna y se percató de que esta parte tambien se habia tranqui lizado, aunque seguia habiendo un perceptible bulto. A mi cada vez me estaba gustando mas la situación, asi es que decidí echarle un poco mas de leña al fuego , como sin darle ninguna importancia, mirandola a la cara y po niendo cara de niño bueno, la dije que tenia un problema con lo de la masturbación, pero que me daba mucho corte explicarselo. Mi madre me dijo que habiamos quedado en que la iba a contar todos mis problemas , asi es que por ella que no me preocupara, fuera lo que fuera, que no me diera vergüenza. Yo ya, dominando la situación, la dije como en voz baja, que no sabia si tenia fim osis y que mi pene tenia una especie de pliegue en la parte baja del glande que tampoco sabia si era normal. Mi madre se removió como inquieta y su vista se fue directamente a mi paquete, que de nuevo habia comenzado a crecer, se dio cuenta y desvio la mirada hacia otro sitio, sin saber muy bien donde mirar. Finalmente, me dijo que si no lo habia comparado con las fotos del libro. Cogí el libro y lo abrí por el capitulo en el que describian el pene, todo estaba cl arisimo y ademas los dibujos eran muy explicitos. Yo la señale en uno de los dibujo a lo que me referia y ella me dijo que eso era e l frenillo y que como podia ver por el dibujo era normal. Yo que lo que queria era meterle morbo al asunto, la contesté que a mi no me salia el glande como en el dibujo y que me dolia mucho cuando intentaba forzarlo. Ella me dijo que eso si que podia ser fimosis, que tendriamos que ir al medico p ara que me lo viera. Yo en ese momento, decidí dar un paso mas y sin ningún rodeo, la dije que ya que est abamos, porque no me lo miraba ella, que me daba mucho corte tener que enseñarle m i pene a un medico. Mi madre se echó hacia atrás en el sofá, como sopesando mis palabras y tardó bastante en contestarme. Finalmente me dijo que preferia que me lo viera un profesional, ya que ella no t enia experiencia y podia equivocarse en el diagnostico, tratando de salirse por la tangente. Yo insistí, pidiendoselo por favor y diciendola para tratar de convencerla, que al fin y al cabo estabamos hablando de un problema fisico y que ademas estaba segu ro que si se tratara de cualquier otra parte de mi cuerpo no tendria ningún inconv eniente. Ella trató de explicarme que no era porque fuera esa parte del cuerpo en especial, sino porque consideraba que no tenia suficientes conocimientos al respecto. Yo, tratando de forzar el tema, la coaccioné diciendola que lo que pasaba era que le daba corte verme el pene y que no podia entender su actitud, ya que ella era la que habia insistido para que la expusiera mi problema Ella visiblemente nerviosa y con su cara como un tomate, me dijo que estaba bien , que se lo enseñará, pero que no podia prometerme nada al respecto. Yo sin mas preámbulos, me puse de pie delante de mi madre y me bajé a la vez el pija ma y los calzoncillos. Mi pene que en ese momento estaba totalmente tieso, saltó c omo un resorte y quedó apuntando al techo, a la altura de la cara de mi madre. La cara de mi madre era un poema, sus ojos abiertos como platos, su boca tambien abierta y su cara totalmente roja, incapaz de reaccionar . Yo para tratar de relajar la tensa situación, la dije, que con la conversación me ha bia excitado un poco, pero que eso era bueno, porque asi podria apreciar mejor m i problema. Ella balbuceando sus palabras me dijo que se habia quedado sorprendida, tanto po r mi estado de excitación, como por el tamaño del pene, ya que creia que a mi edad, seria bastante mas pequeño. Yo para seguir relajando la situación, la pregunté como estaba de tamaño, comparandolo con el de mi padre. Ella ya asumida la situación, me contestó que poco mas o menos, pero que dada mi eda d, me tendria que crecer algo mas, con lo que seguro que lo llegaria a tener mas

grande que el de mi padre (Lo dijo como con cierto orgullo, por ser ella mi mad re) Yo la dije que observara mi problema, para lo cual traté de sacar el glande del pr epucio, sin ningún interes en forzarle, quedandolo solo asomando un poco, sin que se viera el frenillo. Ella, ya poniendo todo su interes, me dijo que lo forzará un poco mas, pero sin ha cerme daño. Yo la dije que porque no lo intentaba ella, esperando una negativa airada por su parte, pero lo tenia que intentar. Mi sorpresa fue cuando mi madre, ya totalmente metida en su personaje de experta , tomo mi pene con su mano derecha y comenzó a tratar de sacarme el glande, mas su avemente incluso que yo lo habia echo, supongo que por miedo a hacerme daño. Como no salia, subio la piel hacia arriba y volvio a bajarla un poco mas y siguió con este movimiento, subiendo y bajando la piel de mi pene, lentamente . en realid ad, supongo que inconscientemente, por lo menos al principio, me la estaba menea ndo y yo estaba empezando a disfrutar con este inesperado meneo. En cada movimiento hacia abajo, mi glande aparecia cada vez mas, totalmente bril lante e incluso ya comenzaba a verse tambien el frenillo, de pronto mi madre, an imada por el éxito y deseando conseguir su objetivo, me dijo que no salia mas porq ue estaba seco y que habia que lubricarlo. Se mojo un dedo de su mano izquierda con saliva mientras que con la otra mano se guia meneandomela lentamente, con el dedo de su mano izquierda esparcia saliva e n la punta de mi prepucio, asi una y otra vez, poniendo todo su empeño, pero con m ucho cuidado de no hacerme daño. Mi madre estaba excitada con la idea de que iba a conseguir resolver un importan te problema a su querido hijo y ya no reparaba en medios para conseguir lo que s e habia propuesto, pero tambien se estaba excitando sexualmente, inconscientemen te al principio, pero a partir de un determinado momento el instinto sexual come nzó a actuar y mi madre empezó a darse cuenta de la situación. Su ojos no se separaban de mi polla, que estaba apunto de reventar y cada vez la costaba mas trabajo mojarse el dedo, puesto que su boca se le secaba .constanteme nte humedecia sus labios con la lengua y su respiración se entrecortaba . Yo que ya estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no correrme, la dije como pa ra tratar de ayudarla en su empeño, que porque no me lo mojaba directamente con su lengua. Mi madre sin decir ni una palabra al respecto, acercó su boca a mi polla y comenzó a ensalivarmela con la lengua . Aquello fue demasiado sentí la inminencia de mi eyaculación y sin pensarmelo dos vece s, sujeté con mis dos manos la cabeza de mi madre y suavemente introduje mi polla en su boca, comenzando inmediatamente a correrme dentro de ella. Mi madre, consciente de lo que estaba sucediendo y ya totalmente dominada por su instinto sexual, me comia literalmente la polla, tragandose todo el semen que p odia, mientras seguia meneandomela, ahora ya sin contemplaciones. Ella, que tambien debia estar teniendo un tremendo orgasmo, chupaba y meneaba mi polla desesperadamente, me acariciaba los huevos, apretaba mis nalgas . Yo seguia corriendome, no se cuantos chorros lance dentro de su boca . Finalmente solté su cabeza. Ella ya sin ningún reparo, siguió chupando y lamiendo mi p olla un rato mas, hasta que por fin, tambien comenzó a relajarse. Sacó mi polla de s u boca y me miró con las facciones desencajadas, mientras el semen que no habia po dido tragar, la escurria por la comisura de los labios. Se dejó caer hacia atrás, con la mirada nublada, la boca abierta, jadeando ., sus pech os subian y bajaban al ritmo de su agitada respiración ., supongo que apurando los u ltimos estertores de su orgasmo. Yo me habia quedado alli, de pie, con mi polla colgando y sin saber que hacer, e ra la primera vez que me la chupaban y habia sido mi madre .. En aquel momento mi mayor deseo hubiera sido tirarme encima de ella, abrazarla, besarla, comerme sus pechos . esos pechos, que con los pezones totalmente marcados , se movian al ritmo de su agitada respiración Pero la prudencia se impuso, me subi el pijama y los calzoncillos, me incline y la dí un beso en su mejilla, como todas las noches, me acerque a su oreja y le dij

e: - Buenas noches y gracias por todo mama, que descanses y hasta mañana. Ella sujetó mi cabeza con sus dos manos, mientras me besaba repetidamente y con su voz entrecortada me susurro al oido: - hasta mañana cariño . Me metí en la cama, con la cabeza hecha un lio, al momento, sentí como mi madre entr aba en el servicio y se daba una ducha, supongo que para relajarse. A la mañana siguiente, cuando me levanté mi madre ya esta en la cocina, asi es que d espués de ducharme, fui a desayunar. Como todas las mañanas, me acerque a mi madre y la dí un beso, diciendola: -Buenos d ias mama. Ella siempre aprovechaba ese primer beso de la mañana, para darme un fuerte abrazo y comerme a besos y esta vez tambien lo hizo, lo que pasa es que para mi y supo ngo que tambien para ella, aunque tratabamos de actuar con toda normalidad, todo era distinto. Cuando me abrazó y comenzó a besarme en la cara, yo por primera vez sentí sus pechos p resionando sobre mi pecho (Ella seguia en pijama y sin sujetador) y al correspon der a su abrazo, mis manos presionaron en su espalda, para conseguir un mayor co ntacto con sus pechos. Otras veces yo trataba de zafarme de sus abrazos, diciendola que me dejara en pa z y que no fuera tan pesada, pero en esta ocasión, no solo no hice tal cosa, sino que traté de prolongar el abrazo y ademas comence a besarla tambien en la cara y e n el cuello, haciendo como que me la comia. Ella finalmente y con mucha habilidad, se separó y me sirvió el desayuno. Mientras desayunaba, se sentó a mi lado y con una expresión de complicidad en su car a, me dijo: - Supongo que el problema que me planteaste ayer debió quedar resuelto ¿No? Yo sin mirarla a la cara, simulando una vergüenza que desde luego no estaba sintie ndo la contesté: - Si mama, totalmente resuelto y ademas no se como expresarte mi agradecimiento, por tu inestimable ayuda. Ella me contestó que todo se habia producido de una forma natural y que desde lueg o de esa forma nos habiamos ahorrado una, para mi violenta visita al medico. Siguió argumentando que en realidad no habiamos hecho nada malo, pero que no obsta nte, tal y como habiamos acordado, todo lo ocurrido tenia que ser nuestro secret o. Yo le conteste que por supuesto que todo lo que habia ocurrido seria nuestro sec reto y añadí que igual que todo lo que trataramos sobre el mismo tema en adelante, p uesto que por mi parte tenia la intención de seguir planteandola mis dudas y mis p roblemas sobre el sexo, tal y como habiamos acordado. Ella me dijo que se alegraba de que no le diera mayor importancia a lo que habia sucedido y de que siguiera teniendo la misma confianza con ella, para seguirle planteando mis dudas y problemas sobre el tema. Asi quedó la cosa, yo me marché al colegio, como un hombre nuevo, me sentia seguro, parecia como si mi timidez hubiera desaparecido, estaba claro que lo sucedido co n mi madre estaba afectando positivamente a mi personalidad. El dia trancurrio con normalidad, yo habia estado dandole vueltas todo el dia a lo sucedido la noche anterior y no me lo acababa de creer, mi madre me habia mas turbado, me la habia chupado, me habia corrido en su boca y por los síntomas y lo que habia leido en el libro, ella habia tenido tambien un orgasmo Y lo mejor de todo es que aparentaba no darle ninguna importancia, con lo que im plícitamente me estaba animando a seguir por ese camino, como si fuera algo normal . Pensé que habiamos iniciado un juego, con unas reglas tacitas, que no debiamos rom per, yo en mi papel de hijo ingenuo y apocado, con mis problemas e ignorancia so bre el sexo y ella como madre experta y dispuesta a resolver todos mis problemas con metodos expeditivos. Ella evidentemente no iba a tomar ninguna iniciativa, por lo menos de momento, e ra yo el que tenia que seguir avanzando, pero sin pasarme, para que ella pudiera seguirme el juego con cierta comodidad, sin hacerla sentirse violenta. Yo tenia claro que una vez puestos y sucedido lo sucedido, lo queria todo, queri a sus pechos, acariciarlos, sobarselos, comermelos . Queria su coño, tocarselo, come rmelo, como habia visto en las revistas y sobre todo meterme dentro de el follar

con mi madre hacerlo todo con ella y ademas queria hacer todo esto con su consent imiento y colaboración. Lo que no tenia claro era como ni por donde empezar, pensé que después de chuparmela , el conseguir sus pechos no debia ser difícil, asi que opté por empezar por ellos. Por la noche, después de cenar, cuando nos sentamos en el salon, los dos sabiamos que teniamos una conversación pendiente, asi es que, supongo que para animarme, fu e mi madre la que dirigiendose a mi en tono como de broma, me dijo: - Bueno, si quieres podemos seguir por donde lo dejamos ayer, porque supongo que tendrá mas du das y problemas que plantearme. Yo la contesté con total descaro, que dada la forma en que habia solucionado el pr imer problema que la habia planteado, estaba loco por plantearle el resto de mis problemas. Ella se sonrojo y se puso un poco nerviosa, creí que me habia pasado, pero mirando me directamente a la cara, para demostrarme su determinación, me dijo: - Pues bien cuando quieras me puedes plantear el siguiente problema. Ella habia dicho "problema", no "pregunta", con lo que de alguna manera me estab a facilitando o induciendo a que la plantease casos practicos, mas que preguntas teoricas, asi es que sin pensarmelo mucho la dije que aunque lo habia leido en el libro y visto en las revistas, no acababa de comprender para que servian los pechos de las mujeres en las relaciones sexuales, puesto que no les veia ningún ti po de función clara. Ella me dijo que ejercian un gran atractivo para los hombres, que su función era p uramente sicologica y que ademas estaba claro que sus pechos ejercian una gran i nfluencia en mi, puesto que se habia dado cuenta de la forma que se los miraba. Yo la dije que efectivamente sus pechos me gustaban mucho ., que si me dejaria toc arlos para comprobar lo que se siente. Ella me dijo que no tenia nada de malo, que se los tocara, que lo podia hacer pa ra comprobar lo que me habia dicho. Como estabamos sentados el uno al lado del otro, me volvi hacia ella y deslice m i mano derecha por debajo de su camiseta hasta alcanzar uno de sus pechos, lo em pece a acariciar su pezon estaba erecto se lo pellizque con delicadeza . Ella comenzó a subirse la camiseta, yo pense que era para facilitarme el acceso, p ero continuó subiendosela hasta que se la sacó por la cabeza, echandola aun lado. Sus dos pechos quedaron asi a mi entera disposición lance mi otra mano y comence a sobarle los dos pechos a la vez, mi madre se habia recostado un poco para facili tarme mi labor De pronto me dijo que parara un momento, yo me quedé quieto, con mis dos manos en sus pechos, ella me las separó y me dijo: - Bueno veamos el efecto que han tenido mis pechos en ti . Dirigió su mirada hacia el enorme bulto que tenia entre mis piernas y dijo con cie rta ironia: - Como puedes observar, parece que el efecto es evidente, supongo qu e ya lo tienes bastante claro. Yo la conteste que efectivamente, tenia toda la razon, como siempre, pero que ya que estabamos en esta situación, porque no me dejaba seguir para desahogarme, com o tan amablemente habia hecho el dia anterior. Ella me contestó que la parecia bien, pero que a ella como era facil suponer, tamb ien le afectaban las caricias, que yo tenia que comprender que esto era normal y no interpretarlo de ninguna otra manera. Yo la contesté que lo tenia claro y que lo logico es que los dos nos excitasemos y nos desahogasemos como habiamos hecho el dia anterior. Ella como dandome su autorización, se recostó hacia atrás, ofreciendome los pechos en todo su esplendor. La pregunté si podia chuparselos tambien, a lo que me contestó, que los pechos estab an a mi disposición para hacer con ellos lo que mas me gustara, que lo que queria era que disfrutara al maximo, ya que ella iba a hacer lo mismo. Como un poseso, me lance a por su pechos y comence a comermelos literalmente los chupaba, los mordia, los acariciaba . De vez en cuando sacaba mis fauces de sus pechos y sin dejar de manosearselos, l a miraba a la cara, ella tenia los ojos entornados y jadeaba suavemente, cuando volvia a meter mi cabeza entre sus pechos, ella me acariciaba el pelo

Después de un largo rato de comerme sus pechos, me di cuenta que me gustaba mirar su cara, mientras se los acariciaba, con sus ojos entornados, sus labios entreab iertos y su respiración entrecortada . De pronto, sentí que me iba a correr inminentemente, asi es que sin ningún tipo de p reámbulo, mientras apretaba sus dos pechos con ambas manos, me lance hacia su entr eabierta boca y comence a besarla apasiandamente, metiendola mi lengua hasta den tro, ella recibio mi lengua con la suya, mientras que con una de sus manos apret aba mi cabeza, para que no pudiera separarme. Yo instintivamente, saque mi mano izquierda de su pecho y busque su mano libre, se la cogí y la metí dentro de mis calzoncillos, inmediatamente noté como apretaba con ella mi polla y en ese mismo momento comence a correrme .. su mano se movia, trat ando de menearmela y llenandose de mi semen Sentí como su cuerpo se tensaba deje por un momento libre su boca y comence a comer me su cuello, mentras ella comenzaba a gemir e incluso a soltar algun que otro g rito de placer, una vez mas, los dos nos estabamos corriendo a la vez. Ella habia sacado mi polla fuera y seguia apretandola y meneandola, mientras seg uia soltando borbotones de semen, de pronto me apartó un poco, con ternura, pero c on decisión, yo me eche hacia atrás, sin saber muy bien lo que pasaba ella echo su ca beza hacia delante y se metio mi babeante polla en su boca, comenzando a chuparm ela, con verdadera pasión Después de un buen rato de chuparme la polla, hasta que me la quedó totalmente limpi a, se echo hacia atrás en el sofá y los dos nos quedamos como muertos, su cara tenia una expresión de relajación y de satisfacción, se la veia preciosa, el amor que senti a por mi madre, habia subido de grado, me dí cuenta que me habia enamorado de ella la amaba, la queria, la deseaba, la necesitaba, no queria seguir jugando, queria que ella supiera cuales eran mis sentimientos Pero tenia miedo a estropearlo todo, asi es que ya que los dos aceptabamos las r eglas del juego y lo estabamos jugando sin ningún tipo de trabas, decidí seguir por ese camino, para conseguir mis objetivos, pero tenia que ser ya, no queria esper ar mas, mi madre tenia que ser mia cuanto antes, queria estar dentro de ella, te nia que follarmela . Asi es que sin darle tiempo a reaccionar, la pregunté que si se lo habia pasado bi en, ella, todavía con la voz entrecortada, me respondió: - Maravillosamente ¿Y tu? Yo la respondí que en mi caso era evidente, como habria podido comprobar por la ca ntidad de semen que habia expulsado y añadí, que en su caso no era tan evidente. Ella en un gesto de sinceridad total, dado el contexto en el que estabamos, me d ijo que si hubiera tocado su sexo como ella habia hecho con el mio, que tambien lo habria notado, ya que aunque las mujeres no eyaculan como los hombres, su sex o se lubrica con un liquido similar, llegando según la fuerza del orgasmo a salir de la vagina y mojar las bragas. Inmediatamente la contesté, que me encantaria poder comprobar lo que me estaba dic iendo, si la parecia bien. Ella me dijo que si y se reclinó un poco mas en el sofa, para facilitarme el acces o. No me lo podia creer, iba a tocarle el coño a mi madre Con decisión, introduje mi mano derecha por dentro de sus bragas lo primero que toq ue fueron los pelos de su pubis, segui avanzando hacia dentro hasta llegar a su coño, apreté un poco con el dorso de mi mano en sus bragas para separarlas y con la punta de los dedos, comence a acariciarla . Efectivamente todo estaba humedo mis de dos entraban y salian en aquel maravilloso sitio Mi polla se habia puesto de nuevo a cien por hora . Miré la cara de mi madre y su ex presión era maravillosa, evidentemente la estaban gustando mis caricias. Con voz temblorosa, me dijo, que como podia ver, estaba bastante mojada, porque habia tenido un maravilloso orgasmo y a continuación me pregunto si me gustaba lo que estaba haciendo. Yo la contesté que me encantaba, que si no la importaba que siguiera acariciandola un poco mas. Me dijo que por ella no habia ningun inconveniente, pero que si seguia, la iba a producir otro orgasmo, ya que estaba acariciando la parte mas sensible de una m ujer.

La contesté que a mi tambien me gustaba mucho y que seguro que volveria a correrme de nuevo. Ella me dijo, que ya que habiamos empezado este nuevo capitulo de nuestras clase s de sexo, que deberiamos hacerlo bien, para que ambos lo disfrutaramos al maxim o y me sirviera de experiencia .. para ello, era necesario que ella se quitase las bragas, por lo que, dado que no queria que mancharamos el sofá, lo mejor seria qu e nos fueramos a su dormitorio Yo no me lo podia creer, lo bien que me estaba saliendo todo cada vez tenia mas c laro que mi madre estaba dispuesta a colaborar en todo cuanto la planteara y lle gue a la conclusión de que posiblemente tuviera los mismos objetivos y la misma es trategia que yo. La contesté que me parecia muy bien y que ademas en la cama siempre estariamos mas comodos, para cualquier otra duda que se me pudiera plantear. Ella me dirigió una mirada de complicidad, con una sonrisa, que a mi se me antojó de total entrega. Nos levantamos y nos dirigimos a la habitación ella desnuda de medio cuerpo, con s us preciosos pechos al aire y yo de tan solo pensar en lo que se me venia encima , totalmente empalmado, sin preocuparme por ello y sin tratar de disimularlo. Cuando llegamos a su dormitoria, ella retiró la colcha, poniendola encima de un si llon y sin mas preámbulos, se despojó de su calzona y de sus bragas, quedandose tota lmente desnuda delante de mi. Viendo mi cara, que debia ser un poema, me dijo, que si antes de nada, no me gus taria abrazarla desnuda, para añadir esa experiencia a mi repertorio sexual. Entre incredulo y atontado, me dirigí hacia ella, para abrazarla, pero cuando lo i ba a hacer, me dijo que seria mucho mejor si yo tambien estaba desnudo. Como un automata, sin darme apenas cuenta de lo que estaba haciendo, me despoje de tota mi ropa y me quedé totalmente en cuero, en ese momento me percaté de que mi polla apuntaba directamente al techo. Mi madre que se habia dado cuenta de mi situación, se acerco a mi y me abrazó, queda ndo mi polla pegada a su vientre, dado que soy mas alto que ella. La rodee con mis brazos y ambos comenzamos a acariciarnos, yo la besaba en el cu ello y ella a mi en el pecho, asi estuvimos un buen rato, hasta que de pronto am bos nos miramos fijamente a los ojos y nos fundimos en un apasionado beso en la boca. En un momento que aflojamos nuestros labios y nuestros cuerpos, mi madre se giró e n redondo, ofreciendome su espalda, mi polla quedó apollada en la parte superior d e su trasero y mis manos se fueron directas a sus pechos, tenia el espejo de la coqueta delante y en el pude ver reflejada nuestra imagen. Mi madre tenia una cara de placer, con sus labios entreabiertos y sus ojos entor nados, mientras yo acariciaba sus pechos, de pronto me dí cuenta que en esa posición , podia acceder fácilmente a su sexo, asi es que dirigi mi mano derecha a el, cons iguiendo mi objetivo con gran facilidad. Con mi dedo corazón comence a acariciar lo que supuse era su clítoris y dado los gem idos que comenzó a emitir mi madre, estaba claro que habia acertado. Metia y sacaba mi dedo en su lubricado coño, acariciando y frotando por todas part es. Mi madre me confirmó entre jadeos, que eso era el clítoris, que se lo siguiera acari ciando, puesto que ese es el sitio mas sensible de las mujeres. Yo por mi parte, me habia agachado un poco y habia conseguido meter mi polla ent re media de sus muslos, con lo que la veia asomar por delante, en el espejo. Mi madre entre gemidos me preguntaba si me gustaba yo la decia que si, que era m aravilloso. Ella se inclinó hacia delante, apollandose en la coqueta, mis manos quedarón apollad as en sus caderas, no sabia muy bien que es lo que esperaba que hiciera, pero in stintivamente me separé un poco, y mi polla se colocó automáticamente en la entrada de su coño, me agaché un poco mas para conseguir el angulo adecuado y sin apenas darme cuenta, mi polla comenzó adeslizarse dentro de su lubricado coño. Ella para facilitarme la labor estiró su cuerpo y apretó su culo hacia atrás, con lo q ue mi polla se introdujo hasta dentro mis testículos quedaron pegados a su trasero. Mi madre pegó un grito de placer y yo, sin dar credito a lo que estaba sucediendo,

comence a correrme dentro de aquel maravilloso agujero apretaba con fuerza sus c aderas, intentando traspasarla con mi polla Pasados los primeros segundos de desconcierto, instintivamente, comence a moverm e dentro de ella, al principio despacio, acompasando el ritmo a los latidos de m i polla, que seguia bombeando semen, después mas deprisa, como si quisiera que no se acabara nunca. Pendiente de mi mismo, hasta ese momento no me habia percatado de que mi madre e staba gimiendo y dando verdaderos gritos de placer, mientras tenia un maravillos o orgasmo, sentí como su coño se contraia y literalmente succionaba mi polla una y o tra vez, yo me habia vuelto como loco, seguia metiendo y sacando mi polla en un coño cada vez mas dilatado y chorreante. Finalmente los dos nos quedamos parados, nos separamos y casi al unisono, nos de splomamos sobre la cama, totalmente exhaustos. Mi madre me habia ofrecido una nueva clase de sexo y la habiamos culminado con s obresaliente. En realidad los dos dias que duraron las clases de sexo con mi madre, equivalier on a un master y desde entonces mi vida cambio radicalmente. Masajista de mi hijo David Todo sucedió a finales de 1998, fue en Febrero cuando comencé a hacer cursos para da r masajes, mis dos hijos eran ya mayores y me daba la impresión que ya nadie me ne cesitaba en casa, ni mi marido. La verdad es que me sentía mayor, me sentía cansada. Quizás por eso, y porque me encantaban los masajes y las terapias naturales, me d ecidí por aprender un mundo que hasta entonces me había sido negado, no hablo del mu ndo de los masajes tan solo sino de un mundo al margen de las tareas de casa, de aquellas tareas que todo el mundo califica como las propias de un ama de casa. Salir dos tardes a la semana a aprender masajes en un centro de quiroprácticos sig nifico tal cambio en mi vida que al cabo de seis meses comencé a trabajar en un lo cal de estética dando masajes. Mi marido, al principio, se opuso a esta idea pero al final tuvo que claudicar, o era eso o le abandonaba. Así de radical fue mi camb io, así de triste era mi vida. Por aquel entonces tenía 42 años, medía 1,62 y pesaba no se, hacia meses que no me acer caba a la bascula, la ultima vez pesaba alrededor de sesenta quilos, la bascula y yo no éramos buenas amigas. Tengo que reconocer que antes de tener a mis hijos e ra una muchacha delgada, llamativa, al menos así me sentía yo. Pero las cosas habían c ambiado, ahora mis prioridades eran muchas y sin darme cuenta los años me habían rel egado a la ultima posición el la lista. No me cuidaba, mi pelo ahora estaba corto y sin teñir, por pura comodidad. Soy una mujer llamativa, pero nunca me he conside rado atractiva, tengo curvas donde se supone que una mujer debe tenerlas pero ta mpoco es merito mío, la edad y mi condición han hecho todo el trabajo. Acostumbro a vestir siempre con pantalones anchos, jerséis o camisas anchas. Me disgusta mi est omago. Me disgustan mis piernas. Mis pechos caídos. Nada es lo que había sido y, por desgracia, nada volvería a serlo. Incluso Pedro, mi marido, se comportaba de mane ra diferente, de jóvenes estábamos todo el día haciendo el amor, en cualquier lugar o posición, el deseo era nuestra única forma de vida. Ahora hacíamos el amor una vez a l a semana y de la manera más mecánica posible. Esa era mi realidad. Y tampoco hacia n ada por cambiarla, era demasiado cobarde para hacer nada. Era más cómodo convencerme a mi misma de que era la vida que me tocaba vivir. El hecho de comenzar a trabajar en el salón de estética significó todo un cambio en mi vida, dos meses mas tarde tuve que dejar el centro y me cogieron de masajista e n un gimnasio lo que represento comenzar a dar masajes a todo tipo de personas, no solamente a mujeres. De repente empezaron a pasar por mis manos hombres de to da raza y condición, la mayoría en buena forma. Al cabo de un mes de trabajar allí me sentía diferente, ya no era yo misma, no puedo entender como había cambiado tanto en apenas un año. Me sentía nueva, me sentía viva, t erriblemente viva. Con ganas de dejar a mi marido y comenzar una vida nueva. Per o nunca me atreví a dejarle, por mis dos hijos. Al fin y al cabo una madre lo es h asta la muerte y así me sentía yo. Tengo dos hijos, uno se llama David y en aquella ép oca tenia 17 años, el otro se llama Samuel y por aquel entonces estaba a punto de cumplir los 22. Si. Tuve a mi primer hijo con 21 años. Con 21 años dejé de sentirme jo ven. Pero son lo que mas adoro en mi vida y nunca podría hacerles daño.

Aunque algo cambio el 12 de Diciembre de 1998. Aquel día volvía a casa cansada, desp ués de seis horas dando masajes en el gimnasio, aun cansada, me sentía viva y conten ta. Eran las cuatro de la tarde y cuando llegue me encontré a mi hijo pequeño sentad o en el sofá del comedor, iba vestido con un chándal y miraba la tele de manera dist raída. -Hola hijo dije dejando caer la bolsa donde guardaba mis potingues y toallas, así c omo la bata, en el suelo- ¿Qué haces tan pronto? ¿Hoy no tienes entreno? David me miro y su cara se tornó una mueca de desaprobación. -Me lastimé la espalda en gimnasia. El profesor me dijo que hiciera reposo hoy. -Déjame ver. -No contestó rápidamente el. -Vamos. Tu madre es masajista ¿y no vas a dejar que te mire la espalda? No seas ton to David. -No volvió a negar con la cabeza. -¿Pero ? -Me da vergüenza. -Pero si te he visto desnudo multitud de veces hijo ¿olvidas que soy tu madre? -Ya, pero no se me da cosa. -No seas tonto. Quitate la ropa y estirate en nuestra cama, ahora iré a darte un m asaje y verás como mañana podrás volver a jugar a fútbol. -Me da vergüenza. -Pues cúbrete con una toalla. No seas tonto le dije propinándole un cariñoso pescozón en la cabeza. Mi hijo David se levantó y salio del comedor refunfuñando como siempre hacia. Yo me cambie de ropa, me volví a poner la bata de masajista, una baja blanca anudada por delante y de largada por encima de la rodilla. Cuando entre en mi habitación, Dav id estaba acostado boca abajo con una toalla cubriéndole el culo. Sonreí para mis ad entros. El pequeño David se había convertido en todo un hombretón, cuerpo de hombre pe ro mentalidad aun de niño pequeño. Todos son iguales. Mi hijo mayor también era igual, un crío en el cuerpo de un hombre. Como mi marido, como todos los hombres. -Levántate le dije- pondré unas toallas debajo de ti para que no se manchen las saban as con el aceite corporal. David hizo un extraño movimiento para levantarse sin que pudiese verle desnudo, ag uantando graciosamente la toalla. Por unos instantes pude ver sus genitales, est aba en erección. No podía creermelo, mi pequeño David. Eso no era posible así que aparté e sa imagen de mi cabeza y coloqué varias toallas encima de la cama. Después David vol vió a tumbarse. -¿Donde te duele hijo? -En la parte baja, en los riñones. Me arrodillé encima de la cama, a su lado y le puse un poco de aceite en la parte inferior de la espalda. Comencé a hacerle un masaje, lentamente, intentando adivin ar cada uno de sus movimientos para saber donde le dolía. Sus músculos estaban duros y se marcaban aun más en el cuerpo gracias al aceite. Mi hijo tenía un cuerpo magni fico. Cuando hube acabado con la espalda le dije que se diera la vuelta. Volví a e xtender aceite por su pecho y su estomago, libres de vello, hermosos y musculazo s ambos. Mi hijo era un adonis, y era solo mío. Comencé a masajearle en la clavícula, luego bajando por sus pechos hasta el estomago. Sin poder evitarlo deslicé una de mis manos un poco mas abajo, metiendo la punta de los dedos por debajo de la toa lla, mis yemas rozaron suavemente el inicio del vello púbico de mi hijo y rápidament e saqué mi mano, como si hubiese recibido una descarga eléctrica. David continuaba c on los ojos cerrados pero respiraba cada vez más fuerte, mientras la toalla comenz aba a levantarse bajo su pene demostrándome una erección imposible de imaginar. -Lo siento mama dijo sin abrir los ojos. -No te preocupes mi vida, es normal. A algunos clientes les pasa, es una reacción física normal. No hay de que avergonzarse. -¿Y que haces en estos casos? -Hago ver que nada sucede contesté intentado sonreír- o les digo que no se preocupen y les dejo solos un rato haciendo ver que tengo algo que hacer. -No me dejes solo, mamá. Le mire la cara, había abierto los ojos y me miraba fijamente, parecía que iba a llo

rar. Le cogi la cara con ambas manos y le di un suave beso en la frente. -Tranquilo mi niño, tu mami nunca te dejará solo. David volvió a cerrar los ojos mientras una sonrisa se dibujaba en su cara. Mi hij o. Siempre seria mi niño. Desvié la vista y pude ver que la erección continuaba, aun más que antes, la toalla estaba levantada y podía ver su vello púbico, moreno y poblado , incluso la base de su pene. Cerré los ojos y volví a besarle en la frente. Me ardía la cara, tenia calor. Tenía que salir de allí. Pero no lo hice. Muchas veces me he p reguntado porque continué con aquel juego. Quizás porque me apetecía mas que cualquier otra cosa en el mundo. Mi vida estaba cambiando. Yo había cambiado. Me di la vuelta y cogí una botellita que contenía un poco de aceite corporal. Deslicé lentamente las manos por encima de su estomago, extendiendo el aceite, su estoma go era musculoso y estaba duro, como su pecho, como sus pezones. Posiblemente co mo los míos. Tenia que apartar esa idea de mi cabeza lo antes posible. Era mi hijo . Y si hasta ese momento no había sucedido con ninguno de mis clientes, aun menos iba a pasar ahora con mi hijo. Volví a mirar la toalla, continuaba en erección. Come ncé a masajearle lentamente el estomago, después las costillas, el pecho y también los hombros. Me sorprendía que mi hijo estuviese tan duro. Se notaba el ejercicio. De repente note como una de sus manos se posaba en mi pantorrilla. Posiblemente po rque yo me había acercado o simplemente porque el se había movido involuntariamente. Pero no, era su mano, que me acariciaba lentamente una de mis pantorrillas. No podía creerlo. Mire su pene. La erección bajo la toalla era cada vez mayor y no era capaz de imagina que se escondía bajo aquella tela. Me aterraba. Cerré los ojos y co ntinué masajeándole los hombros mientras su mano continuaba aferrada a mi pantorrill a, como si me la acariciase lentamente con uno de sus dedos. No podía ser cierto. ¿M e estaba tocando? Inspire profundamente. Alguna vez nos quedábamos tumbados los do s en el sofá y el se abrazaba a mi, mi niño pequeño, sin maldad alguna. Aunque de eso h acia mucho David, mi pequeño David había cambiado. Ahora era un hombre, todo un hombr e con una erección descomunal que me estaba acariciando las piernas. Y yo en lo únic o que podía pensar era en que hacia dos semanas que no me depilaba, como si fuese mi primera vez delante de un hombre. Un hombre, no mi hijo. La mano de David se deslizó por encima de mi rodilla y comenzó a acariciarme con fue rza los muslos. De improviso yo no podía pensar con claridad, su pene erecto, su m ano cerca de mi sexo, su cuerpo joven. Una mezcla de amor y deseo. Deseaba tocar le, besarle, volverle a tocar. Abandone el masaje en sus hombros y volví al estomago, ya todo me daba igual, cerré los ojos y comencé a bajar mis manos en dirección a su vello púbico. Mi hijo dio una e specie de respingo cuando mis dedos comenzaron a jugar con su vello. Era un vell o duro y poblado. Mi hijo. 17 años. Su mano se deslizo un poco más arriba de mi musl o y comenzó a acariciarme el borde de la braguita. Baje un poco más la mano y cogi l a base de su pene, sorprendentemente ancho y duro, caliente como una brasa. Davi d gimió en silencio y con la otra mano retiré la toalla que ocultaba su sexo. Allí est aba, el pene de mi hijo en erección, grande y brillante, surcado de venas, esplend ido en su esplendidez. Era mucho más grande que el de mi marido, su padre. Comencé a tocarlo con suavidad, le puse un poco de aceite y se lo extendí por toda la super ficie. David temblaba, de pura emoción, su pene temblaba entre mis manos. Sin pens arlo demasiado comencé a masturbarlo lentamente mientras su mano intentaba adentra rse en mi entrepierna. -No cariño dije quitándole la mano de mi sexo- deja que mama haga todo. No te preocup es por nada. Después le besé en la boca, un beso suave y breve. Mi hijo se resistía a abrir los ojo s. No me importó. No me importaba si en esos momentos soñaba con su madre, con cualq uier novia o con una compañera de colegio. No me importaba nada. Me estiré sobre su vientre y comencé a masturbarle muy lentamente, acariciándole los testículos y la base del pene. David comenzó a gemir y yo comencé a masturbarle mas rápido. Entonces note como una de sus manos intentaba de nuevo meterse entre mis piernas. Esta vez no le dije que parase. No pude. Sus dedos evitaron mi braguita y tocaron mi vello púb ico completamente mojado. Podía oler mi propio sexo, un olor ácido y penetrante. Est aba absolutamente mojada. David me tocaba torpemente, mejor. No quería que mi prop io hijo me hiciese correr. ¿Por qué? No lo se. Todo era demasiado prohibido. Al poco rato noté como comenzaba a temblar, sus piernas temblaban con fuerza, sobr

etodo sus muslos, yo conocía perfectamente ese movimiento, era igual que su padre, los mismos e irrefrenables temblores que precedían al orgasmo, sus jadeos, la tor peza de sus dedos hurgando en mi sexo. Mi hijo estaba a punto así que aumenté un poc o mas la velocidad, cogiendo su pene con mas fuerza, y apenas sin darme cuenta a penas un primer chorro de semen salió disparado yendo a parar a mi pelo mientras m i hijo lanzaba un grito y se convulsionaba como si miles de voltios recorriesen su cuerpo. Un nuevo chorro cayó en mi ceja derecha y parte del ojo, el siguiente e n la mejilla y parte del labio, no podía dejar de masturbarle ni dejar de ver como la leche salía de su pene disparado hacia mi rostro. Yo lo necesitaba aun mas que el. Creo que nunca antes había visto tanto semen, en mis manos, en su estomago, e n mi cara, en su vello púbico, en mi pelo. Su orgasmo duró casi 20 segundos, sin par ar. Luego se quedo inmóvil. Retiré mi mano y le miré. Parecía llorar. No se atrevía a mira rme. Me levanté y fui al lavabo donde me lave la cara, las manos y me quité el semen de mi hijo del pelo con un trozo de papel. Cuando volví David seguía en la misma po sición, con todo su vello púbico y estomago manchados aun. Cogí una toalla del baño y co mencé a limpiarle el semen del vello, de repente, sin saber como, mi cabeza descen dió hacia su estomago y sacando la lengua, limpie los restos del semen. Estaba sal ado y amargo, intenso. Era delicioso. Diferente del de su padre. Giré la cabeza y observé su pene, volvía a crecer. Sin pensarlo me lo metí en la boca, todo lo que pude , aunque una primera arcada casi me hizo vomitar pero cerré los ojos y volví a engul lirlo. Deseaba comerme aquella polla como si fuese el último alimento sobre la cap a de la tierra. Estaba dura, creciendo aun más a cada uno de mis lametazos. Nunca supe el motivo pero en aquellos momentos necesitaba hacer la mejor mamada de mi vida. Mi hijo merecía eso, merecía recordar aquel momento estuviese con la mujer que estuviese. La mamada que le iba a hacer su madre iba a perdurar en su cabeza po r siempre jamás. Porque nunca más volvería a repetirse. -Mama -comenzó con voz temblorosa- es maravilloso. -Calla mi niño -dije sacándome por unos instantes su polla de mi boca. -¿Puedo correrme en tu boca, mama? -¿Quieres eso cariño? -Claro, pero también debería hacer algo por ti... -después David, ahora córrete en mi boca, no pienses en nada. Hazlo. Mami se tragara hasta la última gota. ¿Quieres eso? -¿Debería? -Que mas da -dije volviendo a meterme su pene en mi boca. Comencé a chupar cada vez mas fuerte hasta que un ruido distrajo mi atención, levanté la vista sin dejar de chupar y pude ver a mi otro hijo, Samuel, en la puerta, co mpletamente desnudo y masturbándose. Podría haber dejado de chupar, levantarme y acabar con todo aquello, pero simpleme nte observé el cuerpo perfectamente musculado de mi hijo Samuel, su descomunal pen e que ahora masturbaba casi con violencia, mucho más grande que el de su hermano q ue prácticamente no cabía en mi boca. Samuel dio dos pasos y se acercó uno poco más a la cama. Aquello era una locura. Mis hijos, mis propios hijos, chupando al pequeño m ientras el mayor se masturbaba furiosamente a escasos metros de mí. En ese momento noté como los muslos de David volvían a arquearse continué chupando con todo el amor q ue sabia, con toda mi sabiduría, mi pasión el primer chorro salió disparado al fondo de mi garganta, no podía creerlo, hacia tan solo quince minutos que se había corrido y de repente oleadas de semen invadían mi cavidad bucal, comencé a tragarlo, todo, ávid a de no dejar escapar ni una sola gota. Era mi hijo, era su semen. Era todo mío, d e nadie más. Pero tenía tanto líquido en la boca y cayendo por mi garganta que no pude evitar ahogarme, saqué su polla que aun me regalaba los últimos lechazos de mi boca y tosí mientras el semen salía incluso por mi nariz, me ahogaba. Respiré profundament e e intenté no pensar en nada pero en esos momentos mi hijo Samuel se acercó a mi, m e cogio del pelo y se corrió en mi cara. En la cara de su propia madre. Los restos de la leche de David aun caían por mis comisuras, por mi nariz cuando una oleada de nuevo semen salio disparado contra mis labios, mis ojos, mis mejillas, mi pel o. Nunca había visto tanto semen junto, tampoco lo había saboreado. Mis dos hijos gr itando mientras llenaba la boca y la cara de su madre de semen. No pude evitar s onreír, nunca había estado tan contenta en toda mi vida. Recogí parte del semen de mi cara con los dedos y lo chupé. El semen de mi hijo Samuel no sabia demasiado difer

ente del de su hermano, tampoco del de su padre. No pude evitar pensar si el sem en tiene un sabor peculiar dependiendo de la familia. Me daba igual. Cuando mis hijos acabaron de descargar hasta la ultima gota, me levanté y salí corri endo hacia el lavabo. Antes de limpiarme miré de nuevo mi rostro reflejado en el e spejo. Por primera vez no me veía a mi misma como cada mañana, ni cansada ni con oje ras ni tampoco con arrugas. Ahora mi pelo estaba enmarañado y ensuciado con el mis mo semen que cubría mi cara, abrí la boca y restos de semen se escaparon barbilla ab ajo. No podía creerlo. Era lo mas excitante que había visto en mi vida. Me lavé la car a y los dientes. Después me quité la bata y la ropa interior y me miré en el espejo de l baño. Completamente desnuda. Donde días antes había visto celulitis, pechos caídos, pi ernas anchas, papada . Ahora veía a una mujer poderosa en su madurez, capaz de todo, ahora me sentía bien. Miré mi pubis, me hubiese gustado haberme depilado, igual que las piernas o las axilas, pero tampoco iba a hacerlo ahora. Era su madre. Tenían que entenderlo. Una madre nunca está preparada para que sus hijos se conviertan en sus amantes. Salí del lavabo completamente desnuda y me detuve en el quicio de la puerta. Mis d os hijos estaban estirados en la cama de matrimonio, uno al lado del otro, compl etamente desnudos. Con sus penes de nuevo erectos, brillantes, poderosos. Al ver me comenzaron a masturbarse. No pude evitarlo y me lance hacia ellos. Sus manos comenzaron a tocar mis pechos, a meterse en mi sexo, los dedos de uno entraron e n mi vagina y el índice del otro se introdujo suavemente en mi ano, no protesté, era n mis hijos y podían hacer lo que quisieran conmigo. Mi boca pasaba de una polla a otra mientras mis hijos me masturbaban. La boca de uno de ellos se apoderó de uno de mis pechos. No podía concentrarme que maravillosa sensación. Olores, cuerpos, sen saciones. Les amaba, les amaba a ambos mientras les comía las pollas, mientras me masturbaban. Se que es complicado de entender. Pero les amaba como siempre les h abía amado, desde el primer día que la comadrona me los había puesto en los brazos. Mi s niños. De repente Samuel, el mas fuerte, me cogió de la cintura y me puso sobre el. No pr otesté. Claro que podía follarme. Su pene entro poco a poco en mi vagina completamen te mojada. Podía sentir cada centímetro del pene de mi hijo penetrando en el mismo l ugar por el que le había dado a luz. Que maravillosa sensación. Hasta el fondo, no p odía creérmelo, estaba completamente llena, nunca me había sentido así. Me doble sobre m i mismo y bese a mi hijo en la frente mientras el comenzaba a mover sus caderas para follarse a su madre. -Te quiero Samuel. Mi niño haz lo que te apetezca. David estaba a nuestro lado, masturbándose. -Tu también David, mi niño haz lo que te apetezca -¿Lo que quiera? preguntó David. -Lo que quieras respondí sin pensarlo demasiado. Mientras Samuel me follaba lentamente entrando con su descomunal pene hasta dond e nunca nadie había alcanzado dentro de mí. De reojo observe como David se había hecho con la botellita de aceite y se la echaba por el pene, embadurnándolo con generos idad. Luego se dirigió a mi espalda. Cerré los ojos. No era posible. No iba a sucede r. De todas formas me doble permitiendo que mi hijo David abriese mi culo con am bas manos. Noté como mas chorros de aceite resbalaban por mi espalda, por mi culo, caían sobre las piernas de Samuel quien continuaba follándome lentamente. Besé a Samu el y contuve la respiración mientras el pene de David rozaba la entrada de mi ano. No era posible. Iba a hacerlo. Iba a hacer algo que siempre había negado a su pad re, a todos los hombres que lo habían intentado. Siempre había sentido un pavor terr ible por ser sodomizada. Ahora lo deseaba. La punta del pene de David empujó contr a mi ano pero resbaló por el aceite. Mi culo estaba cerrado. Nunca había sido dilata do y la sola idea de imaginar aquel gran pene dentro de mi me hizo temblar, no s e si de miedo o de emoción. David volvió a intentarlo y una vez más resbaló sin consegui rlo. -No te pongas nervioso, mi niño dije- tomate tu tiempo no hay prisa. Antes de que acabase la frase note como algo se rompía dentro de mi, un dolor inte nso dio paso a una molestia que segundos después se convirtió en algo que no podría nu nca definir. La punta del pene de mi hijo David había entrado en mi culo y poco a poco se habría paso dentro de mis entrañas mientras mi hijo Samuel bombeaba con fuer

za dentro de mí. El dolor era insoportable pero no dije nada. Eran mis hijos. Habría soportado todo el dolor del mundo por ellos. Solo quien alguna vez haya sido ma dre podrá entender ese sentimiento. Respiré profundamente, el dolor era intenso pero comenzaba a acostumbrarme y por otra parte sentía bastante placer al ser follada en la vagina. Dolor y placer. Noté como mi hijo David caía sobre mi espalda. Besé a Samuel en la boca. Mis dos hijos me tenían aprisionada entre ambos, fuera de si, follándose a su madre sin el más mínimo rubor. Penetrándola doblemente mientras nuestros cuerpos embadurnados de aceite r esbalaban entre si. Podía oler sus pieles, sus sexos, el olor del aceite. Apenas m e dolía nada aunque podía sentir el pene de David entrando y saliendo completamente en mi culo. Cerré los ojos y sonreí. -¿Por qué sonríes mama? preguntó Samuel cuya cara estaba a escasos centímetros de la mía. No contesté. Nunca podrían entenderlo. Tampoco hubiese podido contestar, ni yo misma lo entendía. Los tres nos corrimos casi al unísono. Una autentica descarga eléctrica corrió por tod o mi cuerpo mientras sucedía, mientras notaba los espasmos de mis hijos, su semen descargándose en mis entrañas. Creo que perdí el conocimiento. No lo se. Cuando abrí los ojos sus penes aun continuaban dentro de mí, más pequeños que antes pero aun dentro. No quería que los sacasen nunca. Mis niños. Esa misma noche le dije a mi marido que íbamos a divorciarnos. Como siempre, quiso evitarlo, pero ya era demasiado tarde. Tres meses más tarde me fui de casa. Samue l era mayor de edad y decidió venirse a vivir conmigo. A David aun le faltaban cua tro meses para la mayoría de edad aunque el juez decidió que el muchacho tenia sufic iente edad para decir con quien quería ir a vivir. También vino a vivir conmigo. Ni que decir tiene que los siguientes años fueron los mejores de mi vida. Quizás nin guno de vosotros pueda entenderlo, es más fácil juzgar que intentar comprender. Requ iere menos esfuerzo. Pero os pediría que no nos juzgaseis como la familia que nunc a intentamos ser, juzgadnos como los amantes en los que nos convertimos aquella misma tarde. Amaba a mis hijos y los amé durante muchos años y hoy aun les amo como ninguna otra madre haya podido amar a nadie. Mis niños. SUS MUSLOS, TUS MUSLOS Sus muslos eran interminables. Interminables columnas romanas de pétrea apariencia pero delicada textura. Su piel era morena, casi aceitunada Poderosos muslos de mujer recién traspasada la frontera de los cuarenta. Podría haber llevado tan magnif ico homenaje enfundadas en medias negras pero entonces habría parecido una devora hombres y ella no era así. Ella solo era una mujer madura que había salido de casa c on un vestido negro mas corto de lo aconsejable. Quizás era adecuado para cualquie r adolescente antes que para ella misma. Siempre hay un momento para enseñar y otr o para tan solo sugerir. Pero también era cierto que ninguna jovencita podía lucir u nos muslos como tan impresionantes como aquellos. No eran delgados pero tampoco gruesos, eran larguisimos, de tobillos finos y rodillas poderosas. Tenía las piern as cruzadas una sobre la otra y tapaba la parte inferior con un bolso. Hubiese a postado de que lo hacia para evitar que le viesen la ropa interior. Se la notaba avergonzada. Muchos hombres la miraban al pasar a su lado. Yo era uno de esos h ombres. Era una mujer de poco más de cuarenta años, el pelo corto y castaño oscuro, ojos pequeño s y expresión de niña. Sus hombros eran anchos, a pesar de estar sentada podía adverti rse que era una mujer alta y esplendida. Eso quedó confirmado cuando se levantó al oír la llegada del tren. Yo estaba a pocos metros de ella observándola de reojo y esp erando el mismo tren. Se levantó y dio unos pasos vacilantes hacia el borde del an den mientras todos la observábamos. Sus piernas eran impresionantes. No tenía el cue rpo de una jovencita ni tampoco el de una treinteañera. El vestido se ceñía quizás en ex ceso en ciertas partes de su cuerpo y sus muslos tampoco eran los de una joven. Era la mujer más hermosa que había visto nunca. Subí con ella y tome asiento a su lado. Ahora que estaba mas cerca podía ver de reoj o sus piernas, podía ver con detalle sus lunares, sus señales, sus esquinas y sus co lores. Incluso podía olerla. Tuve que ponerme la pequeña cartera de trabajo encima d

e mi entrepierna para evitar ofrecer un espectáculo más revelador de lo necesario en un lugar como aquel. Al cabo de un rato ella sacó un libro. El mismo libro que yo había acabado unas sema nas atrás. No era un buen libro pero si una buena manera de comenzar una conversac ión. -¿Le gusta ese libro? pregunté Ella levanto la vista del libro y sonrió. Una sonrisa de labios pequeños y dientes g randes. Sonrisa de ratón. No era de una belleza usual pero a mi me seguía pareciendo la mujer mas hermosa del mundo. -Si. No dijo más. Pero yo ya tenía la puerta entreabierta. -¿Ha leído algún otro libro del mismo autor? -Si. Tampoco dijo más. De acuerdo. La puerta estaba entreabierta pero se abría demasiado poco a poco por lo que me decidí darle una patada y abrirla de golpe. -¿Como te llamas? -Nieves -contestó ella sin despegar la mirada del libro. Siempre hay un momento que define a los cobardes de los valientes. Había llegado m i momento y tenia que decidirme si traspasar la línea o quedarme al otro lado. Per o bien pensado ¿qué podía perder? -Necesito pedirle un favor. Nieves no contestó y yo tampoco me atreví a decir más. Cuando llegábamos a Barcelona metí la mano en mi cartera y saque una de mis tarjetas que se la tendí. -Se que parecerá una locura, pero necesito que venga a verme a mi casa, lo antes p osible. -¿Por que motivo? De repente me di cuenta que su acento era diferente. Era extranjera y hablaba co n una musicalidad sudamericana que en aquel momento se me escapaba. -Si le digo el motivo real no vendrá. -Si no me dice el motivo real seguramente no vendré. Por unos instantes estuve tentado de salir corriendo. El tren estaba decelerando y algunas personas se levantaban de sus asientos. Podía reconocer el paisaje a tr avés de las ventanas sucias: estábamos llegando a mi parada. -Necesito besar sus piernas le dije al oído-. E inmediatamente me levanté y salí corriendo sin esperar respuesta ni regalarme una úl tima mirada a aquella esplendida mujer. Estuve todo el día pensando en ella. En el trabajo, en la comida, de vuelta a casa . Estuve toda la tarde en casa, mirando el teléfono y esperando una llamada que nu nca sucedió. Deseaba con todas mis fuerzas que aquella mujer me llamase y en un últi mo e infantil intento cerré los ojos con fuerza y envié toda mi energía para que el te léfono sonase. Evidentemente no sonó. Eran las nueve de la noche cuando el timbre de la puerta me despertó de mi concent ración. Me dirigí a la puerta y allí estaba ella, al otro lado. Vestida exactamente ig ual que en el tren. No supe que decir. Nunca hubiese imaginado aquella situación. -Apaga la luz dijo ella. Lo hice sin pensar. Ella pasó y me cogió de una mano. Su piel era suave y ella olía a perfume de rosas. La acompañé en la oscuridad hasta mi habitación, allí la tendí en la cam a y en la oscuridad comencé a besar sus piernas que tenían sabor a body milk. Estuve besando y acariciando aquellas columnas por más de una hora, nunca hubiese parado . Besando cada centímetro de su piel en la oscuridad de nuestro anonimato. Sus pan torrillas, sus talones, los dedos de sus pies, todos y cada uno de ellos. Besand o sus rodillas y besando finalmente sus interminables muslos con la seguridad de la frontera de su corta falda. No iba a pasar más allá. No era el momento. Ella res piraba cada vez más aceleradamente y yo estaba terriblemente excitado pero mi único universo se ceñía al territorio de sus piernas. Así debía ser. Nada más. Esas piernas magn ificas. Esos tesoros de una madurez incontestable. Las piernas de Nieves, mi uto pía. No importa si después hicimos el amor o no. Eso es lo de menos. Esta historia acab a aquí. Aunque para los más curiosos les diré que esa noche no hicimos el amor. Esa no che mi único nirvana eran los limites de aquellas magnificas piernas. Los muslos más

magníficos que nadie pudiese desear fueron míos. Los muslos de aquella mujer descon ocida. No necesitaba más. HORAS EXTRA (2): ALMORZANDO CARNE POR EL CULO Hola de nuevo, soy Lucía. Los que no me conozcan y por consiguiente, no saben por qué ando tan preocupado, les invito a que lean mi testimonio intitulado Horas Extr a. De los eventos que ocurrieron allí, han pasado dos semanas, en las que muchos c olegas me quedan viendo extraño, en especial mi superiora, Eleanor Williams, que m e veía extraño y casi riéndose. Antes no la describí, pero ahora que se involucra más, aquí va: ella es rubia, muy, muy elegante, tiene 34, sus ojos son de un azul eléctrico y su piel estaba bronceada, lo que la hacía ver muy apetecible para los hombres, di go. Durante esas dos semanas anduve bien atenta, casi como una intrusa dentro del ed ificio, asomándome por cada esquina antes de avanzar rehuyendo a don Esteban, evita ndo que me "pesque", porque había prometido reventarme el asterisco y con ese anima lón, era algo para preocuparse de verdad. Pues, un fatídico lunes, llegué por la mañana a mi escritorio, ante la oficina de la S rita. Williams, un poco tarde debido a un atolladero en el tráfico. Apenas me senté, la puerta de mi jefa se abrió y salió conversando sobre los vidrios con don Esteban, que de inmediato me miró y esbozó una mueca zumbona, yo sólo supe bajar mis ojos, no sin antes ver que mi jefa notó mi reacción, alzando su delgada ceja. -Sobre lo que hablamos, todo será como le dije, no se preocupe, don Esteban -termi nó diciéndole Eleanor, a lo que el orondo conserje asintió y me saludó: Buenos días, señorit a. -Buenos días -musité, con un hilo de voz. Mientras don Esteban se marchaba, mi jefa no dejó de mirarme con expresión divertida , ¿acaso lo sabría? Me pidió que la acompañara a su oficina, para encargarme algunas tra nscripciones. Platicamos sobre el trabajo del día, le conté del tráfico y ella me disc ulpó pero había algo distinto en ella, entonces disparó: -¿Cuál es tu problema con don Esteban, Lucía? Me quedé boqueando unos instantes, ante lo inesperado de la pregunta, no podía conta rle lo del otro día, por cuestiones morales, así como también habría riesgo de que nos d espidieran a mí, a él y a doña Jimena -No, ninguno, él es muy correcto -dije. Eleanor me miró sonriente, y preguntó de nuevo: -¿Te ha hecho algo, te piropea, ha llegado a tocarte? -No, no, no, en absoluto no pasa nada, en serio -Si alguien se porta mal contigo debes decírmelo, sabes que no toleramos el compor tamiento inmoral, puedes bajar a la cafetería por la escaleras de emergencia, si q uieres, te presto la llave Me quedé vacilando, si tomaba la llave sería una aceptación tácita de que algo andaba ma l, pero estaba cansada de bajar a la cafetería a lo misión imposible, así que tomé la ll ave y le agradecía. -Ok, Lucía, retírate -me dijo, pero justo en ese instante noté una misteriosa manchita en el cuello de su blusa, pero en ese momento no imaginé nada más, debido a sus ojos brillantes observándome. Poco a poco, las horas fueron pasando, y finalmente, dieron las doce. Abrí la puer ta a las escaleras de emergencia y empecé a bajar, hasta llegar al -para mí- lúgubre p iso octavo, cuál no sería mi sorpresa al ver que había otro cuartito de limpieza. Sentí un repentino escalofrío y seguí Pero, entonces, para mi horror, de la nada, me pegaron una tremenda nalgada y un a voz muy conocida me dijo: Pequeña, ¡te pesqué! Y antes de dejarme responderle algo, fui a dar dentro del más estrecho cuarto de l impieza, con mangueras para incendio y otras cosas. Don Esteban me lamió mi cara s udorosa, y yo todavía en shock. Sus manos gigantescas recorrieron mi cuerpecito te mbloroso, no sé si de miedo o de excitación, sea como sea, ningún hombre me había dado l o que ese conserje cincuentón me provocó la vez pasada. -Espera, espera -le dije, mientras me besaba la cara y me rozaba su barba de días -¿Qué quieres? Yo soy un hombre de palabra, y cumplo lo que prometo -me dijo, asustánd

ome. -Está bien que seas así, pero es que me da miedo que hagas eso conmigo -¿Qué cosa?, no te entiendo, amorcito. -Que que tengamos sexo anal -No te preocupes, bombón, mira lo que traje -y se sacó un botecito de lubricante de la bolsa de su pantalón gris. Creo que me reí de puro nerviosismo. -¿Acaso no gozaste conmigo, perrita? -Sí, sí, estuvo genial escucha, hagamos todo lo demás, si quieres te la mamo y luego me follas pero Y puso uno de sus gruesos dedos sobre mis labios. -Escúcheme, Lucía, su culo va a ser mío, no mañana, ni la otra semana ahora, relájese y dej e que suceda. De usted depende si la lastimo -y me abrazó, besándome en la boca, y l evantándome la falda y acariciando mis nalgas, derritiéndome a mi pesar. -Desnúdate -me dijo, suavemente. Y ya siguiéndole el juego, me quité el saquito de mi traje, y don Esteban me desabot onó la blusa, besándome los senos mientras me quitaba el sostén rosado -Mi bombón mi bombón -susurraba, lamiéndome el pecho, chupándome los pezones. Don Esteban apartó unas herramientas de una mesa de madera, y me subió en ella, quitán dome la falda y luego mi calzón, también rosado, que junto a mi sostén, se los guardó en la bolsa de su pantalón. -Si seguimos cogiendo vas a dejarme sin ropa interior, amor -le dije, cada vez más excitada, eso fue bueno porque mi temor se apagó un poco. Don Esteban me tomó de la barbilla y me besó. Acercó una silla y, sentándose, hundió su cara en mi coño, y su lengu a caliente hizo milagros en mí pronto me encontré aferrando su cabeza entrecana con a mbas manos, gimoteando como una puta hasta que logré correrme, profiriendo un buen alarido. Don Esteban, entonces, me ayudó a bajarme de la mesa. Giró la silla y me sentó en ella , acercándose a mí. Lo miré, mis ojos destilando deseo, y yo solita le bajé la cremaller a y metí mis manos en busca de ese fantástico gusano que me hizo lloriquear hace dos semanas. Apenas empezó a asomarse, yo ya me había abalanzado a lamerlo y besuquearl o cuando por fin salió, lo puse duro mamando como posesa, haciendo suspirar a mi am ado conserje, que se apoyó en la mesa y sujetó mi cabeza con su otra mano, obligándome a tragarme lo más posible esa carne exquisita, lamentando sinceramente no tener u na garganta más profunda Me sacó la verga de la boca y otra vez, la levantó para que le chupara los guevos, cosa que hice muy a gusto. -Eres una buena puta cuando uno te pesca, porque sabes escurrirte -me dijo. Lo miré y le sonreí, engullendo de nuevo ese pedazo de polla. -Ensalívala bien, buscota, a ti te conviene. Le guiñé un ojo y me dediqué a bañar con mi saliva todo ese maravilloso cipote. -Espera -me dijo, y me puso de pie, me dio un beso en la boca y con el pie empujó la silla hasta el fondo, me dio vuelta y me apoyé de brazos sobre la mesa. Cerré mis ojos, por fin, lo que estuve temiendo todos estos días, al fin iba a sucederme el conserje me iba a culear. Suspiré, estremeciéndome toda cuando sentí su lengua en mi ano, dándome deliciosos besos negros, causándome espasmos de puro placer. Gemí entonces al sentir el lubricante c horreando en mis nalgas, así como los dedotes de don Esteban metiéndose en mi culo. -¡Oh, Dios mío! -exclamé, aterrada por el grosor de esos dedos, consciente de lo que m e esperaba después. Seguí jadeando un rato, en el que don Esteban masajeó y lubricó mi culo. -Prepárate, ramera -me dijo, y apoyó su glande en mi ano. Abrí mi boca y cerré mis ojos, y creo que quedé en shock cuando Esteban empujó su órgano e n mi culo estrecho, él me tomó de la cintura y siguió entrando, despacio. -¡Santo cielo, me vas a matar! -grité. -Calma, bombón, ni he terminado de meterme mi cabeza -respondió, un poco sofocado. Creo que volví a reírme de puro nerviosismo y Esteban volvió a pugnar contra mi recto. Grité y el me dijo: Ya entró, ya pasó lo peor, preciosa. Yo estaba casi desvanecida, pero Esteban se inclinó para acariciar mis senos, pros iguiendo su dolorosa invasión a mi trasero. Me lamió la oreja y movió su cadera de súbit o, metiéndose más y sacándome otro alarido.

-Te va a doler un rato, pero te va a gustar, putita, después sólo por el culo vas a querer -me decía, en tanto yo estaba como en trance, mugiendo. Entonces recuerdo haber gritado, a lo que el conserje me dijo que acababa de met erme hasta media polla. Y empezó un leve mete y saca, dilatando mi culo, y entonce s me embargó un brutal placer que jamás había sospechado que existiera. Hasta sonreí y m oví mis caderas para disfrutar más aquello. Ya había tenido sexo anal varias veces, pe ro nunca con vergas así de ciclópeas. -¿Ves? Ya te está gustando, zorra -me dijo-, pero todavía te la quiero meter toda. -Adelante, papi, soy toda tuya -le dije, sin poder creer que se lo decía al conser je de mi trabajo. Poco a poco, ya cuando me había acostumbrado a ese tubo en mi culo, sentí que don Es teban empezaba a meterme más carne, creo que hasta se me erizaron los pelos, sentía que me estaban partiendo en dos, como si de un camión se tratase. -Grita, pequeña, aquí nadie puede escucharte -dijo Esteban, también jadeando. Chillé, gozando y sufriendo cada milímetro de verga que entraba en mí, incluso lloré de p lacer, nunca me había pasado. Don Esteban siguió entrando por un tiempo que me parec ió infinito, yo casi ni podía moverme cuando sentí sus guevos bamboleando y chocando c ontra mi coño empapado. Yo ya ni gritaba, de mi boca, aunque abierta al máximo, ya n o salía un sonido. Don Esteban me la sacó un poquito y empezó su mete y saca. -¡Aaaaaahhhh! -Dulzura, bombón hermoso, ¿qué tienes? Y casi me muero de terror al recordar el "método Esteban de follar", o sea, sacar cada vez más para meter más hasta sacarla toda e incrustarla de golpe. Cuando sentí qu e Esteban se disponía a eso me corrí señores deseaba eso -¡Mi vida, hazme tuya, me vuelves loca! -grité, y Esteban se rió, follándome. Fue la media hora más hermosa de mi vida, Esteban iba sacándomela poco a poco, causánd ome un sufrimiento exquisito, por paradójico que suene, mi conserje amado seguía cho rreando su lubricante helado a ese momento yo ya me reía, esperando el glorioso mom ento en que iban a empalarme esa estaca de un solo golpe en mi culito ansioso. Por fin, don Esteban me la sacó toda, y me la metió de una sola vez. Recuerdo que gr ité y me temblaron las piernas, corriéndome de nuevo, pero mi conserje me sostuvo, y de nuevo, me la sacó, dejando su glande dentro de mí y penetrándome otra vez con viol encia, haciéndome llorar repitiendo su sádico empalamiento una y otra vez para mi dolo r y extremo placer Recuerdo que don Esteban me dejó arrodillarme en el piso, sosteniendo mi cabeza en su mano, mientras se pajeaba y me cacheteaba con su animal, cuando recuperé un po co el conocimiento me dediqué a almorzar ese cipotón, haciendo jadear a mi amado con serje hasta que me la sacó de la boca y se corrió en mi cara, cacheteándome y metiéndome la en la boca para que se la limpiara, luego se hincó y lamió su propio semen de mi cara, poniéndome a mil, besándonos con nuestras lenguas untadas en su deliciosa lech e. -Eres la puta más buena que me he tirado en mi vida, apuesto que ninguno de esos m ariconcitos con los que follas te han agarrado así como yo lo hago -me decía. -Ninguno, son maricones, usted es un hombre -le dije. Me ayudó a vestirme, porque las piernas me temblaban, pero no me devolvió mi ropa in terior rosada. -¿Me podrías ayudar a subir al décimo piso? -le pregunté, ruborizándome, ya recuperando mi s cabales -Preciosa -me dijo. Me ayudó a subir, tomándome de mi culo, que me escocía de modo infernal, dándome besitos en mi mejilla. Cuando vimos que faltaban pocos minutos para la 1 de la tarde, m e cargó en sus brazos. Yo iba sonrojadísima, debatiéndome sobre qué clase de sentimiento me inspiraba ese hombre. Finalmente me bajó ante la puerta de emergencia del décimo piso. Me besó varios minutos. -¿Te hice daño? -me preguntó. Yo me puse como un tomate, y respondí: Pues no, no creo. -Bueno, pequeña, hasta la próxima vez que te pesque -y me acarició el mentón-, tan remil gada que quieres parecer y tan puta que eres de verdad. Sólo supe reírme. Don Esteban decía algo muy cierto. Luego descendió por las gradas y lo

seguí con la mirada. Le pertenecía. Es increíble cómo una buena polla puede atarnos a a lguien. Me mojé sólo con desear la próxima vez que me taladrara el culo, que me dolía mu chísimo. Apenas llegué a mi escritorio, caminando bien despacio, Eleanor me esperaba, sin p oder reprimir una medio sonrisa cuando me miró. -Te ves mal, Lucía -me dijo. -Sí, es que me cayó pesado algo que comí -respondí, ruborizándome. -Depende por dónde lo comas -me pareció que dijo, quedamente. -¿Cómo dijo, disculpe? -Ah, no es nada, sólo hablaba conmigo misma, ¿por qué no te sientas? -Oh, es que creo que quiero ver por la ventana un rato siempre lo hago después de alm orzar Eleanor se rió un poco y me dijo: Está bien, como quieras, la vida hay que vivirla, y comerla por dónde sea -y se encerró en su oficina. Yo estaba muerta de los nervios, muy mojada, suspirando por aquél conserje cincuen tón, mas preguntándome si mi jefa habría arreglado que me culearan en las escaleras de emergencia la respuesta vendría después pasé toda la tarde sin sentarme Soy la puta de mi abuelo 7.1 Kleizer 1 -Siempre soñé con este momento, Vero, desde que tenías doce -me confesó mi propio padre, mientras me tragaba su verga, arrodillada delante de él, apenas con un babydoll n egro. El apoyaba su mano sobre mi cabeza, y yo extasiada, mugiendo contenta, chu paba una y otra vez la verga que me procreó, sacándomela de la boca a veces para vol ver a saborearla tan larga como era. Soy Verónica Araceli Padilla. Mi vida ha cambiado radicalmente desde hace poco más d e un mes primero me le entregué a mi divino abuelo, y cometí un asquerosamente exquis ito incesto luego, mi abuelito, mi dulce Facundo, me hizo tener sexo con otra muj er incurrí en el lesbianismo, cosa que me encantó, así que mi abuelo me graduó de bisexua l luego, para rematar, tuve sexo con mi ardiente madre, y supe que ella y me abue lo tenían más de una década de sacarse chispas. Y finalmente, supe a qué sabía la pija de mi papi con mi boquita, mi coñito y mi culito Eran como las cinco de la tarde de ese sábado de infinita lascivia, y no habíamos pa rado de hacernos cosas yo se la mamaba sin parar mmmmm . Mmmmm sssscchhuuup eran mis s onidos durante minutos, sintiéndome feliz y realizada al oír los suspiros satisfacto rios de mi padre. En el sofá, al lado de mi arrobado padre, estaba la amante de éste, la rubia Susana, aunque en babydoll rojo, su cara era una mezcla de excitado asombro y de maravi llado asco ella tenía ojos verdes, y aunque era algo llenita, su carne se proporcio naba muy bien con su tremendo culo y busto. Tenía como siete años mayor que mí, era la secretaria de papá. Abrí mis ojos mientras saboreaba el glande de mi papi, lo ví morreándose salvajemente con la atónita Susana, que poco a poco, iba cediendo al espectáculo de inefable luju ria que su hombre y su hija le daban en primera fila. Antes que llegara, papá me c ontó que no sería el primer trío al que la involucraba, a veces con otra mujer, a vece s con otro hombre, pero supongo que nunca imaginó tener sexo al mismo tiempo con l a hija de su novio, y aunque ella no me agradaba mucho, soy la esclava sexual de mi papi y solo me queda obedecer y no discutir. Me rocé el largo y firme pene de mi padre por mi cara, mis mejillas y mis labios, dándole besitos, mirando cómo se besaba con una cada vez más caliente Susana me fijé en s us gruesos pezones asomándose a través de la tela rojiza y traslúcida quise chuparlos t ambién Papá, entonces, como adivinando mis indecentes anhelos, apoyó su otra mano en la cab eza de ensortijada cabellera rubia de Susana, invitándola a inclinarse hacia su en hiesto miembro, reluciente con mi saliva, con la tibia saliva de su hija dubitati va aún, Susana aproximó su fino rostro al mío, engulló el glande de papá, convidándole un vo raz chupetón yo rocé el resto de ese vibrante mástil con mis febriles labios, hasta des cender a sus guevos, donde hace diecinueve años viví, y empecé a lamerlos, a mamárselos, a metérmelos en la boca las dos, Susana y yo, gemíamos como putas consagradas al ete rno placer de nuestro amo y señor, quien gemía complacido.

Entonces, nuestras lenguas recorrían, de arriba abajo y viceversa, el candente pin cho de papá, deteniéndonos a veces para lenguetear con animal deleite su hinchado ca pullote. A veces nuestras lenguas se rozaban, sus puntas, y sentía como corriente eléctrica y noté que Susana también se estremecía seguimos en el juego un rato más, hasta q e ese cipote que nos estábamos cenando con sumo gozo comenzó a temblar, anunciándonos el inminente volcán Papá nos arrodilló frente a él, abriendo nuestras boquitas y extendiendo nuestras rosa das y aterciopeladas lenguas para recibir la caliente lefa. Cerré mis ojos súbitamen te al sentir el primer chorro de semen que me cruzó la cara. Susana y yo gemíamos, h ambrientas de lechita masculina. Con mis ojos cerrados, oí a Susana como atraganta da, y supe que el semen de papá le dio justo en la garganta, y yo nuevamente volví a paladearlo. Sentí la baba deslizándose por mi mentón, y la tibia lengua de Susana lam iéndomelo nos besamos, saboreando la dulce leche de nuestro común amado, sus besos er an dulces, la forma en que atrapaba mi labio inferior y jugueteaba con él, se inco rporó ante mí y de su boca soltó un fino y blanco hilillo, alimentándome con semen de se gunda mano mientras papá me cacheteaba, untándome los residuos en las mejillas -Quiero que se desnuden entre ustedes -nos ordenó nuestro amo, más tarde. Frente a él, en la sala de su casa, Susana y yo, ya sin tapujos, totalmente en brazos de la Diosa Lujuria, nos besábamos con ardor, ella me manoseaba y yo también la tocaba, y poco a poco, despojándonos de nuestros babydolls, volviéndose nuestras caricias cada vez más atrevidas. Nuestros besos resonaban, chasqueaban, y veíamos de reojo a mi a puesto padre, sonriéndole las dos, conscientes que tenía energías para ambas. Ya desnudas, apenas yo con un par de zarcillos, y varios brazaletes en mis muñecas y en mis talones, y un crucifijo dorado en mi cuello, y Susana de manera simila r ella me abrazó, adivinando mis impúdicas intenciones, presionando mi rostro contra sus inflamados pechotes, y ni corta ni perezosa, me dediqué a saborear y a chupete arle esos gruesos y firmes pezones -Aaaahhh aaaahhh qué bien lo hace la putilla -comentaba Susana, con sus ojitos cerra dos. Hasta en este momento, de soslayo, me dí cuenta que papá lo estaba filmando tod o que manía la de esta familia, pensé. Chillé de sobresalto al sentir un dedo osado e intruso intentando abrirse paso en mi resentido ano. -Ooooohhh -jadeé. Y luego me relamí los labios, cuando Susana ingresó en mí, y retorció su dedo en mi culito, causándome deliciosos y diminutos espasmos cuán sensible es mi cul o y mi familia sí que supo disfrutarlo todos ellos - ¡Oooh, ssssííí, sigue, sigue! -gemí. Y me aferré a ella. Nos hincamos juntas, la una frente a la otra, y sujetando nues tras caras, nos atrajimos en un tierno y candente beso, que creo bien duró unos cu atro minutos y algunos segundos, lo sé porque mi queridísimo e indecente padre nos g rabó -Vamos, denme un 69 -nos ordenó nuestro amo y soberano. Susana y yo, nos reímos, las dos muy contentas de complacer a Enrique, así como por saborear nuestras respecti vas panochas, cosa que ya deseábamos. Susana se tendió de espaldas en la alfombra, y a que ella es un poco más alta que mí así tendida, pude admirar lo hermosa que era, y s e me hizo agua la boca al asimilar que estaba a punto de cenarme ese manjar. Susana, sonriendo, me invitó a colocarme a horcajadas sobre ella, claro que encaránd ole mi empapado coño, y yo viendo al suyo de dorados vellos. Ella me lamió primero, y me estremecí, jadeando como la ramera que mi familia me hizo. La lamí entonces, no s cenamos la una a la otra, y la sala de mi padre, donde sólo crepitaba el fuego, se llenó de gemidos, chillidos y obscenidades. Papá nos rodeaba buscando los ángulos más adecuados mientras mi boca se llenaba con el salado y melifluo sabor de Susana pr onto la cosa se convirtió en una especie de competencia para ver quién hacía acabar a la otra primero. En pocos segundos, Susana me tenía convertida en una muñeca, lloriqueando de placer, provocando mi orgasmo casi en seguida, con sus tiernos labios estimulaba los míos , los de mi coño, y hasta algunas lágrimas se me salieron papá tuvo que auxiliar con su s dedos a Susana para que ella pudiera correrse, porque yo, así arrobada y lloriqu eando, carecía de concentración alguna para seguirle dando sexo oral. -¡Ay, mierda, siento que me muero! -grité, y mis líquidos se soltaron cual pecaminoso diluvio sobre la tez de Susana, a quien papá hizo eyacular con sus especiales cari cias, logrando pringarme hasta la barbilla.

Papá, entonces, me hizo que le limpiara los dedos de los jugos de Susana, y se los lamí y se los chupé con gusto. Luego me instó a lamer los residuos en la tierna y del iciosa entrepierna de mi madrastra. 2 -Te luce vestir así, Verónica, te ves hecha toda una puta -me susurró mi amado progeni tor mientras me comía a besos y acariciaba mi curvilíneo cuerpo. Me habían pedido que me pusiera tacones, minifalda, un escaso top y un chal; los l abios pintados escandalosamente y me pintaron un lunar en una mejilla. Me maquil laron los ojos me disfrazaron de prostituta, al verme en el espejo, me pareció mira rme como la gemela de Berenice. ¿Estaba realmente disfrazada o era esa la verdader a yo? Susana se había puesto un demasiado corto y escotado vestido azul. Botitas negras. Una placa falsa en su cinturón y un gorro de policía. Yo era la puta que iba a ser fastidiada por el oficial. Susana andaba un garrote negro. Temblé de pies a cabeza al imaginarme dónde iría eso más tarde. -¡Ven acá, perra arrabalera! ¿Tienes licencia para putear? -espetó Susana, jalándome de la cintura. Me dio vuelta y me apretó contra una pared. Ella se pegó a mí, y lamiendo de spacio mi cara, me dijo: Andas sin papeles, hija de puta, vamos a pasarla bien vós y yo -y finalizó con un somero mordisquito en mi quijada. Al principio me puse nerviosa, pero en pocos instantes, me hallaba ardiendo, des eosa de seguirle el juego a mi papá y a Susana. Papá filmaba todo, desnudo, y se sob aba su ya firme cipote. Susana me lengueteó la oreja antes de llevarme de la muñeca al dormitorio. Allí, me esposó en los barrotes de la cabecera, sólo de una mano. Ante la cámara de papá, me hizo mamar el garrote, me conminó a ensalivarlo bien ¿para qué? Yo solo obedecía. Susa na no dejaba de sobarme las nalgas, que tenía en pompa e indefensas. Me sacaron el garrote de la boca, y por mi barbilla se deslizó abundante saliva. S usana no me dejó limpiármela. En cambio, sentí cómo me iban subiendo la minifalda, ya qu e no andaba nada debajo. -A ver, ¿por dónde lo querés, cerda viciosa? -me preguntó Susana, como enfadada de verda d, y me aprestaba a contestarle que por el coño, pero en eso mi boca no pudo emiti r más que un tenue y continuo gemido, y mis ojos se quedaron en blanco, cuando sen tí que en mi culo iba ingresando algo enorme y monstruoso, comparable a la divina verga de mi abuelo. -¡Qué viejo maldito, bien elástico me le tienen el ojete a mi bebita! -oí a mi papá coment ar, casi riéndose, como desde una lejanía. Susana sólo me metió la punta del garrote. Me lo sacó y no tuve idea de cuantos dedos me metió, pero mi hizo gritar enloquecida -poco después sabría que fueron tres, al ver el video-. Papá me metió dos en la concha, y ya se pueden imaginar el show -¡Aaaahh aaaaah me matan los dos aaaaahhh! Casi inconsciente, papá y Susana soltaron las esposas y me colocaron a cuatro pata s sobre la ancha cama matrimonial. Al rato, mientras agarraba aire y me secaba a lgunas lágrimas, sentí dos manos en mi fina cintura. Por su calor y su delicadez, su pe que no eran las manos de mi padre. Lo ví filmando al lado nuestro. -¡Oh, Jesús! -exclamé y Susana empezó a follarme con un dildo sujeto a un arnés alrededor de sus voluminosas y contorneadas caderas. Susana fue lenta y considerada, dejan do que mi vagina se acostumbrara al monstruo que le estaban metiendo -¡Ay, Susana, mi amor, qué rico, dame más! -Bien que es puta la condenada -dijo ella, y concediéndome el deseo, aceleró el ritmo de sus embestidas, hasta meterme todo ese plástico y sus muslos chocaban estrepit osamente contra mis magreados glúteos, resonando el choque carnal como si fueran a plausos. -¿Te gusta que te pisen así, pendejita, te gusta, te gusta? -¡Oooh, sí, me encanta, dame más, más aaaayyy más!! -Decí que sós mi puta -Uuuffff -y me folló con mayor ímpetu, como si deseara empalarme hasta la garganta-. Aaaaaajjj -¡Decí que sós mi puta! -me gritó, descargándome una furiosa nalgada que no hizo más que pre nder a mi ramera interior.

-Aaaahh, ¡soy tu puta, soy tu puta, soy toda tuya, para que hagas conmigo lo que q uieras, soy aaaajjj tu put oooohhh.. tu puta! -y me corrí, con inusual abundancia. Susana salió de mí con cuidado, al cabo de un rato, y me tomó de los hombros hasta arq uear mi espalda, para limpiar con mi lengua los jugos de mis entrañas embadurnados en su dildo rosado. Papá me acariciaba la concha. -Excelente espectáculo, gatitas mías -nos felicitó él. En eso sonó el timbre. Hasta Susana pareció sorprendida, menos papá- Vienen los refuerzos, preciosas. -¿Quiénes? -preguntamos al unísono, yo más débil y maltrecha. Papá no dijo nada, sonriendo en una mueca de perversión, y fue a abrir la puerta. Un a voz me hizo saltar el corazón: -¡Ajá, infeliz, qué me le estás haciendo a mi putita de lujo! Era mi abuelito, Facundo. Los dos hombres de mi vida bajo un mismo techo, y yo l es pertenecía totalmente, sin prejuicios, el único pecado sería no satisfacerlos yo era su esclava, su puta Verónica, una joven modelo, descubre un nuevo y prohibido placer con el descomunal miembro de su fogoso abuelo.

SOY LA PUTA DE MI ABUELO Herr Kleizer Hola, me llamo Verónica. Soy morena, mi cabello es largo, lo uso hasta media espal da, mis ojos son café. Tengo un buen cuerpo, buen pecho y buen trasero, y es que, para financiar mi carrera universitaria, que es comercio internacional, trabajo medio tiempo en una agencia de modelaje, logré que una foto mía en bikini calificara para el calendario de este año, y obtuve un contrato con una marca de cerveza nac ional para usarme como modelo en sus afiches y anuncios televisivos. Tengo 19 años . Como han de imaginarse, tengo muchos pretendientes, de todas las edades. No soy virgen, hice el amor con un novio que tuve a los dieciséis, y desde entonces tengo sexo de vez en cuando, el tipo más viejo con el que me he acostado es uno de los accionistas de la empresa que produce la cerveza en cuestión, un tío de 32 años, pero luego descubrí que es casado y yo quiero un hombre para mí solita. Mis padres se divorciaron hace varios años y vivo con mi madre, y desde hace vario s meses acogimos a mi abuelo, Facundo, porque mi abuela murió y mamá no quiso dejarl o solo. Mi abuelito es un poco más bajo que mí, barrigón pero no mucho, más moreno que y o y ya solo tiene algunos pelos canosos alrededor de sus orejas, sin mencionar u n abundante bigote y barba, canas también. Como sabrán, mi abuelo, que rondaba los 60 años, era el último hombre a quien yo hubie ra considerado para tener relaciones sexuales pero las cosas iban a salir distint as mi abuelo tenía su cuarto tapizado con afiches y pósters de mí, y yo le creía cuando d ecía que era por cariño, no me pareció nada extraño, sólo mamá arrugaba el ceño, pero no le d ba mucha importancia. A mí me agradaba tener bajo mi techo a mi admirador número uno : sabía que repartía pósters de mí entre sus amigos de su edad pero hasta entonces, nunca pensé nada más Fue un lunes por la mañana, en que mi mamá andaba en viaje de negocios, regresaba el miércoles. La criada tuvo que salir de emergencia para su pueblo, y yo no le negué el permiso. Supuestamente yo iba a reunirme con unos compañeros para trabajar todo el día en una investigación de una clase, pero, como siempre, solo fuimos tres, que nos repartimos el poco material reunido jurándonos no apuntar a los otros cuatro compañeros en el informe final. Así que, por ese motivo, regresé temprano a mi casa, a eso de las once y media de la mañana; como ando mi llave, no me molesté en tocar el timbre, además que mi abuelo po dría estar dormido, por eso, entré silenciosamente. Tiré mi mochila en el sofá de la sal a y me puse a ver tele, sin subir mucho el volumen ese día andaba vestida con un pa ntalón jeans muy ajustado, de los que me encantaba usar, y una blusa blanca sin ma ngas y con un escote más o menos decente. Fue en un error de transmisión, en que la tv se quedó en silencio varios segundos, c uando me pareció escuchar la voz de mi abuelo, como tosiendo, o eso me pareció. -Ojalá no se esté ahogando -pensé, y subí sigilosamente, ya descalza, porque tengo la co stumbre de andar sin calzado dentro de la casa.

Subí al segundo piso, pues, y pronto ví que la puerta del dormitorio de mi abuelo es taba cerrada. El nunca cerraba la puerta, y cuando estuve a punto de empujarla, escuché unas palabras que nunca olvidaré: -Ay, abue, usted todavía las puede -dijo una voz de mujer, sofocada, gimiendo sile nciosamente mi abuelo estaba teniendo sexo ¿pero con quién? La rendija de la puerta era un poco más ancha de lo habitual, así que, picada por la curiosidad y el asombro, traté de espiar primero ví unos pechotes blancos y unos lab ios pintados, mi abuelo había contratado una puta, si mamá supiera, la mujer bajaba y subía, pronto hallé un buen ángulo y lo ví, primero ví una panza morena como una colina y luego, una barra de carne café oscuro, no muy larga, pero sí muy grueso, casi como la mitad de mi muñeca esa puta tenía que abrirse mucho para meterse la estaca de mi abuelo, durísima, como pude ver La puta montaba a mi abuelo con cuidado, debido a la prominente barriga de él, la posición favorita de esa mujer era montarlo, pero viendo hacia sus pies entonces la puta acomodó esa vergota en su culo y con esa boca comenzó a devorarla, viendo anon adada, cómo esa cosota tan rica iba desapareciendo en medio de esos redondos cache tes blancos. -Aaaaahhh, qué rico, Facundo, esta culiada no te la voy a cobrar, amorcito, rico, abuelito -decía la puta, y hasta ese momento noté mi humedad, y que me estaba acarici ando mis senos que ya estaban duros nunca lo creí posible, estaba excitada por ver a mi abuelo cogiéndose a una puta creo que me relamí los labios un par de veces. Me pareció que la puta tenía varios tatuajes, pero no pude apreciarlos bien. Ella re dobló su velocidad, mi abuelo se quejaba pero parecía estar pasándola de mil maravilla s. Yo ya me acariciaba los senos sin pudor alguno, notando cómo la ramera se estim ulaba su coño, chillando obcecada de placer con ese gusanote bien comidito por su culo. Entonces, la puta se corrió. -¡Ay, Facundito, sólo vós me ponés así, papi! Y acto seguido, la puta se dio vuelta para mamarle la pija a mi abuelo, sobándolo con rapidez, y observando entonces, aquellos chorros abundantes de semen bañando e l rostro de la prostituta. -Berenice, mi vida, vós sí cogés como me gusta, rico, mami -dijo mi abuelo, acabando e n el rostro de su amante. Yo ya me frotaba mi sexo por encima de mi pantalón, hipn otizada por el espectáculo. La tal Berenice gateó y por los sonidos, creo que se besó apasionadamente con mi abuelo. -Sós el mejor, abuelito -escuché que le dijo. Con verdadero cuidado, volví al piso de abajo, entrando al baño para terminar de mas turbarme, la visión de mi abuelo haciéndolo con una puta había ocupado mi mente, deste rrando todo lo demás. Tú puedes tenerlo si te da la gana, susurró entonces, la voz mal dita, pero en eso me entró un escalofrío y mejor me limpié y volví a la sala. En eso bajaba de las escaleras la tal Berenice, ella sola. Vestía un pantalón jeans negro, y una chaqueta de igual tela pero en azul. Su piel era muy blanca, aunque sus ojos azules seguramente eran lentes de contacto, su cabello era castaño oscur o, su cuerpo en sí, era robusto pero curvilíneo, una cintura no muy acentuada, su ro stro un poco grosero y sus labios pintados de un rojo de mal gusto. Le calculé uno s 28 años. -Soy amiga de tu abuelo -me dijo, intentando explicar aunque no intimidada-. Ya me iba -su voz tenía el tono típico de una mujerzuela. Creo que no dije nada, sólo la saludé con mi cabeza y me aparté para que pasara. Beren ice me vio de manera curiosa. Cuando pasó a mi lado, me dijo entonces: -Dime, ¿te gustó lo que viste? Abrí mi boca, asustada. Ella se rió y se inclinó para decirme algo al oído: Cuando tu ab uelito me daba duro, varias veces se le escapó tu nombre -y volvió a reírse y se fue. Me senté en el sofá, ensimismada, asimilando a mi abuelo con su verga parada chingan do con una puta, luego la revelación de Berenice de que mi propio abuelo me deseaba eso hizo vibrar zonas oscuras y casi olvidadas de mi ser, ¿acaso lo deseaba yo tam bién? Intenté olvidarme del asunto viendo televisión, pero la imagen de ese cipotón no aband onaba mi mente. Creo que mi abuelo se quedó dormido, porque tardó mucho en salir. Yo ya tenía listo el almuerzo. Cuando ví a mi abuelo todo apenado, supe que sabía que lo

había visto. -Verónica, yo no se suponía que vieras eso -empezó a excusarse. -Abuelo, cálmate, ya estoy grande -le repuse, dándole una sonrisa de complicidad-; n o le diré nada a mamá, descuida. Ven a comer. Aún así, mi abuelo estaba un poco alicaído, comiendo despacio. -No tenía idea que aún podías bueno, tú sabes -le dije, tratando de levantarle el ánimo, si tiendo mis mejillas arder y bajando mi mirada. Mi abuelo sonrió y por vez primera, sus ojitos se clavaron en mí con cierto brillo d e lujuria. -Todavía tengo mucha fuerza para atender damas -dijo, orgulloso, masticando con len titud, luego me preguntó: ¿Y cuándo empezaste a follar? La pregunta me agarró desprevenida, o más bien, el modo de hacerla. Sentí que me sonro jaba y me reí un poco. Subiendo mi mirada de cuando en cuando, le contesté: -Fue con un novio que tuve, acababa de cumplir los dieciséis años. -Ya veo, ¿y dónde lo hicieron? -¡Abuelo! -exclamé, sonriendo, agarré aire y respondí: Fue en una fiesta en casa de una amiga, nos prestaron un cuarto -y noté, de soslayo, que mi abuelo ya se acariciaba su polla por encima de su pantalón, pero subió la mano a la mesa cuando le pareció qu e me estaba fijando. -Ah, interesante, Verónica -comentó, sonriendo-, ¿y qué hicieron? Dame detalles. -¿Quieres detalles? Abuelo, eso es demasiado -repliqué, divertida y ruborizada, sin dejar de percibir cómo mis pezones se iban endureciendo paulatinamente, algo que, sin sostén debajo de mi blusita, mi abuelo con toda certeza apreció. -Tienes razón, disculpa. Por favor, no le cuentes nada a tu madre -me dijo entonce s, y cuando se levantó de la mesa, hizo una mueca de dolor. -¿Qué tienes, abuelito? -Bah, no es nada, Vero. -¿Cómo no va a ser nada? -Bueno, es que me lastimé ya sabes dónde, se me irritó, ¿no tienes alguna crema para eso, por casualidad? -Creo que sí, iré a buscarla a mi cuarto -respondí, ya casi olvidándome de la inesperada visión de esa mañana. Subí deprisa las escaleras y entré a mi dormitorio, luego a mi baño, en cuyo botiquín ha llé la crema que buscaba. Cuando me di la vuelta, me encontré a mi abuelo en medio d e mi habitación. Luego del sobresalto, le tendí la crema: Ten, aquí está. -Gracias, hijita -y sus gruesos dedos morenos tocaron mi mano, sintiendo una cur iosa electricidad emanando de su piel y nuestros ojos se encontraron. Me sonrojé y bajé mi mirada, esto no podía estar pasando. Ya que mi abuelo no se iba, le pregunté, sin intención alguna de sonar ambigua o men os aún, como insinuándome: -¿Necesitas algo más de mí, abuelito? -Oh, no, nada más, hijita, nada más a menos que quieras ponerme la crema -me disparó en tonces, subiéndoseme toda la sangre a mi rostro, pero fue mi propia reacción la que más me sorprendió, encogiéndome de hombros, le respondí: -Como quieras. -¿Qué, en serio? -Claro, siéntate en mi cama, además, con esa panzota que te cargas no vas a poder ve r bien -le dije con cariño. Mi plan solamente era ver de cerca, y palpar, ese pene descomunal de mi abuelo pero cuando una juega con fuego, a veces se quema Mi abuelo, con sus ojos abiertos como platos, se sentó en mi cama, obediente. Yo t raje la silla de mi escritorio. Mi abuelo se tendió y se desabrochó los pantalones. Creo que ninguno de los dos podía creer la escena tan morbosa que se estaba desarr ollando y que pronto no sería nada en comparación con lo que iba a pasar. Pronto tuve a mi vista una verga gordísima como un hamster, un poco más corta que el promedio, pero era considerable. Me quedé helada al ver eso, sin mencionar que es taba fláccida en esos instantes. -Creo que me lastimé por la base del lado izquierdo -me dijo mi abuelo, apoyado so bre mis codos, saboreando mi expresión de susto y algo más habrá visto en mi cara que h izo que sus ojillos brillaran de nuevo

-Ya -dije, y con mi mano izquierda tomé con suavidad su capullo para ver mejor esa área, notando de inmediato una zona roja, a punto de hincharse-. Ya lo ví -le dije, con toda la saliva agolpándose en mi boca. Saqué un poco de crema y unté mis dedos de la mano derecha, y empecé a frotar la parte lastimada. -Ah, ten cuidado, amor, más suave -dijo mi abuelo, aunque dudo que ese gemido fuera de dolor. -Oh, lo siento, tendré cuidado -me disculpé, pero cuando seguí mis caricias, que eso e ran, tal y como lo sospeché, el órgano de mi abuelito cobró vida y, en cuestión de segun dos, ví crecer esa polla que más bien parecía de un ogro, que terminó bien dura a pocos centímetros de mi cara para ese entonces, yo ya la sujetaba con mi mano derecha, dánd ole una suave pajeada. -¿Cuánto me quieres, Verónica? -me preguntó mi abuelo, con una voz suave que ya no era l a de él. -¿Cómo quieres que te lo demuestre? -le reté, mirándolo a los ojos, una parte de mí rogand o que no se atreviera a seguir con eso, y otra parte de mí, la que pocas veces había salido a la luz, rogando que mi abuelo dijera la palabra mágica, que retumbó en mis oídos y en mi cabeza cuando la dijo: -Chúpamela, hijita. Sujeté esa cosa con mis dos manos, moviéndola, pajeándola luego de titubear unos segund os, finalmente me incliné y le besé el capullo a mi abuelo. -¡Ay, sí, que rico, mi ja! -suspiró él, lo que me dio más confianza, una parte de mí estaba d seosa por competir con la puta de la mañana. Entonces, luego de un par de tiernos besitos, procedí a lamer ese pincho de carne vibrante en mis manos. Me costaba creer que un señor de casi 60 años, que tuvo sexo hace unos cuatro horas estuviera listo para al menos, una mamada, que no pensaba mezquinarle en absoluto Moví mi lengua en círculos, acariciando y ensalivando ese hongo inmenso, pensando cómo abriría mi boca para tragarme toda esa carne. Después, ya mi lengua recorría ese cili ndro, incluso pasándola sobre la crema, sintiendo el sabor dulzón de la medicina. -¡Aaaah, hijita, me tenés en la gloria, trágatela, ricura, trágatela ya! Entonces, abrí mi boca al máximo y como pude, metí ese hinchado glande en mi boca, me parecía estar chupando uno de esos enormes caramelos redondos, los rompe quijadas s entí el sabor de la polla de mi abuelo, como a madurez y suciedad, sólo entonces caí e n la cuenta que tal vez ni se había limpiado de los fluidos de la prostituta lo que me hizo mamar como si no hubiera un mañana. -¡Oooh, preciosa, que rico me la comés, qué puta que sós! Con todo, no pude tragarme poco menos que la mitad de esa pijota, era demasiado ancha para mi estrecha boquita, pero me esforcé succionando toda la sección que me c abía en la boca, bajando y subiendo mi cabeza, llegándome a doler la quijada. Apenas sentí ese pene hermoso temblando en mis manos y bajo la presión de mi voraz l engua y de mis labios, mi abuelo me tomó de la cabeza, abortando mi mamada. Al sub ir mi mirada, mi boca pegó con una masa de pelos, su barba, y sus labios chuparon los míos y sin terminar de creerlo, mi boca se abrió, permitiendo la entrada de esa l engua gorda y caliente de mi abuelo le chupé la lengua y nos besamos como un par de actores porno, de manera asquerosa los dos estábamos ebrios de lujuria y de morbo. Las manos de mi abuelo se movieron por mi espalda, luego buscaron mi busto y con velocidad sorprendente, desabotonaron mi blusita blanca, que pronto fue a dar a la pared del fondo. Me subí en mi abuelo, abrazando su cabeza con mis brazos, dev orando su boca, mamándole la lengua, rodeando su panza con mis piernas yo estaba ar robada, me moría de ganas por ser la mujer de mi abuelo Esa posición favoreció la glotonería de mi inusual amante, que me hizo apoyarme de man os, arqueando mi espalda, hacia la silla de madera ahora desocupada, quedando mi s senos bastante parados apuntando a su cara. De inmediato, mi vicioso abuelo en terró su cara peluda en mis pechos, lamiendo, mordisqueando, besando y chupándome lo s pezones -¡Qué rico, siempre te había querido mamar estos melones, amor! -me confesó en medio de su frenesí. -¡Mmmmh, abuelito, ahí tenés mis meloncitos para que te los comas como quieras aahh! -l e dije, como pude, ya en sus manos, no había marcha atrás, mi abuelo me manipulaba c

on pericia, crucé el punto de no retorno. Esas manos anchas y cálidas, junto a esa boca ardiente, me provocaban un éxtasis nun ca antes conocido por mí quizás solo fue la irreal situación ¿irreal? Cuando desperté de mi enajenación, por un instante, mi abuelo ya me estaba desabotonando el pantalón, y yo misma lo ayudé, levantando mis caderas y pronto, un calzóncito rosado era la única pr enda en todo mi cuerpo Me dejé hacer, y mi abuelo me tendió sobre mi cama, besándome de nuevo, su panza pegad a a la mía, luego fue bajando, deteniéndose un rato más en mis "melones", luego, prosi guió su exquisito descenso hasta llegar a mi concha que ya parecía fuente de tanto líq uido que rezumaba. Mi abuelo restregó su cara contra mi sexo -¡Aaay, abuelito, así, así! -chillé. Mi abuelo me lamió y me mordisqueó por sobre mi prenda, misma que después oí romperse y mi abuelo la retiró, pudiendo por fin, sentir su leng ua directamente en mi vagina- Oooh, hazme tuya, abuelito, qué rico Sus dedos invadieron mi intimidad y, de manera instintiva, abrí más mis piernas, par a que mi amado abuelo jugara como quisiera con mis genitales, teniéndome en su pod er incluso llegó a introducir sus dedos en mi culo, que a todo esto, lo tenía virgen y mi abuelo lo notó sin duda. Yo me mantuve con mis ojos cerrados, sólo sintiendo oleada tras oleada de placer, entonces sentí a mi abuelo encima de mí, abrí mis ojos y hallé su mirada destilaba deseo, y por lo que vio en la mía no sé, el caso es que me la metió Despacio; cerré mis ojos de inmediato, abriendo mi boca sin emitir ningún sonido mi a buelo era consciente que podía hacerme daño con esa cosota, así que me lo hizo lenta y deliciosamente, entrando ese animal, abriéndose paso entre mis trémulas paredes, en sanchándolas nunca había tenido adentro algo tan rechoncho -¿Te gusta, Verónica, te gusta mi pinga? -¡Sí, abuelito, sí, la tiene bien rica, hágame suya, jódame! Yo ya no era yo, rodeé el grueso cuello de mi abuelo con mis brazos y me entregué a ese desenfrenado placer incestuoso. Mi abuelo sujetó mis contorneadas piernas con sus brazos y empezó a castigarme con más furia -¡Ah, sí, abuelito, me mata, máteme, vióleme lo amo! -Decí que sós mi puta. -¡Uff, qué delicia, soy su puta, abuelito, soy su puta, toda suya! Qué bien me sentí al decir esas cosas. Noté que mi abuelo transpiraba a chorros, costánd ole mucho esfuerzo bombearme en esa posición. -Amor, acuéstese, si quiere lo ahorco y lo mato -le dije, refiriéndome a cabalgarlo. Mi abuelito se inclinó a mí y nos dimos un obsceno beso de lengua que duró casi el mi nuto, luego obedeció y se acostó boca arriba, yo me acomodé, sentándome a horcajadas sob re sus caderas Entonces experimenté uno de los más grandes placeres de mi vida, que fue, sentarme p oco a poco en esa pija descomunal. -¡Vamos, trágala toda, perra, puta inmunda! -me instó mi abuelo. -¡Oooohh, qué bien se siente, qué delicia! -gemí, cuando me la encajé completa, sintiendo algo inmenso trabado en mi pelvis, y como pude, empecé a montar a mi abuelo, no si n cierto dolor que solamente espoleó más ese pecaminoso deseo que me embargaba toda. -¡Aaah, mi nietecita, tan puta, movéte, así, rico mamacita! -¡Abuelito, mi amor, abuelito, usted es mi marido! Ya acostumbrada a ese tubo en mi interior, mi cabalgata frenética fue más efectiva y por unos minutos, nuestros quejidos y gritos llenaron el cuarto, nos dijimos de todo Apenas me corrí, bañando el falo para mí mas sagrado del universo con mis jugos, salté d e mi abuelo y me comí su polla, tragando entonces, aquél semen caliente, hirviendo, mugiendo como una vaca indecente bebiendo esa leche que sentí tan sabrosa, que se derramó por las comisuras de mi boca me tomé mi tiempo en limpiar ese grueso mástil, así como lamí sus guevos y hasta creo que tragué un par de sus pelos púbicos Luego me acosté, desnuda y cubierta de sudor al lado de mi abuelo, y me adormecí, re posando mi cabecita contra su pecho, abrazándonos y durmiéndonos juntos. Les recuerd o que todo esto pasó un lunes, y mi madre volvería hasta el miércoles, así que falta que les narre lo sucedido el martes, pero eso será después Y esta es la historia de cómo me convertí en la puta de mi abuelo.

Soy la puta de mi abuelo II Por Grampa Kleizer Me llamo Verónica Padilla. Soy modelo. Y como ya lo saben, acabo de tener relacion es sexuales con mi abuelo. Creo que me dormí abrazada con él hace como una hora. Mi abuelito se quedó roncando, desnudo, en mi cama. Yo me levanté y fui al baño para echa rme un poco de agua en la cara y verme en el espejo Verónica, de verdad lo hiciste. Te echaste a tu abuelo. Has obtenido tu master en puta. No debiste haber leído los relatos de ese tal Kleizer, te emponzoñaron la ment e con ideas absurdas pero, ¿te arrepientes? Esa es la pregunta. ¿Estuvo bueno? ¡Demonio s, sí! Eran casi las seis de la tarde. El cielo lucía azulado y oscuro. Caí en la cuenta qu e andaba desnuda, sólo con mis aretes y una delgada pulsera dorada. No me preocupé, no había nadie más en la casa. Fui al dormitorio y posé ante el espejo de cuerpo enter o no cabe duda, muñeca, estás bien buena Vi a mi abuelo, dormido a pierna suelta en mi cama. Vi su sabroso miembro, recog idito. Supe que volveríamos a hacerlo una y otra vez pero no por mucho tiempo. Pensé q ue lo menos que podía hacer era endulzar sus últimos días de esa manera, tirándomelo Me puse una bata y calcé unas sandalias. Creí que mi abuelo, a pesar de su sorprende nte y bienvenida potencia, a su edad, luego de dos polvos en un mismo día, no iba a despertarse pronto bajé a hacerme la cena, y preparé un poco para él. Mi cabeza me daba vueltas de nerviosismo, de gusto toda mi vida me dijeron que alg o como el incesto era terrible pero qué bien se me dió. Prendí la tele para ver Chespir ito, que empezaba a las 6:30. Escuché la regadera del baño de mi abuelo, me sorprend ió saber que ya andaba despierto y me alegré también Al rato bajó las escaleras. Yo estaba en el sofá, en la mesita frente a mí el plato su cio y la taza vacía. Lo miré, venía desnudo, directo a mí. La boca se me hizo agua y sin necesidad de palabra, mi bata salió volando tras el sofá. Mi abuelo se detuvo a ver me, me puse de pie, sonriendo, sintiéndome orgullosa de mi belleza. Mi abuelo sonr ió también, consciente del buen pastel que se había comido y que iba a comerse y este p astel temblaba de gozo ante esa idea. Mi abuelo me sujetó de la cabeza y me atrajo a su boca. Su lengua gorda y tibia in vadió mi boca, me chupó mi lengüita y le devolví la caricia, me succionó el labio inferior , sus manos se turnaban para manosearme y estrujarme pechos y nalgas. Alcé un musl o para que me lo acariciara. Mi abuelo me apretaba mucho con sus brazos. Me lamió el rostro y reí de felicidad. Me sentó en el sofá y me abrió mis bronceadas piernas, y él se arrodilló en el piso, frent e a mí, mordisqueando la cara interior de mis muslos, arrancándome mis primeros gemi dos de ese segundo round. Mi abuelito querido hundió su cara en mi sexo, metiéndome casi toda su lengua. Casi lloré de dicha. Me metió un dedo en la boca, se lo chupé com o haría una bebé, mientras yo me masajeaba mis duros pechos. Le mordí el rechoncho ded o que introdujo entre mis labios cuando chupeteó salvajemente mi trémulo clítoris. Yo ya no miraba nada, mis ojos estaban bien cerraditos de puro placer. Me sacó el dedo de la boca y, tal como lo sospechaba, pronto sentí algo intentando f orzar la entrada de mi culo, lográndolo poco a poco. Gemí como puta. Mi abuelo lamía, chupaba y mordía mi sexo, en tanto me estimulaba el recto preparándome sin duda para sodomizarme, aunque no lo creí capaz en ese momento, pero mi abuelo nunca dejaría de sorprenderme Mi abuelo se sentó en el sofá, recostándose en el brazo opuesto, de modo que su grueso chorizo quedó erecto, apuntando al cielo. -Sabes lo que tienes que hacer, putita -me dijo. Y sí que lo sabía. Mirándolo a los oj os, dedicándole una ninfómana sonrisa, me fui inclinando despacito, luego saqué mi len gua hasta rozar su punta contra el rosadito capullo de mi abuelo, que se estreme ció al sentirme otra vez. Tomé esa vergota entre mis manos y le pasé mi lengua por el glande, en movimientos c irculares y lentos, tal y como había visto en varios videos porno. Los gemidos de mi abuelito me indicaban lo bien que se la estaba pasando con mis delicados lengüe tazos. Luego, sentí su cálida y fuerte mano posada sobre mi cabeza, invitándome a engu llir mi salchicha favorita. La cubrí de besos primero, y pasé mi ávida lengua por todo el cilindro, dando besitos a la juntara del pene con el vientre y finalmente, ab rí mi boca y me metí ese ciclópeo hongo.

Le chupé primero la punta. Quería ensalivarlo bien para intentar tragarme más verga es ta vez. Mi abuelo estaba sujeto del respaldo del sofá y del brazo en el que se rec ostaba. Lo tenía en el cielo nuevamente. Mi idea dio sus resultados y pude alberga r medio leño en mi boca; mi abuelo me sujetó de la cabeza, para impulsarla de arriba abajo, aflojándome un poco cuando sentía que me faltaba aire. Me la sacaba de la boca varias veces para darme golpecitos en los labios y mejil las con ese grueso falo. Mi abuelo tomó la iniciativa y me cacheteó con su boa, con más fuerza. Nunca le había permitido a ninguno de mis pocos amantes que me hicieran algo así, tan de mujerzuela, pero he ahí, mi propio abuelo, el padre de mi madre, re stregándome su cosa por toda mi cara y cacheteándome con ella. Se la chupé por varios minutos más. Estaba más que sedienta por esa lefa caliente para mí solita. Cuando la dejaba salir de mi boca, mi abuelo se la agarraba para darme golpecitos en el rostro, el que ya sentí todo pegajoso con mi saliva y con los líqu idos preseminales de mi abuelo. Pero, de nuevo, subestimé a mi poderoso abuelo. Me detuvo con gentileza y con un d edo me indicó darme vuelta. -¡Ay, sí! -recuerdo haber exclamado. Me di la vuelta, en posición de perrita. Mi abuel o se acomodó atrás de mí. Abrí mi boca al sentir su cabezota empujando el hoyito de mi c ulo. Mi abuelo presionó con fuerza, y me dolió mucho. La verga se retiró y sentí algo húme do y cálido: mi abuelito del alma me estaba obsequiando mi primer comida de ano que me transportó al paraíso. Alternó lengua y dedos para ensanchármelo, como había tenido op ortunidad de ver en las pelis porno Mi abuelo me tuvo en la gloria unos quince minuto. Yo recosté mi cabecita en el so fá, dedicada a gemir y a alabar a mi abuelo, y a decirle cómo lo amaba, cómo yo era su puta y él mi marido mi abuelo se acomodó otra vez y lo intentó -¡Aaaaahhh! -grité, esta vez, sintiendo avanzar esa oruga de ardiente carne en mis e ntrañas. -¡Qué socado tenés el culo, Vero! ¡Aguantá, mi amor, ya te entra la cabeza! -me dijo él, sof ocado, haciendo fuerza. Yo clavé mis uñas en los cojines blancos del sofá, mudo testigo de esa sodomía incestuos a sentí que me partieron en dos y me mordí los dedos para amortiguar mi alarido. -¡Aj, hijita, cosita rica, ya te entró mi cabecita! Ya pasó lo peor muñeca, ya vas a ver cuando te estire ese culito -me dijo. Con mis ojos entrecerrados vi una de las rabietas de don Ramón, cuando avienta su gorro al suelo y lo pisotea miré esa escena como en trance, mi voz profiriendo un g emido continuo, mientras sentía la verga de mi abuelo entrando paulatina pero inex orablemente en mi hiper dilatado recto. Mis nalgas estaban prensadas, cada una e n una zarpa de mi abuelo, a quien oía casi reírse de placer creo que se me escaparon varias lágrimas. -¡Oh, abuelo! ¿Qué me hace? -me quejé, dolorida, no le veía ningún chiste a eso. -Confíe en mí, ricura, todas dicen lo mismo, aguantá un ratito, putilla, después vas a g ozar más tú que yo -me conminó él, con tono paternal, como cuando me explicaba algunas l ecciones de la escuela. Mi abuelo me la metió toda. Se inclinó para acariciarme la vagina, ayudándome a soport ar ese sufrimiento. En aquellos instantes hubiera jurado que esa vergota iba a h acerme estallar mis nalgas, tan separadas las sentí la una de la otra. Pero, apena s mi abuelo inició el primer mete y saca, un escalofrío recorrió mi sudorosa espalda, empecé a sentirle algo de gusto a esa culeada. Mi abuelo se enderezó para sujetarme de mis glúteos y comenzó a joderme, muy despacio al principio. Poco a poco, mis jadeos dejaron de ser por el dolor y más por el gus to. Mi abuelo se movió con mayor rapidez. -¡Oh, sí, abue, sí, ya me está gustando aaahh aaaahhh deme, deme! -chillé. ¡Plas!, me descargó una inesperada pero riquísima nalgada; ¡plas, plas!, lo hizo de nuev o, yo me reía de locura, con mi frente pegada al sofá, restregándose contra el cojín a c ausa de las cada vez más furibundas entradas de mi abuelo que recién me rompió el culo . -¡Aaahh aaaahhh aaaahhh así, así, así! Mi abuelo me penetró como loco, clavándome sus uñas en mis nalgas, y sin poder creerlo , me regaló un tremendo orgasmo que me dejó obnubilada, ni me importó manchar los blan cos cojines. Mi abuelo gritó y sacó su vergota, y haciendo caso omiso de mi dolorido

asterisco, me di vuelta y se la chupé con ganas, saboreando mi propio ano y pronto obtuve mi ardiente recompensa, al sentir el semen de mi abuelo chocando contra el techo de mi boca y mi lengua, derramándose entre mis labios y chorreando por mi mentón y por la puya de mi abuelo, que de inmediato limpié con mi lengua bien dispu esta, y antes de permitir que me relamiera el semen embadurnado en mi rostro, mi abuelo me sujetó de mi barbilla y me besó alocado, limpiando su leche de mi boca, y lo ayudé con gusto, entremezcladas nuestras lujuriosas lenguas, rezumando espuma de su lefa. Me palpé el culo y casi dos dedos míos me cabían, creo que sería mi turno para usar aque lla maldita crema que causó todo esto ja, ja, ahora le echo la culpa a una crema, e n fin. Terminé de limpiarle y lamerle el instrumento y luego le serví la cena. Si me quedaban dudas, éstas desaparecieron soy la puta de mi abuelo. Les recuerdo que esto sucedió en la noche del lunes. Todavía falta el martes, Creo q ue no me dan muchas ganas de ir a clases mañana Verónica Padilla Soy la puta de mi abuelo III Por Grampa Kleizer Para la hermosa Carol, con toda mi pasión. 1 Hola de nuevo. Soy Verónica, si quieren saber cómo soy, vean en la primera parte de mi testimonio. Los que me hayan seguido el hilo hasta ahora, estarán enterados que mi culito fue finalmente destapado, ni más ni menos que por mi queridísimo abuelito , cuyos ronquidos escuché desde mi habitación. Vi la hora. Eran casi las siete de la mañana. Creo que los dos caímos rendidos como troncos, en nuestras respectivas camas, luego de un buen día de espectacular e inc estuoso sexo. Me sentía feliz, sentía mi tez ruborizarse al rememorar las escenas de l día anterior, el sabor del pene de mi abuelo, su lengua mojado lamiendo mis redo ndos pechos, su boca devorando la mía su grueso leño taladrándome mi aún dolorido ano Me puse un camisón, nada más, y bajé a la cocina. Vi que había un mensaje en el teléfono d e la sala. Presioné el botón para escucharlo. Se trataba de Ana, nuestra criada, dis culpándose por no verse capaz de acudir hoy tampoco, su pariente enfermo había muert o y hoy era el entierro no lo tomen a mal, pero esa noticia me puso muy contenta d ecidí no ir a clases, quizás nunca iba a volver a darse el que mi abuelo y yo nos qu edáramos solos estaba decretado, ese martes me lo iba a pasar cabalgando el delicio so pene de mi abuelito. Mi coñito tembloroso se empapó con solo pensarlo. Hice un poco de café y me serví una ta za. Mi abuelo seguía roncando allá arriba. Pensé que debía ser cuidadosa, y no tan exige nte, mi abuelo, después de todo, ya no estaba para polvos maratónicos miré algo de tele visión, pero mi sexo me picaba, debo confesarlo, nunca antes sentí tanta necesidad d e una verga bien insertada en mí y no de una verga cualquiera, sino la vara milagro sa de mi abuelo bien dormido en el segundo piso, exhausto por haber montado a su nieta el día anterior. No sé qué sería capaz de hacer mamá si se enterara de estos evento s. Ya, como a las ocho de la mañana, subí para ducharme. Pasé por el cuarto de mi abuelit o, tapizado de afiches míos, en casi todos yo aparecía en diminutos trajes de baño. Me pregunté cuántas veces mi abuelito se habría masturbado imaginando que me follaba y lo ví, apenas arropado con una delgada sábana la boca se me hizo agua olvidando toda noc ión de pudor, mi camisón cayó junto a mis pies, traje una silla de madera (la misma en que inició todo la primera vez) y retiré la sábana. Mi pobre abuelo ni se dio por ent erado. Coloqué la silla donde deseaba, sentándome casi a la orilla, y me incliné, apoderándome de su adormecido falo. Lo lamí con dulzura, mi lengua secretó chorros de saliva al s entir ese sabor añejo que me acaloró de inmediato. Lamí ese hongo y me mojé los labios p ara besarlo aún no podía creer que un día un hombre iba a tenerme esclavizada de esa fo rma, ni mucho menos que ese hombre era mi propio abuelo Su animal, poco a poco, empezó a dar muestras de vida, y los ronquidos de mi abuel o se volvían más irregulares. Como toda una puta golosa, abrí mi bocota, engullendo es e capullo y succionándolo, acariciando con mi mano izquierda la sección de verga que no me cabía en la boca, y con mi diestra, le regalé un masaje a esos peludos y lind

os guevos. Con inefable placer, sentí la caliente manota de mi abuelo sobándome las nalgas, sus dedos buscando meterse en mi culito. -¡Uf, qué rico, Vero, así sí da gusto que lo despierten a uno! -comentó él, suspirando. Yo, su puta, me sentí alegre de darle placer a mi señor. Mi abuelo se ensalivaba un dedo y me lo metía en el culo, en cambio yo, le mamaba la verga como loca, mugiendo presa de la máxima lujuria. Pronto, mi abuelo me afer ró de mis muslos muy a mi pesar, saqué su cipote de mi boquita mi abuelo me acomodó sobr e él para realizar nuestro primer incestuoso 69 abuelo-nieta. Mi abuelo dobló su almohada para tener su cabeza más elevada. Entonces, apoderándose d e mis nalgas, empezó a desayunarse mi coño, y de cuando en cuando, introduciéndome eso s rechonchos y deliciosos dedos en mi recién desvirgado túnel. El placer que me caus aba mi abuelo, no me impidió tener mi respectivo desayuno, y se la mamé con devoción r eligiosa, intentando tragarme lo más posible, sobándole con cuidado el escroto. Algunos estratégicos lengüetazos de mi abuelo sobre mi ano, me arrancaron inesperado s mugidos de gozo. Desde afuera, alguien hubiera creído que me estaban matando o q ue estaba pariendo me dio tanto morbo tener sexo en una habitación forrada de afich es míos mi abuelo me tenía en las nubes, con dedos moviéndose en mi culo, con media len gua dentro de mi coño y mi tembloroso clítoris prensado en otros dos dedos mi estalli do ocurrió en segundos, mi abuelo pegó su boca a mi rajita y sentí cómo toda mi riada se perdió en el interior de su fogosa garganta. El glande de mi abuelo se hinchó cuando lo tenía bien adentro de mi boquita, sin podér melo, sacar, y de ese modo, sus chorros de semen salieron disparados contra mi g arganta, como pude me saqué su verga, casi asfixiándome con su lefa, y las últimas des cargas rociaron mi mentón y bañaron su pene, mis manos y su vello púbico. Primero trag ué el preciado semen, luego usé mi lengüita y mis labios para limpiarme las manos, el cipote de mi abuelo y finalmente su vientre le mamé los pelos del vello y me fascinó po r los gruñidos de mi marido, supe que lo tenía en la gloria sí que soy una buena puta co n ese animal semi fláccido en mis manos, me i golpecitos yo sola, sobre mis labios , mis mejillas, mi nariz Mi abuelo se sentó y yo me hinqué a su lado. Con dulzura, me tomó de la barbilla y ace rcó sus labios a los míos, besándonos ruidosamente, a base de chupetones primero. Lueg o, el sacó su gruesa lengua, cual sanguijuela rosadita, y se la chupé con amor mientr as tanto, las ardientes manos de mi abuelo no permanecieron ociosas y se dedicar on a manosear descaradamente hasta mi última curva. Mi abuelo me lamió el rostro, re corriéndolo con la punta de su lengua, besándome con ternura sobre mis párpados cerrad os, y finalmente, lamiéndome la oreja y succionándome el pabellón no hace falta destaca r que yo volvía a estar en llamas. Mi abuelo debió adivinarlo y me metió dos dedos en el coño, estimulándome el clítoris con su voluminoso pulgar. -¡Abuelito! -gemí, pero él acalló mi voz con sus besos. Le rodeé el cuello con mis esbelto s brazos, pues necesitaba agarrarme de algún lado. Mi lujurioso abuelo sabía lo que hacía y un segundo orgasmo era inminente, sólo con sus dedos-. ¡Abuelito, me vengo! -y el muy canalla aceleró el movimiento de sus gruesos dedos, arrancándome un alarido cuando me corrí por segunda vez, en menos de cinco minutos después de mi primer orga smo. Mi abuelo recibió mis jugos, en menor cantidad, sobre su mano derecha y me los untó s obre mis redondos y firmes senos, dejándomelos brillantes y pegajosos y él mismo se d edicó a limpiar, con su enorme lengua, ese desastre yo lo abracé y gemí como una niña, in crédula ante esa avalancha de placer. Mi abuelo usó su peso para acostarme, quedando él sobre mí. Me abrió bien las piernas, s ujetándomelas. Con mis brazos lo mantuve pegado a mí, y no dejó de besarme, de meterme la lengua en la boca, cuando me penetró. Mi vagina húmeda recibió ese falo amado y gr ueso. No le costó nada metérmela toda, y empezó a hacerme el amor, golpeándome el vientr e con el suyo. -¡Aaaahhh abuelito aaaahhh máteme oooohhh soy su puta! -chillaba yo. A mi abuelo lo puso a mil esa última frase, y me penetró más fuerte; yo casi sentí que me partía en dos con es e tremendo tubo. -¡Ay, hijita, qué rica estás! -decía él, con su cabeza apoyada en mi hombro, al lado de la mía-. ¡Ay, mi puta, mi ramera, hija de puta, qué buena estás!

-¡Vióleme, abue, ya no aguanto más! -lloré. Mi abuelo se detuvo y se llevó una mano a su v erga, me la sacó un poco, dejándome casi todo su glande aprisionado en los labios de mi coño. Mi macho empezó a frotarme su órgano por mi raja, medio hundido si yo creí que no iba a volver a lloriquear como cuando me rompieron el culo, qué equivocada esta ba, porque con esa caricia, mi abuelo me hizo lanzar una serie de gemidos y chil lidos que seguramente pasaron por todas las escalas musicales varias veces. Entonces, el cabrón, cansado, se dejó caer sobre mí, enterrándomela toda, provocándome el tercer orgasmo en menos de media hora, al mismo tiempo que él eyaculó en mi interior . Los dos resoplábamos como bestias, bañados en sudor. Nos besamos con inigualable p asión. -Abuelito, Ana llamó, dice que no viene hoy tampoco -le confesé en voz baja, sonrien do, cómplice. -Qué rico, putita, voy a tener todo el día para hacerte de todo -me dijo él, y me besó. Yo sonreí-. Decí que sós mi puta. -Soy su puta, abuelito -le dije, sonriendo, mirándolo a los ojos. -Bien, puta. ¿Harás lo que te diga, todo este día? -Su puta será obediente, mi amor. -Bien, ramerita. Primero, no te vayas a duchar ahora, quiero que lo hagamos junt os. Ve y tráeme el desayuno. La puta de mi abuelo, que soy yo, obedeció. 2 Fue una experiencia alucinante. Eran como las diez y media de la mañana. Mi abuelo cerró la cortina del baño y abrió el grifo del agua caliente. Nos besamos bajo el cho rro, no me importó el secado de cabello que me hiciera el domingo anterior, sólo me importaba satisfacer a mi viejo león, que al mismo tiempo, me enseñaba placeres que ni imaginaba Tomó una esponja, y me enjabonó toda, dejando mis curvas resplandecientes. -Siempre aluciné con darte un baño de esponja, ricura -me confesó. -Ya podés darte gusto, mi amor -le dije, sonriendo, muy feliz. Mi abuelo me manose aba donde quería, ninguna porción de mi cuerpo le estaba vedada. El contacto de sus manos con mi carne, me estremecía de gusto. Mi abuelito aproveché para mamarme los pezones y para besuquearme lo glúteos. Al ver su pinga bien tiesa, sin pensármelo dos veces, me arrodillé ante él y me la metí en la boca. Mi abuelo suspiró, sujetándome la cabeza para regular mi movimiento. Yo abría mi boca al máximo, deseosa de tragarme todo lo que pudiera de ese pollón. Mi abuelo me agarró del pelo y lo anudó entre sus dedos, y dirigía así, mi cabeza, devorando y liber ando su cosota. Cerró el grifo y sin secarnos, me llevó de la mano a su cuarto, dejando un rastro de agua tras nosotros no nos importó un bledo, menos cuando mi abuelo me empujó para po nerme a cuatro patas en el suelo, apoyando mis brazos sobre la afamada silla de madera. El se hincó atrás de mí. Aprovechando mi culo enjabonado, mi abuelo me penetró. -¡Oh, abuelo sí, qué delicia, culéeme! -exclamé. Mi abuelo estaba casi poseído por la lujuria. Me aferró de mi cinturita e hizo fuerz a contra mi recto para entrar. A pesar de todo, esta segunda entrada la sentí igua l de infernal que la primera, y mis gritos debieron escucharse por toda la casa, algo que mi abuelo pareció ignorar. Le costó menos tiempo metérmela toda. -¡Ah, sí, Verónica sós igual de puta que tu madre! -gruñó él. -¿Cómo, mi madre? -logré articular, impulsada por el estupor- ¿Acaso usted también ? -y no p ude más porque empezó a bombearme despacio y mi boca se convirtió en vehículo únicamente d e mis gemidos de placer. -A tu mamá me la cogí casi a tu misma edad, creo que vós fuiste más puta, caíste a los die cinueve, y tu mamá cayó cuando tenía veintiuno -me contó, no con poco esfuerzo, mientras me sodomizaba por segunda vez-, pero vós estás más buena Imaginar a mi madre, que aún ahora se mantiene atractiva, follando con mi abuelo, quien ahora cogía conmigo, me llenó de calor, puro y simple, incluso moví mis caderas p ara no mantener un papel tan pasivo en esa culeada. Los gemidos de mi incestuoso abuelo me indicaron que fue una buena idea. Mi abuelo se corrió en mi culo, algo que me pareció imposible, pero así fue como pudo, se arrastró a su cama y se acostó, desn

udo. Esforzándome en ser una buena puta, de inmediato, le limpié su pene indefenso y enro jecido, sin prestar mucha atención al escozor en mi culo, y aún sacudida por las rev elaciones de mi abuelo. Mientras chupaba esa verga, me sentí algo decepcionada al pensar que, casi con seguridad, ya había agotado a mi abuelo, y que no podría servir me el resto del día De nuevo, estaba muy, muy equivocada Y eso fue lo que sucedió la mañana de mi segundo día como la puta de mi abuelo. Verónica Padilla. Soy la puta de mi abuelo IV Por Grampa Kleizer Hola, amigos míos. Soy Verónica Padilla. Tengo 19 años y he conseguido hacer algo de d inero extra modelando, para pagarme mi carrera de Comercio Internacional. Me pre tenden hombres de todas las edades y clases sociales pero fue mi abuelo quien sup o "engancharme" con su convincente garfio. Tendría que recapitular mucho, pero sé que mis fans han sido fieles a mis testimonio s, así que, retomando el punto donde finalizó el tercer escrito, mi abuelo se quedó ro ncando y húmedo en su cama. Lo sequé como pude, para que no se fuera a enfermar con esa agua en su colchón. Luego, me puse el camisón, casi transparente, y bajé a prepara r el almuerzo, y recalcando, un poco decepcionada porque creí haberle sacado todas las energías del día a mi queridísimo abuelo, asimismo, me fui picada por la curiosid ad, deseosa de saber más sobre las relaciones que una vez mantuvo con mi madre. No tenía idea lo que mi abuelo planeaba para mí, esa tarde. Mi coño joven deseaba más ve rga, más carne, recién había conocido el verdadero gozo de sentirse lleno de carne tib ia y palpitante. Mi amiga del colegio, Irene Mariela, me criticaba mucho por ser tan "santurrona" me dieron ganas de llamarla y decirle "mi abuelo contra tu equi po de baloncesto" me parece que ella me envió una copia de su testimonio, lo dejé por algún lado En fin, preparé almuerzo y guardé el plato de mi abuelo en el micro, pues hacía una ho ra que mi abuelito me había taladrado el culo. Comí viendo tele. Miré mi celular, vien do algunas llamadas perdidas de amigos míos, sin duda, para preguntarme por qué no f ui a clases. Me imaginé tecleando el mensaje "Estoy cogiendo con mi abuelo, no mol estar", y me reí yo sola, como una loquita. Al rato bajó mi abuelo, con unos holgados pantalones de un verde enfermizo y una c amiseta blanca sin mangas. Me lanzó un beso y se fue a la cocina. Acudí junto a él y l e recalenté la comida. Lo acompañé mientras almorzaba, en la mesa de la cocina. -¿Cómo te sientes, Verónica? -me preguntó él, clavándome sus ojillos de lujuria sin fin. -De mil maravillas, abuelo, la estoy pasando fenomenal -contesté, totalmente since ra, ansiosa de saltarle encima. -Me alegro, pequeña, me alegro. Recuerda que prometiste obedecerme en todo este día me dijo, alzando un dedo. -Claro, abuelito. Usted manda. -No quiero verte vestida, Vero, tu cuerpazo es para que andes desnuda en todos l ados -y ni terminó esta oración cuando mi camisón cayó al suelo otra vez. -Así está mejor -dijo, y para mi mayúsculo asombro, sacó la cámara digital de mamá. Fue muy divertido lo que siguió. Me filmó lavando los platos. Luego me llevó de la man o a la sala y me tendió sobre el sofá, ordenándome adoptar algunas posiciones de mis a fiches, pero sin molestas tangas o hilos dentales ocultando mis encantos. Todo l o hice con una sonrisa, hace mucho que no me divertía de verdad durante una sesión f otográfica. Me sacó fotos casi en cada rincón de la casa, y me hizo probarme varios bi kinis de mis pósters, que a él le fascinaban. Me quedé con uno diminuto y rojo. Mi abuelo me manoseó como quiso y mi cuerpo enloqu eció de deseo. Me llevó de nuevo a su habitación. Le dio vuelta al colchón, dejándolo del lado seco. -¿Confías en mí, Vero? -me preguntó, mientras lamía y chupaba mis pezones, sobre la minúscul a tela del bikini. -Claro, abuelito -suspiré-, le dí mi culo ayer, ¿qué otra prueba quiere? Mi abuelo me dio un tierno beso en la boca y me dio vuelta. Me ató un pañuelo sobre los ojos, rodeándome la cabeza. Sonreí y me puse nerviosa. ¿Qué locura me tendrá preparada

mi nuevo y peculiar amante? Me acostó en su cama y me tomó de las muñecas y me las esp osó entre los maderos de la cabecera. -Abuelito, ¿qué me vas a hacer? -pregunté. La peluda boca de mi abuelo se pegó unos segu ndos a mis labios, y su lengua tibia reconfortó la mía. -Confía en mí, cosita. Dentro de un rato vas a aullar de placer, y todo va a quedar en video. -Abue, no, ¿y si mamá lo encuentra? -No lo encontrará, tesoro. Lo esconderé bien -y sus manos se apoderaron de mis senos , redondos y firmes-. Ricura, tesoro, si pudiera metértela en los oídos, lo haría Me reí un poco, pero no pude evitar el temblor. Creí que mi abuelo deseaba apagarme cigarros en la piel, o alguna demencia parecida. Mi abuelo salió de la habitación y bajó las escaleras, pues habían tocado el timbre. Me entró pánico, por si eran amigos míos ; así de alocados como andábamos, bien podría dejarlos entrar y verme así o para que te c ojan todos, putita pensó "algo" en mi interior, y mi sexo se inundó. Escuché tacones y una voz de mujer ¡la puta de mi abuelo! Digo, la otra, mi rival. Me puse tensa. Los dos subieron y pronto entraron al dormitorio. -Dios, qué belleza de mocosa, ya se me hace agua la boca -dijo Berenice, caminando escandalosamente con esos tacones. -Abuelo, ¿qué pasa? -pregunté, estremeciéndome al sentir las delicadas manos de la prost ituta recorriendo mis indefensas piernas. -Se me ocurrió lo feliz que puedo ser viéndote retozar con Berenice, mi amor -me dij o él, metiéndome dos dedos en la boca. -Qué pedazo de mujer eres, Verónica. Con mi guía, podrías hacer miles de dólares en un fin de semana -me dijo Berenice, con su sensual y a la vez grosera voz de mujerzuel a. Quise insultarla, decirle que no soy como ella, que no tengo necesidad de vender mi cuerpo, que lo que hago, lo hago por que me gusta y punto pero los dedos de m i abuelito en mi boca me lo impidieron, quizá presintiendo mi reacción. Sentí a Bereni ce subirse en la cama, arrodillada entre mis piernas, desabrochándose cosas esto ib a en serio. -Abuelo, ¿qué me van a hacer? -Ayer te desvirgué el culo, hoy te quiero hacer bisexual -me respondió, con voz amab le. Quise protestar, asustada y alterada, pero Berenice depositó un beso sobre mi coño aún tapado y ese ardiente contacto redundó en destellos de inusitado placer en to do mi cuerpo. -Relájate, niña incesto, nadie come coños mejor que yo en todo el barrio -me dijo Bere nice, aparentemente, disfrutando con la situación. Sus dedos de largas uñas se apode raron de los hilos de mi tanga y la bajaron despacio la ayudé a quitármelo. -Qué cosa más rica, me la voy a comer bien lento -me anunció la puta, con voz muy sens ual, que empezaba a derretirme-, cuando acabe contigo no te voy a soportar llamánd ome para que lo haga de nuevo. Sentí los besos de Berenice sobre mis rodillas, así como sus caricias y pellizcos. M uy a mi pesar, le regalé mis primeros gemidos. Mi abuelo había dejado de tocarnos, e staba filmándolo todo. Berenice subió por mis muslos, no tenía idea de que existían esos placeres -¿Te gusta, Vero? -me preguntó ella, derramando su cálido aliento sobre mi húmedo sexo. -Sí, sigue, por favor -declaré. -Me gustas, chica, piensa en lo que te dije -y me lamió la raja. Recuerdo haber da do un larguísimo suspiro y mis manos, aherrojadas, se crisparon. Esa mujer me tenía en su poder me convertí en la puta de la puta de mi abuelo, valga la redundancia. -Qué panochita más rica -murmuraba ella, mientras hundía nariz y lengua en mí, y sus man os, delicadas e inquietas, sobaban mis muslos y nalgas, acercándose peligrosamente a mi horadado anito. -¡Oh, oh Berenice me estás matando oh, no pares! -lloriqueé, y mis manos agitadas hacían s nar la cadena de las esposas, a todo esto, ¿de dónde diantres habrá sacado mi abuelito esas esposas? Berenice me sujetó las piernas y me comía el coño con auténtica hambre lésbica. La manera en que me chupó el clítoris creo que no volveré a hallar a nadie con igual talento. -¡Qué delicia de mocosa, Facundo! Está casi virgen, me siento como violadora de menore s -le dijo la puta a mi abuelo. ¡Plas!, se oyó una nalgada, de mi abuelito a Berenic

e-. ¡Oh, Facundo, sí! -exclamó ella, deteniéndose un instante, por no sé qué cosa que mi abu elo le hizo. Grité de repente al sentir un largo dedo de la ramera meterse en mi culo. Luego me metió dos y los retorció en mi interior. Berenice gemía quedamente por eso que mi abu elo le estaba haciendo, supuse que lo mismo que me hacían a mí meterme dedos en el cu lo. Berenice, entonces, hizo algo que nunca olvidaré me insertó tres dedos en el rect o y el pulgar en el coño, prácticamente, sujetándome la pelvis y tal y como mi abuelo l o predijo, aullé de placer. -Mira como goza tu nieta, Facundo -dijo Berenice-, es de las nuestras, definitiv amente. -Esta zorrita es más caliente que la madre -dijo mi abuelo, cuya voz sonó muy cerca de mí, seguramente filmando de cerca el "agarre" de Berenice, que lo completó con su lengua talentosa y en pocos segundos, la ramera vio su cara empapada por mi cor rida. Berenice se carcajeó como una especia de bruja dominatriz. -No, B, que ella te ayude -le dijo mi abuelo. No entendí a qué se refería hasta que lo s gruesos labios de Berenice se juntaron a los míos, hasta que nuestros rostros se tocaron y nos porreamos a morir, embadurnándonos de mis jugos. La lengua de Beren ice hizo desastre en el interior de mi boca, sus besotes me derritieron, me acab aban de hacer bisexual -Quítame esta venda, B -le pedí, sumisa y a la vez confianzuda. Sentí sus manos rodean do mi cabeza, sin dejar de convidarme esos besos de gloria divina. Abrí mis ojos y ví su cara cerca de la mía. Ahora me veía con ojos verdes oscuros, lentes de contacto . Su rostro, un poco cuadrado pero atractivo, y se había cortado el pelo desde que la ví, lo llevaba corto, a la altura de la nuca, luego me diría que estaba harta de que se lo jalaran. Sus enormes pechos colgaban, tocándose con los míos. -Hola -le dije, temblorosa. -¿Te gustó todo esto, muñeca? -me preguntó. Asentí sonriendo. Miré a mi abuelo, grabándonos, le regalamos el primer plano del más obsceno beso, las dos le sonreímos éramos dos ard ientes putas caídas en las redes de ese hombre creo que en este punto, la historia debería llamarse, "Las putas de mi abuelo" o "El abuelo de mi puta", o algo así. Berenice volvió a meterme sus dedos en la vagina, moviéndolos con maestría. -¡Oh, qué rico! No creí que fuera tan sabroso el amor entre mujeres -le confesé a la ram era. Ella me dio un largo y lascivo beso, y me respondió: -Mi tía me inició a los trece, y mi padrastro me desvirgó varios meses después. -Suéltame, abuelito -le pedí. -Aún no, cosita, Berenice tiene más sorpresas para ti - me contestó mi abuelo. Berenic e se apartó de mi, bajando de la cama. La vi agacharse, desnuda, para husmear dent ro de un maletín negro. Pude ver una serpiente tatuada en su espalda me gustó ese dib ujo. -Pero el amor de mi vida fue mi tío, Verónica. Me poseyó a los quince, ese fue el homb re que me hizo su muñeca -me siguió contando-, vivíamos muy hacinados, así que, literalm ente, ya cuando tenía dieciséis, todos cogíamos con todos en esa casucha te quiero pres entar a mi tío, sé que te va a encantar -¿Cómo? -pregunté. Berenice se puso de pie, sosteniendo un arnés, junto a un falo de plástico, casi tan grueso como el de mi abuelo, pero más largo. Me asusté. -¿Qué me vas a hacer? -¿Qué nunca has visto pornos, santurrona? Voy a follarte -me dijo, colocándose el arnés de ligas negras. Se puso el consolador y se subió a la cama, con esa cosa colgándole entre las blancas piernas. Nunca imaginé que un día iban a penetrarme con cosas de plástico, creí que era algo excl usivo de las películas para adultos, pero allí estaba eso, y mi abuelo filmando. Sup ongo que cualquier otro día podría haberlo considerado extraño, pero esa semana, una e scuadra de platillos voladores trazando un "Smiley" sobre mi casa no me sorprend ería Berenice me pasó los brazos tras la espalda, y nuestras boquitas hambrientas se fu sionaron de nuevo, y me penetró despacio, bien, bien rico. Mi abuelo se había agacha do entre nuestras piernas para filmar esa entrada. -¡Oh, cielos! -exclamé. -¿Te hago daño? -me preguntó Berenice, mientras me chupaba las orejas.

-No, qué va, está riquísimo -le confié. -Me gustas, Vero, eres una perra bien caliente, sabes para qué tienes ese hoyo -y me la metió toda-. Ahora te voy a follar, mocosa. Si te duele me dices, ¿vale? -Sí -contesté, y nos besamos de nuevo. Su boca me fascinaba, su sabor, cómo la usaba, chuparle la lengua besar mujeres era lo máximo. Berenice comenzó a moverse. -¿Te gusta, puta? -me preguntó ella. -Ay, sí, colega -contesté. Me escupió en el rostro y me regó su saliva con la lengua, poniéndome en llamas, y así, Berenice me convidó una cogida sin precedentes. Me sujetó de las piernas y se incorp oró para que mi abuelo pudiera filmar el "epicentro" de la acción era demasiado morbo una ramera que me enloqueció con sus caricias, ahora me follaba con un consolador y encima, mi abuelo grabándonos -¡Aaaaahhh aaaaahhh me gusta me gusta qué bien se siente aaaaahhh! -Qué ricos tus gemiditos de actriz porno, qué putita más ardiente -me dijo Berenice. M e pasé la lengua por los labios y le sonreí, lanzándole un beso, cosa que ella me devo lvió. -¡Qué par de perras, cómo se revuelcan! -nos dijo mi abuelo. Lo miramos y le lanzamos un beso al unísono era nuestro amo y señor, y nosotras, éramos sus putas fieles y obedi entes. Berenice me levantó las caderas, perforándome con fuerza, mi último pensamiento coherente antes de obnubilarme de placer, fue preguntarme cuántas chicas afortuna das habría cogido Berenice de esa guisa. -¡Aaaaahhh sí, Berenice, písame, písame, soy tu puta! -chillé, y creo que logré prenderla de verdad con esas palabras, porque me regaló una pisada que no olvidaré jamás. Me corrí es trepitosamente, y Berenice se abrazó a mí, buscando mi boca, nuestras lenguas se ent relazaron antes que nuestros labios, y la puta me dejó ese dildo bien adentro. Mi abuelo tuvo a bien librarme de los grilletes. Lo primero que hice fue abrazar y acariciar a mi nueva y preciosa amante. -Vero, ¿sabes qué? Les mamé la verga a dos tipos antes de venir para acá, y no me he lav ado los dientes ni nada -me confesó, mirándome con malicioso deseo. Tal confesión hizo que le chupara la lengua con toda mi alma, luego le susurré al oído: -Se la chupé a mi abuelo después de haberte chingado, sin limpiarse -y nos besamos d e nuevo, tocándonos sin pudor alguno. -A ver, a ver -dijo mi abuelo-, quiero que se hinquen, la una frente a la otra -y así lo hicimos, las dos sonriendo a nuestro macho-, oh, Dios, qué felicidad ver des nudas a dos mujeres tan bellas ¿harán lo que les diga? -Claro, abuelito -dijo Berenice, y me acarició el rostro. Mi abuelo había sacado dos consoladores. En la base de los mismos colgaba una cade nita, para extraerlos. Nos dio uno a cada una. -Ensalívenlos, ricuras -nos dijo. De inmediato obedecimos. Fue una experiencia ext raña. B y yo no dejábamos de reírnos, incluso nos cambiamos el consolador varias veces , paladeando nuestras salivas apenas el domingo no tenía idea de lo puerca que podía llegar a ser en cuestiones sexuales. -Ahora, el consolador se lo meterán a la otra en el culo -nos ordenó. B y yo nos abr azamos le busqué el ano. Ella me lo encontró primero y se me nubló la vista cuando me metió casi de golpe ese objeto. -¡Aaaaaahhh! -me quejé, calentándome a una velocidad vertiginosa. -Vamos, Vero, métemelo, estoy que ardo -y como pude, temblando, le busqué la entrada del culo. Ella me ayudó a guiar el dildo y empecé a insertárselo-. Rico, pequeña, dale, sin miedo, mi culo probó verga desde los trece -y el consolador quedó engullido hast a la base por ese ano devorador. La cadenita le quedó colgando como una rara colit a, y pensé que de igual modo debían lucir mis nalgas. La malvada Berenice usó sus dedos para presionarme más adentro mi dildo. Me aferré a e lla y me dedique a lloriquear sin control. Mi abuelo nos tomó de las manos y nos h izo bajar de la cama. Adivinando sus deseos, lo desnudamos, llenándolo de besos. E l se sentó en la afamada silla de madera de tácito acuerdo, B yo nos hincamos ante él, y pasamos nuestras lenguas sobre su gordo y durísimo miembro. -Ah, por fin, perritas mías. Creí que me iba a morir sin follarme a dos chicas al mi smo tiempo -nos confesó, suspirando, acariciando nuestras cabezas. Berenice no dej aba de manosearme los pechos, ya me los tenía tiesos. Le sobé sus enormes nalgas, qu e no pude cubrir con una mano. Realmente me atraía esa mujer, fue entonces que me

propuse estar a solas con ella, algún día, deseosa de que me enseñara más cosas. Berenice me besó, y mi abuelo disfrutó viéndonos. Luego, Berenice se tragó el pollón de mi abuelo, dándome mucha envidia verlo desaparecer entero en esa boca experta en mam adas. B me guiñó un ojo, como diciéndome que luego iba a enseñarme. Ella se enderezó, alza ndo el rabo de mi abuelito en su boca, dejando el curtido escroto a mi merced, a brí mi boca y me tragué esa bolsita, masajeándola con mis labios y mi lengua. Berenice y yo estábamos muertas de la risa, mugiendo como locas. -¡Ay, qué delicia, qué par de putas me conseguí, cómanmela, zorritas! -dijo mi abuelo, muy excitado. Me encantó sentirlo así de caliente. Intercambiamos. Fue mi turno en devorar el pito de mi abuelo, y Berenice me ayudó a estimularlo, lamiendo la sección que no pude comerme, y entre las dos le masajea mos los guevos. Todo esa acción, ante las cámaras. Mi abuelo nos apartó a duras penas, ya que estábamos hechas unas fieras devoradoras de penes. -Ahora las quiero a cuatro patas las dos, pegaditas, una al lado de la otra -nos dijo. Relamiéndonos, obedecimos, y sobre la alfombra de su cuarto, mi abuelo tuvo a dos hermosas mujeres, como perritas, desnudas, una al lado de la otra. No por eso de jamos de besuquearnos. De verdad que me gustó Berenice. Ella abrió su boca y se quejó ruidosamente, mi abuelo la había penetrado, y con su diestra, me estimuló el coño expu esto, y así, nos tuvo a las dos gimiendo Fue maravilloso. Creí que una hazaña así sólo era posible para un negro musculoso, o par a El Santo, pero nunca para un anciano barrigón, que nos tenía en la gloria a las do s. Mi abuelo también nos propinó unas buenas nalgadas a las dos. -¡Oh, Facundo, eres el mejor, te amo, los amo a los dos! -gemía Berenice. -Mis perras, ¿les gusta cómo disfrutan conmigo? -nos preguntó, embistiendo sin una piz ca de compasión a Berenice. -¡Sí, abuelito! -respondimos las dos, jadeantes, al mismo tiempo. -¡Aaahh, Jesucristo! -exclamó Berenice, pasando un brazo por mi espalda- ¡Qué delicia! Berenice había tenido su orgasmo, bastante explosivo, me pareció. Ella chorreaba sud or de su frente. Y entonces ocurrió lo impensable: mi abuelo se acomodó atrás de mí y me penetró. -¡Aaaahhh, abuelito, mi vida! -grité. -Este panzón tiene verga para las dos, tesoritos -nos dijo, para el colmo de mi al egría. Sonreí gimiendo, la follada estaba genial, y Berenice se había tumbado debajo de mí pa ra mamarme los pechos, y entre los dos me tenían aullando. -¡Aaaaahhh . Aaaahhhh abuelo vióleme, vióleme soy la puta de los dos aaaaahhh! -Hija de puta, cerda -me dijo Berenice, mordisqueándome los pezones. Mi abuelo clavó sus uñas en mis nalgas, bombeándome enajenado, y apenas sintió su verga bañada por mis jugos, me tiró del pelo, arrebatándole mis melones a B, haciéndome doblar mi espalda y se corrió en mis pechos y en mi cara. De inmediato, Berenice se abala nzó sobre mí para lamer el semen de mi abuelo, que corría en riachuelos por mis dos mo ntañas, en tanto que yo limpié su temblorosa verga con mi boca, finalmente, Berenice se me unió, lamiendo el semen de mis mejillas y de mi barbilla. De nuevo, puestas a cuatro patas, juntas, sentimos a mi abuelo sujetando las cad enitas de los dildos. Tiró de ellos y gemimos las dos. Creo que mi abuelo fue más ru do con Berenice, por sus quince años de sodomía, mientras que yo fui tratada con más d elicadeza. Mi abuelo me lo sacó despacio, y yo me retorcí de dolor y placer. Pero ahí no terminaba la cosa, y mi abuelo intercambió los dildos y nos los dio -Berenice trajo estas cosas limpias, debe llevárselas como las trajo -nos dijo mi abuelo, con un resplandor de morbosidad en sus ojos, que me hechizaron mientras introduje ese consolador en mi boca, saboreando el acre sabor del recto de la pr ostituta. Me dio un retortijón. -Déjalo, Vero, ya lo hago yo -me dijo B, quitándomelo y chupándolo embelesada. El otro consolador, que estuviera varios minutos incrustado en mi culo, yacía nítido y bril lante de baba. El otro emergió de igual forma de la ávida boca de la ramera. Mi abuelito cayó rendido, luego de su sobrehumana actuación. Eran casi las tres de l a tarde. Berenice me pidió que no me vistiera, recogió sus cosas y la llevé a mi habit ación, donde me convertí en la puta de la puta de mi abuelo. Cuando se fue, al atarde

cer, le regalé un afiche autografiado y nos despedimos con un largo beso. -Me gustaría verte de nuevo, preciosa -me dijo. -Yo te llamaré, B -y ella se marchó. En mi habitación, antes de eso, en medio de un gl orioso 69, Berenice me pidió ser su novia, yo dije que sí.

Verónica Padilla. Soy la puta de mi abuelo (5) Por Grampa Kleizer 1 Hola de nuevo, soy Verónica Araceli. Soy estudiante universitaria y modelo a medio tiempo, pero esto ya lo saben, como también que he estado revolcándome con mi propi o abuelo, de cómo me destrozó el culo y me indujo a tener sexo con otra mujer todavía n o puedo creer todo lo que hicimos, esa no era yo y encima de todo, mi queridísimo a buelo, me reveló que también se tiraba a mi madre. Ella lo supo apenas llegó, no necesitó que alguien se lo dijera. Por la forma en que me veía, supe que ya lo sabía, aunque no era una mirada de reproche. A mí sólo se me su bía la sangre a la cabeza y a veces esquivaba su mirada. -Sería rico verte cogiendo con tu mami -me confesó mi abuelo, mientras le daba una p resurosa mamada matutina, antes de que llegara la criada. Desde entonces, mi esp alda se convirtió en una autopista de escalofríos cuando pensaba en ello. Llegó el domingo, uno de los pocos que puedo pasar con mi madre, y es que ella, em presaria, se lo pasa viajando a cada rato. La criada no estaba, era su día libre, así que mamá y yo preparábamos el almuerzo, como a eso de las once y media de la mañana. Yo vestía apenas un enorme camisón y una calzoneta de tela jeans bastante corta hast a media nalga -a mi abuelo le encantaba verme con prendas así- y un par de sandali as, ni más ni menos. Mi madre, en cambio, Verónica Leticia, venía llegando de la igles ia -sí, de la iglesia- y andaba con una blusa blanca manga larga pero arremangada hasta los codos y un pantalón jeans que se le pegaba mucho, destacando su redondo y fenomenal trasero. Andaba el cabello corto, hasta el cuello, casi tan negro co mo el mío. Era común que cocináramos juntas, y siempre se habían dado roces o empujoncitos, cosas así, pero nunca las había sentido de ese modo. Llegué a sospechar que mi propia madre me acariciaba adrede, y eso me ruborizaba y me desconcentraba de sobremanera. -¿Dónde está tu abuelo, Verónica? -me preguntó entonces, notando sin duda, cómo se me subía l sangre a la cara. -No sé -titubeé-, creo que ha de estar con sus amigos en las bancas del mercadito Mi madre sonrió y continuó condimentando el pollo. -Creí que no te llevarías bien con él -comentó, dándome la espalda. -¿Por qué? -la cuestioné, dejando a medio partir una zanahoria. -Te ví un poco molesta cuando vino a vivir con nosotras -No, mamá, en absoluto -y proseguí mi labor, convencida de la ambigüedad de esos coment arios. -Lo sé, ahora sé que lo quieres mucho, Vero -declaró al fin. Recuerdo haber suspirado. Ese desgraciado de mi abuelo debió habérselo dicho todo. P ero, la reacción de mamá me estaba preocupando estaba jugando conmigo, no me estaba r egañando ni recriminando nada. -Mamá, yo -Shhh, no tienes que explicarme nada, no estoy enojada contigo -me dijo entonces , muy cerca de mí, sin haber notado cómo se había aproximado; creo que la miré con asomb ro y mucho rubor-. Me parece genial verlo tan lleno de vida de nuevo -Está bien, está bien -dije, muy nerviosa. La mirada que mi madre me dirigía era de des eo sus ojos café resplandecían con ese mismo brillo que miré en los ojos de Berenice, l a primer mujer con quien tuve sexo-. Mami, ¿por qué me ves así? -¿Cómo? Es sólo que, siempre me preocupó pensar cómo ibas a reaccionar si alguna vez descu brías que tu abuelito y yo, a veces, bueno tú sabes me hace de todo -Bueno yo ya lo sé -Esto no debe salir de este techo, hija, los demás no podrían entenderlo, será nuestro secreto -y me acarició el rostro. Me quedé helada, ahora era parte de este oscuro s ecreto incestuoso-. No te preocupes por Berenice, ella lo sabe pero se le paga p ara callar, sabía que ella iba a ser una buena maestra para vós.

-¿Qué cosa? ¿Conoces a Berenice? -exclamé, sonrojada y temblorosa, a medida que iba dándom e real cuenta de la magnitud de todos esos "juegos"- Dios mío. -También vi el video que tu abuelo les sacó, sí que tienen química -¡Ay, mierda, qué vergüenza! -chillé, cubriéndome la cara con ambas manos, casi a punto de llorar. -¡No, no, hijita! Está bien, no estoy molesta, en serio -me replicó de inmediato, abrazán dome para consolarme y darme confianza aparentemente-. Estuvo genial, lo he visto todas las noches desde el miércoles -Cielos -exclamé, mirándola a los ojos, con los míos llenos de lágrimas. -Cálmate, después te voy a enseñar los que me ha sacado a mí -¿Videos tuyos? Mi madre asintió, acercando su cara a la mía, muy despacio. Yo estaba congelada, sin saber qué hacer, y en ese instante fui consciente de mi incipiente humedad. ¿En qué c lase de degenerada me estoy convirtiendo? -Con tu abuelo, con tu padre, con otras mujeres -Rayos -y me besó sentí como una corriente eléctrica en todo mi cuerpo. Fue un beso muy tierno y suave, apenas rozando sus labios sobre los míos, poco a poco me fui rela jando-. Esto es inaudito, mami -Inaudito es que te eches hasta a tu abuelo -me susurró, y las dos nos reímos, aunqu e yo seguía algo nerviosa-. Escucha, no quiero obligarte a nada, pero de verdad me gustaría que nos divirtiéramos un rato, ¿sabes? Abrí la boca, la propuesta de mi propia madre no pudo ser más directa. Ella sonrió al ver mi quijada colgando y me besó de nuevo, esta vez, apretándome contra ella, y le respondí, por varios segundos, fuimos dos lésbicas y salvajes amantes -Dí que eres mi puta -¡Mamá! -Vamos, quiero oírte -y me mordisqueó una oreja. -Soy tu puta, mami -dije suavemente, muriéndome de pena. -Bien, Vero, bien, terminemos el almuerzo -y sólo entonces caí en la cuenta de que s us manos habían estado presionadas sobre mis glúteos

2 A pesar de todas las locuras de esta semana, nada me tenía preparado para lo que o currió aquella soleada tarde. Simplemente no me cabía en la cabeza que mi madre pudi era tener una doble vida como viciosa y ninfómana. En primer lugar me tocó servir lo s platos, totalmente desnuda. Mi lujurioso abuelo no perdió chance de meterme mano . -Qué portento de nieta me diste, Lety -dijo él, sobándome las nalgas cuando le servía re fresco-. Y salió igual o más puta que vós. -¿Es eso un halago, papi? -preguntó mi mamá, riéndose. Yo estaba en un trance en la fron tera del morbo y la vergüenza. Chillé sorprendida cuando mamá me acarició la entrepierna , embadurnándose sus dedos con mis jugos, y más aún cuando se los llevó a la boca para c hupárselos. En segundo lugar, al ver la tele me pareció ver algo familiar claro que sí, ¡era yo mis ma teniendo sexo con Berenice! Me quedé con la bocota abierta. Mamá y el abuelo pare cían disfrutarlo de lo lindo. Mi abuelo subió mucho el volumen y mis gemidos pudiero n oírse hasta en la calle, luego los acompañaron los de Berenice, cuando mi abuelo s e la folló, todavía no entiendo cómo se las arregló para sostener la cámara. Mi mirada colgaba perdida hacia el piso, estaba muy avergonzada, y por otra part e, muy orgullosa, me fascinaba la manera en que mi abuelo me veía y se sobaba su g rueso órgano por encima de su pantalón, con total descaro, y mi mamá sonriéndome que se m ueran de envidia en Sodoma. -¿Te parece que llamemos a Berenice, papi? -preguntó mi mamá. -No sé, tal vez más tarde, ahora quiero mi postre -anunció, apartando platos y vasos-. Vení, Verónica, vení siéntate aquí -y me ayudó a subirme al comedor, sentándome al borde y a riendo mis bronceadas piernas, de modo que mi raja quedó a merced de sus libidinos as fauces. Suspiré y cerré mis ojos de golpe al sentir su lengua correteando rampante en mi sex o. Pronto, unas manos se apoderaron de mis pechos, que iban inflándose mi mamá. Todavía no alcanzaba a asimilar lo que estaba sucediendo. Mamá sobó mi busto con maestría, y

mi cuerpo iba entregándose al mero placer, ella me besó de nuevo, mi nariz contra su mentón, y sus dedos prensaron delicadamente mis pezones. -Mmmmmmhhh -era todo lo que podía proferir. Con una mano acariciaba la cabeza de ma má y con la otra sujetaba una caliente y rechoncha mano de mi abuelo-. Aaaahhh, me muero, ustedes dos me están matando -Qué caliente eres, preciosa -me alabó mamá, frotando su cara contra la mía-. Di que ere s mi puta que eres nuestra puta -Soy su puta -mascullé, deseando gritar de la delicia de comida que mi abuelo me e staba regalando, succionando mi sensible clítoris y metiéndome dedos en el culo. -Esto no puede estar pasando -suspiré, y mi abuelo acentuó sus lengüetazos allá abajo. Ma má me besó entonces, con esa mezcla de deseo y ternura única de ella, mi nariz topando con su fino mentón, metiéndome su lengua cada vez más, sin dejar de acariciarme los s enos de un modo tal que en pocos segundos me convirtió en una muñeca sexual carente de voluntad a merced de esos dos libertinos ¿o éramos tres? -Ese pastelito ya te lo has comido antes, papá, ahora es mi turno -dijo mamá, entonc es. Me quedé estupefacta e inmóvil del shock. Miré a mi abuelo ceder su lugar, no de m uy buena gana, a mi progenitora e hija suya por todos los cielos, la cosa iba en serio mamá se disponía a lamerme el coño y si durante algún segundo me pregunté si aquello ra un sueño, esa duda se desvaneció por completo cuando la cálida y aterciopelada leng ua de mi madre se deslizó entre mis enrojecidos y palpitantes labios -¡Ooohh! -gemí- Mamá, qué rico -Qué par de putas, esto debe quedar para la historia -dijo mi abuelo, que subió pres uroso a su habitación. Mamá se rió y continuó lamiéndome, introduciendo su hambrienta sang uijuela en mi mojado túnel, y recuerdo haberme aferrado de su cabello cuando desli zó uno de sus largos y finos dedos en mi trasero -¡Mami, por Dios! -exclamé. Ella sólo hundió hasta la nariz en mi sexo, mordisqueándome co n cuidado y metiéndome hasta dos dedos en el culo gemí y chillé, moviendo mi cabeza alo cada de un lado para otro, sosteniéndome del borde de la mesa con mi diestra y con mi otra mano, agarrando por el pelo a mi madre que devoraba sin compasión mi vagi na. -¡Mamá, mami ! -grité, sintiendo mi corrida muy cerca, arqueando mi espalda, presa de es pasmos sin control. Dí un prolongado grito cuando me vine, justo en el rostro de m amá, quien ni se inmutó y sentí algo parecido a una diminuta aspiradora absorbiendo mi s jugos. 3 Me cubrí los ojos, secándome unas pocas lágrimas (¿de vergüenza o de placer?), intentando relajar mi agitadísima respiración, notando mi cuerpo bañado de sudor, mis bronceadas y esbeltas pantorrillas colgando por el borde del comedor, y pude ver a mi abuel o, como Dios lo trajo al mundo, filmándome con esa misma malhadada cámara con que me grabó junto a Berenice. Vi a mamá desvistiéndose y bromeando con mi abuelo, observándome con esos ojos prendid os de lascivia cosa que me puso caliente casi de inmediato. Entre mis dedos, miré, ya sin asombro, a mi abuelo y a mi madre besándose, sonriendo con naturalidad. Vaya familia de degenerados que somos, pensé. Entonces, el tintineo de una cadena llamó mi atención. ¿Qué rayos se proponen ahora?, me pregunté. Fue cuando ví un collar de cu ero negro colgando de la mano de mamá, que caminaba hacia mí con una sonrisa sospech osa. -Siéntate, Vero, te voy a poner esto -me anunció. Me senté sobre el comedor, obediente y aún con algo de pena. Mi madre, totalmente de snuda, de pie ante mí, me abrazó para colocarme ese collar de sadomasoquismo, del qu e surgía una cadena era un collar para perros, pero fue el roce con el cuerpo desnu do de mamá lo que me calentó de sobremanera, y busqué su boca nos besamos despacio, chu peteándonos los labios y las lenguas, mi abuelo nos hizo un close up del incestuos o ósculo. -Dile algo a la cámara, querida -me invitó, en tanto, tras mi nuca, sonaba un clic. -Yo no sé qué decir -confesé, bajando mi mirada, imaginando lo que sucedería si ese video cayera en malas manos. -Di que eres mi putita -me dijo mamá, y la miré, sorprendida, pero me tenía desnuda, c on un collar de perros no decía mentiras. Aún así, la vergüenza me pudo.

-Esta es mi hija, Verónica, y salió igual de puta que yo -dijo mamá a la cámara, y me be só de nuevo, apretándome mucho contra ella y manoseándome sin pudor, con lo que, en un parpadeo, me tenía hirviendo de lujuria-. Ven, bájate -me dijo, sosteniendo la delg ada cadena-, hay algo que quiero que hagamos juntas, Verónica. Abrí mi boca para preguntarle qué cosa, pero mi mirada encontró el enhiesto y curtido miembro de mi abuelo, muy ansioso, aguardando nuestras libidinosas y leales boqu itas. Mi abuelo se sentó en el sofá -sí, el mismo donde me desvirgó el asterisco, veo qu e los muebles redundan en esta serie- y abrió sus rechonchas y peludas piernas. Ma má y yo nos arrodillamos varios pasos frente a él y gateamos hacia nuestra presa el m orbo que se apoderó de mí si la lujuria es un demonio, o fui poseída en ese momento por Legión, porque son muchos Fue algo alucinante, mi abuelo suspiró de felicidad cuando las lenguas de su hija y de su nieta lamieron ese sólido chorizo, le dimos besitos y le lamimos el enorme glande, y no pocas veces nuestras lenguas se enredaron en pornográficos besotes ma má se apoderó de la verga del abuelo, chupeteando el hongo, arrancándole bestiales gem idos al viejo, luego me la pasaba a mí, quien sin ser menos, me metía esa cabezota a la boca, para acariciarla con mis labios y mi lengua. -Tan linda, qué rico mama esa boquita -me aduló mi madre. Mi abuelo posó sus pesadas manos sobre nuestras cabezas, regulando nuestros turnos para mamársela, así como la cantidad de verga que quería engulléramos. Eso se convirtió e n una increíble sinfonía de chupetazos y mugidos, la saliva se resbalaba por la comi sura de mis labios y lo mismo con mamá nuestra baba mezclada a los jugos preseminal es de mi abuelo bañaban su enrojecido miembro mamá y yo éramos dos animales comedores d e pija. -¡Ah, sí, par de cabronas, chúpenmela! -rugió mi abuelo- Quiero que me chupen los guevos , uno cada una, par de rameras. Mamá se rió y pegó el pene del abuelo contra su abultado vientre, dejando sus dos pelo tas a nuestra merced. Me incliné y me tragué uno de sus testículos, pronto sentí la suav e mejilla de mamá frotándose contra la mía, succionando el testículo que le tocaba. -¡Ah, sí, qué bien! -suspiró mi abuelo, contento. Dejé escapar un chillido de sorpresa, cuando mamá me introdujo uno de sus dedos en e l culo, retorciéndolo en mi interior, brindándome un repentino y espasmódico placer. -¡Aquí las va mi lechita caliente, perritas mías! -anunció mi abuelo, sudoroso. Mamá le pa jeó el miembro y se metió el glande a la boca. El abuelo rugió otra vez y pude ver su semen chorreando de los labios de mamá, y yo, ni corta ni perezosa, me dediqué a lam er esos blancos riachuelos que descendían por el asta de mi abuelo. Y si llegué a decirme cuán morboso fue eso, sucedió antes de que mamá me sujetara la cab eza y separara mis labios, aún relucientes con el semen de su padre, y derramara e sa misma lefa, en mayor cantidad, directamente de su boca a la mía mamá parecía ser una técnica en eso, rociando apenas un tenue chorro, prolongando ese asquerosamente e xcitante momento, mismo que fue inmortalizado por la cámara de mi abuelo sentí retort ijones, quise vomitar, pero mamá no me soltó hasta que su boca se pegó a la mía y nuestr as lenguas retozaron felizmente, en una tibia piscina de semen de mi abuelo -Vaya par de putas traje al mundo, por culpa de gente como ustedes quemaron Sodo ma y Gomorra -comentó el abuelo, extasiado ante la escena. 4 Esto es una locura, tiene que ser un sueño. Hasta hace una semana éramos una familia normal y decente ojalá despierte pronto, pensaba mientras subía gateando las gradas hacia la habitación de mamá, quien me guiaba con la cadena atada a mi cuello. Detrás d e mí venía el abuelo, con su inseparable cámara, filmándolo todo y pellizcándome las nalga s de cuando en cuando. -Mamá, eso no, eso es demasiado -empecé a decirle atropelladamente, de rodillas en el piso de su dormitorio, cuando la ví colocándose un arnés con un dildo color rojo. -Voy a metértelo, quieras o no, Vero, ¿cómo es posible que se lo permitas a una puta e xtraña y le niegues ese mismo placer a tu propia madre? -me argumentó ella, sonriend o. Bajé mi mirada, ruborizada. Mamá se subió a su cama matrimonial, sentándose sobre las al mohadas, y me hizo señas para que me le juntara. Adiviné lo que esperaba de mi, y pr onto sostuve ese objeto plástico y mi lengua se deslizó por su superficie. Mi temor

fue que, ese pene artificial era ligeramente más largo que el usado por Berenice, y creo que un poco menos grueso. Me resultó muy atrevido chupar esa cosa que colga ba entre las piernas de mi madre, a lo que el abuelo le hizo bajar una pierna pa ra tener una mejor toma pronto iba a obtener mi título de actriz porno casera, de e so no había duda. -Mójamela bien, tesoro -me dijo mamá, pasando su mano por mi largo cabello. Yo me limité a mugir, ya concentrada en mi trabajo. De soslayo ví que mi abuelo saca ba de una gaveta un botecillo de lo que, sin lugar a dudas, era lubricante el cul o se me estremeció. Proseguí con mi mamada, aún cuando no obtendría semen como recompens a. La cama se hundió bajo un repentino peso detrás de mí y respingué, de sorpresa y de pl acer, al sentir el frío chorrito de lubricante cayendo sobre mi ano, así como el gru eso dedo de mi abuelo sobándomelo. -Mmmmm Mmmmm -era todo lo que podía pronunciar. -Creo que ya es hora -dijo mamá, y ante mi inefable estupor, ella se acomodó debajo de mí, rozando la punta de ese dildo mi sensible coño. -Mamá -Sshhh déjate, Vero -y apoyó sus finas manos sobre mis glúteos, invitándome a bajar mi pe lvis despacio. -Mami, esto es demasiado oh -gemí, cuando la punta de ese consolador se abrió paso en mi vagina. Poco a poco, coloqué mis piernas alrededor de las caderas de mi madre, encajándome ese pene de plástico, abrazándome con ella nos besamos -¿Te gusta, Vero? -me preguntó, su aliento rociando mis labios. -Sí, mami, está bien rico -Te va a gustar más saber de quién saqué el molde -disparó entonces, apretándome las nalgas para meterme todo ese objeto. Sentí algo de dolor, pero no me impidió pensar en la ún ica respuesta que se me ocurrió- Sí, Verónica, este es un molde de la verga de tu papi , ¿te gusta, verdad que está rico? Yo gocé mucho montándolo todas esas noches No pude contestar nada, mi boca era un vehículo imparable de quejidos y lamentos, mientras empezaba a cabalgar frenéticamente a mamá, azuzada por aquellas repentinas olas de calentura que anegaron mi ser al solo saber de quién era esa verga soy una degenerada Mi abuelo entonces, me aplastó contra mamá -¡Oh, puta, sí! -exclamé, presa de Legión versión lujuria. Mamá y el abuelo se rieron de mí. Creí volverme loca al sentir el hongo de mi abuelo p enetrándome el recto sentirme llena por ambos lados, justo como cuando tuve aquél con solador en el culo junto a Berenice mi abuelo y mi mamá me transformaron en una muñeq uita sexual los empujones de mi abuelo me ensartaban más en el dildo copiado de la verga de mi padre usado por mi madre -¡Aaaaahhh aaaahhh aaaaahhh! -¡Cómo goza la putilla! -pifió mi abuelo, sodomizándome despacio. -¡Santo cielo, písenme, písenme toda! -lloriqueé. Mamá me abrazó y me besó, amortiguando mis gritos, y mi abuelito, agarrado de mi estre cho talle y tirando de mi cadena, bombeándome el trasero, cada vez más dilatado con su grueso gusanote. -¡Ay, Dios, mami, me muero! -Qué gusto ver lo caliente que eres, muñequita -me dijo. -¡Mami, abuelito, los quiero mucho, cójanme los dos! Ahora fue mi abuelo quien me metió dos de sus rechonchos dedos en la boca para sil enciarme un poco, mugiendo y chupándoselos. Me corrí una vez y ni se dieron por ente rados, continuaron follándome, mis hoyitos estaban casi en carne viva y creo que h asta mordí los dedos de mi abuelo cuando sentí su tibio semen inundando mis entrañas Pegué un grito que me dejó afónica hasta el día siguiente -en serio- cuando obtuve mi se gundo orgasmo, y mis líquidos bañaron ese consolador copiado del órgano viril de papá caí r endida en brazos de mi madre, que me besuqueó y me lamió las orejas para calmarme, s usurrándome lo espectacular y lo maravillosa que estuve mi abuelo cayó resoplando, te ndido a nuestro lado, sudoroso como nosotras varios minutos después, nos ubicamos, yo a su izquierda y mamá a su derecha, acariciándole su semi fláccido pene y turnándonos para besarlo. Cuando mi abuelito se durmió, mamá me tomó de la mano y me condujo al baño, nos dimos un a ducha juntas, nos lamimos todo y tuve una segunda oportunidad de constatar qué b

uena pija tiene mi papá. Y esto fue la primera vez que tuve sexo con mi madre y mi abuelo al mismo tiempo todo un trío incestuoso aunque Ud. no lo crea Verónica Araceli Padilla. Soy la Puta de mi Abuelo 6 Por: Dimitri Archayedevic Kleizerov A mi admiradora incondicional, ese bombón llamado Verónica Jazmín. 1 Hola de nuevo. Soy Verónica Araceli, y como algunos de ustedes ya lo sabrán, llevo c asi un mes cogiendo a diario con mi abuelo, y desde hace dos semanas el besito d e madre e hija se ha convertido en un morboso morreo que sólo logra hacerme arder como nunca me he hecho una adicta al rechoncho pene de mi abuelo, si no se la chu po por la mañana, ya entrada la tarde me agarra una suerte de desesperación, que sólo se quita cuando lleno mi boca con ese extraño y único sabor de su inflado glande bie n prensado en mi quijada, no sin antes haberme abalanzado a la entrepierna de mi agradecido abuelo. Eran como las cinco de la tarde, el horizonte lucía arrebolado por la ventana. Mi abuelo, Facundo, yacía tendido en su cama, en su dormitorio tapizado de afiches míos , con su computadora rellena de videos muy indecentes de mamá y yo, y ahora de Ber enice, mi novia mi abuelo gemía y sonreía como en trance, y no era para menos, pues l as dos mujeres que ya mencioné y yo, desnudas las tres, teníamos nuestras bocas esta mpadas, succionando y lamiendo el grueso y vibrante órgano de ese hombre que se ha bía convertido en nuestro marido. A mí me dejaban lamerle el capullo, y mamá y Berenice lamían los venosos costados, tur nándonos atropelladamente para masajearle y mamarle los abultados guevos, durante una media hora, los únicos ruidos en ese cuarto fueron los jadeos carrasposos de m i abuelito y nuestros chupetones y gemidos mamá y Berenice, mientras tanto, no perd ieron oportunidad para manosearme descaradamente, para meterme dedos tanto delan te como detrás yo sentía que me moría de placer a veces mamá se apoderaba de la verga de s u padre para comérsela bien, y Berenice y yo nos besábamos como si el mundo fuera a terminarse mañana, y a veces, Berenice nos la arrebataba, momento que mamá y yo apro vechábamos para efectuar un satisfactorio, lujurioso y muy ruidoso intercambio de saliva. En ese, Berenice profirió un mugido algo más fuerte de lo normal, y vimos que el abu ndante y grumoso semen del abuelo le chorreaba por las comisuras de sus sensuale s y carnosos labios, corriendo en oleosos riachuelos por el pene y escurriéndose p or el vello púbico y las pelotas cosa que ni a mamá ni a mí nos arredró para abalanzarnos a lamer y chupetear esa lechita deliciosa, le mamamos los guevos y le chupamos los pelitos, y al final, nos relamimos las tres fue una experiencia divina, oh, s i así es el Infierno, que me consuman sus llamas -A ver, ¿cuál de mis tres putas va a ser la primera en montar este semental? -nos pr eguntó el abuelo, aún listo para el embate. Ni corta ni perezosa, mamá, Leticia, se sentó a horcajadas sobre la ancha cadera de su padre, clavándose esa rica pija casi hasta la base; mamá cerró sus ojos y se quejó, p asándose la lengua por los labios. -¡Ay, papi, qué rica la tenés! -dijo ella, con un tono de voz que en nada envidiaría al de una operadora de hotline. Y cuando mamá comenzó a cabalgar a nuestro marido común, Berenice me abrazó nuestras carn es ardieron al contacto, y mis senos se vieron apretados contra los más grandes y níveos de ella, nuestras bocas se juntaron, así arrodilladas al lado de la cama, nue stros besos ruidosos y la saliva chorreando nuestras mejillas y mentones. Bereni ce me chupó la lengua y me metió dos dedos en el culo, yo chillé y me apreté todavía más con tra ella. -Ven, cerdita, traje un juguete nuevo para que lo usemos juntas -me dijo Berenic e al oído, no sin antes brindarme un sabrosos lengüetazo, de esos que me producen vi braciones eléctricas. Nos pusimos de pie, y así, tuvimos un primer plano de mi propia madre montando fre nética y escandalosamente a mi propio abuelo, eso no impidió que Berenice la hiciera

arquear su espalda para ver a mi madre y a esa puta dándose un obsceno ósculo. Luego, Berenice sujetó el famoso maletín, de donde salieron los dildos de la vez pas ada, cosa que al recordar, me empapó en un parpadeo. Berenice sacó entonces, un muy, muy largo pene de hule con dos extremos en forma de glande, entendí de inmediato lo que se proponía y casi brinqué de emoción. Ella me rodeó mi esbelta cintura, atrayéndome, besándome, rozándome la piel con ese jugu ete sexual que en unos instantes iba a tenernos lloriqueando como si nos estuvie ran matando. -Perrita caliente -me dijo-, tal vez me ayudas en un pequeño negocio que me ha sal ido -mientras me tocaba como ella sabía que me derretía a velocidad vertiginosa, me quería enganchar -, nos van a pagar mucho, verás, son chicos, les dije que podía consegu irles a la modelo de los afiches de la cerveza -¡Berenice, yo ! -intenté resistirme. -No me vas a decir que no eres puta, porque, tú le podrías dar cátedra a muchas ratita s callejeras que andan por ahí hablo de quinientos dólares, Vero, vamos, les encantarás Berenice me besó de nuevo y empezó a meterme esa cosota en el recto. Me prensé de ella , incapaz de negarme a cualquier cosa que quisiera hacer conmigo por otro lado, m uy en el fondo de mi ser, una parte de mí estaba ansiosa por verse rodeada de pene s erectos y de ser follada sin descanso Nos hincamos, la una frente a la otra, y cada una ensalivó un extremo de ese dildo enorme como una culebra. Yo estaba más que ansiosa por ver cuánto de ese juguete er a capaz de comerme con mi coñito ávido de fornicación. Eso, junto a los gritos de mi m adre bien clavada por mi abuelo, me tenían en llamas. Luego, Berenice y yo nos sentamos de frente, abriendo nuestras piernas, entrelazán dolas. Berenice giró el dildo, para que el lado que ella ensalivó fuera el que me pe netrara, y viceversa. -Relájate, Vero, vamos a pasarla bien -me dijo ella. Cerré mis ojitos, saboreando es a cosota que mi iba entrando. Berenice gimió conmigo, y poco a poco, cada vez más su dorosas, nos íbamos acercando, tragándonos más y más de ese juguete. Acaricié el provocativo rostro de Berenice. Estaba a punto de perder el control, e lla siguió acercándose hasta que pocos centímetros de hule se interpusieron entre nues tros clítoris empezamos a movernos, yo de modo más torpe, pero no por eso me dejó de gu star, rociando ella y yo nuestros febriles alientos nos inclinábamos para besarnos y apretarnos, intentando devorar todo ese palo, pues ese era el reto en cuestión. Nuestros jadeos, junto a los alaridos de mamá fueron la sinfonía orgiástica que resonó p or toda la casa Creo que me retorcí como una posesa cuando tuve mi inminente orgasmo, que hasta pr ingó la entrepierna de mi adorada Berenice ella jadeó también y mamá aulló como loba en cel o, de un momento a otro, todo estuvo silencioso, excepto esos cuatro resoplidos dificultosos Berenice y yo apoyadas mutuamente, bañadas en sudor, pifiando como bes tias, y mi sudorosa mamá recostada sobre mi abuelo, que ya roncaba del monstruoso esfuerzo Mi abuelo se durmió apenas rellenó de semen la concha de su hija, o sea mi madre, pe ro no por ello se durmió la extrema calentura que nos dominaba a las tres. Dimos u n besito de despedida a esa monumental verga que hacía nuestras delicias y salimos silenciosamente del cuarto. Ya en el pasillo, Berenice y mi mami se apretujaron contra mí, turnándose para besar me con la mayor lascivia, manoseándome toda no podía creer lo cachonda que me ponía la perita lengua de mi madre Qué les puedo decir, me engancharon de nuevo el collar y la cadena, y mientras mamá y Berenice retozaban de lo lindo en el sofá de la sala, yo, así encuerada, tuve que hacerles la cena, de la cual yo fui el postre, claro; y de nuevo, fui follada co n el dildo que mamá hizo usando como molde la pija de mi padre. 2 Al día siguiente, después de las clases en la Universidad, papá pasó por mí. Su nombre es Enrique, tiene 42 años, y aún es un hombre atractivo, con una pizca de canas en las sienes, un estómago apenas abultado; acude al gimnasio de vez en cuando, así que cue nta con una fornida figura. Al igual que mamá es empresario, y al igual pronto iba a conocerlo de un modo mucho más íntimo qué puta soy

Me subí al asiento del pasajero. Ese día yo vestía unos apretados pantalones jeans y u na camisa con mangas arremangadas y los botones abiertos hasta un poco debajo de lo normal. Mi papá no consiguió evitar mi busto que casi se asomaba, sonrojándose por su incestuoso atrevimiento y estremeciendo mi sexo de un modo inimaginable cielos , debía luchar; saber que, técnicamente, ya había follado con él, me ponía ardiente como m agma. -¿Cómo está, Vero? ¿Qué tal te ha ido en los exámenes? -me preguntó él, siempre tan formal, a ue lo noté algo nervioso. -Pues, han estado difíciles, pero creo que logré aprobarlos todos -respondí, apoyando mi codo sobre el quicio de la ventana del carro, sonriendo pícara, incrédula al esta r coqueteándole a mi propio padre, pero a decir verdad, la boca se me hacía agua al saber que ese pollón estaba al alcance de mi mano y sin poder sujetarlo, mucho men os masajearlo o pajearlo, y mucho menos, sin poder metérmelo a la boca Dios, Dios, soy una puta con master Durante el camino, platicamos sobre otras cosas, me compró un licuado y me llevó a s u apartamento, pues era Viernes y le había dicho que pasaría el fin de semana con él. Se había peleado con su actual novia, Susana, así que iba a estar solo un par de días. Mi corazón golpeaba con fuerza el interior de mi pecho, consciente de que estaba a punto de cometer una locura Cuando papá empezó a hacer la cena, mi yo siniestro decidió hacer su jugada. -Me voy a dar una ducha, papi -le dije, con un tono de voz muy infantil. -Está bien, Vero, esto va a tardar un poco de todos modos -me contestó, tan refinado y reprimido. Así, mientras mi ingenuo padre preparaba la cena, yo me convidaba una efímera pero r ica paja en el baño, atrapando entre mis dientes unos calzoncillos de él que hallé en la canasta de la ropa sucia una fuerza oscura se había apoderado de mí, pero me estab a encantando. Creo que papá nunca tuvo idea de lo que ocurría entre mamá y el abuelo, y no sé cómo tomaría saber que ahora yo también caí en ese rico gancho del abuelito. Algunos minutos después, cuando bajé las escaleras, papá se puso rojo como un tomate y desvió su mirada de mí. Lo disfruté, si todo salía de acuerdo al plan, dentro de alguna s horas estaría cabalgándolo pues, sólo llevaba puesto un corto camisón café claro, que se apretaba mucho contra mis bamboleantes senos -libres de todo sostén- y que se term inaba en la mitad de mis redondas nalgas, donde sólo me cubría la parte baja de un b ikini negro. Yo me dediqué a revolotear a su alrededor fingiendo una inocencia y u n candor dignos de una niña, sin perder oportunidad de abrazarlo y darle besos en sus mejillas recién afeitadas, frotando mi febril y ansioso cuerpo con el suyo. -No me había dado cuenta de lo bonita que te has vuelto -me aduló, muy ruborizado, e vitando mi lujuriosa mirada, creo que ya era consciente de mis intenciones-, veo que ya eres toda una mujer. -Gracias, papi -le dije, abrazándolo de nuevo, apretándome contra él, sintiendo cómo, va cilante, apoyaba su mano sobre mi cintura, y de algún modo supe que poco le faltó pa ra bajarla y apoderarse de mis nalgas, que temblaban de ganas por dar todo place r posible a mi padre. -Ven, toma asiento en el comedor -dijo papá, algo titubeante su voz. Me calenté al i maginar que serían mis pezones perfectamente visibles la causa de su nerviosismo. -No, mejor comamos en el sofá, viendo la tele -repliqué entonces, y sin darle tiempo a responder, lo traje conmigo, sentándonos bien apretados, yo con mi show de niña v irginal e inocente, y él intentando guardar la compostura estaba tan desesperada po r agarrarle su verga -¿Por qué estás haciendo esto, Verónica? -me preguntó entonces, cortándome en seco. -¿Qué cosa, de qué hablas? -repliqué, siguiendo con el teatro de la niña buena. -Mira, eres una mujer muy hermosa, pero eres mi hija, y debes comportarte -me di jo, viéndome, casi me muero de vergüenza, pero "ese" lado oscuro no me permitió perder la lid tan fácil. -Papá, ¿qué te pasa? Hace días que no te veo y, por eso, quería abrazarte y tenerte cerca, ¿de qué hablas? -me defendí, enrojeciéndose mis ojos fue en ese momento que él se sintió cu pable y se puso blando, abrazándome para que me calmara fue en ese momento que cayó e n mi trampa-, además, no me gusta saber que estás solo -Hija, yo no quería que te sintieras mal, yo -se quedó mudo cuando froté mi cabeza cont ra su robusto hombro, sus manos temblorosas posadas en mi espalda. Mi aliento so

bre su oído lo estremeció de pies a cabeza, y sus brazos musculosos se cerraron más a mi alrededor. -Hazme tuya, papi -le susurré, sin poder creérmelo. -¿Por qué lo haces, puedes tener al hombre que desees, Verónica, por qué a mí? -Porque te amo, papi, te amo, te deseo -y lo miré a sus ojos, algo aterrorizados pe ro con cierto brillo peligroso-, tú me cuidaste, me educaste, quiero hacerte feliz , quiero que estemos juntos, nadie tiene por qué saberlo -argumenté, pareciéndome que era una suerte de espíritu maligno el que hablaba por mi boca. Mi padre temblaba en mis manos. Casi poseída, busqué su cremallera. Papá se dejó hacer, luego intentó detenerme, pero, al sentir mi mano apretando su verga, creciente, se detuvo -Verónica, basta, esto está mal -me susurró sin mucha convicción. -Papi, sólo quiero ser tuya, yo lo deseo, no tienes idea lo feliz que me harás si me posees, si me coges como siempre quisiste hacerlo -y sin añadir nada más, me incliné a bruptamente y abrí mi boca para saborear ese divino cipote gracias al cual recibí la vida. -¡Verónica, por favor! -exclamó papá, estremeciéndose, pero sin hacer nada para frenarme. Yo ya chupeteaba, feliz y extasiada, ese largo, firme y venoso pene, embobada co n su sabor, mi cabeza deslizándose de arriba abajo, embadurnándolo con mi saliva- ¡Hij a mía, qué haces ! Chúpamela Con inefable alegría, devoré con locura la verga de papá, succionándola, lamiéndola, frotánd omela en la cara y en mi largo cabello, dándome golpecitos en el rostro con ella un rato después, yo, arrodillada en el piso, sin mi camisón, sólo con mi tanga negra, ma mándole el pito a mi padre, quien abría sus piernas y me acariciaba el cabello, dicién dome cuánto me amaba y con sus ojos brillantes de prohibido deseo lo que me tenía a m il tragaba más de la mitad, me la sacaba y me la volvía a comer estaba loca de deseo fi nalmente, lo había conseguido, tener sexo con el abuelo, con mamá y ahora con papá Papá me sujetó del rostro, sacándose su verga de mi salvaje boquita, y se inclinó, para besarme. Sentí que esos labios y esa lengua me derretían. Papá manoseó y apretó los senos que le había estado ofreciendo, volviéndome casi un animal de deseo, mis manos aún eng anchadas en su enhiesto pene, brillante con mi saliva. Gentilmente, atrajo mi to rso hacia su vara firme, adiviné sus planes, ni con el abuelo había hecho tal cosa, así que mi padre iba a ser el primero aprisioné su delicioso miembro entre mis redond os pechos y empecé a moverme, deslizando esa virilidad en el canal de mi busto, ar rancando ardientes gemidos a mi papá. -¿Te gusta, papi, te gusta? Haré todo lo que me pidas todo -le dije, con una voz de p uta redomada, pasándome la lengua por los labios cuando entreabrió sus ojos para ver me. -Sí, Verónica, sigue siempre te había soñado -me confesó, en medio de un suspiro, y tal tes imonio me impactó un poco, pero luego me puso muy feliz. Me moví con mayor rapidez, lamiendo la punta sonrojada de ese cipote tan tieso y rico, no veía el momento de cabalgarlo Mi papá, seguramente por mantenerse en buen estado físico, tenía un gran aguante, y se la estuve chupando un buen rato, doblegando sus últimos reparos. Pasé casi veinte m inutos hincada frente a él, chupando ruidosamente esa verga que me diera la vida h ace diecinueve años mi papá tenía un gran gusto en darme golpecitos en el rostro con su animal, así como de frotar su capullo contra mis duros pezones, y de cuando en cu ando nos dábamos salvajes besos, ya prendidos los dos, éramos un hombre y una mujer ganosos de aparearse, el vínculo padre-hija había sido superado. Esa verga tembló dentro de mi boca, mientras pajeaba lo que no me podía tragar, papá q uiso frenarme, pero mi tozudez le dio a entender que deseaba hasta su semen, y s e relajó, estallando en mi boca, golpeando esos chorros de tibia lechita mi gargan ta y derramándose entre mis labios, bañando su trémulo pincho y mi mano derecha aún afer rada al mismo. -¡Ah, Vero, mi amor, así es, cómete a tus hermanos! -rugió papá. Qué forma más excitante de c nibalismo, pensé. Me dediqué un par de minutos a limpiar todo rastro de semen del mástil, el vello y l as pelotas de papá, y finalmente, limpié mi mano, lamiendo la lefa cual seductora ga tita, sonriéndole a mi incestuoso progenitor, quien me regaló uno de esos increíbles b esotes que de ahora en adelante disfrutaría más seguido.

3 Más tarde, como a eso de las ocho de la noche, papá me llevó en sus brazos a su dormit orio. Me tendió sobre su cama. Quise despojarme de mi ahora molesta tanga, pero él, con un gesto, me dio a entender que deseaba hacerlo por sí mismo. Se desnudó entonce s, ante mí, mostrando su cuerpo, no tan blanco, pero sí terso y moderadamente vellud o, sus fornidos brazos y piernas y su estilete afilado y duro, listo para empala rme como Dios manda. Se subió a la cama, colocándose sobre mí me besó con delicadeza y me abrazó con suavidad. A rqueé mi espalda de súbito, dejándome llevar por la repentina oleada de placer, cuando papá metió una de sus cálidas manos en la tanga, palpando así, mi ya bastante húmedo sexo . -¡Oh, sí, oh, sí, yo lo quiero, papi, lo deseo, si me amas hazlo! -le supliqué, para eli minar algún resquemor final. Papá me besó con más confianza, acariciando todo mi cuerpo, aún incrédulo y en ese manoseo me di cuenta que no me había mentido, siempre me había de seado en silencio y ahora quería saborear ese primer instante en que yo me le había entregado, sus manos calurosas recorriendo mi vibrante carne me estaban volviend o loca Me aferré a él y le pasé los brazos por el cuello, cuando sentí sus gruesos dedos removién dose en el mojado interior de mi concha, haciéndolo de manera experta, haciéndome ge mir y sudar en sus brazos A veces nuestros labios se separaban y solamente nuestras lenguas se contactaban por la punta, retorciéndose como libidinosas sanguijuelas jamás imaginé una escena así c on mi padre, al menos no hasta hace un par de semanas papá me chupaba la lengua y e l labio inferior, y luego yo se la chupaba a él, había una gran química entre nosotros dos, y eso me estaba fascinando. Papá, entonces, me besó en la frente, un beso de padre, justo los que solía darme lueg o de las buenas noches luego siguió con mi boca, mis orejas, mi barbilla, mi esbelt o cuello, hasta detenerse -lo habría apostado- en mis pechos desnudos e indefensos , los que me lamió y masajeó con una rara mezcla de salvajismo y ternura, yo tuve qu e morderme algunos dedos para amortiguar mi gimoteo escandaloso. Papá resoplaba co mo bestia mientras devoraba mi busto, apretándome contra él, mordisqueándome los pezon es, sólo con sus chupetones ya me tenía al borde del orgasmo. Luego, prosiguió su exquisito descenso, hasta llegar a mi sexo que era un tornado de emociones papá rompió la tanga y hundió su cara en mi raja -¡Ay, papi, sí, sí! -exclamé, fuera de mí, aferrándome a la sábana, retorciendo mi cabeza hac a todos lados. Papi me hizo gritar cuando me chupó el clítoris, y aferré su cabeza con mis dos manos, mordiéndome los labios, presa de aludes incontenibles de placer ent onces, él me pidió que dijera algo, una frase reveladora, de que fui yo quien estuvo en su juego todo este tiempo -Vero, hija mía, quiero que digas que eres mi puta -y mientras me lo decía, me alojó de súbito, uno de sus largos y gruesos dedos en el ano, arrancándome un inesperado chi spazo de dolor. -¿Qué, qué dices ? -logré preguntar, pues tanta lujuria me tenía ofuscada la mente, pero emp ecé a atar cabos. -Tu madre me ha enviado algunos videos y fotos de lo bien que te lo pasas con es a puta de Berenice, qué buenos tríos armábamos antes de separarnos, ahora haz lo que t e digo, putita -me conminó, y mientras me revelaba esto, retorcía despiadadamente su dedo en mi esfínter. -¡Ooooohhh! -me quejé, el placer y la confusión, justo como cuando mi abuelo me reveló q ue también se cogía a mi madre- ¡Soy tu puta, papi, soy tu puta, toda tuya! -escupí, bas tante estimulada por esa lengua y esos dedos haciendo desastres en mis dos orifi cios. -Así es, ramerita, te estaba esperando desde hace días -y luego que hubo dicho esto, sacó sus dedos de mí y me tomó de las muñecas, alzándome cual muñeca de trapo, me besó de nu vo, yo casi en shock al haber comprobado lo extensa que era esa red de depravación familiar, pero la ágil lengua de papá en mi boca pronto me hicieron relegar a segun do plano todo ese "complot" Papá se acostó, llevándome con él. Supe lo que quería, y era lo que yo quería también. -Ya tuviste la de hule, ahora ven por la de verdad, Vero -me invitó. Me acomodé sobr

e sus caderas y con mis manos, conduje esa vara carnal hasta mi entrada secreta -¡Oh, puta, sí! -exclamé cuando el hongo de papá hubo desaparecido en mi vagina- ¡Cielos, sí, qué delicia de polvo nos vamos a volar! -y seguí descendiendo, con cuidado, hasta que sentí mi carne topar contra el pubis de mi papi. -Pequeña golosa -me dijo, tomándome de la cintura-. Vamos, muévete, amor. Y así realicé ese sueño con tímidos movimientos, empecé a cabalgar a ese potro hermoso y bi en dotado que era mi padre. Posé mis manos sobre su amplio pecho para impulsarme, y en pocos instantes, alcanzamos un buen ritmo. -¡Qué rico, papi! ¿Te gusto, te gusto mucho? -¡Me encantas, hija, eres lo máximo! ¡Sós la cosita más bella que me he tirado! Recuerdo haber sonreído ante ese dulce piropo, y continué montándolo, amé sentirme una c on él, nuestras manos entrelazadas, nuestros gemidos al unísono, diciéndonos ora palab ras tiernas ora cochinadas, mi cara chorreaba sudor, pero yo estaba en el cielo. Papá me atrajo hacia él entonces, abrazándome, luego sujetándome de mis bronceadas nalg as para regular él el mete y saca. Papá alzaba y bajaba mi redondo culo, masturbando su pene con los movimientos de m i cuerpo a su merced. Así, me follaba mientras nos comíamos a besos. -¡Papi, no quiero que esto se acabe, me tenés en la gloria, qué rico me estás pisando! le confesé, mi boca a escasos centímetros de la suya. -Mi angelito, mi putita linda, sós lo mejor que he tenido -y seguimos lamiéndonos. -¿Mejor que Susana? -Mil veces, Vero. Y eso me hizo muy feliz. Me enderecé entonces, para recuperar las riendas de la co gida, nos tomamos de las manos y seguí follándolo, clavándome más y más su rica verga, muc ho mejor que la imitación con la que mamá gustaba de reventarme el culo casi a diari o desde aquella ocasión. -¡Papi, amor mío, te amo! -exclamé al sentirme presa de las primeras convulsiones que anunciaban un orgasmo que iba a marcar un antes y un después en mi vida. Papá se incorporó entonces, abrazándome y dándome vuelta, para aplastarme con su peso, a briendo mis piernas, yo me aferré a él -Viólame -le susurré. Ese semental que me dio la vida me regaló unas embestidas horribles, que me hicier on bramar como animal herido, mi orgasmo se aproximaba a toda velocidad como una estampida en el horizonte, y por los rugidos de papá, supe que el suyo no tardaba , cogiéndome con locura, con una mano me cubrió los ojos, besándome con animalidad, ap areándose conmigo frenéticamente, a punto de depositar en mí su semilla no me importó qué c lase de consecuencias podrían haber -¡Aaaaah, papi, ya no ! -y reventé como una fuente, lancé un alarido y mi mente se nubló. Como en lontananza, oí a mi padre jadear, y una oleada de calor ardiente inundó mis entrañas. Mis hermanitos retozaban dentro de mí. Nos quedamos abrazados y bañados de sudor, respirando con dificultad, pero esbozan do sendas sonrisas. Nos besamos un buen rato, y yo no dejé de sobarle la verga, an siosa porque se recuperara. -Estoy muy feliz de haber sido tu mujer, papi -le confesé-, me has hecho muy feliz , y espero haberte agradado. -Eres la mejor, Verónica, la mejor que he tenido -Soy tu puta, papi -últimamente soy la puta de varia gente, pensé. Y nos dormimos un rato. Y esto fue cómo me convertí también en la puta de papá. Les recuerdo que esto sucedió apen as la noche del viernes, aún quedaban el sábado y el domingo por delante CONTINUARA Historia de una Monja Kleizer En memoria del grandmaster, El divino Marqués Francia, Siglo XVII. París.

Pocos comprendieron la decisión de cierta agraciada joven, hija de un comerciante, que decidió tomar el hábito de monja. Sor Elliethe, que tal fue el nombre que tomó al recluirse en el lóbrego y desvencijado convento, ubicado en las afueras de París, s iempre se dedicó al auxilio del menesteroso, especialmente, de los huérfanos que se multiplicaban como hongos por toda la ciudad. Su hábito no ayudaba mucho a la hora de disimular su voluptuoso cuerpo de apenas d iecinueve primaveras. Sus ojos color miel dimanaban humanidad y solidaridad. Por varios meses, se mantuvo ayudando con suma humildad en los quehaceres del conve nto, tejiendo sábanas y frazadas, lavando los pies de los pobres, atendiendo la sa lud de los niños Sin embargo, el Maligno no estaba dispuesto a soltar esa alma. Para ello, había in suflado una terrible pasión en el alma del conde Dubois, severo y frío, recién había her edado la fortuna de su padre, cuya muerte ocurrió en circunstancias que la policía aún indagaba el conde Dubois se había prendado de ella al verla una vez, por la calle, desde su lujoso carruaje. Dubois aparecía de cuando en cuando, otorgando algunas monedas de oro o comida, pe ro la piedad era un sentimiento tan ajeno a él como el ajo al vampiro, su intención siempre fue ver de cerca a la hermosa Sor Elliethe. Cada vez que la miraba, esa furiosa pasión crecía más y más en su interior. La monja, pronto aprendió a detectar las auténticas emociones del conde, y decidió evi tarlo, sin dejar de sentir, muy en el fondo de su ser, cierto placer, cierta rem iniscencia de su burda vanidad femenina. La madre superiora le aconsejó evitarlo. Cuando el conde percibió la táctica, desapareció por un tiempo. El invierno llegó con toda su inclemencia. Una sección del techo del convento se der rumbó. Afortunadamente, no había nadie abajo, pero las brisas glaciales lograron col arse por todos los recovecos del austero edificio. Los alimentos escasearon y al gunos niños habían enfermado. La nieve parecía un blanco diluvio. La madre superiora convocó a Elliethe a su magro despacho. -Heme aquí, madre superiora, a tu servicio -saludó la joven de rostro sin igual, con su talante humilde. La madre superiora casi cejó en su empeño, no muy sano, pero op tó por mantenerse firme. -Sin duda, sabéis las carencias que el convento padece actualmente, hermana, las e nfermedades han hecho presa de los infantes, y el presupuesto se ha agostado has ta casi la nulidad -dijo la monja mayor, de nariz deformada y de tez amargada. -Bien lo sé, madre superiora, pero he estado sumida en oración dos días seguidos, sé que Dios nos va a ayudar -confesó Elliethe, con sus ojos resplandeciendo con fanático f ervor. -Creo que la ayuda puede estar en camino, hermana, si vós colaboráis para ello, clar o. -Decidme, os imploro, qué puedo hacer para paliar estas necesidades que sufrimos, con gusto os obedeceré -dijo Elliethe, con ciega confianza en su interlocutora. -Quiero que vayáis al castillo del conde Dubois para que le solicitéis, de manera hu milde, que nos ampare merced a sus recursos en esta hora de desesperación -dijo al fin, la madre superiora, clavando una dura mirada en Sor Elliethe, que la miró, a tónita. -¿Queréis que vaya a ese lugar? ¿Dónde el conde? -Ciertamente -aseveró ella-. En este día de padecimiento, habremos de usar cada hilo , cada contacto, así como Abraham hizo pasar a su mujer, Sarah, por hermana, como estratagema contra sus enemigos, así, sé que podréis influir, sin caer en pecado, en e l conde Dubois, quien a pesar de tener un alma noble, aún se deja impresionar por la nefasta carne. Sor Elliethe se quedó muda. Nunca le había agradado el conde. La asustaba. Pero, se puso a pensar en los niños. En las medicinas y en los alimentos que no se pagaban solos. Ella inclinó su cabeza y aceptó la no muy virtuosa encomienda. Dos horas más tarde, el jubiloso conde Dubois descendía con sus mejores galas, por l as escaleras de la torre, hacia sus aposentos, donde la humilde, pero hermosísima monja, lo esperaba. Hasta mucho después, Elliethe sabría del soborno pagado por el c onde a la madre superiora. -Su merced -lo saludó ella, inclinándose como si fuera una sirvienta. Las antorchas iluminaban y daban calor a la estancia.

-Por favor, hermana, no soy digno de que me saludéis en esa guisa -dijo el conde, con su voz cavernosa. Examinó a la joven monja con sus ojos libidinosos, intentand o adivinar cada curva de delicada piel. Tomaron asiento. A la monja se le ofreció una taza de leche tibia, pero le dio pes ar aceptarla, pensando en los niños, que a duras penas tenían gélida agua con lodo par a beber y bañarse. -Magnánimo conde, habéis de saber que muchas desgracias se han abatido sobre el conv ento, en especial, en los niños; y las limosnas de la misa no bastan para subsanar tales menesteres, por eso acudimos a vós, Excelencia -suplicó Elliethe, ignorando l a brutal erección que sus súplicas causaron en el pecaminoso conde. -Sabed, hermana, que con mucho gusto haré las reparaciones y compraré y donaré las med icinas y alimentos que sean necesarios en el convento, mi fortuna me lo permite -declaró el conde. -Dios os lo pagará, Excelencia -agradeció la monja, casi suspirando de alivio. -La verdad, hermana, no espero mi remuneración de Dios, sino de vós -confesó entonces, el inicuo personaje. Elliethe lo observó un instante, asimilando la diabólica intensidad de tales palabra s. -¿De mí, a qué os referís, conde? -Os deseo con locura, Elliethe, si dejáis que os posea esta noche, todo lo prometi do se os concederá -dijo el conde, tragando el último sorbo de vino rojo oscuro como la sangre. Elliethe se quedó helada, comprobando cómo sus temores se volvían realidad. -¿Qué decís, conde? Yo tengo un compromiso de castidad con Dios, ¿olvidáis eso, Excelencia ? -la monja se había puesto de pie, entre horrorizada e indignada. La sangre se le subió a la cabeza, arrebolando sus tiernas mejillas. El conde pareció volverse loco al ver esa cara tan escultural y apetecible. Saltó de su silla y avanzó hacia la jo ven. -¡Os lo suplico, Excelencia, no lo hagáis! -clamó ella, con sus ojos anegados de lágrima s ante el inminente ultraje. -No os forzaré, Elliethe, mi princesa, sabedlo, pero si no me dais lo que deseo, n o habrá colaboración con el convento. Podéis iros en paz y olvidar por siempre este de safortunado malentendido, pero solo con el precio que os he enunciado accederé a a yudaros -explicó el pérfido conde, señalando la puerta de gruesa madera de roble. Elliethe posó sus manos en el cerrojo remachado de plata. Pensó en los niños. Se detuv o. El conde la abrazó suavemente, la sujetó hacia él. -¡Por favor, conde, os lo imploro, no me mancilléis de esta forma ante los ojos del Señor! -lloriqueó la temblorosa monja. -Los niños confían en vós, Elliethe, ¿les decepcionaréis acaso? Acceded a mis deseos, cier tamente influidos por la Bestia, pero obtendréis un buen fruto, y nadie habrá de sab erlo -susurró Dubois, acercando sus labios crueles a los labios dulces de la monja . -¡Malvado, pecador! Os aprovecháis del sufrimiento de otros para obtener lo que queréi s que Dios sepa perdonarme, no seáis cruel conmigo -aceptó Elliethe, al fin, envuelta en llanto. -Lejos de mi intención está lastimaros, bella flor, no os resistáis y obedecedme, y maña na la salud y la alegría arribarán a vuestro convento -dijo el conde, secándole las lágr imas, y sus manos ya daban buena cuenta de las generosas caderas y nalgas de la trémula religiosa. -Sólo me arrodillo ante Dios Todopoderoso, así que no me pidáis que me hinque ante vós murmuró ella, presa de retortijones al sentir las repugnantes manos de ese hombre sobre su carne. Las lágrimas se mezclaron en el primer beso que sus carnosos labios recibieron. El liethe sollozó, consciente que saldría de ese malhadado castillo sin un ápice de honra ni recato. -Obedecedme, Elliethe, si os rehusáis a mis caprichos, no habrá ayuda de ninguna cla se -sentenció el victorioso conde, que ya empezaba a desgarrar el austero hábito de la monja, descubriendo sus níveos hombros. -Tengo miedo, Excelencia, por favor, no seáis cruel conmigo -suplicó ella, cabizbaja. Dubois le alzó la cabeza con sus grandes manos. Le dio un tierno beso y la conminó a

relajarse, persuadiéndola a tomar más vino de lo normal. Dubois se tendió junto a ell a en su amplio y suave lecho, de cojines de pluma y de sábanas de seda traídas de la China y de la Arabia. Elliethe sollozaba menos, muy contrariada al sentir por p rimera vez, aviesas y cálidas manos masculinas magreando sus hasta entonces inmacu lados pechos. El conde, embelesado, la besaba en la boca y en su delicado cuello de cisne, le chupeteaba las orejas. Elliethe soportaba todo eso con resignación cristiana, inte ntando convencerse de que el fin justificaba tan deshonrosos medios. -Desnudaos para mí, Elliethe -ordenó el conde en un susurro, quien ya se había descubi erto su recio torso. Elliethe no dejó de admirar la musculatura del conde. Recorda ndo sus advertencias, procedió a despojarse de los retazos que quedaban de su hábito . Dubois dejó escapara una exclamación de asombro, y aunque muchas mujeres habían pasado por su cama, jóvenes y ancianas, moriscas y rubias, ninguna igualaba en hermosura a esa dubitativa hembra que ahora se hallaba desnuda a su merced. -Voy a devoraros viva, Elliethe, si existe un Dios en las alturas, a fe mía que no os ha esculpido para mantener oculta vuestra belleza debajo de malditos hábitos, desnuda deberíais vivir por siempre -y se abalanzó sobre ella. Elliethe luchaba, su castidad, su honra y virtud pero sus mejillas estaban rojas, los halagos del conde lograron tocar algo en el fondo de su alma. Elliethe se e stremeció y abrió sus ojos, al sentir, por primera ocasión, osados dedos viriles trave seando su parte más íntima, el guiño del ojo de Dios -Conde, conde ¿qué me hacéis? ¡Me volvéis impura! -exclamó ella. -Os amo, Elliethe, y renuncio a mis rentas y título si os dejo abandonar mi morada sin antes haberos poseído por todos vuestros intersticios, mi tesoro -dijo él, y la besó. Elliethe se aterrorizó al sopesar esas lujuriosas palabras. -Ahora, Elliethe, si en realidad amáis a esos niños enfermos, debéis usar vuestra exqu isita boca para convidarme placer -la invitó Dubois, sonriendo triunfante. La monje lo miró, angustiada, pero recordó que cualquier negativa implicaría ninguna a yuda. Se recostó sobre el robusto cuerpo del conde. Elliethe se quedó pasmada viendo ese musculoso miembro, le pareció monstruoso en comparación con los de los varoncit os que cuidaba. La férrea mano del conde sobre su cabeza, la animó a paladear por pr imera vez un miembro viril. Elliethe le frotó sus labios, resistiéndose a abrirlos, deseando poder vomitar y salir huyendo, conservando su pureza. La presión del cond e pudo, y pronto, la casta monja degustaba el ancho glande de su captor y chanta jista amante. Elliethe quiso morirse y sostuvo ese rígido pene con su mano blanca y delicada, proporcionando a ese infame sujeto su primer mamada. Dubois se rió, una presa más en su redil. No dejó de acariciar el cuerpo blanco como l a nieve de la monja, su larga y ensortijada cabellera castaña. El conde entrecerra ba los ojos, pues la monja iba aprendiendo cómo succionar debidamente una polla. E lliethe, roja de vergüenza, lamía y chupaba, con su mano que subía y bajaba, horroriza da de cómo iba aprendiendo. Y lo que más le disgustó fue que empezaba a gustarle, estar desnuda con un hombre haciéndolo suspirar de placer y reconoció que al menos el cond e no era feo y se sorprendió a sí misma trazando diestros círculos con su lengua sobre el hinchado y tembloroso hongo del conde. -Así, mi amor, hazlo así, Elliethe, veo que adoráis a esos mocosos, porque os esmeráis e n lo que hacéis al fin os puedo llamar mi puta Amargas lágrimas recorrieron de nuevo las mejillas de la monja. El conde no mentía. Ella, la servidora del Señor, era su puta. Intentó pensar en los infantes y en el te cho del convento, en el frío y el hambre que pasaban engulló un tercio de verga, esti mulándola con su aterciopelada y virginal lengua. Acarició los testículos velludos de Dubois. -¿Os gusta comerla, Elliethe? ¿Os fascina mi pinga? -Sí, me gusta, Excelencia -pudo articular ella, siguiéndole la corriente-, me gusta s u sabor -Lamed mis guevos, entonces, putita mía -sugirió él, sádico. Elliethe observó un instante esas bolas peludas y, extendiendo su lengua, que muchas quisieran chupar, lamió el inflado escroto del aristócrata, chupando ora una bola, ora otra. -Ha llegado la hora de desfloraros, Elliethe, venid, acercaos a mí -anunció entonces , Dubois, abrazándola con fuerza. La besó, y le gustó comprobar que empezaba a respond

erle. -Si pudiera evitar que tomarais mi castidad -murmuró ella entonces, con sus ojos br illantes de lágrimas. -¿Queréis que os sodomize entonces, putita? -¡Oh, no, no! -Elegid entonces, ramera disfrazada de monja, ¿me dais vuestra concha o vuestro cu lo? Elliethe, desnuda, en los musculosos brazos del conde, se puso roja. No supo adi vinar cuál pecado era peor. El conde la tendió de nuevo y, acto seguido, hundió su car a en la inmaculada vagina de la monja. Elliethe chilló, enloqueciendo de frenesí dem oníaco, que, para su inconmensurable pesar, fue tornándose en incipiente placer la le ngua del noble empezaba a causar efectos indeseados -Padre, ¿por qué me habéis abandonado? -musitó Elliethe, antes de emitir su primer gemid o de placer. El conde, gozoso, continuó su sesión de sexo oral. Elliethe gimió como to da una puta, una, dos, tres y más veces muriéndose de pena primero, luego, olvidando toda noción de vergüenza, clavando sus dedos en la negra melena del conde -¡Conde, parad, me volvéis una bestia! -chilló la hasta entonces monja, antes de explo tar en la cara del conde, quien de inmediato se abalanzó sobre ella. -¡Oh, por Dios, Exce Excelencia qué me hacéis dejadme! -aulló Elliethe, cuando, por primer vez, una verga invadió su recóndita caverna y su himen colapsó. Elliethe gritó de dolor , aferrándose al conde, forcejeando en vano con él, aruñándolo y golpeándolo, mordiendo Dub ois sonreía, penetrando esa concha virgen, iniciando el mete y saca. -¡Me mancilláis, conde, me mancilláis, me llenáis de pecado, dejadme, dejadme! -clamaba la monja, pero el conde era una máquina de follar y pronto, la tez de Elliethe se insufló de un nuevo matiz rojizo, muy a su pesar, gimió de placer de nuevo, sonrió jadeó como una cerda ramera, se besaba con el conde Dubois posó una de sus manazas sobre la descompuesta cara de la joven, quien le ch upó los dedos, enloquecida de lujuria. El infierno triunfó. Dubois bombeaba con inus itada ira, sintiéndose tan hombre, tan a gusto, follándose a esa belleza sin par. El conde hundió un dedo en el culo de la monja y ésta enloqueció, su razón se obnubiló total mente. Jadeó y lloriqueó como toda una puta. Elliethe explotó de nuevo. Cuando volvió en sí, contempló al conde sacudiéndose su órgano muy cerca de su rostro e, instintivamente , la monja abrió su boca y estiró su lengua, recibiendo pronto, fortísimos chorros de cremoso y ardiente aceite por primera vez, Elliethe paladeó el semen. Limpió el pene del conde con sus labios y su lengua. Yacieron juntos y, más tarde, a ntes de que bajara la culpa, el conde se la montó y ella lo cabalgó. Esta vez, el co nde eyaculó dentro de ella. A Elliethe, tal experiencia le pareció sublime, casi una teofanía. Al día siguiente, nadie reparó en las lágrimas contenidas por Elliethe. Ella intentó mos trarse contenta, con las medicinas, el alimento, los obreros enviados por el con de Dubois a reparar el techa y a reforzar la estructura. Solo la madre superiora tenía alguna idea de la clase de persuasión que la preciosa monja había ejercido sobr e el conde Latvia y los 5 enanos Por: Kleizer de Anceloth, Cronista de Evenistar Lo siguiente acaeció cuando nuestros héroes, la fiera amazona Latvia, acompañada de ci nco guerreros enanos del reino de Korvelk cruzaban la casi impenetrable cordille ra de Bombonirr en su rumbo hacia la Oscura Torre de la Necromancia, en las Llan ura Abandonadas de Murmaria. El grupo se refugió en una de tantas cuevas, al caer la noche, y encendieron una f ogata. Los cinco enanos, barbudos, con sus pertrechos, hachas y rodelas, se acom odaron, junto a la escultural Latvia, cuya cabellera roja como el atardecer le l legaba a la cintura. Comenzaron a contar anécdotas, todos ellos con más de sesenta años -eso es un poco más a llá de la pubertad, para los enanos, como todo nerd amante de la fantasía épica sabe m uy bien-, a excepción de la amazona, con veinte; narraban anécdotas pues, de batalla s y aventuras pasadas.

-Recuerdo cuando matamos a Slag, el ogro, y su banda -decía Net, el más viejo, al qu e le faltaba un ojo y media oreja, prueba de las incontables lides en que había pa rticipado-, con la ayuda de la gárgola renegada Arkos, el bárbaro Heimdall y Savzat, el semi-enano -¿El semi-enano? -interrumpió entonces, Latvia, bufona- He oído de ese tipo de híbridos, pero es que no puedo imaginarme a un hombre humano con una enana o a una humana con un enano -¡Claro que no, es que los humanos no tienen lo que una enana necesita! -repuso Va ti, de pelo verduzco- Pero los enanos sí logramos seducir humanas de vez en cuando -y todos rieron, picarescamente. Latvia, tendida de lado, apoyando su cabeza sobre su brazo izquierdo, se burló de los enanos y tomó un gran trago de vino. -A mí todos ustedes me parecen muy feos -dijo ella. -Pues sí, muchas razas se ven feas entre sí -comentó Zum. Latvia estuvo a punto de mencionar a los elfos, pero se abstuvo al recordar que elfos y enanos no se llevan muy bien -bueno, los elfos nunca se llevan bien con nadie, pensó Latvia, menos aquella arquera elfa, Arlian, que se echó a medio batallón y por eso, los elfos casi le declaran la guerra a Tremensis hace varios años -. -Las humanas siempre nos hacen muecas de asco, pero las caras les cambian cuando nos ven los "mástiles" -y los enanos rieron de nuevo, con mayor estruendo. Latvia se carcajeó también, tratando de imaginarse bien dotados a esos asquerosos en anos. -¡Bah! La ruda amazona parece tacharnos de mentirosos -dijo Willow, de piel negra y orejas muy puntudas-. Si ella quiere, podemos mostrarle. Latvia, siempre risueña, arqueó una ceja escarlata y los desafió: -Enséñenme. Los enanos se vieron entre sí, y fue Willow, el más joven -sesenta y seis años- quien se puso de pie y se desató el cinturón. Latvia no pudo evitar una súbita expresión de as ombro al contemplar ese nabo tan corto como el de un niño de diez años, pero tan grue so como el de un caballo, con una cabezota que le recordó a los hongos carnívoros de l Bosque Tenebroso de Umatad. Los enanos se carcajearon otra vez, cuando atestiguaron la expresión de la guerrer a, quien tampoco era ninguna novata en cuanto al arte de echar unos cuantos polv os. -Mira, ¿la quieres ver de cerca? -y Willow se acercó a Latvia, quien, recordemos, es taba acostada de lado, su cabeza apoyada sobre su antebrazo izquierdo, y ahora c on un falo enanil a escasos centímetros de su boca. -¡Qué putas! -pensó ella- Ya tuve sexo con un centauro y con un ogro, ¿qué más da añadir un e ano en la lista? -y luego de concluir esto, atrapó esa verga con su mano derecha, sobándola, sonriendo a Willow, quien cerró sus ojos para saborear mejor esa mano cálid a que hizo crecer un poco su rechoncho miembro. Sin más, Latvia se inclinó un poco y depositó un beso de sus carnosos labios en el hin chado glande del enano. Willow suspiró. La amazona empezó a recorrer ese miembro con su húmeda lengua. Los demás enanos ya no se reían y guardaban silencio. A pesar de to do, los enanos eran muy conservadores en cuanto a cuestiones sexuales se refiere Después de que Latvia abriese su boca para succionar ese pito, el único ruido en la caverna fue el chupeteo de la amazona y el crujir de las llamas. Latvia mamaba y acariciaba con su mano libre, manipulando su lengua como sabía hacerlo desde los doce años. Willow se aferró de la roja melena de la humana y con varios quejidos que había intentado reprimir -cuestiones de hombría enanil- descargó su semen en la boca de Latvia, que ella paladeó y le pareció más tibio y grumoso que el de un humano, aunq ue no tan ralo como el de los ogros Willow cayó de rodillas y Latvia se incorporó un poco, para darle un dulce beso en l a boca, a pesar de su abundante barba. Al abrir sus ojos, se vio rodeada de cuat ro enanos empelotados, con sus miembros enhiestos, esperando su correspondiente mamada. Latvia volvió a cerrar sus ojos por la fabulosa sensación que le procuraban diez dim inutas manos recorriendo su cuerpo. La amazona se dejó hacer, colocándose en cuatro patas. Ella misma les indicó cómo quitarle su guarnición del tronco, y pronto, sus única s prendas fueron sus botas y guantes de piel, junto a su collar tribal y una cin

ta de cuero en su frente. Esta vez, fue Gloin quien le empujó su pene en la boca, mientras que Vati le acomo daba los esculturales muslos, abriéndola de modo que su cadera descendiera hasta e l vientre del enano, quien sin dudarlo, la penetró. Latvia mugió de gusto al sentirse invadida por un instrumento tan anchuroso. El en ano Tarm se echó de espaldas al suelo rocoso, para apoderarse de uno de los inmens os pechos de Latvia. Zum le copió la idea he hizo lo mismo con el otro seno, colga nte e indefenso. Willow terminó de desnudarse cuando de nuevo la boca de Latvia rezumaba semen de e nano y, una vez libre del fierro de Gloin, pudo jadear y gemir a gusto: -¡Oh, sí, háganme lo que quieran! ¡Ooooohhh, ssssíiiiiii! Vati la bombeó con más arrechura, aferrándose con sus rechonchas manos de puntudas uñas de las redondas y bien formadas nalgas de la guerrera. -Vamos a ver si te regalamos un semi-enano, puta humana -gruñó Vati, cuando eyaculó en las entrañas de Latvia. -¡Oooohhh, sí, préñenme, cabrones! Ahora, Zum y Tarm se pararon frente a ella para que se turnara chupándoles las sal chichas, que ya estaban muy duras -más que la de un humano, pensó Latvia-, pero su l ucidez se vio arrojada a los linderos del paroxismo lujurioso cuando Willow empe zó a terminar lo que había iniciado, cogiéndosela como Crom manda. -¡Oh, oohh, así, así! Y Willow, bien agarrado de las generosas nalgas de la ardiente humana, la asaetó c on suma velocidad, y por lo mismo, asaz excitada, Latvia no jugueteó mucho con las vergas que se estaba cenando y las chupó casi con brutalidad, provocando que su c ara fuese bañada de caliente leche, relamiéndola, pareciéndole algo más dulce que el sem en humano, o de ogro, o de centauro Willow chilló de consuno con Latvia, corriéndose los dos, sorprendiéndole a la amazona , la potencia sexual de los enanos ahora empezaba a comprender la misteriosa abun dancia de semi-enanos ¿quizá contribuiría nueve meses después con la población de semi-enan os en Evenistar? Fue el turno de Gloin. Un escalofrío cruzó la columna de la sudorosa guerrera al sen tir la lengua del enano de canosa barba mojando su recto. Latvia supo lo que le esperaba se le vino a la mente la historia de su amiga, la guerrera Narcisa, que fue violada por un minotauro, durante sus misiones de espionaje en el archipiélago Demador, en los mares del sur Latvia se abrió más, para bajar su culo. Gloin se acomodó y empujó su leño. -¡Aaaaahhhh! -exclamó Latvia, quien nunca imaginó que un día iban a meterle algo así de gr ueso en el ano, no después de aquella inolvidable sodomía que le obsequiara el ogro carcelero, Fedor, en las mazmorras del Castillo Agrium. -Sufre, putita, tú te lo buscaste -dijo Gloin, cuando su corto pero ancho pene fue totalmente tragado por la enrojecida boquita trasera de la amazona. Bien aferra do de los firmes glúteos de la guerrera -que por las uñas de los enanos, ya daban im presión de haber sido juguetes de un gato. Vati la ayudó a acallar sus gemidos metiéndole su pito en la boca. El dolor y la cale ntura hicieron que Latvia proporcionara al enano una mamada como pocas. Latvia o btuvo un orgasmo más al experimentar cómo su recto era rellenado de leche, igual que su boca ansiosa, que tragó hasta la última gota. Pero aún faltaba la batalla final quedaban dos enanos muy emocionados, que no iban a irse a dormir sin su dosis de sexo Latvia, acostada de lado otra vez, exhausta, era consciente de esto Tarm se acostó junto a ella, a su espalda, y Zum se tendió fr ente a ella, ayudándola a alzar su espléndida pierna sobre él. Los enanos se acomodaro n y la penetraron, Tarm por su ya maltrecho culo y Zum por delante Latvia abrió su boca, fascinada por la más sabrosa doble penetración de su vida. Zum lamía los enormes senos de la guerrera, y Tarma se aferró de su talle de avispa. -¡Ooooohhh, aaaahhh, sí, sí mis guerreros, jódanme, acábenme! Los enanos se dedicaron a darle placer a la humana, siendo observados por los ot ros tres, que acariciaban sus miembros ya no tan fláccidos, mientras alimentaban l a fogata, no fuera que se apagara y no pudieran seguir gozando del espectáculo. Tarm y Zum anunciaron sus corridas con sus gruñidos y sus insultos en idioma enani l dirigidos a la puta que se estaban cogiendo, y esos tres seres calenturientos

se hicieron uno con ese orgasmo triple que hizo estremecer la caverna. A punto de desfallecer, pero no por eso, menos ansiosa de verga, Latvia se dedicó a limpiar y a exprimir las últimas gotas de semen de esas pijas cortas pero gruesa s . Latvia y sus acompañantes enanos estuvieron en aquella cueva algunas semanas antes de reiniciar su recorrido. Mari Carmen, una madre muy ardiente. Mari Carmen conduce despacio por la autopista, con la mente puesta en una brumos a sensación de melancolía. Acaba de dejar a su marido en el aeropuerto y regresa a c asa, sin muchas ganas de hacerlo en realidad. Los coches la adelantan , algunos la increpan por su lentitud, pero ella ni siquiera se da cuenta. Sigue pensando, sintiéndose mal por hacerlo. Sigue pensando que se siente sola, triste y aburrida . Y no es que vaya a echar mucho de menos a su marido.Últimemente, las cosas entre ellos no van nada bien. Llevan algo más de veinte años casados y ahora, ella se sie nte mal, como si algo le faltara. Tienen dos hijos, un niño y una niña, bueno,no tan niños, la chica tiene veinte años y ya va a la Universidad y el chico es todo un ho mbretón de quince años.Viven en una bonita casa en las afueras de la ciudad, los dos tienen buenos empleos y el dinero no falta. Sin embargo... Sin embargo, en los últimos meses, algo ha fallado. Mari Carmen intenta no seguir pensando, pero la maquinaria de su cerebro continúa funcionando por libre. Mari Carmen se siente ahogada, acorralada. Necesita algo, pero no sabe muy bien el qué. Sigue conduciendo y casi sin darse cuenta, la portada de su chalet se yerg ue ante ella. Introduce el coche en el garaje y baja lentamente. Luego, entra en la casa por la puerta del garaje y sube a su habitación. No hay ruidos en la casa y no debe haberlos, pues sus hijos están estudiando, Pili en la Universidad y Pab lo en el Instituto. La habitación es amplia y luminosa, la tarde no ha hecho más que comenzar y una dulce luz entra por la ventana entreabierta. Mari Carmen lanza l as llaves sobre un mueble, se despoja de la chaqueta que llevaba puesta y se sue lta el pelo, un largo, lacio y bien cuidado pelo teñido de negro que le llega hast a media espalda. Se sienta sobre la cama, a un lado de la misma , y se mira en e l espejo de cuerpo entero que está frente a ella. Durante unos instantes, no resis te su propia mirada. Luego, lo hace. Ve en el cristal a una mujer de cuarenta y cinco años, no muy alta, con evidentes ojeras, los ojos apagados, la boca amplia y de labios finos y arrugas en las comisuras que el maquillaje no ha sabido disim ular. Lleva encima una blusa blanca, de botones brillantes, y una falda corta, q ue termina en sus rodillas. Nunca ha tenido unas piernas de ensueño, pero tampoco necesita ocultarlas; simplemente, están bien. Y las luce cada vez que tiene ocasión. -¿Qué me pasa?- susurra, mirándose al espejo. Y el espejo le devuelve la mirada. Luego , con los ojos fijos, se contesta a sí misma. -Lo sabes, sabes lo que te pasa...y es muy sencillo...: tu marido ya no te hace el amor...hace mucho tiempo que no sientes nada duro entre las piernas. Abochornada por lo que acaba de decir, Mari Carmen esconde la cara entre las man os y comienza a sollozar. Sus lágrimas se deslizan por sus mejillas y recorren su cuello, hasta quedar sumergidas en el valle que separa sus pechos. La mujer se m ira de nuevo en el espejo. -Oh, no- susurra Otra vez , no. Pero sabe que resistirse es inútil. Nota el calor en su entrepierna, siente el des eo que la domina, un deseo largamente postergado, durante muchos días, esperando j usto este momento, el momento de su soledad absoluta en la casa. Despacio, muy despacio, Mari Carmen comienza a desabrocharse la blusa. Y este so lo hecho basta para que el calor de su bajo vientre aumente, y el deseo se asome a su boca, y un gemido escapa de sus labios: -Ahhh - la blusa cae al suelo, casi sin que ella se de cuenta de que se la ha quit ado. Sus generosos pechos, cubiertos por un sujetador amplio y negro, quedan a l a vista. Mari Carmen se mira a conciencia en el espejo y decide que tiene unas b uenas tetas. Y es verdad que las tiene. Tiene unas tetas grandes y jugosas, algo flácidas y caídas hacia abajo, pero hermosas y atractivas. Sin pensarlo mucho, se d esabrocha el sujetador, lo tira al suelo y sus grandes melones quedan al aire. -Si son son bonitas - susurra Mari Carmen, acariciándose las tetas, mirándose al espejo. S

us dedos juguetean con sus pezones, los pellizcan sin compasión. Pronto, los tiene como piedras, duros y erectos, unos grandes pezones sonrosados y bellos.-Sii sii ah hh siii tengo un buen par de tetas ¿Qué más quiere?¡Tengo unas buenas tetas, lo que todo homb e desea, unas buenas y grandes tetas a su entero servicio! Se deja caer hacia atrás, hasta quedar tumbada sobre la cama, media tumbada en rea lidad, con los pies todavía en el suelo. Está a un lado de la cama, pues ésta se encue ntra frente a la puerta de la habitación; el espejo está en una pared lateral. Mari Carmen comienza a sollozar de nuevo, y con los sollozos, vienen los temores: "¿Será que mi marido tiene una aventura con otra?- piensa, aterrada. Lo ha pensado otra s veces, docenas de veces, y cada vez que lo hace, le duele màs adentro y más profun do.-¡Por eso no me hace ya el amor, por eso está cansado de mí!" Continúa sollozando, pero por poco tiempo. El calor que siente en la entrepierna s e va extendiendo por todo su cuerpo y sabe que no podrá detenerlo. -Aahhh - vuelve a gemir Mari Carmen, tumbada sobre la cama, desnuda de cintura par a arriba. Sus manos recorren el blando espacio de su estómago, un estómago que no es plano precisamente, sino que muestra una evidente aunque no abundante capa de g rasa. Sus dedos se deslizan hacia más abajo, hasta llegar al borde de la falda. La tienta la idea de levantarse e irse corriendo de allí, a un lugar dónde la pasión no la domine, pero no puede. Agarra la falda por la parte superior, duda un instant e y luego, despacio, se la baja, empujándola con las manos, hasta dejársela arrollad a en torno a las rodillas. -Mmmm- gime. A estas alturas, su corazón late más fuerte y su respiración es entrecort ada. Está excitada, muy excitada. Nota, incluso, que una ligera humedad hace acto de presencia en su entrepierna. Mari Carmen sabe que ahora no puede parar. Suave mente, vuelve a agarrar la falda y la empuja más abajo, hasta que cae al suelo, en rollada junto a sus pies. Luego, sin solución de continuidad, se quita los zapatos y lanza la falda con fuerza, a lo lejos. Se levanta. Se mira en el espejo , admira su cuerpo semidesnudo. Solo lleva enci ma sus bragas, unas bragas negras, anchas, nada de tangas. Cierra los ojos, se a caricia las tetas, se acaricia el vientre, se acaricia los muslos, se acaricia t odo su cuerpo -Aahhh sii sigue asii ahh- susurra, imaginándose unas masculinas manos que la tocan y la a doran sexualmente. Después, se tumba de nuevo sobre la cama, esta vez de cara a la puerta de entrada. Sabe lo que va a hacer a continuación y eso la excita. Va a masturbarse, como viene haciendo con frecuencia desde hace tiempo. Se sient e sucia, muy sucia, al hacerlo, pero también sabe que lo necesita, que su ardor se xual necesita desfogarse y estallar por alguna parte. Y así, despacio, Mari Carmen alza las piernas en el aire, se agarra las bragas por el borde, tira de ellas y las empuja hacia abajo. Se baja las bragas, lenta y suavemente, degustando cada instante de ese lujurioso momento, y como siempre, eso la excita aún más. Ahora está decididamente cachonda y no hay vuelta atrás. Admira sus bragas, apelotonadas en t orno a sus tobillos. Y entonces, simplemente, se las quita con una mano. Se quit a las bragas con un gesto teatral y exagerado y las lanza de cualquier modo al s uelo. Vuelve a poner las piernas sobre la cama. Ahora está desnuda, total y completamente desnuda, y va a masturbarse. Separa las piernas al máximo y así, vergonzosamente despatarrada, empieza a deslizar una mano h acia abajo. Su mano acaricia con suavidad su bajo vientre, notándolo ardiendo y te mbloroso. Mari Carmen suspira con sensualidad, y detiene la marcha de su mano. D egusta el glorioso momento inmediatamente anterior al inicio de la masturbación du rante varios segundos. Luego, sobrevuela con su mano el oscuro matorral de su en trepierna, notando el roce de los pelos que dan calor a su sexo. -Ah ahh ah - Mari Carmen jadea, con una gota de saliva brillando en la comisura de sus labios. Abre aún más la boca y deja escapar un auténtico y poderoso gemido de placer, pues su mano ha alcanzado su objetivo y ahora, su dedo índice penetra en su coño mo jado y ansioso. -¡Aaahhhhh!Mari Carmen empieza a masturbarse, frenética, totalmente abierta de piernas, metiénd ose y sacándose el dedo índice del coño una vez tras otra, un dedo índice que se muestra mojado, pringoso y brillante. La feliz y adorable madre se revuelca desnuda sob

re la cama, con los ojos cerrados, masturbándose, gimiendo de placer. Arquea su cu erpo como una serpiente y empieza a saltar, arriba y abajo, arriba y abajo, una vez y otra, como si estuviera follando con un invisible y potente macho, despata rrada del todo, enseñandolo todo, pues está tan abierta de piernas que se le ve a la perfección el agujero del culo, además de su encharcada rajita. -¡Aaahh!¡AAAhhh!¡¡AAAhhhh!!¡¡Siiii!!¡¡Oooohhh siii ahhh !!- gime y grita casi Mari Carmen, en eta seguridad de que nadie puede oirla y que, en consecuencia, puede masturbarse a gusto y chillar de placer. Pero no está sola en la casa. Ni mucho menos. Su hijo Pablo ha vuelto del Institut o casi corriendo. No tenia clase a última hora, lo sabía con antelación, pero no ha di cho nada en casa. Su mente quiere ocultar la verdadera razón, pero de un modo sile ncioso, esa misma mente le dice que la razón está perfectamente clara : semanas atrás, cuándo su padre se marchó también de viaje, regresó a casa pronto, de modo inesperado. Subió a su habitación y luego decidió buscar a su madre, a la que, por cierto, no había visto. No le pareció raro, puesto que la casa era grande y podía estar en cualquier otra parte : el jardín, la cocina, pero no. No estaba ahí. Pablo la buscó sin asustarse lo más mínimo. Y cuándo se acercaba a la habitación de sus padres, lo oyó. Oyó unos profundo s y jadeantes gemidos, unos gemidos ahogados, que al principio no supo identific ar. Un instante más tarde sí lo hizo. Había visto, a escondidas, algunas películas porno , y sabía lo que eran: eran gemidos de placer. ¿Estarían su padre y su madre haciendol o, haciendo el amor allí? Pero su padre se había ido al aeropuerto, a uno de sus via jes. Extrañado, levemente excitado por el sonido de sexo caliente que se filtraba a través de la puerta cerrada del dormitorio de sus padres, Pablo aplicó el ojo a la cerradura. Y lo que vio hizo que de pronto, sin previo aviso, su polla se pusie ra dura, muy dura, màs dura de lo que nunca antes había estado. Porque allí, frente a él , fácilmente visible a través del ojo de la cerradura, se encontraba su madre. Estab a desnuda, tumbada sobre la cama. Estaba abierta de piernas y estaba estaba MASTURBÁND OSE. Esta palabra surgió en su mente como un hierro candente y se le grabó a fuego. Le estaba viendo el sexo a su propia madre, un sexo jugoso y sonrosado, una raja muy abierta, con un juguetón dedo dentro que no cesaba de entrar y de salir, de e ntrar y de salir. Encima de la raja, una abundante pelambrera negra cubría la entr epierna de Mari Carmen. Y Pablo, avergonzado, rojo de turbación, notó que la polla s e le ponia cada vez más y más dura, tan dura, que tuvo que sacársela del pantalón. Dedicó una larga mirada a su polla. Era grande, muy grande, y estaba endureciéndose a pas os agigantados Se la agarró con una mano y empezó a hacerse una paja, mientras miraba a su madre. Su madre, que estaba desnuda a escasos metros de él, abierta de pierna s, masturbándose, jadeando. Intentó varias veces dejar de mirar, dejar de masturbars e, pero no pudo. Siguió pajeándose hasta que vertió abundantes chorros de semen sobre sus manos, sobre sus pantalones, sobre el suelo. Limpió, aterrado, el suelo como p udo con su pañuelo. Luego, se guardó la polla y miró por última vez a su madre. Aún seguía m asturbándose, gimiendo de placer, allí, tan, tan cerca Pablo se marchó. Durante las semanas siguientes, sin querer reconocerlo, esperó como loco la hora de que su padre se marchase de viaje. Podía tener suerte y que ese día coincidiera con uno en los que no tenía clase a última hora. Y la tuvo. El día había ll egado. El día esperado era hoy. Y ahora, Pablo está justo al lado del dormitorio de sus padres, como la otra vez. Solo que ahora, la puerta no está cerrada y puede oir los gemidos de placer de su madre con más intensidad. Una intensidad dolorosa, puesto que una parte de él quiere huir, marcharse a su habitación, olvidar lo que ha visto, lo que ha oido. Pero no puede. No puede. Se queda allí parado, sin atreverse a acercarse a la entrada de la habitación, aunque sabe que terminará por hacerlo. Mari Carmen se masturba cada vez más frenéticamente. Salta sobre la cama, como una f iera enloquecida, lanza tremendos gemidos de placer, se mete y se saca el dedo d el coño a velocidad vertiginosa, buscando el orgasmo tan deseado y tan postergado en noches de soledad compartida. -¡Sii ohh siii ahhh ahhh ahhh!!¡¡Fóllame fóllame fóllaaameee!!- grita Mari Carmen, totalmente lvidada de sí misma y de todo tipo de precauciones. A Pablo , esos gritos, esos jadeos, logran ponerlo muy caliente. Se atreve por f in a echar un vistazo, asomándose a una esquina de la entrada. Mari Carmen tiene l os ojos cerrados, está muy concentrada masturbándose , y no lo ve. Pero Pablo si la

ve a ella. Desnuda, en la media bruma de la habitación, con un hermoso color dorad o tiñendo su cuerpo. Abierta de piernas, con su coño y su agujero del culo a la vist a, con la preciosa mata de pelo negro encrespado cubriéndolo por arriba Ahhh -piensa P ablo-está deliciosa. Tras haberlo pensado, se arrepiente y da marcha atrás, hasta po nerse de nuevo a salvo, pegado a la pared contigua a la habitación. Está cachondo, t iene la polla dura, a punto de salírsele de los pantalones. La lucha en su mente e ntre el deseo y lo que es correcto es tremenda, pero poco a poco, la victoria se va decantando hacia el deseo, sobre todo gracias a los jadeos intermitentes y húm edos de su madre, que no cesa de masturbarse. Lentamente, sin saber casi ni lo q ue está haciendo, con el corazón a punto de salírsele por lo boca, Pablo empieza a des nudarse. Se quita la camisa, se baja los pantalones, se los quita ahora está en calz oncillos y calcetines. La polla parece un misil, dura y tiesa, a punto de romper los calzoncillos. Tímidamente, se asoma de nuevo a la habitación. Su madre está ahora boca abajo, abierta de piernas, en una postura realmente obscena, a cuatro pata s, metiéndose no uno, sino dos dedos en el coño. -Ahhh ahhh mmmmhh ahhh - gime Mari Carmen, sin saber que le está enseñando el culo a su prop io hijo. Pablo, con los ojos abiertos como platos, siente que la polla se le sal e de los calzoncillos. Vuelve hacia atrás de nuevo, se aplasta otra vez contra la pared -No puede ser no puede ser no puedo estar pensando realmente en no no - se dice a si mismo en su mente calenturienta. Pero su cuerpo piensa por él. Sus manos bajan hacia su s calzoncillos, se los quita, se quita también los calcetines Ahora está desnudo, desn udo por completo y esa certidumbre lo abruma de placer. Se mira la polla. La tie ne dura, muy, muy dura. Dura y palpitante, con las venas marcadas y ligeras gota s temblando en la punta del glande. Y entonces, coincidiendo con un gemido de su madre, penetra en la habitación de ésta y se queda delante de ella, desnudo, con la polla tiesa. Mari Carmen está otra ve z boca arriba y con los ojos cerrados, con el coño mojado, a punto de correrse. Co n los dedos de una mano separa hasta lo imposible los labios de su coño, mientras se mete bien a fondo dos dedos de la otra mano Con este panorama delante de sus na rices, Pablo está prácticamente hipnotizado por su madre, y no puede ni moverse. Se queda allí, delante de ella, con la polla dura y tiesa, apuntando a Mari Carmen. Y Mari Carmen abre los ojos. -¡¡Oh, no, Dios mío!!¡¡Pablito!!- exclama, asustada. Un segundo más tarde, el susto deja pas o a la más absoluta vergüenza y de un salto se sienta sobre la cama, con la espalda pegada a la espaldera de la misma, las piernas pudorosamente recogidas y las man os tapándose las grandes tetas bamboleantes. Pablo permanece sin inmutarse, de pie , con los ojos muy abiertos. Bueno, sin inmutarse no. Ha empezado a hacerse una paja y en la habitación es posible escuchar el ruido que hace su mano al machacars e la polla. Mari Carmen no dice nada. No puede decir nada, no sabe qué decir. Ni siquiera sabe cuanto tiempo ha estado espiándola Pablo, aunque eso no importa. Lo que importa e s que su propio hijo la ha visto desnuda, desnuda y masturbándose como una loca de l sexo. Pasa el tiempo y ninguno de los dos dice nada. Pablo sigue masturbándose, aunque muy despacio, como para darle tiempo a su madre a decidirse a actuar, a t omar una decisión. Los ojos de Mari Carmen se fijan en los ojos de su hijo. En ell os ve solo una cosa : deseo. El corazón le retumba a Mari Carmen en las sienes, no sabe qué hacer. Su mirada reco rre la cara petrificada de su hijo, luego recorre su torso desnudo. Sabe que no debe seguir mirando, sabe que debe detenerse, salir de la cama, vestirse, ordena rle a Pablo que haga lo mismo e intentar olvidar el incidente; tal vez tras una pequeña charla amigable se arreglaría. Pero Mari Carmen sabe que eso no va a suceder . Continúa mirando a su hijo, o mejor dicho, admirándolo. Sus ojos, lentamente, van bajando, hasta que al fin llegan a una masa de pelo hirsuto y negro, una masa ar remolinada, que es solo la antesala a lo que Mari Carmen desea y no desea mirar. Mari Carmen siente que la excitación vuelve a tomar posesión de su entrepierna, furt ivamente expulsada por el susto de ver a su hijo de repente. Y entonces, los ojo s de Mari Carmen se posan al fin en la polla de su hijo Pablo, una polla grande, gruesa, temblorosa. Sin darse ni siquiera cuenta, Mari Carmen abre la boca, aso mbrada. Nunca había visto una polla como esa, tan grande, tan poderosa, tan gorda.

Supera con creces a la polla de su marido y Mari Carmen siente que el coño le ard e de pasión. Hacía mucho tiempo que no le veía el pene a su hijo, y , por supuesto, nu nca se lo había visto en plena erección. Y es algo digno de verse, piensa Mari Carme n, extasiada en la contemplación de aquella polla que es la de su propio hijo. Mari Carmen vuelve a mirar a Pablo a los ojos, un Pablo que ya no se masturba, s ino que espera, en silencio. Los ojos del muchacho brillan de deseo, de pasión. Ma ri Carmen sonríe y deja de taparse las tetas. Sus grandes melones quedan al aire y Pablo se deleita mirándolos y remirándolos. Luego, Mari Carmen da otro paso : separ a las piernas y le muestra a su hijo su coño, entreabierto y jugoso, mojado y ardi ente de deseo. Pablo no resiste más. Se mete en la cama, junto a su madre, que no hace el más mínimo esfuerzo por rechazarlo. Madre e hijo se abrazan amorosamente; Mari Carmen, sonr iente, besa a Pablo en la boca, un beso de amor, largo y con lengua, que el much acho no sabe contestar, perdido como está en la contemplación de la rotunda desnudez de su madre. Mari Carmen frota sus grandes tetas contra el pecho de su hijo y ést e, flotando en una nube de deseo, gime con voz entrecortada. -Ah ahh - Pablo no sabe ni qué hacer. Lo que le está ocurriendo es algo que no había soñado ni en sus más sucias fantasías. Pero es real. Está realmente aquí, en la cama de sus pad res, desnudo con la polla tiesa, junto a su desnuda madre. Y pronto sabe lo que quiere hacer. Coge las tetas de su madre con ambas manos y empieza a manosearlas y a acariciarlas, mientras, loco de deseo, besa aquellos maternales pezones, hi nchados y duros como piedras. -Oh ¡Ohh!..¡Sii!...- gime Mari Carmen, con los ojos semicerrados, hundiendo las manos en la cabellera de su hijo. Pablo parece no tener nunca bastante y durante mucho s minutos no hace otra cosa que tocar, acariciar, estrujar y chupar las tetas de su madre. "¡Tetas, tetas, tetas!"- grita la mente de Pablo, desquiciada con tanta teta y tan a tiro. Los pezones de Mari Carmen son sometidos a intensas y prolon gadas chupadas; los hermosos melones de la amorosa madre son lamidos por complet o. Pablo siente en su boca la suavidad y la blandura de las tetas de su madre; d escansa la cabeza sobre aquellas mullidas almohadas y gime de placer, sintiéndose féliz y cachondo como nunca había soñado estar. La polla se le pone a Pablo dura del t odo, convirtiéndose en una pétrea lanza, gruesa y obscena, que surge de su bajo vien tre como una invitación al placer más desenfrenado. Mari Carmen, con las tetas mojad as en la saliva de Pablo, le agarra la polla a su hijo con una mano. Debe detene r aquella frenética adoración a sus tetas, si quiere llegar a algo jugoso con sus hijo . -Ssshh - le dice, acariciándole la cara- Tranquilo tranquilo sshh cálmate - le susurra, y el hico, poco a poco, se calma. Deja de tocarle los melones a su madre y degusta a fondo el placer de sentir su verga, dura y tiesa, atrapada en la mano de Mari Ca rmen. Mari Carmen besa de nuevo a su hijo en toda la boca. Le mete la lengua hasta el fondo, mientras con una mano empieza a hacerle una paja a Pablo. La tersura y su avidad de la piel de la polla de su hijo, la dureza y el tamaño de la misma , su g rosor, hacen que Mari Carmen se ponga más y más caliente. No le quita ojo a la verga de Pablo, la acaricia con amor mientras le hace la paja más increíble que el chico haya podido soñar jamás. -Oh ahhh ahh h ahh- gime Pablo, mientras la mano de su madre se desliza de arriba abajo por toda la superficie de su polla enhiesta y endurecida. Pronto, Mari Carmen co mprende que desea chupar aquella polla, que desea saborearla, sentirla dentro de su boca. Sabe que necesita chuparle la polla a su propio hijo y que no va a pod er resistirse, aunque sea un acto sucio, obsceno e incestuoso. Nunca había tenido una polla tan gruesa, tan grande, tan dura, entre las manos, pero eso no va a co ntentarla. No. Necesita chuparla. Y lo hace. Abre la boca, mira a su hijo, ve en sus ojos la vergüenza, la turbación y la indecis ión, pero también ve el inextinguible deseo. Acerca sus labios a la punta de la verg a de Pablo. El chico puede sentir el aliento cálido de su madre rodeando su glande rojo y brillante. Ni siquiera se atreve a suponer lo que va a suceder a continu ación. Mari Carmen separa los labios, agarra la polla de su hijo con una mano y se la mete en la boca.

-¡Aaahh!- gime Pablo, mientras siente en su verga, atrapada por los dulces labios de su madre, el delicioso tacto de una lengua femenina. Mari Carmen se mete la polla de Pablo hasta el fondo de la boca, hasta la gargan ta. La llena de saliva, la chupa bien chupada, haciendo que la habitación resuene con el eco obsceno de su succión. El sabor de aquella polla virginal, la dureza de la misma, su gran tamaño, hacen que Mari Carmen se vuelva loca de pasión. El coño le arde, los fluidos comienzan a desbordarse por los labios de su vagina. -Slurp slurp sluuurpp mmmhh mmhh - se escucha chupar a Mari Carmen. Pablo , recostado haci a atrás, con los ojos fijos en el techo de la alcoba, siente un intensísimo placer q ue recorre todo su cuerpo. Mira hacia abajo. Su madre, su desnuda madre, está a cu atro patas, agarrándole la verga con una mano, mientras con la boca le hace una es tupenda mamada. -"¡Mi madre me la está chupando!¡Mi propia madre me está haciendo una mamada!¡Es increíble!¡E hhhhhh!"- piensa Pablo, con la polla palpitante y ensalivada. Mari Carmen menea la boca cada vez más rápido, subiendo y bajando una y otra vez, metiéndose la polla de su hijo hasta el fondo de la boca y sacándosela casi por completo en cada meneo. -Slurp.Slurp.Slurpslurpslurpslurp mmmmhhh ahhh sluurp mmmmhhh. Mari Carmen no piensa. Solo chupa. Chupa y chupa, como una chupapollas cualquier a, sintiéndose cada vez más y más cachonda. Nota que la verga de su hijo está palpitante y caliente, nota que está muy cerca del orgasmo. Y ella necesita una salchicha du ra que meterse bien adentro del coño, necesita follar urgentemente, es casi una ne cesidad médica. Así pues, con toda la mala gana del mundo, se saca la polla de la bo ca y la deja en paz. La verga del chico brilla, mojada en saliva. Pablo la mira, con los ojos muy grandes y ardientes. -Por favor, mamá no lo dejes ahora sigue chupando sigue chupándome la polla, por favor - le suplica a su desnuda y cachonda madre. Mari Carmen le acaricia la polla con una mano; luego, separa sus dedos del miemb ro de su hijo y los sitúa sobre las mejillas de éste, dándole una suave caricia de mad re. -Pablo si sigo chupándote la la polla .no tardarás en correrte y no quiero eso al menos, toda o ¿entiendes? Pablo asiente. Está muy excitado, sobreexcitado en realidad, sobre todo después de o ir pronunciar a su madre la palabra "polla". Pero comprende que si quieren tener algo más que una sesión de mamada, debe esperar un poco. Y lo hace. Los dos se quedan quietos durante unos minutos, mirándose el uno al otr o y sonriendo como tontos. Mari Carmen le atusa el pelo a su hijo y éste se deja h acer. Pronto, Pablo nota que la gordura de su nabo ha disminuido. Mari Carmen ta mbién lo comprueba, cogiéndole la verga con una mano y meneándola con facilidad a un l ado y a otro. El placer que el chico siente es inenarrable. Desea que el mundo s e pare y que este momento perdure para siempre, allí tumbados los dos, desnudos, h aciéndose juegos amorosos. Mari Carmen le hace una paja a Pablo durante unos segun dos, solo para endurecerle la polla lo suficiente. Cuándo lo logra, se sitúa a horca jadas sobre el bajo vientre de su hijo, sentándose sobre él, abierta de piernas al máx imo. La jugosa rajita de Mari Carmen se encuentra ahora a escasos milímetros de la punta de la enhiesta polla de Pablo, que mira a su madre con deseo inextinguibl e, temblando de placer. -¡"Voy a montarme a mi propio hijo!¡Es increíble, es horrible es es es que la tiene tan gran de, tan dura siii !"- piensa Mari Carmen, también temblando de deseo. Pablo nota el ro ce de los pelos del conejo de su madre sobre su propia polla. Luego, siente el r oce, no de los pelos, sino de los labios de la vulva de su madre. Un segundo más t arde, siente que su madre empuja hacia abajo, rauda y veloz, hasta quedar ensart ada. -¡Oooohhh .siiiii!- gime Mari Carmen, que hace mucho tiempo que no siente nada duro en el chocho.-¡Aaaahhhh!¡Es maravilloso! Pablo, petrificado, siente que tiene la polla totalmente dentro del coño de su mad re. El placer que le invade no puede ser medido, ni narrado. Una corriente eléctri ca de intensidad pavorosa recorre su cuerpo y el joven lanza un aullido de place r. -¡¡AAAAAAHHHHH!!- gime Pablo. Mari Carmen, ensartada en la gran polla de su hijo, se queda aún un segundo más en la misma estática posición. Luego, comienza a saltar arriba

y abajo, arriba y abajo, una y otra vez, con los ojos en blanco, la lengua fuer a y el cuerpo tembloroso. Las tetas se le mueven al compás de sus saltos, sus nalg as desnudas golpean a cada embate los muslos de su hijo. Mari Carmen se está follando a su propio hijo. Y cada vez con más intensidad, con más saña. La cuarentona mujer salta como una loca sobre la polla de Pablo, ensartándose y desensartándose de ella a velocidad de vértigo, mientras gime y jadea y grita de p lacer. Pero no solo grita. También masculla obscenidades que dejan atónito a su hijo : -¡Si !¡Asi, bien adentro oh, que dura está!¡Aaahhh !¡Siii .!¡Fóllame fóllameee fóllame toda a ya viene ya ya !¡Aaaaahhhh !¡Me cooorrooo siiii ahhh !Y Mari Carmen se corre sobre la polla de Pablo, mojándola toda con sus jugos impar ables, que fluyen cremosos como un torrente desbocado. Pablo contempla arrobado la cara de su madre, que tiene los ojos en blanco, la lengua fuera y la boca abi erta en un permanente gemido de placer. Y durante un segundo, un pensamiento cru za su calenturienta mente : su madre es una puta. Una puta. Una puta cachonda. P ero consigue rechazarlo, asqueado de sí mismo. Luego, Mari Carmen cae a un lado su yo y siente su entrecortada respiración. Los grandes melones de su madre suben y b ajan con ritmo ansioso y enloquecido. Después, poco a poco, se van aplacando. Pabl o no sabe cuanto tiempo transcurre, aunque no debe ser mucho. De todos modos per manece alli, tumbado boca arriba, con la polla tiesa, mojada en los humores cali entes de su madre, mirando al techo, desnudo y cachondo. Mari Carmen se incorpora después de unos minutos. Vuelve a estar en forma, en real idad, no se había sentido tan viva en mucho tiempo y los reparos que pudiera tener a hecho de estar en la cama practicando el sexo con su hijo los arrincona a un lado oscuro de su mente y los deja allí; ya volverán luego para atormentarla, pero a hora no, ahora era tiempo de sexo, de placer puro y duro, y ya que hablamos de a lgo duro ¿qué tal la dura polla de su hijo Pablo? Mari Carmen agarra la salchicha carnosa de su hijo, se la lleva a la boca y le d a un par de lametones. -Aahhh mamaaa ahhh .- gime Pablo, sintiendo que el orgasmo se acerca a pasos agigantad os. -Sshh tranquilo, Pablo ahora ahora vas a ejem vas a follarme de verdad yo debajo y tú tú enc mí ¿de acuerdo? Pablo, como en un sueño, contempla como su madre, su desnuda y apetitosa madre, se tumba boca arriba junto a él y se abre de piernas. Puede oler el coño de su madre, oh si, por supuesto que sí puede olerlo,y es un olor magnífico, a mar, a sal pura y ardiente, a pasión incontenible Pablo acaricia el coño de su madre, le pasa la mano po r encima de la vulva. Mari Carmen tiembla y emite un quejido de placer. -Oh - y mientras gime, se retuerce con lascivia y Pablo, sin pensarlo, la besa en la boca. Las lenguas se juntan y ésta vez, Pablo disfruta de un auténtico beso de am or. Excitado y endurecido en su salchicha por la reciente experiencia, Pablo son ríe. Se sitúa encima de su madre, le estruja las tetas con las manos y - Si, mamá voy a follarte ¿quieres que te folle?- le pregunta, babeando de gusto. Mari C armen, también babeando, le responde. -Si oh, si, por favor, Pablito, por favor fóllame fóllame ¡Fóllame! Pablo no se lo piensa más. Le mete la polla hasta el fondo del coño a su propia madr e y gime de placer al hacerlo. Mari Carmen aúlla de gusto, al sentir de nuevo aque lla enormidad dentro de su vientre. -¡¡AAAmmmmhhh siii ohhh !!¡¡Qué dura la tienes y qué grande!!¡¡Muy grandeeee!¡Ohh sii sii ahh e ahhhh!!- gime Mari Carmen, cachonda del todo. Y Pablo se la folla. Se la folla a fondo. Le mete la polla bien adentro, luego la saca casi del todo, para volver a meterla otra vez, y otra vez, y otra Si sii ahhh El chico funciona como un émbolo desboc ado, penetrando a su madre con fuerza, con brutalidad incluso Mari Carmen responde a la penetración jadeando de gusto sin parar y alzando sus piernas para enlazar c on ellas la espalda de su hijo y así apretarlo más hacia ella. -¡¡Ohhhhhh!!¡¡Que maravillaaaaaa!!- exclama Mari Carmen, flotando en un mar de placer si n fin. Siente que se va a correr otra vez y empieza a arquear su cuerpo para fac ilitar la labor de su hijo. Se hace hacia arriba y engulle del todo la polla de Pablo con su coño hambriento. Pablo sigue follándose a su madre, sin pensar en nada, deleitándose solo en el intenso placer que está recibiendo.

-¡¡AAAAAHHHHHAAAAA!!- exclama Mari Carmen, con una sensual expresión de placer incontr olable en el rostro-¡¡ME COORROOOO!!¡¡PABLITO!¡ME COORROOO!!¡¡AHHHH!!¡¡AHHHH!!¡¡AAAAHHHSIIIII HHDIOSMIOOOME CORROOO AHHHH !! Pablo siente que tiene la polla metida en un charco caliente. Su madre de nuevo ha derramado sus incontenibles jugos sobre su verga y ésta está nadando literalmente en ellos. El chico entonces nota que ya no puede más. Intenta contenerse, intenta pensar en otra cosa, pero es imposible. El orgasmo es imparable. Saca la polla del chocho de su madre, y avanza, sin pensar , hacia delante. Ahora, la polla de Pablo está a escasos centímetros de la cara de su madre, una cara ansiosa y ardient e, una cara que muestra a las claras el intenso placer del orgasmo. Pablo la mir a un segundo. Mira a su madre. La ve allí, desnuda, despatarrada, con el coño mojado , la cara brillante de deseo, la boca abierta y un sucio pensamiento vuelve a insi nuarse en su mente. -"PUTA"- piensa. Y no bien lo ha pensado, lo borra con insistencia. Pero ha sido suficiente. Pablo empieza a correrse. Mari Carmen, golosa, abre la boca para re cibir el semen de su hijo. -¡¡AAAAAAHHHHHH!!- gime Pablo. Tiembla de gusto, sintiendo un placer como nunca ante s ha sentido, un placer que multiplica por miles el placer de su más intensa paja. Un chorro sale disparado de su polla. Mari Carmen lo recibe en toda la boca, más bien en la lengua. Pablo ve como la lengua de su madre se llena de semen, su pro pio semen. -Si dame de beber dámelo todoo .- gime Mari Carmen, excitada. Pablo lanza otro chorro, más potente que el anterior. Esta vez, el semen se estrella, no solo contra la boca abierta de su madre, sino contra sus labios, contra sus mejillas encendidas. Ma ri Carmen cierra la boca y traga semen, saboreándolo con gusto. Pablo sigue corriénd ose, cada vez más aprisa. Los chorros escapan de su polla con celeridad, y Mari Ca rmen hace todo lo posible para tragárselos, pero no puede con todos. De esta forma , poco a poco, en cámara lenta, la cara de Mari Carmen se llena de semen, un semen que se le mete por todos lados : en la nariz, en los labios, en los ojos Pablo si gue corriéndose y lanza aún más chorros, aunque más débiles. -¡Ooooohhh!...¡Oooooohhh!...- gime el chico, cerrando los ojos y lanzando manguerazo s a diestro y siniestro. Cuándo al fin termina de correrse, cuándo la última gota abandona su polla, mira hacia abajo. Su madre tiene una expresión de inequívoca satisfacción en el rostro. Un rostr o que está chorreante de semen; porque Mari Carmen tiene la cara llena de semen po r todas partes, un semen que le corre en riachuelos por las mejillas y le corre hacia el cuello mojado. -Oh, mamá - gime el chico, a punto de derrumbarse a un lado. Pero antes de hacerlo, ve como su madre abre la boca y le muestra su interior, un interior lleno de esp erma viscosa . Mari Carmen sonríe y se lo traga todo delante de su hijo. Pablo cae hacia un lado y descansa. Al fin. Madre e hijo permanecen así, juntos, tumbados sobre la cama, desnudos, sin hablar. Al fin, después de una eternidad de deseos satisfechos, Mari Carmen se vuelve hac ia su hijo. -Pablito, tenemos que levantarnos y vestirnos tu hermana está al llegar y no querrás que nos vea aquí ¿no? Pablo mira al chorreante rostro de su madre. Y otra vez la palabra temida se ins inúa en su mente. -"Puta"- vuelve a pensar-"Puta. Pero ¿y si pudiera tener no una , sino dos putas par a mí esta tarde tan extraña?Borra el pensamiento. Pero ha dejado un poso en el fondo. Un resto difícil de borr ar. Pablo sonríe. Y se piensa la respuesta a la pregunta de su madre. Fin. Mari Carmen, una madre muy ardiente. 2 La luz última del atardecer se filtra con suavidad por las persianas casi bajadas de la habitación. Se trata de un dormitorio de matrimonio, amplio y bien amueblado , con una gran cama. Sobre la misma descansan dos personas, un hombre y una muje r. Bueno, un joven de quince años y una mujer de cuarenta y cinco. La mujer está tot almente desnuda. Tiene el pelo largo y lacio de un negro oscuro, unas grandes te tas que se derraman a ambos lados de su cuerpo y unas buenas piernas, fuertes y

bien definidas. El joven, también está desnudo. Está bien constituido y tiene, sobre t odo, una gran polla, un grueso y largo miembro que ahora descansa flácido, vuelto hacia un lado, caído sobre uno de sus jóvenes muslos. La mujer mira al joven, con la cabeza vuelta hacia él. Tiene una luz de miedo y ve rgüenza en la mirada y el chico lo nota. -Pablo, tenemos que vestirnos, tenemos que salir de la cama tu hermana va a venir en seguida por favor - susurra la mujer. Y después de decir esto, después de emitir su súplic a, su mirada recorre el cuerpo desnudo del joven, un cuerpo apetecible y bien fo rmado, hasta detenerse en un punto. El joven sigue la línea de esa mirada y ve lo que la mujer está mirando : su polla, flácida , pero aún grande y aparatosa, tumbada hacia un lado, caída sobre uno de sus m uslos. -Mamá, yo - responde el chico. Y tarda en continuar. Piensa en su hermana, en que es taría muy bien que los viera así a los dos, madre e hijo, desnudos en la cama. Algun as veces ha pensado sexualmente en su hermana Pili, e incluso se ha masturbado s oñando con ella, adivinando su cuerpo desnudo cerca del suyo. Pero esto de ahora s ería distinto, sería algo especial, los tres allí juntitos, desnudos, porque no duda qu e su hermana se uniría a su fiesta. Sin embargo, la mirada avergonzada de su madre le impide llegar más allá por ahora. Sabe que no puede forzar la situación. Así pues, lev anta la cabeza de su madre, que aún está contemplando su polla, y le planta un beso en la boca. -Mmmmpfff - gime la mujer, besada de forma maravillosa por su propio hijo. Pablo a caricia el pelo suave y sedoso de su madre y se fija en su rostro, un rostro bel lo, o al menos a él se lo parece, un rostro ahora cruzado por varios riachuelos de semen, su propio semen derramado sobre la cara de su madre cuándo ambos estaban f ollando, no hace muchos minutos. Las bocas se separan. Mari Carmen, que ese es e l nombre de la mujer y madre, contempla, arrobada, el rostro de su hijo. Pablo, por su parte, sonríe y vuelve a besar a su madre, pero no en la boca. Pablo abre la boca y engulle una teta de su madre. La chupa a fondo, la lame y s ucciona a placer el duro pezón. -Aahhh - gime la jadeante Mari Carmen, con los ojos fijos en la polla de su hijo, que ya está poniéndose dura de nuevo. Sin pensarlo, agarra la verga con una mano y e mpieza a pajearla. -Aaahh mamá ahhh no sigas ahhh - gime Pablo, mientras su miembro se endurece más y más. Mari men, entonces, recurriendo a toda su fuerza de voluntad, retira la mano de la po lla de su hijo y alza la cara de éste hacia la suya. -Si tienes razón no podemos seguir Pili está a punto de llegar de clase tenemos que irnos, v estirnos y y Pablo deja de lamerle la teta a su madre. La contempla un maravilloso instante. Mari Carmen, su madre, está allí tumbada a su lado, totalmente desnuda, con una pier na extendida y la otra recogida a la altura de la rodilla. Sus grandes tetas sub en y bajan rítmicamente, al compás de su agitada respiración. Su rostro refleja confus ión, miedo, y sobre todo, una gran vergüenza. Vergüenza por haber follado con su propi o hijo. Pablo ve todo eso, pero también ve otra cosa. Su madre tiene el deseo pint ado en la cara, en los ojos ardientes y brillantes, en su boca apetitosa, en su hálito caliente y prometedor de increíbles placeres. Y sobre todo, en su deliciosa y entreabierta boca, que parece estar esperando, no otro beso, sino una polla gra nde y jugosa. Es cierto. Mari Carmen vuelve a estar cachonda, vuelve a sentir la humedad inund ando su sexo caliente. Unas inmensas ganas de chuparle la polla a su hijo empiez an a dominarla. Pero sabe que no debe dejarse dominar por el deseo. Tiene que pa rar. Y lo hace. Con un increíble esfuerzo, se aparta de su hijo y se sienta en el borde de la cama, de espaldas a él. -Debemos levantarnos ahora, Pablo, por favor. No lo hagas más difícil.- le dice a su h ijo. -Tienes razón, mucha razón- dice Pablo, sin dejar de mirar la espalda desnuda de su desnuda madre, una espalda que deja adivinar el calido y jugoso culo que apenas está enterrado en el colchón. Pablo tiene de nuevo una erección. La tiene dura y grande, pero también sabe que, po r ahora, es mejor retirarse. Así, también se incorpora y se sienta en el borde de la

cama. Luego, sin mirar atrás, se levanta y se va a la otra habitación, dónde están sus ropas desperdigadas por el suelo. Mari Carmen lo oye vestirse. La hermosa mujer de cuarenta y cinco años se lleva la s manos a la cara, avergonzada de sí misma, y, horrorizada, comprueba que no puede llorar; es más, siente dentro de su ser que una fuerza implacable la está venciendo y que no podrá resistirse durante mucho tiempo. El placer sexual largo tiempo rel egado al olvido, a excepción de fugaces masturbaciones a escondidas, está recobrando su soberanía sobre el cuerpo de Mari Carmen. Vuelve a mirarse al espejo. Ahora, s u rostro, cruzado por regueros de semen viscoso y cremoso, el semen de su propio hijo, ya no es el rostro cansado, demudado y derrotado de tan solo hace unas ho ras. Ahora, en él hay determinación, deseo, y una fuerza interior en aumento que se asoma a los ojos como un brillo caliente y profundo. -¿En qué me he convertido?- susurra, mirándose al espejo. Pero no se responde. Confund ida, nota que tiene los pezones duros y en erección, y que el coño, mojado y calient e, le pide sexo. Se levanta, haciendo acopio de todas sus fuerzas y empieza a vestirse con la rop a de estar por casa. La luz exterior está menguando, pero aún es de día. Y hace calor, o al menos, Mari Carmen siente calor. Así pues, después de ponerse unas bragas limp ias, se pone encima un traje de una pieza de andar por casa, de colores chillone s, que le cubre el cuerpo hasta un poco más abajo de la cintura, dejando a la vist a sus hermosas piernas desnudas. No lleva sujetador, y sus grandes pechos se mue ven con gran libertad bajo la tela del traje, la cual, al no ser muy gruesa, pro porciona también una magnífica visibilidad de lo que no debería verse en una madre dec ente. Luego, se enfunda unas sandalias ligeras de dos tiras y se va al baño, dónde s e lava la cara para quitarse los restos de esperma. Justo a tiempo. Pili hace acto de presencia, abriendo la puerta de la calle. Pili veinte años, piel blanca, estatura media, ancha de cuerpo, no muy bella de rost ro. Buenas tetas, aunque no muy grandes, piernas fuertes y algo gruesas, como su madre. Pili, bien vestida, con libros bajo el brazo, con unas finas gafitas cua dradas sin montura, con su pelo corto y dorado ondeando al compás de sus movimient os. Entra en la casa, saludando a su madre y a su hermano, que parecen estar cada un o dedicado a sus tareas, como si no hubiera pasado nada. Los rayos del sol brill an con intensidad en esa tarde, aunque la noche ya se acerca. -¡Hola, mamá un besitooo hola Pablito, un besitoo asii - y Pili besa familiarmente a su madr e y a su hermano, que intentan parecer normales. -¿Qué que tal te ha ido en clase, Pili?- pregunta Mari Carmen, con la mente en otro si tio. -Oh, muy bien, muy bien mamá -¿Si, hija?-¿Estás enferma? Te he notado la piel muy muy caliente ¿tienes fiebre?- dice Pili, mirando ingenua a su madre- Oh, y a ti, Pablito, también te he notado la piel muy calient e ¿no estarán malos los dos? Madre e hijo se miran a los ojos y buscan desesperadamente una respuesta adecuad a. -No es nada, no es nada solo estuvimos limpiando el jardín - dice Pablo. -Si, eso, eso es , el jardín estaba echo un asco, ya sabes..- corrobora Mari Carmen, con una amplia y falsa sonrisa. -¡Si, la verdad es que sí!- contesta Pili, sin prestar mucha atención al asunto- Bueno ,me voy arriba a estudiar un poco tengo los exámenes cerca, ya sabes Y la joven de veinte años se da la vuelta y empieza a subir las escaleras al segun do piso del chalet. Mari Carmen y Pablo se quedan abajo, mirando como Pili sube, escuchando el sonido de sus pasos sobre los escalones, contándolos casi. Luego, s e escucha, definitivo, el portazo que da Pili en su habitación. Están solos. De nuev o. -Pablo- empieza Mari Carmen, sin subir mucho la voz- Yo creo que ahora debemos olv idar lo que ha pasado me voy a la cocina, a preparar la cena y tú, tú deberías irte a estu diar si, eso, estudia y olvida no debemos, no podemos Soy tu madre. No podemos. No, n

i hablar. Nunca más debemos hacer lo que hemos hecho hoy. Mientras habla, Mari Carmen no puede evitar dirigir furtivas miradas al paquete de su hijo. Y para su confusión y secreto deleite, nota que aquella polla enorme e stá hinchándose, moviéndose despacio pero certeramente de un lado a otro, como ansiand o salir de su prisión y penetrarla de nuevo. Mari Carmen ahoga un gemido sofocado y se obliga a mirar a los ojos a su hijo. Éste, al escuchar las palabras de su mad re se encuentra absorto mirándole las piernas. Le gustan las piernas de su madre, son bonitas, fuertes, bien formadas; y también le gustan sus pies, desnudos sobre las sandalias, unos pies en los que nunca se había fijado, pero que ahora le apare cen en todo su esplendor, con unos deditos finos y bellos que piden ser lamidos. Pablo nota que se está excitando. Intenta detener aquella fuerza animal que anida en su cuerpo y que amenaza con tomar el control de nuevo. Pero sus ojos suben, y se encuentran directamente con las tetas de su madre, débilmente escondidas tras la fina tela del traje de color chillón. Aquellas tetas grandes, con los pezones duros transparentándose a pesar de la tela que los cubre, hacen que el corazón le de un vuelco. Y una imagen de su madre desnuda , retozando con él en la cama, se adu eña de su mente. Con gran esfuerzo la consigue eliminar, al menos , de momento. -Si, mamá debemos si, no podemos, claro en fin, me voy arriba, a estudiar yo también luego b ajaré, cuando vayamos a cenar. -Si, claro. Hasta después, Pablo- contesta Mari Carmen, dándose la vuelta e iniciand o su retirada hacia la cocina, retirada que es más bien una vergonzosa huida, pues sabe bien que si continúa allí un minuto más, no tardaría en echarse en brazos de su hi jo Pablo también se va, pero antes de hacerlo, se queda mirando como su madre se diri ge a la cocina. Y el intenso y sensual bamboleo de las nalgas de su madre, aquel hermoso culo casi a la vista a pesar de las bragas que lo cubren y de la tela d el traje, hacen que Pablo sepa una cosa con total certeza: desea a su madre y su madre lo desea a él. Está seguro. Y también está seguro de otra cosa: volverá a follarse a su madre. Seguro. La luz del día es un recuerdo. La primera oscuridad invade la cocina, amplia y bie n iluminada por buenas lámparas, una cocina con todos los lujos y detalles, dónde cu alquiera se siente bien nada más entrar. Mari Carmen intenta, desde hace ya no sab e cuanto tiempo, olvidar y hacer la cena. Pero no puede concentrarse. La imagen de su hijo desnudo, sobre la cama, con su gran polla enhiesta, domina su mente. La mujer y madre está excitada. Nota duros sus pezones, nota el calor en su entrep ierna. Gime ahogadamente, con las manos apoyadas en el fregadero. -Aaaahhh- jadea, con la boca abierta, los ojos casi cerrados, dejándose llevar, po rque sabe que no puede combatir contra el deseo que domina su cuerpo. Deja que l a imagen de su hijo totalmente desnudo domine su mente. Se concentra en la visua lización de su polla, una polla grande y poderosa, una polla que la ha hecho gozar como no recuerda haber gozado nunca. Mari Carmen se sienta en una silla. Separa las piernas y se descalza con un golp e seco de sus pies. Luego, se remanga hacia arriba el corto traje que lleva pues to y de un tirón, se baja las bragas , hasta dejarlas hechas un ovillo en torno a sus pies desnudos. Sabe que así es más peligroso, que si escucha bajar a su hija ten drá poco tiempo para subirse las bragas y ponerse el vestido bien puesto, pero tam bién sabe que así es más agradable, sintiéndose casi desnuda, con el coño al aire. Y también empieza a comprender otra cosa. El peligro, la posibilidad de ser descubierta e n esa postura tan poco decente por su hija la excita, la pone cachonda. De hecho , está muy cachonda. Está mojada. Tiene el coño mojado y a punto. Mari Carmen, desnuda de cintura para abajo, sentada en una silla de la cocina, a bierta de piernas, empieza a masturbarse metiéndose un dedo en el coño mojado. -Ooohh siii ahhhh que gustooo - susurra la madre de cuarenta y cinco años, masturbándose de forma compulsiva, pensando en su hijo Pablo, imaginándoselo desnudo y con la polla tiesa. Al mismo tiempo, arriba, en el piso superior, en su habitación, Pablo no puede con centrarse en sus deberes. No puede. No deja de pensar en su madre, no deja de ve

rla con los ojos de la imaginación, tal como la vio no hace ni dos horas, desnuda por completo. Con los ojos cerrados o abiertos, no deja de pensar en ella. Y la ve desnuda una y otra vez, con sus grandes y bamboleantes tetas, su deliciosa so nrisa, sus bellas piernas, su entrepierna peluda y apetitosa, su coño abierto, moj ado y tentador. Y cuando recuerda el hermoso culo desnudo de su desnuda madre, no puede contener se más. Pablo se quita la ropa con rapidez, asegurándose antes de que su hermana está bien e ncerrada en su habitación. Luego, se tumba sobre la cama y empieza a frotarse la p olla con una mano. El tacto sedoso de su propia verga lo excita aún más y se pone a imaginar que su madre ha venido y le está haciendo una mamada. -Ohh, sii mamá - susurra, temeroso incluso de escuchar sus propias y obscenas palabras incestuosas- chúpamela, mamá sii asii .ohhh Su mano se desliza arriba y abajo con celeridad por toda la suave superficie de su juvenil y potente polla. Cierra los ojos y la imagen de su madre desnuda lo i nvade. Aumenta el ritmo de su paja y empieza a jadear de placer. En la cocina, Mari Carmen, arrebatada por la pasión que desborda su cuerpo, se ha quitado del todo el traje que llevaba puesto y ahora, totalmente desnuda, se mas turba sentada en una silla. Le gusta sentirse desnuda, notar el aire acariciando su piel, el tacto de la madera de la silla rozando su culo. -Oh , si dame tu polla, Pablito dámela toda tooodaa ahhh .déjame que te la chupe sii - Mari C usurra y jadea, babeando un poco, con los pechos subiendo y bajando una y otra v ez, al ritmo de su respiración entrecortada. Se ha metido dos dedos en el coño y se masturba sin parar, dejando que sus jugos libidinosos manchen la silla. De pronto, un ruido la interrumpe. Pasos. Un portazo.¡ Pili bajando las escaleras! Con la celeridad de la desesperación, Mari Carmen se pone las bragas, y se mete el traje por encima. Justo cuando su hija está entrando en cocina, encuentra las san dalias y se las pone con rapidez. El corazón está a punto de salírsele por la boca. -Pi Pili que haces aquí todavía no está la cena.- balbucea Mari Carmen, mirando a su hija. Pili ha venido con ropa de andar por casa. Y una ropa que a Mari Carmen, en su a ctual estado de excitación casi total, le parece muy provocativa. La joven de vein te años lleva encima solo una camiseta vieja, que le tapa lo justo, dejando sus pi ernas al aire. Y es tan corta esa camiseta, que la parte baja de su culo, cubier to con unas bragas normales, está a la vista. No lleva sujetador, y Mari Carmen pu ede verle las tetas a través de la tela de la camiseta. Y la asustada, excitada y confundida madre comprueba que verle las tetas y las piernas a su hija, la pone cachonda. Eso es más de lo que puede soportar, así que se da la vuelta , para no ver a su hija, que ahora le parece apetecible. -Oh, mamá, vine a comer algo antes de la cena estudiar me da hambre je,je - dice Pili, s onriendo. Sin esperar contestación, abre la puerta de la nevera y se sirve algo -Por cierto , mamá ¿estás bien? Te noto no sé sofocada parece que respiras con dificultad Y era cierto. Los grandes pechos de Mari Carmen subían y bajaban a gran velocidad y sus pezones, duros como piedras, se transparentaban más de lo que la atribulada madre deseaba. -No, no es nada es solo que que ¡que no se me ocurre que hacer para cenar! Y estoy tan sola sin tu padre que a veces no se yo- contesta Mari Carmen, volviéndose hacia su hija con su expresión más ingenua e inocente. -Mamá, tranquila ¿no habrás estado llorando, tu aquí sola, eh?...Si, si , que te conozco vam os, un besitooo - y Pili se acerca a su madre y la besa en la mejilla. Al hacerlo, sus pechos se aplastan contra los grandes melones de Mari Carmen y ésta no puede evitar sentir un relámpago de deseo en su coño caliente- Papá llegará pasado mañana no es pa ra tanto ¡además, nos tienes a Pablito y a mí! Asi que ¡alegra esa cara y haz una buena ce na para tus gorrones hijos! -¡Je, je, je!- se ríe Mari Carmen, forzada a hacerlo por las palabras y la risa de s u hija. El corazón todavía le palpita a mil por hora, pero ahora ya se le está pasando . El temporal ha sido capeado. Pili no ha notado nada extraño. -Bueno, me voy- dice Pili, con un brillo en su sonrisa, la luz iluminando los cr istales de sus gafitas modernas.- Bajaré a la hora de cenar.¡Adios! Y se da la vuelta y se va. Mari Carmen la ve irse, la oye subir los escalones , escucha el portazo en su habitación. Solo entonces se permite dar un tremendo susp

iro de alivio. Le tiemblan las manos, le arden las mejillas, y está más excitada que nunca. A toda prisa, intenta borrar de su memoria la visión de su hija, apetecibl e sexualmente con aquella simple camiseta cubriendo parcamente su desnudez. -Vamos, Mari Carmen, será mejor que te pongas a hacer la cena- se dice a sí misma. - No, no será lo mejor- dice detrás de ella la voz de su hijo Pablo- ¡Lo mejor es esto ! -¡Oooh!¡Pablitooo!-gime Mari Carmen., volviéndose y abriendo los ojos al máximo. Porque su hijo está frente a ella, con la polla tiesa y dura fuera de los pantalones, apa reciendo como un misil poderoso entre la bruma oscura de la cremallera abierta. -Oí como bajaba Pili. Hice lo mismo y me escondí a escuchar. Ahora está arriba y tarda rá en bajar. Se que necesitas verme, y, sobre todo, se que necesitas esto, mamá - dice Pablo, agarrándose la verga con una mano. -No, no Pablo ahora no Pili está arriba, podría oirnos, podría bajar en cualquier momento. balbucea Mari Carmen , retrocediendo hasta el poyo de la cocina y aplastando su dulce culo contra el mismo. Pablo avanza, con la lujuria brillando en sus ojos, que ya no le parecen a su madre los de un adolescente, sino los de un hombre di spuesto a todo para echar un polvo. Pablo empuja a su madre con su cuerpo. La boca del joven busca con ansia la boca de la mujer madura. Mari Carmen se resiste. -No no - balbucea la mujer, hurtando su boca a la boca de su hijo. Pablo la abraza , aplastandole su polla endurecida contra el vientre. Mari Carmen se siente arder de pasión. Sabe que debe negarse, pero también sabe que no puede. No puede. Después d e una corta y fútil lucha, entreabre los labios y se deja besar en la boca por su propio hijo. -Mmmmhhh- gime Mari Carmen, sintiendo la lengua de Pablo dentro de su boca. Los labios de su joven hijo la hacen derretirse de deseo. Pronto es la mujer la que toma la iniciativa y el joven se siente penetrado en la boca por la lengua de su madre. -Mmmmhh- gime ahora Pablo, excitado. Caliente, el muchacho le mete mano a su mad re y le saca las tetas de debajo del traje, dejándoselas obscenamente al aire. -¡Oooh!- exclama Mari Carmen, echando un vistazo a sus melones al descubierto. La mujer sonríe. Pablo, entonces, estruja las tetas de su madre con ambas manos y lue go le da otro beso en toda la boca.-¡Oooohhh!- gime Mari Carmen, que intenta jadea r lo más bajito posible, para que su hija Pili no los oiga. Pablo, que siente que toda su pasión contenida se desborda al ver las potentes tetas de su madre, se qui ta la camisa y se quita los pantalones. Mari Carmen sonríe al ver que su hijo no l leva calzoncillos debajo de los pantalones. El chico, desnudo, con la polla ties a, mira a su madre a los ojos. Mari Carmen, con las tetas fuera, jadeante, entre abre la boca y se relame despacio. Es todo lo que Pablo necesita. Se abalanza sobre su madre en silencio. Le agarra el traje, lo estruja y lo desgar ra, lo destroza, lo lanza al suelo hecho trizas. -¡No!- gime ahogadamente Mari Carmen, aterrada porque si su hija bajase, no podría v estirse y sería descubierta.-¡No, mi traje Pili no, por favor!- pero Pablo no atiende a razones. Aparta los restos del destrozado traje y admira a su madre, que solo ll eva encima unas bragas negras de encaje. Se lanza de nuevo sobre ella y le quita las bragas. Mari Carmen no opone la más mínima resistencia. Su hijo avanza hacia el la, le agarra las bragas por encima, las empuja hacia abajo y se las deja arroll adas en torno a los tobillos. Luego, con exquisita suavidad, se las quita, aprov echando para despojar a su madre también de las sandalias. Mari Carmen está desnuda. Pablo se lleva las bragas a la cara, las huele durante u nos instantes y luego las destroza, desgarrándolas como hizo con el traje. -¡Nooo!- exclama Mari Carmen, intentando no levantar la voz. Ahora, está perdida si su hija Pili baja de su habitación. No tiene nada, nada en absoluto que ponerse. Y eso la excita. Y mucho. Nunca había probado el peligro en las relaciones sexuales y le está gustando. Pablo avanza hacia ella. Mari Carmen, respirando entrecortada mente, le agarra la verga con una mano y lo besa en la boca. Es un beso largo y bello, con las dos lenguas entrelazadas, un beso de profundos gemidos y de abundante saliva. Mientras su madre lo besa en la boca, Pablo nota que su pene alcanza la erección más poderosa y endurecida que recuerda.

-¡Mmmmmmpfffmmmhh!Mari Carmen, al fin, separa sus labios de los labios de su hijo. La mujer de cua renta y cinco años, de largo pelo lacio negro y grandes y hermosas tetas, está más que excitada. Siente que su coño está encharcado, lleno de jugos a punto de explotar. M ira largamente a los ojos a su hijo. Luego, sin decir nada, recorre con sus mano s la espalda de Pablo, le acaricia durante varios instantes el culo y , finalmen te, se arrodilla frente a él. Levanta la vista hacia su hijo. Pablo respira entrec ortadamente. Mari Carmen abre la boca y, con exquisita suavidad, toma entre sus labios la polla de su hijo y empieza a chuparla. -Slurp.Slurp.Slurp.¡Mmmmhhh!¡Slurp!¡Sluuurp!En la cocina iluminada por las potentes pantallas, solo se escucha el sonido que produce Mari Carmen al chuparle la polla a su propio hijo. -Aaaahhh ah ahh ma maaa ahh ¡siiii!...¡Oooohhh!-jadea Pablo, en éxtasis, mientras su madre le a la polla. Mari Carmen, embelesada con el tamaño, el grosor, la dureza y el delic ioso sabor de la verga de su hijo, está en otro mundo. Lo ha olvidado todo, inclus o que está totalmente desnuda y que no podría taparse en caso de que Pili decidiera volver para decirle cualquier cosa. Solo piensa en chupar. Y chupa y chupa una y otra vez, metiéndose la polla hasta el fondo de la garganta, llenándola de saliva y recorriéndola por toda su rugosa superficie con su ansiosa lengua. -Aaahhh mmmhhh slurp, slurp, slurp ¡MMMHHH!- chupa y chupa Mari Carmen, con los ojos cer rados, la polla de su hijo dentro de la boca, la saliva saliéndosele por la comisu ra de los labios. -Aahhh siii ooohhh..- gime Pablo, suavemente, mientras en su mente se dibuja con cla ridad una obscena frase que no llega a pronunciar :"¡Chupa, puta, chupa!" . Y el pensar en esa frase, el sentir esa palabra, la palabra "puta", combinado co n el hecho de que su madre le está haciendo una mamada estupenda, hace que Pablo s epa que si continua sin hacer nada se correrá dentro de poco. Y no quiere que eso suceda. Al menos, no todavía, puesto que está decidido a follarse a su madre. Así pues , insta a su madre a incorporarse, simplemente cogiéndola por la barbilla y presio nando un poco hacia arriba. Mari Carmen abre los ojos, mira a su hijo, y se saca la polla de la boca. Ahora ambos están frente a frente, desnudos, palpitantes, ansiosos, con los corazo nes desbocados. Pablo coge a su madre por los hombros, la empuja con suavidad y la dirige unos pasos hacia delante, hacia la mesa de la cocina, una mesa cuadrad a y fuerte de madera. Mari Carmen casi no puede respirar de la emoción. Pablo, al empujarla, aplasta su polla contra las nalgas desnudas de su desnuda madre y Mar i Carmen gime de placer. La madre, desnuda y expectante, se encuentra ahora de cara a la mesa de la cocin a. Pablo, acto seguido, la empuja hacia delante de nuevo y Mari Carmen se dobla por la cintura y aplasta sus pechos contra el tablero de la mesa, mientras separ a sus piernas y se aferra firmemente al suelo con sus pies desnudos. El culo de Mari Carmen resalta ahora en todo su esplendor. Pablo se acerca. Se inclina. Besa el culo de su madre, lo besa una y otra vez. L uego, lo acaricia. Finalmente, saca la lengua y lame el ano de su madre. Lo lame lenta y dulcemente, dejando que la saliva impregne el oscuro y apetitoso agujer ito. Mari Carmen gime, extasiada. -Aaaahhh ahhh ¡ahhhh!- y tiene que morderse los labios para no gritar de placer. Pablo se incorpora un poco, se agarra la gran polla enhiesta y aprieta su glande enro jecido y mojado contra el agujero anal de su jadeante y cachonda madre. -¡OOOH!!- exclama Mari Carmen, con los ojos muy abiertos, al notar la presión de la polla de su hijo contra su más secreto agujero. Durante un instante, contiene la r espiración y mira hacia atrás. Pablo le devuelve la mirada. Luego, Mari Carmen exhal a un profundo gemido y Pablo empieza a penetrarla por el culo. -Oh oh - gime Mari Carmen. La polla de Pablo, tras vencer la resistencia del anillo exterior del culo de su madre, se abre paso con fuerza. Oh oh ooohhh - jadea Mari Carm en, con los ojos semicerrados y un intenso placer instalado en su sexo mojado. P ablo empuja con fuerza y pronto, su dura y potente polla penetra sin obstáculos en el culo de su madre. -Aaaaahhh siii siii dámela toda ahhh - gime Mari Carmen, totalmente cachonda. Pablo introduc e por completo su verga en el culo de su madre y luego se inclina sobre ésta, besánd

ola en las mejillas. El hijo puede oler y aspirar el caluroso aliento de su madr e. Ésta, por su parte, no cesa de gemir ni de jadear de placer. Nunca, nunca, le h abían dado antes por el culo. Y la experiencia la está llevando a límites de placer in explorados, que hacen que su coño se bañe en jugos calientes que se deslizan muslos abajo. -Oh ahhh siii tu culo sii - gime Pablo, mirando y acariciando a su madre, disfrutando de l a maravillosa escena tanto como de la jodienda en si misma, pues el magnífico e in creíble hecho es que tiene a su madre de bruces sobre una mesa y le está dando por e l culo. La fibrosa y potente polla del muchacho se hunde en lo más profundo del culo de Ma ri Carmen, descansa un instante y luego sale otra vez, casi del todo, para volve r a entrar, una y otra y otra vez, en un baile obsceno y delicioso que hace que la sobreexcitada madre babee de gusto, con los ojos en blanco y la lengua fuera. -Oohhh no puedo más yo ahhh Pablo me me .corrooo .ohhh- gimotea Mari Carmen, corriéndose de aculando chorreantes ríos de jugos cremosos que se derraman imparables por sus mus los. El muchacho nota el calor de la leche de su madre descendiendo desde su coño ardiente, lo nota pegajoso en sus propios y temblorosos muslos, y aumenta el rit mo de sus embates, follándosela aún con más fuerza. BUMP.BUMP.BUMP.BUMP. Mari Carmen no tarda en ponerse cachonda de nuevo. La poderosa polla de su hijo sigue dándole por el culo de forma increíble y la desnuda y bien follada madre se mu erde los labios para no aullar de placer. -Ah ahh ahh ahhh ¡ahhhh!- gime y gime Mari Carmen, babeando, sudando, sintiéndose a punto de explotar de gusto, derritiéndose casi ante los furiosos embates de la gran polla de su hijo. Pablo sigue dándole por el culo, como un autómata, una y otra vez, metie ndo y sacando su endurecida y mojada verga del culo de su madre, notando a cada movimiento que el orgasmo se acerca más y más. -"¡Puta!- piensa Pablo, y no quiere pensarlo. Pero lo sigue haciendo, excitado y c achondo a más no poder-¡Puta!¡Puta!¡PUUUTAAA!" . Y esas palabras que estallan en su mente calenturienta contribuyen a aumentar ha sta lo insoportable la excitación del muchacho. Pablo saca la polla del ano de su madre y durante un instante, un hermoso y atemporal instante, contempla su obra: su madre yace tumbada de bruces sobre la mesa, con los pies en el suelo, despat arrada, totalmente desnuda, con su hermoso y apetitoso culo en un magnífico primer término. Pablo se fija en el agujero del culo de su madre: lo tiene agrandado y u n poco enrojecido, como consecuencia de la penetración anal a que él mismo la ha som etido. Luego, se fija en el coño de su madre: lo tiene grande, abierto y muy mojado es tá bañado en jugos, jugos que surgen de la hermosa rajita como torrentes imparables. "¡PUTA!"-vuelve a pensar Pablo, pero no es un pensamiento en sí, es más bien como si l a palabra tuviera vida propia y se instalara en su mente sin permiso. Y Pablo se mira la polla. La encuentra grande y dura, y enrojecida y temblorosa y llena de venas y de piel sedosa y Y nada más, puesto que el orgasmo ya le llega. C on un supremo esfuerzo, se acerca a su madre, le aplasta la verga contra las nal gas y empieza a correrse, entre gemidos y jadeos de placer. Chorros de semen salen disparados de su polla y mojan en abundancia el culo de M ari Carmen, mientras Pablo gime de placer, con los ojos cerrados, extasiado en e l disfrute de su propio orgasmo. Mari Carmen, al notar el calor del semen derramán dose sobre su culo indefenso y follado, no puede contenerse y se corre también, de rramando sus jugos calientes de nuevo, en medio de ahogados gemidos de placer. -¡Ooooohhhh!- gime Mari Carmen, corriéndose, sintiéndose totalmente follada -¡Aaaahhh! -¡Siiii ahhh ahhh me corroooo mamaaa ahhh!!- exclama, con la voz susurrante, Pablo, mientras u miembro viril, endurecido y vibrante, lanza chorros y más chorros de semen sobre el culo de su follada madre. Al fin, el orgasmo termina, para los dos. Extenuado, Pablo se retira, y admira la belleza de la desnudez total y obscena d e su madre, de espalda a él, tirada de cualquier forma sobre la mesa de la cocina, desnuda, abierta de piernas, mostrándole sin pudor alguno tanto su coño enrojecido y mojado como su agujero anal, que muestra a las claras las señales de su reciente sodomización. Y que decir del culo de su madre, casi cubierto por completo por ab

undantes riachuelos de chorreante semen que se desliza hacia abajo, hacia sus mu slos potentes Mari Carmen se recupera un poco, se deja caer al suelo y se da la vuelta. Contem pla la polla de su hijo, grande aún después de correrse. Y la amorosa madre se arras tra por el suelo y llega hasta Pablo. Se yergue un poco, le coge la polla con la boca y empieza a lamérsela, hasta dejarla limpia por completo. -Mmmmhhh Pablo - susurra, sacándose la polla de la boca- Tienes una polla maravillosa y ¿sabes que tu padre nunca me ha dado por el culo?Pablo siente que las fuerzas empiezan a regresar a su miembro al oir las palabra s de su madre. -Si- continúa ésta- Mi culo es era, virgen, hasta esta tarde, hasta que tú oh ¡Dios, que esto diciendo!- Mari Carmen se levanta, horrorizada al escuchar sus propias palabras . La excitación ha disminuido mucho en su cuerpo y ahora, la vergüenza y el oprobio dominan su corazón. -¡No!¡Debo irme estoy desnuda sin ropa que ponerme Pili si Pili nos ve no!- y busca enfebreci a los restos de sus destrozadas prendas. Los encuentra, agarra con vehemencia la s bragas hechas jirones, su vestido hecho trizas, y se dirige a la puerta de la cocina, no sin antes mirar a los ojos a su hijo Pablo. -Pablo esto no puede repetirse más no debemos hacerlo más nos podrían descubrir ¡ y además, e soy tu madre y una madre no debe no debe follar con su hijo! Yo me voy me voy a mi alcob a a vestirme y luego, volveré, para hacer la cena no me sigas ahora no, Pablito, por f avor yo Los ojos de Mari Carmen se llenan de lágrimas de vergüenza. No puede soportar la mir ada de su hijo. Y escapa, desnuda, por el pasillo, hacia su habitación, ahogando l os sollozos que acuden a sus ojos y a su boca. Pablo, con una creciente excitación, la ve marcharse, y no puede evitar fijar su m irada en el magnífico culo desnudo de su madre, que se bambolea sensualmente a un lado y a otro, como incitándole a una nueva aventura incestuosa. Al fin, oye el portazo de la habitación de sus padres. Pablo, entonces, se viste s in prisa, casi deseando que Pili baje y lo sorprenda desnudo y con la polla toda vía muy endurecida. Sabe que lo suyo con su madre no ha terminado, que se trata so lo de un descanso. Lentamente, inicia el camino de regreso a su habitación. FIN. Mari Carmen, una madre muy ardiente. 3. El agua desciende, cálida y suave, desde la cima de la ducha, diluyendo rápidamente los abundantes restos de semen que cubren el culo y la espalda de Mari Carmen. L a apetitosa cuarentona, desnuda y mojada, tomando su segunda ducha en un mismo día , mira, hipnotizada, como el semen, mezclándose con el agua, desaparece de su cuer po. Ya está limpia, pero continúa bajo el agua un rato más. Es de noche, debería estar h aciendo ya la cena. Pero no puede. Ahora le parece increíble; al menos a una parte de su mente, la más racional, la que grita que está mal lo que está haciendo, le parece inaceptable, insoportable, el he cho, el pervertido hecho de haber practicado el sexo con su propio hijo Pablo. Mari Carmen cierra los ojos. Las imágenes de su hijo desnudo, con su enorme polla apuntándola como si fuera un arma, los impactantes recuerdos de la cocina, cuándo Pa blo la penetró por detrás, por el mismísimo culo Son demasiado reales, demasiado recient es Mari Carmen jadea bajo la lluvia de agua caliente. Sin pensarlo, se estruja sus tetas, unas tetas grandes y jugosas, aunque algo caídas hacia abajo. -Ah - gime la hermosa madre desnuda. El agua está tan, pero tan caliente, piensa Mar i Carmen. Sus dedos se deslizan hacia su entrepierna, los pelos mojados de su pu bis acarician su mano. Pronto, un hábil dedo índice penetra en el coño entreabierto y Mari Carmen, casi sin querer, empieza a masturbarse. -Ahhh- gime de nuevo- ahhh ahhh mmmhhh El dedo se mueve cada vez más y más aprisa, Mari Carmen, es evidente, desea correrse . Pero entonces, en el último momento, la parte racional de su mente toma el mando y ordena que todo aquello se detenga. Mari Carmen abre los ojos, avergonzada. S e saca el dedo del coño y cierra la ducha. Comienza a secarse, con prisa, pues deb e preparar la cena ya para no dar que pensar a su hija Pili, que está estudiando e n su habitación del piso alto.

Luego, una toalla por encima, un rápido correteo hacia la habitación y allí, a salvo, cierra la puerta y, desnuda, se sienta sobre la cama a sollozar ahogadamente. -¿Qué me pasa, qué me pasa?- se pregunta, intentando olvidar lo inolvidable, intentand o conjurar las imágenes de este día tan extraño en el que ha follado varias veces con su propio hijo, el cual la ha llevado a cimas de placer inexploradas.-No puede s er, tengo que ser fuerte- se dice- A partir de ahora, todo ha acabado con Pablit o. Nada de sexo, nada de nada. Se acabó. Y lo mejor es que casi se lo cree. Más serena, busca unas bragas limpias, pues Pablito le destrozó las últimas en la coci na, justo antes de follársela por el culo. Las encuentra, se las pone y se dirige a buscar un traje adecuado, nada de trajes cortos y sugerentes. Pero lo del traje es más difícil. Con terror, comprueba que solo tiene disponible un traje de una pieza bastante corto por debajo y estrecho por arriba, de esos que marcan las piernas y los pechos. -Voy a tener que comprar ropa- se dice, atribulada. Y se pone el nuevo traje, li mpio y sexy. Sus piernas quedan bastante al descubierto y sus grandes tetas tamb ién, pero espera que Pablo sepa controlarse y que respete sus deseos de abstinenci a. Por último, se calza sus sandalias de andar por casa y se dirige a la cocina. -¡Pablo!- exclama la madre, al ver a su hijo en la cocina. Pablo, por suerte, está v estido, pero a través de sus pantalones se adivina el increíble tamaño de su miembro. Mari Carmen intenta no fijarse demasiado en el paquete de su hijo y lo mira a lo s ojos, reprendiéndolo con la mirada. - Vete de aquí, Pablo- le dice, resistiendo el deseo que la impulsa a desnudar a s u hijo y a comérselo a lametones- Se acabó. Nunca más haremos eso que hemos hecho hoy olvída lo y yo lo olvidaré también. Por favor. Hazlo por mí. Pablo mira las piernas de su madre, le mira las tetas, desbordantes bajo el traj e. La polla se le hincha, pletórica, imparable. Se ha corrido varias veces ese día, pero su potencia, su juventud, son tales que su deseo sexual parece ilimitado. S olo piensa en follar, y sobre todo, en follarse a su madre de nuevo. También él sien te algunos escrúpulos al desear a su propia madre, pero su polla ha tomado el mand o de su cuerpo y parece que no va a cederlo con facilidad. -Mamá, por favor - susurra Pablo, acercándose a su madre- Por favor mira como estoy mira est o no puedo contenerme Y al decir estas palabras, se saca la polla y la muestra a su madre. Mari Carmen , boquiabierta, contempla la hermosa, potente, gruesa y endurecida verga de su h ijo y siente que el ardor más excitante y placentero se instala en su entrepierna. Sin embargo, resiste: -Nooo no otra vez no, Pablo, no lo vas a conseguir fuera, vete de aquí ¡vete!- le dice a su hijo. Pablo advierte la determinación en la voz y en la mirada de su madre. Contr ariado, se guarda el miembro en los pantalones y, con la cabeza gacha, se va de la cocina. -Uf- suspira Mari Carmen cuándo oye al fin el portazo que da Pablo en su habitación. Se siente orgullosa por haberse podido contener y por haberle parado los pies a su hijo. Sonriendo, se pone a hacer la cena, no sin antes constatar que, de tod os modos, un rescoldo de aullante deseo aún hierve en su coño, mojándola de deseo. La noche avanza y mientras Mari Carmen trajina en la cocina, arriba, en la habit ación de Pablo, el ansioso quinceañero, buscando el alivio para la presión que amenaza con hacerle reventar la polla, se baja los pantalones y, sacándose la verga, empi eza a masturbarse. -Mmmmhh - jadea, con los ojos cerrados, imaginándose a su madre desnuda.-Oohh Su mano derecha baja hasta el tronco de su polla, se enrosca en ella y empieza a subir, lenta y suavemente, hacia arriba, hasta alcanzar el tembloroso y enrojec ido glande, que luce una perla gloriosa de transparente jugo en su punta. -OH, si mamá sigue sigue - gime con voz muy baja Pablo, empezando ahora el descenso con su mano derecha. Llega hasta el final y continúa más allá, estrujándose con suavidad los g randes testículos, repletos y globulosos. Su mente desbocada mezcla deseo con real idad y en su imaginación, su madre se convierte en una zorra caliente que lo empuj a hacia la cama y se lo folla una y otra vez, lanzando gemidos de placer y aulla ndo palabras obscenas. -Si, mamá si puta puta puuutaaa .- Pablo expulsa esa palabra y la paladea, comprobando que l

o excita pronunciarla, mientras se imagina a su madre desnuda chupándole la polla. -Puta puta - y luego, más fuerte aún- ¡Puta! Pablo está perdiendo el control. Excitado, el quinceañero se desnuda por completo y empieza a masturbarse con violencia, machacándose la enorme verga con ambas manos. -Ahhh ahhh ahhh sii ahhhh - gime el joven. Cerca, muy cerca, al otro lado de su puerta, su hermana Pili lo observa asombrad a y extasiada. La joven universitaria ha salido a preguntar por la cena. Pero al pasar por delante de la puerta de la habitación de su hermano ha oído gemidos. Y se ha puesto a mirar a través del ojo de la cerradura, con los cristales de sus gafi tas de diseño casi pegados al pomo de la puerta. Pablo está tumbado desnudo sobre la cama, justo frente a la cerradura. Pili tiene así una buena visión del grueso miemb ro de su hermano, un miembro viril duro y enhiesto, alzando su desafío hacia el te cho. Nunca había visto la polla de su hermano. Y le parece enorme y poderosa. Pili, con los ojos como platos, deja que la excitación domine su cuerpo y empieza a masturb arse también, frotándose la entrepierna a través de las bragas. Luchando por no gemir y, sobre todo, luchando para no entrar en la habitación y ofrecerse a su hermano, Pili se despoja poco a poco de la camiseta que lleva encima y luego, casi sin sa ber lo que hace, se quita las bragas para poder masturbarse más a gusto. Desnuda, la joven de veinte años contempla a su desnudo hermano y se masturba con pasión, metiéndose un dedo en el coño, mientras babea de gusto admirando la polla de P ablo. De pronto, Mari Carmen llama a sus hijos para la cena. Pablo deja en el acto de masturbarse y Pili, aterrada ante la posibilidad de ser descubierta en tan poco digna postura desnuda, fisgando a través del ojo de la cerradura coge rauda y velo z la camiseta y las bragas y corre hacia su habitación. Pablo se viste y se guarda con pesar la potente polla en los pantalones, antes d e abrir la puerta para bajar a la cocina. -¡Hola, hermanito!- lo saluda, jovial y desenfadada, su hermana Pili, vestida solo con una camiseta que deja a la vista sus piernas, bonitas y apetecibles. Pablo se fija en las tetas de su hermana, que se transparentan a través de la tela de la camiseta, y nota que le gustan, que le excitan.- ¿Va todo bien? Te noto cansado.- l e pregunta Pili, socarrona. -Oh, si, todo va de maravilla- le contesta Pablo, sin dejar de pensar en que su hermana está más o menos buena, sin ser un bombón y que no estaría mal follársela. -¡A la cena!- grita Mari Carmen, orgullosa porque ha conseguido hacer la comida en un tiempo record y, además, ha logrado evitar una nueva sesión de sexo con su propi o hijo. Pasan los minutos. La pequeña familia cena con aparente tranquilidad, bajo la luz e léctrica de la cocina. Pablo ha elegido sentarse junto a su madre y Pili está frente a ellos. La joven universitaria no deja de preguntarse qué le ha pasado, como ha podido excitarse viéndole la polla a su propio hermano e intenta olvidar la escena. Pero no puede. Mientras habla de cosas intrascendentes, en su mente se proyecta de nuevo la película en la cual su hermano, desnudo, se acaricia con primor su eno rme verga enhiesta. Y Pili se excita, muy a su pesar. Frente a ella, Mari Carmen intenta mantener la compostura. Y es que Pablo no ces a de acariciarle los muslos desnudos, pasando la mano por debajo de la mesa. De cuando en cuando, la avergonzada madre le lanza una furibunda mirada a su hijo, pero de nada sirve. Pablo sigue acariciando los muslos de su madre. Para evitar cualquier desliz, Mari Carmen elige hablar preferentemente con Pili, pero al poc o se da cuenta de algo anómalo: se descubre a sí misma admirando las tetas de su hij a, que se le transparentan a través de la camiseta. Abochornada por esta libidinos a y lésbica novedad, Mari Carmen lucha por desviar la mirada. Pero aquellas tetita s tan firmes, tan jóvenes y turgentes, la cautivan. Sigue mirándolas y Pablo sigue a cariciándole los muslos. El chico está a cien y su gran polla parece una montaña encer rada en los pantalones. Si se levantara ahora mismo, su madre y su hermana adver tirían sin género de dudas su erección. Pero no se levanta. Continúa acariciando los mus los de su madre, excitándose con el suave y sedoso tacto de la piel femenina. A la vez, también es consciente de las tetas de su hermana y le echa rápidos vistazos, i

maginándose a Pili desnuda, con aquellas apetecibles tetas al aire. Sobreexcitado, mete una mano bajo el traje de su madre, le agarra las bragas y se las baja has ta las rodillas. -¡Ohh!- exclama Mari Carmen, asustada. -¿Qué te pasa, mamá?- pregunta Pili. Mari Carmen mira un segundo a su hijo Pablo y lue go recobra la compostura. -Na nada, que por poco me ahogo, je, je en fin, sigamos comiendo espero que esto no se repita- dice la madre, enrojecida de vergüenza. Pero Pablo no capta el mensaje y continúa a lo suyo. Un instante después, comienza a acariciar el culo de su madre, c on total y absoluta impudicia. -Mmmm ahh esto está ¡buenísimoooo!- gime Mari Carmen, excitada en contra de su voluntad. -No sabía que esta comida te gustara tanto- observa Pili, extrañada. Pero pronto dej a de pensar en el asunto. Y lo hace porque las grandes tetas de su madre captan su atención. Si antes se sintió avergonzada por haberse excitado viéndole la polla a s u hermano menor, ahora se siente aún más humillada, puesto que nota que verle las te tas a su madre, unas tetas grandes y caídas, tapadas solo un poco por la tela del traje, la pone extrañamente caliente. -Ooohh que comida tan bueeenaa - jadea casi Mari Carmen, intentando que no se note muc ho que está cachonda. Pablo, por su parte, decide poner la guinda y se saca la pol la de pantalón. Luego, toca a su madre ligeramente con el hombro y le enseña la poll a. -¡Dios, que grande es!- exclama Mari Carmen, de pronto, extasiada al contemplar aq uel poderoso y grueso miembro masculino. -¿El qué es grande?- pregunta Pili. Mari Carmen se vuelve hacia ella. Durante un instante casi piensa en contestar: ¡L a polla de tu hermano, Pili, eso es grande! Pero recapacita y da con una respues ta intrascendente: -La comida, es demasiado para mí creo que voy a dejarlo ya -Si, tienes razón- concede Pablo- También me levanto. -Bueno, pues parece que ya hemos acabado- dice Pili. Mari Carmen, rápidamente, se sube las bragas y se levanta de la mesa. Pili aprovecha para tener una buena vis ión de las jugosas tetas de su madre cuando ésta se inclina hacia delante para levan tarse. Pablo se levanta también y Pili, cachonda, mojada, contempla el voluminoso y henchido paquete de su hermano, aunque no se extraña, achacando tal erección al he cho de que hace muy poco que se estaba masturbando. -Me me voy a ver la tele, ya saben, esa película que tanto me gusta - dice Pili. Mari Carmen y Pablo asienten. -Yo me quedaré en la cocina y ayudaré a mamá no te preocupes, disfruta de tu serie favor ita, ya sabes que a nosotros no nos gusta esa película.- le dice Pablo. Pili sonríe forzadamente y se va al salón, que no queda muy lejos. Enciende la tele y se tumba sobre el sofá. La joven se siente cachonda y con ganas de masturbarse. Sube el volumen del televisor, se baja las bragas y empieza a acariciarse el coño, mientras echa miradas temerosas hacia atrás, temiendo ser descubierta. A la vez, su mente inventa eróticas fantasías en las que aparecen su madre y su hermano, ambos desnudos, y empieza a excitarse de verdad. -¿Qué qué haces?- pregunta Mari Carmen, hipnotizada por el enorme y duro miembro viril q ue su hijo acaba de sacarse de los pantalones.- Te dije que ya no más no más ya sabes se a cabó La asustada madre retrocede hacia atrás, hacia la mesa de la cocina, mientras Pabl o avanza, con la lujuria en la mirada y la polla en la mano. El chico, mientras avanza, no deja de admirar la belleza del jugoso cuerpo de su madre, con aquella s grandes tetas casi al aire, su largo y lacio pelo negro ondulante, sus ojos br illantes de deseo y sus fuertes y atractivas piernas desnudas. -No, Pablo, no otra vez, no - susurra Mari Carmen, en voz muy baja, temiendo que Pil i, virtualmente a dos pasos, los pueda oír. Pablo no teme nada de eso. Al contrari o. Se baja los pantalones y, desnudo de cintura para abajo, sigue avanzando desp acio, blandiendo su potente polla como arma temible. Al fin, llega a dónde se encu entra su madre. Se abalanza en silencio sobre ella, le saca las tetas de debajo del traje y empieza a manosearlas. Pablo está demasiado excitado como para detener se y Mari Carmen lo sabe.

-Pa Pablo, por favor mira yo yo ya veo que estás muy excitado y oh, no no hagas esooo .- susu semidesnuda y avergonzada madre, puesto que ya Pablo le está subiendo el traje hac ia arriba, con la evidente intención de desnudarla.- Si si te estás quieto ohhh nooo .por fa vor Pili nos va a oír Pero Pablo no atiende a razones. Es más, el hecho de que Pili entre y los vea le p arece una deliciosa posibilidad, y solo pensarlo lo excita más y más. Así pues, tira c on fuerza del traje de su madre y se lo saca por la cabeza, dejando a la pobre M ari Carmen casi desnuda, solo con unas braguitas encima. -Oooohh - gime Mari Carmen, por lo muy bajo, sin dejar de admirar la gran polla de su hijo, que ahora se aplasta, mojada y temblorosa, contra su vientre desnudo. -Mira, Pablo, por favor tu tienes quince años y yo soy tu madre tengo cuarenta y cinco y hij o no no lo hagas ¡no me quites las bragas! ¡Noooo! Pablo está ciego de deseo. Sin oír siquiera a su madre, la despoja de las bragas y l a deja totalmente desnuda. Su intención, clara y sin condiciones, es follarla allí m ismo, follarla hasta agotarla de gusto. Pero Mari Carmen sabe que no pueden arri esgarse a eso, no sin que haya muchas posibilidades de que Pili entre y los desc ubra. Así pues, obra en consecuencia: -Pablo, por favor, escucha se que quieres que quieres en fin follarme pero eso no es posib le, piénsalo, por favor La tienes muy dura, lo sé, pero yo no puedo permitir que me foll es ahora no Sin embargo sin embargo, si quieres, puedo puedo chupártela. Mari Carmen espera la respuesta de su hijo. Pablo, con los ojos brillantes, cont empla la desnudez de su madre, contempla su propia y anhelante polla, y asiente. -Si - susurra, casi al oído de Mari Carmen Si, hazme una mamada, por favor, te lo su plico necesito correrme necesito que me la chupes bien chupada. -Te la chuparé. Te la chuparé a fondo y no te arrepentirás, te lo prometo. Luego, solo se escucha el tictac del reloj de la cocina. Mari Carmen se arrodill a, desnuda, ante su semidesnudo hijo; abre la boca y engulle la polla de Pablo d e un bocado. Un instante más tarde, empieza a chupársela. Una apetitosa madre, totalmente desnuda, a cuatro patas delante de su hijo de qu ince años, chupándole la polla como haría una puta cualquiera. Mari Carmen engulle la polla, la saborea, la rodea con su lengua, la llena de saliva, se la lleva hasta el fondo de la boca, la paladea y la mastica, luego la vuelve a dejar libre -Oooohhh - gime Pablo, extasiado y excitado, mientras escucha el televisor, el pro grama que, a pocos metros de allí, está viendo su hermana Pili, Pili, que en cualqui er momento puede entrar en la cocina y descubrirlos a los dos y dejarlos totalme nte humillados con su mirada de universitaria con gafas ahhh Mari Carmen, también excitada, también temerosa y a la vez deseosa de que Pili entre en la cocina, empieza a masturbarse con un dedito mientras vuelve a engullir la polla de su hijo. Se la chupa de nuevo, se la chupa una y otra vez, succionándola como si se tratase de un lustroso caramelo de sabor salado y jugoso. -Mmmmhhh- gime la desnuda y, a su pesar, excitada madre, mientras chupa la polla de su hijo- Slurp sluuurp sluurp slurpslurpslurp mmmhh ahhh Los lengüetazos de Mari Carmen se oyen cada vez con mayor fuerza. La saliva se le desborda por la comisura de los labios y se pasa la polla de un lado a otro de l a boca, produciendo unos excitantes abultamientos en sus mejillas, mientras no c esa de chupar. -Ooohh- gime Pablo, con voz queda, para no levantar sospechas en su hermana, sen tada tan cerca de ellos. Mari Carmen se lleva la polla al fondo de la boca, la chupa a fondo y la deja sa lir; luego, se ensarta nuevamente la verga en la boca, alcanzando casi la base d el miembro viril de su hijo y vuelve a chuparlo en toda su deliciosa, rugosa y p alpitante longitud: -Slurp, slurp, slurp sluurp slurpslurpslurpslurp - chupetea sin cesar la madre, mientr as se da gusto en el conejo con un dedito. Y entonces, Pablo, sin saber muy bien lo que hace, o mejor dicho, lo que dice, e xclama, en voz muy baja, pero que Mari Carmen puede oír: -Si si siguee puta puuutaa...- el chico se muerde la lengua al decir esas palabras. Mari Carmen, sin sacarse la polla de la boca, lo mira con ojos abiertos y extrañados. Pablo espera que su madre lo abandone allí mismo, con una erección impresionante, si n terminar la mamada. Pero no ocurre nada de eso. Mari Carmen, pasados unos segu

ndos, sigue chupando como si no hubiera oído nada. -Slurp..slurp..slurp Pablo siente que va a correrse, su polla no aguanta más, el tacto delicioso de la lengua de su madre recorriendo toda la superficie de su verga lo vuelve loco de placer -¿Va todo bien por ahí?- se oye de pronto la voz de Pili. En el acto, Mari Carmen de ja de chupar. No sabe que contestar, pero reacciona rápido. -¡Mmbbff sii va bftodo buy bien !-contesta a su hija, con tantas prisas que lo hace sin sacarse la polla de la boca. -¿Seguro? parece como si te pasara algo en la boca - suena la voz de Pili. Mari Carm en, avergonzada por tanta estupidez, se saca la polla de la boca -Oh, si, Pili, no es nada, es solo que que ¡estaba comiéndome un plátano! Eso es , un plátan o grande y gordo nada más que eso - la contestación excita y hace reír a Pablo, y también a Mari Carmen, que muestra una sonrisa en su claro rostro enmarcado por un bello p elo lacio. -¿Plátano? Creo que no tenemos - sigue Pili, con voz cansina, pero sin levantarse del sillón. En realidad, el motivo de Pili no es otro que asegurarse de que su madre y su hermano no entran en el salón, pues, está tan cachonda que no cesa de masturbar se, totalmente desnuda. -Oh, si, tenemos uno uno bien grande y me lo estoy comiendo ahora, despacio, para sabo rearlo - dice Mari Carmen, la cual, acto seguido, se vuelve a meter la polla en la boca y le da un fuerte chupetón. -Pues disfruta de tu plátano con tranquilidad, mamá- le dice Pili- yo seguiré aquí un ra tito más, viendo la tele. -Si, cariño, te aseguro que disfrutaré de este plátano hasta el final- contesta Mari Car men, con voz baja, sacándose la verga de la boca y comprobando que Pablo está a punt o de correrse. Así pues, mira a su hijo a los ojos, sonríe, y la lame la punta del g lande con lentitud y habilidad, poniendo la lengua de perfil y pasándola despacio por la parte baja de la punta rojiza y palpitante. -Ooooohh- jadea bajito Pablo. Y luego, empieza a correrse. Despacio. Disfrutando cada chorro, cada lascivo chorro de semen caliente lanzado a la cara de su madr e. Mari Carmen recibe el primer chorro en toda la boca. Traga bastante y decide eng ullir de nuevo la polla de Pablo. Lo hace y su hijo continúa eyaculando, ahora en el interior de la boca de su madre. -Oohh si - gime Pablo, mientras se corre dentro de la boca de su desnuda y chupona m adre, que aprisiona con fuerza el nabo tembloroso de su hijo. Mari Carmen, con l a polla de Pablo dentro de la boca, siente como la desbocada verga lanza dos cho rros más de semen , una esperma caliente y viscosa que se derrama imparable por to da su cavidad bucal. La excitada madre palpa y saborea el semen de su hijo, lo p aladea y lo traga, aunque no del todo. Separa los labios y le muestra a Pablo el interior de su boca, lleno de semen viscoso y blanquecino. Pablo, sin poderse d etener, lanza tres chorros más de semen, que esta vez van a parar en toda la cara de su madre. -¡Ahh!- gime Mari Carmen al sentir el impacto de los tres manguerazos de esperma, que se estrellan en su rostro y se lo dejan lleno de semen por todas partes. La frente, las mejillas , la nariz de Mari Carmen, están llenas de esperma, una esper ma suave y flotante que avanza hacia abajo, inexorablemente. Pablo mira al rostro de su madre, un rostro chorreante de semen caliente, y eyac ula un poco más. Mari Carmen recibe los postreros y débiles chorros con la boca abie rta y se traga todo lo que tiene dentro. Luego, vuelve a engullir la polla de su hijo y se la lame a conciencia, hasta dejarla limpia, muy limpia y brillante de saliva. -Oh, mamá asii ahh - gime Pablo, sentándose en una silla de la cocina, mientras su madre l e limpia la polla con la lengua. A escasos metros de esa obscena e incestuosa escena, Pili, ya totalmente desnuda , se masturba en silencio, ardiendo de deseo, imaginándose a su hermano desnudo, c on la verga endurecida y dispuesta. -Oohh mmh - gime por lo bajo Pili, con los ojos semicerrados y la lengua fuera. Vaga mente, oye algo que le parecen gemidos, procedentes de la cocina, pero no les da

más importancia. Cachonda, mojada, sigue masturbándose, metiéndose y sacándose una y ot ra vez su delicado dedito índice de su coño de universitaria modelo, con cara de niña buena y gafitas modernas. -Rápido- dice Mari Carmen- Tenemos que ponernos la ropa Pili puede vernos, oírnos, o q ue se yo Mari Carmen, que acaba de limpiar la polla de su hijo con la lengua, se percata de que tiene la cara llena de semen. Sin pensarlo dos veces, rebaña la esperma con las manos y se las lleva a la boca, donde las lame y las deja limpias, tragando así más semen. -Mmmm - gime la desnuda madre- Bueno creo que ya está bien debemos vestirnos vamos Pablo. Pablo, con la polla colgando flácida entre las piernas, se pone en pie y empieza a ponerse los pantalones. Mari Carmen, rauda y veloz, se pone las bragas y luego el traje ceñido. Después, se dirige al fregadero y, rápidamente, empieza a limpiar los platos de la cena. Pili, que oye movimiento, se incorpora con desgana. Estaba a punto de correrse. Pero lo primero es lo primero, no puede dejar que la descubran así, desnuda, mastu rbándose en el sofá. Así que, sin saberlo, hace lo mismo que están haciendo su madre y s u hermano en la cocina : vestirse a toda máquina. Minutos más tarde, Mari Carmen y Pablo hacen acto de presencia en el salón. Pili ya está confortablemente sentada, muy modosita ella, como si no hubiera hecho nada más que ver la tele. Madre e hijo se sientan , dejando a Pili en el centro. Los tres tienen el corazón acelerado, los tres están calientes y con los rostros enrojecidos y ardientes, pero hacen como si tal cosa. Hablan de banalidades, mientras ven , o fingen ver, la televisión. Al fin, Mari Carmen toma la palabra: -Ooohh que sueño tengo creo que debemos irnos a la cama ¿no les parece, niños?- Oh, si- contestan a una los dos, mirando a su madre. Bueno, Pili lanza una mir ada rápida a su hermano y le parece atisbar que tiene una erección. Eso la pone aún más cachonda y se promete a si misma masturbarse como loca esta noche. Luego, mira a su madre y su mirada se pierde un confuso instante entre los abundantes pechos de su progenitora, que con las prisas no se ha abrochado todos los botones de la parte superior de su traje , con lo cual, ambas tetas están casi por completo a l a vista de Pili. La desconcertada universitaria contempla, arrobada, las grandes tetas desnudas de su madre, pues puede verle ambos pezones, pezones que, piensa Pili, están demasiado duros y tiesos. Pablo también disfruta viéndole las tetas a su madre, hasta que ésta, dándose cuenta por fin, se abrocha los botones distraídamente y empieza a dirigirse hacia su habitac ión. La noche es ya total, la oscuridad brilla afuera y madre e hijos avanzan haci a sus respectivas habitaciones, después de apagar las luces. -Buenas noches, Pili, Pablo estoy agotada me voy a la cama- dice Mari Carmen. -Buenas noches , mamá- dice Pili, dedicándole una extraña mirada a su madre, una mirad a mezcla de deseo y de extrañeza. Pues la joven universitaria , a su pesar, admira el bamboleante culo de su madre mientras ésta les da la espalda y se dirige a su alcoba. -Buenas noches, mamá- dice Pablo, con media sonrisa que no pasa inadvertida a Mari Carmen. El joven quinceañero, que se ha puesto cachondo de nuevo, también se deleita contemp lando el hermoso culo de su madre mientras ésta avanza por el pasillo hacia su hab itación. Mari Carmen está excitada. A su pesar, reconoce que está cachonda, que el chu parle la polla a su hijo no ha sido una buena idea, porque ahora , en su mente, la imagen de la polla de Pablo adquiere tintes desbordantes y no puede dejar de pensar en aquel magnífico miembro. De pronto, la excitada madre ve algo tirado en el suelo, una tontería. Y sin pensarlo, se inclina para recogerlo. Dobla el espina zo y mantiene rectas y tiesas las piernas y eso, unido al hecho de que el traje que lleva es muy corto y muy estrecho, hace que tanto Pablo como Pili obtengan u na obscena visión de la casi totalidad del culo de su madre cubierto, eso si, por las bragas y de sus potentes piernas. A Pablo se le pone la verga aún más dura. Y Pi li, azorada, reconoce en su fuero interno que se ha excitado sexualmente al verl e el culo a su propia madre. -Buenas noches, chicos- dice Mari Carmen, entrando en su alcoba y cerrando la pu

erta tras de sí. Los chicos casi ni responden, de tan excitados como están. Luego, a mbos se dirigen hacia sus respectivos cuartos. Pablo se las arregla para subir l as escaleras por detrás de su hermana mayor, para así poder disfrutar viéndole las pie rnas desnudas y el contorno de su culito, un culito que a él le parece muy sexy, n o tan rotundo ni hermoso como el de su madre, pero atractivo. Y una voz autónoma d entro de su ser le dice que, ya que se ha follado a su madre, no hay problema en follarse a su hermana. Pablo intenta detener esa voz, intenta olvidar las piern as y el culo de su hermana y se despide de ella en el rellano de la escalera. Ca da uno se dirige a su habitación y cierra la puerta. La noche comienza.

La habitación de Mari Carmen, es decir, la habitación de matrimonio que comparte con su marido, el cual, últimamente, no parece hacerle mucho caso. La cuarentona madr e enciende la luz de la mesa de noche y se desnuda rápidamente, sin dejar de pensa r en Pablo y en su enorme polla. Eso la excita mucho y pronto se tumba boca arri ba sobre la cama y empieza a acariciarse las tetas, con los ojos cerrados, imagi nándose a Pablo, desnudo y con su potente miembro tieso y duro y también, extrañamente, se imagina a su hija Pili, se la imagina desnuda, con sus apetitosas tetitas al aire, se la imagina cerca, muy cerca de ella, tan cerca que puede casi besarla y l a besa. La besa en su calenturienta imaginación y nota como su coño se moja más aún. Mari Carmen apaga la luz, gime de placer y se mete dos dedos en el conejo, masturbándose a gu sto, revolcándose por la cama, con sus hermosas tetas meneándose a un lado y a otro, su cuerpo ardiente temblando de deseo y su corazón galopando desbocado. -Mmmhh ahh ahhh si ahhh bésame, Pili, bésame .ahhh- gime la excitada, desnuda y más que cacho adre, metiéndose los dedos hasta lo más hondo de su sexo hambriento. Y su imaginación, sin control, la hace ver, con los ojos cerrados, a su hija Pili desnuda, y junt o a ella, a su hijo Pablo, también desnudo, con su gran pene al aire, poderoso y p alpitante. Mari Carmen se abre de piernas. La luz de la Luna se filtra por la ventana entre abierta y la esposa y madre de cuarenta y cinco años se abre aún más de piernas, hasta quedar totalmente despatarrada, como una puta cualquiera. Luego, sigue masturbánd ose, aislando en un compartimiento olvidado de su mente las llamadas a la castid ad y a la normalidad. La lujuria toma posesión de todo su ser y lo único que quiere es correrse. Mari Carmen se masturba desnuda y abierta de piernas, bajo la luz de estrellas r emotas, gimiendo de placer y de deseo, mientras el tiempo pasa inexorable. En su habitación, Pili, también desnuda, se masturba, ya sin gafas, en la oscuridad. Principalmente se imagina a su desnudo hermano, y a su gran polla tiesa, pero , para su incomodidad, no cesa de interferir en su fantasía la imagen de su madre, totalmente desnuda, con sus grandes tetas al aire y su magnífico culo bamboleante. La joven veinteñaera se mete y se saca un dedito de su coño aterciopelado, mojándose cada vez más, mientras se pregunta si será una especie de lesbiana muy sucia que des ea a su propia madre. Y, en el fondo de su ser, sabe que solo pensar eso la pone muy, muy cachonda. Pablo, en su cuarto, no ha podido conciliar el sueño. Desnudo sobre la cama, juega con su miembro de vez en cuando, sin dejar de pensar en su madre, sin dejar de imaginársela desnuda, tal como la ha visto con frecuencia este día tan extraño. En su mente rememora una y otra vez los detalles de sus encuentros sexuales con su pro pia madre, follándosela de nuevo en la fantasía, tal y como hizo en la realidad. Sab e que la desea, que desea follársela otra vez, que necesita follar con su madre. Y también sabe que a su madre le gusta follar con él. Es obsceno, sucio, incestuoso per o le gusta. A ella y a él. Además, ahora está Pili. Pili se ha introducido en sus dese os y también le gustaría follársela, aunque no sabe como abordar el asunto. ¿Sería capaz d e follarse , no solo a su madre, sino también a su hermana? Pablo piensa que sí. En este día ha aprendido que con una polla como la suya puede llegarse muy lejos. Si, seguro que podrá follarse a su hermana, y también, seguro que volverá a follarse a su madre. Pablo sonríe al imaginarse de nuevo a su madre, lista para ser follada. Y la noche avanza y llega la oscura y silenciosa madrugada. No se oye nada en la calle, el sueño domina el mundo o al menos, casi todo el mundo. Porque Pablo se lev

anta de la cama, desnudo, abre la puerta silenciosamente y se dirige a la habita ción de su madre. Durante el eterno camino, su mente le grita que no debe seguir, que no debe follarse a su madre de nuevo. Pero su cuerpo, su pene, tiene el pode r. Pablo está excitado con toda la desbordante pasión de sus quince años. A pesar de h aberse tirado a su madre varias veces el día anterior- porque ya es el día siguiente - , el joven siente el ardor del deseo recorrer sus venas, y sobre todo, siente como su polla, hinchada y potente, se menea de un lado a otro de su cuerpo con c ada movimiento. Necesita follar. Y va a follar. Al fin llega a la habitación de sus padres. Con suavidad, abre la puerta, que no e stá cerrada con llave. La luz de la Luna ilumina el amplio y bien amueblado interi or de la alcoba. Y allí, tumbada boca arriba sobre la cama, con las sábanas arremoli nadas a un lado, está Mari Carmen. Está totalmente desnuda, y sus ojos se clavan en Pablo nada más entrar. El joven titubea. Pero su madre no dice nada. Está bellísima, a llí tirada, desnuda, con la luz blanca recorriendo su voluptuoso cuerpo. La cuaren tona mujer se halla tirada sobre la cama, boca arriba, abierta de piernas por co mpleto, mostrando a Pablo una excitante panorámica de su coño e incluso de su agujer o anal. La polla se le pone tiesa a Pablo y , deslizándose como un fantasma, avanz a hacia la cama, se acuesta en ella. -Te estaba esperando- le susurra Mari Carmen al oído. Luego, la madre acaricia la polla del hijo durante unos segundos. Después, lo atrae hacia sí y lo besa en la boc a, un beso de amor, apasionado y duradero, que hace que la verga del chico alcan ce dimensiones espectaculares. Pablo, una vez se sustrae del beso de su madre, s e dedica a acariciarle las tetas, con dulzura y ternura infinitas. Mari Carmen, tumbada, extendida cuan larga es, con los brazos en cruz, jadea, excitada y aleg re. -Aaaahhh aaaahh siii..Mmmhh - gime la desnuda madre. Pablo , ahora, le chupa los pezon es , después de lamer por largo rato ambas tetas. El chico, una vez satisfecha su hambre de teta, lame es estómago de su madre y, al fin, alcanza el suave vello púbic o. Lo huele y lo acaricia , lo lame, aspirando el sexual aroma del deseo. Después, sigue hacia abajo y , simplemente, empieza a lamerle el coño a su madre. -¡Oooohhh!¡Siiiiiii!¡Siguee!- jadea susurrante la hermosa mujer, apretando la cabeza d e su hijo contra su vientre desnudo. Pablo comprueba que su madre está cachonda, q ue tiene el coño completamente mojado. Lame y traga los jugos femeninos y penetra con su lengua en el conejo oloroso de su progenitora, penetra muy, pero que muy profundamente en aquel chocho maravilloso y prohibido. Y nota, sabe, que esa pro hibición hace que aquella lamida sea aún más ardiente y le produzca aún más placer. -Slurp slurp slurp - se oye lamer a Pablo, con la boca mojada con los jugos derramados por su madre. Mari Carmen, casi fuera de sí de tanto placer como está sintiendo, me sa los cabellos de su joven hijo y lo incita a que siga chupando, a que siga com iéndole el conejo. - Siii sigue ahhh Pablitoooo ..que bien lo chupas .ahhh me encanta .sii - gime Mari Carmen, b ando de gusto, con la lengua fuera y los ojos desorbitados, las piernas abiertas de par en par, y los pechos subiendo y bajando cada vez más rápido, al ritmo de su acelerada respiración. Y entonces, Mari Carmen siente que está próxima a correrse, y n o está dispuesta a que eso ocurra no tan pronto. Agarra a su hijo por el pelo y lo obliga a dejar de comerle el chocho. -Mamá que qué quieres - susurra Pablo, que estaba realmente concentrado en comerle el coneji to a su madre. -Quiero que me folles, Pablo quiero que me metas esa enorme y dura polla tuya hast a el fondo quiero sentirme follada, jodida, penetrada ¡Fóllame, Pablo, fóllame!¡Ahora!- exig e la desnuda y cachonda madre, con la lechosa luz de la Luna derramándose sobre su bello cuerpo. Pablo, sobreexcitado al escuchar a su madre hablar como como si, como una puta, se lanza sobre ella y le mete la polla hasta el fondo de un solo emba te. -¡Oooooh, si .fóllaaameee!¡ Aaahhh sii bien adentro sii ahh eso es muévete no pares no pares ijo fóllame bien follada ahhh! Si si ¡Si !¡SIIII!¡OOOOHHHH, SIIIII!!Pablo le mete la polla hasta el fondo, y la vuelve a sacar casi del todo, luego vuelve a meterla, sintiendo en cada embestida el calor del sexo de su madre y el tacto de las paredes de su vagina. Pablo solo piensa en follar, follar a todo t rapo. Y lo hace bien, y rápido, embistiendo a su madre una y otra vez, a su madre

desnuda y abierta de piernas de par en par, a su madre que no cesa de gemir de p lacer. -Sii sigue sii asiii ¡Ohhhh!¡Que dura la tienes, y que gordaaaaa!¡ Es maravilloso, tienes una polla de ensueño, Pablito ohhhhh!!¡Ahhh!¡Aaaahhhh!¡Ooooh, siii, es magnífica increíble ahhh! La polla de Pablo entra y sale una vez y otra del coño de su madre, mientras él no c esa de manosearle las grandes tetas ni de besarla en todas partes. Pronto, Mari Carmen queda al borde mismo del orgasmo. -Pa Pablo por favor ahora sigue follándome no te pares pero pero ahhh insúltame insúltame, po ce a su hijo. -¿Qué?- pregunta éste, extrañado de la petición, aunque en su fuero interno la desea más que nada. -¡Que me llames puta!¡Si, llámame puta mientras me follas, por favor!- Mari Carmen, ca chonda al máximo, desea escuchar esas palabras dirigidas a ella mientras Pablo se la folla. Y Pablo no la decepciona. No lo duda un segundo, no en balde en su torturada men te ha llamado puta a su madre en estos días de sexo y obscenidad. -Siii puta- le dice- Puta puta Ábrete bien de piernas, sucia puta ahhhh .ahhh . -Si, no te pares , sigue, cariño estoy a punto y eso me pone ¡cachondaaaaaa!¡Me corro, me corrooo ahhh siii .soy una puta, sigue ahhh ahhh! Pablo siente como oleadas de cremosos jugos inundan la vagina de su madre, sient e como su erecta polla se ahoga en aquellos jugos. -¡Puta!¡Puta!¡PUUTAAAA!- estalla el chico, sabiendo que él también está a punto de eyacular. Pero no piensa hacerlo allí, como está ahora, no señor. Haciendo gala de una gran fue rza, saca la verga del coño de su madre, agarra a ésta por los costados y la pone bo ca abajo, con el gran culo a la vista y a tiro. Mari Carmen gime aún más deprisa, co rriéndose todavía, manchando la cama con su torrente de pasión. -¡Ohhh, siii, Pabloooo .siii métemela por el culo dame por el culo ohhhh siii!!- exclama la f llada madre. Pablo no se lo piensa dos veces, tiene la verga demasiado dura y go rda, y palpitante. Separa sin contemplaciones las nalgas de su madre, deja a la vista el agujero del culo y, sin más dilaciones, se la mete bien adentro. Le mete la polla a su madre por el culo, con violencia, con fuerza, con potencia invenci ble. -¡Toma esto, puta!¿Te gusta que te den por el culo, eh?- dice Pablo, apretando los d ientes, mientras menea la polla adentro y afuera, adentro y afuera, varias veces , follándose a su madre por el culo, sodomizándola deliciosamente, como ya hizo el día anterior en la cocina, pero ahora, con una pasión más incontrolable aún. -¡Oooooh, Pablitoooo .me corro otra vez me corro todaaa ahhhh .!- gime Mari Carmen, con el pelo alborotado, puesta casi a cuatro patas sobre la cama, mientras su propio h ijo de quince años le da por le culo. La lasciva madre sigue corriéndose, enlaza un orgasmo con otro, y Pablo, controlándose todo lo que puede, continúa dándole por el cu lo, una vez, y otra, y otra más La polla de chico, que se ha abierto paso con gran f acilidad a través del ano de su madre, ocupa todo el conducto rectal de la misma, haciendo que ésta gima de gusto, sintiéndose totalmente follada por el culo. -Oohh sii Pablito mi culo ohhh me vas a destrozar el culo ahhh pero sigue, por favor, no te p res estoy tan tan ahhh tan cachonda .ahhh Pablo, por supuesto, no piensa detenerse. El coño de su madre gotea jugos sin cesa r y él se siente tan a gusto jodiéndola por el culo, que piensa que está en el cenit d e su existencia. -¿Te gusta PUTA?- pregunta Pablo, que ahora nota que le llega el orgasmo. Porque a m i, me gusta a rabiar ahh ahhh ahhh yo me corrooo me corrooo ohhhh .. Y sin poder contenerse ya más, Pablo empieza a eyacular dentro del culo de su foll ada madre. Mari Carmen, en éxtasis, corriéndose a su vez todavía, siente como el semen caliente de su hijo le llena el culo. Y luego, siente como la poderosa verga sa le despedida de ese mismo culo ultrajado, impelida por su propia fuerza. Pablo l anza un par de potentes chorros de semen sobre las nalgas de su madre. Mari Carm en, rápida, se da la vuelta y recibe el resto de la abundante corrida en sus tetas , en su vientre, en su cara, en su pelo -¡¡Ooohhhh, siii, mamaaa ahhh me cooorrrooo ahhhh!- exclama Pablo, con los ojos cerrados, lanzando su leche a los cuatro vientos, manchando por completo a su despatarrada madre.

-Si, Pablo, sii hummm sigue ahhh más más más lecheeee .ahhh me gusta tu leche oohhh, si, lech eche tienes, eres increíble!¡Ahhhhh!¡ Que me mojo todaaa! Los chorros de semen hacen piruetas en el aire, antes de estrellarse contra la b oca de Mari Carmen, que los recibe encantada, lista para tragarselos y bebérselos como una zorra caliente. Al fin, Pablo cae exhausto junto a su desnuda y mojada madre. Mari Carmen lo bes a en la boca y Pablo traga su propio semen. Luego, se permite mirar largamente a su madre. Y la visión es maravillosa. Mari Carmen está chorreante de semen, tiene l eche cremosa cayéndole por las tetas, por el ombligo, por la cara, sobre todo por la cara, y también por el pelo y las orejas -Oh, Pablo, me has follado tan, tan bien me has dejado totalmente follada ha sido ¡maravil loso! Pablo no dice nada. Simplemente, acaricia a su madre con ternura y la besa en lo s pezones. Luego, se pone a manosearle los grandes melones, pensando en que esta ría muy bien dormir allí, junto a ella, desnudos los dos, y recibir la mañana pegados el uno contra el otro. Y sobre todo, piensa que sería una maravillosa forma de rec ibir el nuevo día, follándose a su madre antes de desayunar ahhh piensa piensa y casi se que da dormido. -Duérmete, hombretón mío- le susurra Mari Carmen, que de cuando en cuando le acaricia la polla- Duérmete y relájate asiii . La madrugada es profunda y rodea a los amantes desnudos. Mari Carmen, una madre muy ardiente. 4 La luz cenicienta de las primeras horas de la mañana penetra a través de las persian as que cubren las amplias ventanas, iluminando vagamente una gran cama de matrim onio, dónde un joven y una mujer cuarentona se encuentran acostados, desnudos. La mujer, de largo pelo teñido de negro y amplias y jugosas tetas un poco caídas hacia abajo, se revuelve, inquieta. El joven, de no más de quince años, duerme aún. Es un jo ven muy bien dotado por la naturaleza, pues su polla, aún en posición de descanso, e s bastante grande y gruesa. La mujer sale poco a poco de su sopor. Sabe que está y a despierta, que no podrá dormir más, aunque aún no haya sonado el despertador. Acaric ia con lentitud la frescura de las sábanas que cubren el colchón y se mueve un poco hacia el otro lado de la cama. Algo tropieza con sus desnudas nalgas, algo grues o y grande, algo que empieza a crecer al contacto con su piel. -Buenos días, mamá- dice Pablo, despertándose de pronto y apretándose todo lo que puede contra el cuerpo de su madre, que está tumbada junto a él, de espaldas y de costado. Son madre e hijo y están desnudos, ambos han compartido una apasionada relación sex ual el día anterior, una relación que culminó por la noche con un imponente polvo en e sa misma cama en la que ahora están acostados. Mari Carmen, una perfecta y normal esposa y madre de cuarenta y cinco años de edad, cierra los ojos, aterrada, mientr as las imágenes del día anterior, de sus incestuosas relaciones con su hijo, toman f orma en su cerebro. Pablo acaricia con dulzura el largo y lacio pelo negro de su madre, dejando que su poderoso pene se hinche y se aplaste contra las nalgas de ella. El chico siente el calor que emana el cuerpo de su desnuda madre, nota el contacto con el culo de ésta, y comprende que va a tener una erección de campeonato . Mari Carmen no quiere despertar, no quiere enfrentarse a la situación, y lo que es más, no quiere enfrentarse a Pablo, con su gran polla ansiosa de sexo. La atribul ada madre sabe que debe poner término a esta relación, que no debe proseguir más allá, q ue tiene que guardarse con doble llave en el cajón de los más oscuros secretos. Pero también sabe que Pablo no lo ve así, que su hijo solo piensa con la polla, y que lo único que quiere es follarse a su propia madre. Mari Carmen se mueve despacio, hacia el otro lado, y mientras lo hace, su mente intenta tomar la determinación de terminar con todo aquello. Pero algo dentro de e lla, algo salvaje y primitivo, algo que hace que, en este mismo instante, se sie nta excitada, le dice que lo deje estar, que disfrute el momento, que goce de un pene como el de su hijo, ya que su marido no le hace caso. La atormentada y des nuda madre se vuelve hacia su hijo. Mari Carmen nota como la humedad empieza a t omar posesión de su sexo y como el deseo lucha para dominarla. Aún así, la mente racio nal de la jugosa cuarentona parece tomar el control.

-Pablo mira tienes que marcharte Ahora, antes de que se levante Pili y nos oiga o nos vea juntos. Y además, Pablo, olvida todo lo que ha pasado entre nosotros no es natu ral, no es sano. Y no vamos a hacerlo más.¿ Has comprendido?- le dice Mari Carmen a su hijo, mirándolo a los ojos. Por un momento, parece que el chico va a entrar en razón. Luego, su mirada se torna más pícara. Acaricia los hombros de su madre y la bes a en la boca. Mari Carmen no se resiste, no se esperaba ese beso. Los tiernos y deliciosos labios de la mujer son presionados por los labios del adolescente. La lengua del muchacho penetra en la boca de la madre y pronto, ambas lenguas danz an al unísono. -Mmmmhhh- se escucha en la silenciosa habitación, mientras madre e hijo se besan c on ardor. Mari Carmen disfruta el beso y nota como su sexo despierta del todo, p idiendo más y más. Sin embargo, su mente aún no ha perdido la batalla. Con un gran esf uerzo, se separa de su hijo , poniendo término al beso. - No , Pablo, más no, te lo ruego déjalo estar y márchate.- le dice, con la voz más firme que acude a su boca. Pero Pablo tiene , en efecto, una imponente erección. Sin hac er caso de las protestas de su madre, empieza a besarle los pezones, mientras le acaricia la espalda y el culo. -No no, Pablo, no , no sigas ahh no ahiii...no por ahí, no , por favor - susurra Mari Carmen, agarrando a Pablo por los hombros e intentando separarlo de ella. El chico, sin embargo, persiste, y su madre no hace más que darle leves empujones por los hombro s y decir una y otra vez, con voz quejumbrosa : -No, por favor, no , Pablo por faaavoor noooEl quinceañero, totalmente excitado, se hunde en la entrepierna de su madre y proc ede a lamerle el conejo. Mari Carmen deja de quejarse y empieza a emitir una ser ie de gemidos de placer que aumentan más aún la excitación del muchacho. -¡AAaaaahhh!¡mmmmmhhh!- gime Mari Carmen, mientras su hijo le lame la vulva con incr eíble habilidad. -Slurp, slurp, slurp La lengua del chico penetra en el coño de la despatarrada madre y empieza un dulce meneo que concluye con una habilidosa lamida al mismísimo clítoris. Para entonces, Mari Carmen ya está tan mojada que lo único que desea es correrse. Pablo, sin embarg o, saca la lengua del sexo de su madre y se yergue frente a ella, con su erecto y poderoso pene apuntándola en toda su gloria. Mari Carmen, una madre de cuarenta y cinco años, se exhibe ante su hijo, totalment e desnuda, con sus grandes tetas un poco flácidas, con su pelo negro teñido, sus ojo s brillantes, sus fuertes piernas, sus evidentes michelines en torno a su estómago , y, sobre todo, con el olor de su conejo ardiente impregnando el ambiente. Así y todo, cree que es su deber resistirse y toma la determinación de hacerlo. Pablo, c achondo, con la polla tiesa, avanza hacia su madre, y le pone la polla a un milíme tro de la boca. -No, Pablo, no lo hagas no .¡mmmpffffggg!- intenta decir Mari Carmen, pero Pablo le me te la polla entre los labios y, literalmente, se la folla por la boca. El chico se aferra a la cabecera de la cama, mientras penetra una y otra vez en la boca d e su madre con su poderoso miembro en erección. Mari Carmen, que ha tomado la dete rminación de resistir, no hace nada, sin embargo, para abortar esta invasión. Deja q ue la polla del chico, como un pistón desbocado, se la folle por la boca. -Aahhh ahhh ahhh- gime de placer el muchacho,sintiendo como su verga golpea contra l a garganta y el interior de la boca de su madre. -¡¡Mmmmmpfffggfff!!- gime Mari Carmen, con los ojos abiertos como platos y el coño cho rreante, sin intentar siquiera chupar la verga que le ocupa la boca, dejándose lle var y vencer por el placer puro y duro de sentirse follada. -¡¡Mmmfffpffffff!! Pablo siente la polla dura y palpitante. Y sabe que quiere algo más para esa mañana que ya clarea, antes de que su hermana Pili se despierte. Saca su gruesa salchic ha de la boca de su madre y se queda plantado frente a ella, polla en ristre. -No, por favor - balbucea Mari Carmen, sin convicción, sin la más mínima determinación de resistir- No me folles otra vez, Pablito, por favor. Otra vez no, no . Pero Pablito no está para medias tintas. Separa los muslos de su madre, que no se lo impide, y le mete la polla por el coño. -¡¡Oooohhhhh!!¡Pablitoooo!!- gime Mari Carmen, gozando al sentirse penetrada de nuevo por aquel misil invencible- ¡Noooo!¡No ahhh no sigas annnmmmhhh no me folles .ahhhh!!

Y Pablito, sin hacer caso de las protestas formales de su madre, se la folla a t oda potencia. Se la mete bien metida por el conejo una vez y otra y otra, jodiéndo la a fondo , follándola a toda máquina. -¡Aaaahhhh!- gime la desnuda, despatarrada y ultrajada madre, con las piernas abie rtas de cualquier manera , temblando de excitación bajo la presión de su caliente ca chorro-¡Oooohhh!¡Pa Pablitooo .ahhhh!!¡Otra vez noooo! El sexo domina a la hembra gimiente bajo el macho cachondo. La hembra olvida tod os sus propositos de castidad maternal y se entrega totalmente a su macho follad or, contoneándose más aún, arqueando su cuerpo al máximo para facilitar la labor a Pablo . -¡Aahh!...¡Ahhh!...¡Ahh!- gimotea la madre follada, mientras su hijo le mete y le saca la polla del conejo una y otra vez, con golpes fuertes y embravecidos. Pablo, c achondo, con la polla tiesa y palpitante, nota que su madre se corre, siente com o una inundación de jugos calientes moja su verga. -¡Oooooohhhhh!!- jadea Mari Carmen, corriéndose. Pablo saca su miembro mojado del coño de su madre y empieza también a correrse, mojando a chorros las tetas y la cara d e Mari Carmen, que consigue tragar bastante, en medio de la lluvia de semen con que su hijo la moja. Pablo lanza varios chorros de esperma más y luego, con la polla goteante, se tumba , respirando fuerte, junto a su madre. Mari Carmen se limpia la cara con las man os y luego, se lame los dedos, tragando así más y más semen. Al fin, también se acuesta, cansada, junto a su hijo, dejando simplemente que pasen los minutos. Y pasan, l enta, muy lentamente, sobre los dos amantes desnudos, que se miran de soslayo de cuando en cuando. En los ojos de Pablo, a pesar del orgasmo reciente, refulge l a lujuria insaciable de la adolescencia en todo su esplendor. En los ojos de Mar i Carmen, brillan, por igual, la culpa incestuosa y la maravillosa excitación que le produce a la mujer tener a su disposición una gran polla como la de su hijo. El día clarea ya y la mujer sabe que pronto sonará el despertador. Así pues, se incorp ora, le mesa los cabellos a Pablo y le dice, al oído: -Vamos, Pablito, tenemos que levantarnos. Yo tengo que ir a trabajar y tú a estudi ar. Tu hermana se levantará ahora mismo y, desde luego, no quiero que nos vea aquí j untos, como puedes suponer. -De acuerdo, mamá- susurra Pablo, sin dejar de admirar la belleza de los senos no muy firmes y algo colgantes de su madre. Mari Carmen, lo que admira es la potent e polla de su hijo quinceañero, una polla que aún flácida y tirada a un lado del muslo ,le causa unas ansias terribles de poseerla. Unas ansias tan terribles, que Mar i Carmen no se resiste y se mete la verga de Pablo en la boca. -¡Oooohh!¡Siiii, chúpamelaaaaa!- gime Pablo, sorprendido por la acción de su madre. Mari Carmen saborea la joven polla, la llena de saliva, la presiona con los labios, la chupa bien chupada -Slurp mmmhh slurp slurpslurp ahhh- Mari Carmen se saca la polla de la boca, y empieza a lamerla de arriba abajo con untuosa lentitud, disfrutando cada milímetro. La verg a de Pablo, sometida a aquella deliciosa tortura, no tarda en empezar a engordar y a crecer. Pronto, la mamada de Mari Carmen consigue que Pablo tenga una hermo sa erección. -Oohh sigue mamá sii ahhh hazme la mamada completa siii- gime Pablo, en éxtasis, recostado co a el espaldar de la cama, mientras su madre, semiarrodillada en torno a su cintu ra, le chupa la polla. Y justo entonces, Mari Carmen se saca el miembro endureci do de su hijo de la boca. -Bueno, tendrás que conformarte con esto , Pablo voy a ducharme y a vestirme, que no llego al trabajo.¡ Adios!- dice Mari Carmen, riéndo. Y salta de la cama, con la boc a aún babeante y se dirige al baño. -¡Pe pero mamá yo yo..!¡No puedes dejarme asi!- exclama Pablo, arriesgándose a despertar a su rmana Pili en el piso de arriba. La cabeza de Mari Carmen, burlona, aparece en el quicio de la puerta: -Pues te estoy dejando, Pablo. Te estoy dejando empalmado y sin correrte. Vamos, vístete y vete a ducharte, que tu hermana se levanta temprano para estudiar. ¡Y tú ta mbién, a estudiar, que el que me estés follando no quiere decir que no debas continu ar con tus deberes!- dice la mujer, triunfante. De camino al baño, la desnuda cuarentona sonríe sin cesar, admitiendo que esta pequeña

victoria sobre su hijo la hace sentirse mejor. Luego, cuándo el agua cae , repara dora, sobre su desnudez, Mari Carmen vuelve a perder la sonrisa y piensa que lo que está haciendo está muy, muy mal, que incluso está hablando con palabrotas que nunc a antes usaba, que se está comportando como una puta cualquiera pero que , aún así, la e xcitación , el placer sexual, son contraprestaciones muy a tener en cuenta y que, por ahora, van ganando en la balanza. Por su parte, Pablo, empalmado y sin correrse, se dirige raudo y véloz hacia su ha bitación. Allí, se tranquiliza un poco y luego sale disparado hacia el baño que compar te con su hermana. La ducha no consigue apagar su sed de sexo y sale del baño más em palmado que antes, deseando meter la verga en dónde sea y lo más pronto posible. Al fin, suenan los despertadores. Pili se levanta despacio, después de una noche p letórica de masturbaciones, y se dirige al baño. Como siempre, su hermano se ha adel antado y está saliendo, mojado, cuándo ella entra. -Buenos días, hermanito menor- le dice, en plan niñera, mirando de soslayo su paquet e. -¡Oh!- exclama Pili, al ver el hinchado paquete de su hermano, un gran montículo imp osible de disimular bajo los pantalones recién puestos. -¿Qué?- pregunta Pablo, que no sabe que ha sido objeto de las lascivas miradas de su hermana. -No, na nada, que que ya voy a entrar al baño, que ya llevas mucho tiempo dentro, eso es ¡vamos, muévete, Pablito, a qué esperas!- le dice Pili, sofocada, con la cara enroje cida de vergüenza y excitación. Pablo se quita de en medio, sin comprender gran cosa , dirigiéndose a la cocina, en dónde su madre está preparando el desayuno. Pili, la joven veinteñaera, universitaria de pro, se mira al espejo del baño, un esp ejo humedecido por el vaho producido por la reciente ducha de su hermano. Se ve joven y apetecible. Sus pezones, algo endurecidos, se traslucen a través de su cam iseta. Sonríe. Se despoja de la camiseta y se queda solo en bragas. -Tengo unas buenas tetas- se dice a sí misma, hablando muy bajito. Y mientras lo d ice, mientras susurra esas palabras, se estruja los pechos con ambas manos. Los pezones se le ponen duros del todo y Pili empieza a recordar la erección de su her mano Pablo. Jadea, cada vez más fuerte. Sin pensarlo mucho, se baja las bragas y s e queda desnuda frente al espejo. Tiene unas tetas firmes, aunque no muy grandes , coronadas por un buen par de pezones duros como piedras. Su cintura no es gran cosa, es más bien ancha y no muy estilizada, y sus piernas son, al igual que las de su madre, fuertes y algo gruesas, pero no la obra de un escultor griego preci samente. -Creo que estoy buena- se dice, hablando suave y quedamente al espejo, como si f uera la madrastra de blancanieves. Y sin más dilaciones, se mete en la ducha y abr e el grifo. El agua caliente desciende sobre su desnudo cuerpo y Pili se siente excitada. -Mmmmhhh- gime, mientras el agua la moja por completo. Coge el gel de ducha y em pieza a enjabonarse. Lo hace despacio, dándose gusto, acariciándose las tetas con pa sión, pellizcándose los pezones con suavidad y dibujando inacabables circunferencias en su estómago. -Si, si, acariciame, si, soy tuuyaa - gime Pili, imaginándose, ya sin tapujos, a su hermano desnudo y empalmado, con aquella gran polla suya al alcance. Pili está cac honda. Muy cachonda. Se abre de piernas, y se mete el cable de la ducha por entr e los muslos mojados. Su sonrosado y juvenil coñito, una dulce rajita estrecha y r ecubierta con poco pelo, recibe las suaves caricias del cable de plastico y de e se modo, Pili se masturba , meneando el cable adelante y atrás, una y otra vez, ha sta alcanzar un nivel de excitación casi insoportable. -Ooohh ohhh siii - gimotea la dulce veinteñaera, masturbándose lasciva en el baño. Su idea e s llegar al orgasmo, correrse allí mismo, manchando con sus jugos la cerámica de las paredes y la bañera. Pero no puede ser. Una voz imperiosa la obliga a salir de su ensimismamiento obsceno y lujurioso. -¡Pili!- grita su madre desde el otro lado de la puerta-¡Termina de una vez, estás tar dando mucho!¿Qué estás haciendo ahí dentro, eh? -¡N..na..nada, ma..mama nada, ya ya voy, ya he terminado!- tartamudea, nerviosa, la du lce Pili, despertando de pronto de su solitaria aventura sexual. Deja el cable d e la ducha, se sumerge aún más en el agua que desciende de arriba y da por terminada

su sesión de limpieza mañanera. -Vamos , Pili, te estamos esperando para el desayuno - le recuerda su madre desde la puerta. Y Pili, contrariada porque no ha podido terminar de masturbarse a gus to, sale del baño y empieza a secarse. La luz de la cálida mañana entra a raudales por las ventanas de la cocina. Sentados a la mesa, Pablo, Pili y su madre Mari Carmen, atacan las viandas del desayuno. Hablan de cuándo en cuándo, pero cada cual está sumido en su propio mundo, un mundo qu e, ahora, es muy sexual para los tres allí reunidos. Pablo, sobre todo, casi no pu ede contenerse. Junto a él, está su madre, vestida con uno de sus trajes de andar po r casa de color azul. La excitada madre no lleva nada debajo del traje, nada de nada. Sus piernas están a la vista y sus grandes pechos se traslucen a través de la tela .Pablo, mientras come, oscila entre la contemplación de su madre y sus potent es melones casi a la vista , y su hermana, frente a él, a la cual se le transparen tan los pezones, endurecidos, a través de la camiseta. Y así, el pobre chico tiene u na erección impresionante, y el bulto de su entrepierna parece un volcán a punto de explotar. Mari Carmen, por su parte, está excitada, no en balde acaba de comenzar la mañana fo llando con su propio hijo, para a continuación hacerle una mamada inconclusa que l o ha dejado empalmado y sobreexcitado, pero que también la ha dejado a ella con un as casi irrefrenables ganas de sexo. La cuarentona madre nota como el calor de s u coño ansioso le trepa por el estómago y alcanza todo su cuerpo, poniéndola tan cacho nda que tiene que esforzarse para no masturbarse delante de sus hijos. En un mom ento dado, además, ha podido atisbar la monumental erección de Pablo, imposible de o cultar, un grande y poderoso montículo en la entrepierna del chico que amenaza con desgarrar los pantalones. Mari Carmen, a pesar de que intenta refrenar su deseo de sexo, sabe que la deliciosa sensación de placer anticipado que domina su coño es maravillosa, demasiado maravillosa para desdeñarla y disfruta del momento. La cálid a y voluptuosa sensación de placer que emana de su sexo se distribuye por todo su cuerpo y la ardiente madre tiene que reprimir un gemido de placer al notar que s e está mojando. No lleva bragas, no lleva sujetador, está desnuda debajo de aquel mi nimo traje. Mira a su hijo Pablo. Y lo que ve en sus ojos es la más pura lujuria. Mari Carmen no sabe lo que hará su hijo, pero sospecha que si se siente la mitad d e cachondo que ella, la mañana acabará en una orgía de sexo desenfrenado. Pili observa a su madre, se asombra al comprobar que no lleva nada debajo del tr aje, puesto que la luz hace que se le transparente todo. La joven veinteñaera está c aliente, y el hecho de que su madre esté junto a ella, casi desnuda, no contribuye a su enfriamiento.. La tensión sexual se palpa en el ambiente, casi no se habla, solo ardientes miradas se cruzan entre los comensales, los cuales están todos más qu e calientes. La madre, excitada, sabe que es un momento delicado. Un momento que no ha previsto. Demasiado tarde, piensa que debió chuparle la polla a fondo a su hijo por la mañana y satisfacerlo. Ahora, está tan cachondo que no sabe lo que hará. Y es que tiene una erección tan imponente Mari Carmen comprende que debe hacer algo para detener a Pablo. Un vistazo a su hijo la ha convencido de que está a punto de estallar, de que no podrá controlarse. En efecto, Pablo suda copiosamente, tiembla, sus ojos se desorbitan, no responde coherentemente y, de cuando en cuando, se lleva la mano a la entrepierna, donde palpa la cada vez más grande erección. -Pablo - le dice suavemente. Mari Carmen le mira a los ojos. Su hijo le devuelve l a mirada.Mari Carmen, entonces, toma una decisión drástica. Despacio, muy despacio, sin dejar de hablar ni un instante con Pili, introduce su mano derecha bajo los pantalones de su hijo. Abarca la polla de Pablo con la mano y la acaricia con su avidad, sintiendo la tersa calidez de aquella verga enhiesta y palpitante. Pablo está a punto de gritar de placer, pero se contiene y dedica a su hermana Pili una boba sonrisa. Mari Carmen le saca la polla de los pantalones a su hijo y empiez a a manosearla en silencio, a sobarla desde abajo hasta arriba, presionando sobr e todo el glande enrojecido y mojado. -Mmmmhh- gime Pablo. -¿Qué te pasa, Pablito?- inquiere Pili, un tanto extrañada de la cara de placer de su hermano.

-Oh, no, nada, no es nada es solo que que me gusta mucho este pan está riquísimo ahhh- miente Pablo, no muy bien. Mari Carmen, que no se ha detenido, estruja la verga de su h ijo con la mano y se la machaca a fondo, haciéndole una potente paja. Pronto, abun dantes chorros de masculina leche caliente se estrellan contra la parte baja de la mesa y embadurnan la mano de la madre y la entrepierna del muchacho. -Ooh sii un pan buenisimo - gime Pablo, mordiéndose la lengua, corriéndose en silencio, to talmente satisfecho, mojando con su semen la mano de su madre. Mari Carmen se li mpia la mano en los muslos y la barriga de su hijo y pronto vuelve al desayuno, atacándolo con energia. Pablo, satisfecho, respira más pausadamente y se guarda la p olla dentro de los pantalones. La madre considera que la crisis ha sido superada con éxito, aunque haya tenido que hacerle una paja a su propio hijo. La erección empieza a disminuir y Mari Carmen sonríe, satisfecha. -¡Bueno!- dice- Terminemos de comer. Y lo hacen. Pili no alcanza a comprender el por qué de la repentina sonrisa de su madre, pero ésta, contenta al haber evitado la explosión de sexualidad de Pablo, sig ue comiendo y riendo. Pablo, con algunas décimas bajadas de su fiebre sexual, se c oncentra un poco en la comida y logra terminarse el desayuno. Luego, los tres se levantan. -Tengo que vestirme - dice Mari Carmen- Pablo, tu tienes que ir esta tarde al inst ituto, así que, desde que termines de ayudar a tu hermana con la cocina, a estudia r a tu cuarto. -Si, mamá- contesta Pablo, que aún siente palpitar su pene imperioso y endurecido. -Y tú, Pili, también tendrás que estudiar antes de ir a la Universidad esta tarde -Oh, no , mamá yo no tengo que ir esta tarde, sino ahora, por la mañana, han cambiado los horarios para hoy, asi que, ahora mismo me visto y me voy.¡Pablo se queda aquí s olo!¡Quien sabe lo que hará, un jovencito solo en casa eh! -Piilii - dice la madre, sonriendo, con un brillo extraño en los ojos - Deja en paz a tu hermano y vete a vestirte entonces, que nosotros terminaremos de arreglar e sto. -¿De verdad, mamá? No hace falta, no tengo tanta prisa, si quieres -Nada, tranquila, vete, vistete , que llegas tarde a la Universidad. -Me voy arriba, entonces- asiente Pili, abandonando la cocina. Solos de nuevo. Madre e hijo se miran y en sus ojos se refleja la lujuria pasada y la porvenir. Mari Carmen se vuelve de espaldas y comienza a lavar la loza. Pa blo se yergue , sintiendo que su pringosa polla está poniéndose en marcha de nuevo. Sin ruido, se acerca por detrás a su madre y aplasta su paquete contra su delicios o y adorado culo. -Ohhh Pablo ahora no ya te dije que tu hermana- susurra Mari Carmen, que sin embargo sie nte como el corazón le da un vuelco al notar la verga flácida de su hijo aplastarse contra sus nalgas. -¿No?- le dice Pablo al oído, levantándole el traje y dejándole el culo al aire-¿Por qué no, mamá? Mari Carmen gime. Pablo , sin dudarlo, le saca el traje por encima de la cabeza y la deja totalmente desnuda en un abrir y cerrar de ojos. La jugosa cuarentona no hace nada para evitarlo, y el joven, envalentonado, la agarra por los hombros y la besa en el cuello. Mari Carmen siente el calor de la lengua del chico, y e l sexo de la madre empieza a arder con más entusiasmo. -Oh Pablo no, otra vez no- susurra Mari Carmen, aunque todo su cuerpo le pide a grit os que deje a su hijo seguir adelante. Pablo, insaciable, se saca la polla , sin bajarse los pantalones, y la restriega contra las desnudas nalgas de su madre. Mari Carmen siente el calor y el grosor de la polla de su hijo, una polla, que aún poco después de haberse corrido, sigue siendo poderosa y sugerente. La desnuda y caliente madre nota el cremoso tacto del semen de Pablo, pues éste tiene la verga totalmente embadurnada de esperma. -Pablo ahhh por favor es demasiado déjame ya, Pablito, por lo que más quieras - susurra la ma re, enrojeciendo de vergüenza al verse otra vez dominada por su hijo y por la pasión que encadena su sexo. Pablo no le hace ni caso. Hunde su cara en el sedoso pelo de su madre y lo huele a fondo. Luego, le coge las tetas con ambas manos y empieza a manosearlas. -Ooooh, Pablo, noo mis te tas no por favor .-jadea Mari Carmen, sabiendo que se dejará llevar

por la sensación de placer que la envuelve. Los pezones de la mujer son como piedr as; Pablo los pellizca sin compasión una y otra vez. -Me encantan tus tetas, mamá- le susurra al oído, sin dejar de acariciar, retorcer y pellizcar las tetas de su madre. Mari Carmen empieza a mojarse de verdad. Nota la humedad en su coño. Pablo, en ese momento, la vuelve a agarrar por los hombros y le da la vuelta, dejándola frente a él. Y antes de que la atormentada madre pueda evitarlo, el caliente hijo le da un profundo y apasionado beso en la boca. -¡Mmmmmmhhhh!- gime Mari Carmen, con los ojos casi en blanco, mientras su boca es invadida inexorablemente por la lengua de Pablo. -No Pablo no - balbucea Mari Carmen, una vez libre del beso de su hijo.- yo creo que deberíamos ¡Oh!¡Se te está poniendo dura de nuevo!¡Es imposible! Mari Carmen contempla, extasiada, la verga de Pablo, que , en efecto, se está poni endo dura, muy dura, otra vez. La enorme polla casi tiene su tamaño normal en erec ción y apunta, victoriosa, al vientre de la excitada madre. Mari Carmen le toca la polla a su hijo. La acaricia, la manosea durante varios m inutos y la verga responde y alcanza toda su extensión, endurecida y erecta. -Necesito follarte, mamá- le dice Pablo- Tengo que follarte, no puedo explicarlo. Solo pienso en una cosa: en follar contigo. Follar, follar contigo, mamá ohh ¿no ves lo dura que tengo la polla? -Yo yo Pa Pablito nosotros - tartamudea Mari Carmen, con el corazón a mil por hora. Y entonc es se escucha en el piso de arriba el taconeo de Pili. La joven se ha vestido y baja las escaleras. -¡Rápido, mi traje!- exclama Mari Carmen, aterrada. Pablo se guarda la polla, le alc anza el traje a su desnuda madre y se va de la cocina, a toda velocidad. Mari Ca rmen se pone el traje de cualquier manera y para cuando Pili enfila la puerta de entrada, la madre ya ha compuesto una ficción de perfecta ama de casa, hacendosa, lavando los platos del desayuno. -Mamá - dice Pili- ¿Podrías llevarme a la Universidad? Ya que vas a trabajar, te queda d e camino y así me ahorro un buen trayecto. -¿Qué?- responde Mari Carmen, sin volverse todavía , temerosa de que se le note la exc itación sexual en la cara- Oh, si , si claro, ahora mismo termino con esto y me vi sto. ¡Te llevaré, universitaria mía! Pili acoge con una sonrisa la última frase de su madre y se dirige al salón, a esper ar. Mari Carmen se serena un poco y termina de fregar la loza. Luego, sale de la cocina. -Por cierto, mamá- le dice Pili desde el salón- Tienes puesto el traje al revés. Mari Carmen se queda paralizada. Es cierto, se ha puesto el traje al revés, se le ve perfectamente la etiqueta y la parte interior del mismo. La madre se siente a trapada, como si hubiera cometido un crimen sangriento y aquella hija suya la es tuviera fiscalizando. -Ah, si las prisas el desayuno como ahora me voy a cambiar, no hay problema je, je.- con testa , esperando en cualquier momento la acusación terrible de incesto. Pero ésta n o llega. -Ah, bueno- dice Pili, y continúa arreglándose la ropa y mirándose en el espejo grande del salón. Mari Carmen continúa hacia su habitación, intentando convencerse a sí misma de que no ha sido descubierta. Cuándo cierra la puerta y empieza a vestirse, Pili, con una extraña sonrisa dedicada a su imagen en el espejo, susurra: - Y yo juraría que cuando desayunamos tenías el traje bien puesto, mamá.El coche suena suave y monótonamente. Mari Carmen, al volante, dedica unas palabra s a su hijo Pablo, que está en la puerta de la casa. -Pablo, me voy al trabajo, aunque antes llevaré a la pesada de tu hermana a la Uni versidad..-¡Mamá!- le grita ésta desde su asiento de copiloto. -Bueno, pórtate bien, no le abras a nadie y estudia un poco. Luego, vete al instit uto directo y nada de amigotes ¡Adios, Pablito!-Adios, hermanito- le dice Pili, mirándolo a través de sus gafitas de diseño. -Adiós, váyanse ya que van a llegar tarde.¡Mujeres!- les dice Pablo, sonriendo a su ve z. Mari Carmen engrana la primera velocidad y dirige el coche hacia la carretera qu

e bordea la casa. Luego, acelera y se pierde en el horizonte. Pablo se queda sol o. Entra en casa, cierra la puerta y se pregunta qué hacer a continuación. Mari Carmen ha dejado ya a su hija Pili en la Universidad. Despacio, conduce hac ia su trabajo, aunque su mente está en otra parte, concretamente con su hijo Pablo . No logra quitárselo de la cabeza. Aún está excitada y se siente mojada. El corazón le late deprisa. Su mente le dice a cada momento que debe terminar con esta relación antinatural, debe dejarle bien claro a Pablo que no va a follar con él nunca más. De tiene el coche al borde de la carretera y toma una decisión. Pablo está desnudo, acariciándose la polla con una mano, mientras sueña con su madre, sentado en un sillón del salón. -Oh, si, mamá chúpamela sii ahhh puuutaa .puuutaa no eres más que una puta ahhh .sii puedo se gua de puta recorrer mi polla ahh sii sigue, siguee ¡Aaaahhhh! El joven ha apartado todos los escrúpulos y disfruta del momento ,dando por hecho que tiene a su madre a su disposición, y que podrá follarla cuando quiera y dónde quie ra. La polla se le pone a palpitar solo de imaginarse a su madre desnuda. -Oh, si, puta, puta, puta ¡Putaaa! De pronto, la puerta de la casa se abre. No ha oído llegar ningún coche y está sorpren dido. -¡Mamá!- exclama, levantándose, desnudo y con la polla tiesa- ¿qué haces aquí?¿No ibas a trab jar? Mari Carmen le dedica una amplia mirada de reprobación. Es evidente que Pablo se e staba masturbando, tiene la cara encendida y la enorme polla está tiesa y dura y a lgo goteante. Debería regañarlo, eso no se hace, y además, prometió ponerse a estudiar. -¡Pablo!¿Es que no puedes parar?- le dice la enfadada madre. Pablo se siente sorpren dido, cazado, y algo avergonzado. Pero pronto se le pasa. Es su madre, y su madr e y él han practicado el sexo esa misma mañana, así que el joven recupera enseguida su compostura. -No, mamá, no puedo parar, y menos si te veo tan hermosa como estás ahora - le dice el quinceañero. Mari Carmen se sonroja a su pesar. Pablo admira con aprobación la ropa que lleva su madre: unas medias blancas que le llegan hasta algo más arriba de la s rodillas, unos zapatos de tacón, una blusa floja de color blanco, una falda cort a y una chaquetilla.Todo eso aderezado con unas gafas oscuras y un bolso rosa a juego. El chico piensa que su madre va muy incitante al trabajo y que sus compañer os tienen dónde mirar, sobre todo teniendo en cuenta la falda corta que deja a la vista la casi totalidad de sus piernas. -Déjate de tonterías- le espeta su madre, lanzando a cualquier parte el bolso y las gafas oscuras.- He venido para hablar seriamente contigo. Pablo no deja de mirarle las piernas a su madre. De este modo, continúa muy excita do y su polla está dura y muy tiesa. Mari Carmen intenta no mirar la verga de su h ijo, cosa casi imposible dado el tamaño del miembro. El sol, que hasta hace poco e ntraba a raudales en el salón de la casa, parece haber sido tapado por unas nubes y la estancia se oscurece. La mujer avanza hacia su hijo y pronto nota con clari dad el olor a polla que desprende éste. El sexual aroma invade las fosas nasales d e Mari Carmen y la cuarentona comprende que se está poniendo cachonda. Pablo sonríe y se sienta, insolente, enfrente de su madre. -Continúa- le dice, mirándola fijamente a los ojos. Mari Carmen siente el poder sexu al de la mirada de su hijo y desvía los ojos de su trayectoria. -Pablo, de verdad, tenemos que acabar con esto.¡No podemos seguir así!¡No puedes segui r persiguiéndome, acosándome con tu tu gran pene!¡Eres mi hijo, Pablo, por favor, entiéndelo! Mari Carmen se ha acalorado con la perorata. No la tenía prevista, en realidad no tenía nada previsto. Solo quería poner las cosas en su sitio, obligar a su hijo a r espetarla y acabar para siempre con esta relación incestuosa que tan nerviosa y ac ongojada la tiene. Pero Pablo la tiene tan grande y tan dura, que la pobre madre no puede dejar de dirigir su mirada hacia la verga de su hijo. -Lo entiendo, mamá. Entiendo que tienes ganas de esto- dice el chico agarrándose la po lla con una mano- y por eso has vuelto, para disfrutar de mi polla sin interfere ncias. -¡Noo!- exclama la madre, abochornada por las palabras de Pablo- no, nada de eso. ¡H e venido para terminar con todo!¡Por Dios , eres mi hijo, no mi amante! Y si yo di go que se ha acabado, se ha acabado ¿Entendido?

Pablo se levanta de nuevo y avanza hacia su madre. Mari Carmen no sabe qué hacer. El olor a verga caliente es tan penetrante, que nubla su cerebro, ya bastante nu blado por la visión de aquella enhiesta y poderosa polla. -Terminado- repite- Quiero que lo comprendas. Nunca más lo haremos.¿De acuerdo?-De acuerdo- dice Pablo, sonriendo. Y a la vez que sonríe, aferra con sus manos la chaquetilla de su madre y se la quita con facilidad. -¡Noo!¿Qué haces?- grita Mari Carmen.-¡Basta, detente, Pablo, por favor! Pablo no quiere oír nada que no sean las palabras de su propia y calenturienta ima ginación. Con la fuerza de su juventud, domina a su madre, reteniéndola por los homb ros. -¡No digas tonterias tú ahora, mamá!- le grita, fuera de sí- ¡Si has vuelto aquí, ha sido pa ra follar conmigo a gusto!¡Necesitas mi polla, mamá, reconocelo! -¡No, por favor, no es eso!¡Ten tengo que irme, dejame ir, por favor!- suplica Mari Ca rmen, sin hacer en realidad ningún esfuerzo para zafarse de las manos de su hijo. Pablo la mira a los ojos y ve en ellos el miedo al placer, pero también ve el dese o irrefrenable de sexo que domina a su madre. Sin hacer caso de sus protestas, l e destroza la blusa, arrancándole los botones de cuajo. -¡Nooo!- exclama Mari Carmen, mientras Pablo la despoja de la blusa. El chico, lan zado, imparable, aferra la falda de su madre por la parte superior y tira de ell a hacia abajo. -¡No, Pablo, por favor, no me desnudes otra vez!- grita la pobre madre, excitada, mojada, con el corazón palpitando a mil por hora-¡Tengo que ir al trabajo, déjame ir, por favooor!Pablo empuja a su madre hacia un sillón. Mari Carmen, con la falda arremolinada en torno a sus tobillos, está paralizada. Pablo se lanza sobre su madre una vez más y le quita la falda y los zapatos. -¡Ooooohhh!- gime la madre, casi desnuda. Ahora, solo lleva encima unas bragas bla ncas de encaje y un sujetador del mismo color, además de las medias blancas que cu bren sus piernas. El joven sigue sobre ella. La cuarentona puede sentir su respi ración entrecortada, puede ver la mirada lujuriosa en sus ojos.- ¡Oh, Pablo, otra ve z no! El chico le desabrocha el sujetador. Las jugosas y colgantes tetas de Mari Carme n se derraman hacia ambos lados ; el chico las admira un segundo y luego, sin du darlo, le quita las bragas a su madre de un solo tirón. -¡¡Nooooo!!¡¡Mis bragas nooo, otra vez nooo!!-exclama Mari Carmen, temblorosa, con el coño mojado por completo, excitada, sin poder dejar de disfrutar viendo a su hijo de snudo y empalmado junto a ella, encima de ella. Pablo se queda quieto, en pie, m irando a su madre. Mari Carmen está desnuda frente a él, sentada en un sillón, abierta de piernas, mostrándole una vez más su coño sonrosado y humedo. La mujer sabe que deb ería cerrar las piernas, ponerse en pie y salir de allí como sea, pero no lo hace. P ermanece dónde está, despatarrada, vencida, temblorosa y palpitante, esperando el si guiente movimiento de su hijo. Pablo tarda en decidirse. Tiene la verga tan dura que parece a punto de reventar . Y su madre, desnuda, con aquellas excitantes medias blancas , está frente a él, ab ierta de piernas, mostrándole sin pudor alguno su sexo mojado. Ni siquiera se tapa el chocho con las manos, piensa Pablo. Y una oscura voz en el fondo de su mente le grita: "No es más que una puta, una puta, una puta". -Po por favor, hijo- balbucea Mari Carmen- tengo que irme, tengo que vestirme, deb o ir a trabajar, no puedes no puedes Pero no termina la frase. Pablo se abalanza sobre ella con la más sucia de las luj urias pintada en el rostro, la agarra por el pelo y la arrastra hacia el sillón gr ande. -¡Nooooo!-grita Mari Carmen. Pablo se sienta, sin soltar a su madre, que permanece junto a él , arrodillada e indefensa. Luego, el joven, totalmente caliente, tira de su madre hacia arriba y se la pone boca abajo sobre los muslos. -¿Qué qué haces, Pablito qué estás ?- balbucea Mari Carmen, que ahora está en la postura de a n que va a recibir una buena tunda en pleno culo. Y eso es lo que Pablo tiene en mente. Alza su brazo izquierdo, mientras con la mano derecha domina a su madre ; luego, con gran fuerza, hace descender el brazo, hasta que su mano golpea con saña el desnudo y fofo culo de su madre.

-¡Aaayy!- grita Mari Carmen-¡Estás loco!¡No puedes no puedes ahhh!- exclama la cuarentona, h umillada. Pero Pablo continúa. Vuelve a alzar la mano y vuelve a dejarla caer, azo tando de nuevo el culo de su pobre madre. -¡Aaaaayyy!¡Pablitooo, por faaavoor!- gime Mari Carmen, con el culo ya un poco enroj ecido. Pablo está sobreexcitado y no se detiene ante nada, menos aún ante las patética s súplicas de su desnuda madre. -¡Cállate, puta!- le grita, de pronto-¡Viniste aquí de nuevo porque quieres que te folle , quieres disfrutar de mi polla!¡Necesitas mi polla! -¡No, Pablo, yo no !¡AAAyyyyy!- grita Mari Carmen, dolorida, porque por tercera vez, s u hijo le ha dado otro buen azote en el culo. -¡No puedo más, me excitas, me pones caliente!- aúlla Pablo, frenético-¡Eres una calienta pollas, una puta calientapollas! Y el chico vuelve a golpear a su madre con la mano, dándole un buen tortazo en ple no culo. Mari Carmen grita de dolor y de deseo, porque aquel castigo la está ponie ndo realmente cachonda, tan mojada que apenas puede controlarse. Pablo contempla el coño mojado de su madre y su excitación no conoce límites. Vuelve a azotarla, dándol e aún más fuerte que antes. -¡Puta!- le dice mientras la azota con la mano en las indefensas nalgas, que ya es tán muy enrojecidas-¡PUTA!¡Te pones caliente, te gusta que te peguen, te gusta que te den azotes en el culo! -No nooo ¡Por favor, yo no !- balbucea Mari Carmen ,mientras agita de forma patética sus p iernas en el aire, esas piernas enfundadas en sus medias blancas. Pablo le da ot ro azote, y otro y otro más. Enloquecido de deseo, Pablo agarra con fuerza las med ias de su madre y se las quita, se las arranca, pues la quiere tener totalmente desnuda. Después, continúa azotándola, sin compasión. -¡AAAYYY!¡No, por favor, me haces daño, Pablo !¡Mi culooo!¡Ayyyy!- gime la desnuda, atorment ada y azotada madre, que ahora se siente totalmente humillada. -Volviste aquí para que te follara,mamá reconocelo reconocelo y dejaré de darte tortazos e n el culo.- le dice Pablo, que está perdiendo el control y se encuentra a punto de correrse. Mari Carmen ya no ofrece resistencia y Pablo, con la mano que tiene l ibre, se masturba desenfrenadamente. -¡No, por favor, Pablito, yo no quería yo quería yo AAYYY!- balbucea la pobre Mari Carmen, m ientras Pablo, una y otra vez, la azota en el culo con la mano. A Mari Carmen le arde el culo, le duele. No puede más. Sabe que tiene que rendirse y decir la verd ad, decirla, gritarla a los cuatro vientos, si no quiere que su hijo le destroce el trasero a golpes. -¡Di la verdad, puta, dila!- le grita Pablo, enrojecida la cara de ira y de deseo incestuoso y prohibido. Y Mari Carmen, la desgraciada, desnuda y azotada madre, sumida en el más obsceno de los deseos, exclama, al fin: -¡Si!¡Si!¡He vuelto para follar contigo, Pablo!¡Necesito tu polla, necesito tu polla!¡Soy una puta, una puta, una PUUUTAAA!- Mari Carmen rompe a sollozar, presa de una in tensa excitación sexual y de un gran nerviosismo. Su cuerpo tiembla y Pablo deja d e apalearla. La coge amorosamente por el pelo y la pone de rodillas, frente a él. Se inclina hacia su madre y la besa en la boca. -MMmmmmmmh- gimen los dos , besándose con amor durante varios segundos. Luego, las bocas se separan y Mari Carmen, sin que Pablo se lo diga, se introduce entre lo s muslos de su hijo, le agarra la polla con una mano, se la mete en la boca y em pieza a chuparla. -Ohhh, siii - gime Pablo, acariciando el pelo sedoso y negro de su madre- si, chúpam ela, mamá chúpamela, puta, puta, puta .ahhh siii puta puta.Mari Carmen está muy excitada. El que su propio hijo la llame puta la excita. Las palabras sucias la ponen cachonda, es como si estuviera viviendo una de sus obsc enas fantasías sexuales. Con la gran polla de su hijo en la boca, la jugosa cuaren tona ansía oír que su hijo Pablo la llama puta. Y éste lo hace, de cuando en cuando, e ntre gemido y gemido de placer, mientras acaricia el pelo teñido de su ultrajada m adre. La cuarentona chupa muy bien, lamiendo a la vez que succiona la verga de s u hijo, llenándola de saliva, recorriéndola arriba y abajo una vez y otra y otra -Slurp.Slurp.Slurp.SLURPSLURPSLURP.- se oye chupar a la ardorosa , desnuda y exc itada madre, que ya ha olvidado casi por completo sus propósitos de enmienda sexua l.

-Oh, si, puta, sigue así, chupas muy bien ahhhh PUTA PUTA PUUUTAA -la palabra puta brota con naturalidad de los labios de Pablo, aunque al principio hasta pronunciar la pal abra le costaba bastante. Llamar puta a su madre lo excita, lo pone caliente. Y aunque la excitación y el deseo hacen que prácticamente olvide que la mujer de cuare nta y tantos años que le está chupando la polla, haciéndole una maravillosa mamada, es su madre, el hecho es que una parte de su mente no lo olvida y eso hace que lla marla puta sea tan excitante. Mari Carmen, actuando como una experta chupapollas, lleva a Pablo al borde del o rgasmo y luego, deja de hacerle la mamada. La polla reluce,-plena de saliva recién derramada por la boca ansiosa de Mari Carmen - dura y erecta, temblorosa, grues a y enorme, con su glande enrojecido y ensalivado amenazando con furiosas penetr aciones. Mari Carmen la agarra con una mano y, mirando fijamente a su hijo, le d ice, con el brillo del apenas ocultado deseo en los ojos: -Oh, Pablo eres muy malo muy malo yo yo glubs- balbucea la madre, cachonda de verdad- no d ebería decir esto, pero pero te necesito, si yo , tienes razón, Pablo necesito tu verga no de de pensar en ella, es tan tan potente es increíble yo he intentado superar esta especie de a icción a tu polla, pero no he podido, por ahora lo he intentado, de verdad, hijo, lo siento. Y mientras habla y tartamudea, Mari Carmen se incorpora, se sienta a horcajadas sobre su hijo desnudo y se ensarta de golpe en la verga de éste, metiéndose la polla hasta el fondo del coño, ayudándose en esta labor con la mano. -¡Oooooohhhhh!¡siiiiii!- gime Mari Carmen, extasiada de gozo, con la polla de su hij o plenamente insertada en su coño-¡Oooooh, que grande y que dura ahhh..siiii fóllamee toda .a hh! Pablo no se mueve. Se limita a estarse quieto, allí sentado, desnudo, con su madre ensartada en su polla, su madre, que no cesa de menearse , ni de dar saltitos, arriba y abajo, arriba y abajo, follando con cada vez más intensidad. -Si, si- jadea Mari Carmen- fóllame, fóllame, déjame sentir tu polla dura y tiesa otra vez, Pablito, por favor mmhhh, oh, sii Pablo tiene la mirada fija en los grandes melones de su madre, que se bambolean a un lado y a otro, graciosa y eróticamente, al compás de los meneos de la ardiente cuarentona. El joven, con la polla tiesa y mojada, hace todo lo posible por no c orrerse todavía. Se inclina hacia delante y abarca con ambas manos las tetonas de su madre, estrujándolas la una contra la otra, sin compasión. -Oh, si, mis tetas, Pablitooo, cometelas, comételas, son tuyas ahhh - jadea Mari Carme n, con los ojos casi en blanco y la lengua fuera, el coño más que mojado y la excita ción dominándola por completo. Pablo hace caso a la recomendación maternal y se mete u na teta en la boca. La chupa, la muerde, la succiona -Slurp..slurp..mmmmm tienes unas tetas de ensueño, mamá ahhh me gustan mucho tus tetas si- m usita el muchacho casi al oído de su descarriada madre, que no hace otra cosa que saltar y saltar, follando con su hijo de modo incesante. -Si ¡SIII!...¡oooohhhhh!- Pablo se saca la teta de la boca y se introduce la otra, chu pándola con más fuerza aún. Mari Carmen empieza a saltar cada vez más rápido, totalmente e xcitada y cachonda, ensartándose una y otra vez en la enhiesta verga de su propio hijo. -¡Aaaahhah!¡Aahhh!¡AAHHH!- gime la madre desnuda y emputecida, con el lacio pelo negro danzando al ritmo de sus obscenos meneos , sus grandes y colgantes tetas moviéndo se a un lado y a otro y sus nalgas temblando como flanes cada vez que chocan con tra los muslos de su hijo. Pablo , de pronto, agarra la cabeza de su madre con ambas manos y le susurra al oído una sola y definitiva palabra: -PUTAY luego, se levanta, haciendo acopio de todas sus fuerzas, alzando en vilo a su madre, que está ensartada en su pene. La agarra por la espalda y avanza unos pasos , hasta dejar caer a su presa en otro sillón, pero sin sacar nunca la polla de su agujero. Ahora, es Mari Carmen la que está debajo. Pablo cabalga sobre ella con pa sión increíble, metiéndole y sacándole la verga del coño a velocidad de vértigo, mientras la follada madre grita de pasión. -¡¡OOOHHH, SIII, SIII, FÓLLAMEE, FOLLAMEEE, FOOOLLAMEE TOODAA AHHHH SOY TODA TUYA, SOY TUY A SOY AHHHHHH!- Mari Carmen no puede resistir más. Totalmente abierta de piernas, con

el chocho mojado, rezumando jugos como una cascada imparable, Mari Carmen sabe q ue va a correrse. Y lo hace. Una explosión de placer inunda su sexo y un torrente de jugos se derrama sobre la polla de Pablo. El chico, subido en una nube de pla cer sin fin, se sigue follando a su madre, sin pausa, meneando su poderosa polla como un émbolo desbocado, metiéndola y sacándola rápidamente de aquel maravilloso y ado rado coño. -¡Ooooohhh me coorro ahhh sii que gustooo ahhh!- exclama Mari Carmen, con los ojos cerrados. Pablo acerca su rostro al de su madre y le estampa un amoroso beso en la boca, retorciéndole la lengua con la suya propia. Luego, le dice, pegando sus labios a l a oreja de su madre: -Si, puta. Córrete, puta mía, córrete ahhh sii -Si- susurra Mari Carmen, volviendo la cabeza y buscando y alcanzando con su lab ios los labios de su hijo- Soy una puta, soy tu puta ahhh sigue, cariño, sigue follándom e, asii eres increíble ahhh. Pablo la tiene muy dura, pero aún puede aguantar. Pletórico de excitación, lleno de ul trajantes fantasías en las que su madre es su amada protagonista, el joven saca la verga del sexo de Mari Carmen. La mujer emite un quejido de sorpresa, pero es t emporal. Pablo la agarra por el pelo y le da la vuelta sin ceremonias, poniendo a su madre boca abajo, de rodillas sobre el suelo y de espaldas a él, con el culo plenamente al alcance de su verga. -Oh, si, Pablo, eso es ahora ahora por el culo oh, si .ahora métemela por el culo, méteme bi en adentro esa maravillosa polla tuya, jódeme por el culo ahhhh- balbucea Mari Carme n, que ya ha perdido todo vestigio de compostura y solo piensa en follar. El chico separa las nalgas de su madre, dejando a la vista el agujero anal, negr o y atrayente como un pozo del más oscuro deseo. Sitúa su enorme verga frente al ano ,agarra a su madre por el pelo y, a la vez que tira del mismo hacia atrás, le met e su gran polla por el culo. -¡¡OOOOOHHHHSIIIIIIIPAABLOOOAHHHHHHMICUUULOOOOO!!- exclama Mari Carmen, penetrada an almente una vez más. La polla de Pablo se abre paso inmisericorde a través del condu cto rectal, haciendo trizas las defensas del anillo elástico que protege el agujer o del culo. Mari Carmen se siente llena por dentro, con aquella gran polla dentr o de su culo. Pablo comienza a darle por el culo, con fuerza, sin la más mínima comp asión, penetrando a su madre por detrás con violencia casi, babeando de gusto. -Oh, si, puta trágate esto seguro que te gusta que te enculen ohhh zorra ahhh- gime el chico , insultando a su madre, deleitándose con cada palabrota, casi tanto como con la p enetración en sí. Sus embates son muy potentes, tanto que la pobre Mari Carmen resul ta empujada sin miramientos una vez y otra contra el respaldo del sillón. La polla entra y sale, victoriosa, del trasero de la cuarentona y ésta no hace otra cosa q ue gemir de gusto, pues su ardiente coño vuelve a estar de nuevo en forma, pidiéndol e guerra a gritos. -¡Aaaahhh!¡¡Aaaaaahhhh!¡Mi culiitoooo!- exclama la sodomizada madre, con la lengua fuera , relamiéndose, mientras Pablo la encula una y otra vez, sin parar. El joven, sin embargo, sabe que está a punto de correrse. Tiene la polla más que dura, tiesa y tem blorosa y nota que le llega el orgasmo. -Ooooh pu puta - gime el joven- Creo que voy que estoy a punto de correrme ahhhhhh Y casi sin proponerselo, saca la verga del culo de su madre. Mari Carmen, rapida mente, se da la vuelta y se pone de rodillas frente a su hijo, de rodillas y con la boca abierta de par en par, dispuesta a recibir la lluvia de semen que se av ecina. -Si córrete, Pablito y dame de beber ahh sii quiero tu leche .tu leche caliente en mi boca, dámela, por favor, dámela - musita la madre, desnuda, con las grandes tetonas bambolea ntes coronadas por un endurecido par de pezones, arrodillada ante su hijo, esper ando la eyaculación de éste. -¡Oooohhh, siii, ya llega mamaaa ahhhh!- exclama Pablo, que sin poder contenerse más emp ieza a correrse, eyaculando a borbotones sobre la cara de su madre-¡Siii ahh ahhhhh .puu taaaa!! Mari Carmen recibe los primeros y poderosos chorros directamente dentro de su bo ca. Se los traga después de saborearlos y vuelve enseguida a estar preparada para recibir los siguientes. Pablito continúa corriéndose a chorros, lanzandolos una y ot ra vez contra la cara y las tetas de su madre, que a los pocos instantes se qued

a llena de semen. -Oohh ahhh ahhh .¡aahhhhh!- gime el joven, eyaculando todavía, derramando su semen calient e sobre las mejillas de su madre, que recibe la cremosa sustancia con agradecimi ento, relamiéndose y tragando todo lo que puede.- ¡Aaaaahhh! Mari Carmen abre la boca y le muestra a su hijo una lengua llena de esperma visc osa. Pablo, entonces, le mete de nuevo la polla en la boca y termina de correrse allí, con la verga aprisionada entre los labios de su madre. Pablo se derrumba sobre el sillón. Mari Carmen, sin sacarse la polla de la boca, s e sitúa entre los muslos de su hijo y continua chupándosela, lamiéndola por completo, desde los testículos hasta el glande. El joven gime, con la respiración entrecortada , intentando recuperarse de un fantástico orgasmo. Mari Carmen, sin embargo, sigue chupandole la polla, sin pausa, sin descanso De cuándo en cuándo, Pablo le mesa los cabellos a su madre y le dice, suavemente. -Eso es , puta, sigue, sigue chupando pronto se me pondrá dura de nuevo y seguiremos follando ahh sigue, sigue puta PUTA. Mari Carmen continúa chupando, sin parar, mirando de cuando en cuando a su hijo co n cara de pobre e ingenua mujer ultrajada. La polla dentro de su boca lasciva se mueve de un lado a otro y su increíble habilidad como chupapollas pronto logra qu e el pene del quinceañero entre de nuevo en fase de endurecimiento. -Slurp,slurp, slurp mmmmhhh- gime Mari Carmen, la madre chupona, sin sacarse la po lla de su hijo de la boca, pensando que nunca había sido tan féliz, que nunca había se ntido tanta plenitud en todo su ser. Ahora, sabe que lo único que desea es estar a sí para siempre, desnuda, chupándole la verga a su hijo, anticipando el delicioso mo mento de la penetración, saboreando el semen recién derramado sintiéndose, de un modo ex traño y total, una auténtica puta. Mari Carmen, una madre muy ardiente 5 Un hermoso salón, vestido con muebles de calidad, iluminado por grandes ventanas t apadas con cortinajes de diseño. Mesas repletas de figuritas, amplias fotos de tod a la familia colgadas en la pared. La luz del día, no muy fuerte, penetra a través d e las persianas bajadas e ilumina tenuemente una escena excitante y extraña. Un jo ven, un quinceañero, yace desnudo, tumbado sobre un gran sillón. Tiene un buen cuerp o, pero sobre todo, tiene una buena polla, una polla grande, hermosa, gruesa y v ibrante. Y esa polla está en erección, mostrando la totalidad de sus venas hinchadas y temblorosas. A los pies del joven, arrodillada, se encuentra una mujer de cua renta y cinco años. La mujer está desnuda, y su largo pelo negro - teñido - le cae sob re los hombros. Tiene los ojos brillantes, las tetas grandes y colgantes, un par de pliegues de grasa acumulada en el estómago y un culo amplio y apetecible. Además , tiene abundantes regueros de semen que recorren su cara. Sostiene con su mano derecha la verga en erección del joven y se la está chupando. ¿Quienes son estos dos amantes? Una mujer cuarentona y un jovencito...quienes serán. ..Son madre e hijo, ella se llama Mari Carmen y este es el segundo día de sus ince stuosas relaciones con su hijo. El se llama Pablo y está tan contento, tan cachond o, que no se cambiaría por nadie de este mundo ni de ningún otro mundo. Mari Carmen, a lo largo de este tiempo de sexo descontrolado, ha intentado por todos los med ios rechazar el deseo que la domina y que la empuja a follar con su propio hijo. Pero no ha podido. Y ahora, en esta gris mañana de un día de trabajo, después de habe r enviado a su hija Pili - universitaria, veinte años, gafas cuadradas de diseño- a clase, ha vuelto a casa y, a pesar de sus deseos de enmienda, no ha podido resis tirse y ha caído en las redes del placer sexual. Luego, su hijo y ella follaron co mo locos, y Pablo se corrió en su cara. Ahora, está totalmente cachonda, totalmente perdida en un mar de sexo y deseo, y no piensa en otra cosa que no sea chuparle bien chupada la polla a su hijo Pablo y ponerse a follar con él. -Mmmmmhh- gime Mari Carmen, con la verga de su hijo en la boca- Mmmmhh...slurp.. .slurp...slurp...ahhh... Se la saca momentáneamente, mira a los ojos a Pablo y le dice, en susurros: -Que buena está, que grande la tienes, es tan hermosa, tan dura...ahhh...casi me c orro de hablar así de tu polla...ahhh- musita Mari Carmen, sonriendo ligeramente, con su cara llena de semen. Una parte de su mente, la que todavía conserva algo de vergüenza, se escandaliza de oírse a sí misma hablar así, como una cualquiera, como una ...puta. Pero esa parte no puede hacer nada. El sexo domina por completo a Mari

Carmen y su raciocinio espera, acurrucado en un rincón oscuro, tiempos mejores par a hacerla morir de arrepentimiento. -Oooohh...si....sii...dame tu verga, Pablo, Pablito, hijo mío, dame tu polla...tu GRAN POLLA - dice Mari Carmen, poniendo énfasis en las últimas palabras que pronunci a- Siii... dámela toodaa....ahhh...slurp, slurp, slurp...mmmhh...que bien sabe...s i que ricaa... Mari Carmen se mete en la boca la polla de su hijo. Se la mete hasta el fondo, c asi hasta la garganta. La palpa, la lame, la llena de saliva y la chupa y la suc ciona a gusto, arrancándole a Pablo gemidos de placer. -Aaaahhh...si...siii...chupamela, mamá...chupamela....sii...puta...puta...PUUUTAAA - exclama Pablito, que no tiene inconveniente alguno en llamar puta a su propia madre.Y es que hacerlo así, llamarla de ese modo, llamarla puta, lo pone muy, muy cachondo. La verga, que no hace mucho que acaba de correrse, ha recuperado toda su potencia y tamaño, y luce en todo su esplendor, una gran polla joven y fresca, lista para follar. Mari Carmen, sobreexcitada, permite que su hijo la llame puta , y lo hace porque le gusta, porque la excita que la llamen puta, sobre todo si quien la llama así es su propio hijo. -Si, sigue, Pablito, sigue llamándome puta...sigue así, cariño, ahhh...- susurra Mari Carmen, que se ha sacado la polla de la boca y ha empezado a lamerla, sacando fu era la lengua en toda su longitud.-Mmmmmh...slurp, slurp... La desnuda y humillada madre da un lametón tras otro a la polla de su hijo, sin de jar de mirarlo a los ojos. Pablo mesa los cabellos de su madre y gime de placer. ..y la llama puta una y otra vez, sin cansarse. -Siii...ahhh...puta, puta, puta...sigue, puta...sigue...ahhh...PUUTAA...PUTA...A HHH....SIII...PUTA...PUUTAAA...- gime el joven, con la polla más que tiesa, totalm ente excitado y mojado, con el corazón a mil por hora, disfrutando con la visión de su madre, totalmente desnuda y arrodillada a sus pies. Por su parte, Mari Carmen está perdiendo toda la compostura que le quedaba - si es que le quedaba alguna, c laro- y ha empezado a llenar de lametones, no solo la polla de su hijo Pablo, si no también sus enormes testículos e incluso su agujero anal, puesto que el chico, se ha abierto tanto de piernas que la lasciva madre puede verle el agujero del cul o. -Siii, Pablito, soy una puta...soy tu puta...llámame puta, cariño, llámame puta, ahhh. ..necesito tu polla, necesito tus huevos, necesito tu culo, te necesito a ti, Pa blo, lléname con tu verga, métemela dentro, muy adentro , hasta el fondo, fóllame, por favor, fóllame....¡FÓLLAMEEE!...AHHH.....slurp...slurp...mmmhh...por favor, Pablo, fóll ate a esta pobre puta...lo necesito...soy tu puta, tu puta, tu puta...soy tu mad re y soy una puta, soy toda tuya, tu puta, tu propia puta...por favor, no soy más que una puta...ahhh- gimotea y balbucea Mari Carmen, cachonda hasta el extremo, mientras lame una y otra vez la enorme polla de su hijo Pablo. -Puta, puta, puutaa...eres una puta,mamá, una puta...ahhh...- susurra Pablo, sonri endo, mientras su madre vuelve a chuparle la polla, haciéndole la mamada de su vid a. Mari Carmen está toda mojada. No puede resistirse y mientras chupa y chupa sin ces ar , se lleva una mano a la entrepierna y empieza a acariciarse, masturbándose con suavidad. La jugosa cuarentona se mete dos dedos en el coño y los saca llenos de jugos, chorreantes por completo.Está tan mojada, está tan cachonda, que sabe que no tardará en correrse si sigue metiéndose deditos en el chocho mientras le hace una ma mada a su hijo y éste no para de llamarla puta. -Si,puta, sigue, sigue chupando...ahh...- dice Pablo. -¿Así, Pablito, así te gusta?- le contesta su madre- Sllurp, slupr, chuips, shuss, amm mmhh...glubs...glubs...chups...slurp... -Oh, si, así , puta, asi...ahhh...puta, sigue puta, sigue...aaaaahhhhhhhmmmm....Mari Carmen, entónces, se saca la polla de la boca: -Creo que ya la tienes suficientemente dura, Pablito, así que...fóllame, por favor, fóllame otra vez, necesito sentir tu polla dentro de mí, toda bien adentro, ardiente , dura y poderosa....ahhh...siii- dice la desnuda madre, relamiéndose obscenamente , mirando a su hijo a los ojos- ¿No vas a hacerle este favor a tu pobre madre, eh?¡Fól lame, por favoooor!Pablo le acaricia la cabeza a su madre, amorosamente. Luego, se inclina hacia ab

ajo, le coge la cabeza con ambas manos y la besa en la boca, un beso largo y de lenguas enroscadas durante ensalivadas eternidades. -Mmmmmhhhpfffm....mmmhhh- gimen ambos, besándose. Pablo es el primero en separarse . Sonriendo, disfruta de la belleza radiante de su madre, que a pesar - o precis amente por eso - de tener la cara cubierta con abundantes regueros de semen, pro ducto de su anterior corrida sobre su progenitora, parece estar más hermosa que nu nca, más féliz que nunca. Mari Carmen, también sonriendo, se separa de Pablo, se arras tra un poco hacia adelante y , dándole la espalda, se pone a cuatro patas, arquean do el lomo todo lo que puede, levantando de este modo el culo y poniéndolo al alca nce de su hijo. -Por favor, Pablito, fóllame, fóllame ahora, no esperes más...estoy toda mojada, por f avor, si no me follas voy a tener que masturbarme hasta correrme, por favor, no me hagas esto...fóllame ya, fóllame, fóllame, fóllame toda... Pablo contempla, extasiado, la estampa que compone su madre, totalmente desnuda, en postura perruna, con la cabeza vuelta hacia él, suplicando una y otra vez, sup licando para que la follen, con la cara cubierta de semen y una expresión de lujur ia desenfrenada en los ojos, mientras menea el enorme culo a un lado y a otro, s eparando las piernas y dejando a la vista un coño entreabierto, sonrosado y eviden temente mojado. El joven se levanta. Se pone de rodillas detrás de su madre y, durante varios segu ndos, juega con ella, golpeándole el culo con la polla enhiesta y vibrante. -Oh, por favor, Pablito, basta ya, fóllame, por favor , fóllame, metemela hasta el f ondo, deja de jugar conmigo...soy tu madre...ahhh...- gimotea Mari Carmen, que d e todas forma disfruta con los preliminares, sintiendo en sus desnudas nalgas el impacto de aquella verga joven y poderosa. Y entónces, Pablo deja de jugar. De un solo empujón, introduce su potente y endureci do miembro en el coño de su madre, jodiéndola hasta el fondo, abriéndose paso a través d e la mojada vagina maternal. Siente un placer intenso al notar su polla comprimi da entre aquellas carnosas paredes y al escuchar los gemidos de placer que emite su follada madre. -¡Oooohhh, si, por fin...ahh...bien adentro...del todo...ahhhh...si...siii..!¡SIIII!¡A HHHHH!¡SIIII!¡QUE MARAVILLAAAA!¡OOOOHHHHSIIIIAHHHHH!-gime Mari Carmen, aplastando la c ara contra el suelo, empujada por el poder de Pablo, que empieza a follarla sin miramientos, iniciando un veloz y duro mete y saca que lleva a la desnuda cuaren tona al borde del orgasmo en un par de minutos. A cada embate de Pablo, las gran des tetas colgantes de Mari Carmen se menean como globos casi desinflados y sus hermosas nalgas tiemblan como flanes. -¡Aaahh!...¡Aaaahhh!...¡AAAHHH!...- cada gemido de Mari Carmen corresponde a un embate de la polla de Pablo, que se la está follando cada vez más rápido.- Ohhh, siii...más... mas...¡maaasss!...¡no pares! Pero Pablo no tiene intención alguna de detenerse. Recurre a todas sus fuerzas y a umenta la rapidez con que introduce y saca la polla en el coño de su madre. Se la folla con auténtica fuerza, con dureza, aplastando a la cuarentona contra el suelo , cogiéndola por la cabeza y empujando hacia abajo. Mari Carmen ya no está a cuatro patas, está tirada en el suelo, boca abajo, con el culo en alto, totalmente despat arrada, con la boca aplastada contra el piso. -¡Aaaahhh!¡Aaaaaahhh!¡Si, si, siii, puuutaaaa!- grita Pablo, lanzando la cabeza hacia atrás mientras mete y saca la verga una y otra vez del chocho mojado de su madre. Mari Carmen, totalmente follada, no puede más. Su hijo la ha llevado al límite en po cos minutos. Con un profundo gemido de placer, la madre se corre, lanzando chorr os de jugosa crema que moja por completo la polla de su hijo. -¡AAAAAHHHHHHHMECORROOO...QUE ME COORROOO...TOODAA...AHHHH....AHHHHH....AHHHHHH... .QUE GUSTOOOO!- gime la ultrafollada madre, temblando de placer, destilando a bo rbotones el licor del placer a través de su coño empapado. Pablo, por su parte, aún no ha alcanzado el climax, así que saca la verga de la raja de su madre y se lo pien sa durante unos segundos. En ese intervalo, Mari Carmen, sensiblemente menos exc itada que antes, se derrumba entre jadeos de placer, y se queda tirada boca abaj o en el suelo, con el culo al aire, como una jugosa invitación a su hijo. -Oh...Pa...Pablo...ha sido maravilloso...pero...pero....creo que ahora, ahora, h ijo, debemos vestirnos y serenarnos...aunque tu no has terminado...bueno , creo

que podrías, tú mismo....hacerte una paja y...ya sabes, terminar...porque pienso , s inceramente, que ha sido demasiado...tal vez hemos cruzado los limites y no debi mos hacerlo...en realidad, estaba tan excitada que...Pablo...no me escuchas...Pa blo..¿Pablo?- balbucea Mari Carmen, en un intento de detener la furia folladora de su hijo. Pero Pablo tiene otros planes. Sin decir nada, agarra con ambas manos el gran culo de su madre - pensando, en su calenturienta mente de adolescente so breexcitado, que su madre, además de puta, es una culona- y le separa los muslos, dejando bien a la vista el agujero anal de su progenitora. -Pa...Pablo...Pablito, que soy tu madre...no puedes, no debes...no...por favor, por el culo no, ya está bien por hoy...ya...ya...está bien, ya basta, Pablo...soy tu madre, no puedes darme por el culo...no...no...¡nooooo!- grita Mari Carmen, porqu e Pablo, sin hacerle ni caso, le ha separado las nalgas y, sin más, le ha metido l a enorme polla por el culo. -¡Noooooo!¡Pabloooo!¡Noooo, que soy tu madreeeeee!¡¡Aaaaaaahhhhhayyyy....mi cuuuulooooo!¡MI CUUULOOOOO!- exclama, gritando, la ultrajada y follada madre, mientras Pablo se la mete por el culo sin compasión. El joven, totalmente excitado, no repara en las súplicas de su madre y continúa dándole por el culo como si tal cosa. Su gran polla e ndurecida penetra en el culo de Mari Carmen, y ésta siente como si le ardiera todo el cuerpo, no solo el trasero. La cuarentona madre nota, siente, centímetro a cen tímetro, como la verga de su hijo avanza, implacable, a través de su conducto rectal , llenándolo con su avasalladora presencia. -¡¡OOOOOHHHHH, Pablo....ahhhh....ahhh...no...por favor, otra vez nooo...!!- gime la follada madre - Por favor, hijo...noo...ahhh...sácala...sácala ahora mismo de mi cul o, por favor, te lo suplico...ahhh...ahhh...no me hagas esto...ahhh.... Pablo se detiene un instante. Luego, empieza a sacar su gran polla del culo de s u madre. -Aahhh...si...bien, así, gracias, Pablo, sabía que...no...noo...¡NOOOOO!- grita , humi llada, Mari Carmen, porque Pablo, sin sacarla del todo, ha vuelto a metérsela hast a el fondo, sin piedad, jodiéndola del todo, llenándola con su polla. Y no contento con eso, el joven y caliente hijo ha empezado a meter y a sacar la polla una vez y otra y otra, cada vez más rápido, cada vez más rápido, follándose a su madre por el cul o, sin que la estrechez del ano de ésta suponga ningún inconveniente. -Oohh...ohh...ohh...Pa...Pa...blo...ahhh...me ...me...estás...follando...por el cu lo...ahhh...no me has...ahhh...hecho ...ahhh...ni caso...ooohhh...ya no ....ahhh ...ya no...¡AAAAHHHHMI CUULOOOO!...ya no...respetas a tu madre...ahhh...ahhh...¡Mi p obre cuuloooo!¡Aaaaayyyyy!....ahhh... -Ooohh, sii, siii...me encanta tu culo, puta....ahhh....- gime Pablo, babeando d e gusto, clavando casi sus uñas en las nalgas de su madre, mientras se la folla si n pensar en otra cosa que en su propio placer. Y para aumentar tal placer, Pablo agarra las piernas de su madre y se las separa aún más, llegando al limite del desc oyuntamiento, para así facilitar todavía más su penetración anal. -¡¡Aaaahhh...qué haces...me vas a partir en dos...ahhh!!- gime Mari Carmen. Pero Pablo no se detiene. Deja a su madre totalmente abierta de piernas, despatarrada del todo, y le da por el culo con total impunidad. La verga, endurecida, vibrante, f ibrosa, llena de venas, ardiendo de placer, con el glande mojado y agrandado, en tra y sale una vez y otra más del trasero de la enculada madre. Mari Carmen gime d e placer, a su pesar, y deja que su hijo continúe dándole por el culo, sin hacer nad a para evitarlo. -Aahh...ahh...mi...culo...mi culo...ahhh...ahhh...ahh...Pa..Pablitooo...ahhh...balbucea Mari Carmen. Pablo siente que el orgasmo está cerca, muy cerca. Saca la verga del culo de su madre y nada más hacerlo, sin darle tiempo a nada más, se corre , entre exclamaciones de placer, meneando la polla como una manguera, lanzando c horros y más chorros de semen por todas partes. -¡¡Aaaahh...ahhh...me corro...¡AAAAAHHHHHHHAHHHSIIIII....SIII...MECORROOOO....AHHHHHH. ...!!- los chorros de semen se estrellan contra el culo y contra la espalda de M ari Carmen. La desnuda y más que follada madre vuelve la cabeza para poder disfrut ar mejor de la visión de su hijo eyaculando y recibe varios chorros de esperma en plena cara. -¡Oohhh...ahhh...ahhh...!- gime Mari Carmen al recibir los manguerazos de semen de su hijo. Éste se continúa corriendo, mojando por completo el culo de su madre con s

u eyaculación. Parece que no va a terminar nunca. La viscosa leche brota sin pausa de la enorme polla del muchacho, que exclama, entre gemidos de placer: -¡Oohh...puta...puuutaa...puutaa...tómalo todo...es todo tuyo...ahhh...!- y al fin, cuándo la eyaculación remite, Mari Carmen tiene el culo totalmente lleno de semen, l as preciosas, jugosas y blanditas nalgas empapadas por completo en la cálida y vis cosa esperma de su propio hijo. Pablo, exhausto tras esta segunda y poderosa corrida, se derrumba en un sillón, co n la polla colgante y comenzando su retirada. Mari Carmen, sintiéndose más follada d e lo que nunca se ha sentido, se queda dónde está, tirada en el suelo, boca abajo, c on el culo y la espalda llenos de semen. La cuarentona jadea y tiene el corazón de sbocado, así que intenta descansar, serenarse. Lo mismo le pasa al chico, que tamb ién está muy jadeante. Los dos se quedan quietos, descansando, jadeantes. Y desnudos . Pasan varios minutos, mientras el sol vuelve a relucir en lo alto, iluminando la habitación. Pablo se acerca a su madre. Se acuesta junto a ella y le acaricia el pelo. -Mamá...yo...yo no creo que seas una puta...- le dice, turbado por la culpa. -Lo sé, Pablito, lo sé...- contesta Mari Carmen, sonriéndole. -Lo que pasa, mamá, es que...cuando nos ponemos a ...follar...me gusta llamarte pu ta...en esos momentos, como estás desnuda y tan dispuesta a todo, entonces, yo...y o...- el joven balbucea, duda...no quiere herir a su madre, sobre todo viéndola así, desnuda, totalmente desnuda, con la cara, el culo y la espalda llenos de semen, un semen derramado por él mismo. -Piensas- dice la madre- en esos momentos, Pablo, piensas que llamarme puta no e stá mal...¿no es eso? Porque, de hecho, me estoy comportando como una puta al follar contigo...¿no es eso lo que piensas en esos momentos, Pablito? Pablo traga saliva. Asiente con la cabeza, y luego confirma, con voz trémula: -S...si...en esos momentos, si, pienso...glubs...que eres una ....una...puta...s i...una puta, lo siento, lo siento, mamá...- susurra el chico, avergonzado. Mari Carmen le acaricia el pelo. Y de paso, lanza un vistazo a la gran verga de su joven hijo, una verga que , aún fuera de combate, es una auténtica maravilla. Lue go, mira a los ojos a Pablo. -Sshh...tranquilo, no te preocupes. En esos momentos, cuando estamos follando, p iensas, excitado, que soy una puta...me llamas puta una y otra vez...y a mí me gus ta, no lo olvides...Me gusta que me llames puta cuando me follas...me excita. Y mucho. El chico se queda en silencio unos segundos. Luego, vuelve a hablar. -Verás, mamá. No es que cuando estamos follando piense que no eres mi madre, sino un a puta...en realidad, pienso que eres mi madre, y que mi madre, a la que me esto y follando, no es más que una puta...¿entiendes? -Oohh...si...lo entiendo- dice Mari Carmen, que se está poniendo, a su pesar, cali ente de nuevo- Soy tu madre, y no soy más que una puta...una puta...me encanta. -Pero...cuando terminamos de follar, no sigo creyendo que seas una puta, mamá. Eso es lo que quería decirte. -De acuerdo, hijo, lo comprendo. Tranquilo, se que no crees que yo sea una puta, para algo soy tu madre. Pablo sonríe. Sabe que debería irse, y que ambos deberían vestirse y volver a la vida normal. Pero no puede. Su madre lo mira cada vez con más insistencia. Mari Carmen, excitada por las palabras de su hijo, pone toda su atención en el pene de éste. Un pene que, increiblemente, se resiste a empequeñecer, a pesar del potente orgasmo q ue acaba de experimentar. Y la madre, desnuda, excitada, se pone de rodillas. Pa blo, comprendiendo, se pone en pie. Mari Carmen le acaricia la polla con una man o, y la verga responde, endureciéndose un poco. -¿Quieres que te haga una mamada, Pablito? Una mamadita y luego nos vestimos y nos vamos, a descansar, a arreglar la casa en mi caso, vamos, a nuestra vida normal , y sobre todo tú, que tienes que ir al instituto esta tarde...Vamos, que te parec e...¿una mamadita para terminar?Pablo exhala un gemido de placer. Agarra la cabeza de su madre por el pelo y, mi rándola a los ojos brillantes de deseo, le dice: -Si...si...PUTA...hazme una mamada, por favor. Lo necesito.

Mari Carmen sonríe. Abre la boca y engulle la verga de su hijo. Con un gran ruido de ensalivamiento y de lengüetazos, la desnuda y excitada madre empieza a chupar. Y Pablo, gimiendo de placer, piensa que, en el fondo, su madre, de verdad, es to da una puta. -Aaahhh...sii....- vuelve a gemir el hijo, desnudo, con la verga bastante gorda, pero aún no endurecida, debido al reciente orgasmo. Mari Carmen sabe que le va a costar poner dura aquel miembro de nuevo, pero lo intenta con ahínco, sabiendo que la recompensa será maravillosa, ni mas ni menos que volver a saborear a placer la increíble polla de su hijo. -Chups...chups...mmmmhhh...mmmhh...slurp, slurp...- se oye chupar a Mari Carmen, que pone sobre el tapete toda su habilidad como chupapollas. Primero, se traga la verga por completo, llenándola de saliva durante varios segundos. Luego, se la saca de la boca y empieza a darle largos y lascivos lengüetazos, de abajo a arriba , hasta llegar a la rojiza y blanda cabecita, que recibe por su parte una atención especial a base de ricos lametones. -¡¡Ooooohhhh!!- gime Pablo, sintiendo como el esquivo placer regresa, lentamente, a su polla y, por ende, a todo su cuerpo. Su madre se la está chupando a fondo, verd aderamente, y se lo agradece. El joven mira hacia abajo y ve a su madre, desnuda y a cuatro patas, con la lengua fuera, lamiéndole la polla por completo, desde to dos los ángulos. Mari Carmen está muy, muy cachonda. Está mojada de nuevo, no sabe com o puede estar tan caliente. Su cuerpo reluce de tan caliente y cachonda como está. Su mente, atormentada, le dice que se está comportando como una auténtica puta, que ha vuelto a caer, después de que su hijo, prácticamente, la forzara por el culo. Pe ro no puede resistirse. La polla de su hijo la pone a cien, la excita más allá de to da medida. Sin dudarlo, se mete bien adentro la polla y la chupa a conciencia, s uccionándola, deglutiéndola casi. -¡Slurp,slurp,slurp,!- Mari Carmen chupa y chupa, como una profesional. Su hijo se nota cada vez más excitado, cada vez mas cachondo. La polla del muchacho está respo ndiendo, aunque a duras penas, y ya está un poco más dura. -Slurp...ahhh...ammmmhh...me encanta tu polla, Pablito, no puedo resistirme...tu polla es maravillosa, es increíble...¡la tienes tan grande, tan gruesa!¡Aaaahhhhhh!le dice la madre, mirándole a la cara, con los ojos brillantes y enfebrecidos. Pab lo le acaricia la cara, y, cogiéndola por la nuca, la empuja hacia adelante. Forza da, Mari Carmen se traga toda la polla de su hijo. -Si...chupamela...chúpamela, mamá...ahhhh....siii...¡aaahhhh!La polla se endurece, alcanza casi su tamaño habitual. Mari Carmen la nota crecer dentro de su boca, la nota endurecerse segundo a segundo. -¡Mmmmmhh!¡mmmmmahhhhhh!- gime la madre chupona, chupando y chupando como una puta c hupapollas. Lanza al ataque a su lengua, enroscándose en torno al glande agigantad o y mojado. Pablo gime de placer, su madre ha vuelto a ponérsela dura, es una madr e increíble.-¡Mmmmmmh!¡Ah, si, Pablito...ya la tienes dura...ahhh...!¡Aahhh! -Oooohh...siii...puta...puta...puuutaaa- jadea Pablo, temblando de placer. Mari Carmen sigue chupando, no deja de chupar ni un solo segundo, degustando la polla de su hijo de todos los modos posibles, mientras éste la llama puta. -Slurpslurpslurp....mmmmhh...- la madre alza su vista hacia su hijo. Lo ve excit ado, caliente. Sonriente, a pesar de tener la polla en la boca, la cachonda y de snuda cuarentona le dice a su hijo: -¿Be gufta...slurpslurp...glubs...be gufta bomo be da chubpo...slurp..slurp...mmmh hh?-¡Oh, si, me encanta como me la chupas!¡Eres una chupona increíble...ahhhhhh!- contest a el hijo. Y Mari Carmen se aplasta la polla de Pablo contra el paladar y la mac haca allí durante varios segundos con todas sus fuerzas. El chico no puede resisti r, y empieza a correrse. Sin largos y potentes chorros. Se corre lentamente, a b orbotones, un torrente continuado y con poca fuerza que brota de su polla e inun da la boca de su madre. -¡Oh!¡Ohhhhh!¡Me corroooo!- exclama el joven, corriéndose, eyaculando dentro de la boca de Mari Carmen, la cual no deja escapar nada de aquella leche viscosa y caliente , sino que se la traga toda, toda, pero toda, según va surgiendo de la verga de su hijo. -Glubs...glubs...glubs...glubs...ammmmhhh...ahhh...- gime Mari Carmen, tragando

y tragando semen y más semen, hasta que su hijo deja de correrse. Pablo retrocede, suelta la cabeza de su madre y se deja caer hacia atrás, hasta se ntarse en un sillón de nuevo. Su madre se lo ha tragado todo. Se ha bebido todo su semen y el joven tiene la impresión de haber sido ordeñado. Un rayo de luz solar ilumina un rectángulo de la espalda de su madre, que aún está a c uatro patas, con la boca abierta, babeando un poco de semen, mientras los restos de la corrida anterior todavía se deslizan por sus mejillas. Pablo admira la erótic a belleza de aquella escena- su madre, totalmente desnuda, a cuatro patas, ilumi nada a media luz por el sol brumoso del mediodía- y el joven comprende que nunca d ejará de desear sexualmente a aquella cuarentona que lo mira sonriente. -Bueno- dice Mari Carmen, levantándose y empezando a recoger su ropa del suelo.- S erá mejor que nos vayamos de aquí y que descansemos; creo que los dos tenemos cosas que hacer, Pablo. El joven asiente. Su madre lo ha dejado agotado y su pobre polla no reacciona .H a llegado el momento de irse y de recuperar fuerzas; además, tiene clase por la ta rde. -Si, vámonos- concede el hijo. Y ambos se ponen en marcha. No muy lejos de allí, concretamente subiendo la cuesta que va a dar a la casa dónde Mari Carmen y su hijo tienen tan tórridas relaciones, una joven de veinte años camin a con la cabeza baja, sumida en sus preocupaciones. Lleva un pantalón vaquero ajus tado, que realza la redondez de su trasero, unas botas de piel marrones, y una b lusa floja de color blanco, además, claro está, de sus gafas de diseño, cuadradas y mu y caras. Pili no parece apreciar la belleza del día que la rodea, con un sol brill ante y fresco que ilumina toda la zona, repleta de chalecitos hermosos y jardine s bien cuidados. Antes bien, la joven está dándole vueltas a un extraño pensamiento en su cabeza. Un pensamiento que ha intentado apartar en las últimas horas, pero que se ha impuesto, invencible. La veinteañera tiene la sospecha, la oscura sospecha, de que su hermano y su madre están teniendo relaciones incestuosas. No lo ha visto, claro está, son solo sospech as. Pero las sospechas bastan para nublar el pensamiento de la joven, que ahora camina hacia su casa con la firme determinación de sorprender en pleno acto sexual a su madre y a su hermano. Y ese pensamiento, la imagen de ambos desnudos, foll ando, se ha enseñoreado de la mente de Pili y no la deja descansar. Por eso ha sal ido antes de clase, dando cualquier excusa a sus amigos. La realidad es que está e xcitada, y mucho, imaginando que va a descubrir lo inimaginable. Antes de lo que creía, llega a la puerta de su casa. Introduce la llave con lentit ud y, despacio, muy despacio, penetra en la morada. Cierra la puerta tras ella y se dirige al salón. Nada, nada ni nadie. A lo lejos, oye el crepitar de la cocina , su madre está trabajando allí, seguro. Esta certeza hace que la excitación que la ha llevado hasta allí decrezca y de paso a una frustración igualmente poderosa.¿Será posib le que se haya equivocado? Avanza en silencio hacia los sonidos, hacia la cocina . Aún ahora, tiene la leve esperanza de sorprender a su madre y a su hermano en pl ena faena, desnudos, sudorosos, amándose mutuamente. Pero no es así. En la cocina, d e espaldas, solo está su madre, trabajando frente al fregadero. Lleva puesto uno d e sus trajes caseros, un traje muy corto que deja a la vista todas sus piernas d esnudas. A contraluz, Pili puede apreciar perfectamente que su madre está desnuda, totalmente desnuda, bajo el mínimo traje. Puede verle las nalgas, transparentándose a través de la fina tela del traje rojizo. La joven, a su pesar, se excita. Inten ta no calentarse viendo a su madre, pero no puede evitarlo y lo atribuye a que, de todos modos, estaba ya caliente pensando en las relaciones incestuosas que ib a a descubrir. De pronto, a Mari Carmen se le cae un cubierto al suelo. Se agach a para recogerlo y al hacerlo, se inclina por completo hacia abajo, doblandose p or la cintura de tal modo, que el traje se le hace hacia arriba y Pili, estupefa cta, puede verle perfectamente la parte baja del culo y un oscuro matorral que a soma entre sus muslos. La joven universitaria se excita aún más. ¿Por qué tendrá que estar así, casi desnuda?- se pregunta la veinteañera, intentando apartar su mirada de la entrepierna de su madre. En ese momento, Mari Carmen se incorpora de pronto, con tan mala fortuna que enreda la parte baja del traje con el cubierto que acaba d e recoger. Ahora, Mari Carmen está con el culo al aire y Pili no puede creer lo qu e está viendo.

-Oh, vaya- susurra la cuarentona, destrabando el cubierto de entre la arrugada t ela de su traje. Pili contiene el aliento. Le está viendo el culo a su madre, un c ulo grande y hermoso, un par de nalgas gruesas y algo fofas, lo cual está producie ndo en la joven una extraña excitación sexual. Pero aquello solo dura unos segundos. Pronto, el traje vuelve a cubrir el trasero de la madre y Pili decide que ya es hora de dar a conocer su presencia. Con un leve carraspeo, la universitaria hac e como que acaba de llegar. -¡Hola, mamá!- dice, alegremente- He venido antes, las clases hoy no han sido tan la rgas como de costumbre, así que -Vaya, Pili, estás aquí- dice Mari Carmen, con un leve asomo de decepción en sus palab ras, puesto que contaba con que su hija volviera más tarde de la Universidad. Pili sonríe y explica sus motivos para regresar tan pronto, mientras sus ojos se fijan en los pechos de su madre, que están muy a la vista, escasamente cubiertos por el traje, que resulta ser muy escotado. La joven piensa que, con ese traje, a su m adre le basta tan solo con algún leve movimiento para enseñar a todos sus grandes me lones. -¡Bueno!- dice Mari Carmen- Tendré que hacer más comida, pensaba que llegarías más tarde sub e a cambiarte, tu hermano está arriba, supongo que estudiando. ¡Dile que dentro de p oco comemos! Pili asiente y sube a su cuarto. La joven no puede quitarse de la cabeza la imag en del culo de su madre y, excitada, sube los escalones con inusitada rapidez. P asa de largo ante la puerta de su hermano y se dirige a su habitación. Una vez a s olas, cierra la puerta y empieza a desnudarse. Intenta no pensar en nada, aunque las imágenes se agolpan en su mente, imágenes de su madre, de su hermano, imágenes de desnudez, de pasión, de incesto, de sexo. Pili está cachonda y lo reconoce. En ropa interior, se mira al espejo y se dice a sí misma que está buena, que tiene un buen cuerpo, aunque su cintura no sea precisamente de modelo y sus pechos no sean muy grandes. Se quita el sujetador y deja a la vista sus tetas, firmes, jóvenes, turg entes, coronadas por dos pezones en erección de color sonrosado. Decide ponerse un a camiseta tan solo. Si su madre va por la casa casi desnuda, ella también puede h acerlo. La camiseta apenas cubre sus nalgas, pero eso no le importa. Lleva unas bragas tipo tanga muy finas, y su culo, bajo la tenue camiseta, está, como el de s u madre, prácticamente a la vista de todo el que quiera mirar. -Bueno, no estoy tan mal- se dice, mirándose al espejo. Mientras lo hace, casi sin pensar, se pone a acariciarse la entrepierna, a través de la tela de las finas br aguitas negras que lleva. Nota que está caliente, que desea placer. Podría empezar a masturbarse allí mismo, pero decide no hacerlo. Se ajusta la camiseta lo que pued e y sale de la habitación, dirigiéndose al baño. Quiere lavarse un poco y refrescarse, antes de comer. Abajo, en la cocina, Mari Carmen no puede contenerse. A pesar de que de cuando e n cuando su mente racional toma el mando y logra detener sus ansias de sexo, la cuarentona está demasiado excitada para atender a razones. Ha sido una mañana intens a, muy intensa. Ha follado con su hijo, y se la ha chupado varias veces. El recu erdo del grosor de la polla de Pablo, de su sabor, de su olor, envenena su cereb ro y la excita cada vez más. Ni siquiera la repentina llegada de Pili acalla el ca lor de su entrepierna. La madre está cachonda. Muy cachonda. -No puede ser- murmura para sí misma- No puede ser. No puedo volver a estar tan ca liente todavía no. Pili está en casa, puede verme. Soy su madre y no estaría bien que me viese así, tan tan cachonda. Pero sus argumentos no tienen peso. Mari Carmen deja de trabajar en la loza. Se sienta en una silla, se abre de piernas y se mete un dedo en el coño. Lentamente, empieza a masturbarse, cerrando los ojos y gimiendo de placer. -Aaahhh- jadea- Que bueno. Que gustooo - gime, metiéndose el dedo hasta el fondo y s acándolo lleno de crema brillante y olorosa. Ardiendo como está, no duda en llevarse el dedo a la boca y chuparlo, tragando asi sus propios jugos. Luego, vuelve a m eterse el dedito bien adentro de su vagina ansiosa y sigue masturbándose. Inclina los pies hacia abajo, dejando caer las sandalias. Con la mano que tiene libre se remanga el traje hacia arriba, dejándolo por encima del ombligo, con lo cual cons igue quedarse desnuda por completo de cintura para abajo. -Aaaahhhahhhmmmhhh ahhh ahhh ahhh- jadea la gimiente y babeante madre, abriendo los oj

os solo un poco, mostrando un rostro pleno de excitación sexual. Y es que se encue ntra tan caliente, que le sabe a poco estar medio desnuda. Agarrándose el traje po r la parte baja, la que está por encima del ombligo, tira de él hacia arriba y se lo quita del todo, alzando ambos brazos por arriba de la cabeza. Luego, vuelve a m eterse un dedo en el coño mojado. Ahora está totalmente desnuda. Piensa que está expon iéndose mucho. Que Pili puede bajar de improviso y cogerla in fraganti, desnuda, s entada en la silla, masturbándose sin pausa, gimiendo de placer como una zorra cal iente. Pero también piensa que le gusta mucho estar desnuda, que le gusta mucho ma sturbarse, y sobre todo, que en el fondo no estaría nada mal que su hija Pili la d escubriese en ese momento. Aparta ese último pensamiento. No quiere ni considerarl o siquiera. No puede permitir que Pili, su adorada Pili, la joven universitaria, la elegante, la juiciosa Pili, la descubra. No ahora, tal como está, desnuda, mas turbándose. ¡Sería tan humillante, tan vejatorio, dejarse descubrir! No tendría tiempo d e tapar su desnudez y su hija la vería, si, la vería desnuda. -Oh, no Pili- susurra Mari Carmen, sin dejar de maturbarse- Oh, que horror Pili, perdóname no quería que me vieras así. ¡Que pensarás ahora de tu madre! Y sigue masturbándose, mientras se imagina que Pili penetra de improviso en la coc ina y la coge por sorpresa. Sigue masturbándose, abriéndose de piernas cada vez más, h asta dejar a la vista todo su coño por completo. La cuarentona arrecia en su mastu rbación, meneando el dedo cada vez más aprisa. Pronto, sus grandes tetas se mueven a l ritmo caótico de su dedo y del resto de su cuerpo convulso y jadeante. -Oh, no ahh ahhh Pili ..ahhh ahhh ahhh me corro, Pili, me coorrooo - jadea la madre desnuda, riéndose de veras, mojándose del todo, llenando su dedo de crema y de más crema. Cuando termina de correrse, permanece sentada unos segundos. La excitación remite y se siente ahora un poco más razonable. Piensa que ha sido una maldad imaginarse a su hija Pili en medio de su masturbación, puesto que Pili es toda una joven estu diosa, una joven impecable, buena hija, prácticamente una santa, y meterla de llen o en una escena tórrida es algo muy bajo. Avergonzada de si misma, la cuarentona s e viste con presteza y continúa trabajando, intentando olvidar lo que acaba de hac er. Pili avanza hacia el baño. Su leve camiseta se mueve ligeramente, dejando a la vis ta la parte baja de su delicioso culito, cubierto por unas braguitas tanga muy f inas y estrechas. La joven entra en el cuarto de baño y cierra por dentro, no quie re sorpresas. Está excitada y frustrada, pues en su mente se veía ya sorprendiendo a su hermano y a su madre en pleno acto sexual, pero no ha sido así, y ahora se pre gunta si todas sus sospechas no eran más que elucubraciones de un cerebro enfermo de deseo. Porque la realidad es que está cachonda, siente el delicioso temblor en su entrepierna y necesita desahogarse. Así pues, se quita la camiseta y las bragui tas, se descalza y , desnuda, se sienta sobre la taza del vater y empieza a mast urbarse, metiéndose dos dedos a la vez en el coño entreabierto y mojado. -Aaahhh - gime la desnuda joven, cerrando los ojos y dejando que su imaginación vagu e por las eternas regiones del sexo desenfrenado, imaginándose a su madre y a su h ermano, ambos desnudos, ambos follando como desesperados. La universitaria arrec ia en sus acometidas, metiéndose y sacándose los deditos del coño a gran velocidad. To do su cuerpo tiembla de placer, sus tetas se menean arriba y abajo, sus piernas, abiertas al máximo, se abren aún más, para facilitar el trabajo de sus dedos. -Aahhh ahhh ¡ahhhmmmmhhh!- jadea la joven, mordiéndose los labios para no gritar de gust o. Totalmente excitada y fuera de sí, Pili usa la mano que tiene libre para meters e un dedo en el culo. Pili babea, un colgante riachuelo de saliva pende de su la bio inferior, mientras su dedo explora las profundidades de su culo. -Oh oh mmmmhhh - gime Pili, corriéndose, llenándose de crema las manos, manchando la taza del váter, dejando que el placer fluya y su cuerpo recupere, al menos de momento, la compostura. Despacio, se levanta y se pone las bragas. Limpia la taza con papel higiénico, int enta borrar sus acusadoras huellas. Sin pensar en lo que hace, simplemente coge la camiseta- pero no se la pone - y se calza las sandalias. Sin salir de su prop io y aún excitado mundo interior, la joven universitaria abre la puerta y sale del baño para encontrarse de sopetón con su hermano, que no sabía que ella estaba ya en cas a. -¡Pili!- exclama el chico, admirando los pechos firmes y redondeados de su hermana

. -¡Pa Pablo!- casi grita Pili. La joven, al ver la dirección de la mirada de su hermano , adquiere conciencia de que solo lleva encima unas bragas y, rápidamente, se tapa las tetas con ambas manos.-Yo ejem yo he vuelto más pronto hoy y y . -Ya lo veo, hermanita, ya lo veo- dice Pablo, sonriendo, reponiéndose después de la sorpresa recibida al ver a su hermana casi totalmente desnuda. Pili, con el cora zón acelerado, vuelve a mirar a Pablo de arriba abajo y se da cuenta de que su her mano, debajo del pantalón vaquero que lleva, tiene una erección de concurso, y , muy posiblemente, es ella la causa de dicha erección. Por un instante, se ve a si mis ma bajándole los pantalones a su hermano, cogiéndole la verga con ambas manos y, oh, obscenidad, metiéndose la polla en la boca. Pero se contiene. Traga saliva, mira a Pablo a los ojos y le dice, tranquilamente: -En fin, creo que me voy a mi alcoba, a -¿Vestirte?- le dice con sorna Pablo, que no cesa de comérsela con los ojos. -Si, eso, a vestirme, claro.- le contesta Pili, sonrojándose. Pablo nota que cada vez tiene más dura la polla. Sabe que si su hermana permanece allí frente a él unos minutos más, acabará intentando quitarle las bragas y algo más. Por eso, cuando Pili inicia la retirada, Pablo, o al menos una parte de él, la más seria y menos ardiente, respira tranquilo. Pero la otra parte, la más cachonda, la que en realidad lleva la voz cantante, disfruta viendo el espectáculo que le ofrece Pi li, mientras se va. Porque la universitaria, de espaldas, parece estar desnuda, puesto que las braguitas que lleva son tan mínimas, que dejan a la vista la casi c ompleta totalidad de sus nalgas. Y el joven, que se está follando a su madre, comprende que también quiere follarse a su hermana. Pili entra en su habitación y cierra la puerta. Pablo, aún sonriendo, e ntra a su vez en el baño, y si bien en un principio se saca la verga y empieza a a cariciársela, pronto decide dejar de masturbarse y disfrutar del placer de la cont inua excitación que está ganando todo su cuerpo. La luz del avanzado mediodía ilumina la cocina, donde está reunida la familia : la m adre- Mari Carmen- el hijo- Pablo, y la hija , Pili. Los tres están almorzando y s onríen y hablan entre ellos con gran animación. Mari Carmen lleva su traje de andar por casa, corto y escotado, que deja a la vista sus piernas y una gran parte de sus hermosos, aunque colgantes, pechos. La lujuriosa madre no lleva nada debajo del traje, está totalmente desnuda bajo el mismo y cuándo se levanta para hacer algo , la luz del día ilumina su cuerpo y muestra a las claras su desnudez interior. Pi li, que también está cachonda, ha decidido imitar a su madre y no lleva nada debajo de la camiseta, que es la única vestimenta que lleva encima, una camiseta vieja, b astante corta, y bastante transparente también, que permite adivinar sin mucho pro blema su desnudez. Pablo está caliente. ¡Como no iba a estarlo, con aquellas dos mujeres en celo junto a él! Además, durante toda la comida, su madre, que está sentada a su lado, no ha deja do de toquetearle el paquete, llegando a meterle la mano bajo los pantalones. Du rante unos segundos, la excitada Mari Carmen jugueteó con la verga de su hijo, una potente y casi totalmente endurecida polla que la trae loca de deseo. Luego sacó la mano y siguió comiendo como si nada. Ahora, Pablo está excitado de verdad, y enci ma, Pili está frente a él, mostrándole a las claras la firmeza de sus senos juveniles, escasamente tapados por la camiseta. -¡Bueno!- dice Mari Carmen, satisfecha y apartando el plato- Creo que hemos termin ado por hoy. -Si- concede Pablo- yo también, y además, me voy a tumbar un rato arriba antes de ir me a clase, quiero disfrutar una pequeña siesta. -Muy bien, Pablito- dice Mari Carmen- Pili y yo adecentaremos esto, tú arriba, a d escansar, que te lo mereces. Hoy has trabajado mucho y, muy bien además. Mari Carmen enfatiza sus últimas palabras con una sonrisa cómplice que Pablo compren de muy bien. Pili sabe que algo ocurre entre los dos, pero su reciente chasco ha ce que sus sospechas sean pronto apartadas por su mente racional. -Adiós, entonces- murmura el chico, abandonando la estancia. Un instante después, se oye el portazo de su alcoba. Madre e hija se quedan solas en la cocina, con sol o el canto de los pájaros de afuera por compañía. Mari Carmen, la jugosa cuarentona, mira de reojo a su hija. Pili está realmente ex

uberante, con aquella camiseta que realza su desnudez muy poco cubierta. La madr e siente un ramalazo de deseo, que se apresura a apagar, sin conseguirlo del tod o. Sus ojos observan a escondidas la redondez y firmeza de las nalgas de su hija , y sus tetas, igualmente firmes y atrayentes. Pero siente algo más. En realidad, se siente algo molesta por la sugerente vestimenta de su hija, sin reparar en qu e ella misma está, también, casi desnuda. -Pili- le dice, a baja voz- Creo que no has debido bajar a comer con tan poca ro pa encima. Ten en cuenta que está tu hermano. Y después de decir esto, Mari Carmen sigue fregando la loza, como si tal cosa, aun que está atenta a la respuesta de su hija. Pili, por su parte, se siente anonadada . ¿Su madre, que prácticamente está desnuda, se atreve a recriminarle a ella su mínima c amiseta? Eso si que no. -¡Mamá!- contesta Pili, airada-¿Te parece mal? ¿Te parece mal que yo ande por casa con t an poca ropa? ¡Esta si que es buena! -¡Pili!- exclama Mari Carmen, que no esperaba que su sumisa hija reaccionara tan i ndignada-¡No me hables así!¡Soy tu madre! -Si, mi madre. Una madre que camina por la casa enseñándolo todo, o casi, y que ahor a se queja de que yo lo hago.- Pili está enrojecida de vergüenza y también de ira. Poc o a poco se acerca a su madre, que se ha vuelto hacia ella con los ojos encendid os. -¿Qué yo voy por ahí enseñándolo todo?¡Tú estás loca!- contesta Mari Carmen, alzando un poco voz, aunque siempre es consciente de que Pablo está en el piso superior y por nada del mundo querría verlo bajar en estos momentos. -¡Mamá, pero si estás casi desnuda! Tienes las piernas al aire, las tetas, casi al aire también y, con que te inclines un poco ¡todos podemos verte el culo!¡No llevas ropa int erior, estás desnuda bajo ese traje de pacotilla! Madre e hija están casi pegadas la una a la otra. Mari Carmen se siente herida por las palabras de su hija, que sabe que son reales. Mientras intenta encontrar un a respuesta adecuada, no hace sino fijarse en los labios de Pili, unos labios qu e conforman una boca muy apetecible. -Yo Pili yo no quería que en fin no me gusta que me vean el culo es solo que este traje es ta to y yo yo - Mari Carmen balbucea. Está excitada desde que terminó de hacerle la mamada a Pablo. La masturbación anterior no ha servido para nada. Ahora está tan o más cachon da que antes. Y Pili, casi sin ropa, está frente a ella. Con aquella boca tan boni ta. -Lo siento, mamá- dice Pili, que también está muy excitada, sobre todo desde su encuen tro con Pablo en el baño- No quería enfadarme contigo, es solo que que No puede terminar la frase. Sin saber muy bien como, madre e hija se besan apasi onadamente en la boca. Sin tapujos. Un beso largo y delicioso, un beso de lengua s entrelazadas y salivas intercambiadas. Mientras se besan, los cuerpos de ambas mujeres se juntan y Pili siente en sus tetas la poderosa presión de los grandes m elones de su madre. -Mmmmmhhh- gimen las dos, besándose sin cesar durante hermosos y eternos minutos. Pero todo termina y este beso también. Los labios se separan y las dos mujeres, co nsternadas, no osan mirarse a la cara. -Pi Pili ¿Qué nos ha pasado? Yo perdona si te he yo no quería.- balbucea Mari Carmen, sobreex a. Pili intenta contestar. -Ma má no sé que ha pasado, yo tampoco quería, pero - pero nada. Mari Carmen se abalanza sobr ella y la besa en la boca, de nuevo. Pili, cachonda a su pesar, devuelve el bes o y gime de placer, disfrutando de la lengua de su madre. Tanto, que las finas g afitas de la universitaria se llenan de vaho en los cristales. -¡MMmmmmmhhhh!Mari Carmen separa su boca de la boca de su hija. Sabe que después se acusará de nin fómana, de puta insaciable que incluso se atreve a seducir a su propia hija, su hi ja, en un arrebato de incesto lésbico imperdonable. Pero eso será después. Ahora, lo q ue procede, piensa la cuarentona y caliente madre, es disfrutar del momento. Y e so significa disfrutar del sexo con Pili. -Mamá - dice Pili, balbuceante- Ha sido maravilloso. -¿Si?- contesta Mari Carmen- Y esto ¿qué te parece?- y sin darle tiempo a su hija para n ada más, Mari Carmen se despoja del traje, sacándoselo por la cabeza, y tira a un la

do las sandalias. Desnuda, la hermosota madre mira desafiante a su hija, que la contempla abobada y excitada. -Mamá- susurra Pili- Estás desnuda y me gusta me gusta verte desnuda. Es decir, me excit a verte desnuda. Me gustan tus grandes tetas, tus piernas, me gusta tu cara, tu pelo.¡Me estoy volviendo loca, me estoy volviendo lesbiana! -No estás loca, Pili, y en cuanto a lo de lesbiana bueno, no tiene nada de malo disf rutar con alguien de tu mismo sexo. Eso creo , al menos, aunque yo no lo he prac ticado nunca. Por cierto, Pili, por favor, desnúdate tú también, hija, vamos. No me ha gas esperar Pili traga saliva. La sola idea de desnudarse delante de su desnuda madre la exc ita por anticipado. Está deseando hacerlo. Y aún se siente más animada al contemplar e l delicioso y lujurioso cuerpo desnudo de su madre, con aquellas grandes tetonas colgantes, su barriga , incipiente pero bien visible y sus piernas , fuertes y desnudas. -¡ A la mierda!- exclama Pili, despojándose de golpe de su camiseta y de las sandali as, quedándose totalmente desnuda delante de su madre. Mari Carmen se sorprende po r la expresión soez que acaba de escuchar en boca de su hija, pero más se sorprende al admirar la tersa y firme blancura de su desnudez, sus pequeñas y firmes tetas, su cintura no muy estrecha, el vello juvenil de su entrepierna. Madre e hija vuelven a estrecharse en un abrazo lésbico. Pili nota ahora la potent e presión de los desnudos melones de su madre, nota el roce de sus pezones. La jov en siente que se está mojando, y también que se le endurecen de forma desmedida los pezones. -Aaahhhh- gimen madre e hija, rozándose los duros pezones la una contra la otra.. -Mamá, yo no se si debemos no sé si - balbucea Pili, temerosa, dubitativa y avergonzada. P ero Mari Carmen sonríe, abraza aún con más fuerza y amor a su hija y la besa nuevament e en toda la boca. Cuándo la universitaria nota el contacto con la lengua de su ma dre, todas sus dudas se desvanecen y su cuerpo se convierte en un horno encendid o. Las bocas se separan; Mari Carmen juguetea con las tetas de su hija, manoseándo las y, luego, lamiéndolas a gusto, chupando los pezoncitos de Pili. -Ooohhh- gime Pili, que pronto insta a su madre a incorporarse un poco. Mari Car men obedece y Pili, extasiada, se dedica a tocarle las tetas a su madre, disfrut ando del suave y cremoso tacto de aquellos melones maternales, jugosos, colgante s y plenos. Los grandes pezones de Mari Carmen pronto atraen la atención de la exc itada Pili, la cual se inclina hacia abajo, abre la boca y engulle una teta de s u madre, poniéndose a chupar. -Mmmmhhhslurpslurpslurpchps .ahhhh ahhhh .- gime Pili, chupando el pezón de su madre, mi entras la mira con ojos ingenuos y asustados tras las gafitas. Mari Carmen gime de placer, acariciando el pelo de su hija desnuda. La joven universitaria abando na la teta que ha estado chupando y engulle la otra teta, poniéndose nuevamente a chupar. -Mmmmmhhhslurpslurpslurpchupschups - el placer que le produce el chupar los pezone s de su madre es inconmensurable. La joven está tan mojada, que cree que se ha cor rido de gusto. Mari Carmen, que también está toda mojada, con el coño empapado y listo para el sexo, alza suavemente la barbilla de su hija, separándola de su teta. Pil i no se resiste y deja un hilillo de baba pegado a la teta de Mari Carmen. -Pili - susurra la cuarentona, cuyo coño se está convirtiendo en un lago a punto de de sbordarse- ven aquí, sígueme, así, vamos eso es La madre desnuda se sienta en una silla, arrastrando tras de sí a la hija, también t otalmente desnuda. Mari Carmen se abre de piernas al máximo y le enseña el coño, enroj ecido y mojado, a Pili. -Pili, por favor, chúpamelo por favor por favor, por favor, por favor- susurra la madr e, con los ojos brillantes, relamiéndose mientras se lo pide a su hija. Pili duda un instante. Luego, al admirar la jugosa desnudez de su madre, al aceptar su pro pia excitación sexual, se pone de rodillas e introduce la cabeza entre los muslos de Mari Carmen, que la espera, ansiosa. Pili nunca ha chupado a otra mujer, pero no cree que tarde mucho en cogerle el truco. Mari Carmen la guía con la mano, has ta sentir la boca de su hija respirando caliente contra sus labios vaginales. -Ohhh, aasiii ahhh tengo tantas ganas de probar esto, Pili, nunca, nunca, lo he hech o con otra mujer, como puedes comprender, yo no soy de esas, pero ahhhh .¡OOOHHHSIIIII

I!!- exclama Mari Carmen, en plena gloria, pues Pili a comenzado a lamerle los l abios vaginales. -Slurp mmmh mamá slurp ¿así te gusta, está bien así?- pregunta Pili, ingenua, mirando por enc e sus gafitas con ojos calientes a su excitada madre. -¡Si, siii, cariñoooo ohhhh .siento tu lengua en mi mi mi ahh !-Slurp slurpslurp tu coño, mamá - completa Pili, solícita, siempre dispuesta a ayudar. -Oh, si, mi coño ahhh .ahhh - Mari Carmen cierra los ojos , se estira hacia atrás del todo y se deja invadir por el intenso placer que le produce el sentir la lengua de s u hija lamiéndole el chocho. Pili, por su parte, desnuda y a cuatro patas, como un a vulgar perra, con la cabeza entre los muslos de su madre, se siente total y ab solutamente cachonda. Nota que tiene el coño mojado, y que de hecho, los jugos vag inales le corren muslos abajo. El olor a coño la está dominando ; perdida, Pili deci de dar un paso más y penetra con su lengua en el sexo de su madre, lamiéndolo todo, hasta llegar al clítoris en erección. -¡¡Ooooohhhhhh!!!¡¡Sigue así, hija, vas muy, pero que muy bien ahhhhh!!- gime Mari Carmen, i ntentando no gritar de gusto, para no despertar a Pablo, que eso espera está durmi endo la siesta arriba. Pili dedica su atención al botoncito endurecido y jugoso de su madre, llenándolo de lengüetazos. Mari Carmen se derrite de gusto, hundiendo sus manos en el pelo de su desnuda hija. -Slurp, slurp, slap ammmmhh que bien sabe, mamá - susurra Pili, con la boca llena del sa bor del coño de su madre. La cuarentona casi no puede más. Agita las piernas en el a ire, menea todo su cuerpo, aprieta los dientes: -¡¡Aaaahhhaa ahhh .siii ahhh que maravillaa ahhh!!- gime Mari Carmen, sintiendo un placer inc eíble, más increíble de lo que jamás habría supuesto. Sin poderse contener, la madre empie za a correrse a borbotones, llenando con sus jugos imparables y calientes la boc a de su hija. -¡Slurpgggghhhmmmffffffff ahhh ahhh ajj ajjj!!- gime Pili, con los ojos desorbitados y a p unto de ahogarse con tanta crema. La universitaria tiene la boca llena, con los carrillos hinchados. Después de saborear durante un instante los jugos derramados por su madre, se los traga sin pensar. Mari Carmen se sigue corriendo, alzando h acia arriba sus grandes tetas, aprisionando entre sus muslos desnudos la cabeza de su hija. -¡¡Aaaahh me coorroo ahhh que gustooo ahhh hahh !!Los últimos chorros alcanzan de lleno la cara de Pili, que pronto se queda cubiert a con la sabrosa crema maternal. Al fin, Mari Carmen cesa de correrse y deja lib re a la aprisionada Pili, la cual alza hacia arriba su carita de modosa universi taria con gafitas, una cara ahora chorreante de acusadores jugos calientes. -¡Oh, mamá ha sido increíble ahhhh!- susurra la chica, limpiándose con las manos los cristale de las gafas, que han quedado llenos por completo. -Pues ahora, hija, viene lo mejor ¡Ponte aquí, cambiemos de posición!- le dice Mari Carm en con sincera alegría. Pili obedece al punto y se sienta en la silla, con las pie rnas muy, muy abiertas. -¡Oh, Pili, tienes un coño precioso es magnífico, increíble ahhh!- gime Mari Carmen, derritié de nuevo, sintiéndose otra vez caliente a más no poder, puesto que su hija le enseña un coño provisto de grandes y jugosos labios vaginales y un clítoris enorme y sobres aliente. -¿De de verdad te gusta, mamá?- pregunta Pili, poniéndose un dedito en la boca y chupándos elo, como una niña inocente. -¡Es una maravilla, es enorme, es como la !- contesta Mari Carmen, callándose de pront o, pues comprende que ha estado a punto de decirle a su hija que Pablo también tie ne unos grandes atributos sexuales. Pero no ha pasado nada, Pili no se ha entera do del lapsus. Y la hermosa cuarentona, cachonda de nuevo, se pone de rodillas, se arrastra a cuatro patas, en plan perra salida, frente a su hija, introduce la cabeza entre los muslos de ésta y empieza a lamerle el coño. -¡¡Oooooohhhh siii mamaaa ahhhh ahhhh es delicioso es maravilloso, no puedo describir como me to ahhhh!!- gime Pili, mientras su cuerpo entero es recorrido por eróticas descargas de placer, al compás de los lengüetazos que su madre le propina en el chocho. -Me encanta, me encanta tu coño, Pili, es slurpslurpslurp ¡hummmmm!...¡está buenísimo, y es an grande, tan apetitoso ah me perdería horas ahí dentro!- gime la madre, lamiendo el co

nejo de su hija, que no cesa de gemir de placer, derritiéndose como antes se ha de rretido ella misma. Mari Carmen lame durante largos minutos los labios vaginales de su hija. Luego, los mordisquea un poco, con suavidad, mientras Pili se desha ce en gemidos. Y finalmente, alcanza con su lengua el gran clítoris de su hija y e mpieza a lamerlo y a chuparlo, llevando a Pili a un mundo de placer inenarrable. -¡¡Ooooohh, mamaa ahhh ahhh sigue, sigue, sigue sigue ammmmmhhh!!- gime la desnuda joven, emp jando con sus manos la cabeza de su madre. Mari Carmen chupa y succiona el boton cito de su hija, lo lame y lo relame y , no contenta con eso, mete la lengua bie n a fondo y penetra hasta en el último rincón de aquel juvenil y jugoso coñito, oliend o a pleno pulmón, llenándose del perfume del sexo derramado. Pili empieza a correrse , lentamente, muy despacio, un orgasmo lento y maravilloso, que llena de jugos l a boca y la cara de Mari Carmen. -Oh, mamá me estoy corriendo en tu cara, en tu boca es increíble ahhhhh ahhhh- gime Pili, agi ando las piernas en el aire, apretando más y más la cabeza de su madre contra su ent repierna. Mari Carmen, desatada, cachonda, excitada, mojada por completo, fuera de sí, moja un dedo en el coño de su hija. Luego, lo saca, bien untado en crema recién derramada , y se lo mete a Pili por el culo. De golpe. Hasta el fondo. Le mete un dedo por el culo a su propia hija, hasta el mismísimo fondo, y empieza a menear lo adelante y atrás, adelante y atrás, mientras le chupa el clítoris en medio de aquel torrente de jugos derramados. -¡AAAAHHH MAMA .MI CULO AHHHH AHHH ME COORROOO!!- exclama Pili, casi gritando, llegando al o rgasmo final, abierta de piernas como una puta salida, con el culo perforado por el dedo invasor de su propia madre. La joven se derrama toda, corriéndose sin pau sa durante varios minutos, sintiendo un placer inefable e increíble, mientras le d a una auténtica ducha cremosa a su madre, a su chupona madre. - Aaahhh Pili ahhh..slurp slurp ahhh - jadea Mari Carmen, relamiéndose como una zorra cachon da, con la boca mojada y manchada, mientras su hija expulsa las últimas gotas de s u potente orgasmo. Luego de la tormenta, la calma. Transcurren varios minutos. Mari Carmen saca el dedo del culo de su hija y perma nece a su lado, arrodillada, respirando entrecortadamente. Pili también respira co n dificultad, allí tirada, desnuda y abierta de piernas, después de haber disfrutado del mejor orgasmo de su vida. Luego se levanta y ayuda a levantarse a su madre. Una vez ambas en pie, ambas aún desnudas, ambas mojadas y chorreantes, la hija le dice a la madre: -Ha sido algo increíble, mamá. -Si, lo ha sido- concede su madre- Pero ahora, debemos darnos prisa y vestirnos. Tu hermano estará a punto de levantarse. Vamos, Pili, vamos, rápido. Y las dos se visten con premura, cosa fácil si tenemos en cuenta que apenas llevab an nada encima cuando entraron en la cocina. Una vez vestidas, Mari Carmen se di rige a la puerta. -Voy a lavarme y te recomiendo que tú hagas lo mismo, Pili- le dice a su hija, que todavía no parece haberse recuperado. -Si si, ahora mismo voy a a mi baño yo mamá creo que esto no debemos repetirlo, es algo tan n antinatural, yo soy tu hija y y me siento muy rara viéndote desnuda y sobre todo, sobr e todo, me siento rara -¿Chupándome el coño, Pili?- le contesta su madre, mirándola con sorna. Pero Pili está abo chornada, eso se nota. No va a presionarla ahora, ahora no. Pili se queda callad a, con la mirada baja. -Bueno, Pili, si eso es lo que quieres, no lo haremos más. Olvídalo. Olvida lo que h a ocurrido aquí está tarde. Ahora, vete arriba y lávate, tu hermano puede verte. -Si mamás, yo yo en fin, nada, me voy arriba - susurra la jovencita universitaria, sin a treverse siquiera a mirar a su madre. Mari Carmen la ve alejarse. - Vete, Pili, vete ahora, que pronto nos volveremos a abrazar y a amar, hija mía, lo sé, de eso estoy segura. Eres una joven deliciosa y tierna y ahhh me pongo cachonda solo de recordarte- susurra Mari Carmen, quedamente, muy bajito, sintiéndose más mo jada y más cachonda que nunca. La cuarentona se quita el traje. Desnuda, avanza por la casa hacia su alcoba, co mo desafiando al mundo entero. Sus grandes tetas se bambolean a un lado y a otro y su hermoso culo oscila suavemente, al compás de sus pasos silenciosos. Luego, l

a desnuda madre entra en su habitación y cierra por dentro. Casi al mismo tiempo, se oyen ruidos en la habitación de Pablo. La tarde continúa. Mari Carmen, una madre muy ardiente. 6

La belleza de la primeriza luz de la tarde que comienza se desliza por el suelo de la habitación, despacio, sin ninguna prisa, como desafiando a la hermosa cuaren tona que, sentada en el borde de la cama de matrimonio, lo observa todo sin ver nada, con la mirada vacía. La mujer, cuyo nombre es Mari Carmen, tiene cuarenta y cinco años, está casada y es madre de dos hijos, un hijo y una hija, y ahora, está abr umada. Por la mala conciencia. Por la culpabilidad que acecha en un resquicio de su mente. Y, además de estar abrumada, está desnuda. Su cuerpo no es esbelto ni de modelo, desde luego. Tiene unos pliegues de grasa bastante visibles en el estómago, sus piernas aunque bonitas, fuertes no son de es cultura griega. Su rostro no es de excepcional belleza. Sin embargo, tiene un bu en par de tetas, bastante grandes, aunque algo colgantes; un pelo bonito, teñido d e negro, lacio, que le cae, desbordante por los hombros y le cubre bastante la e spalda. Y sus ojos, negros, cuando no están abatidos, son brillantes y agraciados, heraldos de alegría. Mari Carmen suspira. Se dice a sí misma que debe reponerse. Hace no mucho estaba e xcitada, caliente, como una ardiente ninfa del sexo, y ahora, los remordimientos la devoran. Pero todo cambia. Mari Carmen es positiva, no cree en el desánimo. A fin de cuentas, se dice, no he hecho tanto mal. Tan solo me he acostado con mi h ijo, varias veces, y, para rematar, también con mi hija, aunque con ella, técnicamen te, en realidad , solo hubo un , digámoslo así, intercambio de lametones. Lametones en pleno sexo de cada una, claro. Nada malo. O eso dice ella. La madre, atribulada, se dice que eso ha terminado, que ya está, que no más de sexo con sus hijos, que ya está bien. Se lleva las manos a la cara. Se las quita. Se tu mba boca arriba sobre la cama. La tarde es tan tibia, Pili, su hija, está tan lejo s, arriba en su habitación, y no es probable que baje. Pablo acaba de irse al inst ituto y no volverá en varias horas. Solas ella y Pili, pero Pili dejó bien claro que no quería volver a caer en la tentación, así que, en realidad, está sola. Mari Carmen s iente un cosquilleo en el coño. Asustada, se da cuenta de que vuelve a ponerse cac honda. "¿Me habré convertido en ninfómana sin saberlo?"- se pregunta, mientras se llev a una mano a la entrepierna. La desnuda y apetitosa cuarentona, boca arriba sobre la cama, se abre de piernas y se mete un dedo en el coño. Excitada, se masturba con deliberado frenesí, gimiend o de placer a cada embate de sus deditos, que penetran en su sexo con total libe rtad. -Aaaahhh ahhh ahhhmmmmhh ohhh que gustooo que buenoo ahhh - jadea la mujer, con los ojos cerr dos, metiéndose los dedos cada vez más rápido y más adentro, sintiéndolos mojados y calien tes, como mojado y caliente está su sexo hambriento. Pronto, la excitada madre se corre, llenándose los dedos con sus propios jugos. -Oh me he corrido de nuevo ¿no voy a parar nunca?- se dice a sí misma, con los ojos ahor a muy abiertos, sintiéndose una sucia puta caliente.- Yo yo no soy una puta pero pero oh, es ejor no pensar en esto debo intentar dormir. Y se arrebuja en la cama, cogiendo una fina manta y poniéndosela por encima. La lu z suave de la tarde la acuna y la cuarentona desnuda cree poder dormirse. El tiempo pasa. Mari Carmen no sabe cuánto, pero ha pasado. La luz ya es más oblicua , la tarde ha avanzado. Ha dormido un poco, a trompicones. Y tiene la extraña sens ación de que hay alguien con ella en la alcoba. Un poco atemorizada, abre los ojos . Y si, hay alguien. Su hija Pili está frente a ella. Pili, joven veinteañera, sin s us carísimas gafas, ataviada tan solo con una ligera camiseta que deja traslucir s u desnudo cuerpo de joven apetitosa. -Pili - murmura Mari Carmen- ¿Qué haces aquí?Creía que no volverías, que ya no en fin, que es abas algo disgustada conmigo por por lo que pasó antes. La madre, desnuda bajo la manta, no deja de admirar a su hija, sintiéndose horribl emente excitada de nuevo, recordando el calor de la lengua de Pili en su entrepi erna, recordando la desnudez de Pili.

-Yo - contesta Pili, un poco avergonzada- Yo creí que que deberíamos hablar sobre lo que pasó. Si, eso creo. No podía estudiar, no podía dormir ni descansar, solo pensaba en ti, en lo que ocurrió y si, creo que debemos hablar. Mari Carmen no deja de mirar a su hija. La cuarentona se siente caliente. Lo odi a, odia sentirse tan excitada, pero no puede evitarlo. Nota que el coño se le está m ojando. Puede verle las tetas a su hija, adivinarlas a través de la suave tela de la camiseta. También puede verle el pelaje de la entrepierna, confirmando así que Pi li está desnuda bajo la mínima prenda. Desnuda. Pili está desnuda bajo la camiseta. Y ella está desnuda bajo la manta. Y entonces, de pronto, Mari Carmen, sin poderse r esistir más, se quita de golpe la manta que la cubre y se muestra totalmente desnu da ante su hija. - Si, Pili- dice Mari Carmen, con una sonrisa- Hablemos. Pili se queda estupefacta. Contempla durante una maravillosa eternidad la atract iva, obscena y prohibida belleza de su madre, allí, tumbada sobre la cama, totalme nte desnuda. Los ojos de la joven recorren, ansiosos, las macizas piernas de la cuarentona, los pliegues de grasa de su estómago, el arremolinado pelaje de su ent repierna, sus amplias caderas, sus grandes y magníficas tetas, sus ojos brillantes y hermosos, su lacio y negro pelo teñido -Glubs- Pili traga saliva. Luego, sin pensarlo casi, como si su cuerpo hubiese t omado el control de todo su ser, se quita la camiseta y, desnuda, se sienta al b orde de la cama, de espaldas a su madre.- Si, debemos hablar. Mari Carmen acaricia la espalda de su hija . Pili emite un suave gemido de place r. Mari Carmen, entonces, avanza un poco más, se incorpora ligeramente y, con amba s manos, acaricia las tetas de su hija. -Ohh mamá ahhh .- gime Pili, con los ojos medio cerrados. Mari Carmen se levanta un poco más aún y aplasta sus grandes tetas contra la espalda de Pili. -¡Aaahhhmmmamaaaa!- gime de nuevo Pili, esta vez con los ojos abiertos del todo, n otando como una inundación de sexo se prepara en su coño juvenil. -¿Te gusta que te acaricie las tetas, Pili?- le susurra Mari Carmen a su excitada hija, mientras le retuerce con dulzura los pezones. Escuchar a su madre hablar a sí, escuchar como pronuncia, como en un gemido, la palabra, la obscena palabra "te tas", hace que Pili se sienta todavía más cachonda. -Oh, si , mamá, me gusta que me acaricies las tetas siii sigue, por favor.- contesta P ili, sobreexcitada. Mari Carmen la complace y le masajea con ternura las tetas, mientras restriega con fuerza sus propias y grandes tetas contra la espalda de s u hija. Pili se derrite, sintiendo una deliciosa sensación en todo el cuerpo, prod ucto del contacto de la piel de su espalda con los grandes melones de su madre, asi como del masajeo que ésta le está dando en los pechos. -¿Y te gusta sentir mis ahh TETAS en tu espalda, cariñito mío?- le pregunta Mari Carmen, la desnuda, cuarentona y cachonda madre, sabiendo que sus últimos muros de contención han caído y que ahora vendrá el maravilloso precipitarse por el tobogán del placer sex ual con su propia hija. - Si sii ahhh me gustan tus tetas, mamá..no dejo de pensar en tus tetas todo este tiempo, desde que antes hicimos aquello, no he hecho otra cosa que pensar en tus grandes y preciosas tetas, mamá ahhh por favor, perdóname por ser tan tan golfa, mamá, pero es la verd d. Necesito tus tetas, necesito tus tetas .ahhhh - gimotea Pili, casi babeando, sint iendo en su espalda el erótico roce de los pezones en erección de su madre. -Oh, no, Pili, no digas eso, cariño, no eres una golfa- susurra Mari Carmen al oído de su hija, sin dejar de acariciarle las tetas- No eres una golfa, no lo eres mmmh hh me encantan tus tetas, Pili, son tan, tan suaves, tan jóvenes, tan tiernas ahhh. La cuarentona madre besa el cuello de su hija. Pili no puede resistirlo más, se da la vuelta y deja su rostro a un centímetro de la cara de su madre. Mari Carmen, c on una sonrisa, se inclina hacia delante y posa sus labios en los labios de Pili , besándola amorosamente. -Mmmmmmhhh- se escucha el delicioso gemido de las dos mujeres besándose. Las lengu as se entrelazan durante varios minutos, luego, se separan y Pili siente tanto c alor en la entrepierna que sabe que no podrá detenerse. Mira a su madre a los ojos y ve en ellos el reflejo de una salvaje excitación sexual que casi la asusta. -Oh, mamá, yo yo- musita Pili, sin saber qué hacer a continuación. Mari Carmen, por el c ontrario, si lo sabe. Se tumba boca arriba sobre la cama, agarra a su hija por l

os hombros y la atrae con fuerza. Pili, sorprendida, no se resiste. Mari Carmen empuja la cabeza de su hija un poco hacia abajo, hasta dejarla justo sobre sus p ropias y grandes tetonas. -Te gustan mis tetas, Pili, lo has dicho, así que ¿por qué no empiezas a lamerlas? Son t odas tuyas, mis tetas te pertenecen, Pili, son tuyas mételas en tu boca, chúpalas ahhh. Pili tiene la cabeza metida entre las grandes tetas de su madre. Casi no puede r espirar, así que saca un poco la nariz hacia fuera, coge aire, sonríe a su hermosa, desnuda y cachonda madre y empieza a dar grandes lametones. Lametones directos s obre las tetas de su madre. Su mente le grita que lo que está haciendo está muy, per o que muy mal, pero el cuerpo se ríe y le dice, susurrando entre gemidos, que el p lacer que está sintiendo es maravilloso y que vale la pena. -Mmmmhhh ahhh mamá tus tus tetas ahhh slurp, slurp slurp mmmhhh- gime Pili, lamiendo y chupan melones de su madre. Totalmente excitada, la joven no solo se limita a lamer y a chupar, sino que , como si quisiera fundirse con aquellos pechos espléndidos, los estruja con ambas manos, los manosea y los acaricia, todo a la vez. Pili se pon e a cuatro patas. Su coño está mojado y rezuma jugos calientes. La universitaria eng ulle una vez más las tetas de su madre y se pone a chuparle y a succionarle los en durecidos pezones. -Aaahhh Piiiliii .sigue oooohhh siii chúpame las tetas oh, si, mis tetas ahh..ahhh ¡ahh!¡MIS !...¡Qué maravilla, Pili, estoy estoy CACHONDA, muy, muy CACHONDAAA!- exclama Mari Car men, abriéndose de piernas del todo, agarrando la cabeza de su hija con las dos ma nos y empujándola hacia delante. Pili, con la cara hundida entre los jugosos y bla nditos melones de su madre, lame y babea sobre aquellas grandes tetas. -Sigue hacia abajo, cariño, tu madre te lo pide por favor Pili, Pili, por favor- sup lica Mari Carmen, sacándose la cabeza de Pili de entre las tetas- No puedo más estoy m ojada, por favor sigue hacia abajo, chúpame ya sabes chúpame el coño, por favor, por favor, p r favor . Pili observa durante un instante la cara de extrema excitación de su madre. Luego, no se resiste y deja que Mari Carmen la empuje hacia abajo. El olor a coño mojado de su madre le llena las fosas nasales. Es un olor, el olor a coño, que la pone e specialmente cachonda, de una manera que intenta no analizar. La veinteañera se no ta muy mojada, muy caliente, demasiado excitada. Introduce la cabeza entre los f uertes muslos de su madre y saca la lengua, mientras piensa, de un modo que le p arece muy certero. " Si, si, que lo soy. Soy una golfa. Soy toda una golfa" La lengua de Pili penetra en el coño de Mari Carmen. La cuarentona exhala un profu ndo gemido de placer, alzando las grandes tetas hacia arriba, mientras arquea el cuerpo. -Mmmmm ahhh siii Piiiliii .sigue así, ahh mete tu lengua bien adentro si hasta el mismo fondo hh ahhh ahhh ¡¡AAAHHHHSIIIISIGUEEEAHHHH!!- grita Mari Carmen, abriéndose aún más de piernas, a facilitar así la labor de su hija. Pili penetra bien adentro con su lengua, lami endo y chupando, mordisqueando incluso los labios vaginales de su madre. Cuándo al canza el clítoris, Pili lo relame, lo succiona , lo chupa y lo rodea con su lengua , haciendo que Mari Carmen se derrita de gusto, gimiendo sin parar, jadeando y m eneándose a un lado y a otro de la cama. -Slurp. Slurp. Slurpslurpslurp. Mmmmmhhhh- se oye lamer y chupar a Pili, mientra s piensa : "Si, soy una golfa, pero me encanta. Estoy tan cachonda que no me cam biaría por nada ni por nadie del mundo. Soy una golfa y me gusta el olor a coño del coño de mi propia madre. Soy una pervertida, una sucia golfa pervertida" Pili lame con fuerza. El clítoris de Mari Carmen, endurecido, transmite a ésta libid inosas sensaciones de placer intenso e increíble. Y la cuarentona desnuda de grand es tetas bamboleantes se corre, lanzando chorros de jugosa crema directamente de ntro de la boca de su hija. -¡¡Aaaaaahhhh!!¡¡Pili me coorroooo me cooorroooo ahhhhh ahhhh siii ahhh me corro toodaa ahhhh rromecorro !¡ME COOORROOOOOOAHHHHHSIIIII!!Y Mari Carmen se corre sobre la cara y dentro de la boca de su hija. Pili traga bastante de aquel jugo caliente, pero acto seguido se yergue de un salto, se pon e a horcajadas sobre la cara de su madre, y comienza a restregarle el coño por enc ima. -¡Oohh, si, mamá, saca la lengua, chúpame, chúpame el chochito, por favor!- le dice Pili a su madre, mientras le restriega el coño por toda la cara. Mari Carmen saca la l

engua y, siempre que el chocho de su hija se pone a tiro, le da un buen lametón. P ero Pili está tan excitada, tan caliente, que no da oportunidad a su madre para qu e se lo chupe a fondo. Antes que eso, Pili disfruta de lo lindo restregando su s exo contra la cara de su madre. El acto mismo de restregar, de aplastar su coño mo jado contra las mejillas, contra la nariz, contra la frente de su madre, le prod uce a la joven un grande e intenso placer. Y así, al poco rato, Pili se corre, moj ando en abundancia la cara de Mari Carmen. -¡¡Oooooh, mamá me corro ahh..ahhh ahhh me corro sobre tu cara ahhhh!!Y la joven y seriecita universitaria tiene un potente orgasmo sobre la cara de s u cuarentona madre, que no cesa de gemir ni de sacar la lengua, lamiendo de cuan do en cuando el coño de su propia hija. Ambas mujeres caen la una al lado de la otra, agotadas, anhelantes. Madre e hija se miran a la cara, respirando entrecortadamente, con los pechos subiendo y baj ando con rapidez. Pili decide ser la primera en hablar. -Bueno, mamá. Creo que que debo irme ya. Lo que hemos hecho ha sido bueno, ha sido ext raño, por decir algo, pero no creo que debamos Mari Carmen se pone de costado contra su hija, la atrae hacia ella y le aplasta las tetas con sus propias y grandes tetas. Luego, simplemente, besa a Pili en la boca. Un beso mojado y largo, de lenguas enroscadas. La lengua de Mari Carmen l leva la voz cantante y domina con profusión la lengua y la boca de su hija. Pili, sorprendida, solo gime y deja que la excitación sexual vuelva a dominarla. -¿Por qué no te callas, Pili?- le dice Mari Carmen a su hija, sonriendo, mientras le aparta varios mechones de pelo de la frente, con solicitud maternal- Ahora voy a follarte, hija. -¿Fo follarme, mamá?- le pregunta Pili, con los ojos agrandados por la sorpresa y el a sombro. -Si, follarte. Voy a follarte. Necesito follarte, así que no te quejes, te vas a d ivertir, y yo también, claro. Por supuesto, es algo que está mal y todo eso, pero ah ora no puedo detenerme, es más fuerte que yo. El ardor que siento en el coño me tien e dominada, cariño mío, y no puedo evitarlo. La tarde ha avanzado ya bastante. La luz no es tan clara como al inicio de las i ncestuosas relaciones madre e hija que estamos relatando, pero incluso a la dora da y tenue luz del atardecer, la escena es impactante. Una cama deshecha, dos mu jeres desnudas. Una de ellas, de cuarenta y cinco años, de cuerpo jugoso aunque co n algunos pliegues de grasa, grandes tetas colgantes y piernas fuertes. La otra, una joven de veinte años, de tetas no muy grandes pero firmes y tiernas, de cintu ra algo cuadradota. Son madre e hija y están listas para follar. Mejor dicho, Pili , la hija, está lista para ser follada por su lanzada, cachonda y calenturienta ma dre. Pili se abre de piernas. Adopta la postura sumisa, casi acostada. Mari Carmen es la poderosa, la activa. Se abre también de piernas y las engarza con las de su hi ja, apoyándose en los codos mientras con su coño se restriega contra el coño de Pili. Pili tiene un coño de grandes dimensiones, grandes labios vaginales y un clítoris ta mbién bastante grande. Por eso Mari Carmen, al rozar con su coño la almeja mojada de su hija no puede evitar lanzar un gemido de placer que parece derretirse en el aire de la habitación. -AaaaahhhhhMari Carmen aúlla de placer, a la vez que arquea todo su cuerpo, bombeándose a sí mism a hacia delante y hacia atrás en un rítmico y complejo movimiento de caderas que dej a totalmente apabullada a su hija. La joven universitaria solo puede quedarse co n la boca abierta, jadeando de placer, mientras su lasciva y cuarentona madre se la folla. -Ohh hhh ma maaa ahhhh- gime Pili, jadeando. Mari Carmen se la está follando a toda máquina. Pili, follada por completo, se limita a disfrutar, abierta de piernas, tirada s obre la cama. -Aahh ¡Sii, Pili, sii!- casi grita Mari Carmen- ¡Siiii ahhh esto es maravilloso ahhh que cach nda estoy sii ahhh más más quiero más ahhhh!¡Me encanta follarteeee ahhhhh!! Pili se corre. Casi en silencio, la joven se corre, víctima de los embates embrave cidos de su madre. Mari Carmen nota el mojado fluir de los jugos de su hija y se da aún más prisa. Continúa follándose a Pili, con más fuerza si cabe. La follada universi

taria solo puede seguir lanzando gemidos de placer, pues pronto su coño está otra ve z en acción, caliente debido al roce con el chocho de su madre. -¡Oooooh mamá me estás follando otra vez ahhhh es increíble..ahhh no puedo creerlo ahhh ahhh hhh!- exclama Pili, aplastada contra la cabecera de la cama, mientras su madre s e la folla con verdadero ahinco. -Sii ¡Si!¡Me gusta follarte, te estoy follando, te follo, te follo te estoy follandoooo ah hh ahhh ahhh!- grita Mari Carmen, enloquecida de placer- ¡Me encanta follarte PUTA ahhhh hhh ! Pili, sobreexcitada al oír que su propia madre la llama puta, no tarda en correrse de nuevo, lanzando chorros de jugosa crema que se estrellan de lleno contra el sexo de Mari Carmen. Y su madre, la cachonda Mari Carmen, caliente, muy caliente , se ha puesto aún más caliente al oirse a si misma llamar puta a su hija y, sin pod erse contener, se corre también. -¡¡Aaaahhh Pili me corrooo ahhh hhhh ahhhhh!!- grita Mari Carmen, con los ojos cerrados, disf utando con plenitud del orgasmo que invade su cuerpo. Pili, bajo ella, continúa co rriéndose , en un largo y delicioso orgasmo que hace que la joven tenga los ojos c asi en blanco y la lengua fuera, babeando de gusto. Al final, sin embargo, las dos mujeres terminan de correrse. Mari Carmen se desp loma sobre su hija y Pili siente la enorme presión de las grandes tetas de su madr e contra sus propias tetas, además de respirar directamente el aliento excitado de su progenitora. -Pi Pili ha sido ha sido - susurra Mari Carmen, respirando entrecortadamente. -Bestial- completa Pili, mirando a los ojos a su madre.- Nunca había tenido un org asmo como este. Nunca. Mari Carmen se sitúa, despacio, junto a su hija, costado contra costado. Los hermo sos melones de la madre suben y bajan al ritmo de su respiración, que se va aquiet ando. Pili no deja de mirárselos, mientras nota el calor, excitante y erótico, de la piel de Mari Carmen contra su propia piel. -Hija, creo oh creo que tienes razón. Ha sido bestial, pero pero estoy avergonzada. Por lo que hemos hecho. Yo yo no debería haber no debería haberme mostrado desnuda ante ti, no d ebería haberte provocado. Perdóname, por favor- dice Mari Carmen, sin atreverse casi ni a mirar a su hija a los ojos, por temor a verse reprendida por ésta. Pero no o curre así. Pili sonríe y acaricia el pelo de su madre. -No te preocupes, mamá, yo también puse algo de mi parte. La verdad la verdad es que m e gustó mucho verte desnuda. Yo no sé qué me pasó, pero me excité tanto que me puse cachonda bes, muy cachonda y luego, pues, pasó lo que pasó. Mari Carmen, agradecida por las palabras de su hija, la mira a los ojos directam ente y ve en ellos comprensión y apoyo. Sabe ahora que su hija estaba tan caliente como ella misma y que las dos son cómplices, pues por un momento temió haber induci do o incluso obligado a Pili a mantener relaciones sexuales incestuosas e innatu rales. -Me alegra oír eso, Pili, hija mía. Pensé que te estaba, bueno, forzando, ya sabes pero si te excitó verme desnuda, si te pusiste cachonda la cosa cambia. Lo he pasado tan bien, tan, pero tan bien que me parece increíble. -A mí también me lo parece , mamá. Pero ahora, creo que debemos olvidarlo, correr un t upido velo sobre este asunto y pasar página. No me parece que esté bien que madre e hija se acuesten juntas y se pongan a follar. No está bien. ¿ No lo crees así? Mari Carmen tarda en responder. Se siente excitada por la cercanía de su desnuda h ija, pero también, después del intenso placer experimentado, su mente ha retomado el control y le dicta, sin ambages, que debe terminar con todas estas barbaridades sexuales y volver a la normalidad. -Si, Pili, yo también lo creo.- y diciéndolo, besa en la frente a Pili, un beso de m adre, un beso amoroso, de cariño no sexual- Vámonos, salgamos de la cama y vistámonos, que tu hermano estará al llegar ¡y no quiero que nos vea juntas, desnudas, acostadas en mi cama! -¡Si, sería un poco difícil de explicar!- dice Pili, riéndose , provocando también la risa en su madre. Luego, las dos mujeres se levantan y empiezan a vestirse, con rapi dez, temiendo la llegada inminente de Pablo. En la penumbra creciente del pasillo frente a la alcoba, una figura masculina re

trocede con habilidad y se funde entre las sombras. Es Pablo, que ha regresado a ntes de tiempo y ha disfrutado de espectáculo lésbico que su madre y su hermana han protagonizado en la cama de matrimonio. El joven quinceañero, con la polla endurec ida y tiesa formando un agudo vértice bajo sus pantalones, sale despacio y en sile ncio de la casa y se esconde varios minutos en el jardín. Con el corazón palpitándole a toda velocidad, Pablo no puede deshacerse de la erección de su enorme polla. Su mente, excitada, vuelve una y otra vez a las escenas que acaba de ver, las escen as increíbles e impensables en las cuales su madre y su hermana, desnudas, se revu elcan sobre la cama, besándose, amándose, lamiéndose follando en definitiva, como dos am antes lesbianas. -Putas- susurra, para sí mismo- Putas, putas, putas. Putas. Putas. Putas.En su recalentado cerebro, ve a su madre, desnuda, en brazos de Pili. Se siente, en cierto modo, desplazado. Ya no es el único que disfruta del sexo con su madre, ahora ha de compartirla con su hermana mayor. Ve el rostro sonriente de su madr e, y la palabra surge, implacable, en su mente: PUTA. Su madre es una PUTA, con mayúsculas, y su hermana es, por ahora, solo una puta. -PutasA la vez, se siente incómodo por pensar de esa forma, por insultar así a su madre y a su hermana, pero no puede evitarlo. Al menos por el momento. Respira hondo, co ge fuerzas y penetra en la casa, como si acabara de llegar. Antes, sin embargo, se mete la polla bien adentro, para ocultar su erección todo lo posible. Hace ruido, se hace notar. Desde la cocina, su madre lo llama. -¡Pablo, ya has llegado!- le dice. Pablo responde a la llamada y se acerca a la co cina. Su madre, como esperaba, está vestida con su traje rojizo de andar por casa, uno que deja a la vista todas sus piernas desnudas y la parte mas baja de su cu lo. La tela es muy fina y puede verle las grandes tetas moviéndose a un lado y a o tro. Es evidente que está desnuda, desnuda del todo bajo el traje y eso, a pesar d e que ya lo imaginaba, pone muy caliente a Pablo. El muchacho nota que la verga se le pone dura, muy, muy dura. Mari Carmen también lo nota, pues su mirada se des vía hacia la parte más íntima de su hijo. -"¡Madre mía, que grande la tiene!"- piensa Mari Carmen, sintiendo revivir en su coño el calor y el deseo de polla que había cubierto con su pasional encuentro con su h ija Pili. -Hola, mamá- dice Pablo, acercándose y acariciándole el culo a su madre. Primero lo to ca a través de la tela del traje, pero después, sin poder contenerse, le mete la man o por debajo y manosea directamente el culo de Mari Carmen. -No he hecho otra cosa que pensar en ti, mamá, en tu cuerpo, en tus tetas, en tu c ulo, en tu maravilloso culo ahhh estoy tan tan ahhh- gime Pablo, exhalando un cálido aliento de deseo y de sexo a través de su boca, muy cerca de la boca de su madre. -¡Ssshhhh!- le dice su madre- Calla, por favor esto tiene que acabar, te lo digo en serio -Si, claro, como la otra vez -No, no, por favor, escucha, tenemos que terminar, esto no está nada bien, no siga s no sigas tocándome, aparta tu mano de mi trasero, por favor. Pablo está sorprendido. No esperaba esto, sobre todo, después de comprobar la cachon dez de su madre, que no ha podido evitar acostarse con su propia hija. Dolido, a parta la mano, tal como su madre le dice. -Gracias, asi está mejor.- le dice Mari Carmen, mirándolo a los ojos. Pablo no lo du da, se abalanza sobre su madre y la besa en la boca. Mari Carmen gime, sorprendi da, y su lengua, acobardada, se deja dominar por la lengua de su hijo. Pero al f in, se sobrepone y separa los labios. -¡No, Pablo, he dicho que lo dejes estar!¡Ya basta!- exclama. Pablo, abochornado, se separa de su madre. -Yo yo mamá yo .- piensa por un momento decirle que la ha visto follando con su hermana, q ue no se dé tanta importancia, que no es más que una zorra cachonda. Pero no lo dice . Además, oye como su hermana Pili baja de su cuarto y se encamina hacia la cocina . Es momento de batirse en retirada. -Está bien mamá, como tú digas- le dice. Y justo en ese momento, Pili, ataviada con un a simple camiseta transparente, hace acto de presencia. Pablo la mira, con sorna . Pili se sorprende de esa mirada, pero no la comprende.

-Hola, Pablo. ¿Qué tal las clases?-Bien, como siempre eh estoo me voy arriba, a darme una ducha fría. Me sentará bien.- dice e l chico, mirando a su madre directamente a los ojos. - Si, te sentará muy bien- asiente la madre, con indisimulada severidad en la voz. Pablo baja la vista y se va, oyéndose al poco como sube las escaleras. Madre e hija se quedan solas, de nuevo. -Mamá- dice Pili- respecto a lo de antes creo que debemos mantenerlo y no volver a t ener relaciones ejem sexuales. ¿No te parece? -Me parece muy bien, Pili. Y te repito que me perdones, tú no querías, pero yo te in cité, poniéndome desnuda delante de ti. Lo siento, hija mía, no volverá a pasar. No quie ro que pienses que tu madre es una puta. Pili se tomó unos segundos, antes de contestar. Su madre estaba realmente atractiv a, con aquel trajito que tapaba bien poco, mostrando sus piernas desnudas, la pa rte baja de su culo y con las tetas transparentándose a través de la tela. Estuvo a punto de volverse atrás, de lanzarse sobre su madre y lamerla de la cabeza a los p ies. Pero no lo hizo. Su mente, racional, pudo con su sexo y Pili, mirando a los ojos a su madre, asintió. -No eres ninguna puta, mamá. No digas eso ni en broma. Tuvimos un mal momento, un desliz. Pero ya pasó. Y por cierto, ni tú eres puta, ni ninguna de las dos es lesbia na. ¿De acuerdo? Fue un desliz, eso es todo. -Oh, por supuesto, por supuesto Pili, no somos lesbianas. Sentimos la atracción de l placer sexual, eso fue todo. Ejem. Creo.-Bueno- dice Pili, mirando hacia otro lado.- Como ya está todo aclarado, me vuelvo arriba. Avísame cuando esté lista la cena, mamá. -Así lo haré, hija. Vamos, a estudiar, cariñito mío. Y Pili se va también, dejando sola a su madre con sus más íntimos y oscuros pensamient os. Pili llega a su cuarto. Escucha caer el agua de la ducha y por un momento, se im agina a su hermano. Se lo imagina desnudo, con su enorme polla enhiesta y palpit ante. Pili se pone roja de vergüenza y entra en su alcoba. -Soy una tonta, no debo pensar en eso. Está mal. Soy yo, a fin de cuentas, quien s e acostó con mamá, no Pablo. Soy yo la zorra, no él el pervertido. Pero si en ese momento Pili pudiese ver a su hermano, se derretiría de gusto. Porq ue Pablo está desnudo, bajo la ducha, que por cierto no es de agua fría , sino calie nte. Está desnudo y enjabonado, y tiene la verga endurecida y enhiesta, tan dura c omo su hermana nunca se ha imaginado, ni en sus fantasías más obscenas. Pablo está mas turbándose. Se ha echado gel de baño directamente sobre la polla y se la está frotando con una mano, machacándosela a fondo con una mano, mientras con la otra se apoya en la pared mojada. -Aahhh ahhh mmmhh hhh sii siii chúpamela, puta, puta chupamela .ahhhh- gime, susurrando, el j , pensando en su madre desnuda y arrodillada frente a él. Su madre chupándosela a fo ndo. Su madre, que es una chupapollas. -¡Aahhh!- gime con más fuerza. Su erecta y potente polla palpita y parece menearse p or sí misma. Aprieta la mano en torno al tronco de su verga y se la machaca con más fuerza.-¡¡Aaaahhhh!!Puuutaaa Pablo se corre. Lanza un increíble chorro de semen, largo y sostenido, que va a es trellarse contra la pared más cercana. Manteniéndose la polla con la mano, sigue cor riéndose, lanzando ahora más y más chorros de esperma hacia todos lados, mientras gime de placer, extasiado. -¡¡Aaahh!!¡¡Aaaaahhhhhh!!- jadea el desnudo muchacho, sosteniendo su propia y hermosa ve rga con una mano, derramándose sin remedio, corriéndose a borbotones con fuertes cho rros de semen caliente y viscoso. Al fin, algo después, Pablo empieza a tranquilizarse. Ha terminado de correrse y d eja ahora que el agua reparadora recorra su cuerpo, calentándolo y reconfortándolo c on su calidez. Termina de ducharse, sin prisas. Se seca y vuelve a vestirse, sin tiendo el frescor amigo de unos suaves calzoncillos limpios que acarician con su avidad su polla flácida, pero aún gruesa y temblorosa. Mirándose al espejo, el joven piensa que podrá contenerse y que ya es hora de bajar a cenar. Una cocina limpia y amplia, bien iluminada y mejor amueblada. Una mesa repleta d

e viandas y a su alrededor, Mari Carmen, Pili y Pablo. Madre e hija están sonrient es mientras mastican y Pablo habla con ellas, charlatán. Hablan de insustancialida des, y todos tienen la mente puesta en otro sitio. Todos miran a todos. Sobre to do Pablo, que no cesa de admirar la rotunda majestad de las tetas de su madre, m uy poco escondidas bajo la suave tela de su trajecito rojizo. El joven se ha mas turbado en el baño para desfogar su ira sexual, para poder reprimir los deseos que arden en su interior, deseos de follarse a su madre y también a su hermana. Pero ahora, viendo tan cerca de nuevo a su madre, vestida de aquella forma tan poco r ecatada, mostrando la totalidad de sus piernas desnudas, mostrando un escote más q ue generoso, mostrando incluso el perfil de su culo desnudo, Pablo nota que su p olla se vuelve a cada momento más audaz y que ya empieza a ponerse muy, muy cachon do. Y si mira hacia otro lado, si mira a su hermana la zorra de su hermana , com o se encarga de recordárselo una parte muy obscena de su mente Pablo ve a una jove n veinteñaera, vestida solo con una camiseta muy transparente, que deja ver las fo rmas de sus tetitas firmes y tiernas y el contorno algo cuadrado de su cintura, además de sus desnudas piernas. Definitivamente, la polla de Pablo ha despertado. Mari Carmen mira a su hijo. No puede evitar contemplar el bulto que crece en la entrepierna del joven y piensa que le va a costar evitar una nueva sesión de sexo con él, no solo porque el chico sea impetuoso, sino porque ella misma no puede rep rimir una atracción salvaje hacia aquella polla juvenil, una polla como nunca había visto, una polla increíble, enorme, grande, dura, poderosa, incansable, una polla que le ha proporcionado más placer en un par de días que su marido en más de veinte años . ¿ Y Pili? Es increíble, pero se ha acostado con su propia hija. Hasta ahora, Mari Carmen no ha considerado la posibilidad de ser ella misma una lesbiana oculta, a unque dada la atracción que siente hacia la verga de su hijo lo duda mucho. Lo que si empieza a insinuarse en su mente es que, en realidad, ella, Mari Carmen, una madre y esposa de cuarenta y cinco años, sea en realidad una puta ninfómana, que so lo piensa en follar. Follar con quien sea, dónde sea. Lo cual incluye follar con o tras mujeres, si se presenta la ocasión. -Bueno- dice Mari Carmen, para poner fin a sus elucubraciones- Hemos terminado p or hoy, así que, ahora, a limpiar, y luego ¡a dormir, que mañana tengo un día largo! Ya sa ben que tengo que ir a recoger a papá al aeropuerto, por la mañana. -Oh, sí, mamá, lo sabemos- dice Pili, mirando sonriente a su madre. La joven univers itaria no cesa de sentirse atraída por su madre. Ahora , durante la cena, ha notad o que cuánto más la mira, más se moja, algo que, ciertamente, la ha turbado mucho. Y s i a eso añadimos que se ha dado cuenta de que al abultado paquete de su hermano ta mbién contribuye a empapar su ya mojado coño, pues tenemos como resultado que la jov en universitaria está cachonda y avergonzada de sí misma. Todos se ponen en movimiento, como deseando terminar pronto. Mari Carmen está nerv iosa, teme que en cualquier momento su hijo la aborde, sin importarle que esté del ante su hermana. Pero nada sucede, todo se desarrolla con normalidad y, poco des pués, cada uno se encamina a su alcoba. Mari Carmen, la cuarentona, la madre obscena y desnaturalizada, la madre que ha sido capaz de acostarse con su hijo y con su hija, está desnuda, sentada en la cam a, con la luz de la mesilla de noche encendida. Tiene el corazón acelerado y se no ta excitada. Separa las piernas, se mira el coño entreabierto y rojizo y se lo aca ricia con dóciles dedos. -Ah- dice- Qué me pasa, qué me pasa, no puedo contenerme, no, otra vez no ahora que Pa blo parece haberse reprimido, ahora que parece que tengo la situación dominada, no puedo caer de nuevo. Mari Carmen lanza la cabeza hacia atrás y empieza a acariciarse el sexo, suavement e, con dulzura. -Mmmmmhhh- gime, con las sombras jugando con su rotundo y jugoso cuerpo desnudo. Se tumba sobre la cama, se abre aún más de piernas y se mete hasta el fondo un dedo en el coño- No, tengo que serenarme, no puedo pasarme la vida entera masturbándome, no puedo continuar así, debo debo -Hola, mamá-¡Tú!Mari Carmen se incorpora de golpe, quedándose sentada en la cama. Ante ella, está Pa blo, desnudo, con su enorme polla enhiesta y preparada, mirándola con una extraña so

nrisa. -Pablo, por favor, vete, te dije que nada más habría entre nosotros, déjalo ya. Por fa vor. Pero Pablo avanza, impertérrito, hacia su madre, que lo contempla horrorizada y ex tasiada a la vez. El joven se mete en la cama, a la vez que su madre retrocede h asta quedar sentada, de espaldas a la cabecera de la cama, mirando asustada las enormes proporciones de la verga de su hijo. -Pa Pablo, por favor, otra vez no. No voy a consentir que - empieza a decir, pero Pa blo se le adelanta. -¿Consentir?¡Que no vas a consentir! Pero si que consentiste acostarte con Pili, mamá ¿no es así?-¡Oh, Pablo, es horrible!¡Nos viste!- y la abochornada madre se lleva las manos a la cara, tapándosela con vergüenza invencible. Pablo avanza más. Se acerca tanto a su madre que le echa encima el aliento. Sin qu e Mari Carmen haga nada para impedirlo, Pablo empieza a manosearle las tetas. -Si, las vi.. Las vi desnudas, abrazándose, lamiéndose, besándose. Las vi a las dos. T e vi follando con Pili, mamá.- dice Pablo, estrujando con fuerza las grandes tetas de su madre, que ya tienen los pezones en erección. -Oooooh, Pablito, por favor déjame, déjame sola, no sigas, no por favor ahhh Bastante aver gonzada estoy ya por haberme acostado con Pili, no te metas en mi cama ahora tú, P ablo, por favor.- suplica Mari Carmen, sintiéndose cada vez más excitada. Mira a su hijo a los ojos y ve que éste no piensa dejarla sola. Sabe que podría resistirse, qu e podría intentar impedir lo que se avecina. Pero no puede.Pablo la ha visto folla ndo con Pili; ha perdido la escasa autoridad moral que le pudiese quedar. Se lim ita a suplicar, a pedir por favor, a rogar. -Pablo, por favor, no lo hagas- le dice a su hijo. Pero Pablo ya no escucha. Tot almente excitado, se pone en pie junto a la cama y agarra por el pelo a su madre , empujándola, sin gran violencia, hacia él. Mari Carmen, con lágrimas en los ojos deb ido a sus sentimientos y deseos encontrados, se deja arrastrar y acaba en el sue lo, a cuatro patas, delante de su hijo. -¡No, Pablo, no, por favor, por favor!- exclama Mari Carmen, mientras unas lágrimas descienden por sus mejillas encendidas. Pablo no puede resistirse al deseo que l o domina. Ve a su madre, totalmente desnuda, con su gran culo, con sus grandes t etas, con su hermoso pelo teñido, con sus preciosas piernas, la oye suplicar, la v e llorar, la escucha gemir, y al mirarla a los ojos, sabe que ella, a pesar de l o que dice, a pesar de lo que siente, también está cachonda. -Noooo- gime la madre desnuda, mientras el hijo la empuja, agarrándola por el pelo . Pablo atrae hacia sí la cabeza de su madre y le pone la polla pegada a la boca. Al principio, Mari Carmen se resiste y mantiene la boca cerrada. Pero entonces P ablo, sobreexcitado, le tira del pelo con violencia. Mari Carmen gime de dolor. -¡Aaayyy!-¡Vamos, métete mi polla en la boca!¡Chúpamela chúpamela PUTA!Mari Carmen obedece. Abre la boca, separa los labios y engulle la enorme y endur ecida polla de su hijo. Ni siquiera el horrible insulto que Pablo ha pronunciado la hace desistir. Se mete la polla en la boca y empieza a chupar. Como una vulg ar chupapollas. -Slurp.Slurp.Slurp mmmhhh ahhh..slurpPablo siente como el placer quema su cuerpo como una hoguera inextinguible. Mira hacia abajo, hacia su desnuda, arrodillada y humillada madre, que le chupa la v erga con voracidad. -Oooohhh siii puta puta PUTA-la verga del joven danza dentro de la boca de la cuarentona , que se la pasa a un lado y a otro una y otra vez, lamiéndola y chupándola, llenándol a de saliva. Pablo ve como su polla forma imponentes elevaciones bajo las mejill as abultadas de su madre, que parece estar masticando un enorme bocado difícil de dominar. La luz tenue de la alcoba, los gemidos que produce su madre al chuparle la polla, el contemplarla allí desnuda y a cuatro patas, todo ello hace que el mu chacho esté cada vez más excitado, sintiendo como la verga se le endurece al máximo y como la misma rebota de un lado a otro dentro de la boca de su progenitora. Pabl o quiere correrse y Mari Carmen, que lo mira con los ojos entornados y derrotado s desde su sumisa posición, lo sabe. Así pues, la jugosa cuarentona chupa con más fuer

za, pensando que, tal vez, si consigue que su hijo se corra pronto, éste la dejará t ranquila y no se la follará. -Slurpslurpslurpslurp mmmmhh hmmmm- se oye chupar a Mari Carmen, que de vez en cuand o detiene su mamada para machacarle la polla con una mano a su hijo, dejándosela aún más tiesa y más dura que antes. Durante uno de estos intermedios, mientras tiene ag arrada con una mano el endurecido miembro de su hijo, Mari Carmen, con los ojos llorosos, se atreve a hablar. -Pablo, por favor, prométeme que si te la chupo hasta hacer que te corras me dejarás en paz. Por favor, prométemelo.- le pide, sin modificar su postura de mamona, a c uatro patas, con la polla de su hijo en la mano. -Aahhh sigue, sigue, por favor, sigue, no pares sigue -Pablo, por favor, te lo suplico, prométeme que Pablo pierde la paciencia. Está más que cachondo, está en la galaxia del placer y no q uiere hablar, no quiere prometer nada. Agarra a su madre por el pelo, bruscament e, y la empuja de nuevo hacia su polla. -¡Sigue chupando!- le ordena, con los ojos brillantes de deseo. Mari Carmen desist e de hacerle prometer nada. De nuevo, se mete la polla de su hijo en la boca y s igue chupando. Aunque no por mucho tiempo. Los continuos lametones, las profunda s chupadas y el intenso succionar de la boca de Mari Carmen hacen su efecto y Pa blo, en medio de un torrente de gemidos de placer, eyacula con profusión dentro de la boca de su madre. -¡¡Aaaaaahhhhhaaahhhhmecooorrooooahhhhhhpuutaaaa!!Mari Carmen mantiene la boca lo más cerrada posible. No sabe por qué razón, pero lo ha ce. La polla de su hijo parece tener vida propia y salta de un lado a otro, quer iendo salir de su prisión. Una inundación de semen desciende por la garganta de Mari Carmen, que no tiene el menor reparo en tragárselo todo, hasta la última gota. Sin embargo, a pesar de que la cuarentona traga todo lo que puede y más, algunos arroy os de esperma se deslizan fuera de los labios de la madre y, al fin, la polla sa le de la boca, lanzando sus últimos chorros de semen directamente contra las mejil las de Mari Carmen. Pablo, féliz, satisfecho, se sienta en el borde la cama. Mari Carmen continúa a cuat ro patas, pero se acerca a su hijo, temerosa. -Pa Pablo, por favor, ya te la he chupado, ahora, ahora vete, por favor por fa Pablo no le hace ni caso. La vuelve a coger por el pelo y le empuja la cabeza de nuevo hacia la polla, ahora en retroceso. -Quiero que te la metas en la boca y que la sigas chupando, hasta que se me vuel va a poner dura. Por favorMari Carmen no intenta resistir. Empujada por la mano de su hijo, su boca tropie za con la polla que acaba de chupar. El intenso olor a polla, a semen, le nubla el entendimiento. Mareada, abre la boca y engulle de nuevo el grueso y mojado mi embro de Pablo. -Glubs glubs mmmmhhh slurpslurpslurpY en la habitación se vuelve a escuchar el sonido que hace Mari Carmen al chupar, el sonido de una chupapollas en acción. -Ohhh sii sigue, sigue, chupapollas, sigue- le dice Pablo, que ya ha perdido el nort e y está tan caliente que solo piensa en follar, aunque la mujer a la que se está fo llando sea su propia madre. Mari Carmen, por su parte, aunque en un principio de searía no hacer lo que está haciendo, tiene que reconocer que, como siempre, se pone muy caliente solo con ver la enorme polla de su hijo. Así pues, chupa y sigue chu pando, y muy pronto, Pablo consigue de nuevo una satisfactoria erección. -Slurp slurp glubs ahhh Pablo ya ejem ya la tienes dura otra vez - le dice Mari Carmen a su h , mirándolo desde su sumisa postura, desde muy abajo, con los ojos entornados y si n casi atreverse a mirarlo directamente. Pablo sonríe al escuchar las palabras de su madre. Mira su polla y lo que ve le gusta. Entonces, se levanta de golpe, aga rra a su madre por el pelo y la pone de rodillas frente al borde de la cama, dob lada por la cintura, con los pechos aplastados contra el colchón. -Oh, Pablo, no, qué ¿qué vas a hacer?- pregunta, tontamente, Mari Carmen, que sabe muy b ien lo que va a seguir a continuación. Pablo se sitúa detrás de su madre y se agarra l a polla. Un segundo más tarde, le mete la polla por el coño a su madre, de un solo e nvite, hasta el fondo.

-¡AAaahhhh!- gime Mari Carmen-¡No, por favor!¡No, otra vez noooo!¡Es demasiado! La ultrajada madre intenta incorporarse, mirando hacia atrás, levantando un poco l a espalda. Pero Pablo no está para bromas. Con una mano, aferra con brusquedad el hombro izquierdo de su madre y la empuja sin miramientos hacia abajo, aplastándola de bruces contra la cama. -¡No, Pablo, por favor, no sigas, nooo!¡Suéltame!- gime Mari Carmen de nuevo, suplican do, con la voz y con la mirada, intentando otra vez incorporarse. Pero Pablo la empuja con más fuerza aún hacia abajo y la mantiene allí, aplastada contra la cama, mi entras la folla con violencia, metiéndole y sacándole el pene del coño una vez y otra y otra más, sintiéndose cada vez más y más cachondo. -Pa Pablo ahhh ahhh - vuelve a gemir Mari Carmen, notando que, a su pesar, se está mojando - Pablo Pablitoooo ahhh me estás me estás violando no sigas, me estás violando, no por favor hh! Y en cierto modo, era verdad. Mari Carmen intentaba, de alguna forma, liberarse, y Pablo no la dejaba, continuando con la penetración. La estaba violando, pero es o aún lo ponía más excitado y lo que es peor, ponía más cachonda a Mari Carmen de lo que ést a se atrevía a sospechar. -Aahhh ahhh - jadea Mari Carmen, sintiendo la dureza y el grosor de la gran polla de su hijo, penetrándola, follándola violándola. Notaba el calor de aquella juvenil y pode rosa polla, la sentía en su interior, llenándola por completo, meneándose adentro y af uera una y otra vez, sin parar, con una fuerza inaudita. -Aaahhhh - gime Pablo, manteniendo a su madre bajo control con una mano, forzándola hacia abajo, mientras la folla con potencia por el coño. El joven nota la jugosa h umedad del sexo femenino abarcando su pene, nota como los fluidos de su madre em piezan a inundarlo todo.- Oooohhh siii ahhhh pu puutaa Mari Carmen está cachonda. Sabe que no tardará en correrse, si su hijo la sigue foll ando con tanta pasión. Y eso haría caer por tierra su nuevo papel de madre violada, así que intenta suplicar de nuevo. -Pablo ahhhh Pablo por favor, deja de de violarme, no sigas, para ya, te lo suplico, por favor ooohhh ahhhhh ¡aaaahhhh! Pero Pablo sigue sin hacerlo ni el más mínimo caso. Al contrario. Con una mano separ a aún más los muslos de su desnuda madre y empieza a follársela más y más deprisa, metiend o y sacando su verga del coño de Mari Carmen a velocidad casi supersónica. -¡¡AAAAAHHHHHOHHHHHH!!- gime Mari Carmen, totalmente follada, totalmente cachonda.-¡Me corroooo ahhhh! La jugosa madre se corre, inundando con sus jugos imparables la polla de su hijo . Pablo, entonces, ardiendo de deseo y de excitación, saca la verga del coño de su m adre y se la mete directamente por el culo, de un solo y violento embate. -¡¡Ooooooohhhh!!-gime Mari Carmen, sintiéndose nuevamente ultrajada.- Por el culo nooo , por favor ahhh Pablo otra vez nooo .¡es tan humillante!¡Por favor, no me humilles más, no s gas violándome!¡No me violes por el culo, por favor! Mari Carmen está excitada. A pesar de sus palabras, el hecho de que su propio hijo la esté violando por el culo la pone a cien. E intenta incorporarse de nuevo, par a ver que pasa, para ver si Pablo continúa en su papel de violador implacable. Y a sí es. El joven no tarda en empujar una vez más a su madre hacia abajo, de un manota zo, sin piedad, manteniéndola allí quieta con fuerza, mientras le da por el culo. Mari Carmen se derrite de placer. Siente aquella increíble invasión en su culo, su v iolado culo. Pablo empuja con tanta fuerza, le da por el culo con tanta vehemenc ia, que a Mari Carmen le falta poco para comerse la sábana, pues a cada embate su hijo la entierra más y más en el colchón. -P por fa vor mi cu culo no nooo mi culo no ahhh no me violes por el culo, por favor deja de r el culo ahhhh ¡soy tu madre!¡Estoy humillada, estoy violada, por favor, déjalo ya!....ah hhh ooohhh ohhh noooooo.Mari Carmen gime y suplica, en vano. Pablo le aplasta la cara con una mano y la mantiene allí durante el resto de la violación. -Aahhh - gime el chico- ahhh cállate PUTA sabes que me encanta tu culo, y yo sé que a ti te gusta que yo te dé por el culo ahhh ahhh El joven está a punto . Su potente verga entra y sale cada vez más rápido del agujero del culo de su madre, convirtiendo su cuerpo en una llamarada de pasión y obscenid ad. Al fin, sin poder resistirlo más, Pablo saca la polla del culo de Mari Carmen.

Agarra a su madre por el pelo y la pone nuevamente de rodillas frente a él. Luego , empieza a correrse sobre la cara y las grandes tetas de Mari Carmen, que cierr a los ojos y se deja bañar en semen sin dejar de gemir de gusto. -¡Ooooh, Pablo .ahhhh mmmhh slurp ahhh!- gime Mari Carmen, mientras chorros y más chorros de semen caliente invaden su cara, derramándose por sus mejillas como torrentes inve ncibles, mientras chorros y más chorros de semen mojan sus enormes melones, cubriénd olos con una capa cremosa y blanquecina. Pablo se derrumba sobre la cama, quedándose tendido boca arriba. Mari Carmen, sin atreverse siquiera a levantarse, continúa de rodillas frente a él, con la cara y las tetas chorreantes de semen. -Mamá - susurra Pablo, al cabo de algunos minutos. -¿Si, Pablo?- contesta Mari Carmen, incorporándose un poco. -Vuelve a chuparme la polla, vamos.- le ordena el chico, con la voz más madura y v aronil que Mari Carmen le ha oído jamás. -¿Qué?¡Estás loco si crees que !Pablo se acerca a su madre y le susurra de nuevo, con una inflexión más dura en su v oz. -He dicho que me la chupes, mamá. Y Mari Carmen, entonces, sintiéndose tremendamente dominada, baja los ojos, agarra la mojada verga de su hijo con una mano y se la lleva a la boca, dónde empieza a chuparla, sin rechistar. -Así me gusta, puta, así me gusta- dice Pablo. La imagen es hermosa y excitante, un joven desnudo, muy bien dotado, medio tumba do en una cama, y a sus pies, una cuarentona desnuda, su madre para más señas, una c uarentona dominada y sojuzgada, cachonda y calentona, que sostiene entre sus lab ios la polla del joven. La cuarentona chupa, una vez más. Chupa y chupa, sintiéndose una chupapollas, sintiénd ose una zorra, sintiéndose una auténtica PUTA. Y Pablo apaga la luz de la mesilla y se deja envolver por el placer de sentirse chupado, mientras su madre le hace un a deliciosa mamada. La luz débil de la temprana madrugada ilumina la habitación. Es una alcoba de matrim onio, con una gran cama en el centro, muy bien amueblada. La cama está deshecha, c on las sábanas y colchas desparramadas de cualquier manera, por encima y por debaj o de la misma. Sobre el colchón, una mujer desnuda, de cuarenta y tantos años, gime llorosa boca arriba, con los grandes pechos subiendo y bajando al compás de su re spiración entrecortada. La mujer no está mal de cuerpo, tiene algo de barriga, unas buenas piernas, largo pelo teñido de negro y un rostro agradable, aunque ahora su s ojos están desmejorados por profunda ojeras. La mujer, además, tiene visibles y a bundantes regueros de semen recién derramado entrecruzando su cara y su cuerpo. En realidad, tiene semen por todas partes. Junto a ella, un joven adolescente, del gado, bien proporcionado, y sobre todo, muy bien dotado, poseedor de una enorme y gruesa polla que le cuelga, algo flácida, entre los muslos. El joven tiene una e xpresión de felicidad y satisfacción en la cara, que contrasta sobremanera con la ex presión abotagada y derrotada de la mujer que está a su lado. -Mamá - susurra el joven, poniendo tiernamente una mano sobre una de las grandes tet as de su madre- Mamá, perdona, antes estuve un poco brusco eso es es que me gustas tanto , me atraes tanto es horrible, lo sé, pero cuando te veo desnuda, no puedo parar, no puedo pensar La madre vuelve la cara hacia su hijo. Es cierto lo que éste dice. Antes, él, Pablo, casi forzó a su madre, y luego, se la estuvo follando sin parar durante un par de horas. Es cierto también que ella, Mari Carmen, no opuso mucha resistencia, más bie n ninguna, salvo la verbal. -Tranquilo- le dice, con una sonrisa en la cara- Tranquilo, no todo es culpa tuy a. Yo no estuve a la altura, no te impedí que lo hicieras. Pero ahora ya está bien. Debes marcharte, debes irte y no volver a hacerlo. ¿Me entiendes? Porque está mal. M uy mal. -Si, te entiendo- dice el chico, sonriendo. -Entonces, vete ya, es tarde y tengo que levantarme temprano para ir a buscar a tu padre al aeropuerto. -De acuerdo- contesta Pablo, sin dejar de sonreír. A Mari Carmen tanta sonrisa, ta

nta comprensión, le extraña un poco, viniendo de un joven que no hace mucho se le ha tirado encima y se la ha follado sin ningún miramiento. -Pablo- susurra Mari Carmen. -¿Si?- contesta el chico, con su voz más dulce e ingenua. -¿Por qué no te vas? ¿Por qué sigues aquí, torturándome con tu presencia, desnudo, junto a mí ¡Vete, por favor! -Lo haría- dice el joven, si dejar de sonreír- Pero es que no puedo. -¿No puedes? ¿Se puede saber por qué no puedes?- inquiere Mari Carmen, que está empezand o a enfadarse un poco. -Porque me tienes agarrado por la polla, mamá- contesta Pablo, riendo. Mari Carmen mira hacia dónde se dirige la mirada de su hijo. Avergonzada, comprueb a que durante todo el tiempo de la conversación, ha tenido apresada entre los ded os de su mano derecha la verga de Pablo. La enorme polla del muchacho ha empezad o a reaccionar, y ahora, Mari Carmen sostiene en su mano una verga de gran tamaño, bastante endurecida. -¡Oh, no!- exclama Mari Carmen, con la voz más suave que puede. Pablo sonríe una vez más y se vuelve de costado hacia su madre. -Me la has tenido cogida todo el tiempo. Me gusta sentir tu mano aferrando mi po lla, mamá. -Tu tu polla no, yo no sabía, no sé como he podido noo - balbucea Mari Carmen, con la cara en endida de vergüenza, sin dejar de aferrar la verga de su hijo. Una verga, que ahor a ya está muy dura, demasiado dura para volverse atrás. Mari Carmen nota la increíble y caliente dureza de la polla de su hijo Pablo. Sin pensar, empieza a deslizar l a mano hacia arriba y hacia abajo, acariciando aquella enorme y magnífica polla. -Oh, Pablo, no debo hacerlo no debo nooo- susurra la madre, sintiéndose una puta lasci va, mientras piensa que su hijo no debería tenerla tan grande, que es terrible que la tenga tan grande y tan dura, porque así es muy difícil resistirse. Daría lo que fu era por qué Pablo tuviese una polla de tamaño normal, tirando a pequeña, para así poder resistirse con más posibilidades. Pero no. Pablo tiene una polla impresionante, un a increíble verga de enorme tamaño y grosor, que cualquier mujer desearía meterse entr e las piernas. Y ella no puede resistirse. Ni siquiera recordando que hace muy p oco, Pablo la ha forzado, la ha violado en la práctica, follándola sin compasión duran te horas. Es más. Recordarlo, recordar, por ejemplo, su forzada postura perruna mi entras su propio hijo le daba sin compasión por el culo, es algo que, ahora, la es tá poniendo demasiado caliente. -Oh, nooo - balbucea Mari Carmen, sosteniendo entre los trémulos dedos de su mano de recha la verga enhiesta y palpitante de su hijo desnudo. La polla de Pablo comie nza endurecerse cada vez más y más rápido. Pronto alcanza casi su mayor tamaño, una enor me polla, gruesa y dura, que tiembla entre los dedos de su madre. El olor a poll a mojada impregna la nariz de Mari Carmen. La cuarentona, que sabe que no puede detenerse ahora, se lleva la verga de su hijo a la boca. Separa los labios y se la mete bien adentro. La engulle, una vez más. La chupa, a fondo, durante varios s egundos. -Sluurp mmmhh slurp, mmmmhhh . ¡ahhhhhh!- gime Mari Carmen, sacándose la verga de la boca y lamiéndola luego, despacio, saboreándola a fondo. -Oh, Pablo, qué estoy haciendo ¡Te la estoy chupando otra vez!- dice la madre desnuda , sin soltar de entre sus dedos la polla de su hijo- Casi casi me violaste antes, y ahora, mírame ¡te la estoy chupando, y no puedo parar! -Si sigue, no pares, sigue chupando, por favor - balbucea el muchacho, excitado, con la polla mojada y dura. Mari Carmen se vuelve a llevar a la boca aquella enorme polla y le da un par de chupadas, sintiéndose muy sucia, y sobre todo, muy puta. -Slurp, slurp, slurp, mmmmhh ahhh slurpslurpslurp-Mari Carmen baña en saliva el podero so miembro viril de su hijo, y le da un profundo masaje con la lengua, antes de succionarlo a fondo, como un caramelo delicioso. Ya ha chupado varias veces aque lla maravillosa polla, pero siempre se siente como si fuera la primera vez que l o hace. Y como siempre, también ahora se siente una puta. Mari Carmen se para de n uevo. Se saca la verga de la boca. Pablo ahora está muy cachondo, y su enorme nabo endurecido tiembla de deseo, caliente y mojado. -Oh, Pablo- balbucea Mari Carmen con voz entrecortada y dolorida- ¿qué me está pasando ? ¡Me forzaste, me la metiste por el culo, por delante, me obligaste a chupártela! Y a

hora, aquí estoy, tan tranquila, haciéndote una mamada. ¡Me siento tan tan tan PUTA! Pablo agarra a su madre por el pelo y la empuja hacia delante. Mari Carmen, como otras veces aquella noche, abre la boca y engulle de nuevo la polla caliente de su hijo. -¡Aaaahhhh! ¡Siiiiii! ¡Que maravilla! ¡Sigue chupando, sigue chupando PUTA!- dice Pablo, a rdiendo de deseo, con la polla tiesa y palpitante. Mari Carmen, una vez más, oye c omo su hijo la llama puta. Y, una vez más, eso la pone más que caliente. El coño se le moja en abundancia y un fuego inextinguible le arrasa la entrepierna, subiéndole por el estómago, camino de su calenturiento cerebro. -Puta- susurra de nuevo Pablo, manteniendo bien abajo la cabeza de su madre, que no cesa de chuparle la verga. -Es que slurpslurpslurp es tan, tan grande, y sabe tan bien, y está tan dura, y es tan gruesa que yo, yo no puedo resistirme ahhhh slurpslurpmmmhhh- dice Mari Carmen entre ch upada y chupada, como intentando justificarse. Pablo no dice nada, solo empuja l a cabeza de la desnuda y follada Mari Carmen hacia abajo, para que siga chupándose la, haciéndole aquella magnifica mamada. Mari Carmen continúa chupando durante varios minutos. Luego, con la polla de Pablo en una mano, mira a los ojos a su hijo. Este sonríe. No tienen que decirse nada, ya saben que es lo que viene a continuación. Pablo se queda quieto, boca arriba, c on su enorme polla tiesa y enhiesta, apuntando al techo. Mari Carmen, su madre, desnuda, sudorosa, excitada, cachonda, mojada, con la cara chorreante de semen, se le sube encima y se mete la verga de Pablo en el coño. -¡¡Aaaahhh siii toda fooollaamee ahhh .!!- gime quedamente Mari Carmen, sintiendo como aquell polla de dimensiones colosales la penetra hasta lo más profundo, una vez más, haciénd ola sentirse totalmente follada.- Ooohh..siii siii ahhh ahhh sigue, mantente ahí, sigue ahhh , no te corras, no todavía, ahhh Pablo se aferra con las dos manos a las grandes tetas de su madre, que empieza a saltar arriba y abajo, haciendo crujir los muelles del colchón, follando con él con auténticas ganas. -¡Aaahhh ahhh ahhh!¡Aaaahhhh!¡Aaaahhhhhsiiiifooollaaameetoodaa ahhh - gime Mari Carmen, que n hace demasiados minutos se sentía prácticamente violada por su propio hijo y ahora disfruta como una loca caliente del placer que le proporciona la polla de éste. No sabe lo que le está ocurriendo, ni como detenerlo. Se siente cachonda y excitada al máximo, su cuerpo es un horno a alta presión, y descubre que recordar lo que ocur rió hace una hora como mucho, cuándo su hijo la dominó y, en la práctica, la convirtió en su esclava sexual, la pone muy, muy caliente. -Si sigue sigue follando, mamá, siguee ahhh ahhh sigue foollandoo ahhh- jadea el joven, agarr do a las potentes tetas de su madre, que salta sobre él, gimiendo y jadeando, foll ando como una puta salida. Y Mari Carmen parece escucharle y obedecerle y sigue follando, sigue follando y follando sin parar, hasta que, muy pronto, demasiado pronto, se corre, inundando con su pasión derramada y ardiente la erecta y endurec ida polla de su hijo. -Aaaahhh Pa Pablooo me coorro .ahhh mmmhh mmmhhh sii ahhh- Mari Carmen se corre, mientras se ame con la lengua fuera, gimiendo y jadeando de placer, derrumbándose al poco sobr e el cuerpo desnudo de su hijo. Madre e hijo frente a frente, con las bocas tan cerca la una de la otra Se besan s in pensarlo, una , dos veces. Las lenguas se entrelazan y los gemidos inundan la habitación. Mari Carmen se ha corrido, pero Pablo no. Pablo aún tiene la verga dura como una piedra y tiesa como un mástil invencible. -Oh, Pablo, Pablo- gime Mari Carmen, acariciando la cara de su hijo. Esto no está bien, no está bien, no está nada bien, yo debería ¿eh?¿qué haces?¿qué estás haciendo? Pablo se incorpora, empuja hacia un lado a su madre y la sitúa bajo él, boca arriba. Luego, la agarra por los hombros y le da la vuelta, dejándola boca abajo. -Oh, no Pablo, otra vez por el culo no, por favor- suplica la madre, asustada y también excitada, degustando con antelación la sensación de ser penetrada por el ano u na vez más. Pablo no dice nada. Separa sin delicadeza alguna los muslos de su madr e, le estruja las nalgas, se las abre todo lo que puede y, un segundo más tarde, l e mete la polla directamente por el culo, con fuerza, con violencia. -Ooooooohhh noooo mi cuuulooo ahhh ahhhh ahhh no sigas por favor, mi culo nooo otra vez nooo duele la tienes tan, tan grande ahhh ahhh- jadea y suplica Mari Carmen, mientras Pabl

o le mete por el culo su enorme torpedo incansable. -Ooohh , siii siii mmmhhhaaammaaahh ahhhh - gime Pablito, metiéndole hasta el fondo la pol la por el culo a su propia madre. Mari Carmen siente, otra vez, la poderosa pres ión de aquella enormidad caliente y dura hincada en su culo, llenándola por dentro. -Oohh no ahhh ahh Pabliitooo ahhh ahhh ahhh- gimotea Mari Carmen, despatarrada, boca abajo, c n la cara aplastada contra las sábanas, mientras su hijo le da por el culo con tod a la fuerza y pasión de su juventud. BONGBONGBONGBONG Pablo bombea su enorme pene dentro del culo de su madre, metiéndolo y sacándolo una vez y otra y otra, sin parar , con rapidez y potencia, follándola a fondo por el a no. Mari Carmen vuelve a ponerse cachonda, el sexo se le caliente y está mojada. P ablo, sin embargo, ya no aguanta más. Saca su miembro del agujero anal de su madre , lo aplasta contra las nalgas de ésta y, con un profundo gemido de placer, se cor re, lanzando chorros y más chorros de semen que mojan las nalgas y la espalda de l a desnuda, despatarrada y follada cuarentona. -Ooohh, siii, me corro ahh ahhh puuutaaa .- gime Pablo, mojando el culo de su madre con su semen. Los riachuelos de la leche blanquecina se derraman con lentitud por to da la superficie del culo de Mari Carmen, alcanzando también su espalda, e incluso su pelo largo y lacio, negro como la noche. Pablo termina de correrse y se recu esta junto a su madre. Mari Carmen no lo mira, solo jadea, desnuda y follada, ju nto a su hijo. -Yo - empieza a decir, dubitativa- Yo - Mari Carmen se da la vuelta y se recuesta ta mbién, junto a su hijo. Luego, continúa. -Pablo, me has dejado, me has dejado follada. Me siento follada, totalmente follad a. Como cada vez que me follas. Cada vez que lo haces me dejas tan satisfecha, t an contenta, tan follada Tu padre , cuando me folla, no logra que suceda esto que su cede contigo. No es solo por el tamaño de tu polla, es por algo mas, algo más intang ible, algo más animal. -Mamá - intenta hablar Pablo, pero su madre lo calla con un gesto, un simple movimie nto de sus ojos. Pablo admira la belleza de su madre desnuda, la belleza de aque llos ojos negros, de su pelo lacio y largo, de sus pechos grandes y lascivos. Y la deja continuar, bajo la suave luz de la primera madrugada, allí tirados los dos , sobre la cama deshecha. -Contigo, Pablo, el placer es total. Me siento llena cuando tu polla me penetra. Y me excito mucho. Incluso cuando me fuerzas, cuando casi me violas, como ocurr ió antes, me pongo muy cachonda. Pero la palabra que lo resume todo ya la he dicho a l principio y la repetiré ahora : me siento total y completamente follada, tan fol lada como nunca me he sentido. Y eso es horrible, Pablo. Porque me gusta, porque no puede ser, porque eres mi hijo, y porque esto no debe suceder. Pablo no dice nada. Un resquicio de raciocinio en el fondo de su cerebro le dice que su madre tiene razón, que no está bien follarse a su propia madre. -Me llamas puta- continúa Mari Carmen- me llamas puta una y otra vez, me ultrajas, me violas, me das por el culo, me fuerzas a chupártela, y ni aún así puedo sustraerme al embrujo de tu polla. Me excitas, me pones cachonda, solo pienso en follar co ntigo, en lo follada que me siento cuando lo hacemos. Pablo mira a su madre. Esta ya no le toca la verga, ahora habla muy en serio, y en sus ojos hay lágrimas latentes que el chico siente ver. No quiere hacer sufrir a su madre y por vez primera, se siente realmente sucio por lo que ha hecho. Y c ulpable. -No podemos, no debemos follar más. Punto y final. Se acabó el follar contigo. No qu iero continuar siendo tu puta. No soy ninguna puta. -Mamá, no pienso que seas una puta, no eres mi puta, yo, yo -Pero me has tratado como a una puta, me has llamado puta. Y me ha gustado, tran quilo. Pero ya está. Fin. Eso es todo. Ahora, debes irte. Por favor. No intentes f ollarme de nuevo, no intentes violarme otra vez. Ahora no. Este es el fin. Vete. Ya. Pablo sabe que no puede negarse. Se levanta, sin mirar a su madre, y se va, desp acio, sintiendo cada paso que da. Cuándo al fin la puerta de la alcoba se cierra y Mari Carmen se queda sola, la cua rentona empieza a llorar. Larga y amargamente, en silencio. Llora hasta quedarse

dormida. La mañana brilla ya con fuerza afuera, y Mari Carmen sabe que tiene que levantarse . Se siente pegajosa, cubierta aún por los restos de las abundantes corridas que P ablo derramó durante la noche sobre su cuerpo. Cansada, tras haber dormido muy poc o y mal, la desnuda madre de cuarenta y cinco años se incorpora en la cama y se si enta en el borde del colchón. Suspira, agotada. Abajo se escuchan ya los ruidos de sus dos hijos, ya levantados. Es hora de ponerse en marcha. Con un gran esfuerz o, se pone en pie y se dirige al baño, donde una buena y relajante ducha la espera . Más tarde, en la cocina

Pili, la joven universitaria de veinte años, prepara el desayuno. Solo lleva encim a un escaso y barato traje corto, casero, de una pieza tela azul, que a duras p enas le cubre el culo. Por lo demás, no lleva nada. Nada de nada. Está descalza, la s piernas fuertes y hermosas están al aire, los pechos se bambolean libres bajo la casi transparente tela del traje, y sus nalgas se adivinan con facilidad. Su pi el joven, tersa y suave, es una invitación al placer. Su sonrisa, su voz, jovial y alegre, solo lo confirma. Pablo, sentado frente a ella, con el paquete muy marc ado bajo los tenues pantalones vaqueros, no hace más que mirarla y disfrutar, pens ando en lo delicioso que sería tirarse a su hermana. No hace mucho, habría desechado la idea por absurda, por pervertida e irrealizable, pero ahora no. ¿No se ha tira do una y otra vez a su madre durante estos últimos días?¿ No se la ha follado sin para r durante horas, oyendo sus gemidos de placer? ¿No le ha dado por el culo a su mad re, a su propia madre, y ésta acaso no le ha hecho una mamada tras otra? Por otra parte, Pablo piensa que su hermana siempre le ha mirado con aires de su perioridad. Sería bueno, divertido e interesante, calmarle esos aires, seria magnífi co follársela a fondo, humillarla, demostrarle quien manda, y para eso Pablo cuent a con un arma infalible: su enorme polla. -No me has escuchado, Pablo- le recrimina su hermana, casi de pronto. Pablo sale de su ensoñación bruscamente. -¿Eh? Ah, no, yo no te estaba escuchando, perdona, Pili- le dice, con su voz más cariños a. Pili se vuelve hacia él. -Te decía que mamá necesita que papá vuelva. Últimamente la encuentro, no sé, extraña. ¿Tú no -Nnnno, yo no, la verdad, yo encuentro que está muy buena quiero decir, que está muy b ien, la verdad, no noto nada, nada raro en ella. - Pues yo la encuentro rara ah, aquí vieneY Mari Carmen entra en la cocina, vestida ya para salir. Lleva una minifalda de color crema, unas medias blancas muy eróticas, unos zapatos negros de medio tacón, u na blusa floja de color blanco y una chaquetilla roja. Un bolso a juego completa su apariencia, además de un abundante maquillaje que intenta, con éxito a medias, p aliar la cara de agotamiento que lleva. -Oh, mamá- dice Pili, sonriendo- qué guapa estás con eso te meterás en el bolsillo a papá, j e, je- la joven veinteañera no cesa de mirar a su madre y recuerda con íntimo y extr año placer la escena de lesbianismo que tuvo con su progenitora. Pablo las mira a las dos y comprende que de pronto se haya hecho un silencio morboso. Mari Carmen también mira a su hija, que en la práctica está casi desnuda y sonríe. -Gracias, Pili, muchas gracias, sobre todo porque ese cumplido viene de una jove n muy guapa como tú. -¡Bueno!- dice Pablo- Creo que debes marcharte ya, mamá, o Pili te volverá loca a cump lidos. No deja de mirarte. -Oh- interrumpe Pili, avergonzada y enrojecida- Es que de verdad está muy guapa, P ablo, ¿no lo crees tú así?-Si, claro que sí. Está guapísima, mamá, ya lo sabes. Eres muy hermosa. Mari Carmen mira a sus dos hijos. Por un momento, un extraño presentimiento la imp ulsa casi a cancelar el viaje, viendo a Pablo con el paquete marcado y a Pili ca si desnuda. Pero luego aleja sus miedos. No cree que Pablo vaya a intentar nada con Pili, y aunque lo hiciera, confía mucho en su hija, a pesar del desliz lésbico q

ue las implicó a ambas. No, no cree que ocurra nada. Nada de nada. Más segura, se di rige a la nevera. -Bueno, me tomo un zumo y me voy, que se me hace tarde. -Espera, mamá, yo te lo doy- dice Pili. Y agachándose frente a la nevera, rebusca en la misma hasta encontrar lo que quiere. Pablo, con los ojos encendidos, contemp la el hermoso culo de su hermana. No lo tiene al aire, no del todo al menos, per o puede verle bastante. Al inclinarse, lo ha puesto casi todo a la vista y su he rmano se lleva la mano a la entrepierna, viéndole parte de las nalgas desnudas. -Ya está, mamá- dice Pili, incorporándose y tendiéndole a su madre un zumo. Mari Carmen no ha sido testigo de lo que ha excitado a Pablo y recoge el zumo sin dudar. Lo guarda en el bolso que lleva a un lado y luego se dirige a la puerta. -Bueno, chicos, me voy ya. Sean buenos y a estudiar, nada de gandulear por aquí.-Adios- dicen a una los dos hermanos. -¿Y nada de besos?- pregunta Mari Carmen, sonriendo. Pili se da primero por entera da y da a su madre un beso furtivo en la mejilla. Ambas mujeres se miran a los o jos un instante y pronto Pili baja la cabeza y regresa a sus quehaceres, de espa ldas. Pablo , entonces, se dirige hacia Mari Carmen y la besa en la boca. -¡Mmmh!- gime la madre, sorprendida , con los ojos muy abiertos. Pablo se aprovech a de la indecisión de su madre ; le mete mano bajo la falda, le baja un poco las b ragas y le acaricia el culo durante varios segundos. -Mmm - gime Mari Carmen, por lo bajo. Pablo, consciente de que Pili está allí, abandon a su actividad casi tan pronto como ha comenzado y deja a Mari Carmen estupefact a. Pero la madre se recupera enseguida. Rápidamente, se sube las bragas y se arreg la la falda, justo a tiempo, puesto que su hija se vuelve en ese momento hacia e lla. -Bueno, mamá, adiós otra vez-AdiósY ahora sí, Mari Carmen abandona la cocina. Sus hijos la oyen abrir la puerta del garaje y sacar el coche. El rugido del potente motor del automóvil se escucha dura nte un rato, luego, se aleja, para no oirse más. Pablo y Pili se quedan solos. Intercambian algunas palabras, algunas frases hech as, y devoran rápidamente el desayuno. Luego, Pili empieza a recoger las cosas. -No, no te preocupes- dice Pili- Ya lo hago yo. Total, siempre lo hago yo todo en esta casa -Vamos, Pili, tranquila, vete a estudiar si quieres, yo acabo con esto. -¿De verdad?Bueno, no dejaré que cambies de opinión.- dice Pili, marchándose de inmediat o, con una sonrisa en la boca. Pablo se queda ahora solo. Solo y excitado, notan do como la polla le tiembla, le incita a saciar su sed de placer, de sexo desboc ado. No sabe qué hacer. Y como no lo sabe, deja que los sentidos tomen posesión de s u cuerpo. Despacio, lleva la mano hacia la entrepierna, se baja la cremallera de l pantalón y se saca la verga. La mira y la admira un instante. La nota dura y gru esa, temblorosa y caliente. Necesita sexo, necesita follar. Pero su madre no está. No. Pero está Pili. Ah, si, Pili sí que está. Y también está buena, vaya si lo está, con su cuerpecito tan tierno, tan blanco, tan suave, tan virginal, o casi, porque Pablo sabe que su hermana ha tenido novio y supone que ya ha follado. Pablo se autoexcita. Sin casi saber lo que está haciendo, se frota la polla hasta ponérsela grande y dura, mojada y a punto. -Aaaahhh Pili .- susurra, en pie, en medio de la cocina sin recoger, con la verga en la mano, los pantalones bajados y la mirada perdida en un mundo de fantasía sexua l sin final. Podría follarse a su hermana , o por lo menos podría intentarlo, pero a hora solo quiere masturbarse, llegar al orgasmo, lo necesita. Si, y mientras lo hace se imagina a Pili desnuda, tal como la vio cuándo la joven universitaria tuvo su tórrida sesión de sexo con su madre. Pablo no puede más. Se desnuda y sigue mastur bándose, cada vez más fuerte, más duro. Y su polla está cada vez más y más dura, tan dura qu e le parece un trozo de mármol carnoso que ansía tener vida propia y meterse dentro del coño joven y jugoso de su veinteañera hermana. -Aaaahhh - gime Pablo, una vez más. Está a punto de correrse y lo sabe. El placer es i ntenso y delicioso. El sexo le quema la mente y solo desea correrse, eyacular, v erter su leche por todas partes, manchar la cocina con su semen caliente.

Arriba, en la habitación de Pili La universitaria tiene puestas sus gafitas. Está sentada ante su escritorio y fing e leer, finge concentrarse en lo que lee, pero no es así. No, no puede ser así. Con un leve movimiento de caderas da la vuelta a la silla giratoria y queda en senti do contrario a la mesa. Ahora, mirando a la ventana, se deja invadir por sus ens oñaciones más obscenas, aquellas que la persiguen últimamente. El corto traje que lleva se le ha subido un poco. Ahora, sus piernas desnudas an uncian también su culo desnudo. Pili separa los muslos y deja a la vista su coño, su mojada rajita. Se lleva una mano muy abajo y se frota los labios vaginales. Loc aliza el clítoris y se lo acaricia con suavidad, sintiendo como el placer la invad e. -Mmmmhh- gime Pili, lanzando la cabeza hacia atrás. Se despoja del traje, quiere e star desnuda. Y desnuda se pone en pie y se aplasta contra un espejo de cuerpo e ntero que hay en la pared. Se restriega contra su propia imagen reflejada, mient ras se imagina a su hermano desnudo. Se siente mal por hacerlo, pero es algo ta n dulce, tan excitante, que no lo puede evitar. Pronto también se imagina a su mad re desnuda, y eso la pone tan cachonda que está a punto de explotar, de eyacular. Pero se contiene. -Cálmate, Pili, cálmate- se dice a si misma- Tranquilizate, deja ya de masturbarte, deja ya de jugar a este juego. Todo se acabó, no más mamá desnuda, no más Pablo en pelot as, no más, no más Y lo consigue. Consigue serenarse. Se pone de nuevo el traje y decide bajar a la cocina, para hablar con su hermano, para hacer algo, para distraerse.

-Pa PabloLa voz de Pili se deja oír en la cocina como un trueno en un cielo sereno, a pesar de que la joven casi no ha levantado la voz. Con los ojos muy abiertos, mira, s orprendida y fascinada, a su hermano. Porque allí, delante de ella, está Pablo, con los ojos medio cerrados. Está desnudo, y se sostiene la polla con una mano, frotándo sela suavemente. -Pablo Pablo - repite Pili, petrificada. Pablo abre los ojos del to do y mira, estupefacto, a su hermana. Poco a poco, despierta, sale de su ensoñación. Y al hacerlo, apunta sin querer con su enhiesta verga a su hermana Pili, que es tá frente a él, allí quieta, vestida solo con aquel trajecito tan corto y prometedor; la joven lleva ahora sus gafitas cuadradas de estilo moderno y a Pablo le parece tan, pero tan sexy, que sin pensarlo dos veces, avanza, polla en ristre, hacia ella. -Pili Pili yo yo- balbucea Pablo, sin saber qué decir, o más bien como decirlo, puesto que sí sabe perfectamente que desea follarse a su hermana. Y Pili, desconcertada, con templa impotente el avance de su hermano. Ya le ha visto antes la polla, pero e so no impide que de nuevo se quede asombrada ante el espectacular tamaño de la ver ga de su hermano. -Pablo qué qué haces- le dice, titubeando. Pablo está ya cerca de ella, demasiado cerca. L e puede oler la polla, un olor embriagador y potente que la domina. -Pili yo estaba aquí, y solo podía pensar en ti y entonces, entonces, empecé a a tocármela, y abes, y, y, se me puso dura y, y, yo .mira, la tengo dura, muy dura, y es por tu c ulpa, Pili. -¡Pablo, guárdate eso, y vístete, por favor!- le dice su hermana. Pablo no obedece a s u hermana mayor. Ve en los ojos de ésta indecisión y deseo, y eso le anima a seguir. -Necesito follarte, Pili, por favor y seguro que tú también quieres follar conmigo ¿ves? L a tengo muy grande y muy dura y es solo para ti. -¡Soy tu hermana mayor, Pablo, y te digo que te vistas y me dejes en paz!- le orde na, con algo de fuerza, Pili. Pero Pablo se ríe, no obedece, y abraza a su hermana . Pili intenta deshacerse de la tenaza de los brazos de su hermano, pero no lo c onsigue. -Pablo, por favor, Pablo soy tu hermana mayor Pablo ¡Pabloooo!- gimotea Pili. Pablo no l a escucha. Le agarra por debajo el traje y tira de él hacia arriba, hasta quitárselo del todo. Pili no lo evita, o no sabe evitarlo. De esto modo, la joven universi taria se queda desnuda, totalmente desnuda, ante su hermano. Solo lleva encima s us gafitas de diseño. -¡Pablo, me has quitado la ropa!¡Estoy desnuda!¡Estoy desnuda!¡No puede ser!¡Eres mi herm

ano menor, no puedes hacerme esto!¡No puedes!Pablo manosea a placer el culo desnudo de su hermana, disfrutando de la tersura y suavidad de su piel. Pili se limita a gemir y a suplicar inútilmente. -¡Por favor, Pablo, te lo pido por favor, no sigas!¡Soy mayor que tú, no puedes, senci llamente no puedes ahhh ahhh no puedes quitarme la ropa, no puedes desnudarme, y ya e stá, no puedes, no puedes! Pili nota la poderosa presencia de la verga de su hermano aplastándose contra su b ajo vientre. La joven siente el calor y la dureza de aquella polla y tiembla de deseo, sintiéndose una puta pervertida. Pablo le estruja con fuerza las tetas, ret orciéndolas casi, jugueteando con sus pezones, que ya están endurecidos. -¡¡Pablooooo noo por favor!!- exclama Pili, desconcertada, sintiéndose indefensa ante su h ermano. Pablo la besa. En la boca.Un beso muy largo y muy mojado, dominando y es trujando la lengua de su hermana bajo la suya propia. -¡¡Mmmmmpfffff!!- gime Pili, agitando los brazos de forma patética, mientras Pablo la besa y le pellizca el culo con ambas manos.-¡Pablo, por favor, déjame ya! Pero Pablo no escucha. Con la fuerza de la pasión animal desatada, agarra a herman a por los hombros desnudos y la empuja hacia abajo, hasta ponerla de rodillas. -¡No, Pablo!¡No, no!- gime Pili, incapaz de pensar, incapaz de actuar. Pablo se agar ra la enorme polla y se la pone a Pili delante mismo de la boca, a escasos milímet ros. Pili aparta el rostro, pone cara de asco y vuelve a suplicar. -¡Por favor, no, por favor, Pablo, eso no!- gime la desnuda y arrodillada universi taria, suplicándole a su hermano menor. Pili se siente humillada y eso, a su pesar , la está excitando. Pablo le da un par de golpecitos en la cara con la polla. -Escucha, Pili. Seguro que nunca has tenido una polla como esta en la boca. Vamo s, quieres hacerlo, quieres chuparla, quieres tenerla toda dentro Vamos, hermanita , vamos, no te cortes ¡Chúpamela!¡Hazme una mamada, vamos!-¡No, yo nunca AAAMMMMPFFFF!- Pili abre la boca para contestar, y Pablo, rápido, le me te bien adentro la verga. Se la mete hasta el fondo de la boca. Pili siente la d ureza de aquella polla, nota su enorme e increíble tamaño, su calor, su textura, su sabor. Casi sin saber lo que está haciendo, Pili empieza a chupar. -¡Aaammffpp!¡Slurp,slurp,slurp,slurp!Pili chupa y chupa, sin rechistar. Le chupa la polla a su hermano menor, allí, en la cocina, arrodillada ante él, desnuda, humillada, sometida. Podría luchar, podría ha cer algo. Pero no lo hace. Al contrario, se queda allí, y le hace una mamada a su hermano. Pablo nota que al placer en si de recibir una estupenda mamada, se une el placer de estar humillando a su hermana, que siempre le ha mirado por encima del hombr o, como sintiéndose superior por ser mayor que él, por estar en la Universidad, por ser considerada la mejor estudiante de los dos. Pablo piensa que, ahora, es él el que tiene la voz cantante, es él quien está de pie, y es ella la que está arrodillada, haciéndole una mamada de ensueño. -Slurp, slurp mmmhh mmmhh no por favor- dice Pili, sacándose la polla de la boca- No, más no por favor, Pablo, déjame ir, no me obligues, no, no puedo seguir, por favor..¡Soy tu hermana mayor! Pili tiene los ojos arrasados en lágrimas. Su expresión es de derrota y humillación. P ablo lo nota, lo sabe. Sonriendo, agarra nuevamente a su hermana por la cabeza y empuja hacia abajo otra vez. -Sigue chupando, Pili. Sigue chupándome la polla, lo haces muy bien. Eres muy buen a chupapollas. Y Pili, forzada por la mano de Pablo y , sobre todo, por su propia desidia, por su propia y oscura excitación, se mete la polla de su hermano en la boca y sigue c hupando. -NOSLURPSLURPNOOOMMMPFFFSLURP, SLURP- Pili lame y chupa la verga de su hermano. La saborea a fondo y no puede negarse a sí misma que eso la pone cachonda. De hech o, está muy mojada y excitada. Pero se siente humillada; Pablo es su hermano menor , no debería estar sucediendo lo que está sucediendo y sin embargo, se la está chupand o. El sabor de la poderosa verga llena la mente de Pili. Es la polla más grande y más gruesa, más dura y más apetecible que ha visto nunca, aunque no es que haya visto muchas, más bien pocas. Se siente dominada. -¡Ooohh OOOHHHSIII AHHH PILII AHHH AHHHH CREO QUE ME COORROOO AHHHHHHH AAAAHHHH!!- exclama Pa

pronto. Pili, con los ojos muy abiertos, aterrada, no hace nada. Sigue chupando, pero un instante más tarde, la temblorosa polla de su hermano estalla en un orga smo virulento. Oleadas de semen se derraman dentro de la boca de Pili. La univer sitaria traga semen a borbotones, traga muchisimo semen, y abre la boca. La poll a de Pablo sale despedida, lanzando semen por todas partes. Varios chorros de es perma se estrellan contra la cara de Pili, mojando sus gafas, dejándola casi ciega . Otros chorros se derraman por las mejillas de la joven y algunos manchan sus t etas juveniles. -¡Ooohh Paabloo .mmmmhhh!- gime Pili, de rodillas, chorreando semen, con la boca abier ta y la lengua fuera. Pablo se sostiene la verga con una mano y dirige sus últimos manguerazos contra la cara de su hermana. -¡¡Ooohh ahhh nooo ahhh!!- exclama la joven, alcanzada de lleno en el rostro. -¡No no veo nad , se me mete por todas partes ahhh ahhhh! Al fin , Pablo deja de correrse y se tumba en una silla, derrumbándose sobre ella. Pili se deja caer hacia delante y se queda a cuatro patas, como una perra desnu da, frente a su hermano menor. La universitaria tiene la cara toda llena de seme n viscoso y caliente que se le derrama por todas partes. Pili tiene la boca abie rta y se le ve la lengua, llena de un emplasto de semen y saliva que se desliza hacia delante, hacia sus dientes. Un gran colgajo de esperma pende de su labio i nferior y otro lo hace desde su nariz. Tiene las gafas tan manchadas de cremosa leche blanca que apenas puede ver. Diversos y cremosos riachuelos de semen recor ren sus mejillas. Tambaleándose, la universitaria se levanta como puede. No ve cas i nada, pues tiene las gafas llenas de semen. Se sitúa junto al mármol de la cocina y se quita las gafas. Ahora, mira a su hermano con una mezcla de rabia y de humi llación, que hace que sus ojos vencidos brillen a la luz de la mañana. -¡No puede ser, no puede ser que yo haya hecho esto!- dice, dirigiéndose a su herman o. El joven mira a su hermana, en pie, desnuda, con la cara llena de semen. -¿El qué?¿Chupármela?- pregunta Pablo, haciéndose el inocente. -¡Pues claro, chupártela!¡Te la he chupado!¡Te he chupado la polla!¡No puedo creerlo!¡Le he hecho una mamada a mi propio hermano!¡Es increíble!- grita Pili, al borde casi del c olapso. -No es para tanto- dice Pablo, tranquilo- Me la has chupado, sí, pero seguro que t e ha gustado, nunca has tenido en la boca una tan grande.¿me equivoco?Pili duda. Pablo dice la verdad, y ella sabe que en realidad le ha gustado senti r aquella enorme verga en la boca. Pero no puede reconocerlo. -N no, no te equivocas. Tienes la polla más grande que he visto nunca y nunca me había metido en la boca una como la tuya, ni de cerca, pero pero ¡esa no es la cuestión, además ¿t crees que soy una chupapollas, que voy por ahí, chupándole la polla a todo el que s e me pone a tiro?- Pili parece estar realmente enfadada, pero Pablo no la teme. -Cálmate, tranquila, no digo que seas una puta chupapollas, solo que, alguna te ha brás metido en la boca, antes de ahora, digo yo, vamos. -¡No soy una puta chupapollas!- grita Pili- Y si, he chupado una polla antes de ah ora ¡solo un par de veces! Pero qué estoy haciendo estoy discutiendo mi vida sexual contig o, con mi hermano, que casi me ha forzado a hacerle una mamada. -¡Eh, eh, alto ahí!¡yo no te he forzado a nada, Pili!¡Si no querías, creo que bien podías ha berte negado, o haberme impedido hacer lo que hice! -Bueno, ya está bien- corta Pili, que intenta recuperar el mando de la relación herm ano hermana- Me has quitado la ropa, me has visto desnuda, te he chupado la poll a, te has corrido en mi boca. Bueno. Terminado. Se acabó. Punto y final. Ahora, a olvidar. -De eso nada, hermanita. Ahora no vamos a olvidar, ahora vamos a follar.-¡¡¡¡¿Qué?!!!!- exclama Pili, asombrada ante la desfachatez de su hermano, que por cierto, y a tiene la polla endurecida y casi a punto de nuevo-¡NO VAMOS A FOLLAR, NO PIENSO FOLLAR CONTIGO!-Pues yo si estoy deseando follar contigo, Pili. Y voy a hacerlo. Voy a follar contigo. Tú no vas a impedirlo, porque en el fondo también quieres follar conmigo. -¡No no vamos no vamos a follar y y punto!- dice Pili, dudando, temblando, admirando la belleza erótico y animal de la enorme polla endurecida de su hermano, que la apunt a como un arma cargada. Pablo se levanta. Coge de la mano a su hermana y tira de ella. Pili sigue, trota

ndo y tropezando, a su hermano, sin atreverse a resistir, sin hacer nada, salvo gritar y quejarse. -¡Pablo, para, detente!¿Adónde me llevas que que?-Te llevo a la alcoba de papá y mamá, Pili. Quiero follarte allí. -¡No!¡No, por favor!¡No me folles, no me folles, Pablo, por favor!- suplica Pili, viéndo se arrastrada a través de la casa hasta la habitación de sus padres. Pablo tira de e lla como si no fuera más que una muñeca hinchable. El joven no se detiene y tira a P ili sobre la cama. -¡Nooo, Pablo, por favor no me folles, no me folles!¡NO ME FOLLES, POR FAVOR, NO PUEDO FOLLAR CONTIGO, SOY TU HERMANA MAYOR!¡¡POR FAAAVOOR!- grita Pili, con los ojos abie rtos de par en par. La universitaria suplica y casi llora, con los ojos brillant es, pero no hace nada. Simplemente, se queda tumbada sobre la cama, boca arriba, apoyada sobre sus codos, abierta de piernas, mostrándole el coño jugoso y rojizo a su hermano, que la observa con la polla tiesa y dura, listo para lanzarse sobre ella y follarla hasta la extenuación. Pablo sonríe y se relame de gusto. Despacio, sin ninguna prisa, se sube a la cama y se acuesta junto a su hermana. -No Pablo, no lo hagas, no me folles, por favor - continúa gimiendo la suplicante univ ersitaria, sin voluntad ya para resistir. Pablo, sobreexcitado por el hecho de q ue está a punto de follarse a su hermana, que es mayor que él, se abraza a ésta y la b esa en la boca. -¡Mmmmmhhh!- gime Pili, con la lengua de su hermano lamiéndole la suya propia. Pablo separa sus labios de los labios de su hermana y le acaricia las tetas durante v arios minutos. Pili gime, sin poderlo evitar. Luego, el joven sitúa ambas manos so bre los muslos de su hermana y los empuja hacia fuera, forzando a Pili a abrirs e de piernas. -No nooo por faaavoor .- gimotea Pili, la orgullosa universitaria, mirando con ojos ll orosos y suplicantes a su hermano, sabiendo que es inútil, sabiendo que Pablo se l a va a follar sin remedio.- No me folles, te lo suplico, soy tu hermana, soy mayor que tú, no puedes, no puedes hacerme esto ahh noo Pablo se pone directamente sobre su hermana. Le acaricia los hombros y le besa l as mejillas, mientras le susurra al oído: -Voy a follarte, hermanita, voy a follarte, y te va a gustar, ya lo verás Pili, a su pesar, está mojándose. La excitación de aquella humillante postura la está do minando y se siente cachonda. No lo reconoce, no quiere hacerlo, pero está cachond a. Pablo lo sabe, porque con una de sus manos recorre el coño de su desnuda herman a y sus dedos se mojan con los jugos femeninos. -Hummm estás cachonda, Pili, eso me gusta, vamos a divertirnos.-No, no lo estoy, no estoy cachonda, no estoy cachonda.¡ No estoy cachonda! Pablo no hace caso a las protestas de su hermana. Sabe que está cachonda. Se sitúa con su cuerpo entre los muslos de la joven universitaria y empuja su duro y pétreo miembro hacia adentro, hasta metérselo bien a fondo, por todo el chocho. -¡¡Ooooooohhhh!!- gime Pili, con los ojos abiertos de par en par. Siente la poderosa fuerza bruta de aquella enorme polla penetrando en su coño y no puede resistirse. S e pone muy, muy cachonda. Empieza a mojarse a borbotones. Pablo empieza a movers e, adentro y afuera, adentro y afuera, follándose a su hermana con ritmo gimnástico. -¿Ves , Pili?- le dice Pablo, pegando su cara a la cara chorreante de semen de su hermana-¡ Te estoy follando! -¡Ooh, siii, siii!¡Me estás follando!¡No puede ser!¡Me estás follando!- gime Pili, sintiéndos follada, totalmente follada. La polla de Pablo, grande y dura, entra y sale con rapidez del coño mojado de Pili. La veinteñera está cada vez más excitada, más mojada. Se abre de piernas aún más. Pablo cabalga sobre ella como un jinete sobre su yegua las civa y dominada. Pili deja de luchar. Se siente demasiado cachonda para luchar c ontra aquella maravillosa sensación de placer que inunda su cuerpo. Atrapa el cuer po de su hermano con sus muslos y cierra sus piernas en torno a él. Acompasa sus m eneos a los movimientos de su hermano y pronto los dos están follando como dos ama ntes desesperados, que hace tiempo que no se ven. -¡Oh, si, fóllame, fóllame Pablo!¡FÓOOOLLAAAMEEE!¡AAAHHH!- Pablo sonríe y aumenta el ritmo de sus movimientos, entrando y saliendo del sexo de su hermana con más rapidez que an tes. Pili también se mueve, al compás de su hermano. La universitaria se siente muy

cachonda, muy mojada. Si sus amigas de la Universidad la vieran ahora, desnuda, abierta de piernas como una puta barata, tirada en la cama con su propio hermano encima, follándosela Oh, si. Pili está cachonda. Demasiado cachonda. -Sabía que eras una puta, Pili- le dice Pablo a su hermana, mientras se la sigue f ollando a placer. Pili pierde el control. Su hermano la ha llamado puta. Es demasiado. Sin poder c ontenerse, plena de excitación, Pili se corre en abundancia, inundando la polla de Pablo. -¡Aaaahhhmecooorroo Pablo Pablo me corroo ahhhh!!- jadea Pili, corriéndose toda. Pablo no ta rda mucho más. Pronto, el joven estalla en un orgasmo incontrolable que llena de s emen la vagina de su hermana. -¡Oh, si, si, yo también!¡Yo también!¡Aaaahhh Pili .Piiiiliii !¡Puuutaaaa!¡Puta!¡Puta!¡Puuuta derrama su incontrolable semen dentro del coño de Pili, aunque pronto su verga se ve empujada hacia fuera, dónde se sigue corriendo sin cesar, lanzando más y más chorro s de semen que se desperdigan por todo el cuerpo de su hermana, mojándola por comp leto. -¡Aaahh Pablo mmmhhh !- gime Pili, recibiendo una autentica ducha de semen. Al fin, desp ués de interminables segundos, la polla de Pablo cesa de correrse y el joven se ti ende junto a su hermana. Pili tiene la cara, las tetas, el estómago, los muslos, t odos llenos de semen. La corrida de Pablo ha sido fenomenal y los regueros de se men que jalonan el cuerpo de su desnuda hermana lo atestigua. Durante muchos minutos ambos permanecen en silencio, acostados juntos, desnudos, jadeantes y satisfechos. Pili se siente avergonzada por haber follado con su pr opio hermano, por no haber sido capaz de detenerlo, sobre todo porque ella es la hermana mayor. Pero también se siente muy excitada, muy contenta por haber tenido un orgasmo tan pleno y satisfactorio, un orgasmo como nunca había disfrutado. Pab lo mira a su hermana y sonríe, contento y también satisfecho. Luego, acariciándole una teta, le dice, suavemente: -Pili, por favor, chúpame la polla. -¡Qué!¿Que te la chupe, que te la vuelva a chupar?¡Ya te la chupé antes, Pablo, por favor, no me pidas, no me pidas que te la vuelva a chupar , no soy, no soy una puta cua lquiera!- exclama Pili, aunque a sí misma sus palabras le suenan huecas y sin fuer za. -No eres una puta cualquiera, Pili, eres mi puta. Vamos, por favor, chúpame la pol la. -¡Que soy tu puta!¡Me estás llamando puta!¡ME ESTÁS LLAMANDO PUTA!¡Y TE QUEDAS TAN TRANQUILO !¡NO SOY NINGUNA PUTA!¿TE ENTERAS?- grita Pili, acalorada, y, a su pesar, excitada, al oír que su hermano no solo la llama puta, sino que la considera una puta, SU PU TA, para ser exactos. -No eres una puta, en general, te llamo puta en sentido cariñoso, eres mi, mi, .put ita, mi mi mi puta, no sé como expresarlo mejor. No digo que vayas por ahí follando con cualquiera por un fajo de billetes, no digo eso, no eres de esas ¿verdad?- pregunta Pablo, sonriente y lascivo. -¡Por supuesto que no, no voy por ahí follando por dinero!¡No soy una puta!¿Solo porque me has follado ya me consideras una puta?¡ Qué cerdo eres!- exclama Pili, sofocada, sintiéndose excitada de un modo muy extraño, allí tumbada, desnuda sobre la cama de su s padres, junto a su también desnudo hermano pequeño. Pablo acaricia el pelo de su hermana mayor, la mira a los ojos y la besa en la b oca. Pili cierra los ojos y se deja embargar por el placer de aquel maravilloso y largo beso, un beso en el cual la lengua de Pablo la domina por completo, lamién dola hasta el fondo de la garganta. -Mmmmmmmhh Pablo separa su boca de los labios mojados de su hermana. Despacio, empuja a Pil i hacia abajo, muy abajo. -Oh , Pablo, otra vez no, por favor- suplica Pili, inútilmente, por supuesto. Pabl o sonríe, seguro de sí mismo, no en vano acaba de follarse a su hermana y eso después de que ella le hiciera una maravillosa mamada. No, Pili no va a contrariarlo, no va a evitar nada de nada, de eso está seguro. Así pues, agarra a su hermana por el pelo trigueño y la empuja hacia delante, hacia su polla, que espera casi totalment e dura de nuevo y en tensión:

-Pablo, Pablo, por favor, otra vez no, no me obligues a chupártela otra vez- gimot ea Pili, mirando a Pablo a los ojos. La expresión de la hermana mayor es de indefe nsión y sumisión completas y Pablo lo ve en sus ojos suplicantes. También ve que su he rmana está excitada, no en balde acaba de tener un buen orgasmo entre sus brazos. Sin miedo alguno, Pablo agarra con fuerza la cabeza de su desnuda hermana mayor. -Abre la boca, Pili, y hazme una mamada, por favor. -Pa Pablo, no debo, no es normal, soy tu hermana, tu hermana mayor, ya me has foll ado antes, ya te la he chupado antes, estoy desnuda, estoy, estoy -Chúpame la polla, Pili, putita mía. Abre la boca y chúpame la polla. Solo un poquito. Por favor.- insinua Pablo, lascivo, acariciando el pelo de su hermana. Pili, sin saber muy bien lo que hace, abre la boca y engulle la apetitosa y enor me polla de su hermano. La palpa con su lengua, la lame desde abajo hasta arriba , la llena de saliva, y, finalmente, la chupa. -Slurp. Slurp. Slurp- lame Pili, succionando con fuerza, sintiendo como el endur ecido miembro de su hermano crece dentro de su boca hasta alcanzar un tamaño y un grosor increíbles. El sabor de aquella gran polla la está volviendo loca de deseo. S e siente mojada y cachonda, tan cachonda que apenas puede contenerse y empieza a meterse un dedo en el coño, masturbándose mientras le hace una mamada a su propio h ermano. Pablo disfruta a fondo la mamada, y ve que su hermana está cachonda. PUTA- piensa Pablo- PUTAPUTAPUTANOERESMASQUEUNAPUTA Pero a la vez que vierte esos insultos mentales a su hermana, también comprueba qu e la quiere, la quiere como a una hermana, la adora, y no quiere bajo ningún conce pto hacerle daño. Sin embargo, la desea tanto que sabe que va a follarla hasta rev entarla, si puede hacerlo. Y vaya si puede. -Pili, ya basta, deja de chupar- le ordena Pablo a su chupona hermana. Pili tard a unos segundos en obedecer. En realidad, lo hace a regañadientes, pues le estaba sabiendo bastante bien la polla de su hermano, se sentía realmente cachonda. -Es..está bien- dice Pili, sacándose la polla de la boca. Pablo admira a su desnuda hermana. Pili está a sus pies, totalmente desnuda, cubierta con abundantes rastros de semen, que le dan el aspecto de una puta de película porno. Y sabe que hará lo q ue él quiera. Cualquier cosa. -Pili, ponte boca abajo, sube un poco y ponte boca abajo- le ordena Pablo. Pili, recelosa, obedece, y le ofrece a su hermano una maravillosa visión de su espléndido y algo cuadradote culo desnudo. -Bien, Pili, muy bien. Ahora, hermanita mía, voy a darte por el culo. Por cierto, tienes un culo muy bonito.¿Lo sabías? Pili gira su cabeza hacia atrás, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y el mi edo. -¡Nooo!¡Pablo, por favor, por el culo no!¡POR EL CULO NOO!¡LA TIENES DEMASIADO GRANDE, M E DOLERÁ MUCHO, POR FAVOR, POR EL CULO NOOOOO !- grita Pili, suplicando a su hermano . Y la principal razón por la que desea evitar la inevitable penetración anal que le espera, es porque sabe que será muy, muy humillante. Será la humillación total y abso luta, la humillación definitiva. Si su hermano consigue darle por el culo, Pili se sentirá como una puta humillada y vencida. -Tranquila , puta, - dice Pablo, separando los muslos de Pili- no te dolerá mucho. -¡No nooo nooo !¡NOOOOONNNNGGGGGARRRRGGGGGGHHH!!- grita Pili, con los ojos a punto de salírs ele de las órbitas. Pablo, inmisericorde, le ha metido la polla por el culo, atrav esando el ano de su hermana con violencia irresistible, haciendo que la pobre un iversitaria aúlle de dolor y de placer. -¡¡Aaaahhhhffffggg!!Pablo está sobre Pili, dándole por el culo. La joven está boca abajo, abierta de piern as, y su hermano se encuentra sobre ella, doblegándola con una mano sobre el cuell o, mientras la sodomiza a placer. Pili se limita a suplicar y a gemir, pero no s e resiste de verdad. Pablo aprovecha la oportunidad y le mete la polla hasta el fondo. Pili siente el vertiginoso poder del enorme pepino de su hermano, taladránd ole el culo con fiereza. -¡No, Pablo, por favor!¡Me estás destrozando el cuuulooooo!- suplica Pili, volteando l a cabeza hacia atrás. Pablo, entonces, sujeta con firmeza la cabeza de su hermana y se la aplasta contra el colchón.

-¡¡Mmmmfffggg!!- gime Pili, sintiéndose realmente violada por su hermano.-¡¡Aaaaarrrggghhh h!!¡¡Mi cuuulooooo!! Pero el dolor pasa pronto, y tambièn la sensación de estar siendo violada. En lugar de ello, Pili empieza a experimentar un intenso y extraño placer anal, conforme su hermano de da por el culo, cada vez màs rápido. La verga de Pablo entra y sale una vez y otra del agujero anal de Pili, sometiéndola a una deliciosa penetración por el culo que en pocos minutos consigue que la joven universitaria se deshaga en gem idos de placer. -¡Aaaahhh!¡Aaaaaahhhhh!- jadea Pili, temblando de gusto, sudorosa, con la cara llena de semen recién derramado, mirando hacia atrás con los ojos lascivos, atisbando el cuerpo de su desnudo hermano, que sigue violándola por el culo sin compasión. La enorme polla de Pablo se hunde una y otra vez en el oscuro agujero del culo d e su hermana. El joven se siente pletórico de fuerzas y de energía, mientras empuja a su hermana hacia abajo, agarrándola por los hombros, y le da por el culo con gra n violencia, llevando a la universitaria a las puertas del orgasmo. -¡¡Oooooohh Pablo Paablooo mmmmhhh que me corro que me coorrooo ahhhh!!- chilla Pili, corrién en efecto, salpicando con sus fluidos la verga enorme y dura de su hermano, que no cesa de darle por el culo. Pablo, sin embargo, también está a punto. Siente como su polla tiembla de placer, mientras ve como su hermana se derrite de gusto, cor riéndose y jadeando como una puta cachonda. El joven, entónces, saca su pene del cul o de su hermana y, sin darle tiempo para nada más, se derrama a borbotones sobre l as nalgas blancas y macizas de Pili. -¡¡Aaaahh Piilii Piiiliii ahhhh ahhhh!!¡¡Puta!!¡Puutaaaa!!- exclama Pablo, arqueando su juven erpo hacia atrás,tensando los músculos y lanzando un torrente de semen caliente sobr e el culo de su hemana Pili, a la vez que la llama puta una y otra vez, con voz profunda y gimiente, en un tono bajo perfectamente audible. -Puta puta puta puta puuta putaEl orgasmo termina. Pili y Pablo yacen juntos, jadeantes y satisfechos. Pili mir a al techo durante eternos minutos. Luego, algo calmada, mira a su desnudo herma no. Le mira la verga, aún bastane tiesa y dura, aunque en regresión debido al orgasm o. La joven siente un profundo deseo sexual que la atenaza por dentro. No puede explicarlo, no puede pararlo. Adora aquella enorme polla temblorosa y gruesa, du ra y caliente, que la ha llevado al orgasmo más intenso que recuerda. -Pablo- le dice a su hermano. El joven vuelve la cabeza hacia su hermana, desnud a y llena de semen, que lo mira con ansia animal. -¿Si, Pili?-Pablo esto puedes ejem puedes llamarme puta si eso te excita mientras me ya sabes, mientras me follas.- dice Pili, con ademán ingenuo y timido, sin atreverse a mirar a los o jos a su hermano. Pablo, por su parte, sonríe abiertamente y acaricia el pelo de s u hermana. La encuentra hermosa y deseable y sabe que le gustaría mucho follar con ella otra vez, si su polla no tarda mucho en reaccionar. -Pili, eso significa quiero decir, antes parecía que no querías que te follase, y ahor a, ahora, me dices que puedo llamarte puta cuando te esté follando. ¿Quieres decir q ue te gustaría volver a follar conmigo?Pili tarda en contestar, y cuándo lo hace, en su decisión pesa mucho el placer que l e produce ver la enorme polla de su hermano. Se siente sucia por ello, pero no p uede evitarlo. -Eso era antes. Antes de sentirme tan tan a gusto contigo Si, Pablo, me gustaría volve r a follar contigo, si tú quieres, vamos.Pablo se pone las manos tras la cabeza y admira el techo, sonriente y victorioso . Se folla a su madre y ahora, también se folla a su hermana.¿Qué mas pude pedir? Y mi entras está considerando su buena suerte, siente como Pili se resbala hacia abajo, le agarra la verga con una mano, se la lleva a la boca y empieza a hacerle una mamada. -Hummm Pili ahhh que bien chupas mmmhhh- gime Pablo, sin dejar de acariciarle el pelo a su hermana. Pili se saca la polla de la boca y mira a su hermano con los ojos vidriosos del deseo. -Pablo, por favor, fóllame. Fóllame toda, déjame toda follada, necesito follar contigo . Follame, fóllame, fóllame FOOOLLAAMEEE.

-Claro que sí PUTA- contesta Pablo, recalcando la palabra puta Cuándo termines de hace rme la mamada, te follaré. Pero por ahora, PUTA, sigue chupando. Pili engulle de nuevo la polla y sigue chupando. La luz del día los envuelve. Hermano y hermana, desnudos, gimen de placer. Las hor as que se avecinan prometen ser muy, muy placenteras.

Hijo querido Desde la cocina escuchó la voz de su hijo: "Mamí se me olvidó la toalla, ¿me la puedes tr aer?, ¿si?". Ana dejó de lavar los trastos y fue al cuarto por la toalla, la tomó y se encaminó al baño diciendo "oye, si te vas a bañar, procura tener todo lo ne .", pero no pudo terminar la frase, la puerta estaba abierta y dentro estaba Andrés, desnudo, escurriendo agua, lo miró por instantes pues el pudor le hizo voltear la cara, pe ro lo que vio fue como una corriente eléctrica, nerviosa regresó a la cocina pensand o: "lo dicho salió a su padre igual de vergudo condenado chamaco " y en su mente recreó l que había mirado furtivamente por algunos instantes: su hijo desnudo y mojado, aq uello colgando grueso y grande, una verga magnífica, se atrevió a pensar la madura. Más t rde, a la hora de la comida le preguntó: "¿qué vas a hacer hoy?". --"Voy a salir a dar la vuelta, conocí a una chica, una amiga en el hospital donde t rabajo", dijo Andy en forma distraída. --"¿Una amiga o tu novia?", preguntó Ana. --"No se, somos amigos, quien sabe, a lo mejor nos hacemos novios, no se". Siguieron comiendo en silencio, la madura pensaba: "así que una amiga o novia y si b ueno es normal y con lo caliente que es Andrés a lo mejor andan cogiendo " y dijo tranq uilamente: "oye Andy, si sales con esa chica, digo si hacen el amor creo que es no rmal , bueno, procura cuidarte ¿eh?, usa condones, no vayas a cometer una tontería, cuíd ate, las chicas de ahora andan muy locas, no la vayas a embarazar ". --"¡Ay mamá!, ¿cómo crees?, además casi no tengo dinero, no tendría para pagar un hotel, me pagan poco, ya sabes, ¿a dónde la llevo?, ¿la traigo aquí a la casa, cuando tú no estés?, ¿pu do?". --"No Andrés, cómo crees, eso no está bien. respeta mi casa, esas cosas no se hacen, p ero bueno cuando uno es joven no se se da sus mañas, pero si la traes aquí, al menos qu e yo no sepa, que no me de cuenta, no quiero saber que usas mi cama para acostar te con ella ¿y cómo se llama la chica?", dijo Ana. --"Se llama Angy, es de mi edad, dos años menor, es delgada, no es fea, creo", dij o el adolescente. --"Bueno pues, pero recuerda, toma tus precauciones con el sexo ¿eh?". --"Si mamá, no te preocupes, no te voy a dar un susto". Por la noche, al regresar a la casa, Ana volvió a pensar en lo mismo: sólo tenía una c ama, y ahora con Andrés viviendo con ella era necesario comprar otra pero no tenía din ero: "le pediré prestado a mi mamá, no está bien que él duerma conmigo, no ha pasado nad a, él es respetuoso pero muy caliente el pobre se hace la chaqueta todos los días en el año si bien que me doy cuenta pero ahora tiene novia, seguro que se la coge, casi po dría jurarlo, bueno, nomás que se cuide, que no sea tonto, pero necesitamos otra cam a, eso es urgente", se dijo la madura y entró a la recámara donde encontró a Andrés ya d ormido y como siempre desnudo, descubierto. "Condenado chamaco, que maña de dormir encuerado", dijo Ana mirando en la penumbra a su hijo, tomó su bata de dormir y s e fue al baño a cambiarse de ropa, y mientras se quitaba la ropa trataba de conten er el pensamiento ¿pecaminoso?, ¿insano?, ¿anormal?, pero no pudo contenerlo, la imagen , momentánea, breve, Andy desnudo en el baño, y su pito, grueso, colgante, ¿dormido?, t al vez, o un poco erecto, si, pero ¿cómo será cuando está excitado?, mmmmmuuuuuyyyy grand e, si, pensó la mujer que sentía como su cuerpo temblaba; se apuró a ponerse la bata d e dormir y reprimiendo sus pensamientos se fue a la cama donde encontró algo que d e ninguna manera iba a alejar sus pensamientos pecaminosos: sobre el lecho su hi jo, profundamente dormido, desnudo pero con el pito erecto, muy erecto, la mirada de la madre fue breve pero precisa: "si, Andy es igual que su padre, con una ve rga muy grande, y seguro igual de caliente" y mirando a otro lado se metió a la ca ma rogando al cielo que el sueño alejara de ella esos pensamientos tan sucios, y se quedó quieta, acostada de lado, tratando de contenerse, de pensar en otra cosa, es cuchando la respiración acompasada de Andrés al dormir, y así se quedó no supo cuanto ti

empo, hasta que sin querer, o tal vez queriendo, se acostó de espaldas y miró de reo jo a su hijo, primero su rostro, bello, hermoso, la placidez de su sueño, bajó la vi sta y en la penumbra miró su torso fuerte y musculoso, su vientre plano y más abajo e l enorme palo, erecto, muy erecto, "tal vez tiene un sueño erótico, el pobre, por es o es urgente conseguir otra cama, que duerma solo, y que yo no tenga que soporta r ver esto", y siguió mirando, imaginando, ¿o soñando?, temiendo ceder a su lujuria, si ntiendo que su respiración agitada y el calor que invadía su cuerpo denotaban sin du da su excitación, y no supo cómo o por qué, pero no pudo contener el impulso, su mano derecha se estiró lentamente, quizá temblando, tal vez con lentitud y en la penumbra silenciosa del cuarto sus dedos tocaron con suavidad el enorme tronco, los dedo s medio e índice apenas tocaron el lomo de la verga, sintió en las yemas de sus dedo s la dureza y la suavidad de aquella carne, subió los dedos hasta el glande y notó l a humedad que escurría por la punta, y ya no pudo contenerse, la mano rodeó el enorm e miembro e inició una lenta masturbación, lenta, suave, yendo desde la cabeza, jala ndo el prepucio para pelar el redondo glande, para luego ir bajando la mano sobr e el caliente lomo, hasta llegar a la mata hirsuta de vellos; así repitió varias vec es el erótico ejercicio, siempre mirando atenta el rostro de Andy, temiendo que de spertara, y cuando sentía que la verga estaba muy caliente y más dura que antes perc ibió la breve palpitación que anunciaba la eyaculación, asustada miró el rostro de su hi jo, tal vez para descubrir si había despertado, pero no, él seguía profundamente dormi do, y en esos momentos eyaculando pausadamente chorros de semen en su mano, toda vía acarició el mojado tronco dos o tres veces, y cuando la verga dejó de palpitar no tuvo más remedio que levantarse al baño para lavar sus manos empapadas de leche. Al regresar a la cama no pudo conciliar el sueño, y ya estaba amaneciendo cuando el s ueño la venció por fin. A la mañana siguiente, mientras se alistaba para salir al trabajo, encontró a su hij o tomando café en la cocina; un ligero estremecimiento cimbró su cuerpo y un leve to no sonrojó sus mejillas, pese a ello le preguntó "hola, hijo ¿cómo amaneciste hoy?, ¿bien?, es que anoche estabas muy inquieto ¿tuviste un mal sueño o qué?", pero el chico mordiend un biscocho le dijo: "mmm, no recuerdo má ¿qué hice?, ¿ronqué?, ¿hablé dormido?"; "nnnno e s muy inquieto, oye Andy voy a decirle a tu abuela que nos preste dinero, tenemos que comprar otra cama, no es correcto que usemos la misma para dormir los dos, n o lo tomes mal ¿eh?, pero debes tener tu propia intimidad, con eso de que no haces caso de ponerte pijama", dijo la madura preparándose una taza de café; "ay má, ¿qué tiene de malo?, siempre me da mucho calor al dormir, pero si insistes, mi abue nos pre sta no hay problema, se la voy pagando poco a poco". Ese fue el acuerdo, pero más tarde la señora tuvo malas noticias: la madre no tenía dinero disponible, pero le co mentó que su hermano tenía una cama que le sobraba, esa era la noticia buena, la mal a es que tardaría unos días en llevársela pues su camioneta estaba en el taller, "ni h ablar, pero al menos ya tenemos una posible solución", se dijo la madura. Pero por la noche los pensamientos "impropios" volvieron y como la vez anterior la mujer tuvo miedo de ceder a sus impulsos, por ello retrasó lo más que pudo el momento de ir a la cama; no habiendo más remedio ya en pijama y procurando no hacer ruido se acostó junto al joven, que ya dormido respiraba pausadamente. Lo que pasó después se c onvirtió en un recuerdo imborrable que la avergonzaba, que hacía temblar su cuerpo, tal vez de emoción, vergüenza o excitación: su hijo estaba dormido pero tenía el miembro erecto, muy erecto, y por más que lo intentó no pudo reprimir el insano impulso: co n emoción contenida volvió a agarrar la dura verga y la acarició suavemente, con lenti tud, delicadeza, quizá amor, suspirando de excitación, deseando hacer algo que le fa scinaba, mamar, succionar una hermosa pinga, pensó la madura. Y temblando de ansiedad o excitación, procurando que sus movimientos fueran silenc iosos enderezó su cuerpo y con lentitud extrema fue acercando el rostro hacia aque llo que la atraía de una forma poderosa e irresistible, la enorme verga de su hijo ; cuando acercó su boca abierta al glande prominente la mujer percibió en su nariz l a deliciosa fragancia, el olor a macho, y cuando su lengua acarició la mojada cabe za de la verga sintió acrecentar su excitación al disfrutar del sabor inconfundible del miembro, olía y sabía a hombre, aunque fuera su hijo; aquello desató su excitación y sin importarle que Andy fuera a despertar se dio a la tarea de mamar y succiona r la tranca erecta; los suspiros se hicieron gemidos apagados, el ansia le hacía t ragarse la pinga enorme hasta donde podía, su nariz jugaba con los vellos públicos d

el hijo cuando su boca llegaba a la base de la tranca, y ahí se detenía, procurando contener el acceso de vómito, luego regresaba con lentitud por el tronco hasta la punta, donde su boca succionaba el delicado glande, y así continuó hasta sentir la b reve palpitación que anunciaba la eyaculación, entonces apretó los labios sobre la ver ga y mamó con mayor fuerza y sintió el primer chorro de semen, largo y continuo, que le llenó la boca; la madura se aferró con fuerza a la verga y tragó lo que pudo de le che; la verga siguió palpitando a pausas y escupiendo mocos, la mujer contando los chorros y tratando de tragarse todo el semen, pero le fue imposible, el semen e mpezó a escapar de su boca, hasta que desfalleciente soltó la verga que siguió eyacula ndo en su cara, sus mejillas, salpicando su cabello, su pijama, sus manos, mient ras que ella silencio gemía de placer al sentir los chorros de mocos embarrarle la cara; al final, cuando la verga dejó de palpitar se sorprendió por la enorme cantid ad de semen que había eyaculado la tranca de su hijo querido, y su sorpresa aumentó cuando al tocar la verga la sintió dura, bien erecta, como si no se hubiera venido , y pese a la vergüenza pensó: "así son los chiquillos, se vienen varias veces y con mu cha leche", sin embargo tuvo un repentino ataque de pudor o pena o vergüenza, o tod o junto, y sin más se dio vuelta sobre la cama, dándole la espalda a su hijo, que cr eía dormido, y mientras con la sábana se limpiaba el semen de la cara, con un apagad o gemido dejó escapar un llanto silencioso, las lágrimas rodaban por sus mejillas qu e se recriminaba haber cedido a tan insanos instintos, y se quedó quieta, arrepent ida, tratando de reprimir sus sollozos; y mientras se recriminaba una o otra vez por lo ocurrido, sintió un leve movimiento en la cama: su hijo se había movido, lo sintió girar sobre sí hasta quedar de lado, atrás, junto a ella; y mordiendo con fuerz a la sábana sintió una mano, la derecha, recorrer su cuerpo; primero la cintura, lue go las caderas Ella intentó suspender las incestuosas caricias pero no pudo; reprimiendo sus gemi dos dejó que la mano vagara por su cuerpo: arriba hasta tocarle un seno; luego aba jo tratando de levantarle la bata de dormir, y pese a sus reprimidas negativas d ejó que la mano se metiera bajo la bata y le acariciara las carnosas nalgas, prime ro por encima de la pantaleta, luego bajo de ella, apretándole los cachetes del cu lo, acariciándolos con suavidad, con ternura; y se abandonó por fin cuando sintió entr e las nalgas el tieso ariete de la verga deslizándose entre ellas, con suavidad, c on erótica lentitud; y la madura se fue posesionando de lujuria cuando el grueso t ronco iba y venía entre sus nalgas, hasta que cuando ambos quedaban pegados percibía el glande deslizarse entre los labios del coño, que ardía, que se mojaba, que se ab ría; así en un ir y venir de placenteras sensaciones; y la madura empezó a gemir cuand o la punta de la verga se detenía momentáneamente en la entrada de la vagina, sintió l a presión de la verga distendiendo la pucha, y suspiró cuando la verga empezó a entrar , lentamente, abriendo el canal vaginal, llenando el coño de dura carne, y se aban donó para disfrutar de las deliciosas arremetidas, pensando cómo era posible que la enorme tranca le entrara toda, "toda, si, toda dentro" y no pudo seguir pensando pues en ese momento sintió las pausadas pulsaciones de la verga al eyacular y ell a misma tuvo un inesperado orgasmo que la hizo gemir y vibrar sobre la cama. Mom entos después mientras trataba de recuperar la respiración, las arremetidas reinicia ron y la hembra reculaba hacia atrás, parando las nalgas para que el miembro le en trara mejor, y casi desfalleciendo tuvo otro orgasmo, y su hijo volvió a llenarle la pepa de mocos; al terminar la venida trató de separarse pero Andy la tenía bien c ogida, él no había tenido suficiente, pensó la madura, y por el contrario el chico le sacó la verga de la panocha y se la apuntó en el culo con la mano, Ana contuvo la re spiración pensando "no, por dios, ya no ya no y menos por el culo no ", y tuvo que morde r con mayor fuerza la sábana al sentir la fiera presión del palote en su ojete que s e negaba a ceder; el dolor fue algo punzante, ardiente, sobre todo al entrar el grande, que con fuerza se dejó rodear por los pliegues del culo; y la verga fue en trando, llenando de verga el canal anal de la madura, que lastimeramente emitía do lorosos "aaahhh, ooohhh, no por favor, todo no ", pero el hijo, sordo a las suplica s terminó de meterle todo el garrote, para luego, agarrándola de las nalgas, se empe zó a mover, primero con lentitud, luego más rápido, haciendo sufrir a su madre, que su misa se dejaba coger, hasta que el lastimado hoyo cedió y la gruesa tranca iba y v enía, saliendo y entrando ya con cierta felicidad, inundando el cuarto de olores f ecales, haciendo que la mujer cambiara sus lastimeros ayes por apagados gemidos

de placer, que se intensificaron cuando la verga entraba rápido y con fuerza en el culo ya abierto, hasta que momentos después la madura disfrutaba de las deliciosa s contracciones de la verga al inyectarle de mocos el intestino, y pensando "aay yy, que rico, dios santo, que rico más quiero más mocos, los quiero, si, Andi de mi vi da, qué rico coges"; al final así los sorprendió el sueño, la madura todavía con la tranca del hijo en el culo lastimado, Andy abrazando por la cintura a la mujer, que ap acible, fue quedándose dormida. A la mañana siguiente ambos evadían las miradas, los dos sentían que habían hecho algo p rohibido, algo incestuoso; ya cuando el chico se bañaba su madre lo alcanzó para dec irle, mientras el hijo se enjabonaba el cuerpo: "llamó tú abuela, dice que hoy nos t raerán la otra cama tuve que aceptar no supe que decirle de lo de anoche", y guardó sil enció mirando al piso del baño; "pero ¿me dejarás dormir contigo de nuevo", le dijo Andy en tono suplicante; "si hijo querido las veces que quieras", y se acercó a él para bes arlo en la boca, mientras con el jabón le lavaba la tiesa pinga, diciendo en voz b aja: "cuando me lo hagas por atrás, tienes que lavarte bien el pajarito ¿eh?, puedes coger una infección o algo así, ¿entiendes?", y siguió lavando la dura tranca que la no che anterior le había dado tanto placer.

Comentarios: Hijo querido, II Ana se resistía a visitar a su madre, sobre todo porque la interrogaba sobre cuest iones íntimas y a ella se le dificultaba mentirle, pensaba que la señora adivinaría su s pensamientos o lo falso de sus argumentos, pese a ello tuvo que ir a verla, al menos para agradecerle su negociación en el caso de la cama. --"¿Y bien, le gustó la cama a Andrés?", le preguntó la madre. --"Si, este si, dile a mi hermano que Andy se la pagará como pueda, poco a poco, ya sabes que le pagan una miseria, pero que él se la pagará", le contestó Ana, mientras la daba un sorbo a su café. --"Qué bueno, y es que no estaba bien que tú y él durmieran en la misma cama, eso era a lgo indebido ", le dijo la señora mirándola a los ojos. La madura evadió la mirada para decir: "¡ay mamá!, si no dormíamos en la misma cama, al principio tal vez, dos o tres veces, luego aceptó irse al sillón y ahí dormía ¿eh?", le mi ntió Ana. --"Pues qué bueno no me imaginó a los dos durmiendo juntos, eso no estaba bien, luego con la maña del Andy de dormir encuerado, ¡chamaco visionudo!, ¿por qué duerme desnudo? , ¿verdad?", preguntó la madre. --"¡No mamá!, lo obligué a que usara pijama, no le gusta, pero tiene que ponérsela", vol vió mentir. --"Qué bien que tratas de controlarlo, con eso de que es tan caliente, ¿no se a quién s e parece?, ¿eh?", le dijo la madre mirándola a los ojos. --"No se a que te refieres mamá, si vas a empezar a decirme de cosas mejor me voy, Andrés es joven, le gustan las muchachas, es normal que ande inquieto, pero yo tra to de darle consejos y esas cosas, además no tiene dinero ni tiempo para andar con chicas, pese a ello, ¿sabes?, tiene una amiga en el lugar donde trabaja", le dijo Ana. --"¿Ah sí?, qué bien, nomás que no se meta con ella y terminé embarazándola el condenado cha maco, y de que es caliente, lo se bien ¿eh?, a mi no me cuentes ¿recuerdas la Navidad pasada?, ¿que se quedó a dormir en el sillón del estudio?... bueno, esa mañana me levan té al baño y al pasar vi a las chamacas de Alma, ya ves que se quedaron ellas también y bueno, algo estaban mirando por la puerta del estudio, me vieron y apuradas se largaron, entre risas, las condenadas, y se me ocurrió ver que estaban mirando me a somo y ¡válgame dios!, el Andy sobre la cama, dormido, pero desnudo, con el pene ere cto, ¡chamacas calientes!, ahí estuvieron mirándole el palo al Andrés, por eso digo que es bien caliente, se parece a ti, no te hagas, y con el palote que se carga no es taba bien que los dos durmieran juntos, qué tal que tú y él ". Ana no la dejó terminar: "¡ay mamá!, ¡cállate!, no digas tonterías Andrés salió vergudo co re eso ya lo sé, pero él es mi hijo ¿entiendes?, así que no pienses tonterías, por favor; un chico respetuoso, me tiene mucho cariño y yo lo quiero mucho también". --"Bueno ya, no te enojes, por lo de la cama de Hugo dile que no se preocupe, qu e le dé 500 pesos, poco a poco, y ya, yo le daré algo más de dinero al Hugo, que no cr

eo que se la cobre cara, él ni la utilizaba, así que dile que no se preocupe, ¿eh?", l a tranquilizó la madre, luego cambiaron de tema, y así se enteró que su hermana Edna e staba saliendo con un chico pero "¡ay Ana!, tu hermana ni la friega, ¡es un chamaco! , creo que tiene 20 años y ella, la muy cabrona, ya pasa de los 40, viejas visionud as, ¿tú crees?, no, si no entiendo, como pudieron salirme unas hijas tan calientes". --"¡Ay mamá!, deja en paz a Edna, no le hace mal a nadie, es divorciada, atiende a s us hijas, trabaja mucho para pagarles los estudios y si tiene novio, ¿qué de malo ti ene?, si es joven, ¿qué tiene de malo?, déjala que haga su vida y punto", le contestó la madura tratando de reprimir sus recuerdos, pues ella también tuvo un novio jovenc ito, que conoció por el internet. Más tarde, mientras regresaba en su auto a su casa, los pensamientos pecaminosos n o la dejaban en paz y de alguna forma su madre sospechaba algo, en algo tenía razón: Andrés era un muchacho bastante caliente, se dijo la madura, y mordiéndose los labio s recordó que desde la primera vez que se dejó coger por su hijo querido, el chamaco no dejaba pasar una noche sin eyacular entre sus piernas, "¡es tan ardiente!, ¡cond enado chamaco!", y una palpitación en la entre pierna le avisó que se estaba calenta ndo ella también. Y mientras avanzaba en su auto por el congestionado periférico, la madura revivió co mo en cámara lenta las noches de ardiente amor entre ella y su hijo: "me encanta l legar a la recámara y encontrarlo dormido, se ve tan lindo, con su cuerpo perfecto, sus muslos bien formados, sus nalgas duras y su pinga, ¡por dios!, Andy está más vergu do que el maldito de su padre, y siempre quiere sexo, ¡el condenado! Y a mi que no me gusta!" y sonrió pícara la mujer. Recordó la noche anterior, llegó tarde del trabajo y su hijo ya dormía en la cama desnu do, se acostó junto a él, apoyando su cuerpo en la espalda del chico, sintiendo la c arne tersa y suave, las nalgas de Andy pegadas a su vientre, mientras ella metía s u cara entre el pelo ensortijado del chico y una mano, traviesa, buscaba la erec ción del hijo, y se entretenía en moldear suavemente con la mano el duro tronco erec to minutos después ya se la mamaba, hasta hacerlo eyacular en su boca, eso le fasci naba a la madura: mamar, mamar y mamar. Siempre fue una excelente mamadora, cosa que sus novios y amantes siempre ponderaron. Por la noche mientras preparaba la cena escuchó que su hijo llegaba del trabajo, e lla siguió guisando en la sartén cuando lo sintió llegar por detrás y mientras le palmea ba las caderas le daba un beso en la nuca, la madura tembló sorprendida y trató de s uspender los manoseos del hijo: "ya Andrés, vamos a cenar". --"Si mami, sólo que tengo hambre de otra cosa", le contestó mientras le acariciaba las nalgas. --"¡Ay Andrés!, ¿qué no te puedes controlar?". --"No mamá, tengo ganas de que le des una chupadita a mi palito, ¿sí?". --"Hummm, luego, más tarde, primero cenamos y luego nos vamos a la cama", le dijo Ana mientras trataba de quitar de encima las manos del hijo. --"No mamy, estoy bien calientito, nomás pienso en ti y se me para la pinga, anda ¿s i?, una mamadita rica ¿sí?", le dijo el adolescente con voz suplicante. Ella cedió y tomándolo de la mano trató de llevarlo al cuarto: "bueno, pero algo rápido, que tengo cosas qué hacer, entre otras planchar tus camisas, anda ven". --"No mamá, quiero aquí, en la cocina". --"¿Aquí?, ay hijo, que cosas se te ocurren, ¿y si pasa alguien por el pasillo?, puede ver entre las cortinas que te estoy haciendo cosas feas , mejor en la cama, anda ven, no hagas locuras". Y cuando el chico se sacaba del pantalón la erecta pinga, la madre apenas alcanzó a decir: "¡Ay Andrés!, ¡no seas obsceno!", y dejó que su hijo la hiciera arrodillarse en e l suelo de la cocina, al instante tuvo frente a su cara la erecta tranca, y tománd ola con la mano derecha la fue acercando a su boca apenas abierta, pensando a la vez: "¡qué verga, dios bendito!", para luego posar sus labios sobre la gruesa cabez ota, mirando de reojo hacia la ventana que sólo dejaba ver la negrura de la noche, y Ana se afanó en la mamada, haciendo uso de su más depurada técnica, lamiendo, chupa ndo la cabeza, titilando abajo, succionando uno de los testículos peludos, luego e l otro, lamer el tronco desde abajo hasta la punta, deslizando a la vez un dedo juguetón por el ano velludo de su caliente hijo, para luego ir con la lengua hasta el grande para luego tragarse toda la verga en un movimiento lento y succionant

e, y así una y otra vez, hasta sentir la palpitación anunciadora de la eyaculación; An a se preparó para recibir el semen, apretó la boca sobre el glande y chupó con fuerza, a la vez que frotaba con la mano el duro tronco, al momento el primero chorro l a atragantó, succionó fuerte y la verga siguió llenándole la boca de mocos; un inesperad o pensamiento le iluminó la mente y sacándose la verga de la boca dejó que Andy se vin iera en su cara, mientras con la mano seguía frotando el palpitante tronco de carn e, los chorros salpicaron sus mejillas, su boca, su nariz, sus ojos, su frente, su pelo en un acto pecaminoso y por demás indecente, se decía la mujer mientras con el glande viscoso esparcía el semen por toda su cara, disfrutando el incestuoso ac to y mientras su hijo gemía en los estertores del orgasmo la madura pensaba: "¡qué ric a mascarilla de moquitos!, hace mucho que no ". Cuando el adolescente la dejó levantarse la mujer corrió pudorosa al baño para asearse , al regresar encontró a su hijo sentado a la mesa dando cuenta de su cena, y mien tras se secaba el rostro con una toalla empezó a hablar con su hijo: --"Oye Andrés tenemos que hablar sobre eso que hacemos, procura refrenar un poco tus impulsos, no ser tan descarado como sea soy tu madre y siento pena, vergüenza de lo qu e hacemos, procura ser prudente y no tan obsceno, no soy una mujer más como otras , no se no lo tomes a mal, me gusta lo que hacemos, siento un inmenso cariño por ti y por lo que me haces despiertas todos mis instintos, pero por favor trata de ser pruden te, sobre todo guardar silencio sobre lo que hacemos sin más, hoy mi madre me hizo algunos comentarios sobre ti y sobre mi que no estaba bien que durmiéramos juntos, q ue tú eres muy caliente cosa que es cierta , que yo también lo insinuó en fin. Dime ¿qué p s sobre lo que hacemos?", y Ana fijo su amorosa mirada en su vástago. --"Te entiendo mami, de verdad, pero tú me gustas mucho, siempre me gustaste, desde chico a veces te miraba cuando salías del baño o cuando estabas con mi papá haciendo eso perdona, pero te espiaba luego cuando crecí y mi cuerpo cambió me masturbaba con tu ro pa con tu calzón , perdona mamita, pero no podía aguantar las ganas , hasta ahora que vin e a vivir contigo me acariciaba pensando en ti o me masturbaba con tus pantys que dejabas en el bote de la ropa sucia, así hasta que pasó lo de esa noche, que fue alg o maravilloso para mí , y tienes razón en lo que pides, nadie sabrá nunca sobre lo que h acemos y pues haremos el sexo sólo cuando tú quieras, ¿sí?, ¿mamy?, ¿me dejas?", dijo el jov ncito con mirada suplicante. La actitud firme de la mujer pareció derrumbarse: "¡ay Andy!, no digas eso claro que lo haremos, pero con cierta mesura, no quiero que nuestras relaciones se conviert an en algo vulgar, sucio, sólo coger y coger, como desesperados, sino algo tierno, no se, casi un acto de amor, que no vengas ardiendo a buscarme y me obligues a e so, ¿entiendes?, por lo demás trata de ser tierno y amoroso, como siempre haz sido; sobre mi, pues ya sabes me gusta lo que me haces, mucho, no sabes cuanto, pero tra ta de comprender, soy también tu mamá y acerca de tus chaquetas siempre supe que te la hacías con mis calzones, ¡condenado chamaco!, apenas eras un chiquillo y ya te mast urbabas con mi ropa", y amorosa la madura caminó hasta su hijo y mientras le acari ciaba la cabellera, cariñosa le dio un beso en la frente. Ya cuando casi terminaban de cenar, ambos silenciosos, pero tranquilos por lo qu e habían acordado, platicaron de otras cosas: --"¿Y cómo te va en el trabajo?, ¿qué me cuentas de tu amiga o novia?", preguntó ella. --"Bien, mamá, ya sabes, te traen como burro todo el turno, siempre corriendo, no tengo tiempo ni de echarme un taco, sobre Angy, hummm, ya somos novios, pero cas i no salimos, ella está terminando sus estudios y hace prácticas ahí, pero sale corrie ndo porque trabaja por la tarde en una tienda, así que ", dijo el adolescente algo apesadumbrado. --" Casi no salen, a eso te refieres, ¿sí?", adelanto la madre. --"Pues si aunque nos damos ciertas mañas, como tú decías". --¡Ah sí!, a ver, ¿cómo es eso?, ¿no me digas que tú y ella ya?, ¿entonces, cómo, luego vien uieres conmigo?", reclamó la madre. --"¡Ay mamá!, no, bueno todavía no mira es que bueno, ¿quieres que te cuente?", dijo el ch ico algo confundido. --"¡Pues claro!, a ver, dime ¿hasta dónde haz llegado con esa chica imprudente?". --"Es que una tarde nos vimos en el almacén y pues, nos besamos y como estábamos abraza dos ella sintió mi excitación nos acariciamos un poco, yo le tocaba su pepita sobre su p antalón y ella me apretaba la pinga con su mano pero se negó a que hiciéramos algo más, di

o que ya se había tardado mucho tiempo. Luego una noche la fui a buscar a su traba jo, volvimos con los besos y las caricias, esa vez me acarició el palo por fuera d el pantalón, me hizo una chaquetita, sentí muy rico, creo que ella también pero no se de ja, digo no acepta que hagamos el amor dice que es virgen no le creo pues esa vez le acaricié la cosita y le metí un dedo no creo que sea virgen, pero en fin ; hace días, le v lví a pedir que hiciéramos algo, pero ella volvió con lo mismo, que era virgen, que lo tengo muy grande y que la puedo lastimar, tampoco quiso hacerlo oral hasta que por fin accedió a que se lo pusiera atrás, pero sin metérselo y que de esa forma terminará m e dejó hacerlo así, luego le acaricié la cosita porque estaba muy excitada, creo que t uvo un orgasmo, eso es todo, no se, pero a lo mejor así sucede con las chicas, pri mero no quieren y luego poco a poco, aceptan, ¿tú que crees?", dijo el chico. --"No se Andy a lo mejor más adelante acepta, creo que todas las chicas son más o meno s iguales, sobre todo si sienten cariño por el novio, pero si lo haces procura cui darte, usa condón, toma tus precauciones, ¿sí?", comentó ella. --"Oye mamá y ¿cómo fuiste tú?, ¿me cuentas?", preguntó él un tanto ansioso. --"¿Qué?, oye Andrés, eso no, ¿cómo crees?, no sería capaz de contarte sobre cosas tan íntima , tan personales, eso no, ¿eh?, y mejor ya nos vamos a dormir, pero a dormir, cada quien en su cama, ¿eh?", dijo Ana nerviosa por la propuesta del hijo. --"No mami, anda, cuéntame, mira, nomás de imaginar cómo fuiste tú con tus novios me sen tí excitado, mira cómo lo tengo, nos vamos a la cama los dos y ahí me cuentas cosas, ¿sí?" , dijo suplicante el chiquillo. --"¡Ay Andrés!, acabamos de quedar en algo y ya vienes con tus cosas, no sabría contar te sobre eso además fue hace mucho tiempo, ni me acuerdo ay no podría --y la madura sint ió entre sus piernas la punzada del deseo---, mira, no se si me acuerde, pero mira e n lo que tu lavas los trastes de la cena yo me doy un baño y lo pienso, luego te d igo, ¿si?, si me niego trata de comprender, ¿si?", dijo la mujer y salió de la cocina. Un rato después, mientras Ana se secaba el pelo con la toalla y procuraba retrasar la decisión, de reojo vio a su hijo parado junto a la puerta, de nueva cuenta venía desnudo, "¡caray, este chamaco no entiende!" y respiró resignada. --"Entonces má ¿me cuentas?", dijo Andrés mostrando impúdico el garrote erecto. La madura tardó en responder, y mientras cepillaba su cabello húmedo pensaba como sa lir del atolladero en el que la había metido el hijo, hasta que: "humm, no se Andy , lo que propones es algo anormal, soy mujer, tuve mi juventud y por supuesto mis experiencias, algunas buenas y otras no tanto y que tú quieras saber no está bien, no se además no se qué quieres saber, a ver pregunta y te digo", propuso ella. --"No mamá, mira, se me ocurre que estemos en la cama y que me dejes meterlo y así, a brazados, me vas contando cosas", ¿sí?". --"¡No, cómo crees!, además no podría concentrarme con tu esa cosa dentro de mi, no podría ummm, mira, vamos a la cama, pero sin hacerlo, nos acostamos y a ver que se me oc urre o me acuerdo, pero si te pones necio lo dejamos y te vas a tu cuarto, ¿aceptas ?", el chico no tuvo opción. Cuando se iban a la cama Andy descubrió que la negativa de su madre a no coger esa noche era algo ficticio: Ana lucía una coqueta batita de dormir negra casi transp arente y un calzoncito de igual color que dejaba entrever la intimidad abultada de la pepa materna. Trató de seguirle el juego a la mamá. Ambos estaban sobre la cam a, el hijo con la grosera erección, la mamá haciendo esfuerzos por no mirar el tronc o carnoso del hijo. Ambos mirando hacia el techo, iluminado el cuarto por la lámpa ra del buró, como para animar a la madre, Andrés llevó la mano de ella a su erección, el la se dejó llevar y mientras acariciaba la dura tranca como dudando empezó a contar: --"No recuerdo bien pero hay cosas sobre las cuales no te puedo decir no preguntes quizá más adelante, no se , pero mira, de mis novios mis primeras experiencias quizá pueda contarte algo Tuve un novio, mi segundo novio porque tu abuelita me vigilaba muc ho era un chico muy guapo, me gustaba mucho, sólo una vez fui con el al cine, tu ab uela no me dejaba salir sola, ya sabes esa vez en el cine nos pusimos algo cariñosos ya sabía por tus tías que había que tener cuidado con los novios y no dejarlos meter m ano pero no se me sentía algo extraña digamos emocionada, nos besamos en el cine, el in sistía en tocarme los senos y yo no me dejaba, sólo lo dejaba darme besos en cierto m omento, no se por qué, pero puso mi mano en su pierna y la fue subiendo mientras m e besaba, y cuando me di cuenta tenía en mi mano su pene muy erecto, quise quitar l a mano pero el no me dejaba, se la acaricié un poco, se notaba muy excitado y yo,

para que negarlo también, pero suspendí esas caricias, cuando salimos quiso fajarme cerca de la casa pero ya no me dejé", cuenta la mujer en voz baja y pausada, mient ras sigue acariciando la verga de Andrés y continúa: --"Esa fue la única vez que fui con él al cine, tu abuela se opuso de manera termina nte a que saliera sola con ese chico, y para vigilarme mejor hizo que lo recibie ra en la casa, por las noches, para platicar mientras tu abuelo y ella veían la te le, nosotros ahí sentaditos en el sillón sin poder hacer nada, pero como te digo se d a uno sus mañas días después, cuando estábamos viendo las noticias tus abuelos dijeron qu e ya se iban a dormir, tu abuela "ya dile al muchacho que se vaya, que ya tenemo s sueño" dijo al subir las escaleras, era nuestra oportunidad, nos abrazamos y nos besamos, volvía a agarrarle el miembro, pero encima del pantalón, y esa vez dejé que me agarrara las tetas un poco , en las siguiente noches hicimos otras cosas más atre vidas aprovechando que tus abuelos ya se habían subido a su recámara, pero ay no, mej or no te cuento", dijo la mujer algo pudorosa. --"¿Por qué no mamá?, mira cómo me tienes de excitado, sigue contando, anda por favor", pidió Andrés. ---"Humm, pues nos acariciábamos nuestras cosas, él metía su mano entre mis piernas y yo le frotaba el pajarito , pero, ay no se si deba ", dijo Ana con pena. --"Sigue mami, ¿cómo lo hacían?, ¿cómo se ponían?, ¿dónde?". --"Ay Andrés, no seas tan insistente pues así como te estoy tocando yo se le ponía bien caliente y dura no se mira vamos a hacer una cosa, ¿sí?, vamos a la sala y te enseño cómo, ponte tu pantalón y tu camisa y yo mi vestido y te digo lo que hacíamos, ¿quieres?". La propuesta materna fue aceptada con júbilo por el hijo, a quien no le importó volv er a vestirse, tal vez imaginando lo que haría su atrevida madre. Los dos llegaron ansiosos a la sala en penumbras y ya en el sofá la madre: --"Así estábamos, casi sin luz, mirando siempre a la escalera por su bajaba mi mamá, n os abrazábamos así y nos besábamos hummm, así", y los dos juntaron las bocas, la madura ll evando la iniciativa, abriendo la boca para lengüetear la boca del hijo, los dos c on los alientos calientes y los brazos ansiosos acariciándose, la mano de la mujer que busca en la entrepierna del chico, le saca la verga erecta e inicia una sua ve caricia por el tronco, en tanto que él mete la mano derecha entre los muslos ab iertos y calientes, los besos aumentan de pasión cuando ambos se acarician, los de dos del jovencito danzan dentro de la caverna viscosa y caliente de su madre, qu ien sigue acariciando el largo y grueso tronco de la verga filial, así por minutos en que el apasionamiento los hace gemir, hasta que ella suspende las caricias p ara hablar musitando: --"Así, nos acariciábamos las primeras veces, el chico se venía en mi mano, una vez sa lpicó el sillón y todo olía a semen pero todo era rápido, no podía tardarme mucho, tu abuel a podría bajar en cualquier momento luego fuimos más osados una noche estábamos muy calie ntes, los dos acariciándonos, él ya había terminado una vez, pero quería más, así que me pus así mira de lado, semi acostada en el sillón y él detrás, si, mira, ponte así", y la mujer lo alecciona cómo, ambos recostados, él atrás poniéndole la verga entre las nalgas, haci endo a un lado su panty, ambos empiezan a moverse con ansia, Ana aprieta la pano cha para evitar la cogida, Andy ansioso la quiere penetrar pero ella no se deja, hasta que él protesta: "¡Ay mamá!, déjame meterlo, ya quiero "; "no papacito, así lo hacíamo , él lo quería meter, pero yo no me dejaba, solamente que se frotara entre mis pompi s y me echara su leche, pero coger no, eso no, sigue así si quieres", agrega la seño ra. --"No mamá, mejor sigue contando qué más hacían y ya déjame meterlo". --"Ay Andy, no seas ansioso, mira con ese chico no lo hice, digo hacer el amor le permití algunas cosas atrevidas mira la última vez que fue a la casa de tu abuela, hi cimos lo mismo, nos acariciamos y ponía su palito entre mis pompis para eyacular, pero hicimos más cosas fue algo terrible porque terminó mal, muy mal, y tuve que deja r de ver a mi novio. Resulta que nos calentamos muchos, el insistía en penetrarme pero yo no me dejaba, además tenía miedo de que mi mamá bajara, entonces propuso que m e pusiera cerca de la escalera, dándole la espalda y recargada en el pasamanos, mi ra ven me recargo en el sillón y tú te pones atrás, ¿quieres?, bueno, si así, él jugando con mis pompis, metiendo su cosota parada entre mis nalgas y agarrándome los senos, sí, así, yo mirando hacía arriba por si veía algo raro, él ahí, jugando hasta que no se como, p ro puso su verga en mi cola quise apartarme pero sí, ay Andy, así me tenía bien agarrad

las caderas y apretó fuerte y ¡lo metió!, hummm, ay espera poco a poco no él lo hizo fue do a la vez, parecía que me partía en dos, fue un dolor intenso, me mordía los labios para no gritar, y él me estaba cogiendo así ., por el culo , fuerte , muy fuerte rápido ., do todo su garrote así así Andy de mi vida así la metía más, más, hummm, ay, más toda aba viniendo en mi culo . Ay ¡Andrés!, que rico me coges, sigue más, quiero más, dame los m ocos hijito de mi vida si, más, fuerte, toda, muévela dentro, ay, así, más huuumm, así, se enía, yo sentía su verga echando los mocos, así, así y en ese momento, justo cuando me est aba echando el semen frente a mi estaba tu abuela mirándonos con ojos asustados, pero yo no podía hacer nada, tenía la verga del chico ese bien metida y él no se había dado cu enta tenía los ojos cerrados, fue hasta que mamá gritó "¿qué están haciendo chamacos de porr ?" que mi novio me soltó, nos quedamos estáticos, llenos de vergüenza, él con el pito de fuera goteando semen, yo con los calzones en las rodillas, como pudimos nos arr eglamos la ropa y salimos a la calle, nos despedimos rápido, asustados, cuando reg resé mi madre me llevó a la cocina a jalones y golpes, no te quiero decir todo lo qu e me dijo y me gritó, por supuesto me sentenció a no volver a ver a aquel chamaco, t u abuelo no supo nada del escándalo, pero tus tías sí, luego me hacían burla, así terminé a mi segundo novio, bueno papacito ya te conté algo, ahora si a la cama y no insistas, porque te conozco y se que vas a querer más, pero no papacito, me dejaste la cola bien adolorida, anda ve a lavarte el pito y con mucho jabón ¿eh?", dijo la mamá dirigién dose con pasos titubeantes a su recámara. Al poco rato ya la madre había conciliado el sueño y de alguna forma empezó a tener un a pesadilla extraña, un sueño fantasioso o casi, lleno de imágenes quizá prohibidas o se pultadas en el fondo de su memoria: ella acostada en su cama dispuesta a dormir, pero esperando, sólo esperando, sabía que él vendría, como siempre escucharía sus pies de snudos caminando por el pasillo, minutos después se metería bajo las sábanas tras ella y como casi siempre le pondría la erecta tranca entre las nalgas carnosas, ella m ordería la almohada para acallar sus gemidos y él la penetraría por el ano, primero co n suavidad, pero luego con furia para acelerar la eyaculación; recordó eso y más, pues luego de la primera vez, ella esperaba con ansia con el tipo regresara a meters e entre las sábanas con ella, fue el que le enseño cosas de sexo, mamar y coger por el culo, era su tío, hermano de su madre, unos años mayor que ella que tenía apenas 14 años y él, Ezequiel, 19. Una tarde de domingo, sin nada más que hacer, madre e hijo se prepararon para ver en la televisión una película, ambos cómodamente sentados en el sofá, empero conforme pa só un rato ya la madura acariciaba la entrepierna de su vástago, que ya lucía bajo el pantalón la conocida protuberancia, fue Andrés quien inició la plática: --"Oye mamá, ¿te gusta mucho mi pene?, ¿por qué?". --"Si, Andy, ya sabes, me encanta tu pajarote ". --"¿Y te gustan así?, grandes, gruesos, o tamaño normal, ¿conociste muchos hombres así?, ¿Cóm yo?". --"Ay Andy, no empieces a preguntar , me gusta tu pene, es rico, muy grande y grue so , eres como tu padre el lo tiene igual o casi igual que tú, muy grande y bueno no he conocido muchos hombres , pero si alguno la tenía así como tú, muuuuuyyyy grande pero eso no es lo importante creo , lo que importa es lo que sabe hacer el pene o su propieta rio , el chico puede tener un pito enorme y ser muy torpe para hacer el amor..., t u padre era magnífico haciéndolo, pero en otras cosas ya sabes una verdadera desgracia , en fin", contesta Ana, mientras descubre que ya su hijo sacó su miembro erecto d el pantalón, y nada renuente se aferra a el con la mano derecha y sigue: "me gusta tu pito, cuando está erecto se pone caliente y muy duro, te crece más cuando estás ca liente, y tu glande, tu prepucio, tan suave , te sale juguito y sabe deliciosa tu p inga papacito", y ella suspira. --"Oye mamy y dime ¿te gusta mucho el sexo oral?, ¿cómo aprendiste a mamar?", pregunta e l hijo. La madre guarda silencio, con la mirada fija en el garrote que tiene agarrado, p ero por fin se atreve a decir: --"Mira Andy ya te dije que hay cosas que no te puedo decir sobre mis experiencias sobre mi juventud, pero bueno , creo que a todas las mujeres les pasa igual, hay co sas sobre sus vidas que prefieren mantener escondidas en su memoria, pero bueno si quieres te cuento algo sólo si prometes que no pensarás mal de mi ¿sí?", dice ella resign ada. El chico asiente y Ana recuesta su cabeza sobre el hombro de su hijo y cuen

ta: --"No te voy a decir quién fue pero , bueno ocurrió hace tantos años que , humm, déjame acor dar, todavía no cumplía 15 años y bueno conocí a alguien yo no sabía nada o casi nada de se o y bueno él era un poco mayor que yo y pues cierta vez estábamos en casa de tu abuela y yo estaba haciendo quehacer en la cocina, nos miramos y al pasar junto a mi me d ijo en voz baja "ven" y subió despacio la escalera, yo no sabía si subir o no, pero minutos después subí, no había nadie arriba, todo estaba en silencio, caminé por el pasi llo hasta encontrarlo en la recámara de mi mamá, me sonrió de una forma extraña, yo ahí, p arada junto a la puerta, luego cuando vi que se desabrochaba el pantalón quise irm e, pero el me detuvo con su voz: "no, espera, ven, mira", cuando voltee tenía el m iembro fuera del pantalón, lo tenía muy erecto y se lo estaba acariciando, yo estaba nerviosa, temblando, quizá de miedo o algo así, pero seguí mirando lo que hacía hasta q ue se puso tenso, cerró los ojos y algo extraño le salía del pito, el semen era la prime ra vez que veía algo así, luego me fui corriendo. Días después ocurrió lo mismo, pero esa vez además hizo que me sentara junto a él en la cama y que yo le acariciara el pene, n o sabía que hacer, pero sentía algo raro, como calor y nervios, algo así, y pese a mi temor le agarré el miembro y como dudando se lo empecé a acariciar, lo sentía duro y c aliente en mi mano, un líquido le salía por la punta del pene, hasta que suspiró, se pu so tenso, su cuerpo tembló y se vino , eyaculo en mi mano", cuenta Ana, entrecerrando los ojos mientras su mano frota delicadamente la pinga de Andrés. Luego ambos se miran y la mujer siente enrojecer el rostro, quizá pudor o vergüenza, pero continúa: "de esa forma nos hicimos, digamos, novios, pero todo era en secre to nadie sabía lo que había entre nosotros, y menos lo que hacíamos, pero cierta vez él i nsistió en que le besara el miembro yo no quería pero y es que bueno yo había visto eso d l sexo oral una vez y quizá era curiosidad, pero tenía miedo, él siguió insistiendo y yo n gándome, hasta que una tarde tu abuela estaba viendo sus telenovelas en la sala, y o fui al lavadero de atrás de la casa y él me siguió, ahí se sacó el pito del pantalón, vol pedir que se lo besara y entre nerviosa o excitada me incliné para besarle su cosa fue algo rápido, puse mis labios sobre su pinga y ya él pidió más y me obligó a que lo hici ra momentos después ya tenía la punta de su miembro en mi boca, no sabía que hacer pero me fue diciendo cómo, que lo chupara, que lo lamiera, y más y más cosas al principio te nía pena, aquello me sabía raro pero no era feo, seguía con lo que me pedía, le lamía la ca becita y se la chupaba, luego lo metió un poco más, yo seguí chupando y cuando sentí que su verga palpitaba, me hice a un lado, su cuerpo se agitó y su verga saltó de pronto y le empezó a salir la leche a chorros, tres, cuatro, cinco chorros", y Ana suspend e su relato, se incorpora incapaz de contener su excitación y ya sobre el cuerpo d e su hijo, inclina el rostro, abre la boca y golosa se empieza a comer la pinga erecta, y entre suspiros y contorciones, Andrés arremete con su pinga en la boca a bierta de su madre, una y otra vez, hasta que la agarra del cabello al momento d e la eyaculación, para clavarla en la verga, metiendo todo el tronco, sintiendo co mo Ana chupa con ansia sacándole todo el semen. Un rato después, Andy la interroga de nuevo, quiere saber más, mientras la madre se abre de piernas para recibir la verga, dice por fin: "si, así aprendí sobre el sexo oral, lo hacíamos todos los días, a veces dos veces al día, me encantaba sentir los ch orros de semen en mi boca, además pensaba que de esa forma estaba cuidando mi virg inidad, pues sólo nos acariciábamos o lo hacíamos oral, yo a él, o él a mi, o los dos a la vez, el 69; luego cuando pasó lo que tenía que pasar, tuve que dejar de verlo y ya no lo hicimos, pero ya empezaba de novia, a escondidas de tu abuela". --"¿Los descubrieron mamá?", pregunta el hijo. --"Si, tu abuela nos descubrió una tarde, mientras se la mamaba en el lavadero fue un escándalo ", y la madura termina de empalarse y a gemir, mientras remueve la pelv is sobre el pito clavado y cierra los ojos, y suspira y goza, y no puede contest ar la última pregunta de Andrés: "¿quién era él mamy?", porque siente que el orgasmo le ll ega de repente, tumultuoso, breve, pero delicioso Comentarios a: Hijo querido III Un fin de semana Ana se dedicó a poner cierto orden en su casa, tomando en cuenta que entre semana por el trabajo carecía de tiempo para asear el diminuto departame nto, "y el condenado de Andy que no ayuda en nada", pensó la madre mientras se metía

a limpiar el cuarto de su hijo y cuando pasaba la escoba por debajo de la cama, algo salió junto con alguna basura: una panti rosa de nylon, la madura la tomó y "e ste no es un calzón mío, ¿entonces de ?", y no pudo completar la frase, un inesperado pe nsamiento la hizo temblar: "¿será de Angy, la novia de Andrés?, ¿entonces ya ?, y aquí en mi casa, quedamos en que fuera respetuoso, ¿entonces por qué me busca?, si por lo que veo, ya se anda cogiendo a la novia", y no pudo reprimir un inesperado ataque de celos. Más tarde, cuando llegó el adolescente, la madura ya no pudo soportar la duda: "oye Andy, mira encontré esto bajo tu cama, ¿trajiste a tu novia a la casa?, ¿te acostaste con ella?, quedamos en que serías prudente y respetarías la casa, ¿si o no?, a ver si te vas explicando ", le dijo Ana entregándole la pantaleta y mirándolo con cierto enco no. El chico sorprendido tomo la prenda íntima y luego de sonrojarse trató de explicarse : "no, mira mamá este Angy me regaló su panty hace días de verdad no la he traído a la c y este tampoco me he acostado con ella, de verdad mami...". --"Mira Andrés, ya estás bastante grandecito y no me parece que nos estés utilizando a las dos, conmigo haces lo que quieres, y seguro con esa chica también, así que será m ejor que dejes de importunarme con tus deseos sexuales si ya tienes donde meter l a pinga déjame en paz, ¿entiendes?, y sobre todo por favor Andy no vayas a embarazar a la chica esa", y furiosa huyó a su recámara y cerró la puerta con seguro. Ya de noche, cuando el enojo se le había pasado, fue a la cocina para preparar café, buscó a su hijo y le ofreció: "¿quieres café Andrés?, voy a preparar un poco", pero no ob tuvo respuesta del hijo, sin más volvió a su cuarto llevando la taza de café, y mientr as daba sorbos a la bebida pensaba: "creo que no debí ser tan dura con Andy aunque b ueno la verdad es que no si se andará cogiendo a la novia, pero conociendo al chama co seguro que ya se acuesta con ella y pues que bueno que así sea y ya dejé de hacer esas cosas feas conmigo aunque la verdad ya me gustó mucho tener sexo con ese conde nado chamaco calenturiento ", y sus pensamientos fueron interrumpidos por el hijo: "oye mami, quisiera hablar contigo mira la verdad si traje una vez a Angy, pero no tuvimos sexo sólo nos acariciamos y también hicimos el 69, cuando terminamos ella i nsistió en irse, tenía miedo que tú fueras a llegar, esa es la verdad mamá, por favor ya no te enojes ¿sí?". --"No estoy enojada Andy pero no está bien que traigas a tu novia a la casa eso es a lgo indebido como van las cosas cualquier día te acuestas con ella y la puedes embar azar y meterte en un gran problema, por lo demás que bueno que tengas novia pero, ya te dije, procura cuidarte en cuanto a nosotros lo mejor será que ya no hagamos el amor, trata de entender ¿sí Andy?..., lo que hacemos es algo indebido, algo muy malo , entiende por favor", dijo la madre con voz nerviosa, sabiendo de antemano que el hijo insistiría. --"¿Por qué mami?, ya te expliqué lo de Angy, de verdad no me acuesto con ella, si me dan ganas de hacerlo, lo acepto pero me gusta más hacerlo contigo me encanta hacerte el amor mamita no me niegues eso por favor ¿si?". La madura no contestó, dejó la taza del café sobre el buró y acostada en la cama le dio la espalda a Andrés; la mujer sabía de antemano que terminaría por ceder a los deseos lujuriosos del hijo y resignada dejó que el chico se sentara junto a ella y de for ma amorosa le acariciara el cuerpo, primero la espalda, luego más abajo, donde la mano ansiosa jugaba con los mofletes del culo, Ana suspiró y dejó que la inquieta ma no vagara bajo su falda hasta acariciar sus nalgas con suavidad pero con cierta urgencia. Minutos después ella acostada boca abajo dejaba que el chico le subiera la falta y le bajara la pantaleta roja, el cuerpo le empezó a temblar cuando el hi jo con ambas manos le abría las nalgas pera luego besarle el culo; Ana suspiraba s intiendo las atrevidas caricias, los besos, la lengua atrevida que jugaba con su negro culo, y se abandonó a los juegos lujuriosos del hijo, más cuando Andrés a la ve z que le titilaba con la lengua el culo, metía tres dedos en su pucha caliente y j ugosa. Cuando la madura sentía que el orgasmo estaba por llegar escuchó al hijo: "oye mami, quisiera que hiciéramos el 69, tengo ganas de eso ¿sí?", y la mujer dejó que el chamaco la acomodara sobre la cama de lado intentando a la vez de acostarse junto a ella en sentido inverso, intento protestar: "no Andy ya quedamos en algo hummm, mira me jor no, ya no sigas, por favor hummm, espera cuando menos deja quitarme la ropa no

seas ansioso". --"No, mamá, quiero hacértelo así, déjame así", insistió el chiquillo. Al instante Ana dejó que el hijo la subiera sobre él, montada en sentido inverso, co n las piernas abiertas y entre ellas la cara del joven que buscaba con la boca l a caliente humedad, en tanto que a centímetros de su cara estaba el grueso tronco erecto; la madura se dispuso a ser el juguete sexual del hijo, abrió la boca para dejar que la caliente verga la penetrara y ambos empezaron a gozar, los dos succ ionando, lamiendo; los dos disfrutando del incestuoso apareamiento; Ana sintiend o en su ano el jugueteo incesante de dos dedos y en su clítoris el furioso lengüeteo y en el momento que todo su cuerpo temblaba anunciando el intenso orgasmo, en s u boca sintió la verga palpitar y segundos después casi se atragantó por los intensos chorros de semen, pese ello siguió mamando la pinga palpitante del hijo y sintiend o estrellitas en la cabeza por el gratificante orgasmo. Cuando los cuerpos dejaron de temblar y los suspiros y gritos amainaron, la madu ra tambaleando se quitó de encima del hijo para desnudarse: "ay Andrés!, ya habíamos d icho que esto tenía que terminar y mira lo que provocaste haces que me convierta en una mujer hambrienta de sexo haces que me transforme que olvide mis principios mo rales que todo ¡ay Andy!, ¿qué vamos a hacer si seguimos con esto?", y a su pesar empezó a sollozar. Andrés la tomó entre sus brazos e intentó besarla en la boca, pero ella evad ió la caricia: "no Andy, espera, déjame ir al baño, tengo que limpiarme mira cómo me dejas te la cara llena de moquitos, hasta la ropa del trabajo quedó embarrada de tu leche ay hijito qué voy a hacer contigo", dijo Ana mirando con un intenso cariño a su vástago. Al regresar Ana encontró al hijo esperándola en la cama y al ver la erecta verga en silencio sin dejar de mirarlo se acercó con lentitud y ante los azorados ojos del chiquillo lo montó diciendo en voz baja: "déjame montarte hijito querido, quiero mon tarme en tu vergota", y entornando los ojos tomó el grueso mástil para dirigirlo a s u pucha hambrienta y con suavidad fue bajando el cuerpo para empalarse, suspiran do, cerrando los ojos, disfrutando de la penetración; luego empezó a moverse con sua vidad, girando la pelvis sobre la verga que tenía bien clavada y mientras disfruta ba de la cogida empezó a mover el cuerpo cada vez con mayor urgencia, alzando el c uerpo, empalándose, haciendo círculos con la pelvis, gimiendo primero en voz muy baj a, para luego bufar llena de lujuria y así hasta venirse no una sino dos veces y q uedar desfallecida sobre el hijo que trataba de contener la venida. Andrés la dejó terminar para luego proponer: "quiero tu culo mamita linda, dame tu c ulo, ponte como perra, anda". --"¡Si papacito querido!, soy tu perra, hazme lo que quieras, ¡soy tu puta!, una put a muy caliente por tu verga, ¡si, quiero verga por el culo!", contestó la mujer colo cándose con rapidez en la orilla de la cama y alzando la grupa. El hijo se colocó tr as ella y le apuntó la verga en el ojete, y la mujer antes de contener la respirac ión lo urgió: "lo quiero fuerte, duro, ¡muy duro!, como si me estuvieras violando, así q uiero tu verga hijito querido", para luego abrirse las nalgas con ambas manos su spirando de placer anticipado. El grito de la enculada fue estruendoso, el "aaaa yyyy" debió escucharse hasta la calle, pero Andrés le cumplió el deseo a la madre, la embestida fue casi brutal, ambos quedaron pegados, culo contra verga, el palo er ecto bien clavado en el intestino materno, luego las embestidas siguieron furios as, sacando más gritos y sollozos de la mujer que abandonada seguía soportando las v iolentas metidas de verga, en tanto que Andrés mirada extasiado cómo entraba y salía l a verga del deformado ano, las embestidas hacían temblar las nalgas de su madre qu e lloraba, gemía, suplicaba: "más, más, así, fuerte, dame toda tu verga, aaayyyy, así, más f uerte, más rápido, ¡ay hijo de mi vida!, ¡me matas!, ¡me matas con tu verga!, más, más, aaaay yy, sí hijo querido ¡qué rico me culeas!, anda, más, sácame la mierda, destrózame la cola, ¡m me!, pero no dejes de moverte, por piedad", al final la venida igual fue estruen dosa y los gemidos de la madura denotaban su intenso placer al sentir las pausad as contracciones de la verga al llenarla de semen. Minutos después, cuando el plac er amainó, Andrés con amorosa lentitud le fue sacando el pito a su madre que suspira ba, y maravillado descubrió cómo el culo quedaba distendido, abierto, deforme, sin p liegues, contrayéndose en espasmos deliciosos que expulsaban los mocos a pausas, e l culo de Ana defecando semen y otras olorosas sustancias, el cuarto se llenó de t ufo desagradable. Luego de asearse, ambos regresaron a la cama y entre besos amorosos el hijo la a

nimó a seguir sus confidencias sexuales, pero Ana se opuso: "no ya te conté mucho de mi ahora tú cuenta, a ver dime déjame pensar además de espiarme encuerada para hacerte ch aquetas, ¿a quién más espiabas, eh?, anda dime". --"hummm, ¿no te vas a enojar?, promételo, ¿si?". --"Ay Andrés, ¿qué locuras habrás hecho?, pero bueno, prometo no enojarme, anda cuenta?" . --"Tú fuiste la primera, me calentaba mucho espiando cuando te acostabas con mi pa pá, me gusta verte cuando se la chupabas, cuando cogían tú arriba de él, cuando le pedías que te lo diera por el culo y me gustaba más verte cuando te bañabas a veces te hacías l a chaqueta sentada en la taza del water, suspirabas y movías los dedos sobre tu pu cha hasta venirte, todo eso me calentaba muchísimo y me hacía muchas pajas, sobre to do con tus pantaletas sucias, que olían tan rico, tus olores mamita", le confiesa el hijo dándole un amoroso beso de lengua, la madura siente renacer el deseo, pero él continúa: --"Pero además miraba a otras mujeres la primera fue Claudia, la tía, tu hermana no te enojes mamá, primero fue algo como una coincidencia ella tenía un novio, la traía en su carro a la casa de noche y a veces tenían sexo en el coche, la primera vez la miré cuando le mamaba el pito hasta sacarle la leche, el tipo casi gritaba: "me vengo , me vengo, anda chúpame la leche" y ella ahí, golosa succionándole el pene, ver aquel lo me calentaba mucho y me masturbaba pensando en la tía Claudia; luego busqué la fo rma de verla cuando se bañaba, me costó trabajo pero logré verla, ella se depilaba la pucha, no se dejaba un solo vello, hasta la cola se depilaba, pero no tenía tan bu enas nalgas como tú, ni tampoco las tetas grandes como las tuyas, eso si, su panoc ha era grande, muy carnosa, en cambio la tuya parece chiquita, pero es tan rica! !!, todo parecía ir bien con mis exploraciones hasta que ella me descubrió y me puso una regañada de aquellas, hasta me amenazó con acusarme contigo o con mi abuelita, l uego se le olvidó y volvimos a ser amigos una vez tuvimos sexo ", confiesa el chico s onrojándose ante su madre. --"¿Qué?, ay Andrés no me digas que ella y tú, que Claudia te desvirgó, ¿si?, eso ocurrió, an a contesta!". --"Ay mamá, prometiste no enojarte, mejor ya no te cuento", dijo el hijo. --"No Andy, pero me sorprende todo eso que me dices, que tú y Claudia , bueno ella f ue tremenda, hizo cada cosa, hasta ya de casada, pero bueno, no haz contestado a mi pregunta ", insiste la madre. --"Es que es algo muy secreto, prometí no contarlo a nadie pero si prometes no enojar te es que cuando regresé de Vallarta, ¿recuerdas?, tú te habías divorciado, ya tenías otra pareja, mi hermana y yo nos vinimos a vivir con la abuela unos meses, ¿recuerdas?, ¿sí?, bueno, una vez hubo una fiesta y la casa se llenó de gente, me tocó dormirme en e l suelo de la sala, sobre un tapete con una cobijas y mi abue me convenció para dor mir en su cama -dice el chico mirando los ojos sorprendidos de la madre y añade--, y pues por algo me sentía muy excitado, no lo recuerdo bien, pero ya en la cama de mi abuelita estaba con el palo bien parado, ella ya se había dormido y me acurruqué junto a ella que estaba de espaldas a mi, no se porque hice eso, pero mis ganas eran muchas y le puse el pene entre sus nalgas, pero sobre su bata de dormir, yo estaba seguro que ya estaba dormida y me empecé a mover muy lentamente y cuando iba a terminar ella se movió un poco sin decir nada, con una mano fue alzando su bata diciendo en voz muy baja "ay Andrés que cosas tan feas haces, no tienes respeto ni por mi que soy tu abuela, anda hazlo bien, pero no le digas a nadie y sólo será por esta vez ¿eh?" y se quitó la pantaleta, volvió a darme la espalda, alzó las nalgas y le metí el pito entre ellas, no en la pucha, entonces ella metió la mano entre sus pie rnas y colocó la punta de mi verga en su panocha, estaba caliente y mojada, y se l a metí, nos movimos un poco, ella siempre callada, yo metiéndole la pinga hasta que terminé, quise sacársela pero ella protestó "¡a no chiquito!, ya me calentaste y ahora m e cumples, cógeme bien hasta que me venga" y se la volví a meter, creo que se vino d os veces, suspiraba y movía su cuerpo contra mi, estaba bien caliente la abuela, a l final me vine otra vez, ella se levantó, trajo una toalla y nos limpiamos, ya ba jo las sábanas me dio un beso en la mejilla y me dijo "serás un gran amante hijito, coges muy rico", luego nos dormimos", y Andrés guarda silencio esperando los recla mos de su madre. --"Así que fue tu abuela válgame el cielo y ella que siempre me anda diciendo que soy m

uy caliente y todo eso, y ella es peor que yo mira que cogerse al nieto, ay Andrés no tienes moral, de verdad, no se cómo fuiste a salir tan caliente, pero luego de aque llo no volviste a tener sexo con mi madre, ¿verdad?", pregunta ansiosa la mujer. --"No mamá, lo juro, de verdad aunque cada que voy a su casa siempre me hace pregun tas que con quien me ando acostando y cosas así". --"Ay Andrés, qué cosas dices de no creerse de mi madre siempre tan santurrona, tan de vota y tan a sus años mira será mejor que ya no me cuentes cosas, siento feo, anda vet e a dormir que ya es tarde". --"No mami, quiero más, mira como tengo la verga, anda ¿si?". --"No tienes llenadero hijo de mi vida, mira te hago una mamadita y ya, los dos a dormir, cada uno en su cama", dice la madura poniendo punto final a las preten siones de su hijo, y amorosa se acostó entre las piernas del joven para con infini to placer anticipado acariciarle la pinga unos momentos antes de metérsela toda en la boca. Y mientras la madre aplicaba su depurada técnica mamatoria escuchó los sus piros y la voz quebrada del hijo: "¡ay mamita linda que rico mamas!, hummm, ¡qué rico lo haces!, ¿haz mamado muchas vergas?, ¿se la mamaste a muchos hombres?, dime por fa vor". Lujuriosa la madre suelta la verga un momento y dice: "si, he mamado mucho, se l a mamé a todos mis novios y a muchos amigos, a algunos amigos de tu padre, a todos mis amantes, a muchos", y vuelve a mamar ansiosa. --"¿A muchos mami?, ¿cómo a cuantos?", pregunta Andy sintiendo que le llega el semen. --"No recuerdo, a muchos, más de cien, a muchos hombres ya los olvidé, pero a muchos no, los recuerdo como si se las hubiera mamado apenas ayer ay Andy que rica verg a, me llena, me encanta mamarte la pinga, me conviertes en una puta muy puta, so y tu puta hijito querido, dame leche, dámela toda, lléname de mocos ¡por favor!", supl ica la madura y vuelve a mamar, segundos después siente los chorros que le llenan la boca, que la atragantan, y traga y sigue succionando, siempre entre gemidos y suspiros de placer, hasta quedar desfallecidos. ** En los siguientes días, y pese a lo dicho por su hijo, los celos no dejaron en paz a la madura, que seguía pensando que su vástago aprovechaba que ella se iba al trab ajo para llevar a la novia a la casa y tal vez se la andaba cogiendo a sus espald as. Y por más que trataba de contener la duda, por fin se decidió a solicitar permis o para salir temprano del trabajo y nerviosa, sabiendo que estaba actuando mal, llegó al hogar invadida de sentimientos encontrados, por ello se mantuvo indecisa entre abrir o no la puerta, hasta que la duda pudo más que prudencia y rodeando la casa silenciosa entró por la puerta de la cocina. Ana sentía que las piernas le tem blaban al asomarse sigilosa a la sala, primero escuchó voces, casi murmullos, lueg o gemidos entrecortados, asomó apenas la cara por el marco de la puerta y lo que v e la llena de asombro: su hijo y la novia sobre el tapete de la sala haciendo el 69, ambos se mueven, disfrutan, cada cual mamando el sexo del otro, la chica su ccionando el enorme pene de Andrés y él con la cara pegada a la entrepierna de la jo ven. La madre primero siente un acceso de horror y furia, mira con espanto y cor aje la lujuriosa escena, pero conforme la joven pareja intensifica sus ejercicio s amorosos, el horror y el coraje amainan y a su pesar siente que su cuerpo se l lena de excitación, mira con atención como Angy, la novia, lujuriosa succiona el pen e de su hijo, y a él lengüeteando ansioso la pepa de la chica; la excitación aumenta e n la madura que siente en su entrepierna que su panocha palpita de deseo sexual y cuando intenta bajar su pantimedia y su calzón para hacerse una chaqueta escucha el diálogo amoroso: --"Déjame meterlo, anda, ya quiero cogerte", pide el chico ansioso. --"No, ya sabes que por la vagina no, no insistas por favor", dice la novia. --"Entonces dame tu culo, anda ya no aguanto las ganas de venirme". --"No Andrés, no insistas, lo tienes muy grande, la última vez me lastimaste mucho, hasta me salió sangre, mejor termina en mi boca", propone la chica. Pero ante la tozudez del joven la novia le da la espalda y se apoya en el sillón, el joven le apunta la gruesa tranca en las nalgas y empieza a presionar, y cuand o la novia gime de dolor por la penetración, la madre en la cocina ha empezado a m asturbarse, jugando con sus dedos sobre la pepa que ya escurre jugos, la madura suspira agitada y la mano se afana sobre el clítoris, de pie y con las piernas en

arco ella siente que el orgasmo le vendrá enseguida y mientras sigue frotándose la p epa, lleva la otra mano a su boca y la muerde tratando de acallar sus gemidos. U n poco después, mientras en la sala su hijo llena de semen el culo de su novia y l os gemidos se hacen ruidosos, la madura se agita ante el intenso orgasmo, largo, muy placentero, las piernas parecen doblarse y ella trata de contener sus grito s, siempre sin dejar de ver a la pareja de jóvenes que casi han terminado el acto sexual. Luego trastabillando se acomoda la ropa y sigilosa sale de la cocina, ya afuera no sabe que hacer, camina por la acera pensando en lo que acaba de ocurr ir y para su sorpresa el enojo contra su hijo ha desaparecido, es más, todavía sient e los rescoldos de la excitación y se sorprende por esos sentimientos encontrados: le excita recordar a su hijo y a su novia teniendo sexo ahí, en su casa, y reprim e un pensamiento, "nunca pensé que ver eso fuera tan , a mi hijo haciendo eso, que el cielo me perdone". Y mientras se aleja del hogar recuerda fragmentos de su lejana juventud, su ardi ente adolescencia: sus hermanos y ella espiando a los padres teniendo sexo, y re cuerda la enorme excitación que aquellas escenas le generaban, lujuria que luego t enía que aplacar de alguna forma: dejando que su hermano Germán o su hermano Hugo la masturbaran, para al final hacerles ella una chaqueta a ambos, y su rostro enro jece de vergüenza sacar de su memoria aquellos recuerdos prohibidos. TodoRelatos.com Hijo querido IV El remordimiento se posesionó de Ana que ni aquel día ni los siguientes comentó nada d el sorpresivo descubrimiento de Angy y su hijo; trató de guardar en el fondo de su mente lo presenciado aquella tarde: a su hijo y a su novia cogiendo en la sala de la casa, es más, en lo profundo de su cabeza sentía un sentimiento de orgullo por su hijo, algo como "Andrés ya es todo un hombre, cabrón y cogelón como todos los homb res", y el comportamiento del hijo en esos días le confirmaban que Andrés se andaba cogiendo a la novia, pues había disminuido su "ardor" por ella, ya no era tan insi stente, buscándola a todas horas para meterle la pinga, "mejor así, que coja con otr a u otras y deje de importunarme, es algo monstruoso lo que hacemos, aunque la v erdad me encanta hacerlo con mi hijito querido", y un inesperado suspiro escapó de su boca. Hasta que una noche, luego de la cena, el chico inició la plática con su madre: "¿sabe s mamá", tengo algo que decirte". Ambos se miraron fijamente, la mujer presintiendo algo, el adolescente nervioso, "¿ah sí?, ¿qué cosa hijito?, ¿qué pasa?". --"Es que la verdad te he estado mintiendo ya hice el amor con Angy, varias veces y es que la traje aquí perdona mamita linda, pero tenía que decírtelo, perdóname mamita". La madre sonrió satisfecha y añadió: "pues qué bueno que tienes el valor de confesarlo, e so habla bien de ti, Andrés, aunque no me parece bien lo que hiciste, pero bueno, de alguna forma iban tener sexo, y pues si no puedes llevarla a otro lado, pues qué se le va a hacer , sólo que procura cuidarte, ya sabes, que ella se cuide con algún ant iconceptivo o tú compra condones, ¿sí?, y no te encariñes mucho con ella, eres muy joven aún, al paso del tiempo vas a conocer a otras chicas". --"Gracias mami, sabía que ibas a comprender sólo que pues sigo teniendo muchas ganas d e ti perdona, pero cuando llego a la casa y te veo te me antojas mucho y me excito, ¿seguiremos teniendo sexo?", preguntó el adolescente. --"Ay Andy , eso no está bien mejor sigue con tu novia, eso es lo mejor para los dos a unque , no se de vez en cuando tal vez podríamos hacerlo, pero trata de controlar tus d eseos hacia mi mira, es que en ocasiones me entra el sentimiento de culpa que yo un a vieja, una mujer ya madura tenga este tipo de experiencias incestuosas, y lo pe or con su propio hijo, ay Andy me entra una vergüenza que no veas, pero si a ti te pa rece bien lo que hacemos pues si lo haremos, pero como te digo: contrólate y sobre t odo debes ser muy cuidadoso en tu comportamiento cuando haya gente con nosotros, ¿si?", le dijo la madre. --"¿Por qué me dices eso mamá?", dijo el chico intrigado. --"Es que el domingo pasado, en casa de tu abuela varias veces note que me mirabas las caderas, ¡ay Andrés la gente se puede dar cuenta de tus impulsos eróticos! a ver di me, ¿por qué me mirabas así?". --"Es que me acordé de algo que alguna vez me platicó la tía Claudia, que tú bueno fue hac

e años, pero me contó que algunas veces te descubrió haciendo sexo oral con mis tíos, Hu go, René y Germán, y pues el domingo ese ahí estaba el tío Hugo y me imaginé que tú y él p guir teniendo sexo , aquella tarde él te dio una nalgada al pasar, cuando ibas a la c ocina, ¿te acuerdas?", le pregunta el hijo. --"¿Eso te contó Claudia?, vieja maldita no tenía porque decirte nada de eso, y pues si ocurrió aquello, pero hace años, cuando éramos muy jóvenes, y fueron pocas veces, siento remordimiento de recordar aquello, Fue una época un tanto tormentosa, ellos entra ndo en la adolescencia; tus abuelos en su "segundo aire", con una sexualidad des aforada; y yo, la hermana mayor que trataba de poner cierto orden en la casa y m antener a todos en su lugar, pero al mismo tiempo con mis propios impulsos de ju ventud, ¿entiendes?. Tus tíos se la pasaban espiando a tus abuelos cuando se encerra ban en su recámara, cuando los descubría trataba de regañarlos, pero de alguna manera era algo normal, andaban inquietos, como yo, con cosas sexuales. Cierta vez los tres espiamos los ejercicios sexuales de nuestros papás; tu abuela le succionaba e l miembro a su marido, presenciar aquello nos excitó mucho, pero como sea los alejé de la puerta de la recámara y fue Hugo quien lo propuso y yo acepté: en el baño, los tr es encerrados, primero tu tío Hugo, le froté el pito con la mano, eyaculó casi ensegui da, pero quiso de nuevo y le hice otra chaqueta hasta que se vino otra vez; lueg o Germán, el más chico, se sacó la pinga erecta un tanto emocionado, se la acaricié un p oco y eyaculó; todo fue algo no se tierno, cariñoso. Acordamos que lo haríamos algunas v eces con tal que dejaran de espiar a los papás, pero eran insistentes; condenados chamacos siempre andaban con la verga erecta bajo el pantalón y pidiendo su "chaqu etita", los malvados", recordó la madura y añadió. --"Días después les mamé la pinga, primero Hugo luego Germán; aprovechamos que tu abuela había ido al mercado y escondidos tras el lavadero se las chupé, les encantó la exper iencia y siempre querían más y más, así que no fue raro que alguna de tus tías sospechara algo o lo peor, que nos hubiera descubierto. No sería raro que alguna de tus tías, C laudia, Lucy o Helga les hicieran también sexo oral, no lo se, y si ocurrió no quiero saberlo, pero fue una etapa rápida de nuestra vida; si recuerdas Hugo se casó muy c hico y ya sabes como es de celosa su mujer, Alma , y en cuando a Germán él tuvo muchas novias desde joven, no lo hicimos por mucho tiempo Al paso de los años tuvimos algu nas experiencias eróticas Hugo y yo, o con Germán, pero de eso luego te cuento y en c uando a aquel domingo el condenado del Hugo me dio una nalgada y dijo algo como "¡s igues teniendo muy buenas nalgas Chiquis!", ya estaba medio borracho, si recuerd as y no no volvería a tener nada con ninguno de tus tíos, puedes estar tranquilo, no s ientas celos hijito ¿eh?", le dijo la madura tratando de ser convincente. --"No es eso mami, es que de imaginarte teniendo sexo con otro siento mucha excit ación perdona, mira, ahorita platicando sobre esas cosas tuyas, mira como se me pus o el pene", y el muchacho le muestra la protuberancia de su pito que forma un bu lto grosero en su pantalón. La madre se acercó amorosa y dándole un beso en la mejilla, le acarició el miembro: "a y hijito, estás muy erecto de aquí, no se porque dices eso sería algo muy feo que tú me vi eras teniendo sexo ¿te imaginas?, además yo hace bastante tiempo que no tenía relaciones hasta que pasó aquella noche contigo y pues ahora menos que te tengo a ti siempre que riendo meterme la pinga, no pienses esas cosas feas, tiemblo sólo de pensarlo", dij o la mujer sabiendo de antemano que estaba mintiendo. Ella tenía relaciones esporádi cas con el director de la escuela donde trabajaba como maestra de inglés y lo peor una de sus secretos pasatiempos era el exhibicionismo, le encantaba mostrarse, q ue la vieran desnuda o lo peor, teniendo sexo, empero quiso atajar las preguntas comprometedoras de Andrés preguntando: "y bien ¿cómo fue eso de tener sexo con tu novia ?, ¿era virgen o no?, ¿cuántas veces la haz traído aquí?, a ver dime ¡chamaco coscolino!". El hijo guardó silencio, miró a los ojos a la madre antes de decir: "es que no se , per o creo que muchas mujeres mienten". --"¡Ay Andy!, no digas eso, ¿qué pasó?, ¿por qué dices eso?, a ver cuéntame", dijo la madre s biendo por experiencia que ella misma había mentido muchas veces acerca de su vida sexual. --"Es que bueno, traje varias veces a Angy aquí, a la casa; las primeras dos, tres veces, nos acariciábamos, ella me hacía la chaqueta y yo le frotaba la pepa, nos venía mos y ya, luego se lo hice por atrás, según le dolía mucho pero ya calientes ella pedía más y más, nos veníamos dos veces así hasta que, bueno, la convencí que me dejara hacerlo b

ien, por su vagina y primero se negó, insistí y me dejó ponérselo ahí, en su pucha, pero s o metí todo, completo y creo que ella no era virgen, lo hicimos muy rico, le cabía tod o, entero, se calentó mucho y me hizo seguir hasta que tuvo un orgasmo; al final, mientras nos bañábamos insistió en que era virgen y que yo había sido el primero en hacérs elo, no le creí; días después ella me comentó que estaba tomando anticonceptivos para ev itar problemas y me propuso que la trajera a la casa a coger, desde entonces vin imos al menos dos veces a la semana, ya le gusta mucho hacer el amor ¿tú que piensas mami?, ¿crees que Angy fuera virgen?". --"Humm, no lo se eso debes saberlo tú que le hiciste el amor, pero creo que la may oría de chicas jóvenes ya tuvieron sus experiencias, lo que sucede es que ustedes lo s hombres insisten mucho en eso de la virginidad y pues las mujeres aprendemos a m entir", añadió la mujer sintiendo que se ruborizaba. --"¿Oye mamita y tú cuándo?, ¿quién te desvirgó?", pregunta el chico con ansiedad. --"Ay Andrés, no empieces a importunarme sobre esas cosas me pones nerviosa con tus preguntas hummm, casi no recuerdo me avergüenza estaba muy chica cuando estudiaba la secundaria no se pero a todas las chicas nos ocurre es la curiosidad la pubertad el c uerpo que empieza a cambiar, las primeras reglas, la pucha que se llena de vello s y se hace carnosa, mullida y sensible y empieza una a pensar en esas cosas no s e creo que tenía 13 o 14 años sentía cosas extrañas pensaba en chicos los miraba de reojo us ojos, sus manos, sus piernas, sus nalgas y su entrepierna, en cómo tendrían su cosa no se pero me sentía extraña, como excitada una tarde me acompañaron unos compañeros a la casa no estaba tu abuela pasaron a la sala los tres, creo que adivinaban mis senti mientos, me sentía nerviosa y no se me lo hicieron los tres a veces pienso que fue com o una violación, pero no yo me dejé estaba sentada en el sillón de la sala y uno el más al o, se sacó el pene erecto, estaba muy excitado yo lo miraba con miedo pero a la vez c on no se creo que excitación me bajó el calzón sus amigos me veían entre las piernas, la a mojada ya tenía pelitos y él se puso entre mis piernas no yo quería pero mantuvo abier mis piernas y puso su pito ahí yo le decía que no, que no lo hiciera, pero lo empezó a meter me dolió un poco más cuando lo metió todo, me dolió un poco, luego se movió sobre mí ias veces, metiendo su palo yo sentía algo extraño, como placer o dolor, él siguió cogiéndo e duro, fuerte, puso mis piernas en sus hombros y se movía con fuerza metiendo y sa cando su verga de mi pucha dolorida y excitada cuando iba a terminar sentí que palp itaba todo su cuerpo, sacó la verga y eyaculó afuera, en mi sexo el semen saltaba y yo miraba como eyaculaba su enorme verga ; luego otro hizo lo mismo, yo estaba muy asu stada, pero me dejaba que lo hicieran, al final el otro lo hizo también se vino afue ra terminé empapada de mocos, luego me quité el calzón y me limpie el semen, querían volve r a hacerlo, pero me negué, salí de la casa y ellos me siguieron, los cuatro temblor osos o temerosos por lo ocurrido, cuando estábamos en la calle vimos que tu abuela venía caminando ya cerca de la casa, les dio miedo y se fueron en los siguientes día s ellos me buscaron, insistieron en volver a hacerme el sexo , me negué, pero me bus caban, a los pocos días empezaron las vacaciones y ya no los ví, tiempo después uno de ellos fue mi novio, quiso internarlo de nuevo, pero yo tenía mucho miedo de termi nar embarazada, fajábamos eso sí, y le chupaba el pito a veces, pero ya no hice el a mor con él así fue que me desvirgaron aquellos tres chiquillos de la secundaria fue por calentura eso creo", dijo la madura suspirando por haberle confesado aquello a su hijo, mirando al techo de la cocina. Luego de su confesión Ana vuelve la mirada a su hijo y sin decir palabra deja que acerque su boca a la suya y se besan con pasión, la madura siente la respiración cal iente de su hijo y deja que la acaricie hasta meter la mano entre sus piernas, l a mujer gime de placer anticipado, pero no quiere terminar haciéndolo en la cocina , como puede se levanta y ambos, sin suspender las caricias llegan a la sala, mi nutos después la madre siente que el orgasmo se posesiona de ella, Andrés le mama la pucha con ansia extrema, succionando la pepa abierta y jugosa de su madre, haci endo que la mujer alce las piernas abiertas al máximo, refregando el sexo en la bo ca del hijo que lame, titila el clítoris, succiona la raja abierta y jugosa, "humm m, ay Andrés!, chupa más, fuerte, hummm, si hijo mío, lame la pepa, arriba en el boton cito, ¡ay que rico chupas papacito de mi vida!, hummm me sacas el orgasmo ayyy, más más, si más mete tus deditos hummm, en la colita , dos o tres más mete la mano, casi toda h sí más más ay hijo de mi vida que rico me chupas la panochita, hummm dime Andy ¿te gusta ma arme la panochita?, ¿si?, ¿te gusta mi pepa?, ¿no la tengo tan aguada?, ¿te gusta así?, di

me". --"Si mamita querida, me encanta tu panocha, me pasaría horas chupándote la pucha, h ummm, sabe tan rico tus juguitos tan ricos la carne de tu verija tan caliente y tan suave puedo meter mis dedos y casi entran todos mira mami , también por tu culo casi pu edo meterte todos los dedos y me gustan los pelos de tu pucha, hummmm antes eras más peluda, pero ahora casi no tienes vellitos, pero los que tienes son largos ¿si te pido algo me lo concedes?", dice el chico separándose por momentos del sexo abiert o y caliente de su madre. --"Si hijito querido pide lo que quieres no puedo negarte nada, dime ¿qué quieres que haga?, pide lo que quieras pero sigue chupando mi pucha, ¿sí?". --"Quiero depilarte la panochita que me dejes cortarte los vellos y depilarte tod o el sexo, ¿sí?", dice el hijo separando un momento su boca de la pegajosa panocha d e la madre, para luego volver a pegar la boca y succionar con furia el sexo cali ente y jugoso de su progenitora hasta hacerla gemir y gritar de placer, luego lo s dos se quedan quietos, respirando agitadamente, los dos recuperándose del ardien te episodio. La madre trata de buscar una excusa para negarse, no quiere andar sin pelos en l a pepa: "no se Andy es que la semana que entra tengo mi cita con el ginecólogo y ¿cómo vo y a llegar con la pepa pelona? no creo que sea buena idea", dice la mujer escondi endo la cara, pues sabe que esa no es la razón, la verdad es que no quiere que su amante ocasional, el director de su escuela, podría interrogarla sobre su depilación , "no sabría que decirle", piensa, pero al final, cuando ella se recupera del orga smo acepta: "si Andy, si me quieres quitar los pelos pues ahora que nos bañemos lo haces ¿si?, pero con cuidado, ¿eh?, no vayas a cortarme un cacho de verija, ja, ja, ja", ríe jocosa por el atrevimiento de su vástago y agarrando con fuerza la tranca d e Andrés se clava con ansia, montando al hijo; la mujer quiere más y más verga. Media hora después ambos se recuperan de la cogida, la panocha de la madura escurre moco s manchando el sillón, luego abrazados sobre el tapete reinician las preguntas del hijo: --"Oye mami y hace tiempo que no tenías relaciones ¿cómo le hacías?, digo con las ganas", regunta el hijo que aún cree que su madre se mantuvo sin coger por largo tiempo. --"Bueno es que la verdad si he tenido algunas experiencias luego del divorcio con t u padre pero eso luego te cuento, ¿si?... y en cuanto a las ganas pues si me daban a veces y pues me masturbaba de vez en cuando no soy tan caliente como piensas, puedo pasar una larga temporada sin sexo y no tengo problema ", dice la madre, sintiendo que la mentira se le dibuja en el rostro. --"¿Y cómo te lo haces?... ¿con la manita o usabas un consolador? ¿los conoces verdad?", nta el chico mirando a los ojos a su madre, que se sonroja. --"Hummm, no Andy nunca me gusto meterme cosas no soy mujer de objetos y pues si con ozco los vibradores, sin ir lejos tus tías Lucy y Claudia son fanáticas de los consola dores les encanta meterse cosas en la pucha viejas calientes yo no soy así. Hace años cu ando vivía con tu padre ¡él me metía cada cosa!... que un plátano que un pepino pero no se mucho placer haciendo esas cosas no cuando me llega la excitación me hago la chaquet ita con la mano con la derecha me froto la pepa, siento muy rico y me vengo ", conf iesa la ruborizada mujer y añade: "luego del divorcio me volví muy aficionada a las chaquetitas, pues ya sabes extrañaba al cabrón de tu padre me lo hacía casi todos los días cuando andaba de buenas, eso sí. Luego la pasé muy malñ sin él, pero era necesario que nos separáramos, tú sabes, hasta que conocí a alguien luego ya casi no, hasta que las ga nas se me juntan y me acaricio". --"Algún día quisiera verte mamita quisiera ver como te masturbas ¿me dejas?". --"Si papito lindo todo lo que quieras ", dice la madre suspirando mientras se acer ca con lentitud al pene de su hijo que de nuevo tiene una erección, y mientras con lentitud mama todo el pitote escucha al hijo: "el otro día me contaste que te gus ta mucho mamar verga y que se la chupaste muchos hombres, cuéntame de eso ¿si?". Ana sacándose la verga de la boca contesta: "si Andy siempre me gustó mucho mamar ver ga cuando era joven y ya de vieja , cuando era chiquilla tuve novios ya te conté muchos eran amigos de tus tíos y a casi todos les mamé el pito me encantaba mamar cerca de la c asa tuve muchos admiradores luego supe que tenía apodo me decían "la mamadora", no se p ero creo que fueron las circunstancias o mi calentura, a tus abuelos les urgía con seguirme marido luego conocí a tu papá era amigo de tu tío René y nos hicimos novios me so

prendió el tamaño de su palo también se la chupe mucho antes de casarnos, teníamos sexo en cualquier lugar al principio no estaba enamorada de él, me gustaba su pinga, enorm e, como la tuya, pero me agarró en mis cinco minutos de calentura y acepté casarme co n él", y la mujer vuelve a tragarse el pito de su hijo entre suspiros apasionados, recordando sus añejas experiencias con el que luego fue su marido y padre sus hij os. Y la madura se afana en su deliciosa tarea, lamiendo con delectación, con refinada técnica lamiendo el garrote y el glande, succionando las gotitas de líquido salado que poco a poco expulsa el pene; luego con lentitud se traga todo el tronco hast a sumir su cara en la velluda sexualidad del hijo, así por deliciosos segundos, pa ra luego con mirada extática mirar como sale el pito lustroso de su boca golosa; y la madura hace algo más: con la lengua va debajo de la verga, buscando las bolas rugosas y peludas de los huevos, para primero chupar uno luego el otro mientras su mano frota el duro garrote, y la excitación la transforma: con la lengua busca más abajo: el culo arrugado y sensible del hijo y ahí titila con lengua filosa sinti endo como de forma involuntaria el ano se contrae de placer, los gemidos de éxtasi s de su hijo le anuncian que la venida llegara pronto, lengüetea dos o tres veces más el culo de Andrés y regresa a la tranca, vuelve a tragar ansiosa y urgida, desea los mocos, succiona con urgencia, casi siente ya el primer chorro cuando titila con la lengua el glande duro y sensible, para de pronto apurar al hijo: "anda A ndy querido, dame los mocos, pero échalos en mis nalgas, junto a mi culo, anda ¿sí?", y la mujer se pone a cuatro patas mostrando las nalgas paradas y abiertas, el cu lo pleno y vibrante, y pegando la verga al negro agujero deforme Andrés se frota u n poco el duro palo y el chorro sale impetuoso salpicando las gloriosas nalgas d e su madre, dos, tres, cuatro veces los chisguetes de semen salpican los glúteos e ntre suspiros de ambos; el placer de la mujer parecer llevarla al orgasmo y el d el hijo no parece ser menor, minutos después Ana musita en voz baja: "así se venían al gunos de mis novios, primero les chupaba la verga y luego me echaban los moquito s en las nalguitas, ¿te gustó?"; el amoroso hijo la besó con pasión, diciendo con voz en trecortada: "¡eres deliciosas mamita querida!", y ambos reinician las caricias y l os besos ensalivados y ansiosos. A la mañana siguiente, mientras Andrés le corta con tijeras pequeñas los vellos de la pepa, Ana le sugiere algo al hijo: "oye Andy ¿recuerdas lo que me dijiste anoche?, ¿q ue te gustaría verme teniendo sexo con otro?... a mi también me gustaría verte cogiend o con tu novia ¿crees que se pueda algún día?". El chico suspende su erótica tarea y propone: "si mamita cuando quieras traigo a An gy y tú te escondes en tu cuarto y desde ahí me ves ¿quieres?..., pero a mi me gustaría ve te digamos con el tío Hugo ¿aceptas?". --"Ay Andrés qué cosas pides no se si se pueda además no sabemos si él esté disponible y a hacerlo con eso de que su mujer no lo deja solo ni un instante yo te digo el domi ngo iremos a casa de tu abuela veré que puedo hacer, pero no insistas mucho ¿eh?". Minutos después la panocha de la madre luce sin un solo pelo, sólo la raja regordeta de la pucha, la madre fija la vista en su sexo depilado y comenta a su hijo: "a y Andy, ¿qué locuras me haces hacer hijito de mi vida?, ahora voy a andar con la pep a pelona, y ¿por qué guardaste mis pelos?, ¿eh niñito?", pregunta la madre. --"Los voy a coleccionar cada que te crezcan los vellos te los voy a cortar, ¿me de jas?". --"¿Qué locuras?, ahora me vas a tener con la panocha pelona, como si fuera jovencit a, ¡que desfiguros!, a la vejez viruelas", dice amorosa la madura y añade: "oye hijit o y ¿te gusta mi cuerpo?, ¿si?, ¿no te parezco fea?, ¿mi pucha?, ¿te aprieta rico?, porque ya está muy floja, dime ¿te gusta?, ¿y mi colita?, ¿te aprieta sabroso? ¿te gusta más mi cu o el de tu novia Angy?, ¿ella lo tiene apretado?, ¿culea rico?". --"Todo me gusta mamita querida, tu pucha está flojita, pero me encanta metértela to da y tu culo, tan rico, lo aprietas bien sabroso, y tu culo es más apretado que el Angy, ella aprieta mucho el pito y le encanta que me venga en su ano, pero tu lo haces mejor tu culo parece que me saca el semen, aprieta a pausas, con apretonci tos bien deliciosos, aunque casi no tengas pliegues tu culo es más sabrosos mamita querida hummm y sobre todo me encanta como mamas el pito, sabes hacerlo de una m anera tan rica, que ya me dieron ganas ¿me sacas la lechita?", propone el hijo. --"¡De ninguna manera Andy!, anda y ve que te la chupe tu novia, chamaquito lujuri

oso, además ya se me hizo tarde para ir a trabajar, luego lo hacemos, ¿si?", y apura da la madura termina de vestirse para salir casi corriendo rumbo al trabajo. Ya en la puerta escucha al hijo: "oye mami, hoy voy a traer a Angy". Ana piensa ant es de contestar: "no se si pueda llegar temprano hoy, mejor otro día" y apurada ba ja los escalones rumbo a la calle. Comentarios a: Hijo querido V Una noche el cansancio hizo presa fácil de Ana y el placentero sueño llegó como sin qu erer. La madura no supo cuándo empezó a soñar, o más bien a recordar el mismo sueño o la r ememoración de las viejas experiencias vividas antaño. En aquel entonces era una chi quilla aún, ¿13, 14 años?, si, quizá; ella dormía sola en una recámara, pero algunas noches algo ocurría que la alteraba, que la sacaba del sueño: alguien llegaba sin hacer rui do, con lentitud y sigilo se metía bajo las sábanas junto a ella, la cama crujía por e l peso y ella se atemorizaba y mordía la almohada para acallar ¿sus protestas?, ¿su ne gativa?, ¿su placer?, el miedo o temor por lo prohibido de la situación la hacían estr emecer, pero se deja, se abandona sintiendo aquella mano recorrer su cuerpo, pri mero el cuello, luego los senos que ya empiezan a crecer, acariciando uno por en cima de la bata de dormir, luego el otro metiendo la mano bajo la ropa, así por mi nutos en los que percibe el cálido aliento junto a su cuello; luego la mano baja p or el vientre e intenta meterse entre las piernas que ella mantiene cerradas, lo intenta varias veces pero ella aprieta los muslos, entonces la mano acariciador a recorre la tersa carne de sus piernas mientras la boca le besa un oído y el cuel lo, siente la humedad en el cuello y gime: "hummm, no, por favor, no, ya no" en voz casi imperceptible, pero la queja parece un aliciente al tipo que con rudeza acerca el cuerpo al suyo y con fuerza le baja el calzón; ahora la mano recorre su s nalgas firmes y duras, sus piernas tersas y blancas y Ana vuelve a gemir un "n oooo" apagado y en ese momento siente en el cuello la caliente respiración y entre sus nalgas la mano que le unta saliva en el culo, ya sabe lo que viene: la dura cabeza del tronco de carne tratando de metérsele en la cola y ella apretando el a no; la presión que aumenta tratando de traspasar la barrera del esfínter y ella gimi endo de dolor, pero a la vez de un placer que llega a pausas, leve, poco a poco, conforme la carne dura se afianza en su culo y ella cede, poco a poco, aflojand o el culo renuente y Ana saca el aire de sus pulmones en algo que parece a un "a aaaahhhh" y entonces siente que el glande ha ganado terreno dentro de ella, lo s iente dentro de su culo y gime un "nnnoooo" doloroso pero a la vez placentero y su mano derecha va hacia atrás tratando de detener los avances del macho que la ti ene atenazada de las caderas, a la vez que intenta besarle el cuello con ansia y excitación, con lujuria desenfrenada; y el hombre se detiene por momentos afianza ndo el pito dentro del ano que poco a poco da de sí, luego la empieza a penetrar y Ana contiene el aliento sintiendo como su cuerpo se llena de esa carne dura y c aliente y prohibida. En ese momento el sueño o el recuerdo, toman forma. La madura entreabre los ojos a la oscuridad del cuarto y siente tras de sí a su hijo, a Andrés, que la tiene atena zada de las caderas, tratando de meterle todo el miembro; Ana suspira golosa y a floja el cuerpo permitiendo que el largo y grueso tronco la penetre a plenitud y suspira agitada: "¡ay hijo!, hummm, ¿qué haces?, ¡me asustas!, pensé qué alguien me estab lando hummm, si, si sigue, así suave, todo, lo quiero todo, más hummm, así fuerte, todo o, mételo todo, ¡ay!, hummm, duele, hummm, sigue, más, así, más, como si me violaras el cul , como .", y Ana calla, su mente alcanza a bloquear sus pensamientos y sus recuerd os; y mientras Andy sigue llenando de carne su intestino alcanza a preguntar: --"¿Cómo quien mamita?, dime, anda dime, quiero saber, ¿quién te culeaba a la fuerza?, ¿qu ién estreno tu culo?, cuando te empecé a acariciar decías dormida "no, por favor no, y a no", cosas así, quiero saber". La mujer mueve las caderas hacía atrás tratando de acrecentar el placer del hijo y a callar sus confesiones incestuosas, pero Andrés insiste, mientras la penetra con f uerza, "quiero saber, quiero saber"; y la madura: "sigue, sigue, dame verga, dur o, me gusta en el culo, hummm, lo disfruto al máximo, ay, así, duro, fuerte, dale fu erte, más... sigue, humm, ¿quieres saber?, hummm, ¡qué rica verga tienes hijo querido!, más, ¡ay!, quiero más duro, ¡así!, huele feo, a caca, ¡me sacas la mierda Andy!, ¡más!, ¡sí!. Y mientras siente las contracciones del pito al llenarle el culo de mocos, y las

palpitaciones de su culo que tratan de acompañar el gozo del hijo, la mujer entre gemidos cuenta en voz baja: "me enseñaron muy chiquilla, me violaron el culo mucha s veces, no se cuántas al principio fue horrible, doloroso luego no, o no tanto, ya me gustaba o extrañaba que me metieran el pito en la cola, no lo se, pero si, me gu staba, me enseñaron a tener orgasmos así, me venía de una forma increíble, ¡fabulosa!, era maravilloso sentir el pito llenando mi cola de mocos, las palpitaciones, los ch orros de semen, mientras me frotaba la pucha con la mano, hummm, no se pero desde chiquilla me hice amante del sexo anal, perdona hijito, por favor. Primero fui yo, luego tu tía Helga, luego, creo, tu tía Lucy o tu tía Claudia a todas ellas les ens eñó a culear y ahora lo disfrutan mucho a veces me entraban celos de que él no llegara a mi cama a hacerme eso por atrás y que fuera a la cama de Helga o Lucy a hacerlas ge mir de placer y dolor, no se ", y ella suspira complacida tal vez por confesar sus secretos, sintiendo a la vez como el tronco vuelve a moverse entre sus nalgas, y se abandona a las fieras arremetidas del hijo, que entre metida y metida le rep ite: "¿quién fue mamita?, ¿quién fue?". Pero ella guarda silencio, disfrutando de la dura verga que le llena el culo una y otra vez, haciendo caso omiso del olor a mierda que los rodea y abriendo ella misma sus carnosas nalgas, alzando a la vez una pierna para que penetre mejor e l pito, y suspirando al volver a sentir como la dura pinga palpita y ella acompa sa las contracciones con las suyas, suspirando gozosa y caliente, lujuriosa. Y c uando la pesadez del sueño parece invadirla todavía escucha a su hijo: "¿quién fue mamit a?, ¿quién te violó el culo?, dime, quiero saber", entre sueños parece decirle: "no debe s saber, no, nunca debes saber, pero fue él mi padre tu abuelo que dios lo perdone aho ra que ya está en su tumba, pero fue un perfecto cabrón y caliente e incestuoso, pero él violó a sus hijas, a todas y a todas les enseñó el gusto por la verga, sobre todo en el culo y lo peor mi madre tu abuela lo sabía, siempre lo supo y nunca hizo nada para evitarlo tal vez le gustaba aquello, que hiciéramos porquerías con su marido, tal vez por eso todas nosotras somos tan putas", y suspiró arrepentida. A la mañana siguiente mientras Ana bañaba a su hijo, tratando de evitar su mirada in quisitiva, le manifestó: "hijo, procura olvidar lo que dije anoche, son cosas feas que no debes saber lo mejor es que los dos, ambos, gocemos del sexo así, tan rico y tan excitante, ¿sí?, ¿verdad qué te gusta?, no me preguntes cosas del pasado tal vez te diga algo de mi pasado en alguna ocasión, pero no insistas, ¿sí?", mientras le lavaba e l pito con abundante jabón. --"Pero mami, si alguien te hizo daño quiero saber", dijo Andy en tono compungido. --"Tal vez me hicieron daño, pero a la vez lo agradezco aprendí a gozar del sexo de un a forma tan excitante, tan maravillosa, ¿o no?, ahora tú también lo haz disfrutado, ¿no?, así que deja de hacerte preguntas tontas y goza de nuestro cariño y de nuestras gana s, además te tengo una sorpresa, ¿quieres saber?", dijo Ana con mirada pícara. --"¿Qué mamita?, dime, quiero saber", contestó el lujurioso chico mientras amasaba las carnosas nalgas de su madre. --"Pues que el domingo próximo vamos a casa de tu abuela, y que no se tal vez, pueda hacer que tu tío Hugo me haga cosas ¿quisieras verme?, ¿así?, ¿qué el me coja?, ¿qué le ch miembro?, ¿sí?", dijo la mujer sofocada porque el hijo ya hacía que se apoyara en el i nodoro para meterle la verga entre las nalgas, buscando la pepa parda y ajada co n la pinga erecta, para momentos después sepultársela toda, completa, entre suspiros de la mujer que reculaba para permitir una mejor penetración. Y mientras ella sen tía las fieras arremetidas tras de si sofocada decía: "sí, verga, dame verga, me gusta la verga, la tuya, tan grande y tan gruesa, sí, dame más, fuerte, más fuerte, así, hujm mmmm, sí, más", hasta que, luego de un abundante trajín, ambos gozaron de un clímax simu ltáneo. Luego mientras se vestían para irse al trabajo, Ana le hizo algunas recomendacione s: "mira Andy, si vamos a casa de la abuela trata de portarte bien, como niño buen o, nada de locuras ni cosas así, y en caso de que tu tío Hugo quiera conmigo pues tra ta de ser no se condescendiente y tranquilo ellos no sospechan de lo nuestro y nuest ras locuras, así qué tú tranquilo y buen niño ¿sí?". El chico aceptó gustoso. ** Como lo acordaron la visita con la abuela fue perfecta o casi, Andrés realizó una pe rfecta actuación del buen hijo; la abuela admirada comentaba: "oye Chiquis, creo q ue el Andy anda muy modosito, no se que le habrás dicho pero míralo, tan solícito, tan

amable, hasta me ayudó a lavar la losa de la comida, calladito mirando la tele"; hasta Hugo, el hermano de Ana, añadió: "como que le hizo bien ponerse a trabajar, ya se le calmó la locura, me sorprende ¿eh?", dijo mirando de reojo a su hermana que c omentó: "ya dejen en paz a mi hijo, siempre ha sido un buen muchacho, no se por qué les sorprende". Un rato después la abuela se fue a su cuarto a dormir la siesta, A ndrés seguía en el cuarto de la tv viendo una película y Ana y su hermano intercambiar on miradas tomando café en la cocina, la de Hugo lujuriosa, la de Ana esquiva, ner viosa; el hermano se acercó a ella palmeándole las caderas: "entonces ¿qué Chiquis?, ¿cuándo nos echamos un palito?, ¿hummm?". --"No digas tonterías y deja de andarme manoseando, que la otra vez te vio Andrés ag arrándome las nalgas, no seas obsceno y ya estate en paz que no tarda en venir tu mujer por ti", dijo la mujer tratando de ser convincente. --"No te hagas, sigues teniendo la misma mirada de vieja calentona se me hace que te andas tirando al Andy, con razón anda tan quietecito el cabrón chamaco, anda Chi quis, acepta, nos echamos un rapidín aquí en la cocina, ¿si?, y por mi vieja no te pre ocupes, anda de compras con sus hijas y llegarán tarde, pues dijeron que además iban al cine", y volviéndole a agarrar las nalgas la besó en el cuello. Todavía la madura trató de resistirse: "¡oye, deja, no me beses!, no seas cabrón, no pod emos hacer nada, ya deja de estar con tus tarugadas, que puede venir tu mamá o Andy que por ahí anda, y con mi hijo no te metas, Andrés es muy respetuoso conmigo, aunq ue no lo creas, ¿eh?"; y el hermano metiendo la mano bajo la falda de la mujer añadió: "mi mamá ya está durmiendo y tu hijo esta viendo la tele, nadie va a venir, si quie res vamos a la sala, así vemos si alguien baja las escaleras, tengo muchas ganas d e que mames el pito, ¿te acuerdas lo que hacíamos?, las mamadotas que me dabas a mi y al Germán también, porque te encantaba mamar pinga y estoy seguro que todavía mamas sabroso, y las cogiditas por atrás en tu culo sabroso, ¿te acuerdas?, ¡qué rico!, tus her manas se ponían celosas porque te preferíamos a ti, en lugar de ellas, ¡ay Chiquis est oy ardiendo!", dijo Hugo sacándose la verga erecta del pantalón y mostrándolo ante los ojos asustados de la hermana. --"¡Ay Hugo no seas imprudente!, alguien puede verte, deja ya de estar de cochino, respétame un poco, soy tu hermana, además tu madre y mi hijo están en la casa, puede verte alguien haciendo estas tonterías mejor, si quieres un día vas a mi casa y lo hace mos, pero aquí no", dijo Ana mirándolo a los ojos con cara de seriedad; pero el herm ano no hizo esfuerzo por ser más insistente, se acercó a ella rodeando su cintura co n una mano y poniendo la verga erecta en su mano poco renuente, la madura musitó: "no Hugo, por favor nos van a ver, no me trates así soy tu hermana y no, mejor ve a q ue te mame la verga tu mujer y deja ya de hacer pendejadas ". --"Alma no mama tan rico como tú, es más a ella casi no le gusta mamar verga, pero tú e res experta, ¿o no?. --"¡Ya cállate Hugo!, pues no se pero seguro tienes quien te chupe la pinga, no te ha gas si te andas cogiendo hasta a tus cuñadas, eres el escándalo de la familia, ¡ya ni f riegas!, con razón tu esposa no te deja un momento sólo, nomás andas viendo donde mete r la verga, ¡descarado!, mira que cogerte a tus cuñadas y las tres ¡ya son casadas!, e res un inmoral y lujurioso además", dijo Ana mientras con disimulo acariciaba la d ura tranca del hermano. --"Bueno, yo no tengo la culpa que a mis cuñadas sean tan calientes y les encante la verga, con eso que están tan buenas, y la verdad maman bien rico pero tu eres mej or mamacita, anda ya, vamos a hacerlo", dijo Hugo jalando del brazo a su congénere para llevarla a la sala, Ana lo siguió a pasos pausados mirando de reojo la sombra que espiaba tras la ventana de la cocina, "seguro es Andy", pensó la madura rubor izándose. Cuando llegaron a la sala Ana trató de poner las reglas: "mira Hugo lo que hacemos es por demás incorrecto, alguien puede vernos, tú mamá o mi hijo, así que vamos a hacer alguna cosa rápida , te la chupo rico y ya, no podemos tardar mucho, pueden ocurrir cosas", pero el hermano la obligó a hincarse sobre el tapete diciendo: "si, pero ya ponte a mamar que siento que la leche se me sale"; la mujer mirando de reojo a la ventana de la sala y mientras acariciaba la verga fraterna y le daba besos en la punta, añadió: "¡ay Hugo qué obsceno eres!, mira que insistir que yo, tu hermana, te chupe el pito, ¡no tienes vergüenza!". --"¡Cállate y sigue mamando!, vieja calentona", sentenció el hermano.

Y Ana, sin dejar de ver la sombra escondida tras la ventana abrió la boca para tra garse la verga de su hermano, con lentitud, ternura, lujuria, o todo junto, succ ionó la erecta tranca que le llenaba la boca, chupando con fuerza, quizá para apurar la eyaculación, pero a la vez con placer, compartiendo el incestuoso rapto entre hermanos y pensando: "mírame Andrés, cómo chupo una verga, la pinga de mi hermano, tan rica y jugosa, mira papacito como mamo verga, ¿eso querías hijito querido?, ¿verme co n otro haciendo cochinadas?, pues anda, aquí estoy, chupando una pija jugosa y bie n erecta, como me gustan, ¡bien paradas y escurriendo babas!, ¿te gusta verme así hiji to de mi vida?, ¿sí?", y sacando la verga de su boca preguntó a su hermano con cara de inocencia: "¿te gusta como te chupo la verga?, ¿así te gusta?, ¿te lo hago más rico que t u esposa o tus cuñadas?, ¿si? --"¡Cállate y sigue mamando hija de la chingada!, sigue mamando que siento que se me salen los mocos", digo con voz sofocada el hermano. Y la obediente hermana volvió a tragarse la dura tranca, succionando con placer cr eciente, contagiándose de la lujuria de su hermano, así siguió varios minutos, aferrad a con una mano a la base del miembro y succionando el glande de forma por demás pl acentera, provocando los gemidos de su congénere, quien suspirando pidió en voz baja : "¡ay Chiquis de mi vida!, me sacas los mocos, hummm, sigue mamando, más fuerte, ch upa toda la verga, huuummm, chiquita que bien mamas la verga, hummm, ay hermanit a, me están dando ganas de meterte la pinga por el hoyo, humm, anda ven, voltéate y apóyate en el sillón". --"¡Ay Hugo!, mejor no, mira que puede venir alguien y verte haciendo tus cochinada s conmigo", dijo Ana tratando de evitar el incestuoso encuentro, pero más bien obe deciendo a sus propios impulsos, por ello echó una mirada a la ventana de la sala, como para comprobar que su hijo siguiera espiando; con ansia anticipada dejó que el hermano le alzara la falda y le bajara los calzones y cuando Hugo le apuntaba la verga entre las carnosas nalgas Ana dijo con voz sofocada: "despacio papito, mételo despacio, no me lastimes y procura terminar rápido que alguien puede bajar p or la escalera", y mordiéndose los labios espero la ruda arremetida. El hermano no hizo caso de las apuraciones de la hermana, con lentitud abrió los c arnosos y suaves cachetes del culo de Ana, se solazó mirando el deforme culo, cuyo s pliegues denotaban el intenso uso de su propietaria; luego deslizó con suavidad el glande lustroso entre los mofletes del culo, mojando de babitas el orificio a nal, la madura con los ojos cerrados suspiraba pidiendo: "ya Hugo de mi vida, me te la verga, ya la quiero, anda, apúrate, no tardes, ya vente por favor", y en ese instante el hermano presionó la verga en el hoyo negro y deforme y de un solo emp ujón sumergió la dura tranca hasta quedar ambos pegados, la verga completamente sumi da en el intestino de la madura, que con los ojos cerrados y mordiéndose los labio s trataba de acallar la brutal cogida. Todavía el hombre se mantuvo quieto unos segundos, disfrutando de la enculada, sor prendiéndose del apretado culo de su hermana, sin poderse contener comentó: "¡Ay Chiqu is!, sigues teniendo un culo delicioso, aprietas bien duro, sabroso, y eso que h az usado bastante la cola y todavía aprietas, chiquita linda". --"¡Ya cállate Hugo! Y termina por amor de dios", dijo la madura con voz suplicante. Esa fue la orden, el hermano se aferró a las suaves nalgas de su hermana e inició un a furiosa serie de arremetidas que hacían temblar el sillón, provocando que las nalg as de Ana brincaran con cada metida de verga, sacando suspiros y gemidos apagado s de la mujer que aferrada al sillón soportaba la cogida anal, hasta que tal vez m uy pronto la madura sintió en el ano las palpitaciones de la verga que tenía bien cl avada, y suspiró, su hermano le estaba llenando el intestino de mocos y ella suspi raba, apretando a pausas el culo para acrecentar el placer de ambos; Hugo con la mirada extraviada todavía daba pequeños arrempujones al flojo hoyo anal, deleitándose con la rica venida que se había dado en el culo de su hermana, hasta que ella rec uló obligándolo a que sacara la verga goteante de semen y rauda huyó al sanitario, sos teniendo los calzones que llevaba a media pierna, tenía que cagar el semen que había recibido y limpiarse el culo, pues el olor a semen y a mierda era por demás escan daloso. Minutos después Ana encontró en la cocina a su hermano que comentó: "eres deliciosa he rmanita, debí haberme casado contigo, coges de una forma maravillosa, mamas y cule as como los propios ángeles".

--"Ya no digas estupideces por favor, sólo espero que luego de lo ocurrido me deje s en paz, que ya no estoy para andar haciendo pendejadas contigo, ¿entiendes?, ve a hacer tus cochinadas con otras viejas, como las putas de tus cuñadas, ¿eh?", dijo la mujer de forma terminante. --"Humm, hermanita, ¿por qué te enojas?, a poco no estuvo sabrosa la cogidita que no s echamos, además no se de qué te espantas, no me vas a decir que no andas cogiendo con alguien, a ver confiesa, mamacita, tu no puedes estar sin coger, te conozco muy bien ¿o no?, por cierto ¿por qué traes rasurada la panocha?, seguro para que tu nov io de chupe más sabroso el coño, ¿o no?", dijo el hermano con seguridad. --"No digas tonterías, tu me obligaste a coger, ¿o no?, y si estuvo rica la culeada, ya sabes cómo me gusta mamar y culear, sólo que no debemos desenterrar cosas del pas ado, ya somos personas adultas, con familia y todo y respecto a tu pregunta me and o cogiendo al director de la escuela donde trabajo, es un viejito calenturiento que además se anda cogiendo a todas las misses que llegan a trabajar ahí, ¡el muy cabrón !, nomás ve una escoba con faldas y ahí va tras ella, pero no salimos seguido, con e so de que lo tengo que compartir con cinco maestras ya sabrás, de vez en cuando nos echamos un rapidín en la dirección del plantel, eso es todo, por lo demás ya no soy t an caliente como antes, puedo pasar meses de abstinencia sexual sin problema, no que tú con tus cuñadas, ya ni friegas, tu mujer te vino a acusar con tu mamá, ya ponte en paz hermanito; oye mejor voy a despertar a mamá, ya durmió mucho, ¿no?". --"No, mujer, déjala, ella se despierta sola, no la molestes, además si subes a lo m ejor la agarras haciéndose la chaquetita, je je je", dijo el hermano sonriendo con malicia. --"¡Ay Hugo cómo crees!, ni a tu madre respetas, ¿cómo puedes pensar que mi mamá a su edad se ande tocando la pepa?, ya ni friegas". --"Tu porque no vives aquí, pero tu madrecita todavía anda ganosa y de que se mastur ba lo sabemos muchos, sin ir más lejos tu hermanita Claudia le compró un vibrador de buen tamaño, con eso de que ella se mete cosas para aplacar la calentura porque el marido no la llena, ¿o no?, y si no me crees ahora que puedas revisa el buró de la c ama de tu mamá, verás el juguetito que utiliza la señora, viejas calentonas todas son i guales". --"Ya por favor Hugo deja de hablar pendejadas, voy a avisarle a Andrés que ya nos vamos", dijo la mujer tratando de poner fin a la plática del hermano, y cuando sa lía de la cocina alcanzó a escuchar a su hermano: "Oye Chiquis, luego te busco para repetir la culeada, ¿sí?", ella ya no contestó. Cuando entró al cuarto de la tele encontró a su hijo agitado y nervioso, el chico se le arrojó a los brazos, besándola con pasión, agarrándole las caderas y suplicando: "ay mamita querida, ¡que caliente me puse al verte cogiendo con el tío!, mira como esto y", y llevó la mano de su madre a la abultada entrepierna. --"¡No Andy!, espera, no, espera, no podemos hacer nada aquí, en la casa lo hacemos, pero aquí de ninguna manera, anda vámonos ya, tu abuela está dormida, mejor no la desp ertamos, que Hugo le avise que ya nos fuimos, anda hijito de mi vida, no seas im prudente, por favor", dijo la madre separándose de su vástago. Minutos después madre e hijo ya iban rumbo a su hogar, notaron que ya había anocheci do y al pasar junto al antiguo río, que por los bordos aún conservaba una larga fila de árboles frondosos, la mujer comento: "a veces aquí me traían mis novios para fajar y hacer cositas sucias, es más, tu padre me traía seguido cuando éramos novios hacíamos cada locura, una vez nos descubrió una patrulla cuando le hacía una mamada a tu padr e, ¡qué vergüenza!, terminamos en la delegación, los policías le quitaron hasta la cartera al cabrón de tu padre". --"¡De verdad mami!, ¿hacías eso aquí?, oye me gustaría que me hicieras una mamadita aquí, d entro del carro, no pasa nadie, todo se ve oscuro, anda ¿si mami?". --"¡Ay Andy!, mejor no te hubiera dicho nada, ahora te vas a poner necio con que l o hagamos aquí, ¿qué no ves que puede pasar una patrulla y descubrirnos a mi mamándole la pinga al hijo, ¡ni lo mande dios!". Pero Andrés ya había liberado la verga del pantalón y mostrándola a la sorprendida madre espero que ella hiciera su parte, la mujer se agachó con lentitud a la entrepiern a del hijo, mirando de reojo por si descubría algo extraño y diciendo: "pero nomás una mamadita, rápida, te vienes rápido y ya, nos vamos a la casa". Y la mujer acercó la boca abierta hasta la erecta tranca del hijo, ansiosa, urgida

de placer, y lamió con delicadeza, con cariño, la lengua recorrió los bordes del glan de, para luego agarrar con la mano derecha el duro tronco y a la vez que succion aba la roja cabezota de la verga frotar con energía la dura pinga; intentó apresurar la venida, no deseaba que algo malo pasara en ese oscuro lugar, y siguió lamiendo y succionando la verga y su mano con movimientos de arriba abajo frotando la tr anca, hasta que segundos después Andrés suspiró y llenó de mocos la boca golosa de su ma dre que se apuró a mamar el semen, lo tragó, succionando fuerte, volvió a tragar el se men delicioso de su hijo, y suspiró amorosa, lengüeteando la verga que todavía palpita ba. Cuando se recuperan Andrés propone: "ahora mami, vamos a pasear entre los árboles y hacemos el amor, ¿sí?". --"No papacito, ya no hagamos locuras, en la casa te hago rico y te doy lo que q uieras, aquí no", y poniendo en marcha el auto se enfilan rumbo al periférico, que a esa hora luce desierto. Comentarios: Paco, me escuchas, cambio...... _Paco, me escuchas, cambio....... _Si, dime José ¿que pasa? Cambio..... _ ¿Dónde estas ahora?,cambio..... _ Estoy llegando a Sevilla, cambio.... _ Paco, no vengas por la Ruta de la Plata, qué el temporal de nieve, la cerro y no sotros estamos atrapados aquí, en Palencia, ve por Portugal, es importante que hag as la entrega esta semana sino nos quitan el contrato ¿esta claro? Paco, cambio... .. _ Si, tranquilo, ahora mismo cojo la desviación para Portugal y seguro que la entr ega la hago, sino esta noche mañana por la mañana, cambio.... _ Vale, Paco, que tengas un buen viaje, cambio..... _Vale José...Oye a propósito vosotros ¿como estáis? ¿Necesitáis algo? cambio.... _ Nada, tío estamos de escándalo, la Guardia Civil, nos mando parar justo al lado de una estación de servicios, ya hemos hecho acopio de un buen surtido de víveres y lo único malo es que sigue nevando y bastante, así que no te preocupes, buen viaje y c ambio.... _Vale me alegro oírlo, hasta pronto y cambio. Apague la radio del camión, apague el motor, lo había encendido para calentar un poc o la cabina con el aire acondicionado, mire para ella y le dije... _ ¿Qué, como estas? _ Bien, estoy contigo que es lo importante, que si esto te llega a pasar a ti so lo y yo en casa sin saber como estabas me moriría de angustia _ ¿Quieres tomar algo mas....? _Que dices tú, si ya estoy llena, no veas lo bien que comimos y bebimos en la gaso linera, quizás lo único que eche en falta es una ducha, pero esto es lo que hay ¿NO? _ Je je...pues si esto es lo que hay ¿que te parece si preparo la cama y nos acost amos? _ Vale, perfecto y ponemos una peli en ese DVD portátil que tienes ahí Mientras hacia la cama le dije... _ Pues lo de la peli no va a poder ser, son películas de demasiada acción de las que no te gustan a ti, así que mejor dormimos y ya esta Me salí de nuevo para la cabina y corrí las cortinas a lo largo de la cabina del cam ión y me empecé a desnudar,solo me quede con el calzoncillo y una camiseta de manga corta mientras ella se desnudaba,con la sutileza que poseen muchas mujeres ,que se despojan de sus ropas sin mostrar nada y se quedo con unas bragas y una camis etas de tirantes, se le notaban sus hermosos pechos y grandes, me mando pasar, q ue ella quería dormir cerca de la puerta ,no me opuse, pase abrí los sacos térmicos qu e nos habían regalado los de la tienda de deportes de nieve donde yo hacia casi to das mis compras, los había puesto uno dentro del otro como me habían recomendado par a que dieran mas calor me metí y luego ella y le dije que corriera la cremallera d el saco exterior,asi lo hizo y le dije que se acercara a mi para tratar de entra r en calor los dos, ¡JODER! que fría estaba y eso que estábamos dándonos las espaldas el uno al otro, nos pusimos a tratar de dormir yo la verdad no podía no hacia mas qu

e pensar en como llegamos a esa situación... Mi nombre es José, tengo 20 años desde los 18 años, soy camionero como mi padre, soy a lto mido 1,84 de complexión fuerte me gustan los deportes sobre todo los de alta m ontaña, cosa que no practico desde hace un año. Al igual que mi vida sexual con las chicas es prácticamente nula, desde ese mismo tiempo, el problema es que mi padre al ver que yo no quería seguir estudiando, que quería hacer la ruta como el. Decidió comprarse otro camión y busco un contrato con u na empresa de trasporte en la que se comprometía a llevar todas las semanas por lo menos un porte desde La Coruña hasta Algeciras y al revés y puso como aval para la compra del nuevo camión el viejo y nuestra casa La cosa es que todo iba bien por lo menos el primer año, para un camión contratamos a un chofer, Paco, el hombre con el que estuve hablando por la radio y el otro p ues habíamos acordado que una semana lo llevaba yo y la siguiente mi padre así dispo ndríamos de mas descanso tanto el como yo. Pero el muy cabron se lió con una putilla de carretera y nos abandono a mi madre y a mi. Se divorciaron y por los papeles de divorcio mi madre le dio todo el dinero del banco que habían ahorrado pero el nos tenia que dar la casa y los camiones, así que, es muy duro ser tan joven y estar peleando para que el banco no se lleve lo que es tuyo, no tenia un día de descanso y muchas veces llegaba a casa muerto y mi mad re que no es tonta lo noto y sin decirme nada se apunto a una auto escuela para sacarse el carné de camión y hacer lo que hacíamos antes mi padre y yo. Cuando se lo saco me dijo que ya podría descansar que ella llevaría el camión la sigui ente semana, como podréis imaginar me opuse, no por el echo de que fuera mujer, si no porque era demasiado novata como para atravesar España de una punta a otra y si n experiencia así que le propuse que la semana siguiente que se viniera conmigo y podría ver si estaba preparada y si se adaptaría a tantas horas de camión. Mi madre, se llama Maria, tiene 37 años es alta 1,75 muy bien proporcionada, muy g uapa, de su cuerpo destacan sus pechos y su cara, es fuerte, vital, muy alegre y muy simpática se ríe por todo, nuestra relación es especial yo siento verdadera predi lección por ella y a ella le ocurre lo mismo conmigo y no de ahora sino desde siem pre y aquí comienza nuestra historia..... Habían transcurrido como unas 7 horas desde que nos acostamos y una voz procedente de un megáfono nos despertó... LES HABLA LA GUARDIA CIVIL ¡ATENCIÓN, ATENCIÓN! POR FAVOR NO ABANDONEN SUS CAMIONES SI NECESITAN USTEDES ALGO DIGANOSLOS POR SU EMISORA DE RADIO UTILIZEN EL CANAL 1.1 DE LA BAJA FRECUENCIA QUE NOSOTROS TRATAREMOS DE HACERSELO LLEGAR, PERO POR FAV OR NO SALGAN DE SUS CAMIONES.GRACIAS POR SU COLABORACION. Mi madre ,no pudo contener su curiosidad y se levanto, se puso de rodilla en el asiento y descorrió la cortinilla del cristal delantero y pudimos ver la cantidad de nieve que había caído llegaba a casi la mitad de la puerta del camión casi 1,60 de altura de nieve, con razón la Guardia civil no quería que nadie saliera de los camio nes, pero en ese momento yo tenia clavada mi vista en el culo de mi madre, era h ermoso, se le notaba duro, la braga se le había metido en la raja del culo parecía u n tanga mas que una braga y se le notaban algunos pelos de su coño¡joder! Que imagen mas hermosa, sin darme de cuenta me estaba empalmando. ¡Vaya corte! Me estaba emp almando con mi madre Ella me iba a decir algo y volteo su cara hacia la mía y me vio mirándole su culo y dijo... _ ¡OYE! Cochino que para ahí no se mira...jaja jaja _ Lo siento mama perdóname. Que vergüenza ¡joder! Me di la vuelta dándole mi espalda Ella seguía riéndose y se acostó de nuevo pero esta vez lo hizo pegándose a mí, pude notar sus pechos en mi espalda y entre risas me dijo... _ Venga tonto, date la vuelta que no fue para tanto _ Lo siento de verdad mama, perdóname. _ Venga, hombre date la vuelta que no pasa nada _ Es que no puedo mama _ Pero quieres dejar de ser un crió y darte la vuelta Tirando de mi hombro con su mano

_ ¡Mama, coño, que estoy empalmado! Yo no quería ser tan brusco, pero era la verdad hubo un silencio y al rato _ Jaja jaja jaja _ Mama ¡JODER! Córtate un poco que esto me da mucha vergüenza _ Lo siento...jaja jaja...Perdona jaja jaja _ Hay que ver como eres, mama lo estoy pasando realmente mal y tu partiéndote de r isa _ Perdona José cariño pero esto es lo más grotesco y a la vez gracioso que me ha pasad o nunca jaja jaja lo siento Se dio la vuelta y note como hundía su cara en la almohada sin duda para seguir rién dose, ya os comente que tenía un sentido del humor a prueba de bombas. Así que paso un rato me dijo _ ¿Qué, ya te paso? _Si pero no veas que apuro mas grande _ Jaja jaja _ ¡Coño! Mama, no empieces otra vez. _ Vale, vale perdona, anda date la vuelta que quiero hablar contigo Me di la vuelta y ella hizo lo mismo, así que ambos nos miramos para la cara ella me dijo... _ Tienes que aprender a reírte más de las cosas de la vida sino acabaras siendo un a margado como el cabron de tu padre _ Mama pero, si estoy empalmado y con mi madre al lado no es para nada gracioso Me empezó a acariciar la cara y me dijo... _ Pero si yo me rió que en teoría tenia que ser la ofendida, tu deberías de hacerlo ta mbién _ Ya pero tú sabes que no tengo el sentido del humor que tú tienes y mejor por favor , dejemos este tema. Hubo un silencio ella seguía acariciándome la cara los dos nos estábamos mirando, no h abía reproches ni culpabilidad se nos notaba a los dos muy a gusto, hasta que ella me dijo... _ ¿Puedo preguntarte una cosa? Y prométeme que vas a ser sincero en tu respuesta _ Venga, tu pregunta que yo ya te... _No, quiero que me digas la verdad, al igual que yo haré si tu me preguntas algo ¿va le? ¿Me lo prometes? _ Que si, pesada, te diré la verdad Yo pensaba que me iba a preguntar si quería que ella fuese camionera como yo o alg o por el estilo y me salta con... _ ¿Cuánto tiempo, llevas sin estar con una mujer, sin... bueno eso sin...follar habl ando en plata? _ ¡Ala mama! ¡JODER! Que tú no te cortas con nada Se sonrió y me dijo... _ Venga la verdad que me lo prometiste _ Bueno pues hace un año y tres meses ¿contenta? Me hizo poner colorado, pero yo a ella tenia la intención de ponerla igual así que l e dije... _ ¿Y tú? _ Pues la última vez que tu padre estuvo en casa, hace un año y dos semanas Me respondió con toda naturalidad, sin duda a ella no la iba a poner colorada tan fácilmente y estaba maquinando haber como le preguntaría algo para ponerla colorada y entonces ella me dice... _ Y desde entonces que haces ¿te la machacas tu solo o pagas para que te la machaq uen? _ ¡JODER MAMA! Esta bien, si eso es lo que quieres, pero vamos a jugar los dos, así que no te asustes por mis preguntas. Y no, no pago, me la hago yo mismo y casi todos los días Se echo a reir, pero esta vez notaba algo distinto en su risa como un poco de mi edo, así que me lance iba a por todas la iba a poner colorada de verdad que se le iban a quitar las ganas de seguir jugando conmigo... _ El consolador, ese que tienes en la mesita de noche. ¿Lo compraste para cuando p apa no estuviera o por algún otro motivo?

_ ¡AH! cabroncete lo sabias ¿no? _jaja jaja Ahora era yo el que reía _ Pues si en un principio lo compre para no notar la ausencia de tu padre, pero con el tiempo lo usaba después de follar con el, muchas veces me dejaba a medias y tenia que recurrir al consolador.jejeje Se había puesto colorada jejeje, el dulce sabor de la venganza _ Ahora me toca a mí, José, si no pagas ¿con que te excitas?ya que no tienes tiempo pa ra una relación ¿con que te excitas? _ Con películas porno que tengo ahí _ ¡AH! mentiroso, con que de mucha acción ¿no? _ Si, no pretenderías que te las dejara ver jaja jaja _ Vale ahora yo...y tu mama ¿con que te excitas? _Pues con alguna película, casi siempre y alguna vez con los recuerdos buenos que aun me quedan del cabron de tu padre _ Y tu José ¿Qué tipo de películas, son las que mas te excitan? _ Pues las de un tío y una tía, a veces dos tías y un tío, sexo anal Squirting... _ ¿eso que es? _ Pues son tías que se corren de una manera que parecen que se están meando _ Ah jaja _ ¿de que te sonríes? _ No, de nada _Venga que prometiste decir la verdad _ Bueno, es que yo cuando me corro a veces lo hago como si me meara _ ¡No jodas! ¿De verdad? _ Si y DIOS como me gusta La verdad es que estaba nuevamente empalmado, así que empecé a echar el culo para at rás para que ella no lo notase. _ ¿Qué haces, Jose? ¿Que te pasa? _ Es que estoy empalmado de nuevo y no quiero que pasemos un mal rato por mi cul pa _ Pues hijo afloja un poco que estas echando el culo tanto para atrás que estas cl avándome la cremallera del saco en la espalda _ Uy, coño, perdona mama lo siento Y afloje un poco que si a ella no le importaba notar mi polla a mí tampoco que la notara y decidí seguir con las preguntas... _ Y a ti ¿Qué pelis te gustan? _ Pues prácticamente las mismas que a ti pero que los tíos tengan la polla grande Inconscientemente, lo juro de verdad, se me dibujo una sonrisa en mi cara, que n o paso desapercibida para mi madre y me dijo... _ ¿Y tu de que te ríes? Dude un momento, pero se lo dije... _ La verdad, es que la tengo grande, jejeje _ Si, seguro la ultima vez que te la vi,te acuerdas tenias 14 años y estabas en la ducha yo entre corriendo porque algo me había sentado mal en la comida y quería dev olver en el water y lo que vi no era como para echar cohetes _ Ya, pero las cosas cambian y te aseguro que cambiaron jejeje _ No me lo creo ¿Cuánto te mide? Esta, era una situación nueva en nuestras vidas, pero que dado el cariz que estaba n tomando las cosas no me incomodaba lo mas mínimo así que le dije... _ Pues empalmado como estoy ahora, mide cerca de 21 centímetros y de diámetro unos 5 5 milímetros, cuando no estoy empalmado unos 13 centímetros de largo y unos 35 milímet ros de diámetro _ Si y voy yo y me lo creo, tú te crees que nací ayer ó ¿Qué? _ De verdad te lo juro Hubo un silencio, que como diría Joaquín Sabina, qué sonó a signo de interrogación, seguíamo s mirándonos, mí mirada como retadora, la de ella como de intriga, sabía que solo había una manera de aclarar aquella situación, pero a ver ¿quien daba el primer paso? _ No me lo creo

_ Pues tu misma _ Pues eso, qué no Yo estaba frito por enseñársela, pero no sabía como iba a reacionar, ¡coño! que es mi madr e que no es cualquier tía, así que lance la ultima pregunta retadora, si la aceptaba bien, sino, pues acabábamos con el tema y a otra cosa. _ Dado el nivel de confianza que estamos cogiendo con esta conversación, veo que s olo hay una manera de salir de la duda y por mí de acuerdo con lo que tú digas, pero creo que la única manera es que te la enseñe, así que... ¿tú decides? De nuevo el silencio, pero esta vez una sonrisa se dibujaba en su cara, que pill a es, había aceptado el reto y no tardo ni dos segundos en decirme... _ Venga, a ver enséñamela, pero como no sea cierto y sea un embuste tuyo, te acuerda s de mi, vamos que te capo aquí mismo Sonriendo los dos, pero a la vez excitados me saque el calzoncillo y le dije... _ Baja la cremallera del saco, así me puedo destapar mejor Lo hizo sin dejar de mirar para mi, si que tenia habilidad, ò ganas ¿no, se? así que l o hizo le dije... _ ¿Lista? _ Si Levante el saco y allí apareció mi polla apuntando hacia mi pecho y les juro que ¡jode r! Nunca la había visto tan grande, dura y hermosa _ ¡JODER! ¡MADRE DEL AMOR HERMOSO! Pero que cosa tan increíble tiene mi niño ahí, jajaja Se sentó cerca de mi polla para verla mejor la notaba contenta, como con ganas de tocar aquello pero se contenía y no hacia mas que sonreír y mirar para mi y sobre to do para mi polla sin dejar de mirarla me preguntaba cosas... _ ¿Con esto habrás echo feliz a muchas mujeres? Que barbaridad _ Pues solo hubo una que me dio las gracias después de haberla follado, las demás, c omo que les dolía _ Seguro que esas nunca sabrán lo que es bueno Los pezones de sus pechos parecían verdaderas pollas de lo erectos que estaban, se les marcaban un montón en su camiseta, ella no se daba de cuenta pero se relamía un a y otra vez mirando mi polla, ahora era yo el que tenia el control de la situac ión, no sabia si me la iba a follar o no pero estaba dispuesto hasta que pasara lo que pasara, que era yo el que iba a disfrutar del momento, así que le dije... _ Mama, ven échate, vamos a taparnos que me esta cogiendo el frió. _ ¡Ay ¡ si claro perdona mi niño Se tumbo, de nuevo mirando para mi y me dijo... _ Cierra tu la cremallera cielo Para hacerlo me tenía que poner sobre ella ó cuando menos arrimarme, un rato, así que era yo el que tenía el control, una leche, no sabia nada, no, que va. Así que, arrime mi cuerpo hacia el de ella y también mi polla hacia su vientre y de reojo mire para su cara, en ese momento había cerrado los ojos le estaba gustando lo que notaba jajaja. Retrase un poco lo del cierre, una vez cerrado le dije... _ Acércate un poco mama que tengo frió. _ Si claro, mi cielo Apretó su pecho contra el mió y una de sus piernas la paso por encima de las mías, que dando mi polla tocando su coño, me tenia abrazada con sus manos en entre mi cabeza y hombro, entonces le dije... _ ¿Y tu, no tienes frió? _ Pues si, un poco Metí mi mano por debajo del saco la cogi a ella por la cintura y la apreté contra mi , ahora notaba claramente su braga toda mojada en mi polla, entonces le dije... _ ¿Qué tal, mejor? Un pequeño ahh de placer se le escapo y me dijo _ Si ahora bastante mejor Nos quedamos un rato mirándonos, sabedores de que algo podía pasar, solo faltaba ven cer los obstáculos para que "eso" pasase _ Desde luego nunca imaginaria que estuvieras así Me hice el tonto y le dije... _ ¿Estar como mama?

_ Así Y apretó su coño contra mi polla una vez y aflojo, dos y lo volvió a aflojar y a la qu e hizo la tercera lo apretó con más fuerza y lo dejo _ Veo que estas orgullosa de mi mama _ Y que madre no lo estaría Llevábamos así como dos minutos sin hacer ni decir nada solo mirándonos y sintiéndonos, así que le dije... _ Mama ¿te puedo pedir un favor? _ Si, cielo dime ¿Qué quieres? _ Veras es que me esta haciendo daño la costura de tu braga, en mi polla, pero por otra parte estoy tan bien que no me gustaría que te sacaras _ ¡Ay! Mi niño que le estaba haciendo daño, pues nada espera que ahora me la quito y e n paz, total tú estas desnudo y no es justo, así estamos a la par. De un rápido movimiento se saco la braga ,se la paso por su coño como para limpiarse un poco la tiro al piso de la cabina y de nuevo me echo la pierna y puso su coño sobre mi polla, ahora ya no pudo disimular y exhalo un pequeño quejido ahhhhhg. Pude notar sus pelos, su humedad y sobre todo su calor vaginal _ De verdad mama nunca pensé que lo iba a pasar tan bien en este viaje _ De verdad ¿lo estas pasando bien? _ Y tanto, ¿puedo seguir con las preguntas? _ Si claro, dime. _ ¿Le has sido infiel al cabron de mi padre alguna vez? _ Por ganas, muchas pero la verdad es que ninguna vez he estado con un hombre es tando con el _ ¿Cuántas pollas han tocado tu coño? _ Contando la tuya, pues... 8 _ ¡Joder! Mama que te casaste a los 17 años _ No hijo a los 17 naciste tú, pero yo desde los 15 ya le estaba dando _ Pues si que fuiste rápida _ No se si fui rápida ó no, lo que se, es que lo hice cuando yo quise, ó tu te crees q ue lo del sexo lo descubristeis lo de tu generación al igual que el hachís, la maria , ó la coca _ ¡COÑO! No me digas que también le dabas a las drogas _ Algún que otro porro, si es cierto que me lo fume, pero de ahí a otra cosa no _ Y ¿hace mucho que no fumas porros? _ Pues desde hace... como 12 ó 13 años _ Y ¿Lo dejaste por algo malo? _ No que va, lo que paso es que tu padre compro el camión y dijo que todos los gas tos extras había que suprimirlos _ Pues nada cuando lleguemos a casa te invitare a uno y tranquila no soy un fuma dor habitual sino ocasional _ Te puedo preguntar una cosa, ¿cielo? _ Si, dime _ ¿A que edad follastes por primera vez? _ A los 18 _ Y ¿con quien? _ Si te lo digo me prometes que ¿nunca se lo dirás a nadie y que no vas a armar un c risto? _ Sí, por supuesto _ ¿Me lo prometes? _ Que si, tonto venga dime _ Fue con la tía Lola _ ¡QUÉ, CON MI HERMANA! _ Mama coño, que me prometiste que no ibas a montar ningún cristo _ Vale, vale Pero notaba algo raro en el ambiente, no se si era por lo que le acababa de conf esar o por otra razón, así que decidí averiguarlo... _ Mama te podrías poner encima mió, que ya me esta empezando a doler el pescuezo de mirar para ese lado y así podíamos seguir hablando. Sin decirme nada se puso y lo que es mejor abrió bien sus piernas para notar mi po

lla y que yo notase su coño, apollo sus antebrazos en mis hombros y su cara muy ce rca de la mía, entonces me dijo... _ ¿Cuéntame lo que paso con Lola? _ Como ya sabes hace dos años la invitaste a pasar unos días con nosotros en nuestra casa, la pobre estaba muy abatida por la muerte de mi padrino, (su esposo). Y a pesar de qué ya hacia dos años de eso y la pobre no levantaba cabeza, recuerdo q ue tu nos habías dicho que mientras ella estuviera en nuestra casa que todos la te níamos que colmar de atenciones, "todos" y que la hiciéramos pasar lo mas felizmente posible, su estancia en nuestra casa. Así que yo empecé a decirla lo guapa que estaba que si no fuera por que éramos familia le echaba los tejos...en fin esas cosas _ Y ¿Qué paso? _ Pues que ella se empezó a poner más sexy por lo menos eso me parecio y haber si me entiendes, no es que sea fea que no lo es, quizás tenga un pelin de gordura pero nada, que no la tiene ¡COÑO! Mama que la tía Lola estaba muy buena, no tanto como tu, pero si lo estaba. Una sonrisa de la cara se le escapo a mi madre y me dijo... _ Con que estoy buena ¿no? _ Si mama estas muy buena, pero eso ya lo sabias ¿no? Y empezó a mover su coño en mi polla suavemente casi diría indescriptiblemente y me di jo... _ Si, venga dime ¿que mas paso? _ Pues que un día en la cocina y te juro por lo que mas tu quieras que no lo hice a propósito, pues que arrime mi polla a su culo _ ¿Así, sin mas? _ No coño, lo que pasa es que ella estaba guardando unas ollas en el mueble de la cocina y yo iba para el frigorífico y como de aquella teníamos la mesa grande ¿te acue rdas? Pues quedaba poco espacio en el pasillo, y eso que pase rozando mi polla c on su culo _ ¿Pero tu estabas así? Y apretó su coño contra mi polla y luego lo aflojo _ No que va si llego a estar así, ni intento pasar Y ahora fui yo el que apretó mi polla contra su coño pero con mas fuerza casi levantán dola, vi como cerraba sus ojos y afloje y volvió a abrir sus ojos para clavarlos e n los míos, sin duda los dos estábamos disfrutando de este juego morboso, creo, que si en ese momento le decía que tenia ganas de follarmela,posiblemente acabaríamos ha ciéndolo, pero como tenia una pequeña duda, pensé que lo mejor era seguir con el juego , no sea que meta la pata y bien metida y la verdad lo estábamos pasando bien, así q ue seguí... _ Veras, antes de nada te diré que ese mismo día la había visto desnuda en el cuarto d e baño, solo pude verle el culo y las tetas _ Pero ¿Cómo? _ Espera que ahora te lo cuento, ella se había duchado y yo iba para el baño a ducha rme, te juro que no la había escuchado, así que llegue y como vi la puerta abierta, pensé que no habría nadie y entre. Y en ese momento ella se estaba subiendo la braga, estaba de espaldas a la puert a, solo me dio tiempo a verle el culo ---uy perdona, pensé que no había nadie ---nada, hijo tranquilo que ya acabo Diciendo esto se da la vuelta hacia mí mostrándome sus hermosas tetas, redonditas, f irmes, nada caídas un poco mas pequeñas que las tuyas pero hermosas _ ¿hermosas tetas? No te jode sino tuvo hijos y aun encima esta yendo a un gimnasi o desde hace 5 años como para no tenerlas guapas Note algo de celos en las palabras de mi madre, así que le cogi la cara con mis ma nos y le dije... _ Las de la tita Lola son hermosas pero las tuyas son el sueño de todo hombre por lo menos para mi y eso que nunca te las vi y le di un suave y pequeño pico en sus labios Nos separamos un poco yo sin soltar su cara y mirándonos ella me dice... _ ¿Quieres verlas?

_ Me encantaría _ Sácame la camiseta Metí mis manos por debajo del saco y le cogi la camiseta a la altura de la cintura y empecé a tirar hacia arriba para sacársela se la quite y la arroje a un lado, ell a estiro los brazos apoyándolos en la cama y a la vez clavando su coño en mi polla c on fuerza y me dijo... _ Venga defínelas _ Son perfecteas, grandes como me gustan a mi, tienes unos pezones que me pasaría horas y horas chupándolos y mordiéndolos, se ven firmes y un poquito caídas, déjame saca rme mi camiseta para notarlas mejor _ De eso nada estas castigado, eso último que me dijiste no me gusto Me dijo sonriendo y se echo de nuevo encima de mí apoyando sus antebrazos en mis h ombros y su cara muy cerca de la mía y me dijo... _ Venga sigue, cuéntame como te la follastes Yo empecé a mover mi polla, poco a poco y con cara sonriente me dio un cachete car iñoso en la cara y me dijo... _ Para y sigue contando como te follastes a mi hermana _ Vale, al pasar hacia el frigorífico note que Lola no se separaba hasta me dio la impresión que empujaba así que cuando llegue al frigo pues cogi un zumo y disimulad amente vi como Lola estaba quitando la que antes había puesto _ ¡PUTA! Sonriendo _ Los comentarios están prohibidos ¿vale mama? _ vale, sigue _ Pues que acabe el zumo y me dispuse de nuevo a pasar pero esta vez lo haría mas lentamente y si quería ella pues hasta a lo mejor tendría premio _ ¡CHULITO! _ Mama, que te dije de los comentarios _ Vale, sigue _ Me puse a la altura de su culo y cogiendola por la cintura le dije... --- ¡Que buena estas! Ella no decía nada al revés empezó a mover su culo de arriba abajo y claro me empalme, se dio la vuelta y mientras su boca me besaba la mía su mano se fue directa para mi polla y al notar esto... Hice un pequeño movimiento con mi pelvis, empujando mi polla contra el coño de mi ma dre, ella sonrió e hizo lo mismo _ Que más, sigue contando _ Pues que su mano no daba par cubrir mi polla se retiro un poco y me bajo el baña dor que tenia puesto y sabes que dijo ¿así que la vio? _ No, que dijo _ ¡MADRE DEL AMOR HERMOSO! Jaja jaja igualito que tu sois bien hermanas jaja jaja Nos estuvimos riendo un rato y mi madre me mando seguir _ Bueno la verdad es que en ese momento te escuchamos bajar a ti, me dio el tiem po justo de subirme el bañador y la Tía Lola se fue al fregadero a limpiar unos vaso s que allí había, llegaste y nos distes los buenos días, me diste un piquito de esos t uyos que tanto me alegran el día. Me empezó a besuquear como ella sabe en los labios, luego me dio uno un poco mas g rande (sin lengua, todos ellos) y me dijo... _ Y esto de regalo Y empujo su coño contra mi polla que esta vez fui yo el que cerré los ojos por el pl acer que notaba, así que los abrí me dijo... _ sigue _ Y luego le distes un beso a Lola, que por cierto siempre me excito veros besar ¿entre vosotras, hubo alguna vez algo? _ Si, lo hubo y lo hay _ ¡No jodas! De verdad _ Sí, pero sigue con tu historia, que si hay tiempo te cuento la mía _ joder que madre mas cachonda tengo Y en ese momento empecé a mover mi polla como si la follara, cosa que le gusto y e lla hizo lo mismo con su coño y me dijo...

_ Venga, para un poquito y sigue _pues eso que como tenias que llevar no se que cosa al banco, te despediste de n osotros y te fuiste, diciéndonos que dentro de un par de horas estarías de vuelta. Así que nada mas salir por la puerta me abalancé sobre la Tía Lola y nos empezamos a b esar y a meter mano, nos desnudamos en la cocina y me pego una mamada increíble. Era la primera mamada que me hacían y como es de suponer no me pude contener mucho tiempo así que cuando me vino no la avise y le solté todos los chorros de mi polla en su boca y empezó cof cof cof, cabron casi me atragantas, pero la muy putilla se los trago todo no dejo nada afuera, jajá jaja _ ¿Qué más? venga cuenta _ Pues que me mando coger la ropa y que nos fuéramos para vuestra habitación que me iba a follar _ Será guarra que se tuvo que follar a mi niño en mi cama Me dijo esto sonriendo y apretando su coño a intervalos contra mi polla. _ Venga sigue ¿Qué mas? _ Se tiro encima de la cama y me dijo. ---venga cielo cómeme el coño que tengo muchas ganas de correrme Empecé a lamérselo lentamente, pero ella estaba en un estado que quería guerra nada de lentitud, qué mujer que pasión pone cuando folla _ Si desde luego eso es verdad y te fijaste el pedazo de clítoris que tiene Me dijo mi madre _ Como para no verlo si parecía un pezón de lo grande que lo tiene, se lo empecé a mam ar y ella empezó a dar saltos y gritos en la cama que creía que le iba a dar algo ma lo de repente me soltó un chorreton de flujo, agua, corrida no se lo que era en to da la cara que se quedo hundida en la cama y con los ojos en blanco, coño que me a suste _ Yo solo le pude arrancar unas seis o siete corridas así Me dijo mi madre y me mando seguir _ Después así que se recupero un poco, me dijo --- ven cielo méteme ese aparato tuyo y no te preocupes que no puedo quedarme emba razada. Así lo hice se la metí, primero poco a poco pensando que no le cogeria que equivocad o estaba, le entro todita y como comprenderás era la primera vez que follaba,empec e a darle fuerte y ella me paro y me dijo tranquilo poco a poco que para corre h ay tiempo ,para ella era muy fácil decir aquello pero yo era la primera vez que lo hacia, la primera vez que podía chupar unas tetas y el gusto que estaba recibiend o que no pude controlarme y empecé a darle fuerte muy fuerte y gracias que pude ag uantar porque ella empezó a gritar ... ---YA; YA AHGGGGGG DIOS AHGGGGGGGGG DIOS DIOS AHHHHHHHHGGGGGGGGGGGG y nos corrim os los dos a la vez caí desplomado encima de ella, nuestras respiraciones eran muy fuertes, al rato me empujo suavemente y me dijo... ---Gracias, gracias, nunca pensé que después de la muerte de tu tío alguien me podría da r de nuevo tanto placer, gracias. Me beso y se puso a llorar yo estaba confundido no sabia que hacer así que comencé a besarla de nuevo por todas partes ,la cara,las tetas su barriga el coño,la besaba toda y como es natural me empalme, así que ella lo noto me dijo... --- quieres darme por el culo Joder una experiencia nueva así que le dije que si, me mando ir a tu tocador y cog er un gel que tenías tú allí me puso un poco en la polla y ella se echo otro poco en e l culo y se arrodillo en la cama y me mando ponerme de pie al borde de la misma y me dijo... ---poco a poco cielo que ya hace mucho que no me la meten por ahí Empecé a empujar poco a poco, la verdad es que entraba con mucha dificultad, pero se la acabe metiendo toda, me mando esperar un tiempo hasta que su culo se adapt ara a mi polla y de pronto me dice... ---Ya cielo, ya pártele el culo a tu querida tía Y empecé a moverme, té juro que lo de follar por el coño me gusto pero aquello lo nota ba tan apretado que me estaba volviendo loco de placer yo me estaba moviendo y v eo que ella sin sacarse, abre el cajón de tu mesilla y busca algo yo seguía a lo mió y de pronto coge el consolador de tu mesilla y se lo mete por el coño y empieza a d

arle joder como gritaba no pude aguantar y me corri,nos corrimos y gritamos ambo s de una manera que me dio miedo a que alguien nos oyera De pronto noto como mi madre hunde su cabeza en mi cara y da un grito... _ AAAAAHHHHHHHHHGGGGGGGG _ ¡Coño! Mama te estas corriendo, eso no es justo y ¿yo que? _ Luego me la metes, ahora déjame disfrutar AAAHHHHGGGG Ni luego ni leches que yo estoy tan caliente como ella o más así que metí mi mano dent ro del saco cogi mi polla la guié hacia su coño y se la metí de un empujón toda adentro, de nuevo mi madre se corría... _ AAAAHHHHHHHGGGGGG cabron que gusto AAAAAAHHHHHHGGGGGGG joder que grande, que g ustazo dale hijo dale y mátame de gusto AAAHHHHGGGGG por Dios que placer. Mis movimientos eran violentos, no era pasión era desesperación eran unas ganas de c orrerme enormes, mí madre se había levantado un poco y sus tetas no hacían mas que gol pear mi cara, aquello era excitante, le coji un pezón empecé a mamárselo y ella... _ AAAAAAAAHHHHHHGGGGG ¡JODER! AAAAHHHHGGG por DIOS AAAAAHHHHHHGGGGG Me saco con fuerza su pezón de mi boca y me dio un beso, el primero con lengua que placer no aguante mas y me corrí mejor dicho nos corrimos los dos dando verdadero s gritos de placer _ AAAAAHHHHHHHGGGGGGGG Se recostó sobre mi pecho, los dos estábamos dando botes por culpa de los espasmos o rgásmicos así que recuperamos un poco Levanto su cabeza y me volvió a besar de una forma increíble y me dijo... _ Hijo de puta que polvo me acabas de echar, no me había corrido así en muchos años y como estemos aquí atrapados por el temporal mucho tiempo te juro que voy a recuper ar todos los años perdidos con tu padre, cabroncete mío jaja jaja. Así que cuando pase el temporal si tengo tiempo os cuento lo que paso ¿quizás en otro capitulo? TodoRelatos.com DESPUES DEL "TEMPORAL", VIENE LA CALMA.... _ ¡JODER! Mama, que pedazo de polvo, eres todo un arsenal sexual _ Jaja jaja te dije antes que esto del sexo no lo inventasteis vosotros, ojo, ni nosotros que todo ya esta inventado quizás ahora sepáis como se llaman las cosas, c omo eso del quirtin... _ Squirting mama, se dice squirting _ves, a eso es a lo que me refería... _ Y por cierto mama, no veas como dejaste todo encharcado por ahí abajo _ ¡YO! Esta muy equivocado, señor... jaja jaja _ ¿siempre te corres asi, mama? _ No, que va solo cuando estoy muy, muy excitada, como ahora... Hijo puta, esa bendición que tienes entre las piernas me estaba volviendo loca y l a manera que tienes de contar las cosas, que te pasaron pues eso que me pusieron a cien... ¿que cien? a mil _ Entonces ¿te gusto? _ ¡JODER! Si me gusto y tanto que estoy deseando que te empalmes otra vez, para me térmela en el coño, para demostrarme que no fue un sueño jaja jaja _ Me dejas sacar ahora la camiseta para notar tus tetas mejor _ No, aún sigues castigado, eso no se le dice a una mujer...jajaja Y sonriendo, nuevamente se recostó sobre mí, hubo unos momentos de silencio, donde n i siquiera pensé en nada solo disfrutaba del placer de encontrarme a gusto, luego le dije a mi madre... _ Mama ¿podremos hacer el amor alguna vez más, incluso en casa? Levanto la cabeza, poniendo su cara muy cerca de la mía y me dijo... _ No hijo, no........Es...... mas....... a........ Partir......... de...... ahor a..... y como mínimo durante diez años te condeno a que me folles al menos una vez a l día _ Jaja jaja y ¿Por qué diez años?, nada mas, si yo lo quiero hacer el resto de mi vida contigo _ Cielito, José, tienes que comprender que dentro de diez años yo tendré casi 50 y a e

sa edad, no es que no se disfrute del sexo, qué si se disfruta y mucho, lo que pas a es que en vez de 30 polvos al mes igual con 15 o menos estamos igual sastifech as, me entiendes y por esa época tu tendrás los 30 años y tu con 15 polvos al mes como que no. _ Y entonces que hago, me ¿echo novia? _ Lo que quieras pero en el momento de estar tu con otra mujer, olvídate de mi par a follar _ Si hombre y después de saber lo tan sabrosamente como tu follas, voy a dejarlo d e hacerlo contigo _ No mi vida no, es cuestión de cordura, no sea que después las tonterías de los celos y esas cosas, nos hagan enfadar y prefiero peder a mi amante y no a mi hijo, a ese lo quiero demasiado. Y me planto un magnifico beso(a partir de ahora todos con lengua) joder que peda zo de mujer y sobre todo que pedazo de madre, creo que tenia razón en lo que me di jo, bueno tiempo tendremos para descubrirlo. Nos estábamos mirando, atraje con mis manos su cara y empezamos a besarnos, como me gusta besar a mi madre, es que ad oro la suavidad de su lengua y claro un beso, otro beso, pues eso que me empalme , mí madre lo noto, sonrio, metio la mano dentro del saco, levanto un poco su coño y tomo mi polla y la guió dentro de su coño, la clavo toda, cerro los ojos y seguía son riendo, ¡Joder! Si hasta me daba gusto a mí verle la cara. Empecé a moverme y ella me paro y me dijo, sin abrir los ojos... _ No, cariño, no te muevas déjame disfrutarla así. ¡Joder! que gustazo _ Pues abre los ojos y charla conmigo, te prometo que haré lo posible para no move rme _ Vale ¿de que quieres hablar? _ Pues no se, mira, dime como te lo montaste con la tía Lola _ Veras de siempre tu tía Lola fue mas lanzada que yo para todo y claro para esto del sexo también. _ ¿Pero, que paso? _ Espera que ahora te lo cuento, veras yo estaba tonteando con un chaval cerca d e nuestra casa, la de los abuelos ¿te acuerdas? Bueno, pues que ella me vio y se e scondió, yo la había visto y pensé que se escondía para avisarme por si venia alguien y como de aquella ella me trataba como a una niña, vamos que no quería que saliera con ella y sus amigas a ningún sitio. Pues eso que me hice la chulita y empecé a besar al chico aquel, no tenia ni puta idea así que eche mis morritos para adelante y empecé muaks muaks muaks incluso le p ermití al chaval que me tocara una teta, por encima de la ropa claro, para que mi hermana lo viera, que viera que yo ya no era una cría. En fin que el pobre chaval se fue con un calenton de miedo y la verdad yo también, así que el chavalito se fue, mi hermana salio de donde estaba escondida y se diri gió a mí diciéndome... ---Niña, tenemos que hablar que como sigas besando así, no cojes novio en la puta vi da, así que esta noche te daré unas cuantas clases, joder que casi me dio vergüenza ve rte de lo mal que lo hacías _ ¿Cuantos años tenías, mama? _ Pues 14 y siete u ocho meses, no me acuerdo bien _ ¿Estabas buena de aquella, como ahora? _ Pues si y esta mal que yo lo diga pero estaba muy buena. Y alzando mi pelvis un poco le dije... _ Quien te pillara Me dio un cachete en la cara, cariñoso, por supuesto y me dijo... _ ¡Oye! Que me prometiste que no te ibas a mover Y me echo una de sus sonrisas, esas que enamoran y me dijo... _ Es que de aquella si llego a notar esto... Y empezó a mover su coño en círculos sobre mi polla, que gusto ¡JODER!, entonces me hice el fuerte y le devolví el cachete y le dije... _ ¡OYE! Y tú ¿Por qué te mueves? _ Porque soy tu madre, no te jode jaja jaja _ ¡Oye, mama! Estas mojando, algo ahí abajo ó es de antes _ AAAAHHHHGG es de antes tonto, jajaja

_ ¡JODER! Con que facilidad te corres _ No te lo puedes ni imaginar Y clavo con fuerza su coño contra mi polla, mientras exhalaba un grito callado de placer AAAAAHHHHHHGGGGG _ ¡Joder! Que ya hacia tiempo que no me corría tanto, desde luego José cielito no se s i me pondré al día pero lo que es seguro es que estoy disfrutando como una cochina j aja jaja Espere a que se tranquilizara un poco y le dije... _ Eres cruel me tienes empalmado a tope y con mi polla dentro de tu coño y no me d ejas moverme, eres una mala madre, jaja jaja _ Te jodes haber nacido antes que yo, así podrías poner tu las reglas jaja jaja...Bu eno venga, te sigo contando lo de tu tía ó ¿no quieres? _ Si venga, sigue _ Pues eso que llego la noche y ya en nuestra habitación me dijo... --- Acuéstate en tu cama y después de que los papas nos den las buenas noches vienes para la mía que empezaremos las clases. _ Como te puedes imaginar yo estaba impaciente, que tu hermana mayor te cuente c osas de "mayores" era como para estarlo, así que tus abuelos nos dieron las buenas noches tarde nada y menos en acostarme con ella _ ¿Y que paso? _ Bueno primero me soltó el rollo de la hermana mayor...que si tuviera cuidado con los tíos que después la reputacion, en fin esas cosas y empezó a contarme... Los tíos, me decía, una vez que les das un beso con lengua se creen que ya lo tienen todo ganado, así que asegúrate, bien a quien se lo das, que luego te pedirá otra cosa y otra ...tu ya me entiendes ,me decía. _ Pero bueno, todo fue teoría o hubo algo de practica. Le dije a mi madre _ Pues claro que la hubo, espérate que siga...tu tía me dijo... --- el chaval que estaba contigo abajo, ¿te metió la lengua en la boca? --- no, ¿Por qué? --- Pues pasa del, los tíos tienen que saber usar bien la lengua y no solamente en la boca, que hay muchos sitios donde tienen que mover y bien la lengua, si no l o hacen es una perdida de tiempo y gusto para nosotras --- Pero moverla ¿Cómo? --- Esta bien niña, te lo demostrare así que estate quieta y aprende, abre tu boca y déjate llevar. Se puso de lado acerco su cara a la mía y aproximo su boca a la mía me miro esbozo u na sonrisa y me beso. _ Te juro que cuando sentí aquel beso tuve una sensación de...no se, bueno mas que p or el beso fue por sentir su lengua dentro de mi boca ¡JODER! Que gustazo y a ella también le gusto porque se separo un poco, me miro mientras m e acariciaba el pelo y la cara y volvió a hundir su lengua en mi boca En ese momento noto como mi madre aprieta con fuerza su coño contra mi polla y exc lama en bajito... _ AAAAAHHHHHHGGGGG por Dios _ ¡Joder! Mama, otra vez te estas corriendo _ ¡Calla, canalla! AAAAAHHHGGG lo siento jaja jaja, pero como ves tienes una madre muy caliente jaja jaja Estuve esperando un poco y cuando vi que se recupero le dije... _ Mama, te puedes poner un poco abajo y yo encima que me tienes el culo encharca do _ Claro cielo. Y desabrocho el saco lo levanto y se hizo a un lado me levante y de rodillas com o ella me puse a su lado, ella me cogio la polla con una mano y me dijo, mirando para ella... _ ¡DIOS! Que buenos polvos me esta echando esta "cosa" tuya Puse una tolla doblada donde iba a poner su culo le dije que se echara y que lev antara sus rodillas que le iba a meter mi polla, ella lo hizo pero así que vi a mi madre en esa posición la lujuria pudo conmigo y me agache y en vez de meterle la polla le metí la lengua en su coño

_ ¡AY! ¡CABRON! Que gusto la madre que te parió... Su coño estaba verdaderamente empapado, su olor aun a pesar de lo mucho que se había corrido, no era desagradable, su sabor siendo un poco agrio, me gustaba, su mat a de pelos aunque abundante para mi gusto la hacia mas y muy sexy. Tenia los labios vaginales con bastante pellejo, los separe con mis pulgares y v i su coño interior, perfecto, color rosa fuerte y como sus labios interiores se co ntraían y se expandían esperando a que algo le entrara, no pude mas y le metí la lengu a todo lo mas profundo que pude. _ AAAAAHHHHHGGGGG coño por Dios sigue cielo sigue que me voy otra vez. Le pegue un chupeton en su clítoris y me regalo una corrida genial, me la bebí toda, mientras le chupaba su clítoris _ AAAAAAHHHHHHGGG ¡JODER; JODER; JODER! AAAHHHHGGGG ¡para cariño! ¡Para que me matas! ¡JOD ER! Antes de que acabara de correrse cogi un poco de su corrida en mi boca, espere a que se recuperara y así que lo hizo la bese echándole su corrida en su boca me miro con cara rara y me dijo... _ ¿Qué es? _ Es tu corrida y a eso es a lo que sabe _ Un poco agrio ¿no? _ Si pero a mi, me gusta, ¿nunca la habías probado? _ No, la de otros si pero la mía no _ ¡Oye, cabroncete! Y tú ¿donde coño aprendiste a mamarla así? _ Pues si te digo la verdad es la cuarta vez que lo hago, debe de ser algo innat o en mí _ Pues lo haces mejor que con la polla _ ¡COÑO MAMA! Si es que no me dejas moverme y estoy que me van a reventar los huevos _ Lo siento vida mía, pero es que me gusta tanto sentir tu polla dentro de mí, anda ven que como premio a tu sacrificio te dejare que te quites la camiseta Me recline sobre ella, me cogio la camiseta por la cintura y tiro de ella para s acarla, con tan buena suerte que cuando me la quito mi boca estaba a escasos milím etros de una de sus tetas, como os imaginareis no me pude contener y se la empecé a chupar, a mamar como dijo ella antes, una después la otra, así durante un tiempo, lamiendo, besando, mordiendo, chupando, hasta que oigo... _ MMMMMM, MMMMMM, MMMMMM Levante la cara y la vi con los ojos cerrados girando su cabeza de un lado a otr o de la almohada, no me contuve y cogiendo mi polla se la clave hasta el fondo m e abrazo con sus piernas y con sus brazos apretando muy fuerte su cuerpo contra el mió. Empecé con mis movimientos de cintura, quería hacerlo suave, rico, pero la excitación me podía mis movimientos cada vez eran mas violentos, ella me miraba y casi pude p ercibir la misma desesperación en sus ojos, seguía golpeándola con mis riñones estuvimos , tres, cuatro, cinco minutos no se, me parecían pocos pero por lo excitados que e stábamos nos parecieron muchos. Hasta que llegó, ella empezó a gritar, desaforadamente... _ AAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGG Yo seguía dándole y a cada movimiento mió era un grito de ella _ AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGG Hasta que revente yo también, ¡JODER! Que placer _ AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHGGGGGGGGGG Gritábamos los dos era increíble, nunca sentí tanto placer, una descarga eléctrica me re corrió todo mi cuerpo, me hundí por completo en el cuerpo de mi madre, pude notar co mo se asfixiaba por culpa de mi peso sobre ella y me deslice para un lado. Había pasado unos segundos y aun con la respiración entrecortada mire para mi madre, que seguía con los ojos cerrados, me preocupe y le dije... _ ¿Estas bien mama? Ella trataba de normalizar su respiración y a la vez intentaba abrir los ojos que se le cerraban, así que se restableció por completo me dijo... _ Es el mejor polvo que me han echado en mi vida, por el amor de Dios que placer me has dado Empezaba a sentir el frió y después de sudar como lo habíamos echo no era bueno que no

s cogiera el frió así que me levante un poco y sobre ella fui cerrando la cremallera del saco,mientras tanto ella me daba pequeños besos en mis brazos y pecho, todo l o que tenia a su alcance, sin moverse. Me acosté mirando para mi madre y al verla sonriente, pero callada le pregunte... _ ¿En que piensas, mama? _ He vivido estos años con tu padre pensando que mas feliz no podía ser, que engañada estaba jajaja _ No será para tanto _ Bueno, tú sabes a lo que me refiero _ Me vas a acabar de contar lo de la tía Lola _ Si, pero antes dime ¿Qué es lo que te gusta mas de mi? ahora que ya me conoces mas íntimamente _Pues si te digo la verdad, todo pero en especial, tu lengua y eso que aun no me la mamastes, como dices tu, también me gusta verte correr, aunque he de reconocer que me asustas un poco y a la vez me excita, tu coño me da placer no lo niego per o ¡Joder! Lo de tu lengua en mi boca es especial, como me gusta Sin apenas dejarme acabar se lanzo sobre mi cara y me empezó a besas en la boca ¡DIO S! Como me sabe _Para mama, que me voy a empalmar y te vas a empezar acorrer y me vas a dejar si n saber lo de la tía y tú _ Jaja jaja tienes razón, abrázame cielo que voy a seguir con la historia... Por donde iba...ah si ya me acuerdo.Mientras me acariciaba el pelo y la cara not e en sus ojos algo" raro" como sino lo esperara el que le gustara besarse conmig o, como te decía volvió a enterrar su lengua en mi boca, me gustaba como la movía y a ella también le gustaba lo que notaba, se separo un poco y me dijo... ---haz lo que yo te haga. Me volvió a meter la lengua y empezó a moverla yo hice lo mismo estuvimos algún tiempo , pero ella se calentó y me puso una mano en una de mis tetas, apretándomela y busca ndo mi pezón y apretándolo también, como ella me había dicho que hiciera lo mismo lo hic e y empezó a gemir la muy puta se estaba corriendo, seguíamos besándonos dejo mi teta y me metió la mano en el coño por encima de la braga ¡JODER! Ahí si que me corrí yo, le hi ce lo mismo y... ¡ala! otra vez gimió y me dijo... ---desnúdate y sigue haciendo lo que yo te haga Lo hice y ella también, se puso de rodillas en la cama me llamo para que hiciera l o mismo y me pusiera cerca de ella y me dijo... ---Te voy a chupar las tetas luego me lo haces tu ¿vale cielo? Que gustazo te puedes imaginar se me aflojaban las rodillas del placer, pero la muy puta sin decirme nada me metió en dedo medio de una de sus manos por mi coño arr iba, me estaba haciendo una paja ¡JODER! La primera paja, qué corrida _ Me estoy empalmando mama _ Pues ó tu encima ó yo encima pero eso me lo tienes que meter en mi coño, asi que ¿esco ge? Me puse yo encima y cogiendo mi polla se la meti, con lo mojada que estaba entro de maravilla la empuje hasta el fondo y me quede quieto luego deje caer mi cuer po sobre ella y... _ ¡Ay, ay, ay!cielo que me pesas mucho, me aplastas mi vida Sin sacarla nos giramos y ella se puso sobre mi sonrió y me dijo... _ ¿Qué pardillo eres? Jaja jaja _ Serás cabrona jejeje _ Te quiero mi vida pero así noto más tu polla Y me dio un beso de los que me gustan, qué hizo olvidarme de la jugarreta _ Sigue mama, qué sino acabamos follando y no me entero del final _ Vale pues que la cabrona de tu tía me estaba haciendo una paja de libro, no veas como me corría, una vez que me serene un poco me dio un beso en la boca y me dijo ... ---ahora házmelo a mi _ Y nada que me puse a ello y no veas como me ponía chuparle las tetas a tu tía y au n me pone _ ¿Quien tenia mejores tetas ¿tú ó ella? _ Eran distintas las mías eran firmes las de ella ya se movían mucho, no eran tan fi

rmes, pero me gustaban y aun me gustan _ Bueno y que más, sigue contando _ Pues eso, qué yo le metí un dedo también, mí primera paja a ella y le supo, porqué no ve as los gritos que daba, yo estaba acojonada, por si tus abuelos nos oían, en fin q ue se corrió y se dejo caer sobre la cama, entonces yo le dije... --- a sido la leche esto ¿verdad? --- espera que aun falta lo mejor ¿A que coño se refería? En fin que cuando se recupero me dijo que íbamos a hacer un sese nta y nueve , me explico como tenia que chupar en donde y también me dijo que cuan do se estuviera corriendo que la metiera un dedo en el culo que ella me iba a ha cer lo mismo _ ¿Y te lo metió? _ Digo si me lo metió, pensé que me iba a morir de gusto, eso fue mucho mejor que la paja que me hizo Mientras mi madre me estaba contando lo del 69 yo estaba moviendo mi polla dentr o de ella con un suave mete y saca _ Y desde ese día lo haríais casi siempre ¿no mama? _ Pues si hasta que un día ella se trajo un noviete e hicimos un trío, pero el tío me follo a mí más que a ella y casi rompe nuestra relación _ ¡QUE! ¡QUE HICISTEIS UN TRIO!, no jodas cuenta, cuenta _ Esa es otra historia, ahora bésame que ya me viene _ No mama, qué como te bese me corro y quiero aguantar más _ Venga cielo, qué si me besas te dejo que me des por el culo Me pare en seco, también le podía dar por el culo... ¡JODER! Que madre tengo, la bese claro que la besé, pero en mi cabeza rondaba la idea de v er como hacia un trío con mi madre y con mi tía, así que lo consiga tengan por seguro que se lo contare Quizás en otro capitulo. Saludos y salud para todos Si alguien quiere aportar alguna idea, encantado la escuchare [email protected] LA PEONADA.... Me senté delante del ordenador, con la intención de escribir nuestra historia, no sa bia si la publicaría o no de momento solamente la escribiré para nosotros luego mis hijas decidirían que hacer con ella... Nunca había visto a una familia tan orgullosa de los logros de uno de sus miembros . Y esa familia era la mía, yo les mostraba feliz (tengo que reconocerlo) el titulo que me acreditaba como Notario y a la vez el comunicado que me otorgaba la plaza como tal de un pueblo al sur de León, así que les dije que prepararan todas las cos as que nos íbamos todos a vivir a ese pueblo, que ya se acabo el trabajar para los demás que a partir de ahora lo haríamos para nosotros mismos. Vosotros les dije a mis padres... _ Os encargareis de cuidar la casa y de unas pocas tierras que tiene y recibiréis a cambio un sueldo del estado que supera con mucho todo lo que sacabais en las p eonadas _ Y tu mi pequeña, Chiqui, trabajaras conmigo en el despacho serás mi ayudante y tam bién recibirás un sueldo del estado y lo mejor de todo es que estaremos todos juntos . Las lágrimas que caían de los ojos de mis padres eran de felicidad pero pude ver en ellas la sastifaccion porque todos sus sacrificios fueron recompensados con crec es. Nos abrazamos y debo reconocerlo todos llorábamos, nos besábamos era una alegría q ue hace años estábamos esperando y por fin la alcanzamos. Mientras se hacen los preparativos para nuestra partida, déjenme contarles como so mos y quienes somos... Mi padre, Pepe, hombre tosco y rudo del campo siempre trabajo en el, no conoce o tro oficio. Es lo que se conoce popularmente como un "apretado", pero en su defe nsa les diré que a pesar de lo bruto que es, ama con locura a su familia y sobre t odo a su mujer mi madre, siempre nos dice que el día que ella le falte se quita la vida.

Mi madre, Lucia, es debo de reconocerlo una mujer hermosa, pero el paso del tiem po y sobre todo el trabajo en el campo están haciendo mella en ella y algunas arru gas intentan afear su rostro pero no lo consiguen, es como toda mujer que trabaj e en el campo fuerte y muy vital y también les diré que nunca, nunca perdió su sonrisa . Luego esta mi hermana, Lorena, cariñosamente Chiqui, la pequeña de la casa, la que a capara todos los mimos y de todos sin distinción, lleva consigo la hermosura de mi madre, el don del cariño de mi padre y tiene ese punto especial que vaya donde va ya siempre será el centro de atención y por desgracia mía, mi obsesión desde que cumplió l os 15 años y su cuerpo se desarrollo como la mujer que es Y por ultimo un servidor Pedro, mí constitución física es de una persona fuerte, eso s e lo debo a mis padres, sin duda, en cuanto a la belleza, no le llego ni a la pu nta de los pies a mi madre ni a mi deseada y querida hermana, soy digámoslo así... u n tipo corriente, qué se vio agraciado por el don de la inteligencia mas que por o tras cosas. Los preparativos, llevaron menos tiempo del esperado, al igual que el viaje, rod eados de excitación y porque no, un poco de intriga por saber que nos deparaba el futuro.Una vez llegados al pueblo a unos seis kilómetros fuera de el se hallaba la casa. Le echamos un vistazo a toda ella, ya era tarde muy tarde nos dispusimos a ocupa r sus habitaciones, mí madre nos llamo a todos y nos dijo... _ Pedro cariño tu padre y yo dormiremos en la habitación del servicio ¿pero tu hermana y tu, que haréis? _ Pues cada uno tendrá su habitación, pero de noche dormiremos juntos. _ Ten cuidado hijo Me dijo mi padre y siguió... _ Tener mucho cuidado, nosotros sabéis que aceptamos vuestra situación pero si la ge nte se entera de esto, sufriremos un castigo severo lo sabes ¿verdad hijo? _ Tranquilo papa, estoy esperando unos papeles, que aun tardaran un par de meses , pero así que los tengamos ya nos podremos casar y todo cambiara. Mi madre cogio por la barbilla a nuestra Chiqui y le dijo... _ Lore cariño, procura que tu hermano no se corra dentro de ti, por lo menos hasta que lleguen los papeles que el dice, no vaya a ser que te quedes embarazada. ¿Ver dad que lo intentaras cielo? _ Si mama, tranquila, haré todo lo posible para que cuando estemos haciendo el amo r el no se corra dentro de mí Y dándole un beso a los dos les dijo... _ Por lo menos esta semana estaremos seguros de que no pasara nada, puesto que m e ha bajado la regla.Asi que no os preocupéis y vamonos a dormir que mañana tenemos muchas cosas que hacer Nos besamos y con un común hasta mañana nos despedimos Oímos como ellos cerraban su puerta y poco después lo hicimos nosotros. _ Pedro cariño ¿te puedo pedir un favor? _ Si Chiqui, dime ¿que quieres? _ Cielo se que te da asco follarme cuando estoy mala, con la regla, por lo de la sangre, pero es que hoy tengo un calentura que me supera, me harías ese favor _ Claro mi vida, hoy estoy también mas excitado que de costumbre, debe de ser por lo de la casa, el pueblo, el trabajo ¿no, se? pero ten por seguro que hoy lo hacem os. _ Vale, me voy pasar un agua y tu pon un par de toallas en la cama, por si sangr o que no pase a las sabanas Y dándome un beso se fue al baño, al rato salio ya estaba yo desnudo y casi empalmad o esperándola, cuándo la vi comprendí de nuevo por que esa criatura me tenia hechizado ,morena,guapa de cara,pelo lacio y moreno a la altura de sus hombros, dos pechos medianos tirando a grandes, con forma de pera, blancos un par de rosetas pequeñas y dos pezones un poco mas oscuros también pequeños que cuando se excita,hazquieren el doble de altura, el vientre plano, la cintura marcando sus perfectas curvas, sus pelos vaginales un poco arreglados y sus piernas largas y bellas ,todo esto en un metro y setenta centímetros de gloria bendita para mi solo, antes de que su cuerpo tocara la cama ya me tenia empalmado se arrodillo en la cama, con una man

o cogio mi polla para sobarla,a su gusto ,el glande, el tallo ,los huevos todo e ra tocado por su mano y su boca mientras tanto busco la mía, con desesperación,anhel o y casi frenesí sus besos eran una locura su lengua mi martirio, alzó su cuello par a que se lo chupara, sabía que le gustaba y así lo hice, alzó un poco mas su cuerpo y le empecé a chupar las tetas con el mismo tesón que ella me había trasmitido en sus be sos y empezó a quejarse... _¡Ay.ay ay! Despacio cielo que cuando estoy con la regla me duelen bastante. _ Perdona cariño no me acordaba Me dio un beso y me regalo una sonrisa con su perdón, luego giro su cara y busco m i polla, para besarla ,lamerla y por ultimo engullirla, me estaba dando una mama da maravillosa y preso de mi excitación no me pude contener y le busque su clítoris con mi mano, lo hallé y empecé a dibujar círculos con mis dedos sobre el y estallo en un Mmmmm... Mmmmm... Mmmmm... Mmmmm al compás del movimiento de mis dedos, con su boca engullendo a mis casi 18centimetros de polla éramos los dos los que nos quejába mos de placer Mmmmmm... Mmmmmm... Mmmmmm... retire mis dedos y moje mi pulgar en mi boca y se lo metí por su coño arriba hasta que ya no me entraba mas la mano y em pecé a darle golpes violentos de abajo a arriba entonces saco mi polla de su boca y estallo en un grito de placer AAAAAAHHHHHHHHHHHGGGGGGG se estaba corriendo, yo notaba que por mi antebrazo bajaba un liquido no quería mirar por si era sangre y me cortaba el rollo Estallo un par de veces más en gritos de placer y me dijo casi con desesperación... _ Follame cielo, follame Y dando un salto casi felino se clavo toda mi polla en su coño que caliente ,que m ojada estaba y empezó a moverse frenéticamente, alzando su culo y luego clavándola con fiereza, yo acompañaba sus movimientos pélvicos con los míos tratando de ser uno los dos, primero de cuclillas, un rato, después de rodillas otro rato y por ultimo sen tada sobre mi polla la excitación llego a su punto mas álgido y ambos revetamos en u na explosión de placer, con unos gritos casi ensordecedores AAAAAAAAAHHHHHHHGGGGGG GGGGG la corrida fue genial, nuestros cuerpos sudados y nuestra respiración entrec ortada dieron paso a un alud de besos con las gracias incluidas. Como única conclu sión de todo esto es que amo a mi hermana sobre todas las cosas y ella me ama a mí d el mismo modo. Nos aseamos, no soporto la sangre sobre mí y la verdad me había llenado de sangre. P ero esta vez su sangre hasta me pareció por lo menos no tan asquerosa como en otra s ocasiones, nos lavamos bien y nos acostamos ella al rato se quedo dormida sobr e mi hombro, yo intranquilo no podía dormir así que empecé a pensar como habíamos llegad o a esta situación... Acababa de cumplir los 18 años, habia pasado con éxito el PRE-universitario y me pud e inscribir sin dificultad en la universidad para estudiar derecho, pero la beca que me otorgaron apenas cubría los gastos escolares de medio año. Así que mi padre nos propuso a toda la familia ir de jornaleros a Portugal y reali zar casi tres meses de peonadas en la finca de un ganadero portugués cuyo encargad o de campo era un amigo de mi padre un tal Joao, aceptamos no teníamos otra opcion .Mi padre se puso en contacto con Joao y le explico nuestro problema, él sin dudar lo le dijo que nos fuéramos para halla que ya se encargaría el de todo. Al día siguiente salimos camino hacia Portugal en nuestro 2cv de tercera o cuarta mano y como posesión más valiosa. Llegamos a nuestro destino, contactamos con Joao y nos llevo hacia donde seria n uestro tajo, era un valle hermoso todo lleno de pastizal para el ganado lo teníamo s que segar a mano y llevar luego la siega a una vereda por donde podían transitar los camiones y por ultimo arreglar todas las alambradas que fuera necesario par a que el ganado bravo no pasase a comer esos pastos. Después nos mostró donde dormiríamos estaba prácticamente en el valle ,era una chabola d e madera con una sola estancia que hacia las veces de habitación dormitorio, cocin a y sala, los servicios eran la intemperie y no había luz ni agua solo un pequeño de posito tipo bidón en el techo de la casa, que cada dos días vendría un coche para llen arlo de agua y darnos algunos víveres y de ese bidón tendríamos que sacar para la comi da, bebida y el aseo, qué lo sentía mucho pero dado el escaso tiempo con el que lo a viso mi padre era lo único que nos podría ofrecer. Sin dudarlo le dijimos que todo estaba bien que no se preocupase y que sabríamos a

gradecerle el favor que nos estaba haciendo. Entramos para dentro de la casa y pudimos ver que solo había una cocina de leña, en un lado y dos camas una frente de la otra sin nada más, ni sillas, ni muebles, nad a solo eso nos miramos y con resignación dijimos que vale, en fin que ese año no hub o nada que destacar salvo el echo de que podía ver a mis padres follar cada noche y hacerme muchas pajas mirando para ellos y pensando en mi hermana mientras esta dormía a mi lado. Lo dicho ese año gracias a las peonadas pase sin penurias mi primer año de universit aro, pero fue al segundo año cuando de verdad mi vida, nuestra vida cambio. A petición del ganadero, Joao se puso en contacto con nosotros diciéndonos que si al año siguiente íbamos a volver atrabajar con ellos que su jefe se encargaría de hacer mejoras en la chabola. Aceptamos pero el muy cabron las únicas reformas que hizo f ue poner un porche con cuatro maderas podridas y un techo de ramas debajo una me sa y dos tablones a modo de sillas clavados en la mesa. ¡DIOS! Que injusta es la v ida cuando apremia la necesidad, aceptamos como no, no había otra solución. Pero ese año fue verdaderamente caluroso en Portugal y al segundo día de trabajo mi padre, a la hora de la comida, propuso una serie de cambios... _ Tenemos que ahorrar mas agua, porqué ahora en vez de dos botijos traeremos cuatr o para el tajo y... ¿que os parece si nos duchamos los cuatro juntos en vez de uno por uno?...y si lo hacemos desnudos así podríamos aprovechar el agua para lavar nue stras ropas por lo menos las interiores Mi madre fue la primera que contesto... _ Por mi de acuerdo y vosotros ¿qué pensáis? Nos debió de notar un poco confusos, que nos dijo... _ Venga que ya somos todos mayorcitos no creo... _ Venga, vale aceptamos Dijo mi hermana (¡Joder! que lanzada) me costo lo mió pero al final hice un movimien to afirmativo con mi cabeza y dimos por zanjado el asunto, nos dispusimos a acab ar la jornada. La peonada acabo. (Para los que no sean de campo les diré que una peonada es trabajar de sol a sol, desde que se pone hasta que se oculta) Y de camino a la chabola iba pensando como seria el estar desnudo delante de mi familia y sobre todo estaba preocupado por si mi subconsciente me jugaba una mal a pasada, vamos que si me empalmaba delante de mis dos mujeres,que vergüenza por D IOS. En fin que llegamos a la chabola y mi madre nos dijo que primero cenaríamos algo y así le dábamos tiempo al agua a refrescar un poco, que con el calor que hizo y esta ndo en un bidón de plástico estaría demasiado caliente. Así lo hicimos y al cabo de mas o menos una hora mi padre cogio la pastilla de jabón y la corto en cuatro trozos, nos dio uno a cada uno y levantándose nos dijo... _ Venga que hay que aprovechar la poco luz del día que queda para ver la suciedad que tenemos y así asearnos mejor Nos levantamos y nos desnudamos, yo no quería mirar a mis padres solo a Chiqui ¡Dios que corte! ¡Que excitación! por fin podía ver a Chiqui desnuda, abrimos la llave de l a manguera del bidón y nos mojamos, nos estábamos enjabonando y mi padre dice... _ Ya que nos estamos bañando desnudos, no os parecería mal ¿que vuestra madre y yo dur miéramos así? _ ¿Y nosotros podemos hacer lo mismo? Pregunto mi hermana, qué lanzada, a que venia este cambió, con lo recatada que siemp re fue. _Hacer lo que queráis Dijo mi madre, en ese momento me quede mirando para ella, lo noto y me dijo... _ ¿Qué pasa, Pedrito? Dude un momento pero se lo dije... _ Ahora comprendo porque papa esta tan locamente enamorado de ti, eres realmente hermosa No quería que mis miradas a mi hermana me delataran por eso puse la excusa de mi m adre, que a decir verdad no estaba del todo mal Ella se sonrió y mi padre nos dijo...

_ Os dais de cuenta por que soy el hombre más afortunado de este mudo. Y la empezó a besar y con el disimulo de enjabonarla le estaba metiendo un magreo que me estaba empezando a poner malo, mí madre sin perder su sonrisa me hizo un ge sto con los ojos mirando para mi hermana, lo comprendí al instante y dije... _ Pero tienes que perdonarme mama y tu también papa pero la mujer mas hermosa de e ste mundo es mi Chiqui Ella alzo su cara para mirarme y escondiendo su cabeza en mi pecho dijo... _Hay tonto no digas eso que me da vergüenza Mi padre dándole un cachete en el culo le dijo... _ ¡Que si, qué estas muy buena! En ese momento ella se apretó contra mi y pude sentir un pecho, su pecho desnudo e n el mió su piel en la mía, me abrazo por mi cintura y en ese momento, creo que fue cuando empezó todo, es como si fueras ciego y te quitan una venda y consigues ver por primera vez, comprendí que deseaba a mi hermana y lo peor es que también note qu e estaba enamorado de ella y esto lo supe cuando le conteste a mi padre casi sin pensarlo y hasta diría un plan celoso... _ Vale ya esta bien, papa que a mi Chiqui solo le digo esas cosas yo _ ¡Boh, que tontos sois! Dijo ella mirándome a la cara y sonriendo, en ese momento la besaría como un poseso pero gracias a Dios me contuve y opte por lo mejor, enjabonarle le cabeza y los brazos y alargar lo mas posible el roce de su cuerpo con el mío. Mis padres entre risas siguieron a lo suyo, vi por un instante como mi madre le lavaba la polla a mi padre, diciéndole algo al oído y que dejo a la pobre polla en u n estado entre morcillona y empalmada, creo que si le sigue tocando un poco mas se la folla allí mismo. Volvimos a abrir el grifo y nos escurrimos el jabón lavamos algunas prendas y nos salimos y mientras mi padre secaba a mi madre yo le cogi la toalla a Chiqui y em pecé a secarla, ella me miraba no decía nada, se dejaba hacer, estaba totalmente ent regada y lo que es peor en ese momento comprendí que ella también estaba enamorada d e mí,que ¿porque lo se?,no me lo preguntéis ,pero hay cosas que se intuyen y esto lo n otaba, luego me seco a mi y así que acabo me cogio de la mano y nos fuimos para la cama, les dimos las buenas noches a mis padres. Normalmente dormíamos espalda contra espalda, pero esta vez nos acostamos cara con tra cara. Le eche el brazo por debajo de su cabeza, se arrimo a mí, solo su cara el resto de su cuerpo se mantenía alejado, podía oler su aroma respirar su aliento, la excitación y el calor no me dejaban dormir, pero no era el único porque mi padre se levanto y abrió la puerta para que corriera algo de aire. Era una noche de luna llena, su claridad iluminaba la chabola, bueno la mitad de la chabola, concretamente la parte que estaba cerca de la puerta "la cama de mi s padres" el resto permanecía a oscuras.Paso el tiempo seguíamos sin poder dormir ta nto mi hermana como yo. Quería lanzarme sobre ella pero quería respetarla y en ese momento mi padre empieza a tontear con mi madre, ella le golpeaba con la mano para que se estuviera quiet o, pero la insistencia de mi padre tubo su premio. Mi madre se dio la vuelta y se puso de cara a mi padre y se empezaron a besar, c on mucha pasión, mí hermana me miraba los miraba, sonreía, en esto que vemos que mi ma dre se levanta un poco mirando para nuestra cama, pero la oscuridad, bendita osc uridad, esa noche fue nuestra aliada, mí madre dio por echo que estábamos dormidos y se coloco encima de mi padre para hacer un sesenta y nueve, su cara, la polla d e mi padre y las piernas de el, era lo único que veíamos, mí hermana seguía sonriendo y de vez en cuando mirando para mi. Mi madre empezó a darle una mamada serena ,tranquila sin prisas pude ver y me llam o la atención que nunca se sacaba la polla de mi padre de la boca,aun cuando se la empalmo totalmente seguía igual sin sacarla de la boca,una mano de ella cogia la polla y cuando mi madre subía con su boca hasta el glande le masturbaba y así estuvo un tiempo, mamando y masturbando, obviamente me empalme ,mi hermana lo vio y so nriendo se giro hacia mi con intención de decirme algo pero puse mi dedo índice en s u boca y fruncí mis labios ,mostrándole la mueca de silenció, para que se callara,lo h izo pero abrió la boca y me empezó a chupar el dedo.

¡Dios mió! ¡La madre que la parió! Era lo que me faltaba, el no va mas, era...insoportab le aquella situación, sabia que como siguiera nos iban a descubrir, asi que saque mi dedo de su boca y la bese. Ese beso fue el compendio de muchas sensaciones, amor, deseo, lujuria, pasion, t ernura, cariño, excitación y en ese momento era un beso de sexo, él sentir por primera vez nuestros labios unidos...indescriptible pero el sentir nuestras lenguas, sa boreandonos, gustandonos, eso aun no le pude dar nombre. Nos separamos un poco y arrimamos nuestras caras mirando para mis padres, baje m i mano para su pecho lo empecé a acariciar uno de sus pechos la sensación me embriag aba, empecé a apretarle su pezón, ella por su parte no pudo aguantarse y cogio mi po lla, algo timidamente, pero luego empezaba apretarla entre sus dedos. En ese momento me hace señas para que mire para mi madre, tenia la polla de mi pad re por la mitad en su boca, pero no se movía, algo debía de estar haciendo mi padre que de pronto empezamos a oírla Mmmm... Mmmm... Mmmm... Y respirando fuerte por la nariz mhss mhsss mhsss subiendo cada vez más fuerte sus quejidos y su respiración, de repente cierra los ojos y gime con fuerza Mnnnnnnnnnn...Mhsssssssss y empieza a dar botes con su coño en la cara de mi padre uno, dos, tres, hasta diez, conté yo , gimiendo y respirando por la nariz con la misma fuerza o mas si cabe. Sin duda se estaba corriendo y de que forma. Mi hermana se acerco a mi oído y me dijo... _ Quiero que algún día tu me la chupes así Dándome un chupetón en el lóbulo de mí oreja. ¡Dios! Que excitado estaba, me lance y metí mi mano entre sus piernas, al sentirla e lla las abrió y introduje uno de mis dedos en su coño, estaba súper-excitada, súper-moja da, se retorcía de placer y ahogaba sus grititos en la almohada y a cada movimient o de mi dedo desde el clítoris a lo largo de su vulva. Era recompensado con un río d e flujo-corrida por parte de ella, no le quería introducir mi dedo en su coño porque su excitación la dominaba y tenia miedo de que nos descubrieran, así que pare un po co dándole un besito, sin ninguna otra intención en su boca, lo comprendió y de nuevo miramos para nuestros padres. Pero esta vez más abrazados mas apretados y con mucho deseo. Mi madre se había recuperado y de nuevo se la estaba mamando a mi padre y de nuevo sin sacarla de la boca debió de habérsela puesto a punto, porqué en un momento dado e lla subió su boca hasta el glande y con la mano empezó a masturbarlo muy rápidamente, momento en el cual mi hermana me empezó a hacer lo mismo.Vi como mi padre iba subi endo las rodillas poco a poco y en el instante siguiente, oímos un gruñido GRRRRGGGG ... y mi madre metió su boca hasta el fondo y GRRRRRRGGG ... GRRRGGGGG, dando bote s con su pelvis mi padre se estaba corriendo y mi madre tragándose toda la corrida , mí madre subió de nuevo su boca hasta el glande y comenzó a masturbar a mi padre muy lentamente y este a su vez vaciaba lo que le quedaba en su polla en la boca de mi madre a la par que daba saltos en la cama por sus espasmos orgásmicos. Mi hermana seguía pajeándome, mí respiración era cada vez mas rápida y cerré los ojos porque sabia que ya estaba a punto y tenia que hacerlo silenciosamente, sin respirar ( si supierais las mujeres lo fatigoso que es esto para nosotros) me estaba concie nciando de que no podía hacer el menor ruido.De repente noto la cabeza de mi herma na y lo que es peor noto la boca de mi hermana que se traga mi polla ¡JODER! Le fa lto nada para que gritara, primero del susto y después del placer, porque como os podréis imaginar me corrí y vaya si me corrí y la pobrecita se lo trago todo, al cabo de unos segundos, ¿quizás, minutos? terroríficos para mí, por no poder tan siquiera resp irar en alto, ella con una sonrisa lasciva me dijo al oído... _ Me encanto Y me dio un beso en la boca y diciéndome al oído... _ Buenas noches cariño, que duermas bien. ¡Como si fuera tan fácil! ¡Joder! Que habíamos echo, Dios mió esto no esta nada bien, cómo p ude llegar a este extremo, miraba para ella para su desnudez y era el antídoto par a mis pensamientos, me justificaba diciéndome que las antiguas generaciones, roman os, egipcios, aceptaban y aprobaban el matrimonio entre hermanos, pero ¡joder!que estamos en el siglo xx y en la cruel lucha del deseo contra la razón me quede dorm ido.Me despertó un dulce beso de mi hermana en la boca con un... _ Buenos dias, a levantarse dormilón.

Y de nuevo la lucha mi tragedia personal, la miraba y la deseaba, pero era mi he rmana ¡joder, mi hermana! no tenía más que ganas de llorar ¿Por qué a mí? ¿Por qué tenia tant remordimientos si la deseaba con locura? Mi padre segaba a unos 50 metros de don de yo lo hacia y ellas recogían la siega y la llevaban para la vereda y al amparo de la distancia empecé a llorar, maldiciendo mi vida y mi situación personal, mí padre como os comente antes, es bruto, pero no tonto y se dio de cuenta de que algo n o iba bien, se acerco a mi, no lo escuche llegar, y me dijo... _ ¿Qué pasa, hijo? Mire para el, no me dio tiempo a secar mis lagrimas y le dije... _ No, nada, tranquilo que todo esta bien _ Soy un hombre del campo, pero no por ello soy imbecil, dime que pasa No pude soportarlo, me senté agache la cabeza y llore nuevamente, pero como nunca lo había echo y le dije... _ Mi vida es una puta mierda, soy un desgraciado y creo que he tocado fondo _ Lo siento hijo siempre intente daros lo mejor... _ No, papa no es por ti, nunca tendré, por muchos años que viva, tiempo, ni palabras para agradecerte todo lo que estas haciendo por nosotros, es por mi papa, ¡es por mí! _ Pero ¿que pasa? _ Estoy, enamorado de una mujer y lo nuestro es imposible Yo seguía con la cabeza baja, pero pude notar un silencio que hacia daño, mí padre había relacionado esa mujer con mi madre y eso lo estaba mortificando hasta que se de cidió muy dubitativamente a preguntarme... _ ¿Es....es... es....tu madre? _ No papa a ella y a ti os quiero con locura pero no es ella _ Entonces es... _ Si papa es la Chiqui,habia pensado en marcharme, pero el no veros me mataría ,po r lo mucho que os quiero, pero si me quedo el verla y no poder tocarla siquiera eso me mataría también, por eso te dije que mi vida es una puta mierda y no se que h acer Levante mi cabeza para mirarlo a los ojos, esperando una contestación, una recrimi nación, una ayuda, pero vi a mi madre y a mi padre llorando y al lado de ellos Chi qui con cara de susto, no las había oído llegar y por las lagrimas de mi madre creo que escucharon todo Hubo un silencio, el maldito silencio del no saber que hacer, del no saber que d ecir pero en ese momento una niña que se había convertido en mujer hace poco tiempo tomo las riendas de su vida y de la mía con una entereza y una firmeza que disipo todas las dudas que tenia en mi y creo que en mis padres también y sentándose cerca de mi secándome las lagrimas y dándome un beso tierno en la boca me dijo y nos dijo. .. _ Si te vas, me mato, si te quedas y me ignoras me mato Y mirando para mis padres... _Si nos recrimináis lo mas mínimo nuestro amor me mato, si no consentís nuestra relación me mato y si veo que algún día no sois felices como hasta ahora por nuestra culpa m e mato _Pero hija... Dijo mi madre entre sollozos _Pero... nada mama, escuchame, no tenemos amigos, el vecino más cercano a nuestra barraca vive a seis kilómetros y apenas nos conocemos, no tenemos familia cercana y la última vez que los vimos fue cuando yo tenía dos años, podremos tener una relación perfecta que nadie se dará de cuenta. Pedro acabara su carrera, de eso nos encargaremos todos y cuando el empiece a tr abajar lo haremos en un lugar distinto al que ahora vivimos, nadie nos conocerá y ya buscaremos la forma de legalizar nuestra situación aunque sea falsificando algún papel, pero a partir de ahora Pedro y yo somos marido y mujer, eso o perdéis a vue stros hijos Se quedaron mirándonos, desde luego estaban asombrados por la reacción de Chiqui, ya no lloraban y entonces el bruto más cariñoso del mundo, PAPA, nos dijo secando sus úl timas lágrimas... _ De acuerdo, pero si hay algún conocido cerca os comportareis como hermanos, hast

a que no estemos viviendo en un lugar distinto a donde ahora lo hacemos. No tend réis hijos hasta que estéis casados y si por cualquier razón os descubren y tenemos qu e huir, prometerme que siempre lo haremos juntos y por último Chiqui nunca, nunca más nos amenaces con matarte. Hubo un impas de tiempo de duda pero Chiqui se levanto, abrazo y beso a mi padre luego a mi madre entonces girándose me dijo... _ Levántate, cariño es la ultima vez que lloras, sin contarme el motivo, mejor sin c ontarnos el motivo a todos antes y esto me lo tienes que jurar al igual que tu a mor eterno. ¡JODER! Que cambio había pegado y la verdad me gustaba su entereza, me levante y les dije... _ Hasta el ultimo día de mi vida te amare y haré todo lo que este en mi mano para ha certe la mujer mas feliz de este mundo Me levante, la abrace, la bese, era la primera vez que lo hacia delante de mis p adres y por fin vi de nuevo a mi madre sonreír, era la aprobación que estaba esperan do los bese a ellos y les jure que nunca los depcecionaria. Ya nada fue igual, los mimos, las caricias las miradas, incluso las palabras que nos decíamos y dábamos tenían otro sentido, solo faltaba la consumación y esta se acerc o a pasos agigantados, vamos que la peonada duro menos que nunca. Cenamos y nos íbamos a duchar, con una excitación no habitual y casi diría que en los cuatro, nos empezamos a duchar, en silencio pero las sonrisas dieron paso a las risas, sin duda el buen humor de mis padres nos ayudo mucho, la tensión por fin de sapareció incluso cuando mi querida Chiqui le dijo a mi madre... _ Mama, sabes que soy virgen, quiero que me des, nos des consejo para que la per dida de mi virginidad sea los mas bella posible _ De nuestra virginidad Le dije yo _ es simple solo haz las cosas con mucho cariño y ternura me dijo mirando para mi y siguió... _ besaros mucho, si podéis hacer un 69 os ayudara, procura que ella este muy mojad a y cuando le vayas a meter tu...eso tu polla ve despacio,poco a poco y dale tie mpo para que se acostumbre a tu polla, sobre todo al diámetro que es donde ella no tara la presión ,cuando notes la telilla del himen hay dos maneras de romperlo, un a suave, pero será un poco mas doloroso para ella y otra un poco mas brusca sentirá dolor pero será menor la forma en que lo hagas marcara mucho el disfrute de ella, pero sobre todo... sobre todo, hazlo, hacerlo con mucho amor. Entonces mi padre nos interrumpió diciendo... _ No tengáis prisas y por favor no te vayas a correr dentro de ella ¿vale, hijo? Y p or ultimo ¿queréis pasar la primera noche solos? La verdad me gustaría, pero por otro lado no iban los pobres a pasar la noche al r aso por nosotros, estaba dudando que decirles pero, como siempre mi Chiqui tomo la iniciativa... _ No de ninguna manera y si me lo permitiis, incluso os pedirá que hicierais el am or en vuestra cama y así os podría ver y aprenderíamos de vosotros, bueno ¿sino os parec e mal? _ La vedad hija lo que estas pidiendo se sale mucho de lo normal pero...hemos ll egado a un punto, qué casi da igual todo, yo por mi de acuerdo ¿tú que dices papa? _ si quieres empezamos ahora mama _ Si hombre si, desde luego que marido tengo...jajá jajá _ Venga vamos para la cama y vosotros empezaros a besar y veréis como una cosa lle va a otra y no tendréis tiempo ni siquiera para mirarnos Nos dijo mi madre, los besamos les dimos las buenas noches y nos acostamos, la v erdad algo de excitación habia, pero ¡Dios! Como deseaba a mi Chiqui, nos besamos en la boca y nos quedamos mirándonos, entonces le dije... _ Oye y la mamada de ayer ¿como aprendiste a hacerla y tan bien? _ Pues expiando a nuestros padres, o te crees que solo lo hacías tu. Y te diré mas como yo sea tan caliente como mama y me da que si, prepárate que te es pera una noche de las buenas jajá jajá Nos empezamos a besar, la boca su cara, su cuello, ahí empezó a respirar mas acelera damente, baje hasta sus tetas, ¡Dios que placer! Duritas y suaves a la vez, con un

os pezones que los mordisqueaba y los chupaba, baje a su estomago lo lamía por tod as partes y llegue a su coño, peludo hermoso y muy mojado, lo bese, lo abrí con mis pulgares y empecé a lamerlo, ahí ella ya no pudo mas y empezó a dar pequeños gritos de p lacer AAAAHHHHHG, AAAHHHHHGGGG, me paro y me dijo... _ Pon tu polla en mi cara y sigue haciéndome lo que ahora haces Así lo hice y antes de empezar a comerle su coño ella ya me estaba chupando la polla que placer ,levante la vista no para mirar a mis padres sino por el placer y vi como mi padre que hoy se había puesto al revés le chupaba el coño a mi madre y a la v ez le metía un dedo como si fuera una polla adentro,afuera,me agache e hice lo mis mo con mi Chiqui debió de fascinarle porque al rato empezó a gemir y a quejarse de p lacer hasta que no pudo mas y se corrió AAAAAHHHHHGGGGGGG como ayer lo había echo mi madre dando botes, empujando su pelvis contra mi cara y estas no las conté pero p uedo asegurar que fueron muchas las veces que lo hizo, yo por eso y algo mas me sobreexcite y me corrí casi tan salvajemente como ella pero esta vez no se lo trag o todo, al revés se atraganto y saco la polla de su boca y empezó... _ Cof, cof, cof ¡ay joder! Cof cof _ Hija no hace falta que te la metas toda en la boca que te puede hacer daño que e s tu primera vez _ No mama, no es eso, es que se corrió y me fue por mal sitio, tranquila que no pa sa nada Me di la vuelta y la empecé a besar y con mi lengua recogía mi corrida y se la ponía e n la suya esta se la tragaba, así hasta dejarle la cara limpia. _Ha sido maravilloso Chiqui pero ahora falta lo peor y lo mejor ¿estas lista? _ ¿Y tu estas listo? _ Como no voy a estarlo, si la manera que tienes tu de besar se la levanta a un muerto y el saber que lo voy hacer contigo eso no tiene nombre _ Pues venga mi vida, ponte encima y hagámoslo de una vez Me puse encima ella con una mano guió mi polla y con la otra abría su coño para mi, la empecé a meter poco a poco, notaba la presión en los costados de su coño espere un po co y empuje un poco mas, me que de quieto y llegue a notar su himen en esto que noto que ella me coje de mis nalgas y da un fuerte apretón, un quejido de dolor es capo de su boca me quede quieto no sabia que hacer le vi una lagrima en su ojo ¡DI OS! Que hago me saco, sigo que hago y noto que ella me vuelve a apretar hacia si hasta que entro toda, me miro y me dijo... _ He sentido un poco de dolor pero ya esta pasando espera un poquito y empieza a darme, mientras esperaba nos besamos y empecé a chuparle su cuello y ella empezó a mover su coño arriba y abajo primero despacio luego ya mas rápido era la señal y empecé a darle con fuerza, estuvimos casi diez o quince minutos hasta que rompió en un gr ito de placer AAAAAAHHHHHGGGGG, ¡POR DIOS! AAAAAAAHHHHHGGGGGGGG como me gusta no p ares sigue AAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGGG yo ya no aguantaba mas estaba al limite y e scucharla a ella correrse ,hizo que yo me corriera pero tuve tiempo de sacarla y lanzarle todo los chorreones de mi corrida sobre su estomago y algunos sobre su cara AAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGG que placer. Me desplome al lado de ella y mientras recuperábamos nuestra normal respiración oímos a mi madre que nos decía... _ ¿Que tal, hijos? _ De maravilla mama de maravilla Le conteste _ ¿Y tu Chiqui? _ Estoy llorando de alegría, nunca pensé que algo tan hermoso me pudiera pasar a mí Me alegro hijos me alegro, espero y deseo que le amor que nos tenemos haga que s iempre seamos tan felices como ahora. Esta en esencia es nuestra historia, nos casamos, aprovechando un error en mi pa rtida de nacimiento y hemos tenido dos hermosas hijas LORENA Y MARIA Se que han pasado muchas mas cosas que quizás a ustedes les hubiera gustado saber, pero como he dicho antes esta es la base de nuestra historia. Y si ustedes han podido leer esto, quiero que sepan que fue gracias a nuestras a madas hijas, porqué así lo quisieron. Sin mas y permitiéndome recordarles el inmenso cariño que tenemos tanto nosotros com o sus abuelos a nuestras hijas les deseo

SALUD A TODOS Y SALUDOS. LA VIDA TE DA SORPRESA... Mi vida en estos últimos dos años, iba cuesta abajo y la mala suerte se estaba ceban do en mí. A mis 32 años, en la mejor etapa de la vida de un hombre, los golpes se su cedían uno tras otro. Primero, mi divorcio, yo estaba casado con una bellísima mujer, la quería con locura , pero el destino quiso que en nuestros caminos se cruzara otro hombre y ella lo escogió a el, no sin antes pelear y muchísimo para recuperarla, pero era inútil ella ya lo había elegido, así que firmamos nuestra separación y nuestro divorcio. Gracias a Dios, que no teníamos hijos, sino eso habría de ser mas duro si cabe. A los dos meses justo de nuestro divorcio, muere mi padre en un fatal accidente laboral, fue un duro golpe, se que es de ley vida, la llegada de la muerte, pero nunca te lo planteas y sobre todo si es de un ser querido como tu padre, fue co mo dije antes un duro golpe. Poco a poco iba rehaciendo mi maltrecha vida e incluso ya empezaba a salir con a lguna que otra mujer, nada serio, debo aclarar. Pero al año y dos meses de lo de mi padre muere de un inoportuno infarto de corazón mi madre y ahora tengo que dejar, mí casa, mí empleo y mi ciudad, para marcharme a c uidar a mi hermana, mi única familia que me queda en este mundo. Me llamo, Manuel, Lolo para los conocidos, tengo como os dije antes 32 años, mido 1,70. No tengo planta atlética ni práctico deporte alguno, si acaso, salgo hacer alg o de footing, pero mas que nada para distraerme, no por quemar calorías, ni ponerm e cachas, ni todas esas excusas.Pero tampoco con esto quiero decir que mi físico c ause risas,a revés es de los que pasan desapercibidos. Vivo en San Sebastián, ciudad a la que llegue con mi ex cuando aprobé las oposicione s de secretario de juzgado hace ya 5 años y hoy me han concedido una excedencia pa ra ,como os he dicho antes cuidar a mi hermana. Mi hermana, se llama Ana, tiene 26 años, es ciega de nacimiento, mide sobre 1,67. Es más bien gordita, licenciada en derecho y trabaja para el estado, en un área que se llama reinserción de discapacitados, razón por la cual la destinaron a Málaga, buen o a un pueblo no a la ciudad. Y como decía mi madre no hay que estar pendiente de ella, pero si darle una pequeña ayuda para hacerle la vida un poco mejor, qué ya bastante tiene, con lo que tiene. Había llegado ya al aeropuerto de Malaga, cogi un taxi y le indique la dirección al chofer, era sábado y mi hermana no trabaja los fines de semana, la avise de mi lle gada y ya me estaba esperando en la puerta de su casa, sentada en una de las sil las de su porche, así que escucho que un coche paraba delante de su casa, nerviosa mente se puso de pie,yo baje del coche y le dije ... _ ¡Hola Anita ,ya estoy aquí, espera no te muevas que ahora estoy contigo! Cogi mis maletas pague al taxista y abrí la cancela de su casa y a su altura deje las maletas, la abrace y le di, nos dimos un hermoso beso (de hermanos) _ ¿Cómo, estas pequeñita? _ Bueno, vamos tirando y a ti ¿cómo te fue el viaje? _ Estoy un poco cansado y aquí hace demasiada calor para mi. _ me lo imaginaba, ven entremos en casa que se esta mas fresquito Cogi la bolsa de viaje, la maleta y a ella de una mano, me guiaba por su casa di ciéndome... _ Esta es la sala, esté es un baño, allí mi habitación y esta la tuya. Las dos habitaciones una enfrente de la otra _ Un poco más allá otro cuarto de baño y allí la cocina Seguía diciendo _ Por esa puerta se sale a la terraza y al patio que da a, la playa y eso es tod o. Ahora deja las maletas en tu habitación y ve a darte una ducha que te refrescar a, sin duda, en el mueble del baño tienes toallas, hazlo mientras yo preparo algo de beber ¿te apetece un vermú? _ Si, claro. Le dije, empiezo a deshacer la maleta y un ¡ANDA, COÑO! Se me escapo en voz alta. _ ¿Qué paso Lolo? _ Nada qué se me olvido poner, bañadores o algún pantalón corto. _ JAJA JAJA te recuerdo que soy ciega, que puedes estar en pelotas, que no te vo

y a ver y por supuesto no le diré a nadie que he visto desnudo a mi hermano, ya qu isiera yo jaja jaja _ De verdad no te importa si ando en calzoncillos por la casa _ Por mi, como si andas desnudo y te aseguro que estarás mas cómodo, lo mas que voy hacer es tocarte la cara ¿a ver si sigues tan guapo como antes? Me duche, recogí el baño lo limpie y me puse un calzoncillo, desde luego estaba mas cómodo, como ella decía, desnudo pero no me atreví.Luego me fui hacia la sala donde el la me esperaba sentada y con las bebidas preparadas, me senté a su lado y le dije. .. _ Tenemos que hablar pequeñita. _ Si ¿tú dirás? _ Te noto más delgada. ¿Estas bien? _ Si y ahora contigo aquí mucho mejor, pero la verdad es que desde que murió mama, h ace dos semanas he adelgazado 16 kilos, no puedo comer no me entra nada. _ Eso ultimo que acabas de decir no me gusto nada y le tendremos que poner remed io pronto ¿vale? No dijo nada, solo sonrió. _ Pero también es cierto que la perdida de esos kilos de mas que tenias te hiciero n mejorar muchísimo, sobré todo de cintura para arriba, anda hija que se te notan ah ora unos pechos maravillosos, en la cintura quizás un par de tallas menos y seguro que si te viera la puta de mi ex, sentiria celos de ti y en cuanto a ese corte de pelo que te hiciste te favorece un montón, hace resaltar mas, esa hermosa cara que tienes. _ Si es cierto, siempre fui muy tetuda, pero al estar gordita no se notaban tant o y me alegro que te guste, en cuanto a lo del pelo, antes era mama la que me pe inaba todos los días por la mañana, al faltar ella, púes me lo corte y así me paso un ce pillo y ya esta. La verdad es que estaba guapa, muy guapa. _ Hay una cosa mas... _ ¿Si? _ Y no te enfades que te conozco, la verdad no estoy de vacaciones, he pedido ex cedencia en el trabajo por 3 años. Su rostro se puso mas serio, sin duda ella se creía y a lo mejor con razón, ¿no lo se? , autosuficiente y lo ultimo que quería es ser una carga para nadie y en este caso para mí, así que tenia que decirlo de una manera que pensara que el necesitado era yo... _ Veras y antes de que digas nada, la perdida de nuestros padres fue un palo par a los dos seguro, pero es que además aun no he superado lo de mi divorcio. Me sentía el hombre mas infeliz de la tierra, empecé a beber mas de la cuenta y un día al despertar de una borrachera tirado en la calle me dije que esto no podía segui r así y busque una solución y la única que encontré es la de sentirme querido y amado ot ra vez y sentirme útil otra vez. Y pensé quien puede quererme a cambio de nada y a quien puedo querer del mismo mod o y solo había una persona en este mundo mi hermosa y pequeña hermanita. Ella levanto sus manos buscando mi cara, cuando me tuvo con sus manos tiro de mí h acia ella y me dio un pequeño beso en la boca y me dijo... _ ¿Cómo me voy a enfadar? Te quedaras los 3 años o el resto de tu vida si quieres conm igo, qué yo me ocupare de cuidarte y de hacerte feliz, entendido, hermanito. _ Gracias mi cielo no esperaba menos de ti. Nos volvimos a besar y mire para sus ojos, esos que denotan que una persona es c iega, esos que deambulan entre los parpados sin ton ni son, esos que para mucha gente son feos y que para mi son hermosamente diferentes, vi que le caía una lagri ma se la seque y le dije... _ Lo ultimo que quiero en esta vida es verte llorar a ti, por favor no lo vuelva s a hacer nunca mas. _ No puedo, remediarlo, hermanito, soy muy sensiblera, te tendrás que acostumbrar. Y se echo a reír. Los días transcurrieron sin novedad, cada uno adaptándose, en la med ida de sus posibilidades al otro y fue más o menos a la semana de mi llegada cuand o una ola de calor azoto el lugar, aquello era realmente insoportable. Del aire acondicionado no quería ni hablar decía que en el trabajo lo aguantaba por

los compañeros pero que a ella le sentaba mal sobre todo en la garganta, así que dec idí, comprar una pequeña piscina hinchable de unos tres metros de diámetro por medio d e alto, la instale en el patio posterior ese que daba a la playa, la cubrí con un toldo tipo JAIMA que a la par de quitarnos la miradas de los vecinos, servia par a mantener el agua fresquita, en fin que casi se echo tres horas en llenarse la dichosa piscina, por la noche a eso de la 11 le dije a mi hermana... _ Ponte un bañador, que nos vamos a pegar un baño. Entonces me dijo... _ Lo siento, es que, veras, los tire todos, porqué con mama nunca fui a la playa p ara que quería cosas en su armario si no las utilizaba _ Bueno pues ponte una braga y un sujetador y con eso bastara _ Sí, hombre que voy a pasearme así delante de la gente _ No cariño, no, que era una sorpresa, que esta mañana compre una piscina hinchable y la tengo en el jardín de atrás _ Si ¿de verdad?... púes espera que ahora vuelvo. Se fue para su habitación, sé la notaba nerviosa, sin duda le había gustado la idea, a l rato salio, con un tanga blanco y un sujetador del mismo color, ¡la pobre! le sa lían los pelos del coño por todos los lados se veían mas pelos que tanga no le dije na da claro esta, pero me había propuesto que empezaría haber una serie de cambios en s u vida. _ ¿Que? Lista, cariño _ Si, venga, vamos Caminamos hacia la piscina y cuando llegamos ella la toco y me dijo... _ Es muy alta ¿estaremos seguros? _ Si cielito yo cuidare de ti siempre, lo sabes ¿verdad? Pase yo primero para dentro de la piscina y la cogi de sus manos y le dije... _ Ahora, sube una pierna despacito para dentro de la piscina Lo hizo _Ahora la otra Una vez que estuvo dentro, le dije... _ Ahora siéntate y disfruta. Pero no se por que motivo se resbalo y no lograba sentar su culo en la piscina, la levante otra vez, vi reflejado en su rostro algo de miedo, entonces le dije.. . _ Me siento yo primero y tu te sientas encima mía, asi no rebalaras, vale cariño Me senté, subí mis rodillas, le mande que se apoyara con una mano en ellas y mientra s yo la sujetaba de la otra mano le dije que se fuera sentando en mi vientre y l uego le mande que recostara su espalda sobre mi pecho, me cogio con sus manos la s mías y las paso por debajo de su tetas como haciendo un brazo y así nos quedamos u n buen rato, disfrutando del agua y del sosiego hasta que ocurrió lo inevitable, t eniendo en cuenta lo de mi abstinencia, púes que me empalme y no quería que ella se sintiera violenta por mi culpa, así que le dije... _ Cariño, te puedes sacar un rato _ ¿Por qué Lolo, si yo estoy muy a gusto? Me dijo esto sonriendo _ Es porque me estoy empalmando y no quisiera que te sintieras mal por mi culpa Su semblante se puso mas serio se quito y se puso, boca abajo pero con los brazo s estirados así su cabeza no tocaba el agua, pasaron unos segundos y me sentí mal y le dije... _ Cariño, perdona que haya sido tan sincero contigo, no sabia que te molestaría _ No al contrario quiero que siempre seas así conmigo, ¿vale?, lo que ocurre es que. .. _ ¿Qué mi cielo? _ Que con mama nunca tuve oportunidad de hablar de estas cosas, ya sabes como er a y me preguntaba si... _ ¿Si, que cariño? _ Es que es algo... _ Venga, déjate de tonterías y pregúntame lo que quieras Vi que no se decidia, asi que le dije... _ ¡Venga! Anita por favor

_ Bueno que si... si me dejabas tocarte ahí, en... ya sabes... para ver como es, q ue se siente, todo eso La inocencia de una niña de 10 años en una mujer de 26, no vi nada malo en ello así qu e le dije... _ Pues claro, pero cuando te diga para, prométeme que vas a parar no sea que me co rra y luego nos sintamos mal los dos ¿vale?, ahora arrodíllate aquí cerca de mí, que yo seguiré sentado y podrás notarlo mejor. Se arrodillo como le dije y con una mano en mi hombro la otra la dirigió hacia mi polla, la tocaba por encima del bañador que llevaba puesto de arriba a abajo la ap retaba alguna vez, entonces le dije... _ ¿Quieres que me saque el bañador? _ Si, bueno, sino te importa Levante mi culo y ayudado de las manos me saque el bañador, me volví a sentar y ella siguió tocándola, entonces le dije... _ ¿Qué sientes? _ Esta dura, es gorda y es grande. ¿No, te duele? _ No, no me duele, en cuanto a lo de grande, la media, esta entre los 15 y los 1 7centimetros, pero si la que se le supone a la raza blanca, la mía mide casi 17 ce ntímetros, en lo de gorda si te puedo decir que lo es, que genéticamente, me conside ro agraciado y en cuanto a lo de dura, mejor será que pares, en este momento lo qu e estas haciendo tu, se llama paja y como sigas me voy a correr, así que será mejor que pares. Paro, se sentó apoyando su espalda en mi hombro y nos quedamos en silencio, la not aba confundida como cortada, entonces le pase mi brazo por su hombro y le di un beso en su mejilla diciéndole... _ Te quiero, pequeñita Ella giro su cara y me mostraba sus labios, como para besar, lo entendí y le puse mis labios en los suyos, nos besamos y ella me dijo... _ Yo, también y mucho hermanito Pensé que era el momento y empecé a decirle... _ Cariño, creo que hay una serie de cosas que deben de cambiar, lo primero que haré mañana, mientras tu estas trabajando será comprarte unos bañadores y unos bikinis, ten emos la playa aquí cerca y vamos a disfrutar de ella, pero antes vamos a tener que hacer algo con esos pelos que tienes en ese coñito tuyo, son demasiado grandes y habrá que recortarlos. _ Eso lo hacia mama, pero desde el invierno pasado, no me lo han recortado, así qu e sino te molesta lo ¿puedes hacer tu? _ Sin problema mi cielo, luego lo hacemos. Y ahora una pregunta mas intima, si q uieres no la contestes que lo entenderé ¿Qué sabes del sexo?y si ¿has tenido alguna rela ción sexual? _ No, nunca tuve relación alguna y en cuanto a lo que se de sexo, lo que aprendí de forma didáctica en los libros, nada mas _ ¿nunca te has masturbado? _ Si un par o tres veces creo, date de cuenta que no soy como tu que ves una ima gen y te puede excitar, yo necesito algo, a veces mucho mas, caricias, susurros. ..etc. Otras sensaciones que no da la vista y como comprenderás no iba alquilar un a peli porno y decirle a mama que me contara lo que están haciendo, mientras yo me hacia una paja, jajá jajá _Entonces te has excitado, pocas veces ¿no? _ Si, la verdad es que pocas _ Y cuando ¿fue la ultima? _ Ahora cuando te toque la polla, ¿te molesta si empleo este lenguaje contigo? _ No, cielo, no me molesta, al revés me encanta que un ser tan angelical como tu e mplee ese lenguaje tan morboso Un silencio hermoso se hizo entre nosotros y una loca idea se abría paso en mi cab eza, así que le dije... _ ¿Sigues, excitada? _ Si, la verdad es que, si _ ¿Te apetecería hacerte una paja ahora? _ ¡Por Dios, Lolo!

Y sonriendo se callo Hubo un silencio y antes de que dijera nada le dije... _ Súbete encima mía como antes, empieza a tocarte, que con mis besos y mis caricias, te correrás pronto te lo aseguro si no lo haces, no pasa nada sólo abras perdido es a oportunidad. Hizo como si se lo pensara pero la verdad es que no tardo ni dos segundos en pon er su espalda en mi pecho, como aun seguía empalmado y desnudo, puse mi polla, ent re sus piernas rozando su coño, la empecé a besar por su cuello, ella con una mano s e masturbaba, la otra cogia mi polla apretándola contra su coño con sus dedos.Al pri ncipio debo decir que timidamente, como es de suponer. Mis manos estaban con sus tetas, le había bajado el sujetador, las apretaban, las acariciaban y le pellizcaba sus pezones, mí boca seguía chupándole, su cuello, su pómulo de la oreja, los primero síntomas de placer se empezaban a escuchar UHMMM... UHMM M... le pedí que girara la cara hacia la mía y busque su boca le di un beso con leng ua el primero de su vida, la excitación iba en aumento, el chapoteo del agua al ig ual que la velocidad de su mano masturbadora iba creciendo y nuestras bocas unid as, nuestra lenguas no se cansaban, UHMMM... UHMMMM... UHMMMMM y de pronto AHGGG G AAAHHHHHHHGGGGGGGG note como su cuerpo encima del mió se estremecía separo su boca de la mía para poder gritar mejor ahora era un grito que se enmudecía AAHHHHhhggggg gggggg deje que se relajara un poco y le pregunte... _ ¿Qué, mi cielo, te gusto? _ ¡JODER! ¡HA SIDO MARAVILLOSO! Han tenido que pasar 26 años para sentir esto, pero te juro que nunca pensé que una corrida pudiera dar tanto placer Giro su cabeza hacia la mía y busco mi boca y me dio un beso con lengua que solo s e dan los enamorados, se separo un poco y me dijo... _ Gracias, hermanito, gracias por esta... cosa tan magnifica que me has dado _ Veo que te gusto, ahora será mejor que nos vayamos no sea que nos coja el frió y a cuérdate que aun te tengo que afeitar tu coño. Salimos la seque, le quite el sujetado y la braga y la envolví en la toalla, le di je que me esperar, mientras yo me secaba, me envolví en otra toalla y marchamos pa ra la casa, llegamos a su habitación, estire la toalla en la que estaba envuelta e ncima de la cama y le dije que se tumbara encima de ella, qué yo iba a buscar todo lo necesario, una vez que lo tuve todo dispuesto, fui hacia su habitación y allí la vi sonriéndose y le pregunte... _ ¿De que te sonríes, preciosa? _ Estoy tratando de hacer memoria para ver si tengo alguna experiencia como la q ue me has hecho vivir _ ¿Y? _ Bueno a nivel personal, intimo, no tengo ninguna y a nivel familiar y que no l e llega a la suela de los pies a esta, solo cuando me licencie en derecho y esta bais todos abrazados a mi y llorando y el que mas tu, eso me emociono muchísimo, t e ¿acuerdas? _ Como no me voy a acordar, siempre fuiste algo muy especial para mí y lo sigues s iendo _ Gracias cariño yo también te quiero. _ Bueno cielo ¿como lo quieres? _ Me da igual yo no lo voy a ver, hazlo a tu gusto Y mientras yo me aplicaba en la faena ella me decía... _ Cariño y tu te ¿corristes en la piscina? _ No cielo pero, no me falto mucho _ Entonces aun ¿sigues empalmado? _ Si, bueno la verdad es que me había desempalmado pero ahora al verte denuda y así tan espatarrada me he vuelto a empalmar _ Pues si que debes de estar necesitado si una cosa como yo te hace empalmar _ No digas eso que estas muy buena, pero que muy buena, que yo entiendo de esto y como decíamos cuando era estudiante...tienes un buen polvo _ ¿Solo uno? Jajá jajá _ Tienes razón, muchos buenos polvos jajá jajá _ Bueno señorita esto ya está, parece la de una niña sin un pelito y esta hermosísima co mo la dueña, voy recoger todo esto y ahora estoy contigo.

Cuando regrese, de guardar todo me asome a su puerta y la vi tocándose el coño con l as dos manos y le dije... _ ¿Qué, te gusta? _ Si me encanta, ¿pasara algo si me hago otra paja? _ No cielo, no pasa nada _ ¿Y tu que vas hacer? _ Pues ir para mi habitación y hacerme una paja igual que tu _ Vale luego me cuentas _ Lo mismo digo Me fui para mi habitación y como yo jugaba con ventaja, puesto que la podía ver a el la, iba graduando mi ritmo masturbatorio, esperando a ver cuando ella acelerara hacer yo lo mismo así nos correríamos los dos a la vez, tengo que reconocerlo fue al go increíble cuando nos corrimos la sensación que me embargo fue de verdad "increíble" , mis espasmos orgásmicos nunca me habían dado tanto placer como en esta ocasión.Despu es de un buen rato de relax, oigo que ella me dice... _ ¿Qué, como te fue? _ De maravilla te lo juro y ¿a ti preciosa? _ Ufff una pasada, té lo juro estaba tan excitada que solo con oírte a ti cuando te corrías, me corrí y de que forma. Nos dimos las buenas noches y al día siguiente, después de acompañar a mi hermana a su trabajo, pues me dedique a comprar, primero los víveres necesarios de una casa, d espués con más calma le busque un par de bikinis, un par de tangas y un par de bañador es eso si todos muy sexis. Pague, la compra y cuando salía justo al lado había un sexshop y otra idea loca sacu dió mi cabeza, entre en el y compre unas cuantas cosas. Al medio día, cuando ella llego a casa comimos y le dije que se acostara a dormir una siesta que luego iríamos a la playa a pegarnos un baño, ella se fue a dormir, yo mientras tanto recogía la mesa y limpiaba los platos y me puse a ver un poco la t ele pegue un par de cabezadas en el sofá y a eso de las 5 de la tarde fui a su hab itación a despertarla, estaba desnuda la desperté y le dije... _ Cielo, parece ser que te acostumbraste ya a dormir desnuda jajaja _ Si me encanta es una sensación nueva que no voy a desaprovechar _ Ponte este bikini es un poco pálido y así tu piel tan blanca no destacara La ayude a vestirse y cogidos del brazo nos dirigimos a la playa, cuando estábamos por medio camino ella me dice... _ ¿Hay, mucha gente? _ Si, cariño la hay _ Y ¿me están, mirando? _ No mi vida me miran a mí, tienen envidia, de que un tío tan normal como yo puede i r acompañado de un pedazo de mujer como tu. Nos echamos a reir, llegamos a la orilla y poco a poco nos fuimos metiendo en el agua hasta que nos cubría por el pecho mas o menos, empezamos a jugar, teniendo e n cuenta sus limitaciones y siempre cogidos de la mano, que si a ver quien aguan ta mas tiempo debajo del agua, que si a saltar las olas...en fin lo imaginable e n estos casos, la cuestión es que lo estábamos pasando bien hasta que ocurrió lo inevi table, me volví a empalmar, ella lo noto no me dijo nada simplemente,la cogio con su mano y me dijo... _Ya esta dura otra vez, cariño Yo me avergoncé un poco y le dije... _ Si lo siento, cariño, perdoname no lo puedo evitar _ No te disculpes que a mi me gusta tenerte así cerca, es mas ya te extrañaba de est e modo Soltó una risotada contagiosa, que dio paso a una sesión de magreo por parte de los dos que acabo con un beso increíble, el ruido de la gente a nuestro alrededor nos hizo serenarnos y actuar de una manera mas sosegada, pero sin duda sabíamos que no s deseábamos y que era solo cuestión de tiempo que pasara, lo que tenia que pasar. Seguimos jugando ya mas "formalmente" y al rato le dije... _ Cariño cuando quieras nos vamos. ¡Ah! y se me olvidaba que te he comprado unos jug uetitos que quiero que los pruebes _ ¿Juguetitos?, de ¿Qué hablas cielo?

_ Ya lo sabrás cuando lleguemos a casa Estuvimos un tiempo, mas en la playa, la verdad se estaba muy bien, luego nos fu imos para casa y la mande ducharse y que me esperara en la habitación de ella que le llevaría sus regalos yo aproveche para bañarme en el otro cuarto de baño salimos y me reuní con ella en su habitación y le empecé a dar sus regalos... _ Mira cielo este es un consolador, con vibrador _ Espera (me dijo)... A partir de ahora si yo estoy desnuda tú también ¿vale cariño? Me quite el calzoncillo y lo tire hacia mi habitación _ Ya esta, ¿puedo seguir? _ Si, sigue _ Pues te decía es con vibrador y si giras aquí atrás, sentirás lo que digo Se lo puse en su mano lo giro y ZZZZZZZZZZZZZZZZ _ Como tiembla Me dijo _ Si cariño ese es el vibrador y se emplea así Cogi la mano que tenía sujeto al vibrador y se lo puse encima de su clítoris, lo emp ecé a rotar y a deslizarlo entre sus labios ZZZZZZZZZZZ _ Cuando creas que estas lo suficiente excitada, puedes metértelo por tu coño hasta dentro, pero ten cuidado que tu eres virgen y aun tienes el Himen y si lo rompes te dolerá un poquito, ¿entendiste cielo? _ Y los otros juguetes ¿Qué son? _ Lo mismo cielo, uno para el culo y el otro una polla de plástico pero mas grande y gorda que el que tu tienes en la mano _ Bueno y ahora me voy para mi habitación quiero dejarte jugar con tu regalo un po co La verdad es que yo iba a hacerme una paja viéndola a ella con el juguetito y vaya si me la hice, lo que no contaba es que ella cada 15 minutos ZZZZZZZZZZZZZZZZZZ ZZ y otra vez ZZZZZZZZZZZZZZZZZZ Estuvo lo menos hora y media sino mas con el dichoso juguetito, ya tenia celos d e el.Hasta que de repente me llama y me dice... _ Cielo, ¿estas ahí? _ Si mi vida que quieres _ ¿Puedes venir aquí? _ Si claro, ya estoy, ¿Qué querías? _ Ven acuéstate a mi lado, se que me faltan muchas cosas, por aprender, lo de la f elaccion, las posturas, en fin muchas cosas que sin duda tu te encargaras de ens eñarme y con este juguete, si, me excito no digo que no pero es que solo tengo un cosa en mi cabeza y es... ¡que necesito hacer el amor contigo, té deseo y se que tu tambien, porfavor hazme el amor! _ ¿Estas segura, cariño? _ ¡SI, SI, SI! Me subí encima de ella, la bese, nos besamos con deseo con vehemencia, baje a sus pechos se los mame, los chupe, los mordi, con cariño, con dulzura y baje hasta su coño, para comérselo y lubricarselo, tonto de mi ella se había encargado durante, casi dos horas de hacerlo, la mire a su cara y le dije... _ Ahora te la voy a meter cariño si te duele dímelo Guié mi polla hasta la entrada de su coño, la moví de arriba a abajo mojando mi cabeza en sus jugos vaginales, le introduje la cabeza poco a poco, notaba su calor, su estrechez, iba haciendo pausas para que ella no sufriera y se fuera acostumbran do su vagina a mi polla, poco a poco se la fui introduciendo hasta notar su hime n la retiraba y la metía hasta ese punto, ella disfrutaba entonces le dije... _ Cielo te tengo que dar un empujoncito para romper el virgo, seguro que te dole rá un poquito, pero te prometo que el placer que obtendrás a partir de hoy y hasta e l resto de tu vida mientras folles valdrá la pena, ¿estas lista? _ Si, pártemelo ya Y empuje ,aprovechando uno de los envites del quita y mete que le estaba proporc ionando, su cara reflejo al instante una mueca de dolor, no pronuncio palabra al guna, me mantuve quieto hasta que su cara se recupero y cuando lo hizo empecé a em pujar un poco mas hasta notar que mi polla estaba toda dentro de ella, espere un poco y empecé un mete y saca lento, pero constante, ella se recupero y buscaba mi

boca y mientras nos besábamos empecé acelerar mas y mas y mas ,los golpes de mis riño nes eran violentos,los quejidos de placer que ambos dábamos eran excitantes cuando menos y de pronto DIOS mió, de pronto un grito de placer AAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGG GGG por parte de ambos dio lugar a un torrente de sensaciones que sacudió nuestros cuerpos. Me caí sobre ella y me gire hacia un lado para dejarla respirar así que recuperamos nuestra respiración de una manera normal me gire y la vi estaba llorando y decía... _ Gracias, gracias, gracias, te amo En ese momento la bese y me di de cuenta que era lo mas maravilloso que me había p asado en mi vida. Han pasado ya tres años de ese momento y quien me lo iba a decir a mí. Después de todos los palos que había o mejor que habíamos llevado... SIN DUDA LA VIDA TE DA SORPRESAS. Juegos de vacaciones Desde pequeños cuando llegaba el verano era seguro que nos fuéramos de vacaciones a la costa. Pero desde el divorcio de nuestros padres ya no lo hacíamos tan ritualme nte. La separación fue en buenos términos, pero aun así no es muy frecuente el trato c on nuestro padre. Delia, mi madre, una enérgica mujer de armas tomar, a sus 44 años, luego de un par de años sin pareja, en los que prefirió solventar su estatus labora l, finalmente comenzó a salir con un ex-compañero de trabajo, Julio; un hombre que p arecía no ser mala gente pero que tampoco nos caía muy simpático ni a mi hermana Silvi a ni a mí. Cuando llegó el momento de las vacaciones mi madre nos propuso ir a la ca sa de Julio, en la costa, por dos semanas. Me gustaría, pero no puedo, sabes que tengo que estudiar para ese examen le dije. ¿Y tú Silvia?-preguntó mi madre sin muchas esperanzas en que mi hermana aceptase. Lo siento mamá, pero este verano prefiero quedarme aquí ya que Ana no se irá a la costa dijo casi con indiferencia. Mi madre quedó en silencio, pensando mientras comía. Me dio un poco de lástima por lo que luego de unos instantes le dije: Bueno, quizá si puedo adelantar en la materia, me vaya unos días para allá, aunque teng a que arrastrar a esta mocosa de los pelos. Mi madre sonrió ante la ocurrencia y la respuesta airada de Silvia que, al no pode r hablar, me tiro un pedazo de pan a la cara. Así que tendrás el tiempo suficiente para poderte divertir con Julito dijo Silvia, iróni camente. Parece que sí, por unos días...no te imaginas cómo voy a follar dijo a las risas mientra s, se levantaba de la mesa. Cada vez que tomaba una copa de vino soltaba su leng ua, aunque ya de por sí no guardaba muchos tapujos para decir las cosas claramente . Mi hermana la miró casi sorprendida y me miró como buscando que le diera la razón so bre el atrevimiento de mi madre, pero sólo atiné a sonreír y con un gesto de mi mano l e indiqué que el vino era el culpable. Llegado el mediodía del viernes, mi madre emprendió viaje. Antes de irse advirtió a mi hermana que no saliera a bailar ni diera problemas, y a mí me encargó el cuidado de la casa y de ponerle límites a Silvia. La dejé tranquila asegurándole que así sería, pero yo estaba seguro que esas exigencias eran más por cumplir al mínimo con el rol de m adre responsable, que por auténtica preocupación. Silvia llegó corriendo a mi cuarto, luego de unos minutos, y con mucho entusiasmo, me dijo: Marcos, Ana me invitó a ir a una disco con ella y su novio Sabes que no puedo dejar que vayas, eres menor de edad, y sabes que mamá... Espera, espera; yo pensaba que quizá quieras ir con tu amigo Pablo y su novia, ¿no te parece? Te vendrá bien tomarte unas horas para divertirte. ¿Qué dices? La verdad es que Silvia procedió con tanta prisa y buen tino para planificar las c osas que no tuve más remedio que decirle que sí, siempre y cuando Pablo aceptase la invitación. Eso quedó concretado, por lo que finalmente le dije a Silvia que podríamos salir un rato a la noche. Ella se acercó a los saltos y me dio un sonoro beso en la mejilla . Gracias, gracias, hermanito, ya podré pagarte este favor. Ya verás cómo nos divertiremo s esta noche.

Vale. Ahora ayúdame a ordenar la cocina. Silvia siempre me había parecido una chica atractiva. No es dueña de una belleza por la que todos los hombres se fijen en ella con la libido exaltada; pero a su int eligencia y un cierto descaro, sumaba un rostro armonioso y un cuerpo delicado, con formas bien delineadas, sin exhuberancias. Y no seré hipócrita; me fijé en ella de sde que empezó a volverse una chica bonita, y más de una vez no dudé en admirar su cue rpo, por entero, deteniéndome en su pequeño y redondeado trasero, o en sus bien prop orcionados senos. Su pelo castaño claro, sus labios alargados y carnosos, además de su mirada, algo felina, conformaban un rostro bonito al que también prestaba mi at ención. A decir verdad, a sus 17 años era una chica muy atractiva. A pesar de lo que pensara de Silvia, nunca tuve intenciones claras de aprovecharme de ella, pero no negaré que era consciente de la pequeña satisfacción ante un roce eventual de nuest ro cuerpos. Cuando ella era más pequeña (debo decir que yo tengo cinco años más que ella ), siempre se sentaba en mis piernas, y a veces, sobre una de ellas jugaba, al c aballito. La última vez que quiso hacerlo, ella tenía catorce años, y llevaba tiempo s in pedírmelo hasta que una tarde, mientras yo leía un libro de estudios, ella se ace rcó y de un salto, a las risas, se tiró sobre mi falda. Llevaba una calza de lycra, y sus delgadas piernas quedaron en ángulo recto sobre las mías, y su pequeño trasero s obre mi muslo izquierdo. Deja de leer estas porquerías dijo sacándome el libro de mis manos . Vamos, Silvia, debo estudiar. Pero Silvia no me lo dio. Me dijo que sólo lo haría después de hacerle caballito. Le dije que no, que no tenía tiempo para niñerías. Pero insistió. Poniendo el libro entr e su espalda y el apoyabrazos del sillón, comenzó a dar pequeños saltos sobre mis pier nas. Vamos, no seas malo. Hazme caballito. Al dar esos pequeños saltos se deslizó y su pequeño trasero, creo que por accidente, q uedó prácticamente sobre mi bulto. Ella, quizá sin darse cuenta, siguió son sus movimien tos de protesta y pronto comencé a sentir como mi polla comenzaba a inquietarse y crecer bajo el delgado y duro culo de Silvia. Fueron eternos segundos en los que noté mi erección sin saber qué hacer, y sin saber cuándo mi hermana se daría cuenta de lo que ocurría. Tibiamente excitado, la tomé por debajo de sus brazos, haciéndole cosqui llas. Ella comenzó a retorcerse, y mis pulgares accidentalmente rozaron sus pequeños senos. Pero nada parecía intencional, y entre risas seguimos por unos instantes más . Pronto, casi sin pensarlo, la tomé de por encima de la cadera, y la giré de tal ma nera que quedó de espaldas a mí con su culo pegado a la base de mi polla. Así, aprovec hando la excusa de querer hacerle cosquillas, comencé a picarla rápidamente en sus c ostillas, en su suave vientre, y en la espalda, lo que provocaba que Silvia, en una sola carcajada, se retorciera, y se moviera alternadamente en todas direccio nes. MI polla ya se notaba en plena erección y poco parecía importarle a Silvia, que sin dudas podía sentir la dureza de mi miembro sobre sus nalgas. Pero en un momen to escuché el ruido de la puerta. Demasiado tarde porque pronto entraron mis padre s en la sala y nos vieron en semejantes juegos. Mi padre se mostró sorprendido, y con voz firme nos dijo que ya no era posible que siguiéramos jugando de esa manera , y todo un pequeño discurso sobre nuestras edades y cómo deberíamos comportarnos. Ni Silvia ni yo, dijimos nada. Pero mi madre, detrás de mi padre sólo sonreía pícaramente. Cuando mi padre terminó de regañarnos y se fue a su habitación, mi madre llamó a Silvia y se fueron juntas a la cocina, Afortunadamente, ninguno de mis padres pareció dar se cuenta de la erección que tenía, pero me preocupó un poco el hecho de que mi madre se llevara a Silvia a la cocina. Esperando expectante, me quedé sentado leyendo mi libro. Al rato, Silvia pasó junto a la sala y me sonrió, sacó su lengua y me hizo el famoso gesto del dedo mayor, para luego subir las escaleras. Entre curioso y ali viado, le devolví el gesto, comprendiendo que mi madre no le había regañado, ni someti do a un exhaustivo interrogatorio sobre el alcance de nuestro juego. Pronto comp rendí que mis padres actuaron por reflejo, sin percatarse de lo que había sucedido a ciencia cierta; aunque esto sólo fuera saber de mi real excitación, y pequeño y momen táneo goce, producto del roce con Silvia. También quise reinterpretar el significado de los gestos de Silvia. ¿Acaso sería posib le que en esa serie de gestos estuviera implícita la intención de haber logrado lo q ue se proponía? De todas maneras, nada más quise especular al respecto. Mis padres t

ampoco dijeron nada más, y, lamentablemente, pensé que esa sería la única y última vez que se produjera ese tipo de juego con mi hermana. O eso creía. Pero vamos lentamente , estimado lector. La Noche en la disco. Al anochecer, Silvia me dijo que se iría bañar antes que llegara Ana y su novio. Mientras esperaba mi turno para el baño, me senté en el living a mirar un poco de TV y tomar una gaseosa, pero a los pocos minutos tocaron el timbre. Al abrir la pu erta me encontré con la amiga de mi hermana. Ana era muy distinta de Silvia; era u n más baja que mi hermana, no llegaba al metro sesenta y cinco, era un poco más rell enita y tenía cierta abundancia de curvas. Ahí estaba ella, con un pantalón blanco muy ajustado y una musculosa negra, ceñida al cuerpo, resaltando la exuberante redond ez de sus senos. Además llevaba su hermoso pelo rubio atado en un rodete, cayendo dos pequeños mechones sobre sus mejillas. La miré de cuerpo entero, y me quedé unos in stantes con mi vista fija en sus hermosos ojos color miel. Finalmente, me sacó del embrujo con un divertido hola. Perdona, Ana, casi no te reconozco. Ella se rió. Nos dimos un beso en la mejilla y la hice pasar. Le dije que mi hermana se estaba bañando y le ofrecí una bebida. ¿No tienes algo más fuerte? Vaya. Veo que me espera una noche agitada. Eres muy pequeña para andar tomando. Ja, y tú eres la personificación de la madurez me dijo sin dejar de sonreír ¿Además te pare una niña? Vamos Al decir esto, Ana se había puesto en pose, con sus manos a las caderas, y sacando su busto hacia delante. Le miré fijamente. La verdad no. Pero no juegues con fuego, que te puedes quemar. Ahora te traigo una cerveza. Fui a la cocina a buscar dos cervezas. Pero Ana siguió mis pasos. Por más que dije n unca haberla visto vestida de esa manera, solía fijarme en su cuerpo cada vez que venía a mi casa, y en más de una ocasión aprovechaba a molestarla con lo pequeña que era de estatura, razón por la cual fingía molestarse. Pero nunca fui muy atrevido debid o a las poco sutiles y amenazantes miradas de mi hermana, Cuando saqué las cervezas, Ana estaba recostada sobre la mesada de la cocina, con sus brazos cruzados, levantando sus pechos que quedaban más descubiertos a través de l escote. Le di la cerveza y me senté en la pequeña mesa de la cocina. Ana destapó su cerveza y tomo un trago de la botella. En ese momento me dije que parecían estar dadas las c ircunstancias para jugar un poco con ella. ¿Y tu novio? Lo invitaron esta tarde para ir a la costa, a la casa de unos amigos. Así que no vendrá. No entiendo cómo puede dejarte salir sola. Ana me miró con una sonrisa. ¿Por qué no? Es que mira cómo vas me parece extraño que no se sienta celoso. Ojos que no ven, corazón que no siente. Además, ¿por qué debería ponerse celoso si le dije que saldría con Silvia y contigo? Me dijo esto, y sin dejar de mirarme tomó un nuevo trago. Es que estás muy bonita, y si fueras mi novia no te dejaría salir de esa manera con n adie que no fuera yo. Ana se rió. Él piensa que eres como un hermano para mí dijo sonriendo. Oh, eso quiere decir que ¿Qué? El piensa eso. Nada más. Bien, entonces cuando me emborrache esta noche, olvidaremos que él cree eso. ¿Por qué deberíamos olvidarlo? Porque borracho hago cosas que no debería. Ana soltó una risita nerviosa y no dijo nada más. La miré fijamente a los ojos, y lueg o bajé unos instantes mi mirada a sus tetas. Ella advirtió esto, y sin decir nada, s e echó hacia atrás en su silla, y comenzó a arreglarse el cabello, por lo que sus teta s parecieron dispararse hacia mí, apenas contenidas por la fina tela que remarcaba su redondez y los ahora perceptibles pezones. Durante los instantes en que hizo

esta maniobra, no dejó de mirarme, con sus mejillas claramente sonrojadas. Podría h aber echado el movimiento final, pero me dije que hasta ahí debía llegar. Por el mom ento. Cuando dio el último trago a su cerveza, apareció Silvia en la cocina y saludó a Ana. Pronto dejé de fijarme en su amiga para ver a mi hermana. Estaba hermosa, con el c abello húmedo, sus largos y grandes labios pintados de un color que no distinguí muy claramente pero que hacía su boca mucho más atractiva de lo normal. Llevaba una blu sa roja, sin tirantes, ceñida al cuerpo, a través de la cual podía vislumbrarse la jus ta y proporcional forma de sus senos. Un pantalón de algodón, negro y ajustado, marc aba a la perfección sus caderas y sus delgadas y bien torneadas piernas. Después que se saludaron, advirtió mi insistente mirada. ¿Qué te pasa?-me dijo ¿Piensas salir así? No, si quieres me pongo el hábito. ¿No está mi madre, y ahora te toca a ti? Bueno, es que vas un poco ligera, por decirlo de alguna manera. ¿Y cómo quieres que vaya? Se supone que en la disco bailemos, hará calor y prefiero es tar cómoda. tienes razón. Y no es que quiera impedir que salgas así, es que los tipos se te van a echar encima. Para eso vamos con mi hermano y su amigo, ¿no? Qué noche complicada. Nos portaremos bien. Ahora, ¿debo dar por entendido que estoy linda? Sí, Silvia, lo estás. Por eso mismo me preocupo. Ambas están muy lindas. Dicho esto Silvia se abrazó a Ana, apoyándose mutuamente los senos, y mejilla con me jilla, haciendo cara de niñas malvadas me lanzaron besos al aire. Me reí, terminé mi c erveza y les dije que me iría a bañar. De la ducha sólo diré que no pude evitar pajearme ante la imagen de Ana. Debo admitir, que también, en algún momento la figura de Sil via se me pareció fugazmente, pero no le di mayor importancia. Nunca lo hice. En la puerta de la disco nos encontramos con mi amigo Pablo y su novia Mara. Era una chica muy bonita, alta de grandes piernas, un hermoso trasero que compensab a la mínima expresión de sus tetas, pero al fin y al cabo era la novia de mi amigo. Dentro de la disco buscamos un lugar para poder tomar algo, Allí nos quedamos un r ato, hasta que Silvia y Ana, junto a Mara se fueron a la pista. Aproveché a tomar algunos tragos con Pablo, y hablamos de un montón de cosas. El admiraba las tetas y el culo de Ana, a escasos metros de nosotros. Le conté de mi intención de juego co n ella y que más tarde o temprano le haría una bonita cornamenta a su novio, un tont o niño que no se merecía esa apetecible chica. Bueno, y hablando de casa, tu hermana Silvita no está nada mal. Deja, que si Mara n o estuviera Además de Mara, en el caso de que Silvia no fuera mi hermana, no tendrías problema le c ontesté siguiendo el chiste. Si no fuera tu hermana, hasta tú le darías. Jaja. Claro que sí. Bueno, si tomas mucho alcohol nadie se mosqueará y mañana te olvidas de todo. Vamos, vamos, es mi hermana pequeña. Pequeña, ¡pero si media disco se la quiere follar! Aprovecha las vacaciones y juega a l doctor con ella. Ante esta ocurrencia ambos soltamos la carcajada. Pero no pude evitar contemplar una vez más a Silvia mientras se contoneaba sensualmente al ritmo de la música. Me fui a la barra a buscar unos tragos cuando Ana llegó y se colocó junto a mí. Tomand o mi brazo me pidió que le comprase otra cerveza. La miré, y a esas alturas el alcoh ol había empezado a aflojarme la lengua. Lo que precisas es algo más fuerte. Te invito un trago. Tú compra que yo pago me contestó. Pedí el trago y se lo di a Ana. Ella quiso darme el di nero pero no se lo acepté. Deja, deja, este lo invito yo le dije, pero Ana insistía ante mi negativa. Finalment e, tomó el dinero y quiso colocarlo en el bolsillo trasero de mi pantalón. Yo reía y m e negaba. Basta, Anita. Además no llevo el dinero atrás, sino adelante le dije mientras señalaba mi bolsillo. Ana me miró, sonrío, y como si me desafiara, introdujo su mano en el bols

illo del jean. Pude sentir como sus dedos rozaron, casi imperceptiblemente, mi p olla. Bonita alcancía me dijo sonriendo, mientras sacaba muy lentamente la mano. Ya ves, no es una chanchita ; más bien un pequeño burro - le contesté, atrevidamente, apro hando mi leve ebriedad. Ana, me miró, sonrió. Eso habría que averiguarlo me dijo y dio un largo trago a su vaso. ¿Tú quieres hacerlo? ¿Me lo estás proponiendo? No me contestes con otra pregunta. A veces soy muy curiosa me dijo mientras jugaba con un dedo en su trago y se lo lle vaba a la boca. Tomo eso como un sí. Tú no deberías tomar más me contestó con una sonrisa. Ambos reímos y sentí que ese era el momento clave, o hacía algo en consecuencia de mi interés por Ana o todo se diluiría como un simple juego de palabras y nada más. Me ace rqué un paso hacia ella y rozando con mi nariz la oreja de Ana, le dije al oído: Estás muy linda, Ana. De verdad, sigo sin entender que te hayan dejado sola esta no che. No estoy sola me contestó al oído. Pude sentir la tibieza de su aliento y sentí repentina s ganas de besarla. No, estás bien acompañada, ¿no crees?- le dije y sostuve mi mirada en sus ojos. Muy bien acompañada me dijo mientras tomaba mi brazo suavemente. En ese momento me disponía a besarla, pero Ana se alejó repentinamente. Silvia venía h acia donde estábamos. Silvia nos miró unos segundos, seriamente. Pronto nos sonrió y c on una mirada desafiante le dijo a Ana que la acompañara al baño. En ese momento creí que todo se desvanecía y que el momento había pasado. Sabía que Silvia no dejaría que an duviera coqueteando con su amiga. Ana me agradeció el trago y se fue con Silvia, l a cual me dirigió una helada mirada. Las vi alejarse, tomadas del brazo. Pablo estaba a mi lado junto a Mara. Me miró y me sonrió mientras negaba con la cabe za. Se acercó y me dijo: Me parece que hoy no cenas. Joder con esta pendeja, voy a morrear a la amiga y me la saca de encima. Yo creo que hay dos opciones, Marcos. Una es que esté protegiendo a su amiga a medi o emborracharse antes de que le meta los cuernos a su novio. La otra es que no q uiere que compitas con la amistad que tienen entre ellas. Hay una tercera dijo Mara que se acercó a Pablo. ¿Cuál? pregunté Que esté celosa. ¿O acaso crees que dejará que su amiga coqueteé con su hermanito mayor? di jo Mara. No digas tonterías, Mara le contesté alegremente. Marcos tu hermanita no te sacó los ojos de encima desde que Ana se acercó a ti, cuando poco le importó que un tipo mucho mayor que cualquiera de nosotros, le comiera el oído a Ana con propuestas poco santas. ¿Crees que una chica tan competitiva como Sil via dejará que una amiga suya se quede con lo que ella no puede tener? Vamos, Marc os-me dijo con Mara con firmeza y seguridad en sus palabras. Espera, ¿me estás diciendo que mi hermana no quiere que Ana coqueteé conmigo porque ell a no puede hacerlo? No, no quiere que Ana sea tu magreo de la noche. Silvia puede coquetear contigo, pero no puede hacer nada más me dijo Mara. Pero estás hablando de mi hermana, Mara, vamos le dije medio incrédulo. ¿Me vas a decir que Silvia nunca coqueteó contigo aunque sea un poco? Consciente o i nconscientemente lo ha hecho y tú, consciente o inconscientemente lo has negado. Y viceversa me dijo Mara. No lo creo le dije a Mara mientras terminaba de un trago una nueva cerveza. Creo que deberías creerle, Marcos. Ella sabe lo que dice. En realidad nosotros somo s... ¡hermanos! dijo Pablo y los tres empezamos a reírnos. Mira si quieres, compruébalo. Cuando vuelva Ana, trata de acercarte a ella. Silvia

no la llevó al baño para decirle que no se acercara a ti. Sólo se la llevó para marcar t erritorio pero sin darle muestra de sus temores a Ana. Haz lo que te digo, acércat e a Ana y trata de hacer lo que querías un rato atrás, verás que Silvia hará una de dos cosas: Buscará algún tipo para hacer lo mismo que tú haces con Ana, a la vez de mirart e desafiante. La segunda posibilidad es que Te diga que se siente mal y que quiere irse a casa interrumpió Pablo. Exacto, pequeño saltamontes; has aprendido la lección contestó Mara y besó a Pablo. Los miré pensando en la suerte que tenían de estar así esa noche y la mayoría de las otr as. Pero también pensé que el más afortunado era Pablo al estar con una chica tan inte ligente amén de sus atributos físicos como Mara. Pero, creo que hay otra posibilidad dijo Mara. ¿Cuál será esa posibilidad? Esto es demasiado complejo contesté. Que Ana desvíe tu interés por Ana y lo dirija hacia ella misma. Con otro tipo, ya lo dijiste respondí. No. Ella podría coquetear contigo y jugar a desdibujar los límites con cierto erotism o y naturalidad. Sólo para que Ana sepa que es algo natural entre ustedes y Silvia le quiera dejar en claro que no debe tomarse mucho esfuerzo para lograr lo que Ana. En definitiva, te va a dejar la polla como una estaca dijo Pablo. Todos reímos a las carcajadas. Basta de cosas raras, mejor me tomo otra y no los escucho más terminé de decirle y pedí o tra cerveza. Pero no podía dejar de pensar, por más efecto que surtiera el alcohol e n mi capacidad intelectual, en todo lo que me había dicho Mara. ¿Cuánto habría de cierto en todas sus elucubraciones? En eso estaba cuando Ana y Silvia volvieron del baño. Ana me sonrió. Le respondí de ig ual manera y le ofrecí de mi cerveza. Silvia sólo nos observaba sin decir nada. Ana tomó la botella y mientras no me sacaba la mirada de encima, se colocó el pico entre sus labios y bebió largamente. Un poco de espuma salió por el pico. Ana pasó la lengu a a lo largo de la botella y la limpió de espuma. Luego me miró y sonrió. Silvia atent a todo esto me tomó de la mano y me llevó a la pista. Empezamos a bailar, sin decirn os nada, un poco de música electrónica. Pero luego llegó el turno de la música tropical ya Silvia me hizo tomarla y bailar a su ritmo. Al principio bailábamos si estar mu y pegados, pero Silvia se acercó más a mí y tomando mi brazo, hizo que la rodeara más ce rcana y firmemente. Baila como un hombre hermanito. ¿Como debe bailar un hombre, hermanita querida? Con un poco de picardía y sin miedo de tomar a tu pareja con ganas. Bueno, es que esto de bailar entre hermanos no es muy motivador le dije sonriendo. Claro, seguro quieres que alguien más baile contigo; pero yo lo hago mejor que y sus palabras se perdieron en el volumen de la música. Le dije que no la había escuchado. Silvia se acercó más a mí, puso una de sus manos en mi nuca como inclinándome hacia ell a y me dijo al oído: Que bailo mejor que algunas putitas. Sentí su aliento tibio y levemente agitado golpearme en mi oreja. Esas cosas me pu eden; y una vez más me sentí agitado, con ganas de que fuera Ana quien estuviera en el lugar de Silvia. ¿A quién te refieres? No hace falta que te lo diga, la pista está llena de ellas me dijo sonriendo con pica rdía , y hay algunas fuera de ella completó mirándome a los ojos. No contesté con palabras, sólo reí con ganas. Silvia hizo igual. Mientras la miraba pe nsaba a mil por hora en todo lo que habían dicho Mara y Pablo. Silvia no coqueteab a conmigo; ¿acaso mi hermanita podría hacerlo? Pero era obvio que sacarme a la pista a bailar de esa manera y hablarme así era la manera de marcar las cosas respecto a Ana. Yo estaba bastante alegre, en el principio de la ligereza de movimientos y la torpeza de lengua. Mis pensamientos iban rápida y confusamente. Miré a Silvia, me acerqué y le dije al oído: Me voy a follar a tu amiguita. Silvia me miró, desafiante, con una sonrisa cínica dibujada en las comisuras. A ella sólo la puedes follar borracho. ¿Por qué? Es una chica muy linda.

No, no lo es, sólo es una chica con tetas grandes y un culo gordo sostenido por eso s pantalones un talle más chico de los que debería usar dijo Silvia y no pude evitar u na carcajada. Vamos, entonces al menos es atractiva le dije una vez más al oído. Tiene tetas grandes y es calienta pollas, nada más me contestó al oído. Eh, cómo quieres a tu amiga, hermanita. Amistad, sí, pero las cosas claras, Ana no es linda, sólo es una calienta pollas con un poco de tetas. Como quieras pero no hace falta estar borracho para follársela. Tú estás medio borracho, por eso quieres follártela. Tienes razón y borracho puedo follarme a quien quiera le dije e instintivamente me ap reté más aún a su cuerpo, hasta sentir la dureza de sus tetas en mi pecho. Silvia me m iró, sonriente. Cuando terminó la canción, le di un beso en la mejilla y le dije que i ba al baño. Mientras caminaba di la vuelta y vi a Silvia, mi hermanita, mirándome de brazos cr uzados. Le tiré un beso con mi mano y me dirigí hacia el pasillo de los servicios hi giénicos. En el camino me crucé con Ana. La miré y sin pensarlo la tomé del brazo y le dije que me acompañara. Ella lo hizo presurosamente, tomándome, con ambas manos, del brazo. Cuando llegamos al pasillo de los baños, me di vuelta y mirando a Ana, la arrastré a un rincón en penumbras. La apoyé contra la pared y sin mayor trámite nos besamos larg amente, mientras mis manos la tomaban de la cintura. Empecé a tener una erección y m i polla comenzó a crecer, aprisionada en mi pantalón. Ana me besaba con mucha calent ura y comenzó a mover su cadera empujándome con su pelvis. Sin dudas pudo notar la d ureza de mi miembro sobre su vientre y se apretaba cada vez más contra mi cuerpo. Mis manos pasaron de sus caderas a su espalda. Fui subiendo y pronto las llevé hac ia los costados, por debajo de sus axilas y rocé sus tetas con las palmas de mis m anos. Ana tomó una de mis manos con la suya y la llevó hacia una de sus tetas. Y yo rápidamente bajé la otra por su espalda hasta alcanzar su carnoso culo. MI mano come nzó alternativamente a apretar con fuerza una y otra nalga, mientras con la otra m asajeaba sus tetas y jugaba con sus pezones. Ana comenzaba a agitarse y su respi ración se hacía más fuerte. Con la mano que estaba en su culo, fui bajando lentamente a lo largo de su raya, yendo hacia delante hasta llegar a su entrepierna. Ana dio un respingo y movió su lengua con mucha más rapidez. Mis manos sentían el calor de su raja a través del pant alón, y no pude evitar deslizar dos dedos a lo largo de la misma, hasta llegar al agujero de su culo, una y otra vez. Ana se agitaba más y más, mientras daba respingo s. Estuvimos unos instantes así, hasta que se zafó de mi boca y me dijo al oído, con v oz entrecortada, que no podía hacer eso, que era demasiado, sacó mi mano de su entre pierna. Vamos, Ana, deja las niñerías. Tu noviecito no está aquí. No no Marcos no déjame me dijo con voz entrecortada por la excitación. La miré a los ojos y cuenta que estaba viendo más allá del lugar en donde estábamos. La dejé. Sin mirar atrás supe que Silvia estaba cerca de nosotros. ¿Qué te sucede? ¿Es tu novio o es Silvia quien te preocupa?- le dije antes de irme al baño. Ana no dijo nada y si me lo hubiese querido decir, tampoco la hubiese escuch ado, tal era mi enojo. Cuando regresé del baño, Pablo estaba con las tres chicas y m e miró con una sonrisa de conmiseración. Nos quedamos un rato más y luego nos fuimos, todos juntos. Cuando dejamos a Ana en su casa, apenas me despedí con un leve simulacro de beso e n su mejilla, algo que Silvia pareció disfrutar. En el camino casi no hablamos. Al llegar a nuestra casa, me fui a la cocina y Silvia subió a su habitación. Yo tenía cierto enojo, fruto del frustrado intento de comerme a Ana. Saqué una botella de v ino tinto de la gaveta de bebidas de mi madre, tomé una copa y me dispuse a beber un poco más. Pronto me puse a pensar en todo lo ocurrido en la disco. Pensé en Ana, y lo que pasó y dejó de pasar. También traté de evocar todas las palabras que intercambié con Pablo y Mara. ¿Mi hermana intentando seducirme, celosa de lo que me sucedía con Ana? Me lo repetí una y otra vez, hasta intentar que esas palabras coincidieran co n lo que pasó entre Ana y yo, y mi pequeña charla con Silvia mientras bailábamos. ¿Su ba ile fue un intento de seducción? Cuando se apretaba a mí, hasta el punto de sentir s

us tetas en mi pecho, o el calor de sus piernas alrededor de la mía, llegué a creer que así era. Pero, ¿no fui yo en realidad quien dijo algo como borracho puedo follarm e a quien quiera , y posteriormente me pegué lo más que podía y permitía nuestra relación? Sí fui yo. Y quizá las palabras de Mara y Pablo me dieron en ese momento el descaro de hacer y hablar así. Pero Silvia no se mosqueó por eso. No, no lo hizo. Al contrar io rió de mis palabras. Además, Silvia había demostrado cierta satisfacción al ver que e staba molesto con Ana. ¿Qué estaba pasando? El vino sumado a todo lo que había bebido en la noche, hacía que mi cabeza comenzara dar vueltas. No creo que estuviera borracho, pero estaba en el punto exacto en que los pensamientos y las fantasías se funden en un todo confuso, y el discurso q ue mi mente pudiera tener, distaba un poco de lo racional. Así Silvia pasó a dominar mis pensamientos, y empecé a fantasear con la idea de mi hermanita interesada en mí de una forma poco santa. Estaba en eso cuando escuché que Silvia bajaba las escaleras. Cuando entró a la coci na la vi sonreír. Se había dado una ducha; su pelo estaba mojado, y sólo llevaba puest a una camiseta larga y vieja que le llegaba a medio muslo. Bueno, parece que no te bastó la noche de copas, hermanito me dijo. Hay que ahogar las penas, hermanita querida dije. ¿Cuáles penas? Las de amor, por supuesto- le dije, con sorna, mientras ponía una mano sobre mi cor azón. Silvia sonrió y negó con su cabeza. Lo único que faltaba. Ya te dije que es una calienta pollas me dijo. Ah, hablas de Ana le contesté sin saber por qué lo hacía de tal manera. ¿De quién más? Bueno, no importa, Pero sí tienes razón, Anita es una calienta pollas. Aunque ella pa recía estar caliente también. ¿Sí? ¿Porque chupa la espuma de la cerveza como si fuera una corrida? No es sólo eso. Además deberías cuidar tu boquita hermanita. Pero no, además la tuve entr e mis garras y le di un poco de cariño. Ajá, sí, los vi. ¿Y ella te vio a ti? ¿Por qué preguntas? dijo mientas tomaba una silla y la colocaba frente a mí. Es que quiero saber si tú nos estabas espiando y por eso ella dejó de querer estar co nmigo. Te dije que es un simulacro de putita, sólo te dejó con la calentura porque así es ella . Y cuando fueron juntas al baño, ¿le dijiste algo? le pregunté a Silvia. Nada que pueda interesarte. En el baño hablamos de un montón de cosas, pero ninguna q ue se pueda decir a un chico, menos a un hermano. ¿Qué tipos de cosas serán? ¿Hablaron de mí? No creo. No me importa, ya me encontraré con Ana otra vez y no la dejaré escapar. Qué ganas de perder el tiempo. Dudas de mí. No, no lo hago, pero me parece que no vale la pena tanto interés en Ana. Eso debería decidirlo yo, Silvita querida. Deja los diminutivos, Marquitos me dijo y tomó mi copa. Tú no tienes penas, no bebas. ¿Cómo lo sabes? Además, bebo porque me gusta. Beber desinhibe, ¿no? Dímelo tú. A mí me afloja la lengua, claro. ¿Sólo la lengua?- me dijo con una leve sonrisa. ¿Hacia dónde quería ir mi hermana? Bueno, no lo sé, pensando en lo que pasó en la disco, hay cosas que no se ablandan. Silvia me miró, bebió de su copa. Levantó sus piernas y las cruzó sobre la silla, sentándo se a lo indio. Con una de sus manos acomodó la camiseta de manera de que no se vie ra nada de su entrepierna. No dejé de observar todo esto y Silvia lo sabía. Bien, o sea que te quedaste con la sangre en el ojo, por decirlo de alguna manera m e dijo. Un eufemismo, por supuesto.

Silvia rió. El vino parecía comenzar a surtir efecto. Por mi mente empezaban a volve rse más claras y atrevidas las ideas sobre mi hermana y lo que deseaba en ese mome nto. Silvia no me sacaba la mirada de encima. Había una cierta tensión en el ambient e. Cuando mencionaste lo de las penas me diste a entender que no era Ana quien te ap enaba lanzó con presteza. Estaba recordando todo lo que pasó en la noche. No te vi con otra chica aparte de Ana y Mara. Eh, bien, Mara es una linda chica, inteligente sobre todo. Pero es la novia de mi mejor amigo. Sí, es una chica interesante. Pero eso que dices acerca de que es la novia de tu am igo, no evita que pueda pasar algo. Hay límites que se rompen. Mara no me interesa sexualmente, a pesar de todo. Pero me gustaría saber un poco más sobre tu opinión acerca de los límites- dije. Silvia dio un trago más a la copa de vin o, y la dejó sobre la mesa. Primero, no contestaste la pregunta que te hice. ¿Si no era Mara ni Ana, quién entonc es? Miré a Silvia. Al dejar la copa sobre la mesa, se había estirado levemente, soltando su camiseta. Ahora podía ver entre sus piernas el color rojo de sus bragas. Lo hi ce fugazmente, pero Silvia, sin dudas pudo notarlo. A pesar de eso, ni se inmutó. Mientras me servía una copa más de vino, le dije: Estabas muy linda hoy. Y bailas muy bien. Silvia pareció suspirar de impaciencia. Pero sonrió de todas maneras. Ya lo sé. Jaja, vaya modestia la tuya le dije mientras le alcanzaba la copa de vino . Sabes, en un momento, hablando de límites, deseé que no existieran. ¿Qué quieres decir? dijo y vi que la conversación ya estaba tomando rumbos inciertos. Que si tu no fueras mi hermana, y con las ganas de follarme a Ana que tenía, te hab ría dado un morreo de madre le dije, mirando el piso. Silvia comenzó a reír y se atoró con el vino y tosió. Estirándome sobre la silla, golpeé su espalda suavemente. Cuando ter minó de toser, se quedó mirándome. Estábamos muy cerca uno del otro. Observé como en la co misura de sus labios había un resto de vino que se derramó sobre su barbilla. Con mi mano, lentamente tomé la gota, la arrastré hasta apenas rozar sus labios y me llevé l a mano a mi boca para limpiar mis dedos. Silvia me miraba, con sus mejillas ence ndidas, y sus ojos vidriosos. Pero no dijo nada. Algo esperábamos. Ambos. Me retiré hacia atrás, apoyando mis hombros en la pared y mis piernas quedaron abiertas y es tiradas hasta casi llegar a la silla de Silvia. Me quedé viéndola, y ella a mí. A pesa r del alcohol, mi verga comenzaba a inquietarse, y un cierto abultamiento se mar caba en mi paquete. Silvia se acomodó un mechón de pelo por detrás de su oreja. Yo esp eraba, ansioso, algo que no sabía si sucedería. ¿Hablas en serio? preguntó Silvia con una leve sonrisa dibujándose casi imperceptiblemen te. ¿Qué me ibas a decir de los límites? dije por respuesta. No me contestaste, Marcos. Yo pregunté primero, pero sí, si quieres saberlo, claro que hablo en serio le dije y di un último trago a mi copa. Silvia movió su cadera hacia delante, apoyando la parte superior de la espalda en el respaldo de la silla. Estábamos frente a frente, sent ados de la misma manera. Silvia que no desviaba su mirada de mis ojos hubiera po dido apreciar lo abultado de mi paquete. Yo, en cambio podía ver la entrepierna de Silvia; había abierto las piernas, y podía notar el bulto de su raja sobre la tela de sus bragas rojas. Parecía que ya casi no nos guardábamos de nada. Los límites a veces a veces son borrosos, a veces pueden cruzarse, eso creo dijo finalmen te Silvia. Es cierto, sólo hace falta un poco de coraje, ¿no crees? Silvia levantó sus piernas y las colocó, flexionadas, en el borde de mi silla, arras trándose más, y casi dejando su culo en el borde de su silla. Ahí la tenía, a menos de u n metro de mí, sentada, con sus piernas a centímetros de mi verga, mostrándome sus bra gas rojas que se abultaban en la entrepierna y parecían desaparecer entre sus nalg as, las cuales podía empezar a adivinar, casi desnudas, al borde de la silla. Silv ia me miró, y terminó su copa de vino.

Lo creo, Marcos dijo finalmente sin quitarme los ojos de encima. Estábamos expectante s, sin decidirnos por nada. Luego de lo que nos dijimos, ¿qué podía pasar? Todo, o nad a. Entonces, ¿qué hacer? Corrí mi silla hacia delante, y tomé sus piernas, colocándolas so bre las mías. Comencé a masajear sus pies, suavemente. Me entretuve en sus plantas, en sus dedos, y podía sentir un temblor casi imperceptible en Silvia. La miré a los ojos a medida que iba subiendo por sus pantorrillas. Corrí la silla, quedando amba s casi pegadas. Silvia había quedado más abierta de piernas. Mientras suavemente mas ajeaba sus torneadas piernas, no podía quitar la vista del bulto de su coño. Silvia sabía que la estaba mirando y no decía nada, sólo se dejaba hacer. Pero no me animaba, aún, a ir más allá. Cuando pasé a sus muslos, suaves, tersos y bien formados, dejó escapa r una especie de leve resoplido. Mis manos seguían acariciando y tomando suavement e cada centímetro de sus muslos, y mis manos comenzaban a deslizarse por su cara i nterna. Mis dedos iban y venían; con la punta de ellos llegué a escasos centímetros de l borde de sus bragas. Me detuve y miré a Silvia por un instante. Me seguía mirando, con la cara levemente desencajada, sus mejillas encendidas y sus ojos oscuros, vidriosos, levemente cerrados, enmarcados por sus cejas delgadas y bien delinead as. Su boca entreabierta, expectante, como a punto de devorar una presa. Pero al go impedía que siguiera adelante. Quieres que te acompañe a tu cuarto, quizá estás un poco mareado y necesites ayuda me dij o. ¿Ya crees que es hora de irnos? le dije e instintivamente mis manos se desplazaron e n una caricia casi hasta los bordes internos de su braga. Podía sentir el calor de lo más hondo de Silvia. Todo era muy evidente. Sí, vamos, te recostaré en la cama, y si quieres podemos seguir conversando un rato me dijo una mirada que nunca antes vi en su rostro. Quité mis manos de sus piernas. Silvia se levantó y pareció tambalear un poco. Vaya, no soy el único que necesito ayuda le dije. Ya lo creo me dijo sonriendo. Cuando me levanté sentí un pequeño mareo, nada importante, pero me tambaleé un poco. Sil via me tomó del brazo y me miró fijamente. Me llevó hasta las escaleras. Espera, yo voy delante y tú te agarras de mis caderas para no caerte me dijo. Asentí co n un leve gesto. Silvia se dio vuelta y la tomé como me dijo. Subimos la escalera y no podía dejar de mirar las piernas de mi hermana, largas, hermosas y tersas, mi entras ella tomaba algunos escalones de ventaja. Con mi manos llevé su camiseta tr até de estirar la tela, y su camiseta subió algunos centímetros, adhiriéndose más a su cul o. Podía notar la forma de sus nalgas y distinguir cómo sus diminutas bragas despare cían como devoradas entre ellas. Llegamos a mi habitación. Silvia entró y cerró la puerta. Todo parecía tomar, definitiva mente, un rumbo. Me senté en la cama. Mi hermana encendió la portátil de mi mesa de lu z y me quedó viendo. Ahora la veía parada frente a mí, su cabello suelto, su camiseta a media pierna, vieja, gastada, y por primera vez me fije que sus tetas se dibuj aban casi a la perfección bajo la tela. Parecía no llevar sostén. Mi imaginación, en un pestañeo, imaginó un montón de cosas. Ella se acercó a mí, Te ayudo con la ropa-dijo y colocándose de pie entre mis piernas, comenzó a desabroch arme la camisa. Yo me dejaba hacer, mis ojos iban de los suyos a sus tetas a esc asos centímetros de mi cara. Cuando desabrochó el último botón, tomó el cuello de la camis a y lo sacó hacia atrás, obligándome a apoyar mis manos en la cama. Ella en un movimie nto, subió a la cama y colocándose a mis espaldas, de rodillas, me quitó la camisa. Co n sus manos me hizo recostar en la cama poniendo mis piernas sobre la misma. Me miró unos instantes, dudando. Finalmente sus dedos fueron al botón de mis pantalones . Rápidamente bajó la cremallera, sin siquiera tocarme el paquete. Mi polla estaba m orcillona, y abultaba mis calzoncillos. Pero Silvia no decía nada. Yo mismo terminé de sacármelos. Tomé la almohada y me incliné sobre el respaldo de la cama. Silvia me m iraba, sin decir nada. La miré a los ojos. Gracias, hermanita le dije dulcemente. Me sonrió. ¿Te quedas un rato junto a mí? pregunté. ¿Quieres que me quede a dormir contigo? me dijo por fin. Sí, claro dije. Silvia se inclinó delante de mí, dio media vuelta y colocando una de sus piernas ent re las mías quedó de frente a mí, casi montada con su coño sobre una de mis piernas. ¿Quieres que apague la luz? dijo.

Haz lo que quieras contesté. Silvia finalmente apoyó su entrepierna en mi muslo, y miránd ome me dijo: ¿Recuerdas cuando jugábamos al caballito? me dijo y Silvia empezó a moverse muy suavemen te sobre mi muslo. Podía sentir el calor de su coño, y casi la obvia humedad de su c ueva, sobre mi muslo. Por supuesto dije. A veces extraño jugar contigo. Entonces déjame jugar y sin dejar de mirarme, a los ojos, comenzó a moverse, ahora más ma rcadamente, sobre mi pierna, son tocar mi paquete con las suyas. Se desplazaba, de atrás hacia delante, con un vaivén pronunciado. Podía sentir un calor infernal de s u entrepierna. Mi verga comenzó a ponerse dura. Silvia o notó, pero no dijo nada; co ntinuaba cabalgando mi pierna. La contemplaba, miraba sus ojos, que no se despeg aban de los míos. Sus tetas parecían más duras y pronto noté el bulto de sus pezones. Yo me dejaba hacer como un juguete, tal era el propósito de Silvia. Su respiración com enzó a agitarse y cerraba los ojos de vez en cuando. Pronto empezó a jadear, y final mente empezó gemir levemente. Pasaba de mirarme con los ojos entrecerrados a volca r la cabeza hacia atrás, apoyándose con ambas manos en la cama. Así estuvo unos instan tes más hasta que de su boca salió un sostenido quejido, momento en el que con una d e sus manos me tomó de la cadera y apoyó la otra en mi vientre. Se sacudió unos instan tes sobre mi muslo, ahora totalmente húmedo de los jugos de mi hermana. En todo ese tiempo, esos minutos, sólo me deleité viéndola, si tocarla ni hacer nada. Cuando Silvia cesó sus movimientos se quedó mirándome con una sonrisa cómplice, sin deci r nada. Mi hermana se quitó de mi pierna y se recostó a mi lado, con la cabeza apoyada en su brazo. Di media vuelta y me quedé viéndola a los ojos. La niña disfrutó dije. Sólo jugué un rato, como cuando éramos más pequeños, hermanito respondió con su hermosa sonr . ¿Y yo? ¿Tú qué? ¿Me quedaré sin jugar? Silvia se rió unos instantes. Se irguió y con un rápido movimiento se sacó la camiseta. Ante mí quedaron a la vista sus hermosas tetas. Eran medianas, duras, firmes, apet itosas, con sus aureolas levemente rosadas y sus pezones grandes y erectos. Esta vez se colocó a horcajadas sobre mí paquete tan rápidamente que no podía creerlo. Podía s entir cómo su coño manaba calor y humedad sobre mi bulto erecto. Silvia no decía nada, comenzó a moverse de la misma manera que lo hizo antes sobre mi pierna. Yo sólo pud e mirarla, casi incrédulo. Pero no lo dudé y con mis manos tomé sus tetas. Las sopesé, h ermosas, firmes, con la piel suave y tersa, como parecía ser toda la piel de mi he rmana. Toqué sus pezones y Silvia suspiró. Siguió con sus movimientos, cada vez más acom pasados con los míos propios. Con una de mis manos comencé a tocarle el culo. Silvia me miraba, cada vez más excitada. Deslicé uno de mis dedos a lo largo de sus bragas ; rocé el agujero de su culo y rápidamente llegué a sentir el canal que me llevaba a s u coño. Mis dedos se deslizaron sin dificultad en la chorreante humedad de su cave rna. Mi dedo mayor pronto se encontró jugando a lo largo de su raja. Silvia dio un respingo y sus movimientos se hicieron más rápidos y pronunciados. En uno de sus en viones, mi dedo se metió totalmente dentro de su coño. Empecé a meterlo y sacarlo, mie ntras mi hermana jadeaba cada vez más fuerte. Me dolía la verga aprisionada por mis calzoncillos y los movimientos de mi hermana. Silvia gemía y me decía que siguiera a sí. Pero me detuve y acomodando mi espalda en el respaldo de la cama, quedé casi sen tado. Arrastré a Silvia, y bese su boca con pasión. Nuestras lenguas empezaron a bus carse, rápidas, llenas de deseo, sin dar abasto a la desesperada intención de comern os y bebernos, de tragar nuestra saliva, mordernos los labios y dejar que escapa ran los gemidos desesperados de uno y otro, mientras tomaba el culo de mi herman a y sin sacarle las bragas metía mis manos en su agujero, violando su intimidad, p enetrando la humedad pecaminosa y lujuriosa de su coño chorreante, mientras ella c on un movimiento rápido, de espaldas a mi polla, la cual había liberado de su dolien te prisión, comenzó a pajearme con una presteza y rapidez que nunca imaginé. Silvia de jó de besarme y se quejó largamente, mientras acababa una vez más ante el intenso jugu eteo de mis manos en su agujero y punzante y duro clítoris. Pero aún faltaba para que yo acabara. Silvia, sin dejar de mirarme a los ojos sigu

ió masturbándome en la misma posición en la que estábamos. Ahora yo me quejaba de placer , el cual se duplicaba por la morbosa situación que vivíamos. Silvia en un rápido movi miento, se desplazó hacia atrás, sin dejar de menearme la verga, y colocándose entre m is piernas, me miró. Cuando le dije que estaba por acabar, sin dudarlo, se la metió de un envión en la boca, apenas unos instantes antes de derramar toda la leche cal iente. Silvia seguía pajeándome, mientras mi leche se desparramaba dentro de su boca y podía escuchar el esfuerzo que hacía mi gentil hermana para tragar todo lo que es taba recibiendo dentro de ella, sin atragantarse. Jamás en toda mi vida había disfru tado tanto de una corrida semejante. No podía creerlo. No. Aunque tampoco me cuestioné demasiado en ese momento. Silvia e staba a mi lado, sin decir nada. Ambos parecíamos estar saliendo de un extraño tranc e. Mi polla estaba fuera, flácida, húmeda. No sabía qué decir, ni siquiera si era necesa rio decir algo. Miré a Silvia. Mi hermana miraba el cielorraso, perdida en vaya a saber qué. Finalme nte se dio media vuelta y comenzó a dormir. La cabeza me daba vueltas, fruto del a lcohol y la confusión del momento. Miré la hora, eran las cinco de la mañana y la luz del día comenzaba a aparecer. Apagué la lámpara, me acomodé junto a Silvia, pasé mi brazo sobre su cadera y mis ojos se fueron cerrando mientras mis dedos acariciaban su vientre. Me levanté cerca del mediodía con un poco de resaca, aunque nada serio. Mi hermana n o estaba en la cama. En el ambiente había olor a sudor y sexo. Fui a la cocina a p repararme un café, y me encontré con Silvia ya levantada, haciendo lo propio en la c ocina. Estaba junto a la mesada, sólo vestida con la camiseta que usaba como camisón , preparando tostadas para el desayuno. Apenas volteó al verme entrar y siguió como si nada. Me senté en la misma silla que horas antes y esperé que Silvia terminara con las cos as. Buen día, ¿o la resaca es grave? dijo. Perdona. Buen día. Silvia sirvió café para ambos, dejo las tostadas en la mesa y se sentó a la otra cabec era. Nos miramos unos segundos sin decir nada. Le puse dos de azúcar. ¿Está bien? dijo. Probé el café y asentí con un gesto. Silvia, respecto a lo que pasó -empecé a decir, pero fui interrumpido. Creo que no hay mucho para decir al respecto. Lo hecho, hecho está. Fue cosa de amb os, la responsabilidad es nuestra. Pero creo que debo decirte que siento un poco de culpa. Creo que fui yo quien pro vocó lo que pasó. Es mucho crédito. Ya te dije que fue algo compartido. Además, fui yo quien decidió dar el paso inicial. Extrañaba el caballito dijo y comenzó a reír. La miré y le sonreí como resp uesta. Aún así Ya está, sin culpas, por favor. Está bien. ¿Y de ahora en más qué pasará? ¿Qué crees que pasará? Todo seguirá como antes, si eso es posible. Los únicos que lo sabem os somos tú y yo dijo. Su firmeza, su seguridad y la aparentemente inexistente culpa , me parecía muy extraño. En mi cabeza se hicieron eco las palabras de Mara. Esto ha bía ido más allá de lo que ella pensaba. Terminamos el desayuno diciendo pocas cosas, todas sin mayor importancia, relati vas a las tareas del hogar para los días siguientes. Me di un baño para refrescarme. Mientras me duchaba pensé en todo. Tan natural había s ido la reacción de Silvia ante lo ocurrido que me sorprendí una vez más. Mi única culpa era pensar que si yo no me hubiera dejado llevar por el alcohol, quizá nada hubier a pasado. Pero pronto una interrogante cruzó mi cabeza, sin saber por qué tenía tanta importanci a para mí. ¿La clave sería Ana? Terminé con mi baño y vestido sólo con una toalla, decidí lla ar a Ana desde mi habitación. Debía hablar con ella. Llamé a su celular y luego de uno s segundos me atendió con voz dormida. --Anita, soy yo, Marcos.

--Hola. Dime dijo con voz entre dormida y molesta. --Primero quiero pedirte disculpas por lo de anoche. La bebida a veces me saca d e las casillas. --No tienes que preocuparte de nada. Los dos estábamos alegres. Es todo. --OK, pero debía asegurarme de que no estuvieras molesta conmigo. --Está bien Marcos, seguimos amigos como siempre. --Ana, quiero preguntarte algo y promete que me dirás la verdad. --¿Qué quieres saber? --¿Qué te dijo mi hermana en el baño de la disco? pregunté y Ana pareció dudar unos instante s. --Nada, Marcos, cosas sin importancia. --¿Estás segura? --¿Por qué preguntas? --Por favor dime la verdad, recuerda lo que pasó anoche. --Anoche no pasó nada, ¿de qué hablas? Creo que quedó claro. Ana se molestaba y yo quería saber exactamente qué había sido dicho en el baño. Por algu na razón tenía esa urgencia y trataría de sacarle todo a Ana. --Mira Ana, por última vez, es necesario que me digas qué te dijo Silvia. Recuerda q ue por mas que no haya ocurrido nada en la disco, como tú dices, hay alguien que p odría pensar lo contrario. --Marcos, eres estúpido, y más estúpido si me amenazas. --No, no te amenazo. Sólo te ruego que me digas la verdad. --Mira, hablamos de ti, ¿sabes? Silvia me dijo que te sedujera, que te calentara, que jugara un rato contigo y te dejara con la polla dura. ¿Eso querías escuchar? --¿Es verdad? pregunté, aunque por alguna razón todo me sonaba verosímil. --Sí, Marcos, es verdad. --¿Te dijo por qué? --Qué pesado eres. Mira, me dijo que tú y tu amiguito Pablo habían apostado que esa no che tú harías todo lo imposible por follarme. Me dijo que debía darte esperanzas y dej arte caliente dijo , y creo que lo logré, ¿no? y rió unos instantes. --Quizá. Pero a ti tampoco pareció disgustarte la idea. --Me causó gracia que pensaras así de mí. --Yo mira, me sigues pareciendo una chica muy linda. No te lo voy a negar. Lamento que no tomaras en serio mis palabras. Pero no importa, ya tendremos tiempo de c harlar del tema dije, y Ana emitió una pequeña risa. --Quizá en algún momento lo hablemos. Pero ahora me tengo que ir. Me voy de vacacion es con mi novio. --¿No era que este verano te quedabas aquí? --No, ya lo teníamos planificado desde hace tiempo. La invité a Silvia para que vini ese con nosotros, pero no quiso--. Estas palabras de Ana me revelaron algunas co sas que no entendía. Las cosas empezaban a cerrarme. Ana no sabía aún el papel que le había tocado y yo sospechaba de la ingenuidad de todos nosotros. Excepto Silvia. L as piezas, en teoría, encajaban. Me despedí de Ana y le dije que nos veríamos muy pronto. Se rió y se despidió con un bes o para mí y mi alcancía. La hora de Ana quedaba pospuesta hasta más adelante. Sentado en mi cama pensé en todo lo que dijo Ana. Para empezar, Silvia instigó la pr ovocación de Ana. Inventó la apuesta, cosa que bien podía habérseme ocurrido, pero no fu e así. La actitud de mi hermana luego de nuestra noche de juegos era demasiado natural, como si hubiera procesado el alcance de lo ocurrido con mucha rapidez. Lo ciert o es que siempre supe que Silvia era una chica muy inteligente, y que sabía aprove charse de las facilidades que los demás le brindaban, pero su actitud en la pista, sus palabras sobre Ana, todo lo ocurrido en definitiva, provocaron una idea que crecía en mi cabeza. Silvia siempre supo cómo terminaría todo, parecía que así lo había pla nificado y deseado. Incluso el pretexto de que Ana no se iría de vacaciones para así q uedarse en casa conmigo parecía ser parte del plan. Ahora, a pesar de esto, ¿debía sen tirme molesto por haber sido un juguete en las manos y planes de mi hermana o de bía sentirme halagado? ¿Era posible sentirse halagado con algo que visto desde afuer a hubiese causado un escándalo desatado por semejante tabú? ¿Me importaba esto? A Silv ia, parecía que no. A mí, después de todo, comprendí que tampoco. Al contrario, la extraña

sensación que se apoderaba de mí, no era otra que el deseo por lo prohibido: poseer a mi hermana. Esos pequeños momentos de excitación o de deseo que alguna vez quisie ron atisbar en mi forma de mirar a Silvia, ahora quedaban sublimados por lo que había ocurrido y por lo que creía que ocurriría. Fui a la cocina, sólo con la toalla atada a la cintura. Silvia estaba lavando la v ajilla. Me acerqué lentamente y la llamé. Con un gesto le indiqué que me siguiera. Ell a dejó los trastos y siguió mi camino. En el living estaba el sillón en el que mis padres nos habían pillado jugando en un simulacro de sexualidad, un caballito desbocado que amenazaba la normalidad. Est aba ese recuerdo en mi mente. Me senté en él. Silvia de frente a mí, sólo me miraba con una sonrisa. --Recuerdos, ¿hermanito? dijo. ---Algo así. Creo que acabo de desechar cualquier culpa, Silvia. Ahora entiendo lo que ocurrió y no siento nada malo al respecto. --Eso es lo que intentaba decirte. Lo que hicimos fue un juego. --Hay juegos y juegos, hermanita. Precisamente, ahora estoy aburrido le dije y señalé mis piernas. Silvia me miró y con una sonrisa cómplice vino hacia mí y se sentó sobre mi s piernas, quedando de perfil respecto a mí. --Jaja río--¿ya extrañas ser mi montura? Sonreí y la miré a los ojos. --Ay, hermanito, ¿me haces el caballito? ¿Sí? dijo, poniendo una mirada suplicante y aniña da. Sabía cómo personificarse. Comenzó a dar pequeños brincos sobre mi pierna, y en un m ovimiento repentino quedó con sus nalgas apoyadas en mi verga. Su camiseta se corr ió y quedo al descubierto su desnudez. Podía ver sus hermosas piernas largas, pero s obre todo, quedé viendo su coño. Estaba depilado, y en sus movimientos aprecié sus lab ios mayores, largos, gordos, abultados, MI mano recorrió sus muslos y fueron subie ndo hasta tocar su raja. Con mis dedos la recorrí a lo largo. Silvia estaba comple tamente mojada y mi polla empezaba a quedar dura. Sentí cómo sus labios se abrían y el calor y los jugos se depositaban sobre mis dedos y mi palma. Busqué con un dedo húm edo su clítoris y al tocarlo, Silvia dio un respingo y se desplazó aún más hacia delante . Comencé a masturbarla con un par de dedos y Silvia se movía cada vez más rápido. --Sigue, sigue, así mmm sí dijo entre cortados gemidos, con los ojos cerrados. Estuve unos instantes más así, y dejé de hacerlo. --¿Qué haces? Sigue me dijo con cara molesta. La miré seriamente. --No, ¿quieres caballito? Entonces, móntalo--dije. Silvia me miró unos instantes. Se s acó la camiseta, y se acomodó de frente a mí. Sus tetas estaban una vez más a mi vista. Y ahora las podía apreciar a la luz natural, mucho más hermosas de lo que creí aprecia r en la noche. Parecían proyectadas hacia delante, y la aureola rosada de los pezo nes era más grande de lo que había visto antes. Las tomé y me regodeé en su textura, en su forma y su dureza por unos instantes, Jugué con ellas y mis dedos pellizcaron s uavemente sus pezones. Mi hermana, sin dejar de mirarme, suspiraba levemente. --¿Te gustan? --Mucho, hermanita. Mucho. Silvia se acomodó y dejó caer el peso de su cuerpo sobre mi polla, dio unos pequeños y suaves salto sobre ella y me quejé levemente. No se detuvo, siguió con sus movimien tos. --¿Recuerdas cuando nos pillaron jugando al caballito? pregunté. --Claro que sí lo recuerdo. --¿Tú sabías lo que provocaste en mí? --Claro que lo sabía, fue mi intención. --Zorrita, ¿tan pequeña y ya querías calentarme? --Es que sabía que a los hombres les gustaba. Ana me dijo que se dio cuenta con su tío. Sólo que ella no entendía el calor que sentina entre sus piernas. Entonces probé a lguna vez antes de hacerlo contigo. Usaba el apoya brazos del sofá y la primera ve z sentí cómo mi coño se humedecía. Luego tenía que meterme mano hasta correrme. --Pero conmigo no hiciste eso. --Porque nos vieron. Y luego no me animé a hacerlo. --Entonces, ¿qué te dijo mamá? --Jaja, ella es una zorra vieja, Me dio a entender que mi calentura estaba bien, pero que tú no eras la persona adecuada para sacarme las ganas. --Joder pero tú ¿siempre serás así?

--¿Cómo? ¿cachonda? --No. Manipuladora. --Jaja, no. No lo soy. Sólo quería conseguir que jugaras conmigo, como cuando éramos p equeños dijo, y puso una tierna cara de niña que se porta mal. MI verga estaba dura, a punto de reventar. LA detuve. Con una mano levanté a Silvia apoyando mi dedo en l a entrada de su culo. Silvia diño un respingo. Con mi otra mano, abrí la toalla y de jé mi polla al aire. Silvia se quedó mirándome unos instantes como asegurándose de mis i ntenciones. La empujé con mis manos apoyadas en sus nalgas hacia mi vientre, de mo do que si raja, rezumante de jugos, empaparon mi piel. Sentina el calor de su cu eva pegada a mí. Metí mis dedos en su coño. Primero uno, luego otro. --Ah, hijo de puta así, me gusta dijo cerrando los ojos. Ese era el momento crucial: tomé sus nalgas y la llevé lentamente hacia atrás hasta qu e sentí como mi vera apenas rozaba la entrada de su coño. Silvia me miró con su, ahora sabía, típica mirada felina, deseosa, sedienta de sexo, y tomando mi verga con una de sus manos, la coloco en la entrada de su coño. Sin dejar de mirarme, bajó lentame nte sobre mi polla. Ambos dejamos escapar un quejido cuando finalmente nos supim os uno dentro del otro. Sentía como su cueva envolvía tibiamente toda mi carne. Su v ientre devoró mi verga anhelante, y la humedad de sus paredes volvían delicioso el s uave movimiento que emprendimos. Acompasados, unidos, llevados por el deseo más an imal y sublime que pudiera guiarnos. Estábamos cogiendo, follando, ahogando nuestr o deseo en el intercambio de flujos, de líquidos, de calores, de las palpitaciones de la carne, de sus músculos atrapando mi verga, como si una mano por dentro quis iera sacarme todo lo que me daba vida. Silvia gemía y se movía lenta y marcadamente. Yo estaba en el paroxismo. Había dejado atrás cualquier experiencia previa y sólo me concentraba en ese subir y bajar de su cuerpo sobre el mío. Sentina el chasquido d e la carne húmeda chocando una y otra vez. Mis manos marcaban el ritmo, o pasaban a sus tetas, o buscaban el agujero de su culo queriendo penetrarla. Sus tetas ah ora se apoyaban en mi pecho y podía sentir el calor de su aliento en mi mejilla, e n mi oído. --Te quiero, Marcos, te quiero, ahhh dijo ahogando un grito. Sabía que estaba acaban do una vez más. --Yo también. Te quiero hermanita. No pasaron más de tres minutos cuando sentía que iba a correrme. Se lo advertí. --No importa, hazlo dentro de mí-- dijo con los ojos entrecerrados. Y así lo hice, llegué al máximo placer, me abandoné un instante y derramé toda la leche en su coño. Silvia siguió moviéndose mientras mi polla empezaba a perder dureza. Y final mente, sentí cómo se resquebrajaba, como se convulsionaba por última vez, ahogando un grito y cayéndose sobre mí con sus tetas apoyadas en mi pecho, ambos estábamos sudados , llenos de placer, vacíos de flujos y de penas, de culpas. Silvia me tomó de la car a y nos dimos un largo beso, jugando con nuestras lenguas, recorriendo nuestras mutuas cavidades, vacías de palabras y anhelantes de sabores. Mis manos seguían reco rriéndola, queriendo hacer mía cada parte de su cuerpo. Mi verga seguía dentro de ella y comenzó a despertarse nuevamente. La sangre bullía presta, ligera, ansiosa como n uestras lenguas, como nuestras manos. Silvia comenzó a moverse otra vez. Sus cader as giraban en movimientos circulares en torno a mi falo, y su respiración se agitó aún más. Me abandone por unos instantes al ritmo que ella imponía. Sus gemidos se volvi eron más fuertes y arañó mi espalda. Llevado por las sensaciones, la tomé de sus tetas, las agarré con suave firmeza y marqué el ritmo de sus embestidas. Estuvimos en esa p osición un tiempo más hasta que decidí pararme. --No pares ahora dijo casi suplicante. Pero la di vuelta, la coloqué sobres sus pier nas, dejé su culo frente a mí y la embestí por detrás, entrando con fuerza a través de su coño. Silvia gritó de placer y pedía que le diera más fuerte. --Vamos, más, más por favor y comenzó a empujar con su culo sobre mi cuerpo. Silvia empe zó a convulsionarse y a disminuir la velocidad de sus movimientos. La tome del pel o y la tironeé hacia atrás y la obligué a seguir moviéndose. Jadeaba, apagaba pequeños gri tos y resoplaba. Mis piernas me dolían de tanto bombeo. Finalmente Silvia gritó señala ndo su orgasmo, momento en el que disminuí la velocidad de mis embestidas. No me f altaba mucho para acabar cuando saqué mi verga y tomando la cabeza de Silvia bastó p ara que esta entendiera. Se comió mi verga de un bocado y la follé, literalmente, po r la boca. La tomaba de la nuca y la empujaba hacia delante, suavemente, pero co

n firmeza. Luego de unos segundos me derramé completamente en su boca, en la suave humedad de su boca, mientras Silvia hacía arcadas ante le intensidad de mi corrid a, a la que acompañaba de guturales sonidos. Disminuí la velocidad y Silvia tomó mi po lla con su mano y siguió meneando y mamándola, ordeñado hasta la última gota de leche. P odía sentir el ruido que hacía al succionar mi carne, hasta que pronto no quedó nada p or tragar y mi polla comenzó a enflaquecer. --Hijo de puta me dijo cuando me soltó. Casi me ahogas . --Por Dios, jamás, te lo juro, disfruté tanto. Silvia me miró con una sonrisa mientras sus manos entraban en su coño sacándose restos de mi anterior corrida. --No te preocupes, hermanito, era seguro hacerlo hoy dijo ante mi atenta mirada. --Estoy pensando que tu mente maquiavélica planeó todo en el momento indicado. Mi hermana rió y no dijo nada. Nos acostamos juntos en el sillón y nos quedamos abra zados sin decir nada. Ambos estábamos satisfechos. Yo había jugado el juego que me p ropuso Silvia, pensando que en realidad había sido yo el que en parte lo había provo cado. Pero sabemos que fue así. Finalmente le conté a Silvia lo que hablé con Ana, per o no se molestó. Al contrario, me dijo que había resultado un buen detective y Ana u na buena herramienta. Me besó nuevamente. Lo que sucedió el resto del día todos pueden imaginarlo. El resto de la semana también. Y finalmente, ante la insistencia de mi madre, accedimos a ir con ella y su novi o, unos días de vacaciones. Pero esos días son parte de otra historia que algún día sabrán . Una razón Recuerdo hace un tiempo, no mucho, quizás unos 5 años, haber leído a un autor de este tipo de relatos, era un relato extraño y del tipo que me gustan. Su nombre no lo sé, firmo como "anónimo". Pero decía algo que me dejo pensando por mucho tiempo y que s igo pensando. El decía; "Pensar que la vida nos pone situaciones excitantes cada día de nuestra vi da, es en realidad, un tremenda falacia". En teoría estoy de acuerdo, la vida no e sta llena de estas situaciones, y no es que sea malo, solo que nuestra sexualida d es tan poderosa, que no se puede comparar con la de ningún otro animal, de hecho es tan poderosa que se diversifica en millones de actividades que ejecutamos to dos los días todas las personas. Es decir, aunque a muchos les cueste trabajo acep tarlo, cada acción que realizamos, lo hacemos gracias a nuestra energía sexual. Si l o quiere en palabras bonitas, lo hacemos gracias a nuestra energía positiva, la de amor, la de vida. No es de extrañarse que no haya situaciones cachondas a cada mo mento de nuestra vida en el sentido sexualmente explícito de la palabra, sino que hay sexo donde quiera que uno mire. En lo personal, puedo decir con toda seguridad que tales experiencias son nulas en mi vida, soy un tipo muy solitario que puede pasar semanas sin hablar con otr a persona. Pero no por eso debo pensar que mi vida es mala. Y a fin de cuentas, uno siempre se puede entretener, con o sin morbo, de las experiencias de otras p ersonas, quizás con un poco de celos, pero basta comprender que si no nos toco viv irlas, fue porque probablemente no nos hubiera gustado, o mas probablemente, por que en realidad no las deseábamos lo suficiente para buscarlas... Así que si uno qui ere tener esas experiencias, debe buscarlas, con la mejor voluntad y con poco eg oísmo, sin pensar en perjudicar a otra persona Ahora, también hay casos en que la su erte tiene su parte, pero uno debe comprender que es eso, suerte, nada mas y uno debe aceptarlo, no porque tenga que hacerlo, sino que es la verdad, y la verdad siempre nos hará felices... en fin.... Todo esto va, porque tengo que aceptar, que tengo una increíble envidia y celos co n Alfredo, el protagonista de esta historia... aun que pensando en lo que le ha tocado vivir el resto de su vida, quizás no debería de estarlo. Hay cosas que no recuerdo muy bien sobre estos hechos, pero me acuerdo de ellos. La época en que pasaron, así como mi edad actual no tiene importancia, lo que me im porta son los hechos... y quizás la edad que tuve por aquel entonces. Vivía en un departamento de una zona residencial un poco alejado del centro de la

ciudad de México, en teoría era hijo único. Pero solo en teoría. Mi padre era gerente de un banco, y debo reconocer que no era precisamente un tipo de lo mejor. Sin dud a me quería, pues era su único hijo... varón.. y el único que nació bajo... digamos... un marco legal de matrimonio. Así que tenía su afecto y cuidaba sus atenciones conmigo, pero sin duda era un patán con las mujeres. Por alguna razón nunca pudo transmitirm e su desprecio por las mujeres y el saber tratarlas como objetos de placer y luj o. Tal vez la influencia de mi madre en mis primeros ocho años de vida fue muy dec isivo al respecto. Mi madre era una mujer fuerte, decidida que no se dejaba piso tear por nadie, pero hizo el terrible error de enamorarse de aquel hombre que er a mi padre. No tardo en darse cuenta que el hombre en cuestión era un mujeriego cualquiera, si bien no era un borrachote, esto era mas por su responsabilidad en el banco dónde trabajaba. Después de 10 años de matrimonio, decidió largarse, muy, muy lejos, ahí dónde l a nieve es casi eterna, la gente es amable y el seguro social es efectivo. Desde entonces la veía muy pocas veces, algunas navidades o veranos. Sin embargo, no permití que la personalidad de mi padre me dominara, y de hecho, c reo que era la actitud dominante de mi padre lo que lo impidió. Pero bueno, solo t enía 12 años cuando mi vida comenzó a cambiar de forma tan radical como lo había sido la separación con mi madre. Ella llego un día soleado y precioso de primavera, un día tan radiante que hasta pod ría jurar que el ambiente olía a flores, que la gente era feliz y que todo iba bien. Su llegada no fue sorpresiva, arreglamos una recámara para ella, solo con lo indi spensable, ella sabría que hacer con su espacio. Su edad al llegar, 22 años, su nombre; Ana. Un nombre común, tal vez muy corriente, y tal vez a primera instancia su apariencia era corriente, pero bastaba abrir un poco los ojos, mas de lo que uno hace al caminar en la calle, para darse cuenta de su belleza, distinta a una sociedad que exige a la belleza piel blanca y ojo s claros. Ana era alta, morena, con unos enormes y magníficos ojos color negro, un cabello i gualmente negro y largo, como una noche sin luna, una verdadera piel de bronce. Supongo que para seguir hablando de ella, me debo de olvidar un poco de mi tono melodramático e intentos de metáforas con el que me gusta escribir, para soñar que soy un escritor gordo e importante. Seré claro con ella. Aparte de los niños y mi padre, no me parecía conocer a nadie que no tuviera una erección al verla. Unos pechos grandes y sensuales, una cintura es trecha, llena de armonía y perfección, y unas caderas redondas, firmes y eyaculatori amente sensuales, piernas largas y jóvenes, que obligaban a la mente masculina a i maginarlas rodeándole a uno. Esa fue la impresión que me dio Ana, a pesar que solo tenía 12 años y sabía poco de muje res y el sexo... solo tenía 12 años... y ella era mi media hermana. Era mayor que yo por 10 años. Fue el resultado de una borrachera de mi padre y un sexo pasajero y poco protegido. Mi padre no la reconocía auténticamente suya, pero i gual ayudaba a ella y a su madre en la manutención de ella. Por supuesto, mi padre no era de las personas favoritas de Ana, para ella, él solo había sido un cabrón desg raciado que la había plantado y se había echado a correr. Sin embargo ahora tenía que aprovechar que era, a fin de cuentas, su padre. Ella e ra de Jalisco, y ahora que tenía 20 años, tenía que ir a casa de aquel hombre que dete staba para poder cursar una carrera que no existía en su estado natal... o al meno s no en una escuela muy prestigiosa y cara. Así que mi padre se ofreció a pagarle los estudios, mantenerla, y dejar que viviera en su casa con su hijo. Tengo que reconocerlo de él. Aparte de su madre, (y a veces lo dudo) Ana era a la ún ica mujer que trataba bien y sin desprecios. De todas sus hijas que dejo botadas , ella fue la única que mas o menos reconoció, y a la única que le dio algún tipo de ate nción. Pero bueno, dejemos la chachara sentimentalista de recuerdos familiares y anécdota s que interesan poco, y hablemos de algo mas importante, de Ana, y algo menos im portante, de mi. Mientras no estuviera presente mi padre, Ana era una joven muy social y locuas, su actitud abierta y a veces desinhibida contrastaba mucho con la mía. Era agradab

le, quizás a veces neurótica, pero era algo que los hombres pasaban por alto por su salvaje sensualidad que desprendía por cada poro de su piel. Podía decir cosas que u no no se imaginaba fácilmente en cualquier momento. No tuvo problemas en hacer ami gos y amigas en su universidad, y mucho menos en hacerse con un novio apuesto y considerado. Ella tenía sus ideales y su forma de vivir, era responsable y madura, como se podría esperar de una niña que creció sola con su madre, aprendiendo rápidamente sobre el va lor del dinero, de los amigos y del amor. ¿Qué puedo decir mas de ella? Yo era un niño de 12 años, de piel un poco blanca, cabello castaño oscuro y ojos casi del mismo color cuando ella llego a la casa por primera vez vestida con una blus a rosa y unos pantalones de mezclilla poco ajustados. Y sin embargo me dejo prof undamente impresionado. Había empezado a tener mis primeras erecciones y sueños húmedo s hacía pocos meses, y su presencia hizo que tales cosas fueran mas frecuentes. Pa ra mi, ella no era una hermana, y ni siquiera la veía como a una prima, apenas si nos habíamos visto en mis 12 años de vida. Para mi ella era una hembra candente y de liciosa, que de repente, se venía a vivir a mi casa... y a los pocos meses fue la principal, si no única causa de hacerme venir. Quizás fue que yo me desarrolle mas rápido que los otros muchachos, o tal vez por la presencia de Ana lo que me hacía masturbarme cuando menos una vez al día. Al princi pio eran orgasmos en seco, mientras tenía su figura en mi mente. Pero en cuanto ma s pensaba en ella mas parecían reaccionar mis cojones por efecto, y así, a los pocos meses mi orgasmo se acompaño con un líquido un poco transparente y un poco blanco, para después transformarse en autenticas lecheradas volcánicas que dejaban hecho un desastre el lavabo, pero que me llenaban de orgullo. Para mis adentros, entre ma s leche sacara, mas hombre era, y por supuesto, en mi imaginación todo iba a parar entre las piernas de Ana. Mi imaginación no iba mas aya de verla desnuda o de imaginarme con ella haciendo e l amor. De nuevo, por el temor a mi padre y a sus represalias no me atreví jamás a i nvestigar mucho sobre el sexo, y mucho menos a tener revistas o películas sobre el género. Tampoco en la escuela fui muy instruido en eso, y por supuesto que no me refiero a clases especializadas sobre el tema, sino que mi escuela, al ser priva da, era férreamente católica antigua, y el tema del sexo jamás se tocaba. Tan católica q ue cuando decíamos los 10 mandamientos, nos cambiaban el "No fornicarás" con un "Te respetaras a ti mismo" o algo así, con tal de no explicarnos que es fornicár. Y con los amigos era igual, nadie tenía material de ese tipo, pues teníamos padres s imilares, y si había alguien que llegaba a tener algo, no se atrevería a llevarlo a la escuela, la pena por ser sorprendido era la deshonrosa expulsión. Tampoco se po día aprender algo por la práctica, pues mi colegio era para varones exclusivamente, incluido el profesorado también. El aprender a masturbarme fue de las únicas cosas que realmente aprendí en la escuel a, y no fue algo muy directo que digamos, algunos de mis amigos mas extrovertido s platicaban de aquello sin ningún descaro, y en cierta medida nos "educaron" en c omo se hacía, aun que fuese solo diciéndonos como lo hacían ellos. Ahora, mi relación con Ana era algo extraña. Como dije, para mi era la materialización del orgasmo, casi no me acercaba a ella y trataba de no tener mucho trato, tan solo tenerla cerca causaba placentera incomodidad en mi entre pierna, a veces me tranquilizaba lo suficiente para platicar un poco con ella en la noche, cuando no llegaba muy tarde. Pero era difícil hablar con ella, pues yo era el "hermanito pequeño". El hermano que ella nunca tuvo... bueno... que tenía pero no... Me llamaba simplemente "Fito" o mas frecuente "Alfredito". Mientras los días pasaban, mi rutina fue acostumbrándose a ella poco a poco, trataba de verla como lo que era, una hermana, pero no podía. Mi joven entrepierna no par ecía comprender el parentesco familiar y sanguíneo que había, ella solo era una tía buen a que se había mudado a mi casa y que dormía a no mas de 10 metros de mi. No usaba r opas muy atrevidas, mucho menos en la casa, pero por mas discreto que fuera su a tuendo, el solo verla caminar con sus largas piernas por la casa hacía que la sang re me hiciera ebullición y corriera a darme satisfacción al baño. Esa era mi rutina; escuela, amigos, estudios, Ana, orgasmo, ver la televisión y a dormir. No dejaba de pensar en alguna cosa con la cual acercarme a Ana, y en cie

rto sentido, me reprimía hacerlo, en el fondo, no quería que pasara nada, si es que podía pasar, pero también en el fondo, deseaba verla desnuda rodeándome con sus pierna s. Pero bueno, como siempre pasa en estas historias, algo tenía que pasar. Fue una su cesión de eventos que pasaron al azar, y a los cuales poco a poco tuve el valor de que ocurrieran a mi voluntad. Esto fue ya con varios meses de tener a Ana en la casa, unas semanas después de mi treceavo cumpleaños. Un sábado cualquiera, en la noche. Yo me encontraba mirando tranquilamente la tele visión, Ana acababa de salir del baño recién duchada, iba a salir a una reunión un poco elegante. Como siempre, el verla solo cubierta de una toalla, me había endurecido un poco, y en realidad no miraba la televisión, estaba jugando en mi mente con Ana , cuando de repente, ella salió de su cuarto, como si nada, a recoger su vestido q ue había dejado sobre el sofa, llevaba puesto solamente un sujetador, unas bragas de color rojo, muy discretas, muy pequeñas, y magníficas y unos zapatos de tacón altos . Camino al sofa, y se inclino para levantar su vestido. Naturalmente yo no le h abía quitado el ojo encima del monte de su pubis, y en cuanto se inclino, mi vista fue a sus pechos ligeramente atrapados en la escasa tela. - ¿No has visto mi enchinador? me pregunto levantando la cabeza, apenas si me dio tiempo de levantar la vista. - No... no lo he visto respondí pasmado, con cara de muerto. - Hmm.. bueno... Tomo su vestido, dio la vuelta y mentiría si dejara que miré otra cosa que su culo p erfecto con una tira de color rojo entre los glúteos. Antes de que cerrara la puerta de su cuarto, yo ya podía sentir como se iba empapa ndo mi ropa interior producto del orgasmo que tuve al verla. Apenas si reaccione , si me moví, simplemente mi semen salió como por voluntad propia, inundándome de plac er sin que yo mismo lo notara. Tuvieron que pasar un par de minutos para que me diera cuenta de lo que había pasa do y fuera a asearme. Ese día me di cuenta que me gustaba la ropa interior femenina. Ahora, en mis fanta sías, ya no me imaginaba a Ana desnuda, sino con ese conjunto rojo. Poco a poco me atreví a acercarme a las tiendas de ropa interior femenina, tan sol o para ver los modelos, e imaginarme a Ana con ellos. No paso mucho tiempo antes de que deseara de nuevo verle en ropa interior, de hecho hasta desapareció el des eo de verla desnuda. La pregunta era como. A Ana le gustaba suficientemente su intimidad para siempre dejar la puerta de su habitación cerrada. El hecho de que esa fuese apenas la primera vez que la veía con poca ropa en todos sus meses en la casa me parece que puede comprobarlo. Las puertas, tanto del baño como de su recámara tampoco ayudaban, no había aberturas y hay que aceptarlo, ya no hacen cerrojos grandes como antes. También pensé en ocultar una cámara en su cuarto, pero ¿qué cámara?. Mi padre tenía sus cosas cuidadas bajo llave, y yo no tenía acceso a su cámara de video, y una fotográfica no s ervia si yo no estaba ahí para apretar el botón. Eso me hizo pensar en ocultarme en su armario para espiarla, los armarios de mi casa tenían aberturas perfectas para poder espiar. Pero también pensé que si entraba a su recámara para cambiarse después de un baño, probablemente abriría el armario para to mar la ropa. Eso tampoco funcionaría. Después pensé en entrar en su habitación por la noche, descubrirla y mirarla, pero no me atraía la idea en lo mas mínimo, Ana parecía tener el sueño ligero y se despertaba po r cualquier cosa. Así que después de pensar en los planes complicados, pensé en los mas simples; que le pidiera de favor si podía caminar con ropa interior por la casa... La opción me atraía bastante porque eso me haría las cosas tan fáciles, ella solo tenía qu e aceptar, y mi pincha estaría feliz eyaculando dentro de mis pantalones al verla por la casa. Hasta me imaginaba que ella llegaría a preguntarme que conjunto me gu staría que usase ese día... Un agradable pensamiento. El único problema era que se trataba de arriesgar mucho, y en un raro momento de l ucidez, me di cuenta que las probabilidades de que aceptara eran casi nulas. Nunca he sido muy inteligente, así que mis "brillantes" planes se detuvieron en es

o. Me di cuenta que tan solo pensar en preguntarle cuando ella estaba presente, hacía que temblara de miedo. Su belleza intimidaba bastante. Un día, en la tarde después de volver de la escuela, tuve una pequeña idea. Ella había s alido con su novio y probablemente no regresaría hasta muy tarde. De mi padre, ni hablar, ya fuese por trabajo o por diversión, no volvía a la casa hasta después de las 10 de la noche. Lo dude un poco, pero tome una decisión. Me metí a su recámara, con el corazón a mil por hora, sin creer lo que estaba a punto de hacer. Abrí su armario y me puse a hurgar en sus cajones. No tuve que buscar mucho, en el primer cajón que abrí, encontré sus calcetas y medias, eso no me interesaba, al menos no en ese momento, pero al segundo encontré sus su jetadores. El cajón estaba bien acomodado, y tuve cuidado de no desarreglarlo ni hacer nada q ue indicara mi presencia ahí. Mi pene estaba muy atento a lo que hacía, admire las p iezas por un momento, y luego me puse a observar cada una con detenimiento. Me s orprendió que casi todas eran iguales a las que veía en las tiendas de lencería. Pequeño s, con encajes, suaves y hermosos, pase mis manos sobre ellos, al mismo tiempo q ue con la otra mano me acariciaba. El color negro y rojo predominaba, también el b lanco pero menos, y uno que otro de verde y azul. Cerré el cajón, pensando en volver a él después, y abrí el siguiente. De igual forma que c on los sujetadores, me encontré con sus bragas, y digo bragas con duda, porque en realidad todas eran tangas, pequeñas y diminutas, de muy variados y vistosos color es. Los rosas mexicano, azules y amarillas eran de tela común, pero solo eran triáng ulos para cubrir el pubis y el resto eran puro hilo y resortes. Los rojos y negr os, que eran de nuevo la mayoría, eran de encaje, con un poco mas de tela, pero no mucha, no se podría hacer ni un pañuelo pequeño. Me di cuenta que todo ese tesoro sensual estaba a mi disposición, siempre y cuando Ana jamás me descubriera. Volví al cajón de los sujetadores. Con mucho cuidado y fijándome en los dobleces, saqu e uno negro, que me gusto en cuanto lo vi, me lo lleve al baño, y con él con una man o, me di una gozada de leyenda, con mucho cuidado de no manchar en lo absoluto l a prenda. En cuanto termine, volví a su habitación y lo deje exactamente como lo había encontrado. Estuve expectante los dos días siguientes, por si ella había notado que había hurgado su ropa. Había sido muy cuidadoso, pero mi miedo a ser descubierto me hacía temblar. Por supuesto, no lo noto, y no había signos de que lo hubiera notado. Después hice otro experimento, tome unas bragas suyas, de las que estaban mas esco ndidas en el cajón, y lo oculte en el cesto de la ropa sucia, entre algunas sábanas. Si ella notaba que faltaban, probablemente lo anunciaría. Sin embargo, paso una semana, luego dos, y ella parecía no haberse percatado de qu e le faltaba ropa, hasta como la tercera semana, descubrió que la prenda estaba al fondo del cesto, a pesar que ella ya había lavado su ropa. No lo dude mas, y al día siguiente, tome un sujetador y una tanga, me metí a mi cuar to, me quite la ropa, y me puse a palpar esas prendas y a masturbarme con ellas en la mano. Me paso por la mente enrollar las prendas en mi pija, pero el riesgo a ensuciarlas y ser descubierto era altísimo. En realidad, no duraba mucho masturbándome, por el episodio de la sala, se habrán da do cuenta que era bastante precoz a la hora de eyacular. En mi defensa debo deci r que tenía muy poca educación sexual, yo no sabía que lo mejor del sexo era eso, el t ener sexo, frotar los cuerpos, mantenerse unido con otra persona y disfrutar cad a minuto de las sensaciones de la piel y las caricias, los besos... y no un simp le orgasmo rápido. Así que mi "pequeño delito" era especialmente pequeño en la duración. Terminaba, limpiab a, y dejaba las prendas justo donde las dejaba. Con algunas (como el conjunto ro jo que le vi en la sala), llegaba a quedármela 2 o 3 días, pasándolas por mis manos y mi cara durante la noche. Esas prendas favoritas, me gustaron lo suficiente para empezar a arriesgarme a e nrollarlas en mi pija, con un pañuelo casi amarrado en la punta. Me gustaba especi almente enrollarme con sus sostenes, pues tenían mas tela, y en cuanto me los ponía, bastaban un par de jalones para hacerme eyacular. Ahora que miro el pasado, me parece que era bastante patético lo que hacía, pero deb

o aceptar que fueron meses felices. Se acercaba el cumpleaños número 23 de Ana, y aun que no había razón para que le regalar a algo, me sentía obligado a hacerlo, por los momentos de placer que obtenía a su co sta. Camine en algunos centros comerciales tratando de encontrar algo que se aco modara mi corto presupuesto, pensé en un anillo, collar, pulsera, quizás un muñeco de felpa, o unos chocolates finos, hasta que pasé frente a la tienda de lencería. Ese e ra el regalo perfecto, algo que la haría feliz a ella... y especialmente a mi. Sin embargo, no tuve ni que entrar a la tienda para ver la dura realidad, los pr ecios en él aparador lo decían todo. Nada de eso entraba en mi presupuesto, hasta el conjunto mas sencillo triplicaba mi capital disponible. Algo abatido, volví a la casa para entretenerme con la ropa de Ana, pero mientras abría los cajones se me vino... digo... llego una idea a mi mente. Revise los cajo nes bien para confirmar y anote su talla en un papel y fui corriendo a una tiend a de artículos deportivos. Ana no tenía un traje de baño. Me dio bastante vergüenza buscar los trajes de baño para damas, y los empleados se f ijaron al momento. De inmediato tenía a mi lado un muchacho, como de 22 años, algo e xtrañado por la situación. - ¿Le ayudo en algo? dijo en tono amable, pero serio. - Si... bueno... pensé en que iba a decir. La verdad no sonaba mal Quiero comprar un traje de baño para mi hermana. - Bueno... tenemos estos... Me señalo los que ya había visto. Un poco cohibido con su presencia, busque alguno q ue me gustara a mi. Pero tenía miedo de tan solo remover los modelos y tenía ganas d e tomar el que fuera e irme. - ¿Cómo que buscaba? volvió a interrumpir el empleado. - Pues... algo sexy... usted sabe... un bikini me atragantaba el decirlo. El muchacho sonrió por primera vez, como si comprendiera a que iba todo eso, busco algo y me lo mostró, un precioso modelo de tiras cruzadas, pero el precio seguía es tando fuera de mis probabilidades. Se lo dije, y me mostró uno dentro de mi presup uesto, era uno negro, algo pequeño, justo lo que buscaba. Le di el papel con las m edidas que buscaba y sonrió sin creer las medidas. - Disculpa amigo dijo con tono de demasiada confianza pero creo que si tu herman a esta un poco gordita, le gustara mejor un traje completo... - No esta gorda... - Bueno... si tu lo dices... lo pensó un momento - ¿Esta buena tu hermana? - Pues... eso era demasiada confianza en la relación vendedor-comprador Pues si, c reo que sí... - Hmmm... fue a buscar en la bodega y volvió en unos minutos No hay de esa talla ¿Qué tal si le damos una talla un poco mas chica?... - Bueno, sí... ¿por qué no? Hasta después me di cuenta del obvio cambio que eso tendría. - Esta bien... por cierto... sino le queda bien, no hay cambios, pero si viene e lla y habla conmigo, puedo cambiárselo... pregunta por Javier... - Bueno.... Recuerdo esa conversación bastante bien, era como si la atracción que generaba Ana e n los hombres, tuviera influencia aun si no la conocían. El vendedor solo quería ver si podía ligarse a mi hermana, el cabrón. Compre el modelo, revisando que no fuera excesivamente chico, solo era una talla en lo ancho y en las copas y me fui contento a mi casa. Tuve deseos de jugar co n el traje antes de regalárselo a Ana, pero note algo por primera vez... Pensar qu e ella todavía no lo usaba, no me excitaba nada. Llego el día de su cumpleaños. Por supuesto, no lo pasó en casa sino con sus amigos, a fuera. No pude entregarle mi regalo hasta el día siguiente. Era sábado y me presente en su habitación. Ella leía algunos libros de su carrera. - ¿Qué pasa Fito? me pregunto. - Pues... nada... solo que... mostré el paquete envuelto que llevaba oculto en mi espalda quería darte mi regalo. Dio un brinco de alegría al ver el paquete y me dio un fuerte abrazo... El sentir sus pechos debajo de mis hombros me parecía que bien valía el dinero que pague por e l regalo. Un momento después, estaba rompiendo la envoltura.

- ¡Gracias! exclamo admirando el traje ¿Cómo sabías que no tenía traje de baño?. - Pues... lo intuí... - Gracias, juro que te comprare algo grande para navidad. - No... no es necesario... solo quería regalarte algo... digo... no nos conocemos muy bien... pero a fin de cuentas somos hermanos... - Si... y tu eres mi hermanito... Volvió a abrazarme. Lo que había pagado por el traje se quedaba corto con las gananc ias. Se separo de mi, y guardo el traje. - ¿No te lo vas a probar? pregunté esperando poder verla con él. - Después... estoy estudiando... deja miro la talla... la checo es ligeramente chi ca, pero me va a quedar bien, los que tenía los pedía de esta talla... - Bueno, no había de tu talla en la tienda.. - No te preocupes... no hay... dudo un momento, y entonces se dio cuenta Oye... ¿Cóm o sabías cual era mi talla?. - Este... pues... Estaba en verdaderos aprietos... lo intuí... Era una respuesta bastante estúpida, pues ya había dicho que estaba seguro de su tal la exacta. Me tomo de la mano y me sentó en su cama. - Di la verdad, Alfredo me dijo mirándome a los ojos con tono muy severo - ¿Hurgaste en mis cajones? - Pues... estaba a nada a de echarme a llorar y confesar todos mis pecados Pues si... pero... saque un poco de valor del baúl de mi mente Pero era porque quería sab er tu talla para comprarte el traje.. - Y hurgando te diste cuenta de que no tenía traje de baño, ¿no?. - Si... digo, No, claro que no... lo intuí... y bueno tenía que sacar algo rápido quería regalarte algo que realmente necesitaras, no un anillo o unos chocolates, y había oferta en la tienda... así que revise si tenías traje, al ver que no, copie tu tall a y la lleve a la tienda... perdón... Me miro fijamente, tratando de averiguar mas, pero sonrió. - Esta bien, Beto, te creo, pero la próxima vez pregunta. - Si lo hacía, no iba a ser sorpresa... - Hmm... cierto, bueno, entonces regálame otra cosa. ¿bien?. - Si... lo haré... - Bueno, gracias de nuevo. Volvió a abrazarme. - ¿Sabes? me dijo al separarnos Creo que no nos abrazamos mucho... - No... creo que no... - Pues hay que hacerlo mas, ¿eh?. Hasta luego. Me levante y salí de la habitación, sabiendo que me había sumergido, pero no me había mo jado. Pasaron unas semanas en que no me atreví a tomar su ropa, me parecería obvio que aho ra que sabía que había entrado, pensaría si no había entrado a algo mas. Pero después de l a tercera semana, volví a correr el riesgo, pues las ganas me consumían. Si me sorpr endía, le diría que creía que mi ropa se había mezclado con la suya en el cesto. Tome un par de prendas, hice lo mío y las deje en su lugar. Nada paso. Me daba cuenta que era bastante cuidadoso, y no temí volver a mi anterior rutina, ahora con una prenda mas, después del conjunto rojo, el traje de baño negro era en l o que mas me gustaba rodear mi pija... . Un mes después, decidí quedarme con el traje un par de días, para disfrutar el fruto d e mi dinero... y ese fue el error. Miraba la televisión tranquilamente, echado en el sillón un martes, apenas había tomad o el traje el día anterior. Cuando la puerta del cuarto de Ana se abrió de golpe, pe ro Ana salió con tranquilidad, y con la misma tranquilidad se sentó en el sofá. Me mir o un instante, luego se levanto, y apago la televisión. Fue cuando supe que me había descubierto. La cosa era obvia, al tener tanta ropa interior, ella no notaba que faltaba algu na prenda en particular cuando tomaba alguna, pero al tener solo un traje de baño, su falta era evidente. - ¿Por qué tomaste mi traje de baño? pregunto tajantemente apenas se volvió a sentar. Ya sabía a lo que iba, pero mi mente no pensaba en ninguna buena excusa, simplemen te no había una excusa ni cuento para salir de eso, se me había descubierto, y no te

nía nada que hacer... ¿Tendría que decirle que me masturbaba con él y con todas sus pren das íntimas?. - ¿Por qué lo tomaste, Alfredo? Volvió a preguntar - Bueno... me senté y frote mi cara con las manos pues... por curiosidad Ana... - ¿Por Curiosidad?. - Si... es que... veraz... tenía curiosidad de saber como era la ropa íntima de una mujer y... ayer tome en traje y me puse a observarlo... pero entonces llegaste tú y no me dio tiempo de ponerlo en su lugar. - Ah... dijo sin quitar su expresión sería - ¿Y por qué el traje de baño y no otra prenda? . - Pues... Como lo compre yo... pensé que tenía algún derecho sobre él... y... - ¿No tuviste mucho tiempo después de que lo compraste para satisfacer tu curiosidad ?. - Si... pero... tu no... - No lo había usado. Ana no era nada estúpida. Ya no sabía que decir. - ¿Te masturbas con mi ropa? pregunto simple y brutalmente. - Si... conteste casi en un susurro, no tenía nada que decir mas que la verdad. En un segundo ella se levanto, me sostuvo la cara con una mano, y me abofeteo. - ¡Eres un cabrón desgraciado! grito con un tono que jamás le había escuchado ¿Cómo te at es cabrón de mierda? ¿Quién crees que soy? ¿Tu puta?. Saliste igual a tu padre, un escui ncle mamón de mierda, lo que deberias hacer es ir con tu mami a que te de tus nalg adas y te de tu chocolate para dormir. Todo fue muy rápido. Me sobé la parte afectada de mi cara, y en silencio, comencé a ll orar. - Uuuuyyy... mira me dijo en burla la niñita de papi no aguanta el golpe de una mu jer. Me costo trabajo hablar pues se me nublaba la voz por el llanto, pero hable. - No lloro por el golpe le dije sin mirarla. - ¿No? ¿Entonces porque? ¿Porqué ya no te la vas a estar jalando con mi ropa?. - Tu no sabes nada... Me dio otra bofetada, entro en su cuarto por su bolsa y salió, no sin antes ponerl e llave a su habitación. Paso una semana en la que ni siquiera nos mirábamos, la puerta de su cuarto estaba cerrada a todas horas, y aun que hubiera estado sin llave, no me habría atrevido a entrar en su cuarto y hacer mis cosas. Ni siquiera toque el traje de baño que aún estaba en mi poder, ella no me lo pidió, no quería nada mío. También demoraba mas en llegar a la casa, y en cuanto lo hacía, apenas comía algo y se encerraba en su cuarto. Mi padre, por supuesto, no noto nada de eso, el estaba muy ocupado en sus parrandas. Paso una semana exacta, y me di cuenta que debía hacer algo. No por sexo ni nada, solo quería estar bien con mi hermana... jamás había tenido una hermana... o alguien d e mi familia en quien confiar... solo mi madre, y ella estaba ahora muy lejos. Y bueno... tenía a mis amigos, los de verdad, pero... Ana era mi hermana... mi herm anita... El Miércoles llego Ana temprano, solo me dijo un "Buenas Tardes" y se encerró en su habitación. Sabía que era el momento para actuar. Tenía que hacer las paces de alguna forma. Toque a su puerta. - ¿Qué quieres pendejo? me contesto desde el otro lado. - Ana... quiero hablar contigo. - Estoy estudiando, ve a jalártela al baño. - Ana... en serio... tenemos que hablar. - No hay nada que hablar, vete, me interrumpes. - Yo... Tengo que disculparme Ana, perdóname, no debí hacerlo, fue una estupidez. - Eso lo debiste pensar antes... - Ana, solo escúchame 5 minutos. - Te estoy escuchando - Por favor, Ana, déjame explicarte el porque lo hice... Ya no contesto, me quede parado frente a la puerta, esperando que se abriese y m e diera una oportunidad, pero no paso, di media vuelta y me encerré en mi cuarto a

llorar. Después de un rato me quede dormido. No recuerdo bien que soñé, pero no debió ser algo importante, pues lo olvide en cuanto sentí que alguien me sacudía el hombro. - Alfredo me dijo Ana mientras me sacudía Alfredo, ¿Querías hablar, no?. Me desperece un poco y me senté. Pasaron unos minutos. - Bueno... dijo Querías decirme porque te masturbaste con mi ropa, porque supongo que no solo lo hacías con el traje de baño, y también supongo que esto ya llevaba algún tiempo. - Si... es verdad... le dije en tono algo seco, pues seguía adormilado. - Bien, te escucho. Tarde unos minutos mas en despertar por completo y en pensar que iba a decir. - Ana... empecé - ¿Sabes porqué llore aquel día?. - No... - Bueno... ¿en serio crees que soy como papá?. Ana lo pensó un momento, ella se refería a mi padre simplemente como "Aquel señor". - No lo sé contesto al fin. - Por eso lloraba. - Pero... es que lo que hiciste me humillo ¿entiendes?, me hizo sentir como una pu ta. Sucia. - Ana... ¿Sabes cuantas mujeres me han abrazado en mi vida?. - No. - Mi mamá, mi tía Carmen, y tú. Se puso cabizbaja, y se acaricio un brazo. Continué. - Hace unos meses, quizás tu no te acuerdas, saliste de tu cuarto en ropa interior a recoger un vestido sobre el sofá, preguntaste sobre tu enchinador... Ana... cua ndo saliste fue la primera vez que veía la ropa interior femenina... bueno, también en la televisión... pero... jamás había visto esa ropa... en vivo... - Si... me acuerdo de ese día... - Pues.... demonios, imagínate que paso en mi... Te vi con esa ropa y no pude pens ar en otra cosa, así que después me metí a tu habitación a buscarla... Perdón Ana, es solo que... bueno... no importa... Paso un momento silencioso en extremo. - Creo que entiendo dijo Ana. - Mira, papá me tiene en una escuela para hombres, no puedo ver, ni oír, ni aprender nada que a él no le parezca, tú no lo sabes, porque no lo hace contigo, pero cuando yo salgo los domingos, papá se mete a mi cuarto a esculcar mis cosas, y ver que n o tenga nada que a él no le agradé. Y no estoy hablando de pornografía o algo así, si lo encontrara, me correría de la casa. - ¿De qué hablas?. - Hace 2 años, compre un libro, un libro sencillo de ciencia ficción, a mi me pareció lo mas normal del mundo, pero en cuanto papá se dio cuenta, lo rompió frente a mi y me lo aventó a la cara. Me dijo "Esos libros son pura mierda escrita por personas sin talento, no gastes tu tiempo ni mi dinero en esa basura". - Espera la idea la empezó a asustar - ¿Significa que también se mete a mi habitación?. - No... no te preocupes, solo yo tengo esa carga... no se atreve, sabe que volve rías con tu madre si lo descubrieras... mientras que yo... estoy atado a él... además. .. él te quiere mas que a mi... Ana le medito un momento, y pude notar que me comprendía, y se daba cuenta que yo odiaba tanto a nuestro padre como ella. - ¿Sabes? dijo al fin Creo que ya entiendo porque lo hiciste. Si él señor aquel supier a que tienes una novia sin su consentimiento, te mataría, y... yo soy lo mas cerca no a una novia para ti. - Pues... sí... - Mira... y sonrió por primera vez en una semana No volvamos a hablar sobre esto, ¿o k?, no se lo diré a tu papá ni nada, aun que lo había pensado, te soy sincera. Solo no vuelvas a tocar mi ropa ¿Esta bien?. - Si, me parece bien... discúlpame... - Te disculpo... supongo que fue natural que hicieras eso... pero no lo vuelvas a hacer, ¿esta claro?. - Si, te lo prometo.

Se levanto y se enfilo a la salida, pero antes de cruzar la puerta la detuve. - Oye... ¿no quieres tu traje de baño? Aun lo tengo. - Si... claro... es mi regalo de cumpleaños ¿no? y me sonrió. Lo saque de mi cajón y se lo entregue, nos miramos un momento, me sonrió de nuevo y acaricio mi mejilla. - Todo va a salir bien, Alfredo me dijo con dulzura. - Sí... lo sé... al menos tengo esperanzas en ello. - Yo estoy segura. Y se marcho. Las cosas volvieron a la normalidad. Logre hacer las pases con ella, sin confesa rle que era ella, y no su ropa, lo que me volvía loco. Perdí su ropa y el placer que me daba, pero al menos estábamos en paz y me había perdonado, quizás no lo olvidaría pe ro no lo recordaría con furia y resentimiento. Solo que a partir de entonces estábamos ligeramente mas unidos, hablábamos mas, y el la ya no me trataba como un niño, solo como un puberto cualquiera. Yo seguía pensand o en ella y seguía masturbándome pensando en ella, pero ya ni siquiera pensé en tomar su ropa o en espiarla, simplemente viviría mi vida como antes. Pasaron mas meses, noviembre, diciembre, navidad, enero... Recuerdo que por las fiestas me regalo un conjunto de ropa, nada mal y se me veía bien... debió pensarlo mucho, pues no sabía que le podría gustar a mi padre, pero el que se hubiera acordad o de mi me bastaba, yo le regale finalmente unos chocolates. En esos meses entrene mi cuerpo, aprovechando la facilidad que me daba la edad, mientras mis músculos crecían, también mis genitales y el tamaño de mis corridas. Me sen tía bastante satisfecho con mi apariencia a mi edad, solo echaba en falta poder co mpartir mi cuerpo con alguien... Y solo el pensamiento y la presencia de Ana me consolaba. También aprendí mas a contener mi orgasmo, y a disfrutar del acto de mast urbarme, no solo buscar la eyaculación rápida. Una tarde fresca de enero Ana llego temprano de la escuela para descansar, todavía no entraba en los semestres difíciles de su carrera para quitarle todo su tiempo, pero aquel día decidió volver a la casa y pasar el día conmigo, en lugar de su nuevo novio o sus amigos. - Oye Fito... me dijo mientras mirábamos televisión en la sala - ¿Podemos hablar? - Si, claro conteste mirando la televisión, pensé que me iba a hablar sobre su novio o algo similar. - Estaba pensando... sobre lo de hace unos meses... tu sabes... lo de mi ropa. Fruncí el seño. - Pensé que lo olvidaríamos dije secamente. - No te preocupes dijo sonriendo no es para recriminarte ni nada, solo me entrar on algunas dudas... - Pues bueno... lo hacía... eso es todo... - Vamos, solo contéstame algunas preguntas sobre eso, ¿ok?, me lo debes. - Bueno... esta bien... - Bien... solo dime ¿cómo te masturbabas?... no me refiero a como lo haces, sino, qu e hacias con mi ropa.. - Pues... la tenía en mis manos y pues... lo hacia... - ¿Nada mas?. - Pues sí... nada mas... - Se franco, Fito, no te voy a gritar ni nada, solo que... nunca me había pasado a lgo similar. - Las tenía en mis manos... a veces me las ponía en la cara... eso es todo. - ¿Nunca te las pusiste?. - NO, para nada... - Bien, no quiero descubrirte ciertas tendencias se río, sin saber que yo no sabía d e que hablaba Pero... ¿nunca te lo acercabas... ahí?. - Este... - No te preocupes, no me enojo. - Pues... enrollaba las prendas en mi pene... dije con toda la vergüenza imaginabl e. No sabía ni porque le decía eso... Tal vez por que ella parecía siempre saber cuand o mentía. - Ah... y nunca... pues... ¿nunca acabaste sobre mi ropa?...

- No entiendo... - Tu sabes... no le echabas tu semen a mi ropa. - ¡No! Jamás... ni se me ocurría, tenía miedo de que si las ensuciaba me descubrirías... - Ya veo... ¿pero nunca te dieron ganas de hacerlo?. - No, para nada... - ¿Qué te gustaba mas de mi ropa?. - Pues... las tangas me gustaba tenerlas en las manos... y me... bueno... me enr ollaba tus sostenes.. Ella se rió. - Ay, Fito, Fito, Fito... dijo entre sonrisas - Bueno... ¿y para qué quieres saber?. - Pura curiosidad.. - No sé en que te puede servir saber eso... - Es que... esto... ¿Te masturbarías de nuevo con mi ropa?. - No, claro que no, me dejaste muy en claro que lo olvidara. - Digo... si te diera permiso... ¿lo harías de nuevo?. - Pues... No lograba entender lo que me proponía, no podría creer que unos meses antes casi me matara por lo que había hecho y que ahora me estuviera ofreciendo su ropa para mi s actividades... ¿o es que me estaba probando?. - ¿Por qué quieres saber? le pregunte antes de comprometerme... - Hmmm... Te dire... Fito, he estado pensando estos meses sobre tu situación, comp rendo que no es fácil para ti conocer a otras mujeres de tu edad y que... estas en una edad donde quisieras cuando menos estar a lado de una novia o algo así... sé qu e no puedes tener algo que te... pues... te desahogue sin que tu padre lo sepa.. . y bueno... no puedo ayudarte en nada... Así que pensé luego... ¿Qué tan malo es dejar a mi hermano que juegue con mi ropa un poco?. Si no la rompe ni la maltrata... y si la lava si es que la ensucia... pues... Me levante y me arrodille a su lado lleno de emoción. - ¿¡lo permitirías, Ana?! - Pues... si... creo que te puedo ayudar cuando menos con eso... Una explosión de felicidad salió de mi corazón. - ¡Gracias Ana! ¡Gracias! MUCHAS GRACIAS... casi brincaba de la alegría. - Ya, ya cálmate me decía sonriendo no es para tanto, solo es ropa. - Es que.. significa mucho para mi, es... es genial... - Me alegro que te haga feliz... Me tomo de las manos, y me dio un beso en la frente. - Ahora prende la televisión, que ya empiezan los programas buenos... Lo hice, y vimos la televisión tranquilamente sin volver a hablar sobre el asunto, pero yo me preguntaba el porque del cambio de mi hermana... y por supuesto, cuánd o tendría acceso a su ropa. Ya en la noche, antes de que llegara mi padre, (que en promedio era después de las 10 cuando menos, pero lo regular era hasta las 12), me encontraba en mi cuarto, acostado en mi cama haciendo la tarea, cuando Ana toco a la puerta. - Pasa, pasa le dije. - Oye Fito... ¿Qué haces?.- me dijo, llevaba ya su pijama puesta. - Repaso unos apuntes... nada importante, ya iba a dormir... - Ah.. Oye... estaba pensando sobre lo que hablamos en la tarde... - Ah... me entro la desilusión No habrás cambiado de opinión... ¿verdad?. - Pues... si... la verdad es que ya me arrepentí.. - Oh... no pude decir nada, tampoco podía repelar si tu lo dices... - Bueno, no es tanto que ya haya tomado la decisión, solo quiero... pues... ver co mo lo haces. Abrí los ojos y sentí que me desmayaba. - Solo quiero ver como lo haces.. y que... bueno... manches mi ropa... para ver como queda. Me quede callado e inmóvil, sinceramente jamás se me paso por la mente correrme sobr e su ropa, ¿por qué insistía tanto ella en eso?. Y... tener que hacerlo frente a ella. .. - Si no quieres.. pues no.. me dijo.

- Es que... por fin pude articular algo Es que me da pena. - No te preocupes... es solo un poco de curiosidad... como te dije, nadie jamás lo ha hecho y me da algo de morbo. Vamos... acepta... creo que te va a gustar... s onrió... - Pues... mi mente tenía dudas, pero mi entrepierna no, como tambien tenía la delgad a tela de la pijama, ella noto mi erección. - Anda... se ve que tienes ganas me señalo toma. Me dio un conjunto negro, no de los mas bonitos pero era suficiente, ya no lo du de mas. Con pena, pero con muchas ganas me baje los pantalones, mire a mi herman a que asintió con la cabeza y me baje el boxer. Mi pene ya estaba durísimo, mi gland e se mostraba grande, jugoso y mas rojo que nunca, con abundante líquido saliendo por el orificio, mire a mi hermana, que miraba muy atentamente mi aparato. Me se ntí orgulloso. - ¿Te gusta? le dije muy galantemente. - Si... digo... esta bien... sonrió por lo que se le escapo. - Bueno... ¿ahora qué?. - Pues... has lo de siempre... lo que hacías con mi ropa. Desenrolle la ropa, y con cuidado enrolle el sujetador a mi miembro, me di cuent a que tenía algo menos de espacio, pues me había crecido la polla en esos meses, y t ambién enrolle su tanga, pero como dije, con cuidado, sentía que me correría en cualqu ier momento. - Y bien... ¿no vas a.... tus sabes? hizo el movimiento con la mano. - Es que... me voy a correr muy rápido... - Pues de eso se trata ¿no?. Con esas palabras sentí la pincha a punto de reventar, mire a mis pantalones en bu sca de pañuelos. - Correte sobre mis prendas me dijo al notar mi mirada ¿Por qué insistía en eso?. No lo sabía, pero al oírla como me lo ordenaba, por primera vez me dio gusto el hacerlo, tanto, que apenas tuve tiempo de mover las prendas par a recibir mi lecherada, que fue acompañada del mas sublime de los orgasmos. No se cuanto duro, pero sé que mi hermana no apartó la vista de mi pito ni un segundo. Al terminar solo pude sonreír. - ¿Estuvo bueno? me pregunto con picardía. - Buenísimo... dije entre suspiros. - A ver... dame mi ropa... Extendió la mano, y se las di, sin pensar que estaban totalmente empapadas. - ¡Dios mio! exclamo están totalmente perdidas. - Perdón... - No te preocupes... yo te di permiso... ¿verdad que se siente mejor corriéndote sob re la ropa que solo tenerlas en la mano?. - Si... - Bueno.... ya sabes... la próxima vez que quieras... solo pregunta... ¿ok?... - Esta bien... y gracias... - No hay problema sonrió este será nuestro secreto. Dio media vuelta y salió. Aun recuerdo lo bien que dormí esa noche. Durante varias semanas, Ana me dejo masturbarme con su ropa. Yo no comprendía en l o absoluto su cambio de actitud, pero lo disfrutaba. Ella llegaba en la noche, p ero en cuanto lo hacía se quitaba la ropa interior que trajera ese día, y entrábamos a mi cuarto para que hiciera lo mío, aun que esto no pasaba todos los días, entendía qu e días llegaba con buen humor y cuales no, o que días llegaba muy cansada. Sin embar go, no entendía su insistencia de verme siempre hacerlo, aun que yo lo agradecía, la miraba a los ojos mientras me masturbaba, pero ella no lo hacía, no hacía mas que m irar a mi entrepierna. En el resto del día, nuestra relación se mantenía como si nada, pero en cuanto decía "Oy e... ¿podríamos..." ella entraba a su cuarto a quitarse la ropa interior. Aun que no me molestaba, y me parecía que era lo mas lejos que podría y querría llegar , me apenaba pensar que estaba confundido por ese cambio. Entendía sus razones, qu e era lo mas cercano a una novia que podría tener, pero aún así había algo que no me gus taba del todo. La confronte un día que llego temprano, y cenaba tranquilamente en la cocina.

- Oya Ana... le dije después de saludarla quería hablar contigo... - ¿Hablar? Pensé que venías por mi ropa dijo sonriendo, sostenía una tasa de té. - No... quería hablar de eso... - ¿Si? ¿Qué pasa? ¿Acaso ya no quieres hacerlo? - No es eso... es solo que me preguntaba.. pues... ¿por qué eres tan buena con migo? . Digo... comprendo que puede ser molesto estar lavando y lavando tu ropa por mi culpa y... tú no estas obligada a nada... Creo que... estoy abusando de tu bondad . Me miro algo extrañada. Tomo un sorbo de su té, pero no dijo nada. - No creas que te estoy reprochando o algo así... le dije, sin saber que mas decir es solo que... bueno... no tienes que hacer todo esto, si no te gusta o crees q ue estas haciendo un sacrificio, sería mejor que no continuáramos... a veces me sien to extraño, contigo mirándome mientras me pajeo... - ¿No quieres que te mire mientras lo haces?. - No es eso... me gusta... no se porque... las primeras veces me daba mucha pena , pero después me ex... bueno... si, me excitaba que me vieras... Pero te digo, no tienes que hacerlo. - Me gusta hacerlo dijo tajantemente. Me quede sorprendido, pues no esperaba esa respuesta, aun que de hecho, no esper aba nada, ni siquiera sabía que estaba diciendo ni porque, casi le proponía que inte rrumpiéramos lo único sexual de mi vida... Y ahora me decía que lo hacía porque le gusta ba... - ¿En serio? le dije sin poder creerlo. - Pues... sí... no se porque... guardamos un momento de silencio, pero prosiguió Cua ndo supe que te masturbabas con mi ropa, lo primero que tuve fue ira, no podía cre er que entrabas a mi cuarto como un ladrón, para satisfacerte... y eso me enfureció. Pero... miro hacia abajo, con pena después que me explicaste tu situación... y lo q ue hace tu padre contigo... no pude culparte... entendí que no tenías otra opción... e s decir, yo también tuve 13 años y se que dan ganas... pero claro, yo tenía mis novios y... me la pasaba bien... pero tú... Si tu padre se entera que tienes una novia.. . y ni puedes tener revistas o videos que son casi algo obligado en el cuarto de un adolescente... - Pero no tienes que hacerlo, Ana le dije pues veía que no contestaba mi pregunta en serio que no... siento que te tengo como una muñequita que me da su ropa... - Espera, todavía no termino... tomo otro sorbo y continuo Lo supe, pero aparte de apoyarte, no sabía que hacer... entonces pensé en darte mi ropa... pero por varios meses me negué porque no me gustaba la idea... pero hace unos meses, con mi novio después de... dudo un momento en confesarme algo tan personal bueno... digamos que después de que paso algo con mi novio, me dio morbo pensar que a los chicos les g usta correrse en la ropa interior de una mujer... al menos a algunos... así que... desde entonces tome la decisión de darte mi ropa... y ver como lo hacías... me gust o y... eso es todo... Estaba mas que impresionado, sin mencionar excitado. Ahora ya no tenía dudas ni mo lestias. Mi silencio se lo dijo todo. - Apuesto que ya se te paro, ¿verdad? me dijo guiñándome. - Si.. dije sin pena. - Bueno vamos arriba. Como era la rutina, entramos a mi cuarto, pero ella salió indicándome que esta vez m e quitara toda la ropa. Así lo hice, y estaba ya listo para una gozada sentado en mi cama, como siempre. Pero la gozada fue mejor de lo que imaginé. Ana entro solo con su ropa interior puesta, el conjunto rojo que tanto me gustab a y con la que empezó mi fetiche con la ropa femenina.... con los mismos zapatos r ojos de tacón alto. - ¿Te gusta? me dijo sonriéndome, con el cabello levantado, con su busto levantado, su abdomen plano, su pubis que parecía exhalar fuego y sus piernas gruesas, se veía como una diosa griega. Yo no pude decir nada, me sentía correr con solo verla. - Anda... me indico haz lo que tanto te gusta... no seré una revista para caballer os, pero sí algo mejor.

Con la boca abierta y sin mover mi vista ni un momento de su hermoso pubis, cubi erto por la hermosa tanga con encajes. Instintivamente lleve mi mano a mi aparat o que vomitaba fluido transparente muy caliente. Lo hice lentamente, aprovechand o cada segunda al máximo. Ella, por su parte, se agacho sonriéndome para tener mi atención, y junto sus pechos con los brazos, con las manos en las rodillas, ahora mi vista no se apartaría de ahí. Movió los brazos un poco y sus pechos se contonearon con ellos, después de un mom ento, se dio la vuelta y agachándose de nuevo, me mostró sus firmes nalgas, separándol as con las manos para que viera el resto de su ropa interior bien metido entre e llas. Las agito un poco, se volteó y se hincó frente a mi. Avanzo un poco hasta esta r justo entre mis piernas, yo no entendía bien que pasaba, y el movimiento de mi m ano se hacía mas lento, pues ya me sentía explotar. Después se agacho mas, sacando las nalgas, y dejando su rostro a la altura de mi verga. - ¿Ya te vas a correr? dijo sin quitar su sonrisa. Moví afirmativamente la cabeza, seguía con la boca abierta. - Entonces... apunta aquí... y abrió la suya. Yo no lo entendía, no sabía que quería, ¿quería que eyaculara en su boca?. No sabía que gana ría. Al ver que no me movía para nada, ella puso su mano sobre la mía y empujo mi miembro hacia abajo. Al saber que en realidad quería que le eyaculara en la boca, por alg una razón detono mi orgasmo, apenas note lo cerca que estaba su mano y su boca de mi miembro. Nos miramos a los ojos mientras ocurría y su boca se llenaba poco a poco de mi lec he. Cuando termino, me limpio el pene con la sábana de mi cama. Yo aún no escapaba d e mis sensaciones, y no sabía lo que ocurría. Ella, teniendo el control total sobre la situación, cerro los ojos, se levanto y me cerro la boca antes de que los huevo s de mosca empezaran a eclosionar. - ¿Estuvo bueno, no? dijo Ahora a dormir... Me empujo sobre mi cama y me puso las cobijas encima. Salió de mi habitación sin dec ir nada mas. Perdí la noción del tiempo, yo estaba fuera de mi cuerpo desde que ella entro a la h abitación, me había mostrado sus curvas, y se había arrodillado frente a mi... en cuan to pensé en lo último, me quede dormido. En las siguientes dos semanas, evite a Ana en todo momento. Salía mas tiempo con m is amigos, a pesar del riesgo que tenía con mi padre por hacerlo. Me pasaba las ho ras en el cine y estudiando en casa de ellos. Me mantenía callado y parecía un zombi . Por supuesto ellos lo notaron, así como sus madres, pero cuando preguntaban algo yo respondía "No... no me pasa nada... es solo un problema pequeño que tengo en la casa". Mis amigos insistían, pues sabían que algo no estaba bien conmigo, pero yo me negaba a darles explicaciones, respondía siempre lo mismo y jamás detallaba sobre d e que problema se trataba. Le tenía miedo a Ana... no sabía de lo que era capaz... Esperen, miento, no le tenía m iedo a Ana, le tenía miedo a mi padre, de que descubriera lo que hacíamos... no... t ampoco era eso... le tenía miedo a ser feliz... me había pasado lo mas maravilloso e n mi vida, y me sentía feliz, y tenía miedo de que Ana o mi padre le pusieran fin a esa felicidad. Era felíz porque Ana "jugaba" conmigo... y porque le gustaba jugar conmigo... Supe esto de mi mucho después, ahora, cuando lo escribo. Pero en ese entonces me d aba miedo encontrarme a Ana, y escucharle decir... "Ya no lo haremos mas". Sin embargo, ya empezaba a ser una carga para mis amigos, no entendía porque estab a así y no podían divertirse si yo casi desesperadamente los acompañaba a cualquier la do, con mi cara muerta. No tuve mas remedio que volver a casa temprano un día, cas i temblando del miedo de encontrarme a Ana. Pero ese día no llego temprano, pasaron las horas, seis, siete, ocho de la noche, y no llegaba, me sentía algo aliviado. Como a las nueve me dispuse a dormir, para evadir cualquier contacto con ella. Pero no pude dormir, estaba nervioso. Dieron las diez, las once... nadie llegaba, finalmente me tranquilice y me dormi . Cuando desperté, ahí estaba Ana, en la silla de mi escritorio, viéndome dormir. - ¿Te desperté? pregunto en cuanto me noto un poco lúcido.

- No... solo me desperté... es todo... Nos mantuvimos callados un momento. - ¿Qué día es hoy? pregunté - Es sábado contesto de forma sencilla. - ¿Y papá?. - Se fue hace media hora, tenía que atender no sé que cosa. - Ah... Estuvimos callados. - ¿Por qué me huyes, Fito? pregunto llanamente. - No te huyo... dije dándome la vuelta para no verla. Tenía su pijama de tela delgad a. - Oye... discúlpame si lo del otro día fue muy fuerte... pensé que te gustaría... - Si me gusto... - No tienes que contestar que sí, solo para sentirte hombre, si no te gusto no hay problema. - Si me gusto... ya te dije fui algo brusco. - Pero... Bueno, disculpa. La escuche levantarse y marcharse. Las ideas me daban vuelta, y no sabía que hacer . ¿Quería que se repitiese? Fue algo muy grato, sin duda, pero tenía miedo, y entonces no sabía de qué. Pero tome una decisión, me levante y me fui a la cocina, ahí estaba An a tomando un café. - Buenos días me dijo con algo parecido a la pena. - Buenos días le respondí, pero le sonreí. Ella noto mi sonrisa y me la devolvió. Pero no se atrevió a decir nada. Tome mi desa yuno y comencé a comer. Me daba cuenta que cada segundo que dejaba pasar, Ana se a lejaba mas y mas... Tenía que enfrentar el miedo que desconocía. - Estuvo muy bueno... dije de pronto. - ¿Eh? estaba distraída en sus ideas Ah, gracias, lo prepare hace unos momentos pero no sabía si vendr... - No hablo del desayuno la interrumpí. Ella se rió de forma maravillosa. - Pensé que no querías hablar de eso... dijo después. - No es eso... es que.. no sé.. tenía miedo... - ¿De que se repitiera? - No... de otra cosa... no sé... Acepto mi respuesta sin sentido. - Apuesto a que no sabías que te podías correr en las bocas de las chicas me dijo ya con el tono usual coqueto. - No... en lo absoluto... ¿no te pasa nada?. - En lo mas mínimo. - ¿Y les gusta a las chicas?. Se rió. - Mira, no te voy a mentir. No a todas las chicas les gusta el semen en sus boca s, algunas sí, otras no. - Y tu eres de las que sí le dije con malicia. - Bueno... sí... no es que solo busque eso, pero de vez en cuando confieso que se me antoja. - Gracias, Ana, fue genial. - No hay de qué, sé que todos los hombres lo adoran se rió como si supiera todo sobre los hombres - ¿qué sentiste?. - Pues.. no sé, en cuanto me dijiste que lo hiciera, sentí un gran placer... no sé... supongo que porque era muy guarro. - De eso se trata... jaja.. ¿tienes ganas de repetirlo?. - ¿Ahora? SI - Bueno, no ahora, tengo una cita con mis amigas. Pero después. - Claro, fue genial. - Esta bien, pero luego, ¿esta bien?. - Bueno... El resto de ese día, siguió su rumbo normal. Sin embargo, yo aun tenía miedo, esta vez , de lo que sentía, por lo que por algunas semanas no me atreví a hacerle ninguna in

sinuación a Ana, y todo marcho con la rutina normal. Un sábado de nuevo, volví a despertar con ella en mi habitación. - ¿Ya despertaste flojo? me dijo sonriendo, con el mismo atuendo que la vez anteri or. - Si, si, si, si... le dije sin ganas, pues aun estaba adormilado. - Anda, levántate ya fue cuando me di cuenta de lo preciosa que estaba, no solo po r la ropa interior, ni por sus curvas, parecía haberse maquillado un poco y habers e pintado los labios. - Eh... ahorita bajo a desayunar... le dije mientras empezaba a tener una erección . - Bueno.. me dijo sonriéndome y subiéndose mi cama si quieres no te levantes. Se puso a cuatro, sobre mi, me tenía completamente controlado y a su disposición. No sabía que pensar, y por un tiempo, pensé que seguía soñando. Mi vista se entretuvo con sus pechos, apretados en el sujetador. Ella sonrió al notarlo. - ¿Eres de los niños a los que les gustan los pechos, verdad?. - Eh... me saco de mis sueños NO... digo... si... digo... - No tiene nada de malo... paso una de sus manos por mi cabello Si quieres dales un beso. Cada vez me sorprendía mas por aquello, y cada vez creía mas que se trataba de un su eño. Delicadamente ella acerco su busto a mi cara. "Aquí..." me dijo señalándome la parte d escubierta de sus pechos. Tímidamente acerque mi boca, y cerrando los ojos, le di un prolongado beso a su pecho izquierdo, saboreando la piel, sintiendo su tersur a, su blandes y su sensualidad, hice lo mismo con su pecho derecho. - ¿Te gusto? me pregunto pícaramente cuando me hubo separado. - Mucho... Sonrió y se incorporo, y se arrodillo a mi lado, sobre la cama, poniendo sus nalga s a unos centímetros de mi cara. - ¿Le has tocado las nalgas a alguna chica? preguntó. - No... nunca... - ¿Ni siquiera por accidente? ¿O en el camión o en el metro?. - No... jamás... - ¿Y a un chico? Ese comentario me hizo reír, y finalmente comprendí que no era un sueño. Me comporte m as natural. - No, ni lo pensaría dije entre sonrisas. - Deberías intentarlo, te va a gustar. Y metiendo sus manos debajo de mí, me apretó el culo, me dejo tan sorprendido que di un brinco, removiéndome las sábanas, y dejando mi boxer al descubierto, con la obvi a erección. Ella sonrió y lo ignoro por un momento. - Anda... puedes tocarme... si quieres... Sin poder creerlo, moví muy lentamente mi mano a su cuerpo, pero por la emoción, tem blaba demasiado, finalmente ella tomo mi mano y la posó en sus glúteos sonriendo. Ah ora mi mano ya no tenía timidez, palpe con algo de fuerza, pero cuidado de no pone r demasiada, sus glúteos, sus muslos, sintiendo la suavidad y la firmeza en todos y cada uno de sus músculos, acercando un poco mi mano a su tanga. "ahí..." me dijo, cuando pase la mano entre sus piernas, y empecé a frotar durante un tiempo, ella c erraba los ojos y gemía dulcemente, mientras aceleraba el movimiento de mi mano en esa zona, subiendo un poco, hasta que ella soto un suspiro, y un momento después, movíó mi mano de nuevo a sus nalgas. - Atrévete... me dijo con una cara sonrojada que no me pude explicar sigue acaricián dome... que también me gusta. Seguí sus ordenes y me deleite aun mas con su carne. Pero ella ya había puesto sus o jos en mi erección. Con cuidado, y sin preguntarme me quito los boxers, dejando al aire libre mi erección. - ¿Quieres correrte? me pregunto melosa - ¡SI! conteste llevando mi mano libre a mis partes, pero ella me detuvo. - ¿Quieres que te la casque yo? No tuvo que esperar su respuesta, con delicadeza poso su palma sobre mi miembro que descansaba sobre mi abdomen, el simple contacto con su mano me dio un verdad

ero choque eléctrico, pero por alguna razón no me corrí. Restregó su mano izquierda sobr e mi miembro, haciendome ver estrellas, sin darme cuenta le apretaba mas fuerte su culo, pero ella no protesto. Se dio un poco la vuelta, para facilitarle el ac ceso a mi polla, dejándome un poco alejada su nalga derecha de mi mano, pero no me importo. Ya cómoda, enrollo sus dos manos sobre mi polla, y comenzó a hacerme una lenta, paus ada y deliciosa paja. Mis sentimiento estaban confundidos, no entendía a donde par aría todo eso, tampoco porque lo hacía Ana. Pero lo que mas me perturbaba, era que y a no quería correrme, quería sentir sus manos sobre mi, quería sentir sus cuerpo en mi s manos, no quería que eso terminara nunca. Pero verla ahí, tan terriblemente sensua l, empeñada en la paja, con mi pene apuntando a mi cara, no pude resistir... y ter mino. Acompañado con un potentísimo orgasmo que me hizo literalmente temblar, mi semen se desparramo sobre mi pecho y abdomen... y sobre las manos de Ana, que no detuvo s u deliciosa atención hasta que logre calmarme un poco, unos minutos después. Y entonces, después de retirar sus manos de mi sexo, se desabrocho su sostén, y lo u so para limpiarme. No podría creerlo, aun con todo lo que ocurría, todo se ponía aun m ejor, finalmente veía sus pechos, los pechos de una mujer hermosa y joven. Grandes , gorditos, morenos, con un pezón oscuro y pequeño en su centro. El poco tiempo que Ana tardo en limpiarme y que yo use para mirarla, me parecier on horas y días, cuando volví en mi, Ana ya había terminado, y se había vuelto hacía mi, d ejándome contemplar la perfección de sus curvas aun mas. me dijo eres de los que prefieren las tetas a cualquier otra cosa. - ¿Ya vez? Sonreí algo apenado, sin saber que decir. Pero ella, como unos minutos antes, acer co su busto a mi cara, y dijo "Aquí..." señalando sus pezones. Sin saber ni porque lo hacía, pero haciéndolo, sabiendo perfectamente en el fondo de mi que hacer, le di un beso a su pezón derecho, y no me detuve, empecé a chuparlo, con ansia, esperando que algo se desprendiera de ahí. Ella tuvo que separarse para que le diera la misma atención a su compañera. Cuando terminé, me dio un beso en la mejilla y me dijo: - Solo recuerda, Alfredo, que todo lo que se diga y se haga en tu habitación, se q ueda en tu habitación, nada sale, y cuando salga, haremos como si nunca hubiera pa sado. ¿Esta bien?. Asentí sin comprenderla, pues todos mis sentidos estaban ofuscados y sin hacer cor rectamente sus funciones. Ella tomo su ropa y salió. Baje a desayunar unos minutos después, y la encontré mas vestidita comiendo. En la p lática quise tocar el tema de lo que había ocurrido, pero ella lo cambiaba bruscamen te, solo dijo "Lo que se hace en tu habitación..." y comprendí perfectamente desde e ntonces. Pasaron las semanas y algunos meses, y mi relación con Ana continuaba igual que cu ando me tocaba con su ropa, solo que ahora, no servía de nada que yo digiera "Oye. .. ¿Podríamos..." porque ella cambiaba la conversación al instante. Ella era la que en traba en mi habitación, a una hora que ella suponía que era la correcta, con algún con junto sexy de ropa interior, de vez en cuando me dejaba tocarle el culo. Pero la hora de mi corrida era fantástica, pues ella misma me hacía los movimientos finales , para echar mi corrida en su boca. La situación no podría ser mejor cuando ella comenzó a tomar la costumbre de pasear en ropa interior en los días calurosos. Yo, teniendo miedo al principio, comencé a toc arme sobre la ropa mientras la veía descansar en el sillón, o simplemente caminar po r ahí. Pero ella no parecía prestarme atención. Llegue incluso a bajarme los pantalone s y a cascarmela al aire libre, pero ella seguía como si nada. Todos los sábados me despertaba con la esperanza de vela de nuevo en mi habitación, que me pidiera de nuevo que le chupara los pechos. Y sobre todo, deseaba poder h acerle el amor. Pero eso no ocurría. Y eso era algo que no me quedaba muy en claro. Creía que ella lo hacía para darme un poquito de felicidad en mi gris vida, pero entonces no comprendía porque no llegába mos a... pues... a mas. Un sábado en la tarde, mientras estudiaba sobre mi cama, Ana entro en mi cuarto, l uciendo el traje de baño que le regale el día de su cumpleaños. Lo que debía seguir era la rutina, yo me quitaría mi ropa, ella haría unos movimientos

, y terminaría corriéndome en su boca. Pero esta vez quería hacer algunas preguntas. - Hola flojo me dijo al entrar - ¿tienes ganas?. - No Ana... conteste un poco frío. - ¿No? Bueno... quizás mas tarde... Enfilo a la puerta, pero tomándola del brazo y sentándola en la silla frente a la ca ma la detuve. - Quería hablar esta vez... le dije. - Ah... supongo que sobre lo que hacemos ¿no?. - Pues sí... parece ser el único lugar donde podemos... - Mira Fito, quiero mantener la discreción sobre esto, por eso me parece que solo hablemos de esto en tu cuarto, lejos de papá y de cualquier otro, ¿Esta bien?. - Si, lo comprendo, pero no quería hablarte solo de eso. - ¿Entonces? - Mira... yo te agradezco mucho lo que haces... es para mi.. pues lo único sexual que puedo hacer, ¿entiendes?. - Por supuesto, por eso lo hago, y antes que lo digas, a mi también me gusta, Fito , no creas que estas abusando ni nada... - Entonces... ¿por qué no hacemos algo mas?. - ¿Cómo que? ¿quieres que te la mame? No entendí muy bien la palabra, y mi expresión se lo dijo. - Tu sabes... me dijo cruzando las piernas y adoptando un aire de control Sexo O ral. - No te entiendo... - ¿Pues no sabes que es el sexo oral?... bueno... supongo que no... mira, sexo ora l es cuando una chica se mete el pene del chico en la boca o cuando el chico... digamos que mete su lengua en la vagina de la chica... - Ah... jamás lo habría pensado... como que es algo asqueroso... - Pero si vieras lo bien que se siente y se rió. - Bueno... no esta tan mal... me empezó a gustar la idea. - Pero... espera parecía confundida - ... entonces, ¿a que te refieres con que "haga mos algo mas"?. - Pues... a... hacer el amor... La proposición no la asusto ni la sorprendió, pero se recostó en la silla y guardo un silencio. No tengo idea de lo que paso por su mente. - Alfredo... dijo al fin Somos hermanos... tal vez no hermanos convencionales, p ero somos hermanos... Lo que he hecho hasta ahora no ha tenido nada de malo, per o lo que tu propones... no puede ser... - ¿Por qué no? pregunte con mas aire de curiosidad que de protesta. - Pues porque los hermanos no deben hacer eso... no es... natural... ni psicológic amente sano... Espero que me entiendas... - Pues no mucho... le dije bastante desilusionado Pero supongo que si no quieres , has de tener tus razónes. - Las tengo, y son muy fuertes, incluso con lo que hacemos ahora, me siento algo ... pues no culpable exactamente, pero creo que estoy llegando al límite, simpleme nte no podemos hacer mas porque... pues... simplemente no podría. - Supongo que entiendo dije ya resignado solo que tenía ganas... - ¿Pues no es suficiente con todo lo que hacemos? me dijo borrando su seriedad, y volviendo a una actitud alegre. - Si, si, esta muy bien... solo que.. bueno, ¿tenía que intentar, no?. - Te comprendo, pero solo entiende que no puedo hacer mas... simplemente no me s entiría a gusto... - Esta bien, si tu no quieres, esta todo bien. Así que... bueno... hice intención de quitarme la ropa. - Espera... me detuvo Te voy a mostrar hasta donde puedo llegar. Esas palabras volvieron a hacer latir mi corazón y a empezar una buena erección, mir ando las curvas tan bien marcadas que dejaba ver el traje de baño que le había compr ado. No era la primera vez que me lo mostraba, pero ese me encantaba, incluso ma s que le conjunto rojo. Pero no duro mucho. Ante mis ojos, Ana se desprendió del top del bikini, dejando al aire sus preciosas tetas.

- ¿Qué tal? me pregunto. - Son fantásticas, Ana... ¿puedo chuparlas como la otra vez?. Espera... todavía no termino... dijo en tono misterioso. Y se quito la tanga del traje. Dejándome ver por primera vez, la intimidad de una mujer. Mi vista simplemente no pudo separarse de aquella zona, tan hermosa, y qu e, por alguna razón, me excitaba a mares, un precioso pubis, justo debajo de una c intura estrecha, tenía finamente recortado el pelo en la zona, con una muy atracti va forma de "V", plano la zona hasta donde se encontraban sus labios, que ya se mostraban rozados y tan excitados como yo. - Esto es una vagina dijo en tono explicativo mientras caminaba hacia mi aquí es d onde las chicas nos divertimos. - Es hermoso... - Oh, créeme que lo es me dijo sonriendo pícaramente, su pubis ya estaba a centímetros de mi cara míralo bien... Estos son los labios mayores... señalo a zona, tomo mi ma no derecha y se lo llevo a la boca tócalos. Llevo con dulzura mi mano hasta su zona, que ardía como las mismas llamas del infi erno, su piel tan tersa, caliente y erótica, casi me hacen disparar. - Estos son los labios menores Y llevo mi mano hasta esa delicada zona, suave y delicada como los pétalos de una rosa. Me mantuvo frotando esa zona por un tiempo, hasta que continuo. - Y esta zona... me llevo un poco mas arriba esta cosita que lo que nos vuelve l ocas, es el clítoris. Moviendo un poco sus labios, me mostró aquel botoncito mágico, pequeño y discreto, mas caliente que la roca fundida. Y me indujo a frotarlo. - Así es como nos gusta a las chicas... dijo cerrando los ojos, me empujo mas a la cama y se arrodillo a mi lado. Todo su cuerpo palpitaba al ritmo de mi mano, qu e no tardo en aprender como moverse y como apretar con los dedos tan pequeño paraíso . Ella, notando que ya había aprendido un poco, llevo sus manos a sus pechos, apretánd oselos con algo de violencia, y pellizcando sus pezones, mas duros que roca sagr ada. Solo fue un instante, después tomo mi otra mano, se la llevo a la boca para h umedecerla, y la puso a hacer el trabajo de la otra. - Ahora... te mostrare otro lugar... dijo con voz muy cortada. Y lentamente metió dos de mis dedos en su ardor. La sensación de mis dedos era inexp licable, era como sumergirlos en una olla de aceite hirviendo, con ayuda de ella , me fue llevando hasta un rinconcito liso, palpitante, cuyo contacto me hacía der retir. - Aquí... es el lugar favorito de las chicas cuando follan... Comencé a frotarlo, ahora, mis dos manos se dedicaban a darle placer a Ana, poco m e importaba mi erección, o el follar, poco me importaba ya la escuela y mi vida, p oco me importaba ya mi padre y mi sufrimiento. En ese momento, supe que era feliz, pues hacía feliz a alguien, una calma, un calo r extraño inundo mi cuerpo, mientras me concentraba en mover mis dedos, mientras q ue Ana volvía a pellizcar sus pezones. Algún tiempo paso, no se cuanto, si pudiera dar una cifra mas exacta diría que unos 2 años con 4 meses, duro aquello, hasta que Ana se dejo caer sobre mis manos, mien tras soltaba un profundo suspiro y todo su cuerpo tembló por un momento, parecía hab er terminado, cuando sentí en toda la extención de su cuerpo una vibración mas fuerte, y como mis dedos se iban empapando de algo mas viscoso y espeso que lo anterior , que al rodear mis manos, fue como si rodeara todo mi cuerpo. Rendida, Ana se dejo caer hacia atrás, descansando un poco. Me acosté a su lado, recargando la cabeza sobre mi brazo, admirando su cuerpo cubi erto de transpiración, su respiración agitada y sus ojos cerrados. Estuvimos ahí largo s segundos, hasta que finalmente ella abrió sus ojos. - ¿Qué tal? le pregunte de la misma forma que ella preguntaba cuando me corría en su b oca. - Fantástico... me dijo suspirando Para ser la primera vez que lo haces, me haz de jado rendida. Ahora sí, me sentía como todo un hombre. - ¿Aun quieres follar? me pregunto pícara.

Me lleve la mano derecha, quería saber que sabor tenía, para decidir. Quizás no detect e ningún sabor fuera de lo común, pero lo excitante de hacerlo, hizo que me supiera a gloria. - Si. le dije de forma simple, pero firme. - Ay Fito... Lo siento... - Bueno... ¿Qué tal el oral del que tanto me hablaste?. Ella se echo a reír. - ¿Tanto te hable? Apenas si te dije de que trataba... ya te voy a poner un mal vi cio... - Quizás no me gustará... - Oh... todo te gustaría... pero... lo siento Fito... no puedo... no podría... - ¿Y si yo te lo hago?. - Es lo mismo... incluso peor... no podría disfrutarlo... disculpa... Me sentí algo triste por las palabras. - Bueno... pues ni modo... no te preocupes, comprendo... En realidad no comprendía, bien era cierto que para mí, Ana jamás fue exactamente una hermana, llegue a llamarla así, y a tratarla como una hermana, pero en el fondo, p ara mi era una "hermana mujer perfecta". El erotismo que despertaba en mi, era m as que el cariño de hermana. Pero con Ana era diferente, desde un principio, todo lo que había echo había sido po r su amor de hermana hacia mi. Incluso también lo que sentía. Ahora que lo pienso, h aberse abierto conmigo, y haber permitido que le diera placer, debió haber sido al go difícil para ella. Pues su amor de hermana consistía en dar, no en recibir. Y eso me hacía sentir egoísta y miserable... Mientras pensaba en eso, nos manteníamos callados, hasta que ella, una vez mas, ll evo mi mano izquierda a sus pechos. Lo que me saco de mis pensamientos. me dijo muy seductoramente. - ¿Qué, ya no te gustan?. Volví a sentir una gran calentura al sentir los suaves y aterciopelados pechos de Ana, disfrutando de su suavidad y su delicada dureza, apretando sus pezones, y t ratando de hacer que cupieran en mis manos. No tarde en agacharme y comenzar a c huparlos, dulce y tiernamente, entre los suspiros de Ana. Pero después de un rato, ella me separo. - ¿Aun quieres follar? pregunto retándome. - Claro... - ¿y si te hago algo que es mejor que follar?. - ¿Algo mejor? pregunte escéptico - ¿qué podría ser mejor?. - Ya veras... ve quitándote la ropa. Se levanto de la cama, y salió de mi habitación contoneando su cuerpo al ritmo de mi corazón. Sin perder un segundo, me desprendí de mi ropa, dejando al aire mi palpita nte erección. Tardo un poco en volver. Volvió, y no note diferencia, a excepción de haberse puesto sus zapatos de tacón alto rojos. De inmediato, se puso de nuevo su bikini, al menos el sujetador. Me pidió que me s entara en la cama. Ella se acerco, y se sentó sobre mi paquete, poniendo mi pija e ntre sus nalgas. Movió sus caderas mientras que yo una vez mas veía estrellas, y no podía moverme de la impresión de sentir su carne y su piel revolotear. Me hubiera co rrido en ese instante si ella no se hubiera detenido. Se levanto, y adopto una pose de mujer importante. - ¿Te excito Alfredo? preguntó como si no fuera nada la pregunta. - Muchísimo... Sonrió y se arrodillo entre mis piernas, como lo hacíamos antes, tomo mi polla entre sus manos comenzó a cascarme la paja. Pensé que eso sería todo, pero ella dijo. - No te emociones mucho con lo que sigue, pues no va a durar... Y acto seguido, engullo mi polla hasta la base, el calor de su boca y su lengua me enloqueció, lentamente y con su lengua revoloteando se la fue sacando, dejándola completamente mojada. - ¿Te gusto? pregunto levantando una ceja. - Hazlo... me detuve... por un segundo por fin tuve una idea - ¿Te gusto a ti?. La pregunta la sorprendió, estuvo a punto de levantarse, pero se detuvo. - Esto es sexo oral... dijo suspirando.

- ¿Te gusto? volví a preguntar. - Si... dijo seca y directamente, pensó un momento, y continuo Promete no correrte y lo vuelvo a hacer. - Lo prometo. Era una promesa de la cual no estaba muy seguro de poder cumplir, pero antes de retractarme, ella ya me volvía a saborear, lenta y pausadamente, mientras mi falo se deslizaba adentro y afuera de su boca, me concentre en no correrme, no quería q ue eso terminara nunca, y eso me ayudo a contenerme, aun que no ayudaba que ella suspirara y gimiera por instantes, y que llevara una de sus manos a su vagina.. . pero se detuvo pronto. - Ahora... dijo en un tono apenas audible por su respiración - ¿Estas listo para mi? . - Si... pero no sé que puede ser mejor que esto... - Pues... es mejor que el oral... de eso estoy segura. Se irguió, y finalmente comprendí que había ido a hacer a su habitación. Tomo mi pene, y lo introdujo dentro del traje de baño, entre sus tetas. Al principio no sentí nada, después, me sentía explotar de placer. No tardo ella en po ner sus manos junto a sus tetas, y a hacerme toda una paja con ellas. Ella sonería y suspiraba, mientras yo veía aparecer y desaparecer mi pene entre ella, entre su frondosidad... entre... bueno... entre lo "buenirrimo" que tenía ella. - ¿Mejor que oral? preguntó sin detenerse. SII!!!! MUCHO MEJOR!!! grité entre mis gemidos. - Follame las tetas, papi... dijo estirando la cabeza hacia atrás, cerrando los oj os y los labios follame las tetas que se siente rico... La tome de los hombros, y empecé a embestirla con un poco de fuerza, al mismo tiem po ella movió mas rápido las tetas sobre mi, al tiempo que decía "Correte, correte, co rrete" como una orden. No quería, su piel era tan suave... sus pechos tan grandes... pero termino. . Sintiendo mi corrida, ella se "encajo" lo mas que pudo para que saliera mi pene todo lo posible, estiro la cabeza, y cerrando los ojos recibió todos mis chorros d e lefa en su cara, manchándole la nariz, los ojos, las mejillas y sus labios, mien tras me decía "manchame con tu leche" una y otra vez. Cuando terminamos, ella abrió los ojos, sin importarle que tan manchados estaban, se relamió el semen de sus labios y me chupo la polla una vez para limpiarla. Acto seguido, le limpie la cara con mi playera. Sin decir nada mas nos metimos bajo las sábanas, y empezamos a besarnos el cuello y la cara, jamás los labios, después yo pasé a darle tratamiento a sus pechos, que sabía n algo raro por el lubricante que se había puesto en su habitación. Nos detuvimos un momento, nos miramos y nos sonreímos. - ¿Apoco no es mejor que follar? me pregunto. - Supongo que sí... - ¿Y mejor que el oral?. - Oh no, eso estuvo mejor. Se hecho a reír. - Vas a seguir insistiendo, ¿verdad?. - Bueno Ana... es lo mas cercano que puedo estar... a... bueno... a estar dentro de ti - Hmmm... sonrió la verdad es que si lo disfrute... llevo sus manos a mi polla, pa ra notar que volvía a estar tiesa - ¿En serio quieres?. - Por favor... - Bueno... si tu insistes... Pícaramente, fue bajando su boca por mi cuerpo, apretando aquí y mordiendo aya, hast a que estuvo cerca de mi polla. Yo estire el brazo para encender la luz, pues se había hecho de noche, y removí las sábanas. - Quiero verte hacerlo... le dije. Ella volvió a sonreír, se irguió y levanto su negro cabello con sus manos para que la admirara. - ¿Te gusta mi cuerpo? pregunto sonriendo, como siempre. - Estas buenísima Ana... - ¿Qué se siente que una vieja tan buena te vaya a mamar el pito?.

- Terriblemente excitante. Ella contoneo su cuerpo para mi, entre mis piernas, como un pequeño baile erótico. D espués, se agacho, paso un momento mi polla entre sus tetas, y comenzó a lamer mi mi embro, arriba a bajo, lamiendo mis pelotas, y dando un especial tratamiento a mi glande con su lengua. Después, poniendo su cuerpo en posición de escuadra, sacando el culo para que lo admirara, me comenzó a tragar. Por alguna razón lo sentí mejor que la anterior, su cabello revoloteaba y no me deja ba ver con claridad lo que hacía, también lo hacía mas rápido, sacando y metiéndose mi apa rato tan rápido como podía, después se arreglo el cabello y me miro a los ojos. - ¿Qué se siente que tu hermana te chupe la polla? - Chingón... dije sin mas palabras, pues veía estrellas y mi respiración apenas me dej aba hablar - ¿A qué sabe tu hermano?. - A lo prohibido. Y volvió a hacer un sube y baja con su rostro, casi sin detenerse mas que para tom ar aire y tragar saliva, nos tomamos de las manos, mientras dejábamos que su boca hiciera el resto. Pasaron los minutos, hasta que inevitablemente, ella se metió lo mas que pudo de mí, y ahí, justo en su garganta y mirándonos a los ojos, deje soltar mi leche, mientras ella tenía una mano muy adentro de su vagina. Cuando terminamos, ella se levanto y se sentó en mi abdomen, permitiendo que le so bara las tetas. - Sé que no me lo vas a creer me dijo mientras seguía con mi trabajo pero me gusto m ucho... - Yo... bueno... ¿para qué te digo?. - Jaja... pensé que sería mas difícil, pero te sientes muy bien en mi boca... - Caray Ana... creo que podría correrme con solo verte... - Pues ahora que ya llegamos tan lejos.... creo que... Una presencia llego a la habitación... habíamos dejado la puerta abierta... y ya era muy noche... El horario de mi padre nunca fue algo regular... y ese día, en ese p reciso instante, había decidido llegar temprano. ¿Por qué? jamás lo sabré.. Tal vez hubo algo que ver el destino, incluso pensé que mi destino era que conocie ra la felicidad solo unos instantes... no... la felicidad son instantes, pero pa recía que jamás estaría en una época en que estuviera simplemente... contento. No tiene caso que siga relatando lo ocurrido en ese momento, ni los gritos, ni l os golpes que sucedieron, ni como sentí que lo poco bueno de mi vida había acabado, ni como sentí que jamás volvería a sentirlo. Mi padre corrió a Ana de su casa y le retiro todo el apoyo económico que le daba. An a tuvo que dejar sus estudios y volver con su madre, quien también se entero. Pero en contra de lo que pudiera parecer, ella comprendió a su hija, y hasta casi me l lego a comprender a mi. Aun tengo las cicatrices que me dejo mi padre por las golpizas, incluso los prof esores de la escuela llegaron a preguntarse que me había pasado, pero yo me negaba a darles explicaciones. Mi vida se volvió mas dura y rígida, se me fue prohibido todo, todo excepto ir a la escuela, estudiar y mantener la casa limpia, hasta dormir se me prohibido, entre en un estado de completa depresión, con Ana lejos. E incluso... llegue a contempl ar las navajas de rasurar de mi padre... y soñé con ellas. Pero justo entonces... cuando mas terriblemente me sentía, cuando mas me abandono la vida, fue cuando el recuerdo de Ana volvió a mi, y me di cuenta, que ella había e cho algo mas que acostarme conmigo, ella me dio vida, verdadera vida... cuando m enos un poco de vida... Tome mis cosas, un poco de dinero, y me escape de mi casa. Pensé en ir hasta Jalisco, con Ana y su madre, pero pensé que sería mucha carga, así que huí a otro estado, a casa de la hermana de mi madre, la Tía Carmen. No sé como alguie n como yo, tan tonto, tan inocente y con tan poca experiencia en el mundo real p udo haber llegado tan lejos, pero llegue a su casa. Le conté todo lo sucedido, sin muchos detalles, por supuesto, pero tuve suerte una vez mas, ella me comprendió, y se encargo que fuera a reunirme con mi madre. Ahora aún vivo con ella, y vida es mucho mejor, por fin tuve una verdadera novia.. . varias si se me permite decirlo, incluso una que se ha ganado mi corazón.

Quizás no tengo ahora una casa bonita, ni un futuro prometedor en una escuela de p aga, pero tengo muchísimas cosas mas. Aun que extraño de vez en cuando a mis amigos, trato de mantener contacto con ellos, y a mis mejores amigos, les he contado es ta historia. Así como ahora uno de ellos se encarga de contársela a ustedes. Volví a ver a Ana, por supuesto, pero esta vez, como verdaderos hermanos. Ni ella ni yo tratamos de reconstruir la antigua relación, pero nos seguimos viendo, a vec es riéndonos de lo que paso en esos años. Ella termino su carrera en una escuela pública, con muy buenos resultados, se ha c asado y según supe últimamente, ya esta esperando su primer hijo, aun que no me ha d icho que va a ser. Yo aún recuerdo todo esto con cariño, y siempre recordare que fue gracias a Ana, que tome valor para darme vida, pero para ser mas justos, ella fue la que me dio un a razón para vivir... Bueno, eso es todo el relato. Supongo que este relato no tendrá ni por mucho el éxito que tuvo "Por mi Salud" , pe ro en fin, es algo que no puedo modificar, con que algunos miles lo lean estaré a gusto. Y bueno, solo por decir algo, saque este relato algo rápido (me sorprende q ue mis relatos que tienen años y hasta meses de edad, se sigan estancando), y no m e siento muy satisfecho con este. No estoy seguro si tenga algún tipo de "Fan" aya afuera, sobre todo porque no soy muy prolífico. Pero si hay alguno por ahí, debo decirle que este será mi último relato q ue escriba con este tipo de historia en mucho tiempo (si ya de por sí termino un r elato muy de vez en cuando...). La razón de esto es que creo que ya me he repetido mucho y mis relatos se están pareciendo mucho entre sí, así que para el siguiente esc ribiré otro tipo de personajes y otro tipo de situaciones. Empiezo ahora mismo uno que no es muy erótico, pero tengo muchas ganas de escribir, y empiezo terminar un o que empecé hace muchísimo tiempo, pero creo que si le echo ganas, podría hacer mi re lato favorito. Bueno, eso es todo mi chorote por ahora, si les gusto este relato, por favor hag an "clic" aya abajo donde dice "Perfil y otros relatos de este autor" para que p uedan leer mis otras 3 historias. Hasta la próxima. Y recuerden, practiquen el sexo seguro, es decir, el sexo oral : P ... ¡Pero ustedes muchachos, no se hagan pendejos con mis relatos y que no nada mas se lo hagan a ustedes, ¿eh?! RELATO1 Todo comenzó de forma casual, en la primavera en que cumpli los 16 años. En el Instituto nos habian dado una charla sobre educación sexual y nos habian ent regado un libro-folleto en el que venia una amplia descripción de todo lo que nos habian explicado. Todas las formas de practicar sexo, metodos anticonceptivos, prevención de enferme dades venereas, distintas practicas y opciones sexuales, etc. El libro venia profusamente ilustrado, con dibujos y fotografias, para mejor com prensión. A mi edad, todos estos temas eran apasionantes, ya que, para un chico de 16 años, todo lo relativo al sexo tiene mucha importancia. A esa edad, me excitaba con cualquier cosa y me masturbaba con mucha frecuencia. La charla que nos dieron y el libro, me aclararon muchas dudas y conocí cosas de l as que no tenia la menor idea, pero algunas de estas cosas, simplemente no las e ntendia o no me hacia a la idea de cómo podian ser. A esa edad, no solo era virgen, sino que ni siquiera habia tocado nunca a una mu jer, puesto que era bastante timido y retraido, como buen hijo unico. Mi madre siempre habia sido muy cariñosa conmigo, besos y abrazos cada vez que la apetecia, cosa que a mi me encantaba, me mimaba y me consentia mucho. Era la uni ca mujer, con la que no me ponia nervioso, porque yo no la veia como una mujer. Por aquel entonces, tenia 36 años, se habia casado muy joven, a los 19 años, con mi padre, diez años mayor que ella. Mi madre era una mujer de constitución pequeña, 1,55 m de altura y 50 Kg. de peso, d e buen ver, aunque no era una belleza, tenia buen tipo y se conservaba bastante

bien para su edad, a base de gimnasio y dieta rigurosa, que nos imponia tambien a mi padre y a mi. Yo por aquel entonces, media sobre 1,75 y pesaba en torno a 70 kg, de cuerpo atl etico, debido a los distintos deportes que practicaba y a la sana dieta que nos tenia sometidos mi madre. Cuando mi madre descubrió el dichoso libro sobre el sexo, supongo que lo comentari a con mi padre y de mutuo acuerdo, decidieron que fuera ella la que abordará el te ma conmigo, ya que con ella tenia mas confianza. Asi es que me preguntó al respecto y yo le conté lo de la charla y lo del libro. Ella me dijo, que le parecia muy bien, que había "ojeado" el libro y lo encontraba muy adecuado e instructivo, pero que si tenia alguna duda se la planteara, a el la o a mi padre, según los temas, a mi criterio. Ella sabia perfectamente, que yo con quien mas confianza tenia era con ella, ya que me sacaba absolutamente todo lo que queria con la habilidad y celo propios d e madre de hijo unico. Por mi parte, lei y relei varias veces el susodicho libro, pero habia cosas que efectivamente no acababa de comprender y ademas eran de las que mas me interesab an. No entendia muy bien los procesos de excitación de las mujeres, en cambio los de l os hombres los tenia muy claros y ademas en nuestro caso, cuando nos excitabamos se veia a simple vista, mientras que no alcanzaba a comprender como se sabia cu ando una mujer estaba excitada. El libro explicaba los resultados de la excitación femenina, pero no decia nada re specto a como se podian saber estos resultados a simple vista, que era lo que a mi me interesaba. No me veia preguntandole semejante cosa a mi madre, pero por otra parte, tampoco queria perder la oportunidad de enterarme al maximo sobre los distintos aspecto s de la sexualidad femenina, que tanto me apasionaban en aquel momento, asi es q ue decidí hacerme el inocente y empezar por hacer a mi madre preguntas faciles, pa ra ver como reaccionaba y en función a su actitud, ir avanzando con preguntas mas atrevidas. Después de varios dias de darle vueltas al tema y dejando siempre el libro visible , para que mi madre fuera consciente de la importancia que le estaba dando al te ma, decidí dar el primer paso. Le dije a mi madre que habia decidido hacerle algunas preguntas sobre los temas que no entendia, pero que tenia que prometerme que no se lo iba a contar a mi pa dre, porque me daba mucha vergüenza, que si no era así, pues que preferia quedarme c on las dudas. Ella me prometió que todo lo que hablaramos al respecto, seria nuestro secreto. En esto quedamos y yo le dije que le haria las preguntas, cuando lo tuviera clar o y en el momento oportuno, en lo cual ella estuvo de acuerdo. Por fin, se presentó lo que yo consideré como el momento mas oportuno, ya que mi pad re se marchaba de viaje durante varios dias, por motivos de trabajo, con lo que tendriamos tiempo suficiente para hablar todo lo que quisieramos, sin ningún probl ema. Al dia siguiente de marcharse mi padre, cuando regresé a casa por la tarde, le dij e a mi madre que después de cenar podriamos hablar sobre "lo que ella ya sabia". Mi madre me contestó que le parecia muy bien. Todas las noches, después de cenar, nos poniamos ropa comoda y nos sentabamos en e l salon a ver la televisión, normalmente en pijama o similar, según la epoca del año. En este caso como estabamos a finales de primavera, yo me ponía un pijama de pater as y mangas cortas y mi madre uno de identicas caracteristicas, pero de mujer, q ue tienen las calzonas mas cortas y mas amplias. Como no estaba mi padre, nos sentamos los dos en el sofá y encendimos la tele, com o siempre. Mi madre inició la conversación, diciendome en un tono como de complicidad que comen zara con mis preguntas cuando quisiera. Yo le contesté que a pesar de que me daba mucho corte, estaba dispuesto a hacerlo, siempre que respetara la confidencialidad, con respecto a mi padre. Ella me contesto en el mismo tono de complicidad que todo lo que hablaramos seri

a un secreto entre los dos. Yo por mi parte añadí que si alguna de mis preguntas le resultaba violenta, pues que la dejabamos sin mas. Ella me respondió que se habia concienciado de que el tema que ibamos a tratar, da da mi edad y visto el contenido del libro que nos habian facilitado, seria escab roso, pero que estaba dispuesta a resolver todas mis dudas, siempre y cuando ell a supiera las respuestas, dado que tampoco era una experta en sexo. Me habia llevado el libro, como guión y para facilitar mis preguntas, usando en al gún caso las imágenes y fotografias del mismo. La dije si le parecia bien que comenzara explicandole cuales eran mis experienci as respecto al sexo. Supongo que con lo cotilla que era respecto a todos mis asuntos, este, del que h asta ahora no sabia nada, despertaba su mas absoluta curiosidad, asi es que me a premió para que comenzara cuanto antes. La dije que era virgen, que no habia tenido ningún tipo de relación con ninguna muje r, y que mi unico contacto con el sexo femenino eran los besos y abrazos que ell a me daba. Ella, me dijo que lo de mi virginidad era normal a mi edad, y luego en tono de b roma añadió que al menos con los achuchones que ella me daba, habia podido sentir el contacto con el cuerpo de una mujer . Yo la contesté, tambien en tono de broma, que ella no contaba, porque era mi madre y los besos y abrazos que nos dabamos no tenian ningún interes sexual y añadí al meno s para mi . Ella me dijo siguiendo con la broma que efectivamente los besos y abrazos que no s dabamos no tenian ninguna intención sexual consciente por parte de ninguno de lo s dos, pero que según Freud, las madres eran el primer referente sexual de los hij os, aunque en la mayoria de los casos, de forma inconsciente. Yo la contesté ya mas en serio que efectivamente algo de eso habia leido en el lib ro. Lo buscamos y alli estaba todo lo referente al complejo de Edipo . Mientras mi madre leia lo que ponia el libro al respecto, yo comence a mirarla y creo que por primera vez, a verla como era en realidad, primero su cara sonrien te con sus labios moviendose, unos labios carnosos y humedos, después baje mi vist a a sus pechos .. sin sujetador .. con los pezones marcandose a traves de la fina te la de su camiseta .. (Nunca me habia fijado en que los pechos de mi madre tuvieran pezones), seguí con sus piernas .. tenia unos muslos preciosos a traves de la fina t ela de su calzona, se marcaban claramente sus bragas Por un momento, perdí la nocion del tiempo y del espacio, mis ojos se clavaban en cada parte del cuerpo de mi madre .. mi mente estaba traduciendo cada una de esas partes a objetos de deseo, tenia todo lo que me atraia sexualmente de las demas mujeres y ademas estaba alli, a escasos centímetros de mi. Por primera vez veia a mi madre como una mujer y ademas ¡Estaba buenisima ! Casi de forma automatica noté como me excitaba y con gran preocupación, vi como un pequeño bul to comenzaba a hacerse visible en el pantalón de mi pijama. Instintivamente traté de taparlo, poniendo mis manos encima. Mi madre me sacó de mi atontamiento, finalizando la lectura y diciendome que las t eorias de Froid a pesar que eran muy discutibles tenian un fondo de realidad, ya que los hijos con la primera mujer y como en mi caso hasta cierta edad, con la unica mujer que se relacinan es con su madre, por lo que en muchos casos, son su unico referente del sexo contrario. En el mismo capitulo del libro, yo sabia que seguia hablando sobre el incesto, p ero mi madre, al llegar a ese punto habia dejado de leer, por lo menos en voz al ta, ya que como yo me habia quedado como alelado, pues no habia apreciado el tie mpo que habia trascurrido. Pero de alguna manera, lo que habia leido tambien afectó a mi madre, su voz ya no era tan distendida como antes y su cara se habia puesto seria. Estaba claro que el contexto habia cambiado, desde luego para mi totalmente, mi intención inicial de aclarar dudas, habia dejado paso a una nueva perspectiva, la de sacar el mayor provecho posible de la situación. Las preguntas ahora las haria con una doble intención, por una parte la de aclarac ión y por otra la de ver la reacción de mi madre, el morbo se habia convertido en mi

principal objetivo. Mi madre, con ese sexto sentido de las madres, intuyó que algo habia cambiado y ta mbien de forma automatica se puso en guardia. Cerrando el libro, dijo que nos estabamos saliendo del tema, instandome a que co menzara a plantearle mis dudas. Yo como si no hubiera pasado nada, seguí con el tema de mis experiencias sexuales l a dije que me masturbaba . Mi madre, tratando de adoptar una actitud de normalidad, me preguntó que si lo hac ia muy a menudo. La contesté que si, que con bastante frecuencia. Estaba claro que el tema habia despertado su interes, me miraba con cara de comp rensión y siguiendo con el tema, me preguntó con que me excitaba para masturbarme. La contesté que con revistas, con paginas de Internet que tratan temas de sexo y c on mi profesora de lengua, que era mi fantasia sexual preferida. Como yo soy mas alto que ella, la observaba con ventaja, ya que ella tenia que l evantar un poco su cabeza cuando queria mirarme directamente, mientras que yo la podia observar desde mi posición normal. Me dí cuenta que en varias ocasiones habia dirigido su mirada hacia mi entrepierna , donde seguian apoyada mis dos manos, tratando de ocultar el bulto que cada vez era mayor. Ella para dirigirse a mi de nuevo levanto su cabeza, momento que yo aproveché para colocarme el pene, que al ponerse duro se habia quedado atravesado, poniendolo en posición normal, esto hizo que el bulto se hiciera mas evidente, puesto que mi pene casi se salia por la parte superior de mi pijama, dado el tamaño y grosor que estaba adquiriendo. Mi primera reacción fue de nerviosismo, puesto que habia empeorado la situación, per o de pronto, de forma instintiva movi mis manos y dejé de tratar de ocultar lo que ya no tenia remedio. Mi madre, ajena a todo esto, me dijo en tono preocupado, que mi profesora de len gua era una mujer casada y muy mayor para mi (La conocia muy bien, ya que vivia en nuestra misma calle), que podia ser mi madre . De pronto se quedó callada, su cara se puso roja, desvio su vista de mi cara y sup ongo que sin pretenderlo, la posó sobre mi "paquete", todo ocurrio en un instante En su cabeza supongo que se estaban agolpando las ideas, me gustaban las mujeres mayores .. lo del complejo de Edipo y mi mas que evidente excitación Sin decir nada, se levantó, salió del salón y se dirigió a la cocina, donde vi como se t omaba un baso de agua, supongo que para tranquilizarse y ordenar sus ideas. Yo aproveché para levantarme y colocarme bien mi pene, que de momento habia perdid o su dureza y se habia quedado morcillon. Cuando regresó, yo estaba sentado mirando distraidamente la televisión, como si no h ubiera pasado nada. Ella se sentó, mirandome con una sonrisa un tanto forzada y me dijo, tambien trata ndo de aparentar serenidad, que a mi edad todo lo que le habia contado era norma l, miró hacia mi entrepierna y se percató de que esta parte tambien se habia tranqui lizado, aunque seguia habiendo un perceptible bulto. A mi cada vez me estaba gustando mas la situación, asi es que decidí echarle un poco mas de leña al fuego , como sin darle ninguna importancia, mirandola a la cara y po niendo cara de niño bueno, la dije que tenia un problema con lo de la masturbación, pero que me daba mucho corte explicarselo. Mi madre me dijo que habiamos quedado en que la iba a contar todos mis problemas , asi es que por ella que no me preocupara, fuera lo que fuera, que no me diera vergüenza. Yo ya, dominando la situación, la dije como en voz baja, que no sabia si tenia fim osis y que mi pene tenia una especie de pliegue en la parte baja del glande que tampoco sabia si era normal. Mi madre se removió como inquieta y su vista se fue directamente a mi paquete, que de nuevo habia comenzado a crecer, se dio cuenta y desvio la mirada hacia otro sitio, sin saber muy bien donde mirar. Finalmente, me dijo que si no lo habia comparado con las fotos del libro. Cogí el libro y lo abrí por el capitulo en el que describian el pene, todo estaba cl

arisimo y ademas los dibujos eran muy explicitos. Yo la señale en uno de los dibujo a lo que me referia y ella me dijo que eso era e l frenillo y que como podia ver por el dibujo era normal. Yo que lo que queria era meterle morbo al asunto, la contesté que a mi no me salia el glande como en el dibujo y que me dolia mucho cuando intentaba forzarlo. Ella me dijo que eso si que podia ser fimosis, que tendriamos que ir al medico p ara que me lo viera. Yo en ese momento, decidí dar un paso mas y sin ningún rodeo, la dije que ya que est abamos, porque no me lo miraba ella, que me daba mucho corte tener que enseñarle m i pene a un medico. Mi madre se echó hacia atrás en el sofá, como sopesando mis palabras y tardó bastante en contestarme. Finalmente me dijo que preferia que me lo viera un profesional, ya que ella no t enia experiencia y podia equivocarse en el diagnostico, tratando de salirse por la tangente. Yo insistí, pidiendoselo por favor y diciendola para tratar de convencerla, que al fin y al cabo estabamos hablando de un problema fisico y que ademas estaba segu ro que si se tratara de cualquier otra parte de mi cuerpo no tendria ningún inconv eniente. Ella trató de explicarme que no era porque fuera esa parte del cuerpo en especial, sino porque consideraba que no tenia suficientes conocimientos al respecto. Yo, tratando de forzar el tema, la coaccioné diciendola que lo que pasaba era que le daba corte verme el pene y que no podia entender su actitud, ya que ella era la que habia insistido para que la expusiera mi problema Ella visiblemente nerviosa y con su cara como un tomate, me dijo que estaba bien , que se lo enseñará, pero que no podia prometerme nada al respecto. Yo sin mas preámbulos, me puse de pie delante de mi madre y me bajé a la vez el pija ma y los calzoncillos. Mi pene que en ese momento estaba totalmente tieso, saltó c omo un resorte y quedó apuntando al techo, a la altura de la cara de mi madre. La cara de mi madre era un poema, sus ojos abiertos como platos, su boca tambien abierta y su cara totalmente roja, incapaz de reaccionar . Yo para tratar de relajar la tensa situación, la dije, que con la conversación me ha bia excitado un poco, pero que eso era bueno, porque asi podria apreciar mejor m i problema. Ella balbuceando sus palabras me dijo que se habia quedado sorprendida, tanto po r mi estado de excitación, como por el tamaño del pene, ya que creia que a mi edad, seria bastante mas pequeño. Yo para seguir relajando la situación, la pregunté como estaba de tamaño, comparandolo con el de mi padre. Ella ya asumida la situación, me contestó que poco mas o menos, pero que dada mi eda d, me tendria que crecer algo mas, con lo que seguro que lo llegaria a tener mas grande que el de mi padre (Lo dijo como con cierto orgullo, por ser ella mi mad re) Yo la dije que observara mi problema, para lo cual traté de sacar el glande del pr epucio, sin ningún interes en forzarle, quedandolo solo asomando un poco, sin que se viera el frenillo. Ella, ya poniendo todo su interes, me dijo que lo forzará un poco mas, pero sin ha cerme daño. Yo la dije que porque no lo intentaba ella, esperando una negativa airada por su parte, pero lo tenia que intentar. Mi sorpresa fue cuando mi madre, ya totalmente metida en su personaje de experta , tomo mi pene con su mano derecha y comenzó a tratar de sacarme el glande, mas su avemente incluso que yo lo habia echo, supongo que por miedo a hacerme daño. Como no salia, subio la piel hacia arriba y volvio a bajarla un poco mas y siguió con este movimiento, subiendo y bajando la piel de mi pene, lentamente . en realid ad, supongo que inconscientemente, por lo menos al principio, me la estaba menea ndo y yo estaba empezando a disfrutar con este inesperado meneo. En cada movimiento hacia abajo, mi glande aparecia cada vez mas, totalmente bril lante e incluso ya comenzaba a verse tambien el frenillo, de pronto mi madre, an imada por el éxito y deseando conseguir su objetivo, me dijo que no salia mas porq

ue estaba seco y que habia que lubricarlo. Se mojo un dedo de su mano izquierda con saliva mientras que con la otra mano se guia meneandomela lentamente, con el dedo de su mano izquierda esparcia saliva e n la punta de mi prepucio, asi una y otra vez, poniendo todo su empeño, pero con m ucho cuidado de no hacerme daño. Mi madre estaba excitada con la idea de que iba a conseguir resolver un importan te problema a su querido hijo y ya no reparaba en medios para conseguir lo que s e habia propuesto, pero tambien se estaba excitando sexualmente, inconscientemen te al principio, pero a partir de un determinado momento el instinto sexual come nzó a actuar y mi madre empezó a darse cuenta de la situación. Su ojos no se separaban de mi polla, que estaba apunto de reventar y cada vez la costaba mas trabajo mojarse el dedo, puesto que su boca se le secaba .constanteme nte humedecia sus labios con la lengua y su respiración se entrecortaba . Yo que ya estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no correrme, la dije como pa ra tratar de ayudarla en su empeño, que porque no me lo mojaba directamente con su lengua. Mi madre sin decir ni una palabra al respecto, acercó su boca a mi polla y comenzó a ensalivarmela con la lengua . Aquello fue demasiado sentí la inminencia de mi eyaculación y sin pensarmelo dos vece s, sujeté con mis dos manos la cabeza de mi madre y suavemente introduje mi polla en su boca, comenzando inmediatamente a correrme dentro de ella. Mi madre, consciente de lo que estaba sucediendo y ya totalmente dominada por su instinto sexual, me comia literalmente la polla, tragandose todo el semen que p odia, mientras seguia meneandomela, ahora ya sin contemplaciones. Ella, que tambien debia estar teniendo un tremendo orgasmo, chupaba y meneaba mi polla desesperadamente, me acariciaba los huevos, apretaba mis nalgas . Yo seguia corriendome, no se cuantos chorros lance dentro de su boca . Finalmente solté su cabeza. Ella ya sin ningún reparo, siguió chupando y lamiendo mi p olla un rato mas, hasta que por fin, tambien comenzó a relajarse. Sacó mi polla de s u boca y me miró con las facciones desencajadas, mientras el semen que no habia po dido tragar, la escurria por la comisura de los labios. Se dejó caer hacia atrás, con la mirada nublada, la boca abierta, jadeando ., sus pech os subian y bajaban al ritmo de su agitada respiración ., supongo que apurando los u ltimos estertores de su orgasmo. Yo me habia quedado alli, de pie, con mi polla colgando y sin saber que hacer, e ra la primera vez que me la chupaban y habia sido mi madre .. En aquel momento mi mayor deseo hubiera sido tirarme encima de ella, abrazarla, besarla, comerme sus pechos . esos pechos, que con los pezones totalmente marcados , se movian al ritmo de su agitada respiración Pero la prudencia se impuso, me subi el pijama y los calzoncillos, me incline y la dí un beso en su mejilla, como todas las noches, me acerque a su oreja y le dij e: - Buenas noches y gracias por todo mama, que descanses y hasta mañana. Ella sujetó mi cabeza con sus dos manos, mientras me besaba repetidamente y con su voz entrecortada me susurro al oido: - hasta mañana cariño . Me metí en la cama, con la cabeza hecha un lio, al momento, sentí como mi madre entr aba en el servicio y se daba una ducha, supongo que para relajarse. A la mañana siguiente, cuando me levanté mi madre ya esta en la cocina, asi es que d espués de ducharme, fui a desayunar. Como todas las mañanas, me acerque a mi madre y la dí un beso, diciendola: -Buenos d ias mama. Ella siempre aprovechaba ese primer beso de la mañana, para darme un fuerte abrazo y comerme a besos y esta vez tambien lo hizo, lo que pasa es que para mi y supo ngo que tambien para ella, aunque tratabamos de actuar con toda normalidad, todo era distinto. Cuando me abrazó y comenzó a besarme en la cara, yo por primera vez sentí sus pechos p resionando sobre mi pecho (Ella seguia en pijama y sin sujetador) y al correspon der a su abrazo, mis manos presionaron en su espalda, para conseguir un mayor co ntacto con sus pechos. Otras veces yo trataba de zafarme de sus abrazos, diciendola que me dejara en pa z y que no fuera tan pesada, pero en esta ocasión, no solo no hice tal cosa, sino

que traté de prolongar el abrazo y ademas comence a besarla tambien en la cara y e n el cuello, haciendo como que me la comia. Ella finalmente y con mucha habilidad, se separó y me sirvió el desayuno. Mientras desayunaba, se sentó a mi lado y con una expresión de complicidad en su car a, me dijo: - Supongo que el problema que me planteaste ayer debió quedar resuelto ¿No? Yo sin mirarla a la cara, simulando una vergüenza que desde luego no estaba sintie ndo la contesté: - Si mama, totalmente resuelto y ademas no se como expresarte mi agradecimiento, por tu inestimable ayuda. Ella me contestó que todo se habia producido de una forma natural y que desde lueg o de esa forma nos habiamos ahorrado una, para mi violenta visita al medico. Siguió argumentando que en realidad no habiamos hecho nada malo, pero que no obsta nte, tal y como habiamos acordado, todo lo ocurrido tenia que ser nuestro secret o. Yo le conteste que por supuesto que todo lo que habia ocurrido seria nuestro sec reto y añadí que igual que todo lo que trataramos sobre el mismo tema en adelante, p uesto que por mi parte tenia la intención de seguir planteandola mis dudas y mis p roblemas sobre el sexo, tal y como habiamos acordado. Ella me dijo que se alegraba de que no le diera mayor importancia a lo que habia sucedido y de que siguiera teniendo la misma confianza con ella, para seguirle planteando mis dudas y problemas sobre el tema. Asi quedó la cosa, yo me marché al colegio, como un hombre nuevo, me sentia seguro, parecia como si mi timidez hubiera desaparecido, estaba claro que lo sucedido co n mi madre estaba afectando positivamente a mi personalidad. El dia trancurrio con normalidad, yo habia estado dandole vueltas todo el dia a lo sucedido la noche anterior y no me lo acababa de creer, mi madre me habia mas turbado, me la habia chupado, me habia corrido en su boca y por los síntomas y lo que habia leido en el libro, ella habia tenido tambien un orgasmo Y lo mejor de todo es que aparentaba no darle ninguna importancia, con lo que im plícitamente me estaba animando a seguir por ese camino, como si fuera algo normal . Pensé que habiamos iniciado un juego, con unas reglas tacitas, que no debiamos rom per, yo en mi papel de hijo ingenuo y apocado, con mis problemas e ignorancia so bre el sexo y ella como madre experta y dispuesta a resolver todos mis problemas con metodos expeditivos. Ella evidentemente no iba a tomar ninguna iniciativa, por lo menos de momento, e ra yo el que tenia que seguir avanzando, pero sin pasarme, para que ella pudiera seguirme el juego con cierta comodidad, sin hacerla sentirse violenta. Yo tenia claro que una vez puestos y sucedido lo sucedido, lo queria todo, queri a sus pechos, acariciarlos, sobarselos, comermelos . Queria su coño, tocarselo, come rmelo, como habia visto en las revistas y sobre todo meterme dentro de el follar con mi madre hacerlo todo con ella y ademas queria hacer todo esto con su consent imiento y colaboración. Lo que no tenia claro era como ni por donde empezar, pensé que después de chuparmela , el conseguir sus pechos no debia ser difícil, asi que opté por empezar por ellos. Por la noche, después de cenar, cuando nos sentamos en el salon, los dos sabiamos que teniamos una conversación pendiente, asi es que, supongo que para animarme, fu e mi madre la que dirigiendose a mi en tono como de broma, me dijo: - Bueno, si quieres podemos seguir por donde lo dejamos ayer, porque supongo que tendrá mas du das y problemas que plantearme. Yo la contesté con total descaro, que dada la forma en que habia solucionado el pr imer problema que la habia planteado, estaba loco por plantearle el resto de mis problemas. Ella se sonrojo y se puso un poco nerviosa, creí que me habia pasado, pero mirando me directamente a la cara, para demostrarme su determinación, me dijo: - Pues bien cuando quieras me puedes plantear el siguiente problema. Ella habia dicho "problema", no "pregunta", con lo que de alguna manera me estab a facilitando o induciendo a que la plantease casos practicos, mas que preguntas teoricas, asi es que sin pensarmelo mucho la dije que aunque lo habia leido en el libro y visto en las revistas, no acababa de comprender para que servian los

pechos de las mujeres en las relaciones sexuales, puesto que no les veia ningún ti po de función clara. Ella me dijo que ejercian un gran atractivo para los hombres, que su función era p uramente sicologica y que ademas estaba claro que sus pechos ejercian una gran i nfluencia en mi, puesto que se habia dado cuenta de la forma que se los miraba. Yo la dije que efectivamente sus pechos me gustaban mucho ., que si me dejaria toc arlos para comprobar lo que se siente. Ella me dijo que no tenia nada de malo, que se los tocara, que lo podia hacer pa ra comprobar lo que me habia dicho. Como estabamos sentados el uno al lado del otro, me volvi hacia ella y deslice m i mano derecha por debajo de su camiseta hasta alcanzar uno de sus pechos, lo em pece a acariciar su pezon estaba erecto se lo pellizque con delicadeza . Ella comenzó a subirse la camiseta, yo pense que era para facilitarme el acceso, p ero continuó subiendosela hasta que se la sacó por la cabeza, echandola aun lado. Sus dos pechos quedaron asi a mi entera disposición lance mi otra mano y comence a sobarle los dos pechos a la vez, mi madre se habia recostado un poco para facili tarme mi labor De pronto me dijo que parara un momento, yo me quedé quieto, con mis dos manos en sus pechos, ella me las separó y me dijo: - Bueno veamos el efecto que han tenido mis pechos en ti . Dirigió su mirada hacia el enorme bulto que tenia entre mis piernas y dijo con cie rta ironia: - Como puedes observar, parece que el efecto es evidente, supongo qu e ya lo tienes bastante claro. Yo la conteste que efectivamente, tenia toda la razon, como siempre, pero que ya que estabamos en esta situación, porque no me dejaba seguir para desahogarme, com o tan amablemente habia hecho el dia anterior. Ella me contestó que la parecia bien, pero que a ella como era facil suponer, tamb ien le afectaban las caricias, que yo tenia que comprender que esto era normal y no interpretarlo de ninguna otra manera. Yo la contesté que lo tenia claro y que lo logico es que los dos nos excitasemos y nos desahogasemos como habiamos hecho el dia anterior. Ella como dandome su autorización, se recostó hacia atrás, ofreciendome los pechos en todo su esplendor. La pregunté si podia chuparselos tambien, a lo que me contestó, que los pechos estab an a mi disposición para hacer con ellos lo que mas me gustara, que lo que queria era que disfrutara al maximo, ya que ella iba a hacer lo mismo. Como un poseso, me lance a por su pechos y comence a comermelos literalmente los chupaba, los mordia, los acariciaba . De vez en cuando sacaba mis fauces de sus pechos y sin dejar de manosearselos, l a miraba a la cara, ella tenia los ojos entornados y jadeaba suavemente, cuando volvia a meter mi cabeza entre sus pechos, ella me acariciaba el pelo Después de un largo rato de comerme sus pechos, me di cuenta que me gustaba mirar su cara, mientras se los acariciaba, con sus ojos entornados, sus labios entreab iertos y su respiración entrecortada . De pronto, sentí que me iba a correr inminentemente, asi es que sin ningún tipo de p reámbulo, mientras apretaba sus dos pechos con ambas manos, me lance hacia su entr eabierta boca y comence a besarla apasiandamente, metiendola mi lengua hasta den tro, ella recibio mi lengua con la suya, mientras que con una de sus manos apret aba mi cabeza, para que no pudiera separarme. Yo instintivamente, saque mi mano izquierda de su pecho y busque su mano libre, se la cogí y la metí dentro de mis calzoncillos, inmediatamente noté como apretaba con ella mi polla y en ese mismo momento comence a correrme .. su mano se movia, trat ando de menearmela y llenandose de mi semen Sentí como su cuerpo se tensaba deje por un momento libre su boca y comence a comer me su cuello, mentras ella comenzaba a gemir e incluso a soltar algun que otro g rito de placer, una vez mas, los dos nos estabamos corriendo a la vez. Ella habia sacado mi polla fuera y seguia apretandola y meneandola, mientras seg uia soltando borbotones de semen, de pronto me apartó un poco, con ternura, pero c on decisión, yo me eche hacia atrás, sin saber muy bien lo que pasaba ella echo su ca beza hacia delante y se metio mi babeante polla en su boca, comenzando a chuparm

ela, con verdadera pasión Después de un buen rato de chuparme la polla, hasta que me la quedó totalmente limpi a, se echo hacia atrás en el sofá y los dos nos quedamos como muertos, su cara tenia una expresión de relajación y de satisfacción, se la veia preciosa, el amor que senti a por mi madre, habia subido de grado, me dí cuenta que me habia enamorado de ella la amaba, la queria, la deseaba, la necesitaba, no queria seguir jugando, queria que ella supiera cuales eran mis sentimientos Pero tenia miedo a estropearlo todo, asi es que ya que los dos aceptabamos las r eglas del juego y lo estabamos jugando sin ningún tipo de trabas, decidí seguir por ese camino, para conseguir mis objetivos, pero tenia que ser ya, no queria esper ar mas, mi madre tenia que ser mia cuanto antes, queria estar dentro de ella, te nia que follarmela . Asi es que sin darle tiempo a reaccionar, la pregunté que si se lo habia pasado bi en, ella, todavía con la voz entrecortada, me respondió: - Maravillosamente ¿Y tu? Yo la respondí que en mi caso era evidente, como habria podido comprobar por la ca ntidad de semen que habia expulsado y añadí, que en su caso no era tan evidente. Ella en un gesto de sinceridad total, dado el contexto en el que estabamos, me d ijo que si hubiera tocado su sexo como ella habia hecho con el mio, que tambien lo habria notado, ya que aunque las mujeres no eyaculan como los hombres, su sex o se lubrica con un liquido similar, llegando según la fuerza del orgasmo a salir de la vagina y mojar las bragas. Inmediatamente la contesté, que me encantaria poder comprobar lo que me estaba dic iendo, si la parecia bien. Ella me dijo que si y se reclinó un poco mas en el sofa, para facilitarme el acces o. No me lo podia creer, iba a tocarle el coño a mi madre Con decisión, introduje mi mano derecha por dentro de sus bragas lo primero que toq ue fueron los pelos de su pubis, segui avanzando hacia dentro hasta llegar a su coño, apreté un poco con el dorso de mi mano en sus bragas para separarlas y con la punta de los dedos, comence a acariciarla . Efectivamente todo estaba humedo mis de dos entraban y salian en aquel maravilloso sitio Mi polla se habia puesto de nuevo a cien por hora . Miré la cara de mi madre y su ex presión era maravillosa, evidentemente la estaban gustando mis caricias. Con voz temblorosa, me dijo, que como podia ver, estaba bastante mojada, porque habia tenido un maravilloso orgasmo y a continuación me pregunto si me gustaba lo que estaba haciendo. Yo la contesté que me encantaba, que si no la importaba que siguiera acariciandola un poco mas. Me dijo que por ella no habia ningun inconveniente, pero que si seguia, la iba a producir otro orgasmo, ya que estaba acariciando la parte mas sensible de una m ujer. La contesté que a mi tambien me gustaba mucho y que seguro que volveria a correrme de nuevo. Ella me dijo, que ya que habiamos empezado este nuevo capitulo de nuestras clase s de sexo, que deberiamos hacerlo bien, para que ambos lo disfrutaramos al maxim o y me sirviera de experiencia .. para ello, era necesario que ella se quitase las bragas, por lo que, dado que no queria que mancharamos el sofá, lo mejor seria qu e nos fueramos a su dormitorio Yo no me lo podia creer, lo bien que me estaba saliendo todo cada vez tenia mas c laro que mi madre estaba dispuesta a colaborar en todo cuanto la planteara y lle gue a la conclusión de que posiblemente tuviera los mismos objetivos y la misma es trategia que yo. La contesté que me parecia muy bien y que ademas en la cama siempre estariamos mas comodos, para cualquier otra duda que se me pudiera plantear. Ella me dirigió una mirada de complicidad, con una sonrisa, que a mi se me antojó de total entrega. Nos levantamos y nos dirigimos a la habitación ella desnuda de medio cuerpo, con s us preciosos pechos al aire y yo de tan solo pensar en lo que se me venia encima , totalmente empalmado, sin preocuparme por ello y sin tratar de disimularlo. Cuando llegamos a su dormitoria, ella retiró la colcha, poniendola encima de un si

llon y sin mas preámbulos, se despojó de su calzona y de sus bragas, quedandose tota lmente desnuda delante de mi. Viendo mi cara, que debia ser un poema, me dijo, que si antes de nada, no me gus taria abrazarla desnuda, para añadir esa experiencia a mi repertorio sexual. Entre incredulo y atontado, me dirigí hacia ella, para abrazarla, pero cuando lo i ba a hacer, me dijo que seria mucho mejor si yo tambien estaba desnudo. Como un automata, sin darme apenas cuenta de lo que estaba haciendo, me despoje de tota mi ropa y me quedé totalmente en cuero, en ese momento me percaté de que mi polla apuntaba directamente al techo. Mi madre que se habia dado cuenta de mi situación, se acerco a mi y me abrazó, queda ndo mi polla pegada a su vientre, dado que soy mas alto que ella. La rodee con mis brazos y ambos comenzamos a acariciarnos, yo la besaba en el cu ello y ella a mi en el pecho, asi estuvimos un buen rato, hasta que de pronto am bos nos miramos fijamente a los ojos y nos fundimos en un apasionado beso en la boca. En un momento que aflojamos nuestros labios y nuestros cuerpos, mi madre se giró e n redondo, ofreciendome su espalda, mi polla quedó apollada en la parte superior d e su trasero y mis manos se fueron directas a sus pechos, tenia el espejo de la coqueta delante y en el pude ver reflejada nuestra imagen. Mi madre tenia una cara de placer, con sus labios entreabiertos y sus ojos entor nados, mientras yo acariciaba sus pechos, de pronto me dí cuenta que en esa posición , podia acceder fácilmente a su sexo, asi es que dirigi mi mano derecha a el, cons iguiendo mi objetivo con gran facilidad. Con mi dedo corazón comence a acariciar lo que supuse era su clítoris y dado los gem idos que comenzó a emitir mi madre, estaba claro que habia acertado. Metia y sacaba mi dedo en su lubricado coño, acariciando y frotando por todas part es. Mi madre me confirmó entre jadeos, que eso era el clítoris, que se lo siguiera acari ciando, puesto que ese es el sitio mas sensible de las mujeres. Yo por mi parte, me habia agachado un poco y habia conseguido meter mi polla ent re media de sus muslos, con lo que la veia asomar por delante, en el espejo. Mi madre entre gemidos me preguntaba si me gustaba yo la decia que si, que era m aravilloso. Ella se inclinó hacia delante, apollandose en la coqueta, mis manos quedarón apollad as en sus caderas, no sabia muy bien que es lo que esperaba que hiciera, pero in stintivamente me separé un poco, y mi polla se colocó automáticamente en la entrada de su coño, me agaché un poco mas para conseguir el angulo adecuado y sin apenas darme cuenta, mi polla comenzó adeslizarse dentro de su lubricado coño. Ella para facilitarme la labor estiró su cuerpo y apretó su culo hacia atrás, con lo q ue mi polla se introdujo hasta dentro mis testículos quedaron pegados a su trasero. Mi madre pegó un grito de placer y yo, sin dar credito a lo que estaba sucediendo, comence a correrme dentro de aquel maravilloso agujero apretaba con fuerza sus c aderas, intentando traspasarla con mi polla Pasados los primeros segundos de desconcierto, instintivamente, comence a moverm e dentro de ella, al principio despacio, acompasando el ritmo a los latidos de m i polla, que seguia bombeando semen, después mas deprisa, como si quisiera que no se acabara nunca. Pendiente de mi mismo, hasta ese momento no me habia percatado de que mi madre e staba gimiendo y dando verdaderos gritos de placer, mientras tenia un maravillos o orgasmo, sentí como su coño se contraia y literalmente succionaba mi polla una y o tra vez, yo me habia vuelto como loco, seguia metiendo y sacando mi polla en un coño cada vez mas dilatado y chorreante. Finalmente los dos nos quedamos parados, nos separamos y casi al unisono, nos de splomamos sobre la cama, totalmente exhaustos. Mi madre me habia ofrecido una nueva clase de sexo y la habiamos culminado con s obresaliente. En realidad los dos dias que duraron las clases de sexo con mi madre, equivalier on a un master y desde entonces mi vida cambio radicalmente. TodoRelatos.com EL MAR

Siempre me gustó el mar, no solo bañarme en el, si no caminar largas horas, descalzo , por la orilla mientras las olas lamía mis pies, sentir la arena entre los dedos; eso me relajaba de una forma que ningún otro tipo de terapia podría hacerme tal efe cto. Especialmente me gustaba en el otoño, ver las nubes cargadas de lluvias y el mar t omar un color parecido al acero. Tanto así, que con mi esposa decidimos comprar una casa a la orilla de mi amado ma r; no habíamos tenido hijos, así que una vez que me acogí a la jubilación, con el dinero ahorrado, ya que siempre fuimos muy cuidadosos con los gastos, el sueño de una ca sa junto al mar se nos hizo realidad. La alegría nos duro muy poco; ya que una noche en que caminábamos por el pueblo, un pueblo de casas bajas y bonitas, todas pintadas de colores brillantes y alegres, como corresponde a un pueblo de pescadores; mientras caminábamos tomados de la ma no por este pueblo decía, un joven, totalmente alcoholizado, conduciendo una motoc icleta, de alta cilindrada, y a gran velocidad, se nos vino encima; yo tuve suer te, si podríamos llamarlo suerte, solo me quebró las piernas, mandándome tres meses al hospital, mi esposa no tuvo tanta, ya que le quebró la columna vertebral en dos p artes, matándola instantáneamente. Así que a los 60 años me encontré solo; ayudándome, para caminar con un bastón de por vida , con una casa vacía y el corazón destrozado. Ni siquiera pude enterrar a mi esposa ya que me encontraba hospitalizado, de eso se encargaron amigos en comunes que teníamos con ella. Cuando salí del hospital, ya estaba bien entrada la primavera; me dirigí a la casa, me encerré en ella y estuve 15 días sin salir; solo bebía, dormía y lloraba. Las llamadas se amontonaban en el contestador, mis amigos llegaban, golpeaban en la puerta y luego de unos ratos cansados de que no les contestara, se alejaban con aire apesadumbrados. Luego de dos semanas, me desperté casi a la madrugada, me bañe y afeité, luego, abatid o aun, decidí que la vida sigue y salí a caminar por la playa; estaba seguro que mi fallecida esposa no querría que mi vida terminara encerrado en la casa, matándome de tanto beber. Después de tantos días encerrados, el brillo del sol me pego como si fuera un mazo, al salir; eché a caminar y cruzando los medanos me encontré en la extensa playa, lle na de arena de color casi blanca; me saque los zapatos, como tantas veces hicimo s como mi esposa; comencé a caminar. El mar estaba tranquilo, el sol brillaba y la temperatura subía a cada minuto que pasaba, sin embargo una brisa fresca que venia desde el océano me refrescaba y me daba ánimo para seguir caminando. Luego de lo me pareció hora u hora y media de caminar, divisé, no muy lejos más, algo que me pareció una posada o algo así. Estaba entre los medanos y alejado del mar, había caminado con Leonor, mi esposa, por ahí y jamás la había visto, supuse entonces que seria nueva, al acercarme vi que e ra antigua en sus formas, pero nueva, ya que estaba recién construida, la pintura relucía al sol y todo estaba impecable. Era en realidad una especie de restaurante; me acerque a la puerta y a pesar que estaba entreabierta, por dentro todo estaba en penumbras, gire la cabeza, miran do por donde yo había llegado y no se veía a nadie, esto me pareció extraño ya que a esa hora del día, por lo general había gente caminando o ya bañándose en las frescas aguas del océano. Conjeturé que al no ser aun temporada alta, los turistas no habían llegado; entré ento nces en el restaurante, ya que al estar sediento quería tomar algo fresco. Una agradable voz de mujer me dijo: Está cerrado, hoy es día de descanso y no abrimos al públicoconteste Es que tengo sed y quería tomar algo, pero no se preocupe seguiré m Perdone i camino y veré si encuentro otro lado para que me atiendan y di media vuelta para irme. Espere dijo la mujer Un vaso de agua no se le niega a nadie; por favor paseCamine unos pasos y me senté en una de las mesitas que ahí había visto, una mujer se m e acerco, con un vaso de agua muy fresca, en una bandeja y la deposito en la mes a, al verla quede gratamente sorprendido, era una dama de unos 30 años, bellísima, d

e rostro ovalado, con grandes ojos de color celestes, una boca de labios rojos y carnosos, con unos dientes blancos y perfectos, su pelo parecía del color del oro , recogido en un rodete sobre su cabeza; tanto su ropa como su peinado, me parec ió antiguo pero supuse que era una forma de estar acorde con el restaurante, ya qu e este era de un estilo muy antiguo; no conozco mucho de arquitectura pero presu mí que era replica de algún restaurante de los años 1910 o 1920. A pesar de que su ropa ocultaba mucho su cuerpo, se adivinaba que este era escul tural, mas parecía el de una modelo que el de una dueña de un restaurante; era alta, delgada, una cintura fina y grandes tetas paradas y por lo que vi bastantes dur as, no representaba ni cerca que tenia 42 años, (en un momento de la larga charla que mantuvimos me lo confeso) realmente en el primer momento en que la vi., podría haberle dado, a lo sumo, unos 35 años. Se sentó a mi lado, me contó que su marido había muerto hacia dos años, dejándole una pequ eña herencia, que ella había invertido en el restaurante, inaugurado hacia solo un m es. Descubrimos, que teníamos muchísimas cosas en común, los dos éramos viudos, solo que ell a sí, tenia hijos, nos gustaba la música clásica, cocinar, el mar y por supuesto camin ar descalzos por la playa y como si fuera una cruel broma del destino, ella tamb ién se llamaba como mi esposa, Leonor En ese momento, risas y gritos nos interrumpió, saliendo de una pequeña puerta de at rás del mostrador, hicieron su entrada los tres hijos de Leonor, dos niñas y un varón. Me los presentó; el mayor se llamaba Luís y tenia unos 17 años, le seguía Maria, con uno s 15 años y la menor Laura, con solo 13 añitos, los tres eran hermosos adolescentes, el varón y la menor de las niñas habían salido mas parecidas al padre, según me comento Leonor, ya que eran de cabellos negros, pero Maria era el vivo retrato de su ma dre, rubia y de grandes ojos celestes. Como era día de descanso se preparaban para pasar una jornada en la playa, por sup uesto, inmediatamente Leonor me invito y yo acepte con gusto. Salimos; el sol ya estaba alto y el calor se hacia sentir, a pesar de que teníamos el mar prácticamente a nuestros pies, Leonor y sus hijos se dirigieron hacia unas grandes piedras negras, pulidas por el tiempo y pasando por una pequeña rendija q ue había entre ellas, desembocamos en una pequeña playa que estaba totalmente fuera de los ojos de cualquier persona que no conociese la forma de ingresar a ella. Leonor extendió una gran toalla, mientras sus hijos se dirigían gritando al agua. me dijo y sin ninguna vergüenza comen - Espero que no seas una persona prejuiciosa zó a sacarse su ropa; pensé que la ropa de baño la traía puesta, pero grande fue mi sorp resa cuando vi que se desnudó completamente y extendió su impactante cuerpo sobre la toalla. Mire en dirección a sus hijos y vi que ellos hacían lo mismo, dejando la ropa en la arena y totalmente desnudos entraban en el mar entre gritos y risas. Realmente era, Leonor, de una belleza incomparable, el vientre plano no indicaba en absoluto que hubiese dado a luz a tres hijos, los senos, grandes, redondos y duros, coronados en las puntas por dos pezones de color café claro, duros y erect os, las caderas en forma de pera, divididas en dos medialunas perfectas, piernas largas y delgadas y en la unión de esas hermosas piernas, el triangulo abundante y rubio de una mata de pelos ensortijados, que apenas dejaban ver los labios gor dos y rosados de su perfecta vulva; al levantar los brazos para sacarse la ropa, advertí que no depilaba las axilas , ya que pude ver unos largos y finos pelos ru bios debajo de cada brazo. -¿Supongo que no es la primera vez que estas ante una mujer desnuda, que no es tu esposa?- me dijo con una sonrisa que era toda ternura, sus ojos brillantes no de jaban de mirarme. - Claro que no conteste Pero para serte sincero hacia muchísimo tiempo que no veía a alguien tan hermosa y perfecta Soltó una risa que me supo a música, y una de sus manos acaricio mi mejilla. Luego sin dejar de mirarme me tomo la mano y se la llevó hacia los pelos que rodea ban su concha, cerrando los ojos hizo que la acariciara levemente en esa parte t an íntima. Sentí, después de muchísimo tiempo, que mi miembro reaccionaba y comenzaba a endurecer se.

- Vamos me dijo Desnúdate tú también y al ver que yo miraba en dirección a los niños co nuo diciendo No te preocupes por las niñas están acostumbrada a ver a su hermano des nudo y no se sorprenderán en absoluto Así que, un poco cortado, me saque la ropa y quede tan desnudo como ella. Su mirada me recorrió todo el cuerpo, al llegar a mi verga sonrió satisfecha, ya que esta, se había erguido en todo su largor y dureza, dejando bien a la vista mi dil atado glande. Presto atención, a una medalla, de oro, que yo llevaba colgada del cuello, sujeta a una gruesa cadena también de oro, en ella estaba grabada en bajo relieve la letr a L, pidiéndome que le contara la historia de esa medalla. -Bueno conteste yo En realidad no es una historia, solo que cuando cobre mi prim er sueldo en mi trabajo, compre dos medallas exactamente iguales, una con la let ra L y otra con la letra M, una se la regale a mi esposa, la que tenia mi nombre claro, ya que me llamo Martín y la que tenia la letra L me la coloque yo -. - ¿Y como se llamaba tu esposa? pregunto. - Leonor, al igual que tú - le conteste yo. - ¿Y donde se encuentra ahora esa medalla, la que le distes a tu mujer, la que tie ne grabado tu inicial?- Enterrada junto con el cuerpo de mi esposa- contesté Ella nada dijo, pero una sombra de tristeza nublo por unos segundos sus ojos. Luego sonrió alegremente y olvidando la charla se fijó nuevamente en mi miembro que se mantenía aun bien parado Lentamente su mano lo tomo y mas lentamente aun comenzó a masturbarme; yo no podía c reer lo que me estaba sucediendo, pero el contacto de su tibia mano en mi miembr o me demostró que no era un sueño. Yo estaba aun parado, ella poniéndose de rodillas se coloco la verga en la boca y sacando su húmeda y rosada lengua, comenzó a lamerla mientras una de sus manos se ap oderaba de mis huevos apretándolos suavemente. Yo miraba en dirección de donde se encontraban sus hijos, temeroso de que ellos no s vean. Leonor, dándose cuenta de mi preocupación, dejando de jugar con mi verga me dijo: - Ya te dije que no te preocupes por ellos; y como se que eres una persona discr eta te aseguro que comprobaras cosas que ni siquiera en tus sueños mas eróticos has vivido -. Solo podía asentir con movimientos de mi cabeza, ya que sus manos y su lengua me p roducían tanto placer que ni siquiera podía articular palabra alguna. Ella poniéndome sus manos en mis caderas, me atrajo hacia si, sepultando mi verga en su boca, tanto, que su nariz se aplasto contra mi bajo vientre. Comenzó entonces a chuparme el miembro con una maestría nunca antes experimentada po r mí, chupaba con fuerza y al retirar la boca, o sea retirar su cabeza, su lengua cosquilleaba en mi glande. Mis manos colocadas en su cabeza acompañaban el ritmo de entrar y salir, un estrem ecimiento recorría mi cuerpo, haciendo que se me erizara la piel, solo se sentía el sonido de su boca chupándome, el resto de los ruidos habían desaparecido para mí. En un momento que gire mi cabeza y abrí los ojos, advertí que Maria nos había visto, p or supuesto la posición de su madre y mía no dejaba ninguna duda de lo que hacíamos, r eparé como hablaba con sus hermanos y estos al vernos, salieron del agua y se diri gieron, los tres, corriendo hacia nosotros. En muy poco tiempo llegaron a nuestro lado, yo no podía creer que esto estuviera s ucediendo, Luís se paro al lado de su madre, mientras que Laura y Maria se colocar on una a cada costado mío, arrodillándose en la arena y sin apartar los ojos de la b oca de Leonor chupándome el miembro, el cuerpo de los tres brillaban por el agua d el mar que humedecían aun sus cuerpos. Eran los tres realmente hermosos, Luís, alto y moreno, de tórax bien desarrollado, c on sus brazos y piernas musculosas parecía un dios griego, su verga, larga y grues a, estaba tan erecta que apuntaba hacia arriba, por debajo dos huevos, casi sin pelos, se veían, chicos, pero duros, su glande de forma redonda estaba totalmente al descubierto, venas azuladas serpenteaban por el grueso tronco. Leonor, sacándose por un instante mi verga de la boca, tomo la de su hijo, la apre tó en su mano, y acercándola a su rostro le dio algunos besitos en la cabeza, saco s

u lengua y lamió todo el tronco, la levanto y lamió también los huevos, al hacerlo peq ueños hilos de saliva corrieron por su mentón. Yo me deleitaba mirando a las dos adolescentes, la mano de su madre apretaba aun mi miembro mientras que la otra mano se apoderaba de la verga de Luis, su boca luego de lamer a su propio hijo, chupo nuevamente mi miembro por unos segundo an tes de volver a chupar el miembro de Luís. - Vamos mamá déjanos un rato a nosotras le pidió riendo Laura. Dándonos un beso a cada uno de nosotros, Leonor se levanto. - Tenemos todo el día para divertirnos, chicas, no se apuren - contesto la madre. Hizo colocar a sus tres hijos uno a lado del otro y me dijo: - ¿Martín que te parecen mis tres amores, son hermosos verdad? Y realmente así era; Maria, era muy rubia, el cabello muy largo le llegaba hasta l a cintura, con ojos celestes, como el mismo mar que tenia a sus espaldas, de nar iz pequeña y respingada, su boca de labios finos pero rojos, como la grana, al son reír dejaban al descubierto unos dientes chicos y blancos, su lengüita al rozarse lo s labios con ella, era de color pálido y se veía húmeda y tentadora. A sus 15 años estaba totalmente desarrollada, sus tetas , eran grandes; en eso se parecía a su madre, pesadas, levemente caídas, y con areolas de color rosa claro, la s puntas de sus pezones, largos y en este momento erectos y duros; su cintura es trecha, su vientre plano y piernas largas y muy bien formadas y lo principal, en la unión de sus piernas, una hermosa mata de pelos color del oro viejo, en la par te superior muy enrulados, se podía ver, gracias a lo brillante el día, una fina hil era de pelitos, que subían hasta el ombligo; su culo era perfecto, alto y con form a de pera, cortados al medio por la raja lo separaba en dos perfectas media luna s, al agacharse y mostrar el agujero de su ano, se veían unos pelitos rubios oscur os mas gruesos que los que recubrían su vulva, esta era de labios gorditos, con el clítoris larguito y desarrollado, en un momento que Maria llevándose la mano hasta ese lugar, producto de la excitación que sentía, se lo entreabrió, y pude ver el brill o de la humedad que lubricaba el interior de su vulva. Al levantar los brazos comprobé que al igual que su madre no se depilaba las axila s, ya que pude ver unos rulitos finos y rubios. Hacia muchísimos años que no sentía a mi verga tan gorda y tan dura, tenia la impresión que me explotaría en cualquier momento. Laura, a pesar que solo tenia trece añitos, también estaba totalmente desarrollada, mas delgada que su hermana y mas morena, incluso su piel tenia un color mas oscu ro, podía deberse al sol ya que estaba muy bronceada, pero supuse que su padre era latino y de ahí ella había hederado su color de piel. Pelo muy negro, al igual que sus ojos, nariz mas grande que la de su hermana, y una boca de labios gruesos y carnosos, que invitaba a besarlos por toda una eter nidad, cuello largo y fino, un capitulo aparte seria hablar de sus tetas, eran p erfectas en todo sentido, estaban totalmente desarrolladas, redondas, duras y pa radas, sus pezones del color del café, con pequeñas areolas y puntas paradas, apunta ban, desafiantes hacia arriba. Sus piernas, largas y delgadas, muslos perfectos y duros, tobillos finos y los p ies delgados de deditos largos y finos. Tenia abundantes pelos enrulados y negros en la parte superior de su vulva, pero nada en los costados, solo unos pelos larguitos pero muy separados entre si, así que prácticamente se le veía la concha totalmente, de labios gorditos, sobresalían un poco los labios interiores, el clítoris asomaba envuelto en su capucha, largo y so bresaliente; al igual que su madre y hermana debajo de sus brazos se veían largos pelitos, finos, negros y brillantes. Su culo, pequeño, como el de un varón, pero redondo y parado, al ser, Laura, de piel morena, unos pelitos, finos pequeños y oscuros, corrían desde su cintura hacia abaj o y se perdían entre la raja perfecta de su culo, también sobre su bajo vientre y en dirección a su ombligo una líneas de pelitos negros sombreaban su pancita plana. Leonor, se acerco a ellas y sus manos las acariciaba, se detenía en sus tetas y le s tocaba los pezones, endureciéndoselos, mientras ellas saltaban y reían. Se arrodillo frente a María y entreabriéndole la vulva me dijo: - Mira Martín que mojada está, ésta cochinita necesita que alguien le saque la calentu ra ¿no crees?

Me acerque mas a María y la tome entre mis brazos besándola en la boca, instantáneamen te, respondió al beso, su lengua entro en mi boca y jugueteo con mi lengua, una de sus manitos se apodero de mi endurecida verga, apretándomela, sus tetas se aplast aron contra mi pecho, la mano que le quedo libre me acaricio la nuca. Sentí que todo mi cuerpo se estremecía de placer, no podía creer que en minutos mas le metería la verga a una pequeña de tan solo 15 años; mi mano trato de tocar su concha, pero ella al sentir mi mano buscar su intimidad se separo y alejándose unos pasos se tiro sobre la arena separando bien sus piernas, dejándome bien a mi vista y a la del resto, su concha completamente mojada. Su hermano, se arrodilló a un costado, Maria le tomo la verga y comenzó a lamerla, m ientras sus grandes ojos sin apartarse de los míos me invitaban a lamerla a ella. Me arrodille entre sus piernas, sus muslos, se abrieron aun mas, como si fuera u na boca invitándome a besarla, su vulva se entreabrió, dejándome ver su húmedo interior. Mi verga se estremecía, con solo ver ese espectáculo estaba a punto de largar un tor rente de leche, sin embargo, me agaché y sepulte mi boca en la concha de la adoles cente. Mis manos la tomaron del culo, levantándola hacia mi boca, mi lengua comenzó a lamer y lamer en todo el largo de su hendidura, sentía la dureza de su clítoris, Maria a cada lamida mía se estremecía y chupaba con mas fuerza la verga de su hermanos que s olo gemía con los ojos cerrados. Mientras Leonor miraba, la pequeña Laura se coloco detrás mío, tomo mi verga que colga ba y comenzó lentamente a masturbarme, mi piel se erizó, no solo me masturbaba desde atrás si no que también empezó a lamerme la raja de mi culo, yo entreabrí mis piernas p ara facilitarle la operación y ella al descubrir el agujero de mi ano metió la lengu a en el. Creí que el mundo explotaría y yo con el; mi lengua se movía a toda velocidad entrando y saliendo de la mojadísima concha de Maria. Aferrado al culo de la niña, no solo le lamía la concha si no que también la parte ext erna de sus muslos; de tal forma que note que pronto la niña llegaría a su orgasmo, este llego con movimientos convulsos, lo note en mi boca, los movimientos espasmód icos de su pelvis, justo en el momento que su hermano le largaba grandes chorros de semen en su boca, ahogándola y haciéndola toser; Maria apretó sus rodillas en mi c abeza y luego de retorcerse, quedo laxa sobre la arena. Yo me derrumbe sobre ella, por supuesto, mi verga aun estaba dura como una piedr a ya que yo, por fortuna, no había acabado; esto me alegro sobremanera ya que aun me quedaba mucho trabajo por hacer. Maria se levanto, me besó amorosamente en la boca, que aun mantenía el sabor de su c oncha y tomando de la mano a su hermano se dirigieron al mar. me pregunto sonriente Leonor. - ¿Te gusto el sabor de la vulva de mi hijita? - Realmente conteste yo Jamás he probado algo tan delicioso Ella me contesto con una carcajada, se arrodillo, me tomo la endurecida vega con su mano y dirigiéndose a su hija más pequeña le preguntó - Laura ¿me ayudas con esto, a ver si se la bajamos un poco al pobre de Martín? - Con muchísimo gusto mamá contesto Laura. Se arrodillaron las dos, ante mí, y mientras la pequeña me acariciaba los huevos, su madre se metió todo el glande dentro de su boca y comenzó a chupar y lamerlo. Yo eche la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, las manos de madre e hija me acarici aban el culo y los muslos mientras la boca de Leonor no dejaba de chuparme y lam erme tanto el glande como todo el tronco, se lo sacaba de la boca y se lo daba a su pequeña hija quien lo besaba y lamía; en un momento dado me dijo: - Acuéstate en la arena Martín, acuéstate mi amor. Obedecí inmediatamente acostándome en la caliente arena, ella me acaricio la cara y luego se coloco a horcajadas sobre mí parada verga, la tomo en sus manos y diestra mente se la coloco en la entrada de su concha, que al estar tan lubricada, comen zó a entrar fácilmente, cuando estaba enterrada hasta los mismos huevos un largo sus piro salio de la garganta de Leonor. - ¡Que gorda la tienes Martín! que gorda y dura Luego acostándose sobre mí, mientras apoyaba las duras tetas sobre mi pecho le dijo a Laura: - Laurita ve a llamar a tu hermano, rápido hija, rápido -

Laura salio corriendo a buscar a Luís que se encontraba en la orilla junto con su hermana. Leonor se tiro sobre mí y colocando su boca sobre mi oído me susurró: - Quédate quieto, no te muevas, amor mío; yo se que estas a punto de explotar dentro mío y llenarme la concha de leche, pero solo espera Ella tenía razón, mi verga ya palpitaba preparándose para largar un torrente de leche. No olvidemos que hacia muy poco yo había lamido la concha de Maria y Laurita me ha bía masturbado y tampoco olvidemos que yo tenia 60 años y me costaba mucho retener e l semen que pugnaba por salir; sin embargo trate de pensar en otra cosa y de esa manera esperar para ver que tramaba Leonor. Sentía las músculos de su vulva apretarme la verga, cada movimiento de ella, repercu tía en mi miembro, este estaba tan adentro de Leonor, que solo quedaba a la vista mis huevos, casi aplastados por su amplio culo. En ese momento llegaron, a la carrera los tres hijos de Leonor, el agua del mar hacia brillar sus cuerpos desnudos, se colocaron las dos niñas casi al lado nuestr o para ver bien lo que acontecería en minutos mas. Luis, enseguida comprendió lo que su madre quería, Leonor levanto todo lo que pudo e l culo, pero tratando de que mi verga no saliese de dentro de ella, su hijo, ten ia la verga bien dura, ya que Maria se la sacudió un rato, la tomo con una mano, s e escupió la otra y se paso la saliva por el miembro, nuevamente se escupió la mano y esa saliva se la paso al abierto culo de su propia madre, se acomodo detrás de e lla, y con un pequeño esfuerzo, ya que por lo visto el culo de Leonor había recibido anteriormente la verga de Luís, y se la fue metiendo hasta los mismos huevos, que golpearon en la concha de Leonor. Al recibir en su interior toda la verga de su hijo, Leonor soltó un largo suspiro, se volcó sobre mi pecho y comenzó a mover la cintura, al mismo tiempo la verga de L uís entraba y salía del culo de su madre, Leonor tenia mucho cuidado de que mi propi a verga no se saliese de su concha. Las dos niñas miraba extasiadas el espectáculo, sus manitos pasaba de sus concha a s us tetas apretándoselas y tratando de que sus pezones se endurecieran aun mas. Yo sentía en mi miembro los movimientos de la verga de Luis, Leonor susurraba en m is oídos no solo palabras de amor si no gemidos y suspiros; en un momento dado me dijo: - Déjate ir amor mío, acábame adentro que ya noto la aproximación de mi orgasmo - no ter mino de decir esto que retorciéndose y gimiendo se apretó contra mi, sentí los espasmo s en su vulva apretándome la verga y el orgasmo la meció como si fueran olas. Cerré mis ojos, mis dientes se apretaron y como si fuera un golpe eléctrico, sentí que desde mis huevos ascendía un torrente de leche que fue a llenar la concha de Leon or, chorros tras chorros, fue saliendo toda la esperma que hacia tanto tiempo ya no expulsaba. Quede como muerto en la arena, en ese momento, casi al salir mi flácida verga ya d el interior de Leonor, los gritos de Luís y de las niñas me dieron a entender que Luís le llenaba el culo de leche a su madre quien quedo como desvanecida sobre mi. Luego de descansar unos minutos, Leonor se levanto, abrió bastante las piernas y n os mostró; pudimos ver, entonces, que de su concha y de su dilatadísimo culo, grande s gotas de esperma, salían, quedaban colgando, algunos segundos, por un delgado hi lo de semen y caían finalmente en la arena, donde brillaban por un momento, antes de que la arena los absorbiese. Ve ya mismo a bañarte, que - Mamá - les dijeron las niñas que miraban lo que le sucedía tus dos agujeros resuman leche me sorprendió, gratamente, que todo esto se lo decían entre bromas y risas. Leonor, corriendo se aproximo a la playa, tomando el agua del mar con sus manos procedió a lavarse sus partes intimas; luego regreso también al trote; un espectáculo aparte fue ver sus grandes y pesadas tetas bambolearse al correr al igual que su s nalgas. Al llegar a nuestro lado se coloco solo el vestido y colándose entre las piedras n os dijo que esperáramos unos minutos que nos traería algo de comer, ya que era la ho ra del almuerzo. Solo tardo un momento y extendiendo un mantel grande y floreado coloco en el: fr utas, nueces, pollo frito, pescado ahumado, pan cortado en rodajas y una botella

de un vino que realmente era una delicia. Por supuesto todos, incluidas las niñas bebimos de el, pasando un momento espectac ular, entre risas y bromas e incluso comentando lo sucedido momentos antes. Luego, me tire sobre la arena y me fui adormilando; debo haber estado dormido qu izás una hora, me despertaron unos gemidos, al abrir los ojos, descubrí a mi lado a Leonor, tenia los ojos cerrados y gemía de una manera que enseguida y en cierto mo do a mi pesar, la verga se me empezó a parar; estaba como he dicho a mi lado, su c abeza volteada hacia mi, sus piernas levantadas de tal forma que sus rodillas ap lastaban sus senos, las tenia no solo levantada, también muy abiertas, mientras la verga de su hijo entraba y salía en forma rápida de su vulva, hasta el ruido de suc ción, yo oía perfectamente. Laura y María al ver que yo despertaba, se me acercaron a los gritos, sus cuerpos brillantes de sudor y excitación, las mejillas arreboladas y los ojos llameantes d e deseo. Si algo necesitaba para que mi miembro se pusiese otra vez como una roca, esa vi sión lo logro ampliamente; no entendía que me estaba pasando, anteriormente para est ar preparado para otro asalto sexual necesitaba muchísimas mas horas de descanso, ahora con solo verlas y oír a su madre gemir y gritar obscenidades como una puta c ualquiera mientras la verga de su hijo la taladraba, me enloquecía y endurecía mi ve rga hasta un punto que me era intolerable. Como si otra vez tuviera 20 años y no 60 como en realidad tenia, mi miembro apunta ba, gordo y duro hacia el cielo, inclusos daba pequeños brincos, sentía mis huevos, duros y nuevamente llenos de leche, preparados para atiborrar, de esperma, esas dulces, pequeñas y húmedas conchas adolescentes. María se coloco entre mis piernas, me tomo el miembro entre sus manos y comenzó a pa sárselo por la cara, al mismo tiempo lo besaba y lamía, se tomo un pezón con los dedos y se lo froto con mi dilatado glande, de vez en cuando lo tocaba con su lengua para humedecerlo. Laura mientras tanto, colocándose a horcajadas sobre mi pecho, levanto su vulva ha sta la altura de mi boca y me la ofreció para lamerla, para que mi lengua llegase a todos los rincones de su intimidad, se la entreabrió con los dedos. Por supuesto estaba empapada de sus propios jugos, tanto así que bajaban por mi ma ndíbula. Luís, seguía taladrando la concha de su madre, mientras ésta solo gemía y gritaba de una forma incontrolable. Subí mis manos hasta los recién formaditos pechos de Laura, los encontré duros y los p ezones totalmente erectos, mis manos se apoderaron de ellos y los estruje, haciénd ola suspirar de puro placer. Cuando María consideró que mi pene ya estaba a punto, se levanto y acomodándoselo en l a entrada de su concha, que ella misma se abrió, se lo fue enterrando hasta que lo s abundantes pelos color de oro que le recubrían la vulva se confundieron con los míos. La presión de su concha, el placer de sentir mi verga apretada por ella, la humeda d abundante que corría por mi tronco y especialmente sus movimientos, me trasporta ban a un mundo que yo creí conocer, pero que en realidad nunca lo había visitado. Laurita, se paro y se dio la vuelta, sentándose en mi pecho nuevamente pero de car a a su hermana, no solo me dejo a la vista su bien formado culo, si no que también girando la cabeza podía ver la cara de Leonor, transformada de placer al sentir e n todo su largor la verga de su hijo; en un momento dado, abrió sus ojos y se clav aron en los míos, una sonrisa que era todo amor me dedico, entendí en ese momento qu e sin saberlo estaba profundamente enamorado, no solo de ella si no también de sus hijos, ella como si leyera mis pensamientos, asintió con la cabeza, y con los lab ios formo la palabra que yo deseaba, mas que nada en este mundo, oír: Te amo. Laura abrazo a su hermana, que me cabalgaba sin piedad y las dos se unieron en u n profundo beso; algo le susurró por que María se levanto y cambiaron de posición, ya que Laura se acomodo sobre mi verga y se la metió completamente adentro, mientras que sus manos se apoderaban de mis huevos, mientras se movía como una salvaje. Y por segunda ves en ese día, sentí como desde el fondo de mis entrañas un volcán explot aba y grandes chorros de leche se sumergían en las profundidades de la casi virgin al concha de la niña, al mismo tiempo Laurita apretó las piernas contra mis costados

y un orgasmo la tomo casi por sorpresa dejándola exhausta. Por los gritos de su madre comprendí que también ella estaba acabando con la verga d e su hijo incrustada en su interior, quien sin poderse contener mas también la lle no de una leche caliente y espesa. Todos quedamos tendidos en la arena, completamente rendido; pude ver por la posi ción del sol que ya atardecía; por lo que me levante, me vestí y acercándome a Leonor le dije: - Es tarde ya para mi y la verdad es que estoy muy cansado, lo único que de seo ahora es dormir algunas horas y darme un baño - ¿Regresaras?- me pregunto ansiosa. - Claro que si conteste Solo dime a que hora quieres que regrese- No regresaras nunca mas, me lo dicen tus ojos me contesto llena de tristeza. - No es así le dije Estoy enamorado de ti; y para que sepas que digo la verdad te dejo mi medalla que me devolverás esta noche cuando estemos todos juntos de nuevo Y pasando del dicho al hecho le coloque en el cuello la cadena con la medalla do nde estaba grabada en bajo relieve la letra M. Una sonrisa alegro su hermoso rostro. - Te esperamos a las 10 P.M. como estas muy oscuro colocare una vela en la venta na para que puedas ver el restaurante - Perfecto, a esa hora estaré acá y te aseguro que será para siempre Me despedí de los niños, pase entre las piedras y en un rato mas llegue a mi casa. Me bañe, y me tire en la cama para descansar un rato, mi reloj pulsera marcaba las 7.30 P.M. así que tenia mas o menos dos horas para dormir, pensando en Leonor y s us maravillosos hijos me quede dormido, con el firme propósito de despertarme a la hora convenida. Cuando abrí los ojos, el sol entraba a raudales por los ventanales; me levante ang ustiado, ni siquiera sabia que día era, me había dormido y la noche ya había pasado. Casi desesperado me vestí y salí a la carrera, pensando que excusa poner, decidí que s olo le diría la verdad ya que por estar tan cansado no me desperté a la hora que debía hacerlo. Llegue corriendo hasta donde estaba el restaurante, cuando estuve frente a la pu erta lo mire sorprendido, era el mismo, pero al mismo tiempo no lo era; la pintu ra brillante y nueva estaba totalmente descascarada, tenia una parte nueva agreg ada que no había visto el día anterior; algo no estaba funcionando correctamente allí. Entre, todo era distinto, un hombre gordo y calvo estaba detrás del mostrador limp iando unas copas, y un par de parroquianos bebían cerveza. Me acerque a este hombre y pregunte por la dueña; me miro con sorpresa. -Yo soy el dueño me dijo. - No, quiero hablar con Leonor- conteste yo. - Vea amigo me dijo haciendo un esfuerzo para no enojarse El único dueño soy yo y no hay ninguna persona con ese nombre - Pero si yo hable ayer con una mujer llamada Leonor que tiene 3 hijos y es la d ueña de este lugar-El restaurante lo compro mi abuelo en los años 30 luego lo atendió mi padre y ahora es mío, así que yo sabría si hay alguna persona con ese nombre y discúlpeme pero estoy ocupado. Salí caminando como si estuviese borracho ¿Que estaba pasando? ¿Fue un sueño? Sin embargo yo sabia que todo era real incluso mi miembro estaba como si hubiese echo el amor durante horas, así que no había sido una ilusión. Cruce los medanos y me adentre en el pueblo, alguien tendría que explicarme que es lo que estaba sucediendo; solo que no sabia a quien preguntar. Me encontré de pronto frente a una gran edificio de forma rectangular; la bibliote ca publica; pensé que quizás acá tendría algo que me aclarara las ideas; entre en el fre sco edificio y llegue hasta donde atendía la bibliotecaria; una señora delgada, alta , de lentes y ceño adusto, pero que me atendió muy amablemente; al explicarle que qu ería saber sobre el restaurante que estaba en los médano, me contesto que había muy po co material donde verificar eso, pero que tenia unos periódicos de la época en que s e había inaugurado, así que me alcanzo unos periódicos muy viejos, los tome y me senté e n una de las grande mesas que estaban ahí para la lectura; en los dos primeros no encontré nada pero en uno vi en primera pagina una foto con un titular que hablaba de un incendio.

Me fije en la fecha 10-10-1926; por supuesto no podía ser ya que yo había estado aye r en el, me fije en mi reloj que también es calendario; 10-10-2006; el periódico ten ia exactamente 80 años; el articulo hablaba de un incendio que destruyo parcialmen te el restaurante, provocando la muerte de su dueña y de sus tres hijos. Todo comenzó a girar a mi alrededor, sentí nauseas y las piernas como si me pesaran toneladas, sin embargo me esforcé para seguir leyendo; según el jefe de los bomberos una de las causas del incendio podría haber sido una vela colocada cerca de algun a cortina, posiblemente en una de las ventanas. Había una foto, ya casi descolorida por el tiempo; la mire bien y algo me llamó la a tención; me acerque nuevamente a la bibliotecaria y le pedí algún vidrio de aumento, e lla buscando en uno de los cajones me entrego una especie de lupa, con ella en l a manos, me senté nuevamente y coloque la lupa sobre la foto, en ella se veían cuatr o cuerpos quemados, totalmente irreconocible, sin embargo pude ver claramente qu e en el cuello de uno de los fallecidos, una cadena con una medalla y una inconf undible letra M en bajo relieve. Coloque mis manos en mi rostro y llore. FIN Lujuriosa mamá. Marta era una mujer madura de cuarenta y dos años. Estaba casada y tenía dos hijos, Juan y Pedro de dieciséis y catorce años respectivamente. Su marido Juan era respons able de un área comercial de una empresa y la verdad es que viajaba más de lo que a ella le gustaba. Madre e hijos pasaban solos mucho tiempo, teniendo una gran ami stad y confianza. Su hijo Juan estaba desarrollando su cuerpo y por momentos lo veía cada vez más como un hombre, aunque en el fondo siempre sería su niño. Una tarde en una reunión familia r estuvo hablando con alguna hermana suya y varias cuñadas. Hablaban de sus hijos y de cómo estaban creciendo. Se centraron en Juan y la mayoría de mujeres comentaron que se estaba convirtiendo en todo un hombre e incluso una que aún estaba soltera bromeó con la posibilidad de ayudarlo a convertirse en un hombre por completo, in cluso en el tema sexual. -Pues yo no sé como tendrá la herramienta, - dijo Chari, una soltera empedernida que pero si quieres que te lo espabile, avísame que lo haré encan tenía fama de promiscua tada. Marta la hizo callar aparentando que le resultaba reprochable esa situación, pero en su interior se sintió excitada por la idea de que su hijo lo hiciera con su tía. También hablaron de Eduardo, sobrino de Marta de dieciocho años cuyo cuerpo resultó mu y valorado por las mujeres de la familia que allí hablaban. Entonces ella se sintió más excitada al pensar en su sobrino e imaginárselo haciéndole el amor. Después de aquel día, Marta se sentía extraña. Cada vez que miraba a su hijo Juan ya no lo veía de igual modo. Sin tener una razón concreta, lo miraba y estudiaba su cuerpo como si fuera un hombre que no conociera de nada y el recuerdo de la excitación p roducida por el comentario de Chari le hacía imaginárselo haciéndole el amor. Al principio estos pensamientos le hacían sentirse mal, pero poco a poco la estimu laban y excitaba de tal modo que en los días en que su marido estaba de viaje, aca baba teniendo unos orgasmos tremendos con masturbaciones en las que su hijo le h acía todo lo que a ella le gustaba. Hubo un día en que, como siempre, su marido estaba de viaje y el hijo pequeño estaba de campamento pues era verano. Estaba sola en casa y un rato después su cuñada le t rajo a su hijo Juan que había pasado el día en su casa y a su sobrino Eduardo para q ue pasaran otros días en casa Marta. Después de hablar un rato con su cuñada María, ésta se marchó y Marta quedó sola en su casa con los dos adolescentes. Cuando fue a avisarlos para cenar, estaban en una pisc ina portátil que habían instalado en el jardín de la casa. Se quedó a verlos salir del a gua. Era extraño, se sentía excitada ante la vista de los cuerpos de los muchachos. No lo podía resistir, permaneció allí viéndolos y animándolos para que se dieran prisa par a cenar. Aquella noche en la soledad de su cama vacía se empezó a imaginar que estaba en jardín preparada para darse un baño. Entonces se imagino, mientras en la realidad su man o comenzaba a tocar su vulva, que su sobrino Eduardo la abrazaba por detrás y come

nzaba a darle mordiscos en el cuello. Ella llevaba los brazos atrás y agarraba las caderas del chaval para pegar su culo al paquete que portaba que estaba duro y podía sentir perfectamente. Ella movía su culo y lo rozaba, mientras las manos de él s ubían por sus caderas hasta alcanzar sus pechos que acariciaban. Entonces imaginó que su hijo Juan los miraba desde la piscina y salía de ella para a cercarse a su madre, se arrodilló delante de ella y, poniendo las manos en las cad eras de ella, comenzaba a besar su pubis. Marta en la cama se retorcía de placer al imaginarse amada por su hijo y sobrino. Su mano no dejaba de frotar su sexo y comenzó a meter un dedo dentro de su vagina. La excitación la hizo imaginarse de cuclillas entre los dos, agarrada a ambos pen es y masturbándolos, mientras ellos la acariciaban y tocaban sus tetas. Entonces c omenzó a mamar la de Eduardo y casi la podía sentir llenando toda su boca. La sacó y E nrique le arrimó la suya para que le hiciera lo mismo. Cuando imaginó que tenía los penes de los dos en su boca, no pudo resistir. El ritmo de su masturbación se aceleró y sintió como se inundaba su vagina al sentir un gran o rgasmo en el que tuvo que ponerse la almohada en la boca para ahogar los gritos de placer que estaba teniendo. Después de descansar un poco, fue al baño de su habit ación y decidió darse una ducha para aplacar la calentura que sentía en su mente. A la mañana siguiente se levantó algo preocupada. No era normal la excitación que había sentido la noche anterior con su sobrino y con su hijo. Mientras los dos jugaban y se distraían, ella estaba preocupada por aquello. Entonces, por la ventana de l a cocina los veía en el jardín jugando a bádminton y de nuevo empezó a sentirse excitada . Aunque no quería, sus ojos se posaban en los cuerpos de ellos y sentía un inmenso placer al pensar en ellos dos poseyéndola. Entonces el sonido del teléfono la sacó de su trance y contestó. Era su cuñada María que l e pedía si Eduardo podía quedarse toda la semana con ellos. Marta no puso ningún probl ema en ello, aunque en su interior se producía una gran lucha, por un lado no quería verlo para no sentir aquel deseo, pero su sexo se humedeció al pensar que podía ten erlo más tiempo, total, su marido vendría un día antes de que Eduardo se marchara y de spués de calentarse varios días, se desfogaría haciéndolo con su marido. Se animó pensando que utilizaría la situación para calentarse hasta el punto máximo en e spera de su marido. Si llegaba a tener demasiado "calor" haría lo que la otra noch e. Llamó a los dos cuando la comida estuvo hecha y se fijaba en los cuerpos de ell os. Juan tenía puesto un bañador pequeño y ajustado que marcaba un hermoso aparato. Se fijó que su hijo era delgado, pero muy musculoso, cada movimiento que hacía marcaba el grupo de músculo que usaba. Eduardo era algo más gordito, sus músculos no se marca ban tanto, pero a cambio era grande. Éste llevaba un bañador más amplio que no dejaba adivinar como sería su aparato. Imaginaba lo gustoso que sería sentir las embestidas de aquel joven cuerpo mientras la penetraba y tuvo que parar de pensar pues su sexo volvía a mojarse, sin duda se estaba convirtiendo en una madura salida y cale nturienta. Después de comer, obligó a los dos a ayudarla a recoger los platos y dejarlo todo en orden para poder ir los tres al jardín pues ella también quería bañarse. No tardaron más de media hora en recoger todo. Ella decidió tomar el sol en el jardín y ellos decidi eron dormitar un rato delante del televisor en el salón. Marta salió al jardín con un bikini y sola. Se dio un baño en la piscina y después de un rato decidió tumbarse al sol para broncearse. Cuando se dirigía a la toalla se le o currió. Llamó por la ventana del salón a su hijo para que le ayudara a untarse la crem a protectora para no quemarse. Entonces salieron los dos al patio. preguntó. -¿Los dos vais a untarme la crema? -Si tú quieres - dijo Juan. - ¿Tú quieres? le preguntó a su primo. -Vale. fueron sus únicas palabras. Marta se colocó bocabajo en la toalla a pleno sol. Ya estaba algo morena pues no e ra el primer día que tomaba el sol. Cada uno se colocó a un lado de ella que desabro chó el sujetador. Sintió como la fría crema se derramó por varias partes de su espalda y como las manos de ambos la empezaron a extender. Sintió las cuatro manos deslizar se por su cuerpo. Juan era más delicado y la acariciaba, mientras Eduardo era más br usco y rápido en sus movimientos. Se le ocurrió sobre la marcha, con las manos agarró la tela del bikini que cubría los cachetes blancos de su culo y, tirando de ellas, se colaron por la raja de su cu

lo haciendo que pareciese un tanga y sus blancos cachetes quedaron a la vista de los dos chavales. No tuvo que indicarles nada a ninguno, sintió como Juan esparcía crema en ambos cachetes y cada uno se dedicó "sobar" la parte que le había tocado. Marta se dio cuenta de que aquello los había perturbado y miró al bañador de Eduardo p ara ver si se notaba alguna señal de excitación. ¡Y vaya si se notaba! En el amplio baña dor se notaba como la punta de su pene empezaba a formar una hermosa carpa. Se v olvió a su hijo para mirarlo con disimulo y vio como el ajustado bañador casi no podía contener la eminente erección que le producía su madre. Marta se sintió orgullosa al ver que su cuerpo aún excitaba a los hombres, aunque fu eran de su propia familia y sintió vergüenza al sentir como se mojaban las bragas de l bikini. Ellos estuvieron más tiempo del necesario para extender la crema en sus cachetes, habían tardado más tiempo en su culo que en toda su espalda, que indicaba una de dos cosas: o bien su culo era más grande que toda su espalda o que los dos disfrutaban de la visión y toqueteo de la madura que acariciaban. Después de un rato, decidieron que era momento de dejarla y ambos se levantaron pa ra ir al agua. Se miraban y tenían sendas erecciones que no se podían disimular. Se disponían a marcharse cuando ella se volvió y les habló. -¡Esperad! dijo Marta Me falta la parte del pecho y ya os dejo, de verdad. Los dos se volvieron y los ojos de Eduardo se abrieron más que nunca. Marta estaba sentada en la toalla, apoyada sobre sus brazos, en una postura natural pero dem asiado sensual y además sus pechos estaban al aire. No eran muy grandes ni muy peq ueños, tenían unos pezones grandes, erectos y muy oscuros. Los ojos de Eduardo no se apartaban de aquellas dos maravillas y aumentó la carpa que se había formado en su bañador. Su hijo ya la había visto muchas veces de tal forma, de manera que no le so rprendió la visión, pero si la petición de ella, por delante se podía untar perfectament e sola, así que adivinó algo raro en aquella situación. Marta se tumbó en la toalla y sus pechos cayeron a ambos lados de su cuerpo. Puso los brazos por encima de su cabeza y su cuerpo parecía aún más hermoso. Eduardo se vol vió a arrodillar junto a su tía que esperaba para que la ayudasen. Juan dijo que tenía que ir al servicio y dejó que su primo esparciera la crema por el cuerpo de su ma dre. Juan, desde una de las ventanas de la casa, observó, sin que lo vieran, como su pr imo acariciaba el cuerpo prácticamente desnudo de ella. Se excitó al verlos y empezó a acariciarse el pene viéndolos. Sonó el teléfono y contestó. Era su padre que llamaba pa ra ver como iban las cosas. Se lo llevó al jardín para que hablara con él y ella se ta pó como si pudiera verla en aquella situación. Eduardo la dejó y se metió en la piscina junto a Juan. El resto de la tarde pasó sin más situaciones de este tipo. A la hora de siempre cen aron y después de un buen rato, los tres marcharon a la cama. Ella volvía a estar so la en su cama y hoy estaba más caliente que nunca, había sentido las manos de los do s en su cuerpo y había comprobado que se excitaban con ella. Al igual que el otro día, volvió a meter la mano en su sexo y a imaginarse que tenía sexo con los dos. No t ardó mucho en venirle otro gran orgasmo. Hoy, no sabía bien el motivo, había tenido más flujos y había mojado incluso un poco la cama. Se quitó las bragas empapadas y quedó sól o con la camiseta que usaba como pijama. Se levantó y corrió, para que no la vieran, al otro cuarto de baño donde estaba la rop a sucia. Con las prisas abrió la puerta del baño rápido y se encontró a Eduardo delante del inodoro con su pene en la mano y masturbándose. Se quedaron paralizados, él con su instrumento listo para el combate y en la mano y ella con las bragas mojadas en la mano y con una camiseta que dejaba ver los primeros pelos de su sexo. Ninguno sabía que hacer y él fue el primero que tuvo alguna reacción. Alargó la mano y c ogió las bragas, se las llevó a la nariz, las olfateó y siguió masturbándose. Marta entró an te aquel espectáculo y cerró la puerta tras ella, llevó la mano a su mojado sexo y com enzó de nuevo a tocarse mirando a su sobrino. Ninguno de los dos decían nada, sólo se limitaban a mirarse y tocarse cada unos su s exo. Estaban muy excitados por la situación. Eduardo se giró y se puso frente a su tía apuntando su pene para ella. Estaban a unos dos metros de distancia de separación y ambos miraban el sexo del otro para excitarse aún más en su loca y frenética mastur bación. Él sentía el olor de las bragas y miraba el peludo y bien cuidado coño de su tía, cómo sus

dedos entraban y salían de su interior y cómo ella gruñía levemente por el placer que s e daba. Ella veía su hermoso pene, no demasiado largo, pero con un glande exagerad o para aquel pene que debía dar mucho placer al separar las paredes de la vagina p or donde entrara. No tardaron mucho en sentir, casi a lo unísono, un grandioso org asmo. Ella daba apagados gemidos de placer mientras su sexo chorreaba flujos. Él g ruñía, no demasiado fuerte, hasta que de su gran glande salieron chorros de semen qu e cayeron a los pies de ella. No se dijeron nada en ningún momento. Él olió por última vez las bragas y las echó en el c esto de la ropa y ella salió rápidamente y se ocultó en su cuarto a pensar en lo que h abía pasado. Aquello ya estaba llegando demasiado lejos. No era demasiado malo exc itarse con la visión de su sobrino, pero se habían masturbado juntos, mostrando sus sexos y eso ya era otra cosa. Con un leve llanto se prometió que no volvería a pasar y se durmió. A la mañana siguiente se levantó y pensó que todo había sido un sueño, o por lo menos tenía la esperanza de que nada hubiera pasado. Bajó a la cocina y allí encontró a los dos pr eparándose el desayuno. Ella intentó actuar como si nunca hubiera pasado. El resto d el día transcurrió sin más y por la tarde decidieron ir al cine los tres. Todo transcu rrió con normalidad y después de todo el día, se fueron a dormir. Marta estaba tranquila. Estaba acostada de medio lado dando la espalda a la puer ta. Todo había quedado en una calentura momentánea y nada más. Eduardo se comportó total mente normal el resto del día así que ya no había problemas, ella se olvidaría de todo. Sintió como la cama se movía y se tensó cuando sintió como una mano se deslizaba por su muslo hasta llegar a sus caderas. Se giró de golpe para darle una guantada a Eduardo, pero se encontró con su hijo que le pedía perdón por asustarla y pedía dormir con ella pues su primo roncaba demasiado y no lo dejaba descansar. Ella se relajó, le dio permiso al hijo para que se qued ara allí y volvió a tomar la misma postura de antes. Él la tapó con la sábana y pasó el braz o por debajo de su cabeza, adaptó su postura a la ella y pasó el otro brazo por su c intura abrazándola. Ella agradeció la presencia de su hijo pues así el otro no intentaría hacer nada, ya sól o faltaban dos día para que regresara a su casa y acabaría aquella calentura que se le estaba yendo de las manos. Ella estaba en estos pensamientos cuando sintió como su hijo presionaba su culo con su sexo. Él le mantenía un poco de tiempo todo su pa quete contra su culo y ella sintió como el pene creció en poco tiempo, lo sentía en la raja de su culo. Primero se asustó, pero, sin poder resistirse, sentía que se excit aba de nuevo cada vez más. No podía creerlo, el día anterior se masturbó delante de su sobrino y esa noche sentía p lacer con los roces de su hijo. Se estaba volviendo en una madura demasiado "gua rra". No sólo le ponía los cuernos a su marido, si no que lo hacía con sus niños. No podía evitarlo, cada vez se sentía más caliente y su sexo empezó a humedecerse. Aunque inte ntaba luchar contra ese deseo, no podía, poco a poco se abandonó al placer olvidándose de las consecuencias. Juan seguía rozando su pene por el culo de la madre y cada vez era más descarado al ver que ella no se quejaba. Pasó su mano por las caderas de ella hasta llegar a su muslo, lo acariciaba con placer a la vez que seguía frotándose contra su hermoso cu lo. Entonces ella agarró la mano que tenía a la altura de su cara y empezó a chupar el dedo gordo como si mamara una polla. Esto lo excitó y puso la otra mano en el vie ntre de la madre. Ella estaba mareada por la mezcla de placer, excitación y culpa por lo que hacía con su hijo. Abrió un poco las piernas al sentir como la mano de él bajaba y se metía por dentro de sus bragas tocando los pelos de su sexo. Era la primera vez que tenía relaciones con una mujer. Nunca imaginó como sería la pri mera vez que lo hiciera, pero tener entre sus brazos a su madre le daba más placer que pensar en hacerlo con cualquiera de su edad. Su pene estaba duro y tan gran de que no lo podía reconocer, lo frotaba contra ella y no sabía que era aquella mezc la de sentimientos que tenía. Marta sintió como el pasaba su mano por su sexo sin saber que tenía que hacer para d arle placer. Sin duda era la primera vez para él y eso la excitaba aún más. Agarró el fi lo de la braga y la bajó para dejar su culo al aire. Buscó a su hijo e hizo que su p ene saliera del calzón. Sintió la calidez de aquel pene joven y duro que se frotaba

cada vez más contra su redondo culo. Juan notó como el sexo de su madre estaba muy mojado. Pasaba su mano por él y empezó a explorar aquella raja con un dedo. Entre los abundantes pelos sintió como se sepa raban los labios y entraba tímidamente en su madre. Acarició aquella raja con suavid ad y sintió como la madre gozaba con leves gemidos. Marta separó su culo de su hijo y empujó el pene para que se colara entre las pierna s de ella que permanecían abiertas. Sintió como aquello era largo, no la podía ver, pe ro la sentía como se desplazaba desde su culo hasta sobrepasar su vagina un buen t recho, su hijo era largo, sin duda, en su parte baja. Juan notó como su pene pasaba sobre su mano al colocarla ella allí. Tuvo la intensión de agarrarla y pasarla por la raja que tocaba, pero al sentir la mano de ella so bre su glande haciéndole caricias y masturbándolo, le hicieron desistir. Ella podía tocar un buen trozo de pene por delante de su sexo. Sin duda tenía que se r grande. Ardía en deseos de meterse a su hijo en el interior, pero no tenía preserv ativos y no quiso correr riesgo. Empezó a sentir la respiración entrecortada de él en su espalda y los besos que le daba en la nuca y cuello. Se excitó más aún y gimió de pla cer. Él sacó su mano del sexo de la madre mientras la besaba en el cuello, agarró sus cader as con la mano e instintivamente comenzó a moverse haciendo que su pene se desliza ra por encima de la raja de su madre. Sentía un nuevo e inmenso placer con aquello . Acariciaba el desnudo culo de ella a la vez. Marta se quitó por completo las bragas al sentir como su hijo comenzaba a pasar su pene por su húmedo sexo, con una mano separó los labios e hizo que aquel largo y du ro miembro le rozara bien el clítoris en su movimiento rítmico y a veces violento. D espués volvió a poner la mano sobre el glande para acariciarlo cuando salía de entre s us piernas. Juan aumentó el ritmo de sus movimientos y empezó a acariciar los pechos de ella, si ntiendo los duros y erectos pezones de ella. No paraba de besar y mordisquear el cuello de su madre que gimoteaba y acariciaba el culo de él con una mano para ayu darlo a seguir el ritmo. El sentir la mano del hijo tocando sus pechos, sus labios mordiendo y besando su cuello y el constante roce del glande del chaval sobre su clítoris hicieron que n o aguantara más y poniéndose tensa se corrió entre los brazos del hijo que poco segund os después descargo su semen en la mano de ella que le acariciaba. Ella acarició ins istente su glande para que le diera todo el semen, mientras sentía sobre su culo l as convulsiones de su hijo al correrse. Él le pidió perdón e intentó separarse de ella, pero ésta no lo dejó y lo obligó a permanecer abrazado a ella. Sentía como su pene menguaba entre sus piernas mientras en su man o mantenía el semen del hijo. Él acariciaba a la madre y la besaba. Nunca habían senti do tal placer, él por no haberlo tenido nunca y ella por la excitación y el placer d e hacerlo con su hijo que además estaba bien dotado. Cuando su pene se relajó, se separaron. Ella marchó al baño de su habitación y se limpió l a mano llena de semen. Se limpio en el bidet y buscó unas bragas limpias en los ca jones. Entonces tuvo una buena sorpresa, en uno encontró una caja de preservativos con dos o tres en su interior. Se volvió a mojar su sexo al pensar en ser penetra da por su hijo. Ya se había depravado totalmente y no quería pensar en nada, solamente quería tener se xo con su hijo. Se desnudó por completo y volvió a la habitación, encendió una pequeña lam parita y comprobó que la puerta estaba cerrada. Estaba decidida a tener sexo con s u hijo aquella noche. Juan estaba en medio de la cama con los calzoncillos medio bajados y el pene fláci do después de eyacular en la mano de ella. La miraba, su cuerpo desnudo y se fijab a en cada parte, en sus tetas, en su culo, en los pelos de aquel sexo que le había dado tanto placer. Su pene volvió a excitarse y empezó a crecer un poco. Marta lo miró y agradeció la juventud de su hijo pues el marido para tener más sexo de spués de una eyaculación tenía que esperar al menos una hora, mientras su joven hijo e staba ya reaccionando a los estímulos visuales de su madre. Se subió en la cama y, a cuatro patas, comenzó a lamer los genitales y el largo pene. No se había equivocado en sus cálculos en la oscuridad, la tenía larga, por lo menos de veinticinco centímet ros y con cada pasada de lengua por ella, se iba poniendo más y más dura.

Él veía como la madre le lamía con una cara de excitación, nunca había imaginado que su ma dre fuera tan sensual haciendo el amor. La miraba y sentía que se enamoraba de la mujer que le enseñaba a dar placer. Acarició su cabeza en señal de amor. Ella se giró so bre el pene para ofrecerle una visión de su culo. Alargó la mano y empezó a acariciarl o. Ella tenía en su boca una hermosa, larga y dura herramienta de placer. Sintió como s u hijo le pasaba la mano por la raja de su vagina encontrándola húmeda de nuevo. Rápid amente sacó un preservativo y se lo colocó. Se giró, sin dejar de acariciar su pene, y abrió las piernas sobre él, se fue sentando mientras dirigía el pene a su interior y empezó a sentir como se abría paso en ella. Al poco la tenía toda dentro y le llegaba hasta donde antes nadie había entrado. Veía a su madre sobre él, con su pene totalmente dentro y moviéndose poco a poco para que tuvieran placer. Acarició sus muslos y continuó hasta que cada mano acariciaba u n cachete del redondo culo para moverlo al ritmo de las penetraciones. Su madre se inclinó sobre el y le ofreció uno de sus pechos para que lo chupara. Pasó su lengua por aquel duro y oscuro pezón, brotando un pequeño gemido de la boca de ella al sen tirlo. Entonces lo envolvió con los labios y chupó con fuerza. El gemido se convirtió en un grito y agarrando su culo firmemente, la penetraba algo más rápido. Ella había sentido placer con la boca de su hijo en su teta, pero el ritmo frenético y el largo pene que le entraba hasta lo más profundo la volvieron loca y no tardó e n tener un primer orgasmo. Se dejó caer sobre él al sentir que perdía las fuerzas al t ener el orgasmo que no consiguieron frenar al hijo en sus penetraciones, consigu iendo que ella se sintiera mareada de placer y a merced de su hijo. Veía como su madre no tenía fuerzas casi ni para gemir de placer, pero se había propue sto darle el máximo placer a ella y no bajó el ritmo de las penetraciones. De nuevo vio como la cara se volvía a descomponer por el inmenso placer que estaba sintiend o y la agarró por el cuello mientras ella gemía y se retorcía sobre él pidiendo que para ra de darle placer, que se iba a morir de gusto. Entonces no pudo parar, sintió qu e se iba a correr y siguió penetrándola. Ella no gemía, no tenía fuerzas ni para seguir el ritmo de su hijo, solamente podía clavar sus uñas en él y aguantar el placer hasta que sintió como él se corría dentro de ella reteniendo su semen el preservativo. Pararon sus movimientos para descansar. Los dos estaban sudorosos y sus respirac iones eran agitadas por el sexo. Marta se dejó caer a un lado y salió el pene, quitó e l preservativo y al hacerle un nudo para que no se derramara, observó la gran cant idad de esperma que había lanzado. Se volvió para soltarlo en la mesita y se sobresa ltó al ver que Eduardo estaba junto a la puerta con la polla al aire y masturbándose . "Ayúdame" fue lo único que dijo él. Marta se levantó de la cama y se aproximó Eduardo. Juan los observaba desde la cama mientras descansaba. Ella se puso en cuclillas delante de su sobrino y le quitó la s manos del ariete que portaba. Comenzó a masturbarlo poco a poco y él gruñía y gimoteab a. De golpe y sin pensarlo se metió el pene dentro de su boca y sintió como se le ll enaba con el grandioso glande. Eduardo ya había tenido sexo con alguna mujer, pero nunca le habían hecho una mamada . Sentía como la boca de su tía se tragaba todo lo que podía. Sentía como el ritmo aumen taba y cada vez tenía más ganas de correrse. Ella seguía dándole placer con su boca hasta que sintió que se tensaba el cuerpo de él y la sacó para seguir con la mano. No sabía por qué, pero abrió la boca delante del gran glande y esperó, mientras seguía agitando el pene, que el sobrino soltara todo el co ntenido de sus testículos dentro de su boca. Casi se atraganta al entrarle un gran chorro de semen hasta el fondo de su garganta. Los demás cayeron en su boca y pec hos. Cuando lanzó todos los chorros, ella abrió la boca y mamó un poco más aquel pene. Marta se acostó aquella noche en medio de la cama y a ambos lados tenía a su hijo y por el otro a su sobrino. Aunque sintió un poco de remordimientos por lo que había h echo, los ignoró y disfrutó del recuerdo de la noche de sexo que había tenido y pensó qu e, si no había problemas, podría disfrutar otras tantas de aquellos dos jóvenes machos . Ayudando a mamá para calentar a papá No sabría expresar las sensaciones que me producía mi madre. Mis padres trabajaban p or lo que nuestra situación económica no era mala. Mi madre lo demostraba, dedicaba mucho dinero a cuidar su cuerpo. Pagaba caros tratamientos de belleza y pasaba b

astantes horas en el gimnasio manteniendo su buen cuerpo. De esta manera fue alucinante la madrugada que me desperté y me dirigía al baño. Yo te nía dieciséis años y al pasar por la puerta de la habitación de mis padres pude ver como mi madre cabalgaba sobre mi padre. En la semioscuridad pude ver la hermosa figu ra de ella. No apreciaba como el aparato de mi padre la penetraba, pero en pleno éxtasis se echó hacia atrás y pude ver el contorno de sus hermosos pechos. No los obs ervé durante mucho tiempo, pero la paja que me hice después fue muy gustosa. Desde aquel día ella era la fantasía que usaba para satisfacerme a solas. Incluso cu ando me estrené un año más tarde con una chica de mi edad, use la imagen de mi madre e n el momento de correrme. La verdad es que su cuerpo me gustaba y me excitaba mu cho. Meses más tarde mi madre se hizo unos arreglos de cirugía estética. Siempre pensé que er a preciosa y no necesitaba hacerse nada, pero las mujeres de más cuarenta años siemp re piensan que sus cuerpos no son bonitos aunque la verdad es que, estén como estén, todas están muy apetecibles. Como veis me gustan las maduras y sobre todo mi madre. Además, no sé si será algún trast orno o no, me gustan de todo tipo, de tetas gordas o pequeñas, de culos gordos o c hiquitines en fin, me gustan todas, tal vez lo que más me atraiga de ellas sean las caras, sin son bonitas el resto no me influye tanto. Pero lo que más me atrae es el morbo que me produzca la relación. En más de una ocasión he imaginado que amaba a m i vecina del quinto, una mujer de cerca de cincuenta años, algo rellenita y bajita , pero con unos ojos preciosos y unos labios carnosos que tiene que ser una mara villa chupando. Imaginaba que me pedía un favor y para agradecérmelo me daba una bue na mamada y acabábamos en la cama En fin, que siempre imagine situaciones imposible que se hacían realidad. Y cuando cumplí los dieciocho años se produjo una de esas situaciones que siempre pe nsé que no se producirían en la realidad. Como os comentaba mi madre se hizo sus arr eglos y después de un periodo de recuperación, unos tres o cuatro meses, un día que es tábamos solos se acercó a mí. -Hijo, qué te parece como me ha quedado el cuerpo. tenía puesto una bata y la abrió an te mí para mostrármelo. La miré de arriba abajo. Solo llevaba unas bragas y un sujetador. Se había quitado a lgo de grasa de la barriga y estirado su piel teniendo una barriga liza sin ningún tipo de michelín. Se quitó la bata y se giró para que pudiera ver como le había quedado su redondo culo. Se puso unas prótesis para levantárselo, con lo que le quedó un culo firme, redondo y respingón como a mi padre le gustaba, a mí también. Entonces se quitó el sujetador y me mostró los pechos. Se puso otras prótesis para rellenarlas un poco más y elevarlas, supongo que por su edad ya empezaba a descolgárseles. -Te las has puesto preciosas. le comenté.- Pero sigo pensando que has corrido un r iesgo innecesario al meterte en un quirófano para eso nada más -Ya lo sé, pero tengo una edad en que como no esté bonita puede que tu padre se fije en otra Al final resultaba que su problema era de inseguridad. Era una mujer bonita, su cuerpo siempre fue precioso y excitante, era inteligente y culta, tenía independen cia económica en fin, lo tenía todo para no tener problemas y sin embargo le asustaba la idea de que su marido la fuera a dejar por otra más joven, pues más bonita o mej or era difícil de encontrar. Es de suponer que en aquel momento en que ella me mostró su cuerpo para que le die ra mi opinión, desarrollé un poco más mi memoria fotográfica. Intenté con todas mis fuerza s memorizar su cuerpo para después recordarlo a la hora de hacerme una paja. Pero todo cambió en el mes de julio. Como todos los años marchamos a la casa que ten emos en el campo. Era grande y tenía un hermoso jardín con piscina. Mi padre iba y v enía a la ciudad pues aún no estaba de vacaciones. Mi madre seguía con su culto al cue rpo y, después de nadar un buen rato para mantener su forma, tomaba el sol. Recuerdo un día ya por la tarde en que estábamos en la piscina los dos. Mi padre se había marchado el día anterior a la ciudad y tardaría dos o tres días en volver. En aque lla urbanización los terrenos de cada finca eran bastante grandes y los jardines t enían bastante privacidad. En casa solamente estábamos mi madre, yo y la señora que li mpiaba y preparaba la comida, así que mi madre decidió tomar el sol desnuda. -Cariño ven un momento. me llamó mientras se posaba en una tumbona que había al sol. L

legué a ella. - ¿Te importa si me desnudo para tomar el sol? -No - le respondí para nada, has lo que quieras. No esperó a que me retirara, se levantó, se desabrochó el cordón que tenía a su espalda y se quitó la parte de arriba del bikini. Después se agarró el filo de las braguitas y ráp idamente las bajó para sacar sus pies y quedarse totalmente desnuda. Yo la observé d urante todo el tiempo. Ya había visto sus pechos, pero me sorprendió el cuidado aspe cto de su pubis. Tenía un triángulo de pelos al comienzo de su raja y parecía que el r esto estaba bien depilado. -¿Te gusta? me sacó de mis pensamientos su voz. -Eres preciosa - fue lo único que se me ocurrió decir, me dí media vuelta y me tiré al ag ua un poco avergonzado. Pensaba en lo bonita que era mi madre y la suerte que tenía mi padre. Salí a la supe rficie y furtivamente la miraba. Realmente me excitaba el cuerpo de mi madre, ad emás era preciosa y entonces mi imaginación empezaba a volar. La imaginé allí esperando que saliera del agua y que me acercara a ella, me bajara el bañador y me empezara a mamar la polla. Me estaba excitando con mis pensamientos y mi imaginación no par aba de provocarme. Ahora la imaginaba sobre la tumbona colocada a cuatro patas, con su pecho apoyado en el asiento y su culo ofreciéndome perfectamente su hermosa raja para que mi pene la penetrara. ¿Cómo sería la sensación de penetrar a tu propia ma dre? Entonces salió Laura para avisarnos de que ya estaba la cena preparada. Ya eran la s ocho y media de la tarde. Mi madre se puso una pequeña bata que llevaba y entram os juntos en la casa. Yo me quité el bañador que tenía mojado y me puse un pantalón de p ijama corto que tenía en mi habitación, mientras bajaba por la escalera sentía como mi pene se movía hacia todos lados como el badajo de una campana cuando tañe. Mi madre estaba sentada en la mesa lista para comer. Me senté y empezamos a comer. Ella estaba con la bata de la piscina, así que debajo no debía llevar nada. Se le m arcaba en la tela los pezones de sus hermosas tetas. Aquella visión me empezó de nue vo a excitar. No sé si era la edad o que me pasaba, pero cada vez me excitaba con más frecuencia ante la visión de mi madre. Cuando acabamos de comer, nos levantamos para llevar los platos sucios a la coci na pues Laura ya se había marchado hasta el día siguiente. No me acordé de que no llev aba puesto calzoncillos, me levanté y mi erección quedó patente. -¡Vaya como has crecido, hijo! me dijo ella mirándome al abultado pantalón. -Perdona - le dije a la vez que me sentaba para ocultar mi erección. -No te preocupes hijo, eso es normal sobre todo a tu edad - me dijo para tranquil izarme lo que hay qué saber es lo que te ha provocado tal erección - y esas palabras me pusieron más nervioso. Ella se marchó a la cocina y yo esperé a que bajara la cosa. Volvió y se inclinó desde e l otro lado de la mesa para coger mis platos. No sé si lo haría queriendo, pero su b ata estaba algo abierta y pude ver como sus hermosos pechos colgaban y se bambol eaban con sus movimientos. Más excitado me puse. -Me voy a la ducha. me dijo y se marchó subiendo las escaleras. Me levanté después de esperar un rato a que ella subiera y mi erección no se podía disim ular. Subí y entré en mi baño para ducharme. Me desnudé y me miré en el espejo. El cuerpo de mi madre me había excitado tanto que aquello requería medidas urgentes. Entré en la ducha y comencé a masturbarme mientras el agua caía. No tardé mucho en lanzar varios chorros de semen y quedarme relajado. Acabé de ducharme y me tumbé en la cama pensando en mi madre. Aunque era mi madre, m e sentía muy excitado con ella. No sólo era por su cuerpo, no sabía si era por el morb o de que fuera mi madre y que en ese momento me encontraba con ella a solas. Podía insinuarme e intentar tener algún tipo de sexo con ella Pero no, era mi madre Y si ella no quería, qué podía pasar, qué podía pensar mi padre, porqué ella se lo diría y ya no algún tipo de castigo, no, si no que ya no podría mirarlo a la cara. Decidí no pensar más, me puse de nuevo el pijama de antes y marché al salón para ver un poco la televisión. Cuando entre me encontré a mi madre sentada con el mando buscand o algún canal que ver. -Hola cariño, ven siéntate aquí. me dijo golpeando el asiento para que me pusiera a su lado. - ¿Te he avergonzado mucho antes? -No es que no me di cuenta de cómo estaba y

-No digas nada, - me calló poniendo un dedo en mis labios a tu edad es normal siemp re he cuidado mi cuerpo para tu padre y no pensé que tú eres mi otro machito Mi madre estaba esa noche preciosa, se había maquillado ligeramente para resaltar sutilmente lo más bonito de su cara. Además hablaba de forma tan sensual que me tenía hipnotizado. Permanecimos viendo la televisión por un buen rato hasta que ella dec idió marcharse a su habitación. Hice lo mismo que ella. Acostado en mi cama pensaba en mi madre. La recordé cuando años atrás la vi follando con mi padre. Empecé a excitarm e de nuevo. Entre pensamientos caí en un profundo sueño. Al despertar por la mañana me sentía excitado. Sin duda algo erótico tenía que haber soñad o. Mi pene estaba totalmente erecto, al estar bocabajo froté mi pene contra la cam a para darme algo de placer. Me levanté y oriné en el baño. Después perdió su dureza y se tranquilizó. Bajé a la cocina y ya estaba allí Laura preparando la comida. Ya eran las once de la mañana. Mi madre hacía sus ejercicios en el agua y salí a saludarla. Nadaba de espald as y podía ver sus pechos sobresalir de la superficie. Me fijaba en su hermosa fig ura. Me senté en una tumbona para acabar la tostada que estaba comiendo y no apart aba la vista de ella, era muy hermosa. Llegó a la parte de la piscina donde yo me encontraba y salió del agua sentándose en el filo. Me daba la espalda y me fijé en su hermosa figura, su cuello fino, sus hermosos hombros, su marcada cintura, sus he rmosas caderas y su redondo culo era una diosa. Sobre las dos de la tarde llegó mi padre. Nos saludó y Laura nos sirvió la comida en e l jardín. Estábamos los tres en la mesa, ellos se hacían cariños y vino a mi mente la im agen de los dos follando de unos años atrás. Seguramente esa misma noche lo harían y s e me ocurrió que podía espiarlos para ver a mi madre como montaba a mi padre. Pero e ra una idea algo difícil de llevar a cabo, con lo que la dejé de lado. Era viernes, así que Laura se marchó a medio día para volver el lunes. Estuvimos bañándono s por la tarde en la piscina y recibí la llamada de mi buen amigo Lorca. Según me co ntó llegaría a la urbanización al día siguiente y quedaríamos para intentar pasarlo bien, le habían regalado un coche y podíamos movernos por los pueblos cercanos en busca de marcha. Sobre las nueve y media de la noche decidimos ir a comer a un restaurante. Nunca habíamos estado allí y la verdad es que nos gustó el sitio. Después de cenar decidieron que podíamos ir a una discoteca. No me hacía mucha gracia, pero como eligieron un p ueblo en el que no conocía a nadie, no me importó. La música sonaba y fui a por unas copas. Me esperaron en una mesa y yo los veía como se decían cosas al oído y como se hacían cariños. Llegué con las bebidas y al poco mi mad re me pedía que le acompañara a bailar, mi padre me animaba. Nunca imaginé que mi madre se moviera de aquella forma. Movía su cuerpo y no había hom bre en la sala que no se fijara en su cuerpo. Entonces paró la música disco y empezó u na balada. Ella no me dijo nada, se acercó a mí y me rodeó con sus brazos por el cuell o. Por un momento pensé que me iba a besar pues su boca se acercaba cada vez más a mí. -Agarra a tu madre y bailemos. me dijo dándome un beso en la mejilla. Se pegó bastante a mí y me sentí excitado por la proximidad de su cuerpo. La rodeé con m is brazos por la cintura y sentía su cuerpo, mi pene empezó a tomar vida. Apoyé mis ma nos en su espalda y podía sentir como empezaba la redondez de su culo. Sus pecho s e apretaron contra mí y ella apoyó su cabeza en mi hombro. Me encantaba bailar así con ella y se me hizo muy corta la canción. Volvieron a poner música disco y nos separa mos para volver a la mesa cogidos de las manos. -Me ha gustados veros bailar. dijo mi padre cuando llegamos. -Ya te lo dije, lo mejor es esto. dijo ella y eso no lo entendí. -Bueno qué, ¿volvemos a casa? mi padre lo preguntaba pero comenzaba a levantarse. Salimos y nos montamos en el coche. Por el camino ellos reían y estaban divertidos . Llegamos a casa y, después de meter el coche y dejar las puertas en orden, nos s entamos otro rato a hablar en el salón. Mi padre sirvió tres copas de ron que traía de Cuba en cada viaje. -Jorge, - comenzó a hablarme mi padre sabes que hay muchas maneras de amar a una p ersona. me decía y pensé que el alcohol lo puso filosófico Pues resulta que a mí hay una cosa que me gusta en el tema sexual. -Ya tienes dieciocho años, ya eres un hombre - dijo mi madre y no entendía bien por d onde iban. Te vimos con tu amiga Claudia el día que os dejamos solos.

-¿Nos visteis? pregunté aunque siempre imaginé que de no habernos visto, lo hubieran i maginado. -No os vimos mucho, pero fue bastante para saber lo que hacíais. comentó mi padre. p ues hay una cosa que queríamos contarte veras - no se atrevía a contarme lo que fuese. -Cariño, - dijo mi madre a tu padre lo que le pasa es que se excita cuando otro ho mbre me hace el amor Los dos me miraban expectantes para ver mi reacción. Yo los miré y agradecía la confia nza, pero no llegaba a alcanzar a que venía esa extrema confianza. Al ver mi reacc ión, mi madre se decidió a seguir hablando. -Hace ya algún tiempo en que descubrimos que no podíamos hacer el amor pues tu padre no se excitaba como no fuera cuando me imaginaba con otro hombre. me confesaba y buscaba siempre mi comprensión ante lo que me contaba para seguir hablando. Desd e hace seis meses ya no se excita, por esto me operé, para ver si se recuperaba, p ero no ha causado efecto Los dos estaban sentados juntos y se agarraban nerviosamente las manos, me estab an confesando cosas muy privadas de una pareja, de la pareja formada por mi padr e y mi madre. No sabía bien que pensar. Soy abierto de mente e imagino que en una pareja puede ocurrir todo lo que quieran los dos, así que lo único que se me ocurría e s que quisieran que buscara algún amigo mío que les sirviera. -Creemos continuó mi madre - que si me ve tener relaciones con otro hombre delante de él puede que recupere la fuerza en su aparato. -¿Queréis que os presente a algún amigo mío? les dije yo. -Nada de eso - dijo mi padre y mi madre acabó la frase por él. -Nunca sería capaz de hacerlo con alguien a quien no conociera - bajó la mirada como avergonzada Hemos pensado en ti - y antes de que yo pudiera decir nada Sólo si tu q uieres ya no sabemos que hacer. -Tranquilo hijo, piénsalo con calma - dijo él. Los dos me miraban como si no existiera otra solución, implorando mi ayuda. Entonc es analicé la situación. Por un lado mi padre parecía impotente y necesitaba ver como lo hacía su mujer, pero no le gustaba que la follara cualquiera. Mi madre lo amaba mucho y estaba dispuesta a entregarse a otro, pero no quería un desconocido, así qu e estaba dispuesta a hacer incesto para excitar a su marido, o era ella la que s e excitaba al hacerlo con su hijo de todas maneras mi madre estaba muy apetecible y me calentaba mucho. -Entonces me proponéis que le haga el amor a mamá ¿no? los dos asentían con la cabeza Pa ra que papá se excite. sus cabezas se movían a lo unísono Y cuando esté excitado me quit o para que él continúe. -No, no - dijeron los dos a la vez. -Nada de eso. continuó mi madre Lo haremos por completo, él nos mirará y si funciona v eremos lo que pasa, pero contigo lo haré hasta el final. Me resultaba extraño escuchar a mis padres hablarme de sexo y sobre todo de hacerl o conmigo, pero la verdad es que me estaba excitando. Pensar en el cuerpo de ell a me ponía caliente, tener la posibilidad de follármela me ponía cardiaco. -Vale, - les dije probemos. -Entonces ven. me hizo levantar de donde estaba sentado. Mi padre se colocó en una silla apartados de nosotros, en un rincón y mi madre puso música y me hizo bailar con ella. Se agarró a mí como antes lo hizo en la discoteca, p ero ahora su boca buscó mi boca y nuestras lenguas comenzaron a jugar. Puse mis ma nos sobre su culo y sentía su redondez y firmeza. Estábamos luchando en un fuerte be so y nuestras manos recorrían nuestros cuerpos. Entonces ella se volvió y apoyó su cul o contra mi erecto y abultado paquete, moviéndose para calentarme. -Acaríciame - me pedía agarrando mis manos y colocándolas en sus tetas. toca a tu madre - y una de las dos la llevó hasta su entrepierna. Yo mordía su cuello a la vez que la acariciaba. Ella me agarró por las caderas para frotar su hermoso culo por mi polla. Con una de las manos levantó su falda y coloq ué la mano sobre sus bragas. La acaricie y ella abrió un poco las piernas para que p udiera tocarla bien. Con mis dedos apreté sobre las bragas y sentí el bulto de los l abios. Busqué el filo de las bragas y metí la mano dentro para buscar su raja y la e ntrada de su coño. Con mis dedos jugando con su clítoris y mi boca besando y mordiendo su cuello, ell

a no paraba de gimotear. Por momentos se iba poniendo más caliente y notaba como s u coño estaba más mojado. Mi dedo entraba entre los labios de su coño y se colaba por su vagina sin ningún tipo de problema y notaba como brotaban más flujos. Ella se des abrochó la camisa que llevaba y la abrió para que le tocara las tetas. Se bajó las cop as del sujetador y pude tocar sus erectos pezones. Tenía unas tetas firmes. -Sigue, me estás volviendo loca. me decía mientras mis manos la acariciaban No pares , me voy a correr Pensé que lo decía para excitar a mi padre, pero la verdad es que al momento se conv ulsionaba y gemía por el orgasmo que estaba sintiendo. -¡Aaaaaah, me corro! empezó a gritar. ¡Dale placer a tu mami! Miré a mi padre que en un rincón de la habitación se empezaba a acariciar su pene. No perdía detalle de lo que hacía su mujer. Entonces la giré para que viera como mi mano estaba en su coño, y como se corría conmigo. Parece que aquello le gusto y empezó a ac elerar su masturbación y su pene empezó a crecer. -Déjale ahora a mami que te dé placer. Se separó de mí y se quitó la camisa y la falda que tenía. Apareció ante mí con una lencería xcitante. Toda de negro, tenía los pechos fueras por encima de las copas del sujet ador. Unas bragas negras cubría su hermoso coño y sus largas piernas estaban cubiert as por dos medias que sujetaban un portaligas. Los altos tacones de sus zapatos realzaban su hermosa figura. Se acuclilló delante de mí, me desabrochó los pantalones y los dejó caer, me bajó los calzoncillos mientras yo acababa de quitarme mi camisa y mi erecto pene apareció ante ella. -¡Qué buen aparato! dijo al agarrarlo y empezar a pasar su lengua a todo lo largo de él. Miré a mi padre que se masturbaba sin dejar de mirar como su mujer mamaba a su hij o. Sentí como el calor de su boca rodeaba a mi polla por todos lados y como con un a mano jugaba con mis huevos. Puse una mano sobre su cabeza, la acariciaba y aco mpañaba su movimiento. El placer era grande y tenía ganas de correrme, pero tenía que darle más espectáculo a mi padre. Le quité la polla a mi madre de la boca y ella la si guió con deseo de seguir mamando. La levanté y me agaché para bajarle las bragas. Se las quité y su coño estaba a la altura de mi boca. Me acerqué y lo besé. Estaba mojad o por el orgasmo anterior y pude saborear sus flujos. Ella agarró sus labios con a mbas manos y me ofreció su raja abierta para que la chupara. Saqué la lengua de mi b oca y busqué su clítoris. Lo lamí con deleite. Mi madre gimoteaba de nuevo y su cadera se movía al ritmo de mi lengua. Sus piernas empezaron a temblar por el placer. Me levanté y la hice sentar, le abrí las piernas y seguí chupando su raja de arriba abaj o. -¡Aaaaaah, me gusta! ¡Sigue, has que me corra! ella gemía y me hablaba mientras mi len gua recorría toda su raja parando en su clítoris para darle más placer. Vi como de su coño salía una riada de flujos cuando tuvo otro orgasmo. No paré de lame r su clítoris hasta que me pidió que la penetrara. Agarré mi polla y la llevé a su raja, la froté por toda ella y paré en la entrada de su vagina. La miré a los ojos. -¡Folla de una vez a tu madre! me pidió. Dejé caer el peso de mi cuerpo sobre ella y mi glande empezó a entrar separando las paredes de su vagina. Estaba tan mojada que apenas opuso resistencia su coño a la entrada de mi polla. Mientras comenzaba a moverme sobre ella para penetrarla, mi padre se colocó tras nosotros para ver bien como la polla de su hijo daba placer a su mujer. Ella daba grandes gemidos y clavaba sus uñas en mi culo marcándome el ri tmo que debía imprimir a mis penetraciones. Saqué la polla de ella y la coloqué a cuatro patas y mirando a su marido que estaba en el otro lado del sofá, de forma que quedaron uno frente al otro. La penetré por d etrás. Entraba en el coño de mi madre y ella gemía con placer. Yo tenía ganas de correrm e, pero mi madre aún no lo había hecho. Mi padre tenía la polla totalmente tiesa y se masturbaba a poca distancia de su mu jer mientras yo la penetraba. No tardó mucho en correrse entre gemidos lanzando le che que cayó en el suelo y sofá. Entonces mi madre al ver como se había corrido su mar ido empezó a sentir que le llegaba el momento. -¡Más rápido! ¡Me corro! Empezó a gritar entre gemidos y obedecí como buen hijo imprimiéndole toda la velocidad y la fuerza que mi juventud me permitía. No tardó mucho en comenzar a gemir con gra

ndes gritos y a correrse. -¡Yo también me quiero correr! le dije. Con mis palabras acabó de correrse mientras yo aceleraba para intentar correrme mi entras mi padre nos miraba. La saqué rápidamente y ella se sentó en el suelo para que me corriera en su boca. Entonces mi padre se sentó junto a ella y abrió la boca para que le diera a él algo de mi semen. Mi madre lo miro. -Esto es lo que de verdad me gusta. le dijo a ella. Ella miró hacia mí y empecé a descargar semen. El primer chorro fue a parar a la garga nta de mi madre y el resto de mi corrida la repartí entre los dos. Empezaron a bes arse y lamerse las bocas para tomar toda mi leche. Él intentó chupármela, pero mi madr e no le dejó, se la retiró y me la mamó por un buen rato. Descansamos en el sofá y después hablamos de lo ocurrido. Entonces mi padre confesó qu e lo que le había excitado realmente no era que follara a su mujer, si no verme fo llando. Al final lo que realmente le atraía eran los jóvenes, hasta esa noche en que su hijo y su mujer habían tenido una relación incestuosa no fue capaz de darse cuen ta. A partir de ese día cambiamos las habitaciones, mi padre dormía en mi cama y yo empecé a dormir, y a follar, todas las noches con mi madre. TodoRelatos.com © RasmaronPor fin el sueño de mi vida, mi madre Ya habían pasado tres años desde que tuve mi primera experiencia con mi tía Ángela, siem pre recordaré como lo hicimos en el jardín. Yo había cumplido ya los dieciocho años y aún seguía obsesionado con mi madre. Hoy en día, después de muchos años, no he conseguido sa ber el motivo de la excitación que me producía pensar en tener a mi madre en mi cama y poder amarla. Desgraciadamente mis padres se habían separado un años antes, una desgracia que hacía que ella y yo pasáramos mucho tiempo solos, aumentando mi obsesión. Desde la separac ión, mi madre se encerró en su casa y apenas salía. Yo estaba en los últimos años del inst ituto y le pedía ayuda con los estudios. Ella es Diplomada en Enfermería y es bastan te inteligente. Cuando no estaba trabajando en el hospital, estaba conmigo en ca sa. En esos momentos juntos la sentía como mi novia. Casi todas las tardes las pasábamos juntos estudiando, nos sentábamos en una gran mesa que teníamos en una habitación que habilitamos como cuarto de estudios y allí yo estudiaba mis materias y ella hacía a lgunos papeles o cosas del trabajo. Pero cuando más disfrutaba es cuando me ayudab a. Se sentaba a mi lado y se ponía muy cerca para leer los libros o apuntes. Enton ces sentía su perfume y sentía el calor de su cuerpo, sentía el roce de su cuerpo con el mío y a veces pasaba un brazo por detrás de ella y la rodeaba levemente, ella se acomodaba a mi abrazo y alguna vez apoyaba su cabeza en mi hombro y yo la besaba en la frente. Durante algunos meses todo iba perfecto, mi madre me ayudaba y yo disfrutaba del amor platónico que tenía con ella. Un día estaba yo estudiando y ella se duchó. Cuando la oí acabar la avisé para que me ayudara con una cosa que no entendía, bueno, sí la ent endía pero quería tenerla cerca de mí. Recuerdo cuando la vi entrar con una camiseta q ue le cubría hasta medio muslo. Sus pechos se marcaban en la tela y marcaba perfec tamente sus pezones. Se sentó a mi lado y me inundó el aroma de las cremas que utili zaba para cuidar su piel. Se abrazó a mí y comenzó a hablarme. Yo estaba hipnotizado c on su voz y la verdad es que no sé la razón por la que la primera vez que me miró a la cara le di un beso en los labios. Mi madre quedó un poco paralizada por aquello y yo bajé mi mirada en señal de arrepent imiento. Se levantó y se marchó de allí. Continué en la habitación y pensaba en las consec uencias de mi acción. No estaba seguro si mi madre se había enfadado, pero lo más prob able es que nunca más quisiera ayudarme y no disfrutaría de su compañía. Lamenté lo que ha bía hecho, a fin de cuenta era mi madre y por mucho que me atrajera nunca podría ama rla como mujer y no es que ella fuera mojigata, es que era mi madre. Sentí que mi amor había estallado en pedazos por mi acción. -A comer Enrique. me llamó la voz de mi madre que sonaba como siempre. Entré en el comedor con algo de miedo sin saber en que actitud la encontraría. Parecía normal, al menos de momento se comportaba como siempre. Comimos y la verdad es que hablamos menos de lo normal, a fin de cuentas yo estaba avergonzado por lo q ue hice y ella prestaba más atención a un programa que veía todas las semanas. Cuando se acabó la cena, recogimos todo.

-Me voy a acostar - le dije con un tono de vergüenza. -No, - dijo ella vente al salón y vemos la película que he traído. Me agarró por la mano y me llevó hasta el salón. Me sentó en el sofá y preparó todo para ver la película. -¿Quieres palomitas? me preguntó y marchó a prepararlas. Cinco minutos después regresaba con un buen bol de palomitas y se sentó junto a mí. Em pezó la película y entre ella y yo estaban las palomitas. Me tranquilizó la actitud de mi madre y parecía que no estaba enfadada. -Oye, a ti te cuesta menos trabajo coger las palomitas y comes más que yo, cambiem os de postura. me dijo en tono divertido. Yo estaba en un lado del sofá y ella apoyó su espalda contra mi pecho y mis brazos l a rodearon, ella tenía las palomitas en la suyas y las piernas encima del sofá. Apoyó su cabeza contra mí y de nuevo volvía a sentir su perfume. Ya no sentía vergüenza por lo que hice, si no que estaba desconcertado. No sabía si mi madre quería actuar como s i no pasara nada o si lo que quería era lo mismo que yo. Cómo fuera disfruté abrazándola y sintiéndola. Se acabaron las palomitas pero ninguno de los dos nos movimos para cambiar de postura, es más, creo que ninguno quería cambiar. Estábamos tapados con un a manta pues hacía frío y sentía aún más la calidez de su cuerpo. Creo que es la mejor película que he visto en mi vida y no por ella en sí, no, si no por tener a mi adorada madre todo el tiempo abrazada. Y no penséis que mi madre t enía un cuerpo de escándalo, era más bien normalita. Tenía el pelo castaño y rizado, sus o jos verdes y su cara era bonita. Respecto al cuerpo tenía un para de tetas bien pu estas, más bien pequeñas, pero bien firme a su edad. Tenía en aquel tiempo cuarenta y dos años y no se conservaba mal. Tenía un poquito de barriguita que la hacía aún más apete cible y un redondo y gran culo que descansaba sobre dos fuertes piernas. Cuando terminó sentí ganas de poner otra para no despegarme de ella, pero al día sigui ente ella tenía que ir a su trabajo y a mí me esperaba el instituto. Tenía la esperanz a de que al día siguiente volviera a disfrutar de su compañía. Así que ella se estiró sobr e mí y sentí como su cuerpo se rozaba con el mío. -Bueno, vámonos a la cama. dijo ella. Nos levantamos y apagamos todo, comprobamos que la casa quedaba en condiciones y después me dirigí a mi habitación para descansar, miré a mi madre que estaba en la puer ta de su habitación y me dispuse a entrar en la mía. -¿Por qué no duermes conmigo? Hoy hace frío. escuché la voz de ella. No dije nada, me volví y la seguí hasta su cama. Ella se metió, se tapó y me miraba. -Voy a por un pijama - le dije. -No hace falta, con nuestros cuerpos calentaremos la cama. dijo ella y empecé a ex citarme Mira - y sin que viera su cuerpo se quitó la ropa que llevaba. Aquello ya me hizo actuar de forma automática. Me quité la ropa que llevaba y me metí en la cama con los calzoncillos. Me acerqué a ella para abrazarla, mi pene bajo la tela quería ser liberado. Ella puso su mano en mi pecho. -Enrique - empezó a hablar y no sabía bien que decir verás Desde hace algunos meses esto y sintiendo algo extraño por ti. hundió la mirada al avergonzarse No sé que me pasa hac e un año que tu padre y yo no separamos y puede que sea que te veo como a él y por e so me confundo no sé bien lo que me pasa -Mamá, no te preocupes. Hace varios años que me tienes loco - y en ese momento levantó la cabeza con una mirada de extrañeza No me mires así, estas muy buena y en este últim o año que hemos vivido solos me he ido enamorando de ti poco a poco. Antes sentía at racción física por ti y poco a poco te he ido queriendo cada vez más como mujer. Mi madre quedó muda, no sabía que decir. Entonces alargué una de mis manos y acaricié su cara. Ella me besó la mano y después me abracé a ella para mirar sus ojos verdes de c erca. Nos acariciábamos y nos mirábamos simplemente, nada más. Durante un buen rato es o fue lo único que hicimos. Pasé uno de mis brazos por debajo de su cabeza y me incl iné para besarla. Mis labios encontraron los suyos y nos besábamos suavemente. Con la otra mano reco rría su cuerpo. Ella me abrazó y nos acariciábamos. Bajé mi mano y acaricié sus pechos des nudos. Noté su firmeza y aquellos pezones duros que tiempo atrás me alimentaron. Dejé su boca y mordí su cuello a la vez que mi mano se posaba en sus caderas y noté que n o tenía bragas. Tenía a mi madre como siempre soñé, en mis brazos, desnuda y dispuesta a tener sexo conmigo.

-Cariño, túmbate y déjame ver como has crecido - dijo y me empujo para que me pusiera b oca arriba. Déjame ver Me retiró los calzoncillos y mi pene saltó. Ya me había desarrollado y la verdad es qu e mi pene era digno de ver. Mediría unos dieciocho centímetros y tenía un glande basta nte gordo que les gustó bastante a las chicas con las que hice el amor alguna vez, además estaba totalmente recta y eso le atrajo a mi madre. -Vaya cómo ha crecido mi niño. dijo y con la mano la agarró y me bajó el pellejo para qu e saliera el glande Qué cabeza más buena tiene. Mi madre estaba totalmente lujuriosa, muy excitada por tener sexo pues hacía más de un año que no lo tenía y, además, le excitaba enormemente tenerlo con su hijo. Su exci tación crecía por momentos. -¡Dios, qué buena polla! nunca la había escuchado hablar así y me excitó a mi también Per a cariño, pero estoy muy excitada y hablar así me encanta -A mí también me gusta que me digas esas cosas. -Pues poséeme y hazme todo lo que se ocurra, necesito sentirme mujer - hablaba sin dejar de acariciar mi pene. -Dime lo que deseas y te lo daré. le dije tocando uno de sus pechos. -Necesito que me comas la almeja y yo me comeré tu hermoso pepino. -Trae tu coño a mi boca. le pedí. Se giró sobre mí y, abriendo las piernas sobre mi cabeza, colocó su hermosa y peluda r aja de forma que pudiera meter mi lengua en ella. Sentí como su boca se iba tragan do mi polla, el calor de su saliva la mojaba toda. Sentí como su lengua recorría mi recta y erecta polla y como jugaba con mi glande. Abrí su raja con mis dedos y levanté la cabeza para que mi lengua entrara en su raja . La escuché gemir cuando puse la punta sobre su clítoris y rápidamente llegó una inunda ción de flujos del interior de su vagina. Lamí la raja de arriba abajo mientras ella tragaba y jugaba con mi polla. -No puedo más, necesito que me la metas. decía entre gemidos de placer. -Ordéname como quieres que te folle. -Házmelo a cuatro, como la perra en celo que soy hoy para ti - me dijo bajándose de mí y poniéndose de tal postura en el filo de la cama. Ven aquí semental mío Era delicioso verla. Nunca imaginé que mi madre pudiera ser tan lujuriosa. Si ante s me excitaba pensando en hacerle el amor, la realidad superaba a mis sueños más exc itantes. Tenía apoyado el pecho sobre la cama y su espalda se curvaba para que su culo quedara en posición de que yo, desde atrás, atacara su coño y la penetrara. Me le vanté y me coloqué detrás de ella. Podía ver su redondo culo y agarré los cachetes para se pararlos. Allí tenía mi dos agujeros, los que siempre había deseado, abajo la entrada de su vagina que ella me ofrecía separando los labios y un poco más arriba el esfínter de su ano, prieto y oscuro. Me incliné y empecé a pasar mi lengua por su ano. -¡Dios, como me gusta eso! gritaba entre gemidos - ¡Dame más! Yo separaba todo lo posible sus cachetes e intentaba meter mi lengua en su ano, empujándola contra su esfínter. Ella no dejaba de gemir y retorcerse. -¡Dale más placer a tu puta madre! estaba como fuera de sí - ¡Fóllame ya cabrón! ¡No me hag sufrir! Llegué a asustarme pues nunca imaginé a mi madre así. Dejé su culo y me puse de pie, aga rré mi rígido mástil y lo dirigí a la entrada de su vagina que chorreaba gran cantidad d e flujos. Pasé mi glande por su raja, parando para frotar bien su clítoris. -¡Métela ya de una vez! me ordenaba. Empecé a empujar y mi glande separaba las paredes de su vagina a su paso a la vez que ella resoplaba por el placer. Poco a poco la metía hasta que entró toda y mis hu evos golpearon su culo. Empecé a imprimir ritmo a mis penetraciones y ella no para ba de dar gemidos. -¡Tienes a tu madre loca con esa polla! me decía para excitarse y me excitaba también a mí ¡Dale fuerte al coño caliente de tu madre! Aceleré mis penetraciones y vi como agarró con fuerza las sábanas al sentir que un org asmo la invadía. Aceleré todo lo posible y ella dejó de gritar, pero su cara mostraba el inmenso placer que estaba sintiendo. -¡Aaaaaah, me corro! soltó el grito liberando el placer que retenía su sexo y de nuest ros genitales caía los abundantes flujos que salían de ella - ¡No pares de follarme, d ame más! me gritaba y yo aceleraba.

Mi madre se retorcía de placer y mi cadera golpeaba violenta y rápidamente contra su culo en embestidas que nos daban cada vez más placer. Mi polla aparecía blanca por el batir de los abundantes flujos. -¡Para, me estoy mareando! me dijo si muchas fuerzas - ¿Tú no te corres? -No, tengo que darte más placer. le contesté mientras aflojaba el ritmo de las penet raciones. Ven, súbete sobre mí. Me tumbé en medio de la cama boca arriba, mis huevos y parte de mi polla estaban b lancos por los flujos. Mi madre se miró el coño y también lo tenía blanco. Cogió unas toal las húmedas y limpió nuestros genitales. Después abrió las piernas y se sentó encima de mi polla pero sin metérsela. La puso entre los labios de su raja y se movía para rozar la contra su clítoris. -Me has dado mucho placer. me dijo. -Gracias, yo también he disfrutado mucho. -Y cómo es que no te has corrido, aguantas mucho. -Sí, normalmente me hago muchas pajas, hoy en concreto me he hecho dos, por eso ag uanto más. y sentía mucho placer con el roce de su coño. -Ya has follado antes con otras mujeres, ¿verdad? me dijo ella y yo no sabía bien qu e era lo que quería. -Sí ¿Te importa? -Para nada, mejor, así sabes como dar placer a tu madre y me estas volviendo loca. y veía como su cara comenzaba a cambiar pues ya iba sintiendo placer con el roce e n su clítoris y ¿por qué no me cuentas como fue tu primera vez? -Puede que te sorprenda - le dije pues fue en la piscina con mi tía Ángela como ya co nté. -Dime, cómo lo hiciste - hablaba y su voz reflejaba el placer. -Mi primera vez fue con tita Ángela en la piscina y con quince años. se paró en seco. -Será puta la tía, follarse a mi niño siendo un menor - su cara se volvió totalmente sens ual tenías que habérmelo pedido a mí primero, yo te hubiera enseñado -Desde los doce años estoy loco por follarte y hoy se está haciendo realidad mi sueño. le dije y me incorporé para besarla en los labios. -Pues cuéntame como te follaste a la puta de Ángela - hablaba y mientras se levantó par a meterse mi polla en su coño. -Pues resulta que estábamos en el chalet que tienen en el campo y nos quedamos sol os - seguí contándole. Mi madre me escuchaba y me follaba a la vez, por momentos la sentía más excitada y m ientras ella me cabalgaba yo acariciaba sus pechos y su culo. - entonces me tumbó en una toalla y, como tú y yo ahora, se metió mi polla y empezó a fol larme - le contaba la historia. Mi polla no paraba de entrar y salir en su coño. Ella estaba cada vez más excitada y se metía en la historia que le contaba. Ella gimoteaba de gusto con mi historia. Podía sentir los redondos cachetes de su culo que acariciaba. Veía sus pechos con aq uellos pezones erectos y oscuros. Se inclinó hacia mí y comencé a chuparle los pezones . -¡Aaaaah, mámame cariño! me decía y mi polla no paraba de penetrarla. Seguí contando mi historia y se excitaba cada vez más, entonces, cuando creí que estab a apunto de correrse por los gemidos que daba y su hermosa cara mostraba el plac er que sentía, la abracé contra mí y le hablé suave al oído acelerando mis penetraciones. - y entonces aceleré mis penetraciones para correrme dentro de ella - su cara estaba descompuesta por el placer y a punto de correrse - como ahora lo voy a hacer den tro de ti - le dije esto penetrándola lo más rápido que podía y empezó a correrse Espérame e voy contigo Le empuje la polla para que le entrara toda dentro y salió el primer chorro de sem en. Los dos gemíamos y gruñíamos por el placer entre espasmos de placer. Nos relajamos y mi polla aún estaba dentro de ella, lanzando las últimas gotas de semen. Los dos, sudorosos por la pasión desatada descansábamos abrazados y nos besábamos suavemente. Cuando mi polla se puso flácida, salió y ella se tumbó a mi lado para que durmiéramos ju ntos y abrazados. -Enrique, ¿es verdad la historia que me has contado? -Sí - le dije y no sabía cual sería su reacción. -Pues tendré que hablar con tu tía un día para intercambiar experiencias

No sabía bien que quiso decir con aquella última frase, pero las dos me la explicaro n unas semanas después en aquella misma cama Mamá y yo cuidamos, con placer, de la abuela. Siempre fui un joven tímido. Para mí acercarme a una chica suponía un gran esfuerzo, i maginarse lo que suponía pedirle relaciones sexuales. Pero ello no suponía que no tu viera ganas, todo lo contrario, tenía que masturbarme diariamente para desahogar e l deseo de sexo que tenía y si además sumamos la facilidad con la que se accedía a imáge nes de sexo explícito o sugerentes mujeres, hacían que los deseos me desbordaran. Tenía casi los dieciocho años cuando pude probar el sexo. La cuestión no era que fuese más o menos joven para tener relaciones, la cuestión es con quien las tuve. Todo em pezó un fin de semana en que tuvimos que ir mi madre y yo a casa de mi abuela pues se encontraba algo pachucha. El sábado por la mañana llegamos a casa de mi abuela sobre las nueve. Mi madre la sa ludó y rápidamente se preocupó por si necesitaba algo, si tenía que ir a comprar o qué nec esitaba. Mi abuela, como siempre, insistía en que era una tontería el que nos quedáram os allí. Mi madre se tranquilizó algo cuando pudo comprobar que realmente no estaba tan mal . Ella se llama Marta, es guapa y no tiene mal tipo a sus cuarenta años. Lo que más me ha atraído de ella siempre es su generoso y redondo culo. Puede que sea algo pe rvertido, pero en más de una ocasión me masturbé pensando en que lo hacía con ella. Siem pre era nerviosa ante una situación de enfermedad, pero ver que su madre no padecía enfermedad grave le tranquilizó. Mi abuela cuyo nombre es Antonia, tenía ya los sesenta años. Supongo que su cuerpo e ra como el de todas la abuelas, quién no ha visto a una señora de esa edad en bañador en la playa, pues yo creo que ella era, simplemente, normal. Estaba mala, tenía ma reos y algunos vómitos por una mala gripe que cogió, pero nada grave. Pasamos todo el día con ella, mi madre se ocupó de hacer la comida después de que yo f uera a comprar algo de comida para todos. Mi padre no comería con nosotros pues se había marchado de caza con la asociación a la que pertenecía y estaría sábado y domingo f uera. Por la tarde, estábamos descansando después de comer y me empecé a fijar en mi madre. Yo estaba sentado en un sillón y podía ver a mi madre sentada en el sofá. Se había puest o una bata que le había dejado mi abuela y que le quedaba algo holgada. Al sentars e se le subió un poco y dejó las piernas entreabiertas. Pensaréis de nuevo que soy un pervertido, pero ver sus muslos y como el negro de los pelos de su coño se transpa rentaba bajo los encajes de sus blancas bragas me pusieron muy excitado. Mi pene creció por momentos. Ella no se daba cuenta, o si lo notaba no parecía preocuparle, la verdad es que yo la miraba unos segundos y disimulaba un poco mirando a otro lado para volver a mirarla otro poco más. Mi abuela dormitaba a su lado sin notar nada. Cuando mi lívid o estuvo al máximo no pude aguantar y me marché al servicio para masturbarme. Entré y me coloqué delante del inodoro, me la saqué y empecé a sobarme. Pensaba en la imagen q ue había visto antes y me imaginaba apartar aquella tela y hacerle de todo a su ra ja. Ya estaba a punto de descargar cuando se abrió la puerta del baño. Mi madre se a sustó al verme allí. -¡Ah! gritó y salió del baño. Supuse que me tenía que haber visto por completo, con mi aparato en la mano. No sa bía que me diría cuando saliera de allí. Cuando llegué al salón ella estaba viendo la tele visión. -¿Ya has terminado? me dijo. Ya no aguanto más. y corrió por el pasillo hasta el baño. Cuando volvió del baño se volvió a sentar de nuevo en el sillón. Ambos estábamos de nuevo en las mismas posiciones. Volví a mirarla para ver si continuaba mostrando confian za al sentarse y podía ver sus bragas de nuevo. Ella leía una revista junto a mi abu ela y mantenía la misma postura. Miré hacía la cueva que formaban sus muslos y la bata para ver sus bragas. Me fijé y no se veía nada blanco. Sin darme cuenta mi cara reflejó extrañeza. Me fijé un p oco más y entonces descubrí que ella no tenía la bragas puesta, lo que veía era directam ente los pelos de su raja. Mis ojos se abrieron involuntariamente ante la sorpre sa y la miré rápidamente. Ella seguía leyendo su revista pero tenía una extraña sonrisa. Mi excitación aumentó exponencialmente ante tal situación. Tal vez mi madre se había qui

tado las bragas premeditadamente para ver mi reacción o quizás se iba a cambiar y se olvidó ponerse otras. Fuese como fuese, me excitó sobre manera y tenía que acabar la paja que había empezado antes y no pude terminar por su interrupción. Me levanté inten tando que no se notara el abultado pantalón de chándal que llevaba. -¿A dónde vas? me dijo y parecía como si me recriminara "ya vas otra vez a pajearte". Si vas al baño tráeme las bragas que he dejado por allí. -Vale. fue lo único que se me ocurrió contestar. Mi abuela dormitaba junto a su hija y salí del salón hacia el baño. Pensaba si mi madr e no me iría a interrumpir de nuevo. Entré en el baño y busqué sus bragas. Estaban encim a de la tapa del inodoro, colocadas de forma que la tela que toca directamente s obre su raja se viera. Las cogí y no lo pude evitar. Me las llevé a la nariz y me in vadió el olor de su coño. Mi pene creció más y con pocas sacudidas sentí como mi semen se disparaba contra la tapa. Me limpié y dejé todo en orden. Salí por el pasillo e iba pensando que el tiempo que h abía tardado era más o menos el mismo que echaba en una meada por lo que mi madre no sospecharía nada. Entré en el salón y le entregué las bragas a mi madre. Se levantó y se las puso, no pude verle nada pero estaba claro que había sido una provocación y más cu ando me habló. -Espero haberte ayudado. me dijo con una pícara sonrisa y yo no seguí la conversación. Más tarde preparó la cena y los tres cenamos. Mi abuela se encontraba algo mejor per o estaba muy cansada, así que decidió irse a la cama. Tiene dos dormitorios, uno con una cama de matrimonio y otro, más pequeño, con una cama simple. -Yo dormiré en la cama chica y ustedes en la cama de matrimonio. nos ordenó. Cambiad las sábanas para que no se os pegué nada. Mi madre salió con ella y la ayudó a acostarse. Mientras, yo cambiaba las sábanas de l a cama para que durmiéramos los dos. En el salón estábamos viendo una película, así que en cendí el televisor que mi abuela tiene en el dormitorio y seguí viéndola mientras hacía la cama. -La has puesto aquí bien. dijo mi madre. Apagaré el salón y la vemos en la cama. Mientras ella volvía del salón busqué mi pijama y me metí en la cama. Llevaba varios min utos acostado y ya había calentado la ropa que me rodeaba. Entró mi madre y en un mo mento se desnudó y se puso un camisón de franela para combatir el frío. Se metió en la c ama y sintió el frío de la tela recién puesta. -Qué fría está la cama - dijo y se pegó a mí. Pégate a mí para darme calor - me dijo y nu cuerpos se rozaron. Abrázame que tengo frío. No supe como tomarme aquello. Después de lo que había pasado por la tarde no sabía que pensar. En condiciones normales no hubiera imaginado nada raro, pero después del suceso de las bragas no sabía que hacer. Al final no fui yo el que decidió que hacer, mi pene totalmente erecto por la exci tación necesitaba rozarse con alguien y mi madre se ofrecía para ser abrazada. Pasé mi brazo izquierdo bajo su cabeza y el otro por su barriga. Puse mi pierna derecha sobre ella y me pegué todo lo posible. Mi pene quedó pegado a su cadera y mi madre y yo nos movimos para general algo de calor. Y vaya si se generó. Empujaba mi pene contra su cadera. Era imposible que lo notas e, pero no me importaba bueno hasta que me habló. -Hijo, ese bulto es lo que imagino. me dijo parándose. Me puse colorado y separé mi paquete de ella. Hacerse una paja pensando en tu madr e podía pasar al ser una cosa íntima, pero pasarle el pene por su cuerpo podía ser enf ermizo. -No te preocupes hijo - me dijo tirando de mi brazo para que no me separase. Me h alaga que te excite mi cuerpo nunca imaginé que pudiera levantar la "pasión" de un jo ven. -A mí y a algunos de mis amigos - le dije relajándome y pegándome de nuevo a ella por l a confianza que me daba. Luis siempre dice que estás muy buena. -Vaya con Luisito el día que necesite algo ya sé con quien hablar. Entonces fue ella la que se ruborizó al ver que yo estaba viendo la excitación que l e producía el hecho de poder tener a un jovencito en su cama. Se volvió y apagó la luz . -¿Te sirvió de ayuda la sorpresa que te dejé sobre la tapa esta tarde? me preguntó direc tamente.

-¿Cómo? dije yo intentando buscar alguna respuesta coherente que disimulara lo evide nte. -Sí hijo, sin querer te pillé en plena faena y supuse que el verme sin bragas y deja rlas sobre la tapa te ayudarían a tener el desahogo rápidamente -Bueno es que yo las cogí y -Calla, no te justifiques. me dijo poniendo un dedo sobre mis labios para hacerm e callar. Me encanta que te excites conmigo. Mi pene se puso más duro al escucharla y me apretujé contra ella un poco más. Subí mi pi erna un poco y sentí en mi rodilla los encajes de la tela de sus bragas. Abrió un po co sus piernas y mi rodilla calló entre ellas un poco más. Imaginé que ahora estaría toc ando su raja y sentí otra subida en mi excitación. Subí mi mano derecha por su costado hasta llegar a la altura de su pecho. Moví un poco la pierna para que mi rodilla subiera y bajara un poco sobre ella hac iéndole presión. Ella miraba al televisor mientras me dejaba que me rozara. Subí la ma no por la redondez de su pecho derecho y noté el bulto que le formaba el pezón erect o. No me miraba, simplemente se dejaba hacer. Ahora bajé con mi mano por su barriga y me detuve para ver su reacción. Seguía mirando el televisor. Mi mano izquierda la posé sobre su hombro y, moviéndonos un poco, emp ecé a bajarla entrando por el escote del camisón para buscar su pecho. Me movía ligera mente para que mi pene se frotara contra ella. Con los dedos de la mano derecha empecé a recoger la tela del camisón de forma que f ue subiendo, dejando al descubierto sus bragas, hasta que el filo de la tela lle gó a mi mano. Comencé a bajar por su vientre para tocar su sexo. De repente se movió y se puso de lado, pero no se quejaba por la situación. Mi mano izquierda entraba ahora sin ningún problema por su escote y comencé a tocar sus pechos. Tenían un buen volumen y busqué sus pezones. Los dos estaban totalmente erectos. No sé si aquella situación le gustaba, pero lo que si sabía era que la estaba excitando. Pegué mi pene contra su culo. Era delicioso sentirla. Me movía levemente presionando mi bulto contra ella ayudado por mi mano derecha que se aferró a su cadera para p oder hacer más presión con cada movimiento. Sentí que poco a poco su respiración se acel eraba. Acerqué mi boca a su cuello y le di un pequeño mordisco. Dio un pequeño gemido de placer y dobló el cuello para ofrecérmelo más. Solté sus caderas y bajé las manos para volver a buscar su sexo. Esta vez sus pierna s se abrieron un poco para que mi mano entrara por debajo de sus bragas. Acaricié el pelo de su pubis y bajé hasta que noté sus húmedos labios. Puse mi mano sobre su ra ja y la frotaba a la vez que mordía su cuello. No aguantó más, se puso boca arriba y abrió las piernas de par en par para ofrecerme s u sexo por completo. Cada vez estaba más mojado por la excitación y ella llevó su mano derecha para buscar mi pene que encontró duro para su disfrute. Sentía a mi madre q ue me masturbaba. Se sentó en la cama, se quitó el camisón de una vez y se volvió a tumbar. Saqué la mano de debajo de su cuello y llevé mi boca hasta uno de sus pezones. Comencé a chuparlo y ella me acariciaba la cabeza con la mano izquierda mientras la otra no dejaba de sobar mi pene. Los dedos de mi mano derecha encontraron la húmeda entrada de la v agina de mi madre y empezaron a tocar todo lo posible, haciendo que ella se reto rciera de placer. No pudo más, se levantó y me ordenó que me acostara boca arriba, me quitó los calzoncill os y ante ella apareció mi pene más duro y grande que nunca. Lo agarró con una mano y lo acarició. En un momento se quitó las bragas y abrió las piernas para sentarse sobre mí, colocando mi miembro entre sus labios, pero no dentro, si no debajo. Sentí como me mojaba con los flujos que salían de ella cuando empezó a mover las cader as y a pasar su raja por encima de mi pene. Se inclinaba hacia delante para que mi glande rozara bien su clítoris y veía como su cara expresaba placer. Intentaba no emitir sonidos para no despertar a su madre, pero algún leve gemido no lo podía con tener. Yo estaba en un sueño, mi madre estaba sobre mí rozando nuestros sexo para darnos pl acer. Veía sus dos hermosos pechos moverse al ritmo de sus caderas y alargué una man o para acariciarlos. Sus pezones estaban muy grandes y erectos, sin duda disfrut aba de esa noche incestuosa.

-No puedo más - le dije intentando no chillar por el placer que estaba sintiendo. -Descarga tranquilo, esta fuera de mí. dijo ella. Fue como una orden. De momento sentí como mi semen recorría todo mi pene y comenzaba a salir en grandes chorros. Ella lo vio y se excitó. Empezó a rozarse más rápidamente y la vi que su cara se descomponía por el placer del orgasmo que acababa de sentir. Permaneció sentada sobre mí un rato recuperando el aliento y podía ver como mi pene s obre salía de entre sus labios y pelos cubiertos por la mezcla de mi semen y sus f lujos. Se levantó y buscó toallas húmedas en uno de los cajones. Se limpió primero ella. Después se recostó a mi lado para limpiar mi pene cada vez más flácido. Cada vez que pasaba la mano por mi glande, me daba un espasmo de placer que ella notó. -Todavía te da gusto - me dijo y no paraba. -Sí, sigue un poco más Continuó acariciando mi glande y a los pocos minutos volvía a ponerse dura en su man o. Yo alargué mi mano izquierda e intenté meterla entre sus piernas que abrió al senti rme. Busqué de nuevo su entrada y la empecé a acariciar. De nuevo volvía a humedecerse y eso hizo que me excitara otra vez. -Con tu edad se reacciona rápido a los estímulos. comentó. Lástima que no tenga ningún pr servativo para que me penetraras - y continuó acariciándome. Me masturbaba y yo estaba en la gloria. Los dos jugábamos con el sexo del otro dándo nos placer. Madre e hijo en una incestuosa masturbación que la hacía más excitante. -No puedo más. dijo mi madre y se levantó. ponte detrás de mí. me indicó. Ella se colocó a cuatro patas y me coloque detrás de ella. Podía ver su hermoso y redo ndo culo, como los pelos rodeaban aquella maravillosa raja que ella mantenía abier ta con dos dedos. -Mete tu polla aquí. me ordenó. Me acerqué torpemente y empujé contra su culo como si mi pene fuera a entrar sola, e ntonces sentí los dedos de mi madre que me guiaban a su sexo. Sentí un delicioso cal or en la punta de mi glande y como sus dedos quedaban a ambos lados de él. No hizo falta que me dijera nada, instintivamente empujé con un movimiento de mis caderas y sentí como mi pene era envuelto por el calor de la húmeda vagina de mi madre. -¡Ah, que bueno! dijo en un susurro intentando no hablar fuerte. - Sigue cariño, métem ela varias veces para que se lubrique bien, ah después intentaremos algo que nunca he hecho con nadie ah, ah. Estaba en la gloria, nunca había penetrado a una mujer y mi excitante madre me dio todo su sexo esa noche. Sentí que me iba a correr y aceleré las penetraciones agarr ando a mi madre por la cintura, pero ella puso una mano en mi pecho y echo el cu lo adelante sacando el pene de ella para que no la penetrara más. -Para cariño, no queremos que me preñes. dijo y su cara de excitación se mezclaba con cierta preocupación. Ahora te voy a dar algo que nunca le he dado a nadie mi culo. Se tumbó boca abajo en la cama y separó los cachetes. Yo la miraba expectante por lo que ella quería que hiciera. -¿Ves el agujero de mi ano? -Sí mamá. -Primero escúpeme en él y luego súbete sobre mí para meterla ahí, pero hazlo despacio que eso duele mucho, pero la recompensa será que me llenes con tu leche por dentro. No sabía bien que es lo que quería pero intenté hacer lo que ella me pedía. Escupí en su c ulo y ella con una mano lo extendió. Me subí sobre ella y su mano, al igual que en s u coño, me dirigió hasta sentir mi glande contra ella. -Despacio cariño. me susurró con un tono que indicaba que empezaba a sentir dolor. D eja caer tu cuerpo sobre mí, mete un poco y para. Así lo hice, dejé caer mi peso sobre ella y sentí que mi glande, mojado por los flujos de su coño, empezó a separar su esfínter y a entrar en ella. Soltó su culo y clavó las uñas en la almohada al sentir un quemazón en su culo al ser forzado por encima de su t amaño normal. -¡Despacio! ¡Despacio, por favor! Moví lo que le había introducido dentro para ver si le daba algo de placer. Sentí como su culo apretaba mi glande como queriendo cortarla para que no le entrara más. Veía a mi madre bajo mi cuerpo, su hermosa espalda y su precioso cuello. Me lancé sobr e el cuello y comencé a mordisquearlo.

-¡Sigue así, eso es! ¡Méteme un poco más! Mientras no paraba de mordisquear su cuello y su nuca apreté con mi cadera un poco más mi pene contra ella y empezó a entra, paré y la metía y sacaba un poco. Por el plac er de mis mordiscos, ella se relajó y su esfínter también, haciendo que la penetrara s in dolor, al contrario, ella empezó a gozar de la enculada que le daba su hijo. Su s gruñidos de dolor empezaron a cambiar por grititos de placer. Sentí como mi pene e ntraba por completo en su culo y comencé a moverme para follarla. Ella gemía con su boca contra la almohada para intentar no hacer mucho ruido mientras yo le besaba y mordía el cuello y la nuca, acelerando el ritmo de las penetraciones en su culo . Se llevó una mano al coño y comenzó a masturbarse el clítoris mientras mi pene la tala draba. Sus gemidos eran cada vez más grandes y me producían una gran excitación. -¡Correte ya cabrón! ¡No puedo más! ¡Me corro! Me decía por el placer y para provocarme para que descargara dentro de su culo. Y funcionó, sentí de nuevo que mi semen recorría mi polla y se lanzaba a lo más profundo d e mi madre. Ella gemía y movía su culo por el placer. -¡Así, oh como me gusta! ¡Nunca imaginé que esto fuera tan bueno! Yo no podía hablar, las pocas fuerzas que tenía las gastaba en mover mi pene en su c ulo para acabar de darme gusto y vaciarme por completo dentro de ella. Quedé encim a de ella con mi pene en el interior de su ano. Poco a poco fue menguando hasta que me tumbé al lado de ella. Me besó por primera vez en los labios para agradecerme el placer y se puso de rodillas para limpiarme. -Se me sale. dijo extrañada. Se puso una toalla húmeda bajo su culo y mi semen comenzó a salir de él. Dejó salir todo lo posible y se limpió, después me limpio a mí y los dos quedamos dormidos abrazados y desnudos. Por la mañana me desperté y me vestí para ir al salón. Mientras me iba acerc ando podía escuchar a mi madre y abuela hablar. Me quedé paralizado cuando escuché a m i abuela decir "la próxima vez que lo hagáis por lo menos cerrar la puerta que me tu ve que masturbar al oíros", así que ella nos escuchaba y no le importaba lo que estába mos haciendo, es más, no le excitó. Entonces se me ocurrió que mi abuela me podía ayudar en otro momento que se encontrara mejor a darle placer a mi madre. Y lo conseguí, pero eso se contará en otro momento. TodoRelatos.com © Rasmaron SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! Enamorando a mi madre Me llamo Ramón, tengo veinticinco años y quisiera compartir con ustedes mi historia. Mi madre y yo vivimos solos desde siempre, mi padre la dejó en cuanto se enteró que estaba embarazada. Cuando hablamos del tema ella se pone triste, pero se alegra de que todo haya pasado ya. Me tuvo con dieciocho años y luchó para sacarme adelante con la ayuda de mis abuelos . A los pocos años consiguió un buen trabajo y todo fue mejor. La verdad es que nunc a me ha faltado de nada, es algo que le agradeceré por siempre. Pero en este relato os quiero narrar cómo el amor por mi madre se convirtió en una r elación sexual que a ambos nos satisface y cómo acabamos por compartir todo. No soy bueno describiendo, así que os diré lo que más me excitaba de mi madre. Tenía tre inta y seis años cuando ocurrió todo, una mujer madura con un cuerpo apetecible, no era gorda ni excesivamente delgada, tenía unas caderas anchas y un buen culo, era alta de pelo moreno y rizado, sus pechos eran grandes, su cara era preciosa. Yo había cumplido los dieciocho hacía unos meses y ya hacía algún tiempo que mis hormona s me pedían relaciones con mujeres. Siempre he sido tímido y entrar en contacto con el sexo contrario me suponía un gran esfuerzo. Sin saber bien por qué me empecé a fija r en mi madre y poco a poco se despertaba un deseo cada vez más grande de poseerla . Desde siempre hemos tenido mucha confianza para hablar de cualquier tema, pero últ imamente me sentía cohibido al hablar con ella. Lo notaba y muchas veces dejaba de hablarme. Era extraño pues cada vez me daba más vergüenza que me viera desnudo y cuan do ella, con toda naturalidad, iba por la casa en ropa interior me ruborizaba y me excitaba al verla. Pero cuando caí en la cuenta de lo que pasaba fue el día que me dijo que saldría con u n compañero del trabajo a dar una vuelta, se había separado de su mujer y era muy bu

en amigo, quería hablar con él por si necesitaba ayuda. Entonces fue cuando noté que m e enfurecía que mi madre fuera con otro hombre. Ella salió sobre las diez de la noche y volvió sobre las cuatro de la madrugada. No os podéis imaginar los pensamientos que llegué a tener durante el tiempo que ella es tuvo fuera. La imaginaba liada con aquel tipo en el coche en cualquier escampado como una vulgar prostituta. Cada momento que pasaba hacía que me enfadara más con e lla. ¿Cómo podía abandonar a su hijo para irse a follar con cualquiera? Cuando llegó yo ya estaba dormido, pero a la mañana siguiente me levanté siendo bastan te desagradable con ella. Estaba tontamente enfadado con ella y cualquier cosa s e la echaba en cara, por tonta que fuera. Ella estaba perpleja y yo necesitaba s aber si había follado con el otro, no sé la razón, pero tenía que saberlo. Tras una disc usión tonta le dije de la forma más desagradable posible. -Claro, tú te vas a liarte con cualquiera y me dejas aquí solo - Ella se quedó de piedr a y en ese momento comprendí lo que pasaba. Perdona - le supliqué abrazándome a ella. Durante unos segundos ella no sabía que decir y yo sólo permanecí en silencio abrazado a ella, sintiendo la calidez de su cuerpo y su olor, ese olor que siempre tenía y que en aquel momento me embriagaba y comprendí que me había enamorado de mi madre. -¿Qué te pasa cariño? me preguntó. -No lo sé - le contesté abrazado a ella. siento celos de que salgas con otros hombres -No tienes que preocuparte, tu madre siempre te querrá más que a nadie - dijo esto y tenía la preocupación de que me hubiera enamorado de ella. Ahí quedó la conversación, mi preocupación no había desaparecido pero no sabía como averigua r si tuvo relaciones con el compañero. Todas mis dudas desaparecieron cuando dos día s después hablando me contó que aquella noche estuvo hablando con su compañero y lo co nvenció para que volviera con la mujer. Mi preocupación desapareció, pero descubrí algo peor, me había enamorado de mi madre, y no es que simplemente no quisiera que sali era con otro, no, es que desde ese momento quería estar con ella y tenerla todas l as noches en mi cama. Cuando reconocí el problema y lo acepté, tenía que buscar una solución. Una sería pasar de mi madre, convertirme en un hijo desagradable y egoísta para que ella no me hicie ra ningún caso y no me diera cariños. Lo intenté un día y no pude durar más de dos segundo s, cuando me preguntó que "qué me pasaba" mirándome con esos dos ojos verdes y dulces, no pude contestar otra cosa que "que era tonto" y la abracé y la besé en la mejilla . Noté que en aquellos días ella, al igual que yo, tenía más vergüenza por mostrarse desnuda ante mí. En este sentido los dos parecíamos adolescentes, bueno yo lo era, pero ell a volvía a serlo. Ya cuando se duchaba salía vestida del baño o bien muy tapada. Cuand o sin querer nos pillábamos vistiéndonos, nos ruborizábamos. Ese cambio de actitud hiz o que mi corazón albergara esperanzas. Yo cada vez salía menos con mis amigos e intentaba ayudarla en todo lo posible. Lo que más gracia le hacía era el impulso de "macho alfa" que me brotó. Cada vez que ell a me hablaba de algún hombre me producía una subida de testosterona y casi me ponía a orinar por las esquinas cual perro que marca su terreno. Eso a ella le hacía graci a y después me confesó que a veces lo hacía queriendo para verme hecho todo un "machit o". A mí me gustaba salir a comprar e ir con ella agarrada de mi brazo. Se notaba que ella era mayor que yo, pero en realidad ella no aparentaba su verdadera edad, co n lo que algunos imaginarían que era mi novia y se morirían de envidia. Creo que a e lla también le gustaba salir conmigo, la veía orgullosa cuando íbamos caminando. Yo es taba bastante desarrollado con esa edad, además iba a un gimnasio y era musculoso, con lo que formábamos, en nuestras mentes, una buena pareja. Un viernes por la tarde me decidí a invitarla a salir. Fue como si se lo pidiera a una extraña. Pasé todo el día pensando que decirle. Dos o tres veces lo intenté, pero m e eché atrás por vergüenza. Creo que ella lo estaba notando y pensándolo después, creo que ella jugaba conmigo. -¿Salimos esta noche? le dije en un momento que no venía a cuento. -¡Por fin te decidiste! fue su contestación. ¡Claro cariño! Daremos una vuelta, nunca he mos salido de noche juntos Estaba nervioso pensando donde llevarla para que lo pasara bien. En las discotec as se podía bailar, pero quería hablar con ella. Si la llevaba a un lugar demasiado

romántico se asustaría. La verdad es que no sabía que hacer. A las diez de la noche nos vestimos para salir. Cuando la vi me enamoré más de ella. Estaba preciosa con sus ropas y su maquillaje. No solía maquillarse, pero cuando lo hacía aumentaba su belleza, además sólo se maquillaba en ocasiones especiales, con lo que me llenó de orgullo verla. Su vestido ajustado le aumentaba la hermosura de su cuerpo. Salimos y ella decidió ir a cenar a un restaurante. Durante la comida hablábamos de todo un poco y me sentía muy a gusto con ella. Después me llevó a un pub de música clásica . Nunca me gustó mucho este tipo de música, pero si la mujer que te gusta te lo pide , la verdad es que no importa la música que suene mientras hablas con ella. Tomamos varias copas y seguíamos hablando de cosas sin importancia. Entonces me pi dió que la llevara alguna discoteca para bailar un poco. Media hora después entramos en una y tras pedir una copa, nos fuimos a bailar a la pista. Aquella noche mi madre estaba preciosa, pero cuando empezó a bailar ya no pude más. Ver su maravillos o cuerpo moviéndose de forma sensual al ritmo de la música me estaba volviendo loco. Disfrutábamos ajenos a la gente que nos rodeaban. Nos sentamos a descansar en una mesa y fui a pedir más copas. No me había fijado en la expectación que mi madre había levantado en la pista, pero en la barra me encontré a mi amigo Juan que me preguntó. -¿Qué pasa Ramón? ¿Quién es la tía buena que te has ligado? -¿Te gusta? le dije. -¡Jo tío! ¡Esta para mojar pan! se había puesto caliente con mi madre. ¡Esa quiere que te la folles! ¡Ya me contarás mañana! se marchó con el grupo de amigos que estaba. Mientras esperaba que me pusieran las copas, miré como Juan se reunía con los demás y después todos mis amigos se volvieron para levantar las copas y brindar por la tía q ue me había ligado, incluso alguno hizo gestos de follar indicándome que le diera du ro. Pensé en las palabras de Juan "¡Esa quiere que te la folles!" En otro momento me hub iera enfadado con él, pero no sabía que era mi madre y su observación alentó más mis ganas de estar con ella. ¿Sería posible que ella también se sintiera atraída por mí, por su hij o? No sabía que pensar, pero estaba disfrutando de su hermosa compañía y no quería que a cabara. Cuando cogí las copas y me dirigía a la mesa, vi que mi madre estaba hablando con un tipo. Por la actitud de mi madre, que estaba a la defensiva, imaginé que la estab a incordiando. -¿Qué pasa? dije dejando las copas en la mesa. -Nada, me ha pedido fuego y ya se va. dijo mi madre. -Le he pedido a tu fulana que baile conmigo ordénaselo tú. estaba algo bebido y muy a gresivo. No me dio tiempo a decir nada, sin previo aviso lanzó su mano derecha y me golpeó en el pecho. No sé si fue mi musculatura que estaba en tensión o la cantidad de adrena lina que circulaba por mi cuerpo en aquel momento que no sentí ningún dolor. Amortigüe el golpe y mi puño derecho salió como un rayo para impactar sobre su mentón. El tipo cayó de espaldas sobre el suelo y antes que tocara el suelo uno de seguridad lo co gió por los pelos y doblándole un brazo se lo llevó en volandas para sacarlo. Toda la discoteca se fijaba en nosotros. Yo permanecía de pie en tensión y mi madre me abrazó y me pidió que me tranquilizara. Un momento después, el responsable de la di scoteca nos pidió disculpas y nos comunicó que lo habían puesto en manos de la policía. Un agente habló con nosotros por si queríamos poner una denuncia, pero después de habl ar decidimos no hacer nada y marcharnos. Todo el viaje de vuelta a casa me estuvo preguntando si me llevaba a urgencias p ara que me vieran el golpe. Yo le insistía en que no y la verdad es que no me dolía nada, es más estaba orgulloso de recibir el golpe por defender a mi amada madre. E ntramos en casa y nos sentamos en el salón a hablar. -Yo que esperaba bailar una canción lenta contigo. me dijo. -Eso esta hecho - contesté y me levanté para poner música. Bajó la intensidad de la luz y disfruté de su visión cuando se acercaba a mí con sus bra zos por delante para abrazarme y bailar. Los sentí pasar por ambos lados de mi cab eza y rodearme por los hombros. Puse mis manos en su cintura y disfruté de cada co ntacto con su cuerpo. Muchas veces antes habíamos bailado en fiestas e incluso alg

una vez solos en casa, pero aquella vez era más maravillosa y más excitante. Pegó su c uerpo al mío y puso su cabeza sobre mi pecho, donde había recibido el golpe y me dio las gracias por defenderla. La abracé y nos movimos al ritmo de la música, dejé caer un poco mis manos y acariciab a levemente su culo, a cada momento me excitaba más y mi amor por aquella mujer au mentaba como aumentó el tamaño de mi pene. Seguimos moviéndonos al ritmo de la música ha sta que acabó la canción. Nos separamos un poco y ella me miró a los ojos. Yo deseaba besarla, pero como reaccionaría ella sentí miedo de que me rechazara y en ese momento de duda, ella se separó de mí. -Vamos a ver que tienes en el pecho. me dijo agarrándome de la mano y llevándome por el pasillo hasta mi habitación. Me quitó la camisa y lanzó insultos al ver el moratón que me había provocado el golpe. M e giró hacia la luz para verme mejor y acariciándome el pecho parecía que estaba hipno tizada. Su mano recorría todo mi pecho, no sólo el lugar del golpe, pasaba de un pec toral a otro como admirando mi joven cuerpo. Pasé una de mis manos por su cintura y acaricié su espalda y fui bajando para sentir la redondez de su culo. Me miró a los ojos y de golpe me soltó. De forma precipitada se dirigió a su habitación y cerrando la puerta se tumbó en la cama. Entré con cuidado y la vi toda hermosa sob re su cama. Me senté en el filo y le mostré mis sentimientos a ella. -Mamá - dudaba en hablar. desde hace algún tiempo me siento atraído por ti. No quiero q ue te enfades conmigo, pero no sé por qué no puedo controlar este sentimiento sé que er es mi madre y no está bien, pero no puedo evitarlo. -Eso es lo malo - me dijo volviéndose para mi con los ojos humedecidos por las lágrim as. hace dos semanas que también me siento atraída por ti. Me tumbé junto a ella y los dos nos mirábamos y hablábamos sin tocarnos. Sus preciosos y húmedos ojos verdes me miraban. Su hermoso cuerpo descansaba sobre la cama y su dulce aroma a perfume hacía que aunque mi mente dijera que aquello no era posible , la deseara aún más. -Cristina te quiero. era la primera vez que la llamaba por su nombre y era para d eclararle mi amor. Te deseo necesito amarte. seguí diciendo y me acerque para besar la. -Ramón esto es una locura - me dijo en tono triste y nuestros labios se unieron en un leve y dulce beso. Mi cuerpo temblaba por la sensación de besar a mi madre. Me aproximé más y ella se pus o boca arriba. Acaricié su pelo negro y aparté algunos mechones de su cara en un ges to de cariño. Pasé mi mano por su mejilla para quitar las lágrimas y bajé mi boca para b esarla de nuevo. Di un beso en sus labios que encontraron respuesta y seguí dando pequeños besos a los que ella correspondió. No pude más, con mi mano rodeé su cintura y mis labios dieron un beso más largo e inte nso que de nuevo era correspondido por los suyos a la vez que me rodeaba con sus brazos. Abrí la boca un poco y mi lengua buscó la suya. Mientras nuestras salivas s e mezclaban mi mano acariciaba su cuerpo. -Te amo Cristina. -Y yo a ti. Nos estuvimos besando durante un buen rato. Ella me acariciaba y yo a ella. Dejé s u boca y mordisqueé su cuello. Ella gruñía al contacto de mis labios y su cuerpo se re torcía bajo el mío. -¡Para, por favor! me pidió. -No puedo, te amo y quiero que seas mía. -No corras cariño esto es difícil para mí. -Lo imagino, pero sólo deseo tenerte en mis brazos no sé el por qué, pero es mi único des eo. -Me voy a duchar y después nos acostamos. me dijo y después de darme un beso en la b oca se metió en el cuarto de baño. Entré en mi habitación y cogí unos calzoncillos que imaginé le gustaría a mi madre y me du ché. Salí solamente con un pantalón de pijama, unas zapatillas y los calzoncillos, com o era primavera y no hacía frío no me puse nada arriba para provocar a mi madre. -Ya has acabado. me dijo al entrar en mi habitación. -Sí. le dije y la agarré por la cintura y le di un cariñoso beso en los labios. Me agarró de la mano y me llevó por el pasillo hasta su habitación. Me acostó en medio d

e la cama boca arriba y me ordenó "mírame". La obedecí y me moría por tener aquella muje r madura en mis brazos cuando se quitó la bata que llevaba puesta. Su cuerpo lo cu bría con un salto de cama rosa y transparente en el que se marcaba los oscuros pez ones pues no tenía puesto sujetador. Su sexo estaba cubierto por unas braguitas ro sas y se notaba el negro de los pelos. No hay que decir que mi pene se disparó con aquella visión. Ella se subió en la cama h asta colocarse a mi lado. Los dos estábamos deseosos de tener sexo y ya habíamos dej ado de lado los perjuicios de ser madre e hijo. Me dio un profundo beso en el que nuestras lenguas jugaban y entre risas ella re tenía mis manos para que no pudiera tocarla. Bajó por mi cuello besándome y dando pequ eños mordiscos que me ponían cardiaco. -Hace más de dieciocho años que no hago el amor con un hombre, - dijo mi madre con e l tono más lascivo e incitante que nunca escuche. y si es mi hijo el que me ha de amar, quiero disfrutarlo al máximo. Siguió besando y lamiendo mis pechos y mi pene se marcaba aún más en el pijama. Me sol tó los brazos y una mano la puse sobre su cabeza para acariciar su pelo, la otra a cariciaba su cuerpo e intentaba llegar a su culo. Bajó por mi barriga y jugó con mi ombligo. La veía y ella me miraba con sus hermosos o jos y con el deseo dibujado en su cara. Agarró mi pantalón y me los quitó. Quedé en calz oncillos expuesto a las caricias de aquella lujuriosa mujer que era mi madre. No tengo un miembro de película porno, pero esa noche por la excitación se marcaba u n hermoso pene en los calzoncillos. Mi madre lo besaba por encima de la tela y p asaba su mano acariciándolo levemente. Sentí algo de vergüenza en el momento que de mi pene salió mi semen mojando la tela. -Lo siento mamá. le pedí disculpas. -No te preocupes cariño, yo me he tenido que masturbar en la ducha por lo caliente que me puse antes cuando me besaste. me besó en la boca y me quitó los calzoncillos . Buen tamaño - dijo al vérmelo. Fuimos al baño y en el lavabo me lavó los genitales. La veía reflejada en el espejo, c on mi pene en una mano y limpiando con la otra, con aquellas ropas que me volvían loco. Entre la visión de su cuerpo y las caricias que me daba al lavarme, mi pene volvió a crecer y ponerse duro. -Ya estás listo de nuevo. me dijo mirándome en el reflejo del espejo. Demasiado rápido , estás muy excitado, te desfogaré para que me dures más al hacerme el amor. Se acuclilló delante de mí y acarició mi pene que empezó a alcanzar su máxima dureza. Echó e l pellejo que cubría mi glande hacia atrás y con su lengua lo lamió jugando alrededor de él. Nunca había sentido tal placer. Mi madre hacía mucho tiempo que no lo hacía con n ingún hombre, pero seguro que ha visto muchas películas en la soledad de su habitación para hacerme el trabajo que me hacía. Sentí como el calor de su boca rodeaba mi pene y se lo introducía todo lo que podía de ntro. Con movimientos rítmicos me la chupaba y yo me sentía en la gloria. Puse mis m anos en su cabeza y la acariciaba en señal de agradecimiento. A veces acompañaba su movimiento y otras yo le marcaba la velocidad. Como fuera no tardé más de diez minut os de sus succiones en sentir que me iba a correr. -Ya viene - puede decir. Ella se levantó y nos pusimos mirando al espejo. Me masturbó con la mano y yo acaric iaba su culo totalmente excitado y con ganas de soltar mi semen. Estaba totalmen te tenso cuando salió el primer chorro que dio contra el espejo. Mi madre aceleró el ritmo excitada al ver la corrida y un nuevo chorro salió con menos fuerza. Le ind iqué que aflojara el ritmo y mis piernas temblaban mientras salían las últimas gotas d e semen. Lo más rápido que pudo me volvió a limpiar el pene y me ayudó a ir a la cama. Me tumbó y s e acostó a mi lado. La miré y nos abrazamos para besarnos. La besaba y acariciaba to do su cuerpo. Estaba en la gloria al cumplir mi deseo, tenía a mi madre en mis bra zos y cuando me repusiera la follaría. Ella me besaba y acaricié su coño. Estaba total mente mojado. -¿Quieres que te devuelva el favor? le dije. -¡Por favor, lo deseo! Se puso de rodillas en la cama y se desnudó por completo. Ahora podía ver perfectame nte sus dos tetas con sus duros y erectos pezones. Sus aureolas pequeñas y oscuras

me volvían loco. Ella se inclinó y me las ofreció. Besé sus pezones y la tumbe boca arr iba. Su hermoso y blanco cuerpo lo tenía para mí entero. Con una mano acariciaba su barri ga sintiendo su suave piel y la besé. Ella me acariciaba y se entregaba a mí. Bajé por su cuello que besé levemente. Bajé la mano y comencé a tocar los pelos de su pubis. Mi lengua jugaba con unos de sus erectos pezones cuando las piernas de ella se a brieron para ofrecerme su sexo. Con mi mano separé los pelos y busqué la entrada. Mi lengua rodeaba su pezón y después pasaba al otro. Ella acariciaba mi cabeza con u na mano y mi espalda con la otra. Conseguí separar los labios de su sexo e introdu je un dedo para explorar aquella húmeda cueva mientras mi boca chupaba con ganas u no de los pezones. Me indicó como debía tocarla para no hacerle daño y poco a poco la fui haciendo gozar. Me levanté y me coloqué boca abajo entre sus piernas. Ella se abrió los labios y yo m etí mi lengua. Sentí por primera vez el sabor de mi madre y mi cabeza daba vueltas p or la excitación y no poder creerme lo que me estaba pasando. Pasé mi lengua por tod a su entrada y encontré su bultito. Me dediqué de pleno a lamer y jugar con él. Me pid ió que le metiera a la vez un dedo en su vagina y así lo hice. Se retorcía de placer a l sentir como mi lengua daba un masaje a su clítoris mientras mi dedo la follaba. -Se que me voy arrepentir de esto, pero necesito que me hagas el amor. me dijo y no pude negarme a tal invitación. Mi pene estaba totalmente erecto de nuevo así que me puse entre sus piernas y ella me dirigió un poco para que la penetrara. Sentí como su mano me lo agarraba y lo di rigía a su vagina. Sentí el calor de los flujos que salían cuando mi glande empezó a sep arar los labios e introducirse poco a poco en su interior, envolviendo todo mi m iembro cuando entro en toda su longitud. Ni en mi mejores fantasías imaginé la sensación y la excitación que me producía aquel húmedo sexo que pertenecía a mi madre, que me besaba y mordía por la excitación que le produ cía mis penetraciones, arañándome la espalda con un abrazo desesperado por sentirme más dentro de ella. Yo mordía su cuello a la vez que movía mis caderas para que mi duro ariete le diera todo el placer posible. Ella levantó las piernas y me rodeo la cintura para que su hermoso sexo quedara ex puesto a mis envestidas. Bajé mis manos y agarré su redondo y prieto culo para que m i ritmo fuera más rápido. Aceleré mi ritmo al máximo cuando sentí como mi madre gemía al ten er su primer orgasmo y no paré hasta que su cuerpo se aflojó y quedó rendida de placer . Se la saqué de inmediato pues casi eyaculo por el placer de poseerla. Quedamos los dos tumbados y sin aliento en la cama, sólo tuvimos fuerza para agarr ar nuestras manos y mirarnos. Podía ver el placer que reflejaba la cara de mi madr e. Hacía mucho tiempo que no la penetraba nadie y con la excitación de ser penetrada y por su propio hijo, le arrancó el orgasmo rápidamente. Dos minutos después volvíamos a estar abrazados y besándonos. Sus olores, sus sabores, todo en mi madre me excitaba y, ya que no me había corrido con ella, mi pene esta ba duro y listo para el trabajo. -¿Te gusta mi culo? me preguntó. -Sí, con locura. -Pues métemela por detrás. Se puso a cuatro patas sobre la cama, al filo y me indicó que me pusiera detrás. Me acerqué a ella y su mano volvió a agarrar mi miembro y me dirigió a su vagina. Empujé a una orden de ella y la penetré hasta el fondo de una vez pues estaba totalmente mo jada. Veía sus hermosos cachetes y como mi pene se perdía entre ellos, hundiéndose has ta que mis testículos golpeaban su entrada. Sólo se escuchaban nuestros gruñidos de excitación y los golpes de nuestros cuerpos en un frenético acto sexual. Acariciaba sus cachetes. La agarraba por la cintura a v eces para acelerar las penetraciones. Cuando sentía que me iba a correr aflojaba e l ritmo. Ella se fue rindiendo al placer que sentía y dejó caer su cuerpo en la cama . Se colocó bien y la veía boca abajo ofreciéndome su sexo para que siguiera penetrándola. Me coloqué sobre ella y mi pene se introdujo entre sus piernas hasta encontrar su mojada entrada, penetrándola sin ningún problema. Ella levantó un poco el culo para q ue la penetrara mejor y sus gruñidos se volvieron pequeños gritos cuando comencé a mor der su nuca. Había encontrado un pozo de placer que hizo que gimiera y gritara cua

ndo alcanzó el orgasmo con mis penetraciones y mis mordiscos en su nuca. Clavó las uña s en las sábanas y gritó todo lo que pudo cuando llegó al clímax. De nuevo tuve que hace r un esfuerzo para no correrme y ella me pidió que lo hiciera. -No, - contesté. quiero que tengas otro orgasmo más. -Entonces túmbate boca arriba que te voy a montar. La obedecí y ella se abrió de piernas sobre mí y de nuevo su mano dirigió mi pene hasta que se sentó sobre él y le entró todo. Era la manera que más me gustaba para hacerle el amor. Podía ver su cara de placer al entrar en ella, veía como sus pechos se movían al ritmo de las penetraciones y de vez en cuando agarraba uno para lamer sus pezon es, mientras la otra mano acariciaba y agarraba su culo para darle placer. Ya no podía aguantar mucho así que se lo dije. Agarré su culo con ambas manos y aceleré las penetraciones todo lo posible hasta sentir como ella empezaba a tener otro o rgasmo, entonces la empujé todo lo posible contra mí y la penetré hasta lo más hondo, mo viéndola adelante y atrás para que se rozara todo lo posible. Entonces su hermosa ca ra cambió y un grito de placer brotó de su garganta. Ya no podía aguantar más y sentí que mi semen iba a salir. Empuje a mi madre hacia arr iba y saque mi pene justo a tiempo para que descargara fuera. Ella se sentó sobre él y siguió frotando su sexo para que saliera toda mi carga. Mi semen se mezclaba co n sus flujos que hacían que mi pene se deslizara sin esfuerzo por su raja. Quedamo s abrazados para descansar y nos besábamos. Desde aquel día somos pareja en la intimidad, teniendo sexo cada vez que tenemos g anas. Cuando estamos en familia seguimos siendo madre e hijo, pero alguna vez he mos hecho el amor a escondidas en vacaciones cuando estamos un mes con el resto de la familia, pero eso ya lo contaré más adelante. TodoRelatos.com © Rasmaron SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! Diario sexual. Mi querida vecina (madura infiel). Para la siguiente historia que os narraré de mi diario he de poneros un poco en an tecedentes. Yo vivía en un bloque de pisos y el mío era un cuarto. Algunas veces subía por las escaleras, pero la mayoría iba en ascensor. En las últimas semanas había coin cidido con Sonia, una madura mujer de unos cuarenta años que era todo un monumento de mujer, a mis diecisiete años me parecía la mejor del mundo. No sé si haría algún tipo de ejercicio o algo, la verdad es que lo único que sabía de ella es que estaba demas iado buena, aparte de que estaba casada con un hombre algo mayor que ella y muy serio. Cada vez que coincidíamos en el ascensor la miraba de reojo y ella me preguntaba c osas banales para hacer más llevadero el momento que coincidíamos. Sin embargo notab a que había algo más, no sé lo que era, pero yo notaba algo raro. Durante dos semanas estuvo esta situación hasta que pasó lo que os narro. "Domingo de Ramos de 1984. Hoy me he levantado por la mañana temprano, había quedado con mis amigos para ir a m isa. Tengo como costumbre la de ir a misa los Domingos de Ramos y traerme una ra mita de olivo que pongo sobre un cuadro hasta que es sustituido al año siguiente. Pues cuando me levanté no imaginé que este Santo Domingo iba a ser tan especial para mí. Después del acto religioso y en compañía de mis amigos, fuimos a tomar unas copas p or los bares de la ciudad. Ya eran la una de la tarde cuando decidí ir para casa a comer algo. Mis padres habían viajado a Sevilla para ver las procesiones de allí y aunque insist ieron en que fuera, no consiguieron hacerme cambiar de opinión. Cuando llegué al blo que de pisos donde vivo, coincidí con mi vecina Sonia y su marido Juan Carlos para tomar el ascensor. Nos saludamos cortésmente, ella con una preciosa sonrisa propia del día en el que es tábamos y su marido con la seriedad que le caracterizaba. Al subir los tres en el ascensor quedamos muy juntos por la estrechez de la caja. -Dile a tu madre que ahora le bajaré la olla que me dejó el otro día. me dijo Sonia con una hermosa sonrisa. -Mi madre no está, se han ido a Sevilla. contesté y cuando lo decía me di cuenta que ha bía fastidiado la oportunidad de haber estado un momento con ella a solas. -¡Vaya! Y ¿qué estás solo?

-Sí ahora me calentaré algo de comer -dije sin saber bien que decir. -Juan, ¿no crees que debemos invitar a este chiquillo a comer en casa? le dijo a su marido que asintió con un movimiento de cabeza. No te bajes en tu piso, seguiremos hasta el nuestro y comes con nosotros ¿Quieres? La verdad es que no sabía si quería o no, pero aquella sonrisa y la belleza de ella me animaron por encima de la sobriedad de su marido. Cuando paró el ascensor en mi piso le volvimos a dar al piso de ellos que era el último del bloque. Salimos y los seguía hasta entrar en su casa. En el bloque había dos pisos por plant a y ellos tenían los dos de arriba unidos por el salón. Su casa era enorme y tenían to do tipo de obras de arte. Por lo visto el marido procedía de una familia de dinero que a causa del juego había consumido toda su riqueza, perdiendo varias fincas y millones en apuestas y partidas de póker. Desde entonces se había quedado en la situ ación anímica que estaba. Gracias a que Sonia era una mujer de carácter pudo salvar al go de las cosas que tenían y tuvo que ponerlo casi todo a su nombre. Desde entonce s vivían con una pequeña renta que le quedó al marido y sobre todo al trabajo de secre taria de dirección que tenía ella en una multinacional. Su marido se cambió de ropa y como un autómata se fue al salón, se sentó en su sillón y pu so la tele. Sonia me enseñó toda la casa. Caminaba con ella y disfrutaba de su hermo sura. A veces la dejaba pasar delante de mí y aprovechaba para fijarme en su cuerp o. Estaba hermosa con aquel traje negro ajustado que vestía para ir a misa. En la calle llevaba un suéter y disimulaban su pecho, pero cuando se lo quitó en su casa y con aquel vestido ajustado pude comprobar el volumen que tenía. Después me pidió que la ayudara a preparar la comida. Me pidió que la esperara un mome nto en la cocina que se cambiaría de ropa. Tardó un minuto y apareció muy alegre y ord enándome como si fuera su pinche de cocina. Entre orden y orden la miraba, cómo se m ovía, sus expresiones, sus curvas la observaba y poco a poco sentía que me iba gustan do más aquella mujer. Pusimos la mesa y nos sentamos a comer. El marido apenas hablaba, siempre serio y siempre viendo la televisión. Ella me hablaba de las cosas que solían hacer y me p reguntaba por mi vida. Todo muy correcto y bien. Acabamos de comer y su marido l e dijo a ella que se marchaba a su siesta. -Bueno chaval, me marcho a dormir un poco, ha sido un placer tenerte aquí y vuelve cada vez que quieras. me dijo dándome la mano y cortésmente le di las gracias. Sonia empezó a recoger la mesa y yo la ayudaba. -No déjalo, yo lo haré tendrás que irte para salir con tus amigos. -No, por dios, le ayudaré a fregar todavía tengo que llamarlos y no sé si saldrán, no qui ero quedar como un aprovechado que come y se va sin ayudar. Ella me sonrió y entre los dos quitamos la mesa. En la cocina sacó una botella de vi no dulce y puso dos vasos. Me ofreció y brindamos por la vida. Mientras fregábamos y entre trago y trago me contaba un poco su vida. Así me enteré de que nunca habían ten ido hijos, que los que su marido tenían no le hablaban, no tenía amigas de verdad y no quería dejar a su marido solo por mucho tiempo. En fin que su vida era un drama . Le dije que no se preocupara, que podía tenerme como amigo. Ella se volvió y vi que sus ojos estaban húmedos y a punto de llorar. La abracé y pensé que ella me separaría, p ero al contrario, me rodeó con sus brazos por los hombros y con mis manos agarré su fina cintura. -¡Qué ojos más bonitos tienes! me dijo mientras clavaba sus ojos oscuros y húmedos en mí. -No son más bonitos que lo que están mirando ahora mismo. le contesté y eso la encendió. Me agarró con fuerza y comenzamos a besarnos, sentía su lengua dentro de mi boca que se movía nerviosa y excitada. Hacía mucho tiempo que no tenía relaciones con ningún hom bre y era un volcán de pasión. Yo la acariciaba con mis manos, tocaba su nuca con un a mano, mientras la otra acariciaba su redondo culo, lo tenía duro. Ella bajó las manos y también me acariciaba por todo el cuerpo. La giré y acaricié su ba rriga mientras ella me agarraba por la cintura para pegar todo lo posible su cul o a mi abultado paquete. Volvió la cabeza y me ofrecía su boca para que nos besáramos. Con las dos manos agarré sus voluminosos pechos y los acaricié como queriendo darle s más redondez. Busqué los botones de su bata y los desabroché. Aparté la tela a ambos lado y la giré y la separé de mí para mirarla. No se había cambiado la ropa interior que llevaba cuando

salió a la calle y mi excitación fue enorme al verla. Ella se quitó su bata y pude ve rla por completo. Si vestida era hermosa y provocativa, cuando la vi allí de pie, con sus zapatos de tacón alto, con unas medias negras sujetas por un porta liga de encaje, con unas bragas también de encaje a juego con el porta liga y con el sujetador que contenían sus dos maravillosos pechos, no pude por más que arrodillarme delante de ella como si fuera una diosa, era mi diosa, mi ama que me poseía sólo con mirarme con sus ojo s. Delante de ella y de rodillas mi boca quedaba a la altura de su coño. La agarré por las caderas y la acerqué a mí. Con mis labios mordía el bulto que tenía entre las pierna s. Ella gruñía y me acariciaba la cabeza. Paré y solté cada liga y las pasé por dentro de las bragas para volver a enganchar la media. Cuando acabé con las cuatro le quité la s bragas. Delante de mí apareció un peludo coño. Lo empecé a acariciar con una mano y la miré a la c ara. La lujuria asomaba y parecía otra, aún más hermosa y sensual que la que tantas ve ces había subido conmigo en el ascensor. La senté en una silla y abrió sus piernas par a ofrecerme su sexo. Aparté sus pelos y abrí los labios del coño. Una hermosa vagina r osada apareció ante mí. Estaba totalmente mojada y me llegaban los olores de su cali ente sexo. Con un dedo busqué su clítoris y lo acaricié ligeramente. Ella se retorcía y ronroneaba como una gatita en celo. Lanzó un pequeño chillido cuando sintió que mi lengua recorría su raja de arriba abajo. Me paraba a jugar con su clítoris de nuevo y después volvía a recorrer su raja hasta l legar a la entrada de la vagina. Intentaba follarla con mi lengua un poco y desp ués volvía al clítoris. Estuve un rato haciéndole esto y decidí meter un dedo. Empezó a move r sus caderas con cada penetración de mi dedo al ritmo de mis succiones en el clítor is. Sus gemidos se convirtieron en chillidos que fueron aumentando de volumen. En poco tiempo agarró mi pelo con fuerza y gimoteaba al sentir un orgasmo que me l leno por completo la boca de sus flujos. No paré hasta que ella no me lo pidió. Nos levantamos y fuimos al salón. Ella salió por el pasillo y fue a comprobar que el mar ido dormía en la habitación. Entró de nuevo y cerró la puerta tras ella. Me abrazó y volvimos a besarnos con pasión. Con una mano acariciaba su hermoso culo y con la otra intentaba desabrochar su s ujetador, estaba loco por ver aquellos volúmenes. Lo solté y me separé de ella para ob servarla. Se lo quitó despacio, haciéndome sufrir a cada momento. Debía tener una talla ciento d iez pues eran bien voluminosas. Las aureolas que rodeaban sus pezones eran media nas y muy oscuras, contrastando con el blanco de su delicada piel, pero lo mejor eran sus pezones. Eran grandes y estaban erectos y durísimos. Me incliné y comencé a chupar sus pezones, ella dejó caer el sujetador y me acariciaba. Agarré con ambas ma nos los dos pechos y pasaba de uno a otro mamando cada pezón. Me separó de ella y se acuclilló delante de mí y me quitó toda mi ropa. Empezó a acariciar mi dura polla mirándome a la cara con aquellos ojos y pasando la lengua por los l abios indicándome que se iba a tragar toda aquella carne hasta hacerme ver el ciel o. ¡Y vaya si lo vi! Abrió la boca y sentí como mi glande entraba en su calida boca. C erré los ojos y sentí cada chupada que me daba. Miré hacia abajo y la veía meterse mi polla e su boca, debajo su par de tetas que se bamboleaban al ritmo de la mamada y al final, entre sus dos hermosos muslos su peludo coño. Sólo la visión de aquella preciosidad hacía que tuviera ganas de correrme, pero no podía aún, tenía que satisfacer a esa hembra y necesitaba todas mis fuerzas pa ra conseguirlo. Le quité la polla y me senté en el sillón y la invité a montarme. Ella se acercó a mí y sus muslos se colocaron cada uno a un lado de mis caderas y su coño quedó encima de mi p olla. Entonces la paré pues no teníamos preservativo. Entonces me explicó que por unos problemas de salud estaba esterilizada y no quedaría embarazada. Vi como mi polla se perdía entre aquellos pelos y el calor de su vagina la envolvía. Poco a poco se la fue metiendo. Hacía años que no follaba con un hombre y estaba di sfrutando de cada momento. Agarré sus tetas y volví a lamer sus pezones. Cuando la t uvo toda dentro comenzó cabalgarme. Yo estaba loco por correrme, pero necesitaba q ue ella lo hiciera antes. Yo tenía los genitales totalmente mojados por los flujos de ella. Hacía cinco minuto

s que follábamos y ya había tenido varios orgasmos. Se paró y se puso a cuatro patas s obre el sillón ofreciéndome su coño para que la penetrara por detrás. Metí mi polla y la a garré por las caderas para penetrarla a buen ritmo. Empezó gimiendo y al momento gri taba de placer, era una chillona. Se volvió a correr una cuantas veces más hasta que empecé a sentir que me subía la leche por la polla. Se lo indiqué y dejó su culo parado para que yo le diera fuerte y des cargara dentro de ella. Agarré su pelo y aceleré las penetraciones hasta que empezó a salir semen de mi polla que llenó su interior. Por el placer se la saqué y me senté al lado, aún salía algo de semen y ella me la empezó a mamar para que soltara todo. Fue increíble, volví a sentir un nuevo orgasmo algo más débil y como si me corriera de nuevo . Quedé sin fuerzas y con aquella hermosa mujer abrazada a mí. Descansamos por un ti empo y después marché a mi casa." Con esta mujer he tenido más relaciones hasta que un día nos mudamos, ya buscaré algo interesante que tenga y os la escribiré para que ustedes disfruten como yo disfruté. Hasta la próxima. TodoRelatos.com Diario sexual. La primera vez (Incesto) Espero hacer con este y los sucesivos relatos que escriba una serie en la que cu ente las mis mejores experiencias sexuales. Desde el día que tuve la primera decidí escribir un diario donde contara cada una. Al ser variadas las narraciones no he sabido bien donde incluirlas, pero en cada capítulo que escriba diré cual es la temát ica. No están escritas tal y como aparecen en el diario ya que en algunas hay much as faltas de expresión y he tenido que corregir algo. He seleccionado las que más me gustan y otras las he desechado por parecer puros polvos de películas pornográficas . El primer relato es el día que decido empezar con mi diario en el año 1983, espero q ue os guste. "Jueves 4 de agosto de 1983. Hoy he tomado la decisión de comenzar este diario en el que contaré las relaciones s exuales que tenga con las mujeres (de momento son las que me atraen). Tengo diec iséis años y hoy he tenido mi primera experiencia. Soy tímido y caliente a la vez, con lo que tengo muchos problemas ya que muchas tías que conozco me las follaría, pero mi timidez me impide que hable con ellas. Este verano estoy en el chalet de mis tíos Juan y Amalia pasando las vacaciones. Allí estamos en total cinco personas, mis tíos, mi prima Raquel, mi primo y yo. Tien en una piscina bastante grande y he de reconocer que cuando veo a mi prima bañarse , se me pone dura y tengo que meterme en el agua. Ella tiene dieciocho años recién c umplidos y esta demasiado buena, más de una paja ha caído en su honor. En la mañana de hoy me he levantado como todos los días sobre las diez. No ha ocurri do nada especial durante el día hasta que llegó la tarde. Sobre las siete se han mar chado mi primo Juanito y mi tío para la costa para pasar la noche pescando. Otros días habíamos ido los tres, pero aquel yo no tenía ganas y mi tío no insistió demasiado. Él me encomendó la misión de cuidar de las mujeres en su ausencia. Cuando se marcharon pensé en quedar en la casa viendo la tele. Mi tía solía visitar a la vecina de al lado con la que tenía mucha amistad y con la que hablaba hasta bie n entrada la noche y a mi prima la vendrían a recoger sus amigos para ir de marcha por el pueblo. Pensé que me buscaría alguna revista o algo que animara mi imaginación para hacerme una buena paja. Sobre las diez de la noche empezamos a ducharnos. Primero fue mi tía y después mi pr ima. Ya habían terminado y cada una estaba en su dormitorio. Pregunté si ya podía entr ar en el baño y las dos me confirmaron que sí. Cuando entré estaba húmedo por las duchas de las dos y en el suelo estaban las bragas de ambas. Aquello me excitó. Eran cui dadosas en dejar el baño en condiciones para el siguiente que entraba en el baño, so bre todo si era hombre, y ver las dos bragas me calentó. Eché el pestillo de la puer ta y cogí las más grandes que supuse que eran de mi tía que tiene un culo más gordo. Me las llevé a la nariz y pude oler los flujos que había en la tela. Mi polla creció. Cogí también las de mi prima, algo más pequeñas y busqué la parte que apoya en su raja. La s olí y era un olor algo diferente al de la madre. Me había puesto como una moto. De repente sonó unos golpes en la puerta. Mi tía me pedía permiso para entrar a coger un as cosas. Solté las bragas de golpe e intenté dejarlas donde las había encontrado. Me

quité la camiseta e hice como que me estaba desnudando cuando abrí la puerta. Entró mi tía con un albornoz, su pelo mojado y se agachó para recoger las bragas que s e habían quedado por el suelo. Dobló la cintura y su hermoso y redondo culo se marcó e n el albornoz, lo imaginé cubierto por las bragas que había olido anteriormente. No me faltaron ganas de cogerle el culo con mis manos y rozar mi paquete por él. Se v olvió y salí de mis pensamientos. Salió del baño pidiendo perdón por la interrupción. Los olores, el haber tenido las bragas de las dos en mis manos y la visión del cul o de mi tía me dieron argumentos suficientes para hacerme una gustosa paja en hono r de las dos. Cuando acabé de ducharme me vestí y salí dispuesto a buscar una película p ara ver (mi tío tiene una buena colección). En el salón estaban mi tía y mi prima, sentadas a cada lado del sofá. Era raro pero aq uella noche no iban a salir ninguna. Me senté en medio y pregunté lo que iban a ver. Pusieron una película de intriga y la verdad es que a mí no me estaba gustando y de vez en cuando daba una cabezada. Mi tía me pidió que me tumbara y pusiera mi cabeza en su regazo. Mi prima se había sentado en el suelo y yo puse mi cabeza sobre los muslos de mi tía. Ella apoyó una mano en mi barriga mientras con la otra acariciaba mi pelo. Aquello me gustaba y me ponía caliente. Cuando acabó la película, mi tía nos preguntó si queríamos ver otra. Mi prima estaba dispu esta y yo también aunque tenía algo de sueño, pero quería seguir pegadito a las cachas d e ella. Entonces ella nos dijo que si queríamos verla en su habitación. Yo no me neg ué para no llevarle la contraria a ellas y en un instante estábamos los tres en la c ama de mi tía. Entre la almohada y unos cojines que trajimos del salón nos pusimos cómodos en la ca ma. Me colocaron en medio, a mi izquierda mi tía y la derecha para la maciza de mi prima. Podía sentir el calor de sus cuerpos. No se como se llamaba la película, pero si que era una comedia italiana en la que casi todo el tiempo estaban unos liado con otros. No era porno, pero las situaci ones me estaban poniendo cachondo. Mi prima fue la primera que empezó a protestar por la película. No pidió que la quitara, pero le lanzaba a la madre comentarios de que se estaba poniendo caliente. Mi polla empezó a tomar cierto volumen y mi tía lo notó diciendo que ya notaba el calorcillo del ambiente. Entonces mi tía nos propuso algo que me aceleró el corazón. Nos dijo que nos masturbáram os juntos. Cada uno su paja pero allí en la misma cama. Me puse cardiaco. Ella me colocó al revés de cómo estaba y pidió que empezáramos. Mi tía fue la primera que se subió hasta la cintura el camisón que llevaba y me mostró s us bragas. Eran de encaje y podía ver los pelos del coño que se trasparentaba. Mi po lla creció más bajo el pijama y me la acaricié por encima apretando la tela para que s e marcara la forma. Miré a mi prima que se había metido la mano dentro del pantaloncito para empezar a t ocarse el coño. Mi tía con habilidad se quitó las bragas y abrió las piernas para ofrece rme una buena visión de su peludo coño. Entonces mi prima hizo un comentario de la c antidad de pelos que tenía y su madre la retó a que enseñara el suyo para ver si era m ejor. Tuve otro subidón de hormonas al ver como mi prima se quitaba el pijama y aparecía u na hermosa raja sin ningún pelo, cada día se afeitaba para que estuviera en perfecto estado. Y las dos me miraron para que yo mostrara mi polla y ver como andaba de pelo. La saqué y no tenía demasiado, pero a mi prima le pareció feo los que tenían y no s pidió a mí y mi tía si queríamos afeitarnos. Mi tía accedió y yo no me negué. Entonces nos fuimos al baño. Mi prima lo preparó todo. Co locó un taburete de plástico en la bañera e hizo que su madre se sentara. A mí me usaba de ayudante, me pedía que le diera cosas y yo alucinaba viendo aquellos coños que se me ofrecían sin ningún pudor a la vista. Mi tía estaba totalmente abierta de piernas y su hija y yo manipulábamos su coño corta ndo pelos y afeitando con la maquinilla hasta dejarle un coño totalmente rasurado. Se enjuagó con la ducha para dejarlo bien limpio y se secó. Las dos se miraban los coños y los comparaban y a mí me usaban para que diera mi opinión de si estaban bien. Entonces me tocó a mí. Me hicieron sentarme desnudo en el taburete y lo prepararon t odo para afeitarme. Mi prima agarró mi polla y comenzó a hacerme una paja. La madre le preguntó que qué estaba haciendo y ella explicó que la ponía dura para que le fuera más fácil afeitar. No se si servirá, pero el gusto que me estaba dando era impresionant

e. Me echaron jabón y me afeitaron con mucho cuidado. A los pocos minutos no tenía ni u n solo pelo en todos mis genitales. Me enjuagué y me sequé. Después mi tía propuso que s iguiéramos con lo que estábamos haciendo y de nuevo nos pusimos en la cama en la mis ma posición que antes. Mientras me acariciaba miraba el cuerpo maduro y entradito en carnes de mi tía, se había abierto los labios de su coño y podía ver su rosada vagina que contrastaban con el color oscuro del afeitado exterior. Empezó a jugar con su clítoris y en poco tie mpo brillaba su interior por la humedad de sus flujos que empezaban a brotar. No me quitaba ojo de encima y cada vez la veía más excitada. Mi prima, junto a su madre, no estaba tan excitada y más bien estaba sorprendida p or la situación de la madre. La miraba y no asimilaba que su madre pudiera estar t an caliente. Entonces mi tía le dijo que le excitaría mucho que me hiciera una paja. Mi prima siguió con la misma cara de sorpresa, pero no se negó, se acercó a mí, retiró mi mano y comenzó a acariciarme la polla sin dejar de mirar la cara de su madre que se puso más caliente. Yo miraba como mi prima me acariciaba mientras mi tía se masturbaba con más ímpetu sin dejar de mirarnos y bajo la mirada de su hija. Su coño estaba cada vez más mojado. Por momentos gimoteaba aumentando el volumen de los gritos. Primero uno, después d os y aumentaba los dedos que se metía en su coño. Se retorcía y se acariciaba las teta s con la otra mano, escupía en su mano y volvía a acariciar con fuerza su clítoris. Se estaba volviendo loca bajo la atenta mirada de su hija. Mi tía estaba recostada con sus piernas totalmente abiertas frente a nosotros y Ra quel soltó mi polla y hundió su cabeza entre las piernas y su boca comenzó a chupar el coño de la madre. Amalia intentó en vano separar a su hija, más cuando empezó a sentir el placer que le producía la lengua en el clítoris y como recorría toda su raja. Raque l era sin duda una experta chupadora de coños. Veía el culo de mi prima delante de mí y como su boca hacía maravillas en la raja de s u madre. Me levanté acariciando mi polla y gozaba de la visión de mi tía que se retorcía de placer. Me acerqué de rodillas a las dos y empecé a acariciar el redondo y priet o culo de mi prima. Levantó la cabeza del coño que comía y gruñó un rotundo y seco "no" pa ra volver al coño. Entendí que mi prima no quería nada conmigo y me puse de pie junto a la cama a la al tura de mi tía. Ella tenía los ojos cerrados y gimoteaba de placer. Con mi mano dere cha me masturbaba viéndolas, mientras con la izquierda acaricié sus tetas por encima del camisón y ella me miró. Metí por el filo del escote la mano y empecé a acariciar lo s erectos pezones que estaban completamente duros. Ella me sonrió y comenzó a tocarm e la polla con una mano. Cerré los ojos al sentir sus caricias y al momento sentí qu e el calor de la boca de ella me envolvía el glande. Abrí los ojos y mi tía se tragaba toda mi polla. Miraba a mi tía que se retorcía debajo de mí con mi polla completamente hundida en su boca y con mi prima entre sus piernas que le lamía toda su raja y le arrancaba gri tos de placer. Era mi primera vez y no podía más. Sentí que me iba a correr y se lo di je. Me dijo que no me preocupara y descargara dentro de su boca. Esas palabras d ieron lugar a que mi polla empezara a soltar leche dentro de mi tía que no dejó de m amar y tragaba con algo de dificultad. Me temblaron las piernas por el orgasmo y cuando descargué todo me senté junto a ellas. Mi prima seguía trabajando el coño de la madre cuando ésta la paró y me hizo tumbar en m edio de la cama boca arriba. Se desnudó por completo y comenzó a mamarme. Tenía su eno rme culo en pompa y mi prima la masturbaba con la mano desde atrás. Podía ver como m i polla se perdía dentro de su boca. No tardó mucho tiempo en reaccionar y ponerse d ura ante las insistentes succiones de la boca de ella. Cuando consideró que había alcanzado la dureza que ella necesitaba, se levantó. Entonc es pude ver a mi prima que tenía toda la boca mojada de los flujos de su madre. Mi tía se colocó encima y de espalda a mí, se sentó poco a poco y se metió toda mi polla. Er a la primera vez que la metía en el coño de una mujer y aquello me provocó una gran ex citación. Sentí como el calor de su vagina iba envolviendo mi polla. Veía su enorme cu lo y como mi pene se perdía en medio. Se echó hacia atrás y apoyada sobre sus manos co menzó a moverse para que mi polla entrara y saliera. A nuestra izquierda había un ropero con espejos en las puertas. Lo miré y veía la esce

na. Yo boca arriba con mi tía montada encima follándome de espalda a mí y entonces mi prima se metió entre las piernas de su madre y volvió a comerle el coño. Mi tía gemía y gr itaba. La muy puta se estaba follando a su sobrino y a su hija y no le importaba lo más mínimo, al contrario, disfrutaba de aquello. Entonces mi tía paró. Ni Raquel ni yo sabíamos que era lo que nos pediría realmente, éramo s sus juguetes sexuales. Aquella noche mi tía nos utilizaba para satisfacerse y no nos preguntaba nada, sólo nos decía como nos teníamos que poner para gozar. Se colocó en el filo de la cama a cuatro patas y con el culo bien en pompa me pidió que le penetrara por detrás el coño. Me coloqué y aparté sus carnes para encontrar bien su raja. Mi prima me ayudó a guiar mi polla hasta que empezó a entrar en su vagina. La empecé a follar a un ritmo calmado. Gruñía cada vez que le entraba mi polla. Le pid ió a su hija que se colocara delante de ella y le ofreciera su coño. Raquel se tumbó b oca arriba delante de la madre y ésta le empezó a lamer la raja. Como gemía mi prima c on la mamada de su madre. En esta postura la follé por un buen rato hasta que ella me pidió que la follara con más fuerza y más rápido. Aceleré e hice todo lo posible por cumplir sus deseos. Un minu to después gritaba y se retorcía al sentir un orgasmo. No paré de follarla hasta que m e lo pidió. Sequé mi polla de su coño y me empecé a masturbar mirándola. Mi tía se arrodilló elante de mí y esperaba que yo me corriera encima de ella agarrando sus tetas y of reciéndomelas como bandeja en la que depositar mi leche. No tardé mucho en echar var ios chorros de leche encima de ella. Me tumbé en la cama a descansar y veía como mi tía continuó masturbando a su hija hasta que consiguió que se corriera entre enormes gritos de placer. Esta ha sido mi prim era vez con mujeres y la verdad que espero que mi tía me de otras ocasiones de pla cer." Esta es, con algunas correcciones y añadiduras de lo que recuerdo, la primera vez y el comienzo de mi diario. Espero que os haya gustado y seguiré escribiendo los día s que más disfruté del sexo, con mi tía y con otras mujeres y otras situaciones que me pusieron cardiaco. TodoRelatos.com Mi puRísima madre, con T. Me llamo Enrique y soy hijo único. Ahora que tengo veintisiete años recuerdo como me crió mi madre. Mi madre siempre fue una mujer piadosa y temerosa de Dios. Todos l os domingos me ponían las mejores ropas y juntos íbamos a misa. Hice la comunión y a l os dieciséis años la confirmación, más que por creencias propias por imposición de mi madr e. Nunca faltó a duelos o misas de difuntos de familiares y el día que faltó su madre (a mi abuelo no lo llegué a conocer) estuvo de luto el tiempo reglamentario. Vamos que era toda una beata. Mi padre no era como ella. Se pasaba todo el día partiéndose los cuernos trabajando para arrimar dinero a la familia. Bueno, eso decía porque hace unos años me enteré que ellos se habían separado porqué él tenía otra mujer con la que pasaba parte del día, incl uso me enteré que yo tenía una hermana dos años más pequeña que yo. En el momento de la se paración es donde comenzará mi historia. Recuerdo que yo tenía diecisiete años, faltaba un mes más o menos para mi mayoría de eda d. Llegué a casa por la tarde después de las clases y me encontré a mis padres discuti endo y al poco tiempo él se marchó con una maleta y no volvió. Durante algún tiempo ella se llevaba todo el día llorando, de día y de noche. Mi tía Pilar estuvo algunas seman as con nosotros para ayudar a su hermana. Fue una época mala para mi madre, pero d os meses después, yo ya tenía dieciocho años, se fue de vacaciones con Pilar y su mari do todo el mes de Julio. Sé que se fueron de crucero por el mediterráneo, pero no se lo que le harían que volvió con una nueva actitud ante la vida. Supuse que mi tío Raúl, que era psicólogo y supuse que le habría hecho algún tipo de lavado de cerebro. Lo que hicieron no lo supe has ta más tarde, pero la madre que me devolvieron se convirtió en una verdadera amiga p ara mí. Gracias a Dios ella trabajaba y no necesitábamos a mi padre para nada económico. Yo había trabajado un poco en verano y tenía dinero para pasar el invierno sin tener qu e pedirle a mi madre. Mi madre salía con algunas amigas suyas, todas mujeres de su edad, de cuarenta a cincuenta años. No tengo constancia de que buscaran hombres p ara follar, salvo dos, todas estaban divorciadas o separadas.

Una noche que volví temprano a casa pude comprobar que calientes estaban todas, ha sta las casadas. Era sábado por la noche y como siempre quedé con mis amigos para ir a las discotecas. Estuve un rato con ellos, pero no tenía un día malo y sobre las d oce y media decidí volver a casa. Entré en casa, escuché música y chillidos de mujeres que parecían pasarlo bien. Toda aqu ella algarabía procedía del salón. Me acerqué sin hacer ruido y busqué un sitio donde pode r ver sin ser visto. Había unas cinco mujeres con mi madre. Todas se movían al ritmo de la música y tomaban bebidas, dando gritos para animar a un "boy" que habían alqu ilado unas horas. Estaban sentadas en un sofá de tres plazas y el chico, de unos v einte años, bailaba para ellas. Se las veía disfrutar con el espectáculo. Mi madre, más tarde me contó como lo organizab an, era la anfitriona esa noche, con lo que era la reina y la primera en probar el espectáculo. El chico estaba con un taparrabos minúsculo. El juego consistía en que él no podía tocar a la anfitriona hasta que ella no lo tocase primero y las demás muj eres lo tocarían cuando ella se lo permitiera. Así que allí estaban las seis maduras, mi madre en medio de todas y el chaval provocán dola con cada vez menos ropa. Se movía delante de ella y le acercaba su gran paque te a la cara, pero ella no lo tocaba; se volvía y ahora le acercaba su prieto culo , ella impasible; él se quito, de espalda a ella, el tanga que llevaba y se volvió t apando con sus manos sus genitales para acercarlos a mi madre. Las demás miraban el espectáculo y algunas se relamían los labios, deseosas de tener a quel cacho de carne que ocultaba. Otras admiraban su duro culo imaginándoselo entr e sus piernas, con su mástil clavado hasta el fondo y hundiendo sus uñas en el culo de él. Todas ardían en deseos de que mi madre abriera la veda en aquel coto de muscu losa carne. Mi madre agarró las manos de él y las separó. Ante su cara apareció una hermosa polla qu e aún estando morcillona, era enorme. Movió la pelvis e hizo que botara para provoca rla, ella acercó su boca y besó ligeramente su glande y dijo "todo vuestro". Las demás mujeres se lanzaron como lobas a por él tocándolo y besándolo por todas partes. En lo s primeros momentos parecía que lo fueran a estrujar entre todas, pero un momento después aparecía un cierto orden y todas disfrutaban de él que se defendía tocando, apar tando y dejando que le chupara la polla quien el quisiera, haciendo que todas go zaran el máximo. Yo las veía y me excitaba por momentos. Aquellas calientes maduras se lo sabían mont ar bien. Pero mi madre no participaba mucho en aquello y de momento se levantó y s e dirigió hacia el pasillo donde yo estaba. Sigilosamente y sin hacer ruido me metí en el servicio y la aguarde. Ella entró y encendió la luz. La agarré por detrás, tapé su b oca para que no chillara y encendí la luz. le dije para que se le pasara el susto. Tranquila - y la solté cuando -Soy Enrique. vi que se había relajado algo. -Pe Pero ¿Qué haces aquí? me dijo con la voz temblorosa. -Me aburría esta noche y decidí volver pronto perdona el susto, pero no quería estropea rte la noche - y le hice una indicación de lo que pasaba en el salón. -No tenía que haber hecho la reunión en casa - dijo algo más tranquila, pero más avergonz ada. -No mamá, has hecho bien. Simplemente me hubieras avisado y me hubiera quedado con alguien tomando unas copas Me voy a la cama, ustedes seguid disfrutando y ya hab lamos mañana. -Espera que orine. me dijo ella Cuando acabe miraré para que no te vean salir con l o calientes que están son capaces de follarte aunque seas mi hijo. Lo último que dijo me puso muy caliente y pensé en entrar en el salón y decirles que s i querían otra polla que me la cogieran, pero pensé en como se pondría mi madre y, sig uiendo las indicaciones de ella subí sin hacer ruido a mi habitación. Ella volvió a en trar en el salón para seguir disfrutando de la noche como otras veces. La verdad es que en mi habitación escuchaba las risas de las mujeres en el piso de abajo. No pude aguantar mucho. Me puse sólo un bañador y bajé para ver el espectáculo q ue me ofrecían las seis mujeres. Me coloqué en un sitio estratégico en el pasillo, des de el que podía verlas a todas, incluso a mi madre que se había colocado en un lugar escondido de la puerta, pero que veía por el reflejo en un espejo que hay en la p ared de enfrente a donde ella estaba.

Me agazapé y las observé mientras me tocaba la polla. Ya había insertado a una su enor me polla y la envestía por detrás. Era rubia, de unos cincuenta años, entradita en car nes con un carnoso y redondo culo que temblaba con cada golpe de cintura de él. Te nía los ojos cerrados y su boca entreabierta dejaba escapar gemidos de placer. Aquella noche le habían salido dos para follar, la que penetraba en ese momento y otra que permanecía con el culo en pompa junto a ellos esperando su turno y tocándos e. Era morena, de unos cuarenta años o parecía más joven que la otra, sus tetas eran a lgo pequeñas pero lo compensaba con unos pezones enormes que pellizcaba a la esper a de su ración de carne. Su culo era redondo y bien formado, se notaba que esta ib a a algún gimnasio. Mientras la rubia era follada y la morena esperaba, otras dos estaban en un sillón . Ambas de pelos castaños y entraditas en carnes. Imaginé que estas no follarían pues se masturbaban mutuamente, después resultó que eran las casadas. Mientras la más fina de cuerpo y con unas tetas enormes estaba sentada con las piernas abiertas dándole su coño a la otra, algo más entraditas en carnes y con el mismo volumen de tetas, q ue lo chupaba como una loca mientras su compañera le acariciaba el pelo y la anima ba con sus gemidos. A mi madre la veía reflejada en el espejo, más o menos parecía que estaba abierta de p iernas y se metía algún tipo de consolador en el coño. Por último estaba la última, medio vestida y con un lazo rojo en el pelo, con las tetas fuera y sentada en uno de l os brazos del sillón, mirando como el chaval penetraba a la rubia de enorme culo m ientras tocaba el coño de la morena que lo esperaba. Al poco la rubia no pudo agua ntar y se corrió entre gritos con las fuertes envestidas de él. Cuando ella terminó, le sacó la polla y se puso detrás de la morena, en ese momento la del lazo lo paró y comenzó a chupar la polla de él. Tenía por lo menos veinte centímetros y ella se metía el enorme glande en la boca y chupaba. Él agarraba su cabeza y foll aba su boca hasta que a ella le dabas arcadas por llegarle hasta la garganta. Co n la mano dirigió la polla hasta el coño de aquella morena que fue penetrada poco a poco. La rubia salió de la habitación y se metió en el baño para limpiarse un poco y descansar . Él no tuvo que follar mucho a la morena para que se corriera. En menos de cinco minutos gritaba y se retorcía con la polla clavada hasta el fondo de su coño. La sacó y la morena quedó rendida en el sillón. Mi madre seguía masturbándose escondida en su si llón hasta que la oí chillar al correrse excitada al ver como follaban a sus compañera s. El chaval se dirigió con su polla bien dura hacia donde estaban las dos mujeres dánd ose placer mutuamente y le hizo señas a la del lazo rojo para que se acercara a el los. Ésta fue rápidamente y se colocó detrás de él. Las otras dos se pusieron de rodillas delante de él y le empezaron a chupar la polla mientras la del lazo le mordía y toca ba el culo. Volvió la rubia y vio que era el final de la fiesta, el soltaría su lech e sobre la que se pusiera a su alcance y no quería perderse ese momento, se sentó al lado de las otras dos mirando como se la chupaban. Le indicó a la del lazo que se pusiera junto a las otras para descargar. Mi madre y la morena los miraban desde sus asientos cuando él soltó el primer chorro sobre el coño de una de las casadas que lo había levantado para que la otra lo limpiara con la lengua mientras chupaba su coño a la vez. El siguiente chorro lo echó sobre las t etas de la rubia que extendió su semen como si fuera un bálsamo y por último la del la zo se la engulló entera y tragó los retos de semen de la polla. En ese momento aproveché para subir rápidamente sin hacer ruido y masturbarme en el servicio de arriba. Cuando se recuperaron, el chaval se despidió de todas cobrando las folladas que había dado y ellas siguieron hablando de cómo lo habían pasado. Yo q uedé dormido al poco tiempo. Al día siguiente, mi madre y yo estuvimos hablando de lo que había pasado la noche a nterior mientras desayunábamos en la cocina. Me confesó que no había estado a gusto al saber que yo estaba en la casa y le hice comprender que para otras veces me avi sara y no la molestaría, que podíamos tener suficiente confianza para hablar de esas cosas; yo comprendí que decirle a un hijo que no volviera temprano que iban a fol lar con un prostituto era algo fuerte, pero le expliqué que los dos éramos adultos y teníamos nuestras necesidades, con lo cual debíamos organizar nuestras vidas para c ompartirlas.

Entonces continuamos la conversación y le pregunté por el tiempo que llevaban haciéndo lo y como lo hacían. Las muy putonas lo tenían organizado. Se reunían una vez al mes p ara desfogarse, hablaban con una agencia que tenía una amiga de una de ellas y les proporcionaba un buen chaval, sano, fuerte y educado (les hacía un buen precio). Tenían que poner cuatrocientos euros entre todas para tener derecho a tocarlo y ch uparlo por cualquier sitio. La que quisiera podía follar con él pagando al final de la noche ciento veinte euros más y él aseguraba un orgasmo a cada una de las mujeres que penetrara siempre que no fueran más de cinco mujeres por sesión, con lo cual el chaval provocaba a las mujeres hasta que tenía las cinco, ya que si las conseguía s e ganaba en una noche seiscientos euros más lo que le pagaba la agencia. Él podía toca rlas hasta donde ellas lo dejaran. Aunque era mi madre la que me contaba aquello, tengo que reconocer que sus expli caciones me estaban poniendo cardiaco y mi pene crecía ligeramente. Mi madre me co mentó que ella nunca lo había hecho con ninguno. Entonces le confesé que le había engañado por la noche, cuando le dije que me iba a dormir me volví para ver el espectáculo y que a ella no la vi en todo el tiempo. Se sonrojó y yo la acaricié para que no se p reocupara. -Desde que salgo con estas compañeras estoy más caliente. me confesó sin mirarme direc tamente Anoche estuve a punto de follar con el chico, pero lo único que hice fue m asturbarme en el sillón de detrás de la puerta, excitada al verlos a ellos. -Y si te dejaras hacer sólo una vez, para probar. -No me inspiran confianza no sé qué es, pero no puedo. su voz sonaba triste y entonce s me contó algo con lo que no pude aguantar ¿Te acuerdas del viaje que hice con tu tía Pili y su marido Raúl? asentí con la cabeza Pues los tres últimos días los pasamos foll ando juntos. -¿Los tres a la vez? -Sí. En ese momento comprendí la razón por la que había vuelto tan cambiada del viaje. Imag inaba que mi tía con el cuerpo que tiene, está muy buena, follaría sin resistírsele nadi e, pero pensar que el cabrón de mi tío Raúl tuvo la suerte de follarse a estas dos hem bras me hizo llenarme de envidia y excitarme al pensar en mi tía y mi madre desnud as y mi tío clavándoles su polla. -Pienso que tu problema es que necesitas alguien cercano a ti para hacerlo. le d ije lanzado por la calentura que me producía la conversación. Sin pensarlo puse una mano en su nuca y la besé en los labios. No intentó separarse. Abrí mi boca y mi lengua no encontró resistencia en su boca que se abrió para mezclar nuestras salivas. Durante un buen rato nos besábamos abrazados. Mi polla creció rápid amente. -No puedo más, Tengo que hacerte el amor. le dije a mi madre y la giré hacia mí. Ella no se oponía a nada de lo que yo le hacía. La cogí de la mano y la llevé al sillón do nde la noche anterior habían follado, la senté y le subí el camisón de dormir que llevab a puesto hasta dejar al descubierto sus bragas. Abrí sus piernas y podía ver su coño c ubierto por la fina tela de encaje semitransparente. La agarré de las caderas y pu se su culo en el filo del sillón, se recostó en él y su sexo quedó con la tela como única defensa. Con un dedo la aparté y apareció su hermoso coño. Me incliné para saborearlo y su mano se posó en mi cabeza para frenarme. -No me he duchado desde anoche, está sucio. -Así tendrá más sabor. le dije y dejó que mi boca tocara los labios de su coño. Pasé mi lengua por toda su raja para buscar la forma de separar sus labios y entra r en su interior. Encontré su clítoris durísimo por la excitación. Jugué con mi lengua en él y ella se movía al ritmo de mis chupadas. No tardó mucho en gimotear de placer. Me incorporé y le quité las bragas. Automáticamente volvió a abrir las piernas para que sig uiera con lo le estaba haciendo. -¡Dios, nunca hubiera imaginado que mi hijo sería el que me diera el placer que nece sito! ¡Ah, que gusto! ¡Sigue, me voy a correr! decía mientras mi lengua chupaba su clíto ris y dos de mis dedos entraban y salían de su vagina. - ¡Necesito chupártela! ¡Quiero t u polla en mi boca! -Pues subamos a tu habitación. Nos levantamos y nos volvimos a besar. Me agarró por el brazo y tiró de mí para llevar me a su dormitorio. Por la escalera su culo quedaba a la altura de mi cara. Le s

ubí la ropa que llevaba y veía como su hermoso culo se movía a un lado y otro al cambi ar de escalón. Entramos en su habitación y la abracé por la espalda. Ella echo la cabe za hacia atrás y me ofreció su boca con la lengua medio fuera para que la besara, no tarde en corresponderle. Mi mano izquierda rodeo su cuerpo y agarró su pecho izqu ierdo, era grande y busque por encima de la ropa su pezón que encontré rápido al estar totalmente erecto. La mano derecha la llevé a su muslo y la fui subiendo hasta llegar a tocar su coño húm edo. Ella llevó su mano izquierda hasta encontrar mi polla, busco la entrada de mi pijama y entró a jugar con ella. Mientras nos besábamos, mis manos acariciaban su s exo y su pecho y ella me masturbaba. Soltó mi polla y apretó su culo contra ella y l a frotó. Le quité el camisón que tenía y quedó totalmente desnuda delante de mí. Me quité el antalón y mi polla erecta la apuntaba como si fuera su único objetivo en la vida. Me tumbé en medio de la cama entre besos, ella se giró y abrió sus piernas para ofrece rme su coño depilado que comencé a lamer. Ella agarró mi polla y sentí como el calor de su boca la rodeaba, al poco tiempo escuchaba el ruido exagerado que hacía al darme unos fuertes chupetones. Mi lengua jugaba con su raja y poco tiempo tardó en soltar mi polla y gimotear al sentir que se iba a correr. Dio un grito apagado acompañado de unas pequeñas convuls iones de sus piernas y sentí como una cascada de flujo emanaba de su raja y llenab an mi boca. Seguí lamiendo. -¡Ah, ah! Para no puedo más, ya me he corrido. ¡Fóllame! ¡Penétrame hasta lo más hondo! La solté y ella se incorporó, abrió sus maravillosas piernas y se sentó sobre mi polla q ue dirigía con una mano a la entrada de su vagina. Poco a poco se la fue metiendo. Yo sentía su coño húmedo y caliente que se tragaba mi polla. -Hijo, no estamos usando preservativo. Ten mucho cuidado de no correrte y cuando estés a punto, dímelo y te masturbaré para que te corras. le dije agarrando sus caderas y empujándola para que le entrara -No te preocupes. aún más. Llevaba ya muchas pajas encima y conocía bien los momentos en que mi polla la nzaba la leche. Ya había entrado en toda su longitud dentro de mi madre. Ya había conquistado el ter reno donde sólo mi padre y el cabrón de mi tío Raúl habían estado. Con dieciséis años había e do mi primer polvo a una chica del instituto, después había habido dos o tres más, per o el grado de excitación y la forma de gozar de mi madre nunca lo había visto más que en las actuaciones de las mejores pornostar. -¡Dios, por qué no descubriría esto antes! mi madre que había sido tan purísima se convirt ió en putísima. - ¡Fóllame más rápido! Yo aceleré todo lo que pude y mi madre dejó de gemir para empezar a dar gritos. - ¡Sig ue cariño! gritaba y seguro que todo el barrio la estaría escuchado. - ¡Más rápido! Le pa el culo con las manos y moviendo la pelvis aceleré mis penetraciones a todo lo que podía dar. Con la tenue luz que había en la habitación, pude ver como la cara de ella cambiaba por el placer, sus ojos se cerraron y dejó de gritar durante el tiempo q ue sentía un gran orgasmo, sin que yo bajara el ritmo de las penetraciones, que la estaba debilitando, hasta que, apretando con mis manos en su culo y mi pelvis m oviendo mi polla hacia arriba para clavársela hasta lo más hondo, le dieron el clímax. ¡Aaah, cabrón, vas a matar a tu madre de gusto! me dijo y bajé el ritmo de las penetr aciones mientras descansaba. -Me has vuelto loca. Estoy mareada de placer. me decía acariciándome dulcemente mien tras la penetraba muy lentamente para que no se me bajara la polla. Ahora voy a hacer que te corras. me dijo después de descansar. Se incorporó sentada sobre mi polla y comenzó a mover su culo para que la polla le e ntrara y saliera despacio, hasta que mi glande quedaba justo en la entrada de su vagina y de golpe se sentaba y se la clavaba hasta el fondo. - ¡Ah, que bueno mamá! Después aprovechaba que la tenía toda dentro y clavándosela todo lo que podía, restrega ba su coño contra mí de adelante hacia atrás o haciendo círculos sobre mí, mientras mi pol la en su interior me transmitía todo el placer que me daba ella. Yo agarraba sus t etas y a veces me incorporaba para chupar sus enormes pezones. Quiero correrme l e dije. Se sacó mi polla y se echó a mi derecha, agarró mi polla con la mano y me masturbó apunt ando a su boca entreabierta. Yo acariciaba su culo cuando sentí que me iba a corre r, me puse tenso y lancé chorros de leche que dieron en mi madre. Ella se lo tragó t

odo y lamió lo que cayó sobre mí, me la chupó un poco y después nos abrazamos sudorosos y oliendo a sexo. Nos besábamos dándonos cariño. -Me has vuelto loca me dijo desde hoy tu serás el único macho que entrará en mi coño. -Nunca me había corrido de semejante forma. le dije yo. Después de descansar un rato nos duchamos y pasamos todo el día en casa, medio desnu dos y follando cada vez que nos venía en gana. De mi padre no he querido saber nunca más nada. Hace dos años conocí voluntariamente a mi hermana, una morenaza que reviviría a un muerto, pero esa historia la contaré ot ro día si quieren. TodoRelatos.com © RasmaronMi primer deseo, mi tía y mi madre Eduardo era un chico de dieciséis años, hijo único al cual sus padres se dedicaban en cuerpo y alma. Todo era poco para él. Su padre trabajaba de sol a sol en su empres a para que a su familia no le faltara de nada, teniendo que trabajar muchas hora s y estando fuera de casa más de lo que él quería. Su madre, María, ayudaba a su marido llevando la casa y ocupándose de Eduardo todo el tiempo. Ella lo llevaba a todas l as actividades y lugares donde su hijo necesitara o quisiera ir. Eduardo estaba muy desarrollado físicamente. Portaba un cuerpo casi de hombre que estaba bastante bien formado. Su madre alardeaba del físico de él cuando estaba con algunas amigas o con su familia. Estaba orgullosa y lo demostraba en todas parte s. Él no tenía amigos. De vez en cuando salía con sus primos, pero poco más. Casi todo el t iempo lo pasaba en casa con la consola o el ordenador pero en las últimas semanas s entía un cosquilleo en la entrepierna al ver algunas mujeres en las revistas con r opa interior, incluso a veces veía a su madre, que con toda naturalidad salía de la ducha en bragas y sin sujetador y sentía que una sensación sofocante le inundaba e i nstintivamente se sobaba el paquete. Se despertaba en él el deseo de tener sexo. Poco a poco se excitaba más. Un día de verano fueron a la casa que tenían en la playa. Sus padres y él estaban allí cuando por la mañana llegaron sus primos Antonio y Luis con sus tíos Enrique y Laura. Todo fue normal hasta que fueron a la playa. Aquel día vio con otros ojos a su tía. Laura era una mujer madura de cuarenta y dos años, su cuerpo era regordete, sin se r gorda, pero al verla en bikini se excitó sobre manera y provocó que su pene crecie ra bajo su bañador. Como pudo disimuló para irse al agua. Su madre lo observaba disi muladamente y pudo ver su abultado bañador. Con la mayor rapidez que pudo se metió en el agua que estaba algo fría y su pene bajó un poco. Se sumergió y se relajó. No se alejó mucho de la orilla y se relajaba cuando vio que Laura y su primo Antonio se pusieron a jugar con las paletas en la zona húmeda de la arena. Con la marea alta, los jugadores estarían a unos cinco metros de distancia, con lo que los podía ver perfectamente. María observaba a su hijo desde las sombrillas y veía como él no le quitaba ojo a su tía . Laura saltaba para darle a la pelota y sus pechos se movían. Él la miraba y se emp ezaba a excitar de nuevo. Cuando su tía se inclinaba para coger la pelota no dobla ba las piernas y su culo quedaba en pompa, a veces frente a él y otras de lado, pe ro como fuera se estaba levantando de nuevo su pene con la imagen de su tía. María decidió bañarse con su hijo y poco a poco se fue metiendo en el agua. Para no mo lestarlo se alejó de donde él estaba y nadó un poco. Unos minutos después, mientras el h ijo no dejaba de mirar a su tía, se aproximó por detrás y le dio una ahogadilla. Él se a sustó pues no la esperaba y se hundió sin oponer resistencia alguna. Su madre aprove chó para intentar tocarle el pene de forma disimulada y se hundió sobre él. A ciegas a gitó las manos no muy bruscamente y rozó sus genitales. El roce fue leve, pero sufic iente para notar que tenía la polla fuera y bastante dura. -¿Qué haces? dijo él enfadado por el susto que le dio mientras se masturbaba con la vi sión de su tía. -Perdona hijo - María se disculpó y se alejó de él habiendo conseguido lo que quería, compr obar si le excitaba su tía. Al momento se metieron en el agua sus primos y Laura. En ese momento empezó a darl es ahogadillas a sus primos y disimuladamente continuó con ella. La agarraba por l os hombros para intentar hundirla y sentía su piel mientras sus primos, con menore s cuerpos que él, lo intentaban derribar para defender a su madre. La agarró por la cintura para voltearla y sin querer su erecto pene se posó sobre su culo, sintiend

o que se colocaba sobre la raja. Su excitación aumentó, pero sintió vergüenza al ver que Laura volvía la cara para mirarlo. Ella notó su voluminoso pene. El contacto había du rado apenas unos segundos pero ella se dio cuenta que él guardaba algo grande. De inmediato la soltó y se dejó vencer por sus primos, alejándose de ellos para descan sar y que se le pasara la vergüenza, su tía había notado su polla seguro, la mirada de ella al sentirlo por detrás se había grabado en su mente. Mientras se sumergía en el agua recordaba la sensación del roce de su polla con aquel culo hermoso, se excita ba pero al momento sentía vergüenza al pensar que ella lo había notado. Laura nadó alejándose de los muchachos que seguían jugando. Había sentido el pene de su sobrino rozarse contra su cuerpo no estaba segura si aquello había sido queriendo, si le había puesto un rabo su propio sobrino no quería pensar eso, pero lo que más le a terraba es que había notado que él tenía un gran pene y, esto era lo peor, la había exci tado. Nadando en el agua y en sus pensamientos llegó hasta su cuñada. -¡Hola Laura! -Hola María. sentía algo de vergüenza como si la otra pudiera notar la excitación que tení por la polla del hijo. -¿Qué te pasa? Estás como perdida. -No nada. sin pensarlo mucho habló. María me ha pasado algo extraño. Resulta que antes jugando con los niños, tu hijo me ha agarrado por detrás y he sentido su pene en mi culo -¡Vaya con el mamoncete! dijo la madre orgullosa de la acción de su hijo. -No sé si lo habrá hecho queriendo, pero creo que puede que sí ya que la tenía grande -Creo que mi hijo está creciendo y ahora le ha tocado a la parte del sexo. Te seré s incera, de un tiempo acá lo noto que cuando me cambio de ropa o acabo de ducharme casi me espía y se excita lo noto por que se le abulta el pantalón y además seguidamente entra en el servicio y tarda un poco en salir. se calló por la proximidad de los hijos de Laura. Eduardo seguía nadando alejado de ellos y sumergido en sus pensamientos. Los marid os de ellas comenzaban a entrar en el agua y ellas decidieron salir y caminar po r la orilla. Los hijos de Laura empezaron a jugar con el padre y su tío. Las dos s e alejaban charlando por la orilla. -Pues eso, mi hijo está empezando poco a poco a pensar en las mujeres como objetos sexuales. Cuando hemos llegado aquí y te ha visto en bikini se ha puesto como una moto y se ha metido rápido en el agua creo que mientras jugabas con Antonio se mas turbaba en el agua viendo tu cuerpo -¿Tú crees ? -Claro, lo sorprendí por detrás y jugando le rocé la polla, la tenía fuera del bañador y e recta y lo que me has contado me confirma que necesita que lo enseñen a follar. -María, cómo puedes hablar así -Es mi hijo y soy realista, se calienta con las mujeres que tiene más cerca o sea tú y yo ¿Qué piensas que debo hacer? -Nada se volverá loco haciéndose pajas hasta que un día encuentre una que le dé todo y ha ga que se olvide de las pajas y sólo piense en su chocho. -Y si lo enseñamos nosotras - a Laura se le cambió la cara al escuchar a su cuñada, per o una cierta excitación la inundó al recordar el roce de aquel aparato. -Creo que estás loca -Seguro, pero bien caliente que te has puesto al sentirlo detrás de ti - Laura no d ijo nada. Se sonrojó y caminó en silencio durante un buen rato. María comenzó a hablar d e otros temas y poco a poco se olvidaron de la conversación. Aquella noche Laura pensaba en la conversación con su cuñada. Le propuso follar a su hijo y que lo hiciera ella que era su tía política era una cosa, pero María habló de ens eñarlo entre las dos es decir María quería follarse a su propio hijo. Laura no asimilab a la aberración que le había propuesto su cuñada, pero a la vez y sin saber por que se ntía excitación. Se levantó de la cama y fue al servicio a orinar, se sentó en la taza y comenzó a sali r la orina a la vez que recordaba la abultada polla de su sobrino en el culo. Sa lió todo el orín y se estaba excitando con el recuerdo de Eduardo y la conversación de María. Llevó su mano derecha al coño y con el dedo corazón comenzó a tocarse el clítoris. S e imaginó en el salón de la casa sola con su sobrino y su cuñada. Ella se abría de piern as y María agarraba la polla de su hijo y la dirigía a la entrada de su coño. Su clítori

s se puso duro con el roce de su dedo. Empezó a sentir como el glande de la polla del chaval le separaba los labios del coño y se abría paso en su vagina. Su dedo com enzaba a entrar en su coño excitado por sus pensamientos y echaba la cabeza atrás y cerraba los ojos al sentir que se iba a correr. Podía sentir las embestidas del en orme chaval que tenía una polla que le llenaba todo el coño. No pudo más reprimió un gemi do y se corrió pensando que era follada por su sobrino. Eduardo estaba en la cama y no dejaba de pensar en lo que ocurrió por la mañana. Ya no sentía tanta vergüenza pues vio que Laura y María lo trataban normalmente, pero pen sar en el roce del culo de su tía lo ponía cardiaco. No podía masturbarse allí en la cam a, sus primos estaban en las otras camas y podían verlo. Entonces se dispuso a lev antarse para ir al servicio y se paró en seco cuando escuchó que alguien se movía por los pasillos. Desde su cama podía ver el pasillo y vio que su tía encendió la luz del cuarto de baño y entró. Era su oportunidad. Tenía que ser rápido para ver a su tía mear. En la oscuridad anduvo a oscura hasta llegar a la puerta trasera. Hizo el menor ruido posible y corrió por el jardín con cuidado hasta llegar a la ventana del cuarto de baño. Por suerte estaba muy abierta y ella no se había dado cuenta. Se subió en un pequeño p ilón que había junto al cerramiento, desde allí había espiado últimamente a su madre mient ras orinaba, y ahora serviría para ver a su excitante tía. Cuando alcanzó a verla, su polla reaccionó inmediatamente. Laura estaba abierta de p iernas sobre la taza y se estaba masturbando. No podía ver la mano metida en su coño , una pena, pero la cara de excitada y sus muecas apagando los orgasmos que tenía lo pusieron a cien y sobre el pilón se hizo una paja viendo a su tía. Había sido como si la follara. Casi sin fuerzas y algo asustado volvió a entrar en la casa sin hac er mucho ruido y asegurándose que Laura ya estaba en su dormitorio. Ya habían pasado dos semanas desde la propuesta de María y Laura seguía excitándose al p ensar en su sobrino. Varias veces había estado en su casa para jugar con sus hijos y cada vez que se marchaba se tenía que masturbar. No sabía la razón, pero se excitab a con él. Por su parte, Eduardo aprovechaba las visitas a su tía para verla e record arla después para pajearse. Tenían una piscina en el patio y siempre le pedía a ella q ue se bañara con ellos, a lo ella siempre rehusaba al imaginar como se podía poner e l niño. En la última visita de María y su hijo, Laura la llevó aparte y habló con ella. -María, he estado pensando en lo que me dijiste y desde entonces estoy muy excitad a acepto tu propuesta. -¡Estupendo! Yo no quería volver a pedírtelo pues no sabía como podías reaccionar. ¿Cómo lo p eparamos? -Dentro de cinco días mi marido y los niños se van a una excursión, estarán dos días aprove charemos un día de esos para que le enseñe. Laura habló en singular. -Le enseñaremos - apuntilló María Las dos. El día que se marcharon de excursión padre e hijos, Laura había quedado por la tarde c on su cuñada y sobrino. María le propuso a Eduardo ir a casa de los primos aunque no estuvieran, su tía estaba sola y le daría una bolsa de ropa. El chaval empezó a fanta sear sobre su tía y él en la piscina. Por la tarde llegaron a casa de Laura. Estaba sola y la saludaron al entrar. Ese día estaba preciosa pensó el chaval cuando la vio, sin imaginar que lo que estaba e ra excitada por la idea de follarse a su sobrino, joven y de buen cuerpo. -Eduardo, ponte el bañador y métete en la piscina. le propuso su tía. -No, no tengo ganas -¡Anda, no seas tonto! le dijo la madre pero él no reaccionaba. -Métete en la piscina y ahora voy yo y me baño contigo. dijo Laura y los ojos de él br illaron de excitación. -¡Bueno! dijo y cogió su bañador y se cambió en una habitación. -Aprovechemos ahora, toma éste para ti. María le dio un bikini a Laura y ella cogió ot ro. Eduardo se bañaba en la piscina. No era muy grande, de unos cuatro metros de diámetr o y un metro cincuenta de profundidad. Jugaba solo sumergiéndose y saliendo a la s uperficie mientras esperaba a su tía para memorizarla y pajearse después. No se imag inaba lo que le ocurriría un momento después. -¿Cómo está el agua? preguntó Laura y él se volvió para mirarla. Se quedó de piedra. Tenía puesto un bikini que apenas le cubría. Estaba subiendo la es

calera y veía sus tetas con unos pequeños triángulos de telas que le cubrían solamente l os pezones que abultaban la tela por el frío y la excitación, eran enormes. Cuando l legó a lo más alto pudo ver que su raja la tapaba con otro trozo de tela pequeño. Su c oño debía estar depilado pues no sobresalía ningún pelo, pero para meterse en el agua se volvió y le ofreció la vista de su hermoso culo a los lujuriosos ojos de su sobrino . Era un tanga y un pequeño cordón unía la pequeña tela de delante con otro pequeño triángul o justo encima de la raja del culo. Podía ver su culo en toda plenitud y eso hizo que su polla se pusiera más dura que nunca. -¿Está el agua ya caliente? dijo María entrando en el patio con otro diminuto bikini. Seguro que como estáis los dos el agua ya esta hirviendo. Laura reía con el comentario de su cuñada y Eduardo miraba como los pezones de ella parecía que fueran a romper la tela por lo duros y grandes que se habían puesto. Ent onces se fijó en su madre. Tenía peor cuerpo que su tía, algo más rellenita y con algo más de celulitis, pero también lo excitaba. María subió a lo alto de la escalera y se sen tó. -¿Con el toldo este no nos puede ver nadie? le preguntó a Laura. -No - contestó de verdad, podemos hacer lo que queramos. -Estupendo, - dijo la otra me quitaré la parte de arriba entonces. -Pues yo haré lo mismo. dijo Laura. Las dos se quitaron la parte superior del bikini. Eduardo las miraba, alucinando con los pezones. Ambas los tenían grandes y duros pues entre el frío del agua y la excitación de follar con él estaban al máximo. Miró a su madre sentada en lo alto de la escalera. Ella no se depilaba el coño y los pelos sobresalían por la tela. -Tengo muchos pelos ¿verdad? le dijo a su hijo que se puso colorado y no sabía que d ecir. No me depilo así que lo mejor es que me lo quite. Soltó los lazos que tenía a ambos lados y se quitó las braguitas. Eduardo miraba a su madre totalmente desnuda y su cabeza no daba crédito a lo que le estaba pasando. P ensó que ahora su adorada tía haría lo mismo, pero no fue así, sólo le ofrecía la visión de s s tetas que no era poco. -Eduardo, tu tía te ofrece la visión de sus tetas y yo todo mi cuerpo ¿qué nos vas a enseña r tú? le dijo y él se ruborizó Anda, súbete en la escalera. Laura no sabía bien lo que pensaba la otra, pero le siguió el juego. Subieron a Edua rdo a la escalera, no muy alto y la madre agarró su pene por encima del bañador haci endo que se marcara aún más la forma. Las dos se miraron al ver que tenía un tamaño colo sal. Mediría entre veinte y veinticinco centímetros, calcularon y su grosor las exci tó. La madre bajó el bañador e hizo salir su erecta polla. Laura se olvidó en aquel mismo momento que la polla aquella pertenecía a su sobrino, María hacía varias semanas que se había olvidado voluntariamente. La madre comenzó a ac ariciarla suavemente y el chaval temblaba de placer y excitación. Aquella era la p rimera vez que estaba con mujeres y se correría muy pronto. María puso su boca bien abierta delante del gordo glande y siguió masturbándolo suavemente. Laura se quitó las bragas del bikini y comenzó a meterse los dedos en el coño sintiendo placer al ver a madre e hijo teniendo sexo. Nunca imaginó que el incesto le excitara, pero estab a en la gloria cuando Eduardo gimoteó sin saber bien lo que le pasaba y descargaba grandes chorros de semen en la boca y cara de su madre que se lo tragaba sin da rle casi tiempo. Laura se corrió rápidamente al verlos. María le chupaba la polla aún dura mientras él se agarraba con las pocas fuerzas que l e quedaban a la escalera. Laura se acercó y le pidió la polla para chuparla. Notó como el glande le forzaba la comisura de la boca y entraba llenándola entera. No pudo meterse mucho hasta que unos segundos más tarde se puso algo fláccida, entonces la e ngulló con más ganas hasta notar que volvía a tomar cuerpo. -Entremos en el salón. dijo Laura. Salieron de la piscina, madre y tía tomaron una toalla cada una y comenzaron a sec arlo. Lo besaban por todas partes y se alternaban en acariciar su hermosa polla. Él le quitó la toalla a su madre y la secaba mientras su tía lo besaba y chupaba la p olla. María se acuclilló juntó a Laura y entre las dos le mamaban la polla, mientras u na se la metía dentro, la otra pasaba su lengua por lo huevos y lo largo de su tro nco. Él gimoteaba por el placer. Laura se levantó, le quitó la polla a María de la boca y agarrándolo por ahí lo llevaba al salón. Él agarró a su madre de una mano y los tres entraron en el salón. Sentaron al ch

aval en un sofá, Laura se arrodilló delante de él y le abrió las piernas para comenzar a mamarle la polla. María se subió de pie en el sofá y abriendo las piernas y los labio s de su coño con una mano, se lo ofreció a su hijo para que se lo comiera. -Saca la lengua y pásala por mi raja. le indicó y él lo hizo. Sentía como su polla entraba en la boca de su tía y el sabor del coño de su madre. Pas aba la lengua por toda la raja como le había indicado. Busca un bultito en la part e superior de la raja y juega con tu lengua alrededor de él le indicó y así lo hizo. M aría gimoteaba al sentir como su hijo le daba placer, aunque no lo hacía muy bien. -Quítate Laura. le indicó. María abrió las piernas y llevó su coño hasta la polla de su hijo. Con una mano la dirig ió a la entrada de su vagina y con suavidad se sentaba sobre ella para que la pene trara. Su cara mostraba el placer de montar a su hijo con pequeños gruñidos al entra rle aquella enormidad. Laura se subió al sofá e hizo lo mismo que la cuñada anteriormente, le puso el coño para que se lo comiera. Sentía la lengua pasar por toda su raja. Sin indicarle nada, E duardo decidió hundir su lengua en la entrada de la vagina de su tía. Ella gimió al se ntir que la intentaba follar con la lengua y lo animó a que siguiera. Él sentía como su polla se abría paso poco a poco en el interior de su madre, como el calor de su coño iba envolviendo su polla hasta que entró por completo en ella. Come nzó a cabalgarlo y él se sentía en la gloria, cuando de pronto María se sacó la polla de g olpe. -¡Dios santo! No le hemos puesto un preservativo. corrió al bolso y trajo una tira q ue dejó en la mesa después de coger uno. Los he pedido bastante grande y no me he eq uivocado en mucho. desenrolló la goma y la colocó en la polla. Ahora follaremos tran quilo. Se volvió a sentar y cabalgó con tranquilidad sobre su hijo. Sentía que le venía un orga smo mientras le entraba la polla en el coño y veía como su cuñada le ofrecía el coño a él. L aura se agarraba los cachetes del culo y los abría mientras él le chupaba el clítoris. María pudo ver su ano y no se aguantó. Mientras su hijo se agarraba a su culo y le metía la polla todo lo que podía, ella se inclinó y lamió el ano de Laura. Ésta se asustó al principio al sentir a su cuñada en su culo, pero al momento disfrutaba de las chu padas que le daban madre e hijo. María apartó la boca del culo de Laura y comenzó a gemir y gritar al correrse sobre su hijo. Laura se quitó de encima y Eduardo poseído por la lujuria agarró las gordas tet as de su madre mientras ésta empujaba su coño contra la polla del hijo para que le e ntrara todo lo posible. Entre alaridos se corrió como nunca antes y se derrumbó sobr e él que aún la metía y sacaba un poco. Laura los había estado mirando y se corrió al masturbarse con su mano. María se levantó del hijo vio que no se había corrido. Folla a tu tía y córrete. Él se levantó y colocó a ra boca arriba con las piernas bien abiertas. Su coño sin pelos tenía unos enormes l abios que abrió ella con una mano, con la otra agarró la polla y la dirigió a su entra da. Cuando agarró la polla y notó el grosor se lo pensó dos veces. Paró a chaval y lo hi zo sentarse en el sillón. Él estaba sentado con su polla totalmente erecta apuntando al techo. Laura se subió sobre él dándole la espalda y poniendo sus pies en cada rodilla de él. Bajó su coño y María, de rodillas delante de ella, dirigió la polla para que le fuera entrando. Laura s entía como el glande le separaba las paredes de la vagina, nunca había follado con a lgo tan gordo. Poco a poco, para no hacerse daño, se la fue metiendo. Eduardo goza ba con la follada de su tía y no le quedaba mucho para correrse. María veía como la polla del hijo penetraba el coño totalmente abierto de su cuñada y no pudo aguantar, acercó su boca y lamió el clítoris mientras el hijo penetraba aquel coño . Laura no aguantó mucho y entre gemidos de los tres se corrió sintiéndose totalmente llena de polla. Al momento él sintió que se corría y descargó su leche. Laura se dio cue nta tarde de que un calor la inundaba por dentro, el preservativo se había roto y la leche de él la llenaba. Cuando se la sacó ya había descargado por completo y ella h aciendo movimientos vaginales, consiguió que mucha de la leche saliera de su vagin a. María, que era la más pervertida, aprovechó para comer el semen de su hijo directam ente del coño de su cuñada. Durante una semana Laura estuvo inquieta al no saber si estaba embarazada, pero por fin llegó la menstruación y pudo descansar. Desde entonces no tuvo más sexo que co

n su marido y María la llamaba de vez en cuando para que se unieran a ella y su hi jo, pero después del susto nunca más entró otra polla en su coño mas que la de su marido . TodoRelatos.com © Rasmaron SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! La fantasía de mamá Vivimos mi madre y yo solos desde que tengo memoria. Nunca me dijo que fue de mi padre. Supongo que cuando era joven tuvo una noche loca de pasión y algún cabrón la d ejó preñada. Fuese como fuese aquí estábamos los dos. Recuerdo que desde que yo era muy pequeño ella tuvo que buscar trabajo e intentar llevar una casa y criarme a la vez . Teníamos una buena relación y bastante confianza para ser madre e hijo. No teníamos casi ningún secreto el uno para el otro, salvo el de mi padre y que yo c uando cumplí los dieciséis años dejé de verla como madre y empecé a verla como la mujer de treinta y cuatro años que era. Y todo por un día que me encontré unas bragas suyas en el cuarto de baño. Se las había quitado y aún estaban calientes. Las llevé a mi nariz y sentí mi primera erección a causa del olor de mi madre. Desde entonces la he espiad o, pero con el tiempo he controlado la situación. Ahora tengo veinte años y mi madre treinta y ocho. Ella sigue estando igual de bue na, no es que sea una modelo, pero en más de una paja la he usado de inspiración. Se guimos teniendo la misma confianza, con nuestros secretos de siempre, yo no se q ue fue de mi padre y ella no sabe que le echaría un polvo a la menor indicación por su parte. Hace unos dos meses ocurrió algo que intentaré contaros. Se casó un primo mío. Un tipo p edante con mucho dinero, de esos que te consideran por el dinero, no por lo que eres. Fuimos con muy pocas ganas y más por la insistencia de mi tía que del novio. D e la novia solo contaros que está buenísima y que el muy gilipollas se la lleva al a ltar de blanco, pero no virgen, pues en una fiesta hace un año la vi que se lió con dos o tres en la misma noche. Yo no la conocía en aquel entonces, pero cuando me e nteré que era la novia de mi primo y que en la fiesta ya llevaban varios años juntos , no le dije nada a mi primo, a fin de cuenta es un tipo que medirá un metro seten ta, y como todos saben los ricos como él deben ser altos y guapos y este era por s us cuernos el más alto, eso seguro. En fin, que después de la fiesta nos volvimos a casa. Mi madre había bebido algo más d e la cuenta y parecía que aquella noche su lengua hablaba sin freno y de muchas co sas. Entonces empezamos hablar del sexo y de cuando eres joven. Era mi oportunid ad. Empecé a hablarle del tema de las chicas en la universidad e intenté que me habl ara de mi padre, pero nada fue posible. Cuando llegábamos al tema se entristecía y t enía que cambiar de tema para que se le alegrara el ánimo. Seguimos hablando de sexo y la conversación se encaminó a las fantasías sexuales de ca da uno y con que nos masturbábamos. Como no me confesó lo de mi padre, yo le dije qu e para mis pajas usaba a mis primas y algunas maduras para excitarme, en ningún mo mento le confesé que últimamente ella era mi inspiración. Ella de buenas a primera me confesó que para excitarse usaba a la persona que le e ra más accesible, o sea, a su hijo. No es que le gustase el incesto, pero las situ aciones que se le ocurrían en plena calentura la ponían a mil. Me comentó si no me había fijado que a veces estando los dos en el sofá y con mi cabeza en su regazo, se le vantaba de golpe e iba al baño, tardaba un poco y volvía al sillón. Me dijo que aquell o no era más que se excitaba pensando que yo le levantaba la falda, le abría las pie rnas, apartaba sus bragas y le comía el coño. Al momento se tenía que ir toda mojada a l baño para desahogarse. Yo, para seguir escuchándola, le confesé que por el mismo motivo usaba a mi tía Pilar, una mujer de treinta y dos años que estaba bastante buena, pero que nunca se me o curriría pensar en mi madre para esas cosas. Ella siguió hablando y me confesó que si de verdad lo hiciera con alguno lo haría con uno de mis amigos. Su elegido era Ant onio. Él era de la misma edad que yo y nuestro aspecto físico era bastante parecido. Éramos de la misma altura y unos cuerpos casi iguales. No sé por qué pero mi madre empezó a contarme que le gustaría que entrara de forma furti va en casa y la cogiera durmiendo en la cama. La atara y la follara hasta que no pudiera más. Mi madre empezó a sentirse agitada por la excitación de la conversación y

de repente paró y se despidió de mí yéndose a la cama. Yo quedé en el sillón sentado recordando la conversación de mi madre. Me había puesto a mil cuando me dijo que me usaba para masturbarse. Mi polla estaba totalmente dur a y deseosa de soltar su carga. Me levanté para ir a mi cama, apagué las luces y cam iné en silencio por el pasillo. Al pasar por la puerta del dormitorio de mi madre, salía un poco de luz de su habi tación. La puerta no estaba totalmente cerrada. Miré y mi madre estaba en medio de l a cama gruñendo y agitándose. No la podía ver por completo, pero ver su cara de placer al masturbarse me hizo que me sacara la polla y me masturbara viéndola. Los dos d isfrutábamos, ella con su fantasía y yo al verla gozar. Al poco la escuché gemir levem ente y sentí que toda mi leche salía... y salió... y no se donde daría pero la cosa es q ue la solté en medio del pasillo y me marché, ya la buscaría por la mañana para quitarla . Vi como mi madre acababa de correrse y seguí por el pasillo sin hacer ruido. Al día siguiente era domingo. Cuando escuche a mi madre que estaba levantada me le vanté yo. Se había duchado y yo entré en el baño justo después de que ella saliera. Volví a encontrar las bragas usadas. Las cogí y olí el perfume de su coño. Tenía el olor intenso del orgasmo de la noche anterior. Fui a la cocina para preparar algo para desayunar. Mi madre acabó de recoger el cu arto de baño y se unió a mí para desayunar. Le empecé a hablar de la conversación de la no che anterior. Ella quiso pedirme perdón si me había ofendido con algo. Le dije que m e gustó la sinceridad de la noche anterior y que había estado pensando en el tema de mi amigo Antonio. Le comenté que Antonio era un chaval que tenía fama de follar mucho. Que si quería le propondría tener sexo con una madura, siempre y cuando fuera discreto y que si que ría le montaría el numerito que ella quisiera. Mi madre quedó pensativa y no dijo nada más. Cuando acabamos de desayunar me dijo que hiciera las gestiones para ver si A ntonio estaría dispuesto. Aquella misma noche le comenté a mi madre que Antonio estaba dispuesto a lo que el la le pidiera, le había parecido buena idea la de montarle un numerito. A ella tam bién le agradó la noticia y me pidió consejo para idear algo que la pusiera a cien. De spués de pensar un buen rato, y ponerme a cien con lo que se le ocurría, se decidió po r hacer que Antonio estuviera robando en casa para, de esta manera, él pudiera fol larla. Todo fue hablado y acordado para el viernes por la noche, yo me iría de mar cha y le dejaría la llave a él. Sobre las doce de la madrugada del sábado, como se había acordado, Antonio llegó a mi casa. Entró con la llave que le di. Iba con ropa oscura y un pasamontañas. Mi madre estaba en el baño hasta que lo viera entrar en su habitación. Entró ella detrás de él y co menzó el espectáculo que estaba grabando con una cámara que había colocado en un rincón de la habitación. Mi madre se hizo la sorprendida al ver al hombre dentro. Él la agarró y la arrojó a la cama. Mi madre estaba muy excitante, llevaba un camisón transparente y debajo una s bragas y un sujetador. -Estate quieta si no quieres que te haga daño. habló él con una voz que intentaba dist orsionar. -No me hagas daño... no tengo dinero ni joyas... por favor, no me hagas daño... decía ella y la verdad es que hubiera servido para actriz. -No me mientas... dame lo que tengas de valor. -Por favor, estoy sola y no tengo nada para darte. le dijo y él se acercó a ella mirán dola. -Pues tendrás que darme tu cuerpo... por las buenas o por las malas. le dijo y sacó una navaja de su bolsillo. -¿Qué quieres que haga? -Arrodíllate delante de mí. dijo y con la mano que tenía libre sacó su polla del pantalón. Empieza por chuparme. Mi madre se arrodilló delante y con una mano comenzó a acariciar la polla. La acaric iaba y miraba su glande mientras se pasaba la lengua por los labios para humedec erlos. Empujó el pellejo atrás y salió un glande gordo. Acercó los labios y comenzó a besa rlo. -Dime tu nombre. le pidió él. -Me llamo Raquel. y abrió su boca y se metió el glande dentro.

-¡Uuuuf Raquel! ¡Que bien la chupas! Mi madre se metía la polla toda dentro y chupaba con sonoras mamadas. El tipo le a compañaba el movimiento de la cabeza con la mano que tenía libre y la forzaba, a vec es a metérsela un poco más. Dejó la polla y le quitó por completo los pantalones. Puso u na mano en el culo y con la otra agarró la polla para volver a chuparla. Le lamía lo s huevos y subía por el tronco duro y venoso de la polla hasta llegar al glande y engullirla de nuevo. Mientras una mano de mi madre tocaba el culo de él y le imprimía el ritmo con que te nía que follar su boca, la otra la llevó a su coño y comenzó a tocarse. Él tiró la navaja y agarró con las dos manos la cabeza de ella y comenzó a moverse follando su boca. Mi madre intentaba seguir el ritmo que él le imponía y de vez en cuando tenía que sacarse la polla al darle arcadas por las penetraciones profundas que le obligaba. -Hagamos un sesenta y nueve, quiero comerte ese coño que tiene que estar totalment e mojado. El tío la levantó y le quitó el camisón. Ella le quitó la camisa e intentó quitarle el pasam ontañas, pero él la detuvo y la besó en la boca metiendo su lengua y jugando con la su ya. Mientras se besaban, mi madre acariciaba la polla y él le tocaba el culo con u na mano y la otra la metía por dentro de sus bragas y le acariciaba el coño. Ella es taba entregada, hacía tiempo que no tenía sexo con un hombre y aquel le estaba dando lo que ella necesitaba. Él se tumbó en medio de la cama boca arriba. Mi madre abrió las piernas sobre su cara y le puso el coño a la altura de su boca. Introdujo la lengua en la raja de ella y comenzó a lamerlo por todas partes. Mi madre gimió de placer y agarró la polla para m asturbarlo. Abrió la boca y se tragó toda la polla. Los dos se daban placer y estaba n disfrutando. Poco duró mi madre con la polla en su boca. La saco y comenzó a gemir al sentir que se corría. -¡Aaaah, me estoy corriendo! ¡Uuuuf que gusto! ¡No puedo más, méteme la polla! Se levantó de él y se puso boca arriba con sus piernas abiertas todo lo posible. Su coño rosado se ofrecía para que la polla le entrara hasta el fondo. Él se puso sobre e lla e intentó penetrarla. Ella agarró la polla y la dirigió a la entrada de su vagina. Se dejó caer sobre ella y las paredes de la vagina se amoldaron a la polla que le entraba. -¡Aaaah, que bueno! Fóllame. Mi madre comenzó a lamerle los pezones a él mientras éste le metía y sacaba la polla fol lándola. -¡Sí so puta! ¡Chúpame los pezones que me pones caliente! -Clávamela hasta el fondo, lléname entera de polla. Mi madre gemía y gruñía mientras era follada. Él le mordía el cuello y la chupaba a la vez que la penetraba. Mi madre empezó a sentir que se iba a correr. -¡Dame más rápido! ¡Me corro! Él aceleró las penetraciones y ella chillaba con cada penetración de la polla. Sus uñas se clavaban en la espalda de él y entre los gemidos se escuchaba los chop del coño m ojado cada vez que le entraba la polla. Poco aguantó mi madre que se corrió con espa smos producidos por el tremendo placer del orgasmo. dijo cuando ya las lentas -¡Esto es la gloria! Nunca me había corrido de esta forma. penetraciones de él no le daban tanto placer. -Pues date la vuelta que te follaré por detrás. Él sacó su polla y mi madre se puso boca abajo. Se echó sobre ella y pasó varias veces s u polla por la raja del culo. Con una mano la empujó un poco hacia abajo y presionó sobre el cuerpo de ella. Sintió que su glande había dado con un agujero muy estrecho , había encontrado el ano de mi madre. -¡No, por favor, por ahí no! Nunca me ha gustado. Hizo retroceder su polla y la empujó más abajo. Dejó caer su cuerpo para que presionar a y sintió como se abría paso entre los labios del coño de ella. -Raquel, pon tu culo en pompa para que te folle mejor. Ella levantó un poco el culo y su coño quedó totalmente expuesto a la acción de la polla de él que le fue entrando a un ritmo cada vez más rápido por la excitación que sentía al tener el hermoso y grande culo de mi madre para follarla. Mientras la penetraba comenzó a morderle el cuello a ella. Mi madre empezó de nuevo a sentir placer por la s penetraciones y los mordiscos. Los dos gemían de placer. Él aceleraba cada vez más l

as penetraciones. -¡Siento que me corro! dijo entre gemidos. -Hazlo dentro de mi coño, yo también me voy a correr. Entre gemidos los dos consiguieron el orgasmo a la vez. Cada vez que empujaba su polla contra el culo de ella, dentro de su vagina se depositaba un chorro de le che. Ella volvía a convulsionarse con el orgasmo. Unos minutos después, él se bajaba d e ella y se echaba boca arriba a su lado. Ella se incorporó un poco y se abrazó a él p ara besarlo. -Me has vuelto loca, me has follado como nunca lo habían hecho. Gracias. le dijo m i madre y comenzó a besarlo y acariciarlo por encima del pasamontañas. En una acción q ue fue visto y no visto le quitó el pasamontañas. - ¡Aja! Así que eres tú. -Pero mamá, yo... es que... no sabía que decir. Me había quitado el pasamontañas y había d escubierto mi juego. -¡Dios, me has follado! mi madre empezó a llorar, volviéndose y hundiendo la cara en l a almohada. No se si podré soportarlo... follada por mi propio hijo. -Perdona mamá... es que la idea de que otro te... -¡Calla! No querías que ninguna polla entrase en mí y me metes la tuya... ¿no te da vergüe nza? No sabía que decir. Mi madre de espaldas a mí no dejaba de sollozar. De momento se v olvió. Yo agaché la mirada incapaz de mirarla a los ojos. -No sabía si sería capaz de follar con tu amigo Antonio... Estaba dudando mucho... C uando entraste y me pediste con esa voz que te la chupara lo dude, pero cuando v i el lunar que hay junto a tu glande mis dudas desaparecieron. Iba a hacer reali dad mi fantasía. Follaría con mi hijo. Levanté la mirada y su cara era de burla. Todo su llanto y vergüenza no era más que pu ro teatro para asustarme. Tenía una sonrisa y se acercó a mí y me besó. -Cada vez que quieras follaremos... y si quieres haremos los numeritos que sean necesarios. Pero dime, ¿no has estado más excitado creyendo que me follabas sin yo s aberlo? -¡Pues claro! Ha sido el orgasmo mejor que he tenido. He follado con algunas tías de película, pero eso de follarte creyendo que no sabías que era yo me ha puesto a cie n. -Pues ahora me follaras en condiciones. Mi madre bajo a mi polla y comenzó a chuparme. Pocos chupetazos hicieron falta par a que volviera a levantarse. Se puso de rodillas en la cama, abrió las piernas y s e sentó sobre mi polla que le entró hasta el fondo. Agarré su hermoso culo y ella salt aba sobre mí. Veía como sus tetas botaban al ritmo que se metía la polla. Gimoteaba y se echó hacía mí para que le lamiera las tetas. Con una mano acariciaba su culo y con la otra sujetaba la teta para poder mamársela. -¡Pero que bien follas hijo! -No soy yo, somos los dos que nos acompasamos y nos damos todo el placer posible . Te quiero Raquel. -Y yo a ti. Hundió su lengua en mi boca. Con una mano la sostuve por el cuello y la forcé a segu ir besándome, mientras la otra la puse sobre su culo para que lo parara. La tenía in móvil sobre mí con mi lengua en su boca y mi polla en su coño. Me empecé a mover y a met erle y sacarle la polla todo lo rápido que podía de su coño. Ella cerró los ojos y me em pujó para poder sacar mi lengua de su boca. Aceleré mis folladas todo lo que mi resi stencia física podía y ella, sin moverse, cambiaba la expresión de su cara a cada mome nto por el placer del orgasmo que le llegaba. Al poco agarró las sábanas con ambas m anos, abrió los ojos de par en par y comenzó a gritar de placer al sentir el orgasmo . Yo la seguí follando rápido hasta que me pidió que parara que se iba a desmayar. Bajé el ritmo de las penetraciones pero no paré. -¡Oh, que gusto más grande! ¡Estoy mareada! dijo y se echó hacia mí para descansar. Acariciaba su culo y todo su cuerpo. Ella reposaba sobre mí. -Ahora te toca a ti. ¿Qué quieres que te haga? -Mueve ese hermoso culo y fóllame. Ella comenzó a moverse y mi polla le entraba y salía. Movía las caderas haciendo círculo s sobre mi polla y yo sentía un gran placer. La acariciaba. Tocaba sus tetas y sus enormes pezones erectos. Acariciaba sus muslos subiendo hasta su culo y ella se

guía bailando sobre mi polla para que me corriera. Al poco empecé a sentir más placer. La agarré por la cintura y la presioné contra mi polla para que le entrara lo máximo posible. Ella movió su coño de atrás adelante para que me corriera. Ya me quedaba poco . Yo gritaba y ella me miraba con cara de pedirme que me corriera o se correría el la otra vez. -Córrete Raquel, córrete que te quiero volver a ver. Mi madre comenzó a gritar mientras yo la presionaba para que mi polla estuviera ta n adentro como fuera posible mientras ella comenzaba a gritar y suspirar. -Cabrón, otra vez me estoy corriendo. -Pues ahora va mi leche. Sentí como mi semen subía por mi polla y salía para llegar todo lo dentro de mi madre que fuera posible. Ella gemía al sentir mi esperma caliente llenarla y nos corrimo s a la vez. Ella no se bajó de mí hasta que mi polla salió de su coño por menguar hasta la posición de reposo. -Me ha encantado hijo. -Desde ahora cada vez que necesites un hombre, yo estaré junto a ti. -Nada de eso. A partir de ahora todas las noches estarás junto a mí y me darás el mism o placer que hoy. Nos besamos y abrazamos. Apagamos la luz y dormimos juntos desde ese día. Hubo otr as fantasías que hicimos más adelante, pero lo contaré si queréis en otro relato. TodoRelatos.com © Rasmaron SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! El poder de los sueños Desde hace ya bastantes años vivimos mi madre y yo solos, desde que mi padre nos a bandonó. Aprendimos a vivir solos sin él y, gracias a que nos dejó una buena pensión, no tuvimos nunca problemas de dinero. Mi nombre es Raúl y mi madre se llama Lola. Todos los sábados por la noche suelo salir con mis amigos y mi novia. A Cristina, mi novia, la conocí en la pandilla. Un día llegó acompañando a su prima, mi amiga Raquel , y desde aquel día empezamos a hablar y ya llevamos dos años saliendo. Una noche de sábado, estando con ellos me encontré algo mal. Decidí volver a casa y pe dí a Cristina que siguiera divirtiéndose. Regresé a casa en mi coche y me sentía algo me jor. Entre y me dirigí a mi habitación sin hacer ruido. Al acercarme a la puerta del salón vi que salía luz. Me asomé a la puerta y mi madre estaba en el sillón echada, con las piernas abiertas de par en par, viendo una película porno y se metía en el coño un consolador. Ella no me podía ver al estar de espalda a mí, pero la veía y escuchaba sus gemidos de placer al masturbarse. Me fijé en el cuerpo de mi madre. Tenía un camisón, subido hasta la c intura para dejar al aire su vientre y su peludo coño. Sus hermosas piernas se abría n en ángulo llano y la polla de goma le entraba al ritmo que le marcaba la excitac ión de ver la película. La estuve observando hasta que se corrió, estaba preciosa al s entir el orgasmo y no pude evitar excitarme al ver a mi madre. Sin hacer ruido me acerqué a la puerta de la calle y simulé que entraba en ese momen to. Escuché como ella se levantaba y componía corriendo al escucharme. Salió de la hab itación y nos encontramos en el pasillo. me preguntó alterada por el susto. -¿Ya estás aquí? -Es que no me encuentro muy bien y decidí descansar. - me dio un beso y me fui a l a cama. Me fui a mi habitación y me acosté. Realmente no me encontraba bien, a mi indisposic ión física había que sumarle no poder quitarme de la cabeza la imagen de mi madre, su cuerpo, sus gemidos... Daba vueltas en la cama y no podía dormir. Del pasillo venía un ruido que no podía distinguir. Me levanté y salí de la habitación. Anduve hasta la pu erta de la habitación de mi madre de donde provenían los ruidos, ruidos que no eran otra cosa más que los gemidos de mi madre que se masturbaba en su cama iluminada p or la luz de la mesita de noche. Entré en la habitación y la pude ver. Sólo tenía puesto un porta liga con unas medias ne gras. Estaba con sus piernas abiertas totalmente en medio de la cama y ahora se masturbaba con otra polla más gorda que la anterior, mucho más gorda que la anterior que le arrancaba gemidos mezcla de placer y dolor. Me miró y sonriéndome me llamó para que me acercara a ella. Caminé hasta el filo de la c

ama y ella se pasaba el consolador por sus tetas. Me incliné y empecé a tocarle el c oño, separando sus labios y buscando su clítoris para masturbarla. Ella gruñía por el pl acer y me acerqué a ella para besarla. Abrí la boca y empecé a sacar mi lengua para hu ndirla en su boca. Sentí como nuestras lenguas húmedas jugueteaban de una boca a otr a mientras mis dedos se mojaban con los flujos de su coño. De repente desperté en mi habitación. Había tenido un sueño erótico con mi madre y me había excitado muchísimo. Mi polla estaba erecta y sentía muchas ganas de follar con mi ma dre. Aquellos pensamientos me preocupaban. Mi madre tenía treinta y cinco años y yo diecinueve, quedó preñada muy joven, y estaba realmente buena... pero era mi madre. Durante unos minutos tenía una mezcla de excitación por haber tocado el coño de mi mad re, en sueños, y la culpabilidad de tener esos pensamientos con ella. Poco a poco me fue rindiendo el sueño y quedé dormido. Me levanté por la mañana y, después de asearme, fui a la cocina para hacerme algo para desayunar. Allí estaba mi madre y sentí algo de vergüenza cuando me besó en la mejilla, aún estaba excitado por el sueño de la noche y tenerla tan cerca y con ese pequeño ca misón me ponía muy nervioso. Desayuné sin apenas hablar y me marché a mi habitación para ducharme. Sonó el teléfono y e ra Cristina que me llamaba para auto invitarse a comer en mi casa. Ella y mi mad re siempre se habían llevado bien. Se lo comunique a mi madre y me duché. Sobre las dos de la tarde llegó Cristina y preparamos la mesa y nos pusimos a comer. Cuando acabamos y recogimos la mesa, mi madre decidió irse a casa de la vecina y Cristina y yo nos fuimos a mi habitación. Mi madre tenía la cortesía de dejarnos los domingos por la tarde una hora solos en c asa para que pudiéramos follar tranquilos. Incluso una vez Cristina le pidió un condón a mi madre pues se nos habían acabado. Las dos se llevaban como amigas. Pero ese día no íbamos a follar. Le conté como había visto a mi madre masturbándose y el s ueño que tuve en la cama. Ella se reía y no le daba más importancia. Le comenté que esta ba preocupado pues me sentía atraído por mi madre, pero ella le quitaba importancia al asunto y, quitándome los pantalones, comenzó a hacerme una mamada para que olvida ra a mi madre. Sentía como se tragaba toda mi polla y cerré los ojos, pero sólo veía a m i madre con mi polla. La paré y le comenté que no podía concentrarme. Nos tumbamos en la cama abrazados. Al rato llegó mi madre y vino a la habitación. Cristina se levantó y saludó a mi madre. le dijo mi novia. -Hola Lola ¿tomamos un café? Mi madre aceptó y las dos fueron para la cocina. Estaba en la cama y no conseguía bo rrar el recuerdo real del cuerpo de mi madre y menos aún el sentimiento de excitac ión que me produjo el sueño, poder tocar su peludo coño y besarla... quedé dormido de nu evo. Desperté una hora más tarde y me levanté para buscar a Cristina y a mi madre. Las dos estaban hablando y riendo en la salita. Entré y las saludé sin mucho énfasis. Estaban en el sillón sentadas y me invitaron a sentarme en medio de ellas. -¿Cómo está mi precioso hijo? -Genial, no me ves la cara. -Seguro que esa cara te la cambiamos en seguida. dijo Cristina. Le he contado a tu madre lo de anoche. Mi cara se puso colorada y sentí ganas de estrangularla. Mi madre sabía que me ponía c achondo al verla. No sabía que hacer. -Hijo, no te preocupes. Para mí es un halago que te guste. me dijo mi madre acaric iándome para que me tranquilizara. lo que me preocupa es que te cause un trauma. h izo una pausa. Hemos hablado Cristina y yo y al final llegamos a la conclusión que lo mejor sería que te desahogaras... Sentí vértigo al escuchar a mi madre. Me estaba proponiendo relaciones con ella... y mi novia estaba de acuerdo. No sabía que hacer. Todo aquello parecía otro sueño... pe ro me había levantado de la cama... no lo podía creer. -¿Quieres tener sexo conmigo y tu novia? esas palabras de mi madre aceleraron mi c orazón al máximo. No acertaba a decir nada, sólo asentía con la cabeza, me dejaba llevar. Entre las do s me llevaron de las manos hasta la habitación de mi madre. Junto a la cama las do s me abrazaron por ambos lados y me besaron. Besé primero a Cristina y sentí su fami liar lengua. Me volví para mi madre y la miré a los ojos.

-Mamá, me gustas mucho. le dije y hundí mi lengua en su boca. Aquello fue mejor que el sueño. -Cuando hagamos el amor llámame por mi nombre. me indicó. -Vale, ahora tengo dos mujeres que satisfacer, Cristina y Lola. Empecé a besar a Cristina y acariciaba los culos de las dos. Mi madre acercó su boca a nosotros y empezamos a jugar con nuestras lenguas los tres. Era delicioso sen tir las lenguas de las dos a la vez. -Desnúdate y échate en la cama. me indicó mi madre. Me quité la ropa lo más rápido que pude y me tumbé boca arriba en medio de la cama. Ella s dos comenzaron a besarse y tocarse. Estaban haciendo un juego lésbico que me est aba calentando. Comencé a masturbarme al ver como se desnudaban la una a la otra. Podía ver sus culos y sus tetas. Veía sus pezones erectos, excitados por la lengua d e la otra. Se intercambiaban caricias, besos. Cristina se tumbó boca arriba junto a mí y mi madre le abrió las piernas para empezar a comerle el coño. -Cuando quieras te unes a nosotras. me dijo Cristina. La besé en la boca mientras tocaba sus tetas. Ella gemía al sentir la lengua de mi m adre lamiendo su raja. Bajé por su barriga hasta llegar a donde mi madre se afanab a por chupar. Levantó la cabeza y me ofreció su boca. La bese y saboreé los jugos de C ristina. Le abrí los labios de su coño y se lo ofrecí. -Toma Lola, chúpale la raja a Cristina. Tenía su coño totalmente depilado y podía ver la lengua de mi madre deslizarse de arri ba abajo, como se detenía para chupar su clítoris. Cristina gemía de placer mientras m e masturbaba con una mano. Abrí las piernas y le puse la polla a la altura de su b oca. Al momento comenzó a mamarme. Sentía como le entraba todo lo posible y como jug aba con su lengua en mi glande. -Raúl, sigue chupándola. me dijo mi madre y me dejo aquel coño para mi solo. Se levantó de entre las piernas de Cristina y se puso junto a ella. Sentí como mi ma dre me abría los cachetes del culo y su lengua recorría la raja hasta llegar a mi an o. Nunca me habían hecho algo así y estaba receloso, pero al momento sentí placer al n otar que la punta le la lengua de ella recorría mi esfínter haciendo círculos que me d aban mucho placer. Podía sentir como mi novia se tragaba toda mi polla a la vez qu e mi madre me lamía el culo. Yo seguía trabajando el coño de Cristina. Lamía su raja y le metía dos dedos por su vagi na. Ella gimoteaba al sentirme. Se sacó mi polla de la boca y miré atrás. Se estaban b esando. -¿Os gusta las relaciones lésbicas o lo hacéis para calentarme? les dije. -Llevo casi el mismo tiempo enrollada con Lola que contigo. -Entonces lo que os faltaba era una buena polla. Me levanté de Cristina e hice que mi madre se tumbara boca arriba. Le abrí las piern as y contemplé su peludo coño. Eran como la noche y el día. Cristina rubia y Lola more na. Una sin pelos en el coño y la otra con una selva. Mi madre se abrió los labios d el coño y empecé a lamer. Cristina protestaba para que la dejara comer el coño. Las ca mbié de postura. Puse a Cristina boca arriba pero con la cabeza en los pies de la cama y a mi madre sobre ella al contrario. -Ahora puedes comerle su coño. le dije. Me puse de rodillas entre las piernas de Cristina y mi polla apuntaba a la cara de mi madre. -¿Tienes hambre Lola? Sin decir nada abrió la boca y le fui metiendo mi polla. Ella no se movía para que C ristina le chupara bien el coño y yo me movía follando su boca. Al poco le saqué la po lla y ella se dedicó a comer el coño depilado de la otra. Me desplacé al culo de mi ma dre y acerqué mi polla. Cristina la cogió y le dio unas chupadas y prosiguió comiendo el coño a mi madre. Entonces abrí los cachetes del culo de Lola y metí mi lengua para buscar su ano. Lo lamí y escuchaba como gimoteaba al sentirnos jugar con sus dos a gujeros. -Ya estoy lista, necesito tu polla. dijo mi madre. Me arrodillé tras de ella y Cristina dirigió mi polla entre el pelambre de su coño par a encontrar la entrada de su vagina. Noté que no tenía preservativo, pero aquella no che no me importaba dejar alguna de las dos preñada o a las dos. Empecé a empujar en su caliente y húmedo coño y mi polla fue separando sus paredes vaginales y ocupando

aquel espacio en el que hacía mucho tiempo que sólo entraban pollas de goma. Mi pol la se fue mojando más con cada penetración. Cristina lamía como podía el inicio de la ra ja de mi madre para intentar lamer el clítoris. Lola gemía al sentirnos hacer en su coño. -¡Qué buenos sois! gimoteaba entre las envestidas mías y las lamidas de Cristina. ¡Me vo lvéis loca! Yo, con mis manos en sus caderas, le metía mi polla todo lo que podía. A veces rápido y otras penetrándola lentamente, para que sintiera cada milímetro de polla que le ib a entrado. Con un dedo empecé a jugar con el ano de mi madre y a ella parecía que le gustaba. Apreté un poco más y empezó a entrar. Le estaba penetrando el coño con mi poll a y en su ano le metía un dedo. Cristina se salió de debajo de Lola y se puso junto a esta en la misma postura par a ofrecerse a mí. Con la mano que tenía libre, le empecé a acariciar el culo y busqué su raja para tocarla. Me llenó toda la mano de los flujos que emanaban de su coño por la excitación. Saqué la polla de mi madre y me coloqué detrás de la otra. Mi madre cogió m i polla y la dirigió a la vagina de mi novia. La penetré y eran tantos los fluidos q ue no hubo ninguna resistencia. La empecé a follar y mi madre le tocaba el ano par a excitarla. Al instante sentí como se corría con mis penetraciones y las caricias d e mi madre. La seguí follando rápidamente hasta que me pidió que parase. -Lola, móntame. le dije a mi madre mientras me tumbaba en medio de la cama boca ar riba. Mi polla estaba llena de los flujos de Cristina y le pedí a mi madre una toallita húmeda para limpiarla un poco, pero ella no lo pensó, se abrió de piernas y se sentó sob re mi polla que le entró de golpe sin ningún impedimento. ¡Qué placer más grande sentir mi polla en el calido coño de mi madre! La incline hacia mí y empecé a chupar sus tetas a la vez que ella se metía y sacaba mi polla del coño para follarme. Cambiaba de la teta derecha a la izquierda. Me volvía loco con aquellas dos glande s y duras tetas. Acariciaba su culo y un dedo lo metía en su ano a la vez que me m ovía para que le entrara la polla. Ella gemía y pedía que la follara más. Cristina, al l ado nuestro, nos miraba y comenzaba a tocarse el coño para masturbarse. Mi madre c omenzó a sentir que se iba a correr. Puse mis dos manos sobre su culo y lo paré. Com encé a mover las caderas para meterle y sacarle la polla lo más rápido posible de su c oño. -¡Ah, ah, sigue follándome! No pares... dame más ra aaaah! ¡Ah, más rápido! ¡Me voy a correr! Entre gemidos empezó a correrse y me arañaba y mordisqueaba totalmente enloquecida p or el placer. Cristina veía como se corría y empezó a correrse a la vez que ella. Las dos gemían de placer. -Déjame la polla. le pidió a Lola. Mi madre se quitó y Cristina se montó sobre mí, se metió mi polla hasta el fondo y comen zó a moverse. Restregaba su raja contra mí metiéndose la polla lo más que podía. Se movía ha ciendo círculos con su culo y me estaba dando demasiado placer, sentía que me iba a correr. Empecé a chupar una de sus tetas para distraer mi pensamiento y aguantar p or lo menos hasta que ella se corriera. -Me voy a correr. le dije al ver que no podía evitarlo. -Sí, hazlo dentro de mí. me pidió. No pude más, aflojé mi polla y sentí como mi leche subía por ella y lanzaba sus chorros dentro del coño de Cristina que comenzó a sentir un nuevo orgasmo al notar el calor de mi leche. Ella se echó sobre mí para descansar y mi madre le sacaba la polla del coño y la empezaba a chupar. Sentía el calor de los flujos de Cristina caer en mi ba rriga y la lengua habilidosa de mi madre que me lamía. Cristina se echó a mi lado y me abrazó, mientras que mi madre chupó un rato más la polla y después se abrazó a mí para de scansar. Desde entonces todos los domingos ya no nos quedamos Cristina y yo solo para des hogarnos, si no que los tres nos desahogamos juntos. También entre semana le hago trabajitos a mi madre, ya que estamos solos y Cristina no puede venir, pues nos divertimos los dos... pero ya lo iré contando. TodoRelatos.com La paja de mamá Recuerdo que con quince años ya había desarrollado prácticamente mi cuerpo de hombre, sobre todo mi polla. No es que estuviera todos los días midiéndomela para ver si cre

cía o no, pero lo que me ocurrió me lo confirmó. Aquel año, hace ya tantos, estaba todo el día con el tonteo de las niñas. Me hacía pajas por cualquier situación que me excitara lo más mínimo. Todas las mujeres que utilizab a en mis fantasías eran maduras, bien eran mis tías o profesoras o cualquier mujer a la que pudiera añadirle una situación excitante. Recuerdo que mi madre y mis tías entraban y salían del baño cuando yo estaba dentro co n toda normalidad. No es que me importase. Desde chico lo habían hecho y no tenía ni ngún problema en que me vieran. Pero algunas veces, sobre todo con mi tía Pili, las veía orinar al lado de la ducha y me ponía muy cachondo, teniendo que cascármela nada más salir. Mi madre tenía la misma costumbre y la verdad es que no me importaba. En el año que cumplí los quince, noté que ellas, mi madre y mis tías, me miraban de reoj o como queriendo ver mis genitales. Os podéis imaginar las pajas que me gastaba pe nsando en esas situaciones. Pues un día, como en otras ocasiones, me estaba duchando cuando se abrió la puerta y entró mi tía Pili. Como siempre no me corté, todo lo contrario, esperé mirándola a que se bajara los pantalones que se ponía en casa cada vez que venía a limpiar y los tanga s que solía usar y admiraba su enorme culo. No os la voy a describir para que cada cual utilice la imagen que más le guste, pero Pili tenía un cuerpo que me ponía calie nte. Se sentó en el inodoro y yo me enjabonaba mientras la miraba. -¡Por Dios Enrique! dijo ella al verme, rápidamente se limpió y salió del baño. Cuando me miré me di cuenta que me había empalmado al verla y lucía una maravillosa po lla. Enseguida supe que se había asustado de verme con tal porte y sentí vergüenza. Ac abé de ducharme y salí esperando cualquier cosa. En casa estábamos ella, mi madre y yo . Ninguna dijo nada. Supuse que a fin de cuentas ella se metió sin previo aviso en el baño. Al día siguiente por la noche volví a ducharme. Me acordé de la situación del día anterior y mi polla volvió a crecer, así que decidí masturbarme. Pensaba en el culo de mi tía y en que después de salir de la ducha ella me cogía y me la chupaba. Que yo le comía su coño... Cerré los ojos por el placer que estaba sintiendo y me acariciaba. Seguí imagi nándomela subida sobre mi cabalgando en mi polla... sintiendo su coño húmedo y calient e... Abrí los ojos y se me aceleró el corazón al ver a mi madre sentada en el inodoro acabando de orinar. Se levantó y se marchó sin decir nada. Al salir de la ducha me dirigí a la cocina donde estaba mi madre. Ella actuaba com o si nada. Esa noche estábamos solos. Mi madre, que se llama Marta, se había separad o hacía cinco años y yo era hijo único. Solo las noches que estaba alguna de mis tías o mi abuela teníamos compañía. Supuse que ella no quiso darle importancia al hecho de qu e yo me masturbara y la actitud de mi madre era para demostrar que auque me vier a, respetaba mis acciones, siempre que no fueran malas. Pensé que a partir de ese momento se acabaría las entradas de ellas mientras yo me duchaba y ya no vería sus h ermosos culos. Al día siguiente, como todos los días, volví a la ducha. Como de costumbre, empecé a duc harme y estaba en ello cuando se abrió la puerta del baño y entró mi madre. Yo la seguí con la mirada. Se levantó la falda que llevaba mostrándome su culo cubierto por unas bragas blancas, se las bajó y se sentó a orinar. Ya no sabía que pensar así que agarré mi polla y empecé a masturbarme delante de ella. P ensé que mi madre se levantaría y se marcharía enfadada, pero ella volvió la cara y me m iró. -¡Hermosa polla! dijo mirándome a los ojos. ¡Quien la pillara! Y diciendo esto abrió las piernas y comenzó a tocarse el coño. Sentí como mi polla se hi nchó un poco más en mi mano por la provocación de mi madre y aumenté el ritmo de mi paja . Sólo nos separaba la mampara de la ducha. Apenas un metro entre mi madre y yo. S e levantó y cerró el inodoro, se quitó las bragas por completó y se volvió a sentar mirand o para mi. No quitaba ojo de lo que hacía ella sin dejar de tocarme. Abrió sus piern as y me mostró su hermoso coño. Separó sus labios y podía ver el rosado de su interior. Se metió un dedo y comenzó a masturbarse a la vez que yo. Los dos gruñíamos por el placer, yo dentro de la ducha y ella sobre el inodoro. Su c ara se empezó a descomponer al venirle el orgasmo y eso hizo que también me corriera yo. Ella abierta de piernas gemía al pasar sus dedos por el coño y mi leche salió has ta dar con el cristal de la mampara. El líquido blanco recorría el cristal poco a po co y mi madre se echó adelante para lamer por fuera el lugar donde había dado el sem

en, como queriendo comérselo. Cuando mi polla se puso fláccida ella se levantó, cogió sus bragas y se marchó. Yo estab a muy excitado por la situación que había vivido con mi madre. Nunca la hubiera imag inado capaz de hacer algo así. Nos habíamos masturbado juntos, utilizando al otro co mo excitante. No sabía que pensar, sería una cosa puntual o tal vez lo haría todos los días. La verdad es que pasaron cuatro días desde la experiencia de la ducha y ni se había vuelto a repetir ni se había hablado del tema, pero pajas me hacía todos los días reco rdando el coño de mi madre. Fue el quinto día cuando se produjo algo diferente. Aquella mañana había venido mi tía P ili a limpiar la casa. Ella era soltera, no es que fuera fea, todo lo contrario, si no que tenía treinta y cinco años y no encontraba un hombre que le gustara como pareja. Ella no sabía nada de lo que había pasado entre mi madre y yo, desde luego, así que se comportaba conmigo muy normal. Fui a la ducha por la tarde y ya no tenía esperanzas de que mi madre repitiera lo del otro día y menos con mi tía allí. Me estaba duchando tranquilamente cuando entró mi tía. Al principio hizo ademán de irse, pero como si lo hubiera pensado entró, se bajó lo s pantalones y el tanga y se sentó para orinar. No lo pensé dos veces, agarré mi polla y me masturbaba delante de ella. Ella miró y al verme dio un grito y llamó a mi mad re. -¡Mira lo que hace el asqueroso de tu hijo! dijo Pili sin apartar la vista de mi p olla. -Se hace una paja, ya. le dijo mi madre. - ¿Y qué? -Se la ha empezado a hacer delante mía. -Le habrá excitado verte sin bragas. dijo mi madre excusándome. Si te excita verlo m astúrbate con él. -¡Como! dijo mi tía y mi madre tomo la expresión como si le preguntara la forma de hac erlo. -Pues así. Mi madre se sentó en el inodoro, se levantó la falda e hizo como si se masturbara. D e hecho, tengo ganas de masturbarme. dijo quitándose las bragas. Abrió las piernas y se tocó el coño mirando mi polla. Pili de pie en la puerta no se podía creer lo que v eía, pero ver a su hermana y su sobrino masturbándose y escuchar nuestros gruñidos de placer hizo que le inundara una excitación que no podía controlar. Se metió las manos por los pantalones y comenzó a tocarse. Las veía a las dos masturbarse delante de mí y sentía el anhelo de no poder tocarlas. Cerré el agua, con una mano abrí la mampara y me aproximé al filo de la ducha. Con los movimientos de mi masturbación, las gotas de agua que corrían por mi mano y brazo s altaban y caían entre las piernas de mi madre, salpicándola y mojándola. Ella seguía tocán dose y se incorporó al tenerme sin el obstáculo de la mampara. Con la mano que tenía l ibre agarró mi polla y la acarició al mismo ritmo que se tocaba su coño. Pili al lado no podía creer lo que veía, pero la excitación no la dejaba parar de mast urbarse. Su hermana le empezaba a mamar la polla a su propio hijo y esto la puso más caliente aún. No podía aguantar más. Sabía que era su sobrino, pero ya que lo hacía con su madre no le importaría hacerlo con su tía. Pili se acercó a nosotros mientras mi madre me mamaba la polla y se arrodilló junto a ella. Mi madre se sacó la polla de la boca y se la ofreció a Pili que sin dudarlo se la tragó entera. Mientras mi tía me mamaba, mi madre tomó una toalla y empezó a secar me. -Ya sé que no debemos hacer esto, pero vayamos pronto al dormitorio. dijo mi madre totalmente excitada. Hace mucho que no follo y necesito satisfacerme. -Yo también lo necesito. Añadió mi tía que llevaba tiempo sin follar. Subí las escaleras solo y desnudo, me tumbé en la cama a esperar a las dos mujeres. Mi polla estaba totalmente erecta pensando en las dos y en lo que haría con ellas. Entraron y las dos se desnudaron. Vi sus maduros cuerpos. Mi madre se subió en la cama por mi izquierda y comenzó a besarme a la vez que me tocaba la polla. Pili s e subió por el derecho y me acariciaba el cuerpo. Dejé la boca de mi madre y besé a mi tía. Sin poder evitarlo, por lo tocamientos de mi madre y la excitación de tenerlas desnudas, me corrí y mi leche salpicó mi barriga con rayas de semen. -¡Que bueno! decía mi madre mientras se comía mi semen que le ofreció a su hermana que n

o quiso. Mi madre me mamó la polla y la dejó totalmente limpia de semen. A los pocos minutos, mientras mi tía me besaba y tocaba, la otra me mamaba y la polla volvió a coger dur eza. Ninguna volvió a decir nada. Mi madre cogió un preservativo de un cajón y comenzó a abrirlo. Mi tía me la mamó para que se mantuviera dura. Me colocaron la goma y mi m adre se subió encima de mí. Tomó la polla con una mano y la llevó a su coño. Poco a poco s e fue sentando y se metía la polla dentro. Yo chupaba las tetas, no muy grandes, de Pili que gimoteaba de placer. Mi madre se había clavado la polla totalmente y comenzaba a cabalgarme. Chillaba con cada p enetración y, echándose hacia delante, me ofreció sus tetas. Su pezones eran enormes y durísimos. Los empecé a chupar sintiendo como entraba mi polla en su coño. A los poco s minutos aceleró y se corrió encima de mí. Mi madre se apartó y se tumbó al lado para que Pili y yo siguiéramos. Ella se iba a su bir encima mía pero la paré. La coloqué a cuatro patas y puse mi polla por detrás. Empecé a empujar para penetrarla, pero no sabía lo que hacía y no acertaba en su coño. Pili m e paró, tomó la polla con la mano y la apuntó. Empecé a empujar y fue entrando poco a po co. No sé por qué pero aquel coño me parecía más estrecho y me daba más placer. Agarré sus ca eras y la empecé a penetrar. Veía su culo y como mi polla le entraba en el coño. Con u nos de mis dedos acaricié su ano y ella gimió al sentirlo. Apreté el dedo contra su ag ujero y entró un poco. Ella gimió y me pidió más. Sin saber por qué la empecé a penetrar con el dedo en el culo y mi polla llenaba su coño. Ella gemía aún más y me pidió que la penetrara más rápido. Así lo hice y la veía retorcerse, iendo y gritando de placer. Mi madre se estaba masturbando de nuevo excitada por lo que veía, así que se puso en la misma postura que Pili junto a nosotros y pidió qu e la follara a ella también. Pili gritó y acabo de correrse. La penetré dos o tres vec es más y se derrumbó en la cama boca abajo, saliendo mi polla de su coño. Me acerqué al culo de mi madre e intenté penetrarle el coño. Me la cogió y la llevó a la e ntrada. Empecé a penetrarla y me pidió que le hiciera lo que a su hermana. Le empecé a meter el dedo en el culo y ella gemía de gusto. Después de un rato me pidió que le me tiera dos. Eso me costó algo más, pero ella me acercó un bote de aceite que había traído a ntes. Me unté en los dedos y en su agujero, como ella me dijo y poco a poco le metí dos dedos y después tres. Gemía y se retorcía al sentir mi polla en su coño y mis dedos en su culo. Me paró y me p idió que se la metiera por el culo. Aquello me extrañó, pero entre las explicaciones d e ella y la ayuda de Pili empecé a hacer lo que me pidió. Pili tomó mi polla y me quitó el preservativo. Me la chupo un poco y después la llenó de aceite. Mi madre con las dos manos separó los cachetes de su culo quedando su ano expuesto a mi vista. Esta ba algo dilatado por la acción de los dedos. Pili tiró de mi polla para que la aproximara a mi madre hasta que mi glande tocó la entrada del culo. Empujé un poco y entró el glande. Mi madre pedía que fuera despacio. Empujé algo más y fue entrando. Al poco tiempo estaba toda dentro de su culo y me p edía que la follara lentamente. Con cuidado la metía y la sacaba viendo como mi madre gemía y gruñía debajo de mí. Poco a poco me fue pidiendo que la penetrara con más velocidad. Hasta que quedó totalmente pegada a la cama, ofreciéndome su boca para que la besara y pidiéndome que la follar a a toda velocidad. Se retorcía y gemía. Arañaba y tiraba de las sábanas como una loca. Se me ocurrió morderle la nuca y pareció como si perdiera el juicio. Chillaba totalmente excitada y me p edía que la follara duro. Yo botaba en su culo sin dejar de morderle la nuca. La a garraba del pelo y tiraba de su cabeza hacia atrás para meter mi lengua en su boca . Todo sin dejar de penetrar su culo. Yo estaba apunto de correrme y se lo dije a mi madre. No me dijo nada, hundió su c ara en la almohada y gritó con todas sus fuerzas al sentir como mi leche le llenab a el recto. Pataleaba y se moría de gusto al sentirme dentro de su culo. Por un ra to se mantuvo dura mi polla y seguí dándole unos empujones más. Me separé de ella y me tumbé entre mis dos mujeres. Al rato nos duchamos y nos acost amos para descansar. Desde entonces cada vez que han necesitado algún desahogo he estado serviciar para ellas, pero ya lo contaré. Feliz cumpleaños, hijo

Tengo buenos recuerdos de mi madre. Recuerdo por el año ochenta y cinco, en el que cumplí dieciocho años, que mi madre tenía unos cuarenta años. Estaba separada de mi pad re hacía ya diez años y desde entonces vivíamos solos. La verdad es que mi madre era algo puta. Recuerdo que más de una vez la he visto f ollar con tíos que se traía para satisfacerse. Eran hombres de usar y tirar. Se los follaba y a otra cosa. Mi madre se llama Marta, tenía por aquel entonces unas carn es prietas. Estaba algo rellenita, pero no gorda. Su pelo lo tenía cortado a la al tura de los hombros y de color castaño. Sus tetas algo caídas tenían buenos pezones. E n fin, no era una modelo, pero follaba como una diosa. Pues como os decía, mi madre era algo puta. La historia que os contaré pasó el día de mi cumpleaños, cuando cumplí los dieciocho. Aquel día salimos a pasear por la tarde. Por la noche cenamos en un restaurante y después tomamos algunas copas en distintos b ares. En el último que estuvimos nos encontramos a mi tía Pili. Era hermana de mi ma dre. Pili dejó a los amigos, que se fueron a otro bar, y se quedó con nosotros. Tomamos u na copa más y después nos marchamos a casa. Por el camino, hacia el coche, Marta y P ili hablaban entre ellas en voz baja, como si no quisieran que las escucharas. Y o las deje adelantarme para observar el cuerpo de mi tía Pili. Sus caderas anchas, su gran culo, su pelo rizado y recogido en un moño. Estaba memorizando el cuerpo de ella para hacerme después una paja. Llegamos al coche y nos dirigimos a casa. Entramos y mi tía se quedó con nosotros. A legó que esa noche se quedaría para no estar sola en su casa. Se sentaron en el sofá y me pidieron que les trajera unas copas. Ambas tenían unos trajes negros que marca ban sus figuras y las dos no me quitaban ojo mientras hablaban de no se que cosa s. Les traje sus copas y se las entregué. Me cogieron por los brazos e hicieron que m e sentara en medio de ellas. Cada una me abrazó por un lado. Yo pasé mis brazos por sus hombros. -Enrique, ya tienes dieciocho años... ya eres todo un hombre. me decía mi madre mirándo me a los ojos. -Sí, ya es todo un hombre... afirmaba mi tía al otro lado acariciando mi pecho. Recuer do cuando le cambiaba los pañales... ¿sigues teniendo la pilila tan grande? -No... ya me ha crecido... logré decir un poco ruborizado por los comentarios de Pi li. Mientras decía esto subía su pierna derecha un poco sobre la mía. Mi madre nos miraba abrazada a mí y nos sonreía. Tenía dos hembras entre mis brazos y parecía que la situación se empezaba a calentar. Mi madre subió la pierna encima mía mientras con una mano empezó a tocarme el paquete por encima del pantalón. Mi tía me ofreció su boca sacando la lengua. Yo la miré y empez amos a jugar con nuestras lenguas. Bajé mis manos para empezar a tocar los culos d e ellas. Los tres nos empezamos a excitar. -Enrique, este va ha ser nuestro regalo de cumpleaños... me dijo mi madre tocando m i polla y mirándome a los ojos. Te vamos a follar las dos. Las dos, una a cada lado, se quitaron mis brazos de sus hombros, se tumbaron hac ia atrás y abrieron las piernas, agarraron y llevaron mis manos a cada coño. Comencé a tocarlos por fuera sintiendo sus pelos. Pili lo tenía depilado y sólo tenía pelos al principio de su raja. Marta, mi madre, no se lo depilaba y tenía un gran matojo de pelo. Jugué con ambos coños. En el de Pili no me costo meter mi dedo en su raja, ya que no tenía pelos y estaba totalmente mojado. Mi madre me costo más meterle el ded o pues tuve que separar los pelos y además tenía unos labios grandes. Algo costo, pe ro la recompensa fue encontrar un clítoris enorme totalmente mojado con sus flujos . Las masturbé a las dos a la vez hasta que me pidieron que me levantara. Las dos se bajaron los vestidos hasta la cintura, dejando sus tetas al aire. Podía ver las tetas con sus hermosos pezones. Mi madre de pie junto a mi me quitó la ca miseta, mientras mi tía sentada en el sofá me bajó los pantalones. Yo las acariciaba y veía sus cuerpos maduros imaginando lo que les haría en un momento. Yo besaba a mi madre, le metía la lengua dentro de su boca y le acariciaba los pec hos. Ella gimoteaba y me acariciaba. Pili me sobaba el culo a la vez que me baja ba los calzoncillos. Mi polla salió totalmente erecta y Pili comenzó a acariciarla m ientras mi madre la observaba.

-Enrique, siéntate que necesito comerme esta polla... Pili tiró de mí para que me senta ra. Mi madre se desnudó por completo y se sentó a mi lado para seguir besándonos. Mientras tenía la lengua de mi madre dentro de mi boca, sentí como mi polla era rodeada por el calor de la boca de mi tía que se la metía y empezaba a mamármela. Pili no se había d esnudado por completo y estaba de rodillas en el sofá metiéndose mi polla hasta lo más profundo de su garganta, mientras con una mano me acariciaba los huevos. Puse u na mano sobre su espalda para acariciarla. Pili la chupó todo el tiempo que quiso, mientras mi madre me besaba y se masturbab a viendo como su hermana me mamaba. Estuvimos no se cuanto tiempo en esta postur a, hasta que Pili me soltó la polla y se fue a buscar algo. Me senté en el respaldo del sofá y mi madre sacó un condón del bolso, me lo puso y empezó a chupármela. La agarré por el pelo y la acompañaba en el movimiento de sus mamadas. E staba de rodillas en el sofá y veía como sus tetas colgonas se movían al ritmo de las chupadas. Su culo enorme y en pompa me estaba excitando y sentía la necesidad de p enetrarla por detrás. Alargué una mano y empecé a tocárselo, metí la mano por la raja del culo y note su ano. Lo acaricié y ella gimoteaba con mi polla dentro de su boca. Apareció Pili y traía puesto un consolador amarrado a la cintura. Era una polla de g oma de unos veinte centímetros. Se colocó detrás de Marta y le acarició el culo mientras con la otra mano le pasaba la polla de goma por la raja intentando separar los pelos. Marta se separó los pelos y los labios del coño y su hermana le empezó a meter la polla. Gimió al sentir como le entraba la polla. Sacó la mía de su boca y, sin deja r de masturbarme con la mano, le pidió a la otra que la follara por delante. Marta se tumbó boca arriba en el sofá y yo le puse la polla en la boca para que sigu iera chupándola. Pili tomo la otra y la metió de un golpe en su coño y empezó a follarla . Yo le habría los labios del coño para que la follara bien. Mi madre gimoteaba con las dos pollas llenándola, una la boca y otra su coño. Pili me besaba mientras le me tía el rabo de goma a la hermana y yo acariciaba sus tetas. Al rato pidió mi madre q ue yo la follara. Senté a mi madre en el sofá y tiré de ella para dejar su culo al filo. Levanté sus piern as y las coloqué en mis hombros. Apunté mi polla a su coño y la empujé. No me costó nada p enetrarla, estaba totalmente mojada. La agarré por los muslos y comencé a metérsela y sacársela. Mi madre gemía de placer al sentirme dentro de ella y yo estaba en la glo ria al sentir el calor de su coño rodear mi polla, aunque tuviera un condón. Pili se arrodilló al lado de Marta y le ofreció la polla de goma para que mi madre la chupa ra. Mi madre me acariciaba los muslos a la vez que la penetraba y chupaba la pol la de goma. Fui aumentando la velocidad de las penetraciones pues cada vez estaba más excitado al ver como eran de putas mi madre y mi tía. Ya no era que se trajeran hombres a casa para follarlos, no, es que ya follaba hasta con su hijo. Mi madre empezó a ge mir como una loca y soltó la polla de goma al sentir que se aproximaba un orgasmo. Yo me quería correr pero mi tía me pidió que me corriera fuera del coño de Marta. Sentí como se clavaban las uñas de mi madre en mis muslo al llegarle el orgasmo. Gri taba con cada envestida que yo le daba y me pedía que lo hiciera más fuerte. De repe nte, sentí que mi leche iba a salir. La saqué del coño y Pili me quitó el condón con mucha habilidad. Comenzó a masturbarme con la mano y en dos o tres sacudidas brotaron c horros de leche que llenaron a mi madre desde la cara hasta la barriga. Marta gemía un poco aún en el sillón y yo me senté junto a ella. Pili se dedicó a chuparle mi semen y a comérselo y cuando ya no hubo se dedicó a limpiarme la polla, dándome ot ra buena mamada. Después nos acostamos y dormimos los tres juntos esa noche. Hubo otras veces en la s que follamos, pero eso ya lo iré contando. Como aprendí de mi madre Recuerdo mi primera paja... yo tenía once años y vivíamos en una casa bastante grande. En aquellos años cualquier cosa o situación conseguía que mi polla se levantase rápidam ente y para desfogarme recurría a revistas de sociedad donde aparecía alguna famosa en bikini o ropa insinuante. Como digo cualquier cosa era suficiente para que ar diera la lujuria mental de una paja. Una tarde nos visitaron unos tíos míos. Estábamos solos mi madre y yo cuando llegaron a tomar café. Mi tío Julián era un hombre no muy alto, por lo menos más bajo que mi tía. E

lla, Marilu como se llamaba, era una mujerona morena de hermosa cara, con unas t etas no muy grandes pero bien puestas y un culo muy apetitoso. La cosa es que es tuve toda la tarde mirando y memorizando a mi tía para poder después pajearme en su honor. Una vez se marcharon, mi madre me comentó que iría a casa de la vecina de abajo para preguntarle algo. Tomé con disimulo una de las revistas de mi madre y marché a la h abitación a cascármela. Escuché como cerró la puerta y acto seguido me bajé un poco el chánd al y me la saqué. Pasé las páginas buscando la inspiración. -¿Quieres que te ayude? escuché la voz de mi madre. No te asustes, lo que haces es nor mal... sólo te pregunto si te ayudo... No sabía que hacer, así que me dejé llevar y me giré para que mi madre hiciera lo que qu isiera. Con suavidad me quitó los pantalones y los calzones. Mi polla estaba erecta con la situación. Vi como mi madre me agarraba la polla y cerré los ojos para sentir el ro ce de su mano que comenzaba a masturbarme. Sentía como subía y bajaba por ella y con la otra mano me tocaba los testículos. Abrí los ojos y me fijé en mi madre. Tenía por entonces treinta y un años. Sus pechos er an grandes, su pelo ondulado y castaño hasta los hombros. Tenía un poco de barriguit a por el embarazo. Sus caderas eran anchas y su culo hermoso. Sus largas piernas tenían unos muslos preciosos. Sin pensarlo alargué la mano y la puse sobre uno de s us muslos, sintiendo la suavidad de su piel, ya que llevaba una falda que le que daba por encima de las rodillas. -¿Esto es lo que ves para masturbarte? tomó la revista con una mano sin dejar de acar iciarme con la otra. No está mal la chica, pero... ¿no prefieres esto? Sin dejar de acariciarme se subió la camiseta con la otra mano y me mostró los pecho s cubiertos por un sujetador. Yo sentí que me iba a correr. Me soltó y se quitó la cam iseta y quedó con el sujetador. Volvió a agarrarme la polla y yo metí la mano más entre las piernas de ella para acariciarla. -Veo que te ha gustado... dijo y abrió un poco las piernas para que la pudiera acar iciar a placer. Bastaron unas caricias para que me corriera en la mano de mi madre. Por mi edad no salió más que un poco de líquido. Mi madre se agachó y lo lamió para limpiarme la polla . Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir mi polla envuelta por su boca. La calid ez y el placer de las caricias de la lengua de ella hicieron que me empalmara ot ra vez. Veía a mi madre en sujetador inclinada sobre mí... sentir la boca sobre mi p olla y las caricias me volvían loco. Me doblé un poco y conseguí meter la mano un poco más entre sus piernas, pero era difícil de acariciarla en aquella postura. -Vayamos a mi habitación. se levantó de la cama y me cogió de la mano para llevarme a s u cama. Yo estaba muy excitado y mi polla, que aún no estaba totalmente desarrollada, apun taba al cielo con más ganas que nunca. Me quitó la camiseta y me tumbó en medio de la cama boca arriba. Junto a la cama de pie se desabrochó la falda y se la quitó. Unas hermosas bragas cubrían su coño del cual se transparentaba el negro de los pelos en los encajes. Su cuerpo era precioso. Se subió en la cama y se tumbó junto a mí. Con un a mano comenzó de nuevo a acariciarme la polla, mientras pasaba su lengua por mi i nfantil pecho. Bajó hasta que llegó al pene y comenzó a mamarlo. Yo alargaba la mano y acariciaba lo que podía de su cuerpo. Ella notó que tenía dificu ltades para tocarla y se incorporó. Se puso a cuatro patas y su culo lo colocó junto a mi cara. Me incorporé y le besé las nalgas mientras le acariciaba a placer aquel gran culo. Pasaba la mano por la raja de su culo por encima de las bragas sin sa ber bien que hacía. Estaba en un sueño de excitación. Tenía a mi madre desnuda... tocándol a... me chupaba... Estaba en la gloria y, sin poder decir nada, me corrí en su boc a. Ella sintió el poco líquido que salía en su boca y la siguió chupando hasta que quedó f láccida. -¿Te ha gustado? me preguntó y no pude más que mover la cabeza para indicarle que sí. Pues te voy a enseñar algo... Vas a aprender a dar placer a una mujer, así cuando estemo s solo, como hoy, nos daremos placer si queremos. Se puso de rodillas en la cama y comenzó a quitarse el sujetador. Al poco vi como liberaba sus dos hermosas tetas. Tenía unas aureolas medianas y de color rosado, p ero sus pezones estaban duros y provocadores. Me arrodillé delante de ella y comen

cé a mamarles las tetas y chuparle los pezones. -Veo que el tema de las tetas lo dominas... me dijo con un pequeño gemido al sentir me. No tan fuerte que me haces daño... Yo cambiaba de una a otra como si estuviera poseído siguiendo sus indicaciones. Me paró y se tumbó en medio de la cama boca arriba. Me llamó y me subí en ella metiéndome en tre sus piernas y colocándome para que mi boca estuviera a la altura de sus precio sas tetas. Estuve todo el tiempo que quise chupando, comiéndome aquellos duros pez ones y dándole placer a mi madre que gimoteaba con mis caricias. En mi barriga sen tía el calor que emanaba de su coño aún cubierto por las bragas. -Pasa tu lengua por mi barriga hasta que llegues a mis bragas. me indicó y obedecí. Deje el paraíso de sus tetas y comencé a lamerla como me iba indicando, jugando con su ombligo, subiendo de nuevo por un instante a sus tetas para volver a bajar. P use una mano sobre su coño y sin saber por qué comencé a acariciarla. -Bien, apunta maneras... me animó. lo de tocarme el coño está bien. Ya comencé a actuar según mi imaginación. Bajé la cabeza hasta la altura de su coño y come ncé a mordisquearlo por encima de las bragas. Sentí como ella se empezaba a retorcer por el placer y gemía levemente. Con una mano me acarició la cabeza como gratitud p or lo que le hacía. Noté que las bragas comenzaban a mojarse. -Perdona, te estoy mojando las bragas con mi saliva. le dije inocentemente. -No es tu saliva, si no el líquido que tenemos las mujeres cuando nos excitamos. Me apartó un poco y se quitó las bragas, abrió las piernas a ambos lados y con los ded os se apartó los labios del coño. Podía ver el agujero de su vagina. -Ahora hazme lo mismo que me has hecho antes pero sin bragas. y la obedecí. Bajé mi cabeza y con mis labios mordisqueaba cualquier parte de su coño. Ella gimote aba. Vi el bulto de su clítoris y me puse a morderlos con los labios. Mi madre se volvió loca, movía sus caderas al ritmo que yo le pasaba los labios y sus gemidos se incrementaron. Pensé en como ella me había chupado antes mi polla y se me ocurrió hac erle lo mismo en su pequeño bulto. Sin avisarla rodeé su clítoris con mis labios y chu pé con fuerza. Gruñó como un animal y me pedía más. Ya no movía las caderas, si no que se co nvulsionaba. Sus gemidos aumentaron en intensidad y velocidad. Me agarró fuertemen te la cabeza con una mano y me pidió que no parara. Comenzó a gritar como poseída y se ntí que por mi boca corrían sus flujos... mi madre se había corrido en mi boca. De nue vo, y sin pensarlo, se me ocurrió pasar mi lengua por toda su raja de arriba abajo . Mi lengua sintió el sabor de mi madre y su olor me inundaba. Mi polla volvió a rea ccionar y se puso dura. -Métemela hasta el fondo... me ordenó tirando me mi cabeza para que la sacara de su c oño. Si saber bien que hacía, me coloqué encima de ella y puse mi polla a la altura de su coño. Ella la agarró y la apuntó a su vagina. Me ordenó que empujara. Sentí como mi polla entraba en aquel caliente y húmedo coño. Empujé hasta que mis huevos chocaron con su culo. Ella me rodeó con sus piernas y comencé a meterla y sacarla de su coño. Gemíamos c omo locos a la vez que follábamos. Me paró y me tumbó en la cama. Abrió las piernas y comenzó a montarme, metiéndose hasta lo más profundo mi polla. Se movía y restregaba su coño por mi pelvis gimiendo y haciend o que yo volviera al éxtasis de la lujuria. Estaba follándome a mi madre que estaba más buena que la mayoría de la mujeres con las que me pajeaba y ella disfrutaba conm igo. Sentí a mi madre que le llegaba otro orgasmo y no pude resistir y me volví a co rrer en su coño. Quedamos los dos tumbados y abrazados en la cama. Aquel día nunca lo olvidaré, lo qu e empezó como una paja solitaria se convirtió en mi primera experiencia sexual... y con mi madre. TodoRelatos.com Mimando a mama (vacaciones para dos) He descrito en relatos anteriores recuerdos de las vivencias con mi madre en el aspecto sexual. Describí (no con mucho estilo) nuestra primera vez y el día que estu vimos en el apartamento de mi tía Mari. Esos momentos me marcaron bastante. Hubo m uchos momentos más, muchas horas de sexo y amor filial a lo largo de los años que du ró nuestra relación, pero creo que esto no es un diario en que contar el día a día. Inte ntaré describir los momentos que me causaron más excitación y, sobre todo, los que no se me hayan borrado de la memoria, aunque no lo haré de forma lineal en el tiempo,

saltaré de un año a otro de forma desordenada. Recuerdo el verano de un año. Yo ya tenía veinte años y mi madre rondaba cerca de los cincuenta. Sus carnes aun se mantenían duras pues practicaba deportes para mantene rse más o menos en forma. Mi padre (que llegué a enterarme que tenía amante e incluso hijos por ahí) estaba receloso por que creía que mi madre tenía algún amante. Él decía que l levaba tiempo en que se la veía muy feliz, como si follara todo los días. El cabrón se había fijado de un año hasta este momento, pero ya llevábamos muchos años follando. Mi madre decidió que ese verano podíamos ir de viaje al extranjero y propuso irnos a París. -Vale mamá. en la intimidad seguía llamándola mamá para no perder la costumbre, pero cuan do follábamos le decía Marta... entre otras cosas. Pero creo que le voy a sacar el di nero de mi viaje a papá. Tú tienes que decirle que te vas a ir sola y si te pide que yo te acompañe le dices que ya soy mayor y que no quieres, que prefieres ir sola y relajarte. Si insiste, tienes que parecer enfadada, aunque después tienes que ac eptar. -Vale, así lo haré. Dos días después mi madre le comentaba a mi padre que deseaba ir sola a Paris. Mi pa dre, que era muy macho, le dijo que sola no se iría. Discutieron y yo llegué a asust arme por los gritos que se daban, pero todo era teatro de mi madre. Mi padre, qu e tenía muchos cojones como todos los machos, nos dijo que ella y yo iríamos juntos a Paris y, además, el pagaba mi viaje para que no hubiera problema por mi parte. C omo digo, todos los machos con cojones saben y mi padre le pagó al amante de su mu jer el viaje para que la follara a placer en un lugar en que seguramente nadie l os conocerían. Cuando estuvimos solos nos reímos mucho de la forma en que el cabrón había picado. Nos iríamos una semana en la que follaríamos todo que quisiéramos. Preparamos todo un poc o a la ligera y con muchos nervios por la emoción, siempre aparentando que iríamos d e mala gana por tener que aguantarnos el uno al otro, cuando mi tía Pili se enteró t ambién se quiso unir a nosotros. Pili es la hermana más pequeña de mamá. Era soltera y n unca llegó a casarse. Mi madre y yo nos preocupamos. Ya no podríamos pasarlo tan bie n. Un lunes cogimos y partimos de viaje, llegamos a nuestro destino y nos acomodamo s en nuestro hotel. Era una habitación con dos camas y otra supletoria. Ese día desc ansamos en el hotel ya que llegamos tarde y el viaje había sido cansado. Al día siguiente, nos fuimos a conocer la ciudad. Mi tía ya había estado allí y hacía de g uía improvisada. Estuvimos todo el día andando. No se cuantos lugares vimos. Pero lo triste era que no podía tener lo que yo quería. De vez en cuando y de forma furtiva le cogía el culo a mi madre y ella me miraba y sonreía. Ese día llegamos a la habitac ión por la tarde y no volvimos a salir, salvo mi tía que se enteró que iba a haber un baile en la discoteca del hotel y quería que fuéramos. Mi madre no estaba muy dispue sta y entonces insistió en que fuera yo. Me negué pero no hubo manera. A la hora, sobre las diez de la noche, bajábamos en el ascensor Pili y yo. Yo iba pensando en la oportunidad que estaba perdiendo de follar a mi madre. Llegamos a la discoteca y todavía no estaba el ambiente a tope. Había algunas personas bailand o y mi tía me cogió de la mano y me llevó a bailar. Yo estaba un poco apático. Un rato d espués nos sentamos en una mesa y charlamos de cosas sin importancia. Me fijé que en la barra del bar había un tipo que estaba mirando para nuestra mesa. Se lo indiqué a mi tía y, cuando ella miró, resultó que era un compañero del trabajo. Él se acercó y se sentó con nosotros. Comenzaron a hablar y prácticamente fui anulado. Cuand o pasó un tiempo prudencial, le comenté a mi tía que me iba pues estaba cansado y ella no puso problemas. La dejé en la discoteca con aquel maromo. Corrí nervioso para la habitación. Llamé a la puerta y mi madre abrió. Entré, cerré la puert a y me abalancé sobre ella para besarla y tocarla. Entre mis brazos la llevé al sofá y la besaba y tocaba mientras le explicaba lo que había pasado. -La tita se ha quedado con uno que conoce del trabajo. le dije dejándola de besar. -Y ¿cuándo vendrá? -Ni idea... eso no me preocupa. le dije y seguí besándola. Le subí su camiseta y dejé su barriga al aire. Comencé a darle besos suaves por ella. Acariciaba su cuerpo a la vez que le pasaba mi lengua por su ombligo. Bajé mi mano por su cintura y su cadera, parando en su muslo. Acaricié por encima de sus braga

s hasta encontrar el bulto que formaban los labios de su coño. Bajé la mano y ella a brió las piernas para que pudiera tocárselo mejor. Busqué el filo de las bragas y metí m i mano por debajo. Tenía su coño depilado, como casi siempre, separé los labios y metí u n dedo. Su vagina estaba húmeda. Mientras seguíamos besándonos. Nuestras lenguas jugab an de una boca a otra. Sonó la puerta y los dos nos levantamos. Mi madre fue a abr ir y yo fui al cuarto de baño para que no se viera mi erección. -Marta, este es Juanjo, un compañero del trabajo. le presentó al muchacho. Se sentó en la salita a esperarla. Las dos pasaron al dormitorio y desde el cuarto de baño escuché la conversación. -Vamos a estar en la discoteca y creo que después me lo follaré en su habitación. Tien e la de aquí al lado. No te preocupes si no aparezco en toda la noche. le comentó a m i madre. -Tranquila, pero ten cuidado. -Vale, que lo paséis bien. Mi tía salió y se marchó con el chaval. Salí del cuarto de baño y me lancé sobre mi madre pa ra seguir besándola y tocándola. La desnudé rápidamente y ella me quitó la ropa también. Está amos desnudos sobre la cama. Ella boca arriba abrió las piernas y yo me coloqué en m edio. Nuestros genitales se tocaban pero no la penetraba aún. La besaba y uníamos nu estras manos sobre su cabeza. Sus dos enormes pezones rozaban con mi pecho. Sentía el calor de su coño sobre mi polla y yo me movía como follándola. -Te quiero. me dijo. -Y yo a ti. Comencé a besarle el cuello dándole pequeños mordiscos que la hacían gimotear. Bajé mis ma nos por sus brazos y empecé a acariciar sus tetas. Bajé mi boca hasta unos de sus pe zones y jugué con él. Lo chupaba, le daba con la lengua haciendo círculos en torno a él. Seguí bajando y lamía su vientre. Llegué a los pelitos que indicaban que la raja de s u coño estaba próxima. Seguí y con mi lengua separé los labios de su coño para meterla den tro. Sentí que estaba húmedo. Ella gemía. Busqué su clítoris y lo chupé. -Métemela, por favor. mi madre no aguantó mucho tiempo. Quiero que me folles. Acerqué mi polla a su coño y ella la cogió con una mano y la guió a su vagina. Sentí el ca lor de su coño y empujé para metérsela. Poco a poco la fui penetrando hasta tenerla to da dentro. La empecé a besar a la vez que movía las caderas para penetrarla. Ella ge mía. Estaba muy excitada. Me abrazó fuertemente y sentí que se iba a correr. Aumenté la velocidad de las penetraciones y se corrió entre gemidos de placer. -Túmbate. me pidió. Me recosté boca arriba y ella se subió encima. Comenzó a cabalgarme. Agarré su culo y ch upaba sus tetas. Mi madre se paró en seco. -¿Qué te pasa Marta? -He escuchado una puerta. se levantó para ir a ver que podía ser. Ven, creo que es tu tía con el Juanjo en la habitación de al lado. Nos acercamos a la puerta que comunicaba las dos habitaciones. Probé a abrir la pu erta girando el pomo. Empujé un poco y la puerta se abrió. Me excité muchísimo. Empujamo s un poco más y justo al lado de la puerta estaba el ropero con unos espejos en la s puertas, como en nuestra habitación. Reflejados veíamos a mi tía tirada en la cama, aún vestida, con el tío subido besándola y tocándola. Todo estaba oscuro salvo por la po ca luz que entraba por la ventana. Él se levantó y encendió la lámpara de la mesita y se desnudó. Al tío se le marcaban los músculos pues tendría unos treinta años. Su polla, que no estaba erecta, era bastante grande. Ella se levantó y se desnudó. Podíamos verla de espalda. Era más alta que el. Su culo er a grande. Se giró para soltar la ropa y tenía las tetas algo pequeñas, pero bien filme s. Él se acostó boca arriba y ella se arrodilló a la altura de su polla, la cogió con un a mano y comenzó a masturbarlo. Al momento le mamaba la polla la cual había tomado u nas dimensiones impresionantes, tanto de larga como de ancha. Los dos seguíamos espiando a mi tía mientras se follaba al tipo aquel. Pili se subió a l tío y se metió su polla. Se fue sentando despacio para que le fuera entrando toda. A los pocos minutos estaba cabalgando como una loca entre chillidos y gemidos. Cuando ella se corrió, él la puso a cuatro patas en el filo de la cama, justo enfren te del espejo del ropero. Se colocó detrás y con la polla en una mano buscó el coño con su punta. Empujó y la metió toda dentro. Desde donde estábamos podíamos ver perfectamente el coño de Pili y como la polla de él l

e entraba y salía. Pili gritaba por el placer y él gemía también. Al momento se la sacó la hizo arrodillarse y se la ofreció para que se la chupara. Ella la mamó hasta que él s e corrió en su cara. Cerramos la puerta con mucho cuidado y corrimos a la habitación. Los dos estábamos m uy excitados. Puse a mi madre a cuatro patas y se la metí. Ella se corrió rápidamente y yo con ella, llenándola con mi leche. Nos acostamos juntos y podíamos escuchar com o mi tía follaba con Juanjo unas cuantas veces más. A eso de las cuatro parecía que ha bían parado. Me fui a mi cama y poco tiempo después Pili llamo a la puerta para entr ar. Le abrió mi madre y la miré al entrar con disimulo, como si estuviera dormido, y a no me parecía la misma Pili. A la mañana siguiente mi madre y mi tía fueron de compras. Yo me quedé en la cama pues estaba todavía cansado del día anterior (y de la noche). A la hora del almuerzo me llamaron desde recepción para que bajara a comer. Fuimos al restaurante y allí nos e speraba Juanjo. Nos sentamos en una mesa los cuatro. Comimos y charlamos. Después por la tarde mi madre y yo nos fuimos a la piscina del hotel para pasar el rato nadando. Mi tía se marchó con el otro a dar una vuelta por la ciudad. Sobre las siete de la tarde nos volvimos a la habitación, nos duchamos juntos mi m adre y yo y descansamos un poco. Mi tía llegó a eso de la nueve. Saludo y se duchó. So bre las diez y medias nos fuimos, recogimos a Juanjo en la habitación de al lado y nos fuimos los cuatro a un restaurante. Después de comer volvimos al hotel y Pili y Juanjo se iban a despedir. -Venid a la habitación, charlamos y tomamos unas copas. dijo mi madre y aquello me sonó raro. -Vale, -dijo Juanjo subid ustedes que ahora vamos Pili y yo, tengo que hacer una llamada. Cogimos el ascensor y no pude aguantar mucho más. -¿Por qué has invitado a los dos a la habitación? ¿Es que no quieres nada esta noche con migo? le pregunté y ella me respondió con otra pregunta. -¿No te gustaría follar conmigo y con tu tía? me quedé perplejo Sólo tendrás que compartirn con Juanjo. Esta mañana hemos hablado tu tía y yo y le conté lo que vimos anoche y lo nuestro... y no le pareció mal que hiciéramos una pequeña orgía esta noche. Supuse que n o te importaría. -No... no me importa. dude un poco. -Cuando vi anoche a Juanjo no sé por qué me excité... me puso caliente y quería follar c on él. ¿No te importa? me dijo como pidiendo permiso. -Que va, para nada. Quiero que disfrute todo lo que puedas. le dije y la besé en la boca. Media hora después llegaron Pili y Juanjo. Se sentaron en el sillón con nosotros. Mi madre puso unas copas y comenzamos a charlar y beber. -Bueno, pues como empezamos. dijo mi madre. Yo nunca he estado en una orgía. -Pues por ejemplo yo me levanto y me saco la polla se saco aquel aparato descomun al y ustedes me la chupáis para que tu hijo te vea. Juanjo pensaba que era la primer a vez que iba a follar con mi madre y vi que eso le excito mucho a ella. La polla de él tendría unos veinte centímetros de larga, pero lo realmente fuerte era que era más gorda que la mía y seguro que eso ponía a mi madre a cien. Pili fue la pri mera que la agarró y la masturbó. Mi madre alargó la mano y le cogió los testículos. Juanj o sonreía y les acariciaba el pelo. -Ves como me la van a chupar tu madre y tu tía. me dijo. Pili abrió la boca y empezó a chupársela. Mi madre comenzó a lamer los testículos. Me leva nté y saqué mi polla y se la ofrecí a mi madre. Dejó los huevos del otro y se dedicó a lam er mi polla. La cogí, la levanté y me la llevé a la cama. Junto a una de las camas com encé a besarla y a desnudarla. Para aquella noche se había puesto un sujetador de en cajes blanco con un porta ligas y unas medias blancas. Miré lo excitante que estab a y la tumbé en la cama. Me desnudé totalmente y me acosté a su lado. Entraron Juanjo y Pili y se fueron a la otra cama. Mi tía me miró pues nunca había vis to a su hermana haciendo el amor, pero menos con su hijo. Juanjo la empezó a desnu dar y ella no nos quitaba ojo. Llevaba otro conjunto de lencería sexy parecido al de mi madre pero en color negro. Estaba imponente. Mi madre estaba de rodillas sobre mí y me chupaba la polla. Se la tragaba entera. Aparté sus bragas y metí un dedo, su coño estaba totalmente mojado. Le quité las bragas

y la moví hasta que tenía su coño a la altura de mi boca. Estábamos haciendo un sesenta y nueve. En la otra cama Juanjo le había quitado las bragas a Pili y la tenía boca arriba con las piernas abiertas. Su coño era peludo. Él apartó los pelos y abrió los labios del coño para comérselo. Mi madre se abrió de piernas y se metió mi polla dentro de su coño. Estaba muy calient e al ver como Juanjo le comía el coño a Pili. -Unamos las camas. dije y todos aceptaron. -No moveros. dijo Juanjo y ellos dos se levantaron, quitaron la mesita de en medi o y unieron las dos camas. Mi madre me montaba y Juanjo la empezó a besar en la boca. Pili se acercó a mí para be sarme y le ofreció su culo al otro. Mi madre cogió la polla de Juanjo y la empezó a ma sturbar. Él abrió el coño de mi tía y mi madre le dirigió la polla. Empujó y mi tía gimió al tir entrar la gran polla. Yo sentía como mi madre se excitaba y cabalgaba sobre mí. Le busqué las pequeñas tetas a mi tía y comencé a lamérselas. Estábamos en la gloria. Mi madre se saco mi polla y separó a Juanjo de Pili. Se agachó y le mamó la polla llen a de los flujos de su hermana. Mi tía se movió y se metió mi polla en su coño para folla rme mientras yo seguía chupando sus tetas. Agarré su hermoso culo y lo sobaba mientr as me follaba. Mi madre se puso delante de Juanjo y le ofreció su coño a cuatro pata s. Él se aproximó por detrás y comenzó a penetrarla poco a poco. Yo miraba como el tío emp ujaba en el culo de mi madre para que le entrara la polla hasta el fondo y como mi madre gemía de gusto. Miré a mi tía que gemía metiéndose mi polla y a los pocos minutos se corrió. Bajé a mi tía de mí y la puse boca arriba con las piernas abiertas en la cam a. -Toma, métela ahora aquí. le dije a Juanjo. Él sacó la polla de mi madre y se dirigió al coño de Pili. Cuando la clavó, ésta gimió. Yo me puse detrás de mi madre para follarla. Ella se volvió y me chupó la polla. Se tumbo bo ca arriba y la penetré. Empecé a sentir que se corría y la follé más rápido. A los pocos min utos daba gemidos y gritos de placer. Me abrazó y me habló al oído. -Mira, tu tía esta cabalgando a Juanjo. miré y Pili estaba montando al otro. Tengo un poco de vaselina. Pon un poco en tu polla y métesela por el culo, a ella le gustará. Tomé un poco de vaselina y me la untó mi madre en la polla. Con un dedo tomé un poco más y toqué el culo de Pili. Busque su ano y le unté la vaselina. Pili se paró esperando que la penetrara. Mi madre tomó mi polla y la llevó a su agujero. Empecé a empujar y P ili daba gritos de dolor. -Despacio, por favor. me pedía. Empujé un poco más y entró mi glande. Esperé un poco para que su esfínter se acostumbrara al grosor de mi polla. Empujé otro poco y fui entrando en el culo de aquella mujer . Cuando hubo entrado todo, sincronizamos los tres el movimiento y follábamos. Mi madre me besaba y tocaba mi culo y mis testículos y parecía que ya no le hacía más caso a Juanjo. Aceleramos el ritmo de la follada y mi tía se empezó a correr con nuestras pollas dentro. Mi madre se puso a cuatro patas al lado nuestra y me llamó para que la mirase. Tenía el bote de vaselina en la mano y se estaba untando su culo con ella. -Ese culo me lo quiero follar yo. dijo Juanjo debajo de mi tía. -Y una mierda, este agujero virgen es para mi hijo. le contestó mi madre. El tío se quedó cortado pero siguió follando a mi tía hasta que se empezó a correr. Los do s se quedaron parados descansando. Yo saqué la polla del culo de Pili y me dirigí al de mi madre. -Ten mucho tacto, es la primera vez que me dan por el culo. me dijo mi madre. -Si no quieres no te doy. le contesté. -Quiero probarlo. Se puso boca abajo y con una almohada bajo el vientre para levantar su culo. Me acomodé encima de ella y dirigí mi polla a donde debía estar su culo. Empujé y un pequeño chillido de ella me indicó que estaba en el lugar. Seguí empujando y ella gruñía. -¿No te gusta? le pregunté -Duele un poco. -Pues yo prefiero el coño. le dije y saqué la polla lo poco que había entrado y moviéndol a, busqué su coño. Empujé y sentí que mi polla abría sus labios y entraba en su vagina. La penetraba con

gusto y la mordía en la nuca para excitarla. Ella se retorcía de placer y me pedía que la penetrara más. Empecé a acelerar mis penetraciones y ella gemía más aún, le mordí en el cuello y sentí como empezaba a correrse. Seguí follándola hasta que sentí que me iba a c orrer. Solté mi descarga de leche en su vagina y esperé que saliera toda para tumbar me a su lado y descansar. Los otros dos estaban viéndonos follar y mi tía nos preguntó. -¿Ustedes lleváis mucho tiempo follando? Mi madre y yo nos reímos y nos besamos. Y lo que nos queda Pili. dijo mi madre y no s acostamos los cuatro para dormir. Por la mañana el tipo se fue y se despidió de nosotros porque se marchaba a las tres de la tarde para España. Nosotros tres ya andábamos medios desnudos por la habitación y lo mismo me comía el coño de mi madre que el de mi tía. Los restantes días fueron gen iales, pero ya lo contaré... si queréis. TodoRelatos.com © Rasmaron SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! Mimando a mamá (cuando tienes novia) Recuerdo que con veintidós años estaba estudiando en la universidad. Aquellos fueron años muy divertidos y, aunque seguía amando a mi madre, empecé a fijarme en una chica de mi clase. Se llamaba Inma. Era morena de pelo lizo que le llegaba hasta medi a espalda. En general era fina, sus caderas no muy anchas, una cinturita de avis pa, en total estaba proporcionada. Lo que rompía el equilibrio de su cuerpo eran l as tetas. Tenía una talla cien de sujetador, pero como casi todo su cuerpo era del gado, sus tetas sobresalían sobre todo. Medía sobre uno setenta de altura. Su culo f ue lo primero que me atrajo de ella, fue el anzuelo que me hizo acercarme y habl ar con ella. Durante el primer mes que la estuve acechando salía mucho con mis amigos para pode r verla. Durante aquel tiempo noté que mi madre se fue entristeciendo poco a poco. Ya no follábamos tanto como antes. No es que ya no la quisiera, es que me estaba distrayendo con Inma. -¿Qué te pasa Marta? le dije una noche que estábamos solos en casa. -Nada cariño... -Cuéntame... Últimamente te veo muy triste... ¿Qué es por nosotros? y la besé en la boca. -Sabía que tenía que pasar, pero no me acostumbro a estar tanto tiempo sin ti. me dij o y noté su tristeza. Aquella noche fue la primera que no hicimos el amor. Pasamos toda la noche abraz ados en silencio. Nos acariciábamos y nos dábamos cariño, pero no tuvimos sexo. Durant e el día siguiente me llevé todo el día pensando en mi madre. Me estaba enamorando de Inma pero no quería dañar a Marta. Pensaba una y otra vez. Si Inma se enterara de qu e follo con mi madre vete a saber que pasaría, seguramente no hablaría conmigo nunca . Pasaron dos meses en los que alternaba el salir con Inma con follar con mi madre . Algunas veces no follaba con mi madre para irme a algún lugar con Inma y otras n o salía con ésta para quedarme en casa y follar toda la noche con Marta. Mi madre se amoldó a la nueva situación. Poco a poco se fue acostumbrando a la presencia de Inm a. Como con casi todo el mundo, teníamos contactos furtivos en las habitaciones cu ando estaba Inma en otra habitación. Una tarde de navidad, nos hicieron una visita Inma y su madre Raquel. Raquel era una mujer de unos cuarenta y tres años, viuda desde hacía seis, alta como su hija y un poco más rellenita que ésta. Pero su cuerpo también estaba muy bien formado. Estab an por la zona de compras e Inma decidió que se podían acercar para tomar café y desca nsar algo, así se conocerían nuestras madres que habían hablado mucho por teléfono, pero no se conocían. Estuvimos tomando café y charlando. Después de unas horas, las dos de cidieron marcharse a su casa. Las despedimos en la puerta y, nada más cerrar, me l ancé sobre mi madre para besarla. Dos segundos más tarde se abrió la puerta, que se ha bía cerrado mal e Inma nos pilló. Pidió perdón, cerró la puerta y salió corriendo. Mi madre y yo nos quedamos de piedra, eran las primeras personas que nos habían pillado y e stábamos avergonzados, sin saber que decir y menos que hacer. Pasadas unas horas me decidí a llamar a Inma. Cogí el teléfono y la llamé al móvil. Le pedí perdón y tuve que contarle lo que pasaba entre mi madre y yo desde hacía mucho tiemp

o. Ella me disculpó y me pidió que nos viéramos esa misma tarde en nuestra casa, si po día ser, para hablar del tema. Quedamos mejor al día siguiente sobre las diez de la noche ya que sólo estaríamos mi madre y yo, mi padre trabajaba. Se acordó que vendría co n su madre y que cenaríamos los cuatro en nuestra casa para hablar. Se lo comenté a mi madre y no hubo problemas, sólo que estaríamos muy cortados con la situación. Al día siguiente por la noche llegaron Inma y Raquel. Las dos estaban preciosas. N os saludamos con cierta vergüenza y cenamos. Después pasamos al salón y comenzamos a h ablar del tema. -Pues sí, -dijo mi madre. la verdad es que desde hace ya varios años Enrique y yo ten emos relaciones sexuales y nos va de perlas. Yo miraba a Inma para intentar ver si estaba enfadada o no. -Me parece muy bien. dijo Raquel. Yo soy viuda desde hace unos cuantos años y lo mis mo que ustedes, Inma y yo tenemos relaciones. Mi madre se quedó perpleja. Yo empecé a reírme. Inma parecía que se estaba enfadando con mis risas. -Perdona Inma, me río porque desde ayer llevamos mi madre y yo dándole vueltas al as unto. De cómo decíroslos... y al final todos estamos en la misma situación. Inma se relajó. Estuvimos un rato hablando de las razones que nos habían llevado a t ener relaciones con nuestros parientes. El motivo de ellas fue también por soledad de la madre. Raquel no era dada de follar con desconocidos y poco a poco fue ca yendo en la lujuria con su hija. Al principio tenía muchos problemas pues rechazab a la relación, pero fue Inma la que una noche con dieciséis años se metió en su cama y l a volvió loca con su boca y sus dedos. Después de aquello tuvieron muchos juguetes q ue suplieron las carencias genitales de las dos. Casi tres horas después, se marcharon. Habíamos quedado el sábado por la tarde en casa de ellas para vernos y hablar tranquilos. -Mamá, yo creo que te ha salido novia. le comenté con tono burlón. -Calla, no digas tonterías. Cuando llegamos el sábado por la tarde, a eso de las nueve de la noche, Inma y Raq uel habían preparado una mesa para que cenáramos los cuatro. Estaba muy bien decorad a, no faltaba ningún detalle navideño. Ellas vestían de forma sublime y maquilladas er an unas auténticas bellezas. Mi madre también vistió elegante y algo maquillada. Yo mi traje de chaqueta de siempre. Nos saludamos y hablamos un poco. Diez minutos más tarde nos sentábamos a cenar. La comida estaba riquísima. Después de comer, recogimos la mesa y nos sentamos en el sa lón a charlar. En el sofá se sentaron mi madre y Raquel, Estaban muy cerca. Yo me se nté en un sillón individual al lado del sofá e Inma se sentó encima de mí y me besó. Comenza mos a hablar de nuestras relaciones. Ellas, al vivir solas no tenían problemas y e ran como si fueran parejas. Nosotros en cambio siempre teníamos que estar esquivan do a mi padre. Yo acariciaba a Inma y ella me daba pequeños besos en los labios de vez en cuando. -Enrique, siéntate en medio del sofá. me dijo Raquel. Tienes a mi hija y yo quiero com partirla contigo. Inma se levantó y me senté en el sofá entre las dos madres. Raquel estaba a mi derecha y Marta a la izquierda. Inma se volvió a sentar encima de mí y besó a su madre en la boca y después me besó a mí. -Marta, ¿te importa compartir a tu hijo conmigo? dijo Raquel. -Para nada, si a él no le importa, toma todo lo que quieras. y mi polla se calentó al escucharlas. -Enrique, ¿te importa compartir a tu madre conmigo? me preguntó Inma. -Por favor, espero que ella quiera pues estoy loco por veros follando. -¿Y yo? preguntó Raquel. -¿Quieres que te comparta con estas dos? le pregunté a mi madre y asintió con la cabeza . Inma se echó hacia atrás y agarró la cabeza de mi madre para ofrecerle su boca. Se bes aron. Raquel me giró la cabeza y comenzó a besarme mientras le subía la falda a su hij a y le tocaba el coño por encima de las bragas. Sentía la lengua de Raquel jugar con la mía y mi mano derecha la lleve a su falda para levantársela y buscar su coño. Toqué sus bragas y el bulto de sus labios. Ella abrió un poco las piernas para que se lo tocara bien.

-Vallamos a la cama. dijo Inma. Nos levantamos sin decir nada. Sólo nos tocábamos ligeramente. Llegamos a la habitac ión de Inma y Raquel y las tres empezaron a desnudarse sensualmente para mí. Yo esta ba de pie viendo aquellas tres diosas. Se quedaron en ropa interior. Marta se qu edó con unas bragas y unas medias hasta medio muslo, todo de color blanco. Inma ll evaba un porta ligas que sujetaban unas medias de color morado y su coño lo cubría c on unas bragas de encaje también morado. Raquel llevaba un corpiño con ligero y unas medias, todo de color salmón, ésta no llevaba bragas y podía ver su peludo coño. Mis tr es diosas permanecían de pie mirándome y esperando que yo me desnudara, pero yo sólo p odía fijarme en las tetas de ellas. Marta tenía las tetas medianas que tan bien cono cía. Inma tenía mas tetas que la otras, pero más firmes. A Raquel le sobresalían por el corpiño dos tetas que debían de ser de una talla ciento diez por lo menos. Me desnudé torpemente. Me acerqué a las mujeres. Mi madre fue la primera en besarme, metía su lengua en mi boca. Inma se arrodillo delante de mí y me quitó los calzoncill os, acarició mi polla y comenzó a chupármela. Raquel abrazó a mi madre por detrás mientras me besaba y su mano derecha la llevó hasta el coño metiéndola por debajo de sus braga s. Con la mano izquierda le sobaba las tetas. Con su boca le mordía el cuello. Mi madre dejó de besarme y se fue separando mientras gemía al sentir las caricias de Ra quel. Las dos se tumbaron en la cama. Mi madre boca arriba y abierta de piernas mientras que Raquel le quitaba las bragas y comenzaba a lamerle el coño. -Ya te dije que a Raquel le gustabas. le comenté. -¡Ya! Pero que bien lo hace. Decía mi madre entre gemidos de placer. Levanté a Inma del suelo y me eché junto a las otras dos en la cama y boca arriba. I nma me cogió de nuevo la polla y siguió chupando. Para ella era la primera vez que l o hacía con una polla de verdad. Llevaba muchos años haciéndolo con pollas de látex. Miré a mi madre y acerqué mi boca para besarla. Jugaban nuestras lenguas mientras la de Raquel hacía maravillas en el coño de Marta e Inma hacía lo propio con mi polla. Le pedí a Raquel que me pusiera su coño en la boca mientras su hija me mamaba. Se le vantó y puso su coño frente a mi boca. Metí mi lengua entre los pelos y busqué su raja. Lamí hasta que noté que se separaban los labios. Desplacé la lengua a lo más alto y noté s u clítoris. Inicié una serie de intensos lametones que hicieron que ella gimiera. Marta se aproximó a Inma, le quitó las bragas y la acomodó con las piernas abierta. Nu nca había comido un coño e iba hacerlo por primera vez. El coño de Inma estaba totalme nte depilado, como le gustaba a Raquel. Mi madre separó los labios del joven coño y vio una rosada vagina. Cerró los ojos y hundió su lengua en la raja. El sabor de un coño ya lo había probado antes cuando había comido mi polla después de haber estado en e l coño de otra, pero nunca había sentido el tacto de la suave piel de una vagina. De slizó la lengua de arriba debajo de la raja y se detuvo en el clítoris para hacerle lo que yo le había echo tantas veces a ella. Inma gimoteaba a la vez que me mamaba . Raquel se corrió a los pocos minutos y me lleno la boca de sus flujos. Se levantó y se puso junto a mi madre para comerle el coño a su hija. Las dos metían sus lenguas en su coño como podían y de vez en cuando, se besaban. Me levanté quitándole la polla de la boca a Inma que seguía con las piernas abiertas y las otras dos chupando su coño. Me puse detrás de mi madre y le levanté el culo poniénd olo en pompa. Raquel se acercó a mí y me chupó la polla un poco. La cogió con una mano y la dirigió al coño de mi madre. Empujé y le fue entrando. Raquel me tocaba los testícul os mientras penetraba a mi madre. Raquel se dio la vuelta y me ofreció el culo par a que la penetrara a ella también. Se la saqué a mi madre y busque la vagina de Raqu el entre el espeso pelo de su coño. Me tuvo que ayudar. Con una mano por debajo de su coño, cogió mi polla y la dirigió al coño. Despacio empujé y fue entrando casi sin esf uerzo. Mi madre se incorporó y me empezó a besar mientras yo tocaba su culo y penetr aba a Raquel. Inma se movió, se puso a cuatro patas delante de la madre y le pegó el culo a su boc a. Raquel empezó a lamer el ano de su hija a la vez que mi polla le entraba todo l o posible. Mi madre sacó mi polla de Raquel y comenzó a mamarme un rato. Yo metía mis dedos en el coño de Raquel para masturbarla y poco después mi madre devolvía mi polla al interior de Raquel. La follé un buen rato. La aparté y me dirigí al culo de Inma. I ba a ser la primera polla de carne que entrara en ese coño. La madre abrió y lamió su raja para humedecerla, cogió mi polla con una mano y tiró para que me fuera acercand

o a ella. Me apuntó la polla y empujé para irla penetrando. Aquel coño se notaba que e ra más estrecho. Las otras dos habían tenido hijos y sus coños estaban más dilatados, pe ro Inma no y se notaba su estrecho coño. La estuve follando y a los pocos minutos se corría dando gritos de placer. Mi madre me tumbó en la cama boca arriba y se montó rápidamente para no perder el siti o. Abrió las piernas y se hundió la polla hasta el fondo. Raquel se puso sobre mí, con las piernas abiertas, sentada en el cabecero de la cama. Agarró la cabeza de Mart a y la llevó hasta su coño. Mi madre empezó a lamerle el coño a la vez que yo le metía mi polla y la follaba. Chupaba sus tetas que estaban a la altura de mi boca. Mordis queaba sus enormes pezones y chupaba como si quisiera mamarle. Ella gimoteaba co n su boca en el coño de Raquel. Inma se recupero un poco del orgasmo y se puso junto a su madre para comerle las tetas. Raquel gemía y le ofrecía sus enormes tetas a la hija. Con mi mano izquierda busque el coño de Inma y empecé a masturbarla. Mi madre separó la boca del coño de Raqu el y comenzó a dar gritos de placer. La agarré por las caderas y paré su culo. Con mov imientos rápidos comencé a follarla. Entre gritos y gemidos se corrió como nunca la ha bía visto. Seguí follándola suavemente para que acabara de correrse. Mi madre se echó a un lado a descansar. Raquel se sentó sobre mi polla, mirándome a lo s ojos y se la clavó de una sola vez. Sentí que su coño estaba totalmente húmedo y calie nte. Agarré un culo que era más grande que el de mi madre y lo sobé dándole cachetadas d e vez en cuando. Ella gruñía con cada golpe y yo le metía la polla hasta el fondo. Su hija comenzó a azotarla y ella gemía. Yo me dediqué a penetrarla al ritmo de los golpe s de su hija y a chupar las enormes y maravillosas tetas, mordiendo los pezones. Inma aceleró el ritmo de las cachetadas y yo el de las penetraciones. En pocos mi nutos conseguimos que Raquel se corriera y aceleré todo lo posible las penetracion es. Entre gemidos y chillidos se corrió. -Ahora te toca a ti. dijo mi madre y se puso en un lado de la cama a cuatro patas . Ponerse junto a mí para que nuestro semental no folle y se corra. le pidió a las otr as. Inma se puso junto a mi madre y Raquel se quedó junto a Inma tumbada boca arriba y descansando. Me puse detrás de mi madre y le metí la polla hasta el fondo. La penet ré varias veces y pasé al coño de Inma. La follé un poco y vi que Raquel seguía descansand o. Salí de Inma y volví a mi madre para follarla más mientras con la mano derecha toca ba el culo y el coño de Inma. Las dos se besaban e Inma tenía una mano en el coño de l a madre. Volví a follar a Inma y miré para Raquel que volvía a excitarse con los tocam ientos de su hija. Estaba a punto de correrme. Sentía que la leche se agitaba en m is testículos. Saqué mi polla y la puse entre las enormes tetas de Raquel. Ésta escupió para que mi p olla se deslizara entre las tetas. Comencé a moverme follando las tetas. Ella saca ba su lengua y me daba en el glande cuando llegaba a su boca. Mi madre por la iz quierda me empezó a besar e Inma por la derecha comenzó a chuparme los pezones. Come ncé a sentir mucho placer y sin previo aviso descargué un primer chorro de leche que le dio a Raquel en la lengua y en la boca. Mi madre se lanzó sobre mi polla que aún estaba entre las tetas de la otra y pudo tragarse algo de esperma. Las dos madr es me chupaban y limpiaban la polla alternándose en la faena mientras Inma me besa ba y acariciaba. Caí rendido en la cama y las mujeres y yo nos abrazamos. Nos quedamos dormidos y p or la mañana yo estaba abrazado a Inma y mi madre y Raquel parecían dos enamoradas. Pensé que de allí iba a salir algo y así fue. A partir de ese día, nuestras madres eran amantes y yo ahora tenía novia, pero además algunas veces nos juntábamos en el piso de Raquel y repetíamos las experiencias incestuosas que habíamos tenido aquel día. Mi ma dre ya no se volvió a sentir sola nunca más. Bien yo o bien Raquel, siempre tenía a al guien que la consolaba. TodoRelatos.com © RasmaronMimando a mamá (de las dudas al trio) Después de aquella primera noche con mi madre, recuerdo que todo lo que quería era q ue nos quedáramos solos. Pero todo no fue tan fácil. El primer mes, desde que hicimo s el amor, ella estaba algo distante. Recuerdo que cuando nos íbamos a quedar solo s mi madre siempre decía que tenía que ir a comprar o que había quedado con alguien. R ecuerdo que ese primer mes fue duro. No sé si era por mi edad o por lo bella y exc itante que encontraba a mi madre desde entonces, pero hubo un momento que sentí es

tar enamorado de ella. Recuerdo que sentía celos cuando salía, pensaba que se iba a follar con otros tíos y casi siempre la llamaba al móvil para ver que estaba haciend o. La buscaba furtivamente por las habitaciones para hablar con ella cuando el r esto de la familia estaba en otra habitación, pero ella me rehusaba. En fin estaba colgado de mi madre tanto sexual como emocionalmente. Un día nos quedamos solos y por fin no se fue. Me llamó desde el salón y me pidió que me sentara a su lado en el sofá. -Quique, siéntate aquí. me pidió. -¿Qué pasa? -Habrás visto que este mes he estado muy rara. -Sí... ¿Te he hecho algo malo, mamá? -No... me dijo acariciando mi cara y dándome un ligero beso en la boca. Yo me abracé a ella y la empecé a besar por la cara en las manos en todas las parte que podía. Ella sonrió y pidió que parara. -¡Para, que pareces que estás loco! me pidió y me separó empujando con sus brazos. -Entonces, ¿no me odias? -Cómo voy a odiarte... lo que ha pasado es que a la mañana siguiente de nuestra noch e, en frío estuve pensando y sentí temor por lo que habíamos hecho. Me volviste loca e sa noche, pero no sabía si estaba bien... a fin de cuentas somos hijo y madre. -No se si estará bien pero yo no dejaré de amarte mientras me lo pidas. le contesté y e lla me cogió la mano en agradecimiento. -He estado preguntando a psicólogos de mucha confianza y después de pensar mucho he decidido que no me importa nuestro parentesco. -¡Eso es estupendo! y me lancé sobre ella y la besé en la boca, siendo totalmente corre spondido. Estuvimos unos pocos segundos besándonos sobre el sillón, hasta que creí estar satisfe cho de sus labios. Separé mi boca y la miré a los ojos. -Te quiero. Le dije. -Y yo a ti. me dijo acariciándome el pelo. Todos los expertos que he consultado me h an comentado que si lo nuestro no nos supone ningún trauma, no ven que sea malo. -Pues vamos a recuperar el tiempo en que dudaste. le dije y empecé a tocarla por to das partes. -Estate quieto. decía entre risas- Que tu padre va a venir y si nos pilla... Me dejé caer al suelo por un empujón de ella y se levantó para irse. -Prepárate para mañana por la noche que trabaja tu padre. me dijo y se giró. Esa tarde mi madre salió de compras y le pedí que si iba con ella. No me dejó y busqué a mis amigos para dar una vuelta. Estuvimos dando vueltas por el centro de la ciu dad buscando chicas para pasarlo bien. Miki se acercó a un grupo de cuatro chicas que miraban unos escaparates. El cabrón tenía el arte de hablar con todo el mundo y a los pocos minutos estábamos los siete charlando en un bar. Eran unas chicas de c atorce a diecisiete años. Las conversaciones eran de música, de estudios y cosas así, pero miraba sus cuerpos y sólo pensaba en el de mi madre. Cuando dieron las diez y media me despedí todos ellos y me marché a mi casa. Llegué a eso de las once. En la cocina estaba mi madre sola sentada en la mesa, ac ababa de comer. Mi padre se había acostado pues al día siguiente salía de viaje. -¿Qué te parece si mañana nos vamos a la playa? me propuso. -Estupendo ¿y a dónde podemos ir? -Podemos ir a donde tu tía Mari, está sola en el apartamento. Nos podemos quedar los dos días que tengo de descanso ¿qué te parece? -Estupendo, pero que pasará con nuestra noche. -No te preocupes, le diremos que para no deshacer tantas camas nos deje una gran de para los dos. ¿Vale? -Entonces sí, me puedo perder la playa, pero tu cuerpo no. ¿Puedo? le pregunté asiéndole señas indicando que la quería besar en la boca. Asintió con la cabeza, la besé y me marc hé a la cama. Poco después escuché como ella subía las escaleras y se metía en su habitación. Pensaba en mi madre y en cómo me la follaría la siguiente noche. Pensaba en sus tetas con enor mes pezones para chupar. Pensaba en su culo y en que lo agarraba con fuerza mien tras ella me montaba. En el olor de su coño húmedo por la excitación. En su pelo. Pens aba en toda ella y mi polla estaba totalmente erecta. Había pasado una hora desde

que me acosté y sentí que me tenía que hacer una paja a la salud de mi madre. Pero no tenía papel para limpiarme. Me levanté sin hacer ruido y me fui al servicio. Entré y encendí la luz, cerrando desp ués. Pero la puerta no llegó a cerrarse del todo. Algo lo impedía. Mi madre empujó la pu erta y entró conmigo. -¿Qué haces mamá? hablamos en voz baja. -No hagas ruido. me dijo y echó el seguro de la puerta- He estado todo este tiempo pensando en mañana y no puedo más, me iba a hacer una paja pero te he visto levantar te y no me he podido resistir. Se arrodilló delante mía y me bajo los pantalones del pijama y los calzoncillos a la vez. -Esto será un anticipo de mañana... cogió la polla con una mano y pasó su lengua de abajo hasta la punta. Mañana te lo pasarás el doble de bien. Se la tragó entera de una vez y comenzó a mamarme. Yo le acariciaba la cabeza en señal de gratitud y la acompañaba en el movimiento. Se puso de cuclillas y abrió las pier nas. Con la mano izquierda cogía mi polla mientras la mamaba y la derecha la llevó a su coño. Echó las bragas a un lado y comenzó a tocarse el clítoris sin dejar de chuparm e. Unos minutos después le quité la polla y ella protestó por ello. La senté en un banquito que teníamos allí y le abrí las piernas. Ella sabía lo que le iba a hacer, así que con un a de sus manos se apartó las bragas. Quedé impresionado con la visión. Su coño no tenía ni un solo pelo. La miré a los ojos como preguntando. -Sí cariño. Me lo he depilado esta tarde para ti, era una sorpresa para mañana pero no he podido resistirme... me tienes muy caliente. Me acerqué a su boca y nos dimos un gran beso en el que nuestras lenguas se cruzab an y jugaban una con otra. Volví a mis tareas de darle placer a mi madre. Bajé a su coño y mi madre apartó de nuevo las bragas. Me acerqué un poco y pude ver los labios d e aquel coño totalmente rasurado, sólo se había dejado un triangulito por encima de aq uella enorme raja. Con mis dos pulgares separé los labios y apareció su vagina rosada y ya totalmente húm eda. Su clítoris sobresalía en lo más alto de su raja y estaba abultado, estaba muy ex citada. Abrí mi boca y me aproximé más a aquel manjar. Sentí el aroma de mi madre que en traba por mi nariz y hacía que mi polla se pusiera más dura. Saqué mi lengua y busqué su clítoris. Lo encontré y sentí que se puso más duro. Ella gimió levemente al sentirme en s u coño. Jugué con su bultito un rato, haciendo circulitos a su alrededor y, rodeándolo completamente con mis labios, chupaba fuerte para darle más placer. Ella acariciaba mi pelo y apretaba mi cabeza contra su coño cuando sentía mucho plac er. Mantenía sus piernas totalmente abiertas para que pudiera comérselo a placer. Yo seguía en mi labor y empecé a pasar mi lengua por su raja hasta llegar abajo, para después volver a subir en busca de su clítoris. Solté los labios de aquel magnifico coño y envolvieron mi lengua que estaba buscando dentro de su raja. Ahora estaba bes ando los labios de mi madre con lengua, como si fuera su boca, explorando cada m ilímetro de su coño. Ella gimoteaba de placer y casi me asfixiaba cuando apretaba mi boca contra su coño para pedirme más placer. Yo, que estaba excitadísimo, metí el dedo corazón de la mano izquierda en su vagina a la vez que le chupaba y la mano derech a me la llevé a la polla para masturbarme. No pude aguantar más de dos sacudidas y sentí que me iba a correr. Me levanté y dejé a m i madre totalmente abierta de piernas sobre aquel banquito, mirándome con cara de no saber por qué había dejado de darle placer. La levanté de manera algo brusca y la c oloqué mirando al espejo que había sobre el lavabo. La incliné para que su culo quedar a en pompa. Acerqué el banquito a la vera de ella y subí su pierna derecha. Tenía su c ulo a mi entera disposición y nos mirábamos a los ojos a través del espejo. Ella me mi ró como pidiendo que la penetrara. Llevé mi mano derecha a su culo y bajé por su raja hasta llegar a su coño. Lo palpé y comprobé que estaba totalmente humedecido con mi sa liva y sus flujos. Cogí mi polla, doblé las piernas un poco para ponerme a la altura de su coño, busque su raja y deslicé mi polla entre los labios para que se mojara a ntes de penetrarla, cuando estuvo bien lubricada la llevé hasta la entrada de su v agina. Mientras hacía esto la miraba en el espejo y veía que su cara delataba todo el place r que estaba sintiendo. Empujé un poco y mi polla empezó a entrar. Ella me miró en el

espejo y se lamió los labios. Seguí empujando y entró toda dentro de su mojado coño. Se mordió los labios para no chillar de placer. Comencé a metérsela y sacársela para darle placer. Ella aguantaba los gemidos y movía la cabeza por la rabia de no poder chil lar. A los pocos minutos, se agarró fuertemente al lavabo con una mano, la otra la llevó atrás y me clavó las unas en el primer sitio que agarró, que fue mis caderas, abr ió los ojos y la boca como si gimiera pero no emitió sonido y sentí que se corría con fu ertes espasmos. Su cara siguió mostrando su placer ya que aumenté la velocidad y la fuerza de mis envestidas para conseguir mi placer. Cayó sobre el lavabo sin apenas fuerza y le seguí follando hasta que sentí que mi leche salía y le llenaba su vagina por dentro. Como pude coloqué el banquito y me senté con ella encima. Descansamos un poco y nos besábamos y tocábamos mientras, dándonos muestra de nuestro amor. Pasado unos minutos, nos levantamos y nos limpiamos un poco. -Ahora a descansar que mañana te quiero en forma. me dijo y nos besamos en la boca. -Hasta mañana. le dije. Apagamos la luz y nos fuimos a oscura hasta nuestras habita ciones. A la mañana siguiente, me despertó mi madre a eso de las nueve y media. Mi padre ya se había marchado de viaje. Me levanté y fui al servicio. Después de ducharme y prepar ar las cosas para el viaje, fui a la cocina y me encontré con mi madre preparando cosas de pie junto a la encimera. Me pegué a ella por detrás y la abracé. -¡Buenos días cariño! le dije a la vez que le daba un pequeño mordisco en el cuello. -No empieces ya que tenemos que salir de viaje. y volvió su cara para ofrecerme su boca que becé apasionadamente. Bajé mis manos a su cadera y restregué mi polla por su culo. como tú quieras, ¡pero que c ulo más bueno que tienes! le dije y me moví como si la follara. -Estate quieto, guarro. dijo fingiendo enfado. Me aparté de ella y empecé a guardar cosas en el coche para irnos de viaje. Después de no se cuantos bultos, cerramos la casa y nos montamos con destino a la playa. Íba mos a una playa de la costa de Huelva. Estaba a una hora más o menos y todo el cam ino fuimos hablando de cosas más o menos sin importancia. Casi todo el camino le a cariciaba el pelo. En el coche, por la autopista, era la única muestra de cariño que me dejaba hacerle. No quería que nadie pudiera sospechar algo de lo nuestro. Sobre las doce llegamos al bloque de apartamentos donde estaba mi tía Mari. Mari e ra mi tía política ya que era mujer de un hermano de mi padre. Era muy joven, tenía 24 años, diez años menos que mi tío Jorge, y éste era diez años mas joven que mi padre. Ella siempre había estado en el número uno de mi ranking de mujeres para pajas. Intentaré describirla. Era de pelo rubio y liso, más o menos por los hombros. Su cara era redondita y sim pática, de sonrisa fácil y burlona que daba vida a unos hermosos labios carnosos. Su nariz pequeña en medio de la cara separaba dos ojos azules y grandes que derretían el corazón más frío que pudiera existir en el mundo. Su cuello era delicado y de él partía n dos hombros finos. Sus pechos eran más bien pequeños, cosa que todos le perdonábamos por la firmeza que mostraban. Su cintura era fina y delimitaba perfectamente su caderas que no eran muy anchas... aunque tampoco eran muy estrechas... eran, si mplemente, perfectas para el precioso y duro culo que poseía, redondo y respingón qu e acababa en el principio de dos hermosas piernas con los muslos mejor formados que haya podido ver. Medía uno setenta y cinco y os puedo asegurar que donde iba, todos la miraban. Subimos a su apartamento con todo nuestro equipaje y nos saludamos como era cost umbre. Las típicas preguntas de cómo estaba la familia, de cómo iban la cosas, etc.. T ras la acogida, nos fuimos a la habitación, pero aquel apartamento solo tenía dos ha bitaciones y la que tenía cama de matrimonio era la de mi tía. -Marta, -dijo mi tía tú puedes dormir conmigo en mi habitación y Quique que duerma en e sta habitación... para que tenga más intimidad. -No, no te molestes, estaremos bien los dos aquí. dijo mi madre mientras yo maldecía a mi tía para que no se la llevara de mi lado. Cada uno dormiremos en una cama. La cosa es que mi tía insistió, mi madre dudó y yo maldije la hora en que decidimos ve nirnos a este maldito apartamento a dormir. Esta noche que podría estar follando a mi madre hasta el amanecer... o hasta que mi testículos quedaran vacíos... yo que m e las prometía todas y sólo podría tener una paja solitaria.

En fin, las dos se fueron a la habitación de Mari. Saqué la ropa y la coloqué con muy pocas ganas mientras las escuchaba hablar, sin entender lo que decían, en la otra habitación. Cuando acabé era ya la hora de comer. Mari llamó a un servicio de comida a domicilio y nos trajeron lo que ella pidió una hora después. Tras la comida decidimos, más bien decidieron ellas dos, ir a tomar café al chiringu ito y después tomar el sol en la playa. Y allí estaba yo, con dos mujeres que estaba n muy buenas, con cara de pocos amigos por chafarse el plan de la noche y aguant ando las tediosas conversaciones sobre moda, potingues y demás cosas de las dos. -...pues sí, estoy pensando operarme los pechos para darme un poco más de volumen... escuché a Mari decir. -¡Eres tonta, con lo bonitas que son! dije desde lo más hondo de mi alma y me puse co lorado y sin saber donde meterme. -¡Ja, ja ¡ ¿Te gustan las tetas de tu tía? dijo mi madre y yo no sabía a donde mirar. -¡Déjame en paz! le respondí muy mosqueado. -Pues si mi sobrino piensa que no debo de operarme, no lo haré. Quería la opinión de a lgún hombre y mi marido es de los que le da igual, él mete, se había y se va. Miré a mi tía con los ojos de par en par por la forma de hablar, nunca la había escuch ado hablar así y me dejó sorprendido. -No me mires así, tú has dado tu opinión sincera de mis tetas ¿por qué no puedo yo expresa rme como quiera? dijo Mari. -¡Vaya dos! Como se nota que sois jóvenes. dijo mi madre- Anda, levantaos y vamos a l a playa. Pusimos rumbo a la orilla por el camino de tablas. Ellas dos iban delante mía y ha blaban entre si. Me fijaba en ambos culos y casi me podía imaginar follándolos y alt ernando entre uno y otro. Eligieron un lugar y pusieron las toallas en la arena. Me quité los pantalones y la camiseta y me quedé en bañador. Mi madre hizo lo mismo, pero todo cambió cuando Mari se quitó toda la ropa y se quedó con un finísimo bikini que apenas le cubría su coño y que por detrás era un hilo que se metía por su raja y dejaba al aire sus dos prietos cachetes. Toda los hombres de la playa se volvieron a c ontemplar aquella Venus que comenzaba a ponerse bronceador bajo la atenta mirada del personal masculino. Mi polla no pudo resistirlo y comenzó a levantarse. -Me voy al agua. dije antes de que fuera notable la protuberancia en mi bañador. -Voy contigo. contestó mi madre. Nos metimos en el agua que estaba un poco fría y esto hizo que mi polla bajara. Mi entras entrábamos en el agua me pude fijar en el cuerpo de mi madre. Sus tetas era n más grandes que las de Mari, pero no eran enormes. Con el frío del agua sus pezone s se habían marcado y sobresalían en el rojo del top del bikini. Se le veía macizota, pero no gorda, para mi gusto estaba en su punto. Su hermoso y redondo culo lo cu bría con unas bragas de bañador que le cubría casi entero por detrás. Empecé ahora con las fantasías cambiando a mi tía por mi madre. Nos hundimos en el agua y nadamos un poco hacia dentro. A cierta distancia de la orilla mi madre ya no tenía pie, pero yo que soy más alto sí. -Vamos un poco más a la orilla, que aquí no tengo pie y me canso. dijo mi madre dándose la vuelta para nadar hacia fuera. -¿A dónde vas? le dije y la agarré por la cintura. Aquí es donde quiero tenerte para que d ependas de mí. y empecé a tocarle el culo. -¡Eres un pervertido! La atraje a mí y pegué mi polla a su culo. Ella sintió el bulto que tenía entre la raja de su culo y volvió la cara. -Ya estás así... y con este agua... ¡Pues sí que estás caliente! Se volvió y, mirándome a los ojos abrió las piernas y me rodeó la cintura con ellas. Tenía mi polla enfrentada al coño de mi madre y sólo dos delgadas telas separaban nuestro s genitales. Le solté la cintura y ella quedó sujeta a mi con sus piernas. Aproveché y con una mano aparté el bikini y con la otra le empecé a tocar el coño. Ella gruñía de vez en cuando al sentir placer. Le metí un dedo dentro y lo movía como si la follara con él. Me empecé a bajar mi bañador para sacar mi polla y follarla allí mismo, pero cuando intentaba a puntar mi polla al coño de mi madre apareció Mari. -Hola, que buena está el agua. dijo y mi madre me soltó y empezó a nadar un poco para d isimular.

Yo me quedé con el bañador medio bajado y con la polla fuera. Fuera del bañador y otra vez más fuera del coño de mi madre... y por culpa de la misma, MI TÍA. -Me puedo apoyar en ti. me preguntó Yo asentí con la cabeza y ella se pegó a mí justo después de que consiguiera taparme. Mi madre, al vernos se aproximó a nosotros y me pidió apoyarse. Las dos me tenían cogido , cada una por un lado. Charlábamos de todo un poco y empezamos a decirle a Mari q ue ponía locos a los tíos con esos bikinis. -Ya lo sé, más de uno me ha pedido echar un polvo. -Y nunca haz aceptado. preguntó mi madre un poco indiscreta. -Mami, si lo ha hecho no te lo va a contar delante de mí ¿no crees? dije yo. -No, no te creas. dijo Mari Estoy segura de que si yo te cuento algún secreto, tú lo g uardarías ¿no? -Claro que sí, -contesté Si me dices eso es que me tienes en estima como para ser un amigo tuyo. -En tu madre ya sé que puedo confiar, somos muy buenas amigas. dijo poniéndose intere sante Verás Quique, tengo un pequeño vicio. Me gustan mucho los hombres, pero también l as mujeres. Mi polla que estaba apunto de descansar botó al escuchar esas palabras. Mi tía, mi M ari, mi number one del ranking de pajas era bisexual. Eso fue brutal para mí. Mi m ente rápidamente imaginó a mi madre y a mi tía revueltas en la cama y yo de semental f ollando todo boquete que cogiera... era brutal la erección que se me produjo. -Dime, ¿tienes algún secreto que contarme? me dijo susurrando al oído para provocarme y en un volumen para que se enterara mi madre también. Miré a mi madre y respondí que no. -Vayamos fuera del agua, ya estoy teniendo frío aunque la conversación se esté poniend o muy caliente. dijo mi madre y nos separamos. Fuimos a las toallas y nos secamos, nos vestimos y subimos al apartamento. De vu elta de la playa seguía pensando en la bisexualidad de mi tía, en su cuerpo, en por qué me había dicho eso. Ellas seguían hablando y parecían algo enfadadas pues mi madre e staba hablando de forma acalorada. Supongo que eso no se le puede decir a un jov en de mi edad sin que afecte como a mi me estaba afectando. Llegamos al apartamento y soltamos la cosas. De forma esporádica se hicieron turno s de ducha. Primero mi madre, después mi tía y luego yo. Entró mi madre y tardó unos qui nce minutos en ducharse. Yo estaba en el salón sentado viendo la televisión. Luego e ntraría mi tía. Yo me fui a mi habitación para acechar a mi madre. El tiempo que estuv iera mi tía dentro de la ducha sería perfecto para hacerle a mi madre un avío rápido. Es taba en mi habitación con la puerta abierta. Ésta daba al pequeño pasillo, donde al la do izquierdo estaba la puerta que comunicaba con el pasillo de entrada de la cal le, a la derecha la puerta del cuarto de baño y enfrente el dormitorio de las dos mujeres. Allí estaban las dos. Mi madre vistiéndose y mi tía preparándose para ducharse. Podía ver a Mari de pie en la habitación cogiendo la toalla. De repente, aún sabiendo que la estaba viendo, se quito la parte de arriba del bikini y dejó libre sus dos tetas pequeñas pero firmes. Después se quitó el pequeño tanga del bikini y quedó totalmen te desnuda. Se puso unas zapatillas y caminó desnuda mirándome descaradamente hasta el cuarto de baño. Quedé de piedra. Sus pezones eran de aureola pequeñita pero muy oscuros y redondos. Su coño tenía más pelo que el de mi madre, pero era rubio como el de su cabeza. Toda e lla era una preciosidad. Por un momento me olvidé de mi madre por la impresión que m e causó Mari. Corrí a la otra habitación para buscar a mi madre. Estaba sentada con una camiseta d e las que usa como pijama. Me senté a su lado y la besé con muchas ganas. -Ten cuidado no vaya a venir tu tía. -Acaba de entrar en la ducha y tardará un poco. La seguí besando pero ella no tenía muchas ganas. -Así no, -me dijo parece que somos dos animales en celo. Quedé muy cortado. Le di un beso en la mejilla y me levanté para irme. Me agarró por l a muñeca y se levantó, me abrazó por el cuello y me besó apasionadamente. -Ya habrá otro momento mejor, te lo aseguro. Me volvió a besar y nos separamos. Preparé mis cosas para ducharme después de Mari. Ésta salió envuelta en una toalla y con otra liada en el pelo. La miré caminar hasta que

llegó a su habitación y cerró la puerta. Entré en la ducha y me puse a lavarme. Pensaba en lo que había ocurrido a lo largo del día. Mis intentos fallados de estar con mi madre a solas. La confesión de Mari de ser bisexual. El verla desnuda caminando po r el pasillo. Todo me tenía algo confundido, pero muy excitado. Para poner remedio a mi tensiones agarré mi polla y me hice una paja pensando en mi tía y mi madre. Salí de la ducha y ya en pijama me dirigí al salón. Las dos mujeres se las escuchaba c uchicheando en la habitación. Al llegar al salón me quedé extrañado al ver en medio de l a mesa una tarta con un diecisiete en medio y debajo el típico "cumpleaños feliz". E ntonces caí. Era diez de julio y era mi cumpleaños. -¿Esto es lo que estabais cuchicheando en el dormitorio? pregunté en voz alta. -No, -respondió mi madre desde la habitación Es esto lo que te vamos a regalar. Y ambas salieron con un traje de chaqueta colgado de una pelcha. Las dos estaban vestidas con trajes de fiesta y maquilladas de una forma que estaba preciosas. Las miré de arriba abajo. -¿A dónde vais tan guapas? -Vamos a buscar los favores de un joven apuesto. dijo Mari. -Se de muy buena tinta que hace el amor de forma sublime. añadió mi madre. -Mamá será por qué folló con una diosa cuando lo hizo contigo. le dije. -Quique, está noche somos Mari y Marta para ti y sólo para ti. dijo mi madre y me besó apasionadamente. Tomé el traje y Mari se acercó a mí y me besó. Era la primera vez que lo hacíamos y fue de licioso sentir sus labios y su lengua. Entré en mi habitación y me cambié de ropa. A l os pocos minutos salí y fui al salón. Allí estaban esperándome las dos. Me lanzaron piro pos y nos sentamos a comer. Después de comer, nos dispusimos a tomar unos licores que tenía mi tía. Cortamos un poco de tarta y la comimos. -Bueno, después de comer vienen los regalos. dijo mi tía. -Si, ¿quién empieza? preguntó mi madre. -Empieza tú que lo conoces. mi madre se levantó, me hizo girar la silla para quedar f rente a ella. Tenía una camisa de manga corta de color blanca en la cual se trasparentaban el co lor oscuro de los enormes pezones de sus tetas que llevaba libres sin sujetador. Sujeta a su cintura llevaba una falda ajustada que le marcaba las caderas y el contorno de su culo y debajo de ésta unas medias negras con unos zapatos del mismo color. Mi madre se arrodilló delante mía, comenzó a tocarme la polla, que ya estaba d urísima, por encima del pantalón. Me miraba con esa cara perversa al saber que me ib a a follar. Mi tía se levantó y se puso a mi lado. Me empezó a besar mientras sentía a mi madre que jugaba con mi polla. Mi tía metía su lengua dentro de mi boca y jugaba con la mía mien tras me acariciaba el pecho. Vestía con un vestido blanco que le llegaba hasta las rodillas y bastante ajustado. Su escote era generoso. Sus piernas las cubría con unas medias blancas y unos zapatos del mismo color. Sentí como mi madre me desabrochó los pantalones y como me sacó la polla de los calzon cillos. Dejé de besar a Mari y mire a mi madre como comenzaba a chuparme la polla. Mi mano derecha, que era donde estaba mi tía, la deslicé por entre las piernas de ést a. Sentí que la medias llegaban hasta los muslo y comprobé que llevaba un porta liga s que sujetaban sus medias. Me excité muchísimo al imaginar sus ropas. Busqué la unión d e su muslos y toqué las bragas que tapaban su hermoso coño rubio. Mi madre estaba entusiasmada mamándome la polla y le indique a Mari que me la comi era ella un poco. Ésta se arrodilló al lado de Marta y le pidió la polla. Mi madre chu pó un poco más y se la pasó a mi tía. -Ven Marta, bésame un poco. le pedí. Se puso a mi derecha y le dejó suficiente sitio a Mari para que estuviera cómoda mie ntras mamaba mi polla. Mi madre me besó y hundió su lengua en mi boca. Busqué los boto nes de su camisa y desabroché los primeros para después meter mi mano izquierda y co mprobar que no llevaba sujetador. Comencé a tocarle los pezones que tenía totalmente erectos y duros. Mi mano derecha la pase por detrás de sus pierna y toqué su culo p or fuera de la falda. Era muy estrecha y no me permitía meter la mano por debajo. -Espera cariño. dijo mi madre mientras mi tía seguía mamando. Se desabrochó la cremallera de la falda y la dejó caer al suelo. Tenía también un porta liga que sujetaba sus medias y además unas bragas negras de encajes que permitían ve

r perfectamente su coño. -Vamos al sillón. les dije a las dos. Mari se levantó y aproveché para bajar la cremallera de la espalda de su traje. Se l o quitó y quedó con un sujetador de encajes por los que se veían sus pezones de aureol as muy oscuras. Llevaba también unas bragas blancas de satén que marcaban los labios de su hermoso coño. -Vamos mejor a la cama de Mari. dijo mi madre y nos dirigimos, yendo yo detrás de e llas y tocando sus culos. En la habitación mi madre se quitó la camisa y quedó solo con la ropa que llevaba de c intura para abajo. Mi tía me quitó toda la ropa rápidamente y me tumbó en medio de la ca ma. -Trae esa polla. ¡Qué me gustan las pollas gordas! dijo mi tía y continuó mamándome. -Quítate solamente las bragas Marta. le pedí a mi madre que de inmediato lo hizo. ponm e el coño en la boca para que te lo coma. Se subió en la cama y abrió las piernas a la altura de mi cara, mirando ella para mi tía que me chupaba como loca. Volví a sentir el olor del coño de mi madre y subí la cab eza para buscarlo. Saqué la lengua y la introduje entre los labios del rasurado coño . Mi madre se inclinó hacia delante y gimoteó al sentir mi lengua. -Toma Marta, chúpala y devuélvele el favor a tu hijo. y Mari se tumbó a nuestro lado a mirar como una madre y un hijo hacían un sesenta y nueve, a la vez se masturbaba. Yo sentía las mamadas de mi madre y los flujos que caían sobre mi boca. Mi tía gimotea ba viéndonos y alargué la mano derecha para buscar su coño. Ella la cogió y la llevó hasta que llegué sin dificultad. Busqué entre sus pelos, separé sus labios y comencé a tocar su clítoris. -Mari, que buen coño tienes. le decía. -Pues cómetelo. dijo mi madre bajándose de mi cara y dejándole le sitio a mi tía, mientra s ella seguía chupándome. Mari se sentó sobre mí pero al contrario que mi madre. Su coño apuntaba directamente a mi boca y desde abajo podía verla gemir y moverse de placer al sentir mi lengua. Se tocaba las tetas con una mano y se pellizcaba los pezones. Mi madre no pudo a guantar más, se abrió de piernas y se metió mi polla hasta el fondo de su coño, agarrand o a Mari por detrás y sobando su tetas para ayudarla a tener su orgasmo. Mi madre cabalgaba con fuerza y parecía que se iba a correr en poco. Mientras mi tía llegaba a un orgasmo y me llenaba la boca con sus flujos. Se levantó de mí y mi mad re se echó adelante. Agarré su culo y la follé rápidamente. Mi madre empezó a gemir y tuvo un orgasmo que la hizo gritar muy fuerte, mientras Mari se le acercó y la besó en l a boca y le tocaba las tetas. Mi madre se tumbó a mi lado y llamé a Mari. La hice tumbarse al lado de la otra boca arriba y la abrí de piernas. -Tú no te corres, cabrón. Me dijo mi tía. -En la ducha me he hecho una paja pensando en ustedes, así que todavía tengo para ra to. le contesté a la vez que me subía en ella y le metía mi polla hasta el fondo. Empecé a follarla y ella gemía con cada envestida que le daba. Mi madre, al lado nue stra, comenzó a animarse de nuevo. Empezó tocando mi culo. Lo acariciaba a la vez qu e yo follaba a la otra. Le saqué la polla a mi tía y me puse de rodilla, agarré a mi m adre y la acerqué a mi polla para que la chupara. La chupó y no le importó tragarse lo s flujos de Mari. Mi tía esperaba con las piernas abiertas a que la volviera a fol lar. Aparté a Marta y volvía a cabalgar a mi tía. La follaba y sentí que se iba a correr . Aceleré el ritmo y la follé al máximo que pude. Me agarró la espalda y me clavó las uñas a l sentir un gran orgasmo. La follé un poco más suave para que acabara de tener el or gasmo y después se la saqué y la dejé descansar. -Ahora quiero correrme yo. dije a las dos mujeres y coloqué a mi madre a cuatro pat as en el filo de la cama a los pie. La hice que abriera las piernas hasta que su coño quedó abierto y a la altura que yo necesitaba. Tomé mi polla que ya estaba cubierta de los flujos de ambas mujeres y la llevé a la raja de su coño. Como la noche anterior, la desplacé de arriba abajo ha sta separar los labios. Le rocé la punta de mi polla por su clítoris y gimoteaba cad a ver que se lo rozaba. Busque la entrada de su vagina y apreté para metérsela. Esta vez no fui delicado. Tenía un calentura que no me permitía tener delicadeza. La emp ecé a follar metiéndosela todo lo que podía.

Miré a mi tía que nos veía follar y le indique que se acercara a nosotros. Me besó en la boca y la hice poner su cabeza de lado en la espalda de mi madre. Saqué la polla y se la ofrecí a mi tía que no dudo en abrir la boca y comerse mi polla y los flujos de Marta. Después de unas chupadas volví a meterla en mi madre y seguí follándola. Le i ndique a Mari que se pusiera en la misma postura y junto a Marta. Saque la polla de mi madre y busqué rápidamente el coño de Mari. Lo metí de una vez y la empecé a follar . Mi madre se iba a mover y la paré. -No te muevas que ya me queda poco para correrme. le dije mientras le tocaba el c oño con la mano izquierda. Se la saque a mi tía y volví al coño de mi madre hasta que empecé a sentir que me iba a correr. Solté un primer chorro en el interior de mi madre. La saque para entrar en la otra y el segundo dio en la espalda de Mari. La metí dentro de su coño y acabé de correrme dentro de la vagina de Mari. -Estoy destrozado. dije y me tumbé en medio. Las dos mujeres me abrazaron cada una por un lado y descansamos. Un rato después e stábamos dormidos y hasta medio día no nos despertamos. Así fue como mi madre pasó de las dudas de follar conmigo a formar un trío. La verdad es que mi madre follaba que era una maravilla. Ojalá los hombres que lean esto ten gan la oportunidad de follar con una mujer de estas características. Y si las muje res que leéis esto sois de esta clase, enhorabuena, siempre habrá un hombre que os q uiera follar. TodoRelatos.com © RasmaronMimando a mamá Recuerdo que mis padre se peleaban a menudo. Los dos trabajaban y llevaban una v ida muy ordenada, pero casi todo el tiempo estaban de peleas. Mi padre casi siem pre estaba fuera y mi madre se ocupaba de cuidarme siempre que no estaba en su t rabajo. Cuando ninguno podía quedarse conmigo me dejaban con algún familiar o, si no había otro remedio, me cuidaba alguna chica de confianza. Aquellos años fueron buen os. Desde los seis años más o menos hasta los doce o trece, que empezaron a dejarme solo en casa, he tenido algunos momentos que no olvidaré. Siempre he estado muy caliente, desde muy pequeño. No se el por qué, pero siempre me ha gustado rozarme con las mujeres. Tengo un vago recuerdo de los cuatro o cinc o años, recuerdo que dormía en la cama con mi madre. Estaba abrazado a ella y una pi erna la puse encima de ella, pegué mi pene a su costado y me restregaba como si la follara. Recuerdo que mis cuidadores solían ser chicas de entre dieciséis a veintitantos años. Por lo general estudiaban y se sacaban algunas perrillas cuidándome. Para ellas yo no era más que un trabajo que daba más o menos la lata. Mis proezas sexuales con el las solían ser verles las bragas, cuando traían faldas. Tocarles el culo o las tetas con más o menos disimulo. La mayoría se daban cuenta de mis juegos y solían caer la p rimera vez, después ponían muchas barreras para tenerme alejado. Hubo una que me cuidó que era la primera vez que cuidaba niños. Aquella pobre se lle vó de todo. Tenía unos diecisiete años, era rubia, su cuerpo estaba casi desarrollado, las tetas eran grandes, recordando puedo calcular una talla 100, su culo era re spingón y sus caderas anchas, las piernas largas y bien formadas. Yo, que tenía unos ocho años, me enamoré de ella nada más verla. Me abracé a ella y aprovechaba para tocar le el culo cada vez que quería. Además llevaba falda, con lo que me tiraba en el sue lo delante de ella como si estuviera jugando e intentaba mirarle el coño. Con las anteriores que lo había intentado, había llegado a ver un poco de sus bragas o sus c ulos pero esta parecía que le gustaba que la viera pues si estaba de pie o sentada , siempre tenía las piernas abiertas y podía verle las braguitas. Yo me abrazaba a e lla y le cogía las tetas y ella reía diciéndome que era muy cariñoso con ella. En fin aq uella muchachita, que para mí era una mujerona, me estuvo cuidando dos semana sola mente, pero siempre la recordaré. Los años pasaron y yo seguí con el mismo juego hasta los once años. Por aquel entonces ya empecé a hacerme pajas. Siempre usaba las mismas fantasías y casi siempre con la s mismas mujeres, algunas profesoras del colegio, algunas amigas de mi madre, al gunas de mis tías, en fin, casi todos los días tenía una para mi paja. A esa edad toda vía me cuidaban algunas chicas. En especial recuerdo a mi canguro Trini. Era una c hica de veinte años. Era alegre y muy descarada. Delante de mis padres era un ser angelical pero cuando salían por la puerta yo era lo que menos le importaba. Cogía e

l teléfono y hablaba con todas sus amigas y esa era su mayor dedicación a lo largo d el tiempo que estaba allí. Era morena con el pelo rizado, los ojos verdes aceituna . Sus tetas eran más bien pequeñas pero duras y bien levantadas. Su culo, oh su culo , era redondo y de caderas anchas. Su cintura marcaba muy bien la separación entre su culo y su espalda. Su boca con unos labios carnosos era ideal para que te la chupara. Lo único que tenía de malo es que sabía más que el propio diablo. Recuerdo que intenté hac er mis juegos de costumbre para tocar o rozar algo. La primera vez que lo intenté me paró y me dijo que de tocar nada de nada. Nunca una cuidadora me había parado tan rápido y tan en seco así que me dedicaba a mirarla y hacerme pajas cuando no estaba ella. El segundo día llegó y habló un rato por teléfono. Ese día traía una falda y una cami seta y se notaba que no traía sujetador por lo que se le marcaba los pezones. Yo e staba muy caliente al verla con esa ropa. Se echó en el sofá y se quedó dormida. Yo no pude aguantar las ganas y me acerqué a ella y comprobé que no se despertaba llamándol a no muy fuerte. Le levanté la falda y podía ver sus braguitas de encaje negras. Se le trasparentaba la raja de su coño y mi polla creció rápidamente. Su coño estaba totalm ente depilado. A medio metro de ella y totalmente excitado por la visión de aquell a mujer, me saqué la polla y comencé a hacerme una paja. Ella dormía placidamente sin saber que yo la usaba para pajearme. Estaba ya apunto de correrme, sentía que me l legaba el orgasmo y gimoteaba intentando no hacer ruido cuando de repente ella a brió los ojos y me miró. Me levanté corriendo y subí a mi habitación queriendo esconderme. A los poco minutos entró ella y empezó a reñirme por lo que había hecho. Me dijo que se lo iba a contar a mis padres para que me castigaran. En fin, la zorra me metió mu cho miedo en el cuerpo hasta hacerme prometer que haría lo que ella dijese. Entonces me contó que vendría un amigo suyo a verla y que estaría un rato con ella. Qu e iban a follar con él y que no debería decir nada a mis padres pues si no le contaría que casi la había violado. Con once años que yo tenía me metió mucho miedo y accedí a lo que me dijo. Al poco tiempo llegó un tipo con pinta de macarra y los dos subieron al dormitorio de mis padres. Al momento bajó ella y me dijo que si quería podía mirar y aprender de lo que viera allí. La seguí hasta la habitación y me sentaron en una sil la en un rincón. Lo que vi me sirvió para hacerme pajas durante muchos años. Recuerdo que el tío me saludó como si fuéramos colegas desde hacía mucho. Me senté en mi r incón y los vi hacer. Se abrazaron y comenzaron a besarse. Se iban quitando la rop a el uno al otro y al momento los dos estaban desnudos a los pies de la cama. Él s e tumbó en medio de la cama y ella estaba a su lado totalmente desnuda. La visión de ella no se me olvidará en la vida, su cuerpo era el de una diosa. Ella cogió la pol la y empezó a masajearla. Al poco el tío esteba empalmado y lucía una formidable polla de unos veinticinco centímetros de larga y bastante gorda. Trini parecía adorar aqu ella polla, la chupaba y la lamía como si fuera su objeto más adorado. Él la puso enci ma y comenzó a comerle el coño. Estuvieron un rato haciendo un sesenta y nueve y al rato la puso a cuatro y la folló por detrás. Ella gemía cuando le entraba la polla. Le tiraba de su rizado pelo para follarla. El tío era un fenómeno follando pues la hacía gemir con cada metida de polla. Poco después se tumbó en medio de la cama y ella se subió y lo cabalgó. Yo podía ver su redondo culo y como le entraba aquella descomunal polla. Ella sólo gemía de placer y poco después se corrió entre gritos y gemidos. El tío la puso a cuatro en el filo de la cama, cogió su polla y se la metió por el coño y la folló rápidamente hasta que se iba a correr, se la sacó, la volvió a ella y se acabó de ma sturbar para correrse en la cara de Trini. Se vistieron y el tío se marcho. Trini me hizo jurar que no contaría lo visto o contaría lo que yo le hice. Se lo juré y ella como compensación me regaló una paja. Me sacó la polla en el sillón del salón, me e mpezó hacer una paja con la mano y en menos de un minuto empecé a sentir que me corría . Esta experiencia la guardo para mi ya que después de aquella semana no volvió nunc a más. Volviendo a la historia que quería contar, cuando ya tenía unos dieciséis años no sólo me dejaban solo en casa si no que tenía mi propia llave para entrar y salir cuando qu isiera. Por aquel entonces tenía pocos amigos. Recuerdo que conocí a Iván que era un año mayor que yo. Con el paso del tiempo se convirtió en mi mejor amigo. Pues recuerd o que nuestros primeros temas de conversación eran sobre la separación de sus padres . El tenía un mal momento por esto y yo veía que la relación entre mis padres era cada vez peor. Total que en unas semanas ya éramos muy amigos.

Él me contó que lo único bueno que tenía su situación es que sus padres le dejaban hacer c asi todo lo que quería para que estuviera contento. Una tarde me llamó todo excitado y me dijo que nos teníamos que ver. Quedamos en el bar de siempre y me contó que su padre, que era muy cabrón, le había di cho que aquella tarde se llevaría a una compañera de trabajo a su casa para follársela . Su padre era médico y una de las enfermeras con las que trabajaba en el quirófano había aceptado una invitación. Por suerte mi padre estaría trabajando como casi siempre y mi madre se iba con una s amigas del trabajo de marcha y no volvería hasta bien entrada la noche. Les pedí p ermiso para volver a la hora que fuera para no estar solo. Quedé con Iván en su casa sobre las nueve de la noche. Me enseñó el dispositivo de obser vación. La habitación del padre tenía un ropero empotrado con una puerta que daba a un a doble cámara. La pared que daba a la habitación tenía un espejo incrustado, de forma que desde dentro de la cámara se podía ver la habitación sin ser vistos. Estuvimos ch arlando y bebiendo unas copas para hacer tiempo. Sonó el teléfono móvil de Iván y era su padre que con la tía había terminado de cenar y ella aceptó tomar una última copa en su casa. A la tía le comentó que había comprobado que no estaría su hijo en su casa para estar los dos tranquilos y hacer lo que ella quisi era. Vigilamos desde la ventana hasta que llegó el coche del padre. Los dos estábamos loc os por ver como sería la tía pero como estaba lloviendo no pudimos verla al taparse con el paraguas. Corrimos a la doble cámara y esperamos. El sitio, aún siendo estrec ho y oscuro no era incómodo, habíamos preparado un par de sillas, unas cuantas bebid as y algunos pañuelos por si alguno necesitaba pajearse con la visión. Estábamos nerviosos esperando, cuando de repente vibró el teléfono de Iván. Esa era la s eñal de que entrarían en la habitación y comenzaría el espectáculo. Los dos en la oscurida d esperábamos como cuando empieza una película, en silencio y sin perder ojo a aquel cristal. Se abrió la puerta y entraba un hombre de espalda con unos brazos de mujer por su cuello. Encendió la luz. El padre de Iván era un hombre de cuarenta y cinco años, fuer te pues llevaba mucho tiempo yendo a un gimnasio, no muy alto de un metro setent a más o menos. Fue reculando hasta que llegaron a la cama sin que ella se soltara de su cuello. Él se dejó caer hacia atrás en la cama y arrastró a la mujer que quedó encim a de él. Entonces pudimos ver a la tía que se iba a follar. Quedé de piedra cuando le vi la cara. Era mi madre. Mi madre iba a follar con otro tío que no fuera mi padre. Empezaron a besarse y él le sobaba el culo y tocaba sus tetas, aprovechó y le quitó las bragas y las lanzó. Yo tenía sentimientos raros, por un lado sentía celos de que mi madre follara con otro tío. Pero me excitaba verla. El padre de Iván se levantó y sentó a mi madre en el filo de la cama de forma que qued aban de lado para que los viéramos bien. Se sacó la polla del pantalón y se la ofreció a mi madre para que se la chupara. Tenía por lo menos veinte centímetros y mi madre l a cogió con una mano, la acarició y de repente saltó, cogió sus cosas y salió corriendo de la casa. Él la siguió pero no pudo detenerla. Nos hizo salir de la cámara y la miramo s como cogía un taxi. El padre de Iván se burló de la situación y dijo que además se había d ejado las bragas en el suelo. Yo con disimulo las cogí y las guardé y buscando una e xcusa tonta salí corriendo a mi casa para ver si estaba mi madre. Cuando llegué mi madre se estaba dando una ducha, seguramente estaría avergonzada de lo que había pasado. Esperé a que terminara y fuera a la cocina. Salí de mi habitación y me reuní con ella en la cocina. -¡Ah! gritó al verme pues ni siquiera se había enterado de mi llegada. -Perdona. -No pasa nada hijo, ni siquiera te he escuchado llegar. -He llegado y he oído la ducha, así que he ido a mi habitación y me he cambiado de rop a. ¿Puedo hablar contigo? le pregunté y miré a sus ojos. -Claro, dime... -Mamá, la cosa entre papá y tu está muy mal ¿no? -Hijo... la verdad es que ahora necesito a un amigo con quien hablar... ¿te import a si te uso de confidente...? -Claro que no... es más esta noche no seré tu hijo si no tu amigo. -Pues veras... dudaba y no sabía como empezar.

-Papá no te hace el amor lo que tú necesitas... -Eso es hijo... y parecía aliviada de que fuese yo el que lo dijera. siempre está trab ajando y cuando viene está cansado. -Y tú piensas, igual que yo, que puede tener a otra. -Sí... la verdad es que no se que pensar... estoy confundida... -Preparémonos unas copas y vayamos al salón a hablar tranquilos. le propuse a mi madr e y aceptó. Nos sentamos en el sofá que está frente al televisor y pusimos las copas en la mesa. Tomó un trago de su copa y puso la tele en cualquier canal con apenas volumen. -Verás... no es que no quiera a tu padre... es que con la poca cuenta que me echa tengo que estar haciéndome... se paró en seco. -Sí mamá, tienes que masturbarte tu sola. Ten confianza. -Ya hijo, pero piensa que es la primera vez que te hablo así. -Lo comprendo... le di un beso en la cara- sigue... si quieres. -Pues eso, tengo que aviarme yo sola... -Eso no es malo, yo lo hago también... -Ya lo he notado en las sábanas acartonadas... dijo la madre más que la amiga.- la co sa es que esto hace ya tiempo que me pasa. Aprovecho cuando me ducho o cuando du ermo sola para hacerlo... y hasta ahora me había sido suficiente... pero hoy... he estado apunto de acostarme con otro hombre... y me miró para ver mi reacción. Ni siq uiera me inmuté, entre otras cosas, ya lo sabía. -Pero... ¿llegaste a hacerlo? le pregunté como si no supiera nada y estuviera preocup ado. -No al final me arrepentí y salí corriendo... me sentía sucia y por eso me duche en cu anto llegué a casa. -Menos mal que no pasó nada, por qué hay cada cabrón por el mundo... dije como si yo fu era un experimentado conocedor del mundo del sexo. fíjate lo que me ha pasado a mí ho y. Me había invitado mi amigo a su casa... ¿te imaginas para qué? -Pues no sé... dime. -Resulta que su padre en el trabajo se había ligado a una compañera y se la iba a fo llar. ella se abrió los ojos- Resurta que el cabrón tenía preparada la habitación para qu e desde una cámara, que se comunicaba por un espejo, y la idea es que mi amigo y y o nos estuviéramos allí viendo como follaba a la tía. -Y el padre lo propuso... preguntaba atónita con la historia. -Si y estábamos allí y entraron los dos y se liaron... y nosotros viéndoles... -¿Qué cabrón? Pobre mujer. ella puso cara de enfado. -Sí, pero ella también se arrepintió y huyó del cabronazo. y saltó una sonrisa de su boca. o recogí esto como trofeo. y le enseñé sus bragas. Ella al principio no las reconoció totalmente, pero a los pocos segundos se puso c olorada e intentó huir corriendo del salón. La cogí por un brazo y me abracé a ella. -Déjame... Me siento fatal... Me quiero morir... lloraba toda avergonzada al pensar que su propio hijo la había visto en tan delicada situación. -No te preocupes mamá, yo nunca le contaré nada a nadie... le dije y me arrepentí profu ndamente de haberle dicho que la había visto.- Es normal que busques a otros hombr es para satisfacerte... aflojó un poco el intento de irse y seguimos hablando abraz ados. En un principio al verte sentí ira... no por ti si no por el cabrón del tío... y cuando te vi huir corriendo sentí un gran alivio de que no cayeras en los brazos d e ese. La solté un poco y ella ya no intentó irse. Se limpió las lagrimas y una pequeña sonrisa se dibujó en su boca. La besé en la mejilla y la volví a abrazar como señal de cariño. -Además el asqueroso tenía una cosa demasiado grande, te haría demasiado daño ¿no? le dije con un tono burlón. -Por eso corrí... que miedo de estaca... Ya lo hice una vez con una como esa más o m enos y me quedé tocada durante algún tiempo... y se puso colorada al ver el comentari o que salió de su alma. -Por favor mamá, creo que a esta altura tenemos bastante confianza para decirnos e sas cosas... le dije y ella sonrió. -Pues desde entonces me gustan gordas, que me llenen, la longitud, sin que sean pequeñísima, no me importa tanto. Tu padre es normal, más bien tira a gorda. -Pues la mía es mucho más corta comparada con la del carajote aquel y de gorda es más.

.. quedé pensando intentando compararlas mentalmente. seguro, es más gorda. -Guau... entonces es del tipo que a mí más me gusta... había pensado en voz alta y se p uso totalmente colorada. -¿Quieres verla? le dije automáticamente sin pensar. Nos miramos a los ojos por unos segundos sin saber bien que hacer. -Esto parece una locura, pero me gustaría vértela. dijo sin apartar la vista de mí. Me puse de pie delante de ella. Si quieres verla sólo tienes que sacarla del pantalón . le dije. Ella dudo un poco y puso sus manos en mi cintura. Tiró del pantalón del pijama y que dé en calzoncillos. Mi polla había formado un gran bulto por la excitación que tenía. Co n su mano derecha la agarró y la sobó por encima de los calzoncillos. -Es buenísima, no muy larga pero extremadamente gorda... como a mí me gusta. dijo y p asó su lengua por los labios. Metió la mano por debajo de los calzoncillos, agarró mi polla y la sacó fuera. Comenzó a meneármela con la mano derecha y con la izquierda me tocaba los huevos. Ella esta ba totalmente excitada y ya no tenía ningún pudor de hacer lo que hacía con su propio hijo. -Siéntate... me indicó. Me senté en medio del sofá y ella se arrodilló delante mía en el suelo. Me quitó los panta lones y los calzones delicadamente y me abrió las piernas. Puso una mano en cada u no de mis muslos y las deslizó acariciándome. Yo la veía desde el sofá. Delante de ella estaba mi gorda polla y ella la miraba relamiéndose. Subía poco a poco y me daba con la lengua en los muslos para excitarme. Mi polla estaba más grande que nunca. Llegó a la altura de la polla y pasó su lengua por ella, desde los testículos hasta ll egar a la punta. Con la mano derecha tiró de ella y bajó el pellejo, dejando salir l a enorme cabeza de mi polla. Abrió la boca y empezó a metérsela y a chupar el glande. Yo eché la cabeza hacia atrás y le acariciaba su pelo rizado en señal de agradecimient o. Se llevo como unos veinte minutos jugando con mi polla. La mamaba y le imprimía el ritmo que sabía que necesita. Rápido cuando necesitaba excitarme y aflojaba cuan do veía que estaba a punto de correrme. Era toda una experta en mamadas. -Me voy a correr... le indiqué a mi madre. Se la sacó de la boca y me masturbó con la mano hasta que salieron unos fuertes chor ros de leche de mi polla que le llenaron toda la cara. Siguió acariciándomela con la mano hasta que se puso fláccida. -Vamos a limpiarnos. me cogió por la mano y me llevó al baño que hay en su dormitorio. Se limpió la cara con agua y jabón. A continuación me cogió de la polla y me acercó al lav abo. Abrió el grifo y la lavó con deleite. Yo la abracé por la cintura y empecé a tocarl e el culo. Metí la mano por debajo de la camiseta que vestía y toque su culo que no llevaba bragas. Acaricié sus cachetes. Ella me quitó la camiseta y me dejó totalmente desnudo. Yo le quité la suya y ya quedamos iguales, los dos desnudos. Volvió a agarr arme la polla que empezaba a tomar volumen por la excitación. Yo la agarre de nuev o por la cintura y comencé a tocarle sus preciosa tetas de grandes y erectos pezon es. Ella me lamía los míos y mi polla volvió a su máximo esplendor. -Esta vez no la desaprovecho. dijo mirándome a los ojos. Me cogió de la mano y me llevó a su cama. Me tumbó en medio con mi polla apuntando al cielo y se subió encima. Se abrió los labios de su gran coño con una mano y con la otr as agarró mi polla y la llevó a su coño. Se sentó poco a poco para sentir como mi polla la llenaba. Gemía con cada metida que hacía. -Esta es la polla que me gusta... cómo me llena... decía entre gemidos de placer. Yo le tocaba el culo siguiendo el ritmo de su follada movía su culo de atrás hacia d elante y se clavaba la polla todo lo que podía. Yo le chupaba las tetas y las acar iciaba. Me estaba follando a mi madre y disfrutaba totalmente. Ella aceleró al sen tir que le venía un orgasmo. -Mamá... no lo hagas tan rápido que me voy a correr. dije. -Pues hazlo dentro de mi coño. Le imprimió más velocidad a la follada y se corrió entre gritos. A los pocos segundos sentí que mi semen subía por la polla y se descargaba en el interior de su vagina. E lla gimió más cuando sintió el calor de mi leche llenarla por dentro. Se desplomó encima mía cuando terminó de correrse y se tumbó a mi lado para descansar. Nos quedamos dormidos y nos despertamos con el tiempo justo para vestirnos, ya q

ue mi padre llegó a los pocos minutos. Después de aquello mi madre no buscó otra polla fuera de casa y además no se apenaba de que mi padre se fuera a trabajar, todo lo contrario, casi lo animaba a que se fuera todas las noches. Hubo muchas más noche s locas y hasta algún trío con otras mujeres, pero eso lo contaré, si queréis, en otros relatos. TodoRelatos.com © RasmaronMamá la primera Tuve mi primera relación sexual con catorce años, mi primera paja fue con once años. H asta los catorce años las pajas me las hacía pensando en las mujeres de mi entorno f amiliar. Cuantas han caído pensando en mi tía Pili, cuantas otras con mi tía Mari y cu antas más con las dos juntas. La que menos he utilizado para fantasear a sido a mi madre. En aquellos años era una mujer madura de unos cuarenta años. Medía sobre un me tro sesenta, tenía caderas anchas, su pelo era rizado, las tetas no eran extremada mente grandes pero tampoco eran pequeñas, en fin, era una mujer apetecible sin ser morbosa. Las pocas veces que la use en mis fantasías la imaginaba masturbándome hasta hacerme correr. Pero llegó un momento en que fui usándola más en mis pajas. Esto coincidió con la separación de mis padres. Cuando yo tenía unos trece años de edad, se separaron. Yo y mi madre quedamos solos en nuestra casa, mi padre se fue a vivir con otra. Un a vez nos estabilizamos después de la separación, a mi madre le dio por cuidar su cu erpo mucho más. Empezó a ir a un gimnasio y se hacía depilaciones con láser y no se cuan tas cosas más. Temí que se volviera un pendón y le diera por follar con cualquier tío, p ero la cosa es que cada vez estaba más atractiva, pero seguía siendo la misma mujer, un poco más triste por estar sola. Casi todos los fines de semana nos íbamos a algún sitio, a casa de algún familiar o de viaje con el coche. El tiempo fue pasando y u n año después de todo aquello, cuando yo ya tenía catorce años, entre mi madre y yo había una amistad muy grande. Hasta tal punto confiábamos que nos contábamos cosas que ni a un amigo contaríamos. Por la casa, cuando estábamos solos, caminábamos ligeros de ro pa y como es de imaginar cuando veía a mi madre con aquel cuerpo muy cuidado liger ita de ropa y viéndole las braguitas... la cosa que siempre acababa sobándomela en e l cuarto de baño pensando en mi madre y ya no sólo me la meneaba en mi sueño, si no qu e la penetraba y follábamos como locos. Pues un sábado de verano me levante temprano para ir al servicio. Serían como las se is de la mañana. Al salir de mi habitación, que está frente a la de mi madre, escuche unos gemidos en su habitación. Me acerqué excitado y sin hacer ruido. La habitación es taba iluminada con un poco de luz que entraba por las persianas. Entré un poco par a ver algo más ya que la cama queda a la izquierda de la puerta. En la cama estaba mi madre sola, destapada y se estaba masturbando. Estaba boca arriba con las pi ernas abiertas. Tenía su camiseta de dormir puesta y subida hasta la cintura, pare cía con aquella luz que bragas no llevaba y con su mano derecha se metía algo en lo más hondo de su vagina. Se retorcía de placer y daba gemidos apagados para no desper tarme. Yo la miraba sin moverme y mi polla se levantó rápidamente. Metí mi mano bajo los calz oncillos y me empecé a masturbar acompañando a mi madre en su paja. Ella se incorporó en la cama y me asusté, pensé que me había visto pero se volvió, se puso a cuatro patas mirando para al lado contrario a donde yo estaba, apoyó la cabeza y pecho en la ca ma, puso su culo en pompa y abrió la piernas. Lástima de la poca luz pues estaba en una postura ideal para verle todo su culo y su coño. Paso la mano entre las pierna s con aquel consolador, que pude ver entre sombras con la forma de una gran poll a, lo llevó a la entrada de su coño y comenzó a metérselo y sacárselo de nuevo gimiendo de placer. Comprobé que no me podía ver reflejado en ningún sitio y me acerqué un poco más relajadame nte. Estaba a unos dos metros de ella con mi polla en la mano y haciéndome una paj a, no ya pensando en mi madre si no viendo como se la hacía ella. Estaba muy excit ado y no pude aguantar más. Sentí que mi leche empezaba a subir por mi polla, cerré lo s ojos y la boca para no hacer ruido. Seguí moviendo la mano y el semen brotó de mi polla. Yo seguía masturbándome y me daban espasmos de placer. Gozaba con aquella cor rida. -¿Qué estas haciendo? sonó la voz de mi madre y me sacó del éxtasis. Me has llenado entera e leche, asqueroso. Con la excitación de ver a mi madre, la corrida la había lanzado tan lejos que llegó a

caer sobre el cuerpo de ella sin darme cuenta. Ella se volvió y me vio acabar de correrme lanzando los chorros de leche. Se había tapado con la sábana y yo muerto de vergüenza no sabía que decir. Mi polla encogió tan rápido como nunca lo había hecho. -Per... perdona, mamá... acerté a decirle. Es que me excitado al verte y... -¡Anda! Tráeme toallitas del cuarto de baño para limpiarme... y límpiate allí antes. Fui al cuarto de baño totalmente avergonzado, pero al limpiarme pensé que aquella er a la mejor corrida que nunca había tenido, mi madre estaba a unos dos o tres metro s de mí y le alcancé con mi leche... si que estaba caliente cuando me corrí. Acabé de limpiarme y fui a salir a enfrentarme a mi vergüenza de nuevo. Abrí la puerta un poco para ver que enfado tenía ella. Estaba en la cama tapada con la sábana. Salí y me senté al filo de la cama. -Trae que me limpie. cogió las toallitas y empezó a limpiarse. Se ve que estabas calie nte, has llegado desde allí hasta mi culo que estaba en mitad de la cama. -Es que ha sido sin querer. Me levanté para orinar y te escuché... me asomé y te vi ta n excitante en medio de la cama que no pude evitar masturbarme. Lo de la corrida ha sido un accidente. No imaginaba que fuera a salir tan lejos. -Mira este poco que ha caído aquí. se destapó un poco el culo y me mostró un poco de mi l eche que cayó en su culo. Está espesa, ¿hace tiempo que no te corrías? -La verdad es que hace algo... respondí. Teníamos mucha confianza, pero nunca habíamos hablado de temas sexuales. Ella se limpió y me pidió que me acostara a su lado. Estábamos los dos tumbados de lado en la cama y mirándonos a la cara. Con aquella lu z no podía ver todos los detalles de su cara y esto hizo que viera a mi madre como una mujer. Sentí excitación al estar junto a ella como si no la conociera. Podía apre ciar sus formas de mujer, su cintura y su cadera, su pelo rizado... La luz tenue borraba cualquier imperfección que pudiera tener su piel y mi imaginación borraba l as de su cuerpo. Estaba totalmente excitado con aquello. Mi polla estaba de nuev o erecta y mi madre me hablaba suavemente. -¿Nunca has hecho el amor con una chica? me preguntó. -No... lo más algún beso en los labios. se notaba que mi madre disfrutaba con la conv ersación. -¿Las has visto desnudas? Y no valen las de las películas. -Bueno... una vez que vino tita Pili la espié en el servicio y le vi el culo y el coño. -Y ahora que me has visto a mí... -Ya, pero está tan oscuro que veía lo que hacías, pero no te he visto con claridad. Entonces ella se volvió y cogió el mando de la televisión y la encendió. La luz que desp rendía era suficiente para vernos mejor las caras y otras partes del cuerpo. Su ca miseta le llegaba hasta medio muslo. Deslizó la mano y comenzó a levantársela. Poco a poco fue apareciendo sus muslos hasta que pude ver el comienzo de su coño. Se paró y me preguntó. -¿Te gusta lo que ves? -Es estupendo. le dije y tuve que sacar la cabeza de mi polla por un lado de los calzoncillos para que no me hiciera daño. Me estaba empalmando como nunca antes. -Quítatelos y quédate desnudo, total ¿quién nos va a decir algo? Tenemos bastante confia nza para eso ¿no? Yo asentí con la cabeza y me quité toda la ropa y quedé desnudo junto a mi madre. Ella me miró y comprobó el tamaño de mi pene. -Te propongo que nos masturbemos uno frente al otro, total tu ya te has corrido viéndome a mí, pero yo no he podido llegar todavía. ¿Qué, te apetece? No dije nada. Agarré mi polla y comencé a masturbarme. Ella levantó la pierna izquierd a sobre la derecha y apoyó el pie en la otra, formando un triángulo en el que tenía su coño en unos de los vértices. Lo tenía depilado, con un poco de pelo por encima del c omienzo de su raja. Llevó su mano izquierda al coño y abrió los labios. Se giró y se pus o boca arriba con las piernas bien abiertas. Yo me incorporé y me puse frente a el la de rodillas sobre la cama. Podía ver perfectamente su coño. Yo seguía tocándome la po lla y ella me miraba. Con la mano izquierda volvió a abrirse los labios del coño y con la derecha se buscó e l clítoris. Deslizaba la mano de arriba a bajo masturbándose para mí y yo sacudía con más ganas mi polla cuando me excitaba al verla. Poco segundos más tarde nos hallábamos g imiendo los dos en la cama, yo de rodillas delante de ella y ella frente a mí con

todo su coño abierto. Podía ver el rojo de su vagina que ella me mostraba abriendo l os labios de su coño. Mi polla estaba más grande que nunca y ella la miraba y se rel amía los labios. -Mamá ¿qué te parece si yo te masturbo a ti y tú me lo haces a mí? -Me parece estupendo. Me tumbé a su lado y pasé mi brazo izquierdo bajo su cuello. Me puse de lado y me pe gué a su cuerpo. Por primera vez sentía el calor del cuerpo desnudo de una mujer... y más me excitaba ver que esa mujer era mi madre. Ella al sentir mi polla pegada a su cadera, la agarró y comenzó a masturbarme. -Esto es lo qué quieres que hagamos ¿no? -Sí, yo te haré esto. Con mi mano derecha comencé a acariciarle los pechos. Sus pezones se pusieron duro s rápidamente. Los cogía con dos dedos y jugaba con ellos. Ella daba suspiros. Bajé mi mano por su pecho y acaricié su barriga. Sus piernas se cerraron rápidamente. -¿No quieres que te lo toque? -Sí, es que he sentido excitación y parecía que me estaba meando... Abrió la piernas y llevé mi mano su raja. Estaba totalmente mojada. Quité la mano. -¿Qué te ha pasado? ¿Te has orinado? -No, es que me excitaste tanto que salió bastante flujo de una vez. Ese líquido es p ara que el pene entre sin problemas y no nos hagamos daño. Huélelo... ¿Te gusta como h uele? Aspiré el aroma de mi madre y sin saber por qué me sentí más excitado. Asentí con la cabez a y seguí tocándole el coño. Yo pasaba la palma de mi mano por su raja y ella gimoteab a y movía sus caderas acompañando el movimiento de mi mano. -Mete tu dedo corazón en mi raja y busca un bultito... metí el dedo y encontré un bulti to al comienzo de su raja. ese es mi clítoris, acarícialo con cuidado un poco. Lo hic e y mi madre comenzó a gemir más fuerte que antes. Busca la entrada de mi coño y hunde el dedo todo lo que puedas... Deje el pequeño bulto y deslicé el dedo a lo largo de la raja. Sentí como mi madre se excitaba más y como salía más flujo de su interior como si me indicara el camino a seg uir. Bajé un poco más y sentí que hacía dentro había algo. Empujé mi dedo y entró en su vagin . Mi madre se contrajo al sentir entrar el dedo en su coño todo lo que daba. Lo sa que un poco y empecé a metérselo y sacárselo como si la follara. Ella gemía y se retorcía al sentir mi dedo. Me puse a pasarle el dedo desde el clítoris hasta el fondo de s u vagina y en ese momento mi madre gimió como loca. -¡Me voy a correr! ¡Me voy a correr! Dame más rápido... más... más... Yo la miraba incrédulo al verla gozar y no dejaba de masturbarla. Ella agarrada a mi polla intentaba imprimirme el ritmo a la que le metía el dedo yo, pero no lo co nseguía. Se tensó y echó la cabeza hacia atrás al sentir un orgasmo. Sus piernas convuls ionaban al sentir las oleadas de placer. Mi mano quedó totalmente empapada por los flujos que salieron de su coño. Saqué la mano empapada de su coño y comencé a lamer sus flujos. Aquello me encantaba y volví a meter el dedo en su coño para tomar más néctar d e mi madre. -Te gusta el sabor de tu madre... -Me encanta como sabe tu coño... Me incorporé y puse mi cabeza entre sus piernas. Mi barbilla quedó encima de los poc os pelillos de su coño y hundí mi lengua en su raja para comer todo los flujos que p odía. Busqué con la punta su clítoris y jugué a placer con él. Le hacía círculos a su alreded r, lo lamía de arriba abajo, lo cogía entre los labios y chupaba... le hacía de todo. Mi madre gemía y se retorcía debajo mía. -Trae tu polla para que te la coma. Abrí las piernas y ella guió la polla hasta su boca. Sentí como el calor de la boca en volvía mi glande, como echaba el pellejo atrás y me lo chupaba, como poco a poco se la iba tragando hasta llegarle a lo más profundo de su garganta. Paré por un momento de comerle el coño al tener por primera vez las sensaciones que estaba teniendo, pero un momento después le abrí los labios del coño con las manos y hundí mi boca en su coño. Estábamos los dos sumergidos en el placer de un buen sesenta y nueve. Ella se tragaba toda mi polla y jugaba con su lengua en mi glande, mientras yo le chupab a el clítoris e intentaba follarla con mi lengua metiéndosela en su vagina todo lo q ue podía. Sentí que me iba a correr.

-¡Me voy a correr! le dije a mi madre y me levanté de ella. Me puse delante y mi madr e me miraba sin saber bien que hacer. Mastúrbate mamá, intentemos llegar los dos a la vez. Ella abierta de piernas delante de mi me ofrecía una imagen perfecta de su coño, veía como se metía los dedos y se masturbaba. Yo de rodilla delante de ella me machacab a la polla para correrme y llenarla entera de leche. -¡Ya voy... a llegar! le dije a mi madre. -¡Yo también! dijo ella. Vi que mi madre cambiaba la cara al sentir el orgasmo y no pude más. Apunte mi pol la a su coño y lancé el primer chorro. Le lleno la mano con la que se masturbaba y u n poco su raja. Ella gimió al verme eyacular y salió el segundo chorro que dio en to da su raja. Ella siguió metiéndose los dedos y gimiendo al ver como se metía también mi leche en el coño. Caí rendido al lado de mi madre. Había tenido dos corridas en unas horas y estaba ca nsado. Ya eran las siente y veinte de la mañana del sábado. -Ven, -dijo mi madre- duchémonos y después dormiremos. En la ducha nos estuvimos tocando todo el tiempo. Siempre había visto a mi madre, pero nunca la había tocado de aquella forma. La enjabonaba por el pecho y me entre tenía en sus pezones. Me pegaba a ella y le agarraba el culo y se lo masajeaba. Es tando de esta manera, cara a cara, ella cogida de mi cuello y yo agarrado a su c ulo, fue la primera vez que la besé. No lo pensé, simplemente le di un beso en los l abios. -Ven querido... abre un poco la boca... Me besó y hundió su lengua en mi boca. Aquello me excitó de nuevo y mi polla se volvió a levantar. La acariciaba por todas partes y ella me devolvía las caricias. -Ven, ya no aguanto más. Salimos de la ducha y sin secar me tumbó en la cama. Mi polla estaba lista para lo que fuera (supongo que por tener catorce años y una calentura permanente). Mi mad re se subió encima mía, abrió las piernas, cogió mi polla con una mano y la llevó a la ent rada de su coño. Se sentó sin mucho esfuerzo ya que su coño volvía a estar totalmente mo jado. Yo sentí por primera vez como el calor de un coño envolvía mi polla. Sentí cada ce ntímetro que le entraba a mi madre. Ella gemía. Ya hacía mucho tiempo que no follaba c on un hombre. Aquel día lo volvió a hacer, pero lo que más le excito (según me dijo desp ués) es que fuera su propio hijo. Comenzó a cabalgarme como una verdadera amazona. Sabía muy bien dar placer con su coño . Yo la agarraba por el culo y acompañaba su movimiento ayudándole a moverse cuando sentía demasiado placer. A veces se inclinaba hacia mí para ofrecerme sus tetas, sus enormes pezones los chupaba con ganas y mordisqueaba, su culo quedaba parado y yo movía mis caderas para penetrarla todo lo posible. Se corrió con un gran grito. -Córrete ya hijo... me dijo, pero la tercera era más difícil que viniera rápido. -Mamá, ponte a cuatro patas... -Vale, te gustan los numeritos... Se levantó de mí dejando toda mi polla mojada. Me aparté y ella se puso a cuatro patas en medio de la cama. Abrió un poco las piernas y pude ver su raja desde atrás. Cogí m i polla con una mano y me fui acercando de rodillas a ella por detrás. Noté como mi glande encajaba en el inicio de su vagina y solté la polla. Agarré a mi madre por la cintura y comencé a empujar para penetrarla. Se la metí despacio hasta que sentí su c ulo hermoso en mi cuerpo. Comencé a meterla y sacarla, acelerando el ritmo a medid a que me iba excitando. Mi madre gimoteaba al ritmo de mis penetraciones y poco a poco fui echando mi cuerpo contra ella y se fue venciendo hasta quedar boca ab ajo en la cama conmigo pegado a su culo. Yo la envestía con todas mis fuerzas y ella gemía y me pedía más. Aparté el pelo de su nuc a y comencé a morderle. Ella pataleaba por el placer de sentir mi polla en su coño y los mordiscos. -¡Más... muérdeme más...! me pedía. Le seguía follando el coño y mordiendo y le ofrecí uno de mis dedos para que lo chupar a. Estaba como loca. Gemía, se retorcía y chupaba mi dedo... Estábamos en la gloria. -¡Necesito montarte! me pidió y rápidamente me bajé de ella y me tumbé a esperarla. En un segundo se incorporó y se montó encima mía. Se metió mi polla de una vez y comenzó a follarme como una loca, gimiendo fuertemente y hundiéndose la polla hasta lo más ho

ndo posible. Yo le agarraba de las caderas y la empujaba contra mí para que le ent rara toda. Ella no paraba de moverse y sentí que me iba a correr. Sólo pude decir "y a voy" y descargué mi leche en su interior. Ella al sentir mi semen comenzó a correr se con unos gritos tremendos. Dimos unos cuantos espasmos más y ella cayó rendida en cima mía. Descansamos unos segundos y mi polla fue saliendo poco a poco al ponerse fláccida. Ella se levantó y un poco de mi semen corrió por su muslo, lo cogió con un de do y se lo metió en el coño. -¡Que no se pierda nada! dijo y se tumbó a mi lado para quedarnos un buen rato dormid os. Esa fue mi primera vez. La mujer no es que fuera una modelo, pero lo más excitante fue que era mi madre. Dios la tenga en la gloria por lo momentos buenos que me regalo con su cuerpo. TodoRelatos.com Tita, me duele un huevo La historia que os narraré me la contó una de mis hermanas en un momento de debilida d emocional. Intentaré contarlo tal como me lo dijo, pero seguro que algunos detal les se me escaparán. Los nombres los cambiaré para no dar pistas. Pues con esto deta lles dicho, comenzaré. Ella es una mujer de 41 años. No es alta, estará en torno al metro y sesenta centímetr os. Pelo rizado y castaño hasta los hombros. Su culo es redondo y hermoso. Tiene u nas caderas anchas que remarcan su cintura. Sus tetas son redondas y ya no se le sostienen tanto como cuando era más joven, pero aun levanta pasiones si se lo pro pone (a mí me levanta otra cosa...). En fin, mi hermana es una mujer apetecible. T iene dos hijos. El mayor de 15 años Quique y el menor de 13 Chus. Mar, que es el nombre de ella, es enfermera. Normalmente trabaja de mañana, aunque de vez en cuando hace turnos de tarde y alguna guardia. Su marido tiene un pues to de responsable en una empresa y se pasa bastante tiempo fuera de casa, todos pensamos que seguramente le habrá puesto los cuernos más de una vez. El día en el que nos centraremos Mar estaba viendo unas cosas en el ordenador de l a sala de estudio y los niños jugaban con sus amigos fuera en la calle. Todo estab a tranquilo, su marido como casi siempre de viaje. Al poco entraron los niños, sus dos hijos venían con su primo Edu que tenía 16 años y estaba más desarrollado que los o tros. Por lo visto jugando le habían dado un pelotazo en los testículos y le dolían. M ar y los niños lo llevaron al sofá del salón y lo echaron. Edu no se quitaba las manos de los testículos y Mar tuvo que tranquilizarlo y pedirle por favor que le dejara verlo. Unos instantes después el muchacho estaba más tranquilo y Mar procedió a reconocerlo. Le desabrochó los pantalones y comenzó a bajárselos. La primera reacción de él fue pararla , pero ella le explicó que tenía que ver la zona afectada. Ella había visto muchas pol las a lo largo de su carrera profesional, pero cuando sacó la del chiquillo no pud o controlar una expresión de asombro al ver tal aparato que, aún estando en reposo, aparecía hermosa ante la vista de Mar y sus hijos. Edu se tapó instintivamente y se sonrojó. Mar lo paró y le comentó que no tuviera vergüenz a por aquello y pidió a sus hijos que salieran de la habitación para no violentar al otro. Éste volvió a aflojar sus defensas y se dejó explorar. Le quitó los pantalones y los calzoncillos. Estuvo tocándole los testículos y desplazando la polla a un lado y otro para ver bien si había sufrido algún daño, cuando ante la vista de Mar la polla empezó a crecer poco a poco. Edu se ponía colorado por momentos al sentir la erección y Mar empezó a sentir que aquella gran polla la ponía cachonda, pues ya hacía como dos semanas que no tenía sexo con nadie. Mar se lo pensó y contuvo las ganas de chupar la hermosa polla. -No te preocupes Edu, eso le pasa a cualquiera. le dijo al sobrino para tranquili zarlo. -Ya tita... pero es que tu... titubeaba y no acabó ninguna frase. -Es que yo ¿qué? -Pues... que me excitas mucho... dijo el muchacho y ella sintió que se mojaba su coño . Quedó pensativa durante unos segundos mirando aquella polla que ya tenía su máximo tam año. De repente sintió una mano que le acariciaba la espalda y bajaba poco a poco, e sperando alguna señal de aprobación para seguir tocando su cuerpo. Su única reacción fue

tomar la polla con una mano y acariciarla lentamente. Edu siguió acariciando el c uerpo de su tía y tocó la redondez del culo de Mar, ella se movió para acercárselo más par a que pudiera hacer lo que quisiera con ella, mientras comenzaba a besar el glan de de la polla. Movía la mano a lo largo de la gran polla y poco a poco comenzó a metérsela en la boca para mamarla. Sintió como su boca se inundaba de carne y su lengua jugaba con la cabeza para darle placer a él y sentirlo ella después de mucho tiempo. Notó las manos de él deslizarse por sus muslo y meterse por debajo de su falda. Ella abrió las pier nas para que pudiera tocarle el coño. Él le buscó el bulto de los labios del coño y empe zó a frotárselo, sintió como se mojaban la bragas y, apartándolas, le metió los dedos en s u vagina. Gimió de placer al sentirse penetrada por los dedos de su sobrino que gemía con la m amada que ella le daba, se giró, sin dejar de masturbarlo con la mano, para ver su cara y se asustó al ver que era su hijo mayor quien le metía los dedos en el coño. In tentó zafarse pero entre los dos la contuvieron. -Tranquila mami, te vamos a dar lo que necesites. le dijo Quique mientras le leva ntaba la falda y le acariciaba con deleite el culo. -Sigue chupándomela. Edu la cogió por el pelo y la empujó para que le comiera la polla. Se dejó hacer mientras le entraba hasta la garganta la polla, sentía como le sobaban el culo y como, partiéndoselas, le quitaban las bragas y metían los dedos los dos e n el coño. De vez en cuando, totalmente excitada, giraba la cabeza y miraba para l os dos que disfrutaban con su culo y coño, mientras un poco más atrás el pequeño se mast urbaba viéndolos. -Ven Chus. llamó al pequeño sin dejar de manosear la polla de Edu. Chus se colocó delante de ella y le acercó la polla a la madre para que se la chupar a. Ella rápidamente empezó a chuparla y sintió que se le puso más grande dentro de la bo ca. Chus gemía al sentir la boca de la madre y en pocos minutos descargó su semen qu e Mar tragó sin pensarlo. Quique, que estaba detrás de ella tocando su coño y culo, se desnudó y cogió su polla pa ra pasársela a la madre por el coño sin penetrarla. Mar lo miró y veía la cara de excita ción del hijo que disfrutaba de su gran culo. Le pasaba la polla por la raja del c oño y le rozaba el clítoris con la cabeza de la polla para excitarla más si cabía. Ella gimoteaba agarrada a la polla de Edu y se la metía en la boca para mamarla. Sintió c omo se abrían los labios de su coño al entrar poco a poco la polla de Quique, que no siendo muy gruesa no le causaba ningún dolor, pero que era bastante larga llegándol e a lo más profundo de su coño sin dificultad por lo mojado que estaba. Quique empezó a follarla, acelerando cada vez más. Ella gemía con la polla del otro en la boca. Su hijo se estaba emocionando y se iba a correr, así que lo paró, le sacó la polla y se subió sobre Edu para montarlo y follárselo. Mar estaba gozando como nunc a. Su sobrino Edu estaba debajo de ella con la gran polla apuntando a su coño. Se sentó poco a poco y sintió que la partía en dos cada vez que le entraba un poco de pol la. Cuando la tuvo toda dentro, comenzó a cabalgarlo entrándole la polla entera. Edu le tocaba la tetas y se las mamaba mientras ella gemía de placer al follarse al m uchacho. Quique se puso detrás de ella y le tocaba el culo, viendo como la polla d el primo penetraba a su madre. Mar aceleró el ritmo y se corrió dando gemidos de pla cer. Se detuvo encima de su sobrino que le mamaba las tetas y sintió un dedo de Qu ique que empezaba a jugar con su culo. Quique se chupó el dedo y lo llevó al ano de su madre. Veía como su primo le metía la po lla poco a poco para que acabara de correrse. Empujó su dedo y lo metió un poco en e l culo, ella se volvió y lo miró. -Mételo poco a poco, hace ya mucho que no uso el culo para follar. le pidió la madre. Le fue metiendo el dedo y después de un rato le empezó a meter dos. Quique estaba ex citado al tocar el culo de su madre y ver como se la follaba el primo. Se puso d etrás de ella y llevó la polla hasta su culo. Ella lo miró y le pidió que lo hiciera des pacio. Mar se detuvo para que Quique le metiera la polla. Entró el glande y le pid ió al hijo que parara un poco. Al poco, él siguió empujando y le fue metiendo la polla poco a poco hasta que la tuvo toda dentro. -Ahhhhhhhhh. Folladme los dos a la vez. pidió Mar a los muchachos. Chus en el otro sofá veía como su hermano y primo se follaban a la madre mientras se

masturbaba totalmente excitado por la escena. Edu boca arriba en el sofá chupaba las tetas de Mar que tenía la gran polla totalmente metida en su coño, con la vista perdida y gimiendo al sentir a la vez la de su hijo Quique penetrarle el culo. C hus se levantó y le puso en la boca a su madre la polla que comenzó a chupar rápidamen te. Follaban los tres y Quique avisó que se iba a correr, descargando su semen en el c ulo de ella. Se la sacó y se tiró detrás de ellos. Mar seguía chupando la polla de su hi jo Chus y Edu la agarró por la cintura para follarla más rápidamente. Ella dejó la polla de su hijo y se dedicó a sentir la polla de Edu que la follaba haciendo que se ma reara de placer. Gemía y gritaba a la vez que su sobrino la follaba. -Me corro... dijo Edu y le llenó toda la vagina de semen. Mar sintió la calidez del semen de su sobrino y se corrió gritando. Él la penetró varias veces más y se rindió al placer. Mar se levantó de su sobrino y se arrodilló a su lado. Le cogió la polla y la empezó a chupar. -Chus, fóllame. le pidió a su hijo. -No puedo, me voy a correr. dijo el niño mientras se masturbaba. Ella se arrodilló delante de él y esperó a que se corriera. El primer chorro le llenó el pelo, pero los demás los lanzó dentro de la boca de ella que se los tragó con mucho p lacer. Según me dijo, esta fue la primera vez, pero después lo han hecho y hasta ha estado su cuñada en alguna ocasión. TodoRelatos.com Mama me enseña y tita también Yo era un chico normal, no estaba muy desarrollado a mis 15 años. Por lo menos no tanto como mi primo que solo tenía un año más que yo. Por esas edades estábamos descubri endo muchas cosas en la vida y un día normal de verano fue cuando descubrimos el s exo. Me llamo Luis, como he dicho no estaba muy desarrollado físicamente con lo cual ca si siempre se me volvía un complejo hablar y relacionarme con las chicas. Recuerdo que por aquel entonces estaba loco por "rozarme", pero mi timidez y mis complej os me lo impedían todas las veces. Para desahogarme me hacia pajas, utilizando nor malmente mujeres mucho mayores que yo para mis fantasías (profesoras, vecinas, mis tías...). Mi primo, el protagonista de esta historia, se llama Edu, tiene un año más que yo y como dije estaba más desarrollado, siempre lo estuvo desde muy pequeño. Una tarde de aquel verano estábamos en mi casa jugando con la videoconsola. Estábamo s solo pues mi madre y mi padre estaban trabajando, los dos eran enfermeros. En un punto de la tarde, como todavía quedaba para que llegaran mis padres, pusimos l a televisión y buscamos canales de pornografía en el satélite. Encontramos uno y nos p usimos a bromear y a hablar de las mujeres de la película y las cosas que hacían. Después de un rato, mi primo dijo que se estaba empalmando y sin pensarlo se saco la polla. Yo también estaba empalmado así que me la saqué. Estábamos los dos en el salón v iendo la película y masturbándonos. Aquella tarde, que fue la primera vez que sacamo s en público nuestras polla empalmadas, vi que mi primo estaba más desarrollado de l o normal. Tenía un pollón de unos 20 centímetros y muy gruesa. Yo esgrimía mi pito de us o 14 centímetros. No es que estuviera acomplejado, es que lo de mi primo acojonaba . Pues los dos en el sofá veíamos la película y disfrutábamos, cuando sin darnos cuenta, e stábamos tan metidos en la película, mi madre que entra en la habitación. Fue tan de g olpe que ella se quedó paralizada en la puerta viendo la situación y nosotros con la s pollas fuera e igual de paralizados. -He... He salido... antes por que estoy algo mala. dijo mi madre y sus ojos se cl avaron en la polla de mi primo. -Pues acuéstate... acerté a decirle. Mi primo estaba quieto mirando hacia el televisor y no se movía pues creía que mi ma dre no lo había visto y además seguía con la polla tiesa. A mí se me bajó, pero mi madre n o apartaba la mirada de la otra. Se acercó por detrás de mi primo para poder ver mej or aquel aparato. -Edu... ¡Qué cosa más grande! dijo mi madre. Edu se levantó y se guardó su polla. Mi madre se estremeció y ruborizó y se marchó corrien do a su habitación. Así terminó nuestra paja y, aunque pensábamos que mi madre diría algo,

no paso nada más fuera de lo común. Unos días más tarde, fuimos las dos familias, la de mi primo y la mía, de camping. Lle vábamos una tienda de dos habitaciones donde dormiríamos mi padre y mi madre en una habitación, mi primo y yo dormiríamos en la otra. Mis tío dormirían en otra tienda de cu atro plazas con un colchón muy grande, ellos serían los que mejor dormirían. Llegó la noche y empezamos a preparar las tiendas. Primero se montó la de mis tíos y l a verdad es que tenían espacio de sobra en la tienda. Después montamos la otra y al preparar la habitación de mis padres, resulta que su colchón estaba pinchado. Después de mucho pensar, se decidió que mi padre dormiría en la tienda de mis tíos y mi madre en la habitación nuestra. Cuando nos fuimos a dormir nos acostamos y mi madr e se puso entre mi primo y yo. Nos acomodamos como pudimos y mi madre se giró y me abrazó, apuntando su culo para mi primo. Paso como media hora y yo no podía dormir, pero no me movía ya que tenía a mi madre al lado y no quería despertarla. Pero al rat o sentí algunos movimientos en mi madre. Se movía de vez en cuando y cuando ella se paraba comenzaba un movimiento rítmico. Pasaron por mi cabeza muchas ideas, pero a l rato me quedé dormido. Por la mañana nos levantaron y fuimos a varios lugares de la zona para conocer el lugar. Comimos en un restaurante y por la tarde fuimos a bañarnos a la playa. Esta ba en el agua con mi primo y se acercó a contarme una cosa. -Anoche cuando nos acostamos, -me decía totalmente emocionado- estaba al lado de t u madre y sentí su culo rozar mi muslo. Me puse muy caliente y bajé una mano para to cárselo. Pensé que me iba a pegar o algo así, pero se levantó el camisón y le pude tocar t odo el culo con las bragas. La polla se me puso durísima y me giré y se la pegué al cu lo. Y en vez de separarse, se movió para frotársela. Yo me moví como si la follara y e lla me pegaba el culo más. En nada de tiempo me corrí en su culo y le manché las braga y yo también me manché. Y ella se levantó y como vio que tu estabas dormido, se limpió con una toallita húmeda y después me limpió a mí, me cogió la polla y la limpió haciéndome un paja y me corrí de nuevo en su mano. Fue alucinante. Mi primo me contó aquello y estaba muy excitado. Mi madre lo había masturbado, prime ro poniéndole el culo para que le pusiera la polla en él y después le hizo una paja co n la excusa de limpiarlo. Sin duda mi madre quedó impresionada por el tamaño del pen e de mi primo. Los movimientos que yo había sentido por la noche no eran si no los movimientos de mi primo al "encular" a mi madre. Por la tarde se compro otro colchón y el resto de los días que pasamos en el camping no ocurrió nada más entre ellos. Volvimos a casa y unas de las cosas que cambió después del viaje es que mi madre siempre le decía a mi primo que si se quería quedar en ca sa, seguramente echaría de menos aquella polla. Pasó algún tiempo y en casa de mi primo decidieron hacer obras, por lo cual mi primo y su madre, mi tía María, se quedaron dos meses en casa. Yo, que conocía la historia, sabía por qué mi madre estaba tan contenta por que viniesen. Pensaría que podía tener e se pollón en algún momento, pero mi tía estaría por allí. ¿Cómo se desharía de ella? En la cuarta noche que pasaban en casa, estábamos los cuatro solos. Papa y tito An drés estaban trabajando. Mi primo y yo estábamos sentados en el salón viendo la tele. Mi madre y mi tía hablaban en la cocina. Al rato entraron y mi madre le indicó a mi tía. -Pues como te lo digo, entré y estaban los dos viendo películas pornos y masturbándose . dijo y me quedé helado. Mi primo parecía que no le importaba lo que decía mi madre. -Así que masturbándose. ¿Cuántas veces te he dicho que no te la toques? Además me ha comen tado que se la rozaste por el culo en la tienda el otro día. mi madre se lo había con tado todo a mi tía. Venga, ponte de pie. Mi primo se levantó del sillón y las dos mujeres se sentaron delante de él y al lado mía . -Marta, creo que mi hijo se está convirtiendo en un hombre, ¿le enseñamos algunas cosa s? le dijo mi tía a mi madre. -Sí, se lo enseñaremos las dos a la vez. respondió mi madre y me dijo- Tú, Luis, aprende de lo que veas. Dicho esto las dos le bajaron los pantalones a Edu. Su polla no tardo más de dos s egundos en ponerse erecta y mi madre se la cogió y empezó a masturbarlo. -Tiene buena polla el condenado ¿verdad? le dijo mi tía a la otra mientras se sacaba las tetas.

-Sabía que existía este tamaño, pero nunca lo había visto en directo... y menos poder pr obarlo. Mi tía se untó un aceite entre las enormes tetas y le quitó la polla a la otra, la pus o entre las dos y empezó a pajearlo. Mi primo gozaba con las tetas de su madre y m i madre acercó la boca para lamer la punta de la polla al asomar entre las tetas d e María. Edu gimoteaba de placer. Mi tía soltó la polla y se la ofreció a la otra que rápi damente se la metió en la boca para chuparla. -Ven Luis. me llamó mi tía y yo obedecí rápido por si me tocaba algo. Ya con verle las enormes tetas a mi tía y ver como mi madre se la mamaba a mi prim o, tenía para dos meses de pajas. Me puse delante y ella me quitó los pantalones y l os calzoncillos. Cerré los ojos y mi polla, totalmente dura y algo más grande de lo normal, fue colocada entre las redondeses de los pechos de mi tía. Sentí como se movía para masturbarme y al poco tiempo me movía yo como follándola. Yo permanecía en éxtasis sintiendo a mi tía que la sacaba de las tetas y me empezaba a mamar. Sentía como se la tragaba entera, hasta los testículos. En el éxtasis, alargué la mano y la puse sob re su cabeza para acariciarla. Abrí los ojos para ver como aquella mujer de grande s tetas se comía toda mi polla y... -Mamá, ¿Qué haces? dije al ver que era mi madre quien me la chupaba. -Os estamos enseñando a follar. dijo mi tía que estaba sentada en el suelo entre las piernas de su hijo, con la polla en una mano y lamiéndole los huevos. Mi madre siguió mamándome y yo me excitaba por momentos. Al poco pararon de mamarnos se sentaron en el sofá y se quitaron las bragas. Abrieron bien las piernas y los labios del coño y nos indicaron que se los chupáramos. Los dos dudábamos, pues nunca l o habíamos hecho, pero mi tía se levantó y nos pidió que nos acercáramos a mi madre. Mi tía hundió su boca en el coño de mi madre y empezó a comérselo mientras nos intentaba explic ar los lugares que les daban más placer a ellas. Mi madre se retorcía de placer con una cara de asombro. Era la primera mujer con la que tenía sexo. Mi tía se levantó y m i primo le empezó a lamer todo el coño a mi madre. Yo fui arrastrado por mi tía al otr o sofá y se tumbó, abrió las pierna y hundió mi cabeza en su coño. Intentaba follar a mi tía con mi lengua, metiéndola todo lo que podía en su vagina. El la se retorcía y gemía mientras acariciaba mi cabeza. Le metí un dedo en el coño a la ve z que le chupaba su duro clítoris. Empezó a mover las caderas por el placer y al poc o tiempo me agarró del pelo y apretó más mi cabeza contra su coño a la vez que sentí como mi boca se llenaba de sus flujos. Se había corrido en mi cara. -Métemela hasta el fondo. me dijo mi tía soltándome y abriéndose el coño de par en par. Me levanté y me puse encima de mi tía. Era mi primera vez. Era a la primera que me i ba a follar. Miré para mi madre que estaba encima de mi primo a cuatro patas, su c oño sobre la boca de él y la gran polla de Edu en su boca. Estaban haciendo un sesen ta y nueve. Sentí que mi tía agarró mi polla y la acercó a su coño. Por primera vez sentí el calor de la vagina de una mujer, al ir metiéndola, al dejar caer mi peso sobre el la. Mi tía me agarró el culo y me pidió que la follara bien fuerte. Mi madre se levantó del suelo y se sentó sobre la polla de mi primo. Se la fue metie ndo poco a poco hasta que la tuvo toda dentro. Edu se agarró a las tetas de ella y las empezó a mamar. Mi madre estaba a poca distancia de nosotros y podía ver perfec tamente la cara de placer al sentir como le entraba la polla de su sobrino. Mi tía gemía con cada envestida que yo le daba. La excitación era tal al ver a mi madre fo llar y meterla en mi tía, que en un momento se la saqué a mi tía y la acerqué a la boca de mi madre. Ésta la empezó a lamer sin importarle que estuviera llena de los flujos de mi tía. Mi tía se levantó y se sentó en la cara de su hijo, ofreciéndole el coño para que se lo co miera. Mi madre seguía follando con mi primo, pero se puso a un lado de su cuñada . Yo de pie veía la escena, mi primo tumbado en el suelo, metiendo su polla en mi ma dre que lo montaba echada a un lado para que su cuñada le diera el coño a su hijo pa ra que se lo comiera. Yo estaba que reventaba. Tomé el aceite que mi tía había utilizado antes y lo puse en mi polla y un poco en el ano de mi madre. Ella miró hacia atrás al ver lo que yo iba a hacer y me sonrió indicándome que me daba permiso. Tomé mi polla y la acerqué a su an o. Mi madre dejó de follar a Edu y esperó a que se la metiera. Me costaba trabajo, n unca lo había hecho y me empezaba a desanimar. Al momento mi tía se levantó y se puso a mi lado. Tomó mi polla y la chupó un rato hasta que estaba totalmente dura. La dir

igió al culo de mi madre y la mantuvo mientras yo empujaba y empezaba a entrar. Mi madre dio un gemido de dolor al sentir como entraba mi polla. Le empujé más hasta que entró toda en su culo. Empezamos a movernos los tres con dificultad hasta que nos sincronizamos y nuestras pollas entraban y salían a la vez del cuerpo de mi m adre. Mi tía nos miraba y se masturbaba en el sofá. No tardó mucho madre en correrse d ando gemidos y acelerando nosotros al sentirla. Yo tardé un segundo más que mi madre en correrme en su culo, llenándola de leche. Se la saque y vi como mi leche salía d e su ano. -Cariño, ven al sillón y hazme lo que tanto me gusta. le dijo mi tía a su hijo. Mi madre se levantó y los dos nos sentamos en el otro sofá a ver el espectáculo que no s daban madre e hijo. Mi tía estaba sentada en el filo del sillón, toda tumbada y abierta de patas. Se podía ver perfectamente sus dos agujeros, el coño y el culo. Edu se levantó del suelo con la polla totalmente erecta. Se acercó a su madre y, cogiéndose la polla con una man o, la llevó al ano. Empezó a empujar hasta que se fue perdiendo ese trozo de carne d entro de ella. Cuando entró toda, empezó a metérsela y sacársela cada vez más rápido. Al poc o tiempo le follaba el culo a toda velocidad. -Hazme ahora lo que me gusta. dijo ella entre gemidos. Mi primo le sacó la polla del culo y lo metió de golpe en su coño, hasta el fondo y de nuevo lo sacó del coño y la hundió en el culo de su madre. Estuvo no se cuanto tiempo alternando entre el culo y el coño de ella hasta que mi tía empezó a gemir al sentir un orgasmo. Entonces le metió la polla en el coño y la folló rápidamente. Mi tía gritaba y gemía como una loca y se corrió con grandes espasmos, mientras a los pocos segundo su hijo la sacó de su coño, se masturbó apenas unos segundos, le echó el primer chorro d e leche sobre los pelos del coño y hundió su polla lo más que pudo en el coño de su madr e para acabar de correrse dentro de su vagina. Mi tía se retorcía y gemía de placer. Después de unos minutos, mi primo se la sacó y se tumbó al lado de su madre para desca nsar. Un rato después de estar en el salón y charlar de cómo nos habían enseñado, nos fuim os a bañar. Mi madre y yo nos bañamos en su ducha, mientras mi primo y su madre se d ucharon en el otro cuarto de baño. Así fue como aprendí a follar. Desde aquella experiencia ha habido muchas otras, per o ya lo iré contando poco a poco. TodoRelatos.com Durmiendo con mi tía Dormir con mi tía. Aquella tarde estaba estupenda... Siempre había visto a mi tía Pilar como una mujer mayor, pero ahora a mis 18 años empezaba a despertarme cierto morbo. Ella tenía 31 año s, morena, con poco pecho. Tenía unas piernas larga y buenos muslos y con unas cad eras anchas que marcaban su cintura. Era alta, de un metro setenta aproximadamen te, y aunque no era excesivamente guapa, tampoco era fea. En conclusión, a mis 16 años me resultaba tan excitante que cada vez que nos veíamos en alguna reunión familia r me llevaba como una semana pajeándome con el recuerdo de su cuerpo. Recuerdo hace un mes más o menos que se quedó a dormir en mi casa. Por la noche durm ió conmigo. Yo, como siempre he hecho, me abracé a ella y nos quedamos dormidos. No se cuánto tiempo dormí, pero me despertó las palabras sin sentido que decía mi tía, gemía y se movía, abriendo las piernas. Me excité muchísimo al verla y, con el corazón totalment e acelerado y la polla dura como nunca la había visto, toqué su coño por encima de las bragas. Ella empezó a mover la pelvis al mismo ritmo que yo la tocaba y noté como s e le mojaron las bragas. Hizo un ruido raro y despertó de golpe, suerte que con el ruido me asusté y le había quitado la mano del coño antes de que se diera cuenta que la estaba masturbando en sueños. Me hice el dormido y ella se levantó y se fue al se rvicio. Yo me olí la mano con la que la había tocado. Ese olor nunca lo había olido an tes, pero la polla se me puso grande y dura en un momento y me sentí totalmente ex citado. Quería hacerme una paja, pero en el servicio estaba mi tía y hacérmela allí no p odía pues lo mancharía todo. Entonces la excitación me hizo que saliera a la terraza d onde da la ventana del cuarto de baño y con agrado vi que ésta estaba abierta y podía ver a mi tía reflejada en el espejo. Estaba sentada en el inodoro justo debajo de la ventana y la inclinación del espejo me ofrecía una imagen de mi tía abierta de pier nas masturbándose con la mano. Yo no pude aguantar y me saqué la polla y me masturbé a la vez que ella. Vi como cambió su cara cuando tubo el orgasmo y a los pocos segu

ndos me corrí dejando mi descarga pegada en la pared. Me quedé fuera y esperé que se a costara, llegando un poco más tarde con la excusa de que bajé para ir al otro cuarto de baño. Con aquella imagen de mi tía en el baño masturbándose he perdido ya la cuenta de cuantas pajas han caído. Hoy, que ha vuelto para quedarse dos o tres días, la veo como una mujer, no ya com o mi tía. Como llegó tarde, al poco tiempo nos acostamos. Ella pensó que se iba a acos tar en el sofá, pero yo le insistí para que se acostara conmigo como otras veces. A los pocos minutos estábamos los dos dentro de la cama y, como siempre, me abracé a e lla. Sentía el calor de su cuerpo y su olor y mi polla desde un principio estaba a reventar de grande y dura por la excitación, con lo que tenía que separarme de ella para que no la notara. A los pocos minutos, no se cuantos pero no importaba pue s no podía dormir, ella se giró y me dio la espalda, quedando hacia mi su redondo cu lo. La persiana la había dejado algo levantada para que entrara luz, levanté la sábana y pude ver la forma de su culo. En ese momento empezó a roncar levemente, con lo que me confirmó que estaba dormida. Con una mano aguanté la sábana en alto y con la ot ra subí un poco el camisón que llevaba puesto, hasta que se le podía ver un poco el cu lo. Como vi que no reaccionó seguí hasta que lo dejé totalmente a mi vista. Era grande tenía un tanga que le dejaba los cachete al aire. Con cuidado pasé mi mano por él y s e lo acaricié. Mi polla estaba a punto de reventar y pensé en masturbarme y echarle mi leche en s u culo redondo... y en echar a un lado el tanga y meter mi polla para empujar y que se metiera en cualquiera de su agujeros y correrme... en pegarme a ella y mo rderle el cuello mientras mi polla le acariciaba el coño y llenárselo de leche... De momento hizo un ruido que me sacó de mis perversos pensamientos como si me hubi eran echado un baso de agua fría. Solté la sábana y me hice el dormido pidiendo en pen samientos que no se hubiera dado cuenta que la estaba tocando. Se movió, gruñó un poco y al final se puso boca arriba y siguió durmiendo. Mi corazón latía agitadamente por la situación. Esperé unos minutos a que volviera a dormirse y cuando la escuché roncar de nuevo, levanté lentamente la sábana para verla. Tenía el camisón liado por a cintura y se le veía perfectamente las caderas y el pequeño tanga. Tragué saliva y acerqué la m ano hasta rozar su muslo. Ella botó un poco y bajé la sábana de golpe, pero no retiré la mano de su muslo. Esperé y al minuto seguí moviendo la mano sintiendo su fina piel. Recorrí su pierna desde la rodilla hasta la cintura. La tocaba cada vez con más tra nquilidad al ver que no se perturbaba con mi contacto. Mi calentura iba en aumen to y mientras la tocaba a ella con una mano, con la otra me tocaba la polla. Mi atrevimiento fue a más y comencé a tocarla por el vientre. Sentí su ombligo y su barri guita. La acariciaba y ella no parecía notarlo apenas. Entonces me lancé y bajé por su tanga hasta que se unían sus piernas, sintiendo bajo la pequeña tela el bulto de lo s pelos de su coño y el inicio de sus labios. Gruñó un poco pero siguió durmiendo, mientras yo imaginaba como sería su coño que tocaba l evemente. Le toqué el coño presionando un poco más y, lo más rápido posible sin despertarl a, subí hasta sus pechos y toqué con delicadeza sus tetas para comprobar que tenía los pezones erectos por la excitación. Mi tía se estaba poniendo cachonda con mis caric ias y estaba dormida. Bajé de nuevo a tocar su coño. Ya estaba más tranquilo de despertarla, pero cada vez más excitado. Llevaba un rato tocándola y ella no se había despertado. Esto me dio valo r y mis tocamientos se hicieron más patentes y la acariciaba con algo más de fuerza. Intentaba meter el dedo entre sus piernas para poder acariciarle más el coño y tocar los labios en toda su longitud y fue entonces cuando se movió. Me quedé paralizado, pero no quité la mano de donde la tenía. Para mi sorpresa sus piernas se abrieron y mi mano se deslizó por todo su coño, acariciando y sintiendo el bulto, apenas cubie rto por el tanga, de los labios. Mi polla estaba durísima y creía que me iba a correr. Mi siguiente paso fue jugar co n el tanga hasta que conseguí meter un dedo por debajo y sentir el contacto direct o de sus labios; y paré el dedo allí para acercarme más a ella, pegándole mi polla a su muslo. Seguí moviendo el dedo y, aunque no tenía experiencia en el tema, recordé las i mágenes de películas de sexo y mi objetivo era meter el dedo allí. Al poco tiempo mi d edo encontró la separación entre los dos labios y al ir hundiéndose en el coño, sentí un líq uido que hacía que entrara con más facilidad. Noté el bultito de su clítoris y empecé a ac ariciarlo.

Le tenía mi polla contra su muslo y se lo rozaba contra él, mientras mi dedo jugaba en su coño. Al poco sentí que empezaba a moverse y asustado le saqué el dedo. -No me lo saques ahora, sigue masturbándome sobrinito la escuché decir levemente. Me quedé petrificado y no sabía que hacer. Mi tía estaba despierta y quería que le sigui era tocando. Me agarró la mano y la llevó a su coño. -Bájamelas para que me lo puedas tocar bien. me dijo y era más bien una orden. Le quité las bragas con torpeza ya que eran las primeras que quitaba y, además, esta ba totalmente excitado. Ella abrió las piernas y yo metí mi dedo jugando con sus lab ios. Sentí como era engullido por ellos y como se hundía en su interior totalmente m ojado sin ninguna dificulta. Jugué con su clítoris, sintiendo como se iba poniendo d uro y como se convulsionó con gemidos apagados al tener su primer orgasmo. Entonces alargó la mano y me cogió la polla por encima de los calzoncillos. La acari ció y la sacó para tocarla mejor. Me iba a reventar y ella lo notaba, así que se giró ha cia mi y mirándome a los ojos empezó a pajearme. Me giré y dejé mi polla apuntando al techo. Ella la agarró y la flotó con cuidado hasta que no pude más, cerré los ojos y aguantando un grito sentí como mi leche salía. Fueron dos o tres descargas que me hicieron ver el cielo, más que por el orgasmo, por que la paja me la había hecho mi tía Pili. Cuando abrí los ojos, ella estaba lamiéndose las manos, comiéndose mi leche. -No hay que dejar ningún rastro. me dijo en voz baja. Cuando tuvo las manos limpias de leche empezó a lamer la que había en mi barriga y s iguió hasta que me chupó la polla para dejarla limpia de nuevo. Estuvo un buen rato chupándomela, hasta que volvió a ponerse dura de nuevo y a coger de nuevo tamaño. A partir de entonces no se dijo nada más. Se subió encima mía y me ofr eció su coño para que lo comiera, mientras ella seguía mamando mi polla. Le eché imagina ción e imité a los que tanto había visto en las películas y poco a poco metí mi lengua ent re los labios de su coño. Volví a sentir el olor de su coño y ya todo mi ser sólo pensab a en follarme a esa mujer. Jugué con su coño y lo lamí por todas partes. Le metía los de dos y sentía sus flujos bajar por ellos. Sentía como ella se metía mi polla hasta el f ondo de su garganta, ya que no estaba desarrollada del todo y no eran muy grande . Al poco se levantó y se giró para sentarse encima mía, poniendo su coño encima de mi pol la. Con una mano se abrió los labios para que mi polla quedara entre ellos pero si n penetrarla. Con lo mojado que tenía su coño se deslizó con toda facilidad cuando emp ezó a moverse como si me follara. Me sentía en la gloria. Mi tía, a la que había deseado tanto, me estaba follando de una forma deliciosa. Se movía encima mía cuando vi que su cara reflejaba un nuevo orgasmo. Entonces la agarré por las caderas y la forcé a que se refregara más rápido para darle más placer. Me agarró la manos y sentía como me la s apretaba por el placer, hasta que se acabó de correr. Casi sin darme respiro, levantó un poco el culo, agarró mi polla y la llevó hasta su c oño y, sin pensarlo dos veces, se sentó sobre ella clavándosela hasta lo más profundo de su vagina. Se echó hacia atrás y agitaba su pelvis para que mi polla le entrara y s aliera, ofreciéndome en aquella postura una vista perfecta de la penetración. Aprove ché para acariciarle el clítoris mientras se hundía mi polla en su coño. Parecía que volvía a tener otro orgasmo. Se inclinó hacia delante y movía su culo de arr iba abajo para follarme. Sentí que se corría otra vez y que aflojaba el ritmo, enton ces le agarré el culo y le paré su movimiento para mover mi pelvis y follarla lo más ráp ido posible. Ella no resistió más. Echó la cabeza hacia atrás y vi como se corría metiéndose una mano en la boca para no gritar de placer. -Me voy a correr, tita. acerté a decirle como pude. -Hazlo dentro. me dijo. Al decirme esto mi excitación subió. Seguí follándola rápido y en pocos segundos empecé a de scargar mi leche en el interior de su coño. Ella al ver que me paraba, empezó a move rse para acabar de sacarme toda la leche de mi polla. Se tumbó a mi lado y nos abrazamos. A la mañana siguiente nos miramos y teníamos una g ran sonrisa los dos. Nos dijimos que cada vez que lo necesitara alguno de los do s, haríamos el amor. TodoRelatos.com Durmiendo con mi tía (2) Al día siguiente, al despertar, mi tía ya no estaba en la cama. Me levanté y la busqué p

or toda la casa. Sólo estaba mi madre en la cocina. Mi padre, como casi siempre es taba trabajando y mi hermano salió a jugar con los amigos. Mi tía se había marchado. Pasó como unos ocho meses cuando de nuevo se iba a quedar a dormir en casa. Yo est aba totalmente excitado pensando que de nuevo dormiría conmigo y puede que se repi tiera la experiencia. Durante todo el día las situaciones eran normales y el trato de mi tía también. Cuando llegó la noche, por fin, me dispuse a ir a mi cama y le pregunté a mi tía si se vendría: -¿Tita, vienes a dormir? -No, tengo que hacer una cosa. me respondió y me fui con tristeza solo a la cama. Estaba acostado y nada más que pensaba en cuando llegara mi tía. Qué le haría al entrar en la cama... Como la abrazaría... Pensaba en el calor de su cuerpo, de su sexo... Había pasado como una hora cuando se abrió la puerta. Mi corazón se aceleró imaginándome a mi tía besarme y meterse en mi cama... -Quique, levántate y ven un momento. sonó la voz de mi madre y sentí vergüenza por los pe nsamientos que tenía en ese momento, como si me hubiera visto totalmente desnudo. La seguí y bajamos a la planta inferior. Llegamos al salón y nos sentamos. Mi tía esta ba sentada en unos de los sofás y mi madre se sentó a su lado. Yo me senté en el otro, justo al lado derecho, la televisión estaba puesta casi sin sonido y nadie la mir aba. -Mira hijo, tu hermano se a marchado a casa de unos amigos y tu padre está de guar dia. me empezó a decir y me tenían confundidos. Tu tía me ha contado que entre ustedes h a habido algo más que cariño... En ese momento me puse totalmente colorado y no sabía que hacer, mi tía le había conta do a mi madre todo. Me sentí enfadado con ella, pero era más fuerte la vergüenza que s entía por mi madre. -Yo... es que... no acertaba a decir nada. -Tranquilo Quique, mi hermana me contó que lo haces muy bien y que le gustó. ahora no sabía que pensar. No me parece mal que lo hagáis, mientras los dos estéis de acuerdo y toméis precauciones. -Sí, se lo conté porque no sabía que hacer. dijo mi tía. He estado todo este tiempo pensan do en lo que pasó y al final decidí contárselo a tu madre para que me aconsejara... y lo mejor es que no sólo no le parece mal, si no que además nos quiere ayudar. -Sí... dijo mi madre mientras yo las escuchaba sin saber que hacer o pensar. Ya tie nes 16... casi 17 años y hay que enseñarte muchas cosas y ¿quién mejor que nosotras para enseñarte? Por supuesto que yo no follaré contigo, pero os ayudaré y me masturbaré viéndo os. Me parecía que el tiempo se había parado. Mi tía, a la que ya había follado y mi madre m e pedían tener sexo conmigo. Estaba como en una nube y sólo acerté a asentir a las cos as que me pedía mi madre. Me pidieron que me fuera a la habitación de mis padres, do nde hay una cama grande y en poco tiempo llegarían ellas. Subí las escaleras sin dec ir nada y sin saber en que pensar. Entré en la habitación y me tumbé en la cama con el pijama que tenía puesto. Pensaba en mi madre... una mujer de unos 43 años. No era muy alta, calculo que est ará por el metro sesenta, tiene una buena figura, más bien rellenita sin estar gorda . Está proporcionada para su estatura. Tiene unos ojos verdes y una boca bonita. S u pelo es castaño y rizado. Su culo es ancho y no muy abultado. La verdad es que n unca me había fijado en mi madre como mujer, pero ahora solo en la habitación pensab a en ella y la intentaba imaginar desnuda. Tras varios minutos de espera, entraron en la habitación mi madre y mi tía. Traían pue sto unas batas y al entrar atenuaron las luces. Yo estaba en medio de la cama y mi madre subió por el lado izquierdo, mientras que mi tía por el lado derecho. De ro dillas en la cama las dos se quitaron las batas mostrándome los dos cuerpos totalm ente desnudos. Mi madre se recostó a mi lado y esperó que mi tía y yo empezáramos. Yo no sabía que hacer y entonces mi tía se acercó y empezó a besarme. Metía su lengua en mi boca y me acaricia ba la cabeza. Pasé mi brazo derecho por debajo de ella y comencé a acariciar su gran culo. Se separó y me ofreció uno de sus pechos para que lo chupara, tenía el pezón tota lmente erecto y lo lamía con ganas mientras ella me estrujaba la cabeza con las do s manos.

Al momento sentí que una mano se metía por mi pijama y llegaba a mi polla. Separé a mi tía y vi como mi madre empezaba a quitarme el pijama, primero el pantalón y después l os calzoncillos. Mi tía hizo lo mismo con mi camiseta, quedando desnudo entre aque llas dos mujeres. Como es lógico, mi polla estaba totalmente dura y las dos se gir aron para ponerse a la altura de ella, ofreciéndome a cambio una vista de sus herm osos culos. -No tiene mala polla mi hijo. -Me parece más grande que la última vez que la tuve entre mis manos. añadió mi tía mientras la agarraba y me empezaba a masturbar. -Han pasado más de ocho meses desde entonces, puede que haya crecido desde entonce s. añadió mi madre. La verdad es que en mis muchas pajas nunca la había visto tan grande... sería por la cosa de tener a mi madre y a mi tía en la cama y desnudas. Mi madre le quitó la pol la a mi tía y empezó a acariciarla y al poco tiempo sentí como entraba en su boca y me hacía una mamada. Yo estaba quieto mirando como mi madre me la chupaba... como se hundía hasta el fondo de su boca. Mi tía me acariciaba y me besaba de vez en cuando , mientras yo la abrazaba. Al rato, mi tía se abrió de piernas y me puso el coño en la boca para que lo chupara. Mi madre seguía como loca mamándome y lo hacía tan bien que estaba a punto de correrme . Pude levantar a mi tía y decirle a mi madre que me iba a correr, pero ella acele ró el ritmo e hizo que me corriera en su boca. Mi tía se tumbó junto a ella y mi madre le echo mi semen de su boca a la de ella. Yo las miraba como disfrutaban de mi corrida. Mi madre se trago todo lo que tenía en la boca y mi tía hizo lo mismo con lo que le había pasado la hermana. -¿Te ha gustado hijo? -Sí.... -Recupérate un poco y nos comes el coño. me pidió mi tía. Me levanté y las dos se pusieron boca arriba con las piernas bien abiertas. Tenía a mi tía a la izquierda y a mi madre a la derecha. Sus coños estaban depilados de igua l forma, dejando sólo un poco de pelo por encima de la raja. El de mi madre tenía lo s labios más oscuros y grandes, supongo por haber parido a mi hermano y a mí. El otr o era más excitante por parecer menos usado. Me metí entre las piernas de mi madre y separé los labios. Su coño brillaba por los fl uidos que salían de él por la excitación. Pasé mi lengua por toda su raja de abajo arrib a y ella se estremeció. No le di más, me metí entre las piernas de la otra e hice lo m ismo, separé los labios y lo lamí de igual forma. Los dos coños estaba riquísimos. -¿Cuál te gusta más? me preguntó mi madre. -Los dos están igual de buenos, calientes y con ganas de ser follados, pero empeza ré por ti que eres mi madre. La cogí y le levanté las piernas hasta que los tobillos estaban a la altura de su ca beza y le pedí a mi tía que le abriera los labios del coño. Metí mi lengua en la raja y se la pasé por toda la raja. Le metía la lengua en su vagina como si la follara y bu squé su clítoris para lamerlo un rato mientras le metía un par de dedos en el coño. Ella gemía y se retorcía pidiendo que no parara de lamerla. Pasaba la lengua por todo el coño y la llevaba hasta la entrada de su ano. Esto hacía que se retorciera y gimier a más. Yo estaba de rodillas con mi cabeza en el coño de mi madre y ella se sujetaba las piernas para ofrecérmelo mejor. Mi polla colgaba y mi tía se tumbó debajo mía para mamárme la. Bastaron dos o tres chupetazos para que se pusiera dura de nuevo, mi tía se la tragaba hasta el fondo. Al poco tiempo sentí que mi madre no aguantaba más y dando grandes gemidos se corrió e n mi boca, dando espasmos cada vez que le pasaba la lengua por el clítoris. Me giré sin sacarle la polla a mi tía de la boca y busqué su coño. Ella dobló y abrió las piernas y comencé a meter mi lengua entre los labios. Daba gemidos ahogados al sentir mis dedos entrarle en el coño y me daba mamadas más fuertes como agradecimiento. Tras va rios minutos, en los que mi madre descansaba y nos miraba, se sacó la polla de la boca. -Fóllame, por favor, métemela entera. me dijo. Me levanté de encima de ella y la coloqué a cuatro patas mirando al cabecero de la c ama. Me puse detrás de su enorme culo y lo acaricie un poco metiendo un dedo para

buscar su coño. -Yo te ayudo hijo. me dijo mi madre. Me la cogió y, antes de acercársela a la hermana, le dio unas cuantas mamadas. Tiró de mi polla para que me acercara al culo de mi tía. Sentí el calor del coño de ella. -Empuja ahora. me pidió mi madre. Poco a poco empuje y la polla entró sin ninguna resistencia. Mi tía daba pequeños gemi dos de placer. Yo, a la vez que la penetraba, le acariciaba el culo. Sentía como m i polla se abría paso por aquella vagina. Sentía el roce de su coño. Los dos gemíamos de placer y mi madre al lado se masturbaba viendo a su hermana y su hijo follar. Después de un rato se levanto y fue al mueble para coger un consol ador, una polla no muy grande. Se volvió a la cama y se puso al lado de la otra ta mbién a cuatro patas. -Toma hijo, métemela en el coño y a la vez que te follas a tu tía me metes esto a mi, así pensaré que eres tú el que me folla. me dijo y me dio el cacho de goma. Yo seguí follando a mi tía, con algo más de dificultad ya que tenía que controlar el car ajo de goma para follar a mi madre. Poco después, mi tía me pidió que la follara más rápid o, que se iba a correr. Aceleré la follada de mi tía y con la agitación, la polla de g oma se salía de vez en cuando de mi madre y volvía a entrar. Así estuve hasta que mi tía se corrió gimiendo. Mi madre la miraba a la cara totalmente excitada por la corri da de su hermana y yo, sin que ella se diera cuenta la saque de mi tía y la metí en el coño de mi madre. Poco tiempo tardó en darse cuenta que era yo la que la follaba, pero ya era tarde. Mi polla estaba totalmente dentro de ella y mis huevos le to caban los labios del coño. -¡Sácala, cabrón! me gritaba -¡Sácala que soy tu madre! Y estas palabras me excitaron más. Ella estaba con el pecho apoyado en la almohada . Con la cabeza vuelta hacia mí, mirándome con ojos de rabia y con su mano izquierda me empujaba para que la sacara. Pero yo ya no podía. Mi polla estaba totalmente d entro y veía su culo redondo que tocaba mis huevos. No pude resistirlo, empecé a metér sela y sacársela y la follé. Yo estaba totalmente excitado y la follaba con ganas. M i madre poco a poco fue cediendo y dejó de empujarme. -¡Eres un cabrón! ¡Fóllame todo lo que quieras! sus palabras eran una rendición. Seguí follándola. Poco después me pidió que me tumbara y me montó. Movía su culo y se metía m polla todo lo posible. Mi tía, al lado, nos miraba y me acariciaba. -Dame fuerte, cariño, que me voy a correr. me pidió mi madre. Tomé su culo con ambas manos y se lo pare. Aceleré mi follada y sentí poco después que g emía y se corría como una loca. Al instante sentí que me iba a correr y se lo dije. -¡Me corro! Se levantó casi cuando estaba a punto de salir mi leche. Las dos mujeres se tumbar on junto a mí y me masturbó mi tía. Cuando empezó a salir leche, las dos la recibieron e n sus caras con ganas y se llevaron los restos hasta la boca para comérselos, chupán domela un poco más para que saliera todo y dejármela limpia. Permanecimos un rato tumbados en la cama, abrazados y hablando de lo que había pas ado. Ahora que mi madre ya sabía lo nuestro y además también había follado conmigo, pensáb amos hacer muchas fantasías realidad entre los tres. TodoRelatos.com La viuda y la separada (mi familia La viuda y la separada (mi familia) Mi familia estaba compuesta por mi abuela, mi madre y yo. Vivíamos en una casa no con demasiados lujos, pues mi madre era enfermera y mi abuela era pensionista. N os llevábamos bastante bien, sobre todo con mi madre ya que ella se separó de papá hac e ya bastantes años. Mi madre era una mujer madura de 40 años, no estaba muy gorda, tenía algo de carnes, pero la verdad es que alguna paja me había echo pensando en el la ya que no se cortaba y cuando menos me lo esperaba salía del baño en ropa interio r, momento en que aprovechaba para memorizarla para recurrir a ella para alguna paja. Mi abuela era la típica abuela. De unos 67 años, sus carnes no eran lo que se dice e xcitantes. Era cariñosa y siempre estaba pendiente de lo que yo necesitara. Era vi uda y además cuando se hablaba o salía algo de sexo en la tele se cortaba. En conclu sión, éramos una familia de lo más normal... a no ser por... La verdad es que no se como pudo pasar. Hará dos meses me levanté una noche para ir

al servicio. Para no molestar a nadie no encendí ninguna luz. Caminé por el pasillo a oscuras sin hacer ruido. Cuando llegué a la altura de la habitación de mi madre es cuche unos gemidos. Quedé confundido y al poco tiempo me alegré al pensar que aquell a noche mi madre había salido con unas amigas y, quién sabe, puede que estuviera fol lando con algún tipo. ¡Por fin mi madre se lo pasaba bien! Pensé, pero al momento sentí un poco de preocupación. No se si sería que al tener 18 años ya empezaba a tener el se ntimientos de posesión y no quería que cualquiera se follara a mi madre, así que me pr opuse ver como era el tipo. Las habitaciones de mi madre y la mía se comunican por una terraza y como veía luz p or debajo de la puerta pensé que mirando por la ventana los vería, y de paso tendría m otivos para una buena paja. Corrí excitadísimo por la visión que esperaba tener. Pensaba que vería a mi madre a cuat ro patas y le estarían metiendo un gran pollón que la hiciera gozar... o estaría boca arriba con la polla hasta la garganta mientras le chupaban su coño... Pensaba mien tras salía a la terraza por mi habitación y me excitaba cada vez más. O estaría un tío deb ajo de ella con la polla en su coño, mientras otro se la metía por el culo... Me est aba excitando tanto que creía que no llegaría a la ventana sin correrme. Ya solo me faltaban dos metros para la ventana y no podía más. Llegué y con cuidado me fui asoman do hasta que vi claramente lo que ocurría sobre la cama de mi madre. Mi polla cayó de inmediato y corrí hasta mi habitación sin poder creer lo que había vist o. Me senté sobre la cama e intenté buscar una explicación a lo que había visto. Por qué h aría mi madre aquello. Me tumbé y no se me borraba la imagen. Seguía viendo la imagen de... -Quique... ¿Qué has visto? entró mi madre con una bata y me preguntó. -Nada... déjame en paz. le contesté girándome para no verla. Entonces entró mi abuela y las dos junto a mi me acariciaban para consolarme de la visión de mi madre a cuatro patas siendo penetrada por mi abuela con un consolado r sujeto a la cintura. -Perdóname hijo. No caí en la ventana... pero es que hace mucho tiempo que no tengo sexo y tu abuela me ayuda a desfogarme... me dijo para justificarse. -Lo siento Quique. dijo mi abuela y se puso a llorar. -¿Hubieras preferido verme con cualquier hombre? me preguntó. -No me hubiera importado... incluso siendo retorcido hasta no me hubiera importa do tener que follarte yo... me salió de corazón esa frase. Se hizo el silencio y mi madre miró a mi abuela que dejaba de llorar. -¿Entonces tu te ofrecerías para follarme hasta dejarme satisfecha? me preguntó y el to no preocupado se volvió algo picante. Me giré quedando boca arriba en medio de la cama y mirando a mi madre asentí con la cabeza. -Mamá, tira esa polla de goma que creo que tengo una de carne para satisfacerme. le dijo a mi abuela que ya empezaba a sonreír. -Entonces ya no hago falta aquí. dijo mi abuela mientras se levantaba para irse a s u habitación. -No espera, ayúdame con Quique. le dijo mi madre haciendo que se sentara. Cada una se puso a un lado mía. Mi madre se tumbó a mi lado izquierdo y me miró. Un mo mento después hundía su lengua en mi boca y me acariciaba. Yo le empecé a tocar las te tas y mi polla se ponía dura haciendo que abultara el pantalón corto del pijama. Mi abuela empezó a acariciarla por encima hasta que metió la mano por debajo del pijama y me agarró la polla para empezar a masturbarme. Mi madre se separó de mi, miraba c omo la suya me masturbaba con ganas. -¿Te gusta la polla de Quique? le preguntó. -Mucho... hace años que no cogía una polla de verdad y la de tu hijo, mi querido nie to, parece de buen porte. Yo en medio de las dos gozaba de las caricias de mi abuela mientras mi madre la miraba. Mi madre bajó hasta la altura de la otra y la ayudó a quitarme toda la ropa. Yo estaba desnudo en medio de la cama, con la poya toda empalmada. Mi abuela y mi madre la miraron un momento y fue mi abuela la primera que la cogió y se la lle vó a la boca y empezó a chupármela. Mi madre a cuatro patas a mi lado, miraba como la otra me la mamaba y ella me acariciaba por donde podía excitándose cada vez más. Mient ras yo tenía delante el culo de mi madre, redondito y grande. Lo acariciaba con mi

mano izquierda, mientras con la otra ayudaba a mi abuela para marcarle el ritmo de la mamada. -¡Que buena y que gorda! dijo mi abuela sacándosela de la boca y ofreciéndosela a su hi ja. -Déjamela que la chupe, que yo también hace un montón de años que no cojo una. le contestó la otra. Mi madre agarró la polla y empezó a chuparla con más fuerza que mi abuela, haciendo qu e me llegarán unas convulsiones al sentir que me corría. No pude avisar a mi madre y , casi sin querer, me corrí en su boca. Ella no dijo nada, se lo tragó todo y se la sacó de la boca, quedando un poco en la punta del glande. Mi abuela lo vio y se ti ro de cabeza para limpiarla y tragarse lo poco que quedara. -¡Que buena leche tiene nuestro hombre! le comentó la hija a la madre. -¡Desde luego! Pero la próxima vez que se corra será para mi la leche. contestó la vieja. -¡Pero esto no ha acabado! dijo mi madre y se desnudó por completo. Mi abuela hizo lo mismo y siguió chupando la polla para que volviera a ponerse gor da y dura. Mi madre se sentó a la altura de mi cabeza, abrió las piernas sobre mi bo ca, con las manos se abrió el coño y me lo ofreció para que se lo comiera. Saqué la leng ua y busqué su clítoris para lamerlo. Ella gemía y se retorcía sobre mí, mientras mi abuel a gozaba al sentir que en poco tiempo y dentro de su boca, mi polla tomo el tamaño anterior a la primera corrida. Gimoteaba mientras chupaba la polla y con una ma no se masturbaba. Mi madre se giró y le pidió la polla a la otra para chupármela sin quitar el coño de mi boca para que se lo comiera. Mi abuela se la dio y se sentó en el filo de la cama para ver el espectáculo y masturbarse mientras. -Ya no puedo más. dijo mi madre- Móntame hijo. Y diciendo esto se tumbó boca arriba y abrió las piernas esperando que yo me subiera y la follara. Me levanté y me puse sobre ella entre las pierna. Por mi poca exper iencia intenté meterla pero no lo conseguí, entonces mi abuela la cogió y la dirigió has ta la entrada del coño de mi madre. Empujé un poco y fue entrando en el interior lle nando tola la vagina de mi madre. Ella gimió un poco al sentir entrar la polla. Em pecé a meterla y sacarla poco a poco sintiendo como mi madre se retorcía de placer. Sentí como mi abuela me tocaba los huevos mientras penetraba a mi madre. En un mom ento sentí que me abría los cachetes del culo. Paré de follar a mi madre para ver que lo que iba a hacer la otra y sentí un placer tremendo al sentir la lengua de mi ab uela lamerme el ano. Con la excitación se la metí de golpe a mi madre que gimió. -¡Así, así, fóllame con esos empujones! pidió mi madre. En el espejo de al lado de la cama podía vernos. Mi madre abierta de patas debajo de mí gritando mientras le metía mi polla con envestidas bestiales provocadas por mi abuela que tenía la boca metida en mi culo. La follé hasta que se empezó a correr con gritos que llenaron toda la casa. Mi abuela se estaba masturbando mientras tanto. -Hace ya muchos años que no siento esto. decía la vieja sin sacarse los dedos del coño. -Mamá, ponte el aparato ese. le indiqué a mi madre. Abuela ponte aquí boca abajo. -¿En qué estas pensando? dijo mi madre mientras se ponía el consolador. Mi abuela obedeció y se puso boca abajo en la cama. Le puse una almohada en la bar riga y su culo quedó en pompa. Dirigí a mi madre hasta ponerla detrás de ella y no hiz o falta decirle lo que quería que hiciera. Tomo la polla de goma y, con mi ayuda, se la metimos en el coño a la vieja que gimió. -Espera un momento mamá, no te muevas. le indiqué. -¿Qué es lo que vas a hacer? dijo ella. Me puse detrás de mi madre y busqué su coño, pero no podía penetrarla por que no estaba grande del todo, así que me puse delante de las dos y la vieja me chupó los huevos, mientras mi madre me mamaba la polla y se movía para penetrar a la otra. A los poc os minutos la tenía otra vez lista para follar y me levanté y me puse detrás de mi mad re. La cogí y la dirigí al coño penetrándolo poco a poco. Nos acoplamos los tres y cuand o sincronizamos nuestros movimientos, yo follaba mi madre y ella a la suya. Durante unos minutos follamos y nos besábamos. Yo las acariciaba a las dos y las s entía retorcerse debajo mía. La vieja fue la primera en correrse. Hacía tanto que no l o hacía que su gritos superaron a los anteriores de mi madre. Mi madre dejó de folla rla al sentir que la que se corría era ella. Dio gritos de placer y sentí que perdía l

as fuerzas bajo de mí. -Ahora mamá ponte boca arriba en la cama. le dije y obedeció. Abuela siéntate sobre ella y métete la polla. le pedí. -Ya no puedo más. protestó la vieja. -Hazlo y no te arrepentirás. le dije. Mi abuela se subió sobre la hija, cogió un poco de lubricante y lo puso en el pene d e goma y en su coño y empezó a metérsela. Yo me puse delante de ella y me masturbaba a pocos centímetros de su cara. La vieja se empezaba a excitar. -¿Quieres mi leche? le decía para excitarla. -¡Siii... por favor! me pedía ella. Tomé un poco de lubricante y lo eché en mi polla, me fui detrás de ella y le puse un p oco en su culo. -¿Qué vas a hacer? protestó. -Mamá, agárrala por la cintura. le ordené a mi madre que obedeció y me dirigí a su culo. Separé los cachetes fláccidos y vi su ano. Tome mi polla y la llevé a la entrada. Empe cé a empujar y mi abuela se quejaba por el daño. Entró la cabeza de mi polla. Me paré pa ra que su ano se hiciera al tamaño. Mi madre la seguía follado con el consolador. Un os segundos después seguí empujando y entró un poco más. Mi abuela gritaba de dolor y pl acer. Un poco más y mi polla entró por completo, mientras de su esfínter caía un hilo de sangre por la excesiva dilatación. Empecé a meterla y sacarla cada vez más rápido y mi madre, al mismo ritmo, le metía el dildo para hacerle a la vieja una doble penetra ción. La vieja a cada metida de los dos disfrutaba más hasta que ya no pudo más y con un grito se corrió y cayó rendida en la cama. Saqué mi polla de su culo y lo ofrecí a mi madre para que me masturbara y correrme encima de mi abuela. Mi madre me la chu pó hasta que le indique que me iba a correr. Se la sacó de la boca y la apuntó a mi ab uela. Cogí a la vieja por el pelo y tiré de su cabeza hasta tenerla delante de mi po lla que agitaba mi madre para que me corriera. A los pocos segundos salieron var ios chorros de leche que llenaron la cara de mi abuela. La solté y se llevó la leche hasta la boca para comérsela y descansar. Mi madre cogió la polla y acabó de limpiarl a con su boca estando un buen rato chupando hasta quedarse dormida con mi polla en la boca. TodoRelatos.com Violación en el Apartamento 506 "Violación en el Apartamento 506". Esta historia ocurrió hace unos años, pero prefiero reservarme mi nombre por razones obvias. No hay mucho que decir de mi, soy un tipo promedio, demasiado promedio para mi gusto; no soy ni feo ni apuesto, simplemente termino medio; no soy flaco ni gordo, solamente un tipo normal con una pequeña barriga incipiente, típica en un hombre de mas de 30 años con una vida sedentaria. Como ven soy un tipo común y corr iente, uno mas del montón. Afortunadamente tengo mucho dinero y eso me salva de ser un perdedor total. Para cuando ocurrieron estos hechos yo vivía en un conjunto residencial superlujoso, u bicado en una de las zonas mas exclusivas de la ciudad; dos grandes torres llena s de apartamentos que parecían mas bien las suites presidenciales de hoteles de ci nco estrellas, y cuyos precios eran inalcanzables para la gran mayoría de los mort ales en mi pobre país. Como es normal, en este ghetto de elegancia aristocrática vivían muchas mujeres herm osas, pero ninguna tenia el estatus de diosa. Hasta que un día se mudo a las resid encias Annarella. Annarella era una top-model, una de las modelos mas cotizadas del país, la imagen de muchas marcas famosas y la reina de la pasarela; también era una animadora muy popular de la televisión, dando la cara todo el tiempo en programas con muchos esp ectadores. Es obvio que Annarella era una belleza espectacular: ella era muy exótica (como bu en producto del mestizaje latinoamericano), tenia una piel que no era de blanca, negra o india, parecía la piel de una mujer blanca con un perfecto bronceado play ero, lo que en mi país llaman trigueña clara (morena casi blanca), por lo cual su pi el era bellísima y sensual. Tenia un cuerpo escultural, con unos senos grandes y f irmes que lucían increíbles en los generosos escotes que usaba todo el tiempo; un cu lo grande y jugoso, unas piernas espectacularmente hermosas que lucia con unas m

inúsculas minifaldas, y un vientre plano sin gota de celulitis. Su cabello largo y liso, de color castaño era precioso; sus ojos grandes y verdes eran bellísimos y te hipnotizaban en instantes; su boca de labios gruesos y sensuales te invitaba a meter tu lengua; su dentadura perfecta y blanca era ideal para un anuncio de pas ta dentrifica; sus manos eran las de una señorita aristocrática y sus pies eran los mas bellos y eróticos que he visto en una mujer. Esta mujer de medidas perfectas f iguraba siempre entre las diez mujeres mas deseadas por los hombres del país en to das las encuestas, y sus afiches en minúsculos hilos dentales figuraban en las par edes de todos los talleres mecánicos y licorerías del país. En la época en que ocurrió lo que voy a relatarles ella tenia 28 años de edad. Desde que vi a Annarella en el edificio me volví loco. Al principio era una reacción normal por vivir en el mismo edificio donde vive una mujer a la que todos los h ombres del país quisieran cogerse, pero pronto era mucho mas; porque una cosa era verla en televisión, portadas de revistas, afiches, calendarios, y en cuanta valla publicitaria hubiera en cada autopista; y otra cosa era verla todo el tiempo en los pasillos, respirar su aroma en el ascensor, sentir la calidez de su cuerpo a centímetros de mi cuerpo, y verla de cuando en cuando en la piscina del conjunto residencial. No se como, pero me fui obsesionando con ella; era una obsesión malsana y enferma. Todo el día soñaba con cogérmela, tenía fantasías eróticas con ella y solo quería tener su v lva alrededor de mi verga. Nunca he sido un santo, y he hecho cosas terribles po r dinero y poder (soy abogado de gente corrupta y poderosa), pero Annarella me c onvirtió en un maniaco sexual. Toda mi vida he sido un poco resentido por tener qu e pagar para tener sexo con mujeres buenísimas, y siento envidia por los galanes q ue se las llevan a la cama gratis. Por eso, poseer a una hembra como Annarella e ra la forma de saciar mis instintos y vengarme de las hembras calientes y presum idas como ella. En mi mente empezó a surgir la idea de violar a Anarella si tuviera la primera opo rtunidad; yo sabia que ella nunca se fijaría en un tipo como yo, y tomarla a la fu erza era mi única oportunidad. Pero sabia que no la tenia fácil. Pero un día, escuche sin querer una conversación entre Annarella y una amiga suya. Y o estaba en el jardín adyacente a la piscina, y mientras Annarella y su amiga toma ban el sol (Annarella con un diminuto bikini que me ponía a millón) escuche como ell a decía a su amiga que ese fin de semana tendría que pasarlo sola en su apartamento porque su novio (un maldito galán rubio, fornido y multimillonario) haría un viaje d e negocios y ella tendría que trabajar el lunes siguiente. Además quería descansar por que estaba exhausta después del intenso trabajo de las últimas semanas. Inmediatamente vi mi oportunidad y empecé a maquinar mi plan. Por suerte Annarella y su amiga no se dieron cuenta de mi presencia, así que no sabían que yo estaba ent erado de que el fin de semana estaría sola. Yo sabía que era muy peligroso lo que ib a a hacer, y que posiblemente seria mi perdición; pero para mi era una aventura ta n excitante que el riesgo solo le agregaba más interés a la aventura. Yo me sentía com o los tipos que arriesgan su vida para obtener extremo placer. El sábado puse en marcha todo. Metí al edificio de contrabando en el maletero de mi auto (para que los vigilantes del edificio no lo vieran) a un delincuente expert o en desactivar sistemas de seguridad e irrumpir en cualquier edificio o casa. C onocía al tipo gracias a mi trabajo, y sabía que por dinero haría cualquier cosa. Lo l leve a mi apartamento, y aguardamos hasta la medianoche. Luego nos dirigimos al apartamento de Annarella (el 506) y el tipo hizo su trabajo. Después de un rato el tipo desactivo las alarmas y venció la resistencia de la puerta de acceso. Cuando tuve la entrada libre le di las llaves de mi casa al caco y le ordene que esper ara allí. Sigilosamente me introduje en el apartamento. En el ascensor me había puesto un pa samontañas y ahora avanzaba con una mochila en mi espalda y una pistola en mi mano para prevenir desagradables sorpresas. Mi corazón latía fuertemente y la adrenalina fluía como una impetuosa catarata por mi cuerpo. Lentamente me asome a las habita ciones hasta que hallé la de Annarella. Me acerque a su cama y la vi como dormía pla cidamente, inocente a lo que estaba a punto de ocurrirle. Salí al pasillo, puse mi mochila en el suelo y saque un frasco y un trapo. Impregne el trapo con la pode rosa sustancia narcótica que contenía el frasco, y volví a la habitación. Me acerque a l

a cama, respire hondo para darme valor y me lancé al ataque. Puse el trapo en su c ara, sobre su nariz y su boca. Por supuesto ella despertó asustada, y comenzó a luch ar. Yo contaba con una encarnizada resistencia de una mujer joven y fuerte, pero me monte encima de ella y presione con todas mis fuerzas. La droga hizo efecto en pocos segundos y ella quedo inconsciente, a mi merced. Me levante y por unos instantes contemple satisfecho a mi presa. Encendí la luz de la habitación para ver mejor todo; Annarella permanecía cubierta por las sabanas en su amplia cama. Me quite los guantes que había usado y el pasamontañas, y con el co razón palpitando desenfrenadamente me acerque y retire las sabanas suavemente. Annarella vestía un sexy camisón corto de color blanco. Yo contemplaba extasiado sus hermosas piernas y sus senos que casi salían por su generoso escote. Deslice mis manos por sus piernas sintiendo el contacto con aquella suave piel; luego subí a s us muslos, para seguir a sus caderas. Tome los bordes inferiores de su camisón y m uy despacio empecé a subir su prenda de dormir; primero vi sus pantaletas blancas, luego su vientre para finalmente sacarle el camisón por los brazos y la cabeza, d ejando al descubierto su busto. Mi verga se puso erecta cuando vi aquellas hermosas tetas. Puse mis manos sobre ellas y las apreté y estruje disfrutando de su tamaño y su dureza. Con mis dedos pel lizque sus pezones, y con mi lengua tracé un circulo húmedo alrededor de cada uno de ellos. Ahora deslice mis manos por su vientre hacia abajo, y tome los finos hilos de lo s lados de sus diminutas pantaletas. Le saque las pantaletas y las puse al lado; ahora vi su cuca, esa rica vágina cubierta de su escaso bello púbico. "Te depilaste para mi perra", dije mientras veía aquella mata de pelos, ese maravilloso triangu lo con el que tantas veces había soñado. Sin perder el tiempo saque de la mochila las fuertes cuerdas que traje para la o casión, y enseguida amarre cada brazo y cada pierna de Annarella a una esquina dis tinta de la cama, hasta dejarla en forma de una equis. Le puse unas vendas oscur as alrededor de los ojos. Coloque una cámara de video sobre un mueble de la habita ción, apuntando en dirección a la cama, la encendí y la puse a filmar. Entonces me qui te toda la ropa hasta quedar completamente desnudo con mi gran erección. Acerque u n frasquito con otra sustancia a su nariz, y la hice despertar. Ella tomo unos s egundos para reaccionar, pero al darse cuenta que estaba con los ojos vendados, totalmente desnuda, y con brazos y piernas amarrados de tal manera que permanecía inmovilizada y con las piernas completamente abiertas; empezó a sacudirse con viol encia y a gritar desesperada. -¿Qué pasa?, ¿Qué me han hecho?, ¡Suéltenme!, ¡por favor suéltenme!, ¡no me hagan daño!, ¡Aux -Tranquila, todavía no te ha pasado nada, quería que estuvieras despierta Annarella para que tu también disfrutes como yo. No te haré daño, si te portas bien. -¿Quién es usted?, ¿Qué quiere? -Soy un admirador tuyo Annarella, alguien que desea conocer el cielo contigo. Lo que quiero es pasarla rico contigo. -¡NO!,¡No por favor!, ¡No me viole!, llévese el dinero y las joyas, todo lo que quiera, pero no me toque, todo el mundo me conoce, ¡No lo haga!, ¡AUXILIO! ¡AYÚDENME! -Annarella, no sirve de nada que grites, estamos tú y yo solitos. Estas paredes so n muy gruesas y nadie te va a oír. Mejor resígnate y prepárate a gozar la mejor experi encia de tu vida, mi amor. Me acerque a la cama y comencé a acariciar sus piernas y a pasar mi lengua por ell as. Ella lloraba y gritaba, temblaba toda y se agitaba mientras yo subía por sus l argas piernas con mis manos y mi lengua. Hasta que llegue a su coño y lo empecé a la mer. Ella desesperada me rogaba para que parara, pero yo hundía mi lengua en su ra jita y lamía con desesperación sus labios vaginales. Lo hacia como nunca lo había hech o antes en mi vida, le comía el coño como un maldito animal hambriento. Dure varios minutos así, y después le metí los dedos en su cuquita. Le hundí los dedos hasta el fond o sin importarme si la maltrataba. Después de terminar la mejor mamada que he hecho en mi vida, todavía con el sabor de su coño en mi boca, deje correr mis manos por su torso hasta sus maravillosas tet as y las agarre desde la base hacia arriba. Las estruje y apreté, las estrujaba co mo un panadero a la masa, con rudeza; una y otra vez apretaba aquellos magníficos

senos, y metía sus pezones en mi boca. Mamaba sus tetas con desesperación, como si f uera un bebe hambriento de leche, pero con la violencia de un chacal. Con mi len gua lamía sus ricos pezones, y luego subía a su cara para lamer sus lágrimas saladas, y besar su boca aunque ella intentaba apartar el rostro con asco. Yo estaba encima de ella, y entonces tome mi verga erecta con la mano y la acomo de en la entrada de su coño. Debo decir que estoy orgulloso de mi miembro, porque aunque no es anormalmente gigantesco como los que aparecen en las fantasías eróticas de las mujeres o en algunas películas pornográficas, si es mucho mas grande y grues o que el del hombre promedio (la única cosa en que no soy promedio). Como sea puse la punta de verga erecta en la entrada de su cuca, en esa divina rajita. Ella s e estremeció asustada al saber lo que venia, e imaginar el tamaño de lo que estaba a punto de taladrarla. -¡Por favor NO!, ¡NO LO HAGA!, ¡Deténgase, se lo ruego, váyase y no diré nada!, ¡No me haga m s daño!, ¡AUXILIO!.... -Tranquila, esto te va a gustar. De un solo golpe, en una violenta penetración, le metí toda la verga hasta golpear l os huevos contra su coño. La llene toda con mi miembro, como si hubiera llegado a lo más hondo de sus entrañas, hasta su vientre. -¡¡NOOOOOO!....-grito ella desesperada, en un grito tan fuerte que casi tumba las pa redes. Era obvio que sintió un gran dolor, porque no estaba lubricada ni dilatada, y con mi tamaño y la violencia de la acometida la había lastimado; sin querer ser p resumido creo que fue la penetración más dolorosa en la vida de Annarella, incluso más dolorosa que cuando perdió la virginidad. Eso me dio mas placer, y gozando con su dolor quise reventarla. Además me di cuent a que su chocho era muy cerrado, mucho mas de lo esperado; por supuesto que no e ra virgen, y seguramente había perdido el virgo hace varios años, pero era de ese ti po de mujeres que aunque tienen años teniendo sexo (e incluso tienen hijos) conser van la cuca relativamente cerrada y no abierta como un túnel. Claro que esto me al egro, al sentir mi caña atrapada en ese apretado agujero. -¡Que rico, tienes la cuca cerradita!, que bueno mi amor, te voy a desvirgar por s egunda vez-le dije con sadismo. Comencé el mete y saca, dándole con toda mi fuerza. A veces mas rápido, y a veces mas lento, le empujaba mi verga dentro de su pobre coño. La taladraba sin piedad, no q uería salir de ella nunca, y tampoco quería acabar. Con mis pies tomaba impulso para darle mas duro, quería clavarla lo mas hondo posible. Con mis manos no dejaba de apretarle y estrujarla las tetas, y con mi boca le lamía, mamaba y mordisqueaba lo s pezones. A veces la besaba a la fuerza en la boca. Ella lloraba, gritaba y luc haba para liberarse de las cuerdas, lastimándose las muñecas y los tobillos. Hice un gran esfuerzo para no correrme sino después de mucho tiempo; pero luego de 15 min utos sentí no podía mas y se lo dije a ella cínicamente. -Mi amor, voy a acabar dentro de ti. Te voy a llenar toda de mi leche. Te voy a preñar para que tengas un hijo mío, un hijo de tu macho. -¡NO POR FAVOR!, ¡No lo haga!, ¡SAQUÉMELO, SAQUÉMELO! -¿Qué te lo que ?- dije entre risas. -¡QUITESE DE ENCIMA!, ¡QUITESE! -Lo siento mi vida, pero voy a acabar dentro de ti. A los instantes acabe, eyacule un gran chorro de leche caliente dentro de ella, llenando todas sus entrañas. Siempre mis chorros de leche son copiosos, pero esta vez parece que hubiera liberado toda la leche del mundo. Satisfecho tarde un rat o en liberar todo, mientras me deje caer cansado boca abajo sobre el cuerpo de a quella magnifica hembra. Ella lloraba y gritaba casi histérica. -¡NO, NO, ME QUIERO MORIR! -Tranquila, ahora eres mi mujer y yo tu macho. Te llene de tanta leche que creo que te hice quintillizos, jajaja No llores mí amor, seguro que fue tu mejor polvo; p ara mi fue el mejor de mi vida. Realmente estas muy buena, me encanta cogerte. -¡MALDITO, DESGRACIADO, SUCIO, SÁDICO, ..! -Calma, que esto apenas comienza. Le saque la verga y le limpie los restos de semen con su vello pubico y la piel de su vientre. Luego me pare de la cama, fui al baño a orinar, y luego fui a la co cina a tomar agua. Volví al cuarto y me senté en una silla a descansar, viendo a mi

dulce Annarella mientras seguía llorando. No se cuanto tiempo estuve así, el caso es que al recuperarme sentí mi pene erecto otra vez. Con una sonrisa camine hasta mi presa, y me lance sobre ella. La volví a coger por la cuca con furia, mientras el la lloraba histérica; cuando acabe dentro de ella por segunda vez, se desmayo. Rep use fuerzas de nuevo, impregne nuevamente el trapo con el anestésico y se lo puse en la nariz y boca para dejarla bien inconsciente. Entonces la desate y la lleve cargando al sitio que había visto en mi exploración a la cocina. En esta ocasión la amarre a una pesada mesa de la sala, de tal manera que quedara inmovilizada en una postura donde me ofreciera su culo. Estaba toda doblada haci a delante, con el torso descansando boca abajo sobre la tabla de la mesa, las pi ernas estiradas como si estuviera de pie, y el culo expuesto totalmente. Parecía c omo si ella misma se hubiera recostado en la mesa para darme su culo. Puse la cáma ra de video sobre otro mueble para inmortalizar mi nueva acometida. Luego desper té a la bella durmiente con el otro frasquito. Ella reacciono agitada cuando se dio cuenta de su nueva situación y comenzó a gritar desesperada. Yo le empecé a hablar. -Tranquila mi amor, no te asustes, estoy aquí contigo- le dije. -¡¿Qué me va a hacer!?, ¡SUELTEME! -No te preocupes, te voy a hacer algo muy rico. Entonces le empecé a acariciar sus grandes y ricas nalgas. Ella se agitaba y yo me excitaba más. Después de un ratito acariciándole las nalgas, le abrí el culo para conte mplar su rico agujero; y luego comencé a meterle despacito un dedo en su hueco. -¡NO!- grito ella- ¡Por hay No!, ¡DEJEME! Yo le hundí el dedo más, hasta llegar a la raíz de mi dedo. Luego empecé a sacar y meter mi dedo cada vez más rápido. Después de un rato saque mi dedo y me lo lleve a la nari z para olerlo. Por supuesto que olía a culo, al conducto por donde sale la mierda, pero es increíble como ese olor es excitante cuando se trata de una mujer. Entonc es le metí dos dedos en el agujero y seguí con el mete y saca. Cuando me canse de ju gar con los dedos, busque un pote de crema lubricante y unte los dedos en ella, y me dedique a embadurnar su agujero con la crema. Después de llenar su hueco con el lubricante, coloque la punta de mi caña en su hueco y ella suplico desesperada. -¡NO, Por Favor!, ¡POR HAY NO!, ¡NO LO HAGA! -¡No me digas que nunca te han cogido por hay!, esos novios tuyos son unos maricon es. Entonces eres virgen por el culo, ¡Me alegro!, voy a desvirgarte por detrás. No te preocupes, cuando te rompa el virgo te va a doler, pero luego lo gozaras. La empecé a penetrar. Mi verga entraba forzada en el hueco, aunque estaba lubricad o con la crema; pero empuje más y más fuerte, llegue a la mitad de mi caña y retrocedí p ara volver a enterrárselo con más fuerza. Y entonces se lo enterré todito y mis huevos golpearon en su culo. Ella grito de dolor y yo me sentía como en el cielo. -¡ESE CULO ES MIO!- grite excitado. Saca y mete, saca y mete; la estaba bombeando sin piedad, sacando y metiendo mi verga hasta el fondo de sus entrañas. Con cada embestida yo trataba de metérselo mas profundo, aunque sabia que se lo metía lo máximo posible. Yo imaginaba a mi verga r emoviéndole los intestinos, me gozaba en mis morbosos pensamientos. Imaginaba la e nvidia de todos los hombres del país de poder ver como me cogía a una de las mujeres más buenas del país. Si me vieran partiéndole el culo con mi palo, taladrándole el aguj ero sin compasión. Me sentía poderoso, el rey del mundo. Su dolor me excitaba más y más, y yo sudaba como un cerdo con tanto esfuerzo. Después de un rato muy largo no pud e más y acabe dentro de ella. Largue un poderoso chorro de leche dentro del agujer o de su culo, como ya había hecho dentro de su coño antes. Me derrumbe encima de ell a, cansado y embriagado de placer, besando su espalda y acariciando su suave pie l. Ella cayó en una especie de shock, agotada de llorar y gritar, sintiendo el fue rte dolor de la penetración no deseada y la humedad de mi leche en su cavidad, abr umada por el trauma de lo que vivía. Pero yo no había acabado con ella, saque mi ver ga luego de un rato y vi como el chorro de leche manaba de su agujero. Satisfech o descanse para recuperar fuerzas, y después la volví a violar por detrás. Esta vez el la ni grito ni se movió, parecía un cadáver. Yo era un animal, si, un animal hambriento y salvaje. La drogue una vez mas, y p ara cuando recupero la conciencia estaba amarrada en una silla. Le puse un cuchi llo en la garganta y le dije que mantuviera la boca abierta o la degollaría. Le me

tí toda la verga en la boca, le llene la garganta con mi caña. La folle por la boca, acabe y la obligue a tragarse toda mi leche, y así la cogí por su ultimo agujero. E lla vomito después y se cayó al suelo con silla y todo, como muerta. La drogue y la lleve al baño donde meticulosamente la bañe y le limpie todos sus orificios con abun dante jabón; me asegure de borrar todo rastro de mi esperma. Yo sabia cuan importa nte era evitar dejar cualquier rastro de semen. La deje en su cama nuevamente, p rocure borrar todo rastro de mi presencia en el apartamento (incluyendo cosas qu e pudieran tener mis huellas digitales), y me lleve todas las joyas, dinero y co sas de valor para despistar. Ya salía el Sol y me apure a marcharme, dándole un gran beso en la boca de despedida a mi victima. No los aburriré contándoles como me las arregle para no ser nunca inculpado del crim en. Solo les diré que sigo libre y feliz en otro lugar. En cambio la vida de Annar ella nunca volvió a ser la misma y se fue por un precipicio; se convirtió en adicta a las drogas, protagonizo sonados intentos de suicidio, sus relaciones sentiment ales son inestables y efímeras, y su carrera se fue en picada. Luego de años de infi erno parece que por fin ha encontrado la luz y se esta rehabilitando (¡bien por el la!). Cuando veo los videos de aquella gloriosa noche, me siento muy excitado, l leno de un profundo e indescriptible placer; también siento un poco de culpa, se q ue soy un monstruo y quizás vaya al infierno, pero cada vez que recuerdo la sensac ión de mi verga dentro de su cuca y su culo pienso que valió la pena. Quisiera oír sus comentarios sobre esta historia, mi E-mail es: adamrove1975@yahoo .com El extraño estímulo de mi madre (1) Lo que relato en estas paginas es absolutamente cierto, aunque es una historia u n poco rara e increíble. Decidí escribir esto porque necesitaba plasmar en papel la vivencia más excitante y maravillosa de mi vida. La verdadera protagonista de este relato es mi madre, una mujer en todo el senti do de la palabra. Su nombre de soltera era Maria Gabriela Espinoza (de Fernández c uando se caso) pero todo el mundo le llamaba Gaby. Gaby siempre fue una mujer bellísima; hija de una familia de clase media alta, des de niña trabajo en comerciales de televisión y era figura de campañas publicitarias de productos infantiles. Cuando creció un poco mas su madre (mi abuela) la inscribió e n una academia de modelaje, y ya de adolescente se destacaba como una ten-model (teenager model) muy exitosa y solicitada. Incluso incursiono en la actuación con un personaje en una serie juvenil de televisión, haciéndose famosa en el país. Pero entonces entro en escena mi padre. Mi madre tenia 17 años cuando lo conoció; el es 7 años mayor que ella (por lo tanto el tenia 24 cuando se conocieron), y era e l hijo consentido de una familia muy rica y poderosa de industriales. Gaby se vo lvió loca por el apuesto y joven galán de la alta sociedad; por el chico que conducía autos deportivos último modelo y veraneaba en los balnearios más exclusivos de Europ a, pero que además parecía una estrella de cine por su físico. El también se enamoro com o loco de la modelo y actriz adolescente más hermosa de la época, la chica que sus a migos le envidiaban. El caso es que mi madre contrajo matrimonio con mi padre con tan solo 18 años de e dad recién cumplidos; 6 meses después del matrimonio nací yo, lo que les da una idea d e la razón para una boda tan apresurada. Mi madre tuvo que renunciar a una promete dora carrera como modelo y actriz para convertirse en madre y esposa, pero sobre todo para ser la "mujer-trofeo" de un hombre rico. Unos cinco años después nació mi úni ca hermana, Jane. Cuando ocurrió lo que voy a relatarles, Gaby tenía 33 años de edad y yo tenia 18 años. A unque mi madre tenia 33 en realidad aparentaba mucho menos; las personas cuando la conocían juraban que no tenía más de 28 años de edad, y se sorprendían muchísimo cuando e lla (sin prejuicio alguno) les decía que tenía 33, y simplemente no podían creer que t uviera un hijo de mi edad. Muchas personas que nos veían en público sin conocernos p ensaban que ella era mi hermana mayor. Y es que ella era una verdadera belleza. Tenia un cuerpo escultural; sus senos e ran relativamente grandes, y estaban levantados y duros; su culo era simplemente magnifico, grande y bien formado; sus piernas eran un monumento, esbeltas y bel lísimas; y su cuerpo era el de una mujer flaca, aunque no exageradamente delgado c omo el de una anoréxica, sino en su justo punto (¡sus medidas eran 90-60-90!). Su ca

bello era hermoso, liso y de color castaño oscuro, y lo llevaba mas corto que larg o, llegándole tan solo a los hombros. Tenía unos bellísimos ojos de color miel, con un a mirada tan profunda y encantadora que te cortaba la respiración. Su rostro era h ermoso, con unos rasgos muy finos y delicados; un rostro mas bien de niña pero con un toque de profunda serenidad, como el de un ángel. Sus dientes serian una obra de arte para un dentista, tan blancos y perfectos; por eso tenia una hermosa y e ncantadora sonrisa, inimitable. Sus manos y pies eran perfectos, tan aristocrático s y bien cuidados. Su piel es de un color muy exótico, lo que llamamos en mi país "m orena clara" (una morena casi blanca); asemeja la piel de una mujer blanca cuand o esta perfectamente bronceada. Es obvio que una piel como esta (además muy suave, como la piel de un bebe) era uno de los rasgos mas sensuales de mi madre. Les juro que no les miento, mi madre a sus 33 años era una verdadera bomba sexy. E staba buenísima, era una belleza explosiva que paraba el tráfico y ponía cachondos a t odos los hombres. El problema es que a mi también me ponía cachondo. Desde que comencé a sentirme atraído por las mujeres, desde el preciso momento que empecé a entrar en la pubertad; yo c omencé a ver a mi madre con otros ojos, los ojos morbosos de un hombre y no los de un hijo. ¡La primera vez que me masturbe fue imaginándome a mi madre totalmente des nuda! Tal vez eso es un poco normal, según los psicoanalistas, por lo del complejo de Ed ipo que supuestamente se manifiesta en todos los hombres; y era mas normal en mi caso porque mi madre no era una mujer vieja y fea, con las tetas caídas y cuerpo de ballena o de fideo, sino una verdadera hembra que no tenia nada que envidiarl e a una modelo adolescente (e incluso estaba mas buena que muchas niñas de 16 a 21 años). Pero lo mío no era algo ocasional o pasajero, sino que se convirtió en una ver dadera obsesión. Aunque me sentía culpable y avergonzado (como si fuera una aberración ), todos los días me masturbaba pensando en ella. A toda hora veía su hermoso cuerpo en mi cabeza, soñaba con sus medidas perfectas, con ese cuerpo que parecía moldeado por un escultor como Miguel Ángel. Tenia fantasías eróticas con ella, fantasías cada ve z mas atrevidas en las que incluso ya llegaba a imaginarme haciendo el amor con ella; cuando me abrazaba por alguna razón o cuando la veía en los pequeños bikinis que usaba en la playa o en la piscina, hacia esfuerzos sobrehumanos para que no se notara mi tremenda e inmediata erección. Y cada vez sentía más celos de los otros homb res que la veían con obsceno morbo; pero no celos de hijo sino de hombre. También tenía celos de mi propio padre, pero como pasaba cada vez más tiempo fuera de casa por los negocios no tenía mucha oportunidad de sentirlos. Era evidente para u n buen observador que la relación entre mis padres ya no era el romance apasionado de antaño; mi padre se había convertido en un esposo y padre frío y distante. Creo qu e empezaba a sufrir la famosa crisis de la mediana edad, y no me extrañaría que sus ausencias prolongadas de casa fueran también una excusa para serle infiel a mi mad re; si soy sincero el nunca estuvo a la altura de mi madre, y en el fondo seguía s iendo un niño rico consentido y caprichoso. Mi madre era mas madura (pese a ser ma s joven que el) y volcó su energía en negocios como una casa de modas para no aburri rse con su papel de esposa en un gris matrimonio. Pero yo me obsesionaba cada vez más con ella. No tenia ojos para otras mujeres, ni siquiera para las hermosas adolescentes que abundaban en mi elitesco colegio pr ivado. Aunque luchaba contra aquel sentimiento, mas podía mi deseo que mis remordi mientos; llego un momento en que verla desnuda se convirtió en una necesidad irref renable para mi. No me bastaba con imaginar su cuerpo desnudo, sino que ¡Tenia que verlo! Pero no era algo fácil. Desde que yo tenia 3 años de edad mi madre dejo de mostrarse desnuda frente a mi; aunque la veía con frecuencia en la piscina de la casa (o en la playa en vacaciones) vistiendo solo pequeños bikinis (casi eran hilos dentales ) que mostraban mucho de su anatomía, yo no podía ver lo que mas deseaba: sus tetas y culo totalmente desnudos y, lo mas importante, su cuca (la vágina). Gaby nunca andaría por la casa desnuda, y se cambiaba de ropa en su habitación. La u nica manera de saciar mi deseo y verla desnuda era espiándola cuando se bañara o cua ndo fuera a desvestirse. Pero era muy arriesgado, no sabía que pasaría si ella o alg uien más me descubría. De todas maneras decidí arriesgarme, y comencé a vigilar a mi madre para hallar la o

casión perfecta para saciar mis deseos de voyeur. Un día que mi padre no estaba y mi hermanita tampoco, y la única sirvienta que trabajaba ese día había salido a hacer un as compras, mi madre llego de la calle desesperada por bañarse porque el día estaba muy caluroso. También estaba estresada por el trabajo en su casa de modas, así que m e dijo que se iba a meter al jacuzzi. Mi corazón dio un vuelco, sabia que era mi mejor oportunidad. Vi como Gaby entraba a su habitación y cerraba la puerta, pero yo sabia que ella nunca cerraba con lla ve; me metí a mi cuarto y espere un rato hasta que imagine que Gaby estaría ya dentr o del jacuzzi. Sigilosamente le di vuelta a la perilla de la puerta, abrí la puerta muy despacio y entre de puntillas en la habitación. Vi sobre la cama toda la ropa que se había qu itado, incluyendo su ropa interior; tenía ganas de agarrar sus diminutas pantaleta s tipo hilo dental, para olerlas, pero preferí no perder tiempo y dirigirme a la p uerta del baño. Mi corazón palpitaba aceleradamente y mis manos temblaban, todo mi c uerpo parecía presa del miedo y la excitación. La puerta del baño estaba semiabierta, y con mucho cuidado me asome para ver a Gaby. Entonces pude ver que el jacuzzi estaba lleno de espuma y con el hidromasaje enc endido, pero ¡Gaby no estaba! Sorprendido tarde unos instantes en reaccionar, pero antes de que hiciera nada e scuche una voz demasiado familiar. -¡Carlitos!, ¿¡Que haces?!-dijo mi madre. Pegue un brinco del susto y casi grito; cuando me voltee mi madre estaba detrás de mi, cubierta solamente con una toalla sujeta por un nudo hecho por encima de su pecho. Mi madre sujetaba con una mano la toalla para asegurarse que no se cayer a, mientras que con la otra mano sostenía su pequeño teléfono celular; tenía el cabello húmedo, y estaba descalza. Aunque en ese momento yo solo sentía miedo, luego, al rec ordar la estampa de Gaby con ese "atuendo", semidesnuda y luciendo la humedad so bre ella, me excite mucho. -¡Responde Carlitos!, ¿Qué haces aquí?, Tu . ¿Tu me estabas espiando?-dijo sorprendida Gaby. -Yo . ¡Yo no hacia nada!-dije y me fui rápido de la habitación, y me encerré en mi cuarto. Tenia tanto miedo y rabia que deseaba morir. Miedo por la reacción de Gaby y porqu e fuera a contárselo a mi padre; y rabia porque todo fue en vano y no pude verla d esnuda. Comencé a maldecir mi mala suerte y tire algunas cosas al piso, mientras l loraba de la rabia. Un largo rato después mama toco a la puerta y tuve que abrirle. -Carlos, vine a hablar contigo de lo que estabas haciendo. No soy estupida, así qu e no me digas que no me estabas espiando. Se que querías verme desnuda en el baño; l o que quiero es tratar de entender porque. No tengas miedo y hablemos con confia nza. -¡No!, yo no -Escucha, horita no pienses en mi como tu mama sino como una amiga. Ya te dije q ue se lo que hacías y lo que quiero es que me respondas con la verdad. Dime, ¿yo te excito, mi cuerpo te provoca? -Bueno yo si, creo que si -Y hace tiempo que te fijas en mí como una una mujer. -Si, hace tiempo. -Bueno, cuéntame todo con calma. Hablamos un largo tiempo y yo le conté casi todo. Obviamente no le di detalles de mis fantasías sexuales con ella, y no le dije como se me paraba cada vez que la veía en atuendos sexys, o cuando me tocaba. Pero si hablamos francamente de cómo me gu staba verla en hilo dental, y como quería verla en cueros. Me entere que mi intent o de verla en el baño fallo porque se devolvió a buscar su celular porque aguardaba una importante llamada de la casa de modas. Al final de la conversación ella parecía más sorprendida que nada. -¿Y tu crees que tus malas calificaciones en el colegio tienen que ver con esta ob sesión conmigo?- dijo ella. -No se, bueno, en gran parte- en efecto mi ultimo año escolar había sido un desastre , y mi asunto con Gaby tenia cierta influencia. -Bueno jovencito, pensare en lo que hemos hablado. No te preocupes, no estoy fur iosa aunque tampoco muy contenta; tengo que pensar todo esto con calma. No le di

ré nada a tu papa. Por lo pronto cerrare la puerta de mi cuarto con llave, hasta m añana. Aunque no me había ido tan mal, yo estaba muy preocupado. Gaby podía cambiar de opin ión y decirle todo a papa, o mandarme con un psiquiatra, o castigarme. Yo esperaba como un sentenciado a muerte aguarda su ejecución, y era incomodo estar bajo el m ismo techo con mama. Finalmente, unos días después del incidente, mi madre me pidió qu e habláramos del asunto en mi habitación para que nadie escuchara. -Muy bien Carlitos, he pensado muy bien en lo que te ocurre. Mira, si yo fuera u na mujer chapada a la antigua como mi mama hubiera hecho un gran escándalo, estaría muerta de dolor y vergüenza, y pensaría que mi hijo esta loco o que es un aborto de la naturaleza, porque solo así seria capaz de una abominación como esa; y si fuera m i abuela estaría muerta de la impresión. Pero tú sabes que aunque soy una mujer seria y no soy una libertina, también soy una mujer de mente abierta. No me escandalizo fácilmente, y no me gusta juzgar a nadie, incluso a mi propio hijo. Además yo se que todos los niños y adolescentes sienten una cierta atracción sexual por sus madres, y tu creciste con una madre que despierta comentarios entre los hombres por su fís ico. Supongo que esto es una etapa, y las causas deben ser psicológicas . Yo no decía nada mientras esperaba para saber a donde quería llegar. -No digo que lo que hiciste es bueno o malo, solo paso y muy posiblemente vuelva a ocurrir. Yo se que cuando una persona tiene metida en la cabeza una obsesión es muy difícil quitársela de la mente. Y se que cuando alguien tiene un deseo muy fuer te, si no lo satisface se hace mas intenso, y si se lo reprimen se hace enfermiz o porque nada hace algo mas atractivo que el tabú; y siempre lo prohibido es lo ma s deseado. Así que si te reprimo y prohíbo que me sigas viendo con otros ojos, solo haré tu deseo más fuerte. Mientras no satisfagas tu curiosidad no estarás contento Yo no sabia que quería decir, estaba desconcertado y no entendía nada. -Por otro lado tenemos el problema de tu escuela; no quiero que pierdas este año c omo estuviste a punto de perder el anterior, y quiero que mejores tu promedio pa ra que tengas mejores oportunidades de estudiar en el extranjero. Creo que neces itas un estimulo para mejorar en la escuela Ahora entendía menos, y francamente estaba perdido. -Carlitos, por una parte quiero que mejores en la escuela, y por la otra quiero curarte de esa curiosidad sexual que sientes conmigo, así que te tengo una propues ta, una idea que se me ocurrió para resolver tus problemas. Te propongo que si tu apruebas este año escolar con excelentes notas en todas las materias y un buen pro medio, YO DEJARE QUE ME VEAS DESNUDA. -¡¿QUE?!- dije sin poder creer lo que oía. -Lo que oíste, y baja la voz escandaloso. Ya te dije que se que tu deseo será mas gr ande sino lo satisfaces, porque lo oculto es mas atractivo; en cambio si me ves desnuda se te quitara el capricho y la obsesión, ya no vivirás pendiente de espiarme en ninguna parte porque ya habrás visto TODO. Ya te dije que soy una persona de m ente abierta y sin complejos, además de muy práctica. Y así también te obligare a estudi ar. -¡No te creo!, vamos tu lo que quieres es que me rompa la cabeza estudiando, pero no creo que tu . -¡No me crees!, bueno yo me esperaba eso. Por eso te propongo algo: si apruebas co n buenas notas los exámenes parciales del primer trimestre yo dejare que me veas l os senos, me quitare los sostenes y te enseñare las "lolas"; si apruebas los exámene s del segundo trimestre, te enseñare el trasero sin ni siquiera un hilo que lo cub ra; y si apruebas los exámenes finales del año, bueno, te enseñare el "conejito" que t engo entre las piernas . Yo no podía creer que mi madre me estuviera diciendo todo aquello, yo estaba tan s orprendido que parecía que estaba en shock. Pensé en pellizcarme para ver si era un sueño o una de mis fantasías sexuales. Pero era verdad, y pronto me sorprendí excitado , con una erección que crecía ante la sola idea de que mi madre cumpliera su promesa . -Pero, claro que hay condiciones- continuo Gaby- se trata solo de ver y no tocar , no olvides que soy tu mama, y si se te ocurre tocarme "algo" que no debes toca r, no solo te daré una buena bofetada sino que haré que te arrepientas. Hasta te man do a un internado. Yo pongo los limites de lo que puedes hacer o no.

Envalentonado por la libertad que me estaba dando mi madre, decidí poner también mis condiciones. -Esta bien mama, pero entonces yo también tengo derecho a poner algunas condicione s. -¿Y cuales son? -Bueno, en la clase de cívica siempre dicen que todo derecho adquirido es irrenunc iable e irreversible. Por eso, si me lo enseñas una vez debo tener derecho a segui r viéndolo otras veces; no es que va a ser una sola vez y después volvemos a la situ ación de antes, sin poder ver más nunca. -Vaya, eres un buen negociante, saliste a tu padre-dijo Gaby con una sonrisa mal iciosa y sarcástica-esta bien, una vez que te enseñe algo, te lo seguiré enseñando en el futuro. ¿Trato hecho? Me extendió su mano, y yo la tome con fuerza. Mi erección era tan grande que temí que se diera cuenta, algo que por la cara de picardía de ella supuse que había ocurrido. -Tenemos un trato, mama. Ella se dio la vuelta para irse, pero se volteo para decirme algo más. -Ah, una cosa mas, cerrare mi puerta con llave para que no vayas a disfrutar la mercancía con anticipación-dijo mientras me guiñaba un ojo con sonrisa traviesa y cara de picara. Pasaron los siguientes tres meses; para mi fue una eternidad, me dedique a estud iar frenéticamente para ganar mi recompensa. Me convertí en el estudiante mas aplica do de mi clase, y no dejaba de estudiar ni en los ratos libres. Finalmente aprobé mis exámenes de primer trimestre con notas increíblemente mejores a las del año anteri or; prácticamente era un milagro. Y entonces llego la hora de que Gaby cumpliera c on la primera parte de su promesa. No tuve que recordárselo. Ella me pidió que fuera a su habitación, y cerro con llave d espués que yo entre. Llevaba puesta una bonita bata corta, como las que usan las m ujeres en un spa antes de meterse al sauna o antes de recibir un masaje; y tenía p uestas sus pantuflas de andar en casa. -Muy bien Carlitos, te luciste este trimestre-dijo con sonrisa picara- imagino q ue quieres que cumpla lo que te prometí, ¿no? -Si- dije con nervios. -Bueno, vamos a cumplir. Se desato el cordón amarrado a su cintura que sujetaba la bata para que no se abri era. Entonces abrió la bata y se la quito; llevaba puesto un sexy conjunto de ropa interior de color blanco. Las bragas eran diminutas, tipo hilo dental; y los so stenes de encaje levantaban sus pechos haciéndolos ver más tentadores. Enseguida sen tí como mi verga se ponía dura. -¿Cómo quieres que lo hagamos Carlitos?, ¿me quito los sostenes frente a ti o me los q uito de espalda a ti y luego me doy la vuelta? -Prefiero de espalda y que te des la vuelta luego. -Lo quieres ya. -Si. Ella se dio la vuelta y lentamente se desabrocho los sostenes por detrás. Luego se los saco con calma y los puso en un mueble; mi corazón se acelero y la excitación r ecorrió mi cuerpo. Ella se dio la vuelta cubriéndose los senos con las manos. -Cuando tú quieras Carlitos, tú me dices. -Si, ya. Ella retiro las manos lentamente y dejo a la vista el espectáculo de sus hermosos senos. ¡Que Par de Tetas!; eran unas tetas magnificas, grandes y bien formadas, le vantadas y duras. Sus pezones eran una invitación irresistible a lamerlos y morder los, se me hacia agua a la boca de ver aquellas bellísimas tetas. Deseaba acercarm e y tocar aquellos melones, lamer y mamar ese par de delicias. Pero sabía que solo podía verlas, pero eso era más de lo que habría esperado unos meses antes. -¿Y que tal?, ¿tu mama tiene buenas "lolas"?, ¿son bonitas o feas?, ¿son como tu esperab as? -Son .están .bellísimas mama, son mucho mas hermosas de lo que yo había pensado. -¡Vaya!, ¡Gracias, me siento halagada!- dijo ella feliz y un poco ruborizada. Yo veía sus tetas con excitación y en un incomodo silencio. Ella fue la que rompió el hielo.

-Bueno, si me vas a ver, al menos vamos a sentarnos y a hablar. Ella se sentó en la cama y yo en una silla frente a ella. Hablamos mucho, durante un rato bien largo. Lo hacíamos con naturalidad, como una charla normal, a excepción del detalle de que ella estaba con los pechos al aire, semidesnuda. Me hablo de su corta carrera como modelo adolescente, y de cómo aprendió a dominar el pudor. Yo hablaba también animado, pero prefería escucharla a ella mientras gozaba con morbo de sus esplendidas tetas. Luego ella se puso su bata otra vez, y me dijo: -Bueno mi amor, como lo prometido es deuda volveremos a hablar con mis "lolas" a l aire en otras ocasiones. Ahora estudia más para ganarte los siguientes premios. Chao- me dijo mientras me daba un beso en la mejilla. En los meses siguientes disfrute de otros momentos en que ella me enseñaba las tet as mientras hablábamos en privado; al tiempo que yo estudiaba con mas ahínco para te ner derecho a ver la siguiente parte de su anatomía. Lo que mi madre hacia conmigo era tan increíble que yo me preguntaba cuales serian sus verdaderas intenciones, o si sencillamente estaría loca. Lo que fuera a mi no me importaba tanto como el h echo de que la mujer de mis sueños, la chica de mis fantasías sexuales adolescentes, la hembra mas caliente que conocía (cuyo "único" defecto era ser mi madre); me esta ba provocando y desnudándose ante mis morbosos ojos para que me la gozara. Después d e semanas que fueron siglos para mi, cumplí la segunda parte de mi reto al aprobar con magnificas calificaciones mis segundos parciales. Gaby se reía con satisfacción y picardía al leer mis calificaciones, consciente de que todo era obra de su extr aña forma de estimular a su hijo. Una tarde me dijo que me iba a dar mi premio correspondiente. . En el pasillo af uera de su cuarto ella me dijo que iba a entrar a su habitación y que yo me quedar a afuera, justo detrás de la puerta cerrada; cuando ella me avisara, yo debía abrir la puerta, entrar rápido a la habitación y cerrar la puerta detrás de mí para que nadie nos fuera a sorprender. Espere impaciente, con mi corazón latiendo deprisa y queri endo saber que se le había ocurrido ahora. -Carlitos, ya puedes entrar- me dijo en voz alta para que pudiera escuchar a tra vés de la puerta de madera. Nervioso, di vuelta a la perrilla y abrí la puerta. Entre rápido y cerré la puerta, po niendo el seguro para que no la abrieran por fuera. Y entonces vi que colgadas d e la perrilla estaban unas pantaletas rojas diminutas tipo hilo dental, obviamen te de Gaby. Mi verga se puso dura y erecta, y me di la vuelta para ver a mi madr e. Ella estaba acostada boca abajo en la ancha cama, ¡Completamente desnuda! Me acerque para verla mejor; como estaba boca abajo y con las piernas cerradas n o podía ver su coño, pero si podía ver su hermoso culo sin ni siquiera un hilo que lo tapara. Aunque ya yo había disfrutado de la vista de sus ricas nalgas en los pequeño s bikinis de hilo dental que ella usaba en la piscina, ahora podía ver la raja de aquel enorme culo sin un hilo dentro de el que disimule su desnudez. Su culo era grande y muy bien formado; un par de ricas nalgas con aquella sabros a raja de por medio. Sus amigas siempre decían que ella debía hacer muchos ejercicio s para los glúteos para tener una cola como esa, tan levantada y perfecta. Yo esta ba a millón viendo ese culo, queriendo pellizcar y acariciar sus nalgas y abrir su raja para ver su esplendido agujero .Pero debía conformarme con ver. -¿Qué tal?, ¿Cómo esta mi trasero?, bueno algo ya habías visto en la playa y la piscina. -¡Increíble!, ¡Tienes un trasero de campeonato! -¡JA, JA, JA! ¿De verdad?, me halagas, es bueno saber que lo tengo bonito todavía. -¿Bonito?, ¡Esta buenísimo! Los dos reímos un poco. -Carlitos, puedes sentarte en el borde de la cama para que veas de cerca. Puedes ver todo lo que quieras, pero ya sabes, nada de tocar. Hablemos un ratito así, co n mi pompí al aire. Me senté al lado y tenía su cuerpo desnudo a solo unos centímetros de mí. Hubiera podido tratar de voltearla a la fuerza para ver su cuca de una vez, pero prefería seguir su juego y disfrutar el momento, recreando mi vista en su culo y en su espalda. En ese momento yo había olvidado por completo que aquel hembrón era mi madre, yo lo ún ico que veía era un cuerpo que me paraba le verga y al que yo hubiera querido foll arme sin duda ni remordimiento; ahora estaba mas loco y obsesionado que nunca.

Gaby hablaba y se reía como si fuera la cosa más normal del mundo, y bromeaba por lo que estábamos haciendo; pero ella sabía muy bien lo que yo pensaba y deseaba en ese momento, pero no le importaba y yo diría que hasta le gustaba. Me estaba dando cu enta que a ella también le gustaba aquel juego erótico, que disfrutaba siendo la hem bra que calentaba al macho provocándolo para después dejarlo con hambre; aunque aque l macho fuera un niño y además fuera su propio hijo. Pero a ella le excitaba ser des eada, ser devorada con los ojos, ser follada mentalmente frente a ella misma. Una vez mas nuestro rato de diversión termino, y ella me hizo salir de la habitación sin ella moverse o pararse de la cama en ningún momento. Luego se repetirían los ra tos en que ella me mostraba sus tetas y a veces su culo; mientras yo seguía estudi ando como loco para aprobar el año con honores y así poder gozar de la vista de su c uerpo entero, de aquel coño que era lo que me faltaba por ver. Habían pasado 9 meses desde que ella me planteo su reto, y yo estaba a punto de lograrlo; finalmente llegaron los resultados de los exámenes finales y la victoria fue mía, había aprobado con calificaciones sobresalientes. Ahora debía cobrar. Mi madre estaba radiante y feliz, ella y yo intercambiamos miradas de complicida d y sonrisas picaras mientras otras personas (especialmente mi padre) me felicit aban efusivamente. Mi padre me prometió buenos regalos, sin conocer el regalo que yo tenia en mente. El día de mi recompensa mi madre vino a mi habitación con su bata casera y sus pantu flas, y nos encerramos hay. -¿Quieres tu regalo o me vas a perdonar para que yo no tenga que pasar por esta ve rgüenza?- dijo en tono de broma, con sonrisa seductora. -No, si lo quiero- dije, y nos reímos los dos. Se quito la bata como lo hizo la primera vez que me enseño las tetas; entonces vi que llevaba puesto un muy sexy conjunto de ropa interior de color negro. Ella se dio la vuelta como toda una modelo para que yo pudiera admirar todo el conjunto : sostenes semitransparentes que resaltaban la figura y el volumen de sus pechos ; y unas pantaletas microscópicas de hilo dental, con un pequeñito trozo de tela que apenas cubría su cuca por delante, y un hilo por detrás que era "invisible" literal mente, porque desaparecía hundido en el profundo interior de la raja de su culo. Yo me quede boca abierto al ver ese monumento, y ella reía satisfecha. -¿Te gusta?, lo compre para la ocasión, ni siquiera tu papa me lo ha visto puesto. N o todos los días mi hijo ve por primera vez desnuda a una mujer en persona, y meno s si esa mujer soy yo. Ahora siéntate y disfruta el espectáculo. Me senté en mi cama, excitado como nunca en mi vida hasta ese momento. Ella se des abrocho los sostenes y se los quito en frente de mí, liberando una vez mas aquella s grandes y hermosas tetas. Con la mano le dio vueltas en el aire a los sostenes para terminar arrojándomelos en la cara mientras los dos reíamos. -¿Qué opinas, soy una buena striper?- dijo con su bella y traviesa sonrisa. -¡Eres la mejor! Luego empezó a bailar torpemente, imitando a una bailarina nudista. En un momento se inclino ante mí haciendo con la boca como si fuera a darme un beso; sus tetas c olgaban en el aire y se movían, ¡yo estaba a millón! -Bueno, ya basta de payasadas- dijo mi madre- ¿Cómo quieres que lo haga Carlitos? -Yo yo quiero que te des la vuelta y te quites las las pantaletas de espaldas a mi, y luego te das la vuelta tapándote el el "conejo" con las manos, hasta que yo te pida que las quites. -Vaya, imagino que habrás pensado mucho en este momento ¿no?; ¿estas listo? -Si. Ella se dio la vuelta y tomando los finos hilos laterales de sus minúsculas pantal etas comenzó a bajárselas; todo mi cuerpo estaba temblando de la emoción al tiempo que la veía hacer. Ella se las bajo con lentitud y destreza; el finísimo hilo de la par te de atrás de las bragas fue liberado de la "prisión" en que estaba dentro de la ra ja del culo de ella. Ella se inclino levemente hacia delante sacando mas su culo hacia atrás, hacia mi que me volvía loco de verlo; luego levanto su descalzo pie de recho para sacarse las pantaletas por ese lado, y luego lo hizo por el izquierdo . Tomo su prenda intima y la arrojo a un lado, a un mueble. Ya estaba desnuda y mi corazón latía como loco. -¿Me volteo ya?

-Si, por favor. Se dio la vuelta lentamente; como le había pedido se tapaba el coño con las manos. Y o casi explotaba, mi verga levantaba mi short y a mi ya no me importaba. Ella te nía la cara seria, parecía un poco nerviosa y tensa. -Por favor, quítate las manos-dije tragando grueso. Ella retiro despacito sus manos y por fin pude ver su hermosa cuca, su sabroso s exo con el que yo tanto había. Yo no quitaba la vista de esa deliciosa mata de bel lo púbico, aquellos finos y escasos pelos que cubrían la rajita de su concha; estaba depilada pero no totalmente rasurada, y al ver aquella vulva solo me venían a la mente pensamientos obscenos, deseos de hundir mis dedos, mi lengua y mi verga en aquella rajita por la que yo había venido al mundo -Eres la mujer mas hermosa del mundo, tienes un cuerpo de diosa- dije rompiendo el incomodo silencio. -¿Tu crees?- me dijo, con los ojos húmedos y brillantes, sonrisa nerviosa, y evident e excitación. -Si, te lo juro, eres la mujer más bella que conozco. -¡Gracias!, ¿valió entonces la pena tu esfuerzo? -Si, claro que si. -Sabes, tú eres el único hombre aparte de tu papa y mi ginecólogo que me ha visto así, t otalmente desnuda. -¿En serio? -¡Claro!, yo era virgen cuando conocí a tu padre, el es el único hombre con el que he tenido sexo en mi vida. Ningún otro hombre me ha visto desnuda, a excepción de mi vi ejo doctor. Hasta de modelo me cuide y mi mama me cuido para que nadie me viera desnuda ni por error. -Entonces es un privilegio y un honor para mí. Te lo agradezco. -¿Quieres que desfile para ti? Y empezó a caminar por la habitación como en un desfile. Nos reíamos pero eso no disip aba la tensión sexual que había en el aire, y mi erección parecía que iba a reventar el pantalón corto al verla tongoneándose desnuda por todo mi cuarto, viendo sus tetas b ailar, sus nalgas subir y bajar y su sabrosa cuca al descubierto. -Carlitos, quiero pedirte algo, y no digas que no. -¿Qué ?-dije a punto de infarto. -Es que no quiero ser la única desnuda, no me malinterpretes pero quítate la ropa tu también. -No, pero es que yo -Vamos, no te de pena. Yo se que lo tienes parado, y es normal mi amor; de verda d no me importa. Solo que yo compartí mi desnudez contigo, y quisiera que tu lo ha gas conmigo. Sin protestar me quite la franela, el short y los calzoncillos. Ella me veía con u na sonrisa nerviosa, contemplando asombrada mi cuerpo y en especial mi verga ere cta. -Bueno, también es la primera vez que le veo a otro hombre diferente a tu padre "a quello" parado-dijo y nos reímos los dos. Luego nos vimos en silencio el uno al otro; yo con mi respiración agitada, y ella sonrojada y con sonrisa torpe. -Carlitos- me dijo- quédate parado allí, por favor. Ella se acostó boca arriba en mi cama, y abrió totalmente las piernas. -Carlos, mastúrbate. -¿¡QUE!? -Hazlo, mi amor. No te preocupes por mí. Tienes que desahogarte o vas a reventar. Mastúrbate de pie donde estas. Sin poder contenerme, hice lo que me dijo. Veía fijamente su cuerpo mientras ella se acariciaba lascivamente; en instantes salio la leche de mi verga. Ella se puso de pie y pasó cerca de mí, apenas a centímetros. Luego busco su bata y se la puso, recogió su ropa interior y la puso en un bolsillo de la bata. Se acerco y me beso en la mejilla. -Nunca olvidare este dia, también fue especial para mi-dijo mientras una lagrima s urcaba su rostro. Se dirigió a la puerta del cuarto, cuando yo hable.

-¿Este no es el final verdad?, aunque ya no hay retos, ¿esta confianza seguirá entre n osotros Gaby?-dije. -Claro, siempre necesitaras estimulo, ¿no?-dijo sonriendo y se fue de mi cuarto. Lo que yo no sabia en ese momento es que nuestra aventura apenas comenzaba .. ¿Les gusto?, quisiera leer sus comentarios en mi E-mail antes de escribir la conti nuación. Mi correo es: [email protected] © VIOL75 (adamro ve1975El extraño estímulo de mi madre (2) "¿Cómo unas simples fantasías pudieron convertirse en una obsesión tan grande, y como pu do esa obsesión convertirse en esta pasión que siento?" Yo pensaba en esto mientras observaba a mi madre en la piscina de nuestra casa. Era la soleada tarde de un sábado, y mi madre se bañaba en la piscina mientras yo, s entado en una silla al borde de la alberca, la contemplaba. Ese día ella vestía un diminuto bikini de color amarillo, del tipo hilo dental: la p arte superior del bikini apenas cubría sus hermosos senos, y la parte inferior cub ría muy poco por delante y prácticamente nada por detrás. Cuando salio del agua pude c ontemplar mejor su bello cuerpo de 1,76 metros de estatura y medidas perfectas. Como ya he mencionado antes su exótico color de piel era similar al de una mujer b lanca después de un buen bronceado en la playa; pero cuando a este "bronceado" nat ural le agregaba un autentico bronceado de piscina o playa su color se hacia irr esistible. El hecho de nadar cada vez que podía hacia que ella tuviera el vientre plano y perfecto de toda buena nadadora, sin pizca de celulitis. Ella salio chor reando agua de la piscina, y tomo una toalla para secarse un poco antes de dirig irse a donde estaba yo. Habían transcurrido unas semanas desde aquel momento íntimo entre los dos en que nos revelamos mutuamente la desnudez de nuestros cuerpos, y la situación entre nosotr os era extraña pero muy agradable y placentera. Aunque ya no había razones para "est imularme", porque el año escolar había culminado y estaba en plenas vacaciones (así qu e no había notas que mejorar); Gaby cumplió con su palabra y la confianza entre noso tros continuo: en varias ocasiones en esas semanas ella y yo nos quitábamos la rop a y hablábamos por largo rato mientras nos veíamos desnudos, en mi habitación o en la de ella. Era como un juego para nosotros; yo se lo pedía y ella no se hacia rogar, por el contrario, accedía gustosa. Mientras estábamos desnudos hacíamos bromas, inclu so chistes subidos de tono; pero ninguno daba un paso más allá. Parecíamos dos niños tra viesos jugando un juego pícaro y prohibido por los adultos; quitarnos la ropa fren te a frente mientras reíamos se había hecho una diversión excitante que sin embargo no s conducía por un camino inquietante. En cualquier caso para mi era a la vez una tortura y un placer; porque aunque ha bía llegado mas lejos de lo que soñé cuando intente espiarla en el jacuzzi hace meses y podía masturbarme con la imagen fresca de ella en mi mente; también era mortifican te verla y no poder tocarla. La teoría de Gaby de que se me quitaría un poco la obse sión y la "calentura" con ella al verla toda desnuda, porque ya no habría nada tabú qu e espiar; era un fracaso absoluto. Ahora estaba mas obsesionado y mas que nunca la deseaba; lo que es peor, mis remordimientos y prejuicios habían desaparecido y ella para mi era la hembra que yo deseaba que fuera mía sin dudas ni vacilaciones. Esa tarde ella se acerco a mí con una de esas hermosas sonrisas que me dedicaba y viéndome con su carita de niña buena y alegre; se tumbo boca arriba en el mueble ple gable que estaba a mi lado y que usaba para tomar el sol. -Mi amor, porque no entras al agua, esta muy rica. Estar sentado allí sin bañarte so lo hará que te frites al sol- me dijo en tono cariñoso. -Tal vez más tarde Gaby- dije, y una vez más me llamo la atención como desde que gane mi "premio" con cada vez mayor frecuencia yo la llamaba Gaby, y con cada vez men os frecuencia la llamaba mama. Era como si mentalmente estuviera terminando la m etamorfosis de mi sentir hacia ella: de un sentir de hijo por su madre, a un sen tir de hombre por una mujer. A ella no parecía disgustarle el cambio, y parecía a gu sto con que yo la llamara Gaby; incluso parecía que las pocas veces que la llamaba mama (a menudo frente a otras personas) ella parecía incomoda, como si le dieran un golpe que la trajera de vuelta a la realidad. Pero ese día estábamos solos y podíam os tratarnos con la confianza que el mundo nos negaría en otras circunstancias. -Pero de verdad la tarde esta esplendida Carlos-ella también me llamaba cada vez m enos Carlitos- y el agua esta divina; ¡no me digas que estas aburrido!, ¿acaso no te

agrada mi compañía? -¡No!, tu sabes que no es eso. Lo que pasa es que estamos los dos solos y lo único q ue hacemos es estar aquí en la piscina; no es que sea malo, pero es muy rutinario. Hemos disfrutado de esta piscina toda la vida, porque desde que nací he vivido en esta casa; quisiera hacer algo distinto a la rutina, algo mas divertido. -¿Y que llamas tu divertido y diferente a la rutina?- me dijo viéndome con cara dive rtida y picara- porque jugar a los nudistas ya es una rutina; además no podemos pa sarnos todo el tiempo en eso, no debes acostumbrarte y tampoco es muy convenient e. ¿Qué otra cosa diferente y nueva te gustaría hacer? -Bueno, a mi me gustaría que nos bañáramos en la piscina, pero desnudos. -¿¡Que!? ¿¡Estas loco!? -Bueno, tu me preguntaste. Es solo una idea, seria divertido bañarnos desnudos en la piscina; eso si seria algo loco y diferente. -¡Si, pero imposible!, ¿te imaginas que alguien nos viera?: ¡Fin de Mundo! Aunque estu viéramos solos los dos, alguien podría llegar de improviso y no quiero ni pensarlo; ¿t e imaginas la cara de tu hermana?, ¿de tu papa? Al pensar en esto último los dos nos reímos con ganas. -No, definitivamente estas loco-dijo riéndose. -Pero no me digas que no seria divertido algo tan loco y atrevido. Cuando eras a dolescente, ¿nunca tuviste ganas de hacer algo totalmente loco y fuera de lo norma l, una gran locura?-le dije riéndome también, pero hablando en serio. -Bueno, claro que ganas de hacer locuras siempre tenia, pero nada tan atrevido. Además, no tuve mucho tiempo para vivir una loca juventud- dijo con un dejo de tri steza y nostalgia en su voz y en su mirada. Era obvio que a veces se lamentaba d e no haber disfrutado mas su vida por haber salido embarazada siendo apenas una niña. -Yo si desearía hacer algo alocado de vez en cuando, pero era solo una idea. Ella se quedo pensando unos instantes, cuando de pronto se le ilumino el rostro con una sonrisa traviesa. -Oye, tengo una idea-me dijo, y se paro de la tumbadora plegable. -¿Qué?-le dije intrigado. -Tranquilo, no te desesperes, ya lo veras. Con su toalla termino de secarse bien el agua que aun le quedaba encima mientras yo la contemplaba extasiado. Luego tomo de un mueble cercano su falda pareo; er a un bonito pareo mini-faldero de color azul, uno de varios que tenia en su guar darropa para usar en la playa o piscina. Se ato el cordón del pareo a la cintura, con lo cual quedo vestida de la cintura para abajo; y se calzo los pies con unas chancletas. -Ven conmigo, vamos-me dijo, al tiempo que me tomaba de la mano. La seguí al interior de la casa; no vi a nadie, así que presumí que Gertrudis, la sirv ienta de turno, estaría ocupada en la cocina. Atravesamos la sala y nos dirigimos a la imponente escalera principal; y por ella subimos rápido a la planta superior de la casa, sin que me soltara en ningún momento la mano (cosa que me agradaba, po rque era un gesto cariñoso entre los dos). Caminamos por el largo corredor que com unicaba con todas las habitaciones de la planta superior y nos detuvimos frente a la puerta del cuarto de ella. -Espera aquí un poquito-dijo ella mientras entraba y cerraba la puerta. Al cabo de unos minutos salio vistiendo una de sus batas cortas y con otra toalla. -Vamos-dijo mientras me conducía de la mano a mi cuarto. Entramos y ella cerró la pu erta poniendo el cerrojo por dentro. Se quito la bata y vi que todavía llevaba pue sto el hilo dental amarillo; coloco la bata cuidadosamente en mi perchero como s iempre hacia. -Bueno, tu querías bañarte desnudo en la piscina, pero como no se puede yo te tengo una idea mejor; ¡Vamos a bañarnos en tu ducha! -¿¡En la ducha!? -¡Si!, ¿No te gustaría bañarte conmigo?-dijo con una gran sonrisa y esa cara de niña "mala " que me desarma. -¡Claro que si!, ¡Me encanta la idea! -Entonces vamos, no perdamos tiempo. Rápidamente ella se quito los sostenes del bikini y libero sus hermosas tetas; y d

espués se bajo la parte de abajo del hilo dental frente a mi dejando al descubiert o una vez mas su sabroso coño. De inmediato mi verga se puso dura como un roble, y sin pensarlo mucho yo también me despoje del short y del traje de baño que llevaba debajo mostrándole a ella mi poderosa erección. Ella me vio con una mirada maliciosa , como siempre; y luego me dio la espalda para dirigirse al cuarto de baño de mi h abitación, mostrándome el maravilloso espectáculo de su rico culo en movimiento. Yo la seguí, y una vez dentro de mi baño, ella corrió la puerta corrediza semitranspar ente del espacio de la ducha; y entonces ella fue la primera en meterse debajo d e la ducha. Llevaba un jabón que había traído de su habitación en el bolsillo de la bata , un jabón perfumado de esos que tanto le gustan. De prisa me metí yo también. -¿Comenzamos?- me dijo. -Si-respondí. Entonces ella abrió las llaves y comenzó a brotar el abundante y sabroso chorro de a gua de la ducha. Ella fue la primera en mojarse y yo la contemplaba embelesado; no tengo palabras para describir la excitación que sentí al ver por primera vez el a gua de una ducha recorrer todo el cuerpo de Gaby frente a mis ojos. Era como una visión onírica, la visión de uno de esos sueños eróticos que en ocasiones tenemos por la noche y del que no deseamos despertar jamás. Pero era más poderoso todavía que eso, er a como una visión producto de un éxtasis místico. El agua descendía desde sus hermosos cabellos, mojados hasta la raíz; y caía en cascad a sobre aquel rostro por el cual un hombre seria capaz de dar su vida. El agua a cariciaba cada centímetro de ese rostro de ensueño; y besaba aquellos labios de ángel cuyos besos todos codiciaban. El agua seguía su curso por su cuello para descender en su pecho; y allí tenía el gran placer de abrazar aquellos grandes y preciosos se nos. El agua goteaba de sus ricos pezones, como si cada gota empujara a la anter ior para poder aferrarse a uno de esos sabrosos picos; y luego los chorros de ag ua se deslizaban "ladera abajo" acariciando toda la extensión de esas jugosas "fru tas" que eran sus tetas. La desvergonzada agua seguía su curso por aquella llanura que era su vientre y se encontraba con la parte más apetecida de su anatomía: la de liciosa rajita de su cuca, esa rajita cubierta por su fino bello púbico. Mi cabeza estallaba con lujuriosas imágenes cuando veía como esa impúdica agua inundaba el pequ eño bosque de vellos que cubría su conchita y se introducía en la cavidad húmeda de su s exo, como si la follara con su ejército de miles de gotitas cristalinas. No conten ta con profanar el sagrado recinto que todos los hombres desearían explorar, el ag ua recorría sus largas y hermosas piernas como si las fuera besando en su camino; para terminar postrándose en sus lindos pies. Yo no podía creer que todo aquello fuera real, que no fuera un sueño; que aquella be llísima mujer fuera mi madre, que estuviera bañándose totalmente desnuda frente a mí, pr ovocándome, haciendo que mi sangre hirviera y a mi cuerpo lo recorriera una energía que me ponía al borde de una violenta erupción. "¡Dios, porque me das tanto placer y a l mismo tiempo me castigas así!", pensaba yo temblando ante aquel hermoso espectácul o; es difícil que entiendan lo que yo vivía en esos momentos. Aunque el espacio de m i ducha era grande para ser el área de una ducha, y era lo suficientemente grande para estuviéramos los dos sin tener que apretujarnos uno contra el otro; el espaci o se hacia pequeño por lo excitante de la situación y la tensión sexual que había en el aire. Yo trataba de bañarme como si nada, pero lo anormal de la situación me tenía a m illón. -Carlos- me dijo- deja que te ayude. Voltéate y deja que te enjabone la espalda mi amor. ¡Aquello tenia que ser un sueño, una fantasía sexual!; pero no, era verdad y yo me moría de contento. Me voltee y me deje hacer. -Estas tenso mi amor, relájate que yo me ocupo de tu espalda- dijo mientras sus de licadas y suaves manos recorrían toda mi espalda frotándome el jabón, con tal maestría q ue parecía una experta masajista terapéutica. Era una sensación muy placentera, relaja nte y excitante a la vez; mis tensos músculos se rendían a los sutiles movimientos d e sus manos que describían estelas sobre el mar de mi piel, mientras mi libido rea ccionaba al tacto de esas manos y a la peligrosa cercanía de su cuerpo. En un mome nto dado sus tetas llegaron a rozar mi espalda y yo sentí como se me ponía la carne de gallina; claro que ella se echo para atrás enseguida. Luego de unos minutos ell a termino y me mando a quitar la enjabonada con el agua.

-¿Quieres que te ayude yo ahora?, ¿te enjabono la espalda?-dije en el colmo de mi ex citación. -¡Claro!, pero recuerda que es solo enjabonar- me contesto con una risa. Ella me paso el jabón y me dio la espalda; con nervios y algo de timidez al princi pio yo puse mis manos sobre su preciosa espalda y sentí como una corriente eléctrica en mi cuerpo cuando empecé a acariciar su suave piel. Su piel era realmente muy s uave, era tan delicada que no parecía la piel de una persona de su edad que ha est ado expuesta tantos años a los elementos; era la piel ideal para una mujer, la que todo hombre desea acariciar sin descanso. Mis manos comenzaron a trazar su cami no por aquel mar de tierna carne, tocándola como quien toca algo muy frágil y valios o. Estrujaba el jabón con cuidado pero con cada vez mas fuerza; mis manos subían y b ajaban, iban de un lado a otro, recorriendo todo su espacio. El aroma intenso a fresas de su jabón aromático, confundido con el aroma de su cuerpo de hembra, me tenía embriagado; yo quería acercarme a ella, quería buscar la intimidad entre su cuerpo y el mío, necesitaba rozar su cuerpo y sentir el tacto entre nuestras dos pieles. Con cuidado fui acercándome a ella, acortando la pequeña distancia entre nosotros; c omo tenia la verga erecta al máximo, como si estuviera a punto de estallar, al ace rcarme la punta de mi verga hizo contacto con la raja de su culo. Ella dio un pe queño respingo al sentir el contacto con el duro palo, pero no hizo ademán de aparta rse; por eso le acerque más la punta de mi mástil, restregándoselo suavemente en su cu lo. La cabeza de mi verga parecía querer abrirse paso en aquella sabrosa y grande raja; parecía tocar a la puerta para entrar. Yo acercaba mi cara a su nuca y ya mi calido aliento debía sentirlo ella; quería aspirar fuertemente el aroma de su cabel lo mojado. Ya no pensaba, solo deseaba; de pronto desee rodearla con mis brazos y darle la vuelta para besarla y hacerle el amor allí mismo. Quería sentir como seri a penetrarla de verdad, hundir mi verga en sus carnes; comencé a deslizar mis mano s por sus costados con la idea de alcanzar su pecho y agarrar sus tetas, antes d e voltearla hacia mí. Pero de pronto, adivinando quizás mis intenciones, ella rápidame nte se echo para adelante separándose de mi. -Bueno, creo creo que ya mi espalda esta lista por hoy, gracias Carlos-me dijo lev emente nerviosa- vamos apúrate que no has terminado de enjabonarte el resto del cu erpo y no podemos pasarnos todo el dia aquí, ¿te imaginas que a alguien se le ocurra buscarnos?; voy a tener que sacarte del baño a empellones como cuando eras pequeñoagrego con una risita. Su reacción me desubico por completo, pero surtió el efecto deseado por ella porque en medio del desconcierto me acobarde y desvié la mirada de ella para concentrarme en mi higiene. Ella se hacia a un lado cuando yo me metía debajo de la ducha, y y o hacia otro tanto cuando le tocaba su turno a ella. Yo estaba algo molesto, por que después de casi alcanzar un momento cumbre, y cuando creí que ella se entregaría; de pronto me sale con aquel corte violento, pero también sabia que por mas que lo deseara no era un paso fácil ni para ella ni para mi. Ella debió darse cuenta de mi decepción y enojo, por su cara de cierta vergüenza o pena. Finalmente ella se había lavado casi todo el cuerpo, solo le faltaba una parte: su rica cuca, aquella rajita cubierta de vellos que era la imagen más recurrente en mi cabeza por aquellos días. Yo imaginaba que ella tenía cierto pudor de asearse su vagina en frente de mí, por lo que lo había dejado para el final y seguramente lo ha ría de espaldas a mí. Para mi sorpresa ella se coloco de frente a mi, y bajando la v ista a su parte inferior, con sus delicadas manos comenzó el trabajo de asearse su deliciosa cuca; ella abrió muy suavemente los labios mayores y menores de su cuca , y se lavo entre ellos. Ella aplico suavemente tracción sobre el capuchón de su clíto ris en dirección del ombligo mientras se lavaba las superficies expuestas. Ella me estaba obsequiando el mejor espectáculo de mi vida hasta ese momento, porque ver su coño por fuera era una cosa, pero ver como lo abría ante mi para lavar lo mas int imo de su vulva era otra cosa mil veces mas excitante; yo nunca pensé que ver a un a mujer lavar su cuca fuera tan estimulante. Olvide mi enojo y me quede hipnotiz ado, con ganas de ser yo el que estuviera con mis manos lavando con extrema gent ileza y delicadeza aquella parte sagrada del cuerpo de ella y de toda mujer. Fue ron solo unos instantes pero muy intensos, ¡y yo no podía desahogar la presión que había en mi verga! Esta de más decir que yo no pude asearme el pene, porque con mi erec ción era imposible correrme la piel del prepucio.

Poco después acabamos nuestro particular baño, aunque yo hubiera querido continuar p ara siempre; ella se seco con su toalla mientras yo hacia lo propio con la mía. Al igual que en otras oportunidades que habíamos estado desnudos juntos, yo pude obs ervar de reojo como ella me veía con interés la verga cuando creía que yo no me daba c uenta. Si, ella parecía gozar viéndome la verga tanto como yo gozaba viéndole las teta s, el culo y la cuca; para mi parecía evidente que ella también se excitaba con lo q ue estábamos haciendo (aunque tratara de ocultarlo torpemente), y la experiencia e n la ducha me lo confirmo. Ya secos salimos del baño, y sin prisa ella empezó a ponerse un sexy conjunto de rop a interior blanco que había traído de su cuarto en un bolsillo de la bata. Tanto com o gozaba viéndola desvestirse, yo gozaba viéndola vestirse; verla subirse las pantal etas después de enseñarme lo que muchos hombres matarían por ver y que yo tenia el pri vilegio de devorar con mis ojos. Luego ella se despidió de mí con un beso en la meji lla y se marcho de mi habitación. Apenas se marcho tuve que masturbarme violentamente para desahogar la presión en m i verga; desde la primera vez que la vi totalmente desnuda no me había masturbado con tanta necesidad. Luego de asearme para deshacerme de la leche que eyacule, m e acosté en mi cama a meditar todavía excitado por lo ocurrido. "¿A que esta jugando D ios mió?", me preguntaba una y otra vez en mi cabeza; ella sabia lo que provocaba en mi, estaba consciente de lo mal que me ponía con sus incitaciones, de que me po nía como un animal en celo con sus retos. Ella sabia que me ponía cachondo hasta el límite, que me ponía hambriento y luego me dejaba con ese insaciable apetito insatis fecho. Sabia que hacerle eso a un hombre era un suplicio, una verdadera tortura que otro hombre no podría soportar impasible; solo nuestra "especial" situación haci a que yo me contuviera, porque pese a todo no quería "sobrepasarme" con ella y dañar nuestra relación. "¡Maldita sea, porque no ve que no puedo mas!"; pensaba en mi desesperación. "¿Ella ta mbién sentirá lo mismo, estará tan excitada como yo?", y en seguida otra idea venia a atormentada mente: "¿Se estará masturbando ahora como lo hice yo?" La idea me paro l a verga de inmediato; si pudiera verla haciéndose la paja por mi, yo sabría que ella también deseaba hacer el amor conmigo. Yo estaba seguro que si lo hacia, porque c uando me veía la verga con morbosa fijación solo podía ser porque la deseaba dentro de ella, penetrándola hasta el fondo de sus entrañas. En medio de esas ideas se fue el resto del atardecer. Pasarían de nuevo los días, y luego dos semanas. Yo estaba angustiado porque luego d e nuestro baño en mi ducha Gaby empezó a evadirme para evitar desnudarse frente a mí; yo trataba de propiciar nuestros encuentros como antes pero ella se mostraba rea cia. Trate de que me explicara el porque de su nueva aptitud pero ella se negaba a hablar; eso puso nuestra relación en un estado de incomoda tensión, porque yo no sabia que hacer y estaba molesto con ella por sus evasivas y por privarme del pl acer al que yo no quería renunciar. Cuando creí que todo estaba perdido y me sentía de primido, paso algo que cambio todo. Fue un día como otro; yo llegue de la calle luego de pasar el día en casa de mí mejor amigo para evitar la incomoda situación en mi casa con mi madre. Entre como si nad a pero note enseguida algo raro; desde que salude al jardinero en la entrada de la casa y luego cuando salude al ama de llaves y a una chica de servicio. Todos tenían una cara muy rara, como de temor, pena y algo de lastima; la cara que uno p one cuando uno es un extraño atrapado sin querer en una situación incomoda. Yo no sa bía porque tenían esa cara, y tampoco porque no querían hablar casi, sobre todo el jar dinero que era bonachón y parlanchín; pero de inmediato me di cuenta de otra cosa: h abía un profundo silencio y "algo" en el aire, como si el ambiente estuviera carga do de tensión. Además me extrañaba no ver a nadie mas, sobre todo a mi padre que cuand o estaba en casa se paseaba por todas partes (otra razón para haber pasado el día fu era). Cauteloso, intrigado y algo asustado camine por la casa como alma en pena; hasta que pase por la puerta del pequeño estudio donde a Gaby le gustaba a veces meterse a leer en privado, navegar en Internet o trabajar en cosas de su casa de modas. La puerta estaba semiabierta, asi que me asome por la rendija. Gaby estaba allí, sentada en su cómoda silla giratoria frente a su amplio escritorio ; llevaba puesto una prenda manga larga con cuello de tortuga de color negro, un os blue jeans ajustados y unos botines negros; un atuendo informal pero elegante

que yo le había visto muchas veces, un atuendo que la favorecía especialmente porqu e la hacia ver mas juvenil y hermosa (quien la viera asi hasta podía pensar que er a una chica universitaria, 10 o mas años menor de lo que era realmente). Pero ese día ella tenia un vaso lleno de lo que parecía licor, algo que me puso sobre aviso p orque ella casi nunca bebía y menos en la casa. Además tenía clavada la mirada en la c omputadora. Inquieto e intrigado empuje la puerta suavemente, y entre sin hacer ruido; ella estaba tan absorta en la computadora que parecía no percatarse de mi presencia. Me acerque despacio, y entonces pude ver para mi sorpresa y preocupación que Gaby te nia el rostro demacrado y los ojos vidriosos y rojos, como si hubiera estado llo rando y quisiera hacerlo de nuevo; al verme apretó un botón de la computadora, supus e que para ocultar lo que estaba viendo antes de que yo me acercara mas. -Hola, Carlitos- dijo con la voz triste de una persona compungida- ¿Cómo te fue en c asa de Tony? -Muy bien, su mama te manda saludos. -Me alegro. -Mama-era tan raro llamarla asi después de todo- ¿te pasa algo? -¿Por qué, se me nota? -Si, es que parece que estabas llorando y eso que tienes hay parece licor, y a t i no te gusta beber mucho. -Si, tienes razón en todo. Esto es whisky, el mejor que tenemos en casa; el mejor para las penas -Vamos, ¿Qué te pasa? -¿Quieres que te lo diga, o prefieres verlo con tus propios ojos? Yo no tenía idea de lo que quería decir, pero estaba más intrigado. -Bueno, siempre es mejor verlo a que te lo cuenten. Ella se puso de pie, e inclinándose tecleo en su computadora para poner en pantall a lo que estaba viendo cuando la interrumpí. -Hay lo tienes, disfruta el "espectáculo". Yo me acerque preocupado porque ella rara vez era sarcástica y si lo estaba siendo era por una buena razón; puse mi vista en la pantalla de la computadora. -¡PERO QUE DEMONIOS !-exclame impresionado. A pantalla plena estaba un video. En el video un hombre alto, relativamente forn ido y apuesto, de piel blanca y cabellos un poco canosos; estaba haciéndole el sex o anal a una espectacular rubia de cuerpo escultural, una chica de grandes senos y que aparentaba no tener mas de 21 o 22 años. El hombre en cuestión era nada menos que mi padre. -Si quieres darle volumen puedes disfrutar también de los gritos de placer de la " niña"-dijo ella con voz fría como el hielo. -¡Pero ..! ¡¿Cómo!?.....¡No entiendo!-dije sorprendido. -¿No lo ves?, el señor Raúl Fernández Olivo, tu ilustre padre me pone los cuernos y disf ruta de una intensa sesión de sexo con una "señorita" que podría ser su hija. El video es bastante largo y muy grafico en cuanto a los cochinos detalles. -Pero, ¿Quién .? -Parece que fue el novio de la joven, o debería decir, otro amante de la "jovencit a"; el tipo sospecho, puso una cámara escondida y filmo toda la "acción". Luego, par a desquitarse lo coloco en una página que aparentemente es una de las páginas pornog ráficas más famosas del país; y para que la venganza fuera completa me mando un E-mail diciéndome donde podía descargarlo. Manipule la computadora y vi que en efecto era una pagina porno muy popular, una que mis amigos y yo visitábamos con frecuencia. Era un golpe demoledor y sin duda una buena venganza. -¿Y ya el lo sabe? -Sin duda, por estar en casa de tu amigo te perdiste el otro espectáculo. Discute con el, le dije todo lo que se merecía, tire algunas cosas al suelo, le di una bof etada cuando trato de tocarme para consolarme y pedirme perdón; y luego lo eche de la casa y le pedí el divorcio. -¿De verdad te vas a divorciar? -¡CLARO QUE SI!, ¡JAMAS LE VOY A PERDONAR ESTA COCHINADA! Nunca la vi tan furiosa como en ese instante; puso el vaso en el escritorio y me

dio la espalda; luego comenzó a llorar y a hablar como si yo no estuviera hay. -¡MALDITO, DESGRACIADO!; toda una vida, MI VIDA. Por el renuncie a mis sueños de niña, renuncie a mi carrera, pude llegar a ser una gran actriz o una gran modelo, pud e ser famosa y conocida en todo el mundo, y todo lo perdí por el. Mi juventud la d esperdicie en el; ¡Dios, que grande fue mi sacrificio! El no arriesgo nada, no per dió nada, no sacrifico nada. Y todo esto ¿para que? ¡Ojala te mueras Raúl! Ella lloraba fuerte y sin control; yo me acerque por detrás y la rodee con mis bra zos. -Lo siento, de verdad, quisiera hacer algo para consolarte Gaby; te juro que no quisiera que esto te hubiera pasado. ¡El no te merece!, tu eres mucha mujer para e l, el es indigno de una mujer como tu. No entiendo como pudo hacerte esto, tiene que estar ciego o loco. Pero daría cualquier cosa para que no lo hubiera hecho, s olo para no verte asi. Pero aunque no puedo borrar tu dolor, sabes que siempre e staré aquí para ti, yo nunca te voy a fallar Gaby. Ella se dio la vuelta y me abrazo, hundiendo su cara en mi pecho. -¡Gracias mi amor!-me dijo- ¡No se que haría sin ti en mi vida! Estuvimos un rato abrazados muy fuerte, ella sollozando en mi pecho y yo acarici ando su cabello mientras hundía mi cara en su melena; de cuando en cuando le besab a la cabeza. -¡Mírame Gaby! Ella levanto la cabeza y me vio con su bello rostro surcado de lágrimas. -¡Nunca te abandonare Gaby, nunca! De pronto, al tener su rostro a pocos centímetros de mi, sus ojos en los míos y su c uerpo contra el mió; el deseo y la pasión se adueñaron de mi. Con un abrazo la atraje hacia mí, mientras con mi otra mano detrás de su cabeza acerque su cara a la mía; y si n pensarlo la bese en la boca. Era el beso que yo buscaba hacia mucho tiempo, el beso que ambos necesitábamos; nuestros labios se unieron, yo devoraba su boca, mo rdía sus labios, metía mi lengua dentro de su boca. No la dejaba respirar y ella me correspondía; metía su lengua en mi boca también, se "comía" mis labios desesperada. Fue ron minutos interminables, acariciaba toda su espalda y la atraía hacia mi mientra s mi verga se ponía erecta. De pronto ella se zafo y me aparto con violencia. -¡NO!, ¡¿Qué HACES?! ¡NO DEBEMOS! -¡GABY, Te necesito! ¡NO PUEDO MAS!-dije tratando de agarrarla pero ella se escapaba . -¡Esto es mi culpa!-dijo ella- ¡Todo es culpa mía! ¡NO DEBI HIR TAN LEJOS! ¡No debí permitir lo Carlos! -¡Pero Gaby yo .! -¡GABY NO, MAMA! ¡NO DEBEMOS OLVIDARLO! Ella salio corriendo del estudio llorando y no tuve el valor para ir detrás de ell a. Fue un tiempo terrible; casi no podíamos vernos a la cara. Fueron semanas y luego meses de infierno. El escandaloso y conflictivo divorcio desgarro a todos; Gaby se rodeo de un ejército de abogados y ataco a mi padre con todo. Ella se vengo don de mas le dolía (en el dinero) y como una fiera herida fue implacable. El no tenía p roblemas en ceder la guarda y custodia de sus hijos a su ex esposa, pero lloro p or cada centavo que perdió. De todas maneras ella se quedo con la mitad de su giga ntesca fortuna. Mi hermana Jane rogó para que la enviaran a estudiar a Estados Uni dos, para perfeccionar su ingles y tener oportunidad de entrar a la universidad allá. También prefería vivir con mi tía Cecilia, casada con un norteamericano; después de todo ella no era muy apegada a nuestra madre y le gustaba más la vida en USA y la compañía de nuestras primas y primos. En la casa nos quedamos Gaby y yo; aunque durante mucho tiempo durante la crisis yo la pasaba en casa de mis amigos y de algunos tíos. Era pesado convivir con Gab y después del beso; ella parecía estar luchando una batalla interna entre sus sentim ientos de madre y los de mujer ..y se sentía culpable. Poco a poco fuimos volviendo a conectar como amigos; conversábamos y hacíamos juntos cosas de amigos. Pero un pesado manto de silencio descendió sobre el tema del bes o; vivíamos como si nada hubiera ocurrido entre nosotros, desde luego no volvimos a desnudarnos frente a frente y Gaby cerraba con llave su habitación para asegurar se. Pero el tema estaba latente.

Pasado un tiempo Gaby me sorprendió con una propuesta. Fue en el desayuno cuando m e lo dijo. -Carlos, voy a hacer un viaje a Europa por asuntos de la casa de modas. Voy a ap rovechar para relajarme . -¿Y quieres que me quede con alguno de mis tíos? -No, quería que vinieras conmigo. -¿En serio? -Si tú quieres, es que me sentiría muy sola viajando sin compañía. No quiero estar sola -c uando lo dijo parecía como un quejido, un sincero lamento de alguien vulnerable y triste, una suplica. -¡Claro que quiero!, ¿Cuándo nos vamos? Se sonrió y pareció volver a ser ella. Y un buen día estábamos instalados en dos suites de un lujoso hotel cinco estrellas de la costa mediterránea europea. Conocíamos bien la región porque habíamos venido antes . A la noche del día siguiente a nuestra llegada hubo una suntuosa recepción en el hot el a la que asistimos; yo quede en esperarla en el salón de fiesta. Como era un ev ento formal yo vestía de esmoquin; estaba parado esperándola cuando de pronto la vi frente a mí a cierta distancia y me quede impactado. Ella vestía un elegante y sensual traje de fiesta de color negro; era largo pero e staba abierto a un lado dejando admirar una de sus hermosas piernas. Tenía un gene roso escote (pero no exagerado) que permitía admirar parte de esos senos que yo ta mbién conocía, y hombros y brazos descubiertos. Sus bellísimos pies estaban calzados e n unas hermosas sandalias del tipo Stiletto (tacón muy alto, delgado como una aguj a y con la puerta cubierta de metal); las uñas de los pies bien cuidadas y pintada s. Llevaba unos zarcillos de diamantes y un collar de perlas que pese a su brill o no opacaban la belleza de aquel rostro angelical; y en la mano una pequeña carte ra cubierta de pedrería. Era una visión del cielo, aunque el salón estaba lleno de muj eres hermosas ninguna era tan bella como ella. Camine hacia ella y me sonrió feliz al verme; le ofrecí mi brazo y ella lo tomo, y l a lleve por el salón. Mas tarde bailamos una pieza romántica y nuestros cuerpos se juntaron mucho. -Si no te lo he dicho eres la mujer más hermosa de la noche. -Gracias- me dijo nerviosa. Bailamos en silencio pero nuestros corazones latían fuerte; su perfume me embriaga ba y la cercanía de su cuerpo me calentaba. Nos sentamos después de aquel momento mági co y yo no pude contenerme más. -Gaby tengo que decirte algo. Ella me vio con cara de miedo y ojos brillantes. -Gaby, yo yo .¡Yo te amo! -Por favor, no digas nada, ¡No debes!-dijo con la lagrimas brotando de sus ojos. -Es la verdad, te amo como un hombre a una mujer. -¡Cállate!, ¡Te prohíbo que lo digas! -No, no callare y no te dejare ir hasta que oigas todo- dije tomándola del brazo p ara que no se levantara como parecía iba a hacer. -¡Tu eres un niño, no sabes que es el amor! -¡Si lo se, y no digas que no lo sentiste en mi! -¡Pero es prohibido, soy tu madre por Dios, es un pecado! -¡No me importa, el amor no puede ser pecado!, ¡Dime que no me deseas como yo a ti! -¡NO!, ¡Yo no ! -¡Jura por mi vida que no me deseas!- dije sabiendo que ella es tan supersticiosa que no juraría en vano. -¡No, eso NO!- dijo y oculto el rostro en sus manos. -Mírame, ¿Qué nos impide ser amantes? -¡TODO!, ¡Tu hermana, tu padre .! -Ellos no cuentan, mi hermana vive su vida y no te necesita; y mi padre no es na da en nuestras vidas. Pero yo a ti te necesito. El beso que nos dimos, el dia en la ducha, todo dice que debemos estar juntos. -¡No entiendes que si me entrego a ti no volveré a ser tu madre, y no puedo ser tu a mante, tu mujer!, ¡Te perderé y me quedare sola, y eso es peor que la muerte!

-¡No me perderás, este sentimiento no morirá nuca!, pero ya no te veo como madre y nun ca volveré a hacerlo. Y si no me dejas ser algo mas, entonces si podrías poner un mu ro entre los dos, porque no podré jamás tenerte a mi lado como madre. -¡Pero tu tienes derecho a tener una chica de tu edad, casarte y a hacer una famil ia!, ¡Yo no debo evitarlo! -¡Para tener un matrimonio perfecto como tu!, yo soy muy maduro para las chicas de mi edad. ¡No deseo una chica de mi edad, deseo hacerte el amor a ti! ¿Tu crees que yo quiero vivir con una chica frívola y promiscua como las de ahora y no con una d ama como tu? ¿Crees que puedo tener hijos y que ellos te llamen abuela y cuando yo te vea frente a ellos tenga que morderme las ganas y olvidar que te vi desnuda, que te he deseado? ¡No puedo!, escaparía lejos para evitarlo, no podría verte ser abu ela d unos hijos míos ni podría verte con otro hombre. -¡Yo .yo no debo ! -Ese día en la ducha tu querías que te hiciera el amor Gaby, y te quitaste la ropa p orque me deseas. ¡Estoy seguro que te has masturbado con mi recuerdo! Ella se puso pálida y luego se sonrojo. -Te quiero Gaby, y tú me quieres a mí, es tan fácil como eso. Guardamos silencio unos minutos que parecieron horas. Nos veíamos a los ojos y la emoción nos hacia un nudo en la garganta. Finalmente ella rompió el silencio. -Esta bien Carlos, tienes razón en muchas cosas. Esta noche debo tomar una decisión difícil, la más difícil de mi vida. Tal vez Dios se equivoco con nosotros y no debimos ser madre e hijo. Te propongo algo; subiré a mi suite y tomare mi decisión .si decido entregarme a este sentimiento, si decido ser .ser tuya .te enviare un mensaje para que subas a mi suite. Pero si no quiero dar el paso, no te mandare ningún mensaje y al volver a casa nos separaremos .vivirás en un colegio interno o en un apartament o, pero no conmigo .aunque se me parta el alma, y aunque cumplas tu palabra y me d ejes para siempre para no verme como madre Debes prometerme que respetaras lo que decida. -Esta bien Gaby- dije con un nudo en la garganta. Ella se seco las lágrimas, me sonrió y se levanto para marcharse dejándome solo espera ndo su decisión. Pasaron diez minutos, quince, veinte, media hora, casi 40 minutos Yo desesperado miraba el reloj y temblaba del miedo; tenia ganas de gritar y llo rar, perdía la esperanza con cada minuto que se iba. De repente oí el ruido de mi ce lular y vi que tenía un mensaje de texto. Cuando lo leí el corazon me dio un vuelco y los ojos se me humedecieron, el mensaje decía: "Necesito tu estimulo, sube por favor" La historia no acaba aquí . ¿Qué opinan?, ya saben que quiero oír su opinión, mi E-mail es: [email protected] doRelatos.com SEDUCIENDO A MI PROPIO HIJO Descubriendo a su hijo como hombre ________________________________________ Hola, Primero quiero presentarme, mi nombre es María Victoria (Mavi), tengo 40 años, ya ca si los cumplo en pocos días, vivo en una pequeña y muy bonita y pequeñita ciudad, en E cuador, Soy Ingeniera comercial y trabajo en una empresa que se dedica la confec ción de calzado, no soy muy alta, más bien bajita, y soy viuda con un hijo de 23 años, que se lama Marco. Quedé viuda cuando mi hijo tenía 14 años, y desde ese instante, qu e agradecí a Dios por la muerte de mi energúmeno marido, no he tenido nada serio sol o dos o tres escapaditas con algún amigo de colegio, casado! Cómo no!, y mis habitua les masturbaciones cada dos o tres días, si el tiempo y el cansancio me lo permite n. Bueno se preguntarán por qué escribo esto ?? pues es una locura, recurro siempre al correo electrónico y al Internet, para los negocios de la empresa, y este domingo, tuve que ir a trabajar por situaciones de la empresa, y en la tarde luego de te rminar de enviar correos a los proveedores, entre a altavista y escribí incesto en su buscador, me envió a marqueze.net lo abrí y encontré relatos incestuosos, realment e me puse muy contenta de saber que había alguien más en mi situación y por lo que pud e observar existen muchas mujeres en mi situación, lo que ha hecho que me quite un gran peso de encima porque me sentía un bicho raro. Los relatos me excitaron de u

na manera tremenda que me parecieron siglos los 30 minutos que separan el trabaj o de mi casa y sin nada de preámbulos y casi sin quitarme la ropa hice el amor con Marco . Esto que estoy escribiendo nadie lo sabe, pues todos creen que somos madre e hij o, incluso él tiene una novia, es una chica muy bonita tiene 18 años y ha empezado a estudiar la misma carrera que mi hijo la ingeniería civil. Nadie sabe nada de lo nuestro y me voy a atrever a contártelos, pues el anonimato ayuda. Cierto??? y más que eso, la represión de no poder contárselo a nadie, y esto es una volcán que debe explotar y eso estoy haciendo. Voy a contar algo de como empezó, pues empezó hace ya 4 años cuando el cumplió 19 años, y empezó un tiempo atrás, cuando encontré un calzón mío fuera del cesto en que siempre pongo mi ropa interior, me llamó la atención que estuviera tirado a un lado, lo tomé y esta ba húmedo, no sabía porqué lo olí y pude percibir el olor del semen, me asustó hasta la lo cura, salí corriendo tras Marco, que lo había encontrado en las gradas, pero no pude alcanzarlo, no podía ser otro quien había depositado su carga seminal en mis interi ores, estuve fúrica, creo que lo hubiera abofeteado para luego preguntarle, lloré co mo una tonta, era viernes así que había una buena dotación de calzones y sostenes en e l cesto, hurgué en él y pude encontrar huellas de semen tanto en mis calzones como e n mis sostenes y medias, se masturbaba con mi ropa interior, mientras revisaba l as prendas pude sentir claramente como mojaba mis interiores, sacudí mi cabeza, es o no podía estar pasándome, me excitaba el olor del semen de mi hijo, me lo imaginab a con mis interiores en sus manos, oliéndolos y masturbándose con ellos hasta termin ar lanzando su chorros espesos en mis prendas íntimas... Era la locura, traté de evi tar los pensamientos y desnudándome entré a darme una ducha bien fría, con la idea que eso me tranquilizaría, tanto la rabia como la excitación que sentía. Eso no fue lo qu e sucedió, y terminé pajeándome como loca. Cuando regresó casi a los 11 de la noche, yo había estado esperándolo en la sala con l a sola idea de reclamarle pero me había dormido, cuando me despertó con un beso en l a frente, lo abracé y no le dije nada, desde ese día empecé a mirarlo con otros ojos, como había crecido, sus músculos marcados, lo alto que estaba su bigote pequeñito, su pene que se adivinaba bajo sus pantalones..... era la locura, era mi hijo y lo h abía empezado a ver como un hombre.... Llegaba de mi oficina entre las 5 y las 6 de tarde, tenía el calzón todo mojado por mis fluidos y orines, me tumbaba sobre el sofá y con la mano metida entre las pant y y el calzón me masturbaba pensando en mi hijo pensaba en como él iba a disfrutar d e mis olores y fluidos, terminaba mi sesión masturbatoria y subía al dormitorio me q uitaba el calzón y me secaba mi húmeda vagina con el para que quedara aun más oloroso, lo doblaba bien y lo dejaba en el cestito, Marco indudablemente los tomaba mien tras yo preparaba la cena y se los llevaba a su dormitorio, me acostaba rápido y m e hacía la dormida, para luego levantarme e ir sin hacer ruido hasta la puerta de su cuarto, como duermo solamente en camisón me hacía unas tremendas pajas oyéndole gem ir, al día siguiente, le daba su desayuno y luego de que se iba subía por mi premio, mi calzón lleno de semen y lamiéndolo y oliéndolo me masturbaba otra vez..... Contaré algo más de lo que fue sucediendo. En secuencia quiero decir. Poco a poco fui comprándome ropa interior más sexy, pues hasta ese tiempo sólo tenía cal zones de algodón de esos formales que llegan a una hasta la cintura y le cubre tod o el culo, me compré, tanguitas en varios colores y sostenes que casi no cubrían mis abultadas tetas, mis pajas se hacían más frecuentes hasta en la oficina me masturba ba el trabajo se volvía cada vez más pesado pues pasaba el tiempo pensando en Marco y en cómo él se hacía la paja con mi ropa interior, empecé a usar camisones más transparen tes y no usaba sostén cuando iba por la casa los fines de semana y Marco podía de es a forma verme mejor sus ojos se le salían de las órbitas cuando disimuladamente me a lzaba el camisón o la falda, tipo oficinista ceñida y alta hasta medio muslo, con el pretexto de rascarme una supuesta picazón.. Un lunes me atreví a ir más allá y ese día no puse mis interiores en la cesta de la ropa sucia, sino que los escondí bajo su al mohada, noté mientras preparaba la cena movimientos muy bruscos en el segundo piso en donde están los dormitorios, sonreía pensando en que estaría como loco buscando su s fetiches, bajó a cenar algo agitado pero no le dije nada lo besé en la boca como s iempre, un beso rápido, más que un beso una caricia, luego de cenar me senté en la com putadora a realizar algunas tareas pendientes de la oficina, y caí en cuenta que M

arco me observaba muy atento, mira pues en casa hay un estudio que da hacia el c omedor y tiene un barandal muy fino así que si una persona se pone en un lugar con veniente en el comedor puede ver tranquilamente por debajo del escritorio en don de está el computador.. una ola de frío me corrió por el cuerpo y mi mente regresó a mil por el tiempo, siempre que estaba en el computador mi hijo se ponía en el comedor a realizar tareas o a escribir... tenía que enterarme que se veía así que baje al com edor y pedí a Marco que fuera por unos cigarrillos hasta el almacén de la esquina, s e fue y me puse en la misma posición de él y claro se veía la silla del escritorio, sa lte de la alegría, tenía él una vista perfecta de mis piernas y si las habría de mis cal zones, tomé conciencia de cómo me sentaba y claro tengo la costumbre de sentarme con la piernas abiertas, cuando sentí que abría la puerta subí y me acomodé en la silla, de jó los cigarrillos a mi lado y volvió a su sitio, encendí uno u crucé mis piernas, no po día ver lo que hacía pues el monitor me tapaba la visión, y empecé a teclear mientras ab ría mis piernas más de lo normal para permitirle una mejor visión, Dios estaba seducie ndo a mi propio hijo... De rato en rato me acariciaba los labios vaginales por sobre el calzón y tiraba de él descubriendo mi raja llena de pelos ensortijados, tenía los labios muy mojados.. guardé lo que había hecho, apagué el computador y me fui a mi dormitorio, el aseguró la casa y subió rápidamente desde la puerta me dio las buenas noches y sentí el portazo de su cuarto, esperé un prudente tiempo y suponiendo que estaría masturbándose como un loco recordando la visión que le había proporcionado, me fui resuelta a su dormitor io, cuando abrí la puerta trató de ocultar su verga con las sábanas y haciéndose el sorp rendido me preguntó que quería, no respondí nada y me acerqué a su lado le di un beso en la frente caliente por la excitación metí mi mano bajo su almohada y saqué el calzón el sostén y mis medias puse todo sobre su pecho y le dije... creo que esto te hace f alta, disfrútalos. Me miró con unos ojos enormes por la sorpresa, y trató de decirme a lgo yo coloque mis dedos sobre su boca y salí presurosa a mi cama en donde me mast urbé tres veces hasta quedar dormida. La mañana siguiente, martes, mientras desayunába mos, Marco no alzaba sus ojos de sobre la taza de café mientras yo seguía como si na da hubiera pasado, haciendo bromas y dándole pataditas por debajo de la mesa, se v eía muy azorado y supongo que con mucha pena, me dio el acostumbrado beso en los l abios y salió para la facultad, antes que saliera de la casa lo alcancé lo abracé muy fuerte y le dije, mi amor, no te sientas mal, de ahora en adelante ya no tendrás q ue tomar mis prendas interiores a hurtadillas yo misma te las dejaré bajo tu almoh ada, y fui más allá, y si quieres algo en especial sólo dímelo, así que disfrútalas, ahora m e pondré el conjunto de ropa interior negro, y subí a mi habitación... llegué muy agitad a, me sentía mal, lloré como una estúpida me vestí y salí al trabajo. Esa noche Marco tenía otra actitud frente a mí, en la cena me senté junto a él, siempre cenábamos frente a frente, no comentamos nada de lo ocurrido luego fui al computad or el se quedó donde siempre para mirarme, no me había quitado el uniforme y abrí bien mis piernas para que pudiera deleitarse con ellas enfundadas en las medias y en el fondo de mi entrepierna el interior negro. A las 11 de la noche le dije que asegurara la casa y fui al dormitorio. Pasó como de costumbre a darme las buenas n oches, esperé un prudente tiempo me quité solamente la blusa y sin ella con el sostén puesto fui a su dormitorio, cuando entré me quedó mirando sorprendido, y le dije, lo prometido es deuda, y sin más me quité el sostén dejando mis senos al aire con los pe zones bien erguidos por la excitación tiré el sostén sobre su cama levanté mi falda y co rrí primero mis medias agachándome mucho me las quité de los pies las tiré a su cara que seguía asombrada por lo que veía luego mi tanga negra la cual me quité despacio dándole una buena visión de mi trasero y sin bajarme la falda que tenía alzada hasta la cin tura me acerqué a él y se lo puse en la cara, le di un beso y salí sintiendo su mirada clavada en mi culo que airoso se mostraba muy parado por los tacones altísimos qu e calzaba, desde la puerta le lancé un beso y lo último que le dije fue que dejara p or la mañana en la cesta toda mi ropa y cerré la puerta. A la mañana siguiente, Marco entró como a las 6 y 30 me despertó el ruido de la puerta se acercó a mi me dio un beso, se retiró hasta la cesta de ropa y dijo, voy a poner esto aquí Si???, no, dije rápidamente, tráelos acá, pero es que.. no le dejé terminar y v olví a sentenciar TRAELOS ACA, un poco apenado se acercó y me los estiró, que emoción de bió haberse hecho por lo menos una docenas de pajas, las medias estaban muy húmedas al igual que el resto de las prendas, las tomé y me las llevé a la nariz, pero que h

aces mamá me replicó, nada le respondí, a ti te gustan mis olores, pues a mí me gustan l os tuyos....! Cómo estuvo ?? bien muy bien giró y salió raudo la habitación, sentía el aro ma de macho en mis interiores mi vagina estaba tan lubricada que las piernas se resbalaban entre sí, no avancé a ponerme la mano sobre el clítoris cuando sentí la catar ata de mi orgasmo... fue fabuloso... pero me sentía mal, me estaba masturbando oli endo el semen de mi hijo, y me calentaba el hecho de haberme exhibido, era una p uta con todas sus letras.. Bajé desayunamos juntos y se fue. Esa noche yo tenía un trabajo enorme, pues se acercaba fin de semestre y había de pr esentar cuentas de la empresa, así que llegué me quité la blusa y falda del uniforme q uedándome con sostén, pantaletas y medias, me puse un camisón encima, sandalias y me s enté al computador después de preparar la cena. Marco llegó me besó igual que siempre le indiqué que la cena estaba lista, la calentó me la trajo al escritorio y fue a ubic arse en su sitio favorito, tanto era el trabajo que ni me acordaba que él estaba a llí y que debía haberme estado observando.. Serían las 11 y 30 cuando se acercó me dio u n beso y me dijo que se iba a dormir acaricié sus manos le di un beso y volví al com putador, no se cuanto tiempo pasó cuando escuché su voz diciéndome que YA SE IBA A DOR MIR, le lancé un beso en señal de despedida y volví al trabajo, volví a oír lo mismo y ahí r ecordé mi promesa de darle yo mismo mis prendas íntimas, hacía frío así que le pedí que traj era un chal para cubrirme los hombros, cuando regresó terminaba yo de quitarme las pantaletas y la intercambié por una leve colcha que traía en sus manos, gracias amo r hace frío, si Mamá hace mucho frío no trabajes hasta muy tarde, ha y gracias, si per dona seguro que estabas esperándolos, pero ya los tienes en tus manos así que ve y mán chalos con tu rica lechita, no me dijo nada y seguí en el trabajo. Se presentó de go lpe a mis espaldas y me entregó mis ropas íntimas, está caliente aún mamá, pensé que así lo q erías, me quedé muda y lo vi alejarse, era cierto hasta me manché la mano parece que s e había pajeado en la puerta pues aún estaba caliente, apagué el computador como pude y salí disparada a mi habitación, allí me tumbé sobre la cama y mientras chupaba la part e del dorso de mi mano que había quedado impregnada de semen restregaba mis labios vaginales tratando de mánchalos con el semen que desaparecía absorbido por los teji dos de mis prendas, intuí que Marco estaba tras la puerta así que aumenté de tono mis gemidos y me corrí entre gritos de morbo y felicidad. pasó un tiempo y caminé al baño a asearme, cuando regresé a mi cama Marco abrió la puerta y Que tal mamá ???, tartamudea ndo le respondí.. si sssi gracias ha estado bien cerró la puerta y se fue El trabajo avanzaba bien pero yo podía concentrarme en lo que hacía hasta me llamaro n la atención preguntándome si me sentía enferma, Jueves, que jueves para hijo de puta , el computador de la oficina, se paró por un maldito virus, menos mal que tenía cas i todo en mi casa así que salí a medio día a trabajar en la casa, me quité la ropa total mente y solo me puse una batona larga y con una abertura en la parte del centro, y a trabajar se ha dicho Marco llegó como a las 10 de la noche, muy tarde , me di jo que le había ido mal en un examen y que se pondría a estudiar pues tenía otro el vi ernes, si cariño le dije, a mi también me fue mal, Mamá es que ... Si cariño ?? es que n o puedo concentrarme, podrías este.. este... prestarme digo.. si no es mucho pedir .. que ??? mi amor??? tus.. tus.. ha si mi querido, están sobre mi cama, y luego déj alos ahí mismo para mi si??? claro mamá, me besó y seguí trabajando.. Me acosté como a las 3 de la mañana, muy cansada que casi ni tomé encuentra mis chorreantes prendas, sonó el despertador como a las 7 salté de la cama y corrí a despertar a mi hijo, desnudo y medio dormido se metió a la ducha, y como me hacía pipí, me senté a orinar mientras se bañaba, que extraño me sentía muy cómoda meando en el baño del cuarto de mi hijo mientras se bañaba, era como muy normal, terminé y salí a prepárale el desayuno, en el trabajo s e complicaron más las cosas los accionistas querían un reporte completo y entre esto y lo otro llegué a casa como a las 12 de la noche, previamente había llamado a mi h ijo a avisarle y de paso preguntarle cómo le había ido en el examen, me dijo que bie n pero que había sido muy largo. Llegué y fui directamente a su cuarto lo encontré dor mido había un plato sobre su mesita de noche, había cenado sólo mi amor, cuando encendí la luz, casi se caigo de espaldas, tenía una tanguita mía a medio muslo, su verga es taba flácida pero era muy bonita, era la primera vez que la veía, su mano sostenía mi brasiere! Que calentón!, Empecé a chorrear como una puta, me acerqué más para poder ver mejor y hasta lo toqué un poquito, mis manos sudaban mi respiración era entrecortada y el corazón parecía querérseme salir del pecho, levanté mi falda, bajé las pantymedias j

unto con el calzón y me masturbé como loca gimiendo duro como para despertarlo, afor tunadamente ni el grito que di al terminar lo despertó, más calmada tropecé en sus pan talones y casi me caigo vi sus ojos muy abiertos cuando me descubrió con la falda levantada las medias y el calzón a media pierna, se dio cuenta que tenía mi tanga pu esta y trató de taparse, balbuceando le dije venía a verte y a dejarte lo que te pro metí y terminé de quitarme mis interiores lo besé dejándolos sobre su pecho, al inclinar me a besarlo, me subió no sé si el olor de vagina o del calzón era muy fuerte así que vo lví a tomarlos y él me dijo, porqué no me los vas a dejar... Es que... huelen muy mal he estado todo el día con ellos y huelen a tigre, ... mejor mamá así me gustan más y se tocó la verga bueno esta bien le dije hasta mañana, cuando salía su voz me detuvo, esp era mamita, .. qué respondí, te falta el sostén, .. ha se me olvidaba, abrí mi blusa par a quitármelo y lo vi con mi calzón en la mano izquierda pegándolo a su nariz y con la derecha haciéndose una paja rapidísima, ponlos aquíííííí gritó mirando su verga, los acerqué ar de mirar esa verga como hipnotizada cuando soltó el primer chorro de caliente y espesa leche bañándome la mano el siguiente cayó en la copa del sostén y el siguiente y el siguiente, yo parecía autómata con la falda levantada mostrando mi peluda vagina y mis tetas con los pezones erectos y duros... gracias mamá decía con la voz entrec ortada.. salí del trance .. no es nada mi amor los disfrutaste???... siiiiii, pues me alegro le quité el sostén para llevarme mi premio, espera mamá tomó el calzón y se lim pió su verga y me lo entregó, salí cerré la puerta y mi boca se dirigió a mi mano derecha que tenía el primer chorretón de leche lo sorbí la lamí me la tragué nunca había probado el semen era delicioso y todavía estaba caliente corrí a mi cuarto me tumbé y me masturbé h asta quedarme dormida,,,,,, Al despertar estaba como la noche anterior la falda levantada y las tetas al air e.... Marco estaba parado frente a mí mirándome, hola mi amor, traté de taparme pero e ra imposible, estaba hecha un nudo... opté por levantarme y me encerré en el baño, tenía la vejiga llena me senté a orinar y Marco entró al baño, si? mi amor.. querías algo le dije mirándolo a los ojos,,, Mamá, lo que pasa es que.... qué mi amor... contesté cuando un chorro potente de orina incontenible salía de mi meato y se estrellaba contra las paredes del sanitario,... no no, es nada mamá y salió ... me metí a la ducha y cua ndo bajé a preparar el desayuno, le encontré muy atareado en la cocina hirviendo lec he preparando unos huevos con jamón había pan caliente sobre la mesa y otras cosilla s más, ... Mamá, HOOO! que bien estás!!!! ven está listo y señaló la mesa, traía un vestidito mini, color negro que me llegaba hasta más arriba de medio muslo, aquí en mi país llam an a eso CANESUU,(no se si está bien escrito o no), es decir es como una gran camp ana en la parte de abajo del vestido y en la superior muy ceñido, no me había puesto medias y traía un calzón blanco y sin brasiere, lo besé y girando rápido para levantar el vuelo del vestido me senté frente a la taza de humeante leche con chocolate, se guro, pensé yo, me vio las bragas.. mientras desayunábamos reíamos de todo pero no tocáb amos para nada los incidentes de los días previos..PERO me atreví a preguntarle Hijo que es lo que querías preguntarme en el baño??? Bueno mamá no era precisamente una pregunta, era que, bueno yo quería saber si podrías ... y calló.. !qué mi amor yo te dije la otra vez que me pidieras cualquier cosa, lo que fuera o no es así??? Si mamá pero no se como pedírtelo... Bueno dilo ya que me ti enes en ascuas... quería pedirte que me dejaras ver.. !que cosa amor??? Desnuda???? si casi ya me ha s visto así, le dije mi alma se contraía de la emoción pensando en lo que me pediría..se ría capaz de cumplirle??? Pues quería saber si me dejarías verte es que no se como es la vagina de una mujer.. . me soltó Ha era eso, no has visto revistas o películas en donde las muestren>???? Si pero no he visto en vivo diría yooooo Bueno hijo está bien, pero vamos al salón,,, tomé de la mano a Marco y caminamos me co ntoneaba como nunca llegamos y me senté en el sillón, alcé mi vestido y me quité el calzón que ya estaba súper lubricado... abrí mis piernas y mis labios hinchados se abriero n ven acá arrodíllate para que puedas mirar bien le dije. Presto y solícito lo hizo, m i corazón no cabía en el pecho le iba a mostrar mi vagina a mi propio hijo, saque fu erzas no se de donde me abrí los labios de mi vagina y el abrió los ojos desmesurada mente, ves le indiqué es así abierta y aquí es donde las mujeres sentimos más placer mos trándole el botoncito la pepita del placer... Mamá y como hacéis las mujeres para mast

urbaros??? pregunto.. quieres que te muestre??? si mamá estoy loco por saberlo.. Pero hay dos condiciones Cuales mamá Primero, que nada de esto sepa nadie Si y segundo.. que cuando quieras saber más me lo pidas quiero que aprendas antes de tener relaciones con cualquier chica OK?? está bien mamá Empecé la tocarme el pubis pasando mis dedos por los rulos fui bajando luego a mis muslos por la parte interior para pasar luego a tocarme los labios vaginales mu y suavemente, Marco no perdía detalle de aquello, me levanté ante su cara de asombro y me quité el vestido, quedándome totalmente desnuda pues no tenía brasiere. Volví a se ntarme y continué con mi paja, mientras el dedo medio de mi mano derecha volaba en tre los labios vaginales tocándome el clítoris, mi izquierda estrujaba mis senos no pasaron ni dos minutos y me corrí tensando mis piernas fue un orgasmo fenomenal.. cuando recobré el aire y la conciencia me sentí muy mal haberme masturbado delante d e mi hijo desnuda y más aun correrme como una puta, Cuando mi respiración se normalizó un poco abrí los ojos y le encontré con la mirada de Marco , el rubor en su cara denotaba la excitación que tenía y el bulto que se forma ba en su pantalón era digno de una película porno.. Vamos le dije animándole, yo ya me he masturbado ahora ve y hazlo tú.. Mi intención era que fuera a su cuarto a pajearse, pero no entendió o no se que, per o bajándose el pantalón hasta los tobillos al igual que su calzoncillo dejó que su ver ga erecta con su cabeza húmeda, de un color rosado lindísimo, su pubis incipiente pe ro lo que más me llamó la atención eran esos dos testículos grandes enormes tal vez más de lo normal, bueno no soy ni era experta en huevos, empezó a pajearse delante de mi cara pues permanecía de pie levanté mi mirada para sonreírle y animarle a continuar t enía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior, abrió los ojos y de su boca salió una petición con voz infantil.. Mamá abre las piernas bajé mi mirada a su pene y cumplí su pedido abrí mis piernas, cuan do levante la cara para volverlo a mirar sentí un golpe en mi barbilla, fue tan fu erte su primer chorretazo de leche que a mí me pareció un golpe que si levantaba mi cara para mirarlo seguro de sacaba un ojo con el lechazo que salió ( ja ja ja).... El siguiente chorro de semen caliente, espeso y de un color blanquecino hizo bla nco en el canal de mis tetas los siguientes en mis pezones estómago piernas y el últ imo cayó entre mi pie y el cuero del zapato que lo cubría, que cantidad, me sentía bañad a en aquel caliente semen, mi mano instintivamente tomó lo de mis muslos y los lle vó a mis abultados labios cuando iba a empezar otra paja, me contuve, no estaba na da bien, me levante con afán de escapar, pero por la posición tuve que hacer mucho e sfuerzo halando mi cuerpo hacia el filo del sillón y bajando mi cabeza para poder ganar impulso lo que hizo que al levantar la cara rozara desde la nariz hasta el mentón su pene aún embarrado de semen, que bien le dije pero mi amor mira como deja ste a mamá toda bañada de leche que cantidad le decía mientras él bajaba su mirada como avergonzado, le tomé de su barbilla y levante su cara, no mi amor está bien mamá gozó de tu orgasmo y le abracé, su pecho se juntó aplastando mis tetas y su pene aun erecto me golpeaba el pubis. Mi amor te manché vamos, vamos a darnos una ducha le tomé la mano y caminé delante con él atrás, sin que me viera lamí mi mentón sorbiendo algo de rica leche. Lo metí en la bañera. Y. Dúchate mi amor yo voy a orinar, la verdad es que tenía la veji ga llena, cuando me iba a sentar me tomó de los hombros y me dijo quiero verlo, me dio un vuelco el corazón, me levante y entré con él, se arrodilló y yo me volteé, haciend o punta el culo abrí las piernas para ofrecerle una mejor visión y doblándome dejé salir el caliente chorro de orín, no quise pensar en nada más y terminando abrí el agua cal iente y nos duchamos. Salimos del baño arropados con la toalla bueno amor, te ha gustado ?? espero como te dije que esto no se entere nadie pues somos madre e hijo y la sociedad vería co mo muy mal tenemos que cuidarnos y bla bla bla... Si mamita, me ha gustado pero me gustaría pedirte otras cosas como... Cómo qué? bueno ya hablaremos le dije.. empecé a vestirme tomé un calzón blanco del cajón y

me dijo ... Puedes ponerte uno negro???? Por qué//// mi amor???? Es que me gusta m ucho el color y me excita tanto... esta bien escógelo tú! tomó una tanga negra un sostén negro, y No tienes portaligas ??? mamá??? Yo sólo había visto en fotos pero nunca me había imaginado comprarlo, pues mi marido me quitaba el calzón el sostén me mamaba las tetas un poco de dedo en el clítoris y adentro se ha dicho, dos empujadas y nadan do en semen, o me la hacía mamar me la metía y lo mismo.. que Pendejada No mi amor no tengo, lo compraremos te lo prometo, por qué no lo hacemos ahora mis mo mamita, mi cabeza regresó a las fotos que había visto alguna vez, esas mujeres se veían muy putas y me excitó la idea de verme así... bien ! grite, vístete y vamos a com prarlo. En la tienda, mis manos sudaban, tenía una vergüenza tan grande pues la dependiente pensaría que soy una cualquiera y cosas así me suponía Yo... Entre tartamudeos le pedí a la dependiente uno en negro ya que Marco me había dicho el color al oído, pasó a la e stantería y me lo entregó. Yo no sabía ni como iba si era patas arriba o abajo, al ver mi turbación, la dependiente gentilmente me lo indicó al mismo tiempo que decía que t ranquila que no era cosa del otro mundo y que ella misma llevaba uno del mismo m odelo, venga me dijo, la seguí atontada entramos a un probador levantó el vestido ro jo y.... casi me caigo de espaldas tenía una tanga tan diminuta que todo su vello púbico se le salía por los lados, cuando giró una pequeña tira se le metía entre los cache tes del culo, y solo atiné a decirle que lo llevaba, pagué y salimos. En casa me puse a preparar un suculento almuerzo y Marco andaba de arriba a abaj o con la fundita que contenía la lencería erótica comprada, y también la tanga, que la v endedora me la puso y claro me la cobró sin que pudiera yo rechazarla. Esta listo el almuerzo mi amor grité, sin darme cuenta que se encontraba a mis espaldas.. Si mamá no soy sordo, mamita??? sabes???? !que mi amor??? Por fa... quieres ponerte lo que acabamos de comprar???? casi salto fuera de los zapatos, estaba muy ansiosa de ponérmelo, pero no podía yo t omar la iniciativa.. quieres decir ahora/??? claro mamita. !AHORA! Perdón ,no quise levantar la voz,, Está bien pero tu tendrás que ponerte como yo te diga... Y ahora que lo recuerdo ret rospectivamente para mi era un mundo de excitación cuando veía a mi marido en camisa , con calzoncillo y en medias, le dije que se pusiera así, pero no creo que mi mar ido haya sido quien me haya puesto ese gusto creo que ya lo tenía. Salió corriendo a su cuarto y yo al mío. Por la premura no había comprado medias apropiadas así que no me quedó otra que cortar unas pantymedias y usé las piernas, salí con el mismo vestido y Marco estaba en el corredor esperándome.. pero mira mamita no con vestido sin él te verías mejor me dijo con una voz tal dulzona que hacía que me derritiese, entré al cuarto y me lo quité, me sentía tan puta así en liguero sostén y esa tanguita que no me cubría nada, no me rasur aba así que todos los pelos del pubis se asomaban, bueno si le gusta pensé. Y salí, mi entras bajaba las escaleras sentía la mirada de mi hijo en mi culo y traté de conten erme más si había como. Comimos sin decir nada solo sonriendo y excitándonos de la visión que los dos teníamos . Mamá a estado rico me dijo, pero quiero mi postre Postre??? una fruta??? Si unos melones No hay Si que los hay y rió Puedo pedirte algo??? Si amor que quieres ????? mira yo nunca he estado con una chica, me soltó, y quiero verte toda, pero mi amor ya me viste esta mañana no te bastó con eso Si pero otra vez si??? Vamos le dije En la sala... que más quieres ver Tus tetas Un litro de lubricante salió de mi vagina se acercó a mí y me di la vuelta para que me desabrochara, lo hizo con dificultad, estaba nervioso, me quitó ese hilito que te

nía por calzón y mi culo apareció grande y duro, se puso delante de mí y empezó a examinar me como un experto en joyería lo hiciera con una joya especial, puedo??? y extendió sus manos si amor tócalas siente las tetas estrújalas grite, empezó con sus deditos a rozarme los pezones mi piel parecía de una gallina sin plumas, fue abarcando poco a poco una teta con sus manos la amasó frotó el pezón con los dedos y luego pasó a la ot ra, levante los brazos para que pudiera tocarme como quisiera y las piernas empe zaron a flaquearme, tocó a continuación mis axilas, mis costillas llegó a mi vientre u n poquito abultado buscando de meter un dedito en mi ombligo, siguió la exploración por mis anchas caderas hasta que llegó a mis tobillos, trató de meter sus manos entr e mis pantorrillas y las separé para ayudarle, siguió con su tocamiento por mis musl os internos y sentí que resbalaban sus manos mi lubricación chorreaba muslo abajo. Sentí sus dedos acariciar la mata de pelos de mi coño, y cuando abrí los ojos pude ver como su nariz se deleitaba con mis olores.. te gusta amor, te gusta como huele tu mamita???? Me encanta mamá, Si, ya sé te recuerda el olor de mis bragas Si y eso me gusta tanto Gírate Voltee Mis nalgas quedaron a la altura de su nariz, empezó a acariciarlas haciendo círculos siguiendo el contorno de mi trasero yo gemía como una perra me sentía tan puta dejánd ome acariciar por mi hijo y mi excitación iba en aumento. Separó los cachetes de mi culo y mi ano se mostró por primera vez ante los ojos de u n hombre, ni su padre me lo había visto, ni siquiera YOOOO. Metió su nariz, di un br inco hacia delante, tiró de mi volviendo abrir las tapas de mi trasero, que rico q ue hueles mamá, que rico que hueles... Para por favor para, y me retiré, las naves habían sido quemadas no había regreso, lo levanté, abrí su camisa y empecé a acariciar su pecho lampiño pero muy formado, que herm oso tórax. y empecé a besar sus tetillas, era mi primera vez, ni a su padre, me arro dillé y seguí por su ombligo estaba loca trataba incluso de morder sus carnes, de un tirón bajé el calzoncillo y apareció su hermosa verga, 15 cm ( luego la medí) era repit o hermosa y olía tan bien, a jabón de castilla, a macho, a semen la acaricié tratando de arrancarla y que sea sólo para mí, bajé por sus muslos raspándolos con mis largas uñas hasta sus tobillos cubiertos con medias blancas, le di la vuelta mientras oía sus gemidos sus bramidos, y lamí sus redondas y firmes nalgas, las abrí y olí que olor más s abroso, descubrí de quien había heredado el gusto por los olores, cuando iba a meter impulsivamente mi lengua en su ano, se giró meneando su verga a pocos centímetros d e mi boca, sostuve su mano y.... Arrodillada como estaba lo tomé entre mis manos y dirigí mi boca hacia su pene, no s abía como hacerlo, nunca lo había hecho, a nadie con nadie, me iba a estrenar con mi hijo, lo lamí, sentí sus líquidos pre eyaculatorios, los saboree como si de manjar se tratara, su verga tenía un color distinto al que me acordaba, esta de un rojo int enso, su cabeza era casi morada y los testículos contraídos y duros como dos nueces, me lo metí en la boca y lo succioné, no sabía reconocer los síntomas previos al orgasmo , y cuando succione y chupé, el espeso semen inundó mi boca, en milésimas de segundo d ecidí no sacármelo de la boca pero algo pasó a mis pulmones que me hicieron soltarlo y toser, me había atragantado, los siguientes chorros cayeron en mi espalda pues me agaché para toser, alcé luego la vista y me encontré con su dulce mirada, más dulce que otras veces y el remordimiento había desaparecido, era una hembra y él un macho, no éramos madre e hijo, ven amor, dime como ha estado??, te ha gustado??? UMMMMM mamá ha estado rico, no pensé que fuera tan divino, Mi amor nunca has tenido relaciones con nadie??:, recién íbamos a hablar que tontos no????: no mamá nunca sólo me he masturbado.. Claro, y con mis calzones, es que son tuyos mamita, ven, que te gusta?? dímelo... tu olor me encanta el olor, y cuando vienes del trabajo vienen tan húmedos tan olo rosos, Mis secreciones le encantaban, quieres.... olerme a mí directamente,???? ssssssii, pues ven y huélemela, caí sentada en el sillón sacando mi culo por el filo del asient o y abriéndome las piernas de par en par, me tocaba los labios vaginales abriéndomel os mucho, mi piel es blanca así que el contraste de las medias negras, el color ma

mey de mi raja que acababa de descubrir me volvía loca a mi misma no se diga a Mar co , se arrodilló y trataba de ver cómo eran los pliegues de la vagina, gimiendo com o una puta le dije, !cómeme lámeme no me hagas sufrir HAAAAA..... que ricooooo, sentía su lengua que torpe exploraba lamía chupaba toda la extensión de la raja, en un impulso le tomé de la cabeza hundiéndole en mi vagina mie ntras el orgasmo me sacudía violentamente, lágrimas se escaparon de mis ojos, nunca había pasado eso ni cuando me masturbaba, tuve que apartarlo violentamente no sopo rtaba más el rico roce de su lengua,,, que pasa mamita te hice daño, por qué lloras me decía muy asustado,,,,,, No No es nada sólo que me has brindado tanto placer y lo a bracé dándole un beso apasionado y sintiendo mi olor y mi sabor en sus labios.. nos levantamos y lo llevé al mi cuarto que desde ese instante sería también el suyo, me tu mbé en la cama y volví al limbo del placer su boca recorría mis ojos mi boca,, siguió a mi cuello se detuvo mucho rato mamándome las tetas, que son supersensibles lo que provocó en mi un orgasmo, siguió su camino buscando de meterse en mi ombligo, tiraba con sus labios los pelos de mi pubis lamía mis muslos, los broches del portaligas saltaron al arrancarme las medias siguió y siguió hasta que llegó a mis pies, traté de incorporarme para observar mientras temblaba su boca besaba mis pies, lamía mis de dos, lo que producía en mí un cosquilleo fuera de este mundo, me gustaba él había descub ierto otro punto sensitivo de mi cuerpo y como si supiera lo que yo sentía me daba placer lamiendo y chupando cada dedito mientras me revolcaba presa de un placer especial, me dio la vuelta y quedé sobre mi estómago chupó el talón de Aquiles siguió por mis pantorrillas muslos y se saltó mi culo subió por mi espalda hasta mi nuca y fue regresando lentamente hasta mi trasero que yo levantaba buscando el contacto de su lengua, lo besó lo lamió, dio mordisquitos, otro punto sensitivo, creo que todo mi cuerpo lo es al igual que el de cualquier mujer cuando un hombre no es egoísta y sabe hacer gozar a su hembra, abrió los cachetes de trasero y paró su lengüeteo para mirar con detenimiento mi arrugado anito, supongo que lo contraje involuntariam ente por le oí decir !!mamita hazlo otra vez ! lo hice y lo hice hasta que sentí su lengua lamerme el ano, nadie lo había hecho, nadie lo había visto y peor saboreado c omo mi hijo mi amor lo hacía, me volteó nuevamente y atacó mi vagina, dos lamidas y mi cuerpo se arqueó presa del orgasmo sublime que sentía... obnubilada sentí su pene en mi entrada me iba a culear, moví mis caderas buscándolo y sentí como resbalaba por las paredes sensibles del canal vaginal su pene, esa verga que me tenía hipnotizada, dolió algo pero me adapté al grosor, se movía con penetraciones rápidas hasta que sentí su respiración agitada, me inundó de su caliente leche,,, soy sensible y pude sentir c omo la leche se derramaba no lo podía creer, sentía el semen inundando mi vagina bañándo me el cuello del útero crucé mis piernas atrayéndolo a mí y exploté en otro orgasmo tan o más fuerte que el anterior. salió de mi acostándose, me levanté para ir al baño tenía ganas de hacer pipi, cuando me iba sentando entró Marco ... Mamá quiero ver como lo haces? ?? Pero si ya me viste... si pero otra vez quiero si??? está bien amor, entremos a la ducha, no mamá aquí mismo sentada empecé a orinar cuando siento su mano metiéndose entr e la tapa del inodoro y mi vagina que soltaba chorros de caliente orina.. su man o era bañada por el dorado líquido y me sentía muy extraña, le gustaba mi meada y la dis frutaba pues su pene estaba erecto y apuntando a mí.. !lávate las manos amor estás que chorreas mientras me sacaba mi rajita, el lavaba sus manos, ... Me toca a mí me d ijo la mente trabajó a mil por hora y lo tomé en mis mano para hacerlo orinar como c uando era pequeñito no lograba doblarlo para apuntar al inodoro así que le di la vue lta y apunte su verga hacia la ducha, sentí por el canal correr las orinas de una manera especial que me excitó mientras salía ese precioso líquido puse mi mano izquier da delante para sentir el golpeteo caliente que me excitó aun más, caminamos a la ca ma, lo tumbé y sin pensarlo dos veces me monté y de un sentón me lo clavé hasta que su c abeza chocó con el cuelo de mi útero, sentí un placer enorme de poder dominar, la entr ada no me dolió en lo más mínimo pues estaba muy lubricada su semen y mis juguitos, su bía y bajaba como un yoyo mientras sus manos se regodeaban en mis tetas levantaba su cabeza para mamármelas sentí otra vez el orgasmo y me abracé a él que se quedó quieto c rucé mis piernas por encima de su cuerpo y me di la vuelta como un trompo girando sobre su eje, la verga en este caso, mis nalgas fueron manoseadas si ano también, me miré en el gran espejo de mi cómoda mis tetas botaban y se bamboleaban de lado a lado mis manos en sus piernas para mantener la postura, me vi la cara de puta qu

e ponía y exploté en otro orgasmo cuando se convertía en insoportable al roce sentí que Marco se convulsionaba salté con agilidad propia de mejor causa, y me metí su verga en la boca recibiendo el espeso semen tragándomelo como si de un plato exquisito s e tratara sentí que me empujaba haciéndome soltar su verga..! para por favor ya no a guanto más decía son voz ronca, me acosté a su lado nos tapamos con una colcha y queda mos dormidos.. Serían las dos la mañana cuando sentí su pene tratando de entrar en mi vagina estaba d e espaldas a él hice punta el culo y su verga resbaló empezó un vaivén delicioso y explo tamos juntos, volvimos a dormirnos sin que Marco sacara su verga de mí. Las 10 de la mañana, Marco mi amor levántate, debes ir a la universidad..... Que...qué??? mamá es domingo, tomamos conciencia estábamos desnudos, lo besé y nos arras tramos hasta el baño en la tina recordé su afición por ver a su mamá orinando y lo acosté abrí mis piernas me acunquillé y solté un potente chorro de orina sobre su verga mient ras él miraba, terminé y .. te toca a ti mi amor,,,, claro, me acosté y cuando empezó a orinar pasó algo gracioso y original, el semen se había secado en su meato formando un tapón central así que parte de sus orinas iban hacia abajo a mi pubis y estómago y la otra parte saltó sobre mi cara, cerré mis ojos y mientras reíamos el terminaba de o rinarme... luego me enteré que a eso le llamaban LLUVIA DORADA y realmente es boni to.... Nos bañamos, mi pubis tenía su semen reseco al igual que mi entre pierna nos dimos placer con el jabón sobre nuestros cuerpos mientras nos besábamos como dos ado lescentes había recuperado mi vida, mi sexualidad, estaba feliz. Después de vestirno s muy elegantes salimos al centro y buscamos un restaurante chino para comer, re gresando me convertí en su postre me mamó la vagina como por media hora regalándome tr es orgasmos maravillosos al besarme sentí u olor peculiar en su boca era el semen que había adquirido un olor especial por haber dormido con tanta leche en mi vagin a, cualquier mujer sabe a que me refiero, a Marco también le había gustado como me c onfesó luego, volvió a culearme pero esta vez yo en el filo de la cama a cuatro pata s y él parado aferrado de mis caderas me bombeaba duro hasta que me llenó de semen, era como si no se drenara, como dije tiene unos huevos enormes debe ser eso la c ausa para que tenga tanta lechita. Cuando regresé el lunes a casa se abalanzó sobre mi y empezó a quererme desvestir mien tras sus manos manoseaban mi cuerpo, al llegar a mi entre pierna... saltó como un resorte... que pasó mamita??? Primero deja de llamarme mamita, de ahora en adelant e cuando estemos solos me dirás amor, mi vida, mavi, victoria, o como tú quieras men os mamá.. de acuerdo////??? Si.. pero que pasó... Nada lo normal, tanta culeada que me diste, me destapaste, estoy menstruando le dije.. Pero Yo pensé que tú nada ya de nada.. Qué te piensas que estoy vieja menopáusica??? ni amorcito todavía puedo concebir y ten er otro hijo.. y ojalá no salga tan pesado como tú y me reí... Me bajó la falda las medias encontrando las manchas de sangre en ellas y quedó miran do la compresa que tenía entre las piernas, puedo ver mavi...??? no mi amor ... me daba vergüenza, creo que a cualquier mujer debe pasarle lo mismo, pero para nosot ros era diferente, Marco era fetichista también le gustaba aquello, por favor me s uplicó ....Está bien pero no vayas a hacer una escena si no te gusta Ok?? Ok Bajó mis bragas y las miró toda ensangrentada la toalla sanitaria luego dirigió sus ma nos a la vagina y la abrió, que bien hueles me dijo y lanzó su lengua, traté de detene rlo pero ya la incrustó entre mis labios rozándome el clítoris no amor no es nada norm al se levantó me tomó de la mano llevando a la sala me quitó el calzón y sólo sacando su v erga por entre el cierre me la metió nos pasaron dos minutos de embates cuando exp lotamos juntos, cuando me lo sacó de la vagina su pene estaba todo embarrado de sa ngre menstrual y de su semen y su pantalón muy manchado nos reímos pero realmente es a asquerosidad nos había puesto muy a tono principalmente a mí, sin quitarle el pant alón me subí sobre él y me clavé su verga hasta el fondo, me estaba gustando montar yo s aber que lo iba a culear mientras menstruaba normalmente las mujeres no hacen el amor cuando están con el período, pero nosotros no perdemos oportunidad y actualmen te nos gusta hacerlo esos días hay menos peligro y me encanta el color a tierra to stada que toma la sangre sobre su cuerpo y también sobre el mío cuando me doy una re

stregadita de vagina por su cuerpo y en especial en sus nalgas sobre las que sim ulo el coito mientras Marco se pajea. Bueno en donde estaba HA... ya.. traté de ponerme en cuclillas para que la penetra ción sea más profunda y al no aguantar las piernas me fui hacia adelante cayendo arr odillada sobre sus bíceps, Marco aprovecho para sujetarme de los pies que postura para hermosa, yo casi hecha un ovillo con mis rodillas en sus brazos mis pies su jetos por sus manos a la altura de mis talones, todo mi trasero expuesto en el e spejo para que lo mirara su verga profundamente clavada hasta el cuello del útero, mis tetas colgando y golosamente chupadas y mis manos jugando y acariciando su pecho testículos, exploté de tal forma que era más que insoportable seguir recibiendo embates de su verga era una sensación de como cuando le ponen electricidad en el c uerpo y la van subiendo más y más, como no me soltaba los pies tuve que levantarme h asta quedar parada sobre él las piernas no me respondían y cuando mi respiración se no rmalizó abrí mis ojos y me encontré con su tierna mirada, más tierna si cabe la palabra, sentí algo caliente correr por la parte interna de mis muslos, al inicio pensé que era su lechita pero después pude comprobar que era mi sangre que chorreaba pierna abajo, y algo formaba un charquito sobre su camisa, me asusté pensé que me había hecho daño por dentro, como desgarrarme algo interno, no sabía y asustada corrí al baño traté d e secarme con una toalla la que se dañó quedando manchada buscaba de lavarme como fu era y me tranquilicé al ver que la sangre ya no manaba, salí y lo encontré preocupado por recoger la colcha que habíamos manchado y buscaba de quitarse la ropa que esta ba hecha un desastre, lo llamé y lo metí a la ducha, me desnudé en un rato y nos metim os a bañarnos, sabía que Marco estaba muy arrecho su pene parecía un mástil de lo duro y parado que estaba, su cabeza morada y las venas parecían que iban a estallar de u n momento a otro, luego de lavarlo me arrodillé y empecé a meterme su verga lo más pro fundo que podía en la boca creo que me llegaba hasta la garganta por las dos arcad as que tuve, saqué su verga para recuperarme y sentí un chorretazo de leche directam ente en los ojos, traté de cerrarlos pero era tarde algo me entró y sabes arde mucho , el segundo me cruzó la cara terminando en mi oreja izquierda los siguientes meno s fuertes en mi nariz frente labios y nada quedó sin leche pues con su mano de guía me daba masajitos para que nada de mi cara quedara sin su ración de leche, abrí mi b oca y volví a mamarlo, pero no lo soportaba había heredado también de mi esa sensibili dad, así que lo solté y busqué de lamerle las nalgas, se agachó ofreciéndome su trasero y mis lamidas y mordiscos lo hacían gemir como loco, seguí y me atreví a abrir sus nalga s para encontrarme con un anito oscuro de color con algunos pelitos que lo rodea ban sin pensarlo pasé un dedito y se crispó atrapándolo con sus nalgas, lo soltó y al vo lver a abrirlas vi como su anito me hacía pucheritos invitándome a saborearlo, como recordarán no había visto el ano de nadie y peor chupado, metí mi lengua como una dese sperada lamiendo cada rinconcito sintiendo como sus pucheritos aplastaban mi len gua Marco tenía las dos manos apoyadas en la pared y me decía que lo masturbe solté mi presa y me dirigí a su verga... No Mavi, no,,,, sigue con tu lengua y con tu mano , volví a atacar su retaguardia, con la izquierda separaba las nalgas pero no podía con una sola mano le pedí que se las abriera puso su cabeza contra la pared se abr ió las nalgas y pude meterle mi lengua mientras le pajeaba con la derecha, bramido s salían de su boca y su semen salió disparado a chocar contra la pared... Le había gu stado.. hubiera querido que él hiciera lo mismo conmigo, pero no me atrevía a pedírsel o... dormimos juntos Y los días subsiguientes pasaba esto y lo otro, yo llegaba del trabajo me quitaba la falda y la blusa, y así en sostén medias nylon, calzón y tacones me paseaba delante de él le gusta verme así y yo me siento hembra deseada y admirada así como también amad a muy amada, me culea donde él quiere o a mi se me antoja, en la cocina, el comedo r, el patio trasero de la casa, de noche sin luz y con las cortinas abiertas bue no eso es lo más estúpido y loco que hicimos, si nos veía algún vecino ?????, tomo la píld ora no quiero quedarme encinta de mi propio hijo,,, pero lo que más me gustó es mi c umpleaños/.... Para mi suerte cayó día viernes, pedí permiso e la oficina la tarde y llegué a casa cuan do entré me di cuenta que había sobre la mesa un regalo, quise ver pero lo deje me p areció impropio, me di un baño de tina con todo tipo de sales unté mi cuerpo con crema me perfumé muy bien y me vestí con portaligas medias negras una tanga blanca para c ontrastar sostén negro un top muy pequeñito que dejaba mi ombligo al aire una faldit

a muy corta y de vuelo que con el movimiento dejaba ver la parte superior de las medias negras y la blancura de mi piel una locura para alguien que le guste esa s cosas.... MI amor llegó y se sorprendió encontrarme así traía un pastel y una botella de ron, me c antó la Mañanitas comimos pastel y brindamos con el ron, me dio el regalo y me dijo que lo abriera cuando él me lo indicara, qué curiosidad.... nos empezamos a besar me quitó la ropa dejándome en portaligas y sostén que solo sostenían mis tetas que las había sacado por encima de las copas, yo sobre la mesa del comedor a cuatro patas y e l sentado en la silla yo de su postre, me segueteaba la raja haciéndome vibrar mie ntras su dedo acariciaba mi ano exploté y paró de comerme la vagina para pasar a lam erme el ano, cómo lamía me metía la lengua hasta cuando sentía sus dientes me masajeaba el clítoris haciéndome pedir más y más cuando iba a explotar por segunda vez se alejó me t omo en sus brazos y me llevó al dormitorio volvió al ataque de mi culo y sentí su dedo que me penetraba yo era virgen por el culo pero me gustaba lo disfrutaba, de pr onto sentí su verga dura que resbalaba por la paredes de mi vagina y yo movía el cul o metiéndola hasta el fondo, su dedo no se había movido de mi ano y me proporcionaba un placer adicional, exploté otra vez pero esta vez me la sacó, cuando en eso sient o algo frío que se regaba en mi ano y su dedo resbaló con más libertad ya no era uno e ran dos los que entraban y salían del ano con facilidad asombrosa, siento su mano en mis caderas y con la otra apunta a mi ano.. trato de mirar pero no me dejaba, sentí un tremendo dolor cuando su glande penetró mi esfínter, grité NO QUE ME VAS HA HA CERRRRRRRRRR... cuando sus huevos chocan con mis nalgas me la había clavado toda l a verga por el canal trasero, el dolor era insoportable, pero la dejó quieta y ya no sentía la presión sino algo muy rico.. sigue mi amor sigue fueron mis palabras y empezó el vaivén delicioso en mi ano, luego de unos minutos me entregó el regalo lo ab rí y mis ojos se abrieron como platos.... era una verga de caucho muy real de unos 25 cm pero no muy gruesa con correas, tómala es tu regalo me dijo, la tomé y mi cue rpo adquirió una excitación tremenda .. METELA EN TU VAGINA MAVI... como autómata la l levé a mi chorreante raja y me la empecé a meter, tenía dos vergas en mi cuerpo y mi o rgasmo se multiplicó por mil... caí desmayada.... Qué culeada que me había echado mi amor, no pensé que me desmayaría la leche me chorreab a por las nalgas saliendo de mi ano era indescriptible sentí ganas de vaciar el es tómago, fui al baño me sentí y evacué mis intestinos con sonoros pedos cuando terminé me l avé el ano con agua y jabón y regresé por más. Mi rey, quiero sentirte otra vez en mi tr asero ha estado riquísimo, vuelve a meter tu verga en mi ano, subió mis piernas a su s hombros puso más KY en mi ano y deslizó su verga por mi canal trasero la presión de la primera vez había cedido como por encanto, no había heces que estorbaran la penet ración y volvió al ataque su rica verga entraba y salía tocando puntos que nada o nadi e había tocado mis dedos acariciaban mi clítoris y volví a venirme gritando y moviendo mi culo para clavarme más y más Marco volvió a llenarme los intestinos de su rica lec he.... De ahí en adelante me volví adicta al semen, que a veces cuando queríamos mas morbo, m ejor dicho yo quería, Marco utilizaba condón, yo lo guardaba y me lo llevaba a la of icina para estarlo probando y oliendo, se imaginan ?? que guarrada, adicta también al sexo anal por lo menos tres veces en la semana me gusta que me de por el cul o y me llene el recto con su caliente y sabrosa lechita, claro previo a un enema que él mismo me lo da con mucho amor y cuidado, pues así estoy segura de la higiene pues cuando acaba me encanta lamerlo y sentir el lubricante mezclado con su sem en, es un sabor encantador, voy a mi trabajo puesta sus calzoncillos y él va a la universidad puesto mis calzones que luego intercambiamos, es la gloria pues me i magino que sus huevos están en contacto con mis labios vaginales me mantiene excit ada todo el día y con unas ganas tremendas de llegar y culear sin parar toda la no che Espero que el relato de mi vida les haya gustado y pueden escribirme haciéndome ll egar sus comentarios y sugerencias un beso a todos aquellos que les apasiona el tema tabú del sexo incestuoso. Un beso MAvi PD. Nos encanta leer relatos eróticos y más aún si contienen comentarios y explicacion es fuertes, sucias, con malas palabras pueden escribir todo lo que quieran y sug erir cualquier cosa, no nos pidan fotos pues vivimos en un pueblito muy puritano

y no tenemos cómo tomárnoslas, pero estamos pensando comprar una cámara digital y ahí s i les mandaremos fotos nuestras,, pero podemos recibir las suyas si las quieren hacer llegar, contestaremos a todos los que nos escriban. gracias [email protected] Autor: mariahi Al cuidado de la niñera Al cuidado de la niñera Cuando tenia 13 años, mis viejos tuvieron que salir un fin de semana a la casa de la abuela por que había tenido un accidente en la casa, se resbalo en la tina, así q ue se tuvieron que ir rápido, a pesar que me iba a quedar en la casa con mi herman a que en ese tiempo tenia 17 años mis padres insistieron de que querían que viniera una persona a cuidarnos, por lo cual mi hermana dio el grito en el cielo diciend o que ella no era ninguna niñita para que la estén cuidando que ella no quería, que er a lo bastante grande para que venga una vieja de mierda a cuidarla y que no se q ue tantas sandeces mas. Mis padres le aseguraron que no era una vieja que era una chica que la había recom endado la tía Berenice, que cuidaba a los primos, que era una chica de unos 20 años que estaba en la universidad pero que se ayudaba con eso mientras terminaba su c arrera, cosa que tampoco hizo que a mi hermana se le bajara la rabieta, luego le dijeron que ellos sabían que el sábado saldría con sus amigos y que pensaban que a lo mejor saldría el viernes y querían que alguien se quedara cuidando de su hijito peq ueño, al parecer eso empezó a tranquilizarla y mas cuando le dijeron que hablarían con la niñera para informarle que el sábado saldría con sus amigas y que por tanto sus pl anes no se cortarían, pero que no regresara tarde por que si le iban a decir a la niñera que les digiera si volvía tarde, y que si eso pasaba ellos la castigarían cuand o regresaran, bueno eso la tranquilizo, un poco. Bueno así que llego la niñera, de llegada me dejo estúpido, era una mujer de cabello n egro lacio, media como 1.60 tenia unos pechos pequeños pero unas caderas de impact o, llevaba unos jeans algo apretado pero no mucho pero el polo si era apretado y se le marcaban muy bien los pechos, llevaba una casaca que le quedaba muy bien, la verdad que viendo su figura cualquiera quedaba atónito, tenia un color de piel muy particular ese color que se obtiene de ir seguido a la playa, nos presentar on se llamaba Maria, me saludo con un beso en la mejilla y su olor me cautivo, n o estoy seguro que era pero había algo en su olor que me ponía loquito, mi hermana n o hizo lo mas mínimo en disimular su malestar, así que se saludaron, pero Maria no p arecía darle importancia, seguro que no era la primera vez que tenia que cuidar a alguien que no le agrade ser cuidado, bueno nuestros padres se fueron y la lleve al que seria su cuarto por un par de días. (M) A tu hermana no le gusta la idea de que venga a cuidarlos no? (Yo) Bueno lo que pasa es que dice que es lo bastante grande para cuidarse sola, así que no le gusta mucho la idea, pero Alicia no es mala, solo es cuestión que se haga a la idea y ya. (M) Bueno, es verdad, ya esta grandecita, y yo creo que ya se a desarrollado com o mujer no crees? esto me lo dijo mientras me daba un guiño. (M) Bueno me voy a cambiar, por que la verdad esta ropa no es mucho de mi agrado , pero la llevo por que da una mejor impresión a los padres cuando me ven por prim era ves. Así que anda bajando que yo ahora voy para conversar con ustedes para que ver como vamos a llevar las cosas Ok? Esto me lo dijo mientras me acariciaba la cara. Así que baje y le dije a Alicia que Marta se iba a cambiar y de ahí bajaba, mi herma na al parecer ya estaba mas resignada y mas tranquila, así que lo tomo de buena ga na. Cuando bajo Marta, quede mas impresionado todavía, estaba con una mini falda que s e le pegaba al cuerpo, lo cual hacia que se le marcaran muy bien las caderas y l levaba un top que le quedaba a una mano arriba del ombligo (mano cerrada por si acaso), que hacia que se le marcaran muy bien ese par de tetas que tenia, si bie n no son muy grandes pero si redonditas y paradas. (M) Bueno chicos espero que no tengamos problemas, si? esto lo dijo mientras veía a Alicia se que no te gusta la idea que venga yo a cuidarlos pero que tal si hac emos un trato, vas a salir hoy?

(A) Bueno la verdad que no pensaba salir hoy pero... (M) Mira que tal si hoy no sales y mas bien nos conocemos bien la pasamos los 3 aquí tranquilos conversando y mañana sales y yo no le digo a tus padres a que hora h as llegado ok? A Alicia se le ilumino la cara . (A) En serio, me dejaras salir hasta la hora que yo quiera? (M) Si pero con la condición que te cuides por que si pasa algo malo tendré que deci rle a tus padres que no me obedeciste ok? le guiño el ojo (A) Ok, te prometo que no haré nada, malo. (M) Será nada muy malo, jajaja. (M) Bien y tu que dices, prometes no decirle nada a tus padres. (A) Mas te vale no decir nada enano. (M) Tampoco es para que lo trates así, ya encontraremos algo que quiera hacer con lo cual podamos hacer un trato. (Yo) Esta bien ya estaba un poco mas tranquilo, la verdad es que yo estaba tranq uilo si mi hermana no se ponía muy fastidiosa y no perturbaba a tremenda hembra. Así que mi hermana se fue a pasear con sus amigas y dijo que vendría temprano, Maria y yo pasamos la tarde conversando y jugando cartas y juegos de mesa, aunque cas i siempre me ganaba por que yo estaba mas preocupado en verle su ropa interior q ue otra cosa. Ese triangulito que por momentos era oscuro y no se veía nada, con d e terminados movimientos que hacia podía ver su blancura que hacia que me pusiera al palo, eso era lo mas cercano que estaba de una relación sexual en ese tiempo. Como a eso de las 8 de la noche llego mi hermana, Maria le empezó a preguntar que a donde había ido y que había echo, mi hermana como que le contaba pero se cohibía de que yo estuviera allí. (M) Vamos cuenta bien, no me digas que te cortas por que esta tu hermano?. (A) Bueno... eh... si un poco... (M) Vamos no seas tonta es tu hermano, acaso nunca le has contado tus cosas? (A) Bueno nunca le eh contado mis cosas. (M) Prometes que no se lo vas a contar a nadie? (Yo) Si lo prometo. (M) Bien pero primero vamos a ponernos cómodos, y vamos a hacer un juego, vamos a cambiarnos y ponernos la ropa de dormir y el ultimo en llegar tendrá un castigo, q ue dicen? (Yo)Yaaaaa..... dije yo por que me encantaban los juegos de castigos, siempre qu e jugábamos como mis amigos buscábamos los castigos mas absurdo, como hacer planchas con los puños y esas cosas, así que me agrado la idea. (A) Esta bien. Así que salimos corriendo a nuestros cuartos, me cambie lo mas rápido que pude me qu ite los zapatos y el pantalón y el polo y busque mi pijama para cambiarme, me la p use y baje lo mas rápido que pude, pero al parecer no fui lo bastante rápido, mi her mana y Maria habían salido un poco antes y me ganaron la carrera, recién cuando nos sentamos todos agitados me fije en la ropa que se habían puesto, mi hermana solo l levaba un polo largo para dormir dejándome ver ese espectacular par de piernas y n ada mas de imaginar que podría verle sus calzones se me empezó a parar, Marta llevab a un pantaloncito corto y un polo corto, y la visón de su cuerpo era tan genial co mo el de mi hermana. Nos sentamos en la alfombra y les dije cual era mi castigo, Maria me dijo, que e l castigo me lo daría después, así que me dispuse a esperar mi castigo, suponiendo que estaría pensando el mejor castigo para mi. Alicia empezó a contarle lo que había echo, salir al cine con sus amigas y amigos, q ue ella se sentó con un amigo y que a mitad de película se empezaron a besar, Maria le iba preguntando y ella respondía, pero tenia que insistirle e ir sacándoselo con cucharita, le contó que aparte de besarse se empezaron a acariciar la cara y que e l chico le empezó a acariciar la pierna y que ella también se empezó a calentar y le a caricio la pierna, bueno que termino la película y que se vino a casa. (M) Pero no es el primer chico con el que te besas así no? (A) bueno no... (M) Ya has tenido relaciones sexuales? (A) Si... Mi hermana se puso roja cuando dijo esto (M) Y hace cuanto?

(A) Hace un año... (M) Con este chico? (A) No con el hermano de una amiga... (M) A ver cuenta? (A) Bueno, fue en un viaje de la escuela, nos fuimos de campamento y hubo una fi esta, así que estuvimos bailando y tomando, yo con el trago me empecé a soltar, y co mo el chico me gustaba desde hacia tiempo bueno un cosa llevo a la otra, y cuand o nadie se dio cuenta, nos fuimos apartando y llegamos aun sitio donde paso. (M) Pero cuéntame que fue lo que te hizo? (A) Empezamos a besarnos y nos fuimos agachando, empezó a acariciarme los pechos s obre la ropa, luego fue bajando hasta la entre pierna, acariciarme yo estaba con un vestido de eso de verano de esas falditas cortas y me la fue levantando y ac ariciarme encima mi calzoncito, se sentía delicioso su mano metida en mis entre pi erna metía su dedo en mi conchita hundiendo la tela de mi calzón, luego cogió mi mano y la dirigió a su verga, se la empecé a acariciar sobre el pantalón se sentía tan dura, le desabroche el pantalón y se lo empecé a bajar y le baje el calzoncillo y pude sen tir ese pedazo de carne en mis manos estaba tan duro se sentía tan bien en mis man os recorría toda su verga con mis dedos, el ya acariciaba mi concha directamente y empezó a quitarme los calzones, cuando me los quito se los llevo a la nariz y emp ezó a olerlos me quito el vestido y el brasier se levanto y se desnudo por complet o me dijo que me pusiera de rodillas llevo su verga mi boca y empecé a chuparcela, el me indicaba como debía hacérselo, la iba recorriendo con la lengua por todo el f alo, a mi me vino un orgasmo de solo chuparcela el no estaba lejos de llegar la tenia dura y palpitante en mi boca, en eso siento queme presiona fuerte la cabez a para mantenerme ahí y empezó a descargar toda su lefa en mi boca pero como me pres ionaba tuve que tragarme toda su leche, aunque una parte seme salía por la comisur a de los labios me soltó y saque su pinga de mi boca la leche que me quedo recorri endo por la mejilla la cogí con los dedos y los chupe. Todo esto Maria se lo iba sacando todo poco a poco, pero luego mi hermana empezó a soltarse y Maria ya no le tenia que decir: "como te beso?, te gustaba? y cosas así. Parecía que mi hermana se había olvidado de que estaba presente escuchando su rel ato o simplemente le éxito el echo que yo escuche su aventura sexual. Yo en esos m omentos estaba con la verga mas grande que el mástil de un barco, yo estaba emboba do con lo que escuchaba que contaba mi hermana mas la visión de ese par de cuerpos . Pero paso algo que me dejo frío. (M) Bueno antes que continúes vamos a darte tu castigo, esto lo dijo mientras volt eaba a verme, con lo cual corto la historia de Alicia. (Yo) Claro, dime cual. La verdad en ese momento estaba que la gran puteaba por c ortar así a mi hermana y todo por un estúpido castigo. (M) Tienes que escuchar el resto de las conversaciones que tengamos completament e desnudo. (Yo) queeeeeeeeee..........?????????? (A) .... no me parece una buena idea... (M) Mira ya que el esta escuchando tus intimidades, es justo que tu veas sus int imidades, aparte yo también contare algunas cosas intimas es justo que yo también ve as sus intimidades no te parece?. Esto lo dijo dando un guiño a Alicia y volteándose hacia mi. (M) Vamos que esperas sácate la pijama que no queremos que tu hermana deje de cont arnos que paso ese día, o si? Como no quería dejar de escuchar la historia de mi hermana, el echo que mi hermana no hubiera puesto mas queja y de la sola idea que me vieran mi hermana y Maria desnudo y por ultimo estaba tan caliente que en verdad no lo pensé mucho y me quit e la ropa quedando completamente desnudo frente mi hermana y a mi niñera con mi ve rga así que me senté y me quede esperando a que mi hermana reiniciara su historia. (M) Bueno Alicia continua ¿qué pasó después? -mi hermana se había quedado muda mirándome y e stas palabras la volvieron a su realidad. En que me quede,... a si, fue la primera ves que probaba el semen de alguien per o me encanto, cuando había terminado se acerco a mí y comenzó a besarme y recostarme s obre el piso ya acostada el seguía besándome tenia una mano metida en mi concha y la otra en una de mis tetas, de ahí bajo y empezó a comerme uno de los pechos y fue in

tercambiando de uno a otro y tenia 3 dedos metidos en mi, yo le cogí su tranca y c omencé a pajearla para ponérsela bien durita, cuando ya estuvo bien dura yo esperara ba que me la metiera pero me siguió besando los pechos y fue bajando por mi abdome n hasta que llego a mi conchita y comenzó a comérmela era increíble iba metiendo sus d edos mientras me la comía, cerré los ojos me vine en su cara, el seguía disfrutando pa sando su lengua y sus dedos se separo de mi concha y dirigió su pinga a ella, come nzó a introducirlo le dije que me lo metiera despacio pero me cogió de la cintura y lo metió de golpe sacándome un grito de dolor y comenzó a meterlo y a sacarlo y comencé a disfrutar era increíble la sensación de tener una verga en mi vulva sentir como se iba abriéndose camino por ella, ni mis mejores pajas se parecían a esto, se detuvo se arrodillo pero yo seguía ensartada me levanto por las nalgas haciéndome quedar co n la espalda pegada al piso y aumento la velocidad de sus envestidas yo ya no po día mas con esos movimientos ya había tenido 3 orgasmos cuando tuve el cuarto el sac o su verga y la apoyo en mi pubis y solto toda su leche abdomen, nos quedamos a costados uno junto al otro luego que descansamos nos levantamos, nos cambiamos y nos fuimos donde los demás. De mas esta decir que en esos momentos yo estaba mas duro, ahí abajo mi erección se veía a 3 kilómetros de distancia y tanto Maria como Alicia me miraban la verga. Bueno ahora me toca a mi, mi primera ves fue a los 14, hubo una reunión en la casa de campo de un tío, habían llegado uno tíos de estados unidos y mi primo que en esa épo ca tenia15 años, bueno la casa de campo de mi tío constaba de una la casa principal y una casita atrás para vistas, la cosa es que en la casa principal se quedaron lo s mayores y en la casita nos quedamos los chicos, bueno la cosa es que los mayor es estaban haciendo su fiesta ahí, en la casita estábamos mi primo que había venido de estados unidos, mi prima Valeria que tenia 16, y otros 3 primitos que tenían entr e 4, 5 y 7 años, así que como a eso de las 10 ya estaban con sueño, los acostamos en u na de las habitaciones y nosotros nos quedamos conversando, mi primo había consegu ido sacar un trago era un ron así que empezamos a tomar el ron con coca cola, buen o para no hacerla larga, mi primo era simpático recién lo conocía y la verdad que me g ustaba mucho y a mi prima también, ella era mas abesada, se acerco a y lo beso, pe ro no un beso simple, sino un beso, beso como si fueran enamorados con lengua y todo, yo me quede de piedra ante eso no me podía ni mover me quede viéndolos como se besaban, en eso mi primo se dio cuenta que estaba mirándolos se separo de ella se acerco a mi y me beso, dios que sensación, nunca pensé que un beso fuera tan placen tero, aparte de sus lengua el empezó a pasarme la mano por la cara y bajarla y sob arme las nalgas, apretándolas y soltándolas, estaba tan metida en el placer que me d aba mi primo que no me di cuenta que otro par de manos me sobaban las nalgas cua ndo me di cuenta era mi prima que me sobaba y me olía el culo, me levanto la faldi ta y me bajo los calzones y empezó a sobarme y besarme las nalgas directamente en eso dirigió su mano a mi concha, metió sus dedos en eso sentí que mi primo también me me tia los dedos, paro de besarme y me desnudaron entre los dos, me echaron en la a lfombra, Valeria comenzó a comerme las tetas mientras mi primo se desnudo por comp leto y dirigió su verga a mi boca, así que me dedique a chaparle la verga, mi prima dejo de chuparme las tetas y se desnudo por completo, así que se vino a chuparme l as tetas de nuevo y empezó a bajar mientras me besaba por mi pancita y llego a mi conchita y comenzó a comerme la concha, era increíble lo que sentía, me empezó a meterme los dedos en la concha y a abrirme los labios con su dedos y buscarme el clítoris eso me éxito mas y comencé a chuparme la verga a mi primo con mas ahínco, ahí se me ocu rre abrir los ojos para ver como estaba mi primo y lo veía con los sus ojitos cerr ados y disfrutando como se la chupaba así que pensé que no lo hacia tan mal, en eso mi prima dejo de comerme la concha y vino a ayudarme a chuparsela, se echo sobre mi y sentía sus pechos tocando los mios, eso pareció afectarlo bastante y se vino e n nuestras caras, ella empezó a lamerme los restos de seme y me dio un beso metien do su legua busco la mía y comenzó a jugar con la mía, mi primo se puso detrás de mi y s entí su verga en mis nalgas mi prima dejo de besarme y se fue a besar al primo pas ando sobre mi así que tenia sus tetas a mi disposición y decidí probarlas sus tetas no eran muy grandes pero si muy sabrosas con sus auroleas oscuritas sus pezones du ros como piedras mi prima se echo en el piso y me dijo que me sentara en su cara y me comió el chochito metia su lengua mi primo cogió su verga y se la empezó a meter y la lengua que sentía dentro se puso como una licuadora moviéndose como si se fuer

a su vida en ello yo ya no podía mas y me corrí con todo y caí sobre el pecho de mi pr imo que en ese momento se saco la verga y se vació sobre el pecho de mi prima ella cuando sintió la leche en u vientre se vino y me metió un dedo en el culo con todo lo cual me hizo gritar de dolor pero después de un rato que sentí su dedo que seguía e n el culo y me acostumbre empecé a disfrutarlo, el cogió mi cabeza y la dirigió a su v erga y comencé a chuaprela para volverla a poner dura, por que quería que me la meti era a mi también.. Así que una ves que estuvo dura de nuevo, el me echo sobre mi prima y sentí sus teta s en mi espalda, el dirigió su verga mi conchita que estaba chorreando y la metió co n todo, metí un grito que pensé que iba a despertar a los niños, ella me tapo la boca y el empezó a bombear y yo comencé a disfrutar el polvo, ella me dejo mi boca y come nzó a sobarme las tetas, no pude aguantar mas y me vine abrace a mi primo con las piernas y no lo deje salirse y tuvo que vaciar toda su leche dentro de mi (feliz mente que no salí embarazada, una verdadera suerte), y nos quedamos así los 3 abrazánd onos, mi primo se levanto temprano y nos hizo cambiarnos antes que nos descubrie ran, y durante el tiempo que estuvo acá mi primo tiraba con una o con otra y cuand o se daba la oportunidad a las dos, pero eso si mi prima y yo seguimos con nuest ras relaciones incluso antes de venir nos vimos y nos metimos un 69 increíble. (M) Y tu Albertito, cuéntame has hecho algo con alguna chica? (A) Que va si es un niño aun. (Yo) La verdad que no, ni siquiera e besado a una chica. (M) Pobrecito, y con lo lindo que eres, pero eso se puede arreglar. Levántate. (A) Que vas a hacer? (M) Solo le voy a dar un beso como debe ser. Maria se levanto y yo hice lo mismo, ella se acerco y me dijo "que lindo niño eres " me acaricio la cara y la acerco lentamente y me dio un beso en la boca, yo est aba tan nervioso que me quede como piedra mientras me besaba. (M) Relájate y abre un poco la boca, y cuando meta mi lengua déjate llevar, si? Solo asentí con la cabeza y ella continuo con su beso metió su lengua en mi boca y c omenzó a jugar con mi lengua, así que hice lo mismo me abrazo y continuo besándome, "v amos abrásala tu también" escuche que decía Alicia, así que la abrace y continuamos besánd onos, estábamos tan pegados que podía sentir sus pechos pegados a mi pecho mi verga estaba tan dura y se sobaba con sus piernas pues yo era mas bajo que ella, empezó a frotar su mano en mi espalda y la comenzó a bajar hasta que llego a mi culo y me empujo suavemente para estar mas pegados y siguió sobandome el culo. Me soltó y me dijo: (M) No esta mal para tu primer beso, y que piel tan suave tienes. Pero hay que d arte algunas indicaciones. Tu que opinas Alicia? Mi hermana se había levantado y estaba muy cerca de nosotros viendo como nos besábam os. (A) La verdad que parece que no lo hace mal , pero a ti si que se ve que eres un a experta en besar. (M) ¿Por que no lo besas tu para que yo pueda darle algunas pautas y pueda mejorar en su forma de besar? (A) Queeeeeeeeeeeeee? Estas loca no voy a besar a mi hermano. (Aunque no lo dijo molesta , sino mas bien divertida) (M) Vamos y de paso te doy unas indicaciones a ti para que mejores en tus besos. (A) mmmmmmmmm.......... (A) Está bien, pero me prometes que me vas a enseñar a mi también? (M) Por supuesto que si. Vamos que quiero ver como besas. Alicia se acerco a mi y comenzó a besarme, dios era increíbles como besaba, no era t an buena como Maria, pero si que sabia besar, me abraso y me pego mas a ella, es cuchaba que Maria me decía "juega con su lengua", "Alicia inclina mas la cabeza, s i así, muy bien", "ahora sobale la espalda mientras lo besas, bien, bien", "hazlo tu también cariño", "Ahora acaríciense el culo", "bien, a que tiene la piel muy suave, ¿verdad Alicia?, mi hermana hizo un hjum, mientras seguía besándome y acariciándome el culo. Nos separamos. (A) No lo haces tan mal niñato. (Yo) Gracias.

(M) Tu tampoco, pero aun le falta un poco mas, quizá si viera a persona mas experi mentadas podría ver los movimientos y comprenderlo mejor. (A y Yo) A que te refieres (yo extrañado y Alicia entres sorprendida y divertida) (M) Pues a que nos besemos y que el nos vea, ¿vamos que dices? Aparte así entenderás m as como beso yo. (A) Es que yo nunca e besado a una mujer. (M) Es lo mismo, ya lo veras. Dicho esto se acerco a mi hermana y comenzaron a besarse, y acariciarse, Maria l e cogió el culo y comenzó a acariciárselo, eso me éxito mas de lo que estaba, yo no perdía detalle de cómo se besaban y se acariciaban y como se movían. (M) Bueno ahora que ya lo vistes, quiero ver como lo haces ahora. Así que me acerque a mi hermana y comenzamos a besarnos y empecé a repetir todo lo q ue vi, mi hermana estaba besando mejor que antes, asumo que el beso con Maria la había echo mejorar, "bien ahora quiero probarte yo" y acto seguido comenzó a besarm e y a restregarse conmigo, en eso siento que mi hermana me coge una nalga y me d ice "si que has aprendido a besar". Maria me soltó y me dijo: (M) Si que has aprendido a besar, y si que tienes una piel muy suaves, por lo me nos lo son tus nalgas, me pregunto si toda tu piel será igual de suave. Maria me cogió la verga y empezó a sóbramela suavemente, primero me asuste pero después me deje llevar por la sensación. (M) Que rica piel que tienes y también tienes los huevos suavecitos, Alicia ven si ente la piel de tu hermanito. (A) ¿Que, enserio la tiene bien suave? Acto seguido, mi hermana se acerco a mi por la espalda pegándose lo mas posible y entre las dos comenzaron a sobarmela y pajearme, mientras mi hermana me cogía los huevos Maria me cogía la verga y de ahí se cambiaban, sentía las tetas de mi hermana p egadas a mi espalda y Maria se acerco tanto a mí y sentía sus tetas en mi pecho, no pude aguantar mas y entre sus caricias me vine en sus manos. (M) Huy, parece que te has excitado bastante no mi amor? (Y me dio un pequeño beso ) (A) Parece que a mi hermanito si le gusto que lo acaricien sus huevitos. (M) Bueno habrá que limpiarte (Y me sentó en el sofá). Pero como nosotras te hemos vis to desnudo todo este tiempo, creo que es justo que nos veas a nosotras también. ¿No crees? (esto lo dijo dirigiéndose a mi hermana y dándole un guiño, y acto seguido se q uito la poca ropita que tenia puesta) (A) No creo que sea buena idea. (ya mi hermana se puso algo nerviosa, pero Maria y estaba desnuda pera esto) (M) Vamos, no seas así, aparte tu ya lo vistes a tu hermanito y hay que ser justo no crees.(y le levanto el polo dejándome ver ese par de tetas de impacto, ella res ignada se quito los calzoncitos blancos que tenia y quedo completamente desnuda ante mi) Las tetas de Maria no eran grandes pero tenían la aureola grande y unos pezones ro sados, por lo visto hacia topless cuando iba a la playa por que sus tetas tenían e l mismo color que el resto de su piel, no tenia ni un solo pelo en su conchita, estaba completamente depilada lo cual lo hacia ver mas apetecible. Mi hermanita tenia mas pechos que Maria pero no eran unos súper pecho, supongo que normalitos, pero eran bien redonditos y parados y su conchita tenia una pequeña mata de bello púbico y lo tenia recortado en forma de corazón lo cual lo hacia ver mas excitante. Se dieron una vuelta como modelándome su cuerpo, para estos momentos mi hermana ya se había desinhibido por completo, y sus culos si que eran dos monumentos Maria t enia unas caderas amplias y tenia unas nalgas bien formadas y paradas, Alicia te nia un culito mas pequeño pero bien paradito, se veía que Maria le dedicaba bastante tiempo a los ejercicios, o a lo mejor los ejercicios sexuales eran la que la ma ntenían en forma. Mi pinga con esa visión no pudo estar sin reaccionar, y comenzó a pa rarse de nuevo. (M) Parece que si te parecemos atractivas, ¿y que te parecen los dos primeros pare s de cuerpos de mujeres desnudas que ves te gustan? (Yo) Me encantan son precios. (A) ¿En serio te gusta mi cuerpo hermanito? (esto lo pregunto mordiéndose un dedo y

poniendo cara de niña buena) Se acercaron las dos y se arrodillaron. (M) Bueno primero que nada hay que limpiar esta rica pinga que a quedado un poqu ito manchada. Acto seguido comenzó a lamérmela e invito a Alicia a hacer lo mismo, mi hermana un p oco que dudo pero comenzó a lamerlo tímidamente, y Maria le iba incitando a hacerlo mejor "vamos metela toda, si así, lámele las bolas, ahora con la lengua pásala por la cabecita, mira así" y ella empezó a hacérmelo, recorrió con su lengua por la cabeza de m i verga y recorrerla por la parte del encuentro entre el falo y el frenillo me e staba llevando al cielo, mi hermana empezó a hacer lo mismo, luego Maria la dejo h acerse cargo de mi falo mientras ella se fue a chuparme los huevos, y de ahí cambi o lugar con Alicia, yo no podía aguantar mas y se los dije, Maria se dirigió a mi ve rga y se la metió en ese momento Alicia me la empezó a pajear y descargue toda mi le che en la boca de Maria, ella la chupo, "vamos chupala tu también para que se la d ejemos bien limpia, se separo de mi verga y se dirigió a Alicia y empezaron a besa rse y compartir mi corrida. (M) A que esta rica la leche de tu hermanito? (A) No esta nada mal. ummmmmm. Mejor dicho esta muy bien (esto lo dijo mientras se limpiaba la lefa que le quedaba por el resto de su cara y se llevo los dedos a la boca) (M) Bueno, Alicia siéntate en el sofá, ahora hay que enseñarle a comerse una conchita como debe ser. Alicia se sentó y abrió las piernas, para esos momentos ya no ponía peros a nada de lo que le decía, así que me hizo arrodillarme junto con ella. "bien Alberto mira como lo hago y después lo haces tu" empezó a lamerle la chucha y a meterle los dedos, con los dedos iba abriendo sus labios y con la lengua hurgaba en su interior, Alici a estaba con los ojos cerrados disfrutando y sobandose las tetas con una mano y con la otra le acariciaba la cabeza a Maria, ella se detuvo y me indico que hici era lo mismo así que me metí entre las piernas de mi hermana y comencé hacer lo que ha bía visto hacer a Maria, mientras ella me indicaba como hacerlo, que metiera mas l os dedos que usara mas la lengua, en eso se callo y solo escuchaba los jadeos de Alicia, abrí los ojos y veo a Maria que estaba chupandole las tetas se intercambi aba entre una y otra, Alicia tenia una mano en mi cabeza y la otra en la concha de Maria y me decía "que bien lo haces hermanito, así muy bien, chupame las tetas si iiiiii, asiiiiii, mas hermanito mete mas la lengua hermanito" Maria me separo y dijo "chupale las tetas, debes aprender a chuparlas" así que me fui a chuparle las tetas, mientras se las chupaba Alicia comenzó a sobarme la verga y los huevos y c omencé a intercambiar entre una y otra de sus tetas, mi hermana dio un grito y sup use que se había venido. (M) Bueno, ahora quiero saber que tan bien han aprendido, así que los dos van a te ner que hacerme tener un buen orgasmos. Así que se sentó y abrió muy bien sus piernas y nos llamo para que se la comiéramos, así q ue no nos hicimos de rogar, ya mi hermana le había encontrado el gusto a que Maria le dijiera que hacer, mientras yo me dedicaba a chuparle y comerle la concha Al icia se fue directo a sus pecho y se los chupaba como si fuera una bebe hambrien ta, Maria me acariciaba la cabeza, "así mi niño, tu hermanita tenia razón, si que lo h aces bien, aprendes rápido mi niño, que rica conchita que tienes Ali, como me apriet a los dedos, la otra también teta también quiere su parte" después mi hermana se dirig ió a la concha y entre los dos nos dedicamos a darle placer a Maria, ella cogió mi c abeza y me la empujo suavemente hasta que estuve a la altura de su ano, no tuve que pensar mucho para saber que es lo que quería así que comencé a lamerle el culo, "m eteme los dedos" después de estar un rato en eso ella se corrió con un grito. Yo me levante y me acerque a ella, la abrace y le di un beso, Alicia hizo lo mis mo, nos quedamos abrazados a ella. (M) Bien lo han hecho muy bien, y tu si que me sorprende, que rápido que aprendes (me peñisco el culo) (M) Y tu, te gusto hacerlo con migo ¿no?, pero te encanto hacerle todo eso a tu he rmanito. Vamos no me mientas. (A) Si pues, la verdad que éxito bastante desde que lo vi desnudo (M) Bueno, por lo que vi tu hermanito disfruto bastante. Pero aun no has hecho l

o mejor. Pero para eso necesitamos mas espacio así que mejor subimos a la habitación de sus padres, para que puedas tirar por primera ves, y quien mejor para tu pri mera ves que tu hermana. ¿qué dices aras debutar a tu hermanito? (A) Pues claro que si, nunca lo echo con un virgen, pero pensé que tu lo querías hac er primero. (M) Lo deseaba, pero me excita el solo pensar en verlos tirar. Así que me cogieron de la mano y me llevaron al cuarto. Mi hermana se echo en la c ama y se abrió de piernas, yo de verla así me acerque a ella y quise metersela, Mari a me detuvo. (M) No seas tan apurado, hay que hacerlo bien, acomódate frente a ella y mírala, qui ero que veas lo rica que esta tu hermana. Estaba apoyado en la cama sobre mis rodillas, Maria se puso detrás de mi y me empe zó a acariciarme la verga, luego se agacho y me la chupo, que delicia, mientras Al icia se masturbaba, estaba riquísima. (M) Alicia, te cuidas? (A) Si, que me la meta a pelo, quiero sentir su leche en mi. (M) Escuchaste eso?, Vas poder sentir a tu hermanita sin protección. Pero quiero u n buen sitio para poder ver como te la tiras. Maria se puso detrás de mi hermana y con las piernas le abrió mas las de mi hermana, le cogió las tetas, y me dijo "metesela ya" Así que puse la punta de mi verga en su conchita, y la empecé a frotar en sus labios , sus flujos me mojaban la punta, Alicia me la cogió y me la hizo entrar, que sens ación estaba calientito y me apretaba. Así que empecé el mete y saca. Maria me iba ind icando el ritmo. (M) Despacito, metesela suavemente, así, mete.... saca... metela, bien así. (A) Ummmmmm, sssiiiiii, sobame las tetas, acércate hermanito. Me acerque y le di un beso, y comencé que a chuparle las tetas. (M) Ahora hazlo mas rápido. Así que empecé a darle mas fuerte, se me salía la verga, y entre las dos me la volvían a meter, así estuve por un rato, hasta que Maria nos detuvo. (M) Espérense un ratito. No es justo que los dos disfruten solos. Sácasela un ratito , vas a probar otra pose. (M) Date la vuelta, y levanta bien ese culo tan rico, bien ahora metesela como l a perra que es tu hermana, bien, Alicia veamos si tu lengua se mueve mejor con u na verga en tu concha. Comete la mía. así mientras me tiraba a mi hermana como a perra, ella le comía la concha a Maria, v er eso me calentó tanto, que no pude aguantarme mas. (Yo) Chicas ya no puedo, ya no me aguanto. (A) Lléname hermanito, ummmm...... (Maria cogió su cara y la volvió a meterla entre su s piernas). (M) Vamos ya escuchaste a tu hermana, llénale para que pueda sentir tu lechita, la leche de su hermano, vamos dale. Con eso ya no pude mas y descargue todo dentro, y me eche sobre su espalda, Mari a y Alicia dieron algunos gritos pues a las dos les vino su orgasmo. Yo me salí y me senté las dos se abrazaron y me invitaron a acercarme. (M) Para ser tu primero ves no lo has hecho mal, tu que dices? (A) Estuviste estupendo hermanito (me dio un beso que casi me saca las amígdalas) (M) Bueno veamos que tal lo haces conmigo. Se agacho y me la empezó a chupar, mi hermana puso su chucha en mi cara y entre la s dos me la chuparon hasta que la dejaron bien paradita, para poder sentir a Mar ia. Maria se coloco sobre mi y dirigió su mi verga a su entrada, se la introdujo toda y se quedo un rato así disfrutando de la penetración, me la apretaba y me la soltaba , Alicia siguió sobre mi boca y me puse a comerle la vagina, le metí la lengua, y un par de dedos, Maria empezó a cabalgarme, primero muy despacio subía y bajaba, mient ras bajaba apretaba los labios, se sentaba, soltaba sus labios y volvía a subir ap retándolos de nuevo. (M) Ven acá niña, chupame las tetas Estuvimos un rato así, tirando de una manera muy suave. (M) Date la vuelta, quiero verte el culo.

Mi hermana se volteo y volvió a colocarme su concha en la cara, así pude coger sus n algas con mis manos y acariciárselas a placer, Maria se agacho sobre mi y pude sen tir sus pecho, fue aquí que aumento el ritmo de las embestidas, en eso escucho. hay ¿Qué haces?.... ummmmmm (M) Hasta ahora no pruebo tu anito, y por lo que parece esta bien rico. Maria le empezó a comerle el culo y le metió un dedo intercambiándolo con su lengua, m ientras yo le comía la concha y ella me cogía, eso fue demasiado para mi hermana que se vino en mi cara, Maria se corrió bañándome la entrepierna lo cual origino que me c orriera llenadola por completo. Con la cara llena de los flujos de Alicia, los c uales comía con desesperación no pude avisar que me venia, pero supuse que Maria se cuidaba, pues no le importo que la llenara. Maria se echo sobre mi y mi hermana se levanto y se abrazó a nosotros, Maria se salió de mi y también me abrazo, yo estaba muerto, y me quede dormido, pero entre sueños pude sentir que me chupaban la verg a entre las dos hasta que sentí que me corría de nuevo. Ahí me dormí definitivamente has ta el día siguiente. TodoRelatos.com © alberto ([email protected]) SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! La Dinámica de la máscara Algunas personas dirán que una máscara es solo un pedazo de material usado sobre la cara cuyo único fin es servir a un particular para representar en alguna obra de t eatro figuras espirituales o legendarias. Para mí una máscara es mucho más que eso. Una máscara es un rostro artificial con el que los hombres cubren su rostro natural, para ocultarse, transformarse o represent arse como algo distinto. Una máscara es una segunda cara, que oculta al que somos por el que queremos ser. O mejo dicho: cubre nuestra apariencia para revelar nue stra imaginación y nuestros deseos. Una máscara es ocultamiento y es revelación. Es cierto que toda persona puede usar una máscara pero en cada persona las máscaras revelan algo distinto. Me llamo Jorge y tengo una familia pequeña, ya saben papá mamá y una hermana menor que yo por un año de nombre Natalia. Desde pequeño fui un chico tímido y muy reservado. En la niñez me costo mucho trabajo hacer amigos recuerdo muy bien que tanto en pre escolar como en primaria las mae stras siempre se quejaban con mi madre diciendo que yo era muy retraído y que nunc a quería participar en sus actividades, que no me juntaba con nadie y que ningún niño estaba tan callado como yo. Todo esto por supuesto que tenía una razón de ser, y es que no cualquier niño logra so rprender a sus padres en plena cogida. Si así como se lo imaginan, los cache en pl ena sesión de sexo. Era una noche en la que había tormenta, como imaginaran cuando uno es niño le asusta n este tipo de situaciones y en mi caso no era la excepción. Camine de mi cuarto h acia el de mis padres para meterme en medio de estos como solíamos hacerlo mi herm ana y yo cuando había tormenta pero en esta ocasión mis padres se encontraban en ple na sesión de amor. Gire la perilla y abrí la puerta puesto que a mis padres en esta ocasión se les había olvidado echarle cerrojo a la puerta y fue así como sucedió lo ines perado. Mi madre cuyo nombre es María se encontraba con las tetas al aire gimiendo mientra s cabalgaba con fuerza a mi padre, hacía un sonido muy extraño algo así como: Hmmmm oo oohhh. Se agarraba fuertemente del pecho de mi padre y este con sus dos manos la tomaba de las caderas mientras la subía y la bajaba a lo largo de su duro pene qu e para mis ojos parecía enorme comparándolo con el mío que por ese entonces debía ser un a hormiga en comparación al suyo, en una de esas mi madre miró hacia la puerta y vio a su pequeño hijo que tenía los ojos sin parpadear y rápidamente se apresuro a cubrir se con la cobija mientras decía: .-Ramiro el niño! Mi padre como regresando de trance se apresuro a ponerse algo de ropa y salió a pl aticar conmigo en la sala. Intento explicarme que lo que había visto era una cosa que los papis hacen cuando se quieren mucho y que no debía volver a entrar sin avi sar a su cuarto cuando me levantara en la noche porque no estaba bien que un niño de mi edad viera este tipo de cosas, en fin intento hacer lo mejor de si con tal de que su hijo no se fuera a traumar ni pervertir con lo que había visto.

Sin embargo trauma o perversión a mi esa imagen se me quedo grabada por el resto d e los días. Desde esa noche se podría decir que mi vida cambio, comencé a dejar de pon er atención en la escuela por el simple hecho de pensar en lo que había visto esa no che, los juegos de los niños de mi edad yo ya no los encontraba interesantes, a mi mamá me daba miedo acercarme, sentía que ella estaba enfadada conmigo por lo que ha bía hecho, incluso en un momento dado llegue a pensar que papá le hacía daño por las noc hes a mamá y ella no decía nada por nosotros o por miedo a papá, desde ese entonces ta mbién a papá le tuve miedo, años después entendí que los quejidos de mi madre no eran de d olor si no de puritito placer. Con el transcurso de los años se suscitaron un sin número de tormentas más sin embargo jamás regrese a pedir refugio en los brazos de mis padres, solamente me cobijaba en mi cama esperando a que la tormenta cesara, mi hermana en cambio varias veces visito a mis padres reclamando protección, yo sola mente deseaba que nunca le llegara a pasar lo que a mi me había sucedido. Así pase el resto de mi niñez siendo serio y reservado. Mi madre una mujer de 40 años por aquél entonces pensó que con el paso del tiempo yo c ambiaría mi forma de ser y que cuando me convirtiera en un muchachito sería todo lo contrario a lo que era ahora y tendría muchos amigos y amigas con quienes salir y pasar mi adolescencia sin embargo no fue así. Lo único que cambio fue mi físico, de se r un niño bastante chaparrito de 1.52 me convertí en un joven gigante de 1.88 mts, c omplexión delgada y una voz bastante masculina, a decir verdad era el único cambio q ue tuve porque de lo demás seguí igual de "anti social". Note un gran cambio en mi p ene, de ese pene pequeño y delgado no quedaba nada. Ahora poseía un majestuoso pene grande y gordo me sentía a la altura de cualquiera que pudiese presumir un buen pa quete, lo comparaba con el pene de mi padre y me llenaba de dudas por saber cual era más grande, si bien no recordaba con exactitud su tamaño si recordaba que era b astante grande y grueso también. Por parte de mi madre al ver que mi conducta para nada parecía cambiar y ahora me convertía en el joven que pasaba largas horas en su cuarto encerrado sin salir con nadie, sin recibir una llamada telefónica y sin mostrar interés en las chicas mostró cierta preocupación hacia su único hijo varón. Me cansaría de mencionarles la cantidad d e visitas que hice al psicólogo con la intención de que me convirtieran en un joven "normal", terminando siempre en que los psicólogos terminaban rindiéndose y tomarme por un caso sin remedio. La verdad yo era feliz con mi vida a diferencia de lo q ue los demás podrían llegar a pensar pero en fin siempre terminaba asistiendo a las terapias por suplicas de mis padres que querían lo mejor para mi y estar encerrado en mi cuarto disfrutando de la soledad parecía no ser lo mejor. En una de las tantas visitas al psicólogo llegue a tener terapia con una ex compañer a de la preparatoria de mi madre, las dos asistían a la misma prepa y fue ahí donde se hicieron amigas. Después fue que tomaron caminos distintos, mi madre se fue por la carrera de medicina y su amiga opto por estudiar psicología. Hace algunos días s e reunieron en el famosos "cafecito" y fue ahí cuando mi madre después de contarle s obre mi decidió que ahora probara suerte con su amiga. La primera cita fue la de la introducción ya saben la amiga de mi madre cuyo nombr e es Cecilia se presento ante mi me contó de su familia, me cuestiono de la mía, me pregunto si era feliz y todos esos rollos que se avientan los psicólogos en una pr imera cita. Era una señora bastante atractiva, era alta más o menos de 1.75, morena de pelo largo y brilloso, sus piernas eran bastante largas y bien torneadas, sus caderas pronunciadas y un culito bastante grande y parado. Vestía mini falda con tacones de punta larga con lo que se hacía ver más alta de lo que era, le gustaba us ar escotes y el color rojo parecía ser su favorito puesto que la gran mayoría de fal das, vestidos y demás que ella usaba eran de ese color. No fue si no hasta la tercer cita que empecé a mostrar un mayor interés por las tera pias. Y es que la verdad la psicóloga estaba dejando de ser eso para convertirse e n mi amiga digamos que jamás había tenido tanta confianza con nadie como la estaba t eniendo con ella claro que sin llegar a tenerle la confianza necesaria como para decirle que aun no olvidaba la escena de mi madre montada sobre mi padre, ni si quiera con mis padres había tenido esa confianza hasta esos momentos. Una tarde en la que llegue a terapia me encontraba esperando a que diera la hora de mi cita en la sala de estar de su consultorio cuando de adentro comenzaron a oírse gritos y amenazas, al instante me preocupe por Cecilia pero horas más tarde s

alió de su interior un hombre bastante enfadado gritándole: quiero el divorcio Cecil ia! Esta vez ya lo he decidido y quiero divorciarme. Al instante imagine que se trataba de su marido, al salir Cecilia noto mi presen cia en la sala y me pidió que por ese día canceláramos la terapia, que no se sentía en c ondiciones de verme y que la perdonara. Sin más me regrese a mi casa triste por no haberme podido desahogar de mis problemas y más triste aun por no haber estado co n Cecilia esa tarde. La siguiente cita no era si no hasta la próxima semana y vier an que se me hizo eterno el día en que la volvería a ver. Ahora ya no pensaba en otra cosa más que en estar con Cecilia y platicar con ella como lo hacíamos en cada terapia. El día llego y desde media hora más temprano de mi c ita yo ya me encontraba en su recibidor dispuesto a iniciar con mi terapia. Cecilia llegó tarde, disculpándose por los problemas personales que en su vida acont ecían. La terapia dio inicio y esta vez profundizamos más. Cecilia: Bueno Jorge, esta vez realizaremos una dinámica, sabes lo que es eso? Jorge: creo imaginarme Cecilia en la escuela hemos hecho varias dinámicas pero nin guna me ha llamado la atención como para participar en ellas. Cecilia: Bueno Jorge pero esta es diferente a las demás. Esta llamará mucho tu atenc ión ya lo verás. Se trata de la dinámica de la máscara. Me sonó bastante interesante al momento en que Cecilia lo decía sacaba de una caja u na máscara de plástico de color gris. Jorge: y en que consiste? Cecilia: Mira vez esta máscara? Te voy a pedir que te la pongas. Hice lo que Cecilia me dijo más que nada por la curiosidad de saber que era lo que pretendía. Cecilia: Ahora quiero que sepas que nadie te puede ver. Por el momento eres invi sible. Quiero que te sientas libre, que sepas que nadie te va juzgar por lo que digas o por lo que hagas mientras tengas la máscara puesta y sabes porque? Porque Jorge no existe en estos momentos, en estos momentos eres otra persona completam ente distinta, en estos momentos eres el hombre de la máscara gris. La idea de la dinámica comenzaba a gustarme bastante, me hacía sentir muy bien. Cecilia: Ahora quiero que contestes a cada una de mis preguntas sin pensar en su respuesta. Estas dispuesto a seguir con la dinámica? Jorge: Si Cecilia: Bien. Ahora dime como te llamas? Realmente la idea de sentirme otra persona me estaba gustando. Jorge: no tengo nombre, soy el hombre de la máscara. Cecilia: Cuantos años tienes? Jorge: No tengo edad. Cecilia: Que es lo que más te gusta en la vida? Jorge: Mis terapias. Cecilia: que es lo que menos te gusta? Jorge: Las tormentas. Cecilia: Cual es tu color favorito? Jorge: el rojo Así prosiguió con la serie de preguntas y respuestas hasta que llego a una Cecilia: que es lo que más deseas en la vida? Jorge: A mi madre. Me quede pasmado la respuesta había salido de mi boca sin pensarla. Trate de regre sar el tiempo para ver si era cierto lo que había dicho, lo que más deseo en la vida es mi madre? Como podía ser Cecilia guardo silencio y yo me quite la máscara. Jorge: Cecilia yo Cecilia: No digas nada Jorge, recuerda que con la máscara eres otra persona comple tamente distinta no tienes nada de que preocuparte. Su respuesta me daba alivio pero el tan solo recordar la contestación a la pregunt a me llenaba de incertidumbre. Cecilia que iba a decir que yo era un depravado? Momento ni si quiera yo creía ser un depravado, nunca antes imagine que mi madre f uera lo mas deseado. Cecilia: Bueno Jorge creo que es hora de terminar con la terapia por hoy. Te esp ero la siguiente semana.

Jorge: si Cecilia y una vez más creo que te debo una disculpa. Cecilia: Pero porque Jorge ya sabes que no tienes nada de que avergonzarte, te e spero la próxima semana no faltes por favor tenemos mucho en que trabajar, y no te preocupes lo que dijo el hombre de la máscara gris solamente tu y yo lo sabemos. La semana pasó lenta intentando saber el porque de mi respuesta en la terapia, aun que sabía que Cecilia no contaría nada de lo sucedido en la terapia ahora ya no podía ni mirar a mi madre a los ojos. El día de la terapia llego y esta vez un poco más avergonzado que de costumbre asistí a la terapia. Cuando llegue a penas y pude quitarle los ojos de encima a Cecilia. Esa tarde ve stía una minifalda de color rojo, con un escote que dejaba ver la mitad de sus eno rmes senos y unos tacones de aguja que la hacían ver como una verdadera prostituta . Aunque nunca había estado con una varias veces veía en documentales como era que v estían y esta vez Cecilia no estaba lejos de parecérseles. Cecilia: Pasa Jorge, espera un momento voy por la máscara, esta tarde continuaremo s con la dinámica. Al momento regreso con la máscara y me indico que me la pusiera, en ese instante p ara mi dejo de existir Jorge. Se sentó frente a mi con sus piernas cruzadas y rápido mi mirada se poso en lo desnudo de sus piernas bien torneadas. Cecilia: Ahora hombre de la máscara gris hablemos de tu madre y de tu padre. Dime con quien de los dos te llevas mejor? Jorge: Con ninguno de los dos. Cecilia: y eso a que se debe? Jorge: No lo se Cecilia: Será a caso que no te dan un buen trato? Jorge: No no es eso Cecilia: Entonces a que se debe? Jorge: no lo se. Cecilia: La vez pasada me hablaste de las tormentas como lo que menos te gusta, supongo ese desagrado viene desde que eras pequeño no es así? Jorge: Si así es Cecilia: Bien dime que era lo que hacías cuando había tormenta y tu eras pequeño? Jorge: Al principio me iba al cuarto de mis padres, después me quedaba en mi cama, cerraba los ojos y me agarraba de mi almohada esperando a que la tormenta termi nara. Cecilia: Porque razón dejaste de ir a la habitación de tus padres? Jorge: porque vi algo que no debía haber visto y creo que mamá se enfureció conmigo. Cecilia: que fue lo que viste? Cecilia comenzaba a notarse un poco inquieta y cambiaba de pierna cruzada a cada rato. Jorge: Vi a mamá en una posición no muy deseada. Cecilia: en que posición la viste? Jorge: La vi sobre mi padre montada en su mientras este la sujetaba fuertemente d e las caderas haciendo que mamá usted sabe Cecilia: y tus padres se dieron cuenta de tu presencia? Jorge: Si lo hicieron. Cecilia: y que fue lo que te dijeron? Jorge: Mamá no me dijo nada pero mi padre platico conmigo, me dijo que eso era nor mal que los padres que se querían lo hacían para demostrarse cariño pero yo creo que e so no es cierto, siento que mi padre maltrata a mamá y ella no dice nada por temor hacia mi padre, por eso es que no me llevo bien con mi padre. Cecilia: En verdad crees que tu papá pueda hacerle algún daño a tu mamá? Jorge: Si Cecilia comenzaba a respirar un poco agitada y su voz se entre cortaba. Cecilia: Que sabes acerca del sexo? Jorge: solo se que los hombres tenemos usted ya sabe y las mujeres no. Cecilia: en la escuela nunca te han enseñado nada de sexo? Jorge: si varias veces han ido a hablarnos del tema sin embargo yo opto por sali rme de clases, no me agrada escuchar ese tema. Cecilia: Pero es algo normal, verás tu madre y tu padre efectivamente hacen eso por

amor. Jorge: y entonces porque mi madre se queja Cecilia: No se queja más bien disfruta del placer que tu padre le brinda y es por eso que emite esa clase de quejidos. Jorge: No lo creo, no creo que no lastime a mamá mi padre con lo grande que tiene su pene. Siento que le ha de doler mucho. En eso la psicóloga comenzó a pasar una de sus manos por sus piernas mientras seguía p reguntándome: Cecilia: en serio tu papá tiene un pene tan grande? Jorge: si, bueno no lo se jamás he visto otro que no sea el mío y el de mi padre. Cecilia: Y comparándolo con el tuyo que tan grande es el de tu padre? Jorge: Grande o mas bien pequeño. No recuerdo muy bien el tamaño del suyo pero yo ja más penetraría a mamá ni si quiera con un pene como el mío. Cecilia: Crees que la lastimarías? Jorge: si mucho Cecilia no paraba de acariciar sus piernas, sus mejillas estaban coloradas y su voz delataba su excitación. Cecilia: me mostrarías tu pene? Jorge: No para que? Cecilia: Quiero ver que tan grande es tal vez así sepamos si en verdad tu padre las tima a tu mami o le da placer . La situación me puso bastante nervioso sin embargo mi pene tenía una sensación pocas v eces experimentada. Era esa sensación con la que en las noches me levantaba, o que al estar viendo una película con una escena caliente me provocaba. Sin decir nada Cecilia se inclino ante mí y sin pedir mi autorización desabrocho mi cinturón y mis j eans, me pidió que me levantase un poco y al hacerlo bajo mis jeans hasta las rodi llas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y el bulto en mi bóxer era más que notable. Mirándome a l os ojos Cecilia tomo de el y lo bajo dejando salir como resorte a mi verga que s e encontraba bien parada. De inmediato un gesto de admiración apareció en su rostro y me dijo: Cecilia: Que bonita verga tienes sabes, con esto eres capaz de hacer gozar hasta a una ballena Sin decir nada poso sus labios sobre mi pene y me lo comenzó a besar. Cecilia: Muah Después de besarlo por todo lo largo comenzó a lamerlo como si de una paleta de hiel o se tratase. Cecilia: Hmmm Yo ya estaba perdido fuera de mí, jamás había sentido tanto placer. Cecilia cada vez m e lamía más rápido el tronco, llegaba hasta los huevos y se metía primero el izquierdo y luego el derecho en su boca mordiéndolos levemente mientras me arrancaba gemidos de placer. Cecilia: Hmmm Jorge: Aaaaahhh Cuando menos lo acordaba me encontraba yo gimiendo como lo hacía mi madre aquella ocasión, si esto era lo experimentado por mi madre, si esta era la razón de ser de s us quejidos pues que equivocado había estado yo en todos estos años. Cecilia: Te gusta? Jorge: mucho no pares por favor sigue Cecilia ya tenía bien metido todo lo que le cabía de mi verga en mi boca subiendo y bajando haciendo que la mitad de mi tronco desapareciera en su boca y luego volv iera a aparecer. De pronto se puso de pie y me pidió que me sentara en la silla. Subió su minifalda un poco y bajo su tanga hasta los tobillos para después sacarla y depositarla en mi bolsillo derecho de mi pantalón que se encontraba en mis tobill os. Cecilia: quiero que guardes esto como recuerdo de cuando te hiciste hombre. Se subió la minifalda hasta la cintura y se acomodo sobre mis piernas, tomo mis ma nos y las poso en sus nalgas mientras con una mano dirigía mi verga hasta su entra da. Una vez posicionada mi verga, se sentó metiéndose casi todo lo largo de mi verga de un solo golpe.

Cecilia: Diosss de mi vidaa!!! Comenzó a saltar sobre mi verga primero de manera lenta y después a paso veloz. Cecilia: es así como viste a tu madre montada sobre la verga de tu papi? Recordar la imagen de mi madre con las tetas al aire cabalgando a mi padre y com pararla con lo que estaba viviendo en estos momentos hizo que mi excitación crecie ra aun más. Jorge: si así fue como la vi Cecilia: pues no dudes que la golfa de tu madre se haya dado una gozada igual o mejor que la que me estoy dando yo aaahhhh Pase mis manos de sus nalgas hacia sus caderas e imitando lo que hacía mi padre co n mi madre comencé a subirla y bajarla con fuerza sobre mi verga. Cecilia: Aaaahhhh pero mira que rápido haz aprendido!! Dame más mi hombre de la máscar a gris!! ohhh No pude evitar que se me escapara un: Jorge: Aaaahhhh Mamáaaa Cecilia: eso es imagina que soy tu madre aahhhh imagina que es a tu madre a quien te follas y no a mi Jorge: Aaaahhhhh Comencé a moverme como una bestia feroz y termine por llenarle de leche el interio r después de unas cuantas sacudidas. Cecilia: ooohhhh delicioso!! Como se nota que nunca te habías corrido en una mujer condenado chamaco soltaste mucha leche Jorge: Lo siento no era mi intención. Cecilia: Bah no te preocupes por mi mejor, al rato me tomo una píldora porque con la leche que me soltaste seguro me haces hasta trillizos. Terminamos y Cecilia se bajo de mí, me limpio la verga con su boca y me beso en lo s labios. Cecilia: Quiero que nunca olvides que fui yo quien te hizo hombrecito, nos vemos la próxima terapia, descansa que te quiero bien enterito Jorge: esta bien. Cecilia: A una cosa más, la próxima terapia quiero que sea acompañado de tus padres. Y o hablo con ellos para acordar la cita. Acompañado de mis padres como resultaría esa terapia. La semana fue de mucho nerviosi smo. Sin embargo la relación con mi padre comenzó a mejorar, ahora yo sabía que el no era la persona mala que yo creía que era. Con mamá comencé a verla con otros ojos, la veía cada vez con más deseo e imaginaba como sería su cuerpo desnudo en la actualidad. Como siempre el día de la terapia yo llegue antes de lo acordado. Mis padres queda ron en que llegarían media hora después por dificultades de horario con su trabajo. Ese día Cecilia me recibió de una forma muy decente, nada que ver con el vestuario d e la vez anterior en el que parecía estar con una prostituta y no con mi psicóloga. Esta vez llevaba un vestido negro cerrado y los tacones eran de poco tamaño. Jorge: Hola Cecilia como estas? Cecilia: Bien mi hombre de la máscara gris espero hayas venido bastante descansado . Jorge: Si Cecilia, por cierto mis padres van a tardar en llegar media hora puest o que se les complico la agenda de trabajo. Cecilia: si no te preocupes, mejor así nos dan chance de irnos preparando. Jorge: Y si no es molestia, me gustaría preguntarte a que se debe ese cambio tan d rástico en tu forma de vestir? Cecilia me sonrió y dejo salir una pequeña carcajada. Cecilia: Vaya con los jóvenes de hoy en día, y dime como te gusta más que vista así o co mo siempre lo hago Jorge: Para ser sincero me gusta mucho más la otra forma de vestir, así parece que s aliste un convento. Cecilia: ey tampoco es para tanto jovencito eh? Bueno el cambio se debe a que ho y a mi no me toca participar en nada. Jorge: como? Cecilia: no comas ansias mi hombrecito todo a su tiempo, todo a su tiempo. A los 45 minutos llegaron mis padres. Mi papá venía vestido con su traje color negro , ya saben corbata, zapatos boleados, etc. Mi mamá venía aún con su bata blanca, al pa

recer ni tiempo le había dado de quitársela. Cuando estuvimos los 3 frente a Cecilia esta me dio la máscara e indico que me la colocara y comenzó con: Cecilia: bien he querido hacer esta terapia familiar debido a que me gustaría info rmarles que tengo la solución al problema de su hijo, pero para esto necesito de s u colaboración. Ramiro: cuenta con ello Cecilia. María: si Cecilia cuenta con ello. Cecilia: Primero que nada quiero presentarles al representante de Jorge, el es e l hombre de la máscara gris. Mis padres hicieron una cara como de extrañados pero al instante siguieron la corr iente. Cecilia: Bien verán el problema tiene su origen en aquella ocasión en la que su hijo que no esta aquí presente los vio fornicar en su alcoba creo que ustedes recordara n aquella escena tan vergonzosa. Mis padres voltearon a verse uno al otro y después afirmaron con la cabeza. Cecilia: bien. Ahora me gustaría que regresaran a los hechos de aquél día y mediante l a actuación me dijeran que era lo que estaba pasando antes de que el niño los viera. María: Bueno lo que estaba pasando antes de que el niño entrara era Cecilia: creo no haberme dado a entender del todo. Dije mediante actuación, quiero que realicen aquí mismo lo que estaban haciendo desde antes que entrara el niño has ta que el llego María: como? Cecilia: todo esto lo hacemos para solucionar el problema de su hijo Ramiro sin perder más tiempo comenzó a besar a su esposo en la boca. Esta como no qu eriendo la cosa y con un poco de vergüenza ante la situación de ser vista por otras personas le respondió el beso y al poco rato pareció olvidarse de la presencia de Ce cilia y mía y se beso con papá de una manera muy apasionada. Conforme el faje de mis padres aumentaba de intensidad, mi pene comenzaba a hace r reacción y Cecilia de vez en cuando me miraba como intentando adivinar cual era mi pensamiento. Cuando menos acorde Cecilia ya se encontraba a mi lado de pie, paso una mano has ta llegar a mi cierre del pantalón y lo bajo para después buscar con su mano mi verg a y con trabajos por lo dura que ya estaba sacármela al aire. Mientras Cecilia me masturbaba con una mano mis padres se desnudaban de pie dejando caer sus prendas una tras otras hasta quedar los 2 desnudos. Cuando mamá quedo desnuda no pude evitar admirarle sus senos que si bien no eran i gual de firmes como yo los recordaba aun tenían lo suyo. Eran grandes y tenían un pe zón grande rosado. Papá pronto se fue sobre el y comenzó a chuparle las tetas mientras mi madre con una mano ya comenzaba a masajearle la verga que sin duda alguna er a del mismo tamaño a la mía pero si pude notar un poco más delgada. Cecilia se arrodillo sobre mí y comenzó a chupar de mi verga, mientras mamá hacía lo mis mo con la verga de mi padre. Estaba en las alturas con esto. Jamás imagine sentir tantísimo placer y por lo visto mis padres también estaban gozando en serio con la situación. Cuando papá se sentó en la silla mi madre hizo la posición en la que yo los había cachad o, se sentó sobre la verga de papá y pronto comenzó a cabalgarlo mientras este le amas aba las tetas con fuerza y la cogía de las caderas como aquella noche de tormenta en la que yo los había sorprendido. Era la misma escena solo que en lugar y tiempo distinto. María: Aaaaahhhhhhhhhhhhhh Mi madre gritaba como una verdadera ramera, esto me ponía súper excitado. Cuando Cecilia se saco mi verga de la boca me dijo: Cecilia: te gustaría que tu mamá te la chupara? A duras penas y le respondí. Por su puesto que me gustaría! Jorge: siiii Cecilia: ven conmigo Me puso de pie y me llevo hasta donde mamá estaba montando a papá. Sin decir nada mi madre cuando vio acercarme con la verga de fuera y bien parada se acomodo sobre mi padre de tal forma que su boca le quedara libre y fue ahí cuando me regalo la mejor chupada de mi vida.

Jorge: hmmmmm María: Aahhhh esta rica Mi padre la penetraba con fuerza y mamá chupaba como una maestra del sexo oral arr ancándome gemidos de placer y apagando los suyos provocados por las penetradas de mi padre con mi verga en su boca. María: Hmmmm Jorge: aaahh Ramiro: Aaahhhh De pronto Cecilia tomo mi verga y la saco de la boca de mamá. Me llevo hasta sus n algas y me dijo: Cecilia: penétrala . Jorge: pero no puedo en estos momentos papá esta haciéndolo Cecilia: si pero por aquí no esta ocupado mira Tomo mi verga y la llevo hasta el ano de mi madre. Después de varios empujones a p resión este cedió y mi verga comenzó a entrar en su gruta tan apretada. María: AAAAAAAAAaaaaaaaaahhhhhhhhhh Una vez dentro espere un poco a que tanto mi madre como yo nos acostumbráramos, pa pá paro un poco sus arremetidas a sabiendas de lo que sucedía y unos minutos después d e manera simultanea ambos comenzamos a penetrar a mamá con todo. María: Aaayyyyyyyy me mataaaaannnn!! Ramiro: Ooooohhhh Jorge: mamáaaaaaa No se cuanto tiempo estuvimos penetrando a mamá de manera doble papá y yo, intercamb iábamos posiciones, papá le daba por el ano y yo por la pucha en varias ocasiones ha sta que terminamos por venirnos en su interior de manera salvaje Jorge: Aaaahhhh mammaaaaaaaáaaa Ramiro: OOOoooohhhh Maríaaaa María: Aaaahhhhh mis dos hombrresssss Mamá cayó muerta del cansancio con sus dos agujeritos escurriendo de leche. Cecilia se puso a limpiarle la leche a mamá y rápido le robo un orgasmo más a mi linda madre. Cuando los 3 recuperamos las fuerzas nos vestimos y yo me acerque a mi madre y v olteando a ver a mi padre como esperando obtener su consentimiento le di un beso de lengua tierno y largo en la boca a mi madre. Cecilia nos felicito por los resultados obtenidos y me dijo: Cecilia: Bueno Jorge creo que estas dado de alta. Felicidades ahora si ha disfru tar de la vida. Jorge: eres un estupenda psicóloga Cecilia muchas gracias. Cecilia: no tienes que agradecer Jorge simplemente no se te olvide visitarme de vez en cuando. Jorge: eso tenlo por seguro. María: Muchas gracias Cecilia. Cecilia: denada María me da mucho gusto que todo haya salido como lo esperábamos. Que todo haya salido como lo esperábamos? Osease que mamá, papá y Cecilia ya tenían todo esto planeado? No puede ser Los 3 voltearon a verme y mamá me hizo un guiño. María: Anda mi hijo lindo vamos a casa que tenemos mucho por hacer tu y yo pequeño. Ahora si que me habían sorprendido, en eso mi padre volteó hacia Cecilia y le dijo: Ramiro: Muchas gracias Cecilia, entonces como quedamos desde el próximo Lunes te m ando a mi hija Natalia Cecilia: Si Ramiro aquí la espero. Pensaban hacer lo mismo con Natalia mi hermana! Cecilia: Nos vemos Ramiro: Nos vemos te dejo porque estos ya se me adelantaron por lo visto les urg e llegar a casa. Cecilia: Si no lo dudes, María tiene muchas cosas que enseñarle a su hijo. Al igual que tu con tu hija próximamente... TodoRelatos.com © coachmanPenetrando a mamá Soy Alejandro Fadini, tengo 18 años y acabo de ingresar en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La literatura, desde muy temprana edad, se presentó c omo mi vocación inequívoca, y traté de poner en mis escritos más belleza que contenido.

Era aún muy pequeño cuando garabateaba todo papel que llegaba a mis manos. "Ema me a ma Mamá me mima mamá me mima". Desde allí, y como elemento recurrente, la calidez de mi ma dre se posó en mi vida como nudo central y, paulatinamente, fue tiñendo con su color particular todos mis actos. Silvia se llama mi madre y es aún una mujer muy atractiva. Sus 42 años la muestran c omo una dama que combina perfectamente la formalidad con una muy especial sensua lidad. Es profesora de Biología en varias escuelas de educación media y polimodal, l o que le brinda la posibilidad de tener un manejo solvente del vocabulario juven il y, más aún, una correcta comprensión de las características propias de una etapa tan compleja como la adolescencia. Silvia enviudó muy joven. Mi padre, un visitador médico de muy buen pasar y excelent es perspectivas de vida, pereció en un accidente de tránsito cuando sólo tenía 29 años. Ma má, su viuda tenía 26 años y yo, el retoño de ambos, nada más que 2 añitos. Por eso es que n o guardo recuerdo alguno de mi padre. A pesa que no le faltaron pretendientes, Silvia no volvió a formar pareja. Muchos hombres, la mayoría de ellos muy apuestos y de ventajosa posición económica, llegaron a proponerle convivencia y aun matrimonio, pese a lo cual mamá siguió con mi única com pañía. Con esto, no quiero decir que mi madre no gozó de los placeres del sexo durante todo ese tiempo. Una mujer bella y fogosa como ella difícilmente pueda mantenerse alejada de las mieles del amor carnal y aunque no me consta- estoy seguro que al gunos hombres la poseyeron intensamente luego de la desaparición física de papá. Su di screción y sensatez me mantuvieron siempre ajeno a su relación con el sexo e ignoran te de cualquier romance suyo, ya sea ocasional o duradero. A sus 42 años, Silvia es todavía una mujer bellísima. Yo diría, sin temor a equivocarme, que es una de esas mujeres que excitan a los hombres a primera vista. Mamá no pro voca solo insinúa. Mamá no se regala hace que el hombre ofrezca sus mejores recursos en pos de lo que desea. Su cabello, ni muy largo ni muy corto, es castaño claro y sus ojos marrones. Mide 1.68 mts. y sus turgentes senos hacen que los señores se vuel van a mirarla a su paso. Su cola, sin ser muy grande, es aun firme y sabe moverl a con toda la gracia propia de una dama elegante y sensual. Pese a todos sus atr ibutos físicos, el rasgo de Silvia que más seduce al sexo opuesto es su mirada carga da de inteligencia. Uno, con solo verla, advierte que a su lado no se aburrirá y q ue pasará momentos maravillosos aún en situaciones en que el morbo no esté presente. Cualquier lector avezado que sabe leer entre líneas, pensará por los conceptos aquí ve rtidos, que amo a mi madre. Claro que la amo, ella me dio la vida. Otro lector, más perspicaz aún, dirá que eso es cierto pero que él cree que no la amo con amor de hij o sino con un sentimiento no exento de cierta carga pasional que lo acerca a lo edipico. No puedo negar que hay verdad en ello y que allí empieza a desatarse el n udo de esta historia incestuosa que mezcla la ternura de afectos primarios con l a calentura propia de una hembra en celo y un macho posesivo y potente. El que piense que esta relación madre hijo terminará mal y que los sagrados vínculos f amiliares serán ofendidos por relaciones carnales espurias e indebidas mucho se eq uivocan. Mi madre Silvia y yo, gentiles lectores, ya somos amantes, ya nos hemos disfrutado de todas las formas. Cómo comenzó y los detalles de este amor prohibido es lo que motiva este humilde relato. Todo comenzó un sábado por la noche del pasado mes de Septiembre. Un clima más veranie go que primaveral invitaba al paseo y, ocasionalmente, a disfrutar de una bebida fresca. Mis amigos Javi y Andrés, integrantes de un equipo juvenil de rugby habían viajado al interior del país para enfrentar un compromiso del calendario anual. -"Mami"- grité, mientras salía del baño envuelto en un toallón, -"¿Qué hago esta noche? Los chicos fueron a Salta a jugar un partido y la noche está demasiado linda como para encerrarse en casa. Ella, que preparaba sus clases semanales, no alzó la vista de los papeles y replicó: -"Yo tampoco tengo con quien salir. ¿Qué te parece si vamos a tomar algo juntos? Hace mucho que no lo hacemos"Su propuesta me sorprendió y no encuentro una explicación para ello. No sería nuestra primera salida juntos, pero no sé noté algo especial en su voz o quizás, inconscientemente , hacía mucho tiempo que esperaba que esta situación se diera así, naturalmente. -"Cómo no, mami"-, respondí -"¿tenés alguna idea de dónde podemos ir?"-"No lo sé, Ale. Lili me habló, el otro día, de un sitio muy piola, accesible, con muy buena atención y cerca de casa. Podemos probar"-, respondió.

Así fue. A la hora convenida salimos en su coche. Estaba hermosa, quizás era la más de liciosa versión de mamá que haya visto hasta ese momento. Tenía puesto un conjunto cel este de casaquilla y pollera. Lucía un importante escote que dejaba ver el nacimie nto de unos pechos maravillosos. Su falda, que no llegaba a ser mini, sugería más qu e lo que mostraba, y lo que sugería prometía ser inolvidable. El lugar elegido, como lo había prometido Lili, se mostraba como acogedor y discre to. Mostraba una intimidad que, combinada con un sobrio buen gusto, hacía que uno se sintiera identificado con el ambiente y dispuesto a brindarse por entero a la persona que lo acompañaba. Una música suave, magistralmente interpretada por piano, saxo y batería, servía de delicado fondo auditivo para conversar en un tono intimis ta apto para la confidencia. Comenzamos bebiendo cerveza a mi elección. Mami me dijo que yo, esa noche, era el mimado y podía elegir. Estaba realmente deliciosa, muy suave y helada. Conversábamos amablemente sobre nimiedades cuando le pregunté sobre algunos señores que en distint os momentos- supuse sus amantes. Ella, con su habitual velocidad mental, salió fácil mente del paso quitándole toda trascendencia a las relaciones mencionadas. Nuestras rodillas, de vez en cuando, chocaban bajo la mesa y yo en principio- sol o atinaba a retirar las mías. En una oportunidad, no las alejé e hice presión sobre su s muslos para intentar profundizar el contacto, a lo cual accedió momentáneamente, p ara replegarse. Miré fijamente su rostro y noté una sonrisa pícara bailando en sus lab ios. De pronto, el volumen de la música subió y dos o tres parejas encararon decididament e hacia una pista del baile que, hasta el momento, nos había pasado inadvertida qu izás por su oscuridad. "Lili no me había comentado que aquí se baila"-, dijo. seguro que se le ha olvidado. A propósito, Ale ¿cómo te llevas vos con el baile? La miré a los ojos y le contesté: -"Más o menos, soy bastante tronco, pero con esta músi ca lenta seguro me las arreglo. Con Mariana mi ex novia- salíamos seguido a bailar, y tenía que cumplir"-. Se paró, me tomó de la mano y llevándome hacia la pista, me dijo: -"Vení, vamos a probar . Tal vez sea una buena maestra para vos "-. Nos paramos frente a frente. Comenzamos a movernos a un ritmo superior al que pr oponía la música, bastante separados. Mi brazo derecho ceñía tímidamente su talle y su man o izquierda se posaba en mi hombro como para mantenerme a distancia. Esto me hiz o sentir molesto. Ella pareció notarlo, sonrió y recostó su cabeza sobre mi pecho, opr imió mi mano y me acarició suavemente la nuca al tiempo que decía: -"Esto se baila así más a pretaditos, Dejémonos llevar"-. Sentí en mi pecho el contacto con sus pechos y no pude evitar que mi miembro despi erte del letargo. Apoyé mi mano en su espalda y la apreté más contra mi cuerpo para se ntirla plena y vibrando. Ella amagó a detenerme con su mano en mi pecho, pero se d etuvo y comenzó a moverse muy insinuante, pegadita a mi cuerpo. La sensación de sus tetas palpitando sobre mí era fascinante y mi mano quizás en una actitud refleja- pri ncipió a acariciar suavemente su espalda desnuda. -"Ale, Ale"-, susurró-, -"Ale, portate bien, bebé"-, dijo, pero no se separo de mí ni un palmo. Solté su mano, y llevé la mía hacia su cintura para, junto con la otra, incr ementar la presión y arrimarla contra mí. Su mano, ya libre, fue hacia mi cuello y s e enlazó con la que tenía en mi hombro. Su rostro estaba muy junto al mío y sentía que s u aliento me quemaba. Mis manos oprimieron su talle pegando su sexo al mío. Mi pierna derecha forzó a sus muslos a franquear el paso y sintió, por primera vez, el miembro erecto de su hijo establecer contacto con su sexo ardiente. No dijo nada, solo sentí que sus dedos ejercieron mayor presión sobre mi cuello y que sus lolas comenzaron a refregarse c ontra mi pecho. Mi calentura comenzó a tornarse inconmensurable. Mi pija crecía incesantemente y ell a la sentía, sobre la ropa, moverse en su entrepierna. -"Ale Ale"-, musitó.-"¿Qué me estás haciendo?"-, y su cintura empezó a cimbrear, impulsando a su vagina a ir al encuentro de mi bulto que la estaba subyugando. "Ale, soy tu mami Ale, por favor "- No pudo terminar la frase, mi boca buscó la suya. Al sentir el calor de mis labios quiso retirarse. La apreté contra mí sin violencia pero con deci sión. Tomé su mentón, la besé largamente, la obligué a abrir su boca para recibir mi lengu a contra la suya. "Yo mando esta noche, mami, no lo olvides, dame esa lengua que

te la como toda"-. Levantó la vista y me miró como insinuando una queja. No la dejé hablar. "Ya es suficie nte, Silvia, no te resistas más. La realidad dicta que esta noche será mi hembra y y a no hay retorno. Dejate llevar, hermosa mía mi yegüita adorada"-. -"Ale Ale"-, susurró. Sus labios abrieron y su lengua se disparó al encuentro de la mía. Más abajo, nuestras pelvis se buscaban con desesperación, iniciando un movimiento c asi propio del coito. -Ale Ale, mi bebé, ¿qué le hacés a mami? Me estás haciendo mojar toda, mi machito lindo"-. -"Hace tiempo que te deseo, Silvia. Esta noche vas a ser mía. Quiero cogerte hasta que amanezca. Quiero que te sientas mía, que me desees, que me reconozcas, que es peres anhelante mis penetraciones y que gimas como una potranca cuando la tengas toda adentro. Me vas a dar tu concha cuando yo quiera. Voy a coger tu culo cuan do yo disponga. Vas a ser mía mami, enteramente mía. Quiero llenarte de leche Silvia"-. "-Mi amor, mi Ale..yo también quiero ser tuya esta noche. Deseo ser tu hembra, ent regarme totalmente a tus caprichos. Siento que me dominás, que podés hacer conmigo l o que quieras. Ámame, Ale. Ámame como un hombre quiere a su puta. Soy toda tuya guachi to mío "Nuestros cuerpos estaban como fundidos en medio de la pista, nuestros labios se devoraban y la humedad de su concha era perceptible a través de la ropa. Los prime ros jugos preseminales tendían a escapar de mi verga enhiesta y Silvia gemía !como gemía mi madre!"-"Vamos a casa, por favor vamos casa"-, rogó. "No puedo más, quiero ya tenerte adentr o y siento que la gente nos mira. Vamos a casa, Alejandro"-. ¿Cómo negarse ante semejante pedido? ¿Qué hombre con sangre en las venas puede ignorar t al llamado a la lujuria más anhelada? Abrazados como novios salimos del boliche. Mi abrazo amarrado a su cintura y su mano derecha acariciando mi pecho a través de la camisa. Ninguno de los presentes podía siquiera sospechar que esa pareja amante que se retiraba estaba integrada po r madre e hijo. El viaje en el coche se hizo interminable. Ni bien partimos levanté su falda y aca ricié sus muslos, mientras mis labios buscaban su cuello y bajaban traviesos hasta el nacimiento de sus senos. -"Alejandro, mi amor, esperá que lleguemos"-, gemía, -"Ay, bebé, cuidado que podemos t ener un accidente"-. Mi mano ya arribaba a su bombacha y jugueteaba en su raja s obre la tanga. Luego, metí mi dedo por debajo del elástico inferior y con él recorrí los labios inflamados de su conchita, pudiendo comprobar la humedad que emanaba de ella. Silvia, mi madre, no hacía más que gemir, abriendo más sus piernas como invitándom e a avanzar en mi exploración por sus fantásticos montes. -"Ale Ale, no puedo más, no seas malito. Estoy muy caliente amorcito. Mami ha estado mucho tiempo sin tener un hombre en su cama y no ve la hora de sentirte muy ade ntro. Quiero tenerte, hijito, que me cojas como lo hacía tu padre, que me des y de s durante todo el tiempo que quieras. Quiero recibir esa pija enorme que tenés, qu e me abra toda. Haceme tuya no puedo más."Consideré, entonces, que mi expedición de reconocimiento había finalizado y que era ho ra de internarse en la espesura. Lentamente muy lentamente, fui hundiendo mi índice en su concha, arrancándole un gemido estremecedor: -"Bebé .mi bebé, me estás matando. ¿Ves c omo pusiste la cachucha de mamita?"-. No era para menos, su sexo estaba tan rebo zante de jugos como si un hombre se hubiera derramado en su interior. No cabían du das que Silvia, mi mami, me había regalado su primer orgasmo. -"Ale, mi vida, quisiera tener tu pija en mis manos y no puedo. Mamá quiere darte mucho placer, hermoso, pero ahora debe atender al volante"Afortunadamente, llegamos a casa. Mamá detuvo el motor y me abrazó y besó con suma pas ión. Buscó mi lengua con desesperación mientras su mano se posó apresuradamente en mi br agueta. "Qué hermosa verga, mi hombre, me moría por agarrarla. No puedo creer que ese pitito que entalcaba hace no mucho tiempo sea la misma pija que me va a coger h asta el hartazgo esta noche. La quiero. ¡Cómo la quiero! Bajamos del auto, abrimos la puerta de entrada y subimos casi corriendo las esca leras que nos conducían a su dormitorio. Una vez allí, Silvia empezó a desabotonar mi camisa muy despacito. La abrió y su lengua, muy suavemente, recorrió mi pecho desde arriba hacia abajo, deteniéndose en mis tetillas y bajando luego hacia mi abdomen.

Su mano ya se había adueñado de mi poronga y procedía a pajearla con mucho amor. Apre taba el glande como queriendo reconocer la pija que se iba a comer, lo acariciab a y su boca iba hacia la mía y mordía mis labios y se apropiaba de mi lengua y gemía mi mamita gemía. "-Tranquila, Silvi mi amor. Bajame el pantalón y quitame el slip. Podés tragarte mi pi ja ahora":- le decía, mientras mis manos magreaban sus tetas, metiéndose por encima de su generoso escote. "Chupala, mami, hace años que lo espero. Dame lengua hasta q ue vuelque en tu boca toda la leche que guardo para vos. Tragate mi semen, mi he mbrita caliente, que después voy a clavarte hasta que digas, basta por favor. Vas a obedecerme, turrita mía. Te voy a montar en todas las posiciones. Mi verga va a entrar y salir de tus agujeros cuando quiera, y no se te ocurra detenerla porque tus nalgas van a conocer mis manos. Te voy a dar mucha pija mami toda la que te ha faltado en este tiempo. Silvia, mi mamá, mí querida Silvia. ¡Como chupaba mi garrote! ¡Con qué deleite rodeaba con su lengua mi rosado glande! ¡Con qué alborozo iniciaba un furioso mete y saca! Empa paba la verga con su saliva, para secarla luego. "Silvia, yegüita, !Cómo te la comés, mam i. Así cometela así, preciosura. No pares, por favor, que estoy llegando. Más dame más que m e vengo. Ya llego, mami. Así Así. Ay hummmmmmmmm, ¡qué hermoso! Tragá puta, tomatela, no deje que se escape nada"Mi pija eyaculó todo el líquido guardado para mamá durante tantos años. La boca de Silvi a no bastaba para contener tanta leche acumulada y chorros del líquido blanco y vi scoso caían por la comisura de sus labios. "Así, mi potranquita. Toda la leche de tu bebé es para vos. Ahora limpiá bien mi pija, no quiero que quede una sola gota"Mami se dedicó con devoción a la tarea de limpieza. "Qué rico, bebé. Bebí toda la leche de mi potrito y ahora te quiero llenándome toda. Quiero que me hagas tuya, que me som etas, que me poseas, que me uses como si fuera la puta más grande del mundo. Cogem e Ale, por favor, haceme sentir bien mujer. Mi concha te pide a gritos. Cogeme, vidita no me hagas esperar más. Estoy muy caliente muy caliente"Los veinte centímetros de mi verga ya daban muestras de recuperación. Mami, como cua ndo era niño, procedió a quitar mi pantalón. Estaba, él también, muy mojado por mi lechita . Mami me quitó hasta la última prenda y dijo: "Ahora si, bonito, estás como cuando vi niste al mundo. En bolas para mami, mi vida. Te quiero te quiero."La besé tiernamente en la boca, la tomé de la mano, la conduje amablemente hacia la cama y, con firmeza, la obligué a tenderse boca arriba. Bebí sus labios con vehemenc ia y, sin dejar de besar su piel, fui bajando hasta sus maravillosas tetas. Lamí, en forma circular, la aureola de sus pezones mientas sus manos apretaban mi cabe za contra su cuerpo. "Chupá, mi amor, como cuando eras chiquito. Comete nuevamente las tetas de mamá. Tragate esos pezones que te alimentaron, dame tu lengua "- No dejé que Silvia rogara demasiado y sus erectos capullos fueron, alternativamente, des apareciendo en mi boca. Los mordisquee delicadamente, los apreté entre mis labios y los agasajé hasta el cansancio. "¿Te gusta, mi putita? Mirá como tu nene te come las tetas. Sentí mi dedo, hermosa, ahí va abrí ese culo abrilo te digo que lo estoy preparando para después"- Y Silvia, obedeció ya estaba aprendiendo a obedecer y, mientras disfrutaba de una esplendida chupada de tetas, gozaba de un dedo moviéndose en forma de tirabuzón en su cola, dilatándola p ara la culeada que, indefectiblemente, iba a tener luego. -"Cogeme ahora, Ale, por favor. Damela ya. La quiero así, sin forro, Quiero sentir su calor. Quiero gozarte vaciándote dentro de mí. Dasela a mami, vida. ¡Te deseo tant o! Mami tenía razón, ya estaba lista para ser poseída. Me acosté encima de ella y la besé lar gamente en la boca, enredando mi lengua en la suya que la esperaba ansiosa. Mi p ija, que de tan parada tenía vida propia, buscaba afanosamente su entrepierna. Sep araba sus rodillas movía su talle, gemía como loca. Tomé sus piernas y las coloqué sobre mis hombros, dejando su concha indefensa, a entera disposición de mi monstruito s ediento. Mamá, mi Silvia, incrementaba el volumen de sus gemidos. "Ahora si, hembri ta mía, vas a ser cogida como nunca, Recibime"De un solo empellón le clavé mi pija hasta que mis huevos hicieron tope. Dio un alar ido desgarrador -¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!, despacio, mi alma, que me partís!"-, se quejó. -No, mami, putita. Aguantá la pija así, metida hasta el fondo. Mové esa concha. Así así así.

mami eso! Ahí está, toda adentro cometela, es tuya, sentila moverse. Apretá las piernas, yegüita, que acaricien mis bolas. Si dame esa lengua en mi boca , te estoy cogiendo, m ami, te estoy cogiendo"-"Sí, mi ángel, ya no me duele. Me estás volviendo loca. Movete así no parés sentí como mi co a quiere retenerte. Mi amor escuchá el ruido de mis liquidos estoy empapada. Quiero es a pija, dame más no te parés, guachito besame, mordeme, apretame las tetas. Soy tuya tuya Mami gemía, deliraba. Me pija no paraba de moverse dentro suyo y su concha acompañab a cada una de sus embestidas. Sus espléndidas tetas se balanceaban al ritmo de la cogida y mi dedo índice volvía a sodomizarla, lo cual la hacía gritar de calentura. ¡"Ay bebé, mi bebé, mi hermosa criatura! ¡Qué polvo me estás echando! Mami es tuya toda tuya. Haceme la concha, hermoso así. Seguite moviendo, potrito mío que estoy llegando. Quier o que acabemos juntos, vida. Dame tu lechita, la quiero. Llename. Dale así movete turr ito que ya estoy. Damela..quiero pija. Más más más."¡Ay mami, es la concha más hermosa que he cogido! ¡Cómo te la comés, putita! Sentí como mis huevos te golpean. Si, mi amor, vamos a acabar. Movete, puta, movete. Sentí cómo mi pija entra y sale. Mové esa concha que te la lleno de leche. Tomá, hermosa para vos. A y mami me vengo..me vengo te quiero mami .maaaaaaaaami"-. -"Aleeee, Aleeee, siiiiii, siiiiii, bebé, bebé, bebé, si si si. Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ¡Cuánta leche, amorcito, cómo me entra! Dale esa lengua a mami. ¡Ay Ale, cómo acabo, amor ! ¡Ay, mi vida, no parás de llenarme de leche! ¡Qué calentita, guachito! NO no me las saqu e todavía. Así así quiero sentir tus últimas sacudidas. Mi semen corría por las piernas de mamá que no pudo retenerlo todo. Yo mojaba mis de dos en él y lo untaba en sus labios. Ella, lo recogía con su lengua y lo saboreaba c omo al manjar mas deseado. ¡Qué hermoso cogida, Alejandro! Creo que nunca he gozado tanto. Tu padre tenía una her mosa verga pero le faltaban pasión e imaginación. Por lo que estoy vendo, creo que d e eso a vos te sobra, cielo. La besé en la boca, manchandome con mis propios jugos y le dije: -Todavía falta lo m ejor mami. Vas a ver cuánta creatividad tengo en la cama. Tu culito, que me parece muy estrecho, va a ser penetrado sin piedad. Vas a tener que bancarme adentro, mami. Te guste o no, voy a hacerte el culo y creo que lo vas a disfrutar. Me has demostrado que sos una putita divina y como tal te la vas a tragar por detrás"-"Ay amor, no puedo decirte que mi cola es virgen. En verdad, tu padre era basta nte formal y nunca me cogió por allí. Pero, un amante ocasional, me sedujo hasta tal punto que me la dio por el culo. No lo gocé demasiado porque creo que no lo hizo bien. La metió de golpe y comenzó a moverse rápidamente. Cuando me estaba acostumbrand o a su tamaño, acabó adentro de mi. En verdad, fue una gran decepción ya que había fanta seado mucho con una buena culeada"-"Qué hermosa mina sos, Silvi Si no fueras mi madre podría enamorarme de vos. Si, di vina, me encanta que me acaricies la pija así. Me parece, putita, que la estás excit ando para que te haga la cola. ¿Querés que te coja por el culo, no? Te veo apuradita . Te encanta la verga, mami. Podría cogerte durante horas muchas horas "-"Si, mi bebé, quiero sentirte en mi culo, ahora. Esta noche sos mi dueño, soy total mente tuya. Mi culo te desea te quiere adentro. Pero querelo, cariño, haceme gozar n o sufrir, quiero volverme loquita y que me lo llenes de lechita. Sos mi amor,,,A le mío"-"Hoy te dije que iba a cogerte como se me antojara y que no podías resistirte. Pe ro te amo, Silvi, y quiero que disfrutes. Sí, mami, voy a llenarte el culo de lech e pero no voy a rompértelo voy a amarlo"-. Mi verga ya estaba nuevamente al palo por sus continuas caricias. Me tendí con mi palo apuntando al cielorraso y la tomé amorosamente de la mano. "Vení, Silvi, sentate arriba de mi pija y manejá la penetración con la cintura. Andate enterrandola a med ida que la soportes. Tu culito te irá pidiendo verga según la desees"Me miró y sonrió con expresión de novia enamorada. Lubriqué la puerta de su ano con mi s aliva y esperé impaciente. Tomó mi vara con amor, pasó su lengua por la cabeza rosada, abrió sus piernas y comenzó a sentarse, a autosodomizarse con la verga enhiesta de su amado retoño. Su mirada no se separaba de la mía. Su mordía el labio inferior en una mezcla de las civia y sufrimiento. Mi glande ya era agradecido huésped de ese deseado anfitrión. S ilvi gemía suavemente: -¡Ay Ale! me duele pero me gusta la siento entrar muy suavecito.m

uy lubricada, ¡Ay Ale! Me está abriendo toda, mi amor, como me culeás. ¡Ay, vida! Enterr amela un poquito vos, movete despacito, yo te freno si no aguanto. ¡Ay, guachito h ermoso" Así, hasta ahí. ¡Cómo la siento! ¡Me quema el orto, vida, pero me encanta! Así, acar iciame el clítoris. Sos hermoso, es bárbaro como me lo hacés..así vale la pena. ¡Ay Ale Ay A le Ay Ale ! Enterramela amor la quiero toda damela llename el culo. Ayyyyyy asi, asi, asi" . Mis testículos golpeaban contra las nalgas de Silvi. Mi verga estaba hundida hasta el fondo en su culo, La mujer que, hasta hace un momento, pedía clemencia en la p enetración, mi madre, ya se movía furiosamente con veinte centímetros de pija llenándole el ano. "Así, turrito, ¡Qué culeada me estás pegando! La tengo toda adentro. ¡Como me llen a! Movete guachito, rompeme el culo, hacé que acuerde de tu pija por varios días. Da me fuerte muy fuerte..culeame bien culeada. Así así, ¡Cómo me gusta! Empecé a darle mi pija como ella solicitaba. Su culo pedía y pedía y mi verga no podía n egarse. La puse como un perrito, con su culo en pompa, y la ensarté sin lastima. D io un fuerte grito pero ni amagó retirarse. Comenzó a moverse en dirección a mi verga buscando hacer cada vez más profunda la penetración. Gritaba como una loca !Cómo gemía mam i! Yo, loco de morbo, se la enterraba hasta lo huevos, la dejaba un rato allí bien clavada- y luego comenzaba a moverme como un poseso. Por momentos la sacaba fuer a de su orto, dejando que solo la cabeza quedará en contacto con su orificio. Lueg o, casi con violencia, la hundía hasta que casi se comiera las bolas, y me mecía a s u mismo ritmo. Ella, en ese instante, parecía lista a tragarse todo lo que se le o freciera. -"Silvi, putita, ya casi no doy más. Nunca te imaginé capaz de comerte semejante cog ida. Silvi voy a acabar, vida. ¡Cómo te hago el culo, mami! Siento como te lo abro S ilvi. Mové ese orto, yegua, damelo todo""- Si, mi amor, mi culo es solo tuyo. Me lo rompiste, bebé, pero nunca he gozado t anto. Soy tu esclavo, llename el culo de leche, damela damela la quiero " Fui, una vez más un niño desobediente con mi madre. Saqué mi poronga de su culo, admir ando como su orificio quedaba abierto y redondo, la di vuelta y la dejé mirando ha cia mí. Mi verga no necesitó más que dos sacudidas para comenzar a vaciarse en la cara de mami. Ella, gimiendo, comenzó a recibir un torrente de líquidos a la vez que con vulsionaba llegando a su enésimo orgasmo. La leche chorreaba por la cara de madre, bordeaba sus tetas hinchadas y parecía querer llegar a su sexo. "-Ay mi amor mi amor mi amor, cuánta leche para mami-" ¡Ay Ale, nunca me han cogido como ahora, vida"- decía mientas limpiaba le leche que quedaba en mi garrote con su bo ca. "Ale, mi vida, soy tu esclava. Culeame cuando quieras, bebé. Estaré todas las noc hes esperándote siempre dispuesta, siempre lista. Soy tuya, vidita, para siempre tuy a"Cogimos toda la noche. Mi mami y yo lo hicimos en todas las posiciones y en toda s las formas. En una próxima entrega relataré otros polvos con mami y cómo fuimos incorporando otros elementos a esta hermosa relación incestuosa. TodoRelatos.com Mama solo quería nuestra felicidad Mis padres se separaron y nos fuimos mi hermana y yo a vivir con mama. Ella quería que fuéramos felices y nos consentia cualquier cosa. A sus 44 años tenía una 105 de s ujetador, que parecía más al estar delgada. Está claro que esos senos que se marcaban por debajo del vestido eran producto de la maternidad y de la lactancia, ya que en las fotos de joven que yo había visto no tenía tanta masa mamaria. MAMA SOLO QUERÍA NUESTRA FELICIDAD. Comenzaré por presentar a los protagonistas. Me llamo Carlos y esta historia data de cuando tenía veinte años. Tres años antes mis padres se separaron y nos quedamos mi hermana Laura, dos años menor, y yo viviendo con mi madre. Después de la separación se vendió la casa familiar y nos fuimos a vivi r a un piso a la ciudad. Amparo, que así se llama mi madre, quedó muy destrozada, ya que el motivo de la separación fue la infidelidad de mi padre con una joven quinc e años menor que él, a la que conoció en alguno de sus interminables viajes de negocio s. Tanto Laura como yo fuimos muy importantes para mama, ayudándola a recuperarse

con bastante rapidez. Después de dos años de separación la vida nos iba bastante bien. Mama trabajaba en una importante empresa multinacional como secretaría de un directivo, y con su sueldo , el dinero que sobró de la venta de la casa y la pensión de nuestro padre vivíamos mu y bien. Por supuesto el primer año fue duro para todos. Un cambio radical de vida, del pueblo a la ciudad, nuevos amigos, nuevo instituto etc. Pero como he dicho antes, en aquella época yo estaba encantado. Tenía de todo. El instituto era una pas ada, jugaba en un equipo de fútbol sala y nuestro piso era muy céntrico. Había de todo en casa. Pusimos Internet, la televisión por cable y tanto Laura como yo disponíamo s de nuestro propio ordenador cada uno. Mama parecía consentirnos absolutamente todos los caprichos, como intentando compe nsarnos el cambio de vida. Siempre nos repetía una y otra vez Quiero que seáis felic es -. Laura también estaba muy bien, aunque echaba de menos a sus amigas y a su no vio y casi todos los fines de semana ella se iba al pueblo. La verdad es que aun que nos iba genial, cada vez íbamos cada uno más a lo nuestro y casi hacíamos vidas in dependientes. Yo cada vez pasaba mas tiempo en mi habitación volviéndome un friki de los ordenadores y de Internet. Me empecé a convertir en adicto a las páginas X y a todo tipo de pornografía descargada con el emule. Yo sabía que con llevar buenas not as a casa y recuperar los dos años de instituto que perdí con "la excusa de la separ ación" mi madre estaba satisfecha y no se preocupaba de nada más. A mi hermana le pa saba lo mismo. Como ella no había repetido nunca nos encontramos en 2º de bachillera to yendo juntos a varias asignaturas. Era extraño, yo veía a mi hermana en clase con sus amigas y parecía distinta a la herm ana que tenía en casa y que me regañaba por petar la conexión a Internet descargando p orno. Parecía mucho más sexy y a la vez más "zorrilla". Hay que reconocer que tenía bast ante mal genio y se pasaba un montón con las chicas feas de clase. La verdad es qu e era la típica pijita gilipollas y bastante calienta pollas. Es más, en clase ni si quiera me hablaba, casi como si no me conociera. A mí eso me daba igual, yo cuand o llegaba a casa me vengaba petando la conexión y diciéndole lo que pensaba de ella: - ¡¡ Carlos, que estas haciendo con el Internet que va superlento, deja de descargar te pornografía, quita el emule que tengo que mandar un mail ¡!.- Y a quien la vas a mandar un mail, a tu novio? O a algún amiguito de clase?. La verdad es que no se que pensaría tu novio de ti si te viera flirtear con to lo que se mueve.- Eres un gilipollas - me respondía, - lo que tenías que hacer es echarte novia y de jar de matarte a pajas todo el día. - Si, me tenía que echar una novia para que me las hiciera ella, no? Así es como fun ciona, al igual que tu se las harás a tu novio y a saber a quien más? - Eres un gilipollas, te vas a enterar. Al final después de nuestras "cachondas" discusiones siempre acabábamos forcejeando en mi habitación. Ella intentaba pegarme un guantazo y yo le cogía ambas muñecas y la tiraba contra la cama, tirándome encima y magreándome con ella todo lo que podía. Era nuestro pequeño juego erótico. -Deja de meterme mano me decía Ahora te pondrás cachondo y te tendrás que masturbar pe nsando en tu hermana, no te da vergüenza? No lo he dicho, pero mi hermana tiene un físico espectacular, es de estatura media y bastante delgada, pero tiene unas curvas impresionantes. Es rubia como mama y tiene los ojos verdes. Tiene un culito prieto y respingón y unas tetitas que desa fían a las leyes de la gravedad. - Y que pasa si me masturbo pensando en ti?, conforme vistes y andas por el inst ituto fijo que media clase lo hace pensando en ti. Le dije, dejándola claramente r uborizada. - Mira, eres un cerdo, hay te quedas matándote a pajas me dijo. Se iba de la habitación y me dejaba con un calentón impresionante. Por supuesto unos segundos después yo estaba pajeandome a su salud. Así nos tiramos ese tercer año. Y por fin llegamos al momento en que acontece este r elato. Ese año terminamos el bachillerato y como yo imaginaba Laura no tenía intención de seguir más tiempo viviendo bajo el mismo techo. Le dijo a mama que quería estudi ar historia del arte en una universidad privada que está en un pueblo que hay a 15

km del nuestro. Lógicamente, ella tenía planeado irse a estudiar al pueblo de al la do, para poder ver todos los días a su novio y a sus amigas. Mama por supuesto le dijo que sí y de la noche a la mañana nos quedamos en casa solos los dos. La verdad es que en el fondo me dejó triste que se fuera Laura, ya que me daba muc ha vidilla en casa. Ahora los días eras muy grises. Yo empecé un modulo superior de informática en el mismo instituto. Mi vida era muy simple. De casa al instituto y del instituto a casa. Se disolvió el equipo de fútbol y me tiraba las tardes enteras en casa, solo y matándome a pajas. Me veía todas las series del mundo y me terminab a todos los juegos de play. Mi madre llegaba a casa sobre las 9 de la noche y yo un rato antes me ponía a estudiar. Cuando ella llegaba y me veía estudiando se le n otaba una gran sonrisa en el rostro. Cenábamos juntos, la verdad es que era el único momento del día en que estaba con un familiar. Durante las cenas hablábamos de cosa s triviales. Yo le echaba en cara que se gastara tanto dinero en la universidad privada de Laura habiendo universidades muy buenas y públicas en la ciudad. - No es justo mama, Laura está al lado del pueblo. Gastando todo lo que quiere y v iviendo de puta madre y todo por estar cerca del novio - Entiéndelo Carlos me decía mi madre lleva muchos años con su novio y es muy importan te para ella. Yo quiero lo mejor para vosotros y sobre todo que seáis felices con vuestras vidas. Todos los días las conversaciones acababan por el mismo cauce. Que si teníamos que s er felices, que ella quería lo mejor para nosotros. No había forma de hacerle entend er que Laura era una aprovechada. Cuando terminábamos de cenar ella se iba a dormi r y yo me quedaba en mi habitación haciendo lo que mejor sabía. Mi madre tenía un grupo de amigas del trabajo con las que salía los fines de semana y prácticamente se podía decir que el piso era para mi solo. Muchos fines de semana ella salía y no volvía hasta la tarde del día siguiente, con lo que imagino que disfru taría de algunas aventurillas sexuales. Lo cierto es que si hubiera sido un chico popular podría haber llenado mi piso de fiestas y de chicas siempre que hubiera qu erido, ya que llegó un momento en que prácticamente mama no paraba por casa ni para dormir los fines. Era yo el que parecía el padre de casa, llamando a Laura para ve r como estaba y regañando a Amparo porque no iba a dormir a casa. La verdad es que se me empezó a ir la pinza un poco, ya que no tenía vida social y v eía a mi madre y a mi hermana que cada día les iba mejor las cosas. Yo sin embargo a penas salía y tenía en mi casa una verdadera mega colección de pelis porno. Era el único pringado de la familia que no tenía contacto con nadie, y por supuesto aún menos se xo. El pasar tanto tiempo sin contacto con gente de carne y hueso hizo que empezara a mirar a mi madre de otra forma cada vez que paraba por casa. La verdad es que mi madre era una mujer increíble. Yo no me había fijado hasta entonces, pero tenía un cuerpo concebido absolutamente para el pecado. Alta, rubia, ojos color miel y na riz respingona. Tenía unas piernas larguísimas y unas caderas de infarto. Para coron ar su increíble cuerpo llevaba como carta de presentación unas tetas casi gigantes. A sus 44 años tenía una 105 de sujetador, que parecía más al estar delgada. Está claro que esos senos que se marcaban por debajo del vestido eran producto de la maternida d y de la lactancia, ya que en las fotos de joven que yo había visto no tenía tanta masa mamaria. Una tarde de sábado me encontraba recién levantado de siesta, viendo videos porno y masturbándome lentamente cuando escuché ruidos en el pasillo. Me asusté un poco pensan do que mi madre podría pasar en cualquier momento a la habitación y paré. A los pocos minutos oí el ruido de la ducha y continué con lo mío sabiendo que en ese momento mi m adre estaba bañándose y no podría sorprenderme. Yo seguía dándole al manubrio lentamente, esperando encontrar el fotograma perfecto cuando sentí que el ruido de la ducha ce só. En es momento se me pasó por la cabeza la idea de salir al pasillo y encontrarme "casualmente" con mi madre semidesnuda saliendo de la ducha. Escondí mi miembro erecto como pude en el short y salí de la habitación. En ese moment o se abrió la puerta del baño y apareció mi madre con la toalla sin enroscar, sujetada únicamente por su brazo y tapándole las tetas a medias y la zona del tronco. Mi mad re se dirigía hacia su habitación sin percatarse ni si quiera de mi presencia cuando algo sucedió. Sonó su móvil que estaba en la cocina y ella, en vez de encerrarse en s u cuarto se fue directa a cogerlo.

- Si, dígame. Hola Cristina, que tal, si . En 30 minutos estaré lista. Ok, entonces pa sas a recogerme. Muy bien, si no puedo abrirte yo, le dices a mi hijo que te abr a él. Hasta luego. Mi madre estaba sentada en una silla en la cocina hablando con su amiga por el móv il sin percatarse que sentada se le veía parte de su pubis y tenía casi la totalidad de sus tetas al aire libre, y yo detrás de ella me había quedado petrificado mirándol a con una erección de campeonato. Cuando terminó de hablar giró la cabeza y me vio mirán dola fijamente a sus pechos. Instintivamente bajó la mirada y pudo observar perfec tamente la enorme erección de su primogénito. Acto seguido su mirada de incredulidad se tornó en mirada severa y mientras se intentaba tapar como mejor podía me dijo: - Oye Carlos, se puede saber que miras? Es que no te da vergüenza? Yo sin decir nada le mandé una última y fría mirada y me fui a mi habitación. Una vez de ntro y con las pulsaciones por las nubes pude escuchar como mi madre se metía en s u habitación y seguía con lo suyo. Por supuesto la imagen de mi madre casi desnuda y de esos pechos semi caídos, enormes, blancos, que un día albergaron enormes cantida des de leche, me hicieron comenzar de nuevo a pajearme. Le había visto la aureola de un seno aunque no llegué a verle ningún pezón. Era enorme y rosadita. Sus pechos er an similares a los de una de mis actrices porno favoritas, Dani Ashe. Por supues to no pude aguantar mucho y empecé a correrme de manera bestial. Lamentablemente n o tenía en aquel momento papel y sujetaba todo mi semen en mi mano sin saber donde restregarlo. Era el peor momento para que a mi madre se le ocurriera pasar a mi habitación, y así sucedió. Se abrió la puerta y creí morir del infarto. Mi madre pasó, ya arreglada para salir y se me quedó mirando fijamente como pensando en lo que me iba a decir. De repente e mpezó a hablar en un tono muy maternal: - Haber guapetón, no es que quiera regañarte por verme en la cocina. Soy yo la que i ba por la casa semi desnuda, pero no deberías mirarme de esa manera. Entiendo la e dad que tienes y se que el cuerpo femenino te llama mucho la atención, pero soy tu madre y no deberías mirarme nunca con los ojos con los que me has mirado antes Yo balbuceando respondí: - Tienes razón mama, perdona, es que te encontré de repente así y no supe como reaccio nar decía yo intentando ocultar mi mano manchada de esperma. - Te entiendo tesoro, pero me he fijado en la erección que tenías y eso no debería pas arte conmigo- añadió - No mama, te equivocas, yo ya tenía esa erección antes. Salí a la cocina a beber agua , porque me acababa de levantar de la siesta y me desperté así ya. Mi madre con cara de sorpresa y a la vez con un rostro de semi vergüenza por su eq uivocación me sonrió y me dijo: - Hui Carlos, perdona entonces, jeje, que tontería. Bueno anda, es que como últimame nte te veo encerrado tanto tiempo en casa y ya no sales ni haces deporte ni nada estoy un poquito preocupada por tu actitud y me asusto sin motivo. Anda dame un abrazo. Se acercó a abrazarme y yo escondí aún más mi mano mojada. Mi madre al ver que le abraza ba solo con una mano hizo lo que cualquier madre averiguona. Se puso a palpar a ver que era lo que le escondía de esa manera. Cuando notó algo liquido, frió y pegajos o, soltó mi mano e incorporándose se quedó atónita mirándose las manos. - Que es esto Carlos? me dijo. Para rematar la faena se acerco la mano a la nariz para oler el liquidó. En aquel momento comprendió lo que estaba oliendo y su cara quedó blanca. Sin decir nada más sa lió de la habitación y cerro la puerta tras de si. Yo me quedé petrificado. Mi madre i ba a pensar que era un degenerado, y en parte tenía razón. A los pocos minutos llama ron a la puerta. Era la amiga de mi madre. Ella salió sin despedirse ni decir que se iba, señal inequívoca de que la situación era muy peliaguda. Yo quedé en mi habitación repasando mentalmente lo ocurrido y pensando que le iba a decir y que me podría de cir ella cuando volviéramos a hablar. Por supuesto mis pensamientos pronto derivar on en el recuerdo de mi madre mirando su mano llena de mi semen y oliéndolo. Pude recordar como una pequeña gota de mi néctar quedó pegada en la punta de su puntiaguda nariz. Todo esto había sido demasiado para mi y tuve que hacerme dos pajas más aquel la tarde.

Al día siguiente era domingo y aunque intenté hacerme el dormido todo lo que pude, a l final llegó la hora de comer y mi madre estaba preparando una rica paella. Cuand o ya estaba lista me llamó a mi habitación y yo, haciendo como que estaba recién levan tado me senté en mi sitio y me dispuse a comer con ella. Después de unos minutos mi madre empezó a hablarme de cosas triviales como de costumbre. Que si la niña había lla mado, que si la factura de este mes de la luz era muy alta, que qué tal los últimos exámenes. Yo al poco rato ya ni me acordaba de la situación del día anterior. Pero cua ndo mas tranquilo estaba mi madre retomó el tema: - Oye cariño, quiero preguntarte una cosa - Que quieres mami respondí. - Verás, estuve pensando esta mañana y tengo que preguntarte si eres feliz con nuest ra vida actual. - Por qué dices esto? le dije - Es que te noto últimamente muy distante con todo y con todos. No sales, no te re lacionas, no tienes novia ni juegas ya al fútbol. Y desde que tu hermana se fue a estudiar fuera te veo incluso más triste. - No sé, la verdad es que no me lo he planteado, pero ya que lo dices, es bastante normal mi situación. Muchos de mis amigos están en el pueblo, el equipo de fútbol en el que jugaba ya no existe y lo tengo difícil para tener novia. Mi madre extrañada por lo último que había dicho me preguntó: - Por qué crees que es difícil que te eches una novia? - Porque tengo bastantes dificultades físicas y psíquicas para relacionarme con chic as. - No te entiendo mi amor, porque dices eso, te da vergüenza hablar con chicas? Eso lo puedo entender, pero no entiendo porque dices lo de tener dificultades físicas . Tú no eres feo ni tienes mal físico me respondió - Veras mama, es que me da mucho corte decirte esto, pero yo no puedo tener rela ciones sexuales como la gente normal. - A que te refieres Dijo mama - A que creo que tengo fimosis - añadí Mi madre quedo con la mirada dubitativa sin saber que decir. Se hizo un silencio bastante incomodo que duró como dos minutos. Después intentó poner cara de profesiona l y me dijo: - Pero Carlos, estás seguro de que tienes fimosis? - Estoy seguro le dije - Verás, es que se supone que con fimosis no se puede uno ya sabes aliviarse por el d olor que produce la masturbación. Y tú si puedes aliviarte tesoro. Este último comentario me dejó un poco descolocado, pero haciendo tripas corazón decidí jugar duro con ella: - Mamá, el tener fimosis no impide a un chico masturbarse. Simplemente hay que ten er cuidado, pero es imposible mantener una relación normal y corriente. - Y por qué no me lo has dicho antes, te habría llevado al médico - replico - Porque me daba vergüenza. Hace tiempo se lo dije a papa pero con el tema de la s eparación pues se quedó en el tintero. En ese momento mi semblante cambió y empecé a llorar con la intención de sincerizarme con mi madre. - Mama, tienes razón. Últimamente no soy feliz. No tengo casi amigos y no puedo liga r con las chicas. Mientras Laura y tu tenéis relaciones y os va muy bien yo tengo que encerrarme para consolarme solo. Y cada día me vuelvo más tímido. Desde que Laura se fue ya no tengo con quien relacionarme. Además tu cada día pasas menos tiempo en casa. Mi madre no sabía que decir. En ese momento tendría que tener un sentimiento de culp abilidad increíble. Su mayor deseo era que sus dos hijos fueran felices, pero en s u intento de conseguirlo había fallado con uno. Nos abrazamos con los ojos llorosos y mi madre empezó a colmarme de besos. Cuando ya se me había pasado un poco me sonrió y me dijo: - Carlos, quieres que vayamos juntos la semana que viene al medico para pedir ci ta para que te operen? - Está bien mama - respondí Nos dimos un último beso en la boca (casi como un pico) y me fui a mi habitación. A

los 5 minutos me estaba masturbando como un loco, ya que la situación anterior, el abrazo prolongado con sus tetas apretujadas contra mi pecho y el beso en la boc a final me dejaron empalmadísimo. Yo no me contuve y me masturbaba furiosamente, jadeando, esperando que pudiera e scuchar mis suspiros desde el pasillo. Me corrí con una fuerza descomunal. Otra ve z no tenía papel, así que ya sin más miedo ni vergüenza salí de la habitación dirigiéndome al baño para limpiarme. Mi madre estaba en el baño lavándose los dientes. Me vio entrar y pudo perfectamente percatarse de que me limpiaba la mano con papel higiénico y lo tiraba al baño. Me miró y sonrió. En aquél momento comprendí que mi madre aceptaba perfec tamente que me masturbara y pensé que tendría que intentar algo más morboso, como el h acerlo en el salón y que me viera. Pero eso sería más adelante. Pasó una semana y estábamos en la consulta del medico. Yo tenía una médica de cabecera y estaba un poco cortado. Fue mi madre la que le comentó la situación. La médica me dij o que tenía que echar un vistazo antes de darme cita para el urólogo. Me tuve que ba jar los pantalones y los calzoncillos y echarme en la cama. Ella comenzó a descapu llarme. Un sube y baja para comprobar si de verdad tenía fimosis. Mi madre observa ba atentamente con cara de seriedad. Como la tenía muy chiquitina por la vergüenza d e la situación la médica podía sacar el capullo perfectamente. Después de varios movimie ntos masturbatorios me dijo: - Pues parece que no tienes ningún problema. - Pero así no es le respondí con cara de indignación No puedo hacerlo cuando tengo una erección. - Estás seguro chico, a ver si te da miedo o repelus. Porque yo lo veo todo bien. - No, le repito, yo cuando la tengo de punta no puedo descapullar. Mi madre se acerco a donde estábamos e intentando ponerse de mi favor dijo. - Si mi hijo dice que no puede será que no puede. No podríamos comprobarlo de otra f orma? La situación era muy graciosa. Las dos mujeres estaban dialogando sobre como poner me la polla dura. Mientras ellas hablaban, yo, mas tranquilo, empecé a mirar a amb as hembras. La Médica estaba bastante buena. Morena, de media estatura, tenía una ca ra de puta increíble. Con la bata no se apreciaban sus curvas, pero tenía un buen es cote la jodía. Y mi madre hay mi madre iba vestida con un traje con minifalda. Su ch aqueta y su wonderbra le dejaban las tetas perfectamente redondas y juntitas. Po r supuesto tanta visión y pensamiento erótico hizo que mi pene empezara a crecer rápid amente. En un instante las dos mujeres me miraron y vieron mi pene apuntando al cielo. D ejaron de hablar y la médica, un poco ruborizada, se acercó de nuevo para volver a h acer la prueba. Mientras mi madre sonreía, casi reía por la situación, y me lanzó un guiño . La médica por supuesto pudo comprobar que con la máxima erección no podía descapullarm e. Era un momento cojonudo. Una señora buenorra me masturbaba mientras mi madre mi raba en plan vouyeur, jeje. Al final me dio cita para el urólogo y nos fuimos de l a sala. Una vez en el pasillo mi madre sonriendo se dio cuenta que la erección no bajaba. Entonces me dijo: - Vaya situación no? A sido muy graciosa. Por cierto, veo que te has excitado y si gues con tu "cosa" despierta. - Si mama, es que una vez que se me pone erecta no puedo bajarla con facilidad h asta que me masturbo. Además por culpa de la fimosis me duele un poco mientras está erecta. Mi madre me miró con cara de preocupación. Seguro que pensó que me masturbaba tanto pa ra evitar el dolor. En el fondo lo hacía por no sufrir, jeje. Después de unos segund os me dijo: - Oye Carlos, si ves que te duele puedes ir al servicio a desahogarte antes de i rnos a casa. Yo le dije que me daba vergüenza, pero ella insistió. Así que marché para el baño. Decidí qu e iba a aprovechar la situación lo máximo posible, y aunque no hubiera tenido muchos problemas para correrme en el baño, esperé unos 10 minutos y salí. Cuando mi madre me vio me preguntó: - Ya has terminado cielo? - No mama, no puedo. Aquí en el baño me da cosa. Oigo pasar a gente y el olor es asq ueroso y no puedo concentrarme.

- Bueno hijo, pues nos vamos rápido para casa. Aguanta un poco que vamos a llegar en seguida. Bajamos al aparcamiento y entramos en el coche. Yo no paraba de poner cara de do lor. Una vez dentro del coche empecé a quejarme más y poner más cara de dolor. Mi madr e me preguntó: - Carlos que te pasa? - Mamá es que los vaqueros me aprietan y aquí en el coche al estar sentado me duele mucho. - Ay hijo, no se que hacer. Si quieres desabróchate los pantalones anda. Era lo que estaba esperando. Me desabroché los pantalones y rápidamente la mitad sup erior de mi pene quedó al descubierto. Era la segunda vez en el día que mi madre me veía el pene. Pero además esta vez estábamos solos. Me dijo: - Bueno tesoro, pues ves así hasta que lleguemos a casa. - Pero mama, como vamos a salir a la calle así. Cualquiera que mire al coche me va a ver con el pene fuera. Además si nos parara la poli o algo así menudo cuadro. Par ecería lo que no es. Mi madre se quedo pensando y me dijo: - Y que podemos hacer cielo? - Mama me da mucho corte pero podría intentar desahogarme aquí en el coche. Estamos e n un parking oscuro. No hay gente cerca, huele bien. Y el asiento es reclinable. Mi madre se quedó amarilla por la proposición, pero creo que en ese momento ya estab a convencida de que había que hacer lo que fuera necesario por su hijito querido p ara que fuera feliz y no sufriera más. - Está bien amor. Yo miraré para otro lado cielo. No podía creerlo. Mi madre accedió a que me hiciera una paja a su lado. Ella se puso a mirar hacia su ventanilla mientras yo empezaba a darle a la zambomba. Era el momento más erótico de mi vida. Sabía que en el momento que quisiera podría correrme bru talmente, pero lo hice suavemente, esperando a ver si mi madre giraba la cabeza para mirar. Después de 4 minutos mi madre giro su cuerpo y mirándome fijamente a los ojos como queriendo desviar la mirada de mi pene me dijo: - Cielo, tienes que terminar ya, que puede pasar alguien en cualquier momento. Yo empecé a jadear mas rápidamente mientras la miraba. Recordé su wonderbra y mi mirad a cambió de sus ojos a sus pechos. Mama iba a volver a darse la vuelta al ver que le estaba mirando el escote pero al ver su intención le dije casi sollozando: - Por fa mama, no te des la vuelta. Ella se quedó bastante seria pero hizo lo que decía y se quedó mirándome fijamente mient ras yo me masturbaba y le miraba los tetones que tiene. Sentía que me venía y se lo dije. - Mama, ya viene papel. Mi madre entendió que necesitaba una toallita para no poner perdido el coche. Sacó ráp idamente una toallita de su bolso y me la fue a dar. Se quedó bloqueada al darse c uenta que con una mano me masturbaba y con la otra sujetaba el pantalón. No sabía qu e hacer y en ese momento sucedió lo que mi mente perversa estaba esperando. Ella m isma me puso el pañuelo de papel sobre mi pene. Mientras yo sacudía mi tronco mama t enía firmemente agarrado mi capullo con su fimosis tapándolo con el papel. Ya no pude más. Empecé a correrme furiosamente mientras gemía de dolor y placer. - Ahh, mama, ahhh, me corró siiii.. dióssss, ahhhhh. Sujeta fuerte ohhhh. Mama, mama ahhh h. Mi madre se quedó muda. Ella era como un robot. Dejó de mirarme a la cara, imagino q ue por vergüenza y se quedó como hipnotizada mirando hacia mi pene mientras notaba c omo su pañuelo se humedecía. Cuando terminé de convulsionarme ella limpió lenta y firmem ente la punta. Limpiaba con cuidado, pensando que podría hacerme daño por la fimosis . De vez en cuando me daba otra convulsión de placer. Cuando terminó enrolló el papel y lo guardó en uno de sus bolsillos. Mi pene empezó a desinflarse y al poco ya pude subirme los pantalones y quedarme c omo si nada hubiera pasado. Mi madre arrancó el coche y nos fuimos sin decirnos na da. Por el camino yo estaba loco de pasión. La miraba y flipaba. Mi madre me había m edio masturbado. Me había limpiado el semen de mi pene. Había colaborado en la mejor de mis pajas de toda la historia. A mitad de camino me dijo: - Que tal estás cielo?

- Muy bien mama, muchísimas gracias. A sido la mejor en mucho tiempo. - Oye cielo, yo estaré siempre para lo que necesites, pero no me des las gracias p or haber sentido placer. Soy tu madre y una madre no puede dar ese tipo de place r a su hijo. Yo con signos de vergüenza le respondí - Tienes razón mama, perdona. Te agradezco que seas tan buena madre y que te preoc upes tanto por mí. - De nada tesoro, te amo mas que a cualquier cosa en esta vida. A partir de ahor a cuando necesites masturbarte hazlo y no sufras. No te preocupes si yo estoy en casa, simplemente ten un poco de discreción. Al final quedó todo bien y llegamos a casa. Nos separamos y me fui a mi habitación a hacerme como 4 pajas más en la siguiente hora. La verdad es que al final me dolían los huevos y el pene muchísimo pero me quedé muy a gusto. Pasaron dos semanas y no ocurrió nada. Fuimos a ver al urólogo y me dio día para opera rme. Sería un mes después. Tenía cuatro semanas más para intentar usar la excusa de la f imosis y conseguir que de algún modo mi madre interviniera en otra de mis pajas. Cuando quedaba una semana para operarme llegó la oportunidad. Nunca imaginé que lleg aría gracias a mi hermana. Mi hermana subió a la ciudad el fin de semana antes de mi operación. Ella no sabía nada de lo ocurrido ni de que me iba a operar. Yo estaba m uy contento de tenerla, pero a la vez con ella era más complicado intentar crear u na situación con mi madre. . El mes antes de mi operación de fimosis fue extraño. Yo intentaba esforzarme al máximo para encontrar una situación excitante con mi madre y forzarla de algún modo a que me ayudara con mis pajillas. Todos los días pensaba en el pajote del coche y en co mo mi madre me "echo una mano" y no podía evitar masturbarme frenéticamente con ese recuerdo. Necesitaba más pero no sabía como hacerlo. Un día, a la hora a la que mama llega a casa, en vez de estar en el salón estudiando , puse un video porno en la tele grande y empecé a masturbarme. Mi intención era que mami me pillase en plena faena, y al menos la situación sería excitante. Yo simplem ente me tocaba la polla de vez en cuando para mantener la erección pero por supues to no quería terminar antes de que mi madre llegara. Empezaron a pasar minutos y m inutos y mi madre no llegaba. Yo me encontraba con los pantalones y los calzonci llos bajados, tirado en el sofá esperando a mi mama. Pero al cabo de un rato, no m e di cuenta y me quedé dormido. No se cuanto tiempo pasaría dormido, pero de repente una suave caricia en mi mejilla me despertó: - Cariño, te has quedado dormido. Venga cielo, despierta mi amor. Que te vas a res friar así medio desnudo. Yo me desperté desorientado, pero cuando me di cuenta de la situación me quedé petrifi cado. Que vergüenza, me había salido el tiro por la culata. Por supuesto el pene est aba totalmente chuchurrido. Mi madre me dio un beso en la mejilla y se fue a la habitación. En ese momento comprendí que ella me respetaría y me ayudaría, pero que aunq ue la situación fuera morbosa, jamás intervendría en mis juegos eróticos. Estaba jodido. De que me servía hacerme una paja en el salón si mi madre iba a pasar por delante c omo si no pasara nada, como si estuviera viendo la tele o estudiando. Llegó la semana antes de la operación. Yo me operaba un miércoles y mi hermana vino el viernes de antes para pasar el fin de semana en casa. Ella no sabía nada de lo mío y cuando llegó desde el primer momento seguía con su actitud vacilante y chulesca. - Que tal hermanito, como te va la vida, que tal con la novia? Ahh si tu no tien es novia? jeje aún no has encontrado a nadie que te la casque?, jeje Yo no le respondí porque estaba apenado. Cada día veía mas difícil que volviera a sucede r algo parecido a lo del coche y me estaba volviendo loco. Mi hermana notó que me pasaba algo y se suavizó un poco. Fue un fin de semana bastante familiar. Ni mi madre ni mi hermana salieron el sába do y nos vimos los tres una peli por la noche. La verdad es que estaba feliz de estar con ellas. Y se me paso un poco lo mío. Cuando terminó la peli Laura se fue a su habitación y mama a la suya también. Me dieron las buenas noches y me quedé solo en el salón.

Pasados unos minutos cambié al canal de playboy y empecé a masturbarme. Me bajé los pa ntalones del todo y me la sacudía fuertemente. Estaba casi a punto de correrme cua ndo se abrió la puerta. Yo pensaba que era mi madre y decidí seguir a ver si se qued aba conmigo. Cerré los ojos y empecé a jadear fuertemente para que pareciera que no me daba cuenta que entraba alguien. De repente oigo: - Eres un cerdo Carlos. Era mi hermana. Laura estaba mirando como me masturbaba. La verdad es que la exp resión de susto de mi cara era bastante auténtica, ya que mi hermana hacía años que no m e veía el pito y no estaba involucrada para nada en el tema de la fimosis y la mas turbación masiva que mamá me había consentido. - Pero no te da vergüenza, por lo menos podías irte a tu habitación. Eres un cerdo y s e te está yendo la pinza. Siguió como dos minutos más insultándome y yo empecé a llorar. Pensé por un momento que te nía razón y que era un degenerado y se me estaba yendo la pinza. Entre mis sollozos y los insultos de Laura, pronto mama se levantó y vino para el salón. Cuando entró y v io el panorama se quedó con una cara furiosa. Pero para sorpresa de mi hermana, ma mi exclamó: - Laura, vete ahora mismo a tu cuarto, y deja a tu hermano tranquilo. - Pero mama, has visto a Carlos, ¡está loco!. - He dicho que te vayas a tu cuarto ahora mismo. Tengo que hablar con tu hermano . Mi hermana con cara de mosqueo se fue sin decir nada y cerró la puerta del salón. Mi madre se acercó a mí y se sentó a mi lado. Otra vez la suerte se ponía a mi favor. Tenía a mi madre sentada a mi lado izquierdo a 40 cm de mi y yo con los pantalones has ta el suelo y mi pene apuntando al techo. Mama estaba ya en pijama en ese moment o. Tenía puesto solo un camisón de seda. El camisón era muy fino, le llegaba hasta por encima de las rodillas y tenía bastante tirante, con lo que se le veía bastante por ción de teta por todos lados. Además como no llevaba sujetador se le marcaban los pe zones perfectamente. En ese momento me volvió a poner cara de madre amantísima y me dijo: - Cariño, ya sabes que tienes permiso de masturbarte cuando y donde lo necesites p ara evitar el dolor. Pero deberías hacerlo en tu habitación y más este fin de semana q ue está tu hermana en el piso. - Lo siento mama, es que tengo el ordenador estropeado y pensé en ver una película d el canal porno para poder hacerlo rápido. En ese momento tuve la ocurrencia más absurda del mundo. - La verdad es que si veo pornografía es para poder hacerlo rápido y que no me duela demasiado tiempo, como pasó en el baño del médico el otro día. Cualquier persona en el mundo no se lo habría tragado. Estaba a punto de cumplir 2 0 años, y cualquier chico de esa edad ve porno porque sí. Pero mi madre que estaba r ealmente preocupada por lo de mi dolor prepucial pensó que lo decía de verdad. Segur o que se creyó que su hijito querido veía pornografía contra su voluntad y se masturba ba sin querer, única y exclusivamente para evitar el dolor. - Bueno cariño, te entiendo. Siento que tu hermana te haya parado el tema. Seguro que ahora mismo tiene que estar doliéndote un montón. - Si mama, me duele bastante, pero no te preocupes que en cuanto termine se me p asa. dijo mi madre. - Bueno pues entonces te dejo con la peli amor En ese momento pensé que iba a perder la mejor oportunidad en mucho tiempo. No sabía que hacer y sin pensarlo puse el canal porno de nuevo. En ese momento salía una p areja desnuda abrazándose en la cama. Acababa de terminar la película. La imagen de la tele se puso oscura y empezaron a salir los créditos finales. Yo en ese momento exclamé: - Joo, mierda, que mala suerte. Mama, que estaba cerrando la puerta por fuera, volvió a asomarse y me preguntó. - Que te pasa Carlos? - Acaba de terminar la película. Ahora no se que voy a usar. le respondí. - No sé hijo, porque no esperas a que empiece otra? Añadió mami - Joo, hace ya mucho rato que estoy empalmado y ya me duele mucho añadí. Mi madre volvió a pasar y cerró la puerta. Se acercó a mí y sentándose a mí lado de nuevo me

dijo: - Y que podemos hacer? - No se mami. Bueno se me ocurre una idea, pero me da vergüenza decírtelo. Mi madre se puso seria. Imagino que recordó en ese momento lo del coche y no le ha cía gracia participar de nuevo en mi paja. - Que se te ocurrió hijo?- Me dijo. - Podrías quedarte conmigo mientras lo hago. En el coche funcionó. - Pero Carlos, porque quieres que me quede contigo. Ya te dije que soy tu madre y que no deberías excitarte con mi cuerpo. - Lo se mamá. Pero lo cierto es que tienes un cuerpo muy bonito y con el dolor tan grande que ya tengo me vendría muy bien un aliciente así. Aún no puedo creer el morro que le eché aquella noche. Mi madre me miraba confusa. S eguramente intentaba convencerse a si misma de que solo quería excitarme con un cu erpo femenino. En aquél momento no podría haber admitido que su hijo la deseaba. La deseaba como madre y como mujer. Deseaba ese cuerpo porque estaba bueno y porque era mi mama y siempre estaría hay para darme felicidad. - No me parece correcto hijo, pero te dije que te apoyaría con lo de tu fimosis y te voy a apoyar. Que es lo que quieres? Quieres que me siente a tu lado y te mir e de frente? - Si, por favor - le dije. Solo con saber que había aceptado quedarse empecé a respirar mucho más fuerte. Mi acel eración se revolucionó. Ella se sentó a mi lado en el sofá y se quedó mirándome con cara de vergüenza. Si mirada no sabía donde posarse y sus ojos acabaron apuntando hacia el s uelo. Yo comencé de nuevo a masturbarme. Lo hacía muy rápido. Estaba deseando que lleg ara ese momento desde hacía un mes. Ya totalmente poseído por el animal depravado que soy empecé a repasarle su cuerpo e ntero con la mirada. Le miraba las tetas, le miraba las piernas. Miraba su boca y me la imaginaba chupándome mi pene. Ella estaba en una posición semifetal. Estaba sentada y encogida con los hombros hacia delante. Sus tetas colgaban maravillosa mente y se marcaba perfectamente el recorrido a través del camisón. Eran increíbles. S i en ese momento me hubiera enseñado una, habría soltado instantáneamente al menos med io litro de esperma. Mi mirada era tan lasciva que mi madre empezó a respirar más fuerte. Imagino que la situación también era morbosa para ella. En ese momento ya me vería como un macho con ganas de cogerla. Estuve sacudiéndome la sardina como 3 minutos y decidí dar el todo por el todo. Era el momento de un ataque final. No volvería a tener otra oportuni dad como esa y quizás después de la operación se me acabara el chollo. Casi suplicando le dije: - Mama, por favor, enséñame una teta, por favor, te quiero. Mi madre no hablaba. Ni si quiera se sorprendió por mi exigencia. Mi cara era de s uplica total y casi parecía que iba a empezar a llorar en cualquier momento si no hacía lo que le había pedido. Esbozó una leve sonrisa de afirmación y soltó un pequeño suspiro. Sabía que había llegado de masiado lejos y que ahora estaba a su merced. Por otro lado quizás la mezcla de ex citación y sentimiento materno eran superiores a cualquier razonamiento lógico, ético o religioso. Mami agarró el tirante derecho de su camisón. Muy lentamente lo bajó y empezó a deslizar se la parte superior derecha del mismo. Su grandioso seno empezó a descubrirse. Er a algo más blanco que el resto del cuerpo. Conforme empezó a vérsele la aureola descub rí que tenía aún algo de la marca del bikini. Por fin apareció el pezón. Era increíble. Era un pezón muy grande y muy gordo, acorde a la gran aureola que lo bordeaba. Era de color rosita. La visión global de su teta me recordaba a un helado de fresa y nata . Para no dar de si el camisón tuvo que coger su teta por la parte inferior y sacarl a hacia fuera entera, dejándola totalmente desnuda de tela. Tenía una teta dentro y otra fuera. Era demasiado para mi, notaba que con dos sacudidas más me iba a ir. le dije. - Enséñame la otra también. Ella como un robot cumplió rápidamente mi segunda orden y se bajó el otro tirante. Ya sin problemas su camisón se deslizó y quedó por debajo de su ombligo, cubriendo únicamen te su pubis y sus muslos. Que visión. En esa posición se le marcaba unos pequeñitos mi

chelines en el estomago que eran la mar de excitante. Las tetas eran tan grandes que en esa postura encorvada hacia delante casi le llegaban al estomago. Me acordé de la paja del coche y rápidamente le dije: - Mama, papel... papel. Mi madre con cara de susto recobró la mirada, que hasta entonces la tenía perdida. S e levantó rápidamente y salió corriendo hacía el pasillo. Ella iba sujetando su camisón a la altura de la cintura para que no se le cayera del todo. El movimiento de vaivén de sus tetas era acojonante. Tenían vida propia. La vi desaparecer por el pasillo y dejé de masturbarme, ya que una sacudida más y me habría venido como nunca. Pasaron 10 segundos aproximadamente. Fueron interminables. Entonces volvió a apare cer por donde se había ido. Esta vez la veía de frente con un rollo de papel higiénico en su mano. Sus tetas seguían bailando al son de sus movimientos. El movimiento d e ese par de miembros, lechosos y blanquecinos, con ese par de pezones gigantes y duros me tenía imnotizado. Se colocó de frente mió. Quedándose de pie se inclinó para da rme el papel. Sus bolsones mamarios estaban haciendo puenting a pocos centímetros de mi cara. Se quedó parada con el papel en la mano. Esta vez no me lo puso ella p or propia incentiva. Tuve que decirle: - Mamá ponme el papel Mi grandiosa madre obedeciéndome como una buena perrita puso un trozo de papel en forma de capuchón alrededor de mi pene y quedó sujetándolo con su mano derecha. Yo me iba a correr ya irremediablemente. Solté mi pene y exclame: - ¡ Ahhh mami, me vengo! ¡Mastúrbame mama! Jaque mate. Lo había conseguido. Mi madre comenzó a subir y bajar suavemente su mano por encima del papel. Yo empecé a correrme convulsionándome como si estuviera poseído . No paraba de gemir: - ¡ MAMI me corro! ¡MAMI te quiero! Era tanta la cantidad de esperma que estaba soltando que pronto mi pene traspasó e l papel. Mi madre siguió masturbándome con una mano mientras con la otra cogía más papel del rollo. Yo con los ojos medio cerrados la miraba. Miraba sus tetas colgantes, su mano ll ena de semen sobre mi pene. Miraba sus ojos con la mirada perdida, su nariz punt iaguda que días antes olió mi semen y se restregó con él. Era maravilloso. Fue el mejor orgasmo de mi vida con diferencia. El placer era indescriptible. Mi madre quitó el papel pringado de semen con su mano derecha masturbatoria. Con su mano izquierd a y otro trozo nuevo me limpió suavemente el resto de la lechada. Algunas gotas habían caído en mi estomago y mi mama me limpiaba firmemente por todas las zonas donde observaba restos de mi leche. El momento apoteósico final llegó. Le dije a mi madre: - Te quiero mama, dame un beso. Mi madre se acercó lentamente. Ella se arrodilló y yo me incorporé para adelante. Hacía un buen rato que su cordura había sido vencida y me fue a dar un pico en los labio s. En el momento en que nuestros labios se juntaron yo le metí mi lengua y comenza mos a morrearnos como en la pelis porno. Mama aún sujetaba mi pene con su mano izq uierda. El papel se había caído al suelo y acariciaba directamente mi rabo fimósico. M ientras nos besábamos con frenesí agarré una de sus tetas y la masajeé suavemente. Estuvimos besándonos como 3 minutos sin parar. Mi lengua recorría todos los rincones de su boca y se restregaba contra la suya. Ella estaba concentrada y excitada c on nuestro beso. Su mano inconscientemente me seguía acariciando muy suavemente mi polla. Yo me estaba dando el lote tocándole las tetas y besándola lascivamente. Le restregaba las manos en ambas tetas. Las juntaba y las separaba y le pellizcaba los pezones. Era igual que en una película amateur de tetonas que había visto hace p oco. De repente noté que la excitación y su toqueteo me hacían estar cerca de volver a corr erme. Ella seguía de rodillas. Sin dejar de besarla Agarré su muñeca libre y deposité su mano en mi tronco. Le marqué el movimiento subiendo y bajando ambas muñecas. Pocos segundos después le solté sus brazos y ella sola seguía masturbándome con las dos manos. Esta vez su masturbación era más agitada y lasciva. Estaba claro que sabía lo q ue se hacía y que tenía experiencia en estas artes. El ritmo masturbatorio acelerado hico que en un par de sacudidas se pasara de fu erza y me hiciera daño. Yo solté un leve gemido. Ella dejó de besarme por un instante

y miró hacia abajo para ver si me lo estaba haciendo correctamente. Colocó bien una de sus manos y con la otra me empezó a acariciar los testículos. Me volvió a mirar y i nstintivamente nos volvimos a besar. La escena siguió así 2 o 3 minutos más. Desde que se bajó el sostén hasta el momento presente no había articulado palabra ni s onido alguno. Así que me sorprendió cuando de repente dejó de nuevo de besarme y me di jo: - Vamos Carlos, termina ya tu hermana podría venir en cualquier momento. - Oh mama, sigue así no pares le respondí Aprovechando que habíamos dejado de besarnos me relaje de nuevo y me tumbé hacia atrás . Levanté todo lo que pude mi cintura y mi pene quedo a la altura de sus tetas, a pocos centímetros de su cara. Yo seguía acariciando sus pechazos y ella me observaba con una mirada bastante lasciva. Yo empecé a soltar gemidos más fuertes y a respirar más rápidamente. Mi ritmo se había ace lerado y mama sabía que ya estaba a punto. Ella volvió acelerar el ritmo y se quedó mi rando fijamente a mi pene. Solté una de mis manos de una de sus tetas y llevé mi ded o corazón a la comisura de sus labios. Lo había visto en una peli porno y me llamaba mucho la atención. Empecé a pasarle el dedo por la comisura de sus labios. Ella no reaccionaba, así que de manera brusca le metí el dedo en la boca. Ella cerró sus labios aprisionando mi dedo. Yo comencé a meterlo y sacarlo suavemente. Era brutal. Mi madre me estaba ma sturbando de rodillas en el sofá del salón, semi desnuda, mientras yo le acariciaba uno de sus descomunales pechos y le metía el dedo en la boca simulando una felación. Noté que me venía. Saqué mi dedo de su boca y empecé a acariciarle el pelo. Puse mi mano sobre su nuca y empecé a ejercer presión hacia abajo. Ella al notar la presión dejó de mirar a mi pene y me miró a los ojos con cara de horror. Había despertado de su sueño. Estaba masturbando a su hijo y este le estaba empujando la cabeza hacia abajo p ara que se la chupara. Seguro que antes ya había vivido esta experiencia con algún a mante o con papa. Ella exclamó con rabia en su mirada: - Que hacer Carlos? - Mamá me vengo respondí - Y que quieres Me dijo Yo solamente respondí de nuevo: - Mamá me vengo. Y seguí apretando con más fuerza. Ella luchaba contra la presión y me miraba con cara de odio. Quizá en ese mismo momento entendió que mi fimosis era una excusa y que rea lmente todo fue una artimaña para usarla como a una puta. Yo apretaba más y mas fuerte y su cabeza empezó a bajar hacía mi pene. - No Carlos, eso no. No me obligues a chupártela me dijo. Yo estaba ya fuera de mí. Le miré con cara de autoridad y le respondí. - ¡Mama, me corro!, ¡Mama, me corro!, ¡Venga Mama! Ella tenía sus labios haciendo presión contra mi punta pero los mantenía fuertemente c errados. Había dejado de masturbarme y solamente mantenía su mano sobre mi pene. Yo, que estaba a punto de correrme, comencé a masturbarme con una mano mientras qu e con la otra seguía presionando la cabeza de mi madre contra mi pene. Ya no podía más . Di un último y fuerte apretón y mi pene empezó a restregarse contra sus dientes. En un mal gesto me rozó con la paleta el prepucio y me hizo daño. Yo dije: - Mamá me haces daño con los dientes. Mi madre balbuceó una especie de suspiro. Yo en ese instante comencé a correrme. El primer chorreón explotó contra sus dientes. En ese instante ella abrió la mandíbula y mi pene se introdujo dentro. Dejé de masturb arme y seguí corriéndome dentro de su boca. Ella aprisionó por fin con sus labios mi p ene y siguió chupándome lentamente. Yo estaba completamente en frenesí. Estaba totalmente encorvado hacia atrás. Mi cade ra parecía poseer una nueva elasticidad. Después de dos o tres lechazos más que cayero n dentro de su boca me relajé. Ella seguía chupando mi pene muy lentamente. No caía na da de esperma. Notaba como su cuello lo tragaba. Yo me relajé y empecé nuevamente a acariciar su teta. Mama parecía una niña buena. Se iba a comer todo y no iba a dejar nada en el plato. La pobre debía estar esperando a que le dijera que parase. Dejé que siguiera chupand

o un rato más mientras mi pene se desinflaba en su boca. De repente se abrió suavemente la puerta del salón. Asomó la cabeza de mi hermana. Sus ojos se pusieron como platos. Desde su posición podía ver a mi madre desde un later al, arrodillada, en medio del salón, semidesnuda y chupando el pene ya flácido de su hijo. Yo estaba espatarrado y casi no podía girar la cabeza para mirarla. La miré d irectamente a los ojos y ella corriendo salió y cerró muy suavemente. Mama que seguía absorta en limpiar mi pene con sus labios no se dio cuenta de la p resencia de Laura. Por fin hice un gesto de retroceso y mi pene salió de su boca. Ella me miró a los ojos se levanto con sus colgantes tetas y se quedó de pie mirándome fijamente. Me dijo: - Carlos, esto que ha pasado nunca debió pasar. Quiero que sepas que nunca más volve rá a suceder algo parecido. - Lo siento mama, estaba como poseído, no sabía lo que hacía le respondí. - Nunca más volverá a pasar. Si alguna vez vuelves a forzarme te mandó a vivir con tu padre. No lo olvides dijo mama. Su frase sentenciosa me dejó blanco. Mi madre con su gesto serio se subió el camisón. Se limpió la boca con las manos y cogió el rollo de papel. Siguió unos segundos mas li mpiándose y recogió todos los montoncitos de papel manchados. Yo seguía allí tumbando en el sofá con mi pene al aire y mirándola confuso. Por un lado estaba serio y tembloroso por sus palabras. Por otro lado el mirarla como se aga chaba y se levantaba para coger el papel con mi semen, como bailaban sus tetas y como se limpiaba la comisura de sus labios de mi leche me tenían enloquecido. En ese momento pensé: - Hemos llegado muy lejos y esto no va a acabar aquí. Si hace falta te violaré. Si así lo quieres así será. Mi madre me miró por última vez y salió por la puerta. Yo me quedé tirado en el sofá pensa ndo que había tenido la mejor experiencia que jamás tendría. Me acordé de sus tetas y de su boca manchada y como siempre tuve que volver a masturbarme de nuevo. Aquella noche dormí mal. Tuve muchos sueños eróticos con mama y con Laura, mezclados c on pesadillas en las que mama se iba para siempre. A la mañana siguiente me desper té desorientado. En un primer instante pensé que lo ocurrido en la noche anterior no había pasado. Estuve como 5 minutos razonando si lo había soñado o no. Hasta que sonó la puerta de la habitación y acto seguido pasó Laura. Pasó sigilosamente y cerró tras de sí. Se quedó de pié mirándome seriamente y me dijo: - Por fin encontraste quien te hiciera las pajas, ehh? Eres un desgraciado y mam a una puta. CONTINUARÁ Mama solo quería nuestra felicidad 2 MAMA SOLO QUERÍA NUESTRA FELICIDAD (2ª parte) Comenzaré por repasar lo ocurrido hasta este momento. Si desean leer la primera pa rte esta se encuentra en http://www.todorelatos.com/relato/53503/ Me llamo Carlos y desde la separación de mis padres, vivimos mi hermana Laura y yo con mi madre Amparo en un piso en la ciudad. Mi hermana se ha ido a estudiar mu y cerca del pueblo donde vivíamos antes para estar cerca de su novio y aunque algu nos fines de semana viene, prácticamente nos hemos quedado solos mama y yo. Yo en estos últimos meses me he obsesionado con mama y me he inventado un plan par a utilizarla con fines sexuales. Conseguí verla casi desnuda varias veces y cuando en una ocasión me pilló mirándola y me regañó se me ocurrió la brillante idea de decirle qu e era infeliz en el piso, porque me sentía solo y que además tenía fimosis. Desde entonces todo fue coser y cantar. Tuvimos distintos encuentros. La visita al médico por lo de la fimosis que dio como resultado la paja en el coche y por ul timo otra paja con mamada forzada y no consentida por mama. Para los que no hayan leído la primera parte, deciros que me encuentro a 4 días de q ue me operen de fimosis y que mi hermana acaba de pillarnos en mitad de la mamad a y que mama me ha dicho que si vuelvo a forzarla que me voy de la casa. CONTINÚO Aquella noche dormí mal. Tuve muchos sueños eróticos con mama y con Laura, mezclados c on pesadillas en las que mama se iba para siempre. A la mañana siguiente me desper

té desorientado. En un primer instante pensé que lo ocurrido en la noche anterior no había pasado. Estuve como 5 minutos razonando si lo había soñado o no. Hasta que sonó la puerta de la habitación y acto seguido pasó Laura. Pasó sigilosamente y cerró tras de sí. Se quedó de pié mirándome seriamente y me dijo: - Por fin encontraste quien te hiciera las pajas, ehh? Eres un desgraciado y mam a una puta. Laura salió y cerró la puerta de un portazo. Yo me quedé en la cama petrificado. Anoch e todo había sido maravilloso pero ahora tenía que pagar las consecuencias de mis ac tos. No me atrevía a salir de la habitación. Tendría que enfrentarme a esas dos mujere s. Mi hermana me miraría como a un degenerado y mi madre como a un violador. Era d omingo y al menos contaba con que no tenía que salir de la habitación en todo el día s i quería. Pasaron algunos minutos y me estaba meando tan fuertemente que no tuve mas remed io que salir de la habitación. Pensé en correr al baño, mear y volverme a la cama. Cua ndo abrí la puerta con un sigilo propio de las películas de espías pude comprobar que no se oía ni un solo ruido. Sigilosamente fui al baño y oriné. Cuando salí de nuevo al p asillo seguía sin oírse nada. La curiosidad pudo conmigo. Me dirigí hacia la cocina, n o había nadie. Me dirigí hacia el salón y no había nadie. Comprendí que estaba solo. Pero de repente se empezaron a oír ruidos que venían de la habitación de Laura. Cuando esta ba apunto de apoyar mi oreja en su puerta, esta se abrió. - Que coño quieres? me dijo laura. Yo no sabía que responder y lo primero que me vino a la cabeza fue: - ¿Dónde está mama? - Mama ha ido a comprar pan, creo respondió Laura Alguna cosa más? Yo con un ágil movimiento de cabeza pude echar un vistazo a su habitación y ver la m aleta a medio hacer en el suelo. - Te vas ya? le dije - Si, me voy ya, no voy a quedarme ni un minuto mas en esta casa de degenerados me respondió. Yo puse un semblante mucho más serio y agresivo y le dije: - Has hablado con mama sobre lo que viste anoche? - No, no le he dicho nada. No me atrevo a mirarla a la cara y decirle que es una puta. En ese momento mi mano cobró vida propia y salió disparada hacia la cara de Laura. E l bofetazo sonó muy fuerte, tanto que me asustó a mi mismo. Laura se quedó parada, con los ojos como platos. Yo lo dije en un tono muy duro. - Mama no es una puta. Mama me ha ayudado con un gran problema que tengo. Sabes que tengo fimosis? Y que me opero la semana que viene. Ella me ayudaba y yo anoc he le obligué a que me hiciera una felación le dije - Le obligué, lo entiendes? - A ti te ha obligado tu novio a que se la chupes?. Tu si que eres una puta. Laura comenzó a llorar desenfrenadamente. De repente me dio mucha pena haberle peg ado y le abracé. Ella lloraba como una niña sobre mi hombro. A mi me estaba dando mu cha pena y empecé a besarla en la frente. Ella seguía llorando. Mis besos bajaron ha sta su mejilla. Y de repente su boca empezó a buscar la mía. Si darnos cuenta nos es tábamos besando en los labios. Era un beso muy tierno, sin lengua ni gestos raros. Seguimos besándonos durante minutos. Cuando nuestros labios se separaron Laura so lo atinó a decir: - Porque se fue papa?. Todo va mal desde que se fue. - No te preocupes Laura, nos tenemos nosotros tres y yo os quiero a ti y a mama con locura. Laura me miró con la mirada más dulce que jamás había visto en su cara y comenzó a besarme de nuevo. Este beso pronto se transformó en un beso apasionado. Nuestras lenguas tímidamente se saludaban y nuestros labios parecían bailar al compás el uno del otro. Entramos a su habitación y caímos sobre su cama. No parábamos de besarnos y yo empecé a acariciarle los hombros. Mi mano subió hasta su mejilla y mi dedo se posó en la comi sura de sus labios. Su lengua salió a investigar. Seguí mi camino serpentoso hasta q ue mis yemas encontraron sus firmes y carnosos pechos. Mientras bordeaba una y o tra vez su pezón, ella soltó un gemido tan suave que instantáneamente mi pene se puso a mil. Yo sabía que ella estaba disgustada por lo sucedido pero a la vez excitada. Empecé a susurrarle al oído que la quería, que la adoraba. Mi boca pronto encontró su c

uello, mientras mi mano bajaba deslizándose por su torso. Se entretuvo jugando con su ombligo un rato antes de proseguir su camino. Cuando llegó a su muslo note com o un escalofrió la recorría. Decidida y suavemente bajó hasta su entrepierna, y muy du lcemente se empezó a deslizar por encima del pantalón. Ella con los ojos cerrados su spiraba cada vez más. Yo, con bastante soltura, desabroché los botones de su pantalón y mi mano se introdujo por dentro. Su chochito estaba tan caliente que me ardían los dedos. Comencé a besarla apasionad amente mientras más apasionadamente aún mi mano frotaba con algo de violencia sus la bios. Introduje mi dedo corazón y empezó el bombeo. Pocos segundos después el grito y el espasmo me hicieron despertar. Laura había tenido probablemente el mayor orgasm o de su vida. Sus músculos se relajaron y se quedó como dormida en la cama. Yo la se guí besando muy tiernamente unos minutos más y me fui. Era mediodía y mi madre acababa de llegar con el pan y con un pollo con pimientos de la pollería. - Venga chicos, a comer todo el mundo dijo. Yo la vi en el salón poniendo la mesa. Mama me miro y me sonrió. Entendí que lo de ano che estaba una vez más olvidado y que podíamos hacer vida normal. Lo que ella no sab ia es que minutos antes había estado masturbando a su hija pequeña. Durante la comida mama me sorprendió diciéndole a Laura lo de mi operación del miércoles . - Laura, esto es muy vergonzoso para tu hermano, quiero que sepas que si te lo c uento es para que el miércoles vengas a la ciudad y asistas conmigo a la operación d ijo mama - Pero mama, yo tengo que ir a clase respondió Laura. - Seguro que no pasa nada porque faltes un día. Además en el hospital te darán justifi cante. Quedaba bastante claro que Laura tenía que ir si o si. La comida siguió como si nada y por la tarde Laura se fue a la estación para irse al pueblo donde estudiaba. Ma ma se quedó extrañada de la actitud fría que tuvo Laura todo el día pero no atinó a saber el por qué. Por supuesto Laura se fue sin despedirse de mí y prácticamente no nos diri gimos la palabra desde que nos besáramos por la mañana. Nos volvimos a quedar solos mama y yo. Ella se había echado y yo estaba arreglando la cocina. No podía parar de pensar en que había besado a mi hermana y la había mastu rbado. Era una sensación distinta. Con mama tenía dos sentimientos claramente difere nciados. Por un lado la quería como madre y por otro lado la deseaba sexualmente c omo mujer. Pero con Laura todo estaba confuso. Tenía un nudo en el estomago. Me es taba enamorando de mi hermana. No podía ser. Era algo peligroso. Tenía que dejar de pensar en ello. No podía dejar de pensar y cuando terminé de limpiar me senté en una s illa de la cocina y me puse a llorar. Mama apareció en ese justo momento por la cocina. Al verme llorando se acercó a mí y s e quedó en cuclillas mirándome a los ojos. - Que te pasa amor? me dijo. - Nada mama le respondí. - A mi no puedes mentirme. Es por lo de anoche? - No mama, esta mañana ha ocurrido algo Le respondí - ¿ Que ha pasado?. - Mama, anoche Laura nos vio. Mi madre se quedó con los ojos como platos y con cara de horror. Yo continué mi aleg ato. - Esta mañana cuando tú no estabas vino a regañarme y a ponernos verdes. A decir que s e iba a ir y no iba a volver más. No paraba de insultarnos y sin darme cuenta le d i un bofetón. No se muy bien que pasó después pero acabamos besándonos los dos como si f uéramos novios. Por supuesto no le dije a mama lo de que la había masturbado, eso ya habría sido dem asiado. Mama respondió: - Hijo no puede ser. No tienes referentes femeninos aparte de yo y tu hermana y por eso y por todo lo ocurrido con la separación y la mudanza estas trastornado. N o es normal que me obligues a chupártela y no es normal que te vayas besando con t u hermana. Después de la operación iremos a un psicólogo y ya veras como nos ayuda a t odos.

- Mama, creo que estoy enamorado de Laura Le replique. - ¡ No hijo, no sabes lo que dices!. Es tu hermana. Que quieres, que esta casa aca be siendo una casa de pervertidos incestuosos?. No por favor. Iremos al psicólogo. No pienses más en eso. Mientras me hablaba bastante angustiada puso, involuntariamente, una mano sobre mi muslo. Ella me hablaba muy nerviosa y su mano hacia un leve gesto de sube y b aja sobre mi muslo a pocos centímetros de mi bragueta. Yo de repente dejé de pensar en mi hermana y volví a acordarme de la noche anterior. De cómo mama me había masturba do y me la había chupado. De sus megatetas. Sus enormes bolsones mamarios que fuer on al fin y al cabo la primera causa de mis pajas y mi perversión hacia mi madre. Mi mirada cambió y mi madre lo noto, porque su mano se quedo inmóvil totalmente. Yo, con ojos de predador le dije: - Mama, ayúdame a olvidarla. Agarré su muñeca y puse su mano sobre mi bulto que ya estaba empezando a crecer. Mi madre iba a decirme algo, y justo en el momento de abrir la boca, le agarré la bar billa con mi mano y le metí mi dedo pulgar entre sus labios. Restregaba mi dedo co ntra sus labios de manera circular. Ella cerró los ojos y empezó a chupar mi pulgar como si fuera un pene. Su mano se movía en círculos sobre mi bulto. Viendo que ella por si sola no tomaba ninguna iniciativa, me desabroche la cremallera del pantalón y saque mi pene. Le hice cogerlo con la mano y ella, al notarlo, empezó a subir y bajar. Esta vez me estaba masturbando en la cocina. Estábamos un poco incómodos. Yo sentado en esa pequeña silla de cocina y ella de cuclillas enfrente mío. Me puse de pie y l a hice venir conmigo. Me apoyé sobre la encimera y mama se puso de rodillas enfren te mió. Siguió masturbándome lentamente. Yo la miraba desde arriba y veía el bulto de su s tetas sobre el jersei que llevaba. Cogí su jersei por la cintura y subí hacia arri ba. Ella me facilitó que se lo quitara. Quedó en pantalón y sujetador. Mientras me seg uía masturbando yo me incliné adelante bordeándola por arriba para desbrocharle el suj etador. Mientras intentaba quitarlo mi pene estaba a muy pocos centímetros de su b oca. Ella me masturbaba mas fuerte y yo no atinaba a quitarle el sujetador. Noté q ue estaba apunto de correrme. No sabia si decírselo y que parara o dejarle hacer. No pude aguantar más, y cuando solo me quedaba un enganche para quitarle el sujeta dor, empecé a correrme. Yo seguía arqueado hacia delante por encima de ella y mi pen e estaba muy cerca de su cara. Desde mi posición solo veía su espalda y su culo. Di un leve grito y note como su cabeza, que estaba debajo de mi barriga, se movía con violentas sacudidas. Intentado esquivar seguramente mis lechazos. Después de vari os segundos corriéndome, pude terminar de desabrochar su sujetador y me incorporé ha cia detrás. Le miré a la cara y vi que la tenía completamente embadurnada de mi semen. Ella aún así no soltaba mi polla. Con gesto de sumisión miraba hacia un lado. Yo cogí s u sujetador y se lo quité intentando no mancharlo de semen. Agarré papel de cocina y empecé a limpiarle la cara. Ella seguía con mi pene en su mano y mirando hacia un l ado. Le limpie un chorretón en la frente y varios en las mejillas y en la nariz. Tenía ot ro poco de semen entre los labios. Los labios los mantenía fuertemente apretados i ntentando evitar que no entrara. Dejé el papel cuando solo quedaba el chorretón de l os labios y acerque mi pulgar a estos. Apreté mi dedo unos instantes y ella abrió la boca. Se introdujo junto con el semen. Yo le restregaba el semen por dentro de la boca. Ella cerró los ojos fuertemente con cara de asco. Solté su mano de mi pene y acerqué este a sus labios. Ella como tenía los ojos cerrados no se dio cuenta cuan do cambié mi pulgar por mi pene en su boca. Solo cuando ya estaba dentro abrió los o jos e intentó echarse hacia atrás al ver lo que se estaba comiendo. Yo le sujeté suave mente la nuca y empecé un movimiento de penetración muy suave. Ella volvió a cerrar lo s ojos y se relajó. Sus tetas se movían de adelante hacia atrás. Cada vez que bombeaba hacia adelante un poco mas de mi pene se quedaba dentro. Ella hacía leves gestos y ruidos como de ahogo pero no abría los ojos ni mostraba signos de angustia. Deje de bombear. Le bajé las manos y se las puse a la espalda. La dejé de rodillas c on las manos a la espalda y sacando pecho. La punta de mi pene metida en su boca y con los ojos cerrados. Esa visión de humillación me hizo ponerme a cien. Empecé a m asturbarme furiosamente mientras ella seguía quieta con la punta de mi pene en su boca y los ojos cerrados. El movimiento agresivo de mi mano sobre mi pene hacia

que le temblase la cara y que sus tetas se moviesen ligeramente de un lado al ot ro. Me iba a correr. Cuando sentí lo inevitable solté mi pene y agarré su cabeza. Me l a empecé a follar. Bombeaba follándome la boca de mi madre. Me corrí dentro de su boca con tanta fuerza que ella empezó a toser. Yo gritaba: - Ahh mama, trágatelo, mama, trágatelo Intentó separarse de mí empujándome las piernas con sus manos. Pero yo no la dejaba y seguía corriéndome en su boca. Solo cuando abrió los ojos y me miró saqué la polla y me ap arté un poco. Ella tosía y escupía una mezcla de mi semen y saliva. Se levantó mareada y fue al fregadero. Allí termino de escupir y toser y se enjuagó la cara y la boca. Yo la miraba desde atrás. Como se inclinaba al fregadero y sus te tas colgaban. Eran tan grandes que visto desde atrás se veían a ambos lados de su cu erpo meciéndose. Cuando terminó de lavarse se dio la vuelta y me miró, pero no a los o jos. No se atrevía a mirarme a los ojos directamente. Me acerqué a ella y la besé. Mam a al principio no correspondía mi beso. Pero en pocos segundos nuestras bocas se f undieron y nuestras lenguas se frotaban agresivamente. Después de besarnos ella me miro con cara de buena chica y me dijo - Amor, te haré lo que quieras, pero tenemos que ir a psicólogo tú y yo y me tienes qu e prometer que no vas a volver a tontear con tu hermana. - Te quiero mama, te lo prometo Le respondí Ella se fue a su habitación y se encerró y yo me quede por la casa sin saber que hac er. Al rato me asomé a la habitación muy suavemente sin hacer ruido y la vi tumbada boca abajo llorando. Me dio mucha pena. Se pensaba que estaba traumatizando a su hijo. Me dieron ganas de pasar y abrazarla pero no me atreví. Cerré en silencio y m e fui a mi cuarto. Han pasado dos días y mañana es el día de la operación. Mi madre se las ha ingeniado par a que durante todo el lunes no nos viéramos. Es tarde y aún no ha llegado hoy tampoc o a casa. Yo ya he cenado y, aunque tengo sueño voy a esperarla. Se que no puede l legar muy tarde, porque mañana por la mañana es la operación. Son las 12 y media y suena la puerta. Ella entra sigilosamente y va directa a su cuarto. Se encierra sin siquiera encender una luz y echa el pestillo. Se desnud a y se queda solo con las bragas puestas. Se va a meter en la cama pensando que ha conseguido evitarme un día mas y entonces descubre horrorizada que estoy en su cama esperándola. Ya casi metida me pregunta: - Carlos, que haces aquí? - Mama, mañana es la operación y tengo miedo. Puedo dormir contigo?. Mama no sabe que responder y se termina de arropar sin decir nada. Queda tumbada boca arriba. A los pocos segundos me acurruco a su lado y mi cabeza se apoya en su teta izquierda que se derrama hacia ese lado. Su pezón esta muy cerca y mi boc a acaba encontrándolo. Empiezo a mamar como si fuera un bebe y noto que mama gime muy suavemente. Mi mano se desliza por su cadera y llega a sus braguitas. Entro sin problemas y noto una mata de pelos bastante espesa. A diferencia de Laura qu e tenía el pubis sin pelos (no se si depilado o es que le salen poquitos) mama tie ne muchos. Aun así pronto me encuentro con su raja. Se nota más grande. El agujero e s mucho mas abierto y mis dedos entran sin problemas. Le he metido tres dedos y empiezo a frotar. Estamos así varios minutos hasta que ella empieza a jadear fuertemente. En ese mom ento cojo con destreza su mano y la obligo a agarrarme la polla. Me coloco encim a de ella como si fuéramos a follar. Hago el movimiento de penetración aunque lo que penetra en ella es mi mano y lo que frota a mi pene es la suya. Además en esa pos tura me duele bastante por culpa de mi fimosis y me quejo con leves ruidos. Mama abre los ojos y se da cuenta de lo que pasa. - Déjalo Carlos. Pero su voz es muy débil. Su realidad se desmorona cuando la beso y empiezo a hace r como que me la follo. Muy suavemente la meto y la saco mientras nos besamos. M e estoy follando su mano a pocos centímetros de su coño. Si no tuviera fimosis estaría ahora mismo mi pene dentro de su coñazo y la follaría hasta reventar. Estoy tan ten so que sin querer le muerdo el labio. Ella empieza a chillar y se corre. Yo no a guanto más y me corro en su mano. Me quedo hay varios minutos mas mientras la abra

zo y vuelvo a chupar teta. Es casi más el dolor por la fimosis que el placer pero me consuelan sus megatetas lechosas. Cuando me he deshinchado me quito de encima de ella y me acuesto al lado. Miro c omo tiene su mano llena de semen que ha chorreado hasta su pubis. Es curioso el contraste entre su mata de pelos rubios y mi leche. Me quedo dormido en seguida. El despertador suena por la mañana y me despierto desorientado. Mama aparece por l a puerta con la toalla. Acaba de ducharse y me dice: - Vamos Carlos. En dos horas te van a operar. Ella como si nada se quita la toalla delante mió y empieza a vestirse. Se pone las bragas y cuando va a ponerse el sujetador, la agarro y la tiro sobre la cama. M e tiro encima y le digo riendo: - Mama, eres la mejor madre del mundo. Mientras le digo esto mi pene se pone otra vez durísimo sobre su muslo. Ella me re sponde. - Y tú estás más salio que un mono. - Mama, no me vas a dejar que vaya a la operación con esto hinchado? Le digo Ella me mira y sonríe cómplice y me empieza a masturbar mientras yo le acaricio las tetas. Me gustaría hacerme una cubana con sus megatetas pero se que con la fimosis no puedo y que me va a doler mucho. Aun así le restriego mi polla sobre las tetas un rato. Ella me acaricia los huevos. - mama, me puedo correr en tu boca otra vez? le digo - No Carlos, confórmate con la paja me responde. Estoy a punto de correrme y me incorporo sobre ella. Si no me deja correrme en s u boca me voy a correr en sus tetas. Apunto hacia sus tetas y le digo que ya me viene. Ella aumenta el ritmo y 5 o 6 chorretones golpean contra su cuerpo. El pr imero le da en el cuello, casi en la barbilla y el resto dan en sus pechos. Cuan do termino de correrme la beso. Ella me dice: - Ahora voy a tener que ducharme de nuevo. - Podíamos ducharnos juntos Le respondo. Al final acabamos los dos en la ducha. Yo la enjabono a ella y ella a mí. Cuando e stoy enjabonándole los muslos me pongo de rodillas. Tengo su coño muy cerca de mi ca ra. Me acerco más y empiezo a lamerlo. Ella no quiere pero yo insisto y se deja ha cer. Estoy chupándole la almeja un rato. Luego me incorporo y le pido con cara de pena. - Mama, chúpamela, por favor, es la ultima vez. Ella no quiere pero yo insisto. Al final me dice que soy un pesado y se agacha. Como no para de caer agua y estamos limpios parece que la chupa sin asco. Es la primera vez desde que comenzó esta historia que me la está chupando de buenas. Que n o la obligo y no hace con cara de asco. Se traga mi pene delicadamente para no h acerme daño y mueve su cabeza de adelante a atrás. Sus megatetas, mojadas con el agu a parecen aún más grandes. Me voy a correr. Pero no me arriesgo a decírselo para que n o deje de chupar. Bajo el ruido de la ducha se oye: - Ahhh, mama, ohhh. Ella responde una especie de: - Ummm, noomm, aabblll.. Me termino de correr y saco la polla. Ella escupe dentro de la bañera el poquito s emen que he soltado y se enjuaga. Me mira con cara de cabreo y se sale de la duc ha. Me propongo a mi mismo que con el tiempo acabe tragándolo. Ya estamos saliendo de casa con el coche. Pasamos primero por la estación a recoge r a Laura. Al vernos nuestras miradas cómplices se encuentran. Justo entonces recu erdo la sensación de besarla y lo que sentía en aquel momento por ella. Mama me mira a la cara preocupada y salimos. Llegamos al hospital. Soy el primero de la lista, así que apenas tengo tiempo de h ablar con ellas. Me da un beso cada una y me meto en el quirófano. Me han dicho lo s médicos que voy a estar un mes con los puntos y sin poder ejem, eso. Va a ser un mes horrible. CONTINUARA. TodoRelatos.com © Paquete AMOR DE MADRE

Fui madre soltera a los 23 años, con un personaje que prefiero ni acordarme, que a penas supo que quedé embarazada, desapareció completamente de mi vida. No fue fácil ll evar a cuestas mi carrera y mas con un hijo acuestas. Mis padres no tenían buena s ituación económica y me costó mucho salir adelante, pero al fin luego de mucho esfuerz o, obtuve mi carrera y conseguí un excelente puesto de trabajo en una prestigiosa empresa. Aun siendo muy trabajólica, dedicaba mucho tiempo y atención a mi hijo, mi bebé que po co a poco se fue transformando en un hermoso joven. Por lo mismo, siempre tuve e special cuidado de enseñarle todo respecto a la sexualidad logrando una excelente comunicación con el. Además tenía cuidado, ya cuando estaba mas grandecido de usar rop a no muy sugerente o camisolas transparente, para mantener un poco de respeto ha cia el y a su pubertad. Sin embargo, con todo ese cuidado que yo ponía en mi forma de vestirme en casa, fu i notando una cambio en Andrés. Su mirada más penetrante, su conversación un poco dist inta. A veces cuando desayunábamos juntos, muchas veces sorprendí sus ojos clavados en mis pechos, que sin usar una camisola muy provocativa, igual al ser muy usada s el escote quedaba un poco suelto y se me veían parte de mis pechos. Lo remedie c ambiando a una menos sugerente, pero de todas formas notaba que cuando yo estaba sentada, el se apoyaba detrás mío y su mirada siempre clavada en mis pechos. Nunca dije nada, pero seguía sintiéndome observada por el, a veces mirándolo a través de un es pejo, cuando caminaba hacia mi cuarto, su mirada y gestos en la cara clavados en mi trasero. Comencé a poner mas atención a su comportamiento y descubrí que mi ropa interior nunca quedaba como yo la dejaba en el canasto de la ropa sucia, incluso se me perdier on unas bragas muy sensuales que tenia y nunca mas aparecieron. Mi investigación l lego mas allá y un día , en que Andrés no se encontraba en casa, decidí meterme a su com putadora y ver que paginas visitaba. Como mi trabajo es 100% internet , no me co sto mucho encontrar las paginas que visitaba y me dí cuneta que casi todas estaban orientadas a fotos y videos pornográficos entre mujeres maduras con jovencitos de su edad. Pero también encontré esta página de relatos y al ingresar, con su nombre de usuarios que quedaba guardado en la PC , me di cuenta que los relatos que mas f recuentaba eran los filiales y sexo con maduras. Me puse a leer algunos y se me ocurrió buscar por autor, con su nombre de usuario. Gran sorpresa me llevo al darm e cuenta que Andrés había escrito unos cuántos relatos. Sabiendo que no llegaría pronto me puse a leer cada una de sus historias y me di cuenta que su musa inspiradora, era yo. Claramente describía como era nuestra casa, como le gustaba observarme, c omo sentía una loca atracción hacia a mi, y como había logrado tener sexo conmigo, un sexo completamente erótico, con poses, frases de lujuria, y como después de eso seguía mos nuestras vidas teniendo relaciones sexuales a diario, en cualquier parte y c on todas las poses habidas y por haber. No sabía como enfrentar esta situación, pero tenía que hacerlo. Pensé en llevarlo algún ps icólogo, o no se , la verdad era alo muy difícil de enfrentar. No sabía como encararlo o como tocar el tema, hasta que sin darme cuneta entra Andrés a su cuarto y me pi llo leyendo una de sus historias. Reconoció inmediatamente la pagina y al ver mi r ostro solo agacho la cabeza. Andrés , que significa esto (Silencio de su parte) Me puedes explicar que significa esto? Lo siento mamá Que pasa hijo soy tu madre!! , como puede escribir algo así Lo siento mamá . Nunca pensé que me descubrieras Pero hijo por Dios.. como se te ocurre estas loco! No se madre Pero donde quedó toda la educación católica que te di .. ¡esto es pecado! (silencio) Hijo, por favor no se .. discúlpame si yo sin querer te provoque, ( me levanto y l o abraso) ( el solo se deja abrazar )

te lo juro que nunca fue mi intención, yo te amo mucho pero Mi palabras son cortada por un beso de el a mi boca. Sus manos abrazándome fuertem ente y bajando hasta mis nalgas apretándome contra su cuerpo. Quise soltarme pero ya a sus 18 años poseía la fuerza de todo un hombre. Le pedí a grito que me soltara y no lo hacía hasta que en la desesperación lo empujé hacia atrás y sin pensarlo le mande una tremenda bofetada que retumbo en todo el cuarto. El , con la mano en la cara, solo se echo sobre la cama y se puso a llorar. Yo s in saber que hacer, salí del cuarto y me encerré en el baño a llorar. No podía dar crédito a lo que había pasado, mi hijo besándome de esa manera! .. Como había podido llegar a eso! no sabía que hacer, estaba desesperada. No se cuanto rato es tuve en el baño, quizás mas de una hora, hasta que preferí salir de la casa. Manejaba sin rumbo, pensando en lo vivido. Mil ideas daban vuelta por mi cabeza, me encontraba culpable pensando que yo, quizás inconscientemente había provocado es a situación. Al volver, mi hijo estaba encerrado en su pieza con la luz apagada. D ecidí no hacer nada y esperar hasta el otro día. Esa noche casi no pude dormir. Me daba vergüenza enfrentarlo, ¿que decirle?, ¿Qué hacer? , todo era una mala pesadilla que no acababa. Me levanté muy temprano y salí antes q ue el se levantara. A la hora de almuerzo, yo no almorcé y el se llevo la comida a su cuarto. La situación era muy incomoda para ambos y así pasaron 3 días. Las veces que pude dormir, soñaba con lo sucedido, me veía amarrada, con mi hijo tra tando de abusar de mí. Otra veces completamente desnuda sintiendo que mi hijo entr aba a la casa y yo sin poder ocultarme o tapar mi desnudez. Pero hubo un sueño, qu e me desconcertó de sobre manera. Estaba en el acostada en mi cama, cuando sentía qu e se abría la puerta. Sabía que era el ,el que sigilosamente se metía a mi cama, yo dánd ole mi espalda. Sentía como sus manos recorrían mis piernas, levantándome la camisa de dormir. Sentía como sus manos acariciaban mis nalgas, comenzando a bajarme lentam ente mis bragas. En el sueño yo quería detenerlo, pero algo no me dejaba moverme. Es taba completamente paralizada y ni siquiera la voz me salía pidiendo que se detuvi era. Sentía sus dedos avanzar por mi entrepierna hasta llegar a mi sexo. Como suav emente me comenzaba a acariciar y como lentamente su dedo se iba penetrándome. Por mas que intentaba moverme, detenerlo, mi cuerpo no respondía , hasta que sentí q ue su dedo salía de mi y como el se acomodaba detrás de mí. Sabía que era lo que venía y l uchaba con todas mis fuerzas por moverme, pero era inútil. Sentía su duro pene busca r la ubicación , como rozaba mi sexo, hasta que logrando la posición exacta, su verg a fue adentrándose dentro de mi cuerpo. Mis lágrimas corrían sin poder detenerlo, mien tras su duro miembro entraba más y más hasta poseerme por completo. Luego sentía sus m anos en mis pechos y como me follaba una y otra vez. Sentía claramente el roce de su verga dentro de mi y un calor dentro de mi cuerpo. Comencé a excitarme, pero ig ual me frenaba, hasta que sin darme cuenta estaba gozando como una loca, como ha ce mucho tiempo no me sentía, logrando un monstruoso orgasmo despertándome con un gr ito, y con mi bragas completamente mojadas. Me quedé mucho rato despierta y cerrab a los ojos y vivía cada una de las imágenes. Que me estaba pasando, esto no era natural, como podía haberme excitado con mi hij o. Quizás era por los años que llevaba sin tener nada con nadie. Quizás todas esas con fusas ideas en mi cabeza me había echo llegar a eso. Sin poder conciliar el sueño nu evamente me quede despierta en un mar de dudas. Ya era el cuarto día que no hablábamos con Andrés y no podía dejar pasar más tiempo. Llegu e un poco mas tarde que de costumbre por motivos de trabajo y Andrés no se encontr aba en casa. Lo esperé hasta muy tarde, hasta que sentí que entraba a la casa. Se fu e directamente a su cuarto y sentí que prendía el televisor. Sentía un nudo en la garg anta, no sabía como enfrentarlo, que decirle, y por mucho que lo había pensado, nada se me ocurría. Salí de mi cuarto y permanecí más de 20 minutos fuera de su cuarto. Estaba a punto de volverme a mi cuarto, cuando sacando fuerzas de no se donde, a brí la puerta. Andrés estaba acostado en la cama y ni siquiera me dirigió la mirada. M e acerque a su lado y me senté en la cama. Sin sabe que decir me quedé unos minutos callada y luego apoyé mi cabeza contra su pecho. Comenzamos a llorar y a pedirnos disculpa mutuamente. Yo sentía que el estaba muy arrepentido de lo que había echo y yo trataba de calmarlo, diciéndole que lo mejor sería que no habláramos mas del tema. Pero en la posición que estaba, apoyada en su pecho y mis caricias sobre este, mis

ojos vieron como dentro de su pantalón se estaba formando un generoso bulto. Sus caricias sobre mis cabellos eran muy dulces y comencé a sentirme un poco extraña. No podía dejar de ver eso que se estaba formando y mi mano inconscientemente lo acar iciaban más y más. Era divino sentir sus manos acariciando mis cabellos diciéndome sua vemente que me quería, que me amaba. Su olor me tenía embrujada, me sentía en las nubes, frotaba mi rostro contra su pech o, sintiendo como había crecido mi bebe, no pensaba en nada mas, solo quería acarici arlo, Estuvimos mucho rato acariciándonos así, suavemente , sin decirnos nada, veía su pene creciendo dentro de su pantalón, pero no me provocaba rechazo, era natural, era un hombre, además a mis 45 años tampoco estaba tan mal y me sentía muy sensual al saber que podía provocar eso en un joven tan guapo como mi hijo. Comencé a besar su pecho. EL sabor de estera divino, que rico olor, que me estaba pasando era mi hijo . Pero sentía que lo que hacía era amor, amor verdadero , amor de madre además mi cuerpo recordaba esos momentos vivido en mi sueño, no podía parar , no quería parar .. Sabía muy bien lo que esos besos estaban provocándole a mi hijo, y por más que me quería detener su mano acariciando mis cabellos, guiándome hacia abajo, era algo incontr olable. Cada vez mas abajo, ya sin ser besos pasaba mi lengua por su pecho bajando mas y mas, mientras ese bulto crecía a cada movimiento mío .. Mi cuerpo se estremecía al sen tirme tan cerca de su verga. Hace años que no tenía nada con nadie y me estaba quema ndo de deseos. Trataba de controlarme pero era inútil., mis manos desabrochaban la correa sabiendo perfectamente con lo que encontraría .

Que estaba haciendo !!! .. mis manos acariciando el pene de mi hijo !!! tenia qu e parar .. pero algo se apoderaba de mi, sentía mi sexo quemarme de deseos . Hace año s que no veía una verga tan hermosa, tan dura , tan limpia , tan exquisita, y que fuera la de mi hijo me provocaba un morbo mayor aun . No me di ni cuenta cuando c omencé a besársela. Era divina, sentir eso al contacto de mis labios casi acabo con solo abrir mi boca y comenzar a metérmela ..

Que divino pedazo de verga tenia mi hijo . Y sentirlo suspirar cada ve que la metía a mi boca y la chupaba como enviciada . Trataba de detenerme pero mi cuerpo, mi se xualidad me pedía mas y mas verga .. Quería sentirla toda adentro de mi boca .. Quería llenarme de verga sentía mi sexo hirviendo ya completamente mojado . Pensaba en mis creencias religiosas , en la moral, en el pecado, sabía que lo que estaba haciendo iba mas alla de todo lo permitido , pero de todas formas no podía parar , mi cuerpo lo necesitaba No se donde saque fuerzas y traté de parar y le dije a mi hijo que no lo podía hacer , mas el sin escuchar a mis peticiones me besó fuertemente y me comenzó a desvestir . . Quería detenerlo, pero al igual que mis sueños, mi cuerpo no respondía y me dejaba l levar por sus deseos Andrés .. por favor .. esto no esta bien !!! Madre ..te deseos te quiero Andres por favor dejame ir ..!!! No mamá .. ni lo sueñes . Andrés .. para tu que yo no puedo .!!!!

Déjame tocarte mami

Mi cuerpo casi completamente desnudo y Andrés besándome por todas partes. NO podía par ar o mejor dicho no quería que el se detuviese . Me sentí desfallecer cuando sus manos se metieron entre mis piernas y por sobre mi s bragas comenzó acariciarme mi sexo . De ahí en adelante .. Todo fue una locura .. Mi cuerpo se entregó completamente a los deseos incestuosos de mi hijo, sin poder fre nar comencé a gozar como una loca . Ya ni siquiera oponía resistencia .. .me entregaba como un pedazo de carne para qu e Andres me utilizase como quisiese . Lentamente comenzó a desnudarme, y me calentaba mas ver la expresión de su rostro al estar descubriendo el cuero desnudo de su madre . Ese cuerpo que tantas veces le oculte y que ahora era completamente suyo ..

Su obsesión me confesó que siempre había sido mi vagína , y completamente entregada le d ije que era completamente suya . Y saboreándose se metió entre mis piernas, comenzand o a chupar mi sexo frenéticamente el paraíso era poco comparado con lo que sentía , me contenía las ganas de acabar copiosamente en la boca de mi hijo .. quería que ese m omento no acabara jamás, pero también quería disfrutarlo , a si que le coloqué mi sexo s obre su cara y quedando con su verga a la altura de mi boca , comencé a chupársela d esesperadamente .. Entre gemidos le confesé que ya no aguantaría mucho rato mas y que deseaba sentir su leche dentro mío .. que me llenase mi sexo de semen caliente, blanco, ardiente .. y cambiando posición si dejar de saborearse me miraba sin perder detalle , y lenta mente, muy suavemente me apuntó su verga a la entrada de mi lubricada cueva Confieso que con solo sentir como su verga me penetraba que causo el mayor place r nunca antes experimentado y cuando la sentí toda adentro mi cuerpo no aguantó mas y casi gritando comencé a acabar monstruosamente mientras mi hijo me penetraba vio lentamente alcanzando también su orgasmo . Sentí como su leche caliente se metía hasta lo mas profundo de mi ser , llenándome de gozo, saciando mi sed de sexo , por años reprimidos Espasmos tras espasmo fui botando un volcando jugos sobre el cuerpote mi hijo, q ue apretando fuertemente sus dientes expulsaba hasta la última gota de semen en mi interior .. Cometarios, criticas, opiniones a [email protected] Confesiones de una madre ( Primera parte ) Desde muy joven, aun siendo la mayor, mis hermanos menores, siempre abusaban de mí, nada sexual por si acaso, me refiero abusos entre juego etc. Saqué lamentablemen te la personalidad de mi madre, al igual que yo, mujer muy callada, con marido d ominante que la tenía siempre bajo su dominio. La historia se repitió y al cumplir los 20 años, me case con un hombre que pienso fu e el mayor error de mi vida. De carácter fuerte, muy agresivo, fui una esposa malt ratada física y sicológicamente, violentada sexualmente muchas veces por el , mi mat rimonio de 14 años, fue siempre un calvario, hasta que el un día desapareció y nunca m as volvió hasta el día de hoy. Fruto de este matrimonio, nació Eduardo, mi único hijo, que con el ejemplo entregado por su padre y como si yo estuviese pagando un gran castigo divino, pasé a ser un a empleada de el, asumiendo el rol de su padre.

Ya desde pequeño me trataba muy mal, y cuando quería poner un poco de disciplina, er a desautorizada por mi marido. Con mayor razón mi hijo asumió que las mujeres estaba n en la tierra para servir al hombre. Cuando Eduardo cumplió los 17 años, era la viva imagen de su padre, incluso hasta físi camente. Su pelo negro, sus anchas espaldas, fornidos brazos y piernas, sus ojos verdes y lamentablemente, también su afición al alcohol. A mis 39 años, aun conservaba mis atributos que hicieron que el padre de Eduardo s e fijara en mí. Mi busto, herencia de todas las mujeres de mi familia, siempre fue la mayor fascinación para mi marido. Como el decía, mis tetas eran perfectas, grand es, duras, con grandes pezones, pero al ser un hombre tan machista, me quería solo para el, siempre me hacía vestir con ropa que disimulara estos atributos, para qu e ningún hombre se fijase en mi. Un día, luego de una larga conversación con una vecina, me animo a rehacer mi vida. Ella me dijo que yo era una mujer atractiva, que mi marido, que sabíamos se había id o al extranjero y que no lo veía desde ya 5 años, ya nunca volvería y que después Eduard o en pocos años mas se iría de la casa , me quedaría sola y que no era justo para mí. Incluso ella me animo y me acompañó a comprar otro tipo de ropa, fuimos a la peluque ría etc. Al principio no quise, pero al verme vestida con ese otro estilo de ropa, más juve nil, mas sexy y al salir de la peluquería, vi como la mirada de varios hombres, me hacían sentir una mujer bella y eso me gustó. Cuando llegue a casa Eduardo que estaba echado en el sofá viendo televisión, quedó mud o y con unos tremendos ojos abiertos, viendo la nueva madre que entraba por la p uerta. Lo saludé con un poco de vergüenza y pasé rápidamente a mi cuarto a cambiarme, pa ra hacer algo de aseo, pero el me impidió el pasó colocando su pierna en la mesa de centro. donde vas tan apurada . Déjame verte ¿Qué te hiciste? Espera Nada bueno fui a la peluquería y me compre algunas cositas en una liquidación. A si haber date vuelta Ya déjame pasar . El levantó su pierna, y me dijo que me quedaba muy bien . Que le gustaba el cambio. Todo el mundo me felicitó por mi cambio, y la verdad a mi me encantó sentirme así, a s i que me comencé a vestir un poco mas liberal, cambien mis faldas por vestidos mas cortos, de una pieza, mis pantalones por jeans etc. Antes, era habitual que Eduardo cuando entraba a la cocina, por ejemplo y me veía lavando los platos, me pegara una nalgada o un pellizco en mi trasero, como salu do o simplemente por que sí, incluso algunas veces me tomaba de la cintura y me ap oyaba contra el, dándome algún beso en el cuello, pero nunca lo sentí como algo sexual . Pero luego de este cambio en mi persona, esos toqueteos comenzaron hacer mas f recuentes, incluso apoyándose contra mí, me agarraba por detrás y con la mano completa mente tocándome el culo, me decía lo buena que estaba. Un fin de semana, cerca de las 3 de la mañana, siento que Eduardo llega a la casa. Yo ya dormía desde hace horas. Sabía muy bien que venía con unas copas de más, como sie mpre, pero esta noche fue diferente. Sentí cuando paso por fuera de mi cuarto, ent rando al baño, para luego ir a su cuarto. Pero como a los 10 minutos, siento que a lguien se esta metiendo a mi cama. ¡Que haces! Tengo frió ¿me puedo acostar contigo? Estas pasado a alcohol, acuéstate en tu pieza será mejor Nos seas egoísta tengo frió . Si quieres me lavo los dientes y vuelvo No, Quédate en tu cuarto no mas Ya no seas a si .. mala madre con tu hijo que tiene frió , pobrecito Se levanta, lo escucho lavarse los dientes y nuevamente se mete a mi cama, abrazán dome por detrás. Hacía como cuatro años que no se metía en mi cama y de verdad la noche estaba helada, así que no le di mayor importancia a sus manos heladas en mis piernas, ya que sabía muy bien que mi hijo era de temperatura elevada y al rato su temperatura subiría m as que la mía. El siempre dormía solo con ropa interior y en invierno a pesar del fr ió, igual solo se ponía una polera vieja para dormir.

Era extraño sentir la presencia de alguien en mi cama, abrazándome, y mas sentir que su mano me acariciaba la pierna por sobre mi pijama. De repente, en un movimien to, el me mete la mano por dentro de la tela y la deja en mis piernas. ¡ Estas helado ¡ A si se me calientan más rápido las manos Sentía las caricias de mi hijo en mi pierna desnuda, todo su cuerpo apoyado contra mi espalda. Pero luego comencé a sentir algo más. Sentí como su pene se estaba poniendo poco a poco mas duro, apoyado contra mis nal gas. La sensación me puso algo incomoda y me corrí un poco, pero el se corrió conmigo, apoyándolo mas fuerte aun. El respiraba pausadamente como tratando de conciliar e l sueño, pero yo, con eso ahí, me sentía rara, incomoda, intranquila. No pensaba que m i hijo se estaba excitando conmigo, si no mas bien pensé que era producto del alco hol, de la acumulación de sangre en su pene al estar tan apoyado contra mi etc. pe ro ese bulto apoyado contra mi seguía poniéndose cada vez mas grande y mas duro, has ta sentirlo completamente. Hacia muchos años que no sentía un pene y menos en esa condición apoyado contra mi cue rpo. No era que me estuviese excitando, pero si sentía una sensación rara que no me molestaba, además la temperatura de Eduardo ya había subido y estaba muy acogedora c on su cuerpo apoyado detrás mió. Luego su mano salio de mi pierna y se puso en mi vientre. Era rico sentir el cal or de esa mano, que con suaves caricias me acariciaba el vientre. Pero esos movi mientos poco a poco iban subiendo hasta que comenzaron a rozar el comienzo de mi s pechos. Muchas veces Eduardo, cuando me tomaba por detrás en la cocina, me los había apretad o y manoseado, pero como juego, siempre brusco, incluso hasta hacérmelos doler, si n embargo esto era distinto, con mucha suavidad me acariciaba por debajo de ello s, subiendo lentamente hasta dejar mi pecho completamente en su mano. Las caricias continuaron y mis pezones reaccionaron a tales caricias. Sus dedos comenzaron a acariciármelos suavemente haciendo que estos crecieran aun más. Quise d etenerlo y le traté de sacar la mano, pero el la dejó ahí y con la fuerza que el tenía n o logré moverla ni un centímetro. Esas caricias continuaron, siempre suave, y aunque me tenían muy nerviosa, me gust aba sentir sus manos ahí y le dejé que continuara. Pero la presión de su mano, cada ve z me las apretaba más fuerte y reconozco que ya comenzaba a excitarme. Pero era mi hijo, no podía pensar en el como hombre, aunque mi cuerpo hace años que pedía a grito s estar con alguien. Desde que su padre nos dejó nunca estuve con nadie mas, de he cho su padre fue el único hombre con el que yo había estado y eso ya hace 5 años. Pero esto no podía ser, a si que haciendo un poco mas de fuerza, logre que su mano bajara nuevamente hasta mi vientre. Sin embargo sus caricias, siempre suaves, no se detuvieron ahí y con movimientos c irculares, acariciándome el vientre, poco a poco fueron bajando, hasta que en un m ovimiento de sus manos, estas llegaron a tocar el comienzo de mi pelo púvico. Nuevamente mi mano se coloco sobre la de el, tratando de subirla, pero esta se m antuvo firme, jugando con sus dedos sobre mi vellosidad. La situación ya estaba pasando de los límites permitidos, y comenzaba a sentir que s u cuerpo, lentamente se movía detrás mió, frotándose contra mi cuerpo y aumentaba su res piración. Sabía muy bien que mi hijo se estaba excitando con su madre y tenía que ponerle fin a todo esto, a si que usando todas mis fuerzas, logre que su mano volviera a mi vientre, pero solo por un minuto, ya que nuevamente la bajo, y esta vez mas abaj o, rozándome mis genitales. ¡No! ( Tratando de sacar su mano de ahí) ¡Eduardo! Pero la fuerza de el me sobrepasaba con creces y sus dedos comenzaban a explorar mi sexo. Por más que intentaba sacarla de ahí, el más me tocaba, hasta que uno de sus dedos, comenzó a penetrarme. Estaba desesperada, era mi hijo el que estaba ahí detrás mió, con su mano completament e en mi sexo, con su enorme y dura verga apoyada contra mi cuerpo. Mis esfuerzos por zafarme eran inútiles, y el ya me tocaba descaradamente y me frotaba su verga fuertemente por el culo.

Sentía su grueso dedo, entrando y acariciándome, haciéndome sentir un éxtasis que hace m ucho no sentía, haciéndome sentir mujer nuevamente, pero aun forcejeando para que me dejara. En un rápido movimiento de el, su mano salió y libero su gruesa verga, para nuevamen te colocarse dentro de mi. Sentí miedo, sabía que si el me quería penetrar por la fuerza, ninguna súplica, ningún esf uerzo mió, podría evitárselo. Mis suplicas de que se detuviera no eran escuchadas y masturbándome con su grueso dedo, y con su enorme verga entre mis piernas, entrando y saliendo de ellas, me tenía completamente mojada. Por un momento me dieron ganas de entregarme completamente a mi hijo, sentir ese gran pedazo de carne que tenía entre mis piernas, dentro mió, muy dentro mío. Sentirm e mujer, sentirme llena de verga, entregarme al placer que sabía muy bien que el p odía entregarme, pero con todas mis fuerzas, físicas y mentales, trataba de que esto no pasara. Su grueso miembro, aprisionado entre mis piernas y mis nalgas, se movía tan cual c omo si me estuviese follando. Tan solo la delgada tela de mi pijama me separaba del contacto de su piel, pero la sensación era increíble, mientras su dedo intruso, dentro de mi mojada concha, me estaba volviendo loca. Ya mis fuerzas se acababan y la penetración continuaba, hasta que el apoyándolo fuer temente en donde mis dos piernas se juntaban, y masturbándome mas rápido aun, lanzo un potente chorro de semen, muy caliente, que dejó completamente mojado mi pijama y gran parte de las sábanas. Solo una fracción de segundo y una pizca de cordura, evitó que yo me corriera junto a el. Por unos minutos su mano continuó dentro de mi y al igual que el movimiento de su gruesa verba, frotándose contra sus restos de semen en mi mojado pantalón, has ta que con un largo sus piro, dejo de moverse y me sacó el dedo de mi interior. Solo ahí recién pude liberarme de su abrazo. Me levanté de la cama muy rápidamente y el quedó ahí, con los ojos cerrados, ya prácticamente dormido. Con el corazón casi saliéndose de mi pecho, me fui al baño y cerré la puerta. Aun no podía asimilar lo que había vivido. ¡ La casi violación de mi hijo!. Instintivamente mi mano se fue al interior de mis piernas, sintiendo lo mojado d e mi pantalón, mezcla de su semen aun tibio y lo mojada que me había echo sentir. Al sacarla restos de semen quedaron en mi mano y lo quedé mirando. Hacia muchos años que no tenía contacto con este líquido, y menos el de mi hijo. Era increíble la canti dad que había arrojado. Sin pensar lo que hacía me llevé la mano a mi nariz y aspire s u olor. Era olor a hombre, olor a sexo, era semen recién sacado directamente de la verga de mi hijo, y ahora estaba en mi mano, un olor, casi olvidado por mi olfa to, que me tenía loca. Entre nuevamente a la habitación. El dormía profundamente como si nada hubiese pasad o. Saqué de mi closet un nuevo pijama y me fui a dormir a su cuarto. Me cambie la prenda y apagando la luz me acosté, recordando cada segundo de lo vivido. Nos sabía como enfrentar esta situación, era pecado lo que el había echo conmigo y quizás yo tam bién era pecadora al haberme excitado. Pero sus caricias me tuvieron loca por much os minutos y apunto de acabar. Mi corazón aun no dejaba de latir, y aunque me había lavado las manos, su olor aun p ermanecía ahí. Cada caricia de el las recordaba perfectamente, su mano en mi sexo, s u pene entre mis piernas, era pecado pero fue exquisito, y sin darme cuneta mis manos estaba entre mis piernas presionando mi sexo, recordando lo vivido. Hacía mu cho tiempo que no me masturbaba, pero hoy mi cuerpo lo pedía a gritos. Como una puta en celo, tiré toda la ropa hacia atrás, me saqué el pantalón y con mis pie rnas completamente abiertas, comencé a mastúrbame frenéticamente. Una horda de placer invadió mi cuerpo, quería más y más. Hasta me levanté y tomé mi mojado pantalón de pijama y m restregué en mi cara, sintiendo su olor, su semen, mientras con mis dedos, me aca riciaba rápidamente mi clítoris. No demoré en alcanzar el orgasmo y justo en ese momento, mientras apoyando mis pie rnas en la cama, y levantando en alto mi sexo, el pijama estaba en mi boca, chup ando los restos de semen que en el quedaron. Acabé monstruosamente, como no recuerdo nunca antes haberlo echo. Mi orgasmo salió c omo un chorro por mi sexo y mis gemidos solo fueron aplacados por la tela de mi

piyama que permanecía en mi boca. Ya desahogada, luego de mucho rato de estar así, desnuda de la cintura para abajo, en la cama de mi hijo, con su piyama en la cara, me coloqué ese mismo piyama moja do y conseguí dormirme, sin saber que pasaría el día de mañana. Me gustaría ponerme en contacto con alguna mujer que haya vivido alguna experienci a similar, para intercambiar opiniones. Mi correo es [email protected] Y a usted querido lector, gracias por leer mi relato y agradecería su valoración. TodoRelatos.com © casada ([email protected])Confesiones de una Madre (2) Confesiones de una madre (Segunda parte) Hacia muchos años que no dormía tan bien. Me relajé tanto que no me di cuenta de la ho ra, aparte que la pieza de mi hijo es mucho más oscura que la mía. En seguida recordé todo lo vivido la noche anterior, cada uno de los eventos. Me quedé mucho rato aco stada, pensando en lo sucedido, como enfrentar a mi hijo y la verdad, nada se me ocurría. Me levanté, me dirigí a mi pieza y me quedé parada afuera unos minutos tratando de tom ar el valor para entrar. Al hacerlo, vi que mi hijo dormía profundamente. Me quedé m irándolo y tratando de asimilar lo que había pasado. Como mi hijo, fruto de mis entr añas, había sido capaz de hacer una cosa así. Saqué algo de ropa y me fui a bañar. Bajo el agua caliente, pensaba que sucedería ahor a, por un lado tendría que hacer algo, hablar con el sobre lo que había pasado, y qu e de ningún modo quería que lo vivido se volviera a repetir, pero eso solo eran pala bras de madre, porque como mujer me sentía completamente diferente. Sentía el calor en mi interior y un cosquilleo entre mis piernas que no cesaba. Como madre me mo ría de vergüenza, pero como mujer, me moría de ganas de que se repitiera. Salí de la ducha y me vestí ahí mismo, cosa que nuca había echo. No quería que mi hijo me viera en toalla. No sabía tampoco como sería la reacción de mi hijo, quizás estaría muy ar repentido de lo que había echo, quizás, solo fue el alcohol y no recordaría nada, o qu izás intentaría algo mas ya que había dado los primeros pasos. Mil ideas en mi mente p asaban en solo un segundo. El no despertó si no cerca de la hora de almuerzo. Lo sentí que se levantó y entró a la cocina cuando yo preparaba el almuerzo. buenos días ( pasando por detrás mió, dándome un abrazo corto, con un beso Hola viejita en el cuello y una nalgada) Eso era algo natural que hacía cuando se despertaba de buenas, yo solo pude contes tar a duras penas, "buenos días". El sacó un jarro de jugo y lo bebió directamente del jarro, con la puerta del refrigerador abierto. Y luego se fue a bañarse, como si nada hubiese pasado. Almorzamos y la conversación por parte de el, fue lo más natural, realmente como si nada hubiese pasado la noch e anterior. Yo por mi parte no encontré las fuerzas o la forma de tocar el tema y todo, quedó en nada. Así pasaron los días y todo volvió hacer como antes, al menos para el, por que yo recordaba como si recién lo hubiese vivido todo lo que pasó. Cada noche me imaginaba que el entraría en cualquier momento a mi cuarto y se acos taría nuevamente en mi cama, incluso esperaba con ansias el día viernes o sábado cuand o por lo general el llegaba con una copas de más. No me importaría su aliento a alcohol, solo quería sentirme nuevamente tocada por su s manos, sentir nuevamente su semen caliente entre mis piernas o quizás su miembro dentro de mi. Pero no, nada de eso ocurría, solo sus toqueteos usuales mientras y o cocinaba o planchaba, pero que ahora eran recibidos de una manera distinta. Es peraba que el entrara y me tocara con sus manos. Aunque solo eran fracciones de segundos, sus grandes manos apoyadas en mis nalgas eran como un golpe de electri cidad que me recorría todo el cuerpo. Mi cuerpo había despertado de un gran letargo de 5 años y me pedía sexo a gritos, esa era la verdad, y mis masturbaciones se fueron incrementando de una manera increíbl e. Mientras me duchaba, pensaba en las manos de mi hijo y sin poder aguantar las ganas, terminaba tocándome yo misma, alcanzando en pocos minutos grandes, pero si lenciosos orgasmos, al igual cuando me encerraba en el baño hacer mis necesidades, o en la soledad de mi cuarto antes de dormir. Incluso comencé a hacer locuras que nunca se me hubiesen imaginado. Al recoger sus ropas, buscaba su ropa interior y olorosaba el lugar donde mi hijo había depositado su verga durante el día, excitándo

me al sentir su aroma o de repente, con mucha suerte, como quien encuentra el te soro más precioso, sacaba su slip de la ropa sucia, manchados con semen quizás de al gún sueño húmedo, que terminaba casi por completos metidos en mi vagina, buscando saci ar mis ganas. Yo sabía muy bien que mi hijo era un mujeriego y que las mujeres le llovían. Muchas veces fui su cómplice en ocultar a alguna muchacha sus salidas con otras. Sabía muy bien, que su vida sexual era muy activa, por comentarios que siempre escucha uno en el barrio. Además que cuando andaba con alguna muchacha mucho tiempo, el la ll evaba a nuestra casa y se encerraban en su cuarto, sabiendo perfectamente que es lo que en este pasaba. Ya habían pasado casi 4 meses desde que nuestro furtivo encuentro. Una noche, ya e ra muy tarde, escucho que el entra a la casa y que venía acompañado de su novia de t urno. No podía dormir y me levante silenciosamente a buscar un vaso de agua a la cocina. Al salir de mi habitación escuche los sonidos que provenían de la habitación de mi hi jo. Sin pensarlo, me acerque por el pasillo hasta su puerta y apoyando mi oído en esta , escuchaba como estaban follando. Los gemidos de ella me excitaron inmediatamen te. Se quejaba de una manera brutal, penetrada una y otra vez por mi hijo. Yo sabía muy bien que mi hijo se gastaba una tremenda verga, que nunca había visto, pero si que había sentido perfectamente entre mis piernas, sobre mi pijama muy lar go y grueso, como todo en su cuerpo. Mis manos instintivamente se fueron directo a mi sexo y comencé a masturbarme escu chado gemir a la muchacha, imaginando que era yo a la que penetraba mi hijo. La muchacha alcanzo su primer orgasmo, casi al mismo tiempo en que yo alcanzaba el mió, mas, mi hijo no paro de follarla. Escuche perfectamente como el le pedía que se diera vuelta y luego de unos segundo, escuche un nuevo gran quejido de la mucha cha, seguramente cuando mi hijo le volvía a meter su tremenda cosa en otra posición. Mi hijo era una máquina de follar y se estaba desquitando de una manera bestial co n esa joven, que no paraba de gemir. Mis dedos entraban y salían de mi mojada vagi na, a la velocidad del rayo, aun después de haber acabado, me sentía mas excitada, s eguía con ganas y mi sexo ardía de calentura. Ya tenía metido cuatro dedos, completame nte en mi vagina y esta pedía aun más. Envuelta completamente en el placer me llevé la otra mano al culo y me comencé a met er un dedo hasta el fondo. Nunca había experimentado tanto placer de sentir algo e n mi culo. No era un lugar virgen, ya que mi marido en algunas oportunidades cua ndo me violaba, había entrado con su grueso miembro por ahí, pero solo causándome much o dolor. Esto era distinto, mi cuerpo pedía mas y mas. Que ganas de haber tenido o tra mano mas, para poder haberme apretado también los pezones que estaban durísimos. Con mis dedos completamente dentro de mí, por ambos lados, escuchaba como la mucha cha alcanzaba su segundo orgasmo casi llorando de placer. Pero mi hijo no se det uvo y como si nada, le pedía que se colocara en cuatro patas que se la quería enterr ar por el culo y acabar ahí. La muchacha le pidió que no, pero mi hijo no permitió esa respuesta y al cabo de unos minutos, la muchacha era penetrada por la tremenda verga de mi hijo, por detrás. Los gemidos de ella continuaron ahora quizás ahora con algo de dolor, pero al cabo de un rato nuevamente se transformaban en quejidos de placer. Mi segundo orgasmo llegó como un relámpago y comencé a botar gran cantidad de jugos qu e corrían por mis piernas, aguantando la respiración, para no gritar de placer. Mis dedos no eran suficientes para mi excitada vagina que ya casi se comía la palma de mi mano, mientras el dedo de mi otra mano, metido hasta el fondo imaginando que era la verga de mi hijo. Escuché a mi hijo que estaba por acabar y la muchacha se quejaba más y más fuerte aun, acelerando más sus quejidos. ¡ Que ganas de ser esa joven que estaba ahí en cuatro pa tas con mi hijo aferrado a sus caderas apunto de descargarse en su interior! Un gran quejido de mi hijo y un gran alarido de la muchacha, me dio la señal que e staba acabando su exquisito semen en el culo de la muchacha. Casi podía sentir sus grandes manos apretándome fuertemente contra el y su semen entrando a borbotones en mi culo al mismo tiempo que mi tercer orgasmo, mojaba aun mas mis piernas y m

i mano Me quedé un rato mas escuchando a mi hijo reponerse de la descarga, ya entre grand es respiros de el, mientras la muchacha aun se quejaba. Seguramente el seguía metién dosela por detrás, pero ahora mas suave, era seguro que tendría todo el culo lleno d e semen, quizás escurriendo por sus piernas, mientras mi hijo continuaba un suave mete y saca. Con las piernas casi dormidas, por la posición que tenía tras la puerta, me dirigí a m i cuarto. Las piernas me temblaban y estaba completamente mojada en sudor y en m is propios jugos. Mi boca estaba seca, pero no tenía fuerzas de ir a beber agua. Mi corazón latía ya a u n ritmo un poco menos acelerado. Lejos había sido la mejor de mis masturbaciones d esde que empecé a soñar con mi hijo. TodoRelatos.com Confesiones de una Madre (3) Confesiones de una Madre (3) Escuche como la joven se retiraba de mi casa a eso de las 7 de la mañana, ya había s alido el sol y mi hijo ni siquiera la acompañó a la puerta. Tiene que haber sido una de esas muchas chicas que el buscaba solo por diversión. Ya eran cerca de las 1 de la tarde, el almuerzo lo tenía casi listo y mi hijo, aun no salía de la pieza. Entre silenciosamente a su cuarto para despertarlo, en form a silenciosa, para que no se fuera a molestar. Sobre la cama, completamente desecha, dormía mi hijo, completamente desnudo, con l as piernas abiertas y con todo su sexo al aire. Mis ojos no daban crédito a lo que veían, ¡su pene era realmente enorme! , aun estando en reposo. Al ver su cuerpo ahí d esnudo, en todo su esplendor me excitó inmediatamente y me quedé contemplando parada en la puerta el hermoso ejemplar de macho que tenía dentro de mi casa. Podría haber estado ahí horas y horas admirando cada parte de su físico, pero un movimiento suyo , me hizo salir de la pieza y cerrar la puerta silenciosamente. Justo en ese momento, tocan el timbre y era uno de sus amigos. Le dije que Eduar do aun dormía y que si quería, entrara a despertarlo. A si lo hizo. Entro al cuarto y despertó a mi hijo. Venía a buscar algo. Al rato, siento que mi hijo se levanta, s aliendo solo con slip, me saluda y se entra a duchar. Entré a ordenar su cuarto, a correr las cortinas, abrir las ventanas y hacer la cama. Como supuse, encontré gr andes manchas de semen en las sabanas, las que eche inmediatamente a la lavadora , no sin antes sentir el excitante olor de estas. Era día sábado. El calor era insoportable y Eduardo solo paseándose en pantalones cort os por la casa, hacía más caluroso ese día. Al fin llegó la noche y pero el calor no se esfumó. Mientras veía televisión, Eduardo sa lió de la casa, seguramente a una de sus muchas noches de juerga, despidiéndose de mí con un beso en la mejilla. Se veía todo un hombre, muy arreglado, con las camisa b lanca que le encantaba usar, a la cual yo dedicaba más tiempo al momento de planch arla. Me fui a acostar, el calor de la noche era insoportable y aun con la ventana abi erta no podía conciliar el sueño. Eran cerca de las 3 de la mañana cuando escucho que la puerta de la reja de calle se abre. Me asomé oculta a través de la cortina y veo que mi hijo nuevamente traía una de sus conquistas a la casa. Era un joven muy delgadita, pero con buena figura, se notaba de muy buena situac ión económica. Me moría de celos al saber que ella seria la afortunada que recibiría la verga de mi hijo esa noche, mas de todas formas, me excitaba la idea de volver a escuchar como mi hijo se sacaría las ganas con ella, y yo. Tras su puerta, imagin ando que esa joven mujer, era yo. Algo pasó y la joven se resistía a entrar. A las finales, mi hijo, luego de mucho in sistir, le dijo una grosería, y cerró la puerta, dejando a la joven en la calle. Escuché que entró a la cocina y se calentó algo para comer. Me imaginaba a mi hijo con sus ganas de follar frustradas y pensé que quizás esa noche sería mi noche afortunada y recibiría al fin nuevamente su visita en mi cama. Pero quizás, ya era hora que yo pusiera algo de mi parte, para incentivarlo. Prendí la luz y rápidamente me saque mi corto pijama de algodón, quedando completamente des nuda, mirándome al espejo. Me sentía muy bien, toda una hembra, excitada, ardiente, mis pechos grandes, redon

dos, con mis pezones negros muy marcados, aun mantenían su dureza. Yo sabía muy bien que ellos eran mi mayor carta de presentación. Aun mantenía mi cintura, con mis anchas caderas, y mi entrepierna, apenas poblada por un poco de vello, que latía de solo pensar en lo que podría pasar. Era seguro que mi hijo querría tener una mujer así, para saciar sus instintos. Busqu e en mi cajón un camisón muy delgado, corto y de color blanco. Rápidamente me lo coloqué y al verme, me sentí toda una puta, me veía hermosa, muy sensu al, casi no ocultaba nada de mi cuerpo, ya que lo que no quedaba expuesto, su tr ansparencia lo haría notar. Pero algo de pudor en mi, me dijo que no podía ir con mi sexo al desnudo y opté por ponerme un calzón, claro que el mas diminuto que tenía, ta mbién de color blanco. Entré a la cocina y lo vi sentado casi terminando de comer lo que quedó del almuerzo . Lo saludé. Vi como sus ojos se quedaron clavados en la figura de su madre, y con voz entre cortada, apenas me pudo devolver el saludo. Como una gata, me acerque al refrigerador y me serví una vaso de bebida. Sentía como sus ojos debía estar clava do en mi culo, que incluso doble un poco para agacharme a sacar el envase. Mis p ezones estaban durísimos , mezcla de la excitación contra el frió que salió del refriger ador. Siento que el se levanta y dejando el plato en el fregadero, pasa lentamente por detrás mío. - Bueno viejita me voy a acostar (parándose justo detrás de mí, apoyando toda su mano en mi culo casi desnudo, dándome un tremendo apretón) y déjame decirte que te vez muy bien así Mi mano temblaba al sentir su cuerpo atrás y su mano tocándome directamente las nalg as. Quise decir algo, pero las palabras no salieron de mi boca. Luego de eso, me dejó sola en la cocina. Estuve a punto de darme vuelta y besarlo, pero mi timidez no me lo permitió. Tuve que volver sola y aun más excitada a mi cuarto, muy molesta conmigo misma por no haber sido un poco más osada. Mi sexo pedía agritos que lo tocaran, pero aun pensando en que en cualquier moment o mi hijo entraría a mi cuarto, me contuve de masturbarme. Debe haber pasado como media hora, y yo no podía conciliar el sueño, me estaba volviendo loca de calentura por mi hijo, y el no se daba cuenta que su madre lo deseaba desesperadamente. Quería tenerlo junto a mí, quería besarlo, tocarlo, sentirme nuevamente tocada por un hombre, pero no por cualquiera, si no por Eduardo, fruto de mi vientre. Eran muc hos años de no sentir una verga dentro de mí y casi me volvía loca de deseos. El calzón de solo pensar en el, estaba húmedo y me hacía mas mal aun sentir esa presión entre mi s piernas, a si que me lo saqué. Como una leona enjaulada, me daba vueltas por mi cuarto, sin saber que hacer, ha sta que no se por que salí de el y me detuve afuera de la puerta de mi hijo. Sentía adentro los grandes ronquidos de mi hijo, y mi corazón a punto de estallar. No sabía que hacer, solo que pensé en despertarlo, aduciendo que había escuchado unos ruidos en el patio. Entre silenciosamente, la ventana estaba abierta y la cortina corr ida para permitir que entrara mas aire en esa calurosa noche. Casi se me sale el corazón al ver, por la luz que entraba desde la calle, como nuevamente mi hijo es taba completamente desnudo con su gigantesco miembro dormido entre sus piernas. Era demasiado para mi, como mi hijo podía hacerme sufrir de esta manera. Con mi co razón latiendo a mil por hora, sigilosamente, tratando de no tropezar con la ropa botada en el piso, me acerqué a el. Casi a un metro veía su hermoso miembro descansa ndo. Mis pezones endurecieron inmediatamente y sin darme cuenta mi mano automática mente comenzó a acariciar mi cuerpo. Ardía en deseos, y mi hijo durmiendo no se daba cuenta que su madre estaba parada ahí al lado suyo, como hipnotizada con su cuerp o. No me atreví a despertarlo, quería verlo detenidamente, mientras mis manos sin contr ol buscaban cada espacio de mi cuerpo, pero un movimiento de su cabeza, me hizo alejarme inmediatamente, casi tropezando con su ropa. Parada al lado de la puert a, vi que el seguía durmiendo y mi cuerpo aun ardía en deseos. Con mis manos ya sin control me levantaba mi corto camisón y dejaba todo mi sexo al aire, acariciando m is nalgas, pensando en sus manos. El aroma a macho que había en es cuarto era deli cioso. Era un aroma muy exquisito que llegaba hasta lo más profundo de mi ser. Con mi mano acariciando mis vellos y mis nalgas nuevamente me acerco a el, tratando

de sentir mas cerca el aroma de su cuerpo. Me arrodille al lado de su cama y su pene a solo centímetros de mi, expedía un olor que me movía loca. No se de donde saqu e fuerzas para no tomarlo y llevármelo a la boca, para chuparlo desesperadamente. Solo quería olerlo, cada vez mas cerca, hasta que mi nariz se acerco casi a un cen tímetro de el, llenándose de su olor. No podía creer lo que estaba haciendo, arrodillada al lado de la cama, con mi cara a pocos centímetros del sexo de mi hijo, aspirando su olor. Fue tanta mi cercanía a su miembro que en un cerrar de ojos, mi nariz, rozó esa deliciosa piel, haciéndome estremecer. Vi que mi hijo no se movió para nada, y nuevamente me aventuré a repetir el contacto, pero ahora suavemente, muy suavemente con los labios. Sentir ese monstruoso pene contra mis labios, me hizo temblar de placer. Mi cora zón estaba a punto de estallar y mi respiración casi me asfixiaba. Sabía que mi hijo tenía un sueño muy pesado y que por la hora, mas los tragos que llev aba encima, no despertaría, eso sumado a mi calentura me llevó a aventurarme un poco mas y abrir la boca para colocarla con la verga de mi hijo atravesad en mis lab ios. Su tamaño era realmente sorprendente y solo abriendo al máximo la boca, pude tenerlo . Quise alejarme pero no pude, mi cuerpo no respondía. Miraba como el dormía como un a roca. Confiada en lo pesado de su sueño, no se en que momento tuve el valor de t omar su pene con mis dedos y levantarlo un poco para que esta vez, fuese la punt a de este, el que entrase, mi idea era ponerlo solo dentro de mi boca, para lueg o irme a mi cuarto y masturbarme como loca. Mi mano apenas sostenía ese tremendo pedazo de carne, tratando de no apretarlo muc ho, hasta que por fin logré levantarlo y comenzar a introducirlo a mi boca , trata ndo de no aprisionarlo, solo meterlo ahí. Era tremendo, me decía a mi misma que ya era suficiente y que lo dejara, pero mi b oca no quería que ese momento terminara jamás. Con toca la boca abierta, y el pene d e mi hijo en esta, trataba de no tocarlo, pero mi saliva casi se caía y obligadame nte tuve que cerrarla un poco para evitar que esta cayera sobre mi hijo. Con la boca cerrada, apretando lo menos posible el pene de mi hijo, mi saliva se fue ju ntando dentro de esta y no me quedó mas opción que tragármela. Con esto le dí la primera chupada al pene de mi hijo, que con la chupada de saliva este ingresó un poco mas a mi boca. La sensación fue divina y ya sin saliva, volví a repetirla suavemente, una . otra , otra vez, diciendo siempre que esa era la últim a, pero sin contenerme le daba otra mas, y luego otra. La verga de mi hijo, al sentir esas chupadas comenzó a despertarse poco a poco, cr eciendo cada vez mas, lo que aumentó mas mi calentura y disminuyendo menos las gan as de sacármela de la boca. Sabia que era un locura y que mi hijo, de continuar a si se despertaría, pero su verga me tenía hipnotizada y cada vez se la chupaba mas f uerte, haciendo que esta se pusiera mas y mas dura, creciendo de una forma desco munal. Ya mi mano apenas contenía ese vergón aprisionado y mi cabeza tenía que levantarse más p ara poder meterla en mi boca. Sentí que mi hijo se movía, junto con un pequeño gemido, pero no tuve el coraje de soltar la presa que tenía en mi boca y ya entregada com pletamente al placer, le chupaba lo más fuerte que podía. Ya nada me importaba, solo saborear esa presa un y otra vez, cosa que no paraba de hacer. Otro gemido y una mano en mi cabeza me hizo darme cuenta que mi hijo comenzaba a despertarse. Al parecer el aun dormido no se daba cuenta que la mujer que tenía entre sus piern as, era su madre. que rico lo chupas... ¡Mamá! ¡eres tu! Ahhh ¡Si hijo perdona pero .. no puedo mas! Ahhhhh ¡pero que haces mamá! ahh Perdóname hijo.. ( sin dejar de hacer, lo que estaba haciendo) Mi hijo había despertado, encontrándose con que la mujer que le chupaba tan desesper adamente el pene , era su madre. Un gran gemido y su cabeza hacia atrás, me confirmaron que recibía su aprobación y aho ra con más ganas seguía y seguía chupándosela, ahora afirmando toda su verga solo con mi boca, ya que mis manos acariciaban su pecho y sus piernas.

Ya entregada por completo a mis instintos, dejando atrás toda moral, me subí a la ca ma, sin soltar lo que tenía en la boca metiéndome entre sus piernas abiertas. Su ver ga había crecido de un tamaño descomunal y por más que abría la boca al máximo y la metía lo más adentro que podía esta no entraba en su totalidad. Me imaginaba sentir eso dent ro mió y me volvía loca Mi hijo acariciaba suavemente mis cabellos, mientras su madre, con su boca llena de carne, al fin cumplía lo que tanto deseaba. Sentí sus grandes manos llevándome hacia arriba, besando su pecho llegue hasta sus l abios y fundiéndonos en un apasionado beso, quedé sentada sobre su tremenda cosa, qu e casi me quemaba mi sexo, mientras sus manos me acariciaban descaradamente el c ulo, haciéndome estremecer. El comenzó a buscar mis grandes pechos, y yo, queriendo entregarme por completa a el, me levanté y me despoje de mi delgado camisón quedando sentada sobre el completa mente desnuda. Sus manos se aferraron a mis tetas, manoseándolas de una manera exquisita. No agua nté mas y las puse sobre su cara recibiendo un placer indescriptible, al sentir co mo mi bebe de 17 años, me las chupaba fuertemente haciéndome temblar de placer, frot ando su cara sobre ellas, lamiendo mis pezones, dejando aprisionada su cara entr e ellas. Aun sin estar penetrada por el, estar sentada sobre semejante pedazo de carne me tenía como loca, y me movía de adelante hacia atrás, frotando mi clítoris contra su dur a verga. Ya no aguantaba mas, quería sentirlo dentro mió, a si que levantando mi culo, con un a mano agarre ese grueso miembro y lo dirigí a la entrada de mi vagina. Casi me muero al sentir su tremenda verga entrando poco a poco dentro de mí. No po día creer como mi concha era capaz de abrirse tanto para alojar perfectamente su v erga que ocupaba la totalidad de mi húmedo sexo. Centímetro a centímetro me entraba carne por mi concha, bajando cada vez más trataba d e llegar al fin, pero su verga era sorprendentemente grande. Sentía todo mi cuerpo lleno de verga y aun me faltaba más carne que meterme. Igual sentía algo de dolor a l sentirme penetrada por semejante pedazo, pero mi calentura era mas fuerte y no me detendría hasta llegar a metérmela por completa. Casi la podía sentir que llegaba a mi estomago, hasta que por fin quedé completament e sentada sobre el, con todo mi cuerpo repleto de su pene. Me sentía en el cielo, y apretando mi concha, sentí perfectamente todo lo que dentro de esta se almacenab a. Lentamente fui subiendo sacando ese monstruo de mi interior, para volver a se ntarme sobre el. Ya acostumbrada a su tamaño, casi sin dolor, comencé a moverme de arriba abajo, quedán dome sentada con todo eso metido, mientras mi hijo, con sus grandes y fuertes ma nos en mis nalgas me hacia mover de lado a lado. Nuevamente lo bese, quedando con mi cuerpo doblado sobre el, con mis tetas apris ionadas con su pecho y sin moverme, sentía como levantaba su culo, penetrándome de u na forma exquisita. Me sentía completamente llena, y comencé a gemir en su oído, hacie ndo que el se excitara mas aun, aumentando la fuerza de sus puñaladas de carne. Luego me hizo sentarme nuevamente. Esta vez apoyé mis pies en la cama y sentada co mo si estuviese meando, con mis manos apoyadas en mis rodillas, comencé a subir y a bajar, enterrándome todo su miembro. Mis grandes tetas subiendo y bajaban golpeánd ose contra mi cuerpo, mientras mi hijo con unos ojos completamente abiertos, veía como su madre se llenaba de el. Mis piernas comenzaron a cansarme y en un descanso que hice, mi hijo me acostó de espaldas y se subió sobre mi, besándome apasionadamente con sus manos en mis nalgas. No podía creer que al fin lo tenía ahí, desnudo, sobre mi, acariciándome, tocándome, chupa ndo mis tetas, con su tremenda verga , gruesa y dura chocando mis piernas. Se ar rodillo entre mis piernas abiertas, y con sus manos levantaron mis piernas por e l aire, dejando todo mi culo expuesto. Con solo una de sus grandes manos, me tomo de los dos tobillos, y me mantuvo en esa posición. Sentí como con la otra mano me acariciaba mi sexo, y la entrada de mi agujero. Era como una niña ante la gran fuerza de mi hijo. Entregada completamente a el, con mis piernas en el aire, todo mi culo a su disposición, sentía como sus de dos jugaban con mis dos entradas.

Reconozco que sentí miedo de que me penetrara con semejante cosa por el culo, y le pedí que por favor no me la metiera por ahí. El me metía uno de sus gruesos dedos por la concha y cuando lo tuvo bien mojado, me lo llevó al ano, penetrándome lentamente . En esa posición, con mi ano completamente abierto fue metiendo su dedo poco a poco . La sensación me encantó, 1000 veces más rico que meterme mi propio dedo. Ahí me di cue nta, que ni en sueños podría meterme su cosa por ahí. El estaba extasiado viendo como tenia a su madre, con su dedo hurgueteándole el culo. Luego lo sacó y colocándose en p osición me volvió a penetrar. Nunca me había sentido tan objeto. Era un juguete para m i hijo, con mis piernas completamente en el aire, me tenía servida en bandeja para penetrarme por donde quisiese. Pero sentirme así de vulnerable, incluso con algo de miedo por lo que el me pudiese llegar hacer, también me tenía enferma de caliente . Sin soltarme los tobillos, con todo mi culo expuesto, me hijo me llenaba de ve rga una y otra vez, haciéndome gritar de placer. Con que facilidad me sostenía en es a posición, mientras con su mano libre, me manoseaba fuertemente las tetas o me da ba palmazos en el culo. Luego me puso de lado y me tuvo tal cual como la primera noche que pasamos junto s, Con la diferencia que ahora estábamos desnudos. Su cuerpo apoyado en mi espalda , una de sus manos apretándome las tetas y con la otra masturbándome, más su gruesa he rramienta entre mis piernas. ¡Como me excitan tus tetas mamá! ¡Vamos sigue no pares! ¡Te voy a follar toda la noche! Eduardo, ¡tómame por favor!, ya no resisto mas . ¡Soy toda tuya! Te gusta sentir a tu hijo tocándote OHhhhhh siii pero vamos, por favor ¡métemela que quiero acabar! Tengo una madre muy caliente ¡como me gusta! ¡Dame por favor, quiero tenerte dentro mió! .. ¡Así! Ahhhhhhhhhhhhh . ¡ Asi Eduardo! ¡si soy tuya tu zorra! .. ¡métemela cuando quieras! ¡Mira como te la meto! ¿Sientes como te la meto? Ahhhh Eduardo .. me llenas completamente Dime que te gusta sentir el palo de tu hijo metido hasta el fondo Ahhhhhhhh siiiiiiii me encanta sentirte dentro mió hijo te deseaba ahhhhhhh la tie nes muy rica hijo mió me moría de ganas de estar así contigo Ahhhhhhhhhhhhh que mas .. Quería sentir tu pene en mi boca chupártelo como lo hice ahhhh Ahhhhhhh si lo chupas muy rico ¡ que mas! Quería sentir tu manos en mi cuerpo . Apretándome los pechos ¡Tus tetas madre! ¡tus tetas! .. ¡querías que te chupara estas tetas! Ahhhhh si . Mis tetas . ¡Chúpame las tetas! ¡ Chúpamelas tetas hijo mió Ahhhhh Mmmmm que ricas las tienes mamá que grandes .. ¡déjame chupártelas! Si házmelo pero no dejes de metérmela ¡me encanta sentirte dentro! ahhhhhhhh Estas muy rica madre ¡te follaría toda la noche! ¡ ay Eduardo ¡ ¡Me matas! . me vas hacer acabar .. ¡me tienes hirviendo! dime que sientes ¡me calienta escucharte! Ahhhhhhhhh ¡me tienes muy caliente! . ¡Me tenias muy caliente! ¡me masturbaba pensando e ti! .. me tocaba pensando en tí ¡ uhh! Sigue ¡que me calientas! donde te masturbabas .. .¡Mientras me duchaba me tocaba pensando en ti! . Ahhhh . ¡no pares .. métemela mas hasta el fondo! . ¡Me imaginaba tu verga dentro mió! . ¡Así como ahora! .. Ahhh ¡te metías los dedos en tu concha ¡ ¿te tocabas las tetas?.. ¡dime mas! Me imaginaba tus manos tocándome . ¡hijo voy a acabar¡ .. ahhhhhhhhh te siento entero den tro de mi . ¡Ahhhhhh! ¡Dime mas! . ¡Te voy a llenar como querías! ¡Me imaginaba tu leche en mi cuerpo! .. ahh aaaa ¡como ahora! siento tu leche llenándom e hijo! . ¡Estas acabando! . ahhhhh ¡¡¡me matas !!! Ahhhhh ¡¡¡¡¡¡¡mamá acaba!!!!!! AAAAAAAAOhhhhhhhhhhhhhh me corroooooooooooo ahhhhhhhhhhhh ¡Mama que rico te mueves! ¡siente como te lleno de semen ¡ .

Ahhh . ¡siente como acabo! .. todos esos jugos son por ti hijo! ahhhhhhhhh Ahhhhhhhhh Mi hijo me puso boca abajo y apoyado en sus brazos a mi lado, me penetró una y otr a vez. Mi orgasmo no cesaba y me sentía la concha repleta de verga y semen. ¡Me moría de placer sentirme en esa posición con la verga de mi hijo entrando y saliendo rápid amente!. Aun después de haber acabado mi hijo aun la mantenía dura como roca, y yo a un seguía caliente. No se cuanto rato me habrá follado en esa posición, pero fue mucho, hasta que se sal ió de mi, acostándose a mi lado, solo acariciándome las nalgas con su mano. Me sentía mu erta de placer, envuelta en un sueño, una fantasía que no quería que terminase nunca. Mí orgasmo había sido monstruoso y mis fantasías con el habían quedado muy cortas en bas e a todo el placer que sentí. Lo vi dormir por largo rato, aun no podía creer lo que acabábamos de hacer. Me parecía increíble que ese bebe que alguna vez estuvo en mi vientre, se hubiese transforma do en todo un hombre, y yo, esa casta y pura madre, en la hembra de turno por es a noche. [email protected] © casada ([email protected]) Forzad a hacer el amor con mi hijo Bueno, no se como empezar esto. Puedo empezar diciendo que soy una mujer de 40 año s, viuda hace 2 años y con un hijo que es mi adoración. La vida junto a mi difunto esposo fue muy buena y nos acostumbramos a una vida cóm oda, no con tantos lujos pero si muy relajada. Sin embargo el destino quiso sepa rarnos trágicamente y me quedé viviendo sola con mi hijo. Mi marido se dedicaba a sus negocios en forma particular, y como nunca pensó en qu e algo a si le pudiese pasar, sus cotizaciones las hacía por un sueldo muy bajo, p or o que nos dejó una pensión muy miserable. Es por eso que me vi en la necesidad de trabajar. Un día al volver a mi casa, me encuentro con una carta que me cambió la vida complet amente. Por razones comerciales, mi marido había comprado la casa a mi nombre y no estaba pagada. Aun faltando muy poco para completar el monto, el banco la estab a lanzando a remate. Busque por todos lo medios la forma de reunir el dinero, pero para cualquier ban co o casa financiera no era una persona rentable para que me facilitaran el mont o que necesitaba. Estaba desesperada, la fecha ya se venía encima y no había podido encontrar a nadie que me ayudara. Al ir caminando por la calle, veo que pasa un tremendo auto Merc edes Benz, y al mirar a su conductor veo que es Rodolfo, estacionándose un poco más allá. Rodolfo fue un amigo de mi marido. El tenía una, mas que excelente situación económica , con varias casa, y empresas propias. Hace años atrás tuvimos, digamos una buena relación con el y su señora, íbamos a su gigant esca casa, a la piscina, o asados, en fin compartimos muchas veces y yo me hice en ese tiempo amiga de su señora. Sin embargo esa relación se acabo estrepitosamente cuando un día, su señora llegó a mi casa, llorando por que tenia muchas sospechas que su marido la engañaba y yo . Que sabía de las infidelidades de su marido, terminé por confirmar sus sospechas, ganándome el odio de ese hombre. Me trague mi orgullo y comencé a caminar hacia donde el se había estacionado, sin sa ber que decirle. Afortunadamente fue el, el que me vio y se acercó a saludarme. Ya habían pasado varios años de eso y pensé por un momento que eso ya había quedado en el olvido. Me saludó muy afectuosamente y me preguntó como estaba. Le dije que la verdad, no es taba muy bien y antes que le comenzara a contar mis problemas, me invitó a tomarme un café. Entramos a una cafetería y nos sentamos en un lugar apartado. Comenzamos a hablar mi problema. Mientras yo hablaba, sentía como ese hombre estaba pensando en algo. Pensé en que ll evaba a ese hombre a estar escuchando mis problemas, después de haberlo perjudicad o tanto y todo me llevaba a que el de alguna forma quería vengarse, mas, la presión

que llevaba por detrás me obligaba a seguir hasta las últimas consecuencias, aunque tuviese que acostarme con ese hombre para salvar nuestra casa. El me miraba fijamente y después de escucharme muy detenidamente, y sonriendo segu ramente al verme tan desesperada, me hablo. Por su sonrisa yo sabia que el me te nía a su disposición, pero no me importaba, estaba dispuesta a todo, como se lo plan teé disimuladamente en nuestra plática. Me dijo que el, era un hombre muy poderoso y que el dinero no era problema para el. Que el podía tener la solución a mi problema, pero a cambio de algo, obviamente. Esperaba que me propusiera que me tenía que acostar con el, o algo parecido, pero su propuesta me dejó helada. Me dijo que el me odió mucho, ya que por mi culpa, su matrimonio había fracasado, y que estaba muy alegre de ver que al fin su venganza estaba por llegar. Yo, sin p oder evitarlo, se me salían las lágrimas mientras lo escuchaba. Fríamente me dice que el esta dispuesto a cancelar el total de la deuda a cambio d e verme a mi mantener relaciones con otro hombre y el estar ahí presente tomando f otografías. La idea me no me pareció tan descabellada, y se acercaba a lo que yo había pensado, además no sería la primera vez, ya que en muchas ocasiones mi marido inclu so hasta nos filmo teniendo relaciones y en fin, todo sería por mi casa, además que hacía tiempo que yo no estaba con nadie y pensé que un buen sexo no me vendría mal. Sin embargo, cuando el se dio cuenta que yo accedía, me dice que el hombre con el que yo tenía que tener relaciones . Era con mi hijo. Lo traté de degenerado, depravado y no se cuantas cosas mas, el solo me miraba y s onreía. A la finales me levante y cuando estaba a punto de irme, el me dijo que si cambiaba de parecer, sabía donde encontrarlo. Me fui a casa, y al llegar me puse a llorar desconsoladamente. Mi hijo que estab a en su habitación salió a consolarme. El estaba al tanto de nuestra situación y se la mentaba de no poder hacer nada para remediarla. Ya un poco mas tranquila seguimos conversando, hasta que sin darme cuenta le ter miné contando de mi encuentro con Rodolfo y su depravada petición. Mi hijo no dijo nada, solo me abrazaba y me acariciaba el cabello. A la noche si guiente, me sentada en el living de mi casa, tomándome un trago, para pensar, cuan do llega mi hijo. Al ver mis ojos llorosos, nuevamente se sienta a mi lado y me consuela. Yo no me pude contener y rompí en llanto. Permanecimos abrazados en el sillón, yo con la cabeza apoyada en su falda y el aca riciándome la cabeza. De repente el me dice que había pensado todo el día tratando de buscar una solución a nuestro problema y que no encontró, salvo cumplir a propuesta de ese hombre. Nos quedamos callados un largo rato, sin hablar, pensando ambos en esa propuesta hasta que el rompe el silencio y me pregunta si yo estaría dispuesta hacerlo. Me demoré mucho en responderle, pensando 1000 veces en que pasaría, hasta que ya viéndome sin ninguna escapatoria y viendo que mi hijo también lo había pensado, y estaba suf riendo al verme a mi sufrir, le respondí que si. Hablamos un poco del tema, tratando de convencernos de que lo haríamos por amor, q ue esto nadie tendría que saberlo, en fin una serie de ideas, llegando en común acue rdo que lo haríamos. Esa misma noche llame a Rodolfo y le dije que estábamos dispuestos. Cerramos las c ondiciones de pago, que se haría en efectivo antes de hacerlo y el quedó de pasarnos a buscar al otro día. Eran las cinco de la tarde, me encontraba en mi casa fu ando un cigarrillo, cuan do siento la bocina del auto de Rodolfo afuera de nuestra casa. Mi hijo estaba e n su habitación, lo llamé y ambos salimos, sentándonos en el asiento de atrás del auto. Rodolfo rápidamente se dirigió a las afueras de la ciudad, donde se encontraban los moteles mas privados. Mientras avanzábamos, mil cosas daban vueltas en mi cabeza, mientras mi hijo, sin decir nada, solo me tomaba de la mano, dándome su apoyo. Entramos los tres a una cabaña, mientras Rodolfo cancelaba la habitación, yo y mi hi jo nos mirábamos, pensando en lo que vendría. El saca de su auto un portafolio y lo coloca sobre la cama. Se sienta en un sillón , prende un cigarrillo, mientras yo contaba el dinero. Estaba todo, el total que yo le había comentado.

El le dice a mi hijo que se acueste en la cama y el obedece sin oponer ninguna o bjeción. Mientras que a mi me pide que me saque la chaqueta que llevaba. Luego me pide que comience acariciar el pene de mi hijo, por sobre el pantalón y tuve que h acerlo. A mi hijo le ordena que le toque los pechos. Yo sentía vergüenza de estar to cando a mi propio hijo, y trataba de no mirarlo. Cuando escucho la orden que le da a mi hijo, y siento la mano de mi hijo sobre mi pecho, un escalofrió recorre mi cuerpo. Rodolfo continuaba en el sillón mirando el fruto de su poder. Se excitaba al ver c omo el dinero era capaz de hacer que una madre y un hijo, pudiesen llega a una s ituación como esa. Le ordena a mi hijo que se desnude y a mi me pide que me saque mi blusa y mi bra sier. Mientras lo hacíamos, el continuaba fumando su cigarrillo, de ves en cuando tomando algunas fotografías, y sin perder ningún detalle de nuestro actuar. Me sentí s ucia desnudándome delante de mi hijo, y mas aun cuando el me ordenó que le tomara su verga entre mis manos. Sin embargo, me llevé una gran sorpresa al ver como mi hij o se había desarrollado durante todos esos años. Esa pequeña cosita que tenia entre su s piernas, se había transformado en una gruesa verga, que seguro cualquier mujer d esearía. Las instrucciones siguieron y siguieron, mientras yo con mi hijo, seguíamos al pie de la letra cada una de ellas. Aun sentía algo de vergüenza al verme desnuda ante mi hijo, pero parte de mi lo esta ba disfrutando. Sentía como su boca succionaba fuertemente mi pecho, sintiendo el roce de mi pezón contra su lengua, el contacto de su mano contra mi pecho me hacia estremecer. Rodolfo le ordena a mi hijo que me termine de desnudar completamente. Trataba de no mirar a mi hijo, ocultando mi vergüenza, que poco a poco se estaba transforman do en placer, placer que mis genitales ya empezaban a acusar, cuando siento sus manos deslizando mi calzón hacia abajo, sintiendo la humedad que ahí se generaba al dejar mi sexo al desnudo. La siguiente orden no se hizo esperar. Esta vez me fue dada a mi, ordenándome intr oducirme la verga de mi hijo en la boca. Al verme entre las piernas de mi hijo, con su verga entre mis manos y con mis labios semi abiertos, vi en el rostro de mi hijo, como sus ojos se cerraban y se entregaba al placer.

Debo reconocer que para mi era una sensación deliciosa, comencé a sentirme muy excit ada al sentirme observada y esta con esa verga en mi mano, gruesa, dura, ese olo r a hombre, a verga que hace tiempo no sentía, y mas aun siendo la de mi hijo. Suavemente la introduje en mi boca, suavemente, sintiendo cada pliegue, cada cen tímetro de esa hermosa herramienta penetrar en mi boca. Con mi mano la sostenía desd e la base y la acomodaba ,, bajando hasta meterla completamente , para luego sac arla suavemente. El sabor era delicioso y ya no lo hacia forzada, era un manjar en mis labios que degustaba palmo a palmo, luchando conmigo misma para no comenzar a gemir como u na perra en celo, tratando de guardar la poca dignidad que me quedaba. Rodolfo en su sillón se había sacado su verga y se masturbaba suavemente viendo como la madre se engullía la tranca de su hijo, y como el , ya completamente excitado, comenzaba a gemir y hacer fuerzas para no terminar eyaculando en la boca de su madre. Estar ahí en cuatro patas, con la verga de mi hijo sumergida en mi boca era exquis ito, pero ya mi entrepierna, jugosa pedía a grito que le brindaran un poco de aten ción. Podía sentir como unas pequeñas gotas de ella escurrían por las partes interiores de mis muslos, estaba deseosa de verga y esperaba ya desesperada la nueva instru cción de Rodolfo. Afortunadamente no se hizo esperar y Rodolfo me ordena que me siente sobre mi hi jo. Trate de poner una cara de molesta , pero me fue imposible, mi hijo claramen

te se dio cuenta que yo lo estaba disfrutando al igual que el. Ya con una pierna a cada lado de su cuerpo, tomé su verga con mi mano y la dirigí a mi húmedo sexo a punto de explotar. Al sentir la punta de su verga rozando mis gen itales fue el cielo y al sentarme sobre esta, haciendo que se introdujera hasta el fondo de mi ser, sintiendo como esta se alojaba en lo mas profundo de mi, me mató y no aguanté mas y comencé a acabar, descargando una enorme cantidad de gusgos so bre mi hijo. El se debe haber dado cuenta por mi mirada y agarrándome con sus mano s mis nalgas comenzó a moverse mas fuertemente regalándome uno de mis mejores orgasm os de mi vida. Sentí como mi hijo se esforzaba por no acabar y prolongar su goce. Tal como para c omenzó a ser un placer, me di cuenta que el también estaba disfrutando enormemente a l igual que yo y decidí hacer que ese momento, un momento inolvidable. Casi olvidando que Rodolfo nos observaba y sin recibir ninguna instrucción de el, me baje de mi hijo y me recosté a su lado, subiendo una pierna por sobre el para q ue me penetrara por detrás. El también ya no seguía órdenes y tomándome de las caderas, me penetró por detrás. Su verga entro sin ningún esfuerzo en mi mojada concha y una y otra vez se introdu cía hasta el fondo. Ya no fingía y sentía como sus gemidos, acusaban una gran erupción d e semen. Por mi parte la calentura y morbo del momento se apoderaron completamen te de mi , y olvidando que era mi hijo, y al sentir que como su semen golpeaba l as paredes interna de mi vagina, comencé a gemir como un perra y a tener mi segund o y húmedo orgasmo, al mismo tiempo que Rodolfo, ya con los pantalones completamen te abajo, también acababa estrepitosamente. Luego de eso, salimos los tres del motel y Rodolfo nos dejó en la casa. En todo el trayecto, ninguno de los tres dijo nada, sin embargo mi vida cambiaría para siemp re. Comentarios a casada1785@hotmail Me entregué a mi hijo no lo se, pero hoy me arrepiento de haber dejado que esto lleg Quizás fue mi culpa ara hasta limites nunca imaginados Soy una mujer separada, madre de un hermoso muchacho de 17 años que es mi adoración. Ambos vivimos solo en el departamento que nos dejo su padre. Aprendí a ser padre y madre , enfrentado muchos problemas, pero teniendo una excelente relación con Da niel, mi hijo. Nunca fue fácil, todo mi tiempo era para mi trabajo y mi hijo, dejándome completamen te postergada en mi vida afectiva. Yo pensaba que la relación con mi hijo, era normal, igual que cualquiera madre sol tera, sin embargo un día me di cuenta que mi hijo no pensaba de la misma forma. Al principio me llamo la atención que la ropa interior que yo dejaba en mi cajón cam biaba de lugar, a lo que no le di mayor importancia, pensando en que mi hijo sol o sentía curiosidad por saber como eran, pero un día en que estaba lavando ropa, me di cuenta que uno de mis calzones presentaba una mancha amarillenta. Me imagine que podía ser esa mancha, pero el pensamiento era demasiado morboso y t rate de no pensar en eso. Sin embargo, a la semana siguiente cuando me dispuse a echar la ropa a la lavadora, quede espantada al ver que una de mis bragas, las más sexy que tenía, no tenía una mancha, sino que restos de semen aun fresco. Mis primero pensamientos eran correctos, mi hijo se había masturbado con ellas. Es a noche no pude dormir pensando en eso. Trataba de ver si yo, de alguna forma ha bía provocado esos estímulos sobre mi hijo quizás cuando me veía salir de la ducha solo e n toalla , no se tampoco uso ropa tan provocativa . La verdad no encontraba que f uera mi culpa . A las finales, no me atreví a tocar el tema y decidí esconder mi ropa íntima en otro lado hasta que fuera hora de lavar. Sin embargo, nuevamente me lleve la sorpresa mis calzones nuevamente tenía rastros de semen. No podía seguir haciéndole el quite a esto y decidí conversar con el. Al llegar del colegio, espere que se sacara el uniforme y lo llame a que nos sen táramos a conversar. El como siempre muy cariñoso me abrazo y se sentó a mi lado. No s abía como enfrentar la situación pero ya estábamos sentados y el esperaba que yo habla ra.

Tocar el tema de sexo con un hijo nunca es fácil, aun con la gran confianza que yo tenía con el y el conmigo. Le di muchas vueltas al tema, hasta que le plantee el tema de forma académica. El se rió y me dijo que eso ya lo sabía, que se lo habían enseñad o en el colegió. La verdad yo estaba muy angustiada y no sabía como enfrentarlo. Cua ndo el ya daba por terminada la conversación y se disponía a ir a su habitación, le pr egunte si tenía alguna duda o inquietud, que estaba dispuesta a todo por ayudarlo. Sus mirada cambió y luego de pensarlo un poco, me dijo que si Se volvió a sentar a mi lado y me dijo que siempre había tenido una curiosidad muy g rande , pero que no se atrevía a decírmelo. Le dije que podía confiar completamente en mi y que nada me sorprendería sin embargo, me equivoque. Me dijo que siempre había tenido curiosidad por saber como era el pezón de una mujer. Obviamente trate de de scribirlo, pero el me sorprendió con una nueva pregunta . Mamí y tu me mostrarias uno? Quise oponerme pero no tuve mayor argumento y luego de insistirme un poco , term ine por acceder. Me levante la ropa para sacarlo por debajo, pero el me pidió que me la sacara. Bueno Daniel pero espero que esto no se lo comentes a nadie, aunque no sea nada malo, puede que otra gente no lo interprete a si Tranquila mami . Confia en mi . no se lo diré a nadie Las cosas que me haces hacer .. Dejame verlo Ya confome? Es muy hermoso madre .. pero no lo guardes por favor Pero si solo querias verlo y ya lo viste Te puedo dar un beso ahí madre como cuando era pequeño? No Daniel no creo que eso este bien Dejame por favor solo uno No hijo qe haces no Solo uno madre . Por que me lo quietas ya Daniel basta Que rico se siente Basta dije . Por favor . Déjame hacerlo ¿ te duele? No pero no esta bien .. No te gusta? .. No no esta ien por favor dejame vestirme Mmmmm que rico madre

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Daniel no por favor que me . Que madre . Te esta gustando Si pero no esta bien .. Déjame quererte madre . Déjame saber como es una mujer Daniel soy tu madre por favor que haces . No los pantalones no .. Daniel no sigas por favor . Déjame .. Hijo no sigas! . Detente ¡Me sacaste los pantalones! Mmmmmm madre que rica estas .. Daniel ¡Por favor detente!...... basta que no soy de fierro Te quiero madre Y yo a ti .. ahhhhhhhhh . Pero esto no esta bien Dejame tocarte Ahhhhhhhhhhhhhh Daniel que rico se siente basta por favor

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Mmmmmmmmmm Noooooooo Daniel!.... eso no Ohhhhhhhh mamá Ahhhhhhhhh basta Date vuelta Esto es una Date vuelta Que quieres

..

.. Ahhhhhhhhhhhhh

madre locura hijo madre hacer

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Esto Noooooooo Ahhhhhhh no sigas .. como me tienes !!!!! me tienes muy caliente hijo! Quero todo de ti mmmmmmmm Ohhhhhhhhh nadie me habia echo eso antes me vas hacer acabar!!!!!!! Eso quiero madre Noo dejame a mi .. sientate

Que rica se siente tu mano madre . Relajate y deja a tu madre Si mama . Soy todo tuyo Esto quiero hacer !!!! .. Un momento de cordura llego a mi mente, y reaccioné, y aunque me costo mucho, salí c orriendo a mi habitación casi completamente desnuda .. mi hijo afuera de la habitación pedía entrar TodoRelatos.com © casada El chantaje Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 12,051 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 14 min. ] +

Un adolescente se ve inmiscuido en la desenfrenada vida sexual de su familia, d escubre a su tia con su padre, chantajea a la tia para que tenga relaciones con el y al final descubre que su propia madre tiene mucha cuerda al respecto. Era apenas media mañana cuando Gustavo llegó a su casa. Ese día había estallado la huelg a en la universidad y su prepa se había sumado al paro, estaba feliz por aquellas inesperadas vacaciones. Cuando abrió la puerta para entrar lejos estaba que un for tuito e inesperado suceso vendría a incrementar su gozoso estado de ánimo. Primero s e sorprendió al no hallar a Manuela, su tía, hermana de su madre que vivía con ellos d esde hacía algunos meses, "tal vez se fue al mercado". Con esa idea se dirigió a su cuarto haciendo planes para sacarle provecho a la huelga universitaria, pero al pasar por el cuarto de sus padres algunos ruidos llamaron su atención, eran algo a sí como leves gemidos: --"Ahhhh, hummm, mássss, ahhh, ahhh". Desconcertado por aquello se acercó más a la puerta entrecerrada, los gemidos siguie ron: --"ahhhh, así, más, ahhh, ya, ya dámelo, ya lo quiero, métemelo por favor", era la voz de su tía Manuela, si claro!, pensó Gustavo, algo estaba haciendo Manuela, pero ¿c on quién estaba?, "hummm, todo, todo, huyyy", volvió a oir, si era Manuela!, se dijo , alguien se la estaba cogiendo!, y en el cuarto de sus padres!, de repente se s intió nervioso y excitado a la vez, la prudencia le aconsejaba retirarse de aquel

lugar y dejar que su tía hiciera lo que quisiera, pero su excitación fue más fuerte y armándose de valor con sigilo abrió un poco la puerta y lo que vió lo dejó helado. Ahí, sobre la cama, estaba el desnudo cuerpo de Manuela, con las piernas muy abier tas y apuntándolas hacía el techo, y sobre de ella el semidesnudo cuerpo de un hombr e que brincoteaba al meter y sacar su erecto miembro. Expectante y sumamente exc itado siguió aquella escena por varios minutos, los cuerpos se movían furiosos, Manu ela dejaba escapar por sus labios su intenso goce: "así, hummm, que rica verga tie nes, más, más fuerte, todo, hasta adentro, ayyy, me vengo, me vengo papacito". Enton ces al escuchar la voz del hombre aquel: "anda puta caliente, termina de venirte , pero ahorita quiero tu culo, me quiero venir en tu culo, mamacita", si!, era s u padre!, su papá se andaba cogiendo a la tía Manuela. Entonces su sorpresa y excita ción se tornó en espanto y cuando se disponía a salir de ahí inmediatamente, alcanzó a oir la voz de Manuela que a gritos lo pedía: "si papy, anda papy dame tu verga por el culo, lléname el culo de mocos, como te gusta, anda, así, así, ayyy, ya, ya casí entró to do, hummm, ayy, despacio que me lastimas, hummm". Pero ya no pudo seguir viendo aquello. Con sigilo salió de la casa y al caminar hacía el parque cercano descubrió que en ese lugar su padre había dejado estacionado su carro, por supuesto, no lo podía haber de jado frente a la casa, alguien podría sospechar de que estaba a esa hora en casa, cuando se suponía debía estar en el trabajo. --"Pero ¿cómo?, su padre y Manuela, la hermana de su madre!, ¡qué poca madre!, par de hi jos de la chingada, los dos viéndole la cara de pendeja a mi madre", pensó Gustavo, que no acababa de entender cómo era posible aquello, si se suponía que entre sus pad res había una buena relación matrimonial, tal vez sí, tal vez hasta la llegada de Manu ela, esa cabrona había llegado a su casa para soltarle las nalgas a su padre, y el muy cabrón terminó por aceptar, o a la mejor fue al revés, quién sabe, se dijo. Y mientras estas ideas daban vueltas dentro de su cabeza miró a su padre salir sig ilosamente de la casa y dirigirse hacía donde él estaba para subirse a su carro. Rápid amente Gustavo se escondió tras unos árboles y desde ahí vió como se alejaba el carro de su padre. Volvió a la banca y otras ideas vinieron a su mente, mientras recordaba las palabras de Manuela y su suculento cuerpo desnudo, ¿sería posible?, ¿chantajear a la cabrona de Manuela?, pero ¿cómo?, pensó, tal vez si amenazara a la tía con denunciar la ante su madre..., si era posible, así tal vez pondría remedio a las cogederas se su padre con la hermana de su esposa, y..., y..., tal vez hasta podría sacarle alg o de provecho, ¿una lana?, tal vez, o mejor aún..., que Manuela también le aflojara a él también las nalgas!, ¿sería posible?, si!, se dijo convencido. Con estas ideas regresó a su casa y al entrar fue Manuela la sorprendida: "ah eres tu Gustavo!, que no tenías que estar en la escuela?, te fuiste de pinta!, ¿verdad?" . --"Pues fijate que no Manuelita, hoy estalló la huelga en la prepa y no sabemos to davía cuanto dure". --"Ah, y ¿apenas llegaste?, o ya tenías rato...". --"Pues la verdad llegué desde hace rato..., pero tu no te diste cuenta, quién sabe que hacías en el cuarto de mi mamá...". --"Ah!, pues..., pues..., ¿qué querías que estuviera haciendo?, el quehacer, sólo eso... ", dijo Manuela al momento que su rostro se tornaba rojizo y un patente nerviosi smo se posesionaba de ella, Gustavo se percató de aquello y añadió: "pues quien sabe.. ., se escuchaban unos ruidos medio raros, pero seguro eras tu, eso es seguro, y no estabas sola, también eso es seguro, había alguien contigo...". --"¡Estás loco!, puras figuraciones tuyas, no estaba con nadie, además si hubiera esta do con otra persona, como tu dices, ese es un asunto que a ti no te importa, cha maquito, ya soy una mujer y puedo hacer lo que quiera con quien quiera, ¿entendido ?". --"Pues si tu lo dices..., pero a mi mamá le podría interesar saber que su hermana a provecha bien el tiempo cuando ella está en el trabajo..., ¿no crees?". --"Ay chamaco jijo del maíz!, no se te ocurra ir de chismoso con tu madre, si lo h aces te ganarás una soberana chinga que te vas a acordar de mi toda tu vida, ¿lo oye s?". --"Pues quién sabe..., veremos, ya veremos", dijo el chamaco antes de retirarse a su cuarto y cerrar con llave, afuera su tía decía: "mira Gustavo, no se te ocurra ir

de chismoso, te arrepentirás si lo haces, te lo juro!". Había dado el primer paso, meterle miedo a la tía. Ahora a esperar. La dejaría sufrir un poco, pensó. Ya volvió a decirle nada a Manuela, ese día y el siguiente, cuando ambos se cruzaban , la mirada nerviosa de la mujer buscaba en el rostro de Gustavo algún indicio de que no había dicho nada aún. Pero la mujer no soportó mucho tiempo la incertidumbre y la noche del tercer día, cuando sus padres se fueron a dormir, Manuela entró de impr oviso al cuarto del adolescente: --"Oye Gustavo, en buena onda, no le digas nada a tu mamá, por favor, ¿no ves que me puedes meter en problemas?, ¿entiendes?, anda prométeme que guardarás el secreto, por favor, ¿si?". El chico guardó silencio, ella insistió: "por favor Gustavo, entiende q ue si tu mamá se entera además podrías crear un gran problema entre tus padres, ¿entiend es?, por favor, ¿si?". No dijo nada, pero cuando Manuela se disponía a salir la llamó: "oye Manuela, ¿desde c uándo andas cogiendo con mi padre?, quiero que me lo cuentes todo!". Aquello sorprendió a la mujer, que nerviosa apenas pudo decir: "¡estás loco!, no era t u padre!, te lo juro!, de verdad, ay cómo crees Gustavo!". --"Ah no?, entonces según tu, ¿con quién estabas?". --"Pues con mi novio, tonto!". --"Si cómo no!, mira para empezar quiero que lo cuentes todo, cuando empezaron y p or qué, todo, lo quiero saber todo!". --"Ya te dije que estás loco Gustavo, no te voy a decir nada!, y tu no le dirás nada a tu madre!". --"Pues veremos", dijo finalmente el chamaco. Al día siguiente, cuando estuvo a solas con Manuela, ella fue quien lo buscó: "mira Gustavo, vamos a hacer un trato, yo te cuento todo lo que quieras, pero tu me de bes decir primero qué fue lo que viste, ¿si?, manito". --"Ay Manuela, ¿para qué te haces tonta si lo vi todo?, tu estabas sobre la cama, en cuerada, con las patas abiertas y hacía arriba, mientras el cabrón de mi padre subid o encima de ti, te estaba cogiendo, y por lo que decías, te gustaba mucho aquello, luego él dijo que te la quería meter por el culo, y tu se lo pediste casí a gritos, t e veniste varias veces, hasta la sala se oían tus gritos..., ¿quieres escuchar más?". Manuela guardó silencio y fijo la mirada en el piso, momentos después con balbuceant e voz empezó su relato: "la verdad Gustavo fue mi culpa, todo fue por mi culpa, ci erta vez escuché cuando tus padres hacían el amor, y la verdad, la verdad, me empeza ron a entrar ganas, lo siento, fue mi culpa. No se si fue por qué desde que llegué a tu casa no había vuelto a tener sexo, pero sin darme cuenta me le empecé a insinuar a tu padre, él al principio no quería, le enseñaba las piernas, o a veces dejaba abie rta la puerta de mi cuarto para que él me viera desnuda..., hasta que..., bueno un a tarde me agarró en la cocina, estabamos los dos solos, y de repente sentí que me a garraba las nalgas por abajo del vestido, así empezamos, yo me dejaba tocar y él me cachondeaba, hasta que se decidió y me pidió que lo hiciéramos, me preguntó si era virge n, le dije que no, luego compró unas inyecciones para no embarazarme, y lo empezam os a hacer, ya tenemos casi dos meses de estar juntos, a veces viene a la casa a media mañana, como ese día que nos descubriste, pero a veces me cita en algún lugar y pasa por mi, lo siento Gustavo, perdóname, pero fue mi culpa. Te prometo que voy a terminar con eso, pero por lo que más quieras no se lo digas a tu madre". El chico se aguantó el coraje, pero alcanzó a decir: "ya ni chingas pinche Manuela, a ver ahora cómo vas a hacer para que mi padre ya no te busque". --"No se, pero le inventaré, como que mi hermana sospecha algo, o que tengo miedo de que nos descubran, pensaré algo para que ya no insista, pero júrame que no dirás na da, pídeme lo que quieras, tengo algo de dinero...". --"¿De verdad serías capaz de darme lo que te pidiera", dijo él. --"Bueno, no se, pero ya te dije que tengo algo de dinero...". --"No Manuela, mira, para empezar quiero me enseñes eso que se anda comiendo mi pa dre". --"¿Qué?, ¿estás loco?, de ninguna manera, ¿qué no ves que soy tu tía?, somos parientes, eso ue pides es una locura". --"Pues si eres mi tía, mi inocente y casta tiíta, que de tan decente se anda cogien do al marido de su propia hermana, qué poca madre!", dijo Gustavo.

--"No sabes lo que dices chamaco, no Gustavo, eso que pides es demasiado horribl e, no puedo, de verdad no puedo". --"Anda no te hagas, si nomás eres una pinche vieja caliente que le encanta que le metan la verga hasta por el culo, anda súbete el vestido y bájate los calzones, qui ero verte la panocha!". Manuela ya no dijo nada, sólo cerró los ojos mientras que sus manos lentamente subían la tela del vestido. Gustavo pudo ver entonces los suculentos muslos de la tía, re dondos y bien formados, "más arriba", le pidió el chico, la mujer obedeció y subió el ve stido hasta su cintura descubriendo sus coquetas pantaletas rojas que entre los bordes de las piernas dejaban escapar algunos rizos castaños, Manuela estaba pelud a, y de tan peluda los vellos se le salían de los calzones. Una punzada en el miem bro denunció la creciente excitación del chamaco, quien ordenó: --"Ahora bájate los calzones Manuela". La mujer obedeció la orden y sus manos fueron bajando lentamente la pantaleta hast a dejar al desnudo su peluda pepa, que pese al tupido matorral mostraba los carn osos labios de la pucha, esas crecidas carnosidades que sobresalían de entre los g ordos labios externos de la vulva de Manuela. La chica dejó que su sobrino la fisg ara a placer unos momentos más, luego de lo cual subió su calzón y se bajó el vestido co n movimiento enérgico. Acto seguido salió rápidamente del cuarto de Gustavo. Al día siguiente de nuevo entró la tía al cuarto del sobrino: "mira Gustavo, ya hablé co n tu papá y le dije que ya no podía seguir haciendo eso, que tu mama sospecha algo y que mejor sería dejar las cosas en paz, él aceptó en cuanto supo que tu madre sospech aba, ya no lo voy a volver a ver, te lo juro!". --"Ah qué bueno Manuela, me parece muy bien, ¿pero sabes?, ayer que te vi la pepa, m e empezaron a entrar muchas ganas de meterte la verga, quiero que me dejes hacer telo, que me dejes meterte el pito, ¿qué dices?". --"Estás loco!, eso si no!, de ninguna manera, ¿cómo crees que voy a dejar que mi sobr ino me coja?, eso definitivamente no!, si quieres te enseño de nuevo mi sexo, mira si quieres te lo enseño mientras tu te masturbas, ¿quieres?, sólo eso, nada más, ¿aceptas ?". El adolescente ya no dijo nada, se recostó lentamente sobre la cama y ante los atóni tos ojos de Manuela se sacó el miembro del pantalón, ella se acercó un poco hasta dond e estaba su sobrino y sin apartar la mirada del erecto miembro se bajó los calzone s y volvió a mostrarle a Gustavo su peludo conejo. Gustavo empezó a frotarse el miem bro lentamente, como disfrutando del espectáculo que le estaba dando su tiíta santa, Manuela seguía con mirada atenta las maniobras del sobrino, quien para hacer más in tenso su placer le ordenó: "ábrete de patas Manuela, quiero ver bien tu panochota, y con tus dedos ábrete los labios de la pucha, anda mamacita!". Como hipnotizada la mujer cumplió lo ordenado, pero había algo más, Manuela al abrir s u vulva sintió entre los carnosos labios de la pucha que algo caliente le estaba m ojando los dedos, se estaba excitando, no podía ocultarlo. Como último recurso se mo rdió los labios antes de decir: "ya por favor Gustavo, acaba, termina ya de una ve z, esto es espantoso". El adolescente hizo más furioso el movimiento de su mano sobre el tronco del erect o miembro, al hacerlo desplegaba ante los ojos de su tía el desnudo glande amorata do y ya viscoso de jugos, Manuela sintió que la humedad de sus propios líquidos ya r esbalaba por sus piernas, "dios!, ya casi me vengo", dijo para si misma la mujer y en el justo momento que por la punta de la verga de su sobrino escapaba el pr imer chorro de semen, lo escuchó decir: "ay Manuela, te deseo, quiero meterte la v erga!". A mujer se mantuvo expectante, mostrando la grandiosa visión de su sexo expuesto, hasta que las palpitaciones del miembro cesaron lentamente y los chorros de moco s terminaron, entonces se bajó el vestido y justo cuando estaba por salir del cuar to, volteó a ver a su sobrino que todavía mantenía en su mano el semi desfallecido tro nco de carne. De esta forma se selló el pacto entre tía y sobrino, no volvieron a hablar del asunt o de su padre y ella, pero algo había cambiado entre Manuela y Gustavo, con frecue ncia cuando sus miradas se cruzaban, sus ojos adquirían un brillo especial, como c omunicándose un deseo mutuo, la atracción lujuriosa entre una pareja que quiere comp artir lo que tiene entre las piernas. Gustavo era el más obvio, con frecuencia se

descubría a si mismo mirando embelesado las redondas nalgas de su tía por sobre el v estido, pero Manuela también tenía lo suyo, ver a su sobrino cuando salía luego de bañar se la hacía contener un significativo suspiro, pero atemorizada volteaba a mirar a otro lado. Por fin Manuela no pudo más, una noche fue a meterse al cuarto de su sobrino y cua ndo Gustavo despertó, con sorpresa descubrió que su tía estaba junto a él bajo las sábanas , la oyó decir: "Gustavo por favor, quiero ser tuya, méteme la verga", acto seguido la mujer se puso de bruces sobre la cama mostrando el glorioso par de nalgas ent reabiertas, el chico de inmediato ocupó su lugar detrás de ella y su verga, tomada p or la mano de Manuela, fue dirigida hacía el peludo sexo de labios colgantes. Una violenta arremetida bastó para sepultar el erecto tronco en las profundidades de su tía, que gozosa suspiró profundamente. La cogida se tornó entonces violenta, el entrechocar de los cuerpos, los sexos viscosos y calientes, íntimamente unidos, lo s gemidos apagados de la mujer, las ansiosas manos de Gustavo aferradas a las vi brantes nalgas de su tía, el chaz, chaz, de los cuerpos al chocar. El adolescente se vino primero, pero sus nacientes ganas no disminuyeron la potencia ni la dure za del miembro. Manuela sentía sorprendida como aquella jeringa le llenaba de moco s las entrañas mientras seguía taladrándola con fuerza, entonces fue ella quien se vin o en un orgasmo tumultuoso e increíblemente placentero. Siguieron cogiendo toda la noche, esa noche grandiosa en que Gustavo se inició en los misterios y goces del sexo, en apenas unas horas el adolescente había aprendid o lo que puede tardar años. Manuela se lo cogió cuanto quiso y como quiso, le exprim ió el miembro a mamadas y se tragó los mocos, se montó encima de él para entre gritos an unciar que se estaba viniendo riquísimo, por fin ya cerca del amanecer una Manuela suplicante pidió la verga por el culo. El miembro de Gustavo seguía firme, pero ya casi no eyaculaba, no obstante eso pudo cumplirle a su tía que ahíta de placer le ap retaba deliciosamente el pito con el anillo de carne del culo. De esta forma iniciaron sobrina y tía sus incestuosos encuentros. Dos o tres noche s por semana la mujer llegaba puntual para meterse bajo las sábanas con Gustavo y coger, y coger y coger hasta quedar exhaustos ambos. Respecto a las relaciones entre su padre y Manuela, Gustavo suponía que habían termi nado para siempre y que la mujer había cumplido su promesa de no volver a acercars e al marido de su hermana. Pero sólo lo suponía, "¿y si Manuela seguía cogiendo con su padre?", pensó cierto día y el a guijón de los celos hizo que planeara caerle a la tía a media mañana del día siguiente. Así lo hizo. Cuando llegó a su casa sólo con mirar el auto del padre estacionado cerca del parque confirmó sus sospechas: "ésta hija de la chingada sigue con lo mismo", pensó. Ya ni s iquiera hizo el intentó de entrar a la casa y encontrar a la mujer en brazos de su padre y sentado en una banca empezó a pensar sobre todo aquello, "o bien Manuela era una mujer muy caliente que no le basta con coger conmigo, o bien la hija de la chingada nomás me soltó las nalgas para tenerme controlado y seguir sus chingader as con el cabrón de mi papá", se dijo para si mismo. Y mientras esas y otras ideas taladraban su mente, atónito vio el auto de su madre estacionarse frente a su casa, "en la madre!, ahora si se van armar los madrazo s, mi mamá les va a caer en la maroma a esos cabrones!", vio a su mamá entrar despre ocupada a la casa y minutos después salir furiosa dando un portazo, si, los había de scubierto y lo confirmó cuando vio a su progenitor salir semi vestido tratando de dar alcance a su esposa. El pedo había tronado, pensó. Esa noche cuando la familia cenaba un pesado y significativo silencio reinó en el comedor, pero no hubo gritos ni reclamos, ni esa noche ni los siguientes días, "¿qué p asaría?, ¿por qué su madre se comportaba así?, ¿por qué su aparente tranquilidad?", intentó a eriguar algo con Manuela y sólo encontró silencio. Es más, ni siquiera intentó volverse a acostar con la tía, ella lo esquivaba. Había algo en el ambiente familiar, pero Gustavo no sabía de qué se trataba hasta que una noche que regresaba a su casa luego de ir al cine con amigos, una calle ante s de su casa vio el carro de su madre estacionado, había alguien adentro, trató de e scudriñar en la penumbra y confirmó que era su madre, pero estaba con alguien más, un hombre!, si, un hombre abrasaba y besaba apasionadamente a su progenitora, una e xtraña mezcla de sentimientos se posesionó de él, era como coraje, dolor, pena, vergüenz

a, todo junto. Se retiró de aquel sitió en los momentos en que la cabeza de la mujer bajaba lentame nte hasta la entrepierna del hombre, ¡¿se la iba a mamar?!, pensó y no pudo más, a toda prisa se fue para su casa. Esa noche no pudo dormir al pensar sobre lo que había d escubierto, sus padres eran una pareja de infieles, ambos se engañaban, cada uno p or su lado tenían a su amante, "pero..., Manuela sabría de aquello", se dijo, y en b usca de respuestas fue hasta el cuarto de la tía. Manuela sólo con verlo intuyó que Gu stavo había descubierto el secreto de su madre: "ya lo sabes..., ¿verdad?, por como te ves así debe ser, pero por favor no juzgues mal a tu madre, las cosas entre tus padres andan mal desde hace bastante tiempo, sólo que tratan de que tu no te ente res, no quieren hacerte sufrir. Tu madre ya sabe que me acuesto con tu papá, y lo peor, también sabe que tu y yo a veces dormimos juntos, casi desde el principio lo descubrió. Cierta vez en que estabamos solas me dijo: oye Manuela ya ni chingas, además de cogerte a mi marido te andas cogiendo a mi hijo, no tienes madre de vera s, no supe que decirle, lo siento Gustavo, de verdad siento mucho que hayas desc ubierto lo de tu mamá". A partir de entonces la vida de Gustavo dio un giro total. Pensaba irse de la ca sa. Ya estaba por terminar la prepa, escogería una escuela superior lo más alejada p osible del hogar. Así lo hizo. La decisión no sorprendió a la familia, es más, se sintie ron aliviados. El chico entró a estudiar ciencias del mar en una universidad de Baja California p ara mantenerse alejado de las broncas paternas, por la escasa comunicación que man tenía con su madre supo que estaban tramitando el divorcio, que el padre ya vivía de planta con Manuela y que la mamá vivía al parecer sola. "Allá ellos y sus broncas", s e dijo Gustavo antes de romper esa última carta en la que su madre le pedía perdón. TodoRelatos.com © Micifuz6 (micifuz6Mi tía favorita (01) Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 13,462 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 10 min. ] +

Primera parte de un relato de amor filial entre una madura tía y su sobrino, la m ujer cede poco a poco a las exigencias del jovenzuelo, para goce y disfrute de a mbos. La serie continuará. Primera parte Desde mi más tierna infancia mi tía Lupe se convirtió en la fuente de todas mis fantacía s eróticas. Recuerdo que todavía era un chiquillo cuando gustaba de meterne bajo la mesa del comedor para mirar las redondas piernas de mi tía, y muchas veces tuve la suerte de alcanzarle a ver sus calzones sin que ella me descubriera. Lupe tenía p or mi una especial predilección, era algo así como su sobrino preferido y como no te nía hijos, ni había estado casada, en mi descargaba su amor materno cosa que aprovec haba yo para satisfacer al menos mis aficiones vouyeristas, me encantaba fisgar a mi tía Lupe, embobado la miraba caminar por la casa, meciendo cadenciosamente su s ricas y carnosas nalgas y sus tetas pendulantes. Mi paso a la pubertad marcó el inició de unas furiosas masturbadas, siempre imaginan do que mi tía Lupe me dejaba meter mi tranca en ese rico trasero, y muchas veces u tilizando las pantaletas que ella había usado el día anterior. Me encantaba oler y l amer sus calzones, revisaba con paciencia sus pantaletas, manchadas a veces de f lujo vaginal y con ese misterioso olor. De esa forma hasta llegué a llevar cuenta de sus periodos menstruales, me sabía al dedillo en que días le bajaría la regla, pues en esos días Lupe dejaba sus pantaletas con algunas manchas de sangre, además de qu e en el bote de la basura aparecían las toallas sanitarias que ella había utilizado. Esa afición me hizo coleccionista de sus pelos, pues a veces en su pantaleta deja ba adheridos algunos vellitos negros, largos y ensortijadas. Todo esto me genera ba furiosas erecciones. Ya con 13 años e innumerables chaquetas en mi haber, siempre pensando en mi amor p

rohibido, algo vino a alterar mi naciente vida sexual. Estaba yo en el baño mastur bandome con una de las pantis de Lupe, ya casi eyaculaba, por lo que los movimie ntos de mi mano sobre mi verga eran ya casi violentos, cuando de pronto la puert a del baño se abrió por mis prisas había olvidado poner el seguro entró Lupe y con los ajo s abiertos como platos me descubrió en mi placentera actividad, ambos nos quedamos mudos, yo no sabía que hacer, pero todavía en mi mano mantenía la verga erecta cubier ta con la pantaleta negra de mi tía, creo que ambos enrojecimos en ese momento, em pero sin decir nada ella salió cerrando la puerta. Avergonzado permanecí algún rato dentro del baño, tratando de imaginar que podría pasar, pero como no podía permanecer por más tiempo en ese lugar, no tuve más remedio que sa lir. Lupe no me dijo nada, pero luego de la cena, cuando yo comedido lavaba los platos ella se acercó a mi para decirme: "cuando termines quiero que vayas a mi cu arto, quiero hablar contigo un momento", sentí que el suelo se abría bajo mis pies. Más tarde, cuando ya mis padres estaban en su cuarto, no tuve más remedio que ir a l a recámara de Lupe, encontré la puerta abierta y al entrar la miré sentada frente al t ocador, cepillándose el pelo antes de dormir, me senté juto a la cama, ella volteó hacía mi y siguió con su tarea, empezó a hablar: --"Antes que nada mhijito disculpame por haber entrado de improviso al baño, pero como no estaba puesto el seguro entré, ¿sabes?, no había caído en cuenta de que ya te es tás convirtiendo en un hombrecito, eso que estabas haciendo se llama masturbarse, ¿l o sabías?, --asentí con la cabeza bueno es normal en los chicos de tu edad, pero debe s procurar no hacerlo tan seguido, procura controlarte, dentro de poco conocerás c hicas y conseguirás novia, a ver dime, ¿cada cuándo te lo haces? Murmurante le dije: "todos los días". --"Huy mhijito, ¿todos los días?, ay bárbaro!, no, no debes hacerlo tan seguido, procu ra controlarte mhijito, ya pronto conocerás mujeres y podrás tener sexo, ahorita deb es concentrarte en otras cosas, en la escuela, en el deporte... --"Es que no puedo tía... --"Claro que puedes, es normal hijo, yo lo se por experiencia, pero debes tener control, se que hay cosas que te preocupan y te inquietan, a ver dime, ¿haz visto alguna mujer desnuda?, ¿sabes cómo somos las mujeres? --"Nunca tía", le mentí, pues ya le había visto sus gordas nalgas alguna vez cuando se vestía después del baño. --"¿Y tienes curiosidad, verdad?, a ver dime, ¿qué cosas te inquietan, ¿qué quisieras sabe r de las mujeres?, anda dime, yo también soy mujer, no por ser tu tía dejo de ser mu jer, a ver preguntame... --"El sexo tía, quisiera saber cómo es el sexo de ustedes... --"Me lo imaginaba, mira mhijito todas somos muy feas de esa parte, cuando crece mos y nos hacemos mujeres esa cosa se pone fea y llena de pelos, cuando las muje res se casan o tiene regularmente relaciones sexuales la cosa esa se pone más fea aún, la vagina es un órgano que madura con el tiempo, la delicada pepita de las chiq uillas se convierte en algo, a veces, desproporcionado cuando muchas crecemos, c laro que no en todos los casos es igual, pero por lo general es así. Mira ahora re cuerdo que a veces me ves de una manera muy rara, seguro te preguntarás como tengo la cosa, ¿verdad?, pues mhijito eso es muy feo, aunque es normal que pienses en s exo, te comprendo chiquito... --"Gracias tía", le dije. --"Mira mhijo, si prometes no decirle nada a nadie, te dejo que me veas la pepa, para que sepas de una vez cómo somos las mujeres, quieres?". Y sin decir nada más fue hasta la puerta y la cerró, ya frente a mi abrió su bata para descubrir su cuerpo, los redondos y colgantes senos de aureolas rosadas y grand es, su abombado vientre más abajo del cual una tupida pelambrera ocultaba el sexo. Con la mirada fija en esa cosa peluda sólo alcancé a decirle: "ay tía estás muy peludita , ¿verdad?, casi no se te ve nada". --"¡Ay chiquito!, pues así es el sexo femenino, la vulva se llena de pelitos, a much as chicas les salen más pelos que a otras, yo siempre he sido así de peluda, antes m e los depilaba, pero ya casi no, con eso de que ya no tengo novios ni nada!, si quieres ver un poquito más, esperame tantito". Entonces se acostó en la cama y separando sus gordas piernas desplegó ante mis ansio sos ojos la tremenda panochota con sus carnosidades totalmente expuestas, los bo

rdes carnosos de los labios externos y los largos pellejos oscuros y húmedos de lo s labios internos. Al ver la mujer que me había quedado sin habla me dijo: "¿verdad que es muy fea?, ¿ver dad que tengo horrible mi cosa mhijito?". --"No digas eso tía, no se, pero siento que no es fea, si tu dices eso, entonces p or qué siento cosas, por qué hombres y mujeres sienten cosas y quieren hacer eso que llaman sexo?". --"Porque así es la naturaleza, los sexos se atraen, se buscan..., mira, si te fij as bien, aquí abajito dijo la mujer señalando con un dedo la entrada de su vagina está l a entrada, el hoyito por donde entra el miembro de ustedes". Entonces me acerqué hasta casi tocar la entrepierna de la tía, donde apenas vislumbré la entrada viscosa de la vagina y sintiendo que la verga se me salía del pantalón me atreví a preguntar: "¿por ahí entra el miembro?, ¿duele, sienten bonito las mujeres?". --"Duele poquito a veces, al principio solamente, sobre todo si el miembro es mu y grande, pero si la mujer está excitada, sobrinito, sentimos rico, divino, delici oso". --"Y dime tía..., tú lo haz hecho, digo te lo han...", dije sin despegar la vista de aquello que yo suponía ya había sido visitado por numerosas vergas, al menos ese er a mi pensamiento. --"Ay niño esas preguntas no se le hacen a una mujer..., pero si te interesa saber , si lo he hecho, pocas veces, pero si he sentido esas cosas duras y paradas de los hombres adentro de mi...". --"Humm, huele rico tu cosota tía y se ve mojada...". --"Ay si chiquito, es que con tus preguntas estoy sintiendo raro en mi cosita, m e estoy mojando..., mejor ya le paramos, vete a tu cuarto, que me estás poniendo n erviosa, voy a tener que hacerme la manuelita...", dijo ella cerrando de inmedia to las piernas y cubriendo su hasta entonces desnudo cuerpo. --"La manuelita?". --"Si niño, me la voy a tocar, a las mujeres solas no nos queda de otra más que juga r con la manita, de vez en cuando, digo". --"¿Tienes ganas tía?, yo también, me entraron ganas de masturbarme...". --"Bueno pues hazlo en tu cuarto, ya vete a dormir...". --"No voy a poder tía...". --"¿Por qué chiquito?, a ver dime, ¿por qué no vas a poder hacerlo?". --"Es que..., ay tía, siento cosas raras, como ganas de meter mi..., ahí dentro de t i...". --"No digas eso, no sabes lo que dices, eres mi sobrino, te quiero mucho mhijito , pero no te puedo permitir eso, es algo indebido entre personas con edades tan diferentes y prohibidísimo entre familiares, creo que no debimos haber llegado tan lejos, no debí haberte permitido tantas cosas..., ya vete por favor, luego platic amos más si quieres". Y me encaminada hacia la puerta desconsolado pero con la verga como de fierro, L upita dio marcha atrás a su decisión: --"Oye Betito..., espera, yo se que son cosas indebidas, pero..., bueno, no se.. ., podríamos hacer algunas cosas, no tanto como lo que quieres..., pero al menos c reo que te sentirás mejor, no quiero que te vayas a la cama con eso todo parado, ¿sa bes?, puede ser malo para la salud, pero sólo si prometes no decirle nada a nadie, será un secreto entre los dos, y sólo harémos lo que yo te permita, ¿aceptas?". Y sin esperar a que pudiera decir algo agregó: --"Anda a ver si tus papás ya se durmieron y cierra la puerta de tu cuarto, para q ue si salen supongan que ya estás en el quinto sueño". Cuando regresé ella me esperaba sentada en la orilla de su cama, parcialmente desn uda. La abierta bata de dormir apenas se sostenía de sus hombros y mostraba sus gr andes y pesados senos, con aquellas aureolas rosadas con los pezones erectos com o chupones de un biberón. Me acerqué con paso lento, su voz trató de eliminar mi nervi osismo: "no tengas miedo tontito, ven acercate". Eso hice hasta quedar frente a ella. Sus dedos entonces desabrocharon mi pantalón y lo bajaron parcialmente por mis rodillas, lo mismo hizo con mi truza, con lo q ue mi verga parcialmente erecta hizo su aparición. "Huy que pollota tienes Betito! , con esto vas a hacer felices a muchas chicas, ya veras!". En ese momento su ma

no derecha se posesionó de mi pito, sus dedos rodearon mi carajo que inmediatament e se paró, su caricia era delicada, sus dedos cuyas puntas formaban un círculo alrede dor del glande-- apenas rodeaban el tronco, iban y venían a todo lo largo del pito . Hizo un poco de presión sobre el pito cuando sus dedos estaban sobre la cabeza, como para pelarla, para descubrir el mojado glande. Eso hizo, peló toda la cabeza y sin decir palabra, pero lanzándome un pícara mirada, sus labios se abrieron para e mpezar a tragarse mi verga. ¡Mi primera mamada!, casi eyaculé al instante. Fue algo maravilloso. La ávida boca de mi tía tragándose mi verga, primero delicadamente, rodeando la cabeza con sus labios abiertos, luego comiendose el tronco, hasta la mitad, para regresar de nuevo a la cabeza, donde ya su lengua me esperaba, lamiendo el glande, abajo, por los co ntornos, para de nuevo comerse el duro palo, ahora completamente hasta que su na riz se perdía entre la mata de vellos. A duras penas me podía contener, sentía que mis piernas me traicionaban, me sentía desfallecer, a la quinta lamida un ligero estr emecimiento en mi pito me anunció que estaba por eyacular, ella lo comprendió: "espe ra Betito, aguanta un poco más, procura contenerte chiquito lindo, sentirás muy rico ...", volvió a mamar, pero ahora con mamadas más profundas, más rápidas, zambutiéndose tod o el carajo, para luego sacarlo y darle deliciosos lengüetazos a la cabeza. De repente se detuvo, dejando mi verga lustrosa de saliva balancearse ligueramen te frente a su rostro. En ese momento se acostó en la cama, apenas en la orilla, s us piernas muy abiertas y colgando, "ven chiquito, ya es hora de que termines, t e voy a dar una ayudadita, ponte entre mis piernas", me dijo. Mis ojos no se podía n apartar del combado sexo de mi tía, la gorda pepa se mostraba ahora abierta, los gruesos labios expuesos, lustrosos de ese líquido de penetrante olor, prietos, ca si renegridos, y esos otros labios, desconocidos para mi, como pedazos de carne formando una curiosa forma, como una mueca, como el gesto de una boca vertical d eforme, todo rodeado de una tupida pelambre de pelos largos, despeinados, apunta ndo hacia ninguna parte. Su voz me sacó de mi ensoñación: "ven chiquito, acercate más, déjame hacerte rico con mi m ano". Lupe estiró su mano para alcanzar la verga, sus dedos de forma delicada rode aron el tronco y lo fue acercándo hacía su pucha abierta, el glande lentamente tocó ca si de inmediato aquello que me atraía irresistiblemente, quise empujar pero me con tuvo: "no Betito, eso no, no puedo permitir que me penetres, déjame a mi, yo le vo y a dar su merecido a este bribón", entonces su mano dirigió la verga a todo lo larg o de su pepota abierta, fue riquísimo, mi verga iba y venía a lo largo de la pucha, contagiándose de su ardiente calor y sobre todo de esa agua viscosa. Su diestra mano llevaba la verga hasta el nacimiento de la pucha y ahí la removía, p ara luego bajarla delicadamente por la raja, abriéndola, haciendo que el glande se deslizara por toda la pepa y quedara parcialmente cubierta por aquella delicios a carne. Llevó el tronco hasta abajo, donde algo más caliente parecía succionarme, par a luego volver hacía arriba, removiendolo en ese lugar que le producía deliciosas se nsaciones, pues mi tía gemía, suspiraba, sus tetas vibraban, eso hizo un ratito más, y o no sabía como seguir conteniendome. En eso sus movimientos se hicieron más rápidos, ahora su mano movía con furia mi verga sobre su pucha, sin dejarla entrar, pero fr otándola con ganas, rápidamente, contorcionando todo su cuerpo y dejando que sus hon dos suspiros traicionaran su placer, hasta que no pudo más: "ya..., ya viene Betit o de mi vida, vente, échame tus mocos, dame tu leche, anda papito chulo que me est oy vaciandoooo!, anda ya vente así, sobre mi pucha", la presión de sus dedos sobre m i pinga se hizo más intensa y los frotamientos de mi glande entre la raja caliente hicieron que sintiera que me llegaba la leche, ella suspiró profundo y con un pro longado "ayyyyy", se vino al momento que mi leche empezó a escupir su pepa, embarr ando no sólo la raja sobre la que se movía, si no también sus pelos y su bajo vientre. Fue mucha leche, ella ya se había venido, pero con ojos ansiosos seguía el trajinar de su mano sobre mi verga para sacarme todo el semen, luego mi venida terminó, tod avía mi verga palpitaba en la mano de Lupita y ella amorosa seguía acariciando lo qu e le había dado tanto placer, hasta que mi pito dejó de moverse y poco a poco se fue contrayendo, nuestras miradas se cruzaron, ella sonrió coqueta y dijo: "¿fue rico, chiquito?, ¿estubo bueno?", yo asentí. Ella entonces abandonó mi verga y su mano fue hasta su chorreante pepa hasta entonc es me percaté de que todo su sexo escurría líquidos, no sólo mi semen, sino algo más que g

oteaba de su sexo y empapaba el cubrecama--, donde con caricias delicadas se emb arró todos mis mocos diciendo: "yo también sentí rico chiquito, me hiciste gosar, ¿sabes ?, tuve un orgasmo fantástico, como hace mucho no tenía uno, hummm, pero ya, ya estu vo bueno de cosas prohibidas, recuerda éste será nuestro secreto, no se te olvide, a hora si, vete tranquilito a tu camita". Sintiendo todavía estrellitas en la cabeza me subí el pantalón y me fui a mi recámara. Fin de la primera parte. Email: [email protected] tía favorita (02) Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 10,361 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 17 min. ] +

Continuación de la serie. Segunda parte del relato erótico de una mujer y su sobrin o. Mi tia favorita, II Segunda parte A partir de esa experiencia el irrefrenable deseo de poseer a mi tía se hizo insop ortable. Durante los días siguientes buscaba su miraba en busca de alguna señal, emp ero ella parecía no darse cuenta o fingía no entender lo que yo quería. Cierto día ella me dijo: "oye Betito, ya no me mires así, menos frente a los demás, pa rece que se te cae la baba por como me ves, tus papás se pueden dar cuenta y sospe char, ya te permití muchas cositas sucias, procura pensar en otras cosas, el sexo no es todo en la vida chiquito, ¡entiende!". --"Si tía, pero no lo puedo evitar, siento muchas ganas, ni masturbandome se me qu itan", dije fingiendo cierta vergüenza. --"Ay tontito..., controlate, y dime, ¿acaso piensas en mi cuando te lo haces?". --"Si Lupita, perdona, pero no dejo de pensar en lo que hicimos esa noche, discúlp ame tía pero hasta he soñado contigo, en la forma en que me besaste la polla..., en tu pucha, en tus tetas, y perdona..., hasta en tu cola...". --"¿En todo eso?, ¡ay Betito travieso y caliente además! Pero... ¿por qué mi cola?, ¿quieres decir que haz soñado con mi culo?, ¡qué tonterías!, ¿a ver dime por qué?". Permanecí callado, con la cabeza gacha, en actitud de pena, pero en mi interior ya sabía que mi querida tía terminaría cediendo, al menos en algo, para satisfacer a su sobrino favorito. --"No Beto, eres mi sobrino más querido, pero ya te he permitido muchas cosas. Ya es urgente que te consigas una chica, una novia que te desleche de vez en cuando . ¿Qué voy a hacer contigo chiquito?, no podemos seguir haciendo esas cosas indebida s, alguien puede sospechar, o descubrirnos, que es lo peor! Imaginate que alguie n sepa que nos andamos cogiendo, tía y sobrino, bonita cosa!, yo, una vieja cogien do con un jovencito...". --"Tú no estás vieja...", dije para animarla y cayó: --"¿De verdad crees que no estoy vieja?, ¿eso crees?". Me mantuve callado, ella agregó: "no se Betito, déjame pensarlo. Hacemos mal, ¡muy mal !, no se por qué tú no lo entiendes. Lo mejor para los dos es que dejemos las cosas en paz, que tú te busques una chica y ya dejes de pensar en mi, pero a la vez..., no se Beto, pero a veces también yo pienso en esas cosas indebidas que me hiciste hacer... no se qué decir, más tarde te digo ¿si?". Esa noche cuando ya casi me vencía el sueño, pese al persistente dolor en los huevos de la excitación contenida, de forma imperceptible la puerta de mi cuarto se abrió y entró Lupita enfundada en una transparente bata blanca que casi dejaba al descub ierto su desnudo cuerpo. En medio de la penumbra poniendose un dedo en la boca m e indicó guardar silencio. A paso lento se acercó a mi cama y a la vez que en voz baja me decía "¿así que te gusta mi cola?, pues ahora la verás!", encendió la pequeña lámpara de mi buró. Al momento ella s e puso de espaldas a mi e inclinándose levantó sobre su cuerpo la delgada bata para

poner casi frente a mis ojos la gloriosa hermosura de sus nalgas esplendorosas y con pasmosa lentitud sus manos se colocaron sobre los cachetes de su culo, al e ntreabrirlos alcancé a oir su voz: "anda Betito, es todo tuyo, ¿quieres cola?, pues aquí la tienes, es toda para ti solito...". La lámpara encendida me permitía fisgar la perfección de aquellos voluminosos globos d e carne entreabriertos, con su valle que los separaba y esa piel más oscura, reneg rida, como un caminito que conducía al plegado nicho de su ano, como una estrella de innumerables picos, el conjunto de carne apretado casi negro y sin vello algu no. Acercó más su cuerpo para hacer más evidente su exhibición, entonces mi olfato percibió un leve tufo, pese a su evidente aseo la cola de mi tía olía a ligeramente a excrement o, no obstante eso y mi nerviosismo acerqué mi cara para estampar sobre una de sus nalgas la derecha un beso con la boca abierta, ella reculó un poco al sentir la car icia y se enderezó, su voz me sacó del trance: --"Anda papito, salte de la cama que no tenemos toda la noche..., si algo ha de pasar que sea de una buena vez, ya casi no aguanto las ganas". Obedecí y con pasos torpes salí del lecho y sin perder la hermosa visión de mi tía Lupe, ahora completamente desnuda, esperé sus instrucciones. No hicieron falta, la vi darme la espalda y arrodillarse en la cama, sus entreab iertas pantorrillas y pies hacia fuera; su impresionante culo, redondo, sinuoso, perfecto y esplendoroso; las colinas gemelas contrastando con la delicada línea d e su espalda curveada; y sobre todo la perfecta tersura de toda su piel. Sus bra zos apoyados sobre el colchón y la cabellera ocultando su rostro. Parecieron segun dos o siglos, me quedé expectante y mudo, con el pito dolorido y erecto, su voz "a nda..., acércate que te voy a comer, pero no te va a doler..., tal vez poquito, pe ro te va a gustar, nos va a gustar, vamos a gozar...". El negro agujero parecía atraer mi erección y por fin cuando el glande tocó apenas esa carne prohibida pareció como si el cielo se abriera sobre mi, todo mi ser se llenó de algo así como una fuerza superior, tenía a mi merced a una mujer hambrienta de ve rga y se la iba a dar, toda, completa. Al mismo tiempo me pareció sentir el temblor de la hembra al imaginar la inesperad a arremetida, pero me contuve; sentí miedo, no sabía cómo hacerlo, me contenté con repas ar la verga por ese caminito misterioso y café, era delicioso y a la vez atrayente . Por fin ella tomó la iniciativa, su voz apenas perceptible "aquí papito, pónlo aquí en el hoyito, yo me encargo de lo demás". Y así fue, los dedos de su mano rodearon el duro palo y lo colocaron en posición, la punta del glande sobre el apretado culo, presionando, urgiendo la penetración, "e mpuja un poco..., así..., aprieta, hummm, sigue, sigue, hummm, ya casi papito, es que... ya casi no... está casí nuevecito, hummm, aprieta más, otro poquito, ayyyy, ayy y, espera, hummmm, espera, detente", dijo Lupe cuando ya el glande había penetrado y el apretado anillo de su cola rodeaba dolorosamente la cabeza de mi verga. El intenso dolor que sentía sobre el grande hizo que detuviera mi avance, de hecho ambos nos quedamos quietos, ella gimiendo quedito, yo agarrado a sus nalgas sop ortando la ardorosa presión de esa carne que me tenía atrapado; me contuve aferrado a sus nalgas, amasándolas. Hasta que poco a poco fui arremetiendo, la verga siguió s u camino y parte de su carne siguió a mi verga al penetrar; la presión sobre mi palo erecto siguio intensa y dolorosa, Lupe con gemidos: "hummm..., ay", me urgía a qu e fuera despacio, eso hice hasta que los pelitos de mi verga pegaron con las car nosas nalgas, entonces con un suspiro Lupe me dijo: "ay chiquito, me lastimas mu cho, la tienes muy gruesa y mi cola está muy cerrada, espera... quedate quieto, de ja que mi colita se afloje un poquito". Así estuvimos por momentos, entonces sentí que la presión sobre mi pito cesaba lentame nte; ella se empezó a mover, poco a poco, sacándose parte de la erecta verga; en tan to que yo, con mirada ansiosa veía como la carne que rodeaba el garrote carecía de p liegue alguno; seguí me aferrado a sus nalgas para luego empujar lentamente todo e l garrote; mi palo al salir parecía llevarse la carne enrojecida del conducto anal de Lupe y al contrario, al arremeter, esa misma carne sin pliegues parecía desapa recer contrayendose sobre si misma dentro de esa caliente cavidad; seguí metiendo y sacando la dura lanza hasta que sin quererlo los embates se intensificaron, el miembro iba y venía cada vez más rápido y sobre todo con mayor facilidad, en cierto m

omento nos quedamos pegados y sentía sobre mis huevos las puntas de sus dedos acar iciándome, traté de ver que hacía Lupe sólo para descubrir que trataba de juntar la piel de mis huevos y su contenido sobre los gordos labios de su pucha, me mantuve qu ieto removiendo un poco mi verga dentro del culo de mi tía, entonces ella gimió qued ito y sus dedos dejaron mis huevos para acariciarse la panocha, volví a reanudar m is empujes sobre su culo, a entrar y salir de aquella carne deliciosamente calie nte y apretada, sentía que me venía la leche y ella lo comprendió: "no chiquitito, espér ame un poco, ya casí llego, ya casí... me vengo, espera, deja que me toque rico la p ucha... espera, aguanta", me contuve repasando mentalmente la tabla del 8 como me había recomendado un amigo de la escuela para aguantar durante la cogida, al meno s eso dijo y me funcionó , los movimientos de su mano sobre su pepa se intensificaro n, al menos eso intuí por los movimientos de su cuerpo y sus quejidos "hummmm, ahh hhh, mmmmjummm", hasta que lo pidió: "ahora si Betito de mi alma, dame la leche, dám ela toda, quiero tu leche, la quiero toda, en la cola, mientras me hago la paja. .. dámela toda en el culo!!!!...", no hicieron falta más que dos o tres metidas y mi verga de repente empezó a escupir, y sentí la maravillosa sensación de irme a otra pa rte, al cielo, al infierno, no lo supe ni ahora lo sé, pero mi venida fue por comp leto diferente a las chaquetas antes experimentadas o a la reciente experiencia con mi tía haciéndome la paja con su mano y frotándola sobre su divina panocha. No pude contar los chisguetes de mi pito ni sus estremecimientos, tampoco los ge midos casi gritos de Lupe al venirse, ni los apretones de su culo cuando ambos e stabamos gozando; al final quedé sobre ella, mi torso sobre su espalda y mi cara c erca de su cuello, mis manos ahora agarradas a sus tetas flojas y colgantes; mi verga, de pronto blanda, todavía dentro de ella; ambos todavía suspirando con el ali ento caliente y ansioso. En ese momento ella volteó parcialmente su hermoso rostro para decirme: "ay betito de mi vida ¿qué me hiciste chiquito lindo?, me vine como u na loca, me volviste a hacer mujer, ay papito ya déjame levantar, estoy agotada y me arde el culo, sácalo despacito", esa fue su orden; me enderecé y apoyado en sus c arnosas nalgas fui sacando el pito de ese agujero flojo que ante mis atónitos ojos se quedó abierto, ¡completamente abierto!, como un hoyo de insondable profundidad; pero sólo por instantes, pues cuando Lupe se acostó sobre la cama, boca abajo, aquel negro ojo deforme y viscoso se cerró de pronto y cuando sus nalgas se cerraron un sonoro "prrrrr" acompañó al cuerpo de mi querida tía al acostarse plenamente sobre la cama; ella al escuchar el `misterioso´ ruido se disculpó "perdona Betito, me dejast e destrosada la cola". Por mi parte, sintiendo en mi verga los estragos de la cogida, me senté sobre la c ama todavía entre nubes por aquella deliciosa cogida teniendo frente a mi el hermo so panorama de aquel par de globos carnosos que momentos antes habían sido total y completamente míos, hasta que ella lentamente se movió en la cama, estiró una mano pa ra alcanzar mis calzones y colocándolos entre sus nalgas se levanto de nuestro "le cho de amor" diciendo: "bueno Betito ya fui tuya, ahora espero que ya dejemos to do esto por la paz, pero antes levantándome de la cama con su mano amorosa acompáñame al baño, tengo que enseñarte algo importante para cuando tengas novia y le hagas el am or por la puerta de atrás". La seguí como entre nubes, mirando el bamboleo de sus nalgotas al caminar, hasta q ue de prisa nos metimos en el cuarto de baño; ahí bajo la regadera me lavó a concienci a la verga, pelando bien la cabeza y aplicando mucho jabón: "mira Betito, cuando c ojas por la cola con alguien debes lavarte bien el pito, así como te lo hago dijo a plicando más jabón sobre mi verga que parecía revivir de lo contrario cogerás una infección tremenda, imáginate que le llegarás a mamá con que `me duele el pico y ya no puedo ha cer chis´, ni lo mande dios"; por fin terminó y mientras me secaba con la toalla cas i me empujó para salir: "anda ya salte y déjame sola, que también me tengo que lavar l a cola, además de que voy a hacer del dos, a ver si puedo pues me dejaste hecho pe dazos el culo, anda ya vete a dormir bribón, mañana hablamos y de ésto, nada a nadie ¿en tendiste?". Como sonámbulo me fui a mi cama y cuando acostado rememoraba lo ocurrido una extraña mancha sobre la sábana atrajó mi atención; era color café oscuro y al acercar la prenda a mi nariz el futo penetrante a excremento hizo renacer a mi mente lo vivido co n mi tía, empero no sentí repulsión por aquello sino, por el contrario, un profundo de seo por mi tía Lupe; en ella pensé y seguí pensando hasta quedarme dormido.

Cuando a la mañana siguiente, en plena clase recordaba lo ocurrido con Lupe, el an uncio de que el periodo de exámenes iniciaba esa semana me trajo a este mundo. De inmediato y torpemente hice cuentas de todas las materias estaban en peligro de irse al carajo por el irreflenable y obsesivo deseo sexual por mi tía, y lo peor e ra que se acercaba peligrosamente el fin del semestre y con ello los consabidos exámenes de fin del periodo, en otras palabras: o me ponía a estudiar o algo terribl e iba a ocurrir conmigo en mi casa. Ni hablar. Toda esa semana hice de tripas corazón para mantener a raya las ganas de pedirle a Lupe una nueva sesión "culera", ella lo entendió cuando me vió metido en libros y cua dernos, empero ello no fue obstáculo para que por la noche me hiciera la paja con alguna de sus pantaletas que ella mañosamente dejaba a mi plena disposición en el bot e de la ropa sucia. Así, providencialmente llegó el fin de semana, el viernes me que daban pendientes sólo dos materias por aprobar y quedaría libre para un nuevo acerca miento, acerca del cual ya tenía el plan: le pediría a Lupe que me dejara venirme en tre sus piernas, frotándo mi pito en su peluda gata, pero ya calientes ambos le su plicaría me dejara meterlo un `poquito´, seguro que Lupe terminaría aflojando pues ya sabía que era una vieja muy caliente. Pero todo salió mal. En principio cuando ya con la verga como de fierro llegué a cas a me encontré con la novedad de que todos se estaban preparando para salir a una f iesta, hasta mi tía Lupe. La orden de mi madre fue terminante: "báñate y ponte guapo q ue vamos a la fiesta del tío José". A regañadientes obedecí, pero eso no fue lo peor. Ya en la fiesta cuando aburrido me tomaba una cuba a escondidas descubrí a Lupe ba ilando con un tipo alto y pelón; ella animaba dejaba que el sujeto la rodeara bien por la cintura y como no queriendo se repegaba a ella, al terminar siguieron pl aticando, Lupe reía de las ocurrencias del pelón, quien ya no la soltó pues durante va rias horas siguieron bailando y bebiendo. Y yo rabiando, mirando como aquel tipo cabeza de bola de billar se fajaba en mis narices al amor de mis amores, bueno, estoy exagerando, más bien en la fuente de mis nacientes fantasías eróticas e innumera bles pajitas. Algo debió percibir mi madre, pues cerca de la media noche y al ver mi aburrimient o me propuso: "oye Betito ¿ya te quieres ir a la casa?, si es así puedes irte junto con Lupe, a ella la va a llevar su nuevo amigo en su auto, de paso sirve que la acompañas". Claro que acepté gustoso. Tuve que soportar que durante el camino Lupe y el pelón se dieran uno que otro bes o, dos o tres, con las bocas pegadas, yo en mi interior les mentaba la madre amb os, pero me contentaba con lo que haría con mi tía al llegar a casa, cuando... "oh d ecepción". Llegamos a casa y que sale Lupe con que: "oye Alberto, te dejamos aquí, mét ete a la casa y duérmete, yo voy a ir con Arturo a tomar una copa y regreso, no me tardo nada, ¿sale?, ¡ah!, si alguien te pregunta mañana les dices que ya no salí para n ada ¿eh?", ella abrió la puerta del carro, como apurándome a bajar y de reojo vi la ca ra del tipejo ese como diciendo: "¡¡¡¡¡pendejete, mira que le voy a meter la verga a tu tiít a chula!!!!!". Me quedé parado en la banqueta viendo como un tipo pelón se llevaba a esa "vieja jija de su....", pensé. Lleno de rabia y frustración no pude pegar los ojos, escuché a mis padres llegar cer ca de las tres de la mañana y casi a las cuatro escuché los pasos siguilosos de Lupe al meterse a su recámara. Mi primer impulso fue levantarme de la cama e ir a recl amarle su pinche proceder, seguro que venía bien cogida por el pelón aquel, pero pen sando "mejor mañana, mañana verás Lupe" me ganó el sueño. Cuando a la mañana siguiente una melodiosa voz me despertó: "oye Betito..., betito, chiquito lindo despierta", supe inmediatamente que era Lupe y la cólera surgió irref renable: --"Oyeme jija de tu pinche madre, ¿por qué llegaste hasta las cuatro de la mañana?, si dijiste que ibas a tomar una copa, ¿le diste las nalgas al pinche viejo pelón o qué?" . Ella desconcertada mirando mi furia apenas alcanzó a decir: "¿quéééé?" --"Lo que oyes, vieja caliente, ¿fuiste a coger con tu nuevo novio?, ¿verdad?, ¿te met ió bien la verga?, ¿te gustó?, y yo aquí esperándote. A ver dime, ¡¡¡¡quiero toda la verdad!! Por instantes pareció cómo que ella no comprendía, de pronto su cara de sorpresa se tr ansformó, también en rabia, también en furia, o en reclamo, o en ambas cosas: --"¿Ah?, ¿sí?, ¿y tú quién crees que eres, pedazo de chamaco calenturiento, para pedirme cue

ntas?, ¿quién eres?, a ver dime, ¿qué derechos tienes sobre mi, sobre mis nalgas, sobre mi culo y sobre mi pucha?, chamaco cabrón, si te he dejado que te hagas la manuela con mis calzones, si te hice una mamadita y hasta te di un poquito de mi culo.. ., todo fue para que aprendieras un poquito de las mujeres, pero para nada tiene s derechos sobre mi, chamaco pendejo, ¡¡¿¿lo oyes???!!!, no eres más que un chiquillo pend ejo y calenturiento!!!!, a ver dime algo, contesta!!!!". En ese momento que hice chiquito, pequeño, más que enano, como insecto o gusano, o a mbas cosas; bajé la cara para seguir escuchando la perorata a gritos: "a ver dime, Betito calenturiento. No, no eres nada!!!!, nada para mi, y si te interesa: el pelón aquel, como le dices, si me cogió, me dió la verga, le saqué los mocos a chupadas y a apretones de pucha, ¿y sabes por qué?, pura y simplemente porque me dio la gana, tenía ganas de coger y coger y coger. Y a partir de ahora ¡vete a la chingada!, se acabaron las mamaditas y demás cositas entre sobrino y tía, y no te atrevas a ir con el chisme con tu madre, porque ella sabrá los porquerías que haces con mis calzones , a ver a quien le cree más ¿apuestas?", y salió dando el portazo. No supe cuantas ¿horas?, permanecí en total depresión, encerrado en mi cuarto, ni siqu iera mi palo reaccionó cuando lo acaricié con la tanga azul que le había robado a Lupe días atrás. Mustio se quedó el pito, mustio me quedé yo, ambos. Pero ya mi alucinante c erebro urdía retorcidas maniobras para cobrar venganza. La primera fue cuando ya a media tarde Lupe fue a mi cuarto para avisarme que mis padres habían salido al te atro y me llevaba un plato con algo de comida. No contesté cuando me preguntó si tenía hambre, menos cuando mirándome quiso saber si estaba enojado todavía y menos aún cuan do intentó decirme si alguien me había preguntado si ambos habíamos llegado juntos a c asa la noche anterior. Ella interpretó mi enojo reprimido y cuando tomé el plato que había dejado en el buró su sospecha se convirtió en certeza, porque corrió a la puerta: los restos de ensalada y jamón se deslizaban sobre la puerta cuando ella acababa de cerrar. Por fin el domingo, cuando ya tenía bien armada mi estrategia, Lupe tras la puerta : --"Beto, ¿oye Beto puedo entrar?, no vayas a hacer alguna locura, sólo quiero decirt e que tus padres salieron, como siempre, con tu tío José, dijeron que te hiciera de comer y que fuéramos al cine, ¿quieres ir?, hay buenas películas de estreno ni contesté an da Betito, ya deja en paz tu enojo, ni siquiera hice nada malo..., te lo juro ch iquito lindo, anda déjame entrar y te explico todo, pero no me vayas a arrojar cos as..., ¿si?". Al no escuchar mi respuesta Lupita entró, sobre la cama giré mi cuerpo hacía la ventan a para no verla: --Perdoname Beto, te dije cosas feas, pero.... me hiciste enojar, disculpa. Te e ndiendo, de veras, se cómo piensas y... sientes percibí que se sentaba en la cama, ju nto a mi pero debes entender que soy una mujer mayor que tú, tu tía sobre todo, yo te ngo mi vida, y a pesar de que hemos hecho cosas juntos, eso no significa que ent re tú y yo..., bueno, ¿entiendes?, además como te dije ni siquiera hicimos nada..., el pelón ese... jajaja, lo cierto... ¿quieres saber?, pues... si fuimos a un hotel... yo tenía ganas de sexo ¿sabes?, perdona..., pero lo que pasó fue que..., bueno no pasó n ada..., así como lo oyes, si lo intentamos e hicimos algunas cositas..., pero poqu ito... de veras..., pero cuando él intentó..., bueno..., penetrarme, resultó que... bu eno..., jajajaja, no se le paró... de veras... --"De verdad tía?.... --"¡Te lo juro!... --"¿Entonces?... --"Bueno..., pues antes de eso... ¿quieres saber?..., pues nos besamos, nos acaric iamos, estabamos muy calientes, él me besó la pepita, bueno poquito..., yo le besé su palito..., pero..., pues nada, apenas se le puso un poquito dura..., lo juro Bet o..., yo quería hacerlo, tenía muchas ganas..., pero a la hora de la verdad... nada, lo puso en la puchita pero como estaba floja..., pues..., jajaja, yo ni sentía na da, eso fue todo, luego se enojó porque no podía y yo me fastidié de que no pudiera, i nsistió, pero nada, nomás no pudo, creo que le afectó que hubiera tomado tanto... ---"Y luego?... --"Pues ya nada, nos vestimos, quedó en llamarme..., pero no sé..., lo mejor es que ya no lo vea..., pero ya no te enojes, sobre todo entiende que pues..., ya sabes

..., a mi me dan ganas, bueno no tantas, pero de vez en cuando... --"¿Qué?... --"Lo hago, me caliento..., y pues..., ¿sabes?, conozco a alguien, no preguntes qu ien, por favor... --"¿Lo conozco?... --"Pues si.. pero mejor no preguntes, por favor..., bueno ya no te enojes, quita esa cara... No le contesté, ella insistió: "mira para que veas, si quieres haremos cositas ¿quiere s? De inmediato la verga se me puso dura, ella metió la mano bajo las sábanas y notó mi e rección: --"Ay Beto..., estás muy... excitado, te voy a dejar que lo hagas, pero poquito... Quitó las sábanas y se acostó junto a mi lado quitándose su bata y el calzón rosa: --"Anda Betito, ven súbete poquito, yo te ayudo, pon tu palito en puchis y déjame a mi... Como alucinado me monté sobre ella, que con su mano derecha dirigió mi verga a su pe pa abierta: "anda, así pónlo adentro, así, así Betito, mételo pero no te vengas, recuerda, me puedes embarazar, así mételo más, así, así todo, hasta adentro, quédate quieto, yo me mu evo, así..., ¿sientes?" Por supuesto que sentía, sentía con la verga, con el cuerpo, con todo mi ser la rica sensación de penetrar sexualmente a mi tía; ya mi verga estaba casí toda adentro, iba y venía, toda, adentro y afuera, arremetiendo contra el vientre y la pepota abier ta, dentro... fuera... dentro... fuera, alzando el cuerpo para meterlo con mayor fuerza... hasta que: "no Beto!, aguanta, aguanta chiquito que ya me viene..., m e viene..., hummm, así, déjame a mi, que estoy sintiendo..., huy..., rico, ay Betito de mi vida...", entonces se vino apretando mi pito con su vagina, suspirando, m oviéndose quedito, muy quedo, hasta que..., hasta que... no pude más y la leche me v ino, ella de inmediato se hizo atrás y mi verga lustrosa y erecta quedó en la entrad a, entre sus labios abiertos y en ese instante los chorros de semen embarraron s u pepa peluda, nos quedamos abrazados, yo en medio de sus piernas abiertas y mi verga todavía palpitando entre sus piernas, disfrutando todavía. Desmonté y quedé a su lado, Lupita agarró mi verga: "ay Beto que rico, te viniste much o, te sale mucha lechita y mira... todavía estás..., duro, está paradóte el pájaro!..". --"Oye Lupita, ¿me dejas de nuevo?... --"¿Quieres más?. No le contesté, ni falta hizo. Lupe se fue acercando a mi verga y sin soltarla me la empezó a mamar, su delicada boquita rodeó la cabeza y empezó a chupar, y chupar; to da, la tragaba toda, entera, lamiendo el semen, succionando lentamente, muy lent amente hasta lograr enderezar completamente elmiembro; mirandome con ojos pícaros dijo: --"Bueno Betito calentón, ahora te voy a montar ¿eh? --"Sí tía, pero..., me quiero venir dentro de ti... --"Ay Beto y si?, bueno nomás ahora, luego tienes que comprar condones si quieres hacerlo así ¿eh?... No pude contestar pues ella ya estaba sobre mí, metiéndose mi verga en su pepota abi erta, se la metió toda hasta que nuestros vientres quedaron juntos, luego se empezó a mover, lentamente, girando las caderas, luego hacía arriba, luego abajo, colocan do junto a mi cara sus melones colgantes, los agarré con ambas manos y ella lo pid ió: "anda Beto, ¿qué esperas?, ¡bésame las tetas!", de inmediato casi media chiche quedó den tro de mi boca mientras que Lupe subía y bajaba sobre mi pito, una y otra vez, bam boleando sus pesadas tetas sobre mi cara, mientras yo le amasaba las nalgas haci endo que al bajar se clavara más sobre mi tronco. Ambos gozabamos, ambos nos movíamos con furia buscando la ansiada meta. Luego Lupe cambió de estrategia: se quedó quieta, bien clavada sobre la estaca, pegado su bajo vientre contra mi, moviendo apenas su cuerpo, refregándo su pelvis en círculos, sus pirando, dispensándome sabrosos apretones con su pucha, que parecía succionar mi pit o erecto, hasta que de pronto toda ella se quedó quieta, contuvo su respiración y de repente un hondo "aaaaaahhhhhh" anunció su venida, los espasmos de su vagina succ ionando mi pene se hicieron insoportables y provocaron mi involuntaria eyaculación . Lupe gritaba: "ayyy chiquito lindo que rica tu leche, dámela toda, toda, más, quie

ro más, que rico te vienes, me llenas la puchis de semen, anda, más, siento los chor ros de mocos, más Betito de mi vida que me sacas otro orgasmooooo, aaahhhhh". Ambos quedamos como muertos, yo soportando el enorme peso de mi tía; ella resoplan do sudorosa; mi verga perdiendo fuerza; su vagina floja y viscosa, hasta que Lup e lentamente se bajó de mi, volteó su rostro caliente y perlado de sudor y me besó con la boca abierta, metiendo su lengua en mi boca. Continuamos acostados recuperando poco a poco el sentido, la fuerza; la mano de Lupe comprobó la intensidad de nuestro ejercicio amoroso: "ay papaíto nos venimos mu cho, mira tu pito chorrea jugos y leche, vamos a bañarnos, además tengo que cambiar la ropa de la cama, todo el cuarto huele a pecado", dijo riéndose, yo la seguí con p asos vacilantes, disfrutando de la hermosa visión de sus nalgas vibrandes y cadenc iosas. Fin de la segunda parte. Comentarios: Mi tía favorita, III Las recientes experiencias sexuales con mi tía Lupita estaban acelerando en mi cam bios bastante significativos. No en mi desenfrenada calentura por mi pariente, s ino que había algo más. Por principio de cuentas en la escuela las chiquillas de mi edad, que antes ni me pelaban, ahora fijaban sus ojos inquisitivos sobre mi pers onita, como tratando de averiguar por qué me veía diferente. También las mujeres mayor es parecían intuir con desconocido instinto que yo no era ya el chiquillo inocente y bobo de antaño, sino que algo había en la mirada o en mis ademanes que les comuni caba que "yo... ya". Así por ejemplo, cuando en cierta ocasión acompañaba a mi madre en el super ella se de tuvo ante dos de sus amigas y al despedirse una de ellas le comentó: "oye Clarita, ya hueles a suegra, Betito se está poniendo guapísimo, ya está hecho todo un hombreci to", yo tuve que soportar los halagos y la mano gordezuela de la mujerona que me acariciaba el rostro. Yo hacía caso omiso de todo aquello, la fuente de todos mis pensamientos y deseos estaba en Lupe. Estando en clase las horas me perecían siglos para salir corriendo a mi casa y acechar a mi tía para nuevos y ardorosos ataques; ella en tanto, aunq ue tratara de contener mis ímpetus eróticos, al final terminaba cediendo a mis ruego s y se abría de piernas. Un jueves, cuando ansíaba yo la llegada del fin de semana para quedarme a solas co n Lupe pues mis padres dieron por esas fechas en salir de la ciudad de paseo con algunas parejas de amigos comunes--, apenas salí de la escuela sufrí de un repentino ataque de deseos al imaginar que haríamos mi tía y yo en esos dos maravillosos días, a solas los dos; el miembro se enderezó, ostentoso y erecto, y a duras penas pude ocultar la evidente erección y acelerar el paso para llegar a casa y... disfrutar de mi complaciente tía. Apenas entré en la casa, dejé la mochila tirada y me encaminé a la cocina, donde a esa hora acostumbraba a estar Lupe; ahí la encontré de espaldas a mi y frente a la estu fa, preparando la comida, la quise sorprender abrazándola por detrás; eso hice, pero ella ya me había sentido, pese a todo se dejó abrazar y acariciar, me faltaban mano s para sobar las tremendas tetas de la tía, la urgí: "ay tía tengo muchas ganas, quier o coger". --"Cálmate Betito calentón, hoy no puedo". --"¿Por qué?". Sin separarse de mi llevó una de mis manos a su bajo vientre y ahí, sobre su vestido noté una extraña protuberancia en dónde debería estar su sexo, ella explicó: "me bajó la re gla, tendrás que esperar unos días", lo que mi mano tocaba era obviamente su toalla sanitaria. --"Pero tía...". --"No papito, así no se puede, tienes que entender y esperar". Frustrado me separé de ella, pero Lupita siempre tenía la solución. Se acercó a mi y lue go de besarme me prometió: --"Anda quita esa cara, bribón, déjame terminar de preparar la sopa, vete a tu cuart o en seguida estoy contigo, ya sabes que no te puedo negar nada". La esperé ansioso, tramando la estrategia de darle verga por el chiquito, ya que c on su periodo ella no querría por la vía normal, pero..., empecé a hacer cuentas, ese

día era 27 del mes y "si mal no recuerdo", me dije pensando, y si, según mis cuentas Lupe tenía su regla a mediados de cada mes, los días 13 o 14..., y por lo general e ra muy puntual, pero... ¿entoces?, algo andaba mal, tal vez.. no estaba seguro, qu eriendo comprobar algunas cosas fui al baño, me interesaba checar su ropa íntima, la del día anterior; busqué en el bote de la ropa sucia y si, ahí estaban sus pantys neg ras del día anterior, y las blancas de un día antes, o sea que..., hasta ese día no le había bajado a la tía, bueno... si es que en verdad tenía su regla, pensé embargado por la duda cuando ya estaba en mi cuarto. En esas estaba cuando entró Lupe a mi cuarto, rápida cerró la puerta y jalándome del bra zo me llevó a la cama; apenas tuve tiempo de bajarme el pantalón y sentarme en la or illa de la cama; Lupita apurada se arrodilló entre mis piernas y presurosa tomó el m iembro que apenas se estaba poniendo duro y diciendo "ahorita verás condenado" se zambutió el semi erecto miembro en la boca para iniciar una de aquellas gloriosas mamadas; pelaba el prepucio para aplicar labios y lengua sobre el glande, mientr as que yo, agarrado a las ropas de la cama trataba de contener la venida; así estu vo su boca sube y baja sobre el duro pito, succionando, chupando, lamiendo hasta que..., un minuto después tuve que rendirme y me vine, la leche salió impetuosa com o siempre y mientras ella mamaba lo que daba de mi la verga, extrañé la ternura y el cariño que mi tía vertía en mi al concluir la cogida..., parecía que tenía prisa, pero si n pensar, porque las sensaciones eran presa de mi, dejé que ella siguiera con su d eliciosa labor. Al dejar seca mi verga se levantó, me besó en la mejilla y diciendo "bueno Betito ca lentón déjame terminar de hacer la comida, por hoy no te puedo dar más, ya sabes... te ngo mi regla..., debes saber esperar...", y ahí me dejó, con el pito goteante y mi r espiración entrecortada. Luego de la mamada dormí un rato y por la tarde cuando hacía mis deberes escolares s onó el teléfono, constesté: "¿diga?". --"Hola, ¿eres Beto?, ¿si?, bueno soy Toñita, la señora de las costuras, ¿me puedes pasar a tu tía Lupita?, le estoy haciendo un vestido y quiero avisarle que ya lo terminé.. . Le grité a Lupe: "Oye tía es para ti, la señora Toña... --"¿Ah si?, gracias, contesto desde la cocina Beto... Ya iba a colgar el aparato cuando la curiosidad me hizo ser imprudente: escuché la conversación de las mujeres: --"¿Toñis?, hola cómo estás... --"Bien mujer, pero... --"¿Qué?, dime... --"Mejor no Lupita, no me atrevo, de veras... --"¿Pero por qué?, si ya habíamos quedado... --"Pues si..., pero mejor no..., dile a Pepe que mejor no... --"Ay mujer, ¿cómo?, si ya hasta quedamos con la hora, pasará por mi aquí cerquita, en s eguida llegamos a tu casa... ya mero es hora, no te puedes echar para atrás... --"Pues si Lupe, pero me da miedo... --"¿Por qué?, ay mujer..., no debes preocuparte, ya conoces a José..., te gusta, acéptal o..., quieres hacerlo... ¿qué no me contaste?, la fiesta y todo eso... que se fueron en su coche y las cositas que hicieron, que le sacaste la lechita a mamadas y t odo eso, no te hagas!... --"Pues si pero..., bueno... tú sales con él... --"¿Y eso qué?, si salimos y nos vamos a la cama, de vez en cuando, de eso ya tiene su tiempo, tú sabes... pero ahora ustedes quieren hacerlo, no hay problema..., ade más hacerlo así es excitante ¿o no?... --"Ay Lupe!, no digas eso, ¿cómo va a ser normal que se haga así?, tú, yo y Pepe..., ay no!, me moriría de pena... además en mi propia casa... --"Tú lo propusiste, que te daba pena ir a un hotel..., eso dijiste... no Toñis, cálma te, verás que la vamos a pasar bien... --"¿Lo prometes?, prometes que no habrá problema... digo..., si acepto, porque tengo mis dudas..., hace tiempo que yo no... --"Pues si mujer..., pero ya es hora que vuelvas a tener hombre, todavía estás guapa , tu marido murió hace mucho, ya es hora... cómo voy a creer que te andes metiendo e l dedo cuando tienes ganas de pinga, con lo ricos que son los hombres, ay mujer.

.. --"Cállate Lupe, no digas esas cosas, prometiste guardar el secreto... --"Bueno ya..., a las siete ¿eh?...", dijo la tía y colgó, hice lo mismo, pensando: "a sí que... Lupe..., el tío José... los dos, ella y el hermano de mi madre... desde hace tiempo, ¿cuánto?, eso dijo, y ahora esa vieja calentona de doña Antonia, vaya..., sor presas te da la vida, así que... ahora los tres, juntos, en la casa de esa costure ra cincuentona, no que Lupe tenía su regla..., que no podía..., quería estar en... ple na forma para... vaya, vaya". Tramando qué hacer para descubrir las maniobras de ese trio de cabrones finguí segui r con mis cosas, hasta que cerca de la hora de la cita salió Lupe de su cuarto, bi en vestida y peinada, recién bañada: "oye Betito, voy a salir un rato, tengo que ir a probarme un vestido que me hizo Toña, regreso más tarde, la cena ya está lista por s i llegan sus papás, no tardo", dijo dándome un besito poco sincero en la mejilla. "Hummm", dije pensando qué hacer, la casa de Toña quedaba pegada a la de nosotros, e n la cuadra siguiente, apenas separadas las dos por una reja de madera... "¿y si v oy?... qué tal si...", me decidí de inmediato, esperé unos minutos, los suficientes pa ra calcular que mi tía ya estuviera en casa de Toñis, salí por la puerta de la cocina y al llegar a la reja que separaba las dos casas revisé y encontré que la verdad era muy fácil brincar al otro lado. No me fue difícil llegar hasta la casa de Toña; busqué por dónde asomarme al interior de las habitaciones y tampoco fue difícil encontrar el mejor ángulo de visión, había vario s sitios espléndidos: la ventana de la cocina; el ventanal que daba a la sala y po r supuesto, la ventana que daba a la recámara de la costurera; pero cuando intenté h acer mi primera incursión casi me morí del susto al descubrir en la cocina, a escaso s centímetros de mi cara a mi tía Lupe lavando unos vasos de cristal; por instantes sentí sobre mi sus ojos, me quedé estático e inmóvil deseando que me tragara la tierra, pero nada pasó; en eso una voz femenina la de la costurera la llamaba desde la sala: "¿Lupe?, ¿qué haces mujer, ya ven acá?". --"Ya Toña, espera que ya voy...", contestó mi tía. Aquello me indicó que la acción estaba en otro sitio, pero Lupe no parecía tener prisa en secar los vasos donde seguro se servirían cubas libres, así que por alguna extraña razón se me ocurrió ir a la ventana de la sala, pero para mi decepción las cortinas e staban corridas y sólo se escuchaba la voz de la costurera: "ay... no don Pepe, es tése quieto, mire que no ¿eh?, no eso no, no sea malora oiga, mire que yo no..., ¡oye Lupita!, mira a don Pepe, ¡que no!, le digo, hummm, quite su mano..., no... hummm" y ahí estaba yo, con la oreja pegada al ventanal cuando escuché un ruido, me quedé qu ieto, como de piedra: arribita de mi cabeza una ventana se abrió y la voz de mi tía: "Toñis voy abrir la ventana para que entre un poquito de aire, oigan espérenme que ya estoy con ustedes, les traigo unos vasitos de ron, para acompañar la tarde, oig an..., miren.., si no me hacen caso mejor me voy", y la voz de la costurera: "es que... ay Luuupe..., don Pepe... ay es tremendo, mira que meterme mano..., ay n o... espere don José... Luppppe... mira a don Pepe...". Eschuché los pasos de la tía alejarse de la ventana y al voltear para mi sorpresa de scubrí las cortinas abiertas parcialmente y mi primer vistaso me dejó ver una escena por demás excitante: el tío José y Antonia, la costurera, ambos sentados en el sofá, in tercambiaban besos de lengüita mientras la mano derecha del tío estaba entre las pie rnas abiertas de aquella señora, quien no perdía el tiempo y ya agarraba la tranca e recta del pariente; la tía Lupe se estaba quitando las pantimedias apuradamente si n despegar la vista de la pareja, y yo que sentía que el pantalón se me rompía de la t remenda erección. Total que aquella tarde disfruté de una sesión del más descarado porno, pero no en vid eo sino en vivo y a todo color: mientras José y Toña seguían besándose y metiéndose mano L upe no perdió el tiempo: agarró la pinga del tío y se la empezó a mamar; luego la costur era descubriendo a la tía se sumo al festín y entre las dos le mamaron la riata al tío hasta que éste pidió tregua y apartándolas violentamente se apartó de ellas para quitar se la ropa y de paso apurar medio vaso de ron, la pausa fue aprovechada por las mujeres para desnudarse, Toña quiso justificarse: "oye Lupita... tú sabes que yo no quería ¿eh?, nunca he hecho estas locuras ¿eh manita?, tú sabes que no, si quieres me vo y a otro cuarto para que estés a solas con Pepe...", Lupe la atajó: "¡ya cállate mujer!, déjate de cosas, vamos a disfrutar los tres, no hay problema".

Luego José a la voz de "ahí te voy pinche Toña, te la voy a meter todaaaaa..." se le f ue encima a la costurera y ahí sobre el sillón se la cogió; la mujerona hasta subió las piernas hacia el techo cuando el hombre la penetró; al tía no perdía el tiempo, se abr ió de piernas para que el tío le metira la mano a su pucha abierta; hasta afuera lle gaba el olor a sexo; un rato más y luego de que Toña gritó "me vengo... me vengo...", le tocó a la tía recibir su ración y de a perrito recibió las estocadas del tío, total que no me quedó de otra que hacerme una pajita mirando como cogían aquellos degenerados , luego me harté de tantas cogederas hasta la Lupita le dio sus mamaditas a la puch a de Toñis, pese a sus protestas, la muy...--- y ya cuando me iba para mi casa me robé unas pantis rosas de Toña ya muy usadas--, digo, como recuerdo de tan "grata" ex periencia. Ya en mi recámara, rememorando lo visto esa tarde-noche, y pensando "desde cuando el pinche tío José, hermano de mi madre, y Guadalupe, mi tía favorita y hermana de mi padre, andaban "cogiéndose cariño", los muy... jijos", por fin me ganó el sueño. Pero ya de madrugada desperté agitado por una horrible pesadilla: veía a mi amada Lupita co rriendo desnuda como desesperada en un bosque de vergas, si, literalmente de pin gas paradas; donde quiera que Lupe trataba de esconderse saltaba una verga erect a en busca de su entrepierna y ella brincaba asustada, corriendo en busca de un refugio seguro en esa selva de miembros erectos. Aquel extraño sueño trajo a mi ment e a la fuente de mis perversiones: "¿ya habría regresado Lupita de aquella vacanal?" , queriendo averiguar fui hasta su cuarto, entré porque no estaba puesto el seguro de la puerta y en la penumbra vi el bulto de su cuerpo sobre la cama; un penetr ante tufo a alcohol llegó hasta mi nariz: Lupe estaba borracha, vestida a medias y boca abajo sobre la cama con las piernas colgando; total: un espectáculo lamentab le. No se si fue cariño o sexo, pero aquella escena me atrajo; llegué hasta la cama de l a tía y me senté junto a ella, quien por supuesto ni me sintió. Recorrí con los ojos las derondeces de su cuerpo, sus rollizas piernas y su ancha espalda, sobre todo la protuberancia de sus nalgotas; no pude resistir y pase mi manita sobre sus desp eidados cabellos en un gesto tal vez de comprensión y cariño, pero a la vez de deseo carnal, pues mi verga acusó de inmediato el efecto al pegarme el olor de su sexo o de otros sexos; bajé la mano por su espalda hasta la curva de sus nalgas y luego ... más abajo, hasta descurbrir que no traía calzones. Ya no pude restir. Me saqué la pinga ya erecta y la monté y mientras buscaba donde meter mi verga escuc hé su pastosa vocecita: " ya no Pepe..., ya no quiero...", mis dedos se pegostearo n de líquidos y mi verga encontró un agujero, su culo. Ahí metí mi garrote..., ella creo que ni sintió, pero si, o tal vez ambas cosas, pues en su inconciencia me pedía, o le pedía al tío o a ambos: "por el culo ya no... por favor... me duele mucho, ya... no quiero...". Total que se la metí, toda, completa; la suavidez de su carne me so rprendió al penetrarla con tal facilidad y me dí a trajinarla con tal a videz que br incaba sobre sus nalgas abiertas y ella "hummm, ya... no... hummm, que rico, ya. .." y pese a que su culo ya no apretaba me vine, sentí desde el fondo de quien sab e donde cómo me llegaba la leche y la escupía en su culo distendido, ella por supues to... estaba roncando ruidosamente. Ya cuando me iba a mi cuarto, limpiando previamente mi pito goteante con su vest ido, ella creo que despertó para decirme: "hasta más tarde Betito calentón, ya vete a dormir, no creas que estaba tan dormida, cabroncito.. mañana platicamos". Fin de la tercera parte. Comentarios a: micifuz6@mexico. Mi tía favorita, IV Tercera parte Continúa la zaga de la vida sexual de un adolescente en ciernes con su tía favorita, disculpen la tardanza en la entrega de la continuación A media mañana del sábado Lupe salió de su cuarto llevando a cuestas los estragos de l a borrachera del día anterior. Lucía bastante mal, el semblante demacrado y pálido, el cuerpo encorvado y las marcadas ojeras en el rostro decían a las claras que mi tía necesitaba urgentemente de algo para aliviar su mal estado. En cuanto me vio res intió la mirada acusadora e inquisitiva que le dirigí, ella manoteando dijo: "oye, n o estoy para sermones, que de esos ya tuve bastante, así que guárdatelos para otras,

en estos momentos necesito urgentemente un trago de algo que tenga alcohol. Por cierto creo que tus padres andan fuera, ¿verdad?, supongo que andan en sus cosas, bueno, qué esperas, haz algo de provecho por tu tía, además de meterle la pinga en cu anto me descuido, anda Betito se bueno, traéme una copa". Mientras iba a la cocina por una botella de vodka y un vaso vacío me llegó la idea: "y si aprovechaba la cruda de la tía para sacarle la sopa sobre sus relaciones con el tío y ahora con la costurera...", y cuando llegaba a la sala llevando medio va so de vodka con jugo de toronja encontré a Lupe hablando sola: --"Ya ni chingan..., parece que me he convertido en la verija de todos..., uurrr ppp, perdón, hasta mi sobrino se mete entre mis piernas en cuanto me dejo bueno pue s ellos quieren y yo me dejo , qué le voy a hacer, quién me manda ser tan caliente ", de cía mientras esperaba mi arribo. En cuanto llegué junto a ella Lupita casi me arrebató el vaso y apuró su contenido cas i totalmente, luego se quedó quieta, callada, sentada en una silla de la cocina co n los ojos entrecerrados saboreando todavía lo bebido, hasta que me extendió el vaso para que se lo volviera a llenar. Y yo, obediente, diligente y callado accedí a su petición. En eso empezó a hablar: --"¿Y bien Betito por dónde empezamos?, ¿qué quieres saber?... porque como supondrás se pe rfectamente que ayer fuiste a casa de Toñis a enterarte de cositas que hago con tu tío Pepe, ahora con la costurera como invitada no te recrimino nada, allá tú por andar de fisgón pero no intentes reprocharme nada, porque ya sabes eres mi sobrino favori to y a todo he accedido con tal de que tengas buena educación sexual, jojojo, pero como ya te dije tengo mi propia vida y la disfruto bueno, la cosa es que me parec ió interesante que presenciaras algunas escenas sabrosas de tu tía Lupita ", se detuvo para volver a empinarse el vaso. Luego continuó: --"Acerca de Pepe, tu no sabes, pero fue mi novio antes que tus pa dres se conocieran y luego se casaran, así que ya te imaginarás, tenemos un buen de conocernos; él se casó y luego se divorció, pero nos seguimos viendo, siempre sin que tus padres se enteren. A ese respecto, no estás en edad de entender todavía, pero Jo sé se ha vuelto muy cercano de ellos, por algo será, ¿no te imaginas por qué?.... mejor así, a su debido tiempo te contaré, por ahora no tiene caso, pero tu tío Pepito es algo tremendo ". Me quedé intrigado, sobre todo en lo referente a mis progenitores, era verdad. De un tiempo a esa fecha mis papás andaban para todos lados con Pepe y algunas famili as que conocieron por medio de él, y cuando se reunían nunca me llevaron con ellos, que cenas, que fines de semana, que días de campo. Lupe se percató y de inmediato ca mbió el curso de mis pensamientos: --"Y en cuanto a Toñis, ¿quieres saber" dijo picando mi curiosidad pues bueno, es una mujer viuda, ya sabes ¿no?, pero lo caliente no se le ha quitado. Es santurrona y espantada, pero en cuanto ve a un macho interesante, no termina hasta tenerlo me tido entre las piernas, y como soy su confidente pues sus conquistas se cuentan p or decenas, no vieras si te contara, y de todo, como en botica; además se ha vuelto algo así como ninfómana , no se, pero no se llena, pobre, tiene sus ligues, pero no h ay macho que la aguante , por eso se ha vuelto aficionada a la masturbación y a usar cualquier cosa para llenarse el agujero, fíjate!, ¿me oyes Betito?, ¿no te interesa s aber?... --"Pues la verdad no tía, no se, doña Toñis ya se ve una mujer grande, madura, a lo mej or le estás inventando, no se --"O sea que no me crees , bueno allá tú, lo decía porque si te gustaría que, digamos, algún día , bueno, no se, pero a lo mejor con ella podrías practicar algunas cositas , yo vería la forma de picar la curiosidad de Toñis y bueno, a lo mejor te da una probadita, digo, nomás para que agarraras más cancha , además están sus clientas, bola de viejas cal ientes!... Ya no le contesté, dejé a Lupita sirviéndose más vodka y me fui a mi cuarto. Ya de noche mi madre me llamó para cenar, lo disfruté de veras, pues hacía varios días que casi no veía a mis progenitores, de paso mamá quiso interrogarme respectó a Lupe: "Oye Beto, ¿qué le pasó a tu tía?, dice que se siente mal, ¿salió anoche?. ¿a qué horas llego?, ¿sabes a dónd ue?" y más interrogantes que evadí más o menos bien: que había ido a casa de la costurer a por un vestido, que no se tardó, que no supe si luego salió pues me había dormido te mprano y que sus malestares a lo mejor eran cosas de mujeres. Mi padre sonriendo

dijo: "pues tal vez, pero resulta que la botella de vodka estaba llena y ya va a la mitad, a lo mejor se la tomó para sus molestias", reímos los tres. De camino a mi recámara de pasada fui a ver a Lupe, pero ya la encontré dormida. En mi cuarto miré por la ventana la casa de Toñis y me pregunté cuánto habría de cierto en lo dicho por mi tía Lupe, sin imaginar que muy pronto esa mujer aportaría bastante en cuanto a mi educación sexual. Horas más tarde, a la hora del desayuno escuché una discusión en la cocina, era mi pad re que le decía a mi tía favorita: "óyeme cabrona te dejo para que cuides a Beto y te largas de juerga, seguro anduviste con el Pepe, ¿verdad?, se te nota a leguas, a v er responde". --"Mira, haz favor de no estarme jorobando la mañana, yo hago lo que puedo, no soy niñera de nadie, y si salgo con alguien es cosa que no te importa, además que me re clamas si ese canijo se ha vuelto muy íntimo de ustedes, tú y tu vieja, que nomás les llama y salen corriendo, seguro que no van a rezar el rosario, ¿verdad?, ¿qué tal?, lo gozan, te gusta compartir a tu mujer con otros y que ellos te presten a sus vie jas, ¿qué tal?", dijo ella. --"Cállate hija de la , ni se te ocurra hablar, además no hacemos nada malo, son famil ias honorables, de mucha cultura, tú qué sabes, somos adultos y nos estamos cultivan do, mejor cállate maldita ", mi padre. --"Honorables, de mucha cultura, se están cultivando, ¡sí cómo no!, y ya cuando están medi o borrachos empieza el show, ¿verdad?, y tú con una en un cuarto y tu mujer cogiendo con dos o tres en el otro, o todos juntos metiendo la pinga en cualquier agujer o disponible, en bola, todos contra todos, muy educativo, ¿verdad?", mi tía. --"Tú qué sabes, vieja borracha, seguro te vas con el Pepe para darme celos, con eso de que ya no te hago caso cuando me das puerta, para darte tus revolcones en tu cuarto, es eso, lo haces por venganza, seguro que sí, pinche vieja incestuosa y m al cogida", dijo enojado mi padre saliendo de la cocina por la puerta del patio. Todavía Lupe le alcanzó a gritar: "si te di las nalgas fue para que te callaras la b oca, por andar cogiendo con José, y tú, mi hermanito querido, ahí pegado a mis chiches , mamando, y metiendo la pinga donde otro ya había echado su semen, cabrón, si bien que te gustó, tanto que luego regresaste por más y más, tú lo pedías ¿ya se te olvidó?, puto ornudo!". En otras palabras, a mi rededor todos cogían con todos. Escuchar aquello me dejó pasmado, paralizado junto a la puerta, no se cómo hice para irme a mi recámara, en eso entró mi madre: "hola mi amor, cómo estás, bien verdad, mira vamos a salir a comer con unos amigos, pero regresamos temprano, te propongo qu e más tarde vayamos al cine los tres, tu padre, yo y tú, ¿aceptas?, la vamos a pasar súp er". No supe cómo, pero de pronto me encontré mirando a mi progenitora con un profundo od io, y me sentí chiquito, pequeñito, insignificante, como si todo el mundo me quedara grande. Ella desconcertada salió sin decir palabra y me sentí peor. Al medio día Lupe vino por mi para salir, "vamos con toñis, ahora si voy a hacerme p ruebas de un vestido, acompáñame, al menos así te distraes mirando viejas, a lo mejor alguna te gusta". Llegamos a casa de Toñis, pero no estaba sola, había dos mujeres más , que nomás me vieron y empezaron a molestarme: "mira nada más!, qué lindo muchachito! , con él aquí soy capaz de encuerarme para probarme la ropa sin ir al probador , pero Alberto, si ya estás hecho todo un hombre, ya es hora que vayas conociendo los pla ceres de la vida, quien fuera la afortunada que te enseñe el caminito del placer, chiquito lindo , ¿Y ya dará lechita su pajarito?, seguro que sí ", y más cosas, que mi tía se apuró a aplacar con "¡a callar, bola de arpías!, no se metan con mi sobrino favorito". Me sentí cohibido y apenado, y mientras Toñis le daba duro a la máquina de coser, hoj eando una revista de modas traté de distraer mis pensamientos. De pronto empezaron a ocurrir cosas: frente a mi estaba una mujer regordeta de p iel blanca sentada con las piernas abiertas, entre los mofletes de sus muslos se miraba la gorda protuberancia de su sexo cubierta por el calzón blanco, mi pito r eaccionó; luego más allá otra mujer salió del vestidor enfundada sólo con una bata transpa rente y al darse la vuelta ví que traía por calzón una diminuta tanga cuya cinta se le metía entre las rotundas nalgotas, mi verga volvió a reaccionar; minutos después la m ujer del sillón se levantó y sin importar que yo estuviera frente a ella, a unos pas os, se quitó la falda para probarse un vestido quedando casi en cueros, luciendo l

a desnudez de sus piernas y la burda pantaleta que le cubría el sexo; eso sí, ahí dond e estaba la pepa, una curiosa protuberancia de vellos hacían más ostensible la zona pubiana, aquello acabó de poner mi verga completamente parada. Lupe se percató de mi estado y dijo en voz alta: "será mejor que lleve a mi sobrino a otro cuarto, sino esta bola de viejas calientes capaz que lo violan", las muje res dijeron algo pero seguí a mi tía hasta otra habitación. Ya en la recámara de Toña, Lupe encendió la tele: "mira mhijito mejor miras la tele, p ero si te sientes algo calientito puedes abrir un poco esta otra puerta, es la d el vestidor, así las puedes espiar mejor, ¿quieres?", no le contesté, pero cuando se f ue me apuré a entre abrir un poco aquella puerta. Cuando escuché que alguien entraba al vestidor pegué el ojo a la rendija de la puerta, la que entró fue la de la bata transparente y algo sospechó porque miró con cierta insistencia hacia la puerta entr e abierta, luego sin dejar de mirar hacia mi, se alzó la bata y bajándose la tanga d ijo en voz baja: "anda Betito, ven, no te conformes con mirar" y se empinó en un b anco mostrándome su gran culo desnudo. En cuanto escuché la invitación y ya estaba jun to a la gorda desabrochando mi pantalón para sacarme el pito; la vieja, que se lla maba Carmen, desde mi posición volteó a verme diciendo: "seguro te voy a desvirgar, chiquito adorable, anda, ven, mete tu palito entre mis pompas, yo me encargo de estrenarte". No dije nada, sólo dirigí me verga erecta hasta ese mundo de carne; Car men se inclinó más y mi garrote se deslizó entre los cachetes del culo hasta alcanzar los labios de su pepa; reculó un poco diciendo: "despacio, chiquito, lo tienes muy duro, muy parado, te voy a comer todito, así chiquito, anda empuja, así, así, ¿sientes? , ya te tengo adentro, dentro de mi gatita calientita, ahora sí Betito date gusto mi amor, cógeme fuerte, anda, fuerte, me gusta fuerte". Y me di a taladrar, con me tidas y sacadas violentas, la panocha de la señora, que si bien su pucha no estaba apretadita como la de mi tía favorita, si me daba gusto, estaba caliente y mojada , y doña Carmen se movía deliciosamente, moviendo su grandioso culo en círculos apurándo me: "ya Beto, echa tus mocos, termina, que nos pueden descubrir, anda papito, da me leche" y apretó la pucha, succionando mi palote, chupándolo casi, y eyaculé agarrad o a sus nalgotas gordas; mis chorros de mocos escupiendo su hoyo caliente y floj o; ella se vino removiendo su culo sobre mi pito que seguía echando mocos y mordiénd ose los labios para no gritar. Cuando mi verga dejó de palpitar doña Carmen hizo su cuerpo hacía adelante y mientras se limpiaba las nalgas con su tanga me besó diciend o: "eres un ángel Betito, cuando quieras puedes visitarme en mi casa, ya sabes dónde , no digas nada de esto a nadie, tienes un garrotito adorable muaaahhhccccc", y otro beso, luego se fue. No pasó ni media hora cuando entró al vestidor la otra mujerona, la del calzón blanco y falda; miró con insistencia hacía la puerta entre cerrada y hablando en voz baja m e invitó: "seguro estás ahí chiquillo, ¿quieres conocer cómo es mi conejito?, tengo un ani malito aquí, entre mis piernas ¿quieres ver?, anda mira bien" y haciendo a un lado s u calzón me descubrió su tremenda pepa; era una pucha gorda y renegrida, morena a pe sar de que la señora era de piel blanca y su mata de pelos era más bien rala, tenía po cos vellos, pero largos, castaños; pero lo sorprendente era su raja pues los labio s internos le salían hacía afuera, arrugados, renegridos, la vieja volvió a hablar: "¿mi ras bien?, ¿te gusta?, ¿no es lindo?, gordito, carnoso mi conejo y mis labios son elás ticos, muy suaves y sensibles; a mi conejito le gustan las caricias, le gusta qu e le den besitos y chupaditas ricas, ¿quieres?, anda ven, mi conejito no muerde, s ucciona, chupa y se calienta, anda chiquito ven aquí y aprende a darle besitos al conejo mío". La mujer se mantuvo con las piernas separadas, de pie, manteniendo la panocha ab ierta con sus dedos, no le dije nada cuando entré pero la ví sonreir; me acerqué hasta esa pepa horrible y un tufo a pescado me pegó en la cara, olía fuerte, penetrante, pero a la vez me atraía, me excitada, casi pegue mi cara a su entrepierna, la escu ché pedirme que le diera besos a su pepa y al momento mi boca se pegó a esa carne ol orosa y fea; besé y lamí la raja por fuera, luego chupé los bordes carnosos hasta que la señora empezó a gemir: "hay chiquito, siento rico, mi conejito se está calentando, besas rico, muy rico, lames delicioso, pero ay niño alguien puede venir y si nos h ayan así tendremos un problema, ya chiquillo lindo quítate, ya no que me excitas, ya no", la vieja cerró las piernas y se tapó la pucha. "Cuando quieras darle besitos al conejito vas a mi casa, ¿ya sabes no?, aquí cerca, vivo arriba de la carnicería y me

llamo Celia, mi marido siempre está fuera de casa, tengo todo el día libre, ¿te animas ?, ay eres un amor de muchachito!", luego salió. Cuando regresé al cuarto de Toñis ya estaba mi tía ahí: "condenado muchacho, nomás te dejo tantito y empiezas a hacer de las tuyas, eres tremendo, mira que mamarle la puc ha a Celia, ay por dios, ¿no te puedes controlar?, seguro tienes el palo parado, ¿ve rdad?" y tocó mi entrepierna y con mirada pícara me propuso algo inusitado: "¿quieres cogerte a Toña?". Asentí moviendo mi cabeza y salió, desde la puerta escuché que le decía algo a la costurera luego la voz de Toña despedía a sus clientas en la puerta, me ma ntuve alerta, tía Lupe y Toña algo hacían pero no sabía qué. Minutos después me llamó Lupe de de la sala y al llegar me sorprendí por lo que ocurría ahí: sobre un sofá de la sala est aba Toña, desnuda; hincada dando la espalda y mostrando su culo gordo, sus redonda s nalgas blancas y con celulitis; con una banda elástica sobre los ojos que le imp edía ver y las manos atadas en la espalda con un grueso listón negro; y ante mi sorp resa mi tía Lupe la golpeaba en las nalgas con una fusta negra y gruesa diciendo: "eres una puta, una maldita puta cogelona que quiere verga, no se llena de verga y por eso te voy a castigar, toma, toma, maldita ramera insatisfecha", Toña gemía q uedo, Lupe siguió con el castigo: "¿quieres más?, ¿te gusta que te pegue?, ¿quieres verga? , dime, si, grita anda pídelo, qué aquí tengo a alguien que te puede dar lo que necesita s, puta y reputa, ¿quieres pinga?, ¿por dónde la quieres?"; y sorprendido escuché a Toña: "Por la cola, quiero que Beto me destroce el culo, que lo rompa y me eche mocos adentro, quiero sentir su verga escupiendo leche en mi cola, la quiero, si ". Todavía Lupe siguió golpeando a Toña en las nalgas, que ya estaban rojas a causa de lo s golpes, luego se hizo a un lado y me dejó el campo libre: "anda Betito, rómpele la cola a esta puta mal nacida, ven, anda, saca la verga del pantalón". Me sentía excitado, muy caliente, no se si por la forma en que había visto a mi tía go lpear a la costurera o por la atrayente redondez de las nalgas de esa mujer, per o de pronto ya estaba entre las piernas de Toña, agarrado a su cintura y apuntando la cabeza de mi pinga en el negro conjunto de pliegues presionando por entrar e n sus profundidades, mi tía me alentó: "dale Beto, fuerte, méteselo ya, de un solo emp ujón, que a está vieja le gusta la fuerza, la violencia, fuerte, aprieta fuerte", y no me hice del rogar, a pesar de que el culo estaba cerrado y duro empuje con fu erza y de repente ya estaba hasta adentro de la costurera, con mi pelvis pegada a sus nalgas abierta, la vieja gritando: "así Betito lindo, dale fuerte, no me ten gas consideración y rompe mi cola, que me duela, quiero dolor, lastima mi cola, da le duro, me gusta duro, más duro, más", así me la estuve cogiendo, entrando con fuerza , haciendo chocar mi cuerpo en las nalgas de la mujer, produciendo un chas, chas , chas al entre chocar, luego Lupe me detuvo un momento, algo metió por debajo de Toña, era un objeto duro y largo, se lo metió despacio en la pucha, todo, completo, luego me ordenó seguir, volví a meter y sacar mi verga erecta hasta que Toña gritó de pl acer: "ya, ya, me viene, que rico, rica tu pinga niño horrible, que le gusta meter le la verga a mujeres calentonas como yo, sigue, sigue, fuerte, más, me viene, me viene, dame tu leche en la cola, echa tus mocos, tus cochinos mocos en mi colita rica, anda, dame leche chamaco cogelón de viejas putas como yo, ya, dame, dame más pinga aaaahhhhh", y la leche se me salió, chorros y chorros de semen, el culo de l a costurera apretaba, succionaba mi verga que seguía palpitando adentro de su culo y cuando todo terminó y la mujer seguía quejándose le saqué la pinga, su culo se fue ce rrando poco a poco, oliendo todo a caca, luego la mujer apretó la cola y un chorri to de semen salió de ahí, aquello me dio asco, Lupe lo entendió: "no te preocupes Beto , el sexo es húmedo y huele mal, así es, anda ve al baño y te lavas bien la pinga, con mucha agua y jabón". Cuando salí del sanitario Toña ya estaba de nuevo en la máquina de coser, no me dirigió la palabra, mi tía se despidió de ella y sólo recibió silencio. Ya sobre la calle y de l a mano de mi tía favorita, se me ocurrió preguntarle sobre la discusión que tuvo con m i padre: "oye tía y lo que dijo mi padre hoy en la mañana, y lo que tú le dijiste sobr e él y mi madre "; "no Beto, no hagas caso, haz de cuenta que no pasó nada, son cosas de adultos, en este momento no entenderías y vas a juzgar mal a tus padres, o a mí q ue te quiero tanto , confórmate con saber que en el mundo de los adultos, todo mundo coge con todo mundo, menos con quien debe, así es, desgraciadamente así pasa". Fin de la cuarta parte. Comentarios a:

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Avatares de un jovencito metido circunstancialmente a peluquero de señoras, sus éxi tos y fracasos, tanto amorosos como económicos, y su fin como peluquero de paisaje . Fabián tenía ya tres semanas sin trabajo. Había perdido su empleo en un taller de impr esión el día en que el patrón lo descubrió cogiéndose a la secretaria a la hora de la comi da. Por ello había acudido a una de tantas ferias del empleo que organizaba el gob ierno de la ciudad, no para darle empleo a quien lo necesitara, sino más bien para darle "atole con el dedo" a miles de desempleados sin posibilidad de encontrar alguna actividad remunerada. Hizo largas filas dos o tres veces para llenar soli citudes de empleo para horas después recibir el clásico "nosotros le llamamos si ten emos un empleo para usted", ya para irse pasó por un estand donde varios estilista s ofrecían cursos gratis de cortes de pelo, manicure, maquillaje y esas "madres", y además le cortaban el pelo gratis a quien se dejara. El Fabis casi fue empujado por un tipejo, a todas luces maricón, para que aceptara entrar a una rifa que se i ba a llevar a cabo en esos momentos, el premio era tomar un curso gratis de esti lista. No valieron las excusas ni los "luego regreso" del Fabis, el maricón le hiz o llenar una hoja con sus datos y le fue entregado el número del sorteo. O fue sue rte o el putón ese manipuló la rifa para que Fabián obtuviera el premio. Más bien fue es to último, según confirmó el chamaco al paso del tiempo. El maestro, llamado por los demás como Jack el Hermoso, le hizo jurar que se prese ntaría el lunes próximo para iniciar sus clases en la academia de Jack el Hermoso. E l sitio estaba ubicado en mero Polanco, y eso junto con el hecho de que no tenía n i para los pasajes del metro casi hizo desistir al Fabis de cumplir su promesa. Lo pensó mucho el fin de semana, pero al fin y al cabo el curso era gratis, eso ha bía dicho el puto, además no tenía qué hacer, así que sableó a su hermana y le sacó una lana ara los pasajes. El lunes a primera hora ahí estaba Fabián, listo para convertirse e n estilista. Al maricón casi se le salió el corazón de la emoción-- al verlo llegar al salón de clases, donde ya había quince chicos, entre hombres y mujeres, embarcados en aquella trans a de llegar a ser famosos estilistas. Al principio aquel curso fue un fastidio p ara el Fabis, le chocaban los modismos del maestro Jack y su aflautada vocesita, pero el hecho de que había algunas chicas más o menos en edad de coger hizo a Fabián soportar las clases y sobre todo las prácticas, nunca se imaginó el chico cortando p elos de gente ajena o hacer cosas sólo de mujeres o putos, como el maestro. Pero a la segunda semana Jack le hizo una proposición que no podía despreciar: "mira Fabis , yo sé que andas corto de dinero, si quieres quédate unas horas después de clase y me ayudas en la estética, ahí puedes ganarte una lanita con las propinas de las mujere s que van a hacerse el pelo o el maquillaje, sirve que practicas más, ¿qué dices?, ¿acep tas?", no hizo falta nada más, Fabián aceptó. Había terminado el primer mes y pasado el curso básico de corte de pelo. Fabián ya se sentía más a gusto con su nueva profesión, además estaba el hecho de que ya era la mano derecha del maestro maricón, que Fabis para acá, que Fabis para allá , pero sobre todo es taban las propinas, había semanas que sacaba más de tres mil pesos de propinas, más de l triple de sueldo que en su antiguo empleo! "No pues así sí me quedo, aunque el mar icón me ande echando los perros", se dijo Fabián. Pero había otros atractivos. En ocasiones Jack era contratado para arreglar y pone r presentables a las mujeres de una determinada familia para un determinado even to especial. Y por supuesto el Fabis estaba más que puesto. Esa fue la entrada de Fabián en las "Grandes ligas", además de las propinas estaba el hecho de que el jove

n podía adentrarse en los secretos más íntimos de las clientas, ayudar a depilar las p iernas peludas de mujeres gordas o la zona del bikini de jovenzuelas, más aún, como ya era de confianza algunas clientas, previa buena propina le pedían favores espec iales, "mira Fabis, llama a este teléfono y le dices a la persona que te conteste que...", luego venían las comidas o cenas, buenas botellas, bailar o cachondear a la vieja que se dejara..., en fin, casi el paraíso. Lo malo venía cuando su maestro se ponía borracho y llegaban las confesiones: "mira Fabis, yo te quiero mucho...", entonces el jovenzuelo tenía que echar mano de toda su paciencia para darle a ent ender a Jack que "yo también te quiero mucho, pero dame tiempo". II Cinco meses después Fabián ya era maestro. En otras palabras había entrado en el exclu sivo círculo del maestro Jack, era el segundo en la estética y confidente principal de su mentor ya había sacado a Jack de algunos problemitas, como madrear algún impert inente que quería chantajear a Jack con sus mariconadas--, ganaba más de ocho mil va ros al mes y tenía múltiples concesiones, por ejemplo cogerse a alguna alumna que te nía ánimos de llegar pronto a las grandes ligas, pero sobre todo estaban los eventos especiales, algunos de los cuales no podía cubrir el maestro. El día de su graduación Jack le había dicho "este día es muy especial para nosotros", en otras palabras el Fabis no tenía salida, tenía que cogerse a su maestro, pero no llegó a tanto, sólo dejó qu e Jack le mamara el miembro hasta venirse. Una tarde mientras peinaba a una cuarentona, la tipa le pidió un favor muy especia l "oiga Fabis quiero que me haga un trabajo muy particular, pero no aquí, mire mi novio insiste en que me haga un corte especial de pelo, en la pepita, ¿me entiende ?, ay me da mucha pena eso, pero insiste en que me corte los vellos pero en form a de corazón, ¿me entiende?, yo sola no lo podría hacer, ande ayúdeme ¿si?", quedó de ir al domicilio de la clienta, por supuesto una mansión, por supuesto la vieja era casad a, por supuesto su marido era viejo, un rico empresario de la construcción, y por supuesto ya ni la pelaba y menos se la cogía, por ello la mujer tenía a su noviecito . Cuando llegó ya lo esperaba la servidumbre, lo hicieron pasar al recibidor donde se echó dos o tres copas de champán mientras esperaba que lo pasaran al salón de la d oña. Ella misma lo recibió vestida con una horrorosa bata china de colores chillantes. Lo pasó a su privado y empezó la función. La doña se despatarró acostada sobre un diván y si n más le mostró lo que tenía que hacer, en el centro de la entrepierna la mujer exhibía la más peluda y tupida panocha que jamás hubiera visto, ufff, vaya trabajo se dijo e l Fabis y entre nervioso y excitado procedió a quitarle pelos y pelos a esa pucha gorda y prieta. Primero rasuró la zona del bikini y la entrepierna, hasta dejar li bre de pelos ambas regiones de la raja y la juntura de las nalgas, tuvo que hace r esfuerzos para depilar con cuidado los cachetes de las nalgas y lo peor, el ne gro culo que lo miraba desafiante. Media hora después estaba listo para la mejor p arte, hacerle un corazón de vellos arribita de los labios de la pucha! Vaya trabaj o se repitió el Fabis con la verga dura como el acero. En ese momento la mujer emp ezó a sentir los estragos, mientras Fabián rasuraba con cuidado los gordos labios ma yores la pucha tuvo una transformación. Lo que hasta entonces era una raja gorda y prieta se fue abriendo lentamente dejando al descubierto aquellos otros labios, fue innecesaria la advertencia "¡ay apúrate Fabis que siento cosas!". Pues si, la p inche vieja se estaba calentando con el tratamiento de belleza, "espéreme tantito doña, ya mero termino" contestó él y cuando daba los últimos toques al corazón de vellos le había quedado muy coqueto, se dijo--, la voz suplicante de la cuarentona lo sacó de concentración "Fabis!, ay Fabis siento cosas!" y se desconcertó al ver la pucha des plegada, los labios menores expuestos en toda su plenitud escurriendo ese líquido viscoso y de penetrante olor, "Fabis!, ay Fabis haz algo por favor!" le suplicó la mujer. "Ni hablar, lo que hay que hacer para tener trabajo", se dijo Fabián cuand o desenvainó la verga para zambutirla en la ávida caverna sexual de la mujerona. Ape nas la penetró la mujer empezó a gritar de placer y cuando ella terminó de venirse, po r fin pudo terminar su trabajo. Por supuesto cuando la mujerona pudo ver su trab ajo exclamó "ay Fabis, qué hermoso me quedó, eres todo un maestro, te voy a recomendar con mis amigas". En fin, aquella tarde Fabián salió de aquella residencia con 5 mil pesos en la bolsa y la promesa de mejor futuro. Se acercaba el verano y la promesa de la clienta tuvo sus efectos. Ya no era el

típico estilista que teñía cabelleras canosas ni quitaba callos de feas patas, no!, ah ora era "Fabis!", especialista en hacer cortes de pelo muy especiales. "Oye qué le s haces a estas pinches viejas!, ya te buscan más que a mi, papaito!", protestó un día Jack el Hermoso, pero seguía siendo el preferido del maestro, que contaba con la promesa de algún día sentir en las entrañas la verga del Fabis arremetiendo sin cesar. Pero él seguía con lo suyo, a las clientas lo que pidieran, siempre y cuando hubier a buena lana de por medio. III La geografía femenina desconcertaba al Fabis. Las mujeres podrían ser altas o bajas de estatura, gordas o delgadas, de anchas caderas o nalgas invisibles, o bien pe chos prominentes o tetas como limones, pero nada de eso podía determinar la confor mación de sus panochas, eso era seguro!, se dijo el Fabis. En su corta carrera de estilista profesional ya había visto suficientes puchas para llegar a esa conclusión . Por ejemplo tenía una tratamiento especial para jóvenes casaderas, que incluía todo, desde consejos taoistas y masajes, tratamientos en cutis, mascarillas de lodo y aguacate mezclado con semen de toro, bueno no de toro, sino de un albañil que se d ejaba ordeñar--, pedicure, manicure, maquillaje, corte y peinado de pelo y por sup uesto la depilación de zonas muy específicas su especialidad--, en fin el tratamiento recibía el pomposo nombre de "Velo de Novia" y costaba 20 mil pesos descontados el pago de dos asistentes le quedaban a él 17 mil. Eran casi seis horas de trabajo p ero valía la pena la chamba. Así descubrió grandes diferencias en una misma familia, mientras la madre cincuenton a lucía una pepa prieta y gorda llena de pelos horrorosos, la casadera mostraba un a delicia de pucha: los delicados labios externos con lacios vellos y apenas aso mando discretos los labios menores a esa pucha le hizo un trabajito sensacional, pues formó en el pubis un cupido de vellos cortos y bien depilados, que recibió los encomios del propio marido--, en cambio la hija menor, delgada, de estrechas cad eras y tetas incipientes, cuando le pidió recortarle la zona del pubis pues iba de vacaciones al Caribe exhibió una tremenda pucha, con exagerados labios menores qu e sobresalían ostentosos de la pepa chata! En otras ocasiones le encargaron arreglar mujeres famosas por su trajinar sexual , desde amantes de políticos hasta mujeres de narcos y se sorprendió de aquellas pan ochas. Así, aquella adolescente amante de un síndico de pueblo, que ascendió a mujer d el alcalde y luego favorita del gobernador, hasta ser convertirse en secretaria del Macizo y al mismo tiempo amante del narco principal del régimen --con lo que t enía muchas vergas en su haber--, le mostró su casi infantil pepita para que le form ara una figura de vellos en el pubis: un corazón cruzado por una metralleta! a pedi do de su amante narco--, y mientras cumplía con el encargo, un Fabis nervioso que sentía sobre su nuca los cañones de las armas de los matones, no se cansaba de admir ar aquella panochita casi de niña!, al final llegaba a la misma conclusión: "no hay dos viejas iguales, no las hay que tengan el mismo olor o sabor, y sobre todo, n o hay dos pepas iguales!". Ya era un estilista afamado por su trabajo, en todos los sentidos, y sobre todo preferido de las mujeres que querían trabajos "especiales" de depilación. Su mesura y discreción aumentaron y ganaba confianzas ajenas a la vez que las preferencias f emeninas le hacían merecededor de sus favores y nunca faltaron las mujeres que en las etapas finales de la depilación resintieran los efectos del trabajo, los "ay F abis, apúrate, por favor, que me caliento", hasta los gritos "ya, ya por favor métem e la vergaaaaaa!" cuando depilaba el culo de una treintañera, esposa de un secreta rio de Estado, en fin que a todas les cumplió, tanto como profesional como sexual, lo que lo llevó a niveles nunca imaginados por él. Pronto Fabián se convirtió en una celebridad, peinó a damas de sociedad y estrellas de televisión y de manejar un destartalado vocho, pasó a manejar un Mercedes 420 --ya no vivía en Neza, ahora tenía un Penthouse en la Zona Rosa-- y sus servicios fueron tan cotizados que tuvo que montar su propio estudio en Santa Fe, donde con un eq uipo de tres secretarias y siete ayudantes todas mujeres que le ponían con él le daba abasto a toda la región, en el sentido completo del término, pero tenía deudas pendien tes, nunca le había cumplido a su mentor y los maricones suelen ser muy resentidos . IV

La primera señal le llegó en una cena. Ahí se encontró con Jack el Hermoso que ya atasca do de Coñac le echaba en cara los favores otorgados: "Yo te formé cabroncito y tu nu nca me cumpliste, acuérdate chiquito, estabas muerto de hambre y te rescaté, te hice lo que ahora eres, prometiste ciertas cosas, y ahora eres famoso y muy rico, en cambio yo voy de bajada, ya nadie me pela, todas buscan a Fabián, el Chingón!, que además de transformar viejas feas en hermosas les da verga hasta que se cansan!!!, a ver, dime Fabis cuánto tiempo tengo que esperar!!, hasta cuando...". No le hizo caso, como otras veces le echó rollo, sólo promesas. Mala estrategia. El Fabis siguió con lo suyo, acumulando fama y riqueza que pronto lo llevaron a lo s m aximos niveles de fama. Ya no se daba abasto, que si una entrevista, que un pr ograma de tele, que peinar a la star de una película nueva, que firmar como suyos libros o videos con consejos de belleza, en fin todo el mundo para él, incluidas n algas, muchas nalgas, puchas depiladas o panochas peludas, tetas suculentas de h ermosas mujeres. Y de vez en cuando una tarjeta o carta de su maestro Jack. Se s intió tan fastidiado que dejó de contestar, mala estrategia, los maricones suelen se r muy resentidos. En el torbellino de la fama pronto surgieron rumores, que si falta de ética en el trabajo, que si amenazas de demandas de una mujer que juraba "él me violó", que si a magos de embargos por el incumplimiento en el pago de impuestos, que el incumpli miento de contratos, que viejas que pedían pensiones millonarias por hijos product o de encuentros con el peinador, en fin, pedos y más pedos. Y las cartas de Jack s in contestar. Aturdido una noche el Fabis se atrevió a llamarle al maestro: "oye c abrón que chingaos quieres, ¿por qué tanto pedo?", la contestación fue simple: "te quier o a ti". No volvió a llamarle, mala estrategia. Los juicios y demandas prosperaron y muy pronto a Fabián le hizo falta dinero para hacerle frente a tanta bronca, finalmente Fabis pisó la cárcel, de dónde lo sacó Jack c on amparos conseguidos quién sabe donde y cuándo llegó la hora de hacer cuentas, Fabián escuchó la orden: "bájate los pantalones y empínate". De esta forma por fin cumplió Fabián con aquel compromiso adquirido muchos años atrás. Jack se lo cogió de tal forma que h asta le gustó!, eso nunca lo pudo negar. Lo que si fue seguro es que ya no regresó a las grandes ligas. Ya una televisora había propuesto hacer una serie con su histo ria, pago millonario de por medio, nada. Grupos de rap, rock y ska querían hacerle un CD con su antología, nada quiso. Una editorial propuso un libro con la "verdad era" biografía del gran peinador de estrellas. Nada. Yo lo conocí diez años después como peluquero de "paisaje", de los últimos del milenio. En la calzada Zaragoza, a la altura de "San Juan", en el carril central, ponía su banco mirando al oriente y paciente esperaba a sus clientes. De a quince varos l a pelada, eso si!, nunca pelaba viejas, putos o sujetos que semejaran maricones! TodoRelatos.com La maestra Chayo Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 9,393 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 14 min. ] +

Historia de la vida sexual entre una maestra madura y su aventajado alumno. Chayito, la maestra Al paso de los días se había convertido en un placentero ritual: poco después de las s eis de la tarde la clase terminaba, la maestra se levantaba de la silla que ante s ocupara y caminaba con pasitos lentos, se detenía justo en la puerta que daba pa so a la sala, se apoyaba en el marco y volteaba hacía mi con aquella tierna mirada . Era la señal para que la siguiera. Yo la encontraría sentadita en su cama, esperándo me. Nunca se quitaba la ropa, aquel adusto y aseñorado vestido oscuro, con el que pretendía seguir denotando su duelo. Sólo se levantaría un poco de la cama para luego meter sus manos bajo el vestido y bajarse los calzones, entonces se ofrecía. Unas

veces se acostaba y entreabría las piernas, esperando mi ataque, otras era más osada : se colocaba de bruces en la orilla de la cama esperando con ansia a que yo lle gara por detrás, le alzara el vestido y antes de dejarle ir el pito entre las nalg as contemplara aquellas medias negras que le llegaban a la parte alta de los bla ncos y perfectos muslos. Siempre con aquellas medias negras, de luto, pero excit antes pues hacían resaltar la inmaculada blancura de su piel. Aquello aumentaba mi excitación y la de ella, creo. Luego venía lo mejor, penetrar con la verga bien ere cta la peluda pucha de pelos castaños y labios oscuros, requemados, cafés, casi prie tos. Cogíamos los lunes y jueves, de seis a ocho, y durante ese tiempo le echaba tres p alos, tres gloriosas venidas que eran acompañadas por seis o siete orgasmos apenas silenciosos, de apagados quejidos de Chayito. Luego del último orgasmo ella me pr oporcionaba su pantaleta para limpiar mi verga de nuestros chorreantes y viscoso s jugos, y antes de irme ella me acompañaba a la puerta, delicadamente ponía en mi m ano algo de dinero y su vocesita hacía la siguiente cita "¿vienes el jueves?", o el lunes, según tocara. Los inicios Ambos vivíamos en aquel pueblo bicicletero del estado de Hidalgo. Con mis potentes 17 años cursaba la prepa recién abierta en un poblado cercano y pronto tuve problem as con el álgebra, corría el riesgo de reprobar y algo tenía que hacer, entonces conocí en persona a la maestra Rosario. Anteriormente la miraba pasar en aquella carret a jalada por una vieja mula, llevaba a vender la leche que daban sus tres o cuat ro vacas. Era una viuda joven, Chayo tendría cerca de 40 años y había sido maestra, pe ro dejó la escuela cuando su marido enfermó y murió a los pocos meses. La mujer tenía un a apariencia engañosa, siempre salía a la calle con vestidos oscuros y largos hasta los tobillos, sobre la cabeza aquel desgastado reboso negro. Así parecía más vieja de lo que era, pues ya en su casa y sin reboso desplegaba sus ocultos encantos: fac ciones bellas y delicadas, pelo largo y castaño, prisionero siempre de una larga y gruesa trensa, su piel muy blanca, casi lechosa, un par de tetas que pese a su tamaño parecían firmes y nada aguadas, y su trasero, hummm, dos perfectas esferas de carne dura y de sinuosas líneas curvas. Chayito daba clases privadas a chamacos que como yo andaban en problemas académico s, desde chiquillos de primaria y secundaria, hasta cabrones ya huevoncitos como yo. Con esto ganaba el dinero necesario para vivir, además de lo que le procuraba su pequeño establo. Por fin me decidí a acudir a ella. Me aceptó gustosa. Tendríamos clase los lunes y los jueves, cobrando cada vez 15 pesitos por la repasada de álgebra. Luego de dos sem anas la paciencia e inteligencia de ella lograron que yo dominara las ecuaciones de segundo grado, presenté el examen y aprobé!, casi brincando de alegría fui a darle la buena nueva a Chayito, ya no tendría que ir a sus clases. Pero otros eran los planes de la maestra: "pues si, ya pasaste este examen, pero sería bueno que sigui eras viniendo para repasar otras cosas", lo pensé un poco y quedé de ir al siguiente lunes, "no le prometo nada maestra, no se si pueda seguir viniendo después, se me dificulta un poco reunir para pagarle la clase", le dije. El descubrimiento Luego de aquello y ya camino a mi casa me puse a pensar un poco más en la maestra Chayo. Era tan linda mi maestra!, pensé, y luego de un año de viudez..., ¿tendría hombre la Chayito?..., a veces durante las clases conmigo había descubierto cierto nervi osismo en su voz y en el movimiento de sus manos. Y aquella vez que se acercó un p oco más y nuestras manos se tocaron... ella casi brincó, su rostro enrojeció y su resp iración pareció sofocarse. Sin embargo parecía tan seria la maestra, aunque conmigo se portara siempre sonriente, y hasta podría decir que cariñosa... En la siguiente clase la noté más nerviosa que de costumbre, el lápiz cayó varias veces de su mano y su voz parecía entrecortada. Por fin terminamos, y mientras recogía mis cosas la vi de pie recargándose levemente sobre el marco de la puerta, dirigir su mirada hacía mi y con una imperceptible inclinación de su cabeza me indicó que la sig uiera. Eso hice. Iba detrás de ella cuando entró en su cuarto. La vi sentarse en la orilla de la cama sin despegar su mirada de mí. La vi alzarse un poco para quitars e la ropa interior. Vi que su respiración se agitaba. La vi recostarse delicadamen te sobre la cama. La vi tomar su vestido con ambas manos y subirlo poco a poco a

lo largo de sus muslos, descubriendo sus medias negras y la blancura de sus pie rnas. Ya me esperaba, era obvio. Con premura me quité los pantalones y la truza y me acerqué conteniendo la erección de mi pito con una mano. Cuando me sintió cerca de ella abrió las piernas y el vestido subió hasta la cintura descubriendo el peludo sexo castaño y la blancura de la piel de su pelvis. Entonces me fui acostando lentamente sobre Chayito, entre sus pie rnas, cubriendo su cuerpo, nuestros rostros casi se tocaban y pese a que ella te nía la cabeza de lado noté su entrecortada respiración. Ya estaba sobre ella y mi verga rosando el peludo chumino. Levanté un poco el cuer po para apuntar mi palo entre los labios peludos, sentí aquello caliente y mojado, pero no la penetré, algo me detenía, esperaba yo alguna señal, pese a ello involuntar iamente moví un poco el garrote, haciendo que se deslizara a lo largo de la raja, sentí entonces que Chayo abría más sus piernas, doblándolas un poco, como para aprisiona rme mejor y acto seguido pasó su mano derecha entre los cuerpos hasta alcanzar el garrote que jugueteaba en su panochota caliente. Volteó a mirarme con aquella dulc e y apasionada mirada y dijo "todo, dámelo todo!" y ella misma condujo la punta de la verga a la entrada de su vagina. Al sentir que mi verga empezaba a entrar en su apretado agujero, algo se apoderó d e mi pito, la carne del canal vaginal se ajustaba con tal precisión que podía sentir que aquello me succionaba. Presioné más, lentamente, hasta que media verga estuvo s epultada en Chayito, me contuve pero lleno de ansiedad por fin arrempujé todo y nu estros vellos chocaron, ya la tenía toda!, en ese momento la mujer emitió un largo y cálido suspiro y sus manos rodearon mi cuerpo hasta posarse en mis nalgas apretándo me contra ella. Sus piernas rodearon mi cintura y sus pantorillas me entrelazaro n por detrás. Nos quedamos quietos, Chayo no me dejaba mover, me apretaba, brazos y piernas me aprisionaban, fuerte, como queriendo que la penetrara aún más, así perman ecimos por casi un minuto hasta que ella sola se movió, apenas algo, imperceptible mente su pelvis se alzó, bajó y subió, pero ni aún así aflojó su apretado abrazó, al contrari , sentí con mayor fuerza sus piernas alrededor de mi y sus manos empujando mis nal gas contra ella. De repente un ininteligible gemido gutural escapó de su boca, tra nsfigurado en una mueca, se estaba viniendo!, todo su cuerpo brincó violentamente, una y otra vez, sin soltar en ningún momento la verga sumergida en su vagina, sólo meneándose con furia sobre la cama. Los espasmos de su cuerpo fueron disminuyendo, asimismo la fuerza del abrazo. Los brazos soltaron mis nalgas y lánguidamente cayeron a los lados de su cuerpo, e mpecé a moverme sobre ella, sacando poco a poco todo el miembro, para luego sepult arlo de nuevo, así una y otra vez, recreándome con aquellas deliciosas sensaciones, pero ahora la pucha había cambiado, ya casi no apretaba, estaba floja, tremendamen te abierta, con aquellos apéndices carnosos que se adherían al lomo de la verga cuan do mi pito arremetía. En determinado momento me alcé un poco, tan sólo para mirar como entraba y salía el ga rrote y lo que vi que quitó el aliento, allá abajo estaba la pucha abiertísima y lo in creíble!, la cantidad de jugos expulsados por Chayo era tal que ambos estábamos empa pados de aquellos líquidos viscosos y blanquecinos, escurriendo hacía abajo hasta em barrar parte del negro vestido y la colcha de la cama. Me la seguí cogiendo, con fuerza, sacando el garrote por completo para luego arrem eter con furia dentro de abierto agujero. Chayo volvió a gemir, respirando con fue rza. Entonces alzó las piernas hasta apuntar con ellas el techo de la habitación, la s sostuvo así ayudándose con los brazos, con lo que había más libertad para cogérmela. Seguimos montados, estrechamente conectados, embriagados ambos por aquel penetra nte olor a mujer caliente, a orgasmo femenino, hasta que en el enésimo empujón Chayi to con voz entrecortada me dijo "sigue, anda sigue, dámelo todo, lo quiero entero, ya, ya...., hummm, ya, más, todo, lo quiero todo", entonces de nuevo su cuerpo vi bró, se estremeció, hasta que casi convulsionada se empezó a venir. Metiendo y sacando mi verga de su albergue miré hacía abajo para ver como la pucha escurría sus jugos, l os expulsaba con fuerza, me mojaba con aquellos continuos chorros, hasta que inc apaz de soportar tanto placer me dejé ir por completo y mis chorros fueron los que ahora inundaban el tremendamente abierto sexo de la mujer. Todavía mi verga seguía inyectando mocos en Chayito cuando caí sobre ella, nos fundimo s en apretado abrazo y su boca buscó la mía, nos besamos apasionadamente una y otra

vez, sintiendo como los movimientos de nuestros cuerpos aumentaban el placer sen tido, hasta que poco a poco éste fue disminuyendo. Seguimos abrazados, hasta que e lla aflojó sus brazos y yo me fui deslizando fuera de ella hasta quedar acostado j unto a la mujer que al sentir que la verga abandonaba su vagina presurosa llevó su mano hasta mi pelvis, buscando aquello que la había hecho tan feliz. Tomó la pringo sa verga, la acarició suavemente y con voz bajita apenas dijo "ya tienes que irte, disculpa". Chayo se levantó de la cama y tomando su pantaleta procedió a limpiar mi sexo y sus alrededores con cuidado y delicadeza, luego procedí a vestirme. Con mis útiles bajo el brazo estaba ya en la puerta cuando ella me detuvo: "¿vienes el jueves?, debes seguir repasando, no hace falta que pagues, mira ten un poco de dinero para tus gastos, de ahí compras algunos condones..., ¿quieres?". Brincando de felicidad salí de la casa de Chayo, tendría clases, dinero y verija gratis! Aprendiendo más No obstante la primera cogida Chayito no cambió su trato conmigo. Ya fuera en la c alle o tomando clases era la misma que siempre había conocido. Cuando la llegué a ve r llevando a entregar la leche de sus vacas siempre la misma, vestidos oscuros h asta el tobillo, reboso negro y desgastado sobre la cabeza, evadiendo mi mirada, callada. En clase igual, pero atenta y eficiente en sus explicaciones. Luego ca si al terminar la clase, cuando los demás chicos se iban me decía: "tú espera un poco, voy a ponerte otros ejercicios". Ya sabía de qué "ejercicios" se trataba. Ya conocía el camino a su recámara. Ella estaría esperándome ahí, sin quitarse la ropa, lánguida sobre la cama con las piernas abiertas , cubiertas por sus infaltables medias negras. Así ocurrió un día de tantos, pero ahora las cosas cambiarían. Ahora ella no estaba reco stada de espaldas sobre la cama. La encontré arrodillada en la orilla de la cama, parando las nalgas. Ya cuando le alzaba el vestido negro me lo dijo: "ahora será d iferente, aprenderás una nueva lección". De momento no entendí a que se refería. Pero cu ando ya mi verga apuntaba entre sus nalgas sentí la delicada caricia de su mano, q ue había pasado entre sus piernas, con ella tomó la verga erecta, empero no la dirig ió a su pucha abierta y peluda, hizo algo diferente, pegó más su cuerpo a la cama, com o para que mi pito quedara a otra altura, sentí como ella dirigió el émbolo hacia otro lugar, a su culo!, con emoción contenida sentí como la punta de mi garrote apuntada directamente a ese apretado conjunto de pliegues renegridos. Cuando ella sintió que ya la tenía en el sitio correcto su vocesita dijo: "ahora emp uja un poco, despacio, poco a poco". Seguí sus instrucciones, manteniendo la presión de mi verga sobre aquello tan apretado y de pronto un inesperado "ayyyy" y la s ensación de que algo me apretaba de forma dolorosa sobre la verga me confirmó que ya estaba dentro de ella, dentro de su culo!, ya casi estaba en el cielo sintiendo esas maravillosas sensaciones cuando Chayo me sacó de trance: "espera..., poco a poco, mételo despacio que me destrozas!...". Sólo mantuve la presión de la verga y fui penetrando, todo, completamente, hasta que la base de mi verga peluda chocó contr a los cachetes de sus nalgas, ahí me mantuve, sintiendo esa doble sensación. Por un lado la dura presión del anillo anal sobre mi verga, por el otro la deliciosa y pl acentera sensación de aquello que parecía succionarme y contagiarme con su tremendo calor. Durante minutos estuve recreando todo aquello, hasta que la maestra se empezó a mo ver, lentamente. Yo la seguí, agarrado fuertemente de sus nalgas, apretando con fu erza mis manos sobre aquella carne rotunda y hermosa, lentamente se la fui sacan do, mi pito iba hacia afuera con tal lentitud que con la respiración contenida miré como la carne que rodeaba el pito se aferraba al garrote, y cuando sólo la cabeza quedó dentro de ese ardiente y apretado agujero, volví a meter todo el palo, repetí la misma operación dos o tres veces más, descubriendo como ahora ese apretado conducto se había distendido pues ya mi verga iba y venía con cierta facilidad. Chayito sólo e mitía leves murmullos, moviendo sus caderas al compás de mis arremetidas, entonces e l ritmo aumentó, la carne de sus nalgas brincaba con cada furiosa arremetida y sus apagados quejidos se hicieron más intensos, sus "ahhhh, hummmm, ahhhh", llenaron la habitación, y dos o tres metidas antes de que mi leche le llenara las entrañas to do su cuerpo se estremeció y casi gritando anunció que se estaba viniendo, por fin e l placer se hizo insoportable y mi verga escupió chorros de leche dentro del culo

de mi maestra. Las confidencias Continuamos cogiendo lunes y jueves de cada semana, en el mismo ritual, sin que cambiara ella su actitud hacia mi, ante los demás o en la calle era la misma mujer apagada y oprimida por un duelo que no se quería quitar. Cuando estábamos a solas s e transformaba, era entonces una mujer apasionada, poseída de una intensa calentur a sexual, capaz de realizar todas sus fantasías, pero luego de darle placer hasta llenarla a múltiples orgasmos, volvía a su retraimiento. Yo me iba a mi casa con la verga dolorida de tanto coger y ella satisfecha apenas se atrevía a depositar un c asto beso en mi mejilla y su anhelante pregunta: "¿vienes el jueves?", o lunes, se gún tocara. Pasaron los meses y una tarde luego de darle verga en distintas posiciones le an uncié que haría el examen de admisión en la universidad del Estado, que quería estudiar química y que posiblemente si aprobaba tendría que irme a vivir hasta la capital, do nde además tendría que buscar un empleo de medio tiempo para poder sufragar mis gast os. Aquello desencadenó sentimientos muy reprimidos en Rosario, de repente se puso a l lorar, pero no en silencio, sino a grito abierto, casi histérica me reclamaba "¿por qué te vas?, ¿qué te falta conmigo?, ¿qué no te he dado?, ¿por qué me abandonas si sabes cuán te quiero?", y más y más reproches. Su reacción me sorprendió, nunca esperé algo así, la dejé llorar a solas, mientras me bañaba. Cuando salí su ataque había terminado, ya vestido la alcancé en la cocina, donde ella estaba preparando café, entonces me dijo: "tienes razón, discúlpame, tienes que seguir tu camino, eres un chico muy inteligente y si tienes la oportunidad debes aprov echarla, perdóname por haberte dicho tantas cosas..., deseo que te vaya bien, pero cuando vengas procura pasar a visitarme". Yo le dije que para eso faltaban algunas semanas, que no se preocupara, que nos seguiríamos viendo, que no tenía por qué ponerse triste, que yo la quería mucho y que le agradecía enormemente haberme ayudado tanto para sacar la prepa, aquello la calmó. Cenamos rodeados de tal calidez y felicidad que podría decirse que éramos ambos una perfecta pareja de casados, contentos y satisfechos. Cuando supe el resultado del examen y lleno de contento se lo participó, Chayo me tenía una sorpresa: había vendido una parcela de terreno que su difunto marido le ha bía dejado, con ese dinero podría yo rentar un departamento y sufragar mis gastos más apremiantes, "pero si descubro que andas metiendo viejas a tu casa, soy capaz de matarte, tu eres mío". Por supuesto que me opuse, me negué terminantemente, le dije que un familiar lejano había aceptado rentarme un cuarto en la azotea de su casa, que ahí viviría y que aparte mi familia me enviaría algo de dinero. Ella se opuso: "de ninguna manera, ya vendí el terreno, el dinero es tuyo, tu sabe s lo que haces con él, cuando estés instalado me avisas para ir a verte o cuando tu puedas vienes aquí, yo no quiero perderte, te quiero muchísimo, me haz hecho una ver dadera mujer, después de tantas noches de soledad". Luego de discutir un rato, ambos acordamos seguir juntos, yo viviría en el cuarto del familiar aquel y ella podría ir a verme, quedaríamos en algún lugar y nos iríamos a coger rico, o bien si yo podía vendría al pueblo a verla. De todos modos ella me dio la mitad del dinero obtenido con la venta del terreno, pero quedamos que aquell o era sin compromiso para ninguno de los dos. El acuerdo funcionó el primer año. La pasión que sentíamos ayudó a mantenernos juntos. A v eces Chayito me sorprendía llegando un día antes como para tratar de sorprenderme en alguna movida, pero eso nunca ocurrió. Siempre llegaba llena de cosas para mi, ro pa o libros y más dinero. La lana se la regresaba, no tenía tantos gastos, además ya t enía trabajo, por las noches ayudaba en un restaurante de tacos y con el sueldo y las propinas tenía para los gastos de la semana, además ya tenía novia, la hija del du eño del restaurante. Eso si, durante ese año, Chayito siguió siendo igual de caliente, como ahora le daba verga sólo una vez por semana, pues llegaba a mi llena de ganas. En diciembre, mi entras festejábamos cogiendo me dijo que tal vez ya no podría ir tan seguido a la ca pital, que las cosas con sus vacas no andaban bien y que estaba un poco recortad a de gastos. Eso no importa, le dije. "Yo vendré a verte". Sorpresas te da la vida...

Sin embargo, cuando en enero por fin pude ir a visitar a mi familia me encontré co n noticias inquietantes: "fíjate que la maestra Chayo anda de novia con el boticar io y al parecer está embarazada, dicen las malas lenguas que la Chayito le dio pue rta al gachupín ese y que al parecer prontito tendremos casorio", me comentó una de mis hermanas. Escuchar aquellas noticias por supuesto que me inquietó, pero no hice nada, durant e esos días no busqué a Rosario, fue ella quien me llamó un día antes de mi partida, ya no podríamos vernos, en unos días se celebraría su matrimonio por el civil y luego de una semana se casaría con el español por la iglesia, me pidió perdón y me aseguró que siem pre me amaría, sólo alcancé a preguntar: "dicen que estás embarazada...", "si..., es tuy o", fue lo que dijo y luego colgó. Lleno de preguntas y totalmente confundido rein icié mis estudios.. Ese fue el final de mis aventuras con la maestra Chayo. Al paso del tiempo y a p esar de los contratiempos me gradué, mi noviazgo con la hija del taquero no prospe ró, en parte porque el señor no aceptaba que un simple ayudante de su negocio se qui siera casar con su hijita, y lo peor, que siendo él un esforzado taquero, su ayuda nte ya convertido en ingeniero fuera más que él. Le menté la madre y me fui. Antes de aceptar la oferta para trabajar en Pemex, en la sonda de Campeche, tuve tiempo para visitar mi pueblo y a mi familia. Todos estaban más que contentos con mi promisorio futuro. Y una tarde en que acompañado de mis más cercanos familiares comía en un restaurante d e los portales del zócalo pueblerino, curioso vi pasar a una elegante señora, muy bi en vestida, caminando despacio, como luciendo su belleza y su posición, llevaba de la mano a un chiquillo, un hermoso niño de tez blanca como su madre y pelo lacio y castaño. "Es Chayo, tu maestra, el gachupín no le aguantó ni un año, se le murió prontit o, ahora es muy rica, el viejo le dejó toda su herencia, dos o tres farmacias, dos vecindades y hasta este restaurante, donde comemos, son de ella, pero dicen las malas lenguas que el niño no es del español..., ¿quién sabe?", comentó una tía. La vi pasar con ese paso lento y pausado, como disfrutando de su posición, Chayo t enía lo suficiente como para ya no preocuparse jamás. Antes de subirse a su lujoso a uto la vi mirar a donde estábamos, como dirigiéndome un adiós. Por supuesto que la bus qué. Me recibió una mañana en su casa y me presentó a su hijo. Estaba contenta y feliz d e verme, "bueno ahora que conoces a tu hijo que dices?", comentó. No supe que decirle. "Desde la primera vez que estuve contigo desee tener un hij o tuyo, ahora lo tengo y se que mientras lo tenga te tendré a ti, aunque ya no estés aquí, perdóname por no haberte dicho nada de mi embarazo, y por supuesto de los ava nces del boticario, pero era más importante que tu siguieras tu carrera, él era un b uen hombre y aunque no lo creas aceptó que nos casáramos a pesar de que yo estaba em barazada, yo se lo dije en su momento y pese a ello aceptó, supo que el hijo era t uyo", ese día volvimos a hacer el amor, como en los viejos tiempos, siguiendo ella aquel ritual que tanto nos había unido, lo hicimos como dos amantes desesperados y ansiosos luego de una angustiosa separación. Amada Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 5,841 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 5 min. ] +

Historia de los inicios sexuales de un adolescente y su prima Amada. Amadita fue la encargada de mi iniciación sexual. Ella tenía en aquel entonces más o m enos 15 o 16 años, yo apenas 12 o 13. Todo ocurrió una noche en que ella durmió conmig o en mi cama. Yo profundamente dormido, poco a poco fui sacado de mi sueño por alg o que me estaba ocurriendo, la diestra mano de Amada urgaba bajo mi truza, acari ciando mi verguita, que ya para entonces se ponía erecta cuando me la acariciaba e n el baño, pero ahora era otra mano, una mano de mujer, la manita acariciadora de mi prima Amada.

Luego de algunos momentos, el suave vaivén de aquella mano logró su objetivo, ya mi pito lucía una hermosa erección, Amada siguió con su tarea al percatarse de que ya el garrotito estaba parado, ahora apretaba su mano sobre el lomo de la verga, a la vez que la deslizaba de arriba para abajo, hasta descubrir el mojado glande. Ya se había percatado de que yo estaba despierto, pero siguió con sus caricias, hast a casi lograr mi eyaculación, pues una liguera palpitación de mi verga le dio a ente nder que ya estaba a punto de venirme, entonces se detuvo. Con ambas manos logró b ajar mi calzón, yo le ayudé quintándomelo por completo, ella hizo lo mismo con el suyo , su pantaleta fue a parar hasta sus tobillos, echa un rollito de tela. Entonces fui yo el activo, mis manos ansiosas recorrieron su desnudez, raudo fui a parar hasta su entre pierna, donde me sorprendí al tocar una inmensa cantidad d e pelos, Amada estaba más peluda que yo, abrió las piernas para facilitar los torpes movimientos de mis dedos en su panocha mojadísima. Volvió a posesionarse de mi verg a, ambos ahora nos acariciábamos, ella moviendo su apretada mano sobre mi verga, y o jugando con su panochita abierta, seguimos nuestro caliente entretenimiento po r varios minutos, ya suspiraba, hondos suspiros hacían subir su pecho, "hummmm, aa hhhhh, hummm". Yo trataba de entender que estaba pasando, después lo comprendí mejor, Amadita se es taba viniendo, seguí moviendo mis dedos por el resbaladizo pasaje de su chocha, en tonces fue presa de un fuerte espasmo que sacudió todo su cuerpo, cerró con fuerza s us piernas aprisionando mi mano en su raja caliente, nos quedamos quietos unos m inutos, poco a poco fue aflojando la presión de sus deliciosas piernas, acercó su bo ca a la mía y sus labios se abrieron para darme mi primer beso, con ansia su boca se abrió para tragarse la mía y su lengua inquieta vagó dentro de mi inexperta boquita , incrementó los movimientos de su mano en mi verga, hasta hacer que el placer fue ra insoportable y eyaculé, mi primera venida!, su boca siguió pegada a la mía mientras seguía moviendo su mano sobre mi pito que ahora escupía chorros de mis primeros moc os. Me había hecho hombre!, ya sabía que era eso!, mi verga se había venido por primer a vez. Luego de que ambos nos quedamos quietos y tranquilitos, utilizó su pantalet a para limpiarse la mano de mocos, pasó el trapo sobre mi verga y con sumo cuidado me limpió de semen. Luego ambos nos abrazamos hasta quedarnos dormidos. ****** Al día siguiente, todo fue agitación y nerviosismo para mi, no podía asimilar la exper iencia vivida la noche anterior, más cuando Amada rehuía mi mirada, su silencio y su fría actitud me desconcertaban, ¿por qué actuaba así?, supuse que quería guardar el secre to, nuestro secreto. Por la noche, tarde se me hacía para que de nuevo viniera a mi cama, ya era hora d e dormir, yo estaba ya listo, esperándola en la cama, por ello cuando al fin se vi no a acostar, raudo traté de abrazarla, pero ella me detuvo "no, espera que todos se duerman". No obstante su recomendación, ya la abrazaba por detrás, ella volteada hacía la orilla de la cama, y yo detrás, pegado a sus nalgas, con mi pito como de fi erro, entre los globos carnosos de sus ricas nalgas, pese a su negativa fui bajánd ole el calzón, "no, espérate, mira que nos van a oir, por favor no, ya te dije que t e esperaras", pero yo neció, ya tenía mi verga erecta moviéndose entre sus sabrosas na lgas, ella me dejó hacer, dejó que me moviera de esa rica forma, ya mi verga iba y v enía sobre su raja, que poco a poco se fue mojando, entonces me dijo en voz baja, "espera, no te muevas, déjame hacerlo a mi", abrió un poco sus piernas para hacerle espacio a su mano, con su manita tocó mi verga, se fue acomodando, parando su culo , y haciendo que la punta de mi verga fuera más atrás, poco a poco, sus deditos hici eron que mi garrote diera con el sitio correcto, su vagina, el rico agujero de s u pucha, "aprieta tantito, mete tu verga un poquito, así, despacio, poco a poco, y a está, no te vengas, cuando sientas que te viene la leche te detienes, quédate quie tecito, si te gana lo sacas, no me eches tus mocos adentro, muevete despacio, así, ahora yo, déjame mover, así, despacito chiquito cogelón, así, muévete más". Ya la tenía bien cogida, Amadita dejándome coger, dejando que le metiera la verga, m i primera cogida de mi vida, seguí sus instrucciones al pie de la letra, me agarré a sus nalgas y despacio me la fui cogiendo, sacando y metiendo la verga, toda, ah ora hasta el fondo, sacándole apagados suspiros, así una y otra vez, más fuerte cada v ez, hasta que de pronto ella se puso tensa, se estaba viniendo, repegó su cuerpo h acía el mío, pasó una de sus manos hacía atrás para hacer que la penetración fuera más profud

, "ya, hummm, ya me viene, me sacas el orgasmo chiquito, ya, hummmm, ahhhhh, ya espera, deja de moverte, tu no te vengas, espérate tantito primito chulo, hummm, a sí, así, siente como te aprieta mi pollita, siente como palpita por tu rica verga... .". La dejé terminar, entonces volví a moverme, ya me quería venir, pero ella tenía otros pl anes, se quitó, hizo su cuerpo hacía adelante, haciendo que mi verga saliera de su d elicioso albergue. --"Espera, déjame cambiar de posición". Se volteó hacía mi, ambos de lado, nos abrazamos y nuestros labios se pegaron interc ambiando lenguas, ya mis manos apretaban sus pechos, gordos, llenitos, mientras ella subía una de sus piernas por mi cintura, y dirigía con su mano mi verga hacía el camino correcto, presioné un poco hasta que lo mojado de su sexo permitió que mi ver ga volviera a penetrar, ya estaba adentro de nuevo. Sin soltarme ella fue ahora la activa, se movía deliciosamente, primero lento, lue go más rápido, una y otra vez su pelvis se pegaba a mí, mi verga era tragada, toda, co mpleta, más fuerte. Amada estaba por venirse de nuevo, entonces se detuvo un momen to, "anda chiquito, bésame las tetas", dijo. Manos a la obra, su manita sacó a flote sus dos promontorios de carne palpitante, raudo me fui sobre ellas, mi boquita se tragó un pezón y parte de la teta derecha, y mi mano refregaba la otra chiche, el efecto fue inmediato, los "hummmmm, ahhhh" de Amadita se intesificaron, más y más, hasta que de nuevo se detuvo, apretó su piern a sobre mi cintura y se vino con un hondo y prolongado suspiro, cuando terminó me dijo: --"Anda papito, ahora te toca a ti, te voy a sacar los mocos, anda chiquito dame tu leche", me moví con furia y en el preciso momento del primer chorro, Amadita s e hizo hacía atrás, sacándose la verga, pero apretando sus piernas y reiniciando su va ivén, hasta que los chorros cesaron y su entrepierna quedó empapada de semen. Al terminar me dijo en voz muy queda: "mira primo, podemos hacer esto cuando qui eras, pero debemos tener mucho cuidado, nadie se debe enterar, procura no dar a entender lo que andamos haciendo". Ya satisfechos ambos, nos quedamos abrazados hasta que el sueño nos venció. TodoRelatos.com © Micifuz6 ([email protected]) SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! Amante furtivo Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 15,203 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 4 min. ] +

Relato de una violación que se convierte en la mejor experiencia sexual de una mu jer casada. Como entre sueños escuchó la puerta de la entrada abrirse, soñolienta volteó al lado de la cama que normalmente ocupara su marido y al encontrarlo vacío concluyó que quien entraba a la casa era él, que como cada viernes regresaba de madrugada luego de ir se de borrachote con sus amigos, resignada se acurrucó bajo las cobijas y de inmed iato se quedó dormida. Minutos después unos amorosos brazos la rodearon y el cuerpo varonil del que supuso su esposo se repegó a su espalda, algo más, algo duro y erect o se deslizaba entre sus nalgas, "humm, al menos el recabrón ahora si va a cumplir con sus obligaciones, ya me tenía muy abandonada!", se dijo para si parando más el culito a la vez que su manita deslizaba su pantaleta por sus piernas para dejar el paso libre a esa verga erecta que ya deseaba. Sintió la punta de aquel miembro deslizarse dos o tres veces entre los gruesos lab ios de su panocha y cuando el glande se afianzaba en la entrada de su vagina, un a duda la asaltó de pronto, aquello que la intentaba penetrar era más grueso que lo que normalmente --cada quince días-- le metía su marido, un extraño temor la invadió de

pronto cuando sintió aquella carne entrar en las profundidades de su pucha, si, er a más gruesa y más, mucho más larga, la duda de pronto se convirtió en certeza cuando tu vo todo el miembro adentro y la violenta distensión de su vagina resintió aquella in usual penetración. Todo su ser se llenó de espantó cuando trató de voltear y apenas de reojo comprobó que q uien la tenía fuertemente atenazada no era su marido!, trató de zafarse y escapar, c on piernas y brazos intentó huir de aquel ataque, pero era imposible, el extraño suj eto la tenía fuertemente atenazada y una ruda mano había colocado una almohada sobre su cara para acallar sus gritos. En medio de la desigual lucha sintió el garrote entrar y salir de su pucha, y aunque sus manos trataban infructuosamente de quit ar de su cuerpo esos brazos que la oprimían, obligándola a someterse a aquella viola ción, una extraña sensación de placer empezó a surgir de alguna parte de su interior, a la vez que el pánico le erizaba el cuerpo una deliciosa sensación de placer se fue p osesionado de ella, el grandioso miembro cumplía su labor, despertando su excitación y su lujuriosa panocha, hinchada, distendida ya era un mar de jugos sexuales. Mordiéndose los labios trató de aplacar esos anormales deseos y en su mente se pregu ntaba "pero cómo?, ¡me está violando!, ¡no puedo sentir esto!, no, no puede ser". Ahora se sentía caliente, su respiración entrecortada y el intermitente taladrar de esa de scomunal verga que la llevaba a un forzado, pero delicioso orgasmo. Desde el fon do de su ser un apagado grito escapó para denunciar el inmenso placer, se vino com o nunca antes, sintiendo tras de sí las violentas y rápidas estocadas de esa carne d ura. Todavía en el remanso de su venida siguió sintiendo el golpetear del miembro co ntra sus nalgas, momentos después con el cuerpo como de trapo dejó que el violador l a cambiara de posición. La puso como perra, en la orilla de la cama, las nalgas paradas apuntando con el culo al techo del cuarto y sus tetas pegadas al colchón. Las rudas manos agarraro n las suyas para jalarlas hacia atrás cuando volvió a sentir que el largo mastín se ad entraba en su pucha abierta, abiertísima. Se resignó a una nueva violación acompañando l as arremetidas con apagados "ahhh, ahhh", la nueva cogida se hizo larga e interm inable, nunca supo cuántas veces se vino, cuántas veces su gatita palpitó y su pecho s e agitó por la intensidad de las sensaciones, hasta que, cómo sumida en un mar de pl acenteras oleadas, se percató de que la verga intrusa la abandonaba provocando que los chorros de sus venidas le escurrieran por las piernas, "¿ya?, ¿ya terminaste?, ¡n o, todavía no!" se descubrió pensando. Pero no, ahora la descomunal cabeza presionab a el anillo de pliegues, "¿qué?, ¿quieres culito?, pues anda papacito destrózame el culo !", se dijo y aflojó el cuerpo, la verga ganó terreno y el grueso glande entró sacándole un doloroso grito que no impidió que el garrote se fuera adentrando en su intesti no hasta que la base del erecto pene chocó contra sus abiertas nalgas. Adolorida s uspiró hondo resignándose a lo que quisiera hacer con ella ese extraño hombre. Su culo se distendió por completo, permitiendo que fácilmente entrara y saliera el d uro ariete que la sodomizaba y una desconocida sensación se fue apoderando de ella , la extraña urgencia la llevaba a un nuevo orgasmo y se fue al cielo cuando el du ro palo le empezó a llenar de mocos el intestino, las contracciones del miembro se prolongaron llenándola de líquidos y placer, hasta que aquello antes duro la abando no, dejándole el hoyo del culo tremendamente abierto, el hombre la soltó y ella se r ecostó sobre la cama ahíta y satisfecha, adormecida. Ya había amanecido cuando el inesperado sonido del teléfono la sacó de su pesado sueño, lo primero que hizo fue buscar con la vista a su violador y no encontró nada, aliv iada tomó el teléfono: "si diga". --"Hola amorcito, soy yo, tu maridito, anoche ya era muy tarde y no quise desper tarte para que supieras que estoy en casa de unos amigos, disculpa pero no quise importunarte, dormiste bien?". Su primera reacción fue gritarle que la noche anterior la habían violado, que por su culpa alguien se había metido a la casa y la había hecho víctima de sus bajos instint os, pero el solo recuerdo de lo vivido la hizo contenerse: "pasé una noche muy agi tada dijo con una sonrisa pícara en el rostro--, casi no pude dormir..., por tu cul pa...". --Ay disculpa mamacita!, pero jugando a las cartas se nos fue la noche, pero no te preocupes estoy bien, ya voy para la casa". --"Como quieras, pero yo mejor voy a tratar de dormir un poco, me duele todo el

cuerpo...". --"Ay chiquita, a lo mejor te vas a resfriar...". Volvió a sonreír cuando dijo: "si, a lo mejor es un resfriado...". Apenas colgó el teléfono corrió por la casa, como tratando de descubrir si su violador además se había llevado cosas de valor, pero no, todo estaba en su lugar, sólo notó la ausencia de sus pantaletas, "ese cabrón se las robó..", se dijo y cuando entró al baño p ara orinar notó el piso mojado, el asaltante además se había bañado antes de irse, "buen o además de tener un pito enorme y coger riquísimo, es aseado", y cuando sentada en la taza se dispuso a expulsar sus desechos el agudo dolor en su ano le confirmó: " si, tenía una verga enorme!..., hummm, a ver cuando regresar otra noche a violarme papacito...". Micifuz6: [email protected] suegra Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 11,961 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 9 min. ] +

Experiencia sexual de un adolescente con la madre de su novia, la mujer madura descubre a su hija y a su novio teniendo sexo en la sala de la casa. La excitación sexual nos había llevado a Sandra y a mi a situaciones insospechadas y por demás riesgosas. Aquel día aprovechamos que ella estaba sola en su casa para da rnos por fin un atracón de carne, ya en la sala con las bocas pegadas nuestras man os buscaban ansiosas lo que ambos deseábamos, ella me frotaba la verga con tal fur ia que parecía querer arrancarla, mientras que mis manos le habían bajado ya las pan taletas y hurgaban en el sexo ardiente y pegajoso de la chiquilla que a sus 17 año s ya le andaba por estrenar su pepita, que se tragaba dos y tres dedos cuando fa jabamos. A los pocos minutos nuestra calentura nos condujo a lo inevitable. Ahí mismo, empi nada sobre un sillón le sepulté, desde atrás, la verga en la verija antreabierta, nunc a supe si ella era virgen hasta entonces, pero cuando me di cuenta todo el tronc o resbalaba una y otra vez en ese pasadizo ardiente de su pepa, ella gemía, yo arr emetía con furia, ella se vino entre gritos, yo aceleré la cogida, bien agarrado a s us nalgas perfectas, que brincaban con cada arrempujón y en el justo momento en qu e mi leche estaba por salir de su refugio, un grito de espanto nos volvió a la rea lidad: --"Qué están haciendo, Sandra, por dios, y usted?!, qué hace, quién es y qué hace en mi ca sa!, Sandra por qué estás casi en cueros y usted, malvado, hombre del mal, que hizo? , que le hizo a mi hija", y más y más gritos y improperios. Mientras yo apurado trat aba de subirme los pantalones y esconder la tremenda erección de mi verga y Sandra no sabía si ponerse los calzones o meter las tetas dentro del brasiere que andaba ya por su cintura. Entre gritos y amenazas Sandra hizo lo que tenía que hacer, ponerse a llorar, yo s in saber que hacer, pedía disculpas al tiempo que procuraba mantenerme lejos de la madre que seguía con su perorata: --"Qué imprudencia acaba de cometer!, seducir a mi hija!, y en mi propia casa!, ah ora verá cuando llegué mi esposo, tendrá usted que responder por lo que ha hecho, por lo pronto salga inmediatamente de mi casa, ya arreglaremos cuentas con usted, se lo aseguro!". Así las cosas raudo salí de aquella casa, sintiendo que el cielo se me había caído encim a de un solo golpe. Esa noche y las siguientes se me dificultó dormir y las veces que intenté hablar por teléfono con Sandra siempre me la negaron, ella dejó de ir a la escuela. En mi casa desesperado esperaba el desenlace fatal, que me casaran con aquella chiquilla, que me armaran un tremendo borlote y que mi familia tuviera que responder por mis imprudencias. Pasaron los días sin novedad, hasta que una llamada me puso alerta, era la madre d

e Sandra: "oiga señor, no crea que ya la libró, ni lo piense, pero Sandra está enferma , no se que le pasa, no quiere ir a la escuela, he tratado de llevarla al médico p ero no quiere, nomás está encerrada en su cuarto y llora mucho, no me hace caso y ya no se que hacer, por eso le pido, más bien le exijo que me explique que le hizo a mi hija, tiene que decirme, para ver si le pasó algo malo y tenemos que llevarla al médico a fuerzas, si es necesario". Yo no sabía que contestar, de forma entrecortada traté de explicarle que no habíamos h echo gran cosa, pero fue inútil: "no le creo, mire tiene que venir mañana temprano, Sandra va a ir con unos familaires, lo espero a las diez, tiene que decirme clar amente que le hizo a mi hija". Sin más remedio acepté ir. Al día siguiente tembloroso llegué a la cita. Abrió la puerta la madre de Sandra, cosa rara se portó amable, me llevó hasta la cocina y hasta me ofreció café, que rechacé, y em pezó le discurso perorata: --"Ustedes los jóvenes de ahora son unos imprudentes, en mis tiempos los novios no llegaban a tanto, las chicas éramos recatadas, nos dábamos a respetar, y los jóvenes aceptaban nuestras condiciones, sin llegar más lejos, pero ustedes, Sandra y usted jovencito hicieron algo indebido, sumamente grave!, no se si esté conciente de lo que hizo". Yo asentí mirando al piso. --"A ver, quiero que me expliqué, le hizo el amor a mi hija, ¿verdad?, la penetró, ¿verd ad?, si, eso supuse, además recuerde, cuando yo entré estaba usted con los pantalone s bajados y esa cosa horrible, ay por todos los cielos, me acuerdo y me dan gana s de acabar con usted a golpes. La penetró, ¿verdad?, ¿toda?, ¿verdad?, mi hija era virg en jovencito, y ahora gracias a usted ha perdido la virtud y la decencia. Además, ay no se como decirle!, pero acuérdese que lo vi desnudo con eso, terrible, tan gr ande, pobre de mi hija, ¡cómo debió haber sufrido!, teniendo todo eso dentro, malvado, es usted un chamaco malvado!". Entre balbuceos yo trataba una y otra vez de disculparme, pero ella terca: "es q ue usted no entiende, a lo mejor lastimó o le provocó algún daño físico a mi pobre hija al desvirgarla, a la imprudente, a la que usted sedujo, mal hombre!, no está en cond iciones de negarse a que yo sepa perfectamente qué le pasó a mi hija, ¿entiende?". Yo asentí. "Mire joven, tiene que mostrarme lo que destruyó nuestra honra, tengo que ver con mis propios ojos esa cosa horrible que rompió el virgo de mi chiquita, no se puede negar, ya sabe, todavía mi esposo no sabe nada, pero si mi hijita result o dañada por eso, tendré que decirle, él se va a enterar, así que proceda, muchacho impr udente, ande quiero ver eso que penetró a Sandra..." Por un momento me quedé paralizado, confundido, avergonzado. Pero mi mente empezó a girar a mil por hora, tratando de encontrar una explicación a aquella extraña petición , "a lo mejor la mujerona quería echarse un taco de ojo con el pretexto de que le mostrara lo que la pepa de Sandra se había tragado", eso hizo que involuntariament e sintiera un estremecimiento en la verga, todavía permanecí quieto de una pieza, "e s que señora, lo que usted me pide me avergüenza, no se para que quiere usted que ha ga eso, ¿cómo quiere que le enseñe el miembro?, ya le expliqué que casi no hicimos nada, si la penetré, pero no toda". --"¿Cómo que no toda?, si cuando entré, usted la tenía bien agarrada y su cosa esa, entr aba y salía del sexo de Sandra, no señor, la tenía bien prendida, yo lo ví, acuérdese. And e, ya de una buena vez, muéstrese". Así las cosas, ya con la idea clara de que la mujer quería algo más, con lentitud me d esabroché el pantalón y ante sus ojos expectantes puse al descubierto el miembro, qu e pese a los regaños mostraba una erección de tres cuartos, en otras palabras, casi estaba bien parado. Cuando lo vio la vieja exclamó: "por todos los cielos, con razón ha llorado tanto mi hija, si usted la destrozó con esa cosa, ¡tan tremenda!, ahora me explico que ella no quiera salir, debe estar muy lastimada de su cosita al ha ber soportado tamaña cosa, usted debió detenerse al notar que la estaba lastimando.. .". --"Es que..., no la lastimé señora...". --"Guarde silencio, usted que sabe, si lo estoy viendo con mis propios ojos..., nunca supuse que un hombre pudiera tener el miembro de ese tamaño, ni siquiera mi. .., digo, no me cabe en la mente que no la haya lastimado, mi pobre Sandra, que

va a ser de ella, voy a tener que revisarla y ya determinaré si la llevó al médico, cu yos gastos usted tendrá que pagar jovencito", y yo ahí, con el pito de fuera. Sin despegar su vista de aquello que la atraía, dijo la mujer "y oiga..., no le ca usa problemas tener la cosa así de grande, de solo verla me entran nervios, no aca bo de concebir que usted sea normal, si llega a casarse, no se si con Sandra, pe ro con la mujer que lo haga, seguro en lugar de darle placer, la hará sufrir, tien e que hacerse revisar con un especialista, a lo mejor eso que tiene no es normal , dígame ¿no le duele?, ¿no le molesta?". --"Ay seño..., la verdad cuando se me para bien..." --"¿Cómo?, ¿se le pone más grande que ahora?... --"Pues si, un poco más, y cuando no hago seguido el amor..., me duelen las bolita s... --"Válgame el cielo, seguro que cuando te vienes..., digo, ¿eyaculas mucho?" --"Pues lo normal... --"No me hago a la idea de que eso pueda entrar todo en el sexo de una mujer, me parece increíble, ande ya guarde esa cosa tan horrible". Con la seguridad de que ahora era yo quien tenía el control me acomodé la ropa, ella siguió hablando: "mire joven, no se que hacer con usted, por lo pronto le prohibo acercarse a mi hija, ya veré en que estado se encuentra su sexo, veremos que proc ede, no intente acercarse a ella y menos tratar de hacerle el amor, yo le avisaré, pero tenga por seguro que nos veremos para tomar la determinación más adecuada, pro curaré hablar bien con Sandra para tranquilizarla, en cuanto a mi esposo, por lo p ronto no le diremos nada, pero tendrá noticias mías jovencito imprudente". Cuando caminaba por la calle rumbo a mi casa, lleno de contento por haber salido de la bronca y seguro de que la mujer aquella buscaría la forma de comprobar en c arne propia que una verga de mi calibre si la cabía en su pucha, también pensaba en Sandra, a la que no había terminado de cogerme, pero por lo pronto estaba a salvo. De regreso a la escuela Sandra procuraba mantenerse alejada de mi, seguro que la madre la tenía bien amenazada, nos saludábamos de lejos y eso era todo. Dos semanas después recibí una llamada de la madre de Sandra: "hola cómo haz estado, h abla la mamá de Sandy, ya la veo más tranquila, ya no se ven ¿verdad?, eso es lo mejor para los dos, espero que cumplas tu palabra, en cuanto a mi no creas que se me ha quitado el coraje contigo, pero te entiendo, eres joven y tienes tus necesida des, además con esa cosa que te cargas..., te entiendo, a propósito, ¿ya tienes otra n ovia?, ¿haz hecho el amor últimamente?, ¿no?, ay pobre de ti, bueno ya no te incomodo, pero para que veas que no hay rencor, cuando quieras puedes pasar por la casa, podemos platicar y te invito un café, puedes mañana temprano?". Por supuesto que ace pté. Al día siguiente ahí estaba yo, dispuesto a aventarme a la suegra. Platicamos de pen dejadas, me habló de su matrimonio: "mi marido ha sido el único hombre en mi vida, a él le di mi honra y me casé", pero como toda mujer con años de casada añoraba los prime ros encuentros amorosos, "ultimamente ya casi no.., ¿me entiendes?, él trabaja mucho y llega cansado, a mi eso ya casi se me olvidó, pero no creas a veces..., bueno u na es mujer..., y tú tienes ya mucha experiencia con eso, ¿verdad?". --"No se crea seño, si he tenido experiencias, pero no muchas, a veces si, pero no siempre". --"Lo que no acabo de entender, es cómo puedes meter todo eso dentro de una mujer, se me hace increíble..." --"Pues viera que no he tenido problemas, con quien lo he hecho..., bueno, ¿me ent iende?, nunca se quejaron, por el contrario...". --"¿A poco?, no te creo..., oye, no se, pero se me ocurre, podríamos hacer una prueb a..., ay no, qué vas a pensar de mi, pero digo, sólo como prueba, que tu, digamos, l a pusieras ahí, en mi cosa, ¿nomás como prueba eh?, en cuanto yo te diga, te detienes, ¿si?, a lo mejor ni siquiera aguanto la punta, ¿si?". Ni siquiera contesté, solita la mujer se paró de la silla y apoyándose de espaldas en la mesa de la cocina me ofreció su gordo nalgatorio. Mis manos acariciaron la carn e abundante de sus nalgas levantándole al mismo tiempo el holgado vestido, ya con el vestido enrollado en la cintura le bajé las pantaletas, la sentí temblar de place r anticipado, paró más el culo, casi pegando la cara sobre la mesa. Mi verga parada se deslizó lentamente entre la raja de las nalgas buscando la entrada de la vagina

por atrás. Mis dedos exploraron el peludo conejo y los gordos labios de la vulva embarraron mis dedos de jugos vaginales, ahí coloqué la punta, ella la sintió: "huy, ya, ya espe ra, la siento, tienes la cabeza de la verga muy grande, espera, déjala ahí, así, aprie ta, ya, ya, ay me duele, ya entró, la siento, me abres mucho, más que mi marido, otr o poquito, hummm, si, ya, ya, espera, ¿falta mucho?, humm, más, un poco más, hummm, me llenas toda, me abres, hummm, más, más, un poco más papito, ¡que vergota!, más, más, huy, ¡t da!, si toda, la quiero toda...". Para entonces ya se la había metido toda, mis gloriosos 19 centímetros y medio le re movían la pucha, me la empecé a coger, metiendo y sacando todo el tronco, haciéndola s uspirar, "ya, ya sácala, sólo quería hacer la prueba, hummm, que rico te mueves, así, to da, huy, me cabe toda, toda la vergota, muchachito imprudente, ya, ya, no..., ya no..., la saques chiquito lindo". Mis arremetidas acrecentaron, ya mi verga chapaleaba en un mar de jugos viscosos , el chaz, chaz, de los cuerpos al chocar, la verga pringosa de líquidos y aquella ardiente caverna distendida emanando el penetrante tufo del amor, al poco tiemp o la vieja gritaba de placer, su orgasmo la hacía gemir y los jugos escurrían ya por sus piernas mofletudas, entonces me dejé ir, la atenacé con furia de las nalgas y m is chorros de mocos inundaron su abierto chocho. Terminamos exhaustos, sudando a chorros, apestando ambos a sexo. Minutos después, mientras me limpiaba la verga con el borde de su vestido, ella re cuperaba decía: "ya comprobé que no lastimaste a mi pobre Sandra..., pero ni creas q ue te voy a permitir que la vuelvas a ver, ni lo pienses, mejor cuando tengas mu chas ganas..., yo te puedo ayudar con esa cosota, ¿quieres?...". --"Si cómo no!", pensé yo. Ya encontraría la forma de volver a amarrarme a Sandra, par a terminar lo que dejamos inconcluso, y por que no..., removerle las tripas a la madre de vez en cuando, me dije ya de camino a mi hogar. Madre consentidora, I Primera parte Desde aquel día en que entró al baño para llevarle a su hijo una toalla seca supo Tere sa que había llegado el momento de hablar con su hijo. Alberto había crecido y cambi ado, estaba por entrar a la adolescencia y la mujer nunca se había puesto a pensar que su chiquillo cambiaría y a su pesar tendría que armarse de valor para hablarle a su hijo consentido de los cambios por venir. En esa ocasión descubrió a su hijo bañandose, se sorprendió de los cambios ocurridos, el cuerpo del chiquillo estaba creciendo y llenandose de musculos, pero lo más sorpr endente fue ver la entrepierna del chico, que ya lucía una incipiente mata de vell os y el miembro colgante ya no correspondía al de un niño, sino al de un joven en pl eno despertar de su sexualidad. De noche en su cuarto Tere se puso a meditar sobre su vida y sobre su hijo. Su r epentina viudez la había dejado con un hijo de escasos 4 años de edad, desde entonce s se hizo cargo del chiquillo ella sola y trato de compensar con cariño y sobrepro tección la falta del padre, cosa que a Beto no le importó, pues siempre encontró en su madre a su más fiel e incondicional aliado, además de madre Teresa era su amiga. Armándose de valor una tarde llamó a su hijo y en la sala y entre nerviosa y titubea nte le dijo: --"Oye Beto, quiero hablar contigo, sabes que siempre hemos sido además de madre e hijo, muy buenos amigos y nos tenemos confianza. Mira, no se como empezar, esto debería haberlo dicho tu padre, pero a falta de él pues, ni modo, tengo que hacerlo yo. Beto ya estás creciendo y por tanto vas a experimentar cambios que al princip io pueden confundirte, y ante ello quiero prevenir que vayas a buscar información o consejos indebidos por otro lado, ya tienes doce años y tu cuerpo está cambiando, ¿y a te diste cuenta?, bueno, tal vez sientas ya ciertas cosas, o pienses cosas que antes no eran importantes, ¿como las chicas, me entiendes?, bueno, además está la cue stión del sexo, tal vez eso te inquiete..., quieres preguntar algo? --"Pues..., no mami, dime tú que me pasará?... --"Hay cariño, pues te estás convirtiendo en un hombrecito, un jovencito muy guapo, te van a empezar a gustar las chicas, eso es normal, ¿entiendes?, ver a las mujere s o a jóvenes de tu edad va a despertar en ti sensaciones que antes no tenías, dime te ha pasado algo al respecto?...

--"Pues, no se mami, pero a veces me da por verles las piernas a las chicas por la calle y siento cosas..., raras, algo como que me pone nervioso, y..., bueno.. ., como que..., como que siento calor..., además a veces..., me da pena mamita... --"No papito, no sientas pena, por eso quiero hablar contigo, para que me cuente s todo lo que te pase, yo tal vez pueda ayudarte a entender todo eso, mira eso q ue sientes es excitación, eso es normal..., a todos nos pasa, a hombres y mujeres, también las chicas sienten curiosidad por los chicos y se ponen nerviosas, dime, se te pone durito el pollito?... --"Ay mami, pues..., a veces, perdona... --"No chiquito!, eso es normal entiende, a ver dime, cuando se te pone durita la cosita te acaricias?... --"Nnnno, creo que no, aunque a veces siento bonito, pero tengo miedo... --"No debes tener miedo de tu propio cuerpo, no es malo que a veces te acaricies , pero procura no hacerlo muy seguido, procura pensar en otras cosas, o bien inv ertir tu tiempo en otras actividades, haz ejercicio, estudia, y por supuesto con oce chicas, tal vez dentro de pronto tengas novia..., dime te gusta alguien en p articular?... --"Pues no madre, casi no tengo amigos y menos amigas... --"Bueno pues no te preocupes, dentro de pronto tendrás admiradoras por montones, pero todo a su tiempo chiquito lindo, mira cuando tengas dudas o quieras saber a lgo, no dudes en preguntarme, entiendes?, bueno ya vete a dormir. Cuando su hijo se fue a su cuarto Tere respiró aliviada, "uff..., al menos creo qu e no lo hice tan mal", pensó ya en su cuarto y tratando de alejar esas preocupacio nes se apresuró a meterse bajo las sábanas, pero el sueño tardó en llegar. Sin querer vi nieron a su mente imágenes lejanas de sus primeros años como mujer casada, "erámos ins aciables", pensó de aquellos tiempos en que disfrutó de la dicha conyugal en compañía de su esposo, cerró sus ojos y casi sin darse cuenta una de sus manos recorrió su pech o, sopesó cada uno de sus sesos, llenos, redondos, con esas aureolas grandes coron adas por sensibles pezones que al contacto de sus dedos se erigieron, duros, su mano bajo a su vientre plano, sólo ligueramente combado, ahí chocó con el elástico de su pantaleta y sus deditos pasaron la barrera para de inmediato meterse en la pela mbrera de su pubis, "ya los tengo muy grandes se dijo hace tiempo que no me depilo ", agregó. Su mano jugó momentáneamente con la maraña de pelos hasta llegar a su gorda c hocha, la conocía bien, los labios externos gruesos, gordos, pegados entre sí, la ra ja apenas se adivinaba, pero presionando sobre ella, sabía Teresa que la rajita se abría, eso hizo con un dedo, recorrió la rajada y la sintió larga, profunda, cálida. Un apagado murmullo escapó de sus labios cuando sus dedos abrían esos otros labios, los internos, delgados, suaves, que al extenderlos se le salían de la pepa lo sabía-, sus piernas se fueron abriendo y de pronto se descubrió acariciandose, recorrien do con dedos ansiosos su intimidad, ora arriba donde ya el clítoris reclamaba la c aricia, ora abajo donde la pequeña abertura de la vagina resumaba ya jugos viscoso s, ahí dejó uno de sus dedos, quieto, apenas la primera falange se insinuaba en la v agina, en eso un pensamiento la asaltó, "hace cuánto..., hace cuánto que no me cogen, hace cuánto que una verga no me penetra...", no se pudo contestar, pues las delici osas sensaciones embotaron su mente, el dedo en la vagina dejó su sitió y bajó más, hast a el apretado conjunto de pliegues, el dedito fue y vino, del culo a la raja, de la raja al culo, despacio, lentamente, la excitación se posesionaba de ella, se a yudó de la otra mano, la pasó por atrás de su cuerpo, por las nalgas, entre ellas, has ta encontrar el agujero de su culo, ahora contagiado de los jugos que el otro de do había dejado ahí, puso ahí un dedo y le hizo círculos a su hoyito, en tanto que la ot ra mano ya era tragada por la raja abierta, muy abierta. Primero fue un dedo que lentamente penetró su vagina, se sentía caliente, ardiendo y chorreando líquidos, luego fue insuficiente y dos dedos jugaban dentro de su pepa , ya para entonces el dedo del culo había hecho su entrada triunfal, los pliegues se apretaban alrededor del dedo sumergido hasta la segunda falange, lo dejó ahí dent ro de ella, moviendolo apenas, en tanto que los otros dedos ya danzaban dentro d e su vagina arrancándole gemidos involuntarios de placer, los "ahhh, aahhh, hummm" fueron creciendo, hasta que de pronto todo su cuerpo era presa de un orgasmo, l a pucha le palpitaba y en la cresta del placer un inesperado chorro de jugos esc apó de su pucha, se estaba viniendo, los dedos aceleraron sus juegos, entraban y s

alían con furia de la gruta abierta, exageradamente abierta, hinchada, crecida. Las oleadas de placer fueron disminuyendo, Teresa se sentía ahora invadida de una placentera sensación de saciedad, se sentía contenta, plena, satisfecha, sacó los emba rrados dedos de su vagina, los llevó a su boca y la lengua golosa lamió los restos d e su venida, todo su cuarto apestaba a sexo, "ufff, ahora me tengo que bañar", se dijo, le daba flojera, pero se levantó del lecho y con pasitos se acercó al baño. Ya bajo la regadera pensó en lo que acababa de hacer "soy una loca, ya no estoy pa ra estas cosas, me debo a mi niño, a mi chiquito", en ese momento vino a su mente la escena descubierta aquella tarde, recreó a su hijo bajo la regadera, con su cue rpo desnudo, chorreando agua, hermoso, mojado, con su entrepierna cubierta de pe lusa y el miembro, ya no de niño, sino ya casi como el de un hombre, "se parecerá a su padre, tiene un miembro grande y grueso", suspiró. Días después, mientras la mujer se atareaba haciando la comida, descubrió a su hijo pe nsativo, "qué tienes chiquito", qué te pasa?", le dijo. --"Nada es ma..., oye..., tu me dijiste que me ibas a explicar algunas cosas que no entendiera... --"Si claro, dime qué te pasa? --"Me da pena mami, pero hoy en la escuela la maestra nos habló de la masturbación, pero no entendí..., qué es eso mami?... Teresa sintió que la respiración se le iba, contuvo el aliento, pero no tuvo más remed io que buscar de inmediato una respuesta, se sentó junto a su hijo y trató de explic arle: --"Mira, masturbarse consiste, más o menos, en acariciarse el sexo hijito, los chi cos cuando se siente excitados se acarician el miembro con la mano, hasta que... , hasta que..., bueno, terminan, eyaculan... --"Eyaculan?, qué es eso?... --"Bueno, es que, verás, el acto sexual culmina con la eyaculación, es algo placente ro, que hace que los hombres expulsen un líquido por el pollito, les sale el semen , eso ya te lo dijeron no?", dijo Teresa sientiendose cada vez más sofocada. --"Más o menos, pero mami..., cómo es eso?, si los chamacos no lo hacen con una muje r, cómo es eso de que les sale el semen, para eso es la masturbación? --"Pues si chiquito, más o menos, es una forma de sentir placer si no se tiene con quien hacer el sexo, si un hombre no tiene pareja con quien hacer el amor, lo n ormal es la masturbación, dime, tú no lo haces?..., no haz..., eyaculado? --"Noooo mami, no se..., a veces se me pone duro el pajarito, me lo tocó, siento b onito, pero no se que es eso de eyacular..., además..., ay m a... --"¿Qué?, dime que te pasa papito..., anda dime... --"Es que a veces me duele ahí... --"¿Dónde chiquito?, ¿dónde te duele", no tengas pena..., debes decirme todo... --"Pues me duelen los..., los..., cómo se llaman, los tes... --"Los testiculos, los huevitos..., ¿te duelen...?, ¿cómo? --"Si mami, sólo a veces, durante el día, siento cosas, me los toco y me duelen, por qué mami? --"Ay no se chiquito, deberíamos ver a un médico, pero no te preocupes, son cosas de la adolescencia, recuerda que estás creciendo..., aunque lo mejor será..., no se si deba, pero lo mejor será que te revise la cosita, por la noche te doy una checadi ta, si es algo anormal lo que te pasa, iremos al doctor, aceptas?" --"Pues si tu lo dices..., oye m a y las mujeres también eyaculan, les sale semen? --"No papito, las mujeres no funcionan así, ambos, hombres y mujeres cuando termin an el acto sexual, sienten un orgasmo, que es un conjunto de sensaciones de plac er, en los hombres culmina con la eyaculación, en las mujeres sienten muy bonito, a veces se mojan, su sexo se moja mucho, pero no es semen lo que expulsan. --"Ahhh, y..., si las chicas o mujeres no tienen pareja, no están casadas, también s e masturban... --"Bueno..., yo creo que si, las chicas a veces también se acarician el sexo..., e s algo normal, ya te dije...", dijo Tere presintiendo la siguiente pregunta. --"Y..., dime mami, tú..., tú lo haces, te masturbas... --"Ay hijo..., no hagas esas preguntas, ya soy una mujer madura, grande, tú sabes que desde que murió tu padre vivo sólo para ti, yo no pienso en esas cosas..., bueno ya, no preguntes, vete a lavar que vamos a comer.

Cuando el hijo salió de la cocina la mujer se sintió liberada, suspiró profundo menean do la cabeza "lo que tengo que hacer..., si no te hubieras muerto...", se dijo p ensando en su difunto marido. Por la noche la mujer le daba vueltas al asunto, le había dicho a su hijo que revi saría su sexo, "eso me pasa por bocona", se dijo. Ya Beto estaba en su cuarto, ell a no se decidía a cumplir con su palabra y cuando finalmente se dirigió a la recámara de su hijo sintió que las piernas le temblaban. Lo encontró ya en su cama leyendo una revista de deportes, fue hasta su lecho y se sentó a su lado: --"Bueno chiquito..., a ver déjame ver...", de dijo. Quito las sábanas con su mano y luego ayudó a su hijo a despojarse de la truza, su m irada ansiosa descubrió el sexo de su hijo, flácido, retraído, con esa pelucita incipi ente, precursora de los vellos que no tardarían en llegar. Beto abrió las piernas y al fin ella se atrevió a preguntar: --"Y bueno, a ver chiquito, dime dónde te duele?... --"Abajo, ahí en las bolitas... La mujer bajó un poco su cara, para ver mejor, se ayudó con su mano y sus dedos sint ieron aquella piel suave, delicada, el pollito de su hijo, de su querido hijo, e l prepucio cubriendo el glande. Con delicadeza, apenas tocando con los dedos lo hizo a un lado, buscó la bolsa de los huevos, un liguero estremecimiento la pilló cu ando sus dedos tocaron la piel suave de la bolsa que guardaba los testículos, tocó u no, luego el otro, no encontró nada anormal, pero en eso sus ojos percibieron un l igero cambio en la verga del chico, le estaba creciendo!, el miembro empezaba a endurecerse, no pudo evitar volver a tocar esa cosa, sus dedos lo recorrieron ha ciendo que el tronco adquiriera mayor tamaño, lo sintió duro, erecto. Incapaz de contenerse la mujer recorrió el tronco duro con sus dedos, arriba y aba jo, sus dedos formaron un anillo alrededor de la verga y presionando descubrió el glande, ahora mojado, despidiendo ese rico aroma del sexo, sus labios apenas se abrieron para decir: --"Te estás excitando chiquito, es indebido lo que hago, sabes?... --"Sigue mami, me gusta, estoy sintiendo rico, eso es masturbarse? --"Si mi niño, te voy a enseñar poquito, nomás tantito, luego lo harás tu solo". Ahora la mujer aferraba la verga erecta con toda su mano, maravillado miraba el enorme tronco en que se había convertido el pajarito de si chiquillo, con suavidad recorría el tronco desde la cabeza hasta la base, subiendo y bajando con lentitud , con suavidad, contagiandose involuntariamente de la excitación que ahora embarga ba a su chiquito, siguió frotando, acariciando. Vio la plácida expresión del rostro de Beto que ahora mantenía cerrados los ojos y con ambas manos se agarraba de las sába nas, moviendo involuntariamente su vientre, como yendo al encuentro de las caric ias de su madre, "mi chiquito, mi adorado niño, anda papito, gosa, anda chiquito l indo, termina, tu mamy te sacará la lechita, anda, anda, mi niñito", pensaba la muje r, mientras su mano se volvía más activa, subiendo y bajando, dejando la roja cabeza de la verga al descubierto, agitó la mano, fuerte, como tratando de acelerar la e yaculación, que no tardó mucho, de repente el cuerpo de su hijo se convulsionó, la ver ga palpitó en su mano y un fuerte chorro salió del glande, el semen chocó contra su pe cho, manchando su blusa gris, siguió frotando fuerte, rápido, otro chorro, otro más, más y más leche escapaba de la palpitante verga, mientras que Beto gemía entrecortadame nte. Cuando la ahora flácida verga dejó de eyacular y la mano de la mujer estaba empapada de semen, Teresa suspiró tranquila, se levantó de la cama y fue al baño a buscar una toalla, ya con ella en la mano limpió el vientre lechoso de su hijo e hizo lo mism o con su mano, su blusa manchada de semen todavía lucía la húmeda lechada. Las miradas se cruzaron apenadas, ella se animó a hablar: "mira Beto, eso que hice es la masturbación, no debí hacerlo, son cosas que tú debes descubrir, pero fue bueno que eyacularas, a lo mejor eso era lo que te producía dolores en los huevitos, mi ra, cuando te sientas excitado, te lo haces, pero procura tener cierto control y no abuses de la masturbación eh?, no quiero que se convierta en un vicio para ti. .. --"Gracias mami, pero sabes?, me gustó mucho cómo lo hiciste, sentí muy rico mamacita. .., te pido algo mami?"

--"Lo que quieras chiquito, ya sabes... --"Es que..., me gustaría que..., cuando me entren ganas..., fueras tú quien... --"¡No hijo!, no es correcto... --"Es que... --"Calla papito, ya duermete, a lo mejor..., no se..., algún día, pero no es correct o, entiende!" --"¿Por qué?, ¿por qué mami?... --"Ya duérmete mi niño, otro día hablamos... Esa noche Teresa casi no pudo dormir, su sueño fue interrumpido varias veces por a quellos deseos que ella creía ya reprimidos y confinados al fondo de su mente. Fin de la primera parte. Micifuz6: micMadre consentidora, II Segunda parte Los siguientes días fueron un tormento para Teresa, se sentía inquieta, nerviosa, más cuando su mirada se cruzaba con la de Beto, entonces su nerviosismo contagiaba s u cuerpo. Sobre todo porque ya no habían hablado de lo ocurrido aquella noche, per o con su silencio ella sabía que estaba incrementando las dudas de su hijo, no obs tante no se atrevía a comentarle nada, a fuerzas la mujer pensaba que podría reprimi r sus sentimientos y sensaciones, pero era inútil, sin querer volvía a recordar aque lla verga en total demostración de poderío. Una tarde mientras ambos, sentados en un sillón, miraban la televisión Beto se repegó a ella, su cabeza descansaba sobre uno de sus brazos, Tere amorosa acarició la cab ellera de su hijo, mientras éste le tomaba la mano y con delicadeza la ponía sobre s u pierna, ella se dejó llevar hasta que sin querer su mano tocó la entrepierna del c hico, ahí sintió algo duro, erecto, la excitada verga del muchacho. Sin decir palabra acarició aquello sintiendo como todo su cuerpo se contagiaba de excitación. Momentos después, no supo cómo, ya su mano acariciaba la desnuda carne de la verga de Beto y a pesar de que en su mente se repetía "no!, esto no debe ser, e stoy loca, no debo hacerlo", sus dedos en punta formaron un anillo alrededor del húmedo glande, desplazando con delicadeza la suave tela para dejar libre la morad a cabeza que resumaba líquidos, siguió acariciando aquello contagiando sus dedos de humedad hasta como entre sueños escuchó a Beto: --"Mamy..., quiero venirme... Y sorprendida se escuchó decir: "si chiquito..., anda..., dame tu leche...", por e llo aceleró los suaves movimientos de su mano, ahora rodeando con ella el duro tro nco y frotando fuerte, de arriba abajo, desde la cabeza mojada, hasta el nacimie nto del duro palo, pelando bien la verga. Entonces sintió que Beto metía una de sus manos entre sus piernas, bajo su vestido, sorprendida frenó sus avances agarrandol a con su mano libre, pero sin soltar la verga que estaba por eyacular, "no podía p ermitir que su hijo le metiera mano", se decía en silencio, pero sin saber cómo ya e l chiquillo había alcanzado su pantaleta, ella cerró las piernas pero dejó que los inq uietos dedos le tocaran la pepa sobre el calzón, aceleró su trajinar para acelerar l a venida del chico, momentos después el cuerpo convulsionado de su hijo y los chor ros que bañaban su mano le indicaron que Beto estaba eyaculando, chorros y chorros de semen embarraron su mano que seguía frotando el convulso tronco de carne, hast a que con hondos suspiros su hijo terminó de venirse, amorosa Tere besó la frente de su hijo y presurosa se fue al baño a lavarse las manos que chorreaban ese líquido b lanquecino. Cuando regresó encontró a Beto todavía sentado en el sillón, ya se había guardado la verga en el pantalón, se sentó junto a él y fingió ver la televisión. La cercanía del chico aumen taba su nervisismo, pero lo dejó acurrucarse junto a ella, escuchó su voz: --"Oye mamita..., me dejas dormir contigo esta noche?... Guardó silencio, sintiendo que la respiración se le iba, pero alcanzó a decir un apaga do "no!, eso no", el chico insistió: --"Nada más esta noche..., si?, por favor... --"No se Beto, ya estás grande para eso..., ya no eres un chiquito para dormir con tu madre, pero si prometes portarte bien..., sólo esta noche, ¿de acuerdo?". Dijo e lla, momentos después se levantó y sintiendo que las piernas le fallaban se metió a su cuarto, nerviosa se quitó el vestido, el brasier y cosa rara, también la pantaleta,

no supo por qué hizo eso, luego su desnudo cuerpo fue cubierto por una holgada ba ta de dormir, quitó las mantas de la cama y se acostó y conteniendo la respiración esp eró a su hijo. Lo sintió llegar, cerró los ojos como para evadirse, cómo para contener las ansias que la embargaban, sintió el cálido cuerpo de Beto pegarse al suyo, los amorosos brazos de su vástago rodearon su cintura, un apagado suspiro escapó de sus labios cuando s intió entre sus nalgas la dura protuberancia de la verga del chico, hasta pensó "no por favor, que no me coja...", pero ya el duro tronco se deslizaba entre las car nosas nalgas, por sobre su bata, pero sentía claramente como la dura erección se metía entre los carnosos cachetes de sus nalgas, pero su vástago no se iba a detener ahí, ella lo sabía y lo confirmó cuando sintió una de sus manos arremangar la bata para de jar al desnudo sus nalgas, todavía alcanzó a decir con voz apagada: "Beto, prometist e portarte bien, en eso quedamos, no lo hagas, por favor, soy tu madre, no por f avor...", esto más que una suplica, pareció una invitación, pues momentos después la dur a carne se deslizaba facilmente entre sus piernas hasta alcanzar a tocar los gru esos labios de la pucha materna, un hondo quejido la traicionó: "hmmmjuuummm", el chiquillo ya arremetía con su miembro como de hierro en las carnosas nalgas, lo de slizaba despacio, lentamente, hasta que sus cuerpos quedaban pegados y ella sentía como el duro glande le separaba los viscosos labios vaginales, como buscando la entrada del sexo, en ese momento intentó detener la cogida, Teresa pasó una de sus manos entre las piernas para evitar que la verga la penetrara, es más reculó un poco para evitar que el miembro se le metiera en las entrañas, pero no hizo nada más, de jó que el chiquillo satisfaciera sus ansias de mujer. Beto ahora se agarraba de las nalgas de su madre y en acompasado compás arremetía co ntra ella, una y otra vez, haciendo gemir a la mujer que sentía arder su entrepier na, más cuando la verga se frotaba contra la pucha abierta, y justo cuando el orga smo la traicionaba sintió entre sus nalgas los chorros impetuosos del semen de su hijo, entonces se apretó contra él, para hacer más intensa la caricia y pensando "anda chiquito lindo, vente, termina en las nalgas de tu mamá, dame tu leche hijito de mi vida, así, así, más, toda tu rica leche". Cuando terminaron los espasmos de la verga entre sus nalgas y la caliente respir ación de su hijo que sentía en su nuca volvió a la normalidad, pensó Teresa que todo había cabado, sin embargo, el chiquillo no la soltaba, menos aún sacaba la verga de entr e las ricas nalgas de la mujer, la mujer sólo sintió que él se repegó a su oido para dec irle: "dámelo mamy, quiero tu sexo, lo deseo". --"Eso no Beto, no me pidas eso por favor", dijo ella. --"Tengo muchas ganas mamy, quiero terminar dentro de ti, déjame ¿sí?, nomás tantito". --"No chiquito, no sabes lo que dices, ya te permití muchas cosas prohibidas, pero eso no, ya dejame por favor". --"No lo puedo evitar mamita, siente cómo estoy", dijo Beto. En ese momento una mano de Tere pasó hacía atrás hasta tocar la dura erección de su vástag o, rodeó con su mano derecha la pringosa verga erecta de su hijo y pensó "santo ciel o, acaba de venirse y sigue dura, tiene muchas ganas mi chiquito", pero no dijo nada y sin soltar el erecto miembro lo dirigió de nuevo hacia sus nalgas, hasta ha cer que el glande chocara contra su culo ahí lo mantuvo y hasta su mente llegó el in cestuoso pensamiento: "le daré mi culo para que se venga, no lo dejaré entrar en mi vagina, pero tiene derecho a un placer mayor, le daré mi culo, que se harte de cul o, que para eso soy su madre", se dijo la caliente mujer. El chiquillo entendió enseguida las intenciones de su madre, dejó que ella lo dirigi era, sintió en su glande la dura carne del agujero materno, presionó un poco, ella m antuvo el pito en el lugar correcto y le pidió: "despacio Betito, poco a poco, te voy a dar mi cola, mete tu cosa en mi colita, poco a poco, no me vayas a lastima r, aprieta un poco, así, ay, espera, poco a poco que me rompes, hummm, así, así chiqui to, siente como te voy comiendo, otro poquito, hummm, ya!, ya está, entró papacito, te tengo adentro, espera, no tan fuerte, así, despacito, poco a poquito hijito de mi vida, más, más, otro poco, ya, ya está todo, espera, no te muevas que me lastimas, ay, espera", dijo por fin la mujer al sentirse totalmente empalada por aquella v erga que le destrosaba las entrañas. Ambos se quedaron quietos un poco, los dos sintiendose completamente unido, los dos sintiendo el dolor de la penetración, hasta que poco a poco el apretado anillo

de carne se fue distendiendo, el culo de Teresa se aflojó poco a poco, haciendo q ue la dolorosa presión amainara, entonces ella alcanzó a decir: "ahora muevete chiqu ito, anda, mi culo es todo tuyo, vente, termina dentro de tu madre, échame tu ince stuosa leche en mi culo chiquito lindo". Entonces inició la furiosa lucha, en violento entre chocar de las carnes, las rápida s arremetidas. El cuerpo de la mujer brincaba sobre la cama al sentir el fuerte choque del cuerpo de su hijo contra ella y sobre todo el grueso ariete que le ll enaba las entrañas una y otra vez, lo dejó hacer, se dejó llevar por las deliciosas se nsaciones y cuando todo su cuerpo se convertía en un volcán en erupció con el furioso orgasmo que la tomó por sorpresa, sintió dentro de su intestino los espasmos, chorro s y chorros de semen le llenaban el culo, le transmitían las delciosas sensaciones de la cogida. Volvió a venirse, no lo pudo evitar, se repegó a su hijo, apretó el ano como para no dejarlo escapar, las palpitaciones siguieron, más pausadas pero igua lmente deliciosas. Los dos se quedaron pegados, hasta que poco a poco ella sintió que la dureza del m iembro disminuía, la verga se aflojaba y sin querer Teresa lo expulsaba, como si f uera un pedazo de excremento, que era a eso a lo que olía toda la habitación, sin em bargo no se separaron, ambos se quedaron dormidos, ahítos de placer. Cuando a la mañana siguiente ella despertó y asustada descubrió junto a ella el cuerpo desnudo de su hijo, corriendo se metió al baño y bajo la regadera trataba que el ag ua se llevara no sólo los restos de su incestuosa relación, sino también los sentimien tos de culpa que la asaltaban. Fin de la segunda parte. Micifuz6, [email protected] [email protected] Admirador secreto Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 5,649 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Historia de una mujer madura que descubre circunstancialmente el desenfrenado d eseo sexual que despierta en uno de sus alumnos. Era medio día cuando por sorpresa fueron sacados todos los alumnos de la secundari a. Los insistentes rumores de que en el barrio se traficaba con droga hicieron q ue profesores y directivos implementaran aquel operativo. Mientras los chicos es peraban alineados en el patio, maestros y empleados se daban a la tarea de revis ar mochilas y bolsas de útiles en busca de la supuesta droga. Y si para todos los alumnos aquello les generaba sorpresa, había algunos otros que materialmente estab an aterrorizados, tal era el caso de Samuel, cuya bolsa era vaciada en esos mome ntos en el salón por la maestra Lucía, que impartía español a los segundos años. Lucía no había encontrado nada fuera de lo común en los útiles de Samuel y ya se disponía a guardarlos cuando algunos recortes de revista cayeron de una libreta, al recog erlos se dio cuenta de que eran recortes de fotografías de mujeres desnudas, algun as de esas fotos bastante pornográficas, pues mostraban a modelos abiertas de pier nas mostrando a plenitud el sexo abierto al ojo de la cámara, pensando "ay samueli to, quien te viera, chamaco calenturiento". Lucía iba guardar los recortes dentro del cuaderno cuando una foto llamó su atención, una mujer mostrando sus abiertas nal gas dejaba al descubierto el negro conjunto de pliegues de su ano y al calce com o pie de foto: "así lo tiene la maestra Lucía". Aquello paralizó a la maestra, cuyas nerviosas manos abrieron el cuaderno para des cubrir con espanto varias páginas llenas de notas fechadas, todas aludían a ella, ap enas se atrevió a leer un párrafo: "hoy Lucía vino vestida de pantalón, un hermoso panta lón rosa, pero tan ceñido que por el frente se le remarcaba perfectamente la abultad a pepa, casi se le podía notar los carnosos labios de la pucha, y por atrás Lucía esta

ba mejor, la tela del pantalón era mordida por los cachetes de las nalgas, ay Lucy cómo te deseo, no se si podré aguantarme las ganas para llegar a mi casa para acari ciarme la verga pensando en tí, mi amor prohibido". Ruborizada y nerviosa la mujer cerró violentamente el cuaderno, pensando al mismo tiempo como hacer para aplicar un serio castigo al impertinente chamaco, por ell o guardó el cuaderno y los recortes en su escritorio, llamaría a cuentas a Samuel y lo amenazaría con suspenderlo hasta que trajera a sus padres para ponerlos al tant o del indebido comportamiento del chamaco. Un rato después cuando la revisión terminó y los alumnos siguieron con sus clases, los maestros entregaban el fruto de sus investigaciones: tres revistas pornográficas, dos frascos de pastillas de contenido incierto, una navaja tipo Bond y tres tri stes cigarrillos de mota, eso era todo. Lucía nada dijo de lo encontrado en la moc hila de Samuel, se sentía nerviosa y ofendida, le daba pena decir a sus compañeros l o descubierto por ella en la bolsa de aquel alumno. Samuel por su parte descubrió inmediatamente que su cuaderno de notas ya no estaba !, había desaparecido y seguro lo tenía Lucía, ella había revisado las mochilas en ese s alón, el pánico volvió a apoderarse de él y no lo habandonó ya. Cuando todos salían de clase s vio en la entrada de la escuela a la maestra, no pudo esquivarla, la mujer se enfrentó a él: "a ver Samuel quiero que me digas ¿por qué escribes todas esas sucias cos as sobre mi?, ¿qué falta de respeto para una persona mayor como yo?, ¿así te educaron en tu casa?, mira chamaquito te voy a suspender hasta que traigas a tus padres par a que se enteren la clase de niño que tienen. Si no vienes con ellos el próximo lune s ni entres a la escuela, ¿entendiste?", le dijo la mujer casi agritos. El chico g uardó silencio y la maestra se alejó a paso rápido hasta su automóvil, meneando eso si s us carnosos glúteos, cosa que ahora no inquietó a Samuel que paralizado, se había qued ado estupefacto por la reacción de la maestra Lucía. **** Al llegar a su casa la maestra dedicó su tiempo a las labores caseras y olvidó el in cidente de aquel cuaderno, fue hasta la noche cuando se puso a revisar trabajos escolares que la libreta volvió a caer en sus manos. Pensativa no se decidía a volve r a leer aquellas groserías, moviendo la cabeza por fin se animó: --"Hoy es mi primer día de clases y ya tengo en quien soñar. Mi maestra de español, Lu cía. Tan embobado estaba contemplándola que ni siquiera supe de que trató la clase. To da ella es excitante, su ritmico caminar hace bailar armoniosamente sus tetas, u nas hermosas ubres talla 36 B, grandes, pesadas, que se mueven como péndulos. Sus caderas son también grandes, llenas, curveadas, vibrantes, perfectas sin el menor asomo de celulitis, y su rostro, su hermosa cara es la de los mismísimos ángeles, su respingada nariz y sus labios carnosos pintados de carmin, sólo de pensar en ella se me levanta algo más que el ánimo". --"Lucía iluminó mi día con su deliciosa falda amarilla, los bordes arriba de la rodil la dejaban ver sus hermosas piernas de piel blanca, casi lechosa, redondos y per fectos, nada de celulitis. La blusa blanca y casi transparente hacía juego con su escalofriante falda. Casi se transparentaba el brasiere blanco de media copa que paraba más sus tetas, esas hermosas tetas que imaginó blancas y de enormes aureolas de color café claro, sus pezones deben ser pequeños pero sensibles, muy sensibles, que cuando se erectan forman dos chupones parados y las aureolas entonces se tor nan arrugadas, ay Lucía que rica masturbada me daré pensando en ti". La maestra suspendió la lectura y sorprendida se percató de que su respiración parecía a gitada y su cuerpo caliente, no pudo dejar la lectura, fue a otra página: "hoy vi a mi maestra subiendo la escalera, por supuesto yo iba detrás deella, disfrutando del cadencioso movimiento de sus nalgas al subir escalón tras escalón, las maravillo sas carnes palpitaban ligeramente, he tratado de imaginar como es ese delicioso culo, seguro que Lucy está peluda, pues alguna vez vi sus pantorrillas sin afeitar , se le notaban los pelitos, así que supongo que su pepa debe desbordar de pelos, que imagino castaños como su hermosa cabellera, imagino que la pelambrera se le es capa por los bordes de su calzón, y lo mejor, imagino que el valle que separa sus nalgotas también está poblado de pelos largos e hirsutos, o a lo mejor tambíen se depi la la pepa, ay maestra de mi amor cuando te deseo!". Siguió leyendo: "la vi salir del baño de profesores y de inmediato mi verga se ender ezó. Tal vez fue a hacer chis, la imagino sentándose en la taza con las pantis bajo

las rodillas, al momento un pequeño pedo escapa de su apretado culo y el fuerte ch isguete de meados escapa de entre los carnosos labios abiertos, los chorros sigu en y una mueca de satisfacción pinta sus labios, toma un pedazo de papel sanitario y abriendo las piernas lo pasa con su mano entre la raja húmeda, el papel queda m ojado y se ha llevado dos o tres vellos largos, Lucy lo tira al bote de la basur a y ya parada se sube los calzones y su pantimedia. También imagino que ha ido a h acer del dos, en mi mente la veo pujando un poco, el anillo de pliegues se abre poco a poco y un grueso pedazo de caca empieza a salir de ese oscuro nicho forma ndo una curiosa culebra que lentamente cae al fondo de la taza, mi amor vuelve a pujar más, de nuevo el culo deja escapar otro cacho de apestosa caca, vuelve a pu jar y un diminuto cacho, el último, cae en el agua salpicando sus gloriosas nalgas , luego Lucía toma papel de baño y con él se limpia las nalgas, el papel sale manchado de excremento, lo dobla y vuelve a recorrer su peludito culo manchando de sucie dad aquel bendito papel que además trae adherido un coqueto vello. Mamacita, cuant o quisiera haber sido ese pedazo de papel para limpiar tan rica carne, te adoro mujer de mi vida!". Lucía suspende la lectura, ya no sabe que pensar. Se siente ofendida y enojada, pe ro a la vez impresionada al saber el fuerte impacto que ha generado en aquel chi quillo de escasos 15 años, también se siente un poco alhagada, hace tanto tiempo que nadie expresa pensamientos tan lujuriosos y tan calientes por ella que siente c aliente su entre pierna. Tratando de alejar malos pensamientos cierra con violen cia el cuaderno y se mete a su recámara, tal vez un baño ponga en paz sus pensamient os, piensa. Ya en la regadera el agua tibia parece llevarse sus pensamientos, trata de poner su mente en blanco mientras repasa el jabón por su cuerpo, pero al pasar éste por s u peluda entrepierna un estremecimiento la asalta, siente aquello caliente, la r aja entreabierta, hinchada con sus carnosidades expuestas, salientes separan los gruesos labios, repasa ahí mismo el jabón y vuelve a sentir un espasmo de placer qu e casi le hace doblar las rodillas, apoya una mano en la jobonera y ahora es su mano derecha la que explora su sexo, el dedo derecho repasa de arriba abajo su m onte de venus, con los labios apretados no puede apagar los hondos suspiros, dos o tres veces repite la misma operación, hasta que incapaz de contenerse su dedo e s succionado por aquella cavidad apretada y caliente, mete y casa el dedo acompa sadamente, siente que su respiración se agita y los estremecimientos abarcan ahora todo su cuerpo, y con el dedo metido hasta el nudillo haciendo movimientos circu lares el orgasmo le llega en seguida mientras recuerda en su mente "ay maestra de mi amor cuánto te deseo". Cuando termina su baño, confundida y un tanto avergonzada hacía tiempo que no se mast urbaba secando su cuerpo con la toalla, sin querer piensa "hace tanto tiempo que no tengo pareja, a ver..., ¿hace cuánto que no estoy con un hombre?, si, fue hace tr es años, en aquel seminario sobre educación, en Aguascalientes, fue una locura, pero aquel profesor..., hummm!..., y..., hace cuánto que no me masturbaba...?, ufff.., pues más..., y además..., si, creo que lo conservo, ese consolador que me gané en aqu ella despedida de soltera, creo que lo utilicé una o dos veces, pero hace bastante tiempo..., pero..., ahora..., y pensando en estas cochinadas que escribió Samuel, chamaquito pervertido..., verá el lunes, cuando llegue con sus padres, la que le voy a armar al condenado!, o mejor no..., y si sólo le doy un sustito para que se calme..., o si..., ay no, estoy loca!, lo mejor será que me busque un novio...". Ya de camino a su recámara sin querer toma el cuaderno de Samuel, lo lleva consigo a su cuarto, lo deja sobre el buró y se dirige a su tocador, busca en un cajón sin encontrar lo que busca, abre otro cajón y luego otro, hasta que bajo ropa que ya n o usa lo encuentra, envuelto en una franela blanca está aquel instrumento, el cons olador obtenido en una rifa en aquella despedida de soltera, es un consolador la rgo y grueso, la perfecta reproducción de un miembro masculino en total erección, sólo que de color negro alguna vez fantaseó en buscarse un novio de color y comprobar s i así tenían la verga los negros--, reprimiendo sus pensamientos lo tomó en una mano y se dirigió a su cama. Desnuda sobre la cama pensamientos contradictorios la mantienen indecisa, por fi n apaga la luz principal y enciende la lámpara del buró, de paso agarra el cuaderno de su alumno, se acuesta de lado para que la luz de la lámpara ilumine su lectura

y abriendo el cuaderno encuentra una página y sus ojos ansiosos siguen la lectura: "Mis labios apresan un duro pezón mientras que mi verga roza su pepa abierta, jugo sa. Me mantengo así, acariciando suavemente con el glande la raja que me llama, el la suspira, alza el cuerpo para que mi boca trague más de aquella teta gorda, cuya aureola abarca casi media chiche, vuelve a suspirar arqueando el cuerpo para qu e mi pito erecto la penetre, yo me contengo y vuelvo a repasar la punta de la ve rga a lo largo de su panocha que ahora está ardiendo, remueve su cuerpo una y otra vez, hasta que impaciente su boca se abre para suplicar ´ya por favor, méteme la ve rga´... Lucía suspende la lectura, se siente sofocada y nerviosa, su mano alcanza el conso lador y así como está, acostada de lado, lo dirige hacia sus nalgas, siente en su pi el la dureza y frialdad del instrumento, ahoga un suspiro, aquel pito de hule re pasa entre sus glúteos carnosos, presiona un poco arqueando el cuerpo hasta que si ente el glande de hule sobre los labios de su sexo, se detiene, sus ojos vuelven a la lectura suspendida: "Mi tronco resbala al momento y su vagina me traga entrero, entró todo, nuestros v ientres quedan pegados y mi verga sumida en aquellas profundidades ardientes y a pretadas, ella suspira, sus manos acarician mis nalgas presionando como para hac er más profunda la arremetida, nuestras bocas se juntan ansiosas y las lenguas dan zan furiosas, nos movemos en un ritmo lento, apenas logro arremeter un poco pues aquellas manos me apresan, me obligan a mantenerme dentro de ella, que moviendo a los lados su cuerpo hace incrementar nuestro mutuo placer, siento que aquella s sensaciones me llevan sin querer a terminar, pero me contengo, ahora ya ha afl ojado la presión de sus manos y logro meter y sacar la verga que sale mojada, lust rosa de sus jugos, un raro perfume nos envuelve, es penetrante, huele a sexo, ar remeto con fuerza, ella gime y se frota contra mi alzando su vientre, saco y met o la verga que ahora nada en aquella cavidad abierta, sumamente abierta, hasta p uedo oir los chasquidos que provocan nuestros cuerpos, chaz, chaz , seguimos esa da nza, acompasamos nuestros movimientos, ella arremete y yo también, en sincronía, así v arios minutos, hasta que un hondo suspiro me anuncia su orgasmo y su boca se sep ara para decir entrecortadamente ya, ya, me viene, más, dame más verga, más, hummm, másss s ...". La maestra siente que algo metido entre sus piernas, por atrás, empieza a penetrar , contiene la respiración, su mano presiona y aquel cuerpo extraño empieza a entrar en su sexo, sus ojos se cierran, el consolador sigue su camino, siente que la ap retada carne de su vagina se abre y se va tragando el duro tubo de hule, más y más h asta que sólo el extremo posterior queda fuera de su pucha sostenido con sus dedos , entonces un profundo suspiro la sorprende, el ahhh" parece haberse escuchado en toda la habitación, y mientras en su mente recrea el escrito más, dame más verga , vuelv e a sacar el consolador de su sexo, vuelve a meterlo con delicadeza, ahora entra más fácil, todo, siente distendida y mojada su vagina, el olor llena la habitación, s e concentra en las sensaciones que atrapan todo su cuerpo mientras que acompasad amente se penetra una y otra vez con el falso miembro, cada vez más rápido, más fuerte , chaz, chaz como si fuera un pito de verdad, se dice ella, más y más, todo, todo, ent ra todo, se repite, mientras arquea el cuerpo y su mano remueve el consolador me tido completamente en su pucha, ahora descaradamente distendida e hinchada, y cu ando el orgasmo la sorprende su otra mano suelta el cuaderno que cae sobre la al fombra y los continúos aaaahhhh, ahhhhh, hummm, yaaaa, yaaaa! , los estremecimientos alcanzan la ola y van amainando, poco a poco, lo mismo que el movimiento del con solador dentro de ella, su respiración al poco vuelve a la normalidad, pero mantie ne el miembro de hule dentro de ella, trata de pensar y no puede, sólo recrea las sensaciones vividas. Se siente satisfecha, las ricas sensaciones aún persisten, saca con lentitud el du ro émbolo, lo siente mojado, escurriendo de líquidos apestosos, siente que aquella h umedad le ha impregnado toda la entrepierna, más aún toda ella se siente mojada de s udor. Vuelve a cerrar los ojos, su mano no ha soltado el consolador que ahora se dirige a sus nalgas, su mano lo apunta entre las nalgas, mentalmente busca la e ntrada de otro conducto, se muerde los labios al sentir la punta dura del consol ador sobre los apretados pliegues de su ano, presiona más, siente dolor, afloja el cuerpo, el consolador resbala, corrige al momento, vuelve a presionar y con la

respiración contenida el glande de hule la penetra, soporta el inesperado dolor de la penetración, va despacio, siente que la cola le arde, le duele, pero no suspen de sus empeños, lentamente aquello la penetra, paso a paso su intestino se llena d e hule hasta que sólo el extremo queda fuera de sus nalgas abiertas. Lo deja ahí, dentro de ella, y viene a su mente su primera cogida anal en su época de estudiante le dio el ano a uno de sus escasos novios que insistía en coger, había s ido placentero, rememora ahora siente que su hoyo se distiende y mueve el consola dor, lentamente, el ano se aferra a aquel cuerpo extraño que escapa de sus profund idades, pero sólo momentáneamente, se vuelve a ensartar, ahora la verga de hule entr a más fácil, el dolor desaparece poco a poco y pequeñas oledas de placer lo sustituyen . Lucía siente como penetra aquel tronco duro, siente rico, muy rico, ya el consolad or entra y sale. Se ayuda un poco, los dedos de la otra mano han alcanzado su pu cha concentrandose en su vagina, hace círculos con sus dedos sobre el clítoris, y mi entras el consolador entra y sale de su culo, siente que la respiración se le esca pa, el orgasmo le llega, trata de contenerlo como para aumentar la intensidad de l goce, pero las furiosas arremetidas del consolador en su culo y los intensos m ovimientos de sus dedos sobre su botón del placer se hacen insoportables, los ayyyy , mjjjuhhh, ay, ya, ahhhh! llegan a sus oidos, se viene tumultuosamente brincando sobre la cama, llenando su culo de aquel consolador que ahora entra y sale por completo, mientras que en su mano siente un intenso chorro de líquido caliente, su venida, su orgasmo, intenso, increíblemente intenso. Cuando por fin el placer ha amainado, saca con lentitud el consolador de su ano y el olor a sexo se mezcla de aquel olor penetrante a heces fecales, se siente a vergonzada y a paso tambaleante se dirige al baño, ahí se limpia el ano con papel sa nitario y lava el consolador que descubre impregnado de caca, lo lava conciensud amente con jabón y al hacerlo descubre con sorpresa el grosor y longitud de su jug uete, "ay que bárbara eres Lucía, mira nada más todo lo que te metiste, eres una puerc a..., eso eres..., pero fue divino". Ya en su recámara vuelve a guardar en su lugar el consolador y cuando va a meterse bajo las sábanas, sus pies chocan con el cuarderno, sonríe coqueta "ay Samuelito, n o sabes el favor que me hiciste...", piensa. **** Ya es lunes, Lucía ha bajado de su carro y se dirige a la entrada de la secundaria , ahí descubre a su alumno, Samuel la espera nervioso y lleno de miedo, ella se si ente indecisa sobre qué decir, el chico no puede articular palabra, por fin ella s e anima: "mira Samuel he pensado mucho en tu caso, entra a la escuela y me esper as en el salón de maestros, ahí hablaremos". Cuando Lucía entra donde ya la espera su alumno, segura de si misma le habla: "mir a muchachito, lo que hiciste no tiene nombre, he arrancado de tu cuaderno esas h ojas llenas de cosas ofensivas sobre mi persona y las he destruido. Tienes que p rometer no volver a escribir cosas así sobre mi, ¿entiendes?, además he checado tus ca lificaciones, ¿qué te pasa?, tu no eres un chico tonto, pero tus puntuaciones han id o bajando en estos últimos meses, ya vas a terminar el curso y si sigues así vas a r eprobar materias!, tienes que concentrarte en la escuela y no pensar en tonterías. Mira voy a ayudarte, dos veces por semana vas a ir a mi casa por las tardes a r epasar las materias donde tienes problemas, ¿entiendes?, pese a todo lo que haz he cho voy a yudarte Samuel, ¿aceptas?, bueno, ya vete a tus clases, ah y toma tu cua derno..., chamaquito irreverente!". Y mientras Lucía ve salir al nervioso chiquillo, no puede dejar de pensar: "a ver Samuelito, si eres capaz de hacer todo eso que escribiste sobre mi, verás las cogi das que te voy a dar", y siente una inesperada punzada en la entrepierna, suspir a, toma sus cosas y feliz se dirige a dar su clase. TodoRelatos.com © Micifuz6 (micifuzAmanda, adicta al sexo Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 10,309 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 24 min. ] +

Relato de una madura amante del sexo en todas sus variantes. Un chiquillo en va caciones la conoce y disfruta de muchos días y noches con ella, hasta que decide p artir.

Viajes II Mi segunda aventura. A mis 17 años estaba ya en San Cristóbal, solo y mi alma, bueno , acompañado de mi ya inseparable mochila, al hombro como dirían en la tv. Sin saber p ara donde jalar llegué al centro de esa ciudad llena de tradiciones y sobre todo d e indígenas muy pobres. Mis primeros tanteos por los hoteles me indicaron que con aquellos precios mis ahorros no alcanzarían para maldita la cosa, si acaso para tr es miserables días, y eso sin contar los alimentos, ¿qué hacer?, me pregunté. De pronto al doblar una esquina descubrí un letrerito "Casa de huéspedes, se rentan cuartos", y al lado una pequeña tienda donde vendían café, fui hasta ahí y le pregunté a la señora que atendía. Era una señora joven, andaría por los treinta y tantos, de estatura baja, algo lleni ta de carnes, piel blanca y pelo castaño que por el tinte semejaba un castaño más clar o de lo normal. Detrás del mostrador, luego de mirarme fijamente como tratando de medirme o averiguar qué me había llevado a esa ciudad, me indicó que ella era la dueña d e la casa de huéspedes, que rentaba los cuartos por semana, alimentos incluidos, b ueno sólo desayuno y comida, con derecho a bañarse ahí mismo, pero que no aceptaba bor racheras ni meter visitas después de las 10 de la noche, y sobre todo, nada de vie jas, en el caso de que el huésped fuera hombre. Le dije al momento que aceptaba, más cuando calculé el precio del mentado cuarto y l os alimentos. Doña Amanda, como se llamaba, pidió mis datos, que apuntó en una libreta y me indicó que regresara después de las 2 de la tarde, hora en que cerraba su nego cio de café y subía a comer a su casa, que entonces tomaría yo posesión del cuarto, prev io pago del mismo. Ya tenía donde comer y dormir, ya podía hacer planes sobre que ver y visitar, las ho ras que faltaban para la convenida se fueron rápidas. Regresé a casa de doña Amanda, e lla misma bajó a abrir, subí tras ella, mirando sus sabrosas nalgas bambolearse mien tras subía las escalera. Me enseñó la casa, indicándome que por la época del año casi no tení huéspedes y que yo sería el único, al menos hasta ese día, me llevó hasta mi cuarto --cam a con su ropa, una mesita con su respectiva silla, una cómoda para poner ropa, un tapetito en el piso y ya, nada más, sólo lo indispensable--, me indicó cuál era el baño y dónde quedaba la cocina y el comedor, "el desayuno es a las 8 de la mañana, la comid a a las 2 de la tarde, y entre comidas no sirvo ni atiendo nada, si quieres trae r algo más de comer o tomar puedes guardar tus cosas en el refri, pero te preparas todo eso tú solo, si llegas después de la hora de la comida, tú tendrás que calentarte lo que te deje preparado, nada más y nada menos, entendido?", pues si, todo claro. Me invitó a comer desde ese día, pero tuve que someterme a su interrogatorio, sobre todo a sus inquisitivas miradas, siempre midiéndome, tratando de averiguar quién dia blos era yo, cosa entendible pues como mujer que renta cuartos a desconocidos si empre existe la condenada desconfianza, sobre todo cuando supo que yo era chilan go, con mala fama incluida. Como sea aquel fue mi primer día y luego de salir a conocer más de la ciudad, llegué a dormir a la hora convenida, Amanda ya se preparaba para irse a dormir cuando me recibió "Mira, dejé un poco de café en la estufa, si quieres puedes tomar un poco, ta mbién el baño está listo, por si quieres bañarte ahorita o mañana, yo me voy a dormir, rec uerda el desayuno es a las ocho, bueno hasta mañana". Mientras tomaba mi cafecito, muy rico por cierto, sin quererlo pensé en aquella seño ra, guapa a pesar de contar ya con algunos añitos de más. Amanda se había bañado aquella tarde, pues cuando me recibió aún tenía el cabello húmedo y por supuesto olía a jabón, todo ello la hacía más atractiva. Ya para irme a dormir, fui al baño y al entrar descubrí qu e la señora había dejado olvidada su ropa interior luego de bañarse, ahí a un lado de la taza del baño estaba su amplio chichero blanco, lo tomé y al acercarlo a mi nariz de scubrí los olores femeninos de Amanda, hice lo mismo con su pantaleta, de nylon co lor café y talla 36, ahí descubrí otros olores, más íntimos, el olor del sexo de mujer. La pantaleta lucía en la entrepierna los restos de algún flujo vaginal, junto con algu

nos pelitos adheridos la mancha inconfundible de los jugos de aquella pucha aún de sconocida para mi. Por supuesto que aquellos descubrimientos hicieron que mi verga acusara el efect o, se puso erecta, muy dura y lista para el combate, pero sin contrincante a la vista no tuve más remedio que masturbarme con los calzones de Amanda. Mi mano rodeó el lomo de la verga y con la tela cubrí el miembro para proceder a acariciarme pas ando y repasando aquella prenda íntima hasta que eyaculé intermitentes chorros de se men, embarrando sin querer la pantaleta de mi casera. Al concluir los espasmos m e limpié con aquel calzón y lo dejé en el mismo lugar donde los había encontrado, y lueg o que lavarme los dientes me dirigí a mi recámara para dormir. II Aquella noche dormí profundamente, y si desperté fue por aquellos leves toquidos en la puerta de mi cuarto, era la dueña de la casa, sin esperar a que yo abriera entró, llevando algo en sus manos: "Hola..., buenos díaaaas!, te traje un poco de café, ya te preparé el baño para que te des un rico baño de tina, como ya me voy a abrir la ti enda, te dejé el desayuno en la estufa", y al dejar ella la taza de café sobre la me sita se inclinó como para hacer más patente la protuberancia de aquel par de nalgas. Cuando salió recordé lo que había hecho la noche anterior con sus pantaletas en el baño y me sobresalté sin querer. Me levanté para ir a averiguar que había pasado con aquella ropa descubriendo que ya no había nada, todo el baño limpio y la tina preparada con agua caliente para mi, m e quité la ropa y me metí dispuesto a disfrutar de aquello. Cuando salí sin querer miré que la puerta de su recámara estaba abierta, curioso me metí y con cierta excitación r ecorrí la estancia tratando de averiguar algo más de aquella mujer aparentemente tra nquila y despreocupada, que hasta dejaba los calzones en el baño..., pero no, nada fuera de lo normal, entonces recordé que algunas mujeres a veces guardaban sus co sas más íntimas bajo el colchón de la cama, sin esperar encontrar nada importante y me llevé una gran sorpresa!, un sobre de papel manila con un libro adentro, un paque te de cartas y algunas fotografías amarradas con un listón rojo, dejé todo como lo había encontrado y cuando iba a meter aquello bajo el colchón algo atrajo mi atención, ¡vay a!, envuelto en una coqueta tanga color carne un gran consolador de color negro, la reproducción exacta de un miembro viril, pero de hule y de una extensión aproxim ada de treinta centímetros!!!, ¡caramba!, ¡doña Amanda se metía todo eso en la pucha! El artilugio aquel me sorprendió, nunca en mi vida había visto algo así, pese a su apa rente dureza era posible doblarlo un poco y sobre su superficie hasta imitaba la rugosidad y la venas de un pene erecto de verdad, ¡caramba!, volví a exclamar imagi nando cómo aquella mujer madura calmaba sus ansias sexuales con aquel instrumento, pero bueno algo tenía que hacer la doña si no tenía a mano una verga de verdad, pensé. Todavía con aquella idea en la cabeza me vestí y luego de desayunar salí de la casa, y a en la calle pasé por la tienda, donde Amanda despachaba café a un grupo de turista s gringos, al verme con señas me indicó que esperara un poco, cuando terminó me dijo: "oye, cuando regreses, si quieres te puedo llevar a conocer algunos lugares inte resantes de esta ciudad, podemos ir a recorrer los barrios bonitos y a que conoz cas donde hacen artesanías de ámbar de verdad", yo asentí imaginando a la vez cómo Amand a con las piernas abiertas se penetraba con aquella verga de hule. III Empero llegué tarde a mi cita, pues cuando entré a la casa de huéspedes ya Amanda esta ba en su recámara preparándose para dormir, fui hasta la cocina por café y con ella en la mano me dirigí a mi cuarto, pero la curiosidad hizo que me asomara por la cerr adura de la puerta y ahí estaba aquella mujer cómodamente recostada en la cama leyen do un libro, pero algo estaba ocurriendo ahí adentro, pues Amanda mientras sostenía con una mano el libro, siguiendo atentamente la lectura, su otra mano estaba den tro del pantalón de su pijama jugueteando en su entrepierna. Por los movimientos de su mano oculta bajó la pijama parecía que doña Amanda se estaba dando dedo, pues por momentos movía su pelvis y abría un poco más sus muslos semi fle xionados a la vez que entrecerraba los ojos como para disfrutar más de la caricia. Entonces suspendió su lectura, guardó bajo su almohada el libro y de ese mismo siti o sacó el tremendo consolador que había descubierto yo por la mañana!, Amanda se estab a alistando para darse una masturbada con aquel instrumento. Con la verga de hul e entre las manos la llevó hasta su cara, repasando sobre su rostro aquel despropo

rcionado miembro de hule, lo dejó por unos momentos sobre la cama, mientras procedía a quitarse la pijama. Entonces se levantó descubriendo ante mi su parcial desnudez, caray que buena esta ba doña Amanda, los pesados senos parecían querer salir del chichero y su rubicundo par de nalgas sobresalía de aquella tanga color rojo, ¡una tanga color rojo!, diminu ta, muy pequeña con curiosas cintas alrededor de la cintura, y en la zona del sexo una abertura exactamente en su panocha, con lo que pelambrera de su pucha sobre salía de la tanga, pelos rojizos, largos e hirsutos, y por atrás, ¡vaya!, sólo era un li stón rojo que desaparecía entre las tremendas nalgas. Luciendo su desnudez, Amanda caminó hasta su tocador de donde tomó un gran frasco de crema Hinds . Con el frasco en la mano volvió a la cama, se acostó de nuevo con las pi ernas muy abiertas y echando abundante crema en una mano procedió a embarrarse de crema en la panocha, repasando delicadamente su mano en la ahora abierta pucha p eluda. Ya embadurnada de crema y con la pucha entre abierta, su mano alcanzó la ve rga de hule, la dirigió hasta su panocha, haciendo que la punta del consolador rep asara el inicio de su pucha, entreabriendo los grandes labios. Con los ojos entr ecerrados repasó varias veces la punta de hule sobre su clítoris, y por la placenter a expresión que adquirió su cara, Amanda estaba gozando. Entonces abrió más las piernas y mientras una mano separaba los labios de su vagina, con su mano dirigió la punta del consolador al camino correcto, parecía difícil que a quel grueso mástil de hule pudiera caber dentro de ella, pero no se dejó vencer, pre sionó más mientras se mordía los labios aguantando la desproporcionada penetración y en el justo momento en que la punta del consolador entró en su vagina Amanda abrió su b oca como exclamando algo inteliglible, la mujer se estaba empalando con aquella tremenda verga de hule. Ya la cabeza estaba dentro de ella, pero siguió presionand o hasta que poco a poco casi 30 centímetros de hule quedaron dentro de su panocha ahora extraordinariamente distendida. Cuando por fin estuvo empalada en su verga, Amanda la soltó dejando que sólo el extr emo asomara de entre sus distendidos labios vaginales, se quedó unos momentos quie ta, luego con su mano derecha procedió a sacarla, lentamente, poco a poco, disfrut ando de cada centímetro de hule que salía de ella y cuando sólo la cabeza estaba dentr o, realizó la operación contraria, volvió a meterse el consolador que ahora entró más fácilm ente, removió la verga de hule, como realizando círculos con ella dentro de su panoc hota, la sacó y metió una y otra vez, cada vez más rápido, penetrándose fuertemente sin de spegar su mirada de aquel instrumento descomunal que entraba y salía ahora furiosa mente. Una y otra vez su mano parecía apuñalarse la entrepierna abierta, hasta que de pront o su pelvis brincó una y otra vez en la cama, parecía que todo su cuerpo era presa d e hondos estremecimientos y convulsiones, hasta que se quedó quieta, dejando que l a verga de hule quedara en su interior, ahora el exterior de su sexo estaba blan quizco, viscoso, la mezcla de crema con sus jugos sexuales parecían haber cambiado la tonalidad de aquella carne rojiza y los pelos embadurnados de líquidos se pega ban entre sí, parecían más bien mechones de pelo blanquecino. Pasados unos minutos lentamente extrajo el instrumento de su pucha, y cuando por fin lo tuvo fuera su panocha había sufrido una tremenda transformación, aquello est aba sumamente dilatado, los labios externos e internos extremadamente abiertos h acía afuera como los pétalos de una extraña flor, como simulando la extraña sonrisa de u na boca desfigurada por una mueca grotesca. Una expresión apacible dibujaba su rostro, su respiración volvió a la normalidad y tod o su cuerpo semejaba plenitud y satisfacción, pero Amanda no había terminado, quería más verga, cambió de posición y quitándose la diminuta tanga roja se puso a cuatro patas sobre la cama, alzando el abierto par de nalgas, con lo que su culo se mostró ante mi en toda su gloriosa expresión, enmedio de los globos carnosos aquel apenas per ceptible conjunto de pliegues de un rojo intenso y juntito aquella vulva distend ida y grotesca, rodeada de vellos, era curioso, pero aún en aquella posición los lab ios se mantenían semi abiertos, chorreando líquido, embarrando las carnosas piernas. Amanda pasó entre sus piernas el grueso consolador y volvió a penetrarse con él, inici ando ahora una furiosa danza mientras que el consolador entraba y salía de entre s us nalgas una y otra vez. Para entonces mi excitación era insoportable, tuve que correr al baño para masturbar

me, encontrando providencialmente otra de las pantaletas de Amanda, con ella rod eando mi erecto pene inicié furiosos movimientos que al poco dieron algo de tranqu ilidad a mi verga. Cuando terminé volví a pensar en doña Amanda, la vieja esa tenía que ser mía, me dije convencido. Cuando volví a pasar frente a la puerta del cuarto de Amanda, al asomarme descubrí q ue la mujer había terminado con sus juegos, ahora se estaba limpiando la panocha c on una toalla, dándole de paso una limpiadita a su verga de hule, la que guardó de n uevo bajo el colchón procediendo entonces a ponerse de nuevo el pijama, la función h abía terminado. Resignado me dirigí a mi cuarto pensando que por esa noche no habría más sorpresas. IV Ya había amanecido cuando me levanté de la cama, salí en calzoncillos al pasillo y por el silencio intuí que Amanda no estaba en casa, el olor a café recién hecho me llevó a la cocina donde un recadito sobre la mesa decía que la señora había ido de compras al mercado, que no tardaría en regresar para preparar el desayuno. Con la taza de café me encaminé hacia mi cuarto, pero la puerta abierta de su recámara atrajo mi curiosi dad, recordando sobre todo lo descubierto la noche anterior. La cama estaba aún ti bia, las sábanas revueltas conservaban aquel peculiar aroma de mujer y claro bajo el colchón aquel pene monstruoso que la noche anterior le había dado tanto placer a la cacera, pero había algo más, la mujer había olvidado guardar el paquetito de fotogr afías amarrado con un listón rojo. Curioso lo tomé procurando extraer las fotos sin de satar el listoncito y lo que descubrí confirmó que Amanda era una mujer sumamente ca liente. Ahí, entre fotos de ella y sus parejas --paseando, posando frente a una iglesia-también había fotos más íntimas, Amanda en bata de dormir, ¡y sin bata!, ¡totalmente desnuda !, mostrando sus maduras carnes, las redondeces de sus muslos y la perfecta curv a de sus nalgotas; ella acostada en la cama abriendo las piernas para mostrar al ojo de la cámara la espesa pelambrera entre la que su raja colorada de su sexo re saltaba pese a la tupida mata de pelos castaños. Pero las fotos eran de diferentes épocas, pues había algunas en que ella lucía más joven y por tanto más buena -en una de ellas sonriente posaba junto a un perrito peludo y blanco, era una foto realizada en un estudio fotográfico--; y otras en que no es taba ella sola, o con su pareja --ella montada sobre el torso de su hombre, ¡empalán dose!--, sino también dos o tres en que hacía sexo en grupo, pues mientras uno la mo ntaba, ella sostenía una verga erecta en la mano mientras su boca mamaba otra más, e n total cuarto personas, ella y tres hombres. ¡Vaya con Amanda!, pensé mientras repa saba una y otra vez las atrevidas fotos, aquello desató de nuevo mi excitación, pero apenas tuve tiempo de guardar las fotos y dejarlas tal cual las había encontrado, pues el ruido de la puerta que se abría me hizo salir casi corriendo a mi cuarto, era Amanda que regresaba del mercado. V Ese día era domingo y Amanda no abriría la tienda, luego del almuerzo Amanda y yo hi cimos un trato: le ayudaría a arreglar un poco la tienda y ella me llevaría a conoce r lugares que poco conocen los turistas. Ya para terminar el aseo del negocio, A manda subida en una pequeña escalera acomodaba en un estante los paquetes y cajas de café que yo le daba uno a uno, y por la posición no tenía más remedio que admirar la perfecta conformación de sus blancas piernas, redondas y muy blancas, hasta que en determinado momento lo amplio de su vestido floreado me dio otra visión, ¡al fondo de sus entreabiertos muslos el culo cubierto por la pantaleta rosa!, hummm, que delicia, pero ¡Amanda me había descubierto!: --"Cuando termines de verme las piernas me pasas el último de los paquetes!--, dij o ella riéndose. Apenado hice lo que me había pedido y cuando ella bajó de la escalera, sonriendo me dijo: "¡muchachito fisgón, mira que verle las piernas a una vieja como yo!". --"Tú no estás vieja, Amanda!", le dije. --"¿Ah no?, ¿no crees que estoy vieja?". --"Claro que no, eres una mujer muy atractiva". Sonriendo de forma pícara me apuró a cambiarme para salir de paseo, mientras ella ce rraba la tienda y la bodeguita. Ya en mi cuarto, mientras me amarraba los zapato s, la figura de Amanda recargada en el marco de mi puerta llamó mi atención:

--"De verdad crees que soy atractiva", dijo. Sin decir palabra me acerqué a ella lentamente, sintiendo en todo mi cuerpo una ex citación anticipada e intensa. Cuando estuvimos frente a frente, Amanda tomó mi rostro entre sus manos y acercó su boca entreabierta a la mía, nos besamos y mis manos ya recorrían su delgada cintura y vagaban furiosas sobre sus carnosas nalgas, sintiendo la firmeza y la delicios a curva de ese prodigioso trasero. Cuando ella sintió mis manos apretando y acariciando su nalgatorio, su vocecita en mi oído dijo: "muchachito travieso, ¿qué no ves que yo podría ser tu madre?, ¿qué no te das cuenta que ya estoy muy grande para un niño como tú?", yo sin palabras seguía palpand o sus nalgas, ahora por debajo del vestido, donde impacientes trataban de bajarl e la pantaleta, ella trataba de contenerme: "con calma muchachito travieso, con calma, no comas ansias", pero ya mi boca pegada a la de ella le daba la lengua y su manita confirmaba el estado de mi erección, Amanda apretujaba mi verga sobre e l pantalón y mi mano derecha había alcanzado la desnudez de sus nalgas y recorría el d elicioso valle entre los cachetes, mientras que la otra apretaba uno de sus abun dantes senos. Apurados llegamos a la cama y mientras nos seguíamos besando nos quitamos la ropa, ella el vestido y yo el pantalón. Cuando ella deslizaba su calzón por sus piernas y su peludo sexo quedó ante mi, con la mirada fija en mi verga parada exclamó: "ay niño !, ¿pero qué verga tan rica tienes?, mira nada más!, estás hecho un hombre!, anda papaíto ven, méteme ese miembro tan buenote". Amanda abrió las piernas en compás cuando me coloqué entre ellas y agarrando el tronco de mi carne lo dirigió a su abierta pucha, la punta entró en aquellos labios carnos os de su vagina, ya estaba entrando, "despacio chiquito, mételo despacio, así, poqui to a poco, ay estás enorme!, hummm, todo, lo quiero todo, así, más, dame más, ay niñito me abres toda!, espera, así, ya, ya lo tengo todo, todo mío, eres mío niño travieso, me ti enes bien cogida, huyy papito, tienes la verga más adorable del mundo, ¡me llenas to da!, siente como te aprieta mi gatita, quédate así, adentro, lo quiero así, metido tod o dentro de mi, pégate más, no te muevas, déjame disfrutar de esa rica verga, anda cómet e mis tetas, ¿quieres tetita niñito?, anda ven, cómelas, chupa, termina de alimentarte con mis melones, son todos tuyos, chupa, ay chiquito qué rico mamas, no me muerda s tan fuerte!, chiquito lindo, mi niño hermoso que me tiene bien cogida con esa ve rga de oro". Cuando quedamos pegados completamente, las piernas de la mujer atenasaron las mías fuertemente, luego de un ratito Amanda aflojó las presión de sus piernas, entonces me pude mover, despacio, lentamente, sintiendo como la verga salía de aquella puch a enorme, mojada, escurriendo jugos, ella empezó a mover su pelvis como yendo a mi encuentro cuando volvía a penetrarla. Pegado a sus pechos arremetía una y otra vez contra esa abertura peluda, removiendo el miembro cuando todo estaba adentro, en tonces Amanda se agitó, su respiración se hizo más intensa, "ay chiquito lindo, qué bien me coges, papacito de mi vida, ya me viene, ayyyyy niño, así dame más, toda tu verga, me llenas, muevete papy, así cógete a esta vieja, hummmm, lo siento, me llevas al c ielo chiquillo travieso, ya!, huyy!, me vengo, más, más fuerte, ay! que venida por t odos los cielos", mi verga entrando y saliendo, chapaleando en la mojadísima pucha ahora muy abierta. Amanda se aflojó, todo su cuerpo se puso liguerito, muy suave, respirando pausadam ente, me contuve manteniendo mi erección dentro de ella, déjandola reposar, entonces abrió los ojos y con su rostro iluminado por el placer me dijo: "ay que bien coge s!, déjame subir, quiero montarme en esa carnota tuya", cambiamos de posición, ahora ella me montaba, con su mano dirigió la verga a sus profundidades y cuando poco a poco la verga desapareció en su entrepierna con un hondo suspiro me dijo: "ay, qu e bien me entra la verga, lo tengo todo adentro!, es deliciosa, rica tu tranca d e hombre, niño cogelón!", acercó sus bamboleantes tetas de pezones erectos a mi boca e n el preciso momento que se empezó a mover, subiendo y bajando sus caderas, comiéndo se mi pito y restregándose sobre él. Yo, pegado a sus tetas, estrujando una, mientras mi boca se tragaba el duro pezón y parte de la otra teta carnosa. Amanda cabalgando furiosa, empalándose en esa dur a carne, arremetiendo con fuerza, para al momento siguiente separar su pelvis y permitir que casi todo el miembro saliera, para de nuevo comérsela toda, una y otr

a vez, "huuummmm, papy, me viene de nuevo, ayyy, chiquito! me vengo, así, así, sient e mi pucha como palpita, me estoy viniendo chiquillo lindo!, más, más, quiero más verg a, toda, toda, ayyyyy, otra vez, me viene de nuevo, me sacas otro orgasmo!, huyy y niño qué verga me estás dando", entonces ya no pude más, mis manos se aferraron a sus nalgas cuando la empecé a taladrar con mi pito que en esos momentos escupía chorros de leche. --"Ay niño mío, qué leche!, lléname de mocos, así, todos, vente en mi, los quiero todos, d ame tu semen de niño caliente, huyyy cómo te vienes, otro chorro, así, otro chorro, da me tu leche papito, te voy a sacar todos los mocos, ahora, más tarde, en la noche, en la mañana, quiero tu leche todos los días, alimenta con tus mocos a mi pucha sol itaria, hummm, siente mi pucha , te aprieta, te saca los mocos, todos míos, así, ya, terminaste, qué venida te diste chiquillo lindo...". Ambos quedamos como muertos, quietos, mi virilidad se aflojó, la pucha que lo cont enía lo escupió flojo, retraído. Amanda se recostó a mi lado y ambos nos abrazamos, pasa ron los minutos, entonces se levantó y fue al baño a asearse. VI Preguntándome cómo era posible que aquella pucha apretara tanto, cómo era posible que el sexo de Amanda que aceptaba vergas del calibre de su consolador todavía apretar a como puchita de quinceañera --porque cuando la punta de mi garrote entró en ella s entí la deliciosa presión, lo apretado del conducto y pese a los líquidos viscosos que empapaban toda su raja, en todo mi tronco sentí la estrechez de una puchita juven il y no el supuesto coño aguado de una señora de edad que ha tenido el tipo de exper iencias que había vivido la casera--, me quedé dormido, no se cuánto tiempo estuve así h asta que unas delicadas caricias me despertaron. Era Amanda, que acostada a mis pies con mimos y besitos trataba de poner a tono mi verga. No se percató que yo había despertado, la dejé seguir con su apasionada tare a. Abrió sus labios y los colocó sobre el glande pelado, ahí succionó, recorrió una y otra vez la cabezota con su lengua, titilando ahora, luego lamiendo, succionando, re corriendo lentamente con su lengua el pito por debajo, hasta que de pronto toda mi verga despareció dentro de su boquita, se la tragó toda, hasta que su nariz llegó a la base del miembro que poco a poco había adquirido su grandeza, erecto, firme. Amanda siguió mamando por varios minutos más, hasta que mi voz "ay Amanda que rico m amas", la hizo voltear hacia mi sin soltar para nada mi pito. Sin despegar su mi rada de mis ojos siguió succionando mi verga que por momentos parecía empezar a eyac ular, ella seguía ahí aferrada con una mano a la base de la verga, su boca haciendo maravillas sobre el lomo y sobre la cabeza, hasta que soltó el garrote sólo para dec ir "tienes una verga riquísima chiquito, sabe deliciosa, quisiera tus moquitos en mi boca, pero te quiero en mi chiquito, ¡quiero que me destroces el culo!". Siguió mamando todavía más, ensalivando todo el tronco hasta que impaciente hizo que m e levantara de la cama, mientras ella se ponía a cuatro patas sobre el colchón. Con ambas manos separó los cachetes de sus nalgotas urgiéndome "anda papaíto pónmelo aquí, en mi cola, en mi chiquito apretado, rómpelo, destrozalo con tu palote duro, échame aquí tus mocos, todos, quiero tu leche mientras te exprimo con mi colita rica, anda y a chiquitito lindo, te voy a dar placer con mi culito tragón!". No me hice del rogar, me situé entre sus nalgas, apuntando la verga sobre aquel co njunto de pliegues rojizos, dos o tres intentos fallaron, mi verga resbalaba y e ntraba parcialmente en la pucha abierta. Hice que repegara más su cuerpo a la cama , la puse a la altura exacta, haciendo que sus nalgas se abrieran más, agarré mi ver ga con la mano y la dirigí al sitio exacto, presioné duro, manteniendo la cabeza sob re los pliegues de su cola, empujé más y el culo lentamente me dejó entrar, al momento ella grito "aaayyyyy, hummmmm, papacito me destrozas, ayyyy, espera, quedate ahí, en la entradita, no te muevas, espera un poquito", apretaba muchísimo, parecía como si la cabeza de mi verga estuviera siendo cortada con algo filoso. Me agarré de s us nalgas y mantuve la presión, haciendo que otro centímetro de palo entrara, la ver ga fue entrando poco a poco, siempre con la misma presión de aquel hoyo requemado ahora sin pliegues, ella mordiéndose los labios aguantaba la estocada, hasta que p or fin todo mi garrote quedó sumido entre sus nalgas, así me mantuve, dejando que el agujero se distendiera, que el culo diera de si, se aflojara. El culo cedió un poco, entonces inicié una lenta y prolongada cogida, llevando el ri tmo de la penetración, empujando y sacando la verga hasta que la cabeza asomara en

el abierto agujero, volviendo a meterlo, lentamente, jalando a Amanda por las n algas, para que se empalara. Así nos mantuvimos un largo rato, uno y otro yendo y viniendo a contrapunto, una y otra vez, los leves quejidos y apagados suspiros d e Amanda me indicaban que ella disfrutaba ya de la cogida. Ya su culo era un gra n agujero sumamente abierto, lo que me permitía por momentos sacar toda la verga p ara de inmediato meterla con furia, las arremetidas arreciaron, con violencia at acaba su culo abierto, con fuerza, con muchas ganas, haciendo que sus nalgas bri ncaran con cada arrempujón, hasta que una leve palpitación en mi verga me anunció la e yaculación, todavía ataqué dos o tres veces las nalgotas de Amanda, ahora totalmente s ometida a la sodomización, aferrándose con manos crispadas a las sábanas, hasta que el primer chorro salió, entonces la expresión del rostro de la mujer cambió, sonrió, el pl acer se posesionaba de ella "anda chiquito, échalos, todos, siento los chorros, si ento como palpita tu vergota rica, anda, más, dale más leche a mi cola hambrienta, s iente como te aprieta, te saco los mocos papacito, te los saco a apretones, te e stoy exprimiendo la vergaaaaaaa!, hummmm!". Al terminar, ambos nos deslizamos sobre la cama, yo sobre ella, sobre sus nalgas , manteniendo mi pito dentro del culo de Amanda, me mantuve así todavía disfrutando de aquella calidez de mujer, de la suavidad y tersura de su piel, dándole besitos en el cuello. Luego nos separamos, ella se levantó llevándome de la mano "anda cochinón, tenemos que bañarnos, tienes que lavarte bien el pito, porque sentí que hasta me sacaste cochin adas de mi...". Ya bajo la regadera, con mucha ternura y cariño Amanda lavó mi cuerpo, poniendo espe cial atención en mi verga, la enjabonó y lavó con mucho cuidado, pelando toda la cabez a para que el agua se llevara cualquier impureza que su cola hubiera dejado. Yo me sentía cansado, no obstante que las caricias de Amanda le volvieron a dar vital idad a mi pito, ella se percató "ay chiquito, ya estas listo de nuevo!, así son los jovencitos, pero no, tienes que almorzar bien, te voy a alimentar para que me de s tu miembro todos los días, toda la semana, serás mi amante hasta que decidas irte y dejarme enamorada de tu verga!". VII La mujer cumplió su palabra, era insaciable, hasta podría decir que empalagosa. Cump lía todos mis caprichos y fantasías, pues también eran los de ella, cogimos en su cama por las noches, pero también en la cocina por las mañanas, en la tina del baño, en lo s sillones de la sala y hasta en la tienda de café!, por supuesto me trató como rey, las comidas se convirtieron en banquetes, pagaba las cuentas cuando salíamos a pa sear o a cenar, me hacía regalos --camisas, pantalones, cinturones, anillos de ámbar , artesanías--, en fin, todo para tenerme contento y estar dispuesto a llenar su p anocha una y otra vez, que cosa curiosa en cada encuentro se encontraba apretadi ta, como nueva! Por supuesto que hablamos de su consolador, que ella llamaba "mi novio preferido ", Amanda me contó que aquel consolador había sido un regalo, un olvido de alguna tu rista, la gringa lo había dejado olvidado al irse y tal vez por pena no se atrevió a regresar por aquello cuando descubrió su olvido. Con aquel juguetito nos entretuv imos alguna noche, yo mamándole el conejo y dándole dedo por el culo, mientras que e lla se empalaba con el negro consolador, sus orgasmos fueron tumultuosos, la cam a quedó empapada, luego de que yo la penetré con mi verga por el culo, mientras ella se daba con el consolador por la pucha. Esa noche Amanda gritó escándalosamente de placer varias veces. También me confesó su otro secreto, la estrechez de su pucha, que luego de cada encu entro amoroso quedaba abiertísima, tanto que yo bien podía meter la mano en el diste ndido agujero. Amanda utilizaba una yerbita que le llevaban los chamulas, con el la hervía agua y se daba lavados en la pucha. Con un irrigador echaba el agua tibi a de la yerba, sintiendo como al momento su gatita se contraía, quedando al termin ar como la virginal vagina de una muchachita. Asimismo me contó que desde la prime ra noche se propuso conquistarme, por ello había dejado sus calzones "olvidados" e n el baño, descubriendolos a la mañana siguiente olorosos a semen. Alguna tarde, mientras le ayudaba en la tienda, se me ocurrió una travesura. Amand a estaba recargada sobre el mostrador esperando a que entrara algún cliente, cuand o estuve cerca de ella me deslicé hasta el suelo, ella se percató de mis intenciones

"¿qué haces?, espera, alguien puede vernos...", pero yo ya estaba bajandole los cal zones, metí mi cabeza por debajo del vestido, hasta que mi cara quedó entre sus nalg as, entonces inicié una rica mamada, recorriendo con la lengua entre las nalgas, a l momento Amanda paró el culo hacía atrás, aflojó las nalgas para que ahora mi lengua al canzara los labios de la gatita por detrás, lengüeteando el prominente clítoris y dándol e piquetitos de lengua en el agujero de la pucha le provoqué varios orgasmos. Debe haber sido curioso ver a aquella mujer conteniendo sus muecas de placer, cualqu iera que pasara frente a la tienda se hubiera preguntado por qué esa mujer hacia g estos. VIII Pero todo tiene su fin, mi estadía se había prolongado más de dos semanas, ya no tenía q ue preocuparme por pagar la renta de la pensión, claro! Hasta Amanda me había propue sto quedarme a vivir con ella, me conseguiría trabajo y escuela y sería como su aman te. Pero luego de dos semanas mi verga ya acusaba los estragos de tanta cogida al menos dos veces por día. Por aquellos días llegaron nuevos inquilinos a la casa, un a pareja de gringos con sus mochilas. Desde el primer día Amanda cambió su actitud, no quería que aquellos extraños supieran de nuestra cercanía, estando presentes los nu evos huéspedes no podía acercarme a ella, esto me permitía descansar. Cierta noche, luego de regresar de un paseo por el Sumidero, los encontré en anima da plática en la sala, Amanda medio achispada por algunas copas ya permitía ciertas facilidades al gringo, que amigablemente pasaba su mano por los hombros de Amand a. No hice nada por interrumpirlos, me dirigí a mi habitación, medio encabronado, lo acepto. ¿Pero era normal o no?, así era Amanda. Un rato después tuve que salir al baño, entonces escuché algunos murmullos proveniente s de la sala, me acerqué sigiloso sólo para descubrir a mi amada Amanda cogiendo con aquellos cabrones, ella empinada apoyándose en el sillón recibía la verga del gringo por detrás, mientras la gringa de pie, frente a Amanda, abría las piernas para que e lla le mamara la rubia pucha, un trio. Aquello me excitó, debo confesarlo, pero ta mbién me sentía desconsolado, así que regresé a mi habitación convencido de que mi estanci a en aquel lugar había terminado. Aquella noche decidí seguir mi viaje, conservaba dinero suficiente para ir a conoc er Palenque, preparé mi mochila y me acosté a dormir. Pero Amanda me había preparado u na agradable sorpresa, un rato después la puerta se abrió, entró ella, se acercó a mi ca ma y se sentó en la orilla "¿está enojado mi chiquito?, ¿tiene celos mi niño porque su mam ita acaba de coger con otro?, no te enojes papito, ya sabes como soy, no lo pued o evitar, pero mira te tengo un regalito..., le platiqué a la gringa de ti, le dij e que culeas divino, ella aceptó, quiere que le des por la cola, te pagará 150 dólares , acepta, ahorita vengo...". Momentos después regresó Amanda, llevando a alguien más, era la gringa, una chica de más o menos 20 años, por su desnudez la noté flaca, pero con suficiente carne de donde agarrar. En inglés Amada le indicó como ponerse, Cindy, como se llamaba la gringa, o bediente se arrodilló en la cama. Yo de pie, dudando en aceptar la oferta, pero co n la verga ya erecta. Me acerqué a aquellas nalgas entre abiertas, pero Amanda me contuvo, "espera chiquito, ponte este condón y déjame ponerle cremita en la cola a e sta pinche vieja guanga", ya con el condón puesto me agarré a aquellas nalgas extrañas y noté la gran diferencia, la piel más blanca, si, pero más floja, suave, si, perfect a, pero aguada. La carne de las nalgas parecía desbordar mis dedos al presionar un poco. Apunté con cuidado en el sitio exacto, "ahora verás pinche vieja", me dije a mi mism o cuando de un fuerte empujón le dejé ir toda la verga. Un prolongado "aaaaaayyyyyyy yy noooooo" fue la repuesta de la mujer, pero no me contuve, inicié un mitisaca fu rioso, violento, con coraje, con mucho coraje, pero al momento aquella mujer res pondió con pasión, aguantando las metidas pero yendo a mi encuentro. En cierto momen to sentí otra caricia, la manita de Amanda tocando primero mis huevos y luego la a bierta pucha de la mujer, a esa mano se unió otra, la de la gringa, que agarrando el paquete de mis huevos me jalaba hacia ella para luego frotarse los desmesurad os labios abiertos de su panochota. Yo seguí cogiendo, igual, con mucha fuerza, sacando todo el miembro para volver a sepultarlo al momento. Dos o tres veces los labios de la mujer se abrieron para expresar su placer, por fin me vine, Amanda me dejó terminar, luego tomó la base de

la verga y la extrajo del culo de la gringa, se arrodilló y despojó a mi verga de su protección, su intención era evidente, quería comerse la leche. Su lengua recogió todos los mocos, su boquita succionadora recogió todo el semen, fue y vino por el lomo para la chupar todos mis líquidos. La expectante Cindy se le unió, lengüeteando algún tr ozo de verga disponible. Había cumplido, ellas entendieron, Amanda le hizo un gest o a la gringa, quien abrió la palma de la mano para entregarme el dinero convenido . "¿qué bárbaro eres?, casi violaste a la gringa, pero a ella le gustó mucho, bueno chiq uito ahora a dormir, mañana te quiero para mi", me dijo Amanda. Luego ambas salier on de mi cuarto tomadas de la mano. Ya había amanecido y yo estaba listo para partir, al salir no tuve más remedio que v er una curiosa escena, los tres, Amanda y aquella pareja, profundamente dormidos , acostados sobre la alfombra de la sala. Amanda sosteniendo con la mano la dorm ida verga del hombre, y la gringa con su rostro sobre las carnosas tetas de su a hora íntima amiga. Con aquella imagen salí de la casa para continuar mi viaje. TodoRelatos.com © Micifuz6 ([email protected]) SEXO EN VIVO Nueva Webcam de Sexo de TodoRelatos! En el cine Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 6,108 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 5 min. ] +

Inesperado encuentro sexual de una mujer en el cine con un desconocido. Aquella tarde se cansó de esperar a su amiga frente al cine, pasaron los minutos y la amiga no llegó, malhumorada, a Gisela no le quedó otra que comprar el boleto y m eterse al cine, la función estaba por comenzar. Al entrar los cortos ya habían inici ado y tuvo que hacer esfuerzos para orientarse y buscar un asiento, ya medio aco stumbrada a la oscuridad se percató de que la sala estaba casi vacía, solo algunas p arejas de novios más entretenidos en fajar que en ver la película. Se sentó en una butaca de la parte trasera del cine, la fila casi estaba vacía, cerc a de ella una parejita enfrascada en apasionado beso y nadie más, empezó la película q ue le habían recomendado y trató de poner atención en lo que sucedía allá en la pantalla, los minutos transcurrieron y en eso alguien se sentó cerca de ella, en la butaca c ontigua, era un hombre joven, venía solo al parecer, al momento se sintió un poco ne rviosa, pero al volver su atención en la película dejó de pensar en el desconocido de al lado hasta que se percató de que su vecino colocaba cerca de su pierna derecha la suya, la izquierda, al principio pensó que había sido accidental, por ello no ret iró su pierna. En eso frente a ella, en la pantalla se desarrollaba una escena de amor apasionado, una pareja hacia el amor de manera desenfrenada, la chica de la película montada sobre su galán subía y bajaba ritmicamente, Gis se sintió excitada, de pronto todos sus deseos reprimidos afloraron pues ya tenia varios meses en tota l abstinencia, además su última experiencia habia sido bastante frustrante. Atenta a la película ni cuenta se dio cuando su compañero de butaca colocaba su mano sobre su pierma y cuando lo notó no pudo hacer nada para evitar semejante arrebat o, dejó que el desconocido la tocara y quien sabe por qué lo permitió, pero se sintió in capaz para hacer algo, como levantarse de ahí o poner en paz al atrevido, que ahor a recorría con la palma de su mano su pierna derecha en toda su extensión, su exitac ión aumentó y en su sexo sintió calor y humedad, y cuando su acompañante tocó la parte int erna de su muslo, de manera imperceptible abrió las piernas, aquella mano se encon traba ya bajo su vestido e iba rápido hacia su entrepierna, Gis no hizo nada para evitarlo, antes al contrario entornó los ojos y abrió más las piernas cuando la mano i ntrusa llegó a tocar la pantaleta, los dedos ahí hicieron un alto, sólo para entretene rse en tocar su sexo por sobre la tela de su prenda intima, los expertos dedos r ecorrieron su mojada rajada, ella cerró los ojos para disfrutar plenamente de la a

trevida caricia, pero es que penso ella es tan rico! En eso el desconocido se acercó a ella y dijo en voz baja, muy cerca de su oido: q uitate el calzòn mamacita", lo inesperado de la propuesta casi la hizo saltar, per o como hipnotizada alzó un poco su cuerpo y con ambas manos fue bajando su prenda intima, la bajó hasta las rodillas, y luego mirando de reojo, como para evitar que nadie la viera, con su mano derecha se quitó el calzoncito mojado ya por sus jugo s. Abrió más sus piernas y hasta se recostó un poco sobre el respaldo para que aquel t ipo pudiera maniobrar a sus anchas con su panochita, el tipo aceptó la oferta y de nuevo la mano se metió bajo su vestido, el contacto de aquellos dedos inquietos a rrancaron suspiros apagados, sintió penetrar dos dedos en su panocha, y jugar, ent rando y saliendo, varias veces, luego salían y recorrian toda la raja enredandose de paso con sus abundantes pelitos mojados ya, los dedos fueron a parar a su clíto ris y ahí se entretuvieron en sobar, describiendo círculos sobre su botoncito erecto a más no poder. El orgasmo se aproximaba, lo tenía ya cerquita, muy cerca, su respi ración se agitó. Gis movía de manera imperceptible su pelvis, siguiendo a contratiempo los movimien tos de aquellos dedos al entrar y salir y cuando estaba a punto de explotar, el tipo de detuvo, "¿cómo?, si no todavía no termino" se dijo a si misma--, en eso aquel h ombre la tomó de la mano y se levantó de la butaca, invitándola al parecer a que ella hiciera lo mismo, lo inesperado de la acción hizo que la mujer de manera apresurad a buscara donde guardar su pantaleta, pero el tipo la llevaba ya por el pasillo, entre las butacas, buscando al parecer la salida del cine, pero no salieron, pu es cuando ella se percató, estaban al fondo del cine, donde no habia ningún espectad or, cerca de la salida si, pero lejos de los ojos de cualquier persona, y en ese lugar, en la semi penumbra dejó que el desconocido la pusiera de espaldas a él, per mitió que la subiera el vestido por detrás y apoyara su verga parada entre los cache tes de sus nalgas, lo dejó hacer todo eso, pese a su nerviosismo pues su exitación e ra mayor a cualquier prudencia o recato, hizo algo más, empinó su cuerpo, semi flexi onada se recargó sobre el respaldo de una butaca, pretendiendo con este facilitar la penetración de aquel miembro parado, sintio la verga jugar entre sus nalgas, re sbalar hacia abajo, rozar su culo y llegar hasta los labios de su mojadísima vagin a, ella suspiró y paró más el culo, entonces la cabeza de la verga la penetró, entró entre sus labios y en agujerito de la panocha, ahí se mantuvo, como afianzandose, como retardando la arremetida, y cuando ella disfrutaba de la rica sensación un violent o movimiento del hombre provocó que pronto todo su sexo se sintiera lleno de verga , le dolió un poco pero casi se vino en ese instante, el tipo se agarró a sus cadera s y se empezó a mover lentamente, primero, acelerando sus arremetidas después. Sentía claramente como entraba en ella esa carne dura y palpitable, su vagina dist endida permitía dar alojo a ese pedazo duro de carne, cerró los ojos y se dispuso a disfrutar del orgasmo que ya le llegaba, su panocha palpitaba, tenía vida propia, parecia apretar cuando la verga se alejaba, y se aflojaba toda cuando la penetra ba, no pudo más, se vino como nunca antes lo había hecho, disfrutó cada momento, cada sensación, se vino toda, no sólo con su sexo, sintió su orgasmo en cada milímetro de su cuerpo y cuando ya otro orgasmo le llegaba, el tipo metía de manera furiosa la ver ga en ella, para momentos después venirse y echar chorros y chorros de semen dentr o de Gis. El segundo orgasmo le llegó, más fuerte y violento que el primero, todo su cuerpo se movía al compás del hombre aquel, así permaneció por largos momentos, hasta que sintió qu e algo la abandonaba, su panochita dejaba salir aquel miembro y cuando por fin p udo enderezarse, sintió claramente como los chorros de leche resbalaban por sus pi ernas, quiso decir algo, quiso llamar a su desconocido amante, pero él ya se iba, lo alcanzó a la salida del cine, y tomándolo del brazo llamó su atención: "cuando menos dime cómo te llamas", "me llamo José", le contestó y se fué. Gisela se quedó parada afuera del cine, una mezcla de sentimientos se apoderó de ell a, se sentía feliz, pero a la vez triste, se sentía plena y satisfecha pero a la vez rabiosamente enojada consigo misma, se sentía con ganas de llorar pero a la vez d e reir, sintió ganas de correr tras de aquel hombre para pedirle si no que se qued ara con ella esa noche, cuando menos le dijera cuando volvería a verla, aunque fue ra en aquel cine, para coger igual que hacia un rato. Resignada se encamino hacia su coche y mientras abría la portezuela pensó: "ese cabrón

nomas me cogió y se fue, así, como si nada, ¿ahora qué hago?, ¡pero que rico fue!, pero a y Gisela... ¡¿cómo fue posible que lo permitieras?!, ¡no tienes abuela!, ¿y si fuera a la policia a denunciar que me violaron en el cine?, --se rió para si misma--, que les digo, que hasta paré la colita para que me entrara mejor la verga, ¡que barbaro!, n unca me habia venido de esa forma, y ¿ahora qué?, por lo pronto me urge un baño, huelo a semen a kilómetros de distancia, además voy a tener la lavar el asiento del coche y mi ropa, ay Gisela, ¡¡qué cosas haces!!", y así, sonriendo se fue a su casa tatareand o una vieja cancion de Presuntos Implicados. TodoRelatos.com El relato de Susana (Relato de una internauta aficionada a escribir y publicar relatos) Susana, divorciada, 42 años, del DF --"Acepto tu propuesta de intercambiar experiencias y de todas las que he vivido he escogido una para ti solito, que por supuesto no verás publicada en Marqueze: Recién estaba separada y luego de meses de abstinencia sexual, la verdad ya estaba yo muy caliente, sin nada más que mis hábiles deditos para darme un poco de satisfa cción... --"Los últimos días antes de volver a poner en servicio mi ardiente panocha fueron l os más difíciles de mi existencia, en pleno día fantaseaba con una larga, dura y jugos a verga, en el Metro o en el micro de reojo miraba las entrepiernas masculinas i maginando como serían aquellas vergas, si aquellos hombres que iban al trabajo había n cogido con sus mujercitas la noche anterior, o más aún, si antes de salir del trab ajo tuvieron tiempo de echarse el mañanero... --"Me imaginaba yo una de aquellas felices mujeres poseedoras de una rica verga de planta, imaginaba yo que mi hombre despertado por el inoportuno reloj despert ador, aún bajo las calientitas sábanas se volteaba hacia mi, se repegaba a mi espald a hasta sentir junto a mis nalgas la dura protuberancia de esa rica verga, que q uería su ración de verija antes de partir al trabajo. --"Nada renuente dejaba que mi hombre me bajara los calzones, y ya con las nalga s al descubierto sentir como la punta de aquel garrote se deslizaba por la hende dura de mis glúteos para acto seguido sepultarse en mi peluda panocha desde atrás, e iniciaba el delicioso vaivén, dentro, fuera, dentro fuera, una y otra vez. Mi pan ocha respondía al instante mojándose, escurriendo flujo ya, caliente, viscoso... y e l vaivén seguía, dentro fuera, más, rápido, fuerte, violento, mis nalgas vibran, brincan con cada arremetida, entonces me vengo, rico, delicioso, el orgasmo me llega po co a poco, mi respiración se agita, desfallezco. Y luego es él, su pinga palpita un segundo, parece ponerse más dura aún, la tengo toda dentro, casi puedo sentir los hu evos en la entrada de mi abierta panocha hinchada, mojada y caliente, entonces v iene el primer chisguete, siento como mi verija se inunda de mocos, uno, luego d os, tres chorros de rica y deliciosa leche..., entonces despierto y descubro que hace tres estaciones tenía yo que haber bajado, me maldigo en silencio y al parar me para buscar la puerta y bajar en la siguiente estación, una curiosa palpitación e n mi panocha me anuncia que estoy empapada, que mis jugos han salido impetuosos de su escondite y que ahora tengo las pantaletas mojadas y apestosas a sexo, a m i sexo que me pide ya una verga..., así andaba yo de urgida por volver a coger. --"Por eso aquella invitación llegó como caída del cielo, una compañera del trabajo que casi ni conocía tenía una invitación a una fiesta pero no se animaba a ir sola, quería i r con alguien y yo fui la elegida, al momento acepté, basta ya de abstinencia!, ho y cojo o dejo de llamarme Susana, me dije, cuando llegamos a la reunión de inmedia to tendí mis redes, recorrí la mirada para buscar un buen prospecto y si, ahí estaba a quel hombre, mentiría si dijera que era guapo, aunque en ese momento me pareció el s er más hermoso y bien dotado del universo. Un leve cruce de miradas fue suficiente para que aquel desconocido se animara a sacarme a bailar. Bailamos, una, dos, t res piezas, y a la tercera, una calmadita, lo dejé que me apretara contra él, sentí la erección escondida bajo el pantalón y me repegué más, una de sus manos bajó más de la cuent a y casi me tocó una nalga, la izquierda, yo como si nada, repegada, mis chiches h untadas a su pecho, como diciéndole 'andale chiquito, estás de suerte, animate papit o que hoy le vas a hacer un gran favor a una vieja caliente'...

--"Ya para entonces habíamos platicado un rato, se llamaba... digamos que como tú, d ijo ser divorciado también, con dos hijas, vivía solito y al parecer sin compromisos , volvimos a bailar y de nuevo dejé que su mano me acariciara el culo, repegamos n uestros sexos ansiosos, sentía dura y parada su verga, y sin dejar que terminara l a pieza buscamos urgentemente un lugar solitario, salimos al pequeño jardín de aquel la casa sólo para descubrir que los escasos lugares oscuros ya estaban ocupados po r ansiosas parejas que con los cuerpos apretados uno al otro se comunicaban sus urgencias y deseos intensos, ¿adónde ir?, parecían decir nuestras miradas, entonces to mó la iniciativa, me tomó de la mano y salimos de la casa, llegamos hasta su carro, del que lo único que me atrajo fue los providenciales cristales polarizados, vaya que bueno!, pensé yo. --"Ya dentro del carro de inmediato nos fundimos en un rico abrazo, las bocas se juntaron y una de sus manos recorrió mis piernas, que abrí de inmediato para darle abrigo, más cuando llegó a la juntura de mis piernas ya no pudo avanzar, la pantimed ia se lo impedía, rauda puse remedio a la situación, separándome un poco de mi hombre subí mi vestido y con ambas manos panti y calzón fueron a dar a mis tobillos, ´ahora s i papaito, me dije, ya está libre el acceso, hazme lo que quieras y como quieras´. --"Volvimos a besarnos y ahora ya su mano estaba entre mis labios vaginales, mi panocha abierta y mojada ya daba cobijo a su manita, que hábil me acariciaba el bo toncito del amor --que en mi caso es un botonzote--, mientras un dedito penetrab a, hasta el nudillo, en mi agujero. Pero yo quería verga, a eso había venido a esa f iesta, por ello mi mano buscó la bragueta de su pantalón y ahora fue él quien se liberó de obstáculos, y el glorioso miembro emergió a plenitud, me aferré a él, mi mano rodeó el grueso tronco, y subí y bajé la mano que al momento se contagió de líquido, de flujo, mi entras mi respiración se agitaba más aún y nuestras lenguas se revolvían furiosas, ya qu ería su verga, ya, por favor, pensé, entonces liberé mi boca para suplicar 'anda ya, d ame tu verga chiquito, cógeme por favor, ya, la quiero, dámela´. Mi abierta invitación l o hizo reaccionar, rápido nos pasamos al asiento trasero y mientras él se bajaba el pantalón yo me recostaba en el asiento, una de mis piernas fue a parar al respaldo del asiento, chocando con el cristal trasero, mientras que la otra reposaba sob re el otro respaldo, en síntesis mis piernas abiertas en compás esperaban en dulce e mpujón, el hombre se colocó entre ellas y se recostó, de inmediato sentí el duro garrote sobre mi verija abierta, escurriendo líquido, momentos después y mientras me penetr aba tuve el más maravilloso de los orgasmos. --"Mis piernas atenazaron la cintura de mi hombre, impidiendole moverse, no quería yo dejarlo salir, ¡no!, hasta que me dejara terminar de gozar, mi panochita palpi taba, casi con voluntad propia exprimía el duro garrote con ricos apretoncitos que lo hicieron exclamar: "hay mamacita que rico aprietas, me vas a sacar los mocos ". --"Yo le dije, 'pues dámelos papacito, lléname de leche', aflojé las piernas y entonce s si le permití moverse, nuestros sexos chocaban, y sus manos buscaron ansiosas mi s tetas, apretándolas sobre el vestido, no había manera de sacarlas a flote, la tela lo impedía, no obstante mientras su verga entraba y salía de mi cuevita, sus manos apretaban furiosas mis chiches, huy, fue fenomenal, un grito venido de muy dentr o le anunció que de nuevo estaba yo en el cielo. Aceleró sus embates, muy fuerte, mu y rápido, mientras yo me deshacía en otro orgasmo, entonces se tensó y su verga empezó a escupir leche, huy!, mucha leche. --"Cuando los estremecimientos y el mutuo gozo amainaron, él con delicadeza se sep aró, nos acomodamos sobre el asiento y con su pañuelo medio limpiamos el charquero q ue dejamos sobre el asiento, mi vestido y su pantalón estaban empapados de líquidos míos y semen suyo, en sintesís apestabamos a cogida, y así de ninguna manera podíamos re gresar a la fiesta, hubiera sido un escandalo!... --"Sin otro remedio..., nos quedamos en su coche, de nuevo tuvimos ganas, y yo s obre todo quería mamar, volver a tener en mi boquita una jugosa verga y sentirla d erramarse en mi garganta, así las cosas puse manos y boca a la obra, el chico se s orprendió al mirarme bajar la cabeza en busca de su entre pierna, mi mano se afian zó a su verga y mi boca se abrió para recibir ese trofeo, que al menos por esa noche fue mía, toda mía, qué delicia!, me la comí toda, casi toda, pues apenas me cabía, pero m e la tragué, succioné, chupé, lengüetee sobre la puntita que escurría juguito salado, bajé y subí por el tronco, una y otra vez, mi pobre hombre nomás suspiraba, seguí mis afánes,

una y otra vez hasta que, presionando sobre el glande con mis labios y dientes, un surtidor de leche inundó mi garganta, me agarró desprevenida, pues al momento tuv e una arqueada, quise vomitar, pero me aferré, me aguanté, y tragué, el primer chorro apenas iba por la garganta y mi boca de nuevo estaba llena de mocos, salados, ac idos, volví a tragar, aprentando mano y boca, legüeteando sobre la punta que seguía da ndome leche, lechita rica, en fin, esa noche le di a mi amante en turno la mejor mamada de su vida..., creo. --"Dejé que terminara de venirse y yo de tragar, todo mi ser quedó invadido de una i nfinita ternura, volví a besar su palo, ahora semi desfallecido, besitos y chupadi tas, me sentí plena, llena, satisfecha. El pareció interpretar mis sentimientos y me abrazó cálidamente. Pasaron los minutos, los suficientes para retornar ambos a la c alma, pusimos orden en nuestras ropas, como pude me puse calzones y pantimedias, se ofreció a llevarme a mi casa, acepté, dejando en el abandono a mi amiga, que seg uramente ya tendría quien la llevara a su hogar, ya platicaríamos de todo en la ofic ina. --"El trayecto a mi departamento casi fue en silencio, hasta que me dijo: 'tengo ganas de volverte a ver, ¿tú que piensas?, ¿se podrá?', claro, le dije, si quieres pode mos vernos de nuevo, le di el teléfono del trabajo. Llegamos a mi casa, nos desped imos de beso y quedamos en hablar al día siguiente. Cuando entré a mi casita, las ga nas volvieron a mi nomás de recordar lo vivido horas antes. --"Mi hombre interpretó mis renacidas ansias y en la penumbra del pasillo volvímos a fundirnos en un apasionado abrazo, ya sus manos recorrían mis nalgas tratando de subir el vestido, lo impropio de la situación generaba en mi temor pero a la vez u na rara excitación por hacerlo ahí, en ese lugar al aire libre, con el peligro de qu e alguno de los vecinos entrara a la casa y nos descubriera, pero nada de eso me importó, fue más fuerte la excitación que sentía... --"Ya mi vestido parecía un rollo de tela alrededor de mi cintura y las pantis y m i calzón estaban allá abajo, por mis tobillos, hizo que volteara mi cuerpo hasta dar le la espalda y que mis nalgas estuvieran listas para recibir entre ellas aquel duro miembro que ya impaciente se deslizaba tocando mi apretado culito o los lab ios abiertos y chorreantes de mi pucha, hizo que me apoyara sobre la pared y par ara más las nalgas, se afianzó con sus manos de mis caderas y apuntanto bien me dejó i r la verga en toda su extensión, toda, toda, hasta que sólo sus huevos quedaron fuer a de mi panocha, que abierta al máximo parecía querer comerse también aquella carne... --"Así volví a las andadas, lo caliente y lo cojelona nunca se me quitarían, pese a qu e eso fue el motivo de mi separación, de nuevo me sentía bien, ya tenía hombre y aunqu e me prometí a mi misma no enamorarme y sólo darle gusto a la nalga, pues..., ya sab es, terminé hasta el copete de enamorada. Bueno amiguito ya tienes tu cuentito, más bien mi relato, ahora te toca a tí, besitos cachondos, hasta pronto". Susana. TodoRelatos.com © MicLa turista Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 3,619 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 10 min. ] +

Recreación en relato de un encuentro real con una argentina. Ya estaba dentro de ella, su verga entraba y salía de su mojadísimo sexo, la argenti na tenía las piernas muy abiertas apuntando hacia el techo de aquel cuarto de hote l, mientras él a la vez que arremetía con su miembro una y otra vez en aquel sexo ab ierto y peludito, besaba y acariciaba ese par de senos, grandes, duros, de pezon es ahora duros y paraditos, Azul se quejaba, gemía, se acercaba al orgasmo... Pero ¿cómo había sucedido eso?, ¿cómo había hecho para ligarse a esa ricura venida de tan le jos?, no sabía bien a bien cómo, pero desde que la vio en el bar del hotel se le ant ojó, estaba buena la gringa, pensó, pero no era gringa, era argentina, y estaba sola , solita en México... Aquella noche estaba en aquel bar del hotel, ese hotel del aeropuerto de México, t

omando una copa y escuchando música, y la vio, sentada, tomando un tequila, triste , pensativa. Se acercó a ella y en su defectuoso inglés le preguntó a ella si podía acom pañarla y sentarse a su mesa, se sorprendió al escucharla contestarle en perfecto es pañol, sonriente aceptaba, ya sentado junto a ella entablaron la conversación, supo que venía de Argentina, de paseo, dijo Azul, así se llamaba, él se presentó, era mexican o, se llamaba..., divorciado, dedicado al periodismo, ella abogada, soltera..., luego las cosas se fueron poniendo interesantes, pidieron más tequila, bebieron de spacio, sonriendo ambos, escuchando la música de aquel trío que tocaba boleros románti cos, se acercaron, pasó su brazo por el respaldo de la silla que ocupaba la mujer, ella aceptó sus avances, pues no hizo nada para evitar que él pasara su brazo ahora por su espalda, más bien parecía invitarlo a besarla, y manos a la obra, se acercó más a ella y sus bocas se juntaron en un beso tibio y húmedo, sintió qua la boca de Azul se abrió para recibir su lengua y hacer más intensa la caricia, permanecieron con l os labios pegados, sintió su respiración agitada y caliente junto a su cara..., volv ieron a besarse, ahora él había puesto su mano izquierda sobre las piernas de la muj er y al hacerlo notó que ella las abría un poco, como invitándolo a ir más arriba, más ade ntro..., --la penumbra del bar y la altura de la mesa eran sus cómplices, pues nad ie parecía percatarse de lo que hacía-- bajó la mano hasta meterla bajo aquel vestido amplio y fue recorriendo la piel lisa, firme de los muslos de Azul hasta llegar con sus dedos a su entrepierna, tocó su prenda íntima, su calzón..., los dos bien abra zados, con las bocas pegadas..., sus dedos curiosearon por encima de la pantalet a de Azul, sentía perfectamente en sus dedos la textura de la tela... y bajo de el la los vellos del sexo, la humedad y el calor de la abultada vagina..., entonces , cuando pretendió meter sus dedos por un costado del calzón, ella se separó y le dijo : --"Espera un momento, dejame ir al tocador", y se levantó para ir al baño, tal vez t enía ganas de la pis, pensó él... Espero unos minutos y la vio salir del tocador de damas, volvió a sentarse junto a él y volvieron a fundirse en un estrecho abrazo, sus bocas se juntaron en otro be so, largo, apasionado, Azul suspendió el beso y acercando su boca a su oído le dijo: --"anda, tocame la pucha...", volvió a colocar su mano en su entrepierna abierta, y cuando llegó al sexo de Azul se sorprendió al notar que ya no había obstáculo alguno, la mujer ya no tenía pantis!, Azul había ido al tocador a quitarse su calzón, ¡qué maravi lla!, ahora sus dedos recorrían los labios entreabiertos de aquel sexo mojadísimo, p osó un dedito en el clítoris de Azul, quien con su cabeza recargada sobre su hombro, suspiraba hondo y profundo, pero más cuando sus dedos recorrieron la rajada hacia abajo y el dedo medio hizo su entrada triunfal en la vagina, en aquel agujero a pretado y viscoso, metió su dedo hasta la mitad y un apagado hooooo! de Azul casi se escuchó hasta las otras mesas, la apretó más junto a él y siguió tocando aquel divino s exo, metiendo y sacando su dedo, recorriendo de arriba a abajo la carnosidad de aquellos labios vaginales, grandes, protuberantes y mojados...., sintió unas ganas inmensas de meterle la verga a aquella extranjera, de empinarse a una argentina ... Y se lo propuso: --"¿quieres hacer el amor?, tengo unas ganas inmensas de cogerte, Azul", ella aceptó: "yo también tengo ganas de sentir tu pinga dentro mio, anda vam os que ya no doy más!". Pagó la cuenta y tomándola de la mano se levantaron para dirigirse a la salida del b ar, ya dentro del elevador ella le entregó la llave de su cuarto, entonces notó que Azul era más alta que él, pero no le importó nada pues ahora ella volvía a abrazarse a él mientras bajaba su mano para tocar su erección, la mujer repasaba su mano sobre su dura verga escondida bajo el pantalón..., el elevador se detuvo y la puerta se ab rió depositándolos en aquel piso, ¿tercero?, ¿cuarto?, no, piso quinto. Salieron todavía a brazados del elevador y caminando juntos y con las bocas pegadas recorrieron el pasillo hasta dar con el cuarto correcto, 507, nervioso intentó abrir, al tercer i ntento lo logró, entraron al cuarto en penumbra y mientras se seguían besando se fue ron desnudando y ya junto a la cama, cuando Azul se había despojado del vestido le dijo: "anda ven papacito, dame tu pija, méteme tu verga mexicana, tu garrote duro "... Y mientras Azul se recostaba en la cama ella posó su mano sobre la erecta verga, j alándolo hacía ella, que ya abría las piernas en un amplio compás, él se acostó sobre ella q

ue ya dirigía la verga a su sexo abierto, pero aún no quería penetrarla, dejó que ella j ugueteara con la punta del miembro sobre los labios vaginales que resumaban ese líquido viscoso y ese olor penetrante a sexo de mujer y mientras él se agarraba con ambas manos a sus grandes senos volvió a besarla, pero ahora con más ansia, con más ga nas, besó su cuello y fue bajando su boca húmeda por aquel cuerpo vibrante y ansioso , y llegó con su lengua a los pechos, los besó, los mamó, los mordió, delicadamente, una y otra vez, mientras ya su verga estaba en la entrada de aquel agujero... Sus dientes rodearon un pezón y apretó, cerró la boca y mordió, al momento sintió que aque lla carne dentro de su boca se ponía más dura aún, hizo lo mismo con el otro pecho, mi entras Azul gemía y pedía más: "ya métela, dame tu pija querido, méteme la verga, ya dámela que no soporto más...". Y se la dio, sólo la punta, sintiendo como el glande de su verga parecía ser succion ado por aquella boca sexual, sintió como su verga era apretada por aquel conducto viscoso y se quedó ahí, en la entrada, por más que ella arremetía su pelvis contra él, rec lamando la penetración, se mantuvo firme, es más, cuando en una arremetida Azul casi se comió media verga, el reculó y volvió a sacarla..., quería seguir jugando, quería come rse aquel coño, quería descubrir a que sabía una pucha argentina, pero no, ella ya rec lamaba, le urgía la cogida: "por todos los cielos, ya cógeme, ya métela papi, dame tu pinga entera, dámela toda, por favor métela toda, soy tuya, cógeme toda..." Entonces se la dio, arremetió con fuerza y la verga quedó sepultada en el sexo de Az ul que con febril impaciencia se removía bajo de él, arremetió de nuevo, sacó casi todo el miembro y volvió a meterlo todo, fuerte, con rapidez, Azul gemía, su boca entre a bierta dejaba salir apagados gritos de placer y palabras entre cortadas: "ya, pa pi, ya te tengo, que rica pija me estas metiendo, es mía, toda mía, que rico siento, ayyyy que rico me coges, dame más, fuerte querido, más fuerte, ayyy, así chiquito, más, que me vengo, ya me vengo, ayyy siente como me viene, hummmm, ya, más, dame más ver ga, así, fuerte, más, ayyy, bebito que rico coges, dame más, yaaaaa, ayyy, ya, ya no, ya no, ya no la saques, quedate así, adentro, dejame sentirte dentro, siente como te aprieta mi pucha caliente...." Dejó que ella se recuperara del riquísimo orgasmo hasta que lentamente salió de su cue rpo, aún con la verga parada y sin eyacular, se acostó junto a ella que mantenía una r espiración agitada, Azul volteó a mirarlo y abrazándolo le dijo: "no se que me pasó, lo juro, nunca antes había hecho el amor así, con un desconocido como tú, pero creeme, nu nca antes me cogieron así, como tú, eres maravilloso, hacía meses que no practicaba el sexo, menos aún así de intenso como contigo, soy tuya, toda tuya, hazme todo lo que quieras, pídeme todo lo que quieras, quiero más de tu pija..., quiero tu leche, la quiero toda, que me la des por donde tu quieras, en mi boca, en mi sexo, donde t u quieras...", dijo ella, mientras se levantaba de la cama e hincádose le ofrecía la s nalgas, el culo entreabierto: "anda querido cógeme así, como perra, lo quiero así, mét eme la pija como si fuera perra..., pero anda, ya la quiero, dame tu pija, dame tu pija!". No podía negarse ante tal panorama, Azul, con las nalgas paradas y pegando su pech o y su cara sobre la cama había abierto sus nalgas con ambas manos para ofrecerle el maravilloso espectáculo de su sexo abierto, peludo, goteante, mojado, carnoso, de labios grandes, muy grandes, gruesos, abiertos, el rico valle de sus nalgas y el delicioso conjunto de pliegues del culo, se acercó despacio, fue bajando poco a poco, hasta casi tocar con su boca las nalgas abiertas, posó sus manos sobre los globos carnosos y con ojos ansiosos miró el pequeño orificio anal, que palpitaba, p arecía abrirse y cerrarse en delicados espasmos, parecía como si ese cerrado agujero le guiñara el ojo, sacó la lengua filosa y recorrió de abajo hacía arriba una y otra ve z. Azul, al sentir la caricia, emitió un apagado ayyyy, mientras reculaba, el hombre se pegó a aquella carne, besó el renegrido conjunto de pliegues y lengüeteó ahí, una y otr a vez, mientras sus dedos jugaban con la panocha abierta, metió los dedos, primero uno, luego dos, mientras succionaba el culo de Azul, que suspiraba, que gemía, qu e pedía verga: "ay papacito, ¿qué haces?, ayyy, ¿qué me haces?, me llevas al cielo, sigue, así dame tu lengua en mi colita, es tuya, toda tuya, nunca me hicieron eso, nunca , nunca, pero es divino, soy virgen de mi colita, es tuya, haz lo que quieras, s igue, no pares, así, chupa la cola, mete la lengua, ayyy, mete tus dedos en la puc ha, no pares, no pares, sigue que me vengo, ya, ya, mi hombre, mi macho mexicano

que coge como los ángeles!, ay, más, más, chupa, muerde, más, me vengo querido, ay, suc ciona, muerde chupa, más, qué forma de coger!, ya, papi, me vine, ya huuuuy, mmmmmm, ya queridoooo", con aquel queridoooo Azul desfalleció, se acostó plena sobre la cam a, así de espaldas apretando por momentos las nalgas, parándolas, removiendo su sexo sobre las sábanas de la cama mientras decía: --"hummmmm papacito ¿qué me hiciste sentir?, eres maravilloso, pero quiero más, dame p ingaa, anda ya, dame tu pija, quiero tu leche por la pucha y..., también por la co la, quiero que me abras el culo con tu pija y me eches tu leche, quiero sentir c omo palpita tu pija mientras te vienes en mi cola, anda, papi, soy tuya, toda tu ya..." Se recostó sobre aquella mujer, Azul al sentir el cuerpo del hombre sobre ella, ab rió las piernas y al momento sintió la verga entrar en su sexo, la penetró toda, tenía t oda la verga dentro de su polla, se empezaron a mover, despacio, lentamente, sen tía salir y entrar aquel duro garrote, su pucha se abría más, más, se hinchaba, se mojab a. Azul sentía llegar un nuevo orgasmo, era el tercero, el tercero!, nunca antes s e había venido tantas veces, pensó ella, y mientras el hombre arremetía una y otra vez contra su sexo, entonces cuando ya el orgasmo se aproximaba la verga salió de ell a, un largo hoooooo sorprendió a Azul al sentir abandonada su pucha, pero sólo un mo mento pues el hombre ahora corregía el rumbo, sintió la punta de aquella verga presi onar su cola, ella supo entonces lo que iba a pasar, su macho la iba a desvirgar del culo. Sintió la dura presión del miembro sobre su apretado agujero, Azul aflojó el cuerpo cu anto pudo, tratando de facilitar la entrada del ariete, la presión sobre los plieg ues se hizo más intensa y un agudo dolor invadió sus entrañas, "ayyyyyyy, me destrozas papito, me partes en dos, ayyyyyy, no puedo, no lo soporto, sácalo querido, me ar de la cola, ayyyyyy, ya no, ya no, aaaayyyyyy, me duele muchisssimmmo papaito", dijo Azul cuando el glande hizo su entrada triunfal en su conducto anal, la muje r mordió las sábanas tratando de mitigar la dolorosa penetración, pero ya, ya la tenía a dentro, se detuvo un poco esperando que el ano se distendiera y facilitara la pe netración, volvió a presionar y otro trozo de vergi entró en el culo de Azul, quien ah ora soportaba la penetración con apagados quejidos, "hummmmmm, mmmmmm, ya, ya papi , me duele". Casi estaba adentro por completo, hasta con un último empujón entró todo el miembro, h asta que sus huevos chocaron con los abiertos labios de la puchita, el ano se di stendió lo suficiente como para hacer que la verga entrara y saliera con más facilid ad. En eso algo sorprendió a la mujer, su macho había pasado una mano por abajo de s u cuerpo y le acariciaba la pucha, los dedos recorrían los labios y jugaban con su clítoris, ahora erecto, duro, una deliciosa sensación invadió a la mujer, el intenso dolor fue amainando poco a poco y en su lugar una ola de placenteras sensaciones la invadieron por completo, la verga entraba y salía de su apretado reducto, ahor a distendido, agrandado, los deditos de su hombre estaban haciendo bien su labor , pues Azul sentía que a poco le llegaría el orgasmo, y llegó, fuerte tumultuoso, su v agina palpitaba, su ano también y cuando el orgasmo ya casi terminar sintió algo den tro de su cola, el miembro ahí metido palpitó, él se detuvo un momento, sólo uno, sintió s alir casi por completo a vergi y al momento siguiente su ano se llenó de semen, un o, dos, tres, cuatro, muchos chorros de mocos eran escupidos por vergi ahí, dentro de ella, entonces el placer se intensificó, los espasmos del miembro le producían e n el culo deliciosas sensaciones y Azul se vino de nuevo en un orgasmo riquísimo, suave, ahora delicado, casi casi imperceptible, pero todo su cuerpo respondía a es a venida, se estaba viniendo por cuarta vez. Un hondo suspiro de Azul puso fin a la ola de placer, pero seguía teniendo a su ho mbre dentro de ella, hasta que delicadamente fue sacando el semi desfallecido tr onco, cuando la verga estuvo afuera, el hombre delicadamente se acercó a su cola p ara besar su ano abierto, abierto totalmente, que se negaba a cerrarse, los labi os y la lengua del hombre restañaron su culo herido, besó sus nalgas mientras que co n ambas manos las moldeaba, hecho ésto se acostó junto a ella, la cubrió con las sábanas delicadamente, casi con amor, y la abrazó, pero Azul ya estaba dormida. Ya había avanzado mucho la mañana cuando Azul despertó, de momento se sorprendió al desc ubrir que todo su cuerpo le dolía, se sentía cansada, adolorida, en especial de su c ola y de su pucha, entonces llegaron a su mente, de golpe, todos los momentos vi

vidos la noche anterior, entonces lo buscó y sorprendida descubrió que no había nadie más que ella en la habitación, se sintió triste, sola, abandonada, extrañó al hombre, al d esconocido del bar, al hombre a quien se entregó como jamás lo había hecho antes, una lágrima asomó en sus ojos mientras repetía su nombre: "dónde estás querido?, ¿por qué te fuis e?". Llorosa se fue al baño, preparó la tina, un baño caliente le haría recuperarse de la tre menda cogida, se dijo para si, y sonrió al recordar parte de lo vivido, y mientras el agua caliente reconfortaba su adolorido cuerpo, volvió a sonreír al recordar que ella le había pedido al hombre aquel que se la metiera por la cola. Luego de bañars e sintió hambre, se preparó para salir y al recoger la ropa que usó el día anterior no e ncontró sus braguitas, "¡se las llevo!, el muy pícaro!", dijo. Bajó a desayunar al restaurante del hotel y cuando pasaba por la administración, un empleado la llamó para decirle que tenía un mensaje para ella, el corazón le latió con i ntensidad cuando abría el sobre: "Espero que hayas tenido buenos sueños, y lo más impo rtante: que hayas pasado un buen rato, te dejo mi teléfono, si puedes y tienes des eos llámame, besitos. PD.- Perdona, pero tomé tu panti como recuerdo de esta noche m emorable". Se sintió feliz, llena, plena de felicidad, ya no se sentía sola y abandonada en aqu el país desconocido, al que había llegado para conocer a un novio cibernético y sin qu erer había descubierto la felicidad en otros brazos, "qué cosas tiene la vida", se d ijo mientras tomaba un rico café, he hizo planes, quería pasar los días que le quedaba n con su nuevo amor y volver a estar con él, pasear, conocer cosas y lugares, pero sobre todo coger y coger mucho, que le hiciera todo, de todo y por todas partes ... Comentarios: [email protected] [email protected] difunto Evodio Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 4,034 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Relato jocoso de un sujeto que muere de repente y descubre entre otras cosas la infidelidad de su mujer. La muerte sorprendió a Evodio un domingo por la mañana. Un agudo e inesperdo grito l o sacó de su sueño, al grito del hombre acudió Esperanza, la esposa. La dolorosa opres ión en el pecho, la creciente dificultad para respirar y el paulatino adormecimien to del cuerpo confirmaron a Evodio que la vida se le escapaba, así lo comprendió su mujer que corriendo fue a buscar ayuda. Cuando ella llegó con el médico Evodio estab a inconsciente, ya casi no tenía pulso y al revisarlo el doctor confirmó que el cora zón estaba por detener su caminar a lo largo de 43 azarosos y golpeados años en la v ida de aquel hombre. "No hay nada que hacer, tu marido sufrió un ataque cardiaco, no se puede hacer ya gran cosa", dijo el médico a la mujer que en ese momento soltó el llanto. Evodio todavía pudo escuchar los gritos y el llanto de su esposa y de m anera extraña el hombre expulsando su último suspiro-- sintió que salía de su cuerpo, pud o verse a si mismo acostado en la cama con los ojos cerrados y esa apacible expr esión en el rostro. También pudo ver a Esperanza, llorando desconsoladamente sobre el hombro del médico, quien había pasado sus brazos en torno a la espalda de la mujer tratando de conso larla: "llora mujer, llora, ya no tiene remedio piensa que él murió tranquilo y que no sufrió", decía él, mientras que ella gimoteaba a grito abierto: "¿qué voy a hacer, ahor a qué voy a hacer, ¿por qué tuvo que morirse, por qué?". "Tal vez fue mejor así, no crees? ", volvió a decir el doctor. --"Pero es mi esposo, ay!, ahora que va a hacer de mi, por qué, por qué se fue?", di jo ella. --"Cálmate mujer, fue mejor así, tu misma me haz dicho que tu marido era un perfecto

cabrón, los que lo conocían comentaban que Evodio no se cogía a si mismo porque no se alcanzaba". --"Pues si, pero era mi marido, y como sea lo quería, a pesar de todas sus cochina das e infidelidades", escuchó el alma de Evodio que flotaba en la habitación. De pronto aquel fluido en que se había convertido Evodio se percató de que algo esta ba por ocurrir, la familiaridad con que aquel hombre trataba a su esposa no era lo esperado entre dos personas que se suponía no se conocían, el sujeto repasaba sus manos por la espalda de la señora pero al mismo bajaban de vez en cuando hasta ca si palpar las carnosas caderas de Esperanza, ella se dejaba hacer sin dejar de l lorar. Pero cuando ya las manos de aquel hombre acariciaban ansiosamente los cac hetes del culo de Esperanza, la mujer intentó todavía guardarle cierto respeto al cu erpo de su marido: "no, espera, aquí no, espera por todos los cielos", sólo fue un m omento pues los dos cuerpos ansiosos, abrazados, cayeron al suelo. Evodio vio a su mujer tirada en el tapete de la recámara con las piernas abiertas, mientras el médico a jalones le bajaba las pantaletas, ya tenía la verga erecta, lista para pene trar a Esperanza, quien lujuriosa dirigió el duro ariete hacía su peluda pepa, luego todo fue una danza furiosa y violenta, el alma del difunto vio a su mujercita r odeando con sus piernas la espalda del hombre, que propinaba estocadas a un ritm o creciente. Los oyó gemir, vio a su mujer ofrecer las tetas a la boca ansiosa del macho, los vio removerse una y otra vez, los gemidos de ella se convirtieron en gritos cuando la sorprendió el orgasmo, empero no sintió rabia ni coraje, sino más bi en una mezcla de ternura y hasta excitación. Cuando la pareja se recuperaba de la intensa cogida el alma de difunto Evodio se desvaneció y cuando echaba una última mi rada a su mujer el muerto alcanzó a pensar: "caray, y decían que yo era un cabrón bien hecho, sorpresas te da la vida, ni hablar". II El alma del muerto empezó a vagar, y sin saber cómo Evodio se encontró en un sitio dif erente. Era la casa de Rosa, su amante, su segundo frente. En un instante el alm a del muerto recorrió esa casa, su segunda casa, buscaba a Rosita, tal para desped irse aunque no sabía cómo. La encontró todavía en la cama, pero no estaba sola, ¿quién era e se hombre que amorosamente abrazaba a su mujer?, si, era el compadre Carlos, su compadrito del alma ahí en su cama con Rosa, su fiel y apasionada mujer. "¿Así que tam bién Rosa le ponía los cuernos?", pensó el muerto mientras veía como su amorosa mujer bu scaba afanosa la virilidad del hombre, recordó Evodio que ese era uno de los pasat iempos preferidos de Rosa, a la mujer le encantaba mamar, podía pasarse horas con la verga en la boca. Sintió cariño y a la vez excitación, bueno si es que los muertos todavía pueden sentir, se dijo el muerto. Miró a su mujer acercar su lindo rostro al erecto carajo del compadre, mirar con o jos de infinito placer la verga erecta y abrir lentamente la boca para irse trag ando el grueso garrote hasta que los pelos hirsutos pegaron en su nariz, luego f ue retirando lentamente el anillo coral de sus labios, succionando a la vez, rep asando con su lengua el morado glande para de nueva cuenta volver a tragarse el enorme ariete. El muerto volvió a recrear ante sus ¿ojos? La depurada técnica de su mujer, Rosita era una experta mamadora, sabía como llevar a un hombre hasta los límites de su orgasmo , sabía acariciar delicadamente con su mano el duro lomo de la verga, para luego l entamente acrecentar la presión de su mano y posar con delicadeza su boca abierta sobre la cabeza del garrote y mamar como becerrito hambriento, eso estaba hacien do con el compadre Carlos. No supo cuanto tiempo transcurrió, pero vio Evodio que el compadre Carlos estaba a punto de llenar de leche la apasionada boca de la mujer, lo oyó suplicar: "espera , por favor, espera, me sacas la leche!". "Anda dámela ya!", dijo la caliente muje r, "no, quiero tu culo, te quiero meter la verga por el culo", dijo el hombre. --"No, ya sabes que el culo sólo se lo doy a mi viejo Evodio", dijo Rosa para sati sfacción del muerto. --"Pinche Evodio, ahorita seguro le está metiendo la verga a la otra y tu con tus pendejadas", dijo el compadre que al mismo tiempo ponía en cuatro patas a la mujer , que ya con la grupa parada esperaba la arremetida del macho, Rosita tenía un cul o apretado, muy delicado, pero la mujer había desarrollado tal práctica al encularse , que fácil aflojaba los pliegues del ano para facilitar la entrada del miembro, a

unque en esos momentos fuera otra verga la que amenazara aquel conjunto estrella do de apretada carne. Evodio, relamiéndose de las ganas, vio a su otra mujer abrirse con ambas manos los cachetes de las nalgas y la punta de la verga presionar el negro y apretado agu jero, la vio morderse los labios y contener el grito y justo cuando el glande tr aspasó el ano un profundo "aaahhhh" surgido de las entrañas de Rosa anunció la violación de su chiquito. El hombre siguió penetrando con su grueso carajo, lentamente hast a pegar su cuerpo a las nalgas carnosas de la mujer, luego retiró con la misma len titud el ariete de las profundidades de la mujer, que con apagados quejidos anun ciaba que el placer se posesionaba por completo de ella, las arremetidas se hici eron pronto violentas y rápidas, ya el culo de Rosa estaba distendido, muy abierto . El compadre podía ahora sacar toda la verga del ano de la caliente vieja y recre arse con el enorme hoyo abierto, para luego de una furiosa embestida volver a se pultar todo el miembro para delicia de Rosa cuyo rostro dibujaba una lasciva exp resión. Sintiéndose traicionado, pero sin el menor asomo de rabia, el muerto dejó a la parej a íntimamente unida y mientras se desvanecía todavía alcanzó a escuchar el orgasmo de la mujer: "más, dame más, cabrón hártate de mi culo, lléname de mocos el hoyo, así, anda, dámel todo que me estoy viniendo!!!!". El alma del muerto vagaba por el contaminado c ielo de la ciudad pensando: "ya ni chingan, todo mundo está cogiendo y ni siquiera saben que ya estoy muerto!, son chingaderas!". III --"Cómo quisiera ver por última vez a mi hermana y decirle que ya no nos volveremos a ver", se imaginó el difunto y al momento estaba dentro de la casa de Irma, la so lterona de la familia, una mujer que a sus 40 años nunca pudo concretar su anhelo de casarse, tener hombre de planta y llenarse de hijos, pero que como todos sabían en la colonia, nunca se había negado a los placeres carnales. El mismo Evodio sabía eso y en vida tuvo varias dificultades con Irma, a quien los vagos de la coloni a la llamaban "la pantalenta más rápida del oeste", sin embargo siempre existió entre ambos un sincero cariño de hermanos. Lo primero que percibió el alma de Evodio al entrar en el hogar fraterno, fue una continua serie de gemidos entrecortados, "ahhhh, hummm, ahhh, hummm, ayyyy, humm m", era Irma, que despatarrada sobre la cama apuñalaba su sexo abiertísimo con un en orme plátano mientras se metía el dedo índice de la otra mano en el agujero del culo. El placer de la cuarentona parecía ser inmenso, su panocha chapaleaba en un mar de líquidos viscosos a la vez que la fruta provocaba peculiares ruidos al entrar y s alir del distendido hoyo carnoso y lleno de pelos. Otros ruidos llamaron la atención del muerto. Un teléfono sonaba insistentemente en el cuarto contiguo, pero Irma estaba demasiado ocupada para ir a contestar, en e sos momentos el segundo orgasmo hacía brincar el rollizo cuerpo de la mujer, hacie ndo saltar las bamboleantes tetas de aureolas requemadas y pezones erectos, el m ovimiento del plátano al entrar en la pucha chorreante se hizo más intenso y los ojo s ansiosos de la mujer siguían el ardiente trajinar del consolador en su sexo hast a que con la boca abierta anunció un nuevo orgasmo. El teléfono seguía sonando, respir ando agitadamente la mujer se levantó de la cama y sosteniendo con una mano el pláta no dentro de su pucha, para evitar que se saliera, se dirigió con pasos tambaleant es hasta el teléfono. Contestó y al momento su expresión cambió, el espanto y el desconc ierto borraron la lasciva sonrisa de la mujer, el grito de "¿cómo, cuándo?", confirmó a Evodio que alguien le estaba avisando a su hermana su reciente muerte. El alma del difunto se alejó de ese lugar y hasta sonriente vio como a pesar de re cibir la trágica noticia su hermana mantenía el plátano dentro de su vagina apretando las piernas. "Ay Irma, Irma hija de la chingada, nunca se te quitará lo caliente!" , se dijo el muerto. Cuando abandonó la casa de su hermana el muerto todavía tuvo tiempo de darse una pas adita por las casas cercanas y al menos en tres de ellas descubrió el alma del dif unto que sus ocupantes practicaban el viejo deporte de coger por las mañanas, "tod o mundo se echa el mañanero, menos yo". IV Cuando horas después regresó el muerto a su hogar ya su velorio había empezado. La sal a de su casa estaba llena de gente y en el centro su ataúd rodeado de flores y vel

as. Mujeres llorando, algunos de sus amigos, hasta su compadre Carlos, estaban a hí comentando los trágicos sucesos mientras tomaban café con piquete. Esperanza incons olable lloraba a grito abierto, también Irma, su hermana. El muerto se sintió triste por causar tanto dolor a esas gentes. Pero como el mismo pudo comprobar que la naturaleza humana cumple sus deseos e impulsos hasta en los momentos más inusuales o inesperados. Así, mientras las mujeres organizaban el enésimo rosario en honor de Evodio, el muer to descubrió a su sobrina consentida, Lolita, escurrirse del velorio llevando de l a mano a su novio, buscaban un solitario y oscuro lugar, lo encontraron en el cu arto de los trebejos. La urgencia de la pareja era tal que tan sólo al entrar en a quel cuartucho ya estaban enfrascados en los preliminares del sexo, la ansiosa m ano de la sobrina ya apretaba el erecto miembro del novio, quien por su parte lu chaba por subir el negro vestido de Lola y bajarle a la vez los calzones Ya con la prenda íntima por los tobillos la chica llevó con su mano el erecto garrote y así c omo estaban, de pie, trataban de unir sus sexos. Parada sobre las puntas de sus pies y con las piernas en compás Lolita sintió que la verga se deslizaba en su pucha caliente, la erecta masa de carne hizo su entrada triunfal en la juvenil vagina , iniciando entonces la furosa lucha por alcanzar el máximo placer. La muchacha co lgada con sus brazos del cuello del novio dejaba que éste arremetiera con furia en su panocha, hasta que en el justo momento en que ella gemía su placer una ligera palpitación de la verga le indicó a Lola que el novio estaba por eyacular, rauda se zafó de la cogida e inclinándose buscó con ansia la verga, se la tragó toda y su boca re cibió la juvenil ofrenda del chico que sintiéndose en el séptimo cielo llenaba de chor ros de semen la ansiosa boca succionante de la jovencita. El muerto dejó a la pareja en su deliciosa pasatiempo porque algo llamó su atención, c orrer de mujeres gritando "alcohol, que alguien traiga alcohol!", una vieja se h abía desmayado, era Alejandra la esposa de su hermano Roberto, era él y otro hombre quienes llevaban cargando a Alejandra como un bulto hasta una de las recámaras, ahí la reconfortaron, luego alguien le dio a tomar una pastilla para dormir y la dej aron acostaba sobre la cama. Ahí la dejaron, Roberto y su amigo se fueron a hacer lo mejor que sabían hacer: emborracharse. Evodio recordaba al ver aquel cuerpo que él mismo había pasado algunas veces por la ardiente entre pierna de la cuñada, pero al verla casi inconciente sobre aquella c ama gimoteando entrecortadamente-- se preguntó el muerto si la reacción de la cuñada po r su muerte era en realidad fingida o si bien, en el fondo esa mujer lo estimaba o más bien, lo quería de verdad. Entonces como en cámara lenta el difunto rememoró de nuevo los morbosos pensamientos que atacaban su cuerpo cada que veía a su cuñada. Recordó la vez aquella en que de ma nera fortuita la vio desnuda mientras se bañaba. Alejandra no era una mujer que de spertara pasiones, sin embargo cuando la miró sin nada de ropa encima Evodio sintió el aguijón de la lujuria y desde esa vez se juro a si mismo hacerla suya. Lo que desató las pasiones de Evodio fue esa piel tan blanca que casi translucía las venas, las blancas tetas talla 32 y el par de nalgas pequeñas pero redondas, y lo principal: aquellas nalgas mostraban en el valle donde se unían un delicioso cami nito de vellos, delicados, delgados, pegados a la carne de los cachetes. Y como pudo comprobar a su tiempo, Alejandra también estaba super peluda de la panocha, p ero no era una pucha común y corriente, no, la gatita de Ale era algo fenomenal!, su textura y color contrastaban completamente con la blanca piel de la mujer, er a una panocha prieta casi negra, de labios abultados, con esa otra carne en medi o, separando la raja, de forma ostentosa y grosera. Los insanos deseos del muerto no pudieron ser contenidos por mucho tiempo, y una noche de Navidad, sorprendió a su cuñada en la cocina, la abrazo con fuerza y sus m anos ya rodeaban la sedosa suavidad de aquellas nalgas, pero ella no cooperó, luchó con fueza por zafarse, y lo logró, se le fue viva. Con los ojos llenos de miedo y odio recibió en pleno rostro su reproche: "desgraciado viejo borracho, nomás vuelves a tocarme y te armó un pedo del tamaño del mundo!". Era la primera mujer que se le negaba, y el muerto no acababa de comprender aque llo. Con paciencia busco una nueva oportunidad. Alejandra misma se la dio, poco a poco, sus miradas fueron comunicándose el mismo ardor. Un domingo por la noche, cuando Evodio llevó a su hermano Roberto a su casa cayéndose de borracho, luego de d

ejarlo en su recámara, Alejandra con la mirada se lo pidió, en la sala se besaron, c on besos tiernos y delicados, que luego se tornaron furiosos, los cuerpos cayero n sobre la alfombra y en ese lugar Evodio, haciendo cancha en la pantaleta de la mujer le dejó ir la virilidad erecta. Fue un coito breve pero delicioso, cinco mi nutos a lo máximo, pero fueron los minutos más ricos en la vida del muerto. A partir de entonces se hicieron amantes. Evodio fue el hombre más feliz sobre la tierra, al menos por unos meses. Pero los disfrutó al máximo. Toda la lujuria y morbosidad que pueden caber en un ser humano s e posesionaban del hombre cuando ponía en cuatro patas a su cuñada y con los ojos in yectados de pasión y el cuerpo tembloroso cumplía el mismo rito goloso y caliente: a brir con ambas manos las nalgas de Alejandra y pasar largo tiempo lamiendo el cu lo de la mujer, aquel camino de vellos sedosos, la línea renegrida que separaba la s nalgas y aquel conjunto de pliegues negros y apretados. La mujer gemía pidiendo ya ser ensartada por la gruesa y erecta verga de Evodio, pero él sabía contenerse, c on los labios pegados al negro agujero esperaba el momento oportuno, sabía que el culo se estaba distendiendo y que la pucha ya escurría sus jugos. Entonces desliza ba uno o dos dedos en el rebaladizo y caliente coño, mientras su lengua titilaba e l ano que lentamente daba de si, se abría, llevando a la boca del hombre otros sab ores y olores, hasta que incapaz de evadir los llamados de la hembra la montaba para meter la verga en ese hoyo hambriento en que se convertía el culo de Alejandr a. Mucho rato después ambos terminaban ahítos de placer e impregnados a olores fecal es, pero felices y satisfechos. Pero todo aquello ya era tiempo pasado. Ahora Ale dormía con esa placida y angelic al expresión en el rostro, y él, Evodio, era algo ya no de este mundo. Lo que quedab a de él no pudo más que sentir un profundo sentimiento de nostalgia y agradecimiento por aquella hembra, que a final de cuentas tal vez fuera la única mujer que lo qu iso de verdad. Epílogo Cuando el muerto regresó a su velorio, vio la misma gente. Unas rezando, otros ya borrachos a su salud. Ya Esperanza, su mujer, se dejaba abrazar por aquel médico d esconocido. Su sobrina se había vuelto a escurrir con el novio, y otras mujeres más cansadas de tanto rezar se habían quedado dormidas. Y cuando reconoció a la rezander a una voz lejana le dijo: "bueno Evodio, ya es hora". Entonces el muerto sonrien do recordó que la viejita que le rezaba con tal ferbor era la señora Paz, la primera mujer que lo había iniciado en los placeres de la mamada a los doce años. Era una cuota establecida: un peso por dejarse mamar el pito. Eso pagaba doña Paz a los chiquillos que se prestaban a sus lujuriosos pasatiempos. Evodio fue uno d e sus preferidos, pues no sólo dejaba que la cuarentona le sacara le leche a chupa das, sino al mismo tiempo le dejaba ir un dedito por las nalgas hasta penetrarla en la pucha. Con esa imagen se fue Evodio. Doña Paz pegada a su sexo erecto, resoplando por la nariz, gosando. "Bueno, después de todo, la mia no fue una vida desperdiciada". [email protected] de Mita (I: Inicio de serie) Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 4,967 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 9 min. ] +

Inicio de serie de un relato extenso de la experiencia sexual de una ardiente m ujer. Parte I. Relatos de Mita (solo un ensayo...) Nota.- Lo que sigue a continuación es la reconstrucción, por una parte, de la experi encia real de una mujer (María del Carmen, nacida en Bs. As. Argentina) con el ama nte que conoció por internet, partiendo de los emails enviados a ese hombre; por o

tra también se incluyen recuerdos en forma de relato de esa misma experiencia, que no necesariamente son confesiones enviadas por mail, en buena parte fueron toma dos de grabaciones telefónicas, así como de elucubraciones eróticas del autor sobre lo experimentado al respecto. Lo contado es, en su mayoría pero no necesariamente, u na experiencia real. Por lo extenso del relato se publicará de forma seriada, (las fechas no necesariamente corresponden a los mails enviados). La mujer de la que se habla aprobó su pubicación. --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Monday, july 19 ... 3:02 pm To: [email protected] Subjet: HOLA BEBE Me alegra bebé que te hayan sido útiles mis pensamientos.... ¿Conociste alguna vez a u na mujer argentina?, ¿o qué pensás de las mujeres argentinas, que idea tenés?.... Sabes que cada mail que recibo primero lo imprimo... Adivina que hice sobre la parte q ue dice que me mandas besotes?, pasé suavemente el dedo índice y le dí un beso, chau b ebé, hasta mañana. PD. Quiero saber como son los labios que me mandan besos, como son los ojos que leen lo que escribo, como son las manos que escriben lo que leo. Azul. --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: July 24 ... 16:09:03 To: [email protected] Subjet: HOLA AMORCITO Estoy flotando sobre una nube de besitos y besotes azules. Estoy adormecida sobr e esa nube con mi cabello al viento y los tibios rayos del sol que la atraviesan . Me estoy dejando llevar por una sueva brisa, no quiero despertar! Quiero que te anotes, bebé, para amarme dulcemente, suavemente, lentamente PD. Espero tu foto amorcito, no tardes. Ya que ayer me dijiste que le demos forma a mi posible viaje, estoy en eso... Besitos azules, suaves. Me gusta la cerveza Corona, mi .... me la recomendó, no va s a necesitar una copa para beberla, yo voy a ser tu copa. Azul. --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Wed, 02 aug. ... 18:34:48 To: ......@latingüey.com Subjet: HOLA AMOR MIO ..... ..... Te doy el teléfono de mi casa, pregunta por Azul, no hay problema. El teléfono es XX XXX XXXX XXXX, aunque figura en la etiqueta del envío que recibiste. Por favor cue ntame en detalle cómo fue el día de tu cumpleaños, que tus colaboradores te celebraron , dijiste que estaban festejando eso en la oficina, cuando una de tus secres te acercó el sobre que te envié, qué felicidad amor mio que hayas recibido eso en tú día, qui ero saber de todo, en detalle amor mio, (ante todo quiero saber si eres mío, sólo mío, totalmente mio, no quiero "secres" rondando en torno tuyo). Que bueno que te gu stó la foto, el chiquito que está junto a mi en la playa es mi sobrinito, esa foto e s de hace uno o dos años, así que casi sigo igual que en la foto (de la cabeza a los pies, tan buenota!), el bikini fue uno de los modelos más celebrados en esa época e n Miami, qué bueno que a vos le haya gustado... ....., ..... Ya estoy sintiendo tus besos hasta las partes más recónditas de todo mi cuerpo, quiero estar junto a vos, decirte que te quiero, que estés junto a mi y l avarte el pelo suavemente y luego secártelo con secador, mientras vos acaricias mi s piernas, mientras recorres con tus manos el contorno de mi cuerpo, mis senos, mi vientre, todo ....., todo, me siento sobre vos (coloco mis glúteos sobre tus pi ernas), apago el secador y nos besamos, apasionadamente, acaricio tu cabello bri llante y mi otra mano atrapa a tu ...., (mientras en tu boca abierta casi desapa

rece uno de mis senos)...., luego vos me penetras con tu ..., aaaaahhhhh, hummmm . Besos..., Azul. --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Tue, 10 aug. ... 15:32:37:07 To: [email protected] Subjet: Hola .... Te cuento amorcito. Mis pechos son blancos (ni chicos ni grandes), turgentes, fi rmes, pura glándula mamaria, mis pezones son beige clarito, suaves como el terciop elo, delicados, medianos, siento como si estuvieras con ellos, siento tu lengüita, se ponen duritos, los mordés, los seguís lamiendo, me volvés loca. (la carne de mis m uslos es firme, carnosa y mis pompis son redondas, paraditas y muy suaves al tac to, me dijeron hace tiempo). Abajito (entre mis piernas) soy carnosa, mis pelitos son suaves, castaños, no son ensortijados (como pensás), .......... (mi puchis por fuera es abultada, carnosa, como te comenté, pero al abrir los labios, está esa otra carne, mis otros labios que no salen por si solos de la puchis, como pensás son suaves, delicados, pero si los extiendo con mis dedos entonces quedan expuestos, listos para tus caricias, mi b ebé! comentarios por teléfono--), tu lengüita va a poder entrar suavemente, abriéndose ca mino para mi infinito goce. Adentro hay un pasillito húmedo y mullido que llega a una puertita también mullida, que te absorve, que te llama, que late, que quiere mimar a micifuz. "Hola micifu z!, ¡¿cómo estás hoy?!, tu cabecita está suave y húmeda, mis besitos te llenan de gozo, te m ovés, te tensas, no me canso de besarte, de mimarte, vení, pasá, hace frío afuera, mi ca sita es cálida, (anda) vení, ya estás dentro, ahora vamos a jugar, mira, te gusta como me muevo, te gusta, te gusta... Hay Micifuz!, quiero más, dame tu ofrenda tibia y húmeda, dámela querido, dámela... Quiero otra noche igual (que ayer por teléfono), la necesitamos bebé, Micifuz está muy bien, no me lo quiero perder, (lléname de tu leche papaíto lindo). Besos de Azul, t u hembra calentorra. --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Wed, 02 sep. ... 13:15:50 To: [email protected] Subjet: Hola .... Mi dulce bebé, mi fabuloso amante, mi pasión, Micifuz me deja pensar en muy pocas co sas. No sabes cuantas sensaciones sin límite invaden todo mi cuerpo, te siento ahí, en la puerta de mi cuevita, te aprieto, me muevo sobre tu cabecita húmeda, para un lado para el otro, hasta que suavemente, desplazandote por mi arroyito, vas ent rando hasta el final, suspiro, gimo, Micifuz entra y sale, me abro y me cierro, lo aprieto, nos quedamos pegados, tu cuerpo está empapado, el mio también...., hay . ... por favor no doy más, no aguanto más, repitamos lo de la noche anterior por teléfo no, penétrame con tu voz, por favor querido, te deseo, quiero besarte todo, quiero lamerte todo, quiero recorrer los laberintos de tus orejitas, quiero ser tuya u na y mil veces, sos dueño de mi cuerpo, querido. Te quiero y te deseo. Azul. Más tarde, más calmada, mi cuerpo es un fuego, voy a visitar la página ....... que me recomendaste. ---From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Tue, 09 sep. ... 17:30:47 To: .....@güeymail.com Subjet: QUE INOLVIDABLE DIA! Anoche fue la noche más hermosa de mi vida, tuve a mi bebé .... recostado a mi lado, envueltos en mantas tibias por el intenso frío, anoche ..... acarició a vergi con m i calzoncito de raso roza y perlitas blancas que le mandé, anoche lo escuché gemir m

ientras se acariciaba, anoche mis pechos estallaban pensando en las manos y los labios de ...., anoche sentí la lengua de .... jugando con la mia, recorriendo lab erintos, llevándome al más hermoso de los mundos, anoche conocí (otra vez) el paraíso... .!!!! ("Anoche, a pedido de mi amante, abrí mis más recónditos laberintos para jugar y jugar con mis deditos, hasta explotar en orgasmos increíbles. Anoche fui capaz de supli car a mi hombre "anda papaíto, dame tu leche, dámela, la quiero toda" fragmento toma do de conversación telefónica). Sueño con tener su slip, de suave algodón, quiero recorrer todo mi rostro con el, mi s pechos, acariciar mi cola y mi cuevita, quiero volverme loca con ese slip....! !! Que bueno querido que estés preparando una encomienda para azulita, con cuánta ilusión la espero, no sabes!!! ..... qué más puedo pedir al cielo. Conocerte fue lo más maravilloso que me ha sucedid o! Azulita que te adora, y quiere que le metas tu .... ! ----"Me alegra que hayas recibido me erótico envío. Me costó trabajo decidirme a enviart e mis pelitos, como los verás son castaños, pero no rizados como tú imaginaste, y tamp oco tengo la mata de pelos que me dijiste, los tengo largos pero me los depilo c on frecuencia, con eso de que voy al gimnasio, no quiero que se me noten. De lo otro que me pediste .... voy a pensarlo, nunca me he depilado la colita, tengo p elitos ahí cerquita de mi cola, pero tampoco son muy largos, más bien pequeñitos y más e n la juntura de mis glúteos, tampoco me decido a enviarte la toallita que me solic itaste, me da pena, perdona, es algo muy íntimo. "No podría enviarte la toalla que uso cuando me baja mi regla, eso no, deveras, pe rdona, pero me da pena. Tal vez me decida a enviarte una de mis toallas que uso en los otros días, cuando me baja un pequeño flujo, oloroso, excitante al olfato, pe ro de mi regla, eso no mi amor. "Todavía me siento exhausta de nuestra última conversación telefónica, sos bárbaro. Sos di vino! Te escuché terminar varias veces, acariciandote a vergi con mi calzoncito ro sa, el de mi primer envío. Yo tuve una serie interminable de orgasmos, uno tras ot ro. Nunca antes me había acariciado así como me dijiste, fue fabuloso ponerme a cuat ro patas, como perrita, soy tu perrita amor mío. Así pude verme en el espejo, como v os solicitaste, y como te dije, cuando me venía, ya casi para desfallecer de place r miré mi cola palpitar al unísono con mi puchis, que se contraía en deliciosos espasm os. "Anteriormente, cuando de vez en cuando me tocaba la puchis, sólo me acariciaba el botoncito, ponía mi dedito entre los labios y buscaba el botón, lo sentía endurecer, y sobre él hacía circulitos hasta venirme en un rico orgasmo. Sólo me venía una vez y ya , me ponía en paz, con eso tenía para aguantar varias semanas, de verdad, aunque no me creas, no me toco muy seguido, sólo de vez en cuando. Pero desde que te conocí me han entrado unas ganas terribles de sexo, por eso espero con ansia tus llamadas , así puedo dar rienda suelta a toda mi lujuria, a esa lujuria de la que no me creía capaz, me siento tu puta, la más puta de las mujeres cuando te pido que me des tu leche yo abierta de patas sobre la cama, metiendo en la pucha abierta el mango de mi cepillito para el pelo. "Eso nunca antes lo había hecho, todo empezó con aquella llamada tuya, me lo propusi ste y acepté, y lo primero que tuve a mano fue ese cepillo, desde entonces lo teng o junto al buró por si me llamas y me pedís que me lo meta todo para moverlo dentro de mio y explotar no una ni dos veces, sino muchas como a ti te gusta, papaíto de mi vida. "Sobre las otras cosas que me pediste, no creo poder hacerlo. Además por acá no hay de esas cabinas para tomarse fotos instantáneas. No sería capaz de tomarme fotos ens eñándote las tetas o peor aún, mi puchita, que es sólo tuya, aunque no me creas. Desde q ue te conocí no mantengo relaciones con ningún otro hombre. Ni siquiera por email, y a no les contestó a ninguno de mis amigos, te soy fiel papacito de mi vida, sólo tú ll enas mis ganas y mis sentimientos. De mis anteriores experiencias, no sé por qué te

excita que te cuente, sólo tuve un novio, ....., ¿recuerdas?, el que me enseñó a besar e l miembro, él también me besaba la puchis hasta venirme, ¿recuerdas que te conté?, le en cantaba ponerme de espaldas en la pared de mi casa, se sacaba el miembro y me lo ponía ahí, haciendo a un lado mi panti, lo frotaba sobre la puchis, pero eso sí, nunc a lo deje que lo metiera, nunca lo dejé hacerme el amor, nunca, por más que me lo pi dió, yo quería casarme con él. "Luego fue aquel tipo que conocí en Miami, en un viaje con mi hermana, pero no gocé nada, sólo fue un chaz, chaz y se vino, terminó, no sentí casi nada. No hubo romantici smo, ni me besó la puchis, ni yo me atreví a besarle el miembro, que sí era graaaande! !, muy grande. Cuando me penetró la primera vez, sentí mucho dolor, casí no lo soporta ba dentro mío. Nos dormimos un rato, y al despertar de nuevo se montó encima mío, me p enetró con su cosa, me volvió a causar algo de dolor, pero él con su chaz, chaz y ya, se vino, usamos condones, él no quería pero lo obligué. Esas fueron todas mis experien cias. (Reconstrucción de una conversación telefónica grabada) Fin de la primera parte. Comentarios: Relatos de Mita, (sólo un ensayo), II Segunda parte:

"¿Me oyes?, ¿sí?.... hahahahahah, hummmmm......, ¿qué haces... Mita?, ¿dime qué haces?...., d me tu leche, papito, papaíto lindo....., dime que estás haciendo?, ¿tienes el cepillit o?...., siiiii, hummm, hahahahaha....¿dónde?, dime dónde.... ahí, dentro, en puchis, hum mmmm, ahahhahaha, ya, dame tu leche, anda ¿si?.... sigue mamita, ¿lo tienes todo ade ntro?...., hummjummmm, dame tu leche, no doy más, sos divino, no aguanto más, lo qui ero todo, todo mio, todo dentro de puchis, anda ya!!!!, dame la leche, quiero tu leche, quiero tu leche querido...., ¿ya?, ¿si?....¿qué haces bebé?, tócate la pinga, ¡anda m cho!, que soy tu puta, dáme la verga, quiero tu pinga, toda, dura.... ¿te gusta Mita ?, ¿sientes rico?...., siiiii, mi macho, mi único macho, malo, malote, anda macho mónt ame, así, así....., ......, (se cortó la comunicación)....... ¿qué?, habla más fuerte... no p edo, si grito me oye mi papá..., ¿me oyes?..., si, macho, monta, sigue, más, dura, qui ero toda la pinga, toda..., ¿quieres más?, ya me vengo, mamita, oye cómo me viene la l eche..., siiiii, toda, la quiero toda, dentro mio, siente mis piernas en tus hom bros, siente mis nalgas en tus piernas, y mi pucha, mi vagina que te succiona el pito, papaíto lindo de mi vida, huuujuuuummmm, me vengo, me llega, yaaaaa, ahhhh, hummm, ya, ya, ya, otra vez papito lindo, mi macho, macho, no la saques, malo, malote, macho de mi vidaaaaa...., voy a cortar...., nnnnoooo espera, espera, no te vayas bebé..., Mita, ¿quieres más?.... siiiii, corta, te llamo yo...." (Reconstrucción parcial de una llamada telefónica grabada). --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Tue, 17 sep. ... 14:23:07 [01102] To: .....@migüey!.com Subjet: QUE INOLVIDABLE DIA! Bebé nunca pensé ser capaz de las cosas que hacemos por teléfono, lo juro por lo más sag rado, pero tenés una voz tan incitante, tan amorosa, tan, pero tan llena de sexo, que me vuelves loca, me transformas en una mujer caliente y deseosa de Micifuz. Oirte gemir y pedirme cosas y más cosas, hace que mi cuerpo arda por completo, sie nto que mi puchis se hincha, se inflama, se moja y se calienta, toda mi cuarto s e llena de ese olor tan fuerte y peculiar, y cuando descubro con mi dedo medio e se sensible botón lo encuentro duro, erecto, deseoso de que sea tu lengua la que l o mime, quiero ser tuya, completamente, toda, hasta la punta de mis pies. Mañana cumpliré otro de tus deseo más preciados, te enviaré una tanguita blanca, de algo dón, muy coqueta, espero que por tu parte cumplas con tu envío, deseo tanto tener al go tuyo, muy íntimo. También te mandaré algunos de mis pelitos y los sigas coleccionan do. Quiero que me vuelvas a llamar (ya se que gastas mucho en llamadas telefónicas, pe

ro te necesito, de verdad!), quiero que desates todo ese deseo que guardo para t i, quiero oirte gemir y pedirme todas esas locuras que no creí capaz de hacer jamás, quiero ponerme como perrita y abrir mis glúteos carnosos, e imaginar que Micifuz juega entre ellos, suavemente, recorriendo mis pliegues cerrados que nadie ha to cado ni traspasado, quiero imaginar tu vista golosa en eso que es mi más íntimo secr eto. Te deseo ...., no sabes cuanto te deseo bebé, mi hombre, mi macho, quiero tu verga toda mía, mía, de nadie más. Besitos azules en tu don más preciado. Azul, calientita para ti. ------

(Reconstrucción de una grabación, sólo grabó una vía, por error del aparato) "¿Sí?..., ¿por qué haces eso?, mira que me voy a enojar, no..., no me gusta, ¿cómo voy a sab er?..., si te gustó...., pero... ¿cómo estoy segura papito?...., ¿cómo voy a...., no lo se , no lo se..., me haces sentir confusa..., tonto..., tontito mio, estás borracho.. ., si ya sabes..., si..., también me gusta..., mucho, hummmmm no sabes!, no sabes querido mio, pero.., escucha, ya se, ya se.., espera, no te enojes, chiquito.... , mio, solo mio..., pero eso no!...., escucha bien, eso no..., ya se que es un j uego, pero eso no está bien...., por lo que más quieras que ellos no escuchen, que n o sepan... lo que hacemos... que no!, ya te dije, voy a cortar...., si lo haces nunca te volveré a llamar..., bórralas por lo que más quieras..., borra esas cintas... si mejor, así..., te llamo cuando se vayan y ya no estén ahí en tu casita, me voy que rido..., si estoy enojada, mucho, no sabes cuánto... ¿una hora?, bueno, pero jura qu e no..., ya lo sé, pero júralo..., chau bebé". (Una hora después) "¿Ya se fueron?... ¿si?, te creo bebé... ¿qué?, pero si ya sabes, te conté..., ¿te excita eso , ¿si?... no me digas..., fue Juan, mi primer novio, el me enseñó, nos acariciabamos e n su coche, me besaba mucho, hasta quitarme el aliento, por supuesto..., me exci taba mucho, mucho..., ¿estás grabando?..., bueno, pero que sean sólo para ti, prometel o, si..., te creo..., bueno te cuento..., nos besabamos mucho, nos excitabamos, se lo sacaba del pantalón, ya erecto, muy duro, muuuuy graaande, jo, jojo, jo (ris a), entonces se lo agarraba con mi mano, le pelaba la cabecita, eso le gustaba m ucho, se excitaba más, se lo frotaba, lentamente, pelando la cabecita, se mojaba, mucho, entonces me lo pedía, no insistía mucho, yo también quería, me gustaba tenerlo en mi boca...., me inclinaba sobre él, bajaba buscando su vergi, abría mi boca y entra ba la cabecita, lo lamía, mucho, lentamente, jugaba con su ...., eso..., me pedía qu e lo comiera todo, pero no podía, estaba muuuy graaande, jojojojo (risa), bueno y ya, si, se venía en mi boca, yo subía y bajaba la cabeza sobre su vergi, subía y bajab a, tititaba con mi lengua su cabecita, sabía rico, si, me gustaba, mucho, entonces por los espasmos sabía que ya venía su leche, y ya, zas, empezaba a darme su semen, mucho, no..., eso no, no me lo tragaba, pero me gustaba que se viniera en mi bo quita, al terminar me daba su pañuelito, ahí escupía la leche..., entonces era él, recli naba mi asiento, me bajaba la panty, jojojojo (risa) y ay, me metía el dedo, muy a dentro, hasta encontrar mi punto G, lo movía quedito, bajaba su cabeza hasta mi en trepierna y me chupaba la puchis, mucho, sobre el botoncito, con su lengua, haci endo circulitos, y metía y sacaba el dedo, luego me daba dos, tres dedos..., me ve nía mucho, mucho..., varios orgasmos seguiditos, hasta que yo desfallecía de placer. .... Otras veces me lo hacía tirada cotra la pared de la casa, me ponía sobre la par ed, yo me bajaba el calzoncito y me ponía a su vergi entre las piernas, sobre la p uchis, se frotaba, lo metía y lo sacaba hasta terminar, pero nunca lo dejé meterlo, nunca..., de verdad, se enojaba, porque lo quería hacer bien, yo me negaba, reñíamos, pero siempre regresaba jo jo jojo (risa), entonces volvíamos a hacerlo como yo que ría,..., si..., fue él, me enseñó a besar miembro, me gustaba, claro, bebé, me gustaba muc ho..., yo me quería casar con él, pero Juan no..., insistió mucho, lo quería hacer, mete rlo todo, pero yo no..., luego se fue, se casó..., años después regresó, lo volví a ver y lo hicimos, jojojojo (risa)..., ¿te acaricias vergi?, está paradita, graaannde!, si chiquito, mi bebé, dame tu leche..., si la quiero..., anda..., así, así..., dame más, te oigo gemir, más fuerte, que salga el semen, tu leche, pensando en mi, en tu azuli ta caliente, en tu puta, en tu vieja cachonda... ¿soy tu puta?, solo tuya, anda... , más..., ¿ya?..., dame más semen..., ¿ya?..., bueno, yo te llamo, ¿mañana?, ¿tú?, bueno, esp

tu llamada papito lindo..., tengo ganas de más vergi..., si ya sabes..., me tocaré la colita..., para ti... (Grabación telefónica, parcial). --Fecha: Wed. 29 sep. ..... 16:06:39 Desde: azul52[[email protected]] Para: [email protected] Asunto: HOLA CIELITO! Querido mio, cómo corrí el sábado para poder llegar con la banana al estudio. Cuando m e pediste que la comprara, terminé de hacer mis tareas domésticas, me bañé, me cambié y fu i a la verdulería de la esquina. Le pedí al chico que me atendió una banana y una manz ana para disimular--, me dice: a dieta no?, le contesté: es para el postre. Cuando llegué al estudio presurosa corrí al teléfono, ansiosa por satisfacer tus fanta sías, fantasías a las que me llevaste, lentamente, sabiamente, como mi bebé sabe hacer lo! Para lograr algunas cosas que muestran las fotos que me enviaste tendrás que traba jar suavemente, con la habilidad de un hebanista, la suavidad, la paciencia con la que tus fantasías fueron entretejiendo las mias. Imagino tus dedos, tu piel, re corriendome lentamente, haciendo surgir mis fluídos interiores, que te regalo, en toda su plenitud, en toda su intensidad, en toda su tibieza! Te amo, te deseo, te quiero dentro mio, quiero que me penetres mientras me acari cio como me enseñaste, te voy a excitar mucho tocándome! Azulita (quiero más vergiii). --From: mita[SMPT:[email protected]] Sent: Sat, 02 oct. ... 13:27:51 [0122] To: [email protected] Subjet: HOLA!!!!!!!!! Que bueno, que bueno, que bien la pasamos. No sabes el hambre que me dio, me comí la banana entera!!!!, estaba riquísima. No sabes cuántas flexiones hice en el piso, siento los movimientos en mis rodillas y pantorrillas! Loquito mio!!!! Que bien la vamos a pasar cuando estemos juntos! De locura! Hace un ratito llegue de comer, fui a la pizzería Los Inmortales, sobre calle Corr ientes, ......., ......, espero que hayas tenido dulces sueños, te amo, Azulita, ( la comedora de babanas)! ---(Reconstrucción) "Ahora te cuento algo. ¿Recuerdas aquella vez que me pediste una banana?, para hac erlo por teléfono desde el despacho de mi cuñado, pues si recordarás fue fabuloso, no pude complacerte en meterme toda la banana en la pucha, aunque si pude colocar l a punta en la puertita de puchis, fue riquísimo mi amor, cuánto gocé!! Bueno pues ese día, sábado si recuerdas, apenas me estaba recuperando de tantos orgasmos que me sac aste con tu llamada, estaba frente a la computadora viendo esas tremendas fotos que enviaste!, mis pantis estaban en el suelo, bajo el escritorio de la compu, y o tenía todavía el vestido arriba de mis rodillas y mi blusa estaba abierta, aunque ya me había guardado las tetas en el sostén y ¿qué crees que pasó? "Pues nada, que va entrando el chico ese que lleva la contabilidad del despacho, fue una impresión terrible, me asusté como no vieras, él pensó que no había nadie en la o ficina, como pude le traté de explicar que había ido a hacer unos trabajos para mi c uñado, no sé si me creyó creo que vio la pantalla de la compu con esas fotos!--, pero s entí su mirada como tratando de averiguar la verdad. Dijo que tenía que hacer unas l lamadas y por eso había ido a la oficina, no le creí. Pero lo peor fue que cuando sa lió miró las bananas que había comprado para nuestros juegos, quedaban tres, la que ha bía usado ya estaba dentro del bote de la basura, todavía con el condón puesto!, qué bárba ra!, lo que me haces hacer mi cielo azul!

"No sé si descubrió que mis calzones estaban tirados bajo el escritorio, espero que no!, por todos los cielos, nunca pensé que ese día fuera a llegar alguien al despach o. Luego de que salió, cerré con llave mi oficina, me puse inmediatamente mi panty y me acomodé la blusa abierta, guardé las bananas en mi bolso y salí casi corriendo de ese lugar, pensando lo peor. ¿Y sí ese tipo se dio cuenta de lo que estabamos hacien do?, yo ahí despatarrada, sobre la alfombra de la oficina con el vestido hasta arr iba y mi pucha al aire, acariciándome con una banana y hablándote por el teléfono, com o me lo pidió mi amor, ¿y si oyó mis gritos?, ¿mis gemidos de placer?, no me atreví a preg untarle si ya tenía rato de haber llegado a la oficina. También está el asunto del teléf ono, el que uso tiene una extensión en la oficina del contador, ¿te imaginas?, si es tuvo ahí desde hacía rato, a lo mejor nos escuchó, siento una pena terrible, para la p róxima vez, si hablamos desde el despacho los sábados, voy a cerrar la oficina con l lave desde adentro. "Ese chico es terrible!, en una ocasión en que tuve que utilizar su computadora, d escubrí cosas horrendas de sexo, tenía la máquina llena de fotos de sexo explícito, nunc a antes había visto cosas así, lo acusé con mi cuñado y lo obligó a borrar todas esas coch inadas, desde entonces me tiene coraje, ni nos hablamos casi. Ahora que tú me haz mandado fotos de sexo, ay no se cómo puedes hacer esas cosas!, recordé las fotos de aquella vez, en la compu del chico ese. Había unas fotos tremendas, de sexo anal, huy papaíto, como las que me mandaste, como la del negro ese que le mete todo su g randioso miembro en la cola a una chiquilla, se le veía todo abierto, la cola ya s in pliegues recibiendo esa tremenda tranca de carne, aquella vez me asusté mucho, pero ahora que me mandas fotos me siento excitada, mucho, muchísimo, quisiera ser como esas mujeres, abandonarme en tus manos y que hicieras conmigo todo lo que g ustes, que cumplas todas tus fantasías sexuales, quisiera que vergi escupiera su l eche en mi rostro y lamer ese glorioso líquido blanquecino". Azulita, la comedora de bananas. Fin de la segunda parte. Comentarios: [email protected] [email protected] Relatos de Mita (III) Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 2,941 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 10 min. ] +

Tercera parte de los Relatos de Mita, la historia de una argentina calentona co n el amante que conoció por internet. Relatos de Mita, III Tercera parte: From: azul52[SMPT:[email protected]] Sent: Mon, 12 oct. ... 09:24:47 To: [email protected] Subjet: TENGO.... Tengo celos de esas piernas que acariciaste en el cine, tengo celos de las tetas que tus manos ansiosas recorrieron en la oscuridad, tengo celos de la mano que agarró a vergi hasta hacerlo escupir su ofrenda, tengo celos de esa boca que tus l abios besaron, tengo celos de esa raja caliente y viscosa que tus dedos recorrie ron. Me haces sufrir ...., no me cuentes esa cosas, por favor no lo hagas más, yo comprendo que tengas sexo, que tengas que ir con alguna mujer a descargar tus an sias de sexo, tus ganas de macho. Eres malo, me haces daño, no sabes cuanto... Por lo que me cuentas a esa mujer ya la conoces de hace tiempo, sólo espero que no se

a alguna de tus asistentes, esas chicas que a veces me contestan cuando te llamo al trabajo, tengo celos de ellas también, me imagino que con alguna de ellas te h abrás acostado, no lo se, pero tengo celos. Pese a mi enojo te comprendo papaíto, he aprendido a conocerte, se perfectamente q ue eres un hombre muy apasionado, muy experimentado, que necesita estar con una mujer, a propósito me haz platicado de algunas de tus aventuras, eres tremendo!, n o se cómo eres capaz de todas esas locuras, pero te conozco, a pesar de no estar j untos sé cómo sientes y de lo que eres capaz de provocar en una mujer. Hasta en mi h az despertado cosas prohibidas. Te cuento. Hace días, hará unos dos o tres, cuando estaba en .... viendo las causas encomendadas, estaba esperando recibir copias de algunos documentos y vi a un ho mbre, casi podría jurar que eras vos!, igualito que en la foto que tengo junto a m i cama, tan varonil, tan bien vestido, tan hermoso!, ay papaíto!, sentí que las pier nas se me doblaban pensando que el cielo me había hecho el milagro de traerte a mi lado. Era tal mi turbación que no escuché mi nombre cuando el encargado me llamaba para entregarme las copias certificadas, lo juro. Ese hombre seguía ahí, esperando, creo que se percató de mis insistentes miradas porque me dio la espalda. Como pude salí de ese lugar y al bajar las escaleras me acordé de ti y al instante sentí mi cos ita mojada y caliente, sería que al bajar las escaleras frotaba mis muslos o sería q ue de repente sentí ganas de ti, como haya sido no pude más. De forma providencial encontré el sanitario, entré con la intención de refrescarme un poco, pero lo que hice fue meterme a un privado, no tenía ganas de pis, pero trata ba de refugiarme un poco, estar a solas y pensar en vos. Me bajé el calzoncito y a l tocarme puchis con la mano la saqué mojada, viscosa y oliendo a sexo, ay cielito azul!!!!, que locura. Me lo hice ahí mismo, si cariñito lindo, me di dedo en ese lu gar, acallando mis gemidos abrí las piernas para buscar con mi manita derecha el b otoncito, lo encontré duro, excitado. Hice circulitos con un dedo sobre él y al mome nto me llegó el orgasmo, pero fue tan rico y excitante que tuve que morderme los l abios para no gritar. Minutos después, cuando estaba lavándome las manos para quitar me el olor a sexo entraron dos mujeres, una de ellas al momento dijo ´oye que aquí h uele a pucha´, al momento ambas rieron, yo por supuesto salí casí corriendo sin voltea r a verlas. Bueno bebé, luego te escribo más, besitos en ya sabes dónde, Azul, celosa! --Fecha: ..., oct 19 ...., 10:23:41 Desde: [email protected] Para: ....@latingüey.com Asunto: Azul angustiada Hace varios días que Azul no puede dormir, pasa las noches casi en vela, la ausenc ia de ..., el no poder escuchar su voz la tiene mal, su habilidad para transport arla a maravillosos mundos, ama esos juegos nocturnos, cómo añora Azul todo eso, ama esa voz que la sedujo desde el primer momento, ama esos juegos nocturnos que se entretejian entre ambos...., Azul quiere besar y lamer suavemente esos labios, jugar con su lengua, besar su mentón, bajar con su lengua por el cuello, seguir más abajo hasta los vellitos de su pecho, llegar a su ingle, lamerlo hasta escucharl o gemir, acariciar a vergi, desnudarla, dejar a la luz su piel eterciopelada y b esar la pelada cabecita, jugar con sus dos compañeras de viaje, amasarlas con sus manos, ponerlas gorditas. Azul quiere recostarse en su cama desnuda, toda perfumada, bajar su cabeza hasta colocarla en su vientre y mirar esa carne erecta, Azul quiere llevar su mano a esa carne dura y rodearla delicadamente con su mano, formar con sus dedos un del icado anillo sobre el tronco y subir y bajar lentamente, Azul quiere descubrir l a cabecita trémula y mirar con ojos ansiosos como la puntita se moja, mira que con cada vaivén la cabecita queda pelada y Azul inconcientemente abre sus labios ansi osa de que el chorro de lechita salga impetuosa y atraparla con sus labios. Azul quiere acostarse boca abajo en la cama y que la lengua de ... cuente cada u na de las vertebras de su espalda, quiere que la lengua golosa suba y baje hasta el nacimiento de sus glúteos, Azul quiere que esa boca bese y muerda sus nalgas, que esas manos acaricien suavemente sus carnes, que abran los firmes promontorio s y la lengua juguetona inspeccione sus cavidades, Azul quiere que ... con su le

ngua entre donde nadie nunca entró, quiere que sepa que ahí nadie llegó, que sensacion es maravillosas siente al sentir la filosa lengua jugando con su apretado conduc to, Azul siente que aquello apretado se abre, se distiende a cada lengüetazo, prov ocando oleadas de placer que se expanden hasta la punta de sus pies, hasta que a punto de explotar le suplica que ... la penetre con vergi, que entre despacio, suavemente, hasta instalarse en lo más profundo de Azul y entonces moverse como él sól o sabe hacerlo..... Te deseo, Azul. --Fecha: ..., oct 27 ...., 11:54:20 Desde: [email protected] Para: ....@latingüey.com Asunto: RESPUESTA A CÓMO SERÁ Tengo un espejo de aumento en casa. Esta noche luego de leer nuevamente su escri to voy a, por fin, saber bien como es mi ...., y mañana cuando venga a trabajar te la describo en detalle mi cielo querido. Me enloqueció la foto en la que vergi ha entrado un poco, toda húmeda, me la enviaste recién, me parece que somos vos y yo, de ver aquello siento que mi cuerpo tiembla, no acabo de entender como vergi pue da entrar en mi chiquito, como vos le dices, en mi colita, digo yo, te necesito mi cielo. Azul --Fecha: ..., oct 28 ...., 14:03:51 Desde: [email protected] Para: ....@latingüey.com Asunto: ¿¿¿¿¿ASÍ???? ¿Así, mi amor?, ¿querés que sea tuya? Quiero ponerme así, con las nalgas paradas y que vos, desde atrás penetres a puchis, lo quiero todo dentro, hasta sentir en la entrada las bolitas, y que vayas hast a el final, saques vergi y vuelvas a sumergirlo en mi, todo!, hasta que sientas como puchis te succiona, te aprieta, está hambrienta de tu elixir de amor..., y si gas, sigas..., moviendote. Si vos te fijas amorcito, en la foto a la chica se le nota esa carnocidad entre su puchis, los labios internos expuestos, partiendo en dos la raja de su pucha. Ya en otros mails te expliqué que puchis no es así, mis labios internos no sobresale n de mi rajita, pero ahí están, y cuando estoy excitada, como cuando me llamas por t eléfono y lo hacemos, entonces toda la pucha se distiende, abro mi raja y puedo ex tender los labiecitos, suaves, delicados, mojados de mis jugos, pero como te dig o normalmente mis labios menores se esconden dentro de puchis, no como en la fot o que enviaste, en este caso hasta me parecen feos, esa carne tan grande y grues a!!!, yo siempre creí que lo normal era una puchis como la mía, pero se desde hace t iempo que también se dan casos en que las puchis pueden ser así como la de la chica de la foto, no se si se tratará de experiencia sexual o no, pero creo que eso corr esponde a cada chica, como ocurre con los hombres, tú sabes, y yo también, que los h ay con pingas grandes y gruesas, y otros con eso muy chiquito, a mi me gustas tú c ielito azul!, me encantó tu pija!, aunque sólo la conozca por foto espero me cumplas y la conozca en vivo y a todo color. Te cuento. Como recordarás te dije que con frecuencia voy al gimnasio para mantene rme en forma y no subir de peso, en ese lugar hay regaderas para que las mujeres se duchen luego de los ejercicios, yo casi nunca las utilizó, me apena que me vea n desnuda, así sean mujeres, pero de vez en cuando, cuando sudo en exceso si lo ha go. Ahí he visto de reojo a chicas, maduras y jóvenes, desnudas. Muchas de ellas con la puchis depilada, o bien mujeres maduras con algo de panza con toda su pelamb rera expuesta, pero en ocasiones he podido ver que sus puchis son casi como la mía , apenas se les veía la rajita. Pero una ocasión miré sin querer a una chica joven, te ndría por ahí de 20 años, muy guapa y con buen cuerpo, y lo que me sorprendió fue ver su depilado monte de venus y sobre todo ví que sí tenía por fuera de la raja esa carne e xageradamente crecida!, los labios menores estaban muy crecidos, gruesos y colga

ntes, me sorprendió aquello. Bueno corazón azul, espero que la foto te guste, pues así quiero ser tuya, así quiero que me penetre vergi, besitos a mi rey. Azul Nota: este mensaje contiene un archivo adjunto HTML, un código HTML puede potencia lmente contener scrips malignos, usted lo abre bajo su propio riesgo, (anexo imag e/jpeg) El mail adjunta una fotografía de sexo explícito, vaginal, (nota del autor). ---Fecha: , oct 26 ...., 10:23:41 Desde: azul50([email protected]) Para: ....@latingüey.com Asunto: TE... TE QUIERO VERGI!!!!!, Azul quiere leche... Un dulce sueño interrumpe el descanso de Azul, me descubro tendida ante ti, ... ac ostado sobre mi cama. Azul igual, con la cara hacia vergi, tendida al lado de su amor, con su mano acaricia gustosa y excitada la protuberancia erecta. De forma lenta mira casi junto a sus ojos como su manita sube y baja, empuña el tronco car noso y erecto de ..., ansía esa carne en su boca e inconciente la abre esperando e l chorro de semen de ...., Azul siente que su cuerpo está caliente y sus piernas a biertas tratan de atrapar las de su amor azul. Lo siente tranquilo, dejándose acar iciar, como un prisionero amoroso, que sumisamente deja que su ama lo haga suya. La mano de azulita sube y baja, su mirada ansiosa se percata de la húmeda gota que asoma por la punta y quiere lamerla con lengua atrevida, pero ... no se deja, q uiere que Azul siga con sus juegos, ella sabe que luego vendrá lo mejor, .... no d ejará escapar una gota de leche. Se la dará plena, en la pucha caliente y viscosa, o lorosa. Azul pide "dame leche papaíto", ... se hace del rogar, hace sufrir a su es clava, ella sigue con lo mismo, acariciando el grueso palo, duro, firme, grande, como le gustan a Azul, hasta que por fin ... le pregunta: "¿quieres leche?", un i nstante después el rostro de Azul recibe chorros impetuosos que empapan su ojos, s us mejillas, su boca, su nariz, su frente, el pelo lácio que peina su frente. Lueg o la lechosa sustancia resbala por su rostro, Azul siente en los ojos los chorro s espesos que impiden su visión mientras su manita sigue su impetuoso moviento en el grueso mastil, hasta que la siente floja, que pierde fuerza y dureza..., "ay .... dámela, sigue, como tú sabes cielo querido mio". Querido mío quiero que tu leche bañe mi rostro como la chica de la foto, espero te e xcite. Nota: este mensaje contiene un archivo adjunto HTML, un código HTML puede potencia lmente contener scrips malignos, usted lo abre bajo su propio riesgo, (anexo imag e/jpeg) El mail adjunta una fotografía de sexo explícito, oral, la mujer de la foto recibe e n el rostro la corrida, (nota del autor). ---Fecha: ..., oct 29 ...., 16:43:51 Desde: azul52([email protected]) Para: ....@latingüey.com Asunto: TE... "Te cuento que ayer fui al ginecólogo. Como cada año, me resisto, pero al final teng o que aceptar y acudir a la clínica, es la misma de siempre, pero ahora fue difere nte, al menos en algunas cosas. Por principio no estaba disponible el médico que m e atiende siempre, es un doctor ya entrado en años, él me conoce de siempre, tuve qu e aceptar que me atendiera otro doctor, un médico joven, me sentí apenada, pero al f inal tuve que desnudarme, ponerme la batita y subirme a la mesa, ese médico me hiz o el tacto, la revisión de rigor, yo estaba muy nerviosa, siempre me pasa, me apen a que alguien me vea en ese lugar tan íntimo, pero nunca ha habido problema. "Fíjate que cuando el médico metió uno de sus dedos en puchis para revisarme, al sacar lo, la cuevita hizo como "plop", así como si se hubiera cerrado de pronto. El médico

me comentó, "que bien que está su vagina, todo está muy bien", me preguntó si tenía relac iones con frecuencia, me dio pena confesarle que algunas veces, insistió en que cu antas en un promedio a la semana, le dije que no, que la verdad yo casi no, el d ijo "si, se nota, su vagina está muy... apretada", luego tomó la muestra para el pap anicolau y me molestó un poco el aparato que usan. También me checó las tetas, repasó su s dedos sobre ellas y tuve que confesarte que las puntitas se endurecieron al ta cto, creo que el percibió aquello, junto con mi turbación y preguntó "¿hace cuánto que no lo hace?, ¿algunas semanas?", como pude le di a entender que si, entonces me pregu ntó que si me masturbaba, apenas asentí, él sonrió y me dijo "pues ande, consigase un no vio!", yo estaba roja de pena. "Ya cuando iba para mi casa, pensé en ti, en cómo será cuando nos conozcamos, que me a bras de piernas y seas tú mi ginecólogo, que veas mis más íntimos secretos, la rajita de puchis, que abras mis labios secretos y pases tus dedos entre ellos, que tu len gua busque mi botoncito del amor, y lamas y lamas, succiones toda la pucha abier ta, que escurre sus jugos y huele rico, a sexo, a hembra en celo, luego que meta s tus dedos y explores mi interior, que sientas como puchis te succiona, te quie re adentro y me lleves al cielo una y otra vez hasta que te implore que metas a vergi dentro mío, para hacerme gozar, mucho, de manera interminable. Todos esos pe nsamientos hicieron que llegara a casa caliente, mojada de la cosita, te juro qu e tenía las pantys húmedas y oliendo a sexo, mucho olor, no tuve más remedio que senta rme en la sala y meterme el dedo haciendo un lado el calzón, de inmediato tuve un orgasmo tumultuoso. "Besitos mi cielo azul, ya sabes..., quiero eso. Fin de la tercera parte. Comentarios: [email protected] de Mita (IV) Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 2,902 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Cuarta parte de las aventuras de una argentina calentona. Relatos de Mita, IV Cuarta parte: From: azul52[SMPT:[email protected]] Sent: Thu, 1 nov. ... 19:24:47 Asunto: A QUE.... ...te quiero más que nunca mi amor. Por fin conozco a tu más secreto tesoro, es herm oso, me va a hacer muy feliz, no quiero ni imaginar lo que será lleno de pasión y am or por su mamacita. He mirado con detenimiento cada foto y conforme pasaba el ti empo me sentía cada vez más y más excitada, tu verga es más que perfecta, el glande liso y brillante de jugos, su delicada boquita, por la que ha de salir el chorro imp etuoso de tu semen, los pliegues de suave piel, aprisionando el glande, las vena s que se remarcan sobre el duro tronco y los vellos ensortijados, largos, que ca si cubren tus huevitos, ay bebé, quiero eso!, dame esa cosa tan linda. Sos hermoso bebé, que hayas puesto sobre el scanner a vergi tiene un significado muy especial para mi, corriendo riesgos de que alguien te viera, con eso tenso, y semi desnu do, con los riesgos de que alguien llegara, ay papito!, que miedo de solo pensar lo. Pero lo importante es que tengo frente a mis ojos esa preciosa cosa que espe ro pronto sea mía. Quiero que me llames para charlar sobre ese tesorito y como pod emos hacer para encontrarnos lo antes posible, puchis te necesita desde ayer más q ue nunca!!!

--"Hola bebé, mi email: "A QUE NO...", donde te pedía que si eras capaz de poner en el scanner de tu oficina tu posesión más valiosa era sólo una pequeña broma, nunca creí qu e fueras capaz, hasta hoy que abrí internet. Como sabes ahora no tengo internet en el despacho, por cuestiones de la cuenta telefónica, ya sabes, el tacaño de mi cuñado , por eso tengo que ir a un café internet, cuando vi tu email y leí que habías mandado lo que te pedí, casi me fui de espaldas!, pero no pude abrir en ese sitio los arc hivos, hay mucha gente alrededor, tuve que buscar un sitio más privado, ahí pude ver por primera vez a vergi, sos hermoso querido, que rico y grande se ve tu miembr o, es enorme!, creo que cuando estemos juntos no voy a poder comerlo todo, no me cabrá en la boquita bebito!, tienes la vergi más hermosa que he visto en mi vida. "Lo que habrás pasado para cumplir el capricho de tu novia argentina, bebito lindo , en las fotos se ve vergi mojado, comprendo que tuviste que acariciarte un poco para ponerlo erecto, por eso se ve mojadito de tu líquido preseminal, sos hermoso querido, ya pude imprimir los archivos y los guardo en el lugar más secreto de mi recámara. "En uno de nuestras eróticas llamadas, te comentaba que había visitado algunas páginas porno que me recomendaste, todas por lo demás atrevidas papaito!, en una de esas, no recuerdo cuál, vi que algunas personas envíaban fotos tomadas con scanner, penes erectos, tetas aplastadas y puchis viscosas, de todo, de ahí me surgió la idea, per o nunca supuse que vos fueras capaz de hacerlo, gracias mil mi cielito azul, ere s el hombre más adorable sobre la tierra, más ahora que conozco aquello que algún día me comeré, entero, por puchis y por mi boquita golosa". From: azul52[SMPT:[email protected]] Sent: Thu, 3 nov. ... 13:34:51 Asunto: Casi un extraño.... Fecha: Wed, 16 Feb .... 14:45:19 -0300 (ART "Besitos mi cielo azul, el único hombre que me hace despertar de madrugada con mi puchis ardiendo y mojada, olorosa..., no sabes la de veces que llegando del trab ajo saco de mi escondite secreto las fotos de vergi para mi personal disfrute, p ara calentarme como la más puta de las putas, hasta terminar metiendo mis dedos en las profundidades viscosas de mi sexo y llegar a un orgasmo que casi me hace pe rder el sentido, así han sido estas noches, sólo pensando en eso que tienes y quiero sólo para mi... "Ahora te cuento algo, ayer al regresar del trabajo vi de lejos a uno de mis nov ios, Juan, ¿recuerdas que te conté?, el chico que me enseñó a besar vergi, por su aparie ncia supongo que no le ha ido muy bien mal vestido y con facha de persona pobre-, pero si recordarás en uno de mis emails te conté que en nuestra época de novios, aun que lo hacíamos, nunca dejé que me penetrara, y que al paso del tiempo terminamos y él se casó, luego de unos años lo volví a ver y como te escribí, entonces sí lo hicimos, bie n, como el quería. "En ese entonces Juan todavía estaba casado y no sé porque accedí a su petición, fue una locura, pero bueno, volverlo a ver me trajo bonitos recuerdos. No te voy a cont ar cómo fue que llegué a aceptar acostarme con él, pero ahora que recuerdo aquel encue ntro he llegado a la conclusión de que desde que lo volví a ver, después de que se casó, de manera inconciente tenía unas ganas inmensas de sentir su vergi dentro de mi. Aquella invitación a cenar y a bailar, mi falsa resistencia a que se pegara mucho a mi cuerpo al bailar, también mi débil negativa a bajar del carro cuando por fin me llevó a un hotel, pero cuando por fin estuvimos solos todo cambió, y te juro papaíto que yo estaba temblando, a pesar de estar ya desnuda y excitada. Ahora comprendo que no era miedo ni pudor, sino ganas de sexo, y me trató de modo delicado, ambos nos sentamos en la orilla de la cama, empezamos a besarnos y acariciarnos, como en los viejos tiempos, yo con mi manita sobre su duro tronco de carne y él con su mano entre mis piernas metiendo sus dedos en puchis, que ya estaba jugosa y más q ue caliente. "También, como lo hicimos antes, accedí a meterme en la boca su pinga gorda, y me dí a mamar y mamar, ansiosa por recibir su ofrenda gloriosa, luego el delicadamente me acostó de espaldas y se puso de rodillas entre mis piernas abiertas para llevar me al cielo muchas veces con su lengua dentro de mi gatita abierta y ardiente. P

ero yo quería su vergi, quería toda la verga dentro de mi y entonces se lo pedí, recue rdo bien las palabras: "anda ya macho, monta a tu hembra, dame pinga, la quiero toda". Se colocó entre mis piernas abiertas y sentí al momento su vergi presionando puchis, sólo empujó un poco y me comí todo el miembro, entró todo en puchis, ni dolor se ntí, estaba por demás caliente y ansiosa, además su boca pegada a la mía impedía cualquier protesta, luego de sentirlo dentro mío, todo, por completo pegado a mi gatita, ro dee su cintura con mis piernas e impedí cualquier movimento suyo, apenas nos movíamo s, sus manos acariciando mis tetas, nuestras bocas pegadas, las lenguas ansiosas , en ese momento me vino el primer orgasmo, grité de placer, él se movió sobre mi, ape nas un poco para acrecentar mi venida, luego nos quedamos quietos, su pinga dura adentro. "Recuerdo como en sueños que mis piernas se aflojaron y él pudo volver mover su pich a, dentro, fuera, dentro, fuera, así, incrementando su fuerza, en mi renacieron la s ganas de vergi, volví a prenderme de su boca con pasión, estaba muy caliente, si, ya me había venido, pero quería más pinga, Juan entendió y se portó como todo un caballero , se movió delicadamente a los lados, su pinga buscaba los rincones más ocultos de p uchis, iba y venía, haciendo redondeles dentro de la cueva, eso me provocó un nuevo orgasmo, más caliente, más intenso, más violento, mis gritos debieron escucharse en to do el hotel..., luego me quedé quieta, exhausta, suspirando apenas, en el umbral d e la inconciencia. "No sé cuanto tiempo permanecí adormecida, pero casi entre sueños sentí que Juan amorosa mente me cambió de posición. Me descurbrí de rodillas en la orilla de la enorme cama, de espaldas a él, mostrándole mi culo, él detrás mío apenas colocó su pinga entre mis pierna s me penetró de nueva cuenta, sentí algo de ardor en puchis, pero el placer fue más fu erte, iba y venía delicadamente, hasta quedar pegado en mis glúteos, entonces removía su vergi dentro mío, llevándome de nueva cuenta al cielo, así una y otra vez, no se cuán tas, hasta que luego de desfallecer de placer, él aceleró sus arremetidas, fuertes, violentas, los cuerpos la chocar hacían un curioso chaca, chaca, lo sentí venir, se puso tenso por momentos, entonces sacó su vergi y presionando la pinga en mi ano s e vino, sentí en la puertita de mi cola el duro glande al palpitar, al instante el primer chorro de leche, no sé por qué pero mi cuerpo se aflojó y casi sentí dentro de m i colita los chorritos de leche, uno a uno, en cadencia, con rítmo, uno a uno, lo dejé hacer, lo dejé terminar, no supe si lo metió completamente, no recuerdo, pero cua ndo por fin pude levantarme para ir al baño sentí que algo salía de mi culito, algo vi scoso, era su leche, me había dado su semen dentro de mi cola!, no lo recuerdo bie n papaíto, lo juro, pero lo primero que sentí al querer hacer pis fue que algo salía d e mi cola y no era eso que supones, sino algo diferente, luego mi pis salió, junto con parte del semen que me había dado dentro de mi vagina..., más o menos así fue aqu el encuentro con mi antiguo novio. "Al finalizar nuestro encuentro, ya vestidos ambos, Juan volvió a jurarme amor, le creí, creo, pero yo me sentía diferente, completa, plena, satisfecha, con puchis ll ena, como entre nubes, pero ya no volví a verme con él, por más que insistió, ahora comp rendo que fueron sólo ganas de vergi, y como lo había conseguido pensé que ya no lo ne cesitaba. Las semanas siguientes me acaricié puchis pensando en Juan, pero ya no q uería su pinga, ya la había disfrutado. Casí un año después le ayudé en el asunto del divorc io, su mujer lo dejó en la calle, así como lo ví recientemente, así sigue. Ahora que lo ví sentí una mezcla de compasión y ternura, pero las ganas desaparecieron, ahora te te ngo a ti, corazoncito azul, tú eres el único, la vergi que me hace despertar de madr ugada, caliente y mojada, ansiosa, llena de lujuria, te deseo..., amor azul". ---"Holaaaaa!!!!...., Siiiii?, ¿Mita?, ¿eres tú?..., ¡Si papaíto!, quiero vergi, estoy calien te, muuuy calieeeente, ...... ¿qué haces?, dime qué haces..., estoy en mi cama, calien tita, ya me quité la bombacha, hace calor, estoy húmeda, puchis está húmeda, muuuuy cali ente, tengo el cepillito...., ¿dónde?..., ahí, dentro, dentro de puchis, todo el mangu ito metido en la cuevita, mira, entra y sale, despacito, entra y sale, todo, está brilloso de mis juguitos, huele mucho, hay olor, mucho olor, hummm, anda papito azul tócate a vergi para mi..., ¿sí?, ¿quieres verga?, pídela..., anda macho, macho malo, malooooote!!!!, dale verga a tu Azul, a tu puta argentina, la quiero, dámela, dame pinga, gorda, dura, dame tu verga, quiero tu pinga, gorda, parada, muy dura, to

da la quiero, me la quiero comer toda, hummm puchis palpita por vergi, papaíto lin do siento cosas, ...anda mamita métete el cepillito, todo, muévelo, haz circulitos d entro de puchis con él..., eso hago papito, entra y sale, entra y sale, rico, anda papy malo, dame verga, quiero pinga, dame tu pinga, espera que me pongo en cuat ro, como te gusta, asï querido, lo quiero así..., toma mi verga, puta, grandisima pu ta, ¿sientes?, ¿quieres pito?,.... siiiiii querido, dame tu pito gordo, lo quieroooo , en la coooola, anda papaíto, lo quiero ahí, ¿sí?... ¿quieres?, pues tienes que esperar, ¿r ecuerdas las fotos que te mandé, las de vergi, que me hice por escanner?..., Si, l o recuerdo, ¡qué lindo es vergi!, hermosa tu pinga de macho mexicano, dime ¿qué querés?, a nda papaíto lindo dime..., pues si quieres pito tienes que cumplir otro de mis cap richos..., ¿otro?, pues si todos te los cumplo papy, he hecho hasta cosas prohibid as, ¿recuerdas?, anda dime tontito que queres de tu azulita calentorra..., ¿Quieres complacerme?..., lo sabes querido, soy tuya, toda tuya, pídeme lo que quieras, ordén ale a tu esclava, anda macho, sigue, quiero pinga, tengo el cepillo dentro, todo , moviéndolo..., espera calentorra, según me dijiste hace tiempo en tu despacho tien en scanner, pues quiero que lo uses con puchis y con tu colita y me mandes las f otos, como hice yo con tu vergi, eso quiero puta calentorra..., (silencio)..., ¿me oyes?..., ¿si?, papito, me dejas fría, no entiendo, ¿querés que haga eso, que ponga a p uchis sobre esa cosa?, ¿y te mande fotos de eso?, ¿eso querés?, dime..., eso quiero ma mita..., ay papito, no se qué decir, no entiendo, yo no se de esas cosas, nunca he usado ese aparato, no sabría cómo hacerlo, además no me atrevo papito, perdona, pero no me atrevo..., ¿Ah no?, ¡pues te chingas!, ¡zorra puta!, si no lo haces ni me llames , te digo!..., es que no sé papito, no te enojes, por favor, anda mi vida linda si gue, dame leche..., no!, ya te dije, voy a cortar..., no!, por favor, no te vaya s, no me dejes así, no te enojes con mamita Azul, ¿hola?, ¿hola?..., (clic, comunicación interumpida). (Media hora después), ¿Hola?, ¡contesta macho!, por favor..., ¿qué quieres?..., no te voy a perdonar que me hayas dejado así, chorreando puchis, tonto, tontito mio..., ¿lo va s a hacer?..., no lo sé papito, de verdad, no lo sé..., si quieres yo te explico en email como hacerlo..., no es eso papaíto lindo, es que yo, no sé, nunca he hecho esa s cosas, creeme..., bueno, ¿si o no?..., no lo sé, a veces, perdona, pero siento que sólo me usas para el sexo, me siento mal, pero..., ¿si, dime?..., no lo sé, me haces sentir mal..., ¿por qué?, hacemos lo que ambos queremos, ¿o no?, nunca te he obligado a nada y menos estando ambos tan lejos, ¿si o no?..., pues si querido, pero siento que yo no podría hacer eso que querés...., bueno, dejalo así, te mando en email cómo ha cerlo, ¿quieres?..., no lo sé, ya te digo, y bueno ¿ya no quieres puchis?..., ya te di je..., eres malo, no me puedes dejar así......(se cortó la comunicación). ---From: azul52[SMPT:[email protected]] Sent: Thu, 6 nov. ... 21:04:47 To: [email protected] Subjet: LO PENSARÉ... Disculpa bebé, pero sigo pensando en tu última propuesta. Tengo miedo bebé. Se que vos fuiste capaz de hacerlo, pero las mujeres somos diferentes, yo soy diferente, sé que vos pudiste cumplir uno de mis más preciados deseos, pero..., ay bebé, no entien do nada de eso. Si, ya te dije, en el despacho hay scanner, pero no lo sé usar. Ta mbién ya leí con atención tus instrucciones, pero yo nunca lo he utilizado, te prometo que voy a investigar al respecto, lo malo del asunto es que le tendré que pedir a uxilio al odioso del contador --ese tipo es malo, cada que me vé me echa unas mira das que pareciera querer... comerme, sobre todo cuando uso pantalones ajustados o faldas cortas, que es cuando se me notan más las nalgas y los muslos--, pero él es quien me puede enseñar. No te prometo nada papaíto lindo. También está el asunto de cómo debo hacerlo, me refiero a como colocar el aparato, no creo que tenga un cable tan largo para colocarlo en el piso, además no se si pueda colocarme sobre la cama del scanner, como vos dices, ay bebé, ¿y si lo rompo?, esto y en un predicamento. Te llamo hoy a la misma hora, ¿quieres?, yo si bebito de mi alma, quiero sexo y más sexo... Azulita preocupada que te manda besos en vergi (me lo quiero comer todo!!!!). PD.- Me dijiste en tu última comunicación que irías a una cena formal, ¿con quién bebé?, esp

ero que no salgas de esa cena con alguna mujer del brazo, ya te conozco macho me xicano!, sé de lo que eres capaz, sé que si tienes oportunidad y encuentras una hemb ra caliente vas a aprovechar la oportunidad, y tal vez termines metido entre las piernas de una zorra, una buscona que quiera verga, me voy a enojar si lo haces , mejor espera a que te llame, yo te saco la lechita bebito! --From: azul52[SMPT:[email protected]] Sent: Mon, 9 nov. ... 18:40:07 To: [email protected] Subjet: LO ESTOY PENSANDO! Hola Papito!, pese a mi desvelo, causado por ya sabes qué..., tu llamada fue increíb le cielito..., todo mi cuarto olía a sexo, a pucha ardiendo! tuve que cambiar las sáb anas (jojojojo)--, hoy estuve atenta a las explicaciones del tipo ese que te con té sobre el mentado scanner, sobre todo tuve que soportar las impertinentes mirada s del tipo ese, si, el contador, que no desaprovechó la oportunidad de mirarme las piernas por cierto me siento un poco irritada de puchis, eres un salvaje!, hicis te que metiera en puchis todo el cepillito!, tonto..., tonto mio, eres incansabl e sexualmente--, pero adorable, amor mío. Te decía, ya aprendí más o menos como funciona el aparato, me refiero al scanner eh!, bueno, la cosa es que hice varias pruebas , ya entendí, como me dijiste, que no deje las copias que se hacen en el programa del scanner, así como tampoco dejar los "documentos", jo, jo, jo!, que documentos! !!, en la papelera para "posteriores aplicaciones", ja, ja, ja..., y que no bast a dejar esos "documentos" en la "papelera de reciclaje", sino que hay que elimin arlas completamente, ¿te imaginas si no?, ja ja ja..., la cara que pondrían en el de spacho..., ja ja ja, bueno, hoy vengo de bueno humor. Como protexto le dije al contador que tenía que enviar copias de algunas fotos a m i hermana, que eran fotos viejas y que ella no las tenía, también chequé que hubiera s uficiente espacio para colocarme sobre el aparato, bajándolo hasta el piso, calculé y creo que si caben mis pompis, jo jo, jo..., y son grandes!!, bueno, basta de r isas, pero si todo sale bien, el sábado próximo cumpliré tu lujurioso capricho, tontit o de mi alma. Mira que quieres ver como es mi colita!, y mi puchis!, te juro que si me siento indispuesta o siento que algo sale mal..., lo dejamos..., al menos hasta que nos encontremos y puedas ver todo eso por ti mismo, todo eso que es t odito tuyo, y que sólo tú te vas a comer, te lo juro amorcito mío. Pero bueno, bebito, si logro pasar las imágenes a un disquette las tendrás el doming o por mail, besos papíto lindo. Azul, que te adora! Besos en eso que es mio! PD.- Sólo espero corazón que cumplas tu promesa y esas fotos sean sólo para ti, y que nunca, por todos los cielos, nadie más que tú las vea, eso júralo, cielito lindo, besi tos en cosita rica..., humm quiero!!!! Fin de la cuarta parte. comentarios: La Nana Francisca Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 27,043 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 18 min. ] +

Un inexperto jovenzuelo descubre las delicias del sexo de la mano de su madura nana. Nana Francisca Lo que sigue a ado lo viví de ercano, Daniel enada relación

continuación es un relato recreado de una experiencia real. Lo cont cerca, pues el protagonista real fue, en aquel entonces, mi amigo c nombre ficticio--, quien me relataba y me daba pruebas de su desenfr sexual con su nana. Lo publico en forma de relato con su consentimi

ento. Saludos don Daniel. Esa noche tampoco pudo dormir. Dos noches en vela tratando de entender que había p asado con su "chiquito", con su "hijo", con Dani, pero no había lugar a dudas su n iño se estaba convirtiendo en hombre!, "válgame el cielo", pensó la mucama mientras en su mente recreaba lo descubierto la última vez que había bañado a su niño: como tantas ocasiones anteriores estaba bañando a Dani, él estaba sentado en la tina con el agua hasta las rodillas, ya le había tallado el pelo, el pecho y la espalda y cuando l a nana había metido la mano entre las piernas del "niño" para lavarle la cosita-- gra nde fue su sorpresa al encontrarse con un erecto miembro en total demostración de poderío, de momento su turbación la paralizó, su cara enrojeció y sólo la insistente mirad a del chiquillo la sacó del transe, como pudo terminó de bañarlo, haciendo esfuerzos p ara que su mano no volviera a tocar el duro miembro. Y cuando el chico se puso d e pie en la tina para que la "nana" lo enjuagara no pudo apartar la mirada de aq uel miembro de hombre. ¿Cuántos años habían pasado?, se preguntaba Francisca, pues mucho s, ahora Dani tenía más de doce y ya era un hombrecito, qué lejos había quedado aquel re cién nacido que recibió a su cuidado cuando entró a trabajar en esa casa. Francisca, una indígena morena, poco agraciada físicamente y sin ninguna instrucción orig inaria del estado de Veracruz, contaba con poco más de 30 años cuando llegó a México con una recomendación para trabajar con los padres de Daniel. Como la madre y el padr e trabajaban ella se hizo cargo del recién nacido, convirtiéndose casi en la madre d el chiquillo, un hermoso niño a quien aprendió a querer y a cuidar como si fuera la verdadera madre. Fue ella quién tuvo que padecer las innumerables enfermedades del chiquillo, fue quien se hizo cargo de llevarlo y traerlo primero del kinder y l uego de la primaria, de donde había egresado hacía unos meses, y para Panchita Dani siempre fue su niño, su chiquito, su hijo, pero había crecido, había cambiado, ahora y a tenía deseos de hombre, de ahí la erección descubierta por la nana, "ahora será difere nte, tengo que tratarlo como lo que es, un guapo y hermoso jovencito, ya no mi n iño, mi querido chiquito", se dijo la nana. Pero lo que desconcertaba a Francisca no eran los cambios ocurridos en Dani, sin o el hecho de que luego de muchos años de represión, ver muy cerca de su rostro el m iembro erecto de "un hombre", la había inquietado sobre manera. Que ella recordara nunca había tenido la oportunidad de conocer cosas referentes al sexo, novios cas i no había tenido, su madre se lo tenía terminantemente prohibido, y cuando en el pa sado alguna noche se había despertado inquieta y con el cuerpo caliente, había echad o mano de ciertas caricias manuales para apaciguar al "demonio de la carne". Fue la represión de su familia y su completo apego al niño lo que desterró de su cuerpo y de su mente cualquier pensamiento "pecaminoso". Primeras señales La Nana trató de repasar los últimos meses para tratar de descubrir cuando su nene h abía empezado a ser diferente y con sorpresa se dio cuanta de que el chiquillo ya le había tratado de avisar que algo en él estaba cambiando. Por ejemplo las últimas se manas Dani ya se oponía a que ella lo bañara, "ay nana, ya estoy grande, ya me puedo bañar solo", pero ella que siempre se había hecho cargo del chiquillo se opuso. Luego estaba aquella vez en que la nana y el niño se bañaron juntos. Para Francisca siempre había sido algo normal y sin malicia bañarse con su niño, pero en una ocasión en que ella se lavaba el cuerpo bajo la regadera descubrió con sorpresa que Dani, se ntado en la tina, seguía con atención cada uno de sus movimientos. Si, el niño le había estado mirando las tetas bamboleantes y carnosas, también le debió haber visto las n algas cuando ella se quitó la pantaleta para enjabonarse el trasero, y lo peor!, s i, su niño le había fisgado la peluda pepa. Ahora recordaba bien, había algo extraño en la mirada de Dani, y ella se había sentido nerviosa de momento, pero no hizo mayor caso. También estaba esa noche en que Dani había ido hasta su cama para pedirle que lo dej ara dormir con ella, Panchita soñolienta aceptó y el chiquillo se había metido bajo la s cobijas junto a ella, la había abrazado estrechamente sumiendo su carita entre l os voluminosos pechos de la nana, y cuando al día siguiente la nana despertó con sor presa descubrió que la inocente manita de su nene estaba metida bajo su pantaleta, ahí, juntito a su gordo monte de Venus. No había duda, Dani ya no era el mismo de antes. Estaba a empezando a sentir emoci

ones y deseos de acuerdo a su edad, pero si así era, entonces tal vez ya no la mir aba como su nana, sino como una mujer, muchos años más grande que él, pero mujer al fi n y al cabo. Al llegar a esta conclusión, Francisca se había sentido más confundida aún, pues pese a negarlo, ver la verga parada de su "niño" le había removido deseos que ya creía por completo desterrados para ella, eso era peligroso para ambos. "Ahora tengo que ser diferente con mi Dani", se dijo convencida. "No me podía negar" "No me podía negar", así se justificaba la nana, una y otra vez se lo repetía luego de que poco a poco fue cediendo a su propia calentura y a la de su niñito. Primero f ue aquella vez en que Dani le preguntó por qué ya no quería bañarlo. --"No Dani, ya estás muy grande, ya debes bañarte tu solito", le dijo, pero ante la insistencia tuvo que aceptar. Cuando ya estaba en el baño con su niño su nerviosismo era más que patente, presentía que volvería a presenciar la erección del chiquillo y así fue, ya dentro de la tina mientras enjabonaba la espalda de Dani, el chico ya le mostraba la gloriosa erección de su pene. Trató de no mirar o no hacer caso, pero f ue imposible, entonces le dijo: --"Mira Dani si sigues de grosero, me voy a enojar contigo". --"¿Grosero?, ¿soy grosero, Paquita?, ¿por qué?". --"No te hagas, ya no estás tan chiquito, mira nomás cómo tienes el pájaro!". --"¿Por qué me pasa esto nanita?, ¿por qué se me pone así el pajarito". --"Pues por qué ya estás creciendo, ya casi eres un hombre". --"Oye Paquita, ¿tú no tienes pajarito, verdad?". --"¡No!, ¡cómo crees!, yo soy mujer, las mujeres somos diferentes". --"Ah!, ¿entonces por eso tienes las tetas tan grandes?, ¿y esa cosa llena de pelos? , ¿verdad?". --"Ay niño!, ya no preguntes", dijo la nana sintiendo que la respiración se le iba. --"Anda dime nanita, ¿por qué somos diferentes?". --"Porque así debe ser, los hombres tienen pajarito y las mujeres tienen... rajadi ta". --"Pero, ¿por qué?". --"Ay Dani, pues, pues..., para que de esa forma..., ay no se!, mira cuando el h ombre y la mujer se casan, así pueden juntarse y con la bendición del cielo al tiemp o pueden tener hijos, además de que juntando sus cosas sienten rico, bueno supongo , yo nunca he estado casada, pero supongo que así debe ser, bueno ya no sigas de p reguntón". --"Perdona Paquita, pero..., ¿por qué se me pone así mi pájaro?". --"Bueno, creo que ya sientes curiosidad por las mujeres, pronto serás mayor y ten drás novias, y al paso del tiempo hasta puede que quieras mucho a una muchacha y l legues a casarte". --"A mi me gustas tú, nanita". --"¡Ay Dani!, no sabes lo que dices chiquito, yo soy casi tu mamá, a mi me quieres p orque yo te quiero también mucho". --"No Paquita, tú me gustas mucho, me gusta mucho cuando me bañas o nos bañamos juntos , me gusta ver tu cuerpo, tus tetas, tus pompotas, tu cosa peludita, todo eso me gusta". --"Ya te dije que no sabes lo que dices, chiquito, por lo pronto ya no nos bañarem os juntos, ya es tiempo de que tú lo hagas solo, y no está bien que me veas como muj er, eso no está bien, ¿entiendes?", dijo la nana que sin querer había puesto su mano s obre el erecto pene y a la vez que lo enjabonaba, repetía una y otra vez "eso no e stá bien, ¿entiendes?, eso no está bien", y como hipnotizada miraba como al recorrer c on su mano la piel del prepucio la verga quedaba expuesta, mostrando el glande a moratado, a la vez que el tronco parecía adquirir mayor rigidez. Nunca supo la nana cuantas veces repasó su mano sobre el tronco erecto, repitiendo siempre "eso no está bien, ¿entiendes?, eso no está bien". Como entre nubes escuchó var ias veces la voz del chiquillo, pero ella siguió frotando el pito parado que ahora lucía grandioso para ella, hasta que de pronto la voz se hizo más fuerte e insisten te: --"Nana, ¡oye nana!, ¿me oyes Paquita?". --"Si, dime", dijo ella sobresaltada pero sin soltar para nada el duro palo. --"¡Ah vaya!, creí que estabas como dormida, oye nana quiero que me enseñes tu cosa".

--"¡¿Eh?!". --"Que quiero ver tu cosa peludita". --"¡Ay Dani!, ¿cómo crees?, eso nunca, además para que quieres verme, ¡si ya lo haz hecho antes cuando nos bañamos!". --"Es que..., quiero ver cómo es eso que dices que el hombre y la mujer juntan sus cosas, ¿cómo?, ¿por dónde?, anda ¿sí?, anda nanita". --"Eso no está bien, ¿entiendes?, eso no está bien, ¿cómo me pides eso chiquito?", dijo la mujer, pero ella misma se alarmó cuando se descubrió a si misma de pie frente a la tina, mirando fijamente a su niñito, subiéndose lentamente las amplias faldas y baja ndo a su vez su tosca pantaleta de algodón, como autómata, como hipnotizada. Y lo hi zo "no me podía negar" se reprocharía después--, se abrió de piernas para desplegar ante los ansiosos ojos del chiquillo de peluda panochota, el espeso conjunto de vello s hirsutos que formaban un peludo triángulo, al revés, sobre su pubis, que de tan tu pido cubría la gorda pepa de labios gruesos y carnosos. Hizo algo más --cuando el niñi to tomó con su mano derecha el erecto tronco de carne y lo empezó a frotar--, subió un o de sus pies en la orilla de la tina para despatarrarse más, vio al chiquillo esc udriñar con sus ojos su más íntimo rincón, que ahora mostraba la raja entreabierta de su morena pepa y sus manos bajaron hasta su entrepierna para separar los carnosos bordes sin poder despegar los ojos de lo que hacía el niñito con su verga erecta, su s dedos sintieron la caliente humedad que escurría entre esos otros labios, esa ca rne que ahora sentía crecida e hinchada, caliente, mojada, muy mojada. Se mantuvo así, ofreciendo su más íntimo y calenturiento espectáculo, con los ojos fijos y anhelantes sobre el trajín de la mano sobre la verga, presintiendo que su chiqu illo estaba por convertirse en hombre, "!anda ya Dani, termina!" se atrevió a deci r como queriendo poner fin a su delicioso suplicio, pero no, el niñito parecía no qu erer terminar pronto, más bien lo oyó decir: "¿por dónde Paquita?, dime por dónde entra el pájaro del hombre, dime nanita, ¿por dónde se mete?". --"Por aquí chiquito, por esta cuevita caliente, aquí hay un hoyito, una entradita, por aquí se mete el palo, así como el que tienes en tu mano, entra todo y se mueve, entra y sale, entra y sale, y los dos, hombre y mujer se van al cielo", se escuc hó decir sorprendida Francisca al tiempo que señalaba con un dedo la entrada de su v iscosa vagina y lo urgió "anda ya chiquito lindo, termina por favor, ¡no me atorment es más!", pero su niñito parecía disfrutar haciéndola padecer: "ahora voltéate Paquita, qu iero ver tu cola". La orden pareció retumbar dentro de su cabeza, pero lo hizo repitiendo para sí "eso no está bien, ¿entiendes?, eso no está bien, ¿cómo me pides eso chiquito?". Ahora estaba d e espaldas al chiquillo que seguía frotándose la verga, empinada mostrando el abulta do nalgatorio, abriendo con sus manos los gordos cachetes de las nalgas como par a que su "chiquito" disfrutara a plenitud su más recóndita intimidad. --"¿Así, mi niño lindo?, ¿mi chiquillo travieso ve la colita de su nana?, ¿te gusta?, ¿tambié ve la pepa abierta de su Paquita?, ¿le gusta lo que ve, chiquillo malo?, ande niño malo malóte!..., frótese el palo, termine, váyase al cielo, ande termine mi niño, que su nanita de solo verlo casi se muere de gusto", dijo la calenturienta mujer miran do de reojo como el chiquillo entrecerraba los ojos y hacía más violento el movimien to de su mano sobre el erecto tronco, hasta que sorprendida miró el glorioso espec táculo de una verga al eyacular, la primera verga, que veía, echando leche en toda s u reprimida vida. Gozosa miró el primer chorro salir con fuerza, miró el cuerpo del chiquillo brincar dentro de la tina y salpicar de agua las paredes del baño, miró como la mano se agit aba sobre el mástil que escupía agua lechosa, lo miró gozar y gemir. Ella entonces cam bió de postura, fue hacía él, estrechó contra su pecho su cabeza y tomó con la mano izquie rda el pito que seguía eyaculando semen, "anda Dani, así, chiquito, disfruta, goza, anda chiquito lindo, echa toda tu rica leche", dijo con amorosa voz, pensando "n o me podía negar..., no me podía negar, lo juro..., no me podía negar". "No me podía negar", II La nana seguía repitiéndose en sus noches de insomnio, "no me podía negar", ya no podría separar de su mente lo vivido con aquel chiquillo, se reprochaba haber cedido, se reprochaba haber dejado salir sus demonios, los mismos que la atormentaban a toda hora. No podía aceptarlo, pero ahora, ya una mujer madura, sentía esos irreprim ibles deseos de tener un hombre dentro de si, y como a todos los seres humanos n

os pasa, deseamos lo que más tenemos a mano. Pero en su caso lo deseado era antina tural e indecente. Una de tantas noches en que sus desatados deseos sexuales no la dejaban dormir, sintió que el chiquillo se metía bajo las sábanas, junto a ella, que acostada de espal das a él, luchaba contra sí misma por frenar lo que tanto deseaba. Sintió el infantil cuerpo repegarse a su espalda y pegado a su gordo nalgatorio la erecta virilidad de "hombre". El "no" que intentó expresar quedó atrapado entre sus labios y con el aliento contenido sintió la mano del "niño" acariciar sus voluminosos senos sobre la delgada tela de la bata de dormir, la nana se mordió los labios conteniendo de nu eva cuenta el grito "no por favor", pero fue incapaz. Cuando ya la mano de su "chiquillo" le había bajado las pantaletas para agarrarle a plenitud los redondos cachetes de sus nalgas, volvió a intentar negarse, pero el "no" de nuevo se quedó mudo. Las infantiles manos del chiquillo recorrieron con a nsia sus carnes, ora apretando ora abriendo los cachetes, solazándose, disfrutando . Luego lo sintió repegar más el cuerpo, tratando de deslizar el erecto miembro entr e las nalgas que ella intentaba mantener cerradas, pero fue inútil. A pesar de apr etar las piernas y nalgas la nana sintió el duro garrote deslizarse por el valle d e su culo, lo sintió moverse, entrar y salir entre los cachetes carnosos, entonces se abandonó, lo dejó hacer, disfrutando calladamente del infantil rapto, "anda ya, pronto, termina" se dijo la mujerona, sintiendo que todo el cuerpo se le ponía cal iente y que sobre todo su pepa escurría líquidos viscosos. La verga ya iba y venía entre las nalgas, hasta entrar apenas en la raja abierta d el sexo de la nana, las embestidas ahora eran más fuertes, más urgentes, lo sentía cho car contra su nalgatorio una y otra vez, desatando en ella sensaciones totalment e desconocidas pero increíblemente deliciosas, y cuando por fin el chico se puso t enso y luego de un hondo suspiro empezó a eyacular, con la verga atrapada entre lo s gruesos labios de la panocha de la nana, la mujer por primera vez en su vida s intió el supremo placer, por fin tuvo un orgasmo, un callado y delicioso orgasmo. Su placer acompañaba sin querer cada uno de lo chorros de semen que la verga escupía entre la carnosa pepa, que distendida y caliente parecía palpitar al mismo ritmo que el miembro. Cuando ambos terminaron y la respiración de la nana volvió a la normalidad, dejó que e l chiquillo, sin sacar su verga de su delicioso refugio se abrazara a ella por d etrás, así se quedaron dormidos hasta la mañana siguiente. A esa primera vez siguieron otras, pronto Dani adquirió una inusual experiencia, l a leche ya no le llegaba tan pronto, por lo que Paquita podía disfrutar de dos cal lados orgasmos, siempre diciéndose a si misma "eso no está bien Dani, eso no está bien ". A los avances del chiquillo había correspondido Paquita, quien ansiosa cada noc he esperaba el ataque de su juvenil amante ya sin pantaletas, así cuando el muchac hito se repegaba a sus nalgas ella cooperaba parando el culo, así facilitaba el de licioso trajín del erecto miembro, de esa forma la mujer disfrutaba al sentir en l a entrada de su vagina el ir y venir del duro tronco de su "chiquillo", hasta qu e pasó lo que tenía que pasar. Una noche en que la nana gozaba de su primer orgasmo mordiendo la almohada para acallar su placer, sintió de pronto que el duro garrote penetraba su caliente aguj ero, quiso despegarse de su amante, pero no pudo, en silencio se repetía "no, no, eso no, por favor no la metas, sácala chiquito lindo que me puedes embarazar", ten er la verga completamente dentro de su vagina desató en la mujer sensaciones de in descriptible placer, el ir y venir del tronco le arrancaba suspiros y todo su cu erpo parecía gozar del inusual rapto, le asombraba sobre todo que el chiquillo pud iera tener el miembro tan erecto. La nana sentía que aquello la llenaba por completo y su distendida pucha chapaleab a en un mar de jugos, así se vino dejando escapar su placer por la boca, en tanto que su vagina escurría chorritos de semen y de sus femeninos jugos. A la mañana siguiente a su pesar tuvo que aceptar que si quería seguir cogiéndose a Da ni, tenía que hacer algo para no embarazarse. Con pena y con la cara roja fue a un dispensario médico, donde una chica vestida de blanco, luego de interrogarla sobr e la frecuencia de sus relaciones, le aconsejo que podría utilizar una inyección cad a mes, pero que si tenía relaciones frecuentes tendría que hacerse un chequeo médico a l menos dos veces por año. Ahí mismo le aplicaron la primera dosis.

El desenfreno No obstante la culpa que no la dejaba en paz, por la noche la nana se sintió más tra nquila. Espero ansiosa a Dani, pero a partir de entonces sería diferente, no lo de jó repegarse a su culo. De espaldas sobre la cama Paquita le abrió las piernas, el c hiquillo entendió de inmediato, la montó y cuando ya le había metido la verga quiso ap resurar la cogida pero Paquita no lo dejó, lo apresó de la cintura con las gruesas p iernas y con sus brazos rodeando la delgada espalda lo mantuvo contra ella, sint iendo el grueso carajo hasta sus más profundos confines, luego lo fue aflojando y ambos iniciaron un lento movimiento, lo dejaba salir, de poquito en poquito, lue go jalándolo de las nalgas lo hacía arremeter contra ella. Dani aprendió pronto, es más, su ansiosa boca buscó los pesados melones de la mujer y como becerrito las mamó y m ordisqueó sacándole a la sirvienta su primer orgasmo, al que siguió el segundo en tant o que el chiquillo le inundaba la pepa de leche. Esa noche Paquita liberó sus reprimidas ganas. Ya cuando ambos descansaban de la p rimera cogida, la nana sorprendió al muchacho al buscar con ansiosas manos y boca la virilidad parcialmente apaciguada, y con los ojos como platos en la penumbra el chiquillo miró como su verga era tragada por la desenfrenada boca de la mujer, el placer fue indescriptible, sentía como la succionante boca estaba por sacarle l a leche, pero la mujer no lo dejó, pues cuando ya el garrote estaba de nuevo erect o al máximo, la lujuriosa mujer montó al chiquillo sepultándose la tremenda tranca, en tonces lo cabalgó, brincó sobre el chiquillo durante minutos interminables, hasta am bos terminaron desfallecientes. En pocas semanas la mujer y el chamaco recorrieron todos los vericuetos del sexo . Dani aprendió a besarle la gorda panocha hasta hacer que su nana gimiera de plac er varias veces, también Paca dejó que el chiquillo le zambutiera el duro émbolo de ca rne entra las nalgas: "me va a doler Dani, no insistas", pero como nada podía nega rle, mordiendo la almohada sintió como su apretado culo reventaba para dar paso al duro glande que parecía destrozarle el intestino, todavía con aquella sensación ardie nte fue sintiendo que su cuerpo se llenaba de placer, y cuando el hoyo por fin s e distendió, pudo percatarse que todo el émbolo de carne se deslizaba con inusual fa cilidad llevándola a confines de placer totalmente insospechados. De esa forma el sexo anal se volvió casi un vicio para la madura sirvienta, que en poco tiempo se convirtió en experta en cuestiones sexuales, al igual que el chiqu illo, que ahora ponía a su nana de rodillas en la cama y con el culo parado, de es a forma le sepultaba el erecto miembro en la gorda pucha, para sacarle a Paquita el primer orgasmo; luego Dani sacaba el todavía erecto palo y apuntando fuerte so bre el negro conjunto de pliegues, le metía a la nana el pito en el culo, entonces la mujerona se transformaba y sus quedos gemidos se transformaban en grititos, los "ay, no!, ¡me duele"!, se convertían en "anda chiquito lindo, dame más, quiero tod a tu verga en mi culo, anda reviéntame todo el culo, quiero tus mocos en la cola, más, más, más fuerte, ay papito lindo, quiero verga, la quiero toda, toda, toda, la qu iero toda", entonces ambos se venían entre gritos y gemidos escándalosos. Acerca de la frecuencia de sus encuentros amorosos, ni que decir. La nana estaba encantada. Parecía que a sus años quisiera desquitar el tiempo perdido, y tenía al ch iquillo siempre dispuesto para ello. Ambos eran incansables: el chamaco siempre con el pito erecto y ella dispuesta esperando la menor oportunidad para abrirse de piernas; en los lugares más insospechados; no obstante que la noche anterior am bos hubieran visto el amanecer juntos, despiertos, ahítos de sexo. No le importaba al chamaco que de vez en cuanto le bajara la regla a la nana, le encantaba mama rle el conejo sangrante mientras le metía los dedos de una mano en el renegrido cu lo distendido y la nana suplicaba para que el chiquillo le metiera, por fin, la erecta verga. Paquita y Dani estaban contentos, felices, disfrutando ambos de su sexualidad desenfrenada. Descubiertos Con el paso del tiempo, el secreto bien guardado entre la nana y Daniel empezó a c rear sospechas en los padres del chiquillo, en especial en la madre, que poco a poco se percató de que algo raro ocurría con la nana: se había vuelto alegre, desenvue lta, risueña, siempre bien arreglada, en especial cuando el adolescente llegaba de la escuela, y todas las atenciones de la sirvienta se centraban en el chamaco, los mejores platillos, la ropa siempre limpia y planchada, los postres más suculen

tos, si, algo raro pasaba, se dijo la madre. Daniel a veces se tornaba tosco y ríg ido con la mujer, exigiéndole cosas, regañandola, lo que Paquita sumisa y obediente aceptaba sin chistar, además no le conocía ninguna novia a Dani, pero sobre todo est aba el hecho de que el muchacho a sus 17 años todavía durmiera con la nana en el mis mo cuarto, si algo raro pasaba, pensaba la mamá. Las sospechas de la madre de Daniel, paso a paso, fueron tomando forma. Cierto día encontró entre la ropa de la nana coquetos conjuntos de batitas de noche, rojas, negras; ligueros eróticos, medias negras, tangas por demás indecentes, pues sólo eran delgados hilos de delicado encaje; corpiños de media copa y otros más atrevidos: dej aban al descubierto los pezones de las tetas, todo perfecto para una mujer joven , pero no para una mujerona que rondaba ya los ¿40 y tantos? El pánico invadió a la mamá, "¿sería posible, Dani y Paquita?, ¿ellos dos... haciendo sexo?, ella casí la madre de su hijo, su hijo querido, adorado, metido en una aventura s exual con su nana, ¡no!", se dijo la madre. El colmo fue aquella noche, luego de l a cena, cuando vio perfectamente a Dani agarrándole las nalgas a la mujerona!, si, efectivamente, algo estaba mal, muy mal!, entre la nana y su hijo. Dani estaba por cumplir los 18 y con la complicidad de Paquita, el adolescente p reparó su entrada a la adultez con una memorable fiesta privada. Prepararon aquel fin de semana, el sábado para ser más precisos, aprovechando que sus padres irían a pa sar el fin de semana en provincia. Y tal como lo prepararon ambos la pasaron de maravilla, todo bien, mucho sexo, la nana incansable, desnuda y en diversas posi ciones, en los sillones de la sala, en la alfombra, en la cocina; metiéndose un plát ano por la pucha mientras el chiquillo le daba pito por el culo; ambos un poco b orrachos. Ese domingo por la tarde dejaron el sexo por la paz y arreglaron la ca sa para que los padres no sospecharan nada. Pero algo salió mal. El lunes al regresar de la escuela Daniel ya no encontró a la nana, quiso pregunta rle a su madre, pero la dura mirada de la mujer le indicó que mejor guardara silen cio. Lleno de dudas y temiendo lo peor el adolescente se mantuvo expectante y ca llado algunos días, hasta que cierta vez se encontró con una mujer, conocida de Paqu ita, las dos eran del mismo pueblo, ambos se saludaron como si nada, y ya cuando se iba la otra criada, sin decirle nada, le entregó un sobre blanco, doblado, med io arrugado, con algo adentro. El chamaco sintió que el corazón se le salía del pecho y apenas pudo esperar a llegar a su casa para averiguar el contenido del misteri oso sobre. En la carta, escrita a mano y con pésima ortografía, Paquita le contaba que lo que t anto temía había ocurrido: el sábado por la noche, mientras ambos estaban en la sala c ogiendo como desenfrenados, la madre de Daniel los había descubierto. Los padres n o habían ido de fin de semana, un desperfecto en el auto los detuvo a mitad del ca mino, el padre se quedó a tratar de componer el auto familiar, mientras la mujer r egresaba a la ciudad, de esa forma los vió, ¿cómo?, pues habría que imaginar a la mamá con los ojos como platos viendo como la madura mujerona recibía tremendas dosis de ve rga juvenil o cosas peores: la lechada de semen sobre el moreno rostro de la sir vienta, así por el estilo, no, si eran tremendos. Paquita le decía que el enojo de l a madre fue más que mayúsculo, que no sólo la regañó, sino le requiminó su indecente procede r con el adorado hijo, y lo peor, la amenazó con denunciarla como corruptora de me nores, vaya!, fue corrida de inmediato de la casa, el padre también supo del escándo lo, pero se portó más tolerante, le dio algún dinero a la nana, quien con su ropa dent ro de una caja de cartón había regresado a su pueblo, pero le suplicaba que por ningún motivo tratara de buscarla, que lo quería mucho, que lo iba a extrañar y tan, tan. El pesar por la pérdida de su querida nana le duró poco al cogelón chamaco. Ya había pro bado la carne de gata, buena y barata, y al paso del tiempo no hubo sirvienta qu e no pasará a firmar lista de asistencia en la cama de Daniel. Las sirvientas no d uraban mucho en su casa, pues en cuanto la madre sospechaba algo raro entre la n ueva trabajadora y su querido hijo, de inmediato corría a la sirvienta, no importa ndo lo eficiente que fuera en el trabajo doméstico. Comentarios: [email protected] malo Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 30,505 Valoración media:

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Historia de un rebelde adolescente que es enviado a vivir con sus tías a fin de q ue lo eduquen y termina cogiendose a las tres maduras mujeres. Chico malo I El adolescente se había convertido de repente en una verdadera calamidad para sus padres. En el transcurso de un año había sido expulsado de tres colegios diferentes. Su incontenible rebeldía y malos modos se hicieron insoportables para toda su fam ilia: intolerante, grosero hasta la vulgaridad, vago y holgazán, sin más afición que e scuchar, a todo volumen, horas y horas, viejos discos de rock. En fin, a sus 14 años Raulito era toda una amenaza. La última gracia del chiquillo fue haberle agarra do las nalgas a su maestra de inglés en la escuela, lo expulsaron inmediatamente. Por fin sus padres, Celia y Héctor, luego de incontables noches de insomnio fueron iluminados por una maravillosa idea --bueno al menos eso creyeron ellos-- manda rían a Raúl a vivir un tiempo con sus tías a Zacatecas. Religiosas hasta el fanatismo, las mentadas tías: Ofelia, Julia y Rosa hermanas de su madre, solteronas empederni das, cercanas al medio siglo de edad, y con una conducta ética y moral intachable, según la familia sabrían meter al orden al torbellino adolescente en que se había conv ertido Raulito, que una noche de septiembre fue puesto, contra su voluntad, en u n autobús de la línea "Fronteras" con rumbo bien definido: Zacatecas. Los primeros días del "malvado" muchacho fueron un tormento indescriptible: por la s mañanas era llevado casi a fuerzas a oir misa de 6, luego del almuerzo tenía que a yudar a sus tías limpiando y arreglando la tienda de artesanías que las tres mujeres atendían en el centro de la ciudad, a medio día y luego de la comida de nuevo rezos : el rosario de las 4, luego de nueva cuenta a atender la tienda y a las 9 de la noche y antes de merendar, de nueva cuenta más religión: el rosario rezado a viva v oz por las tres mujeronas, un día si y otro... también. Por supuesto que desde el primer día Raúl estaba tramando cómo salir de tan terrible e mbrollo, escapar de ese lugar era la persistente idea. Con lo que no contaba era que precisamente esa idea ya era compartida por sus parientes, las que para evi tar cualquier mala experiencia acompañaban al muchacho a todas partes y no lo deja ban ir solo a ningún lado!, vaya, ¡ni siquiera cuando se bañaba! En uno de aquellos trances, cuando precisamente Raulito estaba bajo la regadera, sabiendo que tras la cortina de plástico estaba su tía Ofelia la menor de las tres a su cuidado y rumiaba su mala suerte, de repente tuvo una inusitada idea: asustar a las tías, ¿cómo?, pues con aquello que precisamente les causara más miedo: el sexo, ¡si !, los ojos se le iluminaron, era obvio, las tres mujeres maduronas, fanáticas de la religión, apegadas al más estricto código de conducta moral muy pocas experiencias habrían tenido en cuestiones sexuales, eso podría ser la solución, se dijo. Meterles u n susto con aquello a lo que más temían, y por qué no, darse de paso una pequeña satisfa cción, no tanto como meterles el miembro se dijo--, pero si, que supieran que Rauli to ya no era el chiquillo pecoso y maleable de la niñez, sino al menos un hombre e n proceso de formación. De esa forma sus tías se apurarían a regresarlo a su hogar en la ciudad de México. En esas estaba el chiquillo cuando de la voz de su tía Ofelia lo sacó de sus meditac iones: --"¿Ya terminaste Raulito?, si es así ponte la toalla que tengo que limpiar el baño". --"Si tía, ya puedes pasar", dijo el chamaco y cuando la tía entró, llevando el trapea dor para secar el agua del piso, como no queriendo Raúl dejó que la toalla cayera de su cuerpo, descubriendo su desnudez y la incipiente erección que hizo brincar a s u pariente: "ay Raulito!, tápate por todos los cielos, mira nada más que cosas..., q ue cosas... tienes", dijo la mujer roja de vergüenza sin dejar de ver el desnudo c uerpo de su sobrino, pero sobre todo fijando la vista en aquella carne colgante rodeada de vellos.

Luego de que el adolescente se percató de la inesperada impresión causada en Ofelia, con movimientos torpes procedió a cubrirse y mientras secaba su cuerpo el chiquil lo pudo percatarse de redondo culo de si tía, que al trapear apuradamente el piso meneaba el trasero de forma singular. Ya en su cuarto mientras se vestía Raúl rememoraba lo ocurrido hacía un rato, nunca se había percatado de sus tías todavía estaban buenas y al pensar en Ofelia el chamaco s intió un ligero e inesperado espasmo en el miembro. Raúl jamás imaginó las consecuencias que tendrían aquellos juegos. Su siguiente paso fue meterle un susto a su tía Julia. Ya sabía que Julia antes de m eterse a su recámara pasaba a la del chiquillo como para comprobar que el sobrino estaba ya en la cama dispuesto a dormirse y no había escapado como tenían las mujero nas. --"Pero ahora será diferente", se dijo el chamaco. Por ello inició una lenta masturb ación, su intención no era venirse, sino más bien poner a "tono" su pito, así inició una l enta masturbada con su mano derecha sobre su pene, y cuando el miembro estaba a "tres cuartos" escuchó los pasos de su tía en el corredor, suspendió su tarea, escondió la verga bajo el calzón y entrecerró los ojos. Cuando Julia entró al cuarto lo primero que vió fue el desnudo cuerpo de Raúl sobre la cama y exclamó: "válgame dios chamaco, tápate que te puede dar un resfriado" y ponien do manos a la obra la mujerona procedió a cubrir con las sábanas el cuerpo del adole scente, pero al momento se detuvo. Raúl abriendo apenas los ojos vió a la tía fijar la mirada en el ostentoso bulto que formaba la truza blanca, quizá fueron segundos, pero cuando ya la mujer terminaba de cubrir a Raúl con la ropa de cama, el chiquil lo sintió sobre su erección el inesperado apretón de la mano de Julia y su voz apagada : "cóndenado chamaco, mira nada más el palote que te cargas, estás bien bueno chamacot e!...", luego la mujer se dirigió a la puerta y antes de cerrarla apagó la luz. II Sería media noche cuando el inesperado ruido de la puerta que se abría sacó a Raúl del s ueño, el vano de la puerta dejó entrever la figura de alguien, contuvo la respiración mientras aquella sombra recortada apenas en la oscuridad cerraba la puerta, la s intió dirigirse a su cama y sentarse en la orilla, ¿quién era?, se preguntó el adolescen te, más no tuvo tiempo de contestar su pregunta pues ya una silenciosa mano se metía bajó las cobijas, contuvo el aliento cuando la mano llegó a su entrepierna; era una mano suave, delicada, la que se posó sobre el bulto adormecido de su sexo. Moment os después los dedos de esa mano iniciaron un delicado vaivén, al instante Raúl sintió s u virilidad despertar, entonces la mano apresó sobre su calzón la verga erecta, dándol e ligeros apretoncitos, unas veces delicados, otras veces más fuertes, hasta que e sa mano misteriosa empezó a despojarlo de su truza. Para entonces Raúl había descubierto, en la penumbra del cuarto, de quien se trataba . Era Ofelia, así lo indicaba su lácia y larga cabellera, así como la suavidad de las facciones de su rostro que se recortaban por la tenue luz que entraba por la ven tana. Los avances de la mujer, que ahora jugaba con insistencia con su erecto mi embro, lo hicieron reaccionar, llevó una de sus manos hasta las piernas de la muje r e intentó meterla entre aquellos muslos carnosos, más Ofelia contuvo su intento, p ero no suspendió sus caricias, que ahora habían logrado generar una tremenda erección en el miembro adolescente, ya la verga estaba mojada de líquido preseminal, y la m ano de ella subía y bajaba acompasadamente por el tronco, entreteniendose a veces en recorrer con los dedos el morado y desnudo glande. El chiquillo tensó el cuerpo y atentó se dispuso a ser objeto de los avances sexuale s de la tía, que ahora de manera experta movía delicadamente su mano sobre el erecto miembro, bien parecía que Ofelia tuviera bastante experiencia cascando vergas, pu es la suave mano rodeaba a la perfección el tronco, subía lentamente hasta el glande , y ahí se detenía por instantes, luego la mano volvía a moverse, ahora hacía abajo, aca riciando de paso la cabeza mojada del juvenil miembro, repasandó ahí el dedo pulgar, luego presionaba la mano para hacer que el glande se pelara, deslizaba el anill o formado por sus dedos lentamente, llevándose de paso la piel del prepusio, desnu dando la cabeza, así una y otra vez, llevando al chamaco a la cima del placer. Raúl, con los ojos entrecerrados, sentía venir la eyaculación, un involuntario gemido que escapó de sus labios así se lo anunció a Ofelia, la mujer en ese momento detuvo lo s movimientos de su mano, y ayudándose de la otra tomó la de Raúl para llevarla hasta

sus pechos. El efecto fue inmediato, el chiquillo se prendió al momento de una tet a, la derecha, carnosa, suave, redonda, grande; sintió la delicada suavidad de la bata de dormir, y la perfección de la chiche de su congenere que en ese momento vo lvió a mover la mano sobre el tronco duro y viril de su sobrino. Raúl acariciaba la gorda teta, la apretaba suavemente, repasaba los dedos sobre el duro pezón, la tía suspiraba agitadamente, su pecho subía y bajaba, se estaba calenta ndo, ahora a Raúl le faltaba mano para darse el atracón, sobando las tetas, ora una, ora otra, apretando con fuerza, sobre todo en la dura punta, que ahora ya forma ba un curioso chupón, duro y erecto; ya la mano de Ofelia se agitaba con fuerza so bre la verga erecta y mojada de su sobrino, hasta que Raúl no pudo y gimiendo le a nunció a la mujer que la leche le llegaba, ella apretó más la mano en el tronco viril y al momento llegó el muchachito al climax del placer y como entre sueños, y uno y o tro chorro de semen expulsado por su miembro, vio o creyó ver a Ofelia inclinarse sobre su sexo y colocar su rostro, más bien su boca, en la punta de la verga que a hora escupía leche a chorros. Sería un sueño o no, pero Raúl sintió la boca de Ofelia tragarse el miembro que eyaculab a semen, sintió el anillo de los labios rodear con fuerza el glande y succionar, c hupar, mamar y mamar, tragándose la leche que escapaba sin control. Serían sólo instantes, pero para Raúl fue una eternidad, dejó que su pito dejara de palp itar y disfrutó de los últimos chupetones de la femenina boca sobre su sexo, se dejó h acer, la mujer todavía lengüeteó la verga llevándose los restos de leche que hubieran qu edado, luego delicadamente dejó libre a Raúl e incorporándose de la cama se dispuso a irse, más cuando estaba por darle la espalda Ofelia acercó de nuevo su rostro, pero ahora hasta el oido del chiquillo y luego de darle un suave beso le dijo: "no le digas a nadie de esto, hasta mañana sobrinito lindo". III Al día siguiente luego del desayuno la tía Julia lo llamó con voz altanera: "oye Rauli to quiero que vengas a mi cuarto", de inmediato el cuerpo del chico se tensó, con paso titubeante entró a la recámara de su tía, pensando lo peor. La mujer estaba de es paldas a él cepillándose la cabellera frente al espejo, se quedó cerca de la puerta, p or si las dudas, vino el diálogo: --"Oye Raulito, quiero que mientras estés en nuestra casa te comportes como debe s er. Ayer cuando te bañabas, tu tía Ofelia me dijo que le mostraste el miembro, ¿es eso cierto?". --"¡No tía, se lo juro, lo que pasó fue que se me cayó la toalla, eso fue lo que pasó!". --"Quiero creerte Raúl, quisiera creerte, pero anoche cuando fui a tu cuarto, esta bas casi desnudo sobre la cama..., y se te notaba todo eso..., yo traté de cubrirt e, pero me di cuenta que tenías todo eso parado. No Raúl, nosotras somos unas mujere s apegadas a nuestras creencias y a nuestra religión. Jamás, óyelo bien, jamás nos hemos apartado de nuestros principios y no por ser unas viejas gruñonas vamos a cambiar , así que debes de saber que nosotras te queremos, pero si tenemos que educarte es nuestra obligación hacer que aprendas el camino del bien y te apartes de la perdi ción, que conduce inevitablemente a la fornicación y al desenfreno sexual, a la luju ria y a la perdición, ¡eso no!, te lo digo Raúl, si quieres ser un hombre de bien debe s seguir nuestros pasos, ¿entendiste?", dijo Julia casi gritando. Raúl casi estuvo a punto de soltar la carcajada: "camino del bien, perdición, fornic ación, desenfreno, lujuria... perdición", pero se contuvo estoico y asintió: "sí tia". --Bueno pues repuso la mujerona y para evitar contratiempos hoy vas a dormir en mi cama, no es que tenga desconfianza de mis hermanas, pero la carne es débil y es m i obligación apartar de ellas cualquier tentación, por supuesto que espero que te co mportes como debe ser, ¿entendistes muchachito?". No hizo falta que el adolescente contestara. Esa noche con su pijama puesta Raúl se presentó en la recámara de Ofelia, ella ya lo e speraba, pues percibió su presencia y con un "anda pasa, que ya me tengo que dormi r", el chiquillo entró, se sentía nervioso aún antes de cerrar la puerta. --"¿Ya hiciste tus oraciones nocturnas muchachito?", --dijo la mujer, Raúl asintió--, "bueno pues, a la cama, ocupa el lado derecho, yo duermo en el otro lado". Eso h izo el chico que sentía que algo inesperado estaba por ocurrir. Ya bajo las sábanas sintió a su pariente meterse a la cama rezando en voz apenas per ceptible alguna oración religiosa que él no alcanzaba a entender.

Como tratando de poner la mayor distancia entre él y su tía, Raúl se acostó de lado, casí en la orilla de la cama, y en esa posición estaba por conciliar el sueño cuando sint ió el cálido cuerpo de la mujer repegarse a su espalda, él no se movió, si lo hacía caería a l suelo, los brazos femeninos rodearon su cintura e hicieron que el contacto ent re los cuerpos se hiciera más cercano, ahora podía sentir el chiquillo las tetas de su tía repegadas a su espalda, y sobre todo los amorosos brazos que lo atenazaban y que de manera lenta lo oprimían, escuchó su voz: --"¿Ya te dormiste Raulito? --"No tía". --"Voy a colocar mi mano sobre tu pajarito y si como dices ya hiciste tus oracio nes y eres un buen niño, no vas a sentir nada ni tampoco se te va a parar la cosit a, ¿entiendes?". Raúl ya no contestó, sólo sintió la mano de la mujerona bajando de su cintura hasta posa rse, encima de su calzón, en la dormida verga. En su nuca sintió la caliente respira ción de la tía y sobre su miembro los suaves movimientos de aquellos dedos que insis tían en despertar aquello, Raúl hizo lo imposible por reprimir aquellas sensaciones, pero a su pesar sintió endurecer su palo, Julia sintió lo mismo y le recriminó: --"¡Ya ves Raulito!, ¡se está parando tu pájaro!, eres un niño sucio y lujurioso, seguro c omo los chamacos de tu edad, que a la menor oportunidad se esconden para sobarse el palo hasta escupir esa sucia cosa que se llama semen, a ver dime, ¿cada cuando te lo haces?". --"¿Qué tía?, qué hago...". --"No mientas!, anda confieza, cada cuando te agarras el pajaro, quiero que me l o digas, para así llevarte a confesar y hagas penitencia, confiesa te digo!". --"Yo no tía, deveras, casi no...". --"Entonces, qué haces, no me digas que ya probaste mujer, que fuiste capaz de sed ucir a una jovencita, para hacerla víctima de tus bajos instintos, dime, ¿ya conocis te mujer?". --"No tía, se lo juro, yo nunca...". --"Ah!, entonces nunca lo haz hecho, digo, meterle esta cosa horrible a una chiq uilla, voy a creerte Raúl, pero seguro te jalas el palo, eso es seguro, a ver dime , tengo que saberlo...". --"Bueno..., tía, a veces, pero no mucho, yo..., digo, ni siquiera sé..., de eso, no sé cómo es eso, deveras tía Julia...". --"No se si creerte muchachito, los jovencitos a tu edad no hacen otra cosa que pensar en sexo, en esas horribles cochinadas, y como siento tu pajarito, no eres ajeno a los tocamientos, seguro que andarás pensando a todas horas en mujeres, en esas cosas feas que hacen los adultos lujuriosos y aún los jóvenes como tú, segurito te entran ganas al pensar en mujeres, y..., así como ahorita, mira apenas te toqué u n poco encima de tu truza y ya tienes el pajarote, el palote duro y parado, segu ro estarás pensando que cuando me duerna..., podrás, digo, al menos acercarte a mi c uerpo y..., tocarme..., no se..., las tetas..., o la cola..., o peor aún..., ay niño de porra de lo que serás capaz...". --"No tía, se lo juro..., yo nunca...". --"Calla!, imprudente, no jures, no jures, seguro tu calenturienta mente de cham aco te está dictando que esperes a que me duerma para hacerme presa de tus pasione s..., hasta intentarás penetrarme con esta cosa infame que tienen todos los hombre s". --"No tía Julia, si quiere me voy a dormir a mi cuarto...". --"Eso ni pensarlo!, ya estás aquí, con esa cosa como de fierro, me tengo que encome ndar a todos los santos del cielo para que no..., para que el cielo no permita q ue tú, con tu cosa, con esta cosita tan buena quieras..., hacerlo..., ponerlo ahí en mi conchita, pero espero que no..., ¿verdad que no?". --"No tía le aseguro que no..., ya no me toque, por favor, siento cosas...". --"Si, seguro, sientes cosas, mira Raulito ya te dejo, ya no te voy a tocar, voy a darte la espalda, soy casi una santa, si quieres podrás repegarte a mi, por atrás , y verás seguro que no voy a sentirte ahí junto a mi, mi religión me impedirá sentir tu s avances, puedes repegarte, poner tu palote ahí atrás, hasta podrás agarrarme si quie res, que yo nunca, te aseguro, sentiré nada, nada, nada, anda ven Raulito, repégate a mi, puedes poner tu dura tranca..., cerquita de mi...".

El chiquillo guardó silencio, apenas escuchó a la mujer darse la vuelta en la cama, alejarse de él, sintió que Julia se removía en la cama, cómo haciendo algo, pero no imag inaba qué; se quedó quieto, entre asustado y expectante, entre excitado y temeroso, entonces oyó la voz: --"Anda Raulito..., acercate, ponme esa cosa dura atrás, ya estoy... lista, no sen tiré nada, te juro..., ven chiquito, ven con tía Julia...", la mano de ella que lo j alaba lo sacó de trance. Temblando de emoción Raúl se fue acercando al cuerpo de la mujer, casí hasta tocarla, pero no se atrevía, en eso la voz baja: "quítate la truza Raúlito, tía Julia será buena co ntigo, dejará que hagas tus cosas, eso que quieres, esas cosas en que seguro piens as, anda chiquillo lindo, no me hagas esperar". Con movimientos torpes se despojó de su calzón y se repegó a la espalda de Julia, ento nces descubrió que ella se había desnudado totalmente, la piel de la espalda, suave, la gorda cintura, los desnudos brazos fofos y aguados, las caderas redondas y d uras, toda, toda estaba ahí suspirando quedamente y haciendose hacía atrás, hasta pega r el nalgatorio en la erecta protuberancia. Raúl apenas se podía contener, se iba a coger a Julia, como hipnotizado con la mano recorrió las nalgas rotundas de la tía, las bajó hasta los muslos, su verga erecta est aba entre los cachetes del nalgatorio, presionó y el pito fue tragado por aquella carne, la mujer reculó, parando más las nalgas, entonces Julia llevando su mano entr e sus piernas agarró el duro mástil y lo dirigió al sitio correcto, su voz: "puedes me terlo chiquillo travieso, pero procura contenerte, no me eches tu leche, haz lo que quieres, pero si te gana saca el palo de mi gatita, me puedes preñar!", acto s eguido Raúl presionó un poco y de manera lenta la verga fue penetrando en la vagina de Julia, primero el glande fue tragado por los gordos labios calientes de la ra ja, luego sintió el chiquillo como poco a poco aquella caliente abertura se tragab a su erecto miembro, hasta que se quedó pegado al gordo nalgatorio de Julia. Se quedó quieto, muy quieto, disfrutando de la rica y apretada, viscosa, tibieza q ue envolvía todo su tronco, en eso la tía se empezó a mover, apenas, delicadamente dic iendo: --"Ay chiquillo malo, malote!, chamaco del demonio, mira que tranca te cargas!, que verga tan rica le estás dando a tu tía, tu tiíta rica que se esta comiendo todo tu palote, anda chiquito lindo, malo y rico, riquito, muévete chiquillo malo". Eso intentó Raúl, pero apenas iba en la primera arremetida, cuando su pariente empezó un furioso moviento a contra punto, reculando, yendo y viniendo, empalándose, una y otra vez, gimiendo ruidosamente: "chiquillo lindo, que rico!, me sacas las gan as, me viene!, más, dame más fuerte, toda, la quiero toda, completa, que me quepa to da, hummm, papito de mi vida, me sacas las ganas, por todos los cielos que me lo s sacas, ahhhh, ahhh, hummjummm". Raulito a duras penas se podía mantener dentro de aquella ardiente gruta, viscosa, pues a cada arremetida, sentía que la pucha de Julia perecía succionar, parecía que a lgo interno le jalaba el miembro, apretando, para a continuación ponerse floja; el entrechocar de los cuerpos producía un curioso chazz, chazz, hasta que Julia con un hondo "ayyyyy", se quedó quieta, entonces el chamaco aceleró sus metidas, sintien do su propia venida en la punta de la verga, hasta que al suspirar por fin y ech ar el primer chorro, Julia reculó de tal forma que escupió la tranca que en esos mom entos eyaculaba chisguetes de semen entre las maduras nalgas de la mujerona. Luego ambos se quedaron quietos, inmóviles, en la penumbra de aquel cuarto impregn ado de un penetrante olor, así pasaron varios minutos, hasta que el chiquillo se p ercató de un apagado murmullo, Julia decía algo en voz baja, sí, se dijo, ¡estaba rezand o!, los dos todavía unidos, Raúl con la viscosa verga entre los gordos cachetes de l as nalgas de Julia, ella sudorosa, pero era cierto: la mujerona estaba rezando!, él disimuladamente se hizo a un lado, hasta quedarse dormido. A la mañana siguiente cuando Raúl abrió los ojos, se topó con la mujer, que de pie junto a la cama lo miraba seria: "ay Raúl!, ¿qué voy a hacer contigo?, nunca pensé que fueras capaz de eso, yo no quería, ¿lo sabes verdad?, me hiciste presa de tus bajos instin tos!, no sé cómo fuiste capaz de una cosa así, no sé como podré perdonarte...". Raúl no sabía que contestar, estaba mudo, no entendía lo que en el fondo quería decir Ju lia, hasta que ella dijo: "no sé Raúl, eres un chico malo, muy malo, un jovencito qu e no se detiene ante nada para cumplir sus deseos, sus pecaminosos instintos, mi

ra no voy a decir nada de lo ocurrido a condición de que tú tampoco digas nada a nad ie, ¿entiendes?". El chamaco apenas balbuceó un: "sí tía, como tú quieras". --"Bueno pues, ¡a callar!, ¿lo entiendes?, ya veremos qué hacer, por lo pronto me voy a mantener vigilante para que no vayas a cometer esas sucias cosas con mis herma nas, ya veré como me las arreglo para evitarlo, soy capaz de sacrificarme por ella s, ¿entiendes?, cuando te asalten esos horribles pensamientos me avisas, y nos arr eglamos, te dejaré que hagas esas cochinadas conmigo, sólo conmigo; yo que soy como una santa!, seré capaz de soportar tus pecaminosos actos con tal de mantener la sa ntidad de este hogar", dijo la mujerona saliendo vociferante del cuarto. Cuando Julia salió por fin de la recámara, Raúl no pudo soportar la sonora carcajada d iciendo, "habrase visto, pinche vieja, si fue ella la que quiso, yo ni siquiera. .., ay piche vieja calentoda, y luego toda esa farsa!, ya ni chinga!, pero, viéndo lo bien..., si las otras dos se ponen al tiro...", se dijo el adolescente sonrie ndo. IV Los siguientes dos o tres días Raúl se la pasó meditando: las cosas no estaban saliend o como él quería, si quería escapar de esas viejas mochas al parecer estaba haciendo m al las cosas, pues Julia y Ofelia que ya habían probado algo de lo que se cargaba e ntre las piernas estaban expectantes, amorosas, pendientes de los más mínimos requeri mientos del chiquillo para abrirle las piernas lo que él trataba de evitar-- y eso no estaba dentro del plan, se dijo. Por el contrario, tal y como iban las cosas estaba destinado a convertirse en el semental de las tres mujeres y eso... ni hablar, ni madres!, se repitió el chamac o. Sería un lunes, o martes, no lo recordaba, pero era media tarde cuando el adolesce nte estaba limpiando por enécima vez los estantes con chucherías de la tienda cuando espantado descubrió a la tía Rosa, mirándolo detenidamente, recargada en el marco de la puerta, como repasando su cuerpo con mirada golosa: --"¿Y bueno Raulito a mi cuando me toca?", la oyó decir. --"¿Perdón tía?". --"No te hagas!, chamaco verga caliente, la Ofelia te sacó la leche a mamadas, a m i hermana Julia te la cogiste bien y bonito..., ¿y yo qué?, ¿soy de palo o qué?", la sin tió decir a su espalda, él temblaba nervioso pensando cómo habría hecho Rosa para enterar se de todo eso-- cuando dijo: --"No tía..., la verdad...", no alcanzó a completar la excusa pues ya la mujer estab a juntito a él diciendo en voz baja: "no chiquito, eso no se vale, esas cabronas c ogiendo rico y yo nomás viendo..., no sobrinito, malote!, como te dice Julia, a mi me cumples igual o te armo un pedo del tamaño del mundo: a toda la familia le hab rá de interesar que tú, un verdadero demonio, te anduviste cogiendo a un par de viej as beatas, casi unas santas..., a ver vamos viendo...", escuchó la voz imperativa, mientras miraba como su pariente tomaba asiento en una silla y abierta de piern as lentamente procedía a levantarse las amplias enaguas. Luego recordaría el chiquillo cómo Rosa abierta de piernas subía su holgado vestido ha sta la cintura, para descubrir ante sus atónitos ojos primero que Rosa no llevaba puestas sus pantaletas e inmediatamente después el peludo sexo; recordaría la mirada llena de lujuria de su tía, su voz insistente: "anda Chico malo, dale unos besito s a la gatita de tía Rosa"; recordaría como Rosa con ambas manos separaba la tupida pelambrera para dejar al descubierto los carnosos y renegridos labios externos d e una tremenda pepa, gorda, muy grande la raja. También recordaría su nerviosismo, su temor en las piernas al intentar acercarse, la respiración que se le iba, su nerviosa mirada volteando hacía la entrada de la tien da, como para comprobar que no entraría nadie y por fin cómo, arrodillado entre los fofos muslos blancos, el fuerte tufo femenino le pegó en el rostro Rosa olía fuerte, penetrante empero aquel olor en lugar de alejarlo lo atrajó como un invisible hilo, hasta que por fin los largos vellos del pubis de Rosa le cosquillearon la nariz , no se detuvo, no pudo detenerse, hasta sumir sus entreabiertos labios en la ca verna ahora abierta. En ese momento Rosa suspiró profundamente abriendo más las piernas para facilitar lo s avances del adolescente y así se mantuvo: abierta, completamente abierta, la car

nosa raja sostenida a cada lado por los dedos de ambas manos de aquella mujerona ; primero Raúl le dio besitos, recorriendo sus abiertos labios arriba y debajo de la pepa, luego pegó su boca arriba, donde los pliegues internos iniciaban, encontró algo duro, sensible, tan sensible que Rosa adelantó su pelvis a la caricia, ahí se p egó a mamar, chupar y chupar, mientras la mujer suspiraba ruidosamente y ese algo duro empezaba a crecer, el clítoris de la cincuentona emergió como una diminuta verg a erecta; los diestros dedos de Rosa pelaron el prepucio del botoncito, ofrecien dolo a su sobrino: "anda chiquito chupame el botoncito, dale lengüetazos", eso hiz o el chiquillo: su filosa lengua sometía en esos momentos a furiosas caricias que inicieron que Rosa brincara de la silla, arremetiera su cuerpo, buscara incesant emente los lengüetazos ardientes del chamaco, hasta que, tal vez demasiado rápido, c on un escandaloso "aaahhhhh me vengo" la mujerona llegó al climax, un fuerte e ine sperado chorro de jugos salados sobre la boca de su sobrino, que siguió mamando el renegrido conejo, el hinchado sexo abierto al máximo. Los estremecimientos de la mujer fueron amainando, poco a poco, su respiración se hizo poco a poco relajada, sus brazos ahora caídos a los lados; Raúl separó poco a poc o su cara para ver la panocha abierta, sumamente abierta, fea, horrorosa, con aq uellos labios hacia fuera, más negros aún, los pelos mojados pegados a la piel de la pucha y sobre todo percibir el feo olor, penetrante. Entonces se levantó limpiand o su cara con un trapo, empero la mujer no había aplacado su calentura; la vio lev antarse de la silla con desgano, caminar vacilante hacía la puerta de la tienda y colocar el letrero de "cerrado", regresar sobre sus pasos y decirle: --"Ahora sobrinito quiero tu verga, métele el palo a tía Rosa, lo quiero en la colit a, anda papacito ven, lo tengo casi nuevo...", dijo ella mientras le daba la esp alda para apoyarse sobre la silla y ofrecerle el redondo nalgatorio. Cuando el chiquillo pudo sacarse la erecta verga del pantalón, las manos de la muj er ya habían abierto plenamente los gordos glúteos mostrandole el negro agujero llen o de pliegues y de pelos, lo urgió: "anda chiquito, mi culo es todo tuyo y lo será t odas la veces que quieras...", y apenas había colocado la punta del garrote sobre el negro culo, la mujer reculó, presionando sobre el duro palo, aflojando el cuerp o, manteniendo la presión en el sitio adecuado, para después, casi inmediatamente ir se tragando el garrote erecto. Los sorprendidos ojos del adolescente miraban como aquello cerrado lo succionaba , como los pliegues desaparecían para rodear, dolorosamente el glande, primero, lu ego poco a poco, toda la verga, hasta que estuvo completamente adentro del intes tino de Rosa, que ahora suspiraba quedamente: "hummm, Raúl de mi vida, que verga t an rica!". Luego el muchacho se agarró a los mofletudos cachetes y se empezó a mover, sacando l entamente casi todo el palo, luego empujando hacia delante, llenando la cola de su pariente con carne dura, al tercer envite ya la verga iba y venía con facilidad y a su nariz llegaba el olor a excremento. En una de las sacadas Raúl extrajó todo el miembro, maravillándose de cómo el culo de Rosa se mantenía abierto, abiertísimo, sin pliegue alguno, luego como atraído por una fuerza extraña volvió a sepultar su verga llenando a la mujerona de gozo, así estuvieron un rato más hasta que el placer se hi zo insoportable y los chorros de semen bañaron las entrañas de la cincuentona, se qu edó pegado al amainar los estremecimientos del miembro escuchando los apagados gem idos femeninos, luego extrajó la verga semi desfallecida descubriendo algunos rest os de excremento mezclados con leche. Corrió hasta el baño para asearse con abundant e agua y jabón, todavía desconcertado: había sido su primera culeada, su primera venid a dentro de un culo. Cuando regresó encontró a su tía recargada sobre el mostrador de la tienda, mirándolo to davía con deseo: --"Ay Raulito eres tremendo, me diste una riquísima culeada, eres fantástico, se lo diré a Julia para que te pruebe por el culo". Oir aquello sorprendió al chiquillo, que entonces comprendió que las tres mujeres es taban de acuerdo para cogerselo, para compartir equitativamente la verga de su p ariente, se sintió traicionado, burlado, desconcertado, pensando: "¿y ahora cómo haré pa ra escapar". V Nunca lo hizo, al menos durante los siguientes diez años, tiempo durante el cual,

además de cogerse a las tías, pudo concluir sus estudios hasta licenciatura. Empero, en aquel momento, cuando Rosa le había descubierto el plan de las mujeronas para disfrutar del sexo a costillas de Raúl, al chiquillo perecía que el cielo le había caído encima. Y como a todo se acostumbra uno, menos a no comer, Raulito al paso del tiempo le fue encontrando gusto en aquello de descargar sus ímpetus juveniles en las entrep iernas de sus sacrosantas congéneres. A cambio, las tías le dispensaban ciertas faci lidades, como dinero para gastar; el pago de sus colegiaturas; vestirlo y calzar lo, en fin, todo o casi todo para tener contento al jovencito que una noche si y otra también hacía las delicias de la tía en turno, pues las mujeronas se lo turnaban , una a la vez, cada noche, aunque algunos fines de semana y cuando las viejas a ndaban arrechas, organizaban tremendas bacanales de sexo. Asimismo, con el tiempo se fue enterando del apego de aquellas mujeres maduras p or la religión, pues si bien en aquella ciudad todos o casi todos son mochos hasta el copete, sus tías utilizaban ese medio para dar rienda suelta a sus ganas de ho mbre, ¿cómo?, en los curas de la cercana parroquia, que casi tan santos como ellas n ecesitaban de alguna verija donde descargar sus naturales instintos. De esa forma, los retiros espirituales de fin de semana, cada tres meses; los se rvicios religiosos en la casa parroquial, siempre por las noches y las confesion es privadas en la sacristía no eran más que excusas de sus tías para darle las nalgas al padrecito en turno, una a la vez o cuando se podía, y asistía el señor obispo, las tres juntas le daban bateria a media docena de vergas sacerdotales. ¿Cómo se enteró Raúl de todo ésto?, pues primero algunos rumores en la escuela preparatori a; luego el desgano de alguna de las tías cuando regresaba de misa de 7: "hoy no R aulito, vengo cansadísima con la penitencia que me impuso el señor cura"; y por fin el comentario de una de sus primeras novias: "ay Raúl, eres tan diferente a tus tías ..., te ves tan seriecito, tan inocente..., tan buena gente...". Un poco de insi stencia y algunos cariñitos hicieron el resto. Así se enteró Raúl de la mala fama que reinaba en torno de sus casi santas tías, para to do el vecindario era una verdad conocida que escondían aquellas viejas maduronas t ras su aparente mochería religiosa. Como sea Raúl ejercitó plenamente y aprendió poco a poco, todos los secretos del arte amatorio entre los brazos, más bien las piernas, de sus cariñosas tías. Respecto a sus padres, allá en la ciudad de México, ellos estaban encantados del cam bio experimentado en su hijito, que según sabían era un modelo de muchacho. Ya estaba por concluir sus estudios universitarios en agronomía, cuando Raúl ya bien aleccionado en los placeres carnales empezó a cambiar la carne de sus fofa parien tes, por otras más juveniles, duras y consistentes, y cuando por fin terminaba sus estudios, con su primera oferta de empleo y con novia prometida oficialmente pa ra casorio, le dijo por fin adiós a las tías. Julia, Ofelia y Rosa, las beatas, casi santas tías, por supuesto que lloraron a mo co tendido cuando su sobrinito les dijo que como había desquitado peso por peso la educación que le había procurado, --a base de miembro, lengua, labios, dedos y demás y a era hora de conocer otros horizontes. FIN Comentarios: [email protected] consentidora, III Tercera parte de la serie Ni ese día, ni los siguientes volvieron a hablar de lo sucedido entre ellos aquell a noche, hasta que Beto intentó un nuevo asalto: "oye mamy, me dejas volver a dorm ir contigo". En ese momento la mujer se levantó furiosa del sillón donde momentos an tes estuviera y se refugió en su cuarto, cerrando con llave la puerta. A la mañana siguiente comprendió Teresa que entre ella y su hijo todo había cambiado, él quería cogérsela, meterle la verga y ella, en callado deseo, quería lo mismo. Pero se defendía, y por más que intentaba torcer las intenciones de su vástago, el creciente enojo del chiquillo y su rebeldía le confirmaron que tenía que ceder y darle al chiq uillo lo que quería, así había sido siempre, nunca se había negado a sus infantiles dese os y berrinches. Calladamente se fue preparando. Ante todo tenía que evitar el inesperado embarazo, todavía era una mujer fértil y suponía que su hijo ya podría engendrar. Por ello empezó a

tomar anticonceptivos. Luego fue acercándose poco a poco a él, tratando de volver a ganárselo con mimos y cariñitos. Beto notó el cambio, pero sabiamente se hizo el difíci l, hasta que ella cedió. Una noche, cuando ambos miraban la televisión Teresa le habló: "oye Beto, sé perfectam ente por qué estás enojado conmigo, pero debes entender que lo que hicimos es algo i ndebido, ¿lo entiendes?, tener sexo entre familiares, o peor aún entre madre e hijo, como yo y tú, es algo antinatural, prohibido, algo que va contra la moral social y la ética, ¿entiendes?, no, no creo que puedas entenderlo, pero no eso disculpa tus actos hijo mio..., sabes que yo nunca te he negado nada, siempre nos hemos llev ado bien y yo te quiero mucho... no sabes cuánto, eres mi único tesoro, por eso te v oy a dar lo que quieres, haremos el sexo, no se como va a terminar esto, pero qu iero que entiendas muy bien que lo hago porque te quiero mucho, anda ya... quita esa cara", le dijo volteando a verlo cariñosa, sonrojándose sin querer al descubrir la mirada de sorpresa y de lujuria de su vástago. Siguieron con la vista fija en el televisor, viendo sin ver; Teresa callada y ne rviosa, Beto ansioso ya se había acurrucado al cuerpo de la mujer, y como sin quer er una de sus manos vagaba por sobre las piernas de su madre, encima de su delga da falda floreada. Ella pasó su brazo por el cuello para abrazarlo, hasta hacer qu e el rostro del chiquillo quedara pegado a sus tetas, más bien a su teta izquierda . Así estuvieron cosa de momentos, quietos ambos, nerviosos los dos, hasta que los dedos de la infantil mano empezaron a subir la orilla de la amplia falda, prime ro descubriendo las rodillas, luego, lentamente los carnosos muslos blancos, jun tos, pegados entre sí como con recato; la prenda siguió descubriendo más cosas a los a biertos ojos del pequeño quien sentía como su miembro se ponía erecto bajo el pantalón--, que incapaz de contenerse posó su temblorosa mano en aquella carne prohibida, la mujer sofocada sentía temblar todo su cuerpo; cerró los ojos con fuerza, como si con ello alejara de su pensamiento aquellas sensaciones que poco a poco iban apoderán dose de ella, como si con aquel gesto eliminará de su mente aquella infantil mano que insistía en meterse entre sus muslos. Desde su posición Beto miraba extasiado el bajo vientre de su madre, la comba del monte de venus bajo la tosca y blanca pantaleta de algodón, los muslos inmaculados y carnosos que se negaban a dejarlo pasar; sentía la respiración agitada de su prog enitora, pero sobre todo sentía pegada a su cara la tibia carne, la suave calidez de las tetas de Teresa. Por su parte la madre, que sentía arder su cuerpo, a la vez que se percataba de lo s intentos de su hijo por explorar su sexo, exhaló un profundo suspiro, en señal de rendición, y sus piernas se aflojaron lentamente, abriéndose a la inquieta mano que insistentemente trataba de llegar al sexo; cuando lo hizo inmediatamente Beto pu do recorrer la pepa que abultaba el calzón de su madre; sintió la abultada carne de la pucha, pero sobre todo los rebordes de la mata pilosa de su progenitora; la o culta y abundante cabellera vulvar que hacía más ostentosa la panocha de Teresa. Y c uando el chiquillo intentó meter los dedos por la orilla del calzón la mujer suplicó: "no Beto, ya no, por favor déjame", a lo que el hijo contestó: --"¿Por qué mamy?, tu me dijiste hace rato..., déjame mamy, quiero ver ahí, quiero tocar te, siento tan bonito. Oir aquello derrumbó las últimas barreras de la mujer; se sentía caliente, excitada, s umamente cachonda, como nunca lo había estado, recordaría después. Por ello se separó mo mentáneamente del sillón, alzando su cuerpo con delicadeza para con ambas manos desp ojarse de su prenda íntima, las que fueron bajando la pantaleta por los muslos, ha sta dejarla echa rollo bajo sus rodillas; de esa forma pudo abrir completamente los muslos y recargándose sobre el respaldo del sofá orilló su cuerpo como para que Be to pudiera explorar a sus anchas sus más secretas intimidades; así colocada se dispu so a ser juguete erótico del chamaco que con los ojos abiertos miraba el ansiado s exo materno; la peluda mata cubriendo la raja; los vellos despeinados, hirsutos, negros y desordenados que casi le cubrían hasta el ombligo; esa carne parecía más osc ura que el resto; y entre esa pelambre de vellos largos, apenas vislumbrando, lo s carnosos labios vaginales, la secreta boca por la que años atrás él hubo de haber sa lido. De inmediato la mano derecha del chiquillo fue a meterse entre aquellos pelos ha sta alcanzar la húmeda y caliente raja, aunque tal vez por falta de práctica arrancó u

n inesperado "ay Beto, despacio chiquito, me lastimas!, despacito mi niño", él se re frenó un poco, sintiendo cómo sus dedos se empapaban de aquella viscosa carne, la si ntió caliente, grande, gorda y de penetrante olor; parecía que le faltaba mano, que necesitaría más dedos para abarcar todo aquello; en tanto que la sofocada mujer emitía apagados gemidos, como si Teresa disfrutará de aquello, eso le dio la inesperada idea: --"Oye mamy, me dejas besar tus tetas", dijo. La respuesta de la mujer se dio enseguida: sus temblorosas manos desabotonaron l a rosada blusa, descubriendo las rotundas chiches aprisionadas por el insuficien te sostén, hecho esto, Teresa volvió a cerrar los ojos y a gemir, a sollozar diciend o quedo: "ya no Betito, por favor, no me hagas sufrir, no quiero, de verdad no q uiero", en tanto que Beto, que tenía ya metidos todos los dedos dentro de la ardie nte caverna materna y con su boca pegada a la teta izquierda, por sobre el sostén, le preguntaba: "¿por qué mamá?, ¿te hago daño?, ¿te duele?", el apagado "no, no Betito, lo haces muy bien, pero yo..., no quiero..., no quiero que me cojas, no me hagas es o, por vida de dios!". --"¿Por qué mamita". --"Calla, calla por favor!". --"¿Puedo seguir?". Teresa ya no contestó, abandonó su cabeza sobre el respaldo del mueble, cerró de nuevo sus ojos y volteó el rostro como para no ver lo que hacía su hijo; esa actitud dejó e l campo libre para el calenturiendo hijo, que ya removía los dedos, la mano, dentr o del sexo materno, descubriendo cada parte, cada recoveco de la vagina de Teres a; Beto aprendió de inmediato, había dado con la secreta abertura de la vagina, ahí do nde sus dedos parecían ser succionados por una ardiente fuerza interior, ahí sus ded os eran tragados por completo; pero arriba, donde apenas iniciaba la pucha y los vellos eran más tupidos, ahí había otra cosa, la pequeña carnosidad, algo duro, muy sen sible, pues al pasar por ese lugar sus dedos Teresa casi brincaba sobre el sofá, a la vez que gemia entrecortadamente. No supo cuantas veces recorrió la pepa abiert a de su madre, pero si se percató de la abundante humedad que le pegosteaba los de dos, y de los apagados "hummm, hummm, ya..., hummm, hahhhhahhhha" de su madre; h izo algo más, en tanto seguía con su cachondo pasatiempo, su boca y labios fueron ba jando el chichero de Teresa hasta dejar fuera la suculenta teta izquierda, ahí se pegó el chiquillo con boca succionante, el efecto fue inmediato: Teresa arqueó el cu erpo diciendo "ayyy, chiquito!, ¿qué haces?, hijo de mi vida que me vengo!!!!, me ve ngo..., me....", entonces todo el cuerpo de la mujer brincó sobre el sofá, una y otr a vez, diciendo ella: "ya..., ya..., me viene chiquito de mi alma..., me sacas.. ., me sacas la vida, me voy..., me voy al cielo, siiiiiii..., al cielo..., sigue papito lindo..., sigue matando a tu mamy rica, anda Beto chupa más fuerte..., mue ve tus ricos dedos en puchis que..., ay dios, dios..., me vengooooooo". El chiquillo apenas era capaz de mantenerse pegado al cuerpo de su madre, la tet a brincaba en su boca; Teresa, toda ella, brincaba sobre el sofá, gimiendo, gritan do, aprisionando entre los muslos la manita del hijo que le estaba sacando un or gasmo fabuloso, uno o varios, no lo supo, pero los estremecimientos, las pulsaci ones de su vagina al venirse fueron intensas, intermitentes, deliciosas, hasta q ue poco después la respiración de la madura mujer fue apaciguándose, relajándose. Beto s e quedó quieto --pensando qué le había ocurrido a su madre-- todavía con el pezón erecto d e su madre dentro de la boca; ella fue aflojando el cuerpo dejando libre la mano del chamaco, que al sacarla no entendía por qué la tenía empapada de líquido viscoso y sumamente oloroso, a la vez que sentía dentro de su pantalón la dolorosa erección de s u pito; todavía esperó algunos minutos antes de pedirle lo que deseaba: --"Oye mamy, tengo ganas de venirme, quiero besar tu cosa, la quiero ver, quiero meterlo ahí adentro, en tu cosa, tengo muchas ganas de ti..." Al escuchar la incestuosa petición la mujer sintió renacer sus ganas, de nuevo sintió al aguijón picante y caliente del deseo, su respuesta la sorprendió, o más aún a su hijo , o bien a ambos: --"Anda ven, sígueme a mi cuarto", dijo ella al momento de levantarse del sillón y c aminar vacilante, sosteniendo con una mano la pantaleta subida a medias por sus piernas, hacía su recámara. Lo sintió seguirla. Cuando la mujer llegó hasta la cama y empezó a quitarse la ropa de

scubrió a hijo parado junto a la puerta, como esperando, --con aquella ostentosa e rección apenas oculta por el pantalón-- como disfrutando al verla quitarse toda la r opa. Ella, que sentía arder de nuevo todo su cuerpo, coqueta le siguió el juego sin dejar de verlo, se fue despojando poco a poco de su ropa interior, fijando su vi sta en la de él vió el creciente deseo del adolescente. Ya sin ropa, de pie junto a la cama se expuso ante su hijo: las pendulantes teta s de rosadas aureolas, que casí cubrían la mitad de cada una de sus chiches, la comb a del vientre, la pelambrera que le cubría el sexo, y las redondas y bien formadas piernas llenaron la mente y los ojos del chiquillo; y más cuando lentamente Teres a giró su cuerpo para mostrale su trasero, ese par de suculentas nalgas, redondas, llenas; luego volvió a estar frente de él, como esperando, ahora sentada en la oril la de la cama. Las miradas fijas de ambos se comunicaban el mismo irrefrenable deseo, el insano y cachondo deseo, aunque tal vez la mujer rememoraba otros eventos sexuales con su difunto esposo, naturalmente, la primera noche de bodas--, la realidad es que se sentía deseada mirando aquel infantil cuerpo con aquel voluminoso bulto en la entrepierna; en tanto que para el chiquillo el incestuoso agijón carnal había transf ormado a su amorosa madre en una hembra en quien podía satisfacer sus nacientes e impulsivos deseos carnales. Los instantes se alargaron, se hicieron más intensos hasta que Beto con paso vacil ante fue acercándose a la madre; pero se detuvo al escuchar: "apaga la luz por fav or", eso hizo el adolescente en ciernes, en tanto que la madura encendía las dos lám paras de los buroes de su cama; la atmósfera se hizo más sensual; lo miró caminar y de tenerse de pie frente a ella; lo miró despojarse de su ropa, primero la camisa y l uego el pantalón, que para poder quitarse tuvo que forcejear con los zapatos; toda esa operación sin que los dos despegaran los ojos entre si; por fin fue bajando l a truza de algodón y cuando el muchacho sostenía en su mano la prenda la mirada ansi osa de la madre había cambiado: de la expectante mirada llena de sensualidad al as ombro al descubrir la enorme erección de su hijo, que ahora estaba parado frente a ella, luciendo el parado miembro frente a sus ojos, a escasos centímetros; Teresa temblando toda miraba lo que tenía frente de sí, asombrada miraba como el pene de s u hijo en máxima erección casi oscilaba frente a su cara; sentía además el suave aroma a macho y la cristalina humedad que escapaba ya por el prepucio, signo inequívoco d e la casi irrefrenable excitación de Beto. Como autómata la madre llevó su mano derecha hasta agarrar aquello que la atraía pensa ndo a la vez: "qué grande, qué hermosa"; con delicadeza sus dedos rodearon el tronco de la verga, Beto tembló, y más cuando Teresa recorría sus dedos hechos anillo sobre la longitud del miembro, apretando ligeramente, presionando, yendo arriba, casi hasta el glande cubierto de piel; yendo hasta abajo, donde el tronco se unía con l a carne del bajo vientre de su hijo; repitió la operación de nuevo, pero ahora hasta la cabeza, donde sus dedos desplegaron la suave piel que cubría el mojado glande; lo descubrió suavemente, disfrutando del excitante aroma, del amoratado color y e l olor a macho; Beto sólo miraba desde arriba cómo sin querer la cabeza de su madre se inclinaba hasta casi tocar con su cara el miembro, pero no alcanzaba a ver el rostro que con la boca abierta trataba de reprimir los deseos de llenar de beso s la verga erecta, o de llenar su boca con esa dura carne, o ambas cosas. Esas eran las intensiones que la mujer trataba de reprimir, deseaba besar la ver ga de su hijo, meterla en su boca y mamar, disfrutar del sabor y olor de un miem bro, hasta que temblando su cabeza pegó en el vientre de Beto y como de pasada Ter esa besó el tronco hiniesto de su hijo, quien sólo sintió y oyó sollozar a su madre; el chiquillo no hizo nada, no lo entendía, sólo disfrutaba sin comprender como desde lo más hondo de su ser nacía un desconocido sentimiento por su madre, se quedó tieso com o su pene; sus manitas acariciaron el pelo de su madre, como consolándola, como tr atando de compartir lo que la mujer sentía en esos momentos; en tanto que Teresa s intiendo el amoroso gesto, sin soltar el erecto palo, trató de reprimir su llanto y resignándose a su papel de puta del hijo alzó la vista para decir: "te quiero Beto , quiero ser toda tuya!". De lo que siguió ambos recuerdan poco: Teresa dijo que se levantó de la cama para be sar a Beto a boca abierta en sus pequeños labios; Beto recordó que ella se tendió en l a cama, con las piernas abiertas llamándolo "anda, ven hijo, monta a tu madre"; el

la se defendió diciendo que cuando estaban de pie besándose Beto le metió un dedo entr e las carnosas nalgas hasta acariciarle el culo y fue luego que ambos cayeron en la cama entrelazados; el hijo insistió en que fue la mujer quien lo llamó desde la cama para ensartarla, en fin así fue, o casí, así me lo contaron ellos; primero lo dij o Beto, o Tere, o ambos, cuando estuvimos juntos. Sólo trato de reconstruir la his toria. Alberto era, y es mi amigo. Lo seguro fue que cuando ella estaba sobre la cama, todavía sin hacer, o sea todavía con el cubrecama, Teresa estaba de espaldas, Beto entre sus piernas; ella aferr ada al miembro, como jalándolo para que la clavara, como urgiéndolo para que la pose yera; él de rodillas entre los blancos muslos de la mujer, que sostenía en su mano d erecha el garrote que la volvería a hacer mujer; luego el chiquillo cayó sobre su ma dre, que soltó la verga para abrazar el cuerpo de su hijo; sintió la estocada, imper iosa, casi violenta, pero el pene no entró, sólo resbaló por la raja carnosa de la pep a de Teresa que exclamó: --"Ay Beto, espera chiquito, me lastimas, hummm, espera, déjame a mi...". Y así fue, la amorosa mano se metió entre los cuerpos para dirigir el erecto garrote al sitió correcto, Beto sintió la maravillosa sensación de penetrar esa caliente cave rna, lentamente, toda, completa, con la exacta perfección de una funda que apretar a su verga de forma justa y cerrada; así se quedaron, pegados; la mujer sintiendo la masculinidad de su hijo completamente dentro de su vagina; Beto recreándose de la deliciosa sensación de poseer a su madre; él con su cara pegada a las chiches sua ves y gordas de su madre; ella agarrada con ambas manos a las nalgas diminutas d e su hijo, como urgiéndolo a que la penetrara más. Luego él se movió un poco, ligeramente, sólo un instante, sacando parte del miembro de la cueva ardiente de su madre, quien sólo gemía quedamente: "hummm, hummm", luego B eto se metió dentro, sacó su verga y volvió a meterla, tal vez con torpeza, pero con f uerza, con urgencia; fueron sólo tres arremetidas, el chico no pudo más; a su pesar sentía que su palo se vaciaba, se le salía la leche; ella sintió el miembro palpitar d entro de su vagina, luego los chorros intermitentes, exhaló un profundo suspiro pa ra decir "Beto, ay Betito, te vienes, ay chiquito lindo me estás dando leche, huy hijito dame leche, la quiero toda, toda, toda, sigue, sigue...". Pero Beto ya no podía, desfalleciente sobre su madre dejó que su verga terminara de palpitar, sinti endo sobre su cara el caliente aliento de Teresa al gemir y los involuntarios mo vimientos de la vagina, que lo apretaba, que lo succionaba, que trataba de sacar le más semen. Tal vez fueron minutos o segundos, pero cuando la mujer abrió sus párpados con ojos amorosos vió a su hijo mamarle las tetas, primero una, luego la otra, las dos con los pezones duros, erectos, como de piedra; volvió a gemir quedamente acariciando el pelo de Beto con su mano, y sintiendo como dentro de ella el miembro todavía co nservaba su fuerza, todavía estaba metido totalmente dentro del pasadizo viscoso d e su panocha; entonces se abandonó a la cogida, abriendo más sus piernas, formando a hora un compás, semiflexionadas, facilitando las arremetidas, sollozando: "así Betit o, cógete a tu incestuosa madre, dame toda tu linda verga, lléname toda, la quiero t oda, más, más, dame más, más verga, toda tu verga hijito de mi vida", los intermitentes "ahhh, ahhh", de Teresa se mezclaban con el incesante chapalear del miembro al e ntrar y salir de la pucha abierta y anegada de jugos y semen, y cuando por fin e l chiquillo volvió a sentir que estallaba su miembro, los gemidos de su madre se h icieron gritos: "ay, ay Betito, me..., me..., me vengoooo, me vengo papito de mi vida, me sacas el..., me das, me llevas, me llevas al cielo hijito, más, quiero l eche, toda tu leche", entonces Beto se vino, eyaculó, sincronizando sus lechadas c on los apagados "ahhh, ahhh, aaahhhh" de su madre, que la final, cuando las palp itaciones de miembro y pucha se espaciaban sólo decía: "más, toda, todo tu semen, dámelo todo". Luego ambos quedaron desfallecidos, ahítos de placer, semi dormidos, todavía entrelazados, todavía pegados los cuerpos, uno dentro del otro, verga flácida dentr o de esa carne aguada y llena de semen. Sería de madrugada cuando Teresa fue sacada del pesado sueño, estaba boca abajo sobr e la cama, desnuda, mostrando a la penumbra del cuarto sus carnosas y suaves nal gas; pero Beto estaba sobre ella, se sobresaltó, más todavía cuando la boca del hijo l e dijo al oido: "quiero más mamá, ¿me dejas?", el apagado "siiiiii" le salió a Teresa de sde lo más profundo de su ser; sintió la dura pinga de su hijo resbalar entre sus na

lgas; aflojó el cuerpo, la verga llegó a la raja de la pucha, pero no entró, sólo resbaló entre los gordos labios de la pucha, para ir más arriba, comprendió Teresa entonces que su hijo quería su cola, quería meterle el miembro en el culo, suspiró, tal vez por la torpeza de Beto al no acertar en el sitio correcto; lo ayudó pasando su mano b ajo su cuerpo, hasta alcanzar el inició de sus nalgas, agarró entre sus dedos la cab eza de la verga y la colocó sobre su ano, duro, cerrado; el chico entendió, se mantu vo firme sobre su madre que dijo: --"Despacio Beto, que me lastimas, despacito hijito lindo, sólo aprieta, me abriré s ola, solita mi cola te comerá...". Y así fue, el chiquillo sintió sobre su glande la dolorosa sensación del culo al abrir se; sintió el anillo de carne ciñéndose sobre su miembro; la mujer gemía dolorosamente, sintiendo como su intestino se llenaba de dura carne, poco a poco, con lentitud eterna, hasta que quedó toda dentro; Beto estaba ya sobre su madre sintiendo en su vientre las carnosas nalgas maternas; luego se movió, adentro y afuero, ella tamb ién, pero a los lados, despacio; luego ambos, cuando el ano dio de sí, y el miembro entraba y salía, no todo, pero casi, en una danza a contrapunto; Teresa sintiendo la deliciosa placidez de la cogida anal, el chamaco llenándose de placer anticipad o, breve, tal vez muy breve, cuando sin querer se empezó a venir dentro de su madr e, quien sólo gemía, sollozaba quedamente "ohhhhh, oohhh", hasta que la venida concl uyó, terminó y ella pudo protestar apenas: --"Ya Beto, déjame ya, quítate por favor, suéltame por lo que más quieras". Eso hizo Beto, sacándo intespestivamente el miembro del abierto culo de su madre, provocando un curioso y sonoro "plop", luego desconcertado vio a Teresa correr h acía el baño, iba llorando. Cuando la mañana los sorprendió ambos estaban todavía sobre la cama, abrazados, él con s u cara sobre una de las tetas de Teresa, ella acariciando el rostro infantil, en tanto que con la mano izquierda rosaba apenas la dormida pinga de su hijo; Beto henchido de placer, de orgullo al haber poseido a su madre; ella dejando que su s lágrimas resbalaran por su rostro no terminaba de comprender lo que había pasado, se había convertido en la puta de su hijo, pensando: "¿y ahora qué?, ¿qué voy a hacer?, ¿cómo terminará esto? Fin de la tercera parte. Comentarios: micifuz6@ La tía Bety --"Ay, Beto ya besa como hombre!", dijo la mujer luego de que el sobrino la salu dara de beso, "cállate mujer no digas tonterías", le contestó la madre de Alberto mien tras el jovenzuelo se alejaba hasta perderse entre la gente que asistía a la fiest a. Tal vez aquella fue la primera señal de que por fin le llegaría la hora a la solt erona de la familia. Mas tarde sentada junto al sobrino, Bety sintió que bajo la mesa una pierna se jun taba a la suya, era Beto, ella no hizo caso, pero el contacto se hizo más insisten te hasta el punto de que a la tía se le atragantara el mole con pollo, pero la muj er aguantó vara pese al nerviosismo que le invadía, de reojo miró a Beto que fingiendo demencia daba cuenta de su plato, pero la pierna seguía ahí, pegada a la de la muje r. Temblorosa la mujer siguió el juego tratando de olvidar de que quien la tocaba era nada más ni nada menos que su sobrino. Cuando llegaron los postres a la tía se le atragantó un pedazo de queso con higo en almibar, en ese momento ya no era la rodilla de Beto la que se restregaba contra su gorda pierna, ahora era la mano del chico la que la agarraba, sin soltarla. Bien pudo la tía voltear y darle un soplamocos al impertinente chamaco, pero entre nerviosa y excitada la mujer siguió en su tolerante papel. Trató de seguir la plática de los demás pero disimuladamente bajó la mano hasta agarrar con fuerza la del sobr ino, todo ello sin voltear a verlo. Lo que no calculó Bety fue que su mano fue llevada, contra su voluntad, hacía la ent repierna del chamaco y entonces tocó la mujer lo que nunca antes había llegado a con ocer a sus 43 años, el brinco que le provocó aquello fue percibido por toda la mesa, "¿qué tienes, qué te pasa?", "oye Bety ya no comas tanto pastel", fueron algunas fras es que escuchó a lo lejos la mujer, tratando a toda costa de mantener la cordura, como pudo contestó a las interrogantes mientras a su lado Beto luego de hacer que

le agarrara la erecta verga había deslizado su mano bajo su vestido, "esto ya es i ntolerable!" pensó la vieja a la vez que cerraba con fuerza sus piernas como para evitar que el chiquillo llevara más lejos sus manoseos, eso sí no soltó el duro pedazo que escondía el pantalón del sobrino., de esa forma pudo constatar que aquello que apretaba su mano derecha efectivamente era ya el erecto miembro de un hombre y n o el inocente pajarito de un niño. Todo iba bien hasta que alguien la sacó a bailar y tuvo que abandonar aquello que le estaba despertando sensaciones ya olvidadas. Cuando terminó la pieza y regresó a sentarse a la mesa encontró a Beto sentado en una silla frente a ella y la sorprendió la extraña miraba, era como si le reprochara hab erlo dejado solo, como un reclamo y a la vez como una petición, Bety no hizo caso y volteó sus ojos a otro lado, pero cuando volvió a mirar al niño ya no lo encontró, "¿dónde se habrá metido?", pensó de pronto, "¿estará bajo la mesa?", se dijo y tratando de pasa r desapercibida miró bajo el mantel y lo encontró ahí escondido, al momento todo su se r fue presa de sentimientos encontrados, era como excitación y temor a la vez, era como pena y nerviosismo, "¿quieres ver?, muchachito fisgón!", pensó y antes de que se diera cuenta ya había abierto sus piernas a la vez que arrimaba su cuerpo al filo de la silla. Miró a los lados como para percatarse de que nadie la veía y se despat arró por completo, "ahorita vas a ver muchachito, el susto que te vas a llevar!", pensó Bety cuando con una mano separó el elástico de su pantaleta, y se mantuvo así expu esta, imaginando la cara de sorpresa de su sobrino al descubrir la tremenda pepa , gorda, de crecidos labios rodeados de negros vellos largos, momentos después cer ró las piernas y levantándose rápidamente se refugió en la cocina, donde providencialmen te encontró su hermana. En ese lugar, todavía nerviosa escuchó a su hermana: "oye Bety, ¿por qué no te quedas a dormir aquí?, ya es un poco tarde, mejor quédate, además mañana es domingo y no vas al t rabajo", "ay no se, ¿además dónde me duermo?", dijo Bety, "puedes quedarte en el cuart o de Beto, que él se duerma en un sillón de la sala, o en la misma cama, anda mujer, tenía mucho tiempo que no nos visitabas y tengo ganas de platicar contigo mañana cu ando vayamos a desayunar por ahí", ella no supo que contestar pues miles de pensam ientos se posesionaron de su mente: "y si..., Beto intenta algo más..., y si...", pero no pudo completar los pensamientos que temía y deseaba. Tratando de alejar sus malos pensamientos se integró al barullo de la fiesta, pero se sintió aturdida y confusa, se acercó a su hermana y le dijo aceptar su proposición de quedarse en su casa, buscó con ansia el cuarto asignado, cerró la puerta y rauda se despojó de su ropa antes de meterse bajo las sábanas acostándose de lado en el lec ho. El incestuoso pensamiento no la dejó dormir, temía y deseaba que el sobrino se m etiera en la cama con ella. No supo cuanto tiempo pasó, pero con la cara escondida en la almohada escuchó la puerta abrirse, alguien entró, pero no se atrevió a mirar. Escuchó que ese alguien se quitaba la ropa con premura, se sentaba en la orilla de la cama y con suavidad se metía bajo las sábanas, "si, es él", presintió, contuvo el al iento cuando la nerviosa mano de él recorre la carne de sus nalgas por encima de s u pantaleta, por momentos que le parecieron eternos se dejó manosearla, sintiendo que aquella ansiosa mano palpa a plenitud los mofletes de sus nalgas, quiere hab lar, decirle que la deje en paz, que es su tía y esa es una falta de respeto, pero las palabras no salen de sus labios. Sintió que con premura el chico le ha bajado el calzón, ella lo deja hacer y hasta alza un poco el cuerpo para que la prenda s e deslice un poco más abajo, hasta sus tobillos. Con el aliento contenido siente pegado al suyo otro cuerpo, también desnudo, y alg o duro, como un palo le pica entre las nalgas, mientras unos brazos amorosos rod ean su pecho hasta posesionarse de sus tetas gordas. Sin quererlo dobla un poco la cintura parando así su culo, es el momento en que aquella dura carne se desliza entre los cachetes de sus nalgas hasta llegar a la raja, que mojada y caliente se abre para dejar que el palo quede atrapado entre los labios carnosos. Se qued aron quietos unos momentos, eternos para Bety, que temblorosa no hace otra cosa que quedarse quieta y morderse los labios, deja que las ansiosas manos estrujen sus senos, que los palpen y aprieten los duros pezones y cuando siente que su so brino se mueve tras ella, se atreve a pensar "no por favor, no lo hagas, no lo m etas, no quiero, no me cojas, no, quítate por favor", pero el pensamiento no se tr ansforma en palabras, por el contrario el ir y venir de la verga erecta le arran ca un apagado murmullo, varias veces el miembro se desliza entre los carnosos la

bios de la pucha, despertando en la mujer sensaciones desconocidas pero exquisit as, lo deja seguir con la inútil esperanza de que hasta ahí queden los atrevidos ava nces del chiquillo. Pero se equivoca, el sobrino se ha quedado quieto, con la verga en la entrada de la gruta, siente que la dura punta busca y se afianza en la abertura apenas abi erta de la vagina, Bety aprieta más los labios y una de sus manos trata de separar los cuerpos, pero no puede, él la tiene a su merced, "no, no la metas por lo que más quieras", se dice, y en ese momento siente que esa cosa dura la penetra, entra apenas en la ciudadela de la pucha, el hoyo se abre y lo deja pasar, la excitac ión y los abundantes jugos han facilitado la penetración, apenas fue para Bety un pe queño dolor, imperceptible, que se troca en placer, el glande avanza lentamente ha sta entrar en el canal vaginal, él se detiene y una de sus manos se agarra de su c adera, inicia el traginar, lentamente la mujer siente como el miembro va y viene , metiendose y saliendo, hasta la mitad, hasta ahí donde una pared de carne le imp ide seguir, es el viejo himen de Bety, su última barrera, pero ella está ya en otro mundo, pues en ese momento todo su cuerpo es presa de oleadas de placer, de un p lacer intenso, salvaje y desconocido, que la hace ir al encuentro de su sobrino que sigue penetrandola, ahora con mayor vigor, con fuerza hasta que en la cresta del placer siente Bety que los cuerpos entrechocan, Beto la ha penetrado totalm ente!, Bety ha perdido su virginidad, pero para la mujer ya nada importa se aban dona al placer que de nueva cuenta se posesiona de todo su ser. El entrechocar de los cuerpos sigue, se prolonga, dos o tres veces la mujer es p resa de violentos orgasmos hasta que de pronto que él se queda quieto, dentro de s u sexo siente el miembro que palpita, "se va a venir!", se dice la tía y justo cua ndo el primer chorro escapa del tronco, ella recula para sacarse la verga que ah ora escupe su ofrenda entre los abiertos labios de la pucha, ahí lo deja, sintiend o riquísimo con las pulsaciones y chorros de semen, un inesperado acto de ternura le llega y entrelaza sus piernas con las de su sobrino, quien ahora amoroso la e strecha más a su cuerpo, ella suspira y se queda dormida. No sabe Bety cuanto ha dormido, un pesado sopor la despierta y con terror se per cata que él continúa junto a ella, a sus espaldas, pegado a su cuerpo, con la polla dura de nuevo, intenta levantarse, pero los brazos de Beto se lo impiden, "no, y a no por favor", se dice. Pero de nuevo siente la verga deslizarse sobre la puch a, que de nuevo se moja y se calienta, el tronco va y viene, pero no penetra, sólo se impregna de los jugos de penetrante olor. La tía siente que el chico se detien e y saca con la mano el miembro atrapado en la gruta, se dirige a otro sitio, bu sca, encuentra otra entrada, "será capaz?" se dice Bety, pero se mantiene quieta, más aún coopera, para la grupa y siente el duro glande presionando el apretado ano, la presión del palo se incrementa, ella se pone flojita, él insiste, ella siente dol or y un momento después arranca en Bety un doloroso "ay!", pero ya está, la verga ha entrado en el culo, cuyos pliegues renuentes se aferrran al tronco, lo rodean d olorosamente. Ambos se quedan quietos, ella sintiendo que su culo arde de dolor, él disfrutando la intensa presión del culo sobre la cabeza de la verga, luego sient e bety como aquel fierro la penetra con tal lentitud que percibe cómo milimetro a milimetro todo el tronco queda sepultado en su intestino. La tía ya está empalada, los cuerpos pegados y ella con esa dura carne dentro de ell a, no hace nada, sólo dejarse hacer, el dolor ha amainado, pero está ahí, punzante a p esar de que su culo ha dado de si. El sobrino se mueve, lentamente y ella siente como al salirse parerse llevarse su carne, parece que sus tripas se van junto c on el miembro que la abandona, pero no sale, apenas la cabeza llega a la entrada cuando vuelve a arremeter, así una y otra vez, hasta que Bety siente como el plac e, un placer diferente la llena toda, suspira, gime, "hummjjjumm, ohhhh, huuumm" , el trajin se torna violento y rápido, el culo de la tía es ahora un agujero sumame nte abierto, pues la verga del sobrino entra y sale con facilidad, no sabe porqu e, pero la mujer siente que se viene, parece que con cada arremetida el chico le arranca un orgasmo, siente en sus nalgas el vientre de beto chocar y su intesti no llenarse de nuevo de dura carne, la mujer desfallece una y otra vez, y cuando su cuerpo todavía siente placer dentro de su culo la polla se estremece y estalla , chorros y chorros de leche inundan su intestino, Bety es presa de un nuevo org asmo y como la vez anterior pega su cuerpo al de su sobrino atenazando sus piern

as a las de él. Vuelve a quedarse dormida. Amaneció hacía horas, Bety ni siquiera sintió cuando entró su hermana para despertarla, el pesado sueño se negaba a abandonarla, "ya mujer, despierta, es casi medio día, Be ty!, despierta", soñolienta abre los ojos. --"Oye Bety haz dormido mucho, te sientes mal?" --"No, no es nada". --"Pues ya levantate, ya estamos listos para ir a almorzar a un restaurante, apúra te mujer!". Ya sola Bety deja la cama y de repente siente que las piernas se le doblan, todo le duele, las chiches, las nalgas, la pucha y sobre todo la cola, ardientes pun zadas la atacan con cada movimiento. Bajo la regadera rememora lo ocurrido. Beto me cogió!, se dice, estuvo cogiendo con su sobrino!, se asusta, ¿cómo había sido posibl e?, ¿cómo fue capaz de dejarlo? Y mientras el agua baña su cuerpo una sonrisa lujurios a se pinta en sus labios, "pero..., fue exquisito", suspira. Durante el almuerzo, buscó varias veces sin querer la vista del sobrino, cuando la encontró sintió que toda ella se ponía roja, avergonzada. Pero él como si nada, fingien do. Ya a la hora de despedirse dejó para el último a Beto, "adiós Beto..." musitó, "adiós no tía , sólo hasta luego", ella se estremece, "nos vemos luego tía Bety, quieres que vaya a visitarte?", le dice el desfachatado muchacho, y con los ojos anhelantes apena s le dice "si Beto, cuando quieras!". TodoRelatos.com yahoo.com.mx Atrapada Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 13,481 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 13 min. ] +

Relato reconstruido de una conversación con una lectora de Todorelatos, sexo no c onsentido que deriva a gran cogida. Atrapada Llegó temprano a la oficina. Apenas era lunes pero se consoló al recordar que dentro de unos días ya estaría de vacaciones, como sus amigas, algunas de las cuales ya es tarían de paseo con sus maridos o sus novios. Ya le tocaría, se dijo, y con este pen samiento se dispuso a "trabajar", pese a que no tenía asuntos pendientes, entonces lo vio, era un sobre amarillo, doblado en dos, encima de otros papeles dentro d el primer cajón de su escritorio. No recordaba haber guardado eso el viernes pasad o, curiosa revisó el sobre, no tenía remitente, tampoco estaba cerrado, "¿qué será?", pensó antes de abrir la ceja y sacar la hoja doblada en dos y ver aquellas palabras, p intadas con marcador rojo: "¡Eres una perra!", "¿qué diablos es esto?", se dijo y con pasmosa lentitud desdobló la hoja, había otro texto: "nunca pensé que fuera tan puta", y más abajo una foto, una indecente y ofensiva foto, una mujer inclinada mamando un erecto miembro que salía del pantalón de un sujeto desconocido. De inmediato sus manos arrugaron el papel y sintió que la respiración le faltaba, ap enas pudo pensar: "¿quién habrá sido?, ¿quién sería el estúpido que me había mandado esto?", ientras en su mente trataba de repasar la fotografía una inesperada exclamación de s orpresa fue apenas contenida, "¿sería posible?", ahora el nerviosismo la invadió total mente, se levantó como pudo de su silla y se metió al solitario privado, cerró la puer ta y con detenimiento volvió a desplegar la hoja, "madre santa!, soy yo, si soy yo !", mientras repasaba con ojos atentos, si, era ella y alguien más, si, el chico n uevo de contabilidad y como en cámara lenta recorrió lo ocurrido el viernes pasado, en la reunión de fin de año. II Había sido una travesura, como en los viejos tiempos antes de casarse. Cuando ella y sus migas descubrían un empleado nuevo y de buen ver, de inmediato cruzaban apu

estas para ver "quien estrenaba al nuevo", de esa forma se divertía a veces, ganó do s o tres apuestas hasta que descubrió a su esposo, se hicieron novios formales y u n año después se casaron, a partir de entonces dejó de seguirles el juego a las cabron as de sus amigas, hasta el viernes pasado. ¿Por qué había aceptado?, si era feliz en s u matrimonio, bueno más o menos, ¿sexualmente?, si más o menos. Y mientras un nudo en la garganta le dificultaba respirar, regresó a la fotografía, "¿quién tomaría la foto?, ¿y p ara qué se la había mandado, llamándole puta?, ¿habría tomado más?, seguro había sido alguien de la oficina, ¿pero quién?", trató de recordar buscando en sus recuerdos a algún tipo e n particular, no, definitivamente no hubo nada raro en esa fiesta, podría haber si do cualquiera, uno en particular que se percató de que andaba ligándose al "nuevo", ¿s us amigas?, eso estaba descartado, les tenía mucha confianza además ella también tenía c ositas que contar de esas mujeres. Tratando de encontrar respuestas a tantas preguntas, recordó lo ocurrido. Ella est aba tranquilamente comiendo un trozo de pavo cuando Ofelia llegó para sentarse a u n lado suyo y le dijo: "ya viste manita, tenemos empleado nuevo", alzó la vista pa ra ver a aquel joven delgado, de buen ver, ¡de muy buen ver!, se dijo. Sofía se les unió, ya media peda, y sabiendo de antemano lo que comentaban les adelantó "¡calmadas arpías!, que yo me comeré ese pastelito, ya le tengo echado el ojo, así que ni se meta n con mi novio", ambas rieron a carcajadas, divertidas sobre todo de la patente embriaguez de la Sofía, quien las retó "¿o qué?, me van a decir que le entran a la apues ta, ya les he ganado varias, recuerden", "pues si, pinche Sofía, con eso de que er es re facilita!", le dijo Ofelia. Como sea hicieron el trato: una invitación a com er para la ganadora, siempre y cuando presentara pruebas fehacientes de haberse empiernado con el sujeto en cuestión. Ni falta hizo que se le aventara, cuando empezó la música el chico nuevo la sacó a bai lar. Miró a sus sorprendidas amigas y aceptó. Bailaron varias piezas, se tomaron alg unas cubas y platicaron. Se sintió atraída por él, la pepita le palpitaba cuando se ap retaba al bailar, por ello más tarde lo siguió de lejos rumbo al piso superior, dond e además de otras oficinas estaba el almacén de la papelería. Cuando ella entró todo est aba oscuro, pero supo que ahí estaba aquel chico, prendió la luz y cerró la puerta, un momento después ya se besaban, besos interminables, ensalibados, dándose lengua, en tanto que las manos del hombre trataban de subirle el floreado vestido. Ella ta mbién quiso participar del faje, bajó la mano hasta el pantalón y apretó el puño sobre el duro garrote, y sorprendida hizo esfuerzos para sacar a la luz la tremenda tranc a, lo logró cuando ya sus pantis estaban por sus rodillas, y lo que vio desató furio sos deseos, "se la tengo que mamar". Y lo hizo, durante largos minutos se entretuvo y se excitó al tragarse el miembro erecto de ese chico, que luego supo se llamaba Samuel, y ya cuando las quijadas le dolían de tanto mamar se recostó de espaldas sobre un escritorio y en el momento en que sus piernas se abrían en compás sintió la inesperada arremetida del macho, la v erga entró a la primera, profundamente, hasta que los duros huevos de él chocaron co ntra los cachetes de sus nalgas; instantes después las arremetidas de aquel hombre hacían brincar el femenino cuerpo sobre aquel incómodo remedo de cama, sacándole apag ados gemidos. Su primer orgasmo le vino de inmediato y gritando se vino mientras el chico le mordía fuertemente las tetas. Luego cambiaron de posición y apoyada sobre el escritorio le ofreció las nalgas, ent re las cuales Samuel le sepultó el garrote hasta penetrarla de nuevo por la pepa, que ya chorreaba de jugos que lentamente escurrían por sus piernas; todo el cuartu cho apestaba a sexo, los cuerpos ya sudando copiosamente y ella pidiendo más y más v erga, hasta que por fin su amante se vino llevándola de nuevo al cielo, cuando ya tenía cuatro orgasmos en su haber; luego acomodaron sus ropas y sigilosos salieron de esa bodega. Ella trató de recordar todo lo ocurrido, pero no encontró respuestas, la puerta de e sa oficina estaba cerrada, ella misma lo había hecho, en el cuarto había una sola ve ntana y las persianas estaban bajadas, ¿entonces?, ¿cómo pudo alguien tomar esa foto?, o fotos en caso que hubiera más, y lo más importante ¿por qué y para qué?, no supo contes tar. III El día de trabajo se le hizo interminable, y cuando ya en el estacionamiento de la empresa estaba por subirse a su vocho descubrió un papelito doblado entre el para

brisas y uno de los limpiadores, el corazón se le aceleró y nerviosa lo tomó refugiándos e en el carro, ya dentro lo desdobló, el mensaje era escueto: "ni creas que te esc apaste, grandísima puta!, te tengo en mis manos, tengo más fotos, ¿quieres verlas?, te costará algo, por lo pronto mañana quiero que dejes las pantaletas que hoy traes pu estas, dentro de una bolsa, ponlas en la parte superior de una de las llantas de tu coche, si lo haces te entregaré las tres primeras fotos, se buenita y pórtate bi en". No supo cómo manejó hasta su casa, ni cómo hizo para no decirle todo a su marido cuand o él llegó por la noche, varias veces estuvo a punto de llorar y a gritos decirle a él lo que le ocurría, pero no lo hizo, y cuando ya en la cama su marido intentó hacerl e el amor, argumento un fuerte dolor de cabeza. Durmió por ratos pues inesperadas y amenazantes pesadillas la despertaron varias veces. Y a la mañana siguiente busc aba un buen pretexto para faltar al trabajo, pero recordó el mensaje: "estás en mis manos..., tengo más fotos...". Totalmente invadida por el miedo llegó a la oficina y ni siquiera hizo caso al comentario de sus amigas: "oye, ¿qué tal te fue con aquel? , anda dinos, cuenta mujer", las esquivó y se fue directo a su oficina. Había cumpli do con el trato, dejó sus calzones sucios donde el desconocido lo indicó, ella esper aba que él hubiera cumplido con su parte, pero por más que buscó y rebuscó en los cajone s no halló nada, luego el trabajo hizo que olvidara su gran problema hasta que rec ibió una llamada, una voz desconocida le dijo: "eres buena niña, cumpliste, en unos minutos recibirás de un mensajero un sobre, en él están las tres fotos prometidas, yo también se cumplir, al menos esas no las usaré para perjudicarte, digo, si te portas mal, pronto tendrás noticias mías". Y cuando por fin se presentó el mensajero le arre bató el sobre y de inmediato se metió al privado donde sacó furiosamente el contenido, ahí encontró las fotos, impresas en color, en una sola hoja. En la primera, ella estaba de espaldas sobre el escritorio, con las piernas abie rtas y alzadas hacia el techo de la oficina, su cuerpo semidesnudo, sus carnosas piernas, sus nalgas parcialmente a la vista, y entre ellas el grueso ariete que entraba y hacía que su rostro congestionado mostrara una rara expresión de placer. La segunda la mostraba apoyada sobre el escritorio, mostrando a plenitud su nalg atorio, el vestido arremangado en su cintura y tras ella el tipo aquel metiéndole la verga, también su rostro manifestaba el intenso placer. La tercera era menos of ensiva o lujuriosa, los mostraba a los dos luego del combate amoroso, a ella aco modándose las pantimedias y a él subiéndose el cierre del pantalón, ambos dándose el último beso de esa noche. De nuevo se sintió totalmente invadida por el pánico, las innumerables preguntas ati borraban su mente, ¿cómo y quién lo hizo?, ¿qué pretendía?, si las fotos estaban impresas so bre papel fotográfico de computadora eso significaba que fueron tomadas con cámara d igital, de esa forma estaría siempre a su merced, el desconocido siempre tendría a s u disposición los archivos en su computadora, pero sobre todo, ¿qué pretendía?, ¿qué ella le diera también las nalgas?, ¿cómo salir de aquel embrollo? Cuando ya fatigada de tanto pensar estaba por subirse a su carro para huir de es e lugar, de nuevo encontró un mensaje: "mamacita, yo se que tienes muchas pregunta s que hacer, me reservo las respuestas, pero como te has portado bien te doy la oportunidad de que preguntes, deja tu mensaje en una hoja arrugada dentro del bo te de basura que está a la salida del estacionamiento, ya sabré si las contesto o no , pero ante todo tranquila, yo tengo el control y mientras te portes bien estás a salvo, ¿quedamos?". Apurada buscó una hoja en que escribir, tenía tanto que preguntar y tanto coraje que sacar que apurada escribió con garabatos: "¿qué pretendes?, ¡desgraciado!, ¿quién eres?, ¿qu retendes?, lo que hiciste es una monstruosidad, ¿por qué hiciste eso?, ¡no tienes nomb re!, me estás partiendo la madre!, anda, quiero que me digas que pretendes, estás de strozando mi vida, no sabes lo que estoy padeciendo, ¡no sabes!, ¿quién eres?, maldito , ¿dime quién eres?". Arrancó con furia el vocho y al pasar aventó el papel dentro del b ote indicado. IV Inesperadamente al llegar a su casa se sintió mejor, el desconocido al menos inten taba tener un diálogo con ella, quería algo, eso era obvio, sobre todo pudo dar rien da suelta a su furia, al menos parcialmente, eso la hacía sentirse mejor. Ya entre las sábanas con su marido, lo sorprendió al darle tremenda cogida, desató todo su cor

aje y miedo contra la verga erecta del hombre que con ojos desorbitados no alcan zaba a creer tal pasión: primero lo montó sepultando el erecto pene en su hambrienta pucha y se puso a cabalgar con tal furia que el sorprendido marido a duras pena s pudo contener la eyaculación; luego del primer orgasmo se acostó sobre su hombre y casi lo obligó a hacer el 69, así sacó otro orgasmo; y el tercero cuando fue ella qui en se acostó de espaldas y atrajo sobre sí el cuerpo de él para empalarse de nueva cue nta, al terminar exhaustos él se atrevió a preguntar: "oye mamacita, ¿qué te pasó?, ¿estamos festejando algo que olvidé?, qué caliente estabas chiquita!", sólo lo besó con pasión y e ntrelazó sus piernas con las suyas reclamando más miembro. Cuando a la mañana siguiente llegó a su trabajo sentía sus piernas flaquear de sólo pens ar que le iría a pedir el tipo de las fotos. Al abrir su escritorio encontró un nuev o mensaje: "Vaya que tienes carácter, tú reacción me sorprendió, de veras, y sobre tus p reguntas, te lo diré directo y al grano: quiero cogerte, meterte la pinga, quiero que seas mía, acepta y tendrás las fotos que faltan y mi sincera promesa de que ya n unca sabrás de mi y que no te haré daño alguno, ¿aceptas?, si es así te espero el sábado próx mo al medio día, como es fin de semana no hay empleados, te espero en la misma ofi cina abandonada donde te tomé las fotos, ¡ah!, no trates de sorprenderme porque pued es arrepentirte, te lo aseguro, por mi parte puedes estar segura que no habrá más fo tos ni mensajes, saldré de tu vida, lo juro. Si aceptas, procura llegar entre las doce y la una de la tarde, ¡ah!, trae algo para que te cubras el rostro, ¡será excitan te!". --"¿Así que era eso?", se preguntaba la mujer indecisa sobre aceptar o no la indecor osa propuesta. El sábado por la mañana se decidió y le inventó al marido: "oye corazón tengo que ir a tra bajar, están haciendo auditoría y tengo que hacer el papeleo", él refunfuñó y la dejó ir. Cu ando ya estaba en el estacionamiento las piernas le temblaban sin decidirse a ba jar del auto, por fin lo hizo y con paso inseguro se metió al elevador; la soledad del edificio la asustó, los vigilantes estaban en la entrada principal ninguno po r el área de estacionamiento. Se percató de que había llegado al piso indicado por el repentino brinco del aparato, salió del elevador y no encontró a nadie, todo lucía sil encioso y en penumbras, caminó por el pasillo tratando de amortiguar sus pasos has ta que llegó a la bodega de papelería, giró la perilla y la puerta rechinó abriéndose parc ialmente, dio dos o tres pasos en aquella oscuridad hasta que la voz la sorprend ió: "tápate la cara, ¿traes con qué?", asustada buscó en su bolso y sacó una vieja gorra de lana de su marido, se la puso apurada sobre la cabeza y al bajarla cubrió hasta su barbilla, entonces la luz se encendió, el desconocido volvió a hablar: --"Buena niña, te haz portado bien, ahora desnúdate, quítate el vestido". --"No hasta que me digas quién eres y por qué haz hecho esto, ¿por qué?, ¿te conozco?, ¿por qué me quieres obligar a esta horrible situación?". --"Mi nombre nunca lo sabrás, pero sí me conoces, al menos de vista y me gustas, muc ho, desde hace tiempo, pero siempre te haz mostrado inaccesible para todos o cas i todos, los que no te conocen; para todos eres la chica modelo, recatada, modos ita, callada, buena esposa, seria, eficiente empleada; pero para otros como yo, eres una mosquita muerta, una vieja calentona que le gusta coger y mamar miembro , una mujer caliente capaz de todo para ser enculada. En las oficinas se comenta que eres caliente pero que sólo aflojas las nalgas con aquel que te calienta la g atita, a pesar de que ya eres casada, en síntesis no eres más que una puta y ahora v as a culear conmigo La mujer guardó silencio sintiendo que aquellas manos extrañas recorrían sus pechos, l os sopesaban con lentitud recorriendo la suave curva carnosa de cada chiche; lue go las manos fueron hasta sus nalgas donde las manos amasaron con ansia los cach etes de su culo, apretando ora una, ora la otra, yendo lentamente desde su cintu ra hasta abajo, donde el nalgatorio era más carnoso; se sintió temerosa, casi aterro rizada, con la respiración agitada; todo su cuerpo temblaba ante el inminente ataq ue y se mordió los labios para contener un grito, tal vez de ayuda, pero estaban s olos los dos, ella a merced de aquel loco maniático. Luego fue puesta de espaladas y sus piernas chocaron contra la orilla del escrit orio; aquellas manos bajaron con lentitud el cierre del vestido que pronto quedó e n el piso; instantes después sintió una lengua húmeda recorrer su espalda, primero su nuca, luego la parte media de la espalda, de arriba abajo, una y otra vez, sin p

risa; ella estaba a punto de perder el sentido cuando las manos del desconocido le bajaron el calzón de seda blanca y momentos después lo sintió arrodillarse tras ell a y abrir con las manos los carnosos globos de sus nalgas; contuvo el grito pero fue imposible, el "noooo, por favor" resonó en aquel cuartucho, pero no detuvo lo s avances del tipo aquel, quien ahora le lamía las nalgas, se las besaba con delec tación, con extrema ternura, con excitación; luego esa boca se deslizó abierta sobre l a raja que separaba sus glúteos, fue más de que pudo soportar, el "aaaahhhh" sonó más co n pasión que como queja, ella se apoyó entonces sobre el escritorio e involuntariame nte aflojó su cuerpo, haciendo más fácil el acceso del hombre a su secreta intimidad. Para cuando la filosa lengua del desconocido titilaba insiste su culo los gemido s de la mujer parecían suplicas, exigencias de mayor placer; ya la panocha escurría jugos calientes cuando dos dedos exploraron esa pegajosa cavidad y ella suplicab a: "ya, por favor, ya ". --"¿Ya?, ¿qué?", dijo el sujeto. --"Ya, por favor, termina, ya, por favor --"¿Quieres verga?, pídemelo --"Siiiii, quiero, ya la quiero, dámela, por favor", suplicó la hembra sorprendida de sus propias palabras. Pero el desconocido no tenía prisa. Siguió lamiendo y chupando el ano que ya distend ido sentía como aguijones los piquetes de lengua que aquel le propinaba, en tanto que tres dedos le taladraban la chocha ahora abierta y jugosa, chorreante casi, así tuvo la mujer su primer orgasmo y pese a que trató de contenerse gimió quedamente. Luego el sujeto la dejó recuperarse para luego situarle el erecto miembro en la e ntrada de la vagina e instantes después se la fue metiendo con lentitud. Con lenti tud se la cogió, con pasmosa paciencia se la metió hasta el fondo, hasta que ella si ntió contra sus nalgas los rebeldes vellos del hombre; luego igual se la sacó, lenta mente, así una y otra vez hasta que cambió de estrategia y cuando la tenía completamen te sumida hacía redondeles, círculos dentro de la caliente caverna vaginal, minutos después ella se vino a su pesar pues estaba sintiendo riquísimo. A esa venida siguió o tra cuando el hombre hizo más intenso el trajinar del duro garrote, hasta que dos orgasmos después la mujer sintió que el hombre se quedó quieto un momento y con un pro fundo "aaaaahhh me vengo" le anunció que la leche llegaba, en ese momento la chica sintió en sus entrañas los intermitentes chorros de semen y sin proponérselo incremen to su mutuo placer al hacer palpitar sus músculos vaginales, que daban apretoncito s al garrote que seguía echando mocos. Minutos después ambos recuperaron el sentido, él comedido le limpió los chorros de sem en que escurrían por sus piernas y de paso le limpió el chocho ahora mustio y retraído , luego la besó en la boca a modo de despedida: --"Bueno mamacita, cumpliste y bien, coges riquísimo, ahora me voy, y puedes estar segura que cumpliré mi promesa de no molestarte jamás, espero que lo hayas gozado i gual que yo". --"Siii, me gustó, mucho", dijo la mujer. --"¿Cuánto?" --"Nunca había gozado tanto como hoy, lo juro". --"Que bueno, pero hoy dejo de molestarte, no habrá otra vez". --"¿Por qué?", dijo ella sorprendiéndolo. --"¿Quieres más?, ¿otro día?". --"Si, pero quiero que sea como hoy, así como lo preparaste, así como me hiciste sen tir, aterrorizada, con temor y deseo a la vez, así lo quiero, ¿quieres tú?". --"Ya te avisaré grandísima puta", le dijo el hombre al salir. Nota.- El relato es la reconstrucción de una plática con una lectora de Todorelatos, acerca de una experiencia real. Email: [email protected], [email protected] pecas de Lucero La historia se remonta a los inicios de mi adolescencia, aquella época en que la c uriosidad por el sexo opuesto se vuelve algo furioso, a la par que uno descubre que el pito ya se para, que se llena de pelitos y que luego de fuertes sacudidas con la mano el pajarito ahora agrandado y duro expele chorritos de líquido blanqu ecino y siente uno una sensación nunca antes imaginada. A mis doce años, mi permanente curiosidad y esas inmensas ganas hicieron que miran do a mi alrededor descubriera a chicas que me rodeaban y mirándolas con atención pre

tendía dar respuesta a las múltiples preguntas que llenaban mi cabeza. ¿Cómo tendrían el s exo?, ¿ya cogerían?, ¿cómo sería verlas desnudas?, mi angustia y curiosidad pronto serían sa tisfechas a plenitud, pero en principio fue algo abrumador y lleno de inquietud. Así descubrí a Lucero, una chica de más o menos 18 años, hija de la vecina de enfrente, que trabajaba en el taller de mi padre, como lo hacían media docena de viejas, a l as que repase con mirada curiosa para entrever, un buen trozo de pierna, o más arr iba algún trocito de calzón, en fin. Pero como mi intención era averiguar, al menos pa rcialmente, su desnudez, me di a la tarea a espiar cuando alguna de ellas fuera al baño. Al respecto, en mi casa todavía no había drenaje, y creo yo no había ese servicio en t oda la colonia, por lo que en casa existía la clásica letrina construida sobre un ag ujero en el patio trasero y láminas y palos a modo de paredes. Así fue que un buen día mis avances tuvieron éxito, Lucero se encaminaba a pasos apresurados al baño, se me tió sin observar que yo andaba por los alrededores y cerró la improvisada puerta, rápi do acudí a la parte trasera de la letrina y por una rendija miré por primera vez un culo desnudo, Lucero ya se había bajado el calzón blanco de algodón y arremangado el v estido en su cintura y se disponía a sentarse a hacer sus necesidades cuando mi mi rada alcanzó a ver plenamente esos globos carnosos de sus nalgas, su piel blanquísim a, ese valle de piel acanelada donde se unían los glúteos, algunos vellitos rojizos más abajo y, para mi sorpresa, una cantidad indeterminada de pecas, ¬íLucero tenía pecas en las nalgas!, por lo blanco de su piel las pecas resaltaban de manera esplend ida, múltiples lunarcitos color café, vaya descubrimiento. Ya cuando Lucero estaba sentada en la improvisada taza, los clásicos ruidos de ven tosidades me indicaron que la chica se disponía a hacer del dos, a los peditos sig uió el continúo ruido del chisguete de sus orines, ella pujó en el clásico esfuerzo por echar afuera sus excrementos, un nuevo y prolongado pedo y ruiditos entre sus na lgas, en ese momento un serio temor me hizo percatarme de que yo estaba haciendo algo malo y sino malo, algo indebido, "¿y si alguien me descubriera?, ¿y si Lucero se diera cuenta de mi presencia?", pensé al momento, rápido voltee la mirada a mi al rededor para descubrir que nadie me estaba viendo, en eso el ruido de un papel q ue se rasgaba me indicó que Lucero estaba terminando y se disponía a limpiarse la co la, volví a mirar para ver como la mano, provista de un trozo de papel periódico rep asaba varias veces entre sus nalgas, doblaba el papel y volvía a limpiar su cola, hasta que terminó, se levantó de la taza y volví a mirarle las nalgas pecosas mientras se subía los calzones, así como ese par de piernas blancas y firmes, más al momento e l vestido cayó sobre su cuerpo y la función terminó. Entonces comprendí que tenía yo que retirarme rápidamente de ahí, antes de que ella sali era y me descubriera fisgándole el culo, así lo hice, pero con poca fortuna, pues al irme algunos ruidos me delataron, Lucero volteó, regresó algunos pasos y me encontró muy cerca de la letrina, ¬íme había descubierto! --"¿Qué estás haciendo aquí, chamaco de porra?", fue su exclamación, me quedé sin habla. --¿Me estabas espiando, verdad?, vas a ver se lo diré a tus padres para que te den u na soberana chinga, chamaco cabrón", al ver mi pasividad, me soltó un manazo sobre l a cabeza, que supe esquivar, al momento ella se retiró a paso acelerado. Mientras ella se retiraba, me deleité con el sabroso balanceo de sus nalgas, que a hora ya había descubierto al desnudo, más al momento me entró una terrible inquietud y temor, "¿y si de verdad Lucero iba con el chisme?, ay en la madre, la que se me a rma". Esos temores disminuyeron con los días al percatarme que al parecer la chava aquella no les había dicho nada a mis padres, -¬íuf, qué alivio! Ella por su parte no volvió a dirigirme la palabra, y cuando algunas veces nuestra s miradas se encontraban, sólo hallé enojo e indiferencia fingida. En fin que mi curiosidad fue satisfecha, al menos parcialmente, ahora me asaltab an pregunta acerca de cómo tendrían el sexo, y así por el estilo. A las pocas semanas Lucero dejó el trabajo y ya no la ví. Pasaron los meses durante los cuales lo único que supe es que Lucero se había casado y ya no vivía con su madre. El reencuentro Pasaron varios años, ahora yo tenía cerca de 18, había ingresado a la universidad, tenía novia de planta, de vez en cuando le sepultaba la riata, y cuando había chance me daba mis escapadas con alguna amiga de la escuela o con alguna conocida para, s i había oportunidad, perfeccionar mis dotes amatorias. Así, hasta que un día mi herman

a me comunicó, para mi sorpresa, que Lucero, llegaría a vivir a una de las viviendas de la casa, al parecer le había ido un poco mal con su matrimonio, se había separad o de su marido e iba a vivir sola con nosotros. Vaya sorpresa. Bueno no tanto, pues aún recordaba yo tanto sus carnosas nalgas lle nas de pecas, como su furioso enojo al descubrir que la fisgaba mientras ella ca gaba en el baño aquella vez, hace varios años, en fin, pensé, vamos a ver que pasa. Pocos días después llegó ella y se instaló en dos de los cuartos del fondo de la casa, j unto con ella llegó su pequeño hijo de dos años y medio, ella ya tenía como 27 o un poco más, pero lo mejor, estaba super buena, mejor que cuando ella tenía 18 y estaba un poco llenita. Eso si, seguía teniendo una piel blanquisima, y a pesar del embarazo conservaba su cintura estrecha, piernas y nalgas más que buenas, y lo mejor de lo mejor, me saludo cariñosa y amable como era antes de que yo la descubriera cagand o. Al parecer ya ni se acordaba de aquello. Su reacción hacia mi fue bastante buena: --"hola, mira nada más, estás hecho todo un h ombre, todo un guapísimo cuero, cómo pasan los años, ya debes tener muchas novias, ¿verd ad?, anda dime algo, no seas tímido caray, no te da gusto verme". Haciendo acopio de todo mi aplomo contesté lo mejor que pude a sus lisonjas y come ntarios, de forma rápida la puse al tanto de mi vida y ella, al parecer atenta, si guió mi plática con cierto interés, luego habló ella: --"bueno pues, que bien que estudi es mucho, ¿sabes?, luego quiero que me ayudes a instalarme bien, yo no sé mucho de i nstalaciones de gas y de luz y tengo que acomodar mis cositas, ¿me ayudas un día de estos?". --"Claro --contesté-- cuando quieras te ayudo". --"Bueno, yo te avisó". Días después mientras Lucero acomodaba su ropa en un ropero, yo me daba a la tarea d e colocar varias lámparas en el techo, así como contactos en la pequeña cocina y cosas de esas. Al terminar la chica me invitó un vaso de agua fresca, de limón creo, y em pezamos a platicar. Me contó sobre su matrimonio, al que su madre se había opuesto desde un principio y de como al paso del tiempo los hechos dieron la razón a la madre, pues el marido r esultó un perfecto cabrón, marihuano, huevón, atenido y demás. Lucero había tenido que tra bajar para mantener a su hijo y a su propio marido, en fin, la conocida historia . Pero ahora, según dijo, estaba bien, ya se había conformado a vivir sola, pero "no más me acuerdo y me da coraje", decía. Ya más en confianza me preguntó: --"Oye y ya se te quitó lo curioso?, porque todavía me acuerdo de aquel día en que me estabas espiando en el baño, canijo chamaco". Recuperándome de mi pasajera turbación y con una sonrisa medio nerviosa le dije: "pu es..., la verdad si, ya se me quitó lo curioso, pero como tu dijiste fue cosa de c hamaco, me sentí muy mal después de eso, comprendí que había hecho algo malo, disculpa". --"Si --dijo ella-- cosas de chamacos, pero dime por qué lo hiciste, ¿qué me viste ese día?". --No sé, fue pura curiosidad, estaba en plena edad de los descubrimientos, no se, ganas de ver, de conocer, acerca de lo que ví, pues la verdad fue poco, casi nada. ..". --"Ahora yo soy la curiosa, dime, anda, que me viste, ¿las pompas?" --Pues si, tus pompis. --¿Y qué sentiste? --¿La verdad?, mucha ecxitación, cierto placer, perdona, pero como te dije, fue algo momentáneo. --O sea que no te di mucho chance, pero ¿debes haber visto algo más, no? --No, ya te dije que no. --Anda no seas penoso, si ya te perdoné, anda cuéntame. --Pues, te ví, como estaba atrás vi como te quitabas tus chones, como te sentabas y acomodabas en la taza, tus pompis antreabiertas, algunos vellitos y tus pecas. A h, y además escuché el ruido que hacías con tu chis. --Ay canijo, me viste las pecas de mis nalgas, y además mi cola llena de pelos, ya ni la amuelas, me da pena, yo creía que mi marido era el único que sabía que tenía pequ itas en la cola y pelitos entre las pompas, fíjate, y ahora resulta que también tú, en fin, te comprendo, yo se lo que se siente ser chamaco y tener ganas, y ¿te gustó ve rme?

--Claro, sentí un gran placer, durante algún tiempo fuiste mi amor platónico, fíjate, co n solo recordar tus pompas me ecxitaba mucho, luego ya fue diferente conocí varias chicas, tuve amigas y mi primera novia, ya sabes, crece uno y con ello llegan l as experiencias. --Tienes razón, yo al principio sentí coraje, pero luego comprendí por qué lo habías hecho y cuando te veía medio apenado, sentí ganas hasta de hablar contigo de aquello, per o no hubo chance, pero ¿sabes?, no sólo tú haz tenido ese tipo de experiencias, mira y o, como decirte, te voy a contar algunas cosas, pero prométeme no decir nada a nad ie, ¿sale?, bueno pues, mira cuando tenía más o menos 16 años, todavía vivía en casa de mi m adre, por aquel tiempo ella ya no vivía con mi papá, no tenía pareja, entonces un día al guien le regalo un perro, que con el tiempo se hizo un perrote, no de qué clase er a, pero era muy grande, lo curioso es que mi madre al poco tiempo le agarró mucho cariño al cochino animal. --No permitía que nadie más que ella le diera de comer, ella misma lo bañaba y lo llev aba al veterinario y el colmo era que se lo llevaba a dormir a su cuarto, eso a mi hermanito y a mi se nos hacia muy extraño, pero no decíamos nada por el temor que le teníamos a mi mamá, era muy pegalona, como debes saber, en fin, una noche me hic e la curiosa por averiguar por qué mi madre dormía con ese pinche perro pasguato, co n cuidado me acerqué a la puerta de su cuarto y por la cerradura mira hacía el inter ior y lo que vi primero se me hizo algo extraño, ella tenía al perro arriba de la ca ma, el animal, confianzudo, estaba echado en la cama, mientras ella lo acariciab a en el lomo, pero después, ay en la madre, vi que mi santa mamá le estaba frotando el miembro al perro, el pinche animal hasta alzaba la patita para que ella no tu viera ningún problema, y cuando el miembro del animal se le puso bien erecto, ya t e imaginarás como estaba yo, muy asustada, pero a la vez excitada por ese descubri miento, ver como el pito del perro se salía todo parado, mojado, un miembro rojizo y lleno de venitas, pero ahí estaba mi madre, bien entretenida, sobe y sobe el pi tote ese, vieja cochina, mientras ella misma tenía metida la otra mano en su panta leta y al parecer se acariciaba. --"¿Cómo ves?, ahora ya veo las cosas diferentes, pero en ese tiempo fue una impresión muy grande, muy fea de mi madre, en fin, pero ahí no pararon las cosas, yo creo q ue ella ya había adiestrado bien al animal, pues el canijo perro se dejaba hacer t odo sin protesta, y ya cuando según yo ella había puesto a su perrito al tiro, que t ermina de encuerarse, se quitó toda la ropa, el brasier, el calzón y todo, le puso u nos como calcetines en las patas delanteras al perro, como guantes, yo no entendía para qué, pero en eso que se empina la vieja sobre la cama, se colocó sobre sus rod illas y paró la cola, en eso jaló al perro, que todavía tenía erecto el miembro, hasta h acer que el animal la montara, el pinche animal ese ya sabía, pues en cuanto se le subió al lomo a la mujer empezó a hacer movimientos copulatorios, como si se estuvi era echando a una perra, pero como no le atinaba bien a la mujer, pues a veces e l pitote picoteaba en su vagina, otras en sus nalgas, ella misma agarró el miembro y se lo colocó bien en la entrada de la vagina, ¿tu crees?, y en cuanto el perro si ntió que ya la tenía lista que se la empieza a meter y a sacar, fue algo espantoso, yo quería irme de ahí, echarme a correr, pero era más fuerte mi curiosidad, y ahí me que dé viendo como un perro se cogía a mi progenitora, fíjate, que cochinadas, estuvieron largo rato haciéndolo, ya te imaginarás, la mujer estaba super excitada, acompañaba la s acometidas del animal moviendo hacía atrás su cuerpo, manteniéndose unida con una ma no en el lomo del animal, para que él no se saliera, los dos hacían ruidos, el anima l como que bufaba, se movía con fuerza, el miembro entraba y salía, la cosa de ella ya estaba super mojada, bien abierta, en tanto ella se quejaba quedito, hummmm, suspiraba, se quejaba, y así por el estilo, hasta que el perro se vino, chorros de semen empezaron a escurrir de la cosa de la vieja, salpicando sus nalgas y sus piernas, hasta que se quedó quieto sobre ella, quien todavía removía sus nalgas contra el animal. --"Yo me fuí de inmediato de ese lugar y esa noche ni siquiera pude dormir, luego de esta experiencia cambié mucho con mi mamá, me hice rebelde, grosera, ella me pega ba cuando podía, y yo ya no me dejaba, se armaban unos pleitos que no veas, en fin , pero eso sí seguía queriendo mucho al animal aquel, al poco tiempo conoció a mi padr astro y cuando él se fue a vivir a la casa, se acabaron las noches del perrito aqu el, mi padrastro no lo soportaba, no supe si llegó a saber algo del animalito y su

s noches con la cabrona de mi madre, poco tiempo después la señora regaló al perro y y a, pues ya tenía hombre que le quitara las ganas. ¿Cómo ves?, así que eras tu el único cur ioso, para mi fue una experiencia muy fea, ¿qué piensas? --"No se que decirte, pero pienso que son cosas que llegan a hacer algunas perso nas, estuvo mal, pero no se si fuera peor que tu madre anduviera con otros hombr es sin estar casada, ella era una persona madura, ya había tenido marido y pues co mo que cuesta trabajo dejar cosas que a veces nos traen placer o cariño, además pien so que no debes tener resentimientos con tu madre, con todo creo que hizo mucho por tí y tu hermano, se preocupa por ustedes. --Eso si, ahora que ya pasaron años de eso pienso de otra forma de mi madre, con l a bronca que tuve ella me ayudó mucho, tenía razón en oponerse a mi matrimonio, pero c uando una está enamorada nada importa, en fin, bueno ya no te entretengo, gracias por ayudarme, y recuerda que ahora somos amigos y no quisiera que comentaras nad a de nuestra plática. --No cómo crees, vamos a ser cuatachos, y cuando se te ofrezca algo no dudes en ll amarme, yo te ayudó en lo que quieras--. Así se inició una muy buena relación entre Luce ro y yo, a veces le hacía mandados, cuando podía, por las tareas de la escuela, pero cuando había oportunidad nos echábamos buenas pláticas. Al parecer Lucero no tenía pareja, durante ese tiempo no le conocí a ningún amigo o no vio, vivía con lo que le aportaba su madre para pagar la renta y la alimentación de ella y su hijo. No salía casi, sólo a la tienda o al mercado y siempre llevando a su hijo. Cierta vez Lucero me pidió que cuidara a su hijo, mientras ella se bañaba, accedí con gusto, así que me quedé con el chamaco viendo la tele, mientras ella se bañaba en el p equeño cuarto que le servía de cocina, en eso me llamó: --oye hazme otro favor, creo q ue ya me bajó la regla y ya no tengo tampones, discúlpame, pero ¿me compras un paquete en la farmacia?, anda, no seas malito ¿si?--. Así que, un poco contrariado, y llevando en brazos al chiquillo fui a poner mi car a ante el encargado de la farmacia cercana para pedir un paquete de tampones, va ya, en fin, regresé con el encargó y tocando a la puerta del improvisado baño le entre gué a Lucero sus dichosos tampones, no se me había ocurrido que ella utilizara ese t ipo de cosas para su regla, entonces no usaba los clásicos caballos, sino tapones de algodón en la pucha, bueno pues. Esperé a que saliera para entregarle al chamaco e irme a mi casa, ella salió envuelt a en una gran toalla, se dirigió a la recámara, le indiqué si ya le podía dejar a su hij o, me dijo que lo dejara en la cama mientras se vestía, así que la seguí al cuarto, de jé al chamaco sobre la cama y cuando ya me disponía a salir me dijo: --Gracias por todo y perdona si tuve que mandarte a comprar tampones, pero me ll egó la regla cuando menos la esperaba, a veces se me adelanta o atrasa, y como sie mpre he usado esas cosas no me acostumbro a usar toallas, ni modo. De nuevo grac ias. Ya me iba cuando me atreví a preguntarle, --oye Lucero te puedo preguntar algo, ¿los tampones no te causan molestias? --Pues mira curioso, al principio se siente una medio rara de traer esa cosa met ida en la vagina, pero luego te acostumbras, los uso desde chamaca, alguien me l os recomendó, anda una más limpia, con las toallas a veces hay problema, se salen de lugar y a veces cuando baja mucho la regla no alcanzan a absorber todo y se man cha la ropa, pero con los tampones no, todo se queda en esa cosita de algodón, y s i quieres saber, algunas amigas que los usan me han contado que en esos días, cuan do traen puesto el tampón, como que se excitan más, como que sienten cositas raras, a mi a veces me pasa, pero no siempre. --Y dime..., ¿no te lastima ponértelos? --"Ay niñito curiosón, eso es cosa de práctica, además no son muy grandes ni gruesos, so n como del grueso de un dedo, eso si cuando ya tienen horas ahí adentro y bajó mucha sangre tienden a hincharse, es cuando una siente cositas, pues al hincharse el algodón se hace más grandecito el hoyito, pero, oye, ya ¿no?, no me digas que no sabes nada de estas cosas, tienes novia ¿no?, a ver dime ¿qué usan ellas?, --añadió Lucero, mie ntras sentada en la cama se secaba el rojizo pelo--. --Quien sabe tú, pero bueno, mi novia Ludy usaba toallas creo, porque a veces cuan do pretendía acariciarla ahí, me decía "hoy no te toca porque me bajó" y tocando con la

mano sentía ahí abajo el bulto de la toalla y ni modo, ya no hacíamos gran cosa. --Ah canijo, le dabas su manoseada, eres de esos a los que les llamamos pulpos.. . que a fuerza quieren agarrar... --No cómo crees, agarró cuando me dan, no es a fuerzas. --Pero a tu novia, cómo se llama, ¿Ludy? si le metías mano, ¿sólo mano? --Ahora la curiosa eres tú, en principio ya no es mi novia, dejamos de vernos desd e hace algunas semanas, pero duramos como un año saliendo juntos, y como te imagin arás pues... al paso del tiempo como que ya no son suficientes los besitos, hacen falta otras cositas, ¿o no? --Pues si, así sucede, pero dime ¿ella no te metía mano? --¿cómo es eso? --Si hombre, no te lo agarraba. --Pues claro, cuando ya estábamos excitados ella solita lo buscaba, luego de nuest ras primeras experiencias ella solita aprendió a acariciarme el miembro, y ya bien abrazados, con las bocas pegadas nos calentábamos mucho, hasta que ella aprendió a masturbarme, igual hacía yo con ella, al principio fue difícil, no se animaba a que la tocara, pero luego fue diferente y si te interesa saber, terminamos por hacer al amor en algún rincón, ni modo, luego ya la llevaba a un hotel. --Mira nada más si ya eres todo un hombresote, condenadote, pero la cuidabas. --Pues si, usábamos óvulos o condón, pero a ella no le gustaba el gorrito, decía que no sentía igual. Pero cuando menos procuraba que no hubiera problema, anduvimos así, ha ciéndolo algunos meses, hasta que nos enojamos por tonterías, ya era medio posesiva, me quería presionar, ¿tú crees? --Pues si chiquito, si ya la tenías de planta y te daba lo que querías, a lo mejor p ensaba que sólo la estabas usando y ella quería tener cierta seguridad, más formalidad . --Eso no, no la usaba, en todo caso los dos sentíamos rico, nos gustaba estar junt os y hacerlo, no la usaba, nos queríamos mucho, además no sólo hacíamos el amor, la llev aba a pasear, al cine, a comer, al teatro, a visitar museos, a conferencias, le compraba libros y cosas, me interesaba por ella, no sólo era llevarla a la cama, ¿cómo crees? --Pues muchos nomás les interesa que la chica afloje, luego ya se van alejando, pe ro tú pareces diferente, aunque se me hace que ya eres medio mañoso, de esos chavos que tienen experiencia con las mujeres y ya no fácilmente caen con alguna chava qu e solo quiera casorio, en fin. Por cierto, ¿cuándo me invitas al cine o a salir?, di go como amiguitos. --Cuándo quieras Lucero, qué te parece este sábado por la tarde, nomás a ver con quien d ejas a tu niño. --De eso no te preocupes, le digo a mi mamá, además a ella le caes bien, se me hace que te anda echando el ojo para una de mis hermanas, bueno medio hermanas, pero creo que están muy chavitas para ti, la más grande tiene apenas 15, mi madre dice qu e estás bueno para su yerno. --Uh que caray, yo ni a tus hermanas conozco, pero entonces qué, ¿aceptas? --Si, con la condición que te portes bien, no vayas a pensar otras cosas, que ya s oy una señora con niño--, dijo en broma. --Qué tendría de malo. --No es eso, sólo que estás medio chavito para mi, ahora que quien sabe, con eso de que ya te las sabes de todas todas, bueno veremos, además ni siquiera se si yo te gusto, a ver dime. --Pues claro que me gustas, eres una mujer muy guapa, debes tener muchos admirad ores, aunque nunca me haz platicado de eso, se me hace que ya te echaron el ojo. --Eso no se pregunta chamaquito, pero sabes, por ahora nada de nada, puros traba jos manuales. --¿Trabajos manuales? --Si hombre, cuando ando medio inquieta y me despiertan las ganas, pues ni modo, puro dedo. --O sea que te masturbas. --Claro hombre, de vez en cuando, no soy viciosa, pero por las circunstancias no me queda de otra más que acordarme de mi marido y pues... con una ayudadita de ma no, pues ya sabrás. Bueno ya vete, ¿no? que me estás inquietando.

--¿A poco? --Pues si mano, haces que me acuerde de cosas, por ejemplo, hace rato cuando me bañaba, nomás con el roce del zacate me entraron ganitas, como que me excité un poco, y ahora tu con tus preguntas y para colmo me baja la regla y tengo que andar con el tapón adentro todo el día. Mejor luego platicamos ¿no? o nos vemos el sábado. --No, en buena onda me gustaría saber más de ti, por ejemplo cómo fue tu primera exper iencia sexual, anda cuenta. --Que no chiquito que voy a terminar toda calentona, además para que quieres saber , tú tienes más que contar, a mi no me ha pasado nada extraordinario, tuve algunos n ovios, todos manos largas, nada del otro mundo. --Pero tuvo que haber alguno en especial, digo con el que terminaras haciéndolo. --Pues claro, cuando anda uno en sus cinco minutos de pendejura, hasta uno termi na pidiéndolo, eso pasa, te debe haber sucedido con alguna chica, de esas que se c reen muy recatadas y un buen día te sorprenden, ¿no es así? --Si así es, a veces me ha sucedido que ando de necio a ver si aceptan y cuando me nos lo espero solitas se dan las cosas. --Bueno ya estuvo bien de pláticas cachondas, ya no me importunes, que además en est os días menos puedo practicar manualidades o de las otras cosas. --¿No lo haces cuando tienes la regla? --Pues claro que no, es algo sucio, termina una toda embarrada de sangre por tod os lados, ni a mi marido le permitía acercarse en esos días, le daba pompis. --¿Te lo hacía por atrás? --¡Ay callate niñito!, grosero, por atrás nunca, bueno una vez lo hizo pero como me la stimó toda, jamás se lo volví a permitir, me refiero a que cuando tenía regla terminaba en mis pompis, por afuerita, chamaquito, nomás por afuerita. Bueno ya vete, te dig o, déjame vestir en paz, chamaco preguntón, nos vemos el sábado, pasas por mi a casa d e mi madre. Con ansia esperé la llegada del sábado, ese día me preparé lo mejor que pude: dinero suf iciente, varios condones y mi mejor presencia. Cuando fui a casa de la madre de Lucero, ella misma me abrió, desde la puerta le gritó a su progenitora que ya se iba y nos encaminamos a la parada del camión, durante el trayecto al metro me cuestio nó: --a ver que planes tienes para mi, que tienes pensado canijo. --Nada en especial, depende de lo que tú aceptes, pero se me ocurre ir a comer pri mero, luego iríamos al cine y saliendo a lo mejor tomar un café, digo, si tienes tie mpo. --"Nomás eso, huy, yo que ya me estaba haciendo ilusiones. --Por eso digo que depende también de ti. --Mejor te dejo la iniciativa, pero yo esperaba que te aventaras al ruedo, chanc e y yo acepto. Mira respecto a ir a comer ya comí en casa, mejor llévame a comer hel ado, hace tiempo que no voy a una fuente de sodas y ya de ahí tu decides. Así que yo decido, pensé, bueno a ver si no te asustas, dije para mis adentros. Fuim os a Coyoacán, y ya cuando recorríamos la plaza de ese lugar Lucero ya había tomado más confianza, tomados de la mano nos sentamos a una mesita de una fuente de sodas, muy juntitos, como cualquier pareja de novios, platicamos acerca de cine y de li bros, luego de un buen rato y de los consabidos helados y cafés, se me hizo oportu no pedir la cuenta, pagué y nos fuimos, entonces dijo: --ahora si ¿a donde quieres i r? --¿Te digo? --No, mejor no me digas, tu decides--. Con esa plena aceptación paré un taxi, le ind iqué al chofer que nos llevara a la calzada de Tlalpan. Ya sobre la calzada me fui percatando de los hoteles que más o menos no se vieran tan chafas, detuve al taxi a una cuadra de uno de ellos y nos bajamos. Ella iba silenciosa, dejando que mi brazo enlazara su cintura, al entrar al hotel noté como cambiaba de tono su rostr o, pedí un cuarto y nos encaminamos al elevador, y apenas se cerró la puerta Lucero dio rienda suelta a su contenida calentura, el abrazo fue repentino, así como su b oca entreabierta que buscaba con ansia la mía, secundé lo mejor que pude el apasiona do beso y permanecimos con las bocas y lenguas entrelazadas hasta que el elevado r se detuvo, entonces ella tuvo que dejar de besarme, diciendo: --perdona chiqui to, pero ando con unas ganas que ya te imaginarás. --Si te comprendo.

--Pues abre la puerta ya, por favor. Apenas había cerrado la puerta, cuando de nuevo Lucero se prendió de mi, besos y bes os, ensalivados, de lengüita, de chupadita, de todo tipo, bien agarrados uno del o tro, mis manos ya estaban sobre sus nalgotas, cada mano en una nalga, palpando, sobando, agarrando, tratando a la vez de que su vestido subiera hasta su cintura , pero ella no se quedaba atrás, ya su mano derecha buscaba afanosa el cierre de m i bragueta, dio con el y forcejeando logró su objetivo, echar mano a mi fierro que ya lucía una estupenda erección, se agarró con furia de él, diciendo con voz entrecorta da: --mira nada más que cosa tienes, si estás bien dotado chiquito, con razón de sobra n las novias papito, anda ya llévame a la cama, ya no aguanto las ganas de comerte todo. Con prisas pero sin dejar de besarnos nos desnudamos, rápido quité las sábanas y nos m etidos raudos a la cama, volvimos a quedar bien abrazados, besos, caricias por t odos lados, con ganas, muchas ganas de coger. Ya sin prenda alguna Lucero lucía un cuerpo esplendoroso, que par de chiches, piernas carnosas, nalgas no se diga, d uritas, redondas, bien formadas, y en el sexo una gran mata de pelos rubios, ala rgados, y la panocha, que pucha tan carnosa y tan caliente, casi quemaba mis ded os, olía rico, un olor penetrante, y sus jugos, creo que nunca había encontrado a un a chica que se mojara tanto como Lucero, cuando ya casi no podía más y mis dedos ya cabían enteros en su agujero, ella casi lo pidió a gritos: --anda ya, métemelo por fav or, ya no aguanto, anda papito cógeme, cógeme por favor. Se separó un poco y abrió sus piernas, flexionándolas un poco, se abrió con una mano la pucha y con la otra agarró mi verga parada hasta jalarme a su sexo. La penetración f ue instantánea, en cuanto la sintió adentro ya no pudo más: --ay, mi vida, que rica ve rga tienes, ya casi me vengo, nomás de sentirte adentro, ya casi me viene, déjame ve nir así, nomás con sentirte dentro de mi, no te muevas, déjame a mi, yo me muevo quedi to, bésame las tetitas, anda chiquito, termina de amamantarte, son todas tuyas, así papy quedito, chupa quedito, despacito, ay, no tan fuerte cariño!, lame, chupa, ch upa más, ay que mojada estoy, y que caliente chiquito, siento arder por dentro, ya no puedo más, ya casi papacito, tu aguántate mucho, que tengo muchas ganas, ya casi , ay es el cielo, que rico, hummm, más chupa más fuerte la teta, ya no la sueltes, p or favor, ay, papy, siente como me vengo, que rico, pica fuerte, muévete duro, con tu picha, duro, más duro, dame más, quiero verga, ay que rica verga, más fuerte, anda , papy cógeme, así, ya, ya viene, huy, cariñito, que bien lo haces, anda más, otra vez, que ya quiero de nuevo, fuerte, más fuerte, ay, cariño, me vengo de nuevo, huy, cach ito de mi vida, que verga tan rica, me llena toda--, en eso se me ocurrió una fant asía, ponerla patas arriba. Me detuve un poco y ella protesto: --¿qué haces?, anda sigue, no te pares, ah, quier es cambiar, pues anda, hazme lo que quieras, soy toda tuya, ¿así papy?, subo mis pie rnas, deja las agarro con mis manos, anda, así, vuélvelo a meter, pero ya no lo saqu es, por favor, que ya me corro de nuevo, ay mira cuanto jugo me sale de la pucha , estoy mojadísima, que rico, más fuerte, mételo más, más rápido, pica duro, fuerte, muévete apyyyy, ay, ahí está de nuevo, que rico, chiquitito que bien coges, ay, más, no dejes de moverte, hummmm, ya, ya niñito, espera, espera un poco, hummm, déjame disfrutar l a cogida, hummm, ay ya me duelen las piernas de tenerlas así, déjame tantito. Dejé que bajar sus piernas, pero no la solté, permanecí dentro de ella con mi pito to davía parado, bien firme, al sentirme me dijo: --¿todavía no te vienes, verdad?, que b ueno eres papy, ahora si eres todo un hombre, sabes como tratar a las mujeres, q ue se vengan primero, que gocen mucho y luego tú papy, así debe ser, que bueno eres, ya siento que te quiero, vamos a ser amantes papito, ya no te dejaré andar por ahí de pito fácil con cualquier chamaquita, serás todo mío, tú necesitas una mujer como yo. --"Mira cómo lo tienes de parado, ay si está hasta morado del esfuerzo, ¿ya te quieres venir chiquito?, déjame besarlo tantito y si quieres te vienes en mi boquita, ¿quie res?-- y sin decir más se avalanzó sobre mi verga comiéndosela toda al primer intento, la calidez de su boca, el percatarme que la vieja aquella se había tragado todo e l miembro y las delicadas de su legua sobre el glande, me hicieron sentir que no aguantaría ya mucho tiempo antes de empezar a echar chorros de mocos, y así fue, cu ando Lucero ya estaba dedicada por completo a chupar y meter y sacar mi verga de su boca, no pude aguantar más y tomando la cabeza de la chica sepulté mi verga hast a el fondo de su garganta, la mantuve en esa posición hasta que dos o tres chorros

hicieron que mi semen fue inmediatamente tragado por Lucero, quien tuvo que hac er un esfuerzo para que la soltara, pues la abundancia de semen amenazaba con ah ogarla, se soltó, mi verga salió de su boca y en pleno rostro eche otros chorritos d e mocos, más ella, ya recuperada volvió a comerse la polla, volvió a lamer el tronco y a lengüetear la cabecita, hasta que mis espasmos terminaron, cuando mi verga dejó d e estremecerse, se acostó juntó a mi con su cara muy junto del miembro, y ahí se estuv o, cerquita con sus labios apenas tocando el pito ahora semi flácido, entonces dij o: --"¿Sabes?, no se por qué, pero desde que te vi, hace una semana, interiormente supe que terminarías así, cogiendo, fue algo extraño, pero nomás te vi y me entraron unas ga nas terribles, tal vez influyó mi separación, pero es cierto, volví a verte y sentí de i nmediato algo muy extraño, como por arte de magia volvía a recordar al chiquillo que andaba fisgándome las nalgas, dime papito ¿te gustan mis pompas llenas de pecas?, ¿no son feas?". --"Claro que no Lucero, las tienes riquísimas, déjame demostrártelo", y de inmediato m e incorporé, hice que ella se acostara boca abajo y me situé detrás de ella, mi intenc ión era patente, aplicarle uno de mis tratamientos favoritos, duro contra sus nalg as, me acosté casi sobre ella, con ambas manos separé los dos globos carnosos y dura nte no que cuanto tiempo me dediqué a besar, chupar y lengüetear ese rojizo conjunto de pliegues de su culito, sus ahogadas exclamaciones de placer me indicaron que iba yo por el camino correcto, así que luego no fue sólo la boca, sino también mis de dos, primero uno, despacio, presionando ligeramente sobre el apretado hoyo, y lu ego cuando se distendió el anillo de pliegues y mi dedo hizo su entrada triunfal L ucero pidió más: --"ay chiquito que cosas me haces, anda sigue, dame más, quiero más pla cer". Y ahí voy de nuevo, más dedo, metiendo y sacando el índice, mientras los demás dedos aca riciaban la pucha mojada y abierta plenamente, luego fueron dos dedos en el hoyo , ya el agujero había dado de sí, por lo que se hallaba abierto dejando escapar el t ufo penetrante a excremento, más esto no hizo que dejara mis placentera ocupación, y a con más espacio tres dedos fueron tragados por el culo de Lucero, y luego de muc has metidas y sacadas, quité mi mano para volver a pegar mi boca al culo abierto, ahí besé, chupé y lengüetee muchas veces, hasta que ella ya no pudo más: --"no se que sien to, pero por favor mételo, quiero tu verga en mi culo, anda ya no me hagas sufrir, ya no aguanto las ganas de sentirte en mi culo, anda papy, cógeme por la cola". Sin más preámbulo me coloqué sobre ella, Lucero con ambas manos separó los cachetes de s us nalgas y dejó indefenso a su culito, puse la cabeza del miembro, ya bien erecto , sobre el hoyo y de inmediato la cabeza entró, con delicadeza se lo fui dejando i r todo, en medio de las placenteras exclamaciones de placer de Lucero, mucho tie mpo estuve cogiendo así, despacio, fuerte, rápido, de nuevo quedito, metiendo y saca ndo todo el miembro, luego no, dejando sólo la cabeza adentro, de nuevo todo de un sólo trancazo, hasta que pasando una mano por abajo de su cuerpo, llegué a su panoc ha, ahí me dediqué a acariciar la pucha, afuerita, en su clítoris, luego metiendo los dedos en la vagina, sintiendo con mis dedos, como mi verga la penetraba por el c ulo, así mucho rato, esto hizo que Lucero se viniera varias veces, hasta que ya no pudo más y me pidió semen: --"ya papy, ya no puedo más, ya me duele mucho la cola, ya vente, quiero sentir tu semen en mi culo, ya papy", sin más remedio aceleré mis mov imientos hasta que dejándome caer sobre ella eyaculé de manera sensacional dentro de ese caliente hoyo. Nos quedamos así, pegados, uno arriba de la otra, hasta que ella protestó: --"ya pap y, déjame ir al baño, me dieron ganas del dos, quítate tantito, ahorita regreso", de m ala gana saqué mi ya semi flácido pito, me acosté a un lado y ella presurosa se fue al baño. Luego de un rato escuché el ruido de la regadera, Lucero se lo estaba lavando , desde el baño me llamó: --"anda ven cochinote, báñate". De mala gana me levante y me metí tanbién al baño, ahí estaba ella, en medio de una nube de vapor lavando su cuerpecito, nos bañamos juntos, abrazados con las bocas pegad as, luego de un rato, ya secados nos metimos de nuevo a la cama, relajados desca nsamos un rato. Platicamos. --"Aunque no lo creas, haz sido el mejor amante que he tenido, no creas que he a ndado de nalga fácil, es claro que como mujer dejada todos suponen que andamos con la cola disponible, yo no soy así, te lo juro, desde que dejé a mi marido, antes sólo

conocí a otro hombre, el hombre con el que perdí mi virginidad, pero no fue nada im portante, sólo lo usé para quitarme las ganas, al poco tiempo nos separamos y no lo he vuelto a ver, por eso cuando te conocí más a fondo ya no pude aguantar las ganas, y ahora te lo pido de nuevo, quiero que seamos novios o amantes, como quieras, quiero tenerte en mi cama, dormir contigo y que cuando me despierten las ganas a media noche, tener ahí, cerquita tu pitote para que me pongas en paz, quiero ser sólo tuya, anda acepta". Acepté su propuesta y fuimos amantes varios meses, hasta que los familiares de amb os empezaron a sospechar, tiempo después ella se fue a vivir con su madre y yo me fui a provincia a estudiar, no la volví a ver. [email protected] Mi madrina Trini Lo que había considerado como un fastidio y una pinche monserga se convirtió, desde el primer día, en una maravillosa experiencia, más cuando volví a ver después de más de 6 años a mi madrina Trini. Ella me había llevado a bautizar cuando ya tenía casi 10 años. Después casi no la volví a ver, sólo supe que se había casado. Cierto día, en que apenas estaba empezando a disfrutar de mis vacaciones de la Voc a, la orden de mi madre me cayó como hielo: había que ir a visitar a la madrina Trin i, pues se encontraba sola a causa de que su marido trabajaba en provincia, "ve a verla y trata de ayudarla, hazle mandados y ve que se le ofrece, ya hable con ella por teléfono y quedé que ibas hoy en la tarde..., y ni te enojes, porque mañana t ambién vas a ir", no valieron pretextos ni nada. Y ahí iba yo, encabronado, cuando e n el camino traté de recordar como era ella, hummm, era una señora joven, de piel mu y blanca, medio chaparrita y caderona, hummm, ¡caderona!, pensé al momento, "bueno a l menos ver como se puso la madrinita con el casorio...". Y si, Trini seguía estando nalgona, bastante, medio gordita, pero acinturada. Le d io gusto volver a verme, me recibió gustosa, "siquiera tendré quien me acompañe un rat o espero que estropear tus tardes, pero me har s mucha falta ahora que no tengo quien esté conmigo en la casa". Y su primera orden: --"Mira José, quiero que vayas a la tienda y me compres alguna s cosas de esta lista, te doy la llave para que tu entres cuando regreses, posib lemente me duerma un rato, acostumbro hacerlo a veces, pero tengo el sueño pesado, si ves que ya son las seis de la tarde pasas a mi cuarto y me despiertas, porqu e si no vas a estar aquí esperando a que yo me despierte y a lo mejor tu tienes co sas que hacer más tarde". Resignado fui a hacerla de mandadero, refunfuñando y pensando "pinche vieja huevon a, ella durmiendo y yo a la tienda por el mandado". Al rato regresé con las compra s, no noté ruido alguno, supuse que Trini estaría durmiendo, ni siquiera me asome a su cuarto, que por cierto tenía la puerta abierta, me senté a ver tele un rato y cua ndo ví que la tarde amenazaba con ponerse lluviosa, fui a recoger la ropa recién lav ada colgada en el tendedero, ahí mi segunda sorpresa, colgado del lazo estaba una serie de pantaletas de mi madrinita, hummm, chicos calzonzotes para guardar trem endo par de nalgas, pensé al revisar algunos de ellos, me imaginé a mi madrinita con alguno de esas prendad y eso bastó para ponerme el pito más que parado. Entre con la ropa y me dirigí a su recámara, donde ella seguía durmiendo, acostada sob re la cama, de lado, dando la espalda a la orilla de la cama. Desde la puerta ví e se par de pantorrillas blanquísimas y llenas, y el vestido que apenas le cubría las piernas, sobre todo el nalgatorio, que formaba una gran curva sobre su cuerpo. Hice algún ruido para hacer que se despertara, hablé fuerte, nada, moví una silla, nad a, ella dormida. Entonces se me ocurrió una travesura, sigiloso me acerqué a la cama , me arrodillé cerca de la cama, tratando de mirar bajo el vestido de Trini, que s eguía durmiendo. Miré sus blancas piernas, con algunas venitas azules, más adentro ya no era posible mirar nada, entonces hice algo más atrevido, con mi mano tomé la oril la del vestido y lo alce lentamente, tratando de no hacer ningún ruido. Lo amplio del vestido me permitió ahora si ver más arriba, huyyyy, por todos los cielos, que c osas!, las nalgas de mi madrina cubiertas por una pantaleta blanca. Me acerqué con mucho cuidado, sin soltar el vestido, si, que rico culo el de mi ma drinita. Volví a mirar y entonces mi sorpresa no tuvo límites, por las orillas del c alzón asomaban los pelos, muchos pelos, negros, negrísimos, ensortijados, largos. Tr ini estaba peluda de la pucha, y por mis cálculos, también de la cola. Durante largo

s minutos contemplé aquella visión, la carne blanca, blanquísima, los pliegues de la c arne en aquel sitio donde termina la pierna y empiezan las nalgas, los dobleces del calzón en el punto justo de la entre pierna, ahí donde escondida estaba la pucha , y los pelos, que pelos!, muchos. Incapaz de soportar tal espectáculo, salí sin hac er ruido, para correr al baño y hacerme una rica paja, sólo con recordar la visión de Trini, sus nalgotas, su culo cubierto por su calzón y esa inmensa cantidad de pelo s, me vine casi inmediatamente. Vi que ya eran poco más de las seis, así que ya no había tiempo para otra miradita, tr atando de ocultar mi nerviosismo fui hasta ella y la moví tocándola por el hombro, e lla, luego de despertar, se sorprendió al verme, entonces le dije que ya eran las seis, y que si no se le ofrecía otra cosa ya me iba para mi casa. Me invitó a cenar y a ver tele con ella por un rato, se lo agradecí, quedando de reg resar al día siguiente. **** Al día siguiente tarde se me hacía para ir a ayudarle a mi madrinita. Llegué puntual, a las 3 de la tarde, y ya tenía encargos, que limpia acá, que bárrele allá, que junta aq uel tiradero, en esas estaba cuando la voz de mi madrina me indicó: "oye José, voy a bañarme y me recostar un rato, no se te olvide despertarme a las seis, por favor, porque ayer no vi la novela completa, acuérdate que tengo el sueño pesado, ah! si ti enes algo de hambre tomas algo de la cocina...". Seguí con mis quehaceres, de reojo vi por la ventana que la luz del baño se encendía, mi madrinita estaría lavándose la panochita, panochota!, seguro tiene tremendo panoc hón, dije para mis adentros. Terminé con los encargos, calculando que ya estuviera d ormida, me asomé sigiloso a la recámara y si, ahí estaba de nuevo ese cuerpo quietecit o, señal de que la mujer ya dormía la siesta, de espaldas a la orilla de la cama, es peré un rato más, serían como las cinco de la tarde, volví a asomarme con cuidado, seguía dormida, pero para mi sorpresa tenía puesta su bata de baño, una blanca, amplia y af elpada bata de baño que le cubría hasta poco más abajo de las rodillas. Hice la misma operación del día anterior, sin hacer ruido me acerqué a ella, tratando de contener mis ansias y mi nerviosismo me hinqué cerquita de ella, procedí a levant ar levemente la orilla de la bata lo que vi casi me provocó eyacular de placer. Trini no se había puesto calzones!, por todos los cielos!, ahí estaban sus nalgotas, carnosas, blanquísimas, los dos globos carnosos, rotundos, de piel muy lisa. Como ahora Trini tenía medio flexionadas las piernas, el espectáculo era mejor, que ricura de carne y pelos. Muchísimos vellos. Lo rotundo de las nalgas hacía que no se viera la renegrida carne del culo, pero era evidente que la mujer tenía pelitos h asta en la cola, pues a pesar de que los cachetes de las nalgas se pegaban uno c ontra el otro, era posible entrever que ahí en la zona del ano, salían entre los cac hetes pelitos igual de largos y chinos que los que le cubrían apenas los gruesos l abios de la pucha. Ahí mismo tuve una gran erección, más contuve mis ansias de jalarme la verga en el baño, acerqué más mi cara a aquella carne hasta ver donde las piernas se cerraban y queda ba la pucha con sus vellos rizados y negros. Era curioso, pero en esa zona, la piel de mi madrina ya no era blanca, no, su pi el se tornaba algo oscura, requemada. Lo mismo el delicioso valle donde se junta ban las nalgas, era ya demasiado, no lo podía soportar, que hacer ahora?, que hace r?, ¿y si la tocara?, ¿sería posible?, ¿ella sentiría mis tocamientos?, ¿su sueño sería tan p undo? Ya no me podía contener, tenía que hacerlo!, así que atento a que ella no fuera a desp ertar, con sumo cuidado fui deslizando mis dedos, levemente, casi si tocar aquel la carne, bajé poco a poco la mano, mis dedos chocaron con las nalgas ahí donde se j untaban, sentí la sedosidad de sus pelitos y la suave textura de la piel, me quedé q uieto, muy quieto, disfrutando de la calidez y suavidad de aquella piel prohibid a. Ella seguía profundamente dormida, continué con mis tocamientos, ahora ya tres dedos de mi mano izquierda estaban sobre la raja, la acaricié, sintiendo como los pelos se entretegían con mis dedos, recorrí la piel de adentro a afuera, sobre los grueso s labios de la panochota peluda, entonces me detuve, dejé ahí mis deditos, y otra os ada idea vino a mi mente, ¿y si metiera mi dedito en su pucha?, ¿sería posible?, ¿qué se s entiría?, ¿despertaría ella?

Con estos pensamientos traté de idear la mejor forma, me acomodé mejor, pues mi posi ción era algo incomoda, volví a meter la mano, lentamente, muy lentamente, con tres dedos de la izquierda sobre la raja, la acaricié, levemente, muy levemente, sobre la raja, adelante y atrás, entonces presioné el índice sobre los gordos labios de la p ucha y seguí con mi recorrido, levemente, poco a poco el dedito era tragado por lo s labios, por todos los cielos que ricura!, que suavidad, que textura, que calid ez!, era maravilloso, y la vieja esa totalmente dormida, ahora ya mi dedo índice e staba dentro de la raja, seguí moviéndolo poco a poco, sintiendo como la rajada se c alentaba, y lo mejor, algo ahí adentro se mojaba, algo viscoso facilitaba el suave vaivén de mi dedo, en eso algo sucedió de pronto, un liguero movimiento, Trini se i ba a despertar!, pensé de pronto, pero no, junto más sus piernas haciendo con esto q ue su pucha quedara más accesible, más plena a mis caricias, y algo más, un leve queji do, un delicado "hummmmm", escapó de sus labios. Bajé la mirada y con sorpresa vi qu e su panocha respondía a las caricias, ya no estaban los labios cerrados, ahora se entreabrían, los labios menores saliendo de entre los gordos labios mayores, y lo mejor, estaba mojada!, ya sus jugos empapaban mis dedos. Volví a pasar el índice por entre aquellas carnosidades deliciosas, los labios de tr agaron el dedo, Trini volvió a dejar escapar un hondo y apagado hummmmm, entonces presioné el dedo, poco a poco, ahí, en donde suponía estaba la entrada de la vagina y si, di con el agujero de la pucha, suave, caliente, viscoso, muy baboso, apenas la punta del dedo estaba en la entrada y ya había algo que me quemaba y parecía succ ionarme. Con cuidado volví a mirar y lo que vi fue maravilloso, ahora la pucha estaba abier ta totalmente, los colgajos de los labios plenos, abiertos, mojados, escurriendo ya los jugos del amor, presioné más y poco a poco mi dedo fue tragado, lo dejé ahí, en las profundidades de mi madrinita rica, lo moví un poco, adelante y atrás, salió mojad o, baboso, caliente, lo deslicé de nuevo, hasta el fondo, metí y saqué el dedo, varias veces, entonces me detuve, no, ya no debía seguir, si le llegara el orgasmo se de spertaría, descubriendo que su ahijadito le estaba haciendo una rica chaquetita co n el dedo. Poco a poco saqué el mojado dedo, los labios quedaron abiertos y escurr iendo algo viscoso, los jugos amorosos de mi madrinita. Me levanté, cubrí sus pierna s con la bata, y resignado moví su hombro con mi mano, varias veces, diciéndole "ya Trini, ya son las seis". --"Hummmm, ¿qué?, ¡ah si!, hummm, ya José, hummm, gracias, estaba profundamente dormida, en medio de un extraño sueño, déjame levantarme, espérame en la sala, ahorita salgo". Salí, pero me dirigí a la cocina, saqué un refresco del refri y me serví un vaso, ahí espe ré a que Trini saliera de su cuarto, tardó un poco, seguro había descubierto en que es tado se encontraba su pucha y en el baño seguramente se estaría limpiando la panocha de aquellos jugos que yo había provocado, además de ponerse calzones, pensé. Media hora después salió ella: --!Ay José, tuve un sueño muy raro y me desperté muy agitad a". --"Pues que soñaste",le dije. Sonriendo me dijo: --"No, no te puedo decir, pero creo que ya extraño a mi marido, bueno voy a ver la tele, ¿me acompañas?". --"No Trini, ya me voy, nomás déjame ir al baño y salgo de despedirme". Fui corriendo al baño a poner en paz a mi verguita, furiosas sacudidas hicieron qu e saliera de mi una buena cantidad de semen. Al salir del sanitario noté algo curi oso, no había cerrado bien la puerta!, sólo la había dejado emparejada!, ¿vería algo Trini ?, ¿sería capaz?, al salir lo confirmé: --"Oye José, espera no te vayas aún, ¿sabes?, no me había dado cuenta, pero ya casi eres un hombre, disculpa, pero sin querer me di cuenta de lo que hacías en el baño, te e stabas acariciando ¿verdad?, ¿te ocurre a menudo?, disculpa si te incomodo, pero me gustaría saber por qué se te puso así el pollito, ¿me podrías decir? Yo de momento me quede sin habla, pero al notar que en ella no había actitud de en ojo o algo parecido me calmé, la seguí hasta un sillón de la sala, ambos nos sentamos y de nuevo ella habló: --"Ahora si, quiero que me digas que te pasó, por qué te dieron ganas, supongo que t ienes novia, eres un chico guapo y debes tener admiradoras, yo te podría dar algun os consejos, ¿sabes? --Bueno, es que..., se me hace difícil hablar de esto, pero creo que he hecho algo

indebido..., disculpa, pero verte dormida, ahí en tu cama, ver tus piernas desnud as, no se..., pero eso me provocó una gran excitación, disculpa no lo pude evitar... --Nomás eso?, ¿no hiciste nada más?, sólo miraste mis piernas y se te levantó? --Si, creo que si, disculpa... --No debes disculparte, a tu edad suelen pasar esas cosas, yo también debo disculp arme por mirarte en el baño, pero sentí curiosidad, además cuando me despertaste estab a yo en un estado muy excitado, ¿seguro que no hiciste nada más que ver mis piernas? --Nnnnno, seguro. --Te creo, no te preocupes, sabes?, cuando te miré en el baño vi como lo hacías, con m uchas ganas, con mucha prisa, tomabas tu... miembro y lo frotabas muy fuerte, no te incomodas si te digo que me pareció un buen pene, lo tienes grandes y grueso, muy erecto, pero lo que te iba a decir es que, bueno, a veces las chicas tenemos experiencias con nuestros novios y al paso del tiempo aprendemos como acariciar aquello, me acuerdo que a veces con algún novio a ambos nos gustaba acariciarnos y a él le fascinaba que lo hiciera despacio, delicadamente..., platícame un poco de tus experiencias... --"Pues he tenido poca experiencia, con alguna chica lo he hecho así, y tienes razón , hacerlo despacio aumenta el placer, pero como te digo no se mucho de eso todavía . --"¿Quieres que te enseñe un poco?, mira olvídate por un rato que soy tu madrina, pero me gustaría compartir un poquito de mis experiencias para que las pongas en práctic a con tu novia, mira haremos alguna cosita, pero ante todo debes tener presente que sólo haremos... digamos una pequeña práctica, ¿quieres? --"Bueno, si tu también quieres... --"Dime, ¿te sientes excitado?, ¿quieres que apague la luz? --"No, mejor así como estamos, me siento algo excitado, pero creo que necesitaría al go más... --"Algo más?, ¿me quieres ver a mi?, anda dime, ¿qué cosa te gustaría ver de mi? Entonces las cosas tomaron su curso, ahí en el sillón de la sala de Trini. La mujer se abrió la bata y me enseñó sus preciosas tetas blancas, redondas, con un par de pezo nes color cafecitos que ya empezaban a ponerse duros y paraditos. --"Dime José, ¿te gustan mis senos?, ¿esto quieres ver?, son suaves y blancas, carnosa s, te gustaría tocarlas?, más abajo tengo otras cositas... --entonces se levantó del s illón y poniéndose frente a mi con las piernas medio abiertas me mostró tu peludo bajo vientre--, aquí hay cositas interesantes, mira, mis piernas, mi pancita, casi no tengo panza, me cuido mucho y esto, mira esto ¿te gusta mi gatito?, es peludito y gordo, muy peludito, ¿ya se te paró ahora si? Sin poder decir nada, ella notó que ya estaba a punto, entonces se volvió a sentar j unto a mi, no tuve que hacer nada, sus manos maniobraron sobre el cierre de mi p antalón hasta bajarlo, me levanté un poco cuando ella trató de bajarme el pantalón junto con mi truza, ya con mi ropa hasta las rodillas ella exclamó: --"Ay mira cómo estás, tienes una rica pollita de hombre, hummm, déjame tocarla, déjame a mi, tu no hagas nada, sólo siente, siente mis dedos sobre la cabecita, ya la tie nes mojadita, hummm, es rico sentir esa agüita que sale de tu pito, así, déjame hacerl o despacio, bajando la telita de la cabeza con mis dedos, despacio, rico, ¿te gust a?, seguro que te gusta, ahora más abajo, así con mis dedos alrededor, más abajo, hast a pelar toda la cabeza, ahora para arriba, así, despacio, de nuevo abajo otra vez, ahora otra cosita, mira, tomó tu verga con mi mano, la rodeó con todos mis dedos, m enos con el pulgar, esté lo pondré sobre la cabecita de tu cosota, mira, así, con la v erga pelada, la aprieto, subo mi mano, te froto, sin soltarla, haciéndole cariñitos con el pulgar en la cabecita, así, suavemente, de nuevo bajo la mano, mucho, mucho , hasta abajo donde están tus pelos para que se pele bien el garrote, así, así, de nue vo empezamos otra vez, hummm, es rico, muy rico, yo siento muy rico tu cosa, ¿ya t e quieres venir? --"No Trini, sigue, dame más placer, pero me gustaría también tocarte a ti... Sin soltar mi verga ella dijo: --"Hummm, ¿te gustaría acariciarme la pucha?, mmmm, n o se si deba, pero hacerte esto me ha puesto muy inquieta, mira haremos una cosa , no nos tocaremos más que nuestros sexos, yo te acarició tu pollo y tu pones tu man ita sobre mi gatita, que ahorita debe estar convertida en un charco de lo mojada , me acaricias así como yo, suavemente, yo te voy dirigiendo hasta que los dos sin

tamos rico y tengamos un rico orgasmo, ¿quieres? Entonces ella se sentó bien sobre el sillón hasta recargarse sobre el respaldo y con la bata solo sobre sus hombros abrió mucho las piernas, volvió a posesionarse de mi verga con su mano izquierda y con la otra dirigió mi mano a su pucha: --Mira, siente mi gatito peludo, abierto, muy mojado, ¿te gusta?, claro que te gus ta, ya sentí que tu verga se puso más dura, ahora desliza tus dedos por la raja, abr iendo los pelos, despacio, lentamente, abre los labios, siente como está hirviendo mi carne allá adentro, siente la suavidad de mi sexo, mira como se abre más para re cibirte, aaayyyy lo haces muy bien, y tu garrote, ya está a punto de darme su lech e, sigue, sigue, así suave, más abajo, ahora arriba, siente ahí esa cosa durita, se ll ama clítoris, ahí sentimos muy rico todas las mujeres, pero debes tratarlo bien, muu uuuy bien, tócalo delicadamente, con tu dedito dale caricias, suave, juega con él, m ueve tu dedito suavemente, huuuuummm, chiquito que bien lo haces, aprendes rápido, sigue, sigue, dame más, huuuuy chiquito ya estoy a punto, hummmm, con tus otros d edos tócame abajo, si, ahí, en la entrada de la pucha, huuuuy, siente cómo está apretadi to el hoyito, siente como te succiona el dedito, ahí estoy más mojada y caliente, si ente, ahora mete tantito el dedo medio, poquito, despacio, sin abandonar mi clit , sigue así chiquito adorado...., hummm, que rica verga tengo aquí, pidiendo abrigo en mi pucha, ayyyy ya casi, hummmm, ya papito me llega, ya me llega, mueve tu ma nita más, más, así, mete más tu dedo, ahora otro, ay cariño, muévelos más, adentro y afuera, uyyy, ya papy, ya me vengo, ayyy que rico, déjame darle su merecido a tu pollota.. . Así, mientras mi madrinita era presa de un riquísimo orgasmo, cerrando sus piernas p ara dejar apresada mi mano en su sexo y todo su cuerpo era presa de deliciosas s ensaciones, su mano aceleró su trabajo sobre mi verga, moviéndose furiosamente hasta hacer que un prolongado chorro de mocos embarraba su mano. Ambos nos quedamos e n silencio unos minutos, cada quien recuperándose de la venida, la miré suspirar hon do y profundo, sus ricas tetas subían y bajaban, toda su piel parecía palpitar, poco a poco aflojó la presión de sus piernas y dejó salir mi mano de entre ellas, toda emp apada de sus jugos, soltó a su vez mi verga y volviendo a mirarme sonrió. Un delicio so olor a sexo inundaba la sala. Mientras se levantaba del sillón, y con su bata limpiaba su sexo de sus abundantes jugos me dijo: --"Hummm fue maravilloso José, creo que nunca había sentido tanto placer, digo, con mi esposo es diferente, pero tu eres especial, se que hemos hecho algo indebido, que debemos guardar en secreto, pero no me arrepiento, dime que sentiste tú, ¿fue r ico? --"Eres una mujer maravillosa Trini, me hiciste riquísimo, pero ¿sabes?, me gustaría h acer otras cosas, me gustaría poseer tu cuerpo, sentir mi verga en tu puchita... --"Lo se..., yo también lo deseo, hacer esto contigo hoy despertó todos mis deseos d e mujer, tengo tantas ganas de hacerte más cositas..., pero no se, tengo miedo, es to puede terminar mal..., tengo remordimientos..., pero a la vez muchas ganas de ti, déjame pensarlo, ¿vienes mañana? --"Claro!, digo si tu quieres... --Bueno, déjame limpiar tu cosa con mi bata, tienes mucha leche, sobre lo que quie res..., mañana platicamos, por lo pronto..., gracias cariño, me hiciste muy rico..." , dijo ella a la vez que me daba un besito en la boca. Email: [email protected] , micifuz66 La Turista II Segunda versión sobre un relato ya presentado en Todorelatos, La Turista, ahora co n una secuela diferente, a petición de la protagonista El sol pegando a plomo sobre la explanada del Museo de Antropología, pasadas las 2 de la tarde; el fastidio que se suma al calor y al encabronamiento; la duda que se convierte en certeza: ni madres!, ya no llegó; grupos de turistas entrando y s aliendo del recinto, los infaltables vendedores ambulantes, pinches turistas, pi nches vendedores, y ya encarrerados: pinches viejas, pinche Luz, me la volvió a ha cer, me dejó plantado la vieja.

¿Y ahora?, ¿qué hacer?, y yo con esta pinche sed, comprar una coca, la transitoria sol ución, mientras mentalmente seguía maldiciendo a esa mujer que ya me la había hecho de nuevo, de nueva cuenta ahí con mi cara de . Un enorme cartel llama mi atención, la ex posición China de unas esculturas de barro, bueno, al menos hay que hacer algo, me digo. Ya haciendo fila para entrar la veo pasar, madurona, alta, rostro angulad o pero de rasgos finos, delgada, pantalón de mezclilla azul, playera negra, lentes para el sol, bolsa café colgándole del hombro derecho bien apresada bajo el brazo--, piel blanca y pelo castaño, lacio, suelto hasta media espalda, sobre la cabeza un sombrerito de palma, de los que venden allá afuera. Parece perdida, asustada, nerviosa, no se decide a comprar el boleto de entrada, viene sola y no es fea, en eso una gorda me empuja por detrás, si, ya voy; entro a ver esas madres chinas, pierdo de vista a la flaca del sombrero. Media hora después, con un cartel y llavero chino salgo de la exposición, "pinches c hinos, qué ocurrencias de mandar a hacer tantas figuras de barro para enterrar a u n güey, estaban locos me cai", pienso y me dirijo a las salas del museo, escojo la sala maya sin más interés que perder el tiempo y me pierdo entre la gente, turistas gringos, viejos la mayoría, con su incomprensible inglés; me entretengo en mirarle las nalgas a las gringas; la mayoría de las asistentes ya pasaron a viejas y sus f ofos cuerpos para nada atraen las miradas masculinas, viejas escurriendo celulit is con nalgas chatas y temblorosas, masas informes atrás, carne fofa y escurrida, sólo una que otra trae buen culo, pero "algo hay que hacer", me digo. Entonces la veo, sola, solita y su alma, parada frente a unas reproducciones mayas hojea un folleto sobre la cultura azteca, en español, parece leer por momentos, luego alza la vista y vuelve al folleto, la miro con más detenimiento, fea no es, ¿46 o 50?, pa ra tener 50 está bien conservada, delgada pero con buenas nalgas, carnosas, parada s, piernas moldeadas y largas y buenas, sus chiches pequeñas, pero firmes; me río, m e acerco. --"No son aztecas", le digo --"¿Perdón?", dijo. --"Digo que estas reproducciones no son aztecas, esta es la sala maya". --"Pensé...", se ríe y alza la vista, añade "creo que me perdí", vuelve a hojear el foll eto. --"Vienes sola". --"Sssi, creo que sí". --"Si quieres te acompaño a la sala azteca, yo también vengo solo", digo y me presen to, nos presentamos. Ella argentina, de nombre María del Carmen "en casa me dicen Mita y mis amistades m e llaman Azul"--, abogada, de Buenos Aires, su primer viaje a México, no pensaba v enir aquí sola, "pero", calla, se apena, "bueno, ya me tengo que ir, otro día vengo y contrato un guía de turistas". --"No te apenes, te puedo acompañar sin ningún compromiso, a mi me plantaron, no se a ti, además no creas todo lo que se dice de México y de la inseguridad y todo eso.. .". Sonríe y añade "no es eso, lo que sucede es que quiero comer algo, quedé de verme en e l hotel para comer con unos conocidos que llegaron ayer conmigo al hotel y ya se hizo tarde". Me rindo: "bueno pues, no insisto, que tengas un buen día y que te diviertas en tu viaje, adiós". Ya cuando salía de ese lugar me alcanza: --"Disculpa, ¿de verdad me podrías acompañar?, si tienes tiempo..., es que no conozco nada de tu país..., tengo un poco de hambre y no se dónde ", sonríe. --"Por supuesto, podría acompañarte, aquí en Chapultepec hay cerca varios sitios donde se come bien, no se de qué tengas ganas, pero podríamos ir al Restaurante del Lago, vamos en mi auto o en un taxi, como prefieras, aquí en el estacionamiento está mi c oche", le digo mientras caminamos ya hacía ese lugar, se dejó llevar, pero pregunta: --"¿Y no es caro?". --"No te preocupes, yo invito, como muestra de la hospitalidad mexicana", le dij e. Dos horas después, ya satisfecha y con dos copas de vino, la argentina cuenta su h istoria: hizo amistad con un tipo por internet, la invitó a México, quedó de ir por el la al aeropuerto, pero el güey faltó a la cita; estuvo tres horas esperándolo, luego p

ensó que el tipo la buscaría en el hotel, pero nada, nada pescadito, le llamó varias v eces a su teléfono, que resultó el de su oficina, nadie le dio razón; al final del dra món, su mirada triste, a punto de nublarse de llanto, y un apagado suspiro me dier on a entender que o bien la vieja era una experta actriz o de verdad la argentin a sí estaba perdida y necesitada de compañía. Para modificar en algo su apachurrado ánimo la llevé a caminar por el bosque, era te mprano, apenas las cinco, todavía no era peligroso vagar por el bosque, y sin darn os cuenta ya nos tomábamos de las manos; lo que siguió fue natural: ella se recargó so bre el tronco de un árbol, yo me acerqué, las bocas se juntaron con los labios abier tos en un apasionado beso, que se hizo más intenso al juntar ambos los cuerpos, y ya cuando mi mano derecha tocaba su teta, la izquierda, Mita tuvo el valor de se pararse: "mejora ya vámonos". No insistí. Caminamos en silencio hasta el coche, seguimos igual cuando ya por Reforma íbamos rumbo a la Zona Rosa, aceptó caminar entre esas calles, su rostro se iluminó, platic amos un poco más: "no creas que tuve que ver con el tipo que me dejó plantada, nos h icimos amigos por medio de la red, tal vez conociéndonos en persona podríamos ir a más , pero ya ves, tengo mala suerte; en Argentina no tengo nada, de hecho hace tiem po no tengo amigos ni tampoco novio; no he estado casada ni comprometida, más bien soy una mujer solitaria, dedicada a su trabajo, eso es todo", dijo. Nos metimos a un bar ruidoso, había música de mariachi, se puso contenta, nos tomamos dos tequi las, se notaba mareada, me pidió que la llevara a su hotel. Para entonces pasaban de las diez de la noche. Metidos en el carro volvimos a be sarnos, ella quiso, tenía ganas. Cuando seguíamos con las bocas pegadas intenté meter mi mano en su entrepierna, el pantalón estorbaba, dijo "no espera, nos pueden ver" mirando hacia fuera la oscura y desierta calle, cuando volví a intentar desabroch ar su pantalón ella cooperó, hizo suficiente espacio como para que mi mano vagara so bre su pubis, sobre su panti, volvimos a besarnos, pero antes junto a mi oído dijo "metéme el dedo", abriendo un poco más sus piernas, entonces su respiración se hizo más agitada, y mientras mi dedo entraba y salía de su caliente cueva, haciendo circul itos a la vez en el viscoso agujero, Mita movía adelante y atrás su pelvis, como yen do al encuentro de mis dedos, dos de los cuales exploraban sus viscosas y ardien tes profundidades, minutos después con un intenso "aaaaahhhh" se vino bañando mi man o de jugos. La dejé terminar haciendo más lentas las caricias de mis dedos. Ya más calmados ella acomodó su ropa y yo encendí un cigarro, apoyó su cabeza sobre mi h ombro, tomé su mano izquierda y la llevé hasta donde mi verga buscaba alguna satisfa cción, sonrió quedo, en forma pícara, apretó la mano sobre la erección, le propuse "dale u nos besitos"; "¿aquí?, no me atrevería, además no se cómo... y alguien podría vernos..., mej or ya vámonos", argumentó, insistí "no hasta que le hayas dado besitos", procediendo a bajar el cierre del pantalón y sacando a la penumbra el garrote erecto. Mita de i nmediato lo agarró diciendo "se siente graaaande", acto seguido fue bajando su ros tro hasta mi entrepierna hasta que sentí su boca abrirse para tragarse poco a poco la dura tranca; si no sabía cómo, aprendió muy rápido, dos o tres minutos fueron sufici entes para que sintiera que el semen se me salía, "dame tu leche bebé", dijo en voz suplicante, acto seguido tragó más pinga y succionó de tal forma que de pronto me esta ba viniendo, llenando su boca de lechita; quiso quitarse, pero la obligué a tragar se todo, eso hizo y no la solté de los cabellos hasta que los últimos espasmos cesar on, le extendí una servilleta de papel, tomada del bar, y se la ofrecí a modo de toa lla, la aceptó gustosa, se limpió la boca y las mejillas embarradas del pegajoso líqui do, ambos sonreímos en la penumbra del coche e insistió en que la llevara a su hotel . Eso fue todo ese día, para el siguiente quedamos que en caso de no apareciera su n ovio, iría a un recorrido por Teotihuacán en un grupo que se había formado en su hotel , que me llamaría a mi celular si acaso estuviera disponible al regresar. Como quedamos Mita llamó cerca de las seis de la tarde, ya había regresado de su pas eo arqueológico, pero se sentía un poco cansada, propuso que nos viéramos en el bar de su hotel a las nueve de la noche, "para platicar", dijo. Llegó puntual, justo al momento en que le pedía al mesero una cerveza Corona, nos mi ramos, se apenó, su rostro enrojeció, pero sonriente aceptó sentarse junto a mí, pidió una limonada y luego de platicarme sobre cómo le había ido en su excursión añadió: --"Me siento apenada, por lo de ayer..., ¿viste?, lo que pensarás de mi..., o de las

argentinas, me interesa saber qué piensas sobre eso". --"Nada en particular, sólo que ambos quisimos hacerlo, teníamos ganas, no hicimos n ada malo ¿o si?". --"¡No por supuesto!, pero es que apenas y nos conocemos y..., los dos, ahí..., ¿viste ? en tu auto, haciendo eso, no me mires por favor..., siento pena, disculpa, tal vez tú, ustedes, estén acostumbrados a esas cosas, nosotras las mujeres no, al meno s no yo..., ¿viste?". --"Pero dime, ¿te gustó?". Cubriéndose parcialmente con sus manos en rostro, sonrió: "claro tonto, ¿cómo preguntas eso?, a mi me gustó, hacía tanto tiempo que no..., y tú dime ¿te gustó lo que hicimos?". --"Pues si, mucho, y quisiera más...". --"¡Más!, ¿qué más?". --"Pues ya sabes, hacerlo bien, completo, todo... --"¿¡Todo, completo!?, te refieres a..., que tú y yo..., no lo se..., siento que no me atrevería, casi no nos conocemos, me siento nerviosa y ¿cuándo sería?, ¿cuándo quieres?". --"Quiero sólo que tú quieras, podría ser hoy mismo, en tu cuarto, los dos, ¿quieres?". --"No lo se, no estoy segura..., por qué mejor no me llevas a dar la vuelta por ahí y tal vez, no se..., ¿quieres?". --"Pues si así lo deseas, pero yo quisiera que mejor subiéramos a tu cuarto y platicár amos primero, que nos conociéramos más, me gustaría verte..., desnuda..., que me viera s..., igual..., ¿quieres?". --"jojojo, mejor no preguntes..., anoche te sentí..., tan grande..., tú..., eso..., ¿v iste?, me besaste muy rico, me excitaste mucho, hasta desee hacerlo..., pero... no se..., me daría pena, además tengo miedo de que..., nos vean subir hasta el cuart o, a lo mejor está prohibido, no se...". --"Mira es fácil, no creo que se den cuenta, primero sube tú, me esperas ahí, yo llego y abres la puerta, ¿qué cuarto ocupas?" --"El 1223". --"Bueno pues, espérame arriba". Dudó un poco, me miró por momentos, se levantó poco a poco diciendo "no tardes bebé". La vi salir del bar contoneándose, moviendo ligeramente sus nalgas enfundada en ese vestido a rayas negras. Cuando llegué frente a su puerta no hizo falta tocar, estaba abierta; el cuarto a media luz, en silencio, débil su voz: "pasa bebé, ya te espero". Estaba sobre la cama, todavía con aquel vestido a rayas, las largas piernas extend idas, cerradas, los pies desnudos, mirándome fijamente, a un lado estaba su ropa i nterior, sus pantaletas, rosas con aplicaciones bordadas y perlitas; me sentí extr año en aquel lugar, también un poco nervioso, permanecí de pie, expectante, mirándola, s onriéndole, igual que ella lo hacía: "ven acércate, siéntate junto mío, aquí juntito", dijo señalando su cama. Cuando cumplí su pedido, acercamos los rostros e iniciamos un largo beso ensalivad o, ella acariciaba mi pierna derecha, cerca del bulto formado por mi erección, yo tocándole levemente sus teticas, hasta que se separó para decir: "quisiera verlo, to do esto, así, duro, quiero verte desnudo con esta cosa parada", sonriente y con la mirada anhelante. Me levanté para despojarme de la ropa sin dejar de mirarla y mientras mi camisa y mi pantalón quedaban en el piso, ella alzó su cuerpo para quitarse el vestido, lenta mente, hasta que la prenda salió por arriba de su cabeza y su delgado y blanco cue rpo quedó al descubierto: las chichitas pequeñas de pezones rosados, el plano vientr e pintado con algunas pecas, más abajo una rala mata de pelos castaños apenas le cub ría la raja casi invisible, pues sus largas piernas se mantenían cerradas. Siguió mirándome atenta, sin parpadear, mientras me quitaba la truza, y cuando por f in mi garrote erecto le apuntó, pareció abrir más los ojos, pero me mantuve quieto, ju nto a la cama, sopesando con la mano derecha todo el paquete, como ofreciéndoselo, poniéndolo a su disposición; estiró la mano izquierda queriendo alcanzar aquello que no podía dejar de mirar, me acerqué un poco, entonces si, su mano alcanzó mi pene erec to y lo tomó; acarició el duro garrote de forma suave, rodeando con sus dedos el tro nco y subiendo y bajando la mano lentamente, los dos en silencio, yo de pie, ell a acostada en la cama sin dejar de mirar mi sexo. --"Se siente duro, grande, lo tenés muy rico", dijo en voz baja mientras me sentaba

en la orilla de la cama junto a ella, que no soltaba el miembro, acercamos nues tras bocas y las juntamos en un largo beso, sentí su caliente y agitada respiración en la cara, su lengua como culebra dentro de mi boca, y su mano más atareada allá ab ajo, pelándome la verga para acariciar el ya húmedo glande; nos dimos otro largo bes o mientras le sobaba sus chiches pequeñas pero firmes; luego sin decirnos palabra me puse de pie y acerqué mi palo a su cara, ella sin soltarlo abrió lentamente los l abios y cerró los ojos cuando se lo empezó a tragar, primero despacio, luego con tal ansia que le provocaba accesos de vómito, pero volvía a metérselo todo o casi todo. Parecía que había perdido práctica como mamadora, o bien estaba muy ansiosa o agitada, o ambas cosas, pero luego ya mamaba mejor, succionando el pito desde lo profund o de su boca; yo metía y sacaba el miembro lentamente procurando contener su agita ción, procurándome mayor placer, ella entendió y se acopló a mi ritmo, succionando el gl ande con su gloriosa boquita caliente, titilando la cabecita con su filosa lengu a en punta, recorriendo con ella los contornos de la cabeza de mi verga; luego s e la comía toda o casi toda, con ansia, casi con furia en tanto que yo le pellizca ba los duros pezones rosados y en eso separó su boca de la verga para pedir: "dame leche, bebé dame toda tu lechita, la quiero " y siguió mamando, pero más fuerte, chupan do más. Coloqué entonces mis manos sobre su cabellera y me empecé a coger su boca succionant e, ahora con metidas rápidas, una y otra vez, sepultándole con fuerza el garrote has ta el fondo, sin hacer caso de sus accesos de vómito ni de su saliva que escurría de sus labios abiertos en forma de anillo; la leche me llegó de pronto y se la metí to da, sosteniéndola pegada, ella aguantó toda la verga así metida, me vine con chorritos intermitentes suspirando, dándole a esa mujer todo mi semen, cuando acabé y le saqué el pito la leche salió de improviso de su boca abierta, no se la había tragado, la e scupió sobre su pecho, embarrando sus senos, ambos nos miramos con sorpresa, ella dirigió su mirada a la lechada espesa que tenía en los labios y en el pecho, la tocó c on los dedos y dijo: "pensé que era más blanca ", pero mi semen parecía rosado y muy esp eso. De improviso salió de la cama y se metió en el baño. En ese momento recordé que tenía sed, llamé al servicio a cuartos para pedir una botella de vino tinto y unos bocadillo s, al salir ella del sanitario se sorprendió: "¿qué hacés?", me levanté y junto a la mesit a del tocador volvimos a besarnos, de inmediato mi verga se volvió a poner dura. Luego de varios besos furiosos hice que se apoyara en una silla, frente al espej o del tocador, dándome la espalda y me la volví a coger, mi verga se deslizó entre sus duras nalgas hasta alcanzar su panocha, que me recibió abierta y jugosa; me verga entró completa, hasta adentro y empezamos a coger, duro, rápido, de forma violenta y fuerte. En el espejo sólo se veía su cabellera lacia brincando con cada arremetida , y allá abajo mi verga que entraba y salía rápido de entre sus nalgas, Mita empezó a su spirar y a gemir, sus "aaahhhh, hummmm, aaaahhh, yyaaaaa", se hicieron intensos, fuertes y cuando se empezó a venir su pepita palpitaba al ritmo de mis arremetida s: "bebé me vengo, me viene, hummm, rico, eres fabuloso, ya, ya, viene, rico, humm , ooohhh", dijo con la voz entre cortada; en eso llamaron a la puerta: "room ser vice". Nos separamos de inmediato y mientras yo me cubría con algo para ir a abrir, ella se refugió en el baño. Ya más calmados y mientras yo descorchaba la botella Mita comía u n pedazo de sándwich de filete. Cenamos y bebimos vino, entonces nos percatamos de l intenso olor a sexo que imperaba y ella propuso: "tenemos que bañarnos bebé, huele fuerte, huele mucho a semen y a puchis". Ya dentro de la tina Mita volvió a pegarse a mamar verga y cuando sentí que me venía l a leche se la saqué para hacer que se volteara, apoyando sus manos en la orilla de la tina y ataqué sus nalgas; se la volví a meter en la panocha, pero sólo un poco, do s o tres metidas, luego se la saqué y ella protestó: "¿Qué hacés?, ¿por qué lo sacas?", no le contesté, y me contenté en repasarle la riata por la raja del culo, arriba y abajo, hasta tocar su ano; lo sentí apretado, duro, Mita se atrevió a preguntar: "¿qué hacés?, no intentes meterlo ahí, duele mucho me han dicho, además yo no nunca "; yo seguí con mi tar ea de acariciar su culo con mi verga parada y ella: "se siente rico, me gusta lo que hacés, pero no lo metas, está muy grande tu pinga, así, suave, empuja suave, que r ico"; luego se lo apunté en el ojete y apreté un poco, ella: "mmmm, no, duele, no lo hagas bebé, eso no, mejor sólo acaricia mi cola y lo metes en la pucha, nnnno mmmm,

me va a doler, pon la cabecita, sólo la cabeza en la puertita de mi cola, mmmm, así, así, rico", pero la verdad es que ya el glande de mi verga estaba entre los plieg ues rosados de su culo, entrando suavemente, manteniéndose dentro de su cola calie nte; presioné un poco más y ya media verga estaba en el intestino de la argentina y me la empecé a coger, suavemente, arremetiendo apenas para mantenerme dentro de el la que sólo gemía, luego Mita empezó a recular hacía atrás como buscando el garrote que te nía metido a medias en el culo, presioné un poco más y casi la tenía toda metida, seguim os cogiendo, yo empujando suave, ella hacía atrás gimiendo, por fin no pude más y mi s emen bañó su culo, Mita entonces entre gemidos preguntó: "ay bebé ¿qué hiciste?, casi te sen tí dentro mío, sentí tu verga en mi cola, pero no la metiste ¿verdad?", no le contesté pue s mi verga seguía echando leche en su culo caliente, hasta que finalmente se la fu i sacando despacio para no lastimarla. Cuando terminamos y ella se levantó, se percató de que un chorrito de leche salía de s u cola, tocó con sus dedos y comprobando que era leche lo que le salía del culo me r eclamo con cariños: "tonto, eres un niño malo, metiste la pinga donde no debías, pero casi ni me dolió, es más, fue delicioso bebé malo, malote" y se pegó a mi boca succionan do mi lengua. Ya era de madrugada cuando salí del cuarto de la argentina, no me dejó quedarme con ella por temor, quedamos de vernos al siguiente día para llevarla a conocer el cen tro histórico y luego para seguir cogiendo. Comentarios a: [email protected] [email protected] Comentarios para Mita: [email protected] Ofelia "Carne buena y barata, la de gata", reza el famoso dicho y lo comprobé con Ofelia, la gatita que había llegado a trabajar a mi casa. Era una chica joven y bella, de lgada y de piel muy blanca, pelo castaño tirando a rojizo y nalgas firmes, redonda s y paraditas. Mi asedio sobre esa chiquilla como de 20 años fue más travesura que d eseo, así fue que una tarde pasando junto a ella le agarré las nalgas, ella volteó a v erme entre sorprendida y enojada y se metió a la cocina con pasitos rápidos. Otro día repetí la misma operación pero ahora palpando con suavidad los carnosos promontorios de su culo, como para comprobar que si, efectivamente, Ofelia, estaba bastante buena. Pero en esa ocasión ella volteó a verme furiosa diciendo "si me sigues molestando, l e voy a decir a tu señora", "¿ah, sí?, pues para que le digas con ganas", entonces la abracé fuertemente y mientras mis manos volvían a acariciar su delicioso nalgatorio la besé apasionadamente, ella al principio se resistió tratando de zafarse del beso, pero casi inmediatamente ya estaba respondiendo a mi juguetona boca, hasta que la solté, ella sonrió diciendo "eres un perfecto cabrón!, ya no me andes agarrando que te puede ver alguien y me corren", luego se volvió a meter a la cocina. Esa noche Ofelia se estaba arreglando para salir a ver a su novio, y como en mi recámara estaba el único espejo grande se metió sabiendo que yo estaba ahí dentro. Empezó a peinarse viéndome por el espejo, desde la cama le mandé un besito que ella respond ió, le pregunté "¿vas a ir a ver a tu novio?", "si, ya sabes", me dijo, "¿le vas a dar l as nalgas?", pregunté. --"Eso a ti no te importa". --"Claro que me importa, tus nalgas son mías". --"Estás loco, tu ya tienes nalgas que agarrar, las de tu señora, que ¿no te bastan?". --"No, ya sabes, me gustas tú". --"¿Por qué?, ¿qué tienen mis nalgas que no tengan las de tu esposa?". --"Las tuyas se ven más sabrosas, más ricas". --"¿Ah sí?, ¿eso crees?". --"Si, las tienes muy firmes y redonditas, ay Ofelia!, oye ¿me enseñas tu culito?". --"No, ¿cómo crees?". --"Oye ¿qué calzón traes puesto? --"El de siempre, como no tengo muchos..., es uno blanco, además tu no me compras" . --"¿Quieres que te compre calzones?".

--"Sería bueno, pero mejor no, no se que vayas a querer por comprarme calzones, er es un cabrón!". --"Oye Ofelia, anda enséñame tus calzones, anda, y yo te enseño algo que te va a gusta r". Sin voltear, viéndome por el espejo preguntó "¿qué me enseñarás?" y diciéndole "esto", me saq la verga erecta del pantalón, riéndose me dijo "¡ay tienes un huevote muy grande!, ¿todo eso le metes a tu señora?". --"Y te lo voy a meter a ti, nomás que te dejes, anda súbete el vestido", le contesté. Sin voltearse se subió un poco el vestido para enseñarme sus nalgas enfundadas en un coqueto calzón de algodón blanco, fue sólo un momento, pues inmediatamente salió del cu arto, pero antes de irse se detuvo en la puerta mandándome un besito diciendo "voy a caldear muy rico con mi novio, pensando en tu palote". Al día siguiente la agarré por detrás mientras acomodaba una ropa en el closet, ella t rató de zafarse diciendo "no, nos van a ver, quítate ya", pero ni madres, era mi opo rtunidad, y así como estaba, de espaldas a mi, le alcé el vestido y le bajé los calzon es y un momento después mi verga erecta ya se deslizaba entre los cachetes de sus nalgas, ella siguió forcejeando, pero como la tenía bien atenazada no tuvo más remedio que dejar que terminara entre sus nalgas, mi eyaculación quedó embarrada entre sus nalgas y sobre los labios de su panochita. Cuando Ofelia sintió que mi pito había dejado de echarle moquitos entre las nalgas, se volteó hacía mi, nuestras bocas se juntaron en un rico beso de lengüita y al separa rse dijo "¿sentiste rico?, bueno ya te di lo que querías, para que se te quite la cu riosidad, ahora por favor ya no quiero que me andes tentando, júralo!". --"No mamacita, ahora más que nunca quiero hacerte mía, tengo que meterte la verga!" , le dije volviendo a abrazarla. --"Eso si que no!, además ¿por qué lo quieres hacer conmigo?, me puedes embarazar y me terme en un gran problema, anda ya no seas maldito y déjame en paz!". --"Te quiero Ofelia, de veras, entiéndeme!, podríamos hacer algo para que no te emba races". --"Tu sabes que eso no está bien, no puede haber nada entre nosotros, si sigues in sistiendo voy a dejar el trabajo y ya nunca volverás a verme, ya déjame en paz", dij o la gatita antes de salir corriendo del cuarto. Al día siguiente volví a agarrarla junto al closet, pero ahora ella cooperó: primero n os besamos y me la fajé, agarrándole sus duras nalgas y sus pechitos sabrosos; luego la voltee y subiéndole el vestido por una orilla de su calzón le dejé ir la verga. El la se estuvo quietecita, dejando que le frotara la pinga entre las nalgas, luego se empezó a mover acompañando las metidas de miembro, cosa que aproveché para empinar la un poco, así mi pito frotaba su pepa, ahora mojada y caliente, y seguimos cogie ndo; en eso mi verga se deslizó de pronto dentro de su vagina, se le fue completa, ella reaccionó de inmediato: "no, eso no, me vas a embarazar, sácalo por favor, ter mina afuera, sácalo, te digo", pero no, ya la tenía bien cogida e iba a ser mía, así que atenacé mis brazos en torno a su cintura y me la seguí cogiendo; ella se dejó hacer, pues ya la tenía bien metida y en el momento justo de la venida se la saqué para ven irme fuera de su pucha, ambos suspiramos y Ofelia volteó su rostro para ofrecerme su boca; nos besamos mientras mi verga seguía palpitando entre los labios de su mo jada panocha. Momentos después se separó y bajándose el vestido se fue, no sin antes decirme: "eres un cabrón, no quería que lo metieras, te aprovechaste de mi, yo no quería hacerlo, me forzaste". --"Pero te gustó ¿o no?". No dijo nada, sonrió y salió del cuarto. Los días siguientes Ofelia se negó a volver a coger, de hecho me evitaba para que no estuviéramos solos, hasta que por fin tuve otra oportunidad, ella se defendió: "no mi amor, no puede haber nada entre nosotros, entiende, tu eres casado, no podemo s hacerle esto a tu mujer, merece respeto, entiende, me gustas mucho papito, per o no debemos hacer nada, será mejor que me vaya de aquí y ya no me veas". Traté de convencerla, y le propuse que utilizáramos algún método de protección, se me ocur rió que podíamos usar óvulos anticonceptivos; al principio se opuso, pero luego de alg unos besos aceptó: "bueno, compra eso, no se como se usa, tú me dices, pero al menos no me andes agarrando a cada rato y por toda la casa, alguien puede vernos o so spechar, debes ser precavido", volvimos a besarnos, la abracé y sintió el duro garro

te erecto: "eres muy caliente, ¿mira cómo tienes el huevote?, todo parado, ay, mira nada más, ¿qué no te puedes controlar?"; "no mamacita, tengo mucha ganas de metértelo, a nda acepta"; "no, así no, mañana compras los óvulos y si se puede vengo a tu cuarto cu ando no haya nadie en casa ¿si?", me besó para convencerme pero me negué; ella con mir ada pícara aceptó y se bajó el calzón diciendo: "nomás tantito, pero no te vengas adentro ¿e h?, promételo". Entonces me dio la espalda y se apoyó sobre la cama, yo nomás le levanté un poco el ve stido y le dejé ir la verga, dentro, por completo dentro de su panocha; me agarré a sus nalgas mientras miraba como entraba y salía mi garrote de su panochita; miraba extasiado los pelitos largos y castaños de su sexo y los pliegues requemados de s u culo, entonces me surgió la idea: venirme en su culo, si no dentro, en la entrad a. No tardé mucho tiempo, la condenada chamaca estaba super apretada de la pucha y apretaba muy rico, sus nalgas brincaban con cada metida y ella suspiraba quedo y justo cuando sentía que me venía la leche se la saqué y apuntando mi verga sobre su cerrado culito le empecé a echar los mocos, mientras le apretaba el garrote sobre su apretadísimo ano; ella lo sintió: "¿qué haces?, en la cola no, duele mucho, ya termin a, siento tus moquitos, ya vente, termina, ya nos tardamos mucho, alguien puede venir", momentos después ya mi pito daba sus últimos estremecimientos y su colita lu cía los chorros de semen. Cuando la dejé levantar y mientras se limpiaba las nalgas con su pentaleta se pegó a mi boca diciendo de forma entrecortada: "qué rico coges papacito, eres un cabrón co gelón, te sentí muy rico, me sacaste el orgasmo, y cuando te viniste en mi cola sentí los chorritos de semen ahí, en mi colita, sabes coger muy bien, te quiero mucho". Volvimos a besarnos. Ya cuando se iba me dijo: "por cierto, tu eres el primero, me desvirgaste, te di mi quinto, fuiste el primero ¿eh?". No quise sacarla de su error, pues era eviden te que eso era mentira, su pucha ya no era virgen, tal vez su culo si, pero su p anocha de ninguna manera. Ya con los óvulos tuve mayor libertad: me la cogía en el lavadero, en el cuarto de p lanchado, en el baño, sobre la alfombra de la sala, en mi recámara, en todas partes. Por cierto, en este último lugar le gustaba meterse bajo las sábanas y mientras le zambutía el garrote decía: "así papy, fuerte, lo quiero más fuerte, me gusta mucho hacer lo aquí, en la misma cama que donde te coges a tu vieja anda más fuerte, así, más rápido, q ue me vengo, me vengo en la cama de tu mujer, hummm papacito me vengo". Por supuesto que le enseñé a mamar, tal vez ya supiera, pero al menos perfeccionó su téc nica. Un día me pidió que la llevara a casa de unos parientes, pues su madre le había enviado desde su pueblo un paquete para ella y tenía que ir a recogerlo. Aprovecha mos el viaje para meternos a un hotel por primera vez. Ahí hicimos el primer 69, f ue fascinante, pues mientras succionaba con urgencia mi verga ella se removía sobr e mi al sentir que se venía por efecto de mi boca y mi lengua sobre su abiertísimo p anocha. Ella se vino primero y luego se bajó, poniéndose junto a mi para seguir mama ndo; me sacó la leche casi de inmediato, y cosa rara: dejó que le echara los mocos e n la boca dejándome terminar, para por último escupir el semen dentro del bote de la basura sin tragárselo, luego le dio los últimos lengüetazos al garrote mientras decía: "ay amor, te vienes muchísimo, me llenaste la boca de mocos, saben muy rico, son c omo tú, muy sabrosos, me gusta que te vengas en mi boca". Así, Ofelia se hizo adicta a la mamada, pues cuando no teníamos oportunidad de coger, en la casa, o ir a un hotel, ella antes de salir a ver a su novio, me daba una mamadita para compensar . Una vez me dijo con la boca llena de mocos: "voy a besar a mi novio muy rico, pensando que te viniste ya aquí, donde él pone sus labios, ¿no te excita eso?, a mi sí". --"Oye Ofelia, a ver dime, y con tu novio no coges, ¿no le has dado la verija?". --"No, cariño, mi único amor eres tú, sólo te lo doy a ti, mi pepa es todita tuya, él me l a ha pedido, se lo prometí hasta que nos casemos, porque a la mejor me voy a casar ". --"Y entonces ¿qué haces cando estás con él?". --"Nos besamos y me agarra las chiches, me ha pedido que cuando menos le agarre el huevote, pero me he negado, a veces me agarra las pompas y se frota contra mi cuando está muy caliente, quiero que se case conmigo". --"¿Ah sí?, y ¿qué vas a hacer cuando ya casada se de cuenta de que no eres quinto?". --"Voy a gritar mucho, como si me estuviera matando. A lo mejor hago coincidir l

as fechas con mi regla, así el pobre al menos verá sangre", luego se rió de manera des carada. Una tarde llegué del trabajo excitado y con la verga como fierro, busqué a la gata y la encontré planchando ropa; quise apresurar una cogida en ese lugar y ella mirándo me a los ojos tomó una de mis manos para llevarla a su entrepierna dónde noté la protu berancia de una toalla sanitaria, ella sonriendo me dijo: "hoy no puedo cariño", n os besamos intercambiando lengua insistiendo ella en que me tenía que esperar. Per o yo tenía bien duro el palo y necesitaba metérselo a Ofelia. Traté de hacer que se pu siera de espaldas y dejársela ir con todo y su regla, pero ella necia: "que no pap ito, además allá abajo anda tu suegra, capaz que se le ocurre venir para acá y nos des cubre". --"Tengo que meterte la pinga mamacita, ando bien caliente, mira ponte de cara a la ventana, así ves si la vieja viene, yo mientras yo me vengo en tus nalgas". --"No insistas cariñito, yo también quiero, cuando me baja la regla es cuando me pon go como perra en celo, pero así no debemos, además te vas a manchar todo de sangre, y huele muy feo, no, ya te dije, espérate unos días, tres o cuatro, y luego nos desq uitamos papacito lindo", alegó Ofelia. Pero ya estaba tras ella arremangándole el amplio vestido y al bajarle el calzón noté adherido a él la gruesa toalla de algodón manchada de sangre, se lo bajé también embisti endo ya sus nalgas con mi garrote parado y haciendo que Ofelia doblara su cuerpo hasta casi quedar apoyada en la ventana, mirando hacía afuera; "anda apúrate cochinón , termina rápido, mira que yo no quería así, está muy sucia mi pucha, anda, ya termina"; yo no tenía prisa, ya mi verga se deslizaba entre sus duras nalgas pero sin entra r en su vagina; en eso se me ocurrió una idea y agarrando mi verga se la apunté en l a cola; ella: "¿qué haces?, no tonto, me va a doler, mira que no, por ahí no". --"Ponte flojita, suelta tu cuerpo, no pongas dura la cola"; presioné más y como sin querer su colita se fue abriendo, primero poco, muy poco, sintiendo sobre la ca beza de mi palo la dolorosa presión de su culo, luego ya fue más fácil, mi pito estaba a medias en su cola y ahí se lo dejé, pese a los "mmmm, no, eso no, duele, sácalo, du ele, mmmmummm"; así me la empecé a coger, metiéndole media verga, de adelante a atrás, s in dejárselo ir todo, hasta que su culo se puso flojo y ya el pito entraba y salía s olito o casi solito, suavemente, entrando y saliendo, hasta que el semen me ganó y al llegarme los chorros me repegué a sus nalgas; ella sintió mi venida y volteó la ca ra ofreciéndome su boca; nos besamos por largo rato hasta que mi verga dejó de palpi tar, al terminar ella me preguntó: "¿te gustó papy?, ¿mi cola es rica?, ¿te viniste sabros o cariñito lindo?, ¿mmmmmjummm?, anda ya sácalo y vete a lavar el huevote". Así estuvimos cogiendo por varios meses, luego la gente empezó a sospechar, Ofelia m e lo confirmó y quedamos que mejor se fuera para su pueblo por un tiempo. Además est aba el asunto de su novio, el fulano estaba empeñado en casarse con ella. Por fin se fue la gatita, y la extrañé bastante, tanto que un fin de semana fui hasta donde estaba viviendo. Era un polvoriento y caluroso poblado de Michoacán. Preguntando l legué a su pobre casa: muros de adobe y techo de cartón, estaba con su madre haciend o comida en una cocina improvisada al aire libre. Claro que le dio gusto de verme, me platicó que su novio había ido a pedir su mano y que se casarían en dos meses; yo lo que quería era coger. Ella lo entendió, mandó a su madre por unas cervezas y en lo que llegaba nos metimos a un cuartucho y se empi nó en una cama y me la cogí nomás bajándole los calzones. Luego de un rato y de que ella se viniera dos veces me dijo: "por favor no termines dentro, mira que ya soy de otro, me puedes embarazar", pero yo estaba ciego de placer taladrando ese rico y viscoso agujero que era su panocha cuando ella estaba bien caliente. No le hic e caso y me vine dentro de ella. Al terminar apenas tuvimos tiempo de componerno s la ropa pues su madre había llegado; más tarde nos despedimos con besos y promesas de que en cuanto se casara regresaría a la ciudad y me haría saber su dirección para vernos y seguir parchando. Al tiempo en casa empezaron a comentar sobre el casorio de Ofelia, algunos parie ntes de mi mujer hasta serían padrinos de boda, pero comentaban también que ella est aba panzona, que se casaría porque el novio o alguien más la había premiado, aquello me inquietó, hice mis cuentas y de la cogida a la fecha había bastantes probabilidades de que Ofelia estuviera embarazada de mi. Los preparativos siguieron y el día de la boda llegó, por supuesto que fui invitado.

Todo transcurrió bien, Ofelia se casó con un tipo prieto, flaco y feo, y al salir d e la iglesia ella se desmayó, más tarde la llevaron con un médico y a la hora de la fi esta empezó a correr el rumor de que ella había abortado tomándose algunas yerbas, per o que no había expulsado todo, sino que a la hora de la boda los restos del aborto se le salieron y por eso se había desmayado. Como sea la fiesta siguió. Ofelia lucía bastante pálida y demacrada, pero al fin se ha bía casado; durante el festejo evadió mis insistentes miradas y a su salud me emborr aché. A la hora del vals de bodas me le acerqué, bailamos y nuestras miradas se enco ntraron, la mía como preguntándole qué onda, ella al oído me dijo: "no te preocupes , no e ra tuyo , pero tampoco del que ahora es mi esposo" y sonrió. De momento sentí alivio, pero a la vez coraje: "¿a quién más le había dado las nalgas mi Ofelia querida?", quien sabe. Pasaron los años, ya me había divorciado; un fin de semana que fui a recoger a mis h ijas para llevarlas al cine la vi salir de la tienda, lucía más mujer, igual de lind a pero delgada; sonreímos y platicamos. Su historia se limitaba a que luego de cas arse se fue con su marido a los EU, ahí su viejo trabajaba en una maderería, todo ib a bien, tuvieron dos hijos, pero luego vino la tragedia: su marido sufrió un accid ente en su trabajo, quedó debajo de una maquinaría que componía y se murió, a partir de entonces recibía una pensión de la compañía donde trabajara su difundo esposo y luego se vino de nuevo a México a vivir en casa de sus suegros, que quedaba cerca de dónde l a encontré, pero ya se quería salir de ahí pues uno de sus cuñados se la quería empinar, e lla juró que desde la muerte de su marido no le había dado las nalgas a nadie. Una semana después ella me visitó en mi departamento y se quedó a vivir varios días, pue s a su suegra le había dicho que iría a visitar a su madre, allá en su pueblo. Cogimos como locos, como antes, y lo seguimos haciendo por varios meses más, hasta que Of elia terminó todo, pues el insistente cuñado le había propuesto matrimonio. Así dejé de ve r a esa mujer que de sirvienta se convirtió en mi amante. Comentarios a: Esther, los inicios. Lo que relato a continuación ocurrió durante unas vacaciones. Mi intención era viajar a Veracruz, pero al pasar sobre la autopista vi un anuncio que daba a conocer el inicio de la Feria Regional de Orizaba, con tiempo de sobra me desvié para entrar a esa ciudad y siguiendo los letreros me encontré ante la plaza de toros donde es e día, en que iniciaba la feria, tenían programada una corrida con figuras del toreo bastante renombradas. En la fila de entrada tuve un inesperado encuentro: me en contré con mi amigo Antonio a quien no veía desde mis inicios en la universidad, nos saludamos con alegría, me presentó a su esposa recién se había casado y a su madre, una m adurona de muy buenas tetas. Durante la corrida seguimos platicando animadamente , poniéndonos ambos al corriente de nuestras vidas, durante la misma la mamá de mi a migo siguió la plática preguntándome de paso si estaba casado o tenía novia. La señora se mostraba bastante interesada en mí. Al final del festejo Antonio y su madre insistieron en que los acompañara a la fer ia, irían a un sitio llamado Beerfactory, algo así como una cervecería con música de ban da y mucha cerveza y como no tenía ninguna prisa por llegar a Veracruz decidí acompaña rlos. Al llegar a la feria nos encontramos con que la mentada cervecería estaba sa turada de gente y tuvimos que esperar, una hora después conseguimos una mesa y ped imos jarras de cerveza, eso sí, no se podía bailar del gentío que abarrotaba el lugar, pese a ello Esther, que así se llamaba la madre de Toño insistió en bailar conmigo en el pasillo que dividía las mesas, pero aún así quedamos atrapados por las demás parejas que trataban de hacer lo mismo que nosotros, hombres y mujeres se pegaban y nos rodeaban en un intento de seguir la música y bailar, no me quedó más que seguirle la corriente a la señora, que pegada a mi me untaba sus grandes chiches mientras inte ntábamos movernos al ritmo de la estruendosa música de banda. Cuando terminó la canción y ya de camino a la mesa apretujados entre el mundo de gente-- Esther me pegó su go rdo trasero removiéndolo de forma peculiar, como invitándome, como dándome puerta. Dos horas más tarde, agotados y acalorados tuvimos que salir de ahí pues se había organiz ado una pelea entre varios parroquianos y los tarros de la cerveza empezaron a v olar por doquier. La esposa de mi amigo asustada insistió para que Antonio la llev ara al hotel, él no quería dejar la parranda, y menos su madre, que se notaba ya a m edias copas. Así las cosas a mi amigo no le quedó otra que irse, yo me ofrecí para lle

var a la madre a su casa y luego iría a buscar un hotel donde pasar la noche para luego seguir mi viaje. A la señora le brillaron los ojitos cuando me ofrecí a llevar la. Durante el viaje Esther me propuso que me quedara en su casa, según dijo tenía un de partamento desocupado, el sitio estaba amueblado y lo rentaba con frecuencia a a lgunas parejas recién casadas pues a ella le molestaban los niños pequeños, además como para hacer más patente su invitación recalcó: --"Y pues de paso me acompañas un rato, quisiera tomarme una copa antes de dormir y que mejor que tú estés conmigo, ¿aceptas?". Cuando llegamos a su casa insistió en metiera mi automóvil en la cochera y bajara mi equipaje, luego subimos al departamento desocupado llevando ella ropa de cama, y me lo mostró, la seguí por los diversos cuartos y al llegar a la que sería mi recámara esa noche se sentó en la orilla de la cama mirándome a los ojos en silencio. La muj er me estaba dando puerta pero yo me resistía pensando en que Esther era la madre de mi amigo y además con casi veinte años más que yo, no obstante su actitud sensual e staba logrando excitarme. No quise apresurarme y salí al balcón, ella me acompañó y volv ió a insistir: "¿entonces nos tomamos una copa allá abajo?", ambos sonreímos y bajamos a su casa. Ya en la sala Esther se afanó en poner música y en traer una botella de tequila de s u cocina, la acompañé para ayudarla con las copas y mientras limpiaba con un paño un p ar de ellas miré hacía un lado, Esther estaba agachada junto a mi ante un mueble abi erto buscando una botella, noté su sabroso culo, gordo y firme, luego sacó la botell a y se enderezó, al hacerlo notó que la estaba mirando y me sonrió. Un rato después, ya con dos tequilas, platicábamos mientras en su estéreo sonaba una música romántica; ambos en el mismo sillón, cerca uno del otro de pronto nos quedamos callados, un tanto nerviosos, más cuando creí adivinar que me estaba ofreciendo su boca, me acerqué un po co y apenas juntamos los labios ella rodeó mi cuello con su brazo pegándose a mi cue rpo, yo hice lo mismo y entonces el beso se tornó apasionado y casi eterno. Seguim os con las bocas pegadas, removiendo los labios e intercambiando las lenguas, lu ego la mujerona puso su mano en mi pierna como buscando algo que encontró más arriba : la notable erección de mi pene, lo acarició sobre mi pantalón mientras una de mis ma nos le agarraba las gordas chiches. Seguíamos con los labios pegados y acariciándono s cuando el ruido del teléfono nos sorprendió, Esther se levantó apresurada para conte star: --"¿Bueno?, ah eres tú, si ya estoy en la casa, sí, mira le dije que se quedara en el departamento de arriba, ya debe estar dormido, si hombre, ya cerré bien las puerta s, de hecho ya estaba por irme a la cama, no te preocupes me dijo que se irá tempra no, bueno hasta mañana". Regresó conmigo para decirme que había llamado Antonio y que le había mentido diciéndole que yo estaba dormido en el cuarto de arriba, volvió a sentarse y me ofreció otro t equila: "¿te lo tomas aquí, o en mi recámara o allá arriba?, ¿dónde quieres?". La tomé de la ano atrayéndola de nuevo hacía mi, nos volvimos a besar pero cuando quise meterle ma no bajo el vestido se negó intranquila: --"Será mejor que ya te vayas, la llamada de Toño me puso nerviosa, siento pena por lo que hicimos, no debimos besarnos, mejor ya no seguimos ". Pero ante mi insisten cia me propuso, "mira mejor sube arriba yo te alcanzo en un rato, quiero ver si Toño no vuelve a llamar, además me da vergüenza de pensar que un amigo de mi hijo esté a quí conmigo haciendo estás locuras". Media hora después la sentí llegar, abrió la puerta y la vi recortada en la penumbra de la noche, traía puesto una batita de seda negra , muy coqueta; yo la esperaba ya en la cama, desnudo bajo las sábanas, se acercó par a encender la lámpara de noche y la miré con detenimiento, lucía hermosa y sensual, su s piernas redondas, blancas y firmes, y arriba la bata dejaba ver que se había qui tado el sostén, le pedí: "quítate la bata, quiero verte desnuda". --"Me da pena, siento vergüenza, mejor apagamos la luz". --"No, quiero verte en cueros". --"Bueno, pero también yo quiero verte sin ropa, salte de la cama". Cuando quedé de pie junto a ella sentí su mirada recorriéndome, y mientras se quitaba la bata me pidió que me quitara la truza: "quiero ver tu pene, anda enséñamelo". Y cua ndo mi verga quedó libre sus ojos asombrados eran medida de mi erección, y sin dejar de mirarme se quitó toda la ropa, hasta el calzoncito negro de encajes, ambos nos

acercamos, la agarré por la cintura mientras nuestras bocas se juntaban y Esther agarraba mi garrote con su mano, así pegamos caímos en la cama y entre beso y beso l a mujerona insistía: "ya quiero, dame tu pene, lo quiero todo, estás muy bueno de mi embro, quiero, lo quiero todo", yo seguí besándola y mamándole también las tetas, luego la monté y al dirigir mi verga a su panocha noté la enorme humedad que embarraba su pepota abierta, olía mucho, su penetrante olor inundaba el cuarto. En el momento en que Esther sintió la punta de la pija suspiró hondo y se la metí de u n solo empujón, le entró toda, ella se quejó: "espera, por favor, quédate quieto, lo tie nes muy grande, deja que mi cosa se acostumbre a tu tamaño", luego de unos momento s me la empecé a coger, rápido, con metidas furiosas y rápidas, sacándole casi todo el m iembro para luego sepultárselo completo en la ardiente verija, ella gemia "aahh, h ummm, aaah, más", seguimos cogiendo así hasta que ella no pudo más y se vino con un gr an "aaahhhhh", yo seguí con lo mío, cogiéndome a esa vieja caliente, minutos después vol vió a venirse y cuando el orgasmo le llegaba por tercera vez le solté el semen, ambo s nos venimos así, pegados, yo sintiendo como me apretaba su panocha y ella sintie ndo mis chorros, uno a uno, gimiendo con cada nuevo chorro de mocos. Al terminar la desmonté y quedamos ambos acostados de espaldas, muy juntos; acercó s u cara para besarme y preguntar: "¿siempre eres así?, digo, ¿siempre haces el amor de esa manera?, aguantas mucho, mucho rato, me vine varias veces, además tienes mucho semen, te salió una gran cantidad, sentí tu eyaculación mucho rato, anda dime ¿siempre le haces el amor así a las mujeres?". --"No se, yo creo que sí, y pues me vine mucho, pero aún puedo darte más, si quieres". --"No te creo, pero quisiera saber ¿tienes novia?, ¿cuándo le hiciste el sexo por última vez?, ¿hace mucho?", dijo Esther. --"Hummm, creo que hace como tres días". --"¡Ay bárbaro!, mejor ya no te pregunto nada", contestó y se quedó callada. Minutos después nos quedamos dormidos y a la mañana siguiente ya no la encontré en la cama; me levanté para ir al baño y darme una ducha y ya cuando estaba casi listo par a salir entró Esther: "¡hola, buenos días!", dijo con voz cantarina. --"Hola, buenas ya iba a buscarte para darte las gracias --"¿Si?, llamó Toño preguntando por ti, le dije que a lo mejor ya te habías ido, que des de anoche ya no te había visto sonrió apenada--, me contestó que ya se iba a Puebla, qu e peleó anoche con su mujer por lo de la borrachera en la feria y que mejor venía ot ro día a verme, ¿ya te vas?". --"Pues si, no tengo prisa pero será mejor que ya me retire". --"¿No quieres desayunar conmigo o algo más?", sonrió de forma pícara acercándose a mi, la rodee por la cintura y nos besamos, besos más tarde y ya excitados Teté se apoyó en l a cama ofreciéndome sus nalgas, le levanté la holgada bata y bajé su pantaleta blanca, de satén, casi transparente, momentos después ya mi verga se deslizaba entre los ca rnosos labios de su pucha casi sin vellos; la cogida fue fuerte y rápida, arremetía con fuerza contra ella, haciendo chocar mi pelvis contra los cachetes de su culo mientras que la madura gemía con entrecortados "ah, ah, ah" hasta que le llegó el o rgasmo, entonces noté la abundante humedad que escurría por su pepa y bañaba mi verga que lucia lustrosa de jugos y se me ocurrió una idea: cogerme a la vieja por el cu lo, y cuando ella sintió que le sacaba el miembro y se lo apuntaba en el apretado culo quiso protestar: "no, eso no, me puedes lastimar, hace mucho que yo no por a hí, además huele feo, mejor no, espera", pero no le hice caso, seguí presionando mi ve rga en su culo que al principio estaba duro y muy apretado, pero conforme seguí ap retando su cola se aflojó un poco y me dejó entrar, luego ya fue más fácil, pues a pesar de la presión que sentía en el miembro éste ya resbalaba con cierta facilidad, entonc es aceleré las arremetidas entrando con fuerza en ese culo que ahora lucía abierto y sin pliegues hasta que los chorros de semen me abandonaron uno a uno, de forma acompasada y placentera, Esther gemía en voz baja, diciendo palabras que casi no e scuché, momentos después le saqué el miembro dejando que su culo se cerrara poco a poc o escupiendo a la vez un chorrito de líquido blanquecino. Entonces me percaté del olor, ella también y propuso: "ahora tenemos que bañarnos, hue le muy feo, te dije, pero insististe mucho"; luego bajo la regadera me preguntó: "¿t e gusta mucho hacerlo por allá atrás?". --"Si me gusta eso, pero también por adelante y con la boca, me gusta mucho el sex o, hacerlo de todas formas, ¿y tú?, ¿hace mucho que tu ?".

--"Tal vez no lo creas, pero hace dos años que no me acostaba con alguien". --"¿Entonces?". --"Nada". --"¿Nada de nada?". --"Aunque no lo creas". No insistí. Ya vestido bajamos a su departamento y desayunamos. Y ya cuando me des pedía de ella Esther me pidió: "¿me dejas darle besitos a tu palito?". --"¿Quieres?". --"Tengo esa fantasía contigo, además hace tiempo que no hago eso". No hizo falta que fuéramos a su recámara, me recargué en la mesa de la cocina, ella se hincó en el piso y abrió mi pantalón para sacarme el miembro que de nuevo estaba erec to, "me gusta mucho tu polla, la tienes linda, muy dura y gruesa, me encanta tu pinga y me la quiero comer toda", y sin decir más sus labios se abrieron para come rse mi verga, lentamente primero, hasta hacer que su nariz tocara mis vellos, así varias veces, luego poniendo su boca sobre el glande y succionando, así muchas vec es, hasta que ya caliente apretó los labios sobre el glande para pelarlo, hacer qu e el prepucio se recorriera y dejara la verga pelona, volvió a mamar sobre la cabe cita ahora desnuda y su mano empezó a frotar el tronco de la verga, sentí que me venía , Esther lo sintió también y sacándose el miembro de la boca me pidió: "anda, vente, dam e tu leche en la boca" y en ese momento eyaculé sintiendo como la boca succionaba tragándose todo el semen, cada chorro de leche pasaba por su garganta hasta dejarm e seco, al final la vieja todavía lamió los contornos de la verga recogiendo los últim os restos de mi venida, luego se levantó lentamente y me dio un beso con leche, co n mi leche. Y mientras me abrochaba el pantalón sonó el teléfono, Esther fue a contestar a la sala y cuando regresó me dijo apurada: "¡Llamó Toño!, que siempre no se fue a Puebla, que vi ene para acá, ¡tienes que irte, rápido!". Salimos apurados a la calle y casi cuando subía a mi carro me dio su número de teléfon o: "Llámame cuando quieras, pero por favor ahora tienes que irte que mi hijo llega en cualquier momento". Le hice caso y arranqué el auto con fuerza alejándome de ese lugar, avancé por la avenida y al dar vuelta en el retorno en la salida a Veracru z vi en el carril contrario el carro de mi amigo, venía rápido y apenas noté que iba d iscutiendo con su señora. Más adelante, ya en la caseta de cobro de la autopista, no té la servilleta de papel con el número telefónico de Esther y mientras pagaba pensé: "b ueno, tal vez de regreso pasé a visitar a la señora esa, ¿cuántos años tendrá Esther?, casi cincuenta, seguro, pero le encanta el miembro, eso se nota" y sonreí acelerando pa ra incorporarme a la carretera. Otros relatos sobre Esther los podrán encontrar en Confesiones, entre otros el capít ulo Esther y el negro. Comentarios a [email protected] © Micifuz6 La mamá de Beni to Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 5,501 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Relato sobre las aventuras sexuales de una mujer bien agraciada de trasero, que termina teniendo un hijo, el que nadie sabe a ciencia cierta quien es el padre. La mamá de Benito Benito era un chiquillo rechoncho y chaparrito, hijo de una de las vecinas de la colonia. Benito era casi la viva imagen del monito de las caricaturas que salía c on don Gato y su pandilla. Su familia se limitaba a su madre, una señora joven, de piel blanca, chaparrita y regordeta, cuyo único atractivo era un descomunal par d e nalgas, parecía como si toda la carne de su cuerpo se hubiera acumulado precisam ente en aquella parte. Con aquel trasero era normal que todos los cabrones de la

calle se fijaran en aquella señora, que rentaba un pequeño departamento y que vivía d e trabajar en un taller de costura. Pero Benito, pese a su pobreza, se convertía el Día de Reyes en el chiquillo que rec ibía más juguetes que todos los chamacos de la cuadra juntos, ¿por qué?, ¿de dónde salían tan os juguetes si la nalgona de su madre a duras penas tenía para comer?, pues nada q ue muchos cabrones que terminaron metiendo la verga entre aquel descomunal par d e nalgas sentían que, de algún modo, Benito era algo así como su hijo y el Día de Reyes trataban de calmar sus culpas llevándole a Benito juguetes y más juguetes, aunque lo s muy jijos no fueran capaces de llevar a sus propias casas ni siquiera el gasto del día. Así Benito fue el primer niño de la cuadra que tuvo bici, balón de fut y la colección co mpleta de los muñecos de pockemon a los 8 años de edad, y aunque las lenguas de dobl e filo hicieran tiritas a la madre, pues que jijos, si por algo tenía nalgas y las había puesto para coger, y se había cogido al tendero, al carnicero, al tortillero y al del gas para pagar sus cuentas, además de que..., bueno, aquí entro yo, se cogió al equipo completo de futbol de la colonia, aquella vez que ganamos el primer y ún ico campeonato. II Yo tendría escasos 14 o 15 años cuando miraba, junto con los demás bueyes del equipo, pasar a aquel bamboleante par de nalgas. Era como un desfile de carne que se mecía como un barco de velas en medio de un apacible mar --aunque yo nunca hubiera vi sto un barco de velas y menos meciéndose en las olas del mar. Todos deteníamos los c omentarios acerca del partido que acabábamos de perder, el envase de refresco se d etenía junto a las bocas, y las miradas seguían el acompasado caminar de aquella muj er, que en la acera de enfrente lucía sus vibrantes carnes al son de una impercept ible música. A varios chamacos se les caía la baba, otro comentaba "cuanta carne y y o en vigilia", algún bocón diría "las tiene bien ricas, ya se las agarré", comentario qu e provocaba un alud de madrazos sobre el impertinente, pues todos creíamos que aqu el monumento a la nalga era algo incólume, intocable, virgen aún en el mar de vergas de aquella colonia. Y no era el único que suspiraba por aquel mundo de vibrante carne, todos incluido el capitán del equipo, El Borolas, hacían comentarios cómo "mira nada más qué nalgas, se i maginan tenerla de a perrito, con sus nalgotas abiertas, metiéndole el pito, con s u culo prieto, y la carne brincando con cada metida de verga!", pues sí nos imagináb amos o tratábamos de hacerlo, pero hasta entonces pocos eran los rumores acerca de la mamá de Benito, que en aquel entonces todavía no era mamá y Benito andaba todavía en los huevos de aquel cabrón que terminó preñándola. Pero bueno, como "a cada capillita le llega su fiestecita" me llegó el turno, y el del Borolas, y el del Chorizos, y el del Rana, y el del Marciano, y el del port ero, y el del Hermano, y el del..., en fin el turno de todos, hasta del Bimbollo que fue quien organizó el bailongo para celebrar nuestro primero y único, campeonat o. Toda la cuadra aportó lo suyo, que si unos refrescos, que si el mole, que una bote lla de ron, que la música, en fin todos pusieron lo suyo, y la mamá de Benito también, pero no se piense mal, ella colaboró ayudando en la cocina, sirviendo y lavando p latos. Todos bailábamos al son de La Culebra pero no en la versión de la Banda Machos, sino en la de Benny More cuando se me antojó ir a mear y justo cuando iba a entrar al baño choqué con alguien, nunca supe quien era pero llevaba prisa, pero cuando por fin, luego de mentar madres, entré a ese cuartucho que servía como baño, la descubrí en medi o de la penumbra, era la mamá de Benito, fijó sus ojos en los míos y sólo alcanzó a decir "¿tú también?, pues al menos cierra la puerta?", mi embotada mente reaccionó, empujé la pu erta con la mano en el justo momento en que ella se empinaba, apoyando las manos en la tasa del baño y subiendo sus amplias faldas. Como alucinado fijé mis ojos en aquel portento de carnes, los globos carnosos, redondos, lisos, perfectos, con a quella hendidura en medio, más oscura, pero delineando a la perfección unas nalgas q ue ni Goya las hubiera imaginado. Su voz me sacó de trance, "anda apúrate", traté de darme prisa, saqué mi pinga medio dor mida de la bragueta del pantalón, con la borrachera ni la verga se me paraba, por eso le agarré las nalgas con ambas manos, acariciando los cachetes, apretando los

dedos sobre la piel, separando los glúteos para escudriñar con ojo avisor sus profun didades, entonces ví un hilillo de leche escurriendo por sus piernas, tal vez aque llo me excitó pues al momento sentí dura la verga. Entonces me enderecé y apuntando el pito entre aquel glorioso par de nalgas se la dejé ir, atiné a la primera. Mi verga sintió la deliciosa presión de un ambudo de carne caliente y pegajosa, ya estaba ha sta adentro de su panocha, mis huevos chocaron contra los cachetes de su culo, m is dedos atenazaron aquella carne que se desbordaba entre ellos y mis ansias inc rementaban los embates de mi cuerpo contra aquella mujer, que con cada empujón cho caba con su cabeza contra el mueble del baño. Seguí cogiéndome aquel portentoso culo, como alucinado, era como estar en el cielo. Luego escuché sus gemidos, eran como "hummmjjjuum, huummmm", para luego "espera, d eeeespacio, despacio niñito, nooooo te lo vas a acabar, hummm, desssspaciiioooo". Luego sentí en la verga algo que me succionaba, que me llamaba, que me exprimía, su voz "¿sientes?", y los apretones sobre el pito, luego me vine, contra mi voluntad me vine, ese agujero me sacaba los mocos, a apretones succionantes, mis piernas se doblaban y yo agarrado a aquellas nalgotas vibrantes, en mi último suspiro la e scuché "anda niñito dame tus mocos" y terminé de venirme. Al final hice el que tal vez sería el único gesto de "caballero" que recibió esa mujer , tomé un largo trozo de papel de baño y le limpié la entrepierna, luego me subí el pant alón y como pude abrí la puerta del baño. Pero al salir me esperaba otro mundo, era como si los ojos de todos estuvieran s obre mi, todos me miraban aunque la mayoría bailaba y andaba en sus propios asunto s. Sentí los ojos inquisitivos de los cabrones del equipo y los ojos reprochantes o envidiosos de varias mujeres, caminé entre ellos, sintiendo de vez en cuando pal madas sobre mis hombros, "bien, bien, lo hiciste bien", me decían voces a mis espa ldas como felicitándome por haber anotado un gol. Aquello me extrañó, entonces caí en cuenta que mis compañeros de equipo se habían dado cue nta de lo que había ocurrido dentro del baño, y en el justo momento que voltee hacía e se lugar vi que el Marciano cerraba la puerta. En otras palabras este cabrón también se había metido ahí para cogerse a la nalgona, y junto a la puerta ya había otros esp erando turno, el Silverio, el Primo y hasta el Borolas, además de otros que no pud e identificar. Y cuando algún despistado quería entrar al baño todos a coro decían "está o cupado". Todo eso me sorprendió, ¿sería posible que aquella mujer se cogiera a todo el equipo?, pues al menos a la mayoría si, puesto que dos horas después y creo medio litro de s emen más tarde la vi salir, como si nada, haciendo caso omiso de las enojadas mira das de las viejas que se habían percatado de toda aquella acción, meciendo su descom unal nalgatorio sumándose a la fiesta para bailar con quien se lo pidiera. Más tarde, con algunas cubas de más, la saqué a bailar, ella aceptó y disfrutamos del Ca ballo y la Montura en voz de Tony Camargo, en aquellos momentos tener a la nalgo na entre mis brazos y recordar lo ocurrido horas antes dentro del baño provocó una n ueva erección, le comenté "oye, que rico lo hicimos ¿verdad?", "¿qué?", dijo ella, agregan do "no se a qué te refieres", en otras palabras fingía demencia, eso me desconcertó y acabó por enfriar mis intenciones, pero ya para terminar la pieza ella acercó su boc a a mi oído para decir "no te enojes niño, ya te dí una probadita, no pidas más, estás tod avía muy chiquito y si sabes ser caballero guardarás silencio ¿eh?". Luego se retiró men eando el bote dedicándome de paso una inocente sonrisa. III En nuestra siguiente reunión, la bola comentaba lo ocurrido con la nalgona: "qué ric o apretaba!, ¿verdad?", "te sacaba los mocos apretando la pucha, pinche vieja!", " dice el Marciano que a él le dio el chirris, pues ya tenía muy rosada la zorra", "a cuántos se echó?", "pues quien sabe, pero la mayoría del equipo fue al baño en ese rato" , "ufff, pues entonces fuimos como quince o más!", más o menos así había ocurrido, pero el entrenador que había escuchado la conversación nos calló a todos, "pues si se la co gieron todos, cabrones, lo menos que pueden hacer es callarse el hocico, no ande n de pinches habladores, si nos dio chance fue en buena onda, ya cierren la pinc he boca y punto". Como sea la nalgona había causado en mi el despertar de emociones y deseos que ya casi ninguna de mis novias podía apagar, había descubierto la deliciosa sensación de u

na verija. Y no era yo el único, a partir de aquella fiesta los cabrones pululaban en torno de la nalgona buscando echarse otro rico palito. Nunca supe si alguno de ellos logró de nueva cuenta sepultar la virilidad en aquel mundo de carne, pero algunos rumores señalaban al Borolas como el arrempujador de planta de aquella vi eja, otros decían que no, que la nalgona se repartía entre el Bimbo y el Borolas. En cuanto a mi la nalgona me dispensó sólo promesas, "ay no se, quien sabe si pueda el sábado, tengo cosas que hacer, yo te aviso", o cosas así. Pasaron los meses y un nuevo rumor se desató en la cuadra: "pues nada cabrones, qu e la nalgona anda panzona!". Todos los que habían gozado de sus favores tratamos d e averiguar si aquel dicho era cierto, pero la vieja no se dejaba ver, hasta que un domingo luego del partido, cuando reunidos comentábamos nuestra nueva derrota, la vimos caminar con dificultad por la acera de enfrente, si, era cierto. La na lgona lucía un abultado vientre de siete u ocho meses, al momento guardamos silenc io mirándola pasar, algunos disimularon volteando la vista a otro lado, otro más com entó "oigan cuándo fue la fiesta?", "hace poco más de siete meses", "en la madre!", co mentamos casi todos sintiendo un remolino en la panza y pensando "tal vez ese ch amaco es mío", para al momento corregir "no, ni madres, si fueron tantos los que l e entraron, no pude haber sido yo", como sea nos sentíamos culpables. Minutos desp ués la calle se quedó vacía, de repente todos tenían cosas que hacer en sus casas. Días después, en la junta previa al partido del domingo, el Borolas nos sableó como si empre, pero ahora el motivo era diferente: "bueno cabrones, ya saben, no se haga n, la nalgona salió premiada, así que sin hacer olas vamos a hacer una coperacha par a que se vaya al hospital", alguno comentó, "pues si buey, pero tú la traías de planta , tú tienes que poner la mayor parte, además te vas a parar la cola con la lana dici endo que es lana tuya", él comentó "ni madres cabrón, que me acompañe alguien para que s epa como estuvo el pedo". Así no quedó de otra, teníamos que entrarle con lo que pudiéra mos, en total se juntaron casi mil varos que puntuales fueron a llegar a manos d e la que hasta entonces había sido nuestra principal fantasía erótica. Luego el Bimbo, quien acompañó al Borolas, nos comentó que la nalgona no quería recibir la feria, pero que al final aceptó diciendo de paso que se iría a aliviar a casa de sus padres en P uebla, agradeció el dinero y con un amable gesto los mandó directito a la chingada, eso dijo el Bimbo. Hasta ahí la historia de la nalgona, los compas del equipo no volvieron a menciona r nada, fue como si aquel grandioso culo hubiera desaparecido de la faz de la ti erra. Pasó el tiempo y los que hasta entonces éramos apenas unos adolescentes calent urientos, sumamos algunos años y experiencias a nuestras vidas. IV Yo estaba por terminar la Vocacional, cuando una tarde al bajar del pesero la vi pasar. Era la nalgona!, en persona, llevando de la mano a Benito, se llamaba, s egún supe después. Luego confirmé que la nalgona tenía ya tres meses en la colonia, que había regresado de su pueblo con todo y chiquillo, Benito, el hijo de alguno de lo s del equipo, o de quien sabe, en asuntos de nalgas no hay nada seguro. La cosa es que a pesar de que ya tenía novia y verija de planta Alejandra me había ac abado de aleccionar una tarde en el deportivo Plan Sexenal sólo ver las enormes nal gas bamboleantes de la nalgona me produjo un significativo estremecimiento en la verga, fue como si al ver aquellas carnes reviviera en mi la experiencia vivida en un inmundo cuartucho de baño. Pronto los escasos cuates que me quedaban en la cuadra me pusieron al tanto: no, la nalgona no tenía, al parecer, verga de planta; no la veían salir con nadie, además del Borolas ni sus luces, traía pedos con la justicia y andaba huyendo; según la na lgona vivía del sudor de sus nalgas, pero de tanto estar sentada frente a una máquin a de coser; es más, ni a novio llegaba. Según. Paciente esperé la oportunidad, la abordé un sábado saliendo del taller de costura. Me saludó como si nos conociéramos de siempre. La invité a dar la vuelta, según, pareció med itarlo un poco, pero terminó aceptando, de camino al metro me puso al tanto de su vida, puras pendejadas: que si Benito ya tenía casi cinco años y ya iba al kinder, q ue no se quería casar, "los hombres son unos cabrones"; dijo, que a mí varias chicas de la colonia me tenían echado el ojo "te haz puesto muy guapo, además estudias, pr onto serás rico", según, y así por el estilo. Como no queriendo llegámos a la Alameda, caminamos platicando por avenida Hidalgo,

mi intención era llevarla a un café musical, romanticón, pero, cosas de la vida nunca me había percatado de ello juntito estaba un hotel, ahí se metió la nalgona, conmigo de la mano, como no queriendo, como si supiera el camino, y pues bueno, nunca supus e que fuera tan fácil. La cosa fue que diez minutos después ambos estábamos sobre la c ama, en tremendo faje, sintiendo que la ropa nos estorbaba, ambos hechos bola so bre la inmensa cama y cuando al fin pude meterme entre sus piernas su vocesita m e suplicó "por favor no te vengas dentro de mi". Cogimos como locos haciendo brinc ar el colchón, mis manos atenazadas en sus tetas blancas y suaves, mientras que lo s vientres chocaban y sus piernas descansaban en mis hombros, ella se vino prime ro bufando ruidosamente por la nariz y gimiendo un largo "aaaaahhhhh". No se com o hice para contenerme, pero cuando le llegó su segundo orgasmo y mi verga entraba y salía lustrosa de su pepa abiertísima, ella sintió que mi troncó palpitó y al momento m e dijo: "no!, no te vengas así, aguantate tantito", dejamos de movernos, le saqué la verga y me acosté a su lado, pero sólo fue cosa de un momento. Acostado la vi colocarse a cuatro patas sobre la cama, me invitó "anda chiquito, d ame tu palo por la cola", cuando me coloque tras ella sus nalgas me parecieron más grandes aún, inmensas, paradas, abiertas, su negro culo apretado y rodeado de pel itos negros. Ella misma pasó una mano entre sus piernas para tomar el tronco y dir igirlo hacia su agujero, presioné la punta, estaba duro su culo, ella coopero haci endo su cuerpo hacía atrás y como por arte de magia el culo se fue abriendo, poco a poco. La presión de esa carne sobre mi verga era casi dolorosa, pero a la vez algo delicioso, muy rico, sentí sus profundidades calientes, casi ardiendo, la verga f ue entrando toda, lentamente, hasta que mis pelos chocaron contra la negra carne que rodeaba el abierto agujero. Nos quedamos pegados, muy unidos, luego empecé a moverme, lentamente también, uno, dos, entrando y saliendo, uno, dos, entrando y s aliendo, la cosa mejoró cuando ella se movió también a contra punto, echándose hacía atrás c uando yo atacaba su culo ahora abierto, suave, succionante. Luego la danza se hi zo furiosa, violenta, sus nalgas brincaban con cada arremetida, mi verga salía tod a de ese hoyo, para luego sepultarse de nuevo, los ayes de la nalgona se convirt ieron en largos gemidos y peticiones: "más, dame más, quiero más, toda tu verga chiqui to lindo, toda, fuerte, huy, más, más", pese a ello me vine, gloriosamente, una veni da larga e interminable, ella hizo lo mismo apretando a intervalos su culo, al t erminar seguí bombeando aquellas riquisimas nalgas, cosa que a ella sorprendió, segu imos cogiendo ahora más lentamente, removiendo en su intestino el tronco duro de m i verga, yendo y viniendo, sacándo todo el tronco para ver ese inmenso hoyo abiert o, sin pliegues ya y con ese penetrante tufo a excremento, ella lánguida se dejaba hacer, suspirando entrecortadamente en tanto que una de sus manos frotaba su pe pa, un rato después reanudamos la violenta cogida y ambos terminamos gritando de p lacer mutuo. Luego de la venida quedé acostado sobre ella, sintiendo los apretoncitos de su ric o culo, busqué sumejilla para besarla, aceptó mis besos, sonriendo pícara: "anda ya co chinón, quítate y vete la lavar la polla que te huele a caca", cuando regresé ella ya estaba vestida, nos abrasamos y nos besamos dos o tres veces. Cuando salimos del hotel sentí mis piernas temblorosas, nos abrasamos de nuevo y así nos fuimos a cami nar por la Alameda, ahí sentados en una banquita me pidió: "por favor, no le digas n ada a nadie de esto, tal vez salgamos otro día de nuevo, me gustó mucho lo que hicim os, no te prometo nada, pero a lo mejor volverémos a estar juntitos como hoy". Sin embargo aquella esperanzadora posibilidad nunca se concretó. Pasaron varios días en no la ví, pero en la tienda uno de los antiguos cuates me comentó: "oye buey, qu e la nalgona de nuevo anda con el Borolas, ya regresó el cabrón, ya los vieron junto s, hasta dicen que ese güey ya dejó a su vieja y a sus chavos y se va a ir a vivir c on la nalgona". Así fue, el Borolas y la nalgona se fugaron, pero solos, dejaron a l pobre Benito al cuidado de la madre de la nalgona, eso sí cada seis de enero ese niño se convertía en el chiquillo más afortunado de la colonia, pues siempre tenía jugu etes y regalos para dar y prestar, uno que otro fueron míos. [email protected], la benefactora Nota.- El siguiente relato está basado en un hecho real sobre la vida sexual de un a madura que conocí hace tiempo, pero al mismo tiempo tiene una fuerte dosis de im aginación, pero en síntesis así ocurrieron las cosas. Sobre esta misma mujer ya hay pu

blicados algunos relatos en este mismo portal Esther era una mujer madura que podría haber sido la envidia de muchas mujeres de aquella ciudad de Veracruz. Con sus ¿48? años a cuestas todavía se mantenía en buena for ma, y si bien no era bella, procuraba al menos aparecer presentable. A base de e jercicio, todas las mañanas nadaba varios kilómetros en la alberca del club local, m antenía a raya la gordura, eso junto con un discreto maquillaje y buena ropa, la h acían verse bastante bien, por ello a su paso más que dos que hombres madurones volt eaban para al menos saludarla con la esperanza de que tal vez algún día Teté les hicie ra caso. Pero no, para mucha gente Teté era una mujer de conducta intachable, además de ser u na profesionista muy capaz, tenía el raro don de ayudar a sus semejantes. Era la p referida de los vecinos a la hora de iniciar alguna protesta por cuestiones que los afectaran, con su ayuda habían logrado cerrar dos tujurios que las 24 horas de l día tenían borrachos y putas que escandalizaban en la vía pública. Además era una mujer caritativa. Todos los días los vecinos la veían salir de su casa, acompañada de su perrito para ca minar, además de paso sacar a pasear al can no pocas veces la vieron detenerse ant e algún teporochito, que durmiendo en la acera trataba de recuperarse de la borrac hera, para ofrecerle algunas monedas o algo de comer. Lo que muy pocos sabían era que aquella mujer todavía traía al demonio por dentro, y en un estrecho círculo se com entaba sus conquistas y una que otra putería, pero todo se lo perdonaba y mucho ju stificaba el hecho de que por más de 20 años aguantó al marido, que le resultó maricón, pe ro pudo hacerle dos hijos, que ahora ya grandes, con la ayuda de la madre, eran prosperos profesionistas. II Como Teté vivía sola y ya no tenía a quien rendirle cuentas muy frecuentemente se daba el lujo de viajar al extranjero, donde además de conocer ciudades hermosas y hace r compras había conocido varias veces el amor. En Florida se cogió a un inmigrante c ubano que "la tenía enorme manita" había comentado a una amiga cercana, en Canadá hizo amistad con un canadiense al que también pasó por las armas, lo mismo en España, dond e estuvo a punto de volver a casarse. En otras palabras, pese a su actitud ante los demás doña Teté todavía le daba gusto a la verija, "cómo no!, qué caray, si para eso es! " comentaba a si misma en sus ratos de nostalgia. Su última conquista había sido un chilanguito al que conoció por internet. El mismo día en que el internauta fue a visitarla, luego de platicar y pasear por la ciudad, metió al chilango a su recámara y ante los azorados ojos del amiguito empezó a quitars e la ropa, el hombre no pudo resistirse y le dio tal cogida a Teté que por varios días anduvo con la pepa rosada por el intenso trajín sexual. Pero entre una conquista y otra, doña Teté pasaba dos o tres meses en abstinencia se xual, que aplacaba dosificadamente utilizando un juguetito que había comprado en L os Angeles en su más reciente viaje. De esta forma, alguna noche entre semana, cua ndo ya la mujer sentía aquella curiosa picazón en la entrepierna, preparaba su paraíso particular. En la intimidad de su baño se daba una rica ducha de tina y mientras se adormecía po r la calidez del agua caliente llegaban a su mente los recuerdos de sus aventura s sexuales y lentamente se iba calentando más hasta que la excitación la hacía colocar las piernas a los lados, en la orilla de la tina, entonces tomaba su consolador , lo ponía a funcionar y con delicadeza pasaba la punta del juguete entre los labi os de la pucha. Así, lentamente se empezaba masturbarse, hasta que terminaba metie ndose todo el consolador y llegaba el primer orgasmo, luego aceleraba el metisac a y llegaba el segundo éxtasis bienechor, luego el tercero cuando se metía el consol ador en el culo y sus dedos jugaban furiosos en su clítoris. De esta forma Teté mant enía a raya su lujuria, porque eso era, una vieja lujuriosa y amante del sexo, aun que los demás ni siquiera se lo imaginaran. Fuera de esos pequeños pecadillos Teté era una virtuosa mujer y muy emprendedora. Su casita siempre lucía bien arreglada y hermosa. Nada fuera de lugar y menos sucio. Pero su patio trasero era una calamidad. Como el sitio estaba baldío cada año era l a misma molestia; la hierba crecía desordenadamente, llenándose de paso de polvo y t ierra, demás de los trebejos y cosas inservibles que sin remedio iban a parar al b aldío.

Cierto día mientras hacía el quehacer de su casa, por la ventana miró el desastre en q ue se había convertido de nuevo el patio trasero, "me lleva!, eso está del cocol, ¿qué h acer?, yo lo podría arreglar, pero nomás de pensarlo me entra una hueva..., ¿qué hacer?, ¿dónde conseguir a alguien que me ayude, aunque le pague una lana?", pensó Teté viendo todo aquel desastroso panorama, ni hablar, algo tenía qué hacer, y pronto, se dijo, pues ya se acercaban las fiestas de fin de año y ni modo de invitar a sus amigas c on aquel desolado sitio allá atrás. Empero pronto encontró la solución. Una mañana mientras paseaba a su perrito se topó de repente con un borrachito que dormía la mona en la banqueta, le vino la idea: "¿y si convenzo a este pobre hombre?, le daría algo de dinero y comida, tal vez hasta al guna ropa para que se cambiara, ¿qué hacer?, ¿qué hacer?", pensaba viendo de reojo al ho mbre aquel sumido en la inconciencia del alcohol. Rauda regresó la mujer a su casa, en un plato desechable puso algo de comida del día anterior y con él en las manos salió a buscar al borrachito, lo encontró en el mismo lugar, soñoliento y soportando apenas los rigores de la cruda. "Tenga buen hombre, coma algo, ande, mire es comida buena, está limpia y calientita, ande coma señor, l e va a hacer daño andar con el estómago vacío", le dijo al borrachín que desconfiado dud aba en tomar lo ofrecido por esa elegante señora. El teporocho por fin aceptó el pla to y atónita Teté vio como el hombre devoraba la comida, "no, si la trae bien atrasa da, el pobre", dijo. Cuando el tipo terminó de comer la doña le extendió la mano con algunas monedas: "ande tenga unos pesos para que se la cure, mire yo vivo en esa casa de allá le dijo señal ando a su hogar si quiere puede ir más tarde, tengo algunas cositas que hacer y qui siera que me ayudara a limpiar el patio, yo le pagaría y le daría de comer, ¿qué dice?". El borrachín poco afecto al trabajo apenas pudo decir "no se si pueda ir, pero si tengo tiempo por allá le caigo doña". Aquella respuesta para nada tranquilizó a Teté: "e stos cabrones sólo son buenos para el chupe, no para el trabajo, ni hablar!, al me nos hice el intento", se dijo al reanudar su caminata diaria. Por la tarde, habiendo terminado sus labores, Teté se sorprendió al escuchar el timb re de la puerta, era raro pues no esperaba a nadie, ¿quién sería?, fue a abrir y se to pó con el borrachín a quien los rigores del hambre habían obligado a ir a buscar a la doña para pedirle algo de comer aunque tuviera que trabajar. Luego de recuperarse de la sorpresa le preguntó: "¿qué dice?, ¿aceptó mi propuesta?" e invitó al hombre a ver de que trabajo se trataba: "mire, quiero que me ayude a limpiar y poner presentable mi patio trasero, quitar la hierva seca, barrer, limpiar, tirar la basura y los tiliches, eso es todo". --"¿Cuándo empiezo, doña?", le preguntó el hombre. --"Pues si quiere de una buena vez, si no termina puede continuar mañana", le dijo la mujer, asegurándole que mientras le prepararía un buen plato de comida. Resignad o el borrachín empezó su faena. Cuando empezó a anochecer la doña fue a darle una vuelta a su empleado, descubriendo con sorpresa que el hombre estaba haciendo milagros, ya el patio lucía mejor, per o todavía le faltaba. "Mire ya párele por hoy, tenga buen hombre coma algo y cuando termine pase a la cocina, le voy a dar unos centavitos". Así terminó el primer día de labor del borrachín, y al día siguiente puntual llegó su trabajador a seguir con lo en comendado. Lo vio trabajar con ahínco y sin chistar, "le daré algo de ropa, de la qu e ya usaron mis hijos, a ver si le queda y si quiere ponérsela, pero sería bueno que además se diera un baño, ¿aceptara?", pensó Teté. Por la tarde el patio ya se miraba decente, vaya!, el borrachín había hecho milagros . Fue a felicitarlo por su labor y a ofrecerle la comida, y mientras el hombre c omía con avidez le oferció algo más: "oiga, mire, no se ofenda, tengo por ahí algo de ro pa, no se si quiera aceptarla, está limpia y buena, ¿qué dice?", con la boca llena el hombre contestó: "pues si seño, si se la acepto, ésta que traigo ya está muy fea, gracia s señito". Ya estaba, había dado el primer paso, pero faltaba lo mejor: --"También podría darse un baño, con el trabajo que hizo quedó su ropa más sucia, si quier e puede bañarse allá al fondo del patio, en ese lugar hay un lavabo y agua corriente , digo, si quiere", dijo al fin Teté mientras se retiraba a su casa a buscar la ro pa prometida. No era seguro que el borrachín aceptara, así que a prudente distancia vio que el borrachín en efecto se dirigía al lugar indicado para asearse, "vaya!, se va a bañar este cabrón, ya le hacía mucha falta, bueno voy a dejar que termine y le l

levo la ropa", se dijo la mujer. Pasó un buen rato, la mujer imaginó que el hombre había terminado de bañarse, miró por la ventana de la sala y lo que vió le quitó el aliento, ahí estaba el hombre desnudo echánd ose agua con una jícara desde la cabeza, pero lo que la dejó helada fue el largo tro nco de carne que semi rígido parecía balancearse mientras el borrachín se bañaba. De inm ediato Teté volteó hacía otro lado, pero la imagen de aquella verga grandiosa en su me nte fue más fuerte que su prudencia, volvió a asomarse entre la cortina de la ventan a para disfrutar a sus anchas de la lujuriosa visión del hombre desnudo y su gran tranca, "esa verga será mía o dejo de llamarme Esther", se dijo la mujer convencida. III Pero cómo hacer para que el teporochito le zambutiera tremenda tranca, por lo pron to conseguirle más trabajo, no dejarlo ir, que siguiera viniendo, siempre a cambio de comida y dinero. Ya vería la forma de ir acercandose a él. Por lo pronto lo emba rcó para que pintara las paredes del patio, el borrachín aceptó entre dientes. La oportunidad llegó al día siguiente, pues mientras el hombre pintaba subido en una escalera, de repente el inexperto pintor perdió el equilibrio y Teté vio con espant o que el borrachín daba con sus huesos sobre el duro concreto del piso, fue un por razo tremendo. La mujer de inmediato corrió a su auxilio, con apuros lo ayudó a leva ntarse preguntándole a la vez dónde se había pegado: --"Santo dios, qué golpe tan fuerte se dio, ¿dónde se pegó?" --"Ufff, no fue nada, no me pasó nada no se preocupe doña". --"Pero cómo no!, si se pegó fortísimo, ¿dónde le duele?". --"Nomás en la pierna, aquí arriba me duele un poco", dijo el hombre. --"Ay qué barbaridad!, mire tengo en casa una pomada muy buena para los golpes, déje me ponerle un poco en el golpe". --"No seño, le digo que no es nada serio". --"Ay señor no sea necio, déjeme ayudarle". En fin que a regañadientes se llevó al hombre a su casa, lo hizo acostarse en un sil lón mientras ella iba por la dichosa pomada: "ande quítese el pantalón mientras voy po r la pomadita", dijo Teté, pero cuando regresó el hombre seguía acostado pero no había h echo nada para desnudarse. --"Ande bájese el pantalón, no será la primera vez que vea a un hombre desnudo". --"Es que, disculpe doña, pero no uso truza ni calzoncillos". --"Ah caray, pues mire yo voltéo a otro lado, se baja el pantalón y se tapa con su m ano". Cuando el borrachito cumplió con la orden encomendada y la mujer por fin volteó a ve r, tuvo que reprimir un sobresalto, pues a pesar de que el hombre cubría su sexo c on una mano, ésta era insuficiente para tapar todo el paquete. Ya lo tenía al tiro, se dijo la vieja, "ahora si a gozar", pensó y durante un rato mientras aplicaba po mada en la parte interior del muslo derecho del hombre miraba fijamente el treme ndo pene que pese a los esfuerzos de su poseedor se asomaba entre la mano. "Huy chiquito mira nada más la vergota que te cargas", pensó Teté, y se atrevió a más: --"¿Oiga no se pegó en otra parte?" --"Ay si doña, pero me da pena decirle". --"No, nada de pena, los golpes si no se tratan pueden tener sus consecuencias, ande dígame con confianza ¿dónde más se pegó?". --"Es que, bueno, es que..., también me golpee en la entrepierna y en mi pene", di jo él. Vaya, ahora si te tengo chiquito, pensó ella y dijo: "bueno pues entonces déjeme pon erle un poco de pomada en ese lugar, ande no sea remilgoso". Y sin más quitó la mano que cubría el exagerado miembro y embarrando su mano con pomad a empezó a darse un atracón de miembro. Empezó por la base, donde la pelambrera tupida envolvía el paquete de huevos, utilizó más pomada y sin más agarró el semi rígido pene y mi entras sobaba el carnoso tronco le decía a su poseedor: "con lo que duelen los gol pes en esta parte ¿verdad?", el borrachín ni siquiera podía contestar, ella siguió con l o suyo, pero con sus avances iba provocando que involuntariamente se pusiera dur o y erecto. El tamaño que adquirió la verga espantó a Teté: "mi madre!, pero si es grand isima, ¿cuánto medira?, seguro más de veinte centímetros y bastante gruesa". Para hacer más precisos sus cálculos tomo el lomo de la verga con ambas manos, cerró l os puños de sus manitas y la sobraba casi media verga, "santo cielo, no, son más de

20 centímetros, casi 25!", siguió sobando unos momentos más mirando absorta aquel miem bro de burro que se enderezaba amenazador frente a ella, hasta que el hombre pro testó: "ya no siga, por favor doña, ¿qué no ve lo que está provocando?". --"Ay disculpe señor, pensé que sobándole le ayudaría con sus dolores, pero ya terminé, es pero que ya no le duela tanto". IV Para seguir tendiendo sus redes la mujer invitó al hombre a tomarse un té de arnica, "bueno, para los dolores", mientras podrían platicar un rato. Eso hicieron y hábilm ente la mujer lo fue cercando, con preguntas inteligentes le fue sacándo la sopa a l borrachito: que por qué tomaba, que desde cuándo, que si no tenía donde vivir, que s i no tenía pareja... --"Oiga vive solo?". --"Si doña, solito, en la calle". --"Ay pobre, y dígame ¿no tiene a nadie que se preocupe por usted?". --"Pero quién doña?, ¿quién va a querer a un viejo borracho?". --"No, usted no está viejo, nomás es cosa que controle sus tragos, a lo mejor encuen tra a alguna buena mujer que lo quiera y lo cuide". --"No doña, yo no tengo remedio". --"Ay pobre, no diga eso, todos necesitamos tener a alguien cerca, que nos de ca riño, afecto, que nos cuide cuando estamos enfermos, a ver dígame ¿no ha pensado en vi vir con alguna buena mujer?, no le entran las ganas..., a ver ¿desde cuando no está con una mujer?, disculpeme si le pregunto eso". --"No se preocupe doña, pues ufff desde hace mucho tiempo que no pruebo hembra". --"Ay no me diga, ¿y no le entran las ganas?". --"Y qué me gano señito, si me llegan a veces ganas de mujer, pero pues ni modo, me aguanto!". --"Válgame el cielo, oiga eso a veces hace daño, ¿y le vienen muy seguido las ganas?". --"Nomás a veces señito, sobre todo cuando veo a alguna mujer bonita, cómo...". --"¿Cómo quién?, ande dígame". --"No doña, se puede ofender". --"No hombre ¿cómo me voy a ofender?, dígame" --"Pues como usted". --"¿Ah sí?, ¿le parezco bonita?, ¿a poco?". --"Pues sí, además usted sí es re buena gente". --"Ay no se crea, pero me decía que le llegan las ganas cuando, por ejemplo, ve a una mujer como yo, a ver dígame, ¿de qué le entran las ganas?". --"Ay doña ya no pregunté..., pues de hacerlo, de..., ya sabe". --"Si me imagino..., me imagino, además usted se ve que es un buen amante, digo, p or el tamaño... de eso, pero pienso que a lo mejor cuando estuvo con alguna mujer hasta la lastimó!, con eso tan... grande, ¿o no?". --"Pues no se crea, a veces si costaba trabajo, pero la mayoría de veces no tuve p roblema, pero eso es historia, tengo tanto tiempo de no..., ya sabe". --"No, no, dígame desde cuando no se acuesta con una mujer". --"Pues la verdad, desde hace casi un año". --"Ay pobre hombre, usted tiene que hacer algo para poner remedio a esa situación, no le digo que la continencia es mala para el cuerpo!". --"Pero cómo señito, quien se va a fijar en mi, así como soy de borracho". --"No, si usted se ve como buen hombre, no es grosero, es atento y comedido, deb e haber alguna forma de ayudarle..., ¿qué hacer?, ¿qué hacer?, yo podría hacer el intento de ayudarle con ese problema, pero ay ¿qué pensaría de mi?". --"No señito, yo no podría pensar mal de usted, es tan buena gente". --"Pues si, yo podría ayudarle, al menos intentarlo, para que no ande así todo el ti empo. Pero me da un poco de pena, además creo que no podría con todo eso, ay me sien to en un predicamento". Ya para entonces el borrachín había descubierto el juego de la mujer y sólo le seguía el juego. --"No se preocupe seño, no tiene que hacer nada que pueda traerle calamidades, mej or déjeme así como estoy". --"Ay no diga eso, me preocupa su caso, bueno pues, al menos voy a intentarlo, p ero antes que nada le debe quedar claro que lo que haga será un favor muy especial

para usted y que nunca dirá nada de lo ocurrido". --"Se lo juro señito". --"Bueno pues, en segunda usted debe hacer sólo lo que yo pueda y nada más!, ¿quedó clar o?". --"Si, por supuesto doña". --"Bien pobre hombre, ande vaya al baño y se lava bien la cosita, cuando termine m e alcanza en mi recámara". A la doña largos se le hicieron los minutos de espera, ya sentía la entrepierna moja da y caliente, pero dudaba en poder empalarse en tamaña vergota. Cuando por fin en tró el hombre un inesperado sobresalto estremeció a Teté, el tipo se fue acercando has ta ella que ansiosa lo esperaba sentada en la orilla de la cama y cuando por fin lo tuvo frente de si Teté perdió el recato, con movimientos rápidos desabrochó el panta lón y más rápido de lo que cuesta escribirlo la mujer tenía en sus manos el inmenso miem bro, "ay, es grandísimo su pene, ¿cuánto medirá?", se atrevió a preguntar. --"Son como 27 centímetros doña". --"Válgame dios!, nunca había visto una tan grande", dijo ella mientras disfrutaba f rotando lentamente el enorme garrote, maravillándose al descubrir como poco a poco aquello adquiría mayor tamaño y sobre todo dureza, ya parecía una dura barra de fierr o. --"Ay dios, no se si pueda con tanto, pero al menos le prometo que lo intentaré, h asta me dan ganas de darle unos besitos...". --"Pues si gusta doña...". --"No cómo cree?, ¿qué va a pensar de mi?"; "no doña, no se preocupe, haga lo que quiera con eso", dijo el hombre que lucía ya tal erección que el enorme mástil apuntaba por si sólo al techo de la habitación, Teté estaba maravillada, casi no podía contener su em osión, ya el pito estaba listo, bien erecto y duro, la mujer lo soltó para admirarlo mantenerse bien parado por si solo. --"Vaya pues, parece que ya está listo, ahora a ver si puedo hacer algo por esta t remenda cosa", dijo al fin la vieja, sin agregar nada más se alzó un poco el vestido para bajar sus pantaletas, le dio la espalda al hombre y lentamente se fue arro dillando sobre la cama "mire, vamos a intentarlo así, de a perrito, creo que así será más fácil, pero debe ser poco a poco, despacio, y cuando yo le diga que ya no puedo aceptar más usted se detiene y se mueve hasta que encuentre el alivio que su cosot a necesita, ¿si?, ¿entendió?". --"Cómo usted diga señito, sólo haré lo que me diga". Entonces subiendo su vestido hasta la cintura hasta descubrir su apetitoso trase ro le dio la orden: "pues ande pobre hombre, empiece, primero deslice la punta s obre la raja y luego yo le voy diciendo". No hicieron falta mayores indicaciones , el macho se aferró con sus manos de las carnosas nalgas de la vieja dirigiendo a la vez el palote entre los cachetes del culo, la verga se deslizó fácilmente pues T eté ya estaba escurriendo de jugos, "así, así despacito, para que mi puchita se vaya a costumbrando", ya la verga iba y venía entre los gruesos labios de la puchota pelu da, un ansia anhelante se iba posesionando de ella "ande buen hombre, ahora con la cabecita, pongala en la entradita, sólo la punta, no la meta todavía, así, así, ay me abres toda!, está muy gruesa, así, despacito, ahora presiona un poco, dame tantito miembro", el grueso glande penetró la vagina de Teté que se adhirió al momento al grue so ariete, el hombre empezó a moverse muy lentamente, jugando a meter y sacar la p unta de la verga, luego presionó tantito y dos centímetros más entraron en las profund idades de la mujer, de nuevo se movió despacio, yendo y viniendo, presionó otro poco y tres centímetros más entraron en la ardiente caverna de la mujer, de nuevo se mov ió despacio, metiendo y sacando los casi diez centímetros, luego volvió a presionar y otros tres centímetros entraron fácilmente, entonces Teté lo contuvo: "ay espera, espe ra, ¿falta mucho?" y llevándo la mano hacía atrás tocó lo que quedaba de verga exclamando: --"Madre del cielo!, falta mucho más de la mitad!, anda con cuidado dame otro poqu ito". El macho cumplió lo pedido, metió otro buen troso de verga, ya casi tres cuartas par tes de miembro estaban dentro de la vagina de la mujer, que en esos momentos emp ezó a sentir los rigores de la verga, los hummm, ahhhh, mientras arremetía con sus n algas contra el émbolo duro, dos centímetros la llenaron más, entonces lo detuvo: "ay,

ya, ya no más, ahí detente, anda muévete y termina, acaba pronto que no lo soportó", así empezó la verdadera cogida, los moviemientos de entrada y salida se hicieron lenta mente más intensos, casi 20 centímetros de carne penetraban la ya distendita panocho ta de Teté. Ahora ya la mujer iba al encuentro del macho, empalándose una y otra vez, hasta qu e incapaz de contener por más tiempo su placer le anunció: "ay, bendito seas, por to dos los cielos que me estás haciendo, me voy, me voy al cielo, me llevas, huy chiq uito de mi vida, me vengoooo!", grito la vieja mientras que reculaba yendo al en cuentro del fabuloso ariete que le llenaba por completo toda la vagina, el macho sintió que ya pronto se vendría, pero siguió arremetiendo con furia en aquel pozo cho rreante y tremendamente abierto y cuando la mujer se venía de nuevo ya toda la eno rme verga estaba dentro de ella, "ya, ya, lo tengo todo, todo mío, ay, entra todo, siento tus huevitos en mis labios, anda dame más verga y vente papacito lindo!". Justo en ese momento el borrachín se empezó a venir, los chorros continuos inyectaba n el semen en las profundidades de aquella caverna, Teté los fue contando, dos, tr es, cuatro, cinco, seis, siete, mucha leche, muchísima, tanta que la pucha fue inc apaz de contener tal cantidad de mocos que con cada arremetida de verga un chorr o era expulsado hacía afuera salpicando ambos cuerpos, "ay chiquito!, cuánta leche m e estás dando!, huyy eres tremendo borrachito, anda ya termina por vida de dios qu e no puedo más", dijo al fin la mujer sintiendo en la vagina los últimos estertores del miembro bien clavado dentro de ella. Cuando los últimos estremecimientos acabaron, ambos quedaron acostados sobre la ca ma, él sobre ella, manteniendo todavía dentro de la vagina el enorme dardo, y cuando al fin se la sacó y ella se recostó sobre su espalda pudo ver por momentos el lasti moso estado de su pucha, lo que antes era una pepa carnosa y de labios pegaditos , ahora semejaba un profundo pozo exageradamente abierto chorreando todavía semen. Cuando el vago se fue y ella bajo la regadera se lavaba perfectamente la pucha, recordaba lo ocurrido: "¿se dejará mamar el borrachín?, ¿será posible meterme eso por la c ola?, ay no, debe ser terrible, pero a la vez excitante!, tal vez mañana lo intent e". Al día siguiente, cuando el vago había terminado de pintar la barda del patio y lueg o de que el hombre se bañara allá en el fondo de patio, lo invitó a cenar. Y como ella también quería algo rico que cenar, de forma inocente le preguntó: --"¿Oiga ya no le duele el golpazo que se dio?". --"Pues todavía me duele un poco señito". --"A ver déjeme revisarlo", dijo la mujer y ahí, en la cocina, se arrodilló frente al hombre, que sentado en la silla, dejó que la mujer desabotonara su pantalón y sacara a la luz el enorme miembro, Teté ya no se anduvo por las ramas, apenas tomó con la mano el miembro acercó la boca entreabierta y posó los labios sobre el morado glande y tuvo que hacer esfuerzos para que la gruesa cabezota le cupiera. Dos o tres c hupadas y unos cuantos lengüetazos hicieron que el miembro del borracho mostrara t odo su poderío. La mujer trató de meterse un poco más de verga pero al momento sintió na useas, "ay no me cabe ni siquiera la mitad", se dijo a si misma, por lo que se c ontentó con mamar lo que pudiera, era maravilloso, sus ojos abiertos no se apartab an del grueso tronco que entraba en su boca tragona, "ahora si, borrachito, te v oy a comer todo por mi culito", se dijo. Y sin más se levantó llevando de la mano a su amante, el hombre ya conocía el camino y sabía de antemano lo que la mujer quería. Presurosa la doña se despojó de su ropa inter ior, con la mano alcanzó un frasco de crema y arrodillándose en la orilla de la cama le dijo a su borrachín, "bueno vamos a intentarlo de nuevo, no quiero que usted a nde por ahí urgido y deseando mujeres, pero veremos si puedo hacer que eso entre e n mi colita, ¿me ayuda?". --"Lo que usted diga seño?", contestó el hombre que ya había desenfundado el miembro y apuntaba con él entre las embadurnadas nalgas de la mujerona. Los preliminares le parecieron eternos a Teté, en cuando sintió la punta de la verga en los pliegues re negridos de su ano aflojó el cuerpo para facilitar la entrada, pero no, dos o tres veces el hombre lo intentó y el miembro fue rechazado por la tierna carne que se negaba a abrirse, sólo logró que la mujer se quejara lastimosamente, "ay no, me duel e mucho, mejor por el otro lado", dijo ella, pero el hombre ya no le hizo caso,

sostuvo la verga sobre el ciego agujero agarrándo la verga con su mano para evitar que resbalara, mantuvo la presión , la tarea parecía imposible, los ayes de dolor v olvieron a oirse y cuando por fin el glande traspasó el umbral de los pliegues el dolor se hizo insoportable para la mujer, pero ya estaba empalada en la descomun al verga. El hombre supo esperar a que el culo se distendiera, poco a poco el dolor y la i ntensa presión de la carne sobre el glande amainaron, pero sin desaparecer del tod o, entonces removió un poco la verga, la sacó apenas milímetros, volvió presionar y lent amente pero con paso seguro el miembro se fue sepultando, no todo, apenas la mit ad, volvió a sacar el miembro, ahora fue más fácil, arremetió de nueva cuenta hasta que tres cuartas partes del garrote quedaron dentro del intestino de la mujer, metió y sacó, metió y sacó, ahora los quejidos de Teté se habían transformado, parecía que ella aco mpañara la cogida a contrapunto, yendo al encuentro del miembro que la empalaba, e l borracho empujó más y más hasta que los pelos de su verga chocaron contra los cachet es de las blancas nalgas, la mujer lo sintió "ya, ya chiquito lindo, te tengo todo , anda cógeme fuerte, disfruta de mi culo tragón!", le dijo. Teté casi perdió el sentido varias veces, no supo bien a bien cuántos orgasmos tuvo, n i cuántas veces se vino el borracho, pero tuvo conciencia de la tremenda cogida cu ando de espaldas se tocó con los dedos el culo, le dolió intensamente y se sorprendió al encontrarlo todavía abierto, tremendamente abierto, como negándose a cerrarse, er a como un descomunal pozo rebosante de leche. V De esta forma la doña se aficionó tanto a la verga del borracho que los vecinos vier on cómo cada determinados días llegaba el mismo hombre a la casa de Teté, quien invent aba nuevas labores para tener siempre a mano la enorme tranca del teporocho. Per o como la mujer era calentona y sumamente lujuriosa, pronto el borrachín llevó a var ios de sus amigos a conocer a su caritativa protectra. Así, en el más estricto secreto, bien pronto la mujer tuvo acceso a muchos miembros y de paso se convirtió en la principal protectora de gente de la calle, hasta que un buen día, por recomendaciones de sus vecinos encabezó el primer comité de damas vol untarias de Córdoba, la designación le fue otorgada por el propio alcalde en persona , quien alabó ante la multitud reunida las cualidades y el buen corazón de aquella m ujer. Teté hasta lloró de la emoción, más cuando supo que el ayuntamiento había puesto a s u disposición un jugoso presupuesto para obras sociales. Al paso del tiempo la mujer cumplió con creces la obligación impuesta: una casa cuna para niños desamparados, una clínica para parturientas sin recursos, una casa alber gue para indigentes y lo mejor, un asilo para los borrachines que abundaban, en aquel lugar los teporochitos tenían techo y sustento gratis, y además de tratar de e rradicar sus vicios tenían la gloriosa oportunidad de ayudar a la seño Teté en los que haceres de su casa, donde como premio la mayoría podía dar rienda suelta a sus pasio nes contenidas, eso si, sin decir jamás ni una palabra de los favores que la mujer les otorgaba, en otras palabras la mujer era tan buena que hasta las nalgas les daba! Comentarios a: [email protected] Mariana Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 10,977 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 17 min. ] +

Relato sobre una experiencia con una mujer casada y provinciana, es parte de un hecho real, pero mezclado con algo de imaginación. Mariana Reconstrucción de una experiencia real con una mujer casada y provinciana, adereza da con un poco de imaginación.

El paso de los años me ha convencido de que la mejor forma de conocer a una mujer es analizar su mirada, la forma como te miran sus ojos. Hay ojos que transmiten indiferencia o bien odio y rencor, algunas te miran con lujuria desde el primer momento, otras mujeres esconden sus dedeos en miradas inocentes o cándidas. También hay miradas que te reviven, que hacen renacer en ti aquello que creías ya mu erto u olvidado. Y más cuando la tristeza te va dejando vacío. Es como una descarga eléctrica que te contagia el deseo reprimido y olvidado. Se llamaba Mariana, su ma rido me había rentado un cuartucho de madera y por techo láminas de cartón que me sirv ió de casa por algunos meses mientras trabajé en la escuela rural. Doña Mariana tenía tr es hijos pequeños --dos de ellos asistían a la escuelita donde daba clases-- y un ma rido que se emborrachaba a partir del jueves y se la curaba el martes de la sema na siguiente. Mariana, silenciosa y seria, me llevaba el desayuno: un jarro de a tole y un pan por la módica suma de un peso con cincuenta centavos. Mariana tenía un os hermosos ojos cafés que esquivaban la mirada y se clavaban en el suelo o se dir igían hacía ninguna parte cuando de vez en cuando me invitaba a comer: "¿ya comió profes or?, ¿no quiere un taco?". Pero Mariana tenía buen cuerpo, macizo y fuerte por el tr abajo del campo. Lo noté un domingo, iba por la orilla de la carretera con sus tre s hijos rumbo a la iglesia cercana, se había bañando y su pelo negro y lacio y abund ante era contenido por un pedazo de tela cuadrado a modo de mantilla. Llevaba su vestido de domingo, recién planchado y limpio, y aunque largo dejaba ver las pant orrillas de Mariana, redondas y blancas, y arriba sus brazos firmes y fuertes, y al caminar su trasero se balanceaba haciendo brincar las florecitas multicolore s del vestido. Mariana una vez me preguntó: "oiga profesor y usted ¿nunca se casó?", e l bocado de carne con chile se me atragantó y medio le conté que era divorciado y te nía tres hijos que vivían con su madre, allá, lejos, y entonces me miró a los ojos como queriendo compartir mi tristeza, pero sólo un momento, luego se levantó y en silenci o se metió a su casita dejándome en el patio, sentado en un banco desvencijado de ma dera y terminando de comer. La tarde de ese día o al siguiente la miré de lejos, andaba entre el sembradío cortand o mazorcas tiernas. Me entretuve viéndola arrancar con destreza los elotes y sentí v ergüenza cuando me descubrió con una rápida mirada; me refugié en mi cuarto y por las re ndijas la ví caminar un trecho con esos pasitos acompasados y fuertes cargando una cubeta de elotes en su hombro derecho; se detuvo un momento en la vereda, como indecisa y volteó hacía mi que estaba junto a la puerta, no dijo nada, pero sus ojos me dijeron mucho, luego reanudó la marcha, caminó 20 o 30 metros hasta el corral de los animales, ahí se detuvo, dejó la cubeta sobre la tierra y caminó despacio hasta e l cuartito de la pastura; se quedó junto a la puerta, volteó la mirada como para com probar que yo la seguía y se metió. Cuando llegué ahí las piernas me temblaban, me sentía nervioso y excitado, traté de ver a Mariana, pero la oscuridad lo impedía, no se veía nada; di unos pasos hacía esa oscuridad y en la penumbra la vi parada junto a unos maderos, estaba quieta, como estatua, como esperando; y cuando la tuve frente a mi sentí su agitada respiración, y cuando mis manos rodearon su cintura la sentí temb lar, pero estaba dura, como de piedra, quieta, muy quieta y callada; siguió estática e indiferente cuando rodee su cintura con mis manos, y cuando acerqué mi boca a l a suya me esquivó volteando hacia un lado y cerrando los ojos, no hice caso y busq ué con mis labios los suyos, los hallé duros y cerrados, luego le besé las mejillas y la frente, y luego mi boca vagó por su cuello y Mariana tembló, seguí besando y lamien do su cuello, contagiándome de sudor salado y de los delgados cabellos y cuando se ntí su respiración caliente junto a mi cara intenté meter mis manos bajo su vestido y aunque sus manos contuvieron mis avances logré subir el faldón de su vestido, pero c uando mi verga buscaba su sexo Mariana se endureció y cerró sus piernas, diciendo en tre gemidos: "no , eso no, ya déjame, tengo que irme , ya no", pero me aferré a su cintu ra y la besé obligándola a abrir la boca, entonces Mariana se pegó a mi, su boca me su ccionó y mi lengua entró bailoteando entre sus labios; seguimos forcejeando, ella gi miendo y yo tratando de abrirle las piernas y jalando hacia abajo su calzón de man ta, lo logré apenas y metí el miembro entre los pelos de su pubis, volvió a decir un " nnoooo", entrecortado y en eso momento me vine, sentí que el chorro de semen me ab andonaba y Mariana entonces se puso floja, flojita, dejándome venir, suspirando ho ndo, como compartiendo mi placer, y cuando mi verga dejó de palpitar sus manos fue rtes me empujaron, obligándome a sacar el miembro, todavía goteante; me sentí estúpido,

sudoroso y temblando, parado frente a ella con el pito flácido fuera del pantalón, M ariana me miró a los ojos mientras se acomodaba la ropa, luego salió con pasos apres urados. Después de aquello Mariana volvió a ser la misma de siempre, es más, creo que se hizo más esquiva, hasta mandaba con sus hijos mi desayuno; yo me sentía inquieto y calien te, no la había poseído pero sabía que ella había accedido a estar conmigo, tal vez dese aba lo mismo, pero no lo sabía. El sábado siguiente regresaba ya de noche a mi cuart o, había estado platicando con el cura en el billar del pueblo, nos tomamos tres o cuatro cervezas y me sentí mareado, el curita quería que fuera a la casa parroquial "me trajeron un vino muy bueno, si quiere nos echamos unos tragos", dijo, pero no quería emborracharme, el recuerdo de Mariana me mantenía ansioso, además los vecino s decían que el cura era maricón; en eso venía pensando, riéndome sólo, cuando un "psss" s alió de la oscuridad al pasar junto al pajar, volví mis pasos hasta pararme en la pu erta, Mariana salió apenas, recortando su silueta en el vano y reclamando: "¿de dónde vienes?, ¿con quien estuviste?, hueles a cerveza, ¿dónde haz estado?", no le contesté, c aminé hacía ella obligándola a meterse al pajar, volvió a insistir: "quiero que me digas , te he estado esperando mucho rato, es más, ya van tres vueltas que doy y tú no lle gabas, ¿dónde andabas?"; me sentí confundido, excitado y nervioso, pero confundido a f in de cuentas, ¿por qué Mariana reclamaba?, ¿con qué derechos?; para entonces ya estaba junto a ella rodeándola por la cintura, Mariana se dejó besar y cuando nos separamos le dije: "¿por qué me preguntas?, ¿quién eres tú para interrogarme?, tienes marido y estás casada, ¿qué buscas?"; di media vuelta y su voz me detuvo cuando salía: "quiero ser tu mujer, si lo que buscas son nalgas, no tienes que buscarlas en el pueblo, allá ha y viejas que quieren acostarse contigo, más de tres ya te echaron el ojo, pero tu me gustas , además ya no tengo marido, tenía pero el alcohol me lo ganó tiene meses que n o nos acostamos, ya no puede hacer eso, además se fue, que a trabajar a la mina, y a ni se "; seguí caminando por la vereda y su voz: "no te vayas", sonó como suplica a mis espaldas me hizo regresar. Cuando entré al pajar y nuestros rostros quedaron juntos noté la dureza de su mirada , como de reclamo, pero su cálido aliento me confirmó que también ella quería; la abracé f uerte, pegándola a mi, apresando sus nalgas duras con mis manos por encima de su v estido, mis labios tocaron los suyos y me costó trabajo hacer que abriera la boca y que sus largos brazos rodearan mi cuello. Ambos de pie nos abrazamos en la osc uridad, yo con ansia, ella dejándose hacer, permitiendo que mis manos recorrieran sus caderas y le subiera el vestido; dejando que le bajara el calzón hasta los tob illos y le apretara sus grandes nalgas ya desnudas; dejando que mi lengua vagara en su boca y que mi pene erecto buscara su sexo y cuando por fin abrió las pierna s y su boca buscaba la mía, con aliento cortado me dijo: "apúrate, termina pronto qu e puede venir alguien", y su vagina dejó entrar mi palo, y esa funda de carne me s uccionó, me apretó y me contagió de su calor y de sus jugos; nos movimos con prisa, qu eriendo terminar ya, entrando en ella con fuerza, Mariana agarrada a mi cintura apresándome, recargada en la madera del cuarto, quejándose, respirando fuerte junto a mi cuello, yendo a mi encuentro, mi verga entrando con violencia y ella gimien do; por fin desde la punta de los pies sentí la descarga y de pronto eyaculaba den tro de Mariana que bufaba caliente junto a mi oreja y me besaba el cuello dicien do quedo: "ya ya , ya, mmm, ya". Terminamos juntos, o al menos eso creo, porque la sentí floja y una de sus manos jugaba con mis cabellos, como acariciando suave, lu ego me apartó, cerró las piernas y mientras caminaba hacía la puerta se subió los calzon es; de espaldas la vi desaparecer en la negrura de la noche. Todavía me quedé un rat o en el pajar respirando los olores de Mariana, saboreando en mi boca su salado sudor, y sintiendo pegados en mi cuerpo el penetrante olor de aquella mujer. Mariana pareció seguir siendo la misma, seria y callada, huyendo la mirada, pero a l menos una vez a la semana su fugaz mirada, anhelante y cachonda, me citaba de nuevo en el viejo pajar para abrirse, para dejarme vencer su aparente frialdad, para responder a mis besos que exploraban la tersura de sus tetas, y la dureza d e sus pezones, para abandonarse a mis dedos que inquietos buscaban en su entre p ierna y se enredaban, primero en sus vellos abundantes, luego en los pliegues de su pepa gorda; también para dejarme amasar sus nalgas duras y redondas, así como es tábamos, de pie, hasta que me jalaba a sus piernas abiertas y gemía y bufaba, respir ando fuerte y caliente cuando el duro miembro la penetraba, y nos movíamos con fur

ia; Mariana acompasando con sus "ahhh, ahh" cada arremetida, y se venía entre quej idos apurándome con apretones de su pucha sobre mi verga, sacándome la leche a pesar de que la quería seguir cabalgando, luego sin decir palabra me quitaba de encima, se ponía los calzones y cerraba su blusa, para salir apurada de la casucha. Pero Mariana era celosa, muy celosa. Bastaba que llegara tarde de la escuelita o que un fin de semana me fuera hasta Morelia para provocar sus furiosas miradas, que yo aplacaba con un remedio infalible: la indiferencia, y Mariana se vencía a los d os o tres días, primero me hacía plática cuando nos cruzábamos en el camino, luego nervi osa reclamaba: "ya no quieres, ¿tienes otra?, ¿por qué ya no me buscas?", yo sin decir le nada le sonreía y esa noche me la cogía en el establo hasta hacerla gritar de pla cer, hasta que sus jugos y los míos, le resbalaban por las piernas e inundaban el lugar de un penetrante olor. La única vez que Mariana se enojó conmigo fue aquel día que me emborraché con su marido. Recién había cobrado mi primer pago y ya con el dinero en la mano fui a su casa par a hacer cuentas de la renta y los desayunos. Todos parecieron ponerse felices, más el marido, no así Mariana que ya sospechaba algo. Luego fuimos por una botella de mezcal y nos la tomamos en el billar del pueblo. Ya de noche dejé al marido borra cho a las puertas de su casa y yo me fui a mi cuartucho de madera. Dos semanas l e duró el enojo a Mariana hasta que una noche el rechinido de la puerta que se abría me sacó del sueño y puso fin a su furia: recortada en la luz de la luna vi la silue ta de Mariana parada en la entrada, en silencio llegó hasta mi cama y se sentó en la orilla para decirme: "no quiero que te emborraches, menos con mi marido, tampoc o frente a mi, ya con un briago en mi casa tengo más que suficiente, ¿entiendes?, si quieres trago vete al pueblo, pero que yo no te vea llegar borracho y cayéndote, sólo te pido que no te acuestes con otra", y sin decir nada más se quitó el vestido pa sándolo por arriba de su cabeza, luego se bajó el refajo junto con su calzón de manta y se metió conmigo bajo las cobijas. Entonces conocí a otra Mariana, me sorprendí al sentirme montado de prisa por ella, que toda desnuda respiraba fuerte junto a mi boca para decir: "te quiero, cabrón, te necesito, quiero tu pinga, la quiero toda mía, solo mía; me la quiero comer toda, la quiero dura, toda adentro, en mi boca y en mi pepa, donde se te antoje" y ah orcadas sobre mi su mano derecha manipulaba mi palo para metérselo en la pucha y c uando lo sintió en el punto exacto se sentó suspirando hondo, tragándose toda mi carne dura, y cuando desbocada cabalgaba, subiendo y bajando sobre mi pene erecto su voz suplicante dijo: "ay papito, que rico eres, muerde mis tetas, muérdelas, chúpala s", entonces apresé sus chiches que brincaban frente a mi cara y mis dientes agarr aron un oscuro y duro pezón y se quejó, pero seguí chupando y mordiendo sus tetas gene rosas y pesadas; segundos después sentí que se venía y suspiraba y su pucha palpitaba apretando mi verga, pero ella seguía brincando encima de mi, y se volvió a venir, y luego otra vez, hasta que desfalleció sobre mi pecho, todavía gimiendo y temblando, todavía succionándome con su vagina, toda sudorosa y oliendo a pescado y se quedó como dormida, yo también sentí que me dormía; luego ella se bajó de mi y se acorrucó entre mis brazos suspirando y agarrando mi verga erecta; la quise apurar: "ya tienes que irte" y ella contestó "no, todavía no" y su cuerpo se separó apenas y su rostro fue ba jando por mi pecho lamiendo mi sudor, y luego más abajo hasta encontrar la dura ca rne y dijo "toda mía, toda" antes se comerse todo el garrote y mientras su boca ch upaba fuerte una y otra vez, mi semen se fue de mi y Mariana tragó, y chupó y volvió a tragar hasta dejarme seco; luego se limpió la cara con la sábana y volvió a acostarse junto a mi, abrazándome cariñosa, le repetí "ya tienes que irte, es muy tarde ya", "n o, no quiero, además no tengo prisa, ya no tengo marido, se fue hace diez días, pele amos, no quiere dejar el trago, me dejó porque le dijeron en el pueblo que tú y yo n os andamos cogiendo, le dije que era mentira, que eres una buena persona, que me jor dejara de tomar y trabajara para darle de comer a sus hijos, pero él necio, ya no creo ni quiero que venga; por mis hijos no te preocupes, se los llevó mi madre a su pueblo, yo voy a trabajar en lo que sea y les mando dinero, así podremos est ar juntos, siempre, cuando quieras, siempre" y suspiró antes de quedarse profundam ente dormida. Mariana siguió fingiendo ante los demás, pero era obvio para todos que ella dormía con migo, que ya éramos amantes. La gente del pueblo me miraba con recelo y el cura me presionaba para que mejor me fuera a otra casa, pero Mariana se negaba "no, tú no

tienes que ir a ningún lado, ya soy tu mujer, tu lugar está aquí conmigo, no te voy a dejar ir para que busques otra que esté más nueva que yo, eso no, ¿entiendes?, además a la gente nunca le vas a dar gusto, siempre hablarán, mejor que hablen con provech o". Así me hice el macho de Mariana, ya hasta había dejado el cuarto para irme a la casa de Mariana, que siempre me recibía por la noche bañada y con el pelo cepillado, oli endo a limpio, enfundada en una blanca bata de algodón. Me daba de cenar y platicába mos; a veces me preparaba el baño y ella misma me bañaba en la tina, con ternura, co mo si se tratara de un hijo pequeño; luego se transformaba en una hembra caliente de ganosa y dejaba que a la luz de la vela explorara todos sus secretos. Así mi ol fato y mis ojos descubrieron los olores y carnes de la pucha de Mariana; era muy peluda y aunque se bañara su carnosa panocha siempre olía a sexo; los rizos de su s exo eran largos y enmarañados, rebeldes, abundantes, y poblaban también la juntura d e sus redondas nalgas. Cierta vez que la tenía boca abajo en la cama y chupaba y m ordía los cachetes de su culo me atreví a preguntarle: "¿nunca te lo han hecho por atrás ?", ella contestó de inmediato "nunca, una vez mi marido lo intentó, pero yo apreté la cola para no dejarlo entrar, se enojó y me pegó, nunca trató de nuevo; mis hermanas m e han contado que lo han hecho así y que a veces duele y a veces no, que depende d el hombre, yo no sé, ¿lo quieres así", le contesté que sí y ella me dijo que todo lo de el la era mío "si quieres mi cola, es tuya, haz lo que quieras, anda, me pongo flojit a" y paró las nalgas, que se entreabrieron, verla así me calentó mucho, sentí que mi ver ga explotaba y atraído por aquello acerqué mi boca a esa negrura apretada y peluda; no pude resistir besarle el culo, llenar de besos y saliva lo que iba a ser mío, e lla reculaba protestando porque le causaba cosquillas con mis bigotes entre las nalgas "ji ji ji, me haces cosquillas, anda quítate y deja de besarme la cola, coc hino, ya déjame", pero yo seguía besando y lamiendo, y en algún momento puse un dedo e n su ano apretado y lo sentí flojo, al menos parcialmente, entonces me hinqué tras e lla y le apunté la verga en el culo, sólo un poco, repasando la cabeza del pene por el entre las nalgas hasta apretar un poco ahí donde estaba más dura, luego Mariana m e dejó entrar, suspiró, como sacando todo el aire y aflojando el cuerpo, entonces me empecé a ir tras ella, su culo me fue comiendo poco a poco; mi palo, erecto más que nunca, era tragado por aquel canal caliente y cuando nos quedamos pegados Maria na volvió a suspirar diciendo entre cortada "me duele pero te siento todo mío , todo dent ro, tu pinga dura, gruesa siento que me parte en dos, pero siento rico , me duele to do, pero es muy rico como nunca todo mío , tu pinga toda mía", entonces enloquecí y lleno e furia y de ganas entré y salí muchas, muchísimas veces de la cola de Mariana, hacien do que nuestros cuerpos hicieran "plaf, plaf, plaf" al chocar y sus nalgas brinc aran, como protestando, y ella, que gemía "ah, ahh, aaahhh" con cada metida de mie mbro; luego de no se que tiempo sentí que su culo palpitaba apretando mi verga y e ntre gemidos la mujer decía "quiero tus mocos, tu leche, toda , dámela en la cola, qui ero sentir tus moquitos, anda papacito lindo dame leche en el culo, anda cariñito mío, dame verga y leche en la cola, ya , la quiero ya", y me vine como nunca; primer o fue un chorro largo y continuo, luego chorritos acompasados, y de pronto el se men se me acabó mientras el culo de Mariana me daba apretones, pero yo seguía eyacul ando, como en seco, ya nada me salía pero la verga seguía palpitando, al final nos q uedamos pegados, yo sobre ella, ella con el pito dentro del culo, Mariana y yo s udando y suspirando, hasta que a punto del sueño ella se movió para decirme: "anda c ochino, ya sácalo y déjame lavarte el pito, que todo el cuarto huele a caca, fuchi, cochino, mira que darme por la cola" y su risa ruidosa y descarada que hacía brinc ar sus tetas al bajarse de la cama. Mariana se había transformado; lucía y se veía diferente, el gozo del amor y el deseo brillaban en su mirada y parecían transpirar por cada poro de su cuerpo. En el pue blo la llamaban "la puta del profesor" y ella tenía que soportar las miradas llena s de coraje de las viejas del pueblo, aunque algunas en apariencia le festejaban el haberse conseguido "un macho nuevo". Con los hombres fue diferente, algunos que creyeron que Mariana era una "puta fácil", trataron de acercársele pero ella los mandó al carajo, otros más me enfrentaron. Un domingo que estaba en el billar toman do mezcal con el cura uno de ellos no se pudo aguantar: "oiga profe, qué se siente haberle quitado la hembra a uno de los nuestros"; "pues yo me siento bien, aunq ue yo no le quité nada a nadie, el marido la dejó por briago, era un perdido y desob

ligado con su familia, y como le digo, me siento bien, ¿tiene usted algún problema?" , le contesté envalentonado por el mezcal; en eso miré la pistola que se cargaba y m e contestó: "mire profesor, casi todos en el pueblo lo respetan, sobre todo porque levantó la escuelita que estaba abandonada, ningún maestro nos duraba tres meses, a ntes se iban renegando, pero usted se aguantó, eso cuenta, pero no le busque que p uedo meterle un tiro, mejor ahí la dejamos, no vaya a ser la de malas, pero nos da muina que usted se haya quedado con la Mariana". Ya para entonces había medido el calibre de mis palabras, sentía miedo pero no me podía echar atrás: "le agradezco que no me meta un tiro, y les agradezco a los que ven bien mi trabajo en la escuela , pero en mi vida no se meta, se lo digo con respeto", el tipo se me quedó mirando , el ambiente en la cantina se había congelado, luego me dio la espalda sin respon derme y el cura me jaló del brazo para sacarme de ahí, en eso el viejo que servía de m esero me trajo una botella de mezcal: "ahí le mandan esto profe, dicen que ya no s e enoje, que hasta le hizo un favor a la Mariana, ahora está re´bonita", y todos sol taron la carcajada. Pero no alcancé a verle el fin a la botella, un chiquillo me l levó el recado de que mi mujer estaba afuera, enojada, que decía que ya estaba bueno de trago; le hice caso, el cura se hizo cargo del mezcal y yo me fui tras Maria na que iba corriendo y gritando y renegando: "pero mira nada más, que ponerte a di scutir con los borrachos, antes no estás muerto con un balazo en la panza, eres un imprudente, no sabes en lo que te metes, a ver, ¿por qué tomas?, ¿qué no sabes que me s acas el coraje?, mira nada más el profesor, borracho y peleando con la plebe del p ueblo, ya ni chingas", y más y más cosas, mientras me preguntaba quién la había avisado del pleito en el billar y cómo había hecho para llegar tan pronto. Y cuando llegamos a la casa debajo de la cama sacó una botella llena: "anda ten, llénate de alcohol, pero aquí, no quiero que vayas al billar a que te maten, ¿qué no ves que andan buscand o como hacerle para meterte un balazo?, ya no salgas por favor, te lo pido, si t e mueres me matas de la pena, ya no vayas te lo suplico" y soltó un llanto profund o que arrugó su cara, que la mojó de lágrimas mientras hipaba y gemía a grito abierto y se me colgaba del cuello. Luego nos quedamos callados acostados en la cama, "qui ero que me dures más que el otro, te quiero, mucho, no sabes cuánto; antes de conoce rte nunca me sentí mujer, no sabía de estas ganas que tengo, siempre, de tenerte den tro de mi; me hiciste una ´berraca´ que todo el día piensa en tu pito, y en tí, en tu ca ra, en tus ojos, en tu sonrisa, en tus pies, en tu olor, en todo lo tuyo", y así m e quedé dormido, junto a Mariana, los dos vestidos sobre la cama. Ese lunes pensaba en Mariana mientras pintaba las paredes de la escuelita, acomp añado de varios chiquillos; pensaba que nunca antes me había sentido tan enculado po r una mujer como con ella, que me gustaba como cogía, los gestos y ruidos que hacía mientras estábamos ensartados; me gustaban sus nalgas, macizas y grandes, sus chic hes blancas y pesadas y brinconas con esos pezones enormes e hinchados; su pucha peluda y olorosa, el olor de su culo amigable y muy flexible, ya hasta me estab a calentando cuando Mariana llegó con el almuerzo, venía linda, como siempre, como l e gustaba vestirse para mi, siempre limpia y peinada, con esos vestidos que le h abía comprado en Morelia una vez que nos fuimos los dos de fin de semana. Se paró en la entrada del salón principal con su canasta de mimbre y la servilleta blanca cu briendo la comida "ya es hora señor, ¿o qué, tengo que esperar a que termine para come r?, ande dígame, si no me regreso a mi casa, que allá tengo mucho que hacer, entre o tras cosas lavar sus calzones, ande dígame" y su risa alegre y desenfadada. Un rat o después ambos comíamos tortillas calientes con frijoles y carne de cerdo con chile , cuando alguien la llamó desde la puerta, Mariana acudió de mala gana y cuando regr esó venía llorando y gritando, que habían matado a su marido, lo habían encontrado tirad o en la carretera que va para Paracho apestando a alcohol, no sabían si lo habían at ropellado o si alguien le había metido un fierro en las tripas; la alcancé corriendo cuando ya estaba por subirse a la patrulla del pueblo, le entregué el dinero que traía "ten, de algo te puede servir", eran como 300 pesos, la vi partir en aquel c arro y sentí como si me abandonara, como si aquel luminoso día se convirtiera en neg rura. Al día siguiente una de sus hermanas me buscó para decirme que Mariana quería más dinero , que iba a enterrar a su marido en el pueblo de su familia y no tenía con que hac erlo, el cura me prestó mil pesos a cuenta de mi salario y se los di a la mujer. L uego las cosas se complicaron, según supe la familia del marido no la dejó ni ver el

cadáver, ni entrar al velorio, la llamaron puta y la sacaron a empujones, eso si, aceptaron el dinero para el entierro, lo peor vino inmediatamente. Ya me habían a visado que los campesinos tomarían la escuela, era tiempo de elecciones y de presi onar al gobierno con los créditos para la siembra. Todos sabían que los que presiona ban eran los caciques, pues los campesinos trabajaban tierras rentadas, así que lo s créditos eran para pagar deudas y rentas por siembras que nunca se daban. De Mor elia las autoridades me avisaron que tenía que cerrar la escuela y dejar pasar uno s días hasta que todo se calmara, pero sobre todo que no debía apoyar a los indios; eso intenté hacer, pero no se pudo. Al otro día el patio de la escuela estaba lleno de camiones del transporte público, los campesinos los habían tomado en son de prote sta, amenazando con quemarlos si las autoridades no entregaban los créditos; además habían cerrado la carretera con troncos de árbol y armados de machetes y botellas de mezcal se envalentonaban contra la policía que intentaba recuperar los camiones; luego me enteré que en varios pueblos había pasado igual, pero que en realidad la ge nte no había secuestrado los camiones, por el contrario, los empresarios se los ha bían "prestado" para apoyarlos en su movimiento fingiendo que se había tratado de un secuestro-- y también para que los dueños de las líneas del transporte obligaran al go bierno a cancelarles los créditos bancarios que tenían vencidos desde hacía años; así todo s ganaban: los campesinos iban a cobrar sus créditos; los dueños de los camiones el perdón de sus deudas y el gobierno el apoyo seguro de los votantes del campo para que el candidato ganara las elecciones. Todos ganaban. Por mi parte mal haría en tratar de oponerme a los calzonudos y sus machetes, por más que las autoridades de Educación me ordenaran oponerme a la toma de las instalac iones de la escuela, así las cosas me dispuse a tomar unas vacaciones forzadas en espera que el conflicto se resolviera y que Mariana regresara del entierro de su marido, pero pasaron dos semanas y de ella no tenía noticias, me empecé a preocupar . Un viernes el conflicto campesino se arregló y en el pueblo hicieron fiesta para celebrarlo, fui acompañado del cura al ruidoso baile y ya de madrugada cuando bie n borracho regresé a la casa de Mariana sólo encontré los cuartos vacíos, fui a los corr ales y también los animales habían desaparecido. Con la cruda a cuestas me senté afuer a de la casa vacía en una caja de madera a esperar que amaneciera y ya con la luz del día encontré arrumbadas mis pocas pertenencias, luego con la gente del pueblo su pe que había pasado: los familiares del difunto aprovechando que todos estaban de fiesta, yo incluido, se llevaron las cosas que supusieron eran del difunto, o se a todo, menos mi maleta con ropa y dos cajas de cartón llenas de libros. A medio día ya me había decidido a irme del poblado cuando el sacerdote fue a buscarme, ya sa bía del saqueo de la casa de Mariana e iba con la intención de hacer que me fuera co n él a la casa parroquial, además traía noticias: "vinieron de Morelia a avisar que ce rrara la escuela y que fuera para allá a recoger su último pago, supongo que por no haber mantenido cerrada la escuelita durante la bronca con los indios; además supe que Mariana está allá, trabajando en el mercado, vende chile atole para mantenerse, no sabe como regresar, le da pena que le hayan vaciado su casa y que usted no t enga donde vivir, sería bueno que fuera a buscarla, por lo que me debe no se apure , yo lo espero a que regrese y me pague, y si no pues ni modo, al fin de cuentas ni es dinero mío", y ambos soltamos la carcajada. Horas después cargando una caja de cartón subí a un destartalado camión y añorando el pueblo, o más bien a Mariana, o a sus nalgas carnosas o el olor penetrante de su sexo, o todo junto, me dejé llevar por el camino, brincando a cada momento por la carretera llena de hoyos. Comentarios a: [email protected] aventura de Carmen Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 34,450 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Relato ilustrado sobre las experiencias de una mujer madura con su joven amante

, (la mayoría de las fotos son reales). La aventura de Carmen Lo había pensado durante mucho tiempo, por fin se decidió cuando supo que su padre s e iría de viaje y ella estaría sola durante una semana. Y no había sido fácil. Conocía al chico desde hacía seis meses, se hicieron amigos por internet y todo parecía ir sobr e ruedas, a Carmen le gustaba su forma de pensar y expresarse, el intercambio de correos subió de tono: de amistosos a tiernos y cariñosos, hasta podría decirse que e róticos; quería conocerlo, pero cuando planearon el encuentro el tipo le confesó que e n realidad tenía 22 años, no los 47 que le había dicho. La mujer reaccionó con rabia al descubrir la mentira y no quiso saber nada de él, lo terminó, pero el siguió insistien do y mandando tiernos y amorosos mensajes por e-mail. A una semana de la partida del padre, Mita acordó con el enamorado verse un sábado en una pequeña ciudad cercana a donde vivía, el chico estuvo encantado, pero ella sentenció: "te advierto que nos veremos sólo para que te quede claro que yo no quiero nada con chiquillos como tú, me mentiste, yo no soy así, he sido sincera contigo desde el primer momento y tú no, ni siquiera podremos ser amigos, nos conoceremos en persona y daremos por termi nada nuestra amistad ahí mismo". Viajó por tren a temprana hora del sábado, ni siquiera llevaba equipaje, pensaba reg resar ese mismo día, fue directo al sitio de encuentro, llegó media hora antes y ocu pó una mesa del café de enfrente, no en el que habían quedado, desde ahí quería ver primer o cómo era el chiquillo que le mandaba tiernos y apasionados mensajes de amor. Ant es de consumir su taza de café lo vio llegar, era alto y sin ser musculoso tenía el cuerpo bien formado, su espalda era ancha y sus piernas largas, vestía una camisa de manga corta que dejaba al descubierto sus velludos y firmes brazos, Carmen se sintió nerviosa, más cuando se sintió descubierta: el chico vino hasta su mesa y sin pedir permiso se sentó. Mita sintió que se moría de vergüenza de solo pensar que la gente la miraría junto a un joven que bien podría ser su hijo, ahí, en un cafetín para enamorados. Respondió cortant e al saludo de Juan y fue al grano: "bien, ya me conoces, como verás no soy ningun a chiquilla para andar contigo, me apena esta situación, así que dime lo que tienes pensado y nos despedimos, no tengo ninguna intención de alargar la plática, tengo qu e regresar a Capital Federal en el próximo tren". El jovenzuelo no se inmutó. Y luego, como sin querer, la madura fue empezando a poner atención a lo que el chi co le decía, mientras lo miraba detenidamente, era obvio que el joven le gustaba, pero se decía una y otra vez que aquello era absurdo, que una relación con un chico de esa edad era impensable. Luego de unos minutos el nerviosismo de Carmen desap areció, pidieron de almorzar y platicaron de música y de cine, Juan le contó sobre el úl timo libro que acababa de leer, pero al final intentó la huida: "bueno Juan, me di o mucho gusto conocerte, pero ya me tengo que ir, no tiene caso de alarguemos es ta situación, eres un buen chico pero no quiero nada contigo, olvida todo lo que n os contamos en estos meses, me avergüenza lo que pensarás de mí luego de que te conté ta ntas cosas mías, algunas muy íntimas, olvídalas por favor" y cuando se disponía a levant arse de la mesa la varonil mano del chico la retuvo, ambos se miraron a los ojos y Mita leyó en los de Juan un ruego, una súplica y la voz de él lo confirmó: "No Mita, perdona si te mentí, pero estos meses han sido muy dichosos para mí, por primera vez me sentí identificado con alguien, me enamoré de ti, me gustaste desde el primer email y luego nuestras cartas, saber que te interesaba, nuestros llamados por teléf ono, saber que eras una mujer tan apasionada, no te vayas, por favor, al menos n o así, enojada conmigo, quédate un rato más. Mira vamos a caminar y platicamos, luego si insistes, te dejo ir y ya nunca sabrás de mi". Carmen no se pudo negar. Horas más tarde Mita se sentía fatigada, luego de caminar y recorrer aquella ciudad, pero a la vez se sentía feliz y dichosa; tenía años de no sentirse así, sobre todo perc ibir el cariño y las atenciones de un hombre, aunque tuviera muchos años menos que e lla. Intentó la fuga una vez más: "ahora sí Juan, debes dejarme marchar, me siento can sada de tanto caminar, ya se está haciendo tarde para tomar el último tren, debo irm e, dormiré unas horas en el viaje de regreso"; Juan se negó a dejarla partir: "Mira

si te sientes cansada, no te ofendas por favor, pero te ofrezco el cuarto del ho tel donde estoy hospedado, si quieres te dejo sola para que puedas descansar y s entirte segura, luego podremos salir a cenar o si quieres vamos a un sitio a oír mús ica, te aseguro que no trataré de hacer nada que tú no quieras si vas a mi hotel". L a punzada que sintió en la entre pierna le avisó que estar a solas con ese chico pod ría ser peligroso, sobretodo tomando en cuenta que Juan le gustaba mucho a la madu ra, fue el último intento por negarse a lo que deseaba muy dentro de sí: "no tiene c aso Juan, de verdad, eres encantador, pero entre los dos no puede haber nada, en tiende, aunque me quedara te aseguro que no podría torcer mis valores y acceder a lo que deseas, si quieres llévame a donde estás hospedado pero te aseguro que al fin al me tendré que ir, no puedo acceder a tus intenciones". Ya en el hotel Carmen no podía dejar de temblar de solo pensar que el chico intent ara algo que ella también deseaba, pero al menos pensaba que Juan era un caballero y que no haría nada indebido cuando estuvieran solos, así fue. Mita quiso ducharse y el enamorado fue prudente al proponer que la dejaría sola el tiempo que ella con siderara necesario para ducharse y descansar, pero Mita lo evitó: "no hace falta q ue te vayas, confío en que eres un caballero y no tratarás de aprovechar la ocasión, a demás me sentiré mas segura contigo, aquí en la habitación". Ya en el cuarto de baño, mien tras se desnudaba, la mujer percibía que su nerviosismo no era por temor sino por excitación, lo notó cuando se despojó de su calzoncito de satén, estaba mojado de líquido y sentía hinchada la puchis, en otras palabras estaba caliente y no podía evitarlo. Cuando salió del baño enfundada en una gran toalla buscó a su enamorado y lo encontró en el balcón mirando el paisaje de la ciudad, para entonces ya estaba decidida a ent regarse: "bueno, al menos que el pobre no se quede con las ganas de sexo, haremo s cositas y luego dejaremos todo en paz, además el chico me gusta"; pero a la vez planeaba que la entrega no fuera tan simple, sino con cariño y pasión a la vez. Se acercó a él para decirle: "¿qué haces fuera?, ven adentro", Juan la siguió obediente, n ervioso como ella, sin dejar de mirarla. Mita se sentó en la cama para secarse el pelo con otra toalla: "mira que me sentía acalorada, pero ahora con el baño ya me si ento mejor, hasta el cansancio desapareció, ¿tú no quieres tomar un baño?, te sentará bien , anda desnúdate aquí o en la ducha, como quieras, por mi no importa, prometo mirar para otro lado cuando te desnudes" y lo miró a los ojos, él mantenía sus ojos en ella. La mujer se sintió turbada y cuando el chico empezó a desabrochar sus pantalones vo lteó a mirar hacía otro lado, y así se mantuvo conteniendo las ganas de mirar a su ena morado en cueros, y cuando no pudo más de reojo lo miró cuando se despojaba de su ca lzoncillo y se quedó sin habla, ahí, entre las piernas del chiquillo, colgaba una en orme verga, parcialmente erecta, gruesa y sumamente larga, hasta creyó escuchar su "aaahhh" de sorpresa, pero siguió quieta pensando "lo tiene enorme, nunca podría ", p aralizada, abriendo sin querer la boca y así siguió sin percatarse que su enamorado ya estaba junto a ella, de pie junto a la cama, y todo ocurrió en silencio. cálida y mojada ya esperaba la arremetida, luego percibió la presión de esa carne dura y suspiró un "aaahhh" cuando el enorme miembro la empezó a penetrar, lo sintió duro, causándole cierto dolor la inesperada distensión de su carne al aceptar esa pinga y de pronto se sintió llena, toda su pucha estaba llena de esa carne dura y entreabr ió los ojos y habló: "ya no, no cabe más, hasta ahí, no sigas, quédate así, no lo metas más, e lastima", y el joven la rodeó con sus brazos y se besaron muchas veces, recibien do en sus tetas pequeñas las ansiosas caricias de las manos del chico, luego sin q uerer la mujer, excitada al máximo, empezó a mover su cuerpo, a los lados, hacía arrib a cuando él intentó penetrar más y cuando Mita perdía el aliento sintió que los cuerpos qu edaban pegados y alcanzó a pensar: "¿ya?, ¿entró todo?, no es posible, por dios, no lo c reo", y cuando la pelvis del chico golpeaba acompasadamente su entre pierna, lo confirmó: si, estaba totalmente empalada por la enorme verga de su amante y se aba ndonó a la cogida, suspirando, sintiendo con la carne dura resbalaba en su interio r, hasta el fondo, llenando su vagina por completo, distendiéndola, provocando sen saciones indescriptibles, y cogieron mucho rato, Mita se vino de forma tumultuos a, brincando sobre la cama, yendo al encuentro del amante con su pelvis, sintien do como la verga entraba y salía, chocando, produciendo un acompasado ruido como " clap, clap, clap", y se volvió a venir gritando de placer cosas ininteligibles has ta que de pronto, por un momento el chico se detuvo y al siguiente cayó sobre ella

gimiendo mientras los chorros de semen le llenaban la pepa, Mita sintiendo la e yaculación acompasada, tratando de contar las pulsaciones del miembro al escupir s u ofrenda, perdió la cuenta así como el sentido, siguieron así, pegados, uno sobre la otra, ella con el miembro bien clavado en su pucha ahora abierta, excesivamente distendida y entre sueños sintió que el chico tomaba sus muslos alzándolos, hacía arriba , hasta colocarlos uno sobre cada hombro, y sin sacarle el miembro se la empezó a coger de nuevo, pues el miembro seguía duro, bien erecto, en ese momento la madura miró entre sus piernas y se sorprendió al ver que su panochita estaba tremen damente distendida, deformada por el duro ariete que la tenía bien cogida, la puch a deforme por aquella maza de carne clavada hasta lo más íntimo de su ser. Carmen pe nsó sintiendo las violentas metidas de miembro: "no es posible, por dios, no es po sible, que eso tan grande esté dentro mío, y que siga así, duro y erecto, penetrándome a sí de esta forma tan salvaje, dios cuánto placer" y se abandonó a la cogida acompañando a su compañero con involuntarias palpitaciones de su pepa cuando le venía un nuevo or gasmo, hasta que el chico eyaculó de nuevo, inundando la de por si empapada vagina . Quedaron desfallecidos, uno al lado del otro, sin sentido, hasta que temblando M ita recordó que no habían usado ninguna protección y pensó de pronto: "me va a embarazar , quedaré preñada" y cerró los ojos un momento recordando la fantástica cogida y sintió qu e el semen salía de su pepa empapando las sábanas, sonriendo se dijo: "pero qué cogida por dios" y tambaleando se puso se pie para meterse al baño, bajo la regadera se lavó el cuerpo, sobre todo la entre pierna que escurría jugos, tratando de sacar de su cuerpo ese líquido peligroso, "que no me embarace, por favor, que no me haga un hijo", y mientras el agua caía sobre su cuerpo la madura se abrió de piernas y con mirada curiosa vio su sexo distendido, los labios externos hinchados, pero un po co abiertos como formando una burlona sonrisa vertical y en medio los otros labi os rosados mostrándose hacia fuera de la raja; cuando regresó al cuarto descubrió a su amante dormido boca abajo sobre la cama y a su lado la gran mancha blanquecina que habían dejado sobre la ropa de cama. El chico la sintió y volteó a verla amorosa, Mita se dejó acostar junto a él y volvieron a besarse e involuntariamente le tocó el m iembro, que aunque flácido y pegajoso aún mostraba un tamaño considerable, y se durmió u n rato, así, agarrada a la enorme verga que minutos antes la había vuelto a hacer mu jer. Más tarde algo turbo sus descanso, era como un sueño, algo lleno de placenteras sens aciones, cuando abrió los ojos perezosa encontró que la oscuridad de la noche entrab a por la ventana y que algo o alguien la procuraba un placer olvidado, allá abajo, entonces cayó en cuenta que su joven amante estaba acostado entre sus piernas besán dole el sexo, con suavidad, con besos tiernos, a veces; la madura podía sentir com o los labios y la lengua del chico recorrían con suavidad las carnosidades expuest as de su pucha, así en interminables segundos o minutos, y Mita se abandonó suspiran do, dejando que el jovenzuelo satisficiera su curiosidad y sus ganas, abandonándos e a las atrevidas caricias y abriendo sus muslos al máximo para que él con dedos ans iosos le abriera la raja y chupara y lamiera y succionara, una y otra vez su puc ha que ya escurría jugos, y siguió abandonada cuando el orgasmo le llegó de improviso, y atrapó la cabellara del chico pegándolo a su sexo y refregándole la panocha en el r ostro mientras él seguía mamándole la pucha, y se vino, una o dos o tres veces, no sup o pues casi perdió el sentido y cuando ya no pudo más le suplicó "ya no papito, no pue do más, ya no". Y volvieron a dormir, o ella durmió, no supo, pues de madrugada las caricias del chico la despertaron, estaba pegado a su espalda, besándole el cuello y acariciándole las chiches suavemente, en tanto que entre sus glúteos tenía la pinga erecta de su amante. Y casi amanecía cuando se descubrió acostada boca abajo en la cama y el atrevido ama nte besándole con amorosa pasión los glúteos y una risita golosa se le escapó cuando dij o "no hagas eso, me causas cosquillas, no, deja, no me abras, no seas travieso", pero no hizo nada para evitar que el chiquillo le abriera las nalgas a plenitud y se mantuvo así, quieta, sintiendo en su ano aquellos besos prohibidos en su cul o, y suspiró aflojando el cuerpo cuando el amante le titilaba el culo con su lengu

a filosa, causándole un placer desconocido u olvidado, era algo indescriptible, un placer diferente, minutos después no sólo eran besos y lamidas lo que su culo recibía , sino un dedo atrevido le hacía redondeles en su más íntimo rincón, para luego sentir l a presión del dedo tratar de traspasar el ano apretado, y Mita deseando esa carici a prohibida pero deseada aflojó el cuerpo y paró un poco más su trasero, en ese moment o el dedo la penetró suavemente, una y otra vez, primero la primera falange luego todo el dedo hasta el nudillo, luego fueron dos dedos los que jugaban con la cálid a profundidad de su culo distendido y cuando la mujer estaba por perder el senti do, los dedos abandonaron su nicho palpitante y algo los sustituyó, Carmen sintió en tonces la dureza del miembro amenazando su inviolado culo, y quiso oponerse pero el "noooooooo" más parecía una invitación que una negativa, primero fue un dolor inte nso y ardiente cuando el ano fue traspasado por el glande de la verga y la dolor osa distensión se hizo casi insoportable cuando el lomo de la verga fue resbalando con dificultado por su intestino hasta que la mujer no pudo más y suplicó "ya no po r favor, me destrozas, ya no por dios" y ambos se quedaron quietos unos momentos , Mita sentía que su culo palpitaba de forma involuntaria, y permanecieron así, pega dos, él con la verga parcialmente metida en el culo de la mujer que suspiraba sopo rtando la dolorosa penetración, luego al dolor pareció amainar, y Mita aflojó el cuerp o sintiendo ahora las pausadas metidas de la verga del jovenzuelo, y así se quedó, d ejando que su amante la sodomizara, hasta que minutos después el ardiente dolor de sapareció haciendo surgir en la mujer un placer laxo y diferente, las arremetidas se tornaron poco a poco en más intensas y ahora los cuerpos chocaban, lo que le in dicaba a Carmen que ya todo el grandioso pene de su amante estaba dentro de ella y como entre sueños sintió la verga eyacular, a las contracciones de la pinga ella añadía las suyas, parecía que se estaba viniendo, pues su culo palpitaba apretando la verga que le seguía inyectando semen, "así, así papaito, dame leche, más leche, ay que r ico siento, más, más" dijo la madura pegando su nalgatorio al cuerpo del macho que l a tenía sodomizada, el cuerpo pegado amorosamente al de la mujer que pensaba "nunc a pensé que fuera así por atrás en el culito, qué rico me lo hizo, pero me destrozó, me do uchísimo pero luego ese placer tan intenso, tan diferente", y así se quedaron dormido s de nueva cuenta.

Horas después Mita no podía soportar la vergüenza de haberse entregado totalmente a es e chiquillo, de estar con él en ese cuarto, de haberle permitido hacerle "todas es as cosas", se decía, y así se mantuvo avergonzada y temerosa, tratando de esquivar l as miradas y comentarios del joven, hasta que ya vestida le suplicó la dejara ir. Antes su "novio" la llevó a almorzar y comieron en silencio, ya cuando estaba por subir al tren que la llevaría a la ciudad el amante le preguntó "¿volveré a verte?"; "no lo sé, ¿tú quieres?", le dijo en voz baja la temerosa mujer; "claro, por supuesto, qu iero volver a estar a solas contigo, te deseo Mita, no sabes cuanto"; "pero ya t e di lo que querías, ¿qué esperas de mi?"; "más, quiero más, Mita, y tú también quieres ¿verd ", le dijo decidido el chiquillo; "si quiero, pero nadie debe saber, me avergüenza haberme acostado contigo, no me creí capaz, pero si quiero volver a verte, yo te llamo en unos días ¿sí?", y se despidieron con un beso. La mujer iba como entre nubes, caminando por el estrecho pasillo del vagón de primera clase, buscando su asiento , y cuando por fin se sentó la dolorosa sensación en su trasero le recordó lo que apen as unas horas antes había hecho, y sonrió para si misma con algo de lujuria que ilum inaba sus labios. Comentarios a: [email protected] © Micifuz6 SEXO EN VIVOMi sobrino me ama Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 17,679 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 8 min. ] +

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Relato real sobre la experiencia sexual de una mujer madura con su sobrino.

Mi sobrino me ama Relato sobre la experiencia sexual de una mujer madura con su sobrino durante su s vacaciones --"No me percaté de que había cometido algo indebido hasta que ví a mi sobrino levanta rse tratando de ocultar algo con sus manos, pero alcancé a descubrir la enorme ere cción que mostraba su pantalón y alejarse a paso rápido. Mis mejillas enrojecieron por aquella visión fugaz. Entonces me percaté de mi falta: estaba tan embobada con la p lática de mi hermana, las dos sentadas sobre el césped del jardín, que nunca me percaté de que tenía las piernas abiertas y ligeramente alzadas apoyando los pies sobre el verde pasto, y mi falda blanca subida lo suficiente como para que alguien senta do al frente me mirara, y fue él, que estuvo no se que tiempo sentado frente a nos otras, quien me miró las piernas y algo más mi calzoncito blanco bordado de flores o tal vez más los vellos que escapan de mi panty, y volví a enrojecer del rostro, aver gonzada por haberle ofrecido, sin querer, aquel espectáculo a mi querido sobrino A lberto. Y mientras doblaba mis pantorrillas y las cubría bien con la tela del faldón , empecé a pensar en aquel chico: era el hijo único de mi hermana y su adoración, tant o para ella como para mi; fue un niño simpático y sonriente, cariñoso, platicador, per o al crecer, ya con 16 años o poco más se había convertido en un chico muy lindo si, g uapo, que empezaba a desarrollar su hermoso cuerpo, pero retraído, tímido, tal vez pe nsando en cosas de su edad, confundido por ¿el sexo?, si, tal vez. Era normal, ya era un adolescente. "Más tarde me crucé con Beto en la casa y descubrí su mirada, entre avergonzada y anhe lante, silencioso, su cara enrojeció por un momento al verme y aceleró el paso. Al día siguiente mientras me vestía luego del baño matutino, una sensación extraña a mis espal das me sobresaltó, giré el cuerpo y descubrí la puerta de la recámara abierta, fui a cer rarla y al hacerlo alcancé a ver que mi sobrino se alejaba por el pasillo a paso ráp ido, sí el chico estuvo mirándome no alcanzó a ver gran cosa, me dije, pues tenía puesta la bata que uso después de la ducha, y sonreí, no supe por qué. Ya había olvidado el inc idente cuando horas después, mientras la familia platicaba en la sala, Alberto lle gó para unirse a la plática, lo recibimos entre bromas y saludos afectuosos y se sen tó frente a mi, al momento me sentí incómoda, más por su mirada insistente, que iba de m is ojos, bajaba por mis pechos y se detenía en mis piernas, que ahora si mantenía de corosamente cerradas; traté de incorporarme a la plática pero ese nerviosismo extraño ya no me abandonó, más cuando de reojo descubrí que mi sobrino seguía con esa mirada peg ada a mis pantorrillas blancas y bien formadas, hasta que en cierto momento, no supe por qué pero separé ligeramente las rodillas, sólo un poco, el tiempo suficiente para que él mirara ahí, mis muslos carnosos, no más porque de inmediato corregí la posic ión para de reojo ver una ligera sonrisa en los suaves labios de mi sobrino, lo in terpreté como un gesto de ¿agradecimiento? por haber accedido a lo que quería: verme la s piernas. Al día siguiente partiría a mi casa, ya estaba por terminar de vestirme y todavía falt aba arreglar la maleta, pensaba que el tiempo se me acababa, aunque en realidad faltaban varias horas para mi partida, y mientras abotonaba mi blusa blanca Beto apareció en el marco de la puerta, la misma mirada anhelante, tierna y avergonzad a, y se quedó ahí, de pie, silencioso, quise preguntarle qué quería, qué hacía ahí, pero la f erza de sus ojos me lo impidió, su mirada fija sobre mi cuerpo; así estuvo unos mome ntos, hasta que cuando daba la vuelta para irse de mi boca salió algo como: "ven", mi sobrino regresó a su posición y yo, como hipnotizada, empecé a zafar los botones d e la blusa para luego con ambas manos abrir la prenda y mostrarle mis senos, peq ueños pero firmes, desnudos pues casi no uso sostén; así estuve no se que tiempo, tal vez el suficiente para satisfacer la curiosidad del chiquillo, luego, dejando mi blusa abierta, mis manos bajaron por los costados de mi cuerpo hasta alcanzar l a tela de mi falda negra que subí con lentitud, sintiendo como la tela satinada re corría mis muslos, seguí jalando la falda hasta descubrir mis piernas y mi pubis, cu bierto por mi tanga rosa de satén; Alberto se mantenía quieto, silencioso, mirando c omo su tía querida se exhibía para él; luego solté la falta y la acomodé a mi cuerpo, abro ché mi blusa y me acerqué a él con pasos lentos, al llegar cerca de él sentí su respiración

acelerada y un ligero temblor en su cuerpo, eso me inspiró tal ternura que tomé su r ostro con mis manos y acerqué mi boca para besar sus mejillas, primero la derecha luego la izquierda con un beso tierno y suave, y justo cuando me separaba la ine sperada caricia me sobresaltó: la mano derecha del chico tocándome una teta, la izqu ierda, quise separarme y al hacerlo le di la espalda para alejarme de él que todavía alcanzó a tocarme los glúteos en un gesto fugas y atrevido, cuando voltee para repr ocharle ese gesto Alberto ya se alejaba a pasos apresurados, entonces pensé en lo que había hecho, y los pensamientos confusos me avergonzaban de tal manera que ya quería huir de la ciudad y alejar de mi la imagen de Betito mirándome semidesnuda, y mi ansiedad, y su temblor cuando le besé las mejillas, ya no sabía que hacer, hasta que por fin bajaba la escalera con la maleta hecha para esperar el taxi que me llevaría al aeropuerto, en eso mi cuñado mi avisó que tenía una llamada, de la aerolínea, fui a contestar sólo para enterarme que el vuelo se cancelaba por cuestiones de ma ntenimiento, me reembolsarían el costo del boleto si aceptaba salir al día siguiente a la misma hora, no tuve opción pues de lo contrario tenía que esperar que me coloc aran en un vuelo de otra compañía, cosa bastante improbable por la época de vacaciones ; cuando la familia supo de la situación se alegraron por tenerme un día más con ellos , sobre todo Alberto que lanzó sobre mi una de sus miradas llenas de ansiedad y un a sonrisa que no supe interpretar. "Aproveché el día para salir de compras y por la noche al regresar a la casa no enco ntré a mi hermana ni a mi cuñado, Beto me comentó que habían salido a cenar con otra fam ilia y regresarían algo noche, sin nada que hacer acompañé a mi sobrino a ver una pelícu la en la TV de la sala, sólo estuve unos minutos pues algo me alertó, y de inmediato decidí que no era buena idea estar ahí a solas con mi sobrino: el chico, sentado ju nto a mi en el sillón, lucía una enorme erección que no se preocupaba por ocultar, su pantalón mostraba un bulto descarado, fingí no verlo y el fingió que yo no me había dado cuenta, sin decirle nada me fui a la habitación, ya dentro cerré la puerta y mientr as me desnudaba para dormir seguí pensando en lo que ocurría con mi sobrino: era obv io que el chico andaba muy perturbado por cuestiones sexuales y yo, sin quererlo , había contribuido a incrementar esos deseos, propios en un joven de su edad, per o inaceptables si yo, su tía, era la fuente de esas ganas de experimentar el sexo; ya sobre la cama mis pensamientos fueron interrumpidos por un ligero ruido: la perilla de la puerta al girar y luego la puerta al abrirse lentamente, no toda, sino apenas lo suficiente para que alguien se asomara al interior, mi respiración se detuvo por instantes y temblé al imaginar quién estaría ahí; la puerta se abrió y algui en apareció en el marco, la tenue sombra se confirmó en algo tangible, en el cuerpo de un adolescente casi desnudo, que además de lucir la perfecta conformación de su c uerpo mostraba en su entrepierna el enorme bulto que hacía que su slip azul se vie ra deformado, era como si dentro trajera algo que no correspondía a su cuerpo, y A lberto dio dos pasos hacia la habitación, ambos nos miramos, yo con espanto él con l ujuria, o miedo, o deseo, o todo junto; sólo alcancé a decirle "cierra la puerta", l uego de hacerlo llegó hasta la cama y empezó a bajarse la trusa y yo a despojarme de mi sostén y bajar mi tanga rosa de satén, al hacerlo los ojos de Betito iban de mis ojos a mis pechos y bajaban para posarse en mi pubis peludito, yo no podía hablar ni hacer nada, mi respiración agitada lo impedía y cuando el chiquillo iba a subirs e a la cama cerré los ojos, lo sentí acostarse junto a mi y acariciar mis pechos, be sarlos, succionarlos, aumentando mi excitación, luego su mano paseo por mi vientre hasta llegar a mi sexo, jugando con los vellos metiendo sus dedos entre ellos p ara luego llegar hasta la vulva, ahí jugó más, sus dedos iniciaron un delicioso ir y v enir sobre los labios abultados de la puchita, como le digo, para luego hacer más cosas, como meter los dedos en la raja y acariciar ahí dentro, contagiándose de la h umedad de mi pepa; yo seguía con los ojos cerrados sintiendo los labios de Alberto sobre los míos, sus caricias en mi sexo, su respiración agitada, el temblor de su c uerpo, hasta que por fin me montó, se puso sobre mi y abrí las piernas, sólo un poco, su pito frotó mi sexo queriendo entrar, pero lograba penetrar, el pene resbalaba s obre la raja, lo intentó una y otra vez, y en medio de mi excitación bajé la mano y di rigí su miembro al sitio correcto, el glande estaba en la entrada de mi vagina ycu ando apenas estaba entrando lo sentí agitarse y gemir, su eyaculación prematura me s orprendió pero lo abracé dejando que disfrutara su venida, pensé que me soltaría pero mo mentos después, con el pito bien calvado en mi, empezó a moverse, con torpeza quizá, p

ero con fuerza, entrando hasta el fondo de mi vagina con su pito de nuevo endure cido, luego sacándolo casi todo para de nuevo penetrarme con fuerza, así estuvo un b uen rato, provocándome un placer contradictorio, pues a pesar de mi calentura él era mi sobrino, pero era tan delicioso lo que hacia que me abandoné a ese placer; de nuevo lo sentí temblar y gemir y en mi sexo sentí las acompasas palpitaciones de su verga al eyacular y también sentí un inesperado orgasmo, delicioso, rico, muy rico; Beto siguió cogiéndome con fuerza llevándome de nuevo a la cima del placer, ya se había venido dos veces, pero él seguía con el pene bien erecto, y en medio de esos pensami entos lo sentí venirse de nuevo, moverse sobre mi, cogiéndome con furia y sacándome de nueva cuenta otro orgasmo, ambos quedamos ahítos, suspirando, adormecidos, saciad os, empecé a cansarme del peso de mi sobrino cuando él salió de mi y se acostó junto a m i, abrí los ojos para mirarlo, ahí estaba, pegado a mi cuerpo, mirándome con ternura, eso me causó una sensación tan tierna que acaricié su rostro lo besé en la boca y acaric ié su pelo revuelto, ambos sonreímos en silencio, entre mis piernas sentí el líquido vis coso fluir hacia fuera, seguí con mis ojos pegados a su hermosa cara hasta que él se atrevió a hablar: "¿me dejas de nuevo?", en medio de mi turbación alcancé a decir: "haz lo que quieras papaíto". Hizo que me acostara boca abajo y él se puso sobre mi, sen tí su verga erecta deslizarse entre mis glúteos, los abrí con mis manos para facilitar le la cogida y cuando sentí que su duro miembro apuntaba mi ano, quise negarme, de cirle que no hiciera eso que estaba intentando, pero no pude, más bien alcé un poco mis caderas y aflojé mi cuerpo imaginando el terrible dolor que me provocaría y así fu e, al menos al principio; cuando el glande traspasó los pliegues de mi culo quise gritar de dolor, sólo pude morder la almohada para ahogar mis quejidos mientras la verga de mi sobrino entraba lentamente en mi ano, cuando estaba completamente d entro de mi empezó a moverse, primero poco a poco, luego más rápido cuando mi culo se aflojó y así siguió, cogiéndome, provocándome dolor y placer, haciendo temblar mi cuerpo, golpeando mis nalgas con su pelvis, hasta que sentí las placenteras contracciones de su verga al eyacular, ambos suspiramos complacidos, tal vez él más que yo. Cuando dejó de venirse sacó poco a poco su miembro y sentí que salía algo más que su carne, era el semen que mi culo expulsaba, Beto se levantó y besó una de mis mejillas, sonreí com placida y cuando ya salía de la habitación le dije "oye Betito, ve a lavarte bien el pene, con mucho agua y jabón ¿eh?". Al día siguiente, ya en el aeropuerto mientras me despedía de la familia, Alberto me jaló aparte, algo quería decirme: "gracias tía"; "tonto, te quiero mucho Alberto, por eso te lo permití", le dije besándolo en la mejilla; él añadió "¿podremos hacerlo de nuevo? "; "tal vez, lo pensaré te lo prometo, por lo pronto consíguete una novia, pero cuídat e, adiós papaíto". Ya en el avión, al tomar asiento, sentí en mi trasero el doloroso rec uerdo del sexo anal con Betito. Comentarios a: [email protected] mamadora Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 7,663 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 12 min. ] +

Versión editada de un relato enviado con anterioridad, sobre las dotes sexuales d e una mujer madura. La mamadora Versión editada de un relato enviado con anterioridad Fuimos al estacionamiento por el auto, apenas habíamos salido de un bar en Garibal dy y estábamos un poco tomados, y ahí mismo, en la total penumbra, la señora de buenas tetas y nalgas firmes no espero más, se acercó lo suficiente para darme un beso y d e paso tocarme el sexo por encima del pantalón, sintió la dureza de mi verga y no es peró más, desabrochó el pantalón y sin más agachó su rostro lo suficiente para empezar a dar me una rica mamada, al principio con cierta lentitud, pero momentos después ya emp ezó a poner en práctica su repertorio de buena mamadora, me sorprendía que se tragara

todo el miembro, de forma pausada, y cuando ya lo tenía bien clavado lo iba sacand o lentamente apretando su boca sobre el tronco para al final lengüetear el glande con suavidad y lascivia, minutos después ya chupaba con fruicción sacándome líquido pre seminal y frotando el lomo de la verga con su mano en forma circular, aquello hi zo que en segundos sintiera la eyaculación en la punta de la pinga, protesté: "esper a, vas a hacer que me venga"; "no importa, anda, quiero tu lechita, dámela toda" y volvió a mamar todo el pito, no pude más y me vine en su boca, y contrario a lo que me había ocurrido con otras mujeres, esta no se quitó, sino que por el contrario ch upó con mayor fuerza al sentir los chorros de semen y uno a uno se los fue tragand o para al final repasar la cabeza de la verga con restos de mocos por su rostro suspirando agitada. Cuando terminamos la mujer se limpió el rostro con kleneex y y o puse en marcha el auto, me sentía satisfecho, pero ella no, así que enfilamos rumb o a un hotel pero ella se opuso "hoy no, ya es muy tarde, mis padres se van a pr eocupar, mejor lo dejamos para otro día que tengamos más tiempo". En nuestra siguiente cita, luego de dejar que mamara mi verga casi media hora, p or fin pude hacerla mía. Pero para hacerlo tuvimos que usar condón, de esa forma pud e disfrutar de su pucha cálida y viscosa; se vino dos veces y yo tuve que conforma rme con eyacular en el condón. Así seguimos por varias semanas, nos hicimos más íntimos y cierta vez le comenté acerca de su rica manera de mamar, al principio se negó a co mentarme como había adquirido esa depurada técnica, hasta que una noche accedió a plat icar: --"Vas a pensar que soy muy puta, pero siempre me ha gustado hacerle el sexo ora l al hombre que está conmigo. Y como sabrás eso no lo enseñan en ningún manual de sexolo gía, ¿verdad?". Se quedó pensativa mirando el techo del cuarto de hotel y empezó: --"Fue hace muchos años, era una jovencita apenas. Tuve mi primer novio a los 14, me llevaba al cine, ocupábamos los asientos más alejados y en la penumbra fajábamos o como se decía entonces nos echábamos un "caldo". Yo no sabía nada de fajar ni menos te ner sexo, era virgen, y así me mantuve por varios años pese a la calentura natural d e esa época. Con ese novio aprendí a besar, él me enseñó, nos excitábamos mucho, pero no le permitía nada más que besos y alguna caricia en mis senos, cuando intentaba meter su mano entre mis piernas, en ese momento suspendía el "faje" pese a sus protestas. Luego cedí un poco. Una noche en el cine puso mi mano sobre la erección de su pene, que mantuvo dentro de su pantalón, se lo acaricié un rato de esa forma mientras nos besábamos muy rico; la siguiente vez fue más osado, en la oscuridad escuché el peculia r ruido del cierre del pantalón y algunos movimientos que hizo, luego llevó mi mano hasta su entre pierna y sorprendida comprobé que se había sacado el miembro del pant alón, fue la primera vez que le hice una chaqueta, en el cine, yo asustada porque nos fueran a descubrir, él suspirando por mis caricias que aunque torpes lo llevar on a terminar, mi mano quedó pegajosa de semen y a nuestro derredor olía a eso, a se men. "Sin embargo mi aprendizaje con ese novio duró poco. Mi padre estaba buscado mejor ar la economía familiar y la opción fue mudarnos a otro estado. Pasaron los meses y de pronto ya estábamos viviendo en San Luis, mi padre puso un negocio en sociedad con otro señor, casi viejo, de más edad que él, al poco tiempo se hicieron compadres y por ello el viejito nos visitaba seguido en casa. Cierto día mi padre enfermó y tuv e que ir a abrir la tienda y de esa forma me encontré a solas con el viejo, se inm ediato se me lanzó, mientras acomodaba cosas en un estante el vejete me agarró por d etrás, intenté zafarme, grité y corrí a la bodega, fue peor, ahí me acorraló, lo amenacé con ritar y decirle a mi padre lo que intentaba hacer: "No se atreva, viejo jijo, se lo diré a todos, quítese y déjeme ir". --"No chula, no grites, no es para tanto, anda déjate tantito, nomás quiero agarrart e bajo tu vestido". --"Lárguese de aquí, viejo cochino, sinvergüenza, maldito, déjeme ir". --"No chiquita, o te dejas o no sales, nomás tantito, además te voy a dar algo, anda acepta". --"¡Qué no!, le digo, déjeme salir, ya me voy a mi casa ". --"Al final tuve que acceder, el viejo se regodeaba agarrándome las chiches, ya cr ecidas, carnosas pues desde chica fui tetona--; o metiéndome la mano bajo el vestid o, yo por supuesto me negaba, cerraba las piernas con todas mis fuerzas tratando

de impedir que el vejete fuera más lejos, eso a pesar de que sentía muy rico cuando los dedos del tipo jugaban con la raja encima de la pantaleta, que se mojó rápido, pero me mantuve firme, al final me dejó en paz, y mientras me acomodaba el vestido y la blusa, el viejo sacó un billete de a 50 pesos y me lo dio, pero antes me pid ió "otro favor". --"Mira, ya no te voy a hacer nada, pero quiero que te quedes aquí, mientras hago una cosita". --"¿Qué cosa?", contesté asustada. --"Una travesura, tú nomás miras, yo hago todo ¿si?". --"No supe qué contestar. Atónita vi al vejete abrirse la bragueta del pantalón y saca rse el miembro erecto, quise voltear, pero él lo impidió: "no, no voltees, quiero qu e me veas, te voy a dar algo más de dinero". Y lo vi, más bien disfruté, cuando el vie jo se empezó a masturbar, era extraño, pero me sentí excitada mirando aquello: el tipo frotando con fuerza su pene erecto, muy erecto; era una verga morena, gruesa, n o muy larga, pero estaba muy dura por lo que alcanzaba a ver, sobre todo era exc itante mirarlo como trataba de terminar, pensé que le costaba trabajo venirse, per o luego el viejo suspiró hondo y un fuerte chorro de semen casi me alcanzó hasta don de estaba, luego fue otro chorro y otro más, fue mucha leche; el tipo parecía agotad o, respirando con fuerza, manteniendo el miembro goteante agarrado con la mano, luego salí de aquel lugar. Un rato después el hombre me entregó un billete de 20. Esas cosas siguieron a mi pesar, pero luego, poco a poco, les encontré placer. --"Una semana después el viejo volvió al ataque, me dejé cachondear un rato. El tipo m e mamó las tetas mientras dedeaba la pepa, por supuesto que me calenté, pero no dejé q ue me cogiera: "no, eso no, viejo cochino, ya déjeme", le contesté, pero él no me soltó: --"Te doy 50 si me la acaricias". --"No tuve opción. Casi era la primera vez que tenía una verga erecta en las manos y siguiendo sus instrucciones aprendí pronto: rodear el tronco con toda la mano, su bir la manita lentamente hasta arriba, pelar la cabeza y luego al contrario, a l a inversa, así una y otra vez, hasta que el morado carajo estuviera mojado y cuand o el viejo anunciaba: "me vennngoooo", aceleraba el trajín dándole apretoncitos, el semen brotaba furioso y mi mano quedaba empapada de mocos, espesos, pegajosos, d e olor como el almidón, luego me levantaba e iba al baño a lavarme las manos, ahí toca ba mi pepa para comprobar que estaba escurriendo, los calzones empapados de líquid o, también viscoso, pegajoso y sumamente apestoso. Luego me iba a la casa contenta con 50 pesos en la mano. Dos o tres veces hicimos lo mismo, de esa forma aprendí a hacer "chaquetas", al tipo le encantaba que rodeara su pito con mi mano y que se lo acariciara haciendo círculos sobre el lomo, como si estuviera dando cuerda a un tornillo, o que le rodeara el glande haciendo un anillo con los dedos pulgar e índice y frotarle así la cabecita de la verga, hasta que suspiraba de placer. Por supuesto que los fajes con el tipo me dejaban ardiendo, así las cosas, en ocasion es cuando llegaba a casa me encerraba en mi cuarto para acariciarme la pepita. --"En la siguiente ocasión cuando estaba masturbando al viejo me pidió algo inusual: "dale unos besitos a mi palo, anda, se buenita", no le contesté, el tipo insistió, fingí no escucharlo y seguí haciéndole la chaqueta, luego no supe cómo pero cuando me di cuenta ya tenía la erecta verga junto a mi cara, el penetrante olor me pegó de pron to, pero no me quité, quise saber qué sabor tenía eso y primero, como dudando, le di u n ligero beso en el tronco; era carne, no sabía a nada sólo que estaba un poco calie nte, luego besé la punta, ahí donde el glande cubierto por su capuchón rezumaba humeda d, me supo extraño, el olor y el sabor eran indefinidos, pero era excitante, más si tomaba en cuenta que el vejete me deslizaba como sin querer un dedo por la orill a de su calzón, eso me calentó más y envalentonada abrí los labios para posarlos sobre e l grueso glande, el viejo reculó como tratando de meter todo el miembro en mi boca , pero lo contuve y volví a besar la punta de la roja y como sin querer abrí los lab ios para permitir que entrara un poco más de esa carne dura, hasta que toda la cab eza de la verga estaba en mi boca, entonces lo escuché: "huuuum, que rico, chupa, anda dale chupaditas", eso hice y a la tercera vez ya media verga entraba y salía de entre mis labios, tragándome el líquido, entre salado y dulce, que emanaba el dur o pedazo de carne, el viejo insistió: "chupa, anda, chupa más, cómete toda la verga, a nda ya, que me viene"; y lo intenté, pero cuando tres cuartos de miembro estaban d entro de mi boca un acceso de vómito me detuvo, me saqué el miembro pero volví a mamar

, ahora despacio, chupando, rodeando con la lengua el glande; entonces descubrí qu e aquello me gustaba, y mucho, mamar verga era delicioso, pensaba cuando un ines perado chorro me llenó la boca de semen, la verga se contraía, palpitaba con ritmo, como los focos del árbol de navidad, que prenden y apagan, o como las luces interm itentes de los autos, era algo parecido, quise quitarme de inmediato, pero la du ra mano del viejo sobre mi cabeza lo impidió y dejé que la boca se me llenara de moc os, luego, cuando ya no pude contener tanto semen abrí los labios para dejarlo sal ir, y los chorros resbalaron hasta gotear sobre la blusa; cuando por fin terminó l a eyaculación solté el vergajo medio flojo y pude escupir en el piso lo que quedaba de leche en mi boquita. Así aprendí a mamar. Dos o tres practicas más y aprendí las regl as básicas de "cómo se debe mamar una verga". El viejo por su parte estaba más que fel iz, una tarde cuando habíamos terminado de hacer eso me comentó "aprendes rápido para estar tan niña, sigue así y cuando le hagas una buena mamada al hombre que esté contig o nunca te va a olvidar, recuérdalo", al paso del tiempo comprobé que aquel consejo resultó muy cierto. --"Durante ese tiempo empecé a acariciar la idea de coger con el viejo, de por fin acceder a soltarle la verija y sentir el sabroso trajinar de una verga erecta e n la conejita, y hubiera cumplido mi deseo de no haber ocurrido un inusual descu brimiento: una tarde en que estaba planchando la ropa de la familia, dado que er a la mayor de las hermanas, escuché un escándalo en la casa, era mi padre que gritab a y manoteaba, no entendía nada, luego mi padre se fue sobre mi hermana Vanesa, la que me seguía en edad y la encerró en un cuarto y por los gritos me percaté que el seño r le estaba dando una paliza a mi hermana, no entendí porque, pero unos días después l o supe: una vecina había descubierto al viejito mientras se cogía a Vanesa, "hasta l a chamaca le pedía ´quiero más, dame más verga y ponía los ojitos en blanco´", le dijeron. O sea, mi hermana menor se me había adelantado. Mi papá puso fin a la sociedad con el viejo, no sin antes amenazarlo de levantar una denuncia por abuso de menores, a sí dejé de ver al viejito, "ya hasta le estaba agarrando cariño", recordé. --"Ya con poco más 15 años de edad olvidar las travesuras con el viejo fue cosa de día s, "para que coger con un viejo, si hay tantos chicos guapos que quieren conmigo ", medité en una ocasión mientras me observaba en el espejo del baño. Pero no contaba con la vigilancia paterna, que luego del escándalo de Vanesa no dejaba que ninguna de sus cinco hijas saliera sola a la calle. Sin embargo, pronto comprendí que cua ndo llegan las ganas no hay poder humano que detenga el logro de nuestros deseos , y tanto yo como mis hermanas andábamos con la hormona desatada, era como una for ma de comunicación o un olor especial, parecía que algunos, jóvenes o ya hombres, vier an en mi cara que andaba deseosa, y como casi siempre ocurre uno empieza a desea r lo que tiene más a mano. La visita familiares de mi padre me trajo lo que tanto deseaba, se llamaba Rubén y era mi primo, desde que lo vi sentí en el vientre como u na punzada, como algo que me anunciaba que mi hora había llegado, y por más que trat aba no podía ocultar que el chico me ponía nerviosa, y por supuesto él supo interpreta r lo que yo quería. Una noche en que la familia platicaba y miraba la tv, el primo me siguió hasta el fondo de la casa, donde estaban los lavaderos, yo sabía que el l legaría a buscarme y así fue, en la penumbra de ese rincón me abrazó y empezamos a besar nos, con ansia, tal vez con torpeza, pero ambos comunicándonos la mutua excitación, estuvimos fajando un rato, yo suspiraba sintiendo el placer de sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, me acarició entre las piernas y sus dedos alcanzaron mi pan ochita, era delicioso sentir como recorría mi pepa mojada, y seguimos fajando un r ato hasta que se sacó el pito y asustada traté de cerrar las piernas, pese a ello hi zo a un lado mi pantaleta y lo colocó sobre mi raja, el contacto fue maravilloso, ahí estaba lo que tanto deseaba y lo dejé que frotara su verga sobre mi sexo, desata ndo mi excitación, sentía que las piernas se me doblaban y que la respiración se iba d e mi cuerpo del placer que sentía, creo que tuve un orgasmo pues me sentí desfallece r, en ese momento sentí que su pito palpitaba y se empezó a venir, ahí, sobre mi pepa, entre los labios calientes, sentí su venida y suspiré besándolo con mayor fuerza, seg uimos abrazados hasta que su pito dejó de eyacular, luego nos separamos y él se fue primero, todavía temblaba mientras me lavaba las manos y me limpiaba la pucha de s emen. --"Y pese a que en la casa siempre había gente nos dábamos mañas para volver a estar j untos; todo tenía que ser rápido y siempre con el temor a ser descubiertos, la excit

ación nos fue haciendo perder la poca cordura que teníamos además él insistía en penetrarm e, pese a que sólo lo dejaba poner su pene por un lado de mi calzón y así nos movíamos h asta venirnos, pero por más que me defendí cierta ocasión en que estaba más caliente que de costumbre, sin dejar de decirle "no lo metas, nomás la puntita, no lo metas", sentí que el tronco fue entrando, primero poco a poco, yo seguía con mis "no lo meta s, ya no por favor, así nomás la puntita" cuando ya lo tenía bien metido hasta el fond o; el dolor de la penetración desapareció cuando empecé a sentir bonito, muy rico, nos movíamos a contra punto, yo alzando la pelvis yendo a su encuentro, él entrando y s aliendo fuerte, una y otra vez y cuando se vino tuve la fuerza para hacer que lo sacara y terminara afuera de la panochita, quiso hacerlo otra vez pero un ruido nos alertó, apenas tuve tiempo de subirme el calzón y salir del lavadero. Por fin e l día que la familia tenía que irse volvimos a hacerlo, de nueva cuenta me penetró y p or fin tuve un orgasmo de esa manera, sentí que todo mi cuerpo temblaba, yo gemía pi diendo más y cuando me vine todo me dio vueltas pero no dejé que se viniera dentro d e mi; él no entendía cuando me hinqué sobre el suelo, me miraba desconcertado, y cuand o puse mi boca sobre su pito erecto cerró los ojos, fue delicioso, pues además de la mer sus líquidos me estaba comiendo mi propia venida, sabía riquísimo, se la mamaba re cordando cómo se lo hacía al viejito, mamaba y chupaba casi toda su verga, que si bi en no era muy grande si estaba muy dura y caliente, y se vino mientras le chupet eaba el glande, su semen me bañó la cara y mi mano derecha, seguí chupando y lamiendo el pito que seguía palpitando pausadamente, esa fue nuestra despedida. Cuando lo v i subir al autobús sentí una profunda tristeza, al paso del tiempo volvimos a vernos y a estar juntos y todo terminó cuando supe que también le hacía el amor a mi hermana Vanesa. --"Por ese tiempo mi padre aceptó que yo estudiara para secretaria bilingüe y con el lo tuve oportunidad de tener novios, no a todos les hice sexo oral, pero ya para terminar el curso descubrí por un comentario de alguna amiga que en la escuela te nía yo fama de ser buena mamadora y decidí corregir eso portándome como una chica reca tada, pero no contaba con que uno de los profesores intentaba ligarme; era un ho mbre joven, muy guapo y apuesto que traía loquitas a las chicas de la escuela; ace pté salir con él con la condición de que nadie en la escuela lo supiera. Nuestras prim eras citas fueron bastante tranquilas, sólo aceptaba que me besara y me tocara los senos, en eso el curso terminó pero yo mentí en mi casa para seguir saliendo con él; la primera vez que se lo hice oral fue en un estacionamiento cerca de la escuela , dentro de su auto, ahí acepté que se sacara el miembro y se lo acaricié un rato mien tras nos besábamos con pasión, luego casi sin darnos cuenta ya estaba yo con mi rost ro sobre su entre pierna besándole el glande de su verga gruesa y dura, luego ya b ien caliente le empecé a mamar la cabecita del pito y se vino casi al instante, pe ro no dentro de mi boca, pues me saqué el pito cuando sentí que palpitaba y con mi m ano rodee la punta para que se viniera así, de esa forma; a la siguiente cita nomás me subí a su coche y me llevó a un hotel, era la primera vez que estaba en un sitio de ese tipo y estaba muy nerviosa, pero a la vez muy excitada; esa vez me enseñó que era el 69, y nos estuvimos chupando mucho rato, ya ambos nos habíamos venido y se guíamos con ganas, me cogió de varias formas, en varias posiciones, pero siempre usa ndo condón, por fin cuando ya no pude venirme más le volví a mamar la pinga, dejando q ue terminara dentro de mi boca y tragándome toda su lechita. Cuando ya no pude ocu ltar en casa que las clases habían terminado, mi madre aceptó que mi "novio" fuera a verme por las noches, platicábamos fuera de la casa un rato, a veces nos besábamos pero no había forma de hacer más cosas, pues mis hermanas siempre se hacían las aparec idas, entonces se me ocurrió una estrategia: salir a verlo cuando ya todos en casa estuvieran dormidos y con la complicidad de una de mis hermanas, pues compartía e l cuarto con ella, bajaba a abrirle el portón y en la oscuridad del garaje hacíamos el amor recargados en el auto de mi padre, así perfeccioné la técnica de "cómo se debe m amar una verga". Al poco tiempo conseguí trabajo y con ello oportunidades de conoc er más chicos, no fueron muchos y no a todos se los hice con la boca, que era lo q ue me fascinaba de la relación, luego conocí al que sería mi marido y me casé, el matrim onio duró poco tiempo y ya divorciada seguí aprendiendo de los hombres y sus pitos, sus formas y tamaños, sus sabores y olores; a todos lo que he conocido les ha mara villado la forma en que les hago sexo oral, alguno me llegó a preguntar sobre cómo h abía aprendido, siempre fingí y a los hombres les encanta que les mientan, hasta aho

ra que a ti te he contado todo sobre cómo aprendí a mamar". Comentarios: [email protected], la mamadora Una noche al regresar del agotador trabajo. Anny todavía despierta, me desconciert a. Soñoliento y cansado me quito la ropa y me meto a la cama, ella acostada ya vol tea a verme y cosa rara no me reclama la hora de llegar su voz amorosa me pregunta si quiero cenar, lo que quiero es dormir, pero sus insinuaciones no me dejan lu gar a dudas: Anny anda caliente, muy caliente. No hago caso de sus mimos e inten to acostarme de mi lado, el izquierdo, pero ella amorosa se acurruca en mi y con voz melosa dice: "una mamadita ¿sí? sin compromiso, ¿si papi?" mientras su mano derech a ya hurga dentro de mi trusa de algodón y juega con mi pito dormido y flácido, y pr otesto: "pero si apenas ayer te di verga ¿quieres más?"; "sólo una mamadita sin compromi so, no me la metas si no quieres, sólo quiero mamar tantito lo prometo, solamente t e la chupo poquito y ya ¿sí?", dice con mirada suplicante; resignado dejó que me bajé el calzón y quite de encima las sábanas hasta dejarme desnudo, para luego ponerse acost ada entre mis piernas abiertas y jugar con mi pájaro que duerme, flácido y encogido, y juega con él suavemente con sus dedos mientras dice en voz baja: "es curioso tu pito, así como esta dormidito tan chiquito, tan inofensivo pero cuando está caliente s e pone grande, te crece mucho se convierte en una vergota grande gruesa sabrosa dura mo me gustan así, poco a poco crece tu pito hummm" y pone sobre el glande el anillo d e sus labios golosos y empieza a mamar, primero lento, lamiendo el tronco, con s uavidad para luego poner su boca sobre la punta del pito y presionar poco para b ajar la piel del prepucio y ya con el pito pelado, suspira, y poco a poco se va tragando toda la verga, hasta que su nariz y su rostro quedan pegados a mis vell os, luego se saca poco a poco el pito y vuelve a tragar, así por minutos de increíbl e placer para ambos, y alterna las mamadas con deliciosas lamidas en el glande, donde titila delicadamente, y cuando siente que mi verga palpita se detiene, sab e que ya estoy por eyacular, alza su rostro y me mira con lascivia para musitar: "no sabes cuánto me gusta tu verga!, tu leche es deliciosa, despierta a la puta q ue traigo dentro, anda papi quiero tu leche, dame tus mocos en la boca" y se vue lve a pegar a mamar con mayor ansiedad, con urgencia, sus mamadas son más rápidas y furiosas, succiona con mayor fuerza pero yo trato de contenerme y le pregunto: "¿t e gusta mamar?, ¿mucho?, ¿a cuántos se las mamaste?, ¿con quién te iniciaste?"; con ansia se saca la verga de la boca para decir con lascivia: "a mis novios, a todos les mamé la verga, me encantaba sentirlas echar mocos en mi boca, se las mamaba porque ellos insistían en cogerme y por eso mejor les mamaba el pito o los dejaba venirs e en mis nalgas, pero siempre me ha gustado la mamada, me encanta, ahora contigo tengo verga a la hora que quiera para sacarte los mocos y que me los eches a ch orros en la boca, hummm, papacito lindo, qué rica sabe tu pitote, los jugos son en tre salados y dulces, hummm, anda, dame mocos, vente ya papacito de mi vida.." y vuelve a mamar con mayor fuerza, succionando con furia la pinga que entra y sal e de su boca golosa, por un momento se detiene para decir: "agárrame del cabello y mueve mi cabeza sobre tu pito, como si estuvieras violando mi boca, con fuerza, con violencia", y vuelve a comerse toda la verga, hago lo que me pide, con mis manos agarradas de su pelo la obligo a tragarse la verga, haciendo que su boca c hoque con la base del pito y jalando hacia atrás para sacársela, el placer se hace i nsoportable e instantes después dejó que la leche corra, que la verga palpite a paus as y le llene la boca de mocos, mientras ella gime de placer pues además ha metido la mano bajo su pantaleta negra para hacerse una chaqueta, minutos después regres a de su letargo y me mira con lujuria para decir "¿fue rico papacito?, ¿te gusto mi mamada?". --"Humm, si, mamas como los verdaderos ángeles, bueno, no se si los ángeles mamen, p ero tú la mamas con verdadero arte, ¿cómo aprendiste?". --"Con mis novios, ya te dije, no fueron muchos, más bien pocos, pero a todos les saqué los mocos con la boca, si acaso fueron cinco o seis pues me casé muy joven; co n mi ex marido aprendí más, a él le encantaba mamar y que se la mamara, y la tenía muy gr ande una verga enorme!, pero era muy tonto para coger, pero a mi me encantaba mam arsela, desde que éramos novios nos mamábamos, hacíamos el 69, como no quería coger con él hasta casarnos, pues algo teníamos que hacer, pero a mis novios, a todos, les mamé l a verga, hasta me hice de fama, entre ellos se comentaba que yo sabía mamar muy ri

c

co además de culear, a veces los dejaba poner la verga entre mis nalgas, se venían en mis pompas, luego ya con más confianza dejaba que la metieran, no toda, nomás la cab ecita en mi culo y así se venían rico, a mi también me gustaba culear, ellos insistían e n coger por la panocha, pero no los dejaba, y no era por ser virgen, porque el q uinto lo perdí bien chiquita, pero no quería que supiera que yo ya había cogido, por e so hacíamos sexo oral y a veces, por atrasito, con alguno llegué coger por la pucha, pues la calentura, ya sabes, ¿no te dan celos que te cuente todo esto?", preguntó A nny. --"Me excita saber de tus puterías, pero ¿con quién fue tu primera mamada?". --"Bueno hay cosas que no te he contado verás conoces a mi tío Rubén, hermano de mi mamá y esposo de Teresa, ¿te acuerdas que te presenté con ellos?, bueno este bueno pues ya sabe s, cuando empieza la pubertad y todo eso, la enorme ansiedad que genera saber de sexo, en hombres y en mujeres, el tío es apenas unos años mayor que yo y este me extr añaba que mirada de forma rara, a veces iba a la casa, luego de la escuela y así empe cé a notar que me miraba de forma extraña, sobre todo cuando estábamos solos; una tard e estábamos solos en la casa, noté que subió las escaleras y me dijo: "ven ven", movien do su dedo, como invitándome a seguirle, dudé en hacerlo pero la curiosidad fue más gr ande, subí y lo encontré sentado en la cama de mi mamá, nos quedamos mirando fijamente sin decir nada, y sin dejar de verme se empezó a desabrochar el pantalón, entonces supe lo que iba a hacer y quise irme pero me detuvo con la mano diciendo: "ven, espera, no te vayas", me quedé de pie junto a la puerta viendo como se sacaba el p ito del pantalón, estaba muy excitado, lo tenía muy erecto, y sin dejar de mirarme s e la empezó a acariciar, yo nunca había visto algo así y me sentía confundida, pero a la vez excitada y ahí me quedé viendo como se masturbaba, cuando terminó me sorprendí de l a cantidad de semen, se vino muchísimo, lo gozó mucho, toda su mano quedó embarrada de mocos entonces comprendí que habíamos hecho algo incorrecto, algo malo; en los sigui entes días quiso repetir el numerito pero lo evité hasta que otra tarde solos, volvió a subir las escaleras y a decirme "ven ven", yo no quería pero al final subí, de nuevo fue en la recámara de mi madre, esa vez además de hacerse la paja estando yo ahí me p idió: "¿me enseñas tu cosita?", no comprendí o no quise comprender, pero me sentía calient e, apenas subí un poco mi vestido y por un lado de mi panty le mostré mi sexo peludi to, así se chaqueteó más rico, según me dijo después luego de eso me empezó a gustar verlo h cerse la paja hasta que bueno este me pidió que se la hiciera yo, fue mi primer chaque ta, a mi tío, cuando se la toqué noté su dureza pero a la vez la suavidad de la piel, se la pelé con suavidad hasta dejar la cabeza pelona, él me fue guiando, yo no sabía q ue hacer, le acariciaba suavemente el tronco, luego poco a poco más rápido hasta que se vino, me llenó las manos de semen, se venía muchísimo de ahí a lo demás fue fácil una t e me pidió que pusiera mi boca en su pito, me negué a hacerlo, me daba miedo, sobre todo que fuera a eyacular en mi boca, siguió insistiendo y no negándome, hasta que c omo sin querer se la empecé a besar, nomás un poco, poniendo mi boca sobre la cabeza del pito, él insistía en que abriera la boca y poco a poco fui cediendo, ya tenía el glande metido en la boca, me pidió que lo chupara, lo hice varias veces, parecía gus tarle mucho, en eso sentí que la verga palpitaba dentro de mi boca, entendí que iba a pasar y en el momento en que me sacaba el pito sentí el chorro de mocos, sentí asc o y me quité, el pito siguió escupiendo semen y Rubén suspirando, gozando de la mamada que le había hecho, a partir de entonces lo seguimos haciendo, primero me mamaba él la panocha luego se la mamaba yo, varias veces pues era muy caliente ya dejaba q ue se viniera en mi boca, me gustaba su semen así hasta que mi mamá empezó a sospechar, creo que nos vio en alguna ocasión, nunca lo supe en realidad, pero Rubén poco a poc o dejé de ir a la casa, nos dejamos de ver, pero no porque él tuviera miedo de que n os descubrieran mamando, sino porque el muy cabrón se la andaba metiendo a otras p rimas así aprendí a mamar, tendría como 14 o 15 años, estaba yo chiquita, pero ya era bue na mamadora ay papacito, nomás de contarte todo esto me calenté, ¿quieres una cogidita papy?, por el culito ¿sí?". Lo cierto es que su relató había generado una generosa erección, nos miramos con lujur ia, luego se levantó por el tubo de gel lubricante y en cuatro patas en la orilla de la cama se untó una generosa porción de gel en el culo, luego con ambas manos se abrió las nalgas y mirándome con deseo me dijo "anda papacito métemelo por el culo, po nlo ahí, apúrate que ya quiero moquitos en la cola", y me fui sobre ella apuntándole e l pito sobre el renegrido conunto de pliegues, lo tenía apretado, mantuve la presión

sobre el ojete e instantes después la verga traspasó el anillo de pliegues, sentí la dolorosa sensación del culo sobre el glande, pero se lo seguí metiendo, Anny se mordía los labios para contener la dolorosa prenetración, jadeando, diciendo en voz baja "aaayyyyy corazón mio, me destrozas el culo, despacio espera hummm, despacio papaci to que me partes en dos con tu vergota, hummm, más, poco a poco, aaayyy no tan dur o, hummm", así hasta que tuvo todo el palo dentro, nos quedamos quietos por segund os, luego nos empezamos a mover, primero lentamente, luego más rápido cuando el culo se hizo flexible, íbamos a contrapunto, Anny reculaba cuando yo arremetía, una de s us manos jugaba sobre su panocha, masturbándose, hasta que me fue imposible conten er la venida y en el momento que mi verga le empezó a llenar el culo su culo empezó a contraerse en espasmos deliciosos, ella también se estaba viniendo entre gemidos , al final cuando le saqué la verga su culo se quedó abierto, la mujer pujó un poco y los mocos empezaron a escurrir de su culo deforme, abierto, empapado de mocos. L uego fuimos al sanitario, ella a cagar los restos de semen, yo a lavarme el pito ; ella miraba con atención como me lavaba el pito: "lávalo bien papacito, puede qued arte caquita en la verga, bien lavado, con mucho jabón y agua", y tenía razón, cuando pelé bien el pito los restos de su excremento estaban en la base del glande, olía ba stante feo y ella se dio cuenta diciendo: "aayyy papacito me da asco que me saqu es la caca, pero me gusta tanto que me lo metas en el agujerito que hummm, se co mpenza el olor por el placer que me provocas". Luego nos fuimos a dormir. Comentarios: [email protected] [email protected] Secretaria eficiente Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 4,839 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 6 min. ] +

Relato sobre las actividades secretariales de una mujer madura. Una secretaria eficiente Una tarde a media semana, sin nada que hacer, nadie llama por teléfono, nadie lleg a. A sus espaldas escucha la música que sale del privado de su jefe, aburrido tamb ién, y apenas son las cinco de la tarde y faltan tres largas horas para salir, en eso suena el teléfono, es su jefe: "¿Ana, puedes venir un momento", se levanta al mo mento y toma su bloc de taquigrafía y su lápiz, entra y cierra la puerta, ve a su je fe sentado tras en escritorio, descubre algo en la mirada, algo que ya conoce lu ego de convivir varios años con él; ambos sonríen con complicidad, pero ella sigue en su papel, "¿si diga"; "¿oye Anita me haces una pajita?", la madura sigue sonriendo mi entras deja sobre el escritorio sus útiles de trabajo y rodea el escritorio del je fe, en tanto él empuja la silla secretarial hacia atrás y sin levantarse se abre el pantalón sacando el miembro erecto, Ana se arrodilla en la alfombra entre las pier nas del hombre y mira alternativamente el rostro de su jefe, con lascivia, luego baja la mirada a la verga erecta y su mano la toma con suavidad, rodeando el tr onco suavemente, acariciando con delicadeza, subiendo la mano hasta la punta y b ajando a la vez, jalando la piel del prepucio, como ella sabe, con técnica, con ex periencia, y descubre el glande ya mojado y rojo, sigue frotando la verga una y otra vez, con mirada atenta, logrando con ello una mayor erección, luego cambia de técnica: con la mano derecha sigue frotando el duro palo y con la mano izquierda frota la punta mojada de la verga, poniendo la palma de la mano sobre el glande y haciendo círculos con ella, así, en un movimiento simultáneo y sincronizado, la dere cha sube y baja por la verga, la izquierda frota la cabeza roja del pito, hasta que el hombre empieza a gemir, pero Ana quiere aumentar su placer y suspende la chaqueta para desabotonar su blusa blanca, saca los senos de su brasier blanco c on bordados de flores y se coloca la verga entre los redondos y grandes pechos, los aprieta contra la verga entumecida y le empieza a hacer la chaqueta de esa f

orma, la punta del pito aparece y desaparece entre las chiches blancas de la sec retaria, una y otra vez; hasta que Ana inclina la cabeza para lamer la cabeza de la verga cuando esta aparece entre sus senos y así sigue, hasta que tal vez muy p ronto para ella sale el primer chorro que le escupe la cara y siguen saliendo ch orros de semen que mojan la barbilla, el cuello, sus pechos que vibran y se muev en, hasta que suspirando el hombre termina de venirse, pero ambos se quedan tal y como están, ella de rodillas con el semen que escurre por sus mejillas, él sentado en su silla, luego el jefe saca de un cajón una toalla y se la entrega a la secre taria diciéndole "¡qué rico lo haces Anita, qué ricas chaquetas me haces!"; pero ella pr otesta "pues si, pero yo también quería terminar, me dejaste mojada y caliente" y emp ieza a limpiar el semen de su cara caminando rumbo a la salida, pero él la detiene : "espera, ven, cuéntame algo rico para calentarme y te hago el amor". --"Puede venir alguien mejor hoy no". --"Mira asómate y ve si viene alguien y si no, cierra la puerta de la oficina y re gresas", dice él, Ana obedece sintiendo la humedad que ya moja su pantaleta, momen tos después toma asiento en una silla y pregunta: "¿te calienta que te diga cosas, a unque sean mentiras?, ¿qué quieres saber?"; "no sé, tú dime", dice el hombre. --"Hummm, una vez, hace años, vi a un tipo, a un campesino haciendo el amor con un a perra casi era una niña fue durante unas vacaciones que pasé con unos tíos, el tipo er a trabajador en la granja de ellos , yo no sabía nada de sexo, ni cosas así, tenía como once o doce años --"¿Ya te hacías chaquetas?". --"No, ¿cómo crees?, ya sentía curiosidad, pero eso fue luego, déjame continuar , un día fui a caminar por el campo, el campesino llevaba a pastar las vacas de mis tíos, una perrita iba con él corriendo a tramos alegre, haciéndole fiestas, ladrándole, moviendo la cola, así siguieron hasta que los perdí de vista, yo seguí mi propio camino, hasta que por alguna razón llegué hasta donde estaban las vacas pastando, el tipo estaba sentando recargado junto a un árbol y a su lado la perra con la cabeza recostada s obre una pierna del hombre, yo estaba como a unos 50 metros, mirando aburrida ha cia todos lados, y cuando ya me retiraba vi algo extraño, el campesino acariciaba a la perra, primero sobre el lomo peludo, luego por los costados, el animal se d ejaba hacer alzando una pata trasera, y el tipo seguía pasando su mano por el cost ado, luego bajando la mano hacia abajo, la perra alzando la pata, hasta que le e mpezó a tocar ahí, donde estaba el sexo del animal, en eso la perra se levantó y puso sus cuartos traseros junto al hombre, yo seguía sin comprender, y más cuando vi que el hombre se arrodilló tras el animal y sacaba algo de su pantalón, nunca antes había visto un pene, bueno si, de bebés, pero esto era diferente, estaba muy grande, lue go supe por qué, pero tenía su cosa muy crecida, seguí mirando atenta, sintiendo algo extraño en el cuerpo, como si fuera algo prohibido lo que miraba, y el tipo ese ahí, tras la perra, algo le hacia porque empujaba hacia la perra, la tenía agarrada co n las manos por los costados, y la perra se dejaba hacer, entonces me decidí a ace rcarme un poco, di un rodeo y los miré de lado, como a diez metros, el hombre le m etía el miembro a la perra, se movía atrás y adelante, empujando contra el animal, que estaba quieto dejándose hacer, hasta que pronto el campesino se quedó quieto, pegad o a la cola del animal y cuando sacó su cosa, la tenía colgando, como floja, ya no d ura, yo estaba nerviosa y temblando, sentía cosas extrañas, como calor, no sabía enton ces, pero estaba excitada, lo descubrí porque me toqué sobre el calzón y lo sentí húmedo y caliente, me fui de ahí preguntándome que había pasado. --"¿Y tú que pensabas que había ocurrido?", dijo el jefe ansioso. --"Yo no sabía nada de eso, tenía ideas, pero no sabía nada, imaginaba que algo ocurría entre los hombres y las mujeres, pero no sabía nada a partir de aquello los días sigu ientes volví a seguir al campesino en su tarea de llevar a pastar a las vacas, y s iempre ocurría lo mismo, yo creo que la perra ya estaba acostumbrada o le gustaba que le hicieran eso, no se todo eso me fue llenando de pregunta o confusión, no lo se, pero empecé a ver las cosas de forma diferente, por ejemplo me preguntaba cómo h arían eso un hombre y una mujer, no lo sabía, lo imaginaba, una noche en el baño me ba jé el calzón y miré mi cosita, no entendía como era posible que un hombre, digamos el ti po de la perra, pudiera meter su pájaro en una cosa tan pequeña, tan cerrada, no sabía cómo sería hacerlo, no entendía pero esas vacaciones fueron muy aleccionadoras por cier to ¿ya se te levantó?..."

--"Si, me la estoy acariciando, pero sigue contando, sigue ", dijo el jefe mirando atento a la secretaria. --"Bueno, sólo un poco más, que ya quiero fue cosa de curiosidad, pronto descubrí que e l mundo de los adultos es algo aparte, que todas las personas a mi alrededor tenía n sus secretos y hacían aquello que yo apenas imaginaba, por ejemplo, una mañana lue go de desayunar vi que mi tío le daba una palmada en las nalgas a la chica que hacía el aseo, ella siguió con lo que estaba haciendo, en eso el hombre se acercó y le di jo algo al oído y ella contestó en voz baja "no, mira que te van a ver, no me toques , ya sabes, al rato cuando se vaya la señora de compras", y él se alejó sonriendo, yo me hice la desentendida, como si no hubiera visto ni oído nada salí de la casa y des de lejos esperé a que la tía se fuera, me acerqué un poco, no vi al tío ni a la sirvient a, pero algo raro escuchaba, como quejas o gemidos, di un rodeo y miré por la vent ana de la cocina y ahí estaban, la chica recostada boca abajo sobre la mesa de la cocina, con las faldas alzadas y el calzón bajado hasta los tobillos mostrando las nalgas desnudas, y el tío tras ella con el pantalón abierto y su miembro de fuera, l o metía y lo sacaba de entre las nalgas de la sirvienta que cerraba los ojos y tenía una extraña expresión en el rostro, y así siguieron ambos moviéndose, el miembro entran do y saliendo de la mujer, el tío con los ojos cerrados, como disfrutando, moviéndos e agitado, hasta que terminaron y él le sacó el pito a la chica, que cuando se levan tó dejó ver su pubis lleno de vellos yo ya tenía pelitos, pero esos eran más y muy crecid os, y algo blanco le escurría entre las piernas, era un líquido como blanco, la sirv ienta tomó una servilleta de la mesa y con ella se limpio ahí, en el sexo, era extraño , pero no había comparación entre mi pepita y el sexo de la chica, estaba hinchado, abierto, los labios estaban como deformes y les salía esa agua blanca ay ya no puedo seguir, ya quiero tu verga ¿me das?". Y la secretaria se levantó ansiosa para levantarse la falda gris junto con la pant aleta blanca y ofrecerle el trasero al hombre que de inmediato llegó hasta ella y por atrás le colocó el pito, cuando la penetró Ana gimió de satisfacción un "aaaahhhh, qué r ico eres, que verga tan rica, ay, ya muévete, dame fuerte, lo quiero todo", y empe zaron a coger con furia, moviendo el escritorio con la furia de su lujuria, hast a que ahítos quedaron pegados, el jefe sobre ella que suspiraba agitada, al final mientras el tipo se guardaba el pene flácido le preguntó a Ana "¿y todo eso que me con taste fue cierto?", "la mayor parte sí, faltó decirte que en esa granja aprendí muchas cosas, por ejemplo a hacer chaquetas, pero eso te lo cuento luego", dijo la sec retaria coqueta y salió de la oficina, satisfecha y gozosa. Comentarios a: [email protected] [email protected] chiquito de Carmen El chiquito de Carmen era esquivo, renuente, prohibido igual de evasivo y mojigat o como su dueña. No siempre fue así, sólo al principio. Su dueña, mezcla de temores y ta búes, en nuestras primeras incursiones amatorias había establecido un cerco en torno a su culo; razones, según ella no le faltaban: "aunque mi hermana y una de mis am igas me han comentado que el sexo anal es muy rico, tal vez mas que el vaginal, he leído en libros sobre las posibles consecuencias, y eso me da miedo; también me h an dicho que si no se sabe hacer duele, duele mucho, eso me aterra bebé; mejor por que no lo haces frotando a vergi en mi colita, sólo en la entrada con la puntita d e tu palo y luego lo metes en la puchis desde atrás", eran algunas de sus razones. Pero vayamos por partes. En uno de sus viajes a México fuimos a Chapultepec, recor rimos el museo de Antropología, el Castillo y una larga exposición de fotografías colo cadas sobre las llamadas Rejas de Chapultepec, por supuesto que el tremendo reco rrido hizo sus efectos, la argentina pidió reposo. Buscamos una banca vacía y en ell a descansamos un poco, ahí mismo nos besamos un rato, ella apretando mi erección sob re mi pantalón en tanto que yo intentaba meterle la mano bajo el vestido, pero ell a apretando las piernas no me dejó pasar, aquellos escarceos hicieron que llegáramos ardiendo al hotel. No aceptó darse un baño ni nada, se desnudó rápido apurándome a hacer lo mismo y cuando apenas me acostaba en la cama la madura se posesionó de mi, montán dose encima pero en sentido inverso, esto es, lista para hacer un 69; mientras s u ávida boca se tragaba mi verga bien erecta yo le mamaba su pucha jugosa y muy ol orosa, sólo que me faltaba concentración pues tal vez por haber sudado o caminado mu cho, su culo, que quedaba justo arriba de mi nariz, apestaba bastante. Pese a el

lo dejé que me mamara hasta casi hacerme venir, y para no dejarla en seco le mordí d elicadamente el clítoris mientras, como no queriendo, le metía un dedo en el ano. Mi ta se vino gritando de placer, para luego quedar desfallecida sobre mi, que tuve que soportar sus más de 63 kilos de peso. Luego nos metimos a la regadera para quitarnos el olor y el sudor de la cogida. Pero Carmen seguía caliente: "anda bebé, quiero saber qué se siente montar", y al lleg ar a la cama sin decir más se montó en mí para clavarse en mi verga parada, y mientras yo le mordía los pezones, ella brincaba como posesa sobre mi que le amasaba las f irmes nalgas, "ay papaíto estoy montando, qué rico es montar sobre vergi, te siento todo dentro de mi"; se me ocurrió una idea: dejarle ir el dedo por el culo. Creo q ue no lo sintió, pues ya casi cuando le llegaba el orgasmo le dejé ir dos dedos en s u culito, que ya no estaba duro, sino bastante flexible, elástico, amigable, y así s e vino, de nuevo gritando un "aaarrrrgggg, papaíto que me vengo, aaahhh, hummmmm, más, me viene más, papi no te detengas, sigue, sigue, mételo más, todo, aaahhhh, otra vez me veeeengo". Mientras se venía le removí la verga en la pucha mientras mis dedos se guían danzando dentro de su intestino, eso le provocó otro orgasmo que me contagió, pu es me vine en seguida. Descansamos un rato y luego le dije: --"¿Te gustó el dedito en el culo?". --"¿Qué dedito?". --"El que te metí en el culito mientras estabas cabalgando a vergi". --"No digas mentiras, no sentí nada, no se, no creo que hayas podido, mi cola esta muy apretada, me hubiera dolido, no te creo", dijo ella mirándome extrañada. --"A lo mejor no sentiste cuando entró porque estabas muy excitada, ya casi te venía s montando a vergi ". --"¿Montar a vergi?, si, es la primera vez que hago eso, fue muy rico papaíto, pero no creo que tú con tu dedo en mi cola". Y para probárselo le llevé mi dedo hasta su nariz, al principio no comprendió, pero cu ando el penetrante olor de su excremento le llegó, exclamó: "¡¿qué cerdo?!, eres un degene rado, sucio, eso no se hace, mira que darme oler mi cola, fuchi, cochino!", y se levantó corriendo rumbo al sanitario. Luego regresó apenada, esquivando la mirada, se acostó junto a mi. Quise convencerla : "anda Mita dame tu cola". --"No papaíto, tengo miedo, mucho miedo, algo le puede pasar a mi ano; los libros dicen que eso no es normal y que la mujer puede sufrir consecuencias; me han con tado que el ano se deforma y que puedo tener no se, consecuencias no, eso no, ya sabes". No quise insistir. Nos vestimos y nos fuimos a cenar. De regreso la dejé en su hot el y me fui a mi casa un tanto frustrado. En las siguientes citas no volvimos a hablar del asunto de su cola, hasta que un a tarde luego de pasear por el Centro Histórico, al llegar al hotel Mita se desnudó y se puso de rodillas en la cama mostrándome sus ricas nalgas, volví a pensar en su culo y acercándome a ella por detrás empecé por acariciarle los cachetes de sus nalgas firmes y carnosas, luego las abrí un poco para descubrir su rosado culo, apretado , rodeado de pliegues y de escasos vellos castaños, cortitos, aquella visión desató mi excitación y a besos me comí sus nalgas que ella removía con picardía gimiendo hasta qu e lamí su ano que me supo amargo y olía bastante, por momentos sentí repulsión, eso me h izo ir por una toalla al baño y con ella le limpie el culo usando mi saliva para l avarle ahí en esa zona; Mita estaba quieta, arqueando la espalda para elevar más el culo, dejándose lamer la cola aunque por momentos gemía moviendo las nalgas y para h acer más intensa la caricia le paseaba mis dedos por su pucha viscosa y cálida, hast a que con dos dedos le penetré la concha, entonces Mita sintió llegar al orgasmo: "a y papaíto, qué rico siento, que rico, más, besa más, ahí, en la colita, hummm, siento que todo se abre, puchis y mi colita palpitan bebito, lame, besa, ahí, tus dedos, más, h ummm, siento que me viene, ay chiquito de mi vida qué me haces, aaaahhhh", seguí tit ilando su ano con mi lengua pero no la deje venir; enderecé mi cuerpo y le apunté la verga en la pucha que entró toda, fácilmente, hasta que quedé pegado a sus glúteos, y m e la estuve cogiendo como perra, entrando en ella con violencia, haciendo brinca r su carne, sus nalgas que chocaban contra mi pelvis, seguí así hasta dejarla desfal lecida, casi sin sentido, era mi oportunidad, le saqué el miembro chorreando de ju gos y se lo apunté en el culo, creo que no lo sintió, pues cuando casi el glande pen

etraba el duro ano ella gimiendo apenas dijo: "¿qué haces?, duele papaíto lindo, ay, n o, deja, eso no por favor, ay bebé duele, duele mucho, nooooo", pero no hice caso a sus suplicas y mantuve la presión de mi verga en su culo hasta que el hoyo se fu e aflojando, ella gimiendo y su culo dando de sí, hasta que media verga estaba den tro de su intestino y me detuve, Mita preguntó: "¿ya bebé?, ¿entró todo?, anda termina que me duele mucho" y como para comprobar pasó su mano hacía atrás tocando mi verga parci almente metida en su culo, "ay papi, falta mucho, ya no, déjalo ahí, termina así que m e arde todo, ¡me matas bebé!", sentí que la presión de su ano sobre mi pinga disminuía un poco y me agarré a sus nalgas, moviendo un poco el miembro, delicadamente, poco a poco, y sin meterlo más, así me la estuve cogiendo, sacando apenas un poco de verga, luego sentí bajo de mi la mano de Carmen que me tocaba los huevos y se acariciaba ella misma en la pucha, volví a presionar y la verga entró más, ya casi la tenía toda; Mita seguía frotándose con los dedos en la panocha, gimiendo tal vez de dolor o de p lacer, hasta que toda la verga estuvo dentro: "ya papi, te siento dentro, todo d entro de mi, eres un pillo, malo, malote, nunca me lo habían hecho así, nadie antes entró ahí querido mío, me robaste la cola, me desvirgaste por ahí, anda muévete un poco, s iento cosas dentro, un placer diferente, muy rico, muévete papaíto lindo" y para cua ndo Mita decía aquello ya mi verga iba y venía con facilidad en su culo, ahora flexi ble, flojo, caliente; sentí que la leche se me iba y aceleré las metidas, sacando el miembro hasta el glande y sepultándolo de golpe en el agujero abierto que era aho ra el antes apretado culo de Mita, "dale, dale más, dame la leche, ¡dámela, la quiero en la cola, dame leche en la cola bebito lindo aaaaahhhh!, ¿qué siento?, ¿qué me haces?, riquito mío, dámela ya , ya , leche, quiero tu leche bebé, dámela, más, hummmm, la siento, ¡ qué rico!, los chorros, el semen dentro mío, sigue papaíto, hummm, más, otro más, palpita tu rica verga bebé", y eyaculé dentro de Mita sintiendo como el intestino palpitaba al unísono con mi verga, succionándola, sacándome el semen. Al terminar de venirme caí s obre ella y quedé acostado sobre su espalda todavía con mi tronco clavado en ella, j untando los rostros, besando su cuello y sus mejillas: "¿qué hiciste tontito?, loco, eres un loco adorable, ¿qué me hiciste hacer?, yo no quería, la cola sólo sirve para ev acuar, lo sabes, pero lo usaste para cogerme y fue rico, nunca imaginé que fuera a sí, tan diferente, caliente, entre dolor y placer, tan delicioso, huummm, todavía lo siento dentro", dijo la madura dándole con el ano algunos apretones a mi verga, a hora flácida, y apretando la fue echando fuera, escupiéndola junto con el semen. Lue go de unos minutos Mita protestó: "anda ya quítate, déjame ir a la ducha, huele mucho a eso ", le saqué la verga del culo y se levantó corriendo al baño, momentos después la al cancé ahí y la encontré de espaldas al espejo mirándose la cola que abría con las manos: " me duele, bebé, duele mucho, lo destrozaste, mira, lo dejaste rojo, muy irritado, me arde y está como abierto, flojo, casi no tiene pliegues", dijo ella; "no te pre ocupes, el dolor es pasajero, en unas horas lo volverás a tener apretadito, luego del baño te aplicas un poco de crema para la piel y eso es todo", le contesté. Más tarde fuimos a cenar al Mesón del Cid, y aunque la cena fue exquisita ella se qu ejó: "ay bebé me duele más ahí cuando estoy sentada, eres un loco", y de regreso pasamos por una farmacia, ella se extraño pero no preguntó nada, en los anaqueles encontré un "gel lubricante" y lo compré, llegamos al cuarto y nos acostamos, fue entonces qu e preguntó: "¿qué compraste?"; "un gel para ponerte en la cola, así entrará más fácil la próx vez"; "¿qué pretendes?, ¿lo quieres hacer así de nuevo?, ¡ni loca aceptaría!, todavía siento que la cola me arde, no bebé, ya accedí a tus caprichos, deja mi ano en paz" y con u n mohín de disgusto me dio la espalda, me acerqué a ella colocándole mi verga erecta e ntre las nalgas, ella lo sintió: "está duro tu pene, ay bebé, eres un loco, hace rato lo hicimos y ya quieres más, eres insaciable bebito loco" y se volteó quitando las sáb anas de la cama hasta desnudarme, amorosa se acercó a mi hasta quedar hincada sobr e mis piernas, su cara muy cerca de mi pinga: "me gusta tanto tu pene, es adorab le, mira, acaba de comer y ya esta parado, duro, listo, queriendo más guerra el br ibón!!", y con su mano derecha acariciaba el miembro delicadamente, deslizando sus dedos en forma de anillo sobre el lomo de la verga para desnudar el morado glan de: "¡es graaande!, ¡enorme!, tu pinga se ve amenazante, pero linda y suave a la vez , la piel se desliza muy rico y la cabecita, tan roja, casi morada, se te pone m uy buena, ¡ay bebé siento cosas!, en puchis y en la colita dolorida, pero no lo quier o hacer así, al menos hoy no bebé, me duele mucho todavía, tal vez otro día, no se, quizá , pero a partir de hoy mi culo es tuyo papaíto, todo tuyo, sólo tú haz entrado ahí, puedes

estar seguro". --"No te creo, pienso que tú ya habías culeado". --"Te juro que no, eres él primero ahí, en puchis ya sabes, te conté hace tiempo, pero mi ano está nuevo, nunca antes acepté esas cosas, nunca me penetraron así". --"A lo mejor ya antes te lo había pedido". --"Si, alguna vez, hace tiempo, todos los hombres lo desean si, pero fue hace tie mpo, hace años". --"¿Quién?". --"No tiene importancia, ¿para qué quieres saber?, no tiene caso, soy tuya, ahora más, que me haz poseído contra natura". --"Quiero saber". --"Uno de mis escasos novios, Juan, ya te he platicado de él". --"¿El que te enseñó a mamar, el que te recargaba en la pared y lo dejabas venirse en tu pucha haciendo a un lado el calzón?, ¿el que te mamaba la panocha en el auto?". --"Jo, jo, jo, sí, pero ya no sigas, no me recuerdes cosas, no me gusta hablar de otros". --"Si, pero quiero que me digas, ¿qué hacían?, ¿cómo fue que te pidió la cola?". --"Casi no recuerdo, no me gusta decir esas cosas, fue hace tiempo, bastante; él e ra muy insistente, andaba muy caliente por mi, pero nunca acepté acostarme con él, q uería casarme, pero insistía, se enojaba porque yo no aceptaba, luego se contentaba y regresábamos, jo, jo, jo, un día me dijo que lo dejara venirse en mis pompas, yo n o quería; pero venía muy excitado y yo tenía la regla, así que entre unos arbustos del j ardín de mi casa le di la espalda, él alzó mi vestido y me bajó un poco la panty y puso su miembro ahí, entre mis glúteos; hizo que me empinara un poco y así estuvo un rato, yendo y viniendo con su pinga gorda entre mis glúteos, hasta que sentí que eyaculaba en mis nalgas, a partir de ese día se volvió más insistente, quería que le diera mi col a, pero yo sólo lo dejaba que pusiera a su pene entre las pompas, él buscaba mi coli ta con su pene, pero yo la apretaba para no dejarlo entrar, se ponía furioso pero al final se venía echando el semen ahí, en la puertita secreta, por fuera de la cola ". --"¿Y tú que sentías?". --"Cosas, ya sabes, sentía rico, como placer y a la vez ternura, por dejar que él te rminara de esa forma, me gustaba sentir como palpitaba su miembro al eyacular, l uego me daba su pañuelo para limpiarme el semen, me levantaba el calzón y nos despedía mos con un beso, a veces en mi recámara, antes de dormir, me quitaba la panty, est aba húmeda y oliendo a semen y pensaba, me excitaba pensando en su miembro, lo dese aba, pero yo quería casarme con él, no ser su amante, sino formar una familia, eso f ue todo con Juan". --"Pero alguno más te lo pidió ¿o no?". --"Bueno, si, tal vez, pero nunca me penetraron, al menos por ahí". Carmen suspendió la plática para inclinar más su rostro y tragarse mi pene erecto, lo estuvo mamando un rato, tratando siempre de mantenerlo bien metido en su boca, p ero no lo aguantaba y terminaba por tener accesos de vómito. Luego nos quedamos do rmidos. Al día siguiente tuve trabajo por terminar y cuando llegué por ella no estaba en el cuarto, eso me extrañó, bajé al bar para hacer tiempo y media hora después subí al cuarto. Mita ya estaba ahí, le pregunté a dónde había ido y me dijo que había salido a hacer unas compras y me mostró una pequeña bolsa de plástico casi transparente. "¿Quieres saber qué compré", me dijo con coquetería y sacó varias cosas de la bolsa, primero ví un tubo de g el: "me lo recomendó la chica de la farmacia, dijo que era para lubricar mejor el ano en las relaciones anales y esto me mostró un paquete de condones son preservativ os para sexo anal, dijo que son más resistentes y así se evitan las infecciones por una mala higiene durante el acto sexual, ¿entiendes?, así si me lo haces por atrás te pones el condón, luego si quieres cambiar de lugar nomás te quitas el condón y me pene tras por puchis", dijo sonriendo coqueta. --"¿Y cuándo quieres probar todo eso?", le pregunté. --"Cuando lo desees, si quieres ahora", dijo dándome la espalda. Verla de espaldas bajándose su pantalón gris me calentó de inmediato, pero cuando esta ba por quitarme la ropa me detuvo: "no, espera, voy al sanitario a lavarme ahí". C uando regresó ya la esperaba bajo las sábanas con el pene erecto, se sorprendió al not

ar el bulto que formaba mi erección bajo la ropa de cama y haciendo un coqueto mohín dijo: "ay papaíto, ¿siempre eres así de caliente?, ¿nunca te llenas?, ¿siempre eres así de intenso?". --"A veces, cuando la chica me calienta, así como tú, me excitas y desatas todas las ganas que traigo dentro, ¿y tú?". --"¿Yo?, no lo se, pero desde que nos conocimos por internet desee conocerte y est ar a solas contigo, dejarte que me hicieras de todo, también me calientas mucho, m e estás convirtiendo en una loca, loca por tu pinga, jo jo jo", dijo Mita acostándose junto a mi. Nos abrazamos con urgencia, Mita ofreciéndome su boca abierta, acariciando con su mano derecha mi verga bien parada; estuvimos besándonos algunos minutos hasta que fue capaz de separarse para decir: "quiero tu verga, anda ya bebito, dame veeeeer rrrga!!!!"; me separé unos momentos para montarla, ella abrió las piernas en compás y miró como mi verga iba al encuentro de su pucha entre abierta, siguió mirando cuando la empecé a penetrar y exhalando el aire de sus pulmones siguió viendo como la pija entraba lentamente, toda, en su panocha viscosa, hasta que nos quedamos pegados , yo sobre ella que enlazaba sus piernas en mi cintura atrayéndome hacia ella; lue go de estar quietos unos momentos la empecé a bombear con arremetidas lentas pero profundas, sacando casi todo el miembro para luego sepultárselo de golpe, haciéndola brincar en la cama gimiendo: "aaahhh, siii, así bebito, fuerte, dame verga, la qu iero toda, más, dame más, aaahhh, aahhh, no pares, no pares por favor, así, así ", luego d e unos breves minutos Mita gritaba de placer cuando el orgasmo le llegó, y se vino gimiendo y apretando mi verga con los espasmos de su vagina, tratando de sacarm e el semen, hasta que desfallecida cerró los ojos suspirando quedamente. Dejé que se recuperara y cuando le iba a sacar el miembro para culearla protestó: "no bebito, no la saques, quédate así, dentro mío, dame más, quiero tu verga, macho, anda papaíto dal e verga a esta argentina caliente, sigue bebito, quiero más ", y me la seguí cogiendo hasta sacarle dos orgasmos más que la dejaron adormecida y sofocada, transpirando, entonces sí la desmonté acostándome junto a ella que permanecía con las piernas muy abi ertas, mostrando la pepa abierta y chorreando jugos, con los ojos cerrados y res pirando acompasadamente; no protestó cuando dí vuelta a su cuerpo hasta ponerla boca abajo y miré su cuerpo perfecto, bien formado, la espalda fuerte, la curva sabros a donde termina la espalda e inicia su culo, sus nalgas bien formadas y firmes q ue amasé con ambas manos haciendo círculos con mis manos encada glúteo, así por minutos en los que Mita permaneció quieta y silenciosa, hasta que por voluntad propia fue alzando el culo, levantando las nalgas como buscando que mis caricias se hiciera n más intensas, fue entonces que acerqué mi rostro a la abertura, al valle rosado en tre sus nalgas y mi lengua recorrió el camino, de arriba abajo, hasta titilar con la lengua el estrellado conjunto de pliegues; fue entonces que la madura gimió un "oooooohhhh papaíto, más, lame, ahí . Ssssíiiii, hummmm, tu lengua ahí, sí, más, juega ahí, e puertita, ay bebé qué me haces mi cola palpita, qué rico siento, más, aaahhh", y mientras lamía su ano sentí que ella, a voluntad, lo distendía y lo apretaba; me separé por mome ntos para mirar como el culo de Mita se contraía en espasmos que hacían desaparecer los pliegues o formarlos al apretar con fuerza el anillo del culo; volví a pegar m i boca al culo que seguía moviéndose, titilando, tratando de penetrar con mi lengua filosa, haciendo gemir a la argentina: "hummmm, hhhaaaaa, hummm", seguí lamiendo e l culo de Mita unos momentos más hasta que ella lo pidió: "ya papaíto, hazme la cola, dame pinga por el culo, ya quiero pito, lo quiero, mételo ya!", poniéndose en cuatro patas y abriéndose las nalgas con ambas manos. Ver a Mita en esa posición despertó la furia sexual que tenía contenida, apenas le apu nté la verga en el ojete y empujé con fuerza, un "aaaaaayyyyy" doloroso escapó de la m ujer cuando la penetré de un solo golpe, luego me quedé quieto, bien pegado a las na lgas de la argentina que gemía dolorosamente, luego sentí algo diferente: el culo de Carmen palpitaba, fue entonces que inicié una furiosa sucesión de arremetidas contr a el ano distendido de la madura que sólo atinaba a gemir de dolor o de placer, no lo sabía, en eso la leche escapó de mi verga y le llené de semen los intestinos, y me abandoné para disfrutar del inmenso placer. Sólo reaccioné cuando el culo de Mita me apretaba con espasmos deliciosos el pito; volví a agarrarme a sus carnosas nalgas y arremetí contra su culo, ahora flojo, viscoso; ella volvió a gemir y a suplicar: " sssssiii, papaíto, dame más, quiero verga dame pinga, dame más, quiero más leche bebé, dame

más, quiero más, hummm, así, fuerte, más, jálame del pelo, sssiii, así con fuerza, cógeme be con tu pinga grandota", y obediente que soy me seguí cogiendo a la vieja calentona hasta que desfallecido le dejé ir todo el pito para volver a eyacular dentro de s u culo, y nos quedamos pegados mucho rato, ella apretaba el culo para no dejarme salir de su ano, yo sobre ella con sus cabellos enmarañados en mi cara, suspirand o, mientras que el olor a excremento inundaba la habitación. Rato después cuando amb os nos limpiábamos los olores y humores con una toalla, sentí su mirada sobre mi: "¿sa bes bebé?, hay cosas que no te he dicho ¿me vas a perdonar?... ¿si?... es que mi colita no era virgen cuando tú la penetraste es que bueno ya lo había hecho por ahí y fueron es o cuatro pero ya lo había hecho así, anal, dos, creo, fueron mis amigos y dos de e llos mis novios, ¿me perdonas?... ¿sí?", y miré sus ojos suplicantes y su cara triste qu e acaricié con mi mano, y añadió: "pero ¿sabes?, nunca había sido tan rico, tan delicioso c omo contigo, lo juro, de verdad te lo juro!". La confesión sólo generó en mi una liger a sonrisa y algo de coraje, pues comprobé que todas las mujeres mienten, y sin cont enerme le di una fuerte nalgada con la mano y ordené: "¿Ah sí, puta argentina?, pues s eguro que tus novios luego de culearte te pidieron que les mamaras la pinga, así c on semen y caca, pues anda mamacita mámame el pito", y ella obediente se inclinó par a lamer, primero, luego succionar el pito flácido hasta comérselo todo, mientras sus piraba diciendo "si, eso también lo hice". Comentarios: [email protected] La venganza Se sentía exhausta, la posición inclinada sobre la cama la estaba incomodando, sentía cansancio en las piernas, sin embargo soportaba todo esto por la delicia de sent ir las violentas arremetidas, el jovencito se la estaba cogiendo de a "perrito": ella arrodillada en la orilla de la cama con el torso pegado al colchón y la grup a en alto, con el culo parado, y el miembro erecto entrando y saliendo de la cue va caliente, abierta y viscosa que era su sexo; ya se había venido tres veces y qu ería más, mucho más; y justo cuando el orgasmo llegaba de nuevo, irrumpiendo desde el fondo de su ser, haciéndola gemir ruidosamente, escuchó el breve pitido "pipi pipi", era su teléfono celular que le avisaba que había sido recibido un nuevo mensaje, per o no podía hacer nada pues estaba a merced de su "novio" de casi 18 años que en ese momento eyaculaba en su pepa distendida y chorreante, y cerró los ojos para abando narse al placer de sentir los espasmos de la verga al llenarle de semen la vagin a. Luego se olvidó un rato del teléfono, pero ya cuando el chico se bañaba y ella esta ba a solas sobre la cama, tomó el pequeño aparato y presionó la tecla de mensajes, rec onoció el número y leyó "¿ya tienes novio? ¿o todavía sigues añorando mi verga?, cuando te de idas me llamas, ya sabes que aquí tengo lo que necesitas". Al leer aquello primero se estremeció, fue como si la hubieran descubierto haciendo algo malo o prohibido , pero luego una leve sonrisa, entre cínica y lujuriosa, se dibujó en sus labios y p ensó "¡si supieras cabrón!, la cogida que me acaban de dar , ya no necesito tu verga, ¡idi ota!, tengo otra, más nueva y bien buena", y suspiró satisfecha. Ya cuando su nuevo "novio" se había ido, mientras cambiaba la ropa de cama que lucía las manchas mojadas y olorosas del combate amoroso, recordó a su antiguo amante. Fueron amantes o pareja durante más de cuatro años, y todo iba bien, se sentía feliz y satisfecha, más en el aspecto sexual, pues aquel tipo supo despertar sensaciones y experiencias arrumbadas en el olvido, hasta convertirla en una hembra insaciab le, deseosa siempre de probar algo nuevo y diferente en cuanto al sexo, hasta qu e poco a poco la relación se deterioró y él la abandonó, quizá para buscarse otra mujer, t al vez más joven, más nueva, pensó la madura. La ruptura fue dolorosa y traumática para ella que de pronto se encontró casi en la calle, con sus escasas pertenencias y ca si sin dinero para emprender una nueva vida; llena de indecisión y sumida en la tr isteza tuvo que hacer grandes esfuerzos para de nuevo ser una persona productiva y ganarse el sustento, encontró empleo como maestra de inglés en un jardín de niños, y a las pocas semanas empleo temporal en una preparatoria privada dando cursos de regularización para adolescentes, de esa forma pudo por fin rentar un departamento y librarse de la tiranía materna por haber regresado a vivir a su casa, quien sie mpre le reprochaba haber tenido la culpa de su último fracaso amoroso: "tú lo fastid iaste, lo cansaste con tus exigencias, siempre fuiste así, berraca y caliente, ¿ya s e te olvidó? hasta tu marido se quejaba de que no te daba abasto". Pero desde los

primeros días del rompimiento con "aquel" empezó a recibir esos mensajes donde él le o frecía de todo, con el lenguaje vulgar y ofensivo que utilizaban durante sus encue ntros amorosos, a veces ella contestaba tratando de posponer el encuentro, trata ndo de ser fuerte para no acceder a eso que ella extrañaba: la rica verga de su ex amante, hasta que conoció a ese chiquillo. Y recordó todo, como si fuera una atrevid a película erótica. Fue en la preparatoria donde conoció a ese adolescente, un chico normal, tal vez u n poco más alto que sus compañeros, de facciones hermosas y mirada triste, fue su al umno durante casi dos semanas, durante los cuales el chico no mostró ningún avance y al final volvió a reprobar el examen de inglés, fue así que Tony le pidió que le diera clases particulares. Ana aceptó, pues necesitaba dinero, establecieron un horario por la noche, de dos horas lunes, miércoles y viernes. Ella sabía que el adolescente atravesaba por una etapa de confusión, era inteligente pero tal vez los problemas con su familia lo estaban afectando sobre manera, por ello, junto con el repaso del idioma fue tratando de ganar su confianza para así saber más de él y tratar de ay udarlo, el sistema funcionó, pero cuando la mujer se dio cuenta el chico estaba en amorado de ella, y lo peor, ella también sentía cosas "allá abajo" cuando Tony se le q uedaba mirando embelezado, empero el avance del joven en los estudios fue signif icativo, presentó de nueva cuenta el examen en la escuela y logró aprobar y el curso "intensivo" terminó para desencanto de la madura y del joven que insistió en seguir yendo a la casa de Ana para tomar más clases de inglés, "¿inglés?, éste lo que quiere es c ogerme", pensó Ana cuando supo la propuesta del chico y a su pesar lo citó un vierne s para hablar del asunto, "le daré una mamadita, para que se le quite la calentura y ya", pensó la madura, creyendo tener controlado el "asunto". La noche de la cita la mujer fue directa al grano: "mira Tony se bien lo que ocu rre contigo, durante este tiempo nos hemos hecho amigos, muy amigos, y tú estás un t anto confundido conmigo, quieres cosas que no pueden ser entre ambos, yo bien po dría ser tu madre, ¿te das cuenta?, pero me miras de una forma que no corresponde a lo que debe ser entre amigos y eso no es posible, también yo me he sentido inquiet a en estos días en que hemos estado juntos, aquí, estudiando, pero entiende que si a ccedo a lo que deseas tal vez te haga daño, a mi ya me ha pasado y he sufrido much o, ¿entiendes?, ¿si?, piénsalo por favor, y entiende que no puedo aceptar que sigas vi niendo a mi casa, esto puede terminar mal --guardó silencio mirando hacia la ventan a y casi mordiéndose lo labios añadió-- sólo hoy, ¿entiendes?, y sólo lo que yo te permita h acer, ¿si?, después seguiremos siendo amigos pero nunca algo más, ¿si entiendes?"; él se qu edó sin poder hablar mientras la mujer lo tomaba de la mano y lo llevaba a la sala , cuando llegaron ahí Tony temblaba de nerviosismo, Ana también; ambos se sentaron e n el sofá y se quedaron mirando por segundos inmensos sin saber que hacer, la muje r creyó que tenía que tomar la iniciativa y suavemente recorrió con su mano el rostro del chico y lo sintió temblar de emoción, luego acercó el rostro para besarlo en la me jilla y sintió el aliento caliente y la respiración agitada del adolescente, y mient ras le ofrecía los labios entre abiertos su mano bajó primero por el pecho de Tony, luego más abajo, hasta la entrepierna, sobre el pantalón, ahí, sobre la rugosa textura de los jeans azules percibió un bulto y tuvo un estremecimiento, pero no pudo con jeturar nada pues ambos se besaban ansiosos, él apresurado pero con torpeza, ella con ansia, abriendo la boca, recorriendo con la lengua los suaves labios del chi co y refregando la boca sobre la de él, así por largos segundos o minutos en los que la madura ya había sacado sus conclusiones sobre lo que su mano apretaba: "este v iene bien servido, se nota que la tiene grande, pero eso tengo que comprobarlo", pensó ella; el adolescente pareció interpretar sus pensamientos pues se levantó del si llón para abrirse el pantalón y al bajarlo junto con su trusa de algodón, la mirada an helante de Ana cambió al instante, sorprendida pensó "¡madre santa!, nunca había visto n ada igual, que ´pajarote´, jesús bendito", y cuando por fin el chico se había librado de la ropa, acercándose con lentos pasos hasta donde ella estaba no pudo dejar de de cir en voz baja "ayyy Tony estás muy grande de aquí" y su mano derecha, como si tuviera vida propia se extendió para agarrar el enorme palo de carne, erecto, que formaba casi un ángulo recto con sus piernas y se balanceaba de arriba abajo, y sin despeg ar los ojos de "eso" lo tomó, rodeó el grueso lomo de la verga, lo sintió muy duro y m uy caliente, con la suave piel cubriendo el redondo glande, y su mano recorrió len tamente el miembro, no una sino varias veces, hasta pelar la redonda cabezota de

l pito, que encontró roja y mojada, brillosa de líquido; la madura ya no pudo conten erse, abrió los labios en círculo para posarlos sobre el enorme glande, pensando "nu nca me cabrá toda, es muy grande, enorme" y recordó sus dotes, su depurada técnica para mamar una verga, era lo que más disfrutaba, o casi, se dijo para si misma, enroje ciendo del rostro; y contra su costumbre de mamar con los ojos cerrados, los man tuvo abiertos lamiendo delicadamente la cabezota, degustando del sabor entre sal ado y dulce, su lengua recorrió los contornos del glande, titilando, lamiendo, aba jo, luego en la punta sonrosada, y cuando ya no pudo más suspiró anhelante y se fue tragando lo que pudo del enorme pito, llegó hasta la mitad y regresó a la punta, apr etando la boca, succionando al sacarse el duro palo, para de nuevo ir comiendo p oco a poco la verga de Tony, hasta lograr comerse dos terceras partes del palo, y cuando su boca ya se había acostumbrado al tamaño del miembro he iba de la punta h asta abajo, cada vez más rápido, cada vez con mayor excitación, sintió a Tony estremecer se y gemir, Ana pensó de inmediato que el chico iba a eyacular y apretó los labios s obre el lomo de la inmensa pinga, "anda chiquito, dame la leche, echa los mocos, dámelos cariño, anda papito lindo" se dijo para sí, y siguió mamando, sintiendo la verg a palpitar y estremecerse, llenarle la boca de semen que tuvo que tragar, y Tony siguió viniéndose más, agitando el cuerpo, metiendo casi todo el tronco en la golosa boca de la mujer que no pudo tragar más y dejó que la leche saliera de su boca y esc urriera, viscosa, obscena, por sus mejillas, por su barbilla, y cayera sobre su blusa blanca escolar, hasta que desfallecientes ambos se quedaron quietos, el jo ven suspirando, manteniendo la punta verga dentro de los cálidos labios de ella, A na succionando el palo, ahora un poco flojo, pensando, "que venida, dios mío, ¡cuánta leche!, le vino muchísimo". Momentos después ella se levantó evitando pudorosa la mirada del joven, fue al baño a limpiarse la cara con una toalla y quitarse la blusa manchada cambiándola por un b lusón azul, así regresó con Tony, que descansaba sobre el sillón, recargado sobre el res paldo, con los ojos cerrados, pero mostrando impúdico el pene lustroso de semen y un tanto flojo, maltrecho; sin dejar de mirar el miembro Ana se sentó junto al chi co, él la sintió y abriendo los ojos le dijo "yo también quiero besarte, ¿me dejas?"; "a nda, bésame, aquí estoy", contestó la madura ofreciéndole la boca, pero él corrigió "si, per o quiero besarte ahí, abajo", ella se estremeció al escuchar aquello, no quería termin ar cogiendo con el jovencito, no estaba en sus planes, además no quería que él la vier a desnuda, el vientre flojo y marcado por estrías y la cicatriz de cesárea de tres p artos; con el rostro rojo de vergüenza dijo "no creo que sea buena idea, no me pid as eso por favor Tony, ya te hice el amor así, ¿te gustó?, ¿dime?"; "si, fue maravilloso , pero quiero eso ",insistió el chico; Ana volvió a sentirse excitada, ya tenía tres mes es sin sexo, y ahora estaba ahí, con ese chiquillo de enorme verga, pero la situac ión le apenaba --"yo, una vieja cogiéndose a este muchachito calenturiento, qué vergüenz a"-- y a su pesar sin levantarse del sillón subió su falda hasta la cintura y sin qu itarse el calzón --negro de nylon-- hizo a un lado la prenda, jalándola por una oril la, y así se quedó, apretando los parpados, ofrecida, expuesta a los ojos lujuriosos de Tony, que lentamente se arrodilló entre sus piernas para acercar poco a poco e l rostro, meterlo entre las blancas piernas de la mujer, que primero sintió la del icada caricia de los dedos recorriendo su pepa ajada, carnosa, velluda, mojada, caliente, jalando más la pantaleta a un lado y abriendo la raja con las dos manos, para luego besar ahí, en el centro; la caricia tomó desprevenida a la madura que tu vo un estremecimiento en el vientre, luego sintió otro beso, y otro más en el nacimi ento de la pepa, en el clítoris, luego la boca plena pegada en la raja abierta, es curriendo jugos, y el chiquillo lamió, besó, succionó, muchas veces la pepa distendida y abierta de Ana, que gemía, suspiraba, movía la pelvis a los lados, la alzaba dici endo "ay Tony, no Tony, ay, sí, ay, hummm, aaa, me vas a hacer venir, hummm, Tony, ya, por favor, deja, hummm, nnoooo, aaayyy", pero el ansioso chiquillo seguía lami endo, succionando, halando los labios internos con su boca succionante, hasta qu e la mujer sintió que el paraíso le abría sus puertas y aferrando con ambas manos la c abellera de Tony, le refregó la pucha sobre el rostro en el momento que el orgasmo se posesionaba de ella. Y gimió y gritó "aaaahhhh, aaaaahhhh, hummmmm", desfallecie ndo, perdiendo el sentido, sintiendo las deliciosas contracciones de su panocha, al final se quedó quieta, suspirando agitada, con los ojos cerrados, jalando aire a sus pulmones, disfrutando del inmenso placer alcanzado; por ello no sintió cuan

do el joven se levantó y sólo abrió los ojos cuando sintió pegado a su cara el bello ros tro del adolescente, que trataba de juntar los cuerpos y mantener la pantaleta h acía un lado, dejando el campo libre para la cogida, y al momento el contacto de l a verga sobre su panocha abierta le confirmó que se la iba a coger; Ana sólo abrió más l as piernas y las alzó hacía arriba, como si con ellas quisiera sostener el techo de la habitación, sosteniéndolas con ambas manos, y se abandonó a la cogida, sintiendo co mo la gruesa cabezota distendía la entrada de su vagina y pensando "¡ay, qué vergota d ios santo!" y cuando el glande ya estaba dentro, abriendo más su pucha se atrevió a decir muy quedo "despacio Tony, poco a poco, está muy grande", y cuando el enorme p alo la penetraba lo fue guiando con voz entre cortada: "así, así mmmmijito, ¡huy!, due le, así cariñito mío, poco a poco, despacito papacito, ahora un poco más, aaahhh Tooooon nnnnyyyyy, aprieta un poco, ay chiquito no tanto, así, hummm, más un poco más, aaaahh así corazón, qué grande está ay, hummm, ¿ya papi?, ¿toooodo?", dijo cuando sintió los huevos dur s pegados a la entrada de su pepa y se sorprendió pensando "¡madre mía, entró todo!". Y no pudo pensar más pues el chiquillo se empezó a mover sobre ella, sacando y metie ndo el pitote, sofocando a la mujer que se mantenía abierta y con las piernas haci a arriba, apuntando al techo de la sala, una y otra vez, con ansia, con furia, h aciendo ruido al chocar con su cuerpo sobre su entre pierna, llenándola de placer, haciéndola suspirar "aaaahahhhh, ahhhhhaaahhhh, hummm", mientras la pinga de Tony ya chapaleaba entrando y saliendo de la pucha con sorprendente facilidad, hasta que Ana sintió el orgasmo llegar desde sus piernas, o más bien del fondo de su vien tre, o desde lo más profundo de su ser, o todo ello junto y gimió ruidosamente un "a aaaaahhhhhhh, Toooooo .nnnny" y mientras alzaba la pelvis para recibir mejor la ve rga su panocha se contraía en espasmos deliciosos, y así siguió mientras el orgasmo se alargaba, se hacía interminable, o tal vez se había vuelto a venir, no lo supo, pue s el adolescente seguía furioso, cogiéndosela de manera rápida y fuerte, entrando en e lla con aquel garrote de carne que la llevaba de nuevo a la cima del placer, has ta que lo sintió vibrar y detener la cogida un instante para luego suspirar y caer sobre ella al eyacular; Ana sintió el maravilloso placer de sentir la verga vacia rse en la pucha, las contracciones deliciosas, los chorros de semen que bañaban su vagina, e involuntariamente empezó a apretar la pucha como ella sabía, sincronizand o los espasmos con las contracciones de la verga, era maravilloso, se dijo la ma dura que ahíta y desfallecida suspiraba agitada acariciando la suave cabellera del jovencito acostado parcialmente sobre ella. Minutos más tarde, ambos satisfechos y cansados, se separaron; Ana miró al chico con vergüenza y se sorprendió al notar la misma reacción en Tony al ponerse de pie mostrando el pito cabizbajo goteando lech e; ella hizo a un lado la cara cuando pudo bajar sus acalambradas piernas y tamb aleante se levantó, cubriendo con una mano su sexo, colocando en su lugar el calzón negro que al momento se empapó de líquidos, sintiendo además que su mano se mojaba de lo mismo y que aquello viscoso escurría por sus piernas; el chico reaccionó y se ace rcó a ella para besarla levemente en los labios haciéndola estremecer y suspirar, ha sta que la madura tuvo fuerzas para decir "ya Tony, vete por favor". Al siguiente día cuando Ana entraba a la escuela las piernas le temblaban de nervi osismo, temía encontrarse con Tony, pero aunque secretamente lo deseaba se sentía cu lpable: "¡qué estúpida!, yo, una vieja dejándose coger por ese chiquillo caliente". Por ello ese día sólo acudió a sus clases para luego salir casi corriendo del plantel evit ando cruzarse con el joven. El sistema funcionó tres o cuatro días, hasta que inevit ablemente se encontró con él a la salida, Tony ya la esperaba, lo saludó apenas y él fue tras ella hasta que la mujer se detuvo para abrir su auto y tuvo fuerzas para h ablar: "ya no me busques Tony, por favor, haz de cuenta que no pasó nada entre nos otros, sólo espero que seas discreto y no comentarlo con nadie, por favor", y subió presurosa al coche para alejarse del chico que la miraba con sus ojos tristes. L uego de esto varias veces vio al adolescente, de lejos, meditabundo, triste, rec argado en la pared del pasillo que conducía a la salida, y en cada una de esas oca siones Ana sintió un involuntario estremecimiento en el cuerpo, hasta que su oposi ción se derrumbó una noche saliendo de clases: ahí, junto al auto estaba el adolescent e y sin mirarlo escuchó su voz apagada: "Ana quiero estar contigo otra vez" y la m adura nunca supo de donde salieron esas palabras "yo también quiero, anda sube al carro". Nerviosos y temblando llegaron a la casa de la mujer, fueron hasta la sa la y el ansioso chico abrazó a la mujer y la empezó a besar con pasión, Ana respondió co

n ansia a los besos de su amante y en cierto momento se separó para decirle junto al oído "¿no te arrepentirás de hacer esto?"; "nunca" le escuchó decir al chico, la madu ra suspiró para decirle "no digas eso, olvida esa palabra, el nunca no existe para nosotros, ya lo verás", y volvieron a besarse, refregando los cuerpos, sintiendo la mujer el duro palo pegar contra su bajo vientre, pensó llevarlo hasta su cama, pero no hubo tiempo: el adolescente hizo que le diera la espalda, ella como autóma ta se dejo hacer, sólo apoyó los brazos sobre el asiento del sofá, ofreciéndole el trase ro; al momento sintió las manos de Tony bajarle con rudeza la pantimedia junto con el calzón de nylon rosa y suspiró cuando el miembro duro buscaba su vagina desde es a posición; Ana contuvo el aliento cuando el pene inició su entrada, distendiendo co n dolor las paredes de su canal vaginal, y continuó así, con la respiración contenida, hasta que el bajo vientre peludo del chico quedó pegado a sus nalgas, hasta enton ces pudo dejar escapar su respiración; las manos se aferraron a sus nalgas carnosa s y un lento vaivén inició, Tony le sacaba casi todo el pito para luego meterlo poco a poco, varias veces, Ana no supo cuantas, pues luego el ir y venir se tornó más rápi do, casi violento, los cuerpos chocaban, resonando en el silencio de la sala, y la mujer sintió llegar el primer orgasmo desde las puntas de sus pies hasta su vie ntre, y se agitó, gimió cuando ella reculaba, como exigiendo mayor placer, moviendo las caderas en círculo cuando el joven entraba con furia en su panocha ahora floja y abierta, y apenas se recuperaba del orgasmo cuando lo sintió eyacular, en chorr os fuertes y acompasados, ambos gimiendo, provocando un placer intenso que generó un nuevo orgasmo en la mujer, que con esfuerzo podía mantener la posición, pues sus piernas se doblaban. Cuando el pene dejó de palpitar en su interior pensó que Tony la soltaría, pero se equ ivocó, los embates reiniciaron acompasados, el continuo entrar y salir del pene en su vagina; la mujer hizo un esfuerzo para apoyar sus rodillas en el sillón y así se abandonó para de nueva cuenta sentir las furiosas acometidas del chiquillo que se guía aferrado con fuerza a sus caderas metiendo y sacando su pene enorme, así siguie ron un rato más, en total Ana se vino cuatro veces y Tony dos, luego el chico la d ejó libre y ambos quedaron desfallecidos sobre el sillón, adormilados, satisfechos; minutos después reiniciaron las caricias y los besos, y la mujer se levantó llevando de la mano al adolescente rumbo a su recámara, ella iba entre nubes, como soñando, él temblando pero con el pene de nuevo erecto. Cuando llegaron a la cama, Ana se apresuró a desnudar al adolescente para luego qu itarse la ropa a jalones y empujarlo de espaldas al lecho, en ese momento la mad ura abandonó todo recato, ya no le importaba que el chico descubriera en su cuerpo el paso de los años, por el contrario quería disfrutar, gozar, de su nuevo descubri miento, de su nuevo juguete sexual, y sin dar tiempo a que Tony reaccionara la m ujer se acostó entre las piernas abiertas del chico, que la miraba con ojos sorpre ndidos, más cuando Ana fijó sus lujuriosos ojos en los de él, al tiempo que sacaba la lengua para lamer el tronco duro, desde la bolsa velluda de los testículos hasta e l prepucio, así recordó la madura las dotes que la habían dado fama entre sus amantes e xcelente mamadora--, y lamió, chupó, succionó largo rato haciendo gemir de placer al c hico que a veces cerraba los ojos, y otras los mantenía abiertos, sorprendido de l o que le hacía aquella mujer, así hasta que Ana sintió palpitar el enorme palo, pero n o quería que él se viniera tan rápido, o al menos no de esa forma, por ello, cuando te nía el glande sumergido hasta la campanilla la mujer regurgitó el pito lentamente a la vez que apretaba con su mano la base del pene para retardar la eyaculación y co n voz cachonda le sugirió a su amante: "espera, no te vengas, yo también quiero goza r", a jalones terminó de quitarse la ropa para luego montar al sorprendido adolesc ente y quedar a horcadas sobre su vientre, sintiendo la punta del pito resbalar entre los labios de la pepa, alzó un poco el cuerpo y con la mano derecha dirigió el palo al sitio indicado y mientras suspiraba fue bajando el cuerpo, lentamente, disfrutando de la sensación al sentir como la verga resbalada hasta penetrarla por completo, y se quedó quieta mirando hacia el techo de la habitación, luego apoyó las manos sobre el torso del chico y se empezó a mover, con lentitud, primero subir, l uego bajar, una y otra vez, luego moviendo la pelvis a los lados suspirando, las caderas hacia atrás y luego adelante, haciendo que la verga saliera y volviera a sumergirse entera, así en instantes eternos en que ambos se movían a contrapunto, el chico alzando la pelvis para penetrarla, ella bajando y removiendo las caderas,

luego ambos quedaron abrazados, Ana untándole las chiches sobre el pecho, él amasan do las nalgas, aferrándola para mantenerla bien clavada en la pinga que entraba y salía rápido y fuerte, Tony tocándole el ano con un dedo, haciendo redondeles ahí, hasta que la mujer sintió el dedo traspasar los pliegues apretados, y suspiró deseando "l o quiero ahí, que la meta en mi culo, que se venga ahí, dentro", y en esa posición Ana pasó la mano hacia atrás y sacándose el pito de la pucha viscosa lo dirigió a ese lugar , prohibido pero deseado por todos los hombres, el glande presionó sobre el ojete apretado, la mujer suspiró y cerró los ojos para decirle a su amante "anda Tony, cógem e por ahí, te quiero dentro, mételo todo por favor", y el adolescente presionó y ella se aflojó para permitir que entrara la cabeza de la verga causándole un agudo dolor que la hizo gemir, pero no podía dar marcha atrás, la verga ya se deslizaba llenando de esa carne su intestino, hasta que el palo duro entró todo, entonces se quedaro n quietos, ambos mirándose con lujuria, pero en silencio, luego Ana sintió que la pi nga se movía apenas, aumentando la dolorosa sensación, saliendo un poco y entrando d e nuevo, y lo miró fijamente, con una especie de ternura y pasión, y se besaron pega ndo las bocas, jugando con las lenguas, y así se quedaron, las bocas pegadas, ambo s pegados, ella sintiendo como entraba y salía el enorme pene, ahora con cierta fa cilidad, pues el ano se había distendido permitiendo la penetración que de dolorosa se fue tornando placentera, y así siguieron hasta que la mujer sintió la verga palpi tar ahí, en su lugar más íntimo y secreto, luego sintió el primer chorro y las deliciosa s palpitaciones de la verga al eyacular y ella se vino, o creyó venirse así, pues su pelvis también palpitaba, apretando con sincronía el pene que seguía llenándole el culo de mocos, cuando todo terminó siguieron abrazados, ella sobre él, lamiendo sus labi os, besando su rostro, acariciando su pelo y moviendo ligeramente las caderas pa ra sentir la verga que conservaba clavada en su ano dolorido y viscoso, sin impo rtarle que un ligero olor a excremento inundara su recámara. A partir de entonces Ana se hizo amante del chiquillo, se veían dos o tres veces p or semana; la mujer estaba fascinada por los ardientes deseos del joven, que a s u vez se mostraba cada día más caliente, más osado al momento del sexo, eso si, en la escuela apenas cruzaban palabra, habían acordado que nadie en el plantel podía siqui era sospechar que entre ambos hubiera alguna relación. Así hasta esa noche del mensa je, el envió de su ex amante: "¿ya tienes novio?...". Luego de recapitular sobre cómo se había hecho amante de un jovencito, una idea empe zó a tomar forma en su cabeza: la venganza. Su antiguo amante la había hecho sufrir, enamorarse perdidamente primero, despertar toda su lujuria, hacerla cómplice en t oda clase de perversiones sexuales, acostumbrarla al sexo sin freno alguno, para luego sin mayor explicación, dolorosamente dar por terminada su relación, y aquello s mensajes, más que una invitación a reanudar sus relaciones, parecían una burla, una ofensa a su incapacidad de olvidar lo experimentado con él. "Lo que aquel no sabe es que ya tengo "novio" nuevo", se dijo riendo con sorna y pensando "sería bueno da rle una pequeña lección". Esa idea fue madurando con los días: "¿y si le cuento todo en un largo mail?, no, debe ser algo más concluyente, más atrevido, más fuerte, más intenso , que no le quepa duda alguna de que ya no lo necesito para nada, ¿algo como una fo tografía?, no, debe ser algo más fuerte, casi perverso, ¿algo como un video?", pensó la m ujer estremeciéndose, para luego decirse convencida: "¡si, claro!, un clip de video, que vea con sus propios ojos que ya olvide su verga y todo lo que me hacía, algo que le provoque dolor, que lo lastime, así como él me lastimó y me hizo sufrir, como c uando me mostraba los videos que le tomaba a sus antiguas amantes, ¡claro!, ¡eso es! ", y se sintió más tranquila, pero a la vez ansiosa, tratando de poner orden en su m ente para llevar a cabo sus acciones. Primero tenía que conseguir una cámara de video, luego tenía que aprender a usarla, nu nca había tenido una; luego tendría que "bajar" el video en la computadora y editarl o, y para eso tenía que leer manuales y saber más de todos esos programas de los que ella "ni idea", pero tenía un aliado, Tony. Con cualquier pretexto logró que su nov io le consiguiera una cámara de video digital y le enseñara a usarla, y un fin de se mana en que lo citó en su casa hizo la primera prueba: colocó la cámara tras una corti na y justo cuando su amante anunciaba su llegada la puso en marcha; el chico nun ca supo que había formado parte del "elenco" de la primera "película" de Ana, pues s e dejó llevar por los ímpetus de la madura al hacerle sexo oral, vaginal y anal; cua ndo todo terminó y el adolescente se fue la madura pudo ver el "fruto de sus rapto

s eróticos" y se maravilló tanto que tuvo que hacerse una chaqueta frontándose con el dedo la panocha. Del video final quedaron tres minutos y medio en los que era ev idente que Ana había olvidado por completo a su antiguo amante. Y con el mensaje: "Si, ya tengo novio, ¿quieres ver lo que hago con él?, te mando esto, que lo disfrut es!". Comentarios: [email protected] Nadie se debe enterar Ya había terminado de orinar y mientras bajaba la palanca del sanitario me acomoda ba el pito dentro del calzón, pero justo cuando iba a abrocharme el pantalón sentí a m is espaldas que la puerta se abría, me sorprendí pero me quedé quieto, en el espejo ví q ue era doña Esther la que había entrado, rehuyó mi mirada y se quedó junto a mi, pegada a mi espalda percibí la carnosa protuberancia de sus chiches, y ahí se quedó unos inst antes recargando su rostro en mi hombro, haciendo que a mi cuello llegara su cálid a respiración, eso me provocó de inmediato una gran erección, entonces su mano rodeó mi cintura y vagó por mi vientre de forma cariñosa, hasta que con delicadeza bajó parcial mente mi pantalón, en el espejo vi que la mujer se movía un poco y su cabeza inclina da miraba hacia abajo, donde estaba mi calzón negro y abajo, abultando, mi verga b ien erecta; sin moverse casi puso su mano ahí y apretó delicadamente para luego libe rar mi verga del calzoncillo y agarrarla con toda la mano rodeando el tronco; así sin dejar de verla me empezó a acariciar, suavemente, jalando la piel del prepucio para desnudar el glande, morado, un poco húmedo ya, sentí en mi hombro el ruido de su respiración agitada y un pequeño gemido como "hummmm" y su mano se movió, adelante y atrás, provocando que el pito se pusiera más duro, y así siguió, trabajando con suavid ad y ritmo, haciéndome una chaqueta, y entrecerré los ojos cuando sentí que me venía la leche, instantes después el primer chorro de semen salió impetuoso, luego otro y otr o más, mientras que la madura seguía frotando la verga que palpitaba, para luego ami norar sus meneos cuando la venida casi terminaba, entonces abrí los ojos para verl a a en el espejo, con una mirada tierna y cachonda a la vez, las mejillas enroje cidas de emoción, antes de irse se lavó las manos en el lavabo y al darme la espalda para salir uno de sus dedos se posó en los labios, como indicándome silencio. Cuand o salí del baño no la encontré en la sala, al caminar hacia afuera la vi de espaldas, estaba sentada en su escritorio dentro de su despacho, donde trabajaba, me detuv e en la puerta esperando algo, rehuyó la mirada y no contestó cuando me despedí de ell a. Fue la primera vez que hicimos aquellas cosas, pero ya antes ella había adivina do mis furtivas miradas, atrapando fugazmente la visión de sus tetas grandes y car nosas, o mirándole el culo y las piernas cuando lavaba los trastes en la cocina. Esther era la señora que había rentado un departamento a mi familia cuando llegamos a vivir a Orizaba, ella vivía en una casita independiente en la planta baja, mient ras que el departamento que rentábamos quedaba en el primer piso de la construcción principal que constaba de cuatro apartamentos dos en cada pisos--, además era la únic a vecina que tenía televisión por cable en toda la colonia en aquellos años, y para sa carle provecho había comprado una enorme televisión que colocó en su recámara. En cierta ocasión a cambio de ayudarle a escombrar su patio trasero me invitó a ver una películ a en su televisión, yo sabía que la señora Esther era amable, pero nunca supuse hasta que punto llegarían sus amabilidades para conmigo. Esa primera vez viendo una pelícu la de acción, los dos sentados en un sillón, al poco tiempo la mujer se fue quedando dormida, así pude verla mejor, no era una belleza, y aunque madura aún conservaba e n su rostro rasgos de hermosura, además de sus tetas enormes y sus piernas carnosa s que ya en alguna ocasión le había fisgado. Luego de aquella ocasión se fue haciendo costumbre que le hiciera algunas cosas, como comprar la comida para su perro o l levarle su ropa a la lavandería, y ella, además de darme algunos pesos, me invitaba a ver televisión en su casa por las tardes. En una ocasión doña Esther estuvo más amable que de costumbre y además de la invitación a ver películas me preparó un gran tazón de pa lomitas de maíz. Empezamos a ver la televisión los dos sentados en el sillón, uno al l ado del otro, cerca, tal vez demasiado cerca, pues nuestros cuerpos casi se junt aban, así pasó un rato hasta que noté que doña Esther ponía su mano derecha sobre mi piern a, como sin querer, sin despegar la vista del televisor; yo no hice nada más que d isfrutar de las tiernas caricias de la mano de la señora, que hicieron que poco a poco tuviera una erección, tal vez involuntaria, pues me sentía nervioso y excitado,

tal vez más nervioso que excitado, así hasta que terminó la película. Pero luego de que me hizo una chaqueta en su baño ya no me pedía que le ayudara en s u casa o que le fuera a comprar cosas, a veces la miraba al salir de la casa y s e notaba avergonzada y contestaba a mis saludos con monosílabos mirando hacia otro lado, así por varios días, hasta que una vez que llegaba en su carro me vio sentado en la banqueta, aburrido y sin nada que hacer. Me saludó invitándome a ver TV más tar de, "cómo a las siete, si quieres". Cuando a la hora convenida entré por la puerta de la cocina, la hallé lavando sus tr astes sucios, sus caderas amplias se notaban tal vez más grandes en aquel vestido rojo y entallado, me descubrió al voltear la cara y dijo "no te quedes ahí parado viénd ome las caderas , ayúdame a secar los platos", fui hasta ella y le ayudé, luego fue a encender su televisión dejándome solo en la cocina, cuando terminé salía de su recámara en fundada en una bata de baño, "ve a ver la tele mientras me doy un baño" y se metió rum bo al sanitario que ya conocía, al entrar vi sobre la cama la ropa que se había quit ado: el vestido rojo, las medias, el fondo blanco, el sostén color rosa y su panta leta del mismo color, pero no me atreví a tocar nada, en vez de eso fui al sofá y co n el control remoto empecé a buscar algún canal interesante, dejé la tele en un canal donde pasaban cosas de misterio y así estuve un rato, mirando la pantalla pero a l a vez imaginando qué haría la señora dentro del baño, cómo se lavaría el cuerpo, las tetas, la conchita, las nalgas, provocando con ello una erección, en eso entró ella con su bata de baño secándose el pelo con una toalla; mirándola así, sin maquillaje desmerecía un poco, se le notaban más los años, pero yo seguía pensando en ella, más desde aquella ve z de la pajita en el sanitario. Minutos después vino hasta el sofá, junto a mi, mira mos la TV un rato, hasta que sentí su mano de nuevo sobre mi pierna y su rostro re cargarse sobre mi hombro, me acarició ahí, sobre el cierre del pantalón, sintiendo la erección de mi verga y apretando sobre ella su mano derecha, luego hizo el intentó p or bajar el cierre, pero por mi posición era difícil, me levanté un poco y yo mismo ab rí el pantalón un poco, hasta media pierna, ella en silencio entrecerrando los ojos apretando delicadamente su mano sobre el tronco del pito que aún estaba dentro del calzón, luego metió la mano bajo el calzón y lo bajó un poco, lo suficiente para libera r el pito e inició, de nuevo, una rica paja, sentía sus dedos jugar sobre la piel de l glande, presionar un poco hacia abajo para dejar la cabeza al descubierto y ahí, hacer círculos sobre el glande contagiándose de la humedad que ya empezaba a salir de mi verga, luego rodeando con toda la mano el lomo de la verga y bajar, luego subir, luego bajar, así en instantes interminables que me procuraban un placer eno rme, hasta que mi leche escapó, ella sintió la palpitación previa a la eyaculación y cer ró su mano sobre el glande y ahí frotó haciendo círculos con la palma de su mano mientra s mi verga seguía explotando, embarrando de leche su pequeña mano. Cuando terminó quis o retirarse, pero contuve su mano sobre mi verga, ella entendió: yo quería más placer, volvió a acariciar mi pito apenas flojo y su otra mano llevó una de las mías hasta su pecho, por encima de la bata, y agarré un seno, redondo, grande, flácido, y ahí me qu edé, apretando esa teta rica, deliciosa pese a que la tocaba por sobre la tela afe lpada mientras Teté me hacía otra chaqueta, ahora el movimiento de su mano era más ágil, más fuerte, con experiencia, pero también con cierta ternura; ella con los ojos cer rados recargada en mi, yo acariciando su chiche, su mano frotando mi verga, hast a que volví a sentir la venida y mi palo palpitó, en contracciones placenteras que l lenaron de nuevo su mano de semen, al final me besó en el cuello antes de levantar se para ir a lavarse las manos, al hacerlo me entregó la toalla para limpiarme el pito. Cuando regresó ya había acomodado mi ropa y estaba de pie junto a la puerta, l e dije que ya me iba, sonrió sin decir nada mirándome con picardía. Ya de salida subie ndo la escalera rumbo a mi casa pensé que ella tal vez no quería que me fuera, tal v ez quería algo más, pero mis temores me habían traicionado. Días después ocurrió lo mismo: me invitó a su casa a ver TV, la vi salir de su cuarto ve stida con la bata de felpa para bañarse, la esperé en el sofá con ansia sin hacer caso de la pantalla, hasta que escuché que salía del baño, entonces ocurrieron más cosas: se detuvo en el marco de la puerta mirándome fijamente, era una mirada extraña llena d e lujuria quizá, tal vez, y ahí, de pie junto a la puerta, abrió parcialmente su bata p ara mostrarme sus chiches, hermosas y grandes, algo caídas, de pezones diminutos y erectos y aureolas rosadas, y sin quitar sus ojos de los míos abrió más la bata para tocarse con ambas manos las tetas, las acunó delicadamente, las acarició, pasó los ded

os por los pezones, luego volvió a cubrirse y sin dejar de mirarme ahora abrió la ba ta más abajo, enseñándome sus piernas redondas y blancas y más arriba su pantaleta blanc a que le cubría el vientre y la entre pierna, era un calzón muy bonito, de tela casi transparente pero con bordados de flores, y siguió con su exhibición: abrió sus piern as un poco y una de sus manos bajó hasta el calzón y con los dedos deslizó una de las orillas para enseñarme por primera vez su pepa, más bien los pelos de su pepa, castaño s, dispersos sobre la piel de su bajo vientre, escasos pero largos que más abajo s e hacían más tupidos y ocultaban lo que debería estar ahí, era la primera pucha que veía e n mi vida y me pareció maravillosa, mi excitación parecía desbordar mis ansias y mis o jos no podían separarse de aquello que Esther mostraba impúdica y cachonda, hasta qu e ella quitó la mano de su sexo y la pantaleta volvió a ocultar aquello. Entonces ca minó hacia mi y se quedó de pie desatando la cinta de la bata que se abrió parcialment e dejándome ver su vientre con algunas estrías, su calzón floreado y sus muslos carnos os, luego se sentó junto a mi, creo que esperaba que yo hiciera algo y venciendo m i nerviosismo me puse de pie para desabrochar el pantalón y bajarlo hasta las rodi llas para mostrar mi tronco erecto, al mismo tiempo ella abrió más la bata para desc ubrir bien su desnudo cuerpo y sin decir nada se recostó más sobre el sillón, casi en la orilla, abriendo más las piernas, alcanzándome con su mano para tomar la mía y hace r que me acercara un poco, luego más hasta obligarme a quedar de rodillas junto al sofá y en medio de sus piernas abiertas, miró mi verga erecta y su mano volvió a jala r su pantaleta para dejar libre el acceso a su pucha peludita y nos fuimos acerc ando mutuamente, tratando de pegar los cuerpos; Esther, sin dejar de mirar la ma niobra, suavemente colocó con los dedos mi pito entre los labios carnosos de la pu cha que yo apenas adivinaba, sólo sentí como mi pito resbalaba entre esa carne calie nte, pero cuando intenté meterlo Teté sin soltar el pito lo impidió gimiendo apenas en algo que pareció un "noooo", y entonces ella misma impuso el ritmo de mi verga al entrar apenas ligeramente en su vagina, sólo el glande entraba en algo así como un hoyo, una carnosa cueva que se ajustaba a mi verga y con piquetitos de verga me la empecé a coger sin que ella dejara de agarrarme el miembro cuya cabeza se perdía entre los bordes carnosos de su panocha. Teté con los ojos cerrados suspiraba, gemía, mientras la mano libre se acariciaba un a chiche, la izquierda, y me acerqué a esa teta grande y floja, la besé primero tímida mente, luego lamí el pezón con la lengua haciendo aumentar los suspiros de la madura , hasta que ella misma se empezó a mover, primero el vientre, en círculos, sin dejar de mover con su mano mi verga clavada apenas en su panochita, en eso sentí la lec he venir y suspiré, mi cuerpo se puso tenso y cuando el primer chorro de semen se fue de mi, la mano de Teté agitaba mi verga sobre los labios de la pepa, se había sa cado el pito y lo refregaba sobre su pubis combado, suspirando también, cuando ter miné de venirme ella quiso separarse, pero no dejé mi lugar, es más, intenté volver a me ter mi pito entre los labios de la raja y abriendo los ojos sonrió apenas diciendo "¿quieres más?, ¿sí?, entonces espera un momento", y se levantó del sillón obligándome a lev ntarme también, me dio la espalda y caminó hasta la cama arrodillándose en la orilla p arando las nalgas, su mirada parecía invitarme, me acerqué colocándome tras ella, junt o a sus nalgas cubiertas todavía por el calzón blanco, en eso una de sus manos hizo a un lado el calzón para enseñarme su culo, los dos globos carnosos de sus nalgas y el caminito moreno que las separaba, ahí coloqué el pito que de nuevo estaba erecto, y cuando lo deslizaba alcancé a oir su voz: "si quieres hacerlo bien tienes que t raer condones, no puedes terminar dentro de mi ¿entiendes?, todavía soy fértil y puede ocurrir alguna calamidad", y me dejó hacerlo así, deslizando mi verga entre los cac hetes de su culo, resbalando sobre su gorda pepa, separando los labios carnosos, mojándome con ese líquido viscoso, ella misma movía las nalgas adelante y atrás, yo tra taba de hacer lo mismo, hasta que quizá apresuradamente me vine embarrando sus nal gas de leche, ella sólo movía sus nalgas delicadamente. Cuando terminamos tomó una peq ueña toalla y se limpió el culo de semen, y su voz sonriente: "ahora tengo que volve r a bañarme niñito, travieso, me dejaste empapada", y se levantó caminando a brinquito s hasta el baño, yo fui a la cocina por un vaso de refrescó y ahí me alcanzó la señora min utos después, preparó café y mientras lo hacía me dijo en voz baja "nadie se debe entera r, ¿entiendes?". En otra ocasión fui a su casa sin que me invitara, la hallé en la sala, se preparaba para salir, estaba peinada y maquillada, y sentada en un sillón se pintaba las uñas

de los pies con un barniz color negro, al terminar se colocó unas elegantes media s negras y sin importar que yo estuviera subió su vestido rojo para atar las media s en un coqueto liguero negro, más arriba estaba su tanga de igual color, apenas u n triángulo de tela calada y listones, quizá mi mirada extrañada le hizo decir: "voy a ir a una cena con mis amigas, si quieres quédate viendo TV, cuando te vayas cierr as la puerta ¿eh?", no le creí, me dí media vuelta para salir y me alcanzó en la puerta, abrazándome por detrás dijo a mi oído: "no debes ponerte celoso", y me dejó ir. No se p or qué, pero ya de noche salí a la calle para esperarla y ya casi era media noche cu ando decidí entrar a mi casa, Teté no había llegado. Frustrado y furioso, sin saber po r qué iba subiendo la escalera rumbo al departamento cuando escuché que el portón se a bría y momentos después entraba el coche de la mujer, y ahí, en la penumbra de la noch e vi que no venía sola, alguien la acompañaba, era un hombre, si, no, traté de ver más c laramente y descubrí que era un joven, quizá unos años mayor que yo, cuando bajaron de l auto se abrazaron y unieron sus bocas en un largo e interminable beso, luego e ntraron en la casa, no se porque hice aquello, pero entre ansioso, excitado o ne rvioso bajé las escaleras para espiar que harían, y rodeando la casa me escondí tras e l auto, cerca de la ventana de la sala, las cortinas aunque corridas dejaban ver algo del interior de la casa, pues la tela era muy delgada, y cuando pegué los oj os al cristal de la ventana descubrí a Esther besándole el miembro al chico aquel, q ue estaba parado junto al sillón en que estaba sentada, y así estuvieron un rato, Te té parecía disfrutar de esa forma de tener sexo, pues lamía y chupaba la verga erecta del joven, quien mantenía sus manos sobre la cabellera de la mujer y acompañaba el t rajín de la mujer al mamarle todo el miembro, y siguieron haciendo cosas, muchas, como cuando Teté se sentó encima del chico con las piernas abiertas y dándole la espal da para meterse todo el pene erecto y subir y bajar hasta que quedó desfallecida, yo me sentía sumamente excitado, la erección de mi verga formaba un grosero bulto en mi pantalón, pero a la vez sentía coraje, mucha furia, por lo que hacía aquella mujer , y cuando el tipo arrodilló a la mujer en el sillón para cogérsela por detrás tuve la f uerza suficiente para irme de ese lugar, y encorajinado subí a mi casa, mis padres ya se habían dormido, y cuando intenté hacer lo mismo en mi cuarto no pude concilia r el sueño. No se cuanto tiempo pasó, pero ya era de madrugada cuando abrí un poco la puerta del pasillo para averiguar si la pareja de Teté ya se había ido, descubrí luz en la cocin a y momentos después la puerta que se abría, en el marco de luz que se formó aparecier on los dos, abrazados y con las bocas pegadas, se estaban despidiendo, algo le d ecía Teté al chico pues le mantenía tomada la mano, como no queriendo dejarlo ir, pero él insistió y cuando la daba la espalda escuché apenas "adiós tía, que duermas bien, te l lamo mañana", la mujer lo despidió agitando la mano cuando el chico iba rumbo a la c alle. Entonces asustado por aquello me quedé estático, sin comprender, hasta que ya en mi cuarto recordé lo dicho por el adolescente, le había dicho tía a Esther, en otra s palabras quien se estuvo cogiendo a la madura era su sobrino, esa fue mi concl usión. Luego de aquello y contra mis secretos deseos dejé de ir por casa de la señora, sin embrago días después me crucé con ella en la entrada de la casa, ella iba de sali da llevando consigo a su perrito atado con una correa roja, se sorprendió al verme y me recriminó: "oye ¿por qué no has ido a la casa, qué te hice?"; no supe que contesta rle, ni modo de decirle que la había visto cogiendo con su sobrino, interrumpió mi s ilencio para agregar: "bueno, quiero que me hagas un favor, mira tengo que ir a la casa de una amiga que está de viaje, tiene muchas plantas y como ella va a tard ar en regresar lo mejor es que me las traiga aquí y las cuide mientras ella regres a, quiero que me ayudes a bajarlas del piso donde vive y a meterlas en el carro, ya aquí las acomodamos en algún lugar para que no se maltraten, ¿cómo ves, cuándo puedes? "; tratando de evitar su mirada le contesté que no tenía tiempo pues estaba en época d e exámenes y tenía que estudiar, pero insistió "anda, no seas malito, mañana en la tarde , un rato, no nos tardamos nada, además te conviene ir", dijo poniendo cierto tono invitador en las últimas palabras, tuve que aceptar. La tarde del siguiente día bajé a casa de Teté, ella ya me esperaba y minutos después sa limos en su auto, recorrimos varias calles de un rumbo que no conocía, se estacionó frente a una casa de tres pisos, un tanto descuidada, pues la pintura se estaba cayendo en algunas partes de la pared y las ventanas lucían sucias de polvo, entra mos y la seguí por la escalera hasta el piso superior, disfrutando de ver las pier

nas de Teté al subir delante de mi moviendo las caderas. Luego bajé algunas macetas y plantas que estaban en una pequeña terraza, no todas sino algunas de ellas, las más delicadas según dijo la señora, acomodamos todo aquello en el auto y volvimos a su bir y en un breve recorrido me fue mostrando algunas fotos que estaban en las pa redes para que conociera a su amiga, la mujer no era vieja pero algunas fotos la mostraban quizá más joven, en otras estaba como era actualmente, con arrugas en el rostro que el maquillaje no ocultaba del todo-- pero conservando buen cuerpo, has ta que llegamos al dormitorio donde había una enorme cama, que ocupaba casi toda l a diminuta recámara y al lado un baño también pequeño, fui hasta ahí para orinar, cuando t erminé descubrí colgadas del cortinero algunas tangas de la señora aquella, eran calzo ncitos pequeños, muy chiquitos, algunos muy usados; cuando salí del sanitario Teté est aba acostada en la gran cama mirándome con ojos tiernos y caminé unos pasos hasta qu edar junto al aposento, al notarlo la señora se enderezó un poco hasta alcanzar mi p antalón y empezó a bajar el cierre y desabrochar el botón de la cintura, luego los bajó parcialmente junto con mi trusa de algodón para dejar fuera mi verga que ya estaba erecta, miró hacía arriba desde su posición para verme y sonreír coqueta para decir "ya ves, te convenía venir" para acto seguido tomar mi pito con su mano derecha y aca riciarla levemente tal vez para conseguir una mayor erección, luego con lentitud y delicadeza me besó la verga, primero en la punta, dos o tres veces para luego pre sionar su mano sobre el garrote y bajarla lentamente para pelar la cabeza, y cua ndo por fin dejó el glande al desnudo sus labios dejaron escapar un "hummmm", apag ado, para luego poner su boca abierta sobre la cabeza de mi verga, y chuparla de licadamente, besándola, chuparla, lamerla, comérsela toda o casi toda, así como se lo había hecho a su sobrino, todo eso despertó en mi sensaciones desconocidas de un pla cer infinito e indescriptible, era la primera vez que una mujer me hacía aquello, a mis 14 años mi primera mamada. Pero mi placer fue breve, quizá demasiado, pues sin poderme controlar eyaculé dentro la cálida boca de la señora, que siguió mamando mientras el semen se me salía a contrac ciones, pausadamente, ella siguió chupando, comiéndose la leche, succionando con fue rza para sacarme todo el semen, pero cuando terminé de eyacular ella siguió chupando con más fuerza, con mayor urgencia, con pasión, ya tenía la mano y la boca embarrada de semen pero ella seguía chupando hasta que mi verga se puso de nuevo dura y gran de, eso la hizo suspender sus chupadas; sin limpiarse la leche del rostro y mien tras se subía el vestido y se bajaba los calzones me dijo con voz baja "ahora si t e voy a dejar hacerlo como quieres" y alcanzó su bolso, buscó algo dentro y sacó un pe queño paquete, yo no conocía aquello hasta que me dijo que era un condón y que era una forma de tener sexo sin las posibles complicaciones de un embarazo pues "aunque no lo creas todavía soy fértil y puedes hacerme un hijo", y volvió a acercarse a mi p ara volver a besar y chupar mi pinga que seguía erecta, luego rompió el empaque y sa có algo como una pequeña funda de hule o algo así y colocándola sobre mi verga, más bien s obre el glande, colocó sus labios sobre la cabeza y presionando a la vez que se co mía toda la verga me fue colocando el condón, al terminar todavía revisó que hubiera que dado en forma correcta y se acostó en la cama con las piernas bien abiertas, invitán dome "anda ven, te voy a dar tu premio"; cuando me acosté sobre ella abrió más aún las p iernas y ahora pude ver la raja carnosa, sonrosada, un tanto abierta y brillando de humedad, ella suspendió mi interés por su pepa y tomando mi pito se lo llevó con s u mano hasta ese lugar misterioso y peludo y abierto, al instante entré en ella, l a verga entró toda, suavemente, ambos nos quedamos pegados y quietos, Esther me ab razó por la espalda tratando de juntar más su cuerpo y rodeando mi cintura con sus m uslos blancos, en ese momento sentí algo extraño: su pucha, aquella cueva caliente y mojada en la que estaba mi pinga palpitaba, era algo raro, nunca antes sentido, pues cuando se la metí entró fácilmente, pero ya dentro de ella algo en su interior m e apretaba delicadamente, a pausas, pequeños apretoncitos, al notar mi extrañeza me miró a los ojos para decir en voz baja "no te muevas, te voy a coger así, a apretone s de pepa, vas a sentir rico", y así fue, nunca comprendí como esa mujer podía hacer a quello, que años después supe que su nombre vulgar era que tenía "perrito", las contra cciones de su vagina eran deliciosas, pausadas, muy placenteras, luego ella se e mpezó a mover, a los lados, hacía arriba sin dejar que yo me moviera, refregando su pelvis sobre mi con la verga bien clavada en su pucha deliciosa, momentos después me vine y Teté incrementó las contracciones de su pucha, sincronizándolas con mi eyacu

lación, parecía que me exprimía la verga, hasta dejarme casi desfallecido, luego entre suspiros me preguntó "¿te gustó?, ¿si?", le contesté moviendo la cabeza, afirmando, y así n os quedamos apenas unos minutos pues casi de inmediato sentí una nueva erección, ent onces ella aflojó su abrazo y dejó que yo me moviera, sacando parcialmente el pito d e su panocha para sumergirlo de nueva cuenta en aquel pozo viscoso que era ahora su pucha, y me la estuve cogiendo mucho rato, me costaba trabajo terminar, pero eso incrementó el placer de la señora que ahora se movía, yendo al encuentro de mis a rremetidas, hasta que suspiró y entre grititos de placer me dijo "me vengo, me ven go, ay que rico, dame más, no pares, que sabroso es, no te detengas por dios, ya, ya, ay ", brincando sobre aquella enorme cama. Cuando ambos terminamos y en el baño que quitaba el condón lleno se semen vino a lim piarse el sexo con papel higiénico y dijo junto a mi: "siempre quise hacerlo en la cama de mi amiga, como venganza, ¿y a ti te gustó?, ¿si?, bueno pues cuando quieras v olvemos a venir a cuidar las plantas, ¿quieres?", le contesté que si. En ese momento no entendí aquello de "como una venganza", sino tiempo después. En las siguientes s emanas seguimos yendo a esa casa a "cuidar las plantas", y de su mano, más bien de su experimentada pucha, de su boca, de su ano, aprendí más, mucho más sobre el sexo. Unos días antes del regreso de su amiga, estábamos en su cama, desnudos, luego de ha ber terminado de coger, cuando Teté me platicó porque quería vengarse de su "querida a miga": "ella estrenó a mis hijos, a los dos, ellos tendrían más o menos tu edad, los f ue seduciendo, iba a mi casa cuando yo no estaba y los metía a mi recámara, primero fue uno, luego al otro, a los dos se los cogió las veces que quiso, hasta que una tarde llegué antes de lo acostumbrado y los descubrí, sin que me vieran, los tenía a l os dos en el cuarto, los tres desnudos, uno sobre ella cogiéndosela mientras el ot ro le metía el miembro en la boca, ver aquello me asustó tanto que quise denunciarla por seducir a dos menores, casi niños, pero lo pensé mejor y con astucia los fui al ejando de ella, claro que hablé con mi amiga para explicarle que hacer aquello con mis hijos era algo inmoral, creo que entendió, aunque tiempo después descubrí que al menos uno de ellos la visitaba aquí mismo, pues él me lo confesó todo, en confianza, e n alguna ocasión". Empero las constantes visitas a la casa de esa señora pronto despertaron sospechas en mi casa, en especial de mi madre, que se lo comentó a mi padre; él trató de averig uar qué hacía yo en casa de la señora Teté cada tarde o a dónde iba con ella tan seguido, con mi mejor cara de inocencia le expliqué lo de las plantas y lo de las películas e n su TV con cable, al paso del tiempo creo que mi padre no creyó del todo mis expl icaciones, pero como sea trató de que yo dejara de tener tiempos libres por las ta rdes y la solución fue encontrarme un trabajo de medio tiempo, "así tendrás dinero par a tus gastos", fue su explicación. Doña Esther, por su parte, tal vez comprendió que a lgo había ocurrido para que yo dejara de ir a su casa a ver televisión y puso cierta distancia entre nosotros y dejó de buscarme. Al principio fue bastante difícil agua ntar las ganas de ir a casa de la señora, pero los deberes de la escuela y el trab ajo me dejaban sin tiempo y bastante agotado. Pasaron dos o tres semanas y una n oche cuando regresaba de trabajar vi a Teté cuando llegaba a su casa en su auto, m i curiosidad me hizo detenerme unos segundos junto a la escalera y la miré meterse a su casa acompañada de un chico de mi edad, rodeándolo por la cintura con un brazo y decirle en voz baja: "nadie se debe enterar, ¿entiendes?", momentos después la pu erta se cerró y yo, con pasos lentos, quizá un poco triste subí a mi casa. ¿Comentarios?: [email protected] [email protected] Jenny (o una mujer muy especial) La primera noticia que tuvo Jenny acerca del sexo anal la recibió en su casa. Su m adre y su padrastro ya estaban en su recámara cuando la jovencita, por curiosidad, pegó la oreja a la puerta de aquel cuarto y lo que escuchó la dejó confundida. Ahí dent ro, entre gemidos, su madre casi gritaba: "ahora en el culo, dame tu verga por e l culo, anda papacito métemelo todo por atrás..., ayyyy, despacio que me destrozas.. ., ya, ya casi entra, más, despacito, todo, hummm, chiquito de mi vida, ya lo teng o todo, todo, hummm, es delicioso, anda muévete, quiero tus mocos en el culo". "Así qué... aquello también se puede hacer por atrás..., ¿dolerá mucho?", pensó Jenny cuando a bajo las sábanas jugaba con los vellitos de su sexo metiendo su mano derecha baj

o la pantaleta. Como cada noche Jenny se acariciaba la puchita, deleitándose al disfrutar de su pa raiso particular. Le encantaba tocarse la puchis, sentir como su cerrada rajadit a se abría apenas para dejar pasar el dedo medio entre los labios, lo dejaba ahí por largo rato recreando en su mente las imágenes de erectas vergas. Luego movía despac io el dedo atrapado entre los gruesos labios. Sólo era cosa de moverlo tantito y s u gatita se transformaba, de repente se ponía caliente y un viscoso líquido empapaba su dedito que ahora iba y venía a lo largo de la raja entreabierta. Su pepita se hinchaba y solita se abría, ahora podía jugar con aquellos otros labios , empapados en agüita viscosa y de penetrante olor, su pucha olía como a pescado. La respiración se le escapaba por momentos, ya le venía el orgasmo, todo su cuerpo pal pitaba, los dedos de la mano ya frotaban furiosos su pepa abierta escurriendo de jugos y casi en el momento de la venida llegaron a su mente las palabras de su madre: "por el culo, mételo por el culo...", entonces se detuvo. --"¿Y si me toco tantito el chiquito?", pensó Jenny y mientras se decidía se despojó de su pantaleta, la guardó bajo la almohada y abrió más las piernas. Ahora utilizó la mano izquierda, la repasó entre los labios abiertos y mojados de la raja y se empapó de a quello viscoso. Entonces inició la incursión de un dedo entre sus nalgas, lo deslizó d espacio, lentamente entre los cachetes, justo abajito donde terminaba su sexo y la caricia la sorprendió. Sintió rico, muy rico, tan sólo con poner la punta del dedo en el apretado ano le pr odujo sensaciones nuevas y placenteras. Dejó ahí el dedo, atrapado entre sus carnosas nalgas. La mano derecha reinició sus jue gos sobre la raja, en especial arriba, donde algo durito y sensible botón reclamab a más la caricia de sus dedos juguetones, sintió que su respiración se le cortaba, se estaba yendo al cielo y cuando su cuerpo vibraba en el preludio del orgasmo sint ió que su colita palpitaba, rico, muy rico. Entonces apretó el dedo sobre el sensible culo y la primera falange del dedo la pe netró en el momento justo que todo su cuerpo era presa del más rico orgasmo hasta en tonces gozado. Fue increíble, su pucha y su culito fueron presas de espasmódicas sensaciones y las oleadas de placer la hicieron desfallecer. Esa fue su primera experiencia. II Fue como ingresar a otro mundo. Jenny era poseedora ahora de un delicioso secret o. A partir de entonces a la hora de masturbarse se metía un dedo en el culo. Era fascinante y por demás placentero. Desarrolló nuevas técnicas, por ejemplo, doblar las piernas hasta que sus rodillas c asi tocaran sus senos, así podía llegar más fácilmente a su chiquito y con su dedo jugab a sobre los cerrados pliegues mientras la otra mano frotaba la raja abierta y mo jada. Y cuando por fin el dedo medio de la izquierda traspasaba el anillo de car ne todo su cuerpo brincaba en la cama, iniciaba entonces lo mejor, meter y sacar el dedo del culo una y otra vez, maravillándose de como aquello se distendía y al t ercer intento ya el dedo resbalaba con facilidad adentro y afuera de su culo, en tanto que su otra mano trabajaba sobre su clit, tomándolo con las puntas de los d edos y sometiéndolo a la deliciosa tortura de retorcerlo con furia. Aquello la llevaba al orgasmo de manera automática y tumultuosa, más cuando en el pu nto de máximo placer movía el dedo dentro de su culo, doblando las falanges, entonce s el placer se duplicaba y el orgasmo se prolongaba tanto que las palpitaciones en su ano le quitaban el aliento. Empero había cosas que la chica no se explicaba. Una cosa era meterse el dedo en l a cola y otra cosa, suponía, era tener dentro la verga erecta de un hombre. Acerca de la puchis, ni hablar, suponía que coger como debe ser incluía ciertas dificultad es, ¡hasta dolor!, se dijo, pero era delicioso venirse, de eso no tenía duda, sería ri co coger, estaba convencida. Pero... ¿por atrás?, había escuchado furtivamente a su ma dre pidiéndole a su marido que se lo metiera por la cola, entonces..., pues si, pe ro la colita está tan chiquita y tan apretada y ¿un pitote paradote y duro?, entrand o y saliendo... ay no sé, se decía una y otra vez. Con estás preocupaciones en mente, una noche en que Jenny tomaba un baño de tina lue go de rasurarse las axilas analizó con detenimiento el rastrillo o maquinita para rasurar, era de plástico resistente, casi duro, más largo que su dedo medio y un poc

o más grueso, su contorno curveado tenía algunas rugosidades como para evitar que re sbalara entre los dedos de la mano, sobre todo se fijó en el extremo inferior, ter minaba en punta, muy conveniente, se dijo. Lo miró con detenimiento y un pecaminos o pensamiento le llegó de pronto: ...y sí, pensó y puso manos, literalmente, a la obra . Sumergida en la tibieza del agua, con abundante jabón en la mano repasó su pubis pil oso, cerró los ojos y se sumió en ensoñaciones eróticas: sujetos de rostros irreconocibl es pero musculosos, fuertes, amenazantes, pero sobre todo con aquellos apéndices e rectos apuntándole directamente, que estaba a su merced, temerosa pero ansiosa, su spiró y dijo apenas te quiero a tí, señalando al imaginario macho que la montaría, en ta nto los circulitos que hacía con sus dedos sobre la parte más sensible de su sexo la hacían emitir apagados quejidos, los hummmm, hummmm, en tanto su pelvis salía en bu sca de aquella incesante caricia que la estaba llevando al final. En eso su otra mano llevó la maquinita de rasurar entre sus piernas, que abrió más, ha sta colocar cada una de ellas en los extremos de la tina, busco delicadamente el sitio correcto, ya sabía dónde, ahí estaba aquello, apretado cerrado, duro. La chica siguió acariciando su pepita, ahora viscosa, muy olorosa, y luego cuando ya la exc itación se había apoderado de ella, deslizó el dedo hacía atrás, buscando el apretado aguj ero y presionando sólo un poco su ano se fue tragando el dedo, y así jugó algunos minu tos, deleitándose con esa rica pajita anal, y cuando ya el culo estaba distendido con cuidado colocó la punta de la maquinita de depilar y sólo presiono un poco y el duro objeto se le empezó a meter en la cola. Jenny suspiró hondo profundo cuando lo tuvo todo adentro y entonces inició la verdad era fiesta: metía y sacaba, rápido y de forma violenta, el rastrillo de su cola y lo s dedos de la mano derecha, juntos y aplanados, hacían círculos sobre su pepota bien abierta y no pasó mucho tiempo cuando un grito gutural, venido de lo más profundo d e su ser, la tomó por sorpresa al venirle el primer orgasmo, y en ese mágico momento removió dentro de su intestino el mango de la maquinita de rasurar, haciendo círcul os dentro de su culo y así siguió hasta que de nueva cuenta se vino en un orgasmo ll eno de gritos y quejidos. Para cuando terminó el festín estaba agotada, pero gozosa y feliz. III Jenny estaba por cumplir los 20 cuando decidió que ya era hora de quitarse aquel e storbo que le impedía meter su dedo al fondo de la vagina, el himen le estorbaba. Escogió al desvirgador y por fin un domingo en lugar de ir al cine con él, lo siguió a un hotel. Aquella experiencia fue placentera para la jovencita, pues el amante la supo excitar lo suficiente como para que el dolor de la primera penetración cas i desapareciera para dar paso a su primer orgasmo con una verga dentro de la vag ina. Empero, mientras se recuperaban del combate amoroso y el orgulloso novio no cabía de contento al haber inaugurado la panochita de Jenny, la jovencita se preguntab a una y otra vez cómo hacer para que su amante le inaugurara también el culo, ¿qué hacer ? No hicieron falta estrategias femeninas. El siguiente domingo, mientras su novio se la cogía de a perrito y Jenny recibía desde atrás los embates de la verga que entr aba y salía con furia de su panochota abierta, caliente y goteante, para llevarla a otro orgasmo, algo ocurrió. De repente el amante se detuvo y sacando el erecto g arrote se lo colocó en el apretado ano. De inmediato Jenny suspiró pensando si, si c hiquito, lo quiero por el culo, aflojó el cuerpo y la fuerte presión del glande sobr e los pliegues le fue arrancando un doloroso grito, un largo aaayyyy surgido del fondo de su cuerpo la convenció de pronto de que la tarea no sería fácil y al parecer tampoco placentera. Pero el amante sostuvo la verga sobre el renuente culo y po co a poco su intestino se fue llenando de carne. La joven sentía como cada instant e sería el último de su existencia cuando aquel duro garrote le destrozaba las entraña s. La verga continuó entrando, con paso firme, lentamente, hasta que la sintió toda adentro y los vellos de la base del miembro chocaron contra sus abiertas nalgas. --"Ya, ya está, toda, toda adentro", se decía la jovencita que casi agonizante no co mprendía como aquello podía producir placer. La verga se movió arrancándole de nuevo dol orosos quejidos, salió casi todo el miembro, sintió la cabeza en la entrada del culo

, y la sintió de nuevo penetrar, pero ahora había sido más fácil. De nuevo salió y de nuev a cuenta la llenó por completo, entonces un laxo placer fue apoderándose de su cuerp o. Más cuando la diestra mano del hombre atacó su abierta raja, llenándola de caricias . Entonces todo cambió, la fricción de los dedos del novio sobre su pucha la llenaro n de placer haciendo desaparecer la dolorosa penetración, no, ya no había dolor, aho ra era placer. Su excitación renació, surgió de sus entrañas, con el ir y venir de ese g arrote, hasta hacer que ella involuntariamente fuera al encuentro del miembro cu ando la penetraba, una y otra vez, más rico, hummm, si, es delicioso, se dijo la j ovencita hasta que ya cuando la verga entraba furiosa y rápida en el distendido ag ujero el orgasmo llevó a Jenny a límites nunca imaginados. Sintió como su vagina y su culo palpitaban en deliciosos espasmos. Todavía repitió el ejercicio anal con ese novio dos o tres veces, hasta que Jenny de terminó que aquella no era la única verga en el mundo y que ya era hora de buscar nu evos horizontes. IV Durante los siguientes tres años Jenny tuvo las suficientes vergas en el culo --y también en la panochita-- como para sentirse satisfecha, empero la lujuria se había posesionado de ella al grado de masturbarse con ansia la mañana siguiente de su más reciente encuentro sexual. Sus desenfrenados deseos la hacían buscar nuevas experiencias, ya fuera con chicos que tuvieran el miembro muy grande o con juguetes, de los que llegó a tener una a bundante colección. Empero su experiencia más memorable la tuvo con un hombre maduro , y casado para acabarla de chingar, que poseía un inmenso miembro de más de 25 centím etros sumamente grueso. Aquello fue lo máximo para la jovencita. Sentir como ese d escomunal garrote le destrozaba las entrañas cada noche para llevarla a sensacione s indescriptibles compensaba el hecho de que ese hombre no podría ser suyo por muc ho tiempo. Luego de tres meses de aventuras maravillosas la prudencia, el temor y la culpa fueron más grandes que su calentura y puso fin a su relación con el hombre aquel. Es a decisión si bien la libró de un problema la metió en otro, pues para librarse al suj eto de la gran verga se enredó con otro, un hombre joven que sin saberlo ella supo agarrarla en sus cinco minutos de pendejura. Jenny se enamoró por primera vez en su vida. Pero las cosas no andaban bien, su enamoramiento no le impedía percatarse de que e l amor de su vida era el típico macho, celoso y desconfiado, que la interrogaba co n insistencia acerca de sus anteriores experiencias, Jenny tuvo que mentir, ment ir lo suficiente hasta convencerlo que ella jamás había estado antes con un hombre e n la cama, tuvo que refrenar sus deseos y sus ansias, en fin comportarse como un a recatada y decentita mujer. Decidieron casarse. V Los primeros meses de matrimonio fueron tranquilos para Jenny, pero insatisfacto rios para su desenfrenada sexualidad. Si bien el celoso marido resultó un buen ama nte, en nada se comparaba con sus anteriores experiencias, sobre todo por el hec ho de que la joven esposa no sabía cómo hacer que él le metiera el miembro por las nal gas. Pero fue cuestión de tiempo. La actitud de recato la hicieron negarse las pri meras veces. Cierta noche después de que el esposo la había montado el suficiente tiempo como par a tener ella un callado orgasmo, lo escuchó decirle en voz baja al oído: "oye chiqui ta ¿me dejas hacerlo por tu colita?". --"¿Qué dices?, ¿estás loco?, eso no se hace, ¡eres un cochino!, ¡ya déjame en paz!", le grit enny y enojada le dio la espalda, pero el marido insistió, lo sintió abrasarla por l a espalda y repegar el erecto miembro entre los cachetes de las nalgas mientras le decía: "anda chiquita, se buena, mira nomás déjame jugar con tus pompis, si no quie res no te la meto, sólo quiero venirme con tus nalgas", ella callada lo dejó hacer, sintió como el duro émbolo se deslizó entre los cachetes de sus nalgas firmes hasta ll egar al apretado ano. Trató de contenerse, pero las sensaciones eran deliciosas, se mordió los labios para acallar alguna exclamación y apretó el culo para impedirle la entrada que ella call adamente ya deseaba con ansia. Y cuando casi el pito eyaculaba pegado a sus plie gues, no pudo impedir aflojar las nalgas y dejar que el glande la penetrara parc

ialmente para inyectarla de semen, sintió muy rico, muy rico, y su esposo tuvo un orgasmo fabuloso. Cuando él terminó le preguntó, "¿te gustó mamacita", "¡no, cómo crees!, me lastimaste mucho, o no se como te gusta hacerlo así, ya déjame dormir!", dijo la candorosa Jenny. A la tercera noche la callada Jenny por fin recibió el duro miembro en su intestin o, gritó de dolor y trató de impedir el empalamiento, pero ya cuando la verga entrab a y salía la esposa metió entre sus piernas una de sus manos para acariciarse la pan ocha, en tanto que el bajo vientre del hombre chocaba una y otra vez contra sus nalgas llenando su intestino de carne dura y palpitante, la mujer ya no pudo aca llar su excitación y cuando la verga palpitaba en su interior inundándola de leche, Jenny dejó escapar el contenido quejido que denunciaba su enorme placer. El marido ya no la interrogó. Así reanudó Jenny sus experiencias anales. El feliz marido disfrutaba a sus anchas h aber despertado esa oculta calentura de su esposa, que poco a poco lo llevaba a practicar nuevas posturas y variantes para meterle por el agujero del culo la hi niesta vara. Pero no todo funcionaba bien en el matrimonio de Jenny, el enamoramiento de la c hica fue transitorio y a los pocos meses ya la mujer sentía que era un fastidio vi vir con ese hombre. Los celos, el hostigamiento y la desconfianza del marido hic ieron el resto, las peleas se hicieron cada vez más frecuentes y ya para cumplir e l primer año de casados decidieron poner fin a la unión. Jenny regresó a la casa paterna llorosa y compungida. La familia no tuvo más remedio que aceptarla dudando que la separación fuera definitiva. Pero cuando ya la joven acomodaba sus cosas en su antigua recámara, descubrió en el fondo de su maleta un objeto muy personal que durante casi un año dejó olvidado, era su consolador favorito. Jenny suspiró mientras repasaba el juguetito por sus meji llas. Esa noche, la primera de su recuperada libertad, la festejó Jenny empalándose con aq uel consolador, y mientras la mujer recordaba fragmentos de sus cogidas anales c on su último amante, el señor de la gran verga, el consolador entraba y salía con viol encia y rapidez de su distendido agujero, llevándola poco a poco al primero de sus orgasmos. Lo anterior, no es más que la recreación de una historia contada por Jenny misma, qu e en la realidad no se llama así, pero con la cual sostuve una relación bastante cer cana. Todo comenzó cuando descubrí sus secretas aficiones por el sexo anal. Al princ ipio ella se negó de manera terminante a contarme como había iniciado su vida sexual y sobre todo como se había hecho adicta a coger por atrás, pero luego de un tiempo me empezó a contar algunos fragmentos de su vida, hasta que tuve la suficiente inf ormación para redactar lo anterior que estuvo mucho tiempo guardado en mi computad ora. Comentarios a: La vecina Mirar a la vecina del 3 lavar su ropa se convirtió en un verdadero espectáculo, clar o sólo cuando llevaba puesto un amplio vestido rosa que le llegaba un poco mas arr iba de la rodilla, o cuando salía a lavar con una holgada playera blanca que también le quedaba a media pierna. Y la verdad es que nunca he sido mirón, o aficionado a espiar a las mujeres para verles las piernas y si descubrí cosas ricas de la veci na de arriba fue por pura casualidad, lo juro. Nunca me había fijado, pero la pequeña ventana del baño de mi departamento permitía ver hacía arriba el lavadero de la vecina, una señora de muy buen ver que hacía poco había a lquilado ese departamento, de esta forma quien estuviera lavando daba la espalda hacía la escalera y junto a ella estaba la ventanita de mi baño, qué providenciales c ircunstancias! Sobre aquella vecina casi no sabía nada, y si acaso habíamos cruzado algún saludo al e ncontrarnos cuando ella o yo llegábamos a aquella casa de tres departamentos, y au nque seria parecía más bien amable, al parecer no tenía pareja, o quien sabe... La primera vez fue algo fortuito, a media tarde de aquel domingo, luego de haber me bañado abrí la ventana del baño y así, de golpe y porrazo miré hacía arriba para deleitar

me por varios minutos con la vecina, que en esos momentos tallaba su ropa en el lavadero, el cadencioso vaivén de sus caderas y la suave y blanca conformación de su s piernas --un poco abiertas-- me dejaron pasmado, hummm, que rica de veía la veci na, que luego supe se llamaba Gisela. Por supuesto que aquella visión tuvo sus resultados, pues de inmediato mi pene se enderezó, como buscando pelea. Seguí mirando, tratando de encontrar el mejor ángulo pa ra mis contemplaciones. De esta forma me recree observando ese día la vecina lleva ba puestos unos curiosos calzoncitos de algodón pintados con tiernos corazones. Cl aro que Gisela en ningún momento se percató de que tenía ya otro admirador, yo, que a partir de entonces planee las mejores estrategias para saber más de las recónditas i ntimidades de mi sabrosa vecinita. De esta forma me volví un ferviente admirador de las piernas y glúteos de Gis, quien a lo largo de varias sesiones me regaló la gloriosa visión de sus nalgas enfundadas en casi toda su colección de pantaletas y calzoncitos, es más, hasta llegué a percibi r algún día cuando ella estaba en su periodo, pues aquella vez el calzón se abultaba d e forma curiosa en su entre pierna. Mirar todo esto me provocaba gloriosas erecc iones que apagaba algunas veces acariciándome frenéticamente pensando en la vecina d el 3, y en otras, era mi novia quien pagaba los platos rotos de mi desbordada ex citación, pues llegaba a ella con la verga super parada y ansiosa por buscar satis facción. Pero lo máximo ocurrió hace apenas unos días, como siempre estuve esperando a que Gis saliera a lavar su ropa, y todo transcurrió de forma más o menos normal, como en oca siones anteriores, hasta que en determinado momento Gisela detuvo su trajinar en el lavadero, volteó la mirada como para percatarse de que nadie --según ella-- la m iraba y ahí mismo, junto al lavadero se quitó su calzón, vaya!, ese día Gis quería lavar t oda su ropa, hasta la que llevaba puesta! De esta forma, extasiado miré a aquella mujer subirse el vestido y despojarse de s u panti, casi lancé una exclamación de júbilo cuando sus ricas nalgas quedaron por mom entos al descubierto. Y lo principal, recree mi vista con aquel conejito peludo, la panocha de mi vecina. Así, cuando ella se despojó del calzoncito, siguió con su tarea dándome la espalda, de e sta forma ahora pude ver sus nalgas al desnudo y cuando en cierto momento ella a brió las piernas, su sexo se dejó ver plenamente, la raja de la panocha y el conjunt o de pelos, hasta por momentos llegué a descubrir sus labios menores, esa rica ext ensión de carne, que en algunas mujeres suele ser tan prominente que sale de la ra ja sexual. Luego de lo anterior, no pude más, me masturbé de la manera más rica que hasta entonce s haya hecho. Siempre pensando en mi rica y deliciosa vecinita, fuente ahora si de las mayores fantasías sexuales. A partir de entonces me di a la tarea de buscar un contacto más estrecho, más personal, deseaba cogerme a la vecina de arriba, empi narme a aquella mujer que poco a poco había descubierto su intimidad para este hum ilde espécimen de hombre. Pero, ¿qué hacer?, ¿cómo llegarle?, ¿y si ella tenía ya con quien a aciguar sus ganas?, para una mujer madura eso es lo más normal, pensé. El encuentro Empero cuando más preocupado estaba yo en planear qué hacer para que aquella mujer m e diera las nalgas, ocurrió lo inesperado. Cierta noche alguien tocó a mi puerta, ¿quién sería?, me levanté de la cama y fui a abrir, para mi sorpresa era ella, la vecinita de arriba. Al verme, medio turbada, saludo de por medio, me dijo que si tenía yo un poco de café que prestarle, pues su Nescafé se había terminado y a esa hora ya esta ba cerrada la tienda. Luego de recuperarme de la emoción, le ofrecí mi frasco de café para que tomara lo que necesitara y... jejeje, al mismo tiempo la invité para que se tomara un cafecito conmigo y de paso platicar un ratito. No cabe duda de que los caminos del sexo son insospechados!, antes de que me die ra cuenta, Gisela había aceptado y ya estaba ahí, en mi departamento, sentadita en u na silla, mirando curiosa como, en medio de mi nerviosismo, trataba de preparar el café. Al fin pude poner el grano molido a la cafetera eléctrica y para hacer más am eno el momento puse música, y luego me senté junto a ella. El tiempo pasó volando, nos tomamos dos tazas de café, platicamos un buen rato, ponién donos al tanto de nuestras respectivas personas y sintiéndonos, poco a poco, más en confianza. Pero algo estaba pasando, pues conforme platicábamos nuestras miradas c

omunicaban algo más, ambos andábamos ganosos uno del otro!, vaya!, no podía dejar esca par la oportunidad, me dije a mi mismo, y cuando ya Gis se despedía en la puerta, me lancé! La tomé del brazo diciendo: "¿no quieres quedarte un ratito más?", fue todo, n o hizo falta nada más, ella se dio vuelta y la abracé, nuestros labios se juntaron e n un riquísimo beso y al fin pudieron recorren mis manos ese sabroso par de nalgas que durante varias semanas había espiado desde mi departamento. Cuando ya por fin estuvimos desnudos en la cama, ansiosos por coger, pude descub rir que la aparentemente tranquila vecina, era en realidad una mujer sumamente a rdiente, pues cuando ella se percató de mi desnudez de manera espontánea se aferró de mi verga para propinarme la más rica mamada que mujer alguna me hubiera dado. ¬¿Qué rico mamaba Gis!- le dije. Nuestra excitación fue creciendo al máximo, pues mientras ella se tragaba una y otra vez mi verga, succionando riquísimo, yo le metía mis dedos en la vagina, sintiendo como su pucha chorreaba de jugos a la vez que casi quemaba de lo caliente, por f in lo pidió "ya métemela, quiero toda tu verga" abriéndose de piernas. La monté al insta nte y cuando ya íntimamente unidos iniciamos la cogida, la vecinita me preguntó "¿te g usta mi panocha?, ¿es rica?", le contesté que sí, que era super rica, ella añadió "¿te gusta más así, o cuando me miras desde tu baño?", aquello me sorprendió pero contesté "así, me gu sta así". Seguimos cogiendo hasta que ambos nos venimos. Ya más tranquilos y mientras me fumaba un cigarro me preguntaba cómo se había dado cue nta esa mujer que yo la espiaba, pero ella adivinó mis pensamientos "¿sabes?, me gus ta sentir que tú me miras cuando lavo la ropa, me calentaba mucho imaginar que tu tenías la verga parada mientras mirabas mis piernas y mis nalgas". Ese fue el inicio de un largo periodo de cogidas, ya casi la vecina vivía en mi ca sa, valiéndonos madre las opiniones de los demás, hasta que un día ella se tuvo que ir , sus hijos casi la obligaron a regresar a Vallarta donde vivían ellos. Comentarios: [email protected], [email protected] Memorias del Martí Mi mano repasando la carnosa suavidad de sus nalgas; el cuarto impregnado de su penetrante olor; ella descansando desnuda boca abajo sobre la cama, conmigo, jun to a mi, pegada a mi; mi cara sumida en la maraña de su pelo castaño, lacio; mis ded os que se pierden entre esas nalgas blancas y firmes hasta alcanzar el viscoso y suave culo que entre abierto deja escapar el semen; y al fin ella que protesta juguetona moviendo las caderas: "ya, deja, no seas travieso, me duele ahí, cada qu e me haces eso me paso una semana sin poder sentarme" y suspira satisfecha más que dolorida y pregunto: "¿me haz extrañado?", y responde en el acto: "siempre estás en m i mente", momentos después ella dormía profundamente y yo recordaba como fue nuestro reencuentro. Esa mañana de domingo, más a fuerza que con ganas acompañé a la familia a la iglesia, al terminar la misa me crucé frente a ella, más bien nuestras miradas chocaron en la b revedad de un instante, ella evadió la mirada y yo la vi alejarse entre el tumulto de gente que salía. Más tarde no pude evitar llamar a casa de su madre y la suerte quiso que ella contestara el teléfono, se notaba nerviosa, contestando con monosílab os, al colgar había logrado una cita: "a las tres afuera del Oxxo de la esquina". Tenía años de no ver a Griselda y había olvidado algunas cosas de ella, como la fecha de su cumpleaños, pues luego supe que ese día cumplía 52 años y para festejarlos fuimos a comer al restaurante que nos gustaba y mientras comíamos me comentó: "a pesar de l os años que tenemos de conocernos no dejo de sentir nervios al estar contigo, sien to que la gente me mira a mi, una cincuentona con su novio, un chiquillo" y ríe ne rviosa; "¿chiquillo? ya no soy un chiquillo", le digo mirándola a los ojos; "¿a no?, ¿cuán tos años tienes? ¿24, 25?, sigues siendo un niño, guapo y encantador, pero un chiquill o", dice sonrojándose y añade: "¿recuerdas?, tú y Andy se hacían chaquetas con mis calzone s, par de chamacos locos, calientes, locos y calientes, andaban con la punzada, ¿c uántos años tenías?, 13, 14 años, y ya te andabas matando a pajas, ¿recuerdas?"; "si, y to davía siento vergüenza, pena, al recordar cuando nos descubriste, el miedo que nos d io, la vergüenza, y tus regaños"; "pues si, pero siguieron haciéndolo, a escondidas, c reyendo que yo no lo sabría, luego tu insistencia, tus miradas en mis senos o en m is caderas, me ponías nerviosa hasta que ¿recuerdas?"; "si, pero mejor terminamos, por que ya me pusiste nervioso y excitado, ya quiero hacértelo", le contesté con impacie ncia; "¿al Martí?, ¿vamos al Martí?", sólo le sonreí para confirmárselo.

Tenía cinco o seis años que no íbamos a ese hotel, los mismos que tenía de no ver a Gris . El hotel seguía estando ahí, quizá más viejo, pero al menos se mantenía de pie para dar servicio a parejas calenturientas como nosotros. Y como antaño, ella volvió a mostra r el mismo nerviosismo cuando llegamos a pedir un cuarto, las piernas parecían tem blarle al subir las escaleras, y sólo se tranquilizó cuando cerré la puerta de la habi tación, y como lo hacía antes empezó a quitarme la ropa a la vez que me interrogaba: "¿t ienes novia? a ver dime con quien me haz estado engañando"; dejando que ella me qu itara la camisa le contesté "novia no, al menos de planta, tengo amigas, salgo con alguna, nada serio"; "pero se la andas metiendo, ¿verdad?, ¿te acuestas con ellas?, ¿con cuántas te haz acostado?"; mientras dejaba la ropa en la silla le dije: "con a lgunas, a veces, ¿y tú?, ¿con quién me haz andado engañado?"; "hummm, nada serio, como tú di ces, tuve un novio, más o menos de tu edad, era mesero en donde trabajo, estaba mu y lindo el chamaco, le tenía ganas pero él se sentía apenado, hasta que una noche me l o llevé a la playa y lo hicimos recargados en una mesa, era algo torpe, terminó rápido , luego salimos algunas veces, pero como tenía novia dejamos de vernos, luego nada , nada de nada, hasta ahora que vine a México a casa de mi madre, por las vacacion es, y te encontré, creí que ya me habías olvidado, pero cuando llamaste por teléfono sup e que todavía me recordabas", dijo como suspirando a la vez que desabrochaba mi pa ntalón y liberaba mi verga ya erecta y sentada en la orilla de la cama su mano lle vó mi pito hasta su boca y me la empezó a mamar, primero besando el miembro con la m ano aferrada a la base del pito, luego colocando el anillo de sus labios sobre l a punta para presionar y hacer que el glande quedara desnudo, y así se lo fue comi endo, lentamente, todo, hasta que su nariz se hundió en la maraña de vellos, suspira ndo ansiosa, y siguió mamando, succionando, lengüeteando el glande, succionándolo, tra gándose todo el palo erecto, en minutos que parecían eternos, hasta que soltó el pito y me dijo: "ay papacito, quiero tu leche, quiero mamarte hasta que me des los mo cos en la boca, pero también lo quiero dentro de mi, en la panochita o en la cola, ¿me vas a dar mucha lechita?, ¿lo haremos varias veces?, estoy muy caliente!, ando ardiendo por una verga!", y volvió a meterse todo el pito, succionando con rapidez , con urgencia, hasta que sentí que estaba por eyacular, y como antaño, mis manos se aferraron a su cabello, y jugué como antes, a obligarla a comerse todo el pito, c omo forzándola a que mamara, llevando su cabeza con fuerza para meterle todo el pi to, instantes después el chorro de mocos le llenó la boca y ella suspiró, seguí viniéndome y llenándole la boca de semen, cuando mi orgasmo terminó el bello rostro de Gris es taba embarrado de mocos y ella sonriente los esparcía con su mano sobre la cara "y a me hacía falta mi mascarilla de moquitos, hummm, ¡que rico sabe tu leche!" y se ac ostó de espaldas sobre la cama. Y mientras me quitaba el pantalón la miré acostada, su falda subida arriba de las ro dillas y sus muslos abiertos enfundados en su pantimedia oscura; la placidez de su rostro y sus ojos cerrados que parecían mirar el techo de la habitación. Sentí que la excitación renacía y me arrodillé entre sus piernas, mis manos buscaron bajo su fal da el inicio de las medias y con ambas le fui bajando la panty y su pantaleta ro ja, ella cooperó alzando levemente sus caderas, y cuando por fin la despojé de sus p rendas vi su sexo depilado, "me depilé antes de venir, no quería que me vieras con l os pelos crecidos, ¿sabes?, ya me salen canas hasta en la pucha, me recorté los vell os como te gustaba, nada abajo, en la raja, sólo arriba de la pepa unos pelitos co rtos, ¿te gusta?, ¿no está fea la pucha?". No le contesté, le abrí las piernas al máximo y f ui acercando mi cara hasta sumirme en aquella carne, cálida, húmeda, separando los l abios de la raja con los dedos y pegando la boca en la cavidad viscosa y sensibl e; le empecé a mamar la pucha suavemente, succionando el clítoris y lamiendo de arri ba abajo, muchas veces, hasta que ella empezó a gemir, primero como suspirando, lu ego subiendo de tono, hasta que sus "aaahhh, hummm, más" llenaron el cuarto y en m omento preciso de su orgasmo sus piernas se cerraron atrapando mi rostro mientra s su cuerpo se contorsionaba y ella gritaba "ya ya más, sigue no lo sueltes, hummm, a y papacito, hummm, que venida por dios!, sigue chupa , humm, ya ya "; le seguí chupando la pepa aunque suavemente, dejando que la excitación permaneciera, renaciera, y cu ando Griselda estaba lista para el segundo orgasmo me detuvo: "no papi, espera, mejor hazme el amor, quiero tu pito dentro de la pucha, mételo, ya lo quiero, te n ecesito mucho". Me levanté para permitir que ella terminara de quitarse la ropa, mientras me limpi

aba con papel higiénico la cara de los jugos de su venida; presurosa se quedó desnud a, me tendí en la cama para permitir que ella me cabalgara; se montó con ansia lleva ndo el pito hasta su raja, cuando la penetré noté el temblor de su cuerpo "hummm, qu e rico tu pito", hasta que quedó pegada a mi, entonces se empezó a mover, adelante y atrás, con suavidad, arriba y abajo, quedando clavada en mi verga bien erecta, re moviendo su pelvis sobre el pito, haciendo que sus tetas se bambolearan frente a mis ojos, así por deliciosos minutos hasta que su excitación fue en aumento y cambió de técnica: "palito encebado" le llamábamos a esa posición, ella a horcadas sobre mi, subiendo y bajando sobre el pito que por instantes quedaba fuera de su coño para l uego desaparecer en las profundidades de esa cueva viscosa, con ritmo, subiendo y bajando; apoyaba sus manos sobre mi pecho, suspirando con los ojos cerrados, l a lujuria pintada en el rostro, bufando de excitación, hasta que de repente se que dó quieta y bien clavada en la verga, un "aaaaaahhhh" ruidoso anunció su orgasmo, se recostó sobre mi para disfrutar de las oleadas de placer que hacían estremecer su c uerpo y su pucha palpitando, los deliciosos espasmos de su vagina sobre mi pito; luego empezó a moverse de nuevo, primero lentamente, girando las caderas con el p ito clavado, moviéndolas con suavidad, así fue creciendo su excitación y de nuevo un " aaaahhhh, ay, hummm" anunció su segundo orgasmo, fue entonces que la tomé de las nal gas y me empecé a mover arremetiendo con furia en su pucha, acelerando mi eyaculac ión, que cuando llegó provocó otro orgasmo en la madura, hasta que nos quedamos desfal lecidos, casi muertos de placer. Luego de dormir un rato reiniciamos las caricias y los besos, "ay chiquito, no m e canso de coger contigo, quisiera que siempre estuvieras dentro de mi con tu pi tote, ¿quieres colita?" me dijo con mirada lujuriosa mientras sacaba algo de su bo lso, un tubo de gel lubricante, con el en la mano se acercó hasta mi y con abundan te gel embarro mi verga asegurándose de lograr la mayor erección, acto seguido se ar rodillo como perrita en la cama y con ambas manos separó sus hermosas nalgas, most rando el culo prieto y arrugado, "anda papi, ya estoy lista, ven, ponlo en el cu lito, pero hazlo despacio, siempre me duele al principio, además tiene tiempo que no me lo hacen así ", la enculada fue dolorosa al principio, sobre la pinga sentía el anillo apretado de su culo, causándome dolor, más a ella que no paraba de quejarse " ay, ay, huy, espera, no, duele, duele mucho, ay, ay", hasta que poco a poco le m etí todo el pito, momentos después me empecé a mover, el dolor pasó paulatinamente a pla cer, un placer inmenso e indescriptible que nos hacía gemir; cuando ya el pene res balaba con facilidad dentro del culo distendido, la madura empezó a moverse a cont rapunto, iniciando el lujurioso espectáculo de empalarse lentamente, el ir y venir se sus nalgas hasta quedar pegadas en mi bajo vientre; luego el trajín se hizo más intenso, mis manos aferradas a sus nalgas carnosas, llevando el ritmo de la encu lada, clavándola con fuerza en la verga erecta que aparecía y desaparecía en el agujer o distendido de su culo; su ano estaba ya flexible y suave, abierto, sin rastro de pliegues, hasta que el placer se torno insoportable y entre gemidos eyaculé den tro de Gris, que a su vez apretaba la verga a pausas, contracciones deliciosas, como exprimiendo el palo que le llenaba de semen el intestino, y nos quedamos así, pegados como perros; minutos después ella reinició los juegos, volvió a moverse sobre el palo, erecto de nuevo, suspirando de felicidad, gozosa, con la lujuria pinta da en el rostro, tratando de provocar una nueva venida moviendo con rapidez sus nalgas sobre el pito, hasta que de pronto se zafó del pito y girando el cuerpo con rapidez su mano se posesionó del garrote y empezó a mamar con fruicción, con ansia, s uccionando la verga como si fuera el último acto de su vida, sin importarle el feo aroma de sus excrementos, hasta que llevándome hasta el cielo dejé ir el semen a pa usas deliciosas, contracciones pausadas que le echaban mocos en su boca golosa, al final quedamos exhaustos, desmadejados sobre la cama, ahítos de placer. Dos horas después la dejé cerca de su casa, antes de bajarse del auto Griselda pregu ntó "¿cuándo nos vemos?, tenemos que seguir yendo al Martí, de lo contrario no tendremos derecho a calendario el fin de año, o al boleto de la rifa del pavo ¿eh?", sonriend o. Y la vi caminar contoneando las caderas de forma cadenciosa. Comentarios: [email protected] [email protected] Memorias del Martí II

Cuando salió de trabajar sentía que las piernas le temblaban, el nerviosismo no la d ejó en paz durante toda la jornada en la escuela donde era la miss de inglés; y cuan do caminaba hacía su auto seguía repitiéndose que estaba haciendo mal: "ya no soy una chamaca calentona en busca de una aventura, ya no estoy para acostones pasajeros , pero " y pensaba en su enamorado y terminaba suspirando, "es que es tan guapo, me gusta el condenado chamaquito, pero no debo, ¿cómo me voy a acostar con un chico que podría ser mi hijo?", y cuando llegó a su carro vio a lo lejos, en la esquina, a su enamorado, al chiquillo que conoció por medio de su hijo, pues eran compañeros de la universidad. Antes de entrar al hotel Martí tuvo fuerzas para advertirle: "no se cómo me atrevo a hacer esto, y por favor quiero que cumplas tu promesa, esto no debe saberlo nad ie, ¿entiendes?, te imaginas que se supiera que hice el amor contigo, me meterías en un gran problema, pero bueno, ya lo hablamos, sólo espero que luego de esto me de jes en paz. Y sólo haremos lo que yo te permita, no quiero que insistas si no acep to acostarme contigo, ¿si?", y cuando junto a él esperaba que les entregaran la llav e, sentía que sus piernas se doblaban del nerviosismo; cuando entraron al cuarto l a madura ya estaba decidida: si, se dejaría coger por el jovencito, pero procuraría que fuera algo rápido y sobre todo que la experiencia no despertara su excitación; p ero cuando él chico cerró la puerta del cuarto y de inmediato lo vio empezar a quita rse la ropa se atrevió a preguntarle "quiero que me digas por qué quieres hacer esto , por qué te quieres acostar conmigo, nunca te di motivos, eres amigo cercano de m i hijo y esto me parece monstruoso, ¡contesta!". --"Me gustas mucho, te deseo y quiero hacerte el amor. Te prometo que nadie sabrá nunca de lo que vamos a hacer". Y lo miró quitarse el pantalón vaquero, la camisa a cuadros, los zapatos negros y la trusa blanca de algodón, para luego liberar ante sus ojos sorprendidos su erecta masculinidad, que hizo que ella exclamara secretamente: "¡santo dios!, lo tiene en orme", pero fiel a su intención, sin dejar de ver al desnudo chico sólo se quitó los z apatos, las medias y su pantaleta roja bastante vieja de por si--, y sin más se aco stó sobre la cama, cerrando pudorosamente las piernas, así esperaría el ataque del ans ioso muchacho que le preguntó "¿no te vas a quitar la ropa?"; "no, ¿para qué?, hazlo así", argumentó mirándolo a los ojos con cierto coraje; y cuando él se subió a la cama Ana gi ró el rostro para no verlo, subió pudorosa su falda del uniforme escolar para mostra r los vellos escasos de su pepa y los bordes regordetes de su vulva, y abrió un po co las piernas; cerró los ojos cuando sintió las manos ansiosas que recorrían sus pier nas, primero, luego su entrepierna, y tuvo que abrirlos cuando sintió otras carici as: la cara del chico que se metía entre sus muslos, buscando con la boca el sexo peludo, aquello la sorprendió y tuvo fuerzas para decir "no, eso no, por favor, ya hazlo y termina que no soporto estar así, en esta situación"; el chico no tuvo más re medio que aceptar y con lentitud la montó, y la madura sintió sobre los labios de su panocha la dureza de la verga erecta, suspiró, contuvo la respiración, y se dejó pene trar, primero con lentitud, la madura sintió como la dura carne distendía su canal v aginal causándole cierto dolor, pero mordiéndose los labios dejó que el chiquillo le m etiera todo el pito, hasta que ambos quedaron pegados, muy juntos, él totalmente d entro de ella que sintió la calidez del abrazo y la juvenil boca que buscaba la su ya; intentó evitar el beso, pero los labios del chico atraparon los suyos y casi c ontra su voluntad abrió un poco la boca para responder un poco al apasionado acto, entonces él chico empezó a moverse sobre ella, sacando un poco el pito, removiéndolo para luego volver a sepultarlo por completo dentro de ella que instantes después s intió la breve palpitación que antecede a la venida y sin querer pensó "ya se viene es normal con los jóvenes, se vienen rápido, bueno, así terminamos y ya", y sintió las rítmic as pulsaciones de la verga al inyectar su vagina de semen, tuvo fuerzas para con tar las contracciones y se sorprendió al percatarse de la enorme cantidad de leche que estaba inundando su panocha, no obstante suspiró con cierto placer, hasta que ambos se quedaron quietos, sin decir palabra; luego la mujer sintió que el chico volvía a moverse sobre ella y que el duro palo seguía dentro taladrándole la pucha, qu iso protestar y se encontró con los ojos tiernos del chico y su voz débil "¿me dejas d e nuevo?", y cerrando los parpados se sometió a la nueva cogida, que primero fue l enta y poco a poco más rápido, y más y más, más cuando la mujer sentía chapalear el duro mie mbro en su distendida panocha, hasta que mordiéndose los labios acalló su orgasmo qu

e la hacía gemir y remover su pelvis contra la del adolescente y cuando estaba por venirse de nueva cuenta, sintió la verga palpitar otra vez, para volver a llenarl e la vagina de mocos, y sin querer suspiró un quedo "aaaaahhh, mmmmm, ya, ya, term ina, por dios" y se abrazó al chico que seguía eyaculando. Al final, cuando logró que el joven la soltara con la voz entrecortada musitó "no se si eres capaz de entende r lo que acabamos de hacer desde mi divorcio, que fue hace años, nunca volví a tener sexo con nadie, hasta hasta hoy, y por lo que más quieras, no vuelvas a buscarme po r favor, y menos al teléfono de la casa de mi madre, ni vayas a buscarme", dijo la señora mientras que con abundante papel higiénico se limpiaba la anegada panocha, y cuando se ponía el calzón escuchó a su juvenil amante "¿ya quieres irte?, ¿podríamos hacerl o de nuevo?"; "claro que no!, ya te dejé cumplir tu capricho, ahora déjame ir y no v uelvas a buscarme ¿entiendes?", dijo fingiendo cierta dureza. Lo miró acostado en la cama con ojos suplicantes pero en silencio, acto seguido tomó su bolso y salió de l a habitación. Esa noche y las siguientes, en la soledad de su cuarto seguía recriminándose por hab er accedido a los requiebros pasionales del jovencito, pero secretamente revivía u na y otra vez "el acostón" con el amigo de su hijo. Y no obstante la represión o la culpa tenía que admitir que coger con él fue "maravilloso" y "cuánta leche, madre sant a!, ¡¡se vino muchísimo, y dos veces, válgame, que ardor, andaba muy caliente por mi el pobre chamaco!!, pero ya, que me deje en paz y sobre todo que nadie nunca sepa na da de esa cogida". Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Primera entrega I Intento recordar a Mita, quizá escribir sobre ella, o sobre mi antiguo barrio y so bre su gente, pero en mi cabeza parece resonar algo que leí no recuerdo dónde: "Lo d ijo William Faulkner durante una entrevista: para escribir se necesita un detect or de mierda, innato y a prueba de golpes". Y la verdad no acabo de entender el sentido de la frase. Tampoco se como empezar. El inicio. Podría iniciar por el recuerdo de una tarde, calurosa, contaminada. ¿El s itio?, la esquina del Eje vial y una calle de la que no recuerdo el nombre, fren te a mi está el viejo edificio, derruido, casi cayéndose, costras de paredes parecen a punto de caerse, en cachos todavía hay pintura de un color indefinido y la mayo ría de las ventanas tienen los vidrios rotos; si, es una ruina el edificio, parece abandonado pero no lo está, casi es seguro que los que aún viven ahí se metieron a la fuerza; hay una manta mugrosa que cuelga de la pared: "este edificio es propied ad del Gobierno de la ciudad". ¿La hora?, pasan de las cuatro y la temperatura arr iba de los 30, más arriba el cielo gris, sucio; abajo el semáforo detiene las hordas de camiones y autos que emiten espesas nubes de humo y escandalosos claxonazos, como si todos los ocupantes tuvieran la misma prisa por llegar a algún lado; tamb ién tiene prisa la gente que pasa a mi lado, como si corriendo se ahorraran alguno s minutos, caminan de prisa moviendo pies y brazos, algunos hablando solos; la m ayoría es gente del barrio, donde vivo, los conozco, y yo ahí esperando, deseando ve r algo que me tranquilice, que apacigüe esto que siento y que hace temblar, sin qu erer, mi ser adolescente. Y es que esa mujer tiene algo que desata mis deseos escondidos, es como si ella no fuera real, como si yo la hubiera construido, idealizándola, imaginándola perfect a, bella, sin defectos; la he visto varias veces y me se de memoria su forma de caminar, sus pausados pasos que parecen no pisar el suelo sucio de la banqueta, pero no, si apoya los pies a pasos lentos, y cuando pasa la veo alejarse sin pri sa, miro sus pantorrillas blancas y redondas, y en el vestido apenas perceptible el movimiento de sus caderas carnosas y llenas, su espalda derecha y plana, la cintura breve, los brazos largos y las manos que se mueven con ritmo, la vieja b olsa de cuero colgada del hombro izquierdo, y así se va, ignorándome, mirando al fre nte con gesto adusto, como si lo que nos rodea no existiera. Así han sido otros días, y mientras repaso esto llegó ella, como ayer o como otro día, y la miro tratando de retratar su imagen en mi mente, y mientras mis ojos se prend an de las caderas armoniosas ella se detiene, gira con lentitud el cuerpo y me m

ira bajo las eternas gafas oscuras como en una falsa postura cinematográfica--, est ira el brazo y el dedo índice me señala, me llama con el dedo y no se que hacer, sie nto que mi cara enrojece y los pies tardan, dudan, en dar el primer paso, ella i nsiste con el dedo y camino tres, cuatro pasos hasta quedar frente a ella, su vo z suena melodiosa pero firme: "oye niño ¿no sabes que es una falta de respeto mirar a sí a las damas?, no se quien eres, ni dónde vives, pero si insistes con tus ofensas te acusaré con tu madre, o con el cura de la iglesia, o con el policía, ¿entiendes?", y al momento da la espalda, cruza la calle, abre el portón oxidado y desaparece, c omo tragada por ese edificio en ruinas, y yo me quedo ahí, parado, con mi vergüenza, con mis ansias, con mi erección, y camino, embobado, recordando sus palabras: "oy e damas mirar así" y me enfurece mi actitud, me avergüenza pensar siquiera que estoy e mbelezado de esa mujer. Y voy tan metido en mis pensamientos que mi pie derecho pisa una mierda de perro , y cuando me doy cuenta es muy tarde, la suela y los bordes del zapato están emba rrados de caca de perro, y maldigo a los perros, maldigo a sus dueños; los maldito s vecinos que sacan sus perros a pasear, pero en realidad para que se caguen en las banquetas, y conviertan el paso en un peligroso campo minado, por eso aquí nad ie camina por las banquetas, todos usan las calles, toreando los ruidosos carros que avanzan veloces, y lleno de maldiciones a todo aquel que saca a sus perros cagones a las calles; siento un coraje enfurecido que no aplaca siquiera el recu erdo de Mita, es más, también a ella la maldigo mientras trato de quitar con un cartón de leche Alpuja la mierda que embarra mi zapato; pienso: pinches viejas, ¿qué se cr een?, como si fueran perfectas, sin mancha, sin defectos, nos ignoran, nos desdeña n, ¿qué se creen?, ¿ángeles?, ¿seres celestiales?, ¿a poco no cagan, no se pedorrean, no mea n, no les apesta la boca por las mañanas?, ¿no les huele mal la pepa?, ¿no cogen?, o f ollan como dicen en otros países, ¿no terminan con las piernas abiertas?, ¿no les mete n la pinga por la pucha o por el culo?, ¿no les gusta mamar verga?, ¿recibir los moc os en la boca?, así debe ser Mita, ¿entonces?, ¿qué se cree?, ¿dama?, ¡que se vaya a la chin gada! Y camino, libre ya de mierda en el zapato, o casi, no lo sé, y pienso en ella, ¿acus arme con mi madre?, si no tengo, murió hace años, ¿acusarme con el cura?, si nunca voy a la iglesia, además ahí ni siquiera hay cura, desde que lo descubrieron mamándole la picha a un monaguillo, lo corrieron; ¿y policía?, si en esta colonia ni siquiera en tran las patrullas, los polis tienen miedo de meterse por aquí, y sigo pensando: e s claro que ellas, las mujeres, jóvenes o no tanto, perciben nuestra ansiedad, nue stras ganas por ellas, las irrefrenables ganas de meter la verga en su hoyo, en su pucha, en su conejito; se dan cuenta, huelen nuestras ganas sólo que hacen como que no se dan cuenta; por ejemplo el barrio, aquí los chicos se estrenan a los 14 o 15 años, cogen por lo general con chicas un poco más grandes, "las más usadas", las que sabemos que aflojan las nalgas, que prestan su panocha para que descarguemo s nuestras ansias juveniles; luego se casan, escogen a alguno que desconozca su pasado; por ejemplo Luz, ella solita desvirgó a una buena cantidad de chicos; en v arias cuadras a la redonda se hizo famosa por abrirse a la primera proposición, cl aro está, sólo con aquellos que le gustaban, era maestra en el coitus interruptus, h asta que alguien la embarazó y le tuvieron que buscar marido, se casó pero sigue sie ndo igual de puta, le encanta fornicar, hasta a mi me echa ojitos, se que tal ve z este año, o el que entra, me tocará hacer mi debut con ella. Camino y sigo pensando: o Sofía, mi vecina, se la cogieron todos los que quisieron , las veces que quisieron y dónde quisieron; yo tuve mi oportunidad aquella vez, e n el cuarto de las cosas viejas, ahí nos metimos, le bajé el pantalón, ella se abrió de piernas y le puse la verga en la pucha, se la metí, pese a lo incómodo de la posición la pinga entró muy fácil, estaba muy mojada y justo cuando nos empezamos a mover esc uchamos la voz de su madre: ¡Sofía!, tuvimos que suspender la cogida, salió apurada de l cuartucho, luego ya no pudimos intentarlo de nuevo; se supo que su cuñado la había embarazado y se la llevaron a su pueblo a tener el hijo, o a quitárselo, nadie su po; luego mi novia Ludy, la gordita, tan renuente a dejarse tocar, siempre dicie ndo que no, luego ya me dejaba acariciarle sus enormes tetas, o meterle la mano bajo el vestido para tocarle las nalgas o la pepa, eso sí, siempre por encima del calzón, hasta me hacía deliciosas chaquetas alguna noche oscura, pero tiene tiempo q ue no la veo, no la buscó, desde que apareció Mita.

Ella es igual que las otras, a sus 40 y tantos años ¿cuántas vergas han pasado por su p anochota?, ¿diez, veinte, más?, no se cuántas, pero de que coge, eso es obvio, pero ¿qué sé de ella?, varios chicos me confirmaron que es argentina, que llegó a México hace tie mpo, no se cuanto, que es abogada o maestra o contadora, más o menos algo así; que s e llama María del Carmen, pero algunas mujeres le dicen Mita; se que vive sola o e s soltera; que tiene cara de seriedad pero algo escondido hay en su mirada, algo que "jala" transpira en la carne firme de sus brazos, de sus piernas, de sus na lgas gloriosas que apenas se mueven al caminar. Estos pensamientos morbosos hacen que se me pare la pinga, así llego a donde vivo, así subo la escalera, así llego al departamento, entro y escucho la voz de mi herma na, que se parte el lomo en la máquina de coser para pagar la renta y para comer: "oye mijito, ¿me ayudas con algo?, hay ropa sucia, ¿por qué no vas y la echas a la lav adora?, ¿anda sí?, se buenito", quisiera decirle que no, inventar alguna excusa, per o una idea repentina me hace aceptar: desde la azotea se ve el edificio donde vi ve Mita. Ya arriba, mientras la máquina suena y se mueve, busco con la mirada haci a donde vive ella, allá está el viejo edificio, la azotea llena de trebejos, los laz os de colgar la ropa cuando lavan; ya hasta se que ropa es la de Mita, sobre tod o tengo memorizados sus pantaletas, sus pantys: usa uno rosa de satén, otro gris d e algodón, varios negros, otros son calzoncitos pequeños, muy coquetos, algunos ya m uy usados; los sostenes son talla chica, pues casi no tiene chiches, y mientras el viento mueve aquella ropa, la de Mita, la que se pone, que está en contacto con su más secreta intimidad, de nueva cuenta se me pone dura, se me ocurre buscar a Ludy y que me haga una pajita, o hacérmela en el baño pensando en aquella mujer, per o no me decido. Casi de noche intento leer o releer algún libro, pero no puedo fijar mi atención en eso, me siento inquieto, nomás pensando cosas, me enoja pensar tanto en Mita y dec ido bajar a la calle, tal vez vea a algún amigo que quizá hasta tenga dinero para co mprar cigarros o refrescos o una cerveza, quien sabe, pero algo me detiene mient ras camino: Mita, saliendo de la tienda sin mirarme, la sigo a cierta distancia hasta que se detiene, y mirándome de reojo se sienta en una vieja banca de cemento , donde antes estaba un pequeño parque y ahora el terreno está lleno de basura y esc ombros, temo acercarme, pero ella inclina la cabeza como aprobando que me acerqu e, "siéntate, aquí, junto a mí, ¿ya te vas a portar como la gente decente?, ¿sí?, ¿lo promete ?... ¿sabes?, a veces quisiera platicar con alguien, pero casi no conozco a nadie l as mujeres tienen sus deberes, o sus pláticas son aburridas, siempre lo mismo puros chismes y quejas; los hombres son diferentes, pero creo que si inicio una plática pensarán otra cosa, que ando buscando algo, tú te ves diferente, eres un chiquillo i nteresante, pareces inteligente, aunque no digas nada me pareces inteligente, te he visto cuando sales a la escuela, se que estudias no digas nada déjame pensar así ". Embelezado la sigo mirando en medio de la penumbra que apenas nos envuelve; ella sigue: "seguro tienes novia o amigas, pero no te comportas como los demás chicos, eres diferente, siempre pensativo o nervioso, como que tienes muchas cosas en l a cabeza, como que se te amontonan los pensamientos y no sabes que hacer con ell os, así me pasaba a mi cuando era jovencita, pensaba en chicos, con pensamientos r ománticos, así somos las chicas, pero en general nos abruman las mismas cosas que us tedes, los chicos, nos preocupan casi las mismas cosas, si alguien se interesa p or una, o si sienten cariño o algo así bueno luego seguimos platicando otro día, tal vez, ahora me voy, no vaya a pensar la gente que somos novios, jo, jo, jo, hasta mañan a, oye y ya no estés parado en la esquina para verme llegar, me pones nerviosa con tus miradas ¿eh?, jo, jo, jo", y se va con su risita jocosa pero breve, como si le diera vergüenza reírse y la veo de espaldas, alejarse, meneando un poco las caderas . Y me voy, pero ahora más tranquilo, ya tuve un acercamiento con ella, eso me rec onforta, de lejos veo a Ludy, pero no me acerco, más bien apuro el paso para entra r al edificio. II Otro día. En la escuela la maestra de literatura nos puso de tarea hacer un escrit o, una composición sobre lo que uno quisiera hacer con su vida, para todos fue difíc il, ¿escribir?, pero qué escribir, sobre qué, hacer qué; para quienes vivimos en la miser ia que esperanza hay, parece que estamos clavados aquí, en este barrio de quinta, donde el que no es pobre, es muy pobre, ¿qué futuro hay?, crecer, aprender a manejar

un taxi o una micro o una combi; tal vez aprender mecánica y componer carros, aje nos, eso sí; o meterse al negocio ilegal, vender robado, vender mota o pastillas, hacer algo de dinero, dinero que servirá para salir de la cárcel cuando la tira lo a trape a uno; o meterse de policía, o de empleado en una tienda; por ejemplo los ho mbres mayores de la colonia, trabajan como locos toda la semana y se emborrachan los sábados fuera de la tienda, siempre hablando de lo mismo: el fútbol, las viejas que se han tirado, quien coge con quien, pero no hablan de la miseria donde viv en, del cuarto donde sobreviven con su mujer embarazada del cuarto hijo o cosas así. Yo quisiera escribir sobre Mita, de sus sueños, de sus fracasos, de sus tristezas, de sus amantes, de su piel y sus piernas, de su pubis que imagino boscoso, de v ellos castaños y rebeldes, de su carnosa pepa rosada, de sus sueños eróticos llenos de pingas erectas, o de su romanticismo y de sus fantasías amorosas, o de su forma d e coger, o algo así; no tuve más remedio que intentar algo sobre mi vida en otro bar rio, en una casa propia, en un empleo que pague bien, algo así; en eso Patricia, " Paty la tetona" interrumpió mis cavilaciones: "hola, ¿podrías hacer algo por mi?, ¿me ay udas con el escrito?, tu tienes facilidad para eso, ¿sí?"; la veo, más bien veo, a cen tímetros de mis ojos, las enormes tetas que luce orgullosa, quisiera aceptar y que luego fajáramos en algún salón vacío, pero me niego y se va a buscar a otro que la ayud e. Me cae gorda la Paty, nadie entiende cómo hace para pasar las materias si nunca es tudia y menos es una chica inteligente, hay rumores, dicen que se acuesta con lo s profes, otros dicen que sólo les mama la pija, hay rumores, que tienen algo de c ierto, por ejemplo, que cuando alguien le ayuda con la tarea se deja coger, parc ialmente, eso sí, una metidita rápida y eyacular entre sus "pompis", de eso hay prue bas fehacientes: una tarde tenía ganas de hacer chis, fui al baño y la puerta estaba cerrada, la abrí, y ahí estaba de espaldas la gorda de la Paty, apoyada en un lavab o con el pantalón bajado a media pierna, sus gordas nalgas brincaban mientras un a lumno se la cogía por atrás, apenas había abierto la puerta y el chico la aventó con la mano para evitar que los viera, tuve que ir a mear a otro edificio. Así resuelve P atricia sus problemas escolares. Cuando regresé de la escuela quise esperar la llegada de Mita, pero recordé lo que m e había dicho, me encaminé a mi casa tratando de calmar las ansias de volver a ver a la madura. Por la noche, platicando con los chicos del barrio me entero del más r eciente chisme: que se casa Ofelia, la ex criada de doña María, cuyo marido se anduv o empujando a la linda criadita por largo tiempo, hasta que la señora la corrió de l a casa por "cuzca", dicen; ahora resulta que la doméstica se consiguió marido y se c asa pronto, bastante pronto, dicen, pues la muchachita "va bastante adelantadita " o sea, ya está embarazada. Lo dicho, por aquí todo mundo coge con todo mundo, meno s con quien debe, pienso; en eso alguien me dice "hay te hablan", es Mita que me mira de reojo al salir de la miscelánea, se encamina rumbo al viejo edificio, dej o que se aleje, me apena que los demás se enteren que me atrae, pero algo sospecha n. Minutos después la alcanzo en la banca y apenas me siento me dice: "cuéntame algo ", no entiendo y repite "si, cuéntame algo sobre ti, anda no seas tímido". Me mira fijamente, como interesada, veo su rostro, bello, pero algo ajado por lo s años, no así la piel de sus brazos, que se ven tersos y firmes, lo mismo que sus p antorrillas que asoman bajo la falda amplia; dudo, entonces se me ocurre inventa rle un sueño: --"Anoche tuve problemas para dormir, el sueño tardó en llegar, no supe cuando me qu edé dormido, y tuve un sueño un sueño suave, delicado, silencioso... En color sepia, a dos tonos, en claroscuros... ¿me entiendes?... Era una niña ¿o mujer?, inmóvil, de espal das a mi, delgada, su blanco vestido plisado, pero sin planchar, con arrugas, re matado con encaje blanco en la orilla del vuelo... Su cabeza miraba de lado, no hacia el frente, el sedoso cabello rubio y cenizo ocultaba parcialmente su rostr o mirando de perfil su espalda no se ve, pues dos hermosas alas ocupan el primer plano son como de verdad, casi pude percibir la textura de las plumas, la delicad eza de las formas, la perfecta simetría de esas alas de ángel. Un ángel, si, un ángel ve stido de niña ¿o de mujer?...". --"En el sueño no logro ver sus pies, la oscuridad lo impide, es como si flotara i nmóvil ese angelito hermoso que me da la espalda... me sentí atraído por esa extraña y f

ascinante visión, en eso algo me inquietó, trato de ver más, más abajo, como queriendo v er los pequeños pies de ese angelito... había algo situado debajo de su vestido, hac ia sus pantorrillas angelicales, ahí fijo la mirada y curioso me pregunto ¿qué es eso? ... es como tela, un trapo arrugado, trato de averiguar con la mirada, trato de entender ¿su calzón?, ¿sus pantaletas?, si, puede ser... un ángel vestido de niña ¿o mujer?, con los calzones arrollados en sus rodillas... Y cuando siento que el pene se e ndereza, el ángel, mirando hacía el oscuro suelo, levanta su vestido tomándolo por la orilla con sus delicados dedos, la tela se desliza despacio, suavemente, como un tado a sus piernas, moldeando los muslos, luego va más arriba, descubriendo los glút eos carnosos, de una blancura y perfección increíbles, pienso, y cuando sus nalgas q uedan al descubierto, alza la mirada y voltea a verme y descubro el hermoso rost ro, casi es una niña, me dije, pero su cuerpo es de mujer, y así me quedo, quieto, s in respirar apenas, mirándola, ahora el rostro, ahora sus nalgas perfectas y redon das, y ella me ve, y sonríe suavemente, con picardía, apenas estirando un poco los l abios, me siento excitado, caliente, y entonces todo cambia es como si fuera otro sueño, ya no es un ángel, las alas han desaparecido, el cuerpo es diferente, igual de bello pero diferente, la cara ya no es la misma, es un rostro conocido ¿quieres saber?... eres tú que me ve a los ojos mostrando la desnudez de su cuerpo y cuando inclinas el cuerpo para hacer más ostensible la curva de tus nalgas entonces despie rto agitado, sudoroso, con una terrible erección y me entran unas ganas inmensas de llorar", y guardo silencio mirando al suelo. Mita tardó en hablar, como respetando mi silencio, por fin se decide: "¿de verdad soña ste eso?, qué bello, fue un hermoso sueño, nunca pensé que yo fuera capaz de despertar e sas sensaciones me siento extraña nerviosa, y cuando despertaste, seguro digo ¿te mastur aste?, ¿verdad?". Finjo vergüenza y evadiendo su mirada le digo: "ssssi pero me costó trabajo terminar y al final seguí excitado, mi pene seguía duro, muy parado". Ambos guardamos silencio, fue un largo silencio, hasta que ella dice "yo también he tenido esa clase de sueños y despierto excitada, agitada, tal vez algún día te cuente algo sobre eso, ¿quieres?. .. bueno ahora me voy que ya estuvimos mucho tiempo aquí, ¿sabes?, otro día mejor nos vemos en otro lado o vas a mi casa, me apena que la gente pueda pensar mal de nu estra amistad", y se va, caminando despacio, pero la alcanzo: "Mita espera ¿sabes?, junto a donde vives hay un predio baldío, era una casa antigua, la empezaron a der rumbar, pero todo se quedó a medias, ahora es un basural y aparte de dos o tres pa redes sólo hay tierra y escombros, si te fijas, hay un agujero que da a tu edifici o, está tapado con algunas láminas y piedras, por ahí se puede pasar, si quieres que v aya a tu departamento y que nadie vea cuando entro, ¿qué dices?". --"No lo sé, tengo que pensarlo, podríamos vernos en otro lado, ¿conoces el parque qué e stá en el Archivo General?, donde antes había una cárcel, podríamos ir ahí a platicar, no se algún día, yo te digo, ahora si me voy", y me dejó ahí, anhelante, pensativo. III Ludy. Luego de aquello pasaron varios días en que no la ví; fueron varias las razone s: la principal fue que terminé el semestre en la escuela y tenía dos o tres meses s in nada que hacer, decidí ayudar a mi hermana con algunos gastos, conseguí un empleo temporal con el español dueño de una mueblería, el tipo tenía fama de explotador pero n o tuve opción. Ya de noche tuve un encuentro con Ludy, me reclamó el alejamiento: "d icen que andas con la argentina, la señora esa rara, ¿es cierto?, ¿por eso no me buscas ?, dime ¿si o no?", su mirada enojada y fija en mí, lo negué todo, como sucede con las infidelidades: niégalo todo, niégalo siempre. Para contentarla la llevé al baldío, ahí me la había fajado varias veces; ya era de noch e y la oscuridad hacia más tétrico el lugar; la abrazo y me ofrece su boca, "ya te e xtrañaba, tiene más de un mes que no me besas", exagera, y la beso, juntamos las boc as ansiosas y abiertas; mientras disfruto de la caricia recuerdo que la gordita besa muy sabroso, y seguimos con los besos, los alientos son cálidos y húmedos, inte nto algo, bajo mi mano con lentitud, busco su pelvis por encima del vestido, int ento meter la mano debajo y oigo: "tócalo te lo permito" y mi mano se sumerge bajo el vestido y encuentro su calzón, mis dedos recorren la comba de su sexo, puedo se ntir la textura de los vellos encima de la tela de nylon, recorro la orilla de l a prenda y ella abre un poco las piernas suspirando con los ojos cerrados, y cua ndo mis dedos alcanzan el sexo su respiración se hace más agitada, y los dedos recor

ren la raja húmeda y tibia, se sumergen ahí como si fuera una caverna llena carne y de líquidos y olores; sigo acariciando los bordes carnosos calientes y suaves, ell a mueve su pelvis, como buscando los dedos que la hacen disfrutar y cuando el or gasmo llega recarga su rostro en mi hombro gimiendo "aaahhh, mmmmm, aaahhh, más, a caricia ahí arriba, en el botoncito, ¡ahí cariño!", sigo "dedeando" la cueva de Ludy y e l orgasmo parece llegar de nueva cuenta pero no la dejo terminar, con prisa me s acó el miembro erecto y le alzo más el vestido, ella ayuda bajando un poco el calzón h asta casi medio muslo, con la verga busco su entre pierna y Ludy arquea las pier nas, la sostengo agarrándola por las nalgas y cuando la pinga se desliza sobre su sexo cierra las piernas y se cuelga de mi con sus brazos, iniciamos un trajín lent o, suave, refregando las bocas, disfrutando de la deliciosa cogida parcial, pues no hay penetración; seguimos en movimiento, arremetemos a sincronía, empujando ambo s, tratando de hacer más intensa la caricia hasta que, tal vez sin quererlo, eyacu lo sobre la raja de su sexo, entre sus piernas que ella mantiene apretadas, ambo s suspiramos manteniendo el abrazo apretado, momentos después ella se acomoda la p antaleta y yo me guardo el miembro, que gotea semen, dentro del pantalón, nos rode a un intenso olor a sexo, eso y la silenciosa oscuridad, nos sentimos satisfecho s, contentos. Cuando caminamos rumbo a su casa me comenta: "te vino mucho, siento que el semen me escurre todavía por las piernas y ¡huele cantidad!", nos despedimos con un beso, casto, pues uno de sus hermanos está afuera: "¡gorda!, ¿qué chingaos haces en la calle a esta hora?, métete". Al día siguiente, ya de noche, recibo una visita: "hola, ¿qué tal?", es Patricia "lo t etona" que va a buscarme pues ha reprobado matemáticas y quiere mis apuntes presta dos, busco argumentos para negarme, pero no encuentro, "te los presto a condición de que los cuides, están bien hechos y el cuaderno bien cuidado, así me lo debes ent regar", acepta gustosa y pregunta: "¿estás solo?", mi hermana anda de visita con una s primas, le digo, entonces la Paty desanda sus pasos y sin pedir permiso se sie nta en el sofá, busca algo en su bolsa, lo muestra diciendo "¿sabes qué esto?, póntelo", es un condón Trojan, y mientras me abro el pantalón y me saco la verga la gordita c hichona se arrodilla sobre el sofá mostrándome la enorme curva de sus abundantes nal gotas, me mira con lujuria y se baja la pantaleta roja y se ofrece, mis ojos van de sus nalgas entre abiertas, a sus ojos que parecen cínicos y miran con atención l a pinga erecta; ya con el pito cubierto, me acercó ella que repega sus pechos al s illón y para más el culo, carnoso, suave, que agarro con mis manos; la verga se desl iza entre los cachetes, busco la panocha, miro abajo y mis ojos se llenan de aqu ello, la pepa gruesa y peluda, los vellos negros abundantes y rizados, la raja m orena de labios gordos, el culo requemado y rodeado de pequeños pelos. Encuentro la entrada y empujo, sólo un poco, la pinga se desliza en el canal calie nte, Patricia suspira, más cuando la penetro por completo, no se por qué pero me sor prende que la verga entre con tanta facilidad, y me muevo haciendo brincar sus n algas al chocar con ella; la danza se hace violenta y ella grita de placer, la v enida me toma desprevenido pero sigo moviéndome, entrando en ella como si quisiera partirla en dos con el pito, algo como coraje, siento asco de la gorda, siempre tan puta, siempre tan caliente, pero sigo ahí cogiéndome a mi compañera de escuela; e n eso ella gime ruidosa y le llega el orgasmo, aceleró las metidas para apresurar mi segunda eyaculación, hasta que ambos gritamos de placer, nos quedamos pegados, mi verga dentro de su panocha que ahora me queda floja, guanga, distendida, la P aty tetona gimiendo quedo y cuando se la saco el hoyo queda abierto, con los pelo s pegosteados, el agujero profundo, negro y grosero, obsceno, apestando, viscoso de líquidos; luego nos separamos y me quito el condón que chorrea mocos, ella se ac omoda la roja pantaleta sonriendo con lujuria, dice: "ya tenía ganas de hacerlo co ntigo, lo haces muy sabroso, sabes coger muy bien, porque ¿ya lo habías hecho verdad? ", no le contesto, quiero que se vaya, me saca de quicio; ya en la puerta promet e otra cogida cuando me regrese los apuntes y me besa en la mejilla; se va, por fin, yo me quedo tieso, asqueado, con la verga gacha, goteando leche, avergonzad o por haber tenido sexo ahí, en mi casa. IV Mita y su "puchis". Otro día sin ver a Mita, ya la extraño; es ella quien me busca, va a la mueblería con un pretexto: "supe que estabas trabajando aquí, nos vemos a la

s seis en el parque del Archivo General" y se va sin más. Le pido permiso al español para salir una hora antes, con el apestoso puro en la boca, el tipo canoso y go rdo, refunfuña pero acepta. Cuando llego me sorprende, está muy linda, con su blusa blanca sin mangas, sus brazos perfectos que quisiera agarrar, su vestido azul de mezclilla, deslavado y de amplio vuelo, viene maquillada, se ve más joven, me son ríe sentada en la banca, "qué bueno que llegas, pasaron varios hombres y me miraron con descaro, ¡cerdos!", y añade: "¿sabes? quisiera contarte cosas ¿puedo?", asiento con la cabeza. Retarda las palabras, como meditando, luego: "desde chica viví con una tía, era muy rara pero me quería muchísimo, estaba orgullosa de mi, ¡decía cada cosa!, que yo era mar avillosa, casi un ángel, cosas así, ella me bañaba y me vestía para llevarme al colegio de monjas, nos bañábamos juntas y decía cosas, que mi cuerpo era perfecto, que de gran de sería una mujer extraordinaria, que mi cuerpecito flacucho era como un templo, una cajita de sorpresas, y cuando me enjabonaba el pubis decía que ahí estaba mi may or tesoro, que tenía yo que cuidar con mucho celo ese tesoro, yo no entendía todo es o. Pasaron los años y siguió diciendo lo mismo, ya era una adolescente e insistía en b añarme ella misma, seguía diciendo cosas de mi cuerpo, de mis piernas y de mis cader as, sobre todo de mi sexo, decía que mi coñito era maravilloso, una enorme fuente de p laceres insospechados, y se pasaba largo rato lavándome ahí, sentía sus dedos recorrie ndo mi rajita y me invadía un calor muy sabroso, ella con lo mismo una y otra vez; a veces decía que mi cosita era casi tan linda como la de ella y eso no era cierto , su sexo era feo, abultado, con los labios gordos, entre abiertos, deformes, la carne morada saliendo de la raja, morena, los pelos hirsutos, arriba la fofa pa nzota; en cambio el mío era tan bonito , la rajita plegada, sonrosada, con los vello s castaño claro, así era bueno así es casi digo, a veces me pasaba largo rato mirándola e l espejo". Y añade: "no se, pero mi puchis no ha cambiando nada o casi nada al paso de los años , quizá ahora tengo menos vellitos, se me han ido cayendo por la edad, quizá, no lo s e, tal vez, pero la pepita todavía es linda, se mantiene bella, como si aún fuera una jovencita no se lo, pero casi siempre a la hora del baño lavo bien mi cosita y la miro en el espejo sigue igual o casi". La oigo atento, calentándome, pero se detien e, me mira silenciosa, luego dice: "¿te imaginas cómo es mi puchita?, ¿te gustaría verla ?, ¿sí?". Creo que imagino sus palabras, pero no, eso dijo; la miro sin contestar, ella se mueve, algo intenta y me quedo sin habla; Mita se gira sobre el banco, sentada a lo largo, sube sus pies, los asienta sobre la banca, el vestido cubre sus pant orrillas y así se queda, sin decir ni hacer nada más, por segundos; la miro expectan te y con lentitud extrema recoge un poco sus pies y abre un poco las rodillas di ciendo: "hay suficiente luz, la verás sin problema, te gustará" y sus manos suben po co a poco el vestido, miro sus muslos carnosos, más al fondo algo que apenas entre veo, no lleva pantis y cuando sube lo suficiente el vestido abre más las piernas y ahí está, la raja pequeña y carnosa, los labios un poco abiertos, es como una boca ha ciendo una mueca de fastidio, los vellos castaño oscuro, pero ralos, parece hermos a su gatita, o casi, es una pucha madura, plana, rosada, y así como apareció se ocul ta, el vestido lo cubre todo y ella sonríe coqueta, pícara, "bueno, se acabó la función, ¿la viste?, ¿te gustó mi coñito?, ¿verdad que es lindo?", pregunta. --"Si, la ví, es hermosa, incitante, la ví poco, pero la tienes muy linda", le digo aunque no convencido y me siento turbado, tal vez imaginaba su panocha más velluda . Y es que las primeras puchas que logré entrever siempre fueron peludas, tan pelu das que no dejaban ver lo principal, la pepa, la raja, la panocha, la carne, los labios gordos o ajados, la carne interna expuesta, la pucha abierta al máximo mos trando el misterioso canal por donde se suponía entraba la verga erecta, como se v eían en las revistas porno que vendía en la secundaria el prefecto, que por cierto r esultó maricón, a pesar de ser esposo de la maestra de educación física. Y mientras caminamos me dice en voz baja: "tengo otras cosas que contarte, a vec es cuando estoy en casa me siento en el sofá y todo parece tan solitario, tan ajen o que a veces me da temor; hago que veo la tele, arriba de ella está un espejo ala rgado, grande, me veo ahí recostada sobre el sofá y hago como que platico con la fig ura que veo en el espejo, como si fuera otra persona, rebusco en mi mente y plat ico con la mujer del espejo, me salen los viejos recuerdos, las fantasías, mis sueño

s, los hechos amargos a veces eso me hace bien, espanta mi depresión, otras es al c ontrario termino llorando en mi soledad, la sala parece más sola y el silencio más pe sado, por eso me atreví a hablar contigo me das confianza pienso que contigo mis sec retos están a salvo también he pensado en ti en ocasiones cosas muy cachondas, revivo t us miradas atrevidas tus ojos anhelantes, te ves triste o confundido, a veces eno jado con todos o con todo, inconforme, buscando algo con fastidio, pareces trist e y tierno, cosas así pero bueno luego nos vemos y platicamos, tengo otras cosas que decirte y enseñarte, pero déjame aquí, no quiero que te vean llegar conmigo, van a pens ar que somos novios o algo así jo, jo, jo", y se va tapándose la boca y con su risa a penada. La sigo con la mirada, mientras cruza la avenida; a veces me parece una mujer tan común y corriente que creo que estoy exagerando en mi apasionamiento, pe ro al momento corrijo al mirar sus pantorrillas perfectas, su pausado caminar, e legante y cadencioso, sus nalgas rotundas y firmes, su forma de mirar, tan lleno de promesas no lo se, quizá sólo estoy entusiasmado por meterle la verga, no lo sé, es o pienso mientras ella cruza la avenida. V La "miss panzona". Me detengo en el Eje vial y Mita se pierde entre los vehículos que arrancan echando humo, como queriendo arrollar a los transeúntes atrapados a m edia avenida por el verde del semáforo. Llego a mi calle y algo parece perturbar el ambiente, como si de repente el estr uendo de coches cesara o como si los caminantes hubieran detenido su andar; algu ien conocido que detiene las miradas de la gente, sobre todo de los chamacos que curiosos miran hacia fuera de la tienda. Es la miss, doña Ana con su rostro maqui llado y bello, pero maltratado, y su teñida cabellera pelirroja y sus tetas abunda ntes pero fofas, y sus nalgotas brinconas y sus manos huesudas y llenas de venas y su mirada esquiva la de siempre pero ahora diferente, lleva una bata para emba razada, el vientre apenas abultado, mis ojos se cruzan con los de los chicos, qu izá nos preguntamos lo mismo "¿qué?, ¿la miss panzona?, ¿cómo?, ¿quién?". La señora Ana, maestra de inglés en un Kinder particular, llegó a vivir, hace años, en e l último departamento del edificio donde vivo y fue la fuente de mi inspiración erótic a en aquellas primeras y desesperadas chaquetas, a escondidas, en el sanitario. La morbosidad me hizo atreverme a espiarla mientras se bañaba; su baño queda fuera d e su departamento cerca de las "jaulas" para tender la ropa lavada-- y la puerta de madera era tan vieja que múltiples rendijas me permitían fisgarla, ver con ansied ad sus pesados senos, abundantes pero flácidos, los pezones parados y cafés, la cint ura breve y la curva de sus gloriosas nalgas, ¡qué nalgas dios santo!, adelante su v ientre marcado por estrías de sus embarazos anteriores y más abajo, su pepa parda de labios ajados por los que se asomaba la carne oscura de los otros labios, como la lengua de un gato juguetón; pero lo que desataba mi excitación era el momento en que se depilaba, si, la miss se rasuraba la panocha, cada semana o cada quince día s, aplicando suficiente jabón, alzando un pie para colocarlo en el lavabo y con oj o atento se rasuraba la panocha con un rastrillo marca Vics desechable--; al poco los labios de la pucha prieta quedaban al desnudo dejando arriba un mechón de cor tos vellos castaños y una que otra cana, y cuando se secaba con su eterna toalla a zul con dibujos de playa, al agacharse le miraba el culo, negro, deforme, pues e n lugar de pliegues retraídos dos o tres apéndices carnosos sobresalían del oscuro hoy o, ¿hemorroides?, ¿condilomas anales?, ¿abuso en el sexo anal?, nunca supe. Recuerdo que cuando miraba la pucha pelona de la miss hacía sesudos cálculos: "si fu era posible medir las vergas, sumando las metidas y sacadas intermitentes, que h an pasado por esa zorra ajada ¿cuántos cientos de metros o kilómetros de pinga han pasa do por ese coño aguado?, muchos, quizá la distancia de aquí a ¿Veracruz?, ¿a Monterrey?... ¿ la Patagonia?, ¡pa´ saber!". Luego tuve el desafortunado desliz de comentar mis descubrimientos con los chavo s de la calle y para mi desgracia más de una decena de ellos compartieron conmigo la deliciosa desnudez de doña Ana cuando se bañaba, hasta que ella nos descubrió: una t arde con las caras pegadas a las rendijas de la puerta --excitados y nerviosos-y de pronto ésta se abrió y nos vimos, ella y nosotros, por instantes con ojos estup efactos, salimos corriendo por la escalera, dejando ahí a la desnuda mujer chorrea ndo agua echando pestes y maldiciones. Dejamos a la doña en paz, luego notamos que alguien en carro la iba a dejar por la

s noches, días después ese alguien se bajaba, dejaba el pequeño auto estacionado y subía con ella a su departamento, en otras palabras la miss tenía novio, y como dicen l as viejas de la colonia "no iban a rezar el rosario": doña Ana se hizo famosa por sus intensos orgasmos, pues en el momento del clímax el edificio se llenaba de un largo y ruidoso "¡aaaaayyyyy me vengo, aaaahhh, másssss, aaaahhhhh, me veeennnggggoo oo!", que las primeras veces sorprendió a todos los vecinos. La doña gozaba del sexo con exagerada intensidad, decíamos. Por aquel tiempo algún maloso al verla pasar, con voz afectada, soltaba el conocid o: "¡aaaaaayyyyy me vengo, me vengo!", lo que desataba las carcajadas de los vagos y la prisa de la mujer que apuraba el paso escondiendo la cara. Así las cosas no era extraño que la señora tuviera amantes, sino que hubiera quedado embarazada, ¿su ed ad?, los cálculos le atribuían más de 40 años, milagros de la naturaleza, quizá. El misterio de aquel sospechoso embarazo duró varios días, hasta que éste se diluyó por un nuevo escándalo: el Villamil está en la cárcel; el rumor se fue confirmando: que le pegó muy feo a su vieja, que los agentes lo esperaron que saliera de su cuarto de alquiler y ya cuando tranquilo caminaba por la avenida le cayeron encima y se l o llevaron; que además estaba acusado de otros delitos. Y es que el Villamil, pelón, malencarado, era el clásico tipo abusador y pendenciero del barrio, además de arreb atar el bolso a las señoras en el mercado, utilizaba a su mujer como fuente de ing resos: la mandaba a putear los fines de semana para poder emborracharse a gusto sábados y domingos, sin tener que ir a robar; finalmente se supo que el Villamil e staba acusado de violación sexual y le esperaban 10 años de bote. Las señoras suspirar on con alivio, al menos ya no tendrían que cuidarse del ladrón ese al ir al mercado. Sobre el inesperado embarazo de la miss surgieron varias hipótesis sobre el causan te: que don Arturo, el mecánico; no, que el señor Enrique, el pintor; que no, "que cóm o iba a ser don Enrique si apenas puede con su bastón"; que fue el señor que la traía en su chevy azul; que no, que la vieron platicando animadamente con algunos de l os vagos de la calle; que "le gustan tiernitos", decían las viejas de la colonia c on maledicencia; total que las teorías aumentaron al ritmo de la panza de doña Ana q ue luego paseaba su vientre abultado con cierto orgullo, como diciendo "¿ya ven?, todavía puedo". VI "Culeando" a Ludy. El revuelo de estos chismes sirvió para algo: disipar un poco l os rumores acerca de mi amistad con Mita; alguno me llegó a preguntar con malicia "¿qué?, ¿todavía aprieta la argentina?", entre las risas de los demás y mi cara apenada; a demás mi hermana intensificó su vigilancia, empezó a preguntarme a dónde iba, cuánto tarda ba y a qué iba, cosas así; el colmo fue cuando unas mujeres comentaron algo cuando n otaron mi presencia en la verdulería: "no, si esta juventud está loca, ya no hay res peto, mira que meterse con mujeres de edad, viejas cuzcas, no, si los chamacos a ndan ardiendo, ya no hay decencia, en mi época había moral, respeto, valores, todo a su tiempo y como debe ser, ¡chamacos calientes!, ¡viejas descaradas!, arderán en el i nfierno!", deslizando de reojo sus miradas con desdén. Primero sentí vergüenza, luego un inmenso coraje, me sentí aludido por el comentario d e las viejas chismosas, y con las mandíbulas apretadas las ví partir con sus canasta s llenas de verduras gritándoles con el pensamiento: "¡viejas hipócritas!, si todas us tedes tienen sus secretos inconfesables", por ejemplo doña Cecilia, regordeta, rob usta, pintada de rubio y viuda; su gusto por los pepinos no se debía, exactamente, a sus aficiones culinarias, no, alguien la espió por la ventana de su cocina, la señora tan seria y religiosa despatarrada se metía un enorme y grueso pepino en la p ucha con una expresión de intenso placer en la cara; el rumor se esparció por la cal le y pronto los chamacos esperaban a que pasara la doña con su canasta para luego ir, cuidadosos, a verla masturbarse con sus pepinos. En eso estaba, enfurecido hasta el extremo, cuando junto a mi sentí una presencia conocida, Ludy: "¡Hola!, ¿qué haces, qué tienes?, porque tienes cara de enojado, te cono zco, ¿qué te pasó?", e intenta darme un beso; le digo que nada y camino mirando al sue lo evadiendo las mierdas de los perros en la banqueta, ella insiste: "¿qué te hicier on?, ¿quién fue?, anda dime cariño mío, quiero saber qué te pasa, o qué ¿ya no somos novios? Seguimos caminando en silencio, ya cuando llegamos a su casa con mirada pícara me incitó: "¿quieres pasar?, mis papás salieron y mis hermanos se fueron a trabajar, me d ejaron haciendo la comida pero sólo un ratito, ¿sí?", entramos tratando de evitar las m

iradas de las vecinas chismosas, al llegar a la cocina nos abrazamos ya con las bocas pegadas, siento que la verga se me para, le meto la mano bajo la falda bla nca y azul con flores y siento algo extraño en su entrepierna, el bulto de una toa lla sanitaria, ella lo confirma: "perdona cariño, no podemos hacer nada me bajó la re gla, pero ya mero termino, mañana o pasado hacemos travesuras ¿sí?, anda bésame "; mi encab ronamiento reinicia: "¡bájate el calzón!"; ella: "no papi, así no, tengo sangre y huele feo, por favor no insistas"; sus argumentos tienen el efecto contrario y ansioso la sigo besando hasta hacerla que me de la espalda y alzarle la falda hasta la cintura, ella pregunta: "¿qué haces?, no, mira que no, todavía tengo sangre, que no te digo, mira que no ", mientras la mustia alzaba las nalgas apoyándose en la mesa de l a cocina; un olor apestoso me llegó a la nariz. Momentos después ya le deslizo la verga entre los cachetes gordos mientras amazo s us chiches con mis manos, ella gime gustosa con la grupa en alto; jugamos ambos, ella recula y yo le deslizo la verga entre las nalgas, la toalla sanitaria me h ace cosquillas en los huevos; en cierto momento ambos nos quedamos quietos, le a bro las nalgas y apunto la picha en el ojete, ella alcanza a decir un "nnnnnoooo " falso y sigo apretando y ya, su culo me deja entrar, la sensible carne se ajus ta a la verga, pero sin la presión excesiva o dolorosa; nunca pensé que fuera tan fáci l encular a Ludy, me digo mientras se la voy metiendo en el hoyo apretado pero n o tanto, luego cogemos apurados, ella agarrada de la mesa tira los saleros y el servilletero por el acompasado movimiento mientras se queja: "¡no, ay, no, ya no, no , me lastimas, hummm, no ya no hummm, ya no lo saaaaaaquess!", yo, posesionado de lujuria, mirando sus blancas nalgas gordas que brincan, voy y vengo mirando el c ulo rosado de Ludy transformado, sin pliegues, el hoyo que atrapa mi verga que v a y viene; cuatro o cinco o seis metidas más y eyaculo deliciosamente dentro de la gordita que aprieta mi verga de forma amorosa, y cuando le saco la verga, veo s u culito que regresa a su forma original, se contrae hasta quedar cerrado, estre llado de pliegues, pero de un tono casi rojizo, irritado, y sin dejar escapar un a gota de semen; cuando me despide en la puerta de su casa con un beso en la boc a, me dice: "¡tonto!, ¡me desvirgaste la cola!, yo no quería ¿eh?, pero ahora es tuya, s iempre ha sido tuya, ahora más que nunca, cariño mío", y me besa golosa; me voy pensan do: "¡si, como no!, te creo", y sigo caminando pateando cacas secas de perro y med itando que la cola de Ludy casi no olió a mierda. Al llegar a la casa recuerdo el encargo de mi hermana: comprar espinacas para la sopa, le invento que no había y reclama: "¿cómo que no había?, ¡te pasas!, últimamente estás más apendejado que de costumbre, ¿qué tienes?, ¿las viejas te traen apendejado?, ¿o qué?", y enojada se mete a la cocina, aprovecho para huir hacia el baño y lavarme bien la pinga que apesta a algo raro. Comentarios: Recuerdos del barrio Segunda entrega VII La mamada de Mita. Ha pasado una semana o poco más, pero ya no puedo contenerme y busco a Mita, la espero a que llegue cerca del portón de su edificio, cuando apare ce me ve de reojo y me reclama: "¿por qué no haz venido?, ¿ya no somos novios o amigos? , jo, jo, jo, mira entra pero por donde me dijiste del agujero bajo la escalera te espero arriba" y se mete sonriendo; ansioso voy al basural de la construcción der rumbada y me afano en quitar piedras y láminas viejas, hago espacio y entro, ya es toy bajo las escaleras del viejo edificio y subo procurando no hacer ruido, ella me espera junto a la puerta: "entra bebé, que no te vea nadie, van a pensar que t e voy a violar, jo, jo, jo", llegamos a lo que debe ser la sala: un cuarto casi vacío, un enorme sofá viejo y desgastado, una pequeña tele blanco y negro sobre una me sita de madera, frente al sillón, en la pared, el espejo grande, viejo también y nada más, la estancia además de verse vacía parece triste, eso pienso mientras me toma de la mano "ven, acompáñame, voy a cambiarme de ropa". Llegamos a la recámara, también casi vacía: una cama grande y metálica cabecera y piecera de modelo antiguo con bolas bronceadas en las puntas-- encima una colcha con di bujos desgastados, al costado una silla de madera, pintada de algo que algún día fue color marfil; pegado a una pared un ropero grande, añoso, sin puertas, puedo ver colgada la ropa de la mujer, algunos vestidos y pantalones, faldas; a un lado la

puerta del baño, a donde se mete Mita llevando algo de ropa en las manos y desde adentro oigo su voz: "dime, ¿qué haz hecho?, sigues trabajando en la mueblería de ese viejo, ¿y la escuela?, ¿y tu novia la gordita?". Repaso con la mirada las solitarias paredes que necesitan urgentemente una mano de pintura, y le contesto que todo va bien, más o menos, que Ludy no se pero que cre o que no somos novios, que no la veo seguido: "pero cuando lo ves ¿la besas?, ¿se toc an?, ¿lo haz hecho con ella?, ¿dónde?, ¿usas protección?, ¿verdad?, no la vayas a embarazar o, jo, jo"; le contestó, sintiendo una ligera palpitación en el pito, que nos acaric iamos a veces, que a veces jugamos a hacer el amor, pero que no se deja penetrar , que eyaculo entre sus piernas, que a veces así disfrutamos los dos y que le he p edido hacerlo bien, pero ella no acepta y que además no tengo dinero para llevarla a un hotel. Se asoma por la puerta del baño ya con otra ropa y me dice: "¿sabes?, así me pasaba de joven, tuve un novio al que quería mucho, era muy ardiente, insistía en hacer el am or, pero siempre me negué y no porque fuera virgen, yo quería casarme con él, llegar d e su brazo hasta el altar, como lo desean todas las chicas creo que así pasa siempr e, no se pero cuando no queremos tener sexo con el novio se debe a dos razones: e l chico no nos gusta lo suficiente y no lo amamos; o bien estamos enamoradas y q ueremos que la relación termine en boda". Vuelve a desaparecer en ese cuarto y " sin embargo, la mayoría de las veces termina mos aceptando, y aunque estemos convencidas de que no nos casaremos con él, le dam os lo que tanto desea, porque a final de cuentas también deseamos eso, hacer el amo r, hacer realidad nuestros sueños, tener sexo, aunque al poco tiempo la relación ter mine". Sin dejar de hablar salió del baño ya vestida, con un pequeño corpiño de algodón que le ll egaba a medio torso y aprisionaba sus pequeñas tetas, abajo un pantalón tipo pescado r color gris que le ajusta el cuerpo y que dejaba al descubierto sus pantorrilla s perfectas --era curioso, pero arriba el corpiño ajustado le remarcaba el busto y las aureolas de sus chiches se traslucían, y abajo, lo ajustado del pantalón hacía, q ue por el frente, la pepa se le remarcara formando una misteriosa comba en el se xo, y por atrás la prenda parecía remarcar sus nalgas esculturales. Descalza caminó despacio hasta la ventana, dándome la espalda y mirando hacia fuera siguió hablando: " entonces seguimos buscando, con la esperanza de que el novio sigu iente sea el que se convierta en nuestro marido, claro que conforme pasa el tiem po nuestra búsqueda se hace más desesperada y nos hacemos mañosas, manipuladoras, ment irosas, desarrollamos nuestra capacidad para parecer inocentes, cariñosas, candoro sas, comprensivas, o bien lujuriosas, cachondas o cínicas, dependiendo de la perso na y la situación; en muchas ocasiones todo falla y nos hacemos viejas, nos quedam os solas, llenas de recuerdos y fantasmas, añorando lo que alguna vez llegamos a t ener lo perdido, y tratando de repasar nuestras fallas y cómo hubiéramos hecho para c orregirlas, pero ya es demasiado tarde ". --"Pero también a veces pienso que las mujeres somos tan inocentes o lujuriosas, ta n recatadas o putas como los hombres quieren, ustedes nos moldean a su antojo, a sí nos hacen y luego pasa que nos reprochan lo putas o recatadas, lo inocentes o c alientes que somos, no se creo que así es la vida", y silenciosa se quedó junto a la ventana mirando el cotidiano espectáculo de la avenida llena de automóviles y camion es. Lo siguiente que recuerdo es que ella estaba acostada en su cama, de lado hacía mí, sosteniendo la cabeza con su mano derecha, atenta, escuchando en silencio algo q ue yo, sentado en la silla, le contaba cosas de mi infancia y de mi incipiente ad olescencia--; en cierto momento platicaba que hacía dos o tres años tuve apendicitis y tuvieron que operarme de emergencia, Mita puso mayor atención y fijó silenciosa s us ojos en mi, luego preguntó: "¿te dolió mucho?, ¿sí?, ¿te quedó cicatriz?, ¿dónde?"; me lev la silla sin dejar de verla o mirando las marcas de sus pezones sobre el corpiño blanco, desabroché el pantalón y lo bajé un poco, junto con mi trusa blanca y le mostré la pequeña cicatriz arriba de los vellos de mi sexo. Ella entonces corrigió su posición, se recorrió sobre la cama hasta quedar acostada re cargando la espalda sobre las almohadas, sin dejar de mirarme, ahora a los ojos, luego abajo donde los pelos del pubis asomaban encima del calzón, parecía que desea ba ver algo más, se quedó expectante, sin moverse; me atreví a dar dos pasos, hasta la

cama, junto a ella que siguió mirando, parece que percibí un ligero temblor en su c uerpo, y frente a ella bajé más el pantalón y mi calzón de algodón, me descubrí el sexo, la verga brincó erecta, muy erecta, el glande mojado asomando apenas por el prepucio, mi palo parecía palpitar de placer anticipado; afuera sonaban las bocinas de los autos y la sirena de una patrulla, sus ojos fijos sobre la pinga expuesta sin re cato. Seguí así por instantes esperando su voz, pero nada ocurrió, hasta que con un movimien to lento Mita estiró la mano izquierda, como dudando, temerosa; creo que la mano t embló cuando sus dedos, tres de ellos, tocaron apenas el duro tronco, y recorrían de abajo a arriba la verga, la miré excitado y atento, y en un momento las miradas d e cruzaron y ella se sonrojó y volvió a mirar abajo, donde sus dedos jugaban con la piel del prepucio, oprimiendo delicadamente la punta para que una babita de jugo mojara sus dedos; su mano rodeó el tronco endurecido y gordo y sin dejar de presi onar peló por completo el glande que lucía amoratado y viscoso. Mita detuvo su caricia y miró atenta la verga, parecía estudiar mi garrote con ojos científicos, por instantes que se hicieron eternos, hasta que su mano rodeando tod a la verga reinició el suave movimiento, de arriba abajo, sin dejar de ver, una y otra vez peló la verga acariciando todo el tronco, desde la punta hasta la base, d onde su mano chocó entre los vellos largos y negros, y regresó a la punta que se vol vió a cubrir de esa delicada carne, y de nuevo peló la cabeza, sus dedos cubrían la mo jada cabeza y se empapaban de esa cosa viscosa, se detuvo, alzó la mirada que pare cía preguntarme "¿te gusta?". Su mano que agarra mi verga me jala y tuve que dar un paso, la verga queda a cen tímetros de su rostro y sentí en el miembro su calido aliento, sus labios se abriero n un poco y sus ojos se cerraron, acercó su cara y su boca formando un anillo brev emente besó la punta de la verga, al separarse un hilito de baba quedó entre el glan de y su boca, volvió a besar de nuevo y abrió ligeramente sus labios para comerse el glande y ahí se quedó, quieta, suspirando y sin soltar la cabeza de entre sus labio s, la mano abandonó el tronco, miró anhelante hacia arriba para ver mis ojos, sus ma nos rodearon mi cintura y apretaron mis nalgas y me jalaron hacia ella con lenti tud, mi verga entonces la penetró, me come con lentitud el tronco que desaparece, pero no todo, sólo la mitad; su boca succiona cuando la verga sale poco a poco, vo lvió a mirarme, sus ojos parecen suplicantes, su cara se llena de lujuria y su boc a volvió a tragarse casi todo el pito y succiona, mama jalando hacia dentro el pit ote, vuelve a sacarlo con lentitud y cuando los labios aprisionan el glande su l engua juega traviesa con los contornos de la cabeza, titilan debajo de la verga, recorre el contorno de la cabezota y vuelve a mirarme, descarada, con la ansied ad pintada en la cara, sigue lamiendo el glande. Luego va más abajo con la lengua filosa, recorre el tronco abajo, lame y se detien e de nuevo en el glande y titila sin dejar de ver mis reacciones, un temblor del icioso recorre mi cuerpo, desde los pies hasta los cabellos, no puedo evitar tom ar su cabeza con mis manos, mis dedos se meten entre su cabello castaño, que sient o suave, sedoso, y ella entonces se vuelve a tragar la verga, su respiración calie nte me pega en la pinga al tragar; intenta comerse todo el tronco, su boca se de forma y la verga parece penetrarla toda y cuando los vellos tocan su nariz, regu rgita, un "aaarrrggg" de vómito la hace sacarse parcialmente el pito, pero no lo s uelta, vuelve a mamar y a tragarse el miembro con ansia. Y sigue mamando, lamiendo, mamando, una y otra vez, muchos eternos segundos desp ués, cuando la pinga está a la mitad siento la palpitación en el pito, me agarro a su pelo sedoso y ella aprieta sus manos en mis nalgas y le suelto el semen; las pal pitaciones son intermitentes, un placer indescriptible se posesiona de mí, los moc os le llenan la boca de semen pero no nos soltamos, mis manos atenazadas en su c abello, ella que aprisiona mi cuerpo y sigo eyaculando, un sonido gutural interr umpe el silencio, "huuuummmm" y entonces traga el semen y sigue succionando los mocos que salen a pausas, yo suspiro embargado de placer, la fuerza de sus brazo s disminuye y puedo sacar y meter, sacar y meter el pito que palpita en su boca abierta, y al hacerlo una bocanada de mocos escapa y cae, saltando sobre el blan co corpiño y le embarra la barbilla, ella se apura a comerse de nuevo mi pito para seguir mamando, nuestros ojos se cruzan, los de ella con una intensa ternura, l os míos llenos de agradecimiento, creo, y cuando la pinga deja de contraerse nos q

uedamos quietos unos momentos para luego separarnos, Mita atrapa con sus dedos l os restos de mocos y los esparce en su boca y en las mejillas con ojos lujurioso s; momentos después se levanta, hago a un lado mi cuerpo para que ella baje de la cama, la mancha de mocos sobre su pecho y su blanco corpiño es algo grosero, osten sible; con pasitos apurados va al baño y yo me quedo junto a la ventana mirando, e ntre la cortina raída, los autos detenidos por el rojo del semáforo, la verga todavía parada fuera del pantalón. Y así estoy, tratando de comprender lo que acaba de ocurrir: la primera mamada con Mita, "fue algo glorioso", pienso, creo que sigo temblando de la emoción, ella ll ega silenciosa por detrás y dice a mi oído: "¿ahora si me enseñarás la cicatriz?". VIII Como aclaración. No recuerdo bien cuando empecé a escribir todo esto. Y no fue fácil. Al principio fueron algunas ideas o recuerdos al azar, sobre Mita, sobre el barr io, acerca de la gente y así. Luego les fui dando alguna forma en la computadora, a ratos, cuando me sentía nostálgico, unas veces por la tarde o en la madrugada cuan do no podía dormir, pero no lograba poner las ideas correctas en el escrito y sólo p erdía el tiempo. Así estoy, tratando de poner orden sobre cosas que se me ocurren, o que recuerdo, pero nada queda en claro. Estoy escuchando una vieja cinta de los Beatles, una canción: "Mientras llora mi g uitarra", de Harrison, de pronto la cinta se detiene y sólo salen ruidos por las b ocinas del destartalado estéreo, de nuevo la cinta se ha enrollado o roto. Regreso a la computadora y recuerdo que últimamente escribo en la vieja compu con mi libr eta a un lado, van dos o tres líneas y voy al cuaderno, y es que hace tiempo me di cuenta que cuando voy en el camión, en el metro, o en la escuela en los intervalo s entre clases vienen a la mente cosas, a veces nítidas, intensas, y procuraba rec ordarlas después y nada, la idea, el recuerdo, la imagen se habían ido quien sabe dónde o quedaban retazos insulsos. Así fue que me compré en el tianguis mi libreta, e iba con ella a todas partes escrib iendo con lápiz y con garabatos casi ilegibles, por si alguien por curiosidad, rev isaba mi libreta--, de esa forma lograba rescatar las ideas o recuerdos o imágenes que brincaban en el momento más inesperado; y así estoy ahora y recuerdo: como se h izo costumbre que mi hermana me mandara a la azotea a echar a lavar la ropa me l levaba mi libreta, y mientras la maquina lavaba, con su ronroneo, yo escribía apoy ado en el lavadero, eran siete minutos de lavado que ocupaba para escribir o par a buscar ideas mirando hacia el edificio de Mita; luego tenía que sacar la ropa, d esaguar la lavadora, poner la ropa y echar agua para que la máquina enjuagara, pue s la nuestra no es de esas que lavan, enjuagan, exprimen, sacan y hasta planchan , juar, juar (creo que es chiste), y de nuevo siete u ocho minutos para escribir , y así. Y aquí me viene un recuerdo que he tratado de mantener alejado de las tecla s, algo sobre lo cual prometí discreción pero ya está aquí y no puedo dejarlo pasar. Recuerdo que en esas ocasiones, echando a lavar la ropa, a veces me "inspiraba p ensando en Mita" o bien mirando los calzones de dona Ana, colgados del tendedero , e imaginaba cosas, pues las pantys de la miss eran bastante sugerentes, una en especial llamaba mi atención, era una pantaleta negra de encajes rojos bordados, pero tenía algo especial, en la zona del pubis tenía una coqueta abertura también con encajes color rojo--, que, pienso, ya puesta dejaba libre acceso a la panocha, he imaginaba a la miss con esa coqueta tanga y la verga se me paraba. Cierta ocasión en que estaba en la azotea atento a la lavadora y a mi cuaderno, vi a la miss, estaba lavando en un lavadero, pues ella no llegaba a lavadora, la m iraba de reojo y seguía con lo mío, ella creo hacía lo mismo, nuestras miradas se cruz aron varias veces; un rato después volví a mirarla y ella también, dejó de tender su rop a y mantuvo la mirada que parecía indiferente pero con algo especial, así estuvimos quizá minutos y luego ella caminó hacía su baño, se metió pero dejó la puerta abierta, como una invitación, eso creí, pero tuve un inesperado ataque de nervios y no podía dar el primer paso hacia allá, hasta que ella asomó la cara por la puerta y volvió a mirarme, para confirmar que me esperaba; lo que siguió fue como un sueño realizado: la miss evadiendo la mirada y sin decir nada abrió la bragueta de mi pantalón y sentándose en la taza del baño --para mayor comodidad, creo--, tomó mi verga con su mano y la acar ició, rodeando el tronco, con suavidad, hasta lograr mayor erección para después besar la punta y lamer el contorno del glande, luego puso sus labios en forma de anil

lo sobre el glande cubierto de la suave piel, presionó y a la vez que se iba comie ndo mi pito, lo fue pelando con maestría, hasta dejar el glande pelón, y siguió comiéndo se el pito, lamiendo, mamando, una y otra vez, suspirando de vez en cuando, yo s entía que en cualquier momento me iba a venir, en eso el ronroneo de la lavadora t erminó, y doña Ana, atenta, se sacó el pito para decir: "ya terminó la lavadora, ve a ve r"; "no, sigue", le pedí suplicante; "no, ya te dije, ve a ver, luego, mejor luego "; y sin más fui a continuar mis labores de "lavandero". Al terminar la busqué pero ya no estaba en el baño, fui a su departamento y la puert a estaba abierta, entré y la hallé sentada en la cama, llegué hasta ella y me saqué la v erga, al verla la miss volvió a posesionarse de ella, recreando lo que sería mi segu nda mamada del día, me sentía en la gloria, pero no duró mucho, fue una mamada breve, pues Ana al ver que ya la tenía bien erecta se acostó sobre la cama y se abrió de pier nas, mirando de lado con los ojos cerrados, haciendo a un lado su pantaleta azul de nylon me invitó a poseerla, la monté con premura y se lo metí, la miss tenía una puc ha delicada, como acolchonada, húmeda, caliente; la abracé y quise besarla pero hizo a un lado su cara para evitarlo, y me seguí moviendo sobre ella que, a la vez que ronroneaba con gemidos apagados, movía hacia los lados su pelvis, y cuando sentí qu e me llegaba la leche y suspiré, la señora con maña bien estudiada se hizo hacia atrás y se sacó la verga, y la tomó rodeándola con la mano para pajearme mientras eyaculaba s obre su vieja pantaleta azul, al terminar la venida me acosté a su lado, ella me a cariciaba el pelo como con cariño y luego dijo: "bueno, ya te di lo que deseabas c on tanta insistencia, luego quiero que me hagas un favor ¿aceptas?, ¿sí?, bueno luego t e digo". Y salí del cuarto para ir a tender la ropa lavada. Claro, esto ocurrió ante s de que saliera a relucir el misterioso embarazo de la miss Ana, del cual me co nfieso totalmente ajeno. IX Manualidades de Mita. Una tarde estamos en el parque, lejos del barrio, pero no tanto. Compré un cigarro en un puesto de revistas atrasadas, Mita observa atenta c omo fumo, luego miramos a los vagabundos tirados en el pasto, mugrosos y greñudos, despreocupados, unos duermen, otro bosteza y sin dejar de mirar la mujer relata : "Anoche subí a la azotea a tender mi ropa lavada, y pensé en ti, tenía ganas de vert e; me asomé por la azotea mirando hacia donde a veces estás con tus amigos, pero no ; seguí mirando unos segundos y hacía abajo ví el baldío, estaba oscuro, aún así vi a una pare ja, pensé que eras tú con tu novia, pero no ; se besaban ansiosos y se acariciaban, cr eo que estaban excitados, me sentí extraña mirando aquello y creo que me sentí nervios a, como excitada; la pareja seguía con sus juegos amorosos, luego ella se recargó en la pared y abrió un poco las piernas, su novio se repegó a su cuerpo y se empezaron a mover, creo que hicieron el amor, cuando me fui al departamento iba muy excit ada, ya en la cama me dieron ganas de tocarme, pero no lo hice ". --"Casi nunca me toco, me controlo, dejo que el deseo se vaya, aún así a veces tengo sueños húmedos; recuerdo que cuando chica mi tía insistía mucho en que no me tocara allá abajo, decía que eso era algo sucio y pecaminoso, que tenía que respetar mi cuerpo pe se a ello a veces en el baño miraba mi cuerpo en el espejo, me bajaba la panty y m iraba mi sexo velludito, me gustaba verme la pepita, tan bonita, tan inocente con los labios juntos, gorditos; a veces abría la rajita y miraba atenta el interior, la carne rosada, los labios pequeños tan bonitos, plegados pero lo que me gustaba más era mirar mi colita , jo jo jo ríe un poco ¡hacía cada cosa!... me gustaba poner el esp jo en el piso, recargado en la pared y me arrodillaba en el piso y miraba hacia atrás, repasaba con los ojos mis glúteos, los amasaba con las manos, los abría un poco para descubrir mi colita, ¡cómo me gustaba mirarme la cola!, me excitaba mucho ver eso, en ocasiones hacía ejercicios si, mira, observaba en el espejo mi cola, tan ro sadita, tan apretada y jugaba a contraer y distender la colita, cómo si fuera a de fecar, pujaba y miraba el culito deformarse, hacia fuera, los pliegues parecían ab rirse, luego contraía la cola, la apretaba y el hoyito se plegaba hacia adentro, l os pliegues apretados de nuevo". Mita guarda silencio y me mira de lado, como para ver mis reacciones, me descubr o tan embebido en su plática que creo que tengo la boca abierta, la veo sonrojarse un poco y mirando al suelo añade: "ay bebé, vas a pensar que soy una mujer muy loca, ¿sigo?, bueno otras ocasiones era más atrevida no me bastaba mirarme la cola, sino to carla, con un dedo ponía un dedito ahí y sentía las rugosidades de los pliegues, la car

ne tan cerrada, sentía un placer tan enorme tocándome la cola me excitaba tanto que d ejaba el dedito ahí, sobre el agujerito apretado, presionando un poco, y con la ot ra mano me tocaba la cosita, me masturbaba haciendo círculos en mi clítoris, el orga smos era algo maravilloso, muy intenso sentía como mi culito se contraía en espasmos d eliciosos al venirme, al terminar quedaba acostada boca abajo en el suelo del baño , adolorida por el esfuerzo, mis piernas acalambradas, muy mojada de la puchis y todo el cuarto oliendo muy intenso a eso ". Ella suspende su relato y se pone de pie, caminamos hasta el puesto de revistas que está por cerrar, compra una botella de agua, paga con algunas monedas, me ofre ce algo pero apenado digo que no gracias. Regresamos a la banca y sigue: "claro que esas sesiones masturbatorias eran espaciadas, mi tía me vigilaba mucho y me da ba vergüenza pensar que ella descubriera que yo me tocaba la puchis aunque la verd ad es que ella se lo hacía seguido resulta que ella era muy ardiente y mi tío no tanto, y empecé a mirarlos de manera diferente creo que es normal cuando uno entra a la ad olescencia empiezan esos pensamientos incorrectos, ideas sobre el sexo , pensaba ¿cómo harán el sexo?". --"Así empecé a espiarlos, descubrí que la tía era más activa, y el tranquilo era mi tío; lo que si le gustaba a él era el sexo oral, cierta noche miré por el ojo de la cerradu ra y me sorprendí al ver a mi santa tía haciendo sexo oral con su marido; lo gozaban mucho, sobre todo porque el señor tenía una pinga muuuy grande y ella se metía toda es a cosa enorme en la boca luego, a veces, la tía lo montaba y así tenían sexo por un bue n rato otras veces era diferente, el tío se quedaba dormido y ella tenía que masturba rse acostada en la cama, despatarrada, con la mano derecha se frotaba el coño con muchas ganas, su cuerpo se arqueaba y tenía un orgasmo, luego otro y otro se venía va rias veces de esa forma, sin embargo conmigo era estricta: antes de dormir me pr eguntaba si me había tocado la cosita, yo lo negaba siempre y repetía que por ningún m otivo debería poner mi mano en la puchita, hacíamos juntas las oraciones y me arropa ba, ella se iba a succionarle el miembro a su marido y yo tenía que acariciarme el clítoris jo, jo, jo", la risa de Mita apenada. Ha oscurecido sin darnos cuenta y caminamos rumbo al barrio, me mira de reojo y atento espero que siga contando: "en ocasiones estoy en la casa, recostada en el sofá mirando las novelas de la tele, subo la vista hasta el espejo y me veo ahí, me miro mirándome e imagino cosas sin dejar de verme repaso mi mano sobre el cuerpo, s obre mis pechos, bajo a la pancita plana, mi mano sigue bajando hasta mi entre p ierna y noto la comba de mi sexo e imagino que alguien --frente a mi o tras el gr an espejo-- me ve tocándome, alguien que me espía mientras me toco el sexo por encim a del pantalón y siento que un rico calorcito invade mi cuerpo y cuando mis dedos repasan los contornos de mi puchis me espantó, como si hubiera sido sorprendida hac iendo algo indebido y suspendo mis exploraciones trato de pensar en otras cosas ¿sab es bebé?, pensarás que estoy loca, pero quisiera que un día jugáramos así, que me vieras mi entras me veo la cola en el espejo o que me espíes haciéndome una pajita ". --"¿Cuándo?", pregunto apresurado. Mita sigue caminando y me responde: "no se bebito creo que hago mal diciendo estás cosas a veces pienso que estoy abusando de ti ya hemos hecho cosas indebidas y me e ntra el remordimiento, pero cuando pasan los días y no te veo siento que me haces falta no se yo te digo si me decido ¿sí bebito?". Un rato después la dejo cerca del viej o edificio y rodeo para llegar hasta donde están los vagos. X Doña Esther I. Camino de prisa por la calle oscura maldiciendo a Venancio, el mueb lero: "maldito viejo, cada vez me deja salir más tarde, abusa el desgraciado porqu e sabe que necesito el dinero, viejo jijo", y sin querer me cruzo con Ruperto, C huperto pa´los cuates; me detiene: "quiubo buey, ¿onde vas?, vente", le pregunto que a dónde; "voy a llevar un encargo con doña Esther, no nos tardamos nada, luego te i nvito los tacos, ¿sale?", y caminamos juntos, de reojo veo que lleva un paquete, a lgo como una caja dentro de una bolsa de plástico, bajo el brazo; pregunto "¿qué lleva s ahí?"; "o güey, no seas pinche preguntón, es un encargo pa´ la señora esa", y no dice más; minutos después llegamos frente a la casa de doña Teté y me sigo preguntando qué encarg o será el que lleva Ruperto; toca el timbre pero no sale nadie, insiste, pero nada , dice "creo que no está, pero hay que esperarla, tengo que pagar el encargo hoy m ismo" y me mira resignado pero sin aclarar nada más, cruzamos la calle; y ahí estamo

s, recargados en un poste, silenciosos, en la penumbra de la calle. Minutos después vemos que un carro se detiene frente a la casa de la doña, nos extraña mos pues no es el auto de la señora, es un Jetta rojo y lo conduce un hombre joven , Teté va de acompañante; apuro a Chuperto para que entregue la caja y nos vayamos, pero "no, pérate tantito, que se vaya el buey ese ", argumenta y me deja más extrañado q ue antes; dentro del auto la pareja parece platicar. Ya cuando intento insistir para irnos Chuperto me sorprende: "¿ya viste quién el chavo ese?, es el Burro, Javie r el Burro" y volteamos ambos a mirar al carro, que pese a los años de uso está en b uenas condiciones, entonces algo ocurre dentro del auto: la señora Esther gira un poco su cuerpo en el asiento y despacio se va inclinando hacia Javier, más bien ha cia abajo, donde está el volante del coche y debe estar la entre pierna del Burro; Ruperto y yo nos miramos como para confirmar lo que va a ocurrir: la doña le hará u na mamada al chavo, y el suave vaivén de la cabeza de la doña que sube y baja lo con firma, el Burro recarga la cabeza en el respaldo y disfruta, al menos es lo que creemos; la señora se apura en su mamada, por los movimientos que hace y por las c ontorciones de Javier sobre el asiento, hasta que de pronto ambos se quedan quie tos, Ruperto y yo nomás mirando, momentos después aparece doña Esther, más bien su cara, que limpia con algo como papel higiénico, intercambian palabras y la puerta se ab re, baja la señora acomodándose la falda y se despiden. Esperamos a que ella entre en su casa y vamos a tocar el timbre, segundos después sale la doña y el Ruperto, ceremonioso: "buenas noches doña Teté, vengo a entregarle s u encargo, son mil 500, ya le había dicho" y le ofrece el paquete; la mujer nos ve con recelo, mira la caja y alza los ojos para corregir "dijimos mil 200, ¿o no?"; Chuperto: "no, seño, quedamos en mil 500 y sin problemas ¿o no?"; Esther nos vuelve a mirar y pregunta "¿y éste qué?, ¿ahora necesitas guardaespaldas o qué?" y toma "el enca rgo" como revisando el empaque; "es el Beto, mi amigo, de aquí del barrio, y de co nfianza, se lo aseguro", corrige Chuperto; "tiene cara de enojado o de ´mátalas call ando´, bueno pasen, pero no toquen nada, voy al baño y luego a buscar tu dinero" y s eguimos a la señora por el pasillo lleno de plantas y flores. Nos quedamos junto a la puerta de la sala, por aquello de "no toquen nada", no tarda mucho, le entre ga a Ruperto un rollo de billetes que él se apura a contar y cuando nos vamos, Teté añade: "¿la caja viene cerrada, verdad?, no quiero cosas usadas, ¿eh?... ¿entonces viene s mañana?, pero traes a tu amigo el callado, ¿o no?"; mi amigo me mira como preguntánd ome, y yo sin entender, Ruper se apura a confirmar: "este perdone doña pero yo nunca le he traído cosas usadas, ¿o sí?... y este... si, venimos mañana a esta hora ¿cómo ve?"; " bueno, pero traen ´gorritos´ , aquí a las nueve okey?", dice con ojos prometedores mient ras veo de reojo la caja que la señora tiene en las manos y las fotos coloridas de la portada me desconciertan, es algo que alguna vez ví en una revista porno: un c onsolador, dildo o vibrador, entre coloridos textos en inglés. Y así acompaño a Ruperto por la calle pensando: ¿un dildo?, ¿para doña Teté? y Ruperto ¿los de?, y ¿venir mañana a qué?, y mi amigo parece adivinar mis pensamientos: "¿a poco no sabía de las aficiones de doña Esther?... es una vieja tranquila que no le hace mal a n adie, vive sola y es amable con la gente del vecindario, sólo que pos tiene que apl acar a los demonios que trae dentro", y casi sin darnos cuenta llegamos a la cas a de la señora Paula, vendedora de ropa para mujeres obesas en el tianguis por cier to mal hablada y con un genio de los mil diablos, y a quien varios califican com o lesbiana--, nos detenemos y Chuperto toca el timbre, momentos después sale Paula , nos mira y mi amigo le entrega mil cien pesos: "aquí tiene doña como quedamos"; la señora cuenta el dinero y vuelve a mirarnos con algo de desconfianza y "¿qué te dijo T eté?, ¿le gustó?"; "pues no se, de los otros no hubo queja, no se " y nos vamos, ahora si , a comer tacos, según el Ruper, y mientras esperamos a que el Cuñao nos sirva senda s órdenes de tacos de cabeza de res en un puesto callejero--, mi amigo agrega: "doña Pau además de vender ropa para gordas, vende otras cosas, muchas viejas lo saben p ero no se atreven a ir ellas mismas a comprar juguetes sexuales o películas, así que yo de esa forma me gano unos varos ¿cómo ves?", no se qué contestar. XI Doña Esther II. La tarde siguiente estoy en mi cuarto poniendo cierto orden, pues úl timamente mi hermana se ha negado a limpiar mi recámara, dice que es mi responsabi lidad y le doy la razón; en eso escucho voces extrañas, aguzo el oído y confirmo quien ha llegado, es Victoria, Vicky, amiga de mi hermana desde hace años, las dos se p

onen a platicar mientras mi hermana le pone botones a una de mis camisas, dejo q ue hablen de sus cosas y sigo con lo mío. En eso escucho sin querer un trozo de co nversación: --"¡Ay mana!, no se cómo le haces, pero yo no puedo estar sin sexo, pasa una semana o dos sin coger y me pongo de malas, ¡de un genio del carajo!, la verdad; y no cre as, me hago el dedo de vez en cuando, pero yo si, necesito coger o siento que me vuelvo loca, ¿tú no?...., ¡ay no!, y el cabrón de mi novio nomás me busca cuando su vieja lo deja sin cenar, ja ja ja; entonces ahí viene muy calientito a que le de lo que la otra no pero bueno, así están las cosas ; ya estoy pensando en buscarme otro novio p ara que me "atienda el asunto", ja, ja, ja, cuando el otro anda de buenas con la esposa vieja maldita, le pone los cuernos a mi novio y el muy pen tonto ahí buscándola , ay por qué serán tan pendejos los hombres!, me encabrona está situación ", y sigue con s u edificante plática la Vicky. Lo que escucho me hace acercarme a la puerta abierta de mi cuarto y veo a la ami ga de mi hermana, está de espaldas a mi recargada en la mesa, sobre su vestido veo su protuberante trasero y más abajo sus piernas redondas un poco abiertas, se me ocurre una idea: me arrodillo en el piso a cuatro patas y con lentitud me acerco más a la puerta, ya puedo ver más de sus piernas y sigo acercándome y Victoria hablan do de sexo, me agacho más hasta casi pegar el rostro en el piso y lo que veo me pa raliza: el culo de Victoria luciendo una coqueta tanga tipo hilo dental; las nal gas al descubierto tragándose la delgada tira de tela blanca y algunos pelos negro s que escapan entre los mofletes del culo; Vicky sigue hablando y yo mirándole las nalgas grandiosas, tal vez con un poco de celulitis, pero la vieja está bastante buena con ¿sus 28, 29, 30 años?, y mientras mis ojos se llenan de esa sabrosa carne, la mente se me llena de ideas lujuriosas y la verga se me para; escucho que toca n a la puerta del departamento, raudo me levanto y espero mientras mi hermana va a averiguar, momentos después me llama: "¡Beto aquí te buscan!, pero si vas a salir, antes termina de limpiar tu cuarto ¿eh?". Salgo preguntándome quién será, tratando de cu brir la erección y de reojo veo a Victoria mirándome con cierta picardía, llego a la p uerta y Chuperto: "¿Qué güey, ya estás listo?, vámonos". --"¿Vámonos, a dónde?", pregunto. --"No te hagas, quedamos en ir con doña Teté", dice. --"¿Quedamos?, pendejete, ¿Quiénes quedamos buey?", le espeto. --"¡Uh qué la chingada!, la vieja nos invitó, ¡no te hagas!", dice como desesperándose el Ruper. --"¿Y tú cuándo me dijiste?, pedazo de pendejo, y ¿qué madres son esas de "traen gorritos" ?, ¿eh buey?, a ver si te explicas, pinche Ruperto!", le digo en tono serio. Chuperto me jala del brazo hasta la escalera y dice serio: "mira buey, es mi neg ocio, ¿sí?, doña Teté es buena clienta, vamos un rato, está medio loca, ya lo verás, pero no hay pedo, coge rico y hace unas mamadas de pronóstico además me da una propina ", y no l o dejo terminar: --"¿Ah sí, buey?, pues eso se llama prostitución, ¡cabrón!, por si no estabas enterado, y ¿s abes?, yo no le entro y vete mucho a la chingada!, ¿quedamos?", le sentencio mirándo lo seriamente. Y el Ruper baja la mirada, hace cara triste y argumenta algo pendejo: "pinche Be to, por eso no saldrás de jodido, ¡ya ni chingas!"; eso me enardece: "¿Ah sí, buey?, ¿y tú y a eres millonario?, ¿sí, eh?, ¡vete a la chingada!"; en eso veo la cara de mi hermana asomándose por la puerta: "oye Beto, ¿por qué gritas?, ¿qué te pasa?", le digo que nada y se mete, y para no hacer más teatro bajo las escaleras con el Ruperto. Ya en la calle sentencio a mi amigo: "mira pinche Chuperto, vamos con Teté, pero s i me metes en algún pedo, juro que tú no te la vas a acabar, ¿te quedó claro?". --"Me caí que si, carnalito, no es la primera vez que voy a esa casa, vas a ver qu e saldremos con una lana de esa casa luego de haber mojado la brocha", dice. --"Si cabrón, pero no te robes nada, si no vamos al bote los dos, y el dinero que sea para tí", le aclaro, él como si nada asienta con la cabeza. Respecto a esa mujer lo que se es que se casó muy joven, pero al paso del tiempo d escubrió que su marido era homosexual y pese a ello el tipo le hizo dos hijos, el tiempo pasó, los hijos crecieron e hicieron su vida, ella se divorció del puto marid o y como era emprendedora Teté primero se dedicó a la venta de uniformes para person al en empresas privadas, luego estudió algo y en la actualidad se dedica a atender

a niños retrasados o con alguna afección de la cabeza, y como por este rumbo escase a ese tipo de servicio para niños enfermos, la doña se hizo de clientela, cobra poco pero tiene suficientes consultas y "terapias" para vivir con cierta holgura y h asta para viajar, pues ya madura a doña Teté le dio por los paseos al extranjero; en el barrio se le conoce como una mujer feliz, por las mañanas saca a su perrito co cker a pasear llamado gringo--, y a cagarse en las banquetas por supuesto--, y sal uda a todo mundo con su sonrisa fácil, pero como dice Chuperto "tiene que aplacar de alguna forma los demonios que lleva dentro". Doña Esther ya nos esperaba cuando llegamos: "¡hola muchachitos!, son puntuales ¿eh?, pasen, en la sala hay cervezas y bocadillos, mientras voy a cambiarme ¿eh?, ¡ah!, re cuerden, no toquen nada", la señora desaparece por un pasillo y el Ruper se abalan za sobre los bocadillos de queso y de jamón, se atraganta mientras abre una botell a de Victoria. Parece que mi amigo siempre anda hambriento, pienso, mientras rep aso como sin querer la sala; una enorme colección de adornos se esparce sobre vari as mesitas de madera, pequeñas esculturas de cerámica de todo tipo en un enorme conc ierto de algo que intenta decorar con "buen gusto" aquella habitación, pero que de finitivamente crea el efecto contrario, sobre todo porque muchas de las miniatur as son de evidente origen chino y lo compruebo al alzar la escultura de un pequeño ángel: "made in Taiwan". Y mientras veo a Ruper devorar el último pedazo de jamón sale Teté enfundada en una co lorida bata de dibujos chinos dragones de colores y ese tipo de cosas bordadas--, nos mira con una falsa sonrisa lujuriosa, no se que va a ocurrir, pero la señora con voz afectada no me deja especular: "Ya regresé, ¿eh?, ¿les gusta mi kimono?, es ch ino, ¿eh?, ¡ah!, una cosa: lo que ocurra aquí hoy, aquí se va a quedar, ¿entendido?", y no s mira fijamente, Ruper, despreocupado, abre otra cerveza y la veo quitarse con algo de teatralidad la horrorosa bata para lucir su lencería negra: un negligé negro y transparente que en la zona del busto tiene sendas aberturas por donde asoman los pezones rosados de las chiches gordas y flácidas-- de la señora; las piernas enf undadas en medias negras con encajes de flores, sostenidas por un liguero también negro; y en medio, en el pubis, una coqueta tanga negra adornada con encajes; Te té gira con lentitud para mostrarnos que por atrás sus nalgas quedan al descubierto, pues la tela de la tanga se le mete entre los mofletes de sus nalgas, frondosas , aunque algo caídas. Ruperto no parece sorprendido y yo tengo que aceptar que pes e a su edad, la señora se ve apetecible, quizá de carnes fofas, las piernas con algo de celulitis, una llantita de grasa alrededor de la cintura, pero Teté se esfuerz a en aparecer apetecible y me mira con cierta ansiedad, como invitándome a seguirl a. La doña camina por el pasillo hacia su recámara, volteo a ver a Ruper que parece int erpretar mi indecisión: "si quieres ve, luego te alcanzo" y le da otro sorbo a su cerveza. Procuro no hacer ruido al caminar, al fondo veo la habitación casi en pen umbras; cuando entro encuentro a la mujer sobre la cama, con una media amarrada en el rostro, a la altura de los ojos, no dice nada, pero noto su respiración agit ada. La señora empieza a pasar sus manos sobre su cuerpo, primero en las tetas que libera del sostén negro, chiches abundantes y flácidas de enormes aureolas rosadas y pezones endurecidos, parece gemir suavemente; baja sus manos sobre su vientre, que entreveo también fofo, y con suavidad empieza a despojarse de su calzoncito n egro, para descubrirme su pepa rasurada, sin un vello, sólo la raja gorda del sexo algo requemado, prieto; ahí sus dedos exploran con lentitud la raja, Teté acelera s us gemidos y yo siento que mi verga se endereza formando un bulto en el pantalón, pero no se que hacer, si sacarme la verga del pantalón o sólo seguir mirando a la seño ra. Momentos después la madura se abre de piernas y su mano derecha se afana en mastur barse la pepa, decido sacarme el pito, ella saca de debajo de una almohada un vi brador, rosado, mediano, no muy largo, lo activa y el ronroneo me indica lo que va a pasar: Teté repasa el artilugio sobre su panocha que se nota ya húmeda; coloca la punta del dildo donde debe estar el clítoris y sus gemidos aumentan de volumen; los movimientos de su pelvis y los de su mano, dirigiendo el consolador parecen sincronizados, suaves, voluptuosos, ya cuando el aparato entra y sale de su pan ocha hinchada Teté sube y baja la pelvis y gime, suspira hondo, su rostro adquiere un rictus de sufrimiento o de placer, de repente grita un "¡aaaaayyy!, ¡mmmmm!", su

merge por completo el consolador en su vagina y cierra repentinamente las pierna s, se está viniendo entre contorciones, y yo ahí, junto a la cama acariciándome el pit o. Decido salir de la recámara y me cruzo con el Ruper, que está junto a la puerta, lle va una cerveza en la mano, voy a tomar una en la sala y ahí me quedo unos minutos, la cerveza me sabe muy amarga. Cuando regreso al cuarto encuentro a mi amigo co locando a la señora en cuatro patas sobre la cama, ha hecho algo más: con unas cinta s de cuero ha atado las manos de la mujer en los barrotes metálicos de la cama, pa ra luego colocarse detrás de ella y cogérsela en esa posición, la doña que sigue con la m edia cubriéndole los ojos-- vuelve a suspirar moviendo hacia atrás las caderas cuand o el Ruper arremete, la escena parece excitante, pero no siento ganas de partici par en una orgía. Me voy escuchando los gemidos de la señora que suplica: "dime cosi tas sucias, feas, muy feas, por favor"; y el Ruperto: "¡maldita vieja puta!, ¿te gus ta la verga?... ¿sí, verdad?... ¡pues toma verga!... vieja maldita", y más insultos. XII Mita me saca la leche. Una suave brisa vespertina entra por la ventana y mece la s cortinas deslavadas. Estoy sentado en el viejo sofá, mi ropa hace un bulto en el suelo; Mita semidesnuda arrodillada entre mis piernas abiertas me acaricia el p ito con la mano; mis ojos fijos siguen las evoluciones de su mano al sobar el tr onco: rodea el pito desde la punta y con lentitud extrema pela la punta, descubr e el glande amoratado, sigue jalando la piel, hasta dejar desnudo por completo e l glande y ahí se detiene y observa el contorno de la gruesa cabezota; con atención, como haciendo una revisión médica; luego baja la mano por el tronco hasta tomar por la base el erecto pitote y su mirada sube buscando mis ojos y dice en tono inoc ente: "¿sabes bebé?, ¡me encanta tu pinga!, ¡es tan hermosa!, la piel suave, delicada, l a carne dura, gruesa, ¡tan caliente!, tu verga bebé taaaaaannnn graaaaaaaande" y no p uede contenerse, con ansia besa la punta que palpita de placer. La señora regresa a su revisión y sin soltar el garrote, con la otra mano jala un co jín para ponerlo bajo sus rodillas y estar más cómoda; vuelve a sus observaciones: "ad emás me gusta la pielecita que cubre la cabeza de vergi, no me gustan las pingas c ircuncidadas, pelonas, así son feas; me gusta la tuya con el prepucio suave que se desliza para dejar al descubierto el glande, y huele a hombre , además estás muy pelud o, eres mi bebé peludo , tienes muchos vellos en el sexo, tus huevos también son pelud os, más abajo, en tu colita también hay vellos y en las piernas también, mi bebé peludo es curioso pero mira la cabecita, tan linda, tan tierna, tan inocente su boquita es c omo la de un pececito, pero vertical, ¡hummm!, ¡qué rica pinga tienes bebé!, dime papaíto, ¿te haces muchas pajitas?, ¿sí no?, ¿y cómo te las haces?", pregunta curiosa fijando sus o jos pícaros en mí. Le explico que antes, hace dos o tres años, me pajeaba a diario, a veces dos veces al día, pero que ahora ya casi no, y para enseñarle cómo me masturbo rodeo el garrote con la mano y con lentitud empiezo a subir y bajar mi mano, y le digo que así lo hacía, frotándome, primero lentamente luego más rápido, conforme aumentaba mi excitación, pero ella corrige: "¿así bebé?, bueno, creo que es la técnica usual, pero mira te explicó o ra técnica ", y se aplica en demostrar su "técnica": coloca los dedos de su mano derec ha en punta sobre el glande, rodeándolo; las puntitas de sus dedos acarician suave mente ahí, luego presiona un poco y los dedos se deslizan hacia abajo hasta pelar la cabeza, ya húmeda, rezumando líquido, vuelve a subir y la cabeza se cubre de piel , vuelve a bajar y la deja pelona, así dos o tres veces y pregunta ansiosa: "¿te gus ta, bebé?, ¿sientes rico?, esto lo aprendí hace años, con mis primeros dos o tres novios m i hermana me explicó la "técnica", decía que hacerlo así les fascinaba a los hombres, y lo comprobé...". --"Pero esta "técnica tiene una variante", dice con tono experto y rodea el duro t ronco, dejando que el glande asome fuera de su mano que aprisiona la verga, y co n la palma de la otra mano frota la cabeza ya pelona, haciendo lentos círculos en el sentido contrario a las manecillas de un reloj, con suavidad; las caricias in crementan mi placer, siento que en breve voy a eyacular y ella suspende sus mani obras, vuelve a mirarme y sin decir nada más se mete la verga en la boca, con ansi a, con urgencia, muy excitada, y siento como succiona mi pito erecto al máximo, su lengua que juguetea con el glande, la suavidad de sus labios que aprisionan tod o el garrote, y cuando siento que la leche me llega, la madura vuelve a suspende

r sus juegos. Mita recarga amorosamente su cabeza en mi vientre, mi verga toca su boca, su len gua da ligeros toques a la punta, y alza la mirada y vuelve a hablar: "¿te gusta m i boca, bebé?, ¿sí?, es linda, pequeña, de toda mi cara es mi boca lo más hermoso, mis lab ios carnosos pero pequeños, bien formados es curioso, pero mi boca no se deforma pue do chupar una gran pinga y mi boca sigue estando hermosa mira", y endereza el cuer po para quedar de nuevo hincada en el cojín exhibiendo su rostro con un gesto cast o, me muestra su boca, bien delineada y pequeña, luego acerca la boca al pito, con la mano lo acerca a sus labios y los posa apenas en la punta, dispensándome un be so breve, para luego abrirlos y rodear la gorda cabeza, alza los ojos y sigue co miéndose mi pito, y sin dejar de verme su boca continúa tragándose el tronco duro, has ta que su nariz se rodea de vellos, luego regresa a la punta, la besa y me mira diciendo "¿ves?, mi boquita sigue igual de bella, no se hace fea, ni se deforma, v uelve a ser la casta e inocente boca de Mita, jo, jo, jo , eso no pasa con la puch a o con la colita; la conchita puede ser muy linda pero cuando la penetran se tr ansforma, se hincha, los labios se abren, escurre sus jugos, y al final se queda abierta, grosera, muy fea lo mismo pasa con el culito pero, bueno ya no te voy a t orturar bebé, ya estás por venir pero luego quiero que me hagas cositas sucias ¿sí?", y si n esperar respuesta vuelve a mamar el pito son ansia, con fuerza, tragándose todo el tronco, apretando la boca que succiona, así en un breve y eterno tormento, y no puedo más, mi cabeza se alza y mis ojos miran al techo donde algunas costras de y eso pardo parecen caerse en cualquier momento y me voy, eyaculo, mi semen es suc cionado y la boca de Mita sigue mamando, sólo escucho el chapaleo de esa boca que me está dejando seco. Cuando bajo a la calle, satisfecho y contento, una brisa nocturna parece refresc ar la noche del barrio y alejar los malos olores de las coladeras; todo luce sol itario y los escasos negocios parecen estar a punto de cerrar, en eso algunos ru idos guturales alteran la negrura y el silencio de la calle, es el "peleador cal lejero", un viejito loco y flaco y manco y harapiento, que blandiendo una botell a vacía de "Pet" amenaza a los monstruos nocturnos; le dicen el Peleador callejero , tal vez en referencia a una película gringa, y tal vez porque efectivamente por sus movimientos parece que lucha contra alguien descocido: va de aquí para allá con carreritas impetuosas, lanza puñetazos con su único brazo y sonríe por haber dado el g olpe certero y corre y vuelve a atacar, parece que nunca se cansa. Dicen en el b arrio que el brazo que le falta se lo cortó un ferrocarril cuando alguna noche se quedó dormido de borracho sobre las vías del tren; otros insisten en que el brazo se lo cortaron en un hospital porque lo tenía gangrenado; lo cierto es que el "pelea dor callejero" alguna vez fue el dueño de la mejor relojería del centro de la ciudad , arreglaba solamente relojes finos, muy finos, pero, siempre los pinches peros, cierto funcionario de gobierno le encargó arreglar el reloj de su amada y como el relojero al final quedó mal con el arreglo el pinche "funcionario" le pagó cortándole le brazo con una sierra eléctrica, de ahí a la locura sólo un paso. Y mientras le miento la madre a la pinche ciudad por permitir tantas mamadas, ve o que el viejito loco se aleja blandiendo con su brazo bueno su botella vacía de p lástico contra los monstruos nocturnos, luchando como lo hiciera aquel otro valien te que atacaba molinos. Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Tercera entrega XIII Peleas. Una noche llego tarde del trabajo y veo a Paty la tetona platicando con los vagos en la esquina, trae algo bajo el brazo que reconozco, mi libreta de ap untes; la chica sale a mi encuentro: "¡hola bebito!, te he andado buscando, pero c omo te haz vuelto muy importante nomás no te encuentro, que no te despegas de la v ieja esa loca, que no que hoy le tocó a la gorda de Ludy, no "bebito", así no se puede ten, aquí está tu cuaderno, ya pasé la materia, ¿eh?, gracias por los apuntes y dime "bebé" ¿cuándo me toca a mí?, ¿eh?", dice con una sonrisa cínica pintada en la cara, le quito la libreta de los brazos preguntándome cómo es que sabe que Mita me dice "bebé" o "bebit o".

--"Luego te busco", le digo para deshacerme de ella y camino hacia los chamacos que parecen esperarme y de reojo veo a Ludy parada junto a la tienda, no se que hacer: ir con mi "novia" o ver qué quieren los vagos; uno de ellos me dice: "¿qué, tú ta mbién?"; lo miro extrañado e insiste "si buey, ¿también te premió la Paty?"; sigo sin ente nder y otro trata de aclarar: "¡no te hagas!, si supimos que te cogiste a la Patri cia, esa vieja no es capaz de mantener el hocico cerrado, pues ¡aguas!, la gordita ya hizo un contagiadero de la chingada, trae una venérea bien cabrona, más de diez c ompas andan que no se la acaban con la gonorrea y con las inyecciones y ¡con lo ca ras que están las medicinas!, y dicen que hasta el director de tu escuela también sa lió afortunado" y los demás sueltan la ruidosa carcajada; sin decir nada muevo la ca beza, como para darles a entender que a mí gracias al cielo-- no me tocó "premio" y v oy hasta dónde está Ludivina; con los ojos inyectados de coraje me jala del brazo y a media cuadra me suelta: "¿quién es esa pinche vieja puta?, anda dime quién es, ¿qué tiene que ver contigo?, ¿te la andas cogiendo?, ¿verdad?, ¡eres un cabrón!, ¿no te importa que otros se la anden empinando?, ¿y yo contigo, qué?, ¡a mí las puras sobras!, ¿verdad?, ¿para que cuando tengas tiempo vengas a buscarme?, ¡qué poca madre!" y suelta el ruidoso l lanto. La dejo que gimotee un poco y luego, mirándola fijamente, le dijo: "mira Ludivina, esa pinche vieja puta se llama Patricia, es compañera de la escuela y le presté uno s apuntes para que hiciera un examen que reprobó, y no se si sea puta o no, a mi n o me ha dado las nalgas, ¿entiendes? miento, tratando de ser convincente--, y mira l a verdad ya me estás cansando con sus celos pendejos, ¿eh?, será mejor que pienses bie n en que sigamos como novios, ¡me tienes hasta la madre!". El comentario surtió su mág ico efecto: --"¿Entonces?... ¿ella y tú nada?... es que muchos hablan mal de ella y pensé ", dice limpiá dose los mocos con el pañuelo, ya calmada de su ataque. --"Pues no pienses ", le digo con aires de macho perdona vidas o como actor de pelíc ula de charros mexicanos. --"Perdona cariño es que luego me cuentan cosas de ti o te veo con alguien y no puedo aguantar los celos, que tú te vayas a meter con otra ", y vuelve a soltar el llanto lastimero, con algo de teatralidad. --"Mira, piensa lo que quieras y si te dicen algo de mí, pues ahí tú sabes", sigo con mi actitud pendenciera. --"Ya perdóname, corazón mío, es que a veces soy muy tonta pero tú eres todo para mi, te quiero mucho anda ya vamos a olvidar esto, ¿sí?, acompáñame a la casa", dice con esperanza , tratando de abrazarme. --"Mira, para empezar ya no llores, luego, deja de decir y pensar estupideces, ¿en tiendes?, además medita sobre nuestra relación, ¡y no tengo ganas de acompañarte a tú casa !", le sentencio. --"No , si ya no lloro, ¿ves?, y ¿qué tiene de malo que me acompañes?, casi no te veo te ex traño mucho y ahora con tu trabajo pues menos tienes tiempo , sólo quiero estar contigo , aunque sea unos minutos, ¿sí?", dice suplicante, aunque no creo nada de su actitud . Y caminamos por la calle medio oscura, ambos en silencio, al llegar frente a su casa veo a uno de sus hermanos que está fuera fumando "algo de olor raro" acompañado de otro que no conozco y le comento a Ludy: "mira, esa es una de las razones po r las que no te traigo hasta aquí: tus hermanos; se sienten superiores, como si a parte de sentirse dueños de ti, fueran dueños del mundo; me miran con desprecio, con superioridad, los muy cabrones, si no son más que albañiles, pero eso si, nomás me ven contigo y me lanzan sus pinches miradas retadoras, como queriendo pelea no les d igo nomás para evitarte dificultades", digo y me siento como un falso personaje de lucha libre. --"No papacito no te enojes y menos les digas nada mira ayer mi mamá habló con ellos no creas, pero mi madre te defiende, les dijo que tú eres un chico estudioso, que tr abaja para ayudar en los gastos de tu casa y que me quieres y me respetas que no e res como los chamacos de por aquí mi hermana que sabe de lo nuestro-- le echaba unos ojotes que no veas, pero se quedó callada, los otros nomás agacharon la cabeza bueno, los tres estaban medio borrachos y así no pueden decir ni pío, pues mi papá se los su ena que no veas!, ji, ji, ji, así que ya no te enojes, mira espérame tantito voy a dej ar el pan para la cena y salgo un ratito contigo, ¿sí?".

Medité un instante sobre la propuesta, pero no tenía ganas de fajar con Ludy, además m e sentía enojado con ella, bueno, creo que esto más bien fue un pretexto. Finalmente: "no mejor otro día, vengo cansado del trabajo, tengo cosas que hacer y pensar luego te veo", y vi la mirada triste de Ludy y su voz en igual tono: "¡ay Be to!, ¿cómo eres?, ya te pedí perdón por lo de hace rato, quiero estar contigo y que me be ses y hagas esas cosas que me haces, pero ¡creo que tú ya no me quieres!" y se metió a s u casa con sollozos fingidos. Mientras camino a la casa pienso que la situación entre Ludy y yo se va complicand o más y más; no se, me gusta la gordita, fajamos muy rico y cualquier día de estos le dejo ir la verga, pienso, pero a la vez siento que la chica se ha encariñado mucho conmigo y yo la quiero, pero no con locura y apasionamiento, como supongo debe ocurrir en una pareja; además está Mita que me da lo que quiero sin celarme, sin pre guntas, sin reproches, todo como una mutua entrega de placeres compartidos; pero a la vez pienso que lo que ambas me ofrecen tiene un precio, no se cual, pero q ue a final de cuentas tendré que pagar y no se cómo. Una cuadra antes de llegar al edificio, justo donde varios puestos ambulantes, a bandonados y metálicos, obstruyen la circulación y la calle carece de alumbrado públic o, entreveo una cara conocida, más bien un cuerpo conocido: Claudia La Borrega, seño ra que ya pasa de 40 y con cuerpo abundante por todos lados, que parece esperar algo o alguien. Segundos después un auto grande y blanco y con ruidosa canción de Lo s Alegres de Terán se detiene, varios tipos van en el interior, La Borrega se acer ca y apoyándose en una ventanilla abierta empieza a platicar con los sujetos adent ro, a los que parece conocer, momentos después la portezuela se abre y Claudia sub e al auto, al parecer hubo arreglo, el auto se va raudo con todo y canción rancher a, rechinando llantas sobre el pavimento. A Claudia, La Borrega, le dicen así por su cabello ensortijado en extremo y por la facilidad con la que cualquiera se la "monta". Ella se casó con un tipo, al parec er, insignificante, fabricante de maletas de hule, y tiene una hija que sigue lo s pasos de la madre: cuerpo abundante: chiches, nalgas, muslos llenos, y la mism a actitud cínica y provocadora. La Borrega tiene "padrote" de planta: un tipo que por una cantidad fija al mes administra a la señora para que "trabaje" la calle, h aciéndose cargo de los "pequeños inconvenientes" del trabajo, como cuidarla de la po licía. Por sus labores La Borrega recibe lo suficiente para darse sus gustos: maqu illajes, vestuario, zapatos y otros "gustitos", como joyería de "fantasía" y así, pues a la señora le gusta vestir bien, aunque sea con vestidos del mercado Mizcalco; l o curioso del caso es que el "cornudo" marido está al tanto de los arreglos de La Borrega, pero aparentan ser una "familia feliz". En fin que mientras medito sobre las obras y quehaceres de La Borrega choco con alguien; tropiezo y casi caigo sobre don James, más bien don Jaime, distinguido in tegrante del Escuadrón de la Muerte de la colonia, alcohólico al que no le quedan mu chas semanas para morir en medio del arroyo, como tantos y tantos otros. Don Jam es me alcanza a reconocer y suelta el "sablazo": "qué onda Beto, suelta unas moned as pa´la cruda", siento lástima y coraje y le aviento una moneda de a cinco y "ande don James, muérase a gusto". Cuando llego al departamento no encuentro a mi herman a, sólo un mensaje: "llego un poco tarde, te dejé la cena en la cocina", me voy a do rmir. XIV Mita: "llévame al baldío". Caminamos sobre Reforma, Mita me lleva de la mano, como s i fuera mi mamá, la tarde es fresca, ha llovido hace rato, mientras estábamos en el Castillo; luego recorrimos una enorme exposición de fotos antiguas, colocadas sobr e las añejas rejas de Chapultepec, pero ya vamos de regreso a la colonia, no se si tomaremos un camión suburbano o el metro, da igual, pienso. Más adelante nos sentam os en una banca y miramos a las parejas que pasan abrazadas, por lo general las chicas tienen aspecto de sirvientas en su día de descanso, los tipos pueden ser al bañiles o bien chamacos que "andan gateando", esto es, buscando gatas sirvientas-para fajar o llevárselas a un hotel, pienso divertido. Mita también observa a las parejas de enamorados, algunas muy jóvenes e inicia su re lato: "¿sabes?, de chica tenía una amiga, hija de una ex compañera de escuela de mi tía, la señora estaba casada y vivía en una enorme casa con jardín, y dos hijos: mi amiga y un chico un poco mayor. Me gustaba ir a esa casa, pues la chica tenía una enorme

colección de muñecas y juguetes y pasábamos horas jugando en el jardín, mientras mi tía y su amiga compartían sus chismes. En aquella época yo tendría once o doce años, mi cuerp o apenas estaba cambiando, ya tenía una ligera pelusita en la puchis, mi amiga tam bién andaba en esa transición, creo; su hermano, un poco más grande, ya casi era un ad olescente, a veces me miraba de una forma extraña que me hacia sentir nerviosa, no sabía interpretar entonces esas miradas, que luego supe eran de deseo sexual", dic e Mita. --"En una de esas visitas ocurrió lo mismo: el chico me miraba, parecía comerme con los ojos; en cierto momento lo vi caminar por el jardín hasta que desapareció entre unos grandes arbustos, mi amiga se había metido unos minutos a la casa y sin poder contener mi curiosidad caminé hacía donde estaba el chico; procuré no hacer ruido y l o encontré de espaldas, algo hacía pues su cuerpo se movía, tenía bajado un poco el pant alón, rodee un poco por el jardín y pude ver su rostro, parecía sufrir, sus gestos par ecían de dolor y movía su mano con rapidez; al acercarme descubrí que se frotaba el pa jarito, lo tenía muy crecido y un líquido blanquecino le escurría por el pájaro y le moj aba la mano, en cierto momento abrió los ojos y nos miramos sorprendidos, él detuvo sus movimientos y yo me quedé quieta, no se por qué le pregunté: ¿te duele mucho?; el ta rdo en contestar un ¡sí!, sofocado y sin dejar de mirarme siguió haciéndose la paja". La mujer me mira como buscando mis reacciones, la veo atento sintiendo que mi er ección crece, Mita continúa: "yo entonces no sabía que aquello se llamaba masturbación, y menos que los chicos de esa forma encontraban satisfacción a sus deseos sexuales , pero ver al hermano de mi amiga que se masturbaba me gustaba, creo que me gene raba excitación; de esa forma algunas veces cuando iba a esa casa, me miraba de la misma forma y yo lo seguía poco después para verlo hacerse la chaqueta, hasta que u na ocasión me pidió que me alzara el vestido y le enseñara la gatita, le pregunté ¿para qué? , pero sin contestar volvió a insistir en lo mismo y lo complací, pero sólo un momento , pues un temor repentino me invadió, sólo le enseñé parcialmente mi sexo, apenas peludi to y salí corriendo en busca de mi amiga, mientras, desesperado, se seguía frotando la pinga". --"Luego de aquello procuré no separarme de mi amiga cuando jugábamos en el jardín, pe ro cuando estaba sola pensaba en aquel chamaco, masturbándose, con su pito erecto, y me excitaba mucho, todavía no sabía jugar con mi puchis, además mi tía me lo tenía proh ibido, ¡ay bebé!, me excité contándote todo esto, mejor ya vámonos", y nos levantamos para caminar hasta la parada del camión, ahí Mita me pregunta: "¿y tú cómo descubriste la mast urbación?". Dudo en contestar, trato de recordar: "creo que empecé muy chico, como a los once años, más o menos, ya sentía una enorme curiosidad sexual, miraba a las mujeres de for ma muy insistente, y me acariciaba en el baño de la casa , mi excitación me hacía comete r muchas imprudencias espiaba a mis primas u otras chicas y me hacia intensas cha quetas pero sobre todo hubo alguien especial, una prima que fue mi principal fuen te de mi naciente erotismo: Amada". Dejamos pasar un camión que lanza una espesa nube de humo, a pesar de que se supon e de deben "regular" sus "emisiones contaminantes", Mita sigue atenta mis palabr as: "ella vivió un tiempo en mi casa, yo era pequeño, siete u ocho años; ella tendría ya doce o trece años y era un poco precoz pues ya tenía casi cuerpo de mujer, era muy linda; una de sus tareas era bañarme cada tercer día, a mi aquello me generaba mucha vergüenza, pero tenía que acatar la orden de mi madre. Una de esas ocasiones, mient ras Amada me bañaba tuve una erección, ella se dio cuenta y volteó a ver a otro lado, pero mientras me enjabonaba las piernas una de sus manos subió a mi entre pierna y me acarició el pene, puso jabón ahí y siguió lavando en ese lugar, luego sus dedos me f rotaron delicadamente, ya miraba mi erección mientras pelaba mi pajarito, varias v eces, luego me enjuagó, sin decir nada y terminó de bañarme. Varias veces hizo lo mism o: acariciarme el pito hasta ponerlo erecto, yo sentía algo extraño, como placer o a lgo así, al poco tiempo ella regresó a vivir a su casa y dejé de verla un tiempo", le cuento y sigo: --"Tiempo después descubrí la masturbación y pensaba en mi prima para excitarme. Luego se casó con un tipo que la maltrata, tiene tres hijos, y pese a ello sigue estand o muy hermosa; en ocasiones la he visto, en reuniones familiares; cuando nuestra s miradas se cruzan creo que ella recuerda nuestros juegos a la hora del baño, su rostro se sonroja y una leve sonrisa ilumina su rostro", Mita sigue mis palabras

y suspira, en eso llega el camión y subimos. Durante el trayecto vamos en silenci o y al llegar cerca del barrio Mita me pide en voz baja: "¿oye bebé?, quiero que me lleves al baldío, ¿sí?, hoy quiero jugar contigo como si fuéramos novios, ¿sí?". La propuesta parece atrevida, pues alguien puede reconocernos, sobre todo porque noto la ansiedad en la mujer, Mita anda excitada y nerviosa. Para nuestra fortu na la calle parece desierta, el escaso alumbrado público también nos ayuda a pasar d esapercibidos, cuando llegamos a la pared de ladrillos rojos --de lo que hace años se conocía como "la casa colorada" y siempre estuvo abandonada, hasta que empezar on a derrumbarla-- me percato de la respiración agitada de la argentina, se apoya en la pared y me jala para abrazarme, nuestras bocas inician los apasionados bes os y mientras refriega su cuerpo sobre el mío una de sus manos se afana en desabro char mi pantalón, cuando ya tiene mi verga erecta en la mano se sube un poco el ve stido y abre las piernas, con urgencia coloca el pito entre sus piernas haciendo a un lado su panty y se mantiene así, abierta parcialmente de piernas; me empiezo a mover sobre ella que gime sin soltar mi boca, trato de penetrarla pero ella r ecula y cuando encuentro la entrada de la vagina y presiono algo me impide entra r en ella, es como si Mita apretara la pucha para impedir la penetración, lo inten to varias veces y sólo logro aumentar la excitación de la mujer. --"¡Déjame entrar mamita!" le suplico; ella responde gimiendo: "no bebé, los novios no hacen eso, hacen cositas, pero sin penetrar, sigue así bebito lindo, que ya sient o que me viene", y vuelve a besarme y a mover su pelvis frotando la verga en su pucha caliente y babosa de jugos, seguimos así, yo tratando de meterle la verga, e lla jugando, frotándose la pepa sobre el garrote pero sin dejarme entrar, hasta qu e gime: "hummmm ¡bebé!, me viene, me viene, aaayy, bebito lindo, aaahhhh" y su pelvi s arremete contra la verga que juega sobre la raja de su sexo. Nos quedamos así, pegados unos momentos, luego Mita sin decir palabra desliza su c uerpo hasta quedar de rodillas en el piso, su boca busca mi verga y la empieza a mamar, mientras ella se traga la verga le acaricio el cabello y miro hacia la c alle, no pasa nadie; Mita sigue mamando, luego despega la boca de la verga y pre gunta amorosa: "¿quieres venir así o quieres en mis pompis?", no se que contestarle, sigue mamando un poco más, luego se levanta y me da la espalda, le alzo un poco e l vestido y le bajo su panty rosa de satén, mi verga se desliza entre sus nalgas g loriosas, va y viene entre sus nalgas, varias veces, primero lentamente, luego más rápido, mi excitación se hace insoportable, estoy por eyacular, ella lo sabe: "ponl o ahí, la cabecita ahí", dice entre gemidos y le apunto la verga en el ano, pero sin penetrar, o casi, pues cuando el semen escapa siento como si el culo se abriera un poco, sólo un poco, creo que le estoy echando los mocos en la cola, y me sigo viniendo, mis piernas parecen doblarse y ella se mantiene así, ofrecida, abandonad a, dejando que le eche los mocos sobre el culo, agitado respiro sobre su nuca y ella pasa sus brazos hacia atrás para repegarme más a ella, hasta que la verga deja de palpitar, musita: "¡ay bebé te vino mucho semen!, ¡una cantidad!, y tu palo sigue d uro, queriendo más guerra, ¡el bribón!, como si su mamacita no le hubiera dado ya de c omer", y gira lentamente el cuerpo, mientras intenta subirse el calzón, la detengo : "no, espera, quiero que me regales tu panty, ¿sí?". --"¡Ay bebé!, ¿mi panty?, ¿para que la quieres?, mmm, déjame lavarla, está muy sucia, de tus cosas y las mías, debe estar empapada de lechita, luego te la doy, ¿sí?", dice con vo z coqueta, ante mi negativa se quita el calzón y me lo entrega diciendo: "¿viste?... ahora voy a llegar a casa sin calzones, y escurriendo tus juguitos por mis pier nas, ¡qué locuras bebito!". Sobra decir que ambos estamos impregnados de olor a sexo . Caminamos hacia la banca, la encontramos disponible. "¿Sabes bebé?, así jugaba con mis novios, bueno no fueron muchos, pero de esa forma teníamos sexo, sin que me penet raran, eran muy insistentes, pero sólo los dejaba poner su palo en la puchis hasta que nos llegaba el orgasmo, otras veces lo hacía oral o se venían en mis pompis ", di ce apoyando su cabeza en mi hombro y suspirando. --"¿Todavía eras virgen?", me atrevo a preguntar. --"No, bebé, eso lo perdí muy joven". --"¿Quién fue?". --"¿Quién?, fue una tontería, como tantas veces ocurre, me desvirgaron muy joven, yo q uería saber qué era eso, trato de recordar y no creo haber sentido placer", dice mur

murando. --"¿Cuándo fue?", insisto. --"Te contaré algún día, bebé, sólo si tu me cuentas con quién lo hiciste tú por primera vez, ue con tu prima Amada?", pregunta presurosa. --"No nunca lo hice con ella, al menos hasta ahora, no se si ocurra pero bueno fue otra persona luego te cuento", y nos levantamos, al llegar a la calle Mita me bes a la mejilla y se va oliendo a semen. XV Encuentros inesperados I. Si hay algo que me enfurece es que mi hermana haga de mí un "mandadero", ir a traer o comprar cosas. No comprendo como es que a mis 16 año s ella insiste en mandarme a comprar el mandado a San Juan. Y es que no le basta con darme la lista de compras y el dinero, haciendo caso omiso de mi coraje, si no que "vas a visitar a tía Chucha, le preguntas cómo está, como está el tío, y no vayas c on esa cara de funeral ¿eh?, saludas a todos, ¡ah!, no dejes de ir a visitar a tu pa drino Carlos, le das mis saludos". Y allá voy encabronado, con las bolsas de hule enrolladas bajo el brazo, tratando de evadir a los vagos que ya saben a dónde voy. Y es que no sólo es ir a comprar cos as al mercado y llegar con las bolsas llenas, sino que visitar a la tía implica ve r a los antipáticos de mis primos, sobre todo Chencho, que se cree millonario, y e s déspota, prepotente, se cree dueño del mundo, y sus hijos son igual de creídos, esa familia controla el mercado de carnes de ese lugar, de ahí su riqueza. De mis tíos no tengo queja, pues como somos parte de la familia "pobre", la tía Chuc ha me carga de cosas: "llévale esto a tu hermana" y toma esto y esto, ante mi vergüe nza, porque su desprendimiento aumenta sin querer mi miseria, la clara convicción de nuestra situación, sin salida, sin opción: la miseria en pocas palabras. Sobre el padrino Carlos ni hablar, desde chiquillo iba a su tienda, llena siempre de cos as sorprendentes, los envases de vidrio llenos de chocolates: "conejitos", "exótic as", "balones de rompope", mil y una figuras sorprendentes y de sabores indescri ptibles; el señor al notar mi sorpresa siempre decía: "toma lo que quieras, anda, co me lo que quieras", salía de ahí con la panza llena de chocolates y un tesoro: una h ermosa moneda de cinco pesos, la enorme cantidad que me duraba para gastar toda la semana. Ahora sigue siendo igual de amable, aunque ya no "atraco" los frascos de los chocolates ni me da cinco pesos. Una de esas ocasiones iba ya cargando las dos bolsas llenas de "mandado" y regal os de tía Chucha, con rumbo a la parada del camión, cuando al doblar la esquina choc o con alguien, una mujer embarazada; luego de la torpeza la reconozco, es Yola, Yolanda, mi amor imposible en la secundaria, todavía con su largo pelo sedoso y ru bio, su tez blanca, sus mejillas encendidas y sus tetas llenas y paradas, pero co n un embarazo de siete ocho meses. Ambos avergonzados, evitando las miradas, pero ante lo inevitable: "¡hola!, ¿cómo estás? , ¿bien?, ¿te casaste?", le pregunto; ella: "nnnnnno, este bueno si ¿y tú qué tal?"; luego mano que apenas toca la mía en señal de saludo-despedida y nos vamos, cada quien po r su lado, llenos de pena: yo por andar de "mandadero", ella por su vientre prom inente, ¿casada?, claro que no, por acá las chicas quedan panzonas antes de los 15, o más o menos Y así voy, cargando más de 25 kilos de "madres" y recordando los reiterados "desdene s" de Yola y mi enamoramiento y su sonrisa coqueta , su bien planchado uniforme, su falda arriba de la rodilla, sus muslos llenos y su culo parado, como desafiando la gravedad, y sus chiches abundantes, que parecían conos perfectos, erectos apun tando siempre al frente, como pegados a su cuerpo con "cola loca", pues nunca se balanceaban, y ella caminando derechita, luciendo su belleza y yo con mi timidez y mi loco y desesperado amor de secundaria, mientras ella aceptaba hacerse novi a de alguno de mis compañeros de salón, ignorándome, como si yo no existiera. No se por qué, pero de repente me siento satisfecho, como si en el balance hubiera yo salido ganador: ella "panzona", yo "mandadero"; como reprochándole su desliz, como diciéndole "mírate tú, embarazada de quien sabe quien, cuando antes me desprecias te", y me llega un repentino sentimiento de pudor o pena ajena, y así subo al camión atestado con mis bolsas de mandado. Mientras el camión desvencijado avanza dando tumbos por los hoyos de la avenida si ento tristeza por Yola y su embarazo, la recuerdo tan linda, tan hermosa que pien

so que merecía algo mejor que ser madre soltera, condenada a la marginación, a que a lgún rufián la haga su amante y la llene de hijos y se ponga fea y panzona y triste, pero al mismo tiempo confirmo que a fin de cuentas la vida de esa chica es como la de muchos, yo incluido: tratar de sobrevivir a esta pinche miseria.

Comentarios: Recuerdos del barrio Cuarta entrega XVI Una mañana. Aquella parecía una mañana como cualquier otra. A las cinco y media me lev anté y encendí la radio, como siempre a esa hora radio Capital inicia su programación con la misma canción: "Demasiado tarde", de Carol King. En media hora tenía que bañarm e y vestirme para salir corriendo rumbo a la escuela, y mientras el agua tibia c ae escucho la música y la pinga se me para y pienso en Mita, se me ocurre una chaq ueta y sólo me lavo bien la verga pensando "¿pajas?, ¿para qué?, si lo que me sobran son panochas"; y ya cuando me ponía pantalón y camisa me pareció escuchar el tronido de v arios disparos o algo así, no le di importancia, en este rumbo las balaceras son a lgo natural. Un rato después, ya de camino a la parada del camión, junto a la gasoli nería, ví una aglomeración rodeando un pequeño auto, un VW blanco y destartalado, me ace rqué un poco y don James, tambaleando de borracho, me informa: "es el Chorizos, le ajustaron las cuentas, iba en el carrito, despacio, entrando a la gasolinería cua ndo dos tipos con pistola se le acercaron, le vaciaron los cargadores quedó casi de sfigurado ". --"¿El Chorizos?, ¿no que estaba en la cárcel?", le pregunto. --"Tiene pocos días que salió, ¡quién sabe como le hizo!, tenía sentencia de 40 años, pa´sabe pero salió, andaba escondido, pero alguien supo y mando a cobrarle la cuenta, ya debía muchas ¿o no?". Luego de darle tres pesos pa´la cruda me despido de don Jaime; ya en el camión recue rdo algo del mentado Chorizos, maloso como ninguno, primero robaba bolsas a las señoras, luego asaltaba a conductores de carros, de ahí a meterse a las casas a roba r sólo había un paso y lo dio, luego se metió a secuestrador y para aprender el "negoc io" secuestró a su propio hermano, en aquel entonces hasta sus propios familiares le tenían miedo, por eso cuando se aparecía mejor le mandaban dinero para tenerlo co ntento y que no se acercara a la familia, hasta que la policía decidió que ya había da do mucha "lata" y lo metieron a la cárcel y ahí estuvo, hasta que bueno de alguna form a salió de la cárcel y terminó su vida dentro de ese carro seguramente robado--, los ch orros de sangre salpicando todo, los cristales rotos a balazos, varios disparos en plena cara destrozada, el ojo bueno parecía mirar con sorpresa a su atacante. ¿Qu ién lo mandó matar?, seguro alguno de sus antiguos secuestrados o algún familiar de cu alquiera de sus víctimas. Cuando llego a la escuela la encuentro cerrada, los "porros" tomaron el plantel, ya se viene la elección de la "sociedad de alumnos" y quieren estar dentro a como dé lugar, para ello presionan "suspendiendo las clases". Así pasa cada año, por eso y a nadie vota por la nueva mesa directiva, la "suciedad de alumnos" siempre queda en manos de los "porros", golpeadores al servicio de las autoridades de la escu ela para mantener la tranquilidad dentro y fuera de ella, becas económicas, alimen ticias y demás beneficios siempre son para los mentados porros entre otros la conce sión de la cafetería que además de tortas apestosas, expende cigarros "especiales"--, malditos abusadores que además extorsionan a los estudiantes so pena de golpearlos , por ello nunca andamos solos, entramos o salimos en grupos de tres o cuatro, p ero hay de aquel tonto que llegué o salga solo de la escuela, seguro le quitan has ta los tenis con el pretexto de que "tiene que cooperar para la causa". Como sea logré investigar que el "paro de clases" durará varios días y que mi próximo ho rario de clases incluye algunas materias por la tarde, lo que seguro pondrá fin a mi trabajo con el "mueblero" español, si no logró hacer algunos cambios, pero eso se rá hasta que los "porros" dejen la escuela. Sin más regreso al barrio. Ya cuando voy en el camión pienso que tal vez este sea uno de esos días en que las calamidades se acumulan, llegan en cadena, una tras otra, sólo espero que a mi no me toqué, pienso . Es medio día cuando camino por las calles de la colonia, me parece extraño llegar ta

n temprano a mis dominios, en eso descubro un grupo de gente frente al edificio de Mita, el corazón se acelera y me acerco, no, no se trata de algo relacionado co n ella, más bien con otras gentes, los haitianos, inmigrantes ilegales que llegaro n hace años y ahí están arrumbados en el viejo edificio. Minutos después me entero del a lboroto: "que mataron a la Morena; que estaba en su casa y que unos tipos se met ieron a sacarla a la fuerza; que eran tres, que no, que cuatro; que su familia n ada pudo hacer y que ya en la escalera la acabaron de tres balazos; que se quedó t irada boca abajo sobre los apolillados escalones, escurriendo sangre y que no lle vaba calzones". Intento saber algo de Mita y "llegó de trabajar temprano, por cierto te anda busca ndo", me dice una vecina. De la "Morena" poco hay que decir: apareció aquí siendo un a chiquilla junto con sus padres y una retahíla de chamacos, llegó de "mojada" y sin papeles a estos rumbos, siempre escondiéndose de los agentes de Migración; ella era la mayor de los hermanos, siempre pobres y mal comidos; y que recuerde siempre se le conoció como la Morena, aunque era negra hasta donde no hay más, con el pelo c respo en exceso y tan flaca que daba lástima; luego ocurrió el milagro: la Morena cr eció y su cuerpo se llenó de curvas, antes de cumplir los 15 era de las chicas con m ejor cuerpo de la colonia y supo sacarle provecho. Tal vez fue la necesidad o el hambre lo que orilló a la Morena a utilizar mejor su cuerpo, antes de meterse al baldío con algún vago para aplacar las ganas aprendió a c obrar, si, se hizo prostituta; empezó en el barrio de la Merced y de ahí a "Las Gran des Ligas": salones privados y lujosos en Las Lomas o por ahí, eso supe. En poco t iempo hasta los vagos le tenían respeto, era ya una joven señora fina y bien arregla da, eso si, siempre vivió en ese edificio en ruinas cuando pudo cambiar de aires, hasta que bueno algo le salió mal o se metió con la persona equivocada y ahora tienen difunta en esa familia de negros. Muy mal final para una chica tan hermosa que a sus 25 26 años quizá era todo el futuro para su familia. Mal día, me digo. Ya en la casa las calamidades siguen en escalada, digo. Nomás entro mi hermana me reta: "¡óyeme cabroncito!, ¿qué chingaos andabas haciendo en la casa de doña Esther?, ¡si, c abrón!, ¿qué asuntos tienes con esa señora, eh?, te vieron a ti y al Ruperto cuando entr aban ahí, y no te hagas el tonto, no sabes ni dónde te metes ¡pendejo!, a ver dime ¿qué ha cías ahí?, ¡si te metes ahí vas a terminar con la pinga podrida!, ¡cabrón!"; como pude traté e explicarle que fui a acompañar al Chuperto a entregar algo y eso fue todo, que n o entramos a la casa, no me cree, por supuesto; y sigue con sus preguntas y sigo tratando de explicarle hasta que le grito y me grita y nos gritamos; total que no tengo alternativa, me voy a la calle, cuando azoto la puerta escucho su llant o. Bajo a la calle y no se que hacer, es temprano, voy a la tienda y encuentro dos "invitaciones" a velorios: el del Chorizos y el de la Morena, "el del Choris est ará mejor, la familia tiene lana, seguro habrá pomo", me dice Javier el Burro; me at revo a preguntarle "¿qué onda con doña Teté?"; "no güey, no me la acabo, es buena onda y s uelta la lana, pero quiere a toda hora y no nomás ella, sino sus amigas no chingues ¡si no soy semental!, le entras y luego no te sueltan", dice resignado; por cierto a Javier le dicen El Burro porque según los vagos de la calle se carga un miembro de proporciones descomunales, según. En eso llega Ruperto con otra invitación: "Teté está organizando una fiesta, y estás inv itado, me encargó que te avisara "; no lo dejo terminar: "pues fíjate buey que ya hubo pedo, alguien le contó a mi hermana que fuimos a su casa y hace rato tuve pleito con ella, así que a la chingada con tu fiesta". --"¿No te imaginas quien fue con el chisme?... la Vicky, inseparable amiga de tu h ermana, ¿qué como lo sé?, pues nada, la Vicky y doña Teté son inseparables, como "uña y mugr e", ¿cómo ves?, seguro algo le comentó Teté y ella fue corriendo con tu hermana ". Dejo al Chuperto con sus explicaciones y me encamino a la mueblería, tengo que hab lar con el español, hijo de su , para decirle que con el horario de la escuela algun os días no voy a poder ir a trabajar, que trataré de arreglar el horario, pero no ha y nada seguro. El pinche refugiado me mira fijamente entre la espesa nube de hum o de su habano y: --"¡Joder!, ahora que te necesito me vienes con esa monserga, ¿por qué mejor no te cor ro de una buena vez?, ¿eh?, ¿eso quieres?". No se que decirle al recabrón gachupín y sigue: "¿te corro o no te corro?, mira no se

para que te digo esto pero bueno me voy a ausentar unos días de la mueblería, ¿entiende s?, mi esposa va a venir a hacerse cargo de la caja y de cobrar, pero tú tienes qu e ayudarla, ella esta tullida, paralítica, ¿entiendes?, el chofer la va a traer, y e n la tarde la lleva a la casa, pero tú tienes que ayudarla con los cobros de los v ecinos morosos, y en lo que se ofrezca, los otros holgazanes que hagan el resto, ¿entiendes?, te voy a dar un poco de más dinero, pero no me vengas con que la escue la y esos embustes, ¿quedó claro?, arregla tus cosas y ya, si no ya sabes ¡a la calle! ", y se va con todo y nube de humo apestoso, manoteando. Me dan ganas de mandarl o mucho a la chingada con todo y su mísero trabajo. Ya de regreso le cuento mis penas al Ruper, que adopta una pose de "sabelotodo" y explica: --"¿No se te hace raro que maten al Chorizos y el pinche gachupín se desaparezca?, ¿no ?, pues nada que tu patrón fue "cliente" de ese pinche secuestrador, dicen que él ayu dó a que lo entambaran; mientras pudo el Chorizos le sacó un chingo de lana, ahora l o matan y el español anda que se zurra del miedo de que lo puedan relacionar con l a muerte de ese cabrón, ¿a verdad?, si tu amigo el Ruper se las sabe de todas todas" . No se si creer o no en lo dicho por mi amigo, pero el razonamiento parece convin cente, pienso; en eso alguien sale de la tienda, Mita llevando una bolsa de pan, no se por qué pero con solo verla siento que se desata mi excitación, viene hacia m i con la lujuria pintada en el rostro y luego de darme un beso en la mejilla me dice, sin importarle que esté el Ruper presente: "necesito verte bebé, te espero en casa, no tardes" y se va meneando las caderas; "ni modo mano, hay que cumplir", dice el Chuperto. XVII Cosas de bananas. Me siento indeciso entre ir o no a casa de Mita, sobre todo po r el pleito con mi hermana, pero mi excitación es mayor que la prudencia, además de que tengo cosas que preguntarle. Ya entro como por mi casa en el edificio de Mit a, de hecho los vecinos ya me conocen, además hay mucha gente ahí por lo de la muert e de La Morena. Cuando entro a la sala del departamento de Carmen la noto ansios a en extremo y me suelta: "¡ay bebé!, ¿qué crees que me pasó?, en el camión un tipo se paró f ente a mi, yo iba sentada y él tenía una gran erección, me puse nerviosa, no podía dejar de ver el bulto de su pantalón y el descarado ese casi ponía su cosa dura frente a mis ojos, no se cómo pude aguantar las ganas de darle una cachetada, viejo sucio, descarado, lo peor del caso es cuando llegué aquí fui al baño y traía empapada la panty, ay bebé mira", y se baja el pantalón para mostrar la mancha húmeda en su pantaleta y el conocido olor de su sexo excitado. --"Tienes que hacer algo bebito lindo, ¡no aguanto las ganas!", y sin más se quita e l pantalón junto con su panty de algodón y se recuesta en el sofá mostrándome su feminid ad hinchada, los vellos pegosteados de líquido y el intenso olor que me pega en pl eno rostro, levanta ambas piernas hacia el techo y las abre en compás. No es la pr imera vez que le mamo la pucha a Mita, pero cada que lo hago parece que acabo de descubrir su sexo: la raja regordeta, los labios plegados, inocentes, inofensiv os, los internos diminutos y rosados, los vellos escasos, largos y rebeldes; per o luego de los primeros lengüetazos la pucha se transforma, la raja crece y se hin cha, se abre, los labios internos quedan expuestos, todo como una enorme grieta jugosa y tibia, que se contrae en espasmos en el momento del orgasmo. Y mientras titilo con la lengua el clítoris que se yergue erecto deslizo un dedo e ntre sus nalgas para acariciar el apretado conjunto de pliegues, Mita gime y sus pira, su pelvis de levanta, sube y baja, los pies alzados parecen emprender una huida vana, agitados, peleando con el aire; refriega su sexo en mi cara próxima al orgasmo, que cuando este llega todo su cuerpo vibra y se agita, mientras grita ruidosa: "sí, bebé, ¡ay, me vengo, me llega!, ¡ayyy, aaaaaahhhh!", y siento en mi boca y en el dedo que deslizo en el culo los deliciosos espasmos, y me separo un poco para presenciar el espectáculo de Mita viniéndose: las contracciones de su panocha y de su culo y sus gemidos; vuelvo a atacar su clítoris y protesta: "ya bebé, ya no, dame vergi, quiero tu miembro y toda tu leche en puchis, anda bebito lindo!". Y exige: "¡quiero como los perritos!, bebé, quiero ser tu perrita cogelona, anda chi quito lindo, dame tu verga, la quiero, ¡cógeme como perra!", grita y se pone en cuat ro patas sobre el sillón. Momentos después la penetro y nos quedamos quietos, siento

que su pucha aprieta el pito y así nos quedamos, es curioso pero Mita es capaz de alcanzar de esa forma el orgasmo, contrayendo su vagina en deliciosos espasmos, y no tarda mucho en volver a gritar su placer, y me muevo contra ella, aferro m is manos en sus carnosas nalgas y golpeo su cuerpo, penetrando una y otra vez, m i verga entra y sale lustrosa de jugos mientras ella se sigue viniendo, el pito chapalea en su vagina pero sigo con las arremetidas hasta que por fin le doy mi leche y su pepa vuelve a contraerse una y otra vez, en sincronía con los chorros d e mocos que le llenan la panocha, ahora floja. Intento separarme pero me agarra de las nalgas y me aprieta la verga con la vagi na diciendo: "no bebé, no te separes, quédate así, dentro mío, quiero sentirte así todo mío" y suspira y beso su espalda, chupo esa piel tersa, y acaricio su pelo castaño y e lla sigue suspirando, empiezo a moverme de nueva cuenta, pero ahora lentamente, sacando y metiendo el pito al ritmo de sus gemidos hasta que Mita se agita y gri ta de placer. Minutos después me suelta y al sacar la verga miro la desmesurada gr ieta en que se convirtió su inocente pucha, la raja hinchada y abierta, los chorro s de leche gotean viscosos sobre el sofá y escurren por sus piernas, me entretengo grabando en mi mente esa lujuriosa visión pero ella me descubre: "ay bebé, ¿qué miras?, mi puchis está fea así, luego de fornicar se pone horrible, tan abierta, tan hincha da, así no me gusta, anda quítate, déjame ir al baño a limpiarme tu leche y traer una to alla para que te limpies tú, ¡mira cuanta lechita embarró mi sillón!, ay bebé qué locuras", y se va dando coquetos brinquitos hasta su cuarto. Cuando regresa, desnuda, lujuriosa, me comenta: "¡qué forma de fornicar bebito!, no supe cuantos orgasmos alcancé o si fue uno solo, pero largo, ¡inmenso!, ¡largísimo!, si fue así, tal vez fue el orgasmo más largo de la historia, jo, jo, jo, --su risita ap enada ", y me mira para añadir: "pero tú querías preguntarme algo ¿no?". No se cómo empezar, medito unos segundos y: "oye mamita ¿tú te masturbas?"; un ligero tono rojizo pinta sus mejillas y sonríe coqueta: "últimamente casi no pero ¿por qué quiere s saber?, ¡ay bebé, indiscreto! hummm, si, de hecho si antes de conocerte si, aunque tr ataba de contener las ganas alguna noche me despertaba agitaba y ansiosa me acaric iaba un poquito la puchis y ya, el orgasmo me llegaba casi de inmediato, luego p odía dormir tranquila; es curioso pero había temporadas en que el deseo casi desapare cía, eso me preocupaba, luego de repente me entraban ganas todos los días y bueno me h acía la pajita, luego te conocí, descubrí tus descaradas miradas sobre mis nalgas y a v eces pensando en ti me metía el dedito en puchis para gozarte pero ¿por qué quieres sabe r?". --"Es que ¿y todas las chicas se lo hacen?", pregunto mirando al suelo, con pena fi ngida. --"Mira bebito no se que sepas pero creo, casi estoy segura, que todas jóvenes o viej as, casadas o solteras, viudas o divorciadas todas se hacen o se han hecho chaque titas eso es obvio y no sabes la cantidad de mujeres casadas que se masturban uy can tidad..., mira te cuento tengo una hermana, tiene años que no la veo la última vez que estuve en su casa me comentaba que su marido y ella tenían meses de no hacerlo y que bueno se compró una de esas cosas vibradores y de esa forma tenía sexo porque mi cuña o había perdido todo el interés en ella, años antes mis amigas del liceo todavía éramos una chiquillas y las maloras "se mataban a pajas", jo, jo, jo, como decían ellas hummm, ya te conté de mi tía en fin, y bueno en eso de la masturbación las mujeres podemos tene r una imaginación terrible vemos pingas por todos lados, jo, jo, jo, y utilizamos l o que tenemos más a mano, ¿me entiendes?"; niego con la cabeza y añade: --"¡Qué locuras!... hace años cuando vivía con mi padre, viudo y pensionado ya era una chi ca hermosa y con muchos pretendientes a los que no hacía caso ¿sabes por qué?... porque tiempo atrás me había hecho de mi amante personal , jo, jo, jo, resulta que una tarde mientras tomaba un baño de tina me dieron ganas de hacerme una pajita y cuando esta ba más excitada noté que mis dedos no eran suficientes, metía y sacaba dos de puchis, que estaba ya un poquito abierta y pensé necesito algo más sólido duro y tuve una idea re entina, alcé los ojos y toparon con mi cepillo para el pelo la idea tomó forma cuando lo tuve en la mano era mi cepillo favorito de cerdas de hule rígidas, muy cómodo pero lo atractivo lo hallé en el mango, de madera, largo, su contorno era redondo, más de lgado en la punta y más grueso en la parte media quizá era algo perverso, anormal, pe ro la idea me puso más excitada y me cogí al cepillito hummm bebé tuve varios orgasmos en cadena metiendo y sacando de puchis el cepillito cuando terminé me sentía avergonzada

pero satisfecha luego pese a mi vergüenza terminaba por ceder a mi lujuria y volvía a meterme el cepillo me hice experta lo hacía en todas las posiciones y variantes co n mi rico cepillito por higiene le colocaba un condón antes de usarlo, pero por una larga temporada no necesité de los servicios de un novio para tener un orgasmo o v arios , ¡ay bebé qué locuras hacía tu mamacita!". Guarda silencio mostrándome su rostro sonrojado y añade: "años después tuve un novio al que quise mucho, pero no vivía en la ciudad, sino en provincia; cuando no podíamos v ernos teníamos largas conversaciones por teléfono, que se convertían en excitantes ses iones de sexo telefónico en una de esas conversaciones me propuso que me masturbara con una banana, ¡una banana!, jo, jo, jo, ¡yo metiéndome una banana en la pucha!... jo, jo, jo, por supuesto me negué no acepté su atrevida proposición, pero la idea ya no se apartó de mi cabeza un sábado que tenía que ir a la oficina a revisar unos documentos pasé por un expendio de frutas, afuera estaba una enorme caja de bananas ya no pude resistir regresé y compré dos manzanas y dos ¡bananas!..., jo, jo, jo, compre las manza nas para disimular sentía que el señor de la tienda descubriría mis intenciones si sólo c ompraba plátanos, jo, jo, jo, bueno ya en la oficina, que estaba sola, pues ese día no hay empleados no podía contener las ansias de experimentar eso y lo hice con una ba nana fue algo grandioso, jo, jo, jo, por el intenso placer y por el tamaño de la ba nana que me metí en la pucha jo, jo, jo, al principio tenía miedo de lastimar a puchis pero ya había descubierto que la puchita es muy flexible y pues primero me acaricié c on la manita sobre mi clit empecé a excitarme luego puse la punta de la banana y con ojo atento empecé a presionar, a jugar a meter la banana, mi excitación creció y antes de que te lo cuento ¡ya tenía toda la banana dentro!, era fascinante y jugué con la ban ana, dentro fuera, dentro fuera, una y otra vez, más rápido aún y el orgasmo llegó, inesp erado, intenso, toda temblaba yo sobre el sillón del privado, y yo dale que dale a la banana, removiéndola dentro de puchis, dale que dale a la banana, a los lados, hacía arriba, buscando mi punto G , dale que dale a la banana llegó otro orgasmo y lue go otro ¡ay bebé, cuánto placer!, algún día quiero hacerlo de nuevo ¡que tú me veas jugando la banana!" y Mita se levanta para abrazarme y comerme a besos, se ha excitado d e nueva cuenta pero se ya es tarde, así las cosas me contento con acariciarle la p ucha con los dedos de una mano, frotando la raja mojada y abierta, una y otra ve z, mientras ella gime y disfruta, casi metiéndole la mano entera en la panocha has ta que se viene y entre besos apasionados y mojados y calientes nos despedimos. Ya rumbo a mi casa recuerdo lo dicho por Mita, que me confirma algunas cosas sob re la masturbación femenina. XVIII Encuentros inesperados II. Un comentario de mi hermana me había puesto a la defens iva, y ya esperaba la sentencia: "el sábado hay boda en casa de tía Chucha y me vas a acompañar ¿eh niñito? Y no salgas con pretextos", así las cosas me resigné a ir a la fie sta con los ricos de la familia, algunos de cuyos miembros me caían directo en el hígado. Tuve que controlar mi mal genio y tolerar a los parientes "pesados" y más o menos lo logré, pues cuando estaba por iniciar el baile Verónica me empezó a rondar, e lla era igual que su padre, presumida, pedante, sintiéndose superior, pero se había puesto bastante buena con sus 15 años, sobre todo porque vestía con ropa cara y eleg ante, eso aumentaba su fresca belleza. Varias veces traté de esquivarla, pero ella, necia, volvía a encontrarme para platic ar babosadas: que sus amigas, que su último viaje al extranjero cuando yo lo más lejo s que he llegado es a Chiconcuac, pensé--, que su novio tenía un carro último modelo y cosas así. Entonces, cuando los novios iban a bailar el vals de bodas, Vero propuso subir a un balcón para observar mejor el baile, la seguí más a fuerzas que de ganas, ahí medité c omo cambian las cosas: la chiquilla, antes escuálida y peinada con unas horribles trenzas, el rostro lleno de pecas, ahora estaba linda, sus senos ya le abultaban el torso y por atrás el nalgatorio le alzaba el vestido azul de raso. Cuando subi mos al balcón lo encontramos vacío, algunas macetas con plantas y unas sillas metálica s, nos apoyamos en el pasamanos del balcón, ella mirando con atención hacia la pista de baile, comentando tonterías la gente expectante rodeando a la "feliz pareja"--, en cierto momento me acerqué a ella y con un lento movimiento le pasé el brazo en t orno a la cintura, ella siguió mirando hacia abajo donde ya bailaba la pareja de e namorados, la atraje un poco y ella cedió sin decir nada, pero cuando mi mano atre

vida bajo de la cintura hasta sus nalgas, rauda detuvo mis avances diciendo: "¡no, no seas tentón!", quise volver a tocarle las nalgas y su mano detuvo la mía, "¡no sea s necio, deja, no toques!", ya no insistí. Cuando el vals terminó me encaminé a la escalera pero la chiquilla me detuvo: "¿ya te vas?, espera"; me acerqué y añadió: "a ver dime por qué me querías agarrar el trasero, esa s cosas no se hacen, y menos entre primos, ¡no seas incestuoso niñito tentón!, dime ¿por qué querías agarrarme ahí?". --"Tienes muy bonito cuerpo y pensé ", dije fingiendo. --"¿Qué yo también quería?", preguntó con su mirada fija en mi, para luego tomarme de la m ano y llevarme a la parte oscura del balcón, "¿qué no ves que alguien desde abajo nos puede ver?". Quedamos casi cubiertos por las plantas frondosas y ahí se quedó quieta , dejando que me acercara, luego giró el cuerpo y sus manos llevaron las mías a sus nalgas, se las toqué sobre el vestido, luego las metí debajo para palpar los globos carnosos aprisionados por las medias y cuando le intentaba bajar las medias y el calzón me detuvo: "no, ya te dejé que me tortearas", y se bajo el vestido, me besó li geramente en la boca y se fue escaleras abajo para perderse entre las parejas qu e bailaban. Cuando bajé alguien me salió al paso, Luz o Luchita, otra prima más o menos de mi edad-, a quien en alguna otra fiesta también le agarré las nalgas. Luchita también en cort o tiempo se había puesto bastante buena y según las lenguas de "doble filo" era bast ante ligerita de "cascos". Total que pese a mi negativa tuve que bailar una cumbia con la prima. Y con la r idiculez pintada en el rostro traté de coordinar mis pasos con la música, me maldigo por no haber aprendido nunca a bailar, pese a los reiterados intentos de las pr imas; luego de la cumbia pusieron una "calmadita" y Luz no me dejó ir: "espera Bet ito, esta en más fácil, ¿ves?, así, suavecito, un pasito para acá, otro para allá, ¿ves?" y l prima pegando su cuerpo al mío, sus tetas untadas en mi pecho y de pronto la verg a se empezó a parar, intento poner distancia pero ella se opone: "¡tonto!, ¡se te está p arando la pinga!, ¡Ay Beto eres tremendo!", dice Luchita a mi oído sin soltarme, y a sí seguimos hasta que terminó la canción, y cuando vamos a una mesa agrega: "¿recuerdas que una vez dejé que me agarraras las caderas?, ¡ay Beto sigues igual de loco!", per o no suelta mi mano, más bien evadimos la multitud para salir de la casa, la calle está atestada de carros estacionados y poca luz, pienso que algo interesante va a pasar con la prima, lo confirmo minutos después, cuando ella a jalones se baja la s pantimedias y el calzón, me da la espalda mientras se apoya sobre el cofre de un Ford; no necesito mayor invitación: le alzo el vestido y cuando la verga busca ya la abertura de su sexo desde atrás, entre sus nalgas--, Luchita pone las reglas: " no te vengas rápido, tárdate todo lo que quieras pero no termines dentro, si quieres lo pones en el otro agujerito y ahí terminas, ¿sí, primito?"; entonces veo la perfect a curvatura de sus nalgas firmes, su espalda en arco y su cabellera negra, abajo siento sobre el pito la aspereza de sus vellos abundantes y la jugosa suavidad de su pepa abierta. Minutos después la prima gemía de placer, próxima ya al orgasmo, mientras le taladraba la panocha ardiente y jugosa una y otra vez, luego los gemidos se hicieron grit os, más cuando la hice venir por segunda vez, la pucha de la prima se sentía apretad a, no mucho, pero ella se movía muy rico, reculando cuando le metía la verga; removi endo las nalgas pegada mi, en una sincronía que parecía que Luchita tenía ya bastante experiencia o bien era algo así como un don natural, no pude precisarlo en ese mom ento, pues sentí que estaba por eyacular, y recordando las "instrucciones" de la p rima le saqué la verga para ponérsela en el culo, pero ella volvió a darme "clases": " espera Betito ponlo ahí si ahí, sostenlo si así ahora déjame a mi yo me abro solita h . así despacio sí hummm, ¡Betito!, ¡está muy grueso tu palo!... hummm, sigue así más ¡y si mi culito es todo tuyo", y Luchita se abandona a mis arremetidas furiosas, vio lentas; mi verga parece entrar en un viscoso agujero caliente; y sus nalgas brin can, y ella gime, y le saco la verga y la vuelvo a meter, una y otra vez, y ella suspira agitada, y yo que la castigo con el pito, con furia, le golpeo con furi a el nalgatorio, y mi garrote entra y sale, entra y sale, hasta que la leche sal e impetuosa, un largo y sostenido chorro, luego palpitaciones pausadas y más leche , hasta que agotado caigo sobre ella que suspira y musita: "¡Ay Beto, qué rico me cu leaste!, ¿quién te enseño?, ¿eh?, ¡travieso!".

--"¿Y a ti, quién te enseñó?, ¿quién te estrenó?, estás muy chamaquita para saber coger tan b ", le reto. --"Bueno ¿vas a ser mi novio o mi confesor?", pregunta a su vez en tono serio. --"¿Tu novio?, ¿estás loca o qué?", le contesto igual. --"Si papacito, vas a ser mi novio y mi "arrempujador" y mi "culeador", todo lo q ue quieras", y suspira. --"¡Estás bien pinche loca!, ¡vieja cabrona y cogelona!, en lugar de 18 pareces de 30, mamacita", le digo mientras me arreglo la ropa. Y mientras Luchita se sube los calzones y las medias me mira fijamente y suelta: "mira cabroncito quien me haya estrenado, eso a ti no te importa además no estoy ta n "corrida", cómo crees, ¿eh?... por lo demás piensa lo que quieras pero tú ya se sabe ent re la familia que te estás convirtiendo en el "garañón" de la colonia donde vives que t e coges a una vieja argentina que tienes novia y que ya la estrenaste y que coges con otras cosas así tu hermana anda medio preocupada así que para que no te vayas a mete r en problemas ¿por qué no desquitas tus ganas conmigo?, yo me cuido y me puedes coge r cuando quieras y como quieras, ¿cómo ves?", dice entornando los ojos. --"¡Pues veo que estás bien pinche loca!, eso veo y no creas todo lo que oyes, ¿entiend es?", le grito y la dejo acomodándose las medias para meterme de nuevo a la fiesta , voy directo al bar y pido, casi exijo, una cerveza, que un mesero solícito me en trega en el acto. En eso llegó mi hermana: "oye Beto, ¿dónde te metes?. ¿eh?, ¿ya cenaste?, ¿no verdad?, anda ven, vamos a la mesa, te voy a servir". Cuando estaba por terminar de comer llegó Verónica y repite: "oye Beto, ¿dónde te metes?, ¿eh?, ¿ya cenaste?, ¿si?, oye me acompañas a a casa, mi padre me mandó por unas botellas, es aquí cerca, no nos tardamos nada, ¿sí?"; acepté porque supuse que la chiquilla quería algo. Total que la acompañé. Nunca había estado en esa casa, lujosa sí, pero con el mal gusto de las personas ignorantes que creen que con tener dinero, tienen cultura o educ ación, una casa al más puro estilo "Art Nacó". Colocamos varias botellas de alcohol en bolsas de plástico y ya cuando nos íbamos Vero me preguntó: "¿todavía tienes curiosidad d e tocarme?, ¿sí?, bueno pero nomás poquito" y me dio la espalda sin esperar mi respues ta; levanté su vestido y parcialmente le bajé las medias y el calzón, la prima se dejó a cariciar las nalgas, las tenía bastante firmes y suaves, pero cuando intentaba met er más abajo la mano Vero me detenía, por fin se enderezó y acomodándose la ropa me pidió: "ahora tú debes hacer algo por mi, quisiera tocar tu "pollito", ¿sí?"; entonces recor dé lo ocurrido con Luchita y le sugerí: "si lo quieres tocar, antes déjame ir al baño, ¿sí?" , y corrí a lavarme la verga. Mientras aplico suficiente jabón y agua en mi pene, me dio erecto, pienso en las primas y en otras mujeres, confirmo que todas andan co n las mismas ganas de coger, y obtienen lo que desean tomando lo que tienen más a la mano; Luchita, Vero, Ludy, Paty, la miss Ana, Mita, doña Teté, todas tratando de aplacar el demonio de la carne, pienso. Cuando abro la puerta de baño algo me sorprende: Vero ahí, junto a la puerta, casi l a golpee al abrir, quiero salir pero ella se opone: "no, aquí, enséñamelo aquí", con su voz sofocada y temblorosa; me abro el pantalón y me saco el miembro, que ya está ere cto; Vero baja la mirada y como dudando lleva la mano hasta el tronco, sus dedos lo rodean y me acaricia suavemente sin dejar de mirar la verga; me acerco más a e lla, ambos parados nos acariciamos, mi mano se mete bajo su vestido y noto que y a no lleva medias, subo la mano hasta su entrepierna y me sorprendo al descubrir que tampoco lleva pantys, y mis dedos juegan con sus vellos y con la viscosa ra ja de su pepa; Vero sigue frotando el pito y yo le meto el dedo en la pucha, ell a protesta: "no, no lo metas, soy virgen, sólo por afuerita, así, sólo así", pero mi ded o ya juega en la entrada de su pucha, la carne rodea mis dedos que se contagian de babas calientes, y sigo metiendo el dedo, entra todo, y juego con su pucha ca liente, comprendo que ahí no hay ninguna virginidad, Vero insiste: "no, no lo meta s, soy virgen, ya no, no, hummm", momentos después tiene un orgasmo que la hace su spirar, sus piernas se doblan, tengo que sostenerla, hasta que termina de gemir, siempre insistiendo: "no, no lo metas, soy virgen, ¡ay Beto!, ¿qué hiciste?, hummm". Cuando terminamos insistió en su virginidad, no le dije nada, pero pidió: "por favor , no se lo digas a nadie, que nadie sepa que me hiciste esas cosas horribles, ¿sí?, júralo", se lo juré, nos besamos y regresamos a la fiesta, al entrar vi que Luchita me miraba como preguntando algo como "¿te la cogiste?, ¿sí?", no le hice caso. Ya cuan

do mi hermana y yo nos íbamos me alcanzó Vero: "¿cuándo nos vemos?"; "yo te busco ¿sí?", y n os despedimos con un beso en la mejilla, ante la mirada sorprendida de mi herman a que menea la cabeza, como desaprobando aquello. Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Quinta entrega XIX El retorno del Wafles. Aquella noche regresaba del trabajo en la mueblería. El mue blero seguía ausente y tal vez sin querer me hice el empleado indispensable de la señora esposa del español. Una mujer joven aún, paralítica desde hacía 10 años, pero bella y sin hijos. Para variar se llamaba Carmen Mita se llama María del Carmen--; doña Carm en era diferente que su pinche marido, pues al hacer cobros a domicilio y llegar con dinero al negocio, la doña siempre me daba una comisión, "yo no soy igual de mi serable que mi marido" y me entregaba unos billetes; en pocos días me gané su confia nza y ya le urgía que aprendiera a manejar su carro para que yo la llevara a su ca sa por las noches, luego de cerrar la mueblería; en ocasiones toma una siesta, la llevo en su silla de ruedas hasta el privado y ahí la dejo no sin antes recibir in strucciones: "hazte cargo de la caja, y no dejes acercar a nadie ahí, ¿entiendes?, m e despiertas a las seis, para ver mi telenovela"; otras veces me compartía sus ant ojos: "se me antojó un chocolatito caliente con leche y unos churros, vete por dos órdenes y dos tazas de chocolate, yo invito". Eso rememoro cuando me acerqué a la tienda y escuché un estruendo de música norteña, pro cedía de una camioneta pick up, grande, de modelo reciente, sin placas, de claro o rigen extranjero; pasos adelante descubro a los vagos el Moco, el Chuperto, el Bu rro, el Tupi y otros--, algunos dentro de la camioneta, otros fuera, todos con b otellas de cerveza en la mano, y un personaje conocido, "el Wafles", Víctor, que s eguro acaba de regresar de los EU, pues allá trabaja de mojado y por lo que se ve le ha ido muy bien. Nos saludamos afectuosos, un abrazo fuerte palmeando las espaldas, me ofrece una cerveza y acepto. Me entero que acaba de llegar y que trae dólares, la camioneta, regalos para la familia y "unas armitas, a ver si las vendo", dice alegre el Wa fles, que debe su apodo a la viruela que le dejó el rostro marcado, la piel del ro stro parece el empedrado de una calle. Andará por los 25 y siempre fue un muchacho trabajador y empeñoso, su único defecto fue haberse casado con Teresa, chamaca marr ullera que embarcó al Víctor con un embarazo de seis meses cuando se casó con él, pese a ello el Wafles se hizo cargo del bebé, que resultó niña; luego le hizo dos hijos suyo s a la Tere, durante el tiempo que trabajó aquí siempre fue chofer y por temporadas trabajó para doña María, una de las "riquillas" de la colonia de muy mala fama, por cie rto--, hasta que se hartó y se fue de "mojado". Quizá el festejo con los vagos sea para celebrar su regreso o porque se enteró que su mujer está embarazada por cuarta vez y éste no es hijo suyo al menos que Teresa lo ha ya concebido por inseminación artificial o algo parecido. Al menos parece contento y por supuesto los chicos evitan cualquier comentario respecto a su familia, pu es la maldita Tere se anduvo cogiendo a medio barrio mientras él, allá lejos, trabaj aba para mandarle dinero a ella y a sus hijos. Cosas del destino. Una cerveza después Víctor me pregunta: "oye chamaquito, tú que eres el estudioso del rumbo ¿puedo preguntarte algo?... como están las cosas por aquí con lo que pasa con Tere con los empleos mal pagados ¿crees que sea buena idea que me quede en México"; mi res puesta es inmediata: "mira, si allá estás mejor que aquí pues mejor vete ¿no?". --"Tienes razón carnalito tómate otra chela a mi salud", y me entrega otra botella. Media hora después me enfrento con mi hermana que descubre mi aliento alcohólico: "¡mi ra nada más cómo vienes!, ¡el niñito ya se emborracha!, ¿dónde estuviste?, ¿eh, chamaco cabró ¿con quién?", trato de ser condescendiente y le explicó lo del Wafles y las chelas, e so la tranquiliza y me deja en paz. Coincide conmigo en que hubiera sido mejor q ue Víctor no regresara. Al día siguiente me entero del fin de la fiesta del Wafles, en voz del Moco: "mira lo llevamos a su casa, ya iba bien pedo, guardamos la camioneta y lo dejamos en su camita, la Tere nos echaba tremendos ojotes, y ya, nos fuimos, hoy nos enter amos que de madrugada el Víctor se paró a buscar una cerveza para la cruda y como no

había sacó la troca y se fue a la calle, fue a buscar un expendio abierto, que los hay, ya sabes, y pues, nada ahí se encontró con el buey que embarazó a la Tere, el Ranu lfo, el Rana; me contaron que no le dijo nada, ni reclamó ni nada, compró las cervez as y regresó a la pick up, sacó una pistola y regresó para meterle tres balazos al Ran a, así, tranquilo y sin decirle nada, luego se fue en la camioneta y nadie lo ha v isto, al tipo lo están velando y hoy lo entierran, la Tere anda bien asustada, tie ne miedo de que el Wafles vaya a buscarla y la mate también, ¡son chingaderas!". Coi ncido con él. Por la tarde voy a trabajar y me cruzo con Ludy: "¡hola papacito!, ¿nos vemos hoy en la noche?, ¿sí?", nos besamos a la carrera y le digo que tal vez, a lo mejor, depen diendo si no salgo tarde. Ya en la mueblería doña Carmen me manda a hacer varios cob ros y otros encargos, regreso como a las siete de la noche, los empleados me esp eran para que haga cuentas con la señora, el chofer la lleve a su casa y podamos t odos irnos a las nuestras. La doña debe estar viendo telenovelas en el privado, pienso; llego a la oficina y entro, la señora, recostada sobre el sofá ve la tv distraída, me mira y ordena: "dile a los otros que cierren, que vamos a hacer cuentas tú y yo mientras llega el chofe r para llevarme a la casa, avísales y regresas", en tono que intenta ser indiferen te. Cuando terminamos de cerrar, dejando sólo la puerta de salida abierta, regresó p ara avisarle y empezar a hacer cuentas, pero: "deja el dinero en mi bolsa, mañana checamos y anotamos los pagos, ¿sí?, ve a esperar al chofer afuera, déjame aquí un rato, ¿sí?", noto cierta ansiedad en su voz y algo extraño en su mirada. Minutos más tarde la curiosidad me hizo regresar y espiar por la cortina de la oficina, la actitud d e doña Carmen había despertado dudas en mi; no fue difícil hallar una rendija para ver el interior, ahí estaba la señora recostada sobre el sofá, su cabeza recargada sobre el descansa brazos del sillón, una expresión de placer iluminaba su lindo rostro, más abajo su mano derecha se agitaba bajo su vestido negro y aseñorado, me sorprendí al comprender que la señora se estaba masturbando, apenado regresé a esperar al chofer y cuando éste llegó no tuve más remedio que ir a interrumpir a la doña en su sesión mastur batoria; al entrar a la oficina noté un ligero olor a sexo, la encontré ya enderezad a y apoyada sobre el respaldo del sillón, su rostro tenía un leve tono rojizo, la ay udé a subir a su silla de ruedas y cuando ya estaba en su silla descubrí sobre el si llón una gruesa vela de cera, de color rojo y con la punta redondeada, al verla doña Carmen exclama presurosa: "¡dame eso, inmediatamente, por favor!" y la guardó dentr o de su bolso de cuero con cara apenada, había descubierto el "juguetito" de doña Ca rmen. Si, la señora se masturbaba con una vela; mientras la llevo en su silla de r uedas hasta el auto noto cierta sustancia pegajosa en mi mano y el olor a sexo f emenino, guardé silencio, la doña siguió con el rostro sonrojado. XX Quien busca encuentra. Siempre lo supuse, sólo eso. Pensaba que era algo natural e n todas las chicas, sobre todo en aquellas que no tenían pareja o no estaban casad as. Eso suponía de mi hermana, el amor filial siempre evitó que pensara en ella de f orma morbosa. Al paso de los años ese lazo de cariño y amor fraterno se hizo más fuert e, por ello me parecía una cosa normal encontrar en el bote del baño, envueltas en b astante papel higiénico, las toallas sanitarias que utilizaba cuando tenía su period o, era normal, pensaba. Pero nunca tuve la idea clara de que ella también se mastu rbaba, ni lo pensaba, posiblemente sólo lo suponía; y jamás me atreví, por morbo, a espi arla para verla desnuda, sólo suponía que ella se hacía chaquetitas. Hasta que ocurrió a quello. Era de madrugada cuando me despertó una pesadilla, más bien un sueño extraño y contradic torio, me levanté a orinar al baño y al regresar a mi cuarto me pareció escuchar un le ve quejido, algo como "aaahhh"; agucé el oído y de nuevo escuché el "aaaahhhh", seguid o de un "mmmmm", lento y apagado. Regresé sobre mis pasos hasta la puerta de la re cámara de mi hermana, que estaba apenas emparejada, del interior procedían los gemid os y el sonido de una respiración agitada, "¿mi hermana?, ¿ella se masturba?", pensé y la sola idea me llenó de vergüenza, cuando iba rumbo a mi cuarto, tratando de no hacer ruido, los gemidos aumentaron de volumen, tal vez estaba teniendo un orgasmo, p ensé y de nuevo sentí vergüenza y más cuando descubrí que tenía una erección. Ya en mi cama no pude conciliar el sueño, por eso me quedé dormido ya casi de mañana y llegué tarde a la escuela.

Días después investigué con Mita sobre la masturbación femenina y sus palabras: "creo, c asi estoy segura, que todas jóvenes o viejas, casadas o solteras, viudas o divorcia das todas se hacen o se han hecho chaquetitas ". También Ludy me había comentado algo a l respecto: "¡ay cariño!, cuando pasan días y no te veo me entra una calentura que para qué te cuento, me despierto a media noche con unas ganas terribles de estar conti go y me entran ganas de acariciarme la cosita pero como duermo en el cuarto de mis papás no puedo hacer nada voy al baño, que está fuera de la casa y me toco tantito pensan do en ti "; luego está lo que descubrí con la esposa del mueblero. Lo anterior sirvió para justificar a mi hermana, era algo normal, me repetía. Días des pués, ayudé en casa con el aseo, y en el cuarto de ella encontré algunas cosas que me confirmaron sus actividades nocturnas, al principio me sorprendí, pero recordando a Mita: "las mujeres podemos tener una imaginación terrible" en cuestiones masturb atorias, caí en cuenta que mi hermana utilizaba el tubo de acondicionador para el pelo, ¿que cómo lo deduje?, porque encontré el tubo en su recámara, en el cajón de su buró q ue hallé abierto, y porque tenía un condón puesto, en otras palabras ella le ponía el con dón al tubo de gel para masturbarse de esa forma. No era un tubo grande ni muy gru eso, digamos tamaño mediano, de superficie redonda, la tapa curva, cóncava y la supe rficie liza. Pese a la erección traté de seguir con mis quehaceres. También me pregunté si ella había descubierto que yo me masturbaba, no tanto ahora, si no hace tiempo en que las ganas eran irrefrenables y me hacía pajas a todas horas. Creo que sí, ella lo descubrió, creo, no estoy tan seguro. Aunque en ocasiones deja ba los calzones embarrados de semen y ella era quien lavaba la ropa sucia, segur o se dio cuenta, o cuando dejaba las sábanas manchadas. Últimamente no tanto. Tal ve z por ello mi hermana intuye que me ando cogiendo a Mita o a Ludy, y ya no neces ito de chaquetas. Pero ella tal vez sí, sobre todo porque no le conozco novio, eso creo. Una tarde tuve la confirmación. Llegó Vicky, su amiga inseparable, que a mi me cae e n el hígado, sobre todo porque intuyo que su amistad no es sincera, pero bueno allá mi hermana y su amiga. Como siempre la gordita estuvo hablando de sexo: que se a ndaba cogiendo a tal y a tal, que a veces se hacía chaquetas, hasta que: "oye, no lo haz intentado con un plátano?", le preguntó: "¡estás loca!, ¿cómo con un plátano?, ¿yo?, ¡ ca!", contestó; "pues si, ¿qué tiene de malo?, ¿a poco no utilizas juguetitos?, ¡no te cre o!, ¿a poco puro dedo?"; creo que mi hermana se sonrojó apenada, porque la Vicky: "¡ah , verdad!, ¿qué te metes?, anda dime, ¿qué tiene de malo?"; y desde mi cuarto vi que mi hermana se levantó del sillón, fue al baño y trajo el tubo del gel en la mano, se lo m ostró a la gorda amiga y ella, en tono sorprendido: "¡ay mana!, ¡pero si es perfecto!, nunca se me había ocurrido, mira, ni chico ni grande, el tamaño y la forma perfecto s, y ¿cada cuándo?", preguntó; "¡ya deja de hablar babosadas!, además no soy tan caliente c omo tú lo hago digamos de vez en cuando cuando se me acumulan las ganitas". Así pues, ta mbién mi hermana; sigo pensando que es algo normal. Como para completar el cuadro de las actividades sexuales de mi hermana, cierta vez me encargó de la tienda un rastrillo desechable, no se me hizo raro, las chica s se depilan las axilas, es normal; lo raro ocurrió cuando encontré el rastrillo en el baño y tenía varios vellos públicos adheridos, o sea, mi hermana se depilaba la el sex o, ¿para qué?, me pregunté, no lo sabía o no podía imaginarlo, o si, pero ¿mi hermana tiene sexo con alguien?, ¿con quién? La respuesta la obtuve al día siguiente; llegué temprano del trabajo y hallé el departamento silencioso, fui al baño a orinar y encontré la pue rta entre cerrada, el apagado ruido del agua de la regadera me indicó que dentro e staba ella bañándose; no se si fue curiosidad o morbosidad, o ambas cosas, por la ab ertura atisbé la mirada: mi hermana saliendo de la regadera secándose el cabello con la toalla blanca, sus pechos firmes, los pezones erectos, su vientre plano y más abajo, una tira de vellos recortados arriba de la raja que carecía de vello alguno , los labios expuestos, cerrados, un poco morenos, pero sin un solo pelo, impres ionado me alejé y nervioso me senté en el sillón y encendí la tv; ella salió minutos después enfundada en la toalla blanca: "¡ay!, no te escuché llegar, ¿ya tienes rato aquí?", no esperó respuesta, se fue casi corriendo a su recámara. No entendía por qué se había bañado a esa hora, cuando salió vestida y arreglada para salir me aclaró: "voy a ir al cine con Vicky, ¿eh?, te dejé tu cena en la cocina, no llego muy noche", y salió tomando su bolso. Me quedé rumiando la duda: mi hermana de verdad iría al cine con su amiga o sa ldría con alguna otra persona, quizá, no lo supe, pero bueno, es normal, me dije, sin

tiendo celos. XXI ¿Ludy, aprende a mamar? Una noche estaba yo un poco desencantado. Fui a buscar a M ita y tardó en llegar y cuando la veo cruzar la avenida me sonríe y ya frente a mi d ice: "hoy no bebé, es que no puedo, no se si entiendas pero yo bueno a veces me baja l a regla. Hay meses que desaparece y de pronto ahí está importunando hoy en la mañana me desperté toda mojada, la cama hecha un asco perdona bebé ¿sí?, dos o tres días nomás, ¿sí?, busco" y a modo de despedida me besa la mejilla y se va dejándome con mi excitación, Sin más voy a buscar a Ludy a su casa, sale su hermana y me mira como retándome y s in esperar a que le pregunte, se asoma por la puerta entreabierta y dice en voz alta: "¡gorda!, aquí te busca éste" y sin dejar de verme con recelo camina por la banq ueta, en eso sale Ludy, me ve y descubro que ya no está enojada: "¡hola mi amor!, ¿cómo estás?" y me da un beso rápido en la boca, le pregunto si puede salir; "¿ahorita?, ay, no se si me dejen, ya es un poco tarde, mejor mañana, ¿sí?"; insisto y se mete a su c asa a pedir permiso, alcanzo a oír a su madre: "diez minutos, ¿eh Ludivina?, diez mi nutos". Vamos al baldío e intentamos un faje rápido, recargado en una pared empiezo a besar a la gordita mientras le acaricio las chiches encima de la blusa, ella responde a los besos y su mano derecha frota encima de mi pantalón, donde ya abulta mi erec ción, seguimos con las bocas pegadas y Ludy ya logró sacar mi verga del pantalón y aca ricia el tronco con suavidad, mi mano le aprieta la chiche izquierda por encima del brasiere, en eso separa la boca para decir: "ay cariño, hoy estás más excitado que nunca, mira, te siento muy caliente y tu pajarito está muy crecido y grueso, ay ca riño, qué grande se te puso, ¿quieres terminar con mi manita?"; una inesperada idea me llega: "no, mamacita, quisiera que lo besaras ¿sí?". Ludy guarda silencio unos segundos mientras me sigue frotando la verga, luego se decide a hablar: "¿quieres sexo oral?, ¡ay no!, no se hacer eso pienso que me daría as co no sabría qué hacer, y aquí es peligroso, podría pasar alguien y vernos . mejor con mi m ano, ¿si, cariño?"; no le contesto. --"¡Ay papacito, se te ocurre cada idea! de verdad ¡no se cómo hacer eso!, además, si eyac ulas en mi boca ¡ay no, que asco!, no insistas, por favor, mejor otro día, déjame pensar lo, ¿sí?", dice Ludy; sigo sin contestar; "pero ¿qué hago?, tú me dices cómo , pero nomás ta , ¿sí?, y no termines en mi boquita, por favor, ¿sí?", y se inclina un poco, le digo que se ponga de rodillas frente a mi, un poco renuente obedece y cuando acerca su c ara a mi entrepierna dice en voz baja "pero no me veas siento pena", no le contes to, siento su boca que besa la punta, dos o tres veces, luego abre los labios y siento la calidez de su boca que rodea el glande, vuelve a besar la punta y a me terse el glande dos o tres veces, se saca el pito y pregunta: "¿así?, ¿lo hago bien?, tú me dices, ¿eh?", le acaricio el pelo y le meto la pinga un poco, y siento que la gordita empieza a chupar el pito metido hasta la mitad, me siento en la gloria, y Ludy mamando, apretando los labios sobre el glande y chupando deliciosamente, en eso se saca la verga y dice "sabe a chis, huele a chis, no termines así ¿eh?, en mi boca no ¿eh?". Vuelve a mamar y pienso: "para ser su primera mamada lo hace bastantes bien" y el la sigue chupando verga, veo su cara que se acerca y se aleja, el pito entra y s ale lustroso de su saliva, conforme pasan las chupadas siento que Ludy perfeccio na su técnica: su mano agarrando el garrote por la base, los labios rodeando el lo mo de la verga succionando, su lengua que titila el glande, demasiada iniciativa para una mamadora amateur, me digo; y ella suspira mientras chupa el garrote, g ira el rostro cuando se mete el palo, titila con la lengua, siento que ella tamb ién disfruta de la mamada y cuando siento que me llega el semen, ella se quita de inmediato, rodea con su mano mi verga y me acaricia suavemente con la lengua en la punta, mi semen sale pausadamente y le empapa la mano que ella mueve, frotand o, apretando, hasta que los mocos dejan de salir, al terminar Ludy se limpia la mano con su pañuelo y dice: "huele mucho, no puedo llegar así a la casa, todos se va n a dar cuenta de que huelo a semen, me tengo que lavar las manos", vamos a la t ienda y pedimos permiso al dueño para que se lave las manos, nos mira inquisitivo y acepta. Mientras caminamos agarrados de las manos rumbo a su casa Ludy platica: "¿sabes ca riño?... ¿quieres saber una cosa?... siempre quise saber cómo era eso del sexo oral es

que bueno mi hermana ¿guardarás el secreto?... bueno es que ya sabes, mi hermana está cas da, pero su marido es un patán cuando llega borracho termina de pleito con mi herma na en uno de esos pleitos escuché que le reclamaba ser tan mamona al principio no enten dí hasta que caí en cuenta que se refería a que ella le chupaba el miembro eso me asustó a pensé que mi hermana fuera capaz de eso , cierta noche regresaba del baño y escuché ruid os en su recámara, era mi cuñado que le decía cosas como "sigue mamando, así, te gusta sig e, más, todo, cómete todo el pito" y los ví por la ventana que estaba abierta mi santurro na hermana pegada del pene de su marido tenía una expresión de intenso placer lo hacía po r placer una y otra vez metiéndose todo el palote de ese tipo horrible ¡ay!... nunca lo pensé de mi hermana hasta se embarraba el semen en la cara y lamía y chupaba, ¡ay!, un a cosa horrible luego pensé en eso, creo que hacer esas cosas feas le causaban much o placer a mi hermana, no se, pero creo que si, por eso tenía curiosidad de que me pidieras una cosa así chuparte el pito ahora se que es una cosa normal y muy rica ¡papa ito lindo!", y me da un beso de lengua que sabe a chis y a algo amargo. Sólo sonreí por el secreto compartido. Cuando la llevo a su casa me comenta: "sentí muy rico al hacerte eso, cariño, pensé que me daría asco, pero me gusto hacerlo, me excité mucho, cariño mío", nos besamos frente a su casa, me atrevo a preguntar "¿cuándo lo hacemos otra vez?", sonríe con picardía y d ejo que se meta. XXII Época de exámenes. Reviso mi boleta de calificaciones y todo parece ir bien, o casi todo. Tengo tres materias exentas, quizá cuatro con química, haciendo cuentas la sal vo y un gran problema: física, pero vayamos por partes: la maestra de química es casi un genio, pero tiene una gran falla, no sabía dar clase y media hora después de exp licaciones incomprensibles y monótonas muchos alumnos dormíamos la siesta, hasta que cierto día se hartó de alumnos dormidos en su clase y nos corrió: "¡largo de aquí!, ¡no los quiero volver a ver en mi clase!". Me costó trabajo, pero logré que me volviera a a ceptar en su materia. Ella empezó a cambiar, haciendo más interesante su clase con e jemplos y ensayos, y yo puse mi parte, me hice participativo, cumplía con sus tare as, iba al pizarrón a resolver problemas y las calificaciones empezaron a mejorar, por ello pensaba que obtendría el exento en su materia, sumando y dividiendo saca ría poco más de ocho, pero, bueno siempre hay peros, tenía fama de ser un alumno incon forme, poco tolerante, a veces irritante con los maestros, muy crítico y a veces b urlón, casi siempre solitario, pero que participaba de las "travesuras" que hacíamos en los pasillos. En la última clase, justo cuando empezarían los exámenes la profesora Martha, al final de clase anunció: "bueno jovencitos, vamos a revisar los promedios para averiguar si alguno de ustedes está exento del examen, a ver quién crea tener buen promedio a lce la mano y veremos sus calificaciones parciales", y así fueron desfilando los " cerebritos" del salón, al final me atreví a levantar la mano, la maestra me miró son s orpresa diciendo: "¿tú, Alberto?, ¿crees alcanzar el promedio?", los demás soltaron la c arcajada, pero ella diligente revisó sus listas de calificaciones, una vez, dos ve ces, tres veces y al final: "pues si, Alberto, es de no creerse, pero estás exento , felicidades", mis compañeros guardaron silencio y yo me sentí feliz. El caso de física era diferente. De hecho esa materia, junto con matemáticas y química , era el "coco" de los alumnos, no sólo por su dificultad, sino por el terrible ma estro que teníamos, un ingeniero gordo y bajo de estatura, moreno hasta casi parec er negro, al que bautizamos con el apodo de "El Apagón" --por su ausencia de "blan cura"--, quien se deleitaba, sonriendo con sorna, cada vez que entregaba calific aciones: "fulano 2.3; perengano 3.5; aquel 1.9; ese otro 4.2" y así, raro era aque l que sacaba un seis salvador, y que era considerado un genio, y de esos había poc os. Y yo era uno más de los condenados al examen final, con pocas esperanzas de sa lvarla. Por más que estudiaba y trataba de memorizar la enorme cantidad de fórmulas, definic iones y procedimientos, al final seguía sin entender nada o casi nada. Ante la ame nazadora perspectiva de reprobar recordé algo que alguna vez me dijo mi cuñado, mari do de mi hermana mayor que vivía desde hacía años muy lejos: "mira, cuando las condici ones de la materia se conviertan en algo insalvable, trata de pasar el examen co mo sea, a como de lugar, ¿entiendes?, ¡a como de lugar!, pero debes pasar el obstáculo ", de ahí surgió la idea de hacer trampa, utilizar un "acordeón", un diminuto papel do

blado en forma de acordeón donde, con letra pequeñita pero clara, se anotaban los da tos principales o fórmulas del examen, para utilizarlo en caso de extrema dificult an en plena prueba, y lo hice luego de largas y tormentosas horas, hasta que que dó listo, era un magnífico "acordeón". La fecha de la prueba de física llegó y yo nervioso con mi acordeón dentro de la manga de la camisa. Ya en el salón el asistente distribuyó las bancas, dejando una vacía en tre cada dos alumnos, para evitar que nos copiáramos, yo al fondo del salón, en un r incón. Luego repartieron el fólder con el examen y entró el temible "Apagón": "a ver jove ncitos vamos a ver , a ver " y nos empezó a cambiar de lugar, hasta que me descubrió: "a v er tú , ¿qué haces allá al fondo?, vente para acá, al frente, quiero tenerte aquí cerquita de mi, hazme ese favor". Y allá voy, rumbo al cadalso, tomé el fólder con la prueba dentr o y con el "acordeón" que ya había colocado entre las hojas, me levanto y "¡maldición!" mu sito cuando algo cae al suelo, quedo paralizado, sin saber que hacer, el silenci o invade el salón y luego la voz del profesor maldito: "¿qué es eso?, ¿eh Alberto?, ¿qué tra es ahí?, ¿qué se te cayó?, ¡mira nada más!, otro tonto que me quiere ver la cara de tonto, ¿e ?, a ver, vamos a ver , vente para acá con todo y acordeón, ¿si?, anda, hazme ese favor" , la burla pintada en su negra cara. Cuando tomo asiento llevo mi trampa en la mano, me siento condenado a reprobar y el "Apagón": "mira chiquillo tonto, hoy vengo de buen humor, voy a hacer una exce pción contigo, ¿sabes qué calificación tiene quien hace trampas en el examen?, ¡cero!, tie ne cero de calificación, pero como estoy de buen humor, vamos a hacer un trato tú y yo: contestas la prueba, utilizando si quieres el acordeón, pero yo sólo puedo poner te una de dos calificaciones: cero o diez, ¿entiendes?, si tu examen es perfecto t ienes diez, de lo contrario reprobarás con cero, cualquiera de las dos opciones es humillante, ¿verdad?, si sacas diez, yo me sentiría humillado; pero si sacas cero, el humillado serías tú, que dices ¿aceptas?", no tenía yo otra opción, no dije nada. Y el martirio inició, todos en silencio empezamos a contestar la prueba; conforme fui contestando las preguntas y problemas, mi temor fue desapareciendo para dar lugar a una profunda sorpresa: ¡no tenía necesidad de usar el acordeón!, lo guardé en el bolsillo procurando que el profesor me viera y seguí atacando una pregunta y lueg o otra, siempre revisando cada respuesta una y otra vez, revisando las fórmulas y cifras de cada problema, me sentía seguro, como nunca antes, con cierta rabia o en ojo, ¡tenía que chingarme al Apagón!, me decía, al final repasé todo el examen y según yo, m is respuestas eran correctas y entregué el examen contestado junto con el acordeón a nte la fiera mirada del "Apagón". Cuando todo terminó los compañeros me consolaban pal meando mi espalda, creían de antemano que había reprobado con cero. Al día siguiente tuve una maravillosa sorpresa. Sobre el tablero de anuncios estab an las listas de calificaciones de los exámenes del día anterior, los alumnos nervio sos buscaban su número de matrícula, su nombre y la calificación obtenida, por sobre l os hombros de los demás busqué mi nombre y la calificación de física: ¡diez!, si, diez, ¡por todos los santos! si es que hay alguno, me dije-- ¡le había sacado un diez al Apagón! Mi incredulidad se contagió, quienes me rodeaban veían la cifra mágica: diez, y me mir aban sorprendidos. Los comentarios surgieron espontáneos: "¿diez?, ¿cómo que diez?", "así quién no, con acordeón", "uso acordeón, el Apagón le dio chance", "que lo uso", "no lo u so, yo lo vi", "qué si", "qué no", y yo: "¿saben qué, cabrones?, pues no utilicé el acordeón , para que lo sepan", y caminé orondo por el estrecho pasillo escuchando a mis esp aldas los gritos: "¡tramposo"; "¡culero!"; "pinche transa"; "¡Cálmense bueyes, si no hiz o trampa!"; "¡qué si!"; "¡qué no!"; y una voz conocida: "¡tranquilos cabrones!, no se meta n con mi prometido, ¡nos vamos a casar!", era Paty la tetona que provocaba las car cajadas de la raza. El orgullo no me cabía en el pecho, más cuando mi proeza se espa rció por la escuela. Pero ese día era yo un héroe. El único que hasta entonces le había sacado un diez al Apa gón. Cuado salí de la escuela apenas era medio día y tenía hambre, cerca vendían quesadill as y fritangas, caminé unos pasos y una voz: "¡Beto!, ¡oye Beto!, espera", giré el cuerp o pensando que era Paty la tetona, pero ¡oh!, sorpresa, era Verónica, mi prima minifa lda de cuero, muslos enfundados en mallas de red, botas altas, blusa escotada, p echos llenos, esclava, collar, reloj y anillos de metal amarillo--, que corría pre surosa para alcanzarme: "oye, espera, caminas muy rápido, tengo dos horas esperand o a que salgas" y un beso en la boca. Mi sorpresa pasó para soltarle ciertas pregu ntas: "¿qué haces aquí?, ¿por qué viniste?, ¿qué no ves que te pudieron asaltar los porros?,

res una inconciente, ¿para qué viniste?"; y ella amorosa tomando mi brazo sigue mis pasos: "tenia ganas de verte y platicar contigo, ¿los porros?, me pidieron una coop eración y les di 50 pesos, ¡pobres!, a lo mejor no habían desayunado, ¿o si?", y otro be so a boca abierta, y su perfume me llega delicioso, ¿será Chanel?, imagino. Mientras caminamos hacia el puesto de fritangas pienso qué asunto trae la prima. L lega sin avisar ni nada, muy amorosa y dando besos, algo trae entre manos o entre piernas, me digo--, y luego de algunas quesadillas de queso y de huitlacoche ca minamos y le suelto: "y bien, ¿qué te trajo aquí?, supongo que deberías estar en tu escu ela, tomando clases ¿o no?". --"Quería verte", dice cariñosa. --"¿A mi?, ¿por qué?", pregunto. --"Si, tontito, a ti, ni modo que viniera a ver a tus amigos los porros", contes ta. --"Yo no tengo amigos aquí, y menos porros, a ver contesta, ¿a qué viniste?", reviro. --"¡Oh, pues!, ya te dije, quería verte y darte un beso y tomarte de la mano y caminar contigo, así, como lo estamos haciendo, quiero que sepan en tu escuela que tienes novia ¿ya se te olvidó lo que me hiciste aquella noche? cosas prohibidas pero muy sabro sas", y entorna los ojos más que amorosa. Y antes que yo pregunte, ella agrega: "en la mañana fui a tu casa a preguntar por ti, estaba tu hermana, por cierto me vio feo, pero me dijo que estas en exámenes y aquí estoy, por cierto si tienes novia en la escuela más vale que la cortes, porque a quí me verán seguido, aunque tenga que lidiar con tus amigos los porros". Como sin querer llegamos a su auto, un hermoso Mustang azul metálico, nuevecito, t odavía sin placas, y ya no soporto más: "mira Vero, tu me gustas mucho, eres una chi ca muy guapa y muy linda, pero bueno, lo que pasó esa noche fue algo indebido bueno en pocas palabras nos echamos un faje un rico caldo amistoso, me sentí muy bien y tú tamb ién tú tienes novio y eso es lo correcto yo también tengo novia además somos primos, ¿ya s e olvidó?, así que pues no debemos darle vueltas al asunto te veo digamos entusiasmada o no podemos hacer nada somos primos, somos diferentes, tenemos vidas diferentes no se vamos a dejarlo así, como amigos nada más no podemos ser novios ni nada que se le p arezca, ¿entiendes?". Y ella gime, o finge o algo así, mientras se recarga en mi hombro algunas caras me observan desde la entrada de la escuela: "no tenías que decir todo eso ya se que so mos primos y todo ese rollo, ¿si?, pero siento cosas extrañas nunca antes me besaron co mo tu lo hiciste me tocaste de una forma que ¡me volviste loca Alberto!... de verdad no se si se lo haz echo a otras pero te sentí tan cerca tan mío que ¡ay Beto, te deseo! ueno si no podemos ser novios, vamos a ser amigos, digamos amigos íntimos muy íntimos, ¿sí ". --"No Verónica, eso no funciona, lo mejor será que sigas con tu novio y yo siga con mi novia, así todos contentos y sin problemas, ¿entiendes?". --"¡Pues no papacito!, voy a venir a verte y vamos a caminar tomados de la mano y me vas a besar y todo eso aunque seamos amigos si quieres no le decimos a nadie, s erá nuestro secreto anda dí que sí Betito ". --"No lo se Verónica, no quiero que si sucede algo luego te arrepientas o me reproc hes por lo que pasó, o que andemos juntos y luego tu familia lo sepa y nos metamos en problemas además, no se, pero si tenemos relaciones debes cuidarte, no se, util izar alguna protección, pero ante todo debemos ser sinceros los dos, y tomar las c osas con calma", le digo. --"Te lo prometo Betito, seré niña buena, calladita me veo más bonita, nadie sabrá nada, en cuanto al sexo tú debes enseñarme yo casi no se nada de esas cosas y trataré de ser sincera contigo en todo dime cuándo empezamos", dice algo ansiosa. --"Mira piénsalo bien, luego platicamos, y si vienes a la escuela procura venir más n ormalita, no tan arreglada por aquí las cosas a veces se ponen feas puede pasarte al go malo, ¿entiendes?". --"Si mi vida, pero dime cuándo nos vemos, quiero abrazarte mucho y besarte y todo eso, ¿si?". No digo nada, subimos a su lujoso auto y nos vamos por la calzada Tacuba, cuando me deja cerca del barrio pregunta: "¿cuándo nos vemos?"; "la semana que entra en la escuela", le contesto y bajo del carro, tal vez para quitármela de encima o quizá no se.

Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Sexta entrega XXIII Un 69 con Mita. Llevo más de media hora mamando el sexo de Mita; ambos acostados d e lado sobre su cama que cruje, en sentido inverso; tengo dolorida la verga de t anto que ella me ha mamado, me vine dos veces en su boca, y ella ya lleva tres o rgasmos, toda mi cara esta embarrada de sus olorosos jugos, dos dedos de una man o juegan dentro de su culo y huelen mucho a caca, y yo ahí, succionando, lamiendo la enorme abertura en que se ha convertido la linda puchita de la mujer; en eso ella protesta: "¡ya bebito!, no puedo venirme más, ya déjame, estoy dolorida, mucho ", s uspendo mis juegos y ella suspira, cuando se levanta trastabillando me acerca un a toalla para limpiar de mi cara y manos los viscosos líquidos, ella huye hacia el baño. Minutos después entra trayendo un vaso con coca cola y me lo ofrece, doy pequeños so rbos para quitarme de la garganta el áspero sabor a Mita, luego descansamos soñolien tos, ella se acurruca junto a mi pero no duerme, empieza a contar: --"Me estrenaron a los 14. Tal vez por curiosidad o por calentura, no lo se bien ; yo era una chiquilla como las demás, inocente, a veces romántica, mis ideas sobre los chicos se limitaban a imaginar besos y abrazos tiernos, miraba a los chicos de reojo imaginando su boca sobre la mía, quizá una que otra idea atrevida, pero sob re todo tenía miedo, un temor desconocido a lo que tuviera que ver con el sexo. En tonces me fui con mis tíos de vacaciones al campo y ahí ocurrió. El tío tenía una casa de campo, en provincia, era como una pequeña granja, había vacas y caballos, gallinas y patos y todo eso". Se endereza sobre su cama, recargándose sobre la cabecera y sigue: "era una granja muy bonita, muy grande había varios empleados una chica, joven, quizá de 18 o 19 años, aunque parecía más joven, tipo campesina, pequeña y morena, de largas trenzas negras y faldas hasta los tobillos, silenciosa y muy eficiente al poner orden en la casa y preparar la comida; también un tipo alto y de apariencia ruda, muy moreno y mus culoso, con cara de mal humor; una mañana en que soñolienta bajaba a la cocina a des ayunar escuché el murmullo de una voz, femenina: "no, estate quieto, ahora no, esp era, que no, alguien puede venir, que no", cuando entré ambos me miraron sorprendi dos: la sirvienta y el señor ese, el tipo salió y yo me senté a almorzar, deduje que e ntre ambos existía algo, no sabía precisarlo". --"A medio día estaba en el establo, entretenida jugando con los polluelos que aca baba de tener una gallina; escuché algunas voces y pasos apurados, me oculté entre l a paja y percibí la voz de la chica de la cocina: "hazlo rápido, no tardes que tengo que regresar a la cocina", se alzó las faldas dándole la espalda al campesino; y oc urrió aquello que sólo imaginaba: el tipo rudo la obligó a doblar el cuerpo, la chica se apoyó en unos maderos, de entre sus ropas el hombre sacó el miembro que me dejó est upefacta, enorme, grandísimo y sin más le abrió las nalgas a la chica para sepultárselo en el sexo, la cocinera apenas logró decir: "¡oh, todo no, no!" y un quejido lastime ro, pero el hombre ya había iniciado la copulación, rápida, agitada, los cuerpos brinc aban, la mujer en completo abandono, el hombre arremetiendo con fuerza contra la s nalgas morenas de la chica, todo fue breve, luego ambos se quedaron quietos, y cuando el tipo sacó el miembro algo blancuzco escurría de entre las piernas de la m uchacha, mientras él se guardaba el miembro colgante y lustroso, ella se limpiaba los jugos con su falda, y sin decir nada salieron del granero", bebe un poco de refresco y continúa: --"Yo estaba asustada, muy asustada, no encontraba respuestas para lo que había oc urrido, sobre todo me preguntaba ¿cómo fue posible que aquel hombre metiera su gran miembro en el sexo de aquella muchacha tan pequeña?... y es que si bien al principi o la sirvienta parecía sufrir con la penetración, momentos después su rostro tenía una e xpresión de placer infinito tal vez, no se, quizá ellos tenían tiempo de hacer aquello y la chica estaba acostumbrada al tamaño del pene de ese hombre no lo sabía en aquel momento pero yo estaba en un permanente estado de ansiedad, por haber presenciado esas cosas prohibidas a la mañana siguiente esperé en el granero a la pareja y como s uponía volvieron a hacerlo ahora acostados, el campesino sobre la chica, que mantenía

sus piernas abiertas y alzadas, sosteniéndolas con ambas manos, ahora el acto tuv o mayor duración, pues la chica, creo, tuvo varios orgasmos, y el rudo hombre gimió varias veces, señal que había eyaculado, al final, lo mismo, sin decir palabra, la m uchacha se limpió el semen del sexo y las piernas, se acomodó la ropa y salió del gran ero", dice Mita y noto el nerviosismo en su voz, mira hacia la pared y continúa: --"A partir de entonces, quizá de forma involuntaria y pese a mi inmenso temor, mi ré de forma diferente al hombre, yo no sabía entonces que las mujeres tenemos una si lenciosa forma de dar a conocer nuestros deseos; una tarde me crucé con el campesi no, nos miramos y eso fue todo, el caminó hacia el establo, volteó a verme un moment o y siguió caminando, yo como autómata lo seguí, no sabía exactamente para qué, pero lo se guí. En silencio dejé que me acostara sobre la paja, no fue rudo y yo evitaba su mir ada, yo me dejé, luego subió mi vestido y cerré los ojos, dejé que me tocara el sexo con los dedos y cuando sentí la punta de su miembro recordé su gran tamaño y como había hec ho la sirvienta pude musitar: "no, todo no"; el tipo no dijo nada, se contentó en repasar su verga en la raja de mi sexo y luego lo empezó a meter, no todo, sólo la p unta, gruesa, gorda, muy dura, yo no sabía que hacer, quería gritar que se detuviera y me dejara ir, pero de mi boca no salía nada, luego sentí que esa cosa me penetrab a, no todo, solamente una parte, y se empezó a mover, yo sentía que algo ardiente me cortaba, esa cosa me estaba lastimando, me dolía, pero seguía con los ojos cerrados y mordiéndome los labios para no gritar, él siguió cogiéndome, lento, suave, pero yo no sentía más que dolor, mucho dolor y mucho miedo, cuando eyaculó sacó el pene y los chor ros de semen empaparon mi pucha, luego se fue, yo me quedé ahí, tirada sobre la paja , con las piernas abiertas, gimiendo, ya no sabía de si dolor o placer, no lo recu erdo bien; cuando iba a subirme el calzón noté la inmensa cantidad de semen; mi puch ita estaba abierta y sobre mis pelitos grandes chorros de algo blanco y pegajoso , era el semen, utilicé mi panty para limpiar mi sexo, y me extrañé porque no había sang re ahí, no entendía, me habían desvirgado, pero no había sangre. Luego de que ocurrió aque llo me entró un gran sentimiento de culpa y casi no salía de mi habitación, días después, por curiosidad revisé mi sexo, estaba como siempre, apenas peludito e inocente, pe ro algo había cambiado, pude meter uno de mis dedos en la vagina, entonces confirmé, sí, aquel hombre horrible me había quitado la virginidad y volví a sentirme estúpida, t onta, por haberlo permitido". --"Tiempo después regresamos de vacaciones a la granja del tío, me sorprendí cuando su pe que el campesino rudo ya no estaba, averigüé que lo habían corrido por alguna cosa mala que había hecho, luego me enteré que el tío había descubierto que ese tipo se andab a fornicando a la tía, ¡vaya sorpresa para mi!, aunque no tanto, conociendo cómo era d e ardiente esa señora; bueno, no se, pero de alguna forma abrigaba la esperanza de volver a ver al hombre que me había desvirgado, no tanto para volver a tener sexo con él, sino que quizá, bueno no se, tal vez tenía la idea de acostarme otra vez con él, aunque no lo aceptara realmente". Y acurrucándose en mi pecho prosigue: "pensé que esas vacaciones serían aburridas, per o no, una mañana mi tío me preguntó: "oye Mita ¿quieres ir a pescar?", la idea me entusia smo, nunca había hecho eso y pensé que sería divertido, pero resultó que el tío no me iba a acompañar, llamó a un chico, joven, también campesino, algo tímido y muy moreno, total que fuimos a pescar a un río cercano, el chico me enseñó que tenía que hacer y estuvo u n rato conmigo a la orilla del río, siempre silencioso y apenado, hacía mucho calor; propuso que mientras yo trataba de atrapar un pez, él se daría un baño en el río, no su pe que decirle; se alejó un poco y momentos después lo descubrí dentro del río, nadando despreocupado, creo que sólo tenía puesto su calzoncillo, y cuando salió un poco del a gua descubrí que si, tenía puesto su calzón pero por el agua se traslucía su sexo y ¡tenía u a erección!, apurada miré hacía otra parte, pero la curiosidad me hizo regresar la mir ada y si, se notaba su miembro crecido, bastante crecido, tuve un acceso de vergüe nza, o pudor, pero al mismo tiempo cierta excitación, no lo sé; un rato después el chi co se recostó cerca de mi, que no sabía si atender la caña de pescar o mirar el bulto que formaba su calzón en la entrepierna, total que aquella vez no pesqué nada, me se ntía excitada y nerviosa, y así regresé a la granja, no se tal vez esperaba que ocurrie ra algo, no se tal vez sólo lo imaginaba". Ambos nos quedamos callados unos minutos, sobre mi pene siento la suave caricia de la mano derecha de la mujer, y sobre mi pecho su respiración acompasada y en vo z baja continúa recordando: "días después, a instancias del tío, salimos el chico y yo a

l río a pescar, de nuevo mientras yo intentaba atrapar un pez el campesino se bañó en el río, es esa ocasión se metió desnudo al río, pese a mi vergüenza lo vi varias veces y d e nuevo tenía el sexo erecto, aquellas visiones estaban generando en mi una especi e de excitación y temor, mucho temor, pero seguí mirando su cuerpo desnudo y la erec ta tranca que se cargaba el campesino; un rato después llegó hasta mi, ya tenía su cal zón de manta puesto, pero mantenía erecto su miembro, luego, como había ocurrido con e l señor que me desvirgó me abandoné, recosté mi cuerpo sobre el pasto verde, mis ojos mi raban las copas de los árboles y entre ellos las nubes que cruzaban el cielo azul; sentí sus dedos acariciar mis pantorrillas y mis muslos, me deje hacer, luego fue más osado, una mano se metía entre mis piernas y la otra acariciaba mis senos; me a lzó el vestido y me bajó el calzón, luego se montó encima mío y me penetró con su enorme pen e; fue algo diferente a la primera vez, quizá estaba yo excitada y él no tenía tan gra nde el pito, pero fue diferente; cuando me tenía bien cogida se empezó a mover y yo a sentir cosas extrañas, mucho calor y sensaciones deliciosas en todo mi cuerpo; c uando eyaculó sentí los chorros de semen, pero no dejó de moverse y yo tuve, creo, un intenso orgasmo; pero él seguía metido en mi cuerpo, moviéndose agitadamente y terminó d e nueva cuenta, creo que yo también, sólo sentía palpitar dentro su pene y mis ojos se guían el rumbo de las nubes en el cielo y las ramas de los frondosos árboles; ya par a entonces también yo participaba del acto, movía el cuerpo como buscando el placer, al final quedamos exhaustos, yo sintiendo todavía estrellitas en el estómago". Mita calla y suspira, su mano se afana sobre mi pito dolorido y me jala hacia el la, "ven bebé, móntame, ponte encima mío y méteme la verga, humm, sssiiii, así, quédate así, entro, todo dentro, no te muevas, quiero sentirme tuya, toda tuya, tu verga bien clavada en puchis, si ", y como para asegurarse sus piernas rodean mi cintura y m e atenazan con fuerza, nos besamos con pasión, mis manos revuelven su pelo y ella aferra las suyas en mis nalgas, y nos quedamos quietos, sintiendo yo las pausada s palpitaciones de su vagina y ella trata de continuar: "luego de aquello volví a hacerlo con el chico rústico, no se por qué no me embarazó, porque siempre me echó el se men dentro, pero fueron días gloriosos, de sexo desenfrenado, una pasión que no tenía fin, pues lo hacíamos en cualquier parte y a cualquier hora Tiempo después me enteré, c uando los tíos tuvieron una discusión, que mi pariente había propiciado aquellos encue ntros y que él me espiaba cuando cogía con el chico aquel, me sentí extraña, decepcionad a, avergonzada, defraudada por el tío una semana después regresé a vivir con mi padre", y suspende sus recuerdos para volver a besarme, su pucha aprieta mi verga a pau sas y siento que voy a eyacular de nuevo y me muevo un poco, sobre ella que ofre ce sus senos a mi boca, y le muerdo los pezones y ella se queja, gime, suspira, se queja ruidosamente y nos movemos y ella se viene moviendo su pelvis, sus pier nas, todo su cuerpo, y mi pito brinca dentro de su mojada vagina que chapalea vi scosa, eyaculo con furia, aunque no me sale ya leche, creo.

XXIV No estaba muerto. Si, como aquella canción "no estaba muerto, andaba de parranda". Hay personas que de tanto verlas se convierten en parte del paisaje urbano y pa san desapercibidas; por el contrario las hay que desaparecen y nadie nota su aus encia. Ambos preceptos bien se podrían aplicar a don James, el viejo Jaime, alcohóli co empedernido que alguna vez tuvo fama y fortuna, familia, esposa e hijas, pero cuando dejó a la esposa que le había sido infiel perdió todo; por compañía la botella de alcohol y por casa la calle, así por años. No había notado la ausencia de don Jaime hasta que una noche, que llevaba a Ludy a l baldío a echarnos un faje rápido, Alfredo el Moco me preguntó: "oye buey, ¿no haz vist o a don James?", fue entonces que caí en cuenta que tenía días que el viejo borracho n o salía a mi encuentro para pedirme dinero. Ludy también me comentó "¡qué extraño!, ya tiene días que no lo veo, ¡ay pobre!, que no le haya pasado nada malo". La preocupación fue pasajera pues en cuanto llegamos al baldío nos pusimos algo románticos, sólo que lueg o de los primeros besos Lucy empezó a contar: "¿sabes?, ayer me pelee con mi hermana fue de chismosa con mi madre y tú tienes la culpa, sólo tú". --"¿Yo, por qué", le pregunto intrigado. --"Es que ya tenía días de no estar contigo y tenía muchas ganas de verte por eso digo qu tú tienes la culpa es que bueno ayer me estaba bañando, por la tarde y ya cuando casi t erminaba me excité pensando en ti y me estaba acariciando la cosita y en eso la babosa

de mi hermana abre la puerta y ve que me estaba acariciando allá abajo, creo que ib a a hacer del baño y como yo estaba adentro a la mensa se le hizo fácil meterse vieja taruga, luego mientras me secaba el pelo en el cuarto ahí va la chismosa: "mamá, mamá, la gorda estaba haciendo cosas sucias en el baño, se estaba tocando la zorra, ¡la m uy cochina!", me dieron ganas de agarrarla a golpes y seguía: "si mamá, fui a hacer del baño cuando ella estaba dentro y se lo estaba haciendo", le grité que se callara y del coraje le aventé el cepillo del pelo me dio una vergüenza mi madre nos gritó que nos calláramos las dos, al final la muy nomás se reía, por eso digo que tú tienes la culp a te deseo mucho papacito", y volvemos a pegar las bocas con ansia. En eso una inesperada idea me hizo proponerle a Ludy: "oye mamita, ¿me dejas besar te la cosita?", como siempre ocurría con mis ideas eróticas, la gordita guardó silenci o unos segundos para luego decir: --"¡Ay Beto!, ¡estás bien loco!, ¿y si alguien nos ve haciendo eso?, además vengo un poco sucia, me bañé en la mañana, pero ya para esta hora la cosita huele mucho, ¡ay Beto, qué i deas se te ocurren!, mejor otro día ¿sí?". Ante mi insistencia, la gordita cede poco a poco: "pero es que ¿cómo lo hacemos?, mira que nos van a ver Beto , puede pasar uno de mis hermanos y si me ve así , ay Betito ¿y si alguien pasa y nos ve haciendo eso?, ¡ay pa ito!". Le propongo que se quite el calzón y yo me arrodille en el suelo, ella me t ape con su vestido y alce una pierna; algo renuente acepta. Luego siento en las rodillas las filosas piedras que impiden acomodarme entre los carnosos muslos de Ludivina; resulta incómodo, pero las ganas son muchas; luego ella coopera, alza u na pierna, las abre un poco y mi cara es atrapada por las carnes suaves y satina das de mi gordita cariñosa, que se deja hacer, cachonda y caliente, a que su novie cito le mame la pucha en plena calle, y ese pensamiento me anima, ya caliente, a lamer, chupar, la salada pepa de Ludy. En mi boca siento los ásperos vellos de la pepa húmeda y tibia, y el sabor salobre d e su intimidad; la excitación me hace abrir más sus piernas, Ludy gime y se ofrece, su pelvis se refriega en mi cara, y yo lamo, succiono esa carne que descubro gra nde, desmesurada, parece que la pucha de la gordita es más carnosa de lo que suponía , y mientras Ludy suspira y se agita, y yo mamo la pucha abierta y jugosa, y su cuerpo se posesiona de espasmos deliciosos mis dedos recorren la raja abierta, d escubro los labios carnosos, muy carnosos, de la pepa, y mi lengua titila, y ell a mueva la pelvis y suspira, y mis dedos se meten entre sus nalgas, y uno de ell os se desliza en el culo, y ella gime y grita "¡ay Beto!, ¡ya!, ¡ay Beto!, ¿qué haces?, ¡sí! ", y en mi dedo y en mis labios siento su orgasmo, las contracciones deliciosas, las contorciones de su cuerpo que se tambalea, y mi boca que sigue succionando la pucha, y sus piernas que aprisionan mi rostro, y sus manos que aprietan mi ca beza metida entre sus muslos ardientes, y sus gemidos, así en instantes eternos, l a primera mamada que le hago a mi gordita, y mientras Ludy disminuye sus gemidos y la presión de sus muslos recuerdo algo que me dijo el Wafles hace años: "mira car nalito, cuando le mames la panocha a una vieja y le provoques de esa forma el or gasmo, ella jamás te olvidará, y hagas lo que hagas la vieja no te dejará, porque nunc a podrá olvidar la mamada que le diste y siempre va a querer más". Ya cuando nos vamos, intento retirar con mi lengua y uno de mis dedos, los vello s de Ludy que quedaron atrapados entre mis dientes. Más tarde, cuando regresaba de dejar a mi novia gorda en su casa, encontré a Ruperto y a Javier el Burro, también andaban buscando al viejo alcohólico: "a lo mejor anda ba pedo y lo atropelló un carro y está en un hospital, o murió atropellado, recogieron el cuerpo y como nadie va a recoger el cadáver, seguro lo tiran a la fosa común", d ijo el Ruper; "pa´mi que no, ese viejo tiene más de siete vidas, ¿se acuerdan cuando s e chupó una botella de perfume?, estuvo medio muerto una semana en el hospital con las tripas cocidas por el etanol, hasta que lo corrieron porque andaba agarrándol e las nalgas a las enfermeras, ¡pinche buey!, viejo pero no pendejo, por ahí debe an dar", dijo Javier. Por ellos supe que habían ido al basurero del mercado, pues ahí el viejo acostumbrab a dormir y que no encontraron nada, que también habían ido al grupo AA, donde a vece s le daban asilo para tratar de desintoxicarlo, pero tampoco sabían de él, finalment e: "El Tupi sabe donde viven sus hijas, dijo que iba a ir a preguntar a ver qué sa ben", dijo el Chuperto. Fuimos a buscar al Tupi a la tienda. Respecto al mentado Tupi nunca supe porque le decían así, a veces los vagos modifica

ban el apodo de Tupi por Estupi, por aquello de "estúpido", que de estúpido no tenía n ada, era el típico vago sin oficio ni beneficio, con una marcada aversión por el tra bajo y de quien se decía era el amante "ocasional" de algunas maduras del barrio de ahí venían sus escasos ingresos, pensé--, además muy aficionado a la marihuana y al alc ohol y a cantar desafinadas canciones acompañado de su destartalada guitarra. Al respecto, a mi me causaba mucha gracia una de sus tonadas, "de día y de noche h e trabajado y siento satisfacción, porque tengo mis millones y chamacas de a montón ah ora soy un hombre respetable, que les causa admiración", y cosas así. Y pensaba "el Tupi ¿trabajar de día y de noche?, ¿un hombre respetable?, ¿qué causa admiración?, ¿qué tien millones y chamacas de a montón?, ¡si, cómo no!" y me reía solo. Encontramos al Tupi cantando en un inglés incomprensible su versión a "No te cases c on un ferrocarrilero", rasgando su guitarra desafinada, al terminar dio un sorbo a su caguama y: "pues no cabrones, no hay rastro de don James; hace como una se mana me eché unas teporochas con él y estaba bien, bueno bien pedo, se entiende, pero bien; sus hijas tampoco saben nada, sólo fui a preocuparlas me dijeron que van a i r a los hospitales a preguntar y al forense, a ver si no lo hallan ya bien frío, p ero bueno, que lo van a buscar", dejé a mis amigos con el mentado Tupi. Luego algo me hizo olvidar la misteriosa desaparición de don Jaime: el retorno del mueblero. Nomás entré a la mueblería y noté algo extraño en el ambiente, sería el olor pene trante a tabaco quemado o la tensión que generaba el viejo refugiado en los emplea dos, o todo a la vez. "¡Se les acabaron sus vacaciones!, ¡bola de holgazanes, ya est oy aquí!", gritó hacia nosotros, si, había regresado el patrón; un rato después me llamó: "y a revisé los libros con mi mujer, y bueno, ¡joder!, supe que te dio propinas por los cobros, vas a seguir haciendo eso, pero yo ¡carajo!, no te voy a dar un quinto más q ue tu sueldo, ¿entiendes?", y cuando me retiraba me detuvo: "¡oye, ven acá!, ¡urge que a prendas a manejar!, mi mujer ya corrió al chofer y no tiene quien la lleve y traig a de sus cosas, que el médico, que sus parientes y esas mamadas, así que ten, busca quien te enseñe a manejar" y me entregó las llaves del automóvil un añoso Valiant café, per o en muy buenas condiciones-- diciendo: "no regreses si no haz aprendido y menos si chocas mi carro, ¡joder!", y chupando su habano se alejó. Por supuesto, nadie ap rende a manejar un coche en un día, pero al menos con ayuda de Javier el Burro apr endí a encenderlo, a meter las velocidades, a llevarlo por varias calles entre enf renadas y sustos, y sobre todo aprendí en que lugar quedaba el motor, fue un día pro vechoso, digo. Aquella tarde salí temprano de la mueblería, le entregué intacto su car ro al español y me dejó ir. Como era temprano busqué a Mita, nos miramos y supo lo que buscaba, pero no lo hic imos en su casa, eso me extrañó, más por algunas cosas: mientras platicábamos ella tomó un a sábana limpia, algunas hojas de papel periódico y me pidió que tomara el gran espejo que estaba recargado sobre el sillón; "¿a dónde vamos?", le pregunté; "no seas preguntón, sígueme", y subimos la escalera del viejo edificio, en el siguiente piso entramos a un departamento deshabitado, casi en penumbras, "todos los cuartos están vacíos, nadie vive aquí, pero a veces algunas parejas se meten a hacer sus cosas, los he e scuchado varias noches", y procedió a colocar el papel sobre el polvoso piso, sobr e las hojas la sábana limpia y recargado en la pared el espejo, procurando que la luz exterior nos alumbrara, luego se empezó a quitar la ropa, no sin antes decirme : "asegúrate que la puerta esté bien cerrada, no vaya a querer entrar alguien"; ya d esnuda ella propuso: "oye bebé, ¿me concedes un deseo?, quiero montarte, hace mucho que no tengo sexo de esa forma, quiero cabalgar sobre ti, ¿me dejas?", entre besos ansiosos acepté. Ya desnudo me acostó boca arriba sobre la sábana mirando hacia el espejo, como para que nos viéramos en el mientras cogíamos y me dispuse a ser el juguete sexual de la madura, que ahora salía con querer montarme. Pero, como era su costumbre, primero me chupó la verga, como para asegurarse que l a pinga estuviera bien erecta. Luego de tantas mamadas y cogidas no acabo de com prender cómo es que la lujuria se posesiona de esta mujer: al tener a la vista mi garrote lo cogía con la mano con un gesto de infinito cariño, como si fuera su poses ión más valiosa; con ansia tal que apretaba la mano sobre el garrote como para evita r que el pito saliera huyendo; y empieza besar y lamer la punta suspirando como si su anhelo más deseado se hubiera hecho realidad; abría sus ojos que pudorosa había mantenido cerrados, para mirarme y contagiarme su lujuria, luego se comía el tronc

o y su lengua jugueteaba con el glande, chupando con delectación como disfrutando del más preciado manjar; luego su boca hacía actos de magia: desaparecer el pito ere cto y en el acto hacerlo aparecer, intacto y lustroso, para luego volver a desap arecerlo, todo, todo dentro de ella, dentro de su boca golosa que convertía esos i nstantes en eternidades, así fue esta vez y detuvo la mamada cuando sintió la ligera palpitación del pito, el preludio de mi eyaculación. Y la miro suspender sus chupadas acostado de espaldas sobre el piso, la miro mir arme con la cara lujuriosa, la miro mirar nuestro reflejo en el espejo y montarm e ahorcadas, las piernas abiertas a los costados de mi cuerpo, su vientre plano que baja poco a poco, su mano que dirige la verga al sitio exacto, pero no se me te el pito, se contenta con jugar, desliza el cuerpo para que el garrote recorra su raja entreabierta, así varias veces en las que leves murmullos salen de su boc a y en el momento exacto empieza a empalarse en el garrote erecto, la voy penetr ando con lentitud, viendo como el palo es tragado por esa caverna cálida y ajustad a y cuando su sexo queda pegado al mio exhala un "aaahhh" de satisfacción y así se q ueda, mirándome como puta, con cara de puta, mirando nuestros cuerpos en el espejo , luego apoya sus manos sobre mi torso y su cuerpo, formando un ángulo recto con e l mío, se balancea suavemente, adelante y atrás, arriba y abajo, adelante y atrás, de forma delicada. De repente se acuesta sobre mi y me abraza entre besos ensalivad os y murmulla "¡ay bebé!, te monto, ay bebé, estoy cabalgando, cabalgando sobre mi cab allito, montada, cabalgando, hummm, ¡bebé!, ¡qué rico siento!, cabalgo, ¡cabalgo rico, muy rico!", y se mueve, pero no toda, ahora sólo sus caderas, ella mantiene su cuerpo pegado al mío, y sus caderas suben y bajan, empalándose en el miembro, sus caderas culebreando, subiendo y bajando con lentitud, los murmullos se convierten en un bufido profundo y caliente al acelerar los movimientos de sus nalgas que suben y bajan, en sincronía, perfectas y exactas, pues Mita nunca permite que la verga es cape de su pucha. Sólo se escuchan sus gemidos y el "plaf, plaf" de los cuerpos al chocar. Y la miro cabalgar sobre mi, sus caderas subiendo y bajando cada vez más rápido, su respiración cada vez más caliente, y me agarro sus nalgas gloriosas, dejándome llevar por la cabalgada, mientras ella bufa y dice algo como "¡te monto bebé!, monto mi cab allito, ¡arre, arre caballito!, ¡llévame lejos, más lejos, más rápido!, corre caballito, arr e caballito, hummmm, ¡mi semental!, anda caballito sigue corriendo", entonces uno de mis dedos alcanza su culo apretado y cuando la penetro así, sus gemidos aumenta n, ya con mi dedo dentro de su culo puedo sentir como mi verga entra y sale, pue do tocar mi pito que está dentro de su intestino, mientras ella acelera su cabalga ta, hasta que ambos nos soltamos, mi leche inunda su panocha y la vagina aprieta mi verga en sincronía, y ella gime, bufa, se contorsiona, aprieta sus brazos en m i cuerpo y yo sigo tocándole el culo, sintiendo como mi verga sigue inyectando sem en en su pepa ardiente, y mojada y suave y deliciosa. Cuando termina de venirse alza el torso y vuelve la mirada al espejo, se mira lu juriosa, montada sobre mi, atenazando sus piernas a los costados de mi cuerpo, y o la veo, me ve, nos vemos con ternura o lujuria y ella empieza a cabalgar de nu evo, subiendo y bajando el cuerpo, una y otra vez, y otra y otra vez, hasta susp ender su cabalgata; con lentitud se desmonta y gira su cuerpo, dándome ahora la es palda, se acomoda sobre la pinga y su panocha me traga, todo el pito, entero y v iscoso, antes de moverse dice en murmullo: "¡mírame bebé!, mira como cabalgo sobre el caballito, mira como puchis cabalga sobre tu pinga gorda y dura, ¡mírame bebé!", y apo ya sus manos sobre el piso y de nueva cuenta sus caderas suben y bajan sobre mi pito, es una visión maravillosa, siento que la verga se me pone más dura cuando veo como entra la pinga en su pucha viscosa, y sube y baja, una y otra vez, y ella g ime gustosa y caliente, y sigue cabalgando, más y más, y más y más, su pucha aprieta el palo que se sumerge en la floja caverna de su vagina, y acelera sus meneos, sus nalgas brincan de gusto, se bambolean, arriba y abajo, a los lados y la verga de saparece y vuelve a aparecer al momento y ella se viene ruidosa, gritando "¡bebé!, ¡me viene, más, más, me viene mucho!, ¡ay bebé dame leche, quiero más leche, toda tu leche!" y su vagina palpita y sus nalgas se bambolean y ella brinca sobre la verga que l a lleva hasta el cielo, lejos muy lejos, y me voy con ella, que sigue cabalgando , nos vamos lejos muy lejos, entre nubes siento como mi pito escupe su ofrenda d entro de esa caverna que parece tener vida propia y sigue palpitando y sacándome s

emen cuando ya no tengo nada en los huevos. Un rato después ella sigue mirando en el espejo nuestros cuerpos unidos, uno sobre otro, su cara pegada a la mía, miro su mirada lujuriosa, su sonrisa descarada, la delicada curva de su espalda, el inicio de la comba armoniosa de sus nalgas y s us pantorrillas alzadas moviendo los pies con cierta coquetería; mi verga yace flo ja y escurrida entre charcos de líquidos olorosos, entre sus piernas que Mita apri eta sobre el flácido pito, ella me besa las orejas y el cuello, y uno de sus dedos insiste en tocarme el culo, pero lo evito, ella sonríe amorosa. Cuando por fin salgo del edificio siento la verga dolorida y ya es de noche, ten go ganas de rascarme la comezón que escose mi pito, pero algo lo evita, en medio d e la penumbra de la calle distingo algunas sombras, quizá conocidas; cuando nos ac ercamos el Tupi grita: "¡oye buey, te andamos buscando!, y tú allá arriba, bien montad o con la argentina, ¡ya ni chingas!", y me ofrece una Tecate de bote, bien fría por cierto. Doy un sorbo al bote y la cerveza me sabe a gloria, luego: "¿qué pedo traen?". --"Pues nada que don James ya apareció, así, de la nada, luego de casi dos semanas se aparece el muy cabrón, como si nada, bien pedo, como siempre, pero así, contento y feliz el muy cabrón, ¿y nuestras preocupaciones?, ¿y el tiempo que perdimos buscándolo?, ¿y las misas que ya le habían organizado las viejas mochas de la colonia?, ¡ya ni chin ga!", bromea el Moco. --"¿Y dónde está?", me apuro a preguntar. --"¿Dónde?, donde va a ser, en el mercado, chupando teporochas con sus cuates, trae un rollo bien fantasioso, que se encontró una lana, que se fue de vacaciones, que estuvo en Veracruz hasta que se le terminó el dinero y cosas así, yo la verdad no le c reo ni madres", dice el Tupi. --"Bueno y ¿y para qué me quieren?", pregunto extrañado. --"Tú lo conoces mejor, a ti te dice la verdad, vamos al mercado a platicar con él", propone el Tupi. --"¿Y para qué?, ¿nos interesa saber dónde anduvo don Jaime?, qué bueno que no se murió, ¿no? si se fue de vacaciones o si se encontró una lana, pues qué bueno, allá él, ¿no?, si quie ren vayan ustedes a verlo, yo me voy a dormir", y les doy la espalda, dejándolos a hí, parados sin decirme nada. XXV Lecciones I. Aquella mañana fui a recoger mi boleta de calificaciones tranquilo, s abiendo de antemano que nada se oponía para que pasara de semestre, cuando tuve un encuentro inesperado, como suele suceder. Al llegar al grueso portón de madera de la entrada casi choco con alguien gordo y negro, de traje gris: el "Apagón"; nos reconocimos enseguida, luego la negra y abotagada cara me grita: "¡mira nada más!, ¡er es tú!, el cabroncito del "acordeón" que sacó diez haciendo trampa, ¿eh?, a ver dime ¿qué se siente ser tan famoso?, ¿eh?, ¡por tú culpa tuve un serio disgusto con el director!, dice que serás el ejemplo para que todos traten de vernos la cara haciendo chapuza s en los exámenes, ¡no tienes vergüenza de venir a la escuela!". Luego de la negra impresión, me recupero y le digo con seriedad: "disculpe profeso r, pero usted sabe que no utilicé el "acordeón" en el examen, usted vio cuando lo gu ardé en la bolsa de mi camisa, y se lo entregué al final junto con el examen, ¿ya se l e olvidó?, por lo demás yo obtuve el diez y usted cumplió su promesa, se lo agradezco" , y trato de seguir caminado, pero el Apagón me retiene el brazo: --"Pues si jovencito, pero tengo una sorpresa para ti, nos veremos en el próximo s emestre y hagas lo que hagas te voy a reprobar, ¡te lo juro!, ¡a mi nadie me ve la c ara de pendejo!", y se va hecho una furia, balanceando su gorda figura negra y a zotando el negro portafolio contra la pared de la escuela, al momento pienso que el Apagón a mi "¡me pela la verga!". Me siento tan seguro que sería capaz de volver a hacer el examen y ¡vuelvo a sacarle diez!, ¡al hijo de la chingada! Ya con la boleta en la mano me encuentro con los compañeros de clase, "nos vemos e n el salón, hay festejo", dice uno de ellos, y allá voy. Camino por el pasillo cuand o los veo tragando plátanos de forma despreocupada, echando las cáscaras al jardín que queda un piso abajo y me entero: el Puck y el Vistalegre se robaron unas pencas de plátanos de un camión que transportaba frutas, me integro al grupo y empiezo a c omer plátanos; en eso aparece el "prefecto" tipo encargado de cuidar el orden en lo s pasillos--, un sujeto fortachón, moreno y de pelos lacios que presume de haber s

ido campeón de lucha libre; el prefecto nos mira con ojos amenazantes y va a nuest ro encuentro cuando ve que tiramos las cáscaras al jardín, pero el Puck me alerta: " deja que se acerque el buey, le tenemos una sorpresa". Como apunte cabe aclarar que las bancas en esa escuela están atornilladas en el pi so, para evitar que alguno las quiera mover, y siempre en orden, en fila y fijas al piso, en fin, en esa escuela todo es orden: nadie puede salir a mear entre c lase so pena de ser amonestado por los prefectos; tampoco están permitidos los sil bidos ni los gritos ni las palabras altisonantes y menos aún que los alumnos lleve n el pelo largo. Total que sigo con la mirada al enfurecido prefecto que viene a nuestro encuentro, cuando sale a su paso el "Ufo". Otro apunte: El Ufo era un alumno medio loco, excelente jugador de béisbol en el e quipo de la escuela, y el mejor picher que tuvo el Poli, delgado y de risa ruido sa, pero pelado totalmente a rape, de ahí el mote: Ufo, creo que eran las siglas p ara "objeto volador no identificado" en inglés luego el Ufo moriría a causa de la ami biasis que le había carcomido el cerebro. Y vimos al Ufo que le grita al prefecto: "¡oiga, tiene que venir!, estos malditos ya quitaron las bancas de su lugar y las amontonaron en un rincón del salón". El prefecto adopta una actitud furiosa y a zancadas llega hasta el salón y entra y se percata de que, efectivamente, los mesa bancos fueron quitados de su lugar y lucen como una extraña montaña de madera y fierros allá, al fondo del salón; acto segui do entran todos los compañeros cerca de treinta-- y uno de ellos cierra la puerta, todos guardamos silencio, la furia del prefecto desaparece al momento, ahora una mueca de espanto pinta su rostro y: "no, muchachos, ¿qué van a hacer?, no hagan cos as de las que se pueden arrepentir, no, muchachos, podemos ser buenos amigos, es te que van a hacer, cálmense, podemos ser amigos ". Un alumno gordo y fornido, integrante del equipo de americano le suelta: "¡quítate l a ropa!, ¡ya!, en este momento, si no te la quitamos nosotros"; el prefecto duda, pero ante la determinación de todos empieza a despojarse de la ropa, cuando queda en calzoncillos, otro le exige: "todo, ¡quítate todo!", el tipo obedece con el terro r en el rostro. Al final tratamos de contener las carcajadas, más Paty la tetona, que ríe tapándose la boca, el prefecto se ve perfectamente estúpido sin ropa, más con la mueca de terror en el rostro, y las manos tratando de cubrir sus "miserias": el Puck le sentencia: "bueno señor, aquí se va a quedar quietecito, sin hacer escándalo, y para que no haga ruido le vamos a poner cinta adhesiva en la boquita, y vamos a amarrar sus manitas, ¿eh?, luego se quedará aquí hasta que alguien venga a rescatar lo, que puede ser más tarde, cuando vengan a hacer el aseo, o si no pues hasta mañana , ¿eh?, y le recomendamos que no haga pleito de todo esto, usted no supo nada, ni se dio cuenta de quien le ordenó quitarse la ropa ¿eh?, ¡ah!, como explicación: esto es porque usted es un perfecto ojete, y merece una lección, ¿entendió?". Luego salimos del salón, todos muy quietos y serios, alguien colocó el candado en la puerta otra aclaración, en la escuela los prefectos cierran los salones cuando no hay clases y les colocan candados, para que nadie se vaya a meter--, ya fuera el Ufo se metió a los baños y echó la ropa del prefecto en un bote de basura y todos sal imos en fila india de la escuela, muy quitados de la pena, sin hacer aspavientos , unos comiendo plátanos. Comentarios: [email protected] © Micifuz6 Recuerdos del barrio Séptima entrega XXVI La cita de Vero. Una cita casi pospuesta. Lo había olvidado por completo, quizá esta ba tan impresionado con lo ocurrido con el prefecto que se me pasó por completo. Y a fuera de la escuela el grupo se dispersó poco a poco y se van, entonces veo en e l estacionamiento que algunos porros rodean un pequeño auto, no se, quizá un Datsun, casi nuevo, color azul cielo, sedan cuatro puertas, me extraña el carro, no es co mún por aquí y menos rodeado de "malditos" y tengo una corazonada, camino hacia el c arro y un porro alerta: ¡aguas!, y se apartan, al momento la cara sonriente de Verón ica aparece diciendo: "¡hola amorcito!", uno de los porros me reta: "¿y tú qué?", le sos tengo la mirada de igual a igual, sin decir nada y se aparta caminando despacio m e llega el olor a marihuana--, llevándose la mano a la cintura, como si trajera al

go ahí, otro lo alerta: "mejor nos vamos, ahí están sus cuates, déjalo, luego lo agarram os solo" y miro que efectivamente, cruzando la calle están cinco o seis compañeros c on actitud expectante; "luego te ajusto las cuentas", dice tartajeando el marihu ano con la mirada perdida; "cuando quieras", le contesto seguro mirando sus ojos amarillentos, y todos se van caminando y alegando algo entre ellos. De repente mi entereza cambia a temor, mis amigos me preguntan a señas "¿qué pedo?", los tranquil izo con un gesto de manos, aún así le grito a Vero: "¿qué chingaos haces aquí?", ella tran quila, luego enojada, contesta: --"¡Oh, cabrón!, aquí me tienes como tu pendeja, esperándote, toreando a los porros, ¿ya s e te olvidó?, quedamos que aquí y a las dos, ya pasan de las tres, ¡cabrón!, ¡eres un cabrón !, ya casi me convencen los pinches porros de comprarles unos churros de mota, ¡no tienes vergüenza!, todo se te olvida, ¡hijo de tu ma dre!". Cuando entro al auto recuerdo que si, tenía cita con la Vero; me mira con ojos de interrogación y trato de justificarme: "si, perdona, se hizo tarde, tuvimos unos a suntos en el salón" y para calmar los nervios tomo un cigarro de la cajetilla de l a prima, fuma Viceroy Lights pero ni modo, doy dos fumadas y Vero lo toma de mi mano y también fuma, pero de forma delicada, con cierta elegancia, como si se tratara de un escena de película francesa pero bas tante chafa--, su gesto adusto desaparece y sonríe diciendo: "¡Ay Alberto!, de verda d creí que te pelearías con ese drogadicto, nunca te había visto así, enojado y decidido , me sorprendiste, luego vienes y me gritas, ¡te viste muy macho papacito!". --"No digas tonterías, por favor", le contesto y vuelvo a fumar, ya tranquilo, mir ando de reojo que los porros no vayan a regresar, se me ocurre decirle a la prim a que mejor nos vayamos de ese lugar, pero lo pienso mejor, no, frente a la escu ela podemos estar más seguros. --"Bueno ya pero la verdad ¿si o no se te olvidó que nos veríamos hoy?, contesta, ¡cabrón!" --"La verdad si perdona, es que sigo pensando que esto no va a funcionar, lo cier to es que no se realmente que hago aquí, contigo; tú deberías estar en tu escuela, tom ando tus clases o paseando con tu novio de coche nuevo o algo así", le digo. --"¡Ay!, ahora me vas a decir que te echas para atrás, que siempre no eso me pasa por andar de pinche ofrecida ¿quién te entiende?, primero insistes en echarte un faje co nmigo y acepto, y cuando te digo que quiero contigo tratas de darle la vuelta, ¿qué te pasa?", interroga. Miro al frente en silencio, pienso que tiene razón, pero ¿cómo decirle que su familia me cae gorda?, que sus actitudes me molestan, que cómo una niña rica va a andar con un chico jodido como yo, como en las telenovelas, creo que estoy exagerando, per o "no pasa nada, sólo que será mejor que nos veamos en otro lugar, los pinches porros son muy traicioneros, te puede pasar algo, a ver dime, ¿por qué traes ahora otro co che?". --"¿Ya se te olvidó que me dijiste que viniera "normalita"?, el carro es de mi herma na, y por los porros no hay problema, ya son mis "cuates", nomás les doy una lana y me dejan en paz, hasta me ofrecieron "protección", ¿la escuela?, también yo tengo va caciones, ¿mi novio?, se fue de viaje bueno ya no hagamos una tragedia de esto", y s e acerca para besarme ansiosa y mientras su lengua culebrea en mi boca veo de re ojo que no trae sostén y las tetas le bailan libres dentro de la blusa blanca de s eda ¿china? y se las acarició como para confirmar su textura, las tiene suaves, firm es, los pezones duros; y mientras sus besos se hacen más urgentes su mano busca mi sexo, erecto ya pero dentro del pantalón, yo le deslizo la mano entre las piernas que siento calientes, tersas, que se abren poco a poco, y llego a su entrepiern a que encuentro desnuda, esto es, Vero no trae pantys, mis dedos se mojan de su tibia humedad y siento que la carne de su pucha rodea mis dedos, pero ahí no hay c alzón y eso me sorprende y me separo para reclamarle: "oye, ¿por qué no traes calzones ?, ¿eh?". --"¡Oh niñito!, hoy vengo de "entrega inmediata", tenía que verte y ", Vero vuelve a peg ar su boca a la mía, vuelvo a acariciar su pucha que noto carnosa y casi sin vello s; un dedo se desliza hacia el interior y vuelvo a confirmar que la prima no es virgen, como ella insistía aquella noche, se lo hago notar: "eres una mentirosa, a quí no hay ninguna virginidad, mira mi dedo entra entero, todo, todito", y seguimos besándonos, y entre besos y caricias le pregunto: "¿quién fue?"; ella guarda silencio , su boca pegada a la mía, su lengua jugando con la mía; vuelvo a insistir: "¿quién fue?

", momentos después ella se separa, vuelve a su asiento y mira hacia fuera del aut o y así se queda. Vero guarda silencio, voltea la mirada hacia fuera del auto, por fin se decide y : "¿por qué me preguntas eso?". --"Quedamos en que seríamos sinceros, ¿o no?", le reto. --"Pues si pero esas son cosas muy personales, muy digamos íntimas, además ¿para que quie res saber?", dice mordiéndose los labios con pena. --"Hummm, curiosidad, digamos que curiosidad", le digo y busco su cara que ella trata de ocultar, aguarda unos segundos para contestar. --"¿Prometes no decir nada a nadie?", pregunta. --"Quedamos en que todo quedaría en secreto, ¿no?". --"Humm, ¡ay Beto, qué preguntas haces!, bueno te cuento con una condición", dice en t ono retador. --"¿Qué condición?". --"Que me dejes tocarte el pajarito, ¿si?, y que luego me des una probadita de tu p ajarito, ¿sí?", y repasa su mano encima de mi entrepierna, donde ya apareció el mister ioso bulto de mi verga y añade: "¡ay Beto!, mira que cosota, la tienes bien parada, ¿v erdad?", agrega y aprieta su mano sobre el bulto de carne, la apremio: --"Bueno, vas a contar ¿si o no?". Vero sonríe con picardía y casi musita dice: "fue Luis", así, sólo eso, en tanto su mano trata infructuosamente de desabrochar el pantalón. --"¿Luis?, ¿qué Luis?", le pregunto. --"Si, Luis, Güicho, tu primo". --"¿Luis?, ¿el hermano de Lulú?, y ¿por qué él?, ¿cómo fue?", le pregunto intrigado. --"No, ya te dije, quedamos en que te decía y me dejabas tocar tu pollito, ahora t u cumple". Y sin más su mano me acaricia la entrepierna, mira hacia fuera del auto y empieza a desabrocharme el pantalón, le condiciono: "bueno, tócala, pero a ver si nos caen l os porros o pasa una patrulla y nos lleva a la delegación por degenerados, ¿eh?, y l uego me cuentas todo". --"¿Porros, patrulla?, los primeros ya son mis amigos, los segundos nunca los he v isto por aquí, además el estacionamiento está casi vacío y no pasa gente, y de contarte todo, no se, déjame pensarlo", y cuando termina de hablar ya ha liberado mi verga del pantalón, y sin dejar de ver el pito erecto me empieza a masturbar, pregunta: "sabes Beto, quisiera que terminaras en mi mano, nunca he visto un pajarito eyac ular, tengo curiosidad, ¿si?". --"Sólo que me cuentes todo", le digo. Y Vero me acaricia delicadamente el pito, pela el glande, su mano sube y baja su avemente y empieza: --"Hace tiempo Luis trabajó con mi padre, le ayudaba con las carnicerías, a descarga r la carne y cortarla, todo eso; hay varios empleados, ¿recuerdas?..., por la tard e, luego de cerrar los negocios los empleados acostumbran bañarse en un cuarto que utilizan para destazar la carne , no yo sabía, pero desde la sala de mi abue es pos ible ver por la ventana hacia ese cuarto; una tarde vi que mis hermanas estaban espiando por ahí haciendo comentarios un tanto digamos, obscenos: que mira nada más q ue palote!, que aquel la tiene más grande y cosas parecidas", Vero detiene su rela to y se afana en masturbarme y añade: "cuando te venga el semen me avisas, no vaya s a salpicarme de leche, ¿eh niñito cochinón?", y sigue: "la curiosidad me hizo acerca rme, primero se sorprendieron al verme, las había descubierto mirando cosas feas, no tuvieron opción, me dejaron espiar, así vi a Luis, se estaba enjabonando el cuerp o, tiene muy buen cuerpo el primo, ¿no?, bueno, pero lo que atrajo mi atención fue s u pene, no lo tenía parado, le colgaba, lleno de jabón, pero aún así se le notaba bastan te grande, seguimos mirando unos segundos y todas nos fuimos conteniendo la risa por haber hecho eso". En ese momento sentí que ya no podía contener la eyaculación, Vero se percata, mi pito palpita y antes que ella pueda evitarlo, el semen salta en un grandioso chorro q ue salpica el tablero de su auto, el cristal, su mano se empapa, y unas gotas ca en sobre su rostro, ella exclama: "¡Beto!, ¡es blanca!, tu leche es muy blanca, ¡ay Be to cuánta leche!, mira siguen saltando los chorros, humm, sigue palpitando tu pito, ¡cómo palpita tu pollito!, hummm, que rico es esto, salió una cantidad de semen, ¡Betit

o, te sale mucho! Y mira tu palote sigue duro, hummm, espera, espera, déjame limpi ar el cochinero que hiciste, ¡niñito cochino!, mira nada más como dejaste mi coche y m i mano y ay también mi cara, ¡niño malo, horroroso!". Cuando Vero termina de asear su rostro y el auto con papel higiénico continúa con su relato: "¿sigo?, bueno la cosa es que ver a Luis así, de esa forma, despertó en mi cos as no se desconocidas tenía ganas de bueno que él se fijara en mi o algo parecido no te a idea clara de tener sexo con él fue algo difícil, pues los empleados tiene prohibid o acercarse a nosotras así que se me ocurrió una idea: por ese entonces apenas estaba yo aprendiendo a manejar, pero tenía miedito de meterme al centro de la ciudad con el carro, así que le pedí a mi papá que me prestara uno de los muchachos para que me l levara a comprar unos libros total que Luis y yo fuimos por los libros y él supo lo que yo buscaba, de regreso metió el carro en un hotel sobre Zaragoza y ocurrió, esta ba nerviosa por lo que pudiera pasar, pero dejé que me hiciera de todo bueno no tod o, me beso por todas partes, me hizo sentir cosas desconocidas y me cogió yo lo dese aba lo hicimos varias veces, supe que era eso del orgasmo luego quiso hacerlo por atrás y me negué tenía miedo; salimos dos o tres veces ¿no me crees?, bueno cogimos cinco eces, eso es todo, ¿no?, te lo juro es que era muy rico hacerlo, sobre todo porque s e venía y seguía cogiendo bien rico y más y más siempre usamos condón pero luego se ponía n o, que chúpalo que déjame ponértelo atrás y yo eso no no se pero tenía miedo , --mira mi idad y-- ¡te lo juro Betito! nunca le besé el palo nunca y jamás dejé que lo pusiera allá nca, me entraba un miedo atroz, que no es lo mismo que "¡un hombre atrás!", y suelta la risa nerviosa y espontánea, y añade: "¿me crees Betito, verdad que sí?". Me entra un poco de ira y: "ustedes la viejas, siempre son muy mentirosas, andan cogiendo con cualquiera y luego le dicen a uno que son vírgenes así pasa siempre, cu ando fajamos dijiste que eras "virgen", ¿o no?". --"¿Por qué?, así fue.. ¡lo juro!, es que de Luis me entraron las ganas eso fue todo ahor o veo y me da rabia y coraje y el se reía con sorna hice que mi padre lo corriera par a no verlo más , de aquel faje pues si te dije eso, pero te vi y me dieron ganas de est ar contigo", dice algo compungida. --"¡Pinches viejas!, así eres tú ¡nomás buscas una pinche cogida y luego me vas a botar!... nomás por probar una nueva verga, eso es todo, ¿también me acusarás con tu papito?, ¿sí?... tú sólo quieres coger, ¿o no?, sólo darle vuelo a la verija y luego buscar un pendejo q ue se case contigo, ¿o no?", y me entra un poco de tristeza y añado "todo esto es un a pinche pendejada". Y ambos nos quedamos callados, el cigarro hace tiempo que s e terminó, y es como un "click" que suena en mi cabeza: "¡ya cabrón!, no hagas pedo!", y la miro cabizbaja y triste y le acarició el pelo teñido de negro y nos quedamos c allados hasta que ella agrega: "¿sabes?, ya me habían dicho que tú eras muy cabrón, ¡pero te pasas!". --"¿Por qué?", pregunto un poco arrepentido. --"No se que buscas Alberto, primero me calientas y luego me reclamas, no entien do; haces que te diga cosas personales y luego te enojas, ya no se ", dice casi gi miendo. Recuperado del ataque neurótico propongo: "¿nunca haz hecho el sexo en un estadio de béisbol?", primero me mira extrañada, pero al momento su rostro se ilumina, pícaro, p ara decir: --"¡No!, jamás, ¿dónde?, ¿vamos a ir?, ¿me llevas a eso?", y el rostro se le pinta de lujuri a. Cuando caminamos entre los arbustos del deportivo Sexenal escuchamos el sonoro " pack", seco, del bat al pegar contra la bola de beis, señal de que el equipo de la escuela está entrenando; se escuchan los gritos, los golpes del bat, pero en los pasillos, en las gradas, bajo ellas no hay un alma, sólo en el campo los jugadores que entrenan. Subimos las gradas envueltos en algo como ansiedad o nerviosismo por hacer algo prohibido. Nos detenemos en la barda que separa los dos niveles de gradas, frente a nosotro s los jugadores que corren buscando atrapar la pelota que vuela, unos, otros pel otean entre sí, otros más calientan el brazo con el bat, nadie nos ha visto. Hago que Vero se apoye en la pequeña barda, yo tras ella, pegado a sus nalgas; y c uando le alzo la falda dice con sorpresa: "¿aquí?, no Beto, nos van a ver, mejor en otro lado, no, aquí no, ¡ay Beto!", ya he sacado el pito del pantalón y se lo deslizo entre las nalgas, la prima alza las nalgas y el garrote ya se frota contra la ra

ja de su pepa, vuelve a decir que no, pero sigo con mis intentos por penetrarla y le ordeno: "tú estate quieta, mira al frente como si nada, como si atendieras el entrenamiento, no te muevas, déjame a mi". Y obediente sigue las instrucciones. Cuando la penetro un "¡ah!" de sorpresa sale de su boca y me empiezo a mover, lent o, muy lento, apenas moviéndole la verga dentro de la pucha, apretada, muy ajustad a. Seguimos así por momentos, ya mi verga va y viene, Vero mirando al frente--: "ay , apúrate, anda, termina", segundos después, cuando la tranca ya se desliza con suav idad por el canal vaginal y la prima suspira emocionada o caliente, añade: "hummm, Beto, mejor no termines sigue sigue más hummm qué rico más sigue sigue ay sigue p da qué rico lo metes hummm, sigue sigue, no te detengas, ¡sí!, más, así, hummm"; más metid sacadas de verga, suspiros, un "prrr" pedo que se le escapa a la prima y de pronto un gemido agudo resuena entre las gradas, Vero parece desfallecer y dobla su cu erpo sobre la bardita de cemento, y su cabeza cuelga hacia abajo por momentos, s us gafas negras Tipo Ray Ban-- caen, yo arremeto con furia contra sus nalgas y el la se viene, su cuerpo se contorsiona mientras acelero las metidas de verga, busc ando mi eyaculación que parece tardar, hasta que suelto el semen a chorros pausado s, primero urgentes, luego a pausas, en tanto que Vero sigue gimiendo y suspiran do. Minutos después bajo las gradas para buscar sus lentes oscuros, mientras arrib a Vero se limpia el semen que le escurre por las piernas con un "kleenex"; sient o sobre mi algunas miradas de los jugadores, alguno sonríe, quizá interpretando lo q ue acaba de ocurrir en las gradas. XXVII Un anochecer. Las nubes grises cargadas de lluvia presagian la tormenta que no t ardará en llegar. Hacia el poniente retazos de cielo azul asoman tímidos entre los n ubarrones oscuros y grises. No lo se, pero estos momentos me hacen dejar de mald ecir esta pinche ciudad, ahora hasta me parece bella; no conozco otros lugares, pero los atardeceres en la ciudad de México son maravillosos, pienso. Sopla el air e fresco y de la esquina cercana sale un ruido, más bien retazos de una canción en l a antigua pulquería "Las Tres Caídas" así con mayúsculas iniciales mal pintadas en un roj o ofensivo, que añade en su leyenda "Solo pulques finos"--; y resuena: "tres veces te engañé tres veces te engañe tres veces te engañé", la voz en tono de reclamo de Paquita la del barrio, y sigo mirando los cachos de cielo que se niegan a dejar su lugar a los nubarrones grises. Y mientras Paquita sigue cantando y grita "¡me estás oyend o inútil", las puertas de persiana y madera, repintada de algo como café, se abren d e golpe y salen los borrachos. Al primero que veo salir y caer al suelo es Angelino, Angelindio lo llaman los v agos, antiguo soldado y reacio de dejar atrás sus modismos indígenas, ya no digamos su fisonomía, que a manotazos trata de librar la ayuda de los otros que tratan de levantarlo: "¡ya maaarrrchas, ya marrrchas!", que en buen "cristiano" podría traduci rse como "¡ya déjenme en paz!" o algo así. Quien trata de ayudarlo es alguien conocido , "el Carnitas", mi antiguo amigo de la infancia, chico gordo hasta donde no hay más, me mira como apenado pero luego me saluda con la mano. Respecto al Carnitas hay muchas historias, sólo yo se la verdad. La infancia siemp re me hizo tímido, más por la muerte de mi padre y cuando uno es tímido busca alguien similar, es como dijera el Che: "los miserables buscan a los más miserables, para sentirse menos miserables", y creo que así fue: el Carnitas no se apodaba el Carni tas, era un chiquillo gordo, obeso, moreno hasta casi parecer negro y abotagado de la cara, y era mi compañero de clase en tercero de primaria y yo fui quien le p uso el apodo: el Carnitas, y así se le quedó. La soledad nos hizo amigos. Juntos com partimos tortas de frijoles o de huevo a la hora del recreo. Luego salimos a la calle a jugar al "burro entamalado", a la "rayuela", o al "avión", o al "burro 16" y esas cosas, con amigos igual de rechazados que nosotros; luego me invitó a come r a su casa y conocí a su familia, todos igual que él: gordos hasta la inmensidad, v iviendo en una vivienda de vecindad de sólo tres cuartos pequeños. Con esa familia c ompartí algunas comidas a media tarde, pero dejé de ir cuando caí en cuanta que el menú nuca variaba: platos de sopa de pasta; una olla inmensa de frijoles, una canasta con cuatro cinco kilos de tortillas y un bote de chiles, eso era todo, nada más. A duras penas Joel el Carnitas, terminó la primaria, y yo me fui a la secundaria, poco después la obesa familia empezó a perecer de enfermedad: primero el padre obeso y casi negro, pero de sonrisa y trato siempre amables; luego la mamá, igual de go

rda y casi negra, de largas trenzas y trato intransigente; poco después una herman a y luego otro hermano, hasta que el Carnitas se quedó solo y heredó del padre un de startalado microbús que rara vez rodaba, así se hizo chofer de transporte público. Ahora le inventan cosas a Joel: que es dueño de la vecindad ruinosa donde vive; qu e tiene decenas de microbuses; que tiene más de tres mujeres con hijos; que trajin a refacciones de carros robados y saca miles de pesos y así. Yo siempre lo he vist o de pasada tratando de componer su inservible vehículo, viviendo solo. Pero él sigu e ahí, con su viejo armatoste y tomándose dos que tres litrejos de pulmón de ajo, o se a, de a "a jodido", nomás blanco, puro, en la "pulcata" Las Tres Caídas, ni hablar d e los "curados" de avena o piñón o nuez o jitomate Pa´saber. Otro que sale de Las Tres Caídas es don Pedro, el "cachuchas", hombre obeso y gran de y alto, casi calvo pero con mostacho abundante y mejillas gordas, pasó ya de lo s 40 hace rato. Don Pedro es un hombre feliz, o lo aparenta muy bien. Siempre so nriente saluda a todo mundo a su paso de una forma singular: se detiene ceremoni oso y con una tonada: "¿Y tú cómo estás?, ¿yo?, ¡encantado de la vida!", de una vieja canción de Beny More de por allá de los cincuentas. Al Cachuchas nadie le perdona que sien do ya maduro se haya "arrejuntado" con una chiquilla de 17 años. Las lenguas de do ble filo dicen que recogió a la chiquilla de la calle y se la llevó a vivir a su cas a, al poco tiempo la chica dejó la mugre y la prostitución en el olvido y se convirt ió en la "esposa" de don Pedro; Adriana, que así se llama la susodicha, se ve feliz también, sobre todo viste limpia aunque de forma modesta pero se le nota el orgull o por haber dejado atrás la calle y la putería, y cuando menos trata de hacer feliz a su hombre, don Pedro, que ahora ya dejó atrás las cachuchas beisboleras y vive de sus rentas, pues durante años trabajó en un reclusorio, pero luego algo paso, cosas de la fortuna, no lo se, pero el Cachuchas dejó de trabajar y ahora de dedica a me nesteres un tanto misteriosos y sobre todo, más rentables. Y mientras miro como las nubes se tornan negras y los retazos de cielo desaparec en y los beodos llevan en rastras al Angelindio un carro se detiene junto a mi; es un coche que conozco y una voz: "¡hola chiquito!, ¿cómo estás?, ¿por qué ya no vas a la c asa?, ¿qué te hice?, ¿he?". Es doña Teté que con sonrisa falsa me invita a entrar a su car ro. La miro, primero sorprendido, luego desdeñoso, ella insiste: "anda sube, no te voy a coger" y enseña en su mano derecha una botella a medias de "Jack Daniels", la botella y su invitación me valen madres, pero un trueno inesperado y la lluvia estruendosa que cae de sorpresa me hace entrar a su coche. --"¡Ah verdad!, ¿no qué no tronabas pistolita?, mira llegué en el momento oportuno, sino te mojas, a ver Betito, el calladito, dime ". Y no dejo que termine su diálogo: "mire señora yo no soy el Burro, así que deje de lado sus insinuaciones y ". --"¡Ah chinga!, ¡ya lo sé!, tú no eres el Burro, ¡no lo busco a él!, te encontré a ti y no , gues!", dice Teté sobresaltada y añade: "déjate de mamadas Betito calladito, sólo quiero platicar contigo, nada más, sólo eso, ¿eh?". En ese momento caigo en cuenta que Teté viene algo tomada. El carrito avanza y la señora con bastante pericia, para su estado, avanza por la avenida, dos cuadras ad elante lo detiene junto a la banqueta, afuera sigue lloviendo con fuerza, me vue lve a ofrecer de su botella y de nuevo declino la invitación. --"No se por qué te caigo gorda, Betito, no lo sé, no te hecho nada, no te entiendo, a ver si me puedes explicar", dice la señora mirándome con ojos de medio borracha. Y dejó que la señora inicie un largo monólogo del que no recuerdo nada, mi vista se fi ja en el agua que golpea con fuerza el parabrisas del auto y los truenos y rayos , sigo así dejando que la mujer hable y hable, yo sólo asiento con la cabeza, en cie rto momento le doy un sorbo al pomo de Jack Daniels, pues empieza a hacer frío, no hago caso de la mano de Teté que me toca la entrepierna. XXVIII El secreto del Mudo. Aquel día regresaba de pasear con Mita por Chapultepec, sólo ga sté 25 pesos, tortas incluidas, y me sentía dichoso, como siempre que salía con ella, cuando supe que el misterio de la panza la miss había quedado aclarado: fue el Mud o, decían, sí, el pinche sordomudo, recalcaban. ¿Cómo?, ¿el mudo?, para no creerse. Aclaro: Fermín, el sordomudo, no es sordomudo, trabaja de sordomudo, ¿si?, en este p inche barrio de mierda todos tratan de trabajar en lo que sea. Si lavas parabris as sacas de 150 a 200 pesos al día, mordidas no incluidas, pues todo cuesta. Si er

es ambulante o torero más o menos lo mismo, claro que este empleo conlleva más riesg os, pues cuanto llega la tira hay que correr con la merca y si te la quitan, la pagas; si vendes pirata te pagan fijo, 150 o 250 varos al día, pero las mermas o l o que te roben te lo descuentan, o sea los jefes te chingan como sea, y es que e n la pinche pobreza todos tratamos de sobrevivir. ¿Cuántos no compran robado?, si en el súper un paquete de papel sanitario de cuesta 25 pesos, en el tianguis te cuesta 18, pero tiene "dudosa procedencia", un frasco de "shampoo" que en la "Mega" cuesta 55 pesotes en el tianguis lo consigues en 3 7 pesos, pero o es marca rober robado-- o pirata --"rellenado"-- de vete a saber que madres y cosas así, y con la invasión china es peor, ya ni los sweteres de "Chic oncuac" son de Chiconcuac, no, son "made in Taiwan", ¡pinches chinos! Ya ni en lo que comes puedes confiar con eso de los "transgénicos": que maíz o trigo de la India que son para cerdos nos los venden las transnacionales, y los frijoles igual: m arca "Morelos", pero no del estado de Morelos, los traen de Guatemala "transge" y te callas y los pagas y te los tragas y punto! Por eso hay tanto cabrón enojado, ¡tanta frustración chinga!, pero bueno, volvamos al caso del sordomudo. Fermín, hijo de la pobreza, no, corrijo: hijo de don Fermín, vendedor de helados, y doña Teresa la lavandera, tal vez al percatarse de la marginación en la que crecía jun to con cinco hermanos más, se fue haciendo callado, introvertido, tal vez como la mayoría de nosotros cuando empezamos a entrar a la adolescencia, y los vagos le ap odaron "el mudo" y Fermín se la creyó, o tal vez vislumbró en el apodo una salida a su situación; poco después lo descubrimos en el cruce de Canal de Norte y eje 3 y algo ofrecía a los automovilistas: pequeñas estampas religiosas que la virgen María, que Sa n Judas, que San Martín y una leyenda impresa al reverso: "soy sordomudo, compre la estampita bendita, cuesta 5 pesos y colabore en mi educación" y en el lapso que d uraba el alto del semáforo repartía las estampas, luego las iba recogiendo, la estam pa o el dinero, cuando se ponía el siga el sordomudo se iba a platicar con el poli cía que manipulaba los altos y los sigas, y así una y otra vez, de lunes a viernes, de 8 de la mañana a las 4 de la tarde, cuando un vendedor de cacahuates japoneses ocupaba el crucero; los chicos nos sorprendimos de la inteligencia del sordomudo y hacíamos cuentas del dinero que sacaba en un día; una tarde, con dos o tres cagua mas en el solar, Fermín nos soltó la sopa: las imágenes las compraba en santo Domingo al mayoreo, le salían a uno cincuenta, en un buen día llegaba a vender entre 60 o 70 estampas, o sea entre 300 y 350 pesos el salario de un burócrata de nivel medio--, de los que le quedaban 200 o 250 pues tenía que comprar las estampitas y darle su mordida al poli para que el alto durara 4 minutos en lugar de 3; y había otros ri esgos: otros sordomudos que querían sacarlo del negocio o gente de la delegación polít ica o casas de ayuda que se lo querían llevar a un refugio para "educar al pobre m udo". Pero no se crea que con los poco más de mil pesos que ganaba Fermín a la semana había sacado de la pobreza a su familia, no, seguían viviendo en la misma vivienda miser able y mugrienta y comiendo frijoles y sopa de pasta aderezados con suficientes c hiles en vinagre un día si y otro también, ni un guisado de res o un caldito de pollo, ¡ni madres!, la marginación como una perpetua costra de mugre en la piel o como un sello de tinta en la frente: naciste jodido y así te quedarás por los días de los días, amén. Y cuando la miss Ana descubrió al mundo su milagroso embarazo --supe después--, una tarde el sordomudo agarró una peda de antología, invitó cervezas a los vagos y contó sus desventuras: cierto día mientras se afanaba en "vender" sus estampas se cruzó con l a miss que regresaba de su trabajo, a señas porque lo creía mudo de verdad la señora int entaba explicarle que había un lenguaje para sordomudos, que con él podía comunicarse con la gente o con otros mudos, que el idioma le permitiría saber y conocer muchas cosas; con paciencia Fermín evadió las explicaciones de la miss. Pero la doña fue perseverante y temiendo el mudo que la señora lo descubriera o para quitársela de encima, aceptó ir a su casa por las noches a que le enseñara a mover la s manos y hacer gestos para darse a entender con los demás, según. En una de las cla ses el mudo entrevió bajo la blusa las buenas tetas y bajo la corta falda las pier nas y abundantes nalgas de la miss Ana y tal vez sin quererlo tuvo una erección, q ue cuando la señora descubrió de reojo se ruborizó, pienso o me contaron que contó el mu do.

Días después pasó lo que tenía que pasar: luego de la clase doña Ana con mano nerviosa le desabrochó el pantalón al sordomudo y le sacó la verga erecta, se la acarició con maestría y luego, ante la expectación del sordomudo, le hizo una mamada que le dejó seco el pito, contó Fermín. Así, repitieron el ejercicio varias veces, primero la clase y lueg o la mamada, nunca al revés eso dijo Fermín--, hasta que no hubo mamada, bueno, si, A na se la chupó un poco para poner la pinga a tono, luego se arrodilló en el sillón, se subió la falda, se bajó el calzón y le ofreció al mudito el maravilloso espectáculo de su pepa rasurada y sus nalgas entre abiertas, él no necesitó ninguna explicación: le sep ultó la verga entre las nalgas con suspiros de la madura como fondo que empezó a mov er las caderas al ritmo de la cogida, y le dio tal cogida, contaría el mudo, que l a mujer gritaba de placer y el se quedaba con el pito adolorido luego de tres ve nidas. Así se hicieron amantes por varios meses, hasta que una noche la miss le anunció que estaba panzona y que sería mejor que ya no fuera a verla, que las clases de "sordo logía" habían terminado. Fermín primero se asustó, ¡le había hecho un hijo a la miss!, ¡había barazado a una vieja!, y acepto el trato: guardar silencio, bueno si se le puede pedir silencio a un sordomudo, y que doña Ana se hiciera cargo del inesperado pro blema. El mudo, al principio aceptó, pero luego empezó a extrañar las deliciosas mamadas de l a miss Ana o tuvo un inesperado sentimiento paterno, intentó regresar con la miss, pero fue echado sin más de la casa, la mujer no lo quería volver a ver, y ya borrac ho Fermín les decía a los vagos "¿cómo voy a aceptar que un hijo mío ande por ahí, sin padre , sin nada?"; total que los chamacos no supieron guardar el secreto de Fermín, y a sí como llegó a mis oídos lo supo todo el barrio, ya hasta los padres del mudo estaban planeando ir a buscar a Ana para convencerla de que se casara con Fermín, según con taron; a la miss no pareció afectarle el chisme. Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Octava entrega XXIX Don Vito. Le decimos Vito Corleone, viejo panzón, chaparro, medio calvo y de mirad a cínica; se llama Encarnación, antes era don Chon, cuando era uno más del barrio; lue go se hizo rico, eso dicen; empezó como chofer en una funeraria y quizá de ahí viene s u fortuna, haciendo negocios con los cadáveres, al poco tiempo ya era dueño de la fu neraria, comentaban que se hizo amante de la dueña viuda, y que luego misteriosame nte la señora se murió y él quedó como dueño único. Al poco tiempo compró una vieja vecindad rentas caras y cuartos desvencijados--, y luego otra y otra. ¿El dinero?, los hay que dicen que él nomás es "prestanombres" de otros de riqueza inconfesable. Pero co mo se siente el "riquillo" de la colonia tenemos que soportarlo; llega siempre e n su Ford Cadillac, negro, casi cayéndose a pedazos de lo viejo, tipo Lanchón como s e dice por aquí, pero se baja del auto con el porte de un diplomático con su eterno traje negro de la funeraria, la mirada despótica buscando algún enemigo invisible. Por sus desplantes odiosos los grafiteros de aquí se la tienen sentenciada, y la f achada de su casa, cada que la pinta, se la grafitean con dibujos y garabatos in comprensibles, cuando no las llantas de su Lanchón amanecen ponchadas, como para r ecordarle que no es bien visto en este rumbo. Y ay de aquel que ose estacionar el carro frente a sus propiedades, sale el viej o como energúmeno para hacer valer sus derechos, aún sobre la vía pública, por ello ha c olocado botes de metal llenos de concreto seco o piedras sobre la calle, para qu e nadie intente estacionarse frente a su casa o a la salidas de sus vecindades, viejo jijo de su Y ahí está él, una tarde. Lo vemos subido en una escalera pintando de nueva cuenta la fachada de su horrible casa, y es que ¿a quién se le ocurre pintar la fachada de amar illo huevo y las ventanas y el portón de negro?, sólo a don Vito, decimos los chamac os con ojo observador. En eso me comenta Alfredo El Moco, primo lejano: "¿ya te in vitaron?", lo miro desconcertado y confirma: "ya vienen los 15 de Tere, la hija chica de don Vito", no hace falta contestar, todos estamos, de una forma u otra, invitados. Como aclaración. En esta colonia, y en casi todas, podrá imperar la más cabrona de las

pobrezas, pero a la hija que cumple sus 15, ¡se le hace su fiesta o que se acabe el mundo!, ¡cómo no!... y hasta la familia más pobre hace de "tripas corazón", vende lo que puede, empeña la tele, el refri y las joyas de la abuela para la fiesta de la quinceañera; o consiguen "padrinos" para que paguen todo: para el vestido, para el salón, para la bebida, para la misa, para la comida y todo lo que se pueda ofrece r para cumplirle a la "niña" su fantasía de los 15 años, aunque la "niña" ya esté embaraza da de seis siete meses. Y cuando la estrechez apremia, se hace de la calle el "salón", y se bloquean las e squinas con carros viejos y se contrata un "sonido" estruendoso y se le hace la fiesta a la "niña", ¡cómo chingaos que no!, y la música resuena rompiendo cristales y oído s hasta el amanecer el alcohol corre como si se fuera a acabar el mundo. ¡Todo mund o borracho y contento!, hasta que empiezan los pleitos y salen a relucir las nav ajas, las pistolas y los puñetazos; normal, todo normal, como siempre ha sido en e l barrio. Aquí todo eso es algo cotidiano, y es día de fiesta, quizá el único en el que los chavos nos colamos en otras casas para bailar y beber de gratis, pues es la fiesta de los 15 de la "niña" de la casa y nada se debe negar, eso lo saben los anfitriones, el papá y la mamá y los familiares, so pena de ser condenados por el resto del año co mo viejos "jijos de su ma tacaños" y epítetos similares sobran. Respecto a don Vito, quizá haya sido mala suerte o que sus hijas fueran muy "piruj as". Mireya, la mayor, cuando apenas ensayaban el vals de sus 15, ya se sabía que el "maestro" de vals y los chambelanes le habían "brincado" entre los muslos, por ello cuando llegó la fiesta y resultó que "Mireyita" estaba "un poquito" embarazada, don Vito no supo ni a quien reclamar, pues la "niña" no supo decir quien había sido el que "se había llevado la linda flor". No obstante la fiesta se llevó a cabo con fastuosidad y sobrada elegancia. Mireya quedó como madre soltera, algo amargada y con un hijo, pero eso sí, ¡querendona!, como no había igual en el barrio. Le siguió Charmín, igual de morena y caliente que su hermana mayor; ella fue una de las primeras en inaugurar el baldío, y acompañada de alguno de los vagos se metía tale s cogidas que asustaban a los transeúntes con los gritos, por ello don Vito le pus o vigilancia para resguardar el "honor de la familia" y al final la quinceañera res ultó embarazada de uno de los guardianes que le puso su padre, en la fiesta de los XV don Chon se puso tal peda renegando de las putas hijas que le había dado dios. Y ahora viene la fiesta de Teresa, Tere para los cuates, la menor, pero de quien ya se habla con frecuencia en "los bajos fondos". Tere es diferente a su padre y hermanas. Se dice que fue un "desliz" de su madre, y por eso ella es blanca, a lta, esbelta, hermosa, altanera y de nalga fácil, para no variar. Yo la había mirado alguna vez, de lejos, siempre con la sensación de que ella se sentía en otro mundo, lejana, ausente, con gestos despreciativos, desdeñosos, pero es una chica muy lind a, muy hermosa, y ahora estamos a la espera de sus 15 años, de su fiesta y de saber q uién habrá sido el "ganón". Y mientras imaginamos la ostentosa fiesta seguimos atentos los apurados movimientos de don Vito y su brocha y su pintura ofensiva al entor no y de pasada le mentamos su madre. XXX Domingo anal. Por la mañana camino por las calles silenciosas y llenas de basura, aún es muy temprano, los negocios están cerrados y la gente todavía no sale a sus queh aceres; regreso de estar con Mita y siento que estrellitas revolotean en mi cabe za o en el estómago. Me citó temprano, muy de mañana, a las seis iba subiendo los esca lones de madera que rechinaban y al llegar a su puerta la hallé abierta, apenas em parejada, "¡hola bebé!, ¡qué tal!, ¿cómo amaneciste bebito?, pasa, preparé café, ¿quieres una ?" y avanza dejándome su olor a limpio y a jabón Palmolive, su bata ligera moviéndose con la cadencia de sus pasos y cuando entro a la cocina no encuentro ninguna taz a de café sobre la mesita desvencijada, está Mita de rodillas sobre una silla, que c ruje, con la grupa en alto, los brazos apoyados en la mesa y mirándome de lado; al acercarme despacio desliza con una mano la bata, dejando sus nalgas al desnudo, "ven bebé, te daré algo que te gustará" y avanzo despacio embelezado con esa visión de án geles, cielos y paraísos, los glúteos de Mita ahí, quietecitos, esperando. Mita sigue mirándome silenciosa y la visión de su culo me atrae como un imán, no es la primera vez que se lo veo, pero siento que estoy descubriendo esa intimidad por primera vez; cuando me doy cuenta ya estoy en cuclillas ante esos cachetes curve

ados, firmes y casi pornográficos-- mirando, tratando de grabar en mi mente toda e sa visión fantástica e increíble, mis manos recorren la piel tersa y sin mancha, no, c orrijo: las nalgas de Mita tienen pecas, unas cuantas pecas diminutas, apenas pe rceptibles, cafés claro; ella recula un poco y su nalgatorio se levanta, se entrea bre, y mis manos amasan los globos suaves, firmes; separo las nalgas que descubr en el caminito sonrosado que las separa, más abajo la maravillosa visión de su culo rojizo y estrellado; atento trato de contar los pliegues apretados y descubro qu e tiene pelos, delicados y cortos vellos castaños alrededor del hoyo y así me quedo, mirando extático, temblando, acariciando esa carne que vibra, un dedo recorre el camino secreto, primero arriba, desde la curva de las nalgas, va hacia abajo has ta tocar los pliegues duros, más hacia abajo el dedo recorre la raja de la pucha, vuelvo hacia arriba y recorro el mismo sendero rosado, "ay!, bebé, siento cosquill as, cosquillitas en mi colita, ay bebé qué siento, qué me haces", dice ella sofocada. Entonces le abro las nalgas al máximo y es como una fuerza poderosa que me atrae, su culo; y mi lengua filosa va directo ahí, a los pliegues, y recorro con lengua y labios esa carne prohibida, secreta; lengüeteo ansioso, embarro de saliva y Mita gime y mueve las nalgas "si, bebé, besa mi cola, ¡siento cosas, siento cosas!", el c ulo sabe amargo y huele un poco a caca, sigo lamiendo más, haciendo que ella se re mueva en la silla que rechina; cuando ya no puedo más me levanto y saco mi verga d el pantalón para apuntársela en el ojete, que se contrae, como un ojo que me guiña, pe ro no se la meto, recorro con la punta todo el valle carmesí, arriba y abajo, haci endo suspirar a la mujer que me guía: "así bebé, juega con la cola, no lo metas, todavía no, yo te digo", y voy y vengo con la verga frotando su culo que parece palpita r hasta que el glande, ya mojado, espera pegado al cerrado agujero y busco el co ndón en la bolsa del pantalón, Mita me descubre: "no bebé, no te pongas nada, quiero s entir tu carne con mi carne, pon tu dura pinga ahí, si bebé, aguanta las ganas de ve nir, déjalo ahí, aprieta un poco, sólo un poco, déjame a mi" y siento como, con lentitud , el culo me deja pasar, se afloja, se abre apenas, y ya, mi glande ha sido trag ado por ese hoyo misterioso, el esfínter aprieta dolorosamente la cabeza de la ver ga, Mita se queja "ay, bebé, duele, duele mucho, ay, espera, no te muevas, déjame a mi, pero espera un poquito, tienes muy gorda la pinga, aaaay", y me quedo quieto agarrado a sus nalgas que, poco a poco, se mueven hacia mi, tragándose la verga q ue se clava dolorosamente. Mita gime lastimeramente y veo dos lágrimas que escurren por su rostro contrito, s iento los dedos de ella acariciando el tronco de mi pene por entre sus piernas d iciendo "¿falta mucho?, ¡oh, sí, falta mucho!" y sigue reculando, comiéndose toda mi ver ga, hasta que por fin, la tiene toda dentro, mis pelos pegados entre sus nalgas; y no se cuanto tiempo pasó, pero de pronto voy y vengo dentro del culo, Mita ya n o se queja, suspira, las manos mantienen abiertas sus nalgas y mis ojos se llena n de esa película gloriosa: mi verga entrando y saliendo con furia del culo abiert o y flexible de la argentina, creo que ya me vine pues algo blanquecino escurre del hoyo cuando le saco el pito; los movimientos se hacen rápidos y furiosos y pie nso "el culo de Mita, mío, sólo mío, me cojo el culo de Mita", y ella "si, bebé, dale du ro a la cola, duro, ay, ¿qué siento, qué siento bebé?, ¡tu leche, dame tu leche bebé, dámela oda en el ccuuuuuuloooooo!", grita, y la silla rechina, la mesa rechina, yo bufo ruidosamente y ella gime de placer, y siento las contracciones de la pinga, lle nando de semen ese hoyo abierto que apesta, y me pego a ella y sigo eyaculando m irando al techo, donde el cable y el foco lleno de moscas parecen espiarme, y cu ento las moscas, y cuento las contracciones de mi pito: dos, tres, cuatro, cinco , seis, siete y pierdo la cuenta pues Mita contrae la cola, apretándome el pito, e n sincronía con mi eyaculación: "¡qué rico bebé, tu leche, tu rica leche, me llena la cccco oooooolaaaaaa!", grita ella y dejo de pensar, sólo siento y me voy de este mundo, disfruto; al terminar sofocado y tembloroso, saco el miembro lastimado, lustroso , goteando semen, miro el culo de Mita que palpita, expulsando los mocos que esc urren, resbalan por su pucha y sus piernas, que gotean sobre la silla. Luego en el baño, abro la regadera para bañarme mientras ella sentada en la taza puj a momentos después el ruido conocido "prrffffrrrr", está cagando, echando fuera mierd a y leche, pienso, mientras me lavo la pinga con abundante jabón, y escucho a la m ujer "aaayyyy bebé, me destrozaste la colita, me arde mucho, y tu leche, ¡cuánta leche bebé!, ¿siempre te sale tanta?"; luego tomamos café en la cocina y me apura "ya vete

bebé, que no tardan en salir los vecinos, no quiero que te vean salir de aquí, de mi casa", y bajo los chirriantes escalones lleno de estrellas, sintiéndome el más pode roso de los hombres. Todo eso voy recreando ese domingo por la mañana solitaria, cuando de pronto descu bro que la tienda ya está abierta y a los vagos afuera tomándose una cerveza para ap lacar la cruda, "¿qué, vienes de desayunar?", me dice uno burlonamente y los demás ríen, no contesto y sigo mi camino; un grito añade "siquiera ciérrate la bragueta" y raud o busco el cierre, que encuentro arriba, cerrado, y ellos se carcajean, volteo y les miento la madre y vuelven a reír, y yo también sonrío, todo me vale madres, estoy feliz aunque tenga el pito dolorido. XXXI Ludy again. Una noche, luego de seguir aprendiendo a manejar el coche del mueble ro español, llegó a mi casa y descubro enfrente a Ludy, resulta extraño que ella me bu sque aquí, pero su beso goloso no me da tiempo de averiguar, además pienso que algo raro ocurre con la esposa del mueblero, doña Carmen me mira de forma extraña, quizá ha y en sus ojos un toque de lascivia o deseo; me apura a que terminé mis lecciones d e manejo pues, según, tiene cosas pendientes que hacer y yo tengo que llevarla en el viejo auto del patrón. Eso pensaba cuando mi novia gorda me asalta a besos fren te a donde vivo y toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos Caminamos sin querer hacia el baldío, aunque es temprano. Nos detenemos antes en l a vieja banca de cemento del antiguo parque, y ahí Ludy se abraza a mi, me besa ap resurada, ansiosa, repitiendo, "te quiero, te quiero, te quiero"; pienso que aho ra anochece más tarde pues aún hay luz de día y jirones de sol pintan de amarillo el c ielo allá, a lo lejos; pese a que aún hay luz, le dejó ir una mano entre las piernas y al subir siento su calor, ella abre más las piernas y el calor aumenta: Ludy anda bien caliente, me digo y ella lo confirma al murmurar: "ya te quiero ahí, te dese o, cariño"; miro alrededor y todo parece desierto, al menos lo creo y en un acto a trevido me saco del pantalón la verga erecta, la gordita se apodera de ella en el acto diciendo "¡mi vida!... ya la quería ver de nuevo tan linda tan grande tan caliente verga, cariño mío, no sabes cuánto te deseo, te quiero dentro de mi , ya no aguanto las ganas de que lo metas un poquito dentro de mi", y se vuelve a pegar de mi boca como una cosa "babosa" que me succiona, en tanto que su mano aprisiona mi pinga y ju ega, la frota de arriba abajo y yo le acaricio las tetas tratando de desabrochar su blusa, y seguimos unos minutos más con el faje que parece aumentar la excitación de mi noviecita. Un rato después ha oscurecido y mientras nos metemos en la soledad de aquel predio abandonado, me hago el propósito de volver a encular a la gordita, que camina peg ada a mi y no se por qué pienso que algo le ocurre a Ludy pues ahora viene más "románt ica" que otras veces. Cuando llegamos a la vieja pared casi derrumbada, Ludy me sorprende: hace que me recargue en la destruida pared y mientras su boca vuelve a pegarse a la mía abre la bragueta del pantalón para liberar mi verga erecta, ella toma la iniciativa qué raro, me digo--; ya cuando estamos abrazados y seguimos con el eterno beso ensalivado, la gordita abre un poco las piernas, sube parcialment e su vestido, y cuando el pito se desliza sobre su pepa descubro que Ludy no lle va pantaleta y lo más sorprendente: no cierra las piernas para atrapar el pito ent re ellas y evitar la penetración, no, las deja abiertas un poco, y ella es quien s e mueve, en un lento compás va y viene hacia mi, deslizando el pito erecto sobre s u pucha caliente y mojada; el intenso placer se posesiona de ambos, ella se cuel ga de mi cuello con sus brazos y suspira mientras me besa, yo la agarro de las n algas para sostenerla mientras mueve la pelvis en delicados círculos, frotando la pinga sobre la raja de su sexo que arde y cuando siento que su excitación llegó al máx imo, Ludy coloca la punta de la verga en la entrada de su vagina y suspira, cier ra las piernas con fuerza y gime ruidosa cuando el orgasmo le llega tumultuoso; Ludy casi grita y yo estoy a punto de soltarla pues no aguanto su peso, y a dura s penas dejo que su orgasmo termine, entre bufidos y temblores. --"¿Estuvo rico nenita linda?", le pregunto mientras le acaricio las nalgas --"¡Riquísimo!... vida mía, nunca había terminado de esta forma tan intensa siento que la babita me escurre por las piernas, huuuummm, ¡cariño!, ya me hacías falta pero tú no haz terminado", dice en voz baja y sin añadir nada más se despega un poco para darme la espalda e inclinar un poco el cuerpo, me ofrece sus nalgas.

Ludy se apoya en la pared alzando un poco su vestido, le abro un poco las nalgas y deslizo la verga entre los cachetes carnosos hasta frotar la raja de su pucha tengo que doblar un poco las rodillas para quedar a la altura correcta--, ella s uspira de nueva cuenta, y me entretengo un poco deslizando el pito sobre su sexo ; en cierto momento me detengo sobre la entrada de la pepa y empujo un poco, sólo un poco; la cabeza del garrote la penetra y ella gime: "huuummm, no todo no, déjalo ahí" y obedezco dándole pequeños piquetes de verga en la pucha, siento que la pepa se abre y me deja entrar, al menos parcialmente, y así estoy, removiéndole el glande e n la pucha cuando Ludy vuelve a soltar sus gemidos: "aaahhhhh, hummm, más, ahí muévelo ahí aaaahhh, papacito lindo me llega mmmm, me viene .yaaaaaa", un nuevo orgasmo hace qu e su cuerpo tiemble y su panocha palpite sobre mi verga. Cuando Ludy deja de gemir le saco un poco la verga y se la apunto en el culo, el la se deja hacer, obediente, parando más el culo y cuando presiono ella suelta un "aaayy" de dolor y su culo me deja entrar; le voy metiendo el pito lentamente ha sta que me quedo pegado a sus nalgas y ella suspira sofocada o dolorida, no lo s e; y de alguna forma comparo a Mita con Ludy: el culo de la argentina aprieta más, mucho más, o será que aquella mujer contrae el ano para hacer más intensa la cogida o el culo de la gordita es más flexible, no lo se y no me interesa averiguar en ese momento; luego me la empiezo a coger, lentamente, metiendo y sacando la verga q ue poco a poco ya entra más fácil, siento su culo cada vez más suave, más abierto, y sig o metiendo y sacando el miembro, provocando que la chica choque con su cabeza en la pared, hasta que suspiro y la leche me llega, me repego al culo de la gordit a que parece apretarme a pausas mientras eyaculo, y siento los chorros de mocos y las palpitaciones de mi pito, siento que mis piernas se doblan, ella suspira y yo también, hasta que la verga se queda quieta y se afloja un poco, el olor a sex o es intenso y nos rodea. Cuando le saco el pito Ludy me pregunta: "¿estuvo rico p apacito?". --"¡Delicioso!, chiquita linda", contesto en tono amoroso. --"Ya te gusto hacérmelo por el recto, ¿verdad?, ¿sientes rico?", pregunta con un susp iro. --"Y a ti ¿te gusta?", me atrevo a preguntar. --"¡Hummm, cariño!, siento delicioso cuando entra y sale tu pene, y más cuando te viene s y me llenas de leche es algo riquísimo como palpita tu verga al venirse dentro de mi, me siento completamente tuya toda tuya, deseando que me hagas todo lo que qui eras " y me besa con pasión. Minutos después regresamos a la banca y noto que ya hemos estado juntos mucho rato , ella parece interpretar mi duda y aclara: "le pedí permiso a mi mamá para verte, ¡ya te necesitada chiquito lindo!", y aprieta su mano sobre mi bragueta para agarra r mi verga. Intento levantarme para emprender el regreso a su casa, pero ella me detiene: "espera, tengo que limpiarme la pepita, todavía me escurren babitas" y o bservo parcialmente como la gordita saca pañuelos desechables para limpiarse entre las piernas, para luego de una bolsa del vestido tomar su pantaleta roja y con un rápido movimiento intenta ponérsela pero la detengo: "no, espera, quiero tu calzón p ara mi"; me mira desconcertada y pregunta "¿para qué?"; "lo quiero de regalo", le acl aro, ella obediente me la entrega diciendo "pero jura que nadie te lo encontrará, menos tu hermana, si sabe que es mía me mata!". Cuando dejo a Ludy en su casa descubro algo extraño, el olor a sexo no desapareció, sigue pegado a mi, reviso mi ropa, mis manos, parece que estoy impregnado de olo res a panocha, a semen y a caca; apuro el paso para llegar al edificio para lavar me o cambiarme de ropa, de ser preciso bañarme, pienso. Y ya cuando estoy por subi r las escaleras me cruzo con la miss Ana, que luce ya su evidente embarazo; me d etengo para dejarla pasar pero ella se detiene y voltea, creo que le llega la pe ste: "¡uuuuff niño, andas muy activo!, ¿verdad?, ¿recuerdas que me debes un favor?, buen o luego que te bañes subes a la azotea, tengo algo que decirte " y sube meneando sus caderas gloriosas, la sigo pasos atrás rogando al cielo que no esté mi hermana en el departamento y así pueda asearme y despojar de mi los olores a Ludy. Para mi fort una la casa esta sola y a oscuras y corro al baño para tratar de eliminar el olor a sexo. Un rato después subo al departamento de Ana; llego a la puerta pero no me deja ent rar, trae una caja de cartón en la mano y me la entrega diciendo: "es un favor, no

te sientas comprometido, ¿entiendes?, ¿sí?, espero que sí no abras la caja por ningún moti vo, la tienes que entregar en un domicilio, en la colonia Roma, calle Veracruz, cerca del metro Chapultepec, ¿entiendes?, los datos están en el sobre que está pegado arriba, ahí encontrarás dinero para pagar el taxi, el autobús o el metro para llegar a hí; mira, esto es importante el señor que reciba la caja te tiene que entregar un sob re con algo dentro, si no te entrega el sobre no le des la caja, ¿entiendes?... ta mpoco abras el sobre por ningún motivo, ¿entiendes?, y cuando regreses me entregas el sobre cerrado, eso es importante, no lo debes abrir ahora bien ¿me quieres hacer es te favor?, dime ¿si o no?, te repito, es un favor sólo eso"; cuando recibo la caja no to que pesa algo, quizá 15 kilos o poco más, "¿será ropa o qué?", me pregunto y la miss añad e: "puedes ir cualquier día de éstos, no urge, pero procura ir por la mañana; cuando m e entregues el sobre te daré tu premio, ¿sí?". Y cuando le pregunto de que se trata todo el asunto, ella responde: "no te preoc upes, cosas de viejos amores, nada que te pueda comprometer, te lo aseguro, pero recuerda, no abras ni la caja ni el sobre que me debes entregar, ¿sí?", y me da un beso cariñoso en la mejilla añadiendo "oye, cada día que pasa te pones más guapo, más homb re con razón te buscan tanto las muchachas pero procura cuidarte, sobran viejas que te quieran embarcar", luego cierra la puerta y yo bajo la escalera un tanto conf undido cargando la caja. Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Novena entrega XXXII Un amanecer tormentoso. No lo se bien, creo que fue el frío lo que me despertó o el sueño delicioso, sarcástico y contradictorio. Bajo las sábanas siento la verga erecta, el glande mojado, escurriendo babitas. Casi había amanecido y el frío inclemente me hizo pensar que este quizá sea uno de esos días en que en 24 horas se dan las cuatr o estaciones: al amanecer una temperatura de 3 grados que hiela el cuerpo; al me dio día un calor de 33 grados que sofoca y ataruga; a media tarde los ventarrones furiosos serán el preludio de la tormenta que caerá apenas iniciada la noche, así es e n esta ciudad de locos. Y mientras me acarició la pinga erecta recuerdo fragmentos del sueño: quizá las remini scencias del primer encuentro sexual con Mita, pero de una forma contradictoria y un tanto frustrante quizá, que ocurrió hace ¿semanas?, no, ¡meses!, si, meses ya, y rec uerdo aquella tarde en el departamento de Mita, ella sentada en el sofá mirándome fi jamente sin decir nada, yo, de píe frente a ella, nervioso, mis ojos van de su car a linda a su pecho, a sus piernas llenas que tiene recogidas sobre el sillón, sus ojos parecen mirarme con cierta burla y dice: "¿la tienes grande?", y presuroso in tento desabrochar mi pantalón y su grito "¡no!, oye ¿qué haces?" detiene mis intentos po r liberar el miembro erecto, y sigue hablando: "¡ay estos niños de hoy!, no entiende n las palabras, ¡ay niñito!, te pregunté "las tienes grande", no "enséñame la pinga", ¡ay ch amaquito calenturiento!, apenas te conozco y ya te quieres desnudar", y su risa burlona se fija en mi, me siento avergonzado, torpe, estúpido; ella vuelve a habla r: "¿te haces muchas pajitas pensando en mi?, ¿sí?, hummm, seguro te la haces todos lo s días pensando ¿en mis pompis?, ¿en mis piernas?, ¿te gustan?, ¡ay tus miradas!, pareces q uerer comerme, ¡niñito!... a ver ", y señala la erección prominente con su dedo, parece qu e quiere que le enseñe la verga pero dudo, ella insiste con el dedo, yo bajo el ci erre del pantalón y me saco el miembro, erecto, bien duro, ella abre los ojos con asombro y "¡ay bebé!, ¡mira nada más que tranca!, si la tienes grande hummm, seguro ya la estrenaste, ¿verdad?, tienes cara de que sabes fornicar, ¿verdad?, y ahora quieres q ue yo te deje meter esa cosa horrible en mi cosita, ¿verdad?", y vuelve a dibujar la sonrisa burlona sin dejar de mirarme. De pronto el silencio nos envuelve, ambos nos miramos, sus ojos recorren mi entr epierna, mi verga parece palpitar, me siento muy excitado; y sin dejar de mirarm e cambia su postura en el sillón, con lentitud sus manos van a la orilla de su pan talón gris de algodón y con lentitud lo baja, veo sus piernas deliciosas, sus pantor rillas, entreveo su sexo que abulta en la pantaleta rosa de satén y su mirada se t orna esquiva, avergonzada, mira de lado entrecerrando los ojos y abre las pierna

s para ofrecerse a mis miradas, no puedo evitarlo y llego hasta ella, me detengo ante sus muslos carnosos y abiertos, y ella vuelve a mirarme diciendo en voz ba ja: "¡ay bebé!, no debemos no es incorrecto, no" y una de sus manos recorre el calzón ro sa descubriendo su panocha peludita, mis ojos se fijan en esa carne entreabierta , la raja sonrosada, los bordes carnosos, los vellos castaños y rebeldes, y Mita s e queda quieta, ofreciéndose. Inclino un poco el cuerpo hasta tocar con el glande la raja húmeda, Mita suspira y cierra los ojos diciendo: "no me cojas bebé, no lo hagas, no, por favor" y alza l a pelvis para hacer que nuestros sexos se rocen delicadamente, yo recorro la raj a velluda con mi verga, acariciando desde arriba hasta abajo, donde la abertura vaginal parece escurrir babas olorosas y sigo frotando haciendo gemir a la madur a y cuando le apunto la verga ella recula y dice: "no bebé, no lo hagas, no me coj as, es incorrecto, no lo metas, no, bebé, no" y pese a las protestas le meto la ve rga, ella tensa el cuerpo y exhala el aire de sus pulmones, como abandonándose y s igo metiendo el pito, todo o casi todo, lo empiezo a meter y sacar con suavidad, siento que la pucha rodea mi verga, siento esa calidez y esa humedad y en ese mo mento siento que se me sale el semen, Mita reacciona de inmediato y recula, haci endo que la verga salga de su cálido albergue, y los chorros de mocos salpican su entrepierna, su pantaleta de satén y sus piernas; ella me mira con ternura diciend o: "hummm, bebé, tu leche, qué rica leche, te ganó la excitación, ¿verdad?, jo, jo, jo, no te preocupes, además yo no quería que lo metieras, no, capaz que me embarazas, jo, j o, jo", dice con risa apenada y cierra las piernas, yo me quedó frente a ella con el pito goteando mocos, me mira y pregunta "¿quieres más?" y estira la mano para aca riciarme el pito, su mano se embarra de mocos pero sigue acariciando, frotando t odo el lomo del pito, provocándome sensaciones deliciosas, y sigue acariciando, más y más, hasta que minutos después vuelvo a eyacular, ahora en su mano que se empapa d e semen, dice en voz baja apenada: "¡ay bebé!, ¿cuánta leche?, ¿viste?, yo, una mujer madu ra y decente, haciéndote una paja, ¡Jesús, qué dirá la gente!" y vuelve a reír jocosa. Eso recuerdo de ese erótico sueño, no puedo aguantar la excitación y busco bajo el col chón, sacó la pantaleta de Ludy y con ella me acarició el pito, me masturbo, con lenti tud, disfrutando el rapto indebido, con suavidad, rodeando el glande con la tela de nylon de mi novia y refregando con suavidad, siento que no tardaré en venirme y hummm, la deliciosa venida hace que mi cuerpo brinque en la cama y suspiro pens ando en Mita, pensando en Ludy, pensando en mi hermana que ahora le ha dado por usar unas tangas diminutas de encaje floreado, en lugar de sus aseñoradas pantalet as de algodón, cuando me recupero de la venida y ruido ensordecedor golpea la vent ana, llueve con fuerza, es una tormenta, rayos estruendosos y relámpagos, una fuer te granizada, me levanto para averiguar por la ventana: el fuerte viento, la llu via que cae furiosa y los golpes del granizo sobre los cristales, el frío hace que me den ganas de orinar y camino rumbo al sanitario, al pasar veo la puerta abie rta del cuarto de mi hermana, y a ella dormida boca abajo, parcialmente desnuda, veo sus piernas bien moldeadas y sus nalgas curveadas casi al desnudo pues trae una tanga de color negro, la tira de tela se le mete entre los cachetes del cul o, siento una palpitación en el pito y reanudo mi camino al baño, trato de orinar pe ro de nuevo me siento excitado, pujo fuerte y el chorro de orines salpica la taz a del baño. Cuado regreso a mi cuarto veo el despertador, van a dar las cinco de l a mañana, intento prender la luz del cuarto y nada, se fue la energía, vuelvo a acos tarme recordando las ricas nalgas de mi hermana y pensando "¿por qué ahora usa tanga s?, ¿para quién?, ¿tendrá pareja?, ¿andará cogiendo mi hermanita?, tal vez", me digo. Ese día no fui a la escuela, la tormenta mañanera provocó serios trastornos en la ciud ad, hubo inundaciones, el caos vial fue de pronóstico, el agua encharcada inundó la planta baja del edificio, en fin, que me tomé el día. Mientras desayunaba con mi her mana me atrevo a preguntar: "oye manita, ¿por qué ahora usas tangas tipo hilo dental ?", me mira sorprendida y "¡eso a ti no te importa!, ¿o si?, a ver dime, ¿yo te digo a lgo por dormir encuerado?, ¿no, verdad?, luego paso por tu cuarto y ahí estás durmiendo , con el pájaro erecto ¡sinvergüenza!, así que si uso tangas no debe importarte, ¿entiendes , soy tu hermana mayor ¿entiendes?", me encojo de hombros y confirmo, pues si, a m i que chingaos me importa. XXXIII Encargos impropios. Malhumorado, apretando el paso, voy por la calle; sin querer

me cruzo con el Ruper: "¿onde vas güey?", pregunta él. --"A la pinche farmacia, son mamadas, la verdad mi hermana se pasa, mira que man darme a comprar caballos, "anda ¿sí?, se buenito, ve a comprarme toallas sanitarias, se me terminaron y ya sabes", ¿cómo voy a ir yo, un cabrón, a comprar caballos a la fa rmacia?, son chingaderas", le dijo en tono enojado. --"Ni pedo buey, tienes que ser buen niño y comprarle sus cosas a tu hermanita, an tes mis hermanas eran iguales hasta que decidí mandarlas a la chingada, que se com pren ellas sus pinches caballos", dice el Ruper, me mira con sorna y añade: "mira por qué no compras las toallas en la tienda de doña Amalia, vende de todas marcas, a demás sirve que me acompañas, ¿no?". --"¿Y tú a que vas con doña Amalia?", pregunto intrigado. --"¡Oh güey!, a chambear, de vez en cuando voy a hacerle la limpieza de la miscelánea y me da unos varos, además me robo una chela, ella se da cuenta pero no me dice na da, y pues chance uno de estos días le dejo ir la pinga a la señora , no creas todavía se ve buenona la vieja, ¿no crees?". --"Pinche Ruper, nomás anda viendo donde meter la pinga, ya ni chingas", le contes to. Y como sin querer llegamos a la tienda y yo, con cara apenada: "perdona doña ¿tiene t oallas Femms medianas?"; Amalia me mira con ojos de interrogación y pregunta: "¿de 1 0 o 20 toallas?, ¿para flujo abundante o normalitas?, ¿cómo las quieres?". Siento que mi rostro enrojece y añado: "pues no se normales de 20 toallas, ¿sí?". La muj er sonriendo me entrega el paquete y recibe el billete para cobrarse, raudo reco jo el cambio y salgo de la tienda, el Ruper me detiene: "oye güey ve a dejar el en cargo y te das una vuelta al ratón, voy a ver si le saco una chelas a doña Amalia lu ego que termine de limpiar, le digo que se moche pa´los cuates, ¿cómo ves?". No le contesto, me siento muy enojado con mi hermana y apuro el paso para ir a e ntregarle sus toallas. De camino trato de recordar algo sobre doña Amalia: ya es u na madura cincuentona, de buenas tetas y mejores nalgas, solo que como muchas vi ejas del barrio tiene una doble moral, es religiosa hasta la exageración, pero hay rumores ciertos sobre su sexualidad escondida; como tiene años de vivir sin parej a su marido la abandonó para irse a formar otra familia la señora con frecuencia se en reda en amoríos un tanto, digamos, clandestinos. Cuando llego a la casa le reclamo : "ten, aquí están tus toallas, y ¿no crees que tú deberías ir a comprar esas cosas?, ¿cómo mandas a mi a hacer ese tipo de compras?". Mi hermana voltea a mirarme y aclara: "¿qué tiene de malo?, ni modo que le diga al v ecino, "oiga quiero que vaya a comprarme toallas sanitarias", tú eres mi hermano y no tiene nada de malo que me hagas ese tipo de favores, así que no reniegues". --"Pues si, pero mis amigos se burlan porque me mandas a eso..", le digo mirando al suelo. --"¿Y qué?, ¿a poco ellos no van a comprar caballos para sus hermanas?", dice de maner a despreocupada. Mi enojo aumenta y prefiero salir de la casa, en la calle me encuentro al Moco y lo invito a la tienda de Amalia: "dijo el Ruper que iba a convencer a la doña de ponerse en medio con unas chelas, ¿vamos?", despreocupado el Moco me acompaña. Cuando llegamos encontramos la tienda ya cerrada, pero el zaguán de la trastienda esta apenas emparejado, el Ruper nos ve y nos indica con un dedo en la boca que guardemos silencio, pasamos a la trastienda sin hacer ruido y escuchamos un diálog o interesante: "no Ruper, ¿cómo crees?, búscate una chica joven, no eres mal parecido y seguro tienes admiradoras, a ver, ¿por qué yo?, una vieja, no, no, no, deja de dec ir tonterías y ponte en paz", luego silencio y la voz de la señora: "no, mira que no , ¡ya Ruper!, no me toques ahí hummm, no, te digo que no, ¡oye no seas tentón!, mira que puede venir alguien no hummm, ¡ay Ruper eres tremendo!, hummm, se te nota esa cosa ya la tienes crecida, ¡sinvergüenza!". Y mientras el Moco y yo tomamos unas cervezas escuchamos al buen Ruper: "ande doña Amalia, nomás unos besitos, ¿sí?", tratando de convencer a la señora. --"¿Unos besitos?, si lo que tú quieres es otra cosa, mira nada cómo estás muy excitado se nota tu pantalón tan abultado, no mira que no ¡ya Ruperto!, no seas atrevido hummm, bes as rico ¿qué haces?, no, eso no, saca la mano de ahí hummm, ¡ay Ruper de mi vida!, ¿qué voy hacer contigo?... eres tan caliente". El Moco y yo damos sorbos a la cerveza y con sigilo espiamos lo que pasa dentro

de la tienda y descubrimos a doña Amalia abrazado del Ruper, se besan con pasión, la señora tiene parcialmente abiertas las piernas y entre ellas, bajo el vestido la mano del amigo le acaricia al pepa, la mujer parece bufar de excitación y mueve la pelvis; la excitación crece entre ambos, el Ruber ya logró bajarle el calzón y pese a las protestas de la mujer hace que le de la espalda, le alza el vestido y le de sliza la verga erecta entre las nalgas, se la empiza a coger, con fuerza, entran do y saliendo de su pucha, la vieja gime gustosa pidiendo más, "si, Ruper de mi vi da, más, hummm más, fuerte, me gusta fuerte, que me cojas fuerte, hummm, aaahhhh, más, pero no termines así no no te vengas en la pucha, hummm, más me viene, me viene" y escu chamos el ruidoso orgasmo de la mujer que con ambas manos se sostiene del mostra dor de la tienda. Nos sentimos tan excitados que hemos abandonado las cervezas p ara seguir contemplando la cogida del amigo Ruper, quien voltea a vernos y nos h ace ademanes para que nos vayamos de ese lugar y mientras salimos llevando varia s botellas de cerveza escuchamos a doña Amalia: "¡ay Ruber!, ¿quieres más?, ¿sí?, ¿por atrás? no!, ¿y si me duele?, hummm, pero despacio, poquito a poco, ¿sí?" y dejamos a nuestro amigo complaciendo a la mujerona. Minutos después, fuera del edificio, nos tomamos las cervezas sentados en la banqu eta y mientras doy un sorbo un auto frena de improviso casi frente a nosotros y nos asusta, reconozco el coche, el Mustang azul metálico de Verónica, que baja el cr istal eléctrico del auto y me dice: "¡hola amorcito!", el Moco me mira con sorpresa y burla, Vero insiste: "¿cómo estás papacito?, anda ven, tengo una sorpresa para ti", esquivo la mirada de mi amigo y subo al auto de la prima que reinicia veloz la m archa del auto; cuadras adelante se detiene en una zona oscura, la calle luce de sierta y no hay alumbrado público, le pregunto a Vero: "¿qué haces a esta hora por aquí? ". --"Quería verte, hace días que no nos vemos, quiero besarte rico, ¿si?", dice la prima amorosa y caliente. Recuerdo lo ocurrido hace un rato entre el Ruper y doña Amalia y dejo que la prima se abrace a mi y nos besamos con pasión, la prima sabe besar de una forma delicio sa, y mientras nuestras bocas juegan su mano juguetona aprisiona mi verga sobre el pantalón, hace intentos por abrir el pantalón y le ayudo, momentos después Vero me acaricia la pinga diciendo con voz entre cortada: "hummm, ¡qué rica!, ya la extrañaba, hummm", y seguimos con los besos, en mi mente voy preparando la acción: "¿qué tal una mamadita con Vero?, y una culeada, ¿se podrá?" y mientras le acaricio las tetas a la prima le propongo: "quisiera que lo besaras rico, ¿sí?", la prima guarda silencio y sigue besándome, refregando su boca abierta y golosa en la mía y dice. "te lo chupo un poquito, si quieres, ¿eh?, ya sabes que no me gusta eso, ¿si?" y sin más acerca su cara a mi falo erecto, siento que agarra el miembro por la base y su aliento re corre mi pinga, su boquita delicada me besa el tronco con suavidad, recorriendo los labios sobre el duro tronco, así varias veces, luego su boca abierta besa el g lande, besos tiernos y breves, como si le diera vergüenza mamar, luego abre la boc a y sus labios rodean el glande y ahí se queda unos momentos, su mano me acaricia la verga y su boca aprisiona el glande lamiendo delicadamente con su lengua y ya , suspende la mamada, endereza el cuerpo y me mira apenada: "ay Betito, ¡que cosas me haces hacer!, chuparte el palo, no me gusta, de verdad, ¿quieres más?", y sin es perar respuesta vuelve a mamar, ahora con mayor iniciativa, comiéndose medio pito y succionando con suavidad, su lengua titila la punta y chupa, varias chupadas más y suspende la mamada sin decir más. Volvemos a besarnos, siento el aliento caliente de Vero y mi mano le acaricia la entrepierna que siento mojada y caliente, como acostumbra Vero no trae calzones y mis dedos penetran la jugosa raja, la prima gime ganosa y se abraza a mi con fuerza suspirando "si, Beto, así, tócame rico, pero quiero tu pene, dámelo amorcito, qui ero coger " y se pega de nueva cuenta a mi boca, entre besos ensalivados le propong o coger en el asiento trasero de su carro, obediente se pasa a ese lugar, yo hag o lo mismo, y mientras nos quitamos parcialmente la ropa sigo metiéndole los dedos en la caverna jugosa que es su panocha. Con la voz entrecortada y ansiosa pregunta "¿cómo quieres?, ¿cómo lo hacemos?". No le co ntesto, seguimos con los besos ensalivados, mi mano le acaricia la pucha que sie nto gorda, carnosa, mojada y caliente; mis dedos recorren la raja y frotan su clít oris, Verónica gime de placer y: "huuummmm, qué rico me tocas, sigue, sigue, hummm"

y mis dedos ya danzan dentro de la caverna elástica y caliente y mojada, llenando el auto de olor penetrante; momentos después ya estoy sobre ella, una de sus piern as sobre el respaldo del asiento delantero, y la otra chocando contra el cristal trasero del coche; la penetro, toda, mi verga tragada por esa caverna deliciosa y ajustada, nos movemos primero lentamente, luego arremetemos los dos en contra sentido, las bocas pegadas, Vero bufando de excitación, seguimos con la danza amo rosa, mi verga entra y sale con fuerza, la pucha de la prima ahora está aguada, ch orreante, la cogida produce ruidos de chapaleo, "chaz, chaz, chaz", y seguimos, siento que la pucha aprieta, palpita y a Vero: "hummm, si, si, más, más fuerte, dame leche papi, dame leche, que me vengo ¡aaaaahhhh!" y mientras nos venimos alzo la ca ra y descubro la cintilante luz de la torreta de una patrulla que avanza lentame nte pero no puedo suspender la cogida, la prima me tiene atenazado con brazos y piernas gimiendo, y la patrulla avanza y poco a poco se aleja. Al fin Vero recupera la respiración y mi verga deja de palpitar, ella me extiende pañuelos desechables para limpiarme los mocos, ella hace lo mismo, me atrevo a pre guntar: "¿te estás cuidando?, ¿qué utilizas?". --"Oh niñito, ¡no seas preguntón e indiscreto!... me inyecto, una ampolleta al mes, es o me dijo la doctora de la escuela", dice con una sonrisa en la cara. --"¿A poco le dijiste que andas cogiendo?", pregunto. --"Bueno, le dije que hacía cositas con mi novio, que todavía no, pero ya casi hacíamos el amor ", y me besa amorosa. Minutos después mi novia-prima se ha ido y regreso a buscar al Moco y a ver si tod avía alcanzo una cerveza, lo encuentro en la misma banqueta, sentado, lo acompaña el Ruper que ya terminó su "quehacer" con doña Amalia. Presuroso pregunta el Moco: "¿qué b uey?, ¿quién esa mamacita con carrazo?, ¿eh?". --"¿Qué chingaos te importa buey?", y le arrebato una chela todavía sin destapar y el Ruper le aclara: "¿qué no sabes?, el Betito se anda cogiendo a su primita rica?, ¿a po co no sabías?, el muy cabrón no sólo se arrempuja a la señora Mita y a la gordita Ludy, ¡n o!, el güey no se llena". El Moco me mira intrigado, yo tomo mi cerveza sin hacer caso del comentario. XXXIV De realidades a medias. Trato de recordar lo ocurrido ayer. No se, pero a veces pienso que vivo en un país surrealista: me veo entre gente que pasa apresurada, ha ciendo caso omiso de los gritos de los ambulantes que ofrecen de todo. Acabo de salir del metro y sin querer me detengo ante un puesto de periódicos, ayer fue 2 d e octubre y un aniversario más de aquellos sangrientos hechos; como cada año hubo ma nifestación y los encabezados de los diarios me confirman una vez más que vivimos en un país de realidades aparentes: uno afirma que "fueron poco más de cien revoltosos " los que se manifestaron y al lado otro más anuncia que "sumaron casi 500 mil man ifestantes" los que gritaron "¡2 de octubre, no se olvida!". ¿A quién creer?, no lo se , quizá la gente adopta la realidad que mejor acomode a sus intereses o a sus gust os, o a sus necesidades. Así por ejemplo una nota del periódico afirma que el presid ente llevó a cabo el último reparto agrario entre campesinos y ejidatarios del norte del país, y que yo recuerde la reforma agraria hace años que terminó y ya no hay tier ras que repartir, según. Tal vez esa noticia sirva para que algunas conciencias se tranquilicen y confirmen que en el país todo va bien y cada vez hay menos pobres y "una equitativa repartición de la riqueza", según. Dejo estas cavilaciones para reírme solo ante la foto en la portada de un diario a marillista: un grupo de manifestantes desnudos, variopinto, unos parecen indígenas , otros citadinos, todos ya maduros, hombres y mujeres totalmente desnudos porta ndo pancartas; los hombres de vientres prominentes, carnes flácidas, velludos; las mujeres de senos flácidos, caídos, algunas con las tetas colgantes que parecen lleg arles más abajo del ombligo, las nalgas planas, rebosantes de celulitis, protestan por la negativa del gobierno a entregarles tierras, dinero, despensas y más y más c osas. El periódico explica que forman parte de un movimiento supuestamente campesi no, pero que ante la poca afluencia de protestantes, los alquilan pagando cien p esos a todo aquel desempleado que acepte encuerarse y protestar y gritar mostran do sus escuálidas miserias. Y mientras medito sobre aquella singular forma de prot esta junto a mi pasa una mujer madura, manejando con imprudencia su auto y habla ndo sola y gesticulando, parece pelearse con alguien invisible mientras parece e

mbestir a los transeúntes, y manotea y habla y maldice, la gente la mira extrañada y luego de evitar la embestida reanuda su camino. Yo me quedo parado en aquella e squina, indeciso entre comprar el diario o comprar una torta de tamal, pues ya h ace hambre. Aquel día fui a cumplir el encargo de la miss Ana. Era de mañana, antes de las nueve , toqué el tercer timbre del viejo edificio, dos tres veces; una voz masculina, me tálica y algo gastada, preguntó por el interfón: "¿si, diga, quién es?", le contesté a lo qu e iba y de mala gana "¿y por qué a esta hora?, ¡ya ni chingas!, regresa más tarde"; y yo : "no señor, tengo que entregarle una caja y recoger un sobre"; el tipo "¡ah que la chingada!, pues vas a esperar un rato". Más de media hora después el portón negro y pe sado se abrió, se asomó una cara añosa, arrugada, un bigote tipo Picasso y mejillas es cuálidas, arriba la calvicie hacía sus estragos; me acerqué con la caja en la mano der echa, el tipo fijó su mirada, lo vi impávido, las miradas como estudiándonos; un brazo con manga de tela negra y horribles dibujos chinos tejidos en amarillo se estiró con un sobre de papel manila, también amarillo, le entregué la caja cuando tuve el s obre en mi mano, volvimos a mirarnos con desconfianza; ya le daba la espalda cua ndo su voz, carraspeando, me detuvo: "oye, espera ¿qué eres tú de Ana?" y salió casi paránd ose en la banqueta, luciendo su horrible bata de dormir y su cuerpo flaco y pequ eño, en su rostro los estragos de la cruda. --"Soy su vecino, sólo vine a entregarle la caja". --"¿Y cómo está ella?", dijo algo intrigado el viejo. --"No se, creo que bien, no sabría decirle", aduje. --"¿Cómo no sabes?, ¿entonces cómo vienes a esto?, ¿a entregar y recibir cosas personales?, ¿vives con ella?, ¿cerca?", preguntó intrigado. --"Ya le dije que somos vecinos, me pidió el favor de entregar la caja y recoger u n sobre, sólo eso, y no vivo con ella, y como le dije creo que está bien, trabaja, no se qué más haga, no me importa", contesté mirándolo a los ojos. El viejo con bigote puntiagudo me vio con fastidio para decir "esperaba que vini era ella, tiene tiempo que no la veo, quería verla, saber cómo le ha ido en fin" y es tiró el brazo con un billete de 50: "ten, de propina". Tomé el billete pensando: "¡pin che viejo!, ¿si vieras la panza que se carga la miss?, no la ha pasado nada mal si supieras"; ya había dado tres pasos cuando "¡oye!, espera, si quieres pasa, nos toma mos un café y me platicas cómo está Ana", no hice caso, seguí mi camino rumbo al metro C hapultepec. Con parte del billete de 50 pesos del viejo tipo Picasso desayuné tamales y atole y compré dos libros viejos a cinco pesos cada uno, de un montón de libracos hacinados en la banqueta, que vendía un anciano oloroso a alcohol: una vieja novela, la pri mera que leí hace años, Del oficio, de Antonia Mora, que relata la vida de las mujer es y la sociedad mexicana hace que 30 40 años a través del relato de una prostituta; es un libro triste, muy triste. También compré una novela de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas: el relato de un marino que se embarca en los ríos del Congo en busca de otro marino, al que todos han idealizado como un ser maravilloso, --esa novela, por cierto, serviría para inspirar una gran película: "¡Apocalipsis Now!", co n Marlon Brando, en el papel del coronel Kurtz. En fin que esas viejas novelas e stuvieron ahí, en mi buró, esperando varios días antes de que yo, me decidiera a volve rles a "hincar el diente", pues estuve meditando, entre otras cosas, en el viejo estilo Picasso y la miss; ¿qué misterio había entre ellos?, ¿habrían sido amantes?, ¿habrán ivido juntos, cuántos años?, ¿nos pasará a mi y a Mita lo mismo que a ellos?, me estreme cí. Comentarios: [email protected] Recuerdos del barrio Novena entrega XXXII Un amanecer tormentoso. No lo se bien, creo que fue el frío lo que me despertó o el sueño delicioso, sarcástico y contradictorio. Bajo las sábanas siento la verga erecta, el glande mojado, escurriendo babitas. Casi había amanecido y el frío inclemente me hizo pensar que este quizá sea uno de esos días en que en 24 horas se dan las cuatr o estaciones: al amanecer una temperatura de 3 grados que hiela el cuerpo; al me dio día un calor de 33 grados que sofoca y ataruga; a media tarde los ventarrones

furiosos serán el preludio de la tormenta que caerá apenas iniciada la noche, así es e n esta ciudad de locos. Y mientras me acarició la pinga erecta recuerdo fragmentos del sueño: quizá las remini scencias del primer encuentro sexual con Mita, pero de una forma contradictoria y un tanto frustrante quizá, que ocurrió hace ¿semanas?, no, ¡meses!, si, meses ya, y rec uerdo aquella tarde en el departamento de Mita, ella sentada en el sofá mirándome fi jamente sin decir nada, yo, de píe frente a ella, nervioso, mis ojos van de su car a linda a su pecho, a sus piernas llenas que tiene recogidas sobre el sillón, sus ojos parecen mirarme con cierta burla y dice: "¿la tienes grande?", y presuroso in tento desabrochar mi pantalón y su grito "¡no!, oye ¿qué haces?" detiene mis intentos po r liberar el miembro erecto, y sigue hablando: "¡ay estos niños de hoy!, no entiende n las palabras, ¡ay niñito!, te pregunté "las tienes grande", no "enséñame la pinga", ¡ay ch amaquito calenturiento!, apenas te conozco y ya te quieres desnudar", y su risa burlona se fija en mi, me siento avergonzado, torpe, estúpido; ella vuelve a habla r: "¿te haces muchas pajitas pensando en mi?, ¿sí?, hummm, seguro te la haces todos lo s días pensando ¿en mis pompis?, ¿en mis piernas?, ¿te gustan?, ¡ay tus miradas!, pareces q uerer comerme, ¡niñito!... a ver ", y señala la erección prominente con su dedo, parece qu e quiere que le enseñe la verga pero dudo, ella insiste con el dedo, yo bajo el ci erre del pantalón y me saco el miembro, erecto, bien duro, ella abre los ojos con asombro y "¡ay bebé!, ¡mira nada más que tranca!, si la tienes grande hummm, seguro ya la estrenaste, ¿verdad?, tienes cara de que sabes fornicar, ¿verdad?, y ahora quieres q ue yo te deje meter esa cosa horrible en mi cosita, ¿verdad?", y vuelve a dibujar la sonrisa burlona sin dejar de mirarme. De pronto el silencio nos envuelve, ambos nos miramos, sus ojos recorren mi entr epierna, mi verga parece palpitar, me siento muy excitado; y sin dejar de mirarm e cambia su postura en el sillón, con lentitud sus manos van a la orilla de su pan talón gris de algodón y con lentitud lo baja, veo sus piernas deliciosas, sus pantor rillas, entreveo su sexo que abulta en la pantaleta rosa de satén y su mirada se t orna esquiva, avergonzada, mira de lado entrecerrando los ojos y abre las pierna s para ofrecerse a mis miradas, no puedo evitarlo y llego hasta ella, me detengo ante sus muslos carnosos y abiertos, y ella vuelve a mirarme diciendo en voz ba ja: "¡ay bebé!, no debemos no es incorrecto, no" y una de sus manos recorre el calzón ro sa descubriendo su panocha peludita, mis ojos se fijan en esa carne entreabierta , la raja sonrosada, los bordes carnosos, los vellos castaños y rebeldes, y Mita s e queda quieta, ofreciéndose. Inclino un poco el cuerpo hasta tocar con el glande la raja húmeda, Mita suspira y cierra los ojos diciendo: "no me cojas bebé, no lo hagas, no, por favor" y alza l a pelvis para hacer que nuestros sexos se rocen delicadamente, yo recorro la raj a velluda con mi verga, acariciando desde arriba hasta abajo, donde la abertura vaginal parece escurrir babas olorosas y sigo frotando haciendo gemir a la madur a y cuando le apunto la verga ella recula y dice: "no bebé, no lo hagas, no me coj as, es incorrecto, no lo metas, no, bebé, no" y pese a las protestas le meto la ve rga, ella tensa el cuerpo y exhala el aire de sus pulmones, como abandonándose y s igo metiendo el pito, todo o casi todo, lo empiezo a meter y sacar con suavidad, siento que la pucha rodea mi verga, siento esa calidez y esa humedad y en ese mo mento siento que se me sale el semen, Mita reacciona de inmediato y recula, haci endo que la verga salga de su cálido albergue, y los chorros de mocos salpican su entrepierna, su pantaleta de satén y sus piernas; ella me mira con ternura diciend o: "hummm, bebé, tu leche, qué rica leche, te ganó la excitación, ¿verdad?, jo, jo, jo, no te preocupes, además yo no quería que lo metieras, no, capaz que me embarazas, jo, j o, jo", dice con risa apenada y cierra las piernas, yo me quedó frente a ella con el pito goteando mocos, me mira y pregunta "¿quieres más?" y estira la mano para aca riciarme el pito, su mano se embarra de mocos pero sigue acariciando, frotando t odo el lomo del pito, provocándome sensaciones deliciosas, y sigue acariciando, más y más, hasta que minutos después vuelvo a eyacular, ahora en su mano que se empapa d e semen, dice en voz baja apenada: "¡ay bebé!, ¿cuánta leche?, ¿viste?, yo, una mujer madu ra y decente, haciéndote una paja, ¡Jesús, qué dirá la gente!" y vuelve a reír jocosa. Eso recuerdo de ese erótico sueño, no puedo aguantar la excitación y busco bajo el col chón, sacó la pantaleta de Ludy y con ella me acarició el pito, me masturbo, con lenti tud, disfrutando el rapto indebido, con suavidad, rodeando el glande con la tela

de nylon de mi novia y refregando con suavidad, siento que no tardaré en venirme y hummm, la deliciosa venida hace que mi cuerpo brinque en la cama y suspiro pens ando en Mita, pensando en Ludy, pensando en mi hermana que ahora le ha dado por usar unas tangas diminutas de encaje floreado, en lugar de sus aseñoradas pantalet as de algodón, cuando me recupero de la venida y ruido ensordecedor golpea la vent ana, llueve con fuerza, es una tormenta, rayos estruendosos y relámpagos, una fuer te granizada, me levanto para averiguar por la ventana: el fuerte viento, la llu via que cae furiosa y los golpes del granizo sobre los cristales, el frío hace que me den ganas de orinar y camino rumbo al sanitario, al pasar veo la puerta abie rta del cuarto de mi hermana, y a ella dormida boca abajo, parcialmente desnuda, veo sus piernas bien moldeadas y sus nalgas curveadas casi al desnudo pues trae una tanga de color negro, la tira de tela se le mete entre los cachetes del cul o, siento una palpitación en el pito y reanudo mi camino al baño, trato de orinar pe ro de nuevo me siento excitado, pujo fuerte y el chorro de orines salpica la taz a del baño. Cuado regreso a mi cuarto veo el despertador, van a dar las cinco de l a mañana, intento prender la luz del cuarto y nada, se fue la energía, vuelvo a acos tarme recordando las ricas nalgas de mi hermana y pensando "¿por qué ahora usa tanga s?, ¿para quién?, ¿tendrá pareja?, ¿andará cogiendo mi hermanita?, tal vez", me digo. Ese día no fui a la escuela, la tormenta mañanera provocó serios trastornos en la ciud ad, hubo inundaciones, el caos vial fue de pronóstico, el agua encharcada inundó la planta baja del edificio, en fin, que me tomé el día. Mientras desayunaba con mi her mana me atrevo a preguntar: "oye manita, ¿por qué ahora usas tangas tipo hilo dental ?", me mira sorprendida y "¡eso a ti no te importa!, ¿o si?, a ver dime, ¿yo te digo a lgo por dormir encuerado?, ¿no, verdad?, luego paso por tu cuarto y ahí estás durmiendo , con el pájaro erecto ¡sinvergüenza!, así que si uso tangas no debe importarte, ¿entiendes , soy tu hermana mayor ¿entiendes?", me encojo de hombros y confirmo, pues si, a m i que chingaos me importa. XXXIII Encargos impropios. Malhumorado, apretando el paso, voy por la calle; sin querer me cruzo con el Ruper: "¿onde vas güey?", pregunta él. --"A la pinche farmacia, son mamadas, la verdad mi hermana se pasa, mira que man darme a comprar caballos, "anda ¿sí?, se buenito, ve a comprarme toallas sanitarias, se me terminaron y ya sabes", ¿cómo voy a ir yo, un cabrón, a comprar caballos a la fa rmacia?, son chingaderas", le dijo en tono enojado. --"Ni pedo buey, tienes que ser buen niño y comprarle sus cosas a tu hermanita, an tes mis hermanas eran iguales hasta que decidí mandarlas a la chingada, que se com pren ellas sus pinches caballos", dice el Ruper, me mira con sorna y añade: "mira por qué no compras las toallas en la tienda de doña Amalia, vende de todas marcas, a demás sirve que me acompañas, ¿no?". --"¿Y tú a que vas con doña Amalia?", pregunto intrigado. --"¡Oh güey!, a chambear, de vez en cuando voy a hacerle la limpieza de la miscelánea y me da unos varos, además me robo una chela, ella se da cuenta pero no me dice na da, y pues chance uno de estos días le dejo ir la pinga a la señora , no creas todavía se ve buenona la vieja, ¿no crees?". --"Pinche Ruper, nomás anda viendo donde meter la pinga, ya ni chingas", le contes to. Y como sin querer llegamos a la tienda y yo, con cara apenada: "perdona doña ¿tiene t oallas Femms medianas?"; Amalia me mira con ojos de interrogación y pregunta: "¿de 1 0 o 20 toallas?, ¿para flujo abundante o normalitas?, ¿cómo las quieres?". Siento que mi rostro enrojece y añado: "pues no se normales de 20 toallas, ¿sí?". La muj er sonriendo me entrega el paquete y recibe el billete para cobrarse, raudo reco jo el cambio y salgo de la tienda, el Ruper me detiene: "oye güey ve a dejar el en cargo y te das una vuelta al ratón, voy a ver si le saco una chelas a doña Amalia lu ego que termine de limpiar, le digo que se moche pa´los cuates, ¿cómo ves?". No le contesto, me siento muy enojado con mi hermana y apuro el paso para ir a e ntregarle sus toallas. De camino trato de recordar algo sobre doña Amalia: ya es u na madura cincuentona, de buenas tetas y mejores nalgas, solo que como muchas vi ejas del barrio tiene una doble moral, es religiosa hasta la exageración, pero hay rumores ciertos sobre su sexualidad escondida; como tiene años de vivir sin parej a su marido la abandonó para irse a formar otra familia la señora con frecuencia se en

reda en amoríos un tanto, digamos, clandestinos. Cuando llego a la casa le reclamo : "ten, aquí están tus toallas, y ¿no crees que tú deberías ir a comprar esas cosas?, ¿cómo mandas a mi a hacer ese tipo de compras?". Mi hermana voltea a mirarme y aclara: "¿qué tiene de malo?, ni modo que le diga al v ecino, "oiga quiero que vaya a comprarme toallas sanitarias", tú eres mi hermano y no tiene nada de malo que me hagas ese tipo de favores, así que no reniegues". --"Pues si, pero mis amigos se burlan porque me mandas a eso..", le digo mirando al suelo. --"¿Y qué?, ¿a poco ellos no van a comprar caballos para sus hermanas?", dice de maner a despreocupada. Mi enojo aumenta y prefiero salir de la casa, en la calle me encuentro al Moco y lo invito a la tienda de Amalia: "dijo el Ruper que iba a convencer a la doña de ponerse en medio con unas chelas, ¿vamos?", despreocupado el Moco me acompaña. Cuando llegamos encontramos la tienda ya cerrada, pero el zaguán de la trastienda esta apenas emparejado, el Ruper nos ve y nos indica con un dedo en la boca que guardemos silencio, pasamos a la trastienda sin hacer ruido y escuchamos un diálog o interesante: "no Ruper, ¿cómo crees?, búscate una chica joven, no eres mal parecido y seguro tienes admiradoras, a ver, ¿por qué yo?, una vieja, no, no, no, deja de dec ir tonterías y ponte en paz", luego silencio y la voz de la señora: "no, mira que no , ¡ya Ruper!, no me toques ahí hummm, no, te digo que no, ¡oye no seas tentón!, mira que puede venir alguien no hummm, ¡ay Ruper eres tremendo!, hummm, se te nota esa cosa ya la tienes crecida, ¡sinvergüenza!". Y mientras el Moco y yo tomamos unas cervezas escuchamos al buen Ruper: "ande doña Amalia, nomás unos besitos, ¿sí?", tratando de convencer a la señora. --"¿Unos besitos?, si lo que tú quieres es otra cosa, mira nada cómo estás muy excitado se nota tu pantalón tan abultado, no mira que no ¡ya Ruperto!, no seas atrevido hummm, bes as rico ¿qué haces?, no, eso no, saca la mano de ahí hummm, ¡ay Ruper de mi vida!, ¿qué voy hacer contigo?... eres tan caliente". El Moco y yo damos sorbos a la cerveza y con sigilo espiamos lo que pasa dentro de la tienda y descubrimos a doña Amalia abrazado del Ruper, se besan con pasión, la señora tiene parcialmente abiertas las piernas y entre ellas, bajo el vestido la mano del amigo le acaricia al pepa, la mujer parece bufar de excitación y mueve la pelvis; la excitación crece entre ambos, el Ruber ya logró bajarle el calzón y pese a las protestas de la mujer hace que le de la espalda, le alza el vestido y le de sliza la verga erecta entre las nalgas, se la empiza a coger, con fuerza, entran do y saliendo de su pucha, la vieja gime gustosa pidiendo más, "si, Ruper de mi vi da, más, hummm más, fuerte, me gusta fuerte, que me cojas fuerte, hummm, aaahhhh, más, pero no termines así no no te vengas en la pucha, hummm, más me viene, me viene" y escu chamos el ruidoso orgasmo de la mujer que con ambas manos se sostiene del mostra dor de la tienda. Nos sentimos tan excitados que hemos abandonado las cervezas p ara seguir contemplando la cogida del amigo Ruper, quien voltea a vernos y nos h ace ademanes para que nos vayamos de ese lugar y mientras salimos llevando varia s botellas de cerveza escuchamos a doña Amalia: "¡ay Ruber!, ¿quieres más?, ¿sí?, ¿por atrás? no!, ¿y si me duele?, hummm, pero despacio, poquito a poco, ¿sí?" y dejamos a nuestro amigo complaciendo a la mujerona. Minutos después, fuera del edificio, nos tomamos las cervezas sentados en la banqu eta y mientras doy un sorbo un auto frena de improviso casi frente a nosotros y nos asusta, reconozco el coche, el Mustang azul metálico de Verónica, que baja el cr istal eléctrico del auto y me dice: "¡hola amorcito!", el Moco me mira con sorpresa y burla, Vero insiste: "¿cómo estás papacito?, anda ven, tengo una sorpresa para ti", esquivo la mirada de mi amigo y subo al auto de la prima que reinicia veloz la m archa del auto; cuadras adelante se detiene en una zona oscura, la calle luce de sierta y no hay alumbrado público, le pregunto a Vero: "¿qué haces a esta hora por aquí? ". --"Quería verte, hace días que no nos vemos, quiero besarte rico, ¿si?", dice la prima amorosa y caliente. Recuerdo lo ocurrido hace un rato entre el Ruper y doña Amalia y dejo que la prima se abrace a mi y nos besamos con pasión, la prima sabe besar de una forma delicio sa, y mientras nuestras bocas juegan su mano juguetona aprisiona mi verga sobre el pantalón, hace intentos por abrir el pantalón y le ayudo, momentos después Vero me

acaricia la pinga diciendo con voz entre cortada: "hummm, ¡qué rica!, ya la extrañaba, hummm", y seguimos con los besos, en mi mente voy preparando la acción: "¿qué tal una mamadita con Vero?, y una culeada, ¿se podrá?" y mientras le acaricio las tetas a la prima le propongo: "quisiera que lo besaras rico, ¿sí?", la prima guarda silencio y sigue besándome, refregando su boca abierta y golosa en la mía y dice. "te lo chupo un poquito, si quieres, ¿eh?, ya sabes que no me gusta eso, ¿si?" y sin más acerca su cara a mi falo erecto, siento que agarra el miembro por la base y su aliento re corre mi pinga, su boquita delicada me besa el tronco con suavidad, recorriendo los labios sobre el duro tronco, así varias veces, luego su boca abierta besa el g lande, besos tiernos y breves, como si le diera vergüenza mamar, luego abre la boc a y sus labios rodean el glande y ahí se queda unos momentos, su mano me acaricia la verga y su boca aprisiona el glande lamiendo delicadamente con su lengua y ya , suspende la mamada, endereza el cuerpo y me mira apenada: "ay Betito, ¡que cosas me haces hacer!, chuparte el palo, no me gusta, de verdad, ¿quieres más?", y sin es perar respuesta vuelve a mamar, ahora con mayor iniciativa, comiéndose medio pito y succionando con suavidad, su lengua titila la punta y chupa, varias chupadas más y suspende la mamada sin decir más. Volvemos a besarnos, siento el aliento caliente de Vero y mi mano le acaricia la entrepierna que siento mojada y caliente, como acostumbra Vero no trae calzones y mis dedos penetran la jugosa raja, la prima gime ganosa y se abraza a mi con fuerza suspirando "si, Beto, así, tócame rico, pero quiero tu pene, dámelo amorcito, qui ero coger " y se pega de nueva cuenta a mi boca, entre besos ensalivados le propong o coger en el asiento trasero de su carro, obediente se pasa a ese lugar, yo hag o lo mismo, y mientras nos quitamos parcialmente la ropa sigo metiéndole los dedos en la caverna jugosa que es su panocha. Con la voz entrecortada y ansiosa pregunta "¿cómo quieres?, ¿cómo lo hacemos?". No le co ntesto, seguimos con los besos ensalivados, mi mano le acaricia la pucha que sie nto gorda, carnosa, mojada y caliente; mis dedos recorren la raja y frotan su clít oris, Verónica gime de placer y: "huuummmm, qué rico me tocas, sigue, sigue, hummm" y mis dedos ya danzan dentro de la caverna elástica y caliente y mojada, llenando el auto de olor penetrante; momentos después ya estoy sobre ella, una de sus piern as sobre el respaldo del asiento delantero, y la otra chocando contra el cristal trasero del coche; la penetro, toda, mi verga tragada por esa caverna deliciosa y ajustada, nos movemos primero lentamente, luego arremetemos los dos en contra sentido, las bocas pegadas, Vero bufando de excitación, seguimos con la danza amo rosa, mi verga entra y sale con fuerza, la pucha de la prima ahora está aguada, ch orreante, la cogida produce ruidos de chapaleo, "chaz, chaz, chaz", y seguimos, siento que la pucha aprieta, palpita y a Vero: "hummm, si, si, más, más fuerte, dame leche papi, dame leche, que me vengo ¡aaaaahhhh!" y mientras nos venimos alzo la ca ra y descubro la cintilante luz de la torreta de una patrulla que avanza lentame nte pero no puedo suspender la cogida, la prima me tiene atenazado con brazos y piernas gimiendo, y la patrulla avanza y poco a poco se aleja. Al fin Vero recupera la respiración y mi verga deja de palpitar, ella me extiende pañuelos desechables para limpiarme los mocos, ella hace lo mismo, me atrevo a pre guntar: "¿te estás cuidando?, ¿qué utilizas?". --"Oh niñito, ¡no seas preguntón e indiscreto!... me inyecto, una ampolleta al mes, es o me dijo la doctora de la escuela", dice con una sonrisa en la cara. --"¿A poco le dijiste que andas cogiendo?", pregunto. --"Bueno, le dije que hacía cositas con mi novio, que todavía no, pero ya casi hacíamos el amor ", y me besa amorosa. Minutos después mi novia-prima se ha ido y regreso a buscar al Moco y a ver si tod avía alcanzo una cerveza, lo encuentro en la misma banqueta, sentado, lo acompaña el Ruper que ya terminó su "quehacer" con doña Amalia. Presuroso pregunta el Moco: "¿qué b uey?, ¿quién esa mamacita con carrazo?, ¿eh?". --"¿Qué chingaos te importa buey?", y le arrebato una chela todavía sin destapar y el Ruper le aclara: "¿qué no sabes?, el Betito se anda cogiendo a su primita rica?, ¿a po co no sabías?, el muy cabrón no sólo se arrempuja a la señora Mita y a la gordita Ludy, ¡n o!, el güey no se llena". El Moco me mira intrigado, yo tomo mi cerveza sin hacer caso del comentario. XXXIV

De realidades a medias. Trato de recordar lo ocurrido ayer. No se, pero a veces pienso que vivo en un país surrealista: me veo entre gente que pasa apresurada, ha ciendo caso omiso de los gritos de los ambulantes que ofrecen de todo. Acabo de salir del metro y sin querer me detengo ante un puesto de periódicos, ayer fue 2 d e octubre y un aniversario más de aquellos sangrientos hechos; como cada año hubo ma nifestación y los encabezados de los diarios me confirman una vez más que vivimos en un país de realidades aparentes: uno afirma que "fueron poco más de cien revoltosos " los que se manifestaron y al lado otro más anuncia que "sumaron casi 500 mil man ifestantes" los que gritaron "¡2 de octubre, no se olvida!". ¿A quién creer?, no lo se , quizá la gente adopta la realidad que mejor acomode a sus intereses o a sus gust os, o a sus necesidades. Así por ejemplo una nota del periódico afirma que el presid ente llevó a cabo el último reparto agrario entre campesinos y ejidatarios del norte del país, y que yo recuerde la reforma agraria hace años que terminó y ya no hay tier ras que repartir, según. Tal vez esa noticia sirva para que algunas conciencias se tranquilicen y confirmen que en el país todo va bien y cada vez hay menos pobres y "una equitativa repartición de la riqueza", según. Dejo estas cavilaciones para reírme solo ante la foto en la portada de un diario a marillista: un grupo de manifestantes desnudos, variopinto, unos parecen indígenas , otros citadinos, todos ya maduros, hombres y mujeres totalmente desnudos porta ndo pancartas; los hombres de vientres prominentes, carnes flácidas, velludos; las mujeres de senos flácidos, caídos, algunas con las tetas colgantes que parecen lleg arles más abajo del ombligo, las nalgas planas, rebosantes de celulitis, protestan por la negativa del gobierno a entregarles tierras, dinero, despensas y más y más c osas. El periódico explica que forman parte de un movimiento supuestamente campesi no, pero que ante la poca afluencia de protestantes, los alquilan pagando cien p esos a todo aquel desempleado que acepte encuerarse y protestar y gritar mostran do sus escuálidas miserias. Y mientras medito sobre aquella singular forma de prot esta junto a mi pasa una mujer madura, manejando con imprudencia su auto y habla ndo sola y gesticulando, parece pelearse con alguien invisible mientras parece e mbestir a los transeúntes, y manotea y habla y maldice, la gente la mira extrañada y luego de evitar la embestida reanuda su camino. Yo me quedo parado en aquella e squina, indeciso entre comprar el diario o comprar una torta de tamal, pues ya h ace hambre. Aquel día fui a cumplir el encargo de la miss Ana. Era de mañana, antes de las nueve , toqué el tercer timbre del viejo edificio, dos tres veces; una voz masculina, me tálica y algo gastada, preguntó por el interfón: "¿si, diga, quién es?", le contesté a lo qu e iba y de mala gana "¿y por qué a esta hora?, ¡ya ni chingas!, regresa más tarde"; y yo : "no señor, tengo que entregarle una caja y recoger un sobre"; el tipo "¡ah que la chingada!, pues vas a esperar un rato". Más de media hora después el portón negro y pe sado se abrió, se asomó una cara añosa, arrugada, un bigote tipo Picasso y mejillas es cuálidas, arriba la calvicie hacía sus estragos; me acerqué con la caja en la mano der echa, el tipo fijó su mirada, lo vi impávido, las miradas como estudiándonos; un brazo con manga de tela negra y horribles dibujos chinos tejidos en amarillo se estiró con un sobre de papel manila, también amarillo, le entregué la caja cuando tuve el s obre en mi mano, volvimos a mirarnos con desconfianza; ya le daba la espalda cua ndo su voz, carraspeando, me detuvo: "oye, espera ¿qué eres tú de Ana?" y salió casi paránd ose en la banqueta, luciendo su horrible bata de dormir y su cuerpo flaco y pequ eño, en su rostro los estragos de la cruda. --"Soy su vecino, sólo vine a entregarle la caja". --"¿Y cómo está ella?", dijo algo intrigado el viejo. --"No se, creo que bien, no sabría decirle", aduje. --"¿Cómo no sabes?, ¿entonces cómo vienes a esto?, ¿a entregar y recibir cosas personales?, ¿vives con ella?, ¿cerca?", preguntó intrigado. --"Ya le dije que somos vecinos, me pidió el favor de entregar la caja y recoger u n sobre, sólo eso, y no vivo con ella, y como le dije creo que está bien, trabaja, no se qué más haga, no me importa", contesté mirándolo a los ojos. El viejo con bigote puntiagudo me vio con fastidio para decir "esperaba que vini era ella, tiene tiempo que no la veo, quería verla, saber cómo le ha ido en fin" y es tiró el brazo con un billete de 50: "ten, de propina". Tomé el billete pensando: "¡pin che viejo!, ¿si vieras la panza que se carga la miss?, no la ha pasado nada mal si

supieras"; ya había dado tres pasos cuando "¡oye!, espera, si quieres pasa, nos toma mos un café y me platicas cómo está Ana", no hice caso, seguí mi camino rumbo al metro C hapultepec. Con parte del billete de 50 pesos del viejo tipo Picasso desayuné tamales y atole y compré dos libros viejos a cinco pesos cada uno, de un montón de libracos hacinados en la banqueta, que vendía un anciano oloroso a alcohol: una vieja novela, la pri mera que leí hace años, Del oficio, de Antonia Mora, que relata la vida de las mujer es y la sociedad mexicana hace que 30 40 años a través del relato de una prostituta; es un libro triste, muy triste. También compré una novela de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas: el relato de un marino que se embarca en los ríos del Congo en busca de otro marino, al que todos han idealizado como un ser maravilloso, --esa novela, por cierto, serviría para inspirar una gran película: "¡Apocalipsis Now!", co n Marlon Brando, en el papel del coronel Kurtz. En fin que esas viejas novelas e stuvieron ahí, en mi buró, esperando varios días antes de que yo, me decidiera a volve rles a "hincar el diente", pues estuve meditando, entre otras cosas, en el viejo estilo Picasso y la miss; ¿qué misterio había entre ellos?, ¿habrían sido amantes?, ¿habrán ivido juntos, cuántos años?, ¿nos pasará a mi y a Mita lo mismo que a ellos?, me estreme cí. Comentarios: Recuerdos del barrio Décima entrega XXXV

Que si, que no. Una tarde viendo en la tele una repetida serie: Viaje a las estr ellas. Estoy solo, mi hermana salió. Llega Lulú, Lourdes mi prima. Tiene tiempo que no la veo, y al verla llegar, su cuerpo moreno y delgado, su cara bonita, su ris a a flor de piel, su juventud, recuerdo aquellos años, --¡cómo si fueran tantos! en que mi desesperación me hacía espiarla en el baño, y verla encuerada, el agua cayendo sob re su cuerpo, su pubis peludo, el tupido triángulo de vellos que invadían el inicio de sus piernas, le cubrían la pepa y le subían como enredadera por el vientre, y que ya medio vestida escapaban por las orillas de su pantaleta y no dejaban ver nad a más, además ahí estaban sus chiches incipientes, como dos medios limones pegados a s u torso escuálido. Somos de la misma edad o casi, y siempre fuimos inseparables, leíamos los mismos l ibros y escuchábamos la misma música platicando de los mismos temas; de pronto ella tuvo otros intereses: chicos mayores, y nos fuimos alejando. Tengo cierto resent imiento contra ella: me enteré que andaba cogiendo con Beto el electricista, un ti po varios años mayor que ella; cuando su familia se enteró a golpes trataron de que dejara su aventura con ese cabrón, pero ella andaba enculada y nomás no lo dejaba, y o sentía coraje, tal vez porque sentía atracción y cariño por ella y no parecía correcto q ue anduviera de caliente y cogiendo, tal vez enamorada, nunca lo supe: Ahora no se si continúe con esa aventura, tal vez, pienso. Y de repente ahí está, sonriente, desenvuelta, con su mini falda de mezclilla azul d eslavada, sus muslos morenos y delgados, preguntando por mi hermana que no está, s entada junto a mi en el sillón mirando la pantalla que parece no decir nada. --"¿Y a dónde fue tu hermanita?", pregunta. --"No se, dijo que al cine con su amiga Vicky", le digo. --"¿Por qué lo dices en ese tono?, ¿no crees que haya ido al cine con su amiga". --"No lo se, últimamente le ha dado por el cine, de un tiempo a la fecha muy seguid o, antes no era así". --"¿Qué piensas que anda de novia?". No le contesto, ella añade: "¿y que tiene de malo que salga con alguien?, ¿ya es mayor , no?, ¿tiene 25 o 26? ¿no?, es más ya va siendo hora que se busque marido, ¿no?, ¿o acaso piensas que se va a quedar solterona?, ¿nomás por cuidarte?, ¿eh niñito?", dice ella con cierto tono de reclamo. Pienso que tiene razón y que un día de estos mi hermana se casa y ¿me dejará?, ¿me llevará c n ella y su marido?... no lo se. Como sin querer me siento triste. Lulú se percata y agrega: "no te preocupes Beto, si ella se casa no hay problema, además tu ya es tudias y pronto serás un exitoso profesionista, ¿no?". No lo dice convencida, como s in querer su mano acaricia mi pelo haciéndome cariños.

Pasan los minutos y una sensación de intimidad llena la estancia, en la pantalla d e la tele las naves espaciales se enfrascan en una terrible batalla cósmica, no ha cemos caso; ella recarga su cara en mi hombro, parece adormilada pero su mano iz quierda repasa mi pierna con suavidad; le acaricio el pelo mal teñido de ¿café?, ¿caoba? , pa´saber, parece que el añejo cariño renace, nos sentimos como antes, tan unidos, ta n juntos y de repente ella alza la cara, me ofrece su boca y la atrapo con la mía, sus labios me succionan de forma hasta entonces desconocida, su lengua ansiosa s e mete suave y juguetona, respondo igual, juntamos los cuerpos y su mano sube a mi entre pierna que ya luce la conocida erección y la atrapa; su mano aprieta el b ulto duro, yo voy a sus muslos cerrados que se abren, su pelvis se alza cuando a lcanzo su panty diminuta, mis dedos se empapan de su humedad y de su olor, un ar oma áspero y penetrante como a animal marino; mientras acaricio su panocha morena me percato que casi no tiene vellos y que la oscura carnosidad de su pepa escapa de la raja. Seguimos jugando con las bocas y las lenguas embadurnadas de saliva caliente, y mis dedos se llenan de su carne, parece que ahí hay más carne, que todo eso parece e norme y profundo, pero no puedo pensar, su mano trata de abrir el cierre de mi p antalón pero fracasa una y otra vez, y cuando reacciono para darle libre acceso el la se levanta de improviso, y sin decir palabra se mete al baño y yo espero, pasan los minutos y espero, pienso "para ir a mear, ya tuvo suficiente", en la tele e l frío señor "Spock" trata de razonar ante los emotivos "terrestres" y parece que di ce "pártanles su madre" a unos seres deformes de mirada triste, y yo ahí, con la pin ga al aire, erecta, gruesa, esperando a Lulú y pensando "¿dónde dejé el condón?" y busco e n mi cartera de piel y ahí está, arrugado, pero todavía, al parecer en buenas condicio nes. Cuando Lulú sale del baño no viene hacia mí, se mete al cuarto de mi hermana, dejando la puerta abierta, todavía espero unos segundos antes de ir corriendo; cuando me d ecido llego a la puerta y ahí me detengo, veo a la prima sentada en la orilla de l a cama, las manos entre las piernas cerradas y la cabeza gacha, como mirando al piso. Me siento junto a ella lentamente, intento volver a besarla y ella evade l a caricia diciendo: "no Beto, no podemos hacer nada", no hago caso y le acaricio el rostro, vuelvo a buscar su boca y ahora si responde al beso, y entre beso y beso insiste en que no y no, pero ya su mano me acaricia la verga, parece querer arrancarla de la fuerza que utiliza para, según ella acariciarme me parecen algo r udos sus maneras de pajear una verga--, yo le meto los dedos en la caverna jugos a y caliente. Cuando me doy cuenta ella está acostada y yo a su lado, nos acariciamos, intento b ajarle el calzón pero mantiene cerradas las piernas, insisto y aprieta más los muslo s, entonces me subo en ella, la abrazo, trato de forzarla a que se abra de piern as, pero se niega, entonces le deslizo la verga entre las piernas cerradas y hag o intentos por cogerla de esa manera; nuestra excitación sube de tono, ella suspir a agitada, su respiración caliente me pega en la cara y cuando me doy cuenta mi pi to ya ha traspasado la barrera de nylon de su panty y se desliza a lo largo de l a raja, Lulú vuelve a pedir tregua: "no, Beto, no lo hagas" y en ese momento la pe netro, de un solo envión la verga le llena la pucha viscosa y nos empezamos a move r suavemente, pero con fuerza, le meto toda la verga y se la refriego dentro de la pucha, ella suspira y alza la pelvis para recibir mejor las estocadas, la ver ga se desliza fácil dentro del canal caliente y mojado, entro con fuerza provocand o gemidos apagados en Lulú, una y otra vez, trato de pensar que una de mis fantasías se cumple: cogerme a Lulú por fin y me sigo moviendo sobre ella que parece gozar d e la cogida, momentos después se viene, ruidosa y agitadamente, abriendo las piern as en compás, sus "aaahh, aaahhh, hummm" me contagian y le suelto el semen, siento como palpita mi verga dentro de su canal vaginal y eso incrementa su placer, am bos nos venimos casi juntos, Lulú alza las piernas hacia arriba mientras gime ruid osa y entre besos y suspiros me la vuelvo a coger, sin sacarle la tranca sigo ar remetiendo una y otra vez, Lulú se abandona por completo, sus piernas atenazan mi cintura y me aprieta, sigo moviéndome sobre ella que sofocada gime en voz baja, en tanto sigo metiendo y sacando la pinga de su pucha profunda y caliente; minutos después, sofocado y respirando con dificultad, vuelvo a eyacular y siento que la funda viscosa de su sexo me aprieta a pausas y ella vuelve a venirse deliciosame

nte, ambos estamos en la cima del placer. Cuando todo termina una viscosa mancha de semen y líquidos vaginales empapa la col cha de la cama y su calzón esta más que manchado, gruesos goterones de mocos y otras sustancias olorosas parecen caer de la tela de nylon. Mi prima se asusta: "¡mira nada más!, ya ensuciamos la cama de tu hermana, tenemos que cambiar la colcha, ade más mis calzones están empapados, así no puedo llegar a mi casa, voy a tomar uno prest ado de tu hermana". Busca en los cajones y se pone el primero que encuentra una pantaleta roja, algo usada--, mientras se cambia los calzones noto que efectivamente la prima también s e depila, arriba de la raja morena los vellos recortados parecen la barba de alg unos días sin rasurar, pequeños, apenas queriendo salir, ella me sorprende mirándola y "¿qué ves?"; "qué ahora traes la panocha pelona, antes eras peluda, muy peluda", le di go sin dejar de verle la pepa; ella se sonroja y trata de justificarse: "así se us a ahora, a los hombres no les gustan las viejas peludas, ¿no sabías?", y evade mis o jos; luego cambiamos la ropa de cama. Un rato después está a punto de irse y le preg unto: "¿ya dejaste a tu novio el electricista?". --"No, ¿por qué?, nos vamos a casar", dice en voz baja. --"¿Casarse?, si él ya es casado y hasta tiene tres hijos ", le aclaro. --"Pues va a dejar a la vieja esa y nos vamos a casar ", se justifica. --"¡Si serás pendeja!", casi le grito. --"Lo quiero mucho y él también", dice compungida. Guarda silencio y baja la cabeza, como humillada. Casi en la puerta me dice: "bueno ya me voy, le dices a tu hermana que tome un c hon de su cajón, que luego se lo traigo limpio y lavado, que tuve un accidente , ell a entenderá y que que vine a invitarla a un baby shower ". --"¿Baby shower?, ¿de quién?". --"De Luchita, tu prima, ¿qué no sabías?... resultó panzona, la pendeja no supo ni quien la premió y se consiguió marido, ¿tú crees?, por cierto alguien me contó que también tú pas e a firmar ahí ¿es cierto chamaquito?", dice en tono burlón. Trato de mentir, pero no p uedo, ella sonríe nomás moviendo la cabeza. Finalmente al irse me da un beso en la mejilla y me dice al oído: "fue muy rico ha cer el amor contigo, creo que ambos nos debíamos desde hace mucho este ratito de p lacer, ¿verdad?, ¿te digo un secreto?, siempre supe que me espiabas cuando me bañaba, y me gustaba saber que te calentabas mirándome, adiós". XXXVI Los secretos de la miss II. Cuando llegué al barrio con el sobre color manila bajo el brazo, me apuré a entregarlo a la miss Ana, pero no la encontré, entonces caí en c uenta que el sobre "manila" estaba semi abierto, la goma de la ceja apenas pegad a; con cuidado revisé el contenido y lo que encontré hizo que me olvidara de Mita po r un rato, en conjunto sumaban 73 fotografías instantáneas que de alguna forma relat aban la historia sexual de miss Ana; la mujer con algunos años menos, linda, sonri ente, encuerada, posando o abriéndose la pucha mirando a la cámara; la señora desnuda, en lencería posando de pie o acostada en una cama, chupando una pinga larga y mor ena; la miss sodomizada abriéndose las nalgas con expresión de placer; doña Ana recibi endo el chorro de semen en la cara y en los senos, en fin fotos de algunos ayeres y de una época reciente, eso sí, mostrando la sexualidad desbordada, la lujuria que parece transpirar por toda su piel total que tuve una erección, cuando volví a cerra r el sobre sólo dejé 62 fotos. Me robé las restantes, no pude evitarlo, lo confieso. Más tarde hallé a la miss en su departamento y entregué el encargó, me miró a los ojos preg untando: "¿qué te dijo el señor ese?". --"Preguntó por usted, ¿qué como estaba y esas cosas, ¿qué si yo vivía con usted, que qué éra ?, esas cosas, no le dije nada del otro mundo". La señora entorna los ojos y se atreve a preguntar: "¿ y se puso triste?". --"Creo que si me invitó a tomar café para que le platicara más". --"Oye no me hables de usted chamaquito ¿ya se te olvidó cuando me espiabas encuerada? , a ver dime y le dijiste más cosas ¿no?, bueno, tú nomás ibas a entregar la caja, a propós to ¿no habrás abierto el sobre?, ¿verdad?". Pongo cara de seriedad y lo niego de forma terminante. --"Bueno pues ni hablar, ¿sabes?, él fue mi pareja varios años y fuimos muy felices, to davía me acuerdo de él con cariño, aunque fue un cabrón bien hecho, como todos los hombr

es, pero el amor se acabó y terminamos mal, lo que hay en el sobre es algo de las muchas cosas indebidas que fui capaz de hacer por él, me hizo una mujer muy lujurio sa, ¿sabes?". Nos quedamos mirando algunos segundos, luego sentí que su mano tomó la mía y me conduj o dentro de su pequeño departamento, dijo a mi oído: "te mereces un premio". Me dejó d e pie junto a su cama, sentí que algo cachondo iba a ocurrir con la vieja panzona, la miré ir hasta su tocador y tomar un frasco grande de crema Novea, volteó a verme y a continuación se arrodilló en la cama, alzó su vestido sin dejar de verme y con de licadeza se bajó el calzón, mostrándome la gloriosa visión de sus nalgas perfectas, blan cas, carnosas, redondas; pegada a la cama la perceptible panza de su notorio emb arazo; bajo las rotundas nalgas la raja requemada de su panocha rasurada, los la bios menores escapando de los bordes carnosos no lo se, pero ver la panocha de la miss, tan usada, o eso creo, me genera cierta repulsión, aunque puede darse el cas o de chicas o mujeres que tengan una verija casi virginal y ya estén bastante traj inadas, eso creo, digo. Luego la doña tomó el frasco de crema, aplicó un poco del líquid o en la mano y abriéndose las nalgas se embadurnó de crema el culo, de inmediato sen tí llegar la excitación; la perfecta curvatura del culo de Ana, el valle requemado e n medio de los cachetes y sobre todo el floreado culo, los bordes carnosos del a no, despertaron de inmediato mi lujuria. Ya con el culo lubricado, Ana me buscó con la mirada, manteniendo abiertas sus nal gas y pidiendo: "anda, chiquito, te voy a dar tu premio, te gustará"; me acerqué has ta ella y puse la punta de la verga en el culo renegrido, la madura suspiro dici endo: "despacio niñito que me puedes lastimar", y apreté la verga en el culo floread o, fui entrando en ella suavemente, el culo rodeó mi pito causándome un poco de dolo r y ella gimió un "aaayyy" lastimero, pero se la seguí metiendo, toda hasta que mis vellos quedaron pegados a los cachetes del culo y ahí me quedé, aferrado a sus nalga s, suspirando, disfrutando de la deliciosa sensación de culear a la señora embarazad a; luego fue ella quien se empezó a mover, "despacio mi amor, despacio, cógeme de po quito en poquito, quiero que culees rico y siempre me recuerdes, así, así papito chu lo, más, sácalo y vuélvelo a meter, así, suavemente, hummm, más ahora un poco más fuerte, as hummm, qué rico, más, más fuerte, hummm, aprendes rápido Beto, anda, más, más rápido, así, as maquito goloso, anda, dale más al culo, ¿sientes?, ¿sí?, ¿sientes como aprieta mi culito?, ¿te gusta?, hummm, ¿si?, ay papacito, qué culeada, por dios, mmmm, aaaahhh, más, más, hum mm". Yo seguía aferrado a ella, mis manos apretadas sobre sus nalgas, mirando entrar y salir mi verga del hoyo negro y deforme, ahora suave y lubricado, parecía que los restos de pliegues salían junto con mi pinga y al entrar los bordes carnosos se ib an junto con mi verga, pero era algo delicioso la manera como la madura me apret aba el pito, seguimos algunos segundos más y cuando ella empezó a gritar de placer l e solté los mocos, aquello aumentó su placer, pues la miss reculaba contra mi, refre gando sus nalgas en mi verga bien clavada, los espasmos fueron amainando no así mi fuerza, pues reinicié la cogida, con mayor rapidez, golpeando los globos carnosos , haciendo gemir y gritar de placer a la madura que se estaba viniendo de forma escandalosa. Hasta que nos quedamos quietos respirando agitadamente, luego le sa qué la verga con lentitud y para mi sorpresa el negro culo se quedó abierto, como mi rándome fijamente, como un hoyo enorme y profundo, hasta que Ana contrajo el ano e n espasmos provocando que los chorros de mocos escaparan del hoyo, como escupiéndo los con ruidos de ventosidades, el penetrante y conocido olor a excremento inundó la habitación, todavía la mujer suspiraba, y así la dejé con el culo apuntando al techo d e la habitación, yo fui a lavarme el pito en el lavadero. XXXVII Los pelos de Mita. "Toma, te trajo esto el correo tal vez de alguna de tus admira doras ", dice mi hermana, con tono burlón buscando mi reacción con los ojos--, entregándo me un sobre blanco, casi cuadrado, mi nombre y dirección como destinatario y el ti mbre cancelado del correo, ¿una felicitación?, ¿para mí?, me pregunto; resulta extraño per o en casa cuando algo llega por correo sólo trae malas noticias. Ya en mi recámara veo el contenido: una tarjeta de felicitación ilustrada con un cor azón rojo, el infaltable cupido y un texto, letras de Mita que parecen garabatos: "¡Felicidades bebé!, se que ya está cerca tu cumpleaños, no se qué día, pero recibe muchos b esitos de tu mamacita", y una nota al pie en letra más pequeña: "en el sobre pequeño t

e mando algo que me pediste alguna noche"; reviso el sobre, dentro de el un mechón de vellos castaños, largos e hirsutos, los pelos de la pucha de esa mujer, y una inesperada palpitación en la verga hace renacer el deseo. Recuerdo entonces que en pocos días cumplo 17 años y no siento ninguna emoción en part icular, hace mucho que no tengo una fiesta de cumpleaños, quizá en la infancia, sí, cu ando vivían mis padres y yo era el hijo consentido y me sobraban festejos y juguet es y atenciones; algo de nostalgia me hace rememorar aquello, pero no mucho, lue go entra mi hermana y me apuro a ocultar el envío de Mita. --"¿Sabes?, no te había dicho, pero hace días vi a la tía María y ella se acordó de tu cumpl e, propuso hacer una comida, ella preparará mole y arroz, yo compraré el pollo y otr as cosas ¿cómo ves?, van a venir, además de ella y las primas, el tío Aurelio y su esposa , tiene mucho tiempo que no los vemos, será algo familiar el domingo, así que no haga s planes, ¿eh?, si quieres invita a alguno de tus amigos ", y se va así como entró, casi sin hacer ruido, sin dejar que diga mi opinión. Cuando me quedo solo pienso en mis, ya casi, 17 años y en las cosas que han pasado , lo que ha cambiado, lo que puede venir. En menos de un año terminaré el bachillera to y ¿luego?, ¿ir por la licenciatura?, ¿en qué?, además necesito seguir trabajando, cuand o menos para hacer menos pesada la carga de mi hermana, ¿y yo?, ¿qué pasará conmigo? Mis pensamientos jalan a Mita, a Ludy a otras que de alguna u otra forma algo han apo rtado en mi ¿formación?, ¿en mi ser?, y me siento bien, más tranquilo, más seguro, no como antes, hace pocos años, no tantos. La atormentadora ansiedad del despertar sexual , los terribles pensamientos posesionados de mi a todas horas, mi inseguridad y mi temor, los primeros acercamientos frustrantes con las chicas, las miradas anh elantes a las mujeres más bien a sus chiches o a sus nalgas--, la experiencia sexua l que parecía no llegar nunca. Ahora siento el mismo deseo, pero ahí está Mita, Ludy, Verónica y más, pero ya no siento el mismo tormento de antaño, por el contrario, en la actualidad parece que ellas están al alcance de la mano, que las mujeres que antes me ignoraban ahora me buscan, están disponibles, ¿ofrecidas?, quién sabe, pero dispon ibles, sí, ya lo he comprobado. Empero, el sentimiento de incertidumbre persiste e intenta convertirse en triste za, se me ocurre salir a la calle, junto a la puerta la voz de mi hermana me det iene: "¿a qué no sabes a quien vi en el mercado?... a doña Amelia, la Chawa o Tawa, no se, ¿te acuerdas?... vieja payasa, sigue igual de culona, chichona, gorda y loca, maldita vieja nomás me saludó, de beso en el cachete, eso sí, y me preguntó por ti, qué es to, que lo otro tiene años que no la veo y nomás me encuentra y pregunta por ti, viej a cochina hasta se acordó que ya mero es tu cumple, yo me hice la desentendida ¿tú crees ?". Siento que mi cara enrojece al escuchar ese nombre, ¿Chawa, Tawa, Amelia? Y me estremezco al recordar aquella mujer y sin voltear la cara que enrojece--, sin d ecir palabra, salgo de la casa. Llego a la calle y en una esquina veo una aglomeración de personas, varias camione tas modernas con altavoces, algunos chamacos con camisetas y gorras rojas iguale s repartiendo propaganda y recuerdo que es época de elecciones, entonces caigo en cuenta que las bardas de la colonia se han llenado, de manera casi imperceptible , de pintas políticas; una de ellas es curiosa: "¿No sabes leer?, ¡pues aprende!, el P artido (fulano) te ayuda en tu educación. El candidato (perengano) Sí puede!!!! ¡Vota por nosotros!", todo en coloridas y enormes letras. Pinches bueyes como si con u n político se resolviera el analfabetismo del país, ¿están locos o se hacen?, me digo mi entras evado a una chiquilla que a fuerzas quiere aplicarme una encuesta, y como me niego saca de un morral azul un paquete pequeño de condones y me lo entrega si n decir nada, claro la cajita lleva el logotipo del partido, "sólo falta que a la hora de coger con estos condones, quieran que uno repita las estupideces de su c andidato", me digo cuando me guardo los condones en la bolsa de la camisa. Y mientras descubro entre la gente que acude al mitin político a Mita, Alfredo El Moco me aclara: "es la gente del edificio donde vive tu vieja, tiene tiempo que tratan de arreglar su situación en esos departamentos, el viejo ese pelón de traje n egro, es quien según está arreglando el asunto, ¿quién sabe cuánta lana les ha sacado?, pe ro ellos siguen necios viviendo ahí, pero el muy cabrón sólo se aparece cuando vienen los políticos buscando el voto ", y sigo las evoluciones del grupo que rodea al tipo pelón y panzón, al que ya le urge llegar a su auto lujoso y negro; pese a que sus g uaruras tratan de contener a los vecinos, se escuchan improperios e insultos y v

uela una que otra botella de vidrio, entre ellos va Mita con sus gafas negras y su vestido rosa floreado y sin mangas, luciendo sus hermosos brazos y levantando la mano derecha como mentando madres, finalmente el auto del político arranca rec hinando las llantas, el mitin terminó. No creo que haya sido un buen saldo para el "Partido", me digo convencido. Ya cuando la aglomeración se dispersa veo a Paty, la tetona. Desde que se esparció c omo epidemia el rumor de su enfermedad venérea la chica desapareció de las calles, pe ro ahora está ahí, sonriente, con su falda corta y sus muslos llenos y el enorme esc ote --pareciera que en cualquier momento una teta le saltará de la blusa, imagino-, moviendo cadenciosamente sus nalgotas al caminar; parece que viene hacia mí y l o confirmo cuando se planta a escasos centímetros de mi cara: "¡hola bebé!, ¿cómo estás bebi to?" tratando de imitar a Mita--; quisiera gritarle "¡vete a la chingada!", pero me jor digo en voz alta: "¡hola niñita!, ¿ya se te quitó la gonorrea?"; su cara sonriente y coqueta desaparece, frunce el rostro y me espeta un grito: "¡chinga tu madre!" y se va meneando el culo, caminando con la elegancia de un pato, ante la mirada em bobada de los vagos. Mita camina hacia su edificio, llevando algo bajo el brazo, parece un cuadro env uelto en papel grueso, es algo grande, delgado, rectangular; en tanto que Patric ia se aleja rodeada de algunos admiradores, sonrío no se por qué, tal vez por mi próxi ma fiesta de cumpleaños o haberme vengado de Paty la Chichona, cuando siento un ja lón en la camisa, el Moco que advierte: "ahí te hablan", es Ludy, pero cosa rara no está enojada, más bien sonriente, su pelo rojizo y bien peinado, su vestido azul que parece quedarle chico, y sobre todo su mirada tolerante, más bien esperanzada; re cuerdo el último pleito pero voy hacia ella que me toma de la mano y me planta un beso ensalivado en la boca ante la mirada de los demás, como diciendo "este macho es mío". Cuando caminamos rumbo a su casa me pregunta: "ya mero es tu cumpleaños, ¿verdad?, ¿qué vas a hacer ese día?". Le comento sobre los planes de mi hermana para hacer una co mida familiar el próximo domingo y añade: "pero el sábado ¿qué vas a hacer?"; "voy a trabaj ar medio día con el español, luego no se creo que nada", contesto pensando en Mita. --"Hummm, ¿qué quieres de regalo?", pregunta cariñosa. --"Mmmm, nada, ¿qué me vas a regalar?", pregunto. --"Será una sorpresa mira, ese día, el sábado tengo que ir a visitar a mi tía Angelina ha estado enferma y mi madre le mandará algunas cosas, comida y cosas así si quieres me acompañas, le entregamos los encargos y vamos a dar una vuelta por ahí, regresamos te mprano, ¿quieres?", y me mira a los ojos como esperanzada y me besa amorosa, lengüet eando mi boca. Acepto su propuesta, esperando que ese día no surja nada con Mita. Justo antes de llegar a su casa hay un enorme árbol, cuyas raíces han destrozado la banqueta y parte del pavimento, y ahí nos detenemos para fajar un rato. Ludy se re carga en el tronco y besándome pide "pónmelo aquí" apretándome la pinga en el pantalón y p egando el pito en su entre pierna y así, pensando en una canción cubana de Los Jubil ados Pónmela aquí, pónmela allá, ponla donde quieras, pero ¡ponla ya!--, y la gordita dirig e la pinga a su entre pierna abierta y acogedora y caliente y húmeda y cuando me do y cuenta Ludy me atenaza con sus piernas gordas por la cintura y "anda papito da me un poquito de tu verga" y me besa apasionada y golosa y caliente. La tranca s e desliza despacio por su canal vaginal mientras ella bufa de excitación y nos mov emos con fuerza, yo queriendo meterle la pinga, ella apretando la pucha, pero re cibiendo una buena dosis de carne en la pucha, y así seguimos excitados, calientes , con las bocas pegadas, gimiendo, yo acariciando sus chiches suaves y abundante s y tersas, ella arremetiendo su pelvis contra mi verga que no puede entrar en s u pucha gime "sigue, sigue, más , quiero más, ya casi, ya casi me llega, más, quiero más, así más más, ¡aaaaayyy!, más .", y siento cómo la gorda se viene y ruidosamente grita sus " ayyyy, mmmmm, aaayyy, quiero mássss", pienso en cuánto ha cambiando Ludy y su lenguaj e y su actitud y sus ganas de ¿verga?, ¡sí!, ¡verga!, eso dijo, que quería ¡verga!... y mom os después eyaculo soltándole chorros de mocos sobre su pucha hambrienta y ganosa. L udy se pega a mi boca mientras siente como le echo los mocos. Comentarios a: [email protected] ALICIA

Ansioso esperaba mi cambio y la llave del cuarto, cuando de pronto la puerta del elevador se abrió. El ruido del elevador llamó mi atención y entonces vi a aquella pa reja salir. El tipo era joven, vestido de traje y bien peinado, casi seguro que se acababa de bañar, pero lo que me dejó petrificado por algunos instantes fue ver a la mujer que lo acompañaba, era Alicia!, la mamá de mi amigo Luis. Ella sorprendida me miró y al momento se puso de todos colores y bajando la vista aceleró el paso pa ra, junto con su pareja, llegar hasta la puerta de salida de aquel hotel. Aquella tarde por fin estaba por inaugurar la panochita de Ludy, mi novia gordit a que ya se había decidido a soltarme las nalgas. Pero haber visto a Alicia salir de ese hotel provocó que hasta mi anticipada excitación por llevar cuanto antes a la Ludy a la cama se calmara. Ludy, muy nerviosa, esperaba sentada en la salida de l motel mirando hacia otro lado y no vio a su vecina, la joven mujer de muy sucu lento cuerpo. Como apunté Alicia era la madre de mi mejor amigo, Luis. Ella se había casado muy jo ven con Nacho, que trabajaba como policía, en tanto que ella con sus 30 y tantos añi tos a cuestas trabajaba como empleada de oficina en la delegación Iztacalco y como aquella tarde, entre semana, se suponía debería estar haciendo sus deberes en su em pleo, pero no, Licha andaba soltando la nalga en aquel hotel posiblemente con al gún compañero de trabajo. Ya en el cuarto por fin hice realidad mis ganas de dejarle ir toda la verga a Lu dy, que entre gemidos y grititos me entregó, según ella, su virginidad. Luego del se gundo orgasmo Ludy me sorprendió con su increíble habilidad para aprender el arte de la mamada, hicimos un glorioso 69 que la dejó exhausta luego de tres venidas y a mi totalmente seco, pues mi semen había sido succionado por la infatigable boca de Ludy. Ya de regreso a mi casa, luego de haber dejado a mi noviecita todavía sintiendo es trellitas, volvió a mí la escena de Alicia saliendo del elevador de ese hotel acompaña da de un tipo. Pero bueno, ¿Lichita cogiendo con un chavo?, porque el tipo ese era a leguas más joven que esa mujer, además se suponía que el matrimonio de Licha andaba bien, Paco era, supongo, buen esposo y ella, hasta entonces, una ama de casa qu e además de trabajar, cuidaba de sus hijos, Luis ya estudiaba la prepa y Malú acabab a de entrar a Bachilleres, como sea volví a confirmar el dicho de una tía mía: "caras vemos... nalgas no sabemos". Pasaron algunos días hasta que una llamada telefónica llamó mi atención, mi hermana cont estó y desde la sala me grito: "oye, es Licha preguntando si no haz visto a Luis.. .", desde mi cuarto le contesté que no, pero volvió a gritar: "dice que si no puedes contestar tú", así lo hice: --"Si diga... --"Hola, cómo estás..., oye ¿no has visto a Luis?... --"Pues no, quedamos de vernos el sábado para ir al cine con unas amigas, pero yo tuve cosas que hacer y ya regresé tarde..., tampoco ha llamado... --"Oye..., lo que pasa es que..., quisiera preguntarte si no..., este..., ya sab es..., lo del otro día..., en ese hotel..., no fue lo que parecía..., yo había ido a v er unas cosas..., del trabajo..., no pienses mal ¿he?... --"Ahhhh, pues ya ni me acordaba... --"Es que..., como tu y Luis son muy amigos..., pensé que le habrías dicho algo de e so..., y la verdad..., pues no hay nada ¿he?... --"Ahhh, pues no te preocupes..., es tu vida..., yo no tengo por qué meterme... --"No mira, el hombre que me acompañaba es compañero de trabajo y pues..., bueno, so mos amigos... --"Y como buenos amigos fuiste con él a ese hotel.... --"¡No, no, espera!, fueron cosas del trabajo... --"Ah!, vaya..., pues que bueno ¿no?, pero si te preocupa eso ¿no crees que no debería s comentarlo por teléfono?... --"Ay pues si, lo que pasa es que estaba preocupada por lo que pudieras pensar d e mi, pero oye nada de nada ¿he?, además..., pues tú también entraste..., y no ibas sólo ¿ve rdad?, era Ludivina, ¿verdad?, la ví de espaldas, pero por su pelo me di cuenta que era ella, ¿verdad?... --"Pues no te voy a decir, es cosa mía, ¿no crees?... --"Si bueno, pero condenada chamaca tan decentita que se ve! y ya anda contigo h

aciendo esas cosas... --"Ya te dije que no te voy a decir si era ella o no, además también tu andabas en e sa situación, ¿o no?... --"Ay pero lo mío es diferente, aunque no lo creas fui ahí por cosas del trabajo, va n a hacer un evento de la delegación y.... --"Bueno ya, ahí muere ¿no?... --"Si está bien, tienes razón, lo que quiero decirte es que no le digas nada a Luis. .., por favor..., yo te conozco desde niño y somos buenos amigos, yo te tengo cariño y confianza y pues, quiero que sigan bien las cosas ¿si? --"Pues si así lo crees..., pero procura cuidarte, pues Luis a veces va a ese mism o hotel... --"¿A poco?, no lo creo!, pero bueno, gracias por decirme, adiós... Luego de colgar me dije: "!ay pinches viejas, hacen sus chingaderas y luego no s aben como componer sus desmadres...", a Licha le tenía cierto cariño y sobre todo er a la madre de Luis, pero era mujer --y se mantenía bastante buena--, como cualquie r otra, con sus deseos y ganas y si Paco no le daba la suficiente verga, pues a lo mejor tendría sus aventuritas, de vez en cuando. II Luego de olvidar ese incidente yo seguí con lo mío, Ludy resultó incansable en la cama . Ya casi nos veíamos nada más para irnos a coger. Hasta cuando tenía la regla, nos la arreglábamos para darnos tremendos cogidones!, de esa forma la gordita aceptó que u n día, por tener la regla, se la dejara ir por el chiquito. Desde entonces se volv ió fanática del culito y no me dejaba ir hasta que después de las incontables mamadas y metidas por la verija, se la dejara ir por el culo hasta que me volvía a venir. En época de exámenes estaba estudiando para el de física cuando contesté el teléfono: --"¿Sí?... --"¿Eres tú?, habla Licha..., oye quiero que me hagas un gran favor... --"Si dime... --"Mira quisiera que vinieras a la delegación..., a recoger un sobre que te voy a entregar, pero tiene que ser hoy... --"¡Ah caray!, ¿por qué la urgencia?... --"Es que..., bueno luego te explico..., la cosa es que vengas a recoger una cor respondencia..., ya sabes donde está mi oficina, ya haz venido con Luis, yo te esp ero, pero tiene que ser hoy... --"Si, pero ¿por qué?... --"Mira es un favor que te estoy pidiendo..., es algo que tiene que ver con lo d el otro día, ¿recuerdas?..., bueno, vienes, yo te entrego el sobre, no lo abras, ¿he?, lo guardas en lugar seguro y ya, cuando me lo entregues te explicó todo. Ni siquiera me dejó explicarle que estaba estudiando para el examen del día siguient e, que no tenía tiempo, ni nada. Como quedamos llegué hasta su oficina, ella, nervio sa, ya me esperaba, me hizo quesque firmar una hoja de recibido --pura finta--, y me llevé el sobre a la casa. Ya en mi cuarto recapitulé sobre todo aquello, ¿qué conte nía ese sobre?, ¿por qué el nerviosismo de Licha?, ¿por qué tenía que ser ese día precisament ?, me entró curiosidad. Ya sabía que los sobres de papel manila se pueden abrir apli cando vapor en la ceja que cierra el sobre, eso hice, abriendo la llave del agua caliente del lavabo de mi baño logré que poco la ceja del sobre abriera solita y lo que descubrí me dejó pasmado. Era Licha, Lichita, Alicia en fotos polaroid, haciendo un curioso stripteasse, e mpezando por quitarse la ropa hasta quedar en cueros, acostada encima de la cama , con las piernas abiertas mostrando la pelambrera de su sexo con aquellos labio s tremendamente grandes, dejando expuesto al ojo de la cámara el conducto vaginal escurriendo mocos. Era Alicia, pero una Alicia nueva, una extraña expresión de placer iluminaba su rost ro. Era diferente. La mujer acunando sus pesados senos con ambas manos. Esas chi ches redondas y generosas, de grandes pezones rosados con puntas erectas por la excitación. Era Licha parando el culo, abriendo las blancas carnes de sus nalgas, prominentes y perfectas. Era un close up del culo de esa mujer mostrando hasta e l último detalle de su vagina abierta y de su culo rodeado de pliegues sonrosados con aquellos largos e hirsutos pelos castaños apuntando a todos lados. Era la madr e de Luis siendo llenada por ese miembro erecto, largo pero delgado, en su panoc

ha abierta. Era el rostro de aquella mujer siendo salpicado de mocos por una ere cta verga anónima. Eran 22 fotografías en total. Entonces dejó de ser Licha, Alicia, l a madre de Luis, mi mejor amigo y se convirtió en mi deseo. Entonces supe que aque lla mujer tenía que ser mía. III Al siguiente día llamó ella preocupada: "hola, soy Alicia, ¿tienes el sobre?... no lo hayas abierto... --"Pues fíjate que ya venía abierto... --"¿Y?, ¿qué pasó? --"Pues ví el contenido, tus fotografías... --"¿Qué?... ¿que hiciste qué?, óyeme con qué derecho abriste ese sobre?..., eso es algo muy personal, de mi exclusiva propiedad... --"Cálmate, ya de dije que el sobre venía abierto, yo sólo le eché una miradita, eso es todo... --"Tampoco tenías derecho a ver el contenido, entrégame inmediatamente todo eso, mej or voy a tu casa a recoger las fotos, ahorita mismo voy... --"¿Ah sí?, pues fijate que no, las cosas no son tan deprisa, además con que pretexto vendrás a mi casa, si tu nunca haz venido a buscarme..., mejor cálmate y vamos plati cando acerca de esas fotitos tan ricas que te tomaste, a ver, a ver, venme dicie ndo... --"Estás loco si piensas que me voy a confesar contigo, debes entregarme inmediata mente eso, te lo estoy ordenando!... --"No tan de prisa Lichita, no te das cuenta que tengo en mi poder algo muy vali oso y que la más interesada en que esto no trascienda eres tú, alguien podría enterars e... --"No te atreverías, serías muy poco hombre si hicieras mal uso de eso para perjudic arme... --"Pues no estoy seguro, pero desde que ví las fotos he estado pensando en ti de m anera diferente..., me gustas Alicia, me gusta mucho tu cuerpo... --"Pero si apenas eres un chamaco, cómo piensas que podría fijarme en ti, estás loco!. .. --"Pues si, casi tan chamaco como el tipo con el que saliste del hotel aquel día, ¿v erdad?... --"Eso a ti no te importa... --"Bueno ya, procura calmarte, tus fotos están seguras conmigo, te lo juro, de lo que pase después depende de ti... --"Que me estás proponiendo... --"Podrías empezar por explicarme la historia de las fotos y el por qué tuve que ir de forma tan precipitada por ellas a tu oficina... Continué: "Cálmate y procura pensar las cosas, te tengo en mis manos Lichita, lo sab es, bueno ya voy a colgar llámame otro día y me dices que decidiste...", entonces co lgué sin darle tiempo a mayores reclamos, ahora sólo tendría que esperar a que ella di era el siguiente paso. IV Tres días después volvió a llamar Alicia, pero ahora su tono de voz era por completo d iferente, amigable y tranquila me explicó que para ella era muy importante tener c onsigo y destruir esas fotografías y que confiaba en que yo le ayudaría a no meterse en mayores problemas. "Es normal que te hayas excitado viendo todo eso, yo te e ntiendo, ya eres un hombre y si luego de ver las fotos me ves como mujer, eso es normal, te aseguro que te entiendo, pero que trates de chantajearme para obtene r algo eso habla muy mal de ti. Debes entender que entre nosotros hay lazos muy estrechos de amistad y cariño, entre ambas familias y entre tú y yo, por ser tan bue n amigo de Luis, yo no podría llegar a nada contigo, además te llevó muchos años, casi p odría ser tu madre, pero como sea acepto tu propuesta de que platiquemos acerca de todo este embrollo, eso no significa que podamos llegar a nada, por favor entiénd eme". Acordamos una cita, una tarde luego de que ella saliera del trabajo. Aprovechamo s el pequeño parque de la delegación para intercambiar opiniones. Alicia apenas logr aba controlar su nerviosismo y balbuceante empezó su relato: --"Mira aquel tipo con el que me viste salir del hotel es quien me tomó las fotos,

si, ha sido mi amante desde hace más de seis meses. No se cómo llegué a aceptar acost arme con él, no se si llegué a quererlo, o sólo atracción física, y no se si me entiendas, pero él me hizo sentir mujer de una forma tan diferente, estaba yo toda apendejad a, por eso permití que me tomara fotos y muchas cosas más, cosas que nunca había hecho en mi vida de casada. Pero hace tiempo pensé las cosas e intenté terminar la relación , como sea me sentía culpable por serle infiel a mi marido, entonces el tipo me em pezó a presionar para que siguiéramos y como tenía las fotos pues me podía chantajear, h asta que ese día que te llamé logré rescatarlas de su oficina, aprovechando que él estab a en una junta...", dijo la mujer toda compungida y añadió: --"Bien ahora ya lo sabes todo, trata de entenderme, por favor, entrégame las foto s... --"Si Alicia, tienes razón, pero no puedo apartar de mi mente tu cuerpo, te deseo con unas ganas que nunca antes había sentido, discúlpame, pero quiero que seas mía, pién salo... --"¡Ay!, no digas eso, por favor, ¿cómo me pides que me acueste contigo, ¿que me entregu e a ti?, ya soy una mujer mayor y tu apenas un chiquillo, además tú no necesitas nad a conmigo, ya tienes con quien hacerlo, anda por favor entrégame las fotos... Guardé silenció unos momentos, entonces ella se decidió: "bueno que sea como lo pides, me voy a acostar contigo, pero que te quede claro que lo haré sólo por obtener las fotografías, no me pidas que sienta algo al hacerlo, para mi será algo mecánico y abor recible, y luego de eso ya no serás para mi nada, posiblemente te guarde mucho ren cor, ¿eso quieres?, pues que sea así, luego de que termines me entregas las fotos y ya, ¿quedamos?". No supe que decirle, sólo alcancé a balbucear: "te deseo Licha, tengo muchas ganas d e ti..., entiéndeme también tú". --"Eso intento, pero no me cabe en la cabeza que quieras hacer eso conmigo, ¿tanto te trastornaron las fotos?, si yo estuviera segura que las quieres conservar pa ra ti, hasta podrías quedarte con ellas, si tan solo me juraras que no se las vas a enseñar a nadie y sobre todo que no harás mal uso de eso para perjudicarme, pero n o, estás necio en hacerme tuya, pues que así sea, vienes mañana por mi y me llevas a d onde tú quieras". Así quedamos. V A pesar de que ya había conseguido que Licha aceptara coger conmigo el sentimiento de culpa no me dejó dormir. A la mañana siguiente estaba decidido a entregarle las fotos sin que ella tuviera que hacer nada. Pero antes tuve una idea, escanearía la s fotos y las guardaría en mi computadora como un glorioso recuerdo de Lichita. Cuando ya Alicia estaba en el parque decidida a que me la llevara a coger le dij e: "ten Alicia, aquí están las fotos, no falta una sola, están todas, no tienes que ha cer nada que tú no quieras" y le extendí el sobre. Ella respiró aliviada, en silencio guardó en su bolsa el sobre y sentándose en la banc a me pidió que hiciera lo mismo y empezó a hablar: --"Ya sabía que ibas a actuar de forma prudente, tu conciencia no te iba a dejar e n paz, que bueno que pensaste bien las cosas. Yo tengo mucho de culpa en todo es to, perdona mi imprudencia y no sabes cuanto te agradezco que me hayas entregado las fotos. Pero a ver dime, ¿sigues pensando igual que ayer con respecto a mi?... --"Discúlpame Alicia, pero ahora ya no podré verte de otra forma, sigo deseándote de f orma incontrolable, siempre que te vea me sentiré excitado.. --"Ay, ¿qué vamos a hacer?..., mira, ay no se..., sólo prométeme que no le dirás nada a na die de lo que vayamos a hacer, que nadie se entere, y luego de hoy no vuelvas a acercarte a mi con esos deseos, porque no volveré a aceptar irme contigo, ante los demás seremos como siempre hemos sido, buenos amigos y ya, anda pues chamaquito l lévame al hotel...". Tardé unos instantes en reaccionar, no estaba seguro de haber escuchado aquellas p alabras, pero ella fue la que se levantó y tomándome de la mano me indicó que la sigui era. Tomamos un taxi con rumbo a Tlalpan, y cuando vimos a lo lejos el esperado anuncio "Hotel", nos bajamos del auto y caminando llegamos a nuestro "nidito de amor". Cuando por fin estuvimos en el cuarto, mi nerviosismo me paralizó, de una pieza ví a Licha dirigirse a la cama y proceder a quitarse la ropa, entonces comprobé que aq uella mujer era la de las fotos. Pese a sus kilitos de más su cuerpo era suculento

, dos macizas tetas redondas y algo colgadas, con amplios y negros pezones, su b ajo vientre un poco abultado y más abajo cubierto de una espesa pelambrera y sus p iernas cortas y llenas de una blancura casi perfecta. Y sobre todo la inconmensu rable gloria de sus nalgas, en síntesis una mujer en la plenitud de su vida, en la total plenitud de sus capacidades amatorias. Casi se me caía la baba al contempla r aquel espectáculo, pero fue la voz de Licha --que ya estaba bajo las sábanas--, la que me volvió a la realidad: "¿qué esperas?, anda quítate la ropa, ven acá?", dijo en ton o áspero. Ahora fue ella la que siguió con la mirada cada uno de mis torpes movimientos para quitarme la ropa, pero cuando por fin quedé en cueros su rostro asombrado miraba la gruesa erección de mi verga, pero no dijo nada. Luciendo mi largo garrote me ac erqué a ella, hasta quedar junto a la cama, sólo entonces pudo hablar "ay chiquito, mira nomás como haz cambiado, tienes un miembro enorme!", extendió la mano para agar rar la verga apretándola como para comprobar su dura consistencia. Ya no me pude c ontener, alcé las sábanas dejando al descubierto su desnudo cuerpo, al momento ella abrió las piernas para darme cobijo entre ellas, y conforme me fui acostando sobre su cuerpo, Licha con su mano dirigió el garrote a su peluda abertura diciendo: "d espacito, lo tienes demasiado grande, me puedes lastimar", al momento sentí la glo riosa sensación de mi verga entre los labios abiertos de la pucha y conformé fui pen etrando un hondo suspiro escapó de los labios de Alicia, hasta que por fin nuestro s sexos quedaron pegados, uno dentro del otro, nuestros pelos formaban una sola pelambrera, todo mi garrote sumergido dentro de ella, su vagina ajustada como un guante al tronco erecto. Permanecimos así algunos minutos, extáticos, como recreando nuestras mutuas sensacio nes, ella con sus ojos cerrados pero rodeando delicadamente mi espalda con sus m anos. Yo sobre ella, con mi cabeza recargada sobre su pecho, acunando las delici osas tetas. Entonces iniciamos un lento y delicado vaivén, levanté la grupa y mi ver ga fue saliendo de su ya caliente albergue hasta sacar casi toda la cabeza, la v olví a penetrar, lentamente, disfrutando de su distendida vagina. Dos o tres veces más repetí la misma operación, pero ahora mi boca estaba pegada a un pezón, succionando y mordiendo la erecta carne de la punta. La respiración de la mujer se hizo agita da, caliente, su boca entreabierta buscó la mía, se ofreció al beso y sus manos amoros as tomaron mi rostro para acercarlo al suyo y hacer que las bocas se juntaran. N os besamos, con fuerza, con pasión, mientras ya el cuerpo de Licha buscaba más y más p lacer, su pelvis se alzaba para buscar la verga que por instantes se iba y la de jaba vacía, removiéndose cuando ya todo el pito estaba hasta el fondo. Sus piernas e ntrelazaron las mías y el metisaca se tornó fuerte, agitado, rápido, con violencia, ya su respiración entrecortada me enunciaba su orgasmo, su boca se despegó para decir "aaayyy, por todos los cielos qué me estás haciendo papito, me vengo!, ya me estoy v iniendo niñito travieso, así, más, dame más verga, la quiero toda, hummmm, más, más, me vien e de nuevo", todo su cuerpo se contorsionó en los espasmos del orgasmo. Seguí taladrando su abiertísimo sexo, ya chorreante de jugos. Ahora Alicia había rodea do con sus piernas mi cintura, apretando fuerte, como impidiendo cualquier movim iento mío. Fue ella quien delicadamente se empezó a balancear hacía los lados, hacía arr iba y hacía abajo, sin soltar para nada mi boca que sentía su lengua danzar furiosa dentro, mis manos amasando las redondas y pesadas tetas, al enésimo vaivén Alicia se volvió a venir: "me vieneeeee, me viene, de nuevo me viene, estoy en el cielo chi quillo malo, así, así chiquito de mi vida, llévame al cielo chiquito malo, malo, malot e, hummmm, que gloriosa verga tienes papacito". Cuando los espasmos de su orgasmo amainaron aflojó la presión de sus piernas y lánguid a me soltó, lentamente me fui deslizando fuera de su cuerpo, hasta quedar acostado junto a ella. Sudorosos nos quedamos quietos algunos minutos, hasta que ella ex tendiendo la mano comprobó el estado de mi verga diciendo: "ay chiquito!, ¿todavía no te vienes?". Permanecí acostado dejándole a ella la iniciativa, Licha entendió y se montó sobre mi. C on su mano dirigió la estaca a su pucha y se sentó a horcadas sobre mi tragándose por completo todo el tronco, cabalgando, removiendo su pelvis sobre el duro garrote, subiendo y bajando, oscilando las caderas, comiéndose una y otra vez el miembro. Sus tetas brincando frente a mi boca, me pesqué a ellas con mi ansiosa boca y agar rando sus nalgas con ambas manos, acompañé su cabalgata, arremetiendo con la verga,

una y otra vez, haciendo que todo su cuerpo se cimbrara con cada arremetida, has ta que ambos nos venimos, los chorros de mocos inundaban su distendida panocha q ue a cada palpitación de mi tranca le dispensaba deliciosos apretoncitos, sabía cont raer los músculos de su vagina de una forma fenomenal. Cuando ambos terminamos, permanecimos unidos largos e interminables instantes, e lla sobre mi, aún con mi garrote dentro de su caliente funda, sudorosa, con una ap acible --pero lujuriosa-- expresión pintada en el rostro. Luego se despegó y con pas o tambaleante la miré ir al baño. Pero cuando regresó quería seguir el juego, se subió a l a cama sentándose sobre sus pantorrillas junto a mi, cuando abrí los ojos la ví sonreír y al momento siguiente sentí su manita agarrando el empapado miembro semi desfalle cido, con delicados movimientos rodeó el pito y siempre con la mirada fija en aque llo que la había llevado al máximo placer fue acercando su cara hasta recargarse sob re mi pelvis, entonces sentí como su boca se abría para dar cobijo a mi verga. Al momento un involuntario estremecimiento en el miembro me anunció el inicio de l a más experta y satisfactoria mamada que mujer alguna me hubiera dado en toda mi c orta existencia. Luego que labios y lengua recogieron ansiosos los restos del ar doroso combate sexual, la incansable boca succionadora de Licha me llevó a límites d e placer nunca antes imaginados, era increíble como aquella mujer fuera capaz de d ar cobijo a toda la pija ya erecta. Dos o tres veces la sentí controlar sus involu ntarios movimientos por vomitar, pero ella se aferró al miembro con un ansia indes criptible. Dos o tres veces tuve que retirar el miembro de su incansable boca in capaz de controlar por más tiempo la eyaculación, ella entendió y repasando sus labios y lengua por el tronco llegó hasta mis huevos, que entonces sufrieron el placente ro suplicio de esa boca que succionaba uno hasta metérselo completo en la boca, pa ra acto seguido cambiar al otro, mientras uno de sus dedos, curioso, se metía entr e mis nalgas buscando mi ano, sentí que ya no podía más y agarrando su cabellera con a mbas manos dirigí su boca al tronco que ya la esperaba para entregarle su ofrenda. Un incomprensible murmullo gutural fue el preludio que su boca dejó escapar antes de zambutirse toda la verga hasta la garganta. Luego fue un intenso ir y venir d e aquella boca, desde la punta hasta la base, donde su nariz se perdía por momento s entre la pelambre. Sus labios succionando el glande mientras que la lengua rec orría golosa cada contorno de la cabeza. Mis manos aferradas a su cabellera tratan do de controlar sus violentas arremetidas, hasta que ella lo pidió: "anda papito d ame tu leche". Sólo entonces con un furioso movimiento de mis manos sobre su pelo bajé su cara hasta meterle todo el miembro en la boca, así me empecé a venir, el prime r chorro la agarró desprevenida pero la mantuve así, pegada a mi, con toda la verga dentro de su boca, hasta la garganta. Ella de inmediato trató de apartarse, pero l a tenía bien cogida por los pelos y así la mantuve, llevando cada chorro hasta su ga rganta, hasta que después de tres o más pulsaciones del miembro aflojé la presión y ento nces ella pudo tragar todo el semen que inundaba su boca, pero luego de tragar s iguió chupando y yo echando mocos hasta que incapaz de seguir tragando verga la sa có de su boca para dejar que los últimos chorros salpicaran su cara. Alicia, amorosamente, restregó con su mano la verga chorreante sobre su rostro, em barrando labios, mejillas, nariz y hasta los ojos con la punta pringosa de leche , hasta entonces pudo decir: "ay papacito casi me ahogas", acto seguido volvió a c omerse todo el miembro como para darle la última repasada. Luego todo fue calma, plenitud, satisfacción. Por fin había hecho realidad mi sueño. L a había hecho mía. Lichita, la mamá de mi amigo Luis me había entregado su delicioso cue rpo. Ella por su parte parecía llena, satisfecha, nada arrepentida de lo que acaba de hacer. En eso, una furtiva mirada al reloj le descubrió que casi eran las nuev e de la noche, al momento ella se levantó diciendo: "mi madre!, ya es tardísimo, me tengo que ir en seguida", y corriendo se metió al baño, yo la alcancé ahí y todavía nos di mos algunas libertades, como meterle la verga bajo la regadera, pero ya no había más tiempo, apurados nos secamos y vestimos. Pero antes de salir del cuarto me recordó la sentencia: "recuerda lo que acordamos , ésta fue nuestra oportunidad, no habrá más, no se cómo le voy a hacer, pero debemos se r fieles a lo que acordamos, no hay mañana para nosotros, me hiciste sentir como n unca antes, de verdad, nunca pensé que fueras tan buen amante, envidio a la gorda de tu novia, si quieres quédate con las fotos, pero nunca más volveremos a estar en la cama".

Yo por mi parte estaba en las nubes, sintiendo estrellitas, todo me valía madres. La llevé en taxi hasta la Zaragoza, ahí ella abordó otro con rumbo a su casa. Yo decidí caminar, desde el metro hasta mi casa, tenía tantas cosas que pensar y rememorar q ue cuando llegué por fin a mi hogar ya eran casi las doce. Ya cuando me desvestía en mi cuarto entró mi hermana para decirme: "oye, hace rato llamó Licha, preguntando p or ti, que si ya habías llegado, oye ¿qué te traes con esa vieja?", "nada, nada", le c ontesté. Epílogo Al paso del tiempo esta historia tomó giros inesperados, para empezar fue la propi a Alicia la que me buscó para que volviéramos a ir al hotel. En un lapso de dos mese s me la cogí cerca de diez veces. Y no fueron más porque yo tenía que administrar las dosis de semen entre ella y Ludy, ambas me tenían siempre bien exprimido. Lo triste del asunto fue que el ex amante de Licha, despechado buscó la forma de d esquitarse de que la vieja ya no quisiera seguir cogiendo con él. Y mi amigo Luis fue quien pagó los platos rotos. Alguna tarde Luis fue a buscarme a mi casa todo c ompungido y sacado de onda, el día anterior había recibido una carta anónima que conte nía varias fotos de su madre en pleno combate amoroso. En otras palabras Alicia no había tenido la precaución de robarse todas las fotos que su amante la había tomado, y el muy cabrón había guardado algunas en otro sitio. Para mi amigo era algo incomprensible haber descubierto que su madre se comporta ra como una perfecta puta. Sus sentimientos estaban por completo alterados y no sabía que hacer y yo por más que traté no logré hacer que comprendiera que Alicia pese a todo era una mujer con sentimientos y necesidades que a veces los demás no podíamos comprender, pero que ella en el fondo era buena madre. Por las dudas puse prude nte distancia entre ella y yo, he hice que Luis destruyera aquellas fotos --de l as que por lo demás yo tenía la colección completa-- y prometiera nunca decirle nada a Licha. Alicia por su parte creo que comprendió que ambos teníamos que hacer nuestra propia vida y al paso de los días ya no buscó un nuevo contacto. Pasaron los años, yo me casé y me fui a vivir a provincia. En una de mis esporádicas v isitas a la casa paterna me enteré que Licha y Paco se habían divorciado, pues el ma rido había descubierto a Lichita cogiendo apasionadamente en el propio lecho nupci al con el lechero, aprovechando que Paco supuestamente estaba de guardia y los h ijos estaban en casa de su abuela de visita, en otras palabras a Licha nunca se le quitó lo caliente y cogelona. Pues si, como decía mi tía, pensé, "caras vemos, nalgas no sabemos". Micifuz6. En el cine Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 6,109 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 5 min. ] +

Inesperado encuentro sexual de una mujer en el cine con un desconocido. Aquella tarde se cansó de esperar a su amiga frente al cine, pasaron los minutos y la amiga no llegó, malhumorada, a Gisela no le quedó otra que comprar el boleto y m eterse al cine, la función estaba por comenzar. Al entrar los cortos ya habían inici ado y tuvo que hacer esfuerzos para orientarse y buscar un asiento, ya medio aco stumbrada a la oscuridad se percató de que la sala estaba casi vacía, solo algunas p arejas de novios más entretenidos en fajar que en ver la película. Se sentó en una butaca de la parte trasera del cine, la fila casi estaba vacía, cerc a de ella una parejita enfrascada en apasionado beso y nadie más, empezó la película q ue le habían recomendado y trató de poner atención en lo que sucedía allá en la pantalla, los minutos transcurrieron y en eso alguien se sentó cerca de ella, en la butaca c ontigua, era un hombre joven, venía solo al parecer, al momento se sintió un poco ne

rviosa, pero al volver su atención en la película dejó de pensar en el desconocido de al lado hasta que se percató de que su vecino colocaba cerca de su pierna derecha la suya, la izquierda, al principio pensó que había sido accidental, por ello no ret iró su pierna. En eso frente a ella, en la pantalla se desarrollaba una escena de amor apasionado, una pareja hacia el amor de manera desenfrenada, la chica de la película montada sobre su galán subía y bajaba ritmicamente, Gis se sintió excitada, de pronto todos sus deseos reprimidos afloraron pues ya tenia varios meses en tota l abstinencia, además su última experiencia habia sido bastante frustrante. Atenta a la película ni cuenta se dio cuando su compañero de butaca colocaba su mano sobre su pierma y cuando lo notó no pudo hacer nada para evitar semejante arrebat o, dejó que el desconocido la tocara y quien sabe por qué lo permitió, pero se sintió in capaz para hacer algo, como levantarse de ahí o poner en paz al atrevido, que ahor a recorría con la palma de su mano su pierna derecha en toda su extensión, su exitac ión aumentó y en su sexo sintió calor y humedad, y cuando su acompañante tocó la parte int erna de su muslo, de manera imperceptible abrió las piernas, aquella mano se encon traba ya bajo su vestido e iba rápido hacia su entrepierna, Gis no hizo nada para evitarlo, antes al contrario entornó los ojos y abrió más las piernas cuando la mano i ntrusa llegó a tocar la pantaleta, los dedos ahí hicieron un alto, sólo para entretene rse en tocar su sexo por sobre la tela de su prenda intima, los expertos dedos r ecorrieron su mojada rajada, ella cerró los ojos para disfrutar plenamente de la a trevida caricia, pero es que penso ella es tan rico! En eso el desconocido se acercó a ella y dijo en voz baja, muy cerca de su oido: q uitate el calzòn mamacita", lo inesperado de la propuesta casi la hizo saltar, per o como hipnotizada alzó un poco su cuerpo y con ambas manos fue bajando su prenda intima, la bajó hasta las rodillas, y luego mirando de reojo, como para evitar que nadie la viera, con su mano derecha se quitó el calzoncito mojado ya por sus jugo s. Abrió más sus piernas y hasta se recostó un poco sobre el respaldo para que aquel t ipo pudiera maniobrar a sus anchas con su panochita, el tipo aceptó la oferta y de nuevo la mano se metió bajo su vestido, el contacto de aquellos dedos inquietos a rrancaron suspiros apagados, sintió penetrar dos dedos en su panocha, y jugar, ent rando y saliendo, varias veces, luego salían y recorrian toda la raja enredandose de paso con sus abundantes pelitos mojados ya, los dedos fueron a parar a su clíto ris y ahí se entretuvieron en sobar, describiendo círculos sobre su botoncito erecto a más no poder. El orgasmo se aproximaba, lo tenía ya cerquita, muy cerca, su respi ración se agitó. Gis movía de manera imperceptible su pelvis, siguiendo a contratiempo los movimien tos de aquellos dedos al entrar y salir y cuando estaba a punto de explotar, el tipo de detuvo, "¿cómo?, si no todavía no termino" se dijo a si misma--, en eso aquel h ombre la tomó de la mano y se levantó de la butaca, invitándola al parecer a que ella hiciera lo mismo, lo inesperado de la acción hizo que la mujer de manera apresurad a buscara donde guardar su pantaleta, pero el tipo la llevaba ya por el pasillo, entre las butacas, buscando al parecer la salida del cine, pero no salieron, pu es cuando ella se percató, estaban al fondo del cine, donde no habia ningún espectad or, cerca de la salida si, pero lejos de los ojos de cualquier persona, y en ese lugar, en la semi penumbra dejó que el desconocido la pusiera de espaldas a él, per mitió que la subiera el vestido por detrás y apoyara su verga parada entre los cache tes de sus nalgas, lo dejó hacer todo eso, pese a su nerviosismo pues su exitación e ra mayor a cualquier prudencia o recato, hizo algo más, empinó su cuerpo, semi flexi onada se recargó sobre el respaldo de una butaca, pretendiendo con este facilitar la penetración de aquel miembro parado, sintio la verga jugar entre sus nalgas, re sbalar hacia abajo, rozar su culo y llegar hasta los labios de su mojadísima vagin a, ella suspiró y paró más el culo, entonces la cabeza de la verga la penetró, entró entre sus labios y en agujerito de la panocha, ahí se mantuvo, como afianzandose, como retardando la arremetida, y cuando ella disfrutaba de la rica sensación un violent o movimiento del hombre provocó que pronto todo su sexo se sintiera lleno de verga , le dolió un poco pero casi se vino en ese instante, el tipo se agarró a sus cadera s y se empezó a mover lentamente, primero, acelerando sus arremetidas después. Sentía claramente como entraba en ella esa carne dura y palpitable, su vagina dist endida permitía dar alojo a ese pedazo duro de carne, cerró los ojos y se dispuso a disfrutar del orgasmo que ya le llegaba, su panocha palpitaba, tenía vida propia,

parecia apretar cuando la verga se alejaba, y se aflojaba toda cuando la penetra ba, no pudo más, se vino como nunca antes lo había hecho, disfrutó cada momento, cada sensación, se vino toda, no sólo con su sexo, sintió su orgasmo en cada milímetro de su cuerpo y cuando ya otro orgasmo le llegaba, el tipo metía de manera furiosa la ver ga en ella, para momentos después venirse y echar chorros y chorros de semen dentr o de Gis. El segundo orgasmo le llegó, más fuerte y violento que el primero, todo su cuerpo se movía al compás del hombre aquel, así permaneció por largos momentos, hasta que sintió qu e algo la abandonaba, su panochita dejaba salir aquel miembro y cuando por fin p udo enderezarse, sintió claramente como los chorros de leche resbalaban por sus pi ernas, quiso decir algo, quiso llamar a su desconocido amante, pero él ya se iba, lo alcanzó a la salida del cine, y tomándolo del brazo llamó su atención: "cuando menos dime cómo te llamas", "me llamo José", le contestó y se fué. Gisela se quedó parada afuera del cine, una mezcla de sentimientos se apoderó de ell a, se sentía feliz, pero a la vez triste, se sentía plena y satisfecha pero a la vez rabiosamente enojada consigo misma, se sentía con ganas de llorar pero a la vez d e reir, sintió ganas de correr tras de aquel hombre para pedirle si no que se qued ara con ella esa noche, cuando menos le dijera cuando volvería a verla, aunque fue ra en aquel cine, para coger igual que hacia un rato. Resignada se encamino hacia su coche y mientras abría la portezuela pensó: "ese cabrón nomas me cogió y se fue, así, como si nada, ¿ahora qué hago?, ¡pero que rico fue!, pero a y Gisela... ¡¿cómo fue posible que lo permitieras?!, ¡no tienes abuela!, ¿y si fuera a la policia a denunciar que me violaron en el cine?, --se rió para si misma--, que les digo, que hasta paré la colita para que me entrara mejor la verga, ¡que barbaro!, n unca me habia venido de esa forma, y ¿ahora qué?, por lo pronto me urge un baño, huelo a semen a kilómetros de distancia, además voy a tener la lavar el asiento del coche y mi ropa, ay Gisela, ¡¡qué cosas haces!!", y así, sonriendo se fue a su casa tatareand o una vieja cancion de Presuntos Implicados. Paola y su mamá Micifuz6 ([email protected]) Accesos: 5,108 Valoración media: Tiempo est. lectura: [ 25 min. ] +

Relato sobre las experiencias sexuales con una joven compañera de trabajo, algo p asada de peso pero muy linda, y de cómo terminé acostándome también con su mamá. Paola y su mamá Festejos de oficina. Con lo que fastidian ese tipo de cosas, me dije. Un compañero se jubilaba y sus amigos le organizaron la consabida fiesta de despedida. Apena s tenía dos meses en ese trabajo y como sea tenía que integrarme al demás personal, así las cosas tuve que aceptar. La cita fue en una cantina donde además hacían comida a base de mariscos. Al llegar coincidí con Paola, mi compañera en la oficina, muy jove n, de estatura alta, un poco pasada de peso pero muy bonita. Nos sentamos en la misma mesa y nos sumamos al festejo: discursos de despedida, abrazos y aplausos para el jubilado, bromas y cubas de Bacardí añejo, además de botanas de mariscos y la música de boleros antiguos de un trío que desafinaba. Dos horas después ya me sentía bas tante aburrido, Paola se percató de ello: "yo también estoy hasta la madre, ya me qu iero ir, espérese un poco y nos salimos juntos sin que nos vean", una canción después la gordita me guiñó el ojo cuando se levantó y se dirigió al sanitario, era la señal para la huida, luego la vi encaminarse a la salida y la seguí tratando de pasar desaper cibido, ya en la calle le propuse: "¿tienes algo que hacer?"; "no, nada en particu lar, mi madre va a pasar por mi en un rato al bar del Sanborn´s". Fuimos al bar y pedimos dos copas para esperar a la mamá. Cuando llegó me sorprendí porque la mujerona era igual que su hija: guapa, gorda y chichona, pero con 20 o 25 años más. Luego de las presentaciones la mamá de Paola le dijo que tenía un compromiso y que sólo había pa sado al bar a avisarle que se fuera sola a la casa, Pao puso cara de enojo cuand

o la señora se alejó por el pasillo moviendo sus grandes caderas. Nos quedamos un rato más en el bar y nos tomamos otra copa y platicamos de música y libros y cine, lo habitual. Luego pagué la cuenta y bajamos al estacionamiento por el auto, Paola estaba un poco borracha y le había ofrecido que la llevaba hasta s u casa y eso hubiera hecho de no ser porque nos pusimos románticos: aprovechando l a oscuridad del estacionamiento subterráneo abracé a la gordita quien nada renuente paró la boca para ofrecerse al beso, su boca se pegó a la mía con ansía y durante minuto s intercambiamos besos de lengua; Paola empezó a suspirar cuando le puse las manos en sus grandes tetas y su cálido aliento parecía mojar mi mejilla cuando mi atrevid a mano derecha bajó un poco, hasta su vestido, buscando la entre pierna; la gordit a suspiró más y apenas pudo despegar su boca para protestar "no, aquí no, alguien pued e vernos", no le hice caso pues mi mano había alcanzado sus desnudos muslos y luch aba por meterse bajo el calzón de la gorda que insistía en mantener las piernas cerr adas, como sea le toqué la gorda pepa por sobre su panty, repasando mis dedos sobr e la rugosa textura de sus vellos, mientras ella casi gritaba de la calentura, h asta que por fin me detuvo: "ya no, por favor, ya no"; "¿por qué?, los dos queremos ¿n o?"; "nos pueden ver, mejor vamos un rato a mi casa, mi madre llegará tarde, ya la conozco", ya dentro del auto Pao se abalanzó sobre mi para alcanzar mi entre pier na, encontró el bulto duro de mi erección y lo apretó con la mano derecha, la miré a los ojos y con una pícara sonrisa me dijo: "anda ya, licenciado, arranca el carro, ya lo quiero". Cuando por fin llegamos a su casa apenas pudimos llegar al sofá de la sala, a jalo nes nos quitamos la ropa, al menos parcialmente: ella se bajó la pantimedia y yo l os pantalones y el calzón y sobre el sillón abrazados volvimos a besarnos mientras e lla me agarraba el miembro y yo le metía la mano entre las piernas hasta encontrar su peluda pucha que nadaba en líquidos viscosos, mis dedos entraron en la cálida ca verna hasta que ella no pudo más: "mejor vamos a mi cuarto, pero anda apúrate". Subi mos corriendo por la escalera y ya en su recámara nos quitamos la ropa sin despega r las bocas, cuando al fin caímos en la cama Paola se apuró a abrir las piernas y me fui sobre ella, la penetré a la primera, sus redondos muslos rodearon mi cintura cuando sintió la verga hasta el fondo y me apretó con ellos por la cintura ofreciéndom e sus inmensas tetas, fofas, blancas, suaves al tacto; le mamé las chiches, de inm ensas aureolas cafés y pezones duros como chupetes de bebé, mientras le bombeaba la pepa con la pinga, dentro, fuera, dentro, fuera, chaz, chaz, hacían nuestros cuerp os al chocar, hasta que entre suspiros Paola se vino sin dejar de moverse bajo d e mi. Momentos después sus gemidos cesaron y antes de besarme me preguntó "¿tú no has te rminado, verdad?, ¿quieres más?, ¿sí?, yo también, pero no te vengas dentro de mi, estoy e n mis días fértiles", volvimos a movernos, ahora la gordita alzó sus muslos hacía el tec ho del cuarto, sus piernas quedaron pegadas a mi tórax y sus pantorrillas en mis h ombros, así pude penetrarla mejor y seguimos cogiendo por varios minutos hasta que ella de nuevo se vino entre gritos de "más, más, fuerte, dale fuerte, todo, ah, ah, ah, así, ay no te detengas por dios" y cuando sentí que su pucha me daba apretones y la leche se me salía le saqué la verga para escupir el semen sobre su velluda y go rda pepa, abierta y chorreando de sus venidas. Al terminar de eyacular desmonté a la gordita y abrazados nos dormimos un rato, el la de lado, dándome la espalda. El sonido de un teléfono que llamaba nos despertó, per o Paola no se quiso levantar a contestar, la abracé por detrás amasando sus tetas gr andiosas y ella reculó un poco sintiendo la dureza de mi verga, se la deslicé entre las nalgas buscando penetrarla por la pucha desde esa posición, pero ella pensaba diferente, no dejó que mi verga se metiera en su panocha, eso me desconcertó, volví a insistir y ella a apretar la pepa, entonces entendí: la gorda la quería por la otra puerta, rectifiqué y presioné el miembro sobre su culo y al momento la gordita aflojó las nalgas diciendo en voz baja "despacio, poco a poco, no me lastimes por favor ", pensé que sería difícil penetrar el culo de Pao, pues lo sentía duro y apretado, pero sólo al principio, pues de pronto el miembro empezó a penetrar, despacio, poco a po co, y aunque apretaba Pao me dejaba entrar hasta que tuvo todo el miembro dentro . El culo de la gordita estaba suave, delicado, apretaba pero no mucho, entonces me agarré a sus nalgotas y me la empecé a coger, con metidas suaves, yendo y vinien do por su cálido intestino, haciendo que la gordita suspirara, luego más rápido, entra ndo en ella con envites profundos y rápidos, y cuando ella se tocaba la pucha con

una mano empezó a gemir sincronizando sus "aaaah, aaahh" con cada una de las arrem etidas hasta que le llené la cola de semen, todavía nos quedamos pegados un rato, yo dentro de ella, mi verga dentro de su culo, ahora flojo y mojado, inundando el cuarto de ese peculiar olor, fetidez entre sexo y excremento. Un rato después nos metimos al baño y bajo la ducha pude ver mejor a Paola, era redo nda por todos lados pero muy bella y más alta que yo, su rostro de facciones delic adas y su piel blanca sin ninguna imperfección; redonda de las tetas, de las piern as, de las nalgas, pero estrecha de cintura, me desconcertaba la tupida pelambre de vellos negros que cubrían totalmente su gorda pepa; ya cuando me estaba vistie ndo para irme escuchamos ruidos abajo, nos miramos sorprendidos y pensamos lo mi smo: "la madre había llegado y nos iba a descubrir", me apuré a vestirme, Paola se p uso una bata espiando en la puerta por si la señora iba a la recámara, pero ya no es cuchamos nada solo algunas voces apagadas, eso nos hizo comprender que la mamá no había llegado sola y mirando por la puerta entre abierta vimos primero subir a la mamá con paso sigiloso, luego a alguien más, tras ella un hombre, que también procurab a no hacer ruido al subir la escalera, ambos se metieron en la recámara de la madr e y cerraron la puerta. Paola, apenada y llena de vergüenza, me dijo en voz baja: "mi madre vino con alguien y está con él ahí, dentro de su cuarto , ese hombre se va a qu edar con ella ahí, haciendo no se que cosas", traté de tranquilizarla y bajamos la esc alera con precaución, ya casi en la puerta alcancé a ver sobre una silla la ropa int erior de la mamá y cerca de la escalera un zapato del señor desconocido. Los días siguientes Paola rehuyó todo contacto. Por fin la encontré en la máquina de hac er café, nos saludamos y apenada me dijo la disculpara por lo ocurrido en su casa y que su madre era una inconsciente por llevar a desconocidos a su casa, aquello la tenía desconcertada y por ello se sentía incómoda porque no sabía que pensaba yo de todo el embrollo, traté de tranquilizarla y quedamos de vernos para ir a tomarnos unos tragos y platicar. Pero el destino tiene sorpresas. Cierto amigo había organizado una fiesta de cumpleaños para un tipo, el contador de una empresa que le autorizaba algunos trabajos, y quería quedar bien, pero tenía poc os invitados: "oye no seas cabrón, acompáñame un rato, son dos o tres gentes, no más, no s tomamos unas copas y jugamos dominó, eso es todo, entiende que ese tipo me está da ndo chamba y necesito el billete". Por fin acepté. Cuando llegué a la fiesta había tre s o cuatro tipos, escuchamos música jugando dominó y tomando cubas de ron, en eso ll egó otro, un hombre viejo, de gruesas gafas bifocales, calvo y delgado, pero no ve nía solo, lo acompañaban dos mujeres, una joven, fea, morena y baja de estatura y la otra, ¡la otra!, era la mamá de Paola. Nos presentaron y fingí no conocerla, ella hiz o lo mismo. El calvo y viejo comentó que había llevado unas amigas para que el feste jado escogiera una de ellas como regalo de cumpleaños, escogió a la morena y fea, au nque la mamá de Pao estaba mejor de cuerpo; seguimos tomando cubas mientras de una recámara salían rumores y gemidos, era el festejado y su "regalo", los demás entre ri sas imaginábamos lo que estaba haciendo la pareja ahí dentro. Luego fui a la cocina por hielo y ahí encontré a Mariana, la mamá de Paola y me dijo e n voz baja: "espero que sepas guardar el secreto", con una sonrisa se lo confirmé; un rato después el calvo y viejo y borracho ya entre bromas propuso rifar a Maria na: "a ver, revuelvan las fichas y cada quien escoge una, la puntuación más alta gan a y el afortunado se queda con ella", dijo a risotadas señalando a la chichona de la mamá de Paola que fingiendo vergüenza y entre risas agachaba la cara; y de nuevo el destino fue el culpable: saqué la "mula de cincos" y me gane a la mamá de Pao, to dos aplaudieron y me animaron a tomar posesión del "premio", pero no me decidía, mej or propuse que la vieja nos hiciera un "strip tease" a todos, quienes de inmedia to aplaudieron, aunque la señora me mirara como preguntando "¿por qué no?", pero la tu rbación le duró poco pues la sensual música que alguien puso le indicó que era hora de s u "show" y Mariana empezó a bailar meneando sus protuberantes caderas a la hora de quitarse la ropa y cuando el baile estaba por terminar la mujer quedó sólo con un c orset negro que le contenía la panza y le alzaba las colgantes chiches de minúsculos pezones rosados, mientras que abajo el diminuto calzón negro alcanzaba a tapar el diminuto y afeitado matorral de vellos en el pubis y atrás las gordas caderas mos traban los estragos de la celulitis en tanto que la tela del calzón se perdía entre los gordos cachetes del culo, total que la madura había terminado con su "numerito " y yo, a pesar de la pena por saber quien era ella en verdad con el miembro erect

o. Pero luego pasaron más cosas, los hombres la empezaron a manosear y a jalarla p ara someterla a sus burdas caricias, Mariana entre risas trataba de oponerse, en ese momento hice mi graciosa huida. Eso ocurrió una noche de martes, el jueves me llamó la mamá de Pao, mi amigo le había da do el número: --"Hola, soy Mariana, ¿me recuerdas?, la fiesta de tu amigo ¿sí?, bueno, la cosa es que espero no comentes nada de eso con mi hija, es complicado de explicar, pero alg o tengo que hacer para completar los gastos de la casa ¿sabes?". --"No te preocupes, Paola es mi compañera de trabajo y mi amiga, y no haría nada par a perjudicarla, por lo demás es tu vida y pues...", agregué. --"Si, de eso quiero hablar, la noche que te conocí, más tarde, cuando llegué a la cas a con un amiguito tú estabas con Pao en su cuarto, no digas que no, lo supe por el la misma, tuvimos una discusión muy fea esa misma noche, así que no tiene caso fingi r, así que pues quiero que no le digas nada a ella de la fiesta de tu amigo Luis, P ao sabe que ando de loca con algunos amigos, pero no sabe que me dedico al sexo como negocio, de eso nada ¿entiendes?", dijo la señora. --"No hay problema, de hecho Paola y yo no hemos salido desde entonces, anda con fundida y avergonzada, le tengo algún aprecio y por ello no la quiero perjudicar ". --"Es bueno que pienses así de ella, pero no se si sepas, Pao tiene novio, espero que se casen, así que no te metas mucho con ella ¿sí?, a propósito por qué no quisiste irte conmigo al cuarto, esa noche del dominó, ¿qué, estoy muy fea o qué?, no entendí que pasó?", dijo. Y le mentí: "no se, me sentí mal, ya estaba borracho". --"No te creo, estabas más sobrio que los demás, pero bueno, hasta luego", y colgó el teléfono. Una tarde. al regresar a la oficina de ir a comer, vi de lejos a Paola discutien do en el estacionamiento con un tipo, quizá su novio, ambos parecían intercambiar gr itos y aspavientos, seguí mi camino dejándolos que arreglaran sus asuntos. Más tarde P ao me llamó: "Oiga Lic. ¿qué onda con los tragos que prometió?". --"Hola Pao, cuando quieras, ya sabes, me tienes a tu disposición". --"Pues por qué no lo dejamos para, digamos, hoy mismo, ¿tiene tiempo? ¿o qué, tiene que llegar temprano a su casita, como niño bueno?". --"Nada de eso Pao, nos vemos a la salida, conozco un lugar donde tocan música de blues, hay buenos grupos y los tragos no están adulterados y a buen precio, ¿qué dices ?". Horas después ambos estábamos fuera del trabajo y sin decirnos nada comprendimos que era muy temprano para ir al bar de música blues, así qué "¿oye Pao por qué no vamos un rat o a mi departamento, nos tomamos una copa y escuchamos algo de música?, así hacemos tiempo para ir a ese bar, ¿qué dices?". --"Ay licenciado, aunque pongas cara de inocencia la lujuria se te sale por los ojos, si quieres llevarme a la "perdición" yo no respondo, pero luego me cumples c on eso del blues, quiero ir a ese lugar". Antes de llegar a mi casa pasamos por un six de cervezas a un Oxxo y ya instalad os en la sala de mi inocente hogar por el que en el transcurso de un año habían pasad o ya casi 20 mujeres diferentes escuchamos un CD de Alvin Lee para ponernos a ton o, pero algo pasaba con Paola, la noté un tanto triste y pensativa, y se lo pregun té: --"¿Qué tienes Pao?, te noto rara, como triste". --"Cosas de novios licenciado, tú debes saber más de eso, digo, al menos tienes más ex periencia, es que , bueno tú me viste con mi novio, en el estacionamiento, peleamos, y es que es muy necio, a fuerza se quiere casar, yo lo quiero, hacemos el amor r ico y todo eso, pero todavía no quiero casarme, y él ahí, terco, dale que dale con lo m ismo, y es que además ya quiero independizarme de mi madre, vivir sola, en mi prop io departamento, y por eso fue el pleito, le dije que ya había conseguido donde ir me a vivir, pues las cosas con mi madre, ya sabes, no andan bien, y el tonto pen só que yo había aceptado por fin casarme con él, y cuando supo todo el rollo pues ardió Troya, se puso como energúmeno!, total que me dejó toda apendejada, sin saber qué hace r, ¿tú que harías?". --"Huy Pao, soy muy malo para dar consejos, pero si ya pensaste bien lo que vas a hacer, no te detengas, sigue adelante, total si algo falla, también de los error

es se aprende, no trates de complacer a los demás, sino conciliar, si no resulta, es más fácil que los otros se ajusten a las cosas que haces que tú a lo que quieren el los, que por lo demás no siempre saben lo que quieren, ¿cómo ves?". --"¡Ah caray!, se oye bien eso que dices, pero del dicho al hecho , pero tienes razón, si ya tengo las cosas planeadas debo llevarlas a cabo, total no voy a hacer nad a malo, sólo vivir mi vida sin tener que depender de mi madre, que por lo demás no ay uda en nada, puro destrampe, tu sabes , bueno ahora si, ¿qué piensas hacerme aquí, en es te "leonero"?, oye luce bien tu "depa", tremendas bacanales haz de organizar, y con lo decentito que te ves, condenado". Y dejamos los botes de cerveza en la mesita de centro y empezamos a fajar, Pao l uchando con el cierre de mi pantalón, yo jalando sus panti medias hasta casi rompe rlas, entre beso y beso de lengüita, agarradas de tetas y demás, para minutos después pasar a cosas más serias. Pao se levantó para ir al baño, situación que aproveché para cam biar el CD por uno de Led Zeppelin en concierto el No Quarter--, ir por más cerveza al refri y quitarme la ropa. Cuando la gordita regresó había menos luz en la sala y yo estaba sólo en truza sentado en el sillón, ella notó el cambio de ambiente y lo fes tejó: "ay licenciado, de veras eres atrevido, ¿qué, me quitó la ropa?", no le contesté, la dejé que decidiera. Paola, quizá sin proponérselo, empezó a bailar al ritmo de la lenta y sensual música, quitándose primero la falda y luego la blusa, y con manos lentas se fue quitando sus pantys, no así su gran sostén y su pantaleta de satén con bordados de flores rojas, y en medio de la sala bailó para mi, meneando sus caderas inmens as y haciendo brincar sus chiches enormes, sonriendo coqueta, girando el cuerpo, entre cerrando los ojos, untando las manos sobre su cuerpo, ofreciéndome su gordo nalgatorio, total que mientras terminaba "Desde que te amo" del Led Zeppelin, P aola inclinada hacia el frente ponía su trasero a escasos centímetros de mi cara, y no pude más, aferré mis manos a los voluminosos glúteos y atraje toda esa carne hacia mi, para besarle las nalgas, para morderlas, para hurgar con mi lengua entre los cachetes del culo tratando de abrirlos, forcejeando por bajarle las pantaletas, hasta lograrlo, mientras que la gorda gemía y suspiraba palabras entre cortadas " ay licenciado, ¿qué haces?, no, si, no, no, si, no, no, mejor si, si, ay, sí, así, si, más ", hasta casi caerse hacia el frente, por ello me detuve por momentos, para perm itir que se apoyara en el sofá y yo, desde atrás hincado en el tapete, seguir con mi s "travesuras", para entonces Pao ya no tenía calzones y dejaba que le abriera las blancas nalgas a plenitud, para dejar que mi lengua jugara en su culo oscuro, h aciendo redondeles, mientras le metía tres dedos de la mano derecha en la pucha ba rbuda, la chica bufaba de placer contrayendo como sin querer el culo en espasmódic as pulsaciones, hasta que la empiné totalmente y apuntándole la verga en el ojete de l culo le advertí: "te la voy a dar toda, de un solo golpe, ¿estás lista?", a lo que P ao entre suspiros dijo: "ya , ya te estás tardando papacito". La gorda ya estaba prevenida, me dije, y agarré la verga con la mano hasta apuntar de modo preciso el glande sobre su culo apretado y sin darle tiempo a arrepenti rse arremetí con tal fuerza que un momento después ambos estábamos pegados y mi verga totalmente metida en la profundidad de su intestino, pero no le di reposo, inmed iatamente me la empecé a coger, de manera violenta, sacando y metiendo todo el mie mbro de golpe, haciéndola sufrir, quizá, pero también gozar, pues sus gemidos poco a p oco se hicieron gritos de "aaaahahhhaaah, aaaaahhhhh, hummmm, aaaaahhhh", y ento nces la leche se me fue, me vine sin dejar de moverme, echándole mocos en el culo pero sin dejar de mover con furia loca la verga, en un trajín de ir y venir, con v iolencia, sin piedad por sus quejas y gemidos, hasta que no pude más y los dos que damos medio acostados en el sofá yo sobre ella, en tanto que el CD se repetía, empez aba de nuevo, y el culo de Paola me daba apretones en la verga adolorida, pues h asta entonces sentí el fragor de la batalla que había librado con la gordita. En las postrimerías del goce Pao con palabras entre cortadas me dijo "ay licenciado, ¡qué bárb aro!, casi me partiste en dos, creo que hasta me sacaste sangre ay me duele todo pe ro que rico me lo hiciste, ¿así eres siempre?". --"A veces si, otras no tanto, sólo con las chicas lindas como tú". --"Eres un embustero, seguro se lo dices a todas las viejas que haz traído aquí, per o me lo hiciste como nadie, como nunca nadie me lo hizo en la cola, ya me habían c ontado de la forma en que los hombres maduros cogen, y lo estoy comprobando, por cierto, ya es hora de que me lleves por otros caminos de perdición o ¿ya se te olvi

dó?". Y tambaleantes nos fuimos al baño a quitarnos los olores a "perdición", como decía Pao , media hora después ya de salida rumbo al bar del blues noté una extraña mancha en el sofá, era pardusca, casi café y olía muy feo, no quise hacer comentarios ante Paola y nos fuimos de reventón. La música en el "Ruta 61" era estruendosa a más no poder, el sonido de la armónica que tocaba un "viejito" canoso no desentonaba con la potencia con que otro le pegab a a la batería, todo ello entre acordes de bajos y guitarras, en un armónico cover d e "Hoochie Coochie Man". Paola de inmediato se sintió a sus anchas, gozosa y alegr e, pedimos unos tragos, bailando sentados en las sillas, para luego abandonarlas y bailar entre muchas otras parejas que trataban de hacer lo mismo. Entre pieza y pieza y entre trago y trago Pao vio como me saludaban algunos conocidos o otr os no tanto, y extrañada me comentó: "oye licenciado, eres famoso aquí, seguro que de aquí no sales, ¡todos te conocen!, y lo peor, ya vi que dos o tres "zorras" me echan ojos de víbora, seguro que de aquí las sacas para llevarlas a tu cama, ¿verdad?". Pre ferí no contestar. Más tarde, ya casi a las tres de la mañana, Pao y yo salimos del ba r, medio borrachos o bien borrachos, la llevé a su casa, no sin antes detenernos p ara que ella vomitara. Cuando llegamos a su casa, antes de bajar del auto, Pao me dijo casi al oído: "esp era licenciado, voy a ver si no hay moros en la costa, quiero hacer travesuras", y la vi subir los escalones del edificio casi corriendo, con todo y borrachera y el enorme peso de su cuerpo, y momentos después bajar para casi sacarme del auto : "anda, baja papacito, quiero hacer cositas", y nos metimos sigilosos a la oscu ra casa, y sin cerrar la puerta, más bien pegado a ella me detuvo para bajarme los pantalones e hincada ante mi, como pidiéndome perdón por haber llegado tarde, lleva rse la verga semi erecta a la boca para besarla, lamerla con delectación, con tern ura, delicadamente, para luego pasar a cosas más serias, como tragarse todo el pal o y regurgitarlo lentamente, entre lamidas de lengua, así en un interminable trajín, de mamar, lamer, chupar, mamar, lamer chupar, hasta que la verga se me puso gor da y dura a pesar de mi embriagues, y sentir que la gordita me sacaba la leche, y justo cuando iba a eyacular en su golosa boca, Paola se sacó la verga y me dijo en voz baja "espera licenciado, dame los mocos en las tetas", para acto seguido sacarse las chiches del sostén, ponerlas ante mi y volver a mamar, más fuerte, con m ayor urgencia, hasta que sintió el chorro de semen en la punta del glande y los mo cos se me salieron impulsivamente para caer a escupitajos sobre las tersas ubres de la gordita, y fue uno, dos, tres, cuatro chorros de mocos espesos y viscosos , mientras su mirada de ángel seguía cada uno de mis gestos al eyacular, al finaliza r musitó "eres magnifico, todo tú, si seguimos cogiendo así, me voy a casar contigo", no quise comentar nada y le ayudé a levantarse y a limpiar el semen de su cuerpo, luego me fui, pensando que tal vez había sido una mala idea cogerme a Paola. El día siguiente era sábado, a dios gracias, y me levanté tarde todavía con el sonido de l blues en los oídos y la resaca por la abundancia de tragos y el recuerdo de Pao y su culo y la fenomenal mamada que me había hecho en la madrugada a las puertas d e su casa, en fin, pensé, cosas de viejas. Sin nada más que hacer que revisar corres pondencia y preparar algunos pagos en el banco fui a la cocina por un café bien ca rgado para soportar mejor los embates de la cruda, hasta que el teléfono sonó, era la mamá de Paola: --"Hola ¿eres tú?, si ¿verdad?, te oyes fatal, tómate una chela bien fría, es lo mejor par a la cruda, antes que nada una pregunta ¿tú trajiste a Pao en la madrugada?, ¿qué hacían t anto tiempo en la puerta?". Y fingí: "no se de qué me hablas". --"Ah, pensé que había salido contigo, otra pregunta ¿ya sabes que Pao se quiere ir a vivir sola?, ¿qué opinas?". --"Me comentó algo al respecto el otro día, pero no tengo nada que opinar, es su vid a ¿no?". --"Ay, sigues insoportable, lo que trató de preguntarte es que si crees que Pao se a capaz de hacer su vida, de sostener una casa o departamento, con eso de que le pagan poco ahí donde trabaja, ¿qué dices?". --"Eso pregúntaselo a ella, a mi qué pedo, es su vida ya te dije, si la riega y se e quivoca, tiene chance de equivocarse y arreglar las cosas, lo que no podemos hac

er ni tú ni yo con nuestras vidas, ahora en eso de sostener una casa, pues que se consiga otro trabajo por las tardes, o en fin de semana, déjala que se vaya, que h aga su vida, ya está grandecita ¿o no?, qué más quieres preguntar ". --"Ah qué la chingada, no ayudas nada, y eso que dices que quieres a Pao, que la e stimas, mira quiero hablar contigo, hoy estoy libre hasta las diez, así que voy a e star en el bar del Hotel Niko, por si quieres darte una vuelta, a las ocho ¿sale?" . --"Bueno", y colgué con la sensación de que luego de haberme cogido a Paola y conoce r a su madre me había metido en una especie de trampa, ya antes me habían ocurrido s ituaciones parecidas y la verdad terminaban mal, un fastidio, y ahora tenía una cit a con la mamá, "¿qué chingaos quería la vieja chichona", pensé. Cuando llegué al Niko ella estaba en una mesita detrás del pianista que yo conocía, to caba jazz como pocos saben hacerlo. Ella pidió "medias de seda" y yo whiskey con s oda, y empezó el interrogatorio "quiero que seas sincero, ¿te vas a llevar a vivir a tu casa a Paola?"; "No", fue mi respuesta; "¿Entonces cómo le va a hacer la chamaca para tener su departamento", argumentó; "No se", dije; "oye, crees que ella sepa a lo que me dedico?, ¿ella hará lo mismo?", dijo inquisitiva la gorda chichona; "No lo se, pero ella no tiene necesidad de putear para tener dinero, es una profesio nista con futuro, además de joven, digo", le solté en seco; la gorda apuró el contenid o de su copa para tragarse lo que le había dicho para luego añadir "no tenías que ser tan explícito con tus argumentos, se nota que te caigo mal, ¿verdad?". Medí mis palabras para no sonar ofensivo: "no, lo que pasa es que la situación entre tú y Paola es algo que no debe importarme, pero de alguna manera siento que ambas me están tomando de confesor, y pues yo en ese plan poco puedo hacer, apenas esto y tratando de arreglar mi vida como para meterme a arreglar asuntos ajenos, eso es todo, en cuanto a ti no creo que te dediques al negocio del sexo sólo por diner o, he conocido otras mujeres y puedo asegurar que además de negocio a ti te gusta ese tipo de vida, la disfrutas ¿o no?". La señora guardó silencio y por momentos bajó el rostro para que no me percatara que s u rostro había enrojecido, para luego decir en voz baja: "la verdad si, me gustan los hombres, creo que desde siempre, pero me reprimí durante muchos años, cuando est uve casada fui muy infeliz en ese aspecto pero traté de ser una buena y fiel espos a, casi lo logré, pero pese a ello el marido me abandonó dejándome con Paola que tenía o cho años, era una niña; luego descubrí que a pesar de mi gordura había hombres que me mi raban con deseo o algo así, eso fue el principio, primero lo hice porque me gustab a, necesitaba el sexo luego de años de represión, al paso del tiempo me dije ´¿por qué no sacarle algún provecho a acostarme con alguien?´, así empecé, con el dinero le di educac ión a la Pao y enganché el departamento, ya casi lo pago, así que ahora le sigo a esto , tengo clientes fijos que son mis amigos, otros no, pero me gusta el sexo, me g usta venirme y hacer locuras, así que tienes razón en lo que dices, pero ella no lo sabe, ni quiero que lo sepa, una cosa es que considere a su madre una vieja cali ente y otra que sea una puta profesional". --"¿Hay alguna diferencia?, las viejas calientes y las putas, ambas obtienen algo a cambio de abrir las piernas ¿no?", le dije llamando al mesero para pagar la cuen ta, la mujer ya no contestó. Salimos del bar y bajamos al estacionamiento, la vieja gorda quería que la dejara en la Zona Rosa, iba a ver a un tipo en una cervecería, enfilamos hacia ese lugar y antes de bajarse Mariana me preguntó "oye, ¿algún día aremos el amor tú y yo?"; "¿me vas a cobrar?", le contesté; "tal vez no", dijo la gorda sonriendo y se bajó del carro co ntoneando las voluminosas caderas de forma bastante vulgar. En los días siguientes no platiqué con Paola, la miraba de lejos cuando llegaba corr iendo al trabajo o ya de salida, también corriendo hacia la puerta del estacionami ento, la gordita andaba apurada tal vez con demasiadas cosas por hacer, así pasó la semana e inició otra. El jueves ella me llamó "hola licenciado, ¿cómo andas de tiempo?, quiero que me acompañes a presumirte mi hogar". De camino a su departamento me com entó que algo había ocurrido con su madre que tenía otra actitud, más accesible y cooper adora, "está cambiada la señora", comentó. El departamento de Pao era diminuto, como l os departamentos modernos, pero con acabados nuevos y algunos artilugios de la m odernidad, pero sobre todo Paola estaba feliz; me mostró el pequeño apartamento llen a de orgullo, era su primera casa, le faltaban muebles, sólo tenía la cama, nueva po

r cierto, una pequeña sala, semi nueva, una mesita con dos sillas a modo de comedo r, un pequeño refrigerador y "la estufa de una tía, la iba a tirar a la basura y yo la rescaté, funciona bien, ya la lavé a conciencia y eliminé las cucarachas", dijo la gorda feliz cuando fuimos a su cocina, ahí se colgó de mi cuello y buscó mi boca, cuan do terminamos de besarnos me dijo "quiero estrenarlo contigo, quiero que seas el primero que me coge aquí, ya luego traeré a mi novio" y sin dejar de besarnos nos q uitamos la ropa, lo indispensable, la recargué contra el lavabo y seguimos con los besos y las caricias, noté a Pao sumamente mojada cuando mi mano se metió entre sus piernas, estaba muy caliente, pero a pesar de las ansias por el acoplamiento ib a a ser un poco incómodo fornicar en ese lugar, en eso la gordita se apoyó en el fre gadero para instantes después subir sus enormes nalgas en el mueble, que crujió, com o protestando por el exceso de peso, así iba a resultar más fácil; Pao abrió las piernas y sus deditos tomaron el duro garrote para dirigirlo con delicadeza a su pepa v elluda, sentí en el glande la aspereza de los pelos pero al mismo tiempo la viscos idad de la carnosa raja y empujé fuerte sacándole a la gordita un suspiro de placer anticipado y unas palabras "ay licenciado, ya me hacías falta, hummm que rico lo t ienes" y nos empezamos a mover haciendo crujir el regadero, y entre gemidos de l a gorda y crujidos del mueble hicimos el amor de manera intensa, el algún momento ella suspendía el beso para mirar como entraba y salía la verga de su pucha abierta y mojada, para luego volver a pegarse a mi boca, cuando ambos terminamos sorpren didos descubrimos que nuestros jugos escurrían por la cubierta metálica del mueble y caían en lentas gotas en el suelo hasta formar un pequeño charco de líquidos viscosos y blanquecinos. Luego fuimos a su recámara a desacralizar su cama, y luego de descansar un poco y tomar cerveza, hicimos sexo oral, era difícil con Paola, por su gordura, no quería q ue me aplastaran sus 90 kilos de peso, así que lo hicimos de lado, los cuerpos enc ontrados, las bocas pegadas al sexo del otro, yo luchando por evitar que los pel os de la gordita me sofocaran, ella comiéndose ansiosa toda la verga, gimiendo sin sacarse el garrote que le llegaba a veces hasta el gañote, yo mordiendo las carno sidades de su sexo gordo y prieto y mojado, hasta que Pao se vino ruidosamente, gimiendo y gritando, sin soltar la verga que ella succionaba con ansia, casi con profesionalismo, y así me vine, en la boca de la gordita que siguió chupando del mi embro cada uno de los chorros de semen, hasta que quedamos como muertos, las pie rnas de Pao apresando mi rostro, ella todavía con el miembro dentro de la boca y c on el rostro embarrado de leche luchando por recuperar la respiración. Un rato des pués nos bañamos juntos en su baño reluciente de nuevo, al final fuimos a platicar a l a sala, donde la gordita comentó que no tenía estéreo así que "imaginemos que hay música l icenciado", dijo entre risitas, le ofrecí que me permitiera regalarle uno, ella no comentó nada. Ya para irme me dijo que renunciaría al trabajo porque necesitaba más d inero y que posiblemente la contrataran en una compañía de transporte, nos despedimo s con un beso a las puertas de su apartamento quedando en que nos llamaríamos en u nos días. El fin de semana esperaba ansioso la llamada de Pao, pero la que llamó fue su madr e: "¡hola!, ¿qué haces?, ¿qué sabes de Paola?"; "supe que renunció, no la he visto", le mentí la mujer se quedó en silencio para luego decir "me siento sola, extraño a mi hija, mira, me levanté a buena hora, hice el aseo de la casa, preparé comida y ahora me do y cuenta que quién se la va a comer, no seas malito, ven a hacerme compañía, te invito a comer". --"¿Sólo eso?", le pregunté. --"Bueno, si nada más quieres comerte mi comida está bien, pero si quieres algo mas, yo estoy dispuesta ¿qué dices?". Y recorrí media ciudad para ir a consolar a la señora gorda, y era verdad, la mujer se notaba bastante afectada por la falta de la hija, pero se puso contenta por t ener alguien con quien platicar, al menos; comimos espagueti carbonara con un vi no bastante malo, y terminamos con escalopas de ternera a la pimienta ya con cub as de ron cubano, haciendo a un lado el vino que más parecía vinagre. Un rato después la mujer puso una película y me entregó otra cuba de ron, pero no supimos de que se había tratado el filme, pues apenas en el inició la gorda puso como sin querer su ma no en mis piernas y volteó el rostro buscando un beso, accedí a besar sus carnosos l abios y a acariciar sus enormes chichotas, suaves pero muy flojas, y ahí, en el so

fá de la sala la gorda se quitó el pantalón y sus pantys de hilo dental imaginen un eno rme nalgatorio con una tanga pequeñísima por detrás--, fue algo casi surrealista aquel la visión, en fin que Mariana se puso en cuclillas en la orilla del sillón como espe rando a que me decidiera a penetrarla, y lo hice, con cierta dificultad por trat ar de mantener abiertas las grandiosas nalgas y buscando al mismo tiempo el hoyo correcto, el de su panocha depilada. Fue una cogida lenta pero deliciosa, disfr utando que la madre de Paola fuera tan estrecha, pues su vagina apretaba muy bie n, además porque la señora tenía "perrito", su canal vaginal palpitaba dando apretones cuando le sacaba a pausas la verga, que salía lustrosa de jugos, así me la seguí cogi endo haciendo que al poco rato la vieja suspirara escondiendo la cara en los coj ines del sillón, hasta que contoneando las caderas a los lados y de forma circular en cada arremetida sacara todo el aire de sus pulmones en un profundo y ruidoso suspiro, se había venido, todavía le removí la verga en la pepa que seguía palpitando, contrayéndose, luego la dejé terminar. Entonces tuve una audaz idea: fornicarle el c ulo; fue algo fácil. La mujer estaba dócil, a mi merced, le apunté el glande en el ojete del negro culo y presioné con fuerza, la verga tardó en entrar, primero despacio entró el glande, seguí presionando hasta quedar pegado a sus nalgas, y así me la cogí, despacio, lentamente , sacando casi toda la verga para de nuevo irla metiendo a pausas, toda, por com pleto, luego un poco más rápido y más fuerte, haciendo brincar los cachetes del culo q ue mantenía bien abiertos, hasta sentí la eyaculación, primero un largo chorro de seme n, luego intervalos cortos de más semen; Mariana disfrutó la cogida suspirando, dejánd ose coger de esa forma, cuando terminé le saqué la verga y su culo se quedó abierto, m uy abierto escurriendo mocos blancos, y se fue cerrando poco a poco, contrayéndose , guiñándome como un ojo ciego. Un poco tambaleante por la cogida fui al sanitario a lavarme el pito con mucho jabón, cuando regresé la gorda estaba de nuevo vestida y la felicidad iluminaba su lindo rostro, antes de irme quiso saber "¿nos volveremos a ver?"; sonreí diciéndole "tal vez". El domingo llamó Paola por la mañana: "licenciado ¿dónde andas?, te estuve llamando ayer y de ti, ni las luces, ¿qué andabas haciendo?, ¿a quién andabas pervirtiendo?, ¿eh?, te i nvito a desayunar, no se cocinar pero algo se me ocurrirá", y más tarde tuve que ace ptar los chilaquiles batidos que preparó la gordita, estaban realmente mal, la sal sa sin sabor, y los trozos de tortilla hechos una plasta informe nadando en un c aldillo sin color, olor o sabor, pero lo que contaba era el esfuerzo de Paola qu e se puso feliz con el estéreo que le regalé, lo instalamos en el suelo de la pequeña sala a falta de muebles y escuchamos música, algo de blues que le llevé. Así pasamos l a tarde, oyendo música y tomando cervezas de bote, luego nos fuimos a su recámara, p ero antes pasé a su baño, donde encontré una caja de anticonceptivos, "la gordita no e s tonta, se cuida", pensé. Ya en la cama dejamos que la pasión nos llevara de la man o, y la gordita me montó a horcadas amenazando con su voluminoso cuerpo mi delgada humanidad, y entre suspiros se empaló en la dura tranca para luego mover el cuerp o como un barco en alta mar, meciéndose delicadamente, refregando su pepa sobre el pito bien clavado en su vagina, así por minutos largos e interminables, hasta que el suave balanceo carnal se tornó furioso, la gordita bailoteaba sobre mi sin sol tar la verga que desaparecía por momentos bajo su gorda panza, subía y bajaba sin de sclavarse de la verga, entre gritos y gemidos de placer. Cuando el orgasmo le llegó tumultuoso Paola cayó sobre mi, rodeando mi cuerpo con pi ernas y brazos y asfixiándome con sus besos, luego cambió de posición, dándome la espald a me volvió a cabalgar y entonces disfruté con la visión de su grueso nalgatorio al mo verse como lo hacen las víboras, ondulando la cintura y parando por momentos el cu lo, luego alzando la cintura para refregar el sexo sobre mi pinga que sufría para no eyacular, así hasta que se vino de nuevo, bajando y subiendo su pelvis sobre mi entre pierna, hasta que no soportó el placer "ay, ay, ya papito, dame leche, quie ro la leche, dámela que me vengo" y arremetí contra ella que se mantenía montada con l as piernas bien abiertas, recibiendo ahora los embates del pito, y así nos venimos , juntos, disfrutando de las oleadas de placer que parecían alargarse, pausadas, p ara de nuevo llegar como el suave oleaje en una playa. Ese día Paola se vino varia s veces más y yo quedé deshecho, a punto del infarto pensando "si sigo así estás viejas terminarán matándome". Cuando me despedí de la gordita mi verga seguía adolorida de tanto trajín, pero ella e

staba feliz y más amorosa que nunca, quedamos de vernos a media semana aunque yo se cretamente ya pensaba en alguna excusa--, total que al paso de los días y semanas seguí viendo a las dos, a Paola los miércoles y el domingo, y a su mamá los jueves y l os sábados, apuntalando mi fortaleza con comidas saludables y complementos aliment icios para aguantarles el ritmo al par de gordas cogelonas. Hasta que el anuncio de que Paola se casaba me cayó del cielo, el insistente novio había vencido por fin las resistencias de la gordita y la madre estaba feliz. Un domingo de agosto as istí a la ceremonia religiosa que pondría tierra de por medio entre la gorda y yo, y de paso corté a la mamá con el argumento de que vivía un intenso romance con otra muj er y quería serle fiel, la mujer me comentó "eso ni tú te lo crees, pero bueno, la pas amos bien ¿verdad?", dijo con ojos soñadores al despedirnos. Comentarios a: El chiquito de Carmen El chiquito de Carmen era esquivo, renuente, prohibido igual de evasivo y mojigat o como su dueña. No siempre fue así, sólo al principio. Su dueña, mezcla de temores y ta búes, en nuestras primeras incursiones amatorias había establecido un cerco en torno a su culo; razones, según ella no le faltaban: "aunque mi hermana y una de mis am igas me han comentado que el sexo anal es muy rico, tal vez mas que el vaginal, he leído en libros sobre las posibles consecuencias, y eso me da miedo; también me h an dicho que si no se sabe hacer duele, duele mucho, eso me aterra bebé; mejor por que no lo haces frotando a vergi en mi colita, sólo en la entrada con la puntita d e tu palo y luego lo metes en la puchis desde atrás", eran algunas de sus razones. Pero vayamos por partes. En uno de sus viajes a México fuimos a Chapultepec, recor rimos el museo de Antropología, el Castillo y una larga exposición de fotografías colo cadas sobre las llamadas Rejas de Chapultepec, por supuesto que el tremendo reco rrido hizo sus efectos, la argentina pidió reposo. Buscamos una banca vacía y en ell a descansamos un poco, ahí mismo nos besamos un rato, ella apretando mi erección sob re mi pantalón en tanto que yo intentaba meterle la mano bajo el vestido, pero ell a apretando las piernas no me dejó pasar, aquellos escarceos hicieron que llegáramos ardiendo al hotel. No aceptó darse un baño ni nada, se desnudó rápido apurándome a hacer lo mismo y cuando apenas me acostaba en la cama la madura se posesionó de mi, montán dose encima pero en sentido inverso, esto es, lista para hacer un 69; mientras s u ávida boca se tragaba mi verga bien erecta yo le mamaba su pucha jugosa y muy ol orosa, sólo que me faltaba concentración pues tal vez por haber sudado o caminado mu cho, su culo, que quedaba justo arriba de mi nariz, apestaba bastante. Pese a el lo dejé que me mamara hasta casi hacerme venir, y para no dejarla en seco le mordí d elicadamente el clítoris mientras, como no queriendo, le metía un dedo en el ano. Mi ta se vino gritando de placer, para luego quedar desfallecida sobre mi, que tuve que soportar sus más de 63 kilos de peso. Luego nos metimos a la regadera para quitarnos el olor y el sudor de la cogida. Pero Carmen seguía caliente: "anda bebé, quiero saber qué se siente montar", y al lleg ar a la cama sin decir más se montó en mí para clavarse en mi verga parada, y mientras yo le mordía los pezones, ella brincaba como posesa sobre mi que le amasaba las f irmes nalgas, "ay papaíto estoy montando, qué rico es montar sobre vergi, te siento todo dentro de mi"; se me ocurrió una idea: dejarle ir el dedo por el culo. Creo q ue no lo sintió, pues ya casi cuando le llegaba el orgasmo le dejé ir dos dedos en s u culito, que ya no estaba duro, sino bastante flexible, elástico, amigable, y así s e vino, de nuevo gritando un "aaarrrrgggg, papaíto que me vengo, aaahhh, hummmmm, más, me viene más, papi no te detengas, sigue, sigue, mételo más, todo, aaahhhh, otra vez me veeeengo". Mientras se venía le removí la verga en la pucha mientras mis dedos se guían danzando dentro de su intestino, eso le provocó otro orgasmo que me contagió, pu es me vine en seguida. Descansamos un rato y luego le dije: --"¿Te gustó el dedito en el culo?". --"¿Qué dedito?". --"El que te metí en el culito mientras estabas cabalgando a vergi". --"No digas mentiras, no sentí nada, no se, no creo que hayas podido, mi cola esta muy apretada, me hubiera dolido, no te creo", dijo ella mirándome extrañada. --"A lo mejor no sentiste cuando entró porque estabas muy excitada, ya casi te venía s montando a vergi ". --"¿Montar a vergi?, si, es la primera vez que hago eso, fue muy rico papaíto, pero

no creo que tú con tu dedo en mi cola". Y para probárselo le llevé mi dedo hasta su nariz, al principio no comprendió, pero cu ando el penetrante olor de su excremento le llegó, exclamó: "¡¿qué cerdo?!, eres un degene rado, sucio, eso no se hace, mira que darme oler mi cola, fuchi, cochino!", y se levantó corriendo rumbo al sanitario. Luego regresó apenada, esquivando la mirada, se acostó junto a mi. Quise convencerla : "anda Mita dame tu cola". --"No papaíto, tengo miedo, mucho miedo, algo le puede pasar a mi ano; los libros dicen que eso no es normal y que la mujer puede sufrir consecuencias; me han con tado que el ano se deforma y que puedo tener no se, consecuencias no, eso no, ya sabes". No quise insistir. Nos vestimos y nos fuimos a cenar. De regreso la dejé en su hot el y me fui a mi casa un tanto frustrado. En las siguientes citas no volvimos a hablar del asunto de su cola, hasta que un a tarde luego de pasear por el Centro Histórico, al llegar al hotel Mita se desnudó y se puso de rodillas en la cama mostrándome sus ricas nalgas, volví a pensar en su culo y acercándome a ella por detrás empecé por acariciarle los cachetes de sus nalgas firmes y carnosas, luego las abrí un poco para descubrir su rosado culo, apretado , rodeado de pliegues y de escasos vellos castaños, cortitos, aquella visión desató mi excitación y a besos me comí sus nalgas que ella removía con picardía gimiendo hasta qu e lamí su ano que me supo amargo y olía bastante, por momentos sentí repulsión, eso me h izo ir por una toalla al baño y con ella le limpie el culo usando mi saliva para l avarle ahí en esa zona; Mita estaba quieta, arqueando la espalda para elevar más el culo, dejándose lamer la cola aunque por momentos gemía moviendo las nalgas y para h acer más intensa la caricia le paseaba mis dedos por su pucha viscosa y cálida, hast a que con dos dedos le penetré la concha, entonces Mita sintió llegar al orgasmo: "a y papaíto, qué rico siento, que rico, más, besa más, ahí, en la colita, hummm, siento que todo se abre, puchis y mi colita palpitan bebito, lame, besa, ahí, tus dedos, más, h ummm, siento que me viene, ay chiquito de mi vida qué me haces, aaaahhhh", seguí tit ilando su ano con mi lengua pero no la deje venir; enderecé mi cuerpo y le apunté la verga en la pucha que entró toda, fácilmente, hasta que quedé pegado a sus glúteos, y m e la estuve cogiendo como perra, entrando en ella con violencia, haciendo brinca r su carne, sus nalgas que chocaban contra mi pelvis, seguí así hasta dejarla desfal lecida, casi sin sentido, era mi oportunidad, le saqué el miembro chorreando de ju gos y se lo apunté en el culo, creo que no lo sintió, pues cuando casi el glande pen etraba el duro ano ella gimiendo apenas dijo: "¿qué haces?, duele papaíto lindo, ay, n o, deja, eso no por favor, ay bebé duele, duele mucho, nooooo", pero no hice caso a sus suplicas y mantuve la presión de mi verga en su culo hasta que el hoyo se fu e aflojando, ella gimiendo y su culo dando de sí, hasta que media verga estaba den tro de su intestino y me detuve, Mita preguntó: "¿ya bebé?, ¿entró todo?, anda termina que me duele mucho" y como para comprobar pasó su mano hacía atrás tocando mi verga parci almente metida en su culo, "ay papi, falta mucho, ya no, déjalo ahí, termina así que m e arde todo, ¡me matas bebé!", sentí que la presión de su ano sobre mi pinga disminuía un poco y me agarré a sus nalgas, moviendo un poco el miembro, delicadamente, poco a poco, y sin meterlo más, así me la estuve cogiendo, sacando apenas un poco de verga, luego sentí bajo de mi la mano de Carmen que me tocaba los huevos y se acariciaba ella misma en la pucha, volví a presionar y la verga entró más, ya casi la tenía toda; Mita seguía frotándose con los dedos en la panocha, gimiendo tal vez de dolor o de p lacer, hasta que toda la verga estuvo dentro: "ya papi, te siento dentro, todo d entro de mi, eres un pillo, malo, malote, nunca me lo habían hecho así, nadie antes entró ahí querido mío, me robaste la cola, me desvirgaste por ahí, anda muévete un poco, s iento cosas dentro, un placer diferente, muy rico, muévete papaíto lindo" y para cua ndo Mita decía aquello ya mi verga iba y venía con facilidad en su culo, ahora flexi ble, flojo, caliente; sentí que la leche se me iba y aceleré las metidas, sacando el miembro hasta el glande y sepultándolo de golpe en el agujero abierto que era aho ra el antes apretado culo de Mita, "dale, dale más, dame la leche, ¡dámela, la quiero en la cola, dame leche en la cola bebito lindo aaaaahhhh!, ¿qué siento?, ¿qué me haces?, riquito mío, dámela ya , ya , leche, quiero tu leche bebé, dámela, más, hummmm, la siento, ¡ qué rico!, los chorros, el semen dentro mío, sigue papaíto, hummm, más, otro más, palpita tu rica verga bebé", y eyaculé dentro de Mita sintiendo como el intestino palpitaba

al unísono con mi verga, succionándola, sacándome el semen. Al terminar de venirme caí s obre ella y quedé acostado sobre su espalda todavía con mi tronco clavado en ella, j untando los rostros, besando su cuello y sus mejillas: "¿qué hiciste tontito?, loco, eres un loco adorable, ¿qué me hiciste hacer?, yo no quería, la cola sólo sirve para ev acuar, lo sabes, pero lo usaste para cogerme y fue rico, nunca imaginé que fuera a sí, tan diferente, caliente, entre dolor y placer, tan delicioso, huummm, todavía lo siento dentro", dijo la madura dándole con el ano algunos apretones a mi verga, a hora flácida, y apretando la fue echando fuera, escupiéndola junto con el semen. Lue go de unos minutos Mita protestó: "anda ya quítate, déjame ir a la ducha, huele mucho a eso ", le saqué la verga del culo y se levantó corriendo al baño, momentos después la al cancé ahí y la encontré de espaldas al espejo mirándose la cola que abría con las manos: " me duele, bebé, duele mucho, lo destrozaste, mira, lo dejaste rojo, muy irritado, me arde y está como abierto, flojo, casi no tiene pliegues", dijo ella; "no te pre ocupes, el dolor es pasajero, en unas horas lo volverás a tener apretadito, luego del baño te aplicas un poco de crema para la piel y eso es todo", le contesté. Más tarde fuimos a cenar al Mesón del Cid, y aunque la cena fue exquisita ella se qu ejó: "ay bebé me duele más ahí cuando estoy sentada, eres un loco", y de regreso pasamos por una farmacia, ella se extraño pero no preguntó nada, en los anaqueles encontré un "gel lubricante" y lo compré, llegamos al cuarto y nos acostamos, fue entonces qu e preguntó: "¿qué compraste?"; "un gel para ponerte en la cola, así entrará más fácil la próx vez"; "¿qué pretendes?, ¿lo quieres hacer así de nuevo?, ¡ni loca aceptaría!, todavía siento que la cola me arde, no bebé, ya accedí a tus caprichos, deja mi ano en paz" y con u n mohín de disgusto me dio la espalda, me acerqué a ella colocándole mi verga erecta e ntre las nalgas, ella lo sintió: "está duro tu pene, ay bebé, eres un loco, hace rato lo hicimos y ya quieres más, eres insaciable bebito loco" y se volteó quitando las sáb anas de la cama hasta desnudarme, amorosa se acercó a mi hasta quedar hincada sobr e mis piernas, su cara muy cerca de mi pinga: "me gusta tanto tu pene, es adorab le, mira, acaba de comer y ya esta parado, duro, listo, queriendo más guerra el br ibón!!", y con su mano derecha acariciaba el miembro delicadamente, deslizando sus dedos en forma de anillo sobre el lomo de la verga para desnudar el morado glan de: "¡es graaande!, ¡enorme!, tu pinga se ve amenazante, pero linda y suave a la vez , la piel se desliza muy rico y la cabecita, tan roja, casi morada, se te pone m uy buena, ¡ay bebé siento cosas!, en puchis y en la colita dolorida, pero no lo quier o hacer así, al menos hoy no bebé, me duele mucho todavía, tal vez otro día, no se, quizá , pero a partir de hoy mi culo es tuyo papaíto, todo tuyo, sólo tú haz entrado ahí, puedes estar seguro". --"No te creo, pienso que tú ya habías culeado". --"Te juro que no, eres él primero ahí, en puchis ya sabes, te conté hace tiempo, pero mi ano está nuevo, nunca antes acepté esas cosas, nunca me penetraron así". --"A lo mejor ya antes te lo había pedido". --"Si, alguna vez, hace tiempo, todos los hombres lo desean si, pero fue hace tie mpo, hace años". --"¿Quién?". --"No tiene importancia, ¿para qué quieres saber?, no tiene caso, soy tuya, ahora más, que me haz poseído contra natura". --"Quiero saber". --"Uno de mis escasos novios, Juan, ya te he platicado de él". --"¿El que te enseñó a mamar, el que te recargaba en la pared y lo dejabas venirse en tu pucha haciendo a un lado el calzón?, ¿el que te mamaba la panocha en el auto?". --"Jo, jo, jo, sí, pero ya no sigas, no me recuerdes cosas, no me gusta hablar de otros". --"Si, pero quiero que me digas, ¿qué hacían?, ¿cómo fue que te pidió la cola?". --"Casi no recuerdo, no me gusta decir esas cosas, fue hace tiempo, bastante; él e ra muy insistente, andaba muy caliente por mi, pero nunca acepté acostarme con él, q uería casarme, pero insistía, se enojaba porque yo no aceptaba, luego se contentaba y regresábamos, jo, jo, jo, un día me dijo que lo dejara venirse en mis pompas, yo n o quería; pero venía muy excitado y yo tenía la regla, así que entre unos arbustos del j ardín de mi casa le di la espalda, él alzó mi vestido y me bajó un poco la panty y puso su miembro ahí, entre mis glúteos; hizo que me empinara un poco y así estuvo un rato, yendo y viniendo con su pinga gorda entre mis glúteos, hasta que sentí que eyaculaba

en mis nalgas, a partir de ese día se volvió más insistente, quería que le diera mi col a, pero yo sólo lo dejaba que pusiera a su pene entre las pompas, él buscaba mi coli ta con su pene, pero yo la apretaba para no dejarlo entrar, se ponía furioso pero al final se venía echando el semen ahí, en la puertita secreta, por fuera de la cola ". --"¿Y tú que sentías?". --"Cosas, ya sabes, sentía rico, como placer y a la vez ternura, por dejar que él te rminara de esa forma, me gustaba sentir como palpitaba su miembro al eyacular, l uego me daba su pañuelo para limpiarme el semen, me levantaba el calzón y nos despedía mos con un beso, a veces en mi recámara, antes de dormir, me quitaba la panty, est aba húmeda y oliendo a semen y pensaba, me excitaba pensando en su miembro, lo dese aba, pero yo quería casarme con él, no ser su amante, sino formar una familia, eso f ue todo con Juan". --"Pero alguno más te lo pidió ¿o no?". --"Bueno, si, tal vez, pero nunca me penetraron, al menos por ahí". Carmen suspendió la plática para inclinar más su rostro y tragarse mi pene erecto, lo estuvo mamando un rato, tratando siempre de mantenerlo bien metido en su boca, p ero no lo aguantaba y terminaba por tener accesos de vómito. Luego nos quedamos do rmidos. Al día siguiente tuve trabajo por terminar y cuando llegué por ella no estaba en el cuarto, eso me extrañó, bajé al bar para hacer tiempo y media hora después subí al cuarto. Mita ya estaba ahí, le pregunté a dónde había ido y me dijo que había salido a hacer unas compras y me mostró una pequeña bolsa de plástico casi transparente. "¿Quieres saber qué compré", me dijo con coquetería y sacó varias cosas de la bolsa, primero ví un tubo de g el: "me lo recomendó la chica de la farmacia, dijo que era para lubricar mejor el ano en las relaciones anales y esto me mostró un paquete de condones son preservativ os para sexo anal, dijo que son más resistentes y así se evitan las infecciones por una mala higiene durante el acto sexual, ¿entiendes?, así si me lo haces por atrás te pones el condón, luego si quieres cambiar de lugar nomás te quitas el condón y me pene tras por puchis", dijo sonriendo coqueta. --"¿Y cuándo quieres probar todo eso?", le pregunté. --"Cuando lo desees, si quieres ahora", dijo dándome la espalda. Verla de espaldas bajándose su pantalón gris me calentó de inmediato, pero cuando esta ba por quitarme la ropa me detuvo: "no, espera, voy al sanitario a lavarme ahí". C uando regresó ya la esperaba bajo las sábanas con el pene erecto, se sorprendió al not ar el bulto que formaba mi erección bajo la ropa de cama y haciendo un coqueto mohín dijo: "ay papaíto, ¿siempre eres así de caliente?, ¿nunca te llenas?, ¿siempre eres así de intenso?". --"A veces, cuando la chica me calienta, así como tú, me excitas y desatas todas las ganas que traigo dentro, ¿y tú?". --"¿Yo?, no lo se, pero desde que nos conocimos por internet desee conocerte y est ar a solas contigo, dejarte que me hicieras de todo, también me calientas mucho, m e estás convirtiendo en una loca, loca por tu pinga, jo jo jo", dijo Mita acostándose junto a mi. Nos abrazamos con urgencia, Mita ofreciéndome su boca abierta, acariciando con su mano derecha mi verga bien parada; estuvimos besándonos algunos minutos hasta que fue capaz de separarse para decir: "quiero tu verga, anda ya bebito, dame veeeeer rrrga!!!!"; me separé unos momentos para montarla, ella abrió las piernas en compás y miró como mi verga iba al encuentro de su pucha entre abierta, siguió mirando cuando la empecé a penetrar y exhalando el aire de sus pulmones siguió viendo como la pija entraba lentamente, toda, en su panocha viscosa, hasta que nos quedamos pegados , yo sobre ella que enlazaba sus piernas en mi cintura atrayéndome hacia ella; lue go de estar quietos unos momentos la empecé a bombear con arremetidas lentas pero profundas, sacando casi todo el miembro para luego sepultárselo de golpe, haciéndola brincar en la cama gimiendo: "aaahhh, siii, así bebito, fuerte, dame verga, la qu iero toda, más, dame más, aaahhh, aahhh, no pares, no pares por favor, así, así ", luego d e unos breves minutos Mita gritaba de placer cuando el orgasmo le llegó, y se vino gimiendo y apretando mi verga con los espasmos de su vagina, tratando de sacarm e el semen, hasta que desfallecida cerró los ojos suspirando quedamente. Dejé que se recuperara y cuando le iba a sacar el miembro para culearla protestó: "no bebito,

no la saques, quédate así, dentro mío, dame más, quiero tu verga, macho, anda papaíto dal e verga a esta argentina caliente, sigue bebito, quiero más ", y me la seguí cogiendo hasta sacarle dos orgasmos más que la dejaron adormecida y sofocada, transpirando, entonces sí la desmonté acostándome junto a ella que permanecía con las piernas muy abi ertas, mostrando la pepa abierta y chorreando jugos, con los ojos cerrados y res pirando acompasadamente; no protestó cuando dí vuelta a su cuerpo hasta ponerla boca abajo y miré su cuerpo perfecto, bien formado, la espalda fuerte, la curva sabros a donde termina la espalda e inicia su culo, sus nalgas bien formadas y firmes q ue amasé con ambas manos haciendo círculos con mis manos encada glúteo, así por minutos en los que Mita permaneció quieta y silenciosa, hasta que por voluntad propia fue alzando el culo, levantando las nalgas como buscando que mis caricias se hiciera n más intensas, fue entonces que acerqué mi rostro a la abertura, al valle rosado en tre sus nalgas y mi lengua recorrió el camino, de arriba abajo, hasta titilar con la lengua el estrellado conjunto de pliegues; fue entonces que la madura gimió un "oooooohhhh papaíto, más, lame, ahí . Ssssíiiii, hummmm, tu lengua ahí, sí, más, juega ahí, e puertita, ay bebé qué me haces mi cola palpita, qué rico siento, más, aaahhh", y mientras lamía su ano sentí que ella, a voluntad, lo distendía y lo apretaba; me separé por mome ntos para mirar como el culo de Mita se contraía en espasmos que hacían desaparecer los pliegues o formarlos al apretar con fuerza el anillo del culo; volví a pegar m i boca al culo que seguía moviéndose, titilando, tratando de penetrar con mi lengua filosa, haciendo gemir a la argentina: "hummmm, hhhaaaaa, hummm", seguí lamiendo e l culo de Mita unos momentos más hasta que ella lo pidió: "ya papaíto, hazme la cola, dame pinga por el culo, ya quiero pito, lo quiero, mételo ya!", poniéndose en cuatro patas y abriéndose las nalgas con ambas manos. Ver a Mita en esa posición despertó la furia sexual que tenía contenida, apenas le apu nté la verga en el ojete y empujé con fuerza, un "aaaaaayyyyy" doloroso escapó de la m ujer cuando la penetré de un solo golpe, luego me quedé quieto, bien pegado a las na lgas de la argentina que gemía dolorosamente, luego sentí algo diferente: el culo de Carmen palpitaba, fue entonces que inicié una furiosa sucesión de arremetidas contr a el ano distendido de la madura que sólo atinaba a gemir de dolor o de placer, no lo sabía, en eso la leche escapó de mi verga y le llené de semen los intestinos, y me abandoné para disfrutar del inmenso placer. Sólo reaccioné cuando el culo de Mita me apretaba con espasmos deliciosos el pito; volví a agarrarme a sus carnosas nalgas y arremetí contra su culo, ahora flojo, viscoso; ella volvió a gemir y a suplicar: " sssssiii, papaíto, dame más, quiero verga dame pinga, dame más, quiero más leche bebé, dame más, quiero más, hummm, así, fuerte, más, jálame del pelo, sssiii, así con fuerza, cógeme be con tu pinga grandota", y obediente que soy me seguí cogiendo a la vieja calentona hasta que desfallecido le dejé ir todo el pito para volver a eyacular dentro de s u culo, y nos quedamos pegados mucho rato, ella apretaba el culo para no dejarme salir de su ano, yo sobre ella con sus cabellos enmarañados en mi cara, suspirand o, mientras que el olor a excremento inundaba la habitación. Rato después cuando amb os nos limpiábamos los olores y humores con una toalla, sentí su mirada sobre mi: "¿sa bes bebé?, hay cosas que no te he dicho ¿me vas a perdonar?... ¿si?... es que mi colita no era virgen cuando tú la penetraste es que bueno ya lo había hecho por ahí y fueron es o cuatro pero ya lo había hecho así, anal, dos, creo, fueron mis amigos y dos de e llos mis novios, ¿me perdonas?... ¿sí?", y miré sus ojos suplicantes y su cara triste qu e acaricié con mi mano, y añadió: "pero ¿sabes?, nunca había sido tan rico, tan delicioso c omo contigo, lo juro, de verdad te lo juro!". La confesión sólo generó en mi una liger a sonrisa y algo de coraje, pues comprobé que todas las mujeres mienten, y sin cont enerme le di una fuerte nalgada con la mano y ordené: "¿Ah sí, puta argentina?, pues s eguro que tus novios luego de culearte te pidieron que les mamaras la pinga, así c on semen y caca, pues anda mamacita mámame el pito", y ella obediente se inclinó par a lamer, primero, luego succionar el pito flácido hasta comérselo todo, mientras sus piraba diciendo "si, eso también lo hice". Comentarios: [email protected]